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recordar-todo-lees_1333750/#2
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a&pg=31
http://www.ramonjhernandez.com/2014/08/8-
consejos-para-recordar-lo-que-lee.html

Cómo recordar todos los libros que lees


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Victoria Pérez - Dic 23, 2016 - 20:40 (CET)

O cómo leer un libro. Sí, en serio.


Photo: Natalie Collins. The Urban Bean Coffeehouse Cafe, Orange
Park, United States.
Sé que sabes cómo leer, si no probablemente no estarías aquí. Pero si
eres como la mayoría de la gente, seguramente no has pensado
mucho en cómo se lee y en si se puede mejorar dicha habilidad. Parece
en primera instancia una destreza con tope. Aprendes a leer en la
escuela y a excepción de adquirir un poco más de vocabulario y mejorar
la ortografía, se cree que no se puede perfeccionar más. Pero esto es
falso.

En anteriores artículos hemos analizado la relación que hay entre el


hábito de la lectura frecuente y la consecución del éxito. También
contamos con recomendaciones de lecturas por parte de
personalidades famosas reconocidas por su mente
innovadora o prodigiosa. Pero resulta que a lo mejor no basta con leer
lo que ellos leen, tal vez sea necesario también, leerlo de manera
correcta.

La razón por la que no somos capaces de recordar un libro


leído hace unos meses, más allá de quizás los puntos generales y
alguna frase que nos llamó la atención, es que el empacho de hechos
sin entenderlos no se queda en la memoria. Y aún si se queda, no es que
sirva de nada saberse el discurso del chofer.

El conocimiento del chofer es idea de Munger. Existen, según él, dos


tipos de conocimiento. El primero, es el conocimiento del experto. Lo
podemos apreciar en aquellas personas que han comprometido tiempo,
dinero y esfuerzo en comprender algún asunto. Lo comprenden porque
pueden explicarlo fuera del discurso. El segundo tipo es el conocimiento
del chófer, el tipo de conocimiento de la gente que recita palabras
que han oído o leído y se las saben de memoria, pero en ningún caso
es producto de una profunda y sincera reflexión, sino más bien un
espectáculo impostado producto de un corta-y-pega irreflexivo.

Photo: Stocksnap.
El conocimiento de algo, válgase la redundancia, no significa
conocimiento. Mucha gente confunde la comprensión detallada con la
capacidad procesar. Una forma fácil de resumirlo es: cualquier cosa
leída de fácil digestión es lectura de información, no absorción de
conocimiento. Algo así como la diferencia entre el periódico y un
manual. Aprender sobre algo siempre es más difícil que leerlo.
Para aprender tienes que leer algo claramente muy por encima de tu
nivel actual
También está que es necesario encontrar escritores que tengan más
conocimientos sobre un tema en particular que tú. Aprender mediante
libros y sin profesor significa en gran medida reducir la brecha entre el
lector y el escritor. Tienes que buscar la brecha en aquello que no
comprendes.

Mortimer Adler en su libro “How to Read a Book: The Classic Guide to


Intelligent Reading” describe que hay tres tipos de conocimiento:
informativos, prácticos e integrales. El autor analiza los métodos de
adquisición de conocimientos, concluyendo que el conocimiento no
pueden ser verdaderamente dominado sin las dos últimas experiencias.
Además, habla de cuatro niveles de lectura: elemental, de
inspección, analítica y sinóptica.

Al final, el autor lo que viene a estar defendiendo es lo mismo que ya


hemos visto: la meta de la lectura determina la forma en la cual se lee,
de forma que una novela nunca es lo mismo que leer a Platón o leer
economía conductual. Si estás leyendo para entretenerte, buscas ciertos
títulos de esos que te sumergen en una historia y dan información no
aplicable, estos no necesitan razonarse, te dan una realidad
completa a aceptar como viene, por eso parece que se acaban en
seguida. Vas a leer un montón de esta manera porque es divertido,
muchas personas son lectores voraces de este tipo de literatura y eso
está bien. Que quede muy claro, por favor, que no se critica en lo
absoluto el valor de la literatura.
Los niveles de lectura, sin embargo, son para personas que quieren
mejorar el, digamos, aprendizaje auto regulado. Se consideran
“niveles” porque no se puede pasar al siguiente sin una comprensión
firme del anterior, son acumulativos.

 Lectura elemental
El nivel que se enseña en nuestras escuelas primarias. Consiste
solamente en descifrar los símbolos sobre el papel.

 Inspección
Vendría a ser la lectura superficial. Una comprobación rápida del libro.
Normalmente va en este orden: leer el prefacio, la tabla de contenido,
índice y, a veces, una primera lectura de carrerilla o por encima del
primer o los dos primeros capítulos. Es útil porque aquí es donde va
bien preguntarse ¿Este libro merece mi tiempo? Si no, es el mejor
momento para dejarlo.

