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La mayoría de la gente se pregunta: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué
se robaron mi carro? ¿Por qué se tuvo que morir mi hijo?. El Pastor
Armando alducin explica en su sermon el por qué de la existencia del mal y
porque Dios lo permite.
En sus memorias cuenta que clamó a Dios diciéndole: “Si tu eres Dios,
sánala”. Dios no la sanó, y por eso, a los dieciocho años se hizo ateo. Se
amargó contra Dios. Hasta la fecha, es uno de los hombres que más odia
a los cristianos y a la Biblia en el mundo entero.
El rey Salomón fue un hombre muy rico también y lleno de tesoros; tuvo
un trono de oro, miles de piedras preciosas, cientos de mujeres (esposas
y amantes) y escribió: “No negué a mis ojos nada que mis ojos
pudieran desear y después dije: Vanidad de vanidades es la vida.
Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probara con alegría, y gozarás
de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. A la risa dije:
enloqueces y al placer: ¿De qué sirve esto?" (Eclesiastés 2:1-2).
Salomón descubrió que nada en la vida (de todas las riquezas, bienes
materiales, placeres y mujeres que tuvo) le satisfizo. Su corazón seguía
estando vacío y tratando de encontrar el verdadero sentido y propósito
para lo cual había sido creado. Pero al contrario del personaje de nuestro
ejemplo anterior, Salomón pudo encontrar en Dios al final de su vida, la
razón de su existencia y las respuestas que su alma necesitaba para
comprender los caminos de Dios.
Todos tenemos la misma cita con la muerte, pero lo que más nos afecta
es que ¡se mueran al mismo tiempo! Todos nos tenemos que morir tarde
o temprano. Eso no nos da la facultad de decirle a Dios cómo queremos
morirnos.
Ningún ser humano puede decir: "Yo sé por qué sucedió eso", pues
tendría que ser Dios para hacer esa aseveración. Como no se conoce la
razón, se le atribuye a que es algo malo y entonces, se pelea contra
Dios. Según este razonamiento, no puede haber algo bueno detrás de
aquellas cosas que no entendemos. Tenemos que recordar que Dios es
infinitamente más grande y más poderoso que nosotros, y por lo tanto, Él
tiene propósitos infinitamente más sabios.
Esta jovencita descubrió que lo que creía que era malo, en realidad era
una cirugía de Dios para quitarle un tumor que, posiblemente, le iba a
hacer sufrir más adelante en su vida:
Dios está controlando de todas aquellas cosas con las cuales el mundo
nos quiere lastimar. El sufrimiento tiene un propósito maravilloso que
contribuye a la formación del carácter:
que yerra y que hace errar. El hace andar despojados de consejo a los
¿Con Buda?
¿Con el Papa?
vivo!
Jean Paul Sartre, el padre del existencialismo francés en los años sesenta,
escribió los libros: “La nausea” y “El muro”. Estas son dos obras clásicas y
El libro de Job nos habla de todas estas cosas, pues a través de todos sus
razón por la cual Dios había permitido que todas estas cosas sucedieran
La fe ante lo desconocido.
David escribió: "En el día que temo, en ti confío”.Toda nuestra vida debe
tu paz”.
Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que yo soy vil; ¿qué
podía entender:
Finalmente, Dios comienza a revelarle a Job todas las cosas que no podía
entender:
(Job 42:2).
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente
tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos
como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo
insensato de Dios es más, sabio que los hombres, y lo débil de Dios es
más fuerte que los hombres"
(1 Corintios 1:18-25).
El error está en que los seres humanos no creen que haya un propósito
bueno para las cosas que ellos no comprenden. Pretenden ser más
perfectos y sabios que Dios y dicen: “Yo no puedo ver en esta crucifixión
un propósito claro, si ese hombre, Jesucristo, dijo ser el Hijo de Dios,
¿por qué se dejó matar? ¿por qué no usó sus poderes para evitar tal
derramamiento de sangre?”.
Una de esta personas fue el Dalai Lama, quien expresó: “Creo que
Jesucristo cometió un error dejándose matar”.
Friederch Nieztche, el filósofo ateo alemán, negó a Cristo porque lo
consideró un personaje débil, demasiado humilde y muy manso de
corazón.
Cuando Dios permite que las criaturas puedan determinar por ellas
mismas hacerse responsables de sus elecciones y puedan decirle:
“Señor te quiero amar libremente o rehuso amarte y me rebelo contra ti”,
entonces se puede hablar de libertad. Si el mal desapareciera, también
desaparecería la libertad, porque le quitaría a las criaturas la capacidad
de elegir. El mal tiene que ser vencido, no destruido.
Es vivir sin rencor y sin amargura contra nadie. Es creer que Dios es el
que está abogando por nuestra causa y que ninguna arma forjada contra
nosotros prosperará. “Suya es la venganza”, dice la Biblia, y nuestra
paciencia va a crecer y a madurar mientras esperamos que Dios tome
acción contra nuestros enemigos.
En otras palabras, es inútil que te irrites contra las cosas que son
adversas, porque tu enojo y tu amargura no van a hacer que cambien las
circunstancias, al contrario, te vas a autodestruir. Es por eso que dentro
de la vida cristiana no puede existir el rencor ni la amargura contra nadie.
Ahora bien, en Romanos 12:20, Dios dice: “Si tu enemigo tiene hambre
dale de comer, si tiene sed dale de beber porque haciendo estas cosas,
ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza”. Dios me está diciendo
que si me insultaron, no debo hacer nada en contra y no debo guardar
rencor, pero además, debo tratar de ir con esa persona para hacerle un
favor, para hacerle un bien.
La Biblia dice que “la fe está muerta si no tiene obras”. Por ejemplo: Si
tu vecina hizo un escándalo hasta las cuatro de la mañana y no te
dejaron dormir, estarás muy enojado. Quita los pensamientos vengativos.
Hazle un pastel y dile: "Vecina, anoche no nos dejaron dormir, pero sabe
una cosa, queremos decirle que les amamos; aquí le traigo un pastel”.