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Nos enfrentamos a una nueva constelación donde cada vez tienden mas a predominar
las reivindicaciones del reconocimiento. En esta nueva constelación, los dos tipos de
reivindicaciones de justicia aparecen disociados.
Fraser sostiene que en la actualidad, la justicia exige las dos, tanto la redistribución
como el reconocimiento, los dos juntos, ya que por separado no son suficiente y explica
que la manera de integrarlas en a través de un único marco global e incluir los aspectos
emancipadores de cada una y asi crear una política que integre lo mejor de cada política.
Los defensores del reconocimiento como Iris Marion Young, insisten en que una
política de redistribución que haga caso omiso de las diferencias puede reforzar la
injusticia, universalizando en falso las normas del grupo dominante, exigiendo que los
grupos subordinados las asimilen. Para ellos, el objetivo político privilegiado es la
transformación cultural.
¿Debemos optar por una política de redistribución que pretenda abolir los diferenciales
de clase o debemos abrazar una política de reconocimiento que trate de celebrar o
deconstruir las diferencias de grupo? Por lo visto, no podemos apoyar ambas. Sin
embargo, ésta es una antítesis falsa.
Cuando tratamos con grupos sociales que se acercan al tipo ideal de la clase trabajadora
explotada, afrontamos injusticias distributivas que requieren soluciones redistributivas.
Hace falta una política de redistribución. En cambio, cuando tratamos con grupos
sociales que se acercan al tipo ideal de la sexualidad despreciada, hace falta una política
de reconocimiento.
Sin embargo, las cuestiones se enturbian cuando nos alejamos de estos extremos.
Cuando postulamos un tipo de división social situado en el medio del espectro
conceptual, encontramos una forma híbrida, a las que llama “bidimensionales”.
Es obvio que la “raza” es también una división social bidimensional, una combinación
de estatus y clase social. Las injusticias del racismo están enraizadas al mismo tiempo
en la estructura económica, y en el orden de estatus de la sociedad capitalista. En
consecuencia, los inmigrantes racializados y/o las minorías étnicas se consideran
individuos deficientes e inferiores, que no pueden ser miembros plenos de la sociedad.
La superación de las injusticias del racismo requiere tanto la redistribución como el
reconocimiento.
Por tanto, casi todos los ejes de subordinación del mundo real pueden tratarse como
bidimensionales. Prácticamente todos suponen tanto una mala distribución como un
reconocimiento erróneo, de manera que cada una de estas injusticias tenga cierto peso
independiente.
Los partidos políticos que en otro tiempo se identificaban con los proyectos de
redistribución igualitaria, tiene más que ver con el reconocimiento que con la
redistribución. Mientras tanto, los movimientos sociales que, no hace mucho, pedían
descaradamente un reparto equitativo de los recursos y de la riqueza ya no tipifican el
espíritu de los tiempos. Sin duda, no han desaparecido por completo, pero su influencia
se ha reducido mucho. nos hallamos ante una nueva constelación de cultura política. En
esta constelación, el centro de gravedad ha pasado de la redistribución al
reconocimiento y es debido al:
Posfordismo:
Postcomunismo
Globalizacion
Y existen 3 tendencias políticas que, si no se revisan, pueden amenazar el proyecto de
integración de la redistribución y el reconocimiento. Todas las formas culturales