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Introducción a la historia de las relaciones internacionales – Renouvin y Duroselle

Introducción

El estudio de las relaciones internacionales se ocupa de analizar y de explicar los tratos entre las comunidades
políticas organizadas dentro de un territorio, es decir, entre los Estados. Debe tener en cuenta los vínculos
establecidos entre los pueblos y entre los individuos que componen estos pueblos. Reguladas por los Estados, se
convierten en un elemento de negociación o de conflictos entre los gobiernos. Por tanto, es la acción de los Estados
que se encuentra en el centro de las RRII.

La historia diplomática estudia las iniciativas o los gestos de los gobiernos, sus decisiones y sus intenciones. Las
condiciones geográficas, los movimientos demográficos, los intereses económicos y financieros, etc. nos muestran
las fuerzas profundas que han formado el marco de las relaciones entre los grupos humanos y que han determinado
su naturaleza.

LAS FUERZAS PROFUNDAS

Los factores geográficos

El estudio de las RRII, aplicado a las relaciones entre los pueblos o entre los Estados, debe tomar muy en cuenta
estas influencias del medio físico que casi siempre son apreciables en el comportamiento de los pueblos, en los
contactos comerciales o políticos y en el poderío respectivo de los Estados. Los grupos humanos han tratado de
escapar a las limitaciones que imponían las condiciones naturales ya sea la influencia del clima, el relieve, la
hidrografía, los suelos, vegetación, etc.

1. Las cualidades y los recursos del territorio

El Estado se asocia a un territorio sobre el cual ejerce ‘’control’’. La noción de Estado es inseparable de la de
territorio. ¿Cuáles son los elementos geográficos que pueden incrementar o disminuir el poderío del Estado?

A. El papel del clima

La temperatura ejerce una influencia no sólo sobre la salud sino también sobre los modos de vida y sobre el
temperamento del hombre. El calor o el frío han obstaculizado el desarrollo de las actividades humanas. Siempre ha sido
esencial el régimen de lluvias, porque tiene una influencia directa sobre la vida vegetal; es sobre todo "por el intermedio
del mundo botánico", subrayaba Luden Febvre, como el clima ejerce su acción.

En las zonas áridas, donde la vegetación siempre es pobre y precaria, los asentamientos humanos no son importantes ni
estables: las bases de la vida económica son frágiles. En las zonas cálidas y muy húmedas pueden verse obstaculizados por
el exceso de la vegetación (la selva ecuatorial) o por las enfermedades causadas por las condiciones climáticas (paludismo,
enfermedad del sueño).

Las formas de la vegetación influyen en las actividades económicas y en la vida de las sociedades humanas. El Estado cuyo
territorio puede proveer a su población los recursos alimentarios suficientes para satisfacer sus necesidades es menos
dependiente de Estados extranjeros; le resulta más fácil tratar de aislarse desde el punto de vista económico y, en
consecuencia, desde el punto de vista político.

B. La influencia del relieve

Es importante en el dominio de los recursos alimentarios, ya que la altitud y la orientación de las vertientes modifican las
condiciones climáticas. Dicha influencia también incide en aspectos esenciales de la vida social y política del Estado:
densidad demográfica, mezcla de las poblaciones, trazo de las fronteras.
El papel del relieve ha variado con el tiempo: las comunidades montañesas partieron a las planicies en busca de
condiciones de vida más fáciles, cuando los progresos de la organización social instauraron una seguridad que hacía
superflua la "zona de refugio" o cuando los avances de la técnica atenuaron el peligro de las inundaciones.

La mezcla de las poblaciones a menudo ha sido limitada por los obstáculos que oponía el relieve a la circulación de los
hombres y de las mercancías. Las diferencias culturales y económicas entre los grupos humanos han perdurado mucho
más tiempo en las regiones donde la topografía establecía una división territorial, mientras que tendieron a desaparecer
en las zonas donde la circulación era fácil.

Sin embargo, es exacto decir que a menudo el relieve montañoso preservó la independencia de un pueblo. La división
territorial impuesta por el relieve favoreció la formación y la prolongada supervivencia de Estados separados en los valles,
de una misma zona montañosa.

Las formas del relieve, en la medida en que han sido un serio obstáculo a la circulación, han ejercido una influencia en los
caracteres de los grupos humanos.

En la determinación de las fronteras, el relieve ha jugado un papel importante. Cuando la frontera está trazada en una
región cuyo acceso es difícil, resulta más fácil de vigilar o de defender.

