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DICCIONARIO BÍBLICO

DICCIONARIOS E. L. E.

R. G aldentey
ENCICLOPEDIA CATÓLICA

N. ClPRIOTTI
DICCIONARIO DE DERECHO CANÓNICO

P. P arente , A. P iolanti y S. G arófalo


DICCIONARIO DE TEOLOGIA DOGMÁTICA

F. R oberti
DICCIONARIO DE TEOLOGIA MORAL

P. A. R ullán
DICCIONARIO LITÚRGICO

F. S padafora
DICCIONARIO BIBLICO

O . WlMMER

DICCIONARIO DE NOMBRES DE SANTOS


D IR IG ID O PO R

------FHXNCESCO SPADAFORA
Profesor de la
Pontificia Universidad Lateranense

Versión española
sobre la segunda edición italiana
p o r los Monjes de la Real Abadía de Samos

EDITORIAL LITÚRGICA ESPAÑOLA. S. A.


Sucesores de J U A N GI L I
AVENIDA JOSÉ ANTONIO. 581 - BARCELONA
Título original
DIZIONARIO BIBLICO
publicado en su segunda edición el año 1957 por la
Editrice Studium de Roma

LICENCIA DE LA ORDEN

N IHIL OBSTAT
Abadía de Samos, 1 junio 1959
Lie. B a sil io D ía z , O.S.B.
Censor
IMPRIMATUR
t M auro G ómez P ereira , O.S.B.
Abad de Samos
Abadía de Samos, 1 junio 1959

LICENCIA DIOCESANA

N IHIL OBSTAT
Censor deputatus
D r . F ra n c isc o s V ázquez S aco
Luci-Agusti, 16 octobris a. 1959

IMPRIMI POTEST
t R aphaél , E p . L u c e n .
Luci-Augusti, 16 octobris a. 1959

Depósito legal, B. 14.407. - 1959

© E.L.E., S. A., 1959

Impreso en España

A g u stín N ú ñ e z , im presor - París, 208 - Barcelona


COLABORADORES

[P. B oj - P. P ietro B occaccio , S. J., Profe­ [G. R J P. G iovanni R in a l d i , de la Uni­


sor de Lengua Hebrea en el Pont. versidad Católica del S. Corazón.
Instituto Bíblicq. Roma. Milán.
[G. BJ - P. G ino B r e ssa n , Profesor de S. [A. R.] - Sac. A rmando R olla , Profesor de
Escritura en el Instituto Teológico S. Escritura en el Seminario Re­
«Don Orione». Tortona. gional. Benevento.
[N. CJ - P. N atale C avatassi, Profesor de [A. Rom.] - Mons. Dr. A ntonino R om eo , de
S. Escritura en el Studio Teológico la S. Congregación de los Semi­
de los Pasionistas. Teramo. narios. Roma.
[S. C.] - Sac. S ettino C ipr ia n i , Profesor de
S. Escritura en el Seminario Regio­ [F . So.] - Mons. F rancesco S o lé , Profesor
nal. Salerno. de S. Escritura en el Seminario
Regional. Cuglieri.
[G. D J - P. G iacomo D a n e si , Profesor de
S. Escritura en el Instituto C. Co- [F. S.] - Sac. F rancesco S padafora , Doc­
lombo. Piacenza. tor en Ciencias Bíblicas, Catedrá­
tico de Exégesis en la Facultad
[S. G J Mons. S alvatore G arofalo , Doc­ Teológica «Marianum». Roma. Se­
tor en Ciencias Bíblicas, Catedrá­ cretario de la Associazione Bíblica
tico de Exégesis en el Pont. Ateneo Italiana.
Urbano de Propaganda Fide y Pro­
fesor de Introducción Bíblica en el [G. T.] - Sac. G iu se p p e T u r d e s si , O.S.B.,
Pont. Ateneo Lateranense. Roma. Profesor de S. Escritura, Basílica
[B. M J P. B onaventura M ariani, O .F .M ., de S. Pablo. Roma.
Doctor en Ciencias Bíblicas, Ca­ [A. V.] - P. A lberto V accari, S. J., Con­
tedrático de S. Escritura en el sultor de la Pont. Comisión Bí­
Pont. Ateneo Antoniano. Roma. blica, Instituto Bíblico. Roma.
[J. T. M J Sac. J. T. M ilik , Profesor en la [L. V.] - P. L uigi V agaggini, Profesor de
École Biblique de Jerusalén. Si Escritura en el Collegio Albe-
IL. M J P. L u ig i M orald i, Doctor en Cien­ roni. Piacenza.
cias Bíblicas, Profesor de S. Escri­
tura en el Istituto Missioni delta [F. V.] - Sac. F rancesco V a t t io n i , Licen­
Consolata. Turín. ciado en Ciencias Bíblicas. Roma.
[B. PJ Mons. B runo P elaia , Profesor de [B .N .W .]-P . B enjamín N esp o n W ambacq ,
S. Escritura en el Seminario Re­ Doctor en Ciencias Bíblicas, Con­
gional. Catanzaro. sultor de la Pont. Comisión Bíbli­
ca. Roma.
[A. PJ Sac. A ngelo P enn a , Doctor en
Ciencias Bíblicas. Roma. [S. Z.] - P. S ilverio Z e d d a , S. J., Doctor
[F. PJ P. F el ice . Puzo, S. J., Catedrático en Ciencias Bíblicas, Profesor de
de Exégesis del Nuevo Testamento S. Escritura en el Instituto Teoló­
en la Pontificia Universidad Gre­ gico «S. Antonio». C-hieri.
goriana. Roma. fE. Z.] - Prof. E ugenio Z olu , encargado
[S. R J P. Santino R aponí, Profesor de que fue de Hebreo y Lenguas Se­
S. Escritura en el Instituto de los míticas comparadas en la Univer­
Redenloristas. Cortona. sidad de Roma (t).
INTRODUCCION

A hora puede ya decirse que, gracias a las iniciativas que se hallarán indicadas en la
bibliografía, Italia se ha encuadrado honrosam ente en estos últim os años en el m ovim iento
de los estudios bíblicos. Tenemos incluso, desde 1953, una Rivista Bíblica, publicada bajo
los auspicios de la Associazione Bíblica Italiana (A.B.I.), y a las empresas de los doctos
y de los Institutos ha correspondido un crecido y laudable interés por parte del gran
público, que ha demostrado el deseo que existe de conocer los Libros Sagrados en traduc­
ciones y ediciones recomendables por las mejores garantías de seriedad científica y de
riqueza espiritual. En medio de semejante clima de resurgimiento cultural se ha visto a las
claras la urgente necesidad de una obra cuya consulta resultara fácil y que contuviese en
una colección, lo más completa posible, los innum erables elem entos que se precisan para
obtener una inform ación adecuada y segura. Para responder a tal fin ha parecido que el
m ejor m edio sería la form a de D iccionario, dada su naturaleza de utilidad inmediata,
y porque en Italia se carecía aún de un M anual bíblico m oderno y al corriente de los
últim os resultados de estos estudios. Y , efectivam ente, en el D iccionario se hallará toda la
materia relativa a la introducción general y especial a los libros de la Biblia y el com en­
tario a los fragm entos más importantes.
Pero había que compaginar el que los tratados fuesen com pletos, con la exigencia de
hacerlo en un solo volum en cuya consulta resultara práctica, y con tal fin:
1. °) En la elección de las voces se ha atendido a la calidad o importancia. Hanse
om itido, por ej., las que se refieren a la flora y a la fauna de la Biblia, salvo una que
otra excepción sugerida por algún m otivo especial: v. Lirio de los campos.
Se ha efectuado una cuidadosa cribadura con los nom bres topográficos y geográficos,
conservando de entre ellos los más flotables arqueológica e históricam ente; por ej., Betania,
Bétel, Belén, Emaús, Jericó, Gazer, Jerusalén, y para los otros puede recurrirse a las
voces generales G alilea, Judea, Palestina, etc.
2. °) C on el fin de evitar la excesiva fragm entación e inevitables repeticiones, bajo
una sola voz se han agrupado otras análogas o afines que en los grandes diccionarios
están desarrolladas por separado. A sí en la voz Inspiración hallará el lector un pequeño
tratado que partiendo del nombre pasa a ocuparse de la existencia, de la naturaleza y de
los efectos (inerrancia, extensión, cuestión bíblica).
■En las voces Judá (reino) e Israel (reino) puede seguirse la sucesión de los diferentes
reyes hasta la cautividad, con las características esenciales, principalm ente las religiosas,
de su gobierno; y en la voz Alianza se verá teológicam ente ilustrada una especie de cuadro
histórico de la progresiva infidelidad del pueblo elegido.
En la voz Dios se estudian el significado, el uso, la naturaleza de los diferentes*nom ­
bres (El, Elohim , Y ave, etc.) y los atributos (misericordia, justicia, etc.); lo m ism o hay que
decir de las voces Ángeles. Apócrifos, Apóstoles (a excepción de Juan y Pedro, que se
exponen aparte; Santiago, Judas, Mateo, presentados en las voces relativas a sus escri­
tos), etc. En la voz Pablo se hallará la vida del A p ó sto l; sus epístolas tienen cada una su
apartado en las voces respectivas, como todos los libros inspirados.
INTRODUCCIÓN VIII

3. °) Las voces que se esbozan son unas 500.


D e entre ellas, 61 presentan el origen, las circunstancias históricas, el contenido de los
Libros Sagrados, lo que equivale a verdaderas introducciones particulares, que a m enudo
contienen la exégesis de los fragm entos difíciles (Génesis, Éxodo, Apocalipsis, A ctos de los
A póstoles, etc.).
La exposición adoptada es la positiva, no teniendo presentes las actitudes críticas más
que cuando se juzgan útiles para ofrecer al lector los argumentos de la crítica para la
exégesis católica. N o se trata aquí ya sólo de economía de espacio, sino tam bién y sobre
todo de cuestión de m étodo.
Se ha echado de ver, tam bién recientem ente, que el atenerse a los diferentes sistemas
y orientaciones de la crítica católica redunda en detrim ento de un estudio directo y positivo,
que es m ás fructífero, por cuanto éste, al exponer lo que se deduce tras un exam en crítico
serio basado en argum entos asentados con rigor científico, sirve más eficazm ente para la
refutación de aquellos sistemas.
4. °) Casi 30 voces atañen a los problem as fundam entales que interesan por igual a
todos los libros del A n tig u o y del N u evo Testam ento.
A) ¿Cuántos y cuáles son los libros de que se compone la Biblia? ¿C óm o se llegó
a la lista solem nem ente sancionada por la Iglesia en el Concilio de Trento? ¿Por qué los
protestantes, siguiendo a los judíos, excluyen de la Biblia nada menos que 7 libros del A . T.?
A la primera pregunta responde la voz Biblia (lista de los libros, ediciones, versiones
modernas); a las otras, la vo z Canon. Las voces A pócrifos y A grapha explican cuáles son
y qué valor tienen los escritos que rechaza la Iglesia, no obstante el parentesco que ofrecen
con los libros sagrados en la form a y en el contenido, y qué debe pensarse sobre los
dichos de Jesús contenidos en papiros recientem ente descubiertos y que no se leen en
los Evangelios inspirados.
■* B) Por qué y en qué sentido son sagrados los libros de la Biblia y no pueden con­
tener errores, explícase en la voz Inspiración, donde se remite a Citas explícitas, G éneros
literarios.
C) Para la historia del texto original, para su valor crítico y para los m edios em ­
pleados en su reconstrucción sobre los papiros, los códices y las antiguas versiones, etc.,
véase: Textos bíblicos, C rítica bíblica, Griegas, Latinas, etc. (versiones), V ulgata, Targum ,
Itala, Papiros.
D ) Qué reglas deberán seguirse en la exégesis científica y católica, se dice en las
voces H erm enéutica, Sentidos bíblicos, C om isión bíblica, Documentos Pontificios, École
biblique, Instituto bíblico, Interpretación, donde se expone incluso la historia de los d ife­
rentes sistemas exegéticos.
5. °) A la arqueología del M edio Oriente, cuya importancia para la exégesis, especial­
m ente la del A . T„ de todos es hoy conocida, aparte la voz de conjunto: A rqueología
bíblica, dedícanse unas cuantas voces, en las que se examinan los contactos de antiguos
pueblos (historia y cultura) con la Biblia (Asirios, Babilonios, Egipcios, Jórreos, H am m urabí,
Salm anasar, A ntíoco IV , N abucodonosor, etc.).
6. °) El lector puede adquirir una idea de conjunto de toda la historia de Israel leyendo
por orden las voces H ebreos, David, Salomón, Israel (reino), Judá (reino), Judaism o, Diás-
pora, M acabeos, H erodes, H erodes (familia), y tam bién A braham, Isac, José, Moisés, Josué,
Jueces, etc. En la voz C ronología bíblica se hallarán las fechas más probables, con los
relativos argumentos, desde A braham hasta el fin del s. I desp. de J. C.
7. °) M ás de 200 voces se refieren a temas de teología bíblica (unas 80), P redestina­
ción, Dios, Pecado original, Eucaristía, Bautismo, Cuerpo místico, Mesías, etc., y a argu­
m entos estrictamente exegéticos (Genealogía de Jesús, Magos, Protoevangelio, Tentaciones
de Jesús, A bandono de Jesús en la cruz). Ésta es la parte más notable del Diccionario.
IX INTRODUCCIÓN

Jesús es el centro de la S. Escritura, del Antiguo Testamento com o preparación y espera


de su venida, y del N u evo com o realización y com plem ento de su obra.
Se ha tratado, pues, en todo, la manera de poner de m anifiesto la unidad del plan
salvador divino desde la creación hasta la Redención, incluso en los últim os efectos (por ej.,
voces Alianza, R om anos [epístola a los], Mesías, Profetismo), y al m ism o tiem po subrayar
el proceso íntim o y esencial de la revelación, o sea el desarrollo que procede desde el
germen hasta la flo r y al fruto, y en m uchos puntos desde lo relativo o im perfecto hasta
lo definitivo (voces E ucaristía, Pentecostés, Pascua, Muerte, Fe, C aridad, etc.).
Siem pre se ha procurado atenerse a los resultados seguros y más recientes de la exé-
gesis. A sí, por ej., el lector hallará suficientem ente ilustrada la solución recentísima del
problem a escatológico en las voces Escato logra, Anticristo, Parusía, Regeneración (palin-
génesis), Tesalonicenses (T U ), Elias.
En la voz R esurrección de Jesús tendrá el lector la dem ostración física de la resu­
rrección del R edentor.
FRAN CESCO SP A D A F O R A
A LA SEGUNDA EDICIÓN

El interés por los estudios bíblicos, que, según hicimos resaltar en la introducción, j
ha difundido intensamente en nuestro país, ha contribuido, por cierto, a que se hay
agotado rápidamente la primera edición del Diccionario.
Tam bién ha sido favorable el juicio de la crítica, a la cual tenem os que estar agrade
cidos asimismo por las observaciones y las enmiendas señaladas, todas las cuales hemo,
procurado tener en cuenta com o correspondía.
En esta segunda edición se ha puesto al día la bibliografía con las obras recientemente
publicadas, se han completado las referencias a los docum entos pontificios, y, com o se cita
el Enchiridion Biblicum según la nueva edición, las referencias de antes se han acom odado
a la numeración de la misma.
Una novedad im portante es el índice Bíblico, no de los pasos sim plem ente citados,
sino de los fragmentos o versículos cuya exégesis se propone positivamente en el D iccio­
nario. A l lado de la cita del capítulo y del versículo se pone la palabra o frase que
remiten en com pendio al argum ento tratado.
Se ha provisto a la obra de un índice de nombres, el cual será, ciertamente, de notable
utilidad.
Finalmente, respondiendo al expreso deseo de varios lectores, se han añadido las tres
voces: G racia, Pater noster, Santificación.
F. S.
A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

A l acom odar esta obra para presentarla al inundo de habla española hemos procurado
com pletar las notas bibliográficas incluyendo entre ellas un considerable número de citas
de artículos de revistas y de obras publicadas en nuestro idioma, las cuales van precedidas
de un asterisco.
ABREVIATURAS Y SIGLAS

D ICCIONARIOS

BRLG K. Galling, Biblisches Reailexicon


B R LK E. Kalt, Biblisches Reailexicon
D AB W. Corswant, Dictionnaire d’Archéologie Biblique
DB Dictionnaire de la Bible
DBs Dictionnaire de la Bible supplément
DFC Dictionnaire Apologétique de la Foi Catholique
DThC Dictionnaire de Théologie Catholique
Ene. Catt. It. Enciclopedia Cattolica Italiana
Ene. hal. Enciclopedia Italiana
LThK Lexicón für Theologie und Kirche
PG Patrología Griega
PL Patrología Latina
ThW N T G. Kittel, Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament

R EV ISTA S

AJsL The American Journal of Semitic Languages and Literatures


* AS Apostolado Sacerdotal
* ATG Archivo Teológico Granadino
BASOR Bulletin of the American Schools of Oriental Research
Bíblica
* BUG Boletín de la Universidad de Granada
BZ Biblische Zeitschrift
BZatW Beihefte zur Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft
* CAT Catolicismo
* CB Cultura Bíblica
* Cons. Consigna
* Crist. Cristiandad
* Eccl. Ecclesia
*;e f Estudios Franciscanos
* Ejos Estudios Josefinos
* ESC Escorial
*Est Estudios (Buenos Aires)
EstB Estudios Bíblicos
EstE Estudios Eclesiásticos
ET The Expository Times
EthL Ephemerides Theologicae Lovanienses
* /C Ilustración del Clero
* /P Industrias Pesqueras
JbL Journal of bíblica! Liieraiure
* M am Manresa
ABREVIATURAS Y SIGLAS xvi

* MC Moneda y Crédito
* M CO U Miscelánea Comillas
N kZ Neue kirchliche Zeitschrift
N RTh Nouvelle Revue Théologique
OLZ Orientalistische Literaturzeitung
* Pens Pensamiento
RA Revue Apologétique
RAss Revue d’Assyriologie et d'Archéologie orientale
RB Revue Biblique
RBib Rivista Biblica
* RE Revista de Espiritualidad
*REEP Revista de la Escuela de Estudios Penitenciarios
REJ Revue des Etudes Juives
* RGM Revista General de Marina
RHE Revue d’Histoire Ecclésiastique
RHPhR Revue d’Histoire et de Philosophie Religieuses.
RHR Revue de THistoire des Religions
RScPhTh Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques
RScR Recherches de Science Religieuse
SC La Scuola Cattolica
* SEF Sefarad
* ST Sal Terrae
ThBl Theologische Blátter
ThGl Theologie und Glaube
ThL Theologisches Literaturblatt
ThLZ Theologisches Literaturzeitung
ThRs Theologisches Rundschau
ThStK Theologisches Studium und Kritiken
VD Verbum Domini
* VV Verdad y Vida
ZA Zeitschrift für Assyriologie
ZatW Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft
ZdtnG Zeitschrift der deutschen morgenlándischen Gesellschaft
ZDPV Zeitschrift des Deutschen Palástina-Vereins
ZkTh Zeitschrift für katholische Theologie
ZntW Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft
ZwTh Zeitschrift für wissenschaftliche Theologie

LIBROS SAGRADO S
Abd. Abdías
Acl. Actos de los Apóstoles
Ag. Ageo
Am. Amos
Ap. Apocalipsis
Bar. Baruc
Cant. Cantar de los Cantares
C ol Colosenses, Epístola a los
l, II Cor. Corintios, Epístola I, II a los
Dan. Daniel
Dt. Deuteronomio
E cl Eclesiastés
Eclo. Eclesiástico
Ef. Efesios, Epístola a los
Esd. Esdras
Est. Ester
XVII ABREVIATURAS Y SIGLA

Éx. Éxodo
Ez. Ezequiel
Flm. Filemón, Epístola a
Flp. Filipenses, Epístola a los
Gal. Gálatas, Epístola a los
Gén. Génesis
Hab. Habacuc
Heb. Hebreos, Epístola a los
Is. Isaías
Job Job
Jds. Judas, Epístola de S.
Jdt. Judit
Jer. Jeremías
Jn. Juan, Evangelio de S.
I, II, III Jn. Juan, Epístola de S.
Jon. Jonás
Jos. Josué
Jue. Jueces
Lam. Lamentaciones de Jeremías
Le. Lucas
Lev. Levítico
I, II Mac. Macabeos
Mal. Malaquías
Me. Marcos
Miq. Miqueas
Mt. Mateo
Nah. Nahum
Neh. Nehemías
Núm.. Números
Os. Oseas
I, II Par. Paralipómenos (I, II de los)
I, II Pe. Pedro, Epístola de S.
Prov. Proverbios
I, II Re. Reyes, libros I, II de los (Vulg. III, IV Regum)
Rom. Romanos, Epístola a los
Rut. Rut
Sab. Sabiduría
Sal. Salmos
I, II Sam. Samuel, libros l, .11 de (Vulg. I, II Regum)
Sant. Santiago
Sof. Sofonías
I. II Tes. Tesalonicenses, Epístola I, II a los
I, II Tim. Timoteo, Epístola I, II a
Tit. Tito, Epístola a
Tob. Tobías
Zac. Zacarías

Los Salmos se citan siempre según la numeración del texto hebreo, que a partir del Sal. 10
excede en una unidad a la de los LXX y a la de la Vulgata. Ordinariamente se especifica esta
última con un número entre corchetes: Sal. 16 [15], 5.
El Enchiridion Biblicum [EB] es citado según la numeración de la segunda edición, Nápoles-
Roma 1954.
ABREVIATURAS Y SIGLAS XVIII

TRANSCRIPCIÓN DEL ALEFATO HEBREO

’alef
b beth
guímel
d dáleth
h he
IV’ wau
záyin
•5r t*

jet
/ teth
i yodh
k caf
i lamed h
m mem
n nun
sámekh
’áyin
p o f pe
s sadhe
kof
r resch
*5 sin
S schin
t táu

Por razones de imprenta, la letra schin se transcribe con el signo diacrítico s, cuando
minúscula, y por Sh, cuando es mayúscula.
DICCIONARIO
A
AB. — v. Calendario hebraico. Invitación a las naciones a destruir a Edom:
sus poblados serán destruidos: saqueo y ma­
ABADDON. — v. Demonio. tanzas (1-9); pecado de Edom (10-15); en cam­
bio Judá será restaurado y recuperará sus bie­
ABANDONO de Jesús en la Cruz. — Háblase nes (perpetuidad de la teocracia, elevada y con­
de él en Mt. 27, 46; Me. 15, 34: «Dios mío, tinuada en el reino del Mesías). Edom dejará
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» de ser una nación; el mismo Judá será instru­
Mas este lamento no es una expresión formu­ mento del juicio divino.
lada por Jesús, sino una cita que corresponde Sin oposición alguna se admite que en Abdías
al comienzo del Sal. 22 (Vulgata 21). Es una se trata de la destrucción de Jerusalén ocurrida
expresión poética de David, que no ha de to­ en el 587 a. de J. C. (cf. Abd. 10-14 y especial­
marse a la letra. No puede hablarse de aban­ mente 20, y su relación con los textos de Jer,,
dono, ya que todo el Salmo, que Jesús se aplica Lam. y Ez.). Y a ello no se oponen las depen­
a sí por entero, expresa una gran confianza en dencias literarias Jl. 3 ,5 (Vulg. 2, 32) = Abd. 17
Dios y certeza de que cuenta con su auxilio y Jer. 49, 7-22 = Abd. 1-9, 18 (en Abd. hay
y con la victoria. Jesús, que mientras se halla más orden, y la forma es más perfecta, por lo
en la Cruz silencia tantas penas, manifiesta que que no puede decirse que dependa de Jer.),
tiene sed (Jn. 19, 28; cf. 19, 23-27), y luego se puesto que Jl. es profeta posterior a la cauti­
sirve del Sal. 22 para enseñar a quienes le cru­ vidad, y tanto A bd. como Jer. utilizan un an­
cificaron que, mientras continuaba hasta el fin tiguo vaticinio (A. Condamin, Jer., 3.a ed.,
su misión salvadora, ante sus propios ojos se París 1936, p. 327 s.).
cumplían exactamente en él, verdadero Mesías, Abd. fué, probablemente, contemporáneo de
los padecimientos y los ultrajes que habían pre­ Ezequiel. [F. S.]
dicho los profetas. [F. S.] BIBL. — M. R in a ld i , en V D , 19 (1939), 148-58.
174-79. 201-06; T . H . R obinson -F . H orst , Die Zwolf
BIBL. — F. S padafora , Gesii morente e ü Salmo 21 kleinen Propheten, 2.* ed.. Tübingen 1954. * M. A.
(Hb. 22). en Temí di esegesi, Rovigo 1953, pp. 392-405. A rroyo , El profeta Abdías (CB, 11 [1954], 116-17).

ABDfAS. — CObadjah, siervo de Yavé). — ABDÓN. — v. Jueces.


Cuarto de los profetas «menores». Su libro es
el más breve (v. 21) del Antiguo Testamento. ABEL (Hebr. Hébel; del súmero Ibila, repro­
«Profeta pequeño en cuanto al número de ex­ ducido en el acadio aplu, ablu, «hijo», «here­
presiones, mas no en cuanto a las ideas» (San dero»). Segundo hijo de Adán y Eva, asesinado
Jerónimo, PL 25, 1100). Vaticinio contra Edom. por su hermano primogénito Caín, labrador
Este pueblo incurrió en las amenazas de los (Gén. 4, 1-16). El motivo del asesinato fué la
profetas por haber aplaudido la destrucción de divina complacencia en el Sacrificio de Abel,
Jerusalén uniéndose a los extranjeros en el sa­ la cual suscitó la rabiosa envidia de Caín,
queo y en la despiadada persecución de los fu­ quien, después de haber sido inútilmente amo­
gitivos (Abd. 10, 14; 3er. 49, 7-22; Lam. 4, 21 ; nestado por Dios a que dominase su malvado
E<. 25, 12 ss.; 35, 1-15; Sal. 137, 7). Abdías instinto, mató a Abel (Gén. 4, 6-7; I Jn. 3, 12).
desarrolla este tema con un bellísimo canto Así se inició la lucha del hombre contra el
lírico que los críticos alemanes intentaron des­ hombre, inmediata consecuencia funesta de ha­
pedazar. pero cuya armoniosa estructura queda berse rebelado el hombre contra Dios. San Pa­
de manifiesto tras un examen literario (A. Con- blo subraya la religiosidad interna del sacrificio
damin, en R. B., 9 [1900] 261-68). de Abel, fruto de la fe (Heb. 11, 3), y la actua-
. — S padafora . — Diccionario bíblico
ABRAHAM 2

lidad del mismo Abel que, después de muerto II, Firenze 1947, pp. 112-17; R. T a m isier , Le Livre
des Juges (La Ste. Bible, ed. Pirot, 3), París 1949,
sigue hablando, pues su sacrificio es un tipo, pp. 221-32.
aunque imperfecto, del sacrificio de Cristo (12,
24). Jesús lo llama justo y lo considera como ABNEGACIÓN. — Norma fundamental de as-
el primero en la serie de los mártires que pa­ cesis propuesta por Jesús: «El que quiera ve­
decieron por el triunfo del bien en el Antiguo nir en pos de mí, niegúese a sí mismo y tome
Testamento (Mt. 23, 31-35; Le. 11, 49 ss.). su cruz (diariamente, Lc.)y> M t. 16, 24 s . ; Me. 3,
[A. R.] 34-37; Le. 9, 23 s.
BIBL. — R. D e V aux , Le Genése (La Bibl. de Jéru- El término a7ra.pvyo-a.crSu) (Me.) en Is. 30, 7,
sálem), París 1951, p. 49 s s . ; P. T eodorico da C astel expresa el gesto de los israelitas infieles que,
S. P ietro , V Epistola agli Ebrel, Toríno 1952, pági­
na 188 s. 221. después de la lección recibida con la derrota
de los asirios, se desprendieron de los ídolos
ABGAR. — v. Apócrifos. de oro y plata que se habían fabricado. Este
término enérgico demuestra cuál ha de ser la
ABÍAS. — l.° v. Judá (reino de); 2.° v. Israel actitud del bautizado que se ha entregado a
(reino de). Cristo. Para él sus ganancias, sus intereses, sus
deseos, sus mismos afectos no tienen ya valor
ABIB. — v. Calendario hebraico. alguno (cf. Flp. 3, 7 s.): sólo una cosa le im­
porta: vivir y obrar para aquel a quien se ha
ABIMELEC. — Hijo de Gedeón (v.) y de su entregado.
esposa de segundo rango oriunda de Siquem. En Gal. 2, 19 s. se lee el mejor comentario
A la muerte del anciano y glorioso «juez» o al precepto evangélico: «Estoy crucificado con
dictador, Abimelec ( = ’a b i: mi padre [ = Dios] Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en
es rey; en las cartas de el-Amarna, Abi-milku; mí». Quien puede decir: «Suplo en mi carne
en los textos de Ras Shamra, Abm lk), con el lo que falta a las tribulaciones de Cristo, por
auxilio de la parentela de su madre, recluta su cuerpo que es la Iglesia» (Col. 1, 24), ese tal
unos aventureros, mata a sus numerosísimos está presto para toda clase de sacrificios que de
hermanos, usurpa el título de rey que su padre él exige su vocación de cristiano y de apóstol.
había rechazado, y comienza a reinar en Si­ Eso es lo mismo que participar del estado de
quem. muerte de Cristo, pero al fin produce la vida
El único hermano que se salvó de la matanza, (II Cor. 4, 10-12). Es una norma a la Yez posi­
el joven Jotán, da voces desde una altura que tiva y negativa que empuja a muy alta perfec­
domina a la ciudad y dirige a sus habitantes el ción: a apartarse del mundo (Gál. 6, 14), a
célebre apólogo de los árboles del bosque, los crucificar con Cristo las propias pasiones (Gál.
cuales, buscándose un rey, ante las negativas 5, 24; Col. 3, 5), a despojarse del hombre viejo
de la vid, del olivo, etc., acaban por elegirse y revestirse del de la gracia (Ef. 4, 22 ss.;
una zarza. La moraleja era clarísima: de un Col. 3, 9); y que, mediante la unión con Cristo,
rey de cualidades como las de Abimelec no po­ comunica a todos los actos fuerza irresistible
día esperarse nada bueno (Jue. 9, 1-21). Así y valor de redención. [F. SJ
sucedió que, apenas transcurridos tres años, ins­
BIBL. — L. P irot , S. Marc (La Ste. Bible, ed. Pi­
tigados por Gaal, que es verosímil fuese cananeo rot, 9), París 1946, p. 497 s .; J. B onsirven , II Van-
de origen, los siquemitas (Jue. 9, 22-33) se su­ gelo di Paolo, Roma 1951, s. 325 ss.
blevaron contra Abimelec. Logró éste en un
principio derrotar a los insurrectos (Jue. 9, ABNER. — v. David.
34-41), y con ello asaltar y destruir bárbara­
mente la ciudad (Jue. 9, 42-50). Mas hallándose ABRAHAM. — Es el padre de los creyentes,
asediando la torre de Tebes ( = Tubas, a unos raíz genealógica del pueblo hebraico (Gén. 11,
16 km. al nordeste de Siquem), una mujer le 26-27). Según las indicaciones bíblicas (Gén. 21,
lanzó a la cabeza un pedazo de rueda de mo­ 5; 47, 9; Éx. 12, 40; I Re. 6, 1), Abraham.
lino y le rompió el cráneo. Entonces Abimelec nació hacia el año 2100 a. de J. C., un milenio
ordenó a su escudero que desenvainara la es­ antes de la destrucción del templo (a. 968 a. de
pada y acabase de matarlo. He ahí cómo quedó Cristo). El sincronismo Abraham-Hammurabí,
sancionada la ambición y despiadada crueldad que se deduce de Gén. 14, aun identificando a
de Abimelec y se puso fin a la primera tenta­ Hammurabí con ’Amrafel, es cosa muy incier­
tiva de monarquía en Israel. [F. S.] ta, sea por lo tocante a la identificación, sea
por la incertidumbre sobre el tiempo en que vi­
BIBL. — L. D esnoyers, Hisioire du peuple. hébreu,
I, París 1922, pp. 171-77; A. V accari, La S. Bibbia, vió Hammurabí (v. Cronología).
3 ABRAHA

La familia de Abraham era idólatra (Jos. 24, mueven a evitar lites entre sus pastores y 1
2). Dios mismo se revela a Abraham para ha­ de Lot, invita a éste a elegir la región que pi
cerle padre de una nación que deberá conservar fiera. Lot se dirige hacia Sodoma y Gomorra,
la idea y el culto del verdadero Dios, y de la sur del mar M uerto: Abraham se asienta en
cual vendrá la salvación del género humano. región de Hebrón (Gén. 13), junto al encins
Abraham, con sus tiendas y sus rebaños, habi­ de Mambre.
taba en la región de Ur, consagrada al dios- Tropas en grandes masas procedentes de M<
luna, en la Mesopotamia meridional. El Señor sopotamia, después de haber saqueado la Tran:
dijo a A braham : «Salte de tu tierra, de tu pa­ jordania de norte a sur, desbarataron los ejéi
rentela... para la tierra que yo te indicaré. Yo citos de la Pentápolis (región de Sodoma), 3
te haré un gran pueblo... Y serán bendecidas además del botín, se llevaron a Lot con su fa
en ti todas las familias de la tierra» (Gén. 12, milia y sus bienes (Gén. 14, 1-12). Los monu
1 ss.). mentos hablan de un rey de Larsa=Ellasar, qu<
aPor Abraham y sus descendientes, que cul­ vivió en aquellos tiempos y tenía por nombre
minan en Jesús, la salvación mesiánica se hará Warad-Sin, en súmero Eriaku=Arioc. Los do:
extensiva a todos los pueblos. Así va perpe­ elementos del nombre de Codorloamer=Kudui
tuándose y precisándose la promesa que Dios y Lagamar aparecen repetidas veces en los nom­
hizo a Abraham (Gén. 3, 15) y la predicción de bres propios de las antiguas tradiciones elamitas,
Noé a Sem» (A. Vaccari). por más que el nombre así compuesto no se
El Génesis enlaza a Abraham y a los suyos haya visto nunca aún. Tidaal es idéntico a
con los Arameos (cf. 11, 28: natural de U r: Tudhalias, nombre que en los monumentos cu­
25, 20: Batuel y Labán son llamados, árameos neiformes se da a varios reyes de los jattos o
de Padán-Aram; 31, 47 : a su lengua se la llama jeteos.
aramea). Una tablilla cuneiforme de Puzurisda- Informado Abraham, persigue a la retaguar­
gan (archivo de Drehem) anterior al 2000 a. de dia con 300 de sus siervos, la sorprende con un
J. C., atestigua ya entonces la presencia de los hábil ataque y la desbarata, y logra recuperar
árameos en Mesopotamia (Rivista Bíblica, I, cuanto se habían llevado los salteadores.
[1953], 64 s.). Melquisedec, rey y sacerdote, sale al encuen­
El nombre de Abraham responde al acádico tro del vencedor, llevando a los combatientes
A-ba-ra-ma (abu - padre, ra-ma y ra-am = pan y vino, que antes ofrece, según costumbre,
forma verbal de rámu, «amar», atestiguado al Altísimo como sacrificio. Abraham le ofreció
como nombre de persona en tiempos de Ur III el diezmo del botín. También el rey de Sodo­
(2070-1963 a. de J. C.). — N. Schneider, en Bí­ ma sale al encuentro de A braham : «Dame las
blica, 33 (1952), 516-19. personas (combatientes), la hacienda tómala
La familia de Abraham abandonó a Ur pro­ para ti». Mas Abraham, enteramente desintere­
bablemente durante las revueltas ocurridas a la sado, le devuelve también los enseres (Gén. 14,
caída de la III dinastía y se trasladó a Jarán 13-24). Y el Señor premia su rasgo: «Yo soy
hacia el norte. Aquí fué donde recibió la invi­ tu escudo, tu recompensa será muy grande»
tación del Señor, después de muerto su padre. (Gén: 15, 1).
Abraham entra en Canán, la región que Dios Pero Sara no tenía la fe de Abraham, y por
le había indicado, a la edad de 75 años, y con eso le dió por esposa a Agar, esclava suya, con
él Sara su esposa, Lot su sobrino y todos sus el fin de tener de ella un hijo que, según el de­
siervos y rebaños (cf. Gén. 14, 14). Fija la resi­ recho de aquel tiempo (código de Hammurabí,
dencia en las cercanías de Siquem, bajando des­ art. 144-46), era considerado como hijo del
de Bétel de norte a sur y cambiando de lugar, ama. Así nace Ismael (Gén. 16), quien llegará
según costumbre de los seminornadas. Donde­ a ser padre de un gran pueblo (los árabes). Mas
quiera que fija sus tiendas siempre erige un al­ no es él el elegido de Dios para realizar sus
tar para inmolar al verdadero Dios (Gén. 12, designios salvadores, sino el hijo que nacerá
4-9). más tarde de la estéril Sara (Gén. 21; cf. Gál.
Forzado por el hambre desciende al fértil 4, 22-31; Rom. 9, 6-9).
Egipto. Dios protege visiblemente a Abraham Dignase el Señor concretar su promesa en un
y a Sara contra la corrupción que allí domina pacto solemne con Abraham (v. Alianza), en
(Gén. 12, 10-20) y Abraham vuelve a Canán en­ el cual empeña su santidad y su omnipoten­
riquecido. cia (Gén. 15). Abraham descuartiza una ternera
Es modelo de religiosidad por la fe y la abso­ y dos cabritos: pone sus respectivas mitades las
luta obediencia a Dios (Rom. 4; Hebr. 11, 8 s.). unas frente a las otras, y un fuego del cielo
En su benevolencia y amor de la paz, que le consume todo aquello. A semejanza de aque-
ABRAHAM 4

lias partes que acababan de ser devoradas por una mujer para Isac entre sus parientes de Ja­
el fuego, los miembros contrayentes del pacto rán (Gén. 24).
quedan indisolublemente unidos. Después de la muerte de Sara, Abraham casó
Abraham por su parte se compromete al culto con Cetura, de la que nacieron los padres de va­
del verdadero Dios, y se establece la circunci­ rias tribus nómadas y seminómadas que discu­
sión como señal exterior del compromiso, de rrían por el sur de Palestina (Gén. 25, 1-6). Mu­
ese enlace sagrado de Abraham y sus descen­ rió a los 175 años y lo sepultaron Isac e Ismael
dientes con el Eterno (Gén. 17, 1-14). junto a Sara en la misma caverna (Gén. 25,
Tres ángeles enviados por Dios anuncian a 7, 11).
Abraham y a Sara el nacimiento de Isac (Gén. El puesto que Abraham ocupa en el Antiguo
18, 1-15). Testamento es único, como también es única
El amigo de Dios. El Señor descubre a su vocación, su misión. Saltan a la vista su fe
Abraham la inminente destrucción de Sodoma en Dios, acompañada de una confianza sin
y de Gomorra, merecida por los graves pecados límites, su bondad, la delicadeza de su hospita­
contra la naturaleza y por la falta absoluta de lidad y su intervención en favor de las ciuda­
bienobrar (Ez. 16, 49). Dios está dispuesto al des nefandas.
perdón, en atención a la plegaria de Abraham, «Padre Abraham». Esta expresión del Evan­
mas la perversidad está completamente genera­ gelio (Le. 1, 73; 3, 8; 13, 16, etc.) se halla
lizada (Gén. 18, 16-33). Por consideración al exactamente en la línea del Antiguo Testamen­
justo Abraham, Dios salva únicamente a Lot to. Abraham es el primer padre de la raza, el
y a sus hijas, mientras que toda la comarca, rica de Israel (Gén. 17, 4 s .; Ex. 3, 15; Jos. 24, 3;
en azufre y betún, pasa a ser víctima de una Is. 51, 2). Uno de los títulos más caros y pre­
erupción, se incendia, se hunde y queda sumer­ ciosos de este pueblo es el poderse llamar «es­
gida bajo las aguas del mar Muerto (Gén. 19, tirpe de Abraham» (Ex. 32, 13; 33, 1; Dt.
15-19). La mujer de Lot se detiene a lamentar 1 ,8 ; Is. 41, 8, etc.). Padre de una descendencia
la pérdida de su ajuar, preso de las llamas, y pe­ religiosa (Gén. 12, 2), indefinida (13, 3). Siem­
rece alcanzada por las emanaciones del azufre. pre que los profetas aluden a la extensión de la
Su cadáver fué recubriéndose de incrustaciones bendición dé Yavé al mundo entero (Jer. 4, 1;
salinas y quedó como una estatua de sal (Sab. Zac. 8, 13; Sal. 47, 10) reclaman el puesto cen­
10, 7; Le. 17, 32). tral que Abraham tuvo ante tales perspectivas.
De Mambre pasó Abraham al Negueb; cuan­ Cuando Israel medita sobre su vocación en el
do ya tenía 100 años de edad tuvo el esperado mundo, sobre la salvación de que es vehículo
hijo, Isac, heredero de las promesas divinas. y nuncio, a su mente afluye espontáneamente el
Unos años después Sara pretendió desentender­ recuerdo y el nombre de Abraham (Is. 51, 2 s .;
se de Ismael, lo que Abraham no aceptó sino 63, 16; Ez. 33, 24-29; 37, 1-14).
tras una insinuación del Señor (Gén. 21, 1-21), La historia de Abraham toma así un sentido
puesto que aquella exigencia era contraria a las profético: anuncio y prenda de las más admi­
leyes y a las usanzas del tiempo (cf. Código de rables manifestaciones del poder de Dios, que
Hammurabí, art. 170). obra de idéntico modo siempre que se repro­
Santidad de Abraham. Dios le ordena que ducen idénticas circunstancias humanas (cf. Is.
le inmole a Isac en un monte que le indicará. 54, 1 ss., donde son evidentes las referencias a
Abraham obedece, y dejando en la falda del Gén. 28, 14; 22, 17; 24, 60).
monte el siervo y el asno, coloca a su inocente Hombre de Dios o «siervo de Yavé» (Ex. 3,
hijo encima de la leña. Mas en el momento de 13; Dt. 9, 27; Sal. 105, 2-42). Abraham reci­
levantar el cuchillo para sacrificarlo, un ángel be el título excepcional de «amigo de Dios»
le aprisiona el brazo. Al lado se halla enredado (Is 41, 8; I Par. 20, 7; Dan. 3, 35), y a Yavé
un carnero que servirá para el sacrificio. «Aho­ se le llama «el Dios de Abraham» (Gén. 26,
ra he visto que en verdad temes a Dios, pues 23 ; 28, 13, e tc.; Ex. 3, 15 s., etc.), y esta defi­
por mí no has perdonado a tu hijo, a tu uni­ nición procede muchas veces de la misma boca
génito. En tu descendencia serán bendecidos to­ de Yavé. «Dios de Abraham» particularmente
dos los pueblos de la tierra» (Gén. 22). por la alianza sancionada con él (cf. Me. 12,
Sara murió en Hebrón a los 127 años, y Abra­ 26; Mt. 22, 32).
ham la sepultó en la caverna de Macpela que a Abraham en realidad permanece en la histo­
tal fin compró entonces a los hijos de Jet, due­ ria de la salvación como ios cimientos en una
ños del lugar. Es éste el primer acto de posesión construcción.
estable de los hebreos en Canán (Gen. 23). En­ En el Nuevo Testamento Abraham es el más
tonces envió a su siervo Eliezer que eligiera recordado de los Patriarcas y de los santos del
5 ACTOS DE LOS APÓSTOL!

Antiguo Testamento (cerca de 72 veces), parti­ mento de Muratori, Jerónimo y Eusebio de C


cularmente al demostrar que las promesas que a sarea lo afirman unánimemente.
él se hicieron se realizaban en Cristo y en la Propónese Lucas continuar la historia evai
Iglesia por él fundada (Le. 1, 55-73; M t. 1 ,1 ; gélica armonizándola con la del primitivo de
Le. 3, 34; especialmente Gál. 3, 16 ss., 29; arrollo del cristianismo, primero en el mund
Rom. 4). Su fe es loada en Heb. 11, 8-19; judaico y luego en el grecorromano (cf. 1, 8
Sant. 2, 21 ss. Padre de todos los creyentes ¡Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Ju
(Rom. 9, 7 ss.; Gál. 3, 6-9). dea, en Samaría y hasta los extremos de la tie
El mismo Jesús reclama para Zaqueo el títu­ rra!). Por el prólogo y por todo el tenor de
lo de ahijó de Abraham» (Le. 10, 9; 13, 16), escrito puede afirmarse, además, que Lucas te
tan codiciado por los fariseos (Mt. 3, 9; Le. 3, nía presentes principalmente a los cristiano;
8; Jn. 8, 39); mas declara que la descendencia convertidos del paganismo. También en esto sí
carnal de nada vale, sino que lo que importa ve al discípulo de Pablo: el cristianismo está
es la imitación de las obras de Abraham (Jn. 8, abierto a todas las almas de buena voluntad.
33-34). Abraham acoge en la eterna bienaven­ El libro está escrito poco antes de haber sido
turanza a cuantos practican la justicia, sean libertado el Apóstol de su primer encarcela­
judíos o gentiles (Le. 13, 28; 16, 22-30). miento en Roma (63 d. de J. C.). En Roma,
De la entrevista de Abraham con Melquise- pues, vieron los Actos la luz. Así lo ha demos­
dec (Gén. 14, 17-24: Melquisedec bendice a trado A. Hamack en su célebre lib ro : El mé­
Abraham y éste le entrega los diezmos del bo­ dico Lucas, valiéndose únicamente de los crite­
tín), San Pablo deduce la superioridad del rios internos.
sacerdocio de Cristo, simbolizado en Melquise­ Es un hecho que la primera fuente de Lucas
dec, sobre el sacerdocio hebraico, ya que los es su experiencia personal. Así se explica fácil­
levitas eran descendientes de Abraham (Heb. 7). mente lo bien que conoce cuanto se refiere a la
[F. S.] cristiandad de Antioquía de Siria, su ciudad
natal (cf. 11, 19-30; 13, 1 ss.). De los hechos
BIBL. — L. P irot , en DBs, I, col. 8-28; P. D hor - expuestos en la segunda parte frecuentemente
m es , en RB, 37 (1928). 367-85. 481-511; 40 (1931),
364-74, 503-18; R. de V aux, en RB, 53 (1946), 321-48; fué testigo ocular como compañero de Pablo
J. S tarcky - J . G u il l e t - P . D emann , Abraham, pére (16, 10-17; 20, 5-15; 21, 1-18; 27, 1-28, 16).
des croyants, en Cahiers Sioniens, junio 1951, n. 2.
* D. Y ubero , Presencia secular de Abraham (CB, 12 No es improbable que Lucas haya utilizado
(1955J, 128 s .); J usto P érez de U rbel , Leyendo la algún «diario» suyo para lo que se refiere a los
Biblia: Abraham y su tiempo, en Cóns., 1954, año 14,
156; F üster R .( Abraham profeta de Dios, en CB, 9, últimos acontecimientos de los Actos. Para
1952, 99 s. los quince primeros capítulos pudo haber uti­
lizado algún documento escrito (15, 23-29), es­
ABRAHAM (Apocalipsis de; Testamento de), pecialmente en los pasajes en que se manifiesta
v. Apócrifos. un lenguaje más semítico que griego. En mu­
chos casos — si no en todos — es muy difícil
ABSALÓN. — v. David. discernir el documento escrito de la parte trans­
mitida oralmente. Pero siempre es cierto que
ACOMODACIÓN. — v. Sentidos bíblicos. Lucas estuvo en contacto con muchísimos pro­
tagonistas de la Historia de la Iglesia primiti­
ACTOS de los Apóstoles. — El libro de los va, como Pedro, Santiago, Juan, Pablo, e tc .;
Actos se presenta como continuación del tercer con el diácono Felipe (12, 8-14) y otros cristia­
Evangelio (v. Lucas) empezando por el prólogo. nos de Jerusalén, de Cesárea y de Roma.
El. estilo y el vocabulario delatan la identidad Todo eso nos ofrece garantías de excepcional
del autor. valor histórico en favor de los Actos. Donde­
La misma afinidad palmaria de léxico y de quiera que sea posible la comprobación de los
ideas que existe entre las Epístolas paulinas y datos y de los monumentos de la historia pro­
los Actos es una prueba de que el autor de és­ fana, el resultado es altamente favorable a los
tos ha tenido que ser, según alusión explícita Actos. Que se trate de Chipre o de Filipos, de
de los Actos, un compañero del gran Apóstol: Tesalónica o de Corinto, de Éfeso o de* Malta,
la admirable correspondencia entre las dife­ Lucas está perfectamente al corriente de las
rentes partes y la unidad de la obra reclaman condiciones religiosas, políticas o sociales loca­
un autor único. Desde los orígenes se han ve­ les. Es una exactitud que desciende hasta los
nido atribuyendo los Actos a Lucas, autor del límites geográficos para indicar las diferentes
tercer Evangelio: Ireneo, Tertuliano, Clemente partes del imperio y las diversas autoridades
Alejandrino, Orígenes, los Prólogos y el frag­ romanas colocadas al frente de ellas. Por otra
ACTOS DE LOS APÓSTOLES 6

parte, las epístolas de San Pablo dan a los Ac­ 1. Fundación de la Iglesia y sus comienzos
tos un admirable testimonio de verdad y exac­ en Palestina (cc. 2-12).
titud, ya que ellas no figuran entre las fuentes a) En Judea (2-8, 3). Fundación de la Igle­
empleadas por Lucas, como unánimemente se sia: En el día de Pentecostés (v.) el Espíritu
reconoce. «Es admirable la frecuencia de hechos Santo desciende sobre los Apóstoles, que co­
comunes y la armonía general que se comprue­ mienzan a hablar diversas lenguas con admira­
ba entre las epístolas paulinas y los Actos. Es ción de cuantos se encuentran en Jerusalén
tal esa armonía, que sin violencia ni esfuerzo (2, 1-13). Pedro les demuestra que el Mesías ya
alguno pueden las epístolas de San Pablo, es­ ha venido y que es Jesús (2, 14-26). A conse­
critas en tiempos y en lugares tan diversos, ser cuencia de sus palabras se convierten unos tres
encuadradas en el marco histórico bosquejado mil y reciben el bautismo; todos los creyentes
por el autor de los Actos» (A. Sabatier). se convierten en un solo corazón y ponen es­
En cuanto a los discursos mismos contenidos pontáneamente en común todos sus bienes (2,
en los Actos, debe tenerse en cuenta que se 37-47).
trata de datos tomados por Lucas, y es natural Progreso de la Iglesia en Jerusalén: Al subir
que haya dejado en ellos la impronta personal Pedro con Juan al templo sana a un tullido,
de su estilo; y como cierto número de ellos ha luego había al pueblo, y demuestra la divini­
sido traducido del arameo, no hay motivo dad de Jesucristo y exhorta a la penitencia
para negar su autenticidad sustancial. Un doc­ (c. 3). Detenidos y presentados ante el Sane­
to alemán, Nósgen, ha parangonado cuidado­ drín, Pedro proclama la resurrección de Cristo
samente el lenguaje que San Lucas atribuye a y reivindica el derecho de predicar el Evange­
San Pedro y a San Pablo en los Actos con las lio ; la comunidad cristiana da gracias por ello
epístolas de los mismos apóstoles y ha puesto al Señor, y el Espíritu Santo se manifiesta en su
en evidencia la semejanza entre las expresiones seno (4, 1-31). La comunidad de Jerusalén se
y sus características, lo cual constituye una halla en una situación excelente, pues en ella
honrosa recomendación de la probidad histórica reina la caridad: Ananías y Safira reciben un
del hagiógrafo (Renié). castigo ejemplar por haber intentado engañar a
La importancia de los Actos es notabilísima San Pedro (5, 1-11).
por sus enseñanzas doctrinales. Los Actos de­ Persecución de la Iglesia por parte de los
muestran que «el cristianismo primitivo tenía judíos: Detenidos los Apóstoles y amenazados
un carácter dogmático; que desde su origen los por el Sanedrín, por intervención de Gamaliel
principales dogmas cristianos formaban parte son puestos en libertad, pero no sin antes ha­
del depósito de la f e ; que el cristianismo de la ber sufrido la pena de la flagelación (5, 12-42).
fe se identifica con el cristianismo de la histo­ Esteban, el más insigne de los siete diáconos
ria ; que la jerarquía, en sus líneas esenciales, elegidos por los Apóstoles, es apedreado y mue­
se remonta a los apóstoles y por ellos a Jesús; re rogando por sus asesinos (6-7). Como la
y, en fin, que la Iglesia ha estado siempre en persecución se recrudece, los fieles se dispersan
posesión de una forma social» (Brassac-Renié). por toda Palestina y esparcen por todo el terri­
Se ha dicho muchas veces que los Actos son torio la semilla del Evangelio (8, 1-3).
el evangelio del Espíritu Santo (cf. Crisóstomo, b) En Palestina y contornos (8, 4-12, 25).
Hom. 1 ,5 ; PG 60, 21). En realidad dan fe de En Samaría: Los samaritanos son evangeliza­
cómo obró el divino Espíritu en la Iglesia pri­ dos por el diácono Felipe, reciben el bautismo
mitiva, dirigiendo a los Apóstoles en su come­ y luego el Espíritu Santo mediante la imposi­
tido misionero. ción de las manos de Pedro y de Juan, entre
Todo eso aparece con evidencia por el sim­ quienes aparece el mago Simón (8, 4-25). El
ple esquema del libro. mismo Felipe convierte y bautiza al ministro
Los Actos suelen dividirse en dos partes, pre­ de la reina de Etiopía (8, 26-40).
cedidas de una introducción general (c. 1): la Conversión de San Pablo (v.): Aparición de
primera (cc. 2-12) habla de la fundación de la Jesús; intervención de A nanías; predicación en
Iglesia y de sus comienzos en Palestina y alre­ Damasco; huida, visita a Pedro en Jerusalén y
dedores («Actos de Pedro»); la segunda (cc. 13- luego a Tarso (9).
18) narra la difusión de la Iglesia entre los gen­ La Iglesia pasa a los gentiles: En una jira
tiles («Actos de Pablo»). de inspección a las nacientes comunidades cris­
Introducción (c. 1). Continuación del evan­ tianas el Principe de los Apóstoles realiza dos
gelio (1, 1 ss.); ascensión de Jesús, después de milagros: En Lida sana al paralítico Eneas (9,
la solemne promesa de enviar el Espíritu Santo 31-35) y en Joppe resucita a Tabita (9, 36-43).
(1, 4-12); elección de Matías (1, 12-26). Mientras Dios escucha las oraciones del centu­
7 ACTOS DE LOS APOSTOLE

rión Cornelio y le invita por medio de una vi­ de los judíos pasa a Acaya (Atenas, Corinto)
sión, a que reciba el bautismo de manos de 17, 16-18, 17. De aquí se va con los cónyuge
Pedro (10, 1-8), a éste, mediante la visión del Aquila y Priscila, se detiene brevemente ei
«lienzo» simbólico, le comunica la orden de que Éfeso y va directamente a desembarcar en e
admita también a los gentiles en la Iglesia de puerto de Cesárea en Palestina con el fin d<
Cristo (10, 9-16). En Cesárea instruye a Cor­ llegarse hasta Jerusalén, para regresar despuéí
nelio y a toda su familia en su propia casa, y a Antioquía (18, 18-22).
después de que les ha sido infundido el Espíritu Tercer viaje apostólico: Tras un breve inter­
Santo, trata de que sean bautizados (10, 17-40). valo, Pablo emprende nuevamente el viaje a
Al regresar Pedro a Jerusalén debe justificar su Galacia y a Frigia, mientras que un tal Apolo
extraña conducta ante los hermanos judíos, sigue haciendo mucho bien entre los fieles de
quienes glorifican a Dios por haber llamado Éfeso y de Corinto con su elocuencia (18, 23-
también a los paganos a la salvación (11, 1-18). 28). Se va directamente a Corinto, y llegado
En Antioquía se constituye la primera Igle­ allí bautiza a algunos discípulos de Juan Bau­
sia de los gentiles, convertidos por los que se tista, enseña en la sinagoga y luego en la escue­
habían dispersado a causa de la persecución. la de Tirano, obrando muchos milagros y cura­
Allá mandan de Jerusalén a Bernabé, quien al ciones de posesos (19, 1-12). Los hijos del sacer­
comprobar la gracia de Dios, se va a Tarso en dote Esceva intentan remedar los exorcismos
busca de Pablo. Con ocasión de este relato se de Pablo, pero son maltratados por un poseso,
dice que en Antioquía fué donde se empezó a con lo que los efesinos se ven sobrecogidos de
dar a los creyentes el nombre de «cristianos». un gran temor y reúnen a los pies de Pablo
Llega también allí el profeta Agabo, que anun­ todos sus libros de magia para hacer con ellos
cia la aproximación de una carestía, por lo que una gran hoguera (19, 13-22). En ese mismo
se hace una colecta en favor de los hermanos de tiempo tuvo también lugar el revuelo de los or­
Judea (11, 19-30). febres de Diana que San Lucas describe con
Persecución de Herodes Agripa: El rey man­ vivos colores y fina ironía. De aquí se va Pablo
da dar muerte a Santiago el Mayor y encarce­ a Macedonia y a Grecia, donde se detiene tres
lar a Pedro (12, 1-4), quien durante la noche es meses (19, 23-20, 32). Viéndose forzado a re­
puesto en libertad por un ángel y se va de Je­ gresar, atraviesa nuevamente Macedonia, hace
rusalén para siempre (12, 5-19). Herodes muere una escapada a Filipos y pasa a T róade; aquí
comido por los gusanos, herido por la mano de resucita al joven Eutico, muerto de una caída
Dios durante un recibimiento diplomático (12, desde un tercer piso (20, 3b-12) mientras se es­
20- 25). taba celebrando la sagrada Eucaristía (v.), y se
2. Difusión de la Iglesia entre los gentiles detiene en Mileto, adonde manda que vayan los
(cc. .13-28). ancianos de Éfeso para darles el último adiós
a) Fatigas y viajes de Pablo (13-21, 26). (20, 13-38). Reanudada la navegación pasa por
Primer viaje apostólico: Por orden del Espíritu Cos, Rodas y Pátara, toca a Tiro, Tolemaida
Santo, Saulo y Bernabé reciben la consagración y Cesárea. No obstante la predicción de su en­
episcopal en Antioquía (de Siria) y se van a carcelamiento, sube a Jerusalén, presto a morir
cumplir con su primera misión (13, 1-3). En «por el nombre del Señor Jesús» (21, 1-16).
Seleucia zarpan con rumbo a Chipre (13, 4-12), b) Doble encarcelamiento de Pablo, en Ce­
de donde pasan a Panfilia (13, 13-52), luego a sárea y en Roma (21, 17-28, 31). Detención en
Licaonia: Iconio, Listra, Derbe (14, 1-21), y Jerusalén: Después de haber sido acogido por
siguiendo el mismo itinerario, a la inversa, se el obispo Santiago y por los hermanos de Je­
embarcan en Atalia y .regresan a Antioquía (14, rusalén, Pablo entra en el templo para cumplir
21- 28). un voto, pero aquí le asaltan los judíos del Asia,
Sigue a esto el Concilio (v.) de Jerusalén (15, y, en vista del motín popular, le detiene el
1-35). tribuno romano (c. 21). Después de haber com­
Segundo viaje apostólico: Habiéndose separa­ parecido ante el Sanedrín, es trasladado a Ce­
do Pablo de Bernabé, Pablo recorre Siria y Ci­ sárea (22-23). Aquí permanece preso durante
licia en unión de Silas (15, 36-41), vuelve por dos años, víctima de la venalidad del goberna­
Licaonia (Derbe y Listra, donde se asocia a Ti­ dor Félix (24). Durante el mando de Festo,
moteo), cruza Frigia, Galacia, Misia y, guiado Pablo apela a Roma, adonde es enviado (25-26).
por una visión, se embarca en Tróade con di­ Viaje a Roma: Juntamente con otros presos
rección a Macedonia (16, 1-10), donde evange­ Pablo se da al mar en Cesárea y, pasando por
liza a Filipos, Tesalónica, Berea (16, 11-17, 15; Sidón (Fenicia) y Mira (Licia), llega a Puerto
v- Tescilonicenses). Huyendo de la persecución Bueno (Creta). Reanudada la navegación, no
ADÁN 8

obstante los pronósticos desfavorables, se des­ los mismos amigos de Pablo, de Lucas y de los
encadena una furiosa tempestad que descon­ protagonistas de los Actos: para éstos había
cierta a la nave y empuja a la tripulación hacia una tentación muy fuerte de añadir al texto de
las costas de Malta (c. 27). Aquí los isleños aco­ Lucas alguna noticia y de precisar algún porme­
gen a Pablo y demás náufragos con delicada nor considerado importante para evitar que ca­
humanidad, sale incólume de la mordedura de yeran en el olvido. [G. T.]
una víbora, sana al padre del jefe de la isla y BIBL. — Bou dou , Actes des Apotres (Verbum Salu­
a otras personas (28, 1-10). Después de tres me­ tis), París 1933 ; J. R enié , Actes des Apotres (La Ste.
ses de permanencia en la isla, parte para Sira- Bible, ed. Pirot, 11), ibíd. 1949. * J aben, L os hechos
apostólicos y la fecha de los Evangelios (CB, III),
cusa, Regio, Pozzuoli, y en Tres Tabernas se p. 22, 1946;. P einador , Los Apóstoles como testigos de
encuentra con los primeros hermanos de Roma Jesús, según el libro de los Hechos (IC, 764 s.), 1944.
(28, 11, 15). Estando preso en Roma explica a
ios judíos la causa de su presencia en la capi­ ADÁN. — Del acadio udmu (Epos de Gil-
tal y les anuncia el Evangelio de Cristo. Pero games, II, 112) = familia, estirpe: nombre co­
una vez comprobada la ceguera de éstos, jamás mún acertadamente adaptado al primer padre
desmentida, predica el Reino de Dios a los pa­ del género humano, como nombre propio suyo.
ganos durante dos años enteros (28, 16-31). En Gén. 1, 26-30 se describe la creación del
El texto de los Actos ha llegado a nosotros hombre y de la primera pareja humana.
en tres recensiones: «Dios creó (bárá’) al hombre a su perfectísi-
a) «Oriental», cuyos principales testimonios ma imagen. A semejanza de Dios, que es purí­
están representados en los códices Sinaítico, Va­ simo espíritu, el hombre está dotado de enten­
ticano, Alejandrino y otros importantes. Tam­ dimiento y de voluntad. Lo creó macho y hem­
bién la Vulgata de San Jerónimo, que data del bra», y lo antepuso a todo lo creado. En Gén.
383, la versión siríaca «filoxeniense», la copta, 2, 7.18.21-24 se describe el modo de esa crea­
boárica y menfítica, siguen a este texto, así ción. Para la creación de todos los otros seres,
como también antiguos escritores eclesiásti­ Dios im pera: «Produzca la tierra seres anima­
cos, como Clemente de Alejandría, Orígenes y dos» ; para sacar de la nada al primer hombre
todos los Padres del siglo iv en adelante. interviene de un modo especial. Plasma su cuer­
b) «Occidental», representada en el códice po «del polvo de la tierra» y para ese cuerpo
de Beza, en el Palimpsesto de Fleury del si­ crea un alma y se la infunde directamente: «le
glo v-vi, en la versión filoxeniense, retocada inspiró en el rostro aliento de vida, y fué así el
por Tomás de Heraclea en 616, en las antiguas hombre ser animado» (v. 7). Mediante la infu­
versiones latinas y también en Ireneo, Cipriano sión del alma espiritual en el cuerpo material el
y Agustín. hombre comienza a existir. «Un hombre no
c) «Mixta», representada en el códice E puede vivir solo en el m undo: necesita ayuda y
«Laudianus», grecolatino del s. v i - v ii , en el compañía (v. 18). Para tal efecto Dios crea
«Gigas» del s. xm, del minúsculo 137 y, en a la mujer, compañera indivisible y como com­
forma fragmentaria, en el códice de Bobbio plemento del hombre» (A. Vaccari). El Génesis
del s. v-vi, y en el Parisino del s. x m de la pone de manifiesto la absoluta superioridad de
Bibl. Nacional 321. Hállase en Lucifer de Ca- la naturaleza humana sobre todos los otros se­
gliari y en Beda, especialmente en las Retracta­ res creados (2, 19 s.). Adán expresa su domi­
tiones in Act. A p . nio sobre ellos imponiéndoles un nombre: acto
No merece ser considerada la forma mixta, de inteligencia y ejercicio de poder supremo.
que manifiesta una evidente tendencia a la ar­ Dios forma el cuerpo de Eva (hawáh = vida,
monización. De las formas que se conservan, como madre de todos los vivientes: Gén. 3,
la occidental está caracterizada por numerosas 20), arrancando algo del lado (sélá\ siempre
adiciones, por algunas omisiones y por su for­ igual a «lado») o costado de Adán dormido, e
ma, a veces perifrástica. Los críticos prefieren el infundiéndole el alma. Adán reconoce en la
texto oriental, que resulta más recomendable, mujer a un ser de su misma naturaleza y de su
sea por la crítica interna del texto, sea por el misma hechura («Esto sí que es ya hueso de
valor y el número de los códices que lo repre­ mis huesos y carne de mi carne»).
sentan : tiene en su favor todos los caracteres Mediante las palabras inspiradas a Adán, «el
de la prioridad y de la genuinidad, pese a la hombre y la mujer formarán así como una
gran difusión y antigüedad del texto occidental. persona, un solo cuerpo», Dios consagra el
Éste contiene detalles curiosos y pintorescos, y matrimonio, su primitiva unidad (monogamia)
no menos verídicos. Prat da como posible el y su indisolubilidad (cf. M t. 19, 4 ss., 9).
que este texto occidental tuviera su origen entre No cabe dudar de que el alma humana haya
9 AD j

sido creada de la nada. Mas acerca de la for­ persona viviente». El efecto de la infusión
mación del cuerpo ¿es posible alejarse del sen­ alma espiritual no sería ya el comenzar a vi
tido obvio del Génesis? Es notorio que la na­ («ser animado», como se ha traducido anteri
rración bíblica presenta antropomorfismos (Dios mente), sino «hacerse una persona human,
que forma a Adán del polvo de la tierra). Los «Polvo de la tierra», elemento material empl<
mismos Padres lo han acusado, mas todos han do por Dios, equivaldría a « i un animal crea
mantenido la intervención directa y particular primero del polvo!»
de Dios, incluso en la formación del cuerpo Mas el hebreo nefés hajjah siempre se empl
humano sacado de materia orgánica (Card. E. en el Gén. 1, 21-24; 2, 19; 9, 10.12.15 signi
Ruffini, La teoría dell’evoluzione). En realidad cando «ser viviente» aplicado a los mism
el antropomorfismo es una metáfora y expresa animales, y siempre para significar el princip
algo que se deduce de los términos empleados. de la existencia, el paso del no ser al ser. Tod<
Cuando, por ejemplo, la Biblia habla del brazo los diccionarios hebreos lo reconocen. El mi
de Dios, todos entendemos que se trata de su mo tenor de la narración no deja lugar a duda
omnipotencia. Aquí el antropomorfismo no sig­ Es completamente absurdo atribuir una sutile2
nifica nada, si se excluye la intervención espe­ filosófica y una expresión amañada y tan velad
cial y directa de Dios en la formación del cuer­ a Moisés, que no pensaba, ni de lejos, que <
po con materia inorgánica. Idénticas observa­ hombre hubiera tenido su origen del monc
ciones caben para la formación particular y di­ cuando hablaba del hombre formado «del pol
recta del cuerpo de Eva con algo sacado del vo de la tierra». No existe motivo alguno par.
costado de Adán. Con razón, pues, el Concilio alejarse del sentido natural de Gén. 1, 26 s.
de Colonia (1860), aprobado por la Santa Sede, 2, 7. Dios creó el cuerpo de Adán de materi;
condenó la opinión de cuantos suponen que inorgánica. Cómo sería en concreto tal crea
el cuerpo de Adán siguió una evolución natural ción, el texto no lo dice. La Iglesia deja liber
hasta llegar a ser apto para que le fuera infun­ tad para la investigación científica y para 1í
dida el alma. discusión, en esta última forma (cf. A A S, [1941]
Y la Comisión Bíblica sancionaba en 30 de 506; A. Bea, en Bíblica, 25 [1944], 77 ss.), reser­
junio de 1909 (EB, n. 338): aNo puede ponerse vándose el derecho de pronunciarse, si llegan
en duda el sentido literal histórico en los tres a darse el caso, ya que no se trata de cuestiór.
primeros capítulos del Génesis siempre que se teológica, sino de un hecho enlazado con la!
trate de los hechos que atañen a los funda­ verdades fundamentales de la fe. La Iglesia
mentos de la religión cristiana, entre los cua­ misma ha declarado que la respuesta de la Co­
les... la creación particular del hombre y la misión Bíblica tiene aún hoy el mismo valor,
formación de la primera mujer sacada del pri­ así por lo que se refiere a la «creación particu­
mer hombre». Al expresarse así condenaba la lar del hombre», como a la «formación de la
evolución mitigada que en aquel entonces había primera mujer sacada del primer hombre» (En-
sido adoptada por algunos autores católicos cícl. Humani Generis, en A A S , 42 [1950], 561-
(S. G. Mivart [1871], M. D. Leroy [1891], Zahm 78; cf. EB, n. 616).
[1896]). Semejante tesis había sido ya conside­ Científicamente la evolución sigue siendo una
rada por el Santo Oficio como insostenible pura hipótesis objeto de estudio y de investiga­
(cf. Ceuppens, p. 172 s.). ción (cf. Lecomte de N o u y ; el Prof. Cotronei,
La cuestión ha sido propuesta nuevamente, Trattato de Zoología e Biología, Roma, 1949).
si bien bajo una forma diferente. En cuanto a Las modernas investigaciones sobre el hombre
evolución natural, es la misma; mas se admite fósil son una condenación del esquema que
que Dios haya intervenido en el feto adaptán­ sostenían los evolucionistas (cf. S. Sergi, en
dolo — con una pequeñísima intervención sen­ Biasutti, Razie e popoli della terra, Torino,
sible — hasta capacitarlo para recibir el alma 1941, p. 127 ss.): mono, sinántropo (en el pleis-
humana (V. Marcozzi, P. Leonardi; SC, 76 toceno inferior); Hombre de L. N. (en el
[1948] 270 ss.; 77 [1949] 17-45; 79 [1951] 121- pleistoceno medio); Homo sapiens (en el pleis-
60.201-22). toceno superior, o más reciente), enlazado con
¿Puede concillarse semejante hipótesis con el las actuales razas humanas.
texto bíblico? El P. Ceuppens (De historia pri­ 1-lanse hallado restos de hombres,’ tipo Sa­
maeva, Roma, 1934, pp. 130-33) así lo cree: y piens, anteriores al Neandertal, en Swanscom-
del mismo parecer es L. Pirot (DBs, I, col. 94 be en Inglaterra, en Keilor (Melbourne) en
s.)* Ambos traducen Gén. 2, 7: «Dios formó Australia, en Crimea, en el África Oriental (Ca­
al hombre del polvo de la tierra y le infundió nam Olirgesailie), Olmo, Quinzano, en Italia, y
el soplo de vida y así se hizo el hombre una recientemente (1947) en Fontéchevade en Fran­
ADÁN 10

cia. Y eso sin hablar del Homo sapiens de materia de la prohibición tenía un valor insig­
Piltdown en Inglaterra (1912) que con Canam nificante, atendiendo al fin que Dios se propo­
es probablemente el fósil humano más antiguo nía, el precepto era gravísimo, según lo de­
de cuantos se han descubierto, con lo cual se muestra la pena con él relacionada (A. Bea).
fortalece la hipótesis de una transformación re­ Sobre este punto no cabe la menor duda.
gresiva de la especie humana (E. Ruffini, Os- ¿Es aceptable apartarse del sentido propio y
servatore Romano, 3 de junio de 1950). sostener que el árbol y su fruto no son más que
El texto sagrado enseña claramente el mono- una representación plástica y popular del ver­
genismo: toda la especie humana desciende de dadero precepto dado por Dios? Nada se opo­
Adán y Eva (Gén. 2, 7-30; 4, 20). Con tal he­ ne a una exégesis semejante, que también es
cho va enlazada la verdad revelada del pecado literal; pero no está demostrada. Actualmente
original (Gén. 3; Rom. 5, 12-21), como lo re­ desconocemos cuál sería exactamente el precep­
cuerda expresamente la Encíclica Humani Ge­ to dado por Dios y violado por nuestros pri­
neris (M. Flick, en Gregorianum, 28 [1947], meros padres. La explicación según la cual
555-63; F. Ceuppens, en Angelicum, 24 [1947], aquel pecado habría sido de orden sexual, que
20-32). El poligenismo es contrario a la fe. con diferentes matices de vez en cuando ha sa­
Dones sobrenaturales. No se limitó Dios a lido a relucir a través de los siglos y nuevamen­
hacer del hombre el ser más perfecto del mun­ te ha sido puesto de actualidad: Filocristiano,
do, sino que quiso colmarle de beneficios y do­ 1920 (cf. Bíblica, 2 [1921], 481 s.); J. Coppens
nes especiales enteramente superiores a su natu­ (cf. F. Asensio, en Gregorianum, 31 [1950];
raleza. Colocó a Adán en un amenísimo vergel EstB, 9 [1950], 174-91); aun tomada según la
o jardín, que se describe con una imagen de los única forma compatible con el contexto, cual
jardines orientales, para que lo cultivase, lo que sería la simple prohibición del uso del matri­
sería para él una ocupación placentera. Allí monio hasta haber recibido una orden divina
transcurriría su vida feliz e inmortal en una (P. Marhofer, en Theologie und Glaube, 28
fácil amistad con Dios (cf. Gén. 2, 17; 3, 3- [1936], 133-62; cf. J. Miklik, en Bíblica, 20
19), sin experimentar dolor ni temor alguno [1939], 387-96), en el mejor de los casos no pasa
(Gén. 2; v. Paraíso Terrenal). de mera posibilidad.
Con tal fin creó un árbol que con su fruto Dados los dones sobrenaturales que asegu­
conservase la vida del hombre y renovase sus raban el perfecto orden interno, una mala su­
energías y sus fuerzas vitales. La inocencia, gestión sólo puede provenir del exterior. El de­
efecto de la amistad con Dios, era la resultante monio empuja al hombre a la desobediencia
del perfecto orden que reinaba en el hombre, excitando la curiosidad y ese sentimiento de
inmune de la concupiscencia: «Estaban ambos reacción que cualquier prohibición provoca en
desnudos, Adán y su mujer, sin avergonzarse de la voluntad (Rom. 7, 7-13). «No moriréis;
ello» (Gén. 2, 25). El pudor, reacción y defensa es que sabe Dios que el día que de él comáis se
contra la concupiscencia, surgirá con el pecado. os abrirán los ojos y seréis, como Dios, cono­
«Son como niños que no han experimentado la cedores del bien y del mal» (Gén. 1-5). Adán y
concupiscencia; y, con todo, no son niños, Eva estaban dotados de una perfecta inteligen­
pues Adán y su mujer están dotados de una cia y de una ciencia recibida directamente de
inteligencia tan segura» (M. J. Lagrange, en RB, Dios. Faltábales la triste experiencia (conoci­
1897, p. 350). miento experimental) del mal. Tal fué el fu­
El pecado. Dios exige de Adán un acto de nesto «conocimiento del bien y del mal» que
obediencia y de sumisión. Le ha dado la liber­ alcanzaron desobedeciendo al precepto divino.
tad precisamente para que coopere a la propia «Abriéronse los ojos de ambos y vieron que
salvación mereciéndola. El mandato está ex­ estaban desnudos (Gén. 3, 6 s.). Sienten en sus
presado y concretado en esta fo rm a: «Dios miembros movimientos y apetitos contrarios a
prohibió a Adán, bajo pena de perder la inmor­ la razón y tratan de esconderlos.
talidad, que comiera del árbol de la ciencia del El castigo. Estaban habituados a conversar
bien y del mal» (Gén. 2, 17), que fué así lla­ familiarmente con Dios, a confiarse a él como
mado a causa de los efectos producidos por la a Padre, y ahora en cambio tiemblan y procu­
desobediencia. ran ocultarse a su mirada. «Oyeron a Yavé
Es un mandato de Dios «encaminado a ha­ Dios, que se paseaba por el jardín al fresco del
cer reconocer al hombre que no es posesor y día ; y se escondieron de Yavé Dios Adán y su
dueño absoluto, sino dependiente de Dios, in­ mujer en medio de la arboleda del jardín» (3, 8;
cluso en cuanto al uso de los bienes que le han U. Cassuto, La questione della Genesi, Firenze,
sido concedidos». Por lo mismo aun cuando la 1934, p. 94 ss.).
11 ADÁN

Dios interviene y castiga (Gén. 3, 9-19). «Esta Gén. 2, 20-23 = I Tim. 2, 13; I Cor. 11, 7-
escena judicial es admirable por su contenido 12; Ef. 5, 28 ss.
psicológico y moral. El interrogatorio procede Gén. 3, 1-5 = Sab. 2, 23 s . ; Jn. 8, 14; Ap.
por orden de responsabilidad: el hombre, la 12, 9; 20, 2.
mujer, la serpiente. No pudiendo negar, los Gén. 3, 3-19 = Rom. 5, 12-14; I Cor. 15,
acusados se culpan mutuamente. La sentencia 21 s.
de la pena es pronunciada según el orden se­ Gén. 3, 1-6 = 11 Cor. 11, 3; I Tim. 2, 14.
guido en la ejecución del pecado: serpiente, Gén. 3, 19 = Job 34, 15 ; Eclo. 17, 1 ; 33, 10.
mujer, hombre» (A. Vaccari). Gén. 2, 24 = Mt. 19, 4 ss.; Me. 10, 6 ss.;
El hombre sentirá el peso del trabajo, la mu­ Ef. 5, 28-31 ; I Cor. 6, 16 (A. Bea).
jer los dolores de la maternidad y la sumisión Y no existen motivos para apartarse del sen­
al hombre. Les atormentará el pensamiento de tido literal, aun teniendo en cuenta la índole
la muerte con el desmoronamiento del cuerpo. popular de la narración. En la literatura babi­
Arrojados del Paraíso iniciarán la dolorosa his­ lónica no aparece alusión alguna a la formación
toria de las humanas desventuras. «Por envidia de la mujer, al estado de felicidad de Adán y
del diablo entró la muerte en el mundo» (Sab. Eva, a su pecado, ni la explicación del dolor,
2, 24), de la miseria y de la muerte. En cambio se co­
Así como un general que se rebela contra su nocen tradiciones de muchos pueblos, tanto
rey es desheredado y pierde títulos y dignidades primitivos como progresistas, de religiones muy
para sí y para sus descendientes, así Adán al distintas entre sí y de cultura muy diferente,
pecar perdió todos los dones recibidos. Trans­ que presentan ideas afines a la narración bíbli­
mitirá a sus hijos, a toda la humanidad, la vida ca de la creación y de la caída de los primeros
física íntegra, perfecta en su naturaleza, pero padres. Semejantes tradiciones no pueden expli­
desprovista de la gracia y de los dones sobre­ carse si no se consideran como vestigios de
naturales. Más aún; a causa de las malas in­ aquella tradición primitiva que por especial cui­
clinaciones, los pecados irán en aumento (v. Pe­ dado y providencia de Dios se conservó pura
cado original). e intacta entre los Patriarcas y luego quedó fija
Pero que no se alegre por eso el demonio. con Moisés (A. Bea).
También él será humillado y confundido. Dios San Pablo llama a Adán «tipo» de Cristo
en su bondad anuncia solemnemente a Adán la (Rom. 5, 14-21); y a Cristo «el Adán futuro» o
completa victoria que, mediante el Redentor, «el segundo Adán». Trátase en realidad de un
reportará el género humano sobre el malvado auténtico paralelismo antitético: la primera
tentador (Gén. 3, 14 s . ; v. Protoevangelio). creación y el orden de la resurrección; la pri­
Los ángeles ejecutan la divina condenación mera creación y la nueva: el orden sobrenatu­
pronunciada contra Adán y Eva. Teniendo en ral de la gracia.
la mano una espada, vibrante como el rayo, Adán es principio único y transmisor de la
arrojan al hombre del Paraíso perdido. Adán vida física o natural destinada a la muerte:
aceptó la pena con humilde penitencia (Sab. 10, Jesucristo principio y dador único de la vida
2), y alentado con la promesa de la victoria, dió sobrenatural y de la inmortalidad, incluso para
a su mujer el nombre de Eva, esto es vida, pues el cuerpo resucitado (I Cor. 15, 21 s., 44-49).
será «madre de todos los vivientes» (Gén. 3, 20). La desobediencia de Adán y la obediencia de
Entre los hechos históricos afirmados en los C risto: por un lado la muerte y el pecado; por
tres primeros capítulos del Génesis, enlazados otro justicia y vida.
con las verdades reveladas, la Comisión Bíbli­ Con este paralelo el Apóstol ilustra la exten­
ca (v. arriba) enumera estos otros: la unidad sión y la eficacia de la Redención de Jesucristo.
del género hum ano; la felicidad original de los Toda la humanidad estaba sometida al pecado
primeros padres en estado de justicia, integri­ y a la muerte que son su herencia como solida­
dad e inmortalidad; el precepto dado por Dios ria que es del único A d án ; y esa solidaridad es
al hombre para probar su obediencia; la trans­ necesaria, pues se funda en la participación de
gresión de ese precepto por instigación del de­ la naturaleza.
monio bajo la forma de serpiente; pena consi­ Cristo es la única fuente, realmente eficaz y
guiente y promesa del Redentor. poderosa, de justicia y de vida, para ^toda la
Estas verdades aparecen de nuevo confirma­ humanidad que es solidaria con é l; y esta soli­
das en los otros libros así del Antiguo como del daridad actúa en favor de todos los hombres
Nuevo Testamento: que no la rechazan (Rom. 5, 12-21). [F. S.]
Gén. 2, 7 = Tob. 8, 8; Job 10: 8-11: Eclo.
BIBL. — A. B ea, De Pentatheuco, 2.“ ed., Roma
17, 1 ; I Cor. 15, 45 ss. ¡933, pp. 147-67; F. C euppen s , Quaestiones selectae
ADOPCIÓN 12

ex historia primaeva, 2.a ed., Turín-Roma 1948, pági­ syria, 6), en Palestina y en Oriente esas fiestas
nas 85-242; P. H ein isc h , Problemi di Storia primor­
diale bíblica, Brescia 1950, p. 51-118; íd., Teología tenían un carácter exclusivamente funerario; y
del Vecchio Testamento (La S. Bibbia, S. Garofalo), otro tanto hay que decir de Biblos y Alejandría,
Torino 1950, pp. 175-90; V. J acono, Le Epistole di por más que en el último día de aquellas ado­
s. Paolo (ibíd). 1951, pp. 139-43. 390 s. 398 s . ; L . C er-
faux , Le Christ dans la théologie de Paul, París 1951, nías se hiciese alusión a la vida celestial de
pp. 176-87; G. B onsirven , 11 Vangelo di Paolo, Roma Adonis, lo que tal vez fuera por influencia del
1951, pp. 109-12; F. S padafora, Temí d ’esegesi, Ro-
vigo 1953, pp. 45-169. mito de Osírides, puesto que los escritores pa­
ganos desconocen la idea de resurrección, que
ADIVINACIÓN. — v. Religión popular. aparece relacionada con Adonis en Orígenes
(PG 13, 800) y en San Jerónimo (PL 25, 82),
ADONAI. — v. Dios. en sus comentarios a Ez. 8, 14, por la influen­
cia del misterio cristiano. El culto de Adonis,
ADONIAS. — v. Salomón. campestre y naturalista, no se eleva a categoría
de misterio.
ADONIS (Tammuz). — Héroe mítico, numen El culto de Tammuz es mencionado en Ez.
y símbolo de la vegetación anual que crece y 8, 14: en la puerta septentrional del templo,
muere. El término semita (’adon = señor) reve­ las mujeres lloran la muerte del héroe. Is. 17,
la su origen. 10, habla de los «jardines de N a’aman» (=
Los poemas babilónicos festejan a Tammuz ave/jíú)V7]t sobrenombre de Adonis). En Zac. 12,
( = el súmero Dumuzi), joven pastor, esposo 19. tal vez haya que reconocer una alusión al
de IStar, muerto o asesinado en la flor de la luto de las adonías. Quedaron naturalmente sin
edad. La diosa desciende a los infiernos para eco las tentativas de relacionar el mito de Ado­
traerlo de nuevo a la vida. El célebre poema nis con los himnos del siervo de Yavé (cf. J. S.
El descendimiento de Istar a los infiernos era van der Ploeg, Les chants du serv. de Jahweh,
leído en la fiesta dedicada a la muerte del hé­ París 1946, pp. 123.138.168-73) o con la muerte
roe (2 de junio, o sea el cuarto mes, precisa­ voluntaria y redentora y la resurrección de Je­
mente el llamado Tammuz) cuando el espíritu sucristo (cf. L. de Grandmaison, J. C., II, 3.a
de la vegetación parecía muerto, después de la ed., París 1931, pp. 520-24, 531 ss.). [F. S.]
siega.
BIBL. — D arenberg-S aolio , Dict. des antiquités gré-
Este culto pasó de Babilonia a Siria, donde co-romaines, I, 1, pp. 72-75; W. Ba u d iss in , Adonis
a IStar-Tammuz corresponde Astarte (o Baa- und Esmun, Leipzig 1911; C . V irolleaud , Légendes
de Babylone et de Canaan (UOrient anclen illustré, 1),
lath)-Esmun (Adon); y por Siria entró ya en París 1949, pp. 104-20.
el siglo vi-vil a. de J. C. en Grecia: Afrodita-
Adonis. En el mito griego (Paniasis, s. v a. de ADOPCIÓN. — Es la institución jurídica cuya
J. C .; cf. Ovidio, Met., 10) Adonis es hijo de finalidad es el tránsito de un individuo de un
Mirra, princesa que se volvió árbol. Por su ex­ linaje a otro con pleno derecho al nombre y
traordinaria belleza se lo disputaron entre Afro­ a la herencia. Es conocida en todo el Oriente
dita (Venus) y Perséfone, diosa de los infiernos. (tablillas de Nuzu); los babilonios la ordena­
Pasa con ésta un tercio del año bajo la tierra, ron jurídicamente (Cód. de Hammurabí), los
mientras se preparan las mieses, y el resto con griegos consagraron el término m 0 3 e c r ia em­
Afrodita. Herido por un jabalí en las selvas del pleado por San Pablo, mas sólo el derecho ro­
Líbano, Adonis muere desangrado, y de su san­ mano la sistematizó fundamentalmente (Cód. de
gre nace la anémone, frágil como el soplo, que Justiniano, VIII, X L V III; Inst. I, X I; Dig. I,
convierte en sangre al arroyuelo cercano. VII).
El mito y el culto de Adonis tiene su centro Con toda seguridad, la adopción fué conoci­
en Biblos, monte cercano al manantial (A fka: da en la edad patriarcal (Gén. 15, 1 ss.; 21, 10
hoy Nahr Ibrahim) donde murió Adonis, y cu­ con 16, 2; 30, 3-6; 30, 9-13; 48, 5.12.16), a
yas aguas frecuentemente se vuelven rojas a través de los contactos del derecho patriarcal
causa del terreno ferruginoso. En Biblos durante con el derecho de Nuzu. La ley de Moisés la
los ocho días de la fiesta sembrábanse en pe­ desconoce. Y aunque conocida por los hebreos,
queños vasos semillas de trigo, de anémone, etc., parece que se la miraba como subversión de la
que rápidamente brotaban y se marchitaban. sucesión hereditaria, detalladamente fijada por
Eran los «jardines de Adonis», emblemas de la Moisés (Núm. 27, 8-11). Y no era necesaria para
brevedad de la vida, y particularmente de la de remediar la infecundidad del matrimonio, pues
Adonis. En Alejandría las adonías duraban tres era legal y estaba en uso la poligamia (Lev. 8,
días (Teócrito, Idilio 15). 18; Dt. 21, 15). Entre los pueblos polígamos
En el mundo grecorromano (Luciano, De Dea (árabes) la adopción es desconocida. La adop-
13 ADORACIÓN

i
ción no puede equipararse al /evirato (v.), por­ como efecto de la gracia santificante, imper­
que es una imitación de la paternidad y supone fecta en la fase terrena y más perfecta en la
en el adoptante un acto libre de su voluntad. fase celestial.
Los hebreos admiten una adopción por parte c) Participando de la naturaleza divina se
de Dios: el privilegio de Israel es único (Rom. entra a formar parte de la familia de Dios
9, 4). Dios, por su bondad, considera a la co­ (Ef. 2, 19).
lectividad israelítica como «hijo primogénito» d) Siendo hijos de Dios se posee un derecho
(Éx. 4, 22; Os. 11, 1), porque es una especial a la herencia de Dios (K\rjpovo,uía). «Si hijos
«propiedad entre todos los pueblos», «reino de también herederos, herederos de Dios, cohere­
sacerdotes» (Éx. 19, 5; I Pe. 2, 5-9). Cada uno deros de Cristo» (Rom. 8, 17; cf. Gál. 3, 29;
de los israelitas es considerado como término 4, 7; TU. 3, 7; I Pe. 3, 22; Sant. 2, 5). La
de esta adopción de «hijo» (Is. 1, 2 ; 43, 6; gloria del cielo, que es visión intuitiva, amor y
Di. 32, 19; Os. 1, 10); y de un modo especial posesión de Dios, no se propone únicamente
el rey de Jerusalén (II Sam. 7,.14 ;.I.Pa/\.28, 6). como premio, sino también como herencia
Aparte el carácter preferentemente colectivo, (I Pe. 1, 3 s.; Ef. 1, 18; 5, 5; Col. 3, 34;
trátase de una denominación puramente extrín­ Heb. 1, 14; 9, 15). [A. R.]
seca, metafórica, que indica derecho a la predi­ BIBL. — J. B ellami, en DThC, I, coli. 423-37;
lección divina ante los otros pueblos. J. M. L agrange, La paternité de Dieu dans VA. T.. en
En el Nuevo Testamento el término vloSeo-ía RB, 5 (1908), 481-99; E. M. C a ssin , U adoption á
Nuzi, París 1938; D. Buzv, Uadoption surnaturelle,
sólo se halla en San Pablo, que lo tomó del vo­ en Vie Spir., 1943, 388-99; J. B onsirven , II Vangelo
cabulario jurídico grecorromano de la época di Pao?o, Roma 1951, p. 355 s s .; J. H uby , La mística
di s. Paolo e di s. Giovanni (trad. it.), Firenze 1940,
helenística (Rom. 8, 15; Gál. 4, 5; Ef. 1, 5). p. 20 ss. 54 ss. 185-206.
Siempre expresa la adopción divina expuesta
en Jn. 1, 12: «A cuantos creen en él, el Verbo ADORACIÓN. — Palabra derivada del latín
da poder para venir a ser hijos de Dios». adorare (LXX y N. T. irpoo-Kvveiv — T.M.
Es una adopción individual distinta de la di­ hi§taháwáh, forma hitpael de la raíz Sáháh).
vina filiación natural, que pertenece exclusiva­ Expresa el acto de poner en tierra las dos rodi­
mente a Cristo, e igualmente distinta de la llas e inclinar la cabeza hasta la tierra ante la
adopción jurídica humana que es una simple persona a quien se dirige el homenaje, besán­
denominación extrínsecá, en virtud de la cual dole los pies o simplemente tocando el suelo con
no queda transformada la naturaleza del adop­ la frente. Es el acto máximo de veneración para
tado. Es un término medio entre las dos; pero un oriental, distinto de otros actos de venera­
se acerca más a la filiación divina que a la hu­ ción menos absolutos, como son la simple ge­
mana adopción jurídica. El análisis de la adop­ nuflexión o la moderada inclinación del cuer­
ción neotestamentaria resulta posible partiendo po. Este acto, sumamente corriente en todo el
del análisis de la filiación natural hum ana: oriente de ayer y de hoy (Egipto, Asiria, Per­
a) un hijo es engendrado por el padre; b) en sia) está en consonancia con el carácter cere­
consecuencia, participa de la misma naturale­ monioso de los orientales. La adoración tiene
za; c) entra a formar parte de la familia del en la Biblia un significado religioso y profano,
padre; d) se convierte en heredero natural a la y por tanto tiene una acepción más amplia que
muerte de éste. la adoración entendida en el sentido teológico,
a) Los justos son engendrados por Dios: exclusivamente religiosa (acto de culto externo
Jn. 1, 13; Sant. 1, 18; Jn. 3, 5; I Jn. 3, 9; 5, tributado a Dios o a las criaturas teniendo en
18; Tit. 3, 5 ; I Pe. 1, 3, 23. Habiendo sido cuenta la especial relación de ellas con Dios).
engendrados por Dios mediante el Bautismo, Antiguo Testamento. La adoración con sig­
«lavatorio de regeneración», son Hijos suyos. nificado religioso se tributa a Yavé (Gén. 24,
Es una verdadera filiación, sea porque los tex­ 26-48 ; Éx. 20, 5, etc.). Muchas veces se sobreen­
tos insisten enérgicamente en ella, sea porque tiende el término de adoración. Con significa­
indican la causa en el nuevo nacer y en la nue­ do profano, impuesto por la urbanidad orien­
va vida recibida dé Dios (I Jn. 3, 1; cf. Rom. tal, se tributa a soberanos como David (II Sam.
B, 14-17; Gál. 3, 26; 4, 4 ss.; Rom. 5, 2). 9, 6-8; 14, 22-23) o también a hombres, si no
b) Los que han nacido de Dios participan insignes por la dignidad, al menos objeto de
de la naturaleza de Dios: «partícipes de la di­ una veneración especial, como los tres visitan­
vina naturaleza» (II Pe. 1, 4). Esto no supone tes desconocidos (Gén. 18, 2) honrados por
identidad sustancial con la naturaleza de Dios, A braham ; el suegro, Jetró, honrado por Moisés
ni conversión de la naturaleza humana en la di- (Éx. 18, 7); Jonatán, hijo de Saúl, reverenciado
V1na, sino participación análoga y accidental, tres veces por David (I Sam. 20, 41); Esaú, re-
AGEO 14

verenciado siete veces por su hermano Jacob (Mt. 18, 26); pero cuando en estos actos se
(Gén. 33, 3). Entre el acto religioso y el acto mezcla alguna intención religiosa, o aunque
de urbanidad no existe más que una identidad sólo exista el peligro de una valoración reli­
material, y difieren grandemente bajo el aspecto giosa, el cristiano reacciona (Act. 10, 25 s.).
formal o intencional. En el Ap. se prohibe la postración hecha en
En el Nuevo Testamento son bastante comu­ homenaje a las criaturas, como reacción contra
nes los dos aspectos, religioso y profano, que el culto divino que se tributaba a los empera­
se encuentran en el A ntiguo: dores con la adoración (Ap. 19, 10; 22, 8).
a) La adoración va dirigida ante todo a A un acto en sí lícito y que se ha divulgado
Dios (M t. 4, 20; Le. 4, 8 ; Jn. 4, 21 s.; I Cor. tanto, sólo puede ponérsele el veto cuando lo
14, 25 ; A p . 4, 10, etc.). Es el reconocimiento inspira un intento de polémica. [A. R.]
del poder supremo, de la infinita majestad BIBL. — S. M any, en DB, I. col. 233-38; F. Zo-
de Dios. rell, Lex. Graecum N. T., París 1931, col. 1943 s .;
S. L oesch , Deitas Jesús und antike Apotheose. Rotten-
b) La adoración que se dirige a Jesucristo burg 1933'.
durante su vida mortal no siempre ha de con­
siderarse como un manifiesto reconocimiento ADULTERIO. — v. Matrimonio.
de la Divinidad, puesto que hubo progreso ha­
cia una fe plena en Jesús, Mesías y verda­ ÁGAPE. — v. Eucaristía.
dero Dios.
El homenaje que los magos orientales tri­ AGEO. — (Haggaj = festivo). Primero, de los
butan al Niño Jesús cuando se postran profetas posteriores al cautiverio, y décimo en
(npoo-Kvveív) ante él, no implica necesariamente la serie de los «menores», quien, juntamente
un reconocimiento de la divinidad (Mt. 2, 2, 8, con Zacarías, animó a los repatriados a recons­
11; J. Lagrange, S. Mt., pp. 24-31). El leproso truir el templo (Esd. 4, 24-5, 1; 6, 14). Los
se postra (npocrKvvéív, M t. 8, 2 = rrecrojv I ttI trabajos, apenas iniciados después del regreso
TrpócrüjTrov, Le. 5, 12) para exteriorizar su ve­ (537 a. de J. C.), presto hubieron de suspen­
neración por el Cristo taumaturgo. derse a causa de la hostilidad de los samari-
Jairo implora la curación de su hija mori­ tanos y del veto de los persas. En el segundo
bunda con el acostumbrado gesto reverencial año de Darío I (520 a. de J. C.), que sucedió
(npocTKvvéiv, Mt. 9, 18). A los apóstoles los al duro Cambises, unos dieciséis años más tar­
vemos postrados en la barca a los pies de Jesús de, reanudáronse los trabajos y se llevaron a
que ha caminado sobre las aguas, ha calmado feliz término (520-516 a. de J. C.).
la tempestad (Mt. 14, 33), manifestando un Ageo pronunció cuatro vaticinios. En el pri­
reconocimiento confuso (vlós* 3eoü sin artículo) mero (neomenia = principio del sexto mes;
de su Divinidad (Lagrange, S. Mt., p. 297). El agosto-septiembre, 520) recrimina a los repa­
endemoniado geraseno se postra bajo el influjo triados el que se preocupen de sus propias co­
demoníaco reconociendo el origen divino de modidades, y contrapone el lujo de algunas
Cristo (Me. 5, 6 s.), lo mismo que la confesión casas a las ruinas del templo. La carestía aso­
de Pedro (Mt. 16, 16). La madre de Santiago ladora del país es un castigo por el abandono
y de Juan subraya con la adoración su vehe­ en que tienen la casa dél Señor (1, 1-11). Es
mente deseo de ver a sus dos hijos en la gloria una invitación a emprender con tesón los tra­
de un reino terreno (Mt. 20, 20). El ciego de bajos, a la cual respondieron de buen grado
nacimiento, recobrada la luz de los ojos, acom­ los repatriados (vv. 12-15).
paña a su acto de fe con la adoración, que en Segundo vaticinio (día 21 del séptimo mes,
este caso traspasa los límites de una simple septiembre-octubre, último día de la fiesta de
finalidad obsequiosa (Jn. 9, 38). Contienen un los tabernáculos; cf. Lev. 23, 33-36). Según iba
reconocimiento abiertamente consciente de la creciendo la fábrica, el edificio aparecía ruin
divinidad de Jesús la adoración de las mujeres comparado con el grandioso esplendor del tem­
que regresan del Sepulcro después de la Resu­ plo de Salomón. Había ancianos que lo adver­
rrección (Mt. 28, 9), y las adoraciones de los tían con pena. Age© los alienta. Yavé está con
Apóstoles en Galilea (Mt. 28, 17) y después de ellos, y el templo tendrá una gloria superior al
la Ascensión (Le. 24, 52). Y principalísima- esplendor precedente con la venida del Mesías
mente en los Actos y en las epístolas de San (A. Skrinjiar, en VD, 15 [1915] 355-62).
Pablo se manifiesta y se tributa a Jesús una Tercer vaticinio (dos meses después: noviem­
adoración plena, como al Padre (cf., por ej., bre-diciembre). La bendición de Yavé se ma­
FIp. 2, 5-11 : Acl. 7, 55 ss., 59 s.). nifiesta a las claras sobre los repatriados. Hasta
c) También como acto de reverencia civil ahora todo había estado contaminado por aquel
15 AGRAPr

impío abandono que, cual fruto podrido, da­ entre los griegos la denodada lucha de los at
ñaba toda buena obra practicada de acuerdo tas para la consecución del premio, lo ct
con la Ley (2, 1-9; A. Fernández, en Bíblica, requiere desgarradores esfuerzos de los mié
2 [1921] 206-15). bros y del espíritu, temor y temblor ante
Cuarto vaticinio (en la misma fecha). Segu­ expectativa. De aquí vino a significar cualqu;
ridad y perpetuidad de la teocracia. El nuevo temblor grave, y especialmente el que acoi
Israel durará eternamente, mientras las otras paña al que está luchando con la muerte
naciones perecerán, porque será elevado y ab­ los últimos momentos. La oración es más i
sorbido por el reino del Mesías. En Ageo (2, tensa que la primera vez. Y en virtud de
20-23) se renueva la idea del rey mesiánico, del tensión del espíritu y del cuerpo, Cristo
nuevo David (Jer. 23, 5; 30, 9; Ez. 34, 23, etc.) baña en sudor, y aquel sudor vino a s
bajo la forma y el tipo de Zorobabel. San Pa­ «como gruesas gotas de sangre» (¿oVi Spopfi
blo se basa en Ageo (2, 6 s.) para demostrar alpaíos) que corrían hasta la tierra. El sud<
la perennidad de la nueva revelación que viene de sangre (hematidrosis) es un fenómeno n;
a ocupar el puesto de la antigua Ley (Heb. 12, tural, conocido ya de Aristóteles (Hist. Anim
26 ss. Médebielle, Ep. Hébr. [La Ste. Bible, III, 19). Es una expulsión de sangre, sin lesió
ed. Pirot, .11], 1938, 365 s.). [F. S.] alguna de la continuidad de la piel, a travf
BIBL. — H. J unker , Die zwolf Kleinen Propheten, de las glándulas sudoríparas que se dilatan,
II. Hálfte: Nahum-MaJachias (Bonner Bibel, 8). Bonn que están esparcidas por toda la superficie ci
1938; H ó p fl -M iller -M etzinger , Introductio spec. in tánea. Por alteraciones de la sangre o por in
V. T., 5.a ed., Roma 1946, p. 526 ss.; T. H. R obín -
son - F. H o rst , Die Zwolf Kleinen Profeten, 2.a ed.. presiones nerviosas algo intensas, vasodilata
Tübingen 1954. doras, los capilares sanguíneos del aparato su
doríparo se congestionan y se rompen, con I
AGONÍA de Jesús. — Último padecimiento cual provocan un esparcimiento de sangre po
del Redentor (Mt. 26, 36-44; Me. 14, 32-40; la superficie subepitelial de las glándulas su
Le. 22, 39-42, 45-46; Jn. 18, 1) en Getsemaní, doríparas y el consiguiente vencimiento de 1;
huerto al que iban frecuentemente Jesús y sus sutilísima barrera epitelial con expulsión d*
discípulos (Jn. 18, 2; Le. 22, 39), olivar pro­ sangre a la superficie cutánea.
visto de lagar (de donde viene su nom bre: Si bien es cierto que se omite Le. 22, 44 ei
gath Semánln en arameo = aprensa de aceite»), los códices griegos mayúsculos BWANRT, ei
adonde fué Jesucristo después de la oración algunos minúsculos (579, 13, 69, 124), en lo:
sacerdotal en el Cenáculo, bajando de la ciudad
mejores códices coptos, en Jas versiones armenia
alta en el Tiropeion por la antigua escalera y siríacosinaítica y en varios Padres (Atanasio
recientemente descubierta. Los únicos testigos Ambrosio, Cirilo de Alejandría), están por si
de la agonía son los apóstoles Pedro, Santiago autenticidad la mayor parte de los códices grie-
y Juan, que lo fueron ya de la gloriosa Trans­ gos mayúsculos y minúsculos, las versiones si­
figuración (Mt. 17, 1 y par.). Asaltan a Jesús ríacas, latina prejeronimiana, vulgata latina y
el miedo y el angustioso tedio producidos por los otros Padres. La crítica interna, por su par­
la clarividencia de la Pasión inmediata y de te, es decisiva, ya que la omisión se explica por
tantos pecados que la harían inútil para mu­ el motivo aducido, en tanto que una añadidura
chos. Siente una tristeza mortal. Después de eventual seria inexplicable. [A. RJ;
haber buscado en vano la compañía de sus
predilectos, se aleja nuevamente y, viéndose BIBL. — D r . B aradan, en DThC, I, col. 621-4;
B onnetain , La cause de Va. de Jésus, en RA, 50 (1930),
solo como a unos treinta metros de distancia 681-90; 53 (1931), 276-95; M. V o sté , De Passione et
(Le. 22, 41), se postra con el rostro en tierra Morte Jesu C., Roma 1937, pp. 43-52; U. H olzmeis -
ter , Exempla sudoris sanguinei, en VD, 18 (1938), 73-
en actitud de profunda adoración pidiendo al 81; 23 (1943), 71-6.
Padre que le libre de aquellos tormentos («cá­
liz», expresión rabínica metafórica). AGRAPHA. — Con esta palabra se significan,
Aparición del ángel y sudor de sangre (Le. en un sentido muy restringido, las frases pro­
22, 43 s.). Mt. y Me. relatan la triple súplica nunciadas por Jesús durante su vida terrestre
de Jesús al Padre y el triple llamamiento a la y no escritas en los Evangelios canónicos.
solidaridad de los apóstoles en medio de su Aparte la única del N. T. (Act. 20, 35 : «Me­
dolor. Luc. recuerda la oración y el llamamien­ jor es dar que recibir»), citaremos las de los
to, y añade, además, la aparición del ángel y escritos siguientes: Los manuscritos evangéli­
el sudor de sangre. Después de la aparición cos, especialmente el códice D — de Beza o
sensible del ángel consolador, Cristo entra en cantabrigense — que, por ej., añade después de
agonía (<h- ayiovía). Este término expresaba Le. 6, 4: «En aquel mismo día, viendo a uno
AJIMELEC 16

que estaba trabajando en sábado, le dijo (Je­ erróneamente atribuido a Jesús, o un pensa­
sús): Oh hombre, si sabes lo que haces, te miento evangélico en el que se haya intercalado
felicito; mas, si no lo sabes, eres maldito y algún comentario humano» (L. Randellini).
transgresor de la ley». D. Merezkowskij, Gesit sconosciuto, trad. it.,
La literatura patrística. En muchos Padres se Florencia 1933, pp. 84-95, da a los ágrafos ex­
lee, por e j.: «Sed cambistas dignos de aproba­ cesiva importancia. [F. S.1
ción» ; «Tal como te haya hallado, así te juz­ BIBL. — L. R andellini, Le parole estraevangeliche
garé» (San Justino, Diál. 47, y otros). di Gesü, en Palestra del Clero, 29 (1950), 1121-27; 30
Los evangelios apócrifos (cf. Ev. según los (1951), 9-17. 193-99. 241-48. 289-94.
Hebreos, en Orígenes, PG 13, 1993 s.).
. Los papiros (especialmente de Oxirrincos y de AGRIPA I y II. — v. Herodes (Familia de).
Egerton). E j.: «Dice Jesús: Estuve en medio
AHIKAR. — v. Tobías.
del mundo y me mostré a ellos corporalmente
y los hallé a todos ebrios, y no hallé ninguno
que tuviera sed ; y apena a mi alma el estado AJAB. — v. Israel (Reino de).
de los hijos de los hombres que tienen la mente
AJAZ. — v. Judá (Reino de).
obcecada y no ven su miseria.»
Los libros litúrgicos. — Los escritos rabíni-
AJÍAS. — (’Ahijjah). Oriundo de Silo. Único
eos (sólo , dos ágrafos en el Talmud babilo-
profeta en el tiempo de Salomón y de la esci­
nense: Aboda Zara, 16b, 17a; Shabbat, 116)
sión del reino. Con un acto expresivo anunció
y los islámicos (A. Palacios, Logia et Agrapha,
a Jeroboam su futuro gobierno sobre las diez
I, París 1916, ha recogido 103 tomándolos de
tribus del norte (I Re. 11, 29-40). Anciano ya
escritos del s. xn).
y ciego, predijo a la mujer de Jeroboam, que
Excluidas estas tres últimas fuentes, que son
había ido disfrazada a consultarle, la muerte
demasiado recientes y han sido aducidas para
de su hijo enfermo y la destrucción de su casa,
.garantizar la autenticidad de sus ágrafos, los
por su actuación política. Entre las fuentes es­
escritores han recogido los ágrafos de las fuen­
critas acerca del reino de Salomón, II Par. 9,
tes sobredichas y las han discutido. A. Resch,
29 cita la profecía (Vulgata = los libros) de
un entusiasta de los mismos, enumera 177
Ajías, cuyo contenido se desconoce. [F. S.]
(Agrapha, Leipzig 1889), de los cuales da por
auténticos 77, y en la segunda edición de 1906 BIBL. — L. D esnoyers, Hist., III, París 1930, pá­
ginas 61. 128 s. 145. 151. 170. 189.
solamente 36. J. H. Ropes (Die Sprüche Jesu...,
ibid. 1886) retiene 13 de valor probable, 14 AJIMELEC. — (’Ahimelek, hermano del rey:
auténticos, E. Jacquier, en RB, 27 (1918) I Sam. 21 s., y ’Ahijjah, hermano de Y avé:
93-135, auténticos 13, probables 26, dudosos 15. ibíd. 14, 3-18, son equivalentes; melek se pone
J. Jeremías (Unbekannte Jesuworte, Zurich frecuentemente en lugar del nombre divino).
1948), 21 de valor histórico. L. Vaganay se Bisnieto de Helí por Finés, su abuelo, y Ajitob,
muestra mucho más reservado en su óptimo su padre. Hace una consulta en favor de Saúl
artículo Agrapha en DBs, I, col. 159-98. «Fuera por medio del efod (I Sam. 14; cf. v. 18 con
de 4 ó 5 más seriamente refrendados, y aun ésos las versiones griegas; en vez del arca [cf. Vul­
dudosos, el único ágrafo cierto es el citado gata], entonces [v. 3] en poder de los filisteos).
por San Pablo en Act. 20, 35» (A. Romeo, Siendo sumo sacerdote en Nob, dió, de buena
Ene. Catt., I, 568 ss.). fe, a David, hambriento, desarmado y fugitivo,
En realidad los criterios de que disponemos, los panes de la presentación y la espada de
el contenido y la forma, de suyo no son sufi­ Goliat, conservada allí como trofeo; hizo tam­
cientes para decidir la cuestión de la autenti­ bién una consulta a su favor mediante el efod.
cidad, sino únicamente para poder descartar Saúl, enfurecido, dió orden de matarlo junta­
muchos ágrafos de origen herético o imagi­ mente con todos los sacerdotes. Sólo se libró
nario. La autenticidad sólo puede decidirse es­ su hijo Abiatar.
tribando en el valor histórico de las fuentes. Jesús apela a este episodio para inculcar la
El texto breve, desgajado del contexto, las más caridad evangélica contra el avaro legalismo
de las veces difícil de entender, no permite un farisaico (Me. 2, 26). En el Evangelio en vez de
juicio seguro. «Aun en los pocos casos en que Ajimelec se nombra a Abiatar por ser más co­
los testimonios externos ofrecen especial sol­ nocido y más célebre.
vencia por su número y su autenticidad, surgen
dudas más o menos fundadas sobre la posibi­ BIBL. — J. M. L agrange, S. Marc, 5.a ed.. París
1929, p. 53; L. D l.snoyiirs, Hist., II, ibíd. 1930,
lidad de que el ágrafo sea un texto bíblico, pp. 55 s., 98-103.
17 ALFABETO

ALCIMO. — v. Macabeos. quedan reducidos a muy pocos, y así la escri­


tura y la lectura se facilitan en grado sumo.
ALEGORÍA. — v. Sentidos bíblicos. El mérito de haber descubierto el alfabeto per­
tenece a los semitas occidentales del norte. La
ALEJANDRINA (Escuela). — v. Interpreta­ historia de este invento ofrece muchísimos pun­
ción. tos oscuros. Tenemos, no obstante, algunos
datos.
ALEJANDRINO (Códice). — v. Textos bí­ 1) Parece que los pueblos semitas se pusie­
blicos. ron en contacto con los egipcios en los comien­
zos del año 2500 a. de J. C. Dadas las pecu­
ALFA y OMEGA. — Expresión alegórica (Ap. liaridades del alfabeto semítico, resulta que no
1» 8; 21, 6; 22, 13) que aproxima la primera le­ tomaron del egipcio más que una vaga idea.
tra y la última del alfabeto griego. Es sinónima Idea que se desarrolló en Palestina y se perfec­
de las expresiones: el principio y el fin ; el cionó en Fenicia.
primero y el último. Significa la divina tras­ 2) En un principio se desarrollaron dos ti­
cendencia de Jesús, su eternidad, su causalidad pos de alfabeto:
universal. Es un eco de Is. 41, 4; 46, 6; a) un tipo mixto de escritura pictográfica
48, 12: todas las profecías se cumplirán porque lineal: inscripciones sinaíticas, s. xv a. de J. C.
el Eterno, el inmutable y el omnipotente vela (Albright, en SASOR, 110, 12), y acaso entre
por su cumplimiento. [F. S.] el 1850 y el 1500 (Driver, Semitic Writing, Lon­
BIBL. — A. R omeo . Ene. Catt. It., I, 842; A. S krin -
dres 1948, p. 194); las inscripciones de Gezer,
jar,Ego Sum A et Q . en VD, 17 (1937). 10-20. Laquis, Siquem, entre el 1800 y el 1550 (Al­
bright, 1. c.);
ALFABETO. — Los súmeros y los egipcios, b) un tipo cuneiforme en Ugarit, desde el
probablemente influidos por los primeros, usa­ 1450 al 1350 a. de J. C. aproximadamente. Pa­
ron en un principio la éscritura pictográfica o rece ser que se intentó adaptar la escritura cu­
pintura de los objetos. Teóricamente, a cada neiforme al alfabeto fenicio (Driver, op. cit.,
objeto debía corresponder un signo, pero en página 104). No obtuvo resultados, como tam­
realidad un mismo signo, mediante ciertas de­ poco la precedente tentativa. A no ser que se
terminaciones, servía para varios objetos y con­ quiera decir en favor del primero que consti­
ceptos. Posteriormente, con el fin de perfeccio­ tuye el tránsito de la escritura pictórica a la
nar tan complicado sistema de ideogramas, se alfabética;
dividieron las palabras en grupos más elemen­ c) el tipo fenicio (de 22 letras, sin vocales),
tales de signos consonantes (sílabas) que res­ que tomó la delantera y pasó a través de Gre­
pondían a ideogramas ya conocidos, y que, por cia (s. ix : Albright, en BASOR, 118, 12) al
tanto, perdían su valor de ideogramas indepen­ mundo occidental. Probablemente este tipo tuvo
dientes para significar únicamente un fonema. sus principios en las cercanías de Egipto (Dri­
Así pudieron expresar igualmente los elementos ver, op. cit., p. 187). No obstante, las inscrip­
morfológicos. ciones que atestiguan ya el pleno desarrollo de
Los babilonios desarrollaron este sistema su- este tipo se hallan en Fenicia: inscripciones
mérico, que, junto con el otro, les permitió de Shaphatbacal (1700? a. de J. C.), de cAbda
escribir incluso las vocales, lo que no llegó a (prob. del s. xvm a. de J. C.). Vienen luego
realizarse hasta mucho más tarde y secundaria­ las de Ahiram (s. x), Iehimilk (s. x) y otras.
mente en otras lenguas semíticas. Al mismo tiempo en el territorio de Canán
Los egipcios desarrollaron de un modo par­ figura el calendario de Gezer (h. el 1000 a.
ticular el sobredicho sistema. No sólo repre­ de J. C.) y también una gran colección de
sentaron las vocales, sino que también propul­ sellos y moldes (1000 al 600 a. de J. C.). En
saron el sistema de expresar las sílabas, e in­ Moab la gran estela de Mesa (h. 850) se junta
cluso las simples consonantes durante un breve a las cartas de Laquis (590-585), que consti­
período. tuyen, por lo que a Palestina se refiere, los
El principio del alfabeto consiste en el em­ textos más extensos que han llegado hasta nos­
pleo de un determinado signo en la escritura otros en caracteres fenicios. «
para cada sonido, no ya sólo para cada idea 3) La forma de las letras fenicias tiene en
ni para cada grupo de sonidos. Como los so­ su origen cierta semejanza (al menos en algunas
nidos son relativamente pocos (en las lenguas letras) con el objeto que designan. La relación
semíticas, que excluyen las vocales, son unos de su nombre con las mismas letras está regu­
treinta, según las diversas lenguas), los signos lado por el principio de la acrofonía, es decir,
2. — S padafora. — Diccionario bíblico
ALIANZA 18

que, si bien esios signos alfabéticos indican un ÍÍIBL. — D. DiniNGTR, L'alfabeto nella storia della
civiltd, Firenze 1937; R. D river, Scmitlc Writing, Lon­
objeto determinado en su forma compendiosa dres 1948; * N ieto , ¿Con qué alfabeto se escribió el
y en el mismo nombre que llevan, eso no obs­ Pentateuco?, en EstB, (1933), 49-52.
tante no expresan más que el primer sonido
inicial de los nombres de cada letra. Por ejem­ ALFEO. — Es el padre de Santiago el Menor
plo, la letra be(h)t en su forma primitiva re­ (Mt. 10, 3 y paralelos) y de José (Me. 15, 40;
presentaba rudimentariamente una cosa, pero Mt. 27, 56), «hermanos, esto es, primos del
como letra del alfabeto no representaba más Señor». En Jn. 19, 25 (= Me. 15, 40) a María,
que el sonido b. Pero también en este punto madre de Santiago y de José, se la llama «(es­
estamos todavía muy lejos de poseer una luz posa) de Cleofás y (en sentido más o menos
completa. propio) hermana de la Madre de Jesús».
4) El orden de las letras, tal como hoy lo De ahí proviene la identificación de Alfeo
tenemos, es antiquísimo. Así lo prueban los con Cleofás, sostenida por los antiguos de un
textos acrósticos del Antiguo Testamento, el modo preponderante. Tendremos dos transcrip­
grafito de Laquis (h. 600 a. de J. C.), que con­ ciones o pronunciaciones del mismo hebreo
tiene cinco letras por orden, y, sobre todo, el i-Ialpai (cf. K áo-S s, en Jn. 19, 25), o dos nom­
alfabeto descubierto en Ugarit (s. xiv, cf. AI- bres diferentes (cf. la otra forma KAeóíras,
bright, en BASOR, 118, 12; Gordon, en Le. 24, 18, abreviatura del griego KAeóírarpo?)
Orientalia, 1950, p. 374; Speiser, en BASOR, que correspondían a la misma persona (cf. Sau-
121, 17). lo-Paulo, Juan-Marcos),
5) Entre los hebreos estuvo en uso hasta El historiador palestinense Hegesipo llama a
después del cautiverio el antiguo alfabeto fe­ Cleofás hermano de San José (Eusebio, Hist.
nicio ; luego fueron adoptándose lentamente eccl., III, 11: PG 20, 247; en tal caso la mujer
los caracteres llamados cuadrados, de origen sería «hermana» [Jn. 19, 25] = cuñada de Ma­
arameo. Parece que aun en época del Nuevo ría Santísima) y padre de Judas y de Simón,
Testamento existió el uso de escribir, al menos éste elegido para suceder a Santiago el Menor
algunos libros sagrados, con caracteres antiguos en el episcopado de Jerusalén, ambos descen­
(cf. los fragmentos del Levítico de las grutas dientes de la casa de David, como hermanos
de Qumrám). del Señor.
El alfabeto griego procede del semítico de Afirma Eusebio (Hist. eccl., III, 23, 6) que
tipo fenicio. No estamos seguros de la fecha en a Santiago el Menor le era lícito entrar en el
que se dió el paso. De escritos fechados muy Santuario del Templo, y que era de la estirpe
remotamente (s. xiv-xii) se desciende hoy hasta de Leví. Y la mayor parte de los escritores
el s. ix a. de J. C. (Albright: h. el 800, en modernos en torno a este testimonio distinguen
BASOR, 118, 12; Diver: h. 850, Semitic Writ- a Alfeo, de estirpe levítica, padre de Santiago
ing, p. 176). Fué adaptado, naturalmente, a y de José, de Cleofás, hermano de San José y
las necesidades fonéticas de un pueblo indo­ por tanto de la estirpe de David. Y este Cleo­
europeo. fás sería el padre de Simón y de Judas Tadeo,
Nótese: «hermanos del Señor» igualmente (Le. 6, 16;
1) a causa del sentido estético griego, las Jud. 1, 1). [L. V. -F . S.]
letras adquieren formas simétricas y ortostá- BIBL. — A. R omeo, en Ene. Catt. It., I, col. 843 s .:
ticas; II, col. 1858 s . ; M. J. Lagrange, Evangile selon S.
More, París 1929, p. 40; D. Buzy, 5. Matthieu (La
2) la escritura, que primero fué, como entre Ste. Bible, ed. Pirot, 9), ibíd. 1935, pp. 125.166 s.
los semitas, de derecha a izquierda, se convirtió
en bustrofédica y acabó por dirigirse de izquier­ ALIANZA. — Es el pacto estipulado por Dios
da a derecha, lo cual explica la forma opuesta con Israel, cuyo último fin fué la salvación de
y simétrica que ofrecen varias letras griegas la humanidad por obra del Mesías, realización
respecto de las fenicias; de la victoria vaticinada en el protoevangelio
3) principalmente adaptaron los signos a los (Gén. 3, 15). Es incierta la etimología que se
sonidos típicamente griegos. El alfabeto semí­ propone como del hebrero berith, sin paralelos
tico no tenía vocales y abundaba en aspiradas en las lenguas semíticas. (¿Vendrá de barah, si­
y sibilantes. Los griegos emplearon las aspira­ nónimo de kárath, «cortar, hacer pedazos»?) La
das y las semivocales para indicar las vocales expresión habitual kárath berith [Vulg. = pan­
y retuvieron todas las sibilantes; introdujeron gere o percutere foedus, etc.] = «concertar, con­
nuevos signos para las aspiradas y, finalmente, traer una alianza», probablemente es incomple­
notaron con diversos signos las vocales largas ta, por fallar el objeto propio del verbo, cual
y breves. [P. Bo.] es la víctima, que. según la antigua usanza, era
19 ALIANZA

sacrificada para sancionar la alianza (Gén. 15, forma del mismo contenido, expresa el plan de
10; 17 s.; Jer. 34, 18). Pero el sentido resulta Dios, la manifestación de la voluntad suprema
claro por el uso frecuente: berith expresa el de Dios en la historia, conforme al cual ajus­
lazo perpetuo, inviolable, sancionado por la ta Dios sus relaciones con el hombre; es un
divinidad, y por tanto fuente de derecho, con­ orden autoritario de Dios que lleva consigo la
certado entre dos personas, frecuentemente en correspondiente disposición de ios acontecimien­
representación de los respectivos grupos solida­ tos. Este término fué elegido por los traductores
rios: familia, parentela, nación. alejandrinos probablemente para atenuar de al­
Muchos son los ejemplos de tales alianzas en gún modo el sentido de bilateralidad que apa­
el Antiguo Testamento. Es típica la concertada rece con toda su fuerza en la berith.
entre Labán y Jacob (Gén. 31, 44-54) en todos Inmediatamente después del diluvio estable­
los elementos característicos de esta antiquísima ció Dios una alianza con Noé, representante de
usanza de los nómadas y seminómadas semitas, la nueva humanidad (Gén. 9-10). El Antiguo
que aún hoy se conserva sustancialmente entre Testamento, preparación a la venida de Cristo,
los beduinos. Tales elementos son: la expresión rezuma en todas sus páginas la idea de la alian­
del kárath berith para indicar la simultaneidad za de Dios con Israel: la alianza por excelen­
del acto descrito; la parte preponderante que cia. Toda la historia de Israel es un fragmento
en el acto tiene la religión; la irrevocabilidad de la historia divina: Dios e Israel trabajan en
de la alianza; la formulación clara de los mu­ una misma empresa. Sus relaciones están expre­
tuos derechos y deberes; el juramento con que sadas en la alianza y son reguladas por ella.
cada uno de los contrayentes invoca a su pro­ Es un conjunto armonioso que se desarrolla y se
pio Dios, tutor y celador de la alianza, de suer­ determina en un tríptico: una triple alianza o
te que la violación de la misma es una impiedad mejor tres formas de una sola alianza. Cada
que Dios castiga directamente (cf. el célebre parte ilumina inmediata y directamente a cada
ejemplo de los gabaonitas, a quienes mandó uno de los tres largos períodos que le corres­
matar Saúl, violando la alianza que les había ponden. La alianza con Abraham — período
jurado Josué; el castigo divino y la reparación patriarcal, de Abraham a Moisés; la alianza
de David (II Sam. 21, 1-14; Jos. 9, 3.15.19); con Israel en el Sinaí, por mediación de Moi­
el sacrificio y la cena de los contrayentes, her­ sés— del éxodo a David; la alianza con Da­
manos desde entonces. Estos dos últimos actos vid (y con David la tribu convertida luego en
eran sin duda alguna los más importantes y los el reino de Judá), preparación inmediata al
más expresivos. El reparto de las víctimas (cf. Mesías. Siempre es de Dios la iniciativa; el
Jae. 19, 29; I Sam. 9, 7) es un reclamo, un lla­ primer paso es su acto o intervención: libre
mamiento a la responsabilidad, responsabilidad elección y vocación de Abraham (Gén. 12, 1);
que proviene del hecho de que, en virtud de ha­ del pueblo de Israel (Éx. 19-20; Am. 3, 1 s .;
ber comido las carnes del mismo animal y de Ez. 16, etc.), de David (II Sam. 7, 8 ss.). De ahí
haber tomado parte en la misma mesa (II Sam. la formulación concreta de los compromisos
3, 20 $., 28 s. entre Abner y David, y fraudu­ recíprocos: aceptación por parte del elegido:
lenta violación por parte de Joab), resulta una sanción y ratificación.
hermandad, se penetra en el recinto común de La alianza con Abraham se inaugura en el
una parentela, de una familia, se llega a formar Gén. 15, tras una larga preparación (Gén. 12-
parte viva de un mismo organismo (Jue. 9, 14), en la que Dios manifiesta su omnipotencia
2 s.). Así como las partes de la víctima (Gén. 15) y su continua protección. Esta alianza estará
constituían un solo organismo antes de ser se­ siempre presente en toda la tradición judaica
paradas, de igual modo las partes contrayentes, y cristiana (cf. Le. 1, 53. 73; Gál. 3 ; Rom. 4).
después de establecida la alianza, forman una Dios se compromete a formar una nación con
sola unidad solidaria, sangre común. la descendencia de Abraham, para lo cual des­
La berith es, por tanto, un contrato bilateral tina la tierra de Canán ( = tierra prometida);
con los respectivos derechos y deberes, cuya a colmarle de sus bendiciones; a hacer de ella
violación constituye un perjurio que acarrea la el vehículo de la salvación (fuente de bendi­
venganza divina. Adaptándose Dios benévola­ ción) para todas las gentes (Gén. 12, 2 ; 15;
mente a la mentalidad solidaria entonces vigen­ 17; 18, 8). Por parte de los elegidos Dips exige
te, expresó y concretó sus relaciones con Israel el culto exclusivo (monoteísmo: ibid. 17, 7), la
en la forma de la berith. El griego 8ia3f//<7j obediencia a su voz, a su voluntad (ibid. 17, 1 ;
(empleado por los LXX para la berith divina) 18, 19; cf. 15, 2-5; 17, 17 ss.; 18, 10-14). Las
no tiene el significado jurídico de «testamento» nuevas relaciones cambiadas entre los contra­
° disposición benévola, sino que, pasando a la yentes quedan expresadas en el cambio de los
ALIANZA 20

nombres: Abram en Abraham (ibid. 17, 5) y por la nación, de tributar a Yavé un culto ex­
probablemente El, Elohim en El Shaddai = el clusivo, y de observar los preceptos morales.
omnipotente (Gén. 17, 1 ; Éx. 6, 3), nombre «Si oís mi voz y guardáis mi alianza, vosotros
divino que se encuentra sobre todo en la histo­ seréis mi propiedad (o reserva real) entre todos
ria de los patriarcas. La circuncisión es para los los pueblos.» Y el pueblo acepta: «Nosotros
hebreos la señal exterior de la alianza (ibid. ‘7, haremos todo cuanto ha dicho Yavé» (Éx. 19,
9-14). El nuevo nombre contenía la expresión 4 ss., 8). Yavé da los estatutos de la alianza
de la promesa de Dios (Abraham = padre de (ibid. cc. 20-23): 1) el Decálogo (ibid. 20, 1-
una muchedumbre) y juntamente la misión para 17 = Di. 5, 6-21): monoteísmo y nuevos pre­
la que era escogido Abraham: padre de todos ceptos morales, esencia de la alianza, con el
los creyentes: el nombre divino expresa la ga­ complemento pertinente a la erección del altar
rantía absolutamente segura del cumplimiento (Éx. 20, 22-26), a lo que podríamos añadir las
de las extraordinarias promesas. leyes que regulan las tres principales fiestas
La alianza es renovada por Dios con Isac anuales (21, 10-19); 2) el código de la alianza
(Gén. 26) y Jacob (ibid. 28, 12 ss., célebre vi­ ( = ibid. 24, 7) que regula las relaciones entre
sión de Bétel: 35, 9, lucha misteriosa con el Án­ los miembros de la naciente nación.
gel y cambio del nombre por el de Israel, epó- De esta suerte la alianza abarca y regula
nimo de la nación, expresión sensible de las toda la vida de Israel (toda la legislación va
jpromesas divinas). El Génesis (12-50) es la his­ guiada por la luz de la alianza); no hay lugar
toria de la Providencia, firme en realizar las a ninguna división (perfecto acuerdo con la
vpromesas de la alianza, protegiendo visiblemen­ antigua mentalidad semítica o, lo que sería peor,
te a los Patriarcas y utilizando todos los acon­ oposición entre religión y política, entre religión
tecimientos para que concurran a la formación y derecho. Al primer mandamiento (el mono­
de la nación judaica. Los hijos de Jacob se ha­ teísmo) sigue la sanción (Éx. 20, 2-6): de gene­
brían dispersado, de no haberlos acogido la ración en generación («padres», «hijos», indican
hospitalaria tierra de Gosen, en Egipto (cf. Gén. las generaciones precedentes y las sucesivas,
45, 5-10; 47, 2 ss.), y no habrían vuelto a pen­ como ocurre frecuentemente en los profetas:
sar en la tierra prometida, ni en la misión espe­ Am. 2, 4 s .; Lam. 5, 7, etc.) se acumulan los
cial a que estaban llamados, de no haber sur­ méritos así como las infidelidades; Yavé.recha­
gido la dura persecución de los faraones. za la rotura de la alianza (destrucción de la
También a la alianza del Sinaí precede la nación y destierro de los sobrevivientes : Dt. 28 ;
elección de Moisés y la múltiple manifestación Lev. 26; A. Causse defiende el valor histórico
de la omnipotencia de Dios (Éx. 1-18: plagas de estas fórmulas de maldiciones y bendiciones
de Egipto, paso del mar Rojo, primeros mila­ que acompañan a la alianza): en un momento
gros en el desierto) en favor de las tribus de dado castigará al pueblo, incluso por la infide­
Israel, que son las herederas de las promesas lidad de las generaciones precedentes. Pero en
divinas sancionadas en la alianza precedente. cambio premiará indefinidamente la fidelidad a
La alianza del Sinaí con la elevación de Israel la alianza (méritos de Abraham, de los otros
a la categoría de pueblo-nación da cumplimien­ Patriarcas, de Moisés, cf. Éx. 32-34, y de los
to a la alianza con Abraham, reanudándola, justos de todas las generaciones). Por tanto, su
precisándola en parte y dándole un nuevo im­ bendición se prolongará más allá que el castigo,
pulso ; con ella se inicia la nueva cooperación el cual queda así circunscrito en el tiempo y en
entre Dios y la nación. Estas relaciones tienen los efectos y, según enseñanza de los profetas,
su expresión en el nuevo nombre divino : Yavé servirá al Señor para purificar a Israel, manifes­
(Éx. 3, 14: 6, 3), el que existe eternamente, tar a las naciones su santidad, y a los supervi­
siempre igual a Sí mismo, y por eso infalible en vientes su justicia y su misericordia (Ez. 36,
mantener sus promesas (U. Cassuto, La quest. 16-38; cf. 14, 16.20; Jer. 1.3.16, etc.).
delta Genesi, p. 85). La ratificación solemne (Éx. 24, 1-11; =
La redacción completa de la alianza (anun­ Ileb. 9, 18-22) después de renovada aceptación
ciada en Éx. 6, 2-8) se halla en Éx. 19-23. Se del pueblo, se efectuó con el sacrificio de las
resume esencialmente en la libre elección de víctimas, con el característico sacrificio de la
Israel por parte de Yavé para pueblo suyo, con sangre y la cena sagrada. Por una parte Yavé
el solemne compromiso de introducirlo en el ( = el altar), por otra las doce tribus ( = los
país de Canán para que lo posea como dueño, doce túmulos), representadas por los ancianos:
de protegerlo después contra sus enemigos y Moisés es el intermediario. Tomada la sangre
darle toda clase de bienes. A tal compromiso de las víctimas, una parte la esparce sobre el
corresponde la obligación, libremente aceptada altar ( = la parte que pertenece a Yavé), con la
21 ALIANZA

otra asperja al pueblo; los ancianos que lo re­ piedras y un altar. En las piedras, blanqueadas
presentan consumen las carnes del sacrificio con cal viva, escribe la parte principal de la ley
después de haber sido inmoladas ( = la porción (A. Clamer) o, por mejor decir, el Decálogo,
de la divinidad). Así como en la alianza con esencia de la alianza (A. Fernández), después
Abraham (Gén. 15) Dios entraba en el recinto de haber ordenado que los levitas proclamasen
solidario de la familia de Abraham, sin mengua las bendiciones y las maldiciones ( = Di. 27r
alguna de sus propiedades de Ser supremo, y 15-26), a las que el pueblo respondía prestando
las partes de los animales que eran divididas su asentimiento. Luego inmola sacrificios so­
o quemadas significaban la unión inquebran­ bre el altar. Es la aceptación formal, por parte
table entre los contrayentes; de igual modo del pueblo, de las obligaciones de la alianza
Yavé entra ahora en un recinto solidario más (R. Tourneau, en RB, 1926, 98-109).
amplio, la nación, que tiene en la alianza el Dios mantiene sus promesas (Jos. 24, 1-13).
acto de su nacimiento, causa formal de su exis­ Josué recuerda las sanciones (ibid. 24, 19 s.) y
tencia. Como sucede con todas las otras comu­ exhorta al pueblo a que guarde los estatutos de
nidades (familia, parentela, tribu) más que la la alianza, lo cual promete el pueblo formal­
sangre es la misma divinidad, el mismo culto mente (ibid. 24, 14-18, 21 s.).
lo que la consolida y la anima. En virtud de la El libro de los Jueces hace resaltar la pro­
alianza con Yavé, las tribus de Israel forman tección de Yavé y las periódicas infidelidades-
un solo organismo. Yavé es su padre (Ex. 4, de la nación. Israel se siente oprimido por sus
22 s .; Os. 11, 1), su protector. Los ancianos se enemigos siempre que se olvida de la alianza
sientan en el banquete sagrado, participan de la y se aleja de su Dios, y se ve liberado por el'
mesa de la divinidad. Así se manifiesta la estre­ mismo Dios, apenas vuelve, arrepentido, a la
chísima, indisoluble y real unión que surge en­ observancia de la ley. En los momentos má&
tre Dios y la nación. El pueblo comprendía tristes, el recuerdo de la alianza reanima los
perfectísimamente todo esto, y libremente se
obligó al cumplimiento de la alianza. espíritus, anima y conserva el sentimiento nacio­
nal. (Jtte. 5, 11-13; 7-18).
Basada en los acontecimientos que la prece­
Son muy instructivos a este respecto los li­
dieron (Ex. 19, 4; 20, 2, etc.), la alianza del
bros : Sam.-Re. con referencias explícitas a
Sinaí se presenta en los orígenes de la nación
como la causa respecto del propio efecto. Ade­ Ex. 19-20; II Sam. 7, 23; I Re. 6, 11 ss.;
más del Éxodo, hablan de ella, y a ella hacen 8, 22-53; elección de Israel, estatutos de la
referencias los otros libros históricos del Anti­ alianza y sanciones: I Re. 19, 10-14; II Re.
guo Testamento; los profetas la presentan como 11, 17 ss.; íntima relación entre Yavé y el
base y culmen de su predicación. Por otra pueblo: II Sam. 10, 1-11. A la violación de la
parte responde a los usos del tiempo el que alianza se atribuye la ruina de Samaria (II Re.
Moisés haya expresado mediante un pacto ade­ 17, 7-23; 18, 11 s.) y la de Judá (ibid. 21, 11-
cuado este lazo fundamental entre Yavé y el 16; 23, 26 s.; 24, 3 s.).
pueblo de Israel, determinando al propio tiem­ La nota característica que mejor hace resaltar
po las obligaciones que de tal pacto se origina­ Ja superioridad y la trascendencia del yaveís-
ban para los contrayentes (cf. Toussaint, Behm, mo comparado con todas las otras religiones an­
etcétera). Todo el Antiguo Testamento narra las tiguas está en el hecho de que Yavé en sus
vicisitudes por que atravesó la actuación de la relaciones con Israel y con las naciones se ins­
alianza del Sinaí desde el desierto, en Canán, pira en los principios de la moral y de la jus­
hasta la venida de Jesús. Así en Ex. 32-34 (el ticia. Según la mentalidad antigua, cada una de
episodio del becerro de oro): infracción del pri­ las divinidades compartía la suerte de la nación
mer precepto y castigo temporal, por la miseri­ o de la ciudad que le tributaba el culto. Por
cordia divina; en Núm. 14, 1-38, rebelión del tanto el sentido de la propia defensa, exigía el
pueblo contra Moisés, portavoz de Yavé; y en velar para que los adoradores, que las recrea­
16-17, la rebelión de Coré, Datan y Abirón. El ban con sus sacrificios, no sufrieran una derrota
libro de Josué narra cómo Yavé cumple las definitiva. Yavé, en cambio, castiga con igual
condiciones de la alianza (cf. Jos. 2, 43 ss. ; rigor las violaciones de la ley religiosa (I Sam.
Vulg. 41 ss.) dando a los israelitas la tierra de 15 ; II Sam. 6; cf. Núm. 4, 15-20)-y las faltas
Canán. Israel toma solemne y oficialmente po­ morales de sus adoradores (II Sam. 12, 11 s.,
sesión de Palestina en nombre de Yavé (cf. Jos. 14 s.; 13, etc., con los pecados de David), y se
22, 19). constituye en juez de los extranjeros inocentes
Jos. 8, 30-35: en presencia de las tribus sobre (II Sam. 11-12; 21, 1-9). Llega incluso a aban­
d Ebal, Josué erige un monumento con gruesas donar el reino del norte y el mismo reino de
ALIANZA 22

Judá por la violación de los preceptos del De­ la nueva alianza [ = I Cor. 11, 25 ; Heb. 8,
cálogo. 8-13]; Ez. 11, 20; 14, 11; 36, 28; 37, 23-27;
La alianza con David (II Sam. 7; I Par. 17). Is. 40-66). Con estos «residuos» devueltos a Pa­
Al celo de David que quiere construir un gran lestina, Yayé renovará la alianza cuyas obliga­
templo, responde Yavé con la célebre profecía ciones cumplirá el nuevo Israel (la comunidad
de Natán. Es proclamada de nuevo la antigua posterior al destierro) como nunca lo había
alianza estipulada entre Yavé e Israel, y ahora hecho antes del destierro. La alianza restable­
la dinastía de David participa de la estabilidad cida será eterna porque será elevada y absor­
de la alianza: la obra de Moisés se completa bida en el reino del Mesías, actuación del plan
con la de David. La alianza era irrevocable y divino de salvación. La alianza es, pues, en su
la dinastía se estabiliza inamoviblemente, pues funcionamiento, preparatoria para el Mesías:
deberá colaborar en la obra de Yavé sobre la Is. 7, 14-25; 8, 8 ss., 23; 9, 1-6; 11, etc. Los
tierra: sus destinos quedan ligados para siem­ profetas describen la era mesiánica como com­
pre. La alianza con David (Sal. 89, 35: berith), plemento de la antigua alianza y como definiti­
va encaminada a la realización del plan divino, va (Jer. 31). Por Lodo esto es fácil reconocer
el reino de Yavé sobre la tierra, sobre todos los como preponderante la acción de Dios en los
hombres (cf. Sal. 2; 110 [109]; 89 [88], 28-38). acontecimientos humanos ocurridos desde la
La profecía de Natán tiene una gran importan­ elección de Abraham (remontándose a la his­
cia en el desarrollo de las ideas mesiánicas y toria de los orígenes: Gén. 1, 11) hasta la
halla un eco inmenso así en el Antiguo como muerte de Antíoco Epífanes (v.), el gran per­
en el Nuevo Testamento. En ella se anuncia que seguidor. Esta acción se encamina directamente
el Mesías será hijo de David (I Par. 17, 11; a conservar a Israel y además Ja dinastía daví-
Is. 9, 6; Jer. 23, 5, etc.), rey de Israel, y su dica (Judá) para la preparación y la venida del
reino será eterno (Sal. 89, 37; Mí. 1; Le. 1, Mesías. Cf. especialmente el libro de Daniel (v.).
32 s.) (L. Desnoyers, III, 305-16; A. Méde- Este carácter preparatorio nos explica el parti­
bielle, La ste. Bible, Pirot, 3, pp. 490-95). Los cularismo de la alianza del Sinaí, que por otra
profetas escritores que desde el siglo vin hasta parte no es más que una fase, un aspecto de la
Malaquías llenan la historia del pueblo de Is­ alianza inicial estipulada con Abraham, y de
rael ( y. Profetismo), reasumen la triple forma igual manera se nos explica el desarrollo del me­
de la alianza desarrollando con el mesianismo sianismo a partir de la profecía de Natán (alian­
la última revelación hecha a David. Al com­ za con David), y las alusiones a la idea de uni­
batir las desviaciones concretistas e idolátricas versalidad que ampliarán los profetas, especial­
(v. Religiones populares), entonces en pleno vi­ mente la 2 / parte de Isaías. Cf. Is. 2, 2 ss.;
gor en el reino del norte e incluso en el de Mi. 4, 1-5; Ez. 16, 60-63, etc.
Judá, nos ofrecen, a veces sistemáticamente Estas mismas ideas serán desarrolladas más
(Ez. 14. 15. 16. 20. 22. 23), la teología de la en concreto y en formas más distintas en los
alianza ilustrando su naturaleza, revelando sus libros posteriores al destierro: en los históricos
características y reconstruyendo su historia. (Esd.-Neh.; Par.), en los proféticos (de Ag. a
La alianza es obra de la libre elección por Mal.) y en el Cantar (v.). Los repatriados ( =
parte de Yavé: Israel debe a la alianza su ser tribu de Judá-Benjamín) son el Israel heredero
como nación. Si Yavé ha escogido a los descen­ de las promesas divinas (Mal. 1, 1 = 3 , 4;
dientes de Abraham y de Jacob para pueblo Joel 2, 27; Par.), el «residuo» vaticinado (Ag.
suyo, ha sido por su infinita misericordia. Como 1, 12; Zac. 2, 16; Esd. 2, 2b; 9, 8-13 ss.); el
contrapartida estableció para la nación precep­ «pueblo santo» (Zac. 2, 5-17; Vulg. 2, 1-13).
tos religiosos y morales que Israel ha olvidado, Para ellos está vigente la alianza del Sinaí
y por eso sufrirá el castigo. Yavé lo aniquilará, (Ag. 2, 5) que es renovada solemnemente (Neh.
pues su existencia es enteramente independiente 9, 38-10, 39). Pero el nuevo Israel con toda su
de la de la nación. Yavé anulará también la gloria no es más que una sombra de la futura
alianza que por la infidelidad de la nación había grandeza del reino mesiánico (Ag. 2, 6-9) del
resultado estéril e injuriosa para la santidad y cual es preparación inmediata (Ag. 2, 20-23;
majestad de Yavé. Mal. 1, 11; 3, 1 ; J1. 3, 1-5; 4). Particularmen­
Pero la alianza no puede morir (v. Amos; te I-II Par. es el libro de la teocracia resurgida.
A. Neher). El plan salvador de Yavé será reali­ La alianza con Abraham inicia y determina las
zado por su omnipotencia y su misericordia, relaciones entre Yavé e Israel (I Par. 16,
mediante la conservación y la conversión de los 15 ss.), de la que la alianza del Sinaí representa
«residuos» durante la larga tribulación del des­ una fase, y por eso sólo hallamos en el libro
tierro (Os. 2: Jer. 7, 23 : 11, 4; 24, 7; 30. 31: una leve alusión a ella (II Par. 5, 10: 6, 11).
23 ALTAR

La antigua alianza se reduce a Judá o a la alianza con Abraham (8ia3///<ri;, en el mismo


alianza con David (I Par. 28» 4-8; 17, 16-27), sentido que indican los LXX: «el plan salva­
que va dirigida de lleno al Mesías (I Par. 17, dor divino» ; cf. A c t. 3, 25; 7, 8). Lo expre­
10-14). David es el rey predilecto, el iniciador san de un modo especial las palabras de Jesús
de una dinastía en cuyo seno se realizará la en la última cena (M e. 14, 24: ró al,«a ¡j.ov
promesa mesiánica, realización de la antigua r?/9 8ia3j¡K^s), y sobre todo en la forma en que
alianza. las presenta Le, 22, 20, y I Cor. 11, 25: tovto
En la literatura apócrifa (s. h-i a. de J. C.) ró ~oTijpiov rj Ko.LVYj Sia$r¡Ki] écrrlv ev rtji eixió
se manifiesta el acentuado particularismo ju­ o lfia ri.
daico que se originó de la opresión seléucida, Esas palabras responden a la célebre profe­
del triste fin de la dinastía Asmonea y de la in­ cía de Jer. 31, 31 ss.; cf. Heb. 8, 8-13, y tam­
tervención de Roma. Aparece asimismo el con­ bién II Cor. 3, 6: «los apóstoles son ministros
cepto de un Mesías, rey victorioso, con miras Kan'f/9 8/u3;}ío/9». El plan salvdaor abarca a
esencialmente nacionalistas y temporales, y la todas las gentes (Mt. 8, 11 s., etc.): el particu­
semejanza de esos conceptos con lo que se afir­ larismo de la alianza del Sinaí sólo se refería
ma en Daniel (2, 7-9, 12). Cf. F. Spadafora, a aquel período histórico y no podía en mane­
Gesu e la fine di Jerusálemme, Rovigo 1950, ra alguna desbancar a la alianza con Abra­
pp. 63. 32-37. Ese particularismo estriba en la ham que la precedió y de la que ella misma
alianza del Sinaí en cuanto excluye de la salva­ formaba parte (cf. Gál. 3, 7 ss., 15-29; 4, 1-7).
ción a las gentes. En contra de semejante men­ Tanto la una como la otra tendían a Cristo
talidad el Nuevo Testamento se remonta a la (ibid.: Rom. 1, 1-6, etc.), al cual, según frase
enseñanza de los profetas y del Cronista, expo­ lapidaria de Pascal, se refieren el Antiguo y el
niendo, con la luz más clara que proviene de Nuevo Testamento: el primero como al objeto
los hechos consumados, el plan salvador de de su espera, el segundo como a su centro.
Dios pronosticado en la alianza con Abraham, Tanto el Antiguo como el Nuevo narran la
continuado en la alianza del Sinaí (fase transi­ historia de la salvación o la historia del plan
toria, por cierto), precisado en la alianza con salvador divino formulado en la alianza de
David, explícitamente mesiánica. Tal plan que­ Dios con Israel y realizado por Jesucristo Se­
da plena y definitivamente realizado en la re­ ñor nuestro. [F. S.]
dención (muerte y resurrección de Jesús, Me­ BIBL. — B ehm, ThWNT, II. p p . 106-37; Schrenk,
sías, verdadero hijo de Dios). Éste es, ni más ibid., pp. 194-214; A. N oordtzij, Les intentions du
ni menos, el tema desarrollado en la epístola a Chroniste, en RB, 49 (1940), 161-68; S. L yonnet. en
VD, 25 (1947), pp. 23-34. 129-44. 193-203. 257-63;
los Romanos (v.) (cc. 1, 11). La promesa he­ A. F euillet , Le plan salvifique de Dieu d’aprés l’építre
cha a Abraham y su cumplimiento en Cristo aux Romains. en RV, 57 (1950), 336-87. 489-529;
A. R omeo, Dio nella Bibbia (en Dio neiia ricerca unta­
tienen un idéntico carácter universal y defini­ ría), Roma 1951, pp. 284-308; VAlleanza; F. S pada-
tivo. En cambio la ley, «la ley de las obras» fora, Colettivismo e Individualismo nel V. T., Rovigo
que viene después (Gal. 3, 15 ss.) entre dos 1953; F. A sensio , Yahveh y su pueblo (Analecta Gre­
goriana. 58), Roma 1953; T h . C. V riezen , Die Er-
acontecimientos, tiene un carácter secundario, wci/tlung Israeís nach den Alten Testament, Zürich 1953.
particular y provisional (Gál. 3, 19). Sólo se
dió para el pueblo de Israel, al que separó pro­ ALMA. — v. Hombre.
fundamente de los otros pueblos, para desem­
peñar para con él, en beneficio de toda la hu­ ALTAR. — Especie de mesa de tierra, madera,
manidad, el oficio de pedagogo (Gál. 3, 23-26) piedra o metal, sobre la cual se ofrecían los sa­
y llevarlo hasta Cristo. Desde el momento en crificios (hebr. mizbeah = lugar donde se in­
que la promesa se cumplió en Cristo, el come­ mola, de zábáh, pero el sentido etimológico ha
tido de pedagogo ha cesado (Gál. 3, 10-14. sido superado ampliamente por el uso). El tér­
23.-26). El régimen de pedagogo y su particula­ mino hebreo bámáh (altura, v.) está reservado
rismo no prevalecerán contra el universalismo normalmente para designar los altares y el con­
del régimen de la gracia que se manifiesta en la junto de construcciones destinadas al culto ido­
promesa y en su realización (Gál. 3, 15-18 ; látrico (cf. I Re. 11, 7; II Re. 23, 8. 15. 19) y
Rom. 4, 16). al culto ilegal) (cf. I Re. 3, 2 ss.; II Re. 12, 3 ;
Cristo pone fin al régimen provisional de la 14. 4. 35). En Ez.- 43, 15 llámase ari’el (hogar)
ley y realiza en toda su plenitud lo que la pro­ a la parte alta del altar. El primer altar de que
mesa que recibió Abraham tiene de gratuito y habla la Sagrada Escritura es el erigido por
de universal (cf. E f. 2, 11-22). Noc (Gén. 8, 20); luego viene el que erigió
Ya en los sinópticos (L e. 1, 72) aparece la Abraham para sacrificar en él a su hijo (Gén.
salvación mesiánica como cumplimiento de la 29, 9). La primera prescripción sobre el altar
ALTURA 24

(Éx. 20, 24 ss.) establece que sea únicamente blica. 2.\ ed., Torino 1944, pp. 109-12. 117 s. * A. Co-
LUNGA, El altar único en la religión mosaica, en CB,
de tierra o de piedras sin labrar, y que para su IX (1952), 93.
acceso no haya gradas. Son célebres el altar de
los holocaustos y el altar del incienso en el Ta­ ALTURA. — Lugar de culto o santuario, cons­
bernáculo y en el Templo. El primero (cuyo truido en punto elevado (hebr. bámáh, pl.
nombre venía del sacrificio principal que en él bámóth: Vulg. excelsa), que presto adquirió
se ofrecía) era de madera de acacia revestido •un sentido peyorativo, como nombre genérico
totalmente de bronce, y tenía forma cuadran­ de todo santuario, aunque estuviese construido
g la r ; cada uno de sus ángulos terminaba en en un valle (Jer. 7, 31), en un camino o en una
una prominencia, agudizada hacia arriba, y por plaza (Ez. 16, 24.31.39). Los cananeos cons­
eso llamada «cuerno», que era del mismo ma­ truían sus alt. en lugares solitarios y eleva­
terial e igualmente forrado de bronce. Los dos, junto a alguna fuente, bajo la sombra de
«cuernos» o esquinas tenían especial importan­ un árbol frondoso, en medio de algún bosque
cia (cf. Lev. 4, y 1 Re. 1, 50; 2, 28); por la ro­ seductor por su plácida lozanía (cf. Dt. 12, 3;
tura de alguno de ellos quedaba execrado el y en cuanto a Israel: Ez. 6, 13, etc.). Eran muy
altar (Am. 3, 14). numerosos los que tenían, y las excavaciones
La solemne consagración del altar duraba han descubierto muchos vestigios de ellos, es­
siete días. Lo ungían con óleo y lo rociaban con pecialmente en Gezer. En ellos desarrollaban
sangre de las víctimas (Éx. 29, 12 s .; 36 s .; 30, su culto cómodo y sensual a los Baal y a la dio­
25-29; Lev. 8, 10-15; Ez. 43, 18-27). Sobre él sa Astarte, Aserah.
debía estar ardiendo continuamente el fuego del La altura constaba de un aliar (v.) de pie­
sacrificio (Lev. 6, 13; Núm. 28, 3-8). En el dra ; de una o varias massebáh (pl. massebóth:
tabernáculo de Moisés el altar estaba delante del v. nasal «erguir» = piedra erguida, cipo),
de la tienda de la alianza. El altar erigido para gruesas piedras de la talla de un hombre y aun
el templo de Salomón, llamado «el altar de mayores (en Gezer las hay de hasta 3 metros
bronce» (I Re. 8, 64; II Re. 16, 14 s.), era de altura), sucias o gastadas, efecto de los besos
notablemente mayor que el de Moisés (I Re. 8, y unciones a que estuvieron sometidas durante
64; II Par. 4, 1), y estaba emplazado en el de­ siglos, colocadas a distancias iguales, frecuente­
partamento interior (7/. 2, 17). Éste aparece de mente en dirección norte a sur. El número no
nuevo en el templo de Zorobabel (cf. Esd. 3, era constante. Los altares del campo probable­
2-6; Neh. 13, 10; I Mac. 1, 23, 57; 4, 38, 44 s. mente sólo tenían una. No aparece claro qué
47, 53). Había un altar llamado del incienso relación pudieran tener con la divinidad, ni si
o de los perfumes por estar reservado para que­ eran su morada o un símbolo de ella. Por
mar sustancias aromáticas en honor de Dios detrás y en la parte superior del altar estaban
(Éx. 30, 1-10). Era de madera de acacia reves­ las piedras consagradas al sol (cf. Is. 17, 8,
tida de oro y terminada con un borde de oro etcétera; hebr. hammanim sólo en plural; en
que impedía la caída de los perfumes y de las hebr. al sol se le llama también hamman). Fi­
brasas. Sus proporciones eran muy reducidas nalmente a los lados del altar y aventajándolo
(Éx 39, 38; 40, 5.26). Lo mismo que el ante­ notablemente en altura, se erguían, elevadas en
rior, iba éste adornado con cuatro «cuernos» el suelo, las aáerim (aserah, en singular, del
y estaba provisto de dos anillos para ser fácil­ nombre de la diosa, cuya presencia parecían
mente transportado. Se le consagraba con óleo reclamar y de la cual debían de ser símbolo):
(Éx. 30, 25 ss.); y su lugar era el interior del tratábase de una o varias piezas de madera,
tabernáculo de la alianza (el Santo) (Éx. 30, 6). sacadas de árboles o de troncos de árboles
En él se quemaban los aromas por la mañana — quitados los ramos — apenas desbastados,
y al atardecer (Éx. 30, 7 ss., 31-36), y en sus ligeramente modelados en forma humana o con
«cuernos» se efectuaba un solemne rito de ex­ los emblemas del sexo femenino, más o menos
piación (Éx. 30, 10; Lev. 4, 2-14; 16, 12). rudimentariamente labrados. Si no había una
En el templo de Salomón el altar del incien­ fuente se abrían cisternas para proveerse del
so fué fabricado con madera de cedro y reves­ agua necesaria para las abluciones de los fieles,
tido de oro, de donde vino el llamarlo «altar de purificación del altar, etc. Había también unas
oro» (I Re. 7, 48) o, según Ryckmans, «altar fosas destinadas a la deposición de las cenizas
de los aromas». Sobre el altar del incienso en y restos de los sacrificios.
el templo de Zorobabel cf. I Mac. 1, 23; 4, 49; Las alturas mayores poseían algunos edifi­
II Mac. 2, 5. [L. M.] cios: un pequeño templo o «casa del dios»
BIBL. — A. C lamer, La Ste. Bible (ed. Pirot, 2),
(I Re. 13, 32; II Re. 17, 29-32, etc.), un nicho,
París 1940, pp. 61 ss. 78 s . ; E. K alt, Archeotogia Bí­ un baldaquino que cubría un ídolo o una pie­
25 ALTURA

dra sagrada; una sala para la cena del sacri­ látricas y condenadas por la ley (cf. Jue. 2,
ficio; dormitorios para quienes buscaban al­ 11 s .; 3, 7; 6, 1: 10, 6). Era el comienzo
guna respuesta durante el sueño; un armario fatal de aquel largo movimiento sincrético,
para las vestiduras litúrgicas; cámaras para los unas veces lento, otras rápido, de desviación
sacerdotes y directores del culto; cobertizos de la religión legítima (cf. Os. 9, 10; 10, 1;
para los peregrinos; almacenes para vino, acei­ 11, 1 ss.; 13, 5 ss.; 3er. 2, 1 ss.; Ez. 20, 28),
te, harina e incienso que se vendían a los que que llegará a su colmo en el s. vm, primero
acudían de lejos para sacrificar. De todo esto en Samaria y luego en Judá, y que Dios cas­
constaba una altura, cuyo recinto era más o tigará con la destrucción y el destierro (v. Re­
menos espacioso, considerado como sagrado y ligión popular).
cercado por uno o varios muros. En las alturas se desarrollaba entonces y se­
Muchas de estas alturas cananeas que esta­ guirá desarrollándose la casi totalidad de la
ban en pie en el momento de la conquista piedad de Israel, y con el correr de los años
fueron ocupadas por los hebreos, que las con­ y de los siglos Israel se adherirá cada vez más
servaron casi intactas, no obstante la orden firmemente a ellas. El mismo templo de Sa­
formal de Yavé (Núm. 32, 52; Dt. 12, 2-5). lomón con todo su esplendor y grandeza no
Además los hebreos erigieron en honor de será capaz de apartar al pueblo de sus viejas
Yavé santuarios que sin duda se parecían bas­ alturas. El cisma, con la política religiosa de
tante a los cananeos, con su altar, la piedra Jeroboam y de sus sucesores, consolidará este
consagrada al sol o stela, el árbol sagrado y, secular alejamiento (alturas de Bétel, Dan, etc.;
como cosa más importante, una sala para la I Re. 14, 9; cf. ibid. 15, 14; 22, 44; I Re.
cena (I Sam. 9, 22). Estas alturas, heredadas 12 4; 14, 4; 15, 4. 35), completándose entre­
de los paganos o erigidas conforme al mode­ tanto la transformación en alturas idolátricas
lo de las mismas, debieron de perder muy con todas las consiguientes prácticas abomina­
presto su primitivo significado. bles. Los profetas (Am. 5, 21-26; 7, 9; Os. 2,
Conservábanse los ritos, los objetos sagrados 5-13. 16 s .; 3, 4 en Israel; los otros en Judá,
consagrados por un uso secular, pero su des­ cf. 3er. 2, 20; 3, 6. 13) protestarán enérgica­
tino se había cambiado, lo mismo que el sen­ mente contra ellas, pero no les prestarán aten­
tido de sus ritos y el significado de las ofertas: ción. Las destruirá el piadoso rey Josías (II Re.
las formas externas de la religión de los Baal 23, 8-20; II Par. 34-35), mas pronto serán re­
cananeos se empleaban ahora para el culto de construidas por el fanatismo del pueblo secun­
Yavé. Algo así como lo ocurrido con muchos dado por los sacerdotes, interesados en recu­
templos paganos que fueron transformados en perar la libertad y las ganancias que les pro­
iglesias cristianas. Hubo así algunas alturas que porcionaban sus propias alturas. Será preciso
fueron frecuentadas por fervorosos yaveístas que el mismo Yavé desencadene sobre el país
(Samuel en Gabaa; Salomón en Gabaón: la desolación de la guerra, como sabrán ha­
I Sam. 9, 22; 10, 5; 22, 16; I Re. 3, 4). cerlo los asirios y los caldeos, para que al fin
El mismo fraccionamiento y a veces aisla­ caigan en el olvido las alturas desmoronadas,
miento de las tribus menores que siguió a la sepultadas entre el polvo de los escombros y
ocupación discontinua de Canán, con la con­ perdidas bajo las ruinas (Ez. 6, 3-6. 13; 16,
siguiente dificultad para desplazarse y concen­ 23-31. 39 ss.; 20, 28 s.). [F. S.J
trarse, contribuía a que se considerase como BIBL. — L. D esnoyers, Histoire du peuple hébreu.
natural esta multiplicación de las alturas para I, París 1922, pp. 230-36. 274-86; F. S padafora. Eze-
chiele, 2.» ed.. Tormo 1951, pp. 62 ss., 66, 81 s.,
el culto de Yavé. Ya no era posible, como lo 205 s .; en DAB, v. sanctuaires, achéra.
•fuera en el desierto, el reunirse en torno al
arca, (v.), único símbolo sensible de la presen­ ALLEL. — Bajo este título (hebr. = alabanza,
cia' divina. No era posible entonces realizar el himno) está comprendido el grupo de los sal­
plan de Moisés sobre la unicidad del lugar del mos 113-118 (Vulg. 112-117), de contenido lau­
culto (Dt. 12; cf., por lo que se refiere al de­ dativo. Cantábase en las tres grandes solemni­
sierto, Lev. 17, 8 s.). Esta acomodación de las dades (Pascua, Pentecostés, Tabernáculos, v.),
alturas cananeas al culto de Yavé constituía un en la fiesta de la Dedicación y en las neome­
gravísimo peligro para la pureza del yaveísmo. nias. Pero por ser característico de la Pascua
Efectivamente, la masa popular se dejó vencer se le llamaba «Allel egipcio» (Allel misri) por­
Por la tentación de acercar los Baal a Yavé, que se cantaba durante la inmolación del cor­
de frecuentar a veces las alturas que conser­ dero pascual en memoria de la liberación de
vaban los cananeos y de aceptar, juntamente Egipto. Lo cantaban también en familia du­
con las formas externas, ritos y prácticas ido­ rante la cena pascual dividiéndolo en dos par-
AMARNA 26

tes: Ia primera (Salmos 113-114) al principio pondencia diplomática entre la cancillería egip­
de la primera copa, la segunda (115-118) al fin cia y los diferentes príncipes de Babilonia,
cuando se bebía la última (4.*) copa ritual. El Asiria, Asia Menor, Chipre, Siria y Palestina
que quería tomar una quinta copa recitaba el durante un período que comprende los reina­
salmo .136, llamado «el gran Allel» (Allel hag- dos de Amenofis III y IV (1413-1358). Es in­
gadhol), nombre que se hace extensivo también calculable la importancia histórica de estos do­
al grupo de salmos 120-136. Al lado del Allel cumentos, actualmente en posesión de los prin­
por excelencia (egipcio) y del Allel haggadhol cipales museos de Europa. Gracias a ellos ha
estaba el «pequeño Allel», Salmos 146-50, him­ sido posible reconstruir el ambiente geográfico,
nos de alabanza caracterizados por el doble histórico y cultural de todo el período que
aleluya, que formaban parte de la de la mañana. precede inmediatamente a los episodios del
El uso del Allel es muy antiguo. Tal vez se can­ Éxodo.
tase ya en tiempos de Josías (II Par. 35, 15) y La correspondencia descubierta casi toda tie­
de Ezequías (ibid. 30, 21). A él se hace alu­ ne por destinatarios a los dos faraones (ya que
sión en Sab. 18, 9, donde aívors (alabanzas) es sólo hay nueve fragmentos que contienen los
la traducción del Allel. Jesús lo cantó con los detalles de las misivas de éstos a otros prín­
Apóstoles en la última cena (Mi. 26, 30: Me. cipes). En ella se destaca la posición de pre­
14, 26). [S. R.] eminencia de Egipto: solamente los príncipes
BIBL. — F. V igouroux , en DB, III, col. 404: de Babilonia, de Hatti, de Mitanni, de Chipre
H. S imón - G. D orado. Novum Testamentum, I, (Alalia) y de Cilicia (Arzawa) son tratados
7.a ed., Torino 1947, pp. 877 s.
como iguales y llamados «hermanos»; todos
AMALECITAS. — Pueblo muy antiguo, cuyo los otros corresponsales son vasallos sirios y
nombre procede del colectivo arcaico Amalee palestinos que escriben al faraón con expre­
(Núm. 24, 20; I Sam. 27, 8). Se hace ya men­ siones de máxima sumisión. Tenemos, pues,
ción de ellos en la historia de Abraham (Gén. una Palestina y una Siria vasallos de Egipto.
14, 17). Nómadas, célebres bandoleros de la Tanto si a Palestina se le llama Kinahhi (Ca­
región septentrional de la península del Sinaí, nán), como si a Siria se le da el nombre de
hasta el Negueb (Núm. 13, 30; Jue. 1, 16, etc.). Amurru, una y otra están divididas en nume­
Establecióse una colonia de ellos en los mon­ rosas ciudades-estados independientes y rivales.
tes de Efraím (Jue. 12, 15). En Gén. 36, 12. 16 Aparte la isla de Arwad (Arwada), allí vemos
un tal Amalee, hijo de Elifaz, nieto de Esaú, nombradas las ciudades costeras de Sumar
es nombrado como jefe de una rama secun­ (Gén. 10, 18), lrqat (Gén. 10, 17), Biblos (Gu­
daria de las tribus idumeas. Figuran entre los bia), Beirut (Béruta), Sidón (Siduna), Tiro
más encarnizados enemigos de Israel, y fueron (Surri), Akko (Akka), Saron (Sharuna), Jaffa
los primeros en atacar a los hebreos después (Japu), Ascalón (Ashqaluna), etc. Del interior
del Éxodo (Éx. 17), impidiéndoles la entrada se mencionan Magedo, Shunem, Beisan, Si-
en Canán del sur (Núm. 14, 43 s.). Después quem, Jerusalén (Urusalim), Gezer, Ajalon, etc.
de la ocupación de Canán no cesaron de insti­ Todas estas ciudades están gobernadas por ciu­
garlos con frecuentes incursiones (Jue. 3, 13; dadanos locales vigilados por hombres de la
6, 4-33; 7, 12). Balam predijo su destrucción confianza del faraón, llamados Rabisu, pero
(Núm. 24, 20), y Di. 25, 17 ss. ordena que sean pueden tener correspondencia directa con el
exterminados. Fueron vencidos por Saúl (I Sam. mismo faraón.
15) y luego por David (ibid. 27, 8; 30, 1-20). Egipto mantiene en estas ocasiones buenas
El único superviviente quedó aniquilado en relaciones con las grandes potencias de Babi­
tiempo de Ezequías en la región de Seir (I Par. lonia, Asiria y Mitanni; no así con los Jatos
4, 42 s.). [F. S.] ( - jeteos), ya que esta gran potencia, hostil
a Egipto, favorece, entre otras cosas, una gran
AMARNA (Tell El’Amarnah). — Localidad insurrección en Amurru. Un tal Abdi-Alirta,
del valle del Nilo, a unos 304 kms. al sur de después de haber logrado del faraón el prin­
El Cairo, en la cual se halló en 1887 el archivo cipado de Amurru, promueve un alzamiento
diplomático de Amenofis IV (1377-1360), el nacionalista que opera con tropas armadas lla­
monarca que por odio al dios Amón abandonó madas Habiru. El príncipe de Biblos, Rib-Abdi,
la ciudad de Tebas, a él consagrada, y edificó siempre leal a Egipto, se pone al lado de éste,
en aquel lugar una nueva capital, Akhetaton y en íntima correspondencia denuncia al fa­
(= horizonte de Aton). Los documentos del raón los peligros de la insurrección. Los jatos
archivo son un conjunto de 350 tablillas de apoyan a los insurrectos y Egipto interviene,
arcilla que contienen en su mayoría Ja corres­ pero con debilidad. Los habiru extienden rá­
27 AMENOFIS III-IV

pidamente sus conquistas, cn tanto que Rib- dan su primera caza y una expedición militar
Abdi, abandonado de Egipto y de los suyos, dirigida por él a los diecisiete años de edad
muere asesinado. Bajo el hijo de Abdi-Asirta, contra unas tribus rebeldes. La capital del
Aziru, todo el Amurru será liberado y consti­ reino en aquella época era la ciudad de Tcbas,
tuido en confederación, sin el influjo de Egipto. consagrada al dios Amón. Tuvo también en­
Poco después los jatos, en alianza con Amurru, tonces un gran desarrollo la ciudad de Menfis.
favorecerán igualmente la insurrección de las Descúbrense asimismo en las excavaciones la­
ciudades de Canán, con lo que también estas bores artísticas de gran importancia, con el
ciudades pasarán una tras otra a estar bajo la lujo característico de esta época, que aparecen
inspección de los habiru. Egipto intenta des­ en casas señoriales y sobre todo en los tem­
quitarse bajo el imperio de Ramsés II, pero plos, entre los que figura el de Luxor.
por breve tiempo, ya que se impone la retirada Se comprueba, no obstante, una grave situa­
ante la invasión de «aquellos pueblos del mar» ción que fermentó en este tiempo. El imperio
que en el s. xn fuerzan a Egipto a defenderse egipcio se veía amenazado cn el exterior por
en las propias deltas. el poderío creciente de los jeteos, en tanto que
Situación cultural. J. H. Breasted llamó acer­ en el interior las disensiones religiosas fomen­
tadamente «Primer internacionalismo» al pe­ taban serias revueltas. El clero rígido y nacio­
ríodo de El-Amarna. Es la primera vez que se nalista del dios terrible de Tebas, Amón, bajo
estrechan relaciones entre pueblos de razas di­ cuya influencia estaba el rey, forcejeaba contra
versas. El acadio se convierte en una verdadera la religión del dios Sol (conocido con el nom­
«lengua franca» que se enseña por todas partes bre de Atón), que era la que profesaban en
en escuelas especializadas y con ayuda de vo­ Heliopolis y que era una religión más tolerante
cabularios. Las mismas tablillas de El-Amarna y más contemporizante con la situación del
están escritas en acadio, menos una que lo está imperio, por lo que muy presto se captó la
en la lengua arzawa y otra en la de Mitanni. simpatía de muchos cortesanos y de la misma
No se trata, naturalmente, del acadio clásico, reina. El fuerte quebranto creado por las dos
sino de un acadio amañado a su manera por corrientes religiosas alcanzó la fase más aguda
cada una de las escuelas que lo enseñan y que bajo Amenofis IV. Amenofis III desapareció
dan así origen a diferentes dialectos. de la escena política y murió después de haber
El internacionalismo de este período, que se mandado llevar por dos veces la milagrosa es­
manifiesta incluso en los grandes intercambios tatua de Istar de Nínive.
culturales entre los pueblos mediante traduccio­ El sucesor de éste fué su hijo Amenofis IV
nes de obras literarias e intercambio de doc­ (1377-1358), célebre por la reforma religiosa
tores, especialmente de médicos entre las dife­ que intentó. Fué educado en la religión de su
rentes cortes, se hace sentir igualmente en torno madre, y enemigo declarado del dios Amón,
a la religión. Pasan de unos pueblos a otros a cuyo clero hostigó así como al culto que
nombres e ideogramas de divinidades. Ameno- seguían su mujer Nefcrtiti y su corte. Lle­
fis III trata de proveer a su propia curación gando hasta el fanatismo en su culto a Atón,
mandando que vayan en busca de Istar de Ni­ cambió su propio nombre por el de Ekhnaton
nive. Se nos revela, pues, un nuevo mundo en («Amado de Atón»), abandonó Tebas, consa­
este período, y los testimonios que a este pro­ grada a Amón, e hizo construir en la zona de
pósito nos dan los documentos de El-Amarna El-Amama una nueva ciudad, Akhetaton («Ho­
se confirman, al menos en parte, con documen­ rizonte de Atón»). Doctrinalmente el nuevo
tos de Boghazkóy. [G. D.] culto fué muy superior a las religiones paganas
BIBL. —i J. A. K nutzon, Dle El-Amarna Tafeln, contemporáneas: fuera de que tenía una clara
2 vól., Leipzig 1907 y 1915; E. D iiorme. cn DBs, I. idea del monoteísmo, predicaba bondad y amor
col. 207-225; Td. Les nouveltcs Tablettes (VEl-Amarna,
en RB, 33 (1924), 5-32; W. F. A lhright, From the para todos. Mas la despiadada lucha contra
sJone Age to Christianity, Baltimore 1946, pp. 157-60; el dios Amón acarreó al rey muchos enemigos
o. Moscati, L’Orieníe Antico, Milano 1952, pp. 42-45.
que a la muerte del soberano lucharon hasta
‘AMASIAS. — V. Judá (Reino de). el completo desquite.
Políticamente el reinado de Amenofis IV fué
AMENOFIS III-IV. — Soberanos de Egipto desastroso: el imperio egipcio sufrió pérdidas
(1413-1358). El primero fué hijo de Tutmo- en Asia, como resultado de los hábiles manejos
sís IV y de una princesa de Mitanni, y sucedió de los jeteos para sacar partido de las cono­
a_ su padre cuando sólo contaba unos doce cidas cuadrillas de habiru. Las vicisitudes de
anos. Fué un soberano entregado por entero la lucha nos son conocidas a través de los do­
a obras de paz. Algunas inscripciones recuer­ cumentos de El-Amarna (v.).
AMORREOS 28

A Amenofis IV le sucedió su segundo yerno AMORREOS. — Con este nombre se designa


Tutankhaton (1358-1349), que, a consecuencia frecuentemente en la Biblia (Gén. 15, 21;
del triunfo del culto de Amón, cambió el nom­ Éx. 3, 8; 13, 5 ; 23, 23, etc.) una de las po­
bre en Tutankhamon. [G. D.] blaciones que ocupaban a Palestina antes de
BIBL. — A. W eigall, Histoire de l’Egyptc Ancienne,
ser ocupada por Israel, y a veces (Gén. 15, 16;
París 1949, pp. 126-54; S. M oscati, V Oriente Antico, Jos. 24, 15 ; Am. 2, 9) el conjunto de aquéllas,
Milano 1952, pp. 43-50, con abundante bibliografía. a causa de la influencia que sobre ellas ejercía
el grupo étnico propiamente amorreo. Los amo-
AMIATINO (Códice). — v. Vulgata. rreos procedían del alto desierto sirioarábigo,
al oeste de Mesopotamia. Así se desprende del
AMONITAS. — Gén. 19, 39 los enlaza con' análisis del ideograma (Kur) Mar tu (KI) (= país
Lot y por ende con los árameos. La nomen­ occidental) con que los de Mesopotamia desig­
clatura confirma semejante parentela con los naban a Amurru, y del análisis de formas ver­
hebreos (cf. los nombres de NahaS [I Sam. bales y de los nombres personales de la pri­
11, 1], Hamün, Nacamah). Su dios Milcom mera dinastía de Babel, que fué amorrea, y
(I Re. 11, 5-33; II Re. 23, 13) es el cananeo finalmente de la religión amorrea, que presenta
Malcum, que se transformará en Melek, Mo- divinidades típicamente occidentales, como el
lek y finalmente Molok. En sus principios ha­ Dagón de los filisteos, el Te§ub de los jeteos.
bitaron la región del desierto hasta el Jordán- Hacia el fin del tercer milenio los amorreos
mar Muerto y desde el Arnón hasta el Yaboc se difundieron en torno a aquella región; en
(hoy el-Beqá). Mesopotamia hallamos la dinastía de Larsa
Expulsados por los amorreos perdieron la (s. xxii a. de J. C.), con reyes cuyos nombres
parte occidental, que más tarde fué ocupada son amorreos; los textos egipcios de Proscrip­
por las tribus israelitas de Rubén y de Gad ción (s. xix) los señalan como los enemigos
(Jos. 13, 15-19; Jue. 11, 13-19 s.). Su capital de Faraón en Canán, donde los halla Abraham
fué Rabath-cAmmón (hoy cAmman). Fueron poco más adelante (Gén. 14, 7-13). En la baja
tenaces enemigos de Israel (cf. Jue. 3, 13) e in­ Mesopotamia al apogeo de las actividades amo­
tentaron recuperar el terreno perdido, pero rreas (primera parte del segundo milenio) se le
fueron desbaratados por Jeflé (Jue. 10, 11), hace coincidir con la fundación de la primera
Saúl (I Sam. 11, 1-11) y David (II Sam. 10, dinastía babilónica, célebre por su quinto mo­
12). Poco antes del reinado de Jeroboam II narca, Hammurabí. Casi al mismo tiempo es­
se ensañaron contra Israel (Amos 1, 13 s.) y taba floreciente otro gran estado amorreo en
después de la deportación de los israelitas Mari (la actual el-Hariri), en el Eufrates medio,
(734 a. de J. C.) invadieron la tierra de Galad donde las recientes excavaciones han dado a
(II Re. 15, 29; Jer. 49, 1 s.). En 601 a. de J. C. conocer el grandioso palacio real de Zimri-
se lanzan con tropas caldeas contra Jerusalén Lim y unas 20.000 tablillas que, en su ma­
y se regocijan por su destrucción (587 a. de yoría, contienen correspondencia mantenida en­
Jesucristo. II Re. 24, 2; Ez. 25). En los si­ tre la corte de Mari y príncipes amigos y va­
glos viii-vii fueron tributarios de los asirios, sallos. Mari, destruida más tarde por Ham­
cuyos documentos hablan de los reyes amo­ murabí, fué durante largo tiempo el más po­
nitas (Bit-ammana): Sanipu bajo Teglatfala- deroso estado de Mesopotamia por su perfecta
sar (728), Paduel vencido por Sanherib (701) organización de gobierno y de la vida social,
y vasallo de Asaradón (673). Los amonitas se y en cuanto a cultura y religión fué, en virtud
opusieron a la reconstrucción de Judá con de su posición geográfica, uno de los mayores
miras a adueñarse de todo el país: el asesino centros sincretistas del segundo milenio.
de Godolías es dirigido por Baalis, rey amo­ Después del paréntesis silencioso de los si­
nita (Jer. 40, 14; 41, 2). Infiltráronse profunda­ glos xvnr-xv los amorreos reaparecen en es­
mente en su territorio los árabes (bené-qedem; cena en los documentos de El-Amarna (v.). En
Ez. 25). Se opusieron a Nehemías (Neh. 2, 19 ; este período (1500-1300), Amurru es un estado
4, 7) y, después de la conquista macedónica, limitado al territorio de la futura Siria: ha­
a Judas Macabeo. El asesino de Simón, último biendo sido dividido, pasó a depender de Egip­
de los Macabeos (I Mac. 5, 5) se refugió al to. Con la ayuda de los jeteos recobra la inde­
amparo de su tirano Gotila. [F. S.] pendencia, pero es aliado y tributario de éstos.
BIBL. — F. M. A rel, Géographie de la Palestino, I.
Fírmase un primer tratado de alianza entre
París 1933, p. 277 s. Aziru y el rey jeteo Shuppiluliuma (1380-1346),
y la renovación que de ella hizo Tubbi-Tesub
AMOR. — v. Caridad. de Amurru con Mursilis II fué el máximo
29 AMOS

fruto de tal servilismo. Cuando Ramsés XI BIBL. — E. D horme, Les Amorrhéens, eu RB, 37
atacó a Zades (1287), los jeteos y los amorreos (1928), 63-79. 161-80; 39 (1930), 161-78; 40 (1931),
161-84; (Recueil «Edouard Dhorme». París 1951, pá­
intentaron recobrarse, pero en vano. Su suerte ginas 81-165); A. B ea, II movimento «amorriticov; i
no mejoró, ni mucho menos, con la avanzada «Testi di Proscrízione», en Bíblica, 24 (1943), pp. 239-
47; W. F. A lbright, From the Stone Age to Christia-
asiria. Luchando contra los amorreos, Teglat- nity, 2." ed., Baltimore 1948, pp. 239. 247; S. Mosca-
ti . VOriente Antico, Milano 1952, pp. 28-35.
falasar I da el golpe de gracia incluso a Amu*
rru. En Qarqar (854) también figura Amurru
entre los de la coalición, pero su caída es de­ AMÓS. — El más antiguo de los profetas es­
finitiva. Con el engrandecimiento de Babilonia critores. Judío de Tecua, cerca de Belén, pro­
vemos a los amorreos como fieles servidores pietario, pastor, dedicado al cultivo y a la
de Nabucodonosor II. corta de sicómoros. Fué tomado de improviso
Costumbres y religión. Los más antiguos do­ por Yavé para destinarlo a ser profeta, par­
cumentos nos presentan a los amorreos como ticularmente en Israel (Am. 1, 1; 7, 9 ss.;
nómadas. Y aquel nomadismo, que se servía 14 ss.; cf. 3, 7 s.), en los tiempos de Jero-
del asno, pues el camello no había sido to­ boam II (783-743) y de Ozías, rey de Judá
davía domesticado, se veía constreñido por las (783-757), dos años antes del terremoto que
exigencias naturales de este animal, que no sobrevino durante el reinado de Ozías (cf. Zac.
permite largos viajes por el desierto. 14, 5). Probablemente predicó hacia el año 762
Una descripción del s. xix presenta a los al 750 a. de J. C., según parece desprenderse
amorreos como muy primitivos, coincidiendo de las referencias de Amos a las riquezas y a
con un himno súmero que los llama violentos, las conquistas que se dieron (Am. 6, 14;
indóciles, salvajes, despiadados. Pero una vez cf. II Re. 14, 25-28). Los acontecimientos pa­
que se sujetaron a la vida sedentaria, alcan­ recen preparar el advenimiento de la dinastía
zaron un gran progreso, principalmente en Ba­ de Jehú (842-815). Estando ausente Egipto y
bilonia (primera dinastía) y en Mari. En cuanto viéndose la indolente Asiria en otros compro­
a la religión, sábese que los amorreos adora­ misos después de haber postrado a Damasco,
ban sobre todo al dios Amurru, semejante en Jeroboam aprovechó la ocasión y, con afortu­
todo al Hadad occidental: era el dios de la nadas y fáciles conquistas, restableció los lí­
montaña del oeste, del temporal y de las inun­ mites de Israel desde Jamat hasta el mar Muer­
daciones. Aserah, señora de la llanura, es la to (II Re. 14, 25). Por el sur, Ozías sometía
compañera de Amurru, al que estaba consa­ los pueblos colindantes. Las victorias desarro­
grado el macho cabrío. El asno era un ani­ llaron las condiciones sociales y religiosas que
mal empleado frecuentísimamente en sus sacri­ ya venían fermentando. A los ricos (Am. 2,
ficios. 14 ss.), a las clases privilegiadas (6, 4 ss.;
Contactos con los hebreos. Según textos bí­ 7, 12), ávidas de lujo (3, 12-15; 6, 4 ss., 10)
blicos, que no dejan lugar a duda (Gén. 10, y de lucros (5, 11; 8, 5 s.), contrapónense las
16; 15, 2.1; Éx. 3, 3; Ez. 16, 3), los amorreos masas de pobres, de quienes indignamente se
precedieron en Palestina a los hebreos. Du­ aprovechan los mercaderes y propietarios (2,
rante la invasión de los elamitas, los amorreos 6 s .; 5, 11; 8, 4 s.), los magistrados y fun­
aparecen establecidos en las cercanías del mar cionarios sin conciencia (5, .12; 4, 1). Reinan
Muerto y próximos a Hebrón, donde moraba el odio, la desidia (2, 12), los placeres (6, 4 s .;
también Abraham (Gén. 14, 7-13). En los tiem­ 4, 1). No se mencionan las orgías que acom­
pos del Éxodo son señalados por los explora­ pañaban al culto de Baal: el antibaalismo,
dores entre los pueblos fuertes de las montañas instrumento de política, era el programa oficial
(Níím. 13, 29). Pero en su viaje los hebreos se de la dinastía de Jehú y sirvió para someter la
echaron sobre los amorreos ya en el Amón religión a su imperio (1, 13). Las alturas sa­
y ocuparon sus tierras después de la negativa gradas, Bétel, Dan, Beer-Sheba, Guilgal, son
de Seón (Núm. 21). Además del Jordán (Dt. 3, muy frecuentadas (4, 4 ss.) y hay en ellas un
8 s .; 4, 47 s .; Jue. 11, 22), los amorreos do­ culto rico (5, 21 ss.); pero todo es simple for­
minaban . los territorios sitos entre el Amón mulismo e hipocresía (ibid. 8, 5), pues se da la
y el Hermón. Pasados los primeros momentos coexistencia de ritos extranjeros, idolatría (5,
difíciles de la ocupación hebraica, los mismos 26), incestos (2, 7), libertinaje (6, 4 ss.). La
amorreos pudieron vivir tranquilamente junto mentalidad no es religiosa, sino laica: «presun­
a los hebreos durante toda la época de los tuosa exaltación del hombre y de su poder
Jueces. Sólo Salomón los reducirá práctica­ (6, 13), alimentada por un clero servil (4, 4 s .;
mente a servidumbre imponiéndoles un tributo 7, 12), que no iba encaminada hacia Dios.
(I Sam. 7, 14; I Re. 9, 20; II Par. 8, 7). [G. D.] Era la negación de la Alianza (v.) del Sinaí.
ANA 30

Amos se levanta contra semejantes desvarios; berano ambicioso, y por eso se creyere prote­
reclama enérgicamente los derechos de Yavé gido contra el «mal», Israel seguirá siendo el
y los deberes de Israel: monoteísmo y obser­ «pueblo de Dios»: «Vosotros sois los únicos
vancia de los preceptos morales. La justicia a quienes por amor he elegido de entre todas
de Dios castigará a la dinastía, destruirá la las tribus de la tierra» (3, 1 s.). Dios destruirá
nación, sancionará a los ricos, hará desaparecer la ilusión y hará resurgir de las ruinas los sím­
aquel culto vacío e idolátrico, aquel sacerdocio bolos de la alianza: David, el Templo, la tierra
venal, y así conseguirá que Israel vuelva a la prometida (9, 10-15). Entonces será el retorno
alianza mediante el castigo. Amos proclama a la alianza concordada en el tiempo de la
audazmente estas terribles verdades en Bétel (7). salida de Egipto (9, 14), que llegará a su per­
Sólo un débil residuo será objeto de misericor­ fección en el reino eterno del Mesías, su úl­
dia (3, 11 s.), el cual, unido al residuo de Judá timo fin.
(9, 9), continuará la alianza en la casa de David Amós es la última llamada de la divina jus­
(9, 10-15) hasta la llegada del reino mesiánico. ticia antes del desastre. La escuela de socio­
Amos dejó escritas en su libro las ideas esen­ logía (D. Koigen, Max Weber, K. Cramer,
ciales de su predicación, cuyo tema central es A. Neher) demuestra con el método crítico,
la omnipotencia de Dios y la perpetuidad de la filosófico e histórico la naturaleza artificiosa
alianza, que desarrolla en tres partes. y antihistórica del sistema wellhauseniano, que
1 (cc. 1-4). Reclama la alianza de Dios con ignoraba en absoluto la alianza del Sinaí y, con
Noé (Gén. 9, 1-17), sintetizada en el respeto generalizaciones contrarias al texto, creaba la
a la persona humana para con todos los hom­ confusión entre culto, sacerdocio e inspiración
bres. Así Yavé castigará los crímenes cometidos profética, religión interior, hablando de Amós
por Damasco, los Filisteos, Tiro, Edom, Amón, como de un innovador, ¡fundador del mono­
Moab («por haber quemado los huesos del teísmo y de la moral! Es preciso dejarse de
rey», 2, 1 ss,), contra Judá-Israel (probable­ esquemas apriorísticos y estudiar las profe­
mente durante la anarquía que precedió a los cías en el ambiente en que fueron pronun­
reinados de Jeroboam II y Ozías). Pero casti­ ciadas. [F. S.]
gará más aún los pecados de los bené-israel, BIBL. — J. T ouzard, Le livre d'Amos, París
ligados con Yavé con una alianza especial 1919; A. N eher, Amos. Contríbution a l’étude du
(3, 4 s.; 4, 12 s.). prophétisme, ibíd. 1950; G. R inaldi, Amos (Bi­
blia Garofalo). Torino 1953; * J. P rado, Amós
2. A la nación o estado (beth-israel), Amós el profeta pastor, en EstB, X-3, 1950-1951).
propone la elección entre una existencia con
Dios o una existencia sin Dios (cc. 5-6, dis­ AMRAFEL. — v. Abraham, Hammurabi.
cursos y lamentaciones). Si Israel persiste en
prescindir de los lazos de la alianza, en la con­ AMR! (hebr. Omri). — v. Israel (reino de).
ducta mundana, el destierro y el enemigo que
asoma (Asiria) pondrán fin a todo y estable­ ANA. — 1. Madre de Samuel. En la aflicción
cerán los derechos de Dios (5, 27; 6, 14). de la esterilidad se dirige con fervorosa oración
3. Finalmente inculca al pueblo de Israel hacia el Señor y hace el voto de consagrar al
que es una comunidad divina (cammi, «pueblo servicio divino la criatura que le naciese, como
mío»; cc. 7-8, las visiones que corresponden ya lo había hecho la madre de Sansón (Jue. 13,
a los discursos precedentes). Quebrantada tal 1-5). Ejemplo de piedad y de gran fe. Obtenida
relación, la omnipresencia de Dios lo aprisio­ la gracia, apenas destetado el niño (o sea, a
nará como en un aro mediante el grave castigo los tres años: cf. II Mac. 7, 27), Ana cumple
inminente, después de haber buscado en vano su voto y, después de ofrecer al Señor su hijo
el atraerlo con penas menores y limitadas. La Samuel, lo deja en Silo, donde está el arca y el
conclusión (9) reasume los tres aspectos. Israel tabernáculo en que se custodia, con el anciano
no puede sustraerse a la alianza, porque per­ sacerdote Helí. Con un cántico de admiración
tenece a Dios (9, 1-15); ora viva como los y devoto agradecimiento celebra el poder, la
cuSitas, porque todas las gentes, incluso los sabiduría y la bondad de Yavé (I Sam, 1-2;
cusitas, son criaturas suyas (9, 7a): ora se 1-11). De él se hace eco el Magnificat. Al vol­
forje un estado laico, porque Él es quien hace ver a Silo para la peregrinación anual, la pia­
la historia, y Él hará que perezcan todos cuan­ dosa Ana llevaba siempre a su hijito una túnica
tos se imaginaban una historia autónoma (9, nueva, tejida por ella misma. Fué generosa­
7b.8 ss.). Y si llegare a ilusionarse con una mente bendecida por el Señor, que le concedió
misión «religiosa» respaldada por un culto im­ otros hijos (ibid. 2, 19 ss.; cf. San Juan Cri-
puro, por un sacerdocio hipócrita, por un so­ sóstomo, PG 54. 631-75).
31 ANATEMA

2. Esposa de Tobías, v. Tobías. a dar testimonio de la autoridad divina de los


3. Madre de ¡a Santísima Virgen, según los Apóstoles, jefes de la Iglesia (v. 11). El v. 4:
apócrifos: Protoevangelio de Jacob (s. n) y «Ananías era libre para vender la propiedad
sus derivados, que describen los pormenores y para retener su precio» eliminó la tesis del
siguiendo los pasos de la madre de Samuel: comunismo en la Iglesia primitiva. [F. S.]
después de mucho tiempo de esterilidad, Ana, BIBL. — J. R enié, Actes des Ap. (La Ste. Bi­
piadosa esposa de Joaquín, obtiene de Dios ble, cd. Pirot, 11, 1), París 1949, pp. 87-91.
con su ardiente plegaria el nacimiento de Ma­
ría Santísima, a la que lleva al templo a los ANAS. — Sumo sacerdote (6-15 a. de J. C.)
tres años para consagrarla al Señor. Si es que nombrado por Quirino y depuesto por Valerio
existe algún fundamento histórico lo han reves­ Grato. Vió a cinco hijos y al yerno Caifás entre
tido falsamente de tales elementos secundarios. sus sucesores (Fl. Josefo, Ant. 20, 9, 1 ; cf. 12,
El culto de Ana es muy antiguo en Oriente 2, 7). Detestábalo el pueblo a causa de la ra­
(cf. Gregorio Niseno; Epifanio PG 42, 728; piña que ejercía y por los monopolios de todo
Juan Damasc. PG 96, 708). La Iglesia Latina lo necesario para los sacrificios en el Templo
celebra su fiesta el 26 de julio. (Strack-Billerbeck, Kommo z. N. T. aus Tal­
4. La anciana y piadosa viuda de la tribu mud u. Midrasch, II, pp. 568-71). Tan pronto
de Aser, inspirada por Dios (ochenta y seis como prendieron a Jesús lo llevaron ante Anás
años, viuda desde el séptimo año de su ma­ (7n. 18, 13 con el cual se enlaza lo que después
trimonio). Iba frecuentemente al Templo, donde se dice en el v. 24). Esta audiencia era impuesta
pasaba la mayor parte del tiempo dedicada a la por la deferente cortesía, pues Caifás (h. 18-36
oración y a la mortificación. En el momento desp. de J. C.) era un dócil instrumento en ma­
de la presentación, se acerca, por divina ins­ nos de su hábil e influyente suegro. Por otra
piración, a la sagrada Familia reconociendo al parte el cargo «comunicaba cierto carácter in­
Mesías en el N iño; alaba a Dios por ello y deleble, en virtud del cual el sumo sacerdote,
apresúrase a comunicar la noticia a cuantos aunque depuesto, conservaba gran parte de sus
esperaban la liberación de Jerusalén (= la sal­ derechos y de sus deberes, además del título»
vación mesiánica: liberación temporal, prenda (Schürer, 274). Así San Lucas llama aún «sumo
de la restauración religiosa, como se canta en sacerdote» al depuesto Anás. (Le. 3, 2; A ct.
el Benedictus (v.). Le. 2, 36 ss. [F. S.] 4, 6.) [F. S.]
B1BL. — A. V accari, La S. Biblia, III, Firen- BIBL. — E. Schürer, Geschichte des iiidischen
ze 1947, pp. 165-71; 2. A. M édebielle (La Ste. Bi­ Volees. III, 4.a ed., Lcizipg 1907, pp. 167-77; F.
ble, Ed. Piroi, 3). París 1949. pp. 349-59. 3 F; M. Braun, S. Jean (La Ste. Bible, ed. Pirot, 10)
V igoroux, eu DB, J, col. 629 s. 4. L. M archal, París 1946, pp. 455 s.; J. R enié, Actes (ibld. 11,
S. Luc. (La Ste. Bible, ed. Pirot, 10). París 1946, 1) 1949, p. 79 s.
p. 49 s.
ANATEMA. — El término griego aváSepa de
ANANÍAS y Safira. — En la iglesia apostólica suyo significa lo mismo que exvoto, objeto
de Jerusalén hubo no pocos que practicaron puesto sobre el ara, ofrecido a la divinidad
el consejo evangélico desprendiéndose de los (II Mac. 9, 16; Jdt. 13, 23; Le. 21, 5), tradu­
propios bienes (Mt. 19, 21 ; cf. 6, 24-34) y ciendo el hebreo herem (del verbo háram =
entregando su precio a los Apóstoles para man­ separar, reservar) que de suyo expresa Ja «sepa­
tenimiento propio y de los pobres (Act. 4; ración», la «prohibición» de un objeto. «Re­
32-37). Los dos esposos Ananías y Safira ven­ serva que puede darse o para que el objeto
dieron su propiedad, retuvieron, de común (abominable) no contamine a otras cosas, o
acuerdo, parte de su valor, y lo restante se lo para que el objeto (santo o consagrado a Dios)
presentaron a San Pedro, simulando dar todo. no sea profanado. Existe por tanto un doble
San Pedro descubre el fraude a cada uno de anatema: de abominación (Lev. 21, 29) y de
los cónyuges y les pronostica la muerte inme­ oblación (ibid. 27, 28 ; Núm. 18, 44).
diata como castigo que Dios Ies infligía (Act. El primero exige la total destrucción. Dios
5, 1-11). Ananías y Safira pecaron por hipo­ lanza el anatema contra los cananeos para evi­
cresía queriendo aparecer desinteresados y ge­ tar el contagio de la idolatría: derrotadas las
nerosos; pecaron contra la justicia, pues con ciudades, a los hombres y a los animales se les
su simulación adquirían derecho al socorro de da muerte, lo restante se hace pasto dé las lla­
la comunidad; pecaron sobre todo mintiendo mas (Dt. 7, 24 s.; 20, 16 s .; 25, 17 s.). Otros
a los Apóstoles y, por lo mismo, al Espíritu pueblos enemigos de Israel son asimismo objeto
Santo (= Dios: v. 3 s.) que los iluminaba y de anatema (I Sam. 15; Is. 34, 2; 43, 28; Jer.
Erigía. Mediante aquel castigo Dios proveyó 26, 9; Mal. 4, 6). Algunas veces se compróme-
ÁNGELES 32

tía Israel a cumplir tal voto a Yavé en orden a Además de este significado (cf. Núm. 20, 14;
la ciudad que se pensaba atacar (Núm. 21, 2 s; Jos. 7, 22...) en los LXX toma también el
cf. I Par. 4, 41). Otras veces sólo se quitaba la de «nuncio celestial enviado por Dios» (p. ej.,
vida a los hombres, y el botín se repartía (Jos. Gén. 16, 7 ...), lo mismo que en la Vulgata,
10, 28-40), o se preservaban las vírgenes (Núm. si se exceptúan algunos pasajes (Eclo. 5, 5;
31, 18; Jue. 21, 11). Era ésa una costumbre de Is. 18, 2; 33, 3; Mal. 2, 7).
guerra, de actualidad entre los semitas (cf. stela Se les llama: ángeles de Dios (Gén. 28, 12;
de Me§a, I, II s .; con referencia a los asirios: 32, 1): hijos de Dios (no porque hayan sido
II Re. 19, 11; Is. 37, 11; en cuanto a otros engendrados por Dios, sino porque forman
pueblos: Tácito, Ann. 13, 57; César, De Bell. parte de su familia (cf. los hijos de los profe­
Gall. 6, 17). tas) (Job 1, 6; 2, 1; 38, 7): ejército de Yavé
El mismo israelita podía convertirse en ana­ (Jos. 5, 14); ejército del cielo (I Re. 22, 19;
tema por el pecado de idolatría (Éx. 22, 19: Gén. 19, 1, 15, donde sólo son los ángeles que
ley del talión: quien hubiere sacrificado a los aparecen); forman parte de.la corte de Dios
falsos dioses, será sacrificado, consagrándolo a (Job 1, 6; 2, 1; I Re. 22, 19); lo alaban (Job
Yavé; Di. 13, .12-17); y si violaba el anatema 35, 7); se comunican con él (Gén. 28, 12) y
apropiándose algún objeto (Jos. 7, 1.13-25; constituyen su ejército (Gén. 32, 7; Jos. 5, 13,
Di. 7, 15 s .; II Mac. 12, 40), o respetando 14; II Re. 6, 17).
alguno que debiera ser destruido (ley del ta­ Es distinto de éstos «el ángel del Señor»
lión : vida por vida: I Re. 20, 38-42; cf. I Sam. (mal* ak Yavé) que aparece aisladamente y co­
15, 32 s.). munica a los hombres los preceptos de Dios
Después del destierro se atenúa el anatema: (Jue. 6, 11-16); los socorre (Gén. 16, 7-13;
en vez de la muerte del culpable se ordena la I Re. 19, 7; cf. II Sam. 14, 17); es sabio (II
confiscación de sus bienes y el ser excluido de Sam. 14, 20); es protector del pueblo de Israel
la comunidad (Esd. 10, 8), como se practicaba (Éx. 14, 19; Jue. 6, 11-14; 13, 2-5; II Re. 19,
en tiempo de N. S.: era una especie de exco­ 35...), sólo una vez se opone a él (II Sam. 24,
munión: ser echado fuera de la sinagoga (cf. 16). En algunos textos se nota la distinción que
Jn. 9, 22; 12, 42; 16, 2; Le. 6, 22; Mí. 18, hay entre él y Yavé (Núm. 22, 31; II Sam. 24,
15 ss.). 16. Éx. 33, 2, 3), y en otros muchos aparece
En el Nuevo Testamento se conserva la idea como si fuese el mismo Yavé manifestándose
del anatema, pero el término ha desaparecido, bajo forma sensible (Gén. 16, 7-13 ; 21, 7-20;
si se except. Gal. , 8 s. «maldito, execrado» ;
1 cf. B. Stein, en Bíblica, .19 [1938] 286-307).
I Cor. 12, 3 «separado» de Cristo; I Cor. 16, Los ángeles son seres que están entre Dios y
22 para expresar el horror que debe experi­ los hombres (Tob. 12, 12 ss.); muchas vece?
mentar quien no ama a Jesús. En I Cor. 5, 5 ; tienen un nombre específico: Gabriel (Dan. 9,
I 27/71. .1, 20 en la pena de «entregar a Satanás» 21), Miguel (Dan. 10, 13; 12, 1), Rafael (Tob.
hay una alusión al anatema; mas la finalidad 12, 5); y también una encomienda determinada
es absolutamente diferente, pues se trata de una (Gabriel explica a Daniel ^ómo sucederá la ple­
pena medicinal para que el pecador se con­ na restauración desde la vuelta del destierro
vierta. hasta la venida del Mesías: Dan. 9, 21 s .;
El anatema de oblación es «la forma más so­ cf. 8, 15; Miguel interviene: Dan. 10, 13;
lemne de donación, en la que el oferente no se 12, 1). Los ángeles instruyen a los profetas
reservaba nada para sí, sino que todo lo cedía (Ez. 49, 3; Zac. 1, 9), protegen al pueblo ele­
irrevocablemente a Dios» (A. Vaccari). Así po­ gido (Dan. 10, 13; 12, 1), a los individuos
dían convertirse en anatema los animales y los (Tob. 12, 3), pero son meros ministros de la
objetos, que por eso pasaban a ser propiedad venganza divina (Gén. 19, 11; II Sam. 24, 17);
de los sacerdotes (Lev. 27, 21; Ez. 44, 29). Tal intervienen en la promulgación de la ley entre
vez haya de reconocerse una alusión a tal ofer­ los judíos (Ací. 7, 53) (cf. Strack-Billerbeck,
ta en Me. 7, 11 (qorban). [F. S.] Kommentar zum Neuven Testament aus Tal­
BIBL. — F. V igoroux, en DB, I. col. 545-50; mud und Midrasch, III, Münchén 1952, pp.
A. F ernández, en RScR, 5 (1914), 297-388; id.. 554 ss.). Los ángeles se comunican con Dios
en Bíblica, 5 (1924) 3-24; J. Behm, en ThWNT.
1, p. 356 s. (ofrecen las oraciones: Tob. 12, 12), constitu­
yen su corte (I Re. 22, 19; Job 2, 1; 33, 23;
ANDRÉS. — v. Apóstoles. Tob. 12, 15), tienen naturaleza diferente de la
humana (Tob. 12, 19: cf. I Re. 19, 21; II Mac.
ÁNGELES. — Es transcripción del griego 3, 24; Sab. 7, 23, donde se les llama espíritus),
ayye\ü$ equivalente a «nuncio», «mensajero». pero son inferiores a Dios y deben obedecerle
33 ANTICRISTO

(Job. 12, 2G). Su santidad (Sal. 88 [89], 8; ANIMALES, puros e impuros. — Distinción
Job 5, 1) no es comparable con la de Dios establecida en Lev. 11 (cf. 20, 24 ss.), Dt. 14,
(Job 4, 18; 15, 15). 3-21. Son impuros y sobre ellos está la prohibi­
El número de los ángeles es elevadísimo ción de comerlos (mas no el utilizar sus servi­
(Gén. J l, 1 s .; Heb. 2, 3; Dan. 7, 10); están cios, como en el caso del asno, del caballo, del
divididos en jerarquías (Jos. 5, 13.15; Dan. 10, perro, etc.) y de tocar sus cadáveres:
13; 12, 1; Job 12, 15), p. ej., el grado de los a) los cuadrúpedos que no tienen la pezuña
Serafines (Is. 6, 2) que "tienen la misión de ala­ hendida y no rumian (Lev. 11, 4-8): liebre, cone­
bar a Dios. Tal vez deban incluirse entre éstos jo — llamados rumiantes según el concepto po­
los Querubines, los cuales, no obstante, se ma­ pular respecto de los movimientos de la boca —
nifiestan bajo un aspecto no acostumbrado entre que no tienen la uña hendida; el puerco que
los otros ángeles del Antiguo Testamento. En no rumia;
Ez. cada uno tiene cuatro «sagomes» o aspectos, b) los animales acuáticos que no tienen ale­
como los genios de Babilonia. Es seguro que tas ni escamas (Lev. 11, 9-12): cetáceos, angui­
también éstos son ángeles, pues están en comu­ la, etc.;
nicación con Dios y rigen su trono (cf. «Tú que c) de las aves (ibid. 11, 13-25): las de rapi­
te sientas sobre los Querubines»...). ña, el avestruz, los insectos, a excepción de cua­
En el Nuevo Testamento aparecen en el evan­ tro especies de langostas;
gelio de la infancia, en la narración de las ten­ d) los reptiles (ibid. 12, 29-38.41 s.).
taciones en el desierto y de la consolación de Trátase de prohibiciones muy antiguas (Gén.
Cristo en Gétsemaní. Son también los testigos 7, 2-8; 8, 20; 43, 32), numerosísimas en la
de la resurrección de Cristo, pero jamás se legislación mosaica, para la pureza moral de la
muestran en su vida pública. que es símbolo la1pureza ritual (Lev. 11, 44),
Asisten a la Iglesia naciente y la comunican por razones de higiene y para desterrar usos y
los mandatos divinos (Act. 8, 26; 10, 3; 27, ritos idolátricos (cf. Éx. 23, 19; Dt. 14, 21:
23); ayudan a los apóstoles y son destinados a «no cuezas un cabrito en la leche de su madre»,
servir a los cristianos (Heb. 1, 14; Mt. 18, 10; rito campestre cananeo que nos ha sido revela­
Le. 15, 10). Son inferiores a Cristo y a él están do por los textos de Ras Shamra, poema de los
sujetos (Col. 1, 15 s.); serán ministros suyos dioses graciosos, .18 ss.); pero principalmente
al fin de los siglos, disponiendo las cosas para para establecer una barrera más entre Israel y
el juicio (Mt. 13, 41; 24, 31); ejecutarán la las gentes idólatras.
sentencia (Mt. 13, 39) y formarán el cortejo de En el tiempo de Jesús estaba fuertemente
Cristo a su regreso triunfante (Mt. 24, 31; Le. arraigada tal separación. Critican a N. Señor
12, 8; II Tes. 1, 7). porque come con los publicanos (Me. 2, 16;
Manifiéstanse bajo formas humanas, vestidos Le. 15, 2); cf. especialmente la visión de los
de blanco, como de un velo que deja transpa­ animales impuros que se le representó a San
rentar su naturaleza trascendental (cf. Mt. 17, Pedro en relación con la conversión de los gen­
2- 11). tiles (Act. 10, 28; 11, 3), y el episodio de An-
En cuanto a las categorías angélicas es de no­ tioquía (Gál. 2, 11 s.): los mismos judíos con­
tarse que en el N. T. se habla de un arcángel vertidos se oponen a tomar parte en la mesa
cuyo nombre se silencia (I Tes. 4, 16). Otros juntamente con los gentiles. Tal separación en­
nombres se leen en San Pablo, como los tro- tre Israel y las gentes fué abolida por el Reden­
jjps, dominaciones, principados, potestades? En tor (Ef. 2, 14), y la ley citada queda también
algunos lugares íéense las virtudes en vez' de abolida (Act. 10, 13 ss. 28; 11, 1-8; Rom. 14,
los tronos (Col. 1, 16; Ef. 1, 21). Si a estos 11-20; Col. 2, 16.20 s.; I Tim. 4, 1-5; Heb.
‘ nombres añadimos los que están ya en uso en 9, 9). [F. S.]
el Antiguo Testamento: ángeles, arcángeles, BIBL. — A. C lamer, Lév,; Deutér. (La Ste. Bible,
querubines y serafines, tendremos las nueve je- ed. Pirot, 2), París 1940, pp. 80-100.604-608.
jarquías angélicas . Pero esta opinión no tiene ANTICRISTO. — Contrincante de Cristo y de
lündamento serio en la Sagrada Escritura ni en su reino. En toda la literatura canónica y apó­
la tradición patrística (cf. F. Prat, La teología crifa no se ve este nombre fuera de las epísto­
de San Pablo, II, México 1947, pp. 472 ss.). las de San Juan.
[B. N. W.] En su discurso sobre la destrucción de Jerusa-
BIBL. — J. T ouzard-A. L emonnyer, en DBs. Ién, Jesús amonesta a sus discípulos para que
¿í col. 242-62; ThWNT, I, 72-86; P. H einjsch , estén atentos contra los engaños con que tra­
139 47,fl ^ ecc^io testamento, Tormo 1950, pp.
tarán de atraerlos los seudocristos o seudo-
3- — S padafora. — Diccionario bíblico
APOCALIPSIS 36

había cometido ciertos desmanes para destro­ BIBL. — M. J. L agraNGE. Le judáisme a. J.-C..
3.ft ed., París 1931. pp. 50-56. 117; F. Spadafora,
nar a Menelao (II Mac. 5, 2-10). Antíoco apeló Gesti e ¡a fine di Gemsaiemme, Rovigo 1950, 8 s.
a la crueldad y saqueó el Templo (I Mac. 1, 31-37, 61-134. Id ., en Ene. Catt., IV, 544-47.
21-29; II Mac. 5, 11-20), y llegado que hubo
a Antioquía determinó imponer el helenismo ANTIOQUENA (Escuela). — v. Interpretación,
por la violencia.
Un ejército siríaco pasó a cuchillo a parte de ANTROPOMORFISMOS. — Representación
la población, se puso asedio a Jerusalén, y se literaria ( = expresiones metafóricas) de Dios
recibió la orden de ejecutar el plan de Antíoco. en forma humana. Es la única manera de poder
Impúsose el culto idolátrico bajo pena de muer­ hablar concretamente del Infinito y del Invisi­
te. Los judíos habían de inmolar víctimas a ble. Como ha habido que representar a Dios
Júpiter en las aras que se habían erigido por en el tiempo y en la historia, la Biblia ha ha­
toda la Judea. Eligióse el puerco, animal in­ blado de Dios trayéndolo a un marco accesi­
mundo entre los judíos, para que, después de ble a los hombres. Cf. Dante, Par. 4, 45-50:
sacrificado, lo comieran. Prohibióse la circunci­
sión, la festividad del sábado y todas las otras Así conviene hablar a vuestro ingenio
fiestas, e incluso la lectura de los libros sagra­ que sólo en lo sensible ve y entiende
dos, que debían ser entregados y quemados lo que de inteligible hay en el mundo.
(I Mac. 1, 30-2, 70; II Mac. 5, 21-7, 42). Por eso la Escritura condesciende
En el Templo erigióse una estatua de Júpiter con vuestra facultad, y pies y manos
Olímpico, y sobre el altar de los holocaustos a Dios también le pone y no las tiene.
se inmolaron sacrificios. Ésta es la horrenda
abominación «abominatio desolationis» (Dan. 9, Cf. San Jerónimo, PL, 25, 56, etc.; Sto. Tomás,
27; 12, 11. Mediados de dic. 168: I Mac. 1, Summ. Theol., I, q. I a. 9.
57). Los judíos tenían que helenizarse o morir. Por eso se habla de ojos, de boca, etc., en
Muchos apostataron, pero brilló el heroísmo de Dios para expresar la omnisciencia, la revela­
los mártires y el épico valor de los Maca­ ción. Igualmente se le atribuye toda la gama
beos (v.). de los sentimientos humanos. [F. S.]
En el año 165 Judas Macabeo, victorioso, BIBL. — A. R omeo, Dio nella Bibbia. en Dio
nella ricerca umana (direc. de G. Ricciotti), Roma
purificó el Templo y restableció el culto (I Mac. 1950, pp. 356-63; F. M ichael, Dieu á Vimage de
4, 36-61; II Mac. 10, 1-8). Antíoco en guerra Vhomme. Étude de la notion anthropontorphique de
Dieu dans VAnclen Testament, Neuchátel 1950; cf.
con los partos tuvo noticia de la derrota de sus RB. 58 0951) 473 s.
generales en Judea, y poco después de un in­
tento de saquear un templo de Elam, murió AÑO. •— v. Calendario hebraico.
miserablemente por las montañas de Persia en
la primavera del 164-163 a. de J. C. (1 Mac. 6, AOD. — v. Jueces.
1, 16; II Mac. 9, 1-28; se contradice ibíd. 2,
10-17, pero se trata de una simple cita). Esto APOCALIPSIS. — Es el libro profético del
fué el triunfo del judaismo, señal manifiesta Nuevo Testamento que cierra el canon bíblico.
de que Dios asistía a Israel. Apocalipsis (1, 1) = revelación, que es lo mismo
Ez. 38-39 había pronosticado simbólicamente que «manifestación de Jesucristo como sobe­
la persecución de Antíoco y la victoria de Dios. rano y como juez» (cf. I Cor. 1, 7; II Tes.
Dan. 7, 20-25 ; 8, 1-27; 9, 24-37; 11, 36-45; 1, 7 ; en el mismo sentido se toma en Le. 17,
12, 1-11 la había predicho detalladamente. Eso 30; A. Romeo).
explica cómo Antíoco se convirtió, así en la Esta última referencia es notable. En realidad
literatura canónica como en la apócrifa (cf. el tema del Apocalipsis tiene mucha afinidad
Enoch eíiop. 83-90), en el tipo del opositor, de con el discurso de N. S. en Le. 17, 22-18, 8,
la oposición al reino de Dios, y por qué los tér­ no tanto por la predicción del fin de Jerusalén,
minos empleados por Daniel al hablar de la cuanto por la de las persecuciones que sobre­
persecución de Antíoco fueron repetidos por vendrán a los fieles, y de la perenne victoria
N. Señor (Mt. 24 y pasajes paralelos) y por San del reino de Dios, así como por la exhortación
Pablo (II Tes. 2, 1-11) para predecir la gran a la oración y a la perseverancia.
persecución del judaismo contra la Iglesia na­ Del mismo modo el Apocalipsis se sirve de
ciente, el terrible fin de Jerusalén y la victoria la enseñanza de N. S. según el otro discurso
del reino de Dios (cf. Ap. 20 y Ez. 38-39), y acerca del fin de Jerusalén (Mt. 24 y lugares
por qué los Padres veían en Antíoco el tipo paralelos). «En la lucha violenta, sangrienta y
más exacto del anticristo. fF. S.] sin tregua, que el judaismo sostendrá contra la
37 APOCALIPSIS

Iglesia, no será ésta la que sucumbirá sino el la prostituta, Babilonia = Roma) para anunciar
otro». su futura derrota y completa ruina (12, 18-c. 13 ;
Es un aviso que yale para todos los tiempos, 14, 9 ss.; 15-19), y afirmar el triunfo de la
y que San Juan ha repelido y desarrollado en Iglesia, única que quedará victoriosa (14, 1-5.
el Apocalipsis. «La persecución acompañará 11-20; 19, 1-10; 21-22, 5).
siempre a la Iglesia, la cual saldrá siempre En torno a esta profecía central, San Juan
victoriosa y purificada» (F. Spadafora, Gesü e pone en claro cuál es el plan de Dios acerca
la fine di Gemsalemme., 1950, p. XI, 62-72). del desarrollo de su Iglesia, de los aconteci­
«El fin del Apocalipsis es esencialmente prác­ mientos ya pasados (persecuciones de los ju­
tico. La persecución que se hizo oficial hacia díos, destrucción de Jerusalén, persecución de
el fin del imperio de Nerón, se desencadenó Nerón, violenta, sangrienta, pero vencida), de
violentamente incluso en el Asia Menor... Y a la historia de Israel, que después del destierro
las iglesias de aquella región, con las cuales experimentó la intervención del Señor contra
estaba especialmente en contacto, les escribió el sus enemigos (cf.Ez. 38-39, Gog y Magog =
apóstol para que no se desalentaran y perdiesen Ap. 20; el periodo de las persecuciones: tres
la fe. Escribe con la afirmación grandiosa y se­ años y medio = 42 meses ante la perennidad
gura del triunfo final de Dios y de su reino» del triunfo de Cristo, se toma de la duración
(G. Luzzi). de la persecución de Antíoco Epífanes: Dan. 7,
El paganismo del imperio romano, y parti­ 25; 8, 14; 9, 27; 12, 7 = Ap. 11, 2 s .; 12,
cularmente el culto que se mandaba tributar 6-14 ; 13, 5; y todas las otras imágenes toma­
al emperador (Ap. 13, 11-18; 14, 9 ss.; 16, 2) das de los profetas, especialmente de Zac. y de
hallaba en el cristianismo una oposición irre­ los evangelios sinópticos).
ductible. Lo que los fieles necesitan es la perseveran­
Después de la persecución de Nerón empeoró cia (cf. Le. 17, 26-37; Mt. 24, 13; I Tes. 5,
la situación: había señales manifiestas de otra 1-11), y deben saber que todo castigo es envia­
inminente tempestad contra la Iglesia, y prin­ do por Dios como pena vindicativa para los
cipalmente en el Asia Menor, dónde más fuer­ malos, medicinal para todos, y purificadora
temente se había consolidado el cristianismo, para los elegidos (Ap. 6-9). ¡Ay del que pierde
pero donde también se daba la florescencia de la fe y del que decae de su primitivo fervor!
tantos otros cultos paganos. Era, pues, natural La venida de Cristo para cada uno de nos­
que allí se tramase una formidable coalición otros está próxima: «Yo vengo como un la­
de todas las fuerzas del panteísmo pagano con­ drón: bienaventurado el que está en vela»
tra la adoración del Dios único y trascenden­ (Ap. 16, 15 = Le. 12, 37 s.; Mt. 24, 42 s.). El
te, y de Jesús, único Señor y Salvador. Éste era premio, la felicidad completa está en el cielo
el gran peligro externo, y en realidad pronto (2, 3-7).
se dió la persecución de Domiciano. «Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona
Los peligros internos provenían de las here­ de la vida. El vencedor no sufrirá daño de la
jías incipientes, de las defecciones de los pusi­ muerte segunda» (2, 10 s.).
lánimes (2, 3-7.10 ss., etc.). «Solamente la que tenéis, tenedla fuertemen­
Los fieles que pudieran haber deducido del te hasta que yo vaya» (2, 25, etc.).
Evangelio que una vez desaparecido el primer «He aquí que vengo presto, y conmigo mi
enemigo acérrimo, el judaismo, la Iglesia habría recompensa, para dar a cada uno según sus
hallado la paz (cf. Mt. 24), ahora después del obras» (22, 12).
año 70 debían comprobar que el reino de Dios El tema se expresa varias veces, cf. p. ej.:
encontraba obstáculos y persecuciones por todas «Pelearán (los reyes de la tierra, los poderes de
partes. No habían sido suficientes las persecu­ Satanás) con el Cordero, y el Cordero los ven­
ciones precedentes; ¿por qué no manifestaba cerá, porque es el Señor de los señores y el Rey
su poder contra los enemigos de su reino? de los reyes; y también los que están con él,
Y aquí viene la respuesta de San Juan. El llamados y escogidos, y fieles» (17, 14).
triunfo del Redentor, de su Iglesia es seguro; Todo esto es un eco de la promesa de Jesús
la Iglesia será siempre perseguida ; la lucha de a sus discípulos: «En el mundo tendréis que
los poderes de las tinieblas contra ella durará sufrir, pero no temáis, yo he vencido al mun­
Por siempre en este mundo: pero la Iglesia do» (Jn. 16, 33; y Le. 18, 7 s.). San Juan pro­
saldrá siempre triunfante. cede por cuadros que frecuentemente se corres­
San Juan parte del enemigo que entonces es­ ponden, repitiendo y desarrollando en las visio­
taba de actualidad, el imperio romano (la bes- nes posteriores los temas esbozados en las pre­
fi'dj instrumento histórico del Dragón-Satanás. cedentes.
APOCALIPSIS 38

