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RESPIRACION A GRANDES ALTITUDES

La respiración a grandes altitudes, en las que la presión atmosférica es baja, implica


una serie distinta de problemas de los propios de la respiración submarino.

Factores y fases de adaptación a la altitud

La presión atmosférica a una determinada altitud depende del peso de la columna


de aire sobre dicho punto y la atmósfera se comprime bajo su peso. Por tanto, la
presión atmosférica y la densidad del aire disminuyen con la altura. El aire que
respiramos es constante a cualquier altitud y está compuesto por 79.04% de
Nitrógeno, 20.94% de Oxígeno y pequeñas cantidades de otros gases. Cuando
respiramos, la presión del aire en el interior de los pulmones y la presión parcial de
oxígeno de este aire son menores y, por tanto, el oxígeno difunde en menor medida
a la sangre y puede llegar en menor cantidad a los tejidos. Entre los diversos
factores de la altitud que afectan al organismo (presiones de los gases, temperatura,
radiación, humedad, viento, gravedad, etc.), la disminución de la presión parcial del
oxígeno (hipoxia de la altitud) es uno de los principales.

Mecanismos respiratorios

El metabolismo aeróbico depende del suministro de oxígeno a la mitocondria, la


cual se produce en cuatro etapas: ventilación alveolar, difusión a la sangre,
transporte unido a la hemoglobina y liberación a los tejidos. La participación del
sistema respiratorio en la aclimatación a la altitud se efectúa al modificar los
mecanismos de cada una de estas etapas

Aclimatación

Cuando una persona permanece a grades altitudes, las respuestas compensatorias


agudas del incremento en la ventilación y en el gasto cardiaco, se ven reemplazadas
gradualmente, en un periodo de días, por el lento desarrollo de medidas
compensatorias que permiten una oxigenación adecuada de los tejidos y la
restauración del balance normal ácido – base.

Trastornos a la adaptación a la altitud


El mal agudo de montaña es una enfermedad benigna que aparece en muchos
individuos como resultado del ascenso relativamente rápido a una altitud para la
que no están aclimatados. Los síntomas más característicos son dolor de cabeza,
náuseas y vómitos, anorexia, agotamiento y trastornos del sueño. Suele
desaparecer con la aclimatación, pero existen dos formas malignas de mal de
montaña que amenazan la vida y requieren tratamiento urgente, los edemas
cerebral y pulmonar no cardiogénico a la altitud. Además, aunque poco frecuente,
los residentes de las grandes altitudes pueden presentar mal de montaña subagudo
o cardiopatía de la gran altitud y el mal de montaña crónico o enfermedad de Monge.
El primero consiste en una insuficiencia ventricular derecha debida a la hipertensión
arterial pulmonar por vasoconstricción en respuesta a la hipoxia, el segundo en
policitemia muy elevada, cianosis, etc. Por último, el aumento de viscosidad
sanguínea facilita los fenómenos tromboembólicos en la altitud.

Efectos

La presión atmosférica cae progresivamente conforme la altura incrementa. A los


18000 pies (5.4 km) por encima del nivel del mar, la presión atmosférica sólo es de
380 mm Hg, la mitad de su valor normal a nivel del mar. Debido a que la proporción
de O2 y N2 en el aire permanece igual, la presión de oxígeno del aire inspirado a
esta altura es de 21% de los 380 mm Hg, o sea 80 mm Hg, con una Presión de
oxigeno alveolar menor a los 45 mm Hg.

Las personas que ascienden rápidamente a altitudes de 10000 pies o más,


experimentan síntomas del mal de montaña atribuible a la hipoxia y a la resultante
alcalosis inducida por la hipocapnia.

RESPIRACION A GRANDES PROFUNDIDADES

Cuando un buzo desciende bajo el agua, el cuerpo está expuesto a una mayor
presión atmosférica. La presión incrementa rápidamente con la profundidad como
resultado del peso del agua. La presión se duplica sólo a 30 pies (9.1 m) por debajo
del nivel del mar. El aire provisto por el equipo de buceo es llevado a los pulmones
a estas altas presiones. Recuerda que la cantidad de gas en una solución es
directamente proporcional a la presión parcial del gas y el aire está compuesta en
79% de nitrógeno. El nitrógeno es poco soluble en los tejidos corporales, pero la
alta presión de nitrógeno que se presenta durante el buceo profundo causa que más
de este gas se disuelva en los tejidos. La pequeña cantidad de nitrógeno, disuelto
en los tejidos a nivel de mar no tiene un efecto conocido, pero entre más nitrógeno,
se disuelve a mayores profundidades, sobreviene la narcosis del nitrógeno.

Efectos

A 150 pies (45.7 m) debajo del agua, los buzos experimentan un sentimiento de
euforia y se adormecen, similar al efecto de que tienen unos cuantos cocteles. A
mayor profundidad un buzo se debilita y entorpece, ya a los 350 o 400 pies (120 m)
pierden la conciencia. La toxicidad por oxígeno que resulta de una presión de
oxígeno elevada es otro posible efecto perjudicial de bucear a grandes
profundidades.

Otro problema asociado con el buceo profundo ocurre durante el ascenso. Si un


buzo que ha estado sumergido el tiempo suficiente como para que una cantidad
significativa de nitrógeno se disuelva en los tejidos, asciende abruptamente a la
superficie, la rápida reducción en la presión de nitrógeno causa que el nitrógeno
salga de solución rápidamente y forma burbujas de nitrógeno gaseoso en el cuerpo,
como las burbujas de CO2 que se forman en una botella de champaña cuando
descorcha. Las consecuencias dependen de la cantidad y ubicación de la formación
de burbujas de nitrógeno en el cuerpo. Esta condición, es llamada enfermedad de
descompresión. Puede prevenirse al ascender lentamente a la superficie o por la
descompresión gradual con el apoyo de un tanque, para que el exceso de nitrógeno
escape lentamente a través de los pulmones sin la formación de burbujas.

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