C. La influencia de la hidrografía

Se manifiesta en el dominio estratégico: las dificultades que enfrenta un ejército para cruzar un río cuyos puentes han sido
destruidos o una región pantanosa han tenido un papel notable en las operaciones militares de las dos guerras mundiales.
Esta influencia puede manifestarse también en la vida económica o social y, en consecuencia, en la vida política, pues los
grandes ríos son una vía de penetración de las influencias externas. Pero sobre todo el trazado de la red fluvial y el
régimen de las vías de agua son los que han impuesto su influencia en la vida de los Estados.

La existencia de un gran eje fluvial es un elemento favorable para la formación y la extensión de un Estado: el grupo
humano establecido en el valle bajo quiere dominar también el valle alto, cuyos ocupantes pueden modificar el régimen
de las aguas.

El señor del valle alto trata de asegurarse el "control" del valle bajo, el cual, con la condición de que el río sea navegable,
es la vía de acceso más cómoda hacia el mundo exterior. La ocupación total de un río por el Estado más fuerte que posee
ya una parte es, como decía Jean Brunhes, "uno de los principios de la geografía política".

El río adquiere una importancia primordial en las relaciones económicas cuando queda bajo el control de un solo Estado.
El régimen de las aguas, cuando la técnica ha sabido aprovechar sus recursos, ha favorecido muchísimo en ciertas regiones
el desarrollo de la producción agrícola e industrial.

D. La calidad del suelo y los recursos del subsuelo

En gran parte, la naturaleza del suelo determina la suficiencia de un país en cuanto a productos alimenticios. Es la riqueza
en productos energéticos y minerales del subsuelo la que ha permitido el auge de las grandes regiones industriales. Entre
estas condiciones naturales y la formación de los Estados es posible observar, en el pasado, ciertas relaciones.

A menudo, los núcleos de vida política organizada han sido, como señala Lucien Febvre, las zonas de contacto entre
regiones naturales donde los recursos de los suelos eran diferentes y donde se establecía un sistema de intercambios
entre economías complementarias.

La índole del suelo ha influido también en el temperamento y en el carácter de las poblaciones. En cambio, la riqueza del
subsuelo ha tenido un papel esencial en el fortalecimiento del poderío político, sobre todo cuando la asociación entre el
carbón y el mineral de hierro trajo el auge de las industrias metalúrgicas, y en consecuencia el de la fabricación de
armamento. Tal vez esta superioridad tendió a declinar a medida que aumentaba el comercio internacional. Los países
menos provistos pudieron procurarse de fuera con más facilidad las materias primas y los productos energéticos.
Sin embargo, la necesidad de recurrir a las importaciones constituyó una pesada desventaja para la balanza comercial e
imprimió una amenaza sobre la vida económica de estos países, en el caso de que sus fuentes de aprovisionamiento se
volvieran inaccesibles.

Por tanto, la desigualdad en materias primas (que incluyen el sector energético) se ha convertido, en las relaciones
internacionales, en un factor de primera importancia. La competencia abierta en torno al acceso a estos recursos ha
provocado conflictos o amenazas de conflictos entre los poseedores de las riquezas y los que quisieran una parte de ellas.
En esta carrera hacia el poderío, el Estado que "controla" las materias primas esenciales posee una amplia ventaja.

2. La posición

La función que desempeñe el Estado en las relaciones internacionales depende en gran medida del lugar que ocupa en el
mapa mundial. Gracias a su situación geográfica, Estados de pequeña extensión han puesto en la historia una huella que
no han dejado otros de mayor tamaño, dotados de recursos bastante superiores.

El acceso al mar

El territorio que cuenta con un litoral posee ventajas desde el punto de vista comercial: el mar ofrece facilidades de
circulación ele bajo costo, mientras que la construcción de las vías ele comunicación terrestre es onerosa. A pesar ele los
riesgos, la navegación ofrece una seguridad mayor en las relaciones con el exterior, porque es más fácil escapar por mar
que por tierra a un enemigo que quisiera impedir el paso.

Por tanto, la búsqueda de un acceso al mar ha sido un móvil de la más alta importancia en la-orientación de la política
exterior de los Estados. La posición costera no siempre tiene una influencia directa en el temperamento de los hombres y
en su modo de vida.

El control de las rutas de tránsito

El "control" que permite ejercer una posición geográfica sobre las grandes rutas de tránsito -:terrestres o marítimas- es
otro aspecto destacado de estos problemas.