He aquí el esquema del Apocalipsis. Después eterna (7, 1-17). En cuanto a la imagen de los
de la visión de introducción a todo. el libro preservados en virtud de la señal, cf. Ez. 9, 4;
(1, 9-20), en la que el apóstol, desterrado en los elegidos de Israel son todos los cristianos
Patmos, recibe del Redentor (presentado como piadosos: el Israel de Dios (Gál. 6, 16) es lo
un «Hijo del hombre» bajo un aspecto que mismo que la Iglesia.
muestra su carácter regio, sacerdotal y divino) Cuando se abrió el 7.° sello se produjo en
la orden de escribir a las siete Iglesias de Asia el cielo un silencio de media hora, lo que re­
para revelarles cosas presentes (su estado inte­ vela la terrible solemnidad del momento. En
rior) y todo el porvenir (del mundo y de la la siguiente visión de las siete trompetas las
Iglesia), siguen las siete cartas (cc. 2-3) que nos plagas anteriormente reseñadas en el cielo se
revelan los méritos y los deméritos de aquellas muestran ahora en la tierra con sus devasta­
Iglesias, los peligros de las nacientes herejías, ciones (8, 2-9, 21). Su sucesión no es crono­
el odio de los judíos (sinagoga de Satanás), lógica ; de ordinario estas plagas caen simul­
sembradores de errores, y exhortan a abra­ táneamente ; en el Apocalipsis la sucesión es
zarse con las tribulaciones, a perseverar ante la sólo descriptiva y sistemática. Visión introduc­
consideración del premio eterno. tiva : los siete ángeles reciben siete trompetas;
La 2." parte (4-21, 8) comprende dos seccio­ un ángel ofrece a Dios el perfume de las ora­
nes. También ésta tiene su introducción majes­ ciones de los santos (cf. Gén. 18, 22-32) y luego
tuosa : Juan trasladado al cielo Ye allí el trono entrega la tierra al castigo echando sobre ella
de Dios y la corte celestial (c. 4; cf. Is. 6; el incensario en llamas (8, 2-6).
Ez. 1-10; Dan. 7, 9 s.): entronización de Jesús Al sonar las cuatro primeras trompetas llue­
Redentor, bajo la figura de un Cordero «como ven calamidades sobre la tierra y su vegetación,
degollado», a quien compete la dignidad de sobre el mar y las aguas dulces y sobre los
Juez Supremo (sólo él abre el libro «de los sie­ astros. Un águila anuncia «tres maldiciones»
te sellos» o decretos divinos; c. 5; cf. Jn. — las tres últimas trompetas — que afligen di­
5, 22). rectamente a la humanidad (8, 13).
1/ sección de las profecías (6-9, 21) sobre las La quinta trompeta anuncia la primera mal­
plagas que afligen y afligirán a los hombres en dición. Brotan del infierno nubes de langostas
general, malos y buenos, aunque con una suerte diabólicas, capitaneadas por el Ángel del Abis­
muy distinta que les espera después de la muer­ mo, para atormentar moralmente a los hom­
te. No se trata de fuerzas ciegas sino de instru­ bres. Imagen de los pecados y de los remordi­
mentos de los divinos designios. mientos. De esta plaga se ven preservados los
Apertura del libro de los siete sellos: al fieles (9, 1-12).
abrirse el primero, aparece un jinete coronado, La sexta trompeta — segunda maldición —
montado en caballo blanco - la soberbia, el llega al colmo en las calamidades temporales.
espíritu de conquista (algunos, como Alio, ven Jinetes diabólicos dan muerte a la tercera par­
en él una representación de Cristo victorioso, te de la humanidad; pero el resto no se con­
pero en desacuerdo con el contexto); a los vierte (9, 13-21).
sellos 2.°, 3.o y 4.° responden tres jinetes fu­ Así se subraya el fin que se propone la
nestos que son otros tantos ministros de la di­ Justicia y la Providencia divinas al mandar
vina justicia: guerra, hambre, peste. Al 5.° res­ plagas tan crueles: castigar y amonestar. Por
ponde la oración de los mártires: «¿Hasta eso se repiten tales plagas.
cuándo, Señor, Santo, Verdadero, no juzgarás Un ángel poderoso desciende del cielo y trae
y vengarás nuestra sangre en los que moran un pequeño libro que da al Apóstol para que
sobre la tierra? Y a cada uno le fué dada una lo coma (= Ez. 3, 1-3). En él se contienen las
túnica blanca, y Ies fué dicho que estuvieran profecías de los cc. 11-20. Con eso se confía a
callados un poco de tiempo aún, hasta que se San Juan una nueva misión profética (Ap. 10).
completaran sus consiervos y sus hermanos, Y aquí tenemos la visión introductoria de la
que también habían de ser muertos como ellos» segunda sección (11-21, 8).
(6, 10 s.). A esta segunda sección sirve de preludio in­
De esta suerte también la persecución y el mediato la visión de los dos testigos que luchan
martirio entran en los admirables designios di­ durante 42 meses (tres años y medio) contra
vinos. Estos castigos obran de un modo muy la Bestia (cuya descripción figura en el c. 13),
distinto sobre los buenos y sobre los malos. que llegará a darles muerte, pero resucitan vic­
Para éstos son la ruina (6, 12-17; cf. Le. 23, toriosos, para triunfar por siempre en el cielo
30); para los buenos nunca falta la divina (11, 1-14). Es el ejemplo de la persecución de
protección acá en la tierra, y luego la gloria Nerón, en la que perecen el Príncipe de los
39 APOCALIPSIS

Apóstoles y San Pablo; pero la Iglesia per­ del Hijo del Hombre se hará la selección
manece y se establece purificada y victoriosa (14, 14-20).
{= 7.a trompeta: 11, 15-18). Y sucederá en lo Anuncio y ejecución de los castigos que
futuro como sucedió en lo pasado (J. Munck, afligirán al perseguidor: siete copas de las que
Petrus und Paulus in der Offenbarung Johan- se vierten otras tantas plagas. Los reyes de la
nis, Copenhaguen 1950; M. E. Boismard, en tierra se congregan en Harmágedon (monte de
RB, 56 [1949] 540; P. Benoit, en RB, 58 [1951] Magedo: nombre simbólico que anuncia el
627 s.). aniquilamiento de ellos); pero Cristo anuncia
Un nuevo ejemplo. La feroz persecución del su venida y promete la felicidad a quienes
judaismo, igualmente vencida por el reino de están en vela y conservan sus vestidos. La
Dios, llegando incluso hasta el aniquilamiento gran ciudad, Babilonia, se desmorona (anticipa­
del perseguidor. Una mujer celestial (la Iglesia, ción) : cc. .15-16.
desde los Patriarcas) trae al mundo un Hijo La ruina de la ciudad y del imperio, anun­
(Jesucristo, ejecutor de la alianza establecida ciada ya en 14, 8, e indicada en la séptima
entre Yavé y Abraham), al que el Dragón, la copa (16, 17-21), aparece ahora de nuevo y se
antigua serpiente (cf. Gén. 3; en este caso el desarrolla ampliamente en los cc. 17-19, 10.
judaismo), quiere devorar y engullir, sin lo­ El canto de triunfo en el cielo subraya la
grarlo, pues es raptado y llevado al cielo. En victoria de Cristo (19, 1-8). Igual suerte co­
vano se perseguirá a la mujer, que se refugia rrerán las bestias (19, 11-21).
en el desierto (señal de las luchas y de los El cuadro siguiente (c. 20), con el famoso
sufrimientos) durante tres años y medio. Al milenio, no describe lo que sucederá con el
fin queda ella victoriosa y el coro celeste canta aniquilamiento del imperio romano y de los
la caída del Dragón y el establecimiento del otros ministros temporales de las potencias in­
reino de Dios sobre la tierra (12, 1-17; cf. Mt. fernales que luchan contra la Iglesia; no se
24, 31 s.; Le. 21, 28.31). trata de una sucesión cronológica sino única­
mente de una recapitulación de los preceden­
Ahora es cuando comienza la sección estric­ tes, si bien no una simple repetición, ya que
tamente profética sobre la continua lucha y la no se dan tales repeticiones en este libro tan
ruina del imperio romano. Aun después de sabiamente ordenado.
haber caído el imperio romano habrá reyes, La lucha contra la Iglesia (considerada siem­
etcétera, que continuarán la lucha contra la pre en su doble aspecto: militante y triunfante)
ciudad de Dios, pero siempre con el mismo aquí se considera en su causa invisible y espiri­
resultado. tual: el mismo Dragón, o sea Satanás. No es
Las fuerzas contrarias salen al combate (12, nada nuevo, ni un episodio diferente de los
18-24, 5). El Dragón llama a los representantes precedentes que haya de sobrevenir allá al fin
que tiene entre los hombres con el fin de apo­ de los tiempos, sino siempre la misma lucha
derarse de la Iglesia: manda salir del mar (del desde la encarnación del Verbo (c. 12) hasta
occidente) a la Bestia de las siete cabezas, so­ el final de la fase terrestre de la Iglesia. Sólo
berbia y blasfema, que dominará al universo que, en vez de pararse en los subalternos, San
durante cuarenta y dos meses y perseguirá a Juan se remonta hasta la misma cabeza in­
los santos (12, 18-13, 10). visible.
Sale de la tierra (de Asia) una segunda Bestia Los mil años del reino de Cristo son una
para inducir a los hombres, mediante la per­ cifra simbólica que indica únicamente una lar­
suasión, a adorar a la primera, que está signi­ ga duración. De este reino participan todos
ficada con el número 666 (valor numérico de cuantos, mediante el bautismo, pasan de la
las letras hebraicas Nron Qsar = Nerón); al muerte a la vida del espíritu. Ésta es la pri­
. que la rechaza se le proscribe y se le da muerte mera resurrección (cf. Ef. 5, 14; Col. 3, 1;
(1.3, 11-18). Jn. 5, 24 s.). Satanás, aunque amarrado y vir-
Frente a la Bestia y sus adoradores se man­ tualmcnte vencido (cf. Áp. 12; Mt. 12, 29;
tiene firme el Cordero sobre el monte Sión con Le. 11, 21), sigue obrando por medio de sus
sus fieles, vírgenes, sus primicias (14, 1-5). Unos satélites en la tierra (Gog y Magog: 20, 8),
ángeles anuncian sucesivamente la caída de Ba­ y hará cuanto pueda por recuperar el dominio
bilonia (preparación para los cc. 17-18), ame­ perdido, pero será aniquilado. Al fin tendrá
nazan con la condenación a los que adoran lugar la resurrección general (llamada segunda
a la Bestia y exhortan a los santos a que ten­ resurrección), que será la clausura de la lucha
gan paciencia y se mantengan firmes en la ver­ para la Iglesia. Los justos estarán en el cielo
dad de la futura felicidad (14, 6-13). En el juicio con Cristo (cf. I Cor. 15, 22-25.51-57), en tan­
APOCALIPSIS 40

to que los malos se irán al fuego eterno con tiples y muy significativas) de pensamiento y
el cuerpo recuperado (Ap. 20, 11-21, 4). de forma. La doctrina de ambas desemboca
El milenarismo no es más que una interpre­ en una escatología trascendente, estriba en
tación material y errónea del sobredicho mi­ las ideas básicas de vida (eterna), luz, Cordero
lenio. Desconoce el simbolismo aquí dominante y Pastor. Verbo de Dios (sólo Jn. 1, 1-14:
y sueña con una doble resurrección corporal, I Jn. 1, 1, y Ap. 19, 13), juicio divino, dos
oponiéndose abiertamente a todo el Nuevo Tes­ reinos opuestos (Dios y Satanás, cielo y mun­
tamento (F. Spadafora, Testimoni di Geova, do). Es común la índole y la visual del autor,
Rovigo 1951, p. 64-77). la concepción dramática y espiritual, el pro­
3.a parte. Visión de la Jerusalén celestial, cedimiento literario del paralelismo progresivo
esposa del Cordero (21, 9-22, 5). Es el lugar y de la concatenación entre las partes, comunes
de todos los bienes espirituales; es la ciudad de varios términos propios o particulares de San
Dios, el santuario celeste (7, 15; 11, 19), la Juan (vida, verdad, evro\r¡, paprvpe ív, etc.).
Mujer del c. 12, la montaña de Sión (c. 14), Por eso críticos como A. Harnack y W. Bous-
la ciudad predilecta (c. 20). Aquí se la consi­ set reconocen tal afinidad y procedencia en el
dera solamente en su gozo triunfante (en el IV Evangelio y en el Apocalipsis» (A. Romeo).
Apocalipsis jamás se separan las dos fases de El género literario es el profético; basta re­
la Iglesia terrestre y celeste), gozo que comien­ cordar las imágenes que San Juan toma de los
za aquí abajo y se desarrolla en la eternidad. profetas y el tema del Apocalipsis. El término
Es una imagen trascendente de la Iglesia, en de Apocalipsis, «revelación», y la manera de
la tierra y en el cielo, bajo el régimen de la recibir las comunicaciones divinas: visiones
gracia y de la gloria, en el tiempo y en la eter­ imaginativas y simbólicas, por más que se mul­
nidad. Pero lo que proyecta la luz sobre toda tipliquen, no son ajenas de dicho género (v. Pro-
la descripción es la gloria de su estado defini­ fetismo; cf. Is., Éz>, Zac., Dan), aun cuando
tivo en la eternidad, en oposición con lo que hayan sido regustadas y exageradas hasta el
se observa en las escenas de los cc. preceden­ ridículo por la literatura apocalíptica (v.), vo­
tes (11.12, etc.), donde se presenta a la Iglesia luble y falsaria.
en su estado militante. San Juan tuvo la celeste visión en Patmos,
Conclusión y epílogo de todo el libro: 22, adonde había ido desterrado (1, 9), y allí es­
6- 21 . cribió el Apocalipsis hacia el fin del imperio
«La teología del Apocalipsis se resuelve en de Domiciano (h. 95 desp. de J. C.; según
un poema cristosoteriológico. El Cordero in­ Eusebio y San Jerónimo, siguiendo a San
molado y glorioso es el blanco de la contienda Ireneo).
en esta lucha entre la ciudad de Dios y la «El estilo es inconfundible: sencillísimo y
ciudad de Satanás: a él irán el cielo y la tierra. solemne, majestuoso, muchas veces incluso pa­
El Apocalipsis es la síntesis conclusiva de las tético ; la monotonía alterna con el énfasis;
ideas, de las esperanzas del Nuevo Testamen­ el canto se transforma periódicamente en toque
to, y la profecía de los tiempos nuevos y úl­ de trompeta; las frases van colocadas unas
timos, o sea de la era mesiánica, era defini­ tras otras sin coordinación; el período se basa
tiva, iniciada con la Encarnación del Verbo» en el paralelismo. En las escenas simbólicas
(cf. A. Romeo; J. Bonsirven, p. 58). que se suceden, el paralelismo cede el puesto
Toda la tradición (respecto a las dudas de a una progresión característica hacia la espiral:
algunos Padres, v. Canon), con sus testimonios la descripción, primero esbozada, aparece nue­
históricos, y el mismo examen interno, están vamente para ser desarrollada e integrada»
plenamente de acuerdo en reconocer al Apóstol (A. Romeo).
San Juan como autor inspirado del Apocalipsis Pese a tentativas, incluso recientes, en con­
(1, 1) y del IV Evangelio (Alio). trario (cf. M. E. Boismard, en RB, 56 [1949]
«Las dificultades alegadas por los "críticos” 507-51), la crítica interna no deja dudas acerca
modernos para negar la identidad de autor de la unidad del Apocalipsis. «Es evidente la
entre el IV Evangelio (las epístolas) y el Apo­ unidad arquitectónica del libro, en el que cada
calipsis son las mismas que en el s. m alegó una de sus partes es inseparable del conjunto,
Dionisio de Alejandría: diferencias de compo­ ligadas como están por la ley de la concate­
sición, de ideas, de estilo. No puede negarse nación, y salpicadas con la constante reapari­
la diversidad, pero se explica en gran parte ción de algunos símbolos dominantes (Alio,
por la diferencia del género literario y de la LXXIl-LXXV), que no se pueden separar. El
materia expuesta. En cambio, aparecen entre Apocalipsis contiene una doctrina coherente y
las dos obras características afinidades (múl­ homogénea: el estilo, con sus extrañas anoma­
41 APOCALIPTICA (Literatura)

lías, es idéntico desde el principio hasta el fin ; el Islam; y bien conocida es la enorme in­
el lexicón presenta por doquier los mismos tér­ fluencia que ejerció Joaquín en la edad media.
minos característicos: jravroKpárwp, Soóvo^, et­ Para Nicolás de Lira, O. F. M. (1329), el
cétera). Expresiones singulares y temáticas en­ milenio, verdadera edad de oro, comienza con
lazan la introducción con la conclusión (1, 1, las órdenes mendicantes.
y 22, 6; 1, 3, y 22, 7-10, etc.) y las otras sec­ «Este sistema superficial resulta sumamente
ciones entre sí (1, 6, y 5, 10; 3, 8, y 16, 15, arbitrario cuando desmenuza la profecía hasta
etcétera: Th. Zahn, en Neue kirch. Zeitschrift, convertirla en noticias de crónica, siguiendo un
37 [1926] 749-68)» (A. Romeo). método que aún hoy seduce a muchos exegetas
Si se tiene en cuenta la naturaleza particular improvisados (p. ej., P. Clangor, La grande
del libro — los símbolos tan frecuentes y las guerra, massoneria, bolscevismo e Yavvenire del
referencias a los libros proféticos — no hay que mondo nelle visioni profetiche dell’Ap., Bres-
extrañarse de que existan divergencias en la cia 1937; S. A. Jucker, L ’Ap. svelata, Milano
interpretación del Apocalipsis desde la anti­ 1948)» (A. Romeo).
güedad hasta nuestros días. D) Finalmente, el recapitulativo explícito o
A) Los primeros escritores, incluso Victori­ implícito que se ve en los mejores represen­
no de Pettau, quien por otra parte inauguró la tantes del primer sistema (Beda, Alcuino) es
teoría de la recapitulación, casi todos, por no el único que, juntamente con el escatológico,
decir todos, remitieron el Apocalipsis al fin puede llamarse tradicional. El Apocalipsis no
del mundo. Según ellos tendríamos en el libro expone acontecimientos futuros que se suceden
la predicción de los acontecimientos que pre­ cronológicamente, sino que, mediante diversos
cederán inmediatamente y acompañarán a la cuadros, que frecuentemente reproducen y des­
aparición del anticristo, su lucha, su derrota arrollan los precedentes, ofrece una visión pro-
definitiva y el juicio final. Muchos cayeron en fética de la lucha perenne entre Cristo y Sa­
el error del milenarismo literal (Papías, San tanás, con la victoria del reino de Dios mili­
Ireneo, etc.). Esta orientación o sistema exe- tante y triunfante (así Victorino, Ticonio, San
gético (que es el más antiguo) es llamado «es- Agustín, De civitate Dei, XX; San Jerónimo).
catológico». Aun hoy anda muy extendido Siguiéronla Casiodoro, Ambrosio, Autperto, y
(L. C. Fillión, M. Sales, J. Sickenberger, etc.). ha sido sellada por el P. Alio (cf. A. Merk
B) La escuela jesuíta española del s. x v ii en VD, 8 [1928] 211-17; H. Hópfl-B. Gut-
(en particular L. de Alcázar) restringe el ciclo A. Metzinger, Intr. N. T.. 5.a ed., Roma 1949,
profético del Ap. a los ss. iv y v. Así tendría­ páginas 532-36; entre los protestantes: E. Loh-
mos una descripción simbólica de la lucha del meyer, H. E. Hill).
judaismo y del paganismo contra la Iglesia y la «Este sistema, que es sin duda el que mejor
caída de la Roma pagana. J. Bousset (L*A., salvaguarda el carácter profético y unitario del
1689) precisa diciendo que la ruina del imperio Apocalipsis, debe acoger el fondo de verdad
está pronosticada hasta Alarico (Ap. 18) y sola­ de los tres primeros» (A. Romeo). Y ésta es
mente el milenio (c. 20) une los acontecimien­ la exégesis anteriormente propuesta, que ahora
tos precedentes con el fin del mundo. es común entre los exegetas católicos, aunque
Entre los acatólicos modernos (E. Renán, con algunas divergencias respecto de ciertas
H. J. Holtzmann, A. Loisy, cf. J. Luzzi), y en perícopes: A. Romeo, H. Simon-J. Prado,
cierto modo los católicos P. Touilleux (L ’Apoc. 465-68; J. Bonsirven; M. E. Boismard, etc.
eí les cuites de Domitien et de Cybéle, París (v. Anticristo). [F. S.]
1935) y A. Gelin, el intervalo histórico a que
alude el Apocalipsis está limitado únicamente BIBL. — A. R omeo, en Ene. Catt. it., col. 1660-
1616; E. B. A l .lo, D A ., 3.a ed., París 1933 (el me­
.al período contemporáneo (segunda mitad del jor comentario); A. G elin, V A . (La Ste. Dible. ed.
siglo i). Pirot, 12). ibíd. 1938. pp. 583-667; H. S imon-J.
Prado, NT, 6.a ed., Torino 1948, pp. 447-511;
C) Del s. xn (Ruperto de Deutz) en ade­ J. Bonsirven, V A . (Verbum Salutis. 16), París
lante, especialmente durante la edad media, se 1951. * M inuesa, Apocalipsis, en EstB. (1935) 10-
21 y 99-106; J. C. C epeda, Esencia y marco del
ve descrita en el Ap. toda la historia de la Apocalipsis, en CB, XII (1955), pp. 128 s.
Iglesia, con especificaciones y aplicaciones ima­
ginarias y arbitrarias que por su propia na­ APOCALÍPTICA (Literatura). — Género lite­
turaleza muestran que semejantes tentativas rario perfectamente determinado que' compren­
exegéticas carecen de toda seriedad. Según Joa­ de los apócrifos «proféticos» del Antiguo Tes­
quín de Fiore (s. x ii ) habríamos de distinguir tamento (s. n desp. de J. C.). Aunque coinciden
siete épocas de la Iglesia, coronadas con un con los apócrifos «históricos y didácticos» en
milenarismo espiritual: la primera bestia sería que dependen y proceden, en cuanto a la ma­
A P O C A L Í P T I C A ( L i te r a t u r a ) 42

teria y la forma, de los libros proféticos del An­ pueblo; irán cumpliéndose todas las promesas
tiguo Testamento, los proféticos se alejan y de gloria futura... ; Israel será liberado y ven­
se distinguen de los mismos hasta el punto de gado ; bajo la dirección de Yavé y de su Me­
crear un género aparte. El término «apocalip­ sías se verá saturado de paz y de abundancia;
sis» = «manifestación», «revelación» (A p. 1, 1), volverán las doce tribus para ejercer su do­
reservado en el canon bíblico a la única «reve­ minio sobre las naciones dominadas y pisotea­
lación profética» de San Juan, atribuyese, desde das» (A. Romeo).
el siglo pasado, a los escritos del género sobre­ Substancialmente el tema es el profético del
dicho por razón de su contenido. Muchos de «día del Señor» : de condenación para las gen­
esos escritos llevan ya ese título desde el año 50 tes y para los malos, y de salvación para Israel.
después de J. C. En atención a la claridad, vale Pero queda enteramente limitado al campo na­
más hablar de apocalíptica o género apocalíp­ cionalista y temporal, si no exclusivamente, por
tico, puesto que en realidad se trata de una lo menos con preponderancia (v. Mesías). Este
simple ficción literaria de supuestos vaticinios tema esencial va englobado en una serie de nu­
posteriores a los acontecimientos, que no me­ merosos y variados temas que miran al pasado
recen mayor crédito que el que merecen los y al presente, y que también se dicen «reve­
oráculos sibilinos. Por eso es mejor evitar la lados» para así dar mayor crédito al resto.
mímica, aunque sólo sea verbal, que nos induce Formación del mundo material, creación de
a hablar de «apocalipsis sinóptico» (Mt. 24, los ángeles, caída de los mismos, diluvio;
etcétera) o de «apocalipsis de Daniel», por constitución de los cielos; diferentes categorías
cuanto tenemos en ellos solamente una verda­ de ángeles; secretos astronómicos y cosmogó­
dera profecía, aun cuando en la forma se hallen nicos ; morada de las almas después de la
algunos elementos (imágenes grandiosas, sím­ muerte; prisión de los ángeles malos, etc.
bolos, etc.) desarrollados y exagerados por la Y en cuanto al tema central: intervención to­
apocalíptica. dopoderosa de Dios descrita plásticamente y
Esta literatura nace en el s. n a. de J. C. en sus detalles, última lucha de los enemigos
El Israel renaciente atraviesa por el período contra Israel, victoria final de los justos, la
más borrascoso. nueva Jerusalén, la resurrección, suerte final
El helenismo, que ha conquistado e invadido de los buenos y de los malos. Las preocupa­
todas las regiones del gran imperio de Alejan­ ciones por el futuro ocupan un puesto prepon­
dro, se ensaña con todos sus atractivos y re­ derante; pero no es posible reducir la apoca­
cursos contra el yaveísmo, que tiene su hogar líptica a la escatología: la apocalíptica es mu­
en Jerusalén en el Templo restaurado. Los Se- cho más amplia (J. B. Frey).
léucidas, desde Antíoco IV (v.; 168-164 a. de No pudiendo presentarse como profetas, pues
Jesucristo), intentan sofocar sangrientamente el la época de éstos se consideraba como cerrada
yaveísmo, y en su tarea cuentan con no pocos hacía tiempo (I Mac. 4, 46; 9, 7), los autores
traidores, incluso sacerdotes y sumos sacerdotes, apelan a un procedimiento literario no del todo
que se convierten en sus odiosos instrumentos desconocido (los pitagóricos, p. ej., lo cono­
(cf. I, II Mac.). Tales situaciones trágicas se cían) y se esconden con nombres de patriarcas
repetirán bajo el dominio romano (del 63 a. y de grandes profetas, presentando sus escritos
de J. C. en adelante) hasta la ruina de Jeru­ como «revelaciones» antiguas, escondidas hasta
salén (70 desp. de J. C.). Piadosos y celosos entonces (esoterismo) y dejadas a la posteridad
yaveístas sentirán la necesidad de coadunar por Adán, Enoc (especialmente por éste, dada
los corazones de sus compatriotas resolviendo la creencia en su asunción al cielo estando aún
las fuertes antinomias existentes entre las divi­ en vida), Moisés, Elias (en igual situación que
nas promesas relativas al nuevo Israel (v. Is., Enoc), Esdras (el gran restaurador del nuevo
2.a parte, Joel, Ageo, etc.) y la dura opresión Israel), etc.
y miserable estado presente; entre la Provi­ El autor finge, por ejemplo, que Enoc recibe
dencia y las desdichas naturales. «La apoca­ las noticias que luego entrega al escritor (seu-
líptica nace para justificar los caminos de la donimia) mediante un ángel que a veces le
Providencia, alimentar el legítimo orgullo ju­ acompaña durante su demora entre los bien­
daico quebrantado por las contrariedades, orien­ aventurados. De esta manera incluso el pasado
tándolo hacia futuras auroras» (A. Romeo). y el presente son presentados como «revela­
Todo el presente había sido «revelado», y se ción» para el futuro y no como narración his­
desarrolla conforme al plan divino; pero tam­ tórica. Aparece como comunicada al antiguo
bién ha «revelado» Dios su próxima interven­ patriarca o profeta ordinariamente a guisa de
ción. «Pronto visitará y ensalzará Dios a su «visión». Las descripciones van amañadas con
43 APÓCRIFOS

■una terminología indeterminada, vaga, propia durante los cuales ejerció un enorme influjo.
de semejantes visiones, con frecuente uso, que A ella se debe, como a causa principal, la for­
llega a ser abuso, de símbolos, a propósito para mación progresiva de ese fogosísimo naciona­
poder anunciar con la misma vaguedad y oscu­ lismo que desembocará en la rebelión contra
ridad el inminente futuro. A la vista del cum­ el imperio romano. De ella procede el descenso
plimiento de cuanto se refería al pasado y al de las visuales universalistas y espirituales de
presente, animábase al lector a esperar con los profetas en orden a la salvación mesiánica,
firme confianza la realización de las promesas y así se explica la ciega confianza de los judíos
•extraordinarias de liberación y el triunfo para en que vendrían extraordinarias reivindicacio­
un futuro inmediato. nes nacionales vaticinadas por falsos mesías y
Trátase de composiciones estudiadas, de bu­ seudoprofetas.
fete, fruto de una erudición adquirida con los No se ha logrado identificar el círculo judaico
libros, hilvanes de imágenes y motivos, en su del que salió la apocalíptica. Es considerado
mayoría tomados de los libros proféticos (Ez. como probable el que muchos «apocalipsis»
1, 38-48; Zac.; Don. 2.7-8.11-12), pero agran­ hayan sido debidos a los esertios (v.). Para su
dados, exagerados, como fruto de una fantasía elenco v. Apócrifos. Fuera de la dependencia
encendida, rayanos en la monstruosidad y en literaria de la epístola de Judas (v.), no aparece
el ridículo. Los símbolos, que en los libros en el Nuevo Testamento ninguna cita ni alu­
proféticos aparecen breves, eficaces y aplicados sión a la apocalíptica. «Pero es innegable la
con claridad, en la apocalíptica carecen fre­ influencia de la apocalíptica judaica en los es­
cuentemente de todas estas dotes: son oscuros, critores judíos de escatología: de ella proviene
como las alegorías y otras imágenes, fatigan el milenarismo de Papías, Hipólito y otros»
por su continuidad y prolijidad, y a veces por (A. Romeo), la esperada venida de Enoc y de
el mal gusto que ha privado en la elección, Elias al fin del mundo, la mitigación de las
en el realismo exagerado y en la falta de ló­ penas de los condenados, etc.
gica. La fantasía está a la altura de la inspira­ Como género literario tuvo muchos imita­
ción divina y del talento poético. dores cristianos. Se han perdido los numerosos
«La apocalíptica desmenuza y da visos de apocalipsis de los gnósticos. Se conservan, entre
novela a las profecías con una sutileza mez­ los más antiguos, el apocalipsis de San Pedro,
quina y cerril que desembocará en la especu­ el de San Pablo, el de la Santísima Virgen
lación cabalística» (A. Romeo). La apocalíptica (v. Apócrifos). Pero aquí todo es muy diferente.
es en comparación con la profecía lo que la Nos hallamos con las visiones, los viajes y las
MiSnah en comparación con la Torah (A. Sa- descripciones del pasado, pero con el fin, co­
batier). «El vidente ha de ser sublime, pues el mún con los otros apócrifos, de satisfacer la
asunto que trata lo exige, y muchas veces no piadosa curiosidad, con intenciones didácticas
es más que enfático o erudito; en su estilo es y preocupaciones parenéticas. «El esquema apo­
cualquier cosa, menos naturalidad y sencillez. calíptico sobrevivirá en la edad media vivificado
Sólo es sincero y eficaz el autor cuando en él por la fe y por el arte» (A. Romeo). [F. S.]
asoma el hombre con las pasiones de su tiem­ BIBL. — J. B. F rey. en DBs, I, col. 326-54;
po, cuales son el odio, a veces atroz, contra E. A mann, ibíd, col. 525-33; A. Romeo, en Ene.
los gentiles, una ardiente simpatía hacia Israel, Cait., It., I. 1615-26; E. S chürer. Geschichíe des
Uldischen Volkes, III, 4.a ed., Leipzig 1911, pp.
la angustia por una fe que quiere sea inque­ 268-468; M. J. L agrange, Le Juda;sme avant Jé-
brantable» (M. J. Lagrange). El mejor en cuan­ sus-Christ, 2.a ed., París 1931, pp. 70-90: E. B.
A llo, Apocalypse, 3.a ed., ibíd. 1933, pp. XXVI-
to al estilo es el IV de Esdras. XXXIV.
Mientras el profeta peca por su realismo
y pone al desnudo, a veces con rudeza, las APÓCRIFOS. — Para los católicos los apó­
calamidades colectivas e individuales, haciendo crifos son escritos que, por no haber sido ins­
converger el presente, el pasado y el mismo pirados, no fueron admitidos en el canon de
futuro en una lección eficaz, en una apremiante los libros sagrados, a pesar de que, o por el
exhortación a que se procure un cambio eficaz título o por el contenido, ostentasen autoridad
y práctico en la conducta moral de sus con­ divina e inspiración, y no obstante haber sido
temporáneos, la apocalíptica se evapora en la considerados como canónicos algún tiempo, al
morbosa espera de la revolución y de la con­ menos por algunos escritores o por alguna
siguiente liberación; es una visión estática, un iglesia particular. Los protestantes llaman apó­
monólogo medio lanzado a los vientos. La crifos a nuestros deuterocanónicos (v. Canon)
apocalíptica nació en el s. ii a. de J. C. y se y seudoepígrafes a nuestros apócrifos. Este
desarrolló y acrecentó en los dos siguientes, concepto responde a la denominación de «libros
a pó c r ifo s 44

extraños» (hisonim) aplicada por los hebreos ejercido: es típico de la teología judaica en los
a partir del s. n desp. de J. C. a los libros que últimos siglos a. de J. C. Está dividido, por
no figuraban en el canon palestinense y cuya el mismo autor, en cinco partes. En la primera
lectura había sido prohibida. Pero el nombre (cc. 1-36), Enoc anuncia el juicio final, narra
an-ÓKpi'00?, «desconocido, metido en un escon­ la caída de los ángeles y describe los viajes de
drijo», es igual a genuzim, «rótulos retirados ultratumba. La segunda (cc. 37-69) presenta los
de la circulación, y el genizah, escondrijo». novísimos en tres magníficas «parábolas»: la
Entre las sectas religiosas y filosóficas de la suerte de los justos y de los malos, el juicio
antigüedad se aplicó el término a los escritos mesiánico realizado por el Hijo del Hombre,
fundamentales que contenían las doctrinas eso­ la felicidad de los elegidos. La tercera (cc. 72-82)
téricas. contiene un tratado de astronomía. En la cuar­
Apócrifos del Antiguo Testamento. El pro­ ta (cc. 83-90) se describe el diluvio y la his­
cedimiento literario que consiste en atribuir toria del mundo, ésta bajo los símbolos de
una composición a un personaje bíblico, fre­ bestias, y análoga, por su contenido, al «apo­
cuente después de la cautividad (Job, Cant., calipsis de las semanas» en los cc. 91 y 93.
Eclo.), se hace muy corriente a partir del .s. n La quinta (cc. 91-101) contiene exhortaciones
después de J. C. Aun sin excluir la probabi­ a los justos y maldiciones contra los malos.
lidad de que ciertos escritos daten de la época Hay en él también algunos pasajes tomados
persa y helenista, el florecimiento de esta litera­ del libro de Noé (p. ej., c. 106 s.), apenas
tura seudónima abarca los dos siglos ante­ retocados.
riores y los dos posteriores a Jesucristo. El Los comienzos de la literatura de Enoc se
género literario predominante es el apocalíp­ remontan a época antigua. La redacción de
tico. Mas no faltan composiciones con tenden­ sus partes debe encuadrarse en los dos siglos
cia haláquica o jurídica, con el fin de explicar anteriores a Jesucristo. El último retoque y
la ley mosaica o precisar sus aplicaciones; es­ compilación definitiva del «corpus» heterogéneo
critos haggádicos o morales, para ampliación actual debe atribuirse a un esenio, tal vez
seudohistórica de las narraciones bíblicas, que del s. i desp. de J. C., aunque sin excluir el
sirven de base a pías exhortaciones, es decir, ambiente judíocristiano que medió entre las dos
a la enseñanza y especulaciones éticas; las guerras (70-132).
composiciones nómico-sapienciales; comenta­ Entre los ms. de Qumran parece que falta
rios... Luego es característica la mezcolanza de el original del I de Enoc, no obstante haberse
géneros diferentes en una misma composición. hallado fragmentos de la I parte y de Ia IV ;
Estos libros, traducidos del hebreo o del arameo fragmentos de un amplio tratado de astrologia,
al griego y aceptados, al menos en parte, por resumido en la III parte; fragmentos de las
los cristianos, frecuentemente por conducto de parábolas de Enoc, diferentes de las de la
los judíocristianos, han llegado hasta nosotros II parte; del libro de Noé (en hebr., en tanto
en Ja versión griega y en las recensiones lati­ que los otros están en arameo). Hasta el s. m
nas, etíopes, siríacas, paleoslavas, etc. Muchos después de J. C. circulaban separadamente
fueron retocados por los cristianos, y hasta unas partes del libro de Enoc, desde entonces
reconstruidos a fondo, si no compuestos ínte­ traducido al griego, y especialmente la V parte
gramente, y con visibles referencias a las tra­ bajo el título de «La epístola de Enoc», con­
ducciones judaicas. servada en el pap. Chester Beatty-Michigan
Se ha convenido en excluir del cuerpo de los (ed. C. Bonner, Londres 1937).
apócrifos del Antiguo Testamento a los escritos Libro de los secretos de Enoc (el II de Enoc).
hebraicos, entre los cuales las palabras de Describe el viaje de Enoc a través de los siete
Ahiqar (pap. de Elefantina, s. v a. de J. C.), cielos, representando así un conjunto caracte­
las obras de Flavio Josefo y de Filón de Ale­ rístico de las creencias de un ambiente hebraico
jandría. Excluyese igualmente la literatura pura­ de la diáspora alejandrina en el s. i desp. de
mente sectaria de los esenios de Kh. Qumran, Jesucristo, que pudiera ser atribuida a los Tera­
pero no los libros apócrifos sin impronta esé- peutas (v.), egipcios hermanos de los esenios.
nica hallados en las mismas grutas. Los apó­ Este libro, escrito en griego, conocido de Orí­
crifos así delineados se dividen en Palestinen- genes y de los talmudistas, luego perdido y
ses (I) y Alejandrinos (II), pero, por razones olvidado, fué hallado a fines del siglo pasado
de comodidad, los libros homónimos deben en la versión paleoeslava.
colocarse juntos. Jubileos (Leptogénesis). Así llamado porque
Libro de Ennc (el I Enoc, Enoc etíope) es divide la historia del mundo según los períodos
el más importante y el que más influencia ha de cuarenta y nueve años: desde la creación
45 APÓCRIFOS

basta la velación del monte Sinaí habría cua­ Salmos de Salomón. Colección de 18 salmos
renta y nueve jubileos. Bajo la forma de las redactados en hebreo por uno o varios autores
revelaciones que hizo Dios a Moisés contiene de cariz farisaico, entre los años 80 y 40 del
la paráfrasis del Génesis y de los primeros capí­ s. i a. de J. C., bajo la impresión de la ocupa­
tulos del Éxodo. La primera redacción tal vez ción de Jerusalén por Pompeyo (a. 63). La ver­
se remonte al s. m a. de J. C., y la definitiva sión griega se halla en las ediciones de los
a mediados del n. Este escrito gozaba de gran LXX; la siríaca en la edición de J. R. Harris
autoridad entre los esenios, quienes se guiaban y A. Mingana, Manchester 1916-1920. (En los
por el calendario característico en él contenido. manuscritos siríacos figuran entre ellos las Odas
Entre los manuscritos de Qumrán se han ha­ de Salomón, escrito cristiano sectario del s. m
llado hasta ahora fragmentos de cuatro ejem­ después de J. C.).
plares de los Jubileos, que exhiben un texto Asunción de Moisés. Antes de morir, Moisés
hebraico notable por su identidad con las ver­ revela a Josué las vicisitudes de Israel desde la
siones secundarias que se han conservado, la conquista de Palestina hasta la muerte de Hero­
etíope y la latina. Hay también restos de una des el Grande (4 a. de J. C.). Sólo queda de él
recensión siríaca (E. Tisserant, en RB 30 la traducción latina en un manuscrito de la
[1921] 55-86.206-32). Ambrosiana.
Testamento de Lev/. Este escrito aramaico Ascensión de Isaías. En un escrito cristiano
sólo se ha conservado en los fragmentos de la del s. i i i - iv se incorporó la narración del mar­
Geniza de El Cairo (en JQR, 12 [1900] 651-61; tirio de Isaías, de origen judaico (s. i desp. de
19 [1907] 566-83; R. H. Charles en la edición J. C.). Se conserva completo en la versión etío­
de los Testamentos de los Patriarcas, junta­ pe y fragmentariamente en la griega (pap.
mente con un fragmento griego) y de las grutas Amherst 1) y en la latina.
primera y cuarta de Qumrán. Es muy antiguo, Vidas de los Profetas. Las breves narraciones
quizás de la época persa. Hacen uso de él el de las vidas de los profetas, recogidas entre las
I de Enoc y Los Jubileos, y aparece resumido tradiciones populares hebreas, fueron amplia­
en el Testamento de Leví del apócrifo siguiente. das con rasgos doctrinales y exegéticos en los
La parte principal contiene las prescripciones ambientes judíocristianos hacia el fin del s. i
rituales para el servicio del templo. desp. de J. C. Existe una reciente edición del
Testamento de los XII Patriarcas. Se presenta texto griego, debida a C. C. Torrey, Filadel-
bajo la forma de amonestaciones dadas por los fia 1946.
hijos de Jacob en el lecho de muerte, sistemá­ Antigüedades Bíblicas de Salmos — Filón.
ticamente divididas en tres partes: historia, pa­ Resumen haggádico de los primeros libros de la
rénesis, profecía. Este libro contiene «summam Biblia con la historia de los judíos tratada por
theologiae moralis» de los ambientes pietistas extenso. Probablemente fueron escritas en los
del judaismo, poco antes de asomar la era cris­ últimos años del s. i desp. de J. C. Consérvan-
tiana. Las consideraciones éticas sobré las vir­ se en la versión latina (G. Kisch, Notre-Dame,
tudes y los vicios, y las especulaciones dualís- Indiana 1949).
ticas acerca de la existencia de dos espíritus y IV de Esdras. Tal vez sea éste el libro más
de dos vidas, van entrelazadas con elementos bello que nos ha transmitido la literatura apó­
haggádicos (p. ej., guerras de Patriarcas en el crifa hebrea. Fué grandemente difundido tanto
Testamento de Judá), rituales, polemistas (con­ en el Oriente como en el Occidente cristiano, y
tra el sacerdocio oficial), escatológicos (los dos en el curso de su transmisión recibió algunas
Mesías, tre? o siete cielos). Los prototipos de añadiduras cristianas. El apócrifo judío no con­
algunos de los testamentos son probablemente tiene más que los cc. 3-14 de la versión latina
bastante antiguos. Una fase de esta literatura (en el apéndice de Ia Vulgata). Los cc. 1-2
ha sido fijada por E. J. Bickerman en los co­ constituyen el V de Esdras, y los cc. 15-16 el
mienzos del s. ii a. de J. C. (en JBL, 69 [1950] VI de Esdras. Divídese en siete visiones. Con
245-60). La compilación actual data, como de un lenguaje enérgico, el autor, que es un hebreo
ordinario, de les comienzos del s. n a. de J. C., ortodoxo de la escuela moderna (h. el año 100
y se remonta más bien al período de entre las desp. de J. C.) pregunta a Dios la causa de las
dos guerras judaicas, pues parece que faltan los calamidades que oprimen al pueblo elegido,
ejemplares de los Testamentos entre los ma­ discute el problema del mal sin llegar a solucio­
nuscritos de Qumrán. Del texto original, pro­ nes satisfactorias, contempla la era escatólógica
bablemente hebreo, se ha conservado la versión inminente, el juicio (del que salen pocos que se
griega, de la cual proceden Ja aramea y la salven), Ja gloria futura de Jerusalén. De él de­
eslava. penden los escritos homónimos, cristianos y
APÓCRIFOS 46

muy posteriores, como El apocalipsis griego de cia el año 250. No puede negarse un fondo>
Esdras y La visión del mismo Esdras. histórico a la narración.
II de Baruc (Apocalipsis siríaca de Baruc). Oráculos sibilinos. Al lado de la vasta lite­
Este libro, que no tiene divisiones escuetas, tra­ ratura sibilina pagana circulaban desde el s. ii
ta los mismos problemas que el IV de Esdras, a. de J. C. los escritos sibilinos de los hebreos
si bien presenta una escatología diferente y alejandrinos. Entre los 12 libros que se conser­
ofrece un apocalipsis original de la historia del van de origen judío y que están relativamente
mundo (cc. 53-76). Su autor debió de vivir bajo inmunes de añadiduras cristianas figuran el III
el imperio de Trajano o el de Adriano, pues (s. i a. de J. C.), el IV (posterior al año 79
pertenecía a la escuela rabínica más rigurosa. desp. de J. C.) y el V (en tiempo de Marco
No se ha conservado más que en un manuscri­ Aurelio). En los otros libros andan mezclados
to, el de la Peshilto milanesa, juntamente con el elementos judaicos, paganos, cristianos, judío-
IV de Esdras. En cambio se halla en varios cristianos, gnósticos y heréticos. También es de
manuscritos, La epístola de Baruc a las nueve origen alejandrino la Oración de Manasés, que
tribus y media (cc. 78-87). Un poco posteriores se halla en el apéndice de la Vulgata.
son dos escritos homónimos: el III de Baruc P. Benoit publicó (en RB 58 [1951] 549-65)
(Apocalipsis griego de Baruc) y el IV de Ba­ un fragmento papiráceo de un escrito hebreo
ruc (Restos de las palabras de Baruc, Paralipó- del s. i desp. de J. C.
menos de Jeremías). Parecen ser también del Mencionaremos, por último, los apócrifos
s. n desp. de J. C. el Testamento de Job, con­ cristianos de los siglos m y iv, que utilizan las
servado en griego, y la Vida de Adán y Eva, en tradiciones judaicas: varios libros de Adán y
latín, griego, armenio, eslavo (publicada bajo Eva, Apocalipsis de Abraham, Testamentos de
el título erróneo de Apocalipsis de Moisés). A brabam, Isaac y Jacob, Apocalipsis de Elias
III de Esdras. Presenta las traducciones grie­ y de Sofonías, Apocalipsis de Sidraj, Apocalip­
gas de varias secciones de los libros canónicos: sis de Ezequiel, Historia de José y de Ase-
Par.-Esd.-Neh. y además un punto propio net. [J. T. M.]
(cc. 3, 1-5, 6): la disputa de los tres guardias
del cuerpo en presencia de Darío I ; en la ter­ BIBL. — Ediciones de los textos traducidos:
E.K autzsch, Dle Apokryphen und Pseudepigra-
cera disputa sale victorioso Zorobabel con el phen des A. T. Tübingcn 1900 (anticuado); R. H.
encomio de la Verdad-Sabiduría. En los LXX C harles, The Apocrypha and Pseudepigrapha of
the O. T„ Oxford 1913 (el mejor); P. R iessler,
se le coloca en el primer puesto como I de Es­ Altjiidisches Schrifttum ausserhalb der Bibet, Aug-
dras, en la Vulgata va en el apéndice como sburg 1928 (cat., el más completo, poco crítico).
Introducciones: J. B. Frey, en DBs, I, 354-459;
III de Esdras. C. C. T orrey, The Apocryphal Literature, New Ha-
Libro III de los Macabeos. Esta novela edi­ ven 1945; R. H. Pfeiffer. Id giudaismo nelVépoca
ncotestamentaria, Roma 1951. * F. A sensio, El
ficante expone una supuesta persecución de los espíritu de Dios en los apócrifos judíos precristia­
hebreos alejandrinos por parte de Tolomeo IV nos, en EstB., VI (1947), 1.
Filopátor (221-204), concluida con un rescate
milagroso, del que se hace una conmemoración Apócrifos del Nuevo Testamento. Los apó­
anual. Fué compuesto en Alejandría en el s. i crifos son una imitación de los libros sagrados
o ii desp. de J. C. Es considerado como canó­ en cuanto al asunto y en cuanto a la forma.
nico en las iglesias griega, siríaca y armenia. Por lo mismo se les distingue según el canon (v.)
IV de los Macabeos. Diatriba estoica, escri­ de estos últimos, formando con ellos grupos de
ta al aparecer la era cristiana, para demostrar Evangelios, Actos, Epístolas, Apocalipsis. Trá­
que «la razón directa de la piedad (¿ <n;o-e/?ijs tase de satisfacer con ellos la curiosidad, com­
Aoyícr/xós) posee el poder supremo sobre las pa­ pletando omisiones, desarrollando alusiones de
siones». Después de las pruebas teóricofilosó- los libros inspirados — conservando quizás al­
ficas, se proponen ejemplos históricos: Onías guna rara vez tradiciones antiguas — ; así los
y Apolonio, martirio de Eleazar, martirio de los evangelios apócrifos se alargan especialmente
siete hermanos y de su madre. Hállase en varios dando detalles de la infancia del Redentor, de
manuscritos de los LXX, de la Preshitto, de la vida de la Virgen, de la de San José, y de la
la Vulgata. Pasión del Redentor y de su descendimiento a
Epístola de Aristea. Es una apología del ju­ los infiernos.
daismo, escrita hacia el año 100 a. de J. C., En estas narraciones suele tomar la primacía
atribuida a un pagano, Aristea, oficial de To­ algún motivo dogmático, como el hacer resal­
lomeo II Filadelfo (285-245). El tema central tar la virginidad de Nuestra Señora, la Divini­
es la historia de la traducción griega del Penta­ dad del Niño Jesús, etc., insertando milagros de
teuco llevada a cabo por los 72 traductores ha­ toda especie, imaginarios y muchas veces gro-
47 APÓCRIFOS

téseos cuando no irreverentes, todo ello en «Luego he hecho bien en no tener hijos». Y Je­
abierta oposición con la lozanía, la sencillez y sús agrega: «Come de toda clase de plantas,
la insuperable precisión y concisión de los es­ pero no comas de la planta que contiene la
critos inspirados. amargura (el matrimonio)». Fué escrito en grie­
No hay, pues, que extrañarse del rigor con go en Egipto hacia mediados del s. ii .
que reaccionó la Iglesia desde el s. v en ade­ Protoevangelio de Jacobo. Es el mejor re­
lante contra los apócrifos que se habían multi­ presentante de los evangelios de la infancia.
plicado al correr de los primeros siglos, man­ El título con que se le conoce le viene de su
dando y procurando que fueran destruidos. Por descubridor Jacobo Postel (s. xvi). En los ma­
eso son muy pocos los llegados hasta nosotros, nuscritos griegos leemos este otro: Historia de
y raras veces en su lengua original. De muchos Santiago sobre el nacimiento de María. El des­
de ellos conocemos algo, y a veces sólo el nom­ conocido autor finge ser el Santiago «hermano»-
bre, a través de los escritos patrísticos, por lo (primo) del Señor.
que resulta harto difícil el definir su contenido Este apócrifo consta de 25 cc. En los 17 pri­
y su naturaleza. Los apócrifos comúnmente ca­ meros se presenta la historia de la Sma. Virgen
talogados son los siguientes: antes de la Anunciación, y se da a sus padres el
I. Evangelios apócrifos. — Evangelio de los nombre de Joaquín y A na: se describe la pre­
Nazarenos, sobre el cual Schoeps (1949) sigue sentación de María en el Templo, sus esponsa­
sosteniendo que es unftargum aramaico de Mt. les con José, etc. En los siguientes capítulos
en griego, traducción libre, pero sin tendencia (18-25) se reproduce la narración de los evan­
herética, que un grupo judíocristiano pertene­ gelios canónicos sobre la infancia (Mt. 1-2;
ciente a la Iglesia de Palestina hizo en el s. i Le. 1-2), añadiendo o ampliando pormenores,,
para uso propio. San Jerónimo (f 420) pudo como, p. ej., la prueba de la virginidad de Ma­
conocer y traducir al griego y al latín una copia ría después del nacimiento de Jesús, por medio
de este texto en Berea (Aleppo). de dos comadronas; la muerte de Zacarías en
Evangelio de los Ebioniias, llamado también manos de Herodes por no haber querido mani­
Evangelio según los Hebreos, o Evangelio de festar el paradero de Isabel y del niño Juan,
los doce Apóstoles. Según Schoeps, sería una que lograron librarse de la matanza de los ino­
traducción griega amañada del Evangelio de los centes, etc.
Nazarenos con añadiduras heréticas para de­ Estos mismos temas se hallan en el Evangelio
fender y propagar las doctrinas ebionitas. Este del sendo Mateo (42 cc.) que con semejante
apócrifo nos es conocido por las citas de San título se presenta como una versión que San
Epifanio, pero pueden hallarse numerosos tro­ Jerónimo había hecho de un protoevangelio
zos del mismo en las homilías atribuidas a San hebreo de Mateo. Es una adaptación latina
Pedro (Kepúy/xara IleVpov), documentos ebio­ (s. vi) del Protoevangelio de Santiago, con co­
nitas de la literatura seudoclementina (Waitz; rrecciones y añadiduras.
Schoeps). Cf. H. J. Schoeps, Theologie und El Evangelio de la Natividad de María es una
Geschichte des Judemchristentums, Tubinga simple revisión del precedente presentado en
1949; RB, 57 (1950) 604-9. 10 cc. (s. ix).
Evangelio según los Egipcios. Lo mencionan El Protoevangelio de Jacobo. Consta de
los escritores eclesiásticos de los siglos m y iv, dos escritos independientes que datan de la pri­
como en uso en los ambientes heréticos de su mera mitad del s. ii ; uno sobre la infancia de
tiempo. Según San Epifanio (377), los sabelia- María, otro sobre el nacimiento de Jesús. La
nos del s. m sacaban de él la doctrina sobre la compilación actual no es anterior al s. v. Pro­
existencia de una sola persona bajo tres aspectos pagóse enormemente y fué muy afortunado, ya
0 modos. Los naassenos (Philosophamena V, que fué inspirador de la liturgia, de poetas y
7) apoyaban también en él sus especulaciones de pintores. Existen tres traducciones en italia­
sobre la constitución del alma. Orígenes (Hom. n o : E. Pistelli (1919 Lanciano); L. Bonaccor-
1 in Le.) lo coloca a la cabeza de los evangelios si (Firenze 1948); C. Rotunno (Venezia 1950).
heréticos. Clemente Alejandrino es el padre más De él ha tomado la liturgia los nombres de
antiguo que cita este apócrifo, del que ha con­ S. Joaquín y de Sta. Ana y la fiesta de la Pre­
servado el único fragmento que conocemos sentación de María Santísima en el Templo.
(Strom. III, 6.9a. 13), y del cual sacaban los Pero la narración del apócrifo, calcada so­
eucráticos la condenación del matrimonio. bre los hechos del nacimiento y de la ofrenda
«¿Hasta cuándo seguirán muriéndose los hom­ de Samuel (I Sam. 1) no ofrece grandes garan­
bres?», pregunta Salomé. A lo que Jesús res­ tías de historicidad (cf. J. J. Weber, La Vierge
ponde: «Mientras tengan hijos las mujeres». Marie dans le N. T., París 1951).
APÓCRIFOS 48

Evangelio de Tomás, señalado por los anti­ Simeón, resucitados por el Resucitado. Ambos
guos como obra de herejes gnósticos del s. n. escritos son del s. iv.
Ha llegado hasta nosotros en dos recensiones La recensión latina refiere, en su fondo, una
en griego, una de 19 cc. y otra de 11. Estas carta (s. xm) de Lucio Léntulo (presunto suce­
recensiones no ofrecen ideas gnósticas, pero sor de Pilatos) al Senado romano, y en ella se
cuentan numerosos milagros, casi todos pueri­ describe la fisonomía de Jesús.
les, atribuidos a la infancia de Jesús, desde los Tránsito o Muerte de María, que en los ma­
cinco hasta los trece años, con los que preten­ nuscritos lleva el título de Narración de San
den ensalzar la omnipotencia y la omnisciencia Juan el teólogo sobre la dormición de la Santa
del Divino Niño. El texto primitivo debió de Madre de Dios. Es una composición en grie­
sufrir ciertas transformaciones, incluso por par­ go, del s. iv o del v, sobre la muerte y asunción
te de algún autor católico del s. m. de Nuestra Señora.
Evangelio de Pedro. Es mencionado por vez II. Actos apócrifos. — Actos de Pedro. En
primera (h. el año 190) por Serapión, obispo su origen (fines del s. n) este apócrifo era una
de Antioquía, que lo atribuye a los docetas. extensa narración de la vida y del martirio de
En 1887 fué hallado en la tumba de un monje San Pedro. En los fragmentos que se conser­
de Akmim (Alto Egipto) un papiro con un frag­ van cuéntase el viaje de San Pablo a España
mento de este apócrifo, que contiene la narra­ (1-5); la venida de San Pedro a Roma, por
ción de la Pasión desde el momento en que orden del Señor para luchar contra Simón Mago
Pilatos se lava las manos hasta la aparición (como un complemento de Act. 8, 9-23). Efecti­
del ángel a las piadosas mujeres después de la vamente el Apóstol consiguió con sus oraciones
resurrección de Jesús. Hállanse en él rasgos de que el mago cayese precipitado del aire, adon­
docetismo. La narración sigue la de los libros de se había elevado por medio de sus artes má­
sagrados, salvo lo añadido por la fantasía. gicas, aplastándose contra el suelo (6-32). (1/ p.:
El Evangelio árabe de la infancia consta de Actus Petri cum Simone. Códice Vercellense,
55 cc. Los 9 primeros siguen la narración s. v il; lo restante es dei s. ni).
de Mt. y Le. desde el nacimiento de Jesús Como consecuencia de su predicación sobre
hasta la huida a Egipto. Los cc. 10-25 narran la continencia, muchas mujeres se separan de
numerosos episodios maravillosos que dicen ha­ sus esposos, y Pedro huye de Roma ante el te­
berse realizado en la huida y estancia en Egip­ mor de la muerte que le asedia; pero apenas
to. Los restantes narran el retorno a Judea y ha salido de la ciudad se encuentra con Jesús,
los prodigios que se dicen obrados por Jesús a quien pregunta: «Señor, ¿adónde vas?» —
hasta la edad de doce años, en los cuales de­ «Domine, quo vadis?» Y el Señor le respon­
pende del Evangelio de Tomás. Las historias se de: «Voy a Roma para ser crucificado otra
suceden como los cuentos de las Mil y una no­ vez.» Pedro entiende la lección y . se vuelve ale­
ches: hablase en ellas de sortilegios y de drago­ gremente. Lo prenden y es crucificado; y ruega
nes, de príncipes y de princesas. Fué redactado y obtiene que lo pongan con Ja cabeza hacia
en el s. iv o en el v, y se hallan vestigios de abajo (33-41). Ésta es la 2.a p .: Martyrium beati
él en el Corán. Apostoli, texto griego que parece ser el original
Historia de José el carpintero, que se nos ha (s. ii) escrito en Asia Menor. De él procede el
conservado en árabe y en latín. En 32 cc. ex­ texto latino Martyrium b. Petri ap.y* a Lino
pone la vida, muerte y funerales de San José, episcopo conscriptum, con muchas añadiduras.
afirmando que así se lo dijo Jesús a sus discí­ Hay quien afirma que la 1.a p. contiene erro­
pulos en el monte de los Olivos. Fué escrito en res gnósticos, lo que niegan Vouaux y James.
griego en el s. iv o en el v, en Egipto. Ciertamente favorece los errores de los enera-
Evangelio de Nicodemus, conocido con este titas (según ellos la Eucaristía se consagra con
título desde el s. xm. Consta de dos partes pri­ pan y agua). L. Vouaux, Les Actes de Pierre,
mitivamente independientes. La primera (Actos introducción, textos, traducción y comentario,
de Pilatos) ofrece un recuento detallado — atri­ París 1922.
buido a Nicodemus — del proceso de Jesús ante Actos de los Apóstoles, ebionitas. Este apó­
Pilatos (cc. 1-11), de la resurrección y de la crifo, que parece haber sido conocido por San
conducta del Sanedrín después de la Crucifixión Epifanio, exponía las disputas que se supone
(cc. 12-16). La segunda (Descendimiento de hubo en el Templo siete años después de la
Cristo a los Infiernos) es una descripción pin­ muerte de Cristo, entre los jefes de la comuni­
toresca del descendimiento de Jesús a la man­ dad cristiana y los representantes de los dife­
sión de los difuntos, atribuida a dos testigos rentes grupos judaicos y saduceos, samanta-
oculares, Lucio y Casinio, hijos del anciano nos (!), escribas, fariseos, seguidores de San
49 APÓCRIFOS

Juan Bautista y finalmente el sumo sacerdote Pablo. Ponen de relieve la fraterna concordia
Caifás, a quien responde Santiago con un largo de los dos Apóstoles, narran el viaje de Pablo
discurso. AI fin de estas disputas sobre la per­ a Roma, y el martirio simultáneo de Pablo,
sona y la misión de Jesús, la turba impresionada decapitado en Roma, y de Pedro crucificado
se muestra dispuesta a recibir el bautismo, pero con la cabeza hacia abajo. (Traducción inglesa
interviene el «Inimicus homo» (es decir, Pablo) de los textos de James.)
que entretiene a la turba e impone silencio a Los Actos de Juan. Cuentan muy prolija­
Santiago, a quien arroja por la escalinata aba­ mente los viajes, la doble estancia del apóstol
jo, dejándolo medio muerto, ahuyenta a los en Éfeso con muchos milagros allí realizados;
Apóstoles y obtiene del sumo sacerdote la co­ los discursos sobre la vida del Salvador, y final­
misión de ir a Damasco para perseguir allá a mente la muerte del apóstol. Es un escrito
los seguidores de Jesús. gnóstico de mediados del s. ii , retocado y am­
Así ha reconstruido Schoeps este apócrifo, pliado en los comienzos del v.
cuya existencia habían vislumbrado algunos crí­ Actos de Andrés. Según los escritores anti­
ticos a través de las Homilías de Pedro guos son de origen gnóstico, y aproximadamen­
CKrjpvyjULara Tlerpov), obra ebionita, y especial­ te del s. ni. Hanse perdido en gran parte. Con­
mente leyendo el libro VII. taban los viajes del apóstol a la India, su pre­
Aparte de esta sección, cree el mismo escri­ dicación, milagros y martirio. En el s. v fueron
tor hallar en otras partes de las Homilías algún retocados por un escritor católico. Entre los
reflejo de otros pasajes, abiertamente antipauli­ fragmentos conservados figura el martirio de
nos, de estos Actos de los Apóstoles, los cuales, Andrés, crucificado en Acaya. No es posible
según el mismo Schoeps, se remontan al primer discernir en ellos las partes primitivas de las
tercio del s. u ; conocen los Actos y las Epísto­ posteriores.
las canónicos, de los que son una deformación, Actos de Tomás. En su origen era una obra
una caricatura que quiere hacer triunfar la tesis gnóstica que se divulgó bastante entre los here­
judíocristiana y rebajar a San Pablo (H. J. jes. Se ha perdido casi por completo. Han lle­
Schoeps, op. cit., Excursus V). gado a nosotros dos revisiones de ellos, una
Actos de Pablo. Obra muy extensa en su siríaca y otra griega, debidas a autores católi­
origen, escrita en honor de Pablo. Consérvanse cos, las cuales han conservado, no obstante,
de ella varias partes, de las cuales las principa­ muchos rasgos gnósticos. Cuentan muy por ex­
les son las tres siguientes: 1) Actos de Pablo tenso los viajes de Tomás a la India, su predi­
y de Tecla. Durante la predicación de Pablo
cación (generalmente con tendencias a inculcar
en Iconio hácese cristiana la joven Tecla, la a las mujeres la continencia separándose de sus
cual abandona a su prometido Tamírides para
maridos), sus milagros y su martirio. La actual
conservarse virgen. Por causa de eso es arro­
jada en una hoguera, pero cae una lluvia y ex­ recensión siríaca es del s. iv ; en la griega,
tingue el fuego. Tecla, ilesa, sigue a Pablo a más breve, se halla la doctrina gnóstica: en ella
Antioquía, donde es expuesta a las fieras, de se enseña un rigidísimo eneratismo.
las que un nuevo milagro la salva. Estos Actos apócrifos de Juan, de Pablo, de
2) Martirio de Pablo. Expone el glorioso fin Pedro, de Andrés y de Tomás, coleccionados
del Apóstol tras una serie de milagros y con­ en un solo volumen por los maniqueos, consti­
versiones obradas en la misma familia de tuían para ellos los Actos de los Apóstoles ca­
Nerón. nónicos.
3) Epístolas de Pablo a los Corintios (v. más III. Epístolas apócrifas. — Cartas de N. S.
adelante). Estos Actos datan de los años 160- Jesucristo y de Abgar, rey de Edesa. Refiere
170 aproximadamente, en el Asia Menor. Con­ Eusebio (Hist. eccl. I, 13) que vió el original
sérvanse en griego, latín y otras lenguas. No siríaco de estas dos cartas y que las tradujo al
contienen nada que sea herético; pero, según griego. He aquí su contenido, según el mismo
cuenta Tertuliano (De bapt. 17), el sacerdote Eusebio: Hallándose enfermo Abgar, escribe
que los compuso fué depuesto por su obispo en a Jesús, de cuyos milagros había tenido noti­
castigo de esta impostura. (Texto griego y tra­ cias, rogándole que llegue hasta él para curarlo,
ducción íntegra; L. Vouauox, Les Actes de e indicándole que así se vería libre de los ata­
Paul et ses lettres apocriphes, París 1913: M. ques de los judíos. El Salvador contestó dicien­
Zappalá, II romanzo di Paolo e Tecla, Milano do que debía realizar su misión en Judea. Des­
1924.) pués de la Ascensión le mandó uno de sus
Los Actos de Pedro y de Pablo son una re­ discípulos, al parecer el apóstol Tadeo, «uno
construcción de los Actos de Pedro y Actos de de los 72 discípulos», quien, después de haber
4. — S pa d a fo ra . — Diccionario bíblico
apócrifos 50

curado al rey, predicó el evangelio a los ede- Estando en el monte de los Olivos, pregun­
sinos. tan los Apóstoles a Jesús por el tiempo de su
Eusebio las da por auténticas, pero son espu­ venida (Mt. 24, 3); Jesús les anuncia la apari­
rias (cf. el decreto Gelasiano). Fueron com­ ción de Enoc y de Elias y su lucha contra el
puestas entre fines del s. n y comienzos, del m, anticristo; las diferentes penas de los conde­
inmediatamente después de la conversión de nados, las alegrías de los elegidos. Luego Cris­
aquel reino al cristianismo, siendo rey Abgar IX to es raptado al cielo, acompañado de Moisés
(179-216). y de Elias.
Hállase una narración más amplia de la adhe­ Apocalipsis de Pablo. Se presenta como una
sión de los edesinos a la fe cristiana en la Doc­ exposición de aquellas misteriosas palabras que
trina de Addai ( = Tadeo), escrita en lengua oyó Pablo cuando fué arrebatado al cielo (II
siríaca entre el 390 y el 430, impresa por G. Cor. 12, 2 ss.). El autor finge que su escrito
Phillips, con una traducción inglesa, Londres fué hallado en Tarso, en los cimientos de la
1876. Casa de Pablo, siendo emperador Teodosio
Carta de los Apóstoles. Trátase en realidad (379-395).
de Discursos de N. S. a los Apóstoles, presen­ En su visita de ultratumba hállase Pablo con
tados bajo la forma aparente de carta encíclica una parte de la nueva Jerusalén con cuatro ríos
de los Apóstoles. Después de haber descrito la por los que corre miel, leche, aceite y vino.
vida, pasión y resurrección de Jesús, el apócrifo Es la morada de los justos, entre los cuales ve
pone en labios del Resucitado, al aparecerse a a los profetas, a los inocentes muertos por
sus discípulos, ciertos vaticinios sobre el futuro Herodes, a los patriarcas, a David, a la Madre
de la Iglesia, las señales de la parusía, la resu­ del Señor. Por el otro lado ve un río de fuego
rrección final y la retribución. La verdadera fe y dentro de él una multitud de hombres y de
y las buenas obras son las condiciones indis­ mujeres castigados por los pecados que come­
pensables para la vida eterna. Fuera de la Igle­ tieron : ve suplicios especiales para aquellos
sia no hay salvación. Fué escrita en griego que no admitieron la Divinidad de Jesús, su
(s. ii o m), y en la parte dogmática se descu­ nacimiento de María Virgen y la presencia real
bren vestigios de gnosticismo. de Jesús en la Eucaristía. Es de notar la idea
Epístola de Pablo a los Laodicenses. Está particular de la cesación temporal de las penas
escrita en griego (s. iv) con palabras tomadas concedida por Jesús a los condenados, por in­
de las epístolas genuinas de San Pablo (espe­ tercesión del arcángel Gabriel y de Pablo:
cialmente de Flp.). Da ocasión a ello la refe­ todos los años cesan los padecimientos en el
rencia de CoL 4, 16. (Eb. Nestle, Novum Test. día de Pascua (cc. 44). En el apócrifo siguien­
graece et ¡atine, XII, 11.* ed., Stuttgart 1932). te (c. 29) concédese la misma cesación «para
Epístolas de Pablo a los Corintios y de los los días de Pentecostés». Esta doctrina está to­
Corintios a Pablo. El autor estriba en I Cor. mada de los judíos, los cuales enseñaban que
7, 1 («me escribisteis») y 5, 9 («os escribí»). Los los condenados disfrutan de paz el día del
corintios denuncian a Pablo dos falsos docto­ sábado, en el que se suspenden sus tormentos.
res, y Pablo confuta sus errores. Forman parte El apócrifo es del s. iv o del v. La versión
de los Actos de Pablo (hac. el año 170). siríaca ha sido publicada por G. Ricciotti, Ap.
Cartas de Pablo a Séneca y de Séneca a San Pauli syriace... cum versione latina. Roma
Pablo. Ocho de Séneca y seis de San Pablo, 1932; id., V Ap. di Paolo Siríaca. Introducción
escritas en latín, carentes de valor tanto en la y Comentario. Brescia 1932.
forma como en el fondo. El filósofo alaba la Apocalipsis de la B. V. María. Son dos:
doctrina de Pablo cuya imperfección literaria a) Ap. de la B. V. María sobre las penas, es­
lamenta. Probablemente son del s. iv. Se han crito en griego en el s. ix. Estando en el monte
conservado en muchas ediciones críticas de los de los Olivos la Virgen tiene visión de las pe­
escritos de Séneca. Las editó, con introducción nas de los condenados. Sube al cielo e intercede
y traducción, L. Vouaux, op. c., pp. 332-69. en unión con los Santos y alcanza de Dios una
IV. Apocalipsis apócrifos. — Apocalipsis tregua en las penas para los días de Pentecos­
de Pedro. Clemente de Alejandría admitía como tés, para que puedan alabar a la Santísima
sagrado este antiguo apócrifo (s. n) muy di­ Trinidad; b) Ap. o visión de María Virgen, no
vulgado y estimado, y que luego llegó a per­ anterior al s. vil. Depende en gran parte del
derse completamente. Apareció a principios de Ap. de Pablo. María es raptada al cielo hallán­
siglo su texto íntegro en la versión etíope dose en oración en el Gólgota. Hace una visita
(S. Grébaut, texto y traducción francesa en al paraíso donde habla con Enoc y con Elias,
Revue de VOrient chrétien, 1910). a los cuatro ríos en cuyas márgenes están los
51 APÓSTOLES

bienaventurados y al infierno con el río de fue­ No todos los catálogos de los «doce» (Mt.
go. La Virgen comunica esta revelación al após­ 10, 2 ss.; Me. 3, 16-19; Le. 6, 14 ss.; Act. 1,
tol Juan para que la escriba. 13) presentan los nombres por el mismo orden.
Otros Apocalipsis: de Tomás; de Esteban; Solamente son fijos el puesto de Pedro, que es
de Juan (tres); de Bartolomé (sobre el cual, siempre el primero; el de Judas Iscariotes, que
cf. U. Moricca, Un nuovo texto delVEvangelo siempre es el último; el de Felipe, que es el
di Bartolomeo, in RB, 30 [1922], 20-30; etc. quinto, y el de Santiago Alfeo, que es el no­
[F. S.] veno. Los doce son; P edro (v.); A ndrés , su
BIHL. — E. A mann, Apocryphes du N. T„ en hermano, natural de Betsaida (Jn. 1, 44); él
DBs, 1, col. 460-533; M. R. James, The Apochryphat es quien en la multiplicación de los panes hace
New Testament, Oxford 1924; G. Bonaccorsi, Van­
geli apocrífi, I, Fircnze 1948; M. L epin, Vangeli la presentación de un niño que tiene unos
canonici e Vangeli apocrifi (trad. it.), Roma 1911. panes de cebada y unos peces (Jn. 6, 8); sirve
* Enciso, La intanda de Jesús en ¡os apócrifos,
Ecc. (1942), 2 en p. 77; M. A yuso, Un apócrifo de intermediario para llevar a feliz término el
español del s. vi, de probable origen judíocristia- deseo que los helenistas de Jerusalén tienen
no, en SEF, (1944). año iv.
de ver a Jesús (Jn. 12, 22); con su pregunta
APOLO. — v. Corintios. invita a Jesús a preanunciar el fin de Jeru­
salén (Me. 13, 3).
APÓSTOLES. — El significado neotestamenta- J uan (v.) y Santiago, hijos de Zebedeo y de
rio de «enviado» de Cristo a predicar el Evan­ Salomé, pescadores de Betsaida (Me. 1, 20),
gelio (o.7róo*roAo5 de arrocrreAAto), que difiere dotados de carácter impetuoso, hasta el punto
del clásico de «armada», «expedición naval» de merecer ser designados por Cristo «hijos del
(cf. Leipzig, 19, 21) proviene de los LXX que trueno» = los que hacen tronar (Me. 3, 17;
están en la línea semántica de Herodoto (I, 21; 10, 35; Le. 9, 54), aparecen frecuentemente
V, 38). Es el título de los «doce colaboradores en la historia evangélica (Mt. 4, 21 y paral.;
de Cristo», y también el de Bernabé y Pablo. Me. 5, 37 y paral., etc.). Santiago fué martiri­
El primer encuentro y llamamiento de Jesús zado por orden de Herodes Agripa (Act. 12,
tuvo lugar en Judea junto al Jordán. Son los 1 y siguiente).
primeros Juan Evangelista y Andrés, discípulos F elipe , oriundo de Betsaida (Jn. 1, 44-49),
del Bautista, quienes llevan al Maestro sus res­ sigue a Jesús desde el principio (ibid.); en la
pectivos hermanos: Simón ( = Pedro) y Santia­ multiplicación de los panes advierte la impo­
go. Luego vienen Felipe y Natanael (Jn. 1, sibilidad de proveer de alimento a aquel gentío
35-51/. El llamamiento definitivo se dió unos (Jn. 6, 5 ss.); hace de intermediario, junta­
meses más tarde a ía orilla uel lago de Galilea: mente con Andrés, entre Jesús y los helenistas
Simón y Andrés, Santiago y Juan se apartan (Jn. 12, 21 ss.); recibe de Jesús la clara afir­
de sus padres y lo abandonan todo para seguir mación de la identidad sustancial del Verbo
constantemente a Jesús. Sigue un período de y del Padre (Jn. 14, 8 s.).
iniciación doctrinal más que de actividad apos­ Bartolomé (hijo de Tolmai o Tolomeo) es,
tólica (Mt. 4, 18-22; Me. 1, 16-20; Le. 5, 1-11). con toda probabilidad, el mismo Natanael,
En Cafarnaúm se une al grupo privilegiado el oriundo de Caná de Galilea (Jn. 21, 2), a quien
recaudador de impuestos Leví-Mateo (Mt. 9, vió Cristo de lejos bajo una higuera (Jn. 1,
9; Me. 2, 14; Le. 5, 27). La elección oficial se 45-50); es testigo de la aparición de Jesús en
realiza en el monte de las Bienaventuranzas, Galilea (Jn. 12, 2).
según la indicación cronológica de Me. y Le. T omás (= gemelo, cf. Jn. 11, 16: de la raíz
en junio del año 28 de J. C. (Me. 3, 13-19; hebraica tá’am, redoblar) quiere afrontar la
Le. 6, 12-17; Mt. 10, 1-4). Los elegidos son pasión juntamente con el Maestro (Jn. 11, 16);
doce, y esta determinación se repite de manera arranca a Jesús su sintética autodefinición:
fija en los Evangelios (Mt. 10, 1-5; 11, 1, etc.; «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn.
Me. 3, 14 ss.; 4, 10, etc.; Le. 6, 13; 8, 1 ; 14, 5); por su incredulidad da ocasión a poder
9, 1. 12, etc.; Jn. 6, 68-70 s.). Una de las pri­ comprobar experimentalmente la realidad de
meras preocupaciones de la comunidad cristia­ Cristo resucitado, concluyendo con la explí­
na reunida en el Cenáculo de Jerusalén fué la cita afirmación de la Divinidad (Jn. 20, 24-28);
de restablecer ese número después de la defec­ es testigo de la aparición de Galilea (Jn. 12, 2).
ción de Judas (Act. 1, 15 ss.), ya que era un M ateo (v.). Santiago, hijo de Alfeo, e£ San­
número típico querido por Jesús, para expresar tiago el Menor (v.). T adeo, llamado también
que la Iglesia era el nuevo Israel, el verdadero Judas (v.). (hermano) de Santiago (Le. 6, 16;
Israel de Dios («las doce tribus») heredero de Act. 1, 18). S imón es llamado Cananeo o Ce-
las divinas promesas. lotes (Le. 6, 15) a causa de su celo por las
ARABES 52

tradiciones hebreas (Ji/Awrij? — Gál. 1, 14—, I, 1). Las tres narraciones de la conversión de
que corresponde al verbo aramaico qane’áná). Pablo (Act. 9, 1-19; 22, 3-21; 26, 9-20) in­
J udas ( v .) Iscariotes, el traidor. sisten en dos elementos como básicos en el
Con su inimitable pedagogía el Redentor se concepto de apostolado: la visión sensible de
ocupó de su formación e instrucción, curando Cristo, que da al mensaje el carácter de testi­
sin extorsiones los prejuicios que compartían monio de lo que ha oído y visto, y la elección
con sus contemporáneos acerca del Mesías y por parte de Cristo. En la polémica contra los
de su reino. La existencia de los «doce» debe que negaban su mandato apostólico, Pablo se
ser común con el Maestro: es el gran deseo verá constreñido a insistir en los siguientes
y deber de todo discípulo hebreo, según los elementos fundamentales de su apostolado: la
cánones de las escuelas rabínicas. Más que vocación inmediata por parte de Cristo, único
escuchar el discípulo debe observar a su maes­ Revelador inmediato del Evangelio paulino
tro en todas sus acciones. Los doce son siem­ (Gál. 2, 11-21). Pablo tiene la plenitud del
pre los oyentes a quienes tiene más en cuenta: poder apostólico, la universalidad de la mi­
a ellos principalmente dirige Cristo el sermón sión ; predica primeramente a los judíos, mas
de la montaña (cf. Le. 6, 17); las parábolas su campo de especialización son los paganos,
oscuras son aclaradas para la inteligencia de por voluntad de Cristo (Act. 9, 15), reconocido
los doce (Me. 4, 10); propóneseles con insis­ por los Apóstoles (Gál. 2, 9). Regula la orga­
tencia el misterio del Mesías paciente, que es nización de las Iglesias y el desarrollo de las
escándalo para los judíos (Mt. 17, 21-27 y reuniones religiosas, reprende los abusos, cas­
paral,; 20, 17 ss. y paral.); para ellos que­ tiga y perdona, excomulga y reconcilia (I Cor.
dan reservadas las últimas efusiones del Ce­ 5, 3 ss.; I Cor. 2, 5-11; 12, 21; 13, 1-10;
náculo (Jn. 13-17); por las apariciones que se I Tim. 1, 20; 5, 19 s.). También es él, como
interponen entre la Resurrección y la Ascen­ los demás apóstoles, testigo visible de la Resu­
sión (Mt. 28. 17-20; Le. 24, 33-49) resultan los rrección de Cristo, hecho fundamental del cris­
testigos de la Resurrección de Cristo. tianismo (I Cor. 15, 1-10; I Cor. 9, 1). Su
Después de una misión especial entre los apostolado está autenticado con el milagro
judíos, caracterizada por los milagros, por la (II Cor. 12, 12; I Cor. 2, 4 s .; Gál. 3, 1-6;
pobreza y por el desprendimiento, por la pru­ etcétera). [A. R.]
dencia y la sencillez, pero no realizada inme­ BIBL. — A. M édebielle. en DBs. 1, col. 533
diatamente después de la elección, como po­ ss.; K. H. R enostorf, en ThWNT, I, p. 406 ss.;
J. M. Braun, Nouveaux aspeets du probléme de
dría sugerir Mt. 10, 5-11, 1, sino hacia marzo VÉglise, París 1942.
del año 29 de J. C. (Me. 6, 7-13; Le. 9, 1-6),
los doce reciben el mandato deñnitivo, en ca­ AQUILA. — v. Griegas (Versiones).
lidad de plenipotenciarios de Cristo, subordi­
nados a Pedro, cabeza de la Iglesia (Mt. 16, AQUIOR. — v. Judit.
18 s .; Le. 21, 16 s.) e investidos del poder
judicial y coercitivo (Mt. 18, 17 ss.; Jn. 20-21 AQUIS. — v. David.
y siguientes), de enseñar y de santificar (Mt.
18, 18 ss.; Me. 16, 15 ss.). Se les asegura la ÁRABES. —■El término, procedente de la raíz
continua asistencia del Espíritu Santo (Jn. 16, carab, que evoca la estepa, es descriptivo más
13) y el poder de obrar milagros para confir­ que etnográfico. Aún hoy el árabe por exce­
mación de su misión (Me. 16, 17 s .; Act. 2, lencia es el nómada, el badawi (beduino), el
1-43; 3, 6 ss.; 5, 1 ss.). habitante de la badija o campo raso. Primera­
El apóstol M atías es elegido de parte de mente se le atribuyó a las tribus nómadas y
Cristo mediante sorteo, después de la presen­ seminómadas del desierto sirio y de los yermos
tación que de él hace la comunidad. San Pedro de la parte septentrional de la Arabia, esa
da las normas: ha de ser un testigo de Jesús inmensa península de 3 millones de kilómetros
desde el bautismo de Juan hasta la Resu­ cuadrados, lo equivalente a casi yA de Europa,
rrección. desde el océano índico al sur, hasta Siria y
Los Apóstoles Pablo y Bernabé. Son los úni­ Palestina al norte. Luego se hizo extensiva la
cos reconocidos como tales por los Actos (14, denominación a todos los habitantes de Ara­
4: 14, 14) fuera de los «doce». En el episto­ bia. Aparece por vez primera este término en
lario paulino, que emplea a veces el término la inscripción de Salmanasar III sobre la ba­
en acepción carismática (v. Carismas), es apli­ talla de Qarqar (854 a. de J. C.), en la que
cado a Pablo en sentido riguroso unas veinte toma parte Gindibuc de Arbaa con mil came­
veces (asociado a Bernabé, I Cor. 1, 1; II Cor. llos. Bajo el mando de Teglatfalasar III, Ara-
53 ARAMEO (Idioma)

bia (Mat Aribi) recibe un gobernador asirio. ARAMEO (Idioma). — Pertenece al tronco se­
Sargón (715) lucha contra los tamudeos y los mítico del noroeste, y, debido a su gran di­
sabeos. Senaquerib (703), Asaradón (673) y, fusión histórica, más que una lengua es un
más fundadamente, Asurbanipal penetran en grupo de idiomas, provistos de peculiares pro­
Arabia, y este último derrota a los árabes, piedades fonéticas, morfológicas y de sintaxis
a los cidarenos y a los nebateos. fundamentalmente semejantes.
La Arabia septentrional fué el dominio pre­ Hácese mención de los árameos en el si­
ferido de los nómadas y de los caravaneros, glo xxiii, pero su historia propiamente dicha
entre cuyos grupos se advierten tres caracteres comienza en el tiempo en que se establecen
étnicos principales, que son el arameo, el ye­ en Mesopotamia y Siria (ss. xi-x). Entonces
menita, mezclado con mineos, etc., y el be­ aparecen los Estados árameos independientes
duino propiamente dicho, que entre sus más entre sí, pero señalando el período de mayor
famosos representantes cuenta a los palmira- influencia y esplendor político de los árameos
nos, los nabateos y los itureos. En el centro (cf. Aram Sóbah, Aram Macakah y sobre todo
está el desierto, con alguno que otro oasis. En el reino de Damasco). Los documentos llegados
el sur es donde principalmente se hallan las hasta nosotros muestran en las gentes que ha­
poblaciones sedentarias, que forman los reinos blaban esta lengua una incertidumbre inicial,
mineos y sabeos, sin hablar de los estados de en cuanto se comprueba la tendencia a usar
Qataban, de Hadramut, etc. la lengua del lugar conquistado. Pero al sen­
Los nómadas del desierto sirioarábigo apare­ tirse más autónomos también su misma lengua
cen más de una vez en el Antiguo Testamento gana en autonomía, y entonces es cuando apa­
como ahijos de Oriente», Béne-Qedem (Ez. 25, recen los textos propiamente árameos. Puede,
4, 10; Job. 3; Gén. 29, 1), término al que pues, dividirse la historia del arameo en los
corresponde la expresión bizantina ^ apaKrjvoí, períodos siguientes:
Sarracenos. 1) Arameo dialectal (atestiguado únicamen­
En Ez. 23, 42, «los bebedores procedentes te en el s. viii). En él se hallan las típicas for­
del desierto» son las tribus árabes próximas a mas aramaicas mezcladas con formas cananeas,
Palestina, al otro lado del Jordán, con las que fenicias y, en general, aloglóticas (cf. Inscrip­
se alió Judá (cf. Jer. 27, 9 ss.). Is. 13, 20, em­ ciones en Zengirli de la estatua de Hadah y
plea la palabra carab como simple apelativo de Panammu; Cook, North-Semitic Inseríp-
equivalente a «nómadas», y lo mismo Jer. 3, 2. tions, nn. 61, 62, con examen de los elementos
En Jer. 25, 14, se lee como nombre de pue­ árameos y cananeos, p. 134).
blo. En Ez. 27, 21, carab es enumerado, en 2) Arameo clásico desde el tiempo en que
su sentido étnico, juntamente con Cedar, Saba están florecientes los reinos (s. x) hasta la con­
y Recema. El nombre racial carabi, carbi, em­ quista de Ciro (539).
pléase frecuentemente después del destierro. Los textos que han llegado hasta nosotros
Nehemías tuvo que sufrir mucho por la hosti­ no son numerosos ni extensos, pero sí sufi­
lidad de los árabes (= los nabateos, y las an­ cientes para darnos a conocer esta lengua lite­
tiguas poblaciones de Moab y de Amón). Tal raria y sobre todo la inmensa difusión de la
denominación se hizo usual y corriente entre misma.
los judíos, en tanto que los antiguos nombres a) Asiria. El episodio que tuvo lugar entre
de Madián, Ceda.r, Saba, etc., iban cayendo los emisarios de Senaquerib y el rey Ezequías
en desuso (cf. I, II Par.). (II Re. 13, 17 ss.) es una prueba de que en
De entre las familias semíticas enumeradas Asiria era conocida la lengua aramaica. Ostra-
en Gén. 10, 26-29, hallamos que pertenecen ca, inscripciones en pesas, otros epígrafes y
a lá Arabia meridional Ioqtan, Hasarmawet tablillas cuneiformes con notas aramaicas son
(= Hadramaut), Seba (reino de Saba), Diqláh documentos que demuestran, especialmente para
(Daklán, al este de Adén). el período del imperio babilónico, cómo se
En Ez. 27, 21 s., nombra los principes de impuso siempre el arameo como lengua diplo­
Cedar (nombre propio del hijo de Ismael), mática.
tribu de nómadas del desierto sirioarábigo (Is. b) Siria. Es evidente que permanece el
21, 16; Jer. 2, 10; Plinio, Hist. Nat. V, 12: arameo como lengua hablada y literaria (cf. las
Cedreos); en los textos cuneiformes Qidri y inscripciones halladas en Nerab del s. vn,
Qidarri. V. Ismael, Madián, Saba. [F. S.] Cooke, nn. 64, 65).
BIBL. — F. M. A bel, Géograplv.e de la Pales- c) Palestina. El papiro de Saqqara (carta
tiñe, 3, París 1933, pp. 288-97; II. íbíd. 1938. p. de un tal Adon, rey de Ascalón (?), al faraón
122 s .; S. Moscatí, Stor.'a e civilitd dei Sentid,
Barí 1949, p. 1-6. 175-219. Necao II (610-95) confirma que la lengua di­
ARAMEO (Idioma) 54

plomática era la aramea (en Bíblica, 30 [1949] zado en los tiempos de Esdras y usan ya siem­
514 ss.). pre el arameo como lengua propia, abando­
d) Egipto. Del papiro sobredicho se des­ nando el hebreo. Así ya hay derecho a afirmar
prende que el arameo debía ser conocido en que precisamente por este acontecimiento fué
la corte, e indudablemente también en otros posible al arameo occidental contar con una
círculos. grandiosa literatura que no tuvo, o al menos
3) Después de Ciro hasta Alejandro Mag­ no llegó hasta nosotros, en el período prece­
no (323). Con haberse constituido el inmenso dente. Los hebreos usaron el arameo en el
imperio de los Aqueménidas (desde el Nilo período que siguió inmediatamente al destierro.
hasta el Indus), con Susa por capital, el arameo Nos han llegado algunos fragmentos en
se convierte en lengua oficial, aunque no única. arameo del texto bíblico, los más notables del
En todas las satrapías del imperio se descubren libro de Daniel y del de Esdras y Nehemías,
textos árameos. El papiro de Turín, estudiado escritos cuando no existía diferencia entre
por Clermont-Ganneau, nos da cuenta de un arameo occidental y oriental, pero que repro­
egipcio que escribe a un persa en lengua ducen las particularidades gramaticales que
aramea. En Egipto pertenecen a este período serán después propias del arameo occidental
los famosos papiros de Elefantina, que con­ (H. Baur-P. Leander, Gramatik des Biblsh-
tienen, ya en escritura cuadrada, contratos y Aramaischen, Halle 1927).
una importante correspondencia entre una co­ Estaban traducidos al arameo los textos bí­
munidad judaica de Elefantina y las autorida­ blicos hebraicos que se leían, pero que no eran
des de Jerusalén. Parte de ellos fueron publi­ entendidos por el pueblo en las funciones de
cados por Cowley (Aramio Papyri oj the jifth la sinagoga. Ahí tuvieron su origen los Tar-
Century b, C„ Oxford 1923). Otros 17 acaban gumin (versiones o más bien párrafos árameos
de ser publicados (cf. Bíblica, 34 [1953] 265; de los textos bíblicos).
dos distintos volúmenes, uno de E. Kraeling La distinción entre arameo occidental y orien­
y otro de S. R. Driver). Son igualmente dignos tal está determinada por ciertas particularida­
de notarse 14 manuscritos en pergamino (s. v) des gramaticales, como el estado enfático, el
que contienen la correspondencia de Argam, prefijo de la tercera persona singular masculino
gobernador persa de Egipto (en Orientalia, 22 del futuro, etc.
[1953] 445). El arameo egipcio tiene una exce­ 1) El arameo occidental comprende:
lente gramática debida a P. Leander, Laut-und a) arameo palestinense (Dalmau, Gramma-
Formenlehre des Aegyptich-Aramdischen, G6- tik des Jiidich-palastinischen Aramaisch, Leip­
teborg 1928. zig 1905);
Son célebres los ideogramas (o mejor meta- b) arameo de los Targum (v.);
gramas) árameos de Persia. Trátase de elemen­ c) arameo del Talmud palestinense;
tos aramaicos mezclados con elementos irá- d) arameo de los samaritanos (traducción
nicos. Los aramaicos tenían valor de ideogra­ del Pentat.);
mas (metagramas), que por lo mismo no eran e) arameo de los inscripciones de Palmira
pronunciados como palabras aramaicas sino (mezcladas).
inmediatamente trasladados durante la misma 2) El arameo oriental:
lectura en vocablos iránicos (Dupónt-Sommer, a) arameo babilonense con el célebre Tal­
Les Araméens, p. 95). Tenemos en esto una mud (Margolis, Lehrbuch der Aramdischen
nueva prueba de lo extendido que estuvo el Sprache des Babylonischen Talmuds, München,
uso de la lengua aramea. año 1910);
4) Después de Alejandro Magno. La lengua b) arameo de la literatura mandaica y ma-
griega toma la delantera como lengua oficial, niquea;
y entonces comienza para el arameo el proceso c) el dialecto de Edesa, conocido ya por
de diversificación entre arameo occidental y textos precristianos, dió origen a la grandiosa
arameo oriental, que en la época de N. S. Je­ literatura siríaca cristiana con dos ulteriores
sucristo será ya definitiva. La escritura pasa divisiones (del s. v), la siriaca jacobita y la
definitivamente al empleo de las letras llamadas siríaca nestoriana. Esta literatura siriaca (arameo
cuadradas, que serán las que prevalecerán des­ oriental) rivaliza con la oriental y acaso la
pués, incluso en las inscripciones de textos he­ supere.
braicos. Entre tanto se concreta un hecho de El arameo se mantiene actualmente en pe­
grande importancia para el arameo occidental queñas islas lingüísticas en las cercanías de
y para su consiguiente fortuna, y es que los Damasco, Mosul y lago Urmia.
hebreos llevan hasta el fin el fenómeno comen­ El conocimiento del arameo es de suma im-
55 ARAMEOS

portanda para el biblista, sea porque algunos otros grupos nómadas con la misma religión
textos están escritos en arameo, sea porque fué (culto del dios lunar) y casi idénticas costum­
la lengua de Jesús y de los Apóstoles, por lo bres, y éstos precisamente serán los llamados
que el sustrato de los libros del Nuevo Tes­ árameos. Está perfectamente confirmada la
tamento se halla notablemente impregnado de afirmación bíblica (Gén. 22) que reconoce un
ella. [P. Bo.] estrecho parentesco entre los árameos y los
BIBL. — Bowman, Arameans, Aramaic, and the caldeos.
Bibl., en INES, 7 (1948) 65-90; P. K ahle. Das Al separarse de los caldeos, los árameos
zur Zeit Jesu in Palastina gesprochene Ardmaisch, se dirigieron hacia Asiria y ejercieron presión
en TRu, 17 (1949) 201-16; A. D üpont-Sommer, Les
Araméens, París 1949. por el suroeste con el intento de pasar el
Eufrates y el Habur.
ARAMEOS. — Habitantes de Aram, nombre Adad-Nirari I (1364-1273) los rechaza, pero
que en el A. T. se da a la Mesopotamia sep­ en los tiempos de Salmanasar I (1272-1243) los
tentrional y a Siria. Para significar a Meso­ vemos ya establecidos en los bordes del estado
potamia (la región bañada por el Eufrates y asirio, contra el cual se aliaron con los jeteos.
por el Habur), la expresión bíblica más usual Teglatfalasar I los rechazó en no menos de
es Aram-Naharajim (Gén. 24, 10; Dt. 23, 5; veintiocho campañas; con todo, nos es dado
Jue. 3, 8; I Par. 19, 6, etc.), o sea, la región a conocer, a través de los reportajes relacio­
aramea de los dos ríos. Tal expresión es a nados con este monarca, que ya entonces los
veces reemplazada por Paddan-Aram (Gén. 25, árameos estaban firmemente asentados en va­
19; 31, 20, etc.), que señala directamente la rias localidades. Y si bien el período de debi­
región de Jarán, morada de íos Patriarcas antes lidad que siguió en Asiria al reinado de Te­
de su entrada en Canán. La expresión Nahá- glatfalasar I no fué provocado con nuevas olea­
raim significando a Mesopotamia septentrional das de árameos, lo cierto es que favoreció el
aparece en documentos egipcios desde los tiem­ que éstos consolidasen las posiciones tomadas.
pos de Tutmosis I (h. 1500 a. de J. C.) bajo la Surgen por doquier, y en Mesopotamia misma,
forma de Nahrin, que en las tablillas de El- centros árameos que reciben diversos nombres
Amarna está en lugar de Mitanni. de los respectivos jefes de tribus, y al mismo
Para significar Siria, Aram aparece siempre tiempo se completa la penetración aramea en
unido con otra determinación geográfica más Siria. Los centros más famosos establecidos en
estrictamente especificada, como Aram-Sóbah Mesopotamia son Bít-Adini (Am . 1, 5; II Re.
(I Sam. 10, 6), Aram-Rehob (ibid.), Aram- 19, 12, etc.), en la región de Til Barsip, junto
Dammeseq (II Sam. 8, 5). al Eufrates, y con las excavaciones de Tell-
Una inscripción de Teglatfalasar I (1114- Halft ha podido ser localizado el centro de
1076), confirmada más tarde por el monolito Bit-Bahiani, hacia las fuentes del Habur. Al
de Asurnasirpal II (884-859), juntamente con mismo tiempo se va completando la penetra­
otros datos históricos, nos induce a mantener ción aramea en Babilonia, donde poco más
que la aparición de los árameos está íntima­ adelante se da a Adad-apal-iddin I (1063-1042)
mente relacionada con una gran afluencia de el calificativo de «usurpador arameo». No obs­
nómadas: los Sutü y los Ahlamu (probable­ tante estos enormes progresos, los árameos
mente nómadas y confederados), mencionados siguen fraccionados en tribus, en pequeñas ciu­
en inscripciones que se remontan a los tiempos dades estados, lo que explica su ineficacia como
de Rim-Sin (h. 1750 a. de J. C.). Y mientras potencia política y su rápida caída. Todos los
se estuvo afirmando erróneamente durante mu­ diminutos estados árameos de Mesopotamia
cho tiempo que el nombre de Aram era de quedarán reabsorbidos como resultado del con­
fecha más bien reciente, resulta que lo contiene traataque asirio en los comienzos del primer
claramente una inscripción de los tiempos de milenio, desde Adad-Nirari II hasta Salmana­
Naram-Sin (h. 2400 a. de J. C.) y dos tablillas sar III.
de la tercera dinastía de Ur (h. 2070-1960). Los centros árameos de Siria resisten por
La hipótesis más aceptable señala como lu­ más tiempo, y sobre todo Damasco, que des­
gar de origen de los árameos el desierto sirio- pués de David logró desarrollar una política
arábigo. De allí se habría dirigido una infil­ independiente, constituyéndose en polo de atrac­
tración de nómadas hacia las fértiles regiones ción para los otros centros árameos vecinos.
de Babilonia, donde Kadasma-Harbe y sus su­ Unas veces en alianza y otras en guerra con
cesores no fueron capaces de impedir que se los vecinos estados de Israel o de Judá, Da­
establecieran las tribus caldeas. Casi en el mis­ masco se mantuvo hasta que Teglatfalasar III
mo tiempo se van estableciendo en el norte (745-727) dio muerte a su rey Rasin y la ocupó.
ARCA de la alianza 56

Entonces desaparece por completo la potencia en que la presión asiria obliga a tribus arameas
política aramea, mas no el influjo de su lengua a desplazarse hacia el oeste y fijarse en Siria,
y de su cultura, lo que, al contrario, continúa donde los árameos van ocupando las regiones
acentuándose, y cuando los próximos parientes más fértiles, fundando en ellas pequeños prin­
de los árameos, los caldeos, hayan instaurado cipados. Pero el estado arameo, que en los
con Nabopolasar la gran dinastía neocaldea en tiempos de Saúl y David es mencionado como
Babilonia, tomará tal incremento la aramaiza- estado potente al oeste del Éufrates, es Aram-
ción del Asia occidental que en los comienzos Sóbah (i Sam. 14, 47; II Sam. 8, 3-12, etc.),
del período persa será ya absoluta. que extendió su dominio por el norte hasta
Cultura y religión. — El carácter fundamen­ Berthai, la actual Bereitan, al sur de Bacalbek.
tal de la cultura aramea fué indudablemente Contiguo a Aram-Sóbah debe colocarse otro
su propiedad de asimilación y fusión. Care­ estado arameo mencionado en II Sam. 10, 6,
ciendo de gran originalidad le cabía responder Aram-Béth-Rehób, y entre el Hermón y el lago
a la misión histórica de llevar comprensión y de Hule habría que localizar el Aram-Macákáh,
compenetración a pueblos que vivían en con­ mencionado en II Par. 19, 6. Todos estos es­
tinuo antagonismo. Este espíritu sincretista, que tados árameos se presentan unidos contra Da­
sin duda fué favorecido por la organización vid (II Sam. 10, 6-9): en la lucha tiene las
de los árameos, repartidos en pequeñas ciuda­ riendas Sobah, que es derrotado. A estos esta­
des estados, se revela en el arte, donde es evi­ dos únese más adelante contra David también
dente que se dieron fuertes influjos mesopo- el de Damasco (II Sam. 8, 8), el Aram por
tamios (excavaciones de Tell-Halaf), jeteos y excelencia. También esta vez saldrá David vic­
jurritas (excavaciones de Sam’al), y no menos torioso, y Damasco quedará subyugada, aun­
se revela en la religión, que está caracterizada que sólo por breve tiempo. Recobrada la inde­
por un fuerte sincretismo mesopotámicocana- pendencia, Damasco reunirá en tomo suyo a
neo. Una divinidad que en la religión aramea los estados árameos de Siria y formará el gran
parece sobresalir es la de Hadad con su hijo estado que resistirá hasta los tiempos de Te-
Ben-Hadad, dios del temporal y de la lluvia, glatfalasar III. Otro pequeño estado arameo
pero que asume también otras funciones. Como nombrado por la Biblia (II Sam. 15¿ 8) es
divinidad femenina aparece Atagartis, diosa Guesur-Aram, probablemente emplazado al me­
de la fecundidad. También parece de origen diodía del Aram-Macac a través del Golán.
arameo el culto del dios Bethel, tan popular IG.-DJ
desde el s. vi en adelante, y el del dios Tam- BIBL. — E. D horme, Abraham dans le cadre de
muz lo estuvo igualmente, de una manera muy Vhistoirc, en RB, 37 (1928) 367-85.481-511; 40
(1931) 364-74.503-18 (Récucil Ed. Dhorme. Paris
arraigada, entre los árameos. 1951, pp. 191-272); R. T. O'C allaohan. Aram
Pero la mayor contribución que los Arameos N aliara, m, Roma 1949; S. Moscati, Storia e ci-
vilitá del Semlli, Barí 1949; Id., VOriente Antico,
aportaron a la cultura fué la de su lengua (v.). Milano 1952, pp. 77-82.
Relaciones con ¡os hebreos. — Los primeros
contactos entre hebreos y árameos se remon­ ARBOL de la ciencia; de la vida. — v. Pa­
tan a la época de los patriarcas. La primera raíso terrenal.
frase aramea de la Biblia es la que pone en
boca de Labán, tío de Jacob, residente en ARCA de la alianza. — Caja (hebr. *arón) de
Jarán, después de la narración de la perma­ madera de acacia, de T30 m. de longitud por
nencia de Jacob en Arán (Gén. 31, 47). Los 0’78 de altura, revestida de oro por dentro
descendientes de Jacob se llamarán a sí mismos y por fuera: el borde superior coronado con
(Dt. 26, 5) hijos de un arameo errante. El una guirnalda de oro y los lados provistos de
traslado de los terajitas de Ur a Jarán, así cuatro anillas de oro, que permitían su trans­
como las primeras vicisitudes de la vida de los porte mediante cuatro barras de acacia forra­
primeros patriarcas, coinciden perfectamente das de oro (Éx. 25, 10-22; 35, 10 ss.; 37, 1-9;
con lo que las fuentes históricoarqueológicas I Re. 8, 7 s.). Sobre el arca había una lámina
nos dicen de las poblaciones arameas. Más ade­ de oro, llamada propiciatorio (v.) por su re­
lante, antes de entrar en la tierra de Canán, lación con el rito de expiación (Lev. 4-16),
pónense los hebreos en contacto con Balam, sobre cuyos bordes estaban colocados dos que­
arameo de Mesopotamia (Núm. 22, 5). En el rubines (v.) de oro batido, probablemente arro­
tiempo de los Jueces (Jue. 3, 8-10) parece ser dillados el uno frente al otro. En el arca se
que los hebreos se vieron oprimidos por un guardaban las dos tablas del Decálogo, esta­
bando de árameos capitaneados por un tal tuto de la alianza sancionada entre Yavc e
Kusan Risathaim. Hallámonos en el período Israel, cierta cantidad de maná y la vara de
57 ARÓN

Arón (Éx. 16, 34: Núm. 17, 10; Jer. 3, 16; patriarca Isaac el Grande (390-440) y por Mes­
8, 21 ; Hebr. 9, 4). rop sobre códices griegos de Constantinopla,
El lugar propiciatorio comprendido entre las los códices que nos la han transmitido no son
alas de los querubines era considerado como anteriores al s. xm, si se exceptúan los códices
trono del Dios invisible, que manifestaba su evangélicos, que se remontan al año 887.
presencia con una nube tenue (sekina, cf. Lev. La versión del A. T. sigue a la recensión de
16, 2; Éx. 4, 16). El arca era el objeto visible los LXX; en cambio, la del N. T. se basa en
o expresión de la presencia de Yavé, la cual, la de Cesárea (©).
sin peligro de idolatría, suplía la falta de toda La índole de la lengua, igual si no superior
imagen del Eterno. al griego de la aristocracia, permitió reproducir
Es, pues, el arca el testimonio del puro mo­ el original griego con elegancia de estilo y es­
noteísmo mosaico, que, por guardarse en ella crupulosa fidelidad. La edición completa corrió
el Decálogo, era el perenne reclamo de la a cargo de J. Zoharab (Venecia 1805). En ella
alianza solemnemente sancionada en el Sinaí, se indican las variantes del texto en el margen
por lo que se la llamó arca de la alianza, y inferior de cada página. Ediciones de los evan­
por eso mismo es el símbolo de la unidad na­ gelios: Évangile traduit en Iangue arménienne
cional. ancienne et écrit en Van 887, Moscú 1890 (edi­
Habiendo sido fabricada poco después de la ción fototípica); F. Macier, L ’évangile armi­
salida de Egipto (Éx. 37, 1-9), siguió a Israel nien, París 1920 (ed. fototípica cod. Etch-
en las peregrinaciones por el desierto, custo­ miadzin 229). [A. R.]
diada en el tabernáculo que hacía veces de BIBL. — St . L yonnet, Les versions arménienne
santuario. Luego permaneció en Silo hasta el et géorgienne, en M. L agrange, Critique textueile
tiempo de. Samuel (I Sam. 1, 3. 21. 24; 2, 14), (París 1935). pp. 342-75; 454-60; 525-8; 622-5;
Id ., Les origines de la versión arménienne et le
en que fué capturada por los filisteos en la Diatessaron, Roma 1950.
batalla, quienes hubieron de devolverla a causa
de las calamidades que se cernían sobre las ARÓN. — Primer sumo sacerdote hebreo, de
ciudades adonde era llevada (I Sam. 4-6). la tribu de Leví y padre de Nadab, Abiú,
Y estamos en el período oscuro de la dis­ Eleazar, llamar (Éx. 16-23). Hermano de Moi­
gregación de los israelitas en Canán. sés, a quien le fué propuesto por Dios como
El arca permaneció así olvidada en Quiriat- portavoz para la misión cerca de Faraón (ibid.
Jearim (I Sam. 6, 12-7, 2), hasta que David, 7. 1). Contaba ochenta y tres años cuando se
el verdadero libertador y unificador de Israel, presentó a competir con los magos egipcios con
la transportó solemnemente al monte Sión su vara, después de haberse frustrado la pri­
(II Sam. 6), de donde Salomón la traslada al mera tentativa de persuadir a Faraón para que
lugar Santísimo, la parte más sagrada del Tem­ dejase salir a los hebreos de Egipto (ibíd. 5,
plo (I Re. 8, 3-11). 1 ss.; 7, 7). La vara se convirtió en serpiente
De esta suerte David se pone nuevamente al ser arrojada en tierra, lo que imitaron los
en relación con la más pura tradición mosaica. magos por medio de sus trucos, pero las ser­
El arca desapareció definitivamente en la pientes de éstos fueron devoradas por la de
primera destrucción del Templo (587 a. de Arón (ibid. 7, 3-12). Por orden de Moisés, Arón
Jesucristo). [L. M.] obró ios prodigios de las tres primeras plagas
BIBL. — L. D esnoyers, Histoire du peuple hé-
y cooperó con el hermano en la sexta plaga,
breu, I, París 1922. pp. 211-21.326; II, 1930, 189- la de las úlceras (ibid. 7, 14 ss.). Ordinaria­
202; III, p. 112 s., 191-96; F. Spadafora, Collet- mente obraba como intermediario del herma­
tivismo e individualismo nel V. T., Rovigo 1953.
PP. 213 S. 218. 232. 287. no; pero alguna vez (ibid. 9, 8; 12, 1, 28,
43, 50) recibió a una con él directamente de
ARCA de Noé. — v. Diluvio. Dios disposiciones varias, razón por la que
alguna vez (Sal. 72, 21) la liberación de Egipto
ARISTEA (Carta de). — v. Griegas (Versio­ se atribuye a ambos.
nes); v. Apócrif. V. T. Durante la caminata a través del desierto de
Sin, Arón es acusado, junto con Moisés, como
ARMENIA (Versión). — Es la obra más repre­ responsable de las dificultades por que atrave­
sentativa de la primitiva literatura armenia, na­ saba el pueblo (Éx. 16, 1 ss.). Cuando acon­
cida en el s. y , cuando prevaleció el alfabeto teció el milagro del maná, Arón recogió un
armenio, ideado por el santo monje y doctor gomor del mismo para guardarlo en el Taber­
Mesrop para ocupar el puesto del siríaco y del náculo (ibid. 16, 33 s.). Este es el primer indicio
griego. Aunque fué llevada a efecto por el de su misión sacerdotal.
ARQUEOLOGIA 58

En el Sinaí, Arón fué designado para subir de Cades, perteneciente al macizo llamado Mo-
con Moisés al monte, pero con la obligación seroth (Dt. 10, 6), murió después de que Moisés
de quedarse alejado del lugar de la visión lo despojó de sus vestiduras sacerdotales para
(ibid. 19, 24; 24, 1 s.). Pudo, no obstante, con­ ponérselas a su hijo Eleazar. Todo el pueblo
templar la gloria de Dios (ibid. 24, 10). Estuvo guardó luto por él durante treinta días (Núm.
al frente del pueblo, juntamente con Jur, du­ 20, 29).
rante todo el tiempo que pasó Moisés en el Arón fué tenido por muy grande y seme­
Sinaí (ibid. 24, 14). Tuvo la debilidad de con­ jante a Moisés (Eclo. 45, 6 ss.), y pasó a la
sentir en el deseo de la multitud de hacerse posteridad como prototipo de sacerdotes. A ve­
una imagen de Dios: el famoso becerro de oro ces se emplea su nombre metafóricamente
(ibid. 32, 1 ss.). No se trataba de idolatría, (Sai. 133, 2) para significar el sumo sacerdocio.
puesto que el pueblo intentaba venerar en aquel En la Epístola a los Hebreos se le menciona
símbolo al verdadero Dios (ibid. 32, 5), sino frecuentemente cuando se describe el sumo
más bien de la violación del precepto que pro­ sacerdocio de Cristo, que abolió al de la an­
hibía toda representación de la divinidad (ibid. tigua Ley legado a la familia de Arón (Hebr.
20, 4 s.). En castigo Dios mandó exterminar 7, 11-21). [A. PJ
un elevado número de israelitas (ibid. 32, 28: BIBL. — A. Mídebielle. Epitre aux Hébreux
3.000 según el texto hebreo). Arón, designado (La Ste. Bible, cd. Pirot. 12), París 1938, pp. 310.
ya para el sumo sacerdocio (Éx. 28, 1 ss.; 323 s. 326.339; A. C lamer (Ibid. 2), 1940, pp. 82
ss. 248.368 s .; A. V accari, La S. Bibbia, I, Firen-
Hebr. 5, 4), fué duramente reprendido, pero ze 1943, pp. 190 ss. 243 s. 246 s. 253 s.
se libró del exterminio por la súplica de Moisés
(Dt. 9, 20). ARQUEOLOGÍA, — Es la ciencia de las cosas
La consagración sacerdotal de Arón y de sus antiguas. Confundídsela en un principio con la
hijos se efectuó con gran solemnidad (Lev. 8, historia general de un pueblo, como en la
1 ss.), según un ceremonial minuciosamente Arqueología romana de Dionisio de Halicar­
trazado por Dios a Moisés (Éx. 28-29; 40, naso y en la Arqueología judaica de Flavio
13 ss.). Terminado el rito se mostró la «gloria» Josefo, pero hoy se limita a estudiar las insti­
divina por medio de una llama que consumió tuciones de un pueblo en cuanto manifestadas
el holocausto (Lev. 9, 23 s.), señal palpable de por los documentos antiguos. Busca los restos
la complacencia del Altísimo. Después de la materiales de una cultura, así como estatuas,
narración del tremendo castigo infligido a los pinturas, mosaicos, inscripciones; objetos de la
dos primeros hijos de Arón, Nadab y Abiu, vida práctica, como indumentaria, instrumen­
por haber abusado de sus poderes ofreciendo tos, ornamentos, cerámica, tumbas, monedas.
«fuego ajeno» (ibid. 10, 1 ss.), el Levítico enu­ Para el estudio de la Biblia no sólo es útil la
mera detalladamente los derechos y los deberes arqueología de Palestina, sino que también
sacerdotales, refiriéndose casi siempre a A rón; lo han sido los resultados obtenidos en Me­
pero es evidente que no se trataba precisamente sopotamia, en Fenicia, en el Asia Menor y en
de su persona sino de la legislación sobre el Egipto.
sacerdocio (v.) en general. Arqueología de Palestina. Son fuentes de co­
Aun siendo sumo sacerdote quedó siempre nocimiento de la antigua cultura bíblica la Sa­
en segundo rango respecto de Moisés. Por grada Escritura, el Talmud, Filón (h. 25 a. de
haberse dejado influir por las críticas de María, J. C. — 42 desp. de J. C.), Flavio Josefo (h. 37-
su hermana, contra Moisés, es reprendido por 103 desp. de J. C.), el Onomasticon de Euse-
Dios (Núm. 12, 1 ss.). Dios mismo defendió bio (h. 325) traducido y compilado por San
la legitimidad de su sacerdocio contra los in­ Jerónimo (h. 390), los itinerarios de los pere­
tentos de rebelión de Coré y de sus secuaces, grinos, especialmente el Burdigalense (333), la
dando muerte a los de la oposición (ibid. 16, Peregrinatio Aetheriae (Silviae, h. 394), el Anó­
l ss.), y mostró con el milagro de la vara de nimo Piacentino (570), el Breviarius de Hyero-
Arón que éste era el único elegido de entre solima (s. v-vi), el De locis sanctis (h. 670), las
la tribu de Leví para ejercer el culto en Israel obras de San Jerónimo, en particular la epís­
(ibid. 17, 1 ss.). tola ad Marcellam (ep. 46) y el Epitaphium
Por haber dudado, como Moisés, sobre la s. Paulae. Estos documentos ilustran casi ex­
posibilidad de una intervención divina para clusivamente el período romanobizantino, de
proveer milagrosamente de agua al pueblo suerte que la Biblia resulta ser la única fuente
(ibid. 20, 7 ss.), Dios lo castigó excluyéndolo sobre las antigüedades palestinenses.
de la posesión de la Tierra Prometida. Ha­ Con el año 1867 se inaugura el periodo de
biendo subido al monte Or, en las cercanías las excavaciones científicas. Las primeras inves-
59 ARQUEOLOGIA

ligaciones en Jerusalén dan resultados poco nos. En Teleilal-Ghassul, P. Mallon (1929 ss.)
halagüeños. Son más considerables los resulta­ para el Pontificio Instituto Bíblico.
dos obtenidos después de que Fl. Petrie (1880) Los restos humanos hallados en Wadi el-
introduce el método de estratificación y la ma­ cAmüd (F. Turville-Petre, 1925-26) en la cueva
nera de fijar las fechas por medio de la cerá­ Suqbah junto a Ramleh (D. Garrod, 1928) en
mica. Después de la guerra del 1914-18, las las cuevas del Carmelo junto a cAtlit (D. Ga­
excavaciones toman un inmenso incremento y rrod, 1928-34) y en una cueva del monte del Pre­
llevan a resultados extraordinarios. La guerra cipicio junto a Nazaret (R. Neville, 1934), de­
del 1939-1945 es causa de una interrupción en muestran que Palestina estuvo ya habitada por
los trabajos, aunque ahora parece que se reanu­ el hombre paleolítico (Pcilaeanthropus palaesti-
dan de nuevo. Merecen especial mención las. nus del tipo de Neanderthal). Una raza paleolí­
excavaciones practicadas en Tell Rumeilé- cAin tica más reciente se deduce de varios lugares
Shems, Bethsames, a 38 kms. de Jerusalén, para de Palestina. El mesolítico, representado en el
el Palestine Exploraron Fund, en 1910-12 por natufiano (hallado en una cueva de Wadi Natüf
D. Mackencie, en 1928-33 por E. Grant. Entre junto a Lidda) aparece en diferentes cuevas.
los objetos hallados figuran una inscripción cu­ Discútese si podrá hablarse de neolítico en Pa­
neiforme, un asa que lleva grabado el nombre lestina : hay quienes piensan que del mesolí­
de Ioakim y un ostrakon de fecha discutida. tico se pasa inmediatamente al alcolítico que se
En Ramet el-Khalil = Mambre, las practicó halla particularmente en Teleilat el-Ghassul
E. Mader (1926-28) para la Górresgesellschaft: (ghassuliano), en el sedimento VIII de Jericó y,
en Tell-Beit-Mirsim = Debir, Qiriat Sepher (?) en su forma más reciente, en Beisan y en
(Jos. 15, 13-19; Jue. 1, 9-15). W. F. Albright y Magdo.
Kyle (1926 ss.); en Tell ed-Duweir = Lachis, Mesopotamia. Desde fines de la edad me­
por J. L. Starkey (1933-35) con el hallazgo de dia las ruinas de Mesopotamia vienen atrayen­
18 ostrakon del tiempo de Jeremías; en Naplu- do la afición de los viajeros. Benjamín de Tu-
sa = Flavia Neapolis, Tell-Balata = Siquem, en dela (1160), Odorico de Pordenone (1320), el
Sebastyé = Samaria, G. A. Reisner, C. S. Fis- Bárbaro (1472) dan cuenta de ruinas de Nínive,
cher, D. G. Lyon (1908-10), J. C. Crowfoot Babilonia y Persépolis. Pedro della Valle (1614)
(1931-35) con el descubrimiento de 75 ostrakon. lleva de Babilonia los primeros ladrillos con
En Tell Djezer = Gazar, Gezer, R. A. St. Ma- inscripciones. J. Herbert (1674) hace alguna co­
calister, 1902-05; 1907-09; A. Rowe, 1934, con pia de signos cuneiformes, y J. Chardin (1674)
el hallazgo del calendario de Gezer (s. xi?), excita definitivamente la curiosidad de los in­
para el Palestine Exploration Fund; en Tell en- vestigadores con la publicación de un fragmen­
Nasbé = Masía, Bade (1926-32); en Tell es-Sul- to de la inscripción trilingüe le Persépolis.
tan = Jericó, F. Sellin, C. Watzinger (1908), E. Kámpfer (1712), C. van Bruyn (1718), C. Nie-
J. Garstang (1930-35), Miss Kenyon (del 1952 buhr recorren la zona: las copias de los signos
hasta hoy). Los resultados de estas últimas ex­ sirven a Grotefend (1802) para designar los cu­
cavaciones, todavía en curso, parecen a pro­ neiformes. J. Rich (1787-1820) practica sondeos
pósito para echar por tierra los datos de las en Babilonia y en Nínive; H. Rawlinson (1833-
precedentes. 74) realiza numerosos viajes a Persia y copia las
En Tell el-Hosn = Beisan, C. Fisher, A. Ro­ grandes inscripciones de Darío I en Behistun.
we (1921-26) para el museo de la universidad El período de exploración se acaba con las ex­
de Pensilvania; A. Rowe, A. G. M. Fitzgerald pediciones de Chesnay (1835-37) y de Fresnel
(1927-33) con el descubrimiento de la stela de Oppert (1851-55). En 1842 E. Botta inaugura la
BeiSan ; en Tell el-Mutesselim = Magedo, M. G. época de las excavaciones en Nínive y en Khor-
Schumacher (1903-05) para el Deutscher Pa- sabad. Al período de los comienzos (1842-80),
lástina-Verein; O. S. Fisher (1925) para el Ins­ escaso de métodos y de medios, sucedió el cien­
tituto oriental de la universidad de Chicago; tífico, inaugurado por de Sarzec en Tallo y rea­
P. L. O. Guy (1927); en Tell Ta’annak = nudado después de la guerra de 1914-18.
Thanaak, E. Sellin (1902-04); G. Schumacher En Khorsabad = Dür-Sarrukin las excavacio­
con el hallazgo de doce tablillas cuneiformes nes son dirigidas por E. Botta (1843-44), V. Pla­
del s. xiv; en Et-Tell = Hai, J. J. Marquet- ce (1851-55), G. Loud (desde 1929) con el des­
'^ause (1933); en Tell-el-Farca = Scruhcn, F' cubrimiento de los ortostetos, de los bajorrelie­
Petrie (1927-29), R. de Vaux (desde 1946), di­ ves, de las inscripciones de Sargón Ti (cf. Is.
rector de la Ecole biblique de Jerusalén, que 20, 1), de los muros de cerco, con 167 torres,
cuenta también con L, H. Vincent y F. M. Abel del palacio, de la Ziqqurat o torre de planos, y
como arqueólogos de los monumentos cristia­ sobre todo de la lista de los reyes asirios que
ARQUEOLOGÍA 60

presta un gran servicio a la cronología de Me­ las inscripciones, entre las que figura el cilindro
sopotamia. de Ciro (Esd. 1, 1-4). En EI-Oheimir = KiS las
En Kuyundjik = Nínive, las dirigen Botta excavaciones son efectuadas por de Genouillac
(1842), Layard (1845-50) y H. Rasam (1849- (1912), Langdon (1922-26), Watelin (1926-34).
54— 1377-79), C. Thomson (1927) con el des­ En Tell Asmar - ESnunnak, una misión ameri­
cubrimiento de los palacios de los Sargónidas, cana (desde 1930): da a conocer el códice de
y especialmente con el de la biblioteca de Asur- Bilalama, anterior en unos 200 años al de Ham-
banipal con sus miles de tablillas, de los tem­ murabi. En Tell el-Hariri (Mari, v.), A. Parrot
plos de Nabu y de IStar y del prisma de Asa- encuentra un material cuneiforme que proyecta
radón (cf. Is. 37, 37 ss.). una luz extraordinaria sobre la época de los Pa­
Al mismo tiempo trabajan Layard y Rassam triarcas.
en Kalah-Nomrud = Kalaj (Gén. 10, 10) y Infiérese de las excavaciones que toda Meso­
descubren el obelisco de Salmanasar III (tribu­ potamia conoció una civilización fundamental­
to de Jehü h. el 841). En Qalaat-Serghat = mente unitaria y que los sumerios no fueron sus
ASSur, W. Andrae (1902-14) que descubre el Bit exclusivos autores. La anterioridad de esta civi­
Akiti, «casa de la fiesta de fin de año», y la lización con relación a la del Nilo parece muy
tumba de Senaquerib. En Yorghan Tepe = probable. A la primera dinastía de Ur (h. el
Nuzu, Chiera (1925-28), Pfeiffer (1928-29), Starr 3100) precedieron grandes culturas, entre las
(1929-31) que descubren miles de tablillas del cuales El-Obeid, Warca, Jemdet, Nasr, etc.,
s. xvi, las cuales proyectan raudales de luz so­ que revelan ser idénticas en Asiria y en Babi­
bre el ambiente patriarcal. En Tell Billa = Saba- lonia. El sedimento de arena de aluvión hallado
niba, Speiser y Bache durante los trabajos de a diferentes profundidades en Warka, Fára,
Tepe Gawra. En Tello = LagaS, E. de Sarzec Mugayyar, Tello, El-Oheimir, Kuyundjik, pu­
(1877-1901), Cros (1903-09), de Genouillac diera tener relación con el diluvio de los docu­
(1928-31), A. Parrot (1932-33) que descubre la mentos cuneiformes.
ciudad súmera (época de Gudea), el vaso de Fenicia. Además de las excavaciones de Lof­
Entemena, la stela de los buitres, inscripciones tus (1851), que nos llevan a la identificación de
sobre estatuas y cilindros. Susa (v. Dan. 8, 2) = Shus en Persia; aparte
En Neffer = Nipur trabajan Harper, Hil- la delegación francesa en los tell de Apadana,
precht, Aynes, Peters (1888-900) y descubren de la ciudadela (Neh. 1,1; Est. 1, 2) y de la ciu­
más de 50.000 tablillas que aún siguen propor­ dad real con el descubrimiento de la stela del
cionando interesantes sorpresas, gracias a la códice de Hammurabí, son dignos de consignar­
interpretación de N. S. Kramer y de T. Ja- se los trabajos llevados a cabo en busca de las
cobsen. En Fára = Shuruppak los mismos ar­ antiguas culturas fenicias. Además de la misión
queólogos (1900) de Nippur, Andrae (1902), de Renán (1860-61) y de las excavaciones reali­
Schmidt (1932). En Senkereh = Larsa (Elasar zadas en Tiro y en Sidón, han tenido especial
de Gén. 14, 1), Parrot (1933); en Warka = éxito las dirigidas en Djebal = Byblos (Ez. 27,
Uruk (Erec de Gén. 10, 10), Jordán (1912; 9) por P. Montet (1921-24) y por M. Dunand
1928-31), Noldeke y Heinrich: dase a conocer (1924 hasta hoy), con el descubrimiento de nu­
un sedimento de aluvión. En Muqayyar = Ur, merosas inscripciones, y en Ras Shamra (v.)
patria de Abraham, las excavaciones de Taylor = Ugarit por C. Schaeffer con un lote inicial
(1349), de Loftus (1850), Woolley y Legrain de tablillas en alfabeto cuneiforme ya desci­
(desde 1929) muestran el templo del dios Luna frado, al cual debe añadirse el hallazgo de un
y de sus paredras, la ziqqurat y los subterrá­ número elevadísimo de otras tablillas.
neos regios con maravillosas riquezas. Asia Menor y Alta Siria. En Boghazkoy =
En Abu Sharein = Eridu los trabajos son HattSa, Winkler (1906) descubre los archivos
realizados por Thomson y por Hall (1918-19). reales de los jeteos (v. s. xiv-xm a. de J. C.);
V. Seheil (1892) en Abu Habba = Sippar en­ en Kültepe = Kanis se descubren las tablillas de
cuentra el templo del dios Sol y 60.000 tabli­ Capadocia (s. xvm a. de J. C.) que dan a cono­
llas, y a su vez H. Rassan (1881) halla el cilin­ cer la vida de los asirios. En Karatepe y en el
dro de Nabónidas. En teli-Kasr y tell-Merkes lugar de la antigua Harran están llevándose a
= Babilonia una misión alemana dirigida por efecto importantes trabajos.
Koldewe (1899-1917) descubre los palacios que En Zendjirli = Lutibu Samal, las excavacio­
tuvieron cautivos a los reyes de Judá y que fue­ nes son dirigidas por Luschau (1888-94) y ob­
ron testigos del banquete de Baltasar, la triple tienen por resultado el hallazgo de la stela de
cerca fortificada, los templos de Istar y Marduk, Asaradón (670) que recuerda su victoria sobre
los caminos sagrados de las procesiones (Bar. 6), Sidón y Egipto. En Djerablus = Karkemiá (Jer.
61 ARQUEOLOGIA

46, 2) los trabajos son realizados por Henderson y de Mesopotamia permite asentar algunas fe­
(1878-81), Hogart y Woolley (1911-13; 1920); chas de Palestina: el paleolítico es situado entre
en Arslan TaS = Hadátu, Barrois (1928) des­ el V y el IV milenio hasta cerca del año 3200
cubre una serie de placas de marfil pertenecien­ a. de J. C. Las sucesivas fases del bronce y del
tes al ajuar de Jazael de Damasco. hierro, que se distinguen principalmente por la
Egipto. La exploración iniciada con la expe­ técnica y' por la morfología de la cerámica, há-
dición Bonaparte (1798) se ocupa nuevamente llanse en muchos lugares. La edad del bronce
en 1822 de descifrar los jeroglíficos de F. Cham- se divide en Palestina en tres períodos deter­
poliion. Después de éste visitan el país Roselli- minados de este modo: bronce I (antiguo), del
ni (1828) y Lepsius (1840), por su parte Mariet- 3200 a. de J. C. al 2000 aproximadamente;
te (1850-80) descubre el Serapeum, la necrópo­ bronce II (medio): 2000-1600; bronce III (mo­
lis de Saqqarah, el templo de la esfinge en Gi- derno): 1600-1200. Asimismo la edad de hierro
zeh, etc. 1200-300: hierro 1 = 1200-900; hierro 11 =
En San el Hagar = Tanis (Soean de Núm. 13, 900-600; hierro III = 600-300. En los sedimen­
22; cf. Is. 20), en una llanura que los egipcios tos superiores de muchas edades más antiguas
llaman campos de Tanis (Sol. 78, 12) las exca­ hállase representada la cultura helénica (300-50
vaciones son dirigidas por Mariette (1860), Pe- a. de J. C.), la romana (50 a. de J. C. — 350
trie (1884), Montet (desde 1929) e inducen a desp. de J. C.) y la bizantina (350-636 desp. de
pensar en la presencia de la ciudad de los hik- J. C.). La invasión de los musulmanes abre
sos, Avaris, que después fué capital de Ram- una nueva época (636).
sés II (Éx. 1, 11), y que Petrie (1906) había Los diferentes sedimentos arqueológicos ma­
identificado con Tell Artabi en Wadi Tumilat. nifiestan también las influencias extranjeras so­
En Tell el-Maskhuta, Naville (1883) descubre bre Palestina y las sucesiones de una población
a Pitom (Éx. 1, 11), y en Theku descubre a Su- tras otra. En el período del bronce I, el ele­
cot (Éx. 12, 37). En Tell Defenneh, Petrie mento étnico que prevalece es el cananeo, al
(1883) descubre las ruinas de Tafnes (Jer. 43, que hacia el 1900 se sobrepone un nuevo sedi­
7 ss.); en Tell Yehudich = Leontópolis, el mis­ mento más poderoso de los semitas occidenta­
mo Petrie (1905) revela los restos de un campo les o amorreos. Durante el período del bron­
atrincherado del tiempo de los hiksos y de la ce IJ se nota una afluencia de jórreos, ára­
colonia judía del tiempo de los Macabeos. En meos e hiksos. En el bronce III, el dominio de
Abu Asan, al sur de los lagos Amargos, Che- los egipcios, que se había restablecido en Pa­
dat (1919) encuentra un templo-fortaleza de lestina después de la derrota de los hyksos, se
Seti I, que parece corresponde al Migdal de ve turbado por las invasiones de los pueblos
Éx. 14, 2. nómadas (Habiru), a quienes suceden los is­
La exploración de la línea de las pirámides raelitas.
conduce al conocimiento de la vida del Impe­ El comienzo del hierro I se caracteriza por
rio Antiguo y Medio. Entre El Cairo y Luxor, una notable decadencia cultural debida, indu­
Tell el-A mama (v.) = Ikhetnaton de Ameno- dablemente, a la ocupación del país por los
fis IV ofrece un conjunto de tablillas cuneifor­ israelitas, que fueron muy lentos en asimilarse
mes (1887) que revelan la correspondencia ha­ los elementos culturales hallados en el país con­
bida entre Palestina y Egipto en el s. xiv. quistado y sufren nuevas influencias, principal­
Las ruinas de Karnak y de Luxor, a la orilla mente de Fenicia (arquitectura), de Egipto (ma­
derecha del Nilo, y las de Qurnah y de Medi- nufacturas artísticas, marfil, vajilla) y, más ade­
net Habu, a la izquierda, indican el emplaza­ lante, de los pueblos conquistadores (neobabi-
miento de. Tebas (v. Nó-Amon de Nah. 3, 8; lonios, persas, seléucidas, romanos).
en Otros lugares simplemente No). En el gran Los relatos bíblicos se insertan sin dificultad
templo de Karnak, Petrie descubre (1896) la en el ambiente, y sólo en algunos casos quedan
stela de Memephtah que habla de Israel, y la dudosos, como cuando se trata de la fecha en
lista de las ciudades siriopalestinenses de Tuth- que se dió la caída de Jericó y de la tema de
mosis III y de Shesonq (Sesac de I Re. 14, 25). Hai (Jos. 8). La arqueología confirma la verdad
En frente de Assuan-Siena de Ez. 30, 6, etc., histórica de la Biblia en sus líneas generales.
la isla de Elefantina ofrece a los clandestinos Mas en cuanto a los hechos por separado» hasta
y a la misión alemana de Rubenshon (1904-06) ahora nos faltan en Palestina las inscripciones
un enorme número de papiros aramaicos que que pudieran permitirnos fijar con exactitud la
permiten formarse una idea de la colonia judía fecha de los documentos descubiertos, por lo
(500-400 a. de J. C.). que no siempre se llega a una prueba indiscuti­
El cotejo de las culturas análogas de Egipto ble. Veamos algunos ejemplos en los que tal
ASCENSIÓN 62

prueba es patente: En Tell el-Haleifi (Asionga- como los profetas de Gabaón: I Re. 10, 5
ber) junto al golfo de Aqaba, en virtud de los (v. Profetismo). Los descendientes de Asaf con­
trabajos de N. Gluck pueden comprobarse los tinuaron con el oficio de su padre (II Par. 20,
esfuerzos de Salomón para crearse un puerto 14; 29, .13, etc.) incluso después del cautiverio
comercial (I Re. 9. 26); los objetos de marfil (Esd. 2, 45; 3, 10, etc.). En los títulos de los
hallados en Samaria confirman las descripcio­ Salmos atribúyense doce a Asaf (50.73-83 =
nes de la riqueza de la capital del reino del Vulg. 49. 72-82); pero Asaf es el nombre de la
Norte (I Re. 22, 39; Am. 3, 15; 6-4), así como familia (cf. los Salmos atribuidos a los coreí-
los ostraka de la misma ciudad apuntan a algu­ tas); algunos de ellos son evidentemente poste­
nos centros del territorio de Manasés; las car­ riores (Sal. 74-79 = Vulg. 73-78, p. ej., se re­
tas de Laquis demuestran la incertidumbre de fieren a la destrucción de Jerusalén: 587 a. de
la situación política del reino de Judá en tiem­ J. C.). Son salmos nacionales o didácticos que
po de Jeremías. La confirmación de la arqueo­ celebran los triunfos o deploran las derrotas de
logía respecto de estos hechos secundarios de­ todo el pueblo, o bien enseñan verdades mo­
muestra el crédito que nos merece la narración rales. [F. S.]
bíblica.
BIBL. — L. D esnoyers. Histoire du peuple hé-
Los descubrimientos recientes contribuyen a brett, III, París 1930, p. 226-35; A. V accari, La
vencer el escepticismo respecto de la Biblia: el S. Bibbia, IV, Firenze 1949, pp. 101-103.
recuerdo de la edad patriarcal a través de las
excavaciones de Nuzu y de Mari; las luces so­ ASCENSIÓN. — El misterio comprende dos
bre la poesía y el lenguaje de los hebreos, tal aspectos y dos modos: 1) la exaltación celes­
como resulta de Ugarit; la viva iluminación tial, invisible, pero real, de Cristo resucitado
sobre los comienzos de la legislación mosaica que volvió al Padre a tomar posesión de su
a través de la publicación de las leyes de los gloria, ya en el día de la resurrección; 2) la
jeteos, de los babilonios, de los asirios, de los manifestación sensible de esta exaltación a los
códigos de Urdammu, Bilalama, Lipit-IStar; Apóstoles, después de las diversas apariciones,
una nueva luz sobre el período persa de la his­ que tuvo lugar en el momento de su última
toria judía de Egipto y de Irán. Por los datos separación en el Monte de los Olivos. El voca­
de la arqueología se admite comúnmente que blo está reservado propiamente a esta última
las tradiciones del Génesis reflejan el ambiente manifestación, conforme al uso establecido por
del bronce medio entre los siglos xxi-xvi. la Iglesia, especialmente en la liturgia.
[F. V.] Son muchos los pasajes neotestamentarios
BIBL. — A. Parrot, Archéologie Mésopotamien- que afirman unánimes la exaltación de Cristo
ne, París 1946-1953; I d., Découverte des mondes en- resucitado a la diestra de Dios, e implícitamen­
sevelis, Neuchátel, 1952; A. G. Barrois, Manuel te la Ascensión: Mt. 28, 18 (Jesús ha recibido
d‘archéologie biblique, I-II, París 1939-1953; W. F.
A lbrioht, The Archaeology of Palestine and the todo poder en el cielo); I Tes. 1, 10; 4, 16 s .;
Bible, New York 1932; I d., Frorn the Stone Age II Tes. 1, 7; Rom. 8, 34; Col. 1, 18 ss.; Fil.
to Christiani ty, Baltimore 1940; I d., Archaeology
and the Religión of Israel, Baltimore 1942; Id ., 2, 9 ss.; 3, 20 s .; I Pe. 1, 3 s .; 21, etc. Otros
The Archaeology of Palestina; The Oíd Test ament afirman sencillamente la Ascensión sin determi­
and the Archaeology of the Ancient East, en The
Oíd Testament and modern study, ed. H. H. Row- nación alguna: Act. 2, 33 ss.; 5, 30 s .; Ej. 4,
ley, Oxford 1951, p. 1-47; L. Hennequin, Fouiiles 8; I T ini. 3, 16; Hebr. 6, 19 s.; 9, 24, cf. 1,
et champs de fouiiles en Palestine, en DBs III.
col. 318-524; G. C ontenau, Manuel d’Archéologie 3-13; 2, 7 ss.; 10, 12 s.; 12, 2; I Pe. 3, 22.
orientale, I-IV, París 1927-1947; C. H. G ordon, La Ascensión invisible aparece inmediatamente
lntroduction to the Oíd Testament Times, New
York 1953. enlazada con la resurrección, en Jn. 20, 17;
cf. San Jerónimo, Ep. 59 ad Marcellam 4;
ASA. — v. Judá (reino de). Ep. 120 ad Hedyliam 5; Le. 24, 26. — Cf. tam­
bién Ep. Barnabae 15, 9; Apol. de Aristides
ASAF. — Levita del tronco de Gersón (I Par. c. 15 (texto griego y siriaco); Test. 12 Patri.,
6, 39-43), a quien David colocó al frente de Benjamín 9, 5. La Ascensión está emplazada a
una de las tres clases de músicos y cantores una distancia más o menos larga de la resurrec­
para el culto sagrado; Hernán y Jedutún lo es­ ción: Le. 24, 51; Me. 16, 19; Act. 13, 31.
taban asimismo de las otras dos clases de mú­ Esa distancia está fijada en cuarenta días en
sicos y cantores. Dependían inmediatamente de Act. 1, 1-12, que es la principal narración. En
David (I Par. 25, 1-6). Prestaron sus servicios el v. 9 se describe el modo sensible de la As­
en el tabernáculo inmediatamente después del censión de Jesús (sobre el monte de los Olivos,
traslado del arca al monte de Sión, y luego en Act. 1, 12; cf. Le. 24, 50 en Betania, en el
el Templo. Asaf tuvo manifestaciones estáticas camino de Jerusalén al sobredicho monte):
63 ASIRIOS

«Didendo esto y viéndole ellos, se elevó (Jesús), de Ezequías para la celebración de la Pascua
y una nube le ocultó a sus ojos» (alusión en en Jerusalén (II Par. 30, 11). Cf. finalmente Ez.
Jn. 6, 63). El acercamiento invisible, que trans­ 48, 2 s. 34.
ciende de Cristo resucitado para una vida glo­ R. Dussaud creyó ver nombrada la tribu de
riosa, es la parte esencial del misterio. La As­ Aser en los textos de Ras Shamra, poema de
censión visible es más bien la última ida o se­ Krt, 1, 85-95 = 175-185 (Les découvertes de
paración de sus discípulos. Después de la exal­ Ras Shamra et VA. T., París 1937, pp. 103-115);
tación celestial propiamente dicha, Jesús había pero probablemente sólo se trata de nombres
vuelto aún varias veces para conversar con comunes (W. F. Albrigth, R. de Vaux, RB 1937
ellos: ahora los deja de un modo definitivo. 372; C. H. Gordon: Ugaritic Literature, Ro­
Su Ascensión es la preparación inmediata para ma 1949, pp. 69, 71 s .; cf. G. Contenau, La
la venida del Espíritu Santo (Jn. 16, 7). Por civilis, phénicienne, 2.a ed., París 1949, p. 84).
eso la narración de Act. 1, 9 no lleva los colo­ [F. S.]
res de un triunfo ni los de otras teofanías. BIBL. — A. L eggndre, en DB, I, col. 1083-89;
La Ascensión visible es una preciosa confir­ F. M. A bel, Géographie de la Palestine, II, 2.a ed..
mación de la exaltación ya realizada. La crítica París 1938, p. 65 ss.
ha querido contraponer los dos aspectos y los
dos modos, lanzando a la pugna la consabida ASHERAH. — v. Altura.
evolución: la glorificación espiritual habría aca­
bado por ser materializada tal como la ve­ ASIRIOS. — Pueblo que fijó el centro de su
mos en el relato de Act. 1, 1-12. Semejante residencia en las márgenes del medio Tigris,
evolución presupone la negación de la resurrec­ aproximadamente en torno al curso del Zab
ción corporal de Cristo y la composición de los superior e inferior, en un intervalo de tiempo
Actos en una época muy posterior, como seria que media entre el comienzo del segundo mi­
el s. i i : presuposiciones insostenibles, entera­ lenio y el s. vil a. de J. C. No consta claramen­
mente arbitrarias, contrarias a todas las fuen­ te el origen de los asirios; Gén. 10, 22 cuenta
tes inspiradas y a toda la tradición dé la Iglesia a Asur entre los descendientes de Sem (cf. Gén.
primitiva, cuando el mismo Harnack, apoyado 10, 11), y la lengua de los asirios es evidente­
únicamente en la crítica interna, establecía la mente semítica. Más de 3.000 tablillas cuneifor­
autenticidad de los Actos como escritos por mes acádicas, que contienen cartas comerciales
Lucas no más acá del año 63 desp. de J. C. y contratos, descubiertas en Kültepe (tablas de
[F. S.j Capadocia, s. xix a. de J. C.) dan testimonio
de la intensa actividad de los asirios durante
BIBL, — V. L arranaga, L'Ascemion de JNotre
Seigneur dans le Nottveau Testament (trad ir.). un período de doscientos años, y nos propor­
Roma 1938; P. Benoit, L’Ascensión, en RB, 56 cionan nombres de reyes asirios, como Sargón I
(1949) 161-203; J. R enié, Les actes (La Ste. Bible, (h. 1840-1800) y Puzur-Asur, independientes
ed. Pirot, 11. 1), París 1949. pp. 38-42.
de Ur.
ASER. — Octavo hijo de Jacob, habido de También las excavaciones de Mari han reve­
Zelfa, esclava de Lía (Gén. 30, 13). Cf. Gén. lado que en los tiempos de Hammurabí, Shamsi-
46, 17: sus descendientes (I Par. 7, 30-40). Pri­ Addu I de Asiria capitanea una coalición de
mer padre de la tribu de su nombre, que en el pueblos, logrando penetrar en el Eufrates me­
Sinaí contaba con unos cuarenta mil hombres dio, gobernar en Mari durante unos veinte
(Núm. 1, 40 ss.), y en las estepas de Moab con años, representado en su hijo Iasmah-Addu,
unos cincuenta mil (ibid. 26, 47). Su puesto en constituir un reino desde el Eufrates medio
las marchas estaba entre Dan y Neftalí (ibid. 2, hasta los montes Zagros, erigir una stela en el
27). Ofreció ricos dones para la dedicación del Líbano y cobrar tributos de los príncipes del
altar (ibid. 7, 12-17). En Canán, Aser ocupó la Elam y del país de TulkiS. ShamSi-Addu se
costa, desde el Carmelo inclusive hasta los lími­ llama «rey del universo» como quinientos años
tes con Fenicia; zona agrícola y fértil (Gén. 49, antes Sargón de Acad.
20), y se dedicó al comercio (Jue. 5, 17). Sus A partir del s. xvm comienza a oscurecerse
principales ciudades se enumeran en Josué 19, la historia de los asirios a causa de la ocupa­
24-31; Jue. 1, 31, y de ellas dió cuatro a los ción de los mitannos y de los jórreos, cuya
levitas (Jos. 21, 30 s .; I Par. 6, 62, 74 s.). influencia aparece en las tablillas de Nuzu y de
Ayudó a Gedeón contra los madianitas (Jue. Arrafa (Kerkuk). Cuando los jórreos y, los mi­
7, 23). Con Zabulón, tribu limítrofe, Aser for­ tannos fueron vencidos por los jeteos, los asi­
mará parte del reino de Salomón (Re. 4, 16). rios se levantaron con Assur-nadin-ahhe (1399-
Miembros de Aser responden al llamamiento 1390) recobrando su primitiva grandeza con
ASIRIOS 64

Assur-Uballit I (1362-1327). Aquí comienza el devasta a Israel y lleva sus habitantes a Asiria
imperio asirio medio, que deja leyes caracteriza­ (II Re. 15, 29; I Par. 5, 6. 26): sirviéndose del
das por una gran energía sobre el estatuto de partido asirófilo, nombra a Oseas al morirse
la mujer, sobre la propiedad rural y sobre los Pecaj y recibe un tributo de diez talentos de
delitos comerciales, y que llaman la atención oro (II Re. 15, 30): conquista y devasta a Da­
por el contenido de tradiciones comunes con el masco, da muerte a Rasín y deporta la pobla­
Código de la Alianza de los hebreos. ción a Quir (II Re. 16, 9). En Damasco recibe
Enlil-nirari I (1326-1317) se moviliza contra a Ajad de Judá (II Re. 16, 10). Salmanasar V
los estados meridionales y conquista a Kurigal- (727-722) emprende una primera campaña con­
zu a la altura de Bagdad. Sus sucesores consoli­ tra Oseas de Samaria (II Re. 7, 17), que pro­
dan el imperio hasta que Tukulti-Ninurta I bablemente está en relación con el asedio de
(1242-1206) domina a Babilonia, se lanza sobre Tiro (725), según testimonio de Flavio Josefo.
el Asia Menor y crea en Assur la capital de un En 724 (II Re. 17, 5 s.) tiene cercada durante
imperio que tiene por súbditos a Sumer y tres años a Samaría, que cae (721) bajo el im­
Acad, Sippar y Babilonia, Dilmun y Meluhha. pulso de Sargón (722-705), el cual deporta sus
Hállanse debilitados los asirios durante unos habitantes (II Re. 18, 9 ss.; 17, 24 ss.) y tras­
ochenta años (1206-1127), que, sin duda, coin­ lada a Palestina colonos asirios.
ciden con el período en que los jeteos tienen el Merodac-Baladán II, campeón de la inde­
dominio sobre los pueblos del mar. Teglatfala- pendencia de Babilonia (II Re. 20, 12 ss.), se
sar (1114-1076) realza la prosperidad de los adueña de Babilonia y busca aliados en occi­
asirios con un imperio desde el golfo Pérsico dente (Is. 39). Senaquerib (705-681) somete el
hasta el Mediterráneo. Después de su muerte Elam y Babilonia (702) y se lanza contra Pa­
los árameos usurpan el trono de Babilonia, con lestina (701): ataca a Sidón, conquista muchas
lo que los asirios comienzan su rápida deca­ fortalezas, derrota a los egipcios en Elteque
dencia. Sus sucesores, de los que sólo se cono­ (cf. Jos. 19, 44; 21, 23), saquea a Palestina,
cen los nombres, están desprovistos de poder. cerca a Ezequías, de quien recibe treinta talen­
Salmanasar II (1028-1017) traslada la capital a tos de oro y ochocientos de plata (v. Senaque­
Nínive. Solamente Assurdan II (934-921) tiene rib). Los documentos asirios son incompletos
éxitos contra los árameos. y celan el jaque mate de Senaquerib, quien en
Con Adad-nirari II (911-891) comienza el 699 destruyó a Babilonia y fué muerto por sus
nuevo imperio asirio (911-605). Asurbanipal II dos hijos mayores. Sucédele Asaradón (680-
(835-859) traslada la capital de Nínive a Kalak 669) que reconstruye a Babilonia y conquista a
(II Re. 17, 6; 18, 5), se gloría de haber bañado Egipto (671). Entre sus tributarios figura Ma-
sus armas en el Mediterráneo y siembra la alar­ nasés de Judá (II Re. 21, 3). Asurbanipal (668-
ma entre los pueblos de Palestina. Ajab de Israel 625) regresa a Egipto victoriosamente en 667,
establece alianza con Benhadad II de Damasco y en 663 saquea brutalmente a Tebas (v. Nah.
(I Re. 20, 31-34), pero en Qarqar (854-53) pier­ 3, 8). Sus sucesores asisten al desmoronamiento
de dos mil carros y diez mil infantes en la ba­ del imperio asirio, que queda concluido con la
talla contra los asirios de Salmanasar III (859- caída de Nínive (612) bajo la acción de los me-
824), quien en el 841, después de haber derro­ das y de los babilonios.
tado a Jazael de Fenicia, cuenta entre sus tri­ Asiría es símbolo de la opresión (Os. 1 1 ,5 ;
butarios al mismo Jehú, sucesor de Omri en el Is. 52, 4; 11, 11); Nínive, la ciudad prodigiosa
reino de Israel. Sham§i-Adad V (823-809) es (Gén. 10, 11; Jon. 1, 2; 3, 3; 4, 11; Nah. 2,
famoso por haberse desposado con Semiramis, 9). Su ruina es tomada en consideración por
la legendaria princesa de Babilonia. Teglatfala- Sof. 2, 13, 15; Nah. 2, 12 ss.; 3, 4 ss. Más
sar III (745-727), a quien la Biblia conoce tam­ tarde, cuando Nabucodonosor amenace a Jeru-
bién con el nombre de Pül (II Re. 15, 19; salén, Yavé reclamará el castigo de Nínive (Jer.
cf. I Par. 5, 26), recibido en Babilonia, derrota 50, 18).
a los uránicos (II Re. 18, 34), y en 738 recibe La religión de los asirios tiene afinidad con
el tributo de los reyes sirios, entre los cuales la de los babilonios. No obstante Asur está en
figuran Rasín de Damasco y Menajen de Sa­ el vértice del Panteón. [F. V.]
maria (II Re. 15, 37; 16, 5-9; II Par. 28, 5 ss.; BIBL. — G. F urlani, Le civilitá babilonese e
Is. 7 ,1 ss.). En 734 se lanza contra los reyes assiria, Roma, 1929; Id ., La religione babilonese e
siriopalestinenses, de nuevo rebeldes, ataca a Ge- assira, I-II, Bologna, 1928-29; A. G oetze, Hethiter
und Assyrer, Oslo 1936; I. J. G elb, Hurr'.ans and
zer, Ascalón y Gaza, donde recibe la legación Subarans, Chicago 1942; G. C ontenau. Les civi-
de Ajaz, rey de Judá, que implora auxilio con­ lisations d’Assur el de Babylone, París 1937; C. J.
G add, The Fall oí Ninive, Londres 1923; E. D hor-
tra Rasín y Pecaj de Israel (II Re. 16, 7; Is. 7); me, La fin de 1‘ernpire assyrien, en Recueil Dhor-
65 AYUNO

me, París 195.1, pp. 304-323; A. Poedel, The As- pecaminosa traición (Mt. 26, 15; Me. 4, 10 s .;
syrian king list Irom Khorsobad, en Journal of
near eastern studies, 1 (1942), 247-306.460-495; 2 Le. 22, 3 ss.; cf. Jn. 12, 4 s.) y sugirió el fatal
(1943) 56-90. * Benito C elada, La asiríología y la disimulo de Ananias (v.) y Safira: Act. 5,
Biblia, en C. B. (1944) 3.
1-11. [F. S.l
ASMODEO. — v. Diablo.
AYUNO. — Lev. 16,29 (y 23, 27. 32; Núm.
ASMONEOS. — v. Macabeos. 29, 7) prescribe para el gran día del perdón o
expiación (el 10 del 7.° mes, tiSri, sept.-oct.)
ASUERO. — Tal es el nombre que da la Vul­ abstenerse del trabajo, «afligirse, mortificarse»
gata al monarca persa en cuyo reinado se des­ (Vulg. = afligetis animas vestras; nefeS = per­
arrollaron los acontecimientos descritos en el sona), expresión que siempre lleva consigo el
libro de Ester. El latino procede del hebreo significado de ayuno. No se trata, pues, de una
’ahaSwérós. Puede ser distinta la vocalización, simple privación de alimentos, sino de mortifi­
pero las cinco consonantes h s w (en lugar de car todo aquello que pueda halagar y satisfacer
iod) r y s nos acercan a las inscripciones per­ el orgullo: es una expresión del sentido inte­
sas, en las que hshajarsha ( = «ojo del impe­ rior de penitencia; finalidad moral y religiosa.
rio») es el nombre que los griegos vertieron a La oración es inseparable del ayuno (Tob. 12,
su lengua bajo la forma de Jerjes. El hebreo 8), al cual deben acompañar igualmente las
añadió un álej prostético. La versión griega de obras de justicia y de misericordia (cf. Jer. 14,
los LXX en Ester pone siempre Artajerjes. 12; Is. 58, 3. 7; Zac. 7, 2-7). La tradición ju­
Los exegetas están de acuerdo en identificar daica llama al día de. la expiación «el ayuno»
a este rey con Jerjes I, que reinó del 486 al 465. (Act. 211 9) o «fiesta del ayuno». Es el único
Cuanto sabemos por la historia profana, es­ día de ayuno prescrito por la Ley, y duraba
pecialmente por Herodoto y Plutarco, acerca desde el ocaso del día 9 hasta el ocaso del día 10
del carácter de este monarca y de los principales (Lev. 23, 32), cuando apenas se veían tres es­
hechos de su reinado encaja perfectísimamente trellas, según la precisión de los rábinos (cf.
en el relato bíblico. V. Ester. [F. S.] Tertuliano, De jejunio, 16: PL 2, 977). Era un
ayuno riguroso durante el cual las prescrip­
AVARICIA. — Apetito desordenado de los bie­ ciones rabínicas prohibían tocar alimento, be­
nes terrenos. El hebreo besac (etim. «ganancia ber, ungirse, llevar calzado, usar del matrimo­
ilícita») tradúcese en griego por jrÁeove£ía (V. nio (Jómá, 8). De Núm. 30, 14 se desprende la
A. y N. T.). Vicio frecuentemente reprobado existencia de ayunos practicados espontánea­
en el A. T.: Éx. 18, 21; Job 31, 24 s.; Sal. 119 mente. El ayuno se convirtió para Israel en un
[118], 36; Prob. 1, 19 etc.; Is. 5, 8; 33, 15; medio muy usado para aplacar a Dios. Hay
Jer. 6, 13; Ez. 22, 12 s .; 32, 21 etc. y severa­ ayunos públicos extraordinarios: por culpas ge­
mente castigado: Acán, los hijos de Samuel, nerales (I Sam. 7, 6; Jer. 36, 9; Joel 1, 12-2,
Nabal, Guejazi (Jos. 7, 21, 26; I Sam. 8, 3; 17 etc.); antes de emprender una guerra (Jue.
25, 3-39; II Re. 5, 20-27). Nuestro Señor la 20, 26; II Mac. 13, 72); para librarse de una
señala como el peor de los obstáculos para se­ calamidad pública (Jdt. 4, 8. 12; Est. 4, 3.
guirle, hasta el punto de proponer la elección 16 etc.; cf. Jn. 3, 5 ss.); a Ja muerte de un
entre el mammona (v.) y Dios: Mi. 6, 24; rey (1 Sam. 31, 13). Ayunos particulares: Da­
Le. 16, 13 ss.; cf. Me. 7, 22. «Donde está tu vid a la muerte de Saúl: II Sam. 1, 12; para
tesoro allí está tu corazón» (Mt. 6, 21). Ense­ implorar la curación de un recién nacido: II
ñanza que San Pablo repetirá equiparando la Sam. 12, 16. 21 ss. Frecuentemente viene en los
avaricia a la idolatría (E f. 5, 5; Col. 3, 5). El Salmos como expresión de penitencia o para
dinero es el ídolo del avaro. implorar la ayuda divina: 69, 11; 109, 24
Jesús recomienda a los Apóstoles que la evi­ (Vulg. 68. 108). Sara para librarse del demo­
ten (Xc. 12, 15 ; cf. 6, 24), y San Pablo, que nio (Tob. 3, 10); Ester (14, 2) para alcanzar
pone tanto cuidado en huir de ella (I Tim. 2, 5) la liberación, Daniel (9, 3) la restauración de
y la llama incluso «raíz de todos los males» Israel. Por voto (Tob. 7, 10; Act. 23, 21; etc.).
(I Tim. 6, 10), dirige esta recomendación, espe­ Durante la cautividad impusiéronse ayunos en
cialmente al clero (I Tim. 3, 3; Tit. 1, 7); lo recuerdo de las desgracias nacionales; Zac. 7,
mismo San Pedro (I Pe. 5, 2); porque la ava­ 2- 5; 8. 19 habla del ayuno en el 4.°,'5.°, 7.°
ricia es el móvil, la característica de los herejes y 10.° mes por el cese del sacrificio; por la
(U Pe. 2, 3. 14), después de haberla estigmati­ ruina del Templo; por la muerte de Godolías;
zado (Rom. 1-29; I Cor. 5, 10 s.; 6, 10; por el asedio y la destrucción de Jerusalén
£/• 4, 19 etc.). La avaricia movió a Judas a la (cf. San Jerónimo, In Zac. 2, 8; PL 25, 1475).
5. — Spadaeora. — Diccionario bíblico
AYUNO 66

El Sanedrín imponía ayunos de tres días, siem­ de la soberbia (Le. 18, 12), e ir acompañado de
pre que tardase en llegar la lluvia en los meses la oración y de obras de misericordia. Cuando
de oct.-nov. y nov.-dic. Las sinagogas prescri­ se ayuna debe eliminarse la exteriorización,
bían ayunos locales (cf. los tratados Joma y (Mí. 6, 16 s.). Ni el ayuno ni otra práctica al­
Taaníth). Son célebres los ayunos de Moisés y guna exterior valen nada sin aquel espíritu nue­
de Elias durante cuarenta días (Éx. 24, 18; vo que es el fermento traído por Jesucristo para
I Re. 19, 8). Los fariseos más celosos ayunaban la transformación de la humanidad (Mt. 9,.
los lunes y los jueves en memoria del principio 14-17; Me. 2, 18 ss.; Le. 5, 33 ss.). La práctica
y del fin del ayuno de Moisés en el Sinaí (cf. Le. del ayuno fué familiar a los primeros cristianos
18, 12; Taanith 2, 9). El divino Redentor co­ (Acu 13, 2 s .; 14, 22; I Cor. 9, 27; II Cor. 6,.
menzó su vida pública con un ayuno de cua­ 5; 11, 27). La crítica del texto excluye de
renta días (Mí. 4, 2; Me. 1, 13; Le. 4, 1) que Mt. 17, 21 la cláusula «esta especie de demo­
la Iglesia honra con el ayuno de Cuaresma. nios etc.» que se lee en Me. 9, 29, donde a su
En sus enseñanzas reproduce las enérgicas lla­ vez excluye las palabras i<ai vtjo-re¿a «y con el
madas de ¡s. 58, 3-7; Jer. 14, 12; Zac. 7, 2-7 ayuno» (Buzy-Pirot). [F. S.]
por la falta de las disposiciones necesarias para BIBL. — A. L esétre, en DB, III, col. 1528-32;
que el ayuno sea grato a Dios. El de los fari­ H. L. Strack-P. Billerbeck, Kommentar zum N.
seos no es el que se prescribe en el A. T., ya T. aus Talmud und Midrasch, IV, Mónaco 1928,.
pp. 74-114; A. C lamer, Lévitique (La Ste. Bible,
que va dominado por el espíritu de ostentación, ed. Pirot, 2), París 1940, pp. 130-73; D. Buzy y-
siendo así que el ayuno debe ser la expresión L. Pirot (Ibld. 9), Ibíd. 1946, pp. 231- 507; * E..
G onzález V ila, Ayunos y tentaciones de N. S. J,.
del arrepentimiento (Eclo. 34, 26), mortificación en el desierto, en CB (1952), abr. 55.
B
BÁAL. — (Hebr. baeal, bacalah, bacalim, aca- los reyes: Baal es adorado en las terrazas de
dio, belú, «señor, amo».) De suyo es el nom­ las casas (Jer. 32, 39; II Re. 23, 12; Sof. 1, 5),
bre de un dios no definido; es, por antono­ de la misma manera que a Adonis se le invoca
masia, nombre propio de una divinidad que sobre los tejados (Aristófanes, Lisistrata, 389
personifica los fenómenos naturales como la y siguientes); tiene templos (I Re. 16, 32;
fecundidad, la vegetación, la lluvia, el viento, II Re. 10, 21-27), tiene bamóth (Jer. 19, 5;
las mieses, etc. Lo emplean los cananeos (El- 32; 35) y hammánim (altares para los perfu­
Amarna) y casi todos los semitas, y tiene como mes, u obeliscos, o símbolos solares, cf. I Par.
equivalente el de Dumuzi entre los sumerios, 14, 4; 34, 7. 4; Lev. 26, 30; Ez. 6, 4. 6) y
Tammuz en los textos acádicos (cf. Ez. 8, 14), recibe sacrificios humanos (II Re. 23, 10;
TeSub entre los jeteos y los jórreos, Osírides 16, 3; Jer. 7, 31; 19, 5). Contra semejante
en Egipto, Adonis en el mundo grecolatino culto lucharon los profetas. Reinando Ajab
Oadón es sinónimo de Baal), Hadad entre los (II Re. 3, 2), yerno de Ithobaal de Tiro, ascien­
árameos, etc. En Ugarit, Baal, identificado con de a 450 el número de sacerdotes de Baal, a
Hadad, es hijo de Dagan y tiene como contra- quienes se opone Elias (I Re. 17; 18, 16 ss.).
figura a Mot, en cuyas manos fué muerto. A la Promovido nuevamente por Ocozías (I Re. 22,
muerte del asesino resucita Baal. Las dos divi­ 54), el culto de Baal es hostigado por Joram
nidades tal vez representen un ciclo anual y (II Re. 3, 2) y arrancado de raíz por Jehú
no sabático. (ibid. 10, 18-28); introducido en Jerusalén por
Son numerosos los epítetos de Baal, como Atalia (II Re. 11, 18), es abolido por Joás
expresiones locales del culto: Baal-mecón, (II Par. 23, 17); honrado de nuevo por Ajaz
«Baal del refugio» (Núm. 32, 28); Baal-tá- y Manasés, es combatido por Ezequías y Jo-
már, «Baal de palmar» (Jue. 20, 33); Baal- sías (II Re. 18, 4; 21, 3; 23, 4 ss.). Los sacer­
zebhúb, «Baal de las moscas» (II Re. 1, 2 s .; dotes de Baal actúan hasta el destierro (Jer.
6, 16, juego de palabras sobre Baal-zebul, «Baal 7, 9. 14 ss.).
el príncipe); Baal-saphón, «Baal del Norte» La frecuencia con que aparece Baal en la
(Ez. 14, 2. 9; Núm. 23, 7,*cf. los textos asirios nomenclatura palestinense es una prueba de la
y ugaríticos); Baal-markod, «Baal de la dan­ difusión de su culto. La Biblia intenta a veces
za» ; Baal-marpé, «Baal de la curación»; Baal- borrar su nombre, sustituyendo Baal por bo§ht,
berith, «Baal de la alianza»; Baal-Hasor «vergüenza», de donde proviene Isboseth, Ye-
(II Sam. 13, 23), y Baal-Pecor (Núm. 25, 3, 5 ; rubbo§eth, MifiboSeth en vez de Isbaal, etc.
Os. 10, 10). [F . V .]
En el A. T. llámase Baalim a las divinidades BIBL. — L agrange, Études sur Íes religions sé-
cananeas (Jue. 2, 11 ; 3, 7; I Sam. 7, 4; etc.). mitiques .París 1905, p .83 ss.; W. Baudissin ,
Kyrios, III, 89-97 (según los Hebr.) y passim; O.
El culto de Baal, severamente prohibido por E issfejldt, Baal 7.aphon, Zeus Casios, Halle 1932;
la religión oficial, se entromete en el pueblo L H. V incent, Le Baal Cananéen de Beisan et
sa parédre, en RB, 37 (1928) 512-43; R. D ussaud,
israelita desde su entrada en Canán hasta el Le vrai nom de Baal, en RHR, 113 (1936) 5-20;
destierro. En tiempo de los Jueces, Gedeón E. D horme, La religión des Hébreux nomades.
Bruxelles 1937, pp. 321-32; J. Pedersen, Israel.
derriba un altar de Baal, lo que le merece el Its Ufe and culture, Londres 1947, p. 503y passim;
título de Jerub-bacal (Jue. 6, 32 = el que lucha A. C apelrud,Baal in the Ras Shamra texts, Co-
penhagen 1952; * I. Enciso, Baal el dios de las llu­
contra Baal; etimología popular, en vez de vias, en Ecc. (1945) 209.
«Baal muge»). La veneración de los Baalim,
creciente en proporción con el progreso de la BABEL (Torre de). — La humanidad empren­
religión popular (v.), se nota en el tiempo de de de nuevo su marcha después del diluvio.
BABILONIOS 68

Los gérmenes del mal, manifestados ya en dioses (Báb-iláni), y no es de las más antiguas
Cam, otra vez van en aumento: los hombres de Mesopotamia.
olvidan la lección venida de Dios con aquel En realidad, el episodio bíblico no aparece
tremendo castigo. He aquí el ejemplo que se por ningún sitio en la literatura babilónica, por
nos conserva de ello en Gén. 11, 1-9. más que en el vocabulario, en el estilo y en el
Dios había dado a los sobrevivientes esta marco ofrezca exactamente el colorido de aque­
orden: «Multiplicaos y llenad la tierra» (Gén. lla región. En tanto que las ziggurat son tem­
9, 1), y una vez multiplicados con el correr de plos, aquí se prescinde absolutamente de ese
los años, ahí los tenemos concibiendo planes carácter esencial en ellas.
soberbios, completamente olvidados de Dios. Así las cosas, es inútil querer hallar e identi­
«Vamos a edificarnos una ciudad y una torre ficar los restos de la torre de Babel entre los
cuya cúspide toque a los cielos (expresión me­ escombros de alguna de las famosas ziggurat.
tafórica que encontramos en los textos babi­ No sabemos dónde estuvo la cuna de la huma­
lónicos y que sólo quiere decir cúspide altí­ nidad ni cuál sea la zona que cruzaron los
sima) y nos haga famosos por si tenemos que hombres que se multiplicaron después del di­
dividirnos por la haz de la tierra» (Gén. 11, 4). luvio.
Dios confunde la soberbia de los presun­ Hay muchos escritores, incluso católicos, que
tuosos empresarios, que no pudieron entenderse intentan asemejar la narración bíblica del. dilu­
por la discrepancia de sentimientos y de los vio (v.) a la babilónica (simple inundación de
modos de expresarse. la Mesopotamia meridional, hacia el iy o
Hay glotólogos modernos que sostienen cien­ iii milenio a. de J. C.), limitándolo a un
tíficamente la monogénesis del lenguaje: «Era grupo étnico humano muy reducido. Ellos dicen
la tierra toda de una sola lengua y de unas también que en la dispersión de Babel se trata
mismas palabras» (Gén. 11, 1). Dios aceleró el únicamente de un grupo semita.
proceso natural de diferenciación, y luego la La Biblia habría conservado este relato folk­
maldad de los hombres fué causa de que la di­ lórico, dotándolo de un significado religioso
versidad de lenguas hiciese surgir barreras y (Chaine). Pero semejante exégesis se revela en­
antagonismos entre los pueblos. teramente insuficiente e infundada. En cambio,
Este episodio de los orígenes de la huma­ remitiendo históricamente el episodio de la
nidad está situado en el marco geográfico de torre de Babel a los remotos orígenes de la
donde procedían Abraham y los suyos, es decir, humanidad, encuadra a maravilla en la narra­
la Mesopotamia. Este marco geográfico es con­ ción de los once primeros capítulos, demos­
siderado como propuesto a guisa de mero ro­ trando cómo el hombre va alejándose progre­
paje literario, según se expone en la yoz Gé­ sivamente de Dios, incluso después del diluvio,
nesis al hablar de él en sus once primeros ca­ y cómo se van densificando las tinieblas hasta
pítulos. el rayo de luz que proyectó la revelación de
Shincar indica la Caldea (cf. Gén. 10, 10). Dios a Abraham. [F. S.]
Temiendo el dispersarse, aquellos nómadas sue­ BIBL. — P. H einisch. Problemi di storia primor­
ñan con una vivienda estable, con algo donde diale bíblica, Brescia 1950, pp. 165-75; F. C eup-
cobijarse. En la gran llanura caldea, la de las pens, Quaestiones selectae ex historia primaeva, 3.*
ed., Roma 1953, pp. 335-55; A. C lamer. Genése
grandes ciudades, se yergue la majestuosa y (La Ste. Bible, L. Pirot, 1). París 1953. pp. 224-29.
altísima ziggurat, construcción maciza de planos * ) . Prado, La ciudad y la torre de Babel, en EstB,
XII (1950) 3; H. E ras, El episodio de la torre de
cuadranglares sobrepuestos, que iban reducién­ Babel en las tradiciones de la Judea, en EstB, VII
dose a medida que subía el edificio. Amplias (1948) 3.
escaleras permitían subir hasta el último plano,
donde estaba el altar y se tributaba el culto BABILONIOS. — Así se denomina al pueblo
al dios de la ciudad. Los ladrillos de arcilla que toma el nombre de Babilonia o de Babel,
y betún, material fundamental en tales cons­ heredero de la civilización y del territorio de
trucciones (cf. Gén. 11, 3), iban revestidos de los sumerios y que domina por varias veces en
espléndidos esmaltes y de franjas de oro. el Asia Anterior. Decir babilonios equivale
Una etimología popular de Babel, y sobre muchas veces a decir mesopotamios.
todo la multiforme variedad de razas presentes Los babilonios asumen una misión histórica
en ella ya en los tiempos que precedieron a la importante con la primera dinastía de origen
dinastía de Hammurabí, ha sugerido la elec­ amorreo. Si se tiene en cuenta el sincronismo
ción de aquella ciudad para la localización del entre Hammurabí y Shamsi-Addu I de Asiria,
relato. que se desprende de los documentos de Mari,
Babel en realidad significa «puerta de los y algunas otras indicaciones de carácter ar-
69 BABILONIOS

queológíco, astronómico y epitáfico, hay que dón la reconstrucción de la capital de los ba­
situar a la primera dinastía entre el s. xix y bilonios (680-649) y su hijo y sucesor Sham-
el xvi a. de J. C. Shumu-Abu inicia la serie maSSumukin (668-649) defiende su posesión con­
de los monarcas que dan a Babilonia el es­ tra el hermano Asurbanipal. Kandalunu reina
plendor y la posibilidad de convertirse en cen­ en Babilonia durante 22 años (649-627), hasta
tro de Mesopotamia. Hammurabi (v.) es el que Nabopolasar logra librarse de los asirios
primero que logra unificar en tomo a Babel con la ayuda de los medos y determina su
un imperio cuyos límites parten del golfo desmoronamiento con la caída de Nínive (612).
Pérsico y llegan hasta Mari y Nínive, y el Luego nace el imperio neobabilónico (625-539),
que hace vivir a diferentes pueblos bajo unas que comunica a Babilonia un esplendor y un
mismas leyes, que se hallan reunidas en el poder capaces de imprimir un recuerdo inde­
famoso código. Sus sucesores no hacen más leble en la historia. Cuando los egipcios acu­
que mantener las posiciones alcanzadas por el den para salvar a los asirios y mantener el
gran legislador y van perdiendo lentamente su equilibrio en el Asia Anterior, Nabopolasar
influencia hasta que Samsuditana, el último de dota con un ejército a su hijo Nabucodonosor.
la dinastía, sufre la invasión de los jéteos de Babilonios y egipcios se encuentran en Car-
Mursilis. quemis (605): el faraón es derrotado y perse­
Aunque fué de corta duración, está invasión guido. La noticia de la muerte de Nabopolasar
debilitó a los babilonios, ya que, tras un breve es causa de que su hijo desista de la persecu­
lapso de tiempo, fué seguida de la inmigración ción. Nabucodonosor corre a Babilonia y su­
de otros pueblos, entre los cuales los caspios, cede a su padre (604-561). Entretanto {3er. 46,
que se instalan como dueños de Babilonia du­ 2), se convierte en vasallo suyo el reino de
rante cuatro siglos (xvi-xn a. de J. C.). Éstos Judá: Dan. 1, 2, habla del año tercero del
parece ser que proceden del mar Caspio, de reino de Joaquim según el sistema de cómputo
origen indoeuropeo: así parece indicarlo su babilónico, mientras que Jer. 46, 2, computa
nombre. En las cartas de El-Amama se les ve regularmente el año cuarto del mismo rey
en correspondencia con los egipcios Ameno- (606-605).
fis III y IV. Durante el reinado de Assur- Todos los avisos que Jeremías (7, 10; 25-26;
Uballit los caspios permiten que los babilonios 36) multiplica dirigiéndose a sus compatriotas
se conviertan en vasallos de los asirios, y resultan vanos. Al rebelarse Joaquim, tres años
después de la invasión de los elamitas desapa­ después, probablemente instigado por Egipto,
recen de la historia. En Babel se funda una el déspota babilonio, ocupado como estaba en
dinastía que se mantiene durante 130 años en Mesopotamia, no se dirige inmediatamente con­
el poder (1170-1039) y se suceden once reyes; tra el vasallo, a quien deja, no obstante, bajo
se ve forzada a luchar, con resultados varios, el dominio de los pueblos vecinos que se man­
para no caer bajo el yugo, ya sea de los ela­ tienen fieles a Babilonia (II Re. 24, 2), y hasta
mitas, sea de los asirios. Siguen otras dinastías el 598 no envía un ejército para el asedio de
de corta duración, que dejan a los babilonios Jerusalén. A la llegada de Nabucodonosor ha­
a merced de los nómadas del desierto, hasta cía ya tres meses que Joaquim había muerto
que la dinastía H, que es la octava, impone (II Re. 24, 6), tal vez asesinado (Jer. 22, 18-19;
un gobierno más firme y emprende nuevamente 36, 30), y es reemplazado por su hijo Joaquín,
la lucha contra los asirios. Ésta continuará quien por evitar la destrucción de su ciudad
pasando por situaciones difíciles con pausas de se entrega como prisionero con toda la familia
relaciones amistosas. real (II Re. 24, 12), y llevado a Babilonia es
Babilonia es conquistada muchas veces por sometido a un encarcelamiento mitigado, según
reyes asirios: Adad-Nirari III, hijo de la le­ se comprueba por los documentos cuneiformes
gendaria princesa babilónica Semiramis (Sam- recientemente publicados, y conserva cierto
muramat); Teglatfalasar III, que, según los prestigio que liega hasta permitirle el uso de
documentos cuneiformes, toma el nombre de su sello real. Los hebreos fechan los aconteci­
Pülu (el Pul de II Re. 15, 19) al entrar en Ba­ mientos según los años de prisión en Babilonia
bilonia en 729. Merodac Baladán II intenta de su rey. Además de la familia real, Nabu­
sacudir el yugo asirio a la muerte de Sar- codonosor lleva a Babilonia a loé cabecillas
gón (705). Para ello se adueña de Babilonia y familias influyentes de Jerusalén. Ésta es la
y busca aliados en Occidente (Is. 39) en los primera deportación (579 a. de J. C.).
tiempos de Ezequías de Judá. Pero Senaquerib En Jerusalén es puesto por rey el tío de Joa­
domina al Elam y a Babilonia (705) y destruye quín, Matanías, cuyo nombre se cambia en
la ciudad en el 699. Corre a cargo de Asara- Sedecías (II Re. 24, 17), hombre débil, incons-
BABILONIOS 70

tafite, arrastrado por la facción favorable a babilonios no viven más que de rentas, y
Egipto. Al advenimiento de Psammético II (593), los sucesores del gran monarca no tienen la
esa facción conspira con Edom, Moab y los misma fortuna, a causa, principalmente, del
fenicios, y Sedecías es llevado a comparecer poderío medopersa, que entonces surgía y se
en Babilonia (Jer. 27, 2 ss.; 51, 59; 52, 1-11). afirmaba. II Re. 25, 27-30, recuerda a Evil
A la muerte de Psammético (589), su hijo Aprias, Merodac, hijo de Nabucodonosor, porque saca
queriendo dominar en Siria, incita a Sedecías, de la prisión a Joaquín el año 562. Nabónides
a los amonitas (llz. 21, 25) y a los fenicios a (556-538) fija temporalmente la residencia en
rebelarse contra los babilonios. Entonces Na- Jeima, en la Arabia del Norte, dejando a su
bucodonosor somete a Fenicia, bloquea a Tiró hijo Bel-sarra-usur, el Baltasar del libro de Da­
y asedia a Jerusalén (enero, 588), en tanto que niel, el cuidado de los negocios, mientras se
algunos contingentes de tropas ocupan las for­ prepara la ruina del imperio. Efectivamente,
talezas de Judea (Jer. 24, 7). En Jerusalén se Ciro, rey de Persia, después de haber conquis­
resiste fanáticamente, esperando el auxilio de tado a Lidia (546), se vuelve contra los babi­
los egipcios. Jeremías es puesto en prisión lonios, se adueña de las provincias costeras,
(Jer. 37, 11). Pero el faraón es derrotado, los ba­ entre las que figura Palestina, y ataca a Ba­
bilonios reanudan el asedio y en agosto del 587 bilonia, donde le espera Nabónides, que había
entran en la. parte septentrional de Jerusalén regresado de Teima. Gobrias, gobernador de
(II Re. 25, 3 s .; Jer. 39, 3 ss.), a la que toca los Gucios, deserta: el ejército babilónico es
la suerte de las ciudades rebeldes: saqueo, in­ vencido y Gobrias penetra sin resistencia en
cendio, segunda deportación (II Re. 25, 8 ss.; Babilonia, donde Ciro hace su entrada en 539
Jer. 40, 7 ss.). y toma el título de rey de Babilonia sin cam­
Ahora es puesto Godolías por gobernador en biar la organización de los países conquistados,
Misfa, donde se reúnen los supervivientes a y establece el gobierno general de Babilonia y
la destrucción (II Re. 25, 23 ; Jer. 40, 7 ss.). de la región de allende el Eufrates (Ebir-naha-
Es asesinado el gobernador con la guarnición ra). Darío realiza la división por satrapías.
de los babilonios (Jer. 40, .13-41, 17), y los La literatura de los babilonios es rica en do­
sobrevivientes huyen a Egipto (Jer. 41). Ignó­ cumentos económicos, jurídicos, de elencos de
rase cómo reaccionarían los babilonios por nombres, de silabarios, de textos históricos,
semejante homicidio. La tercera deportación de inscripciones, de oraciones, de rituales, de
(Jer. 52, 30) pudiera estar en relación con tal poemas mitológicos, con los cuales puede re­
acontecimiento, a pesar de la fecha tardía (582). construirse el concepto que los babilonios te­
Los babilonios distribuyeron a los hebreos nían sobre el origen de los dioses, del mundo,
de las diferentes deportaciones (años 597, 586, del hombre, sobre las relaciones de la divini­
582) junto al río Quebar (Ez. 1, 1-3, etc.), que dad y la humanidad mediante la plegaria, el
es el Nár Kabaru, en Tel Abib (Ez. 10, 10), sacrificio y la adivinación, y sobre las relacio­
en Tcl Harsa, Tel Mela (Esd. 2, 59), en Ca- nes de los mismos hombres entre sí, reguladas
sifía (Esd. 8, 17), lugares no identificados. Se­ por un cuerpo de leyes. Es difícil precisar el
gún los archivos de los MuraSu del s. v, los origen exacto de las tradiciones, ya que existe
hebreos se instalaron junto a Borsipa y en los un fondo sumérico, muchos de cuyos textos no
contornos de Nipur, a donde nos llevan los in­ son más que la traducción y adaptación a la
formes de Ezequiel. Los babilonios no someten mentalidad semítica, babilónica y asiria. Es
a los hebreos a una prisión propiamente dicha, también innegable la existencia de una aporta­
ya que les es dado el construir casas y plantar ción jurrita, como se infiere de las tablillas de
huertos (Jer. 29). Ezequiel ejerce su ministerio Kerkuk (Arrafa) y de Nuzu. Teniendo esto
sin trabas, tiene una casa donde recibe a los presente, sería mucho más propio hablar de
ancianos de Israel (Ez. 8, 1 ; 14, 1; 20, 1) que civilización y de literatura mesopotámicas. El
mantienen correspondencia con Jeremías (Jer. común ambiente, la afinidad de las lenguas, los
29, 1) y son los jefes de los deportados y man­ intercambios comerciales y los contactos polí­
tienen la cohesión favoreciendo el nacimiento ticos y militares explican asimismo las coinci­
del judaismo (y.). dencias culturales entre el mundo bíblico y la
Los babilonios se dedican a la agricultura literatura mesopotámica.
y al comercio (Ez. 17, 4) y permiten a los he­ La litreatura de los babilonios se plantea
breos las mismas ocupaciones, hasta el punto todos los problemas: El Enuma elis («cuando
de poder conseguir una riqueza considerable en alto»), poema repartido en siete tablillas,
(Esd. 2, 65-69; Neh. 7, 67-72). conservado en cuatro recensiones, y varias otras
Después de la muerte de Nabucodonosor los cosmogonías tocan la cuestión de los orígenes
71 BALAM

y se acomodan a la mentalidad bíblica respecto es adorada, juntamente con el dios Anu, como
•de la creación (v.). El poema de GilgameS, el estrella de la tarde y de la mañana y como pro­
Hércules mesopotámico, revela la aspiración a tectora en el amor y en la guerra, respectiva­
la inmortalidad como mito de Adapa, y en la mente; en Eridu, Eea (Enki) tiene el dominio
tablilla XI contiene un relato del diluvio. Los de las aguas primordiales y es portadora de las
mitos del descenso de IStar al infierno y de la artes y de las ciencias mágicas; en Kutha,
•exaltación de la diosa, lo mismo que el de Nergal (II Re. 17, 30) es el rey del mundo
Nergal y Ereskigal, reflejan el pensamiento subterráneo; en Mari, Dagan (Jue. 16, 22 ss.;
de los babilonios sobre Ja vida de ultratumba. I Sam. 5, 2-5) es el dios de los amorreos,
Asimismo el problema del dolor se plantea en como en Babilonia Marduk, que es el Bel por
un breve poema que suele llamarse el «Job de antonomasia (Is. 46, 1; 3er. 50, 2; 51, 44;
Babilonia». Finalmente, los mitos y otros tex­ Bar. 6, 40; Dan. 14 gr.), es la divinidad na­
tos nos descubren que el destino no es conce­ cional de los babilonios. Asur tiene semejantes
bido como resultado de un fato, o del acaso, funciones para los asirios. Nabu, hijo de
o fortuna, sino de una voluntad que fija la Marduk, protector de Borsipa, es el dios de la
-naturaleza o la esencia de las cosas. escritura. En las regiones en que la agricultura
También la religión de los babilonios pro­ depende de la lluvia, el dios de la atmósfera,
cede del fondo sumérico y sufre una evolución del huracán, es Hadad (tal vez II Re. 17, 31;
•en el curso de dos milenios, amoldándose a las Zac. 12, 11). La sucesión de las estaciones, el
condiciones políticas, económicas, sociales y lo­ cese de las lluvias al sobrevenir el verano se
cales del país. Puede dividirse Mesopotamia en expresa por el mito de Dumuzi-Tammuz (Ez.
dos áreas religiosas, a semejanza de las que 8, 14), el dios que muere y resucita (v. Adonis).
resultan de la técnica agrícola: la primera co­ Los mesopotamios personificaron otras muchas
rresponde a la zona en que la agricultura de­ fuerzas cósmicas y las veneraron como divini­
pende de un sistema de regadío, como sucede dades.
a lo largo de los ríos Tigris y Éufrates; la Entre las formas de la religión de los babi­
segunda es la zona en que la agricultura se lonios figura también la adivinación para arre­
apoya principalmente en la lluvia, como en la batar el secreto de la voluntad divina, y el
Alta Mesopotamia y al este del Tigris. A estas que se cree encerrado en todas las expresiones
diferencias técnicas corresponden diferentes es­ conocidas de la antigüedad: el oráculo, la
quemas de pensamientos que se desarrollan en evocación de los muertos (I Sam. 28, 11 ss.),
torno a las relaciones entre el hombre y los la interpretación de los sueños (Gén. 41; Dan.
poderes sobrehumanos, y a las de los hombres 2, etc.), el sacar suertes (frecuentísimos en la
entre sí. Comprobamos un politeísmo con ten­ Biblia), presagios deducidos del nacimiento, de
dencia enoteísta o monolátrica en cuanto cada las enfermedades, del vuelo y de las visceras
una de las ciudades tiene su particular dios de los animales (Ez- 21, 26), de las aguas, de
local, sin excluir o combatir importaciones de los astros. [F. V.]
divinidades de otras ciudades o de otros grupos
de pueblos, ni las especulaciones de las nu­ BIBL. — P. D horme, Choix de textes religieux
assyro-babyloniens, París 1907; I d ., Les religions de
merosas escuelas teológicas que surgen a la Babylonie eí d‘Assyrie, ibíd. 1945; Anclent Near
sombra de los grandes templos. Eastern Texis relating to the Oíd Testament, ed.
Incluso el panteón de los babilonios tiene J. B. Pritchard, Frinceton 1950; JC. K oenn, Su-
merlsche und akkadische Hymnen und Gebete, Zu-
origen sumérico: el dios es el dueño de la rich-Stuttgart 1953; B. M eissner. Babylonien und
ciudad: el templo regula la vida del pueblo Assyríen, I-II, Heidelberg 1920-1925; G. F uglani,
La religione babllonese e assiria, I-Il, Bologna 1928;
mediante los sacerdotes, no sólo desde el punto I d ., La civilitá babilonese e assira, Roma 1929: A.
de. vista estrictamente religioso, sino también G oetze, Hethiler, Churriter und Assyrer, Oslo
én el sentido económico. El jefe de la ciudad 1936; G. C ontenau, La civilisation d ’Assur et de
Babylone, París 1937; I d ., Manuel d’Archéologie
(llámese rey, sátrapa o gobernador) es el re­ orientale, I-IV, ibíd. 1927-1947; R. L abat, Le poé-
presentante del dios. A la divinidad se atribuye me de la création, París 1935; K. T allqvist, Akka­
dische Gótterepitheta, Helsinki 1938; J. Bottero,
no sólo el dominio de una ciudad particular La religión babylonieune, París 1952; A. Parrot,
sino además una forma especial de gobierno: Archéologie mésopotamienne, I-II, ibíd. 1946;
en Nipur, Enlil es ante todo un dios del tiem­ * B. C elada, Esquema de historia babilónico-
asiría con referencias a la historia bíblica, en CB
po ; en Sipar y en Larse, el dios Sol (Utu para (1944) 4.
los súmenos, ShamaS para los semitas) es el
dador de la luz y de la justicia para la huma­ BALAM. — El hebreo Bilcam : adivino o
nidad; en Ur el dios Luna, Sin (Nanna), re­ mago, invitado a maldecir al pueblo hebreo,
vela el futuro a los expertos; en Uruk, IStar pero que por voluntad de Dios profiere, en
BARUC 72

cambio, una bendición y una bella profecía y sigue hostigando a Israel (cf. Núm. 31, 16).
sobre el futuro de los descendientes de Jacob. Balam quedó en la tradición como símbolo
De Balam se habla frecuentemente en la Bi­ del corruptor y del avaro (cf. Dt. 23, 5 ; Jos.
blia, incluso en el Nuevo Testamento, como 13, 22; 24, 9; Miq. 6, 5; II P. 2, 15; Jud. 11;
de un típico corruptor. Su acción se describe Apoc. 2, 14); el primer título se refiere al
en una sección especial con características par­ hecho registrado en Núm. 31, 16, y el segundo
ticulares en Núm . 22-24. Cuando Israel se halla al episodio que acabamos de describir, por más
acampado en las llanuras de Moab, al otro que el Pentateuco apenas hace referencia al
lado del Jordán, Balac, rey de la región, se dinero recibido por Balam. La silueta se ha
muestra asustado por la suerte que corrieron ido acentuando más y más — peyorativamente,
los príncipes amorreos que se habían opuesto por supuesto — en la tradición postbíblica.
al paso de los hebreos (cf. Núm. 21, 21-35). IA. P.]
Cuenta este rey con ahuyentar el peligro recu­ BIBL. — A. C lamer, Nombres (La Ste. Bible,
rriendo al poder mágico de un adivino famoso, cd. Pírot. 2), París 1940, pp. 380-406; J. Enciso,
El yaveísmo de Balam, en EstB. (1931) ,123-29.
Balam, hijo de Beor, que habita en Petor (tal
vez el Pitru de los monumentos asirios y la BALDAD. — v. Job.
Pedru de los anales de Tutmosis III).
Descríbense con abundancia de pormenores BALTASAR. — v. Daniel.
dos embajadas de Balac. Previa la entrega del
precio de la maldición, inducen a Balam a que BAMAH-BAMOTH. — v. Altura.
se llegue hasta Moab. Por medio de visiones BARAC. — v. Débora.
durante el sueño, el Señor le impide primero
que intervenga, luego le consiente que vaya BARSABA. — (/8ap<ra)8/3ás = aramaico Bar
con aquellos hombres, pero con la condición Shebha, «Hijo de Sheba» o también «que guar­
de que no ha de decir otra cosa distinta de lo da el sábado».) Sobrenombre de dos persona­
que le sea sugerido por el Espíritu. El adivino jes: José Barsaba, presentado juntamente con
se aprovecha de esta ocasión, pero probable­ Matías (Act. 1, 23) para ser elegido por após­
mente con la idea secreta de contravenir a la tol en lugar de Judas Iscariote. No obstante
orden. Por de pronto su camino se ve entor­ haber sido descartado por la suerte, se le ha
pecido por un ángel que obliga a la borrica dado el sobrenombre latino «Justus». Según
a apartarse del camino y a lanzar una queja Eusebio (Hist. eccl. I, 12, 3) sería uno de los
que el adivino, su amo, interpreta rectamente setenta y dos discípulos de Jesús.
(cf. Núm. 22, 22-25). Ofrece sacrificios y luego Judas Barsabas, uno de los enviados junta­
se dispone a maldecir a Israel, pero tiene que mente con Pablo y Bernabé por la Iglesia de
confesar su impotencia, y se siente forzado a Jerusalén a la de Antioquía para transmitir a
pronosticar el futuro desarrollo de Israel. Re­ ésta las deliberaciones del Concilio de los Após­
pítese la tentativa, habiendo primero cambiado toles (Act. 15, 22). Lo mismo que el otro en­
de puesto y ofrecido nuevos sacrificios, pero viado, Silas, es considerado entre los «princi­
con idéntico resultado: profiere una alabanza pales» tfyov/nevos) por los hermanos de Jeru­
y una bendición en vez de la maldición mágica. salén, lo cual permite suponer que sería «pres­
Son, pues, dos los oráculos de Balam (ibid. 24, bítero». La obra por ellos realizada en Antio­
3-9. 15-24), «del hombre de los ojos cerrados». quía es muy encomiada, y atribuida al carisma
El primero celebra el futuro de Israel, y ter­ profético (Act. 15, 32).
mina amenazando con la maldición para quie­ Por tener el mismo sobrenombre muchos
nes tengan la osadía de maldecir al pueblo de exegetas llegaron a deducir que serían herma­
Dios. En el segundo se lee el mismo motivo nos; pero tal apelativo estaba muy extendido
con señales mucho más explícitas y la célebre en el mundo judaico en la época helenista.
profecía sobre la «estrella de Jacob» y sobre IA. P.]
un futuro rey de Israel. La tradición exegética, BILB. — J. R eniü. Actes des Apótres (La Ste.
tanto judía como cristiana, ha visto una pro­ Bible, ed. Pirot, 11), París 1949, pp. 48, 216 s.
fecía mesiánica, al menos en sentido típico,
cuya primera relación se da en David, primer BARTOLOMÉ. — v. Apóstoles.
tronco de la monarquía israelita. BARTOLOMÉ (Evangelio de). — v. Apócrifos.
En el episodio de Balam tenemos un ejemplo
de alguien que involuntariamente es Llevado a BARUC (hebr. Bárukh = Vendido). — Secre­
profetizar por el Espíritu de Dios (cf. Jn. 11, tario y compañero del profeta Jeremías (cf. Jer.
49 ss.). El adivino permanece en el paganismo 32, 12 ss.; 43, 2-7; 45, 1-5), cuyos dolores
73 BASÁN-BATANEA

y angustias comparte en Judea, y a quien sigue Entre los acatólicos generalmente atribúyese
a Egipto, donde habrían muerto, según San la obra a tres autores, uno para cada parte,
Jerónimo (In Is. 30, 6 s.). La mayoría de los y ninguno de ellos es Baruc. Hay incluso mu­
escritores antiguos y las leyendas rabínicas es­ chos que aplazan la composición de alguna de
tán en que Baruc murió en Babilonia, donde las partes y la reunión de las tres secciones
compondría también el libro que lleva su para la época romana, posterior al año 70 des­
nombre. pués de J. C. (desde Schürer hasta Desterley).
Su libro consta sólo de cinco capítulos, a Otros más recientes (Eissfeldt, Bentzen, Lods)
los que en la versión latina se ha añadido la se remontan cuando menos al período helenista
Epístola de Jeremías. Tras una breve introduc­ macabeo. Los católicos siguen admitiendo la
ción histórica (1, 1-14), vienen tres partes muy autenticidad de Baruc: «su actitud es tan justi­
distintas: la primera (1, 15-3, 8) está consti­ ficada, por lo menos, como la de quienes se
tuida por una larga plegaria con la confesión oponen a la concepción tradicional» (Denne-
de los pecados (1, 15-2, 35) y la súplica por la feld). Existen, no obstante, hipótesis que tien­
liberación y el retorno del destierro (3, 1-8); den a justificar la diversidad de las partes su­
la segunda (3, 9-4, 4) es una alabanza a la poniendo habernos sido transmitidas separada­
divina sabiduría, inaccesible a los hombres mente durante cierto tiempo (Simón-Prado) o
(3, 15-31), pero propiedad natural de Dios admitiendo la posibilidad de autores diferen­
(3, 32-36), que ha hecho partícipe de ella al tes, especialmente para el fragmento 3, 9-4, 4
pueblo hebreo medíanle su Ley (3, 37-4, 4); (Góttsberger, Hóphl-Miller-Metzinger). Heinisch
en la tercera (4, 5-5, 9) trae una exhortación, en admite con Stoderl la autenticidad de la pri­
la que Jerusalén personificada invita al pueblo mera parte, coloca la tercera parte hacia el fin
a la esperanza, amenazando a las naciones ve­ de la cautividad y la segunda entre el 480 y
cinas (4, 5-29). Y se termina con un apóstrofe el 180 a. de J. C.
del poeta a la ciudad, a la que se prometen El libro — según la opinión más favorable —
el retorno de los deportados y un nuevo es­ fué todo él escrito en hebreo. Pero hoy sólo
plendor. lo tenemos en griego y en las versiones de él
La introducción está en prosa. La bella ple­ derivadas. [A. P.]
garia penitencial de la primera parte tiene fre­
B1BL. — L. D onnefeld, Baruch (La Ste. Bi­
cuentes reminiscencias de 3er. y es paralela al ble, ed. Pirot. 7), París 1947, pp. 435-51; A. Pen­
fragmento análogo de Daniel 9, 4-19; en 4, na. Baruch (La S. Bibbia), Torino 1952.

