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Las Cruzadas fueron una serie de campañas militares que realizaron los Papas por
diversos territorios de la Europa latina cristiana, principalmente por Francia e Italia,
pero también por España y otros países de Europa del este. Los ejércitos estaban
formados por los cruzados, ciudadanos a los que les eran perdonados sus pecados
a cambio de combatir en las cruzadas.
El objetivo de estas Cruzadas era recuperar los territorios de la Tierra Santa y volver
a restablecer el dominio de la religión cristiana en ellos. De esta manera, las
Cruzadas de libraron contra pueblos cuya ideología e idiosincrasia rivalizaba con el
concepto de cristianismo y Tierra Santa, principalmente contra los musulmanes,
pero también contra muchos otros pueblos o incluso clases sociales (esclavos
paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles, cátaros, husitas,
valdense, prusianos) y enemigos del cristianismo o del Papa en cuestión.
Las Cruzadas tiene su origen a finales del siglo XI, cuando el emperador bizantino
Alejo I pidió ayuda al Papa Urbano II para proteger a los pueblos cristianos de
oriente ante la dominación musulmana. Estas cruzadas fueron entonces
promulgadas durante el Concilio de Clermont. Tras la predicación de las Cruzadas
el pueblo cristiano asintió en masa y las aprobó al grito de Deus lo vult (“Dios lo
quiere”).
La cruzada fue dirigida por Andrés II Rey de Hungría; Leopoldo VI, Duque de
Austria; Juan de Brienne, Rey del reino Jerusalén y Federico II Emperador del
SacroImperio Romano Germanico. El emperador Federico II acordó organizar la
expedición.
El monacato surge principalmente en las dos últimas décadas del siglo III y lo hace
a raíz de que algunos cristianos se desligan de su vida cotidiana, es decir de su
familia, de sus pertenencias, etc. Y se retiran a la soledad para llevar una vida de
austeridad voluntaria. Austeridad que se refiere a lo económico, alimentario,
vestimenta, castidad, etc. En fin, normas impuestas por ellos mismos con el objetivo
de seguir el ejemplo de Cristo.
Es por tanto necesario hacer hincapié en que los orígenes del monacato cristiano
no obedecen a una sola causa, sin embargo el primitivo monacato identifica en gran
medida la imitación de Cristo encarnada en la idea del martirio.
Cuando en las dos décadas finales del siglo III algunos cristianos de Egipto y de
Siria Oriental se desligaron de sus anteriores formas de vida en común en la familia
y en la comunidad cristiana y se retiraron a la soledad, lejos del contacto con los
hombres, para llevar una vida de voluntaria pobreza y de continencia sexual, quedo
dado el primer paso que, desbordando el temprano ascetismo cristiano, había de
conducir al monacato propiamente dicho.
El clima y el terreno, en el sentido del desierto y la soledad son favorables. Por otra
parte hay que tener presente que en Egipto permanecía una cultura milenaria, esto
hace que los cristianos aburridos de esa cultura huyan del mundo.
Pero si queremos dar una razón más positiva ésta tendría que estar enmarcada en
el ámbito de la creencia o expectativa del más allá, esta actitud espiritual y religiosa
básica, de la que tantas generaciones se habría nutrido, era altamente apropiada
para albergar y hacer fructificar las vocaciones cristianas.
En pocos decenios, regiones del alto Egipto muy alejadas de los grandes
asentamientos humanos (llamadas más tarde la Tebaida por referencia a su centro
geográfico, Tebas) y la zona del desierto de Nitria al sudoeste de Alejandría, se
vieron pobladas por numerosos hombres que construían chozas o alojaban en
cuevas, demostrando así que el desierto de Egipto era el ambiente propicio para el
inicial desarrollo del monacato cristiano.
4.2 Ammonas
Después de la de Antonio, la colonia de ermitaños de Pispir se hallaba bajo la de
Ammonas, uno de sus más antiguos discípulos, el cual era alabado por su
inmensa bondad de A Ammonas se le conoce por sus, las cuales demuestran un
misticismo genuino en el que no se observan indicios de un o una por la cual se
guiase. En él destaca la antigua idea del largo viaje del alma al cielo, pero no
después de, sino aplicada a una ascensión mística ya en este mundo.