 Lectura analítica
Francis Bacon dijo una vez: “Algunos libros son para probarlos, otros
para devorarlos, y unos pocos para ser masticados y digeridos”. La
lectura analítica vendría a ser esto último: masticar y digerir.
Si la de inspección es lo mejor que se puede hacer rápidamente, esto es
lo mejor que podemos hacer con tiempo ilimitado. Se trata de involucrar
la cabeza y profundizar en el trabajo necesario para entender lo que
se dice. Es un error aquí leer el libro de continuo y esperar que todo al
final cobre sentido, eso se hace con las novelas, no con la no-ficción. Es
frecuente que en la conclusión final sí quede claro el argumento, pero si
has dejado cosas que no entendías por el camino, se te habrán
escapado cientos de detalles que le daban nexo y unión a la lección
principal. Entonces, al final sólo serás capaz de recordar eso: la
conclusión, y eso no es entender, es memorizar el discurso.

Normalmente el orden va así: a) clasificar el libro, es decir, de qué va


hablar y el orden; b) ser capaz de definir el problema o problemas que el
autor está tratando de resolver; c) ir haciendo un mapa mental de lo
expuesto y su relación con el núcleo a medida que se se va
desentrañando la exposición tomando notas, y d) por último, ser capaz
de explicarlo. Recuerda la técnica Feynman para revelar conocimiento
falso, si no eres capaz de explicarlo y defenderlo, no lo entendiste.

La parte de las notas, es importante. En su libro, “The Little Book of


Talent: 52 Tips for Improving Your Skills”, Daniel Coyle dice que:

La investigación muestra que las personas que siguen la estrategia A [leer


diez páginas a la vez y a continuación, cerrar el libro y escribir un
resumen] recuerda un 50% más material en el largo plazo que las
personas que siguen la estrategia B [leer diez páginas cuatro veces
seguidas y tratar de recordarlas].
Sin embargo, no parece factible resumir a lo colegial, digamos, una
página por cada diez de un libro de ochocientas. Leyendo 20 libros al
año, por ejemplo, eso nos da para prácticamente escribir un libro
propio. Es demasiado, no tiene caso tratar de resumir al puro estilo
escolar, pero sí, tomar notas de lo que te llame la atención y que pueda
ser aplicado en alguna parte.

 Lectura sinóptica
La lectura sinóptica es el nivel más alto. Implica la lectura y
comparación de múltiples obras de un tema común con el fin de
reconstruir y ordenar una opinión propia a partir de la racionalización
del cruce de conocimientos adquiridos anteriormente. Viene a ser, tener
crítica y no quedarse con una sola versión.

Para ello, hay que hacer lo que nadie hace, ir a mirar las olvidadas
bibliografías y comparar en las obras más relevantes que han dado
forma a esa tesis que leíste, rellenando con estas las propias lagunas
que la primera obra ha dejado. Implica convertirse en un lector exigente
y no fiarse de la primera opinión. En realidad, que esté escrito en papel
o publicado no implica que sea cierto. Para muestra, que hay libros
sobre la existencia de los fantasmas, por decir algo.

Dejar que otras personas piensen por nosotros siempre es un error


Dejar que otras personas piensen por nosotros siempre es un error aún
si los “escuchaste” por escrito. Creerse lo que dice el primer libro que
lees de un tema sin cuestionarlo, es el equivalente adulto de memorizar
como un loro la definición de una palabra en negrita del libro de texto
de la escuela secundaria.

La lectura es todo acerca de hacer las preguntas correctas en el orden


correcto y sobre la búsqueda de respuestas. Esto implica no fiarse
nunca de la primera impresión y que si leemos un libro sobre
sociología, por decir algo, no sabemos, por más largo y extenso que
este libro fuera, todo lo que hay que saber sobre sociología ni
necesariamente lo expuesto tiene el único punto de vista que da “la
verdad”.

Por poner un ejemplo, “Antifrágil” cuyo autor tiene para mi sus puntos
irrebatibles y también sus puntos cuestionables, consta de un epílogo
de unas treinta páginas, dos apéndices técnicos de cuarenta y pocas en
total, casi cien hojas de notas lecturas adicionales y, además, otras
sesenta y algo sólo bibliográficas —aproximación que puede variar
según ediciones—. Al final, se queda con casi doscientas hojas más sólo
de opciones para contrastar su opinión. Esto no es algo extraño y en
casi todos los libros de divulgación hay una bibliografía extensa,
simplemente la gente se la salta. Bien, volvamos al punto uno, ¿cómo
recordar un libro? Seguramente todo pueda resumirse en:
estudiándolo y cuestionándolo de verdad, porque las cosas que nos
construyen, no se olvidan.

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