5-5, 9 prosiguen con ritmo poético los acentos


propios de una lamentación (4, 9-16) con los BARUC (Apocalipsis de). — v. Apócrifos.
de una calurosa exhortación que se propone
infundir confianza y seguridad para el porvenir BASÁN-BATANEA. — 1. Basan es una región
(cf. 4, 5-9. 30; 5, 9; afinidad con Is. 40, 66); de la Transjordania septentrional, limitada al
la sección intermedia (3, 9-4, 4) está en forma norte por el Hermón y la llanura de Damasco,
poética, en la que predomina el elemento lírico al oeste por los montes G. Heis y el lago de
con frecuentes alusiones nómicas o parené- Tiberíades, al sur por el río Menadir (Jarmuk),
ticas: es un himno a la divina sabiduría e invi­ que recoge las aguas de la región, y al este
tación a conservar y estimar un don tan pre­ por la montaña de Drusi. Es una alta llanura
cioso (en afinidad con los libros sapienciales de origen volcánico, celebérrima por su ferti­
y proféticos). lidad (Is. 33, 9; Jer. 50, 19; Sal. 67, 16, etc.),
Esta discontinuidad y diversidad de estilo hasta tal punto que los LXX y la Vulgata
(en particular la alternación de los nombres sustituyeron su propio nombre por la traduc­
divinos) entre la primera y la tercera parte ción sinónima «pingüe» (Sal. 21, 13; 67, 16;
plantea el problema de la unidad del libro y Ez. 39, 18; Am. 4, 1); famosa también por
del autor. sus toros (símbolo de ferocidad y de soberbia:
Del testimonio del primer versículo los an­ Sal. 22, 13; Ez. 39, 18) y por las encinas de
tiguos sacaron la conclusión de que el libro los antiguos bosques (Is. 2, 13; Zac. 11, 2;
era todo de Baruc. Algunos (basados en San Ez. 27, 6).
Ireneo y en San Agustín) dedujeron que tam­ Antes de la ocupación hebrea el Basán (Dt.
bién aquí Baruc desempeñó el oficio de secre­ 3, 13; Gén. 14, 5) constituía la máyor parte
tario de Jeremías, a quien lo atribuyeron. Sólo del reino amorreo de Og (último de la antigua
en tiempos de la reforma se comenzó a re­ estirpe de gigantes (Núm. 21, 33-35; Dt. 1, 4;
chazar la canonicidad (v. Canon) y la autenti­ 3, 1 ss.; 4, 47; 29, 7). Después de extermi­
cidad del libro. nados los amorreos el territorio fué ocupado
BAUTISMO 74

por la mitad de la tribu de Manasés (Núm. 32, lución de un resurgir moral, excitar y significar
33; Dt. 3, 13). En el reinado de Salomón Ba- los sentimientos de un verdadero arrepenti­
sán estaba comprendido en la XII prefectura miento. Discútese sobre el valor del bautismo
(I Re. 4, 19). En la época grecorromana quedó administrado por Jesús durante su vida pública
fraccionado en tres distritos o toparquías: la (Jn. 3, 26). Hay quienes no lo distinguen del
Traconítide, la Auranítide y la Batanea. de Juan, en tanto que otros lo consideran ya
2. La Batanea, cuyo nombre procede del como un verdadero sacramento apto para con­
antiguo Basan (Büthnan-Butnajj-Battnajja), se­ ferir la gracia.
gún la localización precisada por J. G. Wets- El libro de los Actos de los Apóstoles nos
stein, limitaba con.la Gaulanítide por el Oeste ofrece la documentación práctica de la necesi­
y con la Traconítide y la Auranítide por el dad del bautismo, cuando describe su adminis­
Este, con la Ulatha-Paniades por el Norte y tración a los creyentes en el día de Pentecostés
con la Arabia Nabatea y la Decápolis por el (Act. 2, 41) y en varias otras ocasiones en tiem­
Sur. Correspondía, por tanto, a la fértil llanura pos sucesivos (cf. ibid. 8, 16. 38; 9, 18 ; 16,
actual de Nucrah. 15. 33; 19, 5). San Pedro pone expresamente
Fué donada por Augusto a Herodes el Gran­ como condición para alcanzar la salvación el
de juntamente con la Traconítide, la Auraní­ «arrepentimiento» (peravota.) y el bautismo
tide, la Gaulanítide y la Ulatha-Paniades. Estos (ibid. 2, 38).
cinco distritos formaron luego la tetrarquía de Háblase a veces en los Actos de los Após­
Filipo (4 a. de J. C.-34 desp. de J. C.). Más toles de bautismo conferido en el nombre de
adelante fueron incorporados a la provincia Jesucristo. Esta expresión, juntamente con algún
romana (34 desp. de J. C.), luego confiados texto patrístico, particularmente de Eusebio
a Agripa I (37-44) y a Agripa II (h. 53-90). de Cesárea, ha sido alegada como si reprodu­
Sus centros eran Astarot y Carnaim. Otras jese o aludiese a una fórmula bautismal dife­
ciudades: Tersila, Alima (I Mac. 5, 26), Casbín rente de la trinitaria prescrita en Mt. 28, 19 y
(II Mac. 12, 13 s.), Rafana o Rafón (I Mac. conservada inalterada por la Iglesia a lo largo
5, 57). Está implícitamente incluida en la Tra­ de los siglos. En realidad la referencia a Cristo
conítide en Le. 3, 1. [A. R.] no tiene otro alcance que el de distinguir entre
BIBL. — L. Szczepanski, Geographia historica Pa- el bautismo y Jos ritos análogos practicados en
lestime antiquae, Roma 1928, p. 245; F. M. A bel, algunos centros religiosos y especialmente el
Géographie de la Palestine, I, París 1933, pp. 275-327.
377; II. ibfd. 1938, pp. 158 ss. bautismo simbólico de Juan. En los Actos 8,
38; 14, 47 se insiste asimismo en destacar que
BATO. — v. Medidas. la materia del sacramento es el agua, término
empleado metonímicamente por San Pedro para
BAUTISMO. — Del griego páimo-pa; de significar incluso el mismo bautismo (ibid. 10,
páñTu-paxTÍ^u = sumergir. Rito de iniciación 47). A veces la recepción del bautismo va acom­
en la vida cristiana, mediante la inmersión- pañada de manifestaciones carismáticas (en ge­
lavatorio en agua natural. No hay en el N. T. neral: glossolalia), pero en ningún texto se
una exposición sistemática de tal sacramento, afirma que haya una estricta y necesaria cone­
ni siquiera se describe el momento preciso de xión entre los dos fenómenos.
su institución por parte de Jesucristo. Pero se El primer efecto del sacramento instituido por
enseña explícitamente su necesidad y se desarro­ Jesús es precisamente el perdón de los pecados
llan ocasionalmente no pocos aspectos teoló­ (cf. I Cor. 6, 11; Ef. 5, 26; Tit. 3, 5; Hebr. 10,
gicos de su eficacia. 22). Es el tránsito del reino del mal a la situa­
No sabemos cuándo lo instituyó Jesucristo, ción del que sigue en pos de Cristo, consecuen­
pero su vida pública comenzó después del bau­ cia de haber recobrado la inocencia (cf. Act. 2,
tismo recibido en el Jordán (Me. 1, 9-13), y 38; 10, 46 s. 26, 18). San Juan prefiere hablar
seguido de un discurso acerca de la necesidad de «renacer» y de agua regeneradora: «Quien
de un «renacer» espiritual mediante el agua no naciere nuevamente del agua y del Espíritu,
y el Espíritu Santo (Jn. 3, 3-6), y se terminó no puede entrar en el reino de Dios» (3, 5 ;
con el mandato de que se bautizara a todos cf. I Jn. 5, 6. 8). Trátase de un rito externo
los futuros creyentes: «Id y enseñad a todas necesario, pero su eficacia es inconcebible en el
las gentes, bautizándolas en el nombre del Pa­ adulto si se prescinde de la fe que ha de estar
dre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mt. 28, de antemano en el alma del convertido. Vea­
19). Es cierto que el bautismo de Juan (cf. Mt. mos cómo San Pablo se toma la libertad de
3, 11 ; Me. 1, 8; Act. 1, 5) era un baño pura­ atribuir indiferentemente al bautismo y a la fe
mente simbólico destinado a sancionar la reso­ los mismos efectos (cf. Gal. 2, 19 s .; 3, 26 s .;
75 BECERRO de oro

Col. 2, 10-13; Rom. 6, 3 ss.; Ef. 2, 5-8). La imagen que represente al Señor para tributarle
enseñanza de la necesidad del bautismo como culto (Éx. 32, 1-6). Sirviéndose de las alhajas
medio indispensable de salvación es subrayada ofrecidas por los Israelitas, Arón hizo «un be­
en el Evangelio de San Juan (3, 5) y en la epís­ cerro de fundición», al que se ofrecieron sacri­
tola I de San Pedro, en la que se esgrime el ficios con alegría del pueblo. Eso constituía una
argumento de la tipología existente entre el bau­ abierta violación del pacto poco antes sancio­
tismo y el agua del diluvio (I Pe. 3, 20 s.). nado (Éx. 20, 3 ss.). Yavé se lo comunica a
San Pablo insiste en lo de la unión con el Moisés, amenazando con aniquilar al pueblo
Cuerpo Místico o incorporación a Cristo, efecto prevaricador y con limitar a la sola familia de
del bautismo. Complácese en sacar a relucir el Moisés el cumplimiento de la promesa hecha a
método de la inmersión, ordinariamente en uso Abraham (Gén. 17, 20; 21, 13, etc.). Moisés
en la administración del bautismo, para señalar intercede ante Dios; luego baja del monte y
con ella una alusión simbólica a la muerte y a encuentra al pueblo celebrando festejos en tor­
la resurrección de Cristo (cf. Rom. 6, 3 ss.). no al becerro de oro. Ardiendo en una santa
Tenemos así una muerte mística del cristiano indignación destruye el becerro, y lo esparce
(Rom. 6, 3-11; Col. 2, 12. 20; 3, 3), y segui­ convertido en polvo, y recriminando a Arón
damente una resurrección o nacimiento a nueva castiga al pueblo, juntamente con los levitas,
vida (Rom. 6, 4; II Cor. 3, 18; Col. 3, 3), con llegando casi a diezmarlo. Hubo cerca de 3.000
la participación de la santidad e incorruptibi­ muertos (Éx. 32, 7-35). Luego reanuda su inter­
lidad divinas (Rom. 6, 2-14; Col. 3, 9 s.). Es la cesión para aplacar al Señor y lograr de él que
muerte al pecado, a la concupiscencia (Rom. 6, desista del propósito de separarse de su pueblo
6; cf. Ef. 4, 22 ss.; Col. 3, 9) y de un modo (separación representada en la colocación del
particular a la Ley mosaica (Rom. 7, 6; Gál.. tabernáculo fuera del campamento). Moisés ob­
2, 19). Desde el punto de vista positivo se da la tiene que el Señor vuelva a estar en medio de
filiación adoptiva y la vida en el Espíritu (Gál. Israel y a guiarlo personalmente hasta la tierra
4, 5 s .; Rom. 5, 5; II Cor. 3, 3). prometida. «También a eso que me pides acce­
Fué tal el influjo ejercido por la necesidad do, pues has hallado gracia ante mis ojos». Así
del bautismo, que pronto se determinaron en la pondera Dios el poder de Moisés, pero también
antigüedad los puntos que no se especifican en su plena libertad e independencia en la distri­
la Biblia (bautismo por infusión, de los niños, bución de sus gracias y de sus misericordias.
de los herejes, etc.); por lo que nos es dado Si otorga el perdón no se debe a que Israel u
afirmar que la doctrina sobre el bautismo es la otro cualquiera pueda alardear de poseer dere­
parte de la Teología que primero se fijó y con cho alguno, sino únicamente a su bondad ( =
mayor exactitud y competencia. «hago gracia a quien se la hago y tengo miseri­
I Cor. 15, 29 se traduce en este sentido: «De cordia de quien la tengo»).
otra suerte (si los muertos no resucitan) ¿qué En atención a los méritos de las generacio­
sacarán los que fueron bautizados? ¿Para los nes pasadas (cf. 32, 13), el Señor no rescinde
muertos? (es decir: ¿son bautizados para ser definitivamente la alianza con Israel, y se con­
contados entre los muertos que no han de resu­ tenta por ahora con un castigo temporal y limi­
citar?) Y si los muertos no resucitan ¿para qué tado (cf. 32, 34 s.), porque no hay nada que
bautizarse? ¿Para quién? (¿para estar luego en pase sin castigo, aun teniendo en cuenta el
el número de los que mueren para siempre?)». arrepentimiento del pueblo (Éx. 33). De éste
[A. P.] pecado hace mención San Esteban (Act. 7,
BIBL. — J. C oppens, Baptéme, en DBs, I, col. 39 ss.), la I Cor. 10, 7, el Salmo 106 (105),
852-924; V. I acono, La T la X iy y ev e c ia in S, 19-23.
Paolo e neti'ambiente pagano, en Bíblica, 15 (1934), Pero mucho más grave fué el pecado de Jero-
PP. 369-98; Id., II B. netla dottrina di S. Pao-
ló, Roma 1935; F. J. L eenhardt, Le Baptéme des boam al erigir dos becerros de oro en Dan y
anianís et la doctrine biblique du Baptéme, Pa­ en Betel, inmediatamente después de separarse
rís 1948; F. Spadafora, Temí d’esegesi (el bautis­
mo del párvulo), Rovigo 1953, pp. 477-87; I d ., de Judá las diez tribus del norte, con el fin de
Un passo difficile: I Cor. 15. 29, en Rivista Bi- alejar a sus súbditos de Jerusalén y del Templo
blica, I (1953), 147 s. * D. A yuso, Fuentes de la
gracia. El bautismo, en JC (1943), 748. (I Re. 12-13). Jeroboam repite las mismas pala­
bras de Arón al pueblo: «Ahí tienes k tu Dios,
BECERRO de oro. — Símbolo sensible de la Israel, que te sacó de la tierra de Egipto» (I Re.
divinidad. Moisés se encuentra en el Sinaí con 12, 28) al presentar los dos becerros. Su inten­
Yavé (Éx. 24, 12-18), y el pueblo, que había ción era únicamente el presentar un símbolo
quedado encomendado a la dirección de Arón de Yavé; pero muy pronto se dio en el pueblo
y de Jur, cansado de esperar, pide a Arón una el caso de verdadera idolatría. En Samaria se
BELIAL 76

encuentra el nombre propio de Agaljau - Yavé pada por los filisteos, continuamente en guerri­
es un becerro. ¡La figura convertida ya en llas con David (II Sam. 23, 14 ss.; II Par. 11,
Dios! 16 ss.), no estuvo mucho tiempo en poder de
El toro es el símbolo cananeo de la divini­ ellos. Aparece más adelante entre las ciudades
dad : representa la fuerza y la fertilidad de Baal fortificadas por Roboam (II Par. 11, 6) y entre
y al mismo Baal. Incluso Jehú, que destruyó las localidades repobladas después de la cauti­
los otros ídolos del culto de Baal, respetó los vidad (Esd. 2, 21 ; Neh. 7, 26).
dos becerros de oro, cuyo culto, con su corres­ En Belén, reducida a una pequeña aldea,
pondiente sacerdocio, había llegado a adquirir proféticamente contemplada como el más pe­
prerrogativas de religión del estado (II Re. 10, queño distrito palestinense (Mi. 5, 2 ss.), fué
29). Contra ese culto lanzan sus amenazas Amos donde nació Jesucristo (7. 2, 1.5ss.; Le. 2, 4.
(5, 4 ss.; 21-24'; 7, 4-17) y Oseas (6, 10; cf. 2, 15; Jn. 7, 42). La primitiva tradición cristiana
13 ss.; 10, 1 s.; 5-8). (F. S.J muestra el lugar del nacimiento en una gruta
BIBL. — A. Poiil, Historia populi Israel, Roma situada al lado de la ciudad (Protoevangelio de
1933, p. 37 ss.; F. Spadafora. Collcítivisnto e in­ Santiago 78, 5: Orígenes, Contra Celso 1, 51).
dividualismo nel Vecchio Testamento, Rosigo 1953.
pp. 192 ss., 234 s. El emperador Constantino consagró de nuevo
la cuna del Redentor, que había sido profanada
por Adriano con la implantación del culto de
BEELZEBUL. — v. Baal. Adonis-Tammuz (San Jerónimo, Epist. 58, 3;
BELÉN. — (Hebr. Béth-Iehem «casa de pan» San Paulino, Epist. 31, 3), dejándola incluida en
o mejor «casa del dios Lahamu», cf. acadio: un santuario octogonal, anexo a una espléndida
bit-ilu-laham). Ciudad de la tribu de Judá, a basílica de cinco naves con un atrio de cuatro
8 km al sur de Jerusalén, sobre dos colinas a pórticos (Eusebio, De laudibus Constant., III,
777 ni. sobre el nivel del Mediterráneo y a 41-43), construida en el 333 y explorada arqueo­
I, 267 sobre el mar Muerto. Hácese mención de lógicamente en los años 1932-34. Después de la
ella en las cartas de El-Amama (290, 16 ed. devastación samaritana del 525 desp. de J. C.
J. A. Knudtzon) como de una ciudad de los el edificio fué retocado por el emperador Justi­
contornos de Urusalim (Jerusalem). En la Bi­ niano; sustituyó el edificio octogonal por lina
blia lleva el sobrenombre de Efrata por ha­ nave transversal cerrada con dos ábsides semi­
llarse comprendida en una de las regiones habi­ circulares, desplazó unos metros más hacia el
tadas por la parentela efratea, constituida por oeste la fachada interna y añadió el nártex. Las
los tres hijos de Jur, hijo de Caleb (I Par. 2, decoraciones medievales de las paredes con mo­
51-54; 4-4). Aunque algunos consideran la saicos y de las columnas con pinturas, casi ente­
identificación de los dos términos como una ramente desaparecidas, más los posteriores re­
glosa de Gén. 35, 19; 48, 7, la identificación toques, rompieron la armonía primitiva de este
es segura, como fundada en el contexto y en el sagrado lugar donde el Verbo divino se mostró
paralelismo (Rut. 1, 1 s .; 4, 11 y Mi. 5, 2). como hombre entre los hombres. [A. R.j
Otra denominación más frecuente es la de «Be­
lén de Judá» (Jue. 17, 7. 9; 19, 118; Rut. 1, BÍBL. — F. M. A bel, Géographie de la Pales-
tiñe, II, París 1938, p. 276; B. Bagatti. Gli anti-
1-2; I Sam. 17, 12; Mt. 2, 1. 5. 6) para dis­ chi edifici sacri di Detlemme, Gcrusalemme 1952,
tinguirla de Belén de la tribu de Zabulón
(Jos. 19, 15). BELIAL. — En el Antiguo Testamento no es
En Belén fué sepultada Raquel, esposa de más que nombre común = sin (beli) utilidad
Jacob (Gén. 35, 19; 48, 7); allí se desarrolló Gacal), litote por «maldad»; calificativo; «hijo
el suave idilio de Rut y Booz en el tiempo de de belial» = hombre nocivo; perverso (cf. Dt.
los Jueces. De Belén era el joven levita que.se 13, 14; 15, 9; I Sam. 1, 16; 2, 12; y en otras
instaló en las montañas de Efraím, en la casa partes; F. Zorell, Lexicón hebr. s. v.). En los
de Mica, transformada en santuario para la apócrifos (Jubil., Hen., Testamento de los doce
imagen de plata de Yavé (Jue. 17, 1-13). Tam­ Patriarcas: J. Bonsirven, Le juddisme palest.,
bién era de Belén la esposa del levita de Efraím, I, París 1934, p. 244, nota 5), belial se con­
cuyo cadáver corló el marido en pedazos des­ vierte en un nombre del príncipe de los demo­
pués del suplicio de que fué objeto por parte nios, y tal vez del anticristo. En II Cor. 6, 15
de los habitantes de Gueba (Jue. 19). La fama beliar (pronunciación alejandrina, por belial) es
de Belén en la antigüedad proviene del hecho de Satanás (v. Jacono, Le ep. di s. Paolo [La Sacra
haber sido la patria de David (Rut. 4, 17-22); Bibbia], Tormo 1951, p. 462). [F. S.]
aquí nació y fue ungido por Samuel como rey BIBL. — A. Romeo, en Ene. Calí. It., II, col.
(I Sam. 16, 1. 4; 17, 12. 15). Aunque fué ocu­ 177 ss.; P. Joüon, en Bíblica, 5 (1924) 178-83.
77 BENJAMIN

BENEDICTUS. — Es el cántico, en parte pro- tiva (Harnack). Se han notado también algunas
fético (L. 1, 68-79), que pronunció Zacarías el semejanzas con la plegaria judaica llamada She-
día en que circuncidaron a su hijo Juan, llama­ moneh cesreh ( - dieciocho [bendiciones]).
do más tarde el «Bautista» (Mi. 3, 1). El título La semejanza con los Salmos hebreos y con
del cántico responde a la primera palabra de la la plegaria judaica citada no debe extrañarnos
versión latina. Con razón se dice de él que es si se reflexiona sobre el hecho de que el autor
«la última profecía del Ant. Testamento y la del Benedictus es también un hebreo, y sacer­
primera del Nuevo». dote por añadidura (Le. 1, 5), que tan familia­
Desde el tiempo de Orígenes (Hom. X in rizado está con los Salmos, los Profetas y todas
Le.: PG 13, 1823) suele dividirse el Benedicius las fórmulas litúrgicas del Templo, que al que­
en dos partes netamente distintas. En la prime­ rer componer (no necesariamente improvisar)
ra, que se refiere al Mesías (68-75), Zacarías loa un cántico, siente, como por instinto, que los
a Dios por haber cumplido la promesa hecha textos sagrados y litúrgicos afluyen abundantes
a los antiguos padres enviando a la tierra el a sus labios para dar forma a los sentimientos
Salvador (cornu salutis = poderosa salvación), del alma. Según ha advertido el P. Lagrange,
que llevaría a cabo la gran obra .de libertar al la alta antigüedad del Benedictus puede dedu­
pueblo del poder de sus enemigos y le pondría cirse incluso del modo de tratarse en él al Me­
en condiciones de poder servirle en santidad sías. Uno que, por ejemplo, hubiese escrito des­
y en justicia para siempre; en la segunda que pués de la Resurrección, y sobre todo después
se dirige a Juan (76-79), con una apostrofe de la difusión del cristianismo, difícilmente ha­
inspirada alusiva a las palabras del Ángel Ga­ bría resistido a la tentación de sacar a relucir la
briel (Le. 1, 13, 17), Zacarías predice y ensalza divinidad, la obra redentora, el sacrificio de Je­
la misión de su augusto hijo, la de ser el nuncio sús, como fácilmente se echa de ver en los dis­
(precursor) del Mesías y la de preparar los ca­ cursos de los Actos y en las Epístolas de San
minos para recibir la salvación mesiánica. Pablo. [B. P.]
En la primera no se deben pasar por alto BIBL. — L. Pirot, Benedictus, en DBs, I. 956-
tres verbos, empleados en pretérito: visitó, hizo, 62; L. C. F illion, Vita di N. S. G. C„ irad. ital..
I, Torino-Roma 1934, pp. 482 s. 486; M. J. La­
erigió, que pueden explicarse, o porque la Re­ grange, Ev. sel. St. Le., París 1927. pp. 58-63; F.
dención estaba prácticamente comenzada, en C abrol, Cantiques évangéliques, en DACL, II, col.
cuanto que la Encarnación se había ya realizado 1994 ss.; * J. Pérez C armona, El Benedictus en
la nueva traducción ¡atina, en CB (1945) 14.
con el consentimiento de María (Le. 1, 38), o
porque en el griego del N. T., por influencias BENJAMÍN. — Último hijo de Jacob, que cam­
de las lenguas semíticas, los tiempos de los bió por Benjamín, «hijo de la diestra», auspicio
verbos no conservaban el mismo valor que tie­ de felicidad (diestra = prosperidad), el nombre
nen en el griego clásico. Podría ser también que de Ben^oni «hijo de mi dolor» que le impuso
se tratase de «pretéritos» llamados por los exe- Raquel moribunda al darle a luz (Gén. 35,
getas «perfectos proféticos». La Vulgata tiene 16 ss.). Fué el predilecto, especialmente después
también un pretérito en el visitó del v. 78 de la suerte que corrió José (cf. Gén. 42-45).
(2/ parte), que el griego trae en futuro (visitará), Por lo que se refiere al número y al nombre
según los más autorizados críticos y en los me­ de los descendientes de Benjamín, cf. Gén. 46,
jores códices; y ésta es la forma que se retiene. 21; Núm. 26, 38 ss.; I Par. 7, 6-11; 8, 1-5.
Luego se subraya el v. 79 que, refiriéndose a Las divergencias que se comprueban entre los
ls. 9, 2, pone en claro el universalismo de la pasajes citados y entre el texto masorético y la
obra mesiánica que beneficiará, sí, a los judíos versión de los Setenta provienen de la diferencia
en cumplimiento del Juramento hecho a Abra- de fuentes de donde son tomadas estas listas
.ham (73-75), pero se extenderá también a los genealógicas, y también de errores de los co­
paganos sepultados en las tinieblas de la idola­ pistas, tan frecuentes en la transcripción de los
tría y por ello expuestos a la muerte eterna nombres propios, e incluso de la confusión en­
(Ef. 2, 3. 11 ss.). tre hijos y nietos, por la inversión de los nom­
Como en otras circunstancias análogas, tam­ bres de algunos de ellos. Además se admite
bién al tratarse de nuestro cántico ha intentado generalmente que la lista genealógica de I Par. 7
la crítica «independiente» sembrar el descrédito propone la situación de la familia de Benjamín
sobre su autenticidad, ora afirmando que se tra­ en una época más reciente que lo que repre­
ta de un «salmo judíocristiano, reconstruido sentan las otras listas (A. Clamer). Poco des­
por el Evangelista y atribuido a Zacarías» pués de la salida de Egipto, la tribu de Benja­
(Holtzmann, Loisy), ora sosteniendo que «es un mín contaba con 35.000 miembros; en las lla­
residuo de la himnología de la Iglesia primi­ nuras de Moab, unos 38 años después, con
BETANIA 78

43.000 (Núm. .1, 36; 26, 41). Es la más peque­ BER1T. — v. Alianza.
ña de las doce tribus, por lo que en Núm. 2,
18-24 se la asocia, para la guerra, con Efraím BERNABÉ. — Figura de primer rango en la
y Manasés. Iglesia primitiva, levita oriundo de Chipre. Ha­
En Canán le tocó en suerte el territorio sito biendo vendido su hacienda y entregado su im­
entre Efraím, al norte, Judá al sur, y entre porte a los Apóstoles, se asoció a ellos en la
Dan y el Jordán. Es una región montañosa, a obra de la evangelizadón. Entonces se le cam­
propósito para la defensa. Tiene llanuras férti­ bió el nombre de José por el nuevo apelativo,
lísimas, entre las cuales es célebre la de Jericó. tal vez teniendo en cuenta sus eminentes Jotes
Sus principales ciudades fueron: Bétel, Ga- de consejero (Act. 4, 36 s.). Tuvo el mérito de
baón, Jericó y sobre todo Jerusalén (Jos. 18, abrir las puertas de la Iglesia a Saulo cuando
11-28). En la bendición de Jacob se caracteriza regresaba de Damasco, presentándolo a los
por su ardor belicoso, por el que se la equipara Apóstoles todavía recelosos (ibid. 9, 27).
a un lobo rapaz (G én . 49, 27). Enviado a Antioquía, donde halló un campo
A causa de un acto brutal perpetrado por de abundante mies, se fué a Tarso para sacar
un habitante de Gueba contra la esposa de un de allí al neo-converso Saulo. Trabajan juntos
levita, las tribus de Israel atacaron a la de durante un año, y son tantas las conversiones
Benjamín, que se había hecho solidaria con el conseguidas, que llamaron la atención del gran
culpable, y la diezmaron. Los seiscientos ben- mundo, en cuyo seno «por primera vez» se llamó
jaminitas que se salvaron lograron restablecer la Cristianos a los que creían en Jesús (ibid. 11,
tribu mediante matrimonios realizados en Jabes 19-26). Elegidos por el Espíritu Santo para lle­
con cuatrocientas jóvenes reservadas de la ma­ var el Evangelio a las gentes (13, 2), iniciaron
tanza, y en Silo con doscientas que fueron rap­ su misión en Chipre, de donde pasaron a Pan-
tadas durante una solemnidad (Jue. 19-20). Así filia, Frigia y Licaonia; en Listra estuvieron en­
en tiempo de Samuel había ya recobrado su carcelados durante dos días (14, 10), y de aquí
antiguo poderío. Aod, que libertó a Jericó de la volvieron sobre sus pasos hasta Antioquía, pa­
opresión de Moab, era benjaminita. Benjamín sando por Derbe, para dar cuenta a sus herma­
toma parte en la batalla decisiva contra los nos de lo sucedido (14, 25 s.).
cananeos del norte (Jue. 5, 14); da a Israel el Bernabé intervino con Pablo en el Concilio
primer rey, Saúl (I Sam. 9-10), y se alza contra de Jerusalén, de donde regresaron con Judas y
los filisteos; sostiene a Isboset, hijo de Saúl, Sila, portadores del decreto resolutivo (15, 22).
contra David, pero al fin tiene que ceder la Estando a punto de comenzar un nuevo viaje
primacía a la tribu de Judá (II Sam. 2-5). Al apostólico, como no lograron ponerse de acuer­
darse la escisión del reino permanece casi toda do acerca de la conveniencia o no conveniencia
unida a Judá y a la dinastía de David (I Re. de llevarse a Juan Marcos como compañero, se
12, 20-23; II Par. 15, 9 ss.), y acabarán por separaron; y Bernabé tomando consigo a su
identificarse sus vicisitudes, si bien conservando primo Marcos se fué a Chipre, donde le deja
Benjamín su propia individualidad (cf. Esd. 2; el relato (15, 39).
Neh. 5, 11 ; Flp. 3, 5). Bernabé y Pablo mantuvieron siempre buenas
En las cartas de Mari (y en los textos de Ras relaciones, según se desprende de algunas refe­
Shamra: De Langhe, II, 283. 299) se recuerda rencias de Pablo (I Cor. 9. 6; Gál. 2, 1). Pa­
a los Bené-ja-mi-na y a los Bene-si-im-ma-al rece ser que murió hacia el año 70, probable­
juntamente con los Habiru, Rabbu, en tiempo mente mártir. La liturgia celebra su fiesta el
de los reyes Zimrilim y Hammurabí. Esos Bené- 11 de junio. [N. C.]
si-im-ma-al son los habitantes del reino de BIBL. — J. R enié, Actes des Apótres (La Ste.
Sam’al, al norte, los Bené-ja-mi-na son «los Bible, ed. Pirot, 11), París 1949, pp. 88 s. 168 s.
hijos del sur» (a la derecha mirando al sol) en 181 s. 199.202.211.217.222; * J. M.a Bover, San
Bernabé, clave de la solución del problema sinóp­
oposición a los precedentes. Éstos no tienen tico, en EstB, III (1944) 1.
nada que ver con los benjaminitas de la Bi-
blia. [F. S.] BETANIA. Bj/5avía, quizás = Beth-Anania
B1BL. — L. D esnoyers, Hist. du peuple hé- (Abel y W. F. Albrigth). — Aldea distante de
breu. I, París 1921. pp. 111-116.133 ss.; II, 1930, Jerusalén poco menos de 3 km. al este (cf. Me.
pp. 145-48.152 ss.; F. M. A bel. Géographie de 11, 1; Le. 19, 29; Jn. 11, 18); lugar de alivio
la Palestine, II. 2.* ed., ibíd. 1938. pp. 53 s. 80-
83; A. Pohl, en Bíblica, 20 (1939). 200; A. C la­ y de paz para N. S. Jesucristo durante su vida
mer, Nombres (La Ste. Bible, cd. Pirot, 2), Pa­
rís 1940, p. 414 s.
pública (Mt. 21, 27; Me. 11, 11). Allí, en casa
de Simón el leproso, fué donde tuvo lugar la
BERENICE. — v. Herodes (familia de). célebre unción de Jesús por parte de María,
79 BETESDA

hermana de Lázaro (Jn. 12, 1-8; Mt. 26,6-13; Bethawen «casa de nada» (Am. 5, 5; Os. 4, 15;
Me. 14, 6-9). Allí vivían Lázaro y sus hermanas 5, 8; 10, 5). Después de la ruina del reino sep­
Marta y María que tantas veces tuvieron a Je­ tentrional (722 a. de J. C.) pertenecerá a Judea
sús por huésped (Le. 10, 38-42; Jn. 11). Allí (Esd. 2, 28; Neh. 7, 22). En los papiros de
resucitó Jesús a Lázaro (Jn. 11). De ahí el Elefantina Bétel figura en nombres de falsas
haberse construido el santuario de Lázaro (des­ divinidades (’asim-béth-’l, ’anath-béth’el), en los
truido en el s. xvi) y la actual denominación que significa lo mismo que El, como más tarde
árabe que lleva la aldea: el-cAzaije. Hubo tam­ decir «cielo» equivale a decir Dios (cf. «reino
bién otra iglesia dedicada a Marta y María, y de los cielos» = «reino de Dios»).
actualmente en el lugar en que se supone ocu­ Bétel es la actual Beitin, 19 km. al norte de
rrido el coloquio habido entre Jesús y María Jerusalén. Las excavaciones americanas de 1928
(Jn. 11, 28-36) se yergue una iglesia griega. En y 1934 han demostrado que existía ya en el
el camino de Jerusalén a Betania se dió el caso s. xxi cerámica y construcción del Bronce II
de la maldición de la higuera (Me. 11, 12 ss.; (2000-1600), y una ciudad del Bronce III (1600-
Le. 13, 6-9) y la ascensión de Jesús a los cielos 1200). Los restos de un gran incendio (s. xm>
(Le. 49, 50). serian indicios de la conquista judaica (Vincent,
Sólo Jn. habla de otra Betania situada al en RB, 1935, p. 601, y 1937, pp. 262-65). Pero
otro lado del Jordán, donde bautizaba el Bau­ Jue. 1, 22-26 sólo habla de la conquista de Bé­
tista (1, 21) y recibió los enviados de Jerusalén tel, no de incendio y destrucción. De lo que
(1, 19-27). Al no poder identificar esta localidad, quedan señales evidentes es de la destrucción
Orígenes (h. 215) cambió Betania en «Betha- del 587 a. de J. C. por parte de los caldeos,
bara» (a lo que él da la interpretación de «casa y de la reconstrucción en el período persa. En
de la preparación», cf. Jue. 7, 24). Pero ya el el 160 a. de J. C. Báquides fortificó a Bétel
mismo Orígenes reconocía que, basados en los para vigilar a la Judea (I Mac. 9, 50). [F. S.]
códices griegos, no hay duda de que la verda­ BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Pa­
dera lección es Betania. Lo incierto es el lu­ lestine, II, 2.a ed.. París 1938, p . 260 s .; L. H en-
nequin , en DBs, (Fotiilies), II, col. 375 s s . ; A.
gar donde estaba situada. Créese que junto a N eher . Amos, París 1950, pp. 20-33, 196 ss. 219 s.
la confluencia del wadi Nimrim, algo al norte
del moderno puente Alenby, casi frente a Jericó. BETESDA. — Es el nombre probable, hebreo
Hallándose en las cercanías de un vado, tal vez o arameo, con que el Evangelio designa la pis­
Betania equivalga a casa de la nave (hebr. conij- cina de Jerusalén junto a la cual curó Jesús al
jah). [L. M.) paralítico enfermo desde hacía treinta y ocho
BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Pa­ años (Jn. 5, 2-9).
lestiñe, París 1938, II, pp. 266.264 s.; G. E. En los manuscritos griegos este nombre pre­
W rigth y F. V. F ilson ,Westminster hisíorical senta diversas formas que pueden reducirse a
Alias lo Ote Bible, London 1947, p. 85; A. G.
B arrois, en DBs, I, col. 968 ss. tres: 1) Bf;5e<rSá = «casa de la misericordia»
(así la mayor parte de los códices griegos, entre
BÉTEL. — La antigua Luz (Gén. 28, 19) de los cuales los del s. v [AC], Zahn, Vogels,
los cananeos, Bétel ( = «casa de Él» o «casa Merk) ; 2) Br¡5o-ai$<í = «casa de la pesca» (así
de Dios») fué muy estimada de los hebreos por algunos códices griegos, entre los cuales B del
el recuerdo de Abraham (Gén. 12, 8; 13, 3) y s. iv, muchos manuscritos coptos, Vulgata,
de Jacob (ibid. 28: la célebre visión de la es­ pero todos los críticos rechazan esta forma
calera entre el cielo y la tierra; 31, 13; 35, 15). cómo improbable); 3) Binada o B í^ a B a o
Fué conquistada con astucia por las tribus de Be£e3a = «casa nueva» o «casa del olivo» o
Efraím-Manasés (Jue. 1, 22) y perteneció a «hendidura» (así algunos códices, entre los
Efraím (Jos. 16, 1; .18, 12). Es posible que du­ cuales S del s. iv, códices de la antigua latina,
rante algún tiempo estuviera instalada en ella Tischendorf, Nestle, Dalman, Lagrange).
el arca (Jue. 20, 27). Jeroboam I explotó la En la Vulgata antepónese la palabra «probá-
devoción de Israel por Bétel erigiendo en ella tica» a «piscina»; pero en el texto original
el becerro y convirtiéndola en el más célebre griego antes de Trpo^ariKfj ( = de las ovejas)
contraaltar del templo de Jerusalén (I Re. 12, se sobreentiende irv\f¡ ( = puerta). He aquí su
29 ss.). En los tiempos de Elias y de Elíseo flo­ traducción exacta: Hay en Jerusalén, junto a
rece en Bétel una «escuela de profetas (II Re. la (puerta) de las ovejas, una piscina» etc. La
2). Jehú hizo de Bétel el centro del culto na­ puerta de las ovejas o del rebaño es cono­
cional: «santuario del rey» (Am.'l), que acabó cida de Neh. 2, 1. 31; 12, 38, y era así deno­
en la idolatría. Amos y Oseas condenan ese minada porque por ella pasaban las ovejas.
culto y aplican a Bétel el injurioso nombre de ( = npófJaro) que iban a ser inmoladas.
BIBLIA 80

Muy probablemente esta piscina, que estaba P 45, Síro-sin.) están decididamente a favor de
por el lado nordeste del Templo, es la misma una sola Betsaida oriental, identificada con Hir-
de la- época romana cuyas excavaciones, comen­ ber el Arag al Sur de et-Tel. [A. R.]
zadas en 1871, han revelado una construcción BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Po-
rectangular de 120x60 m., de una profundidad festine, II, París 1938, p. 279 s . ; G. M. P errella,
de unos 7 u 8 metros. Una pared transversal 11 problema di B., en SC, 62 (1934) 656 ss. ; L.
V aganay, Éssai de critique textuelle, en RB, 49
la dividía en dos estanques cuadrados, datos (1940) 5-32.
que confirman la exactitud de las referencias
evangélicas (de cinco pórticos), y que ponen en BEZA (códice de). — v. Textos bíblicos.
ridículo a A. Loisy, cuando tiene la ocurrencia
de afirmar que la noticia «imaginaria» de los BIBLIA. — El conjunto de los libros sagrados
cinco pórticos (ique representarían a los cinco del Antiguo y del Nuevo Testamento. Tal es el
libros del Pentateuco!) sería una «preciosa» significado que en las lenguas modernas se ha
confirmación del carácter alegórico del cuarto tomado del vocablo Biblia, que no es más que
Evangelio. [B. P.] la adaptación del término latino Biblia (sim­
ple transcripción del griego Bi/?Aía> plural neu­
BIBL. — J. M. Bover, El nombre de la Piscina,
en EstB, 3 0931), 192-198; L. H eidet , Bethsa.de tro de /3i/3Aíov = el libro, por excelencia), que
(Pisclnc de), en DB, 1/2 col. 1723-32; C. P rono- en época más avanzada llegó a ser considerado
bis, B. zur Zeit Jesu, en Theol. Quartalschrilt (1933)
181-207; G. M. P errella, 7 luoghi santi, Piacenza como sustantivo femenino. El vocablo se lee
1936, II, 145-49. ya en la misma Biblia (I Mac. 12, 9; II Mac. 8,
23), y corresponde al hebreo hassejárim (Dan.
BETSAIDA (de Galilea). — (Arameo: «casa 9, 2; Sa. 40, 8). El Nuevo Testamento, para
de la pesca»). Localidad de Galilea, patria de indicar los libros del Antiguo emplea la voz
Pedro, Andrés y Felipe (Jn. 1, 44; 12, 21). En «escritura» (ypatftfj) unas veces en singular (Jn.
sus cercanías realizó Jesucristo la primera mul­ 10, 35; Rom. 4, 2), otras en plural (Mt. 21, 42;
tiplicación de los panes (Le. 9, 10). Durante Le. 24, 27; Jn. 5, 39, etc.) añadiendo con fre­
mucho tiempo se estuvo sosteniendo que sólo cuencia el adjetivo «sagrada» (ypa<paL a-yitu:
existió una Betsaida, identificable con la Bet- Rom. 1, 2). Hállase también la expresión «sa­
saida Julias, situada en la orilla oriental del gradas letras» (II Tim. 3, 15) o también el tér­
lago de Genesaret, al este de la desembocadu­ mino «Ley» (o vójxos: I Cor, 14, 21), con la
ra del Jordán superior (FI. Josefo, Ant. XVIII, que ordinariamente sólo se designa una sección
9, 1; 4, 6), también en Galilea (Jn. 12, 21; de la colección.
Tolomeo, Geogr. V, 15, 3). Andando los tiem­ Esas denominaciones se leen igualmente en
pos (s. xii-xv) los peregrinos bizantinos, rece­ Filón y en Flavio Josefo, y, por tanto, también
losos de aventurarse por las inseguras riberas en los Padres, quienes se complacen en cam­
orientales, llegaron a localizar la Betsaida del biar a veces el adjetivo. Tertuliano, con su men­
Evangelio en la orilla occidental del Lago. Ha­ talidad jurídica, prefiere el término «instrumen­
cia el final del s. xvi se comenzó a sostener la tum» = documento, mientras que en Agustín, y
existencia de dos Betsaidas evangélicas: una luego en los Escolásticos, aparece el término
oriental (Le. 9, 10; Me. 8, 22), correspondiente análogo de «auctoritas - autoridad».
a la Betsaida Julias, y otra occidental (Me. 6, Con la expresión Antiguo Testamento y Nue­
45, 53, etc.), en la llanura de Genesaret, en la vo Testamento se indica una división clara y
ensenada lacustre existente entre Han Minyah completa de los libros. Los dos adjetivos sirven
y Tabgah. El argumento principal en favor de para especificar si un libro determinado fué
una Betsaida occidental era Me. 6, 45.53, que compuesto antes o después de Jesucristo. En
parece dar lugar a una oposición entre la orilla cambio, el sustantivo es la traducción poco
oriental en que se hallaban Cristo y los Após­ feliz del hebreo berith (gr. SiaBrjKr]), que pro­
toles y la orilla occidental a la que se dirigían piamente significa «Pacto» o «Alianza» (v.).
(el? ro népav npós B.). Mas la posibilidad de Pero la traducción griega (Staibpo/ en vez de
otras interpretaciones del texto de Me. (ró irepav crwSijKij) y la latina (testamentum en vez
puede referirse a la Betsaida oriental, no dia­ de foedus) sugieren una referencia a la muerte
metralmente opuesta sino unibles por la dupli­ (Gál. 3, .15; Hebr. 9, 16), y tal idea está bien
cidad de ensenadas, puesto que rpó? puede co­ aplicada a los libros del Nuevo Testamento,
rresponder a npó á v r í : contra, enfrente de): que contienen la religión nueva sancionada con
la falta de testimonios antiguos históricoarqueo- la muerte de Cristo. Prácticamente ahora se in­
lógicos en favor de una Betsaida occidental: tenta significar con este término el carácter es­
la omisión de la lección en varios códices (W, 1, pecial de los libros sagrados, que tienen a Dios
81 BIBLIA

por autor, y por ende una autoridad sobre­ breves fragmentos. Después de varias tentativas
humana. entre los cristianos (cuyos resultados fueron
Por supuesto, los hebreos sólo consideran adoptados también en las ediciones hebreas),
como sagrados los libros del Antiguo Testa­ prevaleció el sistema de la división en capí­
mento, y éstos en número inferior al admitido tulos, establecido por el cardenal inglés Lang-
por los católicos (v. Canon bíblico). ton (s. xn), y en versículos, señalados por vez
En el Antiguo Testamento se enumeran 44, primera en el Antiguo Testamento por Sante
0 bien 47 libros, según se comprendan o no Pagnini, y en el Nuevo por Roberto Estienne
bajo un solo denominativo los libros de Jere­ (s. xvi). Trátase de pura comodidad práctica
mías, Lamentaciones, Baruc y Epístola de Je­ que no debe tener atado a un exegeta, ya que
remías. Son los siguientes: Génesis, Éxodo, son frecuentes los casos en que la numeración
Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jue­ está en contradicción con una división lógica.
ces, Rut, I y II de Samuel, I y II de los Reyes Ediciones. — Dada su importancia única por
(o también los cuatro libros de los Reyes), su carácter sagrado, ha sido el libro más estu­
1 y II de los Paralipómenos (o Crónicas), I y diado y difundido. Hasta la invención de la
II de Esdras (o Esdras y Nehemías), Tobías, imprenta se difundió en millares y millares de
Judit, Ester, I y II de los Macabeos, Job, Sal­ manuscritos, tanto en el texto original (v. Tex­
mos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los tos bíblicos) como en las antiguas versiones
Cantares, Sabiduría, Eclesiástico, Isaías, Jere­ (v. Armenias, Coptas, Etíopes, Latinas, etc.).
mías, Lamentaciones, Baruc (con la Epístola Aquí sólo nos referimos a las ediciones prin­
de Jeremías), Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, cipales de los textos originales.
Amos, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Ha- Ya en 1477 (en Bolonia o en Narbona) fué
bacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. impreso el Salterio en hebreo, con el comen­
Los veintiún primeros (desde Génesis hasta II tario de David Kimchi; poco después salió en
de los Macabeos) constituyen los libros his­ Bolonia, en 1482, el Pentateuco juntamente
tóricos ; los siete siguientes (desde Job hasta con la paráfrasis aramea, llamada Targum On-
Eclesiástico), los libros didácticos o sapiencia­ kelos, y con el comentario de Rabí Salomón
les; los restantes son llamados libros profé- Jarchi (más conocido con la sigla Rali). En
ticos. Tal división tiene en cuenta el argumento 1488 tenemos ya la Biblia entera publicada en
principal; pero no se toma en sentido riguroso, Soncino por Abraham Chajjim, a la que siguie­
puesto que no es raro que en un mismo libro ron inmediatamente varias reimpresiones. En
aparezcan relatos históricos al lado de frag­ Venecia salía en 1516 la Grande Biblia rabbi-
mentos proféticos o didácticos. La otra divi­ nica por iniciativa de Félix de Prado, hebreo
sión, mucho más rara aún, de libros en prosa convertido, en la famosa tipografía Bamberg.
y poéticos, en sentido riguroso no es aplicable El mismo texto, revisado por Rabí Jacob ben
más que a algunos escritos, porque ambas for­ Chajjim en 1525, constituyó el prototipo para
mas literarias se hallan frecuentemente entre­ las numerosísimas ediciones que fueron siguién­
mezcladas. dose: es conocido el textus receptus.
En la Biblia hebrea o masorética, ultra de En el s. xviu comenzaron a aparecer las
que los libros tienen otra disposición, faltan primeras ediciones críticas, basadas en una
siete de ellos, los llamados deuterocanónicos confrontación más amplia de los manuscritos.
(y. Canon). En 1753 S. C. F. Houbigant publicó en cuatro
El Nuevo Testamento contiene 27 libros, que volúmenes el texto hebreo ordinario con nu­
son los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, merosas notas críticas. Luego viene la edición
Lucas, Juan, los Actos de los Apóstoles, las de B. Kennicott (2 vols.; Oxford 1778, 1780),
epístolas de San Pablo a los Romanos, I y II que en sus notas incluyó variantes selecciona­
a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a das, no siempre con igual acierto, de 615 ma­
los Filipenses, a los Colosenses, a Filemón, nuscritos y de 52 ediciones. Más diligente re­
I y II a los Tesalonicenses, I y II a Timoteo, sultó el trabajo de Gian Bernardo de Rossi
a Tito, a los Hebreos, I y II de Pedro, de en su publicación de Variae editiones Veteris
Santiago, I, II y III de Juan, de Judas y el Testamenti (Paris 1784-88), a lo que añadió
Apocalipsis. Por mantener la división común Scholia critica in V. T. seu Supplementum
del Antiguo Testamento, Ilámanse libros histó­ (ibid. 1798).
ricos los cinco primeros, didácticos las 21 epís­ Entre las numerosas ediciones más recientes
tolas y profético el último. recordaremos la de S. Baer-F. J. Delitzsch
Por razón de comodidad, ya los hebreos (Leipzig 1869-92). P. Haupt fué iniciador de
excogitaron varias divisiones de los libros en una obra colectiva conocida con el título de
6- — S pa d a fo ra . — Diccionario bíblico
BIBLIA 82

The polycrome Bible (Leipzig 1893 ss.) o tam­ J. Mili (Oxford 1707) hasta M. Scholz (Leip­
bién «B. Arcobaleno», porque mediante el em­ zig 1830).
pleo de diversos colores intentaba poner inme­ C. Lachmann (Berlín 1831), siguiendo un
diatamente ante la vista las diferentes fuentes, deseo expresado ya antes por R. Bentley (1717),
según el sistema wellhauseniano. Ch. D. Gins- rompe definitivamente con el textus receptus y
burg, después de un diligente trabajo prepara­ lo sustituye por otro que es reconstruido con­
torio, inició una edición crítica del texto de forme a sanos principios críticos basándose en
Jacob ben Chajjim con numerosas notas: los códices más antiguos. Siguiéronle S. Tre-
consta de 4 volúmenes (Londres 1908-26) y gelles (Londres 1857-79), B. F. Westcott-J. H.
fué terminada por Kilgour. R. Kittel promovió Hort (ibid. 1881), B. Weiss (Berlín 1892). To­
una edición de formato manual, Biblia hebrai­ dos éstos perfeccionaron de un modo especial
ca, Leipzig 1905 s., en la que colaboraron va­ la obra comenzada por Wettstein, es decir, la
rios autores, los cuales para sus breves notas catalogación y el examen de cada uno de los
se sirvieron de un modo especial de la obra manuscritos, agrupándolos por familias y juz­
de De Rossi. En la tercera edición (Stuttgart gándolos según su respectivo valor intrínseco.
1929-37), dirigida por P. Kahle, el textus re­ Resultó un tanto revolucionaria la labor de
ceptus de Ben Chajjim fué sustituido por otro C. Tischendorf, que publicó no menos de 24
más antiguo, el de la recensión de Ben Aser ediciones del N. T. La última, llamada octava
(t 940). maior (2 vols.: Leipzig 1869-72), aventaja a
Son mucho más numerosas las ediciones del todas las otras por la abundancia de variantes
Nuevo Testamento griego, de las cuales han y por la importancia que en ella se da al códice
llegado a contarse hasta 584 solamente en los Sinaítico, descubierto por el mismo Tischendorf
años de 1514 a 1870. en 1844. Su obra ejerció no poca influencia en
El N. T. se imprimió por primera vez en la la ya citada de Tregelles y Westcott-Hort.
Políglota de Alcalá (1514) con la ayuda de Ediciones manuales o escolares recientes r
buenos manuscritos, pero no se publicó has­ J. H. Vogels (Dusseldorf 1920 ; 2.a ed. 1922);
ta 1522. Por eso la edición considerada como la óptima de A. Merk (Roma 1933; 6.a ed.
editio princeps es la de Erasmo de Rotterdam ibid. 1948); la de J. Bover (Madrid 1943;
(Basilea 1516), que en realidad es una repro­ 2.a ed. 1950). Alcanzó gran difusión la del pro­
ducción de la de Luciano tal como se había testante Eberardo Nestle (Stuttgart 1898; de
difundido en los códices llamados bizantinos, la 7.a edición y bajo la dirección de Erwin, su
y hasta se da el caso de que por faltar algunos hijo). Tiene por base la de Tischendorf, la de
fragmentos del Apocalipsis en algunos códices Westcott-Hort y la de B. Weiss, siguiendo el
mutilados del s. xm, Erasmo recurrió a tra­ principio de «dos contra uno».
ducirlos del latín de la Vulgata. La quinta Ahora en Inglaterra se intenta reproducir el
edición (1535), cuyo texto fué revisado teniendo texto de Westcott-Hort con un nuevo aparato
en cuenta el de Alcalá, quedó como prototipo crítico, tomado especialmente de Tischendorf.
de todas las demás ediciones, y por eso se le De la obra que lleva por título: Novum Tes­
llamó el textus receptus, que fué divulgado tamentum graece secundum textum Westcolt-
— con ligeras variantes — de un modo especial Hortianum sólo ha salido hasta ahora el evan­
por Roberto Estienne y por Teodoro Beza (Gi­ gelio de San Marcos, patrocinado por S. C. E.
nebra 1565 ss.). Los hermanos Bonaventura y Legg (Oxford 1935). En cambio, en Alemania
Abraham Elzevir (Leyden, 1624) prepararon un se discutió la idea de reimprimir el texto de
texto con el intento de que fuese como una Wettstein con un nuevo aparato crítico (cf. E.
transacción entre el de Roberto Estienne y el von Dobschütz, Der Plan eines neuen Wettstein,
de Beza. En su segunda edición (1633) se glo­ en ZntW, 21 [1922] 146-48), por iniciativa de
rían de haber dado por fin un texto admitido la Society for promoting Christian Knowledge.
(textus receptus) por todos. Tal es el origen de Políglotas. — Como lo indica el vocablo grie­
esa expresión que servirá para distinguir el go, llámanse así las ediciones de la Biblia que
texto del N. T. en curso hasta comienzos del contienen en columnas paralelas el texto origi­
siglo pasado. nal y algunas versiones.
Presto se advirtió su imperfección critica y se En la antigüedad las Hexaplas de Orígenes
prepararon nuevas ediciones, si bien continua­ satisfacían parcialmente el deseo de cotejar los
ba imprimiéndose en ellas el texto de Roberto diferentes textos. También en la edad media
Estienne o el de la edición de Leyden, conten­ hubo tentativas, y poco después de inventada
tándose con acompañarlo de abundancia de la imprenta el dominico Agustín Giustiniani
notas con las variantes dadas a conocer desde publicó un Psalterium octaplum (Génova 1516)
83 BIBLIA

en el que se presentan en columnas paralelas anglicano B. Walton. En seis volúmenes se


el texto hebreo, su versión literal, la Vulgata, encuentra cuanto hay en la políglota de París,
los Setenta, el árabe, el Targum y su versión, más el Pentateuco y los Evangelios persas (con
y anotaciones. su traducción latina), la versión siríaca, incluso
La primera políglota completa se debe al la de todos los deuterocanónicos, el Targum
cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, im­ de Jonatán y el de los «Fragmentos». Para los
presa en Alcalá en 1513-1517, llamada Com­ Setenta y la Vulgata se utilizan las ediciones
plutense, por el nombre latino de la ciudad, Sixtina y Clementina. En el vol. VI se ofrece
Complutum. Contiene en seis volúmenes el un precioso aparato crítico con la versión la­
Nuevo Testamento en griego y en latín (Vul­ tina prejeronimiana. Forman como un comple­
gata); el Antiguo Testamento hebreo, en la mento los dos volúmenes que contienen el Vo­
traducción Vulgata y de los Setenta con versión cabulario en siete lenguas (hebraica, siríaca,
latina; en el Pentateuco se añade el Targum samaritana, etíope, árabe, persa) de E. Castle,
Onkelos con su traducción latina. Contiene que aún hoy conserva todo su valor, lo mis­
además un vocabulario hebraico (y aramaico)- mo que los Prolegómeno de Walton en el vo­
latino, otro greco-latino, una gramática hebrai­ lumen I.
ca y varios tratados. De esta obra, muy apre­ A estas cuatro políglotas, llamadas mayores,
ciada por su erudición, sólo se imprimieron pueden añadirse otras cuatro, más modestas
600 ejemplares que se vendían a 50.000 escudos. por su volumen, pero también más prácticas.
La segunda políglota es la Antuerpiense, así S. Bagter (Londres 1831) publicó en dos vo­
llamada por haberse impreso en Amberes, co­ lúmenes los textos originales con las principales,
nocida también con el título de Regia por ha­ versiones antiguas (Pentateuco samaritano, Se­
ber sido patrocinada por Felipe II. Fué diri­ tenta, Vulgata, versión siríaca) y modernas (ale­
gida por Arias Montano, Andrés Maseo, Lucas mana de Lutero, italiana de Diodati, «Autho-
de Brujas y otros (Amberes 1569-1572). Con­ rized Versión» inglesa, la francesa de Oster-
tiene en ocho volúmenes todos los textos de la vald, la española de F. Scio de S. Miguel). La
Complutense referentes al Antiguo Testamento políglota de R. Stier y K. G. W. Theile (Biele-
más los Targumtn con su versión latina, no feld 1847-55; 5.a ed. 1840-94) contiene en
sólo en el Pentateuco sino en casi todos los cinco volúmenes los textos originales, los Se­
libros. Por lo que se refiere al Nuevo Testa­ tenta según el códice Alejandrino, la Vulgata
mento, tiene además Ja versión siríaca (a excep­ y la versión alemana de Lutero con las varian­
ción de la II de Pedro, II y III de Juan, Judas tes de otras versiones. En Londres (1891) im­
y Apocalipsis) en caracteres hebraicos y siría­ primió E. De Levante en tres volúmenes la
cos con la versión latina. El vol. VI tiene la Biblia en tres lenguas (del A. T .: texto hebreo,
versión literal de Sante Pagnini (A. T.) y de Setenta, Vulgata; del N. T .: texto griego, ver­
Arias Montano (N. T .); el VI, varios tratados, sión siríaca y Vulgata); por eso se la llama
y el VIII, gramáticas y vocabularios (griego, también Biblia Trigloita. Llámase en cambio
siríaco y hebraico). Tetraglotta la Biblia editada por el católico
La tercera políglota, la más suntuosa de F. Vigouroux en cuatro lenguas (París 1898-
todas, salió a la luz pública en París (1629-45) 1909), que en ocho volúmenes nos ofrece el
a expensas del abogado Le Lay. La prepararon texto hebreo, los Setenta, la Vulgata y la ver­
los maronitas Gabriel Sionita y Abraham Eque- sión francesa de Juan Bautista Glaire, aparte
lense bajo la dirección de Juan Morin. En diez muchas notas e introducciones.
volúmenes reproduce el texto de la de Amberes Versiones modernas. — Algunas literaturas
con la traducción siríaca íntegra del N. T.t sin modernas tienen sus primeros ensayos con tra­
transcribirla en caracteres hebraicos, en vez de ducciones bíblicas, que a veces, por razón de su
la-cual pone la versión árabe con su traducción valor artístico, ejercieron un influjo notable
latina. En los volúmenes VI1-X están conte­ sobre la lengua. Aquí vamos a limitarnos a
nidos el Pentateuco samaritano, la versión siría­ mencionar las principales versiones europeas.
ca, comprendidos en ella Baruc, I y II de los Versiones italianas. — Falta en italiano una
Macabeos, y la arábiga con sus versiones la­ traducción clásica de la Biblia. Los primeros
tinas de los libros protocanónicos. Mas esta intentos de traducciones parciales, realizados,
obra es más apreciada por su lujo tipográfico naturalmente, sobre el texto de la Vulgata, se
que por su valor científico. remontan al s. xm. Generalmente son en tos-
En este sentido la políglota más cotizada es cano, pero también los hubo en otros dialectos,
la de Londres o Waltoniana (Londres 1653-57), como el veneciano.
así llamada por el nombre de su autor el obispo En el s. xiv se inició un movimiento que se
BIBLIA 84

ocupó de coleccionar y poner al día esas ver­ vamente tradotta dalla hebraica verita, en len­
siones, hasta que se hicieron otras nuevas. En­ gua toscana, de Sante Marmochino, que pro­
tre las traducciones que mayor difusión y fama piamente no hizo más que traducir el Antiguo
han alcanzado mencionaremos la de los Actos Testamento de Sante Pagnini, y para el Nuevo
de los Apóstoles, atribuida al dominico Do­ acogió la versión de fray Zacarías, del mismo
mingo Cavalca, y la Biblia que fué propiedad convento de San Marcos de Florencia, que ha­
de Francisco Redi y que hoy se conserva in­ bía salido dos años antes. De esta obra sólo
completa (Génesis-Salmos) en un manuscrito se hizo una reimpresión en 1546.
de la Laurenziana de Florencia. Existen numerosos testimonios de versiones
Con la invención de la imprenta aparecen parciales pertenecientes a este período, las cua­
dos Biblias completas en lengua vulgar. La les dan pruebas irrefutables de que la Biblia
primera fué impresa por el alemán Vandelino estaba muy difundida entre el pueblo, pero
de Spira en Venecia (1471) con el título de ninguna de tales versiones se aventaja por su
Dibbia dignamente vulgarizzata per il clarissimo valor excepcional. Hay incluso noticias de que
religioso duon Nicolao Malermi, en dos volú­ Sixto V intentó llevar a efecto una especie de
menes. Se la llamó también «Bibbia d’agosto» versión oficial, pero no llegó a realizarse
por razón del mes en que se le dió publicidad. (cf. J. Le Long, Bibliotheca sacra, parte II,
Al hacer esta versión el camaldulense Malermi, Leipzig 1709, pp. 130-35). Luego viene la pu­
teniendo presente el texto latino, sustituyó in­ blicación de la Sacra Scriítura giusta la Vol-
cluso expresiones toscanas por las correspon­ gata in lingua latina e volgare colla spiegazione
dientes venecianas. Como está bien documen­ del senso letterale e del senso spirituale tratta
tado en las muchas ediciones sucesivas, su dai San ti Padri c dagli autori ecclesiastici dal
obra tuvo gran aceptación. En 1773 fué publi­ Sig. La Maistre de Sacy (Venecia 1775-85).
cada de nuevo por Alvise Guerra, de tenden­ Las notas están traducidas del francés: el texto
cias jansenistas, que en muchos pasajes pro­ proviene directamente de la Vulgata.
cedió a una verdadera refundición. En el año A todas las versiones precedentes superó la
1471, también en Venccia, se dió publicidad a que preparó Antonio Martini, arzobispo de
La Bibbia sacra del Testamento Vecchio e Florencia, que primero publicó el N. Ti (Turín
Nuovo in lingua volgare tradotta, en tres vo­ 1769-71), luego el Antiguo (ibid. 1776-81). En
lúmenes. Es obra anónima y sin indicación de‘ otra obra, que fué preparada sobre Ia Vulgata
lugar y de tipógrafo, si bien se tuvo por im­ con diferente penetración y teniéndose a veces
presor de ella al francés Nicolás Jenson, por en cuenta el texto hebreo, se aventaja por su
lo que también se la llamó «Biblia Jensoniana». belleza literaria. No carece de contrastes, pero
Es una colección de textos en lenguaje del si­ aun así tuvo muchísimas ediciones y reimpre­
glo xiv no modernizados, de donde Je viene siones. En nuestros mismos tiempos ha servido
una rudeza literaria que fué causa de que tu­ de base a la obra de Sales-Giiotti (Turín 1911-
viese muy escaso éxito. Fué reeditada por Car­ 1942), de G. Castoldi (Florencia 1929) y de
los Negroni con el título de La Bibbia Vol­ E. Tintori (Alba 1931).
gare secondo la rara edizione del 1.* ott., En el siglo pasado y en el actual los cató­
MCCCCLXXI, 10 vols., Bolonia 1882-87. licos han publicado varías traducciones par­
En 1530 Antonio Brucioli, florentino de ten­ ciales de los textos originales y ahora están
dencias protestantes, publicó en Venecia II próximas a quedar ultimadas dos integrales.
Nuovo Testamento di Cristo Jesu Signore e G. B. De Rossi publicó en Parma: Sal mi
Salvator nostro di greco nuovamente tradotto in (1808); Ecclesiaste (1809); Giobbe (1812); Pro-
lingua toscana, y dos años después completó verbi (1815), y Lamentazioni (1823).
la obra con La Bibbia quale contiene i sacri G. Ugdulena prometió una Biblia completa,
libri del Vecchio Testamento tradotti nuova- pero se limitó a publicar sólo dos volúmenes
mente da la hebraica veritá... Coi divini libri con los libros históricos desde el Génesis hasta
del Nuovo Testamento, que fué puesta en el los Reyes (Palermo 1859, 1862). F. S. Patrizi
índice en 1559. Más que sobre los textos origi­ publicó Cento Salmi tradotti letteralmente e
nales esta edición había sido preparada sobre comentan (Roma 1875); S. Minocchi: I Salmi
la edición de Sante Pagnini para el Antiguo (Roma 1895; 2.a ed. 1905), Le Lamentazioni
Testamento y sobre la de Erasmo para el Nue­ di Geremia (ibid. 1895), II Cantico dei Cantici
vo. No obstante su imperfección lingüística, (ibid. 1898; 2.a ed. con criterios totalmente
tuvo cierto éxito entre los protestantes, que pro­ opuestos, después de la apostasia, junto con el
curaron una reimpresión en Ginebra en 1562. Ecclesiaste en Le perle della Bibbia (Barí 1924),
En 1538 apareció en Venecia La Bibbia nuo­ Le profezie di Isaia (Bolonia 1907); G. Ric-
85 B IB L IA

ciotti: Gere mia (Turín 1923), Le Lamentazioni ciativas semejantes. Las versiones más antiguas
di Geremia (ibid. 1924), II libro di Giobbe hechas en la lengua d’oc se remontan al si­
(ibid. 1924), II Candeo dei Cantici (ibid. 1928), glo xiii y se refieren en su mayoría al Nuevo
Le leitere di s. Pao!o (Roma 1949), traducidas Testamento. La primera Biblia impresa fué la
del griego, así como Gli Atti degli Apostoli Bible historíale de Guyart des Moulins (1478),
(ibid. 1951). G. B. Re ha publicado los Van- que fué completada posteriormente tomándose
geli (Turín 1926) y Le lettere di s. Paolo (ibid. de otras traducciones los libros que faltaban.
1931); A. Boatti, Le lettere di s. Paolo (Sala Alcanzó una notable difusión como manuscri­
Tortonese 1931) y Le lettere Cattoliche (ibid. to, y no menos en sus ediciones ya impresas,
1933); L. Tondelli, Le profezie di Ezechiele de las que se cuentan doce desde 1478 has­
(Reggio Emilia 1930); P. Vannutelli, Gli Evan- ta 1542.
geli in sinossi (2.a ed. Roma 1938), Tutto El humanista y editor del Nuevo Testamento
s. Giovanni (ibid. 1937). Entre tanto caminan en griego, G. Lele d’Etaples, publicó una tra­
hacia su término las dos traducciones integrales ducción francesa de ese texto (de la Vulgata)
publicadas respectivamente por iniciativa del en París 1523. Esta obra fué puesta en el ín­
Pontificio Instituto Bíblico bajo la dirección de dice por sus tendencias protestantes (1546),
A. Vaccari (Florencia 1943 ss.) y del editor pero luego corrió en manos de los mismos ca­
Marietti bajo la dirección de S. Garofalo (Tu­ tólicos en una edición expurgada publicada en
rín 1947 ss.). Lovaina en 1550. Entre tanto, un primo de Cal-
Entre los protestantes merece especial men­ vino, Pedro Roberto Olivétan, publicó en Suiza
ción la de G. Diodati (Ginebra 1604). El val- (Neuchátel 1535) la primera Biblia protestante
dense G. Luzzi, después de varias publicaciones en francés, para lo cual le sirvieron de ayuda
parciales, de 1927 a 1930, dió a luz La sacra considerable los trabajos de Sante Pagnini y
Bibbia tradotta ed annotata, mucho más va­ de Erasmo. Después de varias versiones llegó
liosa por la traducción que por las notas o a ser el texto oficial para los protestantes fran­
introducciones, salpicadas de racionalismo bí­ ceses en la forma que le dió J. F. Osteval
blico. (Amsterdam 1724).
Versiones israelitas: el Ecclesiaste de David Pero la Biblia que más corrió por Francia
de Pomis (Venecia 1571), Proverbi de Ezequías durante largo tiempo fué una que salió de los
de Rieti (ibid. 1617), el Pentateuco de Isaías medios jansenistas de Port-Royal, llamada «Bi­
Samuele Regio (Viena 1821), Salmi de Sansón blia de Sacy» por razón de su autor principal,
Gentiluomo (Livorno 1838) y de Lelio della o también «Biblia de Mons» por el lugar en
Torre (Viena 1845). Benjamín Consolo tradujo que se suponía haber sido publicada, cuando
Giobbe (Florencia 1874), Lamentazioni (ibid. en realidad lo fué en Amsterdam en 1667. Esta
1875) y Salmi (ibid. 1885). Al docto filólogo Biblia sólo tenía en un principio el Nuevo
David Castelli se deben Ecclesiaste (Pisa 1866), Testamento, hasta que De Sacy añadió el An­
Canto dei Cantici (Florencia 1892) y Giobbe tiguo con abundancia de notas (París 1672-95),
(ibid. 1897; 2.a cd., Lanciano 1916). El he­ que incluso fueron traducidas al italiano. Tales
braísta Samuel Luzzato inició una traducción trabajos sirvieron de base a la «Biblia de Ven­
completa de la Biblia, de la que no pudo pu­ ce», nombre que aparece por vez primera en
blicar más que Giobbe (Trieste 1853), Isaia 17 vols. de la edición que dirigió L. St. Rondet
(Padua 1855), Ester (Trieste 1860) y el Penta­ (Aviñón 1767-73) y de la cual se sirvió también
teuco (ibid. 1861). Los otros libros dejados Filión en sus comentarios (París 1903-04).
incompletos los coleccionaron y completaron Distínguese entre las numerosas traducciones
algunos de sus discípulos, quienes de ese modo (siempre de la Vulgata) la de J. B. Glaire (Pa­
publicaron La Sacra Bibbia volgarizzata da rís 1871-73), acogida por Vigouroux en su polí­
E>- Luzzato e continuatori (4 vols., Rovigo glota, y también la publicada en 27 vols. por
1872-74). No obstante la competencia del autor el editor Lethielleux, de París (1889 ss.), con la
principal, la traducción es demasiado servil y intervención de varios colaboradores. De los
por tanto excesivamente dura. textos originales tradujeron A. Crampón (7 vo­
Versiones francesas. — Las primeras traduc­ lúmenes, Tournai 1894-1904; luego un volumen
ciones parciales se remontan al s. xn, empe­ que se difundió muchísimo, París 1939) y los
zando por las que se hicieron en la lengua diferentes colaboradores de Études bibliques
^ o//, que son las más antiguas. San Luis IX (París 1903 ss.), de la Sainte Bible por Pirot
dió orden, hacia el año 1250, de que hicieran Clamer (ibid. 1935 ss.) y los de la otra dirigi­
para su uso una versión, completa, que fue dos por la École Biblique de Jerusalén (ibid.
copiada varias veces y dió origen a otras ini­ 1948 ss.). Las más recientes son: la Sainte
BIBLIA 86

Bible de la Ligue caíholique de VÉvangile, bastará mencionar la protestante de G. Ferreira


París 1951, y las tres manuales: La Bible de d’Almeida y continuadores (N. T. editado en
Lille, La Bible de Maredsous y La Bible de Amsterdam en 1681, y A. T. en Tranquebar
Jerusalem, esta última en una elegante edición en 1719-51), y la acatólica de A. Pereira de Fi-
de bolsillo (Brujas 1956). Son protestantes la gueiredo (Lisboa 1778-90), nueva ed. a cargo
Versión synodale (París 1914) y la Bible du de Santos Farinha, 1902-04.
Centenaire (ibid. 1916-28). La traducción de Versiones inglesas. — La primera traducción
E. Reuss (18 vols., París 1874-81), que con pre­ impresa fué la de G. Tyndale, que publicó pri­
tensiones científicas quiso esparcir los resulta­ mero el N. T. (Colonia-Worms 1525) y luego
dos de la crítica racionalista, obtuvo un éxito el Pentateuco (Marburgo 1531). En 1535 apa­
muy relativo. reció la Biblia de Miles Coverdale, traducida
De entre las versiones del Antiguo Testamen­ en gran parte de la alemana de Lutero. En
to propulsadas por los hebreos distínguese la Amberes (1537) se imprimió la Matthew*s Bi­
de S. Cahen (París 1831-39) y una que fué pu­ ble, que puede ser considerada como una ver­
blicada colectivamente bajo la dirección de sión de las dos obras precedentes. Tuvo un
Zadoc Kahn (ibid. 1899-06), llamada la Bible gran éxito la que se llamó «Biblia de Ginebra»
du Rabbinaí franjáis. (Genevan Bible), del 1557-60, y algo menos la
Versiones españolas. — España fué la primera que publicaron en Londres (1568) algunos obis­
nación que tuvo traducciones de los textos ori­ pos anglicanos, por razón de los cuales se
ginales, debido a su continua relación con los llamó «Bishops Bible». Todas estas y otras ver­
moros, que hablaban el árabe, y con los he­ siones fueron aventajadas por la «Biblia del
breos. Después de varias tentativas, hubo en rey Jacobo» o «Authorized versión» (Londres
castellano una Biblia debida al rabino Moisés 1611). Tuvo por base las ediciones precedentes,
Arragel, de Guadalajara (1430), que no fué pero se efectuó una minuciosa confrontación
editada hasta 1920-22 (Madrid). En 1533 se con los originales y se puso un especial esmero
publicó otra traducción, debida a Jom Tob en el lenguaje. Este trabajo halló muy favorable
Athias y otros hebreos, en Ferrara, de donde acogida y ejerció un notable influjo en la lite­
el apodo de «Biblia ferrariense». ratura. En el siglo pasado se procedió a una
Después de algunas traducciones parciales revisión (Londres 1881-95) con el fin de aco­
apareció para los protestantes españoles en Ba- modarla a los resultados de los estudios mo­
silea la Biblia del Oso, así llamada por el es­ dernos.
cudo de la portada. La había traducido Ca- Son muy numerosas las modernas: J. Mof-
siodoro de la Reina de los textos originales, fatt (Londres 1913, 1925), E. J. Goospeed (Nue­
pero teniendo a la vista la obra de Sante vo Testamento, Chicago 1923), A. R. Gordon
Pagnini. (Antiguo Testamento, ibid. 1927), A. Quiller-
Siempre fué considerada como clásica en Couch (Cambridge 1928).
castellano la traducción de Felipe Scio de San Los católicos ingleses tienen la «Biblia de
Miguel (Valencia 1790-93), pero está más cui­ Douay», cuyo Nuevo Testamento se publicó
dadosamente preparada la versión de Félix en 1582 en Reims, y el Antiguo en 1609 en
Torres Amat (Madrid 1823-25), hecha igual­ Douay, de donde le vino su nombre. Esta ver­
mente sobre la Vulgata. Recientemente han sión, hecha sobre la Vulgata, es obra de los
traducido la Biblia sobre los textos originales desterrados y se debe principalmente a la ini­
Nácar-Colunga (Madrid 1944) y J. M. Bover- ciativa de William Alian. Fué reimpresa varias
F. Cantera (ibid. 1947). veces y revisada por R. Challoner (Londres
Desde el s. xm han existido traducciones en 1749-52). Ahora está ya casi terminada una
catalán. La primera que se imprimió fué la versión de los textos originales llevada a cabo
Biblia de Bonifacio Ferrer, hermano de San por varios investigadores y llamada «West-
Vicente (Valencia 1477). Después no hubo nue­ minster versión». Entretanto R. Know ha pu­
vas iniciativas hasta eJ presente siglo, en que blicado (Londres 1945 ss.) una versión de la
los Benedictinos de Montserrat han comenzado Biblia con intentos principalmente literarios,
la publicación de una lujosa edición de la Bi­ que ha sido calificada por muchos como una
blia (Montserrat 1926 ss.) traducida de los tex­ paráfrasis inoportuna.
tos originales, y casi por el mismo tiempo apa­ Versiones alemanas. — Son muchísimas: ca­
reció La Sagrada Biblia (Barcelona 1928 ss.), tólicas, protestantes e israelitas. Mucho antes
a cargo de la Fundado Bíblica Catalana. de Lutero circularon ya varias versiones par­
Versiones portuguesas. — Hay varias traduc­ ciales, e incluso totales, como fué la publicada
ciones parciales de la Biblia. Entre las totales por G. Dietemberg (Maguncia 1534). En 1788-
87 BIBLOS

1794 salió en Augsburgo la Biblia de H. Braam, nas: S. M inocchi, en DB, III, col. 1012-38; G.
C astoldi. en SC, 50 (1922) 81-97; A. B ea, Neue
retocada sucesivamente por M. Feder (1803), Bibeliibersetzungen aus dem Urtext, en Bíblica, 20
por J. Fr. Allioli (1830-32) y por H. Arndt (1939) 73-81; F. S padafora, La Bibbla in Italia
(1899-1901). V. Loch y W. K. Reischl publi­ e una miílanteria di Lutero, en Temí d’Esesi, Ro-
vigo 1953, pp. 24-42.
caron una traducción colectiva en Ratisbona
(1851-66), que fué reimpresa en 1914-15. Tra­ BIBLOS. — (Hebr., Gebhal; Gubia en las car­
dujeron de los textos originales D. Brentano tas de El-Amarna). La actual Djebejl, 40 km.
y J. A. Dereser (Francfort 1798, 1810), L. van al norte de Beirut, en la costa mediterránea,
Ess (Braunschweig 1807; Sulzbach 1836), N. una de las ciudades más antiguas y conocidas
Schógl (1820-22, en el índice), E. Dimler (N. T., de Fenicia. Las excavaciones de P. Montet
Gladbach 1925), F. Tillmann (N. T., Bonn (1921) y de M. Dunand (1926-1953) proyectan
1925-27), P. Parsch (V. T., Klosterneuburg luces no tanto sobre la población primitiva
1934), E. Henne-K. Rósch (Paterbona 1921 ss.), cuanto sobre las influencias extrañas a Biblos.
P. Riesler-R. Storr (Maguncia 1934), la Lalien- Egipto manifiesta su presencia desde la época
bibel de Herder (1938). Además, cada una de de la segunda dinastía (h. 2800 a. de J. C.)
las series de comentarios tiene su propia con ofertas de los faraones a los templos de
versión. la ciudad. Si se exceptúa la interrupción del
En el campo protestante alcanzó una gran tiempo de los hiksos, las relaciones se pro­
difusión la traducción de Martín Lutero, que, longan hasta el de SheSonk I (945-924) y de
después de versiones parciales, publicó la Biblia Osorkon 1 (924-895), cuyas estatuas se han
entera con el título de Biblia, d. i. de Gantze descubierto. Los egipcios adquieren diferentes
heilige Schrijt Deuísch (Wittenberg 1534). Sus clases de madera (los cedros del Líbano no dis­
méritos literarios son indiscutibles, pero el va­ tan mucho de Biblos) y venden cargamentos
lor científico es relativo, debido a su escaso de papiros que son repartidos incluso en el
conocimiento del hebreo (lo que Lutero pro­ área de la civilización egea, de donde viene
curó remediar haciendo amplio uso de la obra el que los griegos hayan llamado /JújSAos al
de Sante Pagnini y de Nicolás de Lira) y tam­ «libro» por el nombre de la ciudad. El mundo
bién a su inclinación tendenciosa. Entre las egeo aparece más adelante sólidamente atesti­
versiones modernas debemos mencionar las de guado por el descubrimiento de enseres como
C. Von Weizsácker (N. T., Tubinga 1875) y la tetera y vaso de plata. Los imperios meso-
de E. Kautzsch (A. T., Friburgo de B. 1890), potámicos buscan embarcaderos más seguros
reunidas en Texbibel des A. imd N. T. (Tu­ en los puertos del Golfo Pérsico: por encima
binga 1899), y la de H. Menge (Stuttgart 1933). de la soberanía de Sargón de Acad, que lavó
Las versiones israelitas más recientes, todas sus armas en el Mediterráneo, y de Hammu-
más o menos parecidas, son: L. Goldschmidt rabí, que consiguió que su comercio afluyese
(1921-25), de M. Buber-F. Rosenzweig (1926- al mismo mar, Teglatfalasar I hace a Biblos
1936), de H. Torczyner-H. Schreiber (1934-37). tributaria de los asirios. Después del desmoro­
Versiones flamencas. — Las principales ver­ namiento de Nínive y de la caída de Babilonia,
siones en flamenco son la de N. van Winghe Biblos corre la suerte del Asia Anterior: en el
(Lovaina-Colonia 1548), la publicada a cargo siglo vi entra en la órbita de los persas en la
del episcopado belga en Brujas en 1894-96, la quinta satrapía; en el s. iv, después de la con­
De Heilige Schrift (Amsterdam 1937 ss.) y quista de Alejandro Magno, pasa a estar bajo
la Kathólieke Bijbel (s’Hertogenbosch 1938 ss.). el control de los seléucidas; luego, al paso de
La más importante entre las protestantes es Pompeyo, cae bajo. la administración de la
la conocida con el título de «Biblia de los provincia romana. El Antiguo Testamento ha­
Estados», Statenbijbel, por haber sido aproba­ bla tres veces de Biblos: Jos. 13, 5 (texto du­
da por los Estados Generales en 1637. Había doso) pone la ciudad fenicia en el límite sep­
sido compuesta por orden del Sínodo de Dort tentrional de la Tierra Prometida; I Re. 6, 32
(1616), En el siglo pasado salió la «Biblia si­ presenta los habitantes de Biblos como carpin­
nodal» por orden del Sínodo de 1848. Entre las teros y albañiles en la construcción del templo
versiones recientes mencionaremos la que apa­ de Salomón; Ez. 27, 9 alude a los ancianos
reció en 1899-1901, 1912 en Leyden, y la de y a los peritos de Biblos como reparadores
1921-27 en Amsterdam. [A. P.] de los desperfectos de las naves de Tiro. De
— Institutiones B iti'cae, I, Pont. Ist.
entre las muchas inscripciones descubiertas en
T bl• 5.° ed. 1937. pp. 6-12.235 s. 251-55.329 ss.; las excavaciones, la más conocida es la del
V- Perrella. lntroduzione generale, 2.“ ed. To- epígrafe del sarcófago del rey Ahiram (si­
nno 1952. pp. 3-9.188 ss. 200 ss. 235-38. con rica
D1oi.; por Jo que se refiere a las versiones italia­ glos xm-x a. de J. C.). Atribuyese un valor
BIENAVENTURANZAS 88

documental a la «Historia fenicia» de Sancu- del espíritu, donde no se entra sino mediante
niaton referida por Filón de Biblos, según el un renacimiento (Jn. 3, 3), no hay lugar para
cual la ciudad es un don de Bacal Kronos a las diferencias de clases, para situaciones que
la diosa Bacaltis (Bacalath Gebhál). La inscrip­ dependan de la fortuna o de cualquier género
ción del rey Iehimilk de Biblos da fe de que que sean, cuando son extrínsecas al entendi­
en el panteón se halla Beelsamem, que corres­ miento y a la voluntad.
ponde al Eljon de Filón. El mito de la fecun­ El Señor proclama bienaventurados a los
didad y de la sucesión de las estaciones apare­ menos favorecidos de la fortuna, los cuales, al
cerá igualmente en la leyenda de Adonis (v.)t no codiciar las riquezas de que se hallan pri­
muerto por el jabalí y llorado por Afrodita, vados, al no ansiar los placeres que no pueden
conmemorada en la fiesta de Biblos. [F. V.] proporcionarse, se hallan en condiciones ópti­
BIBL. — P. M ontet , Byblos et VEgyte, París mas para aceptar su invitación: Quien quiera
1929; M. D unand. Fouilles de B. París 1937-39; venir en pos de mí tome su cruz constante­
Chronologie des plus anciennes installations de JET.. mente y sígame (Mt. 16, 26: Le, 9, 23). Há-
en RB (1950) 583-603; Byblia Grammata. Documcnts
et Recherches sur le développement de Vécriture en llanse en las mejores condiciones que pueden
Phénicie, Beirut 1945; R. D ussaud . B . et la men­ darse para buscar su felicidad en otra parte,
tíon des Biblites dans d‘Anden Testament, en Syria.
4 (1923) 300-315." en los bienes del espíritu.
Bienaventurados, «porque de ellos es el reino
BIENAVENTURANZAS. — Ocho proclama­ de los cielos». A ellos está destinado el reino de
ciones (Mí- 5, 3-10) que inician el sermón (v.) Dios, que es la Iglesia aquí en la tierra y el
de la montaña proponiendo las condiciones gozo perdurable en la eternidad de los Santos
que más facilitan la entrada en el Reino me- junto a Dios.
siánico considerado en su doble fase terrena 2. Bienaventurados los mansos, Trpaels, o
y celeste. Cada una de las ocho bienaventuran­ sea los que sufren con paciencia las adversi­
zas es una máxima rítmica de dos cláusulas: dades y opresiones injustas.
una alabanza en presente, a la que sigue una 3. Bienaventurados los desgraciados, los
apódosis encabezada con un on (propiamente oprimidos (los que lloran, Le. 6, 21; que son
aseverativo como el hebr. k! con el sentido afectados por el dolor (Mt. 6, 5).
de yáp) que es la explicación y la justifica­ Aquí es el sufrimiento el que desempeña el
ción de la prótasis y contiene la manifestación papel principal. El cuadro lo forma la voluntad
de una promesa categórica que, con referirse benévola que soporta con paciencia el dolor,
al futuro, es puesta de actualidad por la fe y la con los ojos fijos en el cielo. Todos éstos, alec­
esperanza (cf. Rom. 5, 3 ss.; Hebr. 11, 1). cionados por el persuasivo y sabio maestro
El Señor declara que desde ahora son ya que es el dolor, conociendo por experiencia
«dichosísimos», afortunados, los que por se­ la vana fugacidad de los bienes de esta vida
guirle a Él, aun cuando sea entre espinas, ten­ y lo engañoso de toda promesa y de toda ayuda
drán en el cielo su plena recompensa. Declara fundada en el hombre, están en la mejor con­
que son bienaventurados, dignos de verdadera dición para acercarse confiadamente a Aquel
alabanza y de veras felices los que tienen o que dirige esta invitación: «Venid a mí todos
procuran tener las disposiciones más conve­ los que estáis fatigados y cargados, que yo os
nientes para entrar en el Reino, o sea para aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y
acatar su doctrina. aprended de mí, que soy manso y humilde de
1) Bienaventurados los pobres, r£> pvevpaTi corazón, y hallaréis descanso para vuestras
( - que son tales en el espíritu). No cabe du­ almas, pues mi yugo es blando y mi carga
darlo : trátase de los verdaderos pobres, de ios ligera» (Mt. 11, 28 ss.).
que están privados de los bienes materiales, Para gozar, pues, de los bienes de Cristo,
según se ve claramente en Le. 6, 20.27, donde a todos los que se sienten oprimidos y tienen
la tesis, por decirlo así, va seguida de la antí­ padecimientos se Ies pone como condición ne­
tesis: jAy de vosotros los ricos! cesaria el que desechen el odio, que aprendan
El dativo xvevpaTt, que hace las veces de de Jesús la mansedumbre, o sea la virtud de
acusativo (Abel, Gram. du Grec bibl., § 43 k), tratar con caridad y con humildad aun a aque­
especifica cómo no basta ser pobre, sino que llos que nos dan que sufrir. Solamente así serán
es necesaria la aceptación voluntaria de tal bienaventurados y «poseerán la tierra con dere­
estado. La pobreza es como el engaste: la cho hereditario», el reino de Dios, cuyo sím­
perla es la disposición del ánimo que acepta bolo en el Antiguo Testamento era la tierra
su miseria como venida de manos de Dios. prometida.
Y no puede ser de otro modo. En el Reino 4. Bienaventurados los hambrientos y ¡os se­
89 BLASFEMIA contra el Espíritu Santo

dientos (Mt. 5, 6; Le. 6, 21). Tampoco aquí mismo. Buscad ante todo y sobre todo el reino
cabe duda de que se trata de indigencia ma­ de D ios: los bienes espirituales que lo carac­
terial ; cf. la antítesis de Le. 6, 25: «Ay de terizan, y la justicia, la perfección moral que
vosotros, los que estáis hartos». Si Mí. añade Dios ha manifestado por medio de Jesús, y el
ude justiciay» lo hace, lo mismo que en la pri­ Padre celestial os dará por añadidura todo lo
mera bienaventuranza, por especificar y subra­ demás, todo lo necesario para la vida. Trátase
yar el hecho de que el tener hambre y sed no de un aliento celestial. Desde los primeros si­
es título suficiente para la posesión del Reino, glos ya comprendieron los cristianos que el
cuando se desprecia o se desconoce el alimento Sermón de la Montaña, del que las bienaven­
del espíritu. ITen'áw = tener hambre, y tam­ turanzas forman el proemio, es la palabra que
bién = «comer de todo». Estos hambrientos viene de lo alto, la palabra más celestial entre
son, por tanto, pobres que están en condiciones cuantas han sido pronunciadas en el mundo»
verdaderamente dignas de lástima. Así volve­ (Merezkovskij, La missione de Gesü, 42 s.).
mos a la primera bienaventuranza cuyo sentido fp- s .]
es idéntico. BIBL. — L. P irot, en DBs. I, col. 927-39; D.
Jesús les promete que tendrán en abundancia B uzy ,5. Matthieu (La Ste. Bible, cd. Piroi, 9),
toda clase de bienes, es decir, «serán hartos», París 1946, pp. 52-58; L. M archal, S. Luc. (ibíd.
JO), 1946, p. 87 s s . ; S imon-D orado, N. T., I. 6.°
se entiende en el reino de Dios, que es su reino. cd., Turín 1944, pp. 511-27; A. R omeo, en Ene.
No hay comida en este mundo que quite el Cati. It., II, col. 1100-1107; F. S padafora, Temi
di Esegesi, Rovigo 1953, pp. 320-31; D. J. Du-
hambre para siempre, ni bebida que apague pont , Les béatitudes. Le probléme littéraire. Le
la sed de una vez; pero Jesús sí que ha ofreci­ message doctrinal, Lovaina 1954; * J. M. Bover.
Beati qui esuriunt et sitiunt iustltiam, Mat. 5, 6, en
do un agua viva que tiene ese poder (Jn. 4, Ecl. LX (1942) 16; F. A sensio , Las bienaventuran­
13 ss.), pues a eso equivale el adherirse a Él, zas en el Antiguo Testamento, en SstB, IV (1945) 3.
con una adhesión total, de donde nos viene el
particular de la propia vida de Dios. La vida BLASFEMIA contra el Espíritu Santo. — «A
cristiana es sustancialmente la vida bienaventu­ quien dijere una palabra contra el Hijo del
rada que comienza inmediatamente después de Hombre le será perdonada, pero al que blasfe­
la muerte, la cual es continuación de la prime­ mare contra el Espíritu Santo, no se le perdo­
ra, aunque sea de un modo más perfecto y nará» (Le. 12, 10). Esta sentencia, pronunciada
completo. probablemente dos veces por Jesús; en el dis­
5. Bienaventurados los misericordiosos, que, curso a los discípulos (Le. 12), y con ocasión
a imitación de Jesús (Hebr. 2, 17; Col. 3, 12), de ja s expulsiones de demonios de los cuerpos
participan de los dolores y de las aflicciones de de los posesos (Mt. 12, 22-32; Me. 3, 22-30;
sus prójimos compartiéndolas con ellos. y cf. Le. 11, 15-22), queda exactamente expli­
6. Bienaventurados los que tienen el alma cada por este último contexto. No dudaban los
limpia de toda culpa. A éstos se Ies promete la fariseos de que en tales milagros hubiese inter­
visión de Dios (cf. Sal. .11, 7; 17, 3, 15), la vención sobrenatural. Era, pues, evidente que
unión con Dios, su pleno conocimiento aquí Jesús obraba como Mesías imperando a Satanás
en la tierra (Jn. 17, 3) y la eterna contempla­ y echando por tierra su reino en el mundo
ción en el cielo (I Cor. 13, 12). (Mt. J2, 25-29). Ahora no se rinden ante tal
7. Bienaventurados los portadores de paz evidencia, antes bien atribuyen estos milagros,
(.eipyvoiroLoO* que tienen paz (orden en sus re­ contra toda lógica, al poder del mismo Satanás,
laciones con Dios y con los hombres) en sí considerando a Jesús como instrumento suyo.
mismos y procuran que los otros la tengan. Tal es la blasfemia contra el Espíritu Santo
Tal es la misión de Jesús, de los Apóstoles, (siempre contra la persona del Redentor); el
verdaderos hijos de Dios hasta el punto de atribuir al maligno espíritu sus obras divinas
convertirse en colaboradores y propagandistas que manifiestan a Jas claras la intervención, la
de la salvación mesiánica. acción de Dios (aquí el Espíritu Santo es sinó­
8. Bienaventurados los que son perseguidos nimo de «poder divino», como en Le. 1, 35 y
por la causa de Jesús y por la de su Reino, y en el Antiguo Testamento, en íntimo paralelis­
que se ven aborrecidos del mundo (Mt. 10, 16- mo con «poder del Altísimo»).
22; Jn. 15, 18, 25). Este pecado no será perdonado jamás ( =
«La música de las bienaventuranzas a todos M e.; la frase de Mt. «ni en este mundo ni en el
es perceptible, pero lo que en ella se esconde, futuro» era común entre los rabinqs en el sen­
la más sublime obra del universo, la transfor­ tido de nunca: Strack-Billerbeck, Kommentar
mación del hombre, no hay nadie capaz de sen­ zum N. T. aus Talmud und Midrasch, I, Mo­
tirla, si no es aquel que le da realidad en sí naco 1922, p. 636 ss.). Está claro. Los fariseos
BLASFEMIA contra el Espíritu Santo 90

obrando así rechazaron el medio más eficaz que bras de Jesús a los discípulos de Juan Bautis­
Jesús ofrece para que se le reconozca por Me­ t a : Yo realizo los milagros que Isaías predijo
sías, legado divino, para adherirse a él y sal­ habían de ser obrados por el Mesías, soy, pues,
varse; excluyen la disposición básica: la fe, el Mesías vaticinado; lo demuestran los mila­
necesaria para obtener el perdón de los peca­ gros; «bienaventurado el que no halla en mí
dos (Sto. Tomás, Sum. Theol. 2.* 2ae, q. 14, ocasión de escándalo» (Mí. 14, 4 ss.), conside­
a. 3). rando únicamente su humanidad, semejante en
A esta blasfemia se opone el pecado contra todo a la nuestra, a no ser en el pecado.
el Hijo del Hombre. En éste no se da la ma­ Jesús expresa abierta y claramente la diferen­
lignidad ni la obstinación contra la evidencia, cia que existe entre su humanidad y su poder
sino más bien la debilidad, la ignorancia de la divino, entre las dos naturalezas subsistentes en
gente que, engañada por las apariencias al ver su única persona. [F. S.]
a Jesús humilde, pobre, perseguido, fatigándose, BIBL. — E. M angenot, en DThC, II, col. 910-
comiendo, etc., como otro cualquier mortal, 16; A. L emonnyer, en DBs, I, coi. 981*89; D.
Buzy , S. Mathieu (La Ste. Bible, ed. Pirot, 9),
podía sentir fuertemente la duda al tratarse de París 1946. p. 160 s s .; L. P irot, S. Marc (ibíd.),
reconocer en él un poder divino y el Mesías es­ p. 440 s .; L. M archal, 5. Luc (ibíd., 10), 1946,
p. 159 s . ; * C astrillo y A guado, Spiritus blasfemiae
perado (San Jerónimo, PL 26, 81). Cf. las pala­ non remi tetar, en EstB (1929), 60-67.
c
CADESBARNE. — (Qadeá «sagrado»; Qa- por estar situada en la frontera de las tetrar-
dhes-Barneac : el sentido del segundo término quías de Filipo y Herodes Antipa, y dotada de
es desconocido, Núm. 20, .14j 32, 8). Localidad un destacamento militar a las órdenes de un
situada en el extremo meridional de Palestina centurión (Le. 7, 2). Se la nombra dieciséis ve­
(Jos. 10, 41; 15, 3; Núm. 34, 4; El. 47, 19; ces en los evangelios: cuando Cristo dejó Na-
48, 28). Hállase en el camino que va del Horeb- zaret, la eligió para residencia fija de su minis­
Sinaí al país montañoso de los amorreos (D t. terio en Galilea (Mt. 4, 13; Le. 4, 31 ; Jn. 2,
1, 19), a la tierra de Canán (Núm. 13, 30), al 12), a causa de las grandes facilidades que le
sur del Negueb (Núm. J3, 17), junto a los ofrecía para la difusión del Evangelio. Se dice
límites de Edom (Núm. 20, 16; 34, 3). Estos de ella que es «su» ciudad (Mt. 9, 1; Me. 2,
datos, confrontados con los de Núm. 34, 3-5, 1): aquí tuvo una casa que probablemente fué
permiten identificar a Cades con la actual cAin la de Pedro (Mt. 8, 14; 13, 1. 36; 17, 25),
Qedejs, que reclama el nombre bíblico y por donde se aposentaba después de las peregrina­
sus manantiales se ha convertido en encrucijada ciones periféricas (Mt. 9, 1 ; Me. 2, 1: 9, 11).
de múltiples pistas de caravanas que afluyen En la sinagoga de Cafarnaúm, construida por
de diferentes puntos de una vasta zona del de­ el centurión local (Le. 7, 5), prodigó sus ense­
sierto, y desde la edad de la piedra en adelante ñanzas, arrojó al demonio mudo y pronunció
ha sido centro de aglomeraciones temporá­ el célebre discurso eucarístico (Le. 4, 31 ss. y
neas. Cadesbarne era ya célebre en tiempos de paral.; Jn. 6, 24 ss.). En Cafarnaúm, patria de
Abraham con el nombre de cEn MiSpat, «fuente Pedro y de Andrés (Me. 1, 29; 22; 3, 20),
del juicio» (Gén. 14, 7), como punto avanzado Cristo llamó también a Mateo-Leví, funcionario
adonde había llegado la expedición de los reyes de la aduana (Mt. 9, 9; Me. 2, 14; Le. 5, 27)
orientales, y lugar donde tuvo lugar la apari­ e hizo numerosos milagros (Me. 1, 29-34; 2,
ción del ángel a Agar fugitiva (Gén. 16, 14). 1-12 y paral.; Mt. 8, 5-10. 13 y Le. 7, 10;
Más tarde se convirtió en el lugar donde los Jn. 4, 43-54; Me. 5, 21-43; Mt. 17, 23-26 y
israelitas tuvieron fijo el campamento duran­ paral.). No obstante haber sido tan favorecida,
te 38 años, después de su salida de Egipto Cristo la amenazó con severísimos castigos a
(Núm. 20, 1; Dt. 1, 46; 2, 14); punto de par­ causa de su incredulidad (Mt. 11, 23; Le.
tida y de regreso de los doce exploradores de 10, 15).
la tierra prometida (Núm. 13); lugar de la con­ Los modernos la identifican con la actual
tienda entre Moisés y Arón por haber faltado el Tel Hum, situada en las márgenes noroestes del
agua, (de donde el nombre «Me Meribath Qa- lago, unos tres km. al oeste de la desemboca­
dhe§» «agua de la contienda de Cadesbarne») dura del Jordán en el lago. Cf. la asonancia
(Núm. 20, 2-13; 27, 14; Dt. 32, 51). En Ca­ del nombre actual, derivada de la contracción
desbarne murió María, hermana de Moisés del antiguo Kaphar Nahum o del rabino Tan-
(Núm, 20, 1); y finalmente de aquí mandó Moi­ hum (Talhum) allí sepultado, según testimonio
sés embajadores al rey de Edom (Núm. 20, de Fl. Josefo (Vita, 72).
14-21). [A. R.] La sinagoga allí descubierta es más reciente
BIBL. — A. Barrois, en DBs, I. col. 993-97: F. (tiempos de Caracalla). [A. R.]
M. A bel, Géographie de la Palestina, II, París
1938, p. 412. BIBL. — F. M. A bel, s. v ., en ÜBs, I, col.
1045-64.
CAFARNAÚM. — Pequeña ciudad evangélica
del lago de Tiberíades (Le. 4, 31 ; Mt. 4, 13), CAIFAS. — Sumo sacerdote hebreo elegido
provista de un puesto aduanero (Mt. 9, 9), por el procurador romano Valerio Grato para
CALENDARIO HEBRAICO 92

el oficio que desempeñó durante 18 años conse­ (Gén. 4, 17-21). También la tradición babilóni­
cutivos (del 18 al 36 desp. de J. C.). Su prolon­ ca atribuye a las generaciones antediluvianas
gado pontificado se debió al descarado servilis­ la invención y el uso de los metales. Pero al
mo con que se sometió a los romanos que par que dan auge a las artes crecen también en
dominaban en Palestina. Bajo su pontificado ini­ la corrupción moral los descendientes de Caín.
ció San Juan Bautista su predicación (Le. 3, 2). Lamec ofrece el primer ejemplo de poligamia
Después de la resurrección de Lázaro Caífás (desviación de la primitiva institución sagrada),
dió al Sanedrín el consejo de dar muerte a y su ejemplo será imitado y tolerado incluso en
Jesús (Jn. 11, 47. 54; 18, 14). El consejo de el pueblo elegido. Confiado en las armas fabri­
Caifás sobre la muerte de Jesús para salvar al cadas por sus hijos, expresa su orgullosa segu­
pueblo, calificado por el Evangelista (Jn. 11, ridad con el sentimiento de una ferocísima ven­
50-51) como «profecía» del carácter de reden­ ganza (Gén. 4, 18. 23).
ción de la muerte de Cristo, no fué emitido Habiéndose unido la réproba descendencia
bajo el influjo de carisma profético. Trátase de de Caín a la de Set (Gén. 4, 25 s.), se propagó
una expresión que dentro de su unidad material igualmente la maldad, teniendo que intervenir
presenta doble sentido formal, el que intentaba Dios con el castigo del diluvio (Gén. 6, 1 ss.;
el impío Sumo Pontífice y el que se proponía el Sab. 10, 4).
Espíritu Santo, que es el que expresa el Evan­ Caín pereció, víctima de la ira que le había
gelista. Reunidos los Sanedritas en casa de Cai­ arrastrado hasta el fratricidio (Sab. 10, 3). Con
fás poco antes de la Pascua, convinieron en la esto se significa su muerte eterna, quedando
modalidad que habían de dar a la muerte de como tipo del impío que trata de perder a sus
Jesús (Mt. 26, 3; Me. 14, 53, 64). Compare­ hermanos (Judas 11) y está desprovisto del sen­
cieron también ante Caifás Pedro y Juan, des­ tido de las cosas divinas (Filón, De sacrif. Abe-
pués de la curación del tullido, para predicar a lis et Caín, 2; De póster. Cain, 38). La leyenda
Cristo resucitado (Act. 4, 6). [A. R.] judía afirma que Caín pereció aplastado bajo
BIBL. — U. H olzmeister , Storia dei tempi del las ruinas de su casa (Jubileos IV, 31) o muerto
Nuovo Testamento (trad. it.), Torino 1950, pp. inadvertidamente por Lamec. [F. S.]
155 ss.
BIBL. — J. C haine, La Genése, París 1948; I.
0 . Smit, Serpens aut daemonium?, en Studia An-
CAÍN. — Entre los hijos de Adán, Caín «cul­ selniiana, 27-28, Roma 1951, pp. 94-97; P. D e
tivaba la tierra»; Abel fué pastor de ovejas A mbroggi, Le Epistole catt., 2.* ed.. Torino 1949,
pp. 251.307; Simón-Prado, Praei. Bibi., V. T..
(Gén. 4, 1 ss.). Caín envidioso y malvado (I Jn. 1, 6.R cd., Torino 1949, pp. 84-107.
3, 12), ofrece negligentemente productos de la
tierra al Eterno; Abel en cambio le inmola con CALDEA. — v. Babilonios.
grande veneración lo mejor de su rebaño (Hebr.
11, 4). Dios manifestó de un modo sensible su CALENDARIO HEBRAICO. — El sistema
complacencia en el sacrificio de Abel (quizás, cronológico hebraico está ligado con la obser­
según alguno, bajando fuego del cielo y consu­ vación de las fases de la luna. El primer día
miendo la víctima). Por ello se malhumoró del mes lo determinan por la aparición de la
Caín y se hizo sordo a la voz divina que le luna nueva, que se muestra poco después de la
decía: «Si fomentas pensamientos malvados, el conjunción de la tierra y su satélite. La deter­
demonio (Smit) estará en acecho, como una minación de los meses es puramente empírica
fiera que trata de devorarte; mas con tu libre y depende de las condiciones de visibilidad del
albedrío puedes vencerlo y dominarlo». Caín arco lunar en el cielo del atardecer. Pónese un
invitó a Abel a alejarse de los otros parientes, cuidado especial en la fijación de la luna de
y estando en el campo lo mató. «¿Qué has Nisán que sigue al equinoccio de primavera, y
hecho?», dice el Señor a Caín, que contesta de la de Tisri, después del equinoccio de otoño,
soberbio y descarado. «Maldito serás... y anda­ porque señalan respectivamente el punto de
rás fugitivo y errante...» Caín se conmueve y partida de los dos ciclos anuales vigentes en
dice: «Insoportablemente grande es mi delito» ; Israel y en el occidente semítico. Ierah significa
por él teme la venganza por parte de los otros propiamente el mes lunar, en tanto que hódeS,
(hermanos y sobrinos). Pero Dios, que es mise­ róS hódes expresan directamente la neomenia
ricordioso, aun cuando castiga, le asegura po­ o primer día del mes. El año lunar, la sucesión
niendo en él una señal (cuya naturaleza no es de las doce lunaciones, es once días, aproxima­
posible precisar): Gén. 4, 3-16. damente, más corto que el año solar normal.
Los cainitas construyen las primeras vivien­ La diferencia entre el año solar y el lunar no
das : con ellos nacen y prosperan las artes queda compensada con la interposición de un
93 CALENDARIO HEBRAICO

mes suplementario cuando el retraso del ca­ El equinoccio de otoño sigue teniendo la prefe­
lendario en orden a las estaciones resulta rencia en las comarcas de los semitas occiden­
demasiado sensible. tales. El otoño señala, efectivamente, el paso
Meses cananeos. La Biblia conserva el nom­ de un ciclo agrícola al siguiente. Entre los
bre de cuatro meses cananeos, que, al menos en hebreos el hag há-ásif, fiesta de la recolección,
parte, parecen referirse a las condiciones cli­ tiene lugar al fin del año (Éx. 23, 16). Se tra­
matológicas de la región siriopalestinense: Abib. taría del comienzo del año nuevo (Éx. 34, 22).
la luna de las espigas (Éx. 13, 4; 23, 15; 34, La fiesta de los Tabernáculos, que se celebra
28; Dt. 16, 1), equivalente al Nisán (marzo- en el mes de TiSri, primer mes de otoño, y
abril), durante el cual se celebra la Pascua; es parece se identifica con el hag há-ásif, no sólo
el primer mes de la primavera. Ziw (aram. = lleva consigo acciones de gracias por el año
floración), segundo mes, correspondiente a Ijjar transcurrido, sino también varios ritos destina­
(abril-mayo), durante el cual dió comienzo Sa­ dos a procurar la fertilidad. En el reino del
lomón a la construcción del templo (I Re. 6, norte el hag se celebra en la luna llena del mes
1. 37). Etánim, séptimo mes del año, corres­ de Marheswán y no en el de Tiári. I Re. 13, 32
pondiente a Tisri (septiembre-octubre), durante atribuye esta innovación al capricho de Jero-
el cual se celebra la Dedicación del Templo boam. Los textos de los libros de los Reyes
(I Re. 6, 38). Los autores de Sam., Re. y Par. relacionados con la reforma de Josías suponen
sustituyen los nombres propios de los meses que el año comienza en otoño (II Re. 22, 3;
cananeos con los números ordinales, comenzan­ 23, 23).
do por la luna de primavera. Indudablemente Una segunda serie de textos señala las proxi­
quieren excluir toda alusión a la mitología de midades del equinoccio de primavera para el
Canán o a celebraciones litúrgicas consideradas comienzo del año. El cómputo de las fiestas
como heterodoxas. anuales está basado en la observación de la
Meses de Nippur. El desarrollo del comercio luna nueva de Nisán, y la Pascua se celebra el
y de las relaciones internacionales en la época décimoquinto día del mismo mes (Éx. 12, 2 y
posterior a la cautividad inducen a los hebreos paralelos). Jer. 36, 9-22 supone el mismo cóm­
a adoptar el calendario de Nippur, que suplan­ puto. Parece ser que han coexistido ambos cóm­
tó a los calendarios locales de Mesopotamia en putos durante algún tiempo. Algunas fechas de
tiempo de Hammurabí. Los nombres aparecen I Mac. están calculadas sobre la base del ró’§
en la literatura bíblica posterior a la cautividad, ha§§ánáh de primavera, en tanto que la crono­
en los papiros de Elefantina y en los textos de logía del II Mac. se refiere al ró’S hassanáh de
la MiSnah y del Talmud. TiSri, comúnmente aceptado en Siria en la épo­
Nisán (Neh. 2, 1; Est. 3 ,7), marzo-abril. ca de los seléucidas.
Ijjar, abril-mayo. Meses helénicos. Los nombres de los meses
Siwán (Est. 8, 9), mayo-junio. adoptados por el oriente helénico son los del
Tammúz, durante el cual se celebra el duelo calendario macedónico. El año comienza en
por el dios del mismo nombre (Ez. 8, 14), junio- otoño, y el mes suplementario intercalado en­
julio. tre el sexto mes y el séptimo tiene nombre es­
Ab, julio-agosto. pecial.
Elül (Neh. 6, 15), agosto-setiembre. 1) Ato?. Atótnoj/oos. 7) * A p T € tU Í (T lO S ‘
Tisri, setiembre-octubre. 2) AíreAAatos'. 8) Aatcrio?.
Marheswán, octubre-noviembre. 9) lla v e /* 05.
3) ^.-¿Sovatov-
Kisleu (Neh. 1, 1; I Mac. 1, 57), noviembre- 4) ITeptrio?. 10) A £>09.
diciembre. 11) talos-
5) Avo-rpo<$.
Tébéth (Est. 2, 16), diciembre-enero. 6) ¿EarSucós-. 12) cY7íepf3epeTa.Lo$.
.. Sebát, enero-febrero.
Adar (Est. 3, 7. 13; 8. 12; 9, 1. 15. 17. 19. Los seléucidas armonizan el calendario ma­
21), febrero-marzo, que aparece duplicado en cedónico con el neobabilónico. En Babilonia el
los años embolísticos (we-Adár). año seléucida comienza en primavera, pero en
Primer día del año. Recibe el nombre de las provincias siríacas en otoño. En la época
ró’s hassanáh, «principio del año». Bajo Ham­ romana los meses del calendario macedónico
murabí el principio del año se celebra en el están asimilados de este modo: A109 r- No­
mes de NiSanu, hacia el equinoccio de la pri­ viembre ; ’ArreAAatos = diciembre, etc. La cro­
mavera. Este uso parece eclipsar en toda Meso­ nología de la época grecorromana en Palestina
potamia al otro uso antiguo de contar los me­ se complica por el hecho de que cierto número
ses comenzando por el primer mes del otoño. de ciudades libres adaptan para sí los nombres
CAM 94

de los meses macedónicos a las condiciones (Egeria 37, 4), sobre el cual se enarboló una
particulares del cómputo local. gran cruz de plata (Arculfo y Beda). El Calva­
Eras. No existe una era bíblica común. En rio, reducido con obra de picachón a forma de
los actos oficiales y en las crónicas del reino cubo de unos cinco metros de lado, no quedó
se cuentan los años tomando como punto de incluido en la iglesia del Santo Sepulcro hasta
partida los años del advenimiento de los sobe­ después del año mil al ser reconstruida por
ranos al trono, como se ve en los libros de los Constantino Monomachos (h. 1042), después
Reyes y los Paralipómenos. Admítese general­ de haber sido destruida por los musulmanes
mente entre los historiadores que los cronistas en 1009. Hoy ocupa el lado meridional de la
cuentan como primer año del reino la fracción Basílica, a la derecha de la única puerta. Bajo
de tiempo que media entre el día de la investi­ las dos capillas que adornan la superficie del
dura y el fin del año. En la época helénica se Santuario hay una cripta conocida con el título
adopta casi umversalmente la era de los seiéu- de capilla de Adán, porque, según la tradi­
cidas, l.° de Nisán (-avSiKÓs del año 311 a. de ción, se guarda en ella la calavera de Adán ro­
J. C.). En las provincias sirias, donde el año co­ ciada con la Sangre de Cristo que se deslizó por
mienza en otoño, el punto de partida de la era la grieta abierta en la roca en el momento de
es el í de TiSri (’Yjre/SeperaTo?) del 312. Los la muerte de Jesús (Mí. 27, 51), de lo cual dan
nacionalistas judíos renuncian al uso de la era fe algunos escritores antiguos (San Luciano
seléucida desde que han obtenido su autono­ Mártir, f 312; Rufino, Hist. Eccl. IX, 6; Euse­
mía: I Mac. 13, 41-42 advierte con énfasis que bio, Hist. Eccl. IX, 7; San Cirilo, Catech. XIII,
en el año 170 (142 a. de J. C.) el pueblo de 39) y que aún hoy puede verse en sentido inver­
Israel comienza a escribir en las actas y en los so a los filones de la roca (m. 1,70 x 0,25).
contratos: en el I." año de Simón. Probable­ La autenticidad del Calvario está asegurada
mente no se trata de una era propiamente di­ por la basílica constantiniana que sustituyó al
cha sino de un retorno al uso primitivo de los templo pagano, así como por las excavaciones
Reyes y Paralipó menos. Así es como están fe­ llevadas a cabo recientemente en el Hospital
chadas las monedas asmoneas. [F. V.] Ruso, las cuales pusieron al descubierto una
BIBL. —■ G. A madon, Ancient Jewish Calenda­ antigua pared y el umbral de una puerta que
ron, en JBL, 61 (1942) 227-80; A. G. Barrois, iba a dar al Calvario situado fuera de las mura­
Manuel d‘archéologie biblique, II, París 1953, 171
ss.; en DAB, v. mois, p .213; année, p. 30. llas (Me. 15, 29). [A. R.]
BIBL. — H. V incent-F, M. A bel» Jérusalem.
CALVARIO. — Lugar donde se enarboló la II. París 1914, pp. 57-93; A. Pujol, en VD. 13
Cruz de Cristo. Por su pequeñísima elevación (1933) 123-26. 147-53; H. Schmidt, Der hl. Fels in
Jerusalem. Tubinga 1933; G. W. E lderkin, Gol­
de sólo unos metros sobre el suelo circunstante, gotha, Kraneion and the Holy Sepulchre, Springfield
se le llamaba pintorescamente «cráneo» (en 1945; C ustodia di terra Santa, 11 Santo Sepolcro
di Gerusalemtne. Bergamo 1949; M. Balagué, His­
griego Kpavíov : Le. 23, 33; en latín Calvaría; toria del Calvarlo, en CB, XIII (1956) 140 s.
en arameo Gólgota del hebreo Gulgoleth con
la eliminación de la segunda 1). Tal denomi­ CAM. — Uno de los hijos de Noé (Gén. 5, 52;
nación sigue aún de actualidad en el nombre 6, 1; 9, 18) salvado del diluvio juntamente con
árabe «Ras» «Cabeza», debido a la configura­ su padre, pero objeto de maldición por parte
ción del montículo o de la prominencia del te­ del mismo patriarca a causa de su desvergon­
rreno (como el actual «Ras»). zada indiscreción (Gén. 9, 21-27). La maldición
Estaba situado en las proximidades de Jeru- por la que Cam, o Canán, fué declarado el más
salén (Jn. 19, 20) fuera de las puertas de la vil de los siervos (siervo de los siervos) debe
ciudad (Hebr. 13, 12), o sea fuera de la muralla entenderse como condenación a ser excluido de
construida por Herodes el Grande a lo largo las promesas mesiánicas cuyo heredero era Noé,
del camino público (Me. 15, 29). El Calvario, después del diluvio. Es decir, que Cam y sus
venerado por los cristianos, fué profanado por descendientes quedaban borrados de la raza
el emperador Adriano con la erección de una elegida, al igual que lo había sido Caín (maldi­
caverna abierta en tierra acumulada, en la que to : Gén. 4, 11). Sem (cuyo Dios es Yavé) es el
colocó una estatua de Venus (Eusebio, Vita heredero de las promesas, y Jafet participará
Constantini, 26 ; San Jerónimo, Ep. 58, 3). El de su bendición.
emperador Constantino sustituyó la construc­ La maldición recae sobre Canán y su des­
ción profanadora por un espléndido edificio cendencia, no sobre los individuos, para quienes
sagrado (Martyrium Anastasis), que tenía las siempre está abierto un camino de salvación.
mismas dimensiones del templo pagano (37 x Es decir, que no es elegida y es condenada la
137 m.) y dejaba al descubierto el Calvario raza en cuanto raza.
95 CANÁN

He aquí el esquema de los descendientes de rrella, 1 luoghi santi, Piacenza 1936, pp. 119-27;
F. M. A bel, Géographie de la Palestine, II Pa­
Cam (Gén. 10, 6-20): KuS(acádico Ku-u-su = rís 1938, p. 402 ss.; C l . K opp , Das Cana des
los Etíopes); Missrajim ( = Egipto), Put (egip. Evangcliums, Colonia 1940.
punt = región de la costa africana del Mar
Rojo), Kena’an (Canán). Entre otros: de Misra- CANÁN. — Con el nombre de Canán la Bi­
jim, los PeliStim ( = los Filisteos); de Canán, blia se refiere a Palestina, la tierra prometida
Sidón, Jet (los Jeteos), Jebús ( = Jebuseos) ; por Dios a los hebreos y conquistada por éstos
’Emori ( = Amorreos). después de su salida de Egipto. Con un signifi­
Los camitas ocupan, pues, Egipto, las costas cado más limitado, bajo la forma Kinahhi
del mar Rojo, la península arábiga y las orillas (Kinahni) en las tablillas de El-Amarna designa
del Mediterráneo por el mediodía y el oriente la parte meridional de la costa de Fenicia con
(cf. H. Guthe, Bibel-Atlas, 2, Leipzig 1926, la parte del interior a ella inmediata, y este
pl. 6). Éstos son los negros del África. Carece significado se le atribuye también a algunos pa­
de fundamento la teoría que sostiene que los sajes bíblicos (II Sam. 24, 7; ls. 23, 11, etc.).
negros (indebidamente identificados con los El nombre gentilicio «cananeos» significaba
cainitas) hayan quedado reducidos a un estado para los hebreos todos los pueblos que hallaron
de inferioridad a causa de la maldición divi­ hasta llegar a la tierra de Canán, que eran di­
na. [B. N. W. — F. S.] ferentes por su índole y por su importancia,,
BIBL, — F. M. A bel, Géographie de la Palestine,
pero coincidían en su fisonomía semítica, y pu­
París 1933, I, pp. 241-43.261.70.293-322; A. Perbal, dieron ser llamados cananeos en globo en vir­
La race négre et la malédiction de Cham, en Rente tud del poderoso influjo que sobre todos ellos
de l’Université d’Ottawa, 10 (1940) 156-177.
ejerció el elemento feniciocananeo; así como
CANÁ. — Localidad de Galilea (Jn. 2, 1, 11; también fueron llamados amorreos (Gén. 15,
4, 46; 21, 2), diferente de la de la tribu de Aser 16; Jue. 6, 10) a causa de la intensa infiltración
(Jos. 19, 28), próxima a Tiro. Aún hoy se man­ amorrea procedente de las regiones transjordá-
tiene como probable su identificación con Kefr nicas.
Kennah, a unos 10 km. al este-nordeste de Historia. Los pueblos de Canán son varios,
Nazaret (cf. Simón-Dorado, Novum Testamen­ y de diferentes orígenes. Algunas representacio­
tum, I, p. 418 s.), por ser la que mejor responde nes egipcias de las primeras dinastías que se
a las indicaciones de viaje dadas por el evange­ dispersaron por el litoral fenicio, y las recien­
lista. Otros (Abel) prefieren identificarla con tes excavaciones de Bethsan, Beth Jerah y Ma-
Hirbet Qanah, 14 km. al norte de Nazaret, al gedo demuestran la presencia de cananeos en
margen de la llanura Asoquis, en el camino, Palestina en el principio del tercer milenio. En
bastante áspero, que une a Tariquea con Acó, los comienzos del segundo milenio se advierten
pasando por Yotapata y Cabul. otras influencias étnicas con la llegada de los
Fué en Caná donde Jesucristo, habiendo sido amorreos (v.). Como unos dos siglos más ade­
invitado juntamente con su Madre y sus discí­ lante interrúmpese bruscamente la vida de Pa­
pulos a un banquete de boda, convirtió de 480 lestina con el paso de los hiksos (s. xvi). Ca­
a 720 litros de agua en un vino generoso al nán da nuevamente señales de vida por el hecho'
objeto de evitar el apuro de los esposos, moti­ de que Egipto toma otra vez en ella la prima­
vado por su pobreza o por la inesperada pre­ cía, de la que no se desposeerá hasta el período
sencia de los discípulos de Cristo (Jn. 2, 1-11). de El-Amarna. Hay otros pueblos, además de
Jesús hizo el milagro mediante la omnipotente los amorreos, que hacen sentir allí su influen­
súplica de María, a quien dirige el título hono­ cia : los jeteos, que no son semitas, y se esta­
rífico de yúvat «señora» (Jn. 19, 26; 20, 13, 15; blecieron en Asia en los comienzos del segundo
. Homero, ¡liada, III, 204; Sófocles, Edipo, 655); milenio; los jórreos, que se establecen en la
dando a entender claramente que en atención Mesopotamia septentrional. Palestina, dividida
a Ella hacía una excepción acerca del tiempo en diminutos estados regidos por gobernantes
establecido por el Padre para hacer su primera colocados y vigilados por Egipto, se convierte
manifestación como Mesías (Jn. 2, 4). Caná es en teatro de luchas por los intereses particula­
la patria de Natanael (Jn. 21, 2)-Bartolomé. res opuestos de aquellos pueblos. En el período
En esta ciudad obtuvo el privado regio proce­ de El-Amarna se desencadena en Canán una
dente de Cafarnaúm la milagrosa curación de gran revuelta contra Egipto. Un príncipe de
su hijo, obrada a distancia (Jn. 4, 43-54) Amurru, Abdasirta, inicia un movimiento na­
[A. R. — F. S.] cionalista antiegipcio con la ayuda de patrullas
BIBL. — D. Baldi, Enchiridion Locorum Sancto­
armadas compuestas por los llamados Habiru;
rum, Gerusalemmc 1935, pp. 256-67; G. M. Pn- y luego en tiempo de Aziru, hijo de Abdasrta,
CANÁN 96

tal movimiento consigue arrancar toda la re­ ra han dado a conocer también las líneas fun­
gión palestinense del dominio egipcio. En esta damentales de la religión feniciocananea. ’EI es
circunstancia fué cuando se llevó a cabo la in­ dios supremo, figura indeterminada a quien se
vasión de los hebreos (v. Cronología). Ram- asocia ’Aserah. ‘El tiene por hijo y suplantador
sés II (1299-1226) intentará más adelante volver a Baal (señor, amo) que sin determinaciones,
a adueñarse de Palestina, repitiendo el antiguo como ocurre muchas veces en las lenguas uga-
fraccionamiento en diminutos estados, pero la ríticas, designa al Dios nacional de los fenicio-
restauración no tendrá más que una breve du­ cananeos: Hadad, señor del Cielo, del tempo­
ración. Una oleada de «pueblos del mar», en­ ral y de la fertilidad, considerado posterior­
tre los cuales hay que contar probablemente a mente como hijo de Dagon. Pero muchas ve­
los filisteos, atacan a Egipto por tierra y por ces el nombre genérico de Bacal se especifica
mar, y, aunque fueron rechazados, lograron es­ con la designación del lugar o de otro ser del
tablecerse en la costa palestinense. cual se dice ser señor: así Bazal Tamar (Jue.
La conquista hebrea no fué fácil ni breve. 20, 33), Bacal Berith (Jue. 8, 33), Bacal Zebul
Ciudades como Guezer, Jebús, Dor, Magedo, (II Re. 1, 2). El plural Bacalim significa fre­
Belhsan resistirán por mucho tiempo y entabla­ cuentemente en la Biblia (Os. 2, 18; Jue. 10, 6;
rán relaciones con los hebreos, en cuya cul­ I Sam. 7, 3, etc.) la personificación y diviniza­
tura y religión ejercerán su influencia, y cuya ción de las fuerzas de la naturaleza. Muchas
existencia llegarán a poner en peligro. Las gue­ veces se presenta como consorte de Bacal a su
rras dirigidas primero por Barac y Débora y hermana zAnath, otras veces es Aserath y Ath-
luego por David, eliminarán definitivamente de tart (Astarte, hebr. AStoreth), dioses que fre­
la historia la influencia cananea. Pero se con­ cuentemente funden con cAnath sus funciones
servó aún el nombre de «cananeos», con el que y a veces también sus nombres. Es característica
siguieron llamándose durante muchos siglos los la fluidez en la religión cananea: divinidades
fenicios, especialmente en las colonias. como 'Aserath y Astarte se revisten de aspectos
Cultura. Ciertas huellas de industria paleo­ contrastantes, pues presiden al mismo tiempo
lítica y neolítica atestiguan que se dió una am­ en la guerra y en la actividad sexual, en la des­
plia evolución anterior a la época del bronce trucción y en la vida. En representaciones egip­
(2500 a. de J. C.), que es cuando aparecen los cias Astarte aparece como guerrera, y en la
semitas con la aportación de un gran desarro­ epopeya de Bacal-cAnath es representada como
llo cultural y social. Su organización consistía fanática sanguinaria. Por lo que atañe al sexo,
en pequeñas ciudades-estados bajo la soberanía las dos diosas ofrecen los caracteres de la fas­
egipcia, y frecuentemente estaban en lucha en­ cinación y de la fecundidad, y se las representa
tre sí o en rebelión contra Egipto. respectivamente bajo las figuras del lirio y de
Los cananeos se distinguen por las fortifica­ la serpiente. Numerosísimas «placas de Astar­
ciones de sus ciudades, que son prueba de una te», halladas en las excavaciones, cuyo arte tal
estrategia notablemente progresista. Con el fa­ vez se deba a influencias babilónicas (IStar),
vor de su posición geográfica Canán asimiló presentan a «la santa» en actitudes rebosantes
elementos de las culturas egipcia, egea, jetea, de sensualidad. Así, pues, el culto de la fecun­
jorrea y mesopotámica. Su gusto artístico es ele­ didad es el centro de la religión cananea. Otras
vado en la finísima elaboración de sellos, joyas divinidades: RaSap (Hab. 3, 5) y Shalim, dio­
ornamentales, utensilios domésticos, armas. Los ses de la peste y de la salud, respectivamente,
descubrimientos de Dunand acusan la existen­ que después fueron fusionados en una misma
cia de inscripciones pictográficas en Palestina divinidad.
y Siria, que se remontan al fin del cuarto mile­ Los principales mitos cananeos son: la unión
nio, y el empleo de la escritura hacia fines de Bacal con *Anath y la lucha entre Bacal y
del tercer milenio, para lo cual se sirven los Aserath, consorte de >El, cuyos hijos quiere
cananeos de un sistema alfabético lineal y de matar Ba'al, que resulta ser el muerto en la
un sistema cuneiforme (Ugarit) para la lengua lucha, y con cuya muerte cesa la vida de la na­
cananea, el cuneiforme acádico (cartas de El- turaleza. Anath en su lucha contra el dios de
Amama para la correspondencia diplomática). la muerte, Mot, devuelve la vida a Bacal, quien
Ciertas glosas explicativas de algunas cartas de por simpatía devuelve la vida a la naturaleza.
El-Amarna conservan incluso la lengua cananea, Los cananeos unían un rico culto a tal reli­
dialecto de aquella lengua semítica del norte gión. En sus sacrificios aparecen animales de
que se hablaba en Palestina ya en los comien­ todo género. En cuanto al uso de sacrificios hu­
zos del tercer milenio. manos en el segundo milenio, ni siquiera las
Religión. Los descubrimientos de Ras-Sham- excavaciones de Ugarit han proporcionado
97 CANDELABRO de siete brazos

datos absolutamente ciertos. Mas consta de drado en donde estaba el arca): Éx. 27, 21;
cierto que en época posterior estuvieron en uso Hebr. 9, 22, había un candelabro con siete lám­
tales sacrificios, ya que la Biblia estigmatiza se­ paras movibles que un sacerdote despabilaba y
veramente su difusión en el mismo Israel (Jer. abastecía de aceite puro de oliva (Éx. 27, 20;
7, 31 ; 19, 4; Ez. 15, 21; 23, 37; etc.). Un as­ Lev. 24, 2), lo encendía por la mañana y lo
pecto muy crudo de tal culto fué la prostitución apagaba por la tarde (Éx. 27, 21 ; cf. II Par. 13,
sagrada, tanto de hombres como de mujeres. El 11), cuando se echaba el incienso para el altar
culto se practicaba en las alturas (Bamóth), de los perfumes (Éx. 3, 7 s.). El mechero de las
donde había unas stelas de piedra (Massebhóth) lámparas, provisto de su torcida, estaba vuelto
o troncos de madera Gaseróth) clavados en la hacia la pared de enfrente, donde estaba la
tierra con artificiosas disposiciones, que repre­ mesa con los panes de presentación. Las lám­
sentaban a las divinidades (v. Altura). paras, lo mismo que el resto del candelabro:
Relaciones con los hebreos. Aparte la cues­ pinzas y vaso para los despojos, eran de oro
tión todavía sin resolver acerca de las relaciones purísimo (Éx. 35, 14; 25, 31. 38; Núm. 8, 4).
entre hebreos y habirues, los primeros con­ El candelabro está descrito en Éx. 25, 31-39;
tratos entre los hebreos y los cananeos, según 37, 17-24. Partiendo de la base o pie se yergue
la Biblia (Gén. 12. 13. 15. 17. 26.), se remontan recto el fuste o ramo central (Éx. 25, 31), del
a los Patriarcas. A Ábraham y sus descendien­ que se desprendían seis ramos o brazos de dos
tes prometió Dios la tierra de Canán (Gén. 12, en dos, a igual distancia, que subían a igual
1-8; 13, 15 etc.; 15, 18), y en efecto se la con­ altura, concéntricos todos ellos con la punta
cedió muchos siglos después a Josué (Jos. 13, 6) superior del fuste. Fuste y brazos eran bastante
que llevó a cabo su conquista. Las vicisitudes delgados (en hebr. qanim = cañas; Éx. 25, 31
de tal conquista (cf. Jos., Jue, y parte de I-II ss.; 37, 17 ss) y estaban provistos de cálices
Sam.) se extienden desde el s. xvi en adelante. (de labio ancho y fondo estrecho, como la
Probablemente los hebreos sorprendieron a los flor del almendro), y adornados con capullitos
cananeos en su más bajo nivel moral y religio­ y flores (de pétalos lanceolados y encorvados:
so, lo cual explica la fuerte reacción hebrea que lirios según la Vulgata), de construcción unita­
contribuyó a velar por la pureza del Yaveísmo. ria sin soldaduras (Éx. 25, 33). En el fuste cen­
La arqueología prueba claramente que inmedia­ tral tres cálices estaban en los tres puntos de
tamente después de la conquista ninguna in­ donde salían los brazos, y uno en la cumbre:
fluencia pagana hizo mella en la vida religioso- cada brazo lateral tenía tres cálices. No se sabe
moral de los hebreos en los centros más orga­ cuál era el número ni el emplazamiento de las
nizados. Pero no fué así más adelante, cuando flores y de los capullitos.
se entablaron verdaderas relaciones entre los Fué construido conforme al modelo dado por
conquistadores y los vencidos, cuando se esta­ Moisés (Éx. 25, 40; Núm. 8, 4), por artistas de
blecieron relaciones de industria y comercio in­ valor (Éx. 31, 2; 37, 1-17) que emplearon en él
cluso con los fenicios, especialmente en el tiem­ un talento de oro ( = Kgs. 49,11; Éx. 25, 39),
po de los Reyes. La influencia religiosomoral donación de los hijos de Israel (Éx. 39, 36), y
sobre los hebreos fué entonces poderosa y pro­ consagrado con óleo sagrado (Éx. 30, 27; 40, 9),
vocó la fuerte reacción de los Profetas (v. Reli­ y colocado en el Tabernáculo un año después
gión popular). Además de la influencia negativa, de la salida de Egipto (Éx. 40, 2. 4. 24). El cui­
se dió la positiva, que no sólo se manifestó en el dado de él fué confiado a los caatitas.(TViim. 3,
comercio y en la industria, sino también, al me­ 31). Según los rabinos, el candelabro medía
nos así parece, en ciertos elementos externos del 3 codos de alto por 2 ( = 1,60 x 1,05, aproxi­
culto, como la música del Templo y hasta la madamente) de ancho (lámparas externas). Du­
arquitectura del mismo. [Gi D.] rante las marchas lo cubrían con púrpura vio­
BIBL. — H. V incent, Canaan d’aprés Vexplo­
leta y con pieles de vaca marina (Núm. 4, 9).
ration récente, París 1907; A. Barrois, Canaan, en Salomón mandó construir, valiéndose de artistas
DBs, I, col. 997-1021; A. Bea, La Palestina preis- fenicios, diez candelabros sobre el mismo mo­
raelitica. Storia, popol'ü cultura, en Bíblica. 24
0943) 231-60; I d ., Canaan et Cananei, en Ene. delo (Éx. 25) y los puso en el Templo, cinco a
Cate. It., m , col. 480-86; S. Moscati. Storia e la derecha y cinco a la izquierda ( = sobre cada
civiUtá dei Semiti, Barí 1949, pp. 93-118; G. Pav-
Lovsxy, en VD, 27 (1949) 143-63. una de las paredes, o, según los rabinos, a los
lados del candelabro de Moisés): I Re. 7, 49;
CANDELABRO de siete brazos. — En la tien­ II Par. 4, 7. El candelabro de Moisés no es
da-santuario por la parte meridional del santo mencionado en el texto, pero parece enteramente
(Ex. 26, 35; Núm. 8, 2), delante del velo que normal el que lo conservaran y continuaran en­
separaba al santo del Sancta Sanctorum (cua- cendiendo todas las tardes (cf. II Parí. 13, 11).
7. — Spadafora. — Diccionario bíblico
CANON bíblico 98

Los candelabros de Salomón aumentaban la de Trento (Sesión IV, 8 de abril de 1546) san­
magnificencia, mas no consta que llegaran a cionó con una verdadera definición dogmática
estar nunca revestidos del carácter sagrado del el canon fijado de antiguo por la tradición, por
antiguo. Nabucodonosor los llevó a Babilonia los tres Concilios Provinciales: de Hipona (393),
juntamente con los demás objetos de valor de Cartago III y IV (397-419), y por el Concilio
(Jer. 52, 19; cf. II Re. 25, 15; II Par. 36, 6. Florentino (1441). El Concilio Vaticano (1870)
10. 18). Los repatriados reconstruyeron el can­ renovó y confirmó la definición del Tridentino
delabro y lo pusieron en el nuevo Templo. An- (cf. EB, nn. 16-20.47-60.77 s.). El canon
tíoco IV Epífanes se adueñó de él y lo despe­ abarca todos los libros del Antiguo (47) y del
dazó (I Mac. 1 ,23). Lo reconstruyó Judas Ma- Nuevo Testamento (27) contenidos en la Vul­
cabeo (I Mac. 4, 49), y a éste alude Eclo. 26, 22, gata (v. Biblia).
y es el que estaba en el templo restaurado por Siete de ellos faltan en la Biblia hebrea o
Herodes. El año 70 desp. de J. C. (destrucción masorética y en las biblias protestantes. Son
de Jerusalén e incendio del Templo) estaba en­ los de Tob., Jud., Sab., Bar., Eclo., I-II Mac.,
tre los pocos objetos que honraron en Roma el a los que hay que añadir los siguientes frag­
triunfo de Tito, y figura en un bajorrelieve del mentos: Esí. 10, 4-c. 16; Dan. 3, 24-90;
arco que el Senado erigió al vencedor. En con­ cc. 13-14 (según la disposición de la Vulgata,
junto el candelabro está reproducido con rigu­ pues en la versión griega de la Vulgata están
rosa exactitud, mas no en sus detalles: las figu­ distribuidos de otra forma). En orden a los
ras de animales quiméricos que están en la base libros del Nuevo Testamento, en el s. iv se dudó
son incompatibles con la Ley y con las costum­ de la canonicidad (si debían estar o no en el
bres judías. El candelabro fué colocado en el número de los libros inspirados) de los siete
templo de la Paz (FI. Josefo, Bell. VII, 5, 7). En siguientes: Hebr., Sant., II Pe., II-III 3n., Jds.,
455 Genserico lo llevó a Cartago, y el 534 Beli- Apoc. A estos catorce libros se Ies llama deute-
sario lo trasladó a Constantinopla, de donde rocanónicos (siguiendo a Sixto de Siena, Biblio­
desapareció bajo Justiniano. Los significados theca sacra, I, p. 2 s.), en cuanto que en un
simbólicos atribuidos al candelabro (Fl. Josefo, momento dado se discutió entre los Padres su
Bell. VIII, 5, 5: santidad de la semana judia; origen sagrado, en oposición a los protocanó-
id., Ant. III, 6, 7; Filón, Mos. 3, 9: símbolo nicos, cuyo carácter sagrado estuvo siempre
de los siete planetas; otros: símbolo de la pre­ fuera de discusión.
sencia de Dios) son más o menos arbitrarios. Los protestantes llaman apócrifos a los deu-
En Zac. 4, 2-12 el candelabro (con un ánfora terocanónicos del Antiguo Testamento, y sen-
aparte para alimentar las lámparas) es símbolo doeptgrajos a los que nosotros llamamos apó­
del Templo, y las siete lámparas que sostiene crifos (v.), o sea que se parecen a los libros sa­
son símbolo de la Providencia que vela por la grados en cuanto a la forma y al contenido,
terminación del edificio (D. Buzy, Les symbo- pero que nunca figuraron en el canon. El mo­
les A. T., París 1923, p. 372 s.); la visión no tivo fundamental de semejantes dudas entre los
tiene relación alguna con el candelabro mosaico. Padres fué la carencia de un canon sancionado
En Apoc. 1, 22 s. no se describe la forma de los por la Iglesia. En cuanto al Antiguo Testamen­
siete candelabros de oro, símbolos de las siete to influyó el hecho de que los judíos no admi­
iglesias de Asia, en tanto que Apoc. 11, 4 se tían en su biblia los deuterocanónicos, y por
refiere a Zac. 4, 2-12. [F. S.] lo que al Nuevo Testamento se refiere se debió
a ciertas dificultades dogmáticas originadas por
BIBL. — E. L evesque. en DB, II, col. 541-46;
B. U golini, Thesaurus antiquitatum sacrarum, XI, la inexacta exégesis de algunas perícopes.
885-1110; J. Haase, Der siebenarmige Leuchter des Lo mismo que con tantas otras verdades de
Alten Blindes, Monaco 1922; A. C lamer, Nom­ la fe, la Iglesia no intervino con su autoridad
bres (La Ste. Bible, ed. Pirot, 2), París 1940, p.
283; A. M édebiellg, Rois (ibíd., 3), 1949, p. 623. infalible en la fijación del canon hasta que los
protestantes intentaron rechazar los deuteroca­
CANON bíblico. — Es el catálogo (o lista) ofi­ nónicos del Antiguo Testamento, con el fútil
cial de los libros inspirados, que son la regla de pretexto de atenerse al canon hebreo. La Igle­
la fe y de la moral. sia recibió de Nuestro Señor y de los Apóstoles
El griego Kavióv (cf. hebr. qáneh) equivale a el Antiguo Testamento y nos basta su autoridad
vara, regla de medida y, en sentido metafórico, para que lo aceptemos como inspirado.
norma. El sentido de catálogo de los libros sa­ La colección de los libros sagrados era ya un
grados prevaleció en el uso eclesiástico desde el hecho consumado entre los judíos en tiempo
s. iv (y ya aparece en el s. n i : Prólogo Manar- de N. Señor, incluso en cuanto a su distribución
quiano y Orígenes, PG, 12, 834). El Concilio en tres grupos, que aún se conserva en la bi­
99 CANON bíblico

blia hebrea, cuales son: Tóráh ( = Ley, los No cabe dudar de la unidad de fe que rei­
cinco libros de Moisés: Gén., Éx., Lev., Num., naba sobre los libros sagrados entre los judíos
Di.). Nebhi’im ( = Profetas) y Kethübhim de Alejandría o de la diáspora en general y la
( = Escritos). Los «profetas» comprenden los comunidad madre de Jerusalén (v. Diáspora).
libros históricos: Jos., Jue., Sam., Re., llama­ Y hay no pocas pruebas en favor del uso de
dos «profetas anteriores», y nuestros libros pro- los deuterocanónicos, como libros sagrados en
féticos («profetas posteriores») desde Is. a Mal., la misma Palestina.
a excepción de Dan. al que colocan entre los A excepción de Sab. y II Mac., los deutero­
Escritos. Las tres partes de la colección fueron canónicos fueron escritos en hebreo (como
formándose sucesivamente. Eclo., I Mac., fragmentos de Est. y Baruc; en
Referente a la Ley (cf. Dt. 31, 9-13. 24 ss.) hebreo o arameo Job., Jdt., los fragmentos de
es sabido que los levitas la conservan junto al Dan.) y por tanto en la misma Palestina y para
arca, donde serán colocados sucesivamente los las sinagogas palestinenses. Los mismos rabinos
libros de Josué (Jos. 24, 26) y de Samuel (I Sam. se sirven del Eclo. hasta el s. x como de escri­
10, 25). El libro de la Ley, descubierto en tiem­ tura sagrada; el I Mac. se leía en la fiesta de
po de Josías (621) es reconocido inmediatamen­ las Encenias o dedicación del Templo (cf. Tal­
te como sagrado (II Re. 23, 1-3; II Par. 34, mud babilónico, Hanukkah). Baruc se leía en
29-32); después del destierro (445 a. de J. C.) alta voz en las sinagogas en el s. iv desp. de
Esdras renueva la alianza leyendo la Ley al J. C., según atestiguan las Constituciones apos­
pueblo que se obliga con juramento a observar tólicas. De Tob. y Jdt. tenemos los Midrc&im,
los preceptos divinos (Neh. 8, 10). En cuanto o sea una especie de comentarios en arameo,
a los Salmos y a los Proverbios (cf. Prov. 25, 1 que dan testimonio de que los dos libros eran
y II Par. 29, 30) el rey Ezequías (h. 700 a. de leídos en la sinagoga (cf. C. Mcyer, en Bíbli­
J. C.) procuró que se coleccionaran. Los profe­ ca, 3 [1922] 193-203). Los fragmentos de Daniel
tas más recientes (los últimos, s. v a. de J. C.) se hallan en la versión grecojudaica de Teodo-
citan a la letra las profecías de sus predeceso­ ción (h. el 180 desp. de J. C.) hecha sobre el
res. Dan. 9, 2 afirma haber leído en los «libros» hebreo. No puede, pues, hablarse en manera
la profecía de Jer. 29, 10. Hacia el año 180 a. de alguna de un canon palestinense o de un ca­
J. C., el Eclesiástico (44-50, 24) traza el elogio non alejandrino entre los judíos.
de los antepasados enumerando los personajes En realidad, la exclusión de los deuteroca­
según el orden de los libros correspondientes a nónicos es obra posterior de los fariseos, quie­
la segunda parte: los profetas, a saber Josué, nes después de la ruina del Templo (70 des. de
Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Eze- J. C.) y del fin del sacerdocio tomaron todo
quiel, los Doce (menores). Finalmente, medio bajo su dominio: destruyeron la literatura ju­
siglo más tarde, en el prólogo del Eclesiásti­ día que les era adversa, y en cuanto a los
co (v.) se habla de la colección en conjunto: libros sagrados se dispusieron a someterlos a
Ley, profetas y otros escritos. Estos últimos es­ una especie de rigurosa inspección, según se
tán especificados en II Mac. 2, 13, bajo el título infiere de las discusiones que surgieron en
de «escritos de David», o sea los Salmos, el aquel tiempo entre los rabinos acerca del va­
libro más importante del tercer grupo, refirién­ lor sagrado de Ez., Prov., Cani., Ecl.
dose con él al grupo entero. Y especialmente A este respecto fijaron sus criterios: antigüe­
en los Evangelios, véase como se citan la Ley dad del libro, composición en lengua hebrea,
y los Profetas (Mt. 5, 17 s .; 7, 12 etc.); la Ley, conformidad con la Ley. El IV Esdr. 14, 44
los Profetas y los Salmos (Le. 24, 44) para in­ ss.; el Talmud babilónico de aquel período
dicar todo el Antiguo Testamento. (fin del s. i desp. de J. C.); Flavio Josefo,
Las tres partes por entero (incluyendo los Contra Ap. 1, 8 presentan el canon hebreo
deuterocanónicos) se encuentran en la Biblia desprovisto de los deuterocanónicos y aluden
Griega o Alejandrina (la versión griega del An­ claramente a esos motivos, que en realidad sólo
tiguo Testamento llamada de los Setenta), que son externos y no tienen valor alguno. Quiso
se convirtió en la Biblia de la Iglesia primitiva fijarse la antigüedad de Esdr. (s. v a. de J. C.)
después de haber sido empleada por los Após­ equiparándolo al Eclesiastés y al Cantar de los
toles para la predicación del Evangelio, y mu­ Cantares. I-II Par., Esd., Neh., fueron escritos
chas veces también para citar el Antiguo Tes­ posteriormente al s. iv-ii a. de J. <¿).
tamento en sus escritos inspirados (de 350 ci­ Sábese que la lengua es un elemento del todo
tas del Antiguo Testamento, 300 son según secundario respecto de la inspiración. Por otra
ella). El griego era en realidad la lengua ha­ parte sólo Sab. y II Mac. fueron escritos en
blada en todo el imperio. griego. La conformidad con la Ley práctica­
CANON bíblico 100

mente se reducía a la conformidad con las ideas Orígenes pone explícitamente a Est., Jdt.,
farisaicas sobre la Ley (cf. Strack-Billerbeck, Tob., Sab., entre los libros sagrados (PG 12,
IV, 425-43). Los verdaderos motivos eran dos: 780), y por más que los judíos no admitan la
la hostilidad de los fariseos a la dinastía asmo- inspiración de algunos libros, en la epístola
nea considerada como usurpadora de los dere­ ad Africanum (PG 11, 57) defiende la canoni-
chos de la dinastía davídica y partidaria de los cidad de los fragmentos de Dan., y con razón
saduceos (lo que explica la exclusión de I-II ridiculiza a quienes van a buscar entre los ene­
Mac. y de toda la literatura en ellos contenida migos de la Iglesia cuáles sean los libros sa­
perteneciente al período macabeoasmoneo): el grados (PG 11, 60). Si Orígenes, en su comen­
odio a la Iglesia, que les indujo a rechazar la tario al Salmo I, presenta el canon hebreo li­
versión alejandrina a cambio de la que ellos mitado a 22 libros, lo hace únicamente para
habían hecho considerándola como propia. decir que tal número tiene su significado, ya
Iiáblase a veces de un canon esdrino, atribu­ que 22 son las letras del alfabeto hebreo; y así
yendo a Esdras la definición, y la clausura del como las letras del alfabeto conducen a la cien­
canon hebreo, en favor de lo cual se aducen los cia, así los libros sagrados, nos inician en la
testimonios ya alegados de Flavio Josefo, IV sabiduría divina. Es método predilecto que ve
Esd., Talmud y II Mac. 2, 13. Pero los tres significados alegóricos hasta en los números. La
primeros son imaginarios y se hacen eco de las cita abreviada que teníamos de este pasaje de
arbitrariedades de los fariseos del s. i desp. de Orígenes en Eusebio (H. E. 6, 25; PG 20, 580)
J. C. De II Mac. sólo se deduce que Esdras, lo fué considerada en la antigüedad como indicio
mismo que los fieles de aquella generación que de una duda acerca del canon del Antiguo Tes­
regresó del destierro (v. Sinagoga, la grande), tamento. Pero la publicación de la Filocalia
se ocuparon de coleccionar y transcribir los (especie de antología de las obras de Orígenes),
libros sagrados, como lo hará también más donde está íntegramente reproducido el texto,
tarde Judas Macabeo después de la tormenta ha permitido la precisión antedicha que, por
desencadenada por Antíoco Epífanes. estar plenamente de acuerdo con todos los
Durante los tres primeros siglos no existió otros escritos, excluye absolutamente toda clase
duda alguna en la Iglesia acerca de los libros de duda acerca del sentir de Orígenes, que re­
sagrados del Antiguo Testamento, integralmen­ sulta ser entre los griegos el más claro y com­
te contenidos en la Biblia Alejandrina que se pleto testimonio de la tradición católica sobre
convirtió en la Biblia de los cristianos. el canon del Antiguo Testamento (Colon, la
En el mismo Nuevo Testamento, que en citas Revue des Sciences Religieuses 20 [1940] 1-27;
ocasionales del Antiguo no hace referencias a Ruwert, en Bíblica 23 [1942] 18-21).
Abd., Nah., Est., Ecl., Cant., Esd., Neh., se El elenco de los libros sagrados del Antiguo
leen alusiones a alguno de los deuterocanónicos Testamento que el obispo Melitón de Sardis
(Sab. 12-15 = Rom. 1, 19-32; Sab. 6, 4. 8 = envía a Onésimo (s. n) después de haber estado
Rom. 13, 1 ; 2, 11 ; Sab. 2, 13. 18 = Mt. 27, en Palestina, no hace más que confirmar el
43 etc.; Eclo. 4, 34 = Sant. 1, 19; Eclo. 51, tenor del canon hebreo y la falta de un catá­
23-30 = Mt. 11, 29 s. etc.; II Mac. 6, 18-7, 42 logo oficial en la Iglesia. Esta circunstancia,
= Hebr. 11, 34 s. cf. L. Vénard, en DBs, II, más el hecho de que los Padres (p. ej., San
col. 23-51). Justino, Contra Tryphonem: PG 6) en sus dis­
En los más antiguos escritos patrísticos se putas con los judíos hubieran de limitarse a
citan los deuterocanónicos como Escritura Sa­ los protocanónicos admitidos por éstos, y final­
grada : Clemente Romano (h. 95 desp. de J. C.), mente el pulular de los apócrifos, explican las
en la epístola a Corinto, se sirve de Jdt., Sab., dudas que surgieron en el s. iv en las Iglesias
fragmentos de Dan., Tob. y Eclo; Hermas puestas más en contacto con los judíos.
(h. 140) hace mucho uso del Eclo. y del II Mac. San Cirilo de Jerusalén y San Atanasio, cuan­
(Sim. 5, 3. 8; Maná. 1, 1 etc.); San Hipólito do se trata de entregar a los catecúmenos el
(235) comenta a Dan. con los fragmentos deu­ elenco de los libros sagrados, enumeran sola­
terocanónicos, cita como Escritura Sagrada: mente los protocanónicos, sobre los cuales no
Sab., Bar., utiliza a Tob., I-II Mac. (cf. PG cabía duda alguna. Prohíben la lección de los
10, 793. 805. 661. 697. 769). San Ireneo en apócrifos que condenan, en tanto que conside­
Francia; Tertuliano, San Cipriano en África; ran como dudosos los deuterocanónicos. San
los Apologetas en Oriente; Clemente de Ale­ Atanasio permite a los catecúmenos la lectura
jandría (t 214) y Orígenes (t 254) dan testimo­ de Sab., Eclo., Jdt., Tob. (cf. PG 33, 497 s .;
nio expreso en sus escritos del unánime sentir PG 26, 117 s., 1436 s.). Pero el uno y el otro
de la Iglesia (cf. Ruwet, pp. 115 ss.). citan los deuterocanónicos en sus libros como
101 CANON bíblico

Escritura Sagrada (cf., p. ej., San Atanasio, dos más importantes de ellos, se dudó de la
para la Sab., PG 25, 20, 24. 36; para Tob. «se epístola a los Hebreos en occidente mientras
ha escrito» PG 25, 268; para Jdt. PG 26, 221 ; que en oriente era reconocida unánimemente
para Eclo. PG 25, 756 etc.). como canónica, justamente lo contrario de lo
No abundan en semejantes dudas San Epifa- que sucedió con el Apocalipsis, admitido siem­
nio, San Gregorio Nazianceno y San Anfilo- pre como sagrado en occidente.
quio. En Occidente hay que colocar aparte a El Canon Maratoriano (EB, 1-7; h. 200 en
San Jerónimo, tan influenciado por sus odiosos Roma) consigna todos los libros sagrados del
consultores para la lengua hebrea, quien en su N. T. a excepción de Hebr., Sant., II Pe.,
llamado Prólogo Galeato, que encabeza a modo III Jn.; el Canon Momseniano (h. 260, África)
de coraza (de donde viene su nombre) el primer omite Hebr., Sant., Jud. En cambio San Cirilo
volumen de su traducción del hebreo (Sam.-Re.; de Jerusalén, San Anfiloquio (fines del s. iv,
h. 390), después de haber presentado el canon Asia Menor), Canones Apostolici (Antioquía)
hebreo, lanzó la célebre expresión que dice: solamente omiten el Apocalipsis. La versión
«Cualquier otro libro, fuera.de éstos, ha de ser siríaca, Pesitta (comienzos del s. v), conserva
considerado como apócrifo». Pero en lo suce­ en el canon las epístolas a los Hebreos y Sant.;
sivo fué mostrándose más reservado, como, por Teodoro de Mopsuestia (Antioquía) omite todos
ejemplo, cuando afirma (a. 395) que «el libro los deuterocanónicos menos Hebr.
de Tobías aunque no figura en el canon, es te-, Son bastante conocidos los motivos que ori­
nido en consideración por muchos autores ecle­ ginaron tales dudas. Montañistas y novacianos
siásticos» (PG 25, 1119); y tal vez acabó por citaban Hebr. 6, 4 ss. en apoyo de su herejía de
admitir en ellos su carácter sagrado. Hablando irremisibilidad de ciertos pecados; en este caso
de Judit, Rut y Ester, las presenta como «mu­ el pecado de idolatría. Y en vez de combatir tal
jeres tan gloriosas como para merecer dar su error dogmático mediante una recta exégesis.
nombre a libros sagrados» (PG 22, 623). Y del se intentó negar el carácter divino de la Epís­
libro de Judit afirma (PG 29, 39) que fué em­ tola. Esto en occidente.
pleado como libro sagrado en el Concilio Nice- En oriente, en cambio, los Milenaristas abu­
no. Así, pues, la. opinión personal manifestada saron del c. 20 del A p o c y el obispo Dionisio'
en el Prólogo Galeato aparece contradicha va­ de Alejandría al refutarlo trató de disminuir la
rias veces. Era esa opinión un eco de la in­ autoridad del Apoc. negando su paternidad al
fluencia rabínica, con la que estaba en pugna el apóstol San Juan, y siguiendo esta iniciativa,
sentimiento católico de la tradición eclesiástica, hubo quien acabó negándole su carácter sa­
. que tan vivo se manifestaba principalmente en grado.
la gran obra del solitario de Belén. Para Sant. influyó su aparente oposición (2,
La tradición primitiva se continúa en los es­ 14-26) con la enseñanza de San Pablo (Rom.
critos de todos los otros Padres en Oriente y en 3, 27 s .; 4). Para Juds. la cita de un libro apó­
Occidente. Basta recordar a San Agustín al lado crifo (v. 14), el de Enoc. Para II Pe., II-III Jn.
de San Jerónimo, y con San Agustín los tres el carecer de doctrinas características y su bre­
concilios africanos antes mencionados, que for­ vedad, razón por la cual se les citaba paco.
man el canon bíblico consagrado por la tradi­ Pero también estas dudas quedaron absorbidas
ción, de la que sin ambages puede decirse que por el peso de la tradición, que en los prime­
absorbió y sumergió las dudas que surgieran en ros siglos fué unánime, y en los siglos sucesivos
el s. rv. Así se volvió rápidamente a la unani­ siempre fué poderosa (en Alejandría represen­
midad de los primeros siglos. Si hubo alguien tada por San Clemente, Orígenes, San Atana­
que en el tiempo del Concilio de Trento adujo sio ; en África por Tertuliano y Cipriano, San
las dudas acerca de los deuterocanónicos, eso Jerónimo, San Agustín, • etc.), hasta que en
fué debido únicamente al influjo de la grande el s. vi y en lo sucesivo volvió a ser unánime.
autoridad de San Jerónimo a quien se refería La colección de los libros sagrados del Nuevo
explícita pero indebidamente. Actualmente sólo Testamento fué formándose poco a poco desde
los protestantes rechazan los deuterocanónicos la segunda mitad del s. i desp. de J. C. Ya San
del Antiguo Testamento; y la Iglesia Rusa los Pedro (h. el 66) equiparaba las epístolas de
viene rechazando desde el s. xvm. San Pablo a las «otras escrituras» (II'Pe. 3,
En cambio, sobre el canon del Nuevo Testa­ 15 s.). Y muy pronto en la liturgia se puso al
mento no existe divergencia alguna. Las dudas lado de la lectura de los libros del Antiguo Tes­
que surgieron en los siglos m y iv sobre los tamento la de los Evangelios y de los otros li­
siete deuterocanónicos fueron parciales, y tam­ bros sagrados del Nuevo, según testimonio de
bién limitadas geográficamente. Pin cuanto a los San Justino.
CANTAR DE LOS CANTARES (El) 102

De igual modo la parodiaron los Padres desde nerosa pastorcita rechaza con desdén Jas ofer­
los comienzos del s. n, empleando en sus es­ tas del rico monarca, y se contenta con el sen­
critos las mismas fórmulas: la escritura divina; cillo vivir entre los campos, y permanecer eter­
está escrito. namente fiel a su pastor, único objeto de su
La Iglesia católica, apoyada en la tradición casto amor» (A. Vaccari).
apostólica y guiada por el Espíritu Santo, ha Contiene seis escenas.
conservado íntegra la colección de los libros I. Anhela el abrazo (1, 2-14); primer en­
sagrados del Antiguo y del Nuevo Testamento, cuentro (1, 15-2, 7).
defendiendo su carácter sagrado (v. Inspira­ II. En el campo (2, 8-17); Pesquisa noc­
ción). [F. S.] turna (3, 1-5).
BIBL. — S. Z ara, De historia canonis utriusque III. Salomón en todo su esplendor (3, 6-11).
Testamenti, 2." cd., Roma 1934; J. R uwet, De Retrato de la esposa (4, 1-6). El místico jar­
Canone (Institutiones Biblicac, v. I), 5.* cd., ibíd. dín (4, 7-5, 1).
1937, pp. 103-157; G. Perrella, Introduzione gene-
rale. 2.* ed.. Tormo 1952, pp. 3-7, 109-167; * M. IV. Visita nocturna (5, 2-9). Retrato del es­
N ieto, Los libros deuterocanónicos del V. T., se­ poso (5, 10-6, 3).
gún el Tostado, Alonso del Madrigal, en EstB.
abril (1954) 1. V. Nuevas alabanzas de la esposa (6, 4-7, 1);
porfía de caricias (7, 2-10); amor irrevoca­
CANTAR DE LOS CANTARES (El). — En el ble (7, 11-8, 4).
índice de los libros sagrados el Cantar de los VI. Triunfo del amor (8, 5-7). Reminiscen­
Cantares es el quinto de los siete libros didác­ cias (8,8-14). (División y títulos del P. A. Vac­
ticos: en la Biblia hebrea es el primero de los cari).
cinco opúsculos llamados meghiüóth o rótulos «Todo esto es figura del alma de Israel pues­
y se lee en las sinagogas el octavo día de Pas­ ta a prueba entre la fidelidad a su austera reli­
cua. Este título, con el que ordinariamente se gión y los deslumbrantes esplendores de la civi­
le designa, es una traducción servil del hebreo lización pagana». Es la fidelidad de la teocracia
$ir haSSirim, que es uno de los modos de ex­ restaurada al Dios de los padres, al Dios de la
presar el superlativo (cf. Éx. 26, 34; Apoc. 19, alianza (v.) del Sinaí. Los «residuos» que han
16): el cantar por excelencia, o mejor aún: el vivido en el espléndido y poderoso imperio de
cantar (así Orígenes, PG 13, 37). los caldeos, donde la solemnidad del culto
«Se nos presenta bajo la forma de un peque­ corría parejas con la suntuosidad de los san­
ño poema entre lírico y dramático, con el colo­ tuarios, han contemplado lo fascinador de una
rido de un idilio, con el tono de un canto amo­ civilización superior neobabilónica y con todo
roso: cualidades todas ellas que le merecen un han conservado su amor a Yavé. Por fin han
puesto especial en el canon de las Escrituras, logrado volver a verse entre los collados ances­
y hay que añadir que por sus bellezas literarias trales, donde el mutuo afecto podrá al fin ma­
merece colocarse entre las más preciosas pági­ nifestarse y alimentarse con seguridad. El Can­
nas de la poesía hebrea» (A. Vacari). tar celebra la restauración de Israel; he ahí
El Cantar celebra la teocracia restablecida, por qué no hace mención alguna de infidelida­
la alianza renovada entre Yavé y los «residuos» des pasadas (cf. Buzy, p. 292); ninguna sombra
de Israel vueltos de la cautividad. «La acción viene a turbar el cuadro. Los profetas que cele­
del Cantar es una parábola y un contraste: bran también el idilio de los cuarenta años del
una parábola de fondo idílico, un contraste en­ desierto, siempre lamentaron las infidelidades de
tre dos vidas, entre dos amores. Una simple Israel, que no dejaron de darse ni en aquel pe­
pastorcilla ama con tierno e intenso amor a un ríodo que, en conjunto, puede calificarse de si­
joven pastor... de quien es correspondida con glo de oro (cf. Ez. 20, 13). Aquí, en cambio, el
amor no menos cordial... El mutuo afecto tiene Cantar puede loar sin reserva alguna la fideli­
por base el común ajetreo por la inocente vida dad del Israel restaurado y vuelto a su Dios.
de los campos en medio del encanto de la na­ En realidad, después de la cautividad desapa­
turaleza virgen, entre la que han crecido jun­ rece toda huella de idolatría.
tos. Hasta aquí el idilio. En contraste con El reciente comentario de Buzy se expresa de
esta vida sencilla, con este puro afecto, está este modo acerca del tiempo en que fué com­
la ciudad con sus agitaciones, la corte con puesto el Cantar de los Cantares: «Si es cierto
sus seducciones, un rey poderoso (personificado que una obra lleva siempre las huellas y la im­
en Salomón, el más rico y fastuoso entre los pronta de su tiempo, del carácter optimista del
reyes que conoce la historia de Israel), que qui­ Cantar de los Cantares habrá que decir que se
siera para sí el amor de la pastorcilla, para halla espontáneamente de acuerdo con el fervor
honrarse con tenerla por consorte. Pero la ge­ religioso de que se benefició la comunidad con
103 CANTAR DE LOS CANTARES (El)

las reformas de Nehemías y de Esdras, así como interpretación alegórica es la literal que consi­
también con la paz política de que disfrutó Pa­ dera al Cantar de los Cantares como un canto
lestina durante todo el s. iv hasta la ruina del o un drama profano. Así un considerable nú­
reino persa con la llegada de Alejandro (330 mero de racionalistas modernos. El quinto Con­
a. de J. C.). Este s. iv fervoroso y tranquilo, cilio Ecuménico condenó a Teodoro de Mop-
durante el cual se habla un hebreo aramaizante, suestia por lanzar una hipótesis semejante. Ja­
nos parece con Dussand, Tobac, Ricciotti, el más hubiera tenido cabida entre los libros divi­
siglo literario del Cantar de los Cantares». namente inspirados un poema erótico, profano.
A la verdad, el título (1, 1) que atribuye el Sobre el origen divino del Cantar de los Canta­
Cantar a Salomón no es más que un simple res nunca surgió duda alguna ni entre judíos
artificio literario (seudonimia), del que, por ni entre cristianos; el mismo Teodoro de Mop-
otra parte, no sabemos si es o no original. Fal­ suestia tampoco lo negó (A. Vaccari, Inst. Bibl.,
ta en la Vulgata. Y el argumento de la alegoría p. 30 en nota).
aquí desarrollada, la falta de toda alusión a Los comentaristas católicos que reconocen
infidelidades de Israel, es más fuerte que los en el Cantar la unión entre Yavé e Israel han
mismos aramaísmos, que no son en manera al­ extendido esta alegoría aplicándola a Jesús y a
guna decisivos. El hecho de figurar mediante su Iglesia; a Jesús y a cada una de las almas
el vínculo conyugal la alianza entre Dios y su fieles; de un modo especial a la Virgen Santí­
pueblo, y los respectivos derechos y deberes, sima (Hipólito, Orígenes, San Bernardo, etc.).
muy bien puede decirse que es relevante en la Es difícil hablar de sentido típico o espiritual.
literatura profética (ls.. 54, 5 s .; 62, 4 s .; 3er. Buzy (p. 295) sostiene que se trata de sentido.
2, 2; Ez. 16, 8-14; Os. 2, 16-20, etc.), que pro­ comprensivo. Tal vez sea mucho más exacto
bablemente la tomó de la misma carta de la el situarse en el plan de una piadosa acomoda­
alianza, el decálogo: Éx. 20, 5 «Yo soy un ción o aplicación. El Cantar se explica con la
Dios celoso», donde el término hebreo qanná luz del ambiente en que nació y sobre la base
expresa el sentimiento de los celos del esposo de la literatura profética en que se inspira. En
para con la propia esposa. Idéntica idea se halla cuanto a los detalles, téngase presente el género
implícita en la frecuentísima locución profética literario: el Cantar es una alegoría con muchos
que apellida con el nombre de adulterio a la elementos parabólicos, es decir, sacados de la
infidelidad para con Dios. Otra imagen de los vida real y colocados aquí únicamente a título
libros proféticos es la de Dios pastor e Israel de ornamento y con miras al efecto dramático,
su rebaño (3er. 31, 10; Ez. 34; Zac. 11, 7). sin el mínimo significado metafórico. Estos dife­
«También en el Nuevo Testamento (aparte rentes cuadros o escenas no tienen más que un
la imagen del Buen Pastor: Le. 15, 4 ss.; 3n. alcance o significado de conjunto. Si alguna
10) emplearon un lenguaje semejante el Bau­ vez las comparaciones no satisfacen a nuestro
tista (3n. 3, 29), el evangelista San Juan (Apoc. gusto clásico, «el lenguaje, empero, es siempre
21, 9), San Pablo (II Cor. 11, 2) y el mismo tan elevado, tan noble, que jamás hay en él
Jesús (Mt. 9, 15) llamándose esposo y equipa­ nada sensual, y sólo puede ofender a las almas
rando su presencia en la tierra a las fiestas nup­ ya corrompidas. ¿Es drama el Cantar de los
ciales. Por eso la interpretación alegórica o pa­ Cantares? ¿Es lirismo? Es algo de todo eso,
rabólica del Cantar de los Cantares (sostenida pero nada que responda exactamente a nuestras
ya por la exégesis judía y —en sustancia— por categorías literarias. Es un diálogo lírico acom­
la mayor parte de los exegetas católicos) no. es pañado de cierto movimiento dramático» (A.
arbitraria» (Vaccari), sino fundada en la litera­ Vaccari). No es fácil deslindar los versos del
tura profética. Más aún. En Is. 5, 1 tenemos Cantar e incluso parece imposible disponerlos
una alegoría, o mejor una parábola, reconocida en estrofas sin maltratar el texto hebreo. En ge­
y explicada expresamente como tal, que tiene neral puede admitirse que cada verso consta de
varias analogías con nuestro diminuto poema. dos cláusulas: la primera de tres y la segunda
•Llámase a Dios «mi amado», como se ve con de dos acentos. Buzy (p. 286) sospecha que no
frecuencia en el Cantar (30 veces); a Israel se sean auténticos, aunque sí inspirados, los si­
1« presenta bajo la figura de una viña, como guientes versículos: 2, 15 ss.; 3, 6-11; 4, 6;
en los Cantares (I, 6; 8, 11 ss.); lleva el título 8, 8-14, que podrían desgajarse como elementos
de Cantar exactamente como nuestro poema. adventicios y secundarios. El texto hebreo, en
No obstante, tal vez ningún libro del Antiguo general, es óptimo; son poquísimos los casos
Testamento presenta tanta diversidad de inter­ en que puede tenerse como dudoso b corrompi­
pretaciones como el Cantar de los Cantares do. La Vulgata trae la mejor versión. La grie­
(v. Buzy, pp. 286-96). Enteramente opuesta a la ga (LXX) es servil, y frecuentemente no expresa
CARIDAD 104

el verdadero sentido. Son muy numerosos los logo, Éx. 20, 5) — y resulta casi sorprendente
comentarios: los principales están catalogados para nosotros el comprobar que a veces venía
en Hópfl-Miller-Metzinger, Introd, V. T., 53 un sentimiento de afecto a endulzar a aquellas
ed., Roma 1946, p. 356 ss. En Italia la mejor almas feroces, de rudas costumbres (en el tiem­
versión es la del P. A. Vaccari, con la intro­ po de los Jueces) y las unía con Yavé con lazos
ducción que tantas veces aquí hemos citado. más dulces que los del terror. Los nombres teó-
[F. S.] foros, tan comunes en Israel como entre todos
BIBL. — A . V accari, Inst. Bibi., II, 2.* ed., Roma
los antiguos semitas, expresan la creencia en la
1935, 28-42; I d ., La S. Bibbia, V, 2. Firenze 1950. providencia paternal de Yavé para cada uno de
pp. 111-29; G. R icciotti, 11 Cantico dei Cantici, los fieles en particular, y el amor de todo israe­
Torino 1927; D. Buzy , en RB, 49 (1940) 169-94;
I d ., en La Ste. Bible (ed. Pirot, 6), París 1946; pp. lita al Dios de Israel (p. ej.: Ahinoam = «el
281-363; A. F euillet, Le C. des Cantiques et la hermano [o mi hermano] es suave». I Sam. 1,
tradition bibli que, en NRTh. 84 (1952) 706-33; I d .,
Le Cantique des Cantiques, Étude de théologie bibiique 14, 50; Abiel = «mi padre es El», I Sam. 9,
et réflexion sur une méthode d'exégése, París 1953; 1, etc.; F. Spadafora, Collettiv. e individ. neí
P. dü A muroggi, li Cantico dei Cantici (ed. paulinas).
V. T„ 1953, pp. 210 ss., 337 s.).
CARIDAD. — Tercera de las teologales, reina Con el amor a Dios, hallamos unida tam­
bién en el A. T. la piedad, la benevolencia para
de las virtudes, nota característica de. la nueva
Economía. Lo mismo que la fe y la esperanza, con el afligido, el huérfano, la viuda, los me­
la caridad tiene a Dios por objeto; pero en nesterosos. Puede verse en diversos lugares de
los Salmos y de los Profetas cómo los pone al
Dios y por Dios se extiende al prójimo; tanto,
corriente de los mismos ritos ceremoniales (I
que la caridad para con el prójimo es la expre­
sión del amor a Dios. Sam. 15, 22; 3er. 7, 21 ss.; Os. 6, 6). Pero ya
el Dt. 10, 12-19 prescribía la caridad para con
En el A. T. el concepto de Dios como Padre, el prójimo. Lev. 19, 16 ss. «No vayas sembran­
eminentemente misericordioso; como esposo de do entre el pueblo la difamación; no depongas
Israel (especialmente en el profeta Oseas y en contra la sangre de tu prójimo... No odies en tu
el Cantar de los Cantares) responde al precepto corazón a tu hermano... No te vengues, y no
fundamental, primero entre todos los otros
guardes rencor contra los hijos de tu pueblo.
(D t. 6, 4-9): «Oye, Israel: Yavé nuestro Dios, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo,
es el solo Yavé. Amarás a Yavé, tu Dios, con Yavé».
todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu Venganza y rencor son prohibidos a los israe­
poder, y llevarás muy dentro del corazón todos litas, hasta en los sentimientos del corazón, en
estos mandamientos que hoy te doy». Estos ver­ las relaciones entre los miembros del pueblo
sículos constituyen el principio de la conocidí­ elegido; el Señor preceptúa el amor.
sima plegaria judía, Shemac Israel, que se reci­ Jesús reprodujo este precepto, uniéndolo es­
taba ya en tiempo de N. Señor (cf. Me, 12, 29) trechamente al primero, y haciendo de él una
y que posteriormente ha venido repitiéndose dos sola virtud y consagrando la caridad como sín­
veces al día. tesis y coronamiento de todos los otros precep­
Es el precepto por excelencia, según lo defi­ tos (Me. 12, 31; Rom. 13, 9).
nió el Señor evocando su memoria (Mt. 22, Pero en los labios de Jesús el amor al próji­
37 s .; Le. 10, 27 s .; Me. 12, 29 s.). Amor a mo resultó algo nuevo.
Dios es hacerle entrega completa de sí mismo, Efectivamente, en el A. T. al prójimo se le
poniendo a su servicio todas las energías pro­ llamaba 3ah, hermano; réca, compatriota, hom­
pias: corazón, asiento de la inteligencia, según bre de la misma familia o de la misma tribu;
la sicología hebrea; alma, es decir, las po­ qáróbh, pariente, vecino; camith, compatriota ;
tencias sensitivas; poder, o sea las propias ener­ y sólo los israelitas, la gente de la misma raza,
gías físicas. todos ellos por muchos que fueran y sólo ellos,
En los Salmos, en los Profetas, en los libros entraban mediante la circuncisión o rito equi­
didácticos, se leen frecuentemente alusiones al valente, a formar parte de la colectividad, se­
amor de Dios para con Israel y a la obligación gún el principio de la solidaridad entonces vi­
de corresponder a él. gente.
Al santo orgullo de tener un tal Dios (espe­ Así encontramos a veces, en el precepto del
cialmente después de cualquier victoria impor­ amor al prójimo, el ghér o extranjero (Lev. 19,
tante) se sumaba en Israel un gozoso agradeci­ 34; Dt. 10, 19), que habita en medio de Israel
miento por la última prueba de su inquebranta­ y ha aceptado la pesada carga de la Ley.
ble benevolencia. Se le amaba — término em­ Pero todos los otros son excluidos del pre­
pleado por Débora (Jue. 5, 31: eco del Decá­ cepto, y en tal sentido la literatura rabínica
105 CARIDAD

comenta uniformemente las leyes que atañen dispensado de amar al prójimo, sin exceptuar a
al prójimo, precisando siempre si se trata de nadie, está en que de esa forma no sólo se
sólo el israelita y «no del samaritano, del ex­ practica la caridad, sino que además se cumple
tranjero o del prosélito». (Mekiltá, Éx. 21. la ley divina perfeccionada en Jesús (Mt. 15,
14, 35.) 17); y ¿quién osará jactarse de haberla cumpli­
Ahora veamos la formulación del programa do íntegramente como para no sentirse obligado
de Jesús: «Habéis oído que fué dicho: amarás a más? «No estéis en deuda con nadie, sino
a tu prójimo (Lev. 19, 18) y aborrecerás a tu amaos los unos a los otros, porque quien ama
enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros al prójimo ha cumplido la Ley. Pues «no adul­
enemigos, y orad por los que os persiguen, para terarás, no matarás, no robarás, no codiciarás»
que seáis hijos de vuestro Padre que está en los y cualquier otro precepto, en esta sentencia se
cielos...» (M t. 5, 43-48). No se halla en la Bi­ resume: «Amarás al prójimo como a ti mismo».
blia prescripción alguna que responda exacta­ El amor no obra el mal del prójimo, pues el
mente a la precisión de Jesús, «aborrecerás a tu amor es el cumplimiento de la Ley (Rom. 13,
enemigo». Pero expresa fielmente el espíritu que 8 ss.). El que ama procura, hacer al prójimo
fluye de muchas páginas del A. T., donde se todo el bien que puede; por tanto la caridad
leen expresiones de venganza contra los paga­ resume y compendia todos los otros preceptos.
nos y contra los malos israelitas; mentalidad, San Juan, el apóstol de la caridad, autorizán­
actitud ordinaria y normal de «odio» en . las dose siempre con las palabras de Jesús, pon­
relaciones con los enemigos, que con facilidad dera la conexión íntima que existe entre el amor
deducían los escribas incluso de las prescrip­ de Dios y el del prójimo, que viene a resumirse
ciones dadas al pueblo israelita con respecto a en un solo precepto. «Debemos amar a Dios
los gentiles (cf. Dt. 20, 13-17; 23, 4-7; 25, porque él nos amó primero. Si alguno dijere:
17-19), para evitar toda contaminación de idola­ Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, mien­
tría. Tal actitud se expresó más duramente aún te. Pues el que no ama a su hermano a quien
en la literatura posterior a la Biblia (G. Bon- ve, no es posible que ame a Dios a quien no
sirven, Le judaisme... I, p. 199 s.). . ve. Y nosotros tenemos de Él (N. S. Jesucristo)
Jesús dió al término «prójimo» su verdadero este precepto, que quien ama a Dios ame tam­
valor; el prójimo es cualquier hombre, todos bién a su hermano. Conocemos que amamos a
los hombres, el samaritano (Le. 10, 25-37, pa­ los hijos de Dios en que amamos a Dios y cum­
rábola del buen samaritano), el gentil lo mis­ plimos sus preceptos» (I Jn. 4, 19-21; 5, 2).
mo que el judío; el publicano, el pecador, la Recuérdense las palabras de Jesús (Jn. 14,
mujer de mala vida lo mismo que el justo fari­ 15; 15, 10) y cómo el mismo Jesús identificó
seo; el enemigo lo mismo que el amigo. Nues­ su persona con la de los fieles, los menestero­
tra caridad ha de ser universal, como lo es la sos, cuando enseña que seremos juzgados según
misericordia de nuestro Padre celestial. Todos la caridad practicada o descuidada en nuestro
los hombres, sin distinción de raza o de religión, obrar (Mt. 25, 34-46): «Venid, benditos, porque
son nuestro prójimo, y tienen por tanto derecho tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y
a nuestra asistencia, y también, si se da el caso, me disteis de beber, etc. Cuantas veces hicisteis
a nuestro perdón. eso a uno de mis hermanos, a mí me lo hi­
«¿Cuál es el primero de todos los manda­ cisteis» .
mientos? Jesús contestó: «El primero es: Es­ «Un precepto nuevo os doy: que os améis
cucha Israel: el Señor, tu Dios, es el único Se­ los unos a los otros; como yo os he amado,
ñor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu así amaos los unos a los otros. En esto cono­
corazón, etc.». El segundo es éste: «Amarás cerán que sois mis discípulos, si tenéis caridad
a tu prójimo como a ti mismo». Mayor que los unos para con los otros» (Jn. 13, 34 s.).
éstos no hay mandamiento alguno» (Me. 12, La caridad es Dios mismo (I Jn. 4, 8). El
28-34; cf. Mí. 22, 34-40). Verbo Encarnado es la manifestación suprema
Haciéndose fiel eco de la doctrina evangé­ de «Dios-Amor» especialmente en su muerte
lica, Sán Pablo afirma que en el amor al próji­ (Jn. 3, 16; I Jn. 4, 19; Rom. 8, 32); él es el
mo está la plenitud de la Ley. Cuando hubie­ Mediador del Amor de Dios (Jn. 17, 26). Por
reis cumplido todos vuestros deberes de sumi­ medio de Jesús se nos comunica ese don a
sión para con las autoridades, y los de justi­ nosotros. «El amor de Dios se ha derramado
cia para con los demás, os queda siempre una en nuestros corazones por virtud del Espíritu
deuda, la del amor mutuo, porque se .debe amar Santo que nos ha sido dado» (Rom. 5, 5).
al prójimo por Dios, con quien siempre estamos El amor es una fuerza poderosa que impulsa
en deuda. Y Ja prueba de que jamás está uno a obrar: «La caridad de Cristo, el amor que
■CARISMAS 106

Cristo nos tiene, nos domina, nos empuja, nos todo lo cree (da confianzas, antes de estar se­
inflama; él murió por nosotros, y nosotros de­ guro de que los otros se las merezcan), todo lo
bemos consagrarnos a nosotros mismos a su ser­ espera (hasta de los hombres, la enmienda de
vicio y al de su cuerpo místico» (II Cor. 5, ellos, etc., mientras no haya llegado el momen­
14 s.). «El que no ama permanece en la muer­ to de desesperar), todo lo tolera (los desenga­
te» (I Jn. 2, 8. 14-18). ños experimentados en su «fe» y en su «espe­
El verdadero amor está pronto para el sacri­ ranza»).»
ficio de la vida (I Jn. 3, 16); echa fuera el te­ La caridad nunca decae de su eminente ran­
mor (ibid. 4, 16. 18); es fuente de gozo (Jn. 15, go ; posee un valor eterno, en tanto que todos
9-12; I Jn. 3, 20) y de paz (Jn. 14, 27). los otros dones llegarán a carecer de razón de
Estas características de la caridad las halla­ ser, pues su función está limitada a nuestra exis­
mos reunidas en la más bella página de San tencia en la tierra.
Pablo (I Cor. 13) con Rom. 8, 31-39. Es el La caridad que conduce a la visión beatífica
himno sobre la caridad, punto cumbre de la es superior incluso a la fe y a la esperanza,
I Cor., en la que cualquier cuestión se hace esas dos grandes virtudes que también tie­
converger en la cuestión de la unión con Dios nen a Dios por objeto, y a las que el Apóstol
y con Cristo, es decir, en el amor mutuo que ha ensalzado tanto en otras ocasiones. Y la
desciende de la Divinidad uniéndola con las gloria más excelsa de la caridad está en que
creaturas rescatadas. San Pablo, que emplea más seguirá subsistiendo aun después de que sus dos
de 75 veces el término ¿yájnj, además de usar hermanas hayan agotado su contenido (I Tes. 1,
frecuentemente el verbo ayairátú, precisa for­ 3; 5, 8; Gal. 5, 5 s.; Rom. 12, 6. 9. 12; Ef.
malmente 9 veces (Rom., II Cor., Ef., II Tes.) 1, 15-18, etc.). La caridad es la única que per­
la caridad como «amor de Dios» y «de Cristo», manece, y en estado perfectísimo, en la pleni­
infundido en nuestros corazones (Rom. 5, 5) tud de la visión beatífica. Es la virtud definitiva
mediante el Espíritu Santo; y la razón de que que nos hace capaces de ver a Dios.
se prescriba a los hombres el amor está siempre «En la vida presente permanecen estas tres
en que el Hijo de Dios se inmoló por ellos. entidades: la fe, la esperanza y la caridad, pero
La idea esencial contenida en el himno es la más excelente de ellas es la caridad.» [F. S.]
que, siendo la caridad lo único que conduce a
BIBL. — E. B. A llo, Vrem. Ep. aux Corinthiens.
la perfección y la única virtud que permanece 2, * ed., París 1935, pp. 206 s. 340-53; E. Stauffer,
para siempre, sin ella todo lo demás es inútil, y en ThWNT, I, pp. 26-52; A. C lamer, Lévitique
(La Ste. Bibl., Pirot-CIamer, 2), París 1940, p. 148
por tanto es necesaria para todos, no como los s .; L. Pirot, S. Marc (ibld., 9), 1946, p. 551 ss.;
otros dones y «carismas». Solamente la caridad P. H einisch, Teología del V. T. (trad. it.), To­
es capaz de elevarnos hasta Dios. rmo 1950, pp. 194 s., 197-206.360; G. Bonsirven,
Teología del N. T. (trad. it.), ibíd. 1952, pp. 95-
Ahí tenemos el camino de la perfección que 109.281-84.323; H. Petre, Caritas, Louvain 1948;
aventaja a cualquier medio y a cualquier otro C. Spicq, L'Agapé de I Cor. 13, en EtJtL, 31 (1954)
357-370; * Juan A. O ñate, El himno a la caridad.
don (I Cor. 12, 31), «el vínculo de la perfec­ en CB (1945) 14.
ción» (Coios. 3, 14) de donde proviene a las
otras virtudes su energía. Sin la caridad no son CARISMAS. — El griego ^ápter^a empleado
nada todos los otros dones (I Cor. 13, 1 ss.). por Filón (De alleg. III, c. 1, 102-31 ss.) en el
San Pablo describe la caridad con los carac­ sentido de liberalidad, tiene en San Pablo, ade­
teres que le son propios (vv. 4-7). más de la sinonimia con x<¿pts. «gracia» (Rom.
«La caridad es paciente (sufre las injurias sin 1, 11; 11, 29; II Cor. 1, 11), una acepción téc­
devolverlas), es benigna (anticipada, servicial, nica. «Carisma» (I Cor. 1, 4; 12, 1 ss.; Rom.
dulcemente amable), no es envidiosa, no es jac­ 12, 6; I Pe. 4, 10) es una especie particular de
tanciosa (no hiere con fanfarronadas o indiscre­ gracia (en la teología = gratia gratis data), cuya
ciones), no se hincha (no hace los beneficios finalidad no es la santificación personal, sino el
desde la altura de su grandeza), no es descortés, bien dé la Iglesia (I Cor. 12, 7; 14, 12). El cris­
no es interesada, no se irrita (contra aquellos tiano puede desear los carismas y pedirlos a
que la violan), no piensa mal (como quienes no Dios (I Cor. 14, 1-13). Aunque preferentemente
ven nada bueno en el prójimo, o echan cálculos son. atribuidos al Espíritu Santo, como a su
sobre el mal que han hecho sus adversarios), fuente de origen (I Cor. 12, 1-7; 14, 32) también
no se alegra de la injusticia (cometida por sus son atribuidos al Padre (I Cor. 12, 28) y a
adversarios o sufrida por ellos, como para to­ Cristo (Ef. 4, 11 ss.).
mar de ahí el desquite), se complace en la ver­ Algunos carismas (la profecía, el don de len­
dad (dondequiera que la encuentre), todo lo ex­ guas) son de carácter transitorio, si bien los
cusa (encubre, disimula, calla acerca del mal), nombres que se dan a los beneficiarios suponen
107 CARISMAS

•en éstos la permanencia de ciertas actitudes so­ multiplicidad de dones para curar las enferme­
brenaturales. dades físicas.
Los cansinas son distintos de la virtud de la 6) Obrar milagros (I Cor. 12, 10: Swá/zet?,
fe y subordinados a ella, ya que sólo se comu­ I Cor. 12, 28): capacidad de realizar acciones
nican a los creyentes (Gál. 3, 1 ; I Cor. 1, 6; extraordinarias.
Rom. 12, 3), y se ejercen bajo el dominio de la 7) La fe (ítío-tl? de los milagros, I Cor. 12,
fe y en beneficio de la misma (Rom. 12, 3 ss.; 9); distinta de la virtud teologal (I Cor. 13, 2
I Cor. 12, 3; 14, 25; Ef. 4, 3); subordinados = Mt. 17, 20).
a la virtud de la esperanza, a la que acompañan B) Carismas de enseñanza, sin autoridad je­
y sostienen (Rom. 8, 23; I Cor. 13, 10 ss.; rárquica :
Ef. 1, 13 ss.); de un modo especial son distin­ 1) Doctor (8iK¿crKctAos> I Cor. 12, 28; Ef. 4,
tos de la caridad y a ella subordinados, en 11) o que enseña (¿u&icrKwv, Rom. 12, 7 encar­
cuanto los regula en la práctica para su mayor gado de la SiSao’Kakía) ; Timoteo es invitado a
progreso y sublimación de la Iglesia (I Cor. 13, dedicarse a la enseñanza (I Tim. 4, 13. 16);
1-13; .14, 4 ss.; 12, 26; Ef. 4, 2 ss.; 4, 15 ss.). Tito debe mostrarse en eso como modelo (77/.
Los carismas determinan la diferencia entre 2, 7); los destinatarios de Hebr., razón habida
los miembros del cuerpo místico y lo que cada de su antigüedad en el cristianismo, todos de­
uno hace en favor del todo (I Cor. 12, 12; bieran ser doctores (5, 2); a los lectores de
Ef. 4, 7 ss.); y son. esenciales en la vida y en Sant. se les disuade de querer convertirse en
la constitución de la Iglesia. Cada cristiano didáscalos (3, 1): esta función no requiere in­
recibe su particular carisma conforme a la me­ vestidura jerárquica.
dida del don de Cristo (Ef. 4, 7-12), para poder 2) Discursos de sabiduría y de ciencia
llenar el ministerio que se le ha señalado en (Aóyos <ro<*>la?, 7v<ocreco5, I Cor. 12, 8): es la
la edificación del cuerpo de Cristo. Y no todos capacidad de expresarse con términos apropia­
•son propiedades extraordinarias reservadas a la dos (I Cor. 2, 13 ss.; 13, 2). A todos los cris­
era apostólica; algunos son instrumentos de tianos desea Pablo sabiduría y ciencia (Ef. 1,
mera habilitación del miembro particular para 17; 3, 18 s.).
el cumplimiento estable de su particular deber 3) El que exhorta, 6 irapaKakiúv, Rom. 12,
de estado (p. ej., la virginidad, I Cor. 7, 7), que 8: el término expresa su función. Va unido
. se dan en todas las épocas de la Iglesia. La ma­ con el carisma de la profecía (I Cor. 14, 3);
nifestación de esos dones sobrenaturales, como invítase a Timoteo a que se dedique a la exhor­
el de hablar «lenguas», debe estar regulado y tación (I Tim. 4, 13); Bernabé la posee en gra­
autorizado por los jefes de la Iglesia (I Cor. 14, do sumo (Act. 4, 36).
26-33). San Pablo enumera ocasionalmente nue­ 4) Discernimiento de espíritus (Sta/cpto-ei?
ve carismas en I Cor. 12, 8-10; ocho en I Cor. irvevfiáTtúv, I Cor. 12, 10), que lleva consigo la
12, 28 s .; siete en Rom. 12, 6-8; cinco en Ef. valoración de las inspiraciones divinas y de los
•4, 11). Pueden ser catalogados de este modo: carismas: todos los cristianos deben practicar­
A) Carismas para la acción: lo (I Tes. 5, 21; I Jn. 4, 1-2; 2, 20. 24; I Cor.
1) «El que practica la misericordia» (ó 14, 29).
eAeíóv, Rom. 12, 8): es el ejercicio de las obras 5) Hablar lenguas (yév»; ykucra&v, I Cor.
de misericordia. 12, 10; yAcio-craís AaAelv, I Cor. 12, 30) e in­
2) La buena disposición para las limosnas terpretarlas (I Cor. 12, 10. 30; 14, 15. 13.
(6 yueraoiSo'ús'’» Rom. 12, 8): cf. Ef. 4, 28; 26 ss.). El que habla lenguas no habla a los
I Cor. 13, 3; Le. 3, 11. hombres sino a D ios; nadie le entiende (I Cor.
3) Asistente (avriXfjfxipeiSt I Cor. 12, 28): 14, 9), pero dice en espíritu cosas misteriosas
£1 sustantivo y el verbo correspondientes signi­ (jj.vcTTepia, 1 Cor. 14, 2), ora sin fruto para la
fican toda clase de ayuda: socorrer a los en­ mente (ibid. 14, 14), alaba y da gracias a Dios;
fermos (Act. 20, 35) o recomendar a alguno los ignorantes pueden tener por locos a los que
para que ruegue (así en los papiros). hablan lenguas (ibid. 14, 23); que en las Igle­
4) Ministerio (<$,amovía, Rom. 12, 7), inde­ sias hablen si han sido autorizados para ello y
terminado, puede significar cualquier oficio des­ por orden: nunca más de dos o tres, y con tal
empeñado en beneficio de la comunidad (térmi­ que haya un intérprete que explique su locución
no genérico con el que se designan los carismas, carismática (ibid. 14, 13-27 s.). „
I Cor. 12, 5; Ef. 4, 12; ministerios espirituales, Este hablar lenguas se interpreta hoy como
Rom. 11, 13; 15, 31; Col. 4, 17; ministerios una situación estática en la que se pronuncian
materiales de caridad, II Cor. 8, 4; 9, 12. 13). palabras que los oyentes no entienden; son di­
5) Gracias de curaciones (I Cor. 12, 9. 30): chas en voz alta, en parte articulada y en parte
CATEQUESIS apostólica 108

no articulada, con finalidad vagamente discer­ montorio que domina el mar por el sur de la
nióle (petición, acción de gracias, etc.). Es un bahía de San Juan de Acre, señalando así el
fenómeno que puede comprobarse en los estados límite entre Galilea y Samaria. Por estar sur­
místicos (Santa Teresa), y en las excitaciones cado de numerosos valles y cavernas que sirvie­
estáticas de los llamados «hijos de los profe­ ron de refugio a los perseguidos (Am. 9, 2 s.)
tas» en Israel (v. Profetismo). Pero si lo identifi­ y cubierto de rica vegetación, el Carmelo es
camos con el fenómeno de Pentecostés (Act. 2, presentado en la Biblia como símbolo de gra­
4; cf. 10, 46; 19, 6), como la identidad de los cia, de prosperidad y de majestad (Cant. 7, 5;
términos y otras circunstancias lo sugieren (Act. Is. 10, 18; 35, 2 ; Jer. 46, 18; 50, 19) o como
2, 11 y I Cor. 14, 16; A ct. 2, 13 y I Cor. 14, símbolo de desolación por haber desaparecido
23), y si nos atenemos a la misma asimilación sus bosques (Is. 33, 9; Jer. 4, 26; 50, 19;
que se encuentra en Act. 10, 44 ss.; entonces el Am. 1, 2). Muy pronto fué consagrado el Car­
hablar lenguas consiste en el don de alabar a melo al culto de Bacal, la principal divinidad
Dios en un idioma o dialecto (y varios idiomas del Panteón cananeo, venerado en Tiro bajo la
sucesivamente) desconocidos del que habla y del denominación de Melqart, «rey de la ciudad»
auditorio, pero que son entendidos por cuantos o «rey del nuevo subterráneo» (W. F. Albrigth).
hablan ese idioma (Act. 2, 6. 8. 11), como se El carácter sagrado del Carmelo aparece ya en
realizó justamente el día de Pentecostés (F. Spa- la denominación «raSu qada§u», «la cabeza san­
dafora, 1 Pentecostali, 2.* ed., Rovigo 1950, ta» de las listas de Tutmosis III, y además por
pp. 28-41). el testimonio que de él dan Scylas (s. iv a. de
C) Carismas jerárquicos. J. C.), Jámblico (s. iv desp. de J. C .: Vita Pyth.
1) Apóstoles (I Cor. 12, 28; Ef. 4, 11). En III, 14), Tácito (Hist. II, 28) y Plinio (Nat. Hist.
sentido carismático diferente del jurídico (v. II, 17). En una de las explanadas de sus cum­
Apóstoles), son apóstoles Andronico y Junia bres (514 m.) tuvo lugar la valerosa lucha en­
(Rom. 16, 7), Sila y Timoteo (I Tes. 2, 6, 7). tablada entre el profeta Elias y los pocos fieles
Son predicadores destinados a la evangelización contra la pretendida suplantación de la religión
de las regiones desconocedoras del cristianismo. yaveísta por la de Bacal Melqart apoyada por
2) Profetas (I Cor. 12, 28; Ef. 4, 11; I Cor. la fenicia Jezabel, esposa de Ajab, rey de Is­
12, 10; Rom. 12, 6), que en nombre de Dios rael. A esto siguió la más terrible crisis del ya-
edifican, exhortan, consuelan (I Cor. 11, 8, ss.: veísmo que recuerda la historia hebrea, a con­
14, 3. 29; Act. 11, 27; 13, 1); y a veces pro­ secuencia de la muerte de los 450 falsos profe­
nostican y comunican revelaciones (Act. 21, 10 tas de Bacal, que en vano habían implorado de
ss.; I Cor. 40, 30). Son asociados a los apósto­ lo alto, entre danzas frenéticas, el fuego que
les como fundamento de la Iglesia (Ef. 2, 19). debía consumir las víctimas colocadas sobre el
3) Evangelistas (Ef. 4, 11): Felipe tiene este altar, y que fué requerida por Elias, no bien
calificativo (Act. 21, 8) y San Pablo se lo da a hubo alcanzado con su plegaria dirigida a Yavé
Timoteo (II 77/;?. 4. 5): predicadores del Evan­ el fuego devorador (I Re. 18, 19-49). El pro­
gelio. feta Elíseo habitó en el Carmelo (II Re. 2, 25)
4) Pastores (7rot//evoi Ef. 4, 11). Presidente después de la muerte de Elias, y allí fué adon­
(jrpoicrrafievo^, Rom. 12, 8). Son los fieles de de la mujer de Sunam se dirigió para implorar
la comunidad (I Tes. 5, 12; I Tim. 5, 17), asi­ la resurrección de su hijo, habido por interce­
milables a los jefes de las sinagogas, encar­ sión del profeta (II Re. 4, 8-37). El lugar es
gados de dirigir el culto y de servir a la comu­ venerado por cristianos, hebreos y musulma­
nidad. [A. R.) nes. En algunas grutas del Carmelo (Et-Ta-
BIBL. — A. L emonnyer, en DBs, I. col. 1233-
bún; Mugáral es Suhül) se descubrieron indus­
43; B. M aríchaux. Les charismes du S. Esvrit. trias humanas pertenecientes al Paleolítico in­
París 1921 ; E. B. A llo, I Epítre aux Cor., ibíd. ferior, y restos humanos con caracteres inter­
1934. pp. 374-84; B ehm. en ThWNT, I. pp. 721-
26; St . L yonnet, De glossolalia Pentecostes, en medios entre el hombre de Neanderthal y el
VD, 24 (1944) 65-75; * L. SuArez, L o s Carsnuis como hombre llamado sapiens. [A. R.]
preparación y complemento de la jemrejuía, en
Estli, V. (1946) 3. B1BL. — F. M. A dfl, Géographie de la Pales-
tiñe, I. París 1933, pp. 350-53; R. de V aux. La
préhisioire de la Syre et de la Palestine d’aprés les
CARMELO. — Sierra de colinas que mide recherches récentes, en RB, 53 (1946), 99-124 (con
30 km. de longitud por 12-16 de espesor y una bibl.).
altitud media de 500 m., en cuya formación CASLEU, Kislcu. — v. Calendario hebraico.
domina el elemento calcáreo. Se desprende del
sistema montuoso central de Palestina, se pro­ CATEQUESIS apostólica. — Es la enseñanza
longa hacia el oeste y termina en un pro­ o predicación del Evangelio (Kar/^ew - reso­
109 CATÓLICAS, Epístolas

nar, según el mélodo rabínico basado en la re­ rrió a cargo, naturalmente, del jefe de los Após­
petición : el discípulo se apropiaba la enseñan­ toles, como lo prueba la correspondencia que
za del maestro repitiendo frase por frase) desde se observa entre su catequesis, conservada sus­
la primera Pentecostés que siguió a la Ascen­ tancialmente en Act. 1, 21 s. (cf. 10, 36-43) y
sión (Act. 2, 14-39). Es el mandato de Jesús el segundo evangelio que expone su predicación.
(Mt. 28, 16); los Apóstoles estaban preparados Lo propio puede observarse en los otros dos
jpor el ejemplo del propio Redentor (Mt. 9, 35) sinópticos; pero Le. se hace eco más bien de
y por las misiones realizadas mientras vivían la predicación de San Pablo, y fué compuesto
con él (7n. 4, 38; Mt. 10. 1.7 ss.; Le. 9, 2 ss.; con miras a una instrucción más sólida de los
10, 1 ss.). catequizados (Le. 1, 1-4), lo mismo que el cuar­
Los Apóstoles se valieron posteriormente de to evangelio (Jn. 20, 31) que desarrolla los dis­
la ayuda de los diáconos (Esteban, Act. 6, 10; cursos más elevados de Jesús y su ministerio en
Felipe: 8, 35) y de cierta categoría de perso­ Judea y en Jerusalén, que los Sinópticos dejan
nas llamadas «evangelizadores» (Ef. 4, 11; II en la penumbra.
Tim. 4, 5). Tal vez éstos se dedicaban junta­ Aun cuando la catequesis se fijó por escrito,
mente con los «catequistas» a hacer conquistas con el fin de extender el radio de acción de la
para la fe, en tanto que los «doctores» (Rom. catequesis oral, ésta no perdió en importancia,
12, 7; I Cor. 12, 8) tenían el cometido de ins­ antes bien fué siempre considerada como una
truir a los convertidos. La catcquesis tenía por explicación más amplia y viviente de la cateque­
objeto principal «los dichos y los hechos» de sis escrita que necesariamente había de ser más
Jesús crucificado y resucitado (Act. 1, 1 ; 28, restringida y como fosilizada. He ahí el origen
31; I Cor. 1, 23; 3, 11) y las condiciones esen­ de la Tradición, fuente de Revelación, como la
ciales para alcanzar la salvación que Él obró, Sgda. Escritura.
pero bajo diferentes ropajes, según se tratase La lengua de la catequesis apostólica fué el
de catequizar a judíos (Jerusalén, Palestina) o arameo, y también el griego, frecuentemente for­
a paganos (Antioquía y otras partes). A Jos mulada muy concretamente y repetida después
judíos se Ies demostraba que Jesús era* el Me­ hasta en los Evangelios escritos. Así la historia
sías predicho por los profetas, e incluso que era del origen y del desarrollo de la catequesis apos­
el mismo hijo de Dios, principalmente con mo­ tólica ofrece una contribución notabilísima a la
tivo de la resurrección (Act. 2, 22-36; 13, 26- solución del problema sinóptico. [L. V.]
41; y el Evangelio de M t.'); a los paganos sé
BIBL. — G. Bareille, Cathéchése, en DThC, II,
les probaba lo absurdo del politeísmo, la exis­ col. 1877-80; F. Prat, La teología de San Pablo,
tencia de un Dios creador y remunerador y la II (ed. esp.), México 1947, pp. 32-42; A llevi L.. Ca­
de su providencia, que se reveló al mundo por techesi primitiva, en SC, 70 (1942) 21, 6; Simón H.-
D orado G„ Introd. in T. N., I, Torino 1944, pp.
medio de Jesús, enviado del cielo e hijo suyo 11-7.
(Act. 14, 14 ss.; 17, 22-31). Para los ya conver­
tidos que estaban preparándose para el bautis­ CATÓLICAS, Epístolas. — Son llamadas ca­
mo o que estaban en peligro de apostasia, se tólicas, cf. Eusebio, San Jerónimo: PG 20,
exigía una catcquesis más profunda en torno a 205; PL 23, 639. 646 (muy probablemente en
cada uno de los fundamentos de la fe (Hebr. 5, el sentido de «universales» [Seudo-Ecumcnico
12-6, 2), con las clasificaciones de catequesis PG 119, Isidoro de Sevilla, PL 82, 234] o en­
dogmática, histórica, moral y litúrgica. La Di­ cíclicas), en cuanto no van dirigidas a una co­
dajé nos ofrece un modelo catequístico moral, munidad particular, sino a toda una región del
con las principales normas de vida cristiana y mundo cristiano. La II y III Jn. tienen un des­
el elenco de los pecados que deben evitarse. tino privado, pero Yan anejas a la I Jn. como
Las diferencias accidentales de la catequesis simples apéndices. Las siete epístolas que en el
apostólica (sustancialmente idéntica: I Cor. 3, católogo de los libros sagrados (canon del Con­
11 ; Rom. 6, 17) son debidas al hecho de que cilio de Trento) y en las ediciones del Nuevo
prevalecía uno de los elementos: judío (Pales­ Testamento vienen después de las catorce epís­
tina, Mi.), pagano (Roma, Me.) o también mix­ tolas de San Pablo y antes del Apocalipsis, por
to (Antioquía, Le., Pablo). Otras diferencias el orden siguiente: una de Santiago, dos de
aun más secundarias dependen de la persona Pedro, tres de Juan, una de Judas. Este orden
misma del Apóstol o del Evangelista; en este se impuso en casi todas las Iglesias orientales
sentido se habla de una catequesis de Pedro, ya en los comienzos del s. iv y pasó al occidente
de Pablo, de Juan, etc. al incluirlas San Jerónimo en la Vulgata. En
En cuanto a la determinación de la cateque­ esto los griegos se inspiraron probablemente en
sis en sus grandes líneas, la parte principal co­ Gál. 2, 9, donde se lee: Santiago, Cefas, Juan,
CEDRÓN 110

a lo que bastaba añadir: Judas. En los siglos n torios, saludos de parte de los cristianos <¿de la
y iii surgieron dudas acerca de la canonicidad casa de César»: Fil. 1, 13; 4, 22), abogan por
de estas epístolas, exceptuadas la I Pe. y la el encarcelamiento romano.
I Jn. (cf. Eusebio PG 20, 269; J. Ruwet, en Los puntos doctrinales sobre los cuales insis­
Bíblica 13 11942], 18-42 sobre Orígenes), a cau­ ten principalmente las epístolas de la cautividad
sa de la aparente oposición que media entre están enlazados con las necesidades espirituales
Saín. 2, 14-26 y Gal. 3, 1-14; Rom. 3, 21-4, de los destinatarios, con la organización de la
25, y a causa también del uso que hacen del Iglesia. Contra ciertas doctrinas sincretistas que
apócrifo de Enoc la II Pe. y Judas. En el s. iv exageraban el culto a los ángeles y otras prác­
aparece claramente el consentimiento unánime ticas judías, Pablo opone con insistencia la dig­
sobre su canonicidad (v. Canon). Hay que con­ nidad de Cristo único mediador, la Iglesia cuer­
fesar que ordinariamente las epístolas católicas po místico cuya cabeza es Cristo, y el «miste­
están un poco olvidadas, lo cual en parte se rio» de la Redención (últimamente revelado),
debe a que las paulinas se atraen fácilmente la [L. V.J
atención de los intelectuales y de los lectores. BIBL. — F. Prat, La teología de San Pablo. I,
No obstante «esta región tan poco conocida de (ed. esp.) México 1947, pp. 323-86; J. B. C olon, en
DThC, XI, col. 2450-68; St. L yonnet, Epitres de la
la Biblia tiene reservadas muchas maravillas y Captivité, en Bíblica, 32 (1951) 569-86; su más re­
muchas consolaciones, tanto más sabrosas cuan­ ciente comentario.
to menos previstas» (A. Charue). En cuanto a
la preciosa y variada doctrina teológica en ellas CEDRÓN. — Torrente y valle que nace al nor­
contenida, cf. cada una de las palabras: Santia­ deste de Jerusalén, en las faldas del monte
go, Pedro, etc. [F. S.] Scopus (unos 760 m. sobre el nivel del mar),,
y se desliza entre Jerusalén y el monte de los
B1BL. — A. C harue, Les ¿pitres cathollques (La
Ste. Blble, ed. Pirot. 12). París 1938, pp. 375-79; Olivos en un valle profundo, llamado actual­
J. C haine, Vép. de Jacques (Études Bibliqucs: la mente Wadi Sitti Marjam, «valle de Nuestra
seconde de Fierre, les ép. de S. Jeatt, Vép. de Señora María». Unido con el Wadi el-Rabadi
Jude) (falta la I Pe.), ibíd. 1939; P. D e A mbrogoi,
Le epistole cattoliche (La S. Bibbia, S. Garofalo), (valle de Ennon, Gehenna) al sudeste de la
Torino 1949, pp. 1-8.' ciudad, va a desembocar en el mar Muerto a
CAUTIVIDAD (Epístolas de la). — Son las la altura de Ras Fesha, después de haber re­
cuatro que San Pablo escribió a las cristiandades corrido el desierto sobre un lecho cada vez más
de Éjeso, Colosas (Asia Menor), Filipos (Ma­ profundo y peñascoso (el Wadi en Nar). El Ce­
cedonia) y a Filemón (fiel de Colosas) (v. cada drón fué cruzado por David que huía llorando,
una de esas voces), durante el bienio de su de­ a causa de la rebelión de Absalón, descalzo y
tención en Roma (61-63 desp. de J. C.). con la cabeza cubierta en señal de luto (II Sam.
Presentan entre sí grande afinidad de lengua­ 15, 23-30). Semeí, el que insultó al rey David,
je, de estilo y de doctrina; son inseparables no obstante la prohibición de Salomón de ir más
cronológicamente, y forman, por lo mismo, un allá del Cedrón, bajo pena de muerte, lo cruzó
grupo de por sí, como las grandes epístolas mi­ y fué muerto (I Re. 2, 37-46). AI Cedrón son
sioneras (Rom., I-II Cor., Gál.) y las pastorales arrojadas las cenizas de los ídolos destruidos por
(I-II Tim., Tit.). La autenticidad de estas epís­ los reyes siempre que implantan alguna refor­
tolas, negada en el pasado por algunos acatóli­ ma en favor del yaveísmo puro (I Re. .15, 13;
cos (especialmente respecto de Ef. y Col.), hoy II Par. 15, 16; 29, 16; 30, 14; II Re. 23, 4. 6.
es casi universalmente reconocida. Los críticos 12). Finalmente el Cedrón fué cruzado por Je­
han discutido largo y tendido para vincularlas sucristo en el comienzo de la Pasión para llegar
a un supuesto encarcelamiento prolongado de a Getsemaní (Jn. 18, 1). Tradiciones judías
San Pablo en Éfeso alrededor del año 55, sobre cristianas y musulmanas han localizado en el
lo cual los Actos hacen caso omiso en absolu­ Cedrón el Valle del Juicio universal (valle de
to, o al encarcelamiento de Cesárea (58-60). Josafat (v.) «donde Dios juzga»), en cuanto
Pero esta última hipótesis, aparte otras dificul­ que en Joel 4, 2-12 se trata únicamente de un
tades, no se compagina con la relativa libertad nombre simbólico y no de un lugar real. En el
de Pablo que suponen estas epístolas (Fil. 1, Cedrón están emplazados muchos sepulcros: el
3 ; 4, 22), y menos aún con la esperanza (e in­ cementerio musulmán en la vertiente occiden­
cluso certeza), varias veces manifestada, de tal ; el hebreo en la oriental, en medio del cual
una próxima liberación (Fil. 1, 25 s .; 2, 23 s.; se hallan las llamadas tumbas de Absalón, San­
Filem. 22). La unánime tradición histórica y tiago y Zacarías. [A. R.]
manuscrita, y el examen intenso de las mismas BIBL. — H. V incent-F. M. A bll, Jésuralein. I,
París 1912, p. 688 .ss.; G. Perreli.a. I, Luoghi Santi.
epístolas (divulgación de la fe «en (odo el pre­ Piacenza 1936, p. 61-68.
m CIRCUNCISIÓN

CEPAS. — v. Pedro . transformada por el cristianismo. Fué residen­


cia del diácono Felipe (v.); en ella fué bauti­
CESAREA de Filipo. — Localidad situada en zado el centurión de la cohorte itálica, Corne­
las faldas del monte Hermón, consagrada al lio, el primer incircunciso admitido en el cris­
dios campestre Pan, venerado en la gruta de tianismo por San Pedro, mediante una inter­
donde manaba la fuente oriental del Jordán vención sobrenatural (Act. 10); y en ella murió
(Fl. Josefo, Bell., I, 21, 23; Ant. XV, 10, 3), ignominiosamente el rey Herodes Agripa I,
por lo que, juntamente con la región circun­ como castigo de su orgulloso intento de hacerse
dante, era denominado antiguamente Paneas proclamar dios (Act. 12, 19-22; Fl. Josefo,
(Xlaviov: Polibio XVI, 18, 2; XXVII, 1, 3), Ant. XIX, 8, 2). A Cesárea pasó Pablo para
nombre que sobrevive en la actual Banjas. He­ trasladarse de Jerusalén a Tarso después de su
rodes el Grande erigió en ella un templo en conversión, y allí abordó al regresar de sus
honor de Augusto (Fl. Josefo, Ant. XVIII, 2, 1). viajes apostólicos segundo y tercero; allí fué
Para distinguirla de la ciudad marítima del mis­ retenido como prisionero durante dos años (58-
mo nombre, se la llamó Cesárea de Paneas o 60 desp. de J. C.) bajo los procuradores roma­
Cesárea de Filipo (Fl. Josefo, Ant. XX, 9, 4; nos Félix y Festo; y. finalmente allí se embarcó
Vita 13), y con este nombre se la menciona para Roma después de haber apelado al César
también en los Evangelios (Mt, 16, 3; Me. 8, y de haberse defendido ante Agripa II y Bere­
27). En las cercanías de Cesárea fué donde San nice (Act. 9, 30; 18, 22; 21, 8; 23, 23-27, 2).
Pedro, preguntado por Cristo e iluminado por [A. R.]
revelación divina (Mt. 16, 17), pronunció la BIBL. — E. L e C amus, en DB, II, col. 456-65;
doble confesión de fe (Mt. 16, 13-16; Me. 8, F. M. A bel, Géographie de la Palestine, II, París
1938, p. 296 s . ; J. G orbach, Caesarea Palaestinae,
27-30; Le. 9, 18-21) en el carácter mesiánico en Das hl. Latid in Vergangenlieit und Gegenwart,
de Cristo («Ti# eres el Mesías»: Mt. 16, 16) en 4 .0949) 45-80.
su Filiación natural (el aHijo — 6 vtó$— del
Dios vivo»: Mt. 16, 16). Inmediatamente le CETIM. — v. Kittim.
replicó Cristo con la promesa explícita de la
primacía personal y de sus sucesores en el. Pon­ CIÑEOS. — y. Quíneos.
tificado, formulada con la triple metáfora de la.
piedra, de las llaves y del poder de atar y des­ CIRCUNCISIÓN. — Del latino circumcido,.
atar (Mt. 16, 17 ss.). No es verosímil que Cristo «corto al rededor»; en griego írepirop?}; en
haya entrado en Cesárea, debido al carácter hebreo múláh. Es la ablación total, o parcial,
abiertamente pagano de la ciudad. Según una o también simple incisión del prepucio en los
antigua leyenda recogida por Eusebio (Hist. hombres, y corte de la clitoris en las mujeres.
Eccl. 7, 18), aquí tuvo lugar la curación de la Es una práctica muy extendida en varios pue­
hemorroísa (Mt. 9, 20 y paral.), de quien se blos de la antigüedad y aún hoy persistente en
dice también que erigió a su bienhechor delante una buena parte de la humanidad. Dan testi­
de su casa una estatua derribada después por monio de haber existido en época antiquísima
Juliano el Apóstata. (A. R.] entre Jos egipcios, escritores como Herodo­
to, II, 36, 37, 108; Diodoro de Sicilia, 28; Fi­
BIBL. — G. P errella, I Luoghi Santi, Piacenza
1936, pp. 176-81; F. M. A bel, Géographie de la lón, De circitmc. I ; etc., y momias y monu­
Palestine, II, París 1938, p. 297 s. mentos que datan de los comienzos de la 4.“ di­
nastía (h. 2400 a. de J. C.). Era uso corriente
CESAREA (Marítima). — Ciudad de Palestina en la clase sacerdotal, y alguna que otra vez
edificada (22-9 a. de J. C.) por Herodes el Gran­ se practicaba también en otras clases sociales.
de, en el puesto que ocupaba la antigua Torre La practicaban asimismo los cólquidas, y los
de Estrabón, dotada de un grandioso puerto etíopes (Herodoto, II, 104), los amonitas, los
con muelles y torres, de un templo en honor moabitas, los idumeos y los madianitas, pero
de Augusto y de la diosa Roma y de un pala­ no los semitas orientales (asiriobabilonios). Ac-
cio real (?rpu(7wpiov, Act. 23, 35), que más tualmenté está vigente en numerosas tribus pri­
tarde fué sede de los procuradores romanos. En mitivas de Australia, Polinesia, América cen­
el año 9 a. de J. C. recibió el nombre de tral (Méjico, Nicaragua, Yucatán) y meridional
Kaio-ápeia (la actual Qaisariye) en honor de (Amazonas) y especialmente en África; *y sobre
Augusto (Fl. Josefo, Ant. XIII, 11, 2; 12, 2.4; todo entre los árabes musulmanes, que la to­
XIV, 4, 4, etc.; Bell. I, 20, 3 ; 21, 5, 8. maron de sus antepasados premusulmanes. El
Siendo una ciudad helénica, en la que pre­ ritual y el método varían según los diferentes
dominaba la población pagana, pronto fué pueblos; y más variada es aún la edad, que
CIRCUNCISION 112

oscila entre el séptimo día después del naci­ pacto y borrar «el oprobio de Egipto» (Jos. 5,
miento y los 15 años; pero se advierte una gran 9); y desde entonces siguió observándose uni­
preferencia por la edad de la pubertad. El sig­ versalmente. Su omisión era motivo de deshon­
nificado primitivo parece fundamentalmente re­ ra y de ignominia (Jue. 14, 3 ; 15, 18; I Sam.
lacionado con la preparación al matrimonio, 14, 6; 17, 26. 36; Ez. 28, 10; 31, 18; 32,
como para dotar de aptitudes a la vida sexual, 19 ss.). Era signo de distinción entre Israel y los
e iniciar a la juventud en el paso de la sociedad otros pueblos vecinos, en gran parte incircunci­
infantil a la de los adultos y guerreros, en cali­ sos, especialmente los filisteos, los «incircunci­
dad de miembros efectivos de su correspon­ sos» (carelim) por antonomasia.
diente grupo. A este significado va adjunto el El sábado y la circuncisión fueron los dos
religioso, que no es fácil precisar, pero que es principales distintivos del judaismo durante la
evidente en la circuncisión de los sacerdotes del cautividad de Babilonia y en la época helénico-
antiguo Egipto y en la de los musulmanes. romana, cuando la circuncisión se convirtió en
La circuncisión fué prescrita por Dios como argumento de escarnio por parte de los paganos,
sello- de la alianza establecida entre Dios y hasta el punto de inducir a algunos desertores,
Abraham y toda su descendencia (Gén. 17, 10- de los que frecuentaban los gimnasios públicos,
14); y había de ponerse en ejecución al octavo a ocultar (mediante una operación) los signos
día del nacimiento de cualquier varón (entre de la circuncisión (I Mac. 1, 15).
los hébreos es desconocida la circuncisión fe­ Es siempre obligatoria para los hebreos. La
menina), incluyendo también a los esclavos na­ realiza un operador especial (móhél, «circunci-
cidos en casa, o comprados, aun cuando fueran dador»), que en operación tan delicada susti­
de otra raza. Es un rito de capital importancia, tuye al padre (o a la madre), y se lleva a efecto
cuyo significado religioso y étnico no tiene al octavo día del nacimiento, aunque sea un
paralelo en ningún otro pueblo. Es signo de sábado, según la antigua tradición (cf. Jn. 7,
alianza con Dios: acto de agregación al pueblo 22). El rito, que se celebra en la casa paterna
elegido, y de purificación. El simbolismo del o en la sinagoga, va acompañado de dos ben­
rito (consagración, renacimiento espiritual) re­ diciones, una de las cuales la pronuncia el
sulta también de la circunstancia de ser circun­ móhél, y la otra el padre del recién nacido.
cidado el niño al octavo día de nacer. La cir­ Siguen los augurios de felicidad y la imposición
cuncisión fué practicada por Abraham en sí del nombre y, finalmente, una bendición más
mismo a la edad de 99 años; en su hijo Ismael larga que celebra la alianza divina con Abra­
a la edad de 13 años y en todos sus siervos ham y su signo sagrado que es la circuncisión.
(Gén. 17, 25 ss.); en Isac a los ocho días de El niño es sostenido sobre las rodillas de una
nacer (Gén. 21, 4). Después de haberse gene­ especie de padrino (sandicós) sentado en la silla
ralizado en el pueblo de Israel, parece ser que del profeta Elias, a quien se creía presente en
la práctica cayó un tanto en desuso o que al toda circuncisión, y a quien popularmente se
menos no siempre se observó durante la estan­ llamaba «el cordero de la alianza» (cf. Mal. 3,
cia en Egipto. El mismo Moisés que, después 1; 4, 5).
de una advertencia divina, comprobó que estaba También San Juan Bautista y Jesús se some­
faltando por no haber circuncidado a su hijo, tieron a la circuncisión (Le. 1, 58 ss.; 2, 21).
mandó a su mujer Séfora que lo circuncidara Con la institución del Bautismo cristiano cesó
(Éx. 4, 5). El precepto de la circuncisión fué la obligación de la circuncisión. Es terminante
•alegado por Moisés como condición necesaria la postura tomada por los Apóstoles en el Con­
para comer el cordero pascual, implícitamente cilio de Jerusalén (Act. 15, 1 ss.) contra los
primero (Éx. 12, 44-48) y más tarde expresa­ judaizantes que querían exigir la circuncisión
mente en la legislación sinaítica (Lev. 12, 3: de todos los convertidos de la gentilidad; y es­
cf. Jn. 7, 22). Los hebreos nacidos durante pecialmente es terminante la postura de San
los 40 años en el desierto permanecieron incir­ Pablo que en varías ocasiones demostró la inuti­
cuncisos (Jos. 5, 4. 7), y el hecho de que no lidad del rito después de la muerte redentora
hubiera ningún reproche por parte de Dios por de Cristo (Gál. 5, 2 ss.; 6, 12 ss.; Col. 2,
esta omisión justifica la conclusión de que hubo 11 ss.). Los judíocristianos siguieron practican­
de mediar una suspensión de la ley, por vo­ do la circuncisión desprovista de valor para la
luntad divina, motivada tal vez por las conti­ salvación, y, por no desairarlos, los Apóstoles
nuas infidelidades disolventes de la alianza. a veces se conformaron con este uso (Gál. 2,
Apenas entrados en Canán, en Gálgala, no le­ 3 ss.; cf. en cambio Act. 16, 3). La verdadera
jos de Jericó, se practicó una segunda circunci­ circuncisión es la purificación del espíritu, la
sión (Jos. 5, 4) para sancionar la realización del sumisión a Dios (Rom. 2 ,28 s .; Col. 2, 11;
113 CITAS implícitas

Fi¡. 3, 3), condiciones requeridas ya en el A. T. nombre del libertador (Is. 44, 28). El decreto
(Dt. 30, 6; Jer. 4, 4; Lev. 26, 41) para partici­ de Ciro, dado en Ecbátana el 23 de marzo del
par de los beneficios de las promesas. [A. R.) 538 a. de J. C. (Esd. 4, 11-5, 12; cf. Crónica
BILB. — A. V accari, en VD, 2 (1922) 14-18; A. de Nabonid III, 1, 24) otorga a los judíos au­
D eimel, en VD, 5 (1925) 5-11; E. Baras, La cir- torización general para retornar a su patria;
concision. París 1936; * M atheu, La circuncisión,
en CB, II (1945) 9. permiso especial para reconstruir el Templo, y
plena libertad para llevar consigo los bienes, lo
CIRO el Grande. — Valeroso y magnánimo cual se deduce de la invitación a los babilonios
fundador del imperio persa (558-529). En el año a que ayuden a los repatriados con oro, plata,
558 sucede a su padre Cambises (I) que reinaba enseres y rebaños.
sobre los pasárgados, la primera entre Jas más Parece ser que Ciro se inclinaba hacia los
importantes tribus persas, con el título de rey judíos incluso por motivos religiosos, pues el
de Anzan; pero bajo el control de los medos, culto idealizado de Ahura-mazda tenía que re­
desde el tiempo de Ciajares, Ciro unifica y or­ sultar muy parecido al culto sin imágenes del
ganiza el diminuto reino; luego, en 553, ataca único Dios de los judíos.
y derrota a Astiajes, rey de los medos, ocupa Ciro murió en 529 combatiendo contra unos
la capital Ecbátana y funda el reino medo- pueblos que amenazaban las fronteras orienta­
persa (Gran cilindro de Sippar: Nabonid goza les de su imperio y que no han sido identifica­
por la victoria de Ciro). En el 546 conquista a dos con certeza. [F. S.]
Lidia y toda el Asia Menor. Extiende sus fron­ BILB. — G. R icciotti. Storia d'Israele, II, 2.1
teras por el este hasta el Indo, y por el país de cd., Torino 1935, pp. 11-12; R. D e V aux, Les dé-
los dacios hasta el Himalaya; por el norte has­ crets de Cyrus et de Darius sur la réconstruction du
Temple, en RB, 44 (1937) 29-57; A. M édebielle,
ta Escitia y las estepas de Siberia. De aquí se Esdras (La Ste. Bible, et. Pirot, 4), París 1949, pp.
vuelve al piadoso soñador Nabonid, rey de 281-86.
Babilonia. Gubaru, gobernador de la provincia
del Gucio, al norte de Babel, se pasa a Ciro. CITAS implícitas. — Consisten en expresar pa­
En el mes de Tammuz, Ciro derrota a Nabonid labras o sentimientos ajenos sin nombrar al au­
junto al Tigris; el 14 de tirsi (sept.-oct.) ocupa tor o la fuente; y en eso se diferencian de las
a Sippar; dos días después Gubaru ocupa a citas explícitas.
Babel sin violencia (12 oct. 539), ayudado de la Es cierto que se dan en la Biblia citas implí­
población de la gran metrópoli. Es muerto Bal­ citas, si bien no siempre es fácil reconocerlas y
tasar, hijo de Nabonid (Dan. 5), y el rey es aislarlas con seguridad. Puede servir de guía la
hecho prisionero. Quince días después, Ciro identidad o gran semejanza de palabras entre
hace su entrada triunfal en Babel y proclama un pasaje y otro, aun cuando sea pagano: una
la paz para todos. notable divergencia con el estilo general del li­
Ciro inaugura un método de amplia toleran­ bro (p. ej., en la historia de Elias y Elíseo:
cia. Respeta la vida y trata bien a los reyes I-II R e.)’, genealogías, elencos y censos (Gén.
vencidos, e igualmente respeta los templos y los 5: 10; 11, 10-30; Núm. 1, 1-46; I Parí. 1-9;
dioses de cada uno de los pueblos. Quiere ser Esdr. 21, 1-70; 7, 4-66; Mí. 1, 1-17; Le. 23-
un benéfico libertador para todos. 38, etc.) no siempre podrán referirse de memo­
Ciro no es monoteísta: con el culto de Ahu- ria ; puede, además, pensarse en la presencia
ra-mazda, el dios supremo del cielo, junta el de proverbios, dichos populares, versos poéticos
de otras divinidades, y lleva su tolerancia hasta que, por ser muy conocidos de los contempo­
el extremo de presentarse a cada uno de los ráneos, no necesitan ser presentados con la in­
pueblos dominados como servidor y enviado dicación de la fuente. Así vemos muchos frag­
del dios a quienes ellos adoran (Cilindro de mentos narrativos de Reyes y Paralipómenos
Ciro, en Babilonia, lin. 11-15. 30. 35; Crónica muy semejantes en la colocación, en la dispo­
de Nabonid). sición interna, en las palabras o en las frases
También los israelitas se beneficiaron de tales con que son presentados (cf. también Is. 36-39
disposiciones (Esd. 1, 1-4), y así se cumplía la y II Re., 18, 13-20, 20; Jer. 39, 1-10 y II Re.
profecía de Jer. 25, 1-14; 29, 1-14 sobre los se­ 25, 1-12; Is. 2, 2-4 y Mi. 4, 1-3; Sal. 104 y
tenta años de cautiverio comenzando en el I Par. 16, etc.): en semejantes casos es posible
605 a. de J. C., después de los cuales Dios li­ que haya una dependencia mutua, o que los
bertaría a los cautivos, y los devolvería a su hagiógrafos dependan de fuentes extrabíblicas.
patria según había sido predicho repetidas ve­ Es evidente la cita implícita en II Par. 5, 9,
ces, Is. 44, 24; 45, 13; 46-47; 48, 1-16; 52, ya que no era posible que el arca estuviese en
1*12; cf. Is. 41, 21-29, indicando incluso el el Templo en los tiempos del autor del libro,
8. — S padatoka. — Diccionario bíblico
COLOSENSES (Epístola a los) 114

posterior a la cautividad. La misma frecuencia Todo lo que se refiere a las citas implícitas
con que el autor sagrado remite a sus fuentes constituye un principio que el exegeta puede
(I Re. 14,2 9; 15, 7, etc.) induce a pensar en aplicar siempre que se vean fundados motivos
la posibilidad de citas implícitas aun en los lu­ para ello, después de un esmerado estudio.
gares en que no aparecen otros indicios. A ve­ [L. V.]
ces entre fragmentos en prosa hállanse frases BIBL. — L. V enard, Ciíaíions de l'A. T. dans
poéticas de contenido proverbial (p. ej., Ecl. 1, le N. T.. en DBs, II, col. 23-51; A. L emonnyer, C í-
8. 15. 18; 2, 2. 14: 4, 5 s., etc.) que bien pue­ tations implicites, ibid., col. 51-55; G. M. Perrella,
Tntrod. en. alia S. Biblia, 2.* ed., Torino 1952, pp.
den ser sentencias y dichos populares muy co­ 98-102.
nocidos entonces. I Cor. 15, 33 cita un verso
de la Taida de Menandro fácilmente reconocido CLEOFÁS. «— 1. v. Alfeo.
por los lectores ya que había adquirido carác­ 2. Uno de los dos dis
ter de proverbio (cf. Gál. 5, 9 y I Cor. 5, 6). que en el día de la resurrección de Jesús, al
Ef. 5, 14 y I Tim. 3, 16, son tal vez citas dirigirse a Emaús (v.), fueron alcanzados y
de himnos litúrgicos de la Iglesia primitiva. acompañados por el mismo Jesús, a quien no
Juds: .14, cita tácitamente el apócrifo de Enoc reconocieron sino en el momento de la «frac­
1, 9. Son también frecuentísimas las citas o ción del pan» ; y habiendo regresado a Jeru-
claras alusiones al A. T. por parte de los hagió- salén volvieron a verlo en la misma tarde jun­
grafos del Nuevo, sin precisión alguna (Mt. 18, tamente con los otros (Le. 24, 13-42; Me. 16,
16; II Cor. 13, 1; Me. 10, 7: Ef. 5, 31; Rom. 12 s.; Jn. 20, 19-23).
10, 13. 18; Hebr. 10, 37 s .; I Pe. 3, 10 ss.; Según Eusebio y San Jerónimo, Cleofás era
Apoc. 2, 26, etc.). natural del mismo Emaús, y por tanto regresaba
Sucede a menudo que, aun siendo cierta la a su casa después de las fiestas pascuales. El
cita implícita, el hagiógrafo no aprueba ni des­ martirologio romano lo da como muerto por
aprueba. Resulta delicado para el exegeta el co­ los judíos el 25 de septiembre, en la misma
metido de distinguir entre «verdad de la cita» casa donde había invitado a comer al Señor.
y «verdad del contenido» de la cita misma, cosa [L. V.]
clara cuando se trata de citas explícitas. Es de­ CODO. — v. Medidas.
cir, que el mero hecho de citarse una frase no
quiere decir que la frase sea verdadera, sino COLOSENSES (Epístola a los). — Lo mismo
que conserva el valor que tenía en su fuente que Ef., Flp., y Flm., fué escrita durante el
(v. Inspiración). primer encarcelamiento romano del Apóstol (61-
Se presume que el hagiógrafo garantiza el 63). Pablo está encadenado y en prisión, pero
contenido de las citas implícitas, pero sin per­ disfruta de cierta libertad de palabra, de acción
der de vista el modo de componer propio de los y de movimiento. Es cierto que no puede ale­
semitas, que van colocando unos tras otros los jarse personalmente si no es en compañía de
diferentes documentos tal como los encuentran. un soldado que lo lleva atado por el brazo, pero
La «teoría de las citas implícitas» fué pre­ él tiene conciencia de que no se puede mante­
sentada por primera vez como sistema por ner así atada la palabra de Dios. Sus cadenas
F. Prat (La Bible et Vhistoire, París 1904). En son su gloria y la gloria de la Iglesia; sus pa­
las citas implícitas el hagiógrafo no siempre ga­ decimientos completan lo que falta a la pasión
rantiza la verdad del contenido, o al menos de de Cristo por los elegidos de Dios. Y tiene la
cada uno de los detalles; y dado que los lecto­ esperanza de que presto se verá enteramente
res inmediatos reconocían la alusión a las fuen­ libertado. Todo este complejo de circunstancias
tes utilizadas, suficientemente conocidas, no in­ parece adivinarse ya al final de los Actos (28,
currían en error. Esa teoría parecía exagerar las 16-31).
citas implícitas no aprobadas por el hagiógrafo El contenido ideal de este grupo de cartas
con lo que se abría un camino cómodo en de­ encaja perfectamente en el ambiente romano,
masía para eludir las dificultades exegéticas. tal como podía ser apreciado por el Apóstol.
La Pontificia Comisión Bíblica admitió (1905) En la calma relativa de la prisión, su espíritu se
la posibilidad de las citas implícitas no apro­ entrega a la contemplación de Cristo y de su
badas, pero exige una demostración seria y obra, la Iglesia. Así como el inmenso imperio
atenta de su existencia, que debe obtenerse caso de Roma tiene en esta ciudad su centro unifica-
por caso, para evitar arbitrariedades y ligere­ dor y propulsor, de igual suerte Cristo es la Ca­
zas (EB., n. 160). Semejante actitud de reserva beza y la cúspide de todo ser, y lo es de una
se encuentra en otros documentos pontificios forma trascendentalmente más real. Cristo no
(Denz. 2090. 2188). es sólo una realidad histórica sino que es el
115 COMMA DE SAN JUAN

centro de la historia; realidad infinitamente Se enseña claramente la preexistencia del Hijo,


amable para sus fieles; tan amable y cercana imagen sustancial del Padre, y su carácter de
que, sin intermediario, une entre sí a sus segui­ Cabeza del cuerpo místico como Verbo Encar­
dores y los hermana de tal forma que no cons­ nado. Todas las cosas fueron creadas en Él, que
tituyen más que un solo cuerpo místico anima­ es causa ejemplar y eficiente de todas ellas, y
do del divino Espíritu, y que vive y respira para «Él es antes que todo, y todo subsiste en Él.
la gloria del padre. Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia; Él es
Ef., Col. y la esquela a Filemón son contem­ el principio, el primogénito de los muertos,
poráneas; Tíquico es el portador de las tres. para que tenga la primacía sobre todas las
Como en Ja Epístola a los Filipenses se expresa cosas. Y plugo al Padre que en Él habitase toda
más abiertamente la esperanza de una inminente plenitud y por Él reconciliar consigo,, pacifi­
liberación, juzgamos que ésta debió de ser es­ cando por la sangre de su cruz, todas las cosas,
crita después de las otras. así las de la tierra como las del cielo» (1,
La iglesia de Colosas, situada en Frigia, y 17-20).
más concretamente en el valle del Lico, no ha­ Asentadas estas premisas, Pablo pasa ágil­
bía sido fundada por el Apóstol, que ni siquiera mente a la acción concreta de Cristo en sus fie­
la había visitado. El apóstol de Colosas había les, santificados y .reconciliados con Dios me­
sido el griego indígena Epafra, a quien Pablo diante su Sangre, por lo que deberán permane­
colma de elogios; y tal vez lo había convertido cer firmes en la fe, inamovibles en la esperanza
a la fe en Éfeso. Epafra se llegó a la prisión de aquel Evangelio del que Pablo ha sido cons­
de Pablo y le puso al corriente de los problemas tituido ministro.
que agitaban a su tierra para recibir de él con­ En el fragmento 1, 24-2, 5, muestra el Após­
sejo y ayuda. tol cómo su acción y sus sufrimientos tiendep
La ocasión próxima y el contenido de esta a hacer perfectos a todos los hombres en Cris­
epístola aparecen bastante claros en los puntos to. Sobre el profundo significado de la palabra
fundamentales; pero es muy difícil determinar «misterio», v. Efesios. En la última sección de
con precisión cuál fuera el sistema de aquellos la parte dogmática (2, 6-23) Pablo se presenta
innovadores que agitaban a esta prometedora fuertemente polémico, e impugna a los falsos
cristiandad, desconociendo la dignidad única de doctores mostrando la falsedad teórica y prácr
Cristo. Parece descubrirse un deletéreo influjo tica de sus enseñanzas.
judío, al que se unen especulaciones de otro Pasando a lo concreto, el Apóstol demuestra
origen y de índole diferente, que a menudo ha­ cuál ha de ser la nueva vida de los fieles (3,
llaron en Frigia un terreno muy propicio. 1-4» 6), quienes, por haber sido incorporadqs
Expónese el argumento en una primera parte a Cristo, deben llevar una vida enteramente ce­
dogmática (1, 15-2, 23), salpicada de puntos lestial y santa, sea cual fuere el estado en que
polémicos. En la segunda parte, «parenética» haya de desenvolverse su existencia. Se pasa
(3, 1-4, 6), sácanse las consecuencias prácticas revista a los deberes de los cónyuges, de los
de la exposición dogmática. En un breve exor­ hijos, de los padres, de los señores y de los es­
dio (1, 1-14) tienen lugar los rituales saludos clavos, y a todos se recomienda oración, vigi­
cristianos, acompañados de la acción de gracias lancia y prudencia.
a Dios por la fe y la caridad de los colosenses, La genuinidad de esta epístola, no sólo es
a lo que sigue la promesa del Apóstol de rogar admitida por los católicos, sino también por la
por ellos. En el epílogo (4, 7-8) vienen saludos, inmensa mayoría de los exegetas acatólicos
la bendición y una alusión a la misión de Tí- modernos. La conocieron Ignacio, Policarpo y
.quico y de Onésimo. Justino: y la atribuyen expresamente a San
No cabe duda de que la parte más interesante Pablo, San Ireneo, Tertuliano, el fragmento
y característica de esta epístola es aquella en la Muratoriano y los Padres posteriores. Esta epís­
que, en un estupendo desahogo lírico, canta el tola, lo mismo que su gemela a los Efesios,
Apóstol las glorias de la obra y de la dignidad expresa toda la admiración conmovida y el amor
de Cristo en relación con Dios, con toda la sin límites de San Pablo a su adorado Maestro
creación y con la Iglesia, fruto de su sangre y Redentor. [G. T.]
(1, 15 ss.). Esta sección tiene alguna semejanza BIBL. — P. Médedielle, en La Ste. Bible (ed.
de ideas y de palabras con algunos pasajes del Pirot, 12), París 1928 (1946). pp. 102-126; Hoppl-
G ut -M etzinger, Jntr. spec. itt N. T„ 5.» ed., Ro­
Evangelio de San Juan (principalmente en el ma 1949, pp. 396-404.
prólogo) y del Ap., si bien San Pablo introduce
un estilo muy suyo y personal, y se muestra COMMA DE SAN JUAN. — Es el triple tes­
mucho menos irenista que el Discípulo amado. timonio del cielo añadido en Ia Vulgata ele-
COMISIÓN BÍBLICA 116

menlina al triple testimonio de la tierra en fa­ defender los libros sagrados contra los ataques
vor de la divinidad de Cristo: «Porque tres son mortales del racionalismo que, partiendo de
los que testifican [en el cielo: el Padre, el Ver­ erróneos presupuestos filosóficos (idealismo, evo­
bo, y el Espíritu Santo, y estos tres son una lucionismo, pragmatismo), intentaba confirmar
misma cosa. Y tres son los que testifican en la la negación de lo sobrenatural en la naturaleza
tierra]: el Espíritu, el agua y la sangre: y los y en la interpretación de la Biblia valiéndose
tres se reducen a uno solo» (I Jn. 5, 7 s.). de los nuevos datos de la historia antigua, de
La añadidura entre corchetes [ ] no es autén­ la arqueología, de la geología. La exégesis cató­
tica (cf. decreto del S. Oficio del 13 de enero lica estaba en estado de somnolencia y se había
de 1897), pues falta en todos los códices grie­ dejado sorprender, por lo que León XIII con
gos, a excepción de algunos relativamente re­ la Encíclica Providentissimus (18 de nov. de
cientes que han sufrido influencias latinas (cód. 1893) le señaló genialmente el recto camino,
173, 629). Falta asimismo en los códices de la incitándola calurosamente a subir a los prime­
Vetus Latina, a excepción del fragmento de Fri- ros puestos tomando la delantera al adversario
singa de los ss. vi y yii que contiene el triple y utilizando los instrumentos que nos han su­
testimonio del cielo después del de la tierra; ministrado las investigaciones y descubrimien­
y finalmente en los códices más antiguos de tos modernos. Pero subsistía aún la considera­
Ia Vulgata (Amiatinus, Fuldensis, Sangermanen- ble dificultad de aplicar de un modo seguro e
sis, Vallicellanus). La desconocen los escritores inteligente el método y las normas establecidas
orientales anteriores al siglo xm y los Padres a cada uno de los problemas de crítica litera­
latinos antiguos (Hilario, Ambrosio, Agustín, ria e histórica; y esta dificultad se puso en evi­
León Magno), a quienes habría resultado Uti­ dencia con la desbandada producida entre los
lísima para sus polémicas contra los arríanos. exegetas católicos, algunos de los cuales se pa­
La primera referencia segura que se hace al saban, a la ligera, al campo de los racionalistas.
comma, la tenemos en un escrito priscilianista La Comisión bíblica tiene por cometido: coor­
que apareció en España hacia el 380, y es atri­ dinar y dirigir los esfuerzos de los exegetas ca­
buido al mismo Prisciliano: «Tria sunt quae tólicos, entrando autoritativamente en las prin­
testimonia dicunt in terra, aequa, caro et san­ cipales cuestiones graves discutibles, precisando
guis et haec tria in unum sunt; et tria sunt quae lo que debe mantenerse inviolablemente, lo que
testimonia dicunt in caelo, Pater, Verbum et conviene someter a un examen más profundo,
Spiritus Sanctus et haec tria unum sunt in y, finalmente, lo que debe dejarse al libre juicio
Christo Jesu» (Prisrilliani quae supersunt, ed. del investigador.
. Scheps, Vindobonae, p. 6). La Comisión bíblica se compone de miembros
Modificado muchas veces en la forma y re­ ( = Cardenales) con voto deliberativo y consul­
dactado en sentido ortodoxo en el mundo ibé­ tores (eclesiásticos doctos, especialmente biblis-
rico, por influencia de Casiodoro pasó a la tas). Los primeros elegidos fueron cinco carde­
Galia meridional, desde donde conquistó el nales (con Parocchi por presidente) y cuarenta
mundo latino y penetró en la Vulgata, avalado consultores (entre los cuales F. Vigouroux, sul-
por el prólogo a Jas epístolas Católicas falsa­ piciano, y D. Fleming O. F. M., secretarios;
mente atribuido a San Jerónimo. Por tanto, cf. nombres en La civiltá Catholica 1902, 4,
este triple testimonio divino no puede ser adop­ 734; 1903, 1, 490 s.). El actual presidente es
tado como prueba escriturista, pero sí vale como el Card. Tisserant; secretario, desde que mu­
testigo de la tradición en favor del misterio tri­ rió el P. Vosté (t 1949), es el benedictino A. Mi-
nitario. [A. R.] 11er. En 1907, San Pío X eliminó todo género
de discusiones equiparando expresamente las
BIBL. — J. C haine, Les épitres catholiques, París decisiones de la Comisión bíblica a los decretos
1939, pp. 126-37; P. D e A mbroggt, Le epistole cai-
íoliche (La S. Bibbia), Tormo 1947, pp. 190 ss. doctrinales de las otras Congregaciones roma­
266; T. A yuso Mazaruela, en B'biica, 28 (194/) nas (Motu proprio: Praestantia Scripturae Sa­
83-112.216-235; Ibíd. 29 (1948) 52-76: * M. A lamo.
El aComma Joanneo», en EstB, II (1943) 1. crae, 18 de nov.), que tienen valor verdadera­
mente preceptivo y obligan en conciencia. «Pero
COMISIÓN BÍBLICA. — Fué instituida por no exigen un consentimiento absoluto, pues
León XIII (carta apostólica Vigilantiae, 30 de tales discusiones no son infalibles e irrevoca­
oct. de 1902), con su sede en el Vaticano, como bles. Siempre será lícito someter a la Comisión
órgano central para promover entre los católi­ bíblica, con la debida reverencia, las grandes
cos las ciencias bíblicas con todos los medios dificultades que cualquier investigador even­
que nos ofrece el maravilloso progreso de las tualmente tuviese en contra» (G. Perella, p. 298).
ciencias auxiliares en los últimos decenios, y Con ocasión de la 2.a ed. de EB, el P. A. Miller
117 COMISIÓN BÍBLICA

(Benedikt Monatsschrift 31 [1955], 49 s.) y el tuto Bíblico (v. carta apostólica Vinea electa de
P. A. Kleinshans (Antonianum 30 [1955], 63 s.), San Pío X, 7 de mayo de 1909, con la adjunta
han hecho sobre el particular, aunque no sea biblioteca, las Revistas y las publicaciones. La
oficialmente, las siguientes precisiones: «En Comisión bíblica tuvo además una parte pre­
cuanto en tales decretos se sostienen opiniones ponderante en la erección de la Comisión para
que no dicen referencia, ni mediata ni inmedia­ la Vulgata (30 de abril de 1907).
tamente a las verdades de la fe y de la moral, Finalmente, la Comisión bíblica llenó su co­
se entiende que el investigador puede proseguir metido autoritario, al que se refieren los nn. 1.
sus estudio? con entera libertad y sostener sus 3. 4, emitiendo, en forma de respuestas, 18 de­
resultados, supuesto, desde luego, el acatamiento cisiones, de las que basta presentar el argumen­
que siempre se debe a la autoridad del magis­ to para apreciar toda su importancia: 1) sobre
terio eclesiástico». Prácticamente el exegeta de­ las citas implícitas (13 de feb. de 1905); 2) so­
berá aclarar qué decretos revisten «carácter sim­ bre los libros o fragmentos de la Sagrada Escri­
plemente literario» y no «doctrinal», y cuáles tura, de carácter histórico (23 de jun. de 1905);
«dicen relación, como quiera que sea, con las 3) sobre la autenticidad sustancial mosaica deí
verdades de la fe y de la moral». Pentateuco (27 de jun. de 1906); 4) sobre la
Podrá apartarse de los primeros siempre que autenticidad e historicidad del cuarto evangelio
el progreso del estudio y la certeza de las con­ (29 de mayo de 1907); 5) sobre el carácter y eí
clusiones lo exijan o lo sugieran. En abril de autor de todo el libro de Isaías (19 de jun. de
1903 la Comisión bíblica precisó sus finalidades 1908) ; 6) sobre el carácter histórico de los tres
prácticas (cf. ha Civilta Catholica, 18 abr. 1903, primeros capítulos del Génesis (30 de jun. de
221 ss.). 1909) ; 7) sobre los autores de los Salmos y la
1) Protección y defensa de la integridad de época de su composición (1 de mayo de 1910)
la fe en materia bíblica; 2) promover con com­ 8) sobre el evangelio de San Mateo (19 de junio'
petencia el progreso de la exégesis; 3) interpo­ de 1911); 9) sobre el evangelio de Marcos y de*
ner el propio juicio para dirimir las controver­ Lucas (26 de jun. de 1912); 10) sobre la cues­
sias de especial gravedad; 4) responder a las tión sinóptica (la misma fecha); 11) sobre los
consultas de todo el mundo; 5) enriquecer la Actos de los Apóstoles (12 de jun. de 1913);
biblioteca Vaticana con manuscritos y libros 12) sobre las epístolas pastorales (la misma fe­
que requiere la materia; 6) publicar estudios cha) ; 13) sobre la epístola a los Hebr. (24 de
bíblicos; 7) erigir un Instituto especial. junio de 1914); 14) sobre la Parusía o segunda
La Revue Biblique de la Ecole de los Domi­ venida de Cristo en las Epístolas de San Pablo
nicos de Jerusalén publicó desde 1904 hasta (18 de jun. de 1915: Enchiridion Biblicum,
1908 las comunicaciones de la Comisión bíbli­ Roma 1927); 15) sobre la interpretación del
ca; y en 1909 comenzó a publicarse el perió­ Salmo 15, 10 s. (1 de jul. de 1933); 16) sobre
dico Acta Apostolicae Sedis, órgano oficial de la interpretación de Mt. 16, 26; Le. 9, 25 (la
las Congregaciones romanas y, por lo mismo, misma fecha; AAS, 1933, 344); 17) condena­
también de la Comisión bíblica. ción del libro de F. Schmidtke, Die Einwande-
En orden al 2.° punto, se instituyeron los rung Israels in Canaan (27 de feb. de 1934);
grados académicos de licenciatura y doctorado AAS, 1934, 130 s.); 18) sobre el empleo de las
moderados por la Comisión bíblicá. (carta apos­ diferentes versiones de la Vulgata en las fun­
tólica Scripturae Sacrae de San Pío X, 23 de ciones sagradas.
febrero de 1904). La Comisión bíblica elaboró Fuera de la forma acostumbrada:
el programa de los exámenes (RB, 1904, 163- 1) Una declaración (15 de nov. de 1921): no
66); detallado y completado en 1911 (AAS, está prohibido añadir variantes u otro aparato
1911, 47-50. 296-300). Desde 1905 se estuvieron crítico en las ediciones de la Vulgata (EB, 496);
celebrando siempre (salvo en el período de 1914- 2) Carta al Episcopado Italiano (20 de ag. de
1918) dos sesiones de exámenes, en junio y en 1941), en que se reproducen algunas de las más
noviembre, y hasta febrero de 1930 la Comisión recientes disposiciones de la Santa Sede sobre
bíblica confirió la licenciatura a 133 sacerdotes, el estudio científico de la Sagrada Escritura (sen­
y él doctorado a 23. tido literal, crítica del texto, lenguas orientales:
La Comisión bíblica preparó también un pro­ AAS, 1941, 465-72; A. Vaccari, Lo studio della
grama de estudios bíblicos para los Seminarios S. Scrittura, Roma 1943); una respuesta (22
(Quoniam in re bíblica de San Pío X, 27 de de ag. de 1943) que exhorta a la publicación de
marzo de 1906) que entró en vigor el l.° de ene­ versiones hechas sobre las lenguas originales,
ro de 1908. A lo dispuesto en los puntos 5-7 se para que los fieles puedan conocer directamen­
proveyó con la institución del Pontificio Insti­ te, y por tanto más exactamente la palabra de
CONCORDANCIAS bíblicas 118