El Estado cuyo territorio cruza una ruta natural de tránsito adquiere, cuando es lo bastante fuerte para impedir su uso, un
papel singular en las relaciones internacionales: todos los extranjeros que la atraviesan requieren su complacencia, muy
interesada porque el tránsito da lugar a la percepción de impuestos; por tanto, la circulación de hombres o de mercancías
es una oportunidad de beneficios para los habitantes de la región. Así, la ruta natural de tránsito puede convertirse en un
punto de atracción, un centro de captación que consolida al Estado. Pero esta vía de circulación comercial puede ser
también una ruta de invasión: si el Estado es débil y tiene vecinos poderosos, correrá el riesgo de convertirse en víctima
de su situación geográfica favorable.

En los grandes macizos montañosos con frecuencia los pasos han sido lugares privilegiados para la formación de pequeños
Estados que llegaron a desempeñar en las relaciones internacionales una función desproporcionada con la extensión de su
territorio.

Desde hace mucho, la posesión de un territorio que permita vigilar y, dado el caso, impedir el tránsito por una gran ruta
de circulación marítima ha constituido una ventaja de primer orden, desde el punto de vista tanto político como
económico. La construcción de los grandes canales interoceánicos permitió tender entre los continentes nuevas rutas de
comunicación, cuya existencia ha incrementado y restringido a la vez el valor de ciertas posiciones situadas en las rutas
marítimas naturales.

La posición insular

En lo que toca al poderío político, la posición insular tiene inconvenientes y ventajas. Cuando están aisladas en un océano,
las islas tienen un valor particular como puntos de apoyo: valor económico, porque son escalas en las rutas marítimas y
aéreas; valor estratégico, porque pueden convertirse en bases para la marina de guerra y para la aviación.
Cuando están cerca del litoral continental, las islas pueden convertirse en las avanzadas de una penetración económica o
política dirigida contra el Estado que domina ese litoral.

Por otra parte, la posición insular tiene inconvenientes. Las islas, a menos que sean de grandes dimensiones, carecen de
recursos alimenticios y se ven obligadas a dirigirse al extranjero para conseguir sus abastos: este estado de dependencia
económica en las islas mediterráneas no es nada favorable para la salvaguarda de la independencia política.

Asimismo, suelen vivir demasiado replegadas sobre sí mismas y aún albergan civilizaciones arcaicas. Por último, los
Estados insulares, cuando se hallan cerca del continente, están conscientes de los peligros que implica su posición.

3. El espacio

Todo lo que se puede destacar es que entre los Estados situados en una misma zona climática el que ocupa un territorio
más grande que sus vecinos dispone con mayor frecuencia de recursos agrícolas superiores. Todo Estado -dice Ratzel- es
"necesariamente" una lucha con el mundo exterior para defender el espacio que posee, y todo Estado organizado
sólidamente trata de acrecentar el suyo, sea porque le procura recursos más abundantes y más variados, sea porque le
confiere una seguridad más grande. La extensión del territorio es un elemento esencial en la concepción que cada pueblo
se forma de su destino: esta "conciencia del espacio" es el centro de la tesis ratzeliana. Los ciudadanos de un Estado de
gran extensión tienen amplias perspectivas, porque disponen de medios de existencia variados y de una gran libertad de
movimiento, mientras que los pueblos que ocupan un "espacio pequeño" suelen tener una disposición de espíritu más
tímida o más modesta.

Por tanto, el espacio es una "fuerza política". En el mundo actual, el Estado pequeño ya no puede esperar agrandarse y
mantiene con esfuerzos su plena independencia, mientras que el pueblo del Estado grande está casi siempre "ávido de
expansión".

Esta teoría del "espacio" ha sido objeto de una atenta crítica: la de Camille Vallaux. El espacio -señala éste- carece de un
valor permanente, no tiene sentido sino por la distancia, que en una misma época varía dependiendo de los medios de
transporte. En cuanto a la "conciencia del espacio’’ se trata -decía Vallaux- de una "nebulosa’’. La evolución de ninguna
sociedad política está "rigurosamente determinada por el suelo en que vive ni por el marco en que se mueve"

En el mundo actual, la forma de ambición que constituye para un Estado la expansión de su territorio parece declinar.

El pensamiento dominante fue una vez más el de Friedrich Ratzel, quien se proponía examinar la influencia de las
condiciones geográficas en los caracteres y el comportamiento de los grupos humanos, con la convicción de que este
estudio debería servir para renovar los fundamentos de la ciencia política. Las relaciones "entre el hombre y el territorio",
es decir, entre las actividades humanas y el marco natural, ocuparon el primer lugar entre sus preocupaciones.

La "geopolítica" -dice Haushofer- es el estudio de los lazos entre la tierra y la política; debe mostrar cómo está
"determinada" la política por las condiciones geográficas. Por tanto, se ocupará de examinar en la vida de las sociedades la
influencia del clima, del relieve, de las formas de vegetación, de la demografía también y, por último, de la "posición".