Lutero continuó atacando las indulgencias y la doctrina que sustentaba tal práctica
mediante escritos que la imprenta difundía por toda Alemania. Lutero hacía un
llamado a la nobleza alemana para que negase obediencia al papa y apoyase la
formación de una Iglesia alemana; afirmaba también que, de acuerdo a la Biblia,
todos los cristianos eran sacerdotes sin necesidad de ninguna ordenación especial
y negaba la jurisdicción suprema del papa sobre la cristiandad universal. Lutero
criticaba así mismo los sacramentos de la Iglesia católica, reduciéndolos a solo dos,
que él pensaba eran bíblicamente fundamentados y afirmaba también que los
poderes civiles debían tener plena autoridad política sobre la Iglesia católica. Esto
iba más allá de la doctrina de la salvación por la fe y suponía una auténtica amenaza
para el catolicismo. Finalmente, el papa declaró a Lutero un hereje y lo excomulgó,
es decir, lo declaró separado de la comunidad de la Iglesia católica.
La historia se inicia con la ruptura del Rey Enrique VIII con la Iglesia Católica
Romana. Esta reforma en Inglaterra estaba estrechamente relacionada con los
asuntos personales del Rey, debido a que se encontraba desesperado por librarse
de su matrimonio con Catalina de Aragón.
Así pues, en 1532 se aprobó una ley en el Parlamento frenar la influencia del papado
en Inglaterra y se nombró al Rey como Jefe Supremo de la Iglesia, naciendo el
anglicanismo.
3- Persecución entre católicos y protestantes
4- La Reforma Católica
La guerra de los Treinta Años (1618 -1648), en la que intervino la mayoría de las
potencias europeas (sobre todo del Sacro Imperio Romano Germánico) dibujó un
nuevo marco geopolítico en los años posteriores.
Nació como una batalla entre los que defendían la reforma y los que apoyaban la
contrarreforma, pero derivó en un conflicto relacionado con la religión en general y
como un aliciente para alcanzar la hegemonía en Europa.
La teoría de Weber fue motivada por la observación de que en Baden (un estado
del suroeste de Alemania), los protestantes ganaban más que los católicos y eran
más propensos a asistir a escuelas de artes técnicas.
“Si bien hay muchas razones para esperar que las ciudades y los estados
protestantes hayan sido económicamente más dinámicos durante los últimos siglos,
por su ética de trabajo, su actitud hacia los negocios y su aliento a la alfabetización,
el presente documento considera que no existe un efecto de las denominaciones
religiosas como un indicador probable de desarrollo económico”, escribe Cantoni.
En cuanto a los judíos, Lutero cometió un error. Estaba seguro de que los judíos lo
apoyarían e incluso se convertirían en luteranos. Había sacudido a la Iglesia hasta
su núcleo, había soportado la excomunión y se había levantado ante el emperador
del Sacro Imperio Romano. Él pensó que por sus acciones los judíos se convertirían.
Sin embargo, ni siquiera fue rechazado, sino ignorado. Los judíos de Alemania no
estaban interesados en convertirse en protestantes o en ser atraídos por las fuerzas
que luchaban en Europa. Además, surgió un elemento mucho más radical dentro
del protestantismo, los anabaptistas, quienes aseguraban que Lutero no era lo
suficientemente protestante.
En consecuencia, los judíos sufrieron terriblemente en la Guerra de los Treinta
Años, a pesar de que esta era una guerra entre católicos y protestantes.
Los judíos se reconstruirían en el siglo XVII, pero nunca volverían a ser capaces de
recuperarse en la Europa Occidental. Es por esto que después de este período, la
vida judía migra hacia Europa del Este (Polonia, Lituania y Rusia), donde la
Revolución Protestante no tuvo alcance.
La Reforma Protestante indujo una ola revolucionaria con respecto a las imágenes
religiosas. Los protestantes más radicales que promovieron la destrucción,
encontramos a los líderes protestantes Huldrych Zwingli y Juan Calvino, quienes
eliminaron activamente las imágenes de sus iglesias.
A principios del siglo XVI, Europa Occidental sólo tenía una religión, el catolicismo
romano. La Iglesia Católica era rica y poderosa y había preservado la cultura clásica
de Europa.