Dios (AÁS, 1943, 270); 4) una respuesta sobre algunos detalles que confirman la tesis, como
el empleo del nuevo Salterio separadamente el hecho de tener consigo a Tito, con quien
del Breviario (AAS, 1947, 508); 5) Carta al no permitió se practicase el rito de la circun­
Card. Suhard (27 de mar. de 1948) sobre las cisión. [A. R.]
fuentes del Pentateuco y del Génesis (cf, La BIBL. — J. R enií, Actes des Apótres (La Ste.
Civilta Catholica 1948, 2, 79-81); 6) Instruc­ Bible, ed. Pirot, 11-1), París 1949. pp. 206-22.
ción a los Obispos y a los Superiores religiosos
para la enseñanza y el estudio de la Sgda. Es­ CONCORDANCIAS bíblicas. — Son coleccio­
critura en los Seminarios y Colegios (30 de nes de las voces (concordancias verbales) o de
mayo de 1950: AAS, 42 [1950], 495-509). [F. S.] las ideas (concordancias reales) de la Biblia
B1BL. — L. PiROT, en DBs, II. col. 103-113; G.
colocadas por orden alfabético con la referencia
Perrella, Jntroduzione alia S. Bibbia (La S. Bibbia, de los lugares precisos en donde están conteni­
S. Garofalo), Torino 1948. pp. 13, 18-22.32 s. (docu­ dos. Las concordancias verbales permiten ave­
mentada), y p. 297 s .; F. S., en Palestra del Clero
35 (1956) 788-791. riguar en qué pasajes está empleado un térmi­
no, para poder aquilatar su sentido, y también
COMUNIÓN. — v. Eucaristía. hallar fácilmente un fragmento cuyo emplaza­
miento se desconoce. Las concordancias reales
CONCILIO de los Apóstoles. — En el año 49, ofrecen los diferentes pasajes que se refieren a
o en el 50, desp. de J. C., se celebró en Jeru- una misma idea, a un episodio, etc.; lo que
salén una reunión de los Apóstoles para decidir resulta no menos precioso para el exegeta.
la cuestión de los judaizantes. Pablo y Bernabé Las primeras concordancias verbales tuvieron
se presentaron como legados de la Iglesia de su origen en el s. xm sobre el texto de la Vul­
Antioquía, donde algunos nuevos misioneros gata, y se debieron al dominico Hugo de San
procedentes de Judea querían imponer la cir­ Caro y a Hugo de San Víctor. La primera fué
cuncisión y la Ley mosaica a los paganos con­ revisada e impresa en Estrasburgo en 1475, pero
vertidos. En la asamblea tomó Pedro la palabra la segunda, revisada e impresa en Amberes, no
para defender la causa de los que consideraban lo fué hasta 1606. Otras concordancias verbales
inoportuna e infundada semejante pretensión latinas son las de Roberto Etienne (París 1555),
(Act. 15, 7-11), entre ellos Pablo y Bernabé. El las del jesuíta Gaspar de Zamora (Roma 1627) y
mismo Santiago, conocido por su apego a las de los Benedictinos de Wessobrunn (Augsbur-
tradiciones mosaicas y por su eficacia en el go 1751), que siguieron a la publicación de la
apostolado entre los judíos, confirmó también Vulgata sixtoclementina; la de F. P. Dutripon
la doctrina según la cual la salvación ya depen­ (París 1838; 8.* ed. 1880); Ia de M. Bechis
de sólo de la fe en Jesucristo y de su gracia. (Turín 1887 s.); la manual de De Raze-E. de
Pero por razones de orden práctico sugirió al­ Lachaud-J. B. Flandrin (París-Lyon 1891; 21.*
gunas normas que harían más asequible la con­ ed. París 1939), y finalmente la de los jesuítas
vivencia entre los convertidos del paganismo y E. Peultier-L. Etienne-L. Gantois (París 1897;
los del judaismo: que los primeros se abstengan 2.* ed. 1939). Entre los compiladores de con­
de todo aquello que haya sido ofrecido a los cordancias hebraicas merecen ser mencionados:
ídolos, de la fornicación, de comer carne de Isaac Nathan (1437-45), judío provenzal; el ca­
animales ahogados y de probar su sangre. puchino abrúcense Mario Galasio (Roma 1632);
Dado el carácter de estas últimas prescrip­ el protestante Buxtorf senior (Basilea 1632); el
ciones, algunos exegetas ven en el término hebreo S. Mandelkern (Leipzig 1896-1900; 2.*
iropveía la costumbre de contraer matrimo­ ed., Berlín 1925, la mejor; ed. menor, Leipzig
nios entre determinados grados de consaguini- 1900). Entre las concordancias griegas del A. T.
dad, más bien que el significado de fornicación. es excelente la de los anglicanos E. Hatch-H. A.
Y el texto occidental omite la mención del Redpath (Oxford 1892-97; suplem. ibid. 1900-
suffocato, y en cambio añade la regla de oro de 1906) y para el N. T. las completas de C. H.
la caridad: lo que no queréis que se haga con Bruder (Leipzig 1842) y de W. Moulton-A, S.
vosotros, no lo hagáis tampoco vosotros a los Geden (Edimburgo 1897: 3 * ed. 1920) y la
demás (Act. 15, 29). Es evidente la preocupa­ manual de O. Schmoller (Gtitersloh 1869;
ción por dar al texto un sentido más genérico y 6.a ed. Stuttgart 1931). La primera concordan­
moral. cia real fué compilada por San Antonio de
Plenamente de acuerdo San Pablo (Gál. 2, Padua, con miras oratorias exclusivamente (im­
1-10) con la narración de los Actos, acentúa la presa en 1624). Además del Thesaurus bibíicus,
importancia de la decisión fundamental sobre siempre de actualidad, de Ph. Merz (Augsbur-
la no obligatoriedad de la Ley mosaica. Agrega go 1933 y reedición), son dignas de mención
119 CONFESION

las concordancias más científicas de G. Allot blico o en privado, con fórmulas generales o
(Amberes 1577), de A. Calmet (París 1722), de también particulares.
G. Vespasiano (Venecia 1858) y la de M. Ha- El Antiguo Testamento enseña que Dios
gen, Realia bíblica (París 1944). [A. R.) quiere la confesión o reconocimiento de los
propios pecados como condición para el per­
BIBL. — E. M angenot, en DBs. II. col. 892-907;
A. V accari, Oitae sit optima Vulgatae latinae con­ dón, y quisiera que Adán y Eva (Gén. 3,
cordantia, en VD, 4 (1924) 245-50; A. K leinhans. en 11- 13), Caín (Gén. 4, 9) y David (II Sam.
Bíblica, 5 (1924) 39-48; id. De conc. bibl. s. Anto­ 12- 13) hubiesen reconocido su culpa ante Él.
nio,.. aliisque Ir. Mitioribus sec xm attributis, en
Antonianum. 6 (1931) 273-326. Prométese el perdón a quien confiese los pro­
pios pecados (Prov. 23, 13), y exhórtase a los
CONCUPISCENCIA. — De suyo el hebreo hombres a que no sientan vergüenza en con­
ta’-wáh, el griego emSvuía = deseo o ansia de fesarlos (Eclo. 4, 31). El Salmista dice que él
un objeto cualquiera. Dícese del deseo de la ha confesado ante Dios sus propias iniquidades
sabiduría (Eclo. 1, 39 = LXX, 1, 26), del amor y que ha sido perdonado por Él (Salmo 32, 5).
a la ley divina (Salmo 119, 20); Jesús lo em­ En el Salmo 51, 6, David confiesa claramente
pica para expresar el ansia profunda con que que ha pecado. Faraón dice que reconoce su
esperó la llegada de la última cena; ¿mSvjuLÍo. culpa (Gén. 41, 9). Neliemías (Neh. 1, 6) hace
eneSvuycra, he deseado ardientemente (Le. la confesión de los pecados del pueblo para
22, 15). aplacar al Señor, y los mismos israelitas re­
Pero las más de las veces concupiscencia se unidos en comunidad hacen confesión pública
refiere a deseos y ansias contrarios a la recta (Neh. 9, 2) de los pecados propios y de los de
razón, en el campo de la siquis y especial­ sus padres. Daniel estaba haciendo confesión
mente de la sensualidad (Tob. 3, 16; Jdt. 12, de sus pecados y de los del pueblo ante Dios
16; Eclo. 23, 6; Ez. 23, 16; Col. 3, 5). cuando se le apareció el arcángel Gabriel (Dan.
La razón de la preferencia por este uso está 9, 20). Esdras confiesa ante Dios durante el
en que en el N. T. la concupiscencia toma un sacrificio vespertino que es muy pecador (Esd.
sentido abiertamente definido y entra a modo 9, 6). Los israelitas cautivos en Babilonia re­
de jalón en el dominio de la teología. Y es comiendan a los de Jerusalén que rueguen por
San Pablo su principal artífice, al establecer, ellos, porque han pecado contra Dios y por
aunque sin romper la unidad sustancial de la eso les había perseguido hasta entonces la ira
naturaleza humana, lo que podríamos llamar de Dios (Bar. 1, 13), y a esto sigue la confe­
dos principios de acción en el hombre: la sión de los pecados (Bar. 1, 17 ss.).
carne y el espíritu (<ráp^~nv€v/jLa)t los cuales La ley de Moisés prescribe la confesión de
luchan inconciliables por destruirse el uno al los pecados con fórmulas particulares en de­
otro, apoyándose cada uno en las respectivas terminadas circunstancias. En la fiesta de la
filas de seguidores, cuales son das obras de expiación el Sumo Sacerdote hacía todos los
la carne» y los «frutos del espíritu» (Gal. 5, años confesión pública de los pecados de todo
16-25). La concupiscencia no es la tentación Israel poniendo las manos sobre la cabeza del
ni el pecado, sino aquella «ley» que, con ser macho cabrío (Lev. 16, 21). Esa confesión se
repugnante a la mente, liga los miembros del hacía en términos generales. Estaba prescrita
una confesión especial y determinada para el
hombre, es decir, su siquis, su sentimiento
y su todo físico, haciéndolo esclavo del pecado que hacía un sacrificio por el pecado o por el
delito, y también para el Sumo Sacerdote por
(Rom. 7, 23). Esta «ley» de esclavitud se reveló
un pecado involuntario cometido en el cum­
en los miembros del hombre inmediatamente
plimiento de sus funciones (Lev. 4, 3-12); para
después del pecado original (Gen. 3, 7 ss.). los ancianos por un pecado de ignorancia co­
Para romper esta cadena de servidumbre y metido por el pueblo (Lev. 4, 13, 21); a los
volver al pleno equilibrio del ser, es preciso príncipes y demás por las violaciones involun­
renacer a una vida nueva, mediante la muerte tarias de la Ley (Lev. 4, 23-25); a todos los
mística, juntamente con Cristo en el bautismo, que, habiendo sido citados, rehusaren hacer de
del que se resucita, igualmente con Cristo, testigos, y a los que hubiesen tocado cualquier
convertido en una «nueva creatura» [Rom. 6, 6; objeto inmundo, o que por olvido hubieren
Gal. 6, 15). [N. C.] violado los juramentos que hubieren "hecho,
BIBL. — B üchsel, en ThW NT, III, pp. 168-72. o que tuvieren que hacer una restitución, o que
hubieren cometido un hurto o un fraude (Lev.
CONFESIÓN. — Es la acusación de los pe­ 6, 1-7; Núm. 5, 6 s.). Son, pues, tres las es­
cados, hecha a Dios o a los hombres, en pú­ pecies de confesión que el A. T. manda se ha­
CONVERSIÓN 120

gan a Dios: a) una interna; b) una externa de sus pecados. La confesión sacramental está
y general de todos los pecados del pueblo; testificada explícitamente en Jn. 20, 19-23: Je­
c) una particular por determinadas culpas. sús se aparece a los discípulos en la tarde del
En el Nuevo Testamento son numerosos los mismo día de la resurrección; los saluda, les
testigos que hablan de la confesión. Todos muestra las manos y el costado, y habiendo
cuantos reciben del Bautista el bautismo de repetido el saludo prosigue: «Como me envió
penitencia confiesan sus propios pecados (M t. mi Padre, así os envío yo (= os comunico mi
3, 6; Me. 1, 5): no sabemos si era una con­ poder)... Recibid el Espíritu Santo; a quienes
fesión genérica o específica de las culpas come­ perdonareis los pecados, les serán perdonados;
tidas. En el A. T. no había ningún hombre a quienes se los retuviereis, les serán rete­
que tuviese poder de perdonar los pecados. nidos».
En el N. T. se lo concedió Jesús a sus Após­ Jesús comunica a sus apóstoles el poder de
toles (Mt. 16, 18 s .: a Pedro; Mt. 18, 18: a dar una sentencia, como la que da un juez en
todos los Apóstoles; cf. Mt. 9, 2-8; Me. 2, el tribunal; deben, pues, juzgar si han de ab­
3-12; Le. 5, 18-26). Jesús mismo perdona los solver al pecador o negarle la absolución, y
pecados con extrañeza de los fariseos presen­ esto no podrán decidirlo si el penitente no ex­
tes. Al conferir el poder a los Apóstoles, Jesús pone el estado de su alma. Jesús dice que Él
no dice explícitamente que deban confesarse ratifica en el cielo la sentencia pronunciada por
los pecados, pero eso va implícito en el poder el confesor-juez aquí en la tierra. [F. So.]
que les da de perdonarlos. En Éfeso muchos BIBL. — P. T heoph G arcía ab O rbiso , Epistula
convertidos por Pablo confiesan sus propios s. Iacobi, Roma 1954. c. 5; P. H einisch , Teología del
pecados (Act. 19, 18). Dios perdona los pecados Vecchio Testamento (trad. it.). Tormo 1950, pp. 243.
255.258.291; J. Bonsirven, Teología del Nuovo Tes­
a quien los confiesa (I Jn. 1, 9). Sobre estos tamento (trad. it.), Torino 1952, pp. 80.320.
dos casos los autores disertan si se trata o no
de confesión sacramental. En el primer caso CONVERSIÓN. — Movimiento de retorno a
depende de la determinación del hecho de si Dios por parte de quien se ha alejado de Él
los que se confesaban eran bautizados o ñau por el pecado. Para obtener el perdón es nece­
En el segundo caso parece más probable que sario que el hombre se humille ante Dios, re­
se tratase de un reconocimiento de los propios conozca su propia culpa, se ¿leje del pecado
pecados ante Dios, y, por ende, no de con­ y encauce sus actos hacia la acción salvadora
fesión sacramental especial y exclusivamente. de Dios (II Sam. 12; I Re. 21, 27 ss.; Lev. 5,
También Santiago recomienda la confesión de 5; 16, 21 ; I Sam. 7, 5, etc.; en los Salmos
los propios pecados (Sant. 5, 16). Según algu­ penitenciales 25, 7; 32, 5; 38, 19; 41, 5; 51,
nos lo que recomienda sería el manifestarse 6 ss.; 65, 4; 130, 1 ss.).
mutuamente las ofensas que se hubiesen hecho Las expresiones más comunes empleadas para
unos a otros; según otros sería el decir los semejantes movimientos del ánimo so n : buscar
propios defectos a un hombre santo con el fin a Yavé (II Sam. 12, 16; 21, 1; Os. 5, 6; Sof.
de recibir su consejo y beneficiarse de sus ora­ 2. 3), pedirle a Él (Am. 5, 4. 6; Os. 10, 12;
ciones. Pero la opinión más probable es la que Is. 55, 6), confesarse a Él (I Re. 8, 33, 35).
sostiene la mayoría de los exegetas y teólogos Ese mismo concepto se expresa en las formas
católicos, los cuales afirman que se trata sen­ externas de llanto, lamentaciones, etc., pero
cillamente de confesión sacramental ante los ante la posibilidad de que se dé alguna ilusión,
ministros de la Iglesia. Ofrécense algunos textos los Profetas repiten la apelación a los senti­
que a primera vista parecen negar la remisibi- mientos internos: corazón sincero (Am. 5, 5;
lidad de ciertos pecados, como la blasfemia Os. 7, 14; Is. 1, 10, etc.), dirigirse hacia el
contra el Espíritu Santo (Mt. 12, 31), la apos­ bien y alejarse del mal (Am. 5, 14; Is. 1, 17;
tasia (Hebv. 6, 4-6; probablemente también en Sal. 34, 15 ; 37, 27), cambiar el tenor de vida
Hebr. 10, 26; 12, 16 s., se trata de renegados, (Jer. 7, 3; 26, 13), formarse un corazón nuevo
de apóstatas). Mas en todos estos lugares no se (Ez. 12, 31), o también lavar el corazón, según
niega la posibilidad del perdón de los pecados el lenguaje figurado del culto (Jer. 4, 14), la­
posteriores al Bautismo, como aseguraban los varse y purificarse (Is. , 16; Ez. 36, 25). El
1

montañistas y no vacíanos. Lo que allí se afir­ hombre necesita de una íntima acción personal
ma es que los que han renegado de la fe no para hallar a su Dios y volver a unirse con Él.
son ya partícipes de la mediación de Cristo, Todas las circunlocuciones precedentes que ex­
y después de la apostasia, dada su disposición presan este cambio profundo están sintetizadas
de ánimo, es muy difícil que puedan recobrar en el verbo hebreo sübh (volver), del cual pro­
la fe y por tanto que puedan obtener el perdón cede sübháh (-conversión, convertirse); ale-
121 COPTAS (Versiones)

jamiento de la táctica moral seguida en lo pa­ Redentor (Gál. 6, 15; Rom. 6, 4 ss.; 7, 6;
sado, y nueva dirección conforme al querer Ef. 4, 22. 24). En su significado pleno y pro­
divino. En este término se encierra uno de los fundo — o sea unida con la fe — la conversión
pensamientos dominantes de los Profetas (Am. une al fiel con Jesucristo, porque comunica la
4, 6. 8 ss.; Os. 5, 4, etc.). La conversión tiene vida de la gracia, la vida divina.
siempre el significado de un retorno (cf. Os. El tema profético ha cambiado de aspecto en
14, 2-5; Jer. 3, 12-22; 18, 11 ; 25, 5, etc.) que la predicación de Jesús y de los Apóstoles, pero
debe brotar de una decisión de la voluntad del las líneas fundamentales continúan siendo las
hombre, ya que se trata de una lucha del hom­ mismas. En Jn. (Evangelio y Epístolas) no apa­
bre por Dios y en nombre de Dios (Is. 31, 6; rece nunca la palabra conversión o el verbo
Os. 14, 2 s.; Jer. 3, 14. 22; 4, 1; Ez. 14, 6; convertirse: la conversión él la identifica con
18, 30; Zac. 1, 3). Is. (44-45) deja casi en el el «creer» (cf. 3, 15-18; 5, 25; 6, 40. 47; 9,
olvido el aspecto negativo de la conversión, 21-41 ; 12, 37-40. 46, etc.). La consigna de Je­
para poner en evidencia el positivo, la unión sucristo a los Apóstoles es la conversión de
con Dios (asimismo Os.). La conversión no es todos los pueblos (Le. 24, 47), y con ella se rea­
un acto sino una conducta (cf. Ez. 18) de vida. liza la restauración total de la humanidad;
El hombre no puede obrar por sí solo su con­ «convertirse y creer» (Me. 1, 15). La conversión
versión ; y sobre esto tiene capital importancia es el primer paso y el cumplimiento de la pa-
esa insistencia de Ja iniciativa divina: «Con­ lingénesis de la humanidad y de la creación en
viérteme, y yo me convertiré, pues tú eres mi N. S. Jesucristo. [L. M.]
Dios» (Jer. 31, 18), «Sáname, y seré sano» (17, BIBL. — P. H einisch, Teología del Vecchio Tes­
14; cf. Lam. 5, 21 ; Sal. 80, 4. 8. 20; Zac. 1, tamento, Torino 1950, p. 289 s s.; J. Bonsirven, Les
3). Es Dios quien debe obrar la conversión del Enseignements de Jésus-Christ, París 1950, p. 125
ss. ; I d ., Teología del Nuovo Testamento, Torino
hombre para que ésta pueda ser real y eficaz; 1952.
cf. Os. 6,11; 11, 3-11; Él es quien crea el nue­
vo corazón e infunde un nuevo espíritu (Jer. COPTAS (Versiones). — La lengua copta pro­
24, 7; 31, 31; 32, 39; 15, 19; 17, 14; Ez. 11, cede del egipcio antiguo con influencias griegas.
19 s .; 36, 26 s.). Doble aspecto, divino y hu­ Consta de varios dialectos: el sahídico o tebano
mano, de la conversión: «Si tú te conviertes yo del alto Egipto, que es el más importante y
te convertiré...» (Jer. 15, 19), y «Conviértenos a acabó por suplantar a los otros; el ahmímico
Ti, Señor, y nos convertiremos» (Lam. 5, 21). (de Ahmim, ciudad del alto Egipto); el subah-
La conversión tiene también un sentido escato- mímico; el fajjumico (de la región de Fajjum,
lógico. No se trata únicamente de una doble en el medio Egipto), y finalmente el bohaírico,
acción divinohumana que se termine aquí en la el más reciente dialecto del delta del Nilo, que
tierra, sino de perdón y salvación, de una unión llegó a ser lengua literaria (s. vi-vn desp. de
que va más allá del tiempo, llegando a ser algo J. C.) y hoy es la lengua litúrgica copta.
perenne, fundamentada como está ya desde aho­ Tenemos versiones en todos los dialectos (el
ra en la divina bondad (Jer. 3, 19-4, 4; 31, mayor número de las mismas en el sahídico y en
18 ss., etc.). La conversión es, por consiguiente, el bohaírico), llegadas a nosotros en fragmen­
en su aspecto más profundo, el total restableci­ tos,, que todavía carecen de una edición crítica
miento de la armónica unión primitiva del completa que ofrezca seguridad y solidez para
hombre con su Dios. la crítica del texto. Las más antiguas se remon­
En el Nuevo Testamento la invitación a la tan a la segunda mitad del s. n 'y s. m desp.
conversión compendia toda la predicación del de J. C. La versión sahídica tiene precedencia
Precursor (Mt. 4, 17; Me. 1, 14; Le. 3, 8), y sobre la bohaírica, dado que las poblaciones del
en ella concentra Jesús la suya (Le. 5, 32; alto Egipto sufrieron menos influencia helénica,
Mt. 9, 13 ; Me. 2, 17). Los Apóstoles invitan a lo que motivó la traducción de las versiones
sus congéneres compatriotas a la conversión griegas de la Biblia al dialecto sahídico y a los
(Me. 6, 12). otros dialectos del medio Egipto, que pronto
También en el N. T. aparece la conversión fueron absorbidos por el sahídico. Para las prin­
en su doble aspecto, negativo (Act. 3, 19; 5, cipales versiones del A. T. publicadas frag­
51; 14, 15; 26, 18) y positivo (Act. 9, 35; 10, mentariamente, cf. A. Vaccari, De Textu (Inst.
43; 11, 18-21; 13, 38; 15, 19; 20, 21; 26, 20): Biblicae, I), 5 / ed., Roma 1937, p. 282 s.
arrepentirse, volverse al Señor (Jesucristo), dar­ La versión sahídica del A. T. (Is., Prov., Ecl.,
se a Él, creer. Es la manera de llegar a la Ez.) acusa la influencia de la Hexaplas; Dan.
nueva creación (y. Recreación), con la parti­ sigue a Teodoción: Job depende de los LXX
cipación en la muerte y en la resurrección del antejeronimianos.
CORINTIOS (Epístolas a los) 122

La versión copta del N. T. (sahíd., bohar.) I Corintios. Fué escrita en Éfeso (I Cor. 16,
fué editada por G. Horner, The coptic versión 8) entre el 55 y el 57 (tal vez en la primavera
of the N. T., 4 vols., Oxford, 1898-1905; del 55). Pablo, que no abandonaba nunca a sus
fd., The coptic versión of the N. T. in the neófitos, seguía con ansiedad desde el Asia el
Southern dialect, 7 vols., íbid. 1911-1924. El desenvolvimiento de la vida cristiana en la co­
N. T. bohahírico concuerda, en conjunto, con munidad de Corinto. Eran abundantes las noti­
los manustritos griegos más antiguos (B), no cias que le llegaban a través de sus colaborado­
obstante algunas añadiduras no originales. Las res Apolo, Aquila y Priscila, y por los miem­
versiones coptas tienen un gran valor, por pro­ bros de la familia de Cloe (1, 11), y por Esté-
ceder del griego, para la historia y la crítica de fana, Fortunato y Gayo (16, 17). Además de
los LXX y del griego del Nuevo Testamento. esto los mismos corintios habían dirigido una
[A. R.] misiva pidiendo aclaraciones sobre varios pun­
BIBL. — M. J. L agranoe-St . L yonnet, Critique tos doctrinales y sobre la licitud de algunos
textuelle, II, París 1935, pp. 313-24.450-3.251 s. usos.
569 s. 617 ss.
Como se propone resolver esos interrogantes
CORDERO de Dios. — Juan Bautista señala y corregir no pocos abusos introducidos des­
ante las turbas a Jesús como al Mesías espe­ pués de haberlos dejado el Apóstol, el escrito
rado : «He ahí el cordero de Dios, que quita carece de unidad rigurosa. Van sucediéndose en
el pecado del mundo» (Jn. 1, 29-36). él los diferentes temas sobre manera preciosos,
La expresión puede ser alusiva al cordero pas­ ya que describen con abundancia de datos la
cual (Éx. 12, 3-28; I Cor. 5, 7 s .; cf. Jn. 19, vida íntima de la comunidad.
30 ss.); al cordero inmolado en el Templo dia­ Después de un exordio (1, .1-9), San Pablo se
riamente, mañana y tarde (Éx. 29, 38-41); a la detiene a describir y a reprender a los partidos
simple imagen de la inocencia y de la manse­ que habían surgido en la comunidad (1, 10-4,
dumbre (I Pe. 1, 19). En el último himno del 21). Efectivamente, después de haberse ido él,
Siervo de Yavé se aplica al Mesías que expía llegó Apolo (judío helenista convertido) con
los pecados de los hombres, sacrificándose por muy buenas intenciones, haciendo mucho bien
ellos, el símil del dócil cordero (Is. 53, 7). entre ellos (Act. 18, 27). Con su celo y buena
Esta última conexión es la que ofrece siem­ oratoria suscitó un vivo entusiasmo que pronto
pre las mayores probabilidades, aun cuando no dió origen a una escisión.
se excluya el influjo de las otras. El último Mientras unos permanecían adheridos al
himno (Is. 52, 13-53, 13) es mencionado y apli­ Apóstol y a su predicación, otros anteponían el
cado a Cristo muchas veces (Mt. 8, 17; Le. 22, estilo más intelectual de Apolo a la sencillez
37; Act. 8, 32; I Pe. 2, 22 s .; Hebr. 9, 28); del primer misionero', dando con ello origen a
el Bautista se presenta como el heraldo de preferencias personales. A esos dos grupos de
quien habla Isaías (40, 3 = Jn. 1, 23). Particu­ partidarios de Pablo y de Apolo se añadió un
larmente en el IV evangelio y en el Ap. es fre­ tercero, que es fácil se haya formado con la
cuente esta aproximación a Is. 53. En el Ap. llegada de algunos cristianos evangelizados por
llámase 26 veces «cordero» al Mesías glorioso, Pedro, ya que tomaron este nombre. Otros, en
a quien también se atribuyen las características fin, hastiados ya por las continuas manifesta­
que se refieren en el himno de Isaías: inmola­ ciones de preferencias en torno al nombre de
do (Ap. 5, 6), adorado (5, 8; 7, 9 s.); los ele­ algunos de los misioneros, se proclamaron del
gidos por obra suya (12, 11; 17, 14), y lavan partido de Cristo. El Apóstol Pablo se muestra
sus vestidos en la sangre del cordero (7, 14), etc. sorprendido por esta manía de los corintios,
[L. M.] que en la práctica no hacía más que destruir la
BIBL. — P. F ederkiewiez, Ecce A gnus Dei, en unidad de la Iglesia y perturbar profundamente
VD. 12 (1932) 41-7. 83-8.117-20.156-60.168-71; * J. a la comunidad. Por eso insiste en afirmar la
E nciso, El cordero de S. Juan, en Ecc. (1946) 246.
unidad de la Iglesia, cuya cabeza es Cristo (1,
CORDERO pascual. — v. Pascua. 10-16), y trata de demostrar cómo la belle­
za y la profundidad del Evangelio no necesitan
CORÉ. — v. Números. de la vana sabiduría humana (1, 17-3, 4). Luego
invita a que se considere a los misioneros como
CORINTIOS (Epístolas a los). — Existen dos colaboradores de Cristo, sin perderse en nocivas
epístolas auténticas escritas por San Pablo a la preferencias en torno a sus nombres (3, 4-4, 13).
comunidad de Corinto, ciudad emplazada en el Termina anunciando la misión de Timoteo y
istmo del msimo nombre, evangelizada por él. su próxima visita (4, 14-21).
probablemente entre los años 51-53. La vida licenciosa por la que era famosa
123 CORINTIOS (Epístolas a los)

Corinto ofrece materia para los tres capítulos cidad está ampliamente documentada por tes­
siguientes, en los que comienza por reprender timonios antiquísimos y por la misma crítica
a un incestuoso que cohabitaba ocn su madras­ interna.
tra (5, 1-13), y luego muestra la malicia de la , II Corintios. Es objeto de hipótesis y de dis­
fornicación (6, 12-20) y explica las relaciones cusiones la relación que pueda haber entre la
que existen entre el matrimonio cristiano y la 1/ epístola y la 2.* a los Corintios, porque des­
virginidad (7, 1-40). En una breve perícope (6, conocemos los acontecimientos intermedios.
1-11) se condenan los litigios ante los tribuna­ Muchos exegetas las consideran como consecu­
les paganos. tivas, pero entre los modernos se admite como
La cuestión sobre si sería lícito comer carnes probable la existencia de una epístola interme­
inmoladas a los ídolos (idolotitos) es tratada con dia que debió de perderse (cf. II Cor. 2, 3 s.
una amplitud exhaustiva (8, 1-11, 1), y el pro­ 9; 7, 8; San Pablo escribió a los corintios en
pósito de normalizar la disciplina de las asam­ momentos de angustia una epístola ruda, vio­
bleas litúrgicas ofrece la oportunidad de des­ lenta, de lo cual parece que se arrepintió; pero
arrollar una larga exposición sobre varios ca­ la primera que conocemos no tiene, por cierto,
nsinas (v.); (11, 2-14, 40), insistiendo de un ese carácter) y la de un viaje intermedio del
modo especial en la «profecía» y en el «don de Apóstol a Corinto (II Cor. 12, 14; 13, 1 s.).
lenguas», a lo que añade un maravilloso canto Parece ser que se trató de una visita breve, y
a la caridad (13, .1-13), superior a todos los ca- señalada con un recuerdo desagradable (cf.
rismas. Otro punto de excepcional importancia ibid. 2, \ ; 12, 21; 13, 2). De nuevo en Éfeso
es la perícope sobre la Eucaristía (v.); (11, Pablo dio a conocer a los corintios el proyecto
17-34). de una nueva estancia más prolongada en su
Otra cuestión agitada por los corintios da ciudad. Pero habiendo llegado a su conocimien­
ocasión a un amplio desarrollo del tema de la to las disensiones de Corinto y la actividad de
resurrección (v.) de los muertos (15, 1-58), y los sembradores de discordias y de sus detrac­
más que las diferentes nociones sobre los cuer­ tores, envía allí a Tito confiando hallar una so­
pos resucitados merecen notarse en este lugar la lución pacífica para los numerosos problemas.
documentación tan precisa de la resurrección Cuando sobrevino el tumulto de Éfeso con la
de Cristo y la relación íntima que media entre consiguiente huida del Apóstol, éste pasó a
este acontecimiento y la suerte final de la hu­ Macedonia, donde encontró a Tito que regre­
manidad. saba de su misión.
La epístola termina con recomendaciones El informe de este fiel cooperador tranquilizó
particulares para la colecta (16, 1-4) y para la un tanto a Pablo que, hallándose sumido en
buena acogida que convendrá que dispensen a profunda angustia a consecuencia de los últimos
sus enviados (16, 5-24). acontecimientos de Éfeso y de las noticias de
Como puede verse, es una epístola de capital las diferentes comunidades, se imaginaba que el
importancia: un cuadro maravilloso de historia mal de Corinto era mucho más grave de lo que
eclesiástica. Aun cuando trata de cuestiones par­ era en realidad. Entonces escribió la presente
ciales y disciplinarias, como la relativa a los epístola personalísima, en la que alterna el tono
partidos, el Apóstol sabe elevarse a considera­ de una ternura paternal con un reproche más
ciones generales y de gran interés doctrinal. Por duro, y las protestas de humildad de Pablo con­
eso en esta epístola se encuentran las pruebas trastan con la enérgica defensa de su apostola­
escriturísticas de no pocas partes de la teología do, en nada inferior al de los Doce.
sacramental (indisolubilidad del matrimonio con Esta larga epístola se divide en tres partes, no
el conocido privilegio paulino; Eucaristía), de obstante los rápidos tránsitos a argumentos di­
la Cristología, de la escatología, del tratado so­ versos. En la primera parte, después de un be­
bre el Espíritu Santo, cuya divinidad se afirma llísimo exordio (1, 1-11) se lee una larga apo­
en ella (2, 10 $.; 12, 4-11). El documento tiene logía (1, 12-7, 16). El primer malentendido que
también notable interés para la liturgia, espe­ conviene aclarar es la acusación, calificable de
cialmente por la mención de los «ágapes». Por pueril, de haber cambiado irrazonablemente el
último la excomunión lanzada contra el inces­ plan de los viajes apostólicos (1, 12-2,4). Pablo
tuoso (5, 3-5) constituye el ejemplo más anti­ explica que el aplazamiento de su visita ha sido
guo de tal usanza jurídica de la Iglesia. motivado por un sentido de caridad. Lo ha
Literariamente está presentada con ropaje aplazado por evitarse a sí y a los mismos co­
griego y en un estilo muy estimable. Bajo este rintios una entrevista humillante, ya que los
aspecto ocupa, en general, un puesto privile­ muchos enredos que serpenteaban por entre la
giado entre las epístolas paulinas. Su autenti­ comunidad le habrían obligado a tomar una ac­
CORINTIOS (Epístolas a los) 124

titud contraria a su corazón de padre. No se las principales calumnias que sus enemigos ju­
trata, pues, de una imperdonable ligereza del daizantes iban esparciendo en contra suya. Des­
Apóstol. Delicadamente hace referencia a un cribe su apostolado, que lleva la marca de la
hombre que había ofendido al Apóstol, y se continua asistencia de Cristo (10, 1-11) y tiene
alegra de que la misma comunidad haya adop­ su campo bien deslindado (10, 12-18). Contra
tado providencias punitivas contra el maligno, los que trataban de desacreditarle entre los her­
pero ruega que se obre con gran caridad, una manos, comparándole desfavorablemente con
vez que ya se ha arrepentido (2, 5-11). Descu­ los otros Apóstoles, que, según ellos, eran los
briendo el corazón a los corintios, Pablo re­ únicos auténticos, Pablo protesta indignado
cuerda la turbación de que fué víctima después presentando un resumen de las diferencias que
de su huida de Éfeso, y el consuelo que expe­ median entre la conducta de los otros y la suya
rimentó al encontrarse con Tito en Macedonia (11, 1-15). Luego describe su vida de lucha con­
(2, 12-17). tinua y de padecimientos juntamente con los
Luego pasa a tratar, de un modo más general, dones extraordinarios recibidos de Dios, con lo
de la sublimidad del apostolado (3, 1-4, 6), ha­ cual muestra su pleno derecho a equipararse en
ciendo ver la relación que tiene con el Espí­ todo a los otros Apóstoles (11, 16-12, 10). Aca­
ritu. Este fragmento contiene también la prue­ ba excusándose de esta apasionada autodefensa
ba de la superioridad de la revelación del Nue­ que está justificada por el fin que a ella le mue­
vo Testamento respecto de la del Antiguo y ve (12, 11-13, 10). El epílogo contiene los sa­
el conocido antagonismo que hay entre la letra ludos de costumbre y una fórmula de bendi­
y el espíritu. A manera de conclusión añade el ción que constituye uno de los testimonios más
Apóstol una reflexión en la que pone en evi­ explícitos de la Trinidad.
dencia el contraste (4, 7-5, 10) que existe entre No hay dificultad especial en precisar el lu­
la alta dignidad y las miserias de la humana gar y el tiempo de la composición. Son muchos
naturaleza: es el antagonismo que existe entre los indicios que mueven a pensar que fué escri­
la carne y el espíritu, entre el hombre interior ta en Macedonia. Teniendo presente la crono­
y el exterior. Luego vuelve a precisar el fin y la logía general de la vida del Apóstol, su fecha
causa de su ministerio apostólico (5, 11-7, 1), puede oscilar entre el 57 y el 58, y hay mayo­
recordando una vez más sus relaciones con la res probabilidades en favor de la primera.
comunidad y la misión de Tito (7, 2-16), Mientras Ia I Cor. es un documento de pri­
En la segunda parte (8, 1-9, 15) se desarrolla mer orden para el conocimiento de la vida
un argumento enteramente diverso. El Apóstol, íntima de la comunidad, II Cor. nos muestra
que se ha determinado a hacer un viaje a Jeru- de un modo maravilloso el alma de Pablo, sus
salén, desea presentarse a la Iglesia madre lle­ penas, sus gracias extraordinarias, la oposición
vando una prueba palpable del agradecimiento que le acarreó su actividad. También es útilísi­
y de la caridad de las comunidades nacidas fue­ ma para la teología dogmática la II Cor. La
ra de Palestina. En Macedonia se ha procedido fórmula trinitaria final es perfecta; el paran­
ya a hacer una colecta en favor de los pobres gón entre el Antiguo y el Nuevo Testamento
de Jerusalén. Pablo recuerda el compromiso ad­ está desarrollado con tal profundidad, que es
quirido por los corintios (I Cor. 16, 1-4) y les como un preludio de la epístola a los Hebreos;
recomienda que muestren gran solicitud en el expónese la doctrina de la Redención y se alude
cumplimiento de dicho propósito (8, 1-15). Lue­ en forma sugestiva al juicio particular (5, 10).
go hace una recomendación de Tito y de su Todos reconocen la autoridad de la epístola,
compañero, que recibieron el encargo de pro­ a no ser unos cuantos críticos radicales que
mover esta obra de caridad (8, 16-9, 5). Ya des­ rechazan sin fundamento todos los escritos pau­
de que comenzó la exposición de este asunto, linos.
pero sobre todo en la parte final (9, 6-15), se En cuanto a la conexión de los cc. 10-13 con
eleva Pablo a un plano sobrenatural, mostran­ los precedentes, es de notarse que, si en la pri­
do toda la belleza y el valor de este acto de mera parte predominan expresiones afectuosas,
caridad. tampoco faltan recriminaciones severas (1, 13;
Parecía que la epístola entraba ya de lleno 15, 12; 20-6, 1, 12). Por otra parte también
en un argumento práctico para poner con ello en los cc. 10-13 se revela el corazón tiemísimo
el punto final, pero no es así, pues nos encon­ del Apóstol (11, 2-11; 12, 15). Muchas ideas se
tramos ante una tercera parte (10, 1-13, 10) que corresponden en la primera parte y en la ter­
reanuda la polémica, a veces mordaz. Contra su cera, y no hay nada que induzca a creer que se
voluntad, pero empujado por la necesidad de haya cambiado el fondo histórico. Después de
defender la causa de Dios, desmiente una a una un cuidadoso examen se saca en conclusión que
125 CREACIÓN

ya en la primera parte hay alusiones más o Correctores de los Dominicos: el Senonense,


menos latentes a todas las calumnias contra las refutado por los mismos Dominicos; el de Hugo
cuales se defiende Pablo en la tercera con tanta de San Caro, representado en el cod. Vaticano
insistencia y firmeza. Están lejos de ser raras las Ottoboniano 293. La conformidad del texto con
alusiones a una oposición a su apostolado (1, los manuscritos auténticos de la Vulgata jero-
12, 17 ss.; 2, 12-17; 3, 1; 4, 3; 5, 12-16). Las nimiana apenas está asegurada, porque se recu­
múltiples alabanzas dirigidas a la comunidad no rría al texto hebreo y al griego.
disipan las sombras de los desórdenes (1, 3 ss.; Correctores de los Franciscanos: el Soborni-
2, 5, 6, 9; 6, 1, 11-7, 3). Abundan las señales cum (cód. 15.554 de la Biblioteca Nacional de
de una apología del Apóstol (1, 11-14, 13 s .; París) atribuido a Guillermo el Bretón y muy
2, 14-17; 3, 2). Es justo que el Apóstol mani­ afín a los dominicanos; el de Guillermo de
fieste su gozo si se ha corregido algún incidente Mara (cód. Vat. Lat. 346); el de Gerardo de
desagradable (7, 4-16), pero eso no quiere decir Hoyo (cód. Vat. lat. 4240), realizado, lo mismo
que en adelante todo fuese ya normal en la co­ que el precedente, según los rectos principios
munidad. Subsisten otras dificultades que se de la crítica del texto (conformidad con la
van allanando, y que el Apóstol reprueba enér­ Vulgata, y también con los textos originales).
gicamente en la tercera parte, después del pa­ La aportación de los correctores a la en­
réntesis que se ocupa de la colecta que tan a mienda de la Vulgata fué insignificante, debido
pecho había tomado San Pablo. Los enemigos al carácter privado de la iniciativa y de la im­
y calumniadores de Pablo no merecían otra pericia o negligencia de los amanuenses. [A. R.]
cosa que ser desenmascarados sin compasión. BIBL. — E. M aoenot, en DB, II, col. 1022-26; A.
Y Pablo lo hace, pese a que lleva consigo la V accaki, en Institutiones biblicae, I, 5.* ed „ Roma
1937, p. 311 ss.
manifestación de secretos íntimos: lo hace por
amor a los corintios, que no estaban abando­ COSMOGONIA bíblica. — v. Hexameron.
nados a merced de sobornadores, intrusos y li­
bertinos. CREACIÓN. — Los numerosos fragmentos de
Ninguno de los testimonios del texto (ma­ la Sgda. Escritura que se refieren a la creación
nuscritos, versiones) ofrecen apoyo para negar son agrupados comúnmente (desde Vacant [DB,
o discutir la autenticidad del fragmento. Todos II, 1101-05] en adelante; cf. BRLK, II) de este
suponen la unidad del escrito. [A. P.] modo;
BIBL. — E. B. ALLO, Premiére EpUre a u x Corin- 1) Todo lo que existe: el universo visible e
thiens, París 1934; Id., S e c ó n de EpUre a u x Corin- invisible, y cuanto hay en él, es obra de Dios
thiens, ibíd. 1937; J. H uby, Premiére EpUre a u x
Corinthiens, ibíd. 1946; H. D. W endland, Die y sólo de Dios. Esta verdad está afirmada repe­
Briefe ait die Korinther, Gottingen 1949; V. Jacono, lidas veces en el Génesis y en el Apocalipsis.
Le Epistole di S. Paolo ai Romani, al Corinti e ai «En el principio creó Dios el universo» (Gén.
Galati, Tormo 1951, pp. 253-509,
1,1); cielo y tierra se dicen por el cosmos en­
CORNELIO centurión. — v. Actos de los Após­ tero.
toles. Frecuentemente en el Salterio: «Por la pala­
bra de Yavé fueron hechos los cielos — y todo
CORRECTORES bíblicos. — Son trabajos crí­ su ejército por el aliento de su boca. «Dijo Él,
ticos de los siglos xm-xiv destinados a eliminar y fué hecho; — mandó, y así fué» (Salmo 33
los errores introducidos en el texto latino de la [32], 6. 9). «Tuyo es el día y tuya es la noche;
Vulgata que se usaba en la Universidad de Pa­ — tú estableciste la luna y el sol» (74 [73], 16).
rís, profundamente alterada por negligencia de «Suyo es el mar, pues Él lo hizo» (95 [94], 5);
los copistas, por la mezcla arbitraria de leccio­ cf. 102 (101), 26; 119 (118), 90 s. «Hacedor de
nes de las antiguas variantes latinas y por las cielos y tierra, — del mar y de cuanto en ellos
. correcciones arbitrarias de los doctos (Alcuino, hay» (146 [145], 6). Los Profetas se fundan en
Teodulfo y otros). Distínguense dos especies de Gén. 1-2 para celebrar la omnipotencia creado­
correctores: los unos anotan al margen, junta­ ra de Dios (cf. Arn. 4, 13; 5, 8; 9, 5 ss.). «Él
mente con el texto bíblico, las lecciones que con su poder ha hecho la tierra, — con su sabi­
deben rechazarse, aceptarse o corregirse; los duría cimentó el orbe, — y con su inteligencia
otros contienen, sin el texto bíblico, únicamente tendió los cielos» (Jer. 10, 12; cf. 51, 15). Pero
las lecciones que han sido expurgadas más de­ especialmente Isaías cc. 40-56; y más en con­
tenidamente, además de la indicación de las creto 44, 6-46, 13. «Yavé es Dios eterno, — que
autoridades del texto. Todos son debidos a creó los confines de la tierra» (Is. 40, 28). «Así
maestros de la Universidad: Hermanos Predi­ dice Yavé, — que creó los cielos y los tendió, —
cadores y Hermanos Menores. que formó la tierra y sus frutos, — que da a
CREACIÓN 126

los que la habitan alimento» (42,5). «Yo soy La construcción «Cuando Dios empezó a
Yavé, el que lo ha hecho todo: — yo, yo solo crear, la tierra era soledad y caos... — dijo:
desplegué los cielos — y afirmé la tierra» (44, Haya luz, etc.», parece expresar la creación se­
24). Y lo mismo en los otros libros del Antiguo gunda. Pero esa construcción (beréSit beró\ in­
Testamento: «Tú, oh Yavé, eres único; tú hi­ finitivo constructo), posible en cuanto a la sin­
ciste los cielos de los cielos y toda su milicia; taxis, no está atestiguada en ningún manuscrito
la tierra y cuanto hay en ella; los mares y cuan­ masorético ni en ninguna versión. Gén. 1, 1 es
to en ellos hay; tú das vida a todas las cosas». la introducción sintética a lo que sigue en todo
(Neh. 9, 6). el capítulo. Además, la frase tóhü wábóhü, tra­
«A ti te sirve la creación entera, — porque tú ducida por «soledad y caos» podría ser también
dijiste y todo fué hecho — enviaste tu aliento una descripción popular de la nada. Teodoción
y él lo vivificó» (Jdt. 16, 17). En los libros sa­ la traduce por «vacuidad y nada».
pienciales se celebra el atributo divino que pre­ Según Sal. 33, 9; Jdt. 16, 14; Eclo. 42, 15
sidió a la creación, la sabiduría (cf. Prov. 8, bastó una orden de Dios para crear, y en ello
22-32; Sab. 7, 21-8, 19; Eclo. 39, 20-40, 1). La muchos exegetas, incluso católicos, ven, y con
creación y sus maravillas se describen en Job razón, cuando menos una alusión a la creación
9, 5. 10; 26, 7, 14; 38-42. «Dios de los pa­ de la nada. El Nuevo Testamento lo expresa
dres, que con tu palabra hiciste todas las cosas decididamente en Hebr. 11, 3; Rom. 4, 17; a
— y en tu sabiduría formaste al hombre (Sab. Dios y a Cristo se les llama «primer fundamen­
9, 1). «Voy a traer a la memoria las obras del to y creador de todo ser»: «De él y por él son
Señor — Por lo palabra del Señor existe todo, todas las cosas» Rom. 11, 36; I Cor. 8, 6;
— todo cumple su voluntad según su ordena­ Col. 1, 15 s .; Jn. 1, 3: «En el principio era el
ción (Eclo. 42, 15; cf. 43, 37 «el Señor ha crea­ Verbo... Qv el imperfecto expresa la eterni­
do todas las cosas»). dad, la vida continuada indivisa); todas las co­
Dios, creador del universo en el credo, de la sas fueron hechas por medio de él» (syevero,
iglesia primitiva (Act. 4, 24; 14, 15; 17, 24). el principio, el hacerse en un momento dado
«Por la fe conocemos que los mundos han sido del tiempo).
dispuestos por la palabra de Dios, de suerte La expresión de la Sab. 11, 18 «(Dios) creó el
que de lo invisible ha tenido origen lo visible» mundo de la materia informe» é£ apóp<pov
(Hebr. 11, 3). Digno eres, Señor, Dios nuestro vXrjs, tomada por la filosofía griega quiere
— de recibir la gloria, el honor y el poder — ; traducir al lenguaje entonces en uso la tóbú
porque tú creaste todas las cosas — y por tu wábóhü de Gén. í, 2, a Ja que se refiere sin
voluntad existen y fueron creadas» (Ap. 4, 11). ambages. Si bien se considera el contexto, el
2) Dios ha creado de la nada, mediante su autor habla de la creación de los seres vivien­
omnipotencia. Dícese expresamente en II Mac. tes, o de la segunda creación, como suele de­
7, 28: «Ruégote, hijo mío, que mires al cielo y cirse : de separación y de ornamento. Este caos
a la tierra , y veas cuanto hay en ellos, y en­ o materia informe había sido ya creado por
tiendas que de la nada lo hizo todo Dios». Se Dios: Gén. 1, 1, del mismo modo que las ti­
presupone, a veces expresamente, en los textos nieblas de que también habla Gén. 1, 2 (Is. 45,
que ahora hemos citado. En Gén. 1, 1, Dios 6 s.): cf. Sab. 1, 14; 11, 26 (J. Weber, La Ste.
crea todo el universo, y por tanto nada preexis­ Bible, ed., pirot 6, 1946, 475 s.).
tía. El verbo bara! de suyo expresa que el mun­ 3) Más aú n : Dios creó al principio del
do es fruto de la omnipotencia divina. Aparece tiempo. A la aparición de lo creado, por obra
47 veces en la Biblia (forma qal y nifal), y siem­ de Yavé, opónese la eternidad de Dios, la pre­
pre para expresar una acción divina, una in­ existencia y la sabiduría de Cristo: (Jn. 1, 1. 3);
tervención fuera del orden natural. Es emplea­ «Antes que los montes fuesen y se formase la
do para significar la producción de la tierra tierra... eres tú, oh Dios, desde una eternidad
(Gén. 1, 21 : 2, 3 s .; Is. 40, 28); la producción a otra eternidad» (Sal. 90 [89], 2). «Túvome
del cielo (Is., 45, 18); la producción de la vida Dios — dice la sabiduría personificada —, como
de los animales (Gén. 1, 21); la producción del principio de sus actos ya antes de sus obras...
hombre (Gén. 1, 27; 5, 1 s .; 6, 7; 1$, 45, 12; antes de los abismos...» (Prov. 8, 22-32). Y en
Ecl. 12, 1); la realización de milagros (Éx. 34, el Nuevo Testamento: «Ahora tú, oh Padre,
10). El contexto determina que aquí el verbo glorifícame con la gloria que tuve cerca de ti
bara’ está empleado en un sentido particular antes que el mundo existiera (Jn. 17, 5), cf. Ef.
de «crear» y «crear de la nada» : «en el sentido 1, 4 «Nos eligió antes de la constitución del
pleno de la primera creación, antes de la cual mundo».
está la nada» (Procksch). 4) La creación es una obra buena que res­
127 CRÍTICA bíblica

ponde al plan divino y es fruto de la Sabiduría 552 ss.; 1933, III, p. 33 ss.; J. R enié, Les Actes (La
Ste. Bible, cd. Pirot, 11), París 1949, pp. 169 s.
divina. Gén. 1, 31; Eclo. 39, 33; Sab. 1, 13 s.). 331.
« i Cuántas son tus obras, oh Yavé, y cuán sa­
biamente ordenadas!» (Sal. 104 [103], 24; Prov. CRISTO. — v. Mesías.
3, 19; Jer. 51. 15; Eclo. 16, 26-29; 42, 21, 26.
5) Dios creó con absoluta libertad (Sal. 135 CRÍTICA bíblica. — Crítica, en general, es el
[134], 6; Dan. 4, 32; «Hace todas las cosas con­ arte de distinguir lo verdadero de lo falso, lo
forme al consejo de su voluntad» (Ef. 1, 11; auténtico de lo espurio. Aplicada a una obra
Ap. 4, 11), y para gloria suya (Eclo. 17, 7 s .; literaria, es el arte que se propone cerciorarse
Rom. 11, 36: «De Él [Dios], por medio de Él, de su autenticidad (si de veras pertenece al
y para Él (fin) son todas las cosas»). Y los hom­ autor a quien comúnmente se atribuye), de su
bres deben elevarse de lo creado al Creador: integridad, de su historicidad y de su identidad
Sab. 13, 1-9; Rom. 1, 19 ss. con el contexto primitivo. Se basa en un doble
Finalmente, hácese confesión de la divinidad orden de criterios: criterios externos, es decir,
de Jesucristo cuando en el Nuevo Testamento los testimonios históricos de la tradición res­
se le llama creador: Jn. 1, .1-3; «(Cristo) es el pecto de una obra dada; criterios internos (es­
primogénito de toda creatura porque en Él tilo, fuerza de lenguaje, contenido, detalles
fueron creadas todas las cosas del cielo y de la históricos o geográficos, etc.). Es evidente que
tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, los más decisivos serán los primeros, ya que
las Dominaciones, los Principados y las Potes­ la evolución de los segundos depende muy a
tades— todo fué creado por Él y para Él» menudo de apreciaciones subjetivas; con todo,
(Col. 1, 15 s.). Para la narración bíblica Gén. 1, éstos podrán aducir un excelente argumento
v. Hexameron; para la creación del hombre, v. de confirmación (Providentissimus Deus de
Adán. [F. S.] León XIII, en EB, .119). Desde el siglo prece­
dente (el primero en usar tal terminología fué
BIBL. — F. C euppens, Quaestiones selectae ex
historia primaeva, 2.‘ ed., Torino-Roma 1948. pp. J. G. Eichom, Einleitung in das A. T., Leip­
3-84; P. Heinisch, Teología del Vecchio Testamento zig, 2.a ed., 1787) existe el uso de dividir la
(trad. it.; La S. Bibbia, S. Garofalo), Torino-Ro­
ma 1950, pp. 156-68. crítica en crítica inferior (crítica humilior o in­
ferior) y crítica alta (crítica sublimior o altior).
CRISTIANO. — Los discípulos de Jesús (en el La primera, o crítica textual, se ocupa de la
N. T .: elegidos, Rom. 8, 33, etc.; discípulos, restitución fiel del texto, en cuanto sea posible,
Act. 9, 26; hermanos, Act. 2, 29. 37; santos, tal como salió de las manos del autor; la se­
Rom. 8, 27; 15, 25; creyentes, Act. 5, 14), gunda, o crítica literaria, estudia la figura del
fueron llamados cristianos por los gentiles de autor, el tiempo en que vivió, su ambiente
Antioquía (h. 43 desp. de J. C.), conforme a cultural, la autenticidad del libro, la integridad,
una costumbre común (cf. Caesariani, Pom- el género literario, etc. Un tercer género de
peiani, cHpw8iavot = Mi. 22, 16) = seguidores crítica es la crítica histórica, que averigua la
de Kpicrrós, considerado como nombre propio veracidad o falta de veracidad de los hechos
de persona en vez de simple apelativo: el Me­ narrados. Pero ordinariamente va incluida en
sías, el Cristo. la critica literaria.
... Los. judíos ios llamaban despectivamente na- Todo este procedimiento aplicado a la Biblia
zarenos (Act. 24, 5). El término cristiano tuvo es precisamente lo que se llama crítica bíblica,
aceptación también en Act. 26, 28, en labios de que otros llaman crítica sagrada (desde el si­
Agripa, y en I Pe. 4, 16; ya en Roma (en glo xvii, especialmente los protestantes). Y tie­
el 64) eran llamados así los fieles (Tácito, Ann. ne su explicación natural, puesto que la inspi­
XV, 44); en el s. n se hizo de uso general ración no ha suprimido las facultades humanas
entre los mismos fieles. sino que las ha elevado y aplicado a escribir.
Chresiiamis es una deformación popular (Sue­ En otros términos: Dios se ha expresado con
tonio, Nero 16; Claud. 25), que se deriva del un determinado lenguaje humano, común a un
Xpí/crriavó$ por t). determinado ambiente cultural. A esto hay que
Por error o por sentimientos de piedad al­ añadir que la transmisión del texto sagrado ha
gunos Padres hicieron provenir el nombre cris­ seguido inevitablemente las tristes vicisitudes
tiano de Kpifcrrós, «bueno, excelente» (Tertu­ de cualquier otro manuscrito (correcciones, va­
liano, Apolog. 3; San Justino, Apol. I, 4; riaciones, omisiones, etc.). Por todas estas ra­
Clem. de Alej., Strom. II, 4). [F. S.] zones la crítica bíblica no sólo es útil sino ne­
BIBL. — H. L eclercq, en DACL, III, col. 1464-
cesaria. Un texto sólo tendrá valor dogmático
78; A. F errua, en La civ. Cattolica 1933. II, p. cuando esté asegurado críticamente. El famoso
CRÍTICA bíblica 128

comma (v.) de San Juan (I Jn. 5, 7 s.), p. ej., mente tenemos la monumental edición Bene­
no podrá alegarse como prueba del misterio de dictina de la Vulgata, todavía incompleta.
la Santísima Trinidad, porque la crítica textual Débese a un católico, el Oratoriano Richard
demuestra que no es auténtico. Simón, el haber iniciado la alta crítica sagrada
Lo mismo que para la exégesis (v. Herme­ moderna con su Histoire critique... du V. T.
néutica) así también para la crítica bíblica se (París 1678, etc.) y otras obras relativas al
debe tener presente: 1) que la Biblia es un Nuevo Testamento. También a un católico se
libro inspirado en todas sus partes auténticas debe la aplicación al Génesis de la teoría de
y que están inmunes de cualquier error; 2) que las fuentes: el médico J. Astruc (1753). Lo
la Iglesia es su único intérprete autorizado: que ocurrió fué que en el s. xvm el raciona­
3) que jamás podrá haber contraste entre los lismo, entonces de moda, se apropió la crítica
resultados de la verdadera crítica y la Revela­ para demoler toda idea de lo sobrenatural en
ción propuesta por el Magisterio auténtico. la Biblia. Los libros sagrados fueron conside­
No obstante estas aparentes limitaciones, que­ rados como puramente humanos, de compo­
da a la crítica un amplísimo campo para el sición muy reciente. La religión contenida en
libre y prudente ejercicio de su arte: «Pocas ellos no sería más que una evolución natural
son las cosas cuyo sentido ha declarado la del fetichismo al monoteísmo, etc., estimulada
Iglesia con su autoridad, y no son más nu­ por los profetas. Moisés no es autor del Pen­
merosas aquellas sobre las cuales contamos con tateuco ; los Evangelios y las mismas epístolas
el unánime sentir de los Padres» (Divino A f­ de San Pablo son posteriores al s. n, si es
flante Spiritu, en AAS, 35 [1943] 319). que el mismo Cristo existió (J. Wellhausen,
Tan lejos de la verdad está aquello de Loisy D. Strauss, F. C. Baur, B. Bauer, Renán, Cou-
cuando escribe que «la idea de una Escritura choud, Loisy, etc.). Todas estas demoliciones
puramente divina e interpretada siempre por engendraron, naturalmente, desconfianza en la
una autoridad inmutable, depositaria de un dog­ crítica para defender la Biblia, razón por la
ma, excluye toda exégesis crítica e histórica de cual muchos católicos se mostraron desconfia­
la Biblia» (Simples réflexions sur le décret du dos respecto de ella. Fueron precisos los es­
S. Office, 1908, p. 29), que, al contrario, la fuerzos de algunos valientes, y principalmente
Iglesia ha tributado grandísimo honor a estos la autoridad de León XIII, que exhortaba a los
trabajos de crítica «desde los primeros siglos exegetas a que fuesen «doctiores atque exer­
hasta nuestros días» (Pío XII, ibid., 308). Baste citatiores in vera artis criticae disciplina» (Pro-
recordar aquí el colosal trabajo de las Hexaplas videntissimus Deus EB, 119), para reconciliar
de Orígenes, la obra de recensión de Luciano a los investigadores católicos con la crítica,
de Antioquía y de Hesiquio de Alejandría; el para hacer que sirviera no ya para destruir sino
trabajo de revisiones y de traducciones de San para construir. El actual pensar de la Iglesia
Jerónimo; los sabios consejos de San Agustín sobre la cuestión está autorizadamente expuesto
cuando escribe: «Debe ante todo aplicarse a en las dos grandes encíclicas de Pío XII, Divino
corregir los códices la diligencia de los que afflante Spiritu y Humani generis, así como en
ansian conocer las divinas Escrituras, a fin de la carta de la Pontificia Comisión Bíblica al
que los incorrectos cedan el puesto a los autén­ Cardenal Suhard (16 de enero de 1948). En
ticos» (De doct. Christ., 2, 21 PL 34, 46). Tam­ estos documentos invítase enérgicamente a los
bién a la alta crítica se la ha hecho dar sus católicos a que se sirvan de la crítica textual
frutos. Orígenes, al advertir la diferencia de así como de la literaria.
estilo y de idioma en Hebr. en relación con las Crítica textual. — «Actualmente este arte
otras epístolas paulinas, lanza la hipótesis, muy que suele llamarse crítica textual y que en las
corriente en nuestros días, de que esa epístola, ediciones de escritores profanos se emplea lau­
si bien pertenece a San Pablo, ha sido enco­ dablemente y con fruto, aplícase con pleno
mendada a otros para su redacción. Teodoreto derecho a los Libros Sagrados, a pesar de la
de Ciro planteaba el problema de las fuentes de reverencia debida a la palabra de Dios, ya que
Judit, Reyes y Paralipómenos. Más adelante lo que ella se propone es restituir con toda la
Alcuino hará una recensión de la Vulgata. El precisión posible el texto sagrado a su estado
Concilio de Trento ordenará que se prepare primitivo, purificándolo de las deformaciones
una edición más correcta de la misma Vulgata, en él introducidas por las torpezas de los co­
lo cual fué ejecutado principalmente por Six­ pistas, y librándolo de las glosas y lagunas, de
to V y Clemente VIII (1590, 1592, etc.). El los trastrueques de palabras, de las repeticiones
mismo Sixto V promovió incluso una excelente y de otros defectos de todo género que suelen
edición crítica de los Setenta (1586). Y actual­ infiltrarse en escritos que han sido transmitidos
129 CRÍTICA bíblica

a mano a lo largo de los siglos. Es cierto que de texto), pero casi en toda su totalidad son
de unos decenios a esta parte ha habido mu­ insignificantes (simples transposiciones de pa­
chos que han abusado de esta crítica aplicán­ labras, etc.): sólo unas quince tienen cierta im­
dola arbitrariamente... Pero apenas hace falta portancia. Podemos, pues, estar tranquilos res­
advertir que hoy ese arte ha alcanzado tal fir­ pecto de la autenticidad crítica sustancial de
meza y seguridad de normas, que con facilidad ambos Testamentos.
se puede descubrir su abuso, y con los pro­ Crítica literaria. — También sobre la crítica
gresos conseguidos se ha convertido en un pre­ literaria exhorta vivamente Pío XII a los cató­
cioso instrumento apto para propagar la pa­ licos a cultivarla: «Por tanto el intérprete ha
labra divina con mayor exactitud y pureza» de procurar no olvidar las nuevas luces que
(Divino afflante Spiritu, en AAS, 35 [1943] las modernas investigaciones hayan aportado
307 s.). y discernir cuál ha sido la índole propia del
Ha de observarse que, por más que tienda autor sagrado, cuáles las condiciones de su
al mismo fin, es diferente la fisonomía de la vida, en qué tiempo ha vivido, qué fuentes,
crítica textual según se aplique al Antiguo Tes­ escritas u orales ha empleado, de qué formas
tamento o al Nuevo. Los manuscritos del A. T. de decir se ha servido. Así podrá conocer más
no son numerosos, son todos bastante recientes exactamente quién habrá sido el hagiógrafo y
(siglos vm-ix, exceptuados el papiro de Nash qué habrá querido decir en el escrito» (Divino
y los manuscritos del Mar Muerto), y, cuando afflante Spiritu, ibid., 314).
más, reproducen un mismo arquetipo, por lo La crítica literaria deberá, pues, estudiar
que las variantes son pocas y de poca monta. principalmente tres cuestiones: 1) la autenti­
Un texto hebreo antemasorético, notablemente cidad y la integridad del libro; 2) las fuentes
divergente en algunos pasajes, está representado de información; 3) los géneros literarios. Es
a su vez en la versión griega de los LXX y en evidente que la solución de estos tres proble­
la Peshita siríaca, que por eso tienen tanta mas es fundamental para una exégesis recta.
importancia para la crítica textual del A. T. Más aún: el valor histórico de un libro o de
Por lo demás, sabemos que los hebreos se un hecho está íntimamente ligado con esos
preocuparon por mucho tiempo de fijar el mismos problemas. Así, p. ej., en lo tocante
texto en consonantes de la Biblia (ss. i-iv des­ a la autenticidad literaria, no es indiferente el
pués de J. C.), y que los masoretas fijaron más que Moisés sea o no el autor del Pentateuco,
adelante el texto con vocales (ss. v-vm). En pues de haber sido escrito en el tiempo de la
consecuencia, si después de confrontar un pa­ cautividad o poco antes, como piensan los crí­
saje con las antiguas versiones no ofrece un ticos, resultaría mancillada la historicidad de
significado satisfactorio, puede recurrirse a las los hechos que en él se describen. Otro tanto
conjeturas, que serán tanto más aceptables hay que decir de los Evangelios, de San Pa­
cuanto menos se aparten de las consonantes blo, etc. Si el autor del cuarto Evangelio no es
ofrecidas por el texto. San Juan el Apóstol, su historicidad resultaría
El campo de las conjeturas es más limitado muy problemática. Pero téngase muy en cuenta
para el N. T .; pero no por eso resulta más que si la Iglesia ha definido Ja autenticidad ca­
fácil el trabajo, pues al darse el fenómeno in­ nónica o dogmática de todos los libros sagra­
verso, es decir, un excesivo número de; testi­ dos «cum omnibus suis partibus» (compren­
monios escritos, no siempre coinciden entre sí didos, por tanto, Mt. 16, 9-20; Le. 22, 43 s .;
(papiros, códices, versiones, citas patrísticas, Jn. 7, 53-8. 11, y las partes deuterocanónicas
etcétera). Baste decir que, entre totales y par­ de Est. y de Dan.), nada ha definido respecto
ciales, tenemos cerca de 4.280 manuscritos de la autenticidad literaria de los mismos. Mas
del N. T .; 212 son códices unciales y 51 pa­ queda asentado el hecho de que en lo tocante
piros, mientras que de la obra profana más a los reflejos, incluso dogmáticos, de la cues­
copiada en la antigüedad, la lliada, sólo se tión, la Iglesia ha intervenido autoritativamente,
cuentan 190 manuscritos. Muchos son antiquí­ mediante la Pontificia Comisión Bíblica, para
simos— el códice B, p. ej., es del s. iv — y por dirimir algunos problemas intrincados de la
lo mismo cercanos al original; y hay incluso autenticidad literaria (Pentateuco, cuatro Evan­
algún papiro que es contemporáneo o casi con­ gelios, Epístolas Pastorales, Epístola a los He­
temporáneo, como, p. ej., el papiro Rylands 457, breos, etc.). Pero al tomar esas medidas la
que es de los primeros decenios del s. ii . Con Iglesia deja siempre una larga serie de posibi­
tal abundancia de manuscritos es fácil com­ lidades dentro de las cuales puede siempre ha­
prender que también las variantes son numero­ blarse legítimamente de autenticidad. Así, por
sísimas (cerca de 200.000 entre 150.000 palabras ejemplo, aun cuando Moisés no hubiese es-
9. — Spadafora. — Diccionario bíblico
CRONOLOGÍA bíblica 130

criío el Pentateuco en todos sus detalles, y se cualquier tentativa. De las genealogías de Set
hubiese servido incluso de secretarios, el libro (Gén. 5, 3-31) y de Noé (ibid. 11, 10-26) re­
es sustancialmente suyo, ya sea como autor, ya sultan 1.656 años (códice Sam. 1.307) desde la
como legislador (Carta al Card. Suhard, en creación del hombre hasta el diluvio; 920 años,
A AS, 40 [1948] 46 s.). Otro tanto hay que decir (cód. Sam. 940; Setenta 1.170) desde el diluvio
respecto de Hebr. hasta Abraham: en total 2.576 años (cód. Sam..
No tiene menor interés la otra cuestión sobre 2.247; Setenta 3.417). Pero ninguna de estas
el uso de fuentes, orales o escritas. Difícilmente cifras puede ser tenida en consideración, pues
puede negarse, p. ej., que Moisés haya aprove­ se trata de esquemas relativos y parciales, y
chado documentos anteriores, procedentes qui­ los sabios exigen nada menos que unos cien
zá de sana planta y trasladados a su libro. mil años para Ja creación del hombre.
Nada hay de extraño que se sirviera aposta 2. Para la cronología de todo el período
de fuentes paganas, con la condición de admi­ que media entre Abraham y Salomón tiene ex­
tir que, de haber sucedido esto, la inspiración cepcional importancia la fecha del éxodo de
«en la elección y en la valoración de aquellos Egipto, en relación con la cual todavía hoy
documentos les habría librado (a los hagió- se presentan dos cómputos; a) Tutmosis III
grafos) de todo error» (Humani generis, en (1481-1450), faraón opresor, y Amenofis II
A AS, 42 [1950] 327). De todos modos ha de (1450-1423), el del éxodo; b) Ramsés II (1298-
evitarse el atribuir a diversidad de fuentes lo 1232), el opresor, y Merneftá (1225-1215), el
que podría explicarse teniendo en cuenta la del éxodo.
existencia de costumbres y géneros literarios (v.) Los datos bíblicos favorecen sin ambages la.
diferentes de los nuestros. El estudio de los cronología larga. Según I Re. 6, 1, el éxodo
géneros literarios nos proporcionará, sin duda, se efectuó 480 años antes del comienzo de la
muy gratas sorpresas y contribuirá poderosa­ construcción del Templo, o sea antes del año IV
mente al progreso de las exégesis modernas. del reino de Salomón, 968-967 a. de J. C.
He ahí por qué el Papa advierte al investigador + 480 - 1448-1449. Por otra parte, Jue. 11, 26,
católico cómo no ha de olvidar que en este pone 300 años entre la conquista de Canán por
aspecto de su oficio no puede haber descuido obra de Josué hasta Jefté (h. el 1100 a. de
sin acarrear un grave daño a la exégesis cató­ Jesucristo). La arqueología, sobre la cual se
lica» (Divino afflante Spiritu, i b i d 316) apoya principalmente la segunda, no es deci­
No son, pues, pocas las posibilidades al al­ siva (A. G. Barrois, Manuel d’archéologie bi-
cance de la crítica bíblica para que, siempre blique, París 1939, p. 122). Principales argu­
bajo el imperio del Magisterio Eclesiástico, pe­ mentos: descubrimiento e identificación de la
netre cada vez más en la letra y en el espíritu egipcia Pitom (Éx. , 11) por Naville, cuya
1

del libro sagrado. [S. C.] construcción, efectuada con el trabajo de los-
BIBL. — H. Hópfl-L. D ennefeld-L. Pirot-H. J.
hebreos oprimidos, es atribuida a Ramsés I I ;
V ooels, en DBs, II, col. 175-274; M. J. L agrange- discontinuidad de la cultura atestiguada en Pa­
St . L yonnet, Critique textuetle du N. T., II: La cri­ lestina en el s. xm y no antes.
tique rationelle, París 1935; J. V andervost, Introduc-
tion aux textes hébreux et grecs de VA. T., Malinas En cuanto a la destrucción de Jericó, los
1951; J. C oppeus, La critique du Texte hébreu de VA. arqueólogos que dirigieron los trabajos (Sellin,.
T„ Lovaina 1951; A. V accari, De Textu, en Itistilutio-
nes biblicae, 6." ed., Roma 1951; G. Perrella, Intro- Watzinger y Garstang) la retrasan hasta el 1400
duzione generale, 2.a ed., Torino 1951, pp. 181-248. aproximadamente (Albright la pone en el 1300).
Para el mismo tiempo se fija la destrucción de-
CRÓNICAS (Libro de). — v. Paralipómenos. Hai, aunque contra el sentir del P. Vincent,
principal partidario de la cronología corta en
CRONOLOGÍA bíblica. — El Antiguo Testa­ arqueología.
mento se extiende desde los orígenes de la hu­ En Ia stela de Merneftá, que celebra el triun­
manidad hasta las victorias de los Macabeos. fo de este faraón sobre Libia, y también enu­
No faltan datos cronológicos, pero a menudo mera las otras campañas victoriosas, Israel
sólo son parciales y relativos, críticamente in­ figura ya entre los derrotados en Canán
seguros y frecuentemente obedecen a un cómpu­ (A. Mallon, Les Hébreux en Egypte, Roma
to sistemático y global. Los exegetas católicos 1921, p. 179 s.). Por eso el éxodo no pudo
reconocen unánimemente que los datos que nos realizarse durante su reinado. En fin, las con­
ofrece la Biblia son susceptibles de una correc­ diciones en que el libro de Josué supone a Ca­
ción con la ayuda de la Paleontología y de las nán responden exactamente a las que resultan
fuentes históricas. de las cartas de El-Amarna, en tiempo de Ame­
1. Para el período de los orígenes es inútil nofis IV (1375-1358).
131 CRONOLOGÍA bíblica

Con el éxodo en 1400 (o en 1415), la llegada la batalla de Karkar (853 a. de J. C.), en el


de Jacob a Egipto, según se desprende de Éx. reinado de Ajab; el tributo de Jehú a Salma-
12, 40 (habrían permanecido allí 430 años; nasar III (842 a. de J. C.); el de Mcnajem a
Gén. 15, 13 = 400 años), resultaría haber acon­ Teglatfalasar III (738 a. de J. C.); la confir­
tecido hacia el 1850, antes de la dinastía de mación de Oseas por rey de Israel bajo el mis­
los hiksos, pero lo más corriente es que se la mo rey asirio (732 a. de J. C .); el asedio de
fije en los comienzos de esta dinastía (1750), Jerusalén en el reinado de Ezequías por parte
pues no es improbable que la cifra de Éx. 12, de Senaquerib (701 a. de J. C.).
40, sea exacta,, sobre todo si se tiene en cuenta En I-II Re. se presenta para cada uno de los
que, según el texto Samaritano y la versión de reyes de Judá el sincronismo con el rey con­
los Setenta, estos 430 años se refieren también temporáneo de Israel y la duración del corres­
a la estancia de los Patriarcas en Canán. Por pondiente reinado. Pero a menudo son inse­
lo tanto, los israelitas apenas habrían perma­ guros los números por estar deformados. Ob-
necido en Egipto 215 años. La idea se repite sérvanse diferentes modos de computar el co­
en Gál. 3, 17. mienzo de los reinados: fecha anterior y fecha
Según esto, Abraham habría llegado a Canán posterior. En algunos casos se dió el reinado
hacia el año .1850 a. de J. C. «El único sincro­ simultáneo del padre y del hijo. Como conse­
nismo que permitiría una determinación más cuencia resulta que no están de acuerdo las
exacta sería el reinado de Hammurabí, rey de diferentes cronologías que se han deducido. La
Babilonia. Pero el tiempo de Hammurabí es aún siguiente (Kugler, W. F. Albright) es aproxi­
muy discutido (Siderski: 1848-1806; A. Ung- mada.
nad: 1792-1749; Albright: hacia 1728-1686),
y la identificación de Amrafel (Gén. 14) con R eyes de J udá R eyes de I srael
Hammurabí es aún muy dudosa a causa de las
dificultades así filológicas como históricas con Roboam . . 929-913 Jeroboam 1 . 929-909
que se tropieza» (A. Bea). Abías . . . 912-910 Nadab 909-908
De los 480 años que median entre el éxodo Asa . . . 910-870 Baasa . . . 908-885
y el reinado de Salomón, 40 años transcurren Josafat . . 870-849 Ela . . . 885-884
en el paso por el desierto, 50 desde la entra­ Joram . . 849-842 Zimri . . . 884
da en Palestina y la muerte de Josué, 38 en el Ocozías . . 842 Omri . . . 884-873
reinado de Saúl (1050-1012 aproximadamente), Atalía . . 842-836 Ajab . . . 873-854
40 en el de David (1012-971) y otros 40 en el Joás . . . 836-797 Ocozías . . 854-853
de Salomón (971-930). Restan, pues, para el Amasias . . 797-789 Joram . . 853-842
período de Jos Jueces, entre Josué y Saúl, unos Azarías . . 789-738 Jehú . . . 842-815
300 años (cf. Jue. 11, 26). Si sumamos los Jotam . . 738-736 Joacaz . . 814-798
tiempos de cada uno de los jueces, tendremos, Ajaz . . . 736-721 Joás . . . 798-783
por lo menos, 410; pero algunos fueron con­ Ezequías. . 721-693 Jeroboam II. 783-743
temporáneos, y las fechas son más bien siste­ Manasés . . 693-639 Zacarías . . 743
máticas. Si ponemos el éxodo en el 1225, el Amón . . 639-638 Selum . . . 743
comienzo de la conquista en el 1185 y el del Josías. . . 638-609 Menajem . . 742-738
período de los Jueces en el 1135, apenas nos Joacaz . . 609 Pecajya . . 738-737
quedará medio siglo para este período, lo que Joaquim . . 609-598 Pecaj . . . 737-732
sería realmente demasiado poco, tanto por ra­ Joaquín . . 598 Oseas . . . 732-724
zón de los hechos que narran como por las Sedecíás . . 598-587 Caída de Samaría (20
mismas transformaciones realizadas en el orden Caída de Je­ de diciembre de 722
económico y en el social (L. Desnoyers, I, rusalén 587 a 4 de abril de 721)
409 s.).
3. La escisión del reino es colocada en el 4. La cautividad dura desde el 587 a. de
930 a. de J. C., y con razón, pues la invasión Jesucristo (Nabucodonosor destruye a Jerusa­
de Judea por el faraón ShoSenq (Sesac) acon­ lén) hasta el 539 (entrada de Ciro en Babilonia).
teció en el año 5." del reinado de Roboam, El decreto de Ciro sobre el regreso de los cau­
bijo y sucesor de Salomón (I Re. 14, 25-28), tivos y reconstrucción del Templo fué dado
y» según las fuentes egipcias, en el año 21 de en Ecbátana el 23 de marzo del 538'a. de J. C.
Shosenq (944-924), o sea en el 925 a. de J. C. (Esdr. 4, 11-5, 12; cf. Crón. de Nabonid 111,
Otros sincronismos de la historia profana 1. 24).
conocidos de las fuentes cuneiformes ayudan La construcción del Templo se acaba, des­
a la determinación de la cronología sucesiva: pués de una interrupción de 16 años, en el 520,
CRONOLOGÍA bíblica 132

segundo de Darío I (521-486); Esdr. 6, 1-12; al 30 de sept. del 28 desp. de J. C. ( = 780-


Ag. 1. 781). En Ju. 2, 20 (1.a pascua de Ja vida pública
Los papiros de Elefantina prueban que la de Jesús) dícese que se habían empleado hasta
actividad de Nehemías se desenvolvió desde el entonces 46 años para la restauración del Tem­
año 20 de Artajerjes I (464-424), o sea desde plo. Herodes la había iniciado en el 781 (20
el 445. Esdras, contemporáneo de Nehemías, a. de J. C.), de suerte que nos hallamos en la
según la opinión más probable, llegó a Jerusa- pascua del 781 (28 desp. de J. C.).
lén en el año 7.° de Artajerjes I (458), y según 3. Duración de la vida pública. De los Evan­
otros en el 7.° de Artajerjes II (398). Hasta el gelios resultan tres pascuas: en Jn. 5, 1 se trata
período griego faltan otras determinaciones cro­ de Pentecostés o de la pascua que se menciona
nológicas. en Jn. 6, 4, ya que, probablemente, el cap. V
5. Al dividirse el imperio de Alejandro Mag­ debe colocarse después del VI. La 1.a en el 28;
no, la Palestina quedó bajo los Tolomeos de la 2.a en el 29; la 3.a en el 30 ó en el 33 desp.
Egipto (311-198 a. de J. C.), hasta la batalla de J. C. En total tenemos, pues, dos años y cin­
de Panión, que decidió el paso del dominio a co meses aproximadamente (M. J. Lagrange,
los seléucidas de Antioquía. La lucha de los Sinossi dei quattro vangeli, trad. it., 2.a ed'.,
Macabeos durante el reinado de Antíoco Epí- Brescia, 1948, p. 30).
fanes (175-164) se halla descrita con datos cro­ 4. Muerte de Jesús: 7 de abril (15 de ni-
nológicos en I Mac.: 175-135 a. de J. C .; sán) del 30 desp. de J. C. La astronomía esta­
II Mac. 177-161 a. de J. C. La comenzó el an­ blece que la luna sólo fué vista en la tarde
ciano Matatías (f 166 a. de J .C.) y la conti­ anterior al viernes 15 de Nisán en el año 30 ó
nuó Judas Macabeo (166-142), a quien siguen 33 desp. de J. C. Esto último debe descartarse
Simón (142-103), Alejandro Janneo (103-76), por las razones apuntadas hasta ahora. El 9
Alejandro Salomé (76-67). Con Aristóbulo II de abril tuvo lugar la resurrección, y el 18 de
(67-63) e Hircano II (63-40) comienzan las gue­ mayo la Ascensión.
rras fratricidas que preparan la intervención 5. Actos de los Apóstoles. En la epístola a
de Roma (63 a. de J. C., C. Pompeyo toma a los Gálatas (1, 15-2) cuenta el mismo Apóstol
Jerusalén) y la conquista del poder por parte que inmediatamente después de su conversión
de Herodes I el Grande (37 a. de J. C.). (Para se retiró de Damasco al desierto, y no llegó a
los períodos tercero, cuarto y quinto, cf. A. Jerusalén hasta tres años más tarde para con­
Bea). ferenciar con Pedro durante quince días.
También en torno al Nuevo Testamento Catorce años después (2, 1) volvió a Jerusa­
(Evangelios-Actos) está la cronología erizada lén para el Concilio de los Apóstoles, y de allí
de discusiones y de incertidumbres. Para las partió (Act. 15, 3-18, 22) para el segundo viaje
fechas principales se dan aquí los resultados apostólico, llegando unos meses después a Co-
más probables. rinto, donde es llevado ante Galión, cuyo con­
1. El nacimiento de Jesús en relación con sulado en Acaya se ha fijado en el año 51 ó a
la muerte de Herodes (abr. del 750 de Roma) más tardar en el 52, apoyándose en la inscrip­
debe ponerse unos meses antes (Mí. 2, 7. 16), ción de Delfos, descubierta por L. Bourget en
en el 749. El comienzo de nuestra era fué pues­ 1912, y en el paralelo con la inscripción de la
to erróneamente por Dionisio el Exiguo en el portada de Santa María la Mayor (1 de agosto
754 de Roma, considerado como el de la muer­ del 52). Como permaneció en Corinto por lo
te de Herodes, en vez del 750. Jesús nació, por menos 18 meses (Act. 18, 11), hubo de llegar
tanto, en el 5-6 a. de J. C., y probablemente en allí en el 50. El Concilio de Jerusalén debe po­
invierno, ya que los romanos elegían para el nerse hacia el 49; la conversión de Pablo 17
empadronamiento el período de la pausa en los años antes, hacia el 32-33. La muerte de Pablo
trabajos del campo, que seguía a la semen­ fué presentada como una ejecución popular,
tera de noviembre. no oficial.
2. El comienzo de la vida pública, «en el La muerte de Herodes Agripa I ocurrió
año décimoquinto de Tiberio» (Le. 3, 1). Au­ hacia la mitad del año 44 (FI. Josefo, An. XIX,
gusto murió el 19 de agosto del 769 (14 después 8, 2; Bell. II, 11, 6; Act. 12, 19-23), y proba­
de J. C.). El primer año de Tiberio está cons­ blemente fué precedida en varios años por la
tituido por los pocos meses que median entre decapitación de Santiago, hermano del evange­
la muerte de Augusto y el l.° de octubre, según lista San Juan y por el encarcelamiento y la
el cómputo oriental que contaba los años del liberación de Pedro, que se ausentó de Jerusa­
reino partiendo del l.° de octubre (Mommsen). lén (probablemente en el 42).
Por consiguiente, el año 15 - l.° de oct. del 27 Segundo viaje apostólico de San Pablo: 49-
133 CRUZ-CRUCIFIXIÓN

53; tercero: 53-58. Detenido en Jerusalén, per­ (Plauto, Mostellaria I, 1, 56 ss. Miles gloriosus
maneció dos años en Cesárea, y en el mismo 11, 46 ss. 358 ss.).
año en que San Pablo emprendió el viaje a El palo vertical de la cruz podía estar erigido
Roma, el procurador Félix dejó el puesto a su de un modo estable en el lugar del suplicio, o
sucesor Porcio Festo (Act. 24, 27), no después bien se clavaba en tierra en el momento que
del año 60 ni mucho antes. San Pablo fué ab­ precedía a la ejecución. De ningún sentenciado
suelto en Roma en el primer proceso, no más se ha dicho que llevara la cruz por entero, pues
acá del año 63 desp. de J. C. En el 64 comenzó el peso considerable, dada su altura de cerca de
la persecución de Nerón, y en este año parece cuatro metros, hacía imposible su transporte
debe ponerse el martirio de Pedro, y el de Pa­ para un hombre que ya estaba debilitado por la
blo en el 67. [F. S.] flagelación, por eso la expresión «portare cru­
BIBL. — A. Bea, en Ene. Catt. It. IV, col. 1011-
cem» debe entenderse como una sinécdoque,
1014; F. X. K ugler, Von Moses bis Paulus, Münster pues en realidad sólo se transportaba la parte
1922; L. D esnoyers, Hlstoire du peuple hébreu, I, menor. En el lugar del suplicio, el que había
París 1922, pp. 407-417; C. L avergne, Guide pratl-
que de Chronologie biblique, ibíd. 1937; W. F. A l - sido condenado a crucifixión incruenta (la mo­
Bright, Von der Steinzeit zum Christentum (trad. dalidad cruenta o incruenta dependía de los
al.), Berna 1949; A. S imon-G. D orado, Novum Tes­
tamentum, I, 6.a ed., Torino 1944, pp. 322 ss. 355- magistrados y los esbirros), una vez amarrado
64.865 ss.; H. Simon-J. Prado, N o v . Test., II, 6.‘ al patibulum por los brazos, era levantado, sin
ed., 1948, pp. 31-39. 94-102; J. M. T. Barton, Ar-
chaelogy and the Exodus (Miscellanea bibi., A. Mil- más, sobre el palo vertical y atado al mismo.
ler oblata), Roma 1951, pp. 98-108; D. L azzarato, En caso de crucifixión cruenta echábase en
Chronologia Christi, Napoll 1952; * P. C. S., Crono­ tierra al reo, cuyas manos se fijaban con clavos
logía de la Vida Pública de Jesucristo, en EstB (1934)
161-183; F. C antera Burgos, Cronología del A. T„ en el patibulum; luego lo alzaban en alto sobre
en Ateneo (1952) número 19. el palo vertical, y seguidamente clavaban en él
los pies. El acto de alzar sobre la cruz se halla
CRUZ-CRUCIFIXIÓN. — Modalidad del su­ descrito en frases como éstas: «patibulo sufixus
plicio de la cruz. Usábase entre los persas para in crucem tollitur» (Firmico Materno, Mathe­
castigar los delitos más graves, y de los persas matica VI, 31, 58 y en otros lugares), «aliquem
lo tomó Alejandro Magno y los cartagineses, in crucem tollere, elevare, crucem ascendere»
de quienes lo tomaron los romanos, que en (cf. Jn. 3, 14; 8, 28; 12, 32. 34).
tiempo de guerra lo aplicaron contra los re­ La extensión de las manos (Jn. 21, 18) no era
beldes y los piratas; y a pesar de que en Roma la última acción del ajusticiado, antes bien la •
se le llamaba «servil» y era considerado como primera del suplicio, realizada ya en el foro des­
ignominioso, podía ser aplicado a ciudadanos pués de la sentencia de los jueces, cuando le
romanos. Era desconocido entre los egipcios, desnudaban y ataban las manos extendidas en
los asirios y los griegos en su patria, y entre el patíbulo. Entre los romanos estaba en uso
los judíos no se introdujo hasta el reinado de la desnudez total, pero entre los pueblos más
Alejandro Janneo (f 76 a. de J. C.). recatados en materia de pudor, como eran los
La cruz, llamada simplemente «madero» judíos, se conservaba un ligero vestido (Sanhe-
(Act. 5, 30; I Pe. 2. 24, etc.), constaba ordina­ drin VI, 1-4). El condenado quedaba expuesto
riamente de dos palos: el mayor se erguía y en un lugar frecuentado, bajo la custodia de
era clavado en el suelo (stipes o staticulum soldados, y así esperaba la muerte, que gene­
o crTo.vp6^)i y el menor era transversal (pati­ ralmente no tardaba mucho en llegar, a causa
bulum : del uso primitivo de castigar a los es­ de la paralización del corazón, producida por el
clavos imponiéndoles sobre la cabeza, para in­ acumulamiento de la sangre en los pulmones.
movilizarlos, el palo que servía para amarrar Añadíanse otras causas, como la hemorragia,
la puerta, y quitado el cual la puerta se abría- la fiebre proveniente de las heridas, los desgarros
patebat). Generalmente se añadía un tercer palo del hambre y de la sed. Algunos organismos
(sigma o sedile o cornu), que acababa en punta más robustos resistían días enteros sobre la cruz
y estaba clavado sobre el madero erguido; en una espantosa agonía; pero estaba permiti­
para que sobre él se colocara a horcajadas el do acelerar la muerte por medio de fuego o de
ajusticiado y así pudiera sostenerse, ya que no humo, o fracturando las piernas (crurifragio)
podía hacerlo de otro modo por tener las manos con una lanzada. En los tiempos más antiguos
y los pies fijos con clavos o cuerdas. La cruci­ quedaban los cadáveres suspendidos para que
fixión era precedida de dos tormentos: la flage­ los desgarrasen las fieras o las aves. Desde los
lación, que precedía al suplicio, y el transporte primeros tiempos de Augusto se concedió el
del patíbulo por parte del sentenciado, «Pati­ cadáver a los parientes o amigos siempre que lo.
bulum ferat per urbem, deinde affigatur cruci» pidiesen a la autoridad para sepultarlo.
CRUZ-CRUCIFIXIÓN 134

Crucifixión de Cristo (Jn. 19, 17-31; Mi. 27, sobre todo en su muerte como esclavo; pero
32-42). Aunque los evangelios son muy parcos en compensación, esta humillante condición se
en la narración de la pasión de Cristo, porque transformó en otra condición de gloria impere­
suponen que los lectores conocen las modali­ cedera (Kúpio?) (cf. Jn. 2, 18.; 10, 18; Le.
dades de la crucifixión, y, por otra parte, hay 24, 26; Act. 2, 36; Hebr. 5, 8 ss.; I Pe. 3,
que admitir variantes dictadas por el arbitrio de 21, ss.; y todo el Ap. La cruz da acceso a
los jueces o de los verdugos, a pesar de todo la plenitud del poder salvador (Jn. 3, 28; 12,
esto había muchas normas que se seguían inva­ 33; cf. 7, 29; 14, 16. 26; 16. 7; 20, 17) y a
riablemente en cuanto al madero de la cruz, a las manifestaciones de la gloria divina (Jn.
la manera de fijarlo y a los procedimientos, 8, 28; 12, 23. 28; 13, 31. 32; 14, 13; 16,
todo lo cual se observó también en la Pasión. .14; 17, 1-5).
La forma de la cruz de Cristo era «capitata» o La cruz de Cristo y los Cristianos. La cruz
«immissa» (con cuatro brazos): esto se prueba tiene preponderancia en el pensamiento y en
por las comparaciones establecidas por los Pa­ las palabras de San Pablo: es para él como el
dres (pájaros volando, la nave) y por los tipos símbolo y el compendio de la religión cristia­
del A. T. aplicados por los Padres a Cristo cru­ na. Su «evangelio» está caracterizado cómo
cificado (Jacob que bendice con los brazos «evangelio de Cristo crucificado», porque para
cruzados; Moisés que ora con las manos alza­ recibirlo se requiere como condición el aceptar
das por el pueblo que está luchando). En suma, a Cristo Crucificado. El método eficaz de evan-
la cruz debía tener 4 ó 4,5 m. de altura (esta­ gelización consiste en la simple presentación de
tura del hombre, m. 1,70; la parte superior de­ esta verdad, sin los artificios de la retórica hu­
bía sobresalir cerca de 0,30; los pies estaban mana (I Cor. 1 ; 17-2, 16). Este evangelio pe­
J ó 1,5 sobre el suelo, a juzgar por lo del hi­ netra en los ánimos con una evidencia irresis­
sopo de Jn. 19, 29). Cristo llevó la cruz (el pa­ tible debida a la fuerza sobrenatural que produ­
tíbulo) vestido (Mt. 27, 31; Me. 15, 20). Al des­ ce el Espíritu Santo (I Tes. 2, 13; II Cor. 13,
pojarle de las vestiduras, que fueron sorteadas 3). Por haber sido crucificado con Cristo, el
entre los soldados, le dejaron un ligero vestido, cristiano ha quedado libre de la ley judaica
por respeto al pudor judío, si bien los Padres, (Gál. 2, 20), ha sido destruido el hombre viejo
que se atienen a las costumbres romanas, afir­ pecador (Rom. 6, 6), y ha quedado separado
man que lo dejaron desnudo. No clavaron a del mundo (Gál. 6, 6). La muerte en la cruz
Cristo yaciendo en tierra sobre la cruz entera, obra la reconciliación y la supresión de la Ley
como dice el evangelio apócrifo de Pedro, ni (Col. 1, 20; 2, 14; Ef. 2, 16). Cristo crucificado
tampoco sobre la cruz entera ya erigida, sino está grabado de un modo indeleble en los fie­
primero con dos clavos, sobre el patíbulo que les (Gál. 3, 1); y su cruz, de la cual se gloría
había llevado a las espaldas, y luego lo alzaron San Pablo (Gál. 6 ,14), es desechada por los
y lo clavaron también en el madero vertical con judaizantes (Gál. 5, 11) y por los enemigos de.
otros dos clavos en los pies (en total cuatro cla­ Pablo (Flp. 3, 18), por miedo a las persecu­
vos, según el testimonio del arte cristiano del ciones que la acompañan (Gál. 6, 12).
s. x iii ). Murió al cabo de tres horas (no seis, Los verdaderos cristianos deben llevar diaria­
como podría hacer suponer Me. 15, 25 con al­ mente su cruz (sinécdoque: patibulum), a imi­
gunos códices de Jn. 19, 14) por el excesivo nú­ tación de Cristo (Mt. 10, 38; 16, 24; Me. 8,
mero de lesiones traumáticas, sobre la cruz que 34; 10, 21; Le. 9, 23; 14, 27), es decir, deben
el libremente eligió por lo que tenía de ignomi­ soportar las injurias y los escarnios que sobre­
niosa, «para demostrarnos su amor». vengan en la práctica de la virtud, lo mismo
Crucifixión y glorificación de Cristo. — La que el condenado cargado con el patíbulo había
glorificación de Cristo está condicionada por su de soportar las injurias y los escarnios en me­
sufrimiento, en virtud de la aplicación de la ley dio de las calles frecuentadas que le obligaban
general de «perderse para hallarse», valedera a cruzar.
para todos (Jn. 12, 24), y proféticamente anun­ Los verdaderos cristianos siguen también a
ciada para el Siervo de Yavé (ís. 52, 13-53, 12). Cristo crucificando las propias pasiones y con­
La antítesis sufrimiento-exaltación es fundamen­ cupiscencias (Gál. 5, 24). Los padecimientos
tal en el fragmento cristológico Flp. 2, 5-11: apostólicos que producen en el cuerpo de San
Cristo hecho hombre en su realidad concreta Pablo el estado de muerte de Cristo (II Cor. 4,
humanodivina se sitúa voluntariamente en una 10), completan los padecimientos de Cris’to,
condición (jiopcjn¡) semejante a la de los esclavos contribuyendo a su redención (Col. 1, 24) y
(e^évtixrev = ¿rajretvwírev) (Él, que tiene dere­ aseguran la participación en su glorificación
cho a honores divinos) durante toda la vida, y (Rom. 8, 17). [A. R.]
135 CUERPO MÍSTICO

BIBL. — E. Saglio, Croix, en Diction, des Anti- miembros unidos a la cabeza en virtud del in­
quilés, I, pp. 1573-75; U. H olzmeister , Crux Do­
mini eiusque crucifixio ex archaeologia romana illus­ flujo vital que de ella dimana. Así en el cuerpo
trantur, en VD. 14 (1934) 149-55.216-220.244-49.257- místico la cabeza es Jesús, que posee la pleni­
•63; I d ., s. v ., en Ene. Catt. Jtal., IV, col. 951-56;
J. Bonsirven, II vangelo di Paolo (trad. ital.), Roma tud de la vida divina (Col. 1, 19) y la totalidad
1951, pp. 34 s. 186 s .; A. V ergote, Uexaltation du de la naturaleza humana. De Él proviene a to­
Christ en Croix selon le quatriéme évangile, en EthL, dos y a cada uno de los fieles a Él unidos una
28 (1952) 5-23; A. R olla, II passo cristologico di
Phil. 2, 5-11, en SC, 80 (1952), 127-34; G erardo del participación de esa vida (Col. 2, 19; Ef. 4,
5. C uore, La Croce et la Chiesa nella la teología 16), mediante otros miembros del mismo cuerpo,
di S. Paolo, Roma 1952; * Bartolomé R elimpio .
Estudio médico legal de la Pasión de Cristo, Madrid que para el incremento de todo el organismo
1940; M. G. P allete, Cruz y Crucifixión, en EstE, han recibido «ministerios» o «carismas»: éstos
LXXX (1947) 21; J. F ábregas, La Cruz en la men­
talidad romana, en AS (1953) 109. son los apóstoles, los evangelistas, los docto­
res, los pastores, etc. (I Cor. 4, 1; Ef. 4, 11 ss.).
CUADRANTE. — v. Denario, De esta suerte, si los miembros tienen necesidad
de la cabeza para vivir y obrar, también la ca­
CUERPO MÍSTICO. — Es el conjunto de los beza tiene necesidad de los miembros como
redimidos, unidos con Cristo y unos con otros complemento suyo (Ef. 2, 23), lo cual es tam­
entre sí, mediante la fe y la gracia. Distínguese bién necesario para que Cristo pueda continuar
de cualquier otro cuerpo moral por la vida de su obra redentora.
la gracia que circula en él, y que proviene de Para hacerse miembros de este cuerpo y se­
Cristo, su cabeza. Se llama comúnmente «mís­ guir siéndolo es condición indispensable la re­
tico», sea para distinguirlo del cuerpo físico de cepción del bautismo y la perseverancia en la
Cristo, sea porque es una realidad sobrenatural, fe y en la gracia, que se nutren con los sacra­
conocida por la fe y ligada con el «misterio» mentos, especialmente con el de la Eucaristía
según nos fué anunciado especialmente por que es como el alimento del cuerpo místico (I
San Pablo: «Cristo en vosotros» (Col. 1, 26 ss.; Cor. 10, .16 s.). El aumento de la vida divina
Ef. 3, 5-10). está en proporción con el incremento de la fe
Ya en el Antiguo Testamento y en el Evan­ y de la gracia; en cesando la fe sobreviene la
gelio se encuentran los elementos fundamenta­ separación del cuerpo así como la cesación de
les de esta doctrina: la unión entre Dios y su la vida.
pueblo en el único «reino de Dios»; sus mu­ Lo mismo que en cualquier organismo, tam­
chas relaciones descritas bajo el símbolo del bién en éste los miembros se comunican entre
matrimonio o bajo las alegorías del Pastor, de sí y dependen los unos de los otros: el bien
la Viña, de la Vid (p. ej., Dan. 2, 44; Os. 1-3; y el mal de cada uno se comunica necesaria­
Ez. 34; Sal. 80; Jn. 10; 15, 1-8, etc.; Mt. 25, mente a todos y a cada uno de los otros (I Cor.
34-46, donde todo socorro prestado a los me­ 12, 1-27). He ahí un poderoso motivo para evi­
nesterosos en nombre de Jesús, es considerado tar el pecado, para orar, para sufrir por nues­
como hecho al mismo Jesús). San Pablo ha tros hermanos. Así es como se prolonga la efi­
tomado y desarrollado estos elementos sirvién­ cacia de la redención de Cristo (Col. 1, 24).
dose, además, de otras imágenes afines: la fa­ Esta «comunión de los santos» continúa inclu­
milia divina de los creyentes (Ef. 2, 19), la so en el más allá: por eso San Pablo implora
planta cuyos ramos son los fieles (Rom., 11, la misericordia del Señor en favor de Onesíforo
16-24), el edificio cuyas piedras son ellos, en que ya ha vuelto a Dios (II Tim. 1, 18).
tanto que Cristo es su piedra angular, y los La doctrina de la inserción de los fieles en
Apóstoles y los Profetas sus fundamentos (I el cuerpo místico sugiere a San Pablo nume­
Cor. 3, 9 s. ; Ef. 2, 21 s .; cf. I Pe. 2, 4-7 y rosas expresiones, enteramente suyas, con las
Áp. 21); pero principalmente de la imagen de que atribuye a los miembros acciones y pro­
la cabeza que es Cristo. Impresionado con este piedades del cuerpo de Cristo histórico, de tal
pensamiento desde el momento de su conver­ suerte que las vicisitudes que en un tiempo de­
sión («Yo soy Jesús a quien tú persigues», terminado se verificaron históricamente en tor­
¿ct. 9, 5), San. Pablo alude a él circunstancial­ no al Redentor se repiten en su cuerpo místico.
mente en las epístolas apostólicas (Rom. 12, «En el Señor», «en Cristo Jesús» somos elegi­
4 s.; I Cor. 12, 12-31), pero lo expone más dos, morimos al pecado, resucitamos a la nue­
cumplidamente en sus dos más importantes va vida de la gracia y crecemos en ella; «en Él
epístolas de la prisión (Ef. 1, 22 s .; 4, 16; 5, y con Él» vivimos, sufrimos, resucitamos y so­
23, 30 ss. Col. 2, 10-19). mos glorificados; «por Él», único Mediador
En todo organismo completo hay una cabeza, nuestro, podemos acercarnos al Padre que nos
centro de unión y fuente de vida; hay también ama en proporción con nuestra semejanza con
CHESTER BEATTY 136

su Hijo; juntamente con él juzgaremos a los derada como uno de los puntos centrales y más
ángeles y a los hombres. fecundos de todo el cristianismo. [L. V.]
La imagen del cuerpo místico expresa clara­ BIBL. — F. Prat. La teología de San Pablo, I,
mente la universalidad y la unidad de la Iglesia cd. esp., México 1947, pp. 369-80; II, pp, 351-72; A.
(con la que prácticamente se identifica, Col. 1, M édebielle, Église, en DBs., II, col. 640 s. 660-8;
E. M ura, Le corps mystique du Christ, I, París 1934,
24): todos indistintamente son llamados a for­ pp. 45-104; L. C erfaux, La théologie de VÉglise sui'
mar parte del mismo cuerpo y bajo la misma vant St. Paul, París 1949; J, Bonsirven, Teología del
N. T., Torino 1952, pp. 250-61; P. M ichalon, Église,
Cabeza. También expresa su santidad, pues de corps mystique du Christ glorieux, en NRTh, 84 0 952)
la incorporación a Cristo proviene para cada 673-87; A. F euillet, V Église pléróme du Christ
d ’aprés Eph. 1. 23, en NRTh 88 (1956) 449-472.
uno el deber de la solidaridad, de la justicia y 593-610.
de la caridad para con los otros hermanos, y la
obligación de tender a la perfección de la Ca­ CUESTIÓN BÍBLICA. — v. Inspiración.
beza, a fin de que haya proporción armónica
entre las partes en cada una de las partes del
cuerpo místico.
La doctrina del cuerpo místico, ampliamente CH
desarrollada por los Padres y por los documen­
tos del Magisterio eclesiástico, puede ser consi­ CHESTER BEATTY. — v. Papiros.
D
DALILA. — v. Sansón. lado de Neftalí; la frase «desde Dan hasta
Bethsabé» (el extremo sur): I Sam. 3, 20; II
DAMASCENO. — v. Documento sadoquita. Sam. 24, 2. 15, etc., se hace de uso corriente
para indicar toda la tierra prometida. En el
DAN. — Hijo de Jacob y de Bala, esclava de sur permanece un grupo muy reducido (Jue. 5,
Raquel (Gén. 30, 1-6): tronco genealógico de 17). El héroe de la tribu, Sansón (v.) realiza sus
la tribu del mismo nombre, que al salir de proezas en Sorea, Egtaol, Timma (Jue. 13, 16).
Egipto era la más numerosa (unos 60.000: La bendición de Jacob (Gén. 49, 17: cómo
Núm. 1, 38 s.) después de la de Judá. En las víbora en el sendero) tal vez se refiera a la as­
marchas por el desierto iba en el último lugar tucia, característica de la táctica de Sansón y
(Núm. 10, 25). En Canán se instaló en las coli­ de los danitas en su emigración.
nas occidentales (Sefelah septentrional y pri­ Han creído ver a Dan en la leyenda de Danel,
meros contrafuertes montuosos), a la altura de de los textos de Ras Shamra, cuyo héroe mítico
Jerusalén, tocando a la llanura costera y tal vez sería idéntico al epónimo de la tribu israelita
al litoral. Estaba, pues, entre Efraím (norte y (Dhorme, Barton); en los textos de El-Amarna
nordeste) y Judá (al sur); entre Benjamín (al figura un tal Addu-Dani, de la región de Lais;
este) y el Mediterráneo. Ciudades principales: y en el poema cAnat y la vaca (Ras Shamra),
Sorea ( = Sarca), Egtaol ( = ESwac), cIr Se- que narra cómo nació en la región del lago de
me§ ( = cAin S.), Ajjalon, Timma ( = K. Teb- Hule el joven toro divino consagrado a Baal,
na), ’Eqron ( = ’Aqir), Elteqé ( = K. el-Mu- tendremos el origen del culto de Lais, que here­
qannac), Gath Rimmon, Lidda (Jos. 19, 40, daron los danitas (cf. Syria, 1936, 150-73;
46). El empuje de Judá hacia el oeste, y sobre R. Dussaud, ibid. 283-95; Id., Les découvertes
todo el de los amorreos que ocuparon la gefe- de R. Sh. et VA. T. París 1937, p. 99 ss.). Pero
lah, mientras por la costa se establecían los fi­ 1. solamente el nombre — bastante difundi­
listeos, redujo notablemente el territorio de Dan do — que proviene de una raíz común a todos
y provocó la emigración de una parte conside­ los dialectos semitas (dn = juzgar) no puede
rable de la tribu hacia el norte, junto a las constituir un argumento para Danel = D an;
fuentes del Jordán, donde destruyeron la ciudad y no hay nada que autorice la identificación de
sidónica Lais, que luego reconstruyeron y rebau­ ios nombres propios ugaritas con los israelitas
tizaron con el nombre de Dan ( = Tel-el-Qadi, éventualmente afines (De Vaux, en RB, 1947,
en árabe): Jos. 19, 47; Jue. 1, 34; 18. AI emi­ 286; De Langhe, II, 149-56; 472-88);
grar, pasando por las montañas de Efraím, 2. la localización del tema de Anat no es
saquearon el santuario familiar de Mica, del que cierta; smk interpretado por Dussaud como
llevaron el pequeño becerro de plata y los ob­ «lago de Hule» (Semak, o Semachonitis) es
jetos del culto, forzando además al levita que probablemente un simple nombre de persona
cuidaba del culto a que los siguiera. Así fun­ (De Langhe, II, 209-17); y por otra parte el
daron en la ciudad reconstruida un santuario culto del becerro es tan general que no puede
con el culto poco ortodoxo del becerro, que deducirse nada en pro del santuario de Lais.
después propuso Jeroboam I, no bien hubo [F. S.]
consumado el cisma, simultáneamente con Bé- BIBL. — A. L egendre, en DB, II. col. 1232-46;
tel, como contraaltar del Templo de Jerusalén, L. D esnoyers, Hist. du peuple hébreu, 1, París
1921, pp. 118-25; F. M. ABEL, Géogr. de la Pales-
sustituyendo el antiguo becerro por otro grande tine. I. ibíd. 1933, p. 306; II, 2.» ed. 1938, p. 52 s . ;
de oro (Jue. 18; I Re. 12, 26-32). Desde ahora A. G elin , Josué (La Ste. Bible, ed. Pirot, 3), ibíd.
1949, p. 110 s . ; R. T amisier, Jugcs, ibíd., pp. 160
Dan es ya una tribu septentrional, situada al ss. 267-79.
DANIEL 138

DANIEL. — Dáni’el (Dios es mi juez) de la aparece ni como un «sabio» ni como un «justo».


tribu de Judá; de noble familia (según Josefo, Es un héroe que se mueve en un mundo de dio­
Ant. X, 10, 1 ; San Jerónimo, PL 25, 518, lo ses y de diosas, de personajes más o menos di­
considera como de estirpe real). Siendo joven vinos» (J. Joüon, en Bíblica, 19 [1938], 284 s.);
aún fué deportado a Babilonia cuando se apo­ tal vez él mismo sea un dios; practica la epa-
deró Nabucodonosor de Jerusalén por vez pri­ loscopia, ofrece sacrificios a las diferentes divi­
mera (605 a. de J. C.). Fué educado en la corte nidades. Alguien ha dicho que estos idolátricos
durante tres años e instruido en las letras y en pormenores tal vez se deban a la leyenda, que
la lengua de los caldeos juntamente con otros podría suponer un Dan’el histórico, a quien
tres compañeros del mismo rango. Habiendo aludiría Ezequiel. Posibilidad abstracta sin apo­
sido admitido para estar al servicio del rey, yo alguno. De entre todos los críticos que se
por revelación divina supo explicarle un sueño han ocupado de la leyenda, apenas uno o dos
extraordinario, y así llegó a ser su consejero han vislumbrado la posibilidad de un solo fun­
favorito. Durante el reinado de Nabucodono­ damento histórico. Trátase de un mito cam­
sor y sus sucesores — se nombran Baltasar, Da­ pestre. No hay motivo alguno para poner en
río el Medo y Ciro — ocupó los puestos más duda la alusión de Ez. 14, 14. 20; 28, 3 a
elevados. Su último vaticinio data del año 3.° nuestro joven profeta. Los vaticinios contra las
de Ciro (536 a. de J. C.). Ezequiel en el año gentes (como el de Ez. 28 contra Tiro) eran
591 a. de J .C. lo propone a los cautivos como pronunciados ante los judíos y para los judíos
modelo de «justicia» (14, 14. 20) y de «sabi­ (F. Spadafora, Ezechiele, 2.a ed., Torino 1951,
duría» (28, 3). Tenía entonces Daniel 25 años. pp. 116-19).
Era amado del Señor por su fidelidad a la Ley Tal como se encuentra en la Biblia hebrea, el
(Dan. 1), y así ya se había manifestado como libro de Daniel consta de seis narráciones y de
sabio juez en el episodio de Susana (Dan. 13, cuatro profecías. Las principales describen:
45-63), y como vidente inspirado en la inter­ 1. La deportación de Daniel, su educación
pretación del sueño de Nabucodonosor en el en la corte. Con su nuevo nombre babilónico
segundo año de su reinado (h. 603; Dan. 2). Baltasar (balatsu-usur = oh Bel, protege su
Muchas otras cosas conocerían los cautivos so­ vida), indícase principalmente su piedad bende­
bre este florón de su estirpe, que mantenía tan cida por Dios, y que se distinguió en la ob­
alta en la capital de los vencedores la religión servancia de la Ley mosaica, sobre todo en
del verdadero Dios. lo que se refiere a las prescripciones acerca
La publicación de Ch. Virolleaud, La leggen- de los manjares impuros.
da fenicia di Danel, París 1936 (4 tablillas de 2. El sueño de Nabucodonosor, de la gran
Ras Shamra) hizo creer que tenían razón los estatua con cabeza de oro, pecho y brazos de
críticos acatólicos que referían los rasgos de plata, vientre y bajovientre de bronce, las pier­
Ezequiel a cierto desconocido que vivió en un nas de hierro, los pies, parte de hierro y parte
tiempo remoto y que fué conocido de los feni­ de barro. Una piedra que se desgaja del monte
cios (vaticinio contra el rey de Tiro: 28, 3). hiere los pies de la estatua, que se hace añicos;
Pero aquí tenemos a este desconocido dado a la piedra se convierte en una gran montaña que
conocer por los textos fenicios de Ras Shamra llena la tierra entera. Es la sucesión de cuatro
(s. xv a. de J. C.). Tiene el mismo nombre; imperios: babilónico (oro), medopersa (plata),
es piadoso y sabio: «He aquí a Dn’el el héroe griego (bronce), Diadocos, reino siríaco (hierro
que cura — He aquí a Gozer el héroe ama- y barro), a los cuales sigue el reino del Mesías,
mita — Se yergue, se sienta ante la puerta — la Iglesia (la piedra hecha montaña; c. 2).
Bajo magníficos árboles, junto al agua — Guía 3. El episodio de los tres compañeros de
el proceso de la viuda — Juzga el juicio del Daniel, que por no haber adorado una estatua
huérfano». En realidad: erigida por orden del rey son arrojados a un
1. El héroe ugarítico «no posee una cien­ horno encendido, de cuyas llamas jos libra el
cia vasta, muy extensa, ni conoce las cosas des­ Ángel del Señor (c. 3).
conocidas de los hombres» (esto quiere decir 4. Un nuevo sueño y la locura de Nabuco­
ser «sabio»); los versos citados, aparte de ser donosor ; la demencia zooantrópica o licantró-
enteramente incidentales, dicen muy poco por­ pica aflige al soberano durante cierto tiempo;
que contienen frases consagradas por el uso aquel que se vea afectado de ella se creerá con­
para expresar un grave deber de justicia (cf. vertido en un animal e imitará sus costumbres.
Éx. 22, 21-24; 23, 9, etc.). La predicción de Daniel hace que Nabucodo­
2. El texto ugarítico no permite considerar nosor reconozca la omnipotencia de Dios (c. 4).
a Dn’el como modelo de santidad : «Danel no 5. El rey Baltasar (Belássar - Bel protege
139 DANIEL

al rey), hijo de Nabonid, que le dejó el reino del hombre ( = un hombre), y se acerca al an­
de Babilonia durante su retiro en el oasis de ciano ( = Dios), que le entrega el señorío, la
Tema: Crónica de Nabonid, col. II, lin. 10 s., gloria y el imperio: reino eterno, universal. Las
19, 23 s.). Al fin de un suntuoso banquete pro­ bestias y el hombre que viene del cielo repre­
fana los vasos que Nabucodonosor había sus­ sentan los respectivos imperios (7, 18. 27), con
traído del Templo de Jerusalén, antes de la des­ sus correspondientes reyes (7, 17): los antiguos
trucción, y da gloria, con detrimento de Yavé, no podían concebir imperios sin sus cabezas.
a los dioses de Babilonia. Inmediatamente una Los santos forman el nuevo imperio, y por lo
mano escribe en la pared unas señales miste­ tanto tendrán necesariamente un rey ( = Hijo
riosas. Daniel — llamado por consejo de la del hombre = el Mesías) para inaugurarlo y
reina madre — lee: mené, mené’, teqél úfarsin gobernarlo (c. 7).
(Dan. 5, 25). 2. La visión del carnero (imperio medo-
Mené’ = participio pas. del arameo menah persa) y del macho cabrio (griego); las dos
«numerar»; y juntamente estado indeterminado penúltimas bestias del capítulo precedente. El
de minjah «mina» (moneda); teqél = §qel he­ macho cabrio derrumba al carnero, cuyo cuerno
breo «sido» ; parsin = plural de parsu «parte» queda despedazado, dando origen a cuatro
= media mina. cuernos, de uno de los cuales salió un pequeño
Repítese la primera palabra para hacer más cuerno que inmediatamente se hizo muy grande
solemne la amenaza y referirse a los diferentes y potente: hirió al pueblo de Dios, actuó con­
sentidos encerrados en cada uno de los térmi­ tra el mismo Dios haciendo que cesara el holo­
nos. Como se trataba de monedas o pesos, en causto diario y profanando el templo durante
la pared aparecieron signos representativos y 2.300 tardes y mañanas (1.500 días = unos tres
no palabras; por eso no lograban descifrarlos años y medio; 8,14 = 7,25). También aquí se
los magos. Daniel explica: mené* — numera­ anuncia concretamente la persecución de An­
do ; Dios ha contado los días de tu reino para tíoco IV (c. 8).
ponerle fin; teqél (que reteniendo sólo las con­ 3. La visión de las setenta semanas excede
sonantes puede leerse teqil = pesado: has sido los límites del tiempo de las profecías prece­
pesado, y tépal, de qálal «ser ligero»), «has sido dentes. El término inicial es el vaticinio de Je­
pesado y hallado falto de peso»; finalmente las remías 25, 12; 29, 10 acerca del regreso de Is­
consonantes de peres (singular de parsin) dan rael de la cautividad, pronunciadas (29, 10) ha­
también peris = despedazado; «ha sido roto cia el 606 a. de J. C., las cuales fueron leídas
tu reino y dado a los medos y a los persas» por Daniel (9, 2). El término final es la per­
(Paras, también las mismas consonantes). secución y la muerte de Antíoco IV Epífanes.
6. Daniel, arrojado al foso de los leones por La restauración completa se obtendrá en tres
su fidelidad a Dios, es preservado milagrosa­ períodos. Al fin del l.° (siete semanas = 49
mente (c. 6). años, desde el fin de Judá hasta 598 a. de J. C.),
Siguen cuatro profecías: Ciro dará el decreto para el regreso y la res­
1. En una visión grandiosa, Daniel ve las tauración del Templo y de Jerusalén. Durante
cabezas de dos grandes imperios representados el segundo período de setenta y dos semanas
por bestias: un león (rey e imperio de Babilo­ (434 años), será una realidad dicha reconstruc­
nia), un oso (medo-persa), un leopardo (griego), ción, y aunque en medio de sufrimientos y de
una cuarta bestia que tiene 10 cuernos (los Dia- obstáculos resurgirá la teocracia: Israel pue­
docos), entre los cuales apunta uno nuevo que blo de Yavé, con la fiel aplicación del pacto del
quiere significar un poder maléfico, compuesto Sinaí. Al final de dicho período será muerto
de hombre y bestia, animado de intenciones (asesinado en Antioquía en el 172 a. de J. C.)
impías y soberbias: es un rey que proferirá Onías III, el piadoso sumo sacerdote ( = un
palabras impías contra el Altísimo, oprimirá ungido); y comenzará la cruel persecución de
a los que le rinden culto (los judíos), y prote­ Antíoco IV (última semana).
gerá la abolición de la verdadera religión ; ten­ «Ya en la mitad de la semana (~ tres años
drá bajo su yugo a los judíos (los santos) du­ y medio : 9, 27 = 7, 25 ; 8, 14) cesará el sacri­
rante unos tres años y medio (un tiempo, dos ficio y la oblación y habrá en el santuario una
tiempos y la mitad de un tiempo). El profeta abominación desoladora (= el simulacro de Jú­
anuncia claramente lo que hará Antíoco IV piter y demás profanaciones), hasta que la ruina
Dpifanes (v.). decretada venga sobre el devastador.» — Para
. -Pero ese rey será castigado. A los cuatro el fin de las setenta semanas cesará la trans­
imperios seguirá el reino de los santos. He gresión, tendrá fin el pecado... saldrá a la luz
aquí que viene sobre las nubes como un Hijo una justicia eterna (9, 24): el reino del Mesías.
DANIEL 140

4. En los cc. 10-12 se pronostican detallada­ tar la confianza en Yavé. cuyos diferentes atri­
mente los acontecimientos de seléucidas y to- butos celebran, así como el cumplimiento de su
lomeos que luchan entre sí, hasta Antíoco Epí- plan salvador mediante el Israel renacido (v.
fanes; la persecución de este último (11, 31 = Alianza), fueron traducidos al arameo durante
8, 11 s..; 9, 27), su muerte (11, 45) y el triunfo el período persa y difundidos entre los cauti­
del pueblo de Dios con el comienzo de su vos. El traductor se sirvió de términos técnicos
reino (12). persas entonces en uso, para indicar los cargos;
Aparece claramente que las cuatro profecías las tres palabras griegas, importadas juntamente
vuelven sobre el tema y líneas generales del con los instrumentos por la corte babilónica,
capítulo 2, ilustrándolo con imágenes varias y habían tenido cabida en la lengua persa.
desarrollándolo con nuevos pormenores. Salta Los cc. 8-12, que describen casos particula­
a la vista la unidad, la viveza, la conexión ló­ res, según sugerencia profélica (Dan. 8, 26;
gica de todo el libro. Los cc. 2, 7-12 se com­ 14, 4) no debían ser divulgados, y por eso que­
pletan unos a otros: todas las visiones son co­ daron en hebreo. Difundióse enteramente el
rrelativas y todas ponen el reino mesiánico libro durante la persecución del tiempo de los
después de la muerte de Antíoco IV, último Macabeos. Mas el original hebreo de los cc. 1-
término histórico adonde llega la profecía. 7 se había perdido enteramente, y sólo se tuvo
Por todo lo dicho no cabe duda de que cuidado de traducir al hebreo el fragmento 1-2,
Dan. .12 no se refiere al fin del mundo sino 4 (cuando empiezan a hablar los caldeos), por
a la era mesiánica. En Dan. 12, 2, los que respetar la uniformidad en la colección de los
«duermen (= están inactivos, Sal. 44, 24; 121, libros sagrados (A. Bea).
4) en el polvo» son los habitantes del Se’ól El cuadro histórico a que se refiere Daniel
(= polvo, Job 17, 16), los cuales despertarán es muy amplio. Imperio babilónico: Nabuco-
al llegar el reino mesiánico. No se trata de la donosor (605-562: Dan. 1-4); Evil-Merodac
resurrección de los cuerpos sino del fin de la es­ (Amel-Marduk: 561-560); Neriglissar (Nergal-
pera en el Se’ól. Para los justos será el gozo, Sar-ussur: 559-556); LabaSi-Marduk (556); Na-
la participación de los frutos de la Redención: bonid (Nabunaid: 555-539), cuyo hijo Balta­
para los malos, la eterna condenación (F. Spa- sar reinó con el padre: 549-538.
dafora, Gesu e la fine di Gerusaleme, Rovigo Dan. 5 habla de Baltasar llamándolo hijo
1950, pp. 35 ss.). (descendiente) de Nabucodonosor, probable­
El alma del Salvador descendió a la morada mente por línea materna.
de los muertos para anunciar la buena nueva de Imperio persa. Ciro (v.) entra en Babilonia
la salvación: para los justos el efecto retro­ el 28 de oct. del 539; rey de Babilonia 538-530.
activo de la redención (I Pe. 3, 18 ss.; 4, 5 s.), Dan. 5, 32 afirma que, muerto Baltasar, reinó
del que Daniel participa (Dan. 12, 13). en su lugar el medo Darío (cf. 6, 1. 8. 29; 9,
A estos textos de la Biblia hebrea añádense 1 s.). Muchos han pensado en Gobrias (Guba-
la oración de Azarías y el cántico de los tres ru), el general que entró en Babilonia y fué su
jóvenes en el horno (3, 24-90); la historia de gobernador. Con más probabilidad sostienen
la casta Susana, calumniada por dos viejos co­ otros que se trata de Astiages II, rey de los me­
rrompidos y salvada por la sabiduría inspirada dos, vencido por Ciro, cuya hija tomó en ma­
del joven Daniel (c. 13); los episodios de Bel trimonio (cf. la versión griega de Teodoción:
y del dragón (c. 14). Estos capítulos (las partes Dan. 13, 65 = 14, 1). Pero sobre todo hay que
llamadas deuterocanónicas, v. Canon), que sólo tener presente la posibilidad de cambios, glosas,
se conservaron en griego (LXX y Teodoción) interpretaciones, sufridos por el texto en el co­
fueron escritos primitivamente en hebreo o en rrer de los siglos, que en nuestro libro son más
arameo. La Iglesia sustituyó la versión griega frecuentes y más fáciles por lo mucho que se
de los Setenta (cód. Quisiano, s. ix, y ahora le ha transcrito y por la grande difusión que ha
Chester Beatty), excesivamente libre, por la ver­ tenido (A. Bea). Esta observación vale para este
sión griega de Teodoción, literal y fiel. lugar y también para algunos puntos de las vici­
El texto masorético tiene en hebreo los cc. 1- situdes descritas detalladamente en el c. 11. En
2, 4; 8-12; el resto (2. 5-7) en arameo. En la 333 Alejandro Magno (336-323) derrotó a Da­
parte aramea hállanse unos diecisiete términos río III Codomano y anexionó el imperio persa
persas (dos en el c. 1, vv. 3, 5); y en el c. 3, 5 al suyo. Desde el 323 hasta el 198 los tolo-
tres términos griegos de instrumentos musicales. meos (reino egipcio) dominan en Palestina, a
El examen literario permite explicar así este fe­ la que aspiran los seléucidas (desde el 312 en
nómeno lingüístico. Daniel escribe todo el libro adelante), reyes de Siria. Con tal fin Antíoco II
en hebreo. Los cc. 1-7, muy útiles para alimen­ (261-246) se casa con Berenice, hija de Tolo-
141 DAVID

meo II (284-246; Dan. 11, 6). Antíoco III (223- di Gerusalemme, Rovigo 1950, pp. 17 ss., 61 ss.,
187) es derrotado en Rafia (217), de la que al 93-96). La interpretación de los judíos preten­
fin logra tomar posesión (201-200) derrotando dió independizar a Dan. de todas las enseñanzas
a Tolomeo V (198 a. de J. C.)> a quien da por de los profetas (v. Mesías), para transformar
esposa su hija Cleopatra (Dan. 11, 13 ss.), con la sucesión exclusivamente temporal aquí vati­
miras a penetrar también en Egipto. Las dife­ cinada en una sucesión hereditaria, afín como
rentes expediciones de Antíoco IV (v.) Epífa- naturaleza y medios de conquista.
nes habrían logrado realizar el propósito de no La profecía de Daniel aseguraba a los judíos
haber intervenido Roma en favor de los tolo- que se realizaría el plan divino, aun a pesar de
meos. La muerte de Antíoco Epífanes (164 a. de las vicisitudes históricas de que eran especta­
J. C.), es el último acontecimiento político a dores y en las que algún día se verían envueltos
donde alcanza la profecía de Daniel. como desdichado objeto de discusión. Esa pro­
Es enorme la importancia del libro de Daniel fecía fué la que encendió la resistencia y el ím­
para el judaismo. Las circunstancinas históricas petu heroico de los piadosos yaveístas durante
creadas por la heroica lucha de los Macabeos la segunda influencia del helenismo y la san­
exasperaron el sentimiento particularista y na­ grienta persecución.
cional que inducía al odio contra los gentiles El reino del Mesías vendrá después de la
y a su presunta exclusión de los mismos en la muerte de Antíoco IV, el perseguidor. Indica­
participación de la salvación mesiánica (cf. la ción expresiva más que estrictamente cronoló­
literatura apocalíptica [v.]). Es por tanto expli­ gica. Ni aun la más violenta y directa perse­
cable cómo en un clima semejante, al que die- cución del mundo pagano contra el yaveísmo
.ron nuevo pábulo las desgarradoras luchas fra­ logrará desbaratar los designios divinos, cuya
tricidas de los últimos asmoneos, con la inter­ realización verá el nuevo Israel en Jesucristo,
vención de Roma (63 a. de J. C.) y la tiranía una vez vencida la última prueba. [F. S.j
de los herodianos, se interpretase la profecía
BIBL. — A. Bea, Quaestiones... in librum Danie-
de Daniel (c. 2. 7-12) en sentido temporal y lis, 2." ed., Roma 1937 (Pont. Ist. Bibi.); J. L inder,
nacional, y se esperase un reino de Dios seme­ en Cursus S. Scripturae, París 1939; L. D ennefeld,
La Ste. Bible (ed. Pirot, 7), ibíd. 1947, pp. 631-714;
jante en todo a los imperios que lo habían pre­ G. R inaldi, Daitiele (La S. Bibbia, S. Garofalo). To-
cedido. Era natural que se pensase en el Mesías rino 1947).
con su corte y su ejército; que se imaginara la
consolidación y el triunfo decidido e inconfun­ DAVID. — David = comandante, jefe; del aca-
dible del Mesías con el consiguiente reino vic­ dio dawidum (cartas de Mari): último hijo de
torioso, próspero, como, p. ej., el de Nabuco- Isaí (Jessé), de Belén, de la tribu de Judá. El
donosor, Ciro o Alejandro, y que el vencedor héroe más amado y santo más celebrado en
llegara a dominar sin más temores ni sufri­ Israel, el rey teocrático por excelencia; poeta
mientos, desde el momento de la victoria. Y má­ y profeta; tipo del Mesías (1042-971 a. de C.).
xime cuando en Dan. se habla del «reino de La juventud (I Sam. 16-20). Por su audacia
los santos» que, una vez fundado, obtendrá el y fortaleza este pastorcito, al ser reprobado
dominio sobre todas las gentes y para siem­ Saúl (v.), recibió de Samuel la unción secreta,
pre. Los evangelios propagan ese errado con­ no oficial, para ser rey de Israel en señal de elec­
cepto que llevará a los judíos a oponerse vio­ ción divina. Por su destreza en tañer el arpa es
lentamente a Cristo. A ese mismo sentimiento llamado a la corte para calmar a Saúl en sus
se refiere N. S. Jesucristo al hacer uso del ape­ crisis de melancolía. El rey siente el efecto de
lativo mesiánico que eligió para sí llamándose su dulce influencia, lo ama, lo nombra su es­
Hijo del hombre, tal como se lee en Daniel, cudero. A él se siente ligado Jonatán con una
para combatirlo e inculcar la verdadera natu­ dulce amistad. Por sus dotes naturales y las cua­
raleza de su misión. Cf. Le. 17, 29-18, 8. Vuelve lidades de su alma se atrae a cuantos le rodean.
frecuentemente sobre Dan. 7, 13 ss. (manifesta­ Al ser arrojados de las montañas de Efraím
ción del Mesías, como rey del «reino de los los filisteos atacan a Judá entre Belén y He-
santos»); Mt. 16, 27; Me. 8, 38-9, 1; Le. 9, brón. Un gigante de Gat insulta a los hebreos
26 s.; Mt. 24, 30; Me. 13, 26; Le. 22, 27; acampados enfrente, desafiando al más fuerte
Mt. 26, 63 s.; Me. 14, 61 ;. Le. 22, 68 s .; que­ de ellos a un duelo decisivo. Ofrécese David,
riendo significar la Iglesia, formada y separada que audaz y astutamente se dirige contra Go­
de la sinagoga, según la verán algunos de sus liat provisto de su bastón y de la mochila de
discípulos; y su manifestación gloriosa en el pastor, en la que ha depositado cinco gruesas
fin del judaismo y del Templo y en favor de su piedras muy lisas, y llevando consigo la honda
Iglesia perseguida (F. Spadafora, Gesú e la fine en la mano izquierda. Los ejércitos los contem­
DAVID 142

plan desde las respectivas colinas. Goliat des­ quea aldeas y campamentos de am atólas y
precia al joven y depone su yelmo; David pro­ guesuritas, enemigos hereditarios de Judá, y se
clama su confianza en Yavé, acelera el paso, lleva sus ovejas y sus camellos y extermina a
toma la honda, pone en ella una piedra, y antes sus moradores. A Aquís le dice que ha saquea­
de que el otro se percate del peligro lo atolon­ do a Judá y tribus amigas.
dra hiriéndolo en la frente. Échase sobre su Un año más tarde los filisteos atacan a
cuerpo derribado, toma su espada, le da muerte Saúl; David, con su banda movilizada, es
y le corta la cabeza que lleva a Saúl. La victo­ desechado por los otros como auxiliar de poca
ria está por los hebreos. David ofrecerá al confianza. Al regreso se encuentra con que
Señor, en el santuario de Nob, la espada y el Siceleg ha sido devastada por los amalecitas.
manto del vencido . Persigue y alcanza a los bandoleros, a quienes
Este acto de valor impuso un cambio deci­ pasa a cuchillo, libera a los prisioneros y re­
sivo a su vida. Multiplícanse sus victorias; cre­ torna con un rico botín que manda repartir
ce el entusiasmo popular; David es el verda­ equitativamente. De su porción hace regalos a
dero héroe nacional. Obsesionado Saúl por las los jefes de Judá, Caleb y Jeramel, aliados y
amenazas de Samuel, se siente lleno de celos compañeros suyos. Estando allí recibe la noti­
y ve en el joven un peligro para su dinastía, cia de la muerte de Saúl y Jonatán (1012 a. de
por lo que decide acabar con él. Lo expone a J. C.), a quienes llora amargamente, improvi­
los peligros, lo mortifica, busca por todos los sando una conmovedora y artística elegía que
medios cómo deshacerse de David, que entre nos ha sido conservada (II Sam. 1, 17-27).
tanto había llegado a ser esposo de Micol, su Rey de Judá (II Sam. 2-4). David fijó enton­
hija menor. Intenta traspasarlo con la lanza ces su residencia en Hebrón. Los judíos lo eli­
mientras tañe el arpa, manda capturarlo sor­ gieron por su rey. Abner, sobrino y general de
prendiéndolo en el sueño. David huye, ausen­ Saúl, proclama en Majanaim (tribu de Galad)
tándose primero de Samuel, en Rama, luego por rey de Israel al sobreviviente Isbaal (Isbo-
de Aquis, rey de Gat, donde es mal acogido y §et); logra enérgicamente restaurar el reino y
se finge loco para salvarse. Finalmente, des­ librarlo de los filisteos. El hijo de Saúl recla­
pués de una nueva tentativa de reconciliación, ma entonces sus derechos sobre Judá, y sobre­
llevada a cabo por el afligido Jonatán ante su viene la lucha, que resulta dura con el revivir
miserable padre, se aleja definitivamente. de las viejas rivalidades entre las tribus, y es
Fugitivo y proscrito (I Sam. 21-11 Sam. 1 ; causa de que se derrame sangre fraterna en los
I Par. 12). En el santuario de Nob el sumo violentos y frecuentes encuentros entre los gru­
sacerdote Ajimelec remedia su hambre con los pos opuestos. David aprovecha hábilmente to­
panes de presentación (v.): Mt. 12, 3. Allí das las ocasiones que se le presentan para afir­
toma la espada de Goliat. Luego únese a él mar el derecho que tiene al reino, principalmen­
Abiatar (con el efod para consultar a Yavé), te por la elección divina, y que se había ganado
único superviviente después de la matanza de con las victorias y como yerno de Saúl; pero
los sacerdotes de Nob, perpetrada por Saúl, a no fuerza los tiempos ni se impone por la vio­
consecuencia de la denuncia del idumeo Doeg lencia sino que se fía principalmente de la di­
(Sal. 52 [51]). Júntase a David una banda de vina Providencia. Abner inicia transacciones
descontentos, alrededor de unos 600, y se re­ con David, le devuelve a Micol, que había sido
fugia en las zonas desiertas de Judá y del Ne- entregada por Saúl a otro hombre, pero es sor­
gueb. Viven del pillaje que ejercen sobre los prendido a traición por Joab, general y pa­
enemigos de su gente y de las aportaciones más riente de David, por celotipia y como venganza
o menos voluntarias de ésta. Por dos veces tiene de su hermano Azael, que había caído en una
a Saúl en su poder y le respeta la vida en aten­ refriega con Abner. David se lamenta del he­
ción a que es el ungido del Señor. Después de cho, llora al difunto y continúa las conversa­
la muerte del detestable Nabal, toma por es­ ciones con las tribus. Algún tiempo después dos
posa a la prudente y rica Abigail, y en virtud jefes dan muerte al inofensivo y tímido Isbaal,
de otro matrimonio queda emparentado con los cuya cabeza llevan a David, de quien no reciben
calebitas, con lo que acrecienta su prestigio. el premio que esperaban, sino la muerte como
Aproximadamente un año después se ve obli­ traidores. Por fin, las tribus de Israel, en su
gado a refugiarse con sus hombres junto a deseo de restablecer el reino, llegáronse a He­
Aquis, acosado por Saúl. El filisteo le da Sice- brón, establecieron con David un solemne pac­
leg, entre Gaza y Bersabé; y David le entrega to en presencia del Señor y lo eligieron por rey.
como tributo, parte del botín de sus pillajes. Rey de todo Israel (II Sam. 5-1 Re. 2). Da­
Desde Telam hasta la frontera de Egipto sa­ vid había sido rey de Judá en Hebrón durante
143 DAVID

siete años y medio. Los filisteos, que lo habían había manifestado toda su intensa y profunda
considerado como vasallo suyo, habían visto piedad en el traslado, tuvo cuidado de organi­
con agrado las hostilidades con Israel, y al verlo zar para el Arca un servicio litúrgico (I Par.
hecho rey de todos los israelitas, lo atacaron, 23-26) que sirvió de modelo para el del Templo
ocupando el valle de Refaím, próximo a Jeru­ de Salomón. Al frente del mismo se puso la fa­
salén, con el fin de dividir a Judá por el norte. milia de Abiatar, y la de Sadoc quedó al ser­
David evitó el error de Saúl de aceptar batalla vicio del santuario de Gabaón. En los comien­
campal; con la ayuda de sus valientes segui­ zos del reinado de Salomón, fué confinado en
dores y de contingentes de las otras tribus, Anatot Abiatar, defensor de Adonias, y Sadoc
reanudó la dura vida del desierto, y mediante ocupó su puesto en Jerusalén.
audaces golpes de mano salió victorioso de es­ Estaba convencido David de que todo cuan­
tas largas y ásperas guerrillas. Proezas indivi­ to había hecho era muy poco para honrar a.
duales y algunas victoriosas batallas acabaron Yavé y para satisfacer plenamente su piedad..
por liberar enteramente al país. Llegó incluso Hacia el fin de su reinado, cuando hubo termi­
David, mediante una vigorosa ofensiva, a ocu­ nado su lujoso palacio, sintió como un remor­
par una considerable parte del territorio ene­ dimiento por dejar aún una simple tienda para
migo y la misma Gat. No volvieron a ame­ casa del Señor, y de ahí le vino el pensamiento
nazar los filisteos la independencia del pueblo de edificar un suntuoso templo. Confió su plan
de Yavé. al profeta Natán, el cual dió su asentimiento con
Una vez liberado el territorio nacional, Da­ entusiasmo. Pero en la mañana siguiente • llevó
vid ocupa a Jerusalén, adueñándose de la ciu- al rey la respuesta del Señor. El templo lo cons­
dadela ( = Sión, ciudad de David), que hasta truiría su hijo y sucesor; pero el piadoso celo
entonces había estado en poder de los jebuseos, había sido grato a Dios, y como premio for­
y hace de ella la capital del reino. Elección mulaba para David magníficas promesas: Is­
hábil, tanto por su situación estratégica, ya que rael queda estabilizado para siempre como
sólo es accesible por el norte, como porque, pueblo de Dios, y será siempre gobernado por
no perteneciendo a ninguna tribu, facilitaba la la casa de David. La naciente dinastía es lla­
restauración plena de la unidad nacional. Da­ mada a colaborar en la obra de Yavé sobre la
vid favoreció el que se poblara y la enriqueció tierra; los destinos de ambos están ligados para
de grandes construcciones. Lo primero que hizo siempre. A cambio de Salomón, constructor del
fué transformarla en ciudad santa, en el centro Templo, y sólo figurativamente llamado hijo de
religioso de todo Israel, trasladando a ella so­ Dios, llegará día en que aparecerá otro hijo de
lemnemente el arca (v.); Sal. 15. 24. 68. 132, David, que será realmente el Hijo de Dios.
1-10 (Vulg. 14. 23. 67. 131) desde Quiriat Jea- También él será rey, pero de toda la humani­
rim (unos 15 Km. al oeste), donde había estado dad (II Sam. 7, 13 ss.; Sal. 89 [88], 20-38).
olvidada durante unos setenta años bajo el sos­ David combatió y venció, en diferentes ba­
pechoso control de los filisteos. David había tallas que no están suficientemente precisadas
preparado para el arca, al lado de su palacio cronológicamente, a los moabitas, a los amo­
de Sión, una tienda semejante a la de Moisés nitas con los árameos sus aliados, a los edomi­
que había servido de santuario en el desierto. tas, cuyo territorio incorporó (II Sam. 8-10;
Era el lugar común de toda la nación, que ha­ I Par. 18-20). Con eso llegó a fundar un gran
cía revivir toda la época de los orígenes; el reino (que se extendía desde Damasco y Jamat
paso por el desierto, el paso del Jordán, la hasta el mar Rojo), el más extenso y el más
destrucción de Jericó; era el retorno a la más fuerte que llegó a conocer Israel en toda su
pura •tradición monoteísta; el más fuerte im­ historia, y ciertamente superior por su poder
pulso hacia la unidad de culto, establecida en intrínseco al inmediatamente siguiente de Salo­
los cuarenta años de vida nómada y perdida, món, cuya magnificencia tan celebrada no fué
con la división que siguió a la ocupación de más que una exhibición externa de cuanto Da­
Canán. El arca venía a ser como la piedra an­ vid había creado.
gular del reino, e introducía de repente a Jeru­ La organización civil y militar la fué bosque­
salén, hasta entonces pagana, en el sagrado pa­ jando David poco a poco según aconsejaban las
trimonio de todo Israel. Al emprender alegre­ circunstancias, sin sujetarse a un esquema rí­
mente las peregrinaciones al arca, los israe­ gido y complicado. El ejército constaba de tres
litas se ponían en contacto con la capital, con cuerpos distintos : los valientes, los mercenarios
el rey y entre sí; unidos en la oración y en los extranjeros y los contingentes territoriales. El
sacrificios se sentían más vivamente hermanos, primero era un cuerpo de soldados de ofici;, en
por la identidad de origen y de fe. David, que su mayoría escogidos de entre los más fieles
DAVID 144

componentes de la heroica banda de los co­ Guesur junto al abuelo materno, y por interce­
mienzos. Para estimular el heroísmo, David sión de Joab lo llamó David, con quien quedó
había creado una especie de grados de nobleza: plenamente reconciliado dos años más tarde.
la de los Tres y la de los Treinta. El segundo Entonces se di ó a satisfacer sus ambiciones al
cuerpo (cereteos, gatitas dirigidos por Itai, trono, con la misma tenacidad, ora paciente
otros filisteos) era una especie de legión ex­ ora activa, que había manifestado para ven­
tranjera al mando del judío Banayas. Entre los garse, para regresar a Jerusalén y reconciliarse
dos constituían el ejército permanente (como con su padre. Desaparecido Amnón, él era el
unos 2.000 soldados). Y, en fin, el tercero era primogénito. Era hermosísimo, gustaba de an­
movilizado según las necesidades entre los hom­ dar a caballo (costumbre recién importada de
bres valientes de las diferentes tribus, al mando Egipto), y se desvivía por hacerse popular y
del rudo y valiente familiar de David, Joab, granjearse la simpatía de los israelitas. Su pro­
quien tuvo el mando supremo desde el momen­ paganda hacía resaltar las causas de la carestía
to en que los Valientes decidieron que el rey no y del descontento: para los judíos que se les
volviese a exponerse compareciendo personal­ había olvidado excesivamente en pro de los
mente en las batallas (II Sam. 21, 16 ss.). otros; para los israelitas la falta de interés, por
En cuanto a la organización civil concen­ sus justos problemas y por sus quejas. Al cabo
trada en la corte nómbranse: un mazkir, espe­ de cuatro años creyó ver llegado el tiempo a
cie de secretario canciller, encargado de instruir propósito para destronar a David. Alegando
y aclarar las diferentes cuestiones sobre las como pretexto el cumplimiento de un voto,
cuales habría de pronunciarse el rey; un mi­ pidió se le permitiese ir a Hebrón, centro geo­
nistro para los tributos y los impuestos; un gráfico de Judea, antes sede real, donde él ha­
escriba encargado de la correspondencia diplo­ bía nacido, y allí fué proclamado rey solemne­
mática y tal vez de la redacción de los anales mente, al mismo tiempo en que vibraban por
oficiales. Las riquezas acumuladas en las dife­ todo Israel las trompetas anunciadoras de la
rentes campañas permitían a David hacer fren­ nueva elección. Todo el reino se declara por
te a los gastos de la Corte sin gravar con exceso Absalón contra David.
de tributos al pueblo. Entre los primeros, y por cierto el más im­
En los últimos años de su vida afectaron a portante de los rebeldes, figuró Ajitofel, conse­
David terribles adversidades, a consecuencia de jero infalible de David, abuelo paterno de Bet­
las cuales llegó exhausto al término de su mag­ sabé. Antes de la revuelta, David con su fami­
nífica carrera. Fué el castigo de su grave pecado lia, protegido por sus Valientes y por los fieles
(II Sam. 11); el adulterio con Betsabé, y la mercenarios extranjeros se apresura a pasar el
muerte del marido de ésta, Urías, el jeteo, uno Jordán para refugiarse en Galad. Deja diez de
de los Treinta, llevada a efecto por Joab si­ sus esposas de segundo rango para que guar­
guiendo órdenes de David. La adúltera, ya en­ den el palacio y en señal de su derecho sobe­
cinta, pasó a ser esposa de David, una vez rano al que no renuncia; manda que vuelvan
transcurrido el luto de ceremonial; pero el a colocar el arca en su puesto, de donde la
profeta Natán le echa en cara, especificándose­ habían sacado Sadoc y Abiatar para seguir al
los, los pecados cometidos, subrayando lo que rey, y encomienda a los mismos que procuren
en ellos había de perfidia y alevosía. David informarle sobre cuanto se hubiere decidido
confiesa su pecado con una humildad sin re­ contra él, sirviéndose de Ajimas y Jonatán, sus
servas y un arrepentimiento sin excusas (Sal. hijos, como enlaces. A Cusaí el arquita, amigo
32. 51 = Vulg. 31. 50). Y con humilde resigna­ y consejero íntimo, le da el encargo de desba­
ción soportará las terribles aflicciones — exi­ ratar ante Absalón los consejos de Ajitofel.
gencia de la divina justicia — que Natán le Aun cuando se encomendaba a la divina Provi­
predice, además de la muerte inmediata del dencia con una piedad profunda, David no des­
hijo habido de Betsabé. cuida ninguno de los medios de que dispone
Tuvieron su principio esas aflicciones, con la para asegurar el buen éxito de sus planes. «Vol­
pérfida, brutal e ignominiosa violación de la ved el Arca de Dios a la ciudad, y quédese en
virgen Tamar, hermana uterina de Absalón, su lugar — dice el rey a Sadoc —. Si hallo gra­
por parte de Amnón, hermano suyo y primo­ cia a los ojos de Yavé, Él me volverá a traer
génito de David. Absalón disimuló durante dos y me hará volver a ver el Arca y el tabernácu­
años, pasados los cuales invitó a Amnón al es­ lo. Pero si Él dice; No me complazco en ti,
quileo de las ovejas que tenía en Baljasor (al aquí me tiene; haga Él conmigo lo que le
nordeste de Belén), y ordenó a sus siervos le plazca» (II Sam., 15, 25 s.).
diesen muerte. Permaneció por tres años en David camina descalzo, con la cabeza cu­
145 DAVID

bierta y llorando. Entre Jerusaién y Jericó recibe paba un poder que sólo a Yavé pertenecía.
humildemente las imprecaciones de Semeí, de Dios manda que sea propuesta a David una
la familia de Saúl. Tras un aviso de Ajimas y triple pena: hambre durante tres años, derro­
Jonatán, se apresura a pasar el Jordán y llega a tas durante tres meses o peste durante tres días.
Majanaím, donde prepara la defensa. Ajitofel El rey se entrega en manos de Dios. El pueblo
en Jerusaién, para hacer definitiva la ruptura, había pecado enojando a Yavé, y éste manda
indujo a Absalón a tomar posesión pública­ el castigo: la peste hiere de muerte en breve
mente del harén de su padre. Era el deshonor tiempo a 70.000 israelitas. La penitencia de
conyugal amenazado por Natán. Luego le im­ David y su oración, que no carece de genero­
pulsó a atacar inmediatamente a David, pues sidad, alcanza del Señor el cese del azote. La
muerto él, estaba alcanzado el triunfo de la última decisión de David consistió en designar
revuelta. Pero el anciano Cusaí supo evitar la por sucesor suyo a Salomón, hijo menor, habi­
grave amenaza, sugiriendo un prudente aplaza­ do de Betsabé su predilecta. Ésta con Natán,
miento del ataque, con el fin de ultimar la pre­ Sadoc y los Valientes, formaron la contrapo­
paración del ejército. Ante el inesperado fra­ sición del partido de Adonias, el hijo mayor.
caso y desesperando del resultado del ataque Contaba unos 70 años cuando se extinguió y
aplazado, Ajitofel se retiró a su casa de Gilo fué sepultado en la «ciudad de David».
y se ahorcó. EfectWamente, el fin de la bata­ Desaparecía la figura más viva y más simpá­
lla entre Majanaím y el Jordán fué desastroso tica del Antiguo Testamento. Después de Moi­
para Absalón. El ejército de David, a las órde­ sés sólo él efectuó la unión de todas las tribus,
nes de Joab, de su hermano Abisaí, y de Itaí, haciendo renacer el espíritu nacional mediante
derrotó a los revoltosos, que buscaron refugio espléndidas victorias, y sobre todo mediante la
en la fuga por entre la espesa selva de Efraím. vuelta al puro yaveísmo.
El mismo Absalón penetró en ella, pero quedó Dejó una dinastía estable y una capital, ciu­
prendido y colgado por la cabellera entre dos dad santa, que permanecerá como símbolo y
gruesas ramas de una encina, mientras su ca­ hogar del pueblo elegido. Héroe genuino; hom­
balgadura continuaba la carrera. Informado de bre conforme ál corazón de Dios (I Sam. 13,
ello Joab, le traspasó el costado, a pesar de la
14); no es soberbio en la prosperidad; y en las
reiterada súplica de David, y mandó arrojar su
cadáver en una fosa que cubrieron con piedras. penas se mantiene lleno de confiada sumisión
A las puertas de Majanaím, donde había que­ a la voluntad de Dios (I Sam. 22, 3; II Sam.
dado, forzado por los suyos, esperando con 16, 10 s.); no emprendía nada sin consultar la
impaciencia el resultado de la batalla, recibió voluntad del Señor (I Sam. 22, 3. 15; 23, 2.
el rey por conducto de Ajimas la noticia de la 9, etc.). Tuvo cuidado especial por el honor de
victoria, y un cusita enviado por Joab le dió Dios y la majestad del culto divino. En el curso
a conocer el final de Absalón. El pobre padre de su vida puede observarse el decaimiento de
se retiró llorándolo desolado; pero Joab lo sus facultades; solamente una queda sin debi­
reclamó rudamente, y David volvió a la puerta litarse nunca: su piedad hacia Yavé, que apa­
de la ciudad para tomar parte, con el corazón rece radiante ya en su juventud y resplandece
desgarrado, en el gozo de los victoriosos. Con durante toda su vida: David será siempre el
su tacto habitual y su acostumbrada longani­ modelo del rey teocrático (cf. I Re. 11, 38; 14,
midad David arrostró la plena reconciliación: 8; 15, 3.). La piedad llenaba totalmente su
a Amasa, que había tenido el mando de los ardiente corazón que no podía ocultarla; y
insurrectos, le puso al frente del ejército. Un como poseía los maravillosos dones del poeta,
tal Seba, benjaminita, intentó inmediatamente manifestó los sentimientos que ella le inspiraba
después reanudar la rebelión, pero Joab, dando en versos llenos de vigor y de gracia, vibrantes
muerte a Amasa, la sofocó rápidamente e hizo como una invocación, lastimeros como un sus­
que se le entregara la cabeza de Seba. La piro, apropiados a una súplica y entusiastas
peste enviada por Yavé en castigo del censo como un grito de triunfo (v. Salmos). Y, final­
impuesto por David (II Sam. 24; I Par. 31-32), mente, como insigne profeta, cantó al futuro
aparece enlazada con el episodio de la carestía Mesías (v.) que había de proceder de su fami­
de los tres años. La ejecución de los descen­ lia : el «hijo de David» por excelencia, a quien,
dientes de Saúl exigida por los gabaonitas (II por lo mismo, los grandes videntes sucesivos
Sam. 21, 1-14; v. Saúl) es, pues, el comienzo llamarán «rey David» (Jer. 30, 9; Os. 3, 5),
del reinado sobre todo Israel. «mi siervo David» (Ez. 34, 23; 37, 24). Esta
El empadronamiento era un grave pecado: relación es el mayor timbre de gloria para el
haciéndolo por propia iniciativa, el rey usur­ piadoso rey. [F. S.]
10. — S padaioha. — Diccionario bíblico
DÉBORA 146

BIBL. — L. P irot , en DBs, II, 287-341; L. D es-la tribu acaba de ser reconstruida. Los comba­
noyers, Histoire du peuple hébreu, II, París 1930.
tientes, entusiasmados por el llamamiento de
pp. 71-327; III, pp. 184-88, 191-369; G. R ic c io m ,
Yavé, agrupados en torno a sus respectivos je­
Storia d’ lsraele, I, 2.a ed., Torino 1934, pp. 327-49;
A. M édeuieixe , La Síe. Bible (ed. Pirot, 3), Pa­ fes, armados con lo que primero hallaron o con
rís 1949. pp. 414-561, 583-91.
sus mismos instrumentos de trabajo (Jue. 5, 10),
DÉBORA. — Profetisa y libertadora de Israel situáronse en las colinas sur y este de la llanu­
juntamente con Barac (Jue. 4-5). Tuvieron el ra. La coalición de los reyezuelos cananeos,
mismo nombre ( = «abeja») la nodriza de Re­ cuyo jefe fue Jabín, rey de Jasor ( = Tel el-
beca, Gén. 24, 59, y la abuela de Tobías (Tob. Qedah, al noroeste del lago de Genesaret), con­
1, 8 en el griego). Fué esposa de Lapidot y fía la represión del revuelo al general Sisara,
ejerció una especie de magistratura extraordi­ príncipe de Jaroset. Tiene a sus órdenes cente­
naria dando sus sentencias inspiradas a los nares de carros escoltados de infantería, que se
israelitas que de todas las comarcas de Canán alinean a lo largo del Cisón ( ~ Nar el-Mu-
se llegaban a ella, junto a la palma por largo qatta) en el centro de la llanura, delante de
tiempo recordada entre el pueblo, y que se ha­ Taanac y Magedo, frente al Tabor. Una lluvia
llaba entre Betel y Rama ( = er-Ram, 9 Km. al torrencial convirtió a la llanura en un pantano.
norte de Jerusalén), en el territorio de Efraím. Débora — entre los combatientes — incita a Ba­
Según esto, Débora estaba muy al tanto de la rac : «Anda, que hoy es el día en. que Yavé
grave opresión cananea que aterrorizaba a las entrega a Sisara en tus manos. ¿No va él de­
lante de ti?» (Jue. 4, 14). Y él, decidido, irrum­
tribus del norte, emplazadas frente a la gran
pe desde el Tabor por la llanura, y le imitan
llanura de Esdrelón (Neftalí, Zabulón, Isacar,
las otras tribus, que descienden por la espalda
Manasés), las cuales no habían logrado adue­ y por los flancos del enemigo. Sorprendida la
ñarse de las fortalezas cananeas (Jue. 1, 27, 30) infantería por los diferentes ataques simultáneos
que guardaban los accesos a dicha llanura, en­ se dió a la desbandada, mientras los caballos
tre los cuales Jaroset ( = Tel-cAmar) a los pies se esfuerzan por desengancharse de los carros
del Carmelo — en el paso entre la llanura de que han quedado inutilizados, y acaban en la
Acre ( = Akká) junto al mar, y la de Esdre­ ruina. Una completa derrota. Los cananeos
lón— ; Betsan al este ; Taanac y Magedo (Tel son perseguidos y muertos. El mismo Sisara se
el-Mutesellim) al sur. lanza del carro inutilizado y se va a pie en busca
Desde el mar hasta el Jordán, si se exceptúa de un refugio. Se desvía por el sur hacia Ca­
el Tabor ( = Gebel el-Tór), la fértil llanura, des de Isacar ( = Tel Abu Qedeis, 4 Km. al
rica además por las caravanas que la cruzaban sudeste de Wadi Ledidjum, junto a Magedo).
siguiendo la vía maris para dirigirse de Siria, Da en un campamento de nómadas quíneos
Transjordania y Fenicia a Egipto, constituía (v.), y sintiéndose fatigado se enfrenta con la
una barrera entre Efraím al sur y las tribus tienda de Jael que le sale al encuentro y le
de Galilea, asentadas sin armas en las colinas invita a pasar confiadamente. Lo tapa con una
circundantes. Un intento por parte de éstas especie de pelliza y apaga su sed dándole a be­
de penetrar pacíficamente con el trabajo y el ber leche ( -lebhen, o jaurt de los árabes; por
comercio había provocado la violenta reacción lo tanto era tiempo de primavera). Habiéndose
de que ahora se trata (Jue. 5, 6 ss. 12). él dormido le clava en la sien un palo de los
La ardiente fe impulsó a Débora a la acción. empleados para sujetar en el suelo las cuerdas
Manda llamar a Barac, de Cades de Neftalí de la tienda, y así se lo muestra a Barac que lo
( = Qedcis, junto al lago de Hule), y le comu­ perseguía (Jue. 4, 17. 22).
nica en nombre de Yavé el cometido de Liber­ Quedaba cumplida la profecía de Débora
tador (v. Jueces). Barac, que ha tenido que (Jue. 4, 9). Jael pertenecía a una familia empa­
sufrir de los cananeos, quiere a Débora a su rentada con Moisés (Jue. 1, 16; 4, 11), y por
lado, para beneficiarse del enorme ascendiente lo mismo con los israelitas (cf. I Sam. 15, 6).
de que ella goza en todo Israel. Así se dirigen Su intervención contra Sisara se explica por el
a Cades, desde donde ponen en movimiento a principio de solidaridad impuesto por el deber
Neftalí y Zabulón (cuyos combatientes — unos de intervenir en favor de la tribu pariente con­
10.000 — reciben orden de juntarse en el Tabor tra el enmigo de guerra (cf. Jue. 8, 5-9. 15 ss.,
sin sembrar la alarma), y envían mensajeros a 21 ; I Sam. 14, 21; 29). He ahí el poiqué de la
las otras tribus del centro, del norte y del este. alabanza de Débora (Jue. 5, 24-27), que, en
Responden 1sacar. Manases (representada por cambio, maldice a la ciudad israelita de Me-
el importante núcleo de Maquir), Ejraim y Ben­ roz ( = K. Marus, próxima a Jasor), que no se
jamín ( y . ) ; éste con pocos contingentes, pues movió para destruir a los cananeos supervivien­
147 DECÁLOGO

tes. Ese deber proveniente de la solidaridad está en cambio, en virtud del v. 17, considera como
por encima del mismo de la hospitalidad. dos preceptos específicamente diversos la codi­
La victoria quebrantaba la supremacía de los cia de los bienes ajenos y el deseo de la mujer
cananeos, que en adelante quedaban reducidos del prójimo (A. Vaccari, en VD, 17 [1937],
a sólo sus ciudades. La unión victoriosa de seis 317-20; 329-334),
tribus, primer agrupamiento importante desde La doctrina monoteísta y moral del Decálogo
el tiempo de Josué, ponía de manifiesto la soli­ es la característica peculiar y verdadera prerro­
daridad nacional y sus ventajas; pero sobre gativa de Israel respecto de todos los demás-
todo reanimaba las fuerzas del yaveísmo. Era pueblos. Como fundados en la ley natural (Sto.
la victoria de Yavé. «Estos hechos heroicos son Tomás, Sum. Theol. 1.a Ilae. q. 100, aa. 1. 3.
los que canta Débora (Jue. 5). Su «cántico» 11), aunque dirigidos a la nación, en cuanto tal
es con razón considerado como de los más an­ (v. Alianza), estos preceptos obligaban a cada
tiguos y perfectos monumentos de la literatura uno de los miembros de la misma (individua­
hebrea. Desgraciadamente su belleza queda en lismo); y siguen impresos en la conciencia de
parte velada a causa de las mutilaciones y de todos los hombres de todos los tiempos (uni­
la oscuridad del texto. Los intentos de recons­ versalismo). De este modo entran sin cambio
trucción no han logrado restaurar todas sus rui­ alguno en la alianza definitiva que había de ser
nas. No obstante, aun con sus lagunas irreme­ sellada por Jesucristo Nuestro Señor (Ene. Cati.-
diables, esta oda triunfal nos permite admirar It., IV, 1261).
el armonioso orden de la composición, sentir Compruébanse numerosas variantes, aunque-
la inspiración rebosante de entusiasmo nacional secundarias entre Éx. y Dt. (1. cit.). El Éxodo
y religioso, saborear lo pintoresco de un rea­ alega como razón de la observancia del sábado
lismo que sabe reproducir gestos y dar vida» el descanso divino después de los seis días de la
(L. Desnoyers). creación; el Dt. un motivo de humanidad que
El más interesante intento, entre los muchos no excluye el precedente. El Éxodo pone a la
que se han hecho por reconstruir las estrofas, mujer entre las cosas del hombre, conforme al
es el de O. Grether, Das Deboralied, Gütersloh concepto vigente en el régimen patriarcal; el
1941; cf. R. Toumay, en Vivre et Penser, 1942, Dt. la pone aparte. En lo demás trátase de mo­
p. 172 s. [F. S.) dificaciones literarias accidentales; y el célebre
BIBL. — L. D esnoyers, Histoire du peuple hébreu, papiro de Nash, s. i-ii desp. de J. C., que con­
París 1922, pp. 137-52; R. T amisier, Le Ubre des Ju­ tiene fragmentos del Dt. 5, 6-22, ofrece algunas
ges (La Ste. Bible, ed. Pirot, 3), ibíd. 1949, pp. 159.
176-98. que le son propias (v. Papiros; cf. A. Vaccari,
en VD, 1923, 283-6). Tales divergencias permi-.
DECÁLOGO. — Los diez mandamientos (Ut<a ten concluir que con toda probabilidad en las
XóyoL: Éx. 34, 28; Dt. 10, 4 en la versión grie­ dos piedras sólo se esculpieron los preceptos
ga), esencia de la alianza (v.) del Sinaí y de (p. ej.: no hurtar) sin los motivos que frecuen­
todo el Antiguo Testamento (Éx. 20, 1-17; Dt. temente los acompañan, los cuales fueron aña­
5, 6-22). Los tres primeros son de índole reli­ didos en la redacción subsiguiente de los dos=
giosa: — monoteísmo, con exclusión de toda libros, Éxodo y Dt. Todos los exegetas cató­
forma de idolatría; respeto al nombre de Dios; licos reconocen a Moisés por autor del Decálo­
descanso sabatino; — los otros son de índole go incluso en cuanto a la forma literaria, en la
moral. Con el primero va unida la sanción (Éx. que, no obstante, admiten ciertos retoques ulte­
20, 2-6; v. Alianza) cuyo cumplimiento, en riores consistentes en detalles secundarios. En­
cuanto al castigo, se vió realizado en la des­ tre los acatólicos cf. L. Lemme, G. Wildeboer,
trucción de Samaría (722 a. de J. C.) y del reino etcétera. La mayoría de los críticos que más
de Judá (587 a. de J. C.) con el cautiverio de estuvieron en contacto con la literatura egipcia
los supervivientes (cf. Lev. 26; Dt. 28); y en y babilónica — R. Kittel, A. Jirku, E. Sellin,
cuanto al premio, fruto de la gran misericordia P. Volz, etc. — lo consideran como sustancial­
de Dios, en la conversión y en el regreso de «un mente mosaico.
residuo», en la restauración del nuevo Israel, Los profetas inculcan la observancia de Ios-
en la venida del Mesías (v.) y, finalmente, en la preceptos del Decálogo (A. Gambert): Os. 4,
futura conversión de Israel al cristianismo 2. 13; 6, 9; Jer. 7, 9, etc., y particularmente
(Rom. 11, 25 ss.). La Iglesia católica (con los la del primero; y los suponen ya conocidos del
judíos y los luteranos) considera la prohibición pueblo (Am. 2, 4-14; Os. 4, 6; 6,' 5-11, etc.;
de toda escultura e imagen idolátrica (Éx 20, cf. la explícita referencia de Ez. 20, 10 ss.: pre­
4 s.) como un simple complemento del primer ceptos dados por Yavé a Israel en el desierto,,
mandamiento, y no como un precepto distinto; entre los cuales el de santificar el sábado).
DEDICACIÓN del Templo 148

Documentos antiquísimos del tiempo de Moi­ de la que sólo quedó el recuerdo en los escrito­
sés atestiguan el uso de grabar en piedra (Éx. res eclesiásticos (Eusebio y Epifanio).
24, 12; Dt. 9, 9) escritos importantes de natu­ Cristo fué seguido por turbas de la Decápolis
raleza religiosa para colocarlos en lugares sa­ al principio de su ministerio (Mt. 4, 25), cruzó
grados. En un tratado estipulado entre Shuppi- su territorio, donde curó al sordomudo (Me. 7,
luliumaS, rey de los jeteos, y Mattiuzza, rey de 31-37), cuando volvió desde Sidón al lago de
Mitanni, se dice que se deposite en el templo de Genesaret. En ella curó a un endemoniado que,
Shama§ una especie de documento. [F. S.] siguiendo su invitación, se convirtió en el pri­
BIBL. — F. Spadafora, en Ene. Catt. It.. IV, 1261 mer misionero de la Decápolis (Me. 5, 2-20).
s., con amplia bibi.; A. E berharter, en DBs, II, col. [A. R.]
341-51; M. V alentini, Le condizioni sociali del D. e
¡a sua autenticitá mosaica, en Salesianum, 1 (1939) BIBL. — U. Holzmeister, Storia dei temüi del
407-20; A. C lamer, Le Deutcr. (La Ste. Bible, ed Nuovo Testamento, (trad. it. y demás, del P. Zedda),
Pirot, 2), París 1940, pp. 548-56; H. S imon-J. Pra­ Torino 1959, pp. 134-144 (colección La S. Bibbia).
do, Vetus Test., I, 6.a ed., Torino 1949, pp. 235-42;
H. H. R owler, Móise et le Décalogue, en RHPhR,
32 (1952) 7-40. DEDICACIÓN del Templo. — Fiesta instituida
por Judas Macabeo para conmemorar la puri­
DECÁPOLIS. — Confederación de diez ciuda­ ficación del Templo que tuvo lugar el 25 de
des helénicas, todas ellas situadas, menos Scitó- Casleu del 148 de la era seléucida ( = nov.-dic.
polis, al otro lado del Jordán, y de las cuales del 164 a. de J. C.), tres años después de haber
se hace mención en los Evangelios (Mt. 4, 25; sido profanado por Antíoco (I Mac. , 54; 1

Me. 5, 20; 7, 31), en FI. Josefo (Vita 65, II Mac. 10, 13; Fl. Josefo, Ant. XV, 320). La
341 $s.; 74, 410), en Plinio (Hisl. Nat. 5, 18, solemne función fué celebrada, como lo fuera
74) y en una inscripción de Palmira (Corpus en tiempos de Salomón (I Re. 8, 65 s.), con
inscrip. graec., n. 4505). cánticos acompañados de instrumentos músicos,
Por intervención de Pompeyo M., en el 64 y duró ocho días (cf. II Par. 7, 8 s.); ofre­
a. de J. C. las ciudades de la Decápolis reco­ ciéndose sacrificios pacíficos (cf. Lev. 9, 4; Dt.
braron la prerrogativa de verse libres de las 27, 7; II Par. 31, 2), símbolo de la paz resta­
autoridades locales, y la autonomía urbana, blecida entre Dios y su pueblo, y de la gratitud
quedando directamente dependientes del procu­ de éste (cf. II Par. 33, 16).
rador de Siria. Estaban constituidas por colonos Para perpetuar el recuerdo del acontecimien­
griegos que allí se habían establecido en tiempo to se fijó una solemnidad anual (I Mac. 4, 49)
de los Tolomeos y de los Seléucidas, helenistas denominada Encenia o renovación (cf. Jn. 10,
por la lengua, por la religión y por la ley. Los 22), cuyo nombre griego se tradujo al latín por
judíos, en número reducidísimo, eran única­ dedicatio. En hebreo se llamó hanukkáh, que
mente tolerados, y estaban privados del derecho con más exactitud se traduciría por inaugura­
de ciudadanía; pero gozaban de libertad de ción (cf. I Re. 8, 63; II Par. 7, 5). La celebra­
religión y de culto. No siempre fué el mismo ción tenía un carácter alegre, y en ella se em­
ni el número ni el nombre de las ciudades (por pleaban abundancia de luces, de donde vino el
más que el nombre «decápolis» se conservó in­ Llamarla la Fiesta de las luces (cf. Fl. Josefo,
tacto), puesto que a consecuencia de cambios Ant. XII, 325, que la llama <pG>ra).
políticos, salieron de la confederación algunas Mientras que en I Mac. (4, 36-59) sólo se
ciudades, al par que entraron otras. Según Pli­ alude al restablecimiento de la iluminación del
nio (Hist. Nat. 5, 18, 74), las diez ciudades Templo (4, 50), en II Mac. (10, 1-8) se nota la
eran: Damasco; Hippos (Qualcat el Hosn); renovación del fuego sagrado (10, 3) y la cone­
Gadara (Mukeis) que, como Hippos, fué do­ xión que, por motivos históricos y por seme­
nada por Augusto a Herodes, pero recobró janza de ritos, se da entre la nueva fiesta y la
juntamente con ésta su autonomía después de de los Tabernáculos, celebrada del mejor modo
la muerte de Herodes; Refana (er Ráfeh); Ca- posible tres meses antes (10, 6), de donde le
natha (Qanawat, próxima a er Rafeh, en el ex­ viene la denominación de fiesta de los Taber­
tremo occidental del monte Hawrán); Scitó- náculos en el mes de Casleu, que se lee en
polis (Beisán); Pela (Tabaqat Fahil en el ex­ II Mac. 1, 9. 18. La importancia que en ese
tremo septentrional de la Perea); Dion (Kefr texto se atribuye al «fuego sagrado» prepara la
Dahim, en el cAglún); Gerasa (Geras) y Fila- interpretación de Fl. Josefo que en la ilumina­
delfia (cAmmán). ción ve el elemento esencial y el símbolo conme­
En el s. ii desp. de J. C., con la incorpora­ morativo de la inesperada realización (<pavrjvcu;
ción de Gerasa y de Filadelfia a la provincia cf. (píora) de la liberación obtenida con el auxi­
romana de Arabia, quedó disuelta la Decápolis, lio divino, y de las diferentes leyendas rabínicas
149 DEUTERONOMIO

en torno al milagro del «fuego» venido del cielo, dentor: Adán y Eva, Abel, Abraham, los pro­
y del aceite que, siendo tan poco, duró ocho fetas hasta San José y San Juan Bautista.
días consecutivos. Los patrocinadores de la Religionsgeschichtli-
Después de la definitiva destrucción del Tem­ che Schule relacionaron, con suma ligereza, la
plo, en la diáspora se fue acentuando cada vez narración bíblica con los diferentes mitos de
más el elemento accesorio de la iluminación de descendimiento de algún héroe o divinidad al
las casas (cf. Persio, Satira V, 180-82), y se reino de los muertos, frecuentes en las antiguas
conservó la fiesta hasta ahora, como recuerdo religiones: babilónica, egipcia, grecorromana
de una particular protección divina en un mo­ (Schweitzer, Gunkel, Kroll). Pero fuera de la
mento crítico de la historia hebrea. [A. P.] semejanza exclusivamente externa del tema, no
aparece ninguna otra en parte alguna que pre­
BIBL. — F. M. A del, Les libres de Macabées.
París 1949, pp. 416-21. sente la idea bíblica de la eterna bienaventuran­
za que el Redentor trajo a las almas de los jus­
DEMONÍACOS. — v. Endemoniados. tos, como el mismo Kroll reconoce. [L.V.-F. S.]
BIBL. — A. Vito , en VD, 7 (1927), 111^118; 138-
DEMONIO. — v. Diablo. 44; 171-81; J. C haine, en DBs, II, col. 395-431J
U. Holzmeister, Comm. in epp. SS. Petri et Judae,
París 1937, pp. 294-351; P. D e A mbrogoi, Le epislo-
DESCENDIMIENTO de Jesús a los Infiernos. te cattoliche, 2.* ed., Torino 1949, pp. 136-9.142.
— También Jesucristo, apenas hubo muerto, se
fué con su alma humana, sustancialmente unida DEUTEROCANÓNICOS. — v. Canon.
a la divinidad, al lugar adonde iban todas las
almas separadas de los justos del A. T., y que DEUTERO-ISAÍAS. — v. Isaías.
la Biblia llama unas veces se’ol, otras infiernos,
otras paraíso, otras seno de Abraham; y, ya en DEUTERONOMIO. — Quinto libro del Pen­
época cristiana, limbo de los Padres (Símbolo tateuco, al que los hebreos llaman ’elleh had-
apostólico, s. iv ; Concilio Lateranense IV de debhárim «estas son las palabras», o had-debha-
1215; Denz. 429). rim «las palabras», por razón de las que le
Jesús llevó a los justos la «alegre nueva» de sirven de encabezamiento. Los LXX lo llaman
la Redención (I Pe. 3, 18 ss.; 4, 5 s.). Entonces Sevrepovbfiiov «segunda ley» traduciendo de­
fectuosamente Dt. 17, 18 (misneh hat-tóráh «re­
tuvo lugar el juicio para los pecadores y la con­ petición de la ley». En la tradición judíocristia-
siguiente separación absoluta entre los fieles y na se le atribuye a Moisés (v. Pentateuco). Es
los pecadores. Para los fieles se acabó el estado una segunda ley, promulgada por Moisés en la
de separación total de Dios que se había ini­ llanura de Moab en el undécimo mes del año 40
ciado con su muerte; para los pecadores esa después de la salida de Egipto. Ofrece algunas
separación se hizo definitiva, comenzando para leyes nuevas, y complementos, y modificacio­
ellos el infierno (Dan. 12, 2 s. 12; v. Muerte). nes de las precedentes. Fué motivado principal­
Los justos, empezando por Adán, comenzaron mente por el próximo establecimiento de los
a gozar de la visión intuitiva de Dios con la hebreos, con lo cual habría de sufrir una pro­
consiguiente felicidad y subieron al cielo con funda modificación su primitiva estructura so­
Cristo glorioso en el día de la Resurrección cial seminómada.
(v. Ascensión). Pero el Deuteronomio no es una simple y fría
Hállanse también referencias al descendimien­ enumeración de leyes y ordenanzas, sino que
to de Jesucristo a los infiernos en Rom. 10, 7; está vivificado por un cálido tono oratorio que
Col.. 1, 18. Los apócrifos (Actos de Tomás, crea la impronta característica del libro. En vís­
Evangelio de Nicodemus, Odas de Salomón, peras de su muerte condensa Moisés en este
Oráculos sibilinos, etc.) y diferentes escritores emocionante testamento sus alientos, sus in­
eclesiásticos inspirados en ellos (Melitón de Sar­ vectivas y sus invitaciones a la observancia de
dis, Orígenes, San Cirilo de Jerusalén, etc.) se la Ley, comenzando por los grandes principios
complacieron en dramatizar el hecho adornán­ morales, y se apoya en los más elevados moti­
dolo con varios pormenores, como el haberse vos, como las glorias del pasado, la misión his­
resquebrajado puertas y entablado una verda­ tórica de Israel y los triunfos del porvenir.
dera lucha (entre Jesús y sus ángeles por una La forma del Dt. consiste en la presenta­
parte y el diablo y los demonios por la otra), ción de varios discursos dirigidos por Moisés
que se terminó con la derrota del diablo y fué a los israelitas.
seguida de la liberación de los antiguos creyen­ 1.° Discurso (1, 4): Echa una mirada retros­
tes que pasan desfilando por delante del Re­ pectiva a los hechos ocurridos desde que deja­
DIABLO 150

ron el Si.naí hasta las conquistas llevadas a cabo le tributarán en su propio santuario; la infi­
al otro lado del Jordán, en cuanto son revela­ delidad para con Dios será severamente cas­
doras de la fidelidad de Dios a las promesas tigada.
(1, 3), para inculcar la fiel observancia de la Puede decirse del Dt. que es el libro de la
Ley (4, 1-40). Alianza por antonomasia.
2. ° Discurso (4, 44-26, 19): Es la parte cen­ Es digno de notarse el profundo sentimiento
tral del libro que contiene la renovación de la de humanidad del D t.: el amor al prójimo con
Ley. Comienza por los principios generales: la misericordia y la compasión para con los
decálogo (5), culto y amor al único Dios (6), desgraciados, la severa y no menos delicada
guerra a la idolatría (7), a lo cual sigue un pa­ defensa de la familia, de la mujer y de las
réntesis con la recriminación de las pasadas in­ costumbres públicas y privadas. El Dt. tiene
fidelidades de Israel, promesas y amenazas (8, páginas que se acercan a la sublimidad divina
11). Luego vienen las leyes especiales relativas del Evangelio más que ningún otro libro del
a la religión: unidad de santuario (12, 1-28), Antiguo Testamento.
contra la apostasia (12, 29-13, 18), alimentos El Mesías es vislumbrado como Sumo Pro­
y diezmos (14), año de remisión (15), las , tres feta (18, 15-19) por el ojo de Moisés, hecho
grandes solemnidades anuales (16, 1-17); luego a penetrar lo futuro. [A. R.]
las leyes relativas al derecho público (16, 18- BIBL. — A. C lamer, Lévitique, Nombres, Deut.
21, 9); para los Jueces (16, 18-17, 13), para el (La Ste. Bible, ed. Pirot, 2), París 1940; A. V accari,
rey (17, 14-20), para los sacerdotes (18, 1-19), II Pentateuco, Firenze 1943. p. 435 s .; A. C azelles,
Jérérni et le Deutéronome, en RScR, 39 (1951) 5-36.
para los profetas (18, 9, 22), homicidio invo­
luntario (19), guerra (20), homicidio sin reo DIABLO. — Invisible poder personal que diri­
confeso (21, 1-9), y finalmente varias leyes rela­ ge las fuerzas del mal para luchar contra los
tivas al derecho familiar y privado (21, 10-26, designios de Dios y en perjuicio del hombre.
19): p. ej., matrimonio (21, 10-14; 22, 13-23, 1), En hebreo recibe el nombre de has-Satán «el
hijos (21, 15-21), divorcio (24, 1-5), levirato adversario» (Job 1, 6. 9. .12; 2, 3. 4. 6. 7; I Par.
(25, 5-10), deberes de humanidad (22, 1-12; 21, 1; Zac. 3, 1. 2), término que, sin artículo,
23, 16-21; 24, 6-25, 4), honestidad (25, 11-19), indica un enemigo humano (I Sam. 29, 4; II
votos (23, 22-24), primicias y diezmos (26). Sam. 19, 22; etc.). En el griego de los Setenta
3. ° Discurso (27, 1-29, 68): Contiene la or­se lee Siá/foAo?, de Sia/?áAAu>, «acusador» «ca­
den de promulgar la ley junto a Siquem (tan lumniador» para traducir el hebreo ha5-Satán y
pronto como hubieren entrado en Canán) con también sár y sórér, «enemigo» (en Est. 7, 4; 8,
maldiciones para los transgresores (27), ame­ 1); hállanse los términos 8atfiu>v y 3ai,uóviov,
nazas y promesas (28). con los cuales los griegos denominaban princi­
4. ° Discurso (28, 69-30, 20): Renuévase lapalmente a la divinidad que dirige los destinos
exhortación a la observancia de la ley con humanos, el genio tutelar inferior a los dioses,
el recuerdo de hechos históricos, promesas y a las almas de los difuntos; pero los Setenta los
amenazas (29-30). emplean para nombrar al diablo, traduciendo
El apéndice histórico (31, 1-34, 12) presenta los nombres hebreos secirim (Lev. 17, 7; 16,
los últimos hechos de Moisés, la elección de 8. 10; II Par. 11, 15; Is. 13, 21 ; 34, 14); $e-
Josué por sucesor suyo (31), el cántico de Moi­ dim (Dt. 32, 17; Sal. 106, 37; acadio Sidu);
sés (32), la bendición de las doce tribus (33) y elilim (Sal. 96, 5), Sijjim (Is. 34, 14).
la muerte de Moisés (34). Como principal responsable de la caída y de
El Dt. tiene por fulcro el amor. Toda la his­ la consiguiente privación de los dones espiri­
toria del pasado de Israel está representada en tuales y preternaturales que sufrieron nuestros
función con el amor que Yavé despliega para primeros padres (Gén. 3, 1 ss.; cf. Sab. 2, 24;
con su pueblo y que Israel debe tributarle. Yavé Jn. 8, 44; Hebr. 2, 14; Apoc. 12, 9; 20, 2)
ha elegido a Israel para pueblo suyo, y esta re­ concíbese a este enemigo invencible como om­
lación de pertenencia que une a las dos partes nipresente y como espía que acusa a los hom­
la ha expresado por medio de la alianza (v.) bres ante Dios y los tienta para lograr su con­
que es gratuita porque ha tenido por origen la denación (Job 1, 6 ss.; I Par. 21, 1; Zac. 3,
voluntad libre de la benevolencia divina, si 1 s.). Al diablo de la lujuria, al que se vence
bien condicionada por mutuos derechos y de­ con la mortificación y la oración, llámasele As-
beres. Para que Israel pueda disfrutar de la modeo en Tob. 3, 8; 6, 8 ss.; 12, 3. 14. Según
posesión de la Tierra prometida tiene que reco­ cierta opinión rabínica seguida por Orígenes
nocer a Yavé por su Dios, con exclusión de (PG 11, 1364) y renovada por los modernos,
todos los otros dioses, mediante un culto que el Azael de que se habla en Lev. 16, 8, ss.
151 DIÁCONOS

para el día de la expiación (v.), sería un diablo do entera posesión de su espíritu (Le. 22, 3;
y precisamente el príncipe de los diablos. Pero Jn. 13, 27 ; cf. Le. 22, 53). La lucha contra la
probablemente Azael no es más que un nom­ Iglesia de Cristo está delineada en las parábolas
bre del macho cabrío expiatorio, lanzado al del sembrador y de la cizaña (Mt. 13, 19. 25.
desierto (Clamer). 39; Me. 4, 15; Le. 8, 12)'.
En el Nuevo Testamento, el diablo o satanás Después de Cristo son tentados los cristianos
(frecuentemente singular colectivo, por los án­ (Act. 5, 3) con grande astucia (I Cor. 7, 5;
geles rebeldes en general) es el jefe de los ánge­ II Cor. 2, 11 ; I Tes. 3, 5 ; etc.), por el diablo
les rebeldes que fomentan el mal y la perdi­ que se transforma en ángel de luz (II Cor.
ción (Ap. 9, .11; 12, 7-9). El término en singular 11, 14), como promotor de falsas doctri­
(ó Siá/fo/\o$) es empleado 39 veces en este sen­ nas (I Tim. 4, 1). Son especial objeto del
tido técnico de enemigo de Dios y de sus fieles; odio diabólico los propagadores del cristianis­
en plural es empleado en tres casos como atri­ mo (Le. 22, 3.1; II Cor. 12, 7; I Tes. 2, 18).
butivo «acusador» (I Tim. 3, 11; II Tim. 3, 3 ; Pero Cristo infligió al diablo la primera y gran
Tit. 2, 3). Aparece también 36 veces o craravá?, derrota cuando hizo realidad la profecía d el.
sin contar las voces afines 0l 8aí/j.ove$ (Mi. 8, Génesis (Gén. 3, 5; Le. 10, 18; Jn. 12, 31;
31) y to 8ai/xóviov (63 veces, 27 en singular y 36 14, 30, 16, 11; I Jn. 3, 8), destruyendo con
en plural). En Ap. 12, 9 y 20, 2 el diablo o sa­ su muerte al dominador de la muerte (Hebr. 2,
tanás es identificado con el dragón (v.). Lláma­ 14) y libertando a los que estaban subyugados
sele también el «tentador» o xeipáfav: M t. 4, por el terror de la muerte (Hebr. 2, 15; Col. 2,
3) ; el «maligno» (novr¡pó$: Act. 19, 12; I Jn. 14 s.). Pero como la derrota definitiva no ten­
2, .13); el «espíritu inmundo») ro aKaSaprov drá lugar hasta el fin del mundo, la resistencia
irvevp.a: Mt. 12, 43); en Ap. 12, 10 se le da de los cristianos a sus ataques ha de ser de to­
el calificativo de «acusador de nuestros herma­ dos los días (I Pe. 5, 8. 9), con la sobrenatural
nos (los cristianos) que les acusa ante Dios día «armadura completa» (Ef. 6, 16; II Cor. 12,
y noche», y en relación del juicio que nos espe­ 7 ss.; Rom. 16, 20). Y no será raro el buen
ra, se le llama también «el adversario en el tri­ éxito del diablo: hay fieles seguidores del dia­
bunal» (¿ avTiSiKos : I Pe. 5, 8). blo en tiempo de Cristo (Jn. 8, 41. 44); en la
El diablo es un ángel pecador y castigado. edad apostólica son abandonados, en castigo,
La antigua tradición religiosa hebrea relacio­ al poder de Satanás el incestuoso de Corinto
nada con el pecado de los ángeles está expuesta y los apóstatas Himeneo y Alejandro (I Cor. 5,
por San Pedro (II Pe. 2, 4) y por San Judas 5; I Tim. 1, 20). Habrá oposición entre «los
(1, 6). También alude a ella Jesucristo cuando hijos de Dios» y «los hijos del diablo» (Jn. 8,
dice: «Él era homicida desde el principio y no 44-47; I Jn. 3, 8. 10), los cuales practican
perseveró en la verdad, porque la verdad no «obras del diablo» (Act. 13, 10) las que se resu­
está en él» (Jn. 8, 44), y San Juan en las pala­ men en la impostura y en la seducción (Jn. 8,
bras: «Peca el diablo desde el principio» (I Jn. 44; I Tim. 4, 2; Ap. 12, 9; 20, 9) por medio
3, 8). En cuanto a determinar la especie de de las cuales se sustituyen la verdad y la jus­
pecado, se da la preferencia al de soberbia, por ticia por el pecado (Rom. 1, 25 ss.; Sant. 5,
estar más en consonancia con la naturaleza 19). [A. R.]
espiritual del ángel. Habiendo sido confinados BIBL. — K aupel, Die damonen im A. T., Augsburg
en los abismos tenebrosos (II Pe. 2, 4; Jud. 1, 1930; A. Brock-U tne, «Der Feind» en Klio. 28
(1935) 219-227; M. J. G ruenthaner, The Demology
6) y castigados con el fuego eterno creado para of the O. T.. en CatBtbQ, 6 (1944) 6-27; B. N oack,
ellos (Mt. 25, 41), estos ángeles caídos, que son Satanas und Soteria. Kopenhagen 1948; F. Z eman,
muy numerosos (Me. 5, 9; cf. Le. 8, 30), tienen Indoles daemonum in scriptis prophetarum, en D V ,
27 (1949) 270-77; 321-35; 28 (1950) 18-28; 89-97.
un poder limitado sobre los hombres (I Pe. 5, 8)
hasta que se dé la sentencia de condenación en DIÁCONOS. — El término SicIkovos (y análo­
el juicio final (II Pe. 2,4; Jud. 1, 6). gamente los afines SiaKovía y Siaxovelv) signi­
Como «principe de este mundo» (Jn. 12, 31 ; fica : 1) ayudante o servidor en general («minis­
14, 30 ; 16, 11), «dios de este siglo» (II Cor. 4, ter») ; cualquiera que realice un trabajo bajo
4) y «señor» (Mt. 4, 9; Le. 4, 6) manifiesta su las órdenes o dirección de otro (Mt. 20, 26;
poder entre las tinieblas de la idolatría (Act. 26, Le. 10, 40); 2) el que sirve a la mesa (Mt. 22,
18; Col. .1, 13). La lucha diabólica va princi­ 13 ; Le. 22, 27); el que socorre a los meneste­
palmente dirigida contra Cristo: después de las rosos en las diferentes formas de beneficencia,
primeras tentaciones, de carácter mesiánico, lo no sólo material (Rom. 15, 25 ; II Cor. 9, 12 s.)
acosó hasta la muerte sugiriendo a Judas Isca­ sino también espiritual, y sobre todo en orden
riotes la traición (Jn. 13, 2; cf. 6, 71) y toman­ a la salvación (Act. 19, 22; Ef. 4, 12; en este
DIÁSPORA 152

sentido se llama a Cristo diácono, «ministro» la de la continencia, al menos de la relativa


de los circuncidados: Rom. .15, 8); 3) en sen­ que excluye las segundas nupcias como en el
tido estricto y técnico, los que eran elegidos caso de los obispos (I Tim. 3, 2, 12).
por los Apóstoles para que les ayudasen en la En cambio en las diaconisas nunca se reco­
asistencia espiritual de los fieles (solamente en noció una verdadera y propia participación en
Flp. 1, 1 y I Tim. 3, 8. 12). la jerarquía de la Iglesia, no obstante la seme­
En Act. 6, 1-6 se narra la elección de los janza entre los nombres. [L. V.]
siete primeros diáconos elegidos por la comu­ BIBL. — J. V iteau, L'institution des diacres et des
nidad, por iniciativa de los Apóstoles, que ha­ veuves, en RHE, 22 (1926) 513-37; St . B ihel, De
bían determinado su número y cualidades, reser­ septem diaconis (Act. 6, 1-7), en Antonianum, 3 (1928)
129-50; C. Spicq, Les épitres pastorales, París 1947,
vándose la investidura mediante la imposición pp. XLVII-L; J. R enié, Actes des Apotres (La Ste.
de las manos. Es difícil apreciar si el número Bible, ed. Pirot, 11), ibíd., pp. 101-106.
fué sugerido por apreciaciones simbólicas o por
exigencias prácticas (p. ej., con miras a un tur­ DIÁSPORA. — Es la dispersión de los miem­
no semanal, según parece indicar la expresión bros del nuevo Israel por todo el mundo enton­
«ministerio cotidiano» de Act. 6, 1). Sus nom­ ces conocido. El término griego diáspora equi­
bres (todos griegos: Esteban, Felipe, Prócoro, vale a diseminación, dispersión. Los grupos ju­
Nicanor, Timón, Pármenas, Nicolás) y la cir­ díos, por muy alejados que se hallen, están liga­
cunstancia que indujo a elegirlos hacen proba­ dos legal y espiritualmente al núcleo vital, que
ble el que procediesen del judaismo helénico; tiene su punto de apoyo en Jerusalén y en el
de Nicolás se nota expresamente que era pro­ Templo y que representa a la teocracia resuci­
sélito, es decir, que antes que judío había sido tada que renueva la antigua alianza (v.) en lo
pagano. Sobre las relaciones de éste con la que se refiere al más puro monoteísmo y a la
secta de los Nicolaítas v. esa palabra. La cua­ estricta observancia mosaica. Todos están de
lidad requerida en ellos por parte de los Após­ acuerdo en considerar el período helenorroma-
toles consistía en que fueran «de vida santa y no como de la diáspora en el sentido expuesto.
prudente»; su consagración mediante la impo­ Unos grupos de emigrantes judíos de Palestina,
sición de manos, acompañada de oración, su­ principalmente después de Alejandro Magno
pone un ministerio espiritual. (f 323), se esparcieron en pequeños grupos por
Una vez ordenados desempeñan las funciones todas partes, reinando los Diadocos, y particu­
propias de los diáconos: predican y bautizan larmente por Siria y Egipto, de donde se fue­
(Act. 6, 9 s .; 8, 12. 38). Su elección tiene rela­ ron extendiendo poco a poco por toda el Asia
ción con el «ministerio cotidiano» de las «viu­ y otras regiones. El empuje hacia el occidente
das» helénicas y con el «servicio de las mesas». debió de producirse muy pronto, por los si­
Es probable que estuviesen encargados de la glos iv-iii a. de J. C., estableciéndose primero
instrucción religiosa de estas viudas y de su en los grandes puertos y luego hacia el interior,
asistencia espiritual, de dirigirlas en las obras principalmente por Italia, centro del Imperio.
de caridad, de la conservación y distribución de Hay documentos literarios que acusan la pre­
las limosnas, y también de la distribución de la sencia de la diáspora en Roma desde el s. n
Eucaristía, además de la instrucción de los re­ a. de J. C. Las inscripciones judías de las cata­
cién convertidos, cada vez más numerosos. No cumbas de Monteverde comienzan ya en los
es improbable que antes existiese ya una insti­ últimos tiempos de la República. Las inscrip­
tución similar para los judíocristianos de lengua ciones dan testimonio de la existencia en Roma
aramea, según podría demostrarse por las cir­ de no menos de trece comunidades judías
cunstancias que indujeron a la elección de los ( = (rvvayoiyrj; cf. Act. 6, 9; el edificio para
siete; y hasta lo dicen expresamente los códices el culto = irpoo-evx$)-
antiguos (D, A ); pero difícilmente podrán iden­ La política de los Seléucidas favoreció a los
tificarse con aquellos «jóvenes» que llevaron a de la diáspora, ya que trataban de consolidar
la sepultura primero a Ananías y luego a Sa- sus reinos con la mezcla y fusión de las dife­
fira (Act. 5, 6 .10). La tradición católica es uná­ rentes nacionalidades mediante inmigraciones y
nime en reconocer en Act. 6, 1-6 el primer tes­ emigraciones de una provincia a otra, y de po­
timonio histórico del diaconado como institu­ blar sus nuevas grandes ciudades, especialmente
ción divina y permanente. Antioquía, la capital, fundada el año 301 por
También San Pablo (I Tim. 3, 8-13) exige de Seleuco I (306-281). En Alejandría se calculaba
los diáconos cualidades que sustancialmente son un número de 120.000 judíos, una verdadera
las mismas que se exigen a los «siete», garan­ ciudad dentro de la ciudad. Se concedían a los
tizadas por un periodo de prueba, y entre otras inmigrantes plenos derechos de ciudadanía y
153 DIÁSPORA

numerosos privilegios. Antíoco I (281-216) im­ des griegas y de los «collegia» romanos. Siem­
plantó en Apamea, en el. corazón de Frigia, pre estaba perfectamente separada la adminis­
una numerosa colonia judía. Antíoco III (223- tración civil (yepovcría con los apxovres> etc.),
187) trasladó 2.000 familias judías de Mesopo­ de la religiosa (apxt<rm'ay<¿yos> etc.). Su estre­
tamia y de Babilonia al Asia Menor, y par­ cha unión con el hogar común yaveísta de Je­
ticularmente a Lidia y a Frigia. rusalén se manifiesta: 1.°, en el desprecio y
Según el oráculo sibilino (III, 271; 140 a. de abominación de toda forma de idolatría; en la
J. C.) todas las regiones y todos los mares esta­ fe rigurosamente monoteísta, en medio del do­
ban llenos de judíos. En Filón, Ad Caium, se minante sincretismo; 2.°, en las íntimas y con­
lee la más completa descripción de la difusión tinuas relaciones con la ciudad santa, corazón
de la diáspora por el imperio. Flaccus, propre­ palpitante del renacido Israel; pagando los tri­
tor de la provincia de Asia, secuestró conside­ butos anuales para el culto; llegándose a Jeru­
rables sumas de dinero recogidas por los judíos salén para celebrar allí las grandes solemnida­
y destinadas al Templo de Jerusalén. Los de­ des anuales; 3.°, con la lectura de los libros
cretos de Julio César, Augusto, Dolabela y sagrados que tenía lugar todos los sábados en
otros (FI. Josefo, Ant. XIV, 10, 12-23) demues­ las sinagogas o casas de oración, que también
tran que había notables grupos de judíos en servían de escuela; 4.°, con la celebración del
Egipto, en Éfeso, en Sardis, en Laodicea, en sábado (especial expresión de la alianza: Is. 56,
Trallo, en Mileto, en Pérgamo, en Halicarnaso 2-6; Ez. 20. 12; 44, 24), de las neomenias y de
y en otras ciudades del Asia. las tres grandes fiestas anuales; 5.°, en la escru­
Los Act. 2, 9 s. atestiguan también su pre­ pulosa observancia de las leyes mosaicas con­
sencia en el país de los partos, de los medos, cernientes a la calidad de los alimentos y de
en Elam, en Mesopotamia, en Ponto. San Pa­ otras purezas legales.
blo encuentra sinagogas en Antioquía de Pisi­ No es fácil determinar la conexión existente
dia (Act. 13, 14), en Iconio (ibid. 14, 1), en entre la diáspora y Jos deportados del reino del
Tesalónica (ibid. 17, 1), en Corinto (ibid. 18, norte (734-722 a. de J. C.), los del reino de
1-4), en Éfeso (ibid. J8, 19). Damasco contaba Judá (especialmente 534-586 a. de J. C.) que
con numerosas comunidades judías. Las ins­ quedaron en Babilonia y los otros israelitas
cripciones judías descubiertas circunstancialmen­ fugitivos, o como quiera que se llame a los
te confirman estos datos (J. B. Frey, v. Bibl.). que moraban en Egipto después de la destruc­
Los judíos se aprovecharon en masa de las ción de Jerusalén (587 a. de J. C.), En cuanto
circunstancias sobredichas al verse forzados a a los primeros, se cree que en su inmensa ma­
emigrar, sea por su natural inclinación, sea por yoría se paganizaron, siendo absorbidos por el
la inestabilidad y miseria de Palestina, dura­ ambiente. Tampoco sabemos nada acerca de
mente disputada entre seléucidas y tolomeos; los deportados de Judea que permanecieron en
por las sangrientas luchas intestinas en tiempo Babilonia. Las noticias referentes a la diáspora
de los asmoneos, y por la intervención de de Babilonia son exclusivamente talmúdicas.
Roma. La comunidad romana se vió notable­ Estas florecientes colectividades, que permane­
mente acrecentada con los prisioneros depor­ cieron en aquella región hasta la alta edad
tados por Pompeyo después de la toma de Je­ media, reivindican, por medio de sus doctores
rusalén (63 a. de J. C.), vendidos como escla­ y por las obras exegéticas, su conexión con los
vos y redimidos. Por todas partes conservaron, desterrados de Judá que permanecieron allá,
con un riguroso aislamiento, sus propias cos­ pero ignoramos con qué fundamento. Es cierto
tumbres y su fe monoteísta, e incluso iniciaron que los deportados costearon la reconstrucción
el proselitismo (v.). material de Jerusalén y de las otras ciudades.
Con. tal fin, desde el comienzo de la época Tal vez algunos grupos permanecieron fieles al
helenista se organizaron en comunidades inde­ Yaveísmo y al Templo. La comunidad judía
pendientes, en cuyo seno conservaban la fe, la de Egipto que se nos dió a conocer a través de
ley y el derecho de sus padres, tal como se ob­ los papiros de Elefantina (ss. vi-v a. de J. C.)
servaba en Tierra Santa. El sistema de orga­ desapareció probablemente a fines del s. v. No
nización varió según los tiempos y los lugares, consta que formaran parte de ella aquellos ju­
y unas veces tenía forma de organización pri­ díos, adoradores de la reina del cielo, que
vada, otras consistía en un régimen político más arrastraron consigo a Jeremías a Egipto (Jer.
o menos completo; pero siempre era indepen­ 42-44). No existe prueba alguna o indicio que
diente, para solos judíos, y con dirección ju­ nos permita suponer la existencia de un influjo
día. La diáspora grecorromana imitó por lo de los diferentes núcleos judíos esparcidos an­
común la organización municipal de las ciuda­ teriormente en Egipto sobre las colectividades
DILUVIO 154

de la diáspora en el período helénico, o de el buey, la cabra, la oveja (Lev. 27, 32). En


una continuidad con las mismas. tiempos de Jesús las enseñanzas farisaicas ha­
Con el proselítismo, la diáspora se encua­ bían extendido la obligación del diezmo incluso
draba en la misión encomendada por Dios a a las hortalizas y a las hierbas de la huerta
Israel, contribuyendo a la preparación inme­ (Mi. 23, 3; Le. 11, 42; 18, 12), y la misnáh
diata de los caminos para la difusión del cris­ (Ma’ásér 1, 1) a todo comestible que tiene su
tianismo. Helenistas paganos se ponían en con­ origen en la tierra.
tacto con la noción de la revelación del verda­ El diezmo, practicado en el pueblo de Dios
dero Dios, único, creador, previsor y con una ya en la edad patriarcal (Abraham ofreció ya
moral más elevada. La primera predicación de el diezmo a Melquisedec [Gen. 14, 20; Heb.
Pedro en el día de Pentecostés (Act. 2, 5-11. 7, 4]) y en uso en muchos pueblos antiguos
41) no fué solamente una admirable pesca local (cf. Herodoto, Diodoro de Sicilia, Plutarco,
sino que halló eco fructífero por todo el im­ Cicerón), estriba en el presupuesto de que Dios
perio debido a la presencia de muchos prosé­ es el dueño de la tierra y de sus productos, de
litos y judíos de la diáspora, que se fueron de los cuales Israel no era más que usufructuario
Jerusalén convertidos en fervientes cristianos y (Lev. 25, 23; Di. 26, 1 ss.). Los mismos grie­
evangelizadores. La predicación de Pablo tiene gos y romanos tienen en cuenta la base reli­
siempre la sinagoga local como punto de par­ giosa del diezmo.
tida, y recoge asentimientos y conversiones in­ He aquí algunos de los puntos fundamentales
mediatas entre los helenistas que la frecuentan de la complicada legislación mosaica sobre el
(Act. 13, 5, 14 ss., 26. 43-50; 14, 1; 16, diezmo; a) el diezmo debe ser entregado con
13 ss.; 17, 1-4. 10 ss., etc.). Además, esa pre­ lealtad, y si alguno sustituía por otro peor el
paración permitía a Pablo poder predicar libre­ animal que debía ser entregado, estaba obli­
mente, dados los privilegios de las comunida­ gado a dar al Señor el uno y el otro (Lev. 27,
des judías de la diáspora y el reconocimiento 32 s.). En Ecl. 35, 11 ss. se recomienda expresa­
de la religión judía como «religio licita». Con mente que se pague al Señor el diezmo con
el año 70 desp. de J. C. vino la ruptura abso­ ánimo alegre, porque Él sabrá recompensarlo
luta entre cristianismo y sinagoga. Las comu­ con el séptuplo; b) el diezmo podía pagarse
nidades judías esparcieron por el mundo su en dinero, pero en tal caso había que añadir
odio y calumnias contra los cristianos, y en la quinta parte de su precio (Lev. 27, 31);
adelante los gentiles ya no confundían a unos c) el diezmo no se pagaba durante el año sa­
con otros, todo en ventaja de la difusión del bático y jubilar, ya que la cosecha no perte­
Evangelio, según la profecía de Jesús (he. 21, necía al propietario de la tierra (Éx. 23, 10-11;
28. 31 y paral.; F. Spadafora, Gesii e la fine Lev. 25, 1-7); v. Jubileo.
di Gerusaleme, Rovigo 1950, pp. 123 ss., La institución del diezmo sobrevivió a la
cf. 97-111). [F. S.] catástrofe nacional del pueblo hebreo en el
BIBL. — E. Schürer, Geschichte des jiidischen año 587 a. de J. C. (destrucción de Jerusalén
Volkes, III, 4.* ed., Leipzig 1911, pp. 1-188; J. y cautividad en Babilonia). En efecto, los que
V andervost, en DBs, II, col. 432-45; G. R icciotti,
Storia d’lsraele, II, 2.* ed., Torino 1935. pp. 203- regresaron de la cautividad prometieron pagar
247; J. B. F rey, Corpus inscriptionum Iudaicarum. regularmente el diezmo (Neh. 10, 38 ss. [37 ss.];
Europe, Roma 1936, pp. LIII-CXLIV, 1 s .; intro­ 13, 5. 12), y en el Nuevo Testamento se supone
ducción sobre la diáspora: organización, vida fami­
liar. social y religiosa; II, Roma 1952, Asie-Afrique, tal uso (Mt. 23, 3 ; Le. 18, 12).
pp. 3 ss. 349-53. En los diezmos no van incluidas las primi­
cias (v.), es decir, los primeros frutos prove­
DI ATESARON. — v. Siríacas (versiones). nientes de cualquier parte que sea (Éx. 23, 19;
34, 26). [B. P.]
DIDRACMA. — v. Dinero.
BIBL. — E. C arl, Archeol Bíblica, trad. ital.,
Torino, 1942. 155 s . ; G. Pgierz, Tobia, Torino-
DIEZMO. — Décima parte del producto que Roma 1953, pp. 44-47.
todo israelita debía entregar en el Santuario
de Jerusalén para el sostenimiento de los levi­ DIFUNTOS. — v. She’ol.
tas, quienes debían, a su vez, tomar el diezmo
de los diezmos y entregarlo al sumo sacerdote DILUVIO. — Castigo divino para destruir la
en beneficio de los otros sacerdotes (Lev. 27, humanidad pecadora. Es el tema de un largo
30. 33; Núm. 18, 20-32). relato del Génesis (6, 1-9, 17).
Eran objeto del diezmo el grano, el vino, el En una breve perícope de introducción (6,
aceite, las frutas y las crías de animales como 1-8) se describe la causa del diluvio. La maldad
155 DILUVIO

de los hombres había llegado a tal grado, que Acerca de las relaciones entre el diluvio y
Dios se arrepintió de haberlos creado. Como las narraciones babilónicas, v. Génesis. Nótanse
causa principal se asigna la relación carnal mayores semejanzas con la epopeya de Gilga-
entre los «hijos de Dios» y los «hijos de los mes, descubierta en doce tablillas cuneiformes
hombres» (ibid. 6, 2). Lo insólito de la primera en 1872 en la biblioteca de Asurbanipal. En la
frase dió ocasión a la opinión de que se trataba tablilla undécima se narra el diluvio, del que
de inmoralidad practicada entre Ángeles y mu­ sólo se salva Ut-napi$tim con los suyos, por ser
jeres. La noción imperfecta que se tenía de la el predilecto de Ea, dios del mar. Son múltiples
naturaleza de los seres espirituales justifica se­ las semejanzas que median entre ambos relatos.
mejante interpretación por parte de los he­ Tras el aviso de un dios, Ut-napiStim se cons­
breos (Libro de Enoc, de los Jubileos, Testa­ truye una enorme zatara, semejante a la de
mento de los doce Patriarcas, Filón, Josefo) Noé, e ingresa en ella con su familia y con los
y de algunos Padres de la Iglesia (Justino, animales. Cerciórase del fin del diluvio envian­
Clemente de Alejandría, Tertuliano, Ireneo, do tres aves (una paloma, una golondrina y un
Cipriano). Ahora sólo tiene lugar esta opinión cuervo), y ofrece un sacrificio en la cima de
entre escritores racionalistas, que consideran uno de los montes sobre el que se había po­
esta perícope como residuo de antiguas leyen­ sado la zatara. Pero son notables también las
das mitológicas politeístas, y por algún católico divergencias: dimensiones del arca, el número
(cf. J. Chaine, Le livre de la Genése, París 1949, de las personas que se salvan; la destrucción de
páginas 101-104) que ve en ella una adaptación la humanidad se produce por muchos elemen­
simplicista de los antiguos hebreos. La opi­ tos de la naturaleza (tempestad, vientos, agua,
nión común — especialmente entre los católi­ fuego, etc.); y principalmente el motivo del
cos— entiende en la expresión «hijos de Dios» diluvio y la figura pueril, la naturaleza capri­
los descendientes de Set y de otros patriarcas chosa de las divinidades.
recomendables por la piedad, frente a las mu­ Admítese generalmente que los dos relatos se
jeres de la estirpe de Caín. refieren a una misma tradición primitiva pero
En la destrucción general sólo se salva Noé con características muy diversas que denotan
con su familia compuesta de ocho personas la irreductible diferencia entre el puro mono­
(cf. I Pe. 3, 20; II Pe. 2, 5). Recibe éste el teísmo hebreo y el politeísmo mitológico de
aviso de Dios para que construya una gran Babilonia. Pero probablemente se trata de re­
arca, una especie de flotante (de unos 150 m. latos enteramente diferentes. El diluvio acon­
de longitud por 25 de latitud y 15 de altura teció por el año 100.000 a. de J. C., en los
aproximadamente). Entraron en ella la familia albores de la humanidad, en tanto que en los
de Noé con dos animales de cada especie (6, relatos babilónicos se trata de una inundación
19; pero según 7, 2 debían ser siete los anima­ local (A. Parrot). No tienen de común o afín
les de las especies puras y dos de las impuras). más que la forma literaria.
Siete días después vino el diluvio, y las aguas Los antiguos admitían que el diluvio había
cubrieron las montañas más altas de Armenia, inundado toda la tierra, acabando con todos los
sobre las cuales se elevaron hasta la altura de hombres, salvo la familia de Noé. Ahora hay
15 codos (como unos 7,50 m.). La inundación muy pocos que sostengan la universalidad geo­
duró siete meses, y al fin el arca se posó sobre gráfica tal como se desprende de las expresiones
las mencionadas montañas. Para comprobar la enfáticas del texto y que tropieza con no pocas
desaparición de las aguas Noé soltó primera­ dificultades de orden físico y zoológico. Pero
mente un cuervo, y luego dos veces una palo­ que el diluvio envolviera a todos los hombres
ma. La segunda vez la paloma no volvió al (cf. además del relato del Génesis, Sab. 10, 4;
arca. Entonces Noé esperó siete días más, y 14, 6; Eclo. 44, 17 s .; Mi. 24, 37 s.; II Pe. 3,
luego salió del arca. El Patriarca ofreció un 5 ss.; I Pe. 3, 20) se echa fácilmente de ver si
solemne sacrificio a Dios, que lo bendijo, a él se recurre a los orígenes de la humanidad. Hay,
y a sus hijos, y les aseguró que la tierra no se no obstante, algunos que sostienen que la uni­
volvería a ver jamás envuelta en una catástrofe versalidad fué relativa también para los hom­
como ésta. bres, por más que no les sea fácil el. dar una
Reconócese comúnmente que para la narra­ explicación de los pasajes citados ni tengan
ción del diluvio Moisés fusionó dos fuentes serios motivos para semejante interpretación.
afines (6, 5-8: 7, 1-5. 7. 10. 12; 16. 22-23; 8,
3. 6-13. 20-22: 9, 18 s. y 6, 9-21; 7, 6. 11. [A. P.]
13 ss. 21, 24; 8, 1-5, 13-19; 9, 1-17 con ligeras BIBL. — A. B ea, Institutiones bibiicae, vol. II.
De Pentateuco, Roma 1933, pp. 168-80; F. C eup -
diferencias según los diferentes exegetas). pen s.De historia primaeva, Roma 1934, p p . 225-
DIOS 156

376; P. H einisch, Problemi di storia primordiale moneda. Puede suponerse que se trata de sidos
bíblica, trad. ital., Bresda 1950, pp. 133-64; * Go-
mX. El autor de la causa del diluvio en los apócrifos o de tetradracmas, cantidad fijada por la Ley
judíos, en EstB, III (1943) 1. (Éx. 22, 12) como compensación al que inci-
dentalmente causara la muerte a un esclavo.
DINERO. — Desde los priioerísimos tiempos Para formarse una idea aproximada de los va­
el comercio está regulado por cambios en espe­ lores, recuérdese que el denario para los ro­
cie. Los pueblos pastores pagan con cabezas manos, así como la dracma para los griegos
de ganado (en latín pecus), de donde viene la (cf. Spaxpfj rjpépaij de Tob. 5, 15) consti­
palabra pecunia (dinero). Luego se introduce tuyen la paga diaria de un soldado o de los
en el comercio el oro y más frecuentemente la operarios de la parábola evangélica (Mt. 20, 2)
plata, debido a su elevado valor. Pésanse los y la tasa (numisma census de Mt. 22, 19) que
lingotes, los anillos, como los 400 sidos de pla­ los hebreos deben pagar a los romanos, lo
ta que da Abraham a Efrón por la cueva de mismo que todos los hebreos, desde la edad de
Macpela (Gén. 23, 16), y los 20 sidos que reci­ los veinte años, deben echar en el Templo todos
bieron los hermanos de José (Gén, 38, 28), los los años medio sido (Éx. 30, 12-16; II Par. 24,
1.100 sidos que los filisteos prometieron a 4-15; Mt. 17, 24-27. Neh. 10, 33 habla de un
Dálila (Jue. 16, 5), el dinero recogido a la en­ tercio de sido). Además, se adquieren' dos pája­
trada del Templo en el reinado de Joás de ros por un as (Mt. 10, 29) y cinco pájaros por
Judá (II Re, 12, 10 s.). Gén, 23, 16 dice ex­ dos ases (Le. 12, 6). (F. V.]
presamente que la plata de Abraham tiene un
valor comercial; Gén. 2, 12 dice que el oro de BIBL. — J. V andervost, La monnaie dans la Bi­
ble, en Collectanea Mechliniensia, II (1937) 5-43;
la tierra de Evila es muy fino. A. G. Barrois, Manuel d'archéologie biblique, II,
Las primeras indicaciones monetarias en sen­ París 1953, pp. 258-73; R. F ollet. Constituerunt el
triginta argenteos, en VD, 29 (1951) 98 ss.; Dab, v.
tido estricto que aparecen en la Biblia se re­ Monnaie, p. 213, con sus varias acepciones.
montan a los libros de Esdras y Nehemías: las
sumas son evaluadas en adarkónim (Esdr. 8, DIOS. — 1. Existencia. — En el Antiguo Tes­
27) o darkemonim o dracmas. Trátase proba­ tamento son desconocidos los ateos teóricos;
blemente de dáricos persas del peso de 8,41 gr. Dios es una realidad que se impone. Sólo exis­
oro ( = un sido babilonio). Los persas cono­ ten ateos prácticos (Sal. 14 [13], 1; 53 [52], 2);
cen con el nombre de sido medo una moneda hombres, que aun reconociendo a Dios, obran
equivalente a un dárico de oro. Es posible que con absoluto desprecio de la ley (Sal. 10, 4;
los sidos de plata de Neh. 5, 15; 10, 32 sean Sab. 2, 1-23). Por eso son verdaderos insensa­
sidos medos. tos, es decir, degenerados en la mente y en los
En tiempo de los Macabeos, Antíoco Sidetes costumbres (Job 2, 10; Sal. 10, 4-11; 73 [72],
permitió a Simón acuñar moneda (I Mac. 15, 6-9; 94 [93], 3-7).
6). Antíoco VII revoca el permiso (I Mac. No se demuestra la existencia de Dios, pero
15, 27). sí la superioridad del Dios de los hebreos, por
En el Nuevo Testamento figuran monedas necesidad polémica confrontado con las divi­
griegas y romanas. Entre las griegas de plata, nidades extranjeras; y con tal fin se insiste so­
el óbolo, la dracma (seis óbolos), el didracma bre la bondad, la sabiduría y el poder de Dios,
( = medio sido hebreo), el tetradracma o esta- que se nos manifiestan en las descripciones cós­
tera (cuatro dracmas o un sido), la mina (100 micas (Job 38-41; Jer. 10, 11-15; 14, 22), en la
dracmas) y el talento (60 minas). Cf. Mt. 17, 27; historia del pueblo elegido (salida de Egipto;
18, 23-28; Le. 1, 13. 25. El tetradracma es con­ Éx. 12, 12; Dt. 4, 35-39; regreso de Babilo­
siderado como unidad monetaria, cuyo peso y nia; Is. 42, 13-16 ; 46, 1), en las predicciones de
valor varían (15 gr. aproximadamente). Entre acontecimientos futuros (Is. 41, 21-29; 44, 7;
las monedas de cobre en general, el calco (un 45, 21). Pónese en evidencia la impotencia de
octavo de óbolo) significa o la moneda de cobre los ídolos (Hab. 2, 18 s .; Jer. 10, 3 ss.; 9; 14-
en general (Mt. .10, 9), o una pequeña moneda 22; Is. 40, 18-20; Sab. 13-15).
determinada (Me. 12, 41). Entre las romanas, El problema de la existencia de Dios se plan­
el denario de plata (10 ases = dracma = medio tea solamente en el libro de la Sabiduría (13,
sido) ; el as, pequeña moneda de cobre; el dis- 1-15), donde se resuelve con el principio de la
pondium (dos ases); el cuadrante (un cuarto causalidad. Considerando la creación puede el
de as: Mt. 5, 26); el minutum o lepton (medio hombre con sus facultades naturales alcanzar
cuadrante; Me. 12, 41-44; Le. 12, 59). Mt. 26, un conocimiento claro, y en virtud del mismo
15; 27, 3. 5. 6. 9 habla de treinta piezas de sentirse obligado al culto de un Dios personal,
plata apyvpia sin especificar el precio de la de tal modo que seria culpable quien obrare en
157 DIOS

contra de esa conciencia. Esto mismo enseña tificado con el Dios de Abraham (Gén. 14,
San Pablo (Rom. 1, 18 ss.). 22); y el Dios del vidente Balam (Núm. 24, 16).
2. Naturaleza. — Dios es absolutamente in­ ’El Shaddai. Nombre de Yavé en la historia
comprensible para el hombre (Is. 40, 28; Sal. de los Patriarcas hebreos (Gén. 17, 1; 28, 3 ;
145 [144], 3; principalmente Job 37, 23; 11, 35, 11; 43, 14; 48, 3) y en Job. Plural enfático
7-9); incluso a Moisés, el más grande de los de Sad (poderoso), derivado de sidad «obrar
profetas del A. T., a quien Dios habló «cara a con fuerza», «devastador» (cf. Is. 13, 6; Joel 1,
cara», como un amigo con otro (Éx. 33, 11; 15); el nombre solo (Gén. 49, 25) y paralelo a
cf. Núm. 12, 7. 8; Dt. 34, 10), se le negó la ’Abhir; «el fuerte», o también precedido de ’El
contemplación de la gloria divina vivamente (Gén. 17, 1; 28, 3; 35, 11), significaría «el om­
deseada (Éx. 33, 18-23; 34, 5-10). nipotente» (cf. LX X : TTavTOKpárwp).
3. Nombres divinos. — En la mentalidad de Elótíim. Es nombre hebreo sinónimo de ’El
los semitas, el nombre no es un simple apela­ y forma plural del mismo. Así aparece las más
tivo, sino el elemento más típico e inconfun­ de las veces en la Biblia (2570 veces) signifi­
dible de la personalidad. Todo ser existe posi­ cando las múltiples divinidades de las gentes
tivamente y es autónomo en cuanto tiene un (Éx. 18, 11; Dt. 10, 17), o entes creados más
nombre. Por tanto, partiendo del nombre que en contacto con Dios (Éx. 21, 6; Sal. 82 [81],
daban a Dios se deduce la idea que de Él 1, 6: jueces o ángeles; espíritu de los difuntos:
tenían. I Sam. 28, 13), o también «divinidad» (Dt. 32,
'El. Nombre primitivo, común de la divini­ 29; Sal. 95 [94], 3), o en fin un falso dios
dad ( = numen para los latinos) o personal y (Jue. 11, 24; II Re. 1, 2). Es sobre todo el
propio del Ser supremo para todos los antiguos nombre común del único Dios verdadero; y en
semitas: en hebreo y en arameo ’El, árabe tal caso suele ir precedido del artículo para sig­
preislámico TI, acadio Tllu, árabe islámico nificar en general las relaciones de Dios con el
Iláh con el artículo ’Allah ( = Dios), ugarítico mundo (creador) o con las gentes (señor uni­
’El. En el Antiguo Testamento es el apelativo versal), mientras que Yavé significa las que tie­
más antiguo del único Dios, que se halla solo ne con Israel. Su forma plural aplicada al Dios
y sin artículo en el lenguaje poético (75 véces de los hebreos es el plural intensivo significa­
en los Salmos, 53 veces en Job). Pero lo más tivo de «fuerza», «potencia» (cumulus poten­
común es que vaya acompañado de una especi­ tiarum: W. Gesenis-E. Kautzsch, & 124 g),
ficación, un atributo (Dios que me ve, Dios de o plural de abstracción (divinidad: P. Joüon,
tu padre, de Bétel, etc.), o de otro nombre di­ & 126 b). Frecuentemente está construido con
vino (’E. — Shanddai, ’E.—Elion). En sentido predicado verbal (Gén. 50, 1; Éx. 2, 24) o no­
impropio aplícase también a divinidades ajenas minal (II Re. 19, 4) en el singular, lo mismo
(Dt. 32, 12; Sal. 81 [80], 10), lo mismo que el que en el plural acadio ilánu de las cartas de El-
plural ’elim (Éx. 15, 11; Dan. 11, 36). La eti­ Amarna (86, 45 g; 97, 3; 235, 2; 267, 10;
mología es hipotética: «el poderoso», de ’ül o 281, 2) o de los textos de Boghazkoy (1, 5) que
il, «fué poderoso», o de ’áláh, «fué fuerte» se refieren sólo al faraón o al rey de Asiría
(cf. Gén. 31, 29; Prov. 3, 27; Dt. 28, 32; (II Par. 35, 21 s.) o a un solo dios, lo mismo
Aquila: l<rxvpós; Setenta: ¿ lx»pó$; o tam­ que el plural ’elhm de Ras Shamra sinónimo
bién o iravTOKpárwp). Como quiera que sea, en de ’El, para significar el Ser Supremo. A veces
la mentalidad hebrea en particular, es cierta la va construido con el plural (predicado verbal:
asociación del concepto de fuerza con el de Gén. 20, 13; 35, 7...; predicado nominal:
Dios (Gén. 13, 18; 14, 3; 18, 1; Dt. 11, 30; Dt. 5, 23; I Sam. 17, 26) aun refiriéndose a un
Jue. 11, 19...). dios único.
*Elion. Nombre común al Dios de los israe­ El singular ’Eloah es una derivación muy pos­
litas y al Baal de los fenicios (Filón de Biblos: terior de Elóhim, y sólo está empleado en la
Éus., Prepar. Evajig. 1, 10; Pritchard Ancient poesía (34 veces en Job de 57).
Near Eastern texis..., Princeton 1950, p. 134, Yavé. El nombre propio de Dios más usado
lín. 121; Alijan Baal). Significando: «que está en la Biblia (unas 6823 veces), llamado «tetra-
por encima», en oposición a tahton «que está grama», porque consta de cuatro letras. La for­
por debajo», «supremo» (LXX: fierros) se ma completa, Yavé, es la primitiva, pues se lee
emplea solo, como nombre propio (Núm. 24, en el único documento antiguo que hace men­
16; Dt. 32, 8), o en comparación con otro nom­ ción de Yavé (Stela de Mesa, lín. 18). De esa
bre divino (’E l: Gén. 14, 18-20; Yavé; Sal. 47, forma se derivan las otras más breves: Yahu
3, etc.). en los papiros de Elefantina y en los nombres
Es el Dios de Melquisedec (Gén. 14, 18), iden­ teóforos juntamente con Yah, Yo. Las vocales
DIOS 158

primitivas son las de Yavé, según testimonio do por los hombres sino revelado por el mismo
de los Padres griegos (Clemente de Alejandría, Yavé (A. Vaccari, art. cit.).
PG. 9, 960: ’laoué: Epifanio, PG. 41, 685: Yavé Sebaot. En los libros históricos, comen­
’Ia/3é o ’lavé) y de las transcripciones cunei­ zando por Samuel, Yavé tiene a veces el apela­
formes (Ia-u-ha-z: Joacaz; Ha-za-qi-(i)-a-u: tivo de Sebaot, y en los profetas aparece con
EzeqUías). Pero después de la cautividad, los mayor frecuencia. Los LXX tradujeron exac­
judíos prefirieron, por reverencia, no pronun­ tamente : K V p L O g T i a V T O K p á T o i p ( ic Ó p iO g 7¿¡>V
ciar el nombre sagrado por excelencia, y lo sus­ Svváp.eoiv es más bien una añadidura proce­
tituyeron por el genérico ’ádhónai («Señor mío») dente de las traducciones de las Hexaplas). En
vocalizando el tetragrama lo mismo que ’ádhó­ los primeros tiempos Yavé era el Dios de los
nai, de donde resultó la lectura errónea Yeho- ejércitos de Israel, apelativo que hemos de re­
wah, atestiguada en R. Martí (Pugio fidei del montar al arca de la alianza y a los profetas,
1270), pero que tal vez provenga ya de los pa­ en cuanto los socorría con su eficaz asisten­
piros mágicos de los ss. m y iv desp. de J. C. cia en las guerras; pero desde la decadencia del
Cuando lo precedía ’ádhónai, Yavé se vocali­ poder militar de Israel, en el término «ejércitos»
zaba como el nombre ’elohim y se leía ’adhonai hay que entender «todas las creaturas» some­
’elohim. tidas al dominio de Yavé, de cuya omnipotencia
Entre todos los nombres semíticos de la divi­ dan testimonio (cf. especialmente Am. 4, 13;
nidad, Yavé es el único cuya formación verbal 5, 8 s .; 9, 5; Is. 51, 15; 54, 15; Jer. 10, 12-16;
es preformativa (A. Vaccari, op. cit.). Según 31, 35 ; Sal. 89 [88], 9-15).
la opinión más corriente, es la tercera persona Bacal. Nombre común «Señor», que también
del imperfecto qal del verbo arcaico háwáh, se aplicó al verdadero Dios de Israel. Desde el
correspondiente a háiáh, «ser», y significa «él momento en que los cananeos comenzaron a
es» (cf. gr. ó wv: el que es); y según la expli­ adorar a Bacal como a dios supremo (cf. I Re.
cación dada por el mismo Dios («Yo soy el 18, 21), los israelitas lo eliminaron un poco y
que soy»: Éx. 3, 14), expresa el ser por anto­ Bacal se convirtió en un sinónimo de falsa divi­
nomasia e implica la aseidad eterna, la nece- nidad (cf. Os. 2, 38; Vulg. .16), y los nombres
sidad_ intrínseca, la unidady simplicidad^jibso- teóforos compuestos de ba°al se cambiaron en
Iuta, la plenitud infinita de la naturaleza divi­ bóSet = ignominia (cf. I Par. 8, 33: I§bacal;
na : es el eternamente presente, no estática sino II Sam. 2, 8: Iáboset).
dinámicamente, en relación con la nación he­ Melek. Sinónimo de Yavé (cf. Núm. 23, 21;
brea constantemente protegida según promesas Di. 33, 5; Is. 6, 5); común también a los dio­
infalibles (Éx. 3, 12; 6, 7; 7, 5. 17; 1er. 24, 7). ses orientales (cf. Melkart; Milkom; Kemos-
Según otra interpretación, es un imperfecto melek), pero específico para Israel en cuanto a
causal del mismo verbo háwáh, háiáh, con el nación teocrática, cuyo rey es un verdadero vi­
significado de «el que hace existir a lo que cario de Yavé (cf. I Sam. 8, 7; Jue. 8, 22 s.),
existe» (W. F. Albright, art. cit.), o un partici­ pues Yavé, dada su condición de rey, no sólo
pio causal (J. Oberman, art. cit.). impera en Israel sino en todo el mundo (Jer.
Este nombre fué revelado por el mismo Dios 10, 7. 10; Zac. 14, 9. 16; Sal. 22 [21], 29; 47
a Moisés, al sancionar su pacto del Sinaí (Éx. 3, [46], 3. 8 s. 9).
13-17; 6, 3-8; Os. 12, 10; 13, 4). No obstante, Qedos Israel o simplemente qádosh ~ «Santo
hay otra tradición que lo supone conocido ya de Israel», en Isaías. Expresa la infinita santidad
de los Patriarcas (Géñ. 12, 7; 3, 4-18) y en la de Dios: «venerando». Él juzga y confunde a
edad antediluviana (Gén. 4, 26) en virtud de los pecadores (Is. 1, 4; 5, 19, 24 ; 10, 17); pero
una prolepsis o anticipación, es decir, conoci­ deja supervivientes, a quienes purifica y santi­
miento imperfecto. Hasta el presente se ha con­ fica. Por lo mismo el sanio de Israel es «crea­
siderado como arbitraria y vana toda tentativa dor» (Is. 41, 20, 25, 11) y «redentor» de Israel
de atribuir al nombre de Yavé un origen del (Is. 41, .14; 43, 3. 14; 47, 4).
ambiente egipcio (D. Vólter; W. M. Muller; ’Elohe hassamáim. Se remonta a los tiempos
L. Lieblein) o babilonio (F. Delizsch; A. Lods : de los persas y equivale a «Dios del cielo'» (I
Yawiilum del s. xvm a. de J. C.), o ugarítico Par. 36, 23; Esdr. 1, 2; arameo: ’eláh Shemaj-
(R. Dussaud: Yw, hipotéticamente identificable ja’). Adviértase que antes de eso hallamos ya
con Yavé, pero sin posibilidad de explicar la las expresiones siguientes: «Yavé Dios del cielo
transición de Yw a Yavé), o también quenítico y de la tierra» (Gén. 24, 3) y «Yavé creador
(K. Budde; H. Gressmann ; E. Sellin; C. Tous- (qóneh) del cielo y de la tierra».
saint). La misma forma característica (verbal) 4. Atributos divinos. — Unidad de Dios.
del nombre Yavé hace de él un nombre no crea­ El monoteísmo, fe y culto exclusivos del único
159 DIOS