La "geopolítica", además de retener las ideas de Ratzel sobre el "espacio" y el "sentido del espacio", incorpora temas
nuevos: la "maleabilidad" de las fronteras, el derecho de los pueblos a poseer la desembocadura de los ríos que cruzan su
territorio y, por último, la noción del "espacio vital" al que ciertos pueblos tienen derecho.

La primera corriente de oposición rebatió los puntos de vista de MacKinder y de Haushofer sobre los "centros naturales
del poderío. Para ello, se inspiró en la obra de Alfred Mahan. Mientras que los geopolíticos ponían el acento en el poderío
terrestre, en el que veían la fuente misma de la dominación política, los discípulos de Mahan quisieron demostrar que el
poderío "marítimo" había tenido un "papel preponderante" en la historia.

‘’La ruta más segura para comunicarse con los otros pueblos y para renovar su propia fuerza es el mar". Pero el desarrollo
de estos lazos marítimos es precario si este pueblo no posee una supremacía naval. Por tanto el Estado, cuya posición
geográfica es favorable gracias a la configuración de su litoral, está interesado en reforzar su flota más que en buscar una
expansión "terrestre" que exige notables esfuerzos militares.

La otra corriente de oposición a la "geopolítica" se dirigió contra este determinismo geográfico. En Francia, los defensores
de esta corriente van de Vidal de La Blache a Demangeon y de Jean Brunhes o Camille Vallaux aJean Gottmann. Pero todos
insisten en el papel de las iniciativas humanas, que han debilitado la influencia del medio geográfico; todos se niegan a
admitir también que la política esté determinada por la geografía.

El papel de los factores geográficos en las relaciones internacionales no tiene el carácter de permanencia que a primera
vista se quisiera atribuirle.

En el dominio agrícola, las condiciones naturales han sido modificadas, ya sea por el desmonte o la reforestación, que han
tenido efectos no sólo sobre la vegetación, sino también sobre la erosión de los suelos, ya sea por los trabajos de
irrigación o de drenaje, que extienden las superficies cultivables. Cada vez que el hombre intern1mpe sus esfuerzos
reaparecen las condiciones anteriores.

El progreso de las técnicas industriales ha estado ligado, sobre todo desde la primera parte del siglo XIX, a la utilización de
las fuentes de energía y, en consecuencia, a los recursos del subsuelo. En la vida económica y política del mundo, la. era
del carbón ha dado una importancia preponderante a los Estados que poseían grandes yacimientos carboníferos. La era de
la "hulla blanca" llevó la vida de la gran industria a zonas montañosas que antes estaban fuera de las actividades
económicas. En los primeros años del siglo xx, la explotación de los yacimientos de petróleo puso de manifiesto en las
relaciones económicas o políticas el papel de regiones o de Estados en los que hasta entonces nadie había depositado más
que un interés mediano.

Por último, las nuevas técnicas han transformado las condiciones de la circulación y de los transportes. La construcción de
vías férreas, sobre todo la de las transcontinentales, acabó con el aislamiento que padecían ciertas regiones del mundo y
garantizó la salida de su producción.

La aviación, desde que adquirió entre 1919 y 1939 un sitio entre los transportes comerciales, abolió en gran parte el
obstáculo de las distancias y el del relieve; en sus aplicaciones militares, redujo o anuló la importancia de las "barreras"
naturales -montañas, ríos, desiertos-, que pasaban por ser las fronteras más seguras, y disminuyó en gran medida las
ventajas de la posición insular de ciertos Estados, al mismo tiempo que confirió una función destacada a algunas islas que
podrían convertirse en puntos de escala.

Por su acción legislativa, es el Estado el que ha modificado las condiciones de la explotación del suelo o del subsuelo; es el
Estado el que, sobre todo a partir del siglo XVIII, ha establecido una delimitación rígida de la frontera y el que, por las
medidas aplicadas a los confines de su territorio -las misiones asignadas al aduanero o al policía-, ha estorbado la
circulación de los hombres y los intercambios de mercancías en las vías terrestres; es el Estado el que, por sí solo o en
connivencia con otros Estados, ha regulado el tráfico en las rutas marítimas.

En ciertas regiones del mundo, los tratados internacionales impusieron una parcelación política que rara vez tomaba en
cuenta las características del medio físico. En todas estas ocasiones se han manifestado las preocupaciones estatales de
poderío, de seguridad o de prestigio, así como las fuerzas sentimentales, por encima de las condiciones geográficas.

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