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Episodio 13 - La Independencia de Dios

por

Marcelo Sánchez

Marcelo Sánchez
marcelosanchez81@live.com
Viernes 11 de mayo de 2018
INTRODUCCIÓN

Bienvenidos a El Legado de Westminster. Únanse al pastor

Marcelo Sánchez en un breve estudio diario de los documentos

teológicos producidos por la Asamblea de Westminster.

BIENVENIDA

Hola hermanos, les doy la bienvenida al episodio número 13

del podcast “El legado de Westminster”. Hoy es viernes 11 de

mayo. En este episodio vamos a hablar sobre la Independencia

de Dios, basados en el párrafo 2 del Capítulo 2 de la

Confesión de Fe de Westminster.

TEXTO CONFESIÓN

Este párrafo dice así:

2.2. Dios tiene, en sí mismo y por sí mismo, toda

vida, gloria, bondad y bienaventuranza. Él es el único

todosuficiente, en y por sí mismo, no teniendo

necesidad de ninguna de sus criaturas hechas por Él,

ni derivando gloria alguna de ellas, sino que

manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia

ellas y sobre ellas. Él es la única fuente de toda

existencia, de quien, por quien y para quien son todas

las cosas; teniendo el más soberano dominio sobre

ellas para hacer por medio de ellas, para ellas o


sobre ellas todo lo que a Él le plazca. Todas las

cosas están abiertas y manifiestas ante su vista; su

conocimiento es infinito, infalible, independiente de

toda criatura de tal manera que para Él nada es

contingente o incierto. Él es santísimo en todos sus

consejos, en todas sus obras y en todos sus

mandamientos. A Él son debidos toda adoración,

servicio y obediencia que a Él le place requerir de

los ángeles, de los seres humanos y de toda criatura.

LA INDEPENDENCIA DE DIOS

El segundo párrafo de este capítulo habla de la independencia

absoluta de Dios. Este es otro atributo de Dios llamado

aseidad. Dios no necesita de la creación, pues Él “tiene, en

sí mismo y por sí mismo, toda vida, gloria, bondad y

bienaventuranza.” El señor Jesús dice en Juan 5:26 que Dios

tiene vida en sí mismo.

Chad Van Dixhoorn, el editor de la reciente publicación de

las actas de la Asamblea, dice que “todo el esfuerzo tomado

en esta sección de la Confesión es mostrar que Dios no nos

necesita, ni nos debe nada.”

El Rey de gloria, como el Salmo 24 llama a Jehová, no deriva

su gloria de la criatura. Cuando nosotros lo glorificamos no


le añadimos gloria, no le damos una gloria que Él no tenga.

Nosotros simplemente reconocemos la gloria que ya es de Él. Y

aunque no necesite de nosotros, Él quiere manifestar su

propia gloria en nosotros, por nosotros, hacia nosotros y

sobre nosotros. En nosotros Dios muestra su gloria.

Ya que Dios es el creador de todas las cosas (Gén. 1), la

Confesión lo reconoce como “la única fuente de toda

existencia”. Todas las cosas creadas son para Él. Él es el

creador y dueño. Él tiene, entonces, poder y dominio para

hacer lo que quiera con la creación, por medio de la

creación, para la creación o sobre ella. Nadie puede detener

su mano cuando Él quiere hacer algo. Nadie puede decirle qué

hacer. Él es el Dios soberano.

Como Dios es quien determinó todo lo que ha de pasar en la

historia, Él lo conoce todo. Su conocimiento, dice la

Confesión, es: “infinito, infalible, independiente de toda

criatura”. Lo sabe todo, de forma perfecta y soberana. Dios

no conoce porque Él sea alguien que mira el futuro (nuestras

decisiones) como afirma la presciencia del arminianismo. Esta

afirmación, también, se opone a la visión molinista, o de

conocimiento medio. Según esta posición Dios conoce de forma

contingente. Lo que Dios sabe es lo que pasaría en cada

situación y según cada elección de la criatura: Si Juan elige


A entonces pasará B, si elige X pasará Y. Pero Dios lo sabe

todo de forma absoluta, independiente de la criatura.

Dios es bueno y todo lo que hay en su consejo, en lo que hace

y en lo que manda es santo. No podría venir nada malo de un

Dios que es santo. Por esto la adoración a Él no es opcional,

es un deber. Él requiere esta adoración, servicio y

obediencia, de toda criatura. Esto es lo que relata Juan en

Apocalipsis 5:12-14:

“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono,

y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número

era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero

que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas,

la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la

alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre

la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas

las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado

en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la

gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Los cuatro

seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos

se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por

los siglos de los siglos.”

DESPEDIDA
Muchas gracias por escuchar este episodio. Los invito a

seguir escuchando nuestro podcast. El Lunes, si Dios quiere,

vamos a comentar el párrafo 3, que habla de la Santa

Trinidad.

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sociales.

Este podcast, “El Legado de Westminster”, llega a ustedes

gracias a la Iglesia Presbiteriana Reformada en Chile.

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Hasta mañana. Dios les bendiga.

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