Dios, es la característica de la religión revelada esencia consiste en el primer precepto del más
que sanciona en el Sinaí la constitución de la puro monoteísmo, nada puede deducirse en con­
nación israelita (Éx. 19-20). La Biblia enseña tra de la sobredicha doctrina, lo mismo que de
el monoteísmo desde los comienzos del género la inobservancia de los preceptos evangélicos
humano: un solo Dios es el que crea, que arro­ en una comunidad cristiana nada puede dedu­
ja a los primeros padres del Paraíso, se aparece cirse en contra de la doctrina de Jesús y la cons­
a los Patriarcas y establece pactos con ellos, titución de la Iglesia.
especialmente en la alianza (v.) del Sinaí. Dios creador. Es verdad afirmada desde la
Los diversos nombres con que Dios se revela primera página de la Sgda. Escritura (Gén. 1)
indican siempre el mismo Dios: Yavé (Gén. 2) y repetida después varias veces (Éx. 31, 17;
= ’Elóhim; El Shaddai (Éx. 6, 2. 3), El óElion II Re. 10, 15; Neh. 9, 7; Job 38; Sal. 104
(Gén. 14, 22). La unidad de Dios está abierta­ [103]; v. Creación). En este argumento se fun­
mente declarada en Di. 6, 4: «Oye, Israel: dan los autores sagrados para demostrar la ver­
Yavé, nuestro Dios, Yavé (es) el único Dios». dad, la unidad y la superioridad de Yavé en
Es ésta una verdadera profesión de fe que los relación con los otros dioses (Is. 40, 12-22;
israelitas debían recitar diariamente en el She- 42, 5; Jer. 10. 11-16).
mac (Me. 12, 29). Yavé es uno y solo (cf. Gén. Si Yavé es creador, también es omnipotente:
1, 9; 2; 24; 11, 1; Éx. 37, 22); él es Dios, y quiere y crea (Gén. 1; cf. Job 42, 2). He ahí
fuera de él no hay otro Dios (Dt. 4, 35. 39; por qué los LXX tradujeron Yavé Sebaot por
32, 39; Is. 44, 6-8; 45, 5, 18, 22; 46, 9; 49, 6; Kvpios TravTOKpárüip. La idea de esta omnipo­
Sal. 86 [85], 10); es Dios vivo y capaz de tencia se ve confirmada en el hecho de que
prestar ayuda, no como los «otros» dioses, que Yavé domina en Egipto (Gén. 12, 10-20; Éx. 7,
no tienen vida y son impotentes (Dt. 4, 28; 32, 14; 12, 36; Is. 19, 1) y en el desierto (Éx 17,
17. 21. 37. 38; Is. 37, 19; Hab. 2, 18; Sal. 115 8-16); suscita el poder de Ciro (Is. 45, 1) y de­
[114], 3-7; 114 [113], 11, 15), a los cuales se vuelve la libertad al pueblo elegido cautivo en
les llama ’elilim: «vanos, inútiles, nulidades» Babilonia (Is. 45, 9-13). Cf. los oráculos de los
(Lev. 19, 4; 26, 1; Is. 2, 8. )8. 20; Ez. 30, 13 ; profetas contra los gentiles: Is. 13-28; Jer.
Hab. 2, 18 ; Sal. 96 [95], 6; 97 [96], 7); hebel, 46-51.
es decir «viento» (Dt. 32, 21; I Re. 16, 13. 26; Espiritualidad de Dios. El Antiguo Testa­
II Re. 17, 15; Jer. 2, 5 ; Jn. 2, 9; Sal 31 [30], mento carece de un término propio para indicar
6); lo’ ’eloah, lo’ ’el: no dios (Dt. 32, 17, 21). la sustancia espiritual. La espiritualidad de Yavé
En otros lugares (Is. 2, 8. 21; 37, 19; Jer. 2, no está enunciada explícitamente; es más bien
27: 3, 9; 10, 3...) las divinidades paganas son una verdad implícita; y a eso tienden las pro­
identificadas con sus mismas estatuas, «made­ hibiciones de representar la divinidad con imá­
ra, piedra, metal» y consideradas como cosa de genes (Éx. 20, 4. 5; Lev. 26, 1; Dt. 5, 8; 27,
engaño e insensatez (Is. 40, 18-26; 41, 7; 44, 5), las teofanías que exteriormente sólo mani­
6-20; Jer. 2, 26-28; Epíst. de Jer. [Bar. 6]). fiestan la eficacia del poder divino, quedando
Al lado del Dios de Israel no figura ninguna invisible su esencia (Éx. 19, 16-20; Job 38, 1),
diosa. Quien lo venera está convencido de que la aparición del «Ángel del Señor» en vez de
puede estrechar relaciones e incluso establecer Dios (v. Ángeles), las visiones privilegiadas y
pactos con él. Pero es invisible a las miradas extraordinarioas de algunos delineamientos de
humanas e irrepresentable antropomórficamen- Dios (Éx. 24, 10; 33, 20-23; I Re. 19, 11-12;
te. Su imperio no está circunscrito en partes de­ Is. 6, 1-4; Ez. .1, 4-28). Dedúcese de ahí que
terminadas del universo, como creían, p. ej., los Dios es invisible (Éx. 33, 23; Job 28, 8-9), sin
egipcios y los babilonios, que distinguían entre forma exterior, inmaterial, sin composición de
dioses celestes y terrestres, infernales, etc., ni partes. El elemento antropomórfico que incluso
en porciones limitadas de la tierra (montes, va­ en la Biblia se encuentra (ojos, manos, brazos,
lles, ríos: cf. I Re. 20, 23; 25-28), ni siquiera voz de Dios) no es negativo en orden a la espi­
en algunas fuerzas de la naturaleza (viento, llu­ ritualidad de Dios, ya que también nosotros los
via, relámpago, trueno). Esta doctrina está ya modernos, sin negarla, nos servimos de las lo­
expresamente declarada por el primer profeta cuciones análogas a las que usaron los profetas
escritor (Am. 1, 2). Muchos críticos reconocen respecto de Dios (Is. 5, 25; 9, 11. 16...).
el puro monoteísmo del yaveísmo mosaico y Santidad. Santo (opuesto a h ó l: Lev. 10, 10;
patriarcal (cf. W. F. Albrigth, From Sione Age Ez. 22, 26; 44, 23) es lo que está sustraído al
lo Christianity, 1940, pp. 196-207). De las pre­ uso común. La santidad se dice de Dios para
varicaciones del pueblo de Israel (v. Religión indicar su eminente naturaleza y su transcen­
popular) quebrantando la alianza del Sinaí, cuya dencia, en virtud de la cual se halla elevado por
DIOS 160

encima de todos y resulta inaccesible (Éx. 15, corazones (Sal. 11 [10], 4-5; 33 [32], 13 ss.;
11) . Mas la santidad moral consiste en la inte­ Jer. 11, 20), las cosas pasadas, las presentes y
gridad y en la perfección propia en su género las futuras, sean relativas a cada uno de los
e inmunidad de todo defecto. Por eso él está en hombres (Sal. 139 [138], 13-16) o a los pueblos,
oposición total con toda especie de mal (Dt. 32, cuyos destinos pronostica (Jer. 46-51; Is. 41,
4; Job 34, 10; Is. 1 ,16-18; Prov. 6, 16-19...); 22 s.); todo está presente para él (Job 28, 24),
es impecable y está en posesión de la más alta incluso el Se’ól (Job 26, 6).
perfección moral (Hab. 1, 13; Sal. 5, 5); im­ Sabiduría. La suma sabiduría de Dios (Is. 28,
pone a los hombres la observancia de una ley 29; 40, 13 s .; Job 9, 4) se manifiesta particular­
moral (cf.: el decálogo; Éx. 20, 2-17; Dt. 5, mente en la creación y en la conservación del
6-21), definida como superior al culto y a los mundo (Job 38, 41; Prov. 8, 22-31), en el poder
sacrificios (I Sam. 15, 22-23; Am. 5, 21-24; que tiene para confundir los designios de los
Os. 6, 4-9; Is. 1, 10-17...); no está sujeto a la hombres (Is. 19, 11-15; 29, 14...), por el hecho
seducción por regalos ni usa de particularismos de no haberla recibido de nadie (Is. 40, 13 s.)
(Dt. 10, 17; II Par. 19, 7; Job 34, 19). Esta y por el de ser inescrutable (Is. 40, 28; 55,
santidad moral se echa de ver ya en el Géne­ 8. 9).
sis: a los primeros padres se impone un pre­ Misericordia. Dios manifiesta su misericor­
cepto cuya transgresión va acompañada del mal diosa benevolencia principalmente en la elec­
físico (Gén. 2-3). La admonición divina a Caín ción de Israel como pueblo suyo para establecer
(4, 5 ss.), según la traducción más probable con él un pacto (Dt, 7, 7 s.), prescindiendo de
(cf. A. Vaccari), afirma que hay que vencer sus méritos; en mantener la alianza y perdonar
las inclinaciones al mal. Dios venga la muerte sus transgresiones (Éx. 34, 6. 7; Núm. 14, 19;
de Abel (Gén. 4, 10); manda el diluvio para Jer. 3, 12 s.). Castiga al pueblo (Os. 1, 6), pero
castigar la maldad de los hombres (Gén. 6, 5- se reconcilia con él tan pronto como éste ha
12) , y el fuego sobre Sodoma y Gomorra (Gén. dado la debida satisfacción (Os. 2, 25); y ni
18, 20-32); pero salva a Noé por ser justo siquiera puede olvidarse de él (Is. 49, 14 s.),
(Gén. 7, 1). y el pueblo, a su vez, puede contar siempre
Inmutabilidad y eternidad. Háblase de inmu- con el auxilio divino (Is. 64, 8-10; 55, 3; 63,
Tabilidád^xplícitamenfe éñ él SálT-! 02 [101],“ 28". 7 ;“7e7r3r~3T^iSá/r89”[88];"~M/q."7,"20)” ”pórqúé
La eternidad es una consecuencia. Si no se pue­ Dios mantiene las promesas. La misericordia
de probar por el término ’ólam, ya que alguna divina se extiende incluso a los individuos (Sal.
vez puede tener también otro significado más 5, 8; 36 [35], 6-11) y a los mismos pecadores
amplio, dedúcese con certeza del. hecho de que, (Sal. 32 [31], 5; 51 [50]). Es benévolo en tal
siendo Dios antes de la creación, no puede te­ grado, que tampoco rechaza el obsequio de los
ner principio (Gén. 1, 1; Job 38, 4; cf. Sal. 93 otros pueblos (Jon. 4, 11) y considera todas
[92], 2; Sal. 102 [101], 26; sus años no tienen las cosas como cosa suya (Sal. 145 [144], 9.
término (Sal. 102 [101], 28). Si Dios puede 16; 36 [35], 6-10; Sab. 11, 24; 11, 1. 13;
ayudar siempre al pueblo es porque su ser (exis­ Eclo. 18, 13).
tencia) no tiene ni principio ni fin, ni está cir­ Justicia, Es el acto por el que Dios defiende
cunscrito en el tiempo (Sal. 90 [89], 1-4), es el a su pueblo (Jue. 5, 11; I Sam. 12, 6. 7;
primero y el último de los seres (¡s. 41, 4; 44, Miq. 6, 5 ; Is. 41, 10; etc.) y lo protege (I Re.
6; 48, 12, cf. Ap. 1, 8; Eclo. 42, 21). 8, 32; Jer. 11, 20; cf. Éx. 23, 7), no sólo ale­
La omnipresencia. Nadie puede huir de su jando de él el mal, sino también comunicándole
presencia (Am. 9, 2-4; Sal. 139 [138], 9-12; el bien (Dt. 10, 18; Os. 2, 21; Is. 33, 5) y
etcétera); nada se le oculta (Prov. 15, 3; Sab. castigando justamente a los malos (Éx. 9, 27;
1, 7): el cielo y los cielos no pueden compren­ Lam. 1, 18; Neh. 9, 32, etc.).
derlo (I Re. 8, 27) porque Él existe desde antes Perfección de Dios. Es sumamente perfecto
que existiera el universo (Gén. 1, 1); está pre­ porque no le falta nada de cuanto puede exigir
sente dondequiera que se hallen sus adoradores su naturaleza o su fin. Su grandeza (Sal. 145
(Is. 43, 2-6). Decir que está en el cielo (Sal. 11, [144], 6) y su inteligencia (Sal. 92 [91], 6;
16; 113, 21) sólo es un modo humano de expre­ 147 [146], 5) trascienden los límites de todas
sar la excelencia de su naturaleza: su divinidad las cosas, y aun atribuyéndole el poder en
no está restringida por los límites de un lugar, grado máximo nunca llegaremos a agotar los
y si se venera de un modo especial en determi­ límites de su gloria (Eclo. 43, 32; cf. 43, 29-36;
nados lugares eso se debe a que allí se ha reve­ Sal. 139 [138], 17 s.). Su perfección está con­
lado especialmente su poder. firmada por la teofanía descrita en Job (38, 42).
Omnisciencia. Dios conoce los secretos de los Dios no necesita nada (Mac. 14, 35), ni si­
161 DIOS

quiera los sacrificios (Sal. 50 [49], 9-13; Is. 22. 23. 27; I Tes. 3, 13; II Tes. 1, 7; etc.);
40, 16); no se beneficia en absoluto con las el título de «Salvador», que es aplicado a Dios
buenas acciones de los hombres (Job 22, 3; (Le. 1, 47; I Tim. 1, .1; 2, 3; 4, 10; etc.)
35, 7), ni se le perjudica con las malas obras y a Cristo (Le. 2, 11; Jn. 4, 42; Ef. 5, 23;
(Job 35, 6). [B. N. W.] II Pe. 1, 1-11; 2, 20; etc.); el de «Señor»,
5. En el Nuevo Testamento. — Después de aplicado a Dios ('adonai = Kurios en los LXX;
su adhesión a la fe de Cristo repite Pablo al­ Mt. 1, 20; Act. 2, 20. 21; etc.), pero prefe­
gunas categorías antiguas de Dios: es único rentemente a Cristo (Act. 10, 36; 4, 29; 7,
(Gál. 3, 20; Rom. 3, 30; I Tim. 2, 5); eterno 56. 60; etc.).
(Rom. 1, 20); Padre de la gloria (Ef. 1, 17); La Paternidad divina, afirmada ya por los
invisible (I Tim. 1, 17); «el bienaventurado hebreos, aparece triunfalmente en la Revela­
y único monarca, Rey de reyes y Señor de los ción cristiana, de la que constituye una idea
señores, el único inmortal, que habita en una central, no ya como una relación preferente­
luz inaccesible» (I Tim. 1, 11; 6, 15-16); «el mente colectiva y jurídica, sino como una re­
Dios vivo y verdadero» (I Tes. 1, 9; I Tim. lación ontológica (v. Adopción) fundada en la
4, 10); «el Dios de la paz» (II Cor. 13, 11; consustancialidad del Padre y del Hijo y en
Rom. 15, 33; I Tes. 6, 23); «solo sabio» (Rom. la paternidad natural y sobrenatural que une
16, 27); «Dios de la esperanza» (Rom. 15, 13); a los cristianos con su hermano mayor («Pa­
«que hace todas las cosas conforme al bene­ dre»: 111 veces en Jn., 44 en Mt., 17 en Le.,
plácito de su voluntad» (Ef. 1, 11); «que es 5 en Me.; «Dios nuestro Padre» : I Tes. 1, 3;
poderoso para damos más de lo que pedimos 3, 11-13; II Tes. 1, 1; 2, 16; I Cor. 1, 3;
0 pensamos» (Ef. 3, 20); «el Señor de todo» etcétera; «Dios y Padre»: II Tes. 1. 2; I Cor.
(Rom. 10, 12); «creador de todas las cosas» 8, 6; 15, 24; «Padre»: Col. 1, 12; Ef. 1,
(II Cor. 9, 10; Rom. 1, 2; 9, 20; Col. 3, 10; 17; etc.). La Paternidad divina se esclarece con
Ef. 3, 9; I Tim. 6, 13-17); «El que vivifica» la definición absolutamente nueva que da San
(II Cor. 1, 3; Rom. 4, 17); «nuestro Salva­ Juan de la Divinidad: Dios-Amor (I Jn. 4,
dor» (I Tim. 1, 1; 2, 3; 4 ,10, etc.); «el juez 8.16), que nos_comunica . su_amor-en el-Hijo
quePQieba _nuestros-corazones»-(I-T e s-2,-4):— (I Jn. 4, 9; cf. Rom. 5, 6-11; 8, 31 ss.) y nos
Esas mismas categorías antiguas reaparecen hace hijos suyos muy amados en Él (I Jn. 3,
en los otros escritos neotestamentarios: el Dios 1. 2; cf. Col. 3, 12; Rom. 1, 7; 11, 28;
único (Sant. 2, 19); Creador (II Pe. 3, 5; Ef. 1, 6; etc.), eco sublime de las palabras de
Heb. 1, 2. 10-12; Ap. 10, 6; 4, 11; 14, 7); Cristo cuando habla del amor del Padre al
principio y fin de todas las cosas (Heb. 2, 10); Hijo natural (Jn. 17, 26) y a los hijos adop­
Ap. 21, 6; 22, .13); el que ha sido, es y será, tivos (Jn. 17, 23: v. Redención). [A. R.]
alfa y omega (Ap. 4, 8; 1, 4. 8; 21, 6); ma­
jestad que se sienta en las alturas en un trono BIBL. — Q uell-Stauffer-JCuhn. s . v., en ThWNT,
III. pp. 79-120; F. C euppens, Theologia. bíblica. De
de gloria (Heb. 1, 3; 8, 1; Ap. 1, 4; 2, etc.); Deo uno, 2.‘ ed., Roma 1948; P. H einisch, Teología
el Dios omnipotente (Ap. 1, 8; 4, 8; I Jn. 4, del Vecchio Testamento, trad. ital., Torino 1950, pp.
31-109; A. R omeo, Dio nella Bibbia, en Dio nella
4, etc.); el Dios fuerte (Ap. 18, 8); el Rey ricerca umana, Roma 1950, pp. 267-415; J. Bonsir-
(Ap. 15, 3); el Señor (Ap. 6, 10) a quien hay ven, Teología del Nuovo Testamento, trad. ital.,
Torino 1951; M. Smjth, The contmon Theology of
que temer y adorar (Ap. 14, 17; 15, 4); la the ancient Near East, en JbL, 71 (1952) 135-47; J.
Majestad temible e invisible (Ap. 4, 2-11; B. Pritchard, Ancient Near Eastern texis relating to
1 Jn. 4, 11-20; 3, 20); «el Dios vivo» (I Pe. the Oíd Testament, Princeton 1950; P. V an Ins-
choot, Théologie de VAncient Testament, I, Dieu
1, 23; Iíeb. 3, 12; 9, 14; Ap. 4, 9. 10); el (Bibliothéque de Théologie, série III, vol. 2), Tour-
juez (Sant. 5, 9; I Pe. 1, 17; etc.) que promete nai 1954; II, L'Jiomme. íbld. 1956.
Nombres divinos: C. B. Roggia, Alcune osserva-
recompensas (Sant. 1, 12), pero que también zíoni sul culto di El a Ras Shamra, en Aevum. 15
es inflexiblemente justiciero (II Pe. 2, 4-9; Jue. (1941) 559-75; H. K ruse, Elohim non Deus, en VD,
7 (1949) 278-86; A. V accari, Jahweh e i nomi divini
5, 7.; Heb. 2, 2; 3, 15-18; etc.); «Santo» (I Pe. nelle religioni semitiche, en Bíblica, 17 (1936) 1-10;
1, 15; Ap. 4, 8; 6, 10; 15, 4; 16, 5). R. D e L angjie, Un Dieu Iahweh a Ras Shamra?, en
EthL, 19 (1942) 91-101; J. O bermann, The Divine
Pero la Revelación que nos hizo Cristo re­ Ñame Jahweh in the Light of the Recent Discoveries.
presenta un perfeccionamiento de la teología en JbL, 68 (1948) 301-23; A. D ubarle, La signifi-
cation du nom de Jahweh, en RScPhTh, 35 (1951)
hebrea. El nuevo misterio trinitario (v. Trini­ 3-21; E. D jhorme, Le nom du Dieu d’lsrael, en RHR,
dad) salva el monoteísmo, fundamental para 141 (1951) 5-18; B. N. W ambacq, VEpithéte divine
Iahve Sebaót, París 1947. * R. C riado, La investiga­
los hebreos, pero también determina el cambio ción del nombre divino en el Antiguo Testamento, en
de sujeto para ciertas atribuciones, por ejemplo, EstE 102 (1952) 26; M artín N ieto, El nombre de
el poder judicial que Dios comunica a Cristo Dios en S. Juan, en EstB, 17, 11 s., en.-mar.
Atributos divinos: P. V an I mschoot, La sainteté
(Mí. 7, 21 ss.; 13, 39. 41. 49: 24, 44; Jn. 5, de Dieu dans ¡'Anden Testament, en La Vie spiri-
— Spadafora. — Diccionario bíblico
DOCUMENTOS pontificios 162

fuelle, 75 (1946) 30-44; F. A sensio, El Hésed y ’Emel riseos. La secta es una sociedad secreta a la
Divinos: su influjo religioso-social en la historia de
Israel, Roma 1949; A. D escamps, Justice et Jus- cual nadie es admitido si no es después de un
tif¡catión, en DBs, IV, col. 1498-1510. serio examen y un juramento solemne. Los
sacerdotes ocupan el primer puesto, pero están
DISCÍPULOS DE JESÚS. — v. Apóstoles. confinados en sus funciones del culto. En los
consejos tienen cuatro votos entre diez. El ad­
DOCUMENTO SADOQUITA. — Es la regla ministrador general y el de cada grupo son
de la comunidad llamada «Nueva alianza» o laicos. Los ancianos son eliminados: el que
«secta de Damasco». Fué descubierto en dos pasa de los cincuenta años no puede formar
manuscritos del siglo xi al xn desp. de J. C. parte del poder ejecutivo, y después de los
en la Genizah de El Cairo y publicado en 1910 sesenta queda excluido de los tribunales. [F. V.]
por S. Schechter. El nombre de Documento
Sadoquiia se debe a Sadoc, bajo cuyo patro­ BIBL. — S. Schechter, Frasinents of a Zadoquite
Work, Cambridge 1910; L. R ost, Die Damaskus-
cinio simbólico se amparan los secuaces de la schrift, Kleine texte fiir Vorlesungen und übungen,
secta, que se llama bené Sádóq. La cita de 1933; M. J. Lagrange, La secte juive de la nouvelle
alliance au pays de Damas, en RB, 21 (1912) 213-
Ez- 44, 15, no intenta establecer el derecho 40.321-60; S. Z eitu n , The Zadoqite fragments and
sacerdotal de los jefes. Esta secta, expulsada the Dead Sea Sciolis, Oxford 1952.-
de Palestina y establecida en Damasco hacia
el 170 a. de J. C., o, según otros, en los tiem­ DOCUMENTOS pontificios. — Los documen­
pos de Alejandro Janneo (103-76 a. de J. C.), tos pertenecientes a la Sagrada Escritura, que
ofrece afinidades con la secta que se describe al principio eran escasos, se fueron multipli­
en el Manual de Disciplina descubierto en cando a causa de los errores de los protestantes
Khirbert Qumrán, en el que se halló un frag­ y de los modernistas. Aquí vamos a limitarnos
mento del Documento Sadoquita. Una y otra a las cuatro grandes encíclicas: Providentissi-
parecen emparentadas con el grupo de los mus Deus, de León X III; Spiritus Paraclitus,
Esenios. de Benedicto XV; Divino afflante Spiritu y
El Documento Sadoquita, cuya fecha mu­ Humani Generis, de Pío XII. Para las otras
chos fijan hacia el s. i a. de J. C., demuestra decisiones, v. Comisión bíblica.
-un-gustó-especial por- las especulaciones esca-- __ 11__EncJ JProwd&uistinms Deus, 18 de no-
tológicas, y admite en el canon algunos apó­ veimbre de 1893: A AS, 26 (1893 s.) 269-92.
crifos como el libro de los Jubileos, el Testa­ Es la Carta Magna de los estudios bíblicos,
mento de los doce patriarcas y el libro de cuyas líneas fundamentales y programáticas
Hegu, solamente conocido en el Manual de traza: defiende la inerrancia de la Biblia (que
Disciplina. El Documento Sadoquita tiene una la llamada «Ecole large» intentaba limitar ai
parte histórica y otra legislativa. En la parte campo religioso únicamente), reclamando el ver­
histórica llevan la primacía tres nombres, Sa­ dadero concepto de inspiración, según los prin­
doc, el doctor de la justicia y el Mesías. Éste cipios de Santo Tomás.
no procederá de Judá sino de Israel y A rón; no El exegeta debe servirse de todos los instru­
será sacerdote sino doctor. En la misma parte mentos que utiliza el racionalismo para des­
siguen exhortaciones: separación de los hijos truir lo sobrenatural: crítica literaria textual,,
de la perdición; abstención del lucro que per­ histórica; principalmente ha de estar familiari­
judica a las cosas santas o despoja a las viudas zado con la filología y la arqueología, y pres­
y a los huérfanos; distinción entre lo puro y tará especial atención al género literario.
lo impuro; observancia de las verdaderas re­ La solución de las dificultades propuestas
glas sobre el sábado, sobre las solemnidades, contra la inerrancia no ha de buscarse en diva­
sobre el día del ayuno; caridad fraterna; co­ gaciones dogmáticamente erróneas, p. ej., res­
rrección mutua: huida de las uniones prohi­ tringiendo la inspiración o la inerrancia a las
bidas. Ningún pasaje del Documento Sadoquita partes doctrinales, sino en el concepto exacto
habla con mucha claridad de la supervivencia de inspiración (v.), evitando la nociva confu­
ni de la retribución después de la muerte. La sión entre inspiración y revelación, y aplicando
parte legislativa oscila entre el código penal y íntegramente las reglas de la hermenéutica (v.)
los procedimientos penales. Trata de los obje­ católica.
tos perdidos, de los testigos y de los tribunales, 2. Ene. Spiritus Paraclitus, 15 de septiembre
de la purificación por medio del agua, del de 1920: AAS, 12 (1920) 385-422. Fué escrita
culto, de las relaciones entre los hebreos y los para el .15.° centenario de la muerte de San
gentiles y de las reglas de observancia del Jerónimo y es como la continuación de la
sábado con un rigor que supera al de los fa­ Providentissimus, cuyos principios reproduce en.
163 DOCUMENTOS pontificios

defensa de la autoridad de la Biblia contra fiado optimismo y con la impronta de una sana
racionalistas y modernistas, y contra ciertas modernidad.
teorías erróneas de algunos católicos, basándose La primera parte (histórica) reafirma los
en la vida y en los escritos del máximo de los puntos salientes de la Provideniissimus y hace
exegetas. resaltar el intenso cuidado de los últimos Papas
La primera parte presenta los rasgos biográ­ por los estudios bíblicos, a los que los intelec­
ficos del santo, poniendo especialmente de re­ tuales católicos han dado un notable impulso,
lieve sus trabajos en torno al texto sagrado. respondiendo a las llamadas pontificias.
La segunda parte expone su pensamiento sobre En la segunda parte (doctrinal) se indica
la verdad de las Escrituras, fundado en la na­ cómo se debe plantear hoy el estudio de la
turaleza de la inspiración, que consiste en la Biblia. Los auxilios para un estudio provechoso
colaboración de un hombre a la obra de Dios se han aumentado y mejorado: impónese el
como libre instrumento suyo para la produc­ deber de aprovecharse de ellos para poseer el
ción de un determinado escrito que, por lo conocimiento de las lenguas bíblicas y deter­
mismo, está absolutamente exento de errores. minar el valor exacto de la palabra de Dios
Tal doctrina dista mucho de ser aprobada por con la ayuda de la crítica textual. El decreto
quienes, fundándose erróneamente en algunas sobre la autenticidad de ia Vulgata (v‘.J está
palabras de San Jerónimo y de la Providentis- fuera de litigio en cuanto tenía por objeto las
simus, distinguen en la Biblia un elemento traducciones latinas entonces existentes, cuya
primario (religioso) y otro secundario (pro­ autoridad jurídica sancionaba. En la exégesis
fano), una verdad absoluta y otra relativa, se busca especialmente el sentido literal, pro­
según la teoría de las «apariencias históricas», curando poner de relieve la doctrina teológica.,
de las «citas (v.) implícitas», etc.; o sostienen para argüir de esta suerte a los fanáticos del
en particular que el cuarto evangelio contiene sentido espiritual, que sólo debe afirmarse cuan­
las palabras de Jesús alteradas por la catc­ do consta positivamente que Dios lo ha inten­
quesis primitiva, o mezcladas con ella, de modo tado (cf. Carta de la Pontificia Comisión Bíbli­
que ahora sería ya imposible reconocerlas. ca al Episcopado italiano, 20 de ag. de 1941:
San Jerónimo, ademásL dió ejemplp__de.. esr__ ^/15,--33--(1941]r 465-72).- Para- aseguTafse 'dér
-tudio' constante y de “grande amor a la palabra pensamiento exacto del hagiógrafo es preciso
divina, y de las disposiciones necesarias para conocer bien las circunstancias concomitantes
interpretarla rectamente. Buscaba en ella espe­ de su actividad; estudiar con especial atención
cialmente el sentido literal, base indispensable los géneros literarios que pudo usar expresán­
del sentido típico y edificante, según el ejemplo dose tal vez de un modo inusitado para nos­
de Jesús y de los Apóstoles. otros, pero sin ofender en lo más mínimo a la
La tercera parte expone los frutos que sacó verdad. Muchas dificultades hoy están feliz­
San Jerónimo del estudio de la Biblia: nutri­ mente resueltas y las que restan han sido con­
miento espiritual, amor a la Iglesia, celo para fiadas al cuidadoso estudio de los exegetas, aun­
defender la verdad, difundir la virtud y repri­ que respecto de algunas tal vez nunca se llegue
mir el vicio, y sobre todo el amor a Cristo, a dar una solución adecuada, como ocurre en
centro de la Escritura, y a la Santísima Virgen, las otras ciencias. Sus tentativas serán seguidas
su madre. con maternal comprensión por la Iglesia, que
Sus reliquias, presentes en Roma, hablan aún se complace en dejar plena libertad de investi­
a los cristianos de hoy recordando sus exhorta­ gación para favorecer el progreso científico.
ciones y ¡>u j c j ^ m p i O S . Pero la finalidad última de la palabra de Dios
3. Ene. Divino afflante Spiritu, 30 de sep­ es el provecho espiritual, por eso los pastores
tiembre de 1943: AAS, 35 (1943) 297-326. Fué de almas promoverán su divulgación por todos
publicada durante la segunda guerra mundial los medios, y durante los años de preparación
para conmemorar el 50.° aniversario de la Pro- para el sacerdocio es necesaria una enseñanza
videntissimus, de la que viene a ser un comple­ bíblica adecuada y cuidadosa .
mento, y traza un programa de estudios bíbli­ 4. Ene. Humani generis, 12 de ag. de 1950:
cos para nuestro tiempo con importantes pre­ AAS, 42 (1950), 561-78. Comienza con las mis­
cisiones sobre el valor y el uso de los textos mas palabras de la encíclica de Benedicto XV
originales, sobre el decreto tridentino acerca de sobre la sagrada predicación (15 dp jun. de
la autenticidad de la Vulgata, sobre la actua­ 1917: AAS, 9 [1917], 305-17), pero desde su
ción del hagiógrafo como instrumento en la comienzo intenta poner remedio a «ciertas fal­
inspiración, sobre los géneros literarios que se sas opiniones que amenazan con minar los fun­
hallan en la Biblia, siempre con tono de con­ damentos de la doctrina católica», nacidas todas
DOLOR 164

ellas de ciertas concesiones hechas a los princi­ tribución terrena, el dolor fue considerado prin­
pios de las doctrinas evolucionistas. En el sector cipalmente como castigo del pecado personal
de los estudios bíblicos la encíclica excluye la o colectivo impuesto por Dios eminentemente
distinción entre sentido humano (a veces fali­ justo y santo (Ex. 20, 5; Dt. 5', 9; Jer. 32, 19;
ble) y sentido divino (siempre infalible), y re­ Sal. 63, 13; Job 34, 11-16; 35, 8; 37, 14. 15;
prueba la exégesis simbólica (o espiritual) que Is. 3, 11, etc.). La historia bíblica, especialmente
no tenga en cuenta como se debe el sentido en ciertos libros (Ex., Jue., Re., Par.), está pre­
literal (cf. Rivista Bíblica, 1 [1953], 71-78). No sentada por el ángulo visual de este concepto
puede haber oposición entre ciencia y fe, pero jurídico del dolor.
es muy diferente la consideración que se tiene Contra este concepto tradicional se elevaron
con simples hipótesis científicas. Así, mientras aisladamente ciertas voces de protesta, en nom­
la hipótesis evolucionista sobre el origen del bre de la experiencia cotidiana testigo de la pros­
cuerpo humano (v. Adán), en el estado actual peridad del malo y de las calamidades del justo
de las diferentes ciencias puede ser objeto de (Jer. 12, 1 ss.; Mal. 2, 17; 3, 15): especial­
prudentes investigaciones por parte de los espe­ mente en Job, que versa por entero sobre el con­
cialistas en la materia, no se ve cómo conciliar flicto entre la solución tradicional relativa al
con el dogma del pecado original la hipótesis dolor (el padecimiento, consecuencia del peca­
del poligenismo. Algunos exegetas para dar una do), sostenida por los amigos de Job, y la res­
interpretación excesivamente libre a los libros puesta tajante y firme de la conciencia, que
históricos del A. T., han tomado ocasión de la está segura de no haber pecado.
carta de la Pontificia Comisión Bíblica al Car­ El conflicto no queda resuelto, sino que se
denal Suhard (16 de enero de 1948: A AS, 40 remite a la misteriosa sabiduría de Dios. Pónese
[1948], 45-48), la que, al contrario, intenta po­ de relieve que la fortuna del impío sólo es apa­
ner a salvo lá historicidad de los once primeros rente (Sal. 37; 112, 10; Prov. 10, 25. 27. 30;
capítulos del Génesis, aun admitiendo en él 12, 7), y su muerte es prematura e imprevista
formas literarias adaptadas a la mentalidad de (Sal. 55, 24; Ecl. 7, 17).
un pueblo que todavía no había evolucionado En cuanto al justo pónese de manifiesto su
________________________________________ — esperanza en la recompensa después de la muer-
Más detalles sobre el estudio de la Biblia en te (Ií Mac. 7, 9-14; Sab. 3, 1-9; 4, 7-5, 23).
los Seminarios y Universidades eclesiásticas se Además de esta función fundamental relativa
hallan en la Carta Apostólica Quoniam in re a la retribución, atribúyense al dolor otras fun­
bíblica de San Pío X (27 de marzo de 1906: ciones; la función purificadora (Prov. 3, 12;
AAS, 39 [1906], 77-80) y en la Constitución Eclo. 2, 4. 5; Jdt. 8, 27; Ez.: la cautividad
Apostólica Deus scientiarum Dominus de Pío de Babilonia; Job 36-37: discurso de Eliu;
XI (4 de marzo de 1931: AAS, 23 [1931], II Mac. 6, 12-16), y función experimental (prue­
241-94. ba de fidelidad) por intervención de espíritus
Los documentos pontificios relativos a la Bi­ malignos (Satanás: en el prólogo de Job) o de
blia están coleccionados en el Enchiridion bi- hombres perversos (persecuciones) o por las cir­
blicum (Roma 1927; 2.a ed., 1954, con los do­ cunstancias de la misma vida humana (Job 14,
cumentos más recientes). [L. V.] 1; Ecl. 2, 23; Prov. 14, 13). Descríbese tam­
bién una función expiatoria soteriológica que
BIBL. — Leone XIII e la questione bíblica, en
La Civittá Cattolica, 45 (1894), serie XV, vol. IX, pp. permite la realización de los divinos designios
401-15. 652-65; Vencíclica per il centenario di S. sobre la salvación (padecimientos de la cautivi­
Girolamo, en La Civiltá Cattolica, 11 (1920), vol. IV,
pfc. 40-44; A. B ea, Constitutionis Apostolicae «Deus dad que dan a conocer a los paganos el poder,
scientiarum Dominus» momentum pro studiis biblicis, la justicia y el amor de Yavé: Ez. 12, 16; 17,
en Bíblica, 12 (1931), 385-94; I d ., L’enciclica «Divino
afflante Spiritu», en La Civiltá Cattolica,' 94 (1943), 24; 21, 10; 36, etc.; padecimientos de los pro­
vol. IV, pp. 212-24; Í d ., «Divino afflante Spiritu».,., fetas: Is. 26; Jer. 16, 1-4; Ez. 4; el padeci­
en Bíblica, 24 (1943) 313-22; lo.,Vencíclica «Humani miento en los Salmos de liberación: 35; 41;
generis» e gli st udi biblici, en La civiltá Cattolica,
101 (1950), vol. IV. pp. 417-30; ÍD., Die Enzyklika 59 y en otros salmos: 22; 69; 40), y la expiá-
oHumani generis»: ihre Grundgedanken und ihre Be~ ción vicaria realizada por el siervo de Yavé
deutung, en Scholastik, 26 (1951), 36-57 (especialmen­
te 45 s. 51-55). (Is. 53, 6. 12; cf. Zac. 12, 10).
No está ausente del Nuevo Testamento la
DOLOR. — En el Antiguo Testamento, ei do­ función fundamental del dolor como castigo
lor físico y moral, del que estaba libre la crea- del pecado (Jn. 5, 14; 9, 2; I Cor. 11, 3). Pero
tura, buena en su origen (Gén. 1 ; Eclo. 39, 16), llevan la primacía las otras funciones afirmadas
es la triste herencia del pecado original (Gén. 3, ya tímidamente en el Antiguo Testamento: la
16 ss.). Juzgado con la luz de la tradicional re­ función purificadora experimental , para obte-
165 DRAGÓN

ner la cual el dolor es una necesidad para el las diferentes dificultades que a ello se opongan!.
cristiano (Jn. 15, 20; II Tim. 3, 12; M t. 24, 9; La fortaleza es el don sobrenatural o hábito
Le, 21, 12; 22 ,31); y la soteriológica que aso­ en virtud del cual el alma pone en práctica los
cia a la Cruz (v.) redentora de Cristo (II Cor. 1, propósitos con valor, perseverancia y alegría’,
5. 7; Flp. 3, 10; I Pe. 4, 13; Col. 2, 24-27; y utiliza los medios elegidos mediante el don
I Cor. 12, 26, etc.). precedente.
Pero el problema del dolor se resuelve defini­ El tercer binomio atañe directamente a nues­
tivamente, como se ve ya en los últimos libros tras relaciones para con Dios. La ciencia es él
del Antiguo Testamento, sobre un plano esca- verdadero conocimiento de Dios para saber con­
tológico: el padecimiento soportado en unión formar la propia vida con las exigencias de' síi
con Cristo que se eleva a categoría de vida eter­ justicia y santidad (cf. Os. 4, 1; 6, 6 ss.). El
na (Ací. 14, 22; Rom. 8, 17-18: II Cor. 4, 17; temor de Dios es la reverencia, el servicio, el
Sant. .1, 12). [A. R.] amor a Dios (Sal. 110 [109], 10; Prov. 1, 7,
BIBL. — J.Stamm, Das Leí den des Unschuldigen etcétera).
in Babylon und Israel, Zurich 1946; C. D el G rande, Es una expresión que comprende la piedad
Hybris, Nápoles 1947; P. Heinisch, Teología del
Vecchio Testamento, tracl. ital.» pp. 295-306. (con y la virtud de religión, es decir, el sentimiento
bibliogr.); M. C arrez, Souffrance et gloire dans les íntimo y los actos del culto externo. La piedad
épitres pauliniennes (Col. 1, 24-27), en RHPhR, 31
(1951), 343-53. dispone a venerar afectuosamente a Dios como
a Padre nuestro; el temor a todo lo que su*
DONES del Espíritu Santo. — Háblase de ellos ponga el mal por la reverencia que es debida
en Is. 11, 2. En el v. 1: «Brotará una vara del al Señor.
tronco de Jesé — retoñará de sus raíces un La teología escolástica ha consagrado el nú­
vástago», afírmase la procedencia davídica del mero de siete dones añadiendo a los seis con­
Mesías, en cumplimiento de la profecía que se tenidos en Is. 11, 2 el de piedad que, según lo
hizo a David (II Sam. 7, 14). En el v. 2 se ex­ dicho, está ya contenido en el sexto.
ponen las características de que estará Heno el __-EI origen de la-añadidura ésta bien definido.
Mesías.. Para-hacer de él~el rejrideáirdé" paz y El hebreo sigue en el v. 3: «y pronunciará sus
de justicia: «reposará sobre él el espíritu de decretos según el temor de Dios», hablando así
Yavé»; en él morará permanentemente esa nuevamente del «temor de Dios» que consti­
fuerza divina que dirige e impulsa a obrar co­ tuirá todo el programa del Mesías (cf. Jn. 18,
sas admirables; y este influjo se posesiona del 36 s.). El traductor griego (versión de los Se­
espíritu del hombre, haciéndole partícipe en tenta, seguida por los Padres Griegos) para
cierto modo de la luz y de la fuerza misma de evitar una repetición tradujo el mismo término
Dios, de suerte que piensa y obra como piensa en el v. 2 por lvcre/?eia, «piedad», e inmedia­
y obra Dios. tamente después en el v. 3 con más propiedad
Comunicándole dones intelectuales y síqui­ tradujo <pófio$ Seov- Lo mismo que en Prov. 1,
cos sobrehumanos, y cualidades morales extra­ 7, San Jerónimo no quiso apartarse de la anti­
ordinarias, como gracia de estado, se le dispone gua traducción griega en la Vulgata (seguida
a cumplir admirablemente su misión (cf. Is. 42, por los Latinos), aun cuando le constaba que
6; 49, 6; 62, 1). He aquí la especificación que en el hebreo sólo se trataba de seis dones. Pero
da Isaías de estos dones: «Espíritu de sabidu­ en cambio, el comienzo del v. 3 va unido a los
ría y de inteligencia — espíritu de consejo y de fragmentos siguientes, y así la enumeración de
fortaleza — espíritu de ciencia y de temor de los dones se termina en el v. 2. [F. S.]
Dios». Son tres binomios. El primero está rela­ BIBL. — F. Spadafora, Temí di esegesi, Rovigo
cionado con la vida intelectiva. La sabiduría 1953, pp. 196-203.
consiste en el conocimiento de las cosas según
el criterio divino y su conexión con nuestro últi­ DRACMA. — v. Dinero.
mo fin. Es sabio el que conoce las cosas, no
sólo en cuanto a lo que son en sí mismas, sino DRAGÓN. — Con este término griego (SpaKtov
en cuanto se refieren a Dios, autor y juez. de BépKojj.aiy «mirada fija») tradujeron los Se­
La inteligencia es la facultad de juzgar recta­ tenta, con propiedad, doce veces el, hebreo
mente, por donde el justo discierne el bien del tannirn, cinco veces liwejáthán, dos veces ná-
mal, lo útil de lo inútil. hás, «serpiente» ; y lo emplean otras ocho veces
El segundo binomio se refiere a la vida prác­ en su forma original (Est. 1, 1; 10, 3c [Vulg. 11,
tica o a la acción. El consejo, fruto de los do­ 6; 10, 7]; Sab. 16, 10; Eclo. 25, 15; Dan. 14,
nes precedentes, es el don de elegir los medios 22-27).
adecuados para alcanzar el fin y para vencer El Dragón es un monstruo marino o cetáceo
DRAGÓN 166

(Gén. 1, 21; Sal 148, 7; Job 7, 12; ls. 27, 1) deben combatir los Dioses creadores (En-lil y
o una horrorosa serpiente (Éx. 7, 9-12; Dt. 32, Marduk de Babilonia, Horus de Egipto, Tesub
33; Sal. 71, 13), el cual unido alguna vez con jeteo). El dragón bíblico no toma parte en un
raháb, «crueldad» (ls. 51, 9; Job. 26, 12 ss.), drama de creación ni representa al caos. No es
otro monstruo marino, es imagen de los pode­ una realidad cosmogónica sino una pura me­
res del mal o también de un especial enemigo táfora.
político (Egipto: ls. 21y 1; Ez. 29, 3 ; 32, 2), o En el Ap. el dragón representa a Satanás,
de fuerzas enemigas en general, adversas a los enemigo capital del Cordero. En 12, 9 se le
hombres e incontenibles (ls. 51, 9; Jer. 51, 34; identifica con la «antigua serpiente» (cf. Gén.
Job 7, 12; Sal. 74, 13; 91, 13). Siendo crea- 3, 1-15). Como símbolo principal después del
tura de Yavé (Gén. 1, 21 ; Sal. 104, 26) nunca símbolo del Cordero, aparece en el punto cul­
aparece como enemigo directo de Dios, todo lo minante del libro: color de fuego, con siete
contrario de lo que ocurre con el dragón del cabezas (opuestas a los siete espíritus de Dios:
Ap. 12, 20. Ap. 1, 4; 3, 1; 4, 5, 6) y diez cuernos (cf. Dan.
Ninguna afinidad tiene con los dragones del 7, 7); es vencido en el cielo por el ejército An­
mito en Oriente, que o son personificaciones de gélico ; se enfrenta en la tierra con la Mujer
fuerzas elementales de la naturaleza escondidas (la Iglesia); pero ésta acaba por quedar vic­
en el agua y que amenazan al hombre, como toriosa, y el dragón es derrotado (Ap. 13;
los tnn y Itn del Ras Shamra, o personificacio­ 2, 2). [A. R.1
nes del caos primitivo, comunes en las concep­ BIBL. — A. R omeo, en Ene. Catt. líal., IV, col.
ciones dualistas del universo, contra las cuales 1921-25 (con amplia bibliografía).
E
EBIONITAS ( = pobres). — Son judíocristia- poseído del Espíritu de Dios y exento de peca­
nos que se hicieron herejes después del año 70 do, como el primero, de quien los ebionitas
desp. de J. C., y son conocidos también con niegan que pecara en el Edén. Es característica
los nombres de Nazareos u Observantes y la postura adoptada por los ebionitas respecto
Sinmaquianos. Empezaron por ser miembros de la Ley hebrea.
de la primitiva comunidad cristiana que se for­ l.° Como base para las enseñanzas de Cris­
mó en torno a Santiago el Menor, obispo de to, llegadas a los ebionitas en forma de doc­
Jerusalén. En el momento del asedio de Jeru- trina secreta, empiezan por invalidar o suprimir
salén (70 desp. de J. C.) se dispersaron por la como añadiduras o falsificaciones el culto sacri­
Transjordania; se reorganizaron luego en el ficial que debe ser sustituido por el bautismo de
s. n para luchar contra los gnósticos y marcio- agua; los profetas hebreos, a excepción de los
nitas, acabando por fusionarse con los gnósticos siete que unen a Cristo con A dán; las perícopes
elcasaítas, y ser completamente desechados hacia antropomórficas e inmorales.
el 350 desp. de J. C. por los judíos y por los „2.®_ Af írmase-que- la -Ley así purificada; debe '
cristianos a quienes habían soñado unir a sí. ser observada escrupulosamente, y con particu­
Sólo sobrevivieron algunos elementos doctrina­ lar rigorismo la abstinencia de carne llevada
les por haberlos absorbido el Islam, que repre­ hasta el vegetarianismo; la práctica de la po­
senta una combinación ebionita de Moisés y de breza, de la pureza y de las abluciones le­
Jesucristo. gales. [A. R.]
Las fuentes para el estudio de los ebionitas, B1BL. — J. B. C olon, Judeo Chretiens, en DBs,
aparte las alusiones de los Padres y principal­ IV, col. 1298-1315; H. J. Schoeps . Theologie und
Geschichte des Judenchistentums, Tubinga, 1949; Cf.
mente de San Epifanio, son esencialmente: el RB, 57 (1950), 604-609.
Evangelio de los Ebionitas, llamado también
Evangelio de los Hebreos o de los Doce Após­ ECCE Homo. — Palabras que pronunció Pila­
toles, que es una traducción griega amañada to (Jn. 19, 5) al presentar a Cristo después de
con añadiduras ebionitas del Evangelio de los la flagelación, para suscitar la compasión me­
Nazareos, targum arameo de Mt. griego en uso diante un compromiso cruel y poder así librar
en la iglesia judíocristiana primitiva; la tra­ al acusado. Con ellas se denomina desde el si­
ducción griega del Antiguo Testamento por glo xvi la parte central de un arco de tres cuer­
Sínmaco; y en fin, la Predicación de Pedro, pos que actualmente monta sobre la Vía Dolo­
que es una obra a todas luces ebionita y antiag­ roso:. El cuerpo septentrional está incluido en la
nóstica, compuesta hacia el 160-190 desp. de basílica del Ecce Homo, construida en 1878,
J. C. con utilización de obras anteriores, pero y el meridional se ha perdido, y sus materiales
notablemente retocada por los autores de las han sido utilizados para construcciones pri­
Seudoclementinas (s. m), Recognitiones y Ho­ vadas.
milías (s. iv). Este arco fué considerado como puerta de en­
La doctrina cristológica de los ebionitas es trada al Pretorio, desde donde Pilato presentó
adopcionista: Cristo, nacido de María y de ante el pueblo a Cristo flagelado, mas los ar­
José, no es Hijo de Dios: hízose Hijo adop­ queólogos excluyen tal funcionalidad al adju­
tivo de Dios y fué dotado de virtud divina en dicarlo al s. ii o al in desp. de J. C: e identifi­
el momento del Bautismo. Cristo es el Nuevo carlo con la puerta oriental de Elia Capitolina.
Moisés que en su primera venida se ha mos­ Si se acepta la localización del Pretorio de
trado humilde, pero vendrá gloriosamente a Pilato en la fortaleza Antonia, situada al norte
instaurar el reino milenario; es el Nuevo Adán, del Templo, y de la cual se han hallado vesti-
ECLESIASTÉS 168

gios en la puerta de doble arco y en el amplio Siempre se le ha considerado, en mayor o


patio empedrado o litostrotos (cf. Jn. 19, 13), menor escala, como manual del pesimismo:
que se extendía por los fundamentos y proxi­ todo es inútil aquí en la tierra: trabajo, estu­
midades del arco romano del Ecce Homo, este dio, la misma sabiduría; es imposible ser feliz.
arco tiene el gran mérito de haber conservado En realidad el Eclesiastés es un tratado de
a lo largo de los siglos con absoluta precisión el moral práctica en el que se dicta dónde es vano
recuerdo del emplazamiento del proceso de Cris­ buscar la felicidad y dónde puede hallarse real­
to (H. Vincent). mente.
Pero ese mérito lo niegan los muchos (P. Be- Qóheleth es un perspicaz observador: la ex­
noit) que localizan el Pretorio de Pilato en el periencia le ha enseñado que el trabajo del
Palacio de Herodes, situado al noroeste de Je- hombre está en afanarse por llegar a metas inac­
rusalén. [A. R.] cesibles, y el principal obstáculo que le impide
BIBL. — L. H. V incent, en RB, 42 (1933) 83- la felicidad es su dinamismo febril. En conse­
113; 43 (1937) 563-70; 59 (1952) 513-30; P. Be- cuencia él condena el esfuerzo, el exceso, aun
noit , en RB, 59 (1952) 531-50.
cuando se trata de conseguir la sabiduría (Ecl.
ECLESIASTÉS. — Cuarto de los libros didác­ 2, 11, 15; cf. De imit. Christi, I, 1-2); de igual
ticos del Antiguo Testamento, entre los Prover­ modo se expresa relativamente al placer y a las
bios y el Cantar de los Cantares. En la Biblia riquezas (Ecl. 4, 8; 5 ,11); al trabajo (2, 25;
hebrea forma parte de los kethübhim, ((escri­ 3, 9); al deseo de cambiar el curso de la Pro­
tos», y es uno de los cinco meghillót, «rollos- videncia o de los acontecimientos o de la socie­
volúmenes» (v. Canon), que se leía íntegramen­ dad, o de sobreponerse a las adversidades de
te en la fiesta de los Tabernáculos (v.). Eclesias- los hombres; y lo mismo en cuanto a las pre­
tés es la traducción griega del término hebraico ocupaciones varias que envenenan la vida te­
goeleth (part. fem. — forma usada para los rrestre, de suyo breve (7, 6 s .; 8, 16).
nombres de oficios o dignidades—, denomina­ Hace resaltar la inutilidad de todo eso y el
tivo de gáhál, «asamblea»). Significa «hombre vacío que deja en el alma, para poner más en
de asamblea», y por tanto, Eclesiastés es lo mis­ evidencia e inculcar más eficazmente el camino
mo que el orador o el predicador por excelen­ maestro del justo medio, único que conduce a
cia (J. Joüon;en Bíblica, 2 [1920], 57 s.). El la felicidad. El Eclesiastés enseña que la vida
apelativo del autor (Ecl. 1, 1 s. 12, etc.) pasó al es buena, y que para ser feliz basta saber vivir,
libro. «Este libro de doce capítulos, obra maes­ disfrutando con moderación y equilibrio de los
tra filosófica de sátira, de ironía, de buen gusto bienes que Dios nos dispensa: en el trabajo, en
y, por más que parezca o pueda decirse lo con­ la familia, en la sociedad.
trario, también en cuanto a religión y verdadera Esta felicidad, a todos accesible, es un don
piedad» (Buzy), «es un conjunto de reflexiones de Dios (Ecl. 2, 24 s.; 3, 12 s.; 5, 17 ss.; 11,
en prosa entremezcladas en grupos de sentencias 7-10). «Qóheleth no es, pues, un pesimista, ya
en versos», con un prólogo (1, 1-11) y un epí­ que cree en la felicidad y nos enseña los me­
logo (12, 9-14). dios de alcanzarla (11, 1-6 ss.); no es un ateo,
He aquí su esquema (A. Vaccari): pues cree en Dios y en la Providencia (1, 4-11.
1. a Exposición: todo cuanto hay en la tie­13; 3, 1-8. 11. 14. 17; 6, 2-10; etc.); no es un
rra es vanidad (1, 12-2, 26). materialista, puesto que cree en la ultratumba y
2. a Exposición: vanidad de los esfuerzos delen la inmortalidad (3, 11; 8, 12; 9, 10; 12, 13);
hombre por modificar la ineludible variedad de no es un determinista, puesto que de nosotros
los acontecimientos (c. 3); grupo de sentencias depende nuestra felicidad, como tantas otras
sobre varias anomalías (4, 1-5, 8). cosas (4, 13; 7, 8); no es un egoísta, pues tiene
3. a Exposición: vanidad de las riquezas (5.el sentido de la justicia (2, 26; 3, 16; 8, 5 ss.);
9-6, 11); grupo de sentencias (7, 1-12) sobre no es un escéptico, pues que alaba a la sabidu­
los valores de la vida, paciencia y calma, ven­ ría (3, 10 ss.; 9, 16 ss.) y tiene una doctrina
tajas de la sabiduría. segura acerca de Dios y de la vida (3, 10-17;
4. a Exposición: impotencia de la virtud paraetcétera). Esta moral del justo medio no es me­
asegurar la felicidad (7, 13-9, 10). diana, vulgar, pueblerina; en efecto la eleva,
5. a Exposición: vanidad de los esfuerzosla transforma e incorpora a ella en una moral
por asegurar el buen éxito (9, 11-16; 10, 5-9); sobrenatural el pensamiento constante de Dios
grupo de sentencias (9, 17-10, 4-9; 10, 10-11, 6). que la domina y la compenetra (3, 10-15; 5,
6. ° Exposición: felicidad de la juventud,17 ss.; 7, 13 s. 18; 9, 7 etc.). No está me­
contrapuesta a los achaques de la vejez (11, nos impregnada de piedad que de buen gus­
7-12, 7). to» (Buzy, p. 200).
169 ECLESIASTÉS

Teniendo en cuenta el contexto citado y los importancia al escrito. Y tal vez sería mejor
contrastes empleados por el autor, queda expli­ decir que se trata de «un simple expediente de
cado (Ecl. 3, .18-21) que parece negar la inmor­ metáfora o de comunicación retórica». En cuan­
talidad del alma y lo de ultratumba. «El Ecle- to al «título de rey puede ser un título acadé­
siastés, que acerca del se-ol manifiesta el mismo mico lo mismo que el nombre Qoheleth» (Vac­
concepto que los otros Libros sagrados del cari).
Antiguo Testamento (cf. 9, 5-10 y los pasajes La deploración de la tiranía regia y de las
antes citados), admite necesariamente que hay opresiones de los súbditos, frecuentes en el
algo que sobrevive a la persona humana (ne­ Eclesiastés (3, .16; 4, 1; 5, 7; 10, 5 ss.; etc.),
jes) que fenece, al cuerpo que se disgrega. Esta así como otras alusiones históricas (12, 13), no
persona y este cuerpo son aquí presentados son aplicables a la persona, al reino ni al tiem­
realista y sarcásticamente en su fragilidad y po de Salomón.
según su destino moral en una de las frecuen­ La tendencia a seccionar, propia de la critica
tes antítesis. literaria, sin tener cuenta de su género parti­
El hombre nace del mismo modo que los cular, ha tratado de despedazar también este
otros animales, y como ellos exhala también el típico librito en varias partes, multiplicando los
último aliento (rúah). Al lado de ellos parece autores. A C. Sigfried (1898), han seguido
uno de tantos animales. De ahí la conclusión A. H. Me Neile (1904), G. A. Barton (1908),
(3, 22) con que invita a gozar de la vida, que E. Podechard (1912) y D. Buzy (p. 193-7).
es un don de Dios, sin fijar la mirada en lo de A Qoheleth se le atribuye la mayor parte de los
ultratumba. El pensamiento de Dios como da­ 12 capítulos con la tesis fundamental. Fuera de
dor de la vida es fuente de felicidad: la mira­ esto, aparecen por fracciones de breves senten­
da en las tinieblas del Se’ol, fuente de inútil y cias «el epiloguista», un «piadoso» o «hásid»
peligrosa turbación» (Ene. catt. It.). Por razón y un «sabio». A este último le atribuyen algu­
del género literario, el Eclesiastés se asemeja nos grupos principales de sentencias: 4, 9-12:
«a ese género de filosofía desmenuzada cono­ 4, 17-5, 8; 7, 1-12. 19-22...
cido con el titulo .de Pensamientos incluso en­ Semejante multiplicidad . de...autorés no des­
tre los filósofos profanos, antiguos y moder­ virtúa el carácter divino del libro, siempre que
nos» (Vaccari). se les considere como inspirados. Pero los ar­
La exposición se completa de vez en cuan­ gumentos están muy lejos de ser probables. Es
do con las máximas características (mesálim) innegable que el estilo de las diferentes partes
que se encuentran también en los Proverbios y es idéntico. El uso de la tercera persona en al­
en el Eclesiástico. gunos fragmentos atribuidos al epiloguista po­
No cabe dudar de la inspiración y de la ca- dría confirmar la seudoepigrafía o revelar el
nonicidad del Eclesiastés. La negación de Teo­ expediente retórico. La falta de conexión lógica
doro de Mopsuestia (PG 66, 697) fué conde­ entre las diferentes perícopes, las imperfeccio­
nada por el Concilio de Constantinopla (L. Pi- nes y diversas antinomias aparentes se explican
rot, Voeuvre exegétique de Théodore de Mops., satisfactoriamente por el género especial de
Roma 1913, p. 159 ss.). Su autor es un docto composición del Eclesiastés, por el desarrollo
escritor judío (Ecl. 4, 17; 8, 10), que escribió del tema central mediante fuertes antítesis que
entre el 332 y la persecución de Antíoco Epí- preceden a la tesis y la ponen de relieve. En
fanes (175-64 a. de J. C.), probablemente hacia esto están casi unánimes los católicos (A. Con-
el 200 a. de J. C., antes que el Eclesiástico (con­ domin, A. Vaccari, A. Miller, A. Allgeier, etc.)
tra N. Peters, en BZ, 1 [1913], 47-54. 129-50), y muchísimos acatólicos (E. Sellin, D. Eissfeldt,
como lo exigen los aramaísmos, la decadencia K. Galling, etc.» (Ene. Catt. ll.).
de la sintaxis, «vocablos o construcciones de El texto hebreo está bien conservado. «La ver­
úna época bastante avanzada que forman como sión griega de los Setenta es literal, e incluso
la transición entre el hebreo clásico y el del servil, según el estilo del traductor Aquila, a
Talmud» (Vaccari). quien erróneamente le atribuyeron algunos (cf.
El autor se llama hijo de David y Rey de E. Klostermann, De libri Koheleth versione
Jerusalén (Ecl. 1, 1 s. 12. 16; etc., por lo que Alexandrina. Kiel .1892). San Jerónimo, en su
hasta el s. xix judíos y cristianos lo identifica­ comentario al Eclesiastés (PL 23) corrigió, con­
ron con Salomón — entre los cuales, los más formándola con el hebreo, la antigua versión
recientes son Fillión y Ei Philippe, en DB. II, latina derivada de la precedente. En el 397 tra­
col. 1539-41). Pero eso no pasa de ser uno de dujo el Eclesiastés directamente del hebreo en
tantos casos de seudoepigrafía, cosa corriente un solo día, y ésta es la versión que tenemos en
en este género literario con el fin de dar mayor la Vulgata» (A. Vaccari). [F. S.]
ECLESIÁSTICO no

BIBL. — Véase F. Spadafora, en Ene. Catt. Jt.. za ; conversación y mesa. Temor de Dios; pro­
V, col. 37-40; A. V accari, 1 libri poetici della Bi- videncia divina (24, 1-33, 17).
bia, Roma 1925, pp. 269-82; D. Buzy, en Ste.
Bible (ed. Pirot, 6), París 1946, pp. 191-280. VII. Invitación a escuchar. Modo dé tratar
a los siervos. Supersticiones: buena y mala re­
ECLESIÁSTICO. — Es el más extenso y el ligión. Oración por el triunfo de la religión de
más rico en enseñanzas entre los libros didác­ Israel (33, 18-36, 22).
ticos o sapienciales (v.) del Antiguo Testamento, VIII. Elección de lo mejor: mujer, amigo,
casi equivalente a un tratado de moral para to­ consejero. Cuidado de la salud: modo de por­
dos los estados y todas las circunstancias de la tarse en las enfermedades y respeto de los muer­
vida (San Agustín, PL 34, 948; San Jerónimo, tos. La confesión más noble: el estudio de la
PL 25, 545). sabiduría (36, 23-39, 11).
En la Iglesia latina tuvo ya el título de Ecle­ IX. Himno a Dios en cuanto creador, que
siástico desde los primeros tiempos (San Ci­ todo lo dispone óptimamente para bien de los
priano, PL 4, 696. 729), por haber sido el más justos, para castigo de los malos. Desdicha de la
•empleado en la liturgia, después de los Salmos, vida humana, sobre todo para los impíos. La
y en la preparación de los catecúmenos, como vergüenza: una buena y otra mala. Las mara­
-catecismo oficial de ellos (Rufino, PL 21, 374). villas de la creación: otro himno (39, 12-43* 37).
Los manuscritos griegos le dan el título de X. Himno de alabanza a los patriarcas, que
Sabiduría de Sirac o Jesús hijo de Sirac, del vivieron según la sabiduría que Dios les comu­
nombre del autor. Y los modernos gustan de nicó, desde Adán hasta Simón, hijo de Onías,
•citarlo por el simple patronímico (Sirácides). sumo sacerdote en el tiempo del autor (44-50).
En el texto original (cf. San Jerónimo, PL 28, 1. " Apéndice (51, 1-12): Himno de acción
1242; y citas rabínicas) el título era: Proverbios de gracias a Dios por haber obtenido la libera­
(mesálim) del hijo de Sirac (cf. texto hebreo ción de muchos y graves males.
50, 27). 2. ° Apéndice (51, 13-30): Canto alfabético
El Eclesiástico toma de la sabiduría el argu­ ea que el autor describe los cuidados puestos
por él en el estudio de la Sabiduría, e invita a
mento y la división. Distínguense en él diez par­ imitarlo» (A. Vaccari).
tes, todas las cuales comienzan por un elogio de Entre los dos apéndices el manuscrito he­
la sabiduría o por un himno a Dios en cuanto breo B intercala un salmo semejante al 136
que es autor de toda sabiduría. Al fin vienen (135]. Como antiguo que es, no es creación del
dos breves apéndices. mismo autor, sino que ha sido tomado del uso
I. Elogio de la sabiduría. Deberes para con litúrgico.
Dios, para con los padres, para con el prójimo: El Eclesiástico fué traducido al griego por el
humildad y mansedumbre, compasión para con nieto del autor, que antepuso un prólogo «im­
los desgraciados (cc. 1-4, 10). portante, no sólo porque nos facilita las fechas
II. Elogio de la sabiduría. Sinceridad y fran­ de la composición y de la traducción del Ecle­
queza, contra la presunción, amistades (4, 11- siástico, sino además porque nos muestra cómo
6, 17). en el s. n a. de J. C. ya se distinguían entre
III. Invitación a la práctica de la sabiduría. los hebreos en los libros sagrados del Antiguo
Contra la ambición. Contacto con varias clases Testamento los tres órdenes que luego llegaron
de personas. Deberes de los gobernantes; de a ser tradicionales: ley (Pentateuco), profetas
los ricos. No fiarse de las riquezas sino de Dios. y escritos; y cómo todos esos órdenes habían
Personas de quienes hay que guardarse. Contra sido, traducidos, al menos en parte considerable,
la avaricia (6, 18-14, 19). al griego» (A. Vaccari).
IV. Frutos de la sabiduría. El pecado viene Ai fin de la 10.a parte (50-29), el autor nos
del libre albedrío, no de Dios; y nunca queda da su nombre: Jesús, hijo de Eleazar, hijo de
sin castigo (14, 20-16, 23). Sirac («Simeón» en el hebreo, ibid., es una
V. Himno a Dios en cuanto creador. Gene­ glosa).
rosidad y previsión. Frenar las pasiones y hacer Jesús era natural de Jerusalén (como lo pre­
buen uso de la lengua; continencia del alma, cisa el nieto: 50, 27 griego); allí vivió largo
disciplina de la boca (16, 24-23, 27). tiempo y allí redactó el libro hacia el final de
VI. Himno de la sabiduría. Tres cosas ama­ su vida. Era piadoso (cf. 50, 5 ss.; 51, 4), de
bles y tres odiosas, tres temibles y dos peli­ una fe profunda, constante en el estudio de los
grosas. Sobre las mujeres buenas y malas. Em­ libros sagrados desde su infancia (prólogo: 38,
préstitos, dones y fianzas. Educación de los 24), diligente en la adquisición de Ja sabiduría
hijos; salud y vicios que la minan; templan­ (51, 13-30). Adquirió grande experiencia de los
17i ECLESIASTICO

hombres y de las cosas (34, 11; 51, 13) en sus 16-23), los ayuda para que permanezcan fieles
largos viajes. En medio de la maldad humana, (2, 17 s.; 22, 27-33; etc.).
Dios le libró de los peligros (51, 2-12). »E1 temor de Dios atrae las bendiciones celes­
Su ardiente celo por la religión le impulsó a tiales (23, 1; 40, 26). No hay que dejarse in­
comunicar su doctrina a los otros (24, 30. 40). fluenciar por el prestigio de los malos (4, 17 s .;
Abre una escuela en Jerusalén, donde congrega 7, 14 s.), para buscar su amistad (9, 16). Dios
(51 23. 29) la juventud aristocrática, a la que perdona a los extraviados que hacen penitencia
enseña el culto de Dios, las tradiciones, la Ley, (17, 24 ss.; 18, 23), pero castigará a los malos
los caminos de la Sabiduría. Todo esto muestra y recibirá gloria en defender a su pueblo (35,
en Jesús «el perfecto dominio del hebreo, el 19-36, 17)» (C. Spicq).
profundo dominio de la literatura sagrada, la La exposición doctrinal llega a su cumbre en
amplitud de miras, el sentido realista de la vida, el c. 24. En él se presenta a la sabiduría como
el tono autoritario de su enseñanza, y sobre una realidad que ha estado siempre con Dios,
todo la multiplicidad de las materias tratadas creador y supremo legislador, y que Dios ha
con la luz de la revelación y de la experiencia, comunicado a Israel: una realidad concreta que
con el fin de dar a los jóvenes la educación habla, cual si fuese una persona, y a la que
civil y moral necesaria para bien vivir y agra­ nunca se ha atribuido una existencia personal,
dar a Dios» (C. Spicq). efectivamente distinta e independiente de Dios.
Hay dos datos que nos permiten precisar el Trátase de una providencia práctica de un
tiempo en que vivió el autor. atributo divino (Prov. 8 ; Sab. 7). Después de
a) En el capítulo 50 retrata al sumo sacer­ la venida de Cristo, Verbo eterno (Jn. 1, 1-14;
dote Simeón, hijo de Onías, «con tales colores, cf. Col. 1, 15 ss.), era fácil reconocerlo en la
que muestra a las claras haberle visto con sus descripción de la Sabiduría eterna, en sentido
propios ojos y haberlo admirado en el ejercicio pleno (plenior). Y brotó espontáneamente la
de las funciones sagradas. De los dos pontífices aplicación, en sentido espiritual alegórico, a la
que llevaron ese nombre, el" primero falleció Sma. Virgen, «asiento de la sabiduría», de todo
cuanto se dice de la sabiduría, que es comuni­
hacia el 300 a. de J .C., el segundo un siglo cada a todos los hombres.
más tarde (218-198 a. de J. C.)» (A. Vaccari).
«El texto original que vio San Jerónimo (PL
Los vv. 50, 1-5 son aplicables casi exclusiva­ 28, 1242) y que no raras veces citan escritores
mente al pontificado del segundo. de la edad media, estaba perdido desde hacía
b) Efectivamente: el nieto dice en el prólo­ unos cuantos siglos, hasta que entre el 1896 y
go que fué a Egipto el año 38 del reino de To- el 1900 se hallaron cerca de dos terceras partes
lomeo Evérgetes, o sea Tolomeo II (170-116), de él en lo secreto (genizah) de una antigua
y por consiguiente comenzó la traducción poco sinagoga de El Cairo. En 1930 hallóse un nuevo
después del 132 a. de J. C. folio con los cc. 32, 16-33, 32; 34, 1 entre los
Vivió, pues, el abuelo a la distancia de dos manuscritos de la colección E. Adler, en Nueva
generaciones, y probablemente hacia el 180 fué York, en la biblioteca del seminario teológico
cuando Jesús (Sirácides) terminó su libro. judío.
Escribió en lengua hebrea, y fué haciéndolo »Con esto hemos podido tener nuevamente las
poco a poco, según las circunstancias. Fué su tres quintas partes del texto hebreo; 40 cc. en­
intento preservar a sus correligionarios, espe­ tre 51, 1.090 versos entre 1.616 de la versión
cialmente a los de la Diáspora, del influjo del griega. La edición completa de las partes halla­
helenismo, manteniéndose fieles a la alianza del das se ha llevado a efecto bajo la dirección de
Sinaí, ya que ellos forman el nuevo Israel, he- M. S. Segal, Liber Sapientiae filii Sirac, Jeru­
. redero de la teocracia mosaica (50, 13 s., grie­ salén 1933.
go) cuyo cometido es el iluminar a las gentes, »E1 texto hebreo que contienen tales manus­
que también pueden participar de la Sabiduría critos es bastante menos satisfactorio que el de
( = la verdadera religión, sagrado depósito de los otros libros sagrados. Copistas y editores
Israel), si se adhieren al yaveísmo (cf. 17, 1-17; se permitieron con el Eclesiástico mayor liber­
24; 36, 1-17; etc.). tad o negligencia que con las Escrituras del ca­
El hijo de Sirac medita y reproduce toda la non hebreo. Por eso también tienen en este caso
revelación precedente exponiéndola en su género más valor que de ordinario las dos versiones
literario, juntamente con los dictámenes de la independientes, la griega y la siríaca, especial­
razón. «Yavé, que gobierna con sabiduría al mente la primera». (A. Vaccari).
universo (39, 12-40, 17), escudriña las concien­ Ésta (códice Vaticano B) en general traslada
cias (42, 18 s.), discierne a sus adoradores (16, felizmente el hebreo, de un texto de forma ex-
EDOM 172

celente. En la Vulgata se conserva la antigua lestina, Siria, Mesopotamia y Egipto. L’Aca-


versión latina, que ni siquiera fué retocada por démie des Inscripíions eí Belles Lettres, que­
San Jerónimo. Fué preparada sobre un códice riendo establecer en Jerusalén una escuela pro­
griego (ms. 248 y pocos afines) bastante inter­ pia dé arqueología, se la encomendó en 1920
polado, y posteriorinente recibió algunas añadi­ a l’Ecole Biblique, lo que supone un alto reco­
duras, duplicados, glosas. Mas con las oportu­ nocimiento de la seriedad de los estudios y del
nas correcciones, para lo cual servirán de ayuda valor de su contribución en este campo.
las citas de los Padres, no es raro que ofrezca L’Ecole Biblique ha respondido plenamente
lecciones excelentes (A. Vaccari). a su misión; ha servido de fermento para el re­
El Nuevo Testamento no cita explícitamente nacimiento de la exégesis católica para ade­
al Eclesiástico, pero hace a él notables alusio­ cuarse a los actuales progresos científicos, me­
nes: Mt. 11, 25-30 = Eclo. 51, 13 ss.; Cor. diante la formación de excelentes exegetas y de
15, 8 ss. = Eclo. 33, 16 s .; etc. (C. Spicq). especialistas en las diferentes ramas: mediante
El mismo Sirácides se presenta como profeta la Revue Biblique y otras publicaciones, nota­
inspirado (24, 33; 39, 12; etc.). En el prólogo bles por su volumen e indiscutible valor (cf. los
se sitúa al lado de los otros libros sagrados. volúmenes de Lagrange, de los PP. Dhorme,
Para lo que atañe a las dudas que surgieron en Alio, Abel, Vincent, Jaussen, Savignac, etc.).
el s. iv en las iglesias que estaban más en con­ [F. S.]
tacto con los judíos (San Atanasio, San Cirilo BIBL. — F. S padafora, en Ene. Catt. It., V, 50;
de Jerusalén, San Jerónimo) acerca de la cano- C. Spicq, en DBs. II, col. 451-57; F. Braun, L'oeuvre
mcidad del Eclesiástico, por no figurar en el du P. Lagrange, Friburgo, 1943 (trad. al it., pero sin
la copiosa bibliografía de Jos escritos del P. La­
canon judío, si bien tales dudas se desvanecie­ grange, Brcscia 1949).
ron pronto, v. Canon. [F. S.]
BIBL. — F. Spadafora, en Ene. Catt. //., V. col.
EDÉN. — v. Paraíso terrendi.
40-45; A. V accari, La S. Bibbia, V. pp. 177-80; C.
Spicq, VEclésiastique (La Ste. Bible, ed. Pirot, 6), EDOM. — Edom, el héroe de los edomitas, es
París 1946, pp. 531, 56; * J. Enciso, Como cinamomo
y bálsamo aromático. (Ecc. 1946, 282). el mismo Esaú, hermano de Jacob. Por consi­
guiente, los edomitas son los más afines a los
ÉCOLE Biblique. — Primer centro católico para hebreos en el parentesco: Gén. 25, 29 s .; Mal.
el estudio científico de la Sagrada Escritura, fun­ 1, 1 s. Conquistaron al oeste del mar Muerto
dado en 1890 en Jerusalén, junto a las ruinas el territorio ocupado por los jórreos (Dt. 2,
de la antigua basílica de San Esteban, por el 12-22) (v.).
piadoso y gran dominico P. M. J. Lagrange Los antiguos edomitas, en su mayor parte
(1855-1938), siguiendo sugerencias de León XIII. nómadas, por los años de 1300 a. de J. C. hacen
El 15 de noviembre de 1890 se dió comienzo presión sobre la frontera de Egipto y la cruzan
a los cursos de exégesis, introducción, y de para dar pingües pastos a sus ganados. Son
todas las materias auxiliares (lenguas, historia, los Adunia de los documentos egipcios. Los
geografía, arqueología, etc.), indispensables para papiros Harris (hacia el 1200 a. de J. C.) h a ­
interpretar la Biblia. blan de los Sa’sira, que son los Bené-Se’ir ( =
Lagrange fué el alma, el infatigable y genial Edomitas) de la’ Biblia, la cual insiste en el
propulsor de la Escuela, que dió acogida a hecho de que tomaron asiento en la región o
alumnos de todas las órdenes religiosas, sacer­ montaña de Se’ir (Gén. 32, 4; 36, 8; Ez. 25,
dotes y laicos sin distinción de nacionalidad. 8 .; etc.), hasta el golfo Elanítico, con las dos
La Escuela tuvo inmediatamente una grande y ciudades costeras Elat y Asiongaber (Dt. 2, 8;
preciosa biblioteca y un museo arqueológico I Re. 9, 26). Las cartas de El-Amarna confirman
enriquecido con los frutos de los importantes tal posición geográfica situando al país de Se-e-
descubrimientos realizados. En 1892 la Escuela ri en el sur de Palestina. En Dt. 1, 2-44 Se’ir
inició la publicación de la Revue Biblique, la está relacionado con Cades. Los hebreos, diri­
más importante en la materia, al menos du­ gidos por Moisés, hubieron de caminar siguien­
rante largo tiempo; en 1902 la gran colección do la depresión del Arabá, desde Elath hasta
exegética Eludes Bibliques, excelente traduc­ Funon y más allá, ante ia imposibilidad de
ción de los textos originales críticamente recons­ atiavesar el país de Edom (Dt. 2; Núm. 21, 4).
truidos, comentario católico adecuado, con es­ Los edomitas fueron de los más feroces enemi­
pecial aplicación de la crítica literaria, emplean­ gos de Israel. Ya en tiempo de Moisés un rey
do los resultados y el método de las investiga­ de Edom niega a los israelitas el paso a través
ciones científicas (cf. RB, 9, 1900, 4, 4-22). La de su territorio (Núm. 20, 14-28; Jue. 11,7).
Escuela dirigió exploraciones científicas en Pa­ David somete a Edom y nombra representantes
173 EFESIOS (Epístola a los)

suyos para gobernarlo (II Sam. 8, 13 ss.). Ha­ por los años 54-56, al que acompañaron terri­
dad, edomita de sangre real, lucha contra Salo­ bles pruebas de diversos géneros y muchas tri­
món (I Re. 11, 1-44 ss.). Reinando Joram en bulaciones (cf. Act. 19-20, 1; I Cor. 16, 8 s . ;
Judá (851-844) recobran su independencia (II II Cor. 1, 8).
Re. 8, 20), pero vuelven a ser derrotados por A causa del tumulto provocado por el platero
Amasias, que se adueñó de Sela’ ( = roca: Pie­ Demetrio, el Apóstol se vió forzado a abando­
dra), donde precipitó a millares de prisioneros nar la ciudad, por la que tanto había trabajado
desde lo alto de una roca (II Re. 14, 7). Lo y sufrido. Pero dejaba a su partida una comu­
mismo que Moab y los filisteos, también Edom nidad cristiana bastante numerosa y pujante; y
figura frecuentemente en los anales de los asi­ bien está que añadamos que también muy afec­
rios ( = Udumu), en los que desde Adadnirari tuosa y agradecida, como lo prueba la entre­
hasta Asurbanipal se mencionan tres reyes de vista que tuvo Jugar en Mileto con los presbí­
Edom: Qausmalaka, Malikrammu, QauSgabri, teros de Éfeso (Act. 20, 16-38) cuando estaba
tributarios de Asiria. Qau§ = Qo§ es el nombre dando los últimos pasos del tercer viaje apos­
de una divinidad edomita. En tiempos de Eze- tólico. Después de la liberación del primer cau­
quiel, los edomitas renuevan sus hostilidades tiverio romano volvió a ver esta ciudad, contra
contra Judá (II Re. 24, 2; Jer. 27, 1-11).. Mani­ lo que él presentía, como se echa de ver por la
fiestan su odio durante la destrucción de Jeru- epístola a Timoteo, a quien había encargado el
salén y después (587), y en ella toman parte cuidado de la iglesia efesina.
activa (Abd. 11). Por eso los castiga el Señor Pero ¿es que la Epístola a los Efesios esta­
según su merecido: cf. las profecías contra ba destinada directamente a los habitantes de
Edom: Is. 34, 5-17; Jer. 49, 7-22; Ez. 25, Éfeso? Y en caso afirmativo ¿iba para ellos
12 ss.; 35; Abdías. En los comienzos del s. v exclusivamente? Son dos cuestiones que más
se lanzaron los árabes sobre Edom, y lo casti­ de una vez ha planteado la crítica moderna,
garon con terribles destrucciones (Mal. 1, 1-4). católica y acatólica, y que todavía está sin re­
Al efectuarse la deportación de Judá, Edom se solver.
extiende hacia el norte, hasta Bethsur, 27 Km. a) Muchos escritores modernos, siguiendo a
de Jerusalén. En el período grecorromano esta Harnack, afirman ser una misma nuestra epís­
región recibirá el nombre de Idumea (heleniza- tola y la dirigida a los de Laodicea, de la que
ción del hebreo ’Edom), que para los griegos se habla en Col. 4, 16; y habiendo caído en
significará el sur de Palestina. olvido el nombre de Laodicea, en virtud de una
Los mismos judíos fueron los instrumentos especie de damnatio memoriae, a causa de lo
de la venganza divina (cf. Ez. 25, 14; Abd. que se lee en Ap. 3, 14-19, ocupó su puesto
17 ss.). Juan Hircano conquistó a Idumea y Éfeso, capital de la provincia romana de Asia
forzó a sus últimos habitantes a fusionarse con y metrópoli eclesiástica de la misma región.
Israel (I Mac. 5, 65; II Mac. 10, 16). [F. S.] Sólo Marción, que como hereje se hallaba fuera
de la comunión eclesiástica, conservó el testi­
BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Pales- monio original. Es una pura hipótesis.
tine, I, París 1933, pp. 281-285; F. Spadafora, Eze-
chlele, 2.* ed., Torino 1951, pp. 201 s. 261-64. b) T. Beza (desde el año 1598) propuso la
idea de que esta epístola era una especie de car­
EFA. — v. Medidas. ta «circular» para todas las iglesias de Asia.
Esta conjetura ha tenido y tiene muchos parti­
EFESIOS (Epístola a los). — Pertenece, junta­ darios entre exegetas de tendencias opuestas que
mente con Col., Flp. y Film., al grupo de la tratan de avalarla y sostenerla de varias formas
cautividad romana de San Pablo (61-63); v. Co­ y con nuevos argumentos. Ya desde su origen
lósenses. la epístola llevó escrito el nombre de la metró­
Las relaciones entre San Pablo y los efesios poli del Asia, de acuerdo con su rango y con la
tuvieron principio hacia finales del segundo via­ función que desempeñaba como centro de toda
je apostólico, probablemente en el año 52, pero aquella región.
no duraron más que un brevísimo tiempo No puede establecerse con certeza la ocasión
(Act. 18, 19 ss.). Poco después aparece allí el próxima de esta epístola «encíclica». Tal vez
alejandrino Apolo, cuya instrucción religiosa nos autorice el examen interno y el libro de
en el cristianismo completarán los dos cónyuges los Actos (cf. 20, 28 ss.) a pesar que con ella
Aquila y Priscila, hechura de Pablo en lo que se propusiera el Apóstol inmunizar a los fieles
se refiere a la vida espiritual. Apolo sirvió de contra posibles infiltraciones pregnósticas y con­
preparación al mensaje de Pablo, quien efecti­ tra deletéreas infiltraciones judías o judaizantes
vamente realizó allí un magnífico apostolado (v. Colosenses). Por su profundidad e incluso
EFESIOS (Epístola a los) 174

pov su lirismo, el contenido es de lo más pro­ constituir entre todos un solo cuerpo, animado-
fundo que se lee no sólo en la literatura pau­ del mismo espíritu, cuyos miembros aspiren a
lina sino en toda la Escritura. Desde el punto la unidad (4, 1-16).
de vista ideológico, corre parejas con Col., de Descendiendo a recomendaciones particulares,
la que reproduce literalmente la mitad o cerca insiste en que los fieles eviten los repugnantes
de ella. Esta epístola ha sido definida por Pirot vicios de la gentilidad, siguiendo la magnífica
como la epístola de la unión y de la unidad: vocación cristiana en la virtud y en la santidad
los cristianos, cualquiera que sea su origen o su (4, 17-5, 20). Recuerda e inculca de un modo
nacionalidad, no forman más que una Iglesia, particularísimo los deberes sociales. No se diri­
prolongación y complemento de Cristo en el ge en esto a todos, sino solamente a los cónyu­
tiempo y en el espacio (Initialion biblique, Pa­ ges, a los hijos, y a los padres, a los señores y
rís 1949, p. 146 s.). a los esclavos (5, 21-6, 9). Que todos se revistan-
Veamos ahora un breve análisis doctrinal de la armadura facilitada por Dios para com­
muy esquemático: batir estrenuamente en las santas batallas de la
Las dos partes, dogmática y parenética, en fe (6, 10-20).
que se divide la epístola, están separadas por la Por esta exposición sumaria puede entreverse
doxología del c. 3, 20 s. Tiene un breve exor­ con cuánta razón ha sido llamada esta epístola
dio (1, 1 s.) y está cerrada con un epílogo tam­ «la epístola de la Iglesia».
bién breve (6, 21-24). Según L. Cerfaux, el término «misterio» es
a) La parte dogmática (1, 3-3, 21) es como como la característica de las epístolas del cauti­
un himno que celebra con entusiasmo los gran­ verio, y determina el vocabulario que les es
diosos beneficios de la redención de la huma­ peculiar. El mensaje cristiano de la salvación se
nidad, provenientes del corazón del Padre ce­ llamará en lo sucesivo el misterio de Dios (geni­
lestial, que ya antes de la misma creación nos tivo subjetivo) o el misterio de Cristo (genitivo
eligió y predestinó para ser hijos suyos, por objetivo). Un conocimiento más profundo del
mediación de su Hijo amado. Este designio de plan divino, infinitamente sabio, justifica este
Dios fué realizado en el tiempo por Cristo, que término de misterio. Pero al mismo tiempo en
nos rescató con su sangre, librándonos del pe­ que la inteligencia contempla el plan divino, lo
cado, y nos reveló el sublime misterio de la admira y lo penetra, el conocimiento de Cristo
bondad de Dios, que consiste en coadunarlo se hace más profundo, como Autor y causa de
todo en Jesucristo. El resultado es que, tanto dicho misterio. Así la cristología se enriquece
los judíos que tenían las promesas, como los con nuevas fórmulas (Le Christ dans la théolo-
gentiles que han creído en el Evangelio, únense gie de Saint Paul, París 1951, p. 304).
todos en Dios, por Cristo y en Cristo, para for­ La autenticidad paulina de Ef. ha sido admi­
mar el nuevo pueblo de Dios (1, 3-14). Pablo tida pacíficamente desde la más remota antigüe­
ruega a Dios sin interrupción para que los fie­ dad hasta el siglo pasado. No existen serios mo­
les entiendan cada vez más perfectamente el tivos para ponerla en duda, sobre todo si se
misterio de la «economía» de la salvación, y tiene en cuenta que el autor dice expresamente
sobre todo la omnipotencia de Dios que resu­ que es Pablo (1, 1 ; 3, 1-3, etc.); y hecho un
citó a Cristo y lo constituyó en Cabeza de la examen interno, nada aparece que no pueda ser
Iglesia (1, 15-23). Todos se congregan en una tenido como paulino. A ella hacen ya alusión
admirable unidad en el gremio de esta Igle­ Clemente Romano, Ignacio; y después de Poli-
sia : toda división quedó abolida por el sacrifi­
cio de Cristo. La Iglesia es como una esplén­ carpo, muchísimas veces es citada incluso por
dida casa fundada sobre Cristo y sobre la doc­ los herejes, como Marción, Basílides y Va­
trina apostólica (2, 1-22). Pablo tiene conciencia lentín.
de ser (por elección divina) el ministro de este Hay mucha semejanza entre Col. y Ef., lo
misterio, el destinado a anunciar a los gentiles cual es muy comprensible si se piensa en los
la universalidad de la salvación en Jesucristo, destinatarios de las epístolas y en el momento
Por eso ruega a Dios a fin de que los fieles pue­ histórico y síquico de Pablo. Y no por eso
dan entender el inmenso amor de Jesucristo. se desestiman las sensibles diferencias que me­
Ruega también para que todos ellos se vean dian entre las dos epístolas. [G. T.J
llenos de ciencia y caridad, y sean fuertes en BIRL. — P. Mídebieli.e. en La Ste. B!ble (ed.
la fe (3, 1-21). Pirot. 12). París 1938 [1946], pp. 9-74; H opfl -G ut-
M etzingtr, htír. spec. in N. T., 5.a ed., Roma 1949,
b) En la segunda parte, «moral» o parené­ pp. 407-416; C h. Masson, L‘ép. aux Ephés, (comm.
tica. exhorta el Apóstol a los cristianos a la du N. T., IX), Neuchátcl 1953, pp. 133-228; * M.
D e los R íos, División y breve, comentario de Ef.
unión en la paz y en el amor hasta llegar a 1, 3-14, en EstB. (1933) 83-84. (1934) 184-194.
175 EFRA1M

EFOD. — Transcripción del término hebreo cido entre los árabes (Welhausen, Reste Ara-
que la Vulgata vierte en «superhumerale» (20 bischen Heidentums, p. 112) y entre los es­
veces), «cphod» (18 veces) y «stola». Hay que partanos (Plutarco, Apophthegmata Laconica,.
distinguir entre efod-vestido y efod-oráculo. El Scripta moralia, ed. Didot, I, París 1839, p. 275,.
primero es una vestidura litúrgica; probable­ n. 18). [F. V. — F. S.]
mente se trataba de una simple faja de lino BIBL. — L. D e s n o y e r s , Histoire du peuple hé-
(hebr. bad: l Sam. 2, 18-28; 14, 3; 22, 18; breu, I. París 1922, pp. 213.336 s .: W. F. A l b r i g t h ,
en BASOR, 83 (1941) 39 ss.: A. G. B a r r o i s , Manuel
I Par. 15, 27), análoga a la que llevaban los d'archéologie biblique, 11, París 1953, p. 421 s.
sacerdotes y dignatarios egipcios (así como tam­
bién los sacerdotes asirios tienen el Kitü, «li­ EFRAÍM. — Segundo hijo de José (Gén. 42,.
no»). El mismo David se revistió de efod cuan­ 52; 46, 20-27). Fué adoptado con su hermano
do se trasladó el arca de la casa de Obededón Manasés por Jacob, que en la bendición lo
a la era de Ornan el Jebuseo (II Sam. 6, 14). piefirió al primogénito (Gén. 48, 14 ss.). Los.
Aún hoy en las peregrinaciones a la Meca descendientes de Efraím (a quienes vió José
practican los musulmanes ciertas ceremonias hasta la tercera generación: Gén. 50, 22) están
vestidos rudimentariamente con dos piececitas catalogados en Núm. 26, 35 ss. cuyo texto es
de lino o de algodón, una de las cuales ciñe la poco seguro críticamente. Constituyen la tribu,
cintura, y la otra se echa sobre las espaldas. de Efraím, que es la más importante, después
En el sarcófago pintado de Haghia Tríada en de la de Judá, en la historia de Israel, y muy
Creta, unos hombres que toman parte en una pronto se disputó el predominio con Judá. En
ceremonia sagrada llevan un vestido peludo, el Sinaí contaba con 40.500 miembros (Núm. 1,
atado a la cintura, en tanto que el busto queda 33: 2, 19); en los campos de Moab, unos 38
desnudo. Un semivestido del mismo género se años después, con 32.500 (Núm. 26, 37). En el
halla igualmente en algunos monumentos cal­ desierto acampaba al lado de la tienda sagrada-
deos, como por ejemplo en una moneda de oro y en las marchas seguía inmediatamente al arca
del rey Ur-Nina, conservada en el Museo del (Núm. 2, 18). En la distribución de Palestina
Louvre. le tocó la fértil y bella (Gén. 49, 22; Dt. 33,.
El efod-oráculo está descrito en Éx. 28. Es 12-16) región central: entre Dan-Benjamín al
parte del vestido del Sumo Sacerdote: «Lo ha­ sur, y Manasés al norte; entre el Mediterráneo
rán de oro e hilo torzal de lino, púrpura vio­ y el Jordán (Jos. 16, 2 ss.; I Par. 7, 28 s.). «Los
leta, púrpura escarlata y carmesí, artísticamente montes de Efraím» (Jos. 17, 15; Jue. 2, 9, etc.),
entretejidos» (Éx. 28, 6). llamados también «montes de Israel», por opo­
No tiene nada de común con la faja de lino sición a los «montes de Judá», se extendían des­
antes descrita y parece ser un corsé que se ase­ de la llanura de Esdrelón hasta los montes de
gura con un cinturón y con tirantes. Unido a Jerusalén.
él va el hoSen, tal vez una especie de bolsa rec­ Semejante posición indujo a Efraím a soste­
tangular hecha de tela adornada con láminas ner numerosas batallas con los cananeos (Jos.
de oro y doce piedras preciosas en representa­ 17, 14 ss.), a los cuales quitó todas las ciudades,
ción de las tribus de Israel. La bolsa contenía menos Gazer (Jos. 16, 10; Jue. 1, 29). Dado
los Urim y los Tummim, objetos para consultar su temperamento orgulloso y belicoso, tomó
al Señor (I Sam. 14, 41 ss.). parte en las guerras de las otras tribus contra
Todo cuanto se dice en Jue. 8, 26 s. del efod los enemigos; con Aod contra los moabitas;
de Gedeón muestra que el efod era entonces con Débora y con Gedeón contra los madia-
un objeto de culto extraordinariamente rico. nitas (Jue. 3, 27; 5, 14; 7, 24); y se daba por
Gedeón empleó en él todos o al menos una ofendida cuando se prescindía de su ayuda,
buena parte de los 1700 sidos de oro (como como sucedió con Gedeón (Jue. 8, 1 ss.) y con
unos 20 Kg.). El efod-oráculo tomaba su nom­ Jefté, tan poco diplomático, que sofocó san­
bre del anterior; pero en los tiempos de Saúl grientamente el altercado (ibid. 12).
y de David tenía una forma que en poco se A Efraím pertenecían Josué y los libertadores
diferenciaba de un simple vestido (I Sam. 2, Thola (Jue. 10, 1) y Abdón (12, 13). En el epi­
28; 14, 3-18; 22, 18; 23, 6-9; 30, 7). La bolsa sodio del altar erigido por los rubenitas (Jos.
para los sorteos tal vez fuera un tanto mayor, y 22, 9-44), Efraím se declaró protector de la uni­
el sacerdote podía colgarla al cuello o colocarla dad religiosa de Israel. Después de la muerte de
delante de sí para las consultas. Saúl se mantuvo fiel a Isbaal (Isboseth: II Sam.
En el santuario de Nob (I Sam. 21, 10; cf, 2, 9 s.); y se pasó a David cuando dieron
31, 10), hállase colocada detrás del efod la es­ muerte a aquél (II Sam. 5, 1). Pero los celos
pada de Goliat, despojo del vencido, uso cono­ con Judá no estaban más que adormecidos, y al
EGIPTO 176

morir Salomón, el efraimita Jeroboam consumó neolítico y el eneolítico están documentados en


la escisión de las tribus septentrionales que se Fajjum en el-Bádari y en Naqádah. En los co­
separaron de David y de Judá (I Re. 11-12). mienzos del Delta aparece una ciudad un tanto
Desde entonces la historia de Efraím se con­ desarrollada al fin del eneolítico (excavaciones
funde con la de Samaria. de Macádi) .A esta época, si no antes, debe atri­
La puerta de Efraím en Jerusalén (II Re. 14, buirse el origen de la escritura jeroglífica.
13; Neh. 8, 13 ss.), hacia el norte, probable­ Los orígenes. Permanece sin determinar el
mente estaba al lado de la actual puerta de período que precede en Egipto a la serie de las
Damasco. [F. S.] treinta dinastías que nos fueron transmitidas por
BIBL. — L. D esnoyers, Histoire du peuple fié- el sacerdote griegoegipcio Manetón (s. m a. de
.breu, I. París 1922, pp. 7.16 s. 111-114, 116 ss. 168. J. C.), y que los modernos siguen manteniendo
183 ss. 217.331 s.; II, 1930, pp. 69.71, 160.272 s .; por comodidad. Señálase la existencia de un
F. M. A bel, Géographie de ¡ a Palestine, II, ibíd.
1938, p. 56 ss. reino bastante posterior al sur del Delta con
Henen-nesut (Heracleópolis) por centro, en las
EFRATA. — Belén. cercanías de la futura Menfis. Los monarcas de
esta dinastía, llamados precisamente Nswt, lle­
EFREM (Códice de). — v. Textos bíblicos. van por emblema el junco y se ciñen una
corona blanca que contrasta con la corona
EGIPTO. — En la Biblia aparece el término roja de los reyes del Delta (los monarcas del
genérico misraim ( = todo Egipto; Gén. 10, 6- Egipto unificado fundarán títulos y emblemas
13). La región sur de la primera catarata Gunto procedentes de la denominación n-sw Bit).
a Elefantina) es llamada KuS (II Re. 19, 9; Los reyes del Delta occidental, considerados
Est 1.1, etc.). Nómbrase también por separado probablemente como encamación del dios Falco
la región de Pathrós (el egipcio P-tores) que Horus (Hr[w]), conquistaron, efectivamente, el
significa «sur» e indica el alto Egipto con Tebas Delta oriental y el Alto Egipto, reinando en He­
como capital, en oposición a la región del Del­ liopolis.
ta (cf. Ez. 19, 14). Documentos antiquísimos dividen a Egipto en
En los textos cuneiformes, llámase a Asara- 42 provincias gobernadas por monarcas depen­
dón rey de Musur, Paturisi y Ku-u-si. En los dientes del poder central.
documentos de Él-Amarna domina el apelativo La raza egipcia no es homogénea. El examen
Misri, tan semejante al actual nombre árabe de las momias y de las lenguas, y las represen­
Misr. El término Egipto procede del griego taciones artísticas revelan la presencia de ele­
cM yv 7TTo<¡, transcripción del antiguo sobrenom­ mentos bastante diversos, como el camíticosu-
bre de Menfis (Hikuptah en los textos de El- danés, el líbicomediterráneo, un elemento semí­
Amarna). tico, y quizás otro indígena de costumbres pa­
Conforme al dicho de Herodoto que lo llamó triarcales, según parece que quiere hacer resal­
«don del Nilo», Egipto se presenta geológica­ tar el característico buitre, emblema de todos los
mente como resultado de Jos continuos detritos reinos de Egipto.
arrastrados por la corriente del río que, na­ La cronología es incierta, al menos hasta el
ciendo en los manantiales de Abisinia, desem­ año 1580 a. de J. C., en que comienza el nuevo
boca en el Mediterráneo, después de un reco­ imperio. La «piedra de Palermo», el «papiro
rrido de más de 6.400 Km. A la distancia de de Turín», inscripciones de Abidos, etc., con­
150 Km. del mar el Nilo se ramifica y foTma tienen listas de faraones con cronologías parcia­
su característico Delta. La llanura del Delta al les, en las que falta un punto absoluto de refe­
norte, y la Tebaida al sur son las regiones lla­ rencia. Algunos ponen a Menes, de la 1.* dinas­
madas respectivamente Egipto inferior y supe­ tía, en el 3.000 a. de J. C .; otros en el 5.000.
rior, que conservaron siempre una fisonomía Historia. Con Ja unión del alto y bajo Egipto
muy distinta. En el Medio Egipto queda un comienza la historia, dividida en tres grandes
poco aislada la zona bonificada del Fajjum. épocas: el Reino Antiguo, el Medio y el Nue­
Los habitantes de estas regiones, limitados vo. Al Antiguo suele hacérsele preceder de un
en el oriente y en el occidente por el desierto, período de sedimentación llamado arcaico. Des*
no tuvieron otra fuente de vida que la agricul­ de el principio del periodo arcaico hasta el fin.
tura, favorecida por las riadas fecundantes del del Nuevo Reino, marcado por la conquista de
Nilo que se repiten constantemente todos los Egipto por parte de Artajerjes III, sucédense 30
años de junio a septiembre. dinastías, según el mencionado Manetón.
La presencia del hombre en el alto Egipto se El periodo arcaico comprende las dos prime­
comprueba ya en el paleolítico, mientras que el ras dinastías. El fundador de la primera íué
177 EGIPTO

Menes, con Thinis por capital, junto a Abidos. tuhotep, que unió a Egipto bajo un solo ce­
Pero Menes residió la mayor parte del tiempo tro) constituye el llamado primer período inter­
en Menfis, por él fundada junto al antiguo medio (2200-2070).
«Muro Blanco», fortaleza del Rey Nesut, y con­ El Reino Medio (2070-1780). Un funcionario,
sagrada al dios Ptah. Según «la piedra de Pa- Amenemhat, funda la 12.a dinastía. Elimina a
leimo», los monarcas sucesivos se expansiona­ los extranjeros expulsando a los beduinos y a
ron hasta el Asia. Pero el proceso de consoli­ varias tribus semitas, y se construye una gigan­
dación interna fué lento. Durante la segunda tesca muralla de defensa en las márgenes del
dinastía siguiéronse las luchas por la posesión desierto. La capital es trasladada de Tebas a
definitiva del país, razón por la que residieron Iti-tavi, a unos 20 km. al sur de Menfis. En esta
aún en Menfis. El último rey deja al Egipto dinastía se distinguen Sesostris I y Sesostris III.
unificado las bases para un gran desarrollo. El primero por sus expediciones a Nubia, que
El Reino Antiguo (2650-2200). Con la ter­ será conquistada por Sesostris III, quien fijará
cera dinastía cesan todas las rivalidades inter­ la frontera meridional de Egipto en la segunda
nas y se realiza la verdadera civilización faraó­ catarata. También fué invadida Siria. En los
nica. La primera gran figura es Djeser, y al lado descubrimientos de Biblos se acusa un poderoso
de él está el docto Imhotep, identificado poste­ influjo sobre aquella región en esta época. De
riormente con el dios griego Asclepios. Imhotep este tiempo son también los famosos Textos de
fué quien ideó la primera pirámide, llamada de Proscripción.
Djeser, construida junto a Menfis, de planos Amenemhat III transforma en fértil oasis la
rectangulares en orden decrescente. Pero la pri­ zona pantanosa del Fajjum.
mera pirámide de forma clásica no aparecerá Divisiones internas que surgen durante las
hasta el reinado de su sucesor Snefru, último dinastías 13.a y 14.a hicieron posible a pobla­
de la 3.a dinastía. Djeser explotó minas de cobre ciones asiáticas la invasión del Delta, con lo
en el Sinaí, Snefru se distinguió por su activi­ que se determina un segundo período de tran­
dad contra los negros del sur y por sus expedi­ sición, conocido como período del dominio de
ciones comerciales a Siria. Durante su reinado los Hiksos (1780-1570). Estos invasores eran
vivió el filósofo Kagenmi. La 4.a dinastía es la ciertamente semitas, como lo indica su propio
de las grandes pirámides, grandiosos monumen­ nombre, que significa: «Jefes de los países ex­
tos sepulcrales para el soberano, considerado tranjeros» ; Manetón los llama fenicios. La in­
como encarnación de la divinidad y como único vasión tuvo lugar a fines del s. xvm, y en
poseedor de todos los bienes de Egipto (Fa­ esa época cesan las inscripciones típicamente
raón = Praca, casa grande). Las de mayores egipcias.
dimensiones están en la región de Gizeh: Ja Habiéndose establecido los invasores en el
de Khufu (Kheops) mide 137 m. de altura con Delta, fijaron su centro en Avaris, entre la ac­
54.000 m.J de superficie. Tal vez sea también tual Zagazig y el Canal de Suez. A pesar de
de esta época la célebre esfinge (Hw), que repre­ todo esto y con ser militarmente superiores a
senta un enorme león con cabeza humana, sím­ los indígenas, los hiksos adoptaron fácilmen­
bolo del poder real. te los usos y cultura de aquéllos. Dos de sus
El desarrollo del culto solar en el centro de dinastías (15.a y 16.a) se sucedieron en el domi­
On, por este mismo tiempo, eleva al poder a la nio de todo el bajo Egipto. El más célebre de
clase sacerdotal. Un miembro de la misma, los monarcas hiksos fué Khian, «príncipe del
Userkaf, funda la 5.a dinastía, caracterizada desierto», cuya fama está ampliamente docu­
por una fusión religiosopolítica que se desarro­ mentada hasta en los países del Egeo y en Ba­
lla principalmente durante el reinado de Sahu- bilonia. Egipto sufrió una profunda transfor­
ré, famoso por las expediciones a Siria, a Nu- mación con la dominación de los hiksos: intro-
bia y a la península del Sinaí. Por entonces pre­ dújose allí el caballo y el carro de guerra; la
valeció también el uso de construir un templo política estuvo animada de simpatía hacia las
al lado de las pirámides, costumbre abandonada poblaciones asiáticas; divinidades y palabras
por Unas, último monarca de la dinastía. asiáticas se difunden por toda la región; mí­
La enérgica actuación de algunos monarcas danse relaciones diplomáticas hasta ahora des­
de la 6.a dinastía, como Pepi I y II, no fué ca­ conocidas, como lo ponen de relieve los mis­
paz de impedir la formación de un verdadero mos documentos de Mari. Pero en el alto Egip­
feudalismo, ni siquiera el que el mismo Egipto to la influencia de los hiksos fué más bien dé­
fuese invadido por poblaciones asiáticas. bil, y precisamente allí (en Tebas) fué donde
El período que media entre la 7.a dinastía y se preparó la guerra de liberación, llevada a
la restauración tebana (11.a dinastía, con Men- término por Amosis, el «nacido de la luna»,
12. —- S^adakoka. — Diccionario bíblico
EGIPTO 178

fundador de la XVIII.a dinastía, hacia la mi­ heb, un general que ocupó el trono a la muerte
tad del s. xvi. de Ai, sucesor de Tuthankhamon. La X IX / di­
Nuevo Reino (1570-1085). Expulsados los nastía señalará un nuevo retorno de grandeza.
hiksos, Amosis inicia la conquista de la región Sethi I (1317-1301), el constructor del gran tem­
siriopalestinense que se lleva a cabo rápidamente plo de Osiris en Abidos, y su sucesor Ramsés II
y durará hasta finales del s. xm. Sigue el pací­ emprendieron con nuevo vigor la acción en
fico Amenofis I, y después de éste Tutmosis I Asia, enfrentándose desesperadamente con la
(hacia el 1526). Con este monarca se crea el potencia jetea, ambas potencias en perfecto equi­
verdadero imperialismo egipcio. La actividad librio. Tomando Ramsés II cuatro ejércitos de­
militar se inicia con un avance hacia el sur, so­ rrotó en dura batalla a los jeteos, pero no pudo
brepasando la tercera catarata, a la que había ocupar la base de QadeS.
llegado ya antes Amenemhat III. Sigue a esto la El peligro de los invasores «pueblos del mar»,
invasión de la costa asiática, en la que la des­ procedentes de las costas y de las islas del Me­
unión entre los pueblos siriopalestinenses per­ diterráneo centro oriental, unió a Egipto con
mite entonces a los egipcios llegar hasta el los jeteos en una paz concertada entre Ram­
Eufrates. sés II y Khattusilis. Egipto mantenía la supre­
Entre las obras de carácter civil atribuidas a macía en Palestina y en parte de Siria. Prodú-
Tutmosis se hace mención de la restauración cense desórdenes en estas regiones a la muerte
y engrandecimiento del templo de Amon-Rec en de Ramsés II, pero pronto consigue dominarlos
Kamak. Al morir Tutmosis, su hija Hatshep- su sucesor Meneftá, que contuvo un poderoso
sut logra después de varios forcejeos concen­ ataque de los «pueblos del mar». En las stelas
trar el poder en sus manos. Entre otros hechos conmemorativas de Athribis nómbrase por vez
de la soberana menciónase una célebre expedi­ primera a Israel entre los pueblos vencidos por
ción a Punt (¿costa somala?). Sucede ahora en Meneftá. Pero los faraones de la X X / dinas­
el trono su hijastro Tutmosis III, que ya había tía, establecida en los comienzos del s. xm por
tenido el mando militar al fin del reinado de Ramsés III, no lograron contener la afluencia
Hatshepsut, y llega a ser el mayor conquistador. de los «pueblos del mar» (hacia el 1200 a. de
Sus empresas se prueban documentalmente en J. C.). Varios grupos de estos pueblos consi­
el templo de Karnak. Con no menos de 16 ex­ guen infiltrarse y organizarse en el mismo Egip­
pediciones al Asia él Faraón lleva a su apogeo to, donde por otra parte cunde la desorgani­
la potencia egipcia. La primera coalición asiá­ zación y la corrupción de costumbres, de lo
tica es desbaratada en Magedo. La ciudad re­ cual son síntomas los famosos procesos contra
belde de Qades queda subyugada. Sucédense los saqueadores de tumbas.
ininterrumpidamente las expediciones. El mis­ Decadencia final. El último rey de la XX.a
mo Mitanni es derrotado en Carquemis, y en la dinastía fué Ramsés XII, monarca débil, bajo
octava expedición (1461?) atraviesa el Eufra­ cuyo gobierno se acrecentó considerablemente
tes: Babilonia y los jefes envían tributos. Por el poder del clero tebano. Hacia el 935 a. de
el sur, al otro lado de Nubia, la acción de Tut­ J. C., habiéndose infiltrado los libios en Egip­
mosis no es menos vigorosa. También la orga­ to, establecieron con Shesonq Ia XXII.a dinas­
nización interna se consolida entre tanto: dos tía. Egipto intenta actuar nuevamente en Asia,
lugartenientes del rey se ocupan del alto y del a propósito de lo cual la misma Biblia (I Re.
bajo Egipto. 11, 40; 14, 25) nos proporciona ciertas noti­
Tutmosis IV, que le sucede, con el fin de cias, pero su acción resulta ineficaz. Surgen
tener de su parte a los jeteos, se casará con otras dos dinastías rivales (XXIII/ y XXIV/)
una princesa de Mitanni, de la cual nacerá el en Tanis y en Sais, mas una y otra tienen que
futuro sucesor Amenofis III, padre de Ameno­ sucumbir ante la XXVa fundada en Nubia,
fis IV (v. Amenofis 1II-IV), el cual se distrajo Napata, en las cercanías de la cuarta catarata,
de los intereses políticos a causa de sus preocu­ por un tal Picankhi.
paciones religiosas encaminadas a establecer el Entonces se efectúa en Egipto una nueva uni­
culto semimonoteísta de Aton-Re (el disco ficación. Algunas revueltas provocadas en la re­
solar). gión del Delta por elementos de familias des­
La documentación histórica de este período, tronadas quedan sofocadas más tarde por el
contenida en los documentos de El-Amarna, nos sucesor de Picankhi, Shabaka, que probable­
pone de manifiesto cuán duro golpe hubo mente fué quien aprisionó a Ozías (II Re. 17, 4).
de experimentar en tales condiciones la poten­ A éste sucede Sabataca, al cual sigue en 690
cia egipcia en Asia (v. Amarna). Los primeros Taharca, el gran faraón del que se hace men­
síntomas de desquite se producen con Horem- ción en II Re. 19, 9 y en Is. 37, 9. Como éste
179 EGIPTO

residía probablemente en Menfis, tenía bajo su (Nwt); la tierra (Gb), Jos astros, y sobre todo,
inmediata vigilancia el Delta, fraccionado en los grandes principios de la vida universal: el
numerosas provincias, en tanto que su paren­ sol (R c), la luna (ich), el Nilo (Hcpy). La na­
tesco con el gran sacerdote de Amon y sobre turaleza de estas últimas divinidades trasciende
todo con la «esposa del Dios», la mayor auto­ al ámbito de su simple dios local: así el culto
ridad reconocida en la Tebaida, le garantizaba del sol, practicado en lugares muy diversos y
la fidelidad del alto Egipto. Sintiéndose fuerte bajo diferentes nombres, debe de haber sido
en el interior, Taharca fomentó revueltas contra general entre los egipcios antes de que se esta­
Asiria en Palestina y en Siria, ofreciendo in­ bleciesen en el valle del Nilo. El primer centro
cluso refugio a los perseguidos políticos. Pero del culto solar fué On (Heliópolis), pero en
Asaradón, después de una tentativa frustrada época histórica esta divinidad tuvo su máximo
(h. el 674 a. de J, C.), en el 670 ocupaba el culto en Tebas, en unión del dios local
Delta y la ciudad de Menfis. Taharca se retiró Amon (Amon-Réc).
a Tebas, desde donde fomentaba la expulsión Varias divinidades eran consideradas como
de los asirios; pero primero Asaradón y des­ creadoras de otras, hasta llegar a poblar un am­
pués Asurbanipal consolidaron sus dominios en plísimo Panteón. Pero un concepto dinamista
Egipto (Nah. 3, 8 ss.). Sólo Psammético I de que había sobre la divinidad, en virtud del cual
Sais, ayudado por mercenarios griegos y sobre ésta era considerada como energía operante;
todo por Gige de Lidia, logrará devolver la li­ pronto dió pie a los teólogos egipcios para dar
bertad a Egipto. Su sucesor Necao, queriendo vida a las famosas tríadas o enéadas, grupos de
renovar la. política de intervención en Asia, se tres o nueve divinidades respectivamente, uni­
movilizó para salir en defensa de los agonizan­ das por un vínculo de parentesco.
tes asirios, contra otra potencia más temible, Era famosa la tríada de Tebas, constituida por
cual era Babilonia. Atacado Necao por Josías Amon (imn), Maut (Mwt), Khonsu (Hansw):
de Judá en la llanura de Esdrelón, le da muerte marido, esposa e hijo respectivamente. Entre
en Magedo (II Re. 23, 29; II Par. 35, 20). Pero las enéadas célebres se cuentan las de Heliópolis
es derrotado por Nabucodonosor en Carquemis y las de Menfis: sobre ésta se enseñaba clara­
y se ve forzado a regresar a Egipto. mente que se trataba de nueve expresiones del
Nuevamente intenta intervenir en Asia Apries mismo y único Dios Ptah. Sin duda fué este
(588-568), que es rechazado por Nabucodonosor concepto el que permitió ver en los faraones de'
(Éx. 30, 21). A Apries le sucede el general re­ la época de las Pirámides verdaderas encama­
belde Amasis, y reinando el sucesor de éste, ciones divinas.
Psammético III, Egipto es invadido por Cam- Entre los diferentes mitos es célebre el de
bises, quien con sus sucesores, hasta Darío II, Osiris. Habiendo sucedido a su padre en el go­
crea la XXVII,a dinastía. Las tres últimas di­ bierno universal, Osiris fué muerto por su her­
nastías, fundadas respectivamente por el rebelde mano Seth y arrojado al mar. Al hallarlo su
Smirteo de Sais, por Neferites de Mendes y por esposa Isis, recobró la vida, y de la unión de
Nectanebo de Sebennitos, logran alejar tempo­ ambos fué engendrado Horus; quien obtuvo
ralmente la dominación persa, pero en el 342 como herencia paterna el dominio universal, y
a. de J. C. es reconquistado Egipto por Artajer- luego se encamó en los faraones. A Osiris, ven­
jes III. Al decaer el poderío persa, también gado por Horus, le queda el reino de ultra­
Egipto pasa a Alejandro, y luego a los roma­ tumba.
nos, después de las turbias alternativas de los Una de las creencias más arraigadas entre los '
Diadocos. Con el destronamiento de la XXX.a egipcios fué la de la inmortalidad del alma,
dinastía se considera como definitivamente ce­ por más que la concibieran de un modo un
rrada la historia del Antiguo Egipto. tanto grosero. Después de la muerte, el alma
. Religión. Las noticias más antiguas, basadas comienza otra vida en el reino de Osiris. Esa
en los Textos de las Pirámides (V.* y V I/ vida es paralela a la vida terrena, y el alma
dinastías) se remontan a los siglos xxiv y x x ii . necesita alimentos, por lo que uno de los co­
Echase de ver principalmente la existencia de metidos principales que impone el tan desarro­
numerosas divinidades locales, adoradas las más llado culto de los difuntos es el de proporcio­
de las veces bajo formas de animales, a veces en narles comida. Pero para disfrutar de. los goces
las plantas o en hechizos: en Kinópolis, Anubi de ultratumba, el difunto tiene que sufrir un
(perro); en Bubaste, Bast (gata); en Hermópo- examen y hacer una confesión delante de Osiris
ns, Thot (Ibis), etc. Juntamente con esas divini­ mientras es examinado su corazón.
dades aparece ya en los orígenes el culto de los La «confesión negativa» transmitida por el
grandes elementos cósmicos, como el cielo «libro de los muertos», que el difunto debe re­
EGIPTO 180

citar en el momento de traspasar el umbral del El arte egipcio halló su máxima expresión en
nuevo reino, muestra cómo se había introducido la arquitectura, representada principalmente en
ya en la conciencia de aquel pueblo el sentido las Pirámides. Se tenía la creencia de que en
de la culpa y de la responsabilidad individual. ellas seguía viviendo el espíritu (Ka) del difun­
Entre los egipcios estuvo muy extendida la to unido al cuerpo cuidadosamente embalsa­
práctica de la magia; y así se atribuía a ciertas mado.
inscripciones sepulcrales el valor de facilitar al Con las pirámides compiten en grandiosidad
alma el difícil camino de ultratumba. los templos, y el primero entre todos el de
Es bastante abundante y variada la literatura Amon en Karnak, al que contribuyeron todos
del antiguo Egipto. Predomina en ella el género los faraones del Nuevo Reino.
didascálico. Al tiempo de la 111.a dinastía per­ Las paredes de los templos son las más de
tenece una colección de máximas, escrita por el las veces ricas en inscripciones, relatos de gue­
filósofo Kagemni para sus hijos; y al de la V / rras, de victorias y de otras empresas de ca­
una obra sobre la sabiduría antigua, escrita por rácter social. Son famosos los hipogeos destina­
Ptahhotpe. Hay otras literaturas muy significa­ dos a ser tumbas reales o de dignatarios de la
tivas que se remontan al tormentoso primer pe­ corte desde los tiempos de Tutmosis I; trátase
ríodo intermedio: al Diálogo del misántropo de unos centenares de tumbas situadas en el
con su alma, visión que mira el suicidio como llamado valle de los Reyes (Biban el-Mülük)
único medio para librarse de los males de esta y de las Reinas (B. el-Harim) y durante el pe­
vida, van unidas otras composiciones en forma ríodo de la X VIIIa dinastía en Sheikh cAbd
profética, como los Avisos de Ipuwer y las el Qurnah.
profecías de Neferrehu. Descríbense en éstas La esfinge de Gizéh y las dos estatuas de
de modo oscuro las tristes condiciones de la Amenofis III, restos de su templo funerario en
época y al mismo tiempo se vaticina cómo lle­ las cercanías de Tebas y que los griegos lla­
garán a ser felizmente vencidas. En realidad se maron Colosos de Memmon son indudable­
narran y anuncian hechos ya acontecidos en mente de los monumentos más imponentes de
loor de los soberanos contemporáneos. Son la antigüedad. La antiquísima estatua de Nofret
composiciones antiguas escritas bajo la XII.a di­ y la cabeza de Amenemhat III son las obras
nastía, durante la cual comienza el período clá­ maestras de la escultura idealista no estilizada.
sico de la prosa narrativa. Baste mencionar las Pero la estilizada sobresalió entre todas.
Aventuras de Sinuhe, miembro de la casa real El primer contacto de. los hebreos con Egipto
de Amenemhat I, que, ante el temor de ser se remonta (Gén. 12, 10-20) al mismo Abraham.
juzgado como traidor, huye de Egipto y vive Pero el contacto más estrecho entre los dos
mucho tiempo en Canán, de donde regresa ya pueblos, que tanto había de grabarse en el
viejo, y es bien acogido en la corte de Sesos- espíritu y en la tradición del pueblo hebreo,
tris I. se estableció con la ida de José y de Jacob a
La literatura alcanzó su máximo florecimien­ Egipto (Gén. 37-50) (v. Génesis y Éxodo). Cf.
to durante el nuevo Reino, con abundantes pro­ W. F. Albrigth, From the Stone Age to Chris-
ducciones de carácter histórico, científico, filo­ tianity, Baltimore 1946, pp. 208-225. Sólo queda
sófico, narrativo, erótico, etc. En el campo reli­ la ince.rtidumbre respecto de las fechas (v. Cro­
gioso son sublimes por la forma y por el fondo nología bíblica).
las composiciones en honor de Aton, y el famo­ De la actividad de los hebreos en Egipto
so Libro de los muertos presenta una amplia nada se conoce fuera de lo que nos enseñan los
colección (183 capítulos) de oraciones, himnos pocos datos bíblicos. Es dudosa la tradición
y fórmulas mágicas que tienen por destino el que les atribuye un canal en el Fajjum y que
proteger al alma del difunto en su viaje ultra- lleva precisamente el nombre de canal de José
terreno. (Bahr-Yusuf).
Se ha observado que algunas formas litera­ Fueron múltiples las relaciones posteriores
rias egipcias de este período, himnos, letanías, entre hebreos y egipcios en el tiempo de los
composiciones sapienciales, están representadas Reyes y de los Profetas. Salomón mantuvo muy
en la literatura religiosa hebrea. Los Aprendi­ buenas relaciones con Egipto. Pese a las direc­
zajes de Amenemopé (XXI.a dinastía), con el tivas de los profetas, que veían en las alianzas
relato del viaje de Wenamon, enviado a Siria con los paganos una amenaza a la pureza reli­
por el sacerdote tebano Herihor para la adqui­ giosa, también en los reinos hebreos fermentó
sición de madera preciosa, constituye lo mejor un partido egiptófilo durante los borrascosos
que produjo la literatura del período de la períodos neoasirio y neobabilonio. Palestina
decadencia. pagó muchas veces las consecuencias de las riva­
181 ELAM

lidades entre las grandes potencias dei Nilo y dinastías, ocupaciones extranjeras y, en los tiem­
del Éufrates (v, Judá, historia del reino). pos de seguridad y prosperidad, expansiones
Egipto ocupa el primer puesto en las profe­ hacia el sur y suroeste. Particularmente Meso­
cías contra las gentes, no por otro motivo que potamia fué la aspiración de estos rudos mon­
el de haber ejercido sobre Judá su nefasta in­ tañeses, a quienes sirvieron de freno las victo­
fluencia. Sólo en Ez. (cc. 29-32) hay nada menos riosas guerras defensivas de los dinastas súme­
que siete vaticinios que a él se refieren (cf. Is. nos, de los dinastas semíticos de Akad (2360-
19; 20, 30; 1 -7 ; 31, 1 ss.; F. Spadafora, Eze- 2180), de Jos dinastas sumerios de Ur III (hacia
chiele, 2 / ed., Torino 1951, pp. 223-46). 2070-1960) y del amorreo Hammurabí (h. 1700).
Aparte de los numerosos refugiados políticos I.a antigua aspiración a expansionarse se rea­
constantemente acogidos en Egipto, baste men­ lizó posteriormente durante las guerras fratrici­
cionar a Jeroboam (II Par. 10, 2; I Re. 11, 40) das entre Asiria y Babilonia. Hacia el 1200-
y numerosos agitadores de la época de Jere­ Sutruk-Nahhunte, rey de Elam, ocupó a Babi­
mías. En la época persa tenía su sede en Ele­ lonia a cuyo rey derrotó y mató, y en unión de
fantina una colonia bien organizada. su hijo Kutur-Nahhunte saqueó y destruyó nu­
En el Nuevo Testamento Egipto es conocido merosas ciudades babilónicas, llevándose de
principalmente como refugio de Jesús Niño ellas objetos preciosos e incluso los manuscri­
perseguido por Herodes (Mt. 2, 13-23). [G. D.] tos, como las stelas de Sargón y de Narám Sin,
BIfiL. — S. D onadoni, La civilitá egiziana, Milano- el códice de Hammurabí, todo lo cual fué des­
Messina 1944; E. Scamüzzi, Egittologia, Torino 1949; cubierto en Susa, Un elamita, Már-biti-apar-
S. M oscati, L’Oriente antico. Milano 1952; L. Spe- ussur (h. 1000) fué el fundador de la dinastía
leers, en DB, II, col. 756-919; A. W eioall, Histoire
de VEgypte anclenne. París 1949; P. G ílbert, Esquisse babiloniocaspia. Durante el apogeo de Asiria
d’une histoire de VEgypte ancienne et de sa culture. en los siglos vm-ix, el Elam, aliado de Babi­
Bruxelles 1949; J. V andier, La religión égyptienne.
París 1944. lonia, corrió la triste suerte de ésta y fué derro­
tado por Senaquerib, atormentado por sus su­
EGLÓN, — v. Jueces. cesores Asaradón y Asurbanipal; y en el 640
vio su territorio ocupado, la capital Susa ase­
EHUD. — v. Jueces. diada, conquistada y en parte destruida por
Asurbanipal, desapareciendo así del rango de
ÉL. — v. Dios. las grandes potencias orientales y quedando re­
ducida sucesivamente a provincia de los asirios,
ELAM. — Acadio: Nim-ma-ki «el país alto», de los medos, de los persas, de los seléucidas,
griego ’EAa/xaZ?.) Región comprendida entre el y en el s. n i a. de J. C., de los asárcidas.
golfo Pérsico, Caldea, Asiria, Media y Persia, La lista etnográfica de la Biblia (Gén. 10, 22)
formada por una zona llamada (An§an o A§- atribuye un origen semita al pueblo elamita, de
San) y otra de colinas y montañas (Nimma o acuerdo con la historia, que atestigua una fuer­
Elamma). El Elam, y principalmente su capital te compenetración entre semitas y autóctonos.
Susa, fué explorado sistemáticamente desde el Codorlaomor, rey de Elam, uno de los cuatro
año 1885 por misiones arqueológicas francesas, militarmente congregados contra la Pentápolis
cuyos resultados fueron publicados en Mémoi- del mar Muerto y vencidos por Abraham que
res de la Délégation en Perse (París 1900- acudió en defensa de su sobrino Lot (Gén. 14,
1912, vol. 1-13) y a continuación en Mémoires I ss.), es la transcripción de un nombre ela­
de la Mission archéologique de Susiane (París mita, Kudur-Lagamar (Kudur es frecuentemente
1913, 1943, vol. 14-29). Los elamitas (Elamu) la onomástica elamita, y Lagamar o Lagamal
constaban de elementos semitas y ansanitas. Los es una divinidad elamita), pero no es aplicable
.semitas ejercían tal influencia que hasta llegaron a ninguno de los reyes de Elam hasta ahora
a imponer su escritura y su lengua para las conocidos.
inscripciones. Los ansanitas eran superiores en Los elemitas están incluidos entre los diver­
número, y frecuentemente contrarrestaban la in­ sos pueblos deportados de las regiones orienta­
fluencia de los primeros. La escritura cuneifor­ les para constituir el nuevo pueblo samaritano
me servía para dos lenguas diferentes: la ela- (Esdr. 4, 9). Los profetas Isaías, Jeremías y
mitosemítica que se acerca al acadio, y la ela- Ezequiel formulan oráculos contra Elam (Is. 11,
mitosusanita, que se supone afín al georgiano. II : 21, 2, 6; Jer. 25, 25; 49; 34 ss.; Ez. 32,
La religión presenta un politeísmo bastante gro­ 24). La acrópolis de Susa, ocupada por el pala­
sero, con notables variantes dentro del cometido cio real, es mencionada por Dan. 8, 2 y Neh. 1,
de las principales divinidades. Su larga historia 1, y es el escenario donde se desarrolla el drama
(h. 3000-640 a. de J. C.) registra cambios de de Ester (1, 2. 5; 3, 15). El riquísimo templo
ELIAS 18 2

de Susa, dedicado a la diosa Nanea (II Mac. 1, lencia divina (Rom. 9, 9-26; Ef. 1, 4): para
13, 15; Polibio, Hist. 31, 9) excitó la codicia todos los bautizados tiene dispuesta Dios una
de Antíoco IV en el año 164-163 a. de J.C., serie de gracias que comienzan con el llama­
pero hubo de renunciar al saqueo ante la opo­ miento y se extienden hasta la glorificación
sición armada de la ciudadela (I Mac. 6, 1-4). (Rom. 8, 28-33); por tanto obliga al ejercicio
También hay testimonios de los elamitas en la de las virtudes, ya que tal llamamiento no es
descripción de la efusión carismática del Espí­ inadmisible por parte del hombre (Col. 3, 12-17 ;
ritu Santo en Pentecostés (.«4c/. 2, 9). [A. R.] II Re. 1, 10 s.); 2.°, como consecuencia, los
BIBL. — P. D horme, Elatn, Slamites, en DBs., II. miembros de la Iglesia celestial, los «benditos
col. 920-62. del Padre» (Mt. 25, 34). En el pasado se admitió
comúnmente la distinción entre llamados y ele­
EL-AMARNA. —- v. Amarna. gidos, y así se trató de restringir el número de
éstos en orden a la eterna salvación, atribuyen­
ELCANA. — v. Samuel. do a ciertas frases evangéligas (p. cj., Le. 13,
23 s .; Mt. 7, 13 s., etc.) una interpretación rí­
ELEAZAR. — v. Macabeos (libros). gida, dándole una extensión y una generalidad
que en realidad no tienen.
ELEFANTINA. — v. Papiros. Así sucede con Mt. 20, 16; 22, 14 «muchos
( = todos) los llamados, mas pocos los elegi­
ELEGIDOS. — Es el griego et<\ei<roí ( = hebr. dos», frase que es conclusión de las parábolas
behirim), significa en general aquel que es de que precedían y que sólo se referían a los judíos
Dios preferentemente escogido para hacerle ob­ los cuales fueron invitados todos por Jesús a
jeto de sus favores materiales o espirituales. No entrar en su reino, pero por desgracia fueron
son los méritos o las cualidades de los elegidos pocos los que se decidieron a seguirle (Mt. 22,
el motivo de la elección, sino únicamente la 1-10) y ésos fueron de los procedentes de cate­
bondad y liberalidad de Dios. Por consiguiente, gorías inferiores (pecadores, publicanos) más
esta elección obliga al elegido a una mayor bien que de entre los dirigentes (sacerdotes, fa­
perfección moral. riseos, escribas: cf. Mt. 21, 31, etc.).
En el Antiguo Testamento «elegidos» son los [L. V. — F. S.]
israelitas (pueblo aelegido») y en especial:
BIBL. — A. M ichel, en DThC, IV, col. 2355-64;
l.°, el pueblo de Israel, elegido por Dios entre H. L esÉtre, en DB, II. col. 1708-12; J. L agranoe,
los demás pueblos, colmado de toda clase de Épitre aux Romains, París 1931, pp. 213-23, 244-48;
M. Brunec, Multi vocati, pauci electi, en VD, 26
bienes, salvado de la opresión egipcia y ligado (1948) 88-97; H. H. R owley, The Biblical Doctrine
a Él por un pacto solemne (Éx. 19, 4-9; Dt. 4, of Election, Londres 1950.
37; 7, 6 ss.); 2.°, los israelitas que se mantuvie­
ron fieles a este pacto durante las pruebas, par­ ELIAS. — El mayor de los profetas que no de­
ticularmente la de la cautividad (Tob. 13, 9), y jaron escritos. Su nombre «mi Dios es Yavé»
que volverán a Dios y formarán en el porvenir (’élijjab), fué el programa de su acción. Nació
un pueblo regenerado, ligado a Él mediante un en Tisbe ( = el-Istib), Galad, y llevó vida nó­
nuevo pacto (Is. 65, 9. 15. 23); pero compara­ mada (I Re. 17, 5; 18, 46; 19, 3 ss.). Cubríase
dos con todo el pueblo de Israel, ésos sólo se­ con un manto de pieles, no muy grande, de
rán un «pequeño residuo» (Is. 65, 8; Mt. 20, modo que dejaba ver el ancho cinturón de cue­
16; Rom. 9, 27 ss.; 11, 5). ro (’ézór), una especie de delantal con que se
En el Nuevo Testamento indica a todos los ceñía (II Re. 1, 8); vestido tosco, primitivo,
miembros de la Iglesia cristiana, considerada como el de Juan Bautista (Mt. 3, 4; Me. 1, 6;
como la continuación natural del pueblo de P. Joüon, en Bíblica, 16 [1936], 74-81).
Israel fiel a Dios, y equivale al término «llama­ De carácter enérgico, ardiente e intransigen­
dos», cuando éste tiene por objeto la fe en te. El punto culminante de su misión, desarro­
Cristo. llada en Israel durante los reinados de Ajab
Son «elegidos» : 1.° Todos los miembros de (873-854) y de Ocozías, es el desafío que en el
la Iglesia en la tierra, es decir, todos los bauti­ monte Carmelo hizo a los falsos profetas de
zados, escogidos por Dios para tomar parte en Baal, episodio que termina con el exterminio
la salvación obrada por Cristo y en su misma de éstos (I Re. 17-18); y después de la visión
gloria (II Tes. 2, 13; II Tim. 2, 10; I Pe. 2, que tuvo en el Horeb ( = Sinaí), la elección de
9 ss.): esta elección es «ab aeterno», y no re­ Elíseo con la doble misión a él confiada (I
quiere el descender de Abraham según la carne, Re. 19).
sino que es puro efecto de la gratuita benevo­ El cisma religioso creado por Jeroboam, se­
183 ELÍAS

parándose de Judá y erigiendo los becerros en veísmo, tiene que huir de nuevo más allá de
Bétel y en Dan (I Re. 12, 25-32), ahora daba Judea (donde está la reina Atalía, hija de Je­
sus frutos nefastos. Omri, el verdadero funda­ zabel), atravesando el desierto, hasta llegar al
dor del reino de Samaria, se alió con Fenicia y monte Horeb (= Sinaí) después de haber sido
dio a su hijo y sucesor Ajab por esposa la hija reconfortado, en su desolada parada, por un
del rey de Tiro, Jezabel, la cual dominó al a'ngel que le ofrece una hogaza y un vaso de
débil marido e introdujo oficialmente el baalis- agua.
mo fenicio, tratando de imponerlo en lugar de Aquí se le aparece Yavé y le templa nueva­
la religión mosaica. Mató a los profetas (los mente para la lucha, dándole a entender que es
pertenecientes a la llamada «escuela» o gremio preciso que espere, sin impacientarse, ver lle­
de varones piadosos bajo la dirección de Elias: gada la hora del triunfo del bien. Dios obra sin
v. Profetismo); persiguió a los fieles yaveístas, esos actos de violencia que desconciertan, obra
cuyos altares destruyó, al paso que sostenía a con esa magnánima paciencia que es propia
centenares de estáticos de las divinidades feni­ del Eterno y que domina al tiempo. Elias no
cias (I Re. 16, 23-34; 18, 13-19, etc.). íbase aho­ tiene por qué sentirse amargado, pues no está
gando el. monoteísmo, y gran parte del pueblo solo, y el triunfo de la dinastía de Omri es efí­
había abrazado la idolatría (cf. I Re. 19, 18). mero; en vez de la extinción de la religión de
Elias se presenta de improviso ante el rey y le Yavé y de sus adoradores, de lo que se lamenta
anuncia como castigo divino una sequía de tres el fogoso profeta, Yavé ha dispuesto el triunfo
años (probablemente un año entero, desde el del yaveísmo y el exterminio de la impía dinas­
857 al 856, con unos meses del año anterior y tía. No alcanzará a verlo Elias; continuará
algunos del siguiente [tercer año], computados Elíseo su obra; Jazael de Damasco y Jehú,
separadamente como hacían los semitas), que general de Ocozías, serán los instrumentos de
castigó duramente a Samaria y a Fenicia. Du- la divina justicia respectivamente contra el rei­
. rante este azote Elias estuvo escondido junto al no (cf. II Re. 8, 28 ss., 10, 32, etc.) y contra la
torrente Querit en Transjordania, y al secarse dinastía de Samaría y los adoradores del Baal
éste, pasó a Sarepta, junto a Sidón, y allí fué fenicio (cf. II Re. 9-10).
huésped de una viuda (cf. Le. 4, 24 ss.), cuyas Elias comunica a Eliseo el divino llamamien­
escasas provisiones multiplicó, y resucitó a su to, y le confía el encargo de designar a Jazael
hijo. Vuelve a presentarse a Ajab hacia el fin como rey de Damasco y a Jehú para rey de Is­
de la plaga para recriminarle de la responsabi­ rael (I Re. 19).
lidad de todo cuanto estaba ocurriendo, y al­ Elias actúa como severo legado de la justicia
canzar de él el que se convocara al pueblo en divina compareciendo otra vez ante Ajab en el
el Carmelo para celebrar una elección defini­ momento en que va a tomar posesión de la
tiva entre la religión mosaica y el culto de Baal- viña de Nabot, asesinado para llevar a efecto
Melcart. Elias se encuentra solo ante los 400 tal usurpación, y le predice que tendrá un fin
profetas de Baal. Éstos, lo mismo que Elias, co­ igual al de su víctima (I Re. 21). Por último se
locan una víctima sobre el altar e invocan al hace el encontradizo con los emisarios de Oco­
propio dios: la divinidad que envíe fuego del zías, enfermo, cuando van a consultar a Belzebú
cielo para consumir la víctima, es el verdadero (Baal del norte), para reprochar al rey seme­
Dios. El pueblo allí presente se decidirá por el jante impiedad y anunciarle la muerte (II Re. 1).
vencedor en el desafío. A pesar de las danzas, El fin de Elias está descrito en II Re. 2 tal
las incisiones, las prolongadas oraciones, los como se presentó ante la vista de Eliseo, que
profetas de Baal, de quienes Elias se burlaba, fué el único en presenciarlo (cf. I Mac. 2, 58).
nada consiguen. Hacia el atardecer Elias edifica Elias desapareció en medio de un torbellino.
un altar a Yavé; pone encima leña y las car­ El mismo verbo láqab «tomar» (II Re. 2, 3 ss.)
nes de un buey; lo rocía todo con agua para expresa en otros lugares la intervención de Dios
poner más en evidencia el milagro; luego in­ en la muerte tranquila del justo (Gén. 5, 24;
voca brevemente a Yavé para que demuestre Sal. 49 [48], 16; Is. 53, 8). Los otros elementos
que Él es el único Dios verdadero. Baja el fuego son simbólicos. En Mal. 3, 1. 23 ss. (hebr. 4,
y todo queda reducido a cenizas. Es el triunfo 5 s.) se dice que Elias vendrá como precursor
de Yavé. Elias hace (cf. Dt. 13, 2-6) que el del Mesías. Esta profecía se realizó en Juan
pueblo lleno de júbilo mate a los falsos profe­ Bautista (Le. 1, 17), que es el precursor vatici­
tas ; y poco a poco, de manera imprevista, va nado (M í. 11, 10; 17, 10-13): en él se encarnó
cayendo una lluvia reconfortante (I Re. 17-18). «el carácter enérgico» de Elias, el cual a su vez
Jezabel se pone furiosa, y Elias, que creía era una figura de Juan. Eclo. 48, 1-12 sintetiza
haber obtenido de repente el triunfo del ya- los datos bíblicos que acaban de ser referidos
EMAÜS 184

acerca de Elias. No hay en la Biblia alusión en pro del triunfo del yaveísmo y para castigar
alguna a la segunda venida de Elias al ñn del a la impía dinastía de Ajab. Se llega hasta Da­
mundo. Esta idea infundada, que estuvo muy masco y revela a Jazael el proyecto que éste
extendida entre los cristianos, tuvo su origen en mismo tenía de dar muerte al rey; realizado
!a literatura judía, que multiplicó las leyendas este proyecto obtendrá el reino y será causa de
en torno a la figura del austero profeta. [F. S.] graves males para Israel, castigándolo por su
BIBL. — F. Spadafora, en E n e. C a tt. lt., V. infidelidad a Yavé (II Re. 8, 7-15). De igual
222 s .; ÍD.. E l i a é g t a v e n u t o , en T e m í d ' e s e g e s i , modo elige el momento más oportuno, por ha­
Rovigo 1953, pp. 376-82; A. N eher, Amos. París llarse herido Joram en Jezrael con Jezabel su
1950, p. 173 ss.; S. G arofalo, // l i b r o d e i R e ( L a
5. Bibbia), Tormo 1951, pp. 132-48, 168-75; Elie madre, para mandar un discípulo suyo a ungir
le Prophéte (Les Études Carmélitaines) I, selon les al impetuoso capitán Jehú por rey de Israel
Ecr. et les irad. chret., pp. 269; II, Carmel, dans le
judalsme et VIslam, pp. 317, Bruges 1956. (II Re. 8, 25-29). Éste, recordando las terribles
palabras de Elias contra la familia reinante,
ELIAS Levita. — v. Canon. obra con astucia y rapidez, y degüella sin com­
pasión a todos los miembros de la misma;
ELIEZER. — v. Abraham, luego quita la vida a todos los adoradores de
Baal (II Re. 9-10).
ELIFAZ. — v. Job. Al rey Joás que lo visita, Eliseo moribundo
(h. el 790 a. de J. C.) le pronostica que vencerá
ELISEO. — Continuador de la obra de Elias por tres veces a los árameos (II Re. 13, 14-19).
en Israel. Rico propietario natural de Abelmeu- Eliseo es el más taumaturgo de los profetas.
la (sureste de Beisan), que respondió pronta­ Con el manto de Elias divide las aguas del Jor­
mente al gesto simbólico de Elias cuando le dán ; con un poco de sal convierte en aguas
consagraba, por orden de Yavé, como profeta salubres las de las fuentes de Jericó (II Re. 2,
y sucesor suyo (I Re. 19, 16-21). Fue su discípu­ 14-22); multiplica el aceite de una viuda; ob­
lo predilecto durante casi seis años (I Re. 1, tiene un hijo a la sunamita que lo hospeda, al
17; II Re. 3, 11), y a la muerte del maestro cual luego devuelve la vida; multiplica veinte
heredó una parte considerable de su virtud ca- panes para un centenar de personas (II Re. 4).
rismática (II Re. 2, 7 ss. hebr.; los dos tercios Se extiende su fama más allá de Palestina, y el
es la porción que pertenece al primogénito, rey de Damasco (probablemente Benadad ha­
Di. 21, 17). cia el 846-44) le envía su valeroso general Na-
Eliseo conserva sus costumbres de ciudadano mán ( = ameno, quizás sobrenombre de Adón)
acomodado: lleva vestido corriente, vive en las afectado de lepra, a quien cura Eliseo, pasando
ciudades, tiene una casa en la capital, Sama­ la lepra del recién curado a Guejezi, en castigo
ria, y un siervo, Guejazi, que le acompaña siem­ de su avaricia. Namán se convierte en un fiel
pre (II Re. 2. 4. 6.). A semejanza de Elias, está yaveísta (II Re. 5 ; cf. Le. 4, 27). Finalmente, al
al frente de los discípulos de los profetas, de ponerse en contacto con los huesos de Eliseo,
quienes se sirvió alguna vez para su misión resucita un muerto (II Re. 13, 20 s .; cf. Eclo.
(II Re. 2, 12-15 ; 6, 1-7). 48, 12 ss.).
Su nombre ’elisa «Dios salva» responde bien San Jerónimo habla del sepulcro de Eliseo
a la naturaleza de su actividad ■ — la salvación en las cercanías de Samaria (PL 25, 1099).
de Israel sólo viene de Yavé — que se desarro­ [F. S.]
lló durante los reinados de los sucesores de BIBL. — F. S padafora, en Ene, Catt. ít., V , VI,
Ajab: Joram (853-842), Jehú (841-815), Joacaz 387; V III 1585 s.; A . N eher, Amos, París 1950, p.
188 ss.; S. G arofalo, 11 libro dei Re. (La S. Bibbia),
(814-798) y Joás (798-783). Torino 1951, pp. 147 s. 170-233.
Acompaña al ejército de Joram y Josafat que-
se moviliza contra Moab; lo salva del desalien­ ELOHIM. — v. Dios.
to durante la difícil marcha, pronosticando la
lluvia y Ja victoria que luego se seguirá (II R e. EMAÚS. — Localidad palestinense, próxima a
3, 9-25); revela a Joram las emboscadas de Be- Latrum, hoy Amwás, a 30 km. de Jerusalén,
nadad, rey de Damasco, y le entrega las tropas en el camino de Jafa. Allí fué la victoria de
enemigas llevándoselas a Samaria cuando Bena- Judas Macabeo en el año 160 a. de J. C. sobre
dad las había enviado para capturarle (II R e. los seléucidas Nicanor y Gorgias; Báquides la
6, 8-12); anuncia el final del terrible asedio de fortificó (I Mac. 3, 40; 4, 3 ; 9, 50). Fué centro
Samaria mediante una extraordinaria interven­ topográfico en el año 40 desp. de J. C. (Fl. Jo-
ción de Yayé (II R e. 6, 24; 7, 20). Entre tanto sefo, Bell. III, 5), después de haberla reducido
realiza la misión que le encomendara Elias (v.) a cenizas Varrón en el a. 4 a. de J. C. (ibid.
185 ENDEMONIADOS

III, 3, 5 ; Ant. XIV, 11, 2; XVII, 10, 7. 9). En En el Nuevo Testamento se llama impuros
el 68 desp. de J .C. se alojó en ella la V Legión 24 veces a tales espíritus; trátase de impureza
macedónica, y en el 221 obtuvo el derecho de moral (frecuentemente alternando con novj^póv:
ciudad y el título de Nicópolis, por intervención el maligno espíritu impele a los hombres a rea­
de una delegación capitaneada por el docto lizar actos prohibidos por la ley natural y por
cristiano conciudadano Julio Africano. la ley positiva).
Por estos años debieron de construir los cris­ Son muchos los endemoniados que aparecen
tianos una iglesia con tres ábsides (basílica ro­ en los Evangelios. Es expresión palpable del do­
mana), que fué transformada en el s. iv (basí­ minio que Satanás ejerce en el mundo (Mt. 12,
lica bizantina) y en el s. x ii (basílica de los 22-37; Me. 3, 22-30; Le. 11, 14, 28). Hasta
Cruzados), para recordar la manifestación de entonces reinaba Satanás como dueño absoluto,
Cristo a Cleofás y a su compañero en el mismo como un señor en su propia fortaleza; ahora
día de la Resurrección (Le. 24, 13-26); a no ser se le ha echado de su imperio por la fuerza, lo
que se trate de una construcción romana adap­ que es lo .mismo que decir que ha llegado uno
tada para iglesia en los siglos iv y v. más fuerte que él, que tiene precisamente la
Aquí suponen que estuvo emplazado el misión de fundar el reino de Dios sobre las rui­
Emaús del Evangelio Orígenes, Julio Africano, nas del de Satanás.
Eusebio de Cesárea y algún otro; y entre los «Si yo arrojo los demonios con el espíritu de
modernos Abel y Vincent; pero tal emplaza­ Dios (lv rrvevfxan 0eoü), ha llegado ya a vos­
miento está en pugna con el texto críticamente otros el reino de Dios» (Mt. 12, 28).
seguro de Le. 24, 13 que pone entre Emaús y Los endemoniados se presentan bajo muy
Jerusalén la distancia de 60 estadios ( = 11-12 distintas formas entre los enfermos afectados de
kilómetros; Lagrange, Vaccari). La lección 160 diferentes maneras, y curados por el Mesías
estadios sólo figura en seis unciales, por lo de­ (Mt. 4, 24; 8, 16). La obsesión aparece sin per­
más* correctos, y en seis minúsculos, por lo cual turbaciones físicas (Me. 1, 23-28 el endemo­
es excluida, y con razón, de las ediciones críti­ niado en la sinagoga, cf. Le. 4, 33-36; Me. 7,
cas. (Sólo se la ve en Merk, 3.* tirada, .1938.) 24-30 la endemoniada, hija de una siriofenicia,
Orígenes, acostumbrado a cambios topono­ cf. Mt. 15, 21-28) o bien acompañada de tales
másticos en el texto bíblico, quiso darle cabida perturbaciones, como mutismo (Mt. 9, 32 ss.),
en el texto (cf. Jn. 1, 28; Betabara en vez de mutismo y ceguera (Me. 3, 22-30; Mt. 12, 22-
Betania; Mt. 8, 28 paral.: gergesos en vez de 37), epilepsia (Mt. 17, 14-20), o tormentos físi­
gadarenos o gerasenos). cos con la locura (Mt. 8, 28-34; Me. 5, 1-5,
Desde el s. x i i los Cruzados buscaron el em­ los obsesos de Gadara). No es fácil discernir
plazamiento de Emaús en Qolonjeh a 30 esta­ si se trata de enfermedad anterior o de pertur­
dios de Jerusalén; en Abu Gosh a 8 estadios; bación física producida por la obsesión. En
en Qubeibeh a 60 estadios, en armonía con la Mt. 17, 14-20 la obsesión se manifiesta con
distancia que señala el Evangelio; pero los ar­ características especiales: parálisis de la volun­
queólogos permanecen indecisos. [A. R.] tad, privación del uso del oído y de la pala­
BIBL. — L. H. V1NCENT-F. M. A del, E., sa basili- bra, ideas de suicidio. Lo primero que hace
que et son Itistoire, París 1932; B. Bagatti, I mo­ Jesús es arrojar al demonio, luego cura com­
numenti di E.-el Qubeibeh e dei dintorni, Gerusa- pletamente al obseso (Le. 9, 42; Me. 9, 16, s.).
lemme 1947; A. V accari, VE. di S . Lúea. Punti sugli
i, en Antonianum, 25 (1950) 493-500; F. Spadafora, María de Magdala es una obsesa maravillosa
E.; crítica tatúale e archeologia, en Rivista Bíblica, (Le. 8, 2; Me. 16, 9) y de una forma de obse­
1 (1953) -255-6&. *- P. A. ARCE, E. y algunos textos
desconocidos, en EstB (1954) en.-mar. sión más grave («Jesús había arrojado de ella
siete demonios», cf. Mt. 12, 43 ss.; Le. 24 ss.).
EMMANUEL. — v. Mesías. El demonio tiene conocimiento de la mesia-
nidad y de la divinidad de Jesús y se lo hace
EMPADRONAMIENTO. — v. Quirino. publicar claramente a los obsesos (Me. 1, 24-
34; 3, 10 ss.; 5, 7; Le. 4, 41). «Tú has venido
e n c e n ia s . — v. Dedicación del Templo. a perdernos. Te conozco; tú eres el Santo de
Dios»; «salían también de muchos gritando y
ENDEMONIADOS. — Son llamados obsesos diciendo: Tú eres el Hijo de Dios, Santo de
° endemoniados los hombres físicamente movi­ Dios» ; «echó muchos demonios, y no los de­
dos por el demonio que mora en ellos, y que jaba hablar, porque le conocían» ; «Los demo­
se hallan bajo la influencia de uno o más es­ nios salían también de muchos gritando y di­
píritus malignos (Me. 1, 23-27; Mt. 12, 43 ss.; ciendo: Tú eres el Hijo de Dios.».
L?- 8, 2; 11, 24 ss.). Estas solemnes y claras manifestaciones en­
ESCÁNDALO 186

tran en el plan de Satanás, decididamente con­ (Gén. 25, 23), sentía preferencias por Jacob
trario a los designios mesiánicos de Jesús, (v. (Gén. 25, 28). Y sucedió que habiendo obser­
Tentaciones), que evitaba cuidadosamente todo vado Esaú cierto día, al volver del campo, que
cuanto podía dar pábulo al falso concepto na­ Jacob había preparado un potaje de lentejas,
cionalista que tenían los judíos sobre el Mesías se lo pidió. Jacob se mostró dispuesto a cedér­
(cf. Jn. 6, 14 s.) y cuanto pudiera haber encen­ selo, pero a condición de que el hermano ce­
dido el ánimo de aquellos ilusos contra los ro­ diese en favor suyo los derechos de primogeni-
manos. tura, lo que hizo Esaú con gran ligereza (Gén.
Jesús impone silencio a los demonios y los 25, 29-34). Por eso San Pablo lo califica de
arroja autoritariamente con un simple mandato, profano o sacrilego (Hebr. 12, 16). Más ade­
sin discutir con ellos: «Cállate y sal de este lante, valiéndose de un ardid tramado por Re­
hombre» (Me. 1, 25; etc.), y el demonio, lleno beca (Gén. 27, 1-45), Jacob logró incluso arran­
de odio y de ira, protesta que tiene conocimien­ car al padre, ya anciano y ciego, la bendición
to de que ha de ser destronado, pero tiene reservada al primogénito. Tal bendición fué
que huir. inválida en principio, por error sustancial de
También los Apóstoles al ser enviados arro­ la persona, ya que Isac creía dársela a Esaú,
jan los demonios (Me. 6, 13); ese poder se lo pero luego quedó convalidada (Gén. 27, 33).
comunica el Resucitado (Me. 16, 15-18). Al verse así defraudado, Esaú prorrumpió en
San Pablo libra en Filipos (Act. 16, 16 ss.) gritos y prometió que se vengaría; mas al re­
del demonio a una niña que siempre que lo veía gresar Jacob (ibid. 27, 41-45), se reconcilian los
pasar con Silas gritaba diciendo: «Estos hom­ dos hermanos, según los presentimientos de la
bres son siervos del Dios Altísimo y os anun­ madre (ibid. 33, 1-4). No obstante, se separaron
cian el camino de la salvación». para evitar nuevos sinsabores, y Esaú se fué a
Ya entre los judíos había exorcistas (Act. 19, habitar en el monte Seír, antiguo nombre de
27; Mt. 12, 27; Le. 11, 19) y algunos de ellos Idumea (ibid. 36, 8), por lo que es considerado
comenzaron a arrojar los demonios en el nom­ como primer padre de los edomitas, con quie­
bre de Jesús. [F. S.] nes los hebreos nunca tuvieron buenas rela­
BIBL. — O. S. S mit, De demotiiacis in historia ciones. Como consecuencia de estos aconteci­
e v a n g é l i c a , Roma 1913; D. Buzy , S. Mt.; L. Pirot, mientos, pero sobre todo por un impenetrable
S. Me. (La Ste. B i b l e , ed. Pirot, 9), París 1946, pp.
47.110.122 s. 157-161.230.415.439 ss.; 504 ss.; L. juicio de Dios, que todo lo dirigía según sus
Marchal, S. L uc. (volumen 10), ibíd., pp. 70.113. eternos consejos, Jacob pasó a ser el heredero
129.148.
de las promesas divinas y progenitor remoto
ENOC. — v. Patriarcas. del Mesías (según la carne), en tanto que Esaú
desaparece de la historia del pueblo elegido.
ENOC (Libro de). — v. Apócrifos. El ejemplo de los dos hermanos, e incluso
gemelos, uno de los cuales en contra de las
ENUMA ELISH. — v. Examerón. leyes naturales, es elegido, y el otro no, ya antes
de que hayan obrado el bien o el mal, e incluso
ESAÚ. — Hijo de Isac y Rebeca, gemelo con ya antes de haber nacido, sirve a San Pablo
Jacob, nacido antes que éste y, por tanto, pri­ (Rom. 9, 11-13) para demostrar la libertad y la
mogénito (Gén. 25, 20-34) lo cual traía consigo naturaleza enteramente gratuita del don con
no pocos privilegios, como el de ser jefe y que Dios hace que llegue la salvación mesiánica
sacerdote de la familia, tener derecho a una a un pueblo y no a otro. [B. P.]
doble parte de la herencia, y recibir del pa­
dre una especial bendición. BIBL. — J. Chaine, La Genése, París 1948; A.
Vaccari, La S. Bibbia, I, Firenze 1943, pp. 113 s.
Ya antes de nacer revelaron los dos gemelos, 116-21.131-34.139 ss.
con una especie de profecía de «acción», la
diferencia de sus caracteres y la lucha que sur­ ESCÁNDALO. — Primitivamente (cncávSaAov,
giría entre sus descendientes (Gén. 25, 22-23). cf. sánscrito «skandoti» = estremecerse, titu­
En efecto, Esaú fué un hombre rudo y violen­ bear) significó un impedimento físico capaz de
to, mientras que Jacob era tranquilo y amigo hacer caer a quien en él tropieza al andar, lo
de estar en casa (25, 27); además, Esaú era que después dió lugar a la perífrasis de sentido
rubio y peludo, de lo cual le vino el nombre metafórico «piedra de tropiezo» nérpa cr/mv-
(’E*áu = peludo). Ignorante de todo, Isac ama­ SúAou; cf. Rom. 9, 33; I Pe. 2, 8. Muchas
ba preferentemente a Esaú por ser el primogé­ veces se halla, así en los Setenta como en el
nito y porque le proporcionaba una caza exqui­ Nuevo Testamento, -npherKoppa = offendiculum,
sita. En cambio Rebeca, presagiando el futuro como sinónimo del primero.
187 ESCATOLOGÍA

En el Antiguo Testamento el término corres­ nitiva ; que el Reino de Dios no sólo es celes­
pondiente miksól hállase usado en sentido pro­ tial, ha comenzado ya en el tiempo, y no tendrá
pio (Lev. 19, 14), y con mayor frecuencia en su manifestación hasta el fin del tiempo. La
sentido figurado, y también en la expresión sür fecha de esa manifestación no es elemento esen­
rnikSól, «lapis offensionis», Is. 8, 14. A veces cial, mas sí lo es la certeza de la afirmación del
se refiere a un grave peligro material, como reino de Dios.
desgracias, muerte, encarcelamiento, etc., y con En el Antiguo Testamento, la escatología es
más frecuencia con ocasión de una caída mo­ sólo colectiva, nacional, mesiánica ; o sea que
ral, pecado o apostasia; p. ej., Sal. 119, 165; la nación como tal, el elegido Israel, en cuanto
Eclo. 4, 22; Ez. 7, 19; Éx. 23-33. En los LXX objeto de la alianza, tiende a Cristo, y termina
significa también lazo, trampa, emboscada, Sal. en Cristo, que lo elevará y lo absorberá en su
139, 6; 140, 9; y en este caso responde mejor reino.
al hebr. mikSól o indica un hecho que redunda No existe referencia al fin del mundo físico.
en deshonra, Eclo. 7, 6. La frase «al fin de los años» (in novissimis die­
En el Nuevo Testamento reviste varios signi­ bus, o in novissimo dierum) equivale simple­
ficados: a) seducción o aliciente para pecar, mente a «en lo futuro» (Gén. 49, 1 ; Núm. 24,
Mt. 16, 32; 18, 7; b) ocasión involuntaria de 14, etc.). En contexto mesiánico — «al fin de
caída para otros, Mt. 26, 31; Rom. 14, 13; los tiempos» (Is. 2, 2; Mi. 4, 1, etc.) indica el
c) ocasión que se convierte en causa para el fin de la era o de los períodos del Antiguo Tes­
ánimo de otro mal dispuesto, I Cor. 1, 23 ; Gal. tamento y el comienzo de la era mesiánica, per­
5, 11; el escándalo de la cruz! ; d) el que da fecta y definitiva ( = reino de Dios que durará
ocasión a la caída, Mt. 16, 23 : Pedro! [N. C.] eternamente: Dan. 7, 14-27 = Le. 1, 31 s .;
BIBL. — F. Z orell, Léxico hebr. V. T., Roma cf. Spadafora, Ezechiele, 2.a ed„ Torino 1951,
1947, p. 436; G. Bonaccorsi, Primi saggi di filología p. 28 ss.): cf. Gál. 4, 4: «Vino Cristo al llegar
neo-testamentaria, I, Tormo 1933, p. 34; II, ibíd.
1950, p. 94. la plenitud del tiempo» o «de los tiempos»
(Ef. 1, 10); I Cor. 10, 11 «fin de los tiempos»
ESCATOLOGÍA. — Etimológicamente es un (fines saeculorum) o las eras precedentes (Hebr.
tratado de todo cuanto se refiere al fin de cada 9, 26; Alio, Premiére ep. aux Cor., 2.a ed.,
hombre (escatología individual), el futuro de 1924, p. 234 s.; Id. Apocalypse, 1933, CXVII,
una nación (escatología colectiva), y de la hu­ CXIX).
manidad y del mundo físico (escatología cós­ Los últimos días, según la perspectiva bíblica,
mica) : de ecn(aT09 = último; de un modo es­ indican la era cristiana, iniciada con la encar­
pecial significa el juicio final, la resurrección nación y la glorificación de Jesucristo, que se
de los cuerpos y el fin del mundo. perpetuará eternamente en la gloria de la Igle­
Los modernos, al hablar de escatología, refie­ sia triunfante.
ren casi exclusivamente este término al fin del Los profetas anuncian las manifestaciones de
mundo, que es de lo que aquí tratamos. Para la justicia divina contra los gentiles ( = día del
lo demás, v. las palabras respectivas. Señor) con frases que no pasan de ser grandio­
Conocido es el daño que causó el sistema for­ sas metáforas («el sol se oscurecerá», «caerán
mulado por J. Weis (1892) y aceptado y divul­ las estrellas», etc., en Is. 13, .12 por la caída de
gado por Loisy y A. Schweitzer: la escatología Babilonia; 24; 34; Ez. 32, 7 s. por la ruina
cósmica sería, según ellos, la esencia del Evan­ de Egipto; Joel 2, 10; 3, 15, etc.): será tan
gelio. Jesús no consideraba ni enseñaba más terrible el castigo, que la misma naturaleza pa­
que el fin del mundo; la misma moral es un recerá estremecerse (J. M. Lagrange, A. Méde-
repliegue motivado por tal espera, la cual ex­ bielle, en DBs, II, col. 493-503). De estas mis­
plica por qué se agruparon espontáneamente mas imágenes se servirá N. Señor para pronos­
ios fieles en comunidad. San Pablo, lo mismo ticar el fin de Jerusalén (Mt. 24, 29; Me. 13,
que los primeros fieles, estuvieron obsesiona­ 24 s,; Le. 21, 25 s.).
dos por tal escatología. Se entendían en tal Is. 65, 17; 66, 22 habla de «cielos nuevos y
sentido: Mt. 10, 2 ss.: 16, 27 s .: 24 ; 26, 63 s .; tierra nueva», simple imagen indicadora de la
Le. 17, 20-18, 8; I-II Tes.; I Cor. 15, 51. Pero renovación radical que obrará el Mesías entre
este sistema ya estaba vencido en 1914. R. Bult- los hombres (v. Regeneración); es la nueva
mann, M. Dibelius, etc., no admitieron más creación, obra de la gracia redentora (Gál. 6,
que la escatología individual, independiente­ 15; II Cor. 5. 17; la palingénesis de Mt. 19,
mente del tiempo: y desde 1936 Ph. Bach- 28 ; II Pe. 3, 13).
mann, O. Cullmann reconocieron que el mismo Finalmente se describe la intervención de
cristianismo constituye la última era, la defi­ Dios Juez, en estilo profético, con los diferentes
ESCATOLOGÍA 188

elementos descriptivos (ángeles, nubes, fuego, Este triunfo sobre la muerte será el que clau­
etcétera) tradicionales. surará la fase terrestre del reino de Dios:
En el Nuevo Testamento la escatología es Cristo presentará los elegidos al Padre (deján­
ante todo individual (para cada uno la muerte, dolo todo en sus manos (I Tes. 4, 14-17; I Cor.
el juicio particular, el premio o el castigo inme­ 15, 12-28. 50. 57; Alio, Prem. Ep. aux Cor.,
diato), y luego colectiva, universal (respecto de pp. 387-454).
la suerte de la humanidad: resurrección de los Nada hay determinado acerca de la duración
cuerpos, juicio o triunfo final de Cristo; fin de de esta fase terrestre. La doctrina evangélica
la Iglesia militante, gozo eterno de la Iglesia sobre el reino de Dios en las parábolas (cf. Mt.
triunfante). 13), la conversión de Israel como grupo étnico,
Escatología individual. — Con el bautismo predicha por San Pablo (Rom. 11, 25 s.), des­
recibe el cristiano (Jn. 3, 5) una nueva vida es­ pués de la de los gentiles, el número simbólico
piritual (7«. 1, .12 s.) que es la misma «vida de los mil años (Ap. 20) por una duración inde­
eterna», en Ja tierra vida de la gracia, en el cielo finida, o cuando menos muy larga (Alio, Apo­
vida de la gloria (Rom. 2, 7-10; 5, 2 ss. 17; calypse, pp. CXX, 307-29) sólo dejan prever un
6, 4. 22; Jn. 17, 3, etc.). El fiel que persevera lapso de tiempo que está muy lejos de ser breve.
en el bien, en el momento de la muerte pasa de Por consiguiente, ni en el Nuevo ni en el Anti­
la primera a la segunda; de lo contrario va a guo Testamento hay trazas de escatología cós­
parar al infierno para siempre. He ahí la im­ mica, de fin del mundo físico: sólo está pre­
portancia del «día del Señor» o «venida» (pa- dicho el fin de la vida del hombre sobre la
rusia, v.), imprevista para todos («como ladrón tierra.
nocturno»), en cuanto que nadie conoce su Si se tienen en cuenta las imágenes empleadas
hora; y de ahí la importancia de «estar prepa­ por los profetas para indicar el «día del Señor»
rados», de «vigilar», «esperando al Señor» (Mt. o la manifestación de la justicia divina contra
24, 37-51 ; 25, 1-30; Le. 12, 16-21. 35-46; 17, los enemigos de su reino, fácilmente se explica
26-35; Rom. 13, 11-14; 14, 10 s.; I Cor. 7, Mt. 10, 23. 26; 63 s .; Le. 22, 69 y finalmen­
29-32; Flp. 2, 15 s., etc.). Eso explica el deseo te Mt. 24, 3 (parusía), pues lo que ellos nos
que siente el justo «de morir para estar con dicen se refiere a la «venida de Cristo» para
Cristo» (II Cor. 5, 1-10; Flp. 1, 2-26, etc.). castigar a la sinagoga perseguidora, a los ju­
Teniendo en cuenta nuestra fragilidad, N. S. díos deicidas; trátase de la destrucción de Je-
Jesucristo basa su ascética sobre este aconteci­ rusalén, la manifestación más ruidosa del Me­
miento, que no es el fin del mundo, pero que sías Juez y supremo vengador de sus fieles (La-
tiene para todos el mismo valor, el mismo sig­ grange, UEvangile selon St. Mt., 4.a ed., 1927,
nificado : la muerte de cada uno. pp. 205-507 s .; Prat, Jésus-Christ, II, p. 349).
Los que están convencidos de la escatología En Mt. 16, 27 s. se habla de la fundación c de
cósmica, ven en todo el fin del mundo, cuando la consolidación de la Iglesia con la imagen
en realidad en los pasajes citados (que son los empleada por Dan. 7, 13 s. «venida del Hijo del
principales) y en muchos otros paralelos o afi­ hombre», «venida del reino de Dios» (Le. 9,
nes sólo se trata de la escatología individual. 26 s.), como organización externa, definitiva­
Escatología colectivouniversal. — El reino de mente distinta de la sinagoga (Lagrange, S. Mt.,
Dios tiene una doble fase formando una perfec­ p 233 ; Ev. selon St. Luc., p. 269 s .; v. demos­
ta continuidad: la terrestre y la celestial. Iden­ tración en Spadafora, Gesu e la fine di Gerusa-
tifícase con la Iglesia (v.) fundada por Jesús, lemme, pp. 17 ss., 25 ss.). De ahí procede, por
con San Pedro y sucesores suyos a la cabeza una parte el castigo de los judíos, especialmente
(Mt. 16, 13-20; Jn. 1, 42; 21, 15 ss.; I Cor. en la destrucción de Jerusalén (Dios interviene
12, etc.; F. Spadafora, I Pentecostali, 2.a ed.( para castigar), y por otra la protección y el
Rovigo, 1950, pp. 50-89), en la que están com­ triunfo de la Iglesia (intervención en favor). Es­
prendidos buenos y malos (Mt. 13, 24-30. 36- tos dos aspectos de la «venida del Señor» están
43, etc.): ella es la economía de la gracia (Jn. enlazados en los dos grandes vaticinios sobre
1, 16 s .; Rom. 3, 21-31); que debe extenderse el fin de Jerusalén: Le. 17, 20-18, 8 y Mt. 24,
a todo el mundo (Me. 3, 13-19; 6, 7-13; 13, Me. 13, Le. 21. En Le. 17 Jesús predice a los
9 s .; Act. 1, 8, etc.) y durará hasta el fin del discípulos las persecuciones que les esperan des­
tiempo (Mt. 28, 20). pués de su muerte. Entonces invocarán la inter­
La redención no sólo es para las almas, sino vención del Salvador («llegará el tiempo en que
que ejerce su efecto saludable sobre todo el desearéis ver un solo día del Hijo del hom­
hombre, y este efecto se realizará con la única bre...», v. 22; lo que demuestra que sin duda
resurrección (v.) de los cuerpos (Rom. 8, 10-39). se trata de intervenciones de Jesús para castigar
189 ESCATOLOGÍA

a los perseguidores y libertar a sus fieles). Y 31 ; su desarrollo ganará con tal liberación. La
efectivamente intervendrá el Señor, y de un protección del Señor a los fieles se expresa con
modo especial «en su día», en el gran día (la elementos proféticos descriptivos característicos
destrucción de Jerusalén), sobre el cual insiste de los profetas (Mt. 24, 30b-31; Me. 13, 26 s. =
aquí (17, 25-30), y del cual volverá a ocuparse Dan. 7, 13 s .; etc.). Dios «reúne» a los elegidos
en el otro discurso (Mt. 23 y paral.). En vez de lo mismo que había tratado en vano de «reunir»
preocuparse de conocer el tiempo en que se ha (el mismo verbo exio-iváyu)) a los habitantes de
de verificar todo esto, los discípulos procura­ Jerusalén como la gallina a sus polluelos: ima­
rán estar siempre en gracia, perseverar en el gen viva de la protección, de la solicitud.
bien, porque también ellos podrán verse sor­ Trátase principalmente de un vaticinio de
prendidos por la muerte en el castigo nacional aliento y de victoria para la Iglesia naciente,
(17, 26-30. 33-36). Y a la pregunta de los Após­ con lo que está coordinado el anuncio de la
toles que desean saber dónde se descargará el destrucción de Jerusalén y de la nación judía,
castigo, responde Jesús con una frase proverbial según pone de manifiesto el mismo Jesús me­
(Job. 29, 30): la presa es Jerusalén sobre la cual diante la parábola de la higuera (Mt. 24,
se posarán los buitres ( = las legiones de Roma ; 32 ss.; Me. 13, 28 s .; Le. 21, 29 ss.). Todo
cf Mt. 24, 28; cf. L. Tondelli, Gesu, Torino, sucederá en el transcurso de aquella generación
1936, pp. 364-68). (no más de 40 años), pero el momento pre­
En Mí. 24 y pasajes paralelos el divino Re­ ciso queda oculto (Mt. 24, 34 ss.). Luego siguen
dentor comienza con la predicción de la des­ ciertos avisos para recomendar la vigilancia.
trucción total del Templo, y, por tanto, de la (Exégesis loada y plenamente aprobada por
capital. Preguntan los discípulos cuándo acon­ P. Benoit, en Rb, 59 [1952] 119 s . ; íd., Com.
tecerá, y qué señales la precederán. Trátase del á S. Mt., La Bible de Jérusalem, París 1950,
fin de un mundo (el mundo judío, la era del páginas 135 ss.; C. Spicq, en RScPhTh, 36
Antiguo Testamento), y no del fin del mundo. [1952] 166, nota 53.)
Jesús comienza por las señales remotas: gue­ Nada se halla en la Escritura acerca de la
rras, persecuciones contra los discípulos, predi­ venida de Elias (v.) al fin del mundo, ni de
cación del Evangelio en todo el mundo (el en­ la aparición y lucha de un Anticrísto (y.).
tonces conocido; particularmente realizada ya
en el 57 desp. de J. C., como lo atestigua San Tampoco se halla nada en San Pablo refe­
Pablo, Rom. 1, 8 y luego en Col. 1, 6). rente a la escatología cósmica, como tampoco
consta que en él y en los primeros fieles se
La señal próxima o última, inconfundible, del
castigo, es el lanzamiento del ejército romano diera la espera del fin del mundo. V. Tesalo­
sobre Jerusalén (Le. 21, 20), la profanación del nicenses I-II.
Templo consumada por los zelotes (Mt. 24, El célebre fragmento I Tes. 4, 15, tiene esta
15. Me. 13, 14 ; II Tes. 2, 4; Prat, Jésiis-Christ, traducción: «Nosotros, los vivos, los sobrevi­
II, p. 247; J. Huby, S. Me., 4.a ed., París, 1929, vientes en la venida gloriosa y final del Señor,
p 343 ; v. Tesalonicenses). nos uniremos a nuestros difuntos, pues primero
Entonces comienza la gran calamidad, el ase­ resucitaremos todos y luego todos juntos vola­
dio (Mt. 24, 21-25; Me. 13, 20-23). El epílogo remos hacia Cristo» (A. Romeo, en VD [1929]
de la tragedia con la liberación de los sobre­ 307-12.339-47.360-64; K. Staab). Y I Cor. 15,
vivientes, que será patente, sin peligro de equi­ 51: «Todos resucitaremos (= ov kol¡j.i]^ i)ctó-
vocarse, como un relámpago que pasa resplan­ a, según traduce, y acertadamente, la ver­
deciente de un punto al otro del cielo (cf. Mt. sión latina) y todos seremos transformados»
24, 26 ss.), está descrito con las grandiosas (A. Romeo, en VD, 14, 1934, 142-48.250-55.
imágenes del estilo profético que ya vimos an­ 267-75.313-20.375-83; íd., v. Parusia, en Ene.
teriormente (Mt. 24, 29 y pasajes paralelos: «el Catt. It., IX, col. 875-82). [F. S.]
sol se oscurecerá», etc.). Entonces los judíos BIBL. — A. F euillet , L c. 17, 20-18, 8, en RScR,
deberán reconocer, de grado o por fuerza, el 35 (1948). 481-502; 56 (1949). 61-92; Í d .. Mt. 24-25.
desquite de la Cruz (Mt. 24, 30a es cita y cum­ en RB, 56 (1949), 340-64; 57 (1950), 62-91, 180-211;
I d ., Le triornphe eschatologique de Jesús d’apres quel-
plimiento de la profecía de Zac. 12, 2: no vi­ ques textes isolés des Evangiies (Mt. 10, 23; 16, 27 s . ;
sión física, sino reconocimiento — y duelo na­ 19, 28). en NRTh, 81 (1949), 701-22; I d . (Mt. 23,
37 ss. ; 26, 64; Jn. 21. 21 ss.), ib'd. 806-28; J. Bon-
cional judío — del castigo por la crucifixión de sirven , U Vangeto di Paolo, Roma 1951, pp. 329-68;
Jesús). F. S padafora, Gesu e ia .jine di Gerusaiemme, Rovigo
1950 (demostración completa y abundante bibliografía);
El fin de la nación judía será la liberación * B. S antos O livf.ra, Doctrina escatológica del pue­
Para la Iglesia (y más directamente para la blo hebreo, en EstB (1932) 133-144; (1934) 282-289;
J. Enciso , Las estrellas se caerán riel cielo, en Ecc.
martirizada iglesia de Palestina): Le. 21, 28. (1946) 30 nov.
ESCRIBAS 190

ESCLAVITUD. — Es la condición de los pri­ En el Nuevo Testamento no existe legisla­


sioneros de guerra no israelitas (cf. I Sam. ción alguna sobre la esclavitud, ni se plantea
30, 3; II Par. 28, 8-15), a los que en perío­ este problema desde el punto de vista moral-
dos anteriores se daba muerte (Núm. 31, 7; social; pero la solución práctica que da San
Dt. 20, 13 s.). Igual suerte corrían los que eran Pablo para el caso de Onésimo, esclavo fugi­
capturados con una cuadrilla (Am. 1, 6. 9), los tivo, es un indicio de que, aun prescindiendo
insolventes en caso de deuda o los que se ha­ de una repentina revolución social, la esclavitud
llaban en apuros económicos (Éx. 21, 7 s .; estaba llamada a desaparecer. De momento se
Am. 2, 6; 8, 6; II Re. 4, 1; Neh. 5, 5. 8), limita, lo mismo que los otros Apóstoles y los
y también los ladrones incapaces de restituir más antiguos escritores eclesiásticos, a inculcar
el hurto, que pasaban a ser propiedad de los principios que fácilmente habrían dado
aquellos a quienes habían robado (Ex. 22, 2). como resultado su abolición. A la recomenda­
Había mercados reconocidos de esclavos en los ción práctica, dirigida a los amos para que se
que eran muy activos los habitantes de Tiro porten con humanidad (Ef. 6, 9; Col. 4, 1),
(Am. 1, 9; Ez. 27, 13). Al parecer, el precio únese el recuerdo constante de la igualdad de
normal eran 30 sidos (cf. Éx. 21, 32), con sus todos los hombres delante de Dios y del pen­
inevitables oscilaciones. Según Lev. 25, 42 ss.; samiento dominante de que en Cristo no hay
Di. 24, 7, estaba prohibido el mercado de esclavo ni Ubre (Gál 3, 28; Col. 3, 11). [A. P.]
esclavos israelitas. La ley hebrea tiende a limi­ B I B L . — R . S a l o m o n , Uesclavage en droit comparé
tar el derecho del amo, el cual estaba obligado juif el romain, París 1931; M. R o b e r t i , La lettera di
S. Paolo a Filemone e la condizione giuridica dello
a poner en libertad al esclavo a quien había schiavo fuggltivo, Milano 1933; J. M e n d e l s o h n , Sia-
hecho objeto de malos tratos (Éx. 21, 26 s.): very in the ancient Near East; A Comparative Study
debía devolver la libertad a todos los esclavos of Slavery in Babylonia, Assyria, Syria and Palestine....
Oxford 1949.
del propio pueblo después de seis años de ser­
vicio, concediéndoles una mínima ayuda indis­ ESCRIBAS. — Hebreos intelectuales del último
pensable para su sustento inmediato (Lev. 25, período bíblico y posbíblico, llamados casi
39-54; Éx. 21, 2; Di. 15, 12-15). Pero esta siempre en el Antiguo Testamento y palpareis,
disposición tan humanitaria quedó solamente siguiendo el uso de los Setenta, y en la Biblia
en la teoría. Hízose una solemne promesa de hebrea áótér y sóphér, dos voces afines con
liberación en el tiempo del asedio de Jerusalén significado etimológico diferente (vigilante y es­
en el 587, pero no llegó a cumplirse (ler. 34, cribiente), y en los escritos hebreos posteriores
8-22). .La ley, en cambio, dejaba .únicamente,, denominados, con el...término- hákhám . (sabio).—.
al esclavo el derecho a elegir entre la libertad Los escribas eran por encima de todo estu­
y la continuación en su estado (Éx. 21, 5 s.), diosos de la Ley. Datan del período del cauti­
que también podía cesar a consecuencia de verio, cuando se intensificó el interés por esta
haber sido rescatado por los parientes o tam­ prerrogativa inconfundible del pueblo hebreo.
bién por la fuga (Dt. 23, 16 s .; pero cf. I Re. Eran los «maestros de la Ley» (en griego
2, 39 s.). vo/xoStSácTKaAot; cf. Le. 5, 17; Act. 5, 34),
La base de estas disposiciones humanitarias «los intérpretes de las leyes sagradas», como
estaba en el respeto de la dignidad humana gustan de llamarlos Filón y FI. Josefo, y en
y en el pensamiento de que así amos como calidad de tales formaban parte del Sanedrín
esclavos todos tenían un mismo Dios creador. y de los diferentes tribunales.
Con los esclavos, incluso con los no israelitas, Algunos de ellos procedían de clases aristo­
se practicaba la circuncisión, y se les otorga­ cráticas y sacerdotales, pero la mayoría pro­
ban derechos especiales relacionados con la cedía de otras clases sociales, y en general del
religión hebrea, como el descanso del sábado laicado. El único requisito era que tuvieran
(Éx. 20, 10; 23, 12; Dt. 5, 14). Y no faltan una seria inclinación al estudio. Algunos de
casos concretos o consejos teóricos que supo­ entre ellos, incluso los más famosos, ejercían,
nen una relación de mutuo respeto e incluso para vivir, oficios bastante humildes. Desde el
de amistad entablada entre el amo y su esclavo, principio gozaron de la estima incondicional
especialmente después de la liberación de éste del pueblo (cf. II Mac. 6, 18 ss.; Eclo. 38,
(cf. Gén. 15, 2 ss.; II Sam. 9, 1; II Re. 4, 24-39, 15). Su formación era larga y fatigosa:
26 ss.; Prov. 17, 2). Algunas sectas judías, el aspirante debía sentarse por largo tiempo
como los esenios (cf. FI. Josefo, Ant., XVIII, «a los pies» (cf. Act. 22, 3) de un maestro cé­
21) y los terapeutas (Filón, De vita contem­ lebre, aprender de memoria, oyéndola de la
plativa, 70), reprueban por principio la escla­ boca del maestro, la exégesis bíblica, tomada
vitud. de relatos anecdóticos ( - haggádháh) o lam-
191 ESDRAS-NEHEMÍAS

bién de razonamientos y dichos jurídicoparené- y la edificación del templo (1, 1-4; cf. R. De
ticos (= halákháh), y las diferentes máximas Vaux, en RB, 46 [1938] 29-57; E. Bickermann,
transmitidas por antiguos escribas. Ultimada en JbL, 65 [1946] 24 ss.).
la instrucción a los cuarenta años ('Abódá’ La primera reintegración de los cautivos tuvo
zara1 19 b; Sota 22 b), se procedía a una es­ lugar bajo la dirección de Sesbasar, a quien
pecie de ordénación con la imposición de ma­ Ciro hace la entrega de los vasos del templo,
nos. Sólo entonces se podía decir de él que llevados por Nabucodonosor (1, 5-11). Sesbasar
era un verdadero «sabio» y tenía derecho al muy probablemente es distinto de Zorobabel
mencionado título de Rab (cf. Mat. 23, 7), que (P. Heinisch, p. 279 s .; R. De Vaux, Israel,
por mayor reverencia podía transformarse en col. 763; contra A. Van Hoonacker, Les douze
Rabbi y Rabban (Maestro mío y Maestro nues­ petits proféles, París 1908, p. 541 ss.; G. Ric-
tro). La erudición adquirida los hacía a menudo ciotti, p. 106 s.).
soberbios, despectivos y antipáticos (Jn. 7, 49). Número, ofertas, viviendas de los repatriados
A los escribas — ordinariamente partidarios (cf. Neh. 7, 6-73). Esta lista contiene probable­
de los principios farisaicos — se debe la divul­ mente también a los demás repatriados que,
gación de la Ley y el estímulo de su práctica poco a poco, fueron reintegrándose después de
mediante la palabra y el ejemplo. Un exage­ los primeros hasta la llegada de Esdras, desde el
rado servilismo a la letra relativo a ciertas 537 hasta el 458.
normas (como las referentes al descanso saba­ Construcción del altar de los holocaustos en
tino o a la pureza e impureza legal de los los tiempos de Zorobabel (3, 1-6).
alimentos o de algunas acciones) y un espíritu Contrato con los habitantes de Sidón y de
meticuloso inclinado a descubrir excusas oca­ Tiro, estipulado tal vez por el mismo Zoro­
sionaba la inobservancia práctica. Estos doc­ babel, acerca de los materiales para la recons­
tores, que habían suplantado al sacerdocio en trucción del Templo, iniciada por él mismo
su cometido de depositario e intérprete de la (5, 16) e interrumpida hasta el tiempo del rey
Ley (cf. Dt. 17, 8-11) y que habían perpetuado Darío (521-485), a causa de las dificultades
el delito que yá Jeremías (8, 8) había echado interpuestas por los enemigos del pueblo (3,
en cara a sus predecesores, el de anteponer la 7-4, 5).
propia autoridad a la de Dios, eran una planta Breve noticia de la acusación elevada contra
que no había sido plantada por el Padre ce­ los judíos bajo el reinado de Jerjes = Asuero
lestial (Mt. 15, 13), severamente condenada por (485-465 ; 4, 6).
Jesucristo (cf. de un modo especial Mt. 23, Los judíos son acusados ante Artajerjes I
2 ss.). [A. P.] (465-424) de que intentan reedificar las mura­
BIBL. — H. S t r a c k - P . B i l l e r b e c k , Kommentar llas de Jerusalén. El rey prohibe la realización
zum Neuven Testament aus Talmud und Midrasch, I. de la obra y los adversarios ejecutan el de'-'
Monaco 1922, pp. 79-82; J n . J e r e m í a s , ypapfJLarev<;> creto con procedimientos violentos (documento
en ThWNT, Sttutgart 1933, pp. 740 ss.; U. H olz- arameo; 4, 7-23; cf. Neh. 1, 1 ss.).
M e i s t e r , Storia dei tempi del Nuovo Testamento, trad.
iial.. Tormo 1950, pp. 166-171. Reanúdase la reconstrucción del Templo a
continuación de las exhortaciones de los pro­
ESCRITURA SAGRADA. —. v. Biblia. fetas Ageo y Zacarías y de los caudillos Zoro­
babel y Josué, éste sumo sacerdote. El gober­
ESDRAS-NEHEMÍAS. — Denominación co­ nador de la provincia de Abar Naharah, Tatnaí
mún de los dos libros que en la Vulgata latina (cf. A. Ungnad, Keilinschriftliche Beitrage zum
suelen llevar por título; «primero y segundo Buch Esra und Esther, en ZatW, 58 [1940-41]
de Esdras», que primitivamente formaban un 24-44), practica investigaciones y, en vista de
solo libro con el nombre de Esdras en el texto que los ancianos de los judíos apelan al de­
hebreo y en la versión de los LXX. creto de Ciro, remite la decisión al rey. Búscase
El libro lleva el nombre de los caudillos que el decreto, y Darío permite la construcción y
más contribuyeron a la constitución del pueblo presta su ayuda mediante un decreto personal.
después de la cautividad. Mas, según se verá El día 3 de Adar, año sexto de Darío (515),
en el compendio, el libro abarca la historia queda ultimado el Templo y celébrase su de­
del pueblo desde el retorno de la cautividad dicación. El 14 del primer mes del año siguien­
hasta algún tiempo después del año 32 de te se celebra la Pascua (4, 24-6, 23).
Artajerjes I (433), que por cierto tiene bastantes En el mes primero del año séptimo del rey
lagunas. Artajerjes I (458), Esdras, «escriba doctísimo
El Libro de Esdras contiene el decreto por de la ley del Dios del cielo» (7, 12; es decir,
®1 que Ciro autorizó a los exilados el retorno a título de oficial de la curia real, en el reino
ESDRAS-NEHEM1AS 192

persa, a quien estaban encomendados los asun­ llas; elección de los habitantes (11, 1-2) y lista
tos religiosos de los israelitas; cf. H. H. Schae- de los mismos (11, 3-19). índice de los dife­
der, Esra der Schreiber, Tübingen 1930), parte rentes jefes, de los sacerdotes y de los levitas
de Babilonia con letras de recomendación del (11, 20-12, 26).
rey para poder promulgar la ley mosaica y Dedicación de la muralla de Jerusalén (12,
civil, y llega a Jerusalén en el quinto mes (7) 27-42).
en compañía de algunos levitas, cuyo elenco Establecimiento de las contribuciones sagra­
se da. das; separación de los extranjeros (12, 43-
Al llegar al río Ahawa (no identificado con 13, 3).
certeza), determinan celebrar un ayuno por el Nehemías corrige las malas costumbres, pro­
feliz resultado, y eligen depositarios que se cura que los levitas tengan una justa porción
encargarán de llevar a Jerusalén los tesoros en la distribución de los diezmos, inculca la
recibidos. Llegados a Jerusalén entregan los observancia del sábado y maldice a los judíos
tesoros, ofrecen holocaustos y muestran a los que tengan mujeres extranjeras (13, 4-31).
sátrapas los edictos del rey (c. 8). Del autor suele admitirse que es el mismo
Arrepiéntense de haber contraído matrimo­ cronista que escribió I-II Par., quien, aparte
nios con pueblos extranjeros y se determinan otros documentos, se sirvió de las memorias
a repudiar a las mujeres así tomadas. En una de Esdras y de Nehemías insertándolas en va­
reunión celebrada con tal motivo en el mes rios lugares de su obra. Así Neh. 8, y pro­
noveno se establece mandar jueces por las ciu­ bablemente también 9, formaban parte de Es­
dades para que impongan la ejecución del de­ dras, lo cual se deduce del hecho de que Esdras
creto y que hagan una lista de transgreso- tiene en esta narración un puesto de primer
res (9-10). plano. Las memorias de Nehemías están com­
Libro de Nehemías. Nehemías describe la pletadas con varios elementos (7, 6-73; 10;
situación de la ciudad de Jerusalén (cf. Esd. 11, 3-12, 26; 12, 44-13, 3) tomados de otras
4, 7-23) e implora el auxilio divino (c. 1). En fuentes. Por otra parte, que las memorias de
el mes de Nisán del año 20 del rey Artajerjes I . Nehemías hayan recibido añadiduras claramen­
(445) obtiene el permiso para reedificar la ciu­ te se echa de ver en Neh. 12, 27 (la dedicación
dad (2, 1-10). de la muralla es natural consecuencia de 7, 5,
A los tres días de llegar a Jerusalén, levan­ donde se habla de su construcción).
tándose de noche se va en compañía de unos Esdras y Nehemías no vivieron en Jerusalén
pocos hombres a inspeccionar el estado de las en el mismo tiempo. El único texto seguro en
murallas de la ciudad. Pero Sambalat y Tobías que se nombra a Esdras y Nehemías juntos se
se burlaron del propósito que tenía de restaura­ debe al cronista (Neh. 12, 36), el cual sólo nos
ción (2, 11-20). da allí la lista de los sacerdotes y de los levitas.
Número de los constructores (c. 3) (cf. DBs., En los otros dos textos (Neh. 8, 9; 12, 36), el
IV, col. 949-54). nombre de Nehemías es probablemente una
Los enemigos comienzan insultándolos y lue­ añadidura que se hizo posteriormente a las me­
go les ponen asechanzas, de modo que los israe­ morias de Esdras. Esdras estuvo en Jerusalén
litas tienen que proseguir la obra sin deponer en el año séptimo de Artajerjes, y Nehemías
las armas (c. 4). Nehemías protesta contra las desde el 20.° hasta el 32/ (Neh. 13, 7) de otro
inhumanas usuras de los ricos y propone el rey del mismo nombre.
ejemplo de su propia integridad (c. 5). El problema cronológico consiste en que son
Descúbrense unas asechanzas de los enemigos dos los Artajerjes que reinaron de 32 años para
contra Nehemías. Al cabo de cincuenta y dos arriba: el primero, de 465 a 424, y el segundo,
días queda terminada la construcción de la de 404 a 358. Nehemías actuó en el tiempo de
muralla. Institución de vigilantes en la ciudad. Artajerjes I, lo cual está confirmado en los
Censo del pueblo (6, 1-7, 5). papiros de Elefantina. En uno del año 17 del
Lista de los que primero regresaron (7, 6-13 ; rey Darío (408-407) se nombra a Jojanán, sumo
cf. Esd. 2). sacerdote judío; a Delaiah y a Shalemiah, hijos
En el séptimo mes, Esdras promulga la ley. de Sambalat, jefe de Samaria, adversarios de
Celébrase la fiesta de los Tabernáculos. En el Nehemías (cf. J. B. Pritchard, Ancient Near
día 24 se hace penitencia pública y confesión Eastern Texis relaiing (o the Oíd Testament,
de los pecados (8, 1-9, 37). Princeton 1950, p. 492). Jojanán era sobrino de
Se establece una alianza sagrada que es sus­ Eliasib (Neh. 12, 11. 22).
crita y sellada (c. 10). Por lo que se refiere al tiempo en que actuó
Repoblación de la ciudad, provista de mura­ Esdras, A. Van Hosnacker, en muchos estudios
193 ESENIOS

hechos desde 1890 hasta 1924 (cf. RB, 32 ficie de 250 kma. Esta dilatada depresión se
[1923] 481-94; 33 [1924] 33-64), al que siguen denominó Iz re ^ l, «Dios siembra» (Jos. 17, 16;
otros muchos escritores (p. ej., G. Ricciotti, Jue. 6, 33). Después fué helenizada con la
páginas 108-20), admite que Nehemías vivió epéntesis de la d en Esdrelón, y en el tiempo
durante el reinado de Artajerjes I y Esdras du­ de los asmoneos y de Herodes se llamó «la
rante el de Artajerjes II, por lo que le pareció gran llanura» (I Mac. 12, 19; Fl. Josefo, Bell.,
bien invertir el orden que presenta el texto III, 3, 1), y actualmente es conocida con el
poniendo a Esdras después de Nehemías. nombre de Merg Ibn cAmir. Debido a lo acci­
Pero los argumentos no convencen, y así se dentado del terreno presenta varias zonas par­
mantiene el orden tradicional: Esdras vino a ticulares, como el «campo de Magedo» (II Par.
Jerusalén el año séptimo de Artajerjes I, y, 35, 22; Zac. 12, .11) y el «valle de Jezrael»
según los datos que conocemos, sólo desempeñó (Jue. 6, 33; 7, 1). Está bañada por el río
allí su oficio durante un año. Muqattac (el bíblico Cisón), que desemboca en
Por consiguiente, Esdras llega a Jerusalén el Mediterráneo, y por el Nah Jalud (Jarod:
hacia el año 458, en el quinto mes, con una Jue. 7, 1), que desagua en el Jordán. La lla­
auténtica misión de parte del rey y presenta nura de Esdrelón es fértilísima, aunque con
las letras de recomendación a la autoridad pú­ algunas zonas pantanosas, y hoy viven de ella
blica (Esd, 8, 36). En el séptimo mes expone numerosas colonias sionistas. Por ser el lugar
la Ley de Moisés, que se convierte en ley ofi­ en que se cruzaban los caminos de Egipto a
cial. Acéptala el pueblo, y, conforme a las Mesopotamia y a Siria, se veía constantemente
prescripciones de la misma, celebra la fiesta de cruzada de caravanas de mercaderes, y siempre
los Tabernáculos (Neh. 8). Arregla la cuestión fué campo de batalla preferido, que se hizo
de los matrimonios mixtos. Durante tres meses ilustre por las célebres victorias de Tutmo-
celebran reuniones y confeccionan la lista de sis III, en el 1468 a. de J. C., sobre los asiá­
los transgresores (Esd. 10, 9. 16. 17). ticos ; por las de Barac sobre Sisara (Jue. 4, 5),
Actividad de Nehemías. Al comunicar al ley de Gedeón sobre los madianitas (Jue. 7, 1 ss.),
Artajerjes el intento de la reedificación de la de los filisteos sobre Saúl (I Sam. 31, 1 ss.), de
muralla, el rey manda destruir lo que ya se Ajab sobre los árameos (I Re. 20, 26), del
había construido (Esd. 4, 23; Neh. 1, 3; 2, 3). famoso faraón Necao sobre Josías (II Re. 23,
En el año 20.° del rey, Nehemías recibe el 29) y, en los tiempos modernos, por las de
cargo de gobernador de los judíos y el permiso Plácido, de Saladino, de Kleber y de Na­
para construir Jas murallas. Después de una poleón. [A. R.]
inspección nocturna, manifiesta a los jefes ju­ BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Palestine, I,
díos su plan, que queda realizado a los cin­ París 1938, pp. 91. 412 s.
cuenta y dos días, no obstante la oposición de
sus enemigos. ESENIOS. — Quizá de hassaim, «los silencio­
Solemne inauguración- de las murallas. Re­ sos». Constituyen una de las sectas religiosas
población de la ciudad. Nehemías se encarga del tiempo de Jesucristo. Son fuentes para su
de que se observe la justicia social. El año 32 conocimiento: Plinio (Hist. N a t.,V , 17), Filón
vuelve a Persia, recibe del rey una nueva mi­ (Quod omnis populus liber sil, 75-88; Apo­
sión y regresa a Judea, donde reprime enérgica­ logía ludeorum, en Eusebio, Praeparatio Evan­
mente los abusos que se habían introducido. gélica, VIII, 11-12), Fl. Josefo (Bell., II, 8, 2-13 ;
[N. B. W.] Ant., XVIII, 1, 5, 18-21) y, muy probablemen­
‘ BIBL. — G. R i c c i o t t i , Storia d'Israele, II, Torino te, el Manual de disciplina descubierto recien­
1935. p p . . 121-65; A. V a c c a r i , La S. Bibbia. III. Fi- temente en Khirbet Qumran. Los esenios se
renze 1948, pp. 175-229; A. M é d e b i e l l e . Esd.-Neh. remontan posiblemente al tiempo de los Ma-
(LaSte. Bible, ed. Pirot, 4), París 1949, p p . 255-383;
m l Comentarios a tos libros de Esdras y cabeos (del 150 a. al 70 desp. de J. C.): su
Nehemías, Madrid 1950; P. H e i n i s c h . Geschichte des colonia importante estaba en Engaddi, junto al
Alten Testaments, Bonn 1950. p p . 278-94; R . d e V a u x .
Israel, en DBs, IV, col. 763-69. * A. I b á ñ e z A r a n a , mar Muerto. Es verosímil que el gran edificio
. , colocación original de Neh. 10, en EstB, descubierto en Khirbet Qumran represente la
vol. X (1951) 379-402; S. N a v a r r o , ¿Esdras Nehemías?,
en EstB (1933) 12-20. casa del principal grupo de los esenios, y que
el cementerio descubierto sea el luga/ de su
ESDRAS (Libros III y IV). — v. Apócrifos. sepultura. Caracterízanse los esenios por un
rígido apego a las observancias exteriores, por
ESDRELÓN, — Llanura de Palestina, entre el una fidelidad más meticulosa que la de los
Jordán y el Mediterráneo, Galilea y Samaria, fariseos más exaltados: observan el sábado
en forma de triángulo irregular, con una super- con rigor, son maniáticos respecto de la pureza
*3- S padafora. — Diccionario bíblico
ESPÍRITU de Yavé 194

legal, hasta el punto de tomar un baño todos cuerpo y su glorificación (I Cor. 15; Rom. 8).
los días antes de la comida. Si bien ya las Prácticamente todos los bienes que nos aguar­
sectas de la antigüedad tienen elementos co­ dan en el más allá de la tierra (Col. 1, 5), in­
munes a ellos, se distinguen no obstante por mediatamente después de nuestra muerte (Flp.
el hecho de ser una confraternidad, una aso­ 1, 21. 23; II Cor. 5, 6. 8).
ciación religiosa estrechamente unida, que crea La oposición entre los paganos y los cris­
entre sus miembros lazos más fuertes que los tianos está expresada por dos veces en San
del mismo parentesco. Tienen superiores, en­ Pablo con la frase: «Aquellos que no tienen
tran espontáneamente con el consentimiento de esperanza» (Ef. 2, 12; 1 Tes. 4, 13), aplicada
éstos, se obligan con juramento de fidelidad a los paganos.
que los liga mutuamente con secreto inviola­ Con la esperanza va unida la paciencia per­
ble, se despojan de sus propios bienes en favor severante, v7rojjíovij (I Tes. 1, 3 ; Rom. 8, 25,
de la comunidad, practican el celibato a ex­ etcétera), firmeza resistente y batalladora, ne­
cepción de algunos, habitan en la misma vi­ cesaria para soportar las tribulaciones reser­
vienda, tienen las comidas en común. El fin vadas a los cristianos (I Tim. 6, 11, etc.). Esta
de esta vida es religiosomoral. El primer ob­ esperanza ha sido difundida por Dios en nues­
jeto del compromiso con la secta es Ja venera­ tros corazones (II Tes. 2, 16; Rom. 15, 5,
ción de la divinidad. Como consecuencia, nace 13, etc.); se funda en Cristo, que es «nuestra
la obligación de practicar la justicia, la verdad, esperanza» (Col. 1, 27). Pero su última razón
las reglas de la cofradía, que exigen continen­ es el amor de Dios (Rom. 5, 5), y por eso «la
cia, trabajo, vida sobria, estudio de los libros caridad todo lo espera, todo lo sufre» (I Cor.
sagrados. 13, 7). Este amor de Dios, que desciende por
Se. considera, cada vez como más probable, el Hijo hasta nosotros y que nada es capaz de
que los textos descubiertos en Khirbet Qumran disminuir, es para nosotros una prueba segura
(v. Manuscritos del mar Muerto), sobre todo de todos los bienes sobrenaturales (Rom. 8,
el Manual de disciplina, pertenecen a los ese- 35-39). [F. S.]
nios, y que su estudio nos dará una idea bas­ BIBL. — R. B - K . H. R
u ltm a n n , ¿A?
en g sto r f
tante diferente de la que puede sacarse actual­ en ThWNT, II, p p . 515-31; J. B o n s i r v e n , 11 Vangelo
mente de Filón y de F. Josefo. Los esenios de Paolo, Roma 1951, p . 314 ss.; * T . D . O r b i s o ,
Los motivos de la esperanza cristiana según San Pablo.
deben de estar íntimamente ligados a los ha- en EstB, 4 (1945), 2.
sidim de la época macabea. [F. V.]
BIBL. — M. J. L a g r a n g e , Le Juddisme avant Jésus- ESPIRITU de Yavé. — El hebreo rüah (fem.)
Christ. París 1931. pp. 307-330; J. B o n s i r v e n , Le Ju- etimológicamente equivale a «soplo», «viento»,
daisme Palestinien au temps de Jésus-Christ, I. ibíd. «espíritu», que comunica, da vida. Desde el
1934, p. 63 ss.; R. d e Vaux, Fouille au Khirbet Qu­
inarán, en RB, 60 (1953), 82, 106. segundo versículo del Génesis (1, 2) lo hallamos
atribuido a Dios. «El soplo o el espíritu de Dios
ESPERANZA. — El Antiguo Testamento, con revoloteaba sobre las aguas» del caos. Por una
el gr. eXnist traduce diferentes términos que parte la nada o caos, por otra «el poder divi­
significan confianza (Sal. 25 [24], 1 s.) en Dios, no» dispuesto a sacar de la nada al universo.
en que llegará el auxilio, en la liberación de «Una palabra del Señor creó los cielos, y un
un peligro, de una necesidad; sentimiento filial soplo de su boca les dió su ornato» (Sal. 33, 6);
del justo hacia Dios, que es su salvación, su en estrecho paralelismo, al mandato responde
seguridad (Sal. 46, 6; 70, 5; ler. 17, 7; Sal. «el soplo de su boca», para expresar la misma
4, 6; Prov. 20, 22, etc.). En particular, la es­ acción creadora (cf. Is. 11, 4; 34; 16; Sal. 147,
peranza del justo respecto de su destino de 18). Y así la expresión espíritu de Yavé expresa
ultratumba (Sal. 16, 8-11; 17, 15; 49, 16; cualquier acción de Dios que termina en el ex­
73, 24; F. Spadafora, en Rivisla Bíblica, 1 terior.
[1953] 210-15). Significa también una fuerza divina o un im­
En el Nuevo Testamento la esperanza es la pulso por el que los hombres son dirigidos o
segunda de las virtudes teologales, entre la fe impulsados a obrar cosas admirables. A cum­
y la caridad, que son los constitutivos de la plir la misión a que Dios les destina. Tal influjo
vida cristiana (I Tes. 1, 3). El bautizado nace invade al alma del hombre haciéndola partí­
a la fe y a la esperanza simultáneamente cipe en cierto modo de la luz y de la fuerza
(I Tes. 1, 9 s,); su objeto directo es la gloria de Dios.
eterna (Col. 1, 27), «la manifestación de nues­ En el Antiguo Testamento el espíritu de Dios
tro gran Dios y salvador Jesucristo» (TU. 2, está descrito como causa de efectos prodigiosos,
11 ss.) y también la resurrección de nuestro pero transitorios, de fuerza, de valor, o exalta­
195 ESPÍRITU SANTO

ción religiosa (cf. los llamados «hijos de los to (v.), tercera persona de la Sma. Trinidad,
profetas»). Cuando el espíritu de Yavé «agita» estaba reservada al Nuevo Testamento, en don­
a Sansón (Jue. 13, 25) o «irrumpe sobre él» de alguna vez aparece el espíritu del Señor en el
(Jue. 14, 6), le comunica fuerza para despeda­ sentido considerado hasta ahora, como p. ej.,
zar un león con sus manos (Jue. 14, 16) para en Le. 1, 35, donde nvev/xa ayiov (espíritu san­
matar él solo a 30 hombres (Jue. 14, 19), para to) está explicado en el más riguroso parale­
romper las maromas que le aprisionaban y de­ lismo por Svvajuus v\¡/iarov ( = el poder del
rrotar a mil filisteos (Jue. 15, 14 s.). Cuando Altísimo).
el espíritu está en Otoniel (Jue 3, 10) o en Jefté No siempre es fácil determinar cuándo se
(Jue. 11, 25) y fortalece a Gedeón (Jue. 6, 14) habla directamente de la tercera persona de la
o «arrebata a Saúl» (I Sam. 11, 6), estos héroes Sma. Trinidad. (F. S.]
alcanzan grandes victorias. B1BL. — P . V a n I m s c h o o t , V actio ti de Vesprit de
Pero el espíritu de Yavé no es sólo un im­ Jaltvé dans VA. T., en RScPhTh, 23 0934), 553-87;
pulso transitorio, sino también un don perma­ V e. d. J. source de vie dant VA. T., en RB. 44 (1935).
480-501; V e. d. J. et VAlliance nouvelle, en EthL.
nente en relación con la vida religiosa y moral. 13 (1936). 201-20: V e . d. J. source de vie morale dans
Así, el espíritu de Yavé está en Moisés (Núm. VA. T., ibíd., 16 (1939), 457-67; P. H e i n i s c h , Teolo­
gía del V. T., Tormo 1950, pp. 124-32; * S. E n c i s o ,
11, 17. 25), es transmitido o comunicado por Manifestaciones naturales y sobrenaturales del Espíritu
Dios a Josué (Núm. 27, .18); penetra en David de Dios en el A. T., en EstB, V (1946), 4.
desde el día de su unción (I Sam. 16, 13) y ha­
bla por su boca (II Sam. 23, 2); reside en ESPÍRITU Santo. — Nombre de la tercera per­
Elíseo (II Re. 2, 9). sona de la Trinidad (v.), que se lee en todos los
El espíritu (impulso divino) dirige a los seres textos del Nuevo Testamento que contienen
que llevan el trono de Yavé (Ez. 1, 12); es la una fórmula trinitaria. Mas en los otros luga­
fuerza divina la que eleva a Ezequiel y le in­ res, mientras la personalidad del Padre y la del
funde una calma confiada para estar en presen­ Hijo aparece evidente, frecuentemente persiste
cia de Dios y recibir su palabra (Ez. 2, 2; la duda acerca del Espíritu Santo. Ya San Gre­
cf. 3, 12), la que obra sobre su alma y le comu­ gorio Nacianceno (Oratio Theologica, V, 26;
nica las visiones proféticas (8, 3). El espíritu PG 36, 161) afirmaba: «El Antiguo Testamento
de Yavé es el que principalmente expresa la predicó abiertamente al Padre, y más velada-
inspiración profética (v. Profeta) (cf. Zac. 7, mente al Hijo. El Nuevo ha manifestado al
-líy u S abu 7, 7). Hijo y ha hecho entrever la divinidad del Espí­
Es, pues, fuerza divina y don otorgado por ritu Santo. Pero el Espíritu Santo habita en
Yavé de una manera permanente, con miras a nosotros y él mismo nos ofrece una demostra­
una misión o función determinada. ción más clara de sí».
' El espíritu de Yavé morará permanentemen­ Efectivamente, en el Antiguo Testamento se
te en el Mesías (Is. 11, 1) y por tanto dirigirá habla frecuentísimamente del Espíritu (y.) de
toda su actuación para hacer de él el rey ideal, Yavé para indicar la omnipotencia divina, la
comunicándole dones intelectuales sobrehuma­ acción de Dios en todo lo creado, y de una ma­
nos y cualidades morales extraordinarias. Tener nera especial en el hombre.
en sí el espíritu de Yavé equivale a pensar y También en el Nuevo Testamento quedamos
obrar como piensa y obra Dios. perplejos no pocas veces sobre el sentido pre­
El espíritu de Yavé es también la fuerza que, ciso de la expresión. En varios casos es clara
como sucedió con el salmista (Sal. 51, 12 ss.), la correspondencia entre «Espíritu santo» (Le.
obrará en la nueva alianza la renovación moral 10, 21) o bien el simple vocablo Espíritu (cf.
y religiosa. Ez. 36, 26 s .: «Pondré en vosotros Mt. 4, 1; 22, 43; Me. 12, 36; Le. 4, 14, etc.)
un nuevo espíritu, y haré que cumpláis con mis con la terminología «Espíritu de Yavé» del An­
leyes», etc. tiguo Testamento. Otras veces preséntase al Es­
Un nuevo principio de acción (espíritu nue­ píritu Santo como un don divino sobrenatural,
vo), cual otro principio vital, guiará su con­ capaz de producir efectos particulares en orden
ducta y les hará practicar obras dignas del Se­ a la santificación de las almas, o bien encami­
ñor (cf. Is. 32, 5 ; Jl. 2, 28; Zac. 4, 6 etc.); nados a la propagación del cristianismo (cf. Act.
y ese principio de acción procede de Dios (mi 1, 5-8; 2, 4; 8, 15; 9, 17; 10, 44; 11, 15, etc.).
espíritu), fuente de vida moral, y, lo mismo Mas tales textos por sí solos, juntamente con
que el agua de que habla Jesús a la Samarita­ otros paulinos (cf. 1 Cor. 6, 19; I Tes. 4, 8;
na (Jn. 4, 14), desciende del cielo y sube y hace Tit. 3, 5 s .; Rom. 5, 5, etc.) de suyo no son
subir hasta cí cielo. suficientes para afirmar el carácter personal del
La revelación del misterio del Espíritu San­ Espíritu Santo. Dígase otro tanto del célebre
ESTER 196

texto sobre la blasfemia (v.) irremisible contra 1952. * F. Q u i r o g a , Personalidad divina del Espíritu
Santo en S. Pablo, en EstB (1930), 113-121.
el Espíritu Santo (Mt. .12, 21 y paralelos).
Pero, aun prescindiendo de las fórmulas trini­ ESTEBAN (San). — v. Actos de los Apóstoles.
tarias, no faltan casos en los que el carácter
personal del Espíritu Santo aparece con clari­ ESTER. — Heroína que da el nombre al octavo
dad. Descríbesele como al gran sustentador y libro de los «escritos» o hagiógrafos del canon
: animador de los Apóstoles y de los fieles en hebreo, quinto de los meghillóth o «rótulos»
general (cf. Mí. 10, 20; Jn. 14, 26; 15, 26; para el uso litúrgico. Su nombre primitivo era
Act. 1, 8; 2, 4). Se le atribuye la dirección Hadassa, derivado del vocablo hebreo «hadas»
' sobrenatural de la naciente Iglesia (Act. 4, 8; = mirto; en cambio Ester es de raíz indo­
5, 3. 9; 6, 3. 5; 8, 15, 29; 20, 28, etc.). De un europea, de donde procede el latino «stella»
modo especial el Espíritu Santo es considerado y «astrum» (a través del griego).
como, santificador de las almas (cf. Rom. 8, «Era de talla esbelta y hermosa presencia, y
9 ss.; I Cor. 3, 16; Gál. 4, 6). Lo mismo que había sido adoptada por Mardoqueo cuando se
Cristo glorificado, el Espíritu Santo es principio quedó sin padre ni madre» (Est. 2, 7).
de vida sobrenatural. Por eso se atribuyen in­ Eran de la tribu de Benjamín, de la casa de
distintamente en tal sentido las mismas carac­ Quis. Su familia estaba entre los deportados a
terísticas a una y a otra persona. La actividad Babilonia en 597. Mardoqueo nació en la cau­
de las dos personas en el alma de los justos tividad y recibió nombre babilonio derivado del
. es inseparable. San Juan evita ese intercambio dios Marduk.
de atribuciones y gusta de llamar «Paráclito» al El libro de Ester, que se desenvuelve «con la
Espíritu Santo (Jn. 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7); viveza y el interés de un drama», divídese en
• mas ese mismo título se reserva también para tres partes.
Cristo glorificado (I Jn. 2, 1). En general en­ I. El rey Jerjes (v. Asuero), repudia a Vas­
tiéndese ese término como equivalente a «con­ ti y manda que le busquen esposa. Ester entra
solador», si bien no pocos exegetas antiguos lo en el harén y es elevada al título de reina
traducían por «abogado» o «patrono». (a. 7 = 484 a. de J. C.). Mardoqueo, valiéndose
Es verdaderamente clara la descripción del de ella, descubre al rey una conjuración que
. Espíritu Santo en la vida íntima de la Trini­ se había tramado contra él. El poderoso corte­
dad. Llámasele indistintamente Espíritu de Dios sano Amán, llamado el agaguita, en relación
y Espíritu de Jesucristo, porque procede de las con Agazi, distrito de Media, amargado por­
dos personas. Pero no olvidemos que a la ter­ que Mardoqueo — que quizá lo conocía ya
cera persona se la describe principalmente en su como antijudío — le niega los ambicionados
actividad santificadora mediante las gracias de honores, consigue un decreto en virtud del cual
la efusión de carismas especiales. Tal es el con­ en un día determinado había de darse muerte
cepto que se expresa con la imagen del Espíritu a todos los judíos, después de haber fijado,
Santo que habita en el alma del justo (Rom. 8, echando a suertes (pürim) la fecha del exter­
minio (cc.: 1-3).
9) y que distribuye los carismas según su libre
voluntad (I Cor. 12, 11). La perfección de cada II. Mardoqueo, que no ha cesado de velar
uno consiste en secundar y desarrollar la miste­ por Ester, la exhorta ahora a que intervenga
en favor de sus compatriotas, y Ester, después
riosa acción del Espíritu (Rom. 15, 13; Ef. 5, de haber orado y ayunado, invita al rey a que
18), que origina y alimenta toda la vida sobre­ juntamente con Amán acepte un banquete que
natural. El intercambio de atribuciones con ella ha preparado. Amán, entre tanto, levanta
Cristo está limitado a determinadas categorías una horca para Mardoqueo, y el rey, en una
de acciones, lo cual es posible porque el Reden­ noche de insomnio, repasa los anales y se in­
tor, convertido, mediante la Resurrección, en forma de que Mardoqueo no ha sido remune­
«Espíritu vivificador» (I Cor. 15, 45), adquiere rado por haberle salvado la vida, por lo que
en acto la prerrogativa de poder comunicar su decide ensalzarlo, y el mismo Amán recibe la
Espíritu, que realizará la obra de santificación orden de contribuir a la exaltación de su ene­
en cada uno de los creyentes (Jn. 14, 16. 26; migo. Luego en el banquete descubre Ester,
16, 13). 1 [A. P.] valerosamente, al rey la raza de donde procede
BIBL. — H. B ertrams, Das Wesen des Geistes naclt y acusa a Amán, que es condenado a muerte
der Anschauung des Apostáis Paulus, Münsier i. W. (cc. 4-7).
1913; E. S cott. The Sprit in the New Testament, Lon­
dres 1923; F. B üchsel, Der Ge'st Gottes im Neuen Iíí. A Amán sucede Ester para la posesión
Testament, Güiersloh 1926; P. G altjek. L’habitation de sus bienes y Mardoqueo para los cargos. Es­
ett ttous des trois personnes, París 1928; S. Z e d d a ,
Uadozione a figli di Dio e lo Spiríto Santo, Roma ter consigue del rey un decreto en favor de los
197 ESTER-

judíos, a quienes se autoriza para defenderse Los exegetas católicos modernos clasifican
hasta el exterminio de sus enemigos, lo cual tanto el original hebreo como el griego primi­
realizan en el mismo día que Aman había seña­ tivo como pertenecientes al género literario de
lado para su ruina. Mardoqueo, en memoria del la narración libre, considerándolo como «re­
alegre acontecimiento, instituyó la fiesta de los lato histórico libremente embellecido», de acuer­
Purim (cc. 8-10). Así tuvo principio esta fiesta do con muchos acatólicos que admiten en el
anual judía, alegre y popularísima, 14 y 15 de libro de Ester un fondo histórico. Asuero (v.)
’adhár (feb.-mar.), de la que se hace mención es Jerjes I (485-465 a. de J. C.), conocido por
II Mac. 15, 16, como «día de Mardoqueo». su desafortunada campaña contra Grecia, que
A esta narración, de suyo completa, del texto tuvo su capital en Susa (Est. 1, 2). Las indica­
hebreo, añade la traducción griega siete capí­ ciones históricogeográficas y el carácter de Jer­
tulos (partes «deuterocanónicas», v. Canon) in­ jes, que nos suministra el libro inspirado, coin­
tercalados en diferentes lugares, que San Jeró­ ciden con cuanto expone Herodoto VII-IX y .
nimo reúne al fin en su traducción del hebreo con lo que han descubierto las excavaciones;
(cc. 11-16): el sueño de Mardoqueo; el edicto (Misión arqueológica francesa, desde el año
de muerte contra los judíos; la oración de Mar­ 1885 en adelante). La capital resulta dividida,
doqueo y de Ester; Ester ante el rey; el edicto en dos partes: a la izquierda del río (el an­
en favor de los judíos; la explicación del sueño tiguo Coaspe, hoy Kerca), la acrópolis o ciu-,
de Mardoqueo. dadela ocupada por el palacio real; a la dere­
El apéndice especial a la redacción griega cha, la ciudad habitada por el pueblo: cf. Est. .
(Vulg. 10, 13) da noticia, a modo de posdata, 3, 15, etc., donde se distingue perfectamente la
de cómo semejante redacción fué debida a un primera (hebr. biráh) de la segunda (hebr. cir)..
tal Lisímaco, probablemente un judío de Egip­ En el 483 (tercer año de reinado), banquete.'
to que después se domicilió en Jerusalén. Esta y preparación para la guerra contra Grecia
redacción (traducción o más propiamente re­ (1, 3 ss.; Herodoto, VII, 8-17); Ester en el.
fundición griega) fué luego llevada a Egipto en harén del rey (2, 8); campaña griega y derrota
el cuarto año de Tolomeo Sotero II, el cual (480-479); Ester elevada al rango de reina
reinó del 117 al 81 a. de J. C. La noticia lite­ (479); él, apenas ha regresado, para consolarse
raria y la fecha hacen asemejar esta posdata al del desastre patrio se entregó más que nunca
prólogo del Eclesiástico. a los placeres y a los amores (Herodoto, IX, ‘
Estas partes, que no se hallan en la actual 108-113). Matanza de los persas en el 473.
Biblia hebrea, son igualmente inspiradas (cf. San Ester es nombrada reina, pero para entrar a
Clemente Romano, I Cor. 55; Clemente de la morada del rey debe esperar que se la llame
Alejandría, Strom. 4, 19, y Concilio de Trento). (2, 14; 4, 11); habita con otras en el harén
Según el cuidadoso estudio de Schildenber- (2, 11-14); bien puede ser considerada como
ger (Das Buch E., Bonn 1941), el griego primi­ reina de segundo rango o favorita, en la misma
tivo fué una verdadera refundición más que forma que Vasti (cf. para casos semejantes,
una traducción libre del original hebreo. «Pue­ Herodoto, III, 31.67.88; VII, 2.7.64), al lado
de sostenerse como probable que primeramente de la verdadera reina Amestrise, de sangre real
se compusieron sobre un fondo común, oral y esposa de Jerjes I, única mencionada por
o escrito, un relato hebreo sucinto y una re­ Herodoto (IX, 108-113).
dacción griega más extensa. Al hacerse después «Otras pruebas de la verdad histórica de
la traducción griega del relato hebreo, ésta fué nuestro libro son el exacto conocimiento de
adoptada, insertándose en ella, en los lugares los usos' persas, la detallada descripción del
correspondientes, las partes que había de más palacio real de Susa, confirmada por las re­
en la redacción griega, es decir, las secciones cientes excavaciones, la narración tan viva y
deuterocanónicas. Tal fué el origen de la actual detallista, la ausencia de todo anacronismo»
versión griega (ed. Rahlfs), debida, según pa­ (A. Vaccari).
rece, a Lisímaco» (A. Vaccari). Pero sobre todo téngase presente el género
El autor del relato hebreo de Ester está fa­ literario del libro.
miliarizado con la historia y las costumbres En cuanto a la matanza de los persas, no es
persas, y tuvo en sus manos los anales persas críticamente cierto el número hebreo de 70.000:
(2, 23; 10, 2) y los escritos de Mardoqueo el griego (9, 16) sólo da 15.000, y pueden adu­
(9, 20). Escribió en Persia hacia el 350-300 a. cirse episodios semejantes del Antiguo Oriente
de J. C. El mismo lenguaje, afín al de Par. (Herodoto, III, 76.79; Dion Cassio, Hist. Rom.
y Dan., apoya la determinación de esa fecha 68, 32). El edicto concedía a los judíos el apoyo
Para la composición. de las autoridades locales.
EUCARISTÍA 198

