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Un año más tarde, John Gumperz y Dell H. Hymes, en su clásica compilación Directions in
Sociolinguistics (1972), definieron el concepto de competencia comunicativa más claramente: “…
aquello que un hablante necesita saber para comunicarse de manera eficaz en contextos
socialmente significantes” (Lomas 2015: 15).
Michael Canale y Merril Swain estudian las implicaciones que el concepto de competencia
comunicativa tiene en la enseñanza de segundas lenguas y ahondan en ese concepto
distinguiendo en su seno hasta tres subcompetencias diferentes: la competencia lingüística, la
competencia sociolingüística y la competencia estratégica (Lomas 2015: 15). En su opinión, la
competencia gramatical no era un factor crucial para lograr el éxito en la comunicación, como sí la
competencia sociolingüística y estratégica. Por ello, un enfoque comunicativo debe partir de las
necesidades de comunicación del aprendiz y dar respuesta a las mismas por lo que es importante
basar el enfoque comunicativo en las variedades de la lengua que el aprendiz se va a encontrar
con mayor probabilidad en el marco de situaciones comunicativas reales. Por lo tanto, “el
estudiante ha de gozar de oportunidades para interactuar con hablantes de dicha lengua
plenamente competentes en intercambios significativos, es decir, para responder a necesidades
comunicativas auténticas en situaciones reales” (Lomas 2015: 16).
A su vez, Michael Canale en una investigación posterior revisa las tres subcompetencias y propone
una cuarta: la competencia discursiva. Concibe la comunicación como “una forma de interacción
social, y en consecuencia, se adquiere normalmente y se usa mediante la interacción social” que
“tiene lugar en contextos discursivos y socioculturales que rigen el uso apropiado de la lengua y
ofrecen referencias para la correcta interpretación de las expresiones (…) ya que “siempre tiene
un propósito (por ejemplo, persuadir o prometer), implica un lenguaje auténtico, opuesto al
lenguaje inventado de los libros de texto, y se juzga que se realiza con éxito o no sobre la base de
resultados concretos” (Lomas 2015: 16).
Durante estos años los currículos lingüísticos y los programas de enseñanza de las lenguas hacen
cambios de paradigmas en los estudios del lenguaje y sus implicaciones en la didáctica de las
lenguas. El enfoque comunicativo (Communicative Approach), también conocido como enseñanza
comunicativa (Communicative Language Teaching), enfoque nocional-funcional (Notional-
functional Approach) o enfoque funcional (Functional Approach) de la enseñanza del lenguaje,
surge en la década de los setenta en el contexto de los estudios anglosajosnes de la lingüística
aplicada y de la didáctica de las lenguas, influido por la lingüística funcional británica (J. Firth y M.
A. K. Halliday), la sociolingüística y la etnografía de la comunicación (D. Hymes, J. Gumperz y W.
Labov) y la filosofía del lenguaje y la pragmática (J. Austin y J. Searle). Según sus postulados, el
aprendizaje lingüístico no consiste solo en la adquisición de un vocabulario y de unas reglas
gramaticales sino también y sobre todo en la apropiación funcional de los conocimientos y de las
habilidades que favorecen el uso coherente, eficaz y adecuado del lenguaje en los diferentes
contextos y situaciones de la comunicación humana (Lomas 2015: 16).
La comunicación según Canale se produce siempre en forma de discurso –es decir, de uso
lingüístico contextualizado- y, siempre- en un contexto sociocultural y cognitivo que proporciona
indicios tanto para la elaboración de los enunciados como para su interpretación; implica, por
tanto, el uso auténtico de la lengua y no ese “derivado” que se inventa para poner ejemplos en los
libros de texto. Así mismo, se produce bajo condiciones psicológicas que la puedan limitar, como,
por ejemplo, la fatiga, los bloqueos de la memoria, las distracciones, etc. Finalmente, la
comunicación siempre tiene un objetivo (pasar el rato, establecer una relación, persuadir, etc.) y
se juzga como exitosa si los productos que de ese acto de comunicación se obtienen son los
deseados o si son, en todo caso, beneficiosos.
Señala Canale:
Son distintas las competencias que se ponen en juego para lograr la competencia comunicativa y
colocan en el centro a la gramática prescriptiva – la oración - y que cambia la unidad de sentido
por la diversidad discursiva que se manifiesta en textos. En consecuencia, el trabajo en el aula se
hará sobre la totalidad textual, no sobre oraciones ni fragmentos.
La enseñanza gramatical se centraba básicamente en las formas de la lengua que había que
aprender dejando de lado los significados que había que comunicar. Por tanto, cambiar de un
enfoque gramatical a uno comunicativo plantea una serie de problemas académicos y didácticos
tales como qué enseñar y cómo enseñar, para lo cual se hace necesario revisar los instrumentos
con que se cuenta y adaptarlos para lograr el objetivo a comunicar.
Aprender a usar la lengua no se logra desde ninguna gramática, pues todas exigen que ésta se
aprenda en cada una de ellas. La alternativa es utilizar materiales didácticos que utilicen la
gramática para mejorar los distintos usos académicos y sociales de la lengua a los que los
hablantes están expuestos a usar diariamente u oportunamente, una gramática que, en todo caso,
donde se destaque en primer lugar conceptos como los de adecuación del texto al contexto,
coherencia temática o cohesión textual que los de sintaxis, morfología, léxico y ortografía. Unos
materiales didácticos donde se alternen las tareas de comprensión y producción con la
permanente reflexión sobre los usos de la lengua.
Las habilidades lingüísticas son cuatro: dos de comprensión (escuchar y leer) y dos de producción
(hablar y escribir). El trabajo con las habilidades lingüísticas se realiza mediante ejercicios de
comunicación reales o verosímiles donde están consideradas tanto las necesidades lingüísticas y
los contenidos de conocimiento y de aprendizaje como los intereses y motivaciones del alumnado.
Se habla, se escribe, se escucha o se lee, en un contexto con la premisa de un trabajo que se
requiere para su análisis textos completos en situaciones reales de comunicación, con la lengua
real y contextualizada y heterogénea que se usa en la calle, la escuela, etc. El carácter grupal de la
comunicación y el ejercicio constante con los usos de la lengua permiten que los estudiantes
desarollen gradualmente estas cuatro habilidades lingüísticas de la comunicación.