Hasta ahora no se ha intentado ninguna ex­ 478-479; San Atanasio, PG 25, 656-57; inscrip­
plicación, fuera de la que trae el texto sagrado, ciones aksumitas relativas al rey ’Ezana).
acerca del origen de la antigua fiesta judía, Desconócese la época de la versión primitiva,
y puede presentarse con cierto fundamento par­ que ciertamente tuvo que ser poco tiempo des­
tiendo de la etimología de purhn, como lo re­ pués de la introducción del cristianismo, ya
conoce, p. ej., L. Gauthier. Las tablillas de que se necesitaba una versión utilizable por
Kültepe aseguran que el hebreo pür procede parte de la comunidad, ignorante de lenguas
del asirio puru = suerte (A. Bea, en Bíblica, extranjeras. La lengua empleada es el ge’ez,
21 [1940] 198 s.). En la lista de los dignata­ actualmente lengua litúrgica de la Iglesia cop-
rios de la corte de Susa, que se lee en un tex­ tomonofisita, a Ja que pertenecen las poblacio­
to cuneiforme se encuentra un Marduka teso­ nes «amáricas y tigrinas». Es una lengua semita
rero a quien A. Ungnad identifica fundada­ en cuanto a los elementos lexicográficos, mor­
mente con nuestro Mardoqueo (en ’ZatW 58, fológicos y sintácticos procedentes de los dia­
[1940-41]), 243 s.; 59 [1942-43], 219). lectos árabes preislámicos. La versión primitiva
Se ha exagerado a veces hablando de chau­ fué realizada con diligencia, mas no sin im­
vinismo y de odio cruel en Ester como expre­ pericia, sobre el texto griego usado por la
sión de que se trata de un relato enteramente Iglesia alejandrina, íntimamente ligada a la etió­
profano. Es cierto que no aparece el nombre pica desde el tiempo de San Frumendo, con­
de Dios en el hebreo, mas es Dios quien «tiene sagrado obispo por San Atanasio de Alejan­
las riendas de los acontecimientos y quien los dría. El códice utilizado es muy semejante al
dirige como detrás de los bastidores. Puede Vaticano (B), con la recensión anterior a la
pensarse que el santo nombre de Dios se omitió de los LXX en las hexaplas para el Antiguo
de intento por reverencia, cuando la fiesta de Testamento y la de Hesiquio para el Nuevo.
pürim, en la que solía leerse el libro de Ester, Son raros los códices que reproducen la versión
degeneró en jolgorio profano, como lo es aún primitiva: para el Octateuco, los códices Lon­
ahora. Pero ese silencio queda plenamente com­ dinense de la Sociedad bíblica y el Parisino 3;
pensado en los fragmentos propios del texto para los libros de los Reyes, los códices Va­
griego, donde el elemento religioso (cf. el mis­ ticano de Borja 3 y el Parisino «Abbadino» 57;
mo hebreo, 4, 14) se muestra bien a las claras para los profetas, el códice Parisino «Abba­
y domina en los acontecimientos» (A. Vaccari). dino» 55 y el Berlinense Peí. II Nachtr. 42;
Y tampoco faltan atenuantes desde el punto para el Nuevo Testamento, los dos códices
de vista moral; los judíos luchan contra los Parisinos 32 y 45.
persas que los atacan (8, 11) y piden su des­ La versión primitiva fué revisada según di­
trucción (9, 2.5.16). En la venganza son in­ ferentes criterios, tratando de conformarse a
cluidos los parientes, en virtud del principio textos griegos de otras recensiones, a textos
de solidaridad, entonces vigente. Por otra parte, coptos y árabes, y respecto del Antiguo Testa­
el autor narra con frecuencia, pero sin apro­ mento, conformándose al texto hebreo. Esta
barlo, lo realizado por los personajes de su revisión se efectuó en el s. vm, y los códices
relato. [F. S.] más antiguos que la contienen se remontan
al s. xiii. Fué responsable del trabajo un tal
BIBL. — F. S p a d a f o r a , en Ene. Catt. Jí., V, col. abbas Sálámá, a quien en los documentos etío­
630 ss.: A. V a c c a r i , La S. Bibbia, III, Firenze 1948.
pp. 269-301; L. S o u b t g o u , Esther (La Ste. Bible, ed. pes se llama «traductor de las Sagradas Escri­
Pirot-A. Clamer. 4). París 1949, pp. 579-695: * J. Pé­ turas», «el que tradujo del árabe al ge’ez la
rez d e U r b e l . El libro de Ester, en Cons. 1955, XV,
octubre, n.° 177. Sagrada Escritura».
La única versión íntegra de la versión etíope
ESTRELLA. — v. Magos. es la publicada a cargo de la Misión católica
(Asmara 1920-1926). Hay otras ediciones más
ESTULTICIA. — v. Pecado. antiguas, pero son parciales; cf. A. Vaccari,
De Textu (Institutiones biblicae, I), 5.“ ed.,
ETERNIDAD. — v. Dios. Roma 1937, p. 284 s. [A. R.]
BIBL. — L. M echineau, en DB, II. col. 2014-33.
ETÍOPE (Versión). — Es uno de los primeros
y más conspicuos frutos del cristianismo tras­ EUCARISTÍA. — La palabra ev^apLCTÍa, «ac­
plantado al reino de Aksum durante el s. iv ción de gracias», tomada del relato de la insti­
por los sirios Frumendo y Edesio, primero tución («Jesús dió gracias», eíiAoyijcras: Mt.
esclavos y después confidentes del rey ’Ezana, 26, 26; Me. 14, 22; euyapí.crr?jcra9: Le. 22,
convertido al cristianismo (Rufino, PL 21, 19: I Cor. 11, 23) y empleada ya en la Didajé
199 EUCARISTÍA

(Smirn. 7, 1 ; Philad. 4), significa el sacramento dero, el paso a la nueva pascua: en lugar del
tipo, el que mejor caracteriza el culto de la cordero, el pan transformado en el cuerpo de
Iglesia naciente (Act. 2, 42; 40, 7-11; I Cor. Cristo, y la misma copa de la bendición (así
10, 16), distinguiéndola del judaismo, en cuya se la llamaba), con el vino bendecido por el
liturgia seguía tomando parte (Act. 2, 46; cabeza de familia, transformada en la copa de
3, 1, etc.). la sangre de Cristo.
La Eucaristía fué instituida por Cristo en Antes de la institución de la Eucaristía, Jesús
sustitución de la Pascua judía (I Cor. 5, 7: llamó especialmente la atención sobre lo que
«Ha sido inmolado Cristo, nuestra víctima pas­ iba a realizar, que era el paso de la antigua
cual»), para que a todos los fieles les fuera pascua a la nueva, con esta frase: «En verdad
dado el participar del sacrificio de la Cruz os digo que no volveré a beber de este fruto
comiendo la carne de la víctima inmolada. Los de la vid hasta el día en que lo beba nueva­
textos pertinentes al Nuevo Testamento son mente con vosotros en el reino de mi Padre»
muy expresivos. Cronológicamente, después del (Le. 22, 17 ss.). Mt. y Me. ponen esta frase
evangelio arameo de Mt. (26, 26-29) hay que después de la institución de la Eucaristía; Le.,
poner las clarísimas páginas de San Pablo en cambio, la pone inmediatamente al prin­
(I Cor. 11, 17-34; 10, 4.15-22); luego Me. 14, cipio, refiriéndola claramente a la pascua judía,
17-25; Le. 22, 14-20; Act. 2, 42.46; 16, 34; de la que hace únicamente una mención explí­
20, 7-11; Jn. 6, 51-65. cita, y Jesús la repite mientras distribuye el
En la voz Alianza se explicaron la natu­ cáliz, según rito pertinente aún a la pascua
raleza y las modalidades de todo berih y el judía, antes de cambiar el vino en sangre.
puesto central y esencial que en él ocupa el Con razón, pues (Lagrange, Tondelli, etc.),
sacrificio, en cuya inmolación una parte de la se emplaza esa frase en las Sinopsis, incluso
víctima se quema sobre el altar (= la parte de en Mt. y Me., en el principio de la cena, y se
Dios) y otra es comida por el oferente; una explica conforme está en Le., no como alusiva
parte de su sangre se derrama sobré el altar al banquete eterno en el cielo, sino a la nueva
(la parte de Dios) y otra se esparce a modo pascua, a la Eucaristía, que Cristo está a punto
de aspersión con fines expiatorios sobre el pue­ de realizar juntamente con sus discípulos en el
blo (el otro sujeto del pacto, en el Sinaí: nuevo reino, la Iglesia.
Éx. 24, 4-8; Heb. 9, 15-22). Para explicar Le. con claridad el paralelismo
Cristo sanciona la nueva Alianza con el sa- existente entre las dos pascuas y el paso de
. crificio de la Cruz, y con Cristo también los una a la otra, para evitar una interrupción,
fieles se hacen contrayentes y oferentes del remite para después de esto todos los otros
grande y único sacrificio, comparten derechos detalles, concretamente el hecho de ser descu­
y deberes de tal alianza, comiendo la carne de bierto como traidor Judas (Le. 22, 21 ss.), que
la víctima inmolada. Las palabras de Cristo: se marcha (prácticamente echado por Cristo:
«Quien no come mi carne no tendrá en sí la «Lo que has de hacer hazlo pronto», Jn. 13, 27)
vida» (Jn. 6, 53) conservan íntegramente su antes de la institución de la Eucaristía, como
pleno significado. en Mt. 26, 21-25; Me. 14, 18-21, de acuerdo
Este carácter, con el paso de la pascua judía con la disposición del IV evangelio (Jn. 13,
a la nueva pascua, está expresado con más cla­ 31), y el de la acalorada disputa entre los dis­
ridad por Le. En Mt. y Me. está indicado sis­ cípulos por ocupar los mejores puestos (Le.
temáticamente. La cena se comienza sencilla­ 22, 24-30), que igualmente es cierto que ocurrió
mente como una pascua judía: Jesús manda antes (P. Benoit, en RB, 48 [1939] 357-93;
. a los Apóstoles que preparen la cena pascual F. Spadafora, en Temi di esegesi, Rovigo 1953,
(Mt. 26, 17 ss.; Me. 14, 12 ss.): ellos ejecutan páginas 383-91; L. Tondelli, pp. 9-31).
cuanto el Señor les ha mandado (Mt. 26, 19; La pascua judía se celebraba así: el padre
Me. 14, 16); hácese esto en el primer día de de familia bendecía el vino, lo probaba y lo
los ácimos, cuando se inmola el cordero pas­ pasaba a los otros (primera copa). Luego se
cual (Mt. 26, 17; Me. 14, 12); las palabras de distribuía el pan ácimo, que cada uno mojaba
Jesús: «Tomad, ésta es mi sangre, la sangre en el plato común de un mejunje llamado ha-
de la nueva alianza» (Mt. 26, 28; Me. 14, 24) roseth (y aquí viene el bocado ofrecido a Judas
dan testimonio de que la Eucaristía es el rito que le descubre como traidor y le impele a
de la nueva alianza. salir, Jn. 13, 25-31) (segunda copa). Después
Estableciendo un riguroso paralelismo, Le. de un discurso edificante del padre de familia
describe por separado primero la cena pascual sobre la liberación de Egipto se servía el cor­
judía y, después de haber consumido el cor­ dero pascual, que comían con pan ácimo y con
EUCARISTÍA 200

hierbas amargas. La cena propiamente se ter­ su liberación. De igual modo, lo que harán los
minaba así (Le. 22, 20, «después de la cena»): discípulos tendrá la realidad de lo que hizo el
el padre de familia tomaba un poco de pan, Maestro, por más que el rito sea celebrado en
lo partía, lo distribuía, y después de esto nadie "memoria de Él” y exista una estrechísima
podía comer ya más. Pero estaba permitido relación entre el don de su cuerpo dado a
retrasar la reunión hasta una hora tardía, y así comer a sus discípulos y la inmolación que de
se servía la tercera copa. ese su mismo cuerpo hará en la cruz para la
Éste es el pan ácimo transformado por Jesús redención del mundo» (Lagrange).
en su propio cuerpo con las palabras de/ la Apenas han pasado veinticinco años de la
consagración: «Tomad, comed. Éste es mi muerte de Cristo, cuando San Pablo afirma que
cuerpo», y ésta es la copa cuyo vino consagra la institución de la Eucaristía por Jesús y el
igualmente Jesús transformándolo en su san­ precepto de renovarla forman parte de la en­
gre: «Bebed todos; ésta es mi sangre de la señanza tradicional que él transmitió a los fieles
nueva alianza» (Mt. 26, 26 ss.; Me. 14, 22 ss.: de Corinto (I Cor. 11, 23-34). Trata de ella
Le. 22, 19 s.). ocasionalmente, porque aquellos fieles celebran
He aquí el texto íntegro de Le.: «Y habiendo la Eucaristía de un modo tan desordenado que
tomado el pan, dió gracias, lo partió y se lo hubo de intervenir con su vigilancia apostó­
dió a ellos diciendo: "Esto es mi cuerpo, que lica y responder a la cuestión que había surgido
es entregado por vosotros; haced esto en me­ acerca de los idolotitos (o sea carne inmolada
moria mía". Y habiendo tomado el cáliz, del a los dioses y luego puesta a la venta): I Cor.
mismo modo, después de la cena, se lo dió 10, 14-22.
a ellos diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza Si no es en estos textos, no se habla de esto
en mi sangre, que por vosotros es derramada; en ninguna otra parte, fuera de las referencias
o que va a ser derramada"». implícitas contenidas en Heb. (cf. C. Spicq,
Después de la tercera copa se iniciaba la L ’Epitre aux Hebreux, I, París 1952, p. 316 ss.).
recitación del Hallel (Sal. 113-118 [112-117]; San Pablo se funda en la catcquesis apos­
Me. .14, 26; Mt. 26, 30). Esa recitación fué tólica (I Cor. 11, 23: TrapéXafiov ano t o v
precedida de todas las predicaciones y reco­ Kvpíovy o sea tradición que se remonta a Cris­
mendaciones que nos han conservado los Si­ to; cf. Gal. 1, 9-12; especialmente I Cor. 15,
nópticos y especialmente Jn. 14-17 (cf. 18, 1). 3, etc.). Además de presentar ciertos episodios
milagrosos de la historia de Israel en el de­
La presencia real de Cristo bajo las especies sierto, como figura del bautismo y de la Euca­
se desprende fácilmente del carácter mismo del ristía (I Cor. 10, 1-4), recuerda la institución
rito (naturaleza y finalidad) y es reclamada de esta última (11, 23-26) para que se advierta
perentoriamente por la ecuación afirmada por mejor el contraste entre la mundanidad egoísta
Jesús: «Éste es mi cuerpo», «Ésta es mi san­ de los fieles de Corinto y el significado del rito
gre». El griego rovró e<rnv responde al de­ eucarístico.
mostrativo arameo (den) que afirma simple­ Las palabras de la institución son las mismas
mente la identidad entre «esto» (pan, vino) y el que hallamos en Le., con la relación más ex­
cuerpo (crüfxa., cf. el hebr. basar = cráp£, Jn. plícita aún (la conexión más íntima entre la
6, 51) y la sangre (o sea la persona de Cristo). Eucaristía y el sacrificio cruento de la Cruz):
Finalmente, el precepto: «Haced esto en me­ «Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi san­
moria mía», demuestra que se trata de una gre; cuantas veces lo bebáis haced esto en me­
institución que debe perpetuarse en tanto per­ moria mía. Pues cuantas veces comáis este pan
dure la fase terrestre del reino de Dios, según y bebáis este cáliz anunciáis la muerte del
dice explícitamente San Pablo (I Cor. 11, 26). Señor hasta que venga» ; y con una afirmación
«Hay que repetir lo que se hizo y lo que se indiscutible de la presencia real: «Así, pues,
dijo, gestos y palabras de Jesús, lo mismo que quien come el pan y bebe el cáliz del Señor
los israelitas tenían que reproducir siempre la indignamente, será reo del cuerpo y de la san­
cena pascual y comer realmente el cordero gre del Señor». Si no estuviesen presentes el
en memoria de la liberación de Egipto (Éx. cuerpo y la sangre de Cristo, ¿cómo iban a
12, 14). ser profanados por quien toma ese alimento
Se hará como se hizo con el cordero pascual, indignamente?
porque es exactamente un cordero el que se El Apóstol insiste: «Ése se come su propia
inmola y se come, por más que el rito deba condenación, porque no trata como conviene
recordar la inmolación salvadora que hicieron al cuerpo del Señor», (v. 29). Por eso en­
los israelitas en Egipto y que fué preludio de comienda a los fieles que hagan un atento exa­
201 EUCARISTÍA

men de conciencia antes de comerlo (v. 28), cierto respecto de este último episodio, y pro­
pues de lo contrario pecan gravemente y se bable en la referencia precedente, el hecho de
exponen a mayores castigos (v. 30). «El indigno Ja celebración de la Eucaristía juntamente con
come su propia condenación al comer el pan una cena, según afirma San Pablo respecto de
sagrado, y la causa de tal condenación está en Corinto (I Cor. 11, 17-22.33 s.). No condena
que no ha entendido el cuerpo del Señor, no San Pablo este uso; lo que denuncia y condena
ha considerado su precio infinito; nada tan son los abusos que le acompañaban. Tal vez
fuerte ni tan expresivo acerca de la presencia en las disposiciones que después dió en persona
real, sobre todo cotejando este v. 29 con el 27» (I Cor. 14, 34) estableciese una completa se­
(Alio). paración entre la cena eucarística y ese ban­
Que la Eucaristía ofrezca a los fieles la carne quete, simple expresión de caridad fraterna.
de Cristo, «nuestra víctima pascual» (I Cor. Con certeza hallamos atestiguado este banquete
5, 7), inmolada en la Cruz, perpetuando así ( = ágape) en el s. ii, pero es enteramente dis­
la cena sacrificial, término de todo sacrificio, tinto de la celebración de la Eucaristía, incluso
está expresado en San Pablo de un modo es­ por lo que se refiere a la hora en que se
pecial y directo en I Cor. 10, 14-22: «Amados celebraba.
míos, huid la idolatría. El cáliz de bendición Para la Eucaristía en los Actos, cf. el estudio
que bendecimos, ¿no es la comunión de la reciente de Ph. H. Menoud, en RHPhR, 33
sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no [1953] 21-36; para el banquete (posteriormente
es la participación del cuerpo de Cristo?... ágape), cf. Alio, pp. 285-93.
Mirad al Israel carnal. ¿No participan del altar El discurso de Jesús en Cafarnaúm (Jn. 6,
los que comen de las víctimas?» 51-65) se aclara con la luz de los textos pre­
La semejanza es perfecta entre la Eucaristía cedentes y del contexto del IV evangelio.
y los sacrificios ofrecidos en el Antiguo Testa­ La multiplicación de los panes había susci­
mento en cuanto al significado de la partici­ tado la llamarada de aquel mesianismo nacio­
pación de los oferentes en la cena que seguía nalista y temporal que obcecó fatalmente a los
inmediatamente al sacrificio, y en la cual los contemporáneos del Salvador. Eran dos con­
mismos consumían una parte de las carnes in­ ceptos antitéticos: el plan divino y el sueño
moladas sobre el ara. humano de los judíos; los hallamos formal­
El mismo paralelismo afirma San Pablo mente opuestos en las tentaciones (v.), narradas
(v. 21 s.) con un significado idéntico al que por los Sinópticos, y en el coloquio con Ni-
revestían para los paganos sus cenas sacrifi­ codemus (Jn. 3, 1-15).
ciales. El plan divino: redimir a todos los hombres
Así como la cena consumada por los sacri- mediante el sufrimiento y la crucifixión del
ficadores al comer parte de las carnes ya inmo­ Mesías (Jn. 3, 17), es, pues, un fin exclusiva­
ladas a la divinidad, y por lo mismo pertene­ mente espiritual. Sueño judío: el reino de Dios
cientes a Dios, era un acto esencial del sacri­ como un poderoso imperio de su raza, con
ficio, pues el comer equivalía para ellos a toda clase de prosperidad aquí en la tierra, y,
unirse en cierto modo al mismo Dios, así tam­ por tanto, el Mesías sería el glorioso triunfador
bién en la Eucaristía se come la carne de la y jefe permanente de este imperio eterno.
víctima divina inmolada en la Cruz y hecha La multiplicación de los panes pareció un
presente mediante las palabras de la consagra­ indicio manifestativo de este sueño, y se intentó
ción, evocando y reproduciendo místicamente que Cristo lo aceptara. Pero Cristo se alejó
el único y eterno sacrificio. y dió orden a los Apóstoles para que se fuesen,
La Eucaristía es, pues (I Cor. 10, 17), la librándolos así de aquel entusiasmo, del que
fuente de la unidad, la linfa del cuerpo mís­ con suma facilidad se dejaban también ellos
tico: «Somos un solo cuerpo porque nos ali­ ilusionar.
mentamos con un solo pan», evidentemente el La turba se dispersa, pero los dirigentes de­
Cuerpo de Cristo, único y uno para todos los cidieron llegar a un acuerdo con Jesús: En
fieles. resumidas cuentas, ¿qué intentaba hacer?
#San Lucas, en los Actos, afirma la celebra­ Así, pues, a la mañana siguiente se llegan
ción de la Eucaristía en la primitiva comunidad a él en Cafarnaúm. El divino Redentor Ies
de Jerusalén (2, 42.46), y en un relato especial­ descubre el motivo por qué le buscan tan
mente interesante describe la cena eucarística pronto como le interrogan y acepta el reto.
celebrada por San Pablo en Tróade (20, 7-11), Ellos le buscan por el carácter material del
empleando la expresión de «fracción del pan» milagro por él realizado. Pero es preciso cam­
(cf. I Cor. 10, 16: «el pan que partimos»). Es biar de mentalidad: Jesús no tiene nada que
EUFRATES 202

ver con los intereses terrenos; no puede po­ carne del Hijo del hombre y no bebéis su san­
nerse de acuerdo con la concepción nacionalista gre, no tendréis vida en vosotros. Porque mi
y material con que ellos sueñan; no hay lugar carne es verdaderamente comida, y mi sangre
a discusiones ni caben transacciones. La misión verdaderamente bebida» (verdaderamente se
que él tiene que cumplir es divina: es el pleni­ come, realmente se bebe). Y explica tajante­
potenciario del Padre: es preciso creer, aban­ mente: «El espíritu, el elemento espiritual uni­
donarse plenamente a su palabra. do a mi carne (es decir, «la divinidad») hace
Los jefes se declaran abiertamente hostiles: posible todo esto: es evidente que la humani­
no quieren reconocer en Jesús esa autoridad; dad por sí sola no puede producir cuanto se
ni el mismo Moisés pretendía tanto, y, sin em­ ha dicho de mí». No es Jesús hombre quien
bargo, su milagro (el maná) era con mucho puede instituir la cena sacrificial, sino Jesús
superior al de la multiplicación de aquellos hombre Dios que, habiéndose inmolado en la
pocos panes. Cruz, resucita y obra un portento único que
Y Jesús advierte que el maná había sido nos permite alimentarnos con su carne.
mandado por Dios, y no era obra de Moisés, «Mis palabras son espíritu y vida»; refiérense
en tanto que este milagro lo había obrado él a ese reino espiritual del que no queréis forma­
mismo, como todos los otros de los que habían ros idea (cf. Jn. 5-10), y muestran el único me­
sido espectadores. El maná sólo podía ser lla­ dio de participar de la vida espiritual.
mado «pan del cielo» metafóricamente, pues «Gracias te sean dadas, Creador y Redentor
era un alimento material destinado al manteni­ de los hombres, por haber dispuesto aquella
miento físico. Él, en cambio, es «el verdadero gran cena en la que nos diste a comer, no el
alimento espiritual», bajado del cielo. Él es el cordero figurativo, sino tu sacratísimo cuerpo
Mesías a quien hay que entregarse por entero. y tu sangre, alegrando a todos los fieles con el
El único motivo verdadero de la oposición sagrado banquete» (Imitación de Cristo, IV,
estaba en la falsa idea judía de un Mesías glo­ 11). [F. S.]
rioso. Pero, lejos de la idea de un rey o empe­ BIBL. — J. C o p p e n s , en DBs, II, col. 1146-1215;
rador de Israel con ejércitos y brillo mundano, E. B. A l l o , Premiére Epitre aux Corinthiens, 2.* ed..
el reino de Dios es únicamente espiritual, y Je­ París 1935, 236 - 45. 267 - 316; P. B e n o i t , Le récit de
la Céne dans Luc, en RB, 48 (1939), 357-93; P. T E O ­
sús sancionará la nueva alianza con el sacri­ F I L O d e O r b i s o , La E. in san Pablo, en EstB, 5 (1946),

ficio de sí mismo; todos cuantos quieran tomar 171-213; Y. D e M o n t c h e u i l , en RScR, 33 (1946), 10-
43; J. B o n s i r v e n , Roe est corpus meum, recherches sur
parte en ella tendrán que comer su carne, in­ Voriginal araméen, en Bíblica, 27 (1948), 205-09; I d .,
molada por la redención del mundo. Idéntica 11 Vangelo di Paolo, trad. it., Roma 1951, pp. 290-97;
ÍD., Teología del Nuovo Testamento, trad. it., Torino
idea se lee en Jn. 3, 15: «A la manera que 1952, pp. 75-78. 156. 272 s .; P. T e o d o r i c o d a C a s t e l
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así S. P i e t r o , L’Epistola agli Ebrei, Torino 1952, p . 235 s .;
L. T o n d e l l i , L’Eucaristía vista da un esegeta, Roma
es preciso que sea levantado (crucificado) el 1950; A . A m b r o s i a n o , L’Eucaristía nelV esegesi di
Hijo del hombre, para que todo el que creyere O. Cullmann, Napoli 1956; * G . A l a s t r u e y , Tratado
de la Sagrada Eucaristía, Madrid, Editorial Católica;
en Él tenga la vida eterna». J. L e a l , La E. y vida eterna según S. Juan, en ST
«Jesús afirma (Jn. 6, 22-65) que ha recibido (1945), n.° 12; I d . , La unidad eucarística del c. VI
del Evangelio de S. Juan según el cardenal Toledo,
la misión de dar el pan de vida, que es el en ATG (1947), vol. VI.
doctor enviado por Dios para conducir hacia
la vida eterna a todos los que crean en él. ÉUFRATES. — (Sum. buranunu; acad. Pura-
Pero ¿cómo da la vida al mundo? Mediante la nunnu o Pu-rattu con el probable significado
inmolación de sí mismo (o sea con el sacrificio de «gran río»; hebr. Perath o hannahar «el
de la Cruz), y no es posible hallar acceso a la río» por antonomasia; griego E v<¡>pary<;> deri­
vida (ser partícipe de esta inmolación salvado­ vado del persa ufratu o también Frat). Uno de
ra) sin participar de su carne inmolada» (cf. La- los mayores ríos del Asia, que nace en las mon­
grange, Evangelo di Gesü Cristo, 2.a ed., Bres- tañas de Armenia. A unos 160 km. de la des­
cia 1935, p. 211 ss.). embocadura en el Golfo Pérsico se une con el
«El pan que yo daré es mi carne, vida del Tigris formando el Shatt el-cA rab: en los tiem­
mundo» (Jn. 6, 51). Los judíos, que no quieren pos prehistóricos y antiguamente (Plinio VII,
reconocer en Jesús más que un simple hombre, 27, 130) desembocaba en el mar, independien­
rechazan naturalmente tal proposición como temente del río Tigris.
absurda. La Eucaristía, como causa sacrificial Su curso de 2.780 km. se presenta muy irre­
que es, supone a Jesús crucificado, y además gular. Entre las sierras montuosas del Tauro va
resucitado y verdadero Dios. formando amplias ensenadas y profundos po­
Mas Jesús confirma solemnemente: «En ver­ zos con altas cascadas. En la llanura de Meso­
dad, en verdad os digo que si no coméis la potamia su lecho se ensancha hasta los 400 m.
203 ÉXODO

con una profundidad de 5 a 6 m. Sus aguas El término Evangelio aparece 66 veces en


abundantes que le hacen navegable durante la San Pablo; 4 en M í.; 8 en Me.; 2 en ,4c*.;
época de mayor caudal (mar.-jun.) por derre­ y en Ap. 14, 6. Siempre es «la noticia» por
tirse las nieves, antiguamente bañaban las fa­ excelencia, «la palabra de Dios», «la palabra
mosas ciudades de Carquemis (3er. 46, 2) y Ba­ de la salvación»; la noticia de la venida del
bilonia (Ap. 4, 14; 16, 12) y eran aprovechadas reino de Dios, de la redención del género hu­
para el riego mediante una magnífica red de mano, efectuada por Jesús, que realizó el plan
canales. divino de salvación predicho por Dios en el
En la Biblia es uno de los ríos del Paraíso Antiguo Testamento, especialmente por medio
terrenal (Gén. 2, 14). En la promesa que Dios de los profetas (cf. Rom. 1, 1-6; etc.).
hizo a Abraham es el límite septentrional de la Por consiguiente, el Evangelio tiene a Dios
tierra prometida (Gén. 15, 18; Éx. 23, 31; por* autor y a Jesús por objeto.
Dt. 1, 7; 11, 24, etc.), al que se llegó en los Evangelio y euayyeAí£eo-3ai, se encuentran
comienzos del reino de Israel, al menos nomi- solos, en sentido absoluto, significando la buena
nalmente y en momentos particulares (II Sam. nueva de la salvación mesiánica (Me. 1, 1-15:
8, 3; I Re. 4, 24); en el período persa servía 13, 10...; I Cor. 1, 17...; Gal. 1, 8 etc.); y
de límite a la satrapía Abar Nahara (hebr. con genitivo calificativo, subjetivo (Rom. 1, 9;
'ebher hannabar «al otro lado del río»: Esdr. 15, 16; I Tes. 2, 2-8...; I Pe. 4, 17 etc.) u ob­
8, 36; Neh. 2, 7. 9), que comprendía la zona jetivo (Mt. 4, 23; 9, 35...; I Tes. 1, 5...; Rom.
entre el Eufrates y el Mediterráneo. En sentido 2, 16... etc.). Puede significar el mismo acto
simbólico el Eufrates representa la potencia de predicar la redención (Rom. 1, 1; 15, 19;
babilónica (3er. 2, 18; 13, 14 ss.; Is. 8, 7; etcétera. [F. So.]
11, 15; 27, 12). [A. R.] BIBL. — G. F riedrich, en ThWNT, II. p p . 705-35;
BIBL. — E. B e r l i e r , en DB, 11. col. 2046-50; S imon-D orado, N ov. Test., I, Torino 1944, pp. 3-6.
W e í s s b a c h , en Pauly Wissowa, VI, col. 1195-1215.
EXÉGESIS BÍBLICA. — v. Hermenéutica;
EVA. — v. Génesis. Interpretación.
EVANGELIO. — Es la «alegre nueva» o la ÉXODO. — Segundo libro del Pentateuco. En
predicación de la redención obrada por Jesús, el texto hebreo tiene por título 'etteh semóth
y el conjunto de su vida y de su doctrina, es­ ( = éstos son los nombres), palabras iniciales
quematizadas en la Catcquesis (v.) apostólica. del libro. El título actual del griego c£oSos =
Hasta pasada la primera mitad del s. ii , no se salida, se refiere al contenido de los primeros
hizo extensivo el término a los libros que con­ capítulos, la salida de Egipto. De la historia
servan el núcleo central de tan «buena nueva», de los Patriarcas (Gén. 12, 50) se pasa a la del
lo cual aparece por vez primera, según parece, pueblo de Israel. El período que media entre
'en Justino, Apología, 66, escrita hacia 150-155. José y Moisés queda despachado con una sim­
Los escritores clásicos griegos usaban este tér­ ple referencia a la multiplicación del pueblo
mino en plural para indicar la recompensa que de Israel y al cambio de política para con él
se daba al mensajero de una buena noticia, o por parte del Faraón.
los sacrificios ofrecidos a los dioses en acción El Éxodo se divide en tres partes principales
de gracias por una buena noticia (Odis. XIV, perfectamente distintas.
152. 166; Cicerón, Ad Attic. 2, 12, etc.). Una I. Acontecimientos anteriores a la salida de
inscripción de los tiempos del Redentor, poco Egipto (1, 11). Opresión del pueblo hebreo,
más o menos, llama «principio de buenas noti­ hasta el extremo de tratar de eliminar a los re­
cias (rájv tvayyeAtanO al día del nacimiento cién nacidos por medio de las comadronas egip­
- de Augusto. cias, y luego obligando a abandonarlos en las
En la versión griega de los LXX (s. in-ii aguas del Nilo. Nacimiento y primeros años de
a. de J. C.), Evangelio tiene el significado que la vida de Moisés (1-2, 22). Vocación de Moi­
acaba de verse en los clásicos, pero el verbo sés y sus inútiles esfuerzos ante Faraón (2, 23-7,
«evangelizar» introduce, en algunos textos ex­ 13). Las nueve primeras plagas y amenaza de la
presivos, la alegre noticia de la redención me- décima (7, 14-11, 10).
siánica (p. ej., Is. 40, 3; 52, 7; 60, 6; 61, II. Salida de Egipto y llegada al Sinaí (12-
1, etc.). 18). Institución de la Pascua, muerte de los pri­
Por lo que a la lengua se refiere, los escrito­ mogénitos egipcios, salida (12, 1-13, 16). Paso
res del Nuevo Testamento dependen de los del mar Rojo (13, 17-14, 31). Cántico de Moisés
LXX, versión familiar a las primitivas comu­ (15, 1-21). Viaje hacia el Sinaí (12, 22-18, 27):
nidades cristianas. el pueblo va guiado y protegido por una nube
ÉXODO 204

durante el día, y por una columna de fuego (1313-1290) como faraón de la opresión, y a
durante la noche (13, 21 ss.; 14, 20-24; 16, 10): Ramsés II (1290-1225) como faraón del Éxodo
otros episodios milagrosos; el agua amarga (L. H. Vincent, R. De Vaux), otros dicen que
convertida en dulce (15, 22-26), el maná (16. fueron Ramsés II y Merneftá (1225-1215) (P.
1-35), el agua sacada de la roca (17, 1-7), la Heinisch, G. Riccioti), otros ven en Merneftá
victoria contra los amalecitas (17, 8-16). el opresor y en Ramsés III (1190-1155) el faraón
III. Revelación en el Sinaí y organización que permitió el Éxodo (D. Baldi, Giosué, Tori-
del culto (19-40). no 1952, 1 s.).
Primera sección: Moisés mediador de la. Las leyes contenidas en el Éxodo «formaron
alianza entre Yavé e Israel. El pueblo se aco­ la esencia de la vida civil y religiosa del pueblo
moda delante del monte, mientras Moisés as­ elegido» (A. Vaccari). Son muchas las relacio­
ciende al mismo, y comienzan las divinas 'co­ nes que median entre éstas y las de los pueblos
municaciones encaminadas a la alianza (19, 1- vecinos, y tales semejanzas se explican por los
15); al tercer día se manifiesta Yavé a todo diferentes factores que les son comunes, como
el pueblo por medio de relámpagos, nieblas, la tradición, el ambiente social, las necesidades,
etcétera (19, 16 ss.) y en el monte da a Moisés y, por lo que se refiere a las leyes babilónicas,
el Decálogo (20, 1-21). Sigue el Código de la el origen común de ambos pueblos (H. Gazelles,
Alianza (20, 22-23, 33): conjunto de leyes mo­ Étude sur le Code de VAlliance, París 1946,
rales, sociales, judiciales, religiosas y culturales. pp. 147-68). Toda la codificación está animada
Solemne ratificación de la alianza (24, 1-11). de un espíritu completamente nuevo: en esto
Las leyes del culto: El mediador de la alian­ Israel no tiene igual (v. Decálogo).
za sube al monte donde permanece durante En el Éxodo se halla la constitución civil y
cuarenta días y cuarenta noches: recibe las ta­ religiosa de Israel: no se trata ya de una gran
blas de los diez Mandamientos (24, 12-18) y las familia más o menos unida con vínculos de
disposiciones referentes a la organización del parentesco, sino de un pueblo con sus leyes y
culto (25, 31), el santuario (21, 1-9), el arca de unido a Dios por medio de una alianza. Así se
la alianza (25, 10-22), la mesa (25, 23-30), el da comienzo a las divinas promesas hechas a
candelabro (25, 31-40), el tabernáculo (26, 1-30), Abraham (Gén. 12, 1-3), a la teocracia israelita.
la cortina y el velo (26, 30-37), el altar de los Dios no sentirá nunca menguado su poder, y el
holocaustos (27, 1-8), el patio del tabernáculo pueblo tendrá siempre en Él su vengador (go*el)
(27, 9-19), el aceite para el candelabro (27, y su protector. Los hechos narrados en el Éxo­
20 s.), las vestiduras sacerdotales y el sacrificio do invaden toda la historia del Antiguo Tes­
cotidiano (29, 1-46), el altar de los perfumes tamento, donde apenas se hallará una página
y la pila para las abluciones sacerdotales (30, que no hable de ellos. El Éxodo es siempre el
1-21), el óleo para las unciones, y el incienso gran punto de referencia cuando se trata de
(30, 22-38). Nombres de los dos artífices autores nuevos desarrollos doctrinales: cf. Os. 9, 10 ss.:
de los utensilios mencionados, la ley del sába­ 11, .1 ss.; 12, 9-13, 6; 3er. 1-3; 11, 1-8; 31, 1-
do, la entrega de las tablas con los Manda­ 34, etc.; Is. 40-55 modela por el Éxodo la des­
mientos (31, 1-18). cripción de la liberación del cautiverio de Ba­
Sección narrativa: Mientras Moisés perma­ bilonia.
nece en el monte, el pueblo se fabrica el be­ Puede hablarse de una verdadera teología del
cerro de oro (32, 1-6); ira del caudillo, su ple­ Éxodo, cuyos puntos centrales son: liberación
garia, destrucción de las tablas, castigo divino, de la esclavitud, la Pascua, la nube, el maná,
nuevas tablas de piedra y reproducción de las la alianza, el decálogo, el arca y la peregrina­
leyes de la alianza (33, 1-35, 3). ción por el desierto (cf. Di. y Sal. 78. 95. 105.
Ejecución de las disposiciones cultuales: 107. 114. 136, y Sab. 16-19).
Cuando todo quedó ultimado, la nube divina Hay episodios y objetos que son tipos o figu­
cubrió el tabernáculo, como símbolo perenne ras que se realizan en N. S. Jesucristo. Así como
de la presencia de Dios en medio del pueblo Israel, partiendo de Egipto, entra en Palestina
(35, 4-40, 38). para realizar su misión, así también Jesús vuel­
Sobre el tiempo en que se realizaron los he­ ve de Egipto (Mi. 2, 13 ss.); el maná figura
chos expuestos, juzgan algunos que fué entre el de la Sagrada Eucaristía (Jn. 6, 51-59); la alian­
s. xiii y el comienzo del x ii , por ser el que za del Sinaí y la nueva pascua-alianza (Le. 22,
mejor se compagina con la arqueología pales- 19; I Cor. 11, 35); el cordero pascual al que
tinense (pero v. Cronología). Tratando de ma­ no debía romperse ningún hueso, tipo del cor­
yor precisión, hay quien considera a Seti 1 dero que quita el pecado del mundo, imno-
205 EZEQUIEL

lado en la Cruz (Jn. 19, 36; I Cor. 5, 7 s.). tiduras sacerdotales, inmolaba otros dos carne­
Cf. también Heb. 3-4. 8-10. 11, 23 ss. ros en holocausto y el resto de los sacrificios de
[L. M. - F. SJ costumbre; luego despedía al pueblo bendi-
BIBL. — P. H e i n i s c h , Das Buch Exodus. Bonn ciéndolo.
1934; A. V a c c a r i , La Bibbia, I, Iirenze 1943, pp. 138- La fiesta de la expiación devolvía a Israel su
237; A. M a l l o n , Les Hébreux en Egypie, Roma 1921;
B. C o u r o y e r , L'Exode. París 1952; * A. F e r n a n d e z , carácter de pueblo santo mediante el perdón y
¿Hubo E. premosaico? ¿Estuvo Palestina habitada por la purificación de todos sus pecados que habían
los israelitas durante la estancia de Israel en Egipto?,
en EstB (1932), 161-172. sido cometidos durante el año y que habían
quedado sin reparación. Con esto se aseguraba
EXPIACIÓN (Día de la). — El 10 del séptimo de las bendiciones prometidas. Con el perdón
mes (TiSri, sept.-oct.), cinco días antes de la se aseguraba a todos (sacerdotes, levitas, pueblo
fiesta de los Tabernáculos (v.) era el día so­ y santuario) la santidad que de ellos exigía
lemne («el gran día») de la expiación de los Yavé. Los textos religiosos asiriobabilonios acer­
pecados (Lev. 16, 1-34; 23, 26-32; Núm. 29, ca de la celebración de la fiesta con ocasión del
7-11). Prescribíase un severo ayuno y el descan­ año nuevo (Dhorme, en RAss, 1911, 46-63), el
so sabatino. En el Templo actuaba únicamente uso antiguo de volcar los pecados y las impure­
el Sumo Sacerdote, con simples vestiduras sacer­ zas religiosas sobre animales y sobre hombres,
dotales de lino, y por única vez en todo el año, confirman la antigüedad de esta fiesta mosaica,
entraba en el Sancta Sanctorum. conservada íntegramente en el Pentateuco sama-
El Sumo Sacerdote, después de haber matado ritano. Ezequiel (45, 17-25) no hace mención
un becerro como sacrificio de corrección (Vulg. de ella (lo mismo que omite la de Pentecostés),
«pro peccato»), por sus pecados, por los de su ya que nada había que añadir a su simbolismo
familia y de los sacerdotes, los cuales él confe­ tan perfecto.
saba imponiendo las manos sobre la víctima, El día de la expiación, en el cual se reconci­
entraba en el Santuario con un incensario de liaba Israel con su Dios, puede considerarse
oro y . carbones tomados del altar de los holo­ como el Viernes Santo del Antiguo Testamento,
caustos, y allí quemaba incienso, de cuyo per­ y era un verdadero tipo del nuevo viernes, en
fume se llenaba el ambiente. Vuelto al atrio y el que nuestro Sumo Sacerdote, Jesucristo, con­
habiendo tomado la sangre del becerro sacri­ sumó con su sangre la gran expiación defini­
ficado, entraba nuevamente en el Santísimo y tiva, zanjó los pecados de la humanidad, re­
rociaba con la sangre la cobertura del arca de conciliándola con Dios (Heb. 9, 7-11 ss.; 15-
la alianza y siete veces el suelo. Saliendo afuera 28). Es tan perfecta la coincidencia entre la
inmolaba los dos machos cabríos destinados al imagen y la realidad, que así como en el día
sacrificio de corrección y, otra vez en el San­ de la expiación se quemaba la carne de la víc­
tísimo, repetía la aspersión con la sangre del tima expiatoria fuera del campamento (Lev. 16,
macho cabrío. Luego, en el Santuario, asperjaba 27), así también el Salvador murió fuera de Je-
la tienda con la sangre del becerro, y mezclando rusalén (Heb. 13, 11 s.). [F. S.]
esta sangre con la del macho cabrío untaba con BIBL. — A. M é d e b i e l l e , Expiation, e n DBs, III,
ella las esquinas del altar de los perfumes y col. 61-68; A. C l a m e r , La Ste. Bible ( e d . Pirot, 2),
París 1940, p p . 121-32; E . K a l t , Archeologia bíblica.
asperjaba siete veces lo restante del altar. Fuera 4.* e d . , Torino 1944, p . 169 s . ; P. H e i n i s c h . Teología
del Santuario, en el atrio, repetía la misma del Vecchio Testamento (S. Bibbia, S. Garofalo), To­
rino 1950, pp. 225 s.
función con el altar de los holocaustos, sobre
el cual derramaba finalmente lo restante de la EZEQUÍAS. — v. Judá (Reino de).
sangre. Luego confesaba sobre el otro macho
cabrío todos los pecados del pueblo, y los tras­ EZEQUIEL. — El tercero de los grandes pro­
ladaba simbólicamente al animal, que era en­ fetas escritores, Ezequiel (jehezqe’l, «Dios es
viado al desierto. «Un macho cabrío para Yavé fuerte» o «Dios fortalece), vivió en el período
y otro para Azazel» (Lev. 16, 8). Los rabinos y más borrascoso del paso del antiguo Israel al
muchos modernos entienden por «macho ca­ nuevo. Cronológicamente y en orden de impor­
brío destinado a Azazel» un demonio del de­ tancia, Ezequiel está, juntamente con Jeremías,
sierto. Mas todas las versiones antiguas consi­ en el centro del profetismo, que, a su vez, está
deran a Azazel como un adjetivo (Vulg. «caper en el centro de la religión y de la historia de
emisarius») = «macho cabrío destinado a ale­ Israel.
jarse», de cez-= macho cabrío, y el verbo, En el 605 a. de J. C., con la victoria de Car-
cazal = irse (A. Médebielle, A. Clamer). quemis sobre los egipcios, Nabucodonosor (605-
Seguían algunas lecturas sobre la fiesta, ora­ 562) se hizo dueño indiscutible del medio Orien­
ciones; el sumo sacerdote, poniéndose las ves­ te, desde el Nilo hasta el Eufrates (II Re. 24,
EZEQUIEL 206

7). El mismo Joaquim, rey de Judá, se hizo de­ No sobrevendrá ninguna desventura» (Mi. 3,
pendiente y tributario suyo; pero unos treinta 11). El castigo podía ser temporal, pero la ven­
años después, ensoberbecido y locamente con­ ganza de Yavé era segura. La deportación del
fiado por la supuesta ayuda de Egipto, se rebeló. 597 era juzgada bajo ese aspecto. Se esperaba
En el 589 Nabucodonosor asedió a Jerusa- que viniese sobre Nabucodonosor lo que había
lén; Joaquim murió, tal vez asesinado, y su hijo ocurrido con Senaquerib (II Re. 19, 35 ss.;
y sucesor Jeconías (Joaquín), a los tres años de Is. 37, 36 ss.).
reinado se rindió. El vencedor deportó a Babi­ Esto era el triunfo de la religión popular (v.).
lonia (597 a. de J. C.) al rey y a la corte: Semejantes ilusiones eran alimentadas por fal­
7.000 judíos de la clase dirigente y sacerdo­ sos profetas y por sacerdotes venales en la pa­
tal ; 1.000 operarios especializados y un número tria (Mi. 2, 7-11; Jer. 23, 9-50) y entre los cau­
indeterminado de otras personas (II Re. 24, 16). tivos (Jer. 29, 21-32; Ez. 13). Éstos esperaban
Puso a Matanías, tío de Jeconías, sobre el trono que se realizasen en ellos las admirables profe­
de Judá, cambiándole el nombre por el de Se­ cías de Isaías (40-66) sobre el regreso de Ba­
déelas. bilonia.
Entre los deportados se hallaba el sacerdote En la patria, los nuevos dirigentes puestos
Ezequiel (1, 1-3; 24, 1, etc.). La mayoría de por los caldeos, sin escarmentar con la suerte
ellos fueron colocados junto al gran canal (Nár- que había corrido Samaria en el 722 (Jer. 3,
Kabari), entre Babel y Nippur, formando colo­ 6-10; Ez. 23), renovaron con mayor furia y
nias agrícolas (Tel-Abib = colonia de las es­ tesón la política de intolerancia y de sorda re­
pigas: Ez. 3, 15), y así fueron utilizados para belión contra Babel, lo que dió por resultado el
las gigantescas empresas de aquel período, el revuelo del 588, y el asedio de Jerusalén (Ez.
más espléndido de la Babilonia restaurada. Go­ 21, 23-27), que duró cerca de 18 meses, y fué
zaban de una amplia autonomía, formando co­ interrumpido para rechazar a los egipcios que
munidades, de las cuales los ancianos tenían acudían en su ayuda (Ez. 30, 21 ss.; Jer. 37,
la representación y la dirección (cf. Ez. 8, 1; 3-10). La ciudad fué tomada (28-29 de jun. del
14, 1; 20, 1). Podían mejorar de condición y 587), saqueada e incendiada. Sedecías fué apre­
hacerse propietarios (cf. Jer. 29); Ezequiel te­ sado, después de un intento de fuga (Ez. 12,
nía una casa propia (Ez. 3, 24 s .; 8, 1). 10-14); le arrancaron los ojos y fué deportado
Con todo, los ánimos estaban excitados. Los juntamente con los sobrevivientes. Era el An­
cautivos soñaban con una venganza contra el del reino.
grandioso imperio babilónico, inducidos a ello Fácilmente puede echarse de ver la ruina mo­
por convicciones religiosas más que por con­ ral que tal acontecimiento hubo de producir
fianza en Egipto, que en Judea tuvo siempre sobre los sueños de los cautivos. Era gravísimo
numerosos partidarios. para ellos el peligro de un extravío: estaban
Según los antiguos semitas, a cada comuni­ expuestos a la fascinación de los grandiosos
dad corresponde el propio dios, que con ella cultos tributados a los dioses vencedores, y el
está indisolublemente unido. Y efectivamente desmoronamiento de las ilusiones podría haber
tal dios recibe de ella un culto que lo embelesa decidido su paso a la idolatría, quedando su­
con el perfume del incienso y la abundancia de mergidos en el mar del gentilismo, como había
las víctimas. A él pertenece defender a la co­ ocurrido con los deportados de Samaria. Y efec­
munidad que le honra, y salvar su independen­ tivamente, las ilusiones impedían a los deste­
cia. Fuera del territorio de la misma no tiene rrados que sacasen de su desdicha el provecho
influencia alguna. espiritual que el Señor se proponía: su con­
Una vez que los judíos entraron en el juego versión (Lev. 26; Dt. 28), la constitución del
de las fuerzas políticas, practicando un sincre­ nuevo Israel, con $1 fiel cumplimiento de la
tismo idolátrico y quebrantando los preceptos alianza (v.) del Sinaí (Jer. 24, 1-10; 30-31;
morales, llegaron a concebir la alianza del Sinaí Ez. 16, 53-63 ; 20, 32-44).
a través del prisma de sus relaciones culturales Mientras en Judea, Jeremías, último llama­
■con los otros pueblos semitas, y redujeron el miento del Señor al pueblo rebelde, exhorta
severo monoteísmo a una superstición. Yavé en vano a sus conciudadanos a l a . penitencia,
debe defenderlos como a adoradores suyos, sin a una rectificación que habría sido el único
tener en cuenta sus pecados, porque si quiere medio preventivo de la catástrofe (Jer. 13,
salvarse a sí mismo tiene que salvar a Jerusa- 65 ss., etc.), en Babilonia trabaja Ezequiel in­
lén. Él es el Dios de Israel, y sólo en el Templo tensamente por la reforma y la continuidad del
recibe homenajes (Jer. 7, 4. 8. 10). «¿Está el pueblo elegido. En una sublime visión, que re­
Señor ( = el Templo) en medio de nosotros? cuerda la de Is. 6, Ezequiel, en el año 593 (1, 1)
207 EZEQUIHL

recibe la misión profética hallándose junto al asedio de Jerusalén (4, 1-3. 9b-ll), la suerte
gran Canal. Tal vez tuviera entonces unos trein­ de los asediados (5), la desolación del país (6),
ta años. Ejercerá su prolongado ministerio (de la deportación de los supervivientes (4, 12-15;
22 años por lo menos) en Tel-Abib. La última 12) .
fecha indicada en Ez. 29, 17, nos lleva hasta 3. ° Es cierto que el Señor ha elegido al pue­
el año 571. A diferencia de Jeremías, Ezequiel blo de Israel para ser su particular heredad, su
tenía una esposa, de la que enviudó en el regia reserva (Ex. 19, 5), mas esta elección pro­
año 9.° del destierro (24, 1. 26 ss.). Según una viene únicamente de su misericordia (16, 1-14:
antigua tradición, Ezequiel fué muerto por un 20, 5 ss.) e impone deberes: Israel tiene que
jefe del pueblo a quien reprendió por su idola­ observar los preceptos del Señor y guardarse
tría (S. Atanasio, PG 25, 160; S. Epifanio, PG de la idolatría. Pero Israel ha violado y sigue
43, 401). violando la alianza (v.): 5, 5-17; 16, 15-34; 20.
La misión de profeta y pastor que Ezequiel Por eso Dios debe castigarlo en atención a su
desempeñó entre los cautivos está dominada por propia dignidad de esposo ofendido y traiciona­
la destrucción de Jerusalén (587), que la divide do, por su misma santidad (14, 12-21 ; 15 ; 17).
en dos períodos bien determinados. 4. ° Mediante el castigo de Dios intenta la
En el primero (593-587) combate los errores vuelta de Israel a la alianza (16, 35-63; 20), El
y las ilusiones para disponer a los cautivos a Señor cumplirá sus designios misericordiosos, y
una verdadera conversión y a la consecuente ha elegido incluso a los cautivos del 597 para
salvación. Lucha contra la corrupción y en­ que se transformen espiritualmente y así for­
cuentra hostilidad y desprecio (2, 5 s., 8: 3, 8. men el núcleo central de aquel «residuo» que
26 s .; )2, 22-27). Su predicación se limita volverá a la patria, para restablecer la alianza
frecuentemente a aquellos que se acercan a él a y restaurar la teocracia, que será elevada y ab­
preguntarle en su misma casa (3, 24 s., 8, 1 ; sorbida por el reino del Mesías (11, 13-20; 20,
14, 1), pero se acerca a todos los otros y se fun­ 32-44).
de con ellos (2, 3-8; 3, 16-21, etc.). Es nece­ El profeta ensalza a la divina justicia, y
sario, en efecto, que estos rebeldes y hostiles principalmente exhorta a que se haga un exa­
oigan la palabra de Dios, para que cuando men de conciencia que permita ver la gravedad
llegue su cumplimiento (destrucción del Tem­ de los propios pecados e impulse a todos y a
plo y de Jerusalén) entren en sí y reconozcan cada uno al arrepentimiento, a la humilde con­
la verdad, hagan penitencia y se conviertan de fesión y petición de perdón. Los cautivos no
corazón a Yavé (2, 5; 12, 2; 14, 22 s., etc.). tienen nada que ver con el castigo colectivo que
El milagro de la profecía es el llamado a des­ se cernirá sobre Jerusalén. En vez de criticar
pertar a estos empedernidos en el error. He ahí por eso impíamente a la divina justicia deberán
las verdades que Ezequiel opone a las falsas disponerse a responder a los misericordiosos
ideas en boga. designios en favor de ellos (18). En el mismo
1. ° El Señor no está solamente en Jerusaléndía en que Nabucodonosor inicia el asedio a
y en Palestina. También allí, en Babilonia, está Jerusalén (588), Ezequiel se lo comunica a los
presente con su majestad infinita y con su omni­ cautivos; luego se calla: hablarán en su favor
potencia. No se olvida de los cautivos: está én los acontecimientos (24). Cinco meses después
medio de ellos y obrará su conversión, hacién­ de la destrucción de la capital, uno que se ha
doles objeto principal de sus admirables desig­ salvado lleva la noticia a Ezequiel (33, 21), que
nios (11, 14-20; 20, 34-44). Tal es el significado inicia la segunda parte de su misión. Desde
de la sublime visión que el profeta describe mi­ entonces predica a las claras (33, 21 s.), con­
nuciosamente y de modo que pueda fácilmente suela para impedir el abatimiento de los áni­
captarse su absoluta transcendencia (cc. 1-3; 3, mos, trabaja profundamente por su conver­
25 ; 8, 10 ; 43, 2 ss.). El Señor es el único Dios: sión. Las disposiciones de los ánimos han cam­
todos los esplendores y todos los poderes vene­ biado: el cumplimiento de todos los aconteci­
rados por los caldeos le sirven de peana. mientos pronosticados descubre a los depor­
2. ° Toda esperanza de desquite contra Ba­tados sus ilusiones, sus errores. Ya no hablan
bilonia es vana: es Dios mismo quien ha dado con ironía de las palabras del profeta, que aho­
a Nabucodonosor toda Palestina. Jerusalén y ra insiste en el perdón y en la misericordia, con
el mismo Templo serán destruidos (4, 1-3; 9b- tal que preceda la conversión (33).
11; 5, 12; 20, 45-49; 21 ; 23-24); lo exige la El gran teólogo que demostró con el pasado
divina justicia que ha sido ultrajada hasta en su la necesidad del castigo nacional; el profeta
misma casa (8; 22). El profeta describe antici­ severo que lo pronosticó paso a paso en sus de­
padamente la idea de Nabucodonosor (21), el talles, con idéntica seguridad describe ahora en
EZEQUIEL 208

cuadros admirables, fascinadores, el futuro glo­ simbólicas. Las visiones son presentadas como
rioso que la omnipotencia de Yavé realizará reales y objetivas, y no hay motivo para en­
para gloria suya. El Señor toma personalmente tenderlas de otra manera; responden exacta ­
el gobierno de su pueblo renacido, excluyendo mente a los datos del ambiente babilonio: se
a los malos pastores (34). Preparará a Palestina forman en los sentidos internos del profeta y
para el retorno de Israel, castigando severa­ van unidas a revelaciones intelectuales. Las
mente a los pueblos cercanos que se habían acciones simbólicas, que efectivamente se cum­
atrincherado en ella (35-36). No obstante lo im­ plieron, tenían una eficacia extraordinaria para
posible que entonces pueda parecer, la restau­ afectar a los cautivos, tan mal dispuestos, y
ración será una realidad, como lo prueba la atraer su atención. Algunas de ellas: la reclu­
grandiosa visión simbólica de los huesos des­ sión voluntaria (3, 25), el mutismo (3, 26 s.), la
nudos y secos que, ante el mandato de Dios, inmovilidad (4, 4-8) y alguna expresión («caí
se revisten de carne y vuelven a ser hom­ rostro a tierra», 1, 28, etc.) sirvieron a Klos-
bres (37): no hay nada imposible para la divi­ termann para lanzar la hipótesis de la epilepsia
na omnipotencia. Más aún; el nuevo Israel, de Ezequiel (Kraetzschamar, Bertholet). Fútil
fiel a la alianza restablecida, es ya descrito en interpretación que no merece ser refutada.
su vida tranquila sobre las colinas de Palesti­ El libro, en el que unánimemente se reconoce
na : el mismo Dios le protegerá contra las or- un orden sistemático perfecto, sigue la doblé
gullosas potencias que un buen día se levanta­ actividad del profeta en la primera (cc. 1-24)
rán confiadas para aniquilarlo (38, 39). y en la segunda parte (cc. 33-48), respectiva­
La visión de la nueva teocracia (40-48): el mente. Entre la una y la otra Ezequiel insertó
nuevo templo, el nuevo culto, la nueva siste­ sus vaticinios contra las gentes (cf. Is. 13-23;
matización de la tierra prometida, constituyen 3er. 46-51).
un cuadro grandioso que integra y sella la obra El Señor castiga a su pueblo, pero no per­
tan notable y típica de Ezequiel. La restau­ mite que sus enemigos gocen impunemente des­
ración se presenta aquí en su naturaleza (cf. 11, pués de haberse ensañado en el tiempo de la
19 s .; 37, 26 ss.): más que el hecho se vati­ ruina (587). Por lo tanto, castigará a los pue­
cina el modo. No se dará un retomo al pa­ blos limítrofes (Amón, Moab, etc.; 25); cas­
sado, sino una renovación, un perfecciona­ tigará a Tiro, que después de haber fomentado
miento. la rebelión de Judá contra Babel, inspirada
El objeto de la profecía no es tanto el edificio por su soberbia cree que la ruina de Jerusalén
material, ni los actos externos del culto cuanto reforzará su poderío (26-28); humillará a Egip­
el respeto, la íntima veneración con que se to, que con su fascinación empujó a Judá a la
debe custodiar el templo y con que se deben idolatría y a la rebelión (29-32). Estos vati­
cumplir aquellos actos; no tanto el reparto cinios fueron compuestos entre el 587 y el 585.
material de Palestina cuanto el espíritu de justi­ La idea principal en ellos es el dominio uni­
cia y solidaridad fraterna que debe informar versal de Yavé, que regula todos los aconteci­
las relaciones sociales. Así se manifiesta el «nue­ mientos humanos; se sirve de los paganos para
vo espíritu» que el Señor infundirá en los repa­ castigar a su pueblo, pero también a ellos cas­
triados, y que actuará en el culto y en la vida tigará por su soberbia y crueldad; y mientras
social (36, 25-29; 37, 14. 23). el castigo de Israel no es más que temporal,
Los detalles minuciosos ponen más en eviden­ para ellos es definitivo.
cia esta idea de respeto y de veneración hacia A la unidad de plan y de composición añá­
el templo y las cosas sagradas, y la justicia que dese la unidad de estilo: por todo el libro
debe reinar en el país. aparecen las mismas estereotípicas flexiones y
Ezequiel quiere excitar en los cautivos un expresiones. No obstante, aparte las corrup­
profundo arrepentimiento por las profanacio­ ciones en el texto, no faltan en él correcciones
nes del templo perpetradas por Israel en el pa­ y añadiduras, a pesar de ser tan homogéneo.
sado (cc. 8-11). Pero eso no se refiere más que a ciertos detalles
El temor de Dios, el celo por su culto consti­ o a muy breves perícopes, definidos de dife­
tuyen la base del sentimiento religioso. rentes manerase. Es muy frágil la base en que
Tal vez nos sea dado ver en Bamc (1-3, 8; estriba la opinión propuesta y desarrollada en
h. 582-1 a. dé J. C.) los frutos conseguidos por el reciente comentario de Bertholet (1936), se­
la misión de Ezequiel. En cuanto a la forma, gún la cual el libro es resultado de dos o tres
son características las grandiosas y complejas esbozos o apuntes escritos por Ezequiel en
visiones descritas hasta en los más mínimos diferentes tiempos, y la mayor parte en Judea
detalles, como también las numerosas acciones — redacción palestinense —, donde se supone
209 EZEQUIEL

que Ezequiel ejerció su ministerio antes de ir alguna en el texto, existe la grave dificultad
a la cautividad hacia el 585, durante la cual del ambiente chovinista y encendido, por lo
sólo habría escrito algunos vaticinios y luego que es increíble que Ezequiel haya podido ejer­
fusionó todos estos elementos, dando al escrito cer su amenazador ministerio en Jerusalén o en
su forma actual, siendo ya cautivo. Tal opinión las cercanías en las condiciones que conocemos
recurre a las consabidas repeticiones. Frecuente­ perfectamente por el libro de Jeremías (cf. 3er.
mente se expresan en Ezequiel pensamientos 37-38: el profeta pudo librarse de la muerte
semejantes o idénticos en forma ligeramente gracias a una intervención secreta del mismo
diferente. Mas tal hecho debe atribuirse sen­ rey Sedecías, mientras que otro profeta hubo
cillamente al estilo característico del profeta de huir a Egipto y aun allí le asesinaron por
y al texto, muchas veces corrompido con aña­ instigación de los judíos irritados); cf. cartas
diduras o cambios. de Laquis (carta V I; A. Vaccari, en Bíblica,
Ezequiel se detiene largamente al exponer 20 [1939] 196 ss.; cf. VD, 26 [1948] 379).
una idea, y vuelve sobre ella para ilustrarla El libro de Ezequiel, escrito casi exclusiva­
bajo sus varios aspectos. Al narrar un episodio, mente en prosa, tiene carácter didáctico, discur­
una visión, se detiene en ella para no dejar sivo : trata de convencer. Pero no faltan esplén­
escapar ni un detalle. Esto aparece evidente didas imágenes y componentes de verdadera
en las partes en que no se ha podido o no se poesía (15.19.21.27.31).
ha osado introducir las diferentes recensiones La lengua se resiente notablemente del influjo
(cf. 1, 4-2; 4-5; 11, 1-13, etc.). arameo, y, en cuanto al lexicón, del acadio,
Dada esta característica, no es posible evitar que comunica al libro el inconfundible color
las repeticiones, especialmente si falta ese tra­ babilonio, fuerte argumento en favor de su
bajo de lima que se exige en toda obra lite­ autenticidad. El texto hebreo, no obstante ofre­
raria. Y, en realidad, «la dicción del libro de cer mayores señales de corrupción, es superior
Ezequiel no es muy elegante ni del todo tosca, a la versión griega de los Setenta, que resulta
sino que participa de uno y otro carácter» (San muy mediana y que en las perícopes más di­
Jerónimo). fíciles transcribe el original sin captarlo, e in­
Basta admitir que fué el mismo Ezequiel cluso omite con frecuencia lo que no sabe ex­
quien redactó definitivamente el libro hacia el plicar, o lo traduce de una manera extrava­
fin de su vida (h. 570), sirviéndose de sus es­ gante. La Vulgata sigue paso a paso al texto
critos o colecciones precedentes, para que des­ hebreo, que con frecuencia traduce servil­
aparezca cualquier dificultad o extrañeza a mente. [F. S.]
causa de estas repeticiones que frecuentemente
BIBL. — F. S padafora, Ezechiele (La S. Bibbia. S.
reflejan la larga actividad del profeta. Garofalo). 2.‘ ed., Tormo 1950; H. H. R owley, The
Por lo demás, esa hipótesis fué inmediata­ Book of Ez. in Modera Study, en BjRy Libr. 36. 1
mente refutada por H. Comill, G. Jahn, (1953), 146-190; G. Foiirer, Die Haulprobíeme des
Buches Ez., Berlín 1952; I d ., Ezechiel, Tübingen 1955;
E. Kreife, y contra Bertholet escribió J. Hem- A . van den BORN, Ezechiel, Roe 1954; G. C. A alders,
pel (en ZatW, 35 [1937] 299). Ezechiel, Kampen 1955; * A . C olunga, La vocación
Por lo que se refiere al ministerio de Eze­ del profeta Ezequiel, en EstB, I (1941), 2; G. Ramos,
Un comentario reciente a la profecía de Ezequiel, en
quiel en Palestina, al que no hay referencia EstB, IX (1950), 1.

14. — S pa d a fo ra . — Diccionario bíblico


F
FANUEL. — (Hebr. Penú’él, «faz de Dios».) expedición que devastó la Pentápolis (Gén. 14,
Nombre de tres israelitas y de una localidad 6) y los hebreos después de su salida de Egipto '
transjordana. cuando iban peregrinando por el desierto. De
Hijo de Jur y nieto de Judá (I Par. 4, 4); aquí partieron los exploradores de la tierra ’
segundo hijo de Sesac (I Par. 8, 25); padre de prometida (Núm. 13, 3 ss.). La sedición que Se*
la profetisa Ana (Le. 2, 36). levantó a su retorno fué condenada a seguir
Localidad junto al vado de Jacob, al este errando durante 38 años por los alrededores
del Jordán, donde Jacob luchó con el ángel de Cades, localizado ya en el desierto de Faráh
al volver de Mesopotamia (Gén. 32, 23-31 s.). (Núm. 13, 26; 10, 12), ya en el de Sin (Núm.
En el reparto de la tierra prometida fué des­ 27, 14; 33, 36), que debe ser considerado como
tinada a la tribu de Gad, juntamente con la el nombre especial de la parte septentrional.
parte oriental del valle del Jordán (Jos. 13, En el desierto de Farán habitó Ismael, hijo de
27). Por haberse negado a proveer de vituallas Agar, después de haber sido despedido de la
al juez Gedeón cuando iba persiguiendo a los casa de su padre Abraham (Gén. 21, 10-21),
madianitas, al retornar éste victorioso destruyó y también allí se refugió David cuando era
la torre fortificada y mató a los ciudadanos más perseguido de Saúl (I Sam. 25, 1; mas los LXX
influyentes (Jue. 8, 4-17). Jeroboam la fortificó leen Maon = Ma’in, al sudeste de Hebrón).
(I Re. 12, 25) para asegurarse el dominio sobre [A. R.]
Galad. Hácese mención de ella en la lista del
faraón Sesac (n. 53; Per-nu-al). FARISEOS. — Antigua secta judía. Fl. Josefo •
Se la identifica con Tulúl ed-Dahab, 7 km. llama a sus adheridos, en griego, ^apuraíoi, ’
más allá de Tell Deir cAlla, sobre el río Jaboc, transcripción del adjetivo arameo PeríSajjá =
donde se hallan dos altozanos (tell), de pen­ «divididos, distintos». Con toda probabilidad
diente muy inclinada, adaptados artificialmente el término se debe a sus adversarios, pues de
para vivienda y defensa desde el Bronce III suyo los fariseos se llamaban «compañeros»
(1550-1200 a. de J. C.) hasta el período bizan­ o también «santos».
tino. El Tell occidental, coronado con una su­ No se conoce el origen de la secta. Fl. Josefo
perficie de 225 m. de circunferencia, estaba (Ant. XVIII, 11) los hace remontar a tiempos
provisto de doble muralla; el oriental estaba antiquísimos, pero no los nombra por vez pri­
dominado por una robusta fortaleza, que pro­ mera hasta el tiempo de Jonatán Macabeo
bablemente es el migdol de Jue. 8, 8. [A. R.J (ibid. XIII. 171). Aunque es probable que en
BIBJL. — F. M. A bel, Géographie de la Palestine, este caso aplique el término a los asideos, de
II. París 1938, p. 406. quienes se habla en I-II Mac. (I, 2, 42; 7, 13;
II, 14, 6). Éstos suelen ser considerados ya
FARÁN. — Desierto de la Arabia Pétrea, el como fariseos, o, más exactamente, como sus
actual Bádiet-et-Tíh Bené Isra’el, meseta del predecesores, por razón de los rasgos seme- :
desierto, limitada al este por el valle del Arabah, jantes. Pero la existencia de los verdaderos fa­
al oeste por el desierto de Sur (Gén. 16, 7), al riseos aparece con toda seguridad desde el
sur por el Gebel-et-Tih y al norte por el de­ tiempo de los primeros asmoneos. Ya durante ‘
sterto de Sin. Por sus oasis de támaras y aca­ el reinado de Hircano (153-104 a. de J. C.)
cias y por sus relieves montuosos ofrece sufi­ ocupan un importante puesto en el judaismo,
ciente pasto y raras posibilidades agrícolas. hasta el punto de osar desafiar a la autoridad
Hasta él llegaron, por su extremo septentrional suprema con su oposición. Bajo Alejandro
( El Pa’rán), los reyes septentrionales de la Janneo (103-76) fueron duramente perseguidos;''
FARISEOS 212

pero rápidamente conquistaron un poder excep­ y no pocos usos litúrgicos en pugna con los de
cional bajo la reina Alejandra (75-66), viuda los saduceos.
de Janneo. La aversión a la monarquía se debía Respecto del primer punto, Fl. Josefo (Ant.
particularmente a la unión, desaprobada por XIII, 297) afirma: «Los fariseos transmitieron
los fariseos, del poder político con el sacer­ al pueblo algunas normas de origen antiguo
dotal, mantenida por los asmoneos, como con­ que no están registradas entre las leyes de
secuencia de la investidura del sumo sacerdocio Moisés», y dice (ibíd. 408) que la reina Ale­
(153 a. de J. C.) que Jonatán Macabeo recibió jandra restableció lo que «en otro tiempo ha­
de Alejandro Bala, rey de Siria. bían introducido los fariseos en conformidad
En el tiempo de la dinastía de Herodes y de con la tradición de los padres y que Hircano
la ocupación romana los fariseos disfrutaron de había abolido». También Jesús alude a tales
una autoridad muy limitada en los negocios tradiciones farisaicas llamándolas «doctrinas y
del gobierno, máxime estando como estaba el normas de origen humano» (Me. 7, 7). Y en
sumo sacerdocio en manos de sus enemigos, los textos del Talmud se leen afirmaciones
o sea de los saduceos (v.). Pero su ascendiente que anteponen esas tradiciones a la misma Ley
sobre el pueblo fué creciendo de día en día, de Moisés.
como se ve especialmente por los Evangelios En Act. 23, 8, se encuentra el único texto
y por los más antiguos escritos rabínicos. Des­ que afirma de un modo explícito la fe de los
pués del año 70, habiendo desaparecido el par­ fariseos en la resurrección que negaban los
tido de los saduceos con el sumo sacerdocio, saduceos. Esa afirmación está confirmada por
el judaismo oficial quedó bajo la dirección es­ múltiples textos de FI. Josefo y de los rabinos
piritual única del fariseísmo. que reprochan a los saduceos la opinión con­
Los fariseos se mostraron enemigos decla­ traria, especialmente respecto de la resurrección
rados de Jesús (cf. Me. 3, 6; Mt. 12, 14; y de la inmortalidad del alma.
Jn. 1, 24; 9, 13.16; 7, 32, etc.), el cual re­ En cuanto a la divina Providencia, Fl. Jo­
prendió su hipocresía y su falsa religiosidad sefo, que gusta de emplear el vocablo griego
(cf. Mt. 23, 13-33). No se pueden restringir las eífxapixévi) ( = fato), bien poco a propósito por
severas palabras de Jesús aplicándolas sola­ cierto, dice que los fariseos seguían un camino
mente a los fariseos, que frecuentemente son intermedio entre los esenios, que todo lo hacían
también condenados en los escritos talmúdicos. depender de la misma, y los saduceos, que la
No obstante, esas palabras no excluyen cierta excluían por completo. Afirma que «los fari­
adhesión a Dios por parte del fariseísmo. Te­ seos sostenían que algunas cosas, mas no todas,
nemos indicio de ello en el Evangelio (cf. Me. son producto del destino, mientras que otras
12, 18, 24; Jn. 3, 1, etc.; A ct. 5, 34-39). En existen por sí mismas sin que nadie las haya
Jerusalén la Iglesia naciente estaba compuesta producido» (Ant. XIII, 172). Pero en otros lu­
en gran parte de numerosos exfariseos (cf. gares (Op. cit. XVII, 1, 13; Bell. II, 162 s.)
Act. 15, 5). dice que lo referían todo a la divina Providen­
Generalmente se habla de asecta» de los cia (literalmente «fato»), aunque salvando la
fariseos; pero el término se entiende en sen­ libertad humana. Y él, que pertenecía al grupo
tido relativo. No se trata de ninguna «separa­ de los fariseos, recurre frecuentemente en sus
ción» doctrinal propiamente dicha; los mismos escritos a la intervención divina para explicar
fariseos sostenían que eran ellos los intérpretes los diferentes acontecimientos que describe.
del judaismo, que en definitiva se mostró fiel Según el mismo autor (Ant. XIII, 295), adop­
seguidor del pensamiento de ellos. Así, pues, taban penas menos severas en los juicios. Esa
ese término sólo se usa para indicar la diferen­ misma tendencia se encuentra atestiguada en
cia entre su doctrina y sus prácticas y las de los escritos rabínicos (cf. H. Strack-P. Biller-
otras corrientes, como la de los saduceos y la beck, p. 395 ss.).
de los esenios. En su afán por hallar corres­ De mayor monta eran las diferencias en los
pondencias con el helenismo, FI. Josefo com­ usos litúrgicos. Así al tratarse de la ofrenda de
para a los fariseos con ios estoicos, a los la primera gavilla de la nueva mies, que estaba
saduceos con los epicúreos y a los esenios con prescrita para el «segundo día del sábado»
los pitagóricos. (Lev. 23, 11), los fariseos defendían que eso
Entre los principios característicos de los fa­ debía hacerse el día 16 de Nisán, o sea el pri­
riseos figuran el respeto a las tradiciones de los mero después de Pascua, mientras que los sa­
padres, la fe en la existencia de los ángeles, en duceos, con más lógica, entendían el término
la resurrección y en Ja divina Providencia. Te­ sábado en sentido específico y afirmaban que
nían además una especial orientación jurídica la ofrenda debía hacerse siempre en el sábado
213 FE

siguiente, independientemente del 15 de Nisán cia y en la bondad de Dios por una parte, y
(cf. FI. Josefo, Ant. III, 250; Filón, De legibus en la relación vigente entre el hombre — y de
specialibus, II, 162). Esta divergencia llevaba un modo particular el pueblo elegido — y su
consigo otra acerca de la fecha que debía seña­ Creador, a quien se debe sumisión completa.
larse para la fiesta de Pentecostés, fijada para Por eso es la fe el primer principio ético del
el quincuagésimo día después de la ofrenda de Antiguo Testamento (cf. Hab. 2, 4). Por la fe
la gavilla. un piadoso israelita estaba obligado a arrostrar
Otras divergencias de menor monta se regis­ la misma muerte (cf. II Par. 24, 20 s .; II Re.
tran asimismo respecto del ritual que debía se­ 21, 16; II Mac. 6, 8-11.18-31; 7, 1-42).
guirse en el día de la expiación (Kippur) y en En el Nuevo Testamento, fe es la adhesión
la fiesta de los tabernáculos (cf. Strack-Biller- total a Cristo y a su revelación. Entre los es­
beck, p. 355 s.). Incluso en tomo a la fiesta critos que más hablan de la fe se imponen los
de la Pascua se notaban divergencias. Entre Evangelios sinópticos, San Juan y San Pablo.
otras cosas, admitían los fariseos que «la Pascua Los primeros evitan todo tratado o alusión
anula al sábado», declarando lícitos en la tarde teórica, mientras que los otros insisten especial­
del 14 de Nisán los actos prescritos para la mente en algunas características de la fe. Mu­
preparación del cordero, aun cuando se hubiese chos milagros referidos por los sinópticos en­
comenzado el descanso del sábado. [A. P.] salzan el poder de la fe, porque son hechos
BIBL. — H. Strack -P . Bíllerbeck, *Kommentar para premiar o para corroborar esa virtud
zum N. T. aus Talmud und Midrasch, vol. IV, Móna- (cf. Me. 5, 34.36; 7, 29; 9, 22 ss.; 10, 52;
co 1928. pp. 334-52; M. J. L aorange, Le Judahme Mí. 8, 13; 9, 28; Le. 17, 19). Al que cree
avatti Jésus-Christ, París 1931, pp. 268-301; G. Ric-
ciotti, Vita di Gesü Cristo, Milano 1941, pp. 46-54. (cf. Me. 2, 5; Mt. 11, 22 ss., etc.) se le per­
donan los pecados, en tanto que la falta de fe
FE. — En el Antiguo Testamento no es tanto hace imposible el milagro (cf. Me. 6, 5 s .;
una adhesión intelectual a verdades fundamen­ Mí. 15, 31; 17, 20; Le. 13, 34 s.; 19, 41-54).
tales acerca de la existencia de Dios (v.) y de Jesús exige ante todo una confianza que ex­
sus atributos cuanto un completo abandono, cluya toda incertidumbre (Me. 11, 22 ss.) acerca
así individual como nacional, a la bondad di­ de su poder.
vina, a su palabra manifestada por los profetas En el Evangelio de San Juan se encomia el
y a la idea de una continua intervención de valor de la fe como vínculo de unión íntima
Dios en la historia, como preparación del Me­ entre Cristo y el creyente (6, 56; 15, 1-8). La
sías y de su reino. fe es ante todo un don de Dios Padre (6, 35.
Ya en el Génesis (15, 6) la formación del 37.40.44-51.65; 17, 6.9). Dios es el objeto na­
pueblo hebreo está íntimamente enlazada con tural de la fe; para el cristiano es indispen­
un acto de fe de su primer padre Abraham. sable creer en Cristo, Hijo unigénito (3, 18).
La vida de los Patriarcas, el éxodo de Egipto, Así el Padre que lo ha enviado al mundo (5.,
con los milagros realizados en el desierto, la 24.36; 11, 42; 12, 44; 17, 8.21.25), como el
ocupación de Palestina y toda la historia del Hijo, que procede del Padre (16, 27; 17, 8)
pueblo hebreo antes de la cautividad (cf. Tob. y ha sido enviado a nosotros (6, 29), son objeto
2, 18; 13, 4; Jdt. 6, 15; Est. 14, 12.19) y hasta de un mismo acto de fe.
la época de los Macabeos (cf. especialmente Tanto los Sinópticos como Jn. nos ilustran
II Mac.) presupone una continua y profunda fe acerca de las disposiciones que Dios exige para
(cf. Heb. 11, 12-40; v. Alianza). un don tan sublime. En los primeros abundan
La falta de fe, juntamente con el afán de las referencias a las «pruebas» o a las «señales»
buscarse alianzas políticas y medios humanos, milagrosas que hacen razonable el asentimiento
acarrea el desastre nacional, cuyo único reme­ del entendimiento y de la voluntad. Mas re­
dio, aconsejado por los grandes profetas (Elias, cuérdese que para Jn. todos los milagros en
Elíseo, Isaías, Jeremías, etc.), está en el retorno general son principalmente «señales» destinadas
al genuino concepto de la religión y a una viva a suscitar la fe (cf. 2, 11; 9, 3; 11, 4.15.42).
fe en Dios, base del Estado teocrático. En fin, en los cuatro Evangelios se revela el
Los profetas insisten en conculcar una fe to­ carácter práctico de la fe (Mt. 16, 16; Jn. 3,
talitaria, inspiradora de todas las relaciones 21; 13, 19; 14, 6), que es por demás impera­
entre el hombre y Dios (Is. 7, 9; 28, 16); una tiva para todo hombre. Creer en Dios quiere
fe ligada con el Mesías, término del Antiguo decir ante todo cumplir su voluntad, conver­
Testamento, prenda y garantía de la perennidad tirse y vivir conforme a los dictámenes del
de la dinastía de David. Evangelio.
Semejante actitud se funda en la omnipoten­ Para el mismo San Pablo, que habla muchi-
FENICIOS 214

simo de la fe, como adhesión a Cristo, en opo­ FELIPE. — v. Apóstoles.


sición con las diferentes prácticas a las que
tanta importancia daban los fariseos, la fe FELIPE, Diácono. — Segundo de los siete diá­
es la aceptación incondicional del Evangelio; conos, llenos de espíritu y sabiduría, ordenados
«creer» es casi sinónimo de «profesar el cristia­ en Jerusalén por los Apóstoles y destinados a
nismo». Abraham, que — no obstante el apa­ cuidar de las viudas y de los judíos helenistas
rente absurdo — cree en un mensaje divino, es (Act. 6, 1-4); llámasele también evangelista
el tipo de los creyentes (Rom. 4, 5.17-22). La para distinguirle del Apóstol del mismo nom­
fe presupone la predicación (ibíd. 10, 7) y tiene bre. Habiendo abandonado a Jerusalén a causa
como artículos fundamentales la afirmación de de la persecución que se desencadenó a la
que «Jesús es el Señor» (ibíd. 10, 9), o sea la muerte del diácono Esteban, Felipe evangelizó
divinidad de Cristo, reconocida bajo el influjo a Samaria, donde obró muchos milagros, entre
iluminante del Espíritu Santo (I Cor. 12, 3), los cuales está el de haber convertido y bauti­
y la resurrección de Jesús (Rom. 4, 24; 10, 9: zado a Simón el Mago (Act. 8, 1-13), objeto,
I Cor. 15, 14; II Cor. 4, 14; Col. 2, 12). La después, de maldición con motivo de su simo­
fe está íntimamente unida a las otras virtudes, nía. Invitado por un ángel se dirigió al camino
y de un modo especial a la caridad y a la es­ de Gaza, y allí instruyó en el cristianismo al
peranza, por una parte (I Cor. 13, 13), y a la eunuco etíope, que había peregrinado a Jeru­
obediencia y a la conversión, por otra (Rom. salén y se hallaba perplejo sobre el c. 53 de
1, 5). Tiene sus «obras» (I Tes. 1 ,3 ; II Tes. Isaías, acabando por bautizarlo después del
1, 11) y «actúa» por medio de la caridad acto fundamental de fe en la divinidad de Je­
(Gál. 5, 6). La fe es también adhesión de la sucristo (Act. 8, 26-38). En saliendo del agua,
voluntad (Rom. 10, 9 s.) a las verdades reve­ el Señor arrebató a Felipe y lo trasladó a
ladas por Dios y anunciadas por sus ministros; Azoto, donde inició una correría misional a tra­
verdades que la razón natural juzga de estul­ vés de las ciudades de Filistea que había de
ticia, a consecuencia de la sabiduría mundana, terminar en Cesárea marítima (Act. 8, 39 s.).
acomodaticia, de que se siente poseída (I Cor. En su casa de Cesárea, donde vivía con cuatro
2, 4; Col. 2, 4). hijas vírgenes y profetisas (Act. 21, 8), prestó
Si el corazón del hombre está bien dispuesto asilo durante muchos días a Pablo y compa­
(Rom. 11, 7-10), podrá contar con «la prueba ñeros cuando regresaban del tercer viaje apos­
que viene del Espíritu» (I Cor. 2, 4). La fe tólico (en el 58 desp. de J. C.), y allí predijo
que aspira siempre a mayor claridad (cf. II Cor. el profeta Agabo, con una acción simbólica
3, 18; 4, 4 ss.; Ef. 1, 17 s.; 5, 13 s .; Col. 1, — la de atarse las manos y los pies con el cin­
9; 2, 2) es susceptible de perfección (I Cor. 3, turón de Pablo — el inminente encarcelamiento
1 s .; II Cor. 10, 15; Col. 2, 7; II Tes. 1, 3); de Pablo (Act. 21, 10 ss.). Una tradición an­
pero siempre es absolutamente distinta de la
tigua hace a Felipe obispo de Trales, donde
visión beatífica, a la cual se opone. le hace morir de muerte natural (Acta SS.;
Especialmente en Rom. y Gál. San Pablo iunii 1, París 1862, pp. 608 ss.), aunque otros
pone la fe como presupuesto indispensable para
la justificación, y niega tal característica a las martirologios dan la preferencia a Cesárea,
«obras». Según el análisis de Prat (La Teología donde, según testimonio de San Jerónimo (Ep.
de San Pablo, II, trad. esp., México 1947, pá­ 180: ML 22, 82), se conservaba la casa en que
ginas 250-53), San Pablo quiere acentuar la vivía con sus cuatro hijas. [A. R.]
iniciativa por parte de Dios, no provocada ni BIBL. — F. V ig o u r o u x , s. v., en DB, V, col.
merecida por actos especiales, la correspon­ 270 ss.
dencia del hombre con la aceptación completa
y voluntaria en el acto de fe. Mas, una vez FENICIOS — Fenicia. — En el sentido más
injertado en el orden sobrenatural, el hombre amplio, Fenicia designa la zona comprendida
tiene la obligación de subir de virtud en vir­ entre el Mediterráneo y la sierra del Líbano,
tud (cf. Sant. 2, 14 s.). Así es cómo se ad­ limitada al mediodía por el Carmelo y al norte
quieren méritos que Dios corona en la otra por el golfo de Iso. En sentido más restringido
vida. [A. P.] es la zona comprendida entre los mismos lími­
tes orientales y occidentales, pero reducidos al
BIBL. — S. V irgulin, La «fede» nel profeta Isaia, sur por la región de Tiro y al norte por el
en Bíblica, 31 (1950), 346-64. 483-503; J. Huby, Le dis-
cours de Jésns aprés ¡a Ch\e, Paris 1932; pp. 145-191; Eléutero (Nahr-el-Kebir). Parece ser que ésta
G. Bonsirven. Teología del Ntwvo Testamento, trad. recibió tal nombre del apelativo <l>omKes, con
ital.. Torino 1952, pp. 112-122; P. A ntoine, en DBs.
III, col. 276-310. el que los griegos gustaban de llamar a sus
215 FENICIOS

habitantes dedicados al comercio de la púrpura Cerdeña y en España. Desde el 850 en adelante


roja (<¡>oívio$ = rojo). Fenicia sufrió invasiones de Teglatfalasar III,
La fértil Fenicia está bañada por numerosos Sargón II, Senaquerib, Asaradón, que hicieron
ríos que se forman en la zona montañosa del tributarias suyas a las ciudades y permitieron a
Líbano y en la otra zona de las lomas del los griegos vencer a los fenicios en la posesión
Nasairiye, que dan carácter a la región. del Mediterráneo occidental, y a los árameos
Los semitas debieron de entrar en la región hacer prevalecer su comercio y su cultura. Ciro
en los comienzos del tercer milenio, a más les dejó cierta autonomía (Esd. 3, 7).
tardar, pues en la segunda mitad de dicho mi­ Después de la batalla de Iso también Fenicia
lenio se manifiesta ya influyente la cultura fe­ pasó a Alejandro, y pasadas las tormentosas
nicia, como lo revela la tercera estratificación vicisitudes de los Diadocos, la incluyó Roma,
de Ras Shamra. Las relaciones culturales y co­ en el año 65 desp. de J. C., en la provincia de
merciales entre Fenicia y Egipto, de que nos Siria, si bien dejando cierta autonomía a Tiro,
dan testimonio los documentos arqueológicos Sidón y Trípoli.
durante todo el tercer milenio, aparecen con Los fenicios se distinguieron en la industria
mayor claridad en los comienzos del segundo y en el comercio. De ellos recibieron un gran
milenio en documentos literarios como las Aven- impulso la elaboración de vidrios, colores, te­
turas de Sinuhe y los textos de execración de jidos y metales. Minas de hierro las había en la
la 12.* dinastía. El centro de las relaciones misma Fenicia. El cobre lo importaban de
fenicioegipcias en este tiempo es Biblos, donde Chipre.
Egipto ejerció ya cierto dominio que se inte­ El comercio se comenzó con la exportación
rrumpió en el período de 1750-1550 aproxima­ de maderas y de papiros, pero muy pronto se
damente con la invasión de los hiksos. Cerrado desarrolló alcanzando incluso géneros de lujo,
este paréntesis, los egipcios recobran la Fenicia como púrpura, telas preciosas, vidrios finos (cf.
con Ahmosis I, el cual alude probablemente Ez. 27), y se difundió en todas las direcciones
a los fenicios cuando nombra a los Fenh.u que con el favor de la posición geográfica de Feni­
trabajan en sus subterráneos. También Tutmo- cia, punto natural de coincidencia entre Egipto,
sis I y Tutmosis III recuerdan sus victorias Mesopotamia, Asia Menor y Egeo. Por eso,
sobre los fenicios; pero la influencia egipcia aparte las evidentes influencias jeteas y meso-
será especialmente pujante en los tiempos de potámicas, se destaca la gran influencia de
Amenofis III y decaerá luego rápidamente en Egipto: marfiles y objetos de metal de la época
el período de El-Amama. En este período la del 1200-500 a. de J. C. presentan con frecuen­
Fenicia se presenta dividida en numerosas ciu­ cia escenas de mitos y hechos históricos egip­
dades-estados independientes unas de otras. Al­ cios. También en el arte mantuvieron los feni­
gunas, como Arado, Simira, Sidón, están en cios su propia genialidad, y así como evitaron
continua lucha con Egipto, en tanto que Tiro lo monstruoso y lo tosco del arte cananeo, tam­
y Biblos se mantienen fieles vasallos y resisten bién supieron eliminar el convencionalismo del
hasta el exceso a los mismos nacionalistas egipcio, abriendo con ello el camino al arte
habiru. El desarrollo de estas ciudades-estados griego.
es floreciente sobre todo en los comienzos de Escritura y lengua. — Aparte numerosos tex­
la edad del hierro (h. 1200 a. de J. C.). Tiro, tos descubiertos desde 1929 en Ras Shamra, se
Sidón y Biblos, especialmente, se hacen po­ conservan muchas inscripciones de los fenicios.
derosos centros autónomos, gobernados con un Las más antiguas parecen remontarse a los si­
sistema monárquico, y adquieren la primacía glos xvi y xvii a. de J. C., y las del sepulcro
económica. En los tiempos de Salomón y de de Ahiram de Biblos a fecha más reciente. La
David (II Sam. 5, 11; I Re. 5, 15-32, etc.) os­ tradición atribuye a los fenicios la invención del
tenta Tiro, con su rey Hirán I, tal primacía alfabeto (v.). Lo que parece cierto es que el al­
que eclipsa a Sidón (Ez. 26, 28; F. Spadafora, fabeto fenicio, probablemente padre del nues­
Ezechiele, 2.* ed., Torino 1951, pp. 208-23). tro, fué una progresiva simplificación de los
Un importante aspecto de la vitalidad fenicia signos pictóricos y jeroglíficos egipcios. La len­
desde el primer milenio es la colonización. In­ gua fenicia resulta ser del grupo norte semítico,
ducidos a la exportación y al comercio con el afín al moabítico, al hebreo y a las glosas
exterior por lo fértil de sus tierras, los fenicios cananeas de El-Amarna.
habían fundado ya centros como Ugarit y Ara­ Religión y relaciones con los hebreos. — La
do. Desde el 1200 a. de J. C. en adelante pasa­ religión de los fenicios es substancialmente idén­
ron el mar y fundaron colonias en África (Car­ tica a Ja de los cañarnos (v.), pero más variada
ago, 800 a. de J. C. aproximadamente), en a causa del gran influjo extranjero (especialmen­
FILIPENSES (Epístola a los) 216

te egipcio; cf. Dio Sid, y la Señora de Biblos nero (Flm. 1. 9. 10) y convertido al cristia­
= diosa Hator) ejercido sobre las ciudades fe­ nismo (Flm. 10), mandábalo Pablo nuevamente
nicias. a Colosas a su amo con una carta de recomen­
Los fenicios coinciden con los cananeos in­ dación, escrita de mano del mismo Pablo (Flm.
cluso en la forma del culto. Al Baal de Tiro, 19) en forma brevísima, pero de acentos de un
Melqart, se ofrecían sacrificios humanos, según corazón sensibilísimo y rebosante de caridad.
sabemos por la Biblia, y tal uso se practicaba El contenido es muy sencillo: después del
asimismo en las colonias fenicias: en Cartago saludo inicial a Filemón, Apia y Arquipo (v. 1-
se inmolaban víctimas humanas a Bacal-Ham- 3), la acción de gracias y la alabanza de la
mon. caridad, fe y generosidad del destinatario (v. 4-
El influjo religioso fenicio sobre la religión 7), San Pablo expone el argumento principal,
popular hebrea es fruto de las relaciones que se de la esquela (v. 8-17): el perdón y el trata­
iniciaron entre los dos pueblos poco después miento fraterno que deberá usarse para con el
de la conquista. Las relaciones feniciohebreas, esclavo ladrón y fugitivo. El tono no es de man­
mencionadas ya en tiempos de Débora (Jue. 5, dato (de suyo autorizado) sino de súplica. Como
17), y cordiales en el tiempo de David (II Sam. amigo, apóstol de Cristo, prisionero y anciano,
5, 11), recibieron el mayor impulso con la cola­ San Pablo se muestra también dispuesto a re­
boración de Salomón (v.) e Hiran de Tiro, y sarcir por el daño acarreado, pero dando a en­
más tarde con Ajab, que casó con Jezabel, hija tender, en tono de broma, que, si se llegase a
de Ittobaal (v. Israel, Historia de). No hay por echar cuentas, Filemón sería deudor y no acree­
qué extrañarse de que con tantas relaciones no dor (v. 18-21). Y después de haber expresado
sólo la práctica de los sacrificios humanos, sino la esperanza cierta de verse libertado y poder
la misma prostitución sagrada y en general llegarse a Colosas, San Pablo añade los saludos
todos los ritos naturalistas llegaran a difundirse de sus discípulos y colaboradores que le asistían
por entre Israel (I Re. 14, 24; 22, 47; II Re. en la cautividad (v. 22-35).
23, 7; Is. 3, 4; Ez. 16, 16; Bar. 6, 42, etc.). Esta esquela es la carta magna de la libertad
Tal sincretismo religioso produjo una especial cristiana. No se trata de abolir la esclavitud,
reacción en los profetas (Elias, Eliseo, en Sama­ pero se esgrimen los principios cristianos de la
ria). Para el llamado profetismo fenicio (cf. I libertad inspirados en la doctrina de Cristo, que
Re. 18), exaltación psicópata, con danzas, inci­ ya han sido expuestos en otros lugares (Gal. 3,
siones, v. Profetismo. [G. D.j 27 s .; I Cor. 7, 20 s .; Ef. 6, 5-9; Col. 3, 2-25),
BIBL. — W. F. A ldright, Archeotogy and the Re­ que gradualmente habían de conducir a la aboli­
ligión of Israel, 2.a ed.. Baltimore 1946; E. D horme. ción de la esclavitud.
Déchiffrement des inscriptions pseudohiéroglyphiques
de Biblos, en Syria, 25 (1946-1948), 1-35; G. C onte- Se ha querido comparar esta esquela con las
nau. La Civilisation Phéniclenne, 2 .a ed., París 1949. letras que escribió Plinio el Joven a su amigo
Sabiniano en favor de un esclavo fugitivo
FILEMÓN (Epístola a). — Una de las cuatro (Litt. IX, 21, 24). Pero la distancia que las se­
epístolas que San Pablo escribió durante su pri­ para es grande, pues en Plinio se admiran sen­
mer encarcelamiento romano (61-64 desp. de timientos de humanidad y de generosidad de
J. C.). Es una brevísima carta de recomendación corazón, en San Pablo ternura de padre, afecto
para Onésimo, el esclavo ladrón y fugitivo, que profundo transformado por la fe y el amor a
se volvía a su amo Filemón. Cristo. Jamás produjo la literatura pagana nada
Este Filemón era un hacendado señor de Co­ semejante a «esta pequeña obra maestra de
losas (Col. 4, 7 ss.), amigo y devoto del apóstol tacto, de cortesía, de nobleza y de gracia exqui­
Pablo que le había ganado para la fe (Flm. 19). sita» (F. Prat). [A. R.]
Como hombre generoso y animado de celo por
la difusión del Evangelio, acogía en su casa a BIBL. — M. Roberti, La lettera di s. Paolo a Fi-
’emone e la c.ondizione giuridica dello schiavo fuggi-
los cristianos para la celebración de los divinos tivo, Milano 1933; P. Médebielle, Epitre á Philémon
misterios (Flm. 2. 5 ss.). Apia y Arquipo eran (La Ste. Bible, ed. Pirot, 12), París 1938; * J. F er­
nández y F ernández, La sociedad heril y la epístola
probablemente su mujer y su hijo (Flm. 2), y de San Pablo a Filemón, en EstB, VII (1948), 4.
éste debía de desempeñar un cargo importante
en la Iglesia de Colosas (Col. 4, 17). FILIPENSES (Epístola a los). — Es una de las
Un esclavo de Filemón, después de haber ro­ cuatro epístolas de la cautividad romana (61-
bado, según parece, a su amo (Flm. 17), para 63): v. Colosenses.
evadir el merecido castigo había logrado huir y Las relaciones de San Pablo con los filipenses
se había llegado hasta Roma. Habiéndose pues­ datan del año 51, cuando se realizó el segundo
to en contacto con Pablo, que estaba allí prisio­ viaje apostólico. Filipos fué la primera cris­
217 FILIPENSES (Epístola a los)

tiandad paulina en Europa, especialmente que­ cionante epílogo que sirve de conclusión a toda
rida de él, entre otras razones porque le costó la epístola (4, 21-23).
flagelaciones y encarcelamiento, como lo re­ La que hemos llamado parte histórica con­
cuerda San Lucas en un maravilloso relato tiene preciosas informaciones personales que
(Act. 16, 11-40) y probablemente estuvo fija completan, en diferentes aspectos, las modestas
en ella su residencia hasta el año 58. En el ter­ noticias que podemos pedir de los Actos de
cer viaje Pablo visita de nuevo a esta cristian­ los Apóstoles. Gracias a ellos conocemos la
dad (Act. 20, 1, 3, 6); allí celebró la Pascua posición de Pablo en la ciudad de los Césares,
del 58. Cuando los filipenses se enteraron de y por ahí algo de la difusión del Evangelio en
que Pablo estaba prisionero en Roma, le en­ la ciudad. Su encarcelamiento contribuyó no
viaron a Epafrodito (tai vez su obispo) para poco a este hecho, y la noticia de que Pablo
darle una prueba tangible de su afecto. Iba, estaba sujeto con cadenas a causa del mensaje
efectivamente, a asistirlo y llevaba consigo una cristiano se esparció por entre los preteríanos,
ayuda en dinero para aliviar la pobreza de y en general por entre todos los ciudadanos.
Pablo (2, 25; 4, 18). La presencia de Epafro­ De la resistencia de Pablo otros muchos toman
dito produjo grande gozo en el corazón de valor para propagar el Evangelio, aun cuando
Pablo, tan sensible al afecto y a la amistad. no falten quienes lo hagan por un mezquino
Pronto se convirtió en el émulo de Pablo espíritu de envidia y de contienda. Pablo con­
en las fatigas y en las luchas del apostolado fiesa que es superior a esas mezquindades, por­
cristiano, hasta que se sintió herido de una que vive para Cristo. Para él habría sido una
gravísima enfermedad que puso en peligro ganancia la muerte, pero está persuadido de que
su vida. Pero al fin se recobró. Tan pronto seguirá viviendo para bien de los fieles y para
como Pablo pudo hacerlo, se apresuró a devol­ gozo de su fe (1, 12-26). En este sentido el
verlo a Filipos para tranquilizar a aquellos ca­ corazón del Apóstol no puede menos de exhor­
ros cristianos asegurándoles de la realidad de la tar a los filipenses a que se mantengan firmes
curación y para informarles de las verdaderas en la fe viviendo de un modo digno del Evan­
condiciones en que se hallaba su propia persona gelio, practicando ante lodo la caridad y con­
y del estado de su causa ante el tribunal del servando la unidad de los espíritus, cuyo funda­
César. Al irse de Roma Epafrodito llevaba con­ mento es la humildad. Los cristianos tienen en
sigo esta epístola, que, quizás más que ninguna el Verbo Encarnado un modelo verdaderamente
otra, se acerca al tono confidencial y cordial de divino ante los ojos: que traten de imitar su
una carta moderna. voluntaria humillación (1, 27-2, 11). Sabemos
No hay en esta epístola tesis dogmáticas, ni que Dios quiere que se salven, pero quiere tam­
tompoco se hallan en ella temas polémicos o bién que ellos cooperen al plan maravilloso del
apologéticos de alguna extensión que deban Padre celestial (2, 12-18). Hace a los filipenses
recalcarse con particular energía. Más bien se una recomendación en favor de Timoteo, a
trata de una carta de agradecimiento al Padre quien tratará de enviar junto a ellos cuanto an­
de toda consolación, y agradecimiento también tes, como también espera que pronto podrá
a los filipenses por su buen corazón. Su padre verlos personalmente (2, 19-24). Alaba a Epa­
alejado se alegra al recordar a estos hijitos que frodito a quien llama hermano suyo, colabo­
nunca le han contristado y que fueron siempre rador y conmilitón, que tanto bien hizo al lado
los primeros en atender a su invitación a alcan­ de Pablo, y a quien ahora les devuelve para
zar la perfección cristiana. que puedan gozarse viéndole vivo después de la
Quien se empeñara en querer hallar una tra­ mortal enfermedad (2, 25-35).
bazón lógica cualquiera entre las diferentes En la parte moral de la epístola Pablo exhor­
partes de esta epístola, con seguridad se vería ta a los filipenses a que sean cautos y enérgicos
defraudado. El único elemento constante en ella respecto de los judaizantes y de los malos cris­
es la alegría cristiana que invade toda la epístola tianos. Que imiten a su padre, el Apóstol, ten­
y que brotando del corazón de Pablo quiere ex­ diendo a la perfección con el mismo brío con
pansionarse por los corazones de los lectores que corre el atleta en el circo (3, 1-4, 1). Final­
lejanos (Prat). Con un poco de buena voluntad mente da las gracias a aquellos buenos y que­
puede distinguirse una parte de matiz más bien ridos fieles por el dinero que le han enviado
histórico (1, 12-2, 30) y otra parenética (3, 1-4, como expresión de su afecto (4, 10'20). En el
20). A la primera sirve de introducción un en­ epílogo, San Pablo manda saludos y bendiciones.
tusiasta agradecimiento a Dios por el excelente Es notabilísima en esta epístola la fórmula re­
estado espiritual de la iglesia de Filipos (1, 1- bosante de la doble naturaleza divina y humana
11): la segunda se cierra con breve pero emo­ de Cristo, de su pasión y muerte como camino
FILISTEOS 218

hacia la glorificación del hombre Dios: ejem­ tanto no son semitas), pero el epíteto que or­
plo luminoso para todos los fieles (2, 5-11). dinariamente les aplica es el adjetivo «extran­
[O. T.] jeros».
BIBL. — A. M édejuf.lle , en La Ste. Bible (ed. Pi- Josué no molestó a los filisteos (Jos. 13, 2;
rot, 12), París 1938 (1946), pp. 77-100; H opfl -G ut - Jue. 3, 3), pero no podía hacerse esperar mu­
M ltzinger, Intr. Spec. iti N. T., 5.* ed., Roma 1949. cho el choque. La expansión filistea, iniciada de
pp. 417-21; * S everiano del P áramo. Mihi vivere
Christus est, en ST (1944), 3. repente hacia el interior, interesaba especialmen­
te a las dos tribus de Judá y de Dan. Aparte el
FILISTEOS* — Pueblo no semita que hacia episodio de Samgar (Jue. 3, 31) que parece ha­
fines del segundo milenio se estableció en la ber sido solamente de importancia local, las
fértil faja costera que va de Jaffa a Gaza y primeras vicisitudes de esta lucha entre hebreos
que penetra tierra adentro a una profundidad y filisteos comienzan con la opresión contra la
oscilante entre los 20 y los 60 km. Pronto se que reaccionó felizmente Sansón (Jue. 13-16),
formaron cinco grandes centros de los que pro­ juez de la tribu de Dan. Dan hubo de despla­
cedió el desarrollo económico y cultural: Gaza, zarse hacia el norte (Jue. 18). En los tiempos
Acalón, Accarón y Gat. de Helí los filisteos derrotan a los hebreos en
Este pueblo fué el gran enemigo de los he­ Afee (I Sam. 4). En los comienzos de la vida
breos desde la ocupación de Canán hasta David pública de Samuel una segunda gran victoria
(cf. Ez. 16, 27; 25, 15, etc.). filistea costó la vida a los hijos de Helí, y el
La Biblia (D t. 2, 23 ; Am. 9, 7; 3er. 47, 4) Arca misma, llevada de Silo, fué capturada.
considera a los filisteos como oriundos de Caf- Recientes excavaciones de los daneses Kjaer,
tor, comúnmente identificado con el egipcio Shmidt y Gluek han puesto en evidencia que el
Keftu, en otro tiempo considerado como nom­ mismo Silo fué destruido por los filisteos hacia
bre de Creta. Lo más probable es que signifique el 1050. Mas el Arca fué restituida a los he­
las islas del Egeo y las costas del Asia Menor. breos, después de varios lances (I Sam. 5-6), y
La traducción de los LXX ve en Caftor la Ca- recibida en Betsamés. Esta derrota sirvió de
padocia. aviso a los hebreos, fomentando la unión y la
El establecimiento de los filisteos en la costa firmeza en la religión; y en orden a ese fin fué
cananea fué un episodio de aquel gran movi­ grande la labor de Samuel, quien, después de
miento de pueblos que se propagó, hacia prin­ haber hecho frente con feliz éxito a los filis­
cipios del s. xii, procedente de las regiones del teos (I Sam. 7, 2-13), cedía el puesto a Saúl,
Mediterráneo y que, entre otras cosas, acarreó primer rey de Israel, que repetidas veces derrotó
la ruina de los jeteos, por obra de las tribus a los filisteos en Gueba y Miimas (I Sam. 13-
Muski y GaSgas. 14). Luego, en la región de Soco, los filisteos
La arqueología, en la cerámica fenicia más quedaron aplastados después del duelo entre
antigua, revela contactos directos con Chipre David y Goliat (I Sam. 17). Pero cuando Saúl,
y Rodas, y no con Creta. Los rasgos caracterís­ que había sido abandonado de Dios, se lanzó
ticos que nos han sido transmitidos por descrip­ a una gran batalla en el Gélboe, fué derrotado
ciones y representaciones egipcias de aquel tiem­ por los filisteos, perdiendo la vida (I Sam. 31;
po, reclaman costumbres liciocarianas. Licia y I Par. 10).
Caria son, pues, las regiones donde, según las David fué tributario de los filisteos (entre los
mayores probabilidades, tuvieron su origen los cuales había tenido que refugiarse) en los co­
filisteos. Creta sólo pudo ser una etapa en su mienzos de su reinado, al menos hasta que hubo
camino. logrado la unificación de Israel. Después co­
Ramsés III, en los comienzos del s. xii, re­ menzó por limitarse a resistir a los ataques de
sistió en Siria a los nuevos invasores («los pue­ ellos (I Sam. 5, 17-25; 8, 1); luego, por medio
blos del mar»), que intentaban llegarse a Egipto de guerrillas, más bien que con verdaderas bata­
por tierra, Los egipcios parece ser que men­ llas, consiguió debilitarlos y forzarlos a mante­
cionan a los filisteos con el nombre de Prst (Pa- nerse a la defensiva (II Sam. 21, 15-22).
rusatos, idéntico al hebreo Peleseth), junto a Ni siquiera la división del reino ofrece a los
los Tsikal, pueblo que un siglo más tarde ha­ filisteos posibilidad de desquite. Durante el rei­
llaremos establecido en el distrito de Dor al nado de Roboam (II Sam. 11, 8) cae Gat. En
norte de la zona ocupada por los filisteos. Ram­ los comienzos del s. ix Guibetón se ve asediada
sés III no fué capaz de rechazarlos, y pudieron por largo tiempo (I Re. 15, 27; 16, 15-17), y
permanecer bajo la soberanía, siquiera nominal, hacia mediados del siglo vm y comienzos del
de los egipcios. vn invaden toda la Filistea, primero Ozías y
La Biblia los tilda de «incircuncisos» (y por después Ezequías (II Par. 26, 6; I Re. 18, 8)
219 FILÓN

ocupando sus capitales. Con Teglatfalasar III Par. 10, 10). Pero Dagón, cuyo nombre signi­
(745-727), Sargón (721-705) y Senaquerib es fica «grano», más que dios de los filisteos fué
ocupada toda Filistea repetidas veces: luego el dios de la fértilísima región ocupada por los
pasa a ser tributaria de Asaradón juntamente mismos. Dagón no fué más que una divinidad
con Fenicia, Judá, Edom, Moab, etc. Y con simplemente adoptada por los filisteos, pues es­
eso se termina definitivamente la historia de los pecíficamente era semíticooccidental, que se ha­
filisteos, si bien tendrá todavía ocasión de ma­ bía difundido desde el Eufrates medio, debido
nifestarse su influjo. Contra ellos levantarán la a los amorreos. Otros miembros del primitivo
voz los Profetas (Jer. 25, 20; 47, 1-7; Ez. 25, panteón parecen haber sido Barac «el rayo»,
15 s.: Am . 1, 6 ss. etc.). Las relaciones que se en relación con los temporales que tan de cerca
establecen entre azóteos y hebreos al regreso atañen a la agricultura, y la divinidad solar a
de la cautividad, provocan la reacción de Nehe- la que alude la toponimia Beth-ShemeS (Betsa-
mías (Neh. 13, 23 ss.), mientras que en el tiem­ més) y Ain Shemes. Fueron siempre divinidades
po de los macabeos, al aliarse con los enemigos muy populares Baal-Zebul, el ídolo de Acarón,
del pueblo hebreo provocarán las represalias de al que Ocozías, rey de Israel, envió a consultar
Jonatán (I Mac. 11, 83-89). (II Re. 1, 2), y Atargatis, venerada especial­
Desde el primer momento de su aparición mente en Ascalón. [G. D.]
los filisteos se presentan como rudos guerre­ BIBL. — L. D esnoyers, H i s t o i r e du peuple hébreu,
ros, pero al mismo tiempo bien organizados y í, París 1922, pp. 26-65; 192-207; 217-21; 251; 358;
avanzados. Concentrados en derredor de sus 416. II, 1930, pp. 12 s.. 18 s., 29-33. 49-60. 79-86 y en
otros lugares; F. M. A bel, Géographie de la Palestine,
cinco grandes centros viven independientes entre 1. ibíd. 1933, pp. 261-70.
sí, pero los más fuertes tienen cierta preemi­
nencia, y ante el peligro común las diferentes FILÓN. — Fecundo escritor judío de Ale­
ciudades unen sus fuerzas. A los dirigentes de jandría (h. el 30 a. de J. C. - 59 desp. de J. C.),
cada una de las ciudades se les llamaba Seraním de familia distinguida. Juntamente con la seve­
(tiranos): tenían autoridad civil y militar, mas ra educación hebrea recibió la griega, común a
no el mando actual de las tropas que, según los ciudadanos de su rango. Se dio por algún
parece, estaba encomendado a capitanes llama­ tiempo a la contemplación en la soledad (L. A.,
dos Sarím (I Sam. 18, 30). La superioridad de 2, 21). En el año 40 desp. de J. C. formó parte
organización, que había hecho a los filisteos tan de la misión que la comunidad judía de Alejan­
peligrosos para los hebreos, iba acompa­ dría envió a Caligula con motivo de la perse­
ñada de una mayor superioridad en el progreso cución de que entonces era objeto (Caium. en
industrial. Siendo maestros en la elaboración el comienzo).
del hierro, entonces de uso reciente, supieron Sus escritos forman los siguientes grupos:
conseguir su monopolio impidiendo su produc­ 1. Exposición catequística: Quaestiones ei
ción y elaboración a sus antagonistas (I Sam. solutiones in Genesim, I-IV (Q. G.); In Exo­
13, 9-21), con lo cual estaba garantizada la su­ dum, I-II (Q. Ex.).
perioridad militar y económica. Aparte la ela­ 2. Comentario alegórico al Génesis: Legum
boración del hierro, los filisteos supieron des­ alleg., I-III (L. A.); De Cherubim (Cher.); De
arrollar la agricultura y las artes, como la ar­ sacrificiis Abelis et C. (Sacr.), etc.
quitectura y la escultura. Presentan especial in­ 3. Exposición de la legislación de Moisés:
terés las labores de cerámica, en las que sobre­ De mundi opificio (Op.); De Abrahamo (Abr.);
sale una mezcla de elementos micenos y locales. De Iosepho (los.); De Decalogo (Decal.); De
Los sacerdotes y los adivinos tuvieron siem­ specialibus legibus, I-IV (Spec.), etc.
pre una gran participación en la vida nacional. Se propuso conciliar la revelación hebrea con
La divinidad más honrada fué Dagón, al que la cultura griega, poniendo ésta al servicio de
los filisteos llaman su dios cuando le dan gra­ la otra, siendo por tanto el primer teólogo.
cias por haber logrado apresar a Sansón (Jue. Considera a la filosofía como «el bien más
16, 22-25). En Azoto existía un templo de Da­ perfecto entre cuantos han venido a la huma­
gón, conocido con el nombre de Beth-Dagón. nidad» (Op., 54). Los gérmenes de verdad que
hasta la época de los macabeos. Lo destruyó en ella se contienen sirven para entender y sa­
Jonatán hacia el año 150 a. de J. C. En el tem­ borear la verdad revelada en toda su integridad.
plo de Azoto fué colocada el arca capturada, No hay oposición entre ésta y la filosofía,
en cuya presencia se hizo pedazos el ídolo pues la verdad es única y procede de Dios:
(I Sam. 5, 2-5): y en un jequeño templo, dedi­ hállase toda entera en los Libros Sagrados,
cado también a Dagón, en Beisan, parece que particularmente en la Ley. Los grandes filóso­
fué donde suspendieron la cabeza de Saúl (I fos, Platón, Heraclito, los estoicos, son simples
FILÓN 220

imitadores de Moisés por lo que atañe a la la naturaleza, personalidades indecisas, cercanas


verdad y a la moral. De tal suerte, mientras a la simple abstracción.
algunos judíos pervertidos por la sofística grie­ Ese método se había introducido ya antes en­
ga apostataban, despreciando a Dios y a su Ley tre los judíos de Alejandría. Filón lo aplicó en
(De posteritate Caini, 33-38); mientras otros todos sus numerosos escritos, con lo que que­
dejaban de practicar las prescripciones de Moi­ daban eliminados numerosos antropomorfismos,
sés, por considerarlas como puras alegorías (De y mediante la alegoría quedaban vencidas todas
Migr. Abrahami, 89), o veían en los Libros Sa­ las dificultades literales. Filón cree más digno
grados leyendas análogas a los mitos griegos, de Dios el sentido espiritual, expresado en los
aun admitiendo una exégesis literal (De confu- hechos, en las personas, en los mismos términos
sione linguarum, 2-3), Filón conserva intacta la e incluso en los números (Jos. 28), y se esfuerza
verdad revelada, ilustrándola con el humanismo por descubrirlo investigando las etimologías,
griego. No hay oposición sino coordinación y calculando los números, que para los neopitagó-
síntesis. ricos eran símbolo de las ideas. Pero defiende
En Alejandría estaba representada la filoso­ el sentido literal, porque no se renuncia al cuer­
fía helénica en sus diferentes corrientes, pero no po cuando se estudia al alma (Migr. 89; H. A.
distintamente sino encaminada a aquella mez­ Wolfson, I, pp. 55 s. 115-64).
cla que será la característica del hermetismo. En la creación de Eva (Gén. 2), si hubiése­
Filón toma de ella indistintamente cuanto es mos de aferrarnos a la letra, tendríamos un
útil para su intento. De la critica de los escép­ mito, según Filón, que ironiza la elección de
ticos, lo mismo que de la limitación e insufi­ la costilla, etc. Hay que recurrir al sentido ale­
ciencia de la razón como árbitro de la vida, górico. Adán, que es la inteligencia, produce la
Filón saca argumentos para demostrar la supe­ sensación, que es una de sus energías. Costado
rioridad y la necesidad de la Revelación; sír­ no es más que una metáfora con que se signi­
vese del desprecio que profesan los cínicos por fica la fuerza. Mas con tal método sustituye el
el placer para recomendar la sabiduría y la vir­ sentido histórico y bíblico por un tratado ético-
tud; de Aristóteles para el profundo análisis religioso, que puede tener su interés, pero no
de las virtudes y de los vicios; pero principal­ tiene nada que ver con la Biblia (M. J. La­
mente se vale de los estoicos, a quienes prefiere grange, pp. 546-54).
por lo elevado de sus sentimientos; y de Platón El sentido alegórico fué el que prevaleció
por su tajante dualismo, en oposición al pan­ en la Iglesia durante todo el período patrístico,
teísmo estoico, por los elevados conceptos de y principalmente Orígenes se resiente de la in­
la divinidad, del alma (Lagrange, p. 543 s.). fluencia determinante de Filón.
Filón no fusiona ni trata de coordinar estos La exacta observación de Lagrange debiera
diferentes elementos heterogéneos. Opiniones haber hecho reflexionar a los modernos parti­
propias de este o aquel sistema, en el cual tie­ darios de un retorno a la exégesis espiritual
nen razón de ser, muchas veces contrastantes origenista, orientación claramente repudiada por
entre sí, coexisten en Filón las unas al lado de la Encíclica Humani Géneris (12 de agosto
las otras (cf. Decal. 134), sin consistencia y sin de 1950).
vida. Las toma casi sólo por razones de etno­ El concepto filoniano del logos es fruto del
logía, para expresar ideas comunes, para ilus­ método de aplicar a Dios, en sí y en sus rela­
trar un texto bíblico o para un desarrollo orato­ ciones con el mundo, la terminología estoico-
rio. Muchas veces son simples imágenes o me­ platónica. «La idea de Dios positiva y personal
táforas. en Filón, es la de la Biblia (Op. 21-23; etc.).
Es, pues, inútil intentar reconstruir con ellas Pero ese Dios es el Dios del mundo y no sólo
un sistema filosófico. Filón no tiene un sistema. de los judíos. Filón lo llama an0109 (L. A., I,
A. Stein y J. Festugiére lo asemejan a Cicerón. 50-53 — término estoico —, es decir, sin deter­
Dos puntos esenciales interesan a la exégesis: minación específica e individual: el alma, el
la . interpretación alegórica y el concepto del entendimiento del universo, pero niega rotun­
logos. damente toda inmanencia y sigue a Platón (J.
Para acercar la Biblia a la cultura griega, en Festugiére, pp. 535-40).
su afán de razonar sobre la Revelación, Filón De Dios proceden por creación: el mundo
adoptó el método alegórico, en uso entre los sensible y el mundo espiritual; los ángeles: el
estoicos, que así intentaban salvar del ridículo logos y las potencias de la filosofía alejan­
a la mitología clásica y quitar al politeísmo drina. Los ángeles son llamados potencias
su carácter trivial. Neptuno, Apolo y las dife­ (De Somniis, I, 127, 141, etc.); pero fuera
rentes divinidades no eran más que poderes de del oficio de intermediarios entre Dios y el mun­
221 FORMAS (Historia de las)

do, no tienen nada de común con éste. Los án­ si se exceptúa la dependencia literaria de la
geles son personas, las potencias son ideas (Pla­ epístola a los Hebreos (C. Spicq, en RB, 56
tón) y eficientes (Estoicos: Spec. I, 46-48. 66. [1949], 542-72).
329; Op. 17 ss., etc.); simples abstracciones Mientras el cristianismo penetraba en el mun­
respecto de Dios. A los ángeles se les llama do helénico, algunos Padres dieron crédito a los
también servidores de las potencias (Spec., I, escritos de Filón, por la teología sobre el Verbo,
66). Éstas hacen posible las relaciones de cono­ a la que recurrieron particularmente los he­
cimiento y de religión entre Dios y el hombre, rejes. [F. S.]
incapaz de llegar a Dios por sí mismo (Q. Ex., BIBL. — F. Spadafora, en Ene. Catt. It., V, col.
II, 68, etc.). 1345-48, con rica bibliografía; J. L ebreton, Histoire
El primero de estos intermediarios es el lo­ du Dogrne de la Trinité', I, 9.* ed., París 1927, pági­
nas 178-251; M. J. L agrange, Le Judatsme avant Jé-
gos, y Filón cree hallarlo en todas las páginas sus-Christ, 2.‘ ed., ibíd. 1931, pp. 542-86; H. A. WOLF-
de la Biblia: el ángel de Yavé en las diferentes son, Philo, I-II. Cambridge 1947; A. J. F estuoiére,
teofanías (De Somniis, I, 177. 226, etc.). El La révélation d’Hermés Trísmégiste, II, Le Dieu cos-
mique, París 1949, pp. 519-85.
sumo sacerdote, en cuanto mediador, es un sím­
bolo (De fuga, 108-19, etc.). FORMAS (Historia de las). — El «método de
Filón entiende como equivalentes al logos: la historia de las formas» (Formgeschichtliche
el Nombre, la Gloria, etc., y las especulaciones Methode) es el sistema que trata de explicar el
rabínicas sobre la palabra de Dios (Decal. 32- origen de los Evangelios, de determinar su gra­
36): lo llama (cf. Sab. 7, 8; Prov. 8, 26) ins­ do de historicidad, mediante el análisis de las
trumento de Dios en la creación (Cher. 125- «formas» (o géneros) literarios de los Evange­
127); imagen de Dios, hijo suyo primogénito lios, y la evolución de las mismas, espejo y
(De fuga, 101-109, etc.). fruto del ambiente social y religioso. Salió de
En realidad se trata de simples evocaciones Alemania por obra de K. S. Schmidt (1919),
ocasionadas por el texto sagrado. Filón emplea M. Dibelius (1919), R. Bultmann (1921, que
en su exégesis la terminología alejandrina. El habla de Historia de la tradición primitiva o
logos es un ideal proyectado entre el cielo y la sinóptica), y tiene como precursor a H. Gunkel,
tierra, ejemplar del mundo (Op. 24-25), revela­ que aplicó análogos criterios al A. T. y los su­
dor de D ios; es principio cósmico de separa­ girió para el Nuevo.
ción y de diversidad (Aóyos rope-us), 1° mismo
que la razón humana es el principio lógico de En el sistema se distinguen dos corrientes afi­
discriminación (Heres, 130-40; H. A. Wolfson, nes, el método constructivo o sintético de Dibe­
I, p. 335 ss.). lius y el analítico de Bultmann y Bertram.
A estos elementos platónicos viene a unirse El primero toma como punto de partida la
el preponderante influjo estoico. Lo mismo que primitiva comunidad cristiana, tal como la co­
en Crisipo, el logos es fuerza que sostiene al nocemos a través de los escritos contemporá­
mundo, principio de determinación, logos semi­ neos, con sus tendencias y principales activida­
nal (loe. cit.t p. 118 s.), que lo fecunda todo, y des (culto de Jesús, predicación, instrucción,
obra en el mundo como en nosotros el alma disputas, polémicas), para individualizar los gé­
(loe. cit., pp. 230-33; Fug. 110); de él depende neros literarios correspondientes a esas activi­
la suerte humana (Deus, 176); ley del univer­ dades. Los géneros literarios serían principal­
so (Op. 143), ley moral. mente el paradigma (especie de apólogo) y la
La idea directriz de tan diferentes imágenes novela (relato más desarrollado), expresiones de
es la transcendencia de Dios y la necesidad de la literatura popular, que es creación de la co­
un intermediario entre Dios y el mundo. El lectividad, impersonal y que prescinde de los
logos, por tanto, no es Dios, pues todo el siste­ datos cronológicos y geográficos. Los evange­
ma se desmoronaría. El nombre de Dios que se listas no habrían hecho más que recoger tales
le ha dado (Somn., I, 228-30; L. A., II, 207 s .; paradigmas, novelas, etc., a veces reunidos en
Q. G., II, 62) no es más que una exigencia ciclos (p. ej., el ciclo de la infancia de Jesús,
exegética; y queda atenuado como término im­ o del ministerio de Galilea, o de la pasión),
propio (üevrepos 3eó$). No es una persona sino con sólo añadir al principio o al fin, unas frases
una personalidad indecisa, próxima a la simple de enlace y las circunstancias cronológicas y
abstracción (J. Lebreton, pp. 209-51)» (Ene. topográficas: así habrían resultado Jos Evan­
Can. It.). gelios. Por lo tanto, lo más que podemos pedir
Filón quedó ignorado del judaismo; y no de ellos es qué idea tendría de Jesús la comu­
hay relación alguna entre los libros sagrados nidad primitiva, el enorme influjo que el mismo
del Nuevo Testamento y los escritos de Filón, Jesús ejerció sobre sus primeros seguidores, y
FULDENSE (Códice) 222

la evolución de tal sistema que llegó hasta ado­ acerca de su persona y de sus obras. La colec­
rarle como a «Kyrios» e hijo de Dios. tividad creadora no es más que un mito de la
A resultados sustancialmente idénticos llega escuela sociológica (E. Durkheim) y un fantasma
el método analítico. Éste separa los episodios «metafísico». El examen interno nos revela en
evangélicos y los clasifica entre algunos géne­ cada uno de los Evangelios la persona verda­
ros literarios: apotegmas (dichos memorables deramente característica de su respectivo autor
encuadrados en una moldura escénica de carác­ y no simples compiladores, como quiere este
ter biográfico o polémico, muchas veces acom­ sistema. Es cierto que al frente de las primeras
pañados del milagro), tradiciones (narrativas o comunidades cristianas hubo fuertes personali­
legislativas), y unos pocos más. En cada uno de dades, como Pedro, Santiago, Pablo, etc., de
ellos puede tal vez ser histórico el dicho o el quienes proviene la catequesis que se refleja
hecho central más simple, que luego habría directa y fielmente en los Evangelios. Final­
enriquecido la comunidad con pormenores, mente, hay que advertir que a hacer científico
como para justificar algunas prácticas antiju­ el sistema contribuye el latente prejuicio ra­
días o la adoración de Jesús. cionalista que niega lo sobrenatural, y el otro
Merece notarse en la historia de las formas prejuicio idealista de la evolución creadora en
la importancia que se reconoce a la catcque­ materia religiosa. [L. V.]
sis (v.) apostólica y la utilidad que ofrecen a la BTBL. — E. F lorit, en Bíblica, 14 (1933). 212-48;
exégesis los géneros literarios y su cotejo con F. M. Braun. en DBs, III. col. 312-17; E. Schik ,
las otras literaturas. Pero es sobradamente Formengeschichte und Synoptikerexegese (N entest. Ab-
handl, XVIII. 2-3), Münsier i. W. 1940; cf. RHE,
apriorística en el método la determinación de 37 (1941), 213 s.; P. Benoit, en RB, 53 (1946), 481-
estos últimos y la de su evolución. Es dema­ 512; N. M occia, L’istituzione delta SS Eucaristía
secondo U método delta storia delle forme, Napoli 1955.
siado breve el tiempo que media entre la com­
posición de los Sinópticos y la muerte de Nues­ FRACCIÓN del pan. — v. Eucaristía.
tro Señor Jesucristo para poder dar lugar a una
transformación ideal obrada por la colectividad FULDENSE (Códice). — v. Vulgata.
G
GABELO. — v. Tobías. (= Sar, al sur de Rabat-Ammon); Atarot (al
este del mar Muerto, mencionada en. la stela
GABRIEL. — v. Ángeles. de Mesa, lín. 10, 13) ; Dibon (= la actual Di-
ban, a 5 km. del Arnón, donde se descubrió
GAD. — Séptimo hijo de Jacob, habido de dicha stela); Nemra (= Tell Nimrim), uno de
Zelfa, esclava de Lía. El nombre procede de la los principales centros para el pasto; Bet Ha­
exclamación de ésta: ba’gad, la buena fortuna rán (= Tell er-Rame); Majanaím (= Kirbet
(= gad) ha llegado (Gén. 30, 11). En realidad, Mahna), donde se refugiará David (y.) hu­
gad, de la raíz de gádad (cortar, determinar; yendo de Absalón; Sucot (= Tell el-Ahsas);
como ¡j.oipa = Parca, de peí popen, dividir), sig­ Safón (= Tell Sacidije: Jue. 12, 1). Núm. 32,
nifica buena suerte, felicidad. Se sabe que en 3.34 ss.; Jos. 13, 24-27.
Siria y Palestina existió el culto a esta divini­ Gran parte de este territorio cambió frecuen­
dad (Gad), correspondiente a la griega r¡ Tvxr¡» temente de manos. Después de la muerte de
la fortuna (cf. los nombres de ciudad: Baal- David, que había sometido a Moab (II Sam.
Gad, junto al Hermón, Jos. 11, 17; 12, 7, y 8, 2), se dieron varias alternativas entre el
Migdal-Gad, en Judá, / oí. 15, 37, e Is. 65, 11, dominio israelita y el moabita. Tampoco que­
donde se habla del culto a Gad paralelamente daron bien definidos los límites entre Gad y
con Meni =■ destino). Rubén debido a que algunas ciudades pasaron
Gad es el penúltimo en la lista de los hijos de una tribu a otra. El gadita Jefté (v.) libertó
de Jacob (Éx. 1, 4; I Par. 2, 2). Tuvo siete al territorio del yugo de los amonitas (Jue.
hijos (Gén. 46, 16) que dieron origen a otras 10- 11).
tantas familias (Núm. 26, 15-18). La tribu que Gad se mantiene fiel a Saúl, a quien dió
de ahí se formó contaba con 45.650 miembros honrosa sepultura, y Majanaím fué la sede del
a la salida de Egpito (Núm. 1, 24). La bendi­ reino de ISbaal (II Sam. 2, 4-8); pero ya se
ción de Jacob (Gén. 49, 19) y la de Moisés habían puesto al lado de David muchos exce­
(Dt. 32, 20 ss.) celebran su espíritu guerrero: lentes guerreros de Gad (I Par. 12, 8.14 s.).
es la tribu más poderosa del este del Jordán, Gad desaparece de la historia hebrea amal­
que tiene a raya a los enemigos, dispuesta a gamado con los elementos indígenas, y en su
despedazarlos, como el león a su presa. Junta­ territorio aparecen amonitas y moa bitas (Jer.
mente con la de Rubén, con la que va siempre 48, 19.34; 49, 1). [F. S.]
unida, en la distribución del territorio se adju­ BIBL. — F. M. A bel, Géographíe de la Palestine. I,
dicó la mejor y la primera parte: el fértilísimo París 1933. pp. 276. 380; II, 2* ed.. 1938. pp. 67-70;
Galad, a propósito para los rebaños, en la A. C lamer, La Ste. Bible (ed. Pirot. 2) ,ibíd. 1940,
pp. 445-52. 737; A. G elin (ibid., 3). 1949, pp. 85 s.
Transjordania, desde el lago de Genesaret hasta 118-24.
el mar Muerto (Núm. 32). Manteniéndose fiel
a la promesa hecha a Moisés, marchó a la GADD (Crónica de). — Parte de una crónica
cabeza de las otras tribus para cooperar a del Imperio babilonio, conservada en el British
la conquista de Canán y repasó el Jordán una Museum, así llamada por su primer descifrador
vez terminada la campaña. Expresó con la y editor. El texto comprende los años 616-609
erección de una gigantesca columna su inalte­ antes de J. C. (= 10-16 del reino de Nabopo-
rable adhesión al yaveísmo (Jos. 27, 9-33). Gad lasar). Como fué escrita en Babilonia, según
se extendió por el norte hacia el Arnón, de­ lo demuestra la forma de los caracteres cunei­
jando a Rubén al sur. Las ciudades princi­ formes. proyecta nueva luz sobre aquel perío­
pales : Jazer, junto al límite norte oriental do, imperfectamente conocido hasta ahora, y
GALATAS (Epístola a los) 224

permite fijar la fecha de Nínive en el 612, que que comprobar con amarga sorpresa que los
antes se creía era el 606. La misma exégesis convertidos se habían dejado fascinar, tal vez
de los libros de Nahum, Jeremías y Sofonías con el mismo entusiasmo, por los fanáticos
ha recibido una ayuda considerable de esta judíocristianos, llegando hasta abrazar las prác­
crónica, que, por otra parte, ha hecho muy ticas del judaismo como necesarias para la sal­
problemática una batalla de Carquemis en el vación y prestando oídos a las calumnias con­
605 a. de J. C. (= cuarto año de Joaquim; tra él que aquellos fanáticos contrincantes del
Jer. 46, 1 ss.) y ha permitido precisar la na­ Apóstol habían difundido entre ellos. Al llegar
turaleza de la batalla de Magedo (609 a. de a Éfeso (53-54; cf. Gál. 1, 6), San Pablo les
Jesucristo): Josías, rey de Judá, intentaba im­ escribe refutando uno por uno los errores y las
pedir al faraón Necao II que prestara ayuda acusaciones de los judaizantes, de lo que re­
al peligroso reino de Asiria. [A. P.] sulta una apología principalmente doctrinal, a
BIBL. — C. J. G add, The jall of Ninive, Londres la que se asocia en íntima conexión la suya
1923; A. Pohl, Historia populi Israel, Roma 1933, personal.
DP. 34*-37*; B. A lfrink, en Bíblica, 8 (1927), 387- Contenido. Trátase, en realidad, del primer
417; E. F lorit, en Bíblica, 13 (1932), 399-417; 15
(1934), 8-31. grave problema que el cristianismo de los orí­
genes amortiguó, y no sin discusiones, pasión
GALATAS (Epístola a los). — Con el término y lucha un tanto duradera: la relación entre
administrativo romano podían ser llamados gá- la Nueva y la Antigua Economía, entre el Evan­
latas incluso los habitantes de Pisidia, Licaonia gelio y la Ley.
(Iconio, Derbe, Listra), evangelizados por San San Pablo persigue un fin práctico: man­
Pablo en su primer viaje (h. el año 45 ; Act. tener a los gálatas alejados de este nuevo evan­
13, 14) y visitados al principio del segundo gelio que les había sido propuesto por cristia­
(Act, 16, 1-5). Algunos han pensado que se nos, judíos de origen, que más bien sería el
trataba de ellos en esta epístola. Pero Pablo abandono del único verdadero evangelio para
distingue bien cada una de las regiones, con­ pasar a someterse al yugo de las observancias
forme al uso del tiempo, y jamás habría lla­ judías. Y no hay otra epístola del Apóstol que
mado «insensatos gálatas» (Gál. 3, 1) a los como ésta se vea tan dominada por el fin pro­
licaonios y a los pisidianos, ni habría dicho al puesto, hasta en los detalles. Si alguna vez pa­
escribir a estos cristianos que no se había pre­ rece perder el hilo del argumento es para dejar
ceptuado nada a los gentiles en el Concilio de en ella un reflejo del fuego que arde en su
Jerusalén (Gál. 2, 6), cuando él mismo les había interior. No sólo se propone instruir y exponer;
transmitido ya el decreto con recomendaciones también trata de convencer, y convencer a los
acerca de la abstención de carne de animales gálatas en un punto preciso, importante y de­
«ahogados», etc. (Act. 16, 4), ni podía escri­ cisivo: no renunciar a la fe en Cristo y a la
birles diciendo que los había evangelizado como libertad cristiana, ya que aceptar el yugo de
incidentalmente, cuando se había visto forzado la Ley equivaldría a renunciar a la gracia y
a detenerse entre ellos a causa de una enfer­ a la salvación en Cristo.
medad que le aquejara (Gál. 4, 13), aparte de La epístola comienza, como siempre, con un
que conocemos por los Actos las circunstancias saludo, reducido a la mínima expresión, pero
bien claras que acompañaron a su primera que propone inmediatamente la redención del
misión. pecado, como obra exclusiva de Jesús (1, 1-5).
Los gálatas son, pues, los habitantes de Ga- La exposición (1, 6-9) se inspira en las cir­
lacia propiamente dicha, o Galacia del Norte. cunstancias: se quiere que los gálatas susti­
San Pablo llegó a ella en su segundo viaje tuyan el Evangelio por una falsa caricatura del
(h. el 50); la cruzó con Silas y con Timoteo: mismo. Lanza un anatema contra quien pre­
forzado a detenerse allí por razones de salud, dique semejante falsificación, contraria a la
predicó entre aquellas gentes el Evangelio (Act. doctrina que el Apóstol les ha transmitido.
16, 6; Gál. 4, 13). Los gálatas tuvieron para Éste demuestra: l.°, que el Evangelio que
con él toda clase de afectuosas atenciones (Gál. él les ha predicado es el Evangelio auténtico;
4, 14 s.), y el fruto fué abundantísimo, dado 2.®, que sería insensato añadirle la práctica de
el entusiasmo con que acogieron el Cristianismo la Ley; 3.°, que ese Evangelio es la fuente
(Gál. 5, 7). de las virtudes.
Al principio del tercer viaje misionero (h. el Los dos primeros puntos constituyen la parte
53), el Apóstol pasa por allí nuevamente, según llamada especulativa (1, 10-5, 12), que compren­
solía hacerlo, para visitar la comunidad por de una exposición histórica (1, 10-2, 21) y ra­
él fundada (Act. 18, 23), y, por desgracia, tiene zonamientos varios (3, 1-5, 12).
225 GÁLATAS (Epístola a los)

Pablo afirma solemnemente su calidad de La Ley del Sinaí (o alianza de Dios con la
Apóstol, que le ha sido conferida por Dios nación por medio de Moisés), con todo el
directamente (1, 11-24). Su predicación, dirigida cúmulo de sus prescripciones, no desvirtuaba
a los gentiles, prescindiendo en absoluto de la el sobredicho principio de la fe como medio
Ley, está enteramente conforme con el evan­ para la salvación: aquellas prescripciones, con
gelio de los Apóstoles, como lo prueba elo­ las sanciones que Ies acompañaban y con la
cuentemente la solución que ellos dieron a la facilidad con que eran violadas, constituían
cuestión que surgió en Antioquía y que fué más bien una ocasión continuada de transgre­
presentada ante los mismos en Jerusalén por siones y, por tanto, de castigos por parte de
conducto del mismo Pablo y de Bernabé (Ac/. Dios. Cristo Jesús tomó sobre sí el peso de
15; Gál. 2, 1-10), y la conducta observada en todas estas transgresiones y nos libró entera­
Antioquía por Pedro, jefe de los Apóstoles. Él mente de las prescripciones de la Ley, mu­
acepta de grado la invitación de los gentiles riendo en la Cruz (3, 10-14),
convertidos y come con ellos, dando ejemplo En realidad, el segundo pacto del Sinaí no
de no tener ya en cuenta las prescripciones de podía hacer que quedase inactiva y vacía la
la ley judaica, y cuando trata de esquivar tales alianza de Dios con Abraham, pues tal pacto
invitaciones, a consecuencia de Jas sutiles ex­ tenía un carácter completamente transitorio,
cepciones puestas por los «falsos hermanos» que respondía a las particulares circunstancias
venidos de Jerusalén a espiar su conducta, in­ que entonces se habían creado: estaba desti­
terviene Pablo para repetir solemnemente a nado a guiar a la nación.hacia Cristo («peda­
todos los fieles reunidos que no es posible en gogo para Cristo»).
la práctica volver a «vivificar» nada de lo que Así se comprenden las prescripciones dadas
ha sido declarado solemnemente como «muerto para aquel tiempo, que trataban de aislar a
y sepultado», o sea las prescripciones de la Israel de los gentiles, para preservarlo del pe­
Ley (2, 11-21). «Si para salvarse es necesaria ligro de la idolatría. Pero habiendo venido Cris­
la Ley, en vano murió Cristo.» to y habiéndose convertido los mismos gentiles
Luego comienza la respuesta contra los ar­ a su Evangelio, queda abolida toda distinción
gumentos dogmáticos, digámoslo así, que han y separación, por incompatible con el principio
sido esgrimidos por los judíocristianos (3-5, 12). de la caridad y con la realidad de nuestra in­
Habíase dicho que el cristianismo, nueva corporación a Cristo. Basta adherirse a Cristo
economía, debía continuar la antigua sin abro­ para ser descendiente de Abraham y heredero
garla. Más aún: que para poder participar de de los bienes a él prometidos (3, 15-29).
las bendiciones hechas a Abraham y ahora Que sean, pues, celosos de la libertad adqui­
realizadas por Cristo, era preciso hacerse antes rida por la sangre de Jesús y que se les ha
de la descendencia de Abraham, miembro del dado con el bautismo; que se mantengan fieles
pueblo elegido, mediante la circuncisión, etc. a la voz del Espíritu Santo que habita en ellos;
El Apóstol comienza con vehemencia ape­ que le conserven el afecto tan tierno que le
lando a la propia experiencia de los gálatas, demostraron en el tiempo de su primer encuen­
quienes con la conversión y el bautismo habían tro. ¿Para qué volver ya ahora los ojos a una
recibido plenamente la vida cristiana, los bie­ institución desechada por Dios? Pues tal es la
nes mesiánicos, los dones del Espíritu Santo, Ley a la que fanáticamente se aferra la Sina­
hasta con manifestaciones externas, sin que goga, como puede deducirse de la Sagrada Es­
antes hubiesen conocido la Ley. Era, pues, evi­ critura. A idénticas condiciones realizadas aquí
dente que todo aquello lo había realizado la en la tierra entre los hombres corresponde
fe, es decir, su plena adhesión a la doctrina de idéntica reacción por parte de Dios, que es in­
Jesús, predicada por Pablo y aceptada y prac­ mutable. Y resulta que la situación creada
ticada por los gálatas (3, 1-5). entre la Iglesia (la libre) y la Sinagoga (la es­
Én realidad, la misma alianza (v.) de Dios clava) es idéntica a la que se di ó entre Sara
con Abraham prescindía de las obras que des­ y Agar (la esclava): Ismael, hijo de la esclava,
pués fueron prescritas en el Sinaí, y en cuya pretendía tener parte en la herencia, en las
observancia insisten aquellos judíocristianos. promesas de Abraham, y perturbaba a Isaac,
Prométese la salvación a Abraham antes de la hijo de Sara. Pero intervino Dios y dió a Abra­
misma circuncisión, y por tanto no era más ham esta orden: «Echa a la esclava y a su
Que premio a su fe, a su total abandono a la hijo; pues el hijo de la esclava no será here­
voz de Dios (Gén. 16, 6: 12, 3), y la misma dero con el hijo de la libre». De igual modo
condición vale para sus descendientes, a quie- a la Sinagoga y a los partidarios de la Ley,
nes se hacía extensiva la promesa (Gal. 3, 6-9). que persiguen a la Iglesia naciente, los ha ex-
15. — Spadafoba. — Diccionario bíblico
GAULANÍTIDE 226

cluído Dios de la herencia de Abraham, es en provincia asiria con la invasión de Teglat-


decir, de la salvación. Sólo la Jerusalén ce­ falasar (I Re. 15, 29). Los pocos judíos que se
lestial con sus hijos, los bautizados, es heredera establecieron en Galilea después de la cauti­
de la salvación (c. 4). vidad fueron trasladados en el año 150 por
El Apóstol saca las conclusiones de cuanto Simón Macabeo a Judea (I Mac. 5, 14-23). Los
ha expuesto hasta ahora, añadiendo alguna otra habitantes fueron obligados posteriormente por
consideración (5, 1-12). Aristóbulo I (104-103 a. de J .C.) a pasar al
En la parte moral (5, 13-6, 10) expone las judaismo (Fl. Josefo, Ant. XIII, 11, 3), y en
consecuencias prácticas: mantenerse a distancia tiempos de la reina Alejandra (76-67 a. de
de los perturbadores, guardarse del desenfreno, Jesucristo) eran judíos en su mayoría. Fué in­
hacer que triunfe el espíritu sobre la carne; cluida en el reino de Herodes el Grande (40 a.
huir, sobre todo, de los pecados contra la hu­ de J. C .-4 desp. de J. C.), y a su muerte
mildad y la caridad; ser generosos para los quedó sometida al tetrarca Herodes Antipas.
que les instruyen en la fe. En tiempos de Nuestro Señor estaba densa­
En el epílogo (6, 11-18), escrito en gruesos mente poblada por judíos y gentiles dedicados
caracteres por el mismo Pablo, se repite con al comercio y a la agricultura, sobre todo en
energía el motivo de la epístola como conmo­ las ciudades de la Galilea septentrional y en las
vedora demostración del amor del Apóstol a que habían sido últimamente construidas por
la Cruz de Jesús. los herodianos. Los galileos, ingeniosos y de
La doctrina aquí esbozada sobre las relacio­ carácter rayano en la turbulencia, con amplitud
nes entre la antigua Alianza y la nueva, entre de miras y no ajenos a las novedades, no ri­
el Evangelio y la Ley, reaparecerá para ser goristas por dedicarse más al comercio que a
desarrollada en la epístola a los Romanos (v.). las escuelas rabínicas y farisaicas de los judíos,
[F. S.] con una pronunciación defectuosa respecto de
BIBL. — M. J. L agranoe, L'Ep. aux Galates, 3.* ed., determinadas consonantes arameas (Me. 14, 70;
París 1933; F. A miot, en la col. Verbum salutis, ibíd. Le. 22, 59), eran poco apreciados por los judíos
1946; D. Buzy, Ep. aux Galates (La Ste. Bible, ed.
L. Pirot, 11). ibíd. 1948; V. I acono, Le Ep. di S. Pao- conservadores y rigoristas (Jn. 1, 46; 7, 52);
lo (La S. Bibbia), Torino 1951, pp. 511-81; P. Bon- Galilea debe toda su historia al Evangelio. Fué
nard, V ép. aux Gal. (Comm. du JV. T., IX), Neuchá-
tcl 1953, pp. 1-132. evangelizada casi íntegramente por Jesucristo,
que eligió como centro las sinagogas, las co­
GALILEA. — Región palestinense al norte de linas y sobre todo la orilla septentrional del
la llanura de Esdrelón. Galilea, que primitiva­ lago (Le. 5, 1; Mí. 4, 18; Me. 2, 13, etc.).
mente estaba formada por el país montuoso de En los Evangelios aparecen con frecuencia las
Neftalí (Jos. 20, 7; 21, 32), posteriormente que­ localidades galileas de Cafarnaúm, Caná, Na-
dó absorbida por el país de Cabul (I Re. 9, zaret, Naím (Le. 7, 2), Corozaím (Mt. 11, 21;
11), por el desierto de Zabulón y por todo el Le. 10, 13), Tiberíades (Jn. 6, 23; 12, 1), la
territorio próximo al lago de Genesaret (ls. 8, llanura de Genesaret (Mt. 14, 34; Me. 15,
23). Por ser paganos la mayoría de sus habi­ 40 s.), Magdala, patria de María Magdalena
tantes fué llamada Gelil-hag-góim, «distrito de (Le. 8, 2; Me. 15, 40 ss.). El desarrollo del
las Gentes» (ls. 9, 1; I Mac. 5, 14; Mí. 4, 16), cristianismo en Galilea es poco conocido (Act.
y del hebr. gelil procede el nombre de Galilea. 9, 31). Después de la catástrofe del 70 desp.
La Galilea del Nuevo Testamento se divide en de J. C. se convirtió en un centro religioso
superior e inferior (Fl. Josefo, Bell. III, 3, 1) judío dotado de numerosas sinagogas, que han
y limitaba al sur con Samaria (desde Gueba sido descubiertas en este siglo, y de célebres
hasta Jezrael o Zer’in) y con Escitópolis, per­ escuelas rabínicas que dieron origen al Talmud
teneciente a la Decápolis; al este, con el Jordán palestinense. [A. R.]
y el lago de Genesaret, llamado también lago
de Galilea (M t. 4, 18; 15, 29; Me. 1, 16; BIBL. — A. L egendre, en DB, III, col. 87-96;
L. Szczepanski, Geographia historica Palaestinae an­
7, 31; Jn. 6, 1), y con la orilla occidental del tiquae, Roma 1928, pp. 202-7, 218 s.
lago Hule; al norte, con el territorio de Tiro
(Guiscala o el Fisch e Baca o el Buqeicah ); GALIÓN. — v. Cronología; v. Pablo.
al oeste, con Fenicia (Meroth o Meirón y Ca-
bulon o Kabul). GAMALIEL. — v. Actos de los Apóstoles.
Al elemento cananeo, no eliminado por los
hebreos conquistadores (Jue. 1, 30-33; 4, 2) se GARIZIM. — v. Samaria.
añadieron otros elementos paganos que toma­
ron la delantera cuando Galilea se convirtió GAULANÍTIDE. — v. Palestina.
227 GEDEÓN

GAZER. — A 10 km. al sureste de Ludd (II Mac. 3, 6-10) y por las copias de las actas
(Lida), a 28 al sureste de Jaffa, denomina­ públicas (I Mac. 14, 49). Empleábase en los
da Qdr en la lista de las ciudades palestinenscs gastos de las grandes fiestas del culto y en el
conquistadas por Tutmosis III, AJugazzi en las pago del personal empleado; el superávit se
cartas de El-Amarna, hoy Tell Gazer. La ex­ destinaba a obras públicas y a la contrata de
ploración arqueológica de R. A. Macalister las ofertas para los sacrificios, que luego se
(1902-1909) y de A. Rowe (1934...) atestigua revendían a particulares. La fundación de dicho
la existencia de Gazer en la edad alcolítica tesoro se remonta hasta Moisés (Éx. 30, 11-16).
(cuarto milenio a. de J. C.), aclara su historia Como con el tiempo llegó a alcanzar ingentes
en la edad de bronce, como centro cananeo cantidades, muchas veces excitó la codicia de
dotado de santuario, necrópolis, murallas y los conquistadores de Jerusalén: Sesac, de
túnel de acceso a los manantiales, y propor­ Egipto (I Re. 14, 26; II Par. 12, 19); Nabu-
ciona un notable material epigráfico, como codonosor, de Babilonia (II Re. 24, 13; II Par.
contratos cuneiformes, la tablilla de Gazer 36, 18; Dan. 1, 2); Antíoco IV Epifanes
(h. el s. ix a. de J. C.) que enumera los meses (I Mac. 1, 24; II Mac. 5, 21); Heliodoro, de
del año de dos en dos, indicando las labores Siria (II Mac. 3, 5-11); Crasso (Fl. Josefo,
agrícolas características de cada grupo. Ant. 14, 7, 1); Tito (Fl. Josefo, Bell. VI, 8, 3).
Fué conquistada por Tutmosis III (hacia En el Templo construido por Herodes el Gran­
1490-1436) y reconquistada por Tutmosis IV de el gazofilacio ocupaba el lado derecho del
(h. 1414-1406); recobró la independencia en el atrio de las mujeres y estaba precedido de un
período de El-Amarna y la conservó hasta el pórtico de columnas, alto y rico (FL Josefo,
tiempo de Salomón, firmemente ayudada por Bell. V, 5, 2), y aquí fué donde Jesucristo ad­
los cananeos (Jos, 16, 10; Jue. 1, 29) — no miró la sencillez y generosidad de la pobre
obstante la derrota que Josué infligió a su rey, viuda, tan en contraste con la jactancia de los
aliado con el de Laquis (Jos. 10, 33; 12, 12) — ricos avaros (Me. 12, 41-44; Le. 21, 1-4), y
y posteriormente aliada de los filisteos, en el donde reveló a los presentes su naturaleza di­
tiempo de David (II Sam. 5, 25; II Par. 14, vina (Jn. 8, 12-20). [A. R.)
16; 20, 4). Se le dió como dote a la hija del BIBL. — H. L esetre, en DB, col. 133-35.
faraón, esposa de Salomón (I Re. 9, 16 ss.) y
fué conquistada por los asirios en tiempo de GEDEÓN, — (Hebr. Gidcón; cf. gádac, «cor­
Teglatfalasar (745-727 a. de J. C.). Durante el tar, derribar».) Uno de los «jueces» de Israel
período macabeo: en el 166 a. de J. C. está (h. 1100-1070 a. de J. C.), natural de Ofra, en
ya incluida dentro de los límites de la provincia el límite meridional de la llanura de Esdrelón,
de Judea (I Mac. 4, 15; 7, 45); en el 160 es en la tribu de Manasés. Habla de él Jue. 6-8,
fortificada por Báquides (I Mac. 9, 52) y toma donde el redactor fusionó por lo menos dos
el nombre helénico de Gazara; en el 142 es fuentes. Los israelitas que se habían instalado
conquistada por Simón. Macabeo y pasa a ser en la llanura después de la victoria de Barac
residencia de su hijo Juan Hircano (I Mac. 9, (Jue. 4-5) habían adoptado los cultos cananeos
52; 13, 43-54; 14, 7.34; 15, 28-35; 16, 1.19.21; (6, 10.25), y Dios los castigó haciendo que de
II Mac. 10, 32). Los cruzados la mencionan con vez en cuando, en el tiempo de la siega, se
el nombre de Mons Gisart. [A. R.] llegasen bandoleros madianitas de la Transjor-
dania (6, 1-6). Dos hermanos de Gedeón ha­
BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Palestitte,
II, París 1938, pp. 332 s . ; Excavaciones: L. H enne- bían muerto a manos de ellos (8, 18 s.). Du­
QUiN, en DBs, III, col. 396-403; Tablilla: D. D irin- rante una de tales incursiones Dios se mostró
ger, Le irtscrizionl antlco-ebraico palestinesi, Firenxe
1934. pp. 4. JO; W. F. A lbright, en BASOR, 92 a Gedeón (6, 11-23) y le encargó que destruyese
(1943), 16-26; E, ZoLL. en Bíblica, 27 (1946), 129-131. el altar idolátrico de la aldea, emplazado en
terreno de su padre (6, 25 s.). Gedeón tenía
GÁZOFILACIO. — (Hebr. ganzak, ’ósár; miedo, pero obedeció y lo hizo por la noche,
ya£o0i>Aáfaov, 3ij(ravp¿^.) Sala donde se con­ y, al ser descubierto, con dificultad logró sal­
servaba el tesoro del templo, y, por metonimia, varlo su padre diciendo: «Que venga Baal a
el mismo tesoro, constituido por el impuesto defenderse» — en hebr. lerubbacal, que se con­
de medio sido (Éx. 30, 11-16), por el rescate virtió en sobrenombre de Gedeón (6, 27-32)—.
de los primogénitos (Núm. 18, 15), por la apor­ Un altar dedicado a Yavé-Shálónn (Paz) sus­
tación de los votos y de los donativos espon­ tituyó al otro (6, 11-24.26). Luego, foftalecido
táneos, en dinero y en especie, tanto de los por el «Espíritu del Señor», Gedeón reclutó
hebreos como de los extranjeros (Esd. 7, 15 ss.), hombres entre las tribus septentrionales (6,
por los depósitos para las viudas y huérfanos 34 s.). La prueba del vellón le aseguró de la
GENEALOGÍA de Jesús 228

asistencia divina (6, 36-49), y con trescientos A causa del horrendo culto de Moloc y de
hombres que Dios le permitió retener (7, 1-8) la devastación posterior, la gehenna (lugar in­
asaltó durante la noche el campamento madia- mundo) se convirtió en símbolo y sinónimo de
nita, al que logró dispersar mediante una estra­ todas las desolaciones, y especialmente del lugar
tagema (7, 9-22). Se prolongó la persecución del suplicio de los pecadores (Jer, 7, 31 ss.;
hasta más allá del Jordán y terminó con la 19, 3 ss., 10; frecuentemente en los apócrifos
muerte de los dos madianitas Oreb y Zeb (7, y en los escritos rabínicos).
23 ss.), pero con dificultad logró el prudente En los Evangelios sinópticos (Mí. 5, 22.29 s .;
Gedeón evitar un choque con los efraímitas, 10, 28; 18, 8 s .; 23, 15.33; Me. 9, 43.45.47;
celosos de la supremacía que se arrogaban Le. 12, 5) la gehenna, con sus elementos, fuego
(8, 1-3). En medio del entusiasmo de la vic­ y gusanos (descomposición de los cadáveres),
toria quisieron hacer rey a Gedeón, que lo re­ es símbolo habitual del infierno, de los tor­
chazó : el rey era Dios (8, 22 ss.); mas tuvo mentos reservados a los pecadores. «En la
de rey el numeroso harén (8, 30 s.) y el gehenna, donde ni muere su gusano ni se apaga
efod (v.) adivinatorio. el fuego» (Me. 9, 45, de Is. 66, 24). «Trátase
Más adelante sofocó otra incursión madia- de un tormento eterno (cf. Mí. 18, 8), molesto
nita: ejecutó la venganza sangrienta en los dos y roedor como un gusano, que escuece y que
jefes Zebaj y Sálmana, que habían dado muerte duele como el fuego» (A. Vaccari, La S. Bib-
a sus hermanos, y en esta ocasión trató dura­ bia, VIII, Firenze 1950, p. 165). [F. S.]
mente a las dos ciudades galaditas Sucot y
BIBL. — J. C haine. en DBs, III, col. 563-79:
Fanuel, que no habían querido ayudarle cuando H. V incent. Jérusalem, I. París 1912, pp. 124-34;
iba en la persecución (8, 4-21). Murió muy H. L. Strack -P . Billeerbeck. Komm. z. N. T. aus
Talmud u. Midrasch, IV, Mónaco 1928, pp. 1029-
anciano en Ofra, después de haber hecho mu­ 1118; F. Spadafora, Ezechiele, 2.a ed., Torino 1951.
cho bien a Israel (8, 32.35). Contrastaba con pp. 129 s., 164-67.
$u viva fe una naturaleza tímida y titubeante,
lo que hizo que brillase más el poder divino GELASIANO (Decreto). — v. Apócrifos.
que obraba en la humana flaqueza. Isaías ha­
bló de las victorias de Gedeón como de vic­ GENEALOGÍA de Jesús. — Es presentada por
torias de Dios (Is. 9, 13; 10, 26; cf. Sal. Mí. (1, 1-17) y por Le. (3, 23-28). San Mateo
82, 10-13). IG. B.] la propone como primer argumento para de­
• BIBL. — H. C azelles, en DBs, IV, col. 1403 s .;
mostrar la mesianidad de Jesús, o sea su pro­
L. D esnoyers, Histoire dn peuple hébreu, I, París cedencia de David. Entre los semitas todas las
1922, pp. 153-71; R. T amisieR, Le livre des Juges (La familias conservaban la propia genealogía como
Ste. Bible, ed. Pirot, 3), ibíd. 1949, pp. 198-221.
un bien hereditario que debía conservarse ce­
GEHENNA. — Es el hebreo gé Hinnom (o ge losamente. Esto toma un valor excepcional
bené-H.), el arameo gé hinnam y el griego para la casa de David, depositaría de las di­
yéewa = valle de Hinnom, nombre del antiguo vinas promesas (cf. II Sam. 7, 14, etc.). San
propietario cananeo. Al suroeste de Jerusalén Mateo desciende desde Abraham hasta Jesús
(Jer. 7, 32) está el actual Wádi er-Rahábi, pasando por tres grupos de 14 nombres cada
valle tristemente famoso por los sacrificios hu­ uno. Desde Abraham hasta David; desde Sa­
manos que siguieron a los tiempos del rey lomón hasta la cautividad de Babilonia, y des­
Ezequías (s. vm a. de J. C.). En el tiempo de de la cautividad hasta Jesús. Para los dos pri­
Jeremías se identifica con el Tofet (vocalización meros grupos es fácil la compulsación con las
tomada del hebreo boScth, «suciedad»). Es el genealogías del Antiguo Testamento, de donde
«fogón» o «parrilla», en la abertura superior están tomadas (Gén. 21, 3; 25, 25; 29, 25;
de un horno, donde se quemaban los cuerpos de 38, 29 s .; I Par. 2; II Par. 3; Rí. 13-22);
los niños que eran degollados en sacrificio ofre­ pero el tercero ha sido tomado de documentos
cido al dios Moloc: Ez. 16, 21, justamente en oficiales que nos son desconocidos. De la com­
el comienzo del Tyropaeum, donde convergen paración resulta que el número 14 de cada
los tres valles que rodean a Jerusalén. El pia­ grupo es convencional. Al trazar las genealo­
doso rey Josías lo destruyó y lo sembró de gías no se solían enumerar todos los anillos
huesos humanos, con lo que lo hizo impuro intermediarios (cf. v. 8, donde se omiten tres
(II Re. 23, 10.16). La idea tan conocida del nombres entre Jorán y Ozías). Las palabras
estiércol acumulado en la gehenna, y del fuego «engendró», «hijo de», pueden no significar ver­
con que allí se quemaban inmundicias y carro­ dadera generación sino libre adopción, o tam­
ñas, se debió a la interpretación rabínica de bién sustitución legal, p. ej., en virtud de la
Ja edad media (David Qimhi, 1160-1235). ley del levirato (Di. 25, 5-10), así como una
229 GÉNEROS literarios

simple transmisión de los derechos de sobera­ Más claro aún en I Par. 2, 34 s .: «Sesán
nía, pero siempre dentro de la misma línea de no tuvo hijos, pero sí hijas; mas a un esclavo
familia. El número 14, repetido hasta tres veces, egipcio que tenía, llamado Jarja, le dió por
parece haber sido elegido en honor al nombre esposa su propia hija, que le engendró Atai»,-
de David (las tres consonantes del hebreo equi­ y en la serie genealógica que continúa, los
valen a 4 + 6 + 4). descendientes de Jarja son descendientes de
San Lucas se remonta de Jesús a Adán y a Sesán.
Dios, pasando por David y Abraham, con lo Es muy probable que la Santísima Virgen
que los nombres resultan muchos m ás: 77 en fuese hija heredera, y así se explica que, no-
el texto griego, y de 76 a 72 en las diferentes obstante el voto de virginidad, se case con un
versiones. Parecen dispuestos en once septena­ pariente de la misma casa de David (cf. Núm.-
rios: desde Jesús hasta la cautividad, tres sep­ 36, 6-9), y se dirija con él a Belén para-el
tenarios de nombres; desde la cautividad hasta empadronamiento, a pesar de la inminencia del
David, otros tres; desde David hasta Abra­ parto. Pero en los Evangelios se habla de «her­
ham, dos, y desde Abraham hasta Dios, tres. manos» de la Virgen, y la «hermana» (Jn. 19,
Las dos genealogías coinciden exactamente 25) no es más que su «cuñada». [F. S.]
en la serie de Abraham a David, pero,difieren BJBL. — U. Holzmeister, en VD, 23 (1943), 9-18;
en el número y en los nombres en la serie de H. Hopfl - A. M etzinger, Intr. Spec. en Novum Tes­
David a Jesús, en la que sólo son idénticos los tamentum. 5." ed.. Roma 1949. pp. 140-48, con amplia
bibliografía.
nombres de Salatiel y Zorobabel.
La solución de tal divergencia, propuesta por GÉNEROS literarios. — Son los diferentes mo­
Julio Africano al principio del s. m y admitida dos de presentar el pensamiento bajo múltiples
por antiguos y modernos, recurre a la ley del formas literarias. Toda estilística describe las
Ievirato, en virtud de la cual un hermano, aun notas características y presenta las normas que
cuando sólo lo fuera uterino, estaba obligado regulan la composición y la interpretación de
a tomar por esposa a la del hermano difunto los múltiples géneros existentes en literatura.
para darle descendencia, y el primer hijo se Juntamente con la forma está interesado eñ
consideraba como hijo legal del difunto. Según ellos el mismo intento y el mismo pensamiento
esto, José habría tenido por padre natural a del escritor.
Jacob, y por padre legal, por razón del levi- «La forma estará caracterizada por el empleó
rato, a Helí (Le.). Otro tanto hay que decir de un determinado vocabulario o determinado
respecto de Salatiel, que habría sido verdadero estilo. Imagínese un tratado de medicina, de
hijo de Jeconías (Mt.) e hijo legal de Neri, astronomía, o un escrito polémico, o una apo­
hermano de Jeconías (Le.). logía. Se escribirá en verso o en prosa (p. ej„
Pero es mucho más adecuada la antigua so­ una oda, una lírica, una novela, un romance);
lución (cf. San Agustín, De consensu evang. se empleará un lenguaje directo o figurado, y
II, 3, 5-7; PL 34, 1072-1074), que considera en este último caso serán posibles muy varios
la genealogía de Mt. como genealogía de la procedimientos: la parábola, la alegoría, la
descendencia natural de José, mientras que en fábula, etc.
Le. José entra en la descendencia de la Santí­ »Es evidente que la elección de la forma im-»
sima Virgen María, por adopción. Es decir, plica ya el fondo, que con ella está íntimamente
que José, hijo de Jacob, en virtud del matri­ ligado. El autor elegirá tal o cual género de
monio con Nuestra Señora, hija de Helí, pasa narración, según el fin que se propone, según
como yerno en la familia de Helí. San Lucas, la capacidad y el gusto del público a quien se
el evangelista de la Virgen, al dar la genealogía dirige. Según que se proponga instruir, conven­
de José presenta en realidad los progenitores de cer o recrear, así elegirá la exposición didác­
■María. Conócense dos episodios en el Antiguo tica, la discusión apologética o la novela y el
Testamento que hacen a este propósito: «los romance.
hijos de aquel Bercilai que tomó por esposa «Cualquiera ve que semejante elección domina
a una hija de Bercilai el galadita cuyo sobre­ todo el trabajo del escritor y revela a los lecto-»
nombre tomó» (Esd. 2, 61; cf. Neh. 7, 63). Ber­ res el objeto formal del libro; el grado de afir­
cilai de Galad fué bienhechor y luego favorito mación con que propone las diferentes partes;
de David (II Sam. 17, 27 s .; 19, 32-41); su si tiene o no intención de proponernos su pen¿
nombre pasó a una familia sacerdotal, debido, samiento como enseñanza verídica. -El género
probablemente, a que, habiéndose extinguido literario de una obra es, pues, como la clave
la línea masculina, toda la herencia pasó a las que le da tonalidad y nos hace posible enten­
hijas (Niím. 36). derla» (P. Benoit). Por consiguiente, el fijar el
GÉNEROS literarios 230

género o los géneros literarios (pues nada im­ más notables; en los discursos directos dan con
pide que el autor pueda emplear diversos géne­ fidelidad las ideas, mientras que la expresión y
ros para un mismo libro) es el presupuesto ne­ la forma corre a cargo de ellos; recogen todo lo
cesario para una recta exégesis. que se ha escrito sobre un personaje o sobre
Todo esto vale también para los Libros Sa­ un acontecimiento, poniendo unos al lado de
grados. Aclarados los conceptos de inspiración los otros los diferentes documentos sin hacer
y de revelación; reconocida definitivamente la mención explícita de ellos (v. Citas explícitas).
aportación llena de personalidad del hagiógrafo El cometido de la crítica y de la exégesis, so­
en la composición del libro, es lo más natural bre todo para el Antiguo Testamento, consiste
que el escritor sagrado pudiera elegir de entre precisamente en descubrir y determinar, con la
los géneros literarios en uso en su tiempo el prudencia y el tacto necesarios, los géneros lite­
que mejor se aviniera con su propósito. rarios elegidos por tal autor, en un fragmento
Ya en la antigüedad se reconocieron diferen­ dado, y precisar el grado de historicidad.
tes géneros literarios en las partes didácticas y Debe tenerse presente que la historiografía
proféticas de la Biblia. En la poesía hallamos israelita ocupa un puesto aparte y aventaja con
salmos o himnos: la lamentación (qinah); mucho a todas las de los antiguos semitas,
Am. 5, 2; Ez. 19, 1-14: Larri. 1. 2. 4; el epita­ como lo reconocen eximios historiadores y ar­
lamio: Sal. 45 (44); cf. Cant.; en ios escritos queólogos acatólicos (E. Meyer: R. Kittel:
didácticos: el masal o sentencia, llamado sa­ W. Albright: The Arch. of Palest.. 1932, 128:
piencial (cf. Prov.); el enigma (hidah); Jue. 14, C. Gordon, etc.). Puede en cierto modo aproxi­
12-18; Eclo. 25, 10; Prov. 6, 16-19; 30, 15-31 : marse a ella la de los jéteos (cf. los Anales de
la fábula: Jue. 9, 8; la parábola : II Sarn. 12, Murifilií, II, h. 1353-1325: la Apología de Hat-
1-4; Is. 5, 1-5; las parábolas en los Evangelios. tuSil, h. 1295-1260; A. Bea, en Bíblica, 25 [1944]
Dentro del mismo género profético: acción y 250-53). La razón profunda de tal superioridad
visión simbólicas cf. especialmente Ez.. Dan.. está en el hecho único entre todas las religiones
Zac.; metáforas audaces: Ez. 32: Mi. 24, del Antiguo Oriente de que el Yaveísmo es una
29 ss.; Apocalipsis (v.). religión histórica (A. Robert, en DBs, IV.
Mas cuando se trata de narración histórica col. 23): las verdades religiosas enseñadas en
se presenta delicada la determinación de los la Biblia se concretan en acontecimientos que
géneros literarios; y en esto consistía la esen­ son como sólidas bases de las mismas (C. Char-
cia de la cuestión bíblica (v. Inspiración). La lier, La lecture chrét. de la Bible, 2.a ed. Mared-
existencia de los mismos, que fué vislumbrada sous 1951, p. 258). Trátase, además, de dogmas
por el genio del P. M. J. Lagrange desde el fundamentales de la doctrina cristiana, como,
1896 y ss. en varios artículos de la Revue Bi- p. ej., los contenidos en los primeros cc. del
blique, está fuera de discusión según lo con­ Génesis.
firma cada día mejor el conocimiento de las En 1905 la Pontificia Comisión Bíblica (EB.
literaturas de los antiguos semitas. n. 161), aun admitiendo el principio de los gé­
En realidad, los escritos que se presentan neros literarios, se muestra muy reservada.
como narraciones históricas pueden clasificarse Efectivamente, a las geniales formulaciones de
en múltiples categorías, según los lazos más o Lagrange, no siempre seguían aplicaciones igual­
menos estrechos con que están ligados con la mente felices y positivamente fundadas, en tan­
verdad histórica propiamente dicha. to que el modernismo hablaba expresamente de
La forma narrativa histórica puede ser un mitos, de errores en la Biblia, y llegaba hasta
simple ropaje literario para una enseñanza doc­ la negación de lo sobrenatural y a rechazar a la
trinal (v. Jonás); puede contener historia y fic­ Iglesia.
ción o embellecimiento artístico (v. Tobías; La Comisión recomendaba gran moderación
Ester; Judit). Incluso cuando se trata de na­ en la aplicación de los principios sobredichos,
rración histórica en sentido riguroso, hay que exigiendo para cada caso argumentos sólidos
tener en cuenta el modo peculiar de componer y entera sumisión a las decisiones de la Iglesia.
en uso entre los semitas: son históricos los Buscar estos argumentos con seriedad cien­
hechos, pero no son referidos con la exactitud tífica integral, con docilidad a las decisiones,
científica de los detalles que exigen los moder­ a las directrices del magisterio auténtico, ha
nos. Para los antiguos la historia era un arte, sido el cometido de los exegetas católicos en es­
en tanto que para los modernos es sobre todo tos últimos cuarenta años. Tal cometido fue
una ciencia. Así, p. ej., en las genealogías los sancionado por la suprema autoridad en la En­
semitas se permiten pasar por alto eslabones cíclica Divino Afilante Spiritu (1943): «cLo que
intermedios limitándose a veces a los nombres aquellos antiguos autores quisieron significar no
231 GÉNEROS literarios

se determina por las solas leyes de la gramá­ meros capítulos del Génesis, aunque propia­
tica o de la filología, ni por el solo contexto mente no concuerden con el método histórico
del discurso, sino que es preciso que el intér­ usado por los eximios historiadores grecolatinos
prete vuelva, por decirlo así, a aquellos remo­ y modernos, no obstante pertenecen al género
tos siglos del Oriente, y con la ayuda de la histórico en un sentido verdadero, que los exe-
historia, de la arqueología, de la etnología y getas han de investigar y precisar, y que los
otras disciplinas, discierna distintamente qué mismos capítulos, en estilo sencillo y figurado,
géneros literarios, como dicen, quisieron em­ acomodado a la mente del pueblo poco culto,
plear, y de hecho emplearon los escritores de contienen las verdades principales y fundamen­
aquella vetusta edad, pues no siempre emplea­ tales en que se apoya nuestra propia salvación,
ban las mismas formas y los mismos modos de y también una descripción popular del origen
decir que hoy usamos nosotros, sino más bien del género humano y del pueblo elegido.
aquellos que entre los hombres de sus tiempos «Mas si los antiguos hagiógrafos tomaron algo
y lugares estaban en uso. de las tradiciones populares (lo cual puede
«También entre los autores sagrados, como ciertamente concederse), nunca hay que olvidar
entre los demás de la antigüedad, se hallan que ellos obraron así ayudados del soplo de la
ciertas artes de exponer y de narrar, ciertos idio­ divina inspiración, que los hacía inmunes de
tismos, propios sobre todo de las lenguas semi­ todo error al elegir y juzgar aquellos documen­
tas, las llamadas aproximaciones, y ciertos mo­ tos. Empero lo que se insertó en la Sgda. Es­
dos de hablar hiperbólicos; más aún: a veces critura, sacado de las narraciones populares, en
hasta paradojas, con las cuales más firmemente modo alguno debe compararse con las narra­
se graban las cosas en la mente, lo cual nada ciones mitológicas y otras semejantes, las cuales
es de admirar para quien rectamente sienta acer­ más proceden de una vaga imaginación que de
ca de la inspiración bíblica. aquel amor a la simplicidad que tanto resplan­
«No hay modo alguno de decir del que entre dece aún en los libros del Antiguo Testamento,
los antiguos, principalmente los orientales, so­ hasta el punto de que nuestros hagiógrafos de­
lía servirse el humano lenguaje para expresar ben ser tenidos como superiores a los antiguos
las ideas, que sea ajeno a los Libros Sagrados, escritores profanos» (EB, n. 618).
siempre a condición de que el empleado no En la voz Génesis se ofrece una postura exe-
repugne a la santidad de Dios ni a la verdad gética que responde mejor a tales directivas.
de las cosas» (EB, n. 558 s.). Finalmente es muy discutible la formulación
Algunos resultados aparecen hoy ya adqui­ de «epopeya religiosa», de «ópera teológica»
ridos, p. ej., respecto de los libros ya mencio­ que se aplica al libro de las «Crónicas» (I-II
nados: Jon., Tob., Est., Jdt. Todas las dificul­ Par.), sobre todo reconociendo que los libros
tades esgrimidas contra la inerrancia bíblica, Esd.-Neh. son del mismo autor, forman parte
apoyándose en ciertos pormenores inexactos que de una misma obra y pertenecen al género his­
la crítica histórica advertía en las narraciones tórico estrictamente dicho. En realidad, todos
de tales libros, se desvanecen con la sola recta cuantos proponen para Par. el sobredicho gé­
definición de sus géneros literarios (v. Inspi­ nero se ven obligados a ello en virtud de su
ración). adhesión al esquema de composición literaria
En cambio no se ha llegado a una conclusión del Pentateuco; si Par. es del género estricta­
cierta para la valoración críticoexegética de los mente histórico, caen por tierra los argumentos
once primeros capítulos del Génesis. A ese res­ aducidos para remitir al período posterior a la
pecto he aquí lo que precisa la Encíclica Huma­ cautividad la legislación sacerdotal (H. Cazelles,
ni Generis (1950): «Del mismo modo que en en Bíblica 35 [1954] 290).
las ciencias biológicas y antropológicas, hay al­ Pero en crítica histórica es una pura contra­
gunos que también en las históricas traspasan dicción el admitir la excelencia de las fuentes
audazmente los límites y las cautelas estableci­ en que el autor apoya su relato, para deducir
das por la Iglesia. la conclusión de que no es atendible, que no
«De un modo particular es deplorable el modo es verídico nada de cuanto el autor afirma (v.
extraordinariamente libre de intérpretes de los Paralipómenos).
libros del Antiguo Testamento : y los fautores Como advierte la Encíclica Divino Afflante
de esa tendencia, para defender su causa, invo­ Spiritu, hacia el fin, respecto de muchos puntos
can indebidamente la carta que no ha mucho sigue en pie la discusión; el progreso de los
tiempo envió la Comisión para los Estudios Bí­ estudios, que ya ha llevado a felices y definitivas
blicos al Arzobispo de París (16 de en. de 1948). soluciones de problemas que habían estado de­
Esta carta advierte claramente que los once pri­ batiéndose y estaban sin resolver no hace más
GÉNESIS 232

que unos decenios, impulsa a seguir intensamen­ mera noticia de la futura salvación: el género
te en el trabajo emprendido con tantos vue­ humano, humillado con la caída, saldrá vic­
los. [F. SJ torioso, en un lejano porvenir, contra la en­
BIBL. — Encicl. Divino afflante Spiritu, en AAS. vidia y la rabia de Satán, por obra del Reden­
35 (1943), 297-326: Lettera della Pont. Cotnnt. Bíblica tor (v. Protoev angelio: Gén. 3, 15).
al Card. Suhard. en AAS, 40 (1948), 45-58; Encicl.
Humani generis, en AAS, 42 (1950), 575-77; L. D e El Génesis guarda silencio sobre el largo pe­
W itte , Vene. Div. Af. S¡>. et les genres littéraires, en ríodo que media entre el superviviente Noé
Collectanea Mechliniensia, 14 (1940-44), 375-88; J, L e­ y sus inmediatos descendientes y la vocación
v i e , en NRTh, 68 (1946). 785-89; E. G aldiati , 7 ge­
neri litterari serondo ii P. Lagrange e la «Div. Af. de Abraham: es decir, desde el año 100.000
Sp.u, en SC. 75 (1947), 177-86. 282-92; P. Synave - aproximadamente (que es la cifra relativamente
P. B enoit, La prophétie (S. Thomas, Sotnme Théol.).
París 1947, pp. 366-71; A. R obert - A. T ricot, Ini­ más modesta que propone Ja ciencia — geoló­
tiation bibli que 2.a ed., ibid. 1948, pp. 24-27. 255- gica y paleontológica — como fecha de la apa­
334; T eófilo de O rbiso . La exégesis bíblica coadyu­
vada por el estudio de las formas literarias de ¡a anti­ rición del hombre en Ja tierra: principio de
güedad. en EstB, 8 (1949). 185-211. 309-325; A. Ro- la era cuaternaria, principio de las fases gla-
bekt , en DBs, V, col. 405-421; G. M. P errella, In-
troduzione generale alia 5. Bibbia, 2.a ed., Rom a 1952, ciales-interglaciales) hasta el 2.000 aproximada­
p. 92 s s . ; L. A rnaldich, Historicidad de los once pri­ mente, época histórica, comprobada, en la que
meros capítulos del Génesis, según los últimos docu­
mentos eclesiásticos (X ll Semana Bíbl. española: La vivió Abraham.
ene. Humani Generis y otros estudios), M adrid 1952. Pero respecto de las relaciones de la huma­
pp. 145-83; E. G aldiati - A. P iazza. Pagine difficili
della Bibbia, A. T., 3.a ed., Milano 1954. nidad con Dios, que constituyen el objeto for­
mal de la Sagrada Escritura, estamos informa­
GÉNESIS, — Primer libro de la Biblia y del dos con suficiente claridad. Incluso después del
Pentateuco, denominado Génesis desde la ver­ diluvio se reanuda la pendiente hacia el mal
sión griega (de los LXX), por razón del conte­ con el consiguiente alejamiento de Dios: cuan­
nido ; origen del universo, de la humanidad do interviene Dios revelándose a Abraham, la
(cc. 1-11), del pueblo hebreo (12-50). En la idolatría tiene enredada a una gran parte de
Biblia hebrea se le llama con la palabra ini­ la humanidad, y a la misma familia de Abra­
cial : bereSith. ham : cf. Jos. 24, 2.
He aquí su esquema: Creación (1, 1-2, 3): Esto nos ha transmitido Moisés (s. xv) por
Adán y Eva (creación, paraíso terrenal, ino­ escrito (1, 11), tesoro revelado por Dios a
cencia, pecado, castigo: 2, 4-3, 24): Caín y Abraham y por éste religiosamente transmitido
Abel (4. 1-16): progreso material, creciente co­ a Isac y, mediante Jacob, a las tribus israe­
rrupción y alejamiento de Dios (4, 17-26): litas.
Noé, en la piadosa estirpe de Set (5): corrup­ Con la manifestación de Dios a Abraham
ción general y diluvio (6-8): la humanidad em­ comienza la preparación directa para la venida
prende nuevamente su camino (9); su multipli­ del Redentor, es decir, para la realización del
cación y división (10-11, 26). plan salvador de Dios.
Abraham (11, 27-c. 22): vocación, aparicio­ Para tratar del valor histórico del Génesis
nes y promesas: su fe, circuncisión, obedien­ con precisión y claridad, conviene distinguir
cia : Isac (24-27): Jacob toma por esposas a la primera parte de la segunda. Para la segun­
las hijas de Labán, nacen de él los doce pri­ da (12-50) ahora disponemos ya de fuentes pro­
meros padres de las tribus de Israel (28-35): fanas babilónicas y egipcias, que permiten acla­
José, esclavo en Egipto, virrey, reclama a los rar y confirmar la historicidad del Génesis po­
hermanos y al anciano padre, quienes se esta­ sitiva e indirectamente. El códice de Hammu-
blecen en las cercanías del Nilo. Predicciones rabí (= CH), p. ej., nos enfrenta con la exac­
y muerte de Jacob (36-40). V. cada una de las titud de detalles de la vida familiar de Abra­
voces Adán, Abrahcim, etc., hasta José. ham de un modo especial y de los otros pa­
La Biblia es la historia de la salvación de la triarcas. CH solamente prohibe (§§ 154-158) el
humanidad, obrada por Dios, o la narración matrimonio entre consanguíneos en línea as­
de la continua intervención de Dios en la his­ cendente. Abraham toma por esposa a su her­
toria para realizar su plan salvador. Gén. 1-11 mana (Gén. 20, 12): Najor (11, 29), y Jacob
es su prólogo, con las premisas históricas fun­ (29, 24.28), a sus primas. CH (§ 144) concede
damentales: el mismo comienzo del tiempo con a la esposa estéril el que ofrezca al marido su
la creación del universo, del hombre, obede­ propia esclava para tener hijos de ella, y eso
ciendo a un simple mandato del Eterno, y con es lo que hace Sara (Gén. 16, 3: cf. 30, 3.9).
la historia del primer pecado, y del padeci­ Los §§ 145 s. dan a la señora el derecho de
miento físico y del desorden moral que del castigar a dicha esclava si después de haber
pecado provienen: principalmente con la pri­ alumbrado la desprecia, tal como se relata en
233 GENESIS

Gén. 16, 5 s. Pero le está prohibido despedirla tico de Moisés en el mar Rojo (Ex. 15), halla­
y privar al hijo de la herencia (§ 170), lo cual mos un cuadro vivido — como oportunamente
explica la turbación de Abraham. que no cede demostramos por extenso — de las característi­
a los requerimientos de Sara sino por orden cas, de las costumbres y usanzas de los egipcios
del Señor (Gén. 21, 10-14: cf. RB, 44 J1935] en todos los campos de la vida y del pensa­
34 ss.). miento. dispuesto con un lenguaje que igual­
Según CII (.§ 130), el pecado de una joven mente se ha asimilado por completo el espíritu
desposada, pero que todavía no ha tenido re­ del egipcio, así en la lengua como en el estilo»
laciones conyugales con el marido y que todavía (A. S. Yahuda, The language of the Pentateuch
habita en la casa paterna, no constituye adul­ in its relation to Egptieti. í, Oxford-Lon-
terio y no es castigado: esto explica la oferta don 1933).
de Lot (19, 8). Para lo tocante al derecho de «Desde que Egipto es mejor conocido, todos
herencia de Raquel y de Lía (Gén. 31, 14 ss.), los hombres doctos proclaman sin reserva la
cf. CH. §§ 162.167.171. Finalmente, la exten­ maravillosa exactitud del relato bíblico y su
sión del levirato al suegro, sancionado por la perfecta coincidencia con los usos, las institu­
ley jetea (art. 79) explica el modo de. obrar de ciones y la civilización de aquel tiempo y de
Tamar respecto de Judá (Gén. 38). Cf. RB, 34 aquel país» (A. Mallon, Les Hébreux en Egipte.
[1925] 524-46; Bíblica. 8 [1927] 210. Roma 1923, p. 67).
La vocación de Abraham (Gén. 12) tiene En cuanto a la primera parte (cc. 1-11). se
como punto de partida la antiquísima ciudad ha creado una confusión, no sólo por el pro­
de Ur, al sur de Mesopotamia : su migración greso de las ciencias (geología, astrologia, pa­
responde al ambiente histórico que nos es re­ leontología: v. Adán, Creación), sino también
velado por la arqueología, la que ilustra igual­ y sobre todo por los documentos babilónicos,
mente sus estancias en Jarán y luego en Canán, venidos a la luz cada vez en mayor número
en Siquem, en Hebrón, etc. (Ph; Dhorme, Abra­ y hoy muy conocidos y al alcance de todos.
ham dans le cadre de Vhistoire, en RB, 37 Los puntos de comparación están perfectamen­
[1928] 367-85.481.511; 40 [1931] 364-74.503-18 : te sintetizados por el P. Vaccari como sigue:
con los argumentos de De Vaux, Les Patriar- «Con Gén. 1-2 (la creación) tienen cierta se­
ches hébreux et Ies découvertes modernes, en mejanza remota varios poemas babilónicos en
RB, 53 [1946] 321-48: 55 [1948] 321-47 : 56 desacuerdo entre sí (cf. G. Furiani, La religione
[1949] 5-36). Tales ilustraciones conservan todo babilonesi e assiria, Ií. Bologna 1929, pp. 1-21),
su valor, no obstante las dudas que persisten entre los cuales lleva la primacía el comienzo
sobre la identificación de Amrafel = Hammu- «Enuma elis (= Cuando en alto): trad. it.
rabí (Gén. 14) y sobre los años exactos en que anotada por G. Furiani, II poema della crea-
vivió ese monarca (Ch. F. Jean, Fouilles á zione. Bologna 1934 ; en todos se halla una ex­
Mari, en NRTh, 84 [1952] 515 ss.). El Génesis travagante mitología de un grosero politeísmo.»
(25, 20; 31, 47) enlaza a Abraham y los suyos Con Gén. 5 (genealogía con diez patriarcas
con los árameosi; mas la existencia de Jarán antediluvianos), las listas babilónicas de diez
no se encuentra atestiguada antes del s. xii a. reyes. Con Gén. 7-8 (diluvio), «muchas leyen­
de J. C. (cf. A. Dupont-Sommer, Les Ara- das babilónicas, una de las cuales fué inserta
méens, 1949, que habla de leyenda y de error). en el poema novelesco llamado Gilgames por
Una tablilla cuneiforme de Puzurisdagan (a 9 razón del héroe protagonista (cf. G. Furiani,
kilómetros de Nipur), anterior al 2000 a. de La religione bab. e ass., II, pp. 21-27.63-66);
Jesucristo, viene en confirmación del Génesis: los puntos de contacto con el relato bíblico son
Jarán se lee en una lista de localidades acá- numerosos y típicos».
dicas juntamente con ESnuma (Spadafora, en «La narración de la torre de Babel (Gén. 11,
Divas Thomas P., 55 [1952] 246). Respecto de 1-9) está toda ella entretejida con elementos
los contactos con Egipto (Gén. 37-50), hoy se babilónicos: pero no se ha encontrado aún un
reconoce «que en realidad entre las narraciones paralelo exacto en la literatura cuneiforme.»
bíblicas que tratan de Jas relaciones de los he­ «No se ha hallado nada que tenga verdadera
breos con los pueblos extranjeros ninguna se analogía con el relato del paraíso terrenal y de
ha asimilado tanto el lenguaje y el ambiente la caída del primer hombre (Gén. 3)». como
extranjero como la historia de José y la del tampoco ha aparecido hasta el presente ningún
Éxodo se han asimilado el lenguaje y la vida parangón con el relato de la formación de Eva
de Egipto. Desde los mismos comienzos, cuan­ (Gén. 2. 18-25).
do entra José en Egipto (Gén. 39). hasta el fin Sabido es que los acatólicos, convencidos de
del relato del írxodo. que se cierra con el cán­ que lograrían demoler la Biblia («Cada azado-
GÉNESIS 234

nazo dado en el desierto de Mesopotamia des­ de espesor, hallado al lado de una colina, entre
truirá una página de la Biblia», Fried. Delitzsch, las culturas superiores y una más primitiva.
en la Universidad de Berlín), basándose en se­ Pero tanto el examen de la arena ( - pluvial)
mejantes afinidades literarias, inmediatamente como la ausencia de dicho sedimento arenoso
fueron a parar a la conclusión de que había en la vertiente opuesta han dado la «prueba
identidad en el contenido (!) y además depen­ arqueológica» de una inundación parcial ocu­
dencia literaria sustancial. En Gén. 1-11 ten­ rrida hacia la época indicada.
dremos las mismas leyendas, los mismos mitos, Finalmente, el ejemplo de Gén. 2, 4 -c . 3;
o, en todo caso (pues las numerosas y profun­ 11, 1-9, donde se relatan, con términos y giros
das divergencias no podían pasarse por alto), babilónicos, hechos ignorados en la literatura
leyendas y mitos afines. Exegetas y críticos su­ cuneiforme, confirma la rigurosa distinción es­
perficiales aceptaron tal confusión, que nos re­ tablecida entre los hechos y la forma literaria.
vela cada vez más claro un efectivo error de Respecto de esta última, la misma lógica y todo
método y de fondo. Un concepto exacto de la cuanto conocemos de las costumbres de los
inspiración (v.) y un tamiz digno de tal nombre antiguos semitas enseñan que Abraham y sus
nos conduce, en efecto, a las siguientes con­ descendientes no podían hablar sino con el
clusiones : lenguaje de su tiempo, ni podían expresar las
1. Los puntos sustanciales contenidos en verdades recibidas de Dios sino con el ropaje
Gén. 1-3 son verdades indiscutibles reveladas literario de su tiempo, y fueron confiadas a la
por Dios: creación del mundo, de Adán y de escritura con ese mismo ropaje con que fueron
Eva (alma y cuerpo), su estado de inocencia, concebidas y transmitidas. Sabido es con qué
inmortalidad, primer pecado, protoevangelio, celosa vigilancia conserva el tipo nómada o
monogenismo. Estos puntos hallan un eco im­ seminómada las tradiciones (casi exclusivamen­
ponente en toda la revelación posterior, en te) religiosas de la bait o de la tribu, y
todos los libros del Antiguo y del Nuevo Tes­ cómo la tienda las conserva y transmite con
tamento, y constituyen la base de la Reden­ mayor seguridad que cualquier libro o biblio­
ción. Una prueba más de ello está en el hecho teca moderna. Era el patrimonio de la raza,
de que para alguno de ellos no ha sido dado razón de ser y orgullo del propio grupo. Es un
hallar absolutamente nada en los textos babi­ gran error el ligar la forma al contenido.
lónicos o en otras partes. 3. Al ropaje literario hay que unir el marco
2. Las diferencias sustanciales (de conteni­ geográfico, y por tanto igual criterio debe pri­
do y frecuentemente también de forma) puestas var en la exégesis. Toda la primitiva historia
en evidencia, p. ej., para el mismo diluvio se presenta como desenvuelta en Mesopotamia
(Bea, pp. 177-80) entre Jas narraciones babiló­ (cf. Paraíso terrenal, etc.), lo cual puede con­
nicas y el relato bíblico, y el fondo precedente, siderarse como simplificación didáctica. En rea­
nos llevan a la conclusión de que la afinidad lidad se trata de acontecimientos ocurridos por
está sólo en la forma literaria (terminología y lo menos 100.000 años a. de J. C., cuando tal
construcciones), y que los hechos son total­ vez no existía aún la misma Mesopotamia, te­
mente diferentes; es decir, que en el Génesis rreno de aluvión sobrepuesto.
tenemos las sobredichas revelaciones referentes Dios no revela nociones geográficas, astro­
a los remotísimos orígenes de la humanidad, y nómicas, etc. Tales revelaciones serian inútiles
en los textos cuneiformes tenemos las leyendas y aun perjudiciales, pues no habrían sido creí­
particulares de los sumerioacadios del tercer al das por ser muchas veces contrarias a los co­
cuarto milenio a. de J. C. nocimientos de aquellos tiempos. El modo ar­
Sólo en el Génesis se habla de creación. Los tístico y popular de describir las diferentes fa­
mitos babilónicos, más que cosmogonías, de­ cetas de la creación responde a la mentalidad
ben llamarse teogonias pueriles, a veces ridicu­ del tiempo. Las genealogías de los Patriarcas,
las y obscenas. El mismo diluvio, que en el encaminadas a ilustrar el hecho de que Abra­
Génesis es verdaderamente tal, en los textos ham desciende de Sem y que por lo mismo él
cuneiformes es una simple inundación de aque­ es el heredero de la promesa divina (Gén. 9,
lla época, y, lo que es más, una de tantas, si 26 s.), se explican conforme al concepto lato
bien hay muchos que admiten en estos últimos que los antiguos semitas tenían de las genea­
tiempos un eco débil, impreciso y corrompido logías (v. Patriarcas), y, finalmente, la forma
de la tradición primitiva. popular concreta en que son presentadas las
Las excavaciones de Ur dieron ocasión de altísimas verdades reveladas responde a la cultu­
hablar de «prueba arqueológica» del diluvio ra de un pueblo muy poco adaptado a las abs­
a causa del sedimento de arena, de unos 5 cm. tracciones. Refiriéndose a estas características,
235 GEORGIANA (Versión)

la Encíclica Humani Generis (1950) precisó que Tabarija) es debida a la ciudad de Tíberíades,
los once primeros capítulos del Génesis no fundada por Herodes Antipas el año 30 desp.
están escritos, desde el punto de vista literario, de J. C. en la orilla suroeste.
a la manera cómo los modernos conciben o Este lago tiene la forma de una cítara, de
componen un tratado de historia. Pero esa 21,5 km. de longitud, 12 km. de latitud,
comprobación evidente, ya que tal modo de 20-45 m. de profundidad media, 170,7 km.4 de
componer es más reciente, no permite negar la superficie, un nivel de 208 m. bajo el nivel del
historicidad ni la real existencia de los hechos, Mediterráneo. Lo alimenta el Jordán, su prin­
presentados con el ropaje literario entonces en cipal tributario y único desagüe; está rodeado
uso, como tampoco permite clasificar los once de colinas de una altura media de 300 m., con
primeros capítulos entre un género sustancial­ el Hermón desmochado al norte, que en tiem­
mente diferente del histórico. «De una manera pos de Jesucristo estaba poblado de centros
particular es deplorable el modo extraordinaria­ ribereños (Tiberíades, Magdala, Cafarnaúm,
mente libre de interpretar los libros del Antiguo Betsaida, Hippos, etc.) dedicados a la pesca,
Testamento. Los fautores de esa tendencia... abundante en el lago, enguirnaldado de rica
indebidamente invocan la carta que la Ponti­ vegetación, sobre todo en la fértil llanura de
ficia Comisión para los Estudios Bíblicos envió Genesar. Con ese conjunto el lago ofrecía una
al Arzobispo de París (16 de enero de 1948; vista sugestiva, comparable a la de los lagos
A AS, XL, pp. 45-48). Esta carta advierte clara­ de Suiza, que fué elegida por el divino Re­
mente que los once primeros capítulos del dentor para ser teatro de su actividad misionera
Génesis, aunque propiamente no concuerden en Galilea. La frecuente predicación de Cristo
con el método histórico usado por los eximios sentado en una barca cercana a la orilla o en
autores grecolatinos y modernos, no obstante, el suelo (Le. 5, 1-3; Mt. 13, 1-3, etc.); la pri­
pertenecen al género histórico en un sentido mera pesca milagrosa, coronada con la elección
verdadero, que los exegetas deben investigar y provisional de cuatro de los Apóstoles (Mt. 4,
precisar». [F. S.] 18-22 y paral.); la aparición del Resucitado a
la orilla (Jn. 21, 1-14), constituyen la fascina­
BIBL. — A. B ea. De Pentateucho, 2.4 cd., Roma
1933; I d .. L'encíclica Humani Generis e git studi bi- dora y gloriosa aportación de este lago, hoy
blici, cn C/v. Catt., 18 nov. 1950. pp. 401-16; A. Vac- tristemente desierto, a la historia de Cristo.
cari, La Sacra Bibbia, I, Firenze 1943. pp. 46-61; [A. R.]
F. C euppens , Quaestiones seiectae ex historia primaeva,
2.a ed.. Torino 1948; J. C haine, Le livre de la Genése. BIBL. — R. H aas. Galilee. Ahistorical and geo-
Paris 1948; P. H einisch . Probiemi di storia primordia­ graphical description of lake Galitee and surroundings,
le bíblica (trad. ital.), Brescia 1950; * A. H erranz, Jerusalén 1933; F. M. A bel. Géographie de la Pales-
La Cosmografía bíblica y la ciencia, en EsíB (1932), tiñe, 1, París 1933, pp. 494-8.
81-108; 192-201; (1934) 415-433; (1935) 110-151.
GEORGIANA (Versión). — Georgia se con­
GÉNESIS menor o Jubileos. — v. Apócrifos. virtió oficialmente al cristianismo hacia el
año 337, durante el imperio de Constantino
GENESARET. — Lago de Palestina, denomi­ el Grande y durante el reinado de Mirian, de
nado con su nombre más antiguo Kinnereth la Georgia oriental, por obra de una mujer
<Núm. 34, 11; Jos. 13, 27; Jos. 12, 3; Le. prisionera llamada por los georgianos Santa
5, 1), por la localidad del mismo nombre Nilo, después de una lenta penetración cristiana
situada en la orilla noroeste del lago, en el que tuvo lugar durante el influjo romano. Ne­
lugar del actual el-Oreijmeh (Dt. 3, 17; Jos. cesidades litúrgicas determinaron la traducción
11, 2; Knnrt en la lista de Tutmosis III). de la Biblia a la lengua georgiana, que se tra­
Después de la cautividad el lago tomó la dujo unos siglos desp. de J. C. Existen tres
denominación de Genesaret (I Mac. 11, 67; versiones georgianas. La primera cronológica­
FI. Josefo, Ant. XIII, 5, 7: Bell. 10, 7; 11, mente (s. v), que contiene los Evangelios, tra­
26; Plinio, Hist. Hat. V, 71) por la llanura que ducidos por requerimiento de la reina madre
se extiende desde Tell el-cOreijmeh hasta Meg- de Vachtang, es contemporánea de la versión
dcl, llamada por su fertilidad Genesar (gan armenia, según datos paleográficos (origen co­
haS-Sar, «jardín del príncipe»). La denomina­ mún de los alfabetos) e históricos, y fué mol­
ción de «mar de Galilea» (Mt. 4, 18; 15, 29; deada sobre otra armenia, como lo prueban sus
Me. 1, 16; 7, 31 ; Jn. 6, 1) está enlazada con armenismos y sus contrasentidos. De esta ver­
el nombre de la región; la del «mar de Ti- sión han llegado a nosotros fragmentos consi­
beríades» (Jn. 6, 1 ; 21, 1) o «lago de Tibería- derables que se remontan al s. vi, y un tetra-
des» (Fl. Josefo, Bell III, 3, 5; doctores ju­ evangelio conservado en un manuscrito de
díos: jamma sel Tebarjah : árabes: Buhaira Adisci del 897. Una revisión de los Evangelios
GIGANTES 236

y traducción de los otros libros del N. T., basílica, el lagar de aceite. La destruyeron los
llevada a efecto en los ss. vi- vii sobre el texto persas (611) y la reedificaron los Cruzados dán­
griego, se ha conservado en manuscritos de dole el título de Santísimo Salvador. Después
Opisa (913), de Gruci (936), de Parchali (973), de las excavaciones de los años 1909-1910 puede
de Ibeti (995). La versión del A. T. se remonta, ser reconstruida en sus grandes líneas con la
al menos en parte, a los ss. v-vi y se acerca ayuda de los datos que trae Juan de Würtburg
bastante a la versión armenia. La segunda ver­ en 1165 y Teodorico en 1172. Después de haber
sión es la de Sabacminduri (del monasterio de estado en ruinas desde el s. xm, recibió nueva
San Sabas), de la cual no se sabe nada. La vida sobre el plano de la basílica teodosiana,
tercera es la del monte Athos, que es una re­ por obra del arquitecto italiano A. Barluzzi
visión ulterior, basada en el griego, efectuada en 1924.
por San Eutimio (t 1028) y por San Jorge El lugar del prendimiento lo señaló la tra­
(f 1065), del monasterio georgiano del monte dición primitiva a 50 m. al norte del lugar de
Athos, y que más adelante se convirtió en la agonía, y posteriormente se ha tenido como
textus receptus de la Iglesia georgiana. tal una gruta sita a 100 m. del huerto medie­
El A. T. de las tres versiones se asemeja a val, que en las desnudas paredes ofrece señales
la recensión de los LXX en las hexaplas, mien­ de una antigua veneración. La destrucción de
tras el N. T. constituye, al menos en la versión la iglesia de los Cruzados determinó para los
más antigua, uno de los mejores testimonios fieles un desplazamiento de los sagrados recuer­
de la recensión cesarense (cód. 0). La única dos, y así la agonía fué localizada en la gruta
edición íntegra (Moscú 1743) está arreglada y la traición y prendimiento en. el huerto. Hoy
según manuscritos revisados conforme a la ver­ se ha corregido ese error y el lugar ha vuelto
sión eslava: reimpresión del A. T. (Tiflis 1884); a tomar la fisonomía que le había impreso la
reimpresión del N. T. (Tiflis 1879). Ediciones tradición. [A. R.]
críticas: W. Bensevic, Mt. y Me., San Peters- BIBL. — H. V incent - F. M. A bel, Jérusalem nou-
burgo 1909-1911; P. Blake, Me. Mt. en Pa­ velle, París 1914-Í926, pp. 301-337, 1007-13; E. Po­
wer , en DBs, III, col. 632-59; D. B aldi, Enchiridion
trología Orientalis, 20, 24 (1928-1933). [A. R.] Locorum Sanctorum, Gerusalemme 1935, pp. 676-713.
BIBL. — St . L yonnet, Les versions arm. et géor-
gienne, en L agrange , Critique textuelle, II. París 1935. GEZER. — v. Gazer.
pp. 375-78; 383-86.
GIGANTES. — Es el griego 'yí-yavres, emplea­
GETSEMANf. — (Hebreo, gath-Semánim, «la­ do por los traductores alejandrinos para trasla­
gar de aceite».) Huerto o granja (Me. 14, 32; dar el hebreo nephílim (Gén. 6, 4), derivado del
Mt. 26, 36) en Jerusalén, al otro lado del to­ verbo náplml, «caer sobre uno», agredir con
rrente Cedrón, en la ladera del monte de los ímpetu (cf. la traducción literal de Aquila
Olivos (Le. 22, 39; Jn. 18, 1-2), célebre por eTtLTTLñTovres y la de Símaco jSialot = violen­
la oración, agonía y prisión de Cristo. Puede tos) : los antiquísimos «héroes» tal vez distintos
suponérsela semejante a una propiedad rústica de los que nacieron de los hijos de Set y de
de tipo oriental, plantada de olivos, cercada Caín. El mismo yíyavres = «fuerte, robusto,
con una dura pared, provista de una gruta violento» (Esquilo, Agam., 692).
acomodada para vivienda y molino de aceite Bar. 3, 26 ss.; Eclo. 16, 7; Sab. 14, 6, des­
(de donde viene su nombre). criben la violenta soberbia de los mismos y su
Los lugares de la agonía y del aprisiona­ perversa seguridad en las propias fuerzas.
miento fueron objeto de veneración desde los Sólo la mentalidad popular se imaginó una
primeros siglos (Eusebio en el 330, el Peregrino raza de gigantes de estatura, facciones y fuerzas
de Burdeos en el 333, San Cirilo de Jerusalén extraordinarias, semidioses, especies de divini­
en el 347, San Jerónimo en el 390, la peregrina dades unidas a seres mortales.
Eteria en el 395). Pero en la Biblia, que habla de índoles y ca­
En el lugar de la agonía erigió el emperador racterísticas morales, no hay ninguna de tales
Teodosio (379-395), entre el 330 y el 390, una imaginaciones. Son evidentes las exageraciones
basílica, de la que dan testimonio San Jerónimo y, mejor dicho, los colores fantásticos con que
y Eteria. Según el descubrimiento arqueológico los exploradores israelitas pintan su relato di­
de 1919, esa basílica presenta un edificio rec­ solvente al hablar de los nephílim que allá ha­
tangular (20,05 x 16,35) de tres naves, con pa­ bían visto (Núm. 13, 33), en cuya comparación
vimento de mosaico: en medio de la nave cen­ ellos eran como langostas, relato comentado
tral está el macizo roqueño sobre el que ago­ irónicamente en Dt. 9, 2. Los monumentos me-
nizó Jesucristo, e incorporado al pórtico de la galíticos: dólmenes, cromlec, etc., hallados en
237 GLOSA

Palestina, prueban la existencia de una raza más (una clase importante) de los difuntos o habi­
fuerte y más robusta e incluso más alta que la tantes de los infiernos; Job. 16, 5; Is. 14, 9,
de los semitas, que en la época presemítica po­ «seres imponentes» (J. M. Lagrange, Études sur
bló la Transjordania y algunas partes de Pales­ les religions sémitiques, 2.a ed., París 1905,
tina. Son las tribus de la época neolítica (hacia p. 348 ; cf. p. 405 ss.). Igual impresión se saca
el cuarto milenio), que quedaron sumergidas de los textos fenicios. Con el tiempo se exten­
bajo el peso de las invasiones semitas, y cuyos dió de los muertos privilegiados a todos los
restos fueron derrotados y aniquilados por los otros indistintamente.
hebreos. La Biblia nos enseña que a esa raza 3. En el país de Moab se les llamaba Emim
se la apellidaba con varios nombres, según las (Dt. 2, 10 ss., nombre que tiene cierta afini­
regiones. Llámaseles: dad con la raíz ’ájmáh = aspaviento). Los amo­
1. Enacim (’anáq = hombre de larga cerviz; nitas llamaban Zuzin (Gén. 14, 5) y Zomzom-
Núm. 13, 13. 28; Dt. 1, 28; 2, 19 s. 21 ; 9, 25); mim a los que habían vivido en su región
viven en Jas montañas de Judá, Hebrón; son (Dt. 2, 20 s.). [F. S.]
derrotados y aniquilados por Josué, con lo que BIBL. — A. B arrois. en DBs, I. col. 999; F. M.
quedaron reducidos a Gaza, Gat, Azoto (Jos. A b e l , Géagraphie de la Palestine, I, París 1933, pá­
11, 21 s.). Tal vez Goliat fuese un descendiente ginas 325-29; A. C lamer, La Ste. Bible (ed. Pirot, 2),
de ellos (I Sam. 17, 4; cf. II Sam. 21, 15-22). ibíd. 1940, pp. 319. 323 S ., 519 s., 532. '572; * J. En-
ciso , Los gigantes de la narración del diluvio, en
2. Refaím, término más antiguo y general EstB (1942), 3.
que después quedó restringido a los gigantes y
preferentemente a los que vivían en la Trans­ GLOSA. — Explicación breve de una palabra
jordania, desde los dominios de Amón hasta el o de una frase de la Sagrada Escritura. En el
Hermón. Las principales ciudades de su reino griego clásico rAwcrcra significa lengua (miem­
eran Astarot, Qarnaim (Gén. 14, 5), Mison y bro) y lenguaje. Entre los gramáticos posterio­
Beon. Esta región era la de los Refaím antes de res, glosa son las palabras anticuadas, oscuras
llamarse Galad. Fueron exterminados por los o extranjeras que necesitan ser aclaradas; y
amorreos (y.). actualmente a esta aclaración es a lo que se
Og, rey de Basan, aun cuando era rey de los llama glosa. Entre los latinos la palabra glosa
amorreos, pertenecía a los últimos Refaím conservó el sentido de breve explicación de pa­
(Jos. 12, 14; 13, 2). labras oscuras: «Glossa est unius verbi vel no­
En Dt. 3, 11, no se habla de su lecho de hie­ minis interpretatio ut catus, id est doctus» (Al-
rro, como dice Ia Vulgata, sino de su sarcófago cuino). Éste es también el sentido corriente que
de basalto, verdaderamente grandioso (de unos se ha dado a la voz glosa en las lenguas mo­
4,5x2 m.), pero que en manera alguna puede dernas (cf. español glosa, glosar). En la edad
servir de conjetura para llegar a la estatura de media se significó con la palabra glosa toda
Og, pues las del sarcófago responden a las exi­ clase de breves explicaciones de la Biblia, prin­
gencias de la grandiosidad y no a las medidas cipalmente las deducidas de los Santos Padres,
del cadáver. En las cercanías de Jerusalén era que se colocaban al margen del texto sagrado
célebre el valle de los Refaím (que va bordean­ (glosas marginales) o entre las líneas (glosas
do a Jerusalén por el sur y va a dar al noroeste interlineales) o también, alguna rara vez, al
hacia Neftoah = Lifta: Jos. 15, 9; 18, 15 ss.), final. La más célebre nota marginal (llamada
que a veces se traduce erróneamente en la ver­ «Ordinaria» por su uso continuo, y citada con
sión grecoalejandrina por el «Valle de los Ti­ el apelativo de «Autoridad») es la que hasta
tanes» . ahora había venido atribuyéndose a Walafrido
El término Refaím, lo mismo en hebreo que Estrabón, Abad de Reichenau (849), pero que
en fenicio, tiene también el significado de «som­ los recientes estudios críticohistóricos han res­
bras» de los difuntos, los habitantes del Se’ól tituido a Anselmo de Laon (1117), el mismo au­
o de los infiernos, los «manes» de la antigüedad tor de Ia «glossa interlinearis». Aquella glosa no
clásica. tanto se encaminaba a dar la exégesis literal
Poco a poco fué adquiriendo su nombre el cuanto a que sirviera para el estudio de la teo­
significado de «debilidad», falta de consistencia logía, y llegó a ser como el pan cotidiano de
(refiriéndose a la raíz rafáh; erróneamente la los teólogos de la edad media, el lugar bíblico
traduce a veces el griego por larpoí, «médicos», de los escolásticos e instrumento de trabajo
de la raíz rafa’ ; otras veces por yíyavre?; cf. para la reflexión del teólogo sobre los datos
Vulgata, Sal. 88, 11 : Is. 26, 14, etc.). bíblicos. Estuvo en boga desde el s. xii hasta
En realidad, en un principio se empleó el el xvi.
término para significar una categoría particular En el lenguaje de la crítica textual, glosa
GRACIA 238

equivale a una interpretación del texto, tanto ha estado sometida a una latinización progre­
sagrado como profano. [S. R.] siva, que se echa de ver sobre todo en el epis­
BIBL. — J, D e G hellinck. L e m o u v e m c n t t h é o l o g i - tolario paulino.
que d u X l l e s i é c l e , 2.» cd., Brujas 1948. pp. 104-12: La versión gótica se ha conservado en estado
G. P errella, In tr o d u z io n e g e n e r a la a lia S . B ib b ia , 2.* fragmentario: l) Fragmentos del Codex argen­
cd., Torino 1952, pp. 304. 314.
teus de la biblioteca universitaria de Upsala,
GLOSSOLALIA. — v. Carismas. de origen itálico (ss. v-vj), que primitivamente
contenía los cuatro evangelios por este orden:
GODOLÍAS. — (Hebr.-«grandeza de Yavé»). Mt„ Jn., Le., Me., cf. Codex argenteus Upsa-
Primer gobernador de Judea después de la vic­ liensis... phol. editus, Upsala 1927; 2) frag­
toria babilónica del 587 a. de J. C., hijo de mentos de la epístola a los Rom. en el cód. Ca-
Ajicam (Jer. 39, 14). Fué elegido para tal oficio rolinus de Wolfenbültel; 3) fragmentos varios
a causa de su conocida tendencia hacia una po­ en palimpsestos descubiertos por Ángel Mai en
lítica babilófila en el tiempo del último rey, 1817 en la Biblioteca Ambrosiana: epístolas de
Sedecías. San Pablo en el cód. Ambrosiano A y en cua­
Godolías se estableció en Misfa, antiguo cen­ tro folios hallados en Turín en 1866; II Cor. y
tro religioso de Israel (cf. Jer. 40, 6; I Sam. 7, fragmentos en el cód. Ambros. D ; 4) frag­
5 ss.). Intentó restablecer el orden, reconstruir mentos varios en el cód. Vienense (Salzburg-
siquiera una sombra de gobierno entre los de Wiener Alkuinhandschrift); 5) fragmentos de
la desbandada, y proteger a los pobres que ha­ Le. 23-24 en un folio de pergamino de la Uni­
bían quedado en el país. Fué muerto a los dos versidad de Giessen en lengua góticolatina.
meses por un grupo de nacionalistas fanáticos, [A. R.]
dirigidos por un tal Ismael y favoritos del rey BIBL. — B. Bardy, Ulfita, en DThC. XV, col. 2048-
de los amonitas (II Re. 25, 25). La conspiración 57; A. V accari, en Institutiones biblicae, I, 5.* cd..
había sido descubierta y denunciada por Joa- Roma 1937, pp. 287 s.
nán, hijo de Carea, a Godolías, pero éste no le
dió crédito (Jer. 40, 15 s.). [A. P.] GRACIA. — I. No se encuentra en el Antiguo
Testamento el concepto católico de la gracia
GOEL. — v. Levirato. como don sobrenatural de Dios, para el que
falta asimismo el vocablo hebreo correspon­
GOG y MAGOG. — v. Ezequiel. diente. El griego además de significar la
belleza (Prov. 4, 9; 5, 19), traduce a menudo
GÓLGOTA. — y . Calvario. en los LXX al hebreo hen en el sentido de be­
nevolencia (Est. 2, 15), si bien otras veces se
GOLIAT. — v. David. traduce el hén por eAeos (Gén. 19, 19), que
más bien correspondería al hebreo hesed. Esta
GOMOR. — v. Medidas. palabra (con frecuencia asociada al ’emet divi­
no o a rahanüm) expresa la situación prove­
GOMORRA. — v. Pentapolis. niente de un pacto o alianza establecida entre
dos, que presupone una confianza mutua resul­
GORGIAS. — v. Macabeos. tante de la obligación adquirida, y se refiere
principalmente a la confianza en la ayuda que
GOSEN. — v. Éxodo. Dios quiere otorgar al pueblo israelita libre­
mente ligado a Dios por la bérith: «Has de
GÓTICA (Versión). — Es la versión destinada saber, pues, que Yavé, tu Dios, es fiel, que
a los visigodos, que en el s. m ya se habían guarda la alianza y la misericordia hasta mil
convertido al cristianismo. Su autor es el in­ generaciones a los que le aman y guardan sus
ventor del alfabeto gótico, Ulfilas (t h. 383), mandamientos» (Dt. 7, 9). Y por más que los
que probablemente nació en la religión cató­ israelitas sean infieles al pacto, Dios, «rico en
lica y se hizo arriano bajo el influjo de Eusebio hesed», «sabe perdonar el pecado» (Ez. 34, 6).
de Nicomedia, y al ser obispo se dedicó a la Con este hesed nos aproximamos cada vez
conversión de su pueblo al arrianismo. La tra­ más al concepto neotestamentario de gracia.
ducción de Ulfilas contenía todo el Antiguo Mas sigue en pie que no existe en el A. T. una
Testamento. El Nuevo Testamento reproduce revelación explícita sino simples indicios de la
con mucha fidelidad la recensión antioque- gracia, que van acentuándose conforme se va
na (A) del texto griego (a excepción de FU. 2, acercando la nueva economía.
6, que está traducido en sentido arriano); pero Pero la doctrina de la gracia no puede limi-
239 GRACIA

tarse a las palabras hebreas lien, hesed, beñih, palmente para con Dios (Rom. 7, 25 ; I Cor.
o a las griegas x¿P'S* SAeo?. Además de las pa­ 15, 57).
labras hallaremos la realidad manifestada por a) En los Evangelios sinópticos (donde el
los hechos más que por las mismas palabras. empleo de \¿pis es reducido y queda limitado
Podríase afirmar que toda la historia bíblica no a unos pocos textos de San Lucas) la doctrina
es otra cosa que la manifestación de la doctrina teológica de la gracia está afirmada por Jesús
de la gracia por medio de los hechos. con ocasión de las enseñanzas sobre el reino
El primer indicio de esta gracia es el estado de Dios. El Padre celestial ama a sus hijos,
de justicia original en que fueron creados nues­ buenos y malos, justos e injustos (Mt. 5, 45) y
tros primeros padres, quienes disfrutaron de está dispuesto a perdonar hasta los más graves
una particular amistad con Dios. pecados (Le. 18, 13-14) siempre que uno se
Habiéndose roto este vínculo de amistad por arrepienta de ellos. Con tal fin envió a su Hijo
el pecado, Dios establece, primero con Abra- para destruir el imperio de Satanás (Me. 3,
ham y luego con Moisés, un pacto que tiende 24-28). Todos podrán entrar en este reino, con
a estrechar relaciones de confianza mutua entre la ayuda de Dios (Me. 10, 26-27), que otorga
Dios y su pueblo (Dt. 8, 5). sus bienes por pura bondad (cf. la parábola de
Los profetas apelan con frecuencia (Is. 66, los operarios: Mt. 20, 13-16).
2; Jer. 4, 3-4; Am. 4, 11-22) a la intimidad de b) El uso de 110 es frecuente tampoco
estas relaciones de hijos (II Sam. 7, 14) para en San Juan, si bien la doctrina sobre la gracia
con el Padre celestial, que han sido reducidas es en él riquísima. Toda la obra de Cristo se
o abiertamente quebrantadas por el pueblo, el define en el Evangelio como una x¿PLS O» 17;
cual, al menos en gran parte, se rebaja a inte­ cf. v. 16, muy discutido: \ápiv avrl x¿PLTos>
reses materiales e incluso a prácticas idolá­ pero que debe interpretarse en el mismo senti­
tricas. do). No obstante, la palabra de San Juan equi­
En toda esta historia se dibujan los elementos valente sería «vida», en la cual se halla el meo­
de una renovación interior y de una purifica­ llo de los escritos de San Juan (cf. 20, 31), una
ción del espíritu (Ez. 11, 19), que son el anun­ síntesis de su teología (cf. M ax M e in e r t z ,
cio y el preludio de la nueva economía de la Theologie des N. T., Ií, 267 s., Bonn 1950),
gracia. Las frecuentes donaciones del Espíri­ tanto en el evangelio (5, 26; 11, 25; 14, 6)
tu (v.) de Yavé a los jueces y a los profetas son como en la primera epístola (1, 2). La vida se
una prueba de ello. otorga al fiel que tiene fe en Jesús, recibe el
Bautismo (3, 5-8) y come la carne de Cristo
BIBL. — F. A sensio, Misericordia ct veritas. El
Hesed y ’Hemet divinos, su influjo religiososocial en la (6, 51. 53. 54. 57. 58).
historia de Israel, Roma 1949; J. Z iegler, Die Liebe Vida eterna, o simplemente vida, son con­
Gottes bei den Propheten (AtA II. 3), Münster 1930; ceptos idénticos para San Juan (17, 2; 3, 36;
J. K oberle, Siinde und Gnade im religiósen Leben des
Volkes Israel bis auf Christum, München 1905; W . F. I J/i. 1, 2 ; 5, 2 0 ; c f. B. B a r d e s s o n o , La avida
L ofthouse. Hen and Hesed in thc O. T., en ZatW
51 (1933), 29-35; P. H einisch, La teología del V. T.. eterna» en San Juan, en Divus Thomas Piac.
trad. ital. de D. Pintonello, Roma 1950, p. 360-361. 39 (1 9 3 6 ), 15-34, 1 1 3 -1 4 2 ), p u es la v id a eter­
na e s co n sid e ra d a c o m o un d o n p resen te (3,
II. x¿.pis> Que en el lenguaje griego profano 15 s .; 5 , 4 0 ).
tiene un sentido limitado a la belleza física o Tanto la fe como la vida son un don de Dios
moral (belleza, amabilidad, gentileza) o es sinó­ que no puede provenir de un principio huma­
nimo de gratitud (Jenofonte, Anab. 3, 3, 14), no, sino únicamente de la unión con Dios, por
adquiere en el Nuevo Testamento un desarrollo medio del Espíritu Santo (3 ,6 ; 6, 63) que nos
riquísimo de significados y un sentido decidi­ es dado mediante la glorificación de Cristo (7;
damente religioso. De la benevolencia o favor, 37-39). Es un nuevo nacimiento, una «regene­
en sentido activo, con que uno beneficia a otro ración» (3, 5-8 avw3t'v en el doble sentido de
(Le. 2, 40), pasa a significar el favor mismo «denuo» y «ex alto»). De la vida se puede pa­
(sentido pasivo) que se ha recibido (Le. 1, 30). sar a la muerte, de la luz a las tinieblas; por
Es también el don gratuito concedido (II Cor. eso el que ha sido regenerado ha de vivir siem­
1, 15) y más particularmente el cúmulo de do­ pre unido a la vid como un sarmiento (15, 1-8)
nes que hemos obtenido mediante la redención y permanecer en Cristo {péveiv es una palabra
(Act. 13, 43), y concretamente el auxilio sobre­ del gusto de San Juan que la emplea 40 veces
natural (= gracia actual) de esta vida (II Cor. en el evangelio, 23 en la primera epístola y tres
12, 9) y la bienaventuranza celestial (1 Pe. 1, en la segunda). Lo gratuito de la gracia está
13); y, finalmente, Ja gratitud para con los claramente significado (6, 44).
hombres (Le. 17, 9: 1 Tim. 1, 12), y princi­ c) A San Pablo puede llamársele el teólogo
GRIEGAS (Versiones) 240

de la gracia. Como todos han pecado — judíos S. Paul et dans S. Jean, Liégc 1949; DBs, III, col.
701-1319, en la voz «Grt?ce».
y gentiles —, todos tienen necesidad de la re­
dención de Cristo (Rom. 3, 23-25), que no sólo GRADUALES. — v. Salmos.
es una manifestación del amor de Dios (Ef. 2,
4-6; Rom. 5, 8), sino también una gracia (5, GRIEGAS (Versiones). — I. Versión de los
15; II Cor. 1, 9). Esta gracia la ha experimen­ Setenta. — La difusión de la lengua y de la
tado en sí mismo el apóstol de los gentiles con cultura griega por todo el mundo civilizado
su conversión (Gal. 1, 15), lo que le ha capa­ indujo a los judíos, especialmente a los de la
citado para anunciarla a los otros. Diáspora residentes en Alejandría de Egipto,
Pablo luchó animosamente contra los judai­ a procurarse una versión griega del Antiguo
zantes que pretendían atribuir un valor a las Testamento que fuese accesible al mundo helé­
obras legales del judaismo. Contra ellos se le­ nico. La versión recibe el título de Alejandrina,
vanta exponiendo tajantemente su evangelio por el lugar en que se hizo, y más comúnmente
(Gál. 1, 11; 2, 2), como lo hizo en Antioquía
de los Setenta (LXX). Nos proporcionan ele­
en presencia de Pedro (Gál. 2, 14-21), y dicien­
mentos para la historia de los LXX la Epístola
do que la justificación mediante la muerte re­
dentora de Cristo es «gracia de Dios» (v. 21). de Aristea, del filósofo judío Aristóbulo (Euse-
Por consiguiente, las. obras de la ley no son bio, Praep. Evang. 13, 12; PG, 21, 1907); el
capaces de comunicarnos la justificación: esto prólogo del Eclesiástico, compuesto por el nieto
es obra de la fe en Cristo (Rom. 4, 3; Gál. 3, del autor (130 a. de J. C .); el hebreo Filón
6) que también es una gracia de Dios (Flp. 1, (De Vita Moysis 2, 5-7); FI. Josefo (Ant. XII,
29; Ef. 2, 8-9; Rom. 9, 16) que ha aceptado 2), y varios escritores eclesiásticos y del Tal­
por nosotros el precio de la sangre de Cristo mud. El autor de la Epístola de Aristea, un
(I Cor. 6, 20). Por medio de esta sangre nos judío que se oculta bajo el nombre pagano de
hacemos hijos de Dios (Gál. 4, 4-7), no some­ Aristea, refiere a su hermano Filócrates que las
tidos a la ley sino libres con la libertad de autoridades de Jerusalén, a ruegos del rey To-
hijos (Rom. 8, 14-17). lomeo Filadelfo (285-247), enviaron 72 doctores
La vida de la gracia está en acto en el cuerpo de la Ley, los cuales, retirados en el islote de
místico (cf. esta voz), en el que Cristo, que es Faro y viviendo a expensas del rey, tradujeron
su Cabeza, infunde la virtud regeneradora en al griego todo el Pentateuco. El fondo de la
los fieles incorporados a Él como miembros legendaria epístola, o sea la traducción griega
(Ef. 4, 16). del Pentateuco a mediados del s. m (durante
Esta obra de salvación, iniciada por Dios el reinado de Tolomeo Filadelfo) en Alejan­
y ejecutada por Cristo, tiene por perfeccionador dría, es reconocido como histórico por todos
al Espíritu Santo, bajo cuyo influjo somos san­ los críticos. Los otros elementos legendarios
tificados, justificados (I Cor. 6, 11) y nos con­ fueron aceptándose y ampliándose. Filón habló
vertimos en una k o .l v í ) k t í o -Ts (Gál. 6, 15), he­ de una inspiración divina de los 72 traductores
rederos de la gloria celeste (Rom. 8, 14-17). que les llevó hasta coincidir palabra por pa­
Cf. la voz Espíritu Santo. labra en todas las traducciones que efectuaron
d) También para San Pedro es gracia la aisladamente; los escritores posteriores, judíos
obra salvadora de Cristo (I Pe. 1, 10.13): su y cristianos, redujeron a setenta el número de
doctrina sobre la gracia tiene una admirable los traductores (de donde proviene la denomi­
coherencia con la doctrina paulina, aunque no nación corriente); hicieron objeto de la tra­
la desarrolla tan ampliamente. Coincide en ab­ ducción no sólo al Pentateuco sino también a
soluto con el de Pablo el concepto que mani­ los Profetas y a todo el A. T . ; aislaron a los
fiesta sobre el valor de la sangre de Cristo traductores a cada uno en una celda (sólo San
(1, 18) y la relación de los preciosos dones que Epifanio los distribuyó de dos en dos, supo­
se nos dan (II Pe. 1, 4) con el Espíritu Santo niendo 36 celdas para los 72 individuos), para
(I Pe. 4, 14). A San Pedro debemos, además, subrayar más eficazmente la inspiración que
una de las expresiones más bellas y teológicas condujo hasta la identidad verbal.
de la gracia, don con el que nos hacemos La versión de los LXX, que se inició con la
«consortes de la divina naturaleza», Seías versión del Pentateuco hacia el 250 a. de J. C.,
KOtvwvot ( f t v e r e ü>9 (II Pe. 1, 4). [F. P.l se completó hacia el 130 a. de J. C. con la
traducción de los otros libros en diferentes
BTBL. — A. R ademacher, Die übernatiirUche Le-
bensordnung nach der paultnischen und ioanneischen tiempos y por autores diversos (prólogo del
Theologie, Friburso en Br. 1903; P. Rousselot. La Eclesiástico). Se utilizó un arquetipo hebreo
Gráce d'aprcs S. Jean et S. Paul, en RScR, 18 (1928).
pp. 87-104; P. D enis. La révélatian de la Gráce danx notablemente diferente del texto premasoreta.
241 GRIEGAS (Versiones)

que, en sus elementos consonantes, cristalizará de J. C., una versión del hebreo que más bien
a principios del s. i a. de J. C. y servirá de representa una armonización de los LXX con
base a las versiones griegas de Aquila, Símaco el texto hebreo. Esta versión gozó de la sim­
y Teodoción, a la Pesitta siríaca y a la Vulgata patía de los cristianos. Hacia el 200 desp. de
latina, y pasará íntegramente al texto masoré- Jesucristo el ebionita Símaco preparó una ter­
tico. La índole de la versión no es idéntica para cera versión griega empleando un método di­
todos los libros. Respecto de la conformidad ferente del de sus predecesores. En un griego
con el original, se da el servilismo en Cant. elegante, y adaptándose a menudo muy feliz­
y Eclo.; literalidad en Sal. y Profetas, excepto mente al genio de la lengua griega, se propuso
Dan.; fidelidad en el Pentateuco y en los libros más la fidelidad del concepto que la verbal,
históricos; libertad en Job, Prov., Dan. y en como había hecho Aquila. La importancia de
gran parte de Est. En cuanto al grecismo, se estas versiones fué debida a su contribución
distinguen Job y Prov., y por la comprensión a las vicisitudes de los LXX y a la formación
del texto se aventaja el Pentateuco. Los LXX de la Vulgata latina, puesto que San Jerónimo
tienen una importancia histórica que es difícil en su difícil traducción del texto hebreo recu­
valorar, pues se convirtieron en la Biblia de los rrió frecuentemente a ellas, principalmente a
Apóstoles y de la primitiva Cristiandad; y no Aquila, a quien juzgaba de «verborum diligen-
es menor su importancia crítica, porque reflejan tissimum explicatorem».
un arquetipo hebraico diferente del que sirve Otras versiones griegas, parciales y anónimas,
de base al masorético, y dieron origen a las reciben los nombres de «Quinta», «Sexta» y
versiones latinas prejeronimianas, copta, arme­ «Séptima». En las antiguas literaturas cristianas
nia, etíope, geórgica y gótica. hácese mención también del «Sirio», una versión
II. Versiones griegas del s. II desp. de J. C. griega que llevó a efecto sobre el hebreo un
— La versión griega de los LXX, que con tanto sirio desconocido, y el «Samaritano», otra griega
júbilo había sido acogida por los judíos helenis­ preparada por los samaritanos. De estas ver­
tas, hasta el punto de celebrarse el aniversario siones sólo poseemos fragmentos en los comen­
de la traducción, fué repudiada por el judais­ tarios de San Jerónimo y otros Padres, en el
mo oficial. Y la causa principal fué que, a margen de los cód. Marcaliano (Q), 86, 710, de
consecuencia de la unificación del texto hebreo, la versión siriohexaplar y en los pocos restos
iniciada hacia el año 100 desp. de J. C. prin­ que quedan de las Hexaplas de Orígenes.
cipalmente en virtud de la influencia del gran III. Recensiones de los L X X . — La versión
Rabi ’Aqiba’, con el fin de crear una base de los LXX había perdido ya en el s. i a. de
valedera para la exégesis rabínica que atribuía Jesucristo su primitiva integridad, por lo que
un significado a cada palabra o sílaba, se de­ en el Asia Menor la conformaron con el texto
terminó un fuerte contraste con la versión de hebreo, como se ve por las citas que aparecen
los LXX, representada por manuscritos que en en Filón, en los escritos del N. T. y en Flavio
muchos puntos disentían entre sí y del texto Josefo. Las grandes diferencias que se com­
hebreo oficial. Otra causa de la aversión fué prueban entre unos códices y los otros y su
el uso que los cristianos hacían de esta versión discrepancia del texto hebreo no dejaron insen­
en sus controversias cristológicas con los judíos. sibles a los cristianos, tenaces defensores de
Los judíos helenistas se vieron precisados a los LXX. Orígenes intentó poner remedio con
acudir a nuevas versiones griegas, en su impo­ la colosal obra de las Hexaplas (ra é£a7rAá,
sibilidad de recurrir al hebreo por la ignorancia «séxtuple»), en la que transcribió o hizo trans­
de la lengua. La primera de éstas fué compuesta cribir todo el Antiguo Testamento seis veces
hacia el año 140 desp. de J. C. por un pro­ en seis columnas paralelas que contenían por
sélito griego llamado Aquila. Estando como orden: 1) el texto hebreo con caracteres he­
estaba empapado del método hermenéutico de breos ; 2) el texto hebreo transcrito en carac­
’Aqibá’ y conociendo a fondo el griego y el teres griegos; 3) la versión griega de Aquila;
hebreo, reprodujo el texto oficial hebreo con 4) la de Símaco ; 5) la versión de los LXX;
toda exactitud, hasta en las minucias más insig­ 6) la de Teodoción. Orígenes puso el mayor
nificantes. La estimaron muchísimo los judíos cuidado en la quinta columna (LXX), con lo
por la rigurosa fidelidad con que reproducía cual buscaba dos fines: uno científico en ser­
el texto hebreo, por lo que estuvieron sirvién­ vicio de la polémica religiosa y otro *práctico
dose de ella en las sinagogas durante mucho en pro de la exégesis bíblica (PG, 11, 60 ss.;
tiempo. Por deseo de los judíos aficionados PG, 13, 1293). Para dar a conocer a los apo-
aún a los LXX, otro prosélito llamado Teo­ logetas cristianos, los más de ellos desconoce­
doción hizo, tal vez hacia el año 180 desp. dores del hebreo, la conformidad o no confor-
16. — S pa uafoka. — Diccionario bíblico
GRIEGO (bíblico) 242

midad del texto griego de los LXX que había M, Q, 2, V, 29, 86, 121, 128, 243), y sólo lo sa­
sido adoptado, mediante su confrontación con bemos por San Jerónimo (Praef. in Par.: PL
el texto hebreo que los hebreos invocaban en 28, 1324 ss.), fué realizada por Hesiquio, a
sus polémicas religiosas, señaló con un obelo quien algunos identifican con el obispo egipcio
(rayita horizontal, las más de las veces con un del mismo nombre que murió mártir hacia el
punto por encima y otro por debajo) lo que se año 300 (Eusebio, Hist. Eccl. 8, 13), el cual,
leía en el griego y no en el hebreo, y con un sirviéndose de un códice afín al Vaticano (B),
asterisco lo que se leía en el hebreo y no en el conformó los LXX con el texto hebreo más
griego (para el cual tomaba la expresión ge­ servilmente que Orígenes, aunque sin descuidar
neralmente de la versión de Teodoción). Al las exigencias estilísticas y exegéticas.
mismo tiempo se proponía un segundo fin: Otra recensión (códices K, 54, 59, 75 para
dar a la Iglesia cristiana un texto de los LXX el Octateuco; 19, 82, 93, 108 para los otros
correcto y uniforme. Eligiendo un buen códice históricos; V, Z, 22, 36, 48, 51, 231 para los
del tipo del códice Vaticano B (que represen­ profetas), sobre la cual también debemos el
taba la recensión prehexaplar), corrigió los informe a San Jerónimo, fué dispuesta por
errores de éste con la ayuda del texto hebreo Luciano, fundador de la Escuela Antioquena,
y con la de las otras versiones griegas, y logró mártir en el año 312, el cual, sirviéndose asi­
la corrección en grado notable. Mas la recep­ mismo de un códice afín al Vaticano (B), con­
ción hexaplar, constituida por la quinta colum­ formó los LXX con el texto hebreo, recu­
na, fué adoptada únicamente por las iglesias rriendo preferentemente a Aquila y proponién­
de Palestina, y por tanto no alcanzó la deseada dose fines de concordia y estilística. [A. R.]
uniformidad. De las Hexaplas de Orígenes (50 BIBL. — A. V accari, en Institutiones Biblicae, I,
gruesos volúmenes de formato atlante), termi­ 5.* ed., Roma 1937. pp. 257-73; G. M. Perrella, ln-
troduzione generale (La S. Bibbia), 2.a ed., Toríno
nadas en Cesárea de Palestina, donde se conser­ 1952. pp. 203-208, con bibl.
varon hasta la destrucción árabe (638), nunca
se copiaron íntegramente, pero se hicieron de GRIEGO (bíblico). — Con el nombre de koivíj,
ellas dos especies de copias: 1) copias de un «común», o kWijvua) SiaAeKros, se designa la
solo libro (por ejemplo el Salterio en los frag­ lengua griega posclásica, en uso desde el tiem­
mentos del Cairo y de la Ambrosiana), con to­ po de Alejandro (h. 330 a. de J. C.) hasta el
das las columnas a lo largo, al menos las período bizantino, difundida desde Alejandría
griegas; 2) copias enteras de la quinta colum­ de Egipto por todo el mundo helénico y roma­
na (LXX), con la añadidura, al margen, de no. Es la lengua de la conversación y de las
buenas lecciones de las otras columnas, o sea de relaciones comerciales, empleada en ambientes
Aquila, Símaco y Teodoción, que aparecen en populares no literatos ni puristas, así como
numerosas citas que se hicieron de lecciones en las diversas formas de la producción lite­
hexaplares y que nos han sido transmitidas en raria helénica (inscripciones, cartas privadas,
los comentarios de los Padres griegos y al obras históricas), uniformemente cultivada en
margen de los códices griegos de los LXX. todo el mundo helénico, por más que no se vea
Tenemos también copias de la quinta colum­ exenta de variaciones regionales.
na en códices con signos diacríticos (códices La lengua literaria, desde el s. i a. de J. C.,
376; 426; A ; 247, etc.) y en la versión sirio- en su esfuerzo por imitar los antiguos modelos
hexaplar, de la que se conserva la mitad en un áticos, fué diferenciándose cada vez más de la
códice de la Bibl. Ambrosiana. popular, que siguió su propia línea de evolución
Juntamente con las Hexaplas figuran las hacia el griego moderno. El koiné se formó
Heptaplas y las Octaplas de que hablan algu­ sobre el ático como base, y lo más que conservó
nos códices y escritores: incorporando a las de él fué la fonología y la flexión, la elección
Hexaplas las versiones anónimas y parciales (la de la a y de la n, la vocalización de ciertas
quinta, sexta y séptima), Orígenes obtuvo siete voces, los casos de aspiración, las declinaciones
u ocho columnas más bien que seis. Mas las y la conjugación. La influencia dórica fué mí­
Tetraplas son obras distintas y extractadas de nima o nula, pero fué notable la influencia
las Hexaplas mediante la omisión de las dos jónica, principalmente en el vocabulario.
columnas hebreas y con alguna que otra va­ El griego de la versión del A. T. de los LXX
riante o mejora en los LXX. El original de y el del Nuevo Testamento es este griego «co­
las Tetraplas pereció en Cesárea juntamente mún», tal como se hablaba y se escribía en los
con las Hexaplas, y sólo queda algún fragmento ambientes populares. En el griego bíblico, prin­
de ellas en varios códices y escritores. cipalmente en el del Nuevo Testamento, pueden
La tercera recensión de los LXX (códices hallarse tres tendencias. Una que lucha por
243 GUEJAZI

contrarrestar, mediante una mayor expresión nales semitas (LXX y fuentes arameas del Nue­
emotiva, el progresivo debilitamiento de la fuer­ vo Testamento), así como al espíritu semita de
za de expresión de la lengua; el uso de las los autores. Los LXX presentan hebraísmos se­
preposiciones en lugar dé los casos simples; cundarios; el uso inmoderado de formas, lo­
la frecuencia de los pronombres; las prepo­ cuciones y frases ciertamente griegas, pero cuya
siciones impropiamente dichas en vez de las frecuencia no se explica sino por su coinci­
simples; frecuente anteposición del artículo al dencia con el hebreo, y sobre todo presentan
infinitivo; las negaciones enfáticas; los parti­ hebraísmos primarios consistentes en formas
cipios «gráficos» ; el uso frecuente de la conju­ extrañas al koiné, que proceden del original
gación perifrástica; iv a y ort en lugar del in­ hebreo. Los principales semitismos, frecuentes
finitivo; formas plenas y fuertes de vocablos. sobre todo en los escritos del N. T., son: el<$
Otra de las tendencias va a una mayor simpli­ delante del predicado, en Jugar del simple acu­
cidad y uniformidad, lo cual ha de atribuirse sativo; el nominativo en vez del vocativo; el
al carácter popular, hostil a las sutilezas y a genitivo hebreo en vez del adjetivo; vió$ con
las complicaciones. Compruébase, no obstante, el genitivo para indicar una relación cualquie­
gran predilección por la coordinación en vez ra; el uso asociativo e instrumental de la pre­
de la subordinación; el uso del participio ab­ posición ¿v; el grado positivo en lugar del
soluto, aun en los casos en que los rechazaría comparativo y superlativo; la frecuencia de
el clasicismo; la preferencia por el discurso los pronombres después del relativo; el sus­
directo, aun cuando se haya comenzado por el tantivo «anima» en vez del pronombre reflexi­
indirecto; la confusión entre los elementos vo; la frecuencia excesiva de la construcción
afines: acusativo partitivo en vez de genitivo perifrástica ; ajroxpiOeíg elnev; Aéyiov antepues­
partitivo; preposiciones estáticas en vez de las to al discurso directo; npos tó con valor de
dinámicas y viceversa (e¿s —ev); pluralidad en gerundio; el antepuesto a un juramento y a un
vez de dualidad; cambio entre los varios pro­ interrogante directo. [A. R.]
nombres, entre voz activa y media en los ver­ BIBL. — J. V eroote, en DBs, III, col. 1320-69;
F. M. A bel, Grammaire du g. b., París 1927; F. Zo-
bos, entre finalidad y consecución. Otras uni­ Lexicón graecum N. T., 2.* ed., París 1931;
rell,
formidades se dan en la declinación de los A. Boatti, Gramm. del g. del Nuovo Testamento,
M I, 3.* ed., Venezia 1932; F. Blass - A. D ebrunner.
nombres y en la conjugación de los verbos. Neutestamentliche Grammatik, 7.* ed., Góttingen 1943;
La tercera tendencia proviene del influjo de M. Z erwick, Graecitas bíblica exemplis illustratur, 2.*
ed., Roma 1949; G. Bonaccorsi, Saggi di filología neo-
la lengua hebrea. Es la originalidad del griego testamentaria, 2 yoIs., Torino 1950.
bíblico respecto del koiné, debida al hecho de
que tal griego fué utilizado para traducir origi­ GUEJAZI. — v. Elíseo.
H
HABACUC. — Octavo entre los profetas me­ es un salmo para cantarlo en el culto divino
nores del Antiguo Testamento, contemporáneo (cf. vv. 3-9.13: la pausa ásela»), Habacuc es
de Jeremías (Habaqqüq, cf. el asirio hamba- un profeta profesionalmente ligado al culto
ququ, nombre de planta y nombre propio; del judío.
tipo de ’asafaul, Núm. 11, 4), distinto del Ha- El vocabulario de Habacuc coincide frecuen­
bacuc de Dan. 14, 32-38. temente con el de los profetas del fin del s. vil,
Judá está expuesto, por sus pecados, a ser lo cual es una confirmación de que Habacuc
invadido y devastado por los caldeos (Hab. 1, profetizó en el último cuarto del s. vn, cuando
5 s.); su castigo no es definitivo (1, 17). Mas los caldeos, después de la batalla de Carque-
a los caldeos invasores sí los castigará Dios mis (605 a. de J. C.), se disponían a atacar al
definitivamente, porque tienen puesta su con­ reino de Judá. El atribuir el libro a la época
fianza exclusivamente en su poder y no reco­ griega no transciende del campo de la fantasía
nocen que son simples instrumentos en manos (cf. N. S. Gruenthamer, en Bíblica 8 [1917]
de Yavé (2, 1-20), como dice Isaías de Siria 129-60, 257-89). San Pablo prueba por Hab.
(Is. 10). En la plegaria final (c. 3) el profeta 2, 4, en Rom. 1, 17; Gál, 3, 11, la justificación
expresa líricamente sus sentimientos sobre la mediante la fe, y cita a Hab. 1, 5, en Act.
intervención coercitiva de Yavé (vv. 1-15) y 13, 40 s.
sobre la salvación final de su pueblo (vv. 16-19). Entre los manuscritos (v.) del mar Muerto
Habacuc plantea el problema del mal y de se halló un comentario a Hab. (s. i desp. de
la justicia divina: Bien está, dice al Señor, Jesucristo). El texto de cada uno de los ver­
que llames a esos caldeos para que ejecuten sículos va seguido de una breve explicación que
tus juicios contra Judá y contra los otros pue­ aplica la profecía a la situación política y reli­
blos; mas, ¿cómo permites que se desmanden giosa del tiempo. Es el método clásico de los
y cometan tales crímenes? (Hab. 1, 13 s.). Es Misdrash. En el conjunto el texto coincide con
un eco de Job 9, 4. Por muy culpable que sea la lección masorética. El comentario se limita
Judá, no es tan malvado como el caldeo. La a los dos primeros capítulos, conforme a la
respuesta viene en confirmación de la divina finalidad y a la naturaleza del escrito; mas no
justicia, que no deja impune la iniquidad; al puede deducirse nada en contra de la autenti­
castigo de Judá, que no es más que temporal, cidad del c. in. [F. S.]
responde el castigo radical de los caldeos, aco­
BIBL. — H. B évonot, Le cantique d’Habacuc, en
modado a sus culpas {Hab. 2, 4). Judá será RB, 42 (1933), 449-525; P. Humbert, Problémes du
salvo por su monoteísmo y por su confianza livre d’Habacuc, Neuchátel 1944; E. Jacob, en RHPhR,
en Yavé. 27 (1947), 114-17; B. H. Brownlee, en BASOR. 112
(1948), 8-18; A. T. M ilik , en Bíblica, 31 (1950),
Del examen del género literario (1, 2-4, la­ 222-25.
mentación ; 5-10, oráculo; 11-17, lamentación;
2, 1-5 a, oráculo; 5 b-20, cinco imprecacio­ H ASIROS. — v. Hebreos.
nes: 3, un salmo) resulta una coordinación
orgánica c intencionada de un profeta dedicado HACELDAMA. — Campo que un alfarero
al culto, a quien son familiares los géneros de vendió (¿porque se había acabado la arcilla?)
la literatura profética y de la lírica sagrada. al Sanedrín de Jerusalén por 30 monedas de
El c. 3 no es un elemento adventicio, sino la plata que Judas había recibido por su traición
respuesta directa a la expectación respecto de y que después, arrepintiéndose, trató de res­
la petición que se ha hecho en 2, 20. El des­ tituir y las arrojó en el santuario. El Sanedrín
tino del libro es el uso litúrgico: el c. 3 lo destinó a sepultura de los peregrinos que
HAMMURABÍ 246

morían en Jerusalén [Mi. 27, 3-10; Act. 1, murabí fueron contemporáneos, porque falta
18 s.), con lo que se cumplió la profecía de una indicación exacta y segura del tiempo en
Jeremías y de Zacarías (Jer. 32, 6-15; 18, 2-12; que vivió Abraham.
19, 1-15; Zac. 11, 12 ss.). De «campo del al­ Hammurabí, en los años 6.° y 7.° de su rei­
farero» pasó a ser conocido entre los habitantes nado, conquistó Uruk e Isin. Luego se enfren­
de Jerusalén con el apelativo de «campo de la tan con él los reyes de Mari, Asiria, Larsa,
sangre» (haqel dema’ en arameo. traducido al ESunna, Qatanum y Aleppo. Asiría forma una
griego con la consonante final: sólo en Act. 1, coalición de estados al este del Tigris contra
19; en Mí. 27, 8, el término es espurio, con­ Babilonia, Mari y Larsa. Hammurabí se granjea
tenido únicamente en la Vulgata y en unos primero la alianza con Larsa y Mari para des­
pocos códices de la latina prejeronimiana), en baratar la coalición capitaneada por Asiría,
recuerdo del sangriento efecto producido por el y luego, en el año 30.° de su reinado, ataca
dinero con que se compró y no del suicidio a un crecido número de enemigos; en el 31.“
de Judas, que se realizó en lugar desconocido. quita la independencia a Larsa, y en el 32.°
La localización de esta finca no ha sido cons­ da la batalla decisiva contra los asirios y con­
tante en la tradición; pero hay muchos autores quista a Mari, que será destruida definitiva­
que, siguiendo a San Jerónimo, el cual corrige mente en el año 35.“ de su reinado. Después
a Eusebio (III, 38, 21 ; 39, 26), lo sitúan en la de esto destruye a ESunna. Ignóranse los mo­
vertiente meridional del monte Sión, al sur de tivos por los cuales se detiene la conquista de
Jerusalén, en las faldas del monte del Mal Hammurabí en Mari, junto al Eufrates, y en
Consejo, en la confluencia de los valles del Nínive, junto al Tigris, pero parece que ya en­
Cedrón y del Hinnón. [A. R.] tonces los jeteos por una parte y los jorrees
BIBL. — H. V incent-F. M. A bel, Jérusalem nou- por otra contuvieron con su presencia la ex­
velle, II, Parigi 1926, p. 864 ss.; G. Perrilla. I pansión del monarca babilonio. De todos mo­
luoghx santl, Píacenza 1936. pp. 297-302.
dos, a Hammurabí puede llamársele al fin de
HAGGADAH. — v. Interpretación. su reinado no sólo «rey de Sumer y de Acad»,
sino «rey de las cuatro regiones», «rey del uni­
HALAKAH. — v. Interpretación. verso». La lengua acádica se convierte en len­
gua del país y lengua internacional.
HALLEL. — v. Attel. La actividad de Hammurabí no se limita a
la política y a la guerra. Su correspondencia
HAMMURABÍ. — Hijo de Sin-muballit y sex­ con el gobernador de la provincia Sin-idinnam
to rey de la primera dinastía babilónica. Reinó y con el gerente del patrimonio Shamshasir y
durante 43 años, y conviene no confundirlo con otros grandes funcionarios revela un com­
con otros dos homónimos que aparecen en las plejo de preocupaciones y pone de relieve su
tablillas de Mari. Es de origen amorreo y lleva sagacidad en la administración de la economía
a su dinastía y a la ciudad de Babilonia a ser y de la justicia. Una prueba de su tendencia
centro de un vasto imperio que no tiene pre­ conciliadora y de su amor a la justicia nos la
cedentes en el Asia Anterior. Hammurabí es, ofrece la colección de leyes que lleva el nombre
en efecto, el primer déspota que con su hábil de Hammurabí.
política, capacidad organizadora y fuerza de El principal ejemplar del Código de Ham­
conquista, supo unificar los pequeños reinos de murabí está formado por un bloque de diorita
la Mesopotamia meridional. negra con tronco en forma de cono, de 2,25
Después de la publicación de la lista de metros de altura, y 51 columnas a derecha e
Khorsabad, y visto el sincronismo que se da izquierda. Los elamitas habían trasladado a
entre Hammurabí y Shamsi-Addu I de Asiria, Susa, en el s. xii, la stela esculpida en las siete
según se infiere de los documentos de Mari, la columnas de fondo. Fué descubierta en Susa
mayoría de los críticos se orienta en el sentido en tres piezas en 1901-1902 por la misión fran­
de colocar a Hammurabí cabalgando sobre los cesa dirigida por Morgan, y en pocos meses
siglos xviii y xvii. La fecha la confirman el la descifró el dominico P. V. Scheil; hoy se
sincronismo entre la vida de Mari y la XII di­ conserva en el Louvre de París. El texto fué
nastía egipcia, los niveles arqueológicos de la copiado en épocas y países diversos, y los frag­
Alta Mesopotamia y los datos de las tablillas mentos de las copias han permitido reconstruir
de Venus del reino de Hammisaduqa. Además, aproximativamente las partes dañadas, que han
actualmente se desecha la identificación entre proporcionado variantes de cierto interés. Hasta
Hammurabí y Amrafel de Gén. 14, y no se hace pocos años considerábase a Hammurabí
puede asentar con precisión si Abraham y Ham­ como al primer gran autor de una colección
247 HEBREO (Idioma)

de leyes. Desde 1947 se han descubierto ya tres los daños corporales a consecuencia de una
códigos anteriores al de Hammurabí. En 1947, riña (Éx. 21, 18; § 206), al talión (Éx. 21,
en Tell Harmal, dos tablillas con una colec­ 33-35 ; §§ 196, 197, 200), al aborto (Éx. 21, 22;
ción, que los críticos han dividido en 51 pá­ § 209 s.), al buey que acomete con el cuerno
rrafos, hecha por Bilalama en Esunna, 235 años (Éx. 21, 28-32; §§ 250-252), al hurto de ga­
anterior a Hammurabí; en 1947-1948 se pu­ nados (Éx. 21, 37; 22, 2 b-3; § 8), al hurto
blicó el código de Lipit-TStar, de la dinastía de abriendo brecha en la pared (Éx. 22, 1-2 a;
Isin, 185 años anterior a Hammurabí, y divi­ § 21), al pasto ilegal (Éx. 22, 4; §§ 57, 58), a
dido en 37 párrafos ; en 1952-53 se dió a co­ los depósitos de bienes (Éx. 22, 6-8 ; §§ 124-126),
nocer el código de Urnammu, fundador de la a la vigilancia del ganado (Éx 22, 9-12;
III dinastía de Ur, con pocos párrafos, y §§ 262-267). V. Génesis. [S. V.]
350 años anterior a Hammurabí. El código de BIBL. — A. D eimel, Codex H. Transcriptio et ver-
ESunna y el de Urnammu afirman que esta sio latina, Ed. A. Poh l - R . Follet. Roma 1953;
composición legal es anterior al principio del F. M. T h . B óhl. King H. of Babylon in the setting
of his time (about 1.700 B. C.), Amsterdam 1956;
talión en la cuenca de Mesopotamia. La origi­ M. C ruveilhíer, Introduction au Code d’H.. París
nalidad de la colección de Hammurabí con­ 1937; Commentaire du Code d'H., París 1938; H. C a-
zelles, Études sur le Code de 1‘aUiance, París 1946,
sistió tal vez en haber promulgado las diferentes pp. 147-56; R. de V aux, Les patriarches hébreux ét
leyes de un imperio, completado las tradiciones les découvertes modernes, en RB, 53 (1946), 328-36;
C h.-F. Jean, Six campagnes de fouille á Mari, en
y armonizado las costumbres, extendiéndolas a NRTh, 84 (1952), 493-517. 607-633.
todos los súbditos del imperio.
El Código tiene un prólogo y un epílogo en HEBER. — y. Hebreos.
estilo y lenguaje poéticos, y un cuerpo de leyes
que puede dividirse en 282 párrafos. La parte HEBREO (Idioma). — Pertenece al grupo se­
legislativa puede dividirse en tres secciones: mítico del noroeste. Su historia está íntima­
derecho de la propiedad, derecho familiar, de­ mente unida con la Biblia, mas no queda ago­
recho social (criminal y civil). Son profundas tada con ésta, ya que nuestra Biblia hebrea
las diferencias que existen entre el código de sólo representa una fase del hebreo, la trans­
Hammurabí y el código de la la alianza (Éx. mitida por los masoretas. Por eso, para des­
20, 22-23, 19). Hammurabí dedica numerosas arrollar tal historia hay que recurrir también
columnas a la familia, asunto del que, por a fuentes extrabíblicas, e incluso bíblicas pero
principio, no se ocupa el legislador hebreo. cxtramasoréticas, y a las lenguas afines.
Hammurabí trata por extenso de los problemas Las fuentes extrabíblicas son muy escasas por
relativos a la propiedad, noción todavía muy lo que se refiere a la antigüedad, pues se re­
poco desarrollada en el código hebreo, que ducen a unos pocos textos de cierta extensión.
desconoce los bienes de naturaleza especial, las Son dignos de notarse el calendario de Jezer,
propiedades comerciales y toda la legislación la stela de MeSa (en lengua moabita, bastante
babilónica sobre los contratos. Desde el pá­ cercana al hebreo), la inscripción de Siloé, las
rrafo 196 Hammurabí se aproxima al código cartas de Laquis y las inscripciones en las
de la alianza en lo pertinente a las obligaciones ostracas. Hoy han adquirido notable impor­
penales. Mas en el código de Hammurabí in­ tancia los textos hebreos antemasoréticos así
tervienen consideraciones de clases, de profe­ bíblicos como extrabíblicos hallados poco ha
siones, de tarifas; de todo lo cual el código junto al mar Muerto, en los cuales, con sus
hebreo no se ocupa más que secundariamente. matres lectionis, tenemos una gran tradición
La causa de las divergencias estriba en la es­ que se aparta de la masorética en diversos pun­
tructura económica y social, que difieren entre tos y puede ser incluso más autorizada. Hay
los dos pueblos. La sociedad babilónica está también una gran tendencia a utilizar alguno
desarrollada y tiene un pasado, es rica y se de los llamados ketib, transmitidos en el texto
funda sobre una base económicocomercial. La masorético, como testimonio de una tradición
sociedad hebrea, a la que dicta leyes el Código más antigua que los masoretas y no aceptada
de la Alianza, apenas está constituida, y tiene ya por ellos.
por base el pastoreo con un comienzo de agri­ Las lenguas cercanas son principalmente: la
cultura. Quedan unos diez apartados de in­ lengua de Mari (y.) (respecto de la cual asegura
terés: los casos raras veces son idénticos, las Albright que tiene un vocabulario y construc­
soluciones casi siempre diversas y los textos ciones gramaticales mucho más próximas al
sin paralelismo. hebreo que las correspondientes del ugarítico;
Los dos códigos se aproximan en lo que cf. JBL 58 [1939] 101 ; otros, en cambio, ha­
atañe al esclavo (Éx. 21, 2-11; §§ 117-118), a blan con más reserva); el ugarítico (v.): el
HEBREO (Idioma) 248

fenicio (hoy enriquecido, para su fase más an­ góricamente que fué Esdras quien introdujo el
tigua, por las inscripciones de Karatepe); el nuevo modo de escribir). Hasta hace poco tiem­
dialecto de Ia’udi (Siria septentrional), cono­ po no se conocían textos bíblicos en caracteres
cido solamente a través de dos inscripciones fenicios. Los hallazgos del mar Muerto nos han
(cf. J. Friedrich, Phonizisch-Punische Gramma- proporcionado fragmentos del Levítico en ca­
tik, Roma 1951, p. 153); el árabe, que ha racteres antiguos.
conservado la vocalización primitiva de un No son muchos los elementos que poseemos
modo bastante perfecto; el arameo, etc. para tratar del desarrollo del hebreo. Es cosa
El hebreo es llamado en la Biblia lenguaje sabida que nuestra Biblia es el resultado de un
de Canán (Is. 19, 18), y en realidad no es más retoque que obedeció a planes concebidos por
que la lengua cananea que los hebreos hallaron los masoretas.
a su entrada en Palestina y ellos transformaron A la primera lectura de nuestra Biblia puede
lentamente y asimilaron. Esta lengua cananea, darse uno cuenta inmediatamente de que es
que representa el prolohebreo, es conocida demasiado uniforme la lengua en una serie de
en parte por las glosas cananeas que están in­ escritos pertenecientes a épocas de un período
sertas en las cartas de El-Amarna, escritas en de un milenio, cuando menos. Y sobre todo
lengua acádica por príncipes fenicios y pales­ en lo que atañe a las vocales, que suelen ser
tinos a los faraones Amenofis III y IV (s. xv a. el elemento más fluctuante en una lengua, es­
de J. C.). Gracias al uso que se hace de los pecialmente en las semíticas, obsérvase una
signos cuneiformes, que pueden representar constancia y uniformidad extraordinaria. Y en
también las vocales, nos es dado poder conocer esto es en lo que la intervención de los ma­
hasta la vocalización de las palabras cananeas. soretas llegó a un grado sumo imponiendo su
Mencionemos siquiera: 1) la transformación sistema de vocales. En cuanto a la morfología,
de á en ó, fenómeno típicamente cananeo y a la sintaxis y al lexicón, la intervención nive­
luego hebreo (el fenicio conserva la á, mas no ladora fué muy inferior.
es constante en reproducir la nueva vocal: La edad de oro de la lengua y literatura
cf. Friedrich, op. cit. 79; el árabe y el arameo hebreas es la que media entre el s. ix y el iv
conservan á ) ; 2) la contracción de ai en e ; antes de J. C. aproximadamente. A este pe­
así se verifica también en hebreo; 3) la con­ ríodo pertenecen los pocos textos hebreos ex­
tracción de aw en ó, y lo mismo en hebreo; trabíblicos escritos cuando la lengua todavía
4) la u breve primitiva se conserva en sílaba era viva; dichos textos no difieren más que en
en que el hebreo la convierte en o media. Para pequeños matices (en la stela de Mega) de la
un estudio de este cananeo tienen capital im­ lengua de los libros sagrados del mismo pe­
portancia los artículos de Dhorme, La langue riodo.
de Canaan (RB, 1913-1914), y el volumen de He aquí ahora siquiera algunas caracterís­
Z. Harris, Development of the Canaanile Dia- ticas de esta lengua:
lects, New Haven 1939. Fonética. Ya nos hemos referido antes a ella.
La asimilación y transformación del cananeo Morfología: 1) la existencia del artículo ha,
por parte de los advenedizos hebreos hubo de desconocido en el ugarítico, en el acádico y en
proceder por grados, con lentitud y con docu­ el arameo; 2) la desinencia im en el plural
mentadas diferencias dialectales. La Biblia mis­ masculino, como en el ugarítico y en el fenicio,
ma nos recuerda la diferencia de pronunciación mientras que el arameo y el árabe (y el mismo
del Sin (Jue. 12, 6). Por las ostracas se sabe moa bita de la stela de Mega) tienen ín.
que año en el norte se decía sat(t), en el sur Sintaxis: el típico uso de los tiempos inver­
sana(h); vino, en el norte jin, en el sur jajin tidos, en virtud del cual en una narración de
(cf. CBQ, 1954, 28). acontecimientos pasados se comienza normal­
El alfabeto usado por los hebreos hasta el mente por una forma verbal equivalente a nues­
fin del cautiverio fué el fenicio, conocido hasta tro pasado y se continúa con formas que apa­
pocos años ha en ambiente hebreo únicamente rentemente son futuros precedidos de Wa, pero
en textos extrabíblicos (inscripciones de Mesa con sentido de pasado, añadiendo la idea de
y Siloé y en los sellos — escritura lapidaria y sucesión entre las diversas acciones. Asimismo,
por eso más rígida y angulada —, así como para la narración de un hecho futuro se co­
también en inscripciones en ostracas, escritura mienza con un futuro y se continúa con una
con tinta, por lo que tenía que ser más cursiva forma aparentemente de pasado, precedida de
y mórbida). El tránsito al alfabeto cuadrado We. Este uso es característico únicamente del
no se dió sino de modo lento después del cau­ hebreo clásico o clasicista, hasta el punto de
tiverio (San Jerónimo afirma demasiado cate­ poderse decir que es decadente o aramaizante
249 HEBREOS

el lenguaje hebreo que evita esta particularidad teos (cf. I Sam. 14, 21, donde los hebreos su­
sintáctica. La lengua árabe y la aramea no co­ jetos a los filisteos pasan al lado de los
nocen este uso; en las lenguas afines se en­ israelitas). Del siervo hebreo que debe ser redi­
cuentran indicios (para el ugarítico, cf. Gor- mido se habla en Éx. 12, 2 ; cf. Di. 15, 12;
don, Ugaritic Handbook, 9, 2, Roma 1947; Jer. 34, 9. En Gén. 10, 21, se dice que Sem
para el fenicio — pero sólo en el perfecto in­ fué padre de todos los hijos de Heber, consi­
vertido—, cf. Friedrich, op. cit., 266). derado luego como uno de los progenitores de
Con la deportación a Babilonia sufrió una Abraham (Gén. 11, 16-27). Si los hebreos son
terrible sacudida toda la vida nacional, y entre hijos de Heber, síguese de las genealogías que
las consecuencias hay que reconocer el pro­ el nombre gentilicio cIbri tiene una acepción
gresivo abandono del hebreo como lengua ha­ más amplia que los «descendientes de Abra­
blada, sustituida por el arameo, que incluso ham».
ejerció un notable influjo en las composiciones En los documentos cuneiformes desde la ter­
literarias hebreas de esta época. Abandonadas cera dinastía de Ur del s. xx aparecen en el
las formas clásicas de los tiempos invertidos, Asia Menor; en el xvn en la Mesopotamia
se prefiere anteponer el complemento de inferior; en el xv se los nombra en los docu­
cosa a su verbo, etc. Pero la lengua hebrea si­ mentos de Nuzu. En los ss. xv-xiv se habla de
gue siendo la lengua de las reuniones cultas y Sa-gaz en las cartas de El-Amarna; en los si­
de las escuelas cuya actividad se concentra por glos x i v -x iii en los textos jeteos. En los descu­
entero, como es sabido, en el texto bíblico. Más brimientos de Ras Shamra (comienzos del si­
aún: siempre que quieren componer escritos glo xiv) a Sa-gaz se le llama en ugarítico cprm.
de índole más elevada recurren a la lengua En Egipto hay testimonio de ellos desde los
hebrea y tratan de imitar la lengua bíblica clá­ tiempos de Amenofis II (en pleno s. xv) hasta
sica. Así en hebreo están los textos religiosos el reinado de Ramsés IV (s. xii). El acádico
y jurídicos hallados junto al mar Muerto, per­ Hapiru, el ugarítico flprm y el egipcio “apiru
tenecientes a los siglos i a. de J. C. y i después no son una denominación étnica sino que de­
de J. C. En hebreo está la famosa colección de signan una clase de personas consideiadas siem­
los escritos que contienen el código jurídico pre como extranjeras en el pueblo entre el cual
moral de Israel: la Misna y la Tosephta (tra­ viven, toleradas con dificultad e imposibilitadas
diciones no conservadas en la Misna), que se para constituirse en pueblo. Tal vez sea legítimo
remontan a los primeros siglos después de Jesu­ sostener que también a los hebreos se les dio
tal nombre. La denominación de árameos sí
cristo. Es grande, no obstante, Ja diferencia en­ que es étnica (cf. Dt. 26, 5; Gén. 24, 10; 25,
tre la lengua de estos últimos escritos y la de 20; 13, 18), y a ellos pertenecen efectivamente
los manuscritos del mar Muerto. En realidad, Abraham y los suyos.
el hebreo de los manuscritos es aún el hebreo En las diferentes peregrinaciones entablaron
clásico, mientras que el de la Miána es el he­ pactos con otros pueblos; p. ej., los descen­
breo rabínico, que admite nuevas palabras, nue­ dientes de José proceden de un matrimonio
vas expresiones, nuevas formas morfológicas, con una egipcia. De ahí se convencieron los
e introduce muchas extranjeras (del griego, del israelitas de que eran árameos mezclados con
latín, del persa, del árabe, del arameo). (Cf. otras razas (cf. Ez. 16, 3) (cf. De Vaux, art. cit.,
K. Albrecht, Neuhebrdische Grammatik auf en RB, 55 [1948], 337-47).
Grund der Misna, München 1913). La historia de los Patriarcas. — Según la tra­
BIBL. — H. Bauer y P. L eander, Hislorische Gram­ dición bíblica, el pueblo de Israel desciende de
matik der Hebraischen Sprache (sobre todo en la in­ los Patriarcas cuyos sucesos se narran en el li­
troducción), Halle 1922; W. Baumgartner. Was wir
heute von der hebraischen Sprache und ihrer Geschich- bro del Génesis.
te wissen, en Anthopos, 35-36 (1941-1942), 593-616; La familia de Abraham tuvo su origen en Ur
P. JoüON, Grammaire de i’hébreu biblique, 2.a ed.,
Roma 1947. de los Caldeos, hoy Al-Muqqayyer (Gén. 11,
28. 31 ; 15, 7; cf. Neh. 9, 7), la cual abandonó,
HEBREOS. — El apelativo es usado general­ tal vez después de haber sido sepultada la Di­
mente para significar los descendientes de los nastía III de Ur, para fijar su asiento en Jarán
Patriarcas. En la Biblia lo emplean exclusiva­ (Gén. 11, 31-32; 12, 4-5; cf. 27, 23-28, 10;
mente los no israelitas, o los israelitas cuando 29, 4) (hoy Eski-Harran). Abraham, ‘llamado
hablan con no israelitas. Háblase particular­ por Dios, se fué de aquella región a la tierra de
mente de los hebreos en la época en que los Canán. acompañado de Lot, padre de los amo­
israelitas moraron en Egipto, y en los tiempos nitas y de los moabitas.
en que Samuel y Saúl luchaban con los filis­ Isac su hijo toma por esposa a Rebeca, de
HEBREOS 250

quien tiene a Esaú y Jacob. Jacob suplanta a simplemente nómadas. Muchas veces tuvieron
Esaü en los derechos de primogenitura y en el asiento fijo (Gén. 23; 33, 19), abrieron pozos
acto de recibir la bendición paterna. Huye junto (Gén. 21, 25; 26, 15) y cultivaron la tierra (Gén.
a Labán, hermano de Rebeca, y toma por es­ 25, 29; 26, 12; 27, 28; 30, 14; 37, 7) (cf. R.
posas a las dos hermanas, Lía y Raquel, y de De Vaux, en RB, 56 [1949], 5-8).
ellas y de sus esclavas tiene once hijos. Parte Éxodo de Egipto. — Qué pudo suceder cuan­
para la tierra de Canán, y después de haber do la familia de Jacob entró en Egipto (70 per­
luchado con Dios en las cercanías de Jacob, sonas: Gén. 46, 27) y cuando salió de allí 430
recibe el nombre de Israel (Gén. 32, 22-27). Se años después (Éx. 12, 37, 38) en número de
reconcilia con su hermano E saú; en Efrata unos 600.000, no nos lo dicen las fuentes. Esta­
(Gén. 35, 16) se le muere Raquel en el parto bleciéronse en la tierra de Gosen, que proba­
de Benjamín. Los hermanos venden a José por blemente debe identificarse con Wadi Tumilát.
envidia a unos ismaelitas que lo llevan a Egipto, Aquí construyeron ciudades los israelitas (Éx 1,
y después de pasar por varias vicisitudes es 11); Pitom (probablemente Tell el Retaba) y
elevado a un alto grado de autoridad. Habiendo Racamses (Pi-Ramses de los egipcios, o Tanis
cundido una grave carestía en la comarca, los de Qantir). Allí criaron rebaños de ganados
hermanos de José bajan a Egipto en busca de (Gén. 46, 34; 47, 6), pero probablemente con
víveres. José los acoge benévolamente, y hasta el correr de los tiempos ejercieron otras artes
los fuerza a que vuelvan a su tierra para indu­ (cf. Éx. 12, 13). Al comenzar a multiplicarse se
cir a Jacob a bajar también él a Egipto. Así vieron vejados de diversos modos, primero con
bajaron los Patriarcas a Egipto, donde tomaron duros trabajos y luego con la supresión de los
para habitar la tierra de Gosen. hijos varones. Dios suscitó un libertador en
La cronología del libro del Génesis, muy pro­ Moisés, que habiendo sido expuesto por sus pa­
bablemente compuesta en forma esquemática, dres, fué recogido y educado por la hija del
no puede apenas servirnos para determinar en Faraón. A consecuencia de las muchas calami­
qué tiempo se dieron estos acontecimientos. dades que le vinieron encima, Faraón se ve
Veinticinco años después de la salida de Jarán, constreñido a dejar libres a los israelitas. Pien­
cuando Abraham tenía cien años, nació Isac san algunos que hay que remontarse hasta el
(Gén. 12, 4; 21, 5). Pasan sesenta años y nace 1450 aproximadamente, época de la XVIII di­
Jacob (Gén. 25, 26), el cual va a Egipto a la nastía (cf. A. Lucas The Date of the Exodus,
edad de 130 años (Gén. 47, 9). Sumando estos en Palestine exploration Quarterly, 73 [1941],
números tenemos 215 años que corresponden a 110-120). Otros opinan que el Faraón de la
la mitad de la duración de la estancia en Egip­ opresión fué Ramsés II (1292-1225), y que los
to (Éx. 12, 40). israelitas fueron libertados durante el reinado
El único fragmento que pudiera proyectar al­ de Meneftá (1225-1215) (cf. G. Ricciotti, Storia
guna luz es Gén. 14, donde se lee la narración dTsraele, I, pp. 222-228 ; cf. H. Cazelles, Uauter
de la expedición de Kedorláomer con sus alia­ du code de Valliance, en Vivre et Penser, III;
dos contra Sodoma, Gomorra y otras ciudades. en RB, 52 [1945], 180 ss.; R. De Vaux, /$-
Si Amrafel puede identificarse con Hammurabí, raél, en DBs, IV, col. 736 s.). Según Éx. 12, 37,
hay que poner a Abraham en el mismo período los israelitas del éxodo eran 600.000 hombres;
del rey de Babilonia (1728-1668). Pero esta iden­ cf. Núm. 1, 19-46: 603. 000; Núm. 26, 1-51:
tificación está llena de dificultades, como la de 601.730.
los otros reyes que son allí nombrados (cf. R. En saliendo de Egipto atravesaron el «Mar
De Vaux, en RB, 55 [1948], 331-335; M. Noth, Rojo», probablemente por la parte meridional
Arioch-Arriwuk, en Ve tus Testamentum, 1 del lago Amari (cf. C. Bourdon, en RB, 41
[1951], 136-140). Según Gén. 14, la Transjorda- [1932], 370-392; 538-549). Luego dieron vuelta
nia estaba ocupada por moradores estables; hacia el monte Sinaí, donde Moisés constituyó
ahora los datos arqueológicos nos inducen a el pueblo después de haber establecido solem­
creer que desde el fin del primer período del nemente una alianza con el Señor. (Hoy es con­
Bronce II (s. xvm) quedan interrumpidas todas siderado Moisés, incluso por los críticos, como
las señales de cultura. Abraham debió de ha­ fundador del yaveísmo: cf. H. H. Rowley, The
llarse en la tierra de Canán hacia el 1850. Con Oíd Testament and Modern Study, Oxford 1951,
la cuarta generación sus descendientes se trasla­ pp. 286-291).
dan a Egipto (h. el 1700), al mismo tiempo en A causa de las diferentes rebeliones estable­
que los hiksos fijaron su sede en el Delta (cf. ció Yavé que ninguno de los que habían salido
R. De Vaux, en RB, 55 [1948], 335 ss.). de Egipto habiendo cumplido ya la edad de los
Los Patriarcas fueron seminómadas más que veinte años entrase en la Tierra de Promisión
251 HEBREOS (Epístola a los)

(Núm. 14, 28-32). Después de un intento frus­ tema central de la primera parte (1, 1-10, 8) la
trado de penetrar en ella (Núm. 14, 40-45; 21, absoluta superioridad de la nueva Alianza so­
1), al que siguió una larga caminata, llegaron bre la antigua, que era su preparación. Gene­
al Jordán frente a Jericó. (Para estas peregri­ ralmente desarróllanse los argumentos con re­
naciones cf. F. M. Abel, Géographie de la Pa- ferencias al Antiguo Testamento. La superiori­
lestine, II, París 1938, pp. 208-217). En este dad de la nueva economía es probada, princi­
año derrotaron a Seón, rey de los amor reos y a palmente, con la presentación de Jesucristo,
Og, rey de Basan (Núm. 21, 21-35), cuyas tie­ su mediador, que, en su doble cualidad de Hijo
rras fueron ocupadas por las tribus de Rubén de Dios y del Hombre, en cuanto creador del
y de Gad, y por la mitad de la de Manasés Universo y Redentor, es infinitamente superior
(Núm. 32) (cf. R. De Vaux, Notes d’histoire et a los Ángeles (1, 1-14), medianeros con Moisés
de topographie, en Vivre et Penser, I ; en RB, de la antigua ley. Viene inmediatamente la re­
49 [1941], 16-29). comendación práctica de evitar el gravísimo de­
Ocupación de la tierra prometida y período lito de deserción y apostasia (2, 1-4): Cristo es
de los Jueces. — Los israelitas pasaron mila­ siempre superior a los Ángeles, aun cuando por
grosamente el Jordán guiados por Josué. El breve tiempo se mostró en la humildad de la
pueblo reanuda en Gálgala el uso de la circun­ Encarnación (2, 5-18). Mayor aún es la distan­
cisión, que había estado abandonado en el de­ cia que separa a Cristo, Hijo de Dios y por
sierto, y celebra la Pascua. Con la ayuda del tanto «amo de casa», de Moisés que no fué
Señor conquista y maldice a Jericó. Los habi­ más que un simple siervo en la «casa» de Dios
tantes de Gabaón sorprenden a los israelitas (3, 1-6). Por lo tanto, así como la desobediencia
y arrancan de ellos una alianza fraudulenta, de a Moisés fué castigada con la expulsión de la
la que resultó una alianza de los reyes meridio­ tierra prometida, así la desobediencia a Cristo
nales contra Israel. Unos y otros quedaron ven­ excluye de la posibilidad de alcanzar la vida
cidos por Josué. Las tribus israelitas se habían eterna (3, 7-5, 10), pues nada puede impedir
apoderado de la parte meridional de la tierra el efecto del poder de la palabra de Dios (4,
de Canán (Jue. 1, 1-27), del monte Efraím 11-13).
(Jue. 1, 22-26) y de la parte septentrional, pero En la perícope siguiente (4, 14-10, 18) examí­
todavía no la habían ocupado toda a la muerte nase la relación existente entre el sacerdocio
de Josué (Jos. 16, 10; 17, 12 s., 15-18; Jue. 1). mosaico y el de Cristo, cuyo contraste forma
Como consecuencia de su vida en contacto realmente la parte central de la epístola para
con los cananeos (Jue. 1, 27-36) sucedió que de sacar la conclusión de que sólo Cristo reúne
vez en cuando se alejaban de Yavé, por lo que todos los requisitos del legítimo y eficaz inter­
eran entregados al poder de otros pueblos, de mediario entre Dios y los hombres. Él es el
los que se veían libres por obra de los Jue­ verdadero sumo pontífice según la orden de
ces (v.), apenas se habían arrepentido. Aún no Melquisedec (4, 14-5, 10). Una breve digresión
se habían los israelitas adueñado de toda la advierte el peligro de apostasia e incita a la
región, y ya los filisteos, un pueblo recién lle­ fidelidad a semejanza de Abraham (5, 11-6,
gado a la tierra de Canán, se habían apoderado 20). Vuelve a explicarse la supremacía del sacer­
de comarcas marítimas. Contra éstos luchó San­ docio de Cristo, insistiendo en el parangón con
són, pero será David quien los derrotará defini­ el de Melquisedec (7, 1-28). La sustitución de
tivamente. El continuo y muy variado peligro los dos sacerdotes reclama el fin de la antigua
les indujo, no sólo a la unión religiosa entre alianza, inútil para lo sucesivo por haber que­
las diferentes tribus, lo cual siempre había exis­ dado aventajada por una nueva y eterna; y la
tido por la fe común en Yavé, sino también a realidad de todo esto se desprende del sacerdo­
la unión política. En este sentido los filisteos cio de Cristo, que ha abolido toda forma de
deben ser considerados como una de las. causas culto anticuado, y ha comunicado a su autor
providenciales de la constitución del reino de el derecho de entrar en un santuario celeste
Israel (v. Samuel y Saúl). [N. B. W.] (8, 1-10, 18). En el último fragmento (9, 1-10,
BIBL. — G. R icciottí. Storia d’Israele, I, Torino 18) se insiste mucho en mostrar la imperfec­
1932, pp. 139-338; R. de V aux, Les Patriarches hé- ción de los antiguos sacrificios respecto del sa­
breux et Íes découvertes rnodemes, en RB, 53 (1946),
321-348; 55 (1948), 321-347; 56 (1949), 5-36; crificio del Calvario.
I d ., Israel, en DBs, IV. co!. 729-43; P. H einisch. En la segunda parte (10, 19-13, 25) puede
Geschichten des Alten Testarnents, Bonn 1950, pá­
ginas 39-153. considerarse como tema central el concepto de
que la nueva alianza exige constancia en la fe
HEBREOS (Epístola a los). — Última en el y en la práctica de las virtudes. Recomiéndase
epistolario paulino, notable por su doctrina. Es la perseverancia en la fe mediante varios argu­
HEBREOS (Epístola a los) 252

mentos teológicos y con ejemplos de tremen­ zados en estos asuntos de argumentos lin­
dos castigos infligidos a los apóstatas (10, 19- güísticos.
31). Recuérdase la constancia de los primeros Nadie la puso ya en duda hasta Erasmo y el
miembros de la comunidad cristiana (10, 32-39) cardenal Cayetano. Los críticos protestantes re­
y de los grandes personajes del Antiguo Testa­ novaron la cuestión y la resolvieron en sentido
mento (11, 1-40) y del mismo Jesucristo (12, negativo. Pero los católicos, con matices más o
I ss.). Explícase el verdadero significado que menos diversos, y exceptuados unos pocos con­
tienen las tribulaciones para un cristiano (12, servadores, volvieron a la opinión de Orígenes,
4-13) y vuelve sobre el parangón entre la anti­ distinguiendo entre las ideas ciertamente pauli­
gua alianza y la inaugurada por Jesús (12, 14- nas y la forma griega, que aparece muy dife­
29). En el último capítulo se recomienda la ob­ rente de la de las otras epístolas del Apóstol.
servancia de varias virtudes (13, 1-6) y la cons­ Están destituidas de fundamento las pretendidas
tancia de la fe en Cristo, víctima por el pecado discordancias doctrinales y las presuntas analo­
y portador de la eterna felicidad (13, 7-14). gías con Filón.
Después de haber recordado la necesidad de la Algunas dificultades, como la falta de exor­
beneficencia, de la liberalidad y de la obediencia dio y de las acostumbradas, fórmulas finales
a la jerarquía (13, 15-17), siguen unos breves para los saludos, pueden resolverse con proba­
saludos y una recomendación para preparar a bilidad teniendo en cuenta la postura del Após­
Timoteo una buena acogida (13, 18-25). tol por antonomasia de los gentiles respecto
Con razón, pues, está presentado este escrito de los judíocristianos. La otra dificultad, más
como un «discurso de exhortación» (13, 22). grave, tomada de la forma literaria, puede resol­
Tal hecho, unido a la falta de algunos elementos verse admitiendo un redactor, sobre el que nada
(dirección, saludo, bendición con deseos de sabemos, pese a las muchas tentativas de averi­
prosperidad, toma de contacto con la comuni­ guarlo. Las preferencias se han inclinado por
dad destinataria, etc.), ha inducido a no pocos Apolo o por Bernabé, y está completamente
escritores acatólicos a ver en Hebr. una homilía abandonada la antiquísima hipótesis de una tra­
o un tratado dogmático reducido artificiosamen­ ducción griega de un original semita de Pablo.
te a forma de carta con la añadidura del capí­ Si por una parte se vió largamente agitada la
tulo 13. En realidad, ni la tradición manuscrita cuestión de la autenticidad paulina, la referente
ni el examen intrínseco ofrece apoyo serio para a la canonicidad estuvo limitada a algunos es­
tal hipótesis. El c. 13, del que dan fe todos los critores de la Iglesia latina. Sólo del presbítero
manuscritos, está íntimamente enlazado con no Cayo de Roma consta que repudió la autoridad
pocos versículos de los capítulos precedentes. de la epístola (Eusebio, Hist. EccL, VI, 20, 3).
Aparte de eso, las frecuentes apostrofes y refe­ Otros autores nunca citan la epístola (S. Ci­
rencias a destinatarios específicos lejanos, exclu­ priano, San Optato de Milevio), sobre la cual
yen el que se trate de una homilía, aun guardan silencio también el Fragmento Mura-
cuando sea innegable la existencia de cierto tono toriano y el canon de Momsén. Pero desde me­
oratorio. diados del s. iv van desapareciendo lentamente
Acerca de su autenticidad, ya Orígenes (Euse- tales dudas en la Iglesia latina, que vuelve a su
bio, Hist. EccL, VI, 25, 13 s.) hacía distinción primitiva tradición de acuerdo con todos los
entre el contenido y la forma literaria, atribu­ escritores eclesiásticos de otras lenguas (v. Ca­
yendo lo primero a Pablo, mientras la segunda non).
sería de otro autor. Clemente de Alejandría Destinatarios y fecha de composición. — La
(cf. Eusebio, op. cit., VI, 14, 2) suponía un tradición antigua es constante en considerar el
original semita del Apóstol traducido por Lucas escrito como dirigido a una comunidad de ju­
al griego. En Occidente la autenticidad paulina díocristianos. El mismo examen interno demues­
del escrito (cf. Hier., Episí. 129, 3) fué negada tra que los lectores tenían que estar grande­
por Ireneo, Hipólito, Tertuliano, Gregorio de mente familiarizados con los textos litúrgicos
Elvira. San Agustín se mostró titubeante, prin­ judíos y con los libros del Antiguo Testamento,
cipalmente hacia el fin de su vida; y la misma lo que seria muy poco probable en una iglesia
duda se muestra en la fórmula empleada por el compuesta de expaganos. Con toda probabili­
II Concilio de Cartago del 397. Mas poco des­ dad Hebr. fué dirigida a la Iglesia de Jerusa-
pués prevaleció la tesis de la autenticidad defen­ lén, pues sólo allí tenían actualidad las repeti­
dida por todos los otros (Hilario, Lucifer de das insistencias en prevenir a los fieles contra
Cagliari, Ambrosio, Rufino, Paciano, Priscilia- la fascinación del culto judío.
no, Mario Victorino, etc.) y por los Padres exe- Esa misma consideración aconseja, sin más,
getas griegos, que sin duda eran los más coti­ a considerar la composición de la epístola como
253 HELENISMO

anterior al año 70 desp. de J. C. Después de 5, 1, 3 ; l Par. U, 1. 3; 13, 23. 38) y nacieron


esta fecha sería incomprensible la gravedad de seis de sus hijos (II Sam. 3, 5 ; I Par. 3, 1. 4);
un peligro de recaída en el judaismo, así como en ella fué muerto Abner por Joab y allí lo
las alusiones a un culto normal o espléndido . sepultaron (II Sam. 3, 27, 32) junto a Baña y
(cf. 7, 11; 8, 3-5. 13; 9, 6-10. 25; 10, 1-3; Recab, asesinos de Isbaal, justamente castigados
13, 9-11). El hecho de que no se haga alusión por orden de David (II Sam. 4, 12). Absalón
a un estado de guerra, dado caso que la epístola fijó en Hebrón el centro de la rebelión contra
fuera destinada a Jerusalén, no es suficiente su padre (II Sam. 15, 7-10), y Roboam la for­
para atribuirle una fecha posterior a 66-67. Juz­ tificó (I Par. 11, 10). Durante la cautividad cayó
gamos que el año más probable en la cronolo­ en poder de los edomitas, de quienes la con­
gía paulina debe de ser el 64 (cf. A. Penna, quistó Judas Macabeo (I Mac. 5, 65). Habien­
San Paolo, 2.a ed., Alba 1951, p. 100). [A. P.] do sido transformada en un nido de rebeldes
BIBL. — A. M édediclle, Epitre aux Hébreux (La durante la guerra judía, la incendió Cereal,
Ste Bible, ed. Pirot). París 1938. pp. 269-372: J. Bon- lugarteniente de Tito (FI. Josefo, Bell. IV, 9,
siryen. Epitre aux Hébreux, París 1943; T eodorico
da C astel San P if.tro, La leitera agli Ebrei (La Santa 7. 9). Tuvo poca importancia durante el período
Bibb.a), Tormo 1952; C. S picq. L'éptire aux hébreux. bizantino, pero después de la ocupación árabe
I. Introductioñ, París 1952; II, Commentaire, ib., 1953; del 634 se convirtió en una de sus cuatro ciu­
* D. G. Maeso, Lengua original, autor y estilo en la
epístola a los hebreos, en CB, XII (1955), 146-151. dades sagradas por el recuerdo de Abraham.
El primitivo emplazamiento de Qiriat’ Arba’
HEBRÓN. — Ciudad de las montañas de Judá subsiste en las ruinas de el-Arbacin, en la coli­
(Jos. 15, 54), 37 km. al sur de Jerusalén, llama­ na de er Rumeideh, en las que no se han hecho
da antiguamente Qiriath «Arba» («ciudad de excavaciones sistemáticas, pero que ofrecen evi­
los cuatro»), y hoy el Halid («el amigo deDios») dentes huellas del Bronce II (2000-1600) y del
por razón del apelativo que se dió a Abraham Hierro II (600-300 a. de J. C.). [A. RJ
ya en la antigüedad (ibíd. 19, 9). Fué construida
BIBL. — H. V incent - F. M. A bel. Hébron, Le Ha­
siete años antes que la egipcia Tanis (Núm. 13, ram el-Khalil, París 1923; F. M. A bel, Géographie
22) por los jórreos, estables no semitas, que de la Palestine, II, París 1938, p. 345 ss.
bajaron de las montañas de Armenia después
del año 2000 a. de J. C .; y efectivamente jó­ HELENISMO. — Vocablo amañado en el si­
rreos son los nombres de las cuadrillas de He- glo pasado para designar, refiriéndose principal­
brón, Anac y sus tres hijos (Núm. 13, 22; Jos. mente a la cultura, el período histórico que me­
15, 14; Jue. 1, 10), y de ello se hallan testimo­ dia entre las empresas de Alejandro Magno y la
nios en Nuzu (cf. R. De Vaux, en RB, 55 [1948], extensión de la influencia de Roma. Práctica­
325 s.). En ella fijó la residencia Abraham mente desde el 323 a. de J. C. hasta la batalla
cuando abandonó a Betel (Gén. 13, 18), y allí de Azio (31 a. de J. C.).
se le cambió el nombre al Patriarca, hospedó La conquista de Egipto y del Asia por parte
a los tres ángeles (18, 1 ss.), le nació Isac (21, de Alejandro puso en contacto directo a la civi­
3), murió Sara y fué sepultada en la cueva de lización helénica con la oriental. Tras una lenta
Macpela, que Abraham compró a los habitan­ infiltración, mucho antes comenzada, sobrevino
tes del lugar y fué destinada a sepultura de la una verdadera inundación que poco a poco fué
familia (49, 30-31; 50, 13). Fué también resi­ invadiendo todos los territorios conquistados.
dencia temporal de Isac (35, 27) y de Jacob Con el fin de fusionar las diferentes razas Ale­
(37, 14): de allí partió Jacob con sus hijos a jandro favoreció los contactos entre las pobla­
Egipto (37, 14; cf. 46, 1). A Hebrón envió ciones indígenas y sus macedonios. Así surgió
Moisés los exploradores (Núm. 13, 26). En la por todas partes, pero principalmente a lo lar­
ocupación de Palestina, bajo la dirección de go de las fronteras con el Asia, una serie de
Josué, fué tomada Hebrón, su rey muerto y la ciudades de tipo griego que fueron centros difu­
población exterminada o dispersa (Jos. 10, 3- sores de la civilización y de la cultura helénica.
39; 11, 21 ; 12, 10) y poblada después por Ca- La más famosa fué Alejandría de Egipto. Con­
leb (Jos. 14, 13). Habiéndose convertido después secuencia casi inmediata de esta penetración
en ciudad de refugio (Jos. 20, 7) y de sacer­ fué la adopción de la lengua griega en su forma
dotes (Jos. 21, 11-13; I Par. 6, 55. 57), en ella llamada koiné o común, que se convirtió en
se refugió David, cuando lo perseguía Saúl, y una especie de «lengua franca» o internacional.
la tuvo por capital provisional durante siete A la lengua siguieron el arte y la literatura, y
años y medio (II Sam. 2 1. 3. 11. 32; I Re. al mismo tiempo el nuevo organismo estatal re­
2, 11; I Par. 29, 27). En ella fué David reco­ producía en muchos puntos el espíritu de la
nocido y ungido por rey de todo Israel (II Sam. antigua polis griega del reino macedonio. Como
HELENISMO 254

era natural, se dio también una osmosis conti­ hizo que no pareciera tan extraño el judaismo
nua, más o menos latente, en sentido contrario. a algunos paganos, mas en el fondo persistió
Amalgamáronse elementos indígenas con los de la oposición. El mismo proselitismo, que en
nueva importación. La influencia es sensible en alguno que otro centro llegó a ser numeroso,
la cultura, en la lengua y, tal vez aún más, en no tanto se debe a la aceptación de la cultura
la religión. Queda determinado un sincretismo, hebrea por parte de los paganos cuanto a la
a veces genial, entre elementos completamente incapacidad de la mitología griega para apagar
heterogéneos; y al morir Alejandro y desha­ la sed religiosa, y a la misma curiosidad que
cerse el Imperio, el sincretismo cultural y la excita cualquier doctrina misteriosa y oriental.
comunidad de lengua fueron los únicos signos Por otra parte, los mismos escritores hebreos
de la unidad moral entre los diferentes reinos (p. ej., Filón, Fl. Josefo) que compusieron sus
independientes y frecuentemente antagónicos. obras en griego o tomaron actitudes helenófilas
También los hebreos hubieron de vérselas con 0 romanófilas, siguieron siendo siempre autén­
esta situación. Hubo quienes se adhirieron con ticos hebreos.
entusiasmo al ideal helenista, pero el pueblo, En conclusión, puede afirmarse que en la
en general, se mostró refractario. En ciertas ciu­ diáspora, y más aún en Palestina, el helenismo
dades palestinenses (Gaza, Dora, Pella, Dion sólo llegó a prender en algunos espíritus, pero
Filadelfia) la penetración del helenismo fué nunca penetró en el fondo de los elementos
progresiva aunque lenta, y hasta llegó a consti­ judíos. Especialmente hay que decir que no
tuirse una Decápolis (v.) con impronta resuel­ se dió sincretismo alguno religioso. En este
tamente helenista. Mas cuando Antíoco IV, punto los hebreos de la diáspora fueron mucho
contando con la cooperación de algunos sumos más intransigentes que sus predecesores, aun
sacerdotes que habían comprado tal dignidad, cuando hubiese fallos entre ellos.
se propuso helenizar a Jerusalén y a toda Pales­ El helenismo, juntamente con la unificación
tina, surgió la violenta reacción macabea que política de los diferentes pueblos bajo el do­
hizo fracasar el intento. En el período siguiente, minio de Roma, fué un elemento providencial
durante la dinastía asmonea y herodiana, se para la difusión del cristianismo. La existencia
efectuó una penetración menos visible pero bas­ de una lengua común y de cierta homogeneidad
tante profunda. La asimilación era vista con de cultura, al menos en los principales centros
buenos ojos por los saduceos, pero eran hosti­ urbanos, facilitaron mucho la obra de los pri­
les a ella los fariseos, que tenían al pueblo a su meros misioneros.
favor. Los documentos literarios con que con­ Jesús no tuvo ningún contacto con el mundo
tamos son todos una expresión de enérgica reac­ helénico, aun cuando pasase por algunas aldeas
ción. Esta impenetrabilidad, alimentada de un de Fenicia y de la Decápolis. Su misión se limi­
modo especial por el sentimiento religioso, es tó al mundo judío, y en sus enseñanzas se mues­
atestiguada por el juicio, muy poco halagüeño, tra enteramente indiferente de toda escuela hu­
por cierto, que de los judíos se formaron los mana. Su doctrina es una doctrina divina, reci­
intelectuales del mundo grecorromano (Estra- bida directamente del Padre.
bón, Plutarco, Dion Casio, Tácito, Suetonio, La conversión de hebreos helenistas (Act. 6,
Séneca, etc.) quienes los consideraron como 1 ss.), y más aún la de auténticos paganos del
bárbaros y refractarios a todo sentimiento es­ mundo grecorromano, creó problemas prácticos
tético,. a la Iglesia naciente, que hubo de definir con
En la diáspora se mostró menos tenaz la claridad su relación con la Sinagoga (cf. Act.
reacción, llegando a producirse una abundante 15, 1-29). Mas no se dió ningún cambio doctri­
literatura, las más de las veces apócrifa, que se nal. Para los neoconversos se trató de que acep­
interesaba en acercar las dos culturas opuestas, taran íntegramente la fe cristiana. A los que se
haciendo depender la filosofía griega de pre­ tenían por doctos, que habían ahogado la ver­
suntos influjos mosaicos. Los hebreos aprecia­ dad con la injusticia (Rom. 1, 18), propone
ron el uso de la lengua koiné y admiraron la San Pablo, no un cristianismo adaptado en el
maravillosa literatura y arte helénicos, pero en que resaltasen las analogías entre las doctrinas
el fondo siguieron siendo siempre entusiastas antes profesadas y la nueva, sino la «locura»
semitas. Verdadera fusión con los indígenas de la Cruz (I Cor. 1, 23 s.). Por consiguiente,
nunca llegó a ser una realidad, como lo prue­ trátase siempre de conversión, no de fusión de
ban las frecuentes persecuciones que sufrieron corrientes doctrinales diferentes, y mucho me­
los hebreos y las reiteradas manifestaciones de nos de dependencia o de adaptación.
un antagonismo que nunca llegó a extinguirse A excepción de San Mateo, los Evangelistas
por completo. La versión griega de la Biblia y los otros autores del Nuevo Testamento se
255 HEU

sirvieron todos de la lengua griega, el más pro­ sin duda debido a la presencia del Arca; en
vechoso don del helenismo, pero sustancial­ plena decadencia desde el s. x ; después de la
mente no hicieron más que repetir las enseñan­ muerte de Helí ya no volvió más allí el Arca
zas de Jesús o describir su vida sin pretensiones (cf. Jer. 7, 12; DBs, III, col. 377 s.).
literarias y sin la más mínima intención de en­ Era piadoso y sinceramente devoto. En Sam.
trelazar sus doctrinas con la sabiduría griega. 1-4 aparece ya anciano (muere a los 98 años),
La absoluta novedad de su doctrina se trasluce casi completamente ciego y débil de carácter.
por el frecuente uso de términos semitas y por Es el educador de Samuel, al que acogió de
los nuevos significados, perfectamente determi­ niño en el Santuario, y lo formó en una verda­
nados, atribuidos a vocablos griegos. dera y sólida piedad. Sus dos hijos Ofni y Fi­
Muchas veces se apunta a San Pablo hacien­ nes (etimologías egipcias: «testarudo» y «el
do de él un eslabón que une al helenismo con negro») deshonraban al Santuario; el sirviente
el cristianismo cuando todavía se hallaba en la de ellos sacaba de la olla pedazos de carne sin
cuna de la Sinagoga. A él atribuyen el haber distinción (mientras que Lev. 7, 30 s., etc., des­
vivificado al cristianismo inyectándole los ele­ tinaba para ellos solamente la espalda y el pe­
mentos vitales tomados de la cultura griega o de cho de las víctimas), y ni siquiera respetaban
las religiones místicas. Mas lo único que se ha la grasa, que era considerada como la porción
logrado ha sido señalar ciertas analogías muy de Dios (Lev. 3, 14-17; etc.). Era un sacrilegio
secundarias relativas a la forma; el mensaje y un escándalo que inducía al pueblo al des­
de San Pablo y toda su exposición teológica no precio de Dios y del culto. Tenían además tra­
es más que un eco de la palabra de Jesús y tos ilícitos con las mujeres empleadas en el
. su comentario; su mentalidad de rabino rigo­ servicio del Santuario (I Sam. 2, 22). Helí se
rista antes de la conversión, nos amonesta elo­ sintió profundamente afligido al informarse de
cuentemente a no buscar fuera del Antiguo Tes­ tales cosas por los rumores públicos. Repren­
tamento las analogías y los postulados de sus dió a sus hijos ponderando la gravedad de sus
argumentaciones. Su adhesión imprevista y total culpas y el inevitable castigo; porque si por los
a Cristo crucificado y resucitado está por . en­ pecados contra el prójimo nos alcanzan el per­
cima de toda reflexión filosófica; propone el dón la oración y el sacrificio, el abusar de los
cristianismo como un bloque de verdades que sacrificios y del lugar sagrado contra Dios con
han de ser aceptadas porque son reveladas. el sacrilegio equivale a privarse irremisiblemen­
Idéntica aptitud se observa en los Padres apos­ te de los medios de propiciación que nos ha
tólicos y en los apologetas. Solamente más tar­ facilitado la divina misericordia (I Sam. 2,
de, empezando por Orígenes, se intentará acla­ 23 ss.).
rar algunas verdades del cristianismo con con­ Limitóse a la reprensión, incapaz como era
ceptos y expresiones de la cultura helénica; de tomar adecuadas medidas enérgicas. Esta
pero las dificultades creadas por semejante in­ su debilidad viene a echársela en cara un pro­
tento son una de tantas pruebas de la dife­ feta anónimo que le predice el castigo divino
rencia existente entre el mundo cristiano y el (I Sam. 2, 27-36): decadencia y empobrecimien­
helénico. [A. P.] to de su familia, que además sufrirá asesinatos
BIBL. — A. J. Festuoiére» Uidéal refígieux des y muertes prematuras (asesinato de 84 sacerdo­
Grecs et VEvanglle, París 1932; L. A llevi, Ellenismo tes de Nob: I Sam. 22, 18), muerte de Ofni y
e Cristianesimo, Milano 1934; G. Bardy, Héllenisme. Fines, traspaso del sumo sacerdocio a otra fa­
en DBs, III, col. 1442-82.
milia (con Sadoc, de la familia de Eleazar, a
HFXf. — Sumo sacerdote de la familia de Ita- quien Salomón investirá del sumo sacerdocio
mar (I Par. 24, 3; último hijo de A rón; a ella en lugar de Abiathar, descendiente de Helí:
pasó el privilegio del sumo sacerdocio, que pri­ I Re. 2, 27).
mero perteneció a la de Eleazar, mayor de los Idénticas amenazas comunica Dios al joven
hermanos, Núm. 20, 25-28; 25, 7-12), y juez Samuel. Al enterarse Helí reconoce que se trata
de Israel durante 40 años (hebr.; los LXX po­ de verdadera profecía y se somete humildemente
nen 20 años; I Sam. 4, 18). Fué el encargado a la justicia del Omnipotente (I Sam. 3). Y lle­
de la custodia del santuario de piedra, junta­ gó el castigo; luchando con los filisteos son
mente con el Arca, símbolo de la nación, en derrotados los israelitas, muertos Ofni y Fines,
Silo (ciudad cuyas ruinas se conservan en Sei- y el Arca que ellos llevaban es capturada como
lüm, 20 km. al sur de Naplusa; de las exca­ trofeo. El anciano Helí, que delante del Santua­
vaciones danesas, 1924, 1929, 1932, resulta ser rio, lleno de angustia por el Arca, espera sen­
una aldea habitada desde el Bronce I [2500- tado la nueva del resultado de la batalla y dirige
2000], muy próspera desde el s. x i i hasta el x, hacia el lugar de la misma su mirada lánguida,
HERMENÉUTICA 256

al informarle de la derrota y de la muerte de resto del Nuevo Testamento se traduzca con


sus hijos, y de que ha caído el Arca en manos la palabra aSe\<¡)ó^, «hermano», el hebreo ’ah,
del enemigo, se desploma hacia atrás, recibien­ hermano en sentido propio y también para
do una contusión en el cráneo, y muere. Su significar «primo» o cualquier otro grado de
nuera, esposa de Fines, muestra igualmente una consanguinidad o de simple afinidad. La frase
intensa piedad en el hecho de dar a su parto aramea «hermanos de Jesús», hecha, por de­
prematuro el nombre de Icabod, «nada de glo­ cirlo así, tradicional, fué conservada tal cual
ria» = ha pasado de Israel la gloria, por haber en el griego, aun cuando en realidad sólo se
sido tomada el Arca (I Sam. 4). [F. S.] trate de «primos». El examen crítico exegético
BIBL. — L. D esnoyers, Histoire du peuple hébreu, demuestra el sentido de la expresión de tal
I. París 1 9 2 2 . pp. 2 1 2 - 1 9 ; A. V accari, La S. Bibbia. modo que no admite discusión.
II, Firenze 1947, pp. 165-77 ; A. M édebielle, Samuel
(La Ste Bible, ed. Pirot, 3), París 1949, pp. 350-67. Por lo menos de dos de los hermanos de
Jesús, o sea de Jacobo y de José, dan los
HELIODORO* — v. Macabeos. Evangelios el nombre de la madre; «María,
hermana (= cuñada) de la madre de Jesús»
HEREM. — v. Anatema. (Mt. 27, 56; Me. 15, 40; 16, 1; cf. Jn. 19,
25). Por consiguiente, son indudablemente «pri­
HERMANOS de Jesús. — El Nuevo Testa­ mos» de Jesús (hijos de un hermano de San
mento habla muchas veces de «los hermanos y José), y sin embargo el Nuevo Testamento los
hermanas de Jesús» (Mt. 12, 46 s.; 13, 55 s .; llama siempre «hermanos de Jesús». De otros
Me. 3, 31 s.; 6, 3; Le. 8, 19 s .; Jn. 2, 12... dos; Simón y Judas, el historiador Hégesipo
Act. 1, 14; I Cor. 9, 5...). Conocemos los nom­ (que escribió en Roma hacia el año 180 cinco
bres de algunos; Jacobo (Santiago) (Gal. 1, 19), libros de Memorias)—afirma que eran primos
José, Judas y Simón (Mt. 13, 55 ; Me. 6, 3). de N. S., y pueden hallarse algunas alusio­
Algunos herejes antiguos (Elvidio, Celso) y pro­ nes a tal aserto en Jn. 19, 25; Me. .15, 50
testantes modernos pretendieron negar la per­ (v. Alfeo).
petua virginidad de María Santísima basándose Nunca se dice en el Nuevo Testamento que
en esta expresión evangélica. alguno de estos «hermanos de Jesús» fuese
En realidad sólo se trata de «primos» o apa­ «hijo de María» o «hijo de José». En cambio,
rientes» en general. El hebreo y el arameo, siempre que al lado del nombre de María San­
lengua de los judíos en Palestina en tiempo tísima hallamos el apelativo de Madre, inde­
de Jesús y de los Apóstoles, no tienen términos fectiblemente sigue la clara especificación «de
distintos para indicar: primo, nieto, cuñado, Jesús». Y estando en la Cruz, Jesús confía su
y expresan esos grados de consanguinidad o Madre a Juan el apóstol: «He ahí tu Madre»
afinidad con los términos hermano, hermana, (Jn. 19, 25 ss.). María Santísima expone al
si no quieren recurrir al empleo de largas cir­ ángel su propósito de virginidad para el futuro
cunlocuciones, como «hijo del hermano del pa­ (Le. 1, 26 ss.), y, para respetarlo, realizaba
dre», etc. Lot y Jacob son, respectivamente, Dios un milagro sin par, consagrándola Virgen
sobrinos de Abraham (Gén. 11, 27; 14, 12), y Madre. [F. S.]
de Labán, y, no obstante, son llamados her­ BIBL. — H. Simón - J. P r a d o , Novurn Test., I,
manos suyos (Gén. 13, 8 ; 29, 15). En I Par. 6.* ed., Torino 1944, pp. 425-30, con rica bibi. F.
23, 21 s., los hijos de un tal Quis son llamados
«hermanos de las hijas de Eleazar», si bien HERMENÉUTICA. — Es la disciplina que
no son más que «primos», pues Quis y Elea­ enseña las reglas que deben seguirse para en­
zar son hermanos. Sería inútil alegar otros tender y explicar rectamente los Libros sa­
ejemplos. grados.
Como los Evangelios fueron escritos en el Aun siendo etimológicamente sinónimas las
griego común que se hablaba en Palestina, con palabras hermenéutica (ep/o/veúoj = interpreto)
los provincialismos propios de la región, tanto y exégesis (e^yéoyucu = expongo, interpreto),
en el significado de los vocablos como en la se reclaman entre sí como los medios y el fin
construcción del período, deben interpretarse o el resultado. Exégesis es la misma interpre­
teniendo en cuenta esa característica (cf. Le. tación mediante la aplicación de las reglas es­
1, 37 : el griego pfjua traduce el hebreo dábár, tablecidas en la hermenéutica. A las reglas
y se entiende: «pues no hay nada imposible comunes valederas para cualquier escrito, la
para Dios», y no «pues no es imposible para hermenéutica añade algunas otras particulares
Dios ninguna palabra»). No hay, pues, que correspondientes al carácter divino y humano
extrañarse de que en los Evangelios y en el de los Libros sagrados (v. Inspiración).
257 HERMENÉUTICA

Los tratados de hermenéutica constan gene­ e interpretación de nuevos textos cuneiformes.


ralmente de tres partes y un apéndice: 1) la El conocimiento del hebreo no sólo es nece­
neomática (voüs, sentido) determina los dife­ sario para la inteligencia del Antiguo Testa­
rentes sentidos (v.) bíblicos; 2) la eurística mento sino también, y hasta diría que en igual
(evpío-Ketv, hallar) es la hermenéutica propia­ grado, para la del Nuevo. En realidad el griego
mente dicha; 3) la proforística (npoQépeiv, co­ en él empleado es la lengua común (no el
municar) trata de los diferentes modos de ex­ griego clásico, ni el koiné literario) que se ha­
poner la exégesis, de comunicar a los demás blaba entonces en Palestina y muchos de cuyos
la palabra de Dios. En apéndice se expone una vocablos no tienen del griego más que el ro­
síntesis de la historia de la exégesis, desde los paje, siendo el sentido enteramente hebreo.
judíos hasta los tiempos modernos (v. Inter- Además de esto, los autores del Nuevo Testa­
pretación). mento piensan y se expresan como quienes
Ya San Agustín (De doctrina christiana, PL estaban impregnados del Antiguo o de la ver­
34, 15-122) trató de la hermenéutica y de la sión de los Setenta (San Lucas). Tal es y no
proforística. El camino que el exegeta debe re­ otro el mérito del ThWNT: el haber recono­
correr es el siguiente: una vez establecido cuál cido y utilizado el método exacto, buscando
sea el texto genuino (v. Crítica textual), aplica el verdadero sentido de los términos griegos
sin doblegarse los principios establecidos cien­ del Nuevo Testamento, no tanto en el griego
tíficamente por la hermenéutica, acomodándose profano o de los papiros (y mucho menos en
al género (v.) literario de cada libro o perícope el clásico) cuanto a través de la versión de los
y al ambiente histórico del que ha salido o al Setenta que se remonta al hebreo. Es impor­
que se refiere el escrito. tante el conocimiento de las reglas de la gra­
En realidad el autor inspirado no realizó ni mática, y particularmente las de la sintaxis.
expresó la virtud particular de Dios, autor ¡Cuánto no escribieron los antiguos para ex­
principal, sin poner en juego todas sus faculta­ plicar el motivo de las palabras de Jesús resu­
des naturales. Por tanto, llegaremos a entender citado a la Magdalena: No me toques (según
lo que Dios ha querido decirnos dándonos la Vulgata: noli me tangere)! Y todo queda
cuenta de lo que intentó comunicarnos (= sen­ resuelto con sólo advertir que en griego la
tido literal) el autor humano, instrumento suyo, prohibición con el imperativo en presente ex­
escribiendo como escribían sus contemporáneos, presa el cese de una acción puesta ya en eje­
empleando las palabras, las formas gramatica­ cución, y por tanto hay que traducir: «Deja
les y sintácticas del ambiente en que vivió, y con ya de tenerme asido». La Magdalena tenía
la mentalidad de su tiempo. Ha de ser, pues, asidos los pies del Resucitado.
el primer cuidado del exegeta la diligente in­ Nunca se recomendará lo suficiente a los
vestigación del sentido literal, y las normas que jóvenes el estudio del hebreo y del griego bí­
la hermenéutica le impone para tal investiga­ blico. Un profesor de dogma que no sea capaz
ción son cuatro. (Para el sentido típico, v. Sen­ de confrontar con el original una explicación
tidos bíblicos.) Ha de examinar el texto, el dada, nunca podrá llenar sistemáticamente su
contexto, ¡os pasos paralelos, el ambiente his­ cometido (EB, n. 118).
tórico (así la Ene. Providentissimus Deus). Términos y frases son empleados frecuente­
Para explicar el texto es necesario el empleo mente en un sentido trasladado, especialmente
de la filología: conocimiento de las lenguas entre los orientales, que lo hacen de un modo
y de los modos literarios del antiguo Oriente. audaz y realista, muy alejado de nuestro modo
La exégesis se hace sobre un texto original de expresarnos y de componer. Antropomorfis­
(hebreo, arameo, griego) que es natural tenga mos, metáforas audaces, etc.: en tales casos
mayor autoridad y más peso que cualquier otra es un error el querer sujetarse a la letra. «Os­
Yersión, sobre todo porque ninguna versión curécese el sol, caen las estrellas, se apaga la
logra traducir todos los modismos del original, luna...» (Mt. 24, 29; Me. 13, 24 s .; Le. 21,
que a veces tienen no leve importancia para 25 s.). ¡Han sido tantos los que se han que­
las mismas pruebas dogmáticas. Por consiguien­ dado en la superficie viendo ahí anunciado el
te, es necesario conocer la lengua hebrea y sus fin del mundo! Ya que el sentido literal exacto
frecuentes contactos con la rica literatura acá- es éste: el castigo (destrucción de Jerusalén)
dica. Vocablos del Antiguo Testamento que será tal, que la misma naturaleza inanimada
hasta ahora habían venido explicándose in­ se sentirá horrorizada de él. Los términos usa­
exactamente, con perjuicio de la inteligencia dos no son más que imágenes poéticas que
del texto, han podido ser interpretados con expresan la gravedad del castigo enviado por
exactitud como consecuencia de la publicación Dios (cf. Is. 13, 10; Ez. 32, 7, etc.; Lagran-
17. — S padafora. — Diccionario bíblico
HERMENÉUTICA 258

ge, etc.; F. Spadafora, Gesü e la fine di Ge- nicas (I-II Par.), en orden a las mismas narra­
rusaleme, Rovigo 1950, p. 90 ss.). ciones traídas en Sam.-Re. Pensemos en los
La principal regla para la investigación del tres Evangelios Sinópticos (Mí.-Me.-Le.) com­
sentido está en el examen del contexto. Muchas parados entre sí y en relación con el cuarto
veces los criterios filológicos no son decisivos evangelio (Jn.) (cf. p. ej., Spadafora, op. cit.,
para la determinación del significado (entre los páginas 10-21 y passim, para la exégesis de
varios posibles) de un verbo o de un nombre Mt. 24 en relación con los otros dos sinópti­
en una frase dada. Toda proposición recibe cos (Me.-Le.).
luz de lo que precede y de lo que sigue; hay No puede hacerse la exégesis de los evan­
que insertarla en el conjunto, pues el pensa­ gelios sin conocer los escritos proféticos, y es­
miento del autor se completa y se esclarece en pecialmente no podrán entenderse las perícopes
virtud de los diferentes elementos del contexto. sobre «la venida del Hijo del Hombre, en po­
Bien puede decirse que la mayoría de las inter­ der, o sobre las nubes...» sin tener presente la
pretaciones inexactas proviene de no haber apli­ profecía de Daniel sobre el advenimiento del
cado esta norma de oro del contexto. La co­ «reino de los Santos», del «reino de Dios»,
nexión de las palabras y de las proposiciones «que durará eternamente» (cc. 2.7-12).
con las otras del mismo período (contexto gra­ Hasta cierto punto pueden contarse entre los
matical sintáctico); la conexión de las ideas de lugares paralelos ías citas explícitas del An­
una perícope con las del capítulo entero del tiguo Testamento en el Nuevo, especialmente
libro y de los demás libros del mismo autor por lo que se refiere a las profecías mesiánicas.
(contexto lógico), son directrices decisivas para No siempre se trata de exégesis literal del texto
el exegeta. profético; a veces es cuestión de sentido típico
Para determinar el sentido de parusía (ve­ y no falta algún caso de texto simplemente aco­
nida) en la pregunta de los Apóstoles (Mi. 24, modaticio (L. Venard, en DBs, II, col. 25-31).
3 b) hay que tener en cuenta que en Mt. (10, Particularmente en lo que a San Pablo se re­
23: 16, 27 s .: 26. 63 s.) se habla siempre de fiere se tienen en cuenta los procedimientos en
venida en sentido alegórico y no de una venida uso entre los rabinos (J. Bonsirven, Exégése
física: se trata de manifestaciones del poder rabbinique et exégése paulirtienne, París 1938).
del Mesías contra los enemigos de su Iglesia Por último, el ambiente histórico y todas las
y en favor de la misma. Para explicar Rom. circunstancias necesarias para una plena inte­
1, 4, «constituido Hijo de Dios, poderoso, a ligencia del libro: índole, cultura del autor,
partir de la resurrección de entre los muertos», ambiente en que vivió y explicó su misión,
es preciso atenerse a la enseñanza del mismo ocasión que le indujo a escribir o finalidad
Apóstol en Flp. 2, 9 s. «El Verbo encarnado que se propuso. Particularmente las condicio­
se humilló hasta la muerte y muerte de cruz; nes históricas, religiosas, sociales que en él se
por lo cual (Sio kqX) Dios le exaltó sobrema­ reflejan; las costumbres, los usos, la menta­
nera por encima de toda creatura, Dios como lidad de sus contemporáneos (israelitas. y pue­
el Padre.» blos vecinos o que con ellos tuvieron con­
Para entender la extensión de la profecía de tacto). No pueden entenderse debidamente las
Dan. 9 (las 70 semanas) y los términos emplea­ alusiones de Amos si no se tiene presente toda
dos, deben tenerse presentes las otras profecías la situación del reino de Samaría, el carácter
(Dan. 2.7.8.10-12; Spadafora, op. cit, pági­ de la dinastía de Jehú, el reino de Jeroboam II
nas 32-37). En la profecía hebrea debe tenerse (A. Neher, Amos, París 1950). Dígase otro
en cuenta el paralelismo, ya que la cláusula tanto, y más aún, de Josías, Jeremías, Eze-
siguiente no hace más que repetir e ilustrar quiel.
Ja precedente (A. Vaccari, en VD, 1 [1921] El Génesis, con todos sus relatos y referen­
184-89). cias a las costumbres acádicas (p. ej., Abraham-
AI contexto siguen en importancia los lu­ Sara-Agar y el códice de Hammurabí), la his­
gares paralelos, o sea fragmentos afines entre toria de José (Gén. 37, 50) y el Éxodo (c. 1-17)
sí por constar de los mismos términos o por con la historia de Egipto, y así de lo demás
razón del contenido (doctrinal o histórico). (A. Bea, La Palestina preisraelitica: Storia, po-
Aun prescindiendo del hecho de la inspiración, poli, cultura, en Bíblica, 24 [1943] 231-60),
es evidente que tales fragmentos se aclaran Aquí se echa de ver la importancia que tiene
mutuamente, tanto por el significado de los el conocimiento de las ciencias auxiliares: his­
términos como por la interpretación de la doc­ toria del antiguo Oriente, arqueología, geo­
trina o de un acontecimiento histórico. grafía bíblica. Para los otros libros históricos,
Pensemos en la exégesis del libro de las Cró­ los contactos de los reinos de Israel (v.) y de
259 HERMENÉUTICA

Judá (v.) con Asiria, con el imperio babilónico, Es evidentemente imposible que haya oposi­
con Jos persas y luego con los seléucidas ( y . Ma- ción o contraste entre las dos fuentes de una
cabeos) requieren un conocimiento esmerado misma revelación divina: la enseñanza oral
de los documentos que las excavaciones siguen ( = tradición apostólica = Magisterio infalible)
dando a conocer. Igualmente para el Nuevo y la Sagrada Escritura.
Testamento el exegeta debe conocer bien el La interpretación auténtica de la Iglesia se
ambiente judío, con sus falsas ideas, en las propone:
diferentes clases; la historia de Herodes y de A) En las definiciones de los Concilios o de
sus descendientes; las condiciones del imperio los Sumos Pontífices; directamente cuando la
romano; el helenismo (y.). determinación del sentido bíblico es objeto di­
A esto se refiere todo lo que se detalla y se recto y formal de la definición (p. ej., Jn. 3, 5,
inculca en la Divino afflante Spiritu (cf. EB. debe entenderse en el sentido propio del bau­
nn. 558-562). tismo: Conc. Trid., Denz. 858); indirectamente
El exegeta católico tiene un guía seguro en su cuando el objeto formal de la definición no es
trabajo: es el magisterio infalible de la Iglesia, el texto en sí, sino la doctrina que en él se
faro que preserva de la desbandada, y da a la apoya (p. ej., Rom. 5, 12 en relación con el
exégesis la energía vital que necesita para pro­ dogma del pecado original: Conc. Trid., Denz.
ceder animosamente sin verse anegada en un 789). Mas en este segundo caso sólo un cuida­
mar de dudas. V en efecto; cuando se trata de doso y prudente examen de los términos y de
verdades reveladas la tarea de enseñar se la las circunstancias de la definición puede permi­
confió Dios a San Pedro y a sus sucesores, que tir ver la intención de fijar o no fijar infalible­
para eso reciben el don de ser infalibles (Le. 22, mente la exégesis del mismo texto (Mangenot-
31 s .; cf. Mt. 28, 10), porque el fundamento de Riviére, en DThC, VII, 2315-19).
«la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, B) Los órganos ordinarios son las Sagradas
columna y base de la verdad» (I Tim. 3, 15), no Congregaciones, y particularmente la Pontificia
puede errar sin que el edificio mismo se con­ Comisión (v.) Bíblica; las decisiones de éstas
vierta en receptáculo y fuente del error. Y pre­ exigen el respeto e incluso el asentimiento in­
cisamente la Sgda. Escritura es toda ella divi­ terno, pero no son infalibles; y por tanto el
namente inspirada y fuente de la revelación; exegeta, movido por argumentos graves, puede
y la Iglesia su celosa guardiana e intérprete au­ suspender tal asentimiento y proponer las razo­
torizada (cf. León X III: EB, n. 141). Ella es nes en contra.
quien lia conservado intacta a través de los si­ 3. Por lo que se refiere a los primeros siglos
glos, contra mutilaciones (Marción, maniqueos, son los escritos de los Padres los que nos infor­
protestantes) y erróneas interpretaciones (los man acerca de la enseñanza del magisterio infa­
herejes de todos los tiempos) esta fuente pre­ lible. Esa es la razón de que en los documentos
ciosa ; ella quien ha defendido su carácter di­ citados (desde el Conc. Trid. hasta la Humani
vino contra el corrompido racionalismo del si­ Generis) al lado del Magisterio de la Iglesia
glo pasado, y preservado a los mismos católi­ siempre se ponga inmediatamente y en el mismo
cos (comienzos de siglo) de temibles desbanda­ ámbito (o sea en lo concerniente a las verdades
das, revelando con ello una sabiduría que los de la fe y de moral), la doctrina de los Padres
progresos realizados se encargan de poner cada como textos de la fe católica. Esta última es
vez más en evidencia para nuestra admiración. condición esencial, por lo que ordinariamente
He aquí ahora los criterios dogmáticos que se da el caso de encontramos con ellos dando
la hermenéutica señala al exegeta católico. explicaciones personales, que con ser dignas
1. Debe ser desechada toda explicación que del mayor respeto, y a veces de la mayor con­
admita o suponga un error en la afirmación sideración, sin embargo no obligan al exegeta.
del autor inspirado, ya que en tal caso el error Es preciso que sean plenamente unánimes (al
recae sobre el mismo Dios, verdadero autor menos moralmente) en la interpretación de un
principal. texto dogmático; y principalmente, que lo pro­
2. La interpretación auténtica de las períco- pongan como verdad perteneciente a la fe cató­
pes que atañen a la fe y a la moral (las verda­ lica (León XIII, Providentissimus; EB, n. 122)
des dogmáticas y morales necesarias para nues­ y no como una de tantas explicaciones posi­
tra salvación) es de incumbencia indiscutible bles o probables.
del Magisterio de la Iglesia, de tal suerte que Así, por ejemplo, cuando Orígenes afirma la
no puede interpretarse contrariamente al senti­ inspiración y la inerrancia de los libros sagra­
do enseñado e infaliblemente propuesto por dos, añade inmediatamente que así «manifestis­
aquél (Conc. Trid., Conc. Vatic.: EB, 62.78). sime praedicatum en la Iglesia. He ahí por qué
HERODES (ei Grande) 260

son muy pocos los textos bíblicos cuya exége- históricos y textuales más generales o de con­
sis auténtica ha sido determinada por los Pa­ junto.
dres, según observación concreta de León XIII La teología bíblica expone la doctrina dog­
y Pío XII. Asimismo son también muy pocos mática y moral de la Escritura (o de una parte
aquellos cuyo sentido ha sido definido infalible­ de ella), como se exige a la exégesis. Estas for­
mente por los Concilios o por los Sumos Pontí­ mas científicas sirven de base a la lectura sagra­
fices (Cornely, Introd., 2.* ed., p. 610, enumera da y a la homilía, empleadas en la vida pastoral
unos 20 que han sido definidos directamente; para la cura de almas. [F. S.]
Durand, DFC, I, col. 1837 no más de 12): BIBL. — Inst. Biblicae, I, 5.* ed., Roma 1937 (Pont.
Ene. Divino Affiante Spiritu, EB, n. 564-565. Ist. Bibl.), pp. 339 s. 360-84. 421-66; A. V accari,
4.. El último criterio dogmático es la analo­ Lo studio delta Sacra Scritura, Roma 1943 (con el
comentario a la Epístola de la P. C. B., AAS, 21
gía de Ja fe: bíblica, o sea la mutua conformi­ nov. 1941); G. Perrülla, luir. Gen. (La Sacra Bib-
dad y correspondencia de las verdades conteni­ bia, S. Garofalo), 2.a ed.. Torino 1952, pp. 249 s.,
284-305 con rica bibliografía; * B. Santos Olivera,
das en la Sagrada Escritura; y católica, es de­ Critica e Hipercrítica de la Biblia, en EstB (1931), 161-
cir, la conformidad de estas verdades con las 191 y 141-258.
contenidas en la Tradición oral (Magisterio
eclesiástico). Este criterio lo formula San Agus­ HERODES (el Grande). — Hijo del idumeo An­
tín de este modo (Doctr. chr. 3, 2; PL 34, 65; tipater, prefecto de palacio del débil Hircano II
cf. PL 38, 63 s. 262): «En los pasajes ambiguos y de Kipros, princesa árabe (681-750 de Roma
de la Escritura, consúltese la regla de la fe, = 73-4 a. de J. C.). En el 47 a. de J. C. obtuvo
que se deduce de los pasajes más claros de la la administración de Galilea, mientras que su
misma Escritura y de la Autoridad de la Igle­ hermano Fasael tuvo la de Jerusalén y Judea.
sia» (cf. Providentissimus, EB, nn. 109-116). Prácticamente el poder estaba en manos de
«El exegeta católico, animado de un grande Antipater, que hacía cuanto podía por granjear­
amor activo a su disciplina, y sinceramente se el favor de Roma para sí y para sus hijos,
adherido a la Santa Madre Iglesia, no ha de en tanto que azuzaba a Hircano II contra su
creerse o.bligado a abstenerse de enfrentarse con hermano Aristóbulo II, últimos y desafortuna­
las difíciles cuestiones que hasta el presente no dos descendientes de los gloriosos macabeos.
han sido resueltas. Puede hacerlo, no sólo para Herodes eliminó enérgicamente en Galilea a los
rebatir las objeciones de los adversarios sino seguidores de Aristóbulo: y habiendo sido de­
incluso para buscar una sólida explicación que nunciado ante el Sanedrín por haber ajusticiado
esté lealmente de acuerdo con la doctrina de la a judíos, sin la debida autorización, lo salvó
Iglesia, y especialmente con el tradicional senti­ Sexto César, procónsul de Siria, junto al cual
miento de la inmunidad de todo error, propia se refugió por algún tiempo, y fué nombrado
de la Sagrada Escritura, y que al mismo tiempo por el mismo para gobernador de Celesiria.
dé la conveniente satisfacción a las conclusio­ Siguiendo la política paterna de servil opor­
nes enteramente ciertas de las ciencias profanas. tunismo Herodes se manifestó primero por Cé­
Recuerden también todos los hijos de la Iglesia sar, luego pasó al partido contrario siguiendo
que' están obligados a juzgar no sólo con justi­ a Casio; después de Filipo (42 a. de J. C.), se
cia, sino también con suma caridad los esfuer­ entregó a Antonio, a quien ganó con donativos.
zos y las fatigas de estos valerosos operarios de En el 40 a. de J. C., Antigono, hijo de Aristó­
la viña del Señor; y además todos deberán evi­ bulo II, con la ayuda de los partos logró pe­
tar ese celo no muy prudente para el que todo netrar en Jerusalén. Hircano y Fasael fueron
cuanto tiene visos de novedad debe por ese aprisionados: al primero, que después quedó
mero hecho ser impugnado o tenido por sospe­ prisionero de los partos, Antigono cortóle las
choso». De esta suerte, Pío XII ponía en honor orejas, con lo que lo hizo inhábil para el ponti­
la libertad del exegeta católico (Divino Afflante ficado ; el segundo se suicidó.
Spiritu, EB, n. 564). Herodes logró huir. Llevó a Idumea a Ma-
Formas principales para la exposición de la riamne, nieta de Hircano, su prometida, y se
exégesis: la versión, hecha científicamente sobre dirigió a Roma, donde se valió de la ayuda de
los textos originales con breves notas ilustrativas Antonio para que los triunviros y el senado lo
de los puntos más importantes o más difíciles; eligieran rey de Judea. Habiendo desembarcado
el comentario, que es el medio más perfecto y en Ptolemaida (39 a. de J. C.), comenzó la lu­
más científico, y que comprende la versión, el cha contra Antigono: casó con Mariamne en
aparato crítico filológico, el comentario com­ Samaria, y con la ayuda de los romanos en el
pleto de todo el libro. En uno y otro caso, una 37 a. de J. C. asedió y tomó a Jerusalén; luego
introducción particular trata de los problemas obtuvo de Antonio la decapitación de Antígo-
261 HERODES (el Grande)

no. El afortunado vencedor inició sus sangrien­ llame «amigo y aliado» de Augusto, fué su va­
tas venganzas haciendo degollar a 45 aristócratas sallo, aun cuando tenía en sus manos el go­
seguidores de Antigono, y se apropió sus bienes. bierno entero de Palestina. Se vió exonerado
Luego se desentendió de los asmoneos; consi­ del tributo que pagaba por Idumea y Samaria;
guió de los partos el regreso del inútil Hirca- tenía perfecta libertad en el sector militar; go­
no II y nombró para sumo sacerdote a un des­ zaba de plenos poderes legislativos y administra­
conocido, un tal Ananel de Babilonia que no tivos, y el poder judicial estaba plenamente en
fué del agrado de nadie. Mariamne y su madre sus manos.
Alejandra, sirviéndose de Cleopatra como in­ Pero eran muchas las limitaciones que tenía
termediaria, consiguieron que Antonio apremia­ en el ejercicio de su poder. No podía acuñar
se a Herodes a que depusiera a Ananel y colo­ monedas de oro y de plata que llevasen su ins­
cara en su puesto al joven Aristóbulo, herma­ cripción. Para la ejecución de la pena capital,
no de Mariamne. En la fiesta de los Tabernácu­ al menos de sus hijos, probables sucesores en
los del 35 a. de J. C. el pueblo tributó al sumo el trono, Herodes hubo de pedir y esperar el
sacerdote asmoneo una calurosa y entusiasta permiso de Augusto, y lo mismo para la desig­
aclamación, y pocos días después Herodes hizo nación del sucesor. A Herodes le estaba prohi­
que lo ahogaran estando en un baño en Jericó. bida toda iniciativa de guerra, y sus adminis­
Alejandra recurrió nuevamente a Antonio, y tradores debían prestar juramento de fidelidad
Herodes fué llamado a Siria. Dió orden de re­ a Augusto.
cluir a Mariamne y a Alejandra con el encargo Herodes buscó todas las formas de exteriori­
de matar a la primera si él no regresaba. Des­ zar su humilde sumisión al emperador, sea
conjurada la tempestad subió de grado su des­ mediante los nombres que se daba a sí mismo,
pótica crueldad. Mandó matar a José, cuñado 0<Ao/<aTcrap, <pL\opiúfÁ<xÍo$> y a las ciudades por
y tío paterno suyo, por sospechoso de tener re­ él fundadas (Cesárea, Sebastes), sea mediante
laciones con Mariamne, habiéndole descubierto las contribuciones a las guerras y a los viajes
la susodicha orden. de los emperadores. En esta sumisión servil y
Después de la derrota de Accio (31 a. de absoluta se encuadra perfectamente el censo
J. C.), abandonó a Antonio, y en el año 30 se que hizo Herodes en Palestina por orden de
dirigió a Octavio, en Rodas, de quien alcanzó Augusto (Le, 2, 1 s.), y que fué el que coincidió
con habilidad la confirmación del poder, con con el nacimiento de N. S. Jesucristo (5 a. de
lo que se le mostró servicial en todo, cuando J. C.). Asimismo la matanza de los inocentes
Octavio pasó a Egipto a luchar contra Antonio (unos veinte) en Belén (Mt. 2, 16 ss.) responde
y Cleopatra, obteniendo en premio la costa me­ exactamente al carácter sombrío y a las últimas
diterránea y las ciudades de Palestina que esta­ ferocidades de la hiena idumea.
ban en poder de aquella reina. Así como la misma pimienta tiene sus sonri­
También esta vez había tomado Herodes sas, también Herodes se complacía en ser es­
idénticas medidas contra Mariamne antes de pléndidamente liberal. Fundó nuevas ciudades
partir. El guardián, Soemo, reveló el secreto, dotándolas de agua, frecuentemente llevada de
y Herodes al regresar lo mandó matar y lo mis­ lejos, y de suntuosas construcciones. Puso es­
mo a la infeliz Mariamne, impertérrita e ino­ pecial esmero en las fortificaciones. En Jerusa­
cente. De sus tres hijos, criados en Roma, lén agrandó la fortaleza de los asmoneos, que
dos serán llamados más tarde a Jerusalén y se­ desde entonces se llamó «la Antonia», e inició
rán degollados ante la acusación de haber sido y llevó a término la restauración del Templo
autores de una conspiración (7 a. de C.). (cf. Jn. 2, 20) con verdadero esplendor, am­
Poco después de la muerte de Mariamne, que pliándolo por las partes sur y norte con robus­
tanto turbó el ánimo de Herodes, llegó su vez tas y grandiosas construcciones. En los trabajos
a Alejandra. del edificio (el santuario propiamente dicho)
Sólo quedaban dos niños de la estirpe asmo- empleáronse unas mil personas sagradas, y en
nea, que estaban con el prefecto de Idumea, los de las obras adyacentes diez mil operarios
Constábaro, segundo marido de Salomé, la in­ más. Aparte del Templo, enriqueció con tem­
fernal hermana de Herodes, la cual habiéndose plos, foros, pórticos, gimnasios más de una
cansado del nuevo marido, como antes de José, ciudad helénica de fuera de Palestina (Damas­
lo acusó ante Herodes de conspiración, siguién­ co, Antioquía, etc.); fué pródigo en hacer do­
dose inmediatamente otra carnicería, en la que nativos a Octavio, Agripa y a miembros de su
se quitaron de en medio los tres inocentes y propia familia.
muchos otros nobles. Herodes no tuvo respeto alguno por la reli­
Herodes, por más que muchas veces se le gión judía; únicamente mostró alguna que
HERODES (Familia de) 262

otra consideración para con sus gobernantes. dido entre estos tres últimos hijos. Filipo, te-
Por eso el pueblo lo detestó y sintió hacia él un trarca, tuvo a Batanea ( = Traconítide, la Arau-
odio despiadado e irreconciliable. nítide, la Gaulanítide y la Ulata = Iturea de
En sus últimos años, aparte la guerra contra Le. 3, 1), 4 a. de J. C. - 34 desp. de J. C. Es la
los árabes (12 a. de J. C.), por la que hubo de región más al norte.
probar la cólera de Augusto, y la muerte de Filipo, única excepción entre los descendien­
Mariamne (7 a. de J. C.), la tragedia familiar tes de Herodes, era tranquilo, equilibrado; su
tuvo la última víctima en el primogénito Anti­ gobierno fué pacífico y justo. De las tradiciones
pater, secuestrado y muerto cinco días antes de de familia conservó la de las grandes construc­
que el terrible setentón, corroído por úlceras ciones y la de la devoción a Roma. Engrande­
llenas de gusanos, expirase en Jericó, adonde ció la antigua Paneas, en las fuentes del Jor­
había ido en busca de alivio para sus atroces dán, y la llamó Cesárea, llamada de Filipo
dolores, en los baños calientes de Galliroe (h. (Mi. 16, 13; Me. 8, 27) para distinguirla de la
I. ° de abril del 950 de Roma = 4 a. de J. C.). del mismo nombre junto al mar. Reconstruyó
El título de Grande se lo dió Fl. Josefo nada en la desembocadura del Jordán, en el lago de
más que para distinguirlo de sus hijos del mis­ Genesaret (al este), el pequeño burgo de Bet-
mo nombre. saida, al que llamó Julias, en honor de la hija
Ingenio, astucia, circunspección, todo se puso de Augusto (Le. 9, 10; Me. 8, 22; Jn. 1, 44).
al servicio de un egoísmo sin límites, que se Hacia el fin de su vida casó con la jovencita
sintetizó en la obsesión del poder, por encima Salomé, hija de Herodías.
de todo afecto, aun por lo que se refiere a las Arquelao, etnarca, para el que Herodes ha­
personas más queridas. [F. S.] bía pedido a Augusto el título de rey, tuvo la
BIBL. — Fuentes: F lavio Josefo , Ant. XIV, 8-16;
Idumea, Judea y Samaria (4 a. de J. C. - 6 des­
XV-XVII, 1-8; Bell.. I, 9-33; M. J. L aoranoe. Le pués de J. C.).
fudalsme avant Jésus-Christ, 3.* ed., París 1931, pá­ Copia exacta del padre: fué tirano, cruel
ginas 143-48, 164-201; G. R icciotti, Storia d’lsraele.
II, 2.* ed., Torino 1935, pp. 377-415; U. Holzmeis- (M t. 2, 22); ofensivo y despiadado para con
ter. Storla dei tempi del Nuovo Testamento (trad. it.. el pueblo. Los judíos, que primeramente habían
y revisión de C. Z edda ; La S. Blbbia), Torino 1950,
pp. 15-45; F. M. A bel, Hlstoire de la Palestine, T, intentado impedir su nombramiento ante el Em­
París 1952, pp. 324-406. perador (cf. Le. 19, 14. 27), en unión de los
samaritanos recurrieron de nuevo a Augusto,
HERODES (Familia de). — De la idumea Dó- que lo depuso y lo envió a Viena en las Galias.
rida, a quien repudió para casarse con Mariam­ Sus bienes fueron confiscados por Quirino, lega­
ne, Herodes tuvo a Antipater (muerto el año do de Siria, y el gobierno de las tres regiones
4 a. de J. C.). De la asmonea, esposa única pasó a los procuradores (v.) romanos. Arquelao
desde el 39 hasta el 28 a. de J. C., tuvo dos hijas había repudiado a la esposa legítima para unirse
y tres varones: Alejandro, Aristóbulo (a quie­ a Glafira, viuda de su hermano y esposa de
nes dió muerte el 7 a. de J. C.), y un tercero Juba, rey de Mauritania.
que murió en Roma. Aristóbulo tuvo, de su Herodes Antipas, tetrarca, tuvo Galilea y
prima Berenice (I), hija de Salomé (hermana de Perea (4 a. de J. C .-39 desp. de J. C.); entre
Herodes), los siguientes: Herodes, rey de Cal- la una y la otra estaba enclavada la Decápolis
cídica desde el 41 hasta el 48 desp. de J. C .; (Me. 5, 20; 7, 31; Mt. 4, 25). En Le., en las
Herodías (la adúltera esposa de Antipas); He­ monedas y en Josefo se le llama simplemente
rodes Agripa I (10 a. de J. C. - 44 desp. de J. C.) Herodes; en los evangelios se le llama rey,
y Aristóbulo. conforme al uso popular. Avieso (Le. 13, 32),
Al quitar la vida a Mariamne, Herodes tomó ambicioso, soberbio y amante del fausto; here­
ocho mujeres. Dos de ellas no tuvieron más que dero genuino del carácter paterno, pero mucho
hijas, y las dos últimas murieron sin dejar des­ menos enérgico. En los diez últimos años de
cendencia. gobierno se halla bajo la maligna influencia de
De Mariamne II tuvo a Herodes Filipo, que Herodías (cf. Me. 6, 29 s.). Siendo huésped de
llevó vida privada en Jerusalén. Éste fué quien su hermano Herodes Filipo (h. 26 desp. de
casó con la susodicha Herodías, de la que tuvo J. C.), Antipas se sintió fascinado por la cu­
la hija Salomé. ñada, a la que prometió unirse, repudiando a la
De la samaritana Maltake nacieron Arquelao hija de Areta TV, rey de los vecinos nabateos.
y Herodes Antipas; de la jerosolimitana Cleo­ La esposa, diestra en los manejos, se refugió
patra, Filipo. entre los suyos. Contra los adúlteros (Lev. 18,
A la muerte de Heredes, el reino (desde el 16; 20, 21) alzó la voz Juan Bautista (Mt. 14,
Negueb hasta las fuentes del Jordán) fué divi­ 3 s ,; Me. 6, 17 ss.; Le. 3, 19 s.), a quien Anti­
263 HERODES (Familia de)

pas recluyó en la fortaleza de Maqueronte, al litar (cuando en realidad lo que Antipas pre­
este del mar Muerto, obrando con prudencia paraba era armamento para derrotar a Areta),
a causa del ascendiente de Juan sobre las ma­ lo relegó al destierro en Lión. Herodías, a
sas. Era supersticioso por temperamento: hasta quien Caligula concedía la libertad y la reten­
donde sus pasiones se lo permitían, se confor­ ción de sus propios bienes, como hermana de
maba con la Ley de los judíos (Le. 23, 7). «An­ Agripa, rehusó toda concesión y siguió a su
tipas sentía respeto por Juan, conociendo ser esposo al destierro. Sus bienes pasaron a Agri­
hombre justo y santo, y le amparaba, y, oyén­ pa juntamente con todo el territorio de la te-
dole, vacilaba, pero le escuchaba con gusto» trarquía de Antipas.
(Me. 6, 20). Y no lo habría matado; pero el Herodes Agripa I, cuya juventud fué liber­
odio de Herodías estaba en acecho, y pasados tina y aventurera, debe su fortuna a la amistad
unos meses, aprovechando la ocasión, tal vez con Caligula, a quien auguró el imperio seis
preparada, del festín, de la eufórica promesa de meses antes de la muerte de Tiberio, lo cual
Antipas a la quinceañera bailarina, su hija, y le acarreó el ir a parar a la cárcel. El electo
valiéndose de la misma, consiguió la cabeza del puso inmediatamente en libertad al amigo, sus­
Bautista (fin del 28 o comienzos del 29 después tituyendo la cadena de hierro por una de oro
de J. C .): Mt, 14, 1-29; Me. 6, 14-29; Le. 3, de igual peso. Con el título de rey unía bajo
19 s. Cuando oyó hablar de Jesús, pensó in­ su mando en el año 40 desp. de J. C., Ba­
cluso en una resurrección de su víctima (Mt. 14, tanea, Galilea y Perea. En ese mismo año
1 ss.). cooperó a la elección de su amigo Claudio, y
Hallándose Jesús en Perea, los fariseos le el nuevo emperador le dió la Judea (con
mandaron recado diciéndole que se alejara, pues Idumea y Samaria), administrada por los pro­
Antipas quería matarlo. Con tal estratagema curadores romanos. Así reunió Agripa bajo su
intentaba la «raposa», sin usar de la violencia, mando todo el reino de su abuelo (41-44 desp.
tenerlo alejado de sus dominios (Le. 13, 31 s.). de J. C.).
No obstante, deseaba verlo por razón de las En su breve reinado se acercó a las tradi­
cosas que oía contar de él (Le. 9, 9), y seme­ ciones de los asmoneos y buscó la popularidad
jante deseo quedó cumplido cuando Pilato se y el favor de la corriente farisaica. Donó al
lo envió, por pura cortesía, para que lo juz­ Templo la cadena de oro con que le había
gase, bajo el pretexto de que era galileo. Anti­ obsequiado Caligula, se mostró celoso y escru­
pas, muy contento por ello, le dirigió muchas puloso observante de las prescripciones judías,
preguntas; pero desilusionado por el silencio y por lo mismo intentó eliminar la Iglesia na­
de Jesús, quiso hacer mofa de aquel soñador ciente atacándola en sus jefes.
que se proclamaba rey, mandando que lo vis­ Mató al apóstol Santiago, hermano del evan­
tiesen de color de púrpura, traje de gala, como gelista Juan, y encarceló a Pedro durante la
el que se ponían los príncipes para su investidu­ solemnidad pascual, remitiendo su juicio para
ra, y así vestido se lo devolvió a Pilato (Le. después de la octava de la fiesta, conforme a
23, 6-12). las prescripciones rabínicas. Pero Pedro fué
En la derrota con que Areta abatió al adúl­ puesto milagrosamente en libertad por un án­
tero (36 desp. de J. C.) el pueblo vió el castigo gel (Act. 12, .1-19).
divino por la muerte del Bautista. Antipas re­ La capital fué agrandada por él en la parte
currió a su protector Tiberio, a quien servía norte con un nuevo barrio que se llamó Be-
de espía. Vitelio, gobernador de Siria, recibió zata (Bezetha, en la colina del mismo nombre,
la orden de apoderarse de Areta; mas ha­ prolongación de la colina del Templo, con la
biendo contemporizado, al enterarse en Jeru- piscina de cinco pórticos de que habla Jn. 5,
salén de la muerte de Tiberio (16 de mar. del 2). La cercó de grandiosas murallas (4,5 de
27 desp. de J. C.), suspendió la operación. El ancho y 9,45 de altura; v. Jerusalén), que
nuevo emperador Cayo Caligula nombró rey quedaron incompletas por orden de Roma, a
a Agripa, hermano de Herodías, del cual era la que siempre se mostró obedientísimo. Agripa
muy amigo, dándole los territorios que perte­ quiso celebrar en Cesárea, en el verano del
necían al tetrarca Filipo. Herodías, que ardía 44 desp. de J. C., el triunfo de Claudio en la
de envidia y ambición, indujo al recalcitrante campaña de Bretaña, y en tal ocasión recibió
Antipas a dirigirse a Roma, para obtener tam­ una embajada de Tiro y Sidón en presencia de
bién el título de rey y mejor fortuna. Pero una gran muchedumbre que lo aclamó como
Caligula, prevenido por Agripa, que acusaba a a un Dios. Atacado por fuertes dolores y roído
Antipas de entenderse con los partos contra por los gusanos, murió a los cinco días (Act.
Roma, y de la consiguiente preparación mi­ 12, 19-23; Josefo, Ant. 19, 8, 2).
HEXAMERÓN 264

Herodes Agripa II, hijo del anterior, sólo Agripa, último representante de la familia
tenía diecisiete años al morir su padre, por lo de Herodes, murió septuagenario hacia el 95
que Claudio ordenó la administración de Pa­ después de J. C. [F. S.]
lestina por medio de un procurador. Cuando
BIBL. — E. Schürer, Geschichte des jiidischen Vol­
murió Herodes, rey de Calcídica, tío y cuñado tees, I. 4.“ ed., Leipzig 1901, pp. 418-54, 549-64, 585-
suyo, Agripa II, con el título de rey (48 desp. 600; G. R tcciotti, Storia d’Jsraele, II. 2.* ed., Torino
1935, pp. 417-29. 449-58; L. Pirot, S. Maro (La Ste
de J. C.), alcanzó el reino de él y la superin­ Bible. 9), París 1946, pp. 178 s. 270 s , ; J. R enié. Les
tendencia del Templo. Desde el 53 en adelante Actes (ibld.. 11), 1949, pp. 173 s. 179 ss. 319-32;
pasó a reinar sobre las tetrarquías de Filipo U. Holzmgister, Storia dei tempi del Nuovo Testa­
mento (trad. it. C. Zcdda; La S. Bibbia), Torino
y Lisania; en el 55 Nerón añadió las ciudades 1950, pp. 46-59. 90-104; F. M. A bel, Histoire de la
de Tiberíades, Tariquea y Betsaida Julia. Fué Palestine, I, París 1952, pp. 407-10, 438-54, 475 ss.
decidido colaborador de los romanos, al lado
de los cuales luchó durante la insurrección de HEXAMERÓN. — Así se llama a la descrip­
los judíos, después de haber tratado de calmar ción bíblica de la creación del mundo en seis
a éstos en su exasperación contra el procurador días (= r¡£ y r¡fxépat Gén. 1-2, 3). El mundo
Floro (FI. Josefo, Bell. II, 16, 3 s.; III, 4, 2). no es eterno; tuvo un principio en el tiempo;
Con fastuoso mecenazgo, al menos en Judea, ha­ fué sacado de la nada («En el principio creó
cía profesión de santurronería judaica. No llegó Dios el universo», Gén. I, 1: obra creadora),
a casarse, pero vivió, por etapas, incestuosamen­ y se organizó en su bella y armoniosa variedad,
te con su hermana Berenice, que fué su genio no por sí mismo ni al acaso, sino por mandato
maligno (Fl. Josefo, A nt. XX, 7, 3 ; Juvenal, Sa­ de Dios (obra de distinción, en los tres pri­
tira VI, 156-160). Al quedar viuda, a los vein­ meros días; obra de ornamentación, en los
tiuno, se fué a habitar con Agripa. Casó con otros tres). Gén. 1, 2, describe el estado de la
el rey de Calcídica, pero lo abandonó inme­ tierra (soledad y caos, rodeada de tinieblas y
diatamente para volver junto al hermano. Es de las aguas del abismo) recién creada, antes de
célebre su relación con Tito, el cual no se que hubiera comenzado la acción ordenadora
separó de ella sino a pesar suyo al llegar a ser de Dios. Ésta se halla dispuesta en seis días:
emperador. disposición artística que consta de dos ciclos
En el año 59 desp. de J. C., Agripa II y Be­ simétricos, para decir que todo lo creado en
renice se llegaron a Cesárea con motivo de absoluto, Ja materia y la vida, todo proviene
visitar al nuevo procurador Festo, quien les de Dios.
informó de la causa de Pablo, que estaba en­ Primer ciclo, días 1-3, crea y separa: l.°) la
carcelado desde hacía ya dos años. Festo de­ luz de las tinieblas; 2.°) el cielo del orbe te­
seaba formarse una idea clara de la acusación, rráqueo; 3.°) el mar de la tierra firme.
para informar al emperador, a quien Pablo El segundo ciclo, días 4-6, es de ornamenta­
había apelado, y Agripa, judío, podía ilus­ ción y complemento: 4.°) el cielo de los as­
trarle. El rey quiso ver al Apóstol (cf. el deseo tros ; 5.°) la atmósfera de aves, el mar de peces;
de Antipas de conocer a Jesús: Le. 9, 9). 6.°) la tierra de animales y el hombre, corona
San Pablo presentó ante el procurador y el de todo lo creado (A. Vaccari).
rey una apología tan clara y eficaz de su pro­ Justamente como lo presenta el esquema si­
pia vida, que el procurador hubo de exclamar guiente :
jocosamente: «Tú deliras, Pablo. Las muchas
letras te hacen perder el juicio». Pablo insiste
y se dirige directamente al rey, que, siendo D ías Obras l.* r ciclo (d e distinción)
conocedor de los profetas, tiene que estar de
acuerdo en que los vaticinios de los mismos 1 1." Separación entre la luz y las
se han realizado en Jesús. Y dice Agripa: «Por tinieblas (Gén. 1, 3-5).
poco más me persuades a que me haga cris­ 2 Creación del firmamento y
2/
tiano», y no prolongó el coloquio; ¡tenía a
su lado a Berenice! He ahí el porqué de las separación de las aguas bajo
palabras de Pablo: «Plegue a Dios (optativo el firmamento y sobre el fir­
con ó.v: se da cuenta de que pide un favor mamento (vv. 6-8).
inaudito) que no sólo tú, sino todos los que 3.‘ Separación entre el mar y la
me oyen se hagan hoy tales como lo que yo tierra firme (vv. 9-11).
soy, si no es en lo de estar con estas cadenas». 3 4 .‘ Producción de las plantas
Agripa, y lo mismo Festo, reconoció la ino­ (vv. 11-13).
cencia de Pablo (Act. 25, 13-c. 26).
265 HEXAMERÓN

más. en nuestro caso, la revelación de la cons­


Días Obras 2.° ciclo (de ornamentación) titución física del universo y de sus partes
Creación del sol, de la luna, habría sido inútil y perjudicial. Inútil, porque
4 5.* tal conocimiento no tiene relación alguna con
de las estrellas, luminares del
día y de la noche (vv. 14-19). las importantísimas verdades que Dios inten­
taba comunicar; perjudiciales, porque muchos
5 6/ Creación de los peces y de la habrían juzgado descabellada y falsa, con lo
las aves bajo el firmamento que caería por tierra el plan intentado por
del cielo (vv. 20-23). Dios y por Moisés. Sólo una lastimosa con­
fusión entre inspiración (v.) y la revelación ha
6 7.a Creación de los animales te­ podido ser causa de que en torno al hexamerón
rrestres (vv. 25-29). se haya hablado de oposición entre la ciencia
8.‘ Creación del hombre (vv. 26- y la fe, y de que se haya recurrido a interpre­
28); las plantas serán el ali­ taciones conciliadoras e insostenibles, inter­
mento del hombre y de los pretaciones no literales e infundadas. La exé-
animales (vv. 29-31). gesis católica hoy está de acuerdo en que se
trata de una narración histórica que ha de en­
tenderse en sentido literal, pero distinguiendo
Es evidente el paralelismo y la correspon­ bien entre el hecho inculcado por Moisés y el
dencia entre los ciclos 1.’ y 2.'; al primer día modo o ropaje literario de que se sirve para
corresponde el cuarto; al segundo, el quinto; proponerlo. El hecho propuesto con suma cla­
al tercero, el sexto, con dos obras en cada uno. ridad es la creación (v.) del universo, de todo
Primero son creadas las regiones de la luz, del cuanto existe, de todo ser viviente, por un Dios
firmamento y de las aguas, de la tierra firme; eterno único, perfectamente distinto de lo crea­
luego siguen, por el mismo orden, las lum­ do, ser espiritual, omnipotente.
breras, los peces, las aves, los animales terres­ Los astros, etc., adorados entonces como di­
tres y finalmente el hombre. vinidades, no son sino efectos del sumo crea­
También se ve claro que el autor sagrado dor, cuyas órdenes obedecen realizando exacta­
habla aquí del universo según las ideas y la mente las funciones que £1 les ha señalado.
mentalidad del tiempo. Así, basándose en la Dios ha creado al hombre a su imagen per-
ilusión óptica, concibe el firmamento como fectísima, y lo ha nombrado rey de todo lo
una bóveda sólida que se apoya en la tierra. creado. En una palabra, la bondad de la crea­
Sobre esa bóveda están las aguas (que por eso ción responde plenamente a los designios di­
son llamadas superiores), como en un inmenso vinos.
depósito, y llegado el momento de las grandes Moisés comunica esas verdades hablando for­
lluvias caen sobre la tierra a través de unos zosamente del mundo según la .mentalidad de
canales: «se abrieron las cataratas del cielo» aquellos tiempos y distribuyendo artísticamente
(el diluvio), Gén. 7, 11; 8, 2; Sal. 149 [148], la obra creadora entre seis días (de 24 horas,
4, etc. Asimismo la luz (v. 3) es distinta de de amanecer a amanecer, según precisa el tex­
los luminares (vv. 4-18); antes de aparecer él to, regulados por la salida y la puesta del sol),
sol, o después de atardecer, hay luz sobre la con el intento de inculcar la observancia del
tierra. Según eso, los semitas concebían la luz descanso festivo después de la semana de tra­
de la tierra como algo independiente del sol. bajo (Éx. 20, 11; 31, 17).
Las plantas aparecen al tercer día, antes de la Tenemos, pues, una forma a la vez artística,
creación del sol. nemotécnica y práctica. Todo esto pertenece
Todo esto es muy natural. Moisés no podía al modo de la creación, descrita según la men­
saber, por ejemplo, que el sol está firme, pues talidad y los conocimientos del tiempo. No
todos lo veían moverse desde la aurora hasta tiene importancia alguna el que semejante modo
el' crepúsculo; no podía conocer las épocas no responda a todo cuanto la ciencia ha lo­
geológicas, etc. Se habría necesitado una reve­ grado establecer — y muy tarde por cierto —
lación de Dios. Pero Dios, que inspira al es­ acerca de la formación del universo, y en par­
critor sagrado para comunicar a sus contem­ ticular sobre las épocas (azoica, primaria, se­
poráneos sus designios, el plan de salvación cundaria, terciaria, cuaternaria, con simultánea
espiritual de la humanidad y las verdades in­ y progresiva aparición de plantas y animales), y
mutables que necesitamos para participar en los millones de años transcurridos antes de que
tal salvación, no revela noticias indiferentes, apareciera el hombre. No es más que un ropaje
sólo aptas para satisfacer la curiosidad. Ade­ literario: no era de incumbencia de Moisés
HIJO del Hombre 266

el revelar a los hombres antes de tiempo la real de trabajo y el séptimo de descanso (por no
forma física del universo. Sabido es que Dios decir nada de las verdades religiosas: Dios,
en la inspiración se sirve del hombre tal como ser espiritual, eterno, único, que crea todo de
es, adaptándose a la mentalidad del hagiógrafo la nada con simple mandato) son caracterís­
y a la comprensión de los destinatarios. Tal ticas exclusivas de la narración de Moisés, que
distinción entre hecho y modo ha podido ser muestran hasta la evidencia su absoluta inde­
establecida con seguridad cotejando el relato pendencia de las babilónicas. [F. S.]
bíblico con las cosmogonías babilónicas. La BIBL. — A. Bea, De Pentateucho, 2.* ed., Roma
más completa que ha llegado a nosotros es la 1933, pp. 134-46; A. V accari, La S. Bibbia, I, Firenze
Enuma Elft (de las palabras inciales: cuando 1943, pp. 63-66; F. C euppens, Quaestiones selectae ex
historia primaeva, 2,m ed., Torino-Roma 1948, pp. 3-
en alto), en siete tablillas de arcilla, compuesta, 84; P. H einisch, Problemi di storia primordiale bíblica
probablemente, durante la primera dinastía de (trad. it.), Brescia 1950, pp. 15-50; * S. S. L., La as­
tronomía y los días bíblicos de creación, en EstB
Babel (2057-1758 a. de J. C.). La redacción (1932), 46-48.
que de ella tenemos es del período neoasirio
(721-622 a. de J. C.). HEXAPLAS. — y. Griegas (Versiones).
Según este poema, que retoca elementos su-
méricos, hubo en los comienzos dos primeros HIJO del Hombre. — Esta expresión (hebr.
principios, uno masculino, Apsu, personifica­ ben cadam; arameo, bar cenaS) es lo mismo
ción del agua dulce, y otro femenino, Tiamat que decir hombre, como se infiere del parale­
(hebr. Tehom, Gén. 1, 2), personificación del lismo (Núm. 23, 19; Sal. 8, 5; Is. 51, 12;
agua salada. De la unión de éstos nacieron los Job 25, 6 ; plural en Dt. 32, 8, etc.). Así llama
dioses por parejas, a través de numerosas ge­ Dios muchas veces al profeta Ezequiel (Ez.. 2,
neraciones. La primera pareja fué Lachmu y 1,3.6...) para indicar la distancia insuperable
Lachamu (luz y tinieblas); luego AnSar y KiSar que media entre Él y el profeta. Háblase de un
(mundo superior y mundo inferior); Anu, dios modo particular del hijo del hombre en Dan.
del cielo, y Ea, dios de la profundidad del 7, 13 s. (sin artículo: ¿>9 1/109 avSpúnov, como
mar y de la sabiduría; y luego otros dioses un hijo del hombre); a él se concede un poder
más. Los dioses intentan poner orden en el eterno sobre todas las gentes, y destruidas las
caos, con lo que suscitan la ira de Apsu y de cuatro bestias, se acerca al trono de Dios. Así
Tiamat. Al ser muerto Apsu, por obra de Ea, como los animales simbolizan a los reyes y a
comienza la gran batalla de Tiamat y de su sus respectivos reinos, de igual modo el hom­
nuevo esposo Kingu y de los monstruos por bre equivale a Mesías y reino mesiánico. Los
él creados, contra los otros dioses. Marduk, apócrifos Enoc y IV de Esdras aplicaron ese
hijo de Ea, toma el mando, mata a Tiamat y título al Mesías.
encadena a los otros; luego salta sobre el dis­ En el Nuevo Testamento es la autodefinición
forme cuerpo de la muerta y lo divide en dos de Cristo característica de los Evangelios; fue­
partes para hacer de una de ellas la bóveda ra de los Evangelios es una simple cita de
del cielo, que sella y ante la cual pone vigi­ Dan. 7, 56 (Act. 7, 56; Apoc. 1, 13; 14, 14).
lantes que impidan la precipitación de las aguas Cristo se definió a sí mismo llamándose 6
de Tiamat, y con la otra mitad forma la tierra. tov avSpómov, con doble artículo. La forma
La quinta y la sexta tablilla narran cómo Mar­ aramea es, probablemente, bar’ enaSa (cf. Bon-
duk crea los cuerpos celestes, determina el año sirven, op. cit., p. 369 ss.). Este modo de ex­
y los meses, hace que resplandezcan la luna y presarse en Jesús debe entenderse conforme al
el sol, crea las plantas y los animales y por sentido que tiene en Daniel la expresión rey
último los hombres para que ofrezcan víctimas del reino mesiánico. El hijo del hombre es, en
a los dioses. La séptima contiene el himno de efecto, una persona celestial que aparecerá so­
alabanza que los dioses elevan a Marduk. La bre las nubes (Mt. 24, 30; 26, 64), glorioso y
luz anterior al sol, el caos primordial — en el rodeado de ángeles (Mt. 10, 23; 13, 41; 16,
Génesis como simple materia a las órdenes de 27; 19, 28), para juzgar a todos los habitantes
Dios —, la posterioridad del hombre con rela­ de la tierra (Mt. 25, 31 s .; Le. 12, 8 ; 21, 36;
ción a las plantas, en una palabra, el concepto Jn. 5, 27). Pero Cristo enlaza probablemente
del mundo físico es idéntico. Y es natural: es este título con el Siervo paciente de fs. 53,
el concepto del tiempo. Pero aquí se acaba particularmente en relación con la pasión y
toda aproximación, todo punto de contacto muerte que debe (Sei) sufrir (Mt. 17, 12; Me.
entre el hexamerón y las cosmogonías babiló­ 8, 31 ; Le. 17, 25; 24, 7). En realidad será en­
nicas. El mismo esquema artístico, la majes­ tregado en manos de los hombres (Mt. 20, 18;
tuosa sencillez, la disposición de los seis días 26, 2.45), será levantado de la tierra (Jn. 3, 14)
267 HOMBRE

y ofrecerá su vida por la redención de muchos 2. Riiah (generalmente traducido por «espí­
(Mí. 20, 28), como el siervo de Yavé da su vida ritu»), cuyo significado fundamental es «soplo»,
por los pecados (Is. 53, 10, y Mt. 20, 28). «viento» (120 veces en el Antiguo Testamento),
En conclusión: el título de hijo del hombre significa el aliento, la respiración de los hom­
fué usado por Jesucristo como equivalente a bres y de los animales (Job 9, 18; 19, 17;
Mesías, para indicar que en Él se realizaba la Sal. 135, 19; Lam. 4, 20), y metafóricamente
profecía de Daniel, mas no en un sentido erró­ el principio vital, comunicado al hombre por
neo de un Mesías poderoso y glorioso según lo un acto de divina inspiración (Zac. 12, 1;
entendían los judíos (v. Daniel). Job 12, 10; cf. Ez. 37, 6, donde se describe
La expresión no es una indicación de la na­ la vivificación del pueblo con términos tomados
turaleza humana en posición antitética con la de la vivificación de los individuos). El rüah
naturaleza divina, sino un título específico que reside en hombres y animales como principio
el mismo Jesús toma de Daniel (7, 13.14) y de las actividades vitales, y primeramente de
unió con Isaías (53) para manifestar su digni­ la vida vegetativosensitiva, y solamente para
dad mesiánica y al mismo tiempo corregir las el hombre es principio de la vida intelectual-
ideas erróneas de sus contemporáneos. religiosa. No pocas veces equivale a «vida»
[B. N. W.] (Job 10, 11; 51, 17). Al rüah como a prin­
BIBL. — F. R oslaniec, Filius hominis, Roma 1920; cipio operativo atribúyense los impulsos activos
P. Joüon, UEvangiie de Notre Seigneur Jésus-Christ. y los movimientos irascibles (ira: Éx. 15, 8 ;
París 1930, pp. 601-604; J. Bonsirven, Le Judaisme
palestinien, 1, París 1935, pp. 360 ss. 368 s. 370-75; 28, 3; Dt. 39, 4; Jos. 5, 1 ; Prov. 18, 14). La
A. E. Me D owell, San of Man and suffering Servant. espiritualidad del rüah humano no está clara­
Nashville 1944: G. R inaldi. Daniele, Torino 1947; mente formulada en el Antiguo Testamento,
M. M einertz, Tfteologie des N'euen Testament, I, Bonn
1950. pp. 161-66; * J. Enciso, El Hijo dei Hombre. sino solamente insinuada al atribuir a éste la
en Ecc. (1947), n. 384. actividad síquica superior, intelectualreligiosa,
HIKSOS. — v. Egipto. desde el profeta Ezequiel en adelante. Afír­
mase, por ejemplo, que el Señor dará en el
HIRCANO. — v. Macabeos. tiempo mesiánico un nuevo rüah (Ez. 11, 19;
18, 31; 36, 29; Sal. 51, 12); al rüah saltan
HISTORIA de las formas. — v. Formas. los pensamientos (Ez. 11, 15); el rüah busca,
desea al Señor (Is. 26, 9); es humillado (Is. 66,
HOLOFERNES. — v. Judit. 2; Prov. 15, 13); es humilde (Prov. 16, 19;
29, 23), magnánimo (Sal. 51, 14).
HOMBRE. — Lo mismo que sucede en orden 3. Nesámáh, además de la sinonimia con
a otras verdades, los autores del Antiguo y del rüah (aliento: Is. 2, 22; Dan. 10, 7; Job 4,
Nuevo Testamento no dan una exposición sis- 9; principio vital: Job 27, 3; I Re. 17, 17;
temáticofilosófica de la antropología, sino que Is. 57, 16; Eclo. 9, 13; Gén. 2, 7; 7, 22), tiene
lo hacen sirviéndose del lenguaje de su tiempo. el significado propio de «individuo», «perso­
I. En el Antiguó Testamento los términos na» (Dt. 20, 16; Jos. 11, 11; I Re. 15, 29).
antropológicos son diversos. 4. Néphel (generalmente traducido por «al­
1. Basar, además de significar, según la eti­ ma»), que primitivamente tal vez significaba
mología, la «carne» o «parte blanda y muscu­ «garganta» (acadio: napiStu) y después respi­
losa del cuerpo», por oposición a los huesos ración, que pasa por la garganta y distingue al
y a la sangre (Gén. 2, 21; 9, 4; Job 2, 5; cuerpo vivo del no vivo, es sinónimo de «vida»,
Éx. 16, 8.12), es empleado a menudo para íntimamente ligada al cuerpo (quitar la néphes:
significar el cuerpo animado (elemento ma- «matar»; salvar la néphe§: «libertar»). Es muy
• terial) (Núm. 8, 7; Éx. 30, 32; 4, 7; Sal. 16), corriente el uso de néphe§ en lugar del pro­
como opuesto a la materia inorgánica e in­ nombre personal y reflexivo (Núm. 23, 10;
animada (’áphár, «polvo»: Gén. 2, 7; Job 28, Lam. 3, 24; Is. 51, 23; Sal. 124, 7, etc.). Lo
2-6; o más raras veces hómer, «arcilla»: Job mismo que neSámáh, significa, por metonimia,
4, 19; 10, 9; Is. 64, 7). Sólo por sinécdoque al hombre como individuo, persona (Gén. 46,
es empleado por colectividad de hombres o 18.22; Prov. 11, 25; Éx. 1, 5: unas 150 veces).
animales (Gén. 6, 13-17: 7, 15.21; Sal. 136, A la néphe§, como principio operativo, atribú­
25 ; Job 34, 15) o de hombres solos (Gén. 6, yense, finalmente, las pasiones (gozo y dolor:
12: Is. 40, 5; Joel 3, 1; Sal. 56, 5). Alguna Sal. 5, 9; Prov. 29, 17; Is. 61, 10), los movi­
rara vez se refiere al hombre, físicamente débil, mientos concupiscibles (deseos: Dt. 14, 26;
por oposición a Dios, fuerte (Sal. 78, 39; Job 18, 6 ; Sal 41, 3; apetito: Sal. 17, 9; Eclo.
10, 4; Jer. 17, 5). 6, 2; sobre todo el hambre: Prov. 6, 30; 23,
HOMBRE 268

2 ; Sal. 107, 8 ; Prov. 27, 7) y el conocimiento y poner el corazón» = prestar atención; «sal­
intelectualreligioso (Sal. 139, 14; Dt. 30, 10; tar al corazón» = venir a la mente; «decir en
Prov. 24, 14, etc.). su corazón» = hablar consigo mismo, pensar.
Apoyándose en la distinción entre rüah y Refiérense con menos frecuencia al corazón los
néphes se ha querido ver en el Antiguo Testa­ afectos y los actos volitivos (inclinación del
mento una concepción tricótoma del hombre, ánimo: Gén. 8, 21; Éx. 35, 22; am or: Jue.
como en el sistema platónico (o-úya, 16, 15; odio: Lev. 19, 17; propósito de la
vov$). Pero tal concepción es inaceptable, pues voluntad: Éx. 7 passim; Jue. 5, 16 ss.; deci­
estos dos términos se confunden en cuanto se sión: II Re. 10, 30; Is. 63, 4; el gozo y la
aplican a los fenómenos síquicos, y uno y otro tristeza: I Re. 8. 66; Ecl. 9, 7; hablar al
designan el principio vital y las inherentes ac­ corazón, consolar: Gén. 34, 3; Jue. 18, 20;
tividades físicosíquicas, aunque desde diferentes /s. 40, 2). Los riñones (kelayóth), raras veces
puntos de vista, ya que rüah es el principio solos, denotan el centro de los sentimientos
vital, que procede dinámicamente de Dios y es internos (Job 19, 27) o de los pensamientos
la sede de los impulsos activos, mientras que (Sal. 16, 7: Jer. 12, 2): a menudo, juntamente
néphe§ es el principio vital considerado estática con el corazón (Sal. 7, 10; 26, 2; 73, 21;
e intrínsecamente hasta la individuación, y es Prov. 23, 15), constituyen los centros de los
sede de las pasiones y de los movimientos de fenómenos afectivos sensibles (riñones) e inte­
lo concupiscible. Por otra parte, el Nuevo Tes­ lectuales (corazón).
tamento enseña que las partes constitutivas del Los afectos más tiernos de benevolencia y de
hombre sólo son dos: el elemento material misericordia tienen como centro las «visceras»
(basar) y el superior (rüah, o népheS, o neSá- (rahamim: Gén. 43, 30; II Re. 24, 14; Am.
mah, Gén. 2, 7; 6, 3; 7, 22; Lev. 17, 11; 1, 11; Os. 2, 21; me eTm; Is. 16, 11; Sal. 40,
Sal 104, 29 s.; Job 27, 3; 33, 3 s.; Ez. 37, 8). 9; Job 30. 27), o, con expresión más genérica,
La superioridad del hombre sobre los animales el «interior» (qereb: Gén. 49, 6 ; Sal. 7, 6 ;
se basa en la semejanza del hombre con Dios 16, 9; 30, 13; 57, 9).
(Gén. 1, 26: 5, 1 ss.; 9, 6 ; Sal. 8, 6 s.; II. En el Nuevo Testamento. El concepto
Eclo. 17, 3; Sab. 2, 23), y como tal semejanza del hombre es el mismo que el del Antiguo
se funda en la inteligencia y en la voluntad, Testamento, y el lenguaje sicológico el que está
dedúcese que la superioridad humana se debe en uso en la versión de los Setenta.
al alma espiritual, esencialmente superior al 1. Lo mismo que basar, «<x<¿p£» («carne»)
alma de los brutos. indica la parte carnosa del cuerpo (Le. 24, 39;
5. En el último período del Antiguo Testa­ Apoc. 17, 16; 19, 18.21, etc.); por sinécdoque
mento aparece una nueva terminología con la el cuerpo animado todo entero (Col. 2, 5;
que al espíritu vivificador de Dios se le llama Gál. 2, 20; Fil. 1, 24; Rom. 8, 3), la descen­
Tivevya (rüah) y al principio superior e interno dencia natural (Rom. í, 3; 4, 1) o también la
del hombre (néphes): II Mac. 6, 30; naturaleza humana, el hombre (Jn. 1, 14; Le.
7, 37; 14, 38: Sab. 4, 14; 7, 27; 8, 19 ss.; 3, 6, etc.), frecuentemente con la idea accesoria
9, 15: 10, 16). de debilidad física (I Cor. 15, 50; Gál. 1, 16;
6. La sangre humana, lo mismo que la ani­ Ef. 6, 12, etc.). Una acepción característica,
mal, es sagrada por ser la sede de la vida frecuente sobre todo en San Pablo, es la de
(Lev. 17, 11-14; Dt. 12, 23) e incluso la vida naturaleza humana moralmente débil, sede de
misma (Lev. 17, 14; Dt. 12, 23). Cualquiera la concupiscencia, y, como tal, opuesta al es­
que sea la función fisiológica de la sangre, la píritu (Rom. 7-8; Gál. 5; II Cor. 10, 2; Ef.
experiencia enseña que el hombre vive durante 2, 3; Mt. 26, 41; Me. 14, 38; Jn. 1, 13;
todo el tiempo en que la sangre palpita, y II Pe. 2, 10.18).
muere cuando la sangre sale del cuerpo. Siendo 2. Lo mismo que la népheS, (alma),
Dios el dueño de la vida, son cosas prohibidas aunque contrapuesta al cuerpo material (Mt.
la sunción de la sangre y el homicidio (Gén. 10, 28 ; 26, 38), hállase en íntima relación con
9, 4 ss.; Lev. 3, 17: 7, 26 s .; 17, 10-14; el cuerpo y con la carne, como principio de la
19, 26). vida sensible (Le. 12, 19-23; Apoc. 18, 14).
7. Los órganos de la actividad sicológica Por lo mismo muchas veces se significa con
son característicos: el corazón (léb, lébab) es ella la vida misma, a veces la persona viviente
el órgano de la actividad intelectiva, como para (Me. 3, 4; Rom. 2, 9, etc.), y puede sustituir
nosotros el cerebelo, que nunca está mencio­ al pronombre reflexivo (Mt. 10, 39; cf. Le. 9,
nado en la Biblia (Dt. 29, 4; Is. 6, 10: I Re. 24 etc.), y, en fin. no es raro el que se le
3, 9, etc.). Son frecuentes las expresiones: «dar atribuyan afectos y deseos incluso racionales
269 HUMILDAD

(Mt. 26, 38 ; Me. 14, 34; Jn. 12, 27; Le. 1, 46). HOSANNA. — Simple aclamación triunfal que
3. Además de el Nuevo Testamento significa: gloria, alabanza (cf. Le. 19, 38), que
emplea la voz nvev^a («espíritu»), como el An­ repitió calurosamente la turba en la solemne
tiguo Testamento empleaba rüah juntamente entrada de Jesús en Jerusalén. «La multitud
con néphes, pero al «espíritu» solamente le que le precedía y la que le seguía gritaba di­
atribuye actividades propiamente espirituales ciendo: Hosanna en las alturas» (Mt. 21, 9;
(Me. 2, 8 ; Le. 10, 21; II Cor. 1, 11, etc.). Me. 11, 9; Jn. 12, 13). Expresión de intensa
El «espíritu» es considerado como principio alegría, equivalente a la aclamación de: ¡Viva
más bien que como sujeto, salvo raras excep­ el Mesías! (= Hijo de David; Jn. 12, 13, «rey
ciones justificadas por el contexto (Le. 1, 47; de Israel»; el que viene en el nombre del Se­
Act. 17, 16; I Cor. 14, 14). Así el IV Evan­ ñor: Sal. 118, 26), a él gloria en el cielo y en
gelio afirma que el alma de Cristo está turbada la tierra (cf. Le. 19, 38).
(Jn. 12, 47), pero que Él se turba en su es­ La exclamación hebrea y aramea hósacnna
píritu (13, 21). Lejos de reemplazar al «alma», es una apócope de la forma regular hóSi’áhnná,
el «espíritu» es nombrado juntamente con ella, única que se encuentra en el Antiguo Testamen­
apareciendo los dos como dos aspectos de la to, Sal. 118, 26, y significa etimológicamente
misma sustancia (I Tes. 5, 23; tiebr. 4, 12). «ay salva», «ay sálvanos». Este salmo, último
En consecuencia, la concepción tricótoma erró­ del pequeño Allel (v.) recitábase en la Pascua
neamente afirmada por los gnósticos, y pos­ (al inmolar y consumir el cordero) y durante
teriormente por Apolinar, fundándose en estos todos los días de las fiestas de los Tabernácu­
textos, es desconocida en el Nuevo Testamento. los (v.), y al último día de esta fiesta lo llama­
4. Con el término nvevfjLa, además de la ban incluso «el día del gran Hosanna», por
actividad intelectual, San Pablo expresa con razón de las aclamaciones que resonaban du­
preferencia el alma humana en cuanto vive la rante la procesión repetida hasta siete veces.
vida sobrenatural producida por el Espíritu Llamaban asimismo Hosanna al manojo de ra­
Santo (I Cor. 14-16; Gál. 6, 18; FU. 4, 23, mas de mirto o de sauce que cada israelita lle­
etcétera) y la persona misma del Espíritu Santo vaba en la mano y agitaba en esa circunstan­
en el contexto trinitario. Mas el alma humana cia. Así es como ese término pasó de la liturgia
en cuanto vive según los principios naturales al uso de la vida pública, y que en el lenguaje
es significada por San Pablo preferentemente del pueblo equivalía a un grito de gran regocijo,
con el término que era corriente en su tiempo: sin conservar ya nada de su significado etimo­
V0Í 9, unido a Trvevpa (Ef. 4, 23) o contrapuesto lógico, algo así como el allehtia ( = alabad a
a él (I Cor. 14, 14-23), o también sólo para Yavé) pasó de la liturgia a nuestras lenguas.
indicar la inteligencia del pagano (Rom. 1, [F. S.]
28; Ef. 4, 17, etc.), o la del hombre pecador BIBL. — D. Buzy, S. Matthieu; L. Pirot, S. Marc
que lucha contra la carne pero que no ha (La Ste Bible, cd. L. Pirot - A. Clamer, 9), París 1946,
sido aún renovado por el divino Espíritu (Rom. pp. 272. 535 s.
7, 23 ss.).
5. Los -órganos de la actividad sicológica HUMILDAD. — (Hebr. canáwáh, 3onI; gr.
son los mismos que en el Antiguo Testamento: ra-eív(j)(ri$). Es ante todo un estado objetivo
el corazón (ttapSía) en particular es el centro del hombre, proveniente de pobres condiciones
de la vida sensitiva, intelectovolitiva y moral. sociales, esclavitud, enfermedades, desgracias
Las visceras (o-7rAáyyva) son el centro de los (Gén. 29, 32; Dt. 26, 7; Jdt. 6, 15; Le. 1, 48;
tiernos sentimientos de afecto y de misericordia II Cor. 10, 1, etc.). Si no va unido a un des­
(Le. 1, 78; FU. 1, 8 ; 2, 1; Filem. 12). [A. R.] orden moral, semejante estado es un título de
gloria ante Dios (Jdt. 8, 17), aunque no sea así
BIBL. — J. Schwab, D e r B e g r iff d er N éfes in den
ante los hombres (Eclo. 13, 25. 27), pues de­
h l. S c h r i/tc n d es A . Mónaco 1924; F. R usche,
T .,
o ju t, L eb en u n d Paderborn 1930. pp. 308-58;
S e e le , termina la consolación (II Cor. 7, 6) y la glo­
F. Salvoni. I I s a n g u e n e l i a ¡ e t t e r a t u r a b í b l i c a , en M e ­ rificación por parte de Dios (Jdt. 8, 17; Eclo.
d i c i n a e M o r a l e , 1946, Dp. 311-318; BaumgaRTEl-B ehm.
KapSía* en T h W N T , III, pp. 609-16; Bfhm, voi>9- 11, 13: 20, 11; Le. 1, 52; Sant. 4, 10; I Pe.
ib id ., IV, pp. 950-58; W. G utbrod, D i e p a i i l h v s c h e 5, 6, etc.).
d n th r o p o lo g ie , Stuttgart 1934; F. Prat, L a t e o l o g í a Como disposición de ánimo, es un defecto en
d e S . P a o l o . II. trad. esp.. México 1947, pp 391-405;
H. M ehl - K oehnlein. L ’h o m m e s e lo n V a p ó tr e P a u l. la mentalidad de los paganos, pero para los
Neucháiel 1951 ; G. Pidoux. V h o m m e d a n s V A n c l e n t hebreos, y sobre todo para los cristianos, es
l e s t a m e n t (Cahiers Tlicologique, 32). Neuchátel 1953;
cE- K i v i s t a B í b l i c a , 4 (1956), 34-42. una virtud moral, de la que Cristo, «humilde
de corazón» (Mt. 11, 29), fué modelo perfecto.
HOREB. — v. Sinai. La humildad, tan grata a Dios (Eclo. 3, 21) y
HURRITAS 270

tan recomendada a los cristianos (I Pe. 3, 8), caz (Jdí. 9, 16; Sal. 102, 18; Eclo. 25, 21),
consiste en reconocer la propia nada frente a para que lo sea la gracia (Sant. 4, 6 ; I Pe. 5,
la transcendencia divina (Sal. 39, 6), en aceptar 5), para alcanzar la salvación (Mi. 18, 4; 23,
las humillaciones a ejemplo de Cristo (Flp. 2, 12); es, en fin, preludio de la gloria (Prov. 15,
8), en rebajarse ante el prójimo (I Pe. 5, 5), 33; 29, 33). [A. R.]
dispuestos a servirle (Mí. 20, 25; Le. 22, 25). BIBL. — R. N orth, aUmilis corde» in luce Psalmo­
La humildad es principio de sabiduría porque rum, en VD, 28 (1950), 153-61.
conserva al hombre en el equilibrio (Prov. 11,
2); es la condición para que la oración sea efi­ HURRITAS. — v. Jórreos.
I
IDOLOTITOS. — Literalmente, del griego = IGLESIA. — En el Antiguo Testamento el grie­
«sacrificado al ídolo»; es la parte de la ofrenda, go ¿ K K ^ r j c r í a (traducción, juntamente con
en general, o de la parte del animal inmolado en c r v v a y u ) y r ¡ , del hebreo qahal) significa reunión
sacrificio a la divinidad, que por derecho per­ de pueblo (p. ej., Dt. 9, 10; 18, 16), a veces
tenecía a los sacerdotes, los cuales, después de por motivos civiles (Eclo. 26, 5; Jue. 20, 2:
haber tomado cuanto necesitaban, hacían ven­ reúnese al pueblo para la guerra), pero de ordi­
der lo restante en las carnicerías públicas (I Cor. nario con fines religiosos (Dt. 9, 10; 18, 16,
10, 25). etcétera; muchas veces en los Salmos); así al
Según la mentalidad de aquellos tiempos, el día en que se convocó al pueblo en las faldas
comer de tales carnes equivalía a participar del del Sinaí (Dt. 4, 9-13; 5, 19, etc.) se le llama
sacrificio, participar del culto, entrar en comu- ióm haqqahal: f¡p.epa rr¡5 ex/cAiycria? (trad. grie­
_nión con la divinidad (v. Eucaristía). ga) ; «Iglesia ( = reunión) de Israel» a la con­
¿Era lícito a un cristiano, invitado a un ban­ gregación del pueblo para la dedicación del
quete, comer de dichas carnes notoriamente ido­ templo (I Re. 8, 14. 22) y para la fiesta de los
látricas? En general, ¿qué comportamiento de­ tabernáculos en tiempo de Esdras y Nehemías
bería observarse en tales mesas? (Neh. 8, 17). «Sinagoga», tiene un significado
El concilio de Jerusalén acogió la sugerencia más genérico y profano.
de Santiago el M enor: que en las comunidades El término Iglesia sólo se emplea tres veces
mixtas, los convertidos del paganismo se abstu­ en los Evangelios (Mt. 16, 18; 18, 17 bis); 23
vieran de comerlas para no herir el sentimiento veces en los Actos; 64 veces en las Epístolas
de los judíocristianos (Act. 15, 28 s.). de San Pablo; una Yez en Sant.; tres en la
Para los fieles de Corinto (I Cor. 8, 1-13; III Jn. y 20 en el Apocalipsis. Tiene el signi­
10, 14-23), San Pablo no da una prohibición ficado de «reunión de pueblo» o «pueblo reuni­
general; en realidad para el que conoce la nada do* (Act. 19, 32. 39. 40); siempre para el culto
de los ídolos el idolotito no tiene nada de espe­ de Dios; Iglesia son los mismos congregados
cial. Trátase, diría yo, de materia indiferente. (Rom. 16, 23; I Cor. 14, 23; cf. I Cor. 7, 7;
Por tanto el cristiano que tiene bien formada 17; 14, 33. 34. 35). Más frecuentemente signi­
la conciencia se regula libremente; pero debe fica «sociedades locales» (p. ej., en Act. 5, 11;
tener siempre presente el principio de oro de la 8, 1. 3; 11, 26; 12, 1...), a menudo con la in­
caridad fraterna para evitar el acarrear un daño dicación del lugar donde residía la Iglesia (la
a algún hermano de conciencia todavía flaca, Iglesia de Cencres: Rom. 16, 1; cf. I Cor. 1,
que sería inducido por su ejemplo a comer de 2; I Tes. 1, 1...),
aquella carne, aun manteniendo la antigua men­ Idéntico sentido tiene ei plural iglesias (Rom.
talidad, y por lo mismo contra conciencia. 5, 31; 16, 4. 5. 16...). A veces es tan pequeña
Por tanto, el fiel regulará su conducta con la comunidad, que sólo comprende una familia:
arreglo a ese principio, teniendo siempre en Iglesia doméstica (Rom. 16, 5; I Cor. 16, 29;
cuenta la ardiente expresión del Apóstol: «Si Col. 4, 15...). Pero al mismo tiempo se habla
inquieta la conciencia de un hermano, no co­ de Iglesia que se extiende por toda Judea, Ga­
meré jamás esa carne». [N. C.] lilea y Samaria (Act. 9, 31; cf. 8, 1; '13, 1;
Rom. 16, 1 ; I Cor. 1, 2; II Cor. 1, 1); es la
BIBL. — Büchsel, en ThWNT, II. p. 375 s . ; E. B. única Iglesia universal que comprende todos
Allo, Prem'ere épitre aux Corinthiens, 2.“ ed., París
1935. pp. 195-215. 236-45. los fieles y se manifiesta en las diferentes comu­
nidades o Iglesias particulares (p. ej., Rom. 16,
IDUMEA. — v. Edom. 1 ; I Cor. 1, 2; II Cor. 1, 1). La universalidad
IGLESIA 272

..de la Iglesia se confirma con el hecho de que medida que a cada uno de ellos le es otorgada
tanto las iglesias judíocristianas (p. ej., en Jeru- (Ef. 4, 11-14) y en la caridad (Ef. 4, 3. 16).
salén), como las étnicocristianas (en Antioquía) A su vez los fieles experimentan el efecto de
eran llamadas Iglesias con idéntico derecho. estos influjos vitales en cuanto son miembros
Hállase a veces la especificación de ig l e s ia d e del cuerpo de Cristo (Ef. 4 ,16) y están adheri­
.D i o s : t o v O e o v (Ací. 20, 28; I Cor. 1, 2; dos a la cabeza (Col. 2, 19).
II Cor. 1, 1; cf. qahal Yavé; et<K \r¡cría t o v A la Iglesia se la llama también pleroma (ple­
K v p ío v ). nitud) de Cristo (Ef. 1, 23). En Cristo habita
La Iglesia es la realización del «reino de el pleroma de la divinidad, que tiende a la san­
Dios» ( = «reino de los cielos»: Mt.) predicho tificación de los otros; Cristo es la causa de la
•por los profetas, término final de toda la anti­ redención y de la salvación universal y quiere
gua economía (v. Alianza). que todos se santifiquen (Col. 1, 18; cf. Ef. 4,
La Iglesia es el mismo «reino de Dios». Así 10). Por consiguiente la Iglesia es el pleroma
pues, tanto el término como el significado se de Cristo en cuanto en ella se ejercen todos los
interpretan con la luz del Nuevo Testamento: influjos salvadores de Cristo, obradores de la
la Iglesia del N. T. es el pueblo elegido, here- redención (cf. J. Huby, Les Epíires de la capti-
.dero y perfeccionador de la Iglesia o reino de vité, París 1935, pp. 167-71).
Dios del A. T. Esto se confirma con las cualida­ La Iglesia es asimismo esposa de Cristo (Ef.
des que se atribuyeron antes al pueblo del A. T. 5, 22-32; cf. II Cor. 11, 2), y Cristo se entregó
■(cf. Ex. 19, 5. 6) y se han traspasado a los cris­ a sí mismo por ella para santificarla.
tianos: raza elegida; sacerdocio regio, nación Es agricultura de Dios, construcción de Dios
sania, pueblo adquirido (I Pe. 2, 9). Estos son, (I Cor. 3, 9), templo santo en construcción (Ef.
la circuncisión (Flp. 3, 3), el Israel de Dios 2, 21; cf. I Cor. 3, 15). A través de estas imá­
(Gal. 6, 16), la descendencia de Abraham y sus genes se ve claro que la Iglesia no es algo está­
.herederos (Gál. 3, 29), las doce tribus (Sant. tico sino dinámico, en cuanto es cultivada, edi­
1, 1). Así se dice de ellos que son los llamados, ficada, santificada (cf. Ef. 4, 15.. 16), y debe
elegidos, santos, amados (Rom. 1, 6. 7; I Cor. crecer como cuerpo que es.
1, 2), como el pueblo del A. T. (Ex. 19, 5; Para que la Iglesia llegase al estado de per­
Dt. 7, 8. 9). Para San Pablo la Iglesia es también fección, Cristo le concedió muchos carismas
el cuerpo de Cristo (cf. Rom. 12, 4-8; I Cor. (Ef. 4, 7-16; cf. Roma. 12, 3-8; I Cor. 12,
12, 31 y principalmente las epístolas de la cau­ 7-30) moderados por la jerarquía (I Cor. 12,
tividad, Ef., Col.). Los cristianos son un solo 14), pues la Iglesia no es una sociedad caris-
cuerpo porque todos viven de la misma vida, mática sino regida por la autoridad: los após­
recibida en el bautismo, alimentada con la Eu­ toles (Mt. 28, 18-20; Me. 16, 15 ; Luc. 24, 47;
caristía (I Cor. 10, 7) y que es vínculo de unión, 7/i. 20, 21) a quienes legó su autoridad (Le. 10,
no sólo con Cristo (Rom. 6, 3) sino con todos 16; Mt. 10, 40; 18, 18), y para cabeza de los
los otros cristianos (I Cor. 12, 13); v. Cuerpo cuales designó a Pedro y a sus sucesores, fun­
místico. damento de la Iglesia y jefe universal (Mt. 16,
La relación entre Cristo y los fieles, principio 18-19), guía autorizada de las ovejas (Jn. 21,
de unión y de gracia, se presenta con la imagen 16-18; cf. F. Spadafora, I Pentecostali, 2.a ed.,
de Cristo cabeza del cuerpo de la Iglesia (Ef. 1, Rovigo 1950, pp. 50, 89). Del ejercicio de esta
22; 2, 16; 4, 15, 16; 5, 23. 30; Col. 1, 18, 24; autoridad concedida a Pedro tenemos varios
3, 15). Cristo, cabeza, tiene la primacía abso­ indicios ya desde los tiempos apostólicos (Act.
luta (Col. 1, 18; Ef. 1 ,22); a él está sometida 1, 15; 2, 14. 17...). Los apóstoles conservaban
la Iglesia (Ef. 5, 24); Él es el principi<p de plenos poderes sobre las iglesias por ellos fun­
unión (Ef. 4, 16) y de vida del cuerpo (Col. 2, dadas (I Cor. 11, 16. 34), aun cuando en ellas
19); éste debe tender hacia él (Ef. 4, 15). Con había ya superiores locales (I Tes. 5, 12; Rom.
el sacrificio de la Cruz, Cristo obró esta unión, 12, 5; Act. 14, 23; 20, 17; obispos y diáco­
suprimió la ley, rompió la pared de división en­ nos: Flp. 1, 1).
tre judíos y gentiles (Ef. 2, 14-16) influyó salu­ Hacia el fin de su vida San Pablo expone
dablemente en los fieles (Ef. 4, 15, 16; Col. 1, las reglas que deben seguirse para el nombra­
20; 3, 15) y redimió a la Iglesia (Ef. 5, 23). miento de los sucesores, indicando las cualida­
Y para que este cuerpo alcanzase la estatura des de que debían estar revestidos (I-II Tim.;
perfecta, entre otros dones, como el bautismo Tit.; cf. U. Holzmeister, en Bíblica, 12 [1941],
y la fe, Cristo le dió su Espíritu (Ef. 2, 22; 4, 41-69).
4) y Ies encomendó diferentes géneros de mi­ Finalmente, la Iglesia es la sociedad de quie­
nisterios que los fieles deben desempeñar en la nes han creído en Cristo mediante la predica-
273 INFANCIA (Evangelio de la)

ción de los Apóstoles {Rom. 10, 9. 10). Todos de una inestimable fuente de información, Ma­
pueden tomar parte en ella (Rom. 10, 11. 12). ría Santísima (Le. 2, 19. 51), describe «con
Éntrase con el bautismo (Mi. 28, 19; Me. 16, orden» (1, 3) los acontecimientos, pasando por
16; Ací. 2, 28...). La Eucaristía es un rito de alto los que están contenidos en Mí., los cuales
unión (I Cor. 10, 17), y la caridad es la ley al trazar una vida de Jesús han de insertarse en
fundamental (Jn. 13, 35). El fiel tiene el deber la narración de Lucas. De tal hecho puede de­
de observar todos los preceptos de Cristo (Mt. ducirse que Lucas al componer su Evangelio no
28, 20; cf. Rom. 13, 9), y en caso contrario la sólo tuvo delante a Me. sino también a Mt.
autoridad tiene facultad para alejarlo de la co­ Comienza por la aparición del ángel a Zaca­
munidad (Mí. 18, 17), sea por errores acerca rías en el Templo y la anunciación del naci­
de la fe (I Tim. 1, 20), sea por malas costum­ miento del Precursor, San Juan Bautista (1, 5-
bres (I Cor. 5, 3-6; I Tes. 3, 6. 14). Mas 24); luego sigue la Anunciación con el bellísimo
la potestad no ha sido dada para dominar coloquio del ángel con la Virgen, de subido
sino para servir (cf. Le. 22, 25-27; Filem. 8, 9; valor teológico (1, 26-38); la visita de María
I Cor. 4, 14. 15; I Pe. 5, 3) y para edificar el a Santa Isabel, con el Magnificat y el testimonio
cuerpo de Cristo (E f. 4, 12). [B. N. W.] de Isabel que llama a Nuestra Señora: Madre
BIBL. — A. M édebielle . en DBs, II, col. 487-691; de mi Señor (en los LXX Kvpios es la traduc­
K. L. Schmidt , en ThWNT , III, 502-39; L. C erfaux, ción de Yavé), es decir, de mi Dios (1, 39-56);
La Théologie de l’Eglise suivant s. Paul, 2.* ed., Pa­ nacimiento y circuncisión del Precursor con el
rís 1948; F. M. Braun, Aspects nouveaux du probléme
de PEglise, Friburgo 1942; C. S picq, Les E. pastorales. Benedictus (1, 57-80). En este punto debe colo­
París 1947, pp. 84-97. 234-40; M. M einertz, Theologie carse a Mt. 1, 18-24, es decir, al regreso de
des Neuen Testament, I, Bonn 1950, pp. 69-80; * J. M.
G onzález R u iz , Fundación pleromátlca de la Iglesia María de casa de Isabel.
según San Pablo (X III Sem. Bíblica Española, M adrid Lucas sigue describiendo el nacimiento, el
1953); Íd ., La unidad de ia I. en el N. T., en EstB,
IX (1945), 2. himno de los Ángeles, la adoración de los pas­
tores, la circuncisión de Jesús y, 40 días des­
INERRANCIA BIBLICA. — v. Inspiración. pués, su presentación en el Templo con el reco­
nocimiento del Mesías por parte de dos viden­
INFANCIA (Evangelio de la). — Reciben este tes inspirados: Simeón y Ana (2, 1-38).
título los dos primeros capítulos de Mt. y Le. La sagrada Familia vuelve de Jerusalén a Be­
referentes al nacimiento y episodios varios de lén, adonde llegan los Magos unos meses más
la infancia del Redentor. tarde, como se lee en Mt. 2, que añade la huida
Conforme a la finalidad del primer Evange­ a Egipto y el regreso, más el hecho de haberse
lio, que es el demostrar a los judíos que Jesús domiciliado en Nazaret (Le. 2, 39 = Mt. 2,
es el Mesías vaticinado en el Antiguo Testa­ 22 s.).
mento, San Mateo comienza (1, 1-17) fijando en Son, en fin, propios de Lucas (2, 40-52) la
la genealogía la procedencia davídica de Jesús referencia al crecimiento del divino Niño, el
( = hijo de David = Mesías: cf. Mí. 21, 9). episodio de su pérdida y hallazgo en el Templo
Luego con la afirmación del nacimiento virgi­ con ocasión de la peregrinación de una de las
nal, mediante el testimonió del propio esposo, tres grandes fiestas anuales, y el pincelazo final
San José, demuestra haberse realizado en tal sobre la vida oculta de Jesús en la santa casa
acontecimiento la precisa y valiosa profecía me- de Nazaret. La importancia teológica de estos
siánica de Is. 7, 14 (1, 18-25). Asimismo la visita capítulos corre parejas con la exquisita fineza
de los Magos (2, 1-12) ofrece ocasión para re­ y cálida poesía que constituyen el sabroso ali­
conocer la otra profecía de Mi. 5, 2 acerca del mento de los místicos y de todas Jas almas
nacimiento del Mesías en Belén. La matanza piadosas.
de los inocentes, la huida a Egipto, la elección Los racionalistas de otro tiempo se ensañaron
de Nazaret para domicilio de la sagrada Fami­ contra su historicidad. Naturalmente: para ellos
lia a su regreso, dan motivo a San Mateo para lo sobrenatural es una fantasía; la concepción
aplicar típicamente al Mesías lo que decía virginal y los otros milagros son imposibles.
Oseas (11, 1) al pueblo elegido, y lo que escribía Pero tal postura sólo puede atribuirse a un pre­
poéticamente Jeremías sobre el llanto de las juicio, pues en realidad no se ha alegado nin­
madres por la deportación de sus hijos, ponien­ gún argumento de crítica histórica capaz de
do en claro la analogía de las situaciones histó­ desvirtuar esta fuente purísima y genuina que
ricas, y en fin, para aplicar a Jesús «nazareno» es el Evangelio de la infancia. V. Magos, Ge­
(raíz: néser, «retoño») la profecía de Is. 11, nealogía, Quirino, Magnificat, Benedictus.
1; 53, 2. La crítica literaria confirma de lleno la au­
San Lucas, historiador exacto, que disponía tenticidad de estos capítulos que, como hemos
18. — Spadafora. — Diccionario bíblico
INOCENTES (Matanza de los) 274

visto, se insertan perfectamente en los respecti­ INMORTALIDAD DEL ALMA. — v. Hom­


vos Evangelios con las características propias bre.
de cada uno; y no sólo no existe oposición y
contraste entre Me. y Le. sino que al contrario INOCENTES (Matanza de los). — La matanza
se prestan mutuamente un armonioso comple­ de los niños de Belén, coetáneos de Jesús Niño
mento. Basta, finalmente, cotejar las fuentes (Mt. 2, 16 ss.) fué ejecutada por orden de He­
canónicas con los numerosos evangelios apócri­ rodes el Grande, furioso por el escarnio de que
fos (llenos de fantasía, groseros, milagreros) había sido objeto por parte de los Magos que,
que se ocuparon de la infancia del Redentor siendo dóciles a la palabra del ángel, se habían
(cf. M. Lepin, Evangiles canoniques et Evan- opuesto al doloso plan represivo del Rey (Mt. 2,
giles apocryphes, 2.“ ed., París 1902) para po­ 1-12), siempre con temores de perder el trono.
nerse en el puesto medio acerca del origen Fueron muertos todos ios niños varones de dos
divino del Evangelio de la infancia. [F. S.] años para abajo, porque, según los informes
BIBL. — H. S imón - J. Prado, N o v . Test., I, 6.* ed., pedidos a los Magos en relación con la apari­
Torino 1944, pp. 265-354; H. M ichel, en DThc, VIII,
col. 1346-70; L. F onk, en VD, 7 (1927), 289-95. Con ción de la estrella (Mt. 2, 7), se había llegado
rica bibliografía. a la conclusión de que el Niño Jesús no tenía
más de dos años.
INFIERNO. — En él Nuevo Testamento, ah]<$ No es posible determinar el número de los
(«invisible», Platón, Cratilo, 403 a, Fedón. Di­ niños sacrificados. Queda descartado el número
ferente etimología en Cratilo 404 b; infernus) simbólico de 144.000 de Ap. 14, 1, que se refiere
es el lugar de castigo de los malos después de a las filas de ascetas cristianos. Basándose en
su muerte. estadísticas demográficas, muy oscilantes por
Ya el Precursor hace referencia al castigo: desconocerse el número de habitantes de Belén
«Todo árbol que no da buen fruto será cortado
y arrojado al fuego» (Le. 3, 9; cf. M t. 3, 10; y el índice de natalidad y de mortandad infan­
Jn. 15, 6), y añade que el Mesías quemará la til en el tiempo de Jesucristo, U. Holzmeister
paja en un fuego inextinguible (Le. 3, 17; propone el número de 65-80 varones, suponien­
Mt. 3, 12). La imagen del fuego como pena de do en Belén unos 3.000 habitantes, un índice de
los condenados la toma también Jesucristo al natalidad de 40 por mil, y de mortandad el 1/3
decir: «Asi será en la consumación del mundo: ó 2/5 en dos años. Otros comentadores, que re­
saldrán los ángeles y separarán a los malos de ducen a mil los habitantes, al 30 por mil la na­
los justos, y los arrojarán al fuego» (Mt. 13, talidad y a la mitad de los nacidos la mortan­
47-50; Ap. 1, 15; 9, 2. Lago de fuego en Ap. dad, proponen cifras muy inferiores; pero son
19, 20; 20, 9. 10. 15; 21, 8). El fuego es eterno pocos los que limitan a 10-12 los sacrificados
(Mt. 24, 41 s.) e inevitable (Le. 16, 26). Es si­ (A. Bisping, P. Schegg) o a 12-15 (P. Schanz,
nónimo y símbolo del infierno la Gehenna (v.), J. Knabenbauer), y muchos los que se inclinan
«donde ni el gusano muere ni el fuego se apa­ por unos veinte (M. J. Lagrange, M. Sales,
ga» (Me. 9, 46. 48). H. Simón - J. Prado, etc.). La matanza de los
Orígenes, Gregorio Niseno, Jerónimo, Am­ inocentes es presentada como cumplimiento de
brosio y Juan Damasceno explican simbólica­ la palabra del profeta Jeremías (Mt. 2, 17-18;
mente esta expresión y consideran el fuego cf. 3er. 31, 15). El llanto de las mujeres de Be­
como imagen de las penas que atormentan a los lén, privadas de sus hijos, evoca a la memoria
malos; cf. Lagrange, comentario a Me. 9, 43; del evangelista el de Raquel, sepultada en
A. Feuillet, en RB, 57 (1950), 189. En algunos Rama, junto a Belén, poéticamente descrita por
textos, el infierno es sinónimo de se‘ol (v.), o el profeta Jeremías como llorando a los he­
sea que indica la morada de los difuntos antes breos deportados a Babilonia. El evangelista
de la resurrección de Jesucristo (Le. 16, 23; hace una simple acomodación, sugerida por la
Act. 2, 27. 31 rr. Sal. 16, 10). Así Jesucristo analogía entre ambas situaciones. La matanza
tiene las llaves de la muerte y del infierno (Ap. de los inocentes responde exactamente a lo que
1, 18; cf. 20, 13; I Cor. 15, 55) en cuanto conocemos del carácter sombrío y cruel de He­
vencerá a la muerte y dará la bienaventuranza a rodes, el asesino de su esposa, de sus hijos y
los justos que están esperando en el se’ol (v. Re­ de los de sus enemigos (Macrobio, Saturnal,
tribución). [F. V.] II, 4). [A. R.]
BIBL. — P. A ntoine. en DBs, III, col. 1071-75;
C. Spicq, La Révélation de VEnfer datts la Ste. Scri- BIBL. — G. Riccrorri, Storia d'tsraele, II. ed. 3.“,
ture. París 1944. pp. 89-144; F. C umont, L u x per­ Torino 1942, pp. 377-415; U. Holzmeister, en VD.
petua, ibíd. 1949, pp. 224 ss.; C. M. E dsman, Ignis 15 (1945) 375-79; H. S imón - G. D orado, Novum Tes­
Divinus, Lund 1949. tamentum, I, 7.* cd., Torino 1951, pp. 340 ss.
275 INSPIRACIÓN

INSPIRACIÓN. — Este término expresa la Transfiguración (1, 12-18), y la autoridad, ma­


cualidad de los libros catalogados en el ca­ yor aún (que la subjetiva) de las profecías mesiá-
non (v.) del Antiguo y Nuevo Testamento: o nicas, a las cuales debemos adherirnos como
sea su origen divino. El abstracto procede del a luz que brilla en medio de la oscuridad de
adjetivo verbal Seónvevo-ros* «inspirado por esta tierra, en tanto que no brille para cada
Dios», que emplea San Pablo (II Tim. 3, 16) uno el día de su encuentro con Jesús. Ante todo
aplicándolo precisamente a los libros del Anti­ que tengan presente que «ninguna profecía de
guo Testamento. No hay verdad dogmática que, la escritura se deja a la interpretación de cada
como ésta, esté tan universal y unánimemente uno («se trata de interpretación privada» —
afirmada por las fuentes bíblicas, por la tradi­ G. Luzzi; o es fruto de interpretación priva­
ción judía (para el A. T.) y cristiana. da» — De Ambroggi); porque ninguna profecía
En Mac. 12, 9, en Fl. Josefo, Ant., al princi­ ha sido proferida en los tiempos pasados pon
pio, en el Talmud (Sabbath, 16, 1) se habla ex­ humana voluntad, antes bien los hombres, lle­
plícitamente de «libros santos», «sagrados», de vados (movidos, completamente dominados,
«escritura divina». Nuestro Señor y los Após­ bajo un influjo, (pepó/xevot; el mismo verbo se
toles hablan.de «palabra de Dios» ( = las pres­ emplea en Act. 27, 15 refiriéndose a la nave
cripciones de la Ley r rov Aóyov rov 3eoü Me. que por no poder resistir al viento se deja llevar
7, 13), «los dichos de Dios» (así llama San Pa­ a merced del mismo) por el Espíritu Santo, ha­
blo a todo el Antiguo Testamento: Rom. 3 ,2 : blaron de parte de Dios».
ra \oyLa rov 3eoñ); «las sagradas escrituras» Estos dos textos se completan mutuamente:
(II Tim. 3, 15). Explícitamente Dios se declara el primero afirma formalmente la inspiración
autor de él: Mí. 22, 43 respecto del Sal. 110 de todos los libros del A. T .; el segundo es me­
(109); Act. 4, 25: «Oh Señor, tú que hiciste el nos explícito en cuanto a referirse a todos los
cielo y que mediante el Espíritu Santo, por boca libros, pero tiene una alusión clara a la natura­
de nuestro padre David tu siervo dijiste: ¿Por leza misma de la inspiración. Uno y otro texto»
qué braman las gentes...? etc.» Sal. 2; Hebr. al que hay que añadir otros, son un argumento
3, 7 «Por eso dice el Espíritu Santo...» = Sal. histórico del pensamiento de los Apóstoles y de
95 (94), 18 ss., etc. Jesucristo N. S. acerca de la inspiración. ¡Para
Repetidas veces se afirma su autoridad indis­ los libros del Nuevo Testamento no tenemos
cutible y divina, sea directamente (Le. 18, 31; argumentos de tal alcance. En I Tim. 5, 18 s.
24, 44-47: «Es preciso que se cumpla todo lo San Pablo cita como escritura Sagrada a Dt.
que de mí se ha escrito — dice el Resucitado — 25, 4 juntamente con una frase que hallamos
en la Ley, en los profetas y en los Salmos»), en Le. 10, 7; pero no puede afirmarse con
sea en las argumentaciones (Jn. 10, 34 dice re­ certeza tal referencia al Evangelio escrito. En
firiéndose al Sal. 82 [81J, 6: «La escritura no cambio II Pe. 3, 16 coloca las epístolas de San
puede fallar»; Rom. 1, 16 refiriéndose a Hab. Pablo en el mismo plano de las «otras escri­
2, 4; etc.). turas».
La inspiración divina se afirma formalmente Es inútil transcribir testimonios de los Pa­
en II Tim. 3, 15 s. y en II Pe. 1, 20 s. San Pa­ dres, pues desde los escritos de la misma edad
blo escribe así: «Por tu parte permanece fiel apostólica afirman unánimemente la inspira­
(contra las peligrosas novedades en la enseñanza ción de toda la Sagrada Escritura; y no sólo
de la doctrina) a lo que has aprendido y te ha eso, sino que dicen, además, que se trata de
sido confiado, considerando de quiénes lo apren­ verdades de fe predicada de un modo clarísimo
diste, porque desde la infancia conoces las Es­ en la Iglesia (cf. Orígenes, De principiis, I,
crituras Sagradas, que pueden instruirte en 4, 8).
orden a la salud por la fe en Jesucristo. Pues En cuanto a la naturaleza de la inspiración,
toda la Escritura (en el conjunto y en cada una podemos clasificar las enseñanzas de ellos.
de sus partes = las Sagradas Escrituras del ver­ l.° Los primeros apologetas en particular,
sículo precedente) es 3eÓ7rveucrro9> «inspirada para describir la acción de Dios sobre el hagió-
por Dios», y (por tanto) útil para enseñar, para grafo, reproducen las expresiones e imágenes
argüir, para corregir, para educar en la justicia, bíblicas (II Tim.; II Pe.; Am. 3, 8; Jer. 20, 9;.
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y v. Profetismo) con la terminología que emplea­
consumado en toda obra buena». ron Platón (Tim. 71 E-72 B; Menon 99 CD;
San Pedro advierte a los fieles que su predi­ fon. 533 Dss.), Virgilio (En. VI, 45-51. 77-80),
cación está fundada sobre bases solidísimas, in­ Lucano (Farsalia V, 161 ss.), etc., para el fenó­
discutibles : su misma autoridad como testigo meno estático: el profeta es instrumento, ór­
ocular de la divina majestad de Cristo, en la gano de Dios (Atenágoras, Leg. 7, 9 s .; Teó­
INSPIRACIÓN 276

filo, Ad Autol. 1, 14; 3, 23; Cohort. 8; PG 6, (24 de abril de 1870; EB, n. 79) contra los
904 ss.; 1045. 1156; 256). racionalistas (desde Ioh. Sal. Semler, 1725-91,
Pero contra los montañistas, que admitían, de G. Paulus, D. Strauss en adelante) y semirra-
acuerdo con los citados autores paganos, la in­ cionalistas (Schleiermacher, Rothe, etc.), que
consciencia del autor inspirado, precisaban trataban de los libros sagrados y los juzgaban
enérgicamente que el autor humano es absolu­ con la misma medida con que se juzgan y se
tamente consciente y libre bajo la acción de tratan los otros libros. Tal definición fué repe­
Dios (cf. Miltiades en Eusebio, Hist. Eccl. tida por León XIII en la Providentissimus; por
V, 17). Pío X (decr. Lamentabili, en EB, n. 200 s.) en
2. ° Dios adicta», «dice» los libros sagrados.la condenación de los modernistas, que no ad­
San Ireneo: «Las Sagradas Escrituras son per­ mitían de la inspiración más que el nombre
fectas por haber sido dictadas por el Verbo de (Loisy: «Dios es autor de la Sagrada Escritura
Dios y por el Espíritu Santo» (Adv. haer. II, del mismo modo que es arquitecto de la basí­
28, 2; cf. IV, 10, 1; San Jerónimo, Ep. 120, lica de San Pedro»), por Pío XII en la Divino
10; San Agustín, en Ps. 62, 1, etc. PL 22, 997; afflante Spiritu, en A AS (1943) 297-326.
36, 748). Naturaleza de la inspiración. Santo Tomás,
3. ° Dios es «autor» (auctor en latín = escri­especialmente en la Ha ílae, qq. 171-174, or­
tor) o escritor de la Sagrada Escritura (Cle­ dena sistemáticamente los elementos bíblicos y
mente Alejandrino, Strom. 1, 5: PG 8, 717; patrísticos, ilustrando con radiante luz la ac­
San Ambrosio, San Agustín, San Gregorio M .; ción de Dios sobre el hombre, instrumento
PL 16, 1210; 42, 157; 75, 517), a la que se suyo, y el efecto que de ahí resulta. Trata
llama «carta que Dios nos ha enviado desde la directamente de la inspiración profética o in­
patria lejana» (San Crisóstomo, PG 53, 28; San flujo divino sobre el profeta para que hable en
Agustín, PL 37, 1159. 1952; San Gregorio M., su nombre (v. Profetismo) y no de la inspira­
PL 77, 706). ción en orden a la composición de los libros
San Gregorio se expresa así: «Pero es ente­ sagrados. Pero una y otra inspiración son sus­
ramente inútil preguntar quién las ha escrito tancialmente idénticas, de suerte que el tratado
(estas cartas de Dios a la humanidad que son de Santo Tomás es aplicable íntegramente a la
las Sagradas Escrituras; o sea preguntarse cuál inspiración bíblica.
sea el instrumento de que Dios se ha servido) El Doctor Angélico enunció unos principios
cuando en realidad se cree que el autor del fundamentales tan sólidos, seguros y decisivos
libro es el Espíritu Santo. El que en realidad que durante muchos siglos no se añadió nin­
escribió fué el que dictó todo lo que había que guna cosa de importancia a su exposición.
escribir. El que escribió fué inspirador de aquel León XIII, en la Encícl. Providentissimus
trabajo y mediante la voz (la expresión) del (EB, nn. 81-134), fundamental y decisiva es­
que escribía nos transmitió sus vicisitudes para pecialmente a este respecto, reproduce íntegra­
que lo imitásemos (In Job, praef.). mente la doctrina de Santo Tomás y la aplica
Los documentos de la Iglesia van sucedién- detalladamente a la inspiración bíblica en or­
dose desde el s. v en adelante (EB, n. 28. den a la composición de los libros sagrados,
30 etc.). reduciendo así a la unidad y a la claridad to­
Contra los maniqueos que rechazaban el An­ mista a cuantos se habían alejado de ella, de
tiguo Testamento, atribuyéndolo al principio entre los católicos, para seguir otros derroteros.
del mal, dichos documentos profesan y san­ Tal doctrina aparece reproducida, confirmada
cionan la unidad de los dos Testamentos y la y aclarada en algunos puntos en la encíclica
identidad de su autor divino. En tal sentido Spiritus Paraclitus de Benedicto XV (EB,
se pronuncia también el Concilio Florentino nn. 44-495), en la Divino afflante Spiritus y
(EB, n. 48). en la Humani Generis (AAS [1950] 563, 568 ss.,
El Concilio de Trento (EB, n. 59-60) definió 575 ss.).
el Canon (v.) y confirmó la inspiración divina La inspiración, en cuanto acción divina, con­
de todos los libros que lo integran, contra los siderada en sí misma, es un don, un «carisma»
protestantes, que en un principio admitían la otorgado por Dios, no para la santificación
inspiración bíblica y hasta la extendían inde­ personal del que la recibe (gracia santificante),
bidamente a las tildes y a los acentos, que son sino para bien de la Iglesia. Es carisma de
posteriores a los originales, pero rechazaban orden intelectual: es esencialmente una luz so­
algunos libros como no sagrados. brenatural infundida por Dios, bajo cuya in­
La definición dogmática de esta verdad se fluencia el hombre emite sus juicios. Por lo
dió en forma solemne en el Concilio Vaticano mismo no es estable en el hombre, sino que
n i INSPIRACIÓN

solamente le es infundida en orden al libro que error y aprobados por la Iglesia (a lo que se
va a escribir y en períodos destinados a tal llamó inspiración subsiguiente). Pero no se per­
fin. No va necesariamente enlazada con la cataban de que de tal suerte el libro, como
santidad del individuo: Dios elige a quien escrito por el hombre, por más que hubiere
quiere, y ni el mismo inspirado es consciente sido aprobado, no pasaba de ser humano y
de tal don. nada tendría de divino: Dios no sería entonces
Ante esta acción divina, el hombre reacciona su autor.
con manifestaciones vitales. Y si Am. 3, 8 (el G. Iahn sostuvo que para la inspiración bas­
león ruge, ¿quién no tiembla? Dios habla, taba la simple asistencia del Espíritu Santo,
¿quién no profetiza?) y II Pe. 1, 21, pudieran como la que es concedida al Sumo Pontífice
inducir a pensar en cierta carencia de libertad, cuando define solemnemente una verdad de fe,
Is. 6, 5-8.11; Jer. 20, 9, con 1, 6; Ez. 1, 3; para preservarlo de todo error. Pero es evi­
3, 22, con 3, 17-21, y especialmente Le. 1, 1-5; dente que tal asistencia negativa hace el libro
II Mac. 2, 24-33, atestiguan claramente la ple­ infalible, pero en manera alguna divino como
na conciencia, la correspondencia vital y el lo exigen los datos bíblicos y tradicionales.
pleno funcionamiento de la mente y de la vo­ Nadie ha llamado jamás divinas a las defini­
luntad del inspirado (A. Bea, en Studia Ansel- ciones solemnes e infalibles del Sumo Pontí­
miana, 27-28, Roma 1951, pp. 47-65). Téngase fice, que nadie puede comparar con la palabra
en cuenta la diversidad de estilo, las deficiencias de Dios, con la Sagrada Escritura.
de forma, etc. Franzelin, a quien siguieron muchos hasta la
El gran mérito de Santo Tomás está precisa­ encíclica Providentissimus, para asegurar la li­
mente en el método. No procede con abstrac­ bertad del hagiógrafo creyó que debían distin­
ciones, construyendo sobre términos entendidos guirse los cometidos atribuyendo las ideas a
genéricamente, sino que se funda sólidamente Dios, y su reducción a palabras y al ropaje
en datos bíblicos y patrísticos. Dios es autor literario al hagiógrafo. Era una vivisección des­
(escritor), el hombre es autor; Dios ha em­ provista de lógica, contraria a la sicología:
pleado al hombre como instrumento; le ha en nosotros no se dan las ideas puras, que
dictado (dictar = inspirar), le ha inspirado todo estén enteramente separadas de las palabras.
el libro. Todo el libro es de Dios, todo el Pero sobre todo era una incomprensión de la
libro es del hombre; principalmente de Dios, tradición: autor = escritor.
a la manera como todo efecto procede de la Recuérdense las citas que hemos hecho de
causa principal y juntamente de una causa se­ San Gregorio: escribió el que dictó (inspiró).
gunda instrumental. Franzelin quiso proceder en forma abstracta;
No podemos desviarnos de estos datos; no Dios es autor. Veamos si puede decirse siquiera
podemos crear un sistema que, por muy razo­ eso, puestos en el caso de que sólo hubiese
nable que sea, niegue o disminuya la parte de dado las ideas, colocándolas en la mente del
Dios o la del hagiógrafo, tal como está afir­ hombre, como se colocan en una pinacoteca
mada de un modo indiscutible por la tradición cuadros incompletos, para que allí se les reto­
y ha sido definida por la Iglesia. que y se les conserve. Pero los Padres, siguien­
Basta considerar la energía con que los Pa­ do los pasos de los Apóstoles, insisten en que
dres rechazaron a los montañistas que exage­ se deben considerar incluso las palabras como
raban la parte de Dios, reduciendo al inspirado divinas o como quiera que se las haga depen­
al estado de inconsciente. Igual error come­ der de Dios, y por tanto como punto de apoyo
tieron los primeros protestantes hablando de para argumentar (Hebr. 8, 13; 12, 26, etc.).
dictadura en el sentido más riguroso y redu­ Y en cuanto a las mismas ideas, son de Dios
ciendo. al inspirado a la situación de una mera y juntamente del hombre. Prácticamente no hay
máquina. ni un solo instante en que el hombre obre por
En cambio ha habido escritores católicos sí solo, como tampoco se realiza nada por
que, por defender la libertad y la vitalidad del parte de Dios si no es por medio del hombre.
hombre bajo la inspiración, y, más reciente­ Y los escritores más recientes que quisieron
mente, queriendo explicar eventuales impreci­ restringir la inspiración a solas las verdades
siones o errores jísicohistóricos, trataron de dogmáticas (F. Lenormant, S. Di Bartolo), ad­
restringir lo más posible la parte de Dios. Se mitiendo el error en las otras partes, además
llegó a decir que algunos libros históricos po­ de oponerse a cuanto aacbamos dé exponer,
dían llamarse inspirados (Lessio y Bonfrére) atentan directamente contra el principio uni­
o realmente lo eran (D. Haneberg) únicamente versalmente atestiguado por los Padres y por
por haber sido declarados como inmunes de el Magisterio infalible de que toda la Sagrada
INSPIRACIÓN 278

Escritura es inspirada y no puede hallarse en y menos aún el pincel solo, actúen en orden a
ella error alguno. obtener el efecto que, por lo mismo, es todo
• La causa del error, especialmente en estos del uno y todo del otro, aunque de manera
últimos escritores, y también en muchos de los diferente, pues al instrumento solamente le per­
precedentes, estriba en no haber distinguido tenece por la virtud que le ha comunicado el
entre inspiración y revelación. Todo es inspi­ principal agente.
rado en la Biblia, pero no todo es revelado Ha de tenerse también en cuenta que el ins­
(Synave-Benoit, pp. 277-82, 300-309, 335-38). trumento no cambia de naturaleza en manos
La revelación lleva consigo la comunicación del artista: si era defectuoso, defectuoso se
del objeto por parte de Dios, la de la misma queda, y pone en acto la virtud recibida del
materia que se ha de exponer. Pero ordinaria­ agente principal aplicando al efecto su propia
mente el hagiógrafo escribe lo que conoce con capacidad tal cual es. Por consiguiente nada
sus fuerzas, lo que ha aprendido diligentemente tiene de extraño el que en el efecto se com­
(Le. 1, 1-5; II Mac. 2, 24-30). Lo esencial, prueben las huellas de los que han concurrido
como decía Santo Tomás, es la luz divina para juntos para producirlo, y de ahí los eventuales
juzgar el objeto percibido, sea por revelación, defectos del instrumento. Para escribir un libro:
sea por vía natural con el estudio y la investi­ A) El entendimiento:
gación. Así los evangelistas nos cuentan lo que 1. °) debe concebir las ideas, coordinarlas
ellos mismos (Mt., Jn.) han visto, o lo que para emitir juicios y finalmente declararse en
han aprendido (Me., Le.) de viva voz de los pro de su verdad y certeza:
Apóstoles. 2. °) ha de formular la decisión de ponerlos
Ya Santo Tomás establecía una tajante dis­ por escrito para comunicarlos a los demás,
tinción entre la selección, la preparación del puesto que este trabajo intelectual podría que­
material y la redacción escrita. La acción de darse en la fase de simple «concepto»;
Dios comienza con el principio de la compo­ 3. °) ha de escoger y procurar la forma ex­
sición; la preparación previa no pertenece a la terna (o ropaje literario) más congruente: gé­
inspiración. En otros términos: la Sagrada nero literario, estilo, elección de vocablos, etc.
Escritura no debe considerarse como un libro B) El juicio (2.°: llamado práctico) del en­
creado y dado al hombre a manera de comu­ tendimiento mueve la voluntad que mediatiza
nicación, aunque sólo sea parcial, de la divina la actuación y la inicia.
omnisciencia; Dios ha querido hablar a los C) La voluntad mueve y aplica todas las
hombres, comunicarse con ellos por escrito, otras facultades inferiores ejecutivas (memoria
por medio de otro semejante a ellos, adaptán­ sensitiva, fantasía, nervios, etc.).
dose a la mentalidad de éste, a la nuestra. Para la concepción de las ideas Dios inter­
Santo Tomás sintetizó perfectamente toda la viene robusteciendo, aumentando la luz de
doctrina católica en este principio: Dios autor nuestro entendimiento. Los escolásticos llaman
principal, el hagiógrafo autor instrumental entendimiento agente a nuestra facultad en su
(Quodl. 7, a. 14, ad 5). Para explicar el pro­ primer acto, en relación con la concepción de
ceso de la acción de Dios sobre las facultades la idea. Los objetos externos penetran en nos­
del hagiógrafo basta desarrollar el principio otros a través de los sentidos que transmiten
ontológico de la causa instrumental. a la fantasía la imagen sensible de aquéllos
La causa agente puede ser doble: principal (= especie sensible expresa). Tal especie es
e instrumental. La primera obra por sola su transformada por la luz del entendimiento, y
propia virtud; la segunda sólo obra en virtud así se hace capaz de expresar la idea inma­
de una moción previa que recibe de la prece­ terial. Esta segunda operación (del entendi­
dente. Para tal acción el instrumento es elevado miento posible, según la termifiología escolás­
a una capacidad superior a su naturaleza, ade­ tica) está íntimamente enlazada con la primera,
cuada a la virtud del agente principal, y es incluso en orden a la cualidad de la idea: si
también aplicado a la acción. El pincel tiene la luz es poderosa, la idea es clara, distinta.
una virtud que le es propia, la de extender los Se nos habla de intuición, de genio: es la po­
colores, mas para pintar un cuadro es preciso tencia de nuestro entendimiento, que en ciertos
que el artista lo aplique y le comunique su hombres es extraordinaria.
capacidad (extender los colores siguiendo de­ Así, pues, la acción de Dios sobre el enten­
terminados dibujos y reglas). Así el instrumen­ dimiento es doble: fortalece y eleva la luz na­
to, además de su propia capacidad, adquiere tural, y luego aplica y eleva al entendimiento
otra más elevada, superior a su naturaleza. No de modo que exprese la idea, formule juicios,
se da un momento en que el pintor por sí solo, etcétera. Por consiguiente, la idea y los juicios
279 INSPIRACIÓN

son divinos y humanos. He ahí por qué no Dios, que ha dado el ser a las creaturas y
pueden contener errores, o sea que son infa­ las conserva, mueve también a cada una de
libles. El efecto no tiene esa característica sino ellas según la condición de la naturaleza propia
por la virtud divina que se comunica al hombre. de ellas, y por tanto las libra conservando y
De igual modo obra Dios respecto del juicio respetando su libertad (Santo Tomás, I, q. 83,
llamado «práctico». Algunos católicos habían a. .1 y ad 3; De Malo, q. 3, a. 2).
pensado que la acción divina comenzaba aquí. Dios «asiste a los escritores sagrados de suer­
En realidad, al emitir tal juicio el entendi­ te que puedan expresar debidamente, con infa­
miento vuelve sobre las ideas ya formuladas lible verdad, todo y sólo lo que Él quiere».
y las aprueba, por lo que sería suficiente que Con tal frase León XIII habla del influjo po­
el influjo de Dios recayese sobre tal revisión sitivo de Dios incluso sobre las facultades eje­
para estar seguros de su verdad. Pero en tal cutivas. Y tal influjo no ha de ser necesaria­
caso las ideas, en cuanto a su concepción, no mente inmediato, es decir, que no tiene que
pasarían de ser humanas y sólo humanas, sien­ ejercerse sobre cada una de ellas directamente;
do así que se trata de ideas divinas. León XIII es suficiente que se ejerza por medio de la vo­
dice tajantemente que la acción de Dios .se luntad, de la que todas ellas dependen y que
ejerce sobre el hagiógrafo «para que conciba las mueve a todas.
perfectamente» lo que Dios quiere. «Dios otorga una particular y continua asis­
La elección de los vocablos y de la forma tencia al escritor en tanto éste no haya termi­
externa es sicológicamente inseparable de la nado el libro» (Benedicto XV, Encícl. Spiritus
concepción de las ideas y de la formulación de Paraclitus, en EB, n. 448). Por consiguiente no
los juicios, y a ella se extiende igualmente el hay nada en el hagiógrafo que sea ajeno a
influjo divino, de suerte que las verdades pro­ esta acción divina; no se da un momento en
puestas por Dios son expresadas «de un modo que trabaje por sí solo, y por lo mismo todo
adecuado». Eso es lo que se llama «inspiración el libro es igual e íntegramente inspirado, es
verbal». Franzelin y muchos otros quisieron decir, divino y humano. El hombre no tiene
negarla partiendo de un concepto abstracto de conciencia de la acción de Dios; se ha afanado
«autor», como si no fuese equivalente a «es­ por recoger el material y sigue afanándose por
critor». En realidad no puede sustraerse al in­ componer el libro.
flujo divino esta parte tan importante e inse­
parable de la precedente, y sería incluso un Además de ser libre, bajo la influencia de la
atentado contra el principio ontológico de causa inspiración, el autor explica toda su actividad,
instrumental. Por otra parte, después de la en­ aplica y manifiesta sus dotes, su cultura, su
cíclica Providentissimus todos los autores han índole, su mentalidad. He ahí por qué ya los
vuelto a la doctrina tomista. Padres hacían notar las diferencias en el modo
Para que Dios sea verdadero autor del libro de concebir, en el estilo; la sublime poesía
es necesario también que intervenga sobre la del culto Isaías; la rudeza de Amos; los con­
voluntad del hagiógrafo, en forma tal que éste ceptos propios de San Juan en el IV Evangelio
ponga todos los actos necesarios para la ex- y de San Pablo (Rom. etc.) a propósito de la
teriorización del trabajo del entendimiento. Dios Redención; las diferencias entre los mismos
mueve (aplica) y eleva la voluntad de suerte Sinópticos.
que el efecto se produce infaliblemente. Trátase Todo el libro es de Dios y del hagiógrafo.
de moción previa (como hemos dicho respecto Con sólo explicar su propia virtud, el hombre
de las relaciones entre el agente principal y el ha puesto en acto la que en aquel momento
instrumento)» física (no sólo moral, como, por le ha sido comunicada por Dios, y así nosotros
ejemplo, las circunstancias externas pueden in­ sabremos lo que Dios ha querido decimos,
ducir a uno a escribir: los ruegos de los ro­ averiguando lo que el hagiógrafo ha querido
manos a San Marcos para que escribiese el expresar (v. Hermenéutica).
evangelio), interna, inmediata; de otra suerte Toda la Biblia es inspirada, tiene a Dios por
el hombre no sería causa instrumental. Este autor y es, por tanto, «palabra de Dios».
influjo deja íntegra la libertad, lo mismo que Mas no todo en el mismo grado, pues la
'sucede en relación con la gracia divina: se inspiración no presenta en cada uno de los
trata de la acción sublime de la Causa primera. elementos del libro la revelación de un pensa­
Los mismos autores sagrados tienen la sensa­ miento divino.
ción de que se deciden y escriben libremente Cuando se dice que lo accesorio es revelado,
(Le. 1, 1; cf. Rom. 15. 15 ss.: II Cor. 7, como lo es lo esencial, no se afirma que lo sea
8 s., etc.). en el mismo grado y por sí mismo. Lo acce­
INSPIRACIÓN 280

sorio es inspirado en función con lo esencial pirados) y por tanto sólo estamos seguros de
y en la proporción en que lo sirve. que el autor pensó y escribió así. Un elemento
El escritor no intenta escribir más que la que sólo figura en el texto como ornamento
«historia de la salvación» o «de nuestras rela­ literario es inspirado, pero solamente en cuanto
ciones con Dios», iluminar a los lectores con tal. Así cuando el hagiógrafo expresa dudas,
miras a ofrecerles cuanto necesitan para sal­ temores, sentimientos a veces imperfectos (Jer.
varse y dar gloria a Dios. Pero no presenta 15, 10; Gál. 3, 1), Dios quiere dichas expre­
un árido catálogo de fórmulas dogmáticas y de siones, y la inspiración nos asegura que efec­
preceptos, no ofrece una serie de «juicios for­ tivamente el hagiógrafo dudó, etc.: los senti­
males», sino que escribiendo como hombre y mientos expresados permanecen exclusivamente
para los hombres emplea mil medios para pre­ humanos. En efecto, no se trata aquí directa
sentar, ilustrar y hacer aceptar su mensaje. e inmediatamente de «juicios», es decir, de
Así que ningún detalle es superfluo cuando actos de la voluntad. En cuanto están expre­
contribuye a que el libro sea más bello, más sados en el libro inspirado (y sólo en este punto
agradable y por tanto más útil. comienza la inspiración), implícitamente se afir­
El primer verso de la Biblia es un juicio ma que el hagiógrafo realizó esos actos, y por
formal, una verdad dogmática fundamental: lo mismo tal juicio debe ser infaliblemente ver­
«En el principio creó Dios el universo». Esto dadero. Pero los mismos actos en sí mismos,
es esencial; en los vv. siguientes se describe de como no pertenecen al entendimiento, siguen
un modo popular y artístico cómo fué la crea­ siendo lo que eran, simples actos del hagió­
ción, y ese modo responde a los imperfectos grafo.
conocimientos del tiempo. Eso es lo accesorio. Inerrancia. Cuestión bíblica, — El haber con­
Está inspirado, sencillamente. Mas no por sí fundido inspiración con revelación y el haber
mismo, pues la Biblia no intenta ser, no es un admitido, como consecuencia, que todo ele­
tratado científico de geología, astronomía, etc. mento de la Biblia por el hecho de ser inspi­
También eso es «palabra de Dios», en cuanto rado era «palabra de Dios» en sentido unívoco,
se halla en la Sagrada Escritura, y Moisés así es decir, «revelación de Dios», fué la única
pensaba verdaderamente y así escribió; mas no causa de la desbandada de algunos católicos
es «formal aserto de Dios», revelado por Dios. ante las dificultades formuladas contra la ins­
Cuando el autor sagrado escribe que el perro piración de la Biblia por las ciencias físicas
de Tobías movía la cola, lo hace con el talento y por los datos arqueológicos.
consciente de un narrador que quiere agradar Que el error sea incompatible con la inspira­
con lo pintoresco. Mas es claro que no afirma ción es una simple deducción de los principios
este detalle en sí mismo, sino que lo utiliza expuestos, y tal incompatibilidad es enseñada
en función con el resto del libro y según el sin atenuantes y sin dudas por todas las fuentes
papel, bastante modesto, de simple ornamento. y por el Magisterio eclesiástico. No existe so­
De igual manera, cada uno de los elementos bre esto ninguna definición formal, pero se
del libro sagrado debe ser juzgado según su trata igualmente de verdad de fe: la Escritura
afectiva contribución a la finalidad y al con­ inspirada no puede contener error.
junto del libro, pero no se le puede desligar Trátase, naturalmente, de los textos, de los
del contexto, ni dar un valor absoluto adul­ términos dirigidos por la acción de Dios y la
terando las intenciones del autor. labor del hagiógrafo; las versiones sólo parti­
Haciendo obrar al espíritu humano sin violar cipan de la inspiración y de la inerrancia en
su propio modo de obrar, el influjo inspirador cuanto presentan fielmente el sentido y la forma
invade todo lo que es fruto de ese obrar, pero de los originales.
garantiza cada uno de sus elementos en la me­ Se trata de todo cuanto el hagiógrafo ha
dida intentada, querida por el autor. Cuando querido expresar y según el modo cómo lo ha
éste quiere enseñar como absolutamente cierta formulado. Tal sentido literal se deduce de los
una proposición (Gén. 1, 1), esa proposición principios de la hermenéutica (v.), teniendo en
es absoluta e infaliblemente cierta; mas cuando cuenta el género (v.) literario elegido por el
presenta, mediante los conocimientos y el len­ hagiógrafo. La verdad es correspondencia ade­
guaje de su tiempo, una descripción artística cuada de nuestra mente con el objeto, y esa
sobre el modo de la creación, con el fin de correspondencia se da en el juicio, es decir, en
inculcar la observancia del sábado, sin pon­ el acto formal con que el entendimiento afirma
derar el valor absoluto (lo cual no entraba en su proporción con el objeto del conocimiento.
su intención), Dios ha querido que se nos ha­ Ese juicio formal y la verdad que en él se
blase de tal modo (los vv. son igualmente ins­ expresa pueden estar limitados por tres movi­
281 INSPIRACIÓN

mientos principales: por parte del objeto, cuan­ mientos y los desarrolla únicamente con ese
do el entendimiento no los conoce en sí mismo fin, sin falsificarlos, ciertamente, pero sin pre­
sino bajo uno solo de sus múltiples aspectos ocuparse de la minuciosa exactitud de los mis­
(objeto formal del entendimiento); por parte mos. Por otra parte semejante característica
del mismo sujeto, cuando éste no se adhiere científica es sólo de los modernos o, a lo más,
y se reserva el juicio o lo debilita con los di­ de los historiadores clásicos muy posteriores,
ferentes matices: probable, posible, conjetura, y es un contrasentido el querer buscarla entre
etcétera; por parte de la misma enunciación, los antiguos escritores semitas.
cuando no exige el asentimiento del lector y Es cierto que no puede afirmarse para la
expone, por ejemplo, una opinión personal, o historia todo cuanto se ha dicho para las cien­
acepta un género literario ficticio en el que los cias físicas. La historia exige que el hecho na­
detalles no figuran como históricos, sino como rrado haya sucedido efectivamente. Pero hay
expresiones literarias de la verdad enseñada. que tener presente las otras dos limitaciones
Con la primera limitación (establecer el ob­ apuntadas. El autor sagrado no siempre afirma
jeto formal) se resuelven fácilmente las difi­ en forma categórica, pero Dios, por su parte,
cultades provenientes de las ciencias físicas: hace suya y aprueba la afirmación del hagió­
geología, astronomía, zoología. grafo, tal como es, con sus diferentes matices.
La Sagrada Escritura no es un tratado cientí­ No puede permitir que presente como cierto
fico: «El Espíritu Santo — que es quien ha­ lo que es dudoso o viceversa, pues en este caso
blaba por medio de los hagiógrafos — no quiso se daría el error. Pero lo autoriza, o más bien
enseñar a los hombres cosas que no tienen lo induce a que limite su indagación personal
utilidad alguna para la salvación eterna» (San al grado de certeza requerido por la impor­
Agustín, Gén. ad liít. 2, 9.20; PL 34, 270; tancia del asunto en la economía o en el cua­
cf. 42, 525). El hagiógrafo describe «lo que dro general del libro. Por tanto, el autor sa­
aparece a los sentidos» (Santo Tomás, I, q. 68; grado puede citar, tomar una narración, de­
a. 3), sigue los conceptos del tiempo, el len­ jando enteramente la responsabilidad a la fuen­
guaje común. No es de su incumbencia el emitir te, sin afirmar o desaprobar y sin advertir ex­
un juicio a ese respecto, ni podría haberlo presamente que se trata de una cita (v. Citas
hecho (p. ej., afirmar que es la tierra la que implícitas), conforme al modo de escribir de
gira alrededor del sol, etc.), de no haber me­ los antiguos semitas (I. Guidi, V historiographie
diado una revelación que no sólo era inútil chez les Sémites, en RB, N. S. 3 [1906] 509-19).
para la historia de la salvación, sino que incluso Finalmente, el autor puede recurrir a una
habría sido perjudicial, pues nadie lo habría ficción para proponer un acontecimiento his­
creído, ya que los sentidos veían al sol, a la tórico henchido de doctrina religiosa o moral
luna, etc., moverse y girar en torno a la tierra. (v. Judit), o una verdad religiosa (v. Jonás,
Así nadie tilda de erróneo al hecho de hablar Cantar de los Cantares) y moral (v. Jacob, Pa­
del ocaso y del nacer del sol, cuando no se rábola). En tal caso la dificultad histórica no
trata de un manual de astronomía sino de una surge sino del desconocimiento o de la inten­
noYch en la que se emplea el lenguaje común, ción del hagiógrafo, y por querer considerar
y donde, al contrarío, sería un error el andar como históricos detalles no elegidos ni pro­
en busca de un juicio formal sobre la natura­ puestos como tales sino como simples figuras
leza íntima de tales fenómenos. «El Espíritu literarias.
Santo no intentó enseñar a los hombres cuál He ahí la necesidad de fijar el género lite­
sea la constitución íntima de la naturaleza vi­ rario peculiar de cada libro, para poder esta­
sible..., y por eso al describir los fenómenos blecer el sentido literal según las reglas propias
de la naturaleza, o emplea un lenguaje figurado, de cada uno de los géneros (v. Géneros lite­
o recurre al lenguaje corriente que se amolda rarios; Divino Afflante Spiritu, en RB, nn.
a las apariencias sensibles» (Providentissimus, 558-560).
en EB, n. 121). Ahora bien, puede ya decirse que por lo que
La misma limitación (objeto formal) se tiene atañe a la parte teórica está ya resuelto el pro­
presente cuando se trata de la historia. Así hay blema relativo a estos puntos, objeto de la tan
que darse cuenta de que uno es el punto de célebre Cuestión bíblica que se debatió a prin­
vista de la historia científica, que busca por sí cipios de siglo entre los llamados seguidores de
misma el tamizar los detalles de los hechos la «escuela ancha» (v. Hummelauer, y especial­
más insignificantes, y otro el de la historia re­ mente M.-J. Lagrange, Prat, etc.) y los tímidos
ligiosa o apologética, que intenta deducir las conservadores.
grandes lecciones del polvo de los aconteci­ La Encícl. Divino Afflante Spiritu, al admi­
INSTITUTO bíblico 282

tir los géneros literarios y promover el estudio cultural del clero. El proyecto de León XIII
de los mismos, ha resuelto la disputa en favor (v. Comisión bíblica) fué realizado por San
de la primera, al menos en parte y con las Pío X (carta apostólica Vinea electa, 7 de mayo
debidas rectificaciones, particularmente las de de 1907), que encomendó este «centro de es­
su gran precursor M.-J. Lagrange, y con las tudios bíblicos superiores, aquí en Roma, para
preciosas y autorizadas precisiones que permi­ la formación de los futuros profesores de Sa­
tían hacer cerca de 50 años de estudios. Y el grada Escritura y lenguas orientales», a la ín­
mismo Pío XII, al comprobar los grandiosos clita Compañía de Jesús. Su primer rector,
progresos realizados en estos últimos 50 años el P. L. Fonck (1930), formuló el plan de es­
(Divino Afflante Spiritu, 1943) por la exégesis tudios y organizó la biblioteca y uri museo.
católica, atribuía su principal mérito a la Pro- Desde 1913 el Instituto pensó en tener una
videntissimus de León X III; y efectivamente casa en Jerusalén, cuya construcción no se
a esta encíclica se debe el haber asentado con ultimó hasta 1927, la cual presta acogida a
claridad la exacta doctrina sobre la inspiración, todos cuantos desean completar los estudios de
concepto teológico que permite al exegeta pro­ arqueología, geografía, etc. El Instituto con­
ceder sin trabas y con firmeza en su paciente fería, después de un curso de tres años, el título
y grandioso cometido. de «lector» o «profesor de Sagrada Escritura»,
Concluiremos con la definición que unánime­ y para los grados había que someterse a los
mente dan ahora todos los exegetas: La ins­ exámenes ante la Comisión bíblica. Benedic­
piración es un influjo sobrenatural carismático, to XV concedió (15 de agosto de 1916) al Ins­
en virtud del cual Dios, autor principal de la tituto la facultad de conferir en nombre propio
Sagrada Escritura, somete, eleva y aplica todas el grado de bachiller, y en nombre de la Co­
las facultades del hagiógrafo, instrumento suyo, misión la licenciatura. Pío XI (30 de septiembre
de suerte que el hagiógrafo conciba con el en­ de 1928) le concedió plena autonomía, incluso
tendimiento, quiera escribir y consigne fiel­ la facultad para el doctorado. En 1932 se
mente por escrito todo y sólo lo que Dios erigió en el Instituto la facultad de los estudios
quiere que sea escrito y entregado a la Iglesia. del Antiguo Oriente, con cuatro secciones: se­
Como se trata de un fenómeno sobrenatural, mitismo en general; asiriología; egiptología;
no podemos saber cuándo un libro es inspirado sánscritoiranio. La organización de los estudios
si Dios no nos lo revela, mediante el Magis­ se vió definitivamente consagrada con la apro­
terio de la Iglesia, a la que el mismo Dios ha bación de la Sagrada Congregación de los Se­
confiado tal cometido dotándola de la prerro­ minarios y Universidades (7 de agosto de 1934).
gativa de la infalibilidad. En la facultad bíblica el ciclo de estudios es
La revelación de Dios es el criterio remoto; de tres años y en él se desarrollan las materias
el Magisterio de la Iglesia, que nos da a co­ siguientes: exégesis de los textos originales,
nocer el sentir de la tradición, es el criterio teología bíblica, historia, arqueología, geogra­
próximo, que es infalible, y, por serlo, no puede fía, topografía de los países bíblicos y disci­
inducirnos a error; es universal, o sea que es plinas auxiliares. Los candidatos (que deberán
aplicable a todos y a cada uno de los libros tener ya la nueva licenciatura en Sagrada Teo­
del Antiguo y del Nuevo Testamento; es claro, logía) necesitan conocer una lengua oriental,
es decir, accesible para todos, porque no re­ además de las bíblicas: griego, hebreo y
quiere estudios históricos e investigaciones per­ arameo, y han de tomar parte activa en los
sonales sino únicamente humilde y devoto asen­ ejercicios prácticos. Al fin del segundo año se
timiento a la autoridad infalible de la Iglesia. confiere la licenciatura, y al fin del tercero se
[F . S.] da un certificado de «candidato al doctorado»,
que no puede conseguirse hasta dos años des­
DIBL. — A. B ea, De inspiratione Scripturae Sacrae,
Roma 1930; P. S ynave - P. Benoit, La prophétie pués de obtenida la licenciatura. La biblioteca
(S. Thomas, Somme Théologique), París 1947, pp. 269- especializada ofrece a los alumnos y a los afi­
378; G. Perrella, Introduzione generale (La S. Bibbia),
2.* cd.. Torino 1952, pp. 13-108 y Docum,, con re­ cionados más de 100.000 volúmenes. De los
centísima y rica bibliografía; * J. M .“ Boyer, La ver­ alumnos del Instituto (desde el 1909 hasta el
dad histórica de la Biblia en el Magisterio eclesiástico, primer semestre del 1952 fueron en número
en EstB 7 (1948) 1 ; Iglesias, inspiración e inerrancia
de la S. Escritura, en CB, III (1946) 29. de 1.853), han obtenido la licenciatura in re
bíblica 828 desde 1916 hasta el día de hoy,
INSTITUTO Bíblico. — El Pontificio Instituto y unos 30 el doctorado. Unos 800 son profe­
Bíblico es, juntamente con Ja Ecole Biblique sores en las facultades teológicas (alrededor
(véase), la más providencial de las instituciones del centenar), en los seminarios o en las es­
católicas modernas destinadas a la formación cuelas de sus órdenes. Una verdadera falange
283 INTERPRET. de la Biblia (Historia de la)

bien adiestrada para la difusión de la sana dado que este escritor puso en favor del texto
exégesis científica. de la Biblia — recuérdense sus Hexaplas, véase
El Instituto publica tres revistas: Bíblica Griegas — y la belleza de alguna que otra de
(desde 1920), Verbum Domini (desde 1921), sus observaciones exegéticas esparcidas de un
Orientalia (1920; 2.k serie, desde 1932), y las modo especial en los Tomos. La tendencia de
colecciones: Scripta Pontificii, I. b. (p. ej.: Orígenes fué continuada por muchos escritores,
Institutiones biblicae; A. Merk, Novum Testa­ entre los cuales Dídimo el ciego, San Cirilo de
mentum... apparatu criticó, 7 / ed.,- 1951; Alejandría, Eusebio de Cesárea, San Gregorio
F. Zorell, Lexicón hebraicum..., etc.); Monu­ Niseno, San Gregorio Nacianceno y San Ba­
menta bíblica et ecclesiastica; Sacra Scriptura silio, aunque con características propias. Y pue­
antiquitatibus orientalibus illustrata (desde 1938,
de afirmarse, en general, que estos autores se
con el título Bíblica et Orientalia); Analecta van mostrando cada vez menos entusiasmados
Orientalia, por el alegorismo, entusiasmo que se ve dis­
En 1929, el P. A. Mallon (1934), primer di­ minuir siguiendo el orden con que han sido
rector de la casa de Jerusalén, inició las im­ nombrados. A ellos se opusieron San Metodio
portantes excavaciones de Teleilat Ghassul en y San Epifanio.
Transjordania. [F. S.] Casi al mismo tiempo que el Didascaleion
BIBL. — A. Bea, en DBs, IV , col. 559 ss. de Alejandría se fundaba en Antioquía otra
escuela catequística bajo la dirección del már­
INTERPRETACIÓN de la Biblia (Historia de tir Luciano (312), la cual propugnó la interpre­
la). — La historia de la exégesis bíblica suele tación literal de la Biblia, no concediendo más
dividirse en períodos (patrístico, medieval, mo­ que un campo limitado a la «teoría» de la in­
derno), o según la tendencia predominante (li­ dividuación de los diferentes tipos, en sú ma­
teral y alegórico). La primera división es la yoría mesiánicos. Sus principales representantes
más simple. La segunda es aplicable a los pri­ fueron: Eustasio de Antioquía, Teodoro de
meros siglos, en los que se perfilan con bas­ Heraclea, Tito de Bosra, Eusebio de Emesa, Po­
tante precisión las dos tendencias; la literal, licromo de Apamea y especialmente los tres
propia de los antioquenos; la alegórica, de los cumbres: Diodoro de Tarso, San Juan Crisós-
alejandrinos. tomo y Teodoro de Mopsuestia. Este último,
1. Período patrístico. — Los autores del con su actitud medio racionalista, exasperó los
Nuevo Testamento, los Padres apostólicos y los principios de la escuela; pero en ella se formó
apologistas no se ocuparon de exégesis propia­ el que quizá fuese el mayor exegeta de la edad
mente dicha; no obstante, en el modo de ser­ patrística: San Juan Crisóstomo. La misma
virse de la Biblia se trasluce ya de una manera tendencia siguieron el conciso pero agudo Teo-
clara su tendencia a la alegoría. Tal orientación doreto de Ciro y numerosos exegetas siríacos,
aparece ya muy desarrollada en la epístola del entre los cuales merecen especial mención San
Seudo Bernabé, y un poco menos en Teófilo Afraates y San Efrén. Y precisamente en la?
de Antioquía. San Clemente Romano, San Jus­ escuelas siríacas de Edesa fué donde se siguió
tino, San Ireneo y Tertuliano — ninguno de esta orientación al desaparecer la de Antioquía,
éstos compuso verdaderos comentarios bíbli­ y especialmente imitando las obras de Teodoro
cos— se atienen preferentemente al sentido li­ de Mopsuestia.
teral. También en la Iglesia latina los primeros
El verdadero estudio exegético de la Biblia exegetas fueron más o menos alegoristas, ordi­
comienza en el s. m con Orígenes (186-254). nariamente bajo el influjo de Orígenes. Tales
Este genio, que dió un gran impulso a la es­ fueron Hipólito Romano, que escribió en grie­
cuela catequística (Didascaleion) fundada por go, Victorino de Pettau, San Hilario de Poi-
Panteno en Alejandría, en sus innumerables tiers, San Ambrosio, San Gregorio de Elvira.
trabajos en torno a la Biblia (Escolios, Ho­ Pero mientras Orígenes acudió en general a la
milías, Tomos) siguió con preferencia la exé­ alegoría para abandonarse a elucubraciones teo­
gesis alegórica que ya habían cultivado en Ale­ lógicas o filosóficas, estos otros, siguiendo el
jandría Filón y otros escritores hebreos. Dis­ uso latino, buscaron ante todo enseñanzas mo­
tinguió en la Biblia un triple sentido: somático rales y ascéticas.
o corporal, síquico o animal y neumático o es­ Hubo tres grandes exegetas que se mostraron
piritual, y daba una decidida preferencia a este más personales: el Ambrosiaster, San Jerónimo
último, abandonándose a alegorías verdadera­ y San Agustín. El primero, cuyó verdadero
mente audaces. Mas al hablar de alegorismo nombre no se ha logrado aún averiguar, com­
origenista conviene no perder de vista el cui­ puso un comentario a trece epístolas de San
INTERPRET. de la Biblia (Historia de la) 284

Pablo (excluyendo la ad Hebreos), que ha lle­ quator y en el Quaestionum Evangeliorum li­


gado a nosotros bajo el nombre de San Am­ bri duo.
brosio, de donde procede el vocablo Ambro- También el heresiarca Pelagio se revela como
siaster, que formaron los humanistas una vez buen exegeta en su comentario a San Pablo.
demostrado que se le atribuía falsamente. Tal El período patrístico se clausura con un esti­
vez se deban también a él las Quaestiones Ve­ mable número de exegetas menores que muchas
teris et Novi Testamenti, atribuidas a San Agus­ veces no hicieron otra cosa que imitar a los
tín, y algunos fragmentos sobre el Evangelio grandes maestros de los siglos m-iv. Entre los
de San Mateo (Anonymi in Matthaeum frag­ griegos es más palpable tal hecho; es la época
menta). Por su fidelidad al sentido literal y por de las «cadenas» bíblicas (Procopio de Gaza,
su profunda penetración en el pensamiento del Filoteo, Nicetas de Heraclea, Macario de Cons-
Apóstol puede considerársele como uno de los tantinopla, etc.). Entre los autores de comen­
mejores y más personales exegetas latinos. tarios más personales citaremos a Olimpiodoro
San Jerónimo ejerció un notabilísimo influjo de Alejandría, Ecumenio de Trica, Andrés Are-
sobre los escritores posteriores, incluso por la da de Capadocia, Teofilacto y Eutimio Ziga-
mole de su trabajo. Tenemos de él el comen­ beno. Entre los latinos, San Gregorio Magno,
tario a todos los profetas (de los que está in­ San Isidoro de Sevilla, San Beda el Venerable,
completo el de Jeremías), al Evangelio de San Alcuino, Rabano Mauro y Valafrido Estrabón,
Mateo, a cuatro epístolas paulinas (Filemón, a quien se atribuyó la tan conocida Glossa
Tito, Gálatas, Efesios) y al Eclesiastés. Posee­ ordinaria.
mos, además, numerosas epístolas suyas exegé- 2. Período tnedieval. — En los comienzos
ticas sobre textos particulares, varias homilías de la Escolástica se asiste a un nuevo floreci­
sobre los Salmos y otros textos, los brevísimos miento de la exégesis, debido principalmente
Commentarioli in Psalmos y las Quaestiones al método analítico, propio de los teólogos de
Hebraicae in Genesim. El valor de su obra no este período, y también al influjo de la filología
es uniforme. No poseyó principios hermenéu- hebrea, muy cultivada por los hebreos doctos.
ticos muy precisos, por lo que sigue ya una, ya Por eso, juntamente con la imitación más o
otra exégesis, dejándose a menudo guiar por menos constante de las obras de los grandes
circunstancias extrínsecas. En general sobre­ Padres (Jerónimo y Agustín) se notan frecuen­
abunda la exégesis alegórica, en la cual casi temente elementos nuevos y personales. Sién­
siempre depende de Orígenes; pero tiene asi­ tese a menudo el influjo de la filosofía aristo­
mismo no pocas afinidades con la escuela an- télica.
tioquena, como por ejemplo el empleo de la Mencionaremos a Anselmo de Laon, de quien
«teoría». Finalmente, sus comentarios tienen procede en gran parte así la Glossa ordinaria
un especial valor por razón de la importancia como la interlinearis; a Bruno de Asti, a Ru­
que en ellos concede a la critica textual, en perto de Deutz, a Honorio de Autun. En la
la que se sirve de un apreciable conocimiento escuela de los Canónigos de San Víctor dis-
del hebreo y del griego, y a la geografía pa- tínguense los nombres de Hugo, más bien ecléc­
lestinense, muy conocida del autor. tico, pero rico en buenos principios hermenéu­
San Agustín asentó con agudeza y rara pru­ ticos; de Andrés, que prefiere la exégesis lite­
dencia excelentes principios hermenéuticos en ral, con manifiesto influjo rabínico. Hállase una
el libro De doctrina christiana. Revelóse como exégesis más analítica y más teológica en las
atento lector de la Biblia, cuyo genuino sentido Apostillas de Hugo de San Caro y en los nu­
quiso investigar, en los 14 libros sobre el Hep- merosos comentarios de San Alberto Magno,
tateuco (Locutionum libri septem y Quaestio­ quien, no obstante las muchas alegorías que
num libri septem) y en el De Genesi ad litteram aduce, ofrece excelentes principios para la exé­
libri duodecim. Las Enarrationes in Psalmos y gesis literal. San Buenaventura, con su misti­
los Tractatus sobre el Evangelio de San Juan cismo, hace revivir la exégesis inaugurada por
son un arsenal de teología y de ascética, pero San Bernardo, en tanto que Santo Tomás se
a veces dejan que desear en el aspecto exegé- revela como seguro y profundo intérprete de la
lico. Un doctor moderno encuentra excesiva su palabra de Dios. Sus comentarios a las epís­
complacencia en el sentido alegórico y en el tolas de San Pablo son un monumento de cla­
simbolismo numérico. En el Nuevo Testamento ridad y de investigación teológica, basada siem­
Agustín dejó un buen comentario a las epís­ pre en el sentido literal. Se muestra menos
tolas a los Gálatas y a los Romanos (incom­ interesante en algunos comentarios del Antiguo
pleto), pero son más interesantes sus observa­ Testamento (Job, Cincuenta Salmos, Isaías, Je­
ciones en el De consensu Evangelistarum libri remías, Lamentaciones), pero se apreció mucho
285 INTERPRET. de la Biblia (Historia de la)

su «Catena aurea» a los cuatro Evangelios, en moderno de la palabra, a la que dió el título
el cual hoy se reconocen no pocos textos es­ de Bibliotheca sancta, y Ludovico de Tena y
purios. Francisco Pavone publicaron después otras
La filología rabínica, que se nota ya en al­ obras análogas. Contribuyeron al progreso de
gunos de los autores mencionados, empieza a la crítica textual los investigadores que prepa­
ser utilizada para la exégesis, especialmente por raron la edición Sixtoclementina de la Vulgata
el influjo de Ramón Martí, que compuso un y Lucas de Bruges, Juan Morino, Pedro Garbo.
Pugio fidei adversus Judaeos et Mauros, y Con Cristiano van Andrichum y Abraham Or-
con el judío converso Nicolás de Lira, cuya tel aparece la geografía sagrada, que fué culti­
Apostilla brevísima a toda la Biblia se vió fa­ vada en el siglo siguiente por Jacobo Bonfrére
vorecida con una gran difusión. La obra fué y por Francisco Quaresmio. La arqueología
completada y en parte corregida por otro judío bíblica dió sus primeros pasos con Carlos Si-
converso, Pablo de Burgos. Sobre el Nuevo gonio, Benito Arias Montano y Fortunato
Testamento la exégesis filológica tuvo un pre­ Scacchi.
cursor en Lorenzo Valla y en otros humanistas, Entre los exegetas propiamente dichos pue­
algunos de los cuales estaban animados de un den mencionarse Jacobo Bonfrére, Nicolás Se­
verdadero espíritu religioso. Pueden ser consi­ rario, Benito Pereira, Gaspar Sánchez, Antonio
derados como últimos representantes de la exé­ Agelli, Juan Pineda, Cornelio Jansens, obispo
gesis medieval Alfonso Tostado y Dionisio Car­ de Gante, Juan Maldonado, el más perspicaz
tujano. Los comentarios de este último, si bien intérprete de los Evangelios, Manuel Sa, San
excesivamente propensos a la alegoría, sobre­ Roberto Belarmino, Guillermo Hessel van Est
salen por un grato sentido de misticismo y por (= Estius), Jacobo Tirino, Comelio van den
el profundo conocimiento que muestran de toda Steen (= a Lapide), etc.
la Biblia. En cambio, en el protestantismo sólo se ad­
3. Período moderno. — El humanismo, que, vierten tentativas por abrir nuevos caminos;
por cierto, no siempre se mostró paganizante, pero en realidad la exégesis de los primeros
fué causa de un nuevo florecimiento de los es­ reformadores fué tributaria de la medieval y
tudios lingüísticos, y hubo no pocos que con escolástica mucho más de lo que quisieran que
bríos de verdaderos operarios se dieron al es­ apareciese. Por otra parte, Lutero, Melanchton y
tudio del hebreo y de otras lenguas semitas Calvino fueron más polemistas que exegetas.
(siriaco, arameo, etíope) y de las cuales escri­ La única obra duradera y de gran mérito fué
bieron las primeras gramáticas rudimentarias la traducción de la Biblia al alemán por Lu­
que hubo entre los cristianos. El estudio del tero, que utilizó mucho a Nicolás de Lira y a
griego del N. T. tuvo aficionados cultivadores Sante Pagnini. La exégesis protestante se ma­
no sólo en Valla sino también en Jacobo Le- nifiesta fluctuante entre el servilismo literal exa­
fébvre d’Etaples (Faber Stapulensis), en Erasmo gerado y la tendencia desmesurada a la ale­
de Rotterdam y en Juan Gagnée. Aplicaron con goría. Esta última orientación puede apreciarse
éxito sus conocimientos del hebreo al estudio en Juan Koch (o Cocceius) y en sus imitadores.
del A. T., Sante Pagnini, Francisco Watebled Pero se revelan más útiles los trabajos sobre
(Vatablus) y Agustín Steuco; y por otra parte disciplinas auxiliares, como los filológicos de
el cardenal Tomás de Vio Gaetani, Tadeo Cuc- los dos Buxtorf y de Hugo de Groot (= Gro-
chi, más conocido con el nombre de religión, tius) y los de historia natural de Samuel Bro-
Isidoro Clario, y Francisco Titelman, etc., com­ cart. Ludovico Cappel inició con éxito la critica
pusieron comentarios más extensos tanto al textual.
Nuevo como al Antiguo Testamento. Durante el período de 1650 a 1800 se nota
Éstos prepararon la maravillosa consolida­ en el estudio de la Biblia la tendencia, que
ción de la exégesis católica después del Con­ igualmente se manifiesta en otros campos, a la
cilio de Trento. Entonces fué cuando se dió el investigación histórica y crítica. Nos encon­
siglo de oro (1550-1650) del estudio de la Bi­ tramos con un cambio fundamental. Mientras
blia. Fué un acontecimiento providencial, por en el siglo de oro predomina la verdadera exé­
cuanto la Iglesia se veía amenazada por la gesis, unida a un profundo conocimiento de la
nueva herejía protestante, que proclamaba a la teología, en este período son las disciplinas
Biblia como norma única en la enseñanza del auxiliares las que se consolidan. La introduc­
dogma. Aparecieron muchas disciplinas auxi­ ción bíblica queda establecida con criterios ver­
liares que inmediatamente se consolidaron con daderamente críticos por Ricardo Simón; el
nombres ilustres. A Sixto de Siena se le debe texto hebreo es estudiado con gran diligencia
la primera Introducción bíblica en el sentido por Francisco Houbigant y por Juan Bernardo
INTERPRET. de la Biblia (Historia de la) 286

De Rossi, y al mismo tiempo Blas Ugolini se en sí mismas consideradas, incluso interesan­


hace muy benemérito de la arqueología bíblica tísimas, pero no puede decirse de ellas que
en sentido lato con su monumental publicación sirvan para penetrar íntimamente en el sentido
de textos talmúdicos y de estudios originales del texto bíblico.
sobre muchas instituciones del judaismo. A Ju­ Por parte de los católicos se reconoció inme­
lio Bartolucci y a su discípulo C. G. Imbonati diatamente la utilidad de esta investigación
se les debe la bibliografía bíblica. Son pocos históricocrítica. Se han cultivado los estudios
los verdaderos exegetas como el orador Bossuet, orientales. Las directivas eclesiásticas (Provi-
Bernardino de Picquigny (Piconius), Agustín demissimus Deus, Spiritus Paraclitus, Divino
Calmet, Ignacio Weiteaner. Afflante Spiritu) no han hecho más que esti­
Idéntico fenómeno se nota entre los acató­ mular esas investigaciones, de las cuales pue­
licos, entre quienes se distinguieron en las cien­ den sacarse preciosas contribuciones para la
cias auxiliares G. Ligthfoot, C. Schóttgen, recta inteligencia de la Biblia, aun cuando no
C. G. Carpzov, A. Reland, G. C. Wettstein, cesan de insistir en el hecho de la reivindica­
G. Bcngel, en tanto que la exégesis está repre­ ción de su peculiar carácter sagrado. Y la exé­
sentada por escritores modestos, como el «figu- gesis se ha mostrado apta para el nuevo co­
rista» Campeggiano Vitringa G., Le Clerc, metido.
A. Schuitens, los dos Michaelis y los dos Ro- Reconocida la absoluta necesidad de una es-
senmüller. pecialización, a causa del progreso de los estu­
Con el s. xix continúa tal estudio positivo, dios, ahora ya no se publican amplios comen­
pero ordinariamente se pasa de la crítica tex­ tarios personales a toda la Biblia. Tanto en el
tual a la filosófica y teológica. Entre los exe­ campo racionalista como en el católico se ha
getas protestantes se consolida el racionalismo recurrido a la colaboración de varios indivi­
bíblico que ya en el siglo precedente se había duos. Así han salido las grandes colecciones
mostrado con Reimarus y Semler, Eichhorn, con finalidades especiales, muchas veces con un
De Wette, Paulus, Straus, que elimina toda valor científico variado, según los diversos co­
huella sobrenatural en la Biblia. Contra éstos laboradores. Es también de nuestro tiempo la
reaccionaron los católicos E. Bukentop, D. publicación de grandes Diccionarios y Enciclo­
Huet, F. Windenhofer, G. Bianchini, E. Gold- pedias de la Biblia.
hagen, L. Veith, A. Guenée. Entre los comentarios racionalistas más re­
Fueron adquiriendo un puesto cada vez más cientes y de tendencia más bien conservadora
importante las disciplinas auxiliares, cuyos cam­ figuran: el Kommentar zum N . T. (Lepizig
pos quedaron mejor limitados. La arqueología 1903 ss.), dir Th. Zahn; el Kommentar zum
en sentido estricto recibió un inmenso incre­ A. T. (ibíd. 1913 ss.), dir. E. Sellin, y el Hand-
mento como consecuencia de numerosas exca­ buch zum A. T. (Tubinga 1934 ss.), dir. O. Eiss-
vaciones y descubrimientos efectuados en Pa­ feldt.
lestina y regiones limítrofes. Ella sola ofrece ya En Inglaterra el breve pero estimable Cam­
un amplio campo a los investigadores especia­ bridge Bible for Schools and Colleges (Cam­
lizados. Análogos progresos ha realizado la bridge 1880 ss.); el rico International critical
Orientalísiica en general, hasta suscitar una ver­ Commentary (Edimburgo 1895 ss.), dir. S. R.
dadera revolución en las vagas nociones de his­ Driver - A. Plummer - C. A. Briggs, y el Expo­
toria oriental con el estudio de textos originales sitor's Greek Testament (Londres 1907-10), en
jeroglíficos y cuneiformes. Descubriéronse nue­ 15 vols., llenos de noticias filológicas y bien
vas literaturas cuya existencia ni siquiera se realizados.
sospechaba. El estudio del hebreo ha sido si­ A estos y otros trabajos semejantes hay que
tuado, cambiando de aspecto, en el conjunto de añadir muchísimos otros comentarios o escritos
las lenguas semitas. Es imposible trazar aunque sobre la Biblia de diferentes autores aislados
sólo sea la lista de nombres de quienes se de­ que revelan su adhesión a determinadas co­
dicaron a tales investigaciones. No obstante, rrientes exegéticas.
no puede afirmarse que a semejante progreso En el campo católico pueden mencionarse
de las ciencias auxiliares haya correspondido aún los 28 vols. del Scripturae cursus comple­
otro progreso igual en la exégesis. La Biblia ha tus de Migne (París 1838-40); La Sainte Bible
perdido su carácter sagrado en las manos de avec introductions et commentaires (ibíd. 1875-
los racionalistas, y se ha rebajado al nivel de 1904), en 24 vols.; La Sainte Bible de Fillion,
otro texto antiguo cualquiera. Por eso las nu­ en 8 vols. (ibíd. 1889 ss.). Son más útiles: el
merosas noticias filológicas o arqueológicas de Cursus Scripturae Sacrae, en el que colabora­
numerosos comentarios se muestran delicadas ron especialmente R. Cornely, J. Knabenbauer
287 INTRODUCCIÓN bíblica

y F. von Hummelauer; el Kurzgefasster wis- BIBL. — A. Penna, en Ene. Catt., VTI, col. 104-108;
H. H opfl - B. G ut, Introductio generalis in S. Scrip­
senschaftlicher Kommentar zum A. T. (Viena turam, 5.a e d . . Roma 1950, pp. 551-85; A. V a c c a r i ,
1901-11), director B. Scháfer, y que quedó in­ Historia exegeseos, en Institutiones Biblicae, vol. I,
completo en 9 vols.; los Études bibliques (Pa­ 6.a cd., Roma 1951, pp. 510-67; G. Perrella. Jn-
troduzione generale alia S. Scrittura, 2.* ed., Torino
rís 1903 ss.), comenzados por el gran exegeta 1952, pp. 306-22; * A lvarez S eisdedos, La teoría an-
M. J. Lagrange; la Exegetisches Handbuch iioquena, en EstB (1952) en.-mar.
zum A. T. (Münster 1913 ss.), dir. J. Nikel;
la Die hl. Schrift des N. T. (Bonn 1914 ss.; INTERPRETACIÓN de las lenguas. — v. Ca­
director P. Dausch - F. Tillmann; la Die hl. rismas.
Schrift des A . T. (ibíd. 1923 ss.), dir. F. Feld-
mann - H. Herkeñne; el Verbum Salutis, Com- INTRODUCCIÓN bíblica. — Entendida en el
mentaire du N. T. (París 1924 ss.), comenzado sentido más amplio, es el conjunto de los co­
por J. Huby; La Sainte Bible (ibíd. 1935 ss.), nocimientos necesarios o útiles para darse con
director L. Pirot y después A. Clamer; el Re- fruto a la lectura y al estudio de la Biblia, en
gensburger Kommentanvek zum N. T. (Regens- cuanto que está formada por una porción de
burg 1938 ss.), dir. A. Wikenhauser - O. Kuss; libros diferentes entre sí y difíciles por razón
la Echter-Bibel (Würzburg 1947 ss.), dir. F. de la lengua original, por la mentalidad de los
Nótscher-K. Staab. autores que los escribieron en remotos tiempos
En Italia ha prestado muy buenos servicios y en circunstancias con frecuencia poco cono­
la obra de Mons. A. Martini, arzobispo de Flo­ cidas, por su contenido doctrinal,- a veces su­
rencia (Turín 1769-81). Su mayor mérito está perior a la inteligencia humana, y cuyas di­
en la traducción, a la que se ha acomodado ficultades se han aumentado con los errores
un comentario moderno de M. Sales - G. Gi- sobre esas materias (II Pe. 3, 16). Así se con­
rotti (La Santa Bibbia commentata, Torino sideran también como ciencias de introducción
1911 ss.). Han aparecido todo el Nuevo Testa­ a la Biblia la filología semita, la historia, la
mento y 7 vols. del Antiguo; mas no parece geografía y la arqueología bíblica, además de
que llegue a completarse. Ofrece un particular un suficiente conocimiento de las verdades re­
interés por la traducción y por las excelentes veladas, etc.
notas exegéticas La Sacra Biblia del Pontificio Pero actualmente por introducción bíblica se
Instituto Bíblico (Florencia 1943 ss.). Es com­ entiende comúnmente el tratado de las princi-.
pleta y acomodada a las necesidades modernas pales cuestiones que constituyen una prepara­
La Sacra Biblia dirigida por S. Garofalo (Tu­ ción inmediata a la lectura de la Biblia o de
rín 1947 ss.), que contiene además oportunos cada una de sus partes, por lo que se divide
volúmenes complementarios. en general y especial. A la primera pertenecen
Si a tales obras añadimos el elevado número las cuestiones relativas a la existencia y natura­
de comentarios a determinados libros publica­ leza de la inspiración, al canon y al texto de
dos por varios autores, podrá echarse de ver los libros inspirados y a su hermenéutica, o sea
qué atención se presta a la Biblia por parte de a demostrar: 1) que los libros sagrados son
numerosos escritores. fruto de la colaboración entre Dios y el hagió-
En la exégesis moderna generalmente se ha grafo; 2) cuáles y cuántos son esos libros re­
adoptado el comentario estrictamente histórico- conocidos por la Iglesia como inspirados, con
filológico del siglo pasado con el intento de exclusión de todos los otros, particularmente
lograr una presentación más viva y más. pro­ de los apócrifos; 3) que tales libros sagrados
funda del texto sagrado. Algunos intelectuales han llegado hasta nosotros sustancialmente ín­
católicos, representantes de la llamada «escuela tegros, no obstante las múltiples transcripciones
neumática», se mostraban partidarios de un de los autógrafos originales (que hace ya mu­
regreso al «afflatus» místico de los antiguos chos siglos que se perdieron) y las numerosas
comentarios patrísticos, con lo que incurrieron traducciones; 4) finalmente, qué reglas deberán
en no pocos errores por su manera de valorizar seguirse para interpretarlos debidamente (v. Ins­
lo sobrenatural. piración, Canon, Textos bíblicos, Hermenéuti­
Las últimas encíclicas, Divino afflante Spiri­ ca, etc.).
tu (1943) y Humani generis (1951), reproducen La introducción bíblica especial abarca las
sencillamente, acomodándolos a las exigencias cuestiones propias de cada uno de los libros de
modernas, los principios de la encíclica funda­ la Biblia: autenticidad literaria, integridad tex­
mental Providentissimus Deus (1893), que con­ tual, forma estilística, circunstancias de com­
dena la exégesis espiritual. Trátase de las leyes posición (tiempo, lugar, fines buscados por el
establecidas en la hermenéutica (v.). fA. P.] autor).
1SAC 288

Según muchos acatólicos y los escritores an­ las divinas promesas, intensamente devoto, y se
tiguos, hay que distinguir entre concepto y mé­ presenta como el prototipo del humilde, que
todo de interpretación bíblica, la cual, como vive en la oscuridad y se abandona siempre,
ciencia sistemática, en realidad es moderna, y Heno de confianza, a la voluntad de Dios.
cuya historia se confunde prácticamente con la Sara, estéril, dió a Abraham su propia es­
exégesis. clava Agar, según la usanza de aquel tiempo
Los hebreos de los últimos siglos a. de J. C. (Cód. de Hammurabí, §§ 144-146), para tener
se ocuparon principalmente del canon y de la de él un hijo que fuese heredero de las gran­
hermenéutica, y hubo escuelas célebres que diosas promesas divinas (Gen. 16; cf. 12, 13,
hasta el s. x desp. de J. C. trabajaron mucho, etcétera). Este hijo, que fué Ismael, vino a ser
incluso en torno al texto sagrado. Los antiguos el primer padre de una gran nación; mas no
escritores eclesiásticos recogieron noticias rela­ es el elegido de Dios para realizar sus designios
tivas a cada uno de los hagiógrafos, se preocu­ de salvación, sino el hijo que nacerá de Sara
paron de establecer distinción entre los libros (Gén. 17). Y efectivamente, siendo ésta ya no­
sagrados y los apócrifos, formularon las prin­ nagenaria, da a luz a Isac (ishaq = el que ríe),
cipales reglas de interpretación. Así hicieron así llamado por la risa de extrañeza y de gozo
los padres alejandrinos y antioquenos, y espe­ de Abraham con ocasión de la promesa divina
cialmente San Jerónimo y San Agustín, el cual (17, 17-24). De esta suerte, el hijo de la pro­
fué el primero que dió una colección sistemá­ mesa fué también el hijo del milagro.
tica de reglas hermenéuticas. Sus escritos sir­ A causa de sinsabores por celos habidos
vieron generalmente de guía hasta llegar a los entre Sara y Agar, con motivo de Ismael e
autores medievales, entre los cuales se distin­ Isac, aquélla exigió de Abraham que despidiese
guió Santo Tomás, incluso por haber profun­ a la esclava y a su hijo. La exigencia estaba
dizado definitivamente en el concepto de ins­ en oposición con la antigua usanza (cf. Cód. de
piración. Posteriormente, al difundirse el co­ Hammurabí, art. 146), y Abraham no cedió
nocimiento de las lenguas bíblicas, y con mo­ sino al recibir el aviso de Dios. Despidió, pues,
tivo de las decisiones del Concilio de Trento a Agar y a Ismael (Gén. 21).
sobre la autenticidad de la Vulgata y sobre el Sin quejarse, el joven Isac se dejó atar, lleno
Canon, comenzaron a tratarse sistemáticamente de mansedumbre y de espíritu de sumisión, y
incluso las otras cuestiones de introducción, de que le colocasen sobre el ara para ser inmo­
la que el dominico Sixto de Siena (f 1569) lado en obsequio de Dios, y así brilló en la
presentó el primer ejemplar completo. Poco prueba la santidad de Abraham y la piedad
tiempo después el oratoriano R. Simón (f 1712) del hijo (Gén. 22).
fué el primero en aplicar a la Biblia los mé­ A la muerte de Sara, Isac tenía 37 años.
todos de crítica histórica, que, si bien encon­ Abraham le dió por esposa a Rebeca, su pa­
traron tenaz resistencia en un principio, aca­ riente, a quien el leal Eliezer había trasladado
baron por ser adoptados hasta por los acató­ desde Jarán (Gén. 24). Isac, heredero único,
licos y aún hoy están sustancialmente en vigor. sepultó a Abraham al lado de Sara, en la gruta
Entre las mejores obras de introducción de de Macpela, su tumba familiar. Dios le renovó
autores son notables las de J. Verdunoy (1927), las promesas que antes había hecho a Abra­
R. Cornely - A. Merk (1934), J. Renié (1935), ham (Gén. 25; 26, 2-5). Durante una carestía,
H. Lusseau-M. Collomb (1936), H. Simón - Isac — lo mismo que en otro tiempo Abraham
J. Prado (1950), H. Hópfl - B. Gut (1950), /w- (Gén. 20) — se retiró a Guerar (= Tell Gem-
tiation bibliqne e Institutiones biblicae (1951), meh, suroeste de Gaza), entre los filisteos, don­
G. M. Perrella (1952). [L. V.] de presentó a Rebeca como hermana (que efec­
BIBL. — H. Hópfl - B. G ut . Intr. gen. in S. Scrip­ tivamente era prima); pero el rey Abimelec
turam, 5.a ed.. Roma 1950, pp. 1-19; G. M. Perre­ sorprendió a los cónyuges y garantizó su se­
lla. Intr. gen. alta S. Bibbia, 2.a cd., Torino 1952.
pp. 9-11. guridad. Isac se dedicó a la agricultura y pros­
peró, con lo que incitó la envidia de los indí­
ISABEL. — v. Infancia (evangelio). genas, que comenzaron a molestarlo. Como era
enemigo de contiendas, abandonó a Guerar y
ISAC. — Segundo de los patriarcas, hijo de volvió a Berseba, a donde fué el rey a entre­
Abraham y de Sara, padre de Esaú y de Jacob. vistarse con él y estrechar un pacto de amistad
Vivió más tiempo que Abraham, menos nó­ (Gén. 26).
mada que él, menos rico en hijos, menos fa­ También Rebeca era estéril, y después de 20
vorecido con visiones sobrenaturales, a juzgar años de matrimonio, por las plegarias de Isac,
por lo que narra el Génesis. Fué heredero de engendró a Esaú y a Jacob (Gén. 25, 21-34).
289 ISAÍAS

A los 130 años, viéndose próximo a la muer­ ISACAR. — (Hebr. Issakár, forma iftacal, abre­
te, Isac quiso bendecir a su primogénito Esaú; viatura de Istakar-el, «Dios de la recompensa».)
mas el astuto gemelo, con la ayuda de la ma­ Es el nono hijo de Jacob, quinto de Lía (Gén.
dre, arrebató al anciano padre la bendición 30, 16 ss.). El nombre se explica dos veces;
especial que le atribuía los plenos derechos de Lía «ha tomado como prenda» (¿ákar) a su
primogénito. Isac vió también en esto la vo­ marido (v. 16); Dios ha dado «la merced»
luntad del Eterno y no rectificó su bendición (sákár, v. 18). Con sus hijos Tola, Fuá, Yasub
(Gén. 27). y Semran (cf. Jue. 10, 1; Núm . 26, 23 ; I Par.
Murió en Hebrón a los 180 años y lo sepul­ 7, 1), Isacar baja a Egipto (Gén. 46, 13 ; Núm.
taron Esaú y Jacob en la tumba de la familia 26, 23; I Jar. 7, 1), donde su descendencia
(Gén. 35, 27 ss.). Su recuerdo es vivo en el aumenta en tal forma, que cuenta con 54.400
Antiguo Testamento (cf. Am. 7, 9.16 hebr). miembros en el primer censo (Núm. 1, 28 s.)
San Pablo (Rom. 9, 6-9) hace mención de la y 64.300 en el segundo (Núm. 26, 23 ss.). Jigal
elección divina de Isac como heredero único representa a la tribu en la exploración de
de las divinas promesas, excluidos de ellas Canán (Núm. 13, 8) y Paltiel en la comisión
Ismael y los demás hijos de Abraham, para para la división del territorio conquistado (Núm.
demostrar cómo no todos los descendientes de 34, 26). Tola (Jue. 10, 1) y Basa, rey de Israel,
Israel según la carne son herederos y partícipes que reside en Tirsa, no lejos de Jasib, proceden
de la salvación mesiánica, objeto de las pro­ de la tribu de Isacar (I Re. 15, 27). Los descen­
mesas que se hicieron a Israel, sino el Israel dientes dé Omri parecen tener el mismo origen,
de Dios, los imitadores de la fe de Abraham. pues tienen bienes de familia en Jezrael (I Re.
De tal modo la palabra de Dios conservaba 21, 1 s.), si bien no es probable el que tenga
íntegra su eficacia, aun dado el caso de ser su origen de Manasés (Onomasticon, p. 109).
excluida de la salvación la mayor parte del Gén. 49, 14, delinea la historia de la tribu
pueblo judío. En Gál. 4, 22-31, contra.el argu­ de Isacar: «asno robusto» (cf. Jue. 5, 15, tribu
mento más fuerte a que apelan los judaizantes fuerte en tiempo de Débora contra Sisara; con
en favor de la observancia de la Ley por parte sus 87.000 hombres [I Par. 7, 5] favorece a
de los cristianos, o sea en favor de la perpe­ David para subir al trono de Israel, cf. I Par.
tuidad de la Ley, San Pablo demuestra por la 12, 32); «descansa en sus establos (en la lla­
misma Sagrada Escritura que en los designios nura de Esdrelón). Vió que su lugar de reposo
de Dios entraban dos disposiciones y no una. era bueno, y que era deleitosa la tierra, y
La primera, imperfecta, la de los esclavos; prestó los lomos a la carga, y hubo de servir
la segunda, la de los hijos: la menos perfecta como tributario» (se enflaqueció y aceptó el
deberá siempre ceder el puesto a la más per­ yugo de los cananeos). Di. 33, 18 s., une la
fecta. tribu de Isacar a la de Zabulón, como gente
Deduce tal enseñanza del episodio Agar-Is- dada al comercio. Los caravaneros de Isacar
viven en sus tiendas, pero el grueso de la tribu
mael, Sara-Isac. Entre Sara y la Iglesia se da
está instalado en las cercanías de Nebi Dahi
la semejanza de que la una y la otra son ma­ y del Tabor, que forma el enlace entre Neftalí,
dres libres; el judaismo es una religión de Zabulón e Isacar. Según Jos. 19, 17-23, los
temor, una religión de esclavos, a semejanza límites del territorio de la tribu de Isacar son
de Agar y de sus descendientes. Dada la inmu­ Jezrael (Zercin), Quesulot, Sunem, Jafaraím,
tabilidad de la divina Sabiduría, se puede y se etcétera. [F. V.]
debe sostener que, al darse análogas situaciones
históricas, Dios sigue obrando como obró en­ BIBL. — L. D esnoyers, Histoire du peuple Jiébr., I.
París 1922. pp. 7. 11. 96. 139. 141. 161. 185; F. M.
tonces.. En la situación Agar-Ismael contra A del, Géographie de la Palestine, II, ibíd. 1938,
Sara-Isac, Dios ordenó que fuera despedida la pp. 60 ss.; A. C lamer (La Ste. Bible, ed. Pirot, 2).
ibíd. 1940. pp. 413. 736.
esclava, excluyendo a Ismael de la herencia;
y así ahora, basándonos en la analogía de la ISAÍ (Jesé). — v. David.
situación de la sinagoga contra la Iglesia, he­
mos de sacar la conclusión de que los judíos ISAÍAS. — El más célebre de los profetas es­
recalcitrantes y perseguidores quedan excluidos critores, y el libro que lleva su nombre en la
de la salvación mesiánica, que es un bien ex­ Biblia hebrea.
clusivo de la nueva economía. [F. S.] El hombre. — Isaías nació probablemente
BIBL. — M. J. L agrange, Ep. aux Gáfales. 3 .a ed.. en Jerusalén, por los alrededores del año 770
París 1926, pp. 118-29; Ep. aux Romains, 2.a ed., a. de J. C., de familia distinguida, según se
ibíd.. 1931. 228 ss.; G. R i c c i o t t i . Storia d'Jsraele. I,
2.‘ ed., Torino 1934. pp. 151-56, 163. desprende de su alta cultura y de sus relacio-
19. — Spaoatora. — Diccionario bíblico
ISAIAS 290

nes con la corte y con la nobleza del reino de ramente desiguales (como 9 y 8), separadas
Judá. Tuvo esposa, y, cuando menos, dos hi­ por un paréntesis histórico, parecido a II Re.
jos, a los que impuso nombres fatídicos (Is. 7, 18, 13-20, 19. El principal asunto de las dos
3; 8, 3), lo mismo que el suyo propio es sig­ partes, que son como las dos caras de una
nificativo, ya que en hebreo IeSa cjahu equivale medalla, está contenido como en resumen, en
a «Yavé es salvación». Fué llamado al minis­ la siguiente sentencia lapidaria: «Sión (por me­
terio profético en una célebre visión (Is. 6) tonimia, la nación hebrea) será redimida me­
que ha tenido una inmensa resonancia en la diante un justo castigo» (Is. 1, 27). En la pri­
teología y en la liturgia cristiana (el Sanctus mera parte se anuncia de un modo prepon­
de la Misa). Era el año 738, cuando en el ho­ derante el castigo purificador, y en la segunda
rizonte político del cercano Oriente se dibu­ se describe el gozo del rescate o restauración.
jaba el peligro proveniente de la creciente po­ La primera es libro de aflicción; la segunda de
tencia de Asiria, guiada por el fuerte brazo del consuelo (Santo Tomás, Comm. in Is. 1, 1).
rey Teglatfalasar III (745-726). Desde entonces Cada una de las dos se subdivide en dos sec­
Isaías se mantuvo al lado de los reyes de Judá, ciones perfectamente distintas como lo mos­
Ajaz y Ezequías, para animarlos en la dura trará el cuadro siguiente:
crisis por que atravesaba la nación, asegurán­ Primera parte: amenazas y castigos.
doles de la divina protección en virtud de las 1. Primeras predicaciones durante el reina­
promesas que habían sido hechas a David, do de Joatam (738-736), en las que sobresale
fundador de la dinastía; y al pueblo le hacía el contenido moral (1-5). Visiones inaugurales
oír su influyente palabra para reducirlo al puro y vocación del profeta (6).
culto de Yavé y a la observancia de la ley 2. La crisis de la dinastía durante el rei­
moral y de los deberes de humanidad. Se le nado de Ajaz (736-721) y las profecías del Em-
hizo poco caso, por lo que predijo terribles cas­ manuel (7-12): la liga de los reyes de Damas­
tigos a la nación culpable, pero también una co y de Efraím (Israel) contra el rey de Judá
feliz restauración. Azotada y diezmada por las pone en peligro a la dinastía de David; Isaías
desgracias, saldrá de ellas purificada para dar asegura su perpetuidad hasta la venida del Me­
origen a una nueva sociedad religiosa mejor sías, que presenta en tres cuadros: el nacimien­
organizada, y gozosa por los bienes de la paz to virginal (7), el prodigioso niño sobre el
y de la prosperidad. trono de David (9), el paradisíaco gobierno del
Tales son en sustancia los numerosos men­ retorno de David (11), ciclo que se completa
sajes de Isaías, que en su predicación da prue­ con el anuncio del castigo de los enemigos de
bas de un fuerte carácter, ardiente fantasía, Judá (8-10) y se concluye con un cántico de
brillante palabra, corazón magnánimo y ar­ acción de gracias.
diente celo por el honor de Dios y por el 3. Mirada al mundo de las cercanías: vati­
bienestar de su pueblo. De Isaías no aparece cinio contra las gentes; contra babilonios y
huella alguna desde que, según la predicción asirios, filisteos, moabitas, damascenos y alia­
del gran profeta, la nación se vio a salvo de la dos, cusitas, egipcios, idumeos, árabes, feni­
terrible invasión asiría (701 a. de J. C.). No se cios (13-23).
sabe cómo ni cuándo murió. Una tradición 4 Espantosas visiones y acontecimientos ale­
judía, difundida incluso por la Iglesia cristia­ gres: cuadros semíticos sobre las calamidades
na y recogida en el Martirologio Romano en que se desploman sobreseí país y sobre el pue­
el 6 de julio, refiere que fué muerto, y con­ blo hebreo, entremezclados con himnos de ac­
cretamente aserrado en dos partes, por orden ción de gracias por la liberación y la felicidad
del impío Manasés (693-639 a. de J. C.). A tal que a ella se siguió; sabiduría, justicia y san­
hecho se cree que alude la epístola a los He­ tidad de las divinas disposiciones respecto del
breos (11, 37) con las palabras: «fueron ase­ pueblo de Israel y de sus enemigos; destruc­
rrados» (los santos del Antiguo Testamento), ción de la capital de los enemigos, repatria­
según observa ya San Jerónimo (al fin del li­ ción y restablecimiento de la nación reuni­
bro XV de su comentario a Isaías). da (24-47).
El libro, que, con sus anejos y adjuntos, re­ 5. Crisis nacional motivada por la invasión
coge los vaticinios de Isaías, presenta divisio­ asiría en el tiempo de Ezequías (721-693): ame­
nes bien precisas y una distribución bastante nazas a Samaría y Jerusalén, y sobre todo a
clara. La actual división de 66 capítulos no se los seductores del pueblo que contra el consejo
remonta más allá del s. xnr de nuestra era. divino lo inducen a aliarse con Egipto; amena­
La primera división, por su importancia y por zas al invasor asirio; suerte final de los he­
su realce, es la que distingue dos partes lige­ breos, contraria a la de sus enemigos (28-35).
291 ISA IA S

Apéndice histórico de los acontecimientos greso de la cautividad (s. v a. de J. C.), pero


políticos (36-39). sí puede ser más antiguo.
Segunda parte: alientos y renacimiento. Y en lo tocante al autor, la cuestión princi­
6. Fin de la cautividad: certeza del retor­ pal es la referente a los capítulos 40-46 que los
no, todo por obra de Yavé, incluso Ciro, el modernos suelen atribuir a un profeta cuyo
libertador; poder y sabiduría de Yavé en la nombre se desconoce y que floreció en Babilo­
elección de Ciro como ejecutor de sus desig­ nia hacia el fin de la cautividad, es decir, me­
nios; caída de Babilonia, reproches a los he­ dio siglo largo después. Hay muchos que in­
breos desconfiados e invitación a la repatria­ cluso distinguen los capítulos 40-55 de los
ción (40-48). siguientes 56-66 y atribuyen estos últimos a
7. Fin del pecado y restauración de Sión un tercer autor que vivió en Palestina entre
(49-55). En estas espléndidas páginas domina los que retornaron del desierto (Déuteroisaías
con vivos colores la majestuosa figura del «Sier­ y Tritoisaías).
vo de Yavé», enviado para la salvación de La razón principal de esta tesis es la sicolo­
Israel y de todas las gentes; como manso y gía ordinaria del Profeta. «Los profetas (escri­
fuerte maestro, fiel a su misión, se mantiene be San Jerónimo, Comentario a Oseas, 1, 34)
constante entre las más feroces oposiciones y aun cuando pronostican cosas que sucederán
al fin da su vida en expiación por las culpas muchos siglos después, como la venida de
de todos. Así satisfecha la divina justicia, y Cristo y la vocación de las gentes a la fe, no
borrado todo el pecado, Sión, es decir, la na­ pierden de vista sus tiempos, pues de otra
ción, es admitida nuevamente a la amistad e suerte en vez de consejos prácticos de inme­
invitada a disfrutar de los esplendores de la diata aplicación dirigidos a una turba reunida
restauración. Una vez renovada en su pobla­ para escucharlos, sería como si le diesen una
ción y en su magnificencia externa, y mejor hierba ligera de cosas inciertas y futuras». En
aún en su virtud interior, deberá recoger a los realidad el autor de la segunda parte (40-66)
hijos que vuelvan para que participen de una habla como quien vive en medio de los judíos
envidiable felicidad: estímulos para los negli­ al fin del destierro, alentando, excitando, amo­
gentes. nestando como convenía en aquel acontecimien­
8. La nueva comunidad de los redimidos: to tan feliz de la vuelta a la patria, lenguaje
sanidad de costumbres que se requiere de sus que habría resultado incomprensible, o cuando
miembros, puros destellos de la nueva Jeru- menos extravagante para los judíos del tiempo
salén, el divino redentor y renovador, suerte de Isaías. No obstante, es preciso observar
final de los creyentes y también de los incré­ que: l.°) es innegable el íntimo parentesco
dulos (56-66). que existe de doctrina y de lenguaje (p. ej.: «el
Un libro como éste no es obra de un tirón: Santo de Israel» por Yavé, expresión rarísima
las diferentes partes que lo integran fueron fuera de Isaías) entre todas las partes del libro;
formándose en diversos tiempos y en diferen­ y ya desde los primeros capítulos se encuentran
tes ocasiones; Isaías ejerció el ministerio pro- referencias al regreso y a la restauración, pen­
fético durante cerca de medio siglo, tomando samientos que se desarrollan por extenso en
parte activa en las vicisitudes de su nación. la segunda parte (cf. 1, 27 y el nombre profé-
¿Cuándo' fueron reunidas en un solo cuerpo, tico de She’ar-ia-§ub = el resto regresará, que
como el libro actual, esas partes diversas? se impuso al hijo de Isaías, 7, 3). Que Isaías
¿Son todas ellas obra del propio Isaías? Cues­ haya previsto la cautividad de Babilonia apa­
tiones son éstas muy agitadas por la crítica rece claro en la narración histórica (Is. 39,
moderna. 5-7 = II Re. 20, 16-18). 2.°) Tenemos en los
Respecto de la primera cuestión, la de la profetas otros ejemplos de exhortaciones y
composición del libro, tres documentos de gé­ medidas providenciales que miraban a lo lejos
nero diferente e independientes, de una anti­ refiriéndose a un futuro lejano y a lugares dis­
güedad que difícilmente será superada (s. in-n tintos (ler. 29, 1-14; 32; Ez. 34-48), y nosotros
a. de J. C.), o sea el manuscrito completo que no tenemos derecho a poner límites al poder de
se halló junto con otros hebreos en el desierto la inspiración profética. 3.°) En los cc. 40-66
de Judá el 1947, la versión de los LXX, y el hay páginas que por la profundidad de pensa­
elogio de Isaías en Edo. 48, 22-25, conciden miento, potencia de imaginación y sublimidad
todos en mostrarnos el libro en toda su inte­ de poesía rivalizan con los más bellos cantos
gridad y con el orden actual, al que, por lo del primer Isaías auténtico, y no ceden en va­
mismo, no puede hacerse descender más acá lor a ningún otro escritor bíblico. Seria verda­
de los primeros tiempos que siguieron al re­ deramente extraño que la tradición y la histo-
ISA ÍA S 292

ría que ha conservado c inmortalizado al autor diminutos ojos apenas pueden mirar más que
de una cortísima página, como el breve men­ el borde inferior. En tornj al trono divino se
saje del profeta Abdías, hubiera dejado caer mantienen firmes unos Serafines que manifies­
en el olvido el nombre de aquel maravilloso tan su reverencia hacia tan gran majestad y
genio que dictó tales obras maestras, de no ser esplendor velándose el rostro mientras cantan
el mismo Isaías. Estas razones aconsejan pru­ con entusiasmo: «Santo, santo, santo es Yavé
dencia. Respecto de algún rasgo e incluso de Sebaot». Y el nombre «el Santo de Israel» es
capítulos enteros, como 36-39 (históricos) y los un eco de aquel canto que resuena por todo
precedentes 34-35 de la misma primera parte, el libro, del que es propio dicho nombre. Con­
pueden darse especiales razones para no atri­ secuencia de la divina santidad, cosa que tanto
buirlos a Isaías; pero negarle una parte tan inculca Isaías, es que Dios exige de su pueblo
grande del libro que se nos ha transmitido bajo ante todo inocencia de costumbres y sincero
su único nombre, no está exento de peligro de culto interior, y que castiga severamente sus
error. pecados.
Puede haberse dado el caso de que a cantos La más elocuente proclamación de la divina
auténticos de Isaías se hayan agregado compo­ transcendencia está en el largo fragmento 40,
siciones de partidarios e imitadores acerca del 12-25. La plenitud del ser, del conocer, del po­
mismo motivo, algo así como lo que se ad­ der, que es propia del Dios de Israel, ilústrase
vierte en el largo capítulo 51 de Jeremías, y repetidas veces como prueba de que Él es el
que toda la colección haya tomado el nombre único Dios verdadero (40-48). Él es quien pre­
del principal autor, como ocurrió con los Sal­ side en todos los acontecimientos, y en todas
mos. Pero otra cosa es difícil precisarla. La sus disposiciones se funden en un armonioso
Comisión Bíblica, interrogada a este propósito, efecto la sabiduría, la destreza y la fortaleza.
respondió (28 de jun. de 1908) diciendo que los Estos divinos atributos brillan con una par­
argumentos alegados hasta el presente no con­ ticular nota de misterio en la conducta del
vierten en tesis irrebatible la atribución de Señor para con su pueblo. Por caminos insos­
Isaías a dos o más autores diferentes. En el pechados e imprevisibles para las mentes de
Nuevo Testamento es el libro más veces cita­ los hombres, como son el destierro, los triun­
do, juntamente con los Salmos. En total son fos del pagano Ciro y los padecimientos de su
22 las citas, además de 13 referencias a pasos «Siervo», Yavé dirige al pueblo elegido y a la
diversos, de los cuales seis son de la primera y humanidad entera a aquella plena salvación
siete de la segunda parte, y siempre con el que desde un principio entraba en sus miseri­
nombre expreso de Isaías. cordiosos designios y respondía a las promesas
El mensaje. Son pocos los mensajes del li­ hechas a los patriarcas. En esto es donde me­
bro de Isaías, y ésos solamente en la primera jor se evidencia lo mucho que superan los
parte (cc. 6-8.20), que van precedidos de un designios divinos a los pensamientos humanos
breve relato en prosa; lo restante está en ver­ (55, 8.9), y al considerarlo el profeta saluda a
so, y de un ritmo que a veces resulta un tanto Yavé como «Dios misterioso, Dios salvador»
lánguido, pero que las más de las veces es de (45, 15). Es un arranque de admiración del que
exquisita hechura. Por la viveza de impulsos se hará eco San Pablo (Rom. 11, 33-35) por
y de colores, por la fuerza de expresión, es­ idénticos motivos.
plendor de imágenes y nobleza de locución, Y es aquí donde se entra de lleno en el cam­
muchas páginas de Isaías merecen colocarse po del mesianismo, en el que Isaías nos ofrece
entre las más insignes creaciones de la poesía más riqueza de ramilletes que todos los otros
hebrea y aún de la poesía en general. profetas juntos, tanto por el número como
Incluso por el contenido ideológico, tan rico por la variedad e importancia de las predic­
y tan profundo, Isaías ocupa uno de los pri­ ciones. En la primera parte nos describe al Me­
meros puestos entre los escritores del Antiguo sías salvador como soberano, heredero del tro­
Testamento. Nos limitaremos, pues, a exponer no de David, prodigio de virtud sobrenatural
lo que es propio de Isaías, al menos por ra­ en su nacimiento (7, 14) y en su gobierno (9,
zón de la especial importancia que se da a ello 5; 11, 1-5), un imperio de paz fundado sobre
en el libro. la religión y la justicia, que se extiende a todos
De la visión inaugural (c. 6) parece que di­ los tiempos y a todos los pueblos (9, 6; 11,
manan dos de las ideas maestras de Isaías, la 9-10). En la segunda nos lo presenta en la per­
sublimidad y la santidad de Dios. Aparécese sona del «Siervo de Yavé», cual legado divino,
el Señor al profeta sentado sobre un altísimo enviado para instruir a los pueblos en la ley
trono y con un luminoso manto al que sus divina y para expiar las culpas del género hu-
293 ÍSMAEL

mano con el sacrificio de su propia vida, sobre­ mina el agua del odre, lo deposita bajo un
viviendo para devolver a los hombres la justi­ arbusto. Ismael gime, grita, y el ángel de Yavé
cia perdida y constituirse en intercesor de ellos muestra un pozo donde podrá calmar la sed.
ante Dios (53, 4-12). Aquí encontramos por Gén. 21, 20 s. refiere la vida de Ismael: Dios
vez primera claramente afirmado el principio le protege y llega a hacerse un tirador de arco
de la redención mediante una satisfacción vi­ en el desierto de Farán (cf. Gén. 14, 6 al norte
caria, concepto de capital importancia para la de la península del Sinaí, de donde proviene la
esencia misma de la religión, ya que constituye relación de Gál. 4, 25 s. entre Agar y el Sinaí)
la base del cristianismo. [A. V.] y toma por esposa a una egipcia. Entierra a
BIBL. — G . G i r o t t i , 11 libro di Isaia (La S. Bibbia, Abraham (Gén. 25, 9) y es enterrado junto a
ed. M. Sales. 7), Torino 1942; L. D e n n e f e l d , Jsa'ie él a los 137 años (Gén. 25, 17).
(La Ste. Bible, ed. Pirot, 7), París 1947, pp. 13-234;
A. Vaccari, La S. Bibbia, VI, Firenzc 1953, pp. 15- Con Ismael nos hallamos en la esfera de la
197); A. F e r n a n d e z , El profeta Isaías caudillo y sal- influencia de Egipto. Egipcias son la madre
vador de su pueblo, Jerusalén 1940; A. F e u i l l e t , Isate
(Le livre d'), en DBs, IV, col. 647-729; * J u s t o P é ­ (Gén. 16, 1) y la esposa (21, 21). El país de
r e z . Leyendo la Biblia. Isaías (Consigna, 1951, marzo); Misraim (Egipto) se extiende más allá del valle
P. T e r m e s R o s , La lección de Cristo paciente según del Nilo y llega hasta el Nahal Musur, «tor
Isaías (Crist., 1948, 96).
rrente de Egipto», hoy Wadi el-’Aris. Los is­
ISBAAL (IshboSet). — v. David. maelitas (Gén. 25, 18) ocupan el territorio en­
tre Hawilaáh (Gén. 10, 7.29) y Sur (Gén. 16, 7;
ISMAEL. Ismaelitas. — (Hebr. Ismacel, acad. 20, 1; Éx. 15, 22) que está enfrente de Egipto.
Ismah-el de la onomástica amorrea = «Dios Los dos términos parecen señalar los límites
escuche»). Hijo de Abraham y de Agar (Gén. de la Arabia del Norte. Sur, «muro», recuerda
16). Sara, estéril y vieja para dar hijos al ma­ «la muralla de la cabeza» de Sinube, la cual
rido y evitar la vergüenza de la esterilidad tiene la finalidad de contener a los beduinos
(Is. 63, 9; Eclo. 42, 9 ss.; Le. 1, 25), ofrece indisciplinados e independientes, y está desa­
a Abraham la esclava Agar como concubina. fiando constantemente a los sedentarios y va­
El código de Hammurabí (§§ 144-146 y acaso gabundos como el asno silvestre (Gén. 16, 12;
también el 163) prevé el caso de esterilidad cf. Job 11, 12; 39, 5-8), pues tales son los
de la esposa y la introducción de la esclava ismaelitas, que cruzan la región desierta entre
que un contrato de Nuzu hace obligatoria. Al el istmo de Suez y el Negueb. Los descendien­
sentirse encinta Agar menosprecia e insulta a tes de Ismael (Gén. 25, 12-15) forman las tri­
Sara, y ésta, con el consentimiento de Abra­ bus de la Arabia del Norte: Nebáióth (tal vez
ham (§ 146 de Hammurabí)» la maltrata (Éx. 21, los nabateos que más tarde ocuparán una par­
20 s. permite dar de palos, pero no matar con te de Transjordania) y Qedár (Is. 21, 16; 42,
el golpe al esclavo) y Agar huye .junto a una 11; Nabatá y Qedrá de los textos asirios, na­
fuente del desierto de Sur, el actual Bir Main. bateos y cedreos de Plinio: *Adbe*el seme­
El ángel del Señor la invita a regresar y le hace jante al gobernador árabe Idibi-Mu conocido
la promesa de Ja descendencia, la suerte y el por Teglatfalasar III); Bibsam (I Par. 4, 25),
nombre del que ha de nacer: Ismael «Dios ha y MiSma (cf. los árabes Isamrne’ de Asurbani-
oído tu dolor». Nace Ismael cuando Abraham pal); Dúmáh, el oasis de el-Djof, el Adummat
tiene 86 años y da ocasión a promesas divinas de los textos asirios; Massa (Mas’a de Teglat­
en el momento de la alianza entre Dios y el falasar III), Tejmá’, el oasis conocido por el
patriarca (Gén. 17, 18-20). Cuando Sara da a mismo rey asirio, Jetur (cf. Le. 3, 1) y Nafis
luz a.Isac se reaviva la lucha entre ella y Agar (I Par. 5, 19), adversarios de Rubén y de Gad;
(Gén. 21, 8-19); Sara excluye de la sucesión Qedmáh (tal vez Kadmoni de Gén. 15, 19. Si-
hereditaria al hijo de la esclava. Los diversos nube frente a Qdm al este del Mar Muerto).
códigos mesopotámicos (Lipit-Istar, Hammura­ En el desierto arábigoegipcio se muestran los
bí, leyes asirías, contratos de Nuzu) excluyen parques y los campamentos circunscritos por
de la herencia a los hijos de las concubinas, cercos de piedras. Las familias de los ismaeli­
y la historia de Jefté (Jue. 11, 1 s.) parece ser tas se hallan agrupadas fundándose en la ma­
una prueba de semejante usanza en Israel. Pero dre común, conforme a lo que sugiere el ape­
no los equipararon a los hijos de la esposa por lativo ’ummáh (ar. ’ummah, ac. Dirima, «ma­
una adopción como Ja de Sara (Gén. 16, 2). dre» Gén. 25, 16). Así toda una tribu se llama
Ismael tiene derecho a la herencia y tiene, no Hagrí (Sal. 88, 7 ; I Par. 5, 10.19 s.) para per­
obstante, que contentarse con la bendición de petuar el nombre de Agar. Los clásicos los co­
Dios (Gén. 20, 13) con dolor de Abraham. Agar nocen también con los nombres de ’(’A) Ay/nuoi
se lo lleva a las espaldas y. cuando se le ter­ y Agraei.
ISRAEL (Reino de) 294

Hácese mención de los ismaelitas cuando BIBL. — P. J o ü o n , Mélanges de la Faculté orientale


de Beyrouth, 10 (1925), 42 ss.; L. Rost, /. bel den
José es vendido (Gén. 37, 25 ss.; cf. 43, 11; Propheten, 1937; G. A. D a n e l l , Studies in the ñame
39, 1): una caravana proveniente de Galad, al I. in the O. Testament, Uppsala 1946; R. de V aux,
en DBs, IV, col. 730 s.
este del Jordán (Jer. 8, 22), con productos
apreciados en Egipto para medicinas (Jer. 46, ISRAEL (Reino de). — El poderoso reino
11). Gén. 28, 8 habla de contratos entre idu- creado por David había ofrecido síntomas de
meos e ismaelitas, elementos árabes. [F. V.] descomposición ya en los últimos años de Sa­
BIBL. — c. H. G o r d o n , e n RB, 44 (1935), 35: lomón. Contribuían a ello motivos políticos,
R . d e V a u x , e n RB, 56 (1949), 26 ss.; E. D h o r m e ,
Abraltam dans le cadre de Vhistoire (Recueil Dhorme), sociales y religiosos. Las tribus septentriona­
París 1951, p. 270 ss. les, que eran más ricas, y en otro tiempo ha­
bían estado ya capitaneadas por jueces o reyes
ISRAEL. — Sobrenombre que fué dado a Ja­ de su estirpe (Gedeón, Jefté), apenas toleraban
cob después de su misteriosa lucha con el el predominio de Judá. Recuérdese el revuelo
Ángel en Panuel, junto al río Jaboc, y que de Absalón y el de Seba. El modo de obrar de
después se aplicó a todo el pueblo formado Salomón, poco deferente en sus relaciones, su
por sus hijos. administración fundada en prefecturas, con
La etimología (gr. T<rpa?//0 no es segura. La mengua del poder de los ancianos en las res­
Biblia da una interpretación popular ligándolo pectivas tribus, con las cuales no se contaba
con el verbo sáráh (árabe = sárá), que no apa­ ni aun para la elección del rey, he ahí los prin­
rece más que en este lugar y significa «ser fuer­ cipales móviles políticos.
te, combatir»: «...pues has sido fuerte contra Razones de carácter social son las aporta­
Dios» (Gén. 32, 19). También parece que Oseas ciones de mano de obra y pecuniarias, de las
alude a este significado (12, 4-5): Israel sería que sólo Judá estaba exento. Finalmente el mal
= «Él es fuerte con Dios (’El)». Pero en los ejemplo de Salomón, arrastrado a prácticas
nombres teóforos generalmente Dios hace de idolátricas por sus mujeres, elegidas por todas
sujeto y no de complemento como aquí; por partes entre los pueblos paganos; el perjuicio
lo que otros, considerando la raíz, interpretan causado a los antiguos santuarios yaveístas
por «Dios es fuerte, combate» (P. Joüon), o (Silo, Bétel, Gabaón), como consecuencia de
aque Dios se muestre fuerte» (yusivo, M. Noth). la construcción del Templo, por motivos opues­
De entre las numerosas explicaciones que se tos chocaron con los fervorosos yaveístas y
proponen, hay dos posibles: Israel se relacio­ con los intereses locales de varios sectores de
na con la raíz ¿arar (árabe sará = brillar), de la población. La ocasión que decidió la esci­
donde sale «Dios brilla» (era el alba cuando sión fué la estúpida incomprensión de Ro-
terminó la lucha, K. Vollers, O. Procksch, boam cuando acababa de ser elegido rey de
E. Zolli); o con la raíz iásar - curar (que no Judá.
existe en hebreo, pero sí se emplea en árabe Las tribus septentrionales, que se habían re­
y en etíope), «Dios cura» (W. F. Albright). unido en Siquem para tratar sobre su adhesión
De nombre personal, Israel pasó a significar al nuevo rey, rechazaron a la dinastía de David
la federación de las doce tribus, comprometi­ y eligieron por su rey al efraimita Jeroboam,
das en el pacto religioso del Sinaí (Éx. 19, 3.4; a quien Ajías de Silo (I Re. 11, 29-36) había
Jos. 24 etc.). Cuando se efectuó la división de predicho el reinado, y que había acudido desde
los dos reinos, el término tomó un color más Egipto, donde se había refugiado durante el
bien político y significó el reino del Norte por reinado de Salomón.
oposición al del Sur (Judá); pero ya Isaías Conservóse el nombre nacional de Israel apli­
vuelve al significado religioso y llama a los dos cado al estado septentrional de las diez tribus,
reinos «dos casas de Israel» (8, 14). Esa vuelta más extenso en territorio, puesto que abarcaba
es más patente en Miqueas y en Jeremías, y incluso la Transjordania, y más importante por
especialmente en los últimos profetas, en I-II el número. Jeroboam fortificó a Siquem e hizo
Par. y en I Mac, donde significa el Israel rena­ de ella la capital del nuevo reino de Israel du­
cido, el pueblo de Dios, heredero de las pro­ rante los primeros años (II Re. 12).
mesas mesiánicas. Para San Pablo el nuevo Para consolidar el reino, Jeroboam (929-
Israel es la Iglesia (Gál. 6, 16; I Cor. 10, 18). 909) comenzó por tomar providencias de orden
También se llama Israel al Mesías, en cuanto políticomilitar (la fortificación de varias ciu­
es, a semejanza de Jacob, la cabeza de donde dades, etc.), mas pronto pasó a una revolución
procede el nuevo pueblo de los redimidos (Is. religiosa que acarreó gravísimas consecuen­
49, 3). [S. C.] cias. En el indiscutible atractivo del templo de
295 ISRAEL (Reino de)

Jerusalén vió un peligro para la estabilidad de quizá en la tribu de Manasés). Debió de ser
su reino; y aprovechando el antiguo apego po­ hábil y potente; extendió sus dominios hasta
pular a las antiguas alturas, construyó dos alta­ Rama, a cuenta de Asa, rey de Judá; pero éste
res oficiales: los santuarios de Bétel (19 km. al acudió a Benadad I, de Damasco, en busca de
norte de Jerusalén) y de Dan (a los pies del auxilio, obligando a Basa a abandonar lo con­
Hermón). Las dos localidades, por su posición quistado en el sur y a hacer no pocas conce­
cerca de las dos extremidades del reino, se siones a los sirios.
prestaban magníficamente para el intento de El hijo de Basa, Ela, depravado y corrom­
mantener la devoción del pueblo en el interior pido, apenas reinó durante un año. Hallándose
y en los límites del estado. de comilona en casa de uno de sus mayordo­
Jeroboam dotó a los dos santuarios de sen­ mos, fué degollado por Zimri, uno de sus ge­
dos becerros de oro, repitiendo el gesto de nerales, que asesinó también a toda su fami­
Arón en el desierto (Éx. 32, 1-66), e invitando lia (I Re. 16, 8-20). Pero el ejército que esta­
al pueblo a adorar a Yavé bajo la figura del ba asediando a Guibetón, ocupada por los
becerro. No era propiamente una idolatría; filisteos, proclamó rey a Omri, otro general.
tratábase de un culto ilícito, al menos por ra­ Zimri, al ver qué caía Tirsa, la capital, puso
zón de la forma, puesto que el primer estatuto fuego al palacio real y acabó entre las llamas
de la alianza sancionada en el Sinaí prohibía una semana escasa después (884).
toda reproducción sensible de la divinidad Omri (Vulg. Amri), sexto rey de Israel, fun­
(Éx. 20, 4 s.). Pero para el pueblo fué efecti­ dador de la cuarta dinastía, que duró unos 45
vamente ocasión y estímulo para la idolatría. años, subió al trono en el año 27 de Asa, rey
Además de eso, instituyó un nuevo sacerdocio de Judá (I Re. 16, 16-28). Una parte del ejér­
y cambió el calendario, como, por ejemplo, la cito se puso al lado de un tal Tibni, proba­
fecha de la fiesta más popular de Judá, la de blemente efraimita, que murió, tal vez asesi­
los Tabernáculos, que él puso un mes más nado, después de cuatro años de guerra civil
tarde. Así comprometió Jeroboam al yaveís- y de anarquía. Fué activo y sagaz organizador,
mo, atendiendo a sus miras políticas sin nin­ y no menos valeroso soldado. Hizo que el reino
guna consideración para con la revelación di­ de Israel fuese poderoso y estimado, y puede
vina, apartando prácticamente a Israel de la llamársele su segundo fundador. Las inscrip­
alianza (v.) con Yavé. Es, pues, exacto el jui­ ciones asirías (de Adadnirari III, Teglatfala-
cio severo manifestado en la expresión: «el sar III y Sargón) hablan de Israel llamándolo
que indujo a Israel al pecado», y tiene razón mát Humri, «país de Omri», o bit Humri, «casa
de ser la tristeza del anciano profeta Ajías de Omri». Tuvo fundamental importancia para
que, habiéndose retirado a su ciudad de Silo, toda la historia subsiguiente del reino y del
pronosticó al soberano la terrible condenación país la fundación de la ciudad de Samaría, en
que arrastraba a la ruina a toda su familia una privilegiada posición central, a 10 km. de
(I Re. 14). Ya un profeta anónimo, presente Siquem. Omri hizo de ella su capital y la con­
en la inauguración del culto ilegítimo en Bé­ virtió en una fortaleza inexpugnable y en el
tel, había vaticinado la destrucción del tal cul­ centro de cohesión y de unidad política del
to por obra de Josías; y esa profecía se cum­ reino, lo mismo que había hecho David con
plió unos 300 años después (II Re. 23, 15 ss.). Jerusalén. Sabemos por la stela de Mesa (v.)
El «pecado de Jeroboam» fué el pecado origi­ que Omri ejerció dominio sobre Moab, y ocu­
nal del reino de Israel; pecado continuado, y pó su distrito de Madaba (lín. 7 s.). Impuso
frecuentemente bastante agravado, por varios un tributo a los reyes moabitas (II Re. 3, 4).
reyes y sus respectivas dinastías que fueron su- Fué menos afortunado luchando contra los
cediéndose con trágicos sobresaltos en el nuevo amorreos, a quienes hubo de ceder algunas
reino (v. Cronología bíblica). Su historia es ciudades y conceder emporios comerciales en
verdaderamente la de una «caña agitada por la misma Samaria (I Re. 20, 34). Ya en los
el viento» (I Re. 15, 14) que, con más o menos comienzos estableció con Ethbaal, rey de Tiro,
rapidez, iba camino de desaparecer engullida una firme, íntima y provechosa alianza que
en el abismo. quedó sancionada con el matrimonio entre
Nadab, hijo de Jeroboam, apenas reinó dos Ajab y Jezabel, sus respectivos hijos.
años; fué muerto por su general Basa (de la Inició relaciones amistosas con Judá. Como
tribu de Isacar) que exterminó a su familia consecuencia de su indiferencia religiosa, Omri
para eliminar a todos los pretendientes. abrió con su política un amplio campo para
Basa (2.a dinastía) reinó unos 23 años (908- el sincretismo idolátrico (I Re. 16, 25 s.) que
885), con la capital en Tirsa (no identificada; se desbordó durante el reinado de su hijo y
ISRAEL (Reino de) 296

sucesor Ajab. Con éste (873-854), el reino de y se apoderó del reino de Damasco, Joram in­
Israel disfrutó de una gran prosperidad mate­ tentó la conquista de Ramot Galad de acuerdo
rial, en tanto que el yaveísmo recibió un golpe con Ocozías, rey de Judá; y habiendo sido
mortal, debido a la nefasta influencia de la herido en el curso de las operaciones, se retiró
inicua, cruel y avasalladora Jezabel. Sobre el a Jezrael, donde le sorprendió la revuelta de
modo diabólico con que dominaba a Ajab y Jehú (II Re. 9-10).
se entrometía en el gobierno tenemos ejemplos Cumpliendo el último encargo que el Señor
en la persecución de los yaveístas, en la impo­ había dado a Elias (I Re. 19, 16), Elíseo, a
sición oficial del culto del Baal fenicio y en quien Elias se lo había transmitido, aprovechó
la cruel rapiña de la viña de Nabot, a quien el momento más oportuno en que Joram estaba
ella mandó asesinar (I Re. 16, 29-22, 40). convaleciendo en Jezrael para enviar un miem­
La aberración religiosa llegó al colmo, y lu­ bro de las asociaciones proféticas a consagrar
charon heroicamente contra ella Elias (v.) y por rey al capitán Jehú, que entonces se halla­
Elíseo (v.). Ajab en sus últimos años derrotó ba al frente del ejército.
(857 a. de J. C.) a Benadad II, rey de Damas­ Eran muy conocidos los terribles vaticinios
co, que un año antes había asediado inútil­ de Elias contra Ajab y su casa (I Re. 21,
mente a Samaría. El vencedor respetó la vida 21 ss.), y Jehú se puso a ejecutarlos con la
al rey prisionero, y se limitó a exigir la resti­ velocidad del relámpago, tras la aclamación
tución de las ciudades que Omri había cedido de los oficiales. Se va veloz a Jezrael y mata a
a los árameos y la concesión de barrios espe­ Joram y a Ocozías. Manda arrojar desde lo
ciales en Damasco para los comerciantes israe­ alto a Jezabel, que cae sobre un empedrado,
litas. Ajab tenía la mirada puesta en Asiria, y su cadáver es pisoteado por los caballos y
que ya se enfrentaba amenazadora con Salma- devorado por los perros. Poco después fueron
nasar III, y formó una liga defensiva contra asesinados más de 42 príncipes de la dinastía
ella; liga que fué derrotada en Qarqar (853); de Jerusalén que habían ido de visita a Sa­
Ajab tomó parte en ella con 10.000 infantes y maría, y también otros 70 príncipes de la casa
2.000 carros (Monolito de Salmanasar III). In­ de Ajab, que residían en la capital. La nueva
mediatamente después se renovaron las hosti­ dinastía inaugurada por Jehú (842-815) se man­
lidades entre Samaria y Damasco, y en ellas tuvo durante un siglo. Su programa oficial, la
tomó parte Josafat, rey de Judá, que había novedad que le opuso a la dinastía precedente,
tomado por esposa a Atalía, hija de Ajab y fué el intransigente antibaalismo fenicio, y tal
de Jezabel. Prometieron la victoria numerosos vez también el plan de anexionarse Judá, lo
(unos 400) falsos profetas; sólo Miqueas, hijo cual explicaría el interés que mostró por bus­
de Yemla, predijo el fracaso y la muerte de carse el apoyo moral de los recabitas (v.), y
Ajab, que tuvieron lugar delante de Ramot el no haberse dirigido a los círculos proféticos,
Galad. Ajab conservó el dominio sobre Moab; que afirmaban la perennidad de la dinastía de
embelleció notablemente y fortificó la capital, David (II Sam. 7).
renovando con amplias láminas de marfil («casa «Jehú acabó con el culto de Baal mediante
de marfil») el palacio real que había construi­ una estratagema astuta, llegando hasta el ex­
do Omri. terminio de sus adoradores, reunidos aposta
Su hijo Ocozías, que se cayó de un balcón del en el templo correspondiente. Pero el yaveísmo
palacio real, mandó consultar a Baalzebú, dios del que se constituyó campeón fué el de Bétel
de Acarón; y Elias salió al encuentro de los y Dan representado por Jeroboam». Jehú sir­
emisarios y les predijo la muerte del rey, que vió por sí mismo a los dos santuarios (v. Amós).
aconteció unos meses después. Sus relaciones con Judá y Siria fueron tiran­
Entonces subió al trono su hermano Joram. tes. Para defenderse de Jazael, Jehú se hizo
que se distinguió de Ajab, su padre, restaurando vasallo de Salmanasar III (obelisco negro).
parcialmente el yaveísmo, contra el culto fe­ Pero Jazael, tan pronto como se alejó el peli­
nicio de Baal. Este acontecimiento debe atri­ gro asirio, atacó ferozmente al reino de Israel
buirse a la acción de los profetas Elias y Elí­ al que arrebató la Transjordania.
seo : éste desarrolló gran parte de su actividad Durante el reinado de Joacaz (II Re. 13,
durante el reinado de Joram (II Re. 2-9). Pero 1-9), hijo y sucesor de Jehú, llegó al colmo el
todavía persistía la influencia de Jezabel. envilecimiento de Israel. Jazael, y después su
El terrible asedio de Samaria por parte de hijo Benadad III, no le permitió tener más
Benadad II se solucionó mediante una mila­ de 50 jinetes, 10 carros y 10.000 infantes. Pero
grosa intervención del Señor pronosticada por también Asiria se acercaba con Adadnirari III
Elíseo. Cuando Jazael dió muerte a Benadad II contra Damasco, y el reino de Israel se apro­
297 ITALA

vechó de ello. Joás (793-783) siguió en el auge descubrió la trama, Oseas fué aprisionado (724)
apenas comenzado por Joacaz. Tres veces de­ y Salmanasar comenzó el asedio de Samaria
rrotó Joás a Benadad III, conforme a la pro­ que duró tres años, siendo llevado a término
fecía de Elíseo (II Re. 13, 14-19), y reconquis­ (fin del 722) por su sucesor Sargón (Sarrukinu).
tó las ciudades que Jazael había arrebatado a Éste, según él mismo refiere en los Anales, se
Israel. Derrotó a Amasias, rey de Judá, de llevó consigo 27.000 habitantes; muchos su­
donde se retiró después de haber demolido pervivientes se refugiaron en Judá, y el país se
parte de las murallas de Jerusalén, y de ha­ convirtió en provincia asiria. A los deportados,
berse llevado consigo tesoros y rehenes (II los esparcieron por Mesopotamia y Media, y
Re. 13-14). al desolado territorio de Samaria trasladaron
Finalmente, Jeroboam II, en sus 40 años de colonias de inmigrantes de Babel y del norte
reinado (784-744) dió a Israel el máximo po­ de Siria. De esta híbrida mezcolanza de ele­
derío y la mayor extensión territorial. La pros­ mentos extranjeros con los israelitas que ha­
peridad material iba unida a una terrible co­ bían quedado, salió el tipo característico de los
rrupción moral, por lo que se hizo oír fuerte­ futuros samaritanos (II Re. 17), tan odiados
mente la voz de Amos y la de Oseas, como ulti­ de los judíos.
mátum de la justicia y de la misericordia de La mayoría de los israelitas deportados se
Dios, con el anuncio de cercana y definitiva fusionaron en el mar de las gentes entre las
catástrofe. cuales se desparramaron. [F. S.J
A Jeroboam II sucedió su hijo Zacarías (743
a. de J. C.), muerto por Selum apenas pasados BIBL. — A. P o h l . Historia populi Israel, Roma
1933; G. R i c c i o t t i , Storla d'lsraele, I, 2.» ed., To­
seis meses. Éste a su vez fué asesinado, un mes rmo 1934, p p . 375-80. 396-426; A. N e h e r . Amos,
después, por Menajem, uno de sus generales, París 1950, pp. 181-210; S. G a r o f a l o , II libro dei Re
(La S. Bibbia), Torino 1951, pp. 105-119. 126-253.
que reinó del 741 al 738. Fué vasallo del gran
monarca Teglatfalasar III (745-727), que como ITALA. — Este nombre sólo se lee una vez en
rey de Babilonia tomó el nombre de . Ful, a un texto de San Agustín que trata de las ver­
quien pagó un pesado tributo (II Re. 15, 17- siones bíblicas: «In ipsis autem interpretatio­
22). Su hijo Pecajya (hebr. Peqahjiáh) pudo nibus itala ceteris praeferatur...» (De doctr.
reinar un par de años, y fué muerto por el chríst. II, 15, 22). El apelativo Itala ha dado
general Pecaj (hebr. Peqah), exponente del par­ origen a toda una literatura de investigaciones
tido antiasirio (737-732). * sobre su significado. Hay dos especies de solu­
Pecaj tomó parte en la liga de Damasco, ciones: 1) textuales que suponen el texto co­
con Tiro, Sidón y los árabes, contra Asur. La rrompido. Itala estaría en lugar de «illa» o de
liga, ante la negativa de Ajaz, rey de Judá, a «usitata» o de «Aquila»; 2) soluciones exegé-
dar su adhesión, invadió el país de éste y puso ticas que admiten el texto genuino y tratan de
asedio a Jerusalén con el intento de poner interpretarlo. Itala sería la Vulgata de San Je­
allí un nuevo rey. Mas Ajaz acudió a Teglatfa­ rónimo o su revisión sobre las hexaplas o tam­
lasar, que comenzó por el sur aislando de bién, y más probablemente, la antigua versión
Egipto a la liga, y luego devastó la Galilea su­ latina en el texto que se difundió por la Italia
perior y la Transjordania, cuyos habitantes de­ septentrional en el s. iv, allí conocida por San
portó (733 a. de J. C.). «Todas las ciudades Agustín y reconocida por él como superior al
del país de Omri anexioné a mi tierra... traje texto africano.
para esclavitud, a ellos solamente les dejé la Antes de semejantes estudios entendíase por
ciudad de Samaría». Y en otro monumento el nombre Itala la versión latina (en su con­
continúa así el conquistador con énfasis: «Del junto) anterior a San Jerónimo, considerada
país de Omri... transporté toda la gente a Asi­ como un todo homogéneo. Ahora que se reco­
ria. Ellos destronaron a su rey Pecajya y yo noce la pluralidad y la heterogeneidad de las
puse en el trono a Ausia sobre ellos». antiguas versiones latinas, a éstas se las deno­
Oseas, criatura de Asiria, mató a Pecaj, sal­ mina, en conjunto, «antigua versión latina» =
vando a Samaria (732), cuyo reino estaba en­ «vetus latina» (colectivamente) o «veteres lati-
tonces limitado a la zona montañosa que rodea nae» o «versiones anteriores a Ia Vulgata de
a la capital (II Re. 15, 29). Mientras vivió Te­ San Jerónimo» = «versiones praeieronimianae».
glatfalasar, Oseas se mantuvo como vasallo Pudiera ser que Itala indicara una sola de tales
suyo pagando un fuerte tributo, pero con su versiones. [A. R.]
sucesor Salmanasar V (726-722), que había sido
rechazado de Egipto, juntamente con Fenicia BIBL. — DBs, IV. co). 777-84; G. P e r r e i x a . Itiiro-
duzione generale alia S. Bibbia, 2.a ed., Torino 1952.
y Siria se preparó para la rebelión. No bien se np. 215-18, con rica bibliografía.
ITUREA 298

ITUREA. — Región ocupada por los itureos: = Bánjás) fué encomendada a Zenodoro (34-20
tribu ruda y nómada de Arabia, helenizada y a. de J. C.), y al morir éste la unió Augusto
aramaizada en el tiempo de Jesucristo, descen­ al reino de Herodes el Grande y luego se la
diente del ismaelita Jetur (Gén. 25, 15), que en concedió a Filipo, hijo de Herodes, juntamente
el tiempo de ios persas (ss. vi-v) emigró de con Ja Traconítide, la Batanea y la Auraníti-
Arabia hacia Transjordania y se estableció pri­ de. El título de Filipo, «Tetrarca de Iturea y de
mero en el desierto siríaco y luego en el Hau- Traconítide» (Le. 3, 1), es sintético y ha de
ran, Damasco, Líbano y Galilea septentrional completarse con el de «tetrarca de la antigua
(Estrabón XVI, 2, 20). Aliados con el rey de Iturea (meridional), de Traconítide (el Legiá),
Calcídica (Hirbet cAngiar) los itureos recono­ Auranítide (Haurán), Batanea (Basan) y Galau-
cieron como dinasta a Tolomeo, hijo de Men- nítide (Jolán)». Después de la muerte de Fili­
neo (84-40 a. de J. C.) y a su sucesor Lisania I po (4-34 desp. de J. C.) el emperador Tiberio
(40-34 a. de J. C.) «rey de los itureos» (Dion anexionó dicho territorio a la provincia de
Casio 49, 32). Habiendo sido muerto Lisania Siria.
se desmembró en dos partes el reino, que se De Iturea de Filipo los Evangelios mencio­
extendía desde el Mediterráneo hasta Damas­ nan a Cesárea de Filipo (Mt. 16, 13; Me. 8,
co. La parte septentrional (Líbano, Beqá, An­ 27) en la región de Ulata; Betsaida en la Ga-
tilibano, Hermón), que fué donada a Cleopa­ launítide superior, y en sus cercanías ha de
tra (34-31) por Antonio, entre el 26 y el 30 buscarse el «lugar desierto» (Me. 6, 31; Le. 9,
desp. de J. C. fué aún subdividida en territo­ 10) al que se retiró Jesucristo con los Apósto­
rios distintos (Abilene, Iturea en el Líbano, les para darles un poco de descanso después
Calcídica). de la primera misión en Galilea. [A. R.]
La parte meridional al sur y al sureste del BIBL. — L. S z c z e p a n s k i . Geographia Palestinae an­
Hermón (Hulata = cArd el Huleh; Paneades tiquae, Roma 1926. pp. 236-42.
J
JACOB. — Hijo de Isac y de Rebeca, gemelo de doce hijos nacidos de estas uniones, y que
de Esaú, q*e nació primero; Jacob le siguió serán los primeros padres de las doce tribus
inmediatamente agarrándole con una mano el de Israel. Nació también una hija, que se llamó
calcañar, como queriendo tomar el puesto del Dina. De Lía nacieron: Rubén, Simeón, Leví,
primogénito. De ahí vino el llamarlo Jacaqóbh Judá, Isacar, Zabulón y Dina (Gén. 29, 31-35;
( = él agarra el calcañar), o sea suplantador, 30, 14-21); de Bala: Dan y Neftalí (Gén. 30,
como Dios había revelado a la madre (Gén. 1-8); de Zelfa: Gad y Aser (Gén. 30, 9-13);
25, 23) y los sucesivos acontecimientos confir­ de Raquel: José y Benjamín (Gén. 30, 22-23;
maron (Gén. 25, 29-32; 27, 27-33). Posterior­ 35, 16-20). Pero hay que advertir que en la
mente, a causa de una misteriosa «lucha» sos­ repartición del territorio entre las doce tribus,
tenida con Dios durante la noche, y de la cual Leví no recibió territorio aparte (Núm. 35, 2;
salió victorioso, tuvo también el nombre de Jos. 21, 1 ss.) y que en lugar de José figuraron
Israel (Iárá’el = lucha Dios; Gén. 32, 27 s.). sus dos hijos Efraím y Manasés, adoptados por
Respecto del diferente carácter de los geme­ Jacob antes de morir (Gén. 48, 1-7).
los, de la adquisición de los derechos de la Jacob con las cuatro mujeres y los hijos (a
primogenitura cedidos por Esaú, y de la astu­ excepción de Benjamín que nació más tarde),
cia con que, mediante la complicidad de Rebe­ vuelve de Mesopotamia a Canán; se reconci­
ca, logró Jacob arrancar al padre, ya anciano lia con Esaú, y fija su residencia en Mambre.
y ciego, la especial bendición reservada al pri­ Durante este viaje de regreso tuvo lugar la
mogénito, v. Esaú. «lucha» con Dios, de que antes se hizo men­
A consecuencia de la bendición usurpada, ción. AI enterarse de que su hijo José, después
Esaú le tenía un odio mortal (Gén. 27, 44), de largas peripecias, había llegado a ser virrey
mas Jacob, obedeciendo a sugerencias de la de Egipto, se trasladó a este país con toda su
madre, que lo protegía, se dirige a Jarán, en familia y fijó su residencia en la tierra de Go-
Mesopotamia, a la casa de Labán, su tío. Du­ sen. Después de haber predicho a los hijos y
rante el viaje, en las cercanías de Luz (Betel), a los dos nietos vicisitudes ora alegres ora
tuvo en sueños la hermosa visión de una «esca­ tristes de sus tribus (comúnmente se las llama
lera» cuya cumbre tocaba al cielo, y por la bendiciones: Gén. 49, 2-27, y entre ellas figura
que subían y bajaban ángeles (cf. Jn. 1, 51), una espléndida profecía mesiánica en el v. 10
en lo cual vemos un símbolo de la Providen­ a propósito de Judá), muere a la edad de 147
cia que vela sobre el hombre. Hay una comu­ años, a los 17 de su instalación en Egipto
nicación continua entre el cielo y la tierra: (Gén. 49, 32). Su momia, embalsamada según
los ángeles ejecutan las órdenes divinas. En esta la costumbre egipcia, fué trasladada a Pales­
ocasión se repitieron en él las bendiciones que tina (Gén. 50, 4-13).
habían sido ya dadas a Abraham y a Isac, y Jacob expió duramente sus «astucias». Fué
con eso se vió una vez más confirmado en la engañado por Labán cuando en vez de Raquel,
legitimidad de la primogenitura (Gén. 28, 13). por quien había ofrecido siete años de trabajo,
Permaneció en Mesopotamia durante veinte le dió a Lía (Gén. 29, 22-29), y muchas veces
años, y tomó por esposas primarias a Lía y a más (Gén. 31, 41: hebr. 10 veces). Sus últi­
Raquel, sus primas, hijas de Labán, y por mu­ mos años se vieron muy amargados, especial­
jeres secundarias a Zelfa y a Bala (Zilpah y mente por la pérdida de José, de suerte que
Bilhah) sus respectivas esclavas, según el uso bien pudo decir al faraón: «Los años de mi
y el derecho de aquellos tiempos (cf, el Cód. de peregrinación son ciento treinta ; pocos y ma­
Hammurabí, art. 144). La Biblia hace mención los» (Gén. 47, 7 ss.). Sab. 10, 10 canta sus
JEFTÉ 300

alabanzas, y el mismo Jesucristo lo declara en tes. Es la ciudad en que permaneció largo


posesión de la felicidad eterna juntamente con tiempo Abraham con su familia (Gén. 11,
Abraham e Isac (Mí. 8, 11). [B. P.] 31 s.), cuando salió de Ur dirigiéndose a Ca-
BIBL. — J. B. P e l t , Hist. de VA. T., I, París 1930. nán, mientras Najor fijaba en ella definitiva­
pp. 179-197; E. Z o l l i , Israele, Udine 1935, p p . €3-67. mente su residencia para sí y para su descen­
dencia (Gén. 24, 10; 27, 43), a la cual irá más
JAEL. — v. Débora. tarde Jacob a buscar esposa (Gén. 28, 10; 29,
JAFET. — Hijo de Noé (Gén. 5, 32; etc.), 4 s.). En la época de los Patriarcas Jarán era
menor que Sem (Gén. 10, 21 TM) y mayor una ciudad bastante floreciente, debido sin duda
que Cam (9, 24), por más que figure siempre a su emplazamiento en el lugar de confluencia
como tercero. Jafet respeta a su padre embria­ de las grandes vías comerciales de Siria, Asiria
gado y recibe con Sem la bendición (Gén. 9, y Babilonia. La designación asiria Harránu
27; v. Mesías). Jafet es el primer padre de los (expresada con el ideograma de cruce de cami­
jafetitas o indoeuropeos, de aquellos pueblos nos) significa precisamente «camino», signifi­
de la costa fenicia o del norte de Siria o del cado que se conservó incluso en-la posterior
este de Mesopotamia que por su fisonomía, su denominación Paddan-Aram (Padanu = camino,
lengua, sus usos y costumbres no pueden ser calzada). En los documentos de Mari se men­
reducidos al tipo semita (Gén. 10, 2-5). ciona frecuentemente a Jarán. Aun admitiendo
Hijos de Jafet: Gomer (los Guimirros de los como carácter fundamental suyo el sumerio-
textos cuneiformes, Ki¡ipépioi, Ez. 38, 6). Ma- acadio, la ciudad estaba entonces bajo la in­
gog (mát Gág, «el país de Gog», Ez. 1, s.), fluencia preponderante de los amorreos y de
Madai (Medos, Madá, Is 13, 17; Dan. 9, 1), los jórreos. En los tiempos de la primera di­
Javán (Joni, Ez. 27, 13 iwn = *Tü>v, launa per­ nastía babilónica se firmó una alianza con los
sa, Iámanu babilonio), Tubal (Ez. 27, 13 etc. amorreos en el templo de la divinidad lunar
Tiftapijvoí de Herodoto, Tábal asirio, pueblos Sin, divinidad que probablemente fué impor­
de la vertiente meridional del Mar Negro), Mo- tada de Ur. En la época asiría Teglatfalasar I,
soc (Is. 56, 19; Mócr^ot de Herodoto, acad. Sargón y Senaquerib la mencionan en sus ins­
Musku, noroeste de Armenia hacia la Coquili- cripciones, sea como meta de incursiones, sea
da) y Tiras (Tw-rw-S* de los textos egipcios, como objeto de conquista. Al caer Asiría ante
Tvppi]voi; etruscos). los ataques de Nabopalasar, ASur-Uballit tra­
Hijos de Gomer: Asquenaz (3er. 51, 27; tará de resistir en Jarán, como último recurso.
A§-gu-za de los textos asirios, escitas, Hacia el fin de la época babilónica, Nabonid
frecuentemente confundidos con los cimeros), ordena la reconstrucción del templo de Sin en
Rifat (1 Par. 1, 6; cP<Vata oprj, ¿montañas Jarán, después de una presenta visión de los
del norte de Europa? ¿Aripsas de los textos dioses que le predicen la victoria de Ciro sobre
de Boghazkóy?) y Togorma (Ez. 38, 3-6, acad. Astiages. En el tiempo de los romanos, Jarán,
Tilgarimmu, pueblos al norte del camino de llamada Charrae, se hizo famosa por la de­
Carquemis a Jarán). rrota de Crasso y más tai de por el asesinato
Hijos de Jamán: Elisa (Ez. 27, 7; AlaSia de de Caracalla.
El-Amarna, ’AAacruira?, ’lsj de Ras Shamrah, En nuestros días está reducida a una peque­
Chipre) y Tarsis [Ez. 38, 13 etc.; Taprecrcró?, ña aldea entre escombros. [G. D.]
Tar-si-si de Asaradón; Ja costa surocciden- BIBL. — R. T. O’ C a l l a Gh a n , Aram Naharaim,
Roma 1948; S. M o s c a t í , VOriente Antico, Mila­
tal de España), Qutim (Ez. 27, 6 etc.; Chipre, no 1952.
Kiti de los fenicios, Kírriov, nombre aplicado
también a los macedonios y a los romanos) y JASÓN (hermano de Onfas III). — v. Ma-
Rodanim (Ez. 27, 15 los habitantes de Ro­ cabeos.
das). [F. V.]
BIBL. — D. P o u l e t , Tous ¡es hommes sont-ils fils JASÓN de Cirene. — v. Eclesiástico.
de Noé?, Ottawa 1941, p. 314 ss.; F. S p a d a f o r a , Eze-
chiele, 2.a ed., Torino 1951, p. 209 ss.; E. D h o r m e , JAZAEL. — v. Israel (Reino de).
Les peuples issus de J. d’aprés le clt. X de la Genése
{Recudí Dhorme). París 1951, pp. 167-87; ÍD., Les
peuples de VAsie mineure et des marches mésopota- JECONÍAS (Joaquim). — v. Judá (Reino de).
mlennes, en Peuples et dvillsations, 1 (1950), 336-59.

JA1R. — v. Jueces. JEFTÉ. — Fué el gran jefe y libertador de la


tribu de Gad, a la cual pertenece (Jue. 10, 6-12,
JARAN. — Ciudad del norte de Mesopota­ 7). Habiendo sido desechado por sus herma­
mia, a las orillas del Balih, afluente del Eufra­ nos, por ser hijo ilegítimo, Jefté se retiró a la
301 JEREMÍAS

región próxima a las fuentes del Jordán donde De muy pocos personajes del Antiguo Tes­
ejercía valerosamente el mando sobre una cua­ tamento tenemos noticias tan detalladas como
drilla de bandoleros, lo mismo que más tarde de Jeremías. Su libro toma en muchos puntos
hará David en el desierto de Judá y de Zif el carácter de una autobiografía.
(I Sam. 22, 2). Oprimidos por los amonitas, que Nació de familia sacerdotal en Anatot (en
armaban celadas en Galad, sus compaisanos Ras el-Charrube, unos 4’5 km. al nordeste
dirigieron a él su mirada para que organizase de Jerusalén) cuyo nombre se ha perpetuado
la lucha, después de haber invocado el auxilio en el cercano cAnata. En el año 626, cuando
de Yavé y de haber desechado la idolatría. inicia su actividad profética, Jeremías se llama
Jefté aceptó, pero hizo antes jurar, en nombre joven (nazar), y por consiguiente es muy pro­
de Yavé, a los ancianos, que una vez alcan­ bable que hubiese nacido hacia el 650 a. de
zada la victoria le entregarían el poder. J. C. Su índole suave y su apego a una exis­
Mientras se preparaba, Jefté intentó algunas tencia tranquila en su pequeño Anatot son
componendas con los amonitas, pero viéndolas patéticas alusiones a la belleza de la vida de
frustradas, confiando en Yavé los atacó y los familia (Jer. 6, 11 ; 9, 20 etc.). Responde a la
desbarató, reconquistando con ello veinte ciu­ llamada divina con un profundo sentido del
dades israelitas y devolviendo la libertad a Ga­ deber, y la describe como un acto de «atrac­
lad hasta el Jordán. ción» y de «violencia» por parte de Dios (20,
Su fe era sincera, pero (Hebr. 11, 32) ruda, 7), a quien corresponde venciendo su apatía
influenciada por las costumbres cananeas (cf. el (20, 9). Así llega a ser el heraldo de Dios en
rey moabita Mesa: II Re. 3, 27), y así para el período más crítico del hebraísmo y anuncia
ganarse el favor de Yavé, antes de la batalla sin temor oráculos tremendos para su patria.
hizo el voto de inmolar en su honor la pri­ Jeremías recibió el llamamiento en el año
mera persona (contra la prohibición de la ley: décimotercero del rey Josías ( = 626) y perse­
Di. 12, 31) que le saliera al encuentro de su veró desempeñando tal oficio hasta después
casa cuando volviera victorioso. Y fué su hija de la caída de Jerusalén (587). Pero en los pri­
única la que le salió en primer lugar entre las meros años su actividad parece haber sido más
vírgenes para cumplir con aquel rito de fanta­ bien limitada, y tal vez intermitente, razón por
sía. Jefté, en medio del sentimiento que desga­ la cual no se le menciona en los documentos
rraba su corazón, creyó que su deber era el que describen la reforma del rey Josías, inicia­
■cumplir el voto, e inmoló a su hija después de da en el 621 a. de J. C. Al darse el famoso
dejarla que llorase por los montes con sus com­ «hallazgo del libro de la ley» (II Re. 22, 8 ss.),
pañeras la flor de su juventud truncada. el rey se dirige a la profetisa Jolda y no a
Jefté castigó severamente la insolencia de los Jeremías.
efraimitas, que se le mostraron amenazadores Desarrolló su ministerio profético bajo los
por no haber contado con ellos en la pelea. Los cinco últimos reyes de Judá. Muy poco puede
efraimitas fugitivos fueron muertos en los va­ referirse en su libro al tiempo del rey Josías
dos del Jordán, después de ser reconocidos por (638-609), Joacaz (609) y Joaquín (598). Su
tales por la pronunciación de sibboleth (co­ drama se desarrolló durante el reinado del so­
rriente) en vez de sibboleth (espiga), lo mismo berbio y escéptico Joaquim (608-598) y duran­
que en las Vísperas Sicilianas quedaban descu­ te el del abúlico Sedecías (598-587). La luz que
biertos los franceses al pronunciar sesi la pa­ proyectan los capítulos 26 y 36 de su libro des­
labra ceci. cubren que entre Jeremías y Joaquim hubo un
Jefté gobernó en Galad durante seis años, y intercambio de relaciones poco gratas. En el
con él se dió la segunda tentativa, después de c. 26 asistimos a la intentona, por parte de
la de Gedeón, de establecer un principado mo­ altos dignatarios, de condenar a Jeremías a
nárquico. [F. S.] causa del discurso pronunciado en el Templo
BIBL. — A. M édebielle . en DBs, III, col. 11-24;
(7, 1 ss.); en 20, 2 ss. vemos al profeta en la
X. D esnoyers, Histoire du peuple hébreu, I, París prisión, y en el c. 36 asistimos a la lectura del
1922. pp. 178-85. 308. 340. 397 s s .; R. T amisier . Le libro de Jeremías, que el rey arroja a las llamas
livre des htses (La Ste Bible, ed. Pirot, 3), ibíd. 1949.
pp. 233-45. amenazando de muerte a su autor. Pero el pro­
feta continuó amonestando a todos a que se
JEHÚ. — v. Israel (Reino de). dieran a la práctica de una verdadera religión
interior y de la justicia social, reprendiendo los
JEREMÍAS. — (Irme]áh\ü] = Yavé ensalza o diferentes vicios y condenando la política del
consolida). El segundo de los cuatro profetas partido egiptófilo, que fomentaba la veleidad
mayores. de una afirmación nacionalista contra la su­
JEREMÍAS 302

premacía babilónica. En ese período sufrió sías no habría sido sino Jeremías resucitado
muchísimo Jeremías (17, 18); hubo incluso (cf. Mi. 16, 14). Los Padres y muchos exegetas
una conjuración contra él por parte de sus católicos ven en Jeremías el tipo de Jesús pa­
conciudadanos (18, 18-23). ciente.
Durante el reinado de Sedecías la actividad El libro que lleva su nombre consta de 52
de Jeremías fué mucho más intensa. Entonces capítulos.
se agudiza el contraste con los de la política Después de la introducción (c. 1) siguen:
de oposición que, después del advenimiento a vaticinios contra el reino de Judá (2, 1-29, 32),
Egipto del faraón Hofra, se arriesgan a suble­ pronunciados lo más tarde entre el 626 y el
varse contra los babilonios. Abiertas las hosti­ 625 ( = año 4.° de Joaquim); oráculos sobre
lidades, Jeremías anuncia de parte del Señor la futura reconstrucción de Israel y la época
el fin catastrófico de la empresa, siendo por mesiánica (30-3); vaticinios proferidos durante
ello acusado de derrotismo y maltratado. El el asedio de Jerusalén (34, 1-40, 5); después
rey personalmente lo respeta, pero no tiene va­ de tomada la ciudad (40, 6-44, 30); el refe­
lor para enfrentarse con sus influyentes minis­ rente a Baruc (45, 1-5); oráculos contra las
tros. Asistimos también a secretos coloquios naciones (46-51); el apéndice histórico (52) so­
que el débil soberano solicita cruzar con el re­ bre la toma de Jerusalén.
cluso (21, 1-10; 37, 17-20; 38, 14-26). Durante Basta una lectura superficial para notar en
el asedio Jeremías padece por la ruina que se el libro el gran desorden cronológico y la va­
cierne sobre la ciudad, y quizás más aún por riedad de géneros literarios. La primera carac­
la actitud de incomprensión de Sedecías y por terística fué ya advertida por escritores antiguos
la maldad de sus consejeros. (Jerónimo, In Jerem. 21, 1 s.). No puede ha­
No se hace caso de Jeremías, y, de haberse blarse de un verdadero libro sino más bien de
decidido a negociar tempestivamente con los una «colección de escritos» o «misceláneas»
babilonios, se habrían podido evitar la catás­ (G. Ricciotti, II libro de G Tormo 1923, p.
trofe y los horrores de la miseria general. 39). Tal desorden, lógico y cronológico, junta­
Después de ocurrido lo que era irreparable, mente con la notable divergencia que existe
Jeremías no se ocupa de fáciles e inútiles recri­ entre el texto hebreo y la traducción griega,
minaciones. Habiéndole brindado los babilo­ plantea el problema sobre el origen del libro
nios la elección entre irse a Mesopotamia o y de la transmisión del mismo. Por el capítu­
quedarse en Judea, opta por esta última. Aho­ lo 36 sabemos que el rey destruyó una primera
ra, cuando todo parecía perdido, Jeremías, que edición de los oráculos, a la cual siguió una
ya en las horas del asedio había manifestado segunda en parte idéntica, pero también con
su fe en el futuro (32 ss.), se transforma en muchos elementos nuevos; y los exegetas más
apóstol de los supervivientes que habían que­ recientes distinguen esas diferentes partes par­
dado. Únese a Godolías (v.) que en Masía daba tiendo del examen de los principales géneros
comienzo a la penosa labor de reconstrucción literarios o también de indicios extrínsecos.
material y moral de Judea (40, 4 ss.). El ase­ Entre los católicos, Podechard (en RB, 37
sinato de este valeroso gobernador siembra en [1928] 181-97), a quien siguen Notscher y Gelin,
el país una completa confusión (41, 2 ss.). Je­ distinguen tres secciones (cc. 1-25; 26-35; 36-
remías se ve en poder del grupo de judíos que 45). Señala en la primera «una colección de
después de haberse vengado de Godolías huye oráculos proféticos, obra de Jeremías», que se­
a Egipto por temor a posibles represalias por ria el «rollo» del 604 a. de J. C., con algunos
parte de los babilonios (42, 1 ss.). retoques y añadiduras; en la segunda ve una
Allá continuó su misión (43, 8 ss.) exhortan­ colección un tanto heterogénea, que fué inicia­
do y amonestando a los hebreos fugitivos y da por Jeremías y cuya redacción definitiva se
prediciendo la futura invasión de Egipto por llevó a efecto después de tomada Jerusalén;
los babilonios. También allí se manifiestan opo­ la tercera, de carácter biográfico, seria «un
siciones y contrastes contra él. Una tradición verdadero libro de Baruc sobre Jeremías». Nin­
tardía (Seudo-Epifanio, PG 43, 400; Martiro­ guna de las tres secciones se vio enteramente
logio Romano, l.° de mayo) afirma que Jere­ libre de añadiduras y de leves retoques. Su fu­
mías fué muerto por su pueblo en Tafnis sión se realizó en un tiempo que no se ha po­
(Hebr. 11, 37; Tertuliano, Scorp., 8). dido precisar, pero en todo caso muy anterior
La hostilidad que probó en vida fué después a la versión de los Setenta. La añadidura de
sustituida por una veneración cada vez más los cc. 18-20 y 21-24 a la primera sección ha­
intensa (Eclo. 49, 7; II Mac. 2, 1 ss.; 15, bría determinado el desplazamiento de los
14 ss.). Hubo quien llegó a pensar que el Me­ oráculos contra las naciones del c. 25 y ss.
303 JEREMÍAS

al final del volumen (cc. 46-51), a lo que se el punto de vista lingüístico el libro de Jere­
añadió como apéndice el c. 52. mías es correcto y simple.
Hay divergencias entre el texto hebreo y la Aun no siendo obra didáctica, del libro de
versión griega de los Setenta: en cuanto a la Jeremías puede sacarse una rica enseñanza teo­
extensión, es mucho más breve el griego que lógica. El concepto de Dios es semejante al
el hebreo, con la diferencia de una octava que puede deducirse de otros textos bíblicos.
parte; y en cuanto a la disposición, los orácu­ Se afirma con energía la unidad divina, y se
los contra las naciones en la versión griega si­ reprueba la idolatría y el sincretismo religioso
guen a 25, 13: Elam, Egipto, Babilonia, Filis- bajo todas sus formas. Se insiste especialmente
tea, Edom, Amón, Cedar, Damasco, M oab; en la actividad creadora de Dios (10, 16; 27,
mientras que en el hebreo ocupan los cc. 46-51 5; 31, 35-37) y en su dominio sobre la crea­
por el orden siguiente: Egipto, Filistea, Moab, ción (6, 24; 10; 13; 14, 22; 31, 35). Entre
Amón, Edom, Damasco, Cedar, Elam, Babi­ los atributos, divinos celébranse de un modo
lonia. Al parecer, el griego intenta mostrar particular la /usticia (9, 23; 12, 1; 32, 19) y
cierta jerarquía en la importancia de cada una la misericordia (3, 12; 4, 27; 5, 18; 30, 11;
de las naciones, mientras que el hebreo sigue 33, 11). Los oráculos sobre las naciones y mu­
más bien un orden geográfico, de sur a norte. chos otros textos dan pruebas exhaustivas de
En general se da preferencia al hebreo. que la omnipotencia divina es ilimitada. Dios
La transposición de los oráculos suele ex­ ejerce su imperio sobre todo el mundo, y no
plicarse con la suposición de que circularon sólo sobre Israel. La relación entre Dios y el
diferentes versiones de la obra de Jeremías, pueblo elegido está descrita con un lenguaje
una con los oráculos en el c. 25 y otra que de lo más tierno. Jeremías pinta en forma de
los relegaba al final. La versión griega repro­ idilio la antigua fidelidad de Israel a Dios:
duciría la primera disposición, más lógica, y era el tiempo feliz del «noviazgo» (2, 2; 3, 4;
el hebreo la segunda. 19; 31, 9.20). Es el lenguaje del Cantar de los
Nadie ha opuesto serios argumentos al valor Cantares y del profeta Oseas. Así la nueva
histórico de la autobiografía de Jeremías ni a alianza se vislumbra como el retorno a la inti­
los relatos biográficos de Baruc, y no pocas de midad de otro tiempo. Israel será de nuevo el
esas noticias están confirmadas por el libro hijo «primogénito» de Dios, el más tierno de
de los Reyes. Entre los documentos profanos los padres (31, 9). Entonces el nuevo pueblo
que nos proporcionan confirmaciones, más o de Dios surgirá del «resto» o «residuo» de
menos directas, están la crónica de Gad, los Israel (3, 14).
papiros de Elefantina, las cartas de Laquis, el La tendencia a describir y a poner de ma­
texto cuneiforme relativo al rey Joaquín y la nifiesto la ternura del amor de Dios al pueblo
carta de Sacara (A. Penna, p. 16). y a los individuos hace de Jeremías un per­
El valor literario del libro es vario. Algunos fecto analizador del mal moral. El pecado es
fragmentos (19; 24; 32; 33; 34; 39) en pro­ alejamiento de Dios (1, 16; 2, 13-19; 16, 11);
sa, generalmente atribuidos al amanuense Ba­ los idólatras son «rebeldes» y «extraviados».
ruc, tienen frecuentemente un estilo muy sim­ Jeremías insiste también en denunciar los pe­
ple y monótono a causa de las numerosas re­ cados de lujuria, el latrocinio, la mentira, la
peticiones. Otros fragmentos se presentan con falsedad en los juramentos, el engaño, la in­
imágenes agudas y poéticas que podrían ser justicia social, etc. Al pecado, considerado
consideradas como normales en un libro pro- como rebelión a Dios, contrapone un «retor­
fético de la Biblia. Otros en cambio revelan un no» humilde y sincero a esta fuente de agua
sentimiento exquisitamente poético. Ello resul­ viva (3, 7.14; 22; 4, 1 ss.).
ta de. expresiones, a menudo felicísimas, que Muchas veces se ha presentado a Jeremías
' describen la naturaleza; pero más aún de las como el profeta de la religión interior, en es­
perícopes emotivas, en las que el profeta des­ pirita y verdad (cf. Jn. 4, 23). Es innegable
ahoga su terrible lucha interior (11, 18-23; 15, esta preocupación de Jeremías (7, 21 ss.) en
10-21; 17, 14-18; 18-23; 20, 7-17). Pero lo cuanto opuesto a un vano formulismo exte­
que ha merecido a Jeremías que se le juzgue rior ; pero es erróneo (v. Profetismo) que él
como el más sicólogo entre los escritores del reprobase el culto externo (17, 26; 33, 18). Tal
Antiguo Testamento, son sus famosas «confe­ anhelo por una religiosidad profunda se mani­
siones». Una tal nota de dolor y de melanco­ fiesta en el amor a la oración. Jeremías inter­
lía brota del grandísimo amor del profeta a su cede por la nación en peligro (7, 16; 11, 14;
pueblo y a Jerusalén, al que muy a pesar suyo 28, 6; 32, 16.24 ss.), por los buenos que le
echa en cara culpas y predice castigos. Desde rodean, por el castigo de los malos (15, 15;
JERICÓ 304

18, 21 ss.; 20, 12), por sí mismo (18, 19). cambios en el curso de la historia. Los centros
Y afirma reiteradas veces la eficacia de la ora­ científicamente identificados son tres; moder­
ción (27, 18; 37, 3; 42. 2). no (de las cruzadas), herodiano y cananeo. La
La parte reservada al Mesías, como persona, Jericó moderna, situada en el mismo emplaza­
en el libro de Jeremías es más bien modesta. miento del centro de las Cruzadas, no tiene
La profecía más extensa (31-33) tiene por tema interés rigurosamente bíblico.
la nueva alianza (v.) entre Dios y su pueblo. La ciudad herodiano, a 2 km. al suroeste de
Del Mesías se describe el reino de justicia, de la cananea, se erguía sobre las avanzadillas
salvación y de paz en 23, 3-8 (cf. 33, 14-16). del Wadi el-Quelt, en el punto en que éste sale
fA. P.] de entre las montañas. Herodes, que fué su
BIBL. — G. M onttco, Geremia nella tradizione he-
constructor, imprimió en ella un aspecto típi­
.braica e cristiana, Padova 1936; A. P enna, Geremia camente helénico, con palacios, casitas de cam­
{La S. Bibbia, S. Garoíalo), Torino 1952; G. V itto po, acueductos, termas, hipódromos, anfitea­
natto, 11 Libro di Geremia (La S. Bibbia, Studio Do-
menicano), Torino 1955: * L. Brates. Un comenta­ tro. Ésta es la Jericó del Nuevo Testamento
rio y traducción del libro de J., en EslB (1953), p. 2 7 ; visitada por Jesús, curando en ella a los ciegos
Justo Pérez de U., Leyendo la Biblia. Jeremías, en
Cons. (1956) mayo, n.a 184; Planas, Jer. y Anemias. (Mi. 20, 29) y convirtiendo a Zaqueo (Le. 19,
“n CB (1953), p. 105. 1 ss.). Las excavaciones de la Escuela Ameri­
cana de Jerusalén (1950-51) han dado a cono­
JEREMÍAS (Epístola de). — Uno de los es­ cer muchas construcciones en «opus reticula­
critos más breves (72 versículos) de la Biblia, tum», entre las que figura la gran fachada que
que contiene una fervorosa exhortación contra mira al Wadi, con éxedras y 25 nichos alterna­
la idolatría. En la versión de los Setenta gene­ tivamente semicirculares y rectangulares.
ralmente está inserto entre las Lamentaciones La ciudad cananea estaba emplazada sobre
y Bamc con el título de Epístola de Jeremías. el actual Tell es-Sultán, a 8 km. del Jordán,
En la Vulgata va unido al libro de Baruc como bajo el Gebel Qarantal. Según una técnica muy
sexto capítulo. Va destinado «a aquellos que extendida en Oriente, esta elección era como
serán llevados prisioneros a Babilonia». impuesta por la proximidad de la fuente cAin
En el siglo pasado hubo muchos escritores Sultán. Es la Jericó del Antiguo Testamento
(Schürer, Marshall, Rostein) que sostenían que ligada a la conquista de Josué (Jos. 6), nom­
era el griego su lengua original, mas hoy son brada en Jue (1, 16 ; 3, 13) como «ciudad de
no pocos los críticos (Ball, Naumann, Gut- las palmas», ocupada por Eglón, rey de Moab,
mann, Eissfeldt, Artom) que lo consideran como durante 18 años (ibid, 3, 13 s.), reedificada por
traducción de un original hebreo que se ha Jiel hacia el 870 (I Ree. 16, 34), visitada por
perdido. Generalmente los acatólicos niegan su Elias y Elíseo que en ella ejercían la vigilancia
autenticidad, en favor de la cual están (II Mac. sobre un importante centro profético (II Re.
2, 1-3) la autoridad de los manuscritos, sus 1-11). Fué destruida por los babilonios, recons­
analogías con el libro de Jeremías y la exacti­ truida después del cautiverio e invadida por
tud con que se describe la idolatría babilónica. Pompeyo. M. Antonio la regaló a Cleopatra,
No faltan, con todo, escritores que lo atribu­ quien se la vendió a Herodes que la mudó de
yen al periodo griego 0 . Touzard, Gottsber- lugar. En su historia multimilenaria hubo en
ger, Robert). [A. P.] ella sucesivas civilizaciones, que han sido reve­
BIBL. — G. A rtom, Vorigine, la data e gli scopi ladas por tres expediciones de excavaciones:
deU'Epistola di Geremia, en A anuario di Studi Ebrai- alemanas (Sellin), 1907; inglesas (Garstang),
ci, vol. I, 1934, Rom a 1935. pp. 49-74; A. P enna.
Geremia, Torino 1952, pp. 423-41. 1930-36; angloamericanas (M. K. Kenyon),
1952 ss.
JERICÓ. — Ciudad de Palestina, situada en Comprobáronse veinte sedimentos mediante
la comarca occidental del Jordán, en la exten­ sondeos hasta la tierra virgen. En el neolítico,
sa llanura (Gor) formada por el río antes de las últimas excavaciones han proyectado nue­
desembocar en el mar Muerto. Como punto va luz confirmando sustancialmcnte la posición
de convergencia y de tránsito entre Palestina de Garstang, que distinguía en Jericó un neo­
y Transjordania, Jericó tuvo en todo tiempo lítico prccerámico seguido del cerámico.
una importancia estratégica de primer orden. El neolítico precerámico solamente se apoya
Debe su existencia a la riqueza de sus aguas sobre el mesolítico por la parte septentrional,
que hacen de ella un oasis de vegetación tro­ mientras que por las otras partes está tocando
pical y mitigan sus excesivos calores produci­ al suelo virgen, lo que prueba el tránsito direc­
dos por el máximo desnivel del globo (—380 to de la vida nómada a la estabilización. Así
metros). El emplazamiento ha sufrido varios tenemos en el primer neolítico la vivienda es­
305 JERUSALÉN

table, el desarrollo de la agricultura, las artes sué y para la identificación de la ciudad con­
y los oficios: falta la cerámica. quistada. No se ha hallado ninguna muralla
Esto revela una nueva fase en la evolución que pueda ser atribuida al Bronce III, y si
de la civilización, ya que hasta ahora era con­ Jericó tenía una muralla de fortificación, ésta
siderada la cerámica como uno de los compo­ no puede ser otra que la del Bronce Medio re­
nentes esenciales del neolítico. La vida de esta habilitada, aunque no sepamos nada de cierto
antiquísima comunidad (anterior al 5000 a. de sobre tal utilización. Hay incluso alguien que
J. C.) está caracterizada por una agricultura cree que hay que buscar en otro sitio la Jericó
muy desarrollada, pero sobre todo por una de Josué. [S. R.]
sólida muralla de cerca, construida con enor­ BIBL. — A. G. Barrois, Manuel d'Archéologie bi­
mes masas, lo cual supone en Jericó una co­ blique, I, París 1939, pp. 171-83; H. M. V incent, La
munidad organizada tal Yez bajo un jefe. Así chronologie des ruines de Jéricho, en RB, 39 (1930),
403-433; 44 (1935), 583-605; J. B. G. G arstang, The
mientras las otras agrupaciones conocidas has­ tfory of Jéricho, London 1940; L. H ennequln, en DBs,
ta ahora estaban en forma de aldeas, Jericó III, col. 410-14; K- M. K enyon. Excavations at Jeri-
cho, 1952, Jnterim report, en Palest. Explor. Quarteriy
se había elevado ya a rango de ciudad: la ciu­ 84 (1952), 4-6; R. N orth, en Bíblica 34 (1953), 1-12;
dad más antigua del mundo. A. Rolla, en Rivista Bíblica 2 (1954), 173-78; * F. M.
F errero, La destrucción de Jericó y el osario de <xJe­
Entre los hallazgos de mayor interés figu­ sús hijo de José», en EstB (1931), 203-221.
ran: l.°) un pequeño santuario 2,2 x 1,4 m.,
con un ancho lateral que tiene por delante una JEROBOAM. — v. Israel (Reino de).
tosca piedra que sirve de pedestal, y a corta
distancia una pequeña pilastra resquebrajada JERUSALÉN. — Principal ciudad de Palesti­
(massebah), destinada a servir de soporte; 2.®) na, centro de la religión y de la historia bí­
siete cráneos humanos labrados plásticamente,, blica.
de gran significado religioso y artístico. 1. Jerusálén preisraelita. — Ya en el pe­
La aparición de la cerámica en el neolítico ríodo calculítico (4000-3000 a. de J. C.) apa­
indica probablemente la existencia de nuevos rece arqueológicamente documentada la exis­
influjos llegados de afuera y tal vez la llegada tencia de esta ciudad sobre el montículo orien­
de un nuevo pueblo. tal Ofel. Al principio del 2.® milenio a. de
El calculítico debió de ser muy limitado, lo J. C. se la nombra en los llamados «textos de
mismo que el mesolítico, mientras que en las proscripción» egipcios. La ciudad estaba habi­
inmediaciones se hallan mayores testimonios tada por la cuadrilla amorrea de los jebuseos,
del mismo ; lo cual es indicio de los frecuentes y estaba provista de obras de defensa, según el
desplazamientos que había en el 4.® milenio. testimonio que de ello dan las avanzadillas de
El período del Bronce es el más próspero. muros ciclópeos existentes en el único lado
El Bronce I (h. 3100-2100 a. de-J. C.) nos ha vulnerable de la ciudad, que es el septentrio­
revelado la existencia de un sistema de defensa nal, así como ciertos trabajos particulares que
compuesto de no menos de 14 murallas, todas se habían realizado en la parte oriental, entre
de adobes sobre cimientos de piedra. Un sor­ los cuales había un paso subterráneo para ase­
prendente descubrimiento ha sido la compro­ gurarse el único punto de abastecimiento de
bación de que «la doble muralla» que hasta el aguas, cual era la fuente de Gihón (hoy lla­
presente había sido tenida por del Bronce III mada cAin Sitti Mariam = Fuente de la Señora
(conquista de Josué) resulta perteneciente al Maria (cf. II Sam. 5, 8).
Bronce I, por más que entre las dos murallas Jerusálén cayó bajo el influjo egipcio a con­
median algunos centenares de años. secuencia de las victorias de Tutmosis III. En
El Bronce Medio (1900-1550), que sucedió a las cartas de El-Amarna (h. 1400 a. de J. C.),
un período de transición (2100-1900) marca el aparece un príncipe jeteo cAbd-hiba, que soli­
nacimiento, el progreso y la decadencia de los cita del faraón el envío de refuerzos para la
hiksos. Es abundante y variada la cerámica; defensa de Bit Shulmán, llamada también Uru-
son interesantísimas las tumbas, muchas de las salim (tal vez —a fundación del dios Shalem).
cuales todavía están intactas, y el glacis, ca­ En los tiempos de la penetración israelita la
racterístico de la arquitectura militar de los ciudad está gobernada por el príncipe amorreo
invasores. Adonisedec, que es vencido y muerto por Jo­
Sobre el Bronce Último o III (1550-1200), el sué; pero no se llega a ocupar la ciudad (cf.
más ligado con los acontecimientos bíblicos, Jos. 15, 8.63; Jue. 19, 12).
las últimas excavaciones no han ofrecido ele­ 2. Jerusálén israelita. — La fortaleza jebu-
mento alguno para la cronología de la con­ sea que había resistido hasta los tiempos de
quista, ni siquiera para la misma gesta de Jo­ David (h. 1000 a. de J. C.), fué tomada como
20. — S pauaeora . — D i c c i o n a r io b íb lic o
JERUSALÉN 306

resultado de una audaz empresa de Joab, que loé, en la parte baja, en cuya galería se halló
entró en ella por el túnel (hebr. sinnór) que la célebre inscripción de Siloé. Manasés (693-
ponía a la ciudad en comunicación con la 639) reparó las fortificaciones (II Par. 33, 14-
fuente de Gihon (II Sam. 5, 8; I Par. 11, 16) «hasta la puerta de los peces» en la parte
5 ss.). Los cambios que sufrió la ciudad (cuya septentrional.
extensión era de unas 4 hect.) fueron de poca Si bien existe uniformidad en localizar la
monta, Parece ser que se reparó la muralla ciudad primitiva en la parte oriental, discútese
oriental y se construyó un palacio sobre la aún sobre su extensión durante el período mo­
acrópolis de Sión, que por esa razón se llamó nárquico, y sobre la identificación de las dife­
también «ciudad de David». Pero inmediata­ rentes murallas. Algunos (Schick, Guthe, La-
mente se aseguró la gloria futura de la ciudad, grange, Dalman, Vincent, etc.) admiten que
desde el momento en que se convirtió en cen­ ya en el tiempo de Salomón se dió la primera
tro religioso con el traslado del Arca de la extensión sobre el montículo occidental. Otros
alianza y con la erección de un altar en la era (Galling, Alt) sostienen que en el s. ix se en­
del jeteo Omam (II Sam. 24, 16 ss.), situada sanchó la ciudad hacia el noroeste (cf. II Re.
al norte de la ciudad. Allí desplegó Salomón 14, 13) y que en el período helenista se efectuó
su magnificencia edilicia cuya fama perdura:, la inclusión del montículo occidental. Aunque
formó la gran explanada llamada actualmente faltan datos arqueológicos o históricos para
Haram eí-Sherif, donde los obreros fenicios dirimir la cuestión, la primera hipótesis refleja
construyeron el majestuoso Templo (v.) con mejor la idea de grandeza que se desprende de
todos sus múltiples adjuntos (I Re. 5-8); al los libros históricos cuando hablan del reino
sur, aproximadamente donde hoy está empla­ de Salomón; la segunda presenta una exten­
zada la mezquita el-Aqsa, construyó la casa sión progresiva más normal, si se tiene en cuen­
real, el palacio para la hija de Faraón y los ta el incremento de alguna de las ciudades de
oficios gubernamentales con la misma magni­ la antigüedad.
ficencia (I Re. 7, 12). Todo el conjunto: Tem­ En la destrucción del 587 por parte de los
plo y palacio, fué cercado de una muralla babilonios perecieron las murallas, el Templo,
(ibid. 7, 10-12), y mediante un relleno ( = mi­ el palacio y otros edificios.
llo* ? cf. ibid. 11, 27) puso en comunicación La reconstrucción fué lenta y mucho más
las nuevas construcciones con el resto de la modesta. Los primeros judíos que regresaron
ciudad del sur. Una muralla incluyó en el in­ de Babilonia en el año 538 repararon el altar
terior de la fortaleza las viviendas que se ha­ de los holocaustos y, después de vencer muchas
bían construido en las pendientes del mon­ dificultades, reedificaron, si bien modestamen­
tículo occidental, de suerte que la ciudad tomó te, la casa del Señor (cf. Esd. 3, 1-13; Ag. 1,
las características de un centro religioso único, 2 ss.). En el 444 Nehemías reconstruyó las mu­
que se hizo célebre con el nombre algún tanto rallas de Jerusalén (cf. Neh. 3, 1-32). Siguien­
hebraizado de Ierúsálaim. do su detallado relato puede reconstruirse el
Al dividirse el reino, Jerusalén sigue siendo perímetro de las murallas, las cuales debían de
la capital de las dos tribus de Benjamín y de abarcar una superficie de unas 16 hect., según
Judá. La Biblia no vuelve a hablar de activi­ Galling (BRLG, col. 304), pero muy poco es
dades edilicias hasta el tiempo de Nehemías: lo que puede inferirse respecto del interior de
sólo refiere o supone las diferentes restaura­ la ciudad, ligeramente reconstruida y con muy
ciones que siguen a las destrucciones causadas pocos habitantes. Tal estado de cosas se man­
por los enemigos (cf. I Re. 14, 25 ss.; 15, 18; tuvo, más o menos, durante el período persa,
II Par. 16, 2 s .; II Re. 12, 18 s .; 14, 13 s.). aun cuando la ciudad seguía siendo oficialmen­
El rey Azarías (789-738) reconstruyó «la puer­ te el centro religioso y político de la región.
ta del ángulo y la puerta del valle», y restauró En el 331 fué ocupada por Alejandro Magno;
las murallas proveyéndolas de torres (II Par. luego quedó bajo el protectorado de los lá-
26, 9). Su hijo Jotam (738-736) completó (II Re. gidas hasta el 198, en el que pasó al poder de
15, 35; II Par. 27, 3 s.) la obra comenzada los seléucidas después de la batalla de Pa-
por el padre y reparó además los daños cau­ nión.
sados por un terremoto (cf. Am. 1, 1). Eze- Durante este período tuvo lugar la ocupa­
quías (721-693) construyó la segunda muralla ción de la ciudad por Antíoco IV Epífanes
para defender de Senaquerib la parte nueva de (168 a. de J. C.), que la saqueó, profanó su
la ciudad (cír misneh; cf. II Re. 22, 14; II templo (I Mac. 1, 20-58) y, para realizar su
Par. 34, 22) y un acueducto para trasladar las sueño de helenizarla, construyó en ella una
aguas de la fuente Gihón a la piscina de Si- fortaleza, el Acra, probablemente al nordeste
307 JESUCRISTO

del Templo (cf. L. H. Vincent, Acra, en RB, mos brevemente algunos lugares de especial in­
43 [1934] 205-36). Tres años después el Tem­ terés bíblico. La ciudad sufrió una completa
plo fué nuevamente consagrado por Judas Ma- transformación en el tiempo de Adriano (117-
cabeo, que para defenderlo de los asaltos de la 138), que la sustituyó por Aelia Capitolina,
guarnición siríaca del Acra construyó allí cer­ profanando incluso los primeros santuarios cris­
ca, al noroeste, una fortaleza, baris (I Mac. 4, tianos. Con el emperador Constantino se inicia
60). Después de su muerte, Jonatán su herma­ la cristianización de la ciudad, la cual desde el
no reparó los barrios que saqueara Antíoco IV punto de vista urbano se conservó casi intacta
(ibid. 6, 18-62). El otro hermano, Simón, des­ hasta la conquista árabe (638).
pués de haber completado los trabajos de Jo­ Sobre el Gólgota (v.), que hasta la construc­
natán, en el año 142 a. de J. C., logró expul­ ción de la «tercera muralla» de Agripa era una
sar del Acra a la guarnición siríaca, dando así cota rocosa fuera de la ciudad, Constantino
la independencia al país (ibid. 13, 49 ss.). erigió la basílica del Santo Sepulcro, grandio­
En el período asmoneo, por lo menos al sa y bella, según Eusebio (Vita Constantini III,
principio, la ciudad debió de gozar de cierto 33, 40; PG 20, 1095-1100), y fué destruida por
bienestar, acompañado de un continuo expan­ los persas en el 614.
sionarse del área urbana, especialmente en el También es constante y muy antigua, y por
montículo occidental y por el norte. Y por lo tanto digna de consideración, la tradición so­
que se refiere a las construcciones fué entera­ bre el «Cenáculo». En el s. iv (en tiempo de
mente revolucionario para Jerusalén el reinado San Epifanio) hácese ya mención de una pe­
de Herodes el Grande (37-4 de J. C.). El plano queña iglesia, a la que también se refiere Eteria
regulador era como un reflejo del que estaba (cf. D. Baldi, Enchiridion locorum sanctorum,
en vigor en tiempo de Nehemfas, pero las cons­ Jerusalén 1935, n. 732), que la pone unida a
trucciones se realizaron según la inspiración la basílica de la Santa Sión. Fué destruida por
grecorromana. Construyéronse también el ágo- los persas (614) y otra vez por los árabes (909),
ra, un teatro, el anfiteatro y un hipódromo, nuevamente reconstruida por los cruzados (ha­
esenciales para la civilización helenista y ro­ cia 1130) y vuelta a destruir por Saladino en
mana. En la colina occidental se amplió y em­ 1244. El solar fué adquirido en 1336 por el rey
belleció el palacio de los asmoneos, para cuya de Nápoles, que lo entregó a los franciscanos.
defensa se levantó un alto muro con tres torres Éstos permanecieron en su iglesia hasta que
imponentes (llamadas Fasael, Hípico y Ma- los echó de allí Solimán II en el s. xvi. El lu­
riamne). Este palacio se identificó en los años gar se convirtió en santuario musulmán, tal
1934-39 con la base de la «Torre de David». vez por estar en la tumba del profeta David.
En el ángulo noroeste del Templo se constru­ En cambio el lugar de la antigua basílica de la
yó la gigantesca fortaleza Antonia, rica de Santa Sión, en parte está ocupado por ía ba­
pórticos y de jardines, cuya planta se ha loca­
sílica y el convento de la Dormición.
lizado en recientes excavaciones, y, dentro de
ella, también el gran empedrado que algunos El peregrino de Burdeos (cf. Baldi, op. cit.,
han identificado con el Lithostrotos (cf. Jn. n. 853) habla de la «casa de Caifás», donde
19, 13), en donde fué Jesús condenado. posteriormente figura una iglesia dedicada a
Pero en el área del Templo (v.) se dió un San Pedro (cf. ibid. n. 855); pero su identifi­
cambio mucho más profundo. cación es discutida (cf. RB 39 [1930] 226-56;
Entre otros monumentos y edificios notables Bíblica, 12 [1931] 219-32. 411-46). Lo que no
Fl. Josefo menciona cinco piscinas (de las Ser­ ofrece duda es la identificación de la antigua
pientes, Amygdalon, Struthion, de Salomé, Si- basílica (s. iv), llamada de la agonía, en Get-
loé), a las que hay que añadir la de Betsaida semaní. [A. P.]
mencionada en Jn. 5, 2, el sepulcro de David B1BL. — H. V incent - F. M . A bel, Jérusalem, 2
y el llamado sepulcro de Herodes (cf. Bell. V, vols. París 1912-26; L. H. V incent. Jérusalem, en
DBs, IV, col. 897-966; en BRLG. col. 297-307; A. G.
. 108; 507). B arrois, Manuel d'achéologle biblique, I, París 1939,
AI tiempo de Agripa í (41-44) hay que ad­ pp 197-204; * O rtiz M uñoz, Jerusalén hoy, en EstB.
XII (1953), 4 ; C olunoa, Jerusalén la ciudad del gran
judicar la construcción de la «tercera muralla», Dios, en EstB, XIV (1955), 2 s.
llevada a efecto para que también el nuevo ba­
rrio de Bezeta quedara incluido en la defensa. JESÉ. — v. David.
La identificación de esta muralla fué muy dis­
cutida entre los arqueólogos del decenio 1925- JESUCRISTO. — El nombre griego Ttj<roü9
1935 y todavía no se ha resuelto con firmeza. reproduce el hebreo Jesuac, forma abreviada
3. Jerusalén cristiana. — Sólo mencionare­ de Yehó5úac que significa «el Señor es salva­
JESUCRISTO 308

ción». El griego Xptcrró?, es traducción del La turba se entusiasma con el nuevo lengua­
hebr. MáSiah, aram. Mesilla’, Ungido, que con je y con los milagros que lo acompañan, pero
el tiempo se convirtió en denominación exclu­ es inconstante y no llega a creer con convic­
siva del mismo Redentor de Israel. Es un ape­ ción (Jn. 2, 23 s.). Jesús hace alguna conquista
lativo, cuya formación ordinaria y más antigua aislada entre las personalidades del Sanedrín
es «el Cristo» Jesús; pero ya en las primeras (Jn. 3, 1-21). Según regresa a Galilea Samaria
epístolas de San Pablo (I Tes. 1, 1; II Tes. 1, reconoce en Jesús al Mesías y Salvador del
1 s .; Gál. 1, 1) se emplea la palabra Cristo mundo (Jn. 4, 1-42), pero se trata de Un epi­
como parte de un nombre propio, colocado sodio que no podía tener amplia resonancia
indiferentemente antes o después (Jesús Cristo, debido a la cerrazón del ambiente, ya que los
Rom. 1, 4; I Cor. 1, 9). samaritanos eran odiados y despreciados de
Con los cuatro evangelios podemos recons­ los judíos, que los excluían de su religión.
truir el cuadro de la vida de Jesucristo y dar­ Durante el primer año de ministerio, Jesús
nos cuenta de sus enseñanzas. recorre la Galilea teniendo por centro a Ca-
El período de la infancia (y.) de Jesucristo farnaúm (Mt. 4, 13); llama definitiva y direc­
(Mí. 1-2; Le. 1, 5-2) constituye un ciclo de tamente a doce discípulos (Apóstoles), once
suyo completo y definido. Sigue un silencio de de los cuales son galileos, a quienes invita a
treinta años a la sorprendente luz del naci­ seguirle (Mt. 4, 18-22; Le. 5, 1-11), y traza
miento de Jesucristo en Belén y a los episodios las líneas generales de la nueva ley y de la
de su reconocimiento en el templo de Jerusa- nueva «justicia» comparada con la antigua
lén como «consolación de Israel» y «gloria de (Mt. 5-7). V. Bienaventuranzas y Sermón de
su pueblo» (Le. 2, 25.32). A la edad de treinta la Montaña.
años aparece de improviso a las orillas del Jor­ La turba queda estupefacta (Mt. 7, 28 s.) y
dán para someterse al «bautismo de peniten­ los fariseos se escandalizan porque Jesús rei­
cia» que caracterizaba al ministerio de Juan vindica para sí la autoridad de interpretar y de
(v.) Bautista, su precursor, y entonces una voz dar cumplido a la Ley dada por Dios a Israel
del cielo lo señaló como Hijo único de Dios como expresión de su voluntad y código de la
(Mt. 3, 1-17; Me. 1, 9 ss.; Le. 3, 21 s .; Jn. 5, alianza por Él pactada con el pueblo elegido.
1; 31, 34). Tras un retiro de cuarenta días ayu­ Numerosos milagros (Mt. 8-9) confirman la
nando en el desierto (v. Tentaciones de Jesús; enseñanza de Jesús y provocan un movimiento
Mt. 4, 1-11; Me. 1, 12 s.; Le. 4, 1-13), Jesús popular arrollador en toda la región. Frente
inicia su ministerio público. Deliberadamente a la idea común de un Mesías nacionalista, vin­
limita su actividad a Palestina y al pueblo de dicador contra los gentiles opresores, jefe de
Israel (Mt. 15, 21-28), que durante varios mi­ un imperio judío próspero y feliz, Jesús ense­
lenios había venido preparándose con la reve­ ña, abiertamente en el coloquio con Nicode-
lación de las promesas de Dios y con una eco­ mus y en el relato de las tentaciones, velada-
nomía religiosa enteramente enderezada a la mente en las parábolas (Mt. 13 y paral.), la
persona y a la misión del Redentor (v. Mesías). esencia de su misión redentora mediante los
Después de una breve estancia en Galilea (Jn. padecimientos y la muerte; la naturaleza espi­
2, 1-12), cuyos habitantes estaban más libres ritual del Reino de Dios y la necesidad de un
del yugo del fariseísmo reinante en Jerusalén, renacimiento espiritual para entrar en él; los
al propio tiempo que gozaban de una menta­ humildes orígenes y su desarrollo inadvertido,
lidad más abierta, Jesús — en los comienzos pero progresivo, como el del grano de mosta­
del año 28 — se dirige hacia Jerusalén, cora­ za..., como el de la levadura que obra lenta­
zón de la nación judía, sede del único templo mente hasta transformar toda la masa.
y del único culto legítimo al Dios de Israel. A tal fin escoge, de entre los apelativos me-
Llegado al templo, con un acto de autoridad siánicos el menos relumbrante, cual es el de
— la expulsión de los profanadores (Jn. 2, «Hijo del hombre» ( = hombre), empleado por
13-22) — se atrae hacia sí el profeta de Galilea Daniel (c. 7), haciendo hincapié sobre la de­
la atención de los jefes y de la turba. Los jefes bilidad de la naturaleza tomada (cf. Fil. 2,
se muestran hostiles frente a quien se arroga 6-11 etc.); y obra de manera que su mesiani-
una autoridad de Maestro independiente de dad más bien sea deducida y comprendida gra­
toda escuela y se coloca abiertamente por en­ dualmente para evitar la intemperancia y los
cima de toda medida humana y contra una fatales entusiasmos, fáciles en la turba, domi­
tradición tenazmente custodiada y defendida nada por ideas erróneas. Mas el choque con
por los Doctores de Jerusalén y miembros del los fariseos, que le vigilan hostilmente y tra­
Sanedrín. tan de desacreditarlo, será cada día más rui­
309 JESUCRISTO

doso. Es el choque de dos mentalidades incon­ tima vez a Jerusalén sabiendo y diciendo que
ciliablemente opuestas. va a encontrar su fin violento (Mt. 20, 17-19
El segundo año de ministerio (año 29) se y paral.).
abre con el envío de los discípulos de Jesús a El milagro de la resurrección de Lázaro
una breve misión que permite a aquéllos ad­ (Jn. 11), particularmente ruidoso por las cir­
quirir las primeras experiencias de apostolado cunstancias de personas y de lugar — en los
(Me. 6, 7-13.30 s.; Le. 9, 1-6.10). La turba, inmediatos contornos de la capital — precipita
después de ver apagada milagrosamente su los acontecimientos. El Sanedrín anda en busca
hambre, intenta concretamente una suble­ de ocasión propicia para quitar de en medio
vación en favor de una investidura real de Je­ al profeta galileo (Jn. 45-53), el cual en la do­
sús, pero el Maestro rechaza tajantemente en minica anterior a la última Pascua (marzo-
Cafamaúm las pretensiones de los judíos a abril) no impide, como lo ha hecho otras ve­
que Jesús se amolde a su mentalidad (v. Euca­ ces, que Ja turba lo aclame por Mesías y lo
ristía). Despliega un cuidado especialmente in­ acompañe triunfalmente en el templo (Mt. 21,
tenso en la formación de los discípulos, y 1-17 y paral.). El martes está lleno con vio­
cuando Pedro declara, en la soledad de Cesa- lentas polémicas y amenazas dirigidas a los
rea de Filipo, en nombre de los Doce, su fe fariseos infieles a Dios, y con el gran discurso
en la mesianidad y en la divinidad de Jesucris­ en el que Jesús anuncia la ruina de Jerusalén,
to, el Maestro revela el propósito de fundar ruina que no sólo es material (Mt. 21, 23-25,
su Iglesia apoyándola sobre el Apóstol y de en­ 46 y paral.). La traición había madurado en
tregarle a él las llaves del reino de los cielos un alma tenebrosa, presa de Satanás (Jn. 13,
(Mt. 16, 13-20). Desde este momento se pone 2) y acaso desilusionado ante la incertidumbre
más en evidencia el alejamiento de Jesús y los con que se presentaba el desenlace de la suerte
suyos respecto de la Sinagoga, la cual es repu­ del Maestro. En la tarde del jueves, durante la
diada como consecuencia de su inflexible opo­ tradicional cena pascual, Jesús instituye la Eu­
sición y de su irreductible incomprensión. Su caristía declarando que quedaba sellado, en
puesto viene a ocuparlo la casa de Dios, abier­ la sangre que estaba próxima a derramarse, el
ta a todas las gentes. Jesús habla ahora a las nuevo y eterno pacto de Dios con los hombres
claras con sus discípulos de la dolorosa e ig­ que habían predicho los profetas de Israel
nominiosa pasión que le espera en Jerusalén, (Mt. 26, 26-28 y paral.). A las íntimas confi­
preparándoles de ese modo para cuando sea dencias de aquella noche sigue bruscamente la
llegada la hora de las tinieblas (Mt. 16, 21 ss. trágica agonía (v.) en el huerto de los Oli­
y paral.). La Transfiguración tiene por fin con­ vos (Jn. 13-17), el prendimiento de Jesús por
firmar a los discípulos en la fe en la divinidad parte de los soldados guiados por Judas. En la
de Cristo, y dar a entender que la Cruz es misma noche y al amanecer el Sanedrín con­
aceptada por Él espontáneamente como desig­ dena oficialmente a Jesús como blasfemo, por­
nio premeditado y definido por Dios y medio que, a sabiendas, él mismo ha declarado, sin
para el mayor de los triunfos (Mt. 17, 1-8 y posibilidad de equívocos, que es el Hijo de
paral.). Las fiestas de los Tabernáculos (sept.- Dios (Mt. 26, 63-66 y paral.). Y para conse­
oct.) y de la Dedicación (nov.-dic.) del año 29 guir que el procurador romano Poncio Pilato,
lo contemplan en Jerusalén, en el Templo, ejer­ a quien estaba reservado el derecho de vida o
ciendo su dominio sobre amigos y enemigos muerte, sentencie la ejecución de Cristo, el
con el prestigio de la palabra y de los mila­ Sanedrín intenta imputar a Jesús delitos polí­
gros (Jn. 7, 2-9, 39). El Maestro habla más ticos (crimen lesae maiestatis, Le. 23, 2). Ante
claramente de su divinidad a un auditorio que la resistencia de Pilatos, informado, sin duda,
estaba más dispuésto para entenderle; com­ de la actividad de Jesús y convencido de su
bate a los fariseos y a los saduceos colocándo­ inocencia, los judíos manifiestan la verdadera
se en el propio terreno de ellos y desenmasca­ acusación. Jesús se ha llamado Hijo de Dios,
rando su hipocresía, causa de la defección mo­ con lo que ha pecado gravemente contra una
ral de gran parte del pueblo. El Sanedrín se Ley sobre la cual Pilato es incompetente, pero
reafirma en su oposición que, en lo sucesivo, es voluntad del emperador de Roma que res­
será ya un odio mortal (cf. Mt. 12, 14 y paral. pete el veredicto del tribunal supremo religioso
Le. 11, 53). de Israel. De nada valen ni los razonamientos
El comienzo del tercer año de ministerio ni los recursos a que apela el presidente (como
(año 30) halla a Jesús en Transjordania y lue­ el juicio de Herodes, la propuesta de liberación
go en Galilea (Mt. 19, 15 ss.; Me. 9, 1 s.). con motivo de la Pascua, la flagelación) para
Hacia febrero del mismo año Jesús va por úl­ convencer al Sanedrín, y Pílalo se ve forzado
JESUCRISTO 310

a firmar la sentencia, pero declarando solem­ Israel como «el Único» por esencia, es Trino
nemente que la autoridad hebrea es la única en las Personas. Como Padre que es, tiene un
autora de la formulación de la sentencia (Mt. Hijo único (Mt. 3, 17, 5; 17, 5; Me. 1, 11;
27, 24-25). La pena es la que está reservada a 9, 7; 10, 30) que tomó carne humana— Jesús
los miserables y a los revoltosos: la Cruz (v.). el Cristo — para cumplir la voluntad del Pa­
A las tres de la tarde del viernes queda con­ dre, que quería reconciliarse por siempre con
sumado el crimen, mas Jesús, desde la Cruz, los hombres en la sangre del Hijo dado aen
con sus últimas palabras dirigió un nuevo y rescate» (Mt. 20, 28; Me. 10, 45). La tercera
último llamamiento a los jefes y al pueblo para persona es el Espíritu Santo, que el Padre y el
que abrieran los ojos y vieran la verificación Hijo enviarán después de la muerte del Re­
de las profecías, y declarando haberse cum­ dentor cuya obra completará con la distribu­
plido el plan salvador de Dios declara también ción de dones sobrenaturales (Jn. 14, 16.26;
su victoria (v. Abandono de Jesús en la Cruz). 16, 7).
A la muerte de Jesús acompañan prodigios que En la realización histórica del plan de sal­
revuelven las conciencias de muchos (Mt. 27, vación, Jesús declara ser el Mesías esperado
51-54). Al rayar el alba del domingo tiene lu­ por Israel (Jn. 4, 25-26) y apela a las antiguas
gar la resurrección (v.). Durante cuarenta días profecías para demostrar la legitimidad de su
Jesús completa la obra de instrucción y de for­ afirmación (cf. Le. 24, 27.44.47; Jn. 5, 39).
mación de los Apóstoles, demostrándoles que Él es el heredero del trono «eterno» de David
todo cuanto había sucedido daba cumplimiento (Le. 32 s.), y viene a fundar un reino que no
a todas las promesas mesiánicas de los profetas es «de este mundo» (Jn. 18, 36), en el que to­
(Le. 24, 25.32.44-48), y al fin se oculta para dos los hombres pueden ser admitidos sin dis­
siempre a su vista volando al cielo (v. Ascen­ tinción de sangre. Para escuchar su voz basta
sión), después de haberles dado el mandato de «proceder de la verdad» (Jn. 18, 37).
esparcirse por el mundo para predicar a todas El reino de Dios fundado por Cristo expresa
las Gentes, comunicando a todos el beneficio una realidad presente y futura; presente y
de la Redención, esperando primero en Jeru- continuamente perfeccionándose, en espera del
salén la venida del Espíritu Santo, que comu­ futuro, que es la posesión perfecta de la feli-
nicará a los discípulos la luz y la fuerza ne­ dad en el cielo. Es, además, interno e invisible,
cesarias para cumplir su misión de salvación es decir, el reino de la gracia en las almas; es
(Mt. 28, 16-20; Le. 24, 49). social y visible en cuanto coincide con la Igle­
La doctrina de Jesús, que es antigua y nue­ sia fundada por Cristo sobre Pedro, pastor de
va, reclama el conocimiento de las premisas las ovejas y de los corderos del rebaño de
históricas y religiosas que son su base. La an­ Dios (Jn. 21, 15-17). Para entrar en el reino
tigua revelación divina se había hecho y se de Dios es necesario nacer de nuevo en agua
había confiado al pueblo de Israel, elegido y y Espíritu Santo, es decir, mediante el sacra­
formado por Dios; mas, llegado el cumpli­ mento del Bautismo (Jn. 3, 3 ss.). Así pueden
miento de los tiempos, Israel debía transmitirla los recién nacidos, hechos hijos de Dios, par­
a todo el mundo (Jn. 4, 22). No se trataba ticipar de las inestimables riquezas del reino.
sólo de un patrimonio de fe, sino también de Jesús da poder a la Iglesia para perdonar los
patrimonio de esperanzas relativas a la restau­ pecados (Jn. 20, 22) y con la Eucaristía le con­
ración definitiva de la amistad con Dios. Cris­ fía su propio cuerpo y su sangre como comida
to vino para dar explicación del Antiguo Tes­ y bebida. La Eucaristía reproduce el sacrificio
tamento, perfeccionarlo y llevarlo a la práctica de la Cruz (cuerpo «desgarrado», sangre derra­
(Mt. 5, 7), dando así lugar al Nuevo Testa­ mada) del que son fruto todas las maravillas
mento (Mt. 26, 27; Le. 22, 20). Por eso Jesús de la Redención, «para perdón de los pecados»
no traspasa los estrechos límites de Palestina (Mt. 26, 28; cf. Jn. 12, 32). La ley del reino
aunque habla para todos los hombres y por se resume en el precepto «nuevo» del amor de
todos ellos muere (Me. 10, 45). Dios y del prójimo (Mt. 22, 34-40 y paral), y
Pero la novedad del cristianismo es la per­ el amor que tiene por modelo al amor de Jesús
sona misma de Cristo, Hombre Dios, que ha­ a los hombres será el distintivo que dará a co­
bla en nombre del Padre (Jn. 7, 16), y revela nocer quiénes son discípulos de Cristo (Jn. 13,
los misterios de la naturaleza y de la vida ínti­ 34 s.). La verdadera religión no consiste única­
ma de Dios (Jn. 17, 6.26), los misterios del plan mente en la observancia externa de los precep­
divino de salvación que el Padre ha puesto en tos, sino que es un vivir de amor, de sacrificio,
las manos del Hijo (Jn. 2, 35). de entrega (Mt. 10, 38; 16, 24); es un aban­
Yavé, que se había revelado a los Padres de donarse por entero a Jesús, una imitación de
311 JETEOS

él (Mt. 11, 29), ser otro Cristo, ser una sola to, Assisi 1944; D aniel-R ops, Jésus en son temps,
París 1945; L. T ondelli, Gesu Cristo nei primi van-
cosa con él para ser una sola cosa con el Pa­ geli, Torino 1947; Gesit sec. S. Giovannt, ibíd. 1944;
dre (Jn. 15, 1-2.7; 17, 11.21.23). Un lazo mis­ J. Bonsirven, Les enseignements de J.-Ch., París 1946;
F. M. Braun, Gesu: storia e critica, trad. it., Firenze
terioso pero real une a los fieles con Cristo y 1950; R. G uardini, La figura di Gesu nel N . T.,
a los unos con los otros en la unidad de un trad. ital., Brescia 1950; S. G arofalo, Gesu Maestro,
cuerpo vivo. El enemigo del reino es el mismo Roma 1954; A . F ernandez, Vida de N. S. Jesucristo,
Madrid 1948; cf. Rivista Bíblica, 3 (1955), 262-269.
enemigo de Dios y de su Cristo: Satanás, que
de muchas formas ha intentado interponerse en JESÚS ben Sirac. — y. Eclesiástico.
el camino de Jesús, pero ha sido derrotado
para siempre (Jn. 14, 20; 16, 11). JETEOS. — Gente de la que hasta hace unos
La divinidad de Cristo, afirmada por la mis­ 40 años no se había hecho mención sino en el
ma voz del Padre en el Bautismo y en la Trans­ Antiguo Testamento, que la cuenta entre los
figuración, repetidas veces proclamada por Je­ habitantes de Canán anteriores a la época de
sús, ante el Sanedrín, a costa de su vida, pro­ Abraham (cf. Gén. 23), y que ha sido restitui­
bada con el recurso a las profecías (cf. Mí. 22, da a la historia, gracias a las excavaciones que
41-46) y con su manera de enseñar, de perdo­ se iniciaron en 1906 en Boghazkóy (Asia Me­
nar los pecados (Mt. 9, 1-8 y paral.) y de obrar nor) y a las de Ugarit y de Mari, con lo cual
los milagros que mostraban su poder sobre la se confirma una vez más la historicidad y la
naturaleza, sobre los males y sobre el malig­ antigüedad de las fuentes bíblicas.
no, y principalmente con la resurrección de Ordinariamente clasificábase hasta ahora a
Jesús, anunciada y sometida a la más exigente los jeteos de este modo:
vigilancia, fué el escollo contra el cual tro­ 1) Los protojeteos, considerados como au­
pezó Israel. Añádese a esto: el carácter sobre­ tóctonos de la Anatolia oriental, de raza y de
natural del reino mesiánico, la muerte del Me­ lengua asiáticas, y cuya capital era Jatti, de
sías, ncesaria para la redención, una religión donde proviene su nombre.
en espíritu y en verdad (Jn. 4, 23), la unión de 2) Los jeteos, indoeuropeos de raza y de
todos los hombres en un solo organismo, en lengua, que proveniendo del este se instalan
una sola sociedad, donde circula la savia vital en Capadocia al comienzo del segundo mile­
de la gracia, don de Dios del que depende en nio a, de J. C. Afirman su potencia con el
absoluto la salvación. Extraviado por los jefes Antiguo (1600-1500) y Nuevo Imperio (1400-
y por sectas religiosas incapaces de desenten­ 1200).
derse de los ficticios esquemas de pensamiento 3) Neojeteos, habitantes de Sitia desde el
y de acción, creados por una sustancial incom­ 1100 a. de J. C., composición étnica que no pa­
prensión de la revelación y del modo de obrar rece tener relación de origen ni con los proto­
de Dios; incapaces de desasirse del concepto jeteos ni con los jeteos. Hablan el fenicio o el
de un reino del Mesías restringido a los lími­ arameo. Fueron aniquilados por los asirios en
tes de una sola nación y de una prosperidad el s. vil a. de J. C.
material; obsesionados por una práctica reli­ Estaba considerándose como un anacronis­
giosa exterior, gravada y viciada con toda una mo la afirmación bíblica que acusaba la pre­
sarta de preceptos humanos, lo más represen­ sencia de los jeteos propiamente tales en Pa­
tativo del pueblo de Israel se mostró incapaci­ lestina en el tiempo de Abraham, porque se
tado para su altísima misión. Mas no por eso juzgaba que el reino de los jeteos había sido
se malogró el milenario plan divino ni se frus­ fundado definitivamente más tarde.
traron las antiguas promesas. Los Apóstoles, Pero L. Wooley (A Forgotten Kingdom,
herederos de los profetas (Mi. 5, 12), repre­ Londres 1953, pp. 31-35), basándose en la di­
sentan la raíz del nuevo y verdadero Israel fusión de la cerámica llamada de Khirbet Ke-
(cf. Mt, 19, 28) de Dios, por medio del cual rak, explica cómo estos jeteos pueden ser des­
se darán al mundo las nuevas y los dones de la cendientes de antepasados jeteos emigrados si­
Redención. [S. G.] multáneamente al Asia Menor y a Palestina a
BIBL. — M. J. L agranoe, Et Evangelio de Jesucristo. principios del segundo milenio. Tal cerámica
vers. esp., Barcelona 1933; L. de G randmaison, Jésus- es, en efecto, frecuente y de forma más senci­
Christ, 2 vols., París 1928 (trad. esp., Barcelona 1932); lla en el Cáucaso meridional en la edad neo­
M. L epin, Le Ch. J„ París 1929; F. M. Braun. Oú
en est le probiéme de Jésus, Bruxelles-París 1932; lítica.
F. Prat, J.-Ch., 2 vols., París 1933; G. L ebreton, Aparece de improviso al norte del Oronte y
La vida y la enseñanza de J. N. S. (vers. esp.), 2 vols.,
Madrid 1933; I. F elder, Gesü di Nazareth. Torino hacia el oeste, donde permanece ,por largo
1938; G. R ic cio m , Vida de Jesucristo (trad. esp.), tiempo (del 3500 al 3000 aproximadamente),
Barcelona 1944; R. T hibaut, Le sens de l’Iíomme-
Dieu, París 1942; L. T ondelli, La psicología di Cris­ en Asia Menor en los sepulcros de los reyes
JETEOS 312

jéteos Alacahüjük, y después del 2000 en la incursión de pillaje por Babilonia e inicia la
región de Küitepe. lucha con los jórreos.
En varios lugares de Palestina, donde apa­ En el s. xv los jeteos quedan tal vez eclip­
rece de improviso y perfectamente desarrollada, sados por los jórreos. Tudhalia da comienzo
se halla sobre un sedimento destruido por el al nuevo imperio. Shuppilulium (1375-1335) de­
fuego, y por consiguiente fué importada por rrota a los mitanni en Cades. Mursilis II (1330-
los invasores que después se mezclaron con la 1300) encuentra dificultad para mantener some­
población. tidos a los estados vasallos. Muwattalli tiene que
La cerámica sigue a la migración de los jeteos luchar con la potencia egipcia que resurge,
cuya presencia acusa. Son oriundos del Cáu- siendo derrotado en Cades. Hurhi-Tesub y
caso, y habiendo emigrado al Asia Menor y Hattúsilis III continúan la lucha contra los
a Palestina hacia fines del tercer milenio, co­ asirios y Egipto. El imperio recibe el golpe de
menzaron a esparcirse desde allí. A Palestina gracia con la migración de los pueblos del
llegó una corriente menor, pero de la que se norte y del mar (hacia los comienzos del si­
instaló en Asia Menor, que fué la principal, se glo xn).
llegó a constituir el imperio jeteo. Religión. — El panteón jeteo es una mez­
Confírmase esto también por el uso de la colanza. El fondo es de origen protojeteo. En
legislación jetea (que desapareció con la caída el tiempo del imperio se acoplan divinidades
del imperio en el 1200 a. de J. C.), vigente luvias y palatias que no son más que imitacio­
entre los jeteos contemporáneos de Abraham, nes de divinidades anatólicas. De aquí provie­
como lo prueba con precisión la narración de ne la duplicidad de dioses. Aunque ínfima, es
Gén. 23, confrontada con los arts. 46 y 47 no obstante característica la parte de los dioses
de dicha legislación (cf. Rivjsta Bíblica, 2 de hechura indoeuropea. Añádase a esto el in­
[1944] 130-35). flujo de los jórreos con la introducción de su
Fuentes para el conocimiento de los jeteos panteón jerárquicamente organizado y de su
son los millares de textos religiosos hallados técnica cultural, y el de los asiriobabilonios
en uno de los templos y en la ciudadela de con divinidades abstractas como las encarna­
Boghazkóy» la antigua Jattusa, que se remon­ ciones del destino, ligadas con la idea del tex­
tan al 1400-1200 a, de J. C .; las tablillas de to escrito, de la tablilla fijada por una orden
Küitepe en asirio (s. xix), las inscripciones je­ de Ea o Marduk.
roglíficas fenicias de Karatape, que sobreviven El principal dios de los jeteos es el dios
durante 500 años al imperio jeteo; y final­ Tiempo, llamado Taru en protojeteo, Datta en
mente los datos arqueológicos. luvio, Tarhunt en jeroglífico, Tesub en jorreo.
La escritura es en gran parte cuneiforme, El nombre está expresado con los ideogramas
sobre todo en la zona de Kizzuwatna. La inter­ del dios mesopotámico Hadad. El concepto de
pretación de los jeroglíficos jeteos ha dado bue­ un dios supremo que regula la lluvia y las tem­
nos resultados, pero no es completa. Las len­ pestades está muy bien apropiado a una zona
guas en uso en el mundo jeteo son la jatil o como Anatolia, el norte de Siria y Mesopota­
protojetea, aglutinante, hasta ahora insuficien­ mia. Como rey de los dioses se acerca a Zeus,
temente conocida; la palaíta en la Paflagonia, pero presenta otros muchos aspectos. El ani­
al noroeste de Jattusa; la luvia, indoeuropea, mal sagrado es el toro, y según cierto concep­
al suroeste de Anatolia; la nesia o jetea, y, to antiguo, el mismo dios Tiempo es un toro
finalmente, la jorrea, asiánica. como en el mundo mesopotámico lo era el
El núcleo principal vive en una región cuyo dios Anu.
centro es el recodo del río Halys. Son mencio­ La diosa solar de Arinna, Wurusemu en
nados como primeros entre sus reyes Pithana protojeteo, es la reina del cielo y del país de
y Anitta, padre e hijo, traficantes en productos Jatti, la diosa suprema del estado y protec­
asirios, contemporáneos a las tablillas de Kül- tora del rey en la guerra.
tepe. Pequeñas ciudades estados ejercen su pre­ Istar, la gran diosa babilónica, es conocida
dominio con alternas vicisitudes: Zalpa, Nesa, en Anatolia, lo mismo que Anu, Ea y muchos
Kussar. Sólo Labarna las unifica en imperio otros. Es la divinidad del amor y de la vida
cuyo límite es el Mediterráneo. Labarna con­ sexual, y también de la guerra.
tinúa siendo título de los sucesores, como Cé­ La adoración de los dioses en el estado es
sar para los emperadores romanos. El hijo de de máxima importancia. El mismo rey toma
Hattúsilis I (h. 1580) domina el este del Asia parte en ella. La voluntad de los dioses es con­
Menor y llega hasta las puertas de Aleppo, to­ sultada mediante las diferentes formas de adivi­
mada por Mursilis I (h. 1560) que realiza una nación importadas de Mesopotamia. La religión
313 JETEOS

jetea considera a los dioses como amos, a los dientes constituyen unas minorías que no apa­
hombres como esclavos. Handadátur es el tér­ recen ni para las guerras ni para las deporta­
mino con que los jeteos expresan la fuerza di­ ciones (Esd. 9, 1; cf. Jue. 3, 36). Núm. 13,
vina especial que dirige el mundo (cf. sumerio 39 s. y Jos. 11,3 ponen a los jeteos en la región
nig. sí. sá .; ac. Mesaru). montañosa. Hebrón es una ciudad de los je­
Se han encontrado sepulturas en las excava­ teos, a quienes Abraham (Gén. 23, 7) compra
ciones del antiguo imperio y del nuevo. En el el campo de Ja caverna de Macpela para sepul­
nuevo estaba en uso la cremación. Consérvase tarse en ella (Gén. 40, 29 s.), y lo mismo Ja­
el texto de un ritual de cremación del rey o cob (Gén. 50, 13).
de la reina, según el cual las mujeres apagan Hácese mención de las hijas de Jet, que no
el fuego con vino y cerveza. son del agrado de Rebeca (Gén. 27, 46) ni de
Entre los mitos, el más famoso es el del dios Isac. Ez. 16, 3 dice a Jerusalén: «Eres por tu
que desaparece y vuelve a aparecer, cuyas vici­ tierra y por tu origen una cananea, tu padre un
situdes son semejantes a las de Dumuzi-Tam- amorreo, tu madre una jetea» (cf. é z . 16, 45).
muz, Adonis (v.), Attis, etc. El nombre del dios Todos estos textos bíblicos consideran a los
moribundo es Telepino (cf. Telephos licio) en jeteos como presentes en Canán antes de la
una versión conservada en cuatro recensiones, llegada de los israelitas y todavía en tiempos
el dios Tiempo, el dios Sol en otras versiones. de la migración de Abraíiam. Sabemos tam­
Telepino desaparece descontento. Cesa la vida bién por las cartas de El-Amarna que los jeteos
de la naturaleza. En vano se busca al águila, eran numerosos e intrigantes en Canán en el
al dios de la tempestad. La señora de los dio­ s. xiv a. de J. C.
ses envía la abeja. El texto está interrumpido. En varios puntos figuran príncipes jeteos,
Telepino es hallado nuevamente. Dos hechice­ aceptados e impuestos por Egipto, a la cabeza
ros le deciden a que vuelva. La vida toma nue­ de las cuadrillas cananeas... Naturalmente, tal
vamente su ritmo normal. elección sería incomprensible, dada la frecuen­
Derecho. — Dos colecciones de leyes con­ cia de los casos, de no admitir la presencia de
servadas en dos tablillas de la primera mitad los jeteos entre la población.
del s. xiv trasmiten los elementos jurídicos que Su carácter emprendedor, que nos es cono­
presentan puntos de contacto con las leyes me- cido a través de las fuentes, les daba cierta
sopotámicas y hebreas. El código jeto es más preponderancia entre los otros, aun cuando
humano que el asirio: no conoce la ley del su número fuese limitado.
talión (admite las compensaciones), limita la Es, por consiguiente, un hecho hoy com­
pena de muerte. Las disposiciones jeteas tien­ probado el de esta mezcolanza de las pobla­
den más a resarcir los daños de las víctimas ciones jeteas con las que habitualmente suelen
que a castigar a los reos. Son numerosos los llamarse cananeas.
contactos con el código de la alianza (Éx. 20, Ya los testimonios de las cartas de El-Amar­
22-23, 19) y demuestran que la tradición israe­ na para los ss. xv-xiv servían de base para
lita conoció el código jeteo por lo que atañe grandes probabilidades de la presencia de los
al homicidio, al hurto, a los daños causados
a las personas, a los refugiados, etc., pero ésta jeteos en períodos precedentes y desde el tiem­
po de la migración de Abraham (L. Desnoyers,
es plenamente autónoma (H. Cazelles, Éiudes
Histoire du pettple hébreu, I, París 1952, p. 30;
sur le code de VAllicmce, París 1946, pági­
A. Clamer, La Síe Bible, ed. Pirot, II, ibid.
nas 158-64). 1940, pp. 322. 562). Descendientes de los je­
En la Biblia el étnico hitti (LXX yérralos,
Vulg. hethaeus y bené Heth) indica los des­ teos son Ajimelec (I Sam. 26, 6) y Urías (II
cendientes de Jet, segundo hijo de Canán (Gén. Sam. 11, 9 ss.; etc.), esposo de Betsabé. [F. V.]
10, 15). Gén. 15, 19-21 pone a los jeteos entre BIBL. — Abundante material en Revue Hittite et
los pueblos de Canán, anteriores a la conquis­ Asianique (RHA) y Journal of Cuneiform Studies
(JCS); A. G oetzf, Hethiter, Churriter und Assyrer,
ta israelita y en medio de los cuales tienen que Oslo 1936; L. D elaporte, Les Hittites, París 1936;
ÍD.t Hittites, en Dtís; F. Sommer, Hethiter und Hethi-
establecerse los hebreos (cf. Éx. 3, 8-17; 13, tisch, Stuttgart 1947; G. C ontenau, La civilisation des
15 ; 23, 23.28; etc.). Los reyes de estos pueblos H. et des Hourrites..., París 1948; E. C avaignac, Les
se confederan para oponerse a Josué (9, 1) y H., ibíd. 1950; O. R. G urney, The H„ London 1952:
R. D ussaud, Les religions des H. et des Hourrites,
luchan contra él junto a las aguas de Merom en Mana II, París 1945: G. F urlani, • La religione
(Jos. 12, 8); reaparecen en el discurso de Josué degli Hitliti, Bologna 1936; A. R omeo, en Enciclope­
dia del Sacerdozio, Firenze 1953, pp. 336-46; C. W.
moribundo (Jos. 24, 11) y en la época de los C eram, li libro delle rupi. Alia scoperta delVimpero
Jueces (Jue. 3, 5). Durante el reinado de Sa­ degli Ittiti, Torino 1956; cf. Rivisla Bíblica, 4 (1956).
282-85; F. M. A dei., Géographie de la Palestine, I,
lomón (I Re. 9, 20; I Par. 8, 7) sus descen­ París 1933, pp. 239-43.
JOB 314

JETRÓ» — Sacerdote de Madián (Éx. 2, 16; Aparece este nombre también en las cartas
3, 1), mencionado en la Biblia por haber dado de El-Amarna = A-ia-ab.
una de sus hijas, Séfora, por esposa a Moisés Ez. 14, 20 menciona a Job por su justicia
(Éx. 2, 16-21). (cf. Job 12, 4) juntamente con Noé (cf. Gen.
Parece ser que tuvo dos nombres, pues ade­ 6, 9) y Daniel (cf. Eclo. 49, 9); Sant. 5, 11 lo
más del de Jetró (Éx. 3, 1; 4, 18; 18, 1.5.8. menciona por su paciencia (cf. Tob. 2, 12-15
12 etc.) en Éx. 2, 18 y Núm. 10, 29, aparece en la Vulgata). Son referencias tomadas del
también el de Raguel. Raguel (hebr. Recü*él = libro sagrado que no deciden si Job es un per­
amigo de Dios) sería el nombre propio, mientras sonaje real o una figura puramente literaria.
que Jetró representaría un sobrenombre o tí­ El libro de Job es aunó de los más maravi­
tulo honorífico. Fundándose en la elasticidad llosos poemas del mundo» (A. Vaccari), que
que en la lengua hebrea presentan los nombres ha sido comparado con la Divina Comedia de
de parentesco (cf. ’áh = hermano, primo, pa­ Dante y con el Fausto de Goethe.
riente, amigo, etc.), no falta quien renuncie a «Desarróllase en él un tema apasionante, un
la identidad entre Jetró y Raguel y cree que drama profundamente humano y divinamente
Raguel es el padre de Jetró, y por tanto abuelo sublime, con tal viveza de colorido, con tal
de Séfora; y por la misma razón se intenta en energía de afecto, con tal variedad de formas,
Jue. 4, 11 (hebr.) aplicar a Jetró un tercer nom­ que bien puede decirse que en él el lenguaje
bre, el de Jobab, al parecer sin fundamento. agotó su facundia y el arte su paleta» (A. Vac­
Es bastante probable que Jetró fuese ado­ cari).
rador del verdadero Dios, al que había podido La parte central, el poema propiamente di­
conocer por la tradición patriarcal (Éx. 18, cho (cc. 3-41) está en versos de un gusto ex­
8-12). Habiendo observado cierto día que su quisito; la introducción y prólogo (cc. 1-2) y
yerno consumía todo el tiempo en conceder el epílogo (42) en prosa. Composición eminen­
numerosas audiencias, y que ni aun así logra­ temente didáctica.
ba dar contento a todos, Jetró, con la autori­ I. (cc. 1-2). — Permitiéndolo Dios, el piado­
dad que le daban los años y el parentesco, le so Job se desploma cayendo de gran prosperi­
propuso que encomendase a cierto número dad en la más repugnante miseria; pierde hijos
de ancianos los asuntos de administración or­ y hacienda: él mismo, herido de una enferme­
dinaria, reservándose la alta dirección de los dad y arrojado de casa, se ve despreciado y
negocios del pueblo (Éx. 18, 13-26). Moisés escarnecido hasta de su propia mujer. Mas
puso en ejecución la propuesta, y consiguió aun en medio de tan profundo dolor Job está
efectos sorprendentes. [B. P.] resignado con la divina voluntad.
Van a consolarle tres amigos: Elifaz (natu­
BIBL. — A. C lamer. Les Nombres, en La Salrtte
Bible de Pirot-Clamer, II, París 1946, pp. 297 s. ral de Teman, cf. Gen. 36, 11, célebre por su
sabiduría, cf. Jer. 49, 7), Baldad (de Sue, en
JEZABEL. — y. Israel (Reino de). la Arabia septentrional, Gén. 25, 2) y Sofar.
Así comienza el diálogo.
JOAB. — v. David. II. (cc. 3-41). — Job se lamenta de sus dolo­
res (c. 3). Los amigos, partiendo de la idea
JOACAZ. — 1) v. Israel (Reino de); 2) v. entonces corriente: — que sólo padece el que
Judá (Reino de). ha pecado —, no soportan que Job proteste de
su inocencia; para ellos semejante protesta
JOAQUIM. — v. Judá (Reino de). equivale a una blasfemia, a una impiedad con­
tra la divina justicia. De ahí que inviten a Job
JOAQUÍN. — v. Judá (Reino de). a humillarse y a implorar misericordia.
Los amigos hablan siempre por este orden:
JOÁS. — 1) v. Judá (Reino de); 2) v. Israel Elifaz, Baldad, Sofar, y Job responde cada
(Reino de). vez que uno habla, y lo hace con un énfasis
que va en aumento. En la primera disputa
JOATAM (Jotam). — v. Judá (Reino de). (4-14) expone Elifaz la sobredicha tesis en for­
ma abstracta para evadir la explícita condena­
JOB. — Héroe del libro de su nombre, rico y ción de Job, fundándola en una revelación so­
sabio idumeo (Hus, entre Edom y la Arabia brenatural (4-5). Pero Job, que ácepta sus pa­
septentrional, cf. Jer. 25, 20-24; Lam. 4, 21), decimientos, no puede dudar de su inocencia,
perfecto adorador del verdadero Dios, aun en por más que no acierte a explicar por qué le
medio de los mayores sufrimientos. habrá castigado el Señor (6-7). Interviene Bal­
315 JOB

dad en favor de Elifaz, con la autoridad de la III. — Job se rinde y confiesa su ignorancia.
tradición; proclamar la propia inocencia, como En el epílogo (42) Dios pronuncia la sen­
hace Job, es ofender a la Providencia (8). tencia; son condenados los tres sabios, y a
Job ve más claramente aún el contraste en­ Job, que es declarado inocente, le son restitui­
tre esta teoría y la realidad de su inocencia dos con creces los bienes que antes tenía.
(9-10). Estas palabras escandalizan a Sofar, que «La conclusión moral consiste en que, en
aduce en favor de la tesis de los amigos argu­ virtud de una misteriosa pero sabia disposición
mentos de razón y la experiencia (11-12, 6). de Dios, a veces los mismos justos son afligi­
Mas lo que la experiencia demuestra, replica dos sin tener culpa alguna; pero que al fin
Job, es el hecho desconcertante de la prosperi­ Dios premia la virtud que es desconocida de
dad de los impíos. Su fe en la justicia de Dios los hombres. Resulta, pues, que el fondo del
es indiscutible y profunda, por lo que el mis­ libro consiste en la discusión, concretada en un
terio sigue sin descifrar (12, 5-14, 21). hecho, acerca del origen y de la razón ontoló-
En la segunda disputa (15-21) los tres ami­ gica del dolor» (A. Vaccari).
gos acusan abiertamente a Job de impiedad; El problema no queda enteramente resuel­
es imposible que sobrevengan tales calamidades to, pero se dan los puntos esenciales que for­
al inocente. Elifaz alega la razón de su propia marán parte en la solución adecuada enseñada
experiencia y la doctrina de los sabios (15, por el cristianismo: a) los padecimientos prue­
1-18); los otros dos repiten lo mismo en tono ban al justo; b) lo preservan de la soberbia,
violento y mordaz (cc. 18-20). del pecado (discurso de Eliú); c) el hombre
Job desespera de hallar comprensión (15, 17- debe siempre entregarse a la sabiduría divina
35; 16, 1-5); pero pone en Dios toda su espe­ confiando en su providencia.
ranza y le ruega vivamente que intervenga para La unidad de la composición es admirable :
dar su justo juicio antes de que vaya a parar el prólogo es indispensable como fundamento
a los infiernos (16, 6-17, 17); la doctrina de y el epílogo como complemento. La interven­
sus importunos visitantes le disgusta profunda­ ción de Dios, en conexión con la invocación
mente, la encuentra indiscutiblemente contra­ de Job (31, 35 ss.) y del mismo Elifaz (5, 8) y
ria a la experiencia (21). Dios será su venga­ con el anuncio de Eliú (37, 16-24), es el punto
dor; Job está'seguro de que intervendrá ante culminante preparado y esperado en todo el
sus contrincantes, antes de que la muerte le poema. Eliú es el abogado de Job y árbitro de
lleve a desaparecer en el Se’ol (19). Para la la discusión, a la que pone fin preludiando la
exégesis, v. Resurrección de los cuerpos. sentencia de Yavé (L. Dennefeld).
Después de haber elevado un himno a la El autor del libro es un docto y desconocido
divina sabiduría (c. 28), Job arremete hábil­ judío de Palestina. Es innegable la afinidad de
mente en su defensa (29-31). Implora un juicio Job con los libros sagrados y su dependencia
en regla en el que se propone carearse con de ellos, en particular de Jeremías (cf. Jer. 12,
Dios, a quien cree irritado contra él, y refu­ 1-4 para el tema; Jer. 20, 14-19 y Job 3, 3-12;
tar a sus tres implacables acusadores (Job 13, Jer. 9, 3 y Job 7, 15 etc.). El autor escribió
18; 31, 35 ss.); así desea tener un árbitro, un probablemente hacia el fin del reino de Judá;
abogado que salga en su defensa (cf. 9, 33; la elegancia del estilo, la propiedad del len­
31, 35: «¡Oh si hubiera quien me escucha­ guaje hacen poco verosímil una fecha poste­
se!»). Este árbitro es Eliú, que interviene con rior a la cautividad.
un tono enteramente nuevo. Job no debe decir El texto hebreo está necesitado de muchas
que Dios lo persigue: Dios no manda los ma­ correcciones, pero en conjunto está mejor con­
les sólo para castigar, sino también para pre­ servado que otros libros del Antiguo Testa­
servar y purificar. Así venga la inocencia de mento, por ejemplo, mejor que Jeremías. La
Job, al propio tiempo que le ilumina acerca versión griega de los Setenta es más bien libre,
de la finalidad de sus desventuras, adelantán­ y en general tiende a abreviar. La siríaca es
dose a la intervención final de Yavé (38-41). fiel, útil para la crítica, pero poco utilizable
Dios aparece en medio de una nube que cu­ para la exégesis. Sobresale entre todas la ver­
bre su majestad y expone su omnipotencia y su sión latina de San Jerónimo (Vulgata) por la
sabiduría, manifestadas en la creación y en el comprensión del texto, por la claridad y por
gobierno del universo. ¿Cómo va a ser posible la elegancia (Vaccari). [F. S.]
que comprendamos la insondable obra de Dios BIBL. — P. D horme, Le íivre de Job, París 1926;
en el mundo moral, cuando no somos capa­ L. D ennefeld, Le discours d'Elihou (Job 32-37), en
ces de comprenderla en lo que se refiere al RB, 48 (1939) 163-80, con abundante bibliografía;
G. R icciotti, Giobbe, Tormo 1924; A. V accari, La
mundo físico? Sacra Bibbla, IV, Firenze 1949, pp. 13-100; A. L e-
JOÑAS 316

fevre , en DBs, XXII, col. 1073-98; * D. G onzalo El texto está bien conservado, y el estilo es
M aeso. Sentido nacional en el libro de Job, en EstB brillante.
(1950); B. C elada, La asiriologla y el libro de Job,
en CB (1944-45). En sustancia, la profecía asegura la realiza­
ción de las divinas promesas sobre la estabili­
JOEL. — Profeta, que probablemente fué de dad del nuevo Israel, renacido en la tierra de
familia sacerdotal (cf. 1, 13 ; 2, 17). El nombre Judá después del cautiverio, y sobre su evolu­
equivale a decir Yavé es Dios (Ió’el). Por ra­ ción, complemento definitivo en el reino del
zón de sus frecuentes llamadas a Jerusalén y Mesías. Cierto que habrá lucha, principalmen­
a Sión colócase su actividad en Judea y pre­ te la pronosticada por Ez. 38-39, pero inter­
cisamente en la capital. De igual modo se in­ vendrá Dios («día de Yavé») y el triunfo será
tenta fijar el tiempo en que profetizó Joel ba­ seguro, y por lo mismo también la existencia
sándose únicamente en el examen interno. de la antigua Economía hasta la venida del
Los antiguos (cf. Kónig, Theis) se inclinaban Mesías, a cuyo reino se refiere el célebre orácu­
preferentemente por el tiempo de Joás (836- lo (2, 28-32; hebr. 3) que se realizó en Pente­
797). La exégesis moderna (de Merx en ade­ costés en el prometedor comienzo de la predi­
lante) se muestra cada vez más unánime en cación apostólica (Act. 2, 14-21; cf. Rom.
señalarle los tiempos que siguieron al cautive­ 10, 12 s.).
rio, entre el 500 y el 400 a. de J. C. También Joel trae las grandiosas imágenes
Efectivamente, en Joel no hay referencias al tradicionales (cf. Is. 13, 10; Ez. 32, 7 s.) anun­
reino de Samaría, a Damasco, a Asiria y al ciadoras de las conmociones de la naturaleza,
imperio babilónico, al rey de Judá y particu­ para indicar que la intervención divina en la
larmente a los pecados de idolatría. El pueblo efusión del Espíritu será tan maravillosa que
de Judá es todo Israel (2, 17-27; 3, 2-16; lo hasta la misma creación se verá afectada (v.
mismo que en los Par.). Tiene alusiones a la Escatología). Tampoco pasa de ser simbólica
destrucción de Jerusalén ya consumada, al cau­ la indicación de «valle de Josafah) (v.), (valle
tiverio de los sobrevivientes, a la invasión del donde «Yavé juzga» o castiga a las naciones
país por parte de los pueblos vecinos. Se no­ paganas) que no se concretó hasta más ade­
lante (s. iv desp. de J. C.) en el valle de Ce­
tan en Joel dependencias de los profetas ante­
riores y especialmente de Ezequiel (Jl. 3, 4-8.9 drón. [F. S.]
[en hebr. c. 4], con Ez. 35-36; Jl. 3, 9-17 con BIBL. — L. D ennefeld, Les problémes du livre de
Joel, París 1926; G. M. R inaldi, 11 libro di lóele,
Ez. 38-39; JL 3, 18 con Ez. 47, 1-12). Hay Rapallo 1938; H. Hópfl - M iller - M etzinger, In -

quien precisa más colocándolo inmediatamente trod. generalis en V. T., Roma 1946, pp. 498-505.
después de Malaquías, por cuanto en Joel los
JOÑAS. — En el libro del mismo nombre,
sacerdotes aparecen como piadosos interceso­
quinto de los profetas menores, llámase a Jo-
res (1, 13 s.; 2, 15 s.), en contraste con las nás hijo de Amitai (1, 1), sugiriendo así la
conocidas diatribas de Mal. contra sus defec­ identidad con el profeta oriundo de Gat Jefer
tos y falta de celo. (aldea del territorio de Zabulón, Jos. 19, 13),
El texto consta de cuatro capítulos en el que vaticinó a Jeroboam II (787-746) el glo­
original hebreo; y en la Vulgata está reducido rioso retorno del reino a sus primitivos límites
a tres (2, 28-32 de la Vulgata = c. 4 del he­ (II Re. 14, 25). La leyenda judía nos propor­
breo). ciona otras noticias, como la de hacer de él
La breve profecía de Joel, después de ex­ un hijo de la viuda de Sarepta (I Re. 17,
poner una terrible invasión de langostas (1, 17 ss.).
1-12), exhorta al arrepentimiento (1, 13-20). El libro comienza, sin introducción, con la
El azote vuelve a ser descrito en calurosas imá­ orden que Yavé comunica a Jonás de ir a Ni­
genes y fuertes metáforas, y es presentado nive a predicar penitencia. El profeta, que ve
como un ejemplo o tipo del «día de Yavé» o en Asur el enemigo capital de Israel y conoce
manifestación de la divina justicia (2, 1-11); la misericordia de Dios, que fácilmente perdona
repite la exhortación a recapacitar sobre la (cf. 4, 2), se excusa y trata de evadirse huyendo
propia conducta moral (2, 12-17). A tales dis­ a Tarsis, y se embarca en Joppe en una nave
posiciones de Judá responde el Señor prome­ fenicia.
tiendo, además del cese de la plaga, grandes Se desencadena una tempestad, y después
bendiciones temporales (2, 18-27) y espiritua­ de haber echado a suertes resulta ser Jonás el
les (2, 28-32; Hebr. 3). Judá será libertada de culpable. Arrójanlo al mar y se lo engulle un
sus enemigos que intentarán oprimirlo, pero enorme pez (c. 1), en cuyo vientre estuvo tres
serán por ello castigados (3, hebr. 4). días y tres noches. En tal situación compuso
317 JONATAN

el cántico (2, 9-10), propiamente un himno de inexactas (Jn. 3, 3.6). Nínive fué destruida en
acción de gracias que ofrece afinidades litera­ el año 612 a. de J. C. Por tanto, nuestro Jonás
rias con Jocl y varios salmos (30, 23; 41, 8; no puede ser el profeta que vivió durante el
68, 3). El pez lo vomita y se encuentra ileso reinado de Jeroboam.
en la costa palestinense (c. 2). Yavé le renueva Tenemos, pues, un conjunto de indicios que
la orden y Jonás lleva a Nínive el mensaje de favorece la interpretación parabólica, cada Yez
destrucción: «De aquí a cuarenta días Nínive más seguida por los exegetas modernos (La-
será destruida» (3, 4). La penitencia de sus grange, Condamin, Dennefeld, Chaine, Feuil-
habitantes alcanza el perdón de Dios (c. 3). let) y que ya fué propuesta por San Gregorio
En vez de alegrarse de ello, Jonás se enoja; Nacianceno. Trátase de un libro didáctico.
no ha sucedido cuanto él pedía e implora la Jesús en los pasos citados hace referencia por
muerte. Yavé le reprocha tal sentimiento de vía de ilustración para mejor grabar su doctrina
odio, pues también los gentiles, criaturas suyas, en el ánimo de sus oyentes, y tal referencia
son objeto de su misericordia: hace que crezca conserva todo su valor y eficacia lo mismo
un ricino hasta cubrir con su sombra la cabeza si se apoya en un hecho histórico que en un
del profeta: el sol es asfixiante, y aquella som­ hecho ficticio con fines didácticos y morales,
bra le proporciona un inmenso alivio, pero la e incluso en un relato legendario. Así, por
planta se seca de repente y Jonás lamenta su ejemplo, I Cor. 10, 4 y Jud. 9 ss. refieren le­
desaparición sumido en profundo dolor. De yendas judías sin que por ello se cambie su
este episodio toma Dios ocasión para incul­ valor y carácter (cf. II Tim. 3, 8; Hebr. 7,
carle la sobredicha lección (c. 4). 3 etc.). De un modo semejante la liturgia de­
La doctrina que el autor quiere enseñar está sea al alma la paz eterna «con Lázaro, pobre
clara: el plan salvador de Dios no se limita en otro tiempo». Y nosotros hablamos del
a los judíos solamente sino que comprende hijo pródigo, del buen Samaritano, incitando
también a los gentiles. Tal enseñanza consti­ a los fieles a imitar el arrepentimiento del uno
tuye la esencia de este diminuto libro, que es y la caridad del o tro ; y son ejemplos tomados
uno de los más conocidos, y es una de las de parábolas.
joyas de la literatura hebrea. Hasta el s. xix Dígase lo mismo respecto del tipo mesiánico
se admitió como realmente sucedido todo 0 comparación profética establecida por Jesús.
cuanto se relata en Jonás, y se siguió defen­ Una notable confirmación de la índole di­
diendo su historicidad, que parecía efectiva­ dáctica de Jonás es su dependencia de Jere­
mente haber sido afirmada por Jesús (Mt, 12, mías. El profeta de las naciones fué su princi­
39 ss.; Le. 11, 29-32) al aducir el ejemplo de pal fuente (1,14 = Jer. 36, 15; 3 = Jer. 36;
los ninivitas juntamente con el otro, cierta­ 3, 8 = Jer. 18, 11 etc.).
mente histórico, de la reina de Sabá (I Re. Los aramaísmos y los neologismos colocan
10), y al presentar la estancia de Jonás en el a Jonás entre los libros posteriores del Anti­
vientre del pez como signo, profético de su se­ guo Testamento.
pultura y resurrección: «Como estuvo Jonás Probablemente fué compuesto este libro en
en el vientre de la ballena tres días y tres no­ el período de la mayor dispersión (v. Diáspo-
ches, así estará el Hijo del hombre tres días y ra), h. el año 300 a. de J. C. Se sintió la ne­
tres noches en el seno de la tierra» (v. Resu­ cesidad de afirmar, contra la corriente más
rrección de Jesús). La referencia de Tob. 14, 4 cerrada, que la religión de Moisés no excluía
(sólo el cód. B) es enteramente insegura (R. a los paganos (cf. Is. 56, 1-9).
Galdos, Tobit, París 1930, p. 296; A. Miller, El episodio de Jonás en la tempestad, en­
lab., Bonn 1940, p. 106), como también resul­ gullido por el pez y luego arrojado incólume
tan infundados los intentos de hallar en los y, según palabras del mismo Jesús, tipo de su
textos cuneiformes referencias a los episodios resurrección, es de los temas más corrientes
narrados en este libro (J. B. Schaumberger, en de las primitivas pinturas cristianas. [F. S.]
Miscellanea Bíblica, II, Roma 1934, pp. 23-34).
Por otra parte, la desobediencia de Jonás al B1BL. — A. F f.uillet, Les sources du Jiv. de Joñas.
en RB, 54 U947), 165-86; Id ., Les sens du liv. de Jo­
mandato de Yavé es de veras insólita y con­ ñas, ibíd. 340-61; lo., en DBs, IV, col. 1104-31;
trasta con lo que sabemos acerca de la acción G. W ilpert, La fede della Chiesa nascente secondo
1 monumenti deil’arte funeraria antica, Ciudad del Va­
divina sobre el profeta (v., cf. Jer. 20, 7 ss.): ticano 1948, pp. 9 s. 124-28; A. V accari, La S. Bib-
el cántico compuesto en el vientre del pez y la bia, VII, I profeti, 2. Firenze 1955, pp. 335-42; ad­
mite la sustancia histórica, con amplificaciones en los
repentina conversión de Nínive aparecen inve­ detalles particulares.
rosímiles : háblase de la capital de Asiría como
de una ciudad del pasado y con referencias JONATAN. — v. Saúl.
JORREOS 318

JONATÁN Macabeo. — v. Mácateos. Benat Ya'qub, Gisr el Mugami’, Gisr Sh-Ah-


sein, Girs el Gorániye) y vados (unos sesenta),
JORAM. — 1) v. Israel (Reino de); 2) v. Judá no siempre abordables, entre los cuales figu­
(Reino de). ran el Mahádet cAbara y el ed-Dámiye.
En la Biblia el Jordán es mencionado prin­
JORDÁN. — (Hebreo Yarden; árabe el Ur- cipalmente como frontera (Núm. 34, 12; Ez.
duun; griego 6 Tcy>Sávj/s). — El río más im­ 47, 18) cruzada por fugitivos (II Re. 7, 15;
portante de Palestina, formado por la con­ Jue. 12, 5) o por israelitas que se ponían a
fluencia de tres riachuelos: Nahar Banjas, Nahr salvo en la otra orilla (I Sam. 13, 7; II Sam.
el Leddán y Nahr el-Hasbáni, que tienen sus 2, 29; 17, 22). La parte inferior, frente a Jeri­
manantiales en las faldas del nevado Hermón. có, llamada en el A. T. bakkikáar o kikár baj-
El manantial del Nahar Banjas, que los anti­ jarden (Gén. 13, 10, 12; 19, 17; II Sam. 18,
guos localizaban en una gruta dedicada al 23; y en el N. T. TrepiKMpos T°v ’lopdavov
dios Pan (FI. Josefo, Bell. I, 21, 3) hoy blo­ (Mt. 3 , 5 ; Le. 3, 3), va inseparablemente aso­
queada a consecuencia de movimientos sísmi­ ciada al paso milagroso de los israelitas (Jos.
cos, se encuentra actualmente al lado de un 3, 1 ss.), a los profetas Elias y Elíseo (II Re.
contrafuerte del Hermón (329 m. sobre el nivel 2), al ministerio de Juan Bautista (Jn. 1, 28)
del mar); la del Nahr el-Leddan está junto al y al Bautismo de Jesús (Mt. 3, 13-17 y paral.).
Tell el Qádi (143 m.), y el del Nahr el-Has- [A. R.]
báni en Hasbejjah (563 m.). El Jordán, des­ BIBL. — L. Szczepanski, Geographia h i s t o r i c a Pa-
pués de un lento recorrido de unos 10 km. lesti nae antiquae, Roma 1928, pp. 50-59; F. M. A bel.
Géographie de la Palestine, I. París 1933, pp. 161-176.
por entre los cañaverales y juncales de la fértil 474-489; N. Glueck, The river Jordán, London 1946.
Ard el Huleh, se concentra en el pantanoso
lago de Huleh o Semaconito (a 2 m. sobre el JORREOS. — Pueblo no semita, al que docu­
nivel del mar), y en otros 17 km. baja de mentos del fin del tercer milenio señalan entre
2 a 208 m. bajo el nivel del Mediterráneo, los adelantados de las regiones del Zagros, ha­
precipitándose entre murmullos a través de un cia Mesopotamia y junto al Tigris. Cf. además
valle ceñido de rocas basálticas, para desem­ algunos documentos anteriores a la tercera di­
bocar en el lago de Genesaret (v.). Desde aquí nastía de Ur (2070-1960) como la tablilla de
hasta el mar Muerto (109 km. en línea recta) Samarra y especialmente la nomenclatura de
va serpenteando en tal forma, que su recorrido los primeros reyes de la misma dinastía. Hacia
se triplica (320 km.) al recorrer el valle (Gor), el 1700 a. de J. C. son textos religiosos de
que en los veinte primeros kilómetros tiene Mari los que nos informan acerca de la activi­
una latitud mínima de dos o tres kilómetros, dad jorrea, pues en ellos es donde aparece por
pero que en las cercanías de Jericó llega hasta vez primera la voz Jur-ri como designación del
los 15 y 20 km. El valle (Gor) se asemeja a pueblo. Entre el 1700 al 1500 debió de regis­
tres terrazas en declive a modo de anfiteatro trarse la máxima presión de la influencia jo­
hacia el curso del río; la más saliente y ele­ rrea, ya que después de esta época los jorrees
vada está formada por cerros desnudos y yer­ dominan en Mesopotamia y en Asiria, donde
mos, sin vegetación y tostados, a no ser aqué­ han fundado el gran imperio de Mitanni (v.) y
llos en que la presencia de alguna fuente for­ han dado nueva vida al antiguo centro de
ma sus oasis, que están habitados desde la an­ Nuzu (v.). También se acusa en numerosos
tigüedad (Jericó, Betháan); la del medio está documentos la presencia de los jórreos en el
cubierta de arbustos, y la inferior (ez-Zór), que Asia Menor (Boghazkóy). en Siria (Ras Sham-
corresponde al cauce del río y se inunda todos ra), y en Palestina (Tell-Ta’annek).
los años durante los meses de riada (cf. Jos. 3, En Egipto, en la época de la 18.* dinastía,
15; I Par. 12, 15; Eclo. 22, 24), está poblada el nombre de Retn.w que se daba a Palestina
de arbustos, de sauces y de álamos y animales y a Siria es sustituido por el vocablo H*rw.
(antiguamente incluso leones: Jer. 49, 19; 50, Por más que no sea evidente el que existiese
44; Zac. 11, 3). Los principales entre los nu­ una estrecha relación entre jórreos e hiksos,
merosos afluentes que alimentan el Jordán, son es no obstante digno de notarse el hecho de
el Jarmuc y el Jaboc a la izquierda, el Nahr que después de la invasión de éstos, los terri­
Jalud y el Wadi Far’ah a la derecha. El Jor­ torios del sur de Carquemis hasta Egipto es­
dán no es utilizable sino artificialmente para tán plagados de nombres jórreos e indoeu­
el riego; tampoco es navegable y más bien ropeos.
constituye un obstáculo que un medio de co­ Por lo que se refiere a su raza, algunos gra­
municación, si bien no faltan puentes (Gisr bados egipcios de la 19.* dinastía los represen­
319 JOSÉ

tan bajo un tipo armenoide braquicéfalo. Pero de Gog», donde el Señor destruirá el ejército
por todas partes se advierte entre los jórreos de Gog: Éx. 39, 11).
la presencia de elementos indoeuropeos que «En aquellos días... cuando convierta en
ordinariamente representan a la clase dirigente. bien la fortuna de los de Judá y de Jerusalén,
Son valiosos los restos de la cultura de los reuniré a las Gentes, las haré subir al valle de
jórreos. Lengua característica de tipo agluti­ Josafat, y luego entraré en juicio con ellas, por
nante, escrita en acadio cuneiforme, que nos la manera como han tratado a mi pueblo y a
ha dejado una literatura abundante, consistente Israel mi heredad (Jl. 3 [hebr. 4], 1 s. 11).
en desconjuros, sortilegios (doc. de Mari), tex­ El Señor promete a los judíos que han vuel­
tos religiosos de géneros diferentes (doc. de to del cautiverio el castigo a los enemigos de
Boghazkoy), documentos de negocios (descu­ Judá (Tiro, Sidón, filisteos... Bz. 35-36; y lue­
brimientos de Nuzu), vocabularios (descubri­ go los seléucidas = Bz. 38-39), en tanto que el
mientos de Ras Shamra), etc., a los cuales se nuevo Israel será bendecido y protegido de
agregan obras de traducción, especialmente en Yavé.
la época de El-Amarna. Entre estas últimas Para representar plásticamente ese juicio y
merecen especial mención los fragmentos del ese castigo, el profeta se imagina una gran
epos de GilgameS con varios mitos y leyendas conglomeración de los enemigos que serán
súmeroacádicas. En Ja época de El-Amarna la juzgados y castigados en un lugar largo, amplio
cultura jorrea sirve admirablemente para trans­ y llano ( = valle) donde Dios los juzga.
mitir al occidente cultura y religión mesopo- [F. S.]
támicas, y a través de los jórreos llega al Asia BIBL. — F. Spadafora, Testimoni di Geova. Ro-
Menor y a Egipto el culto de IStar. vigo 1951, pp. 58-62; A. Perrella, 7 luoghi santi,
Piazenza. 1936, pp. 58-68; * A. F. R amírez, El valle
La religión jorrea se caracteriza por un gran de Josafat, en CB (1953), nov., 114.
sincretismo: los jórreos, que dieron su dios
Kumarbi al panteón de Babilonia, tomaron a JOSÉ. — Penúltimo hijo de Jacob, habido de
su vez dioses, mitos, leyendas y héroes súme- su predilecta Raquel (Gén. 30, 32 s.); el más
roacádicos. Las divinidades típicamente jorreas piadoso, el más afectuoso. Dios le revela su
cuya memoria se conserva son: TeSSub, dios futura grandeza mediante dos sueños; las ga­
del temporal, simbolizado frecuentemente con villas de sus hermanos se inclinaban ante la
la espalda de los dos toros Sheri y Jurri; Hepa suya; el sol, la luna y once estrellas lo adora­
y Simike, dios y diosa, respectivamente, del ban. Sus hermanos es enojan por eso, y tam­
sol. Tampoco queda en olvido la presencia de bién porque José había dado cuenta a su pa­
divinidades indoeuropeas adoradas por la clase dre de acciones pésimas por ellos realizadas.
dirigente. Al verlo acercarse hacia ellos en las cercanías
La gran influencia cultural y religiosa de los de Siquem, adonde se había desplazado desde
jórreos siguió ejerciéndose hasta que el avance Hebrón con los rebaños, se desentienden de
de Asiría, especialmente en tiempo de Salma- él, después de haber pensado incluso en ma­
nasar J, bloqueó su centro propulsor, el impe­ tarlo, vendiéndolo por veinte monedas (cf. Lev.
rio de Mitanni. Se conservaron durante largo 27, 5), a pesar de sus lágrimas y de sus ruegos
tiempo centros jórreos en la región norteña de (Gén. 42, 21), a unos mercaderes que llevaban
los lagos Urmia y Van. de Arabia a Egipto sustancias aromáticas y
Estuvo agitándose durante largo tiempo la viscosas para el embalsamamiento de los ca­
cuestión de si los jórreos estaban relacionados dáveres.
con los horitas de la Biblia (Gén. 14, 6; Dt. 2, Tenía entonces José unos 16 años. Los her­
12.22). Después de los estudios de Speiser, ob­ manos tomaron su túnica (larga y con medias
serva W. F. Albright, queda fuera de duda el mangas, como la llevaban los ricos y los no­
•que la lengua jorrea fué la primitiva lengua de bles, regalo de Jacob), la mancharon con san­
los horitas bíblicos. [G. D.] gre de un cabrito y se la mandaron al pobre
BIBL — R. T. O’C allaghan, Arám Naharaim, padre, que lloró inconsolable la presunta muer­
Roma Í948, pp. 37-92; G. C ontenau, La civilisation te de su predilecto (Gén. 37).
des Hittites et des Hurrites du Mitanni, París 1948;
Ii>., en DBs, IV, col. 128-38; G. F urlani, La religioni En la capital del Delta, durante el imperio
degli Hurriti (Subarel, Mitannlci), en Storia delle Re­ de los Hiksos (s. xm), José fué vendido a Pu-
ligioni, P. Tacchi-Venturi, 1, 3.‘ cd.f Tormo 1949, tifar, oficial superior de Faraón, quien pronto
pp. 241-51.
le cobró afecto y le confió la administración
JOSAFAT (Valle de). — Nombre simbólico de su casa. José resiste a1 intento de seducción
( = Yavé juzga), amañado por el profeta Joel de su ama, y es llevado a la cárcel por una
(cf. el valle de Hamon-Góg = «muchedumbre calumnia de ella. También ahora asiste Dios
JOSÉ (San) 320

al inocente, que se gana la confianza del carce­ gran dolor al anciano padre, José no puede ya
lero, el cual le confía el cuidado de los presos, contenerse y prorrumpiendo en llanto se des­
entre los cuales se destacan el copero y el pas­ cubre a sus hermanos, un tanto asustados, y
telero de Faraón (Gen. 39). José explica a los abraza. Ha sido la Providencia — les dice —
éstos sus respectivos sueños: el primero vol­ la que me ha enviado aquí (Gén. 43, 24-45, 15).
verá a su oficio, y el segundo será decapita­ Invitado por Faraón lleva a todos los suyos a
do (Gén. 40). Egipto, y tiene la satisfacción de abrazar a su
La predicción se realizó. Dos años después anciano padre, que adopta a Manases y a
vió el Faraón en sueños que subían del Nilo Efraím (v.). José dispone que los suyos vayan
siete vacas flamantes, y luego otras siete ma­ a establecerse con sus rebaños en la fértil re­
cilentas que devoraron a las primeras. Tras un gión de Gosen, lejos de la capital y de las
breve intervalo, parecióle ver sobre una misma otras ciudades egipcias, para que puedan con­
caña siete espigas llenas a las que siguieron servar sus costumbres y la pureza de su reli­
otras siete, chamuscadas por el siroco, que de­ gión (Gén. 46-48). En su profética despedi­
voraron a las primeras. Acordóse el copero da, Jacob tiene unas bellísimas palabras para
de José, y éste dió al Faraón la explicación: José: «Retoño frondoso es José, retoño fron­
Habrá en Egipto siete años de abundancia, a doso junto a una fuente. Árbol majestuoso,
los que inmediatamente seguirán otros siete de cuyas grandiosas ramas se alzan sobre el muro
carestía. Dios os da el aviso para que proveáis de la cerca. Goza de todas las bendiciones.
a tiempo. Goza de todas las bendiciones del cielo» (Gén.
El Faraón enalteció a José, que tenía en­ 49, 22-26). Muerto Jacob, José manda embal­
tonces unos treinta años, y le constituyó en samar su cadáver y lo lleva con un grandioso
virrey con plenos poderes. Le impone un nom­ cortejo a sepultarlo en Canán, en la sepultura
bre egipcio Safnat-paaneh (dador de vida), y de su familia. A la edad de 110 años, siente
le da por esposa a Asenet, hija de un sacer­ José que se acerca su fin, y con ferventísima
dote de On, de la cual nacen Manasés y Efraím, confianza encomienda a sus hermanos, hijos y
epónimos de las dos tribus, llamadas a veces nietos a la divina Providencia : «Dios os visi­
(Di. 33, 13.16; Ez. 47, 13 etc.), colectivamen­ tará y hará que subáis a la tierra prometida
te, de José. a Abraham y a nuestro padre, y entonces lle­
José almacena grandes cantidades de víveres varéis de aquí mis huesos» (Gén. 50).
durante siete años de abundancia en grandes La narración está revestida de un colorido
silos que oportunamente se habían distribuido vigoroso y abiertamente egipcio, tanto en los
por las ciudades egipcias. Y cuando llegó la términos empleados como en el cuadro histó-
carestía y todos acudían al Faraón, éste los ricosocial y en los pormenores. Es una pintura
remitía a su ministro: «Id a José», el cual puso llena de vida la que se presenta de los hombres,
a la venta, primero para los egipcios y luego y de los usos y costumbres de los egipcios en
también para los extranjeros, las reservas que todos los campos de la vida (A. S. Yahuda).
tenía acumuladas (Gén. 41). También Jacob Los Padres están de acuerdo en ver en José
envía sus hijos a Egipto. José los reconoce in­ una figura de N. S. Jesucristo perseguido, ven­
mediatamente y disimulando la emoción que dido, humillado y resucitado por la salvación
siente, los acoge duramente tratándolos de es­ de su pueblo.
pías, con el fin de adquirir, sin descubrirse, no­ La Iglesia repite la invitación del Faraón:
ticias de su anciano padre y de su amado Ben­ «Id a José», adaptándola felizmente al jefe de
jamín ausente, y también para explorar sus la sagrada Familia. [F. S.]
sentimientos y ver si seguían siendo malos como BIBL. — V. E rmoni, en DBs, III, col. J655-69;
en otro tiempo. Así los despacha con el grano A. M allon, Les Hébreux en Egypte, Roma 1921;
y con el dinero que habían pagado, escondido A. V a c c a r i . La S. Bibbia, I, Firenze 1943, pp. 142-78;
H. S imón -J. Prado, Vetus Test., I. 6.a cd., Turín
por orden suya en los sacos, pero retiene a 1949, pp. 175-83. 190 s s ., 195 s.
Simeón, que será puesto en libertad cuando le
hayan llevado a Benjamín, en prueba de que JOSÉ (San). — Esposo de la Virgen María y
han dicho la verdad. Consumido el grano, los padre putativo (Le. 3, 21) de Jesús, proclama­
hermanos inducen a Jacob a que deje ir con do por Pío IX (8 de dic. de 1870) como «pa­
ellos a Benjamín, y vuelven a Egipto (Gén. trono de la Iglesia universal». El nombre (hebr.
42-43, 23). José realiza la última prueba; finge Yósef, apócope de Yehósef, de la raíz de yá-
que retiene a Benjamín, y al ver la consterna­ saf = acrecentar) significa «Yavé acrecienta». '
ción de los otros y el ofrecimiento de Judá Las fuentes para la vida de San José son
para quedar preso, a trueque de ahorrar tan casi exclusivamente los fragmentos evangélicos
321 JOSÉ BARSABAS

(M t. y Le). de la infancia de Jesús. Los apó­ do Octaviano Augusto (Le. 2, 1-7). Estuvo pre­
crifos son enteramente legendarios. sente al divino nacimiento en la gruta (ibíd. 2,
José era de la casa de David: el ángel lo 7) y a la adoración de los pastores (ibíd. 2, 16).
llama efectivamente «José, hijo de David» (Mt. Al octavo día impuso al recién nacido el nom­
1, 20; cf. Le. 2, 4; 3, 23). Su padre se llama­ bre que había sido revelado por el Ángel (Le.
ba Jacob, según San Mateo (1, 16), Helí se­ 2, 21-25). En la presentación de Jesús en el
gún San Lucas (3, 23); pero Helí era padre templo, José llevó, como cabeza de la sagrada
legal, o padre adoptivo (v. Genealogía). Hege- Familia, la ofrenda ritual correspondiente a los
sipo (Hist. eccl. de Eusebio, 3, 11) menciona pobres por el rescate del primogénito (Le. 2,
también un hermano suyo llamado Clopa o 22 ss.). Estuvo presente al encuentro del an­
Cleofás. Tai vez fuese oriundo de Nazaret ciano Simeón con el Niño y recibió su ben­
(Le. 1, 26 s.): su profesión era la de artesano: dición (ibíd. 2, 23 ss.). Después de la presen­
reKTtüv (Mt. 13, 55; cf. Me. 6, 3), que la Vul­ tación regresó a Belén, donde hallarán los Ma­
gata traduce por faber, palabra que las más gos unos meses más tarde a la sagrada Familia
de las veces significa herrero, mientras que el (Mt. 2, 1-12). En la misma noche en que se
término griego alude preferentemente al car­ fueron los Magos se le aparece otra vez un
pintero, según lo entienden también las ver­ ángel y le dice que huya a Egipto para salvar
siones siríaca, copta y etíope, y una antiquí­ la vida del Niño de las asechanzas de Herodes
sima tradición representada por San Justino y (ibíd. 2, 13 ss.), y a la muerte del tirano nue­
muchos apócrifos. La última opinión parece vamente se le aparece el ángel y le exhorta a
más probable, aunque no se excluye que, llegado que vuelva a su patria (ibíd. 2, 19-21). Pensa­
el caso, también hiciese trabajos en hierro, etc. ba establecerse en Belén, pero al enterarse de
El hecho cumbre de la vida de San José es que reinaba en Judea Arquelao en lugar de
su matrimonio con María, que se efectuó, con su padre, temió jr allí, y otra vez se le aparece
certeza, en la edad juvenil o en la primera edad un ángel y le avisa que fije su residencia en
varonil, pese a cuanto han soñado los apócri­ Nazaret (ibíd. 2, 22 ss.), donde vivió en la
fos e incluso algunos escritores eclesiásticos. oscuridad con María y con Jesús (2, 40) pro­
El Evangelio llama repetidas veces a José es­ veyendo a todas las necesidades domésticas.
poso (ai'j//>) de María, y a María esposa (yin»»;) Volveremos a ver a San José con motivo de
de José (Mt. 1, 19.20.24; Le. 1, 27; 2, 5). la peregrinación pascual de Jesús a los doce
Por tanto fué verdadero matrimonio el de años (Le. 2, 41 ss.), sufrió con María por la
José, aun siendo como fué virginal como se pérdida de Jesús: «Mira que tu padre y yo
infiere del voto de castidad de Nuestra Señora andábamos buscándote apenados» (ibíd. 2, 48).
(Le. 1, 34) y del dogma de su perpetua vir­ Después de esto la sagrada Familia regresó
ginidad. a Nazaret, y de Jesús se dice que estaba some­
No mucho después de contraer el matrimo­ tido a María y a José [ibíd, 2, 51) y que crecía
nio advirtió señales de maternidad en la espo­ a la vista de ellos, en «sabiduría, estatura y
sa (Mt. 1, 18 s.) y pensó en «dejarla secreta­ gracia» (ibíd. 2, 52).
mente», pues «como era justo» (ibíd.), al no En este punto desaparece San José del Evan­
tener ni la más mínima sospecha contra la in­ gelio. Su muerte debió de acontecer antes del
tegridad de la esposa, ante lo incomprensible comienzo de la vida pública de Jesús, y así se
quería ocultar el misterio y eclipsarse perso­ explica que mientras la gente menciona a su
nalmente. Un ángel le anuncia la concep­ Madre y a sus primos (Mt. 13, 55; Me. 6, 3)
ción virginal de María (ibíd. 1, 20), y «recibió nunca menciona a José, y al hablar de Jesús
(- apéX nfi ev) a su esposa en su casa» (ibíd. 1 , lo llama simplemente «el hijo de María» (Me.
24). No se sabe de cierto si cuando sucedieron 6, 3).
estas cosas María y José estaban solamente Lo único que el Evangelio dice de San José
prometidos (como parecen pensar con los Pa­ es que era «justo» (Mt. 2, 19), o sea perfecto
dres Griegos los más de los exegetas moder­ en sus relaciones con Dios y con el prójimo.
nos) o si ya estaban casados y por tanto habi­ La misión que Dios le confió es reveladora de
taban juntos (como piensan los Latinos y no su admirable santidad. [S. C.]
pocos exegetas modernos). De todos modos B1BL. — U. H olzmeister, De S. J. quaest'.ones b>
adviértase que entre los judíos los esponsales Nicae, Roma 1945; * S. J osé M .\ Comentaros a tos
creaban el verdadero vínculo matrimonial. vv. 1$, 19, 20 y 21 del c. l . u de San Mateo y deduc-
c anes sobre el primer dolor y gozo de San José, en
Cuando el nacimiento de Jesús era ya inmi­ E¡os. (1950). jul.-dic., n.u 6.
nente, José va a Belén para inscribirse en las
listas del empadronamiento que había ordena­ JOSÉ BARSABAS. — v. Barsabas.
21. — S paoafora. — D i c c i o n a r io b íb lic o
JOSUÉ 322

JOSÉ el carpintero (Historia de). — v. Apó­ lado del Jordán las obligaciones a que se ha­
crifos. bían sometido. En víanse a Jericó exploradores,
que logran volver al campamento, gracias a la
JOSÉ, primo de Jesús. — v. Hermanos de ayuda de Rahab. Paso del Jordán y erección
Jesús. de doce columnas para recordar el hecho mi­
lagroso (cf. F. M. Abel, Géographie de la Pa-
JOSÍAS. — v. Judo (Reino de). lestine, I, París 1933, p. 481, respecto del uso
mantenido en tales casos). Primeros días pasa­
JOSUÉ. — Es el sucesor de Moisés en el go­ dos en la tierra prometida y circuncisión del
bierno del pueblo de Jsrael. Perteneció a la pueblo (1-5, 12).
tribu de Efraím (Núm. 13, 8). Su primer nom­ Ataque frustrado contra Hai. Josué descu­
bre fué Hóseca ( = salvó), hijo de Nun ( v \o $ bre el motivo en la oración: Acán es reo, con­
Nau>;; cf. Di. 32, 44), y Moisés se lo cambió fiesa su culpa y es apedreado juntamente con
por el de YehóSu'a: Yavé salvó (LXX: toda su familia y sus bienes. Segundo intento,
I?/<tou9 ; Vulg. Josué y Jesús: Eclo 46, 1; éxito favorable y destrucción de la ciudad (6,
I Mac. 2, 55; etc. 27: 8, 29). En apéndice: la promulgación de
En el período de la peregrinación por el de­ la Ley junto a Siquem (8, 30-35).
sierto aparece siempre unido a Moisés, de quien Conquista de la región meridional de Ca­
es subalterno (Jos. 1, 1; cf. Éx. 23, 13). Yen­ nán ; los gabaonitas engañan a los israelitas,
do al mando del ejército contra los amalecitas, pero quedan sometidos a prolongada esclavi­
alcanza la victoria mientras Moisés está en tud para servidumbre del templo. Insurrección
oración en el monte (Éx. 17, 8-16). Parece que y victoria de Israel sobre los de la coalición
acompañó a Moisés en el Sinaí, pero sin par­ (cf. J. De Fraine, De miraculo solari [Jos. 10,
ticipar en las revelaciones y en la visión (Éx. 12-15], en VD, 28 [1950] 227-36).
24, 13). Es el vigilante del tabernáculo que Conquista de la región septentrional de Ca­
Moisés hizo construir fuera del campamento nán (11, 1-5). Conclusión de la primera parte.
(Éx. 3, 11). Interviene para rogar a Moisés Lista de los reyes vencidos (11, 16-12, 24).
que prohíba el uso de la profecía a dos de los b) Distribución de la tierra de Canán (13-
.setenta ancianos que habían sido elegidos para 21). Después de la introducción (13) se ex­
colaborar en el gobierno del pueblo (Núm. 11, pone :
27-29). Es elegido, como representante de la La primera división que se hizo en Gilgal, en
tribu de Efraím, entre los doce enviados para donde se fijó la porción de Judá, con especial
explorar la tierra de Canán (Núm. 13, 8). Él mención del territorio de Caleb, y lista de las
y Caleb son los únicos que, habiendo cumpli­ ciudades de esta tribu (14-15); suerte que tocó
do los veinte años de edad al salir de Egipto, a los hijos de José: Efraím y Manasés (16-17);
pudieron entrar en la tierra prometida mien­ la segunda división, que se hizo en Silo, con
tras que todos los demás fueron castigados la suerte que tocó a las otras tribus, y men­
con la muerte por rebeldes (Núm. 14, 30-38; ción de las ciudades de la tribu de Benjamín
26, 65; 32, 12). Al sentir Moisés que se acer­ (18-19; 51 a);
caba su muerte, lo constituye por sucesor suyo la indicación de las ciudades de refugio (19,
con la imposición de las manos en presencia 51 b-20) y de las ciudades de los levitas, así de
del sumo sacerdote y de todo el pueblo. Con los hijos de Arón como de los de Caat, de los
todo, Josué no recibe todos los derechos divi­ de Gersón y de los de Merari (21);
nos que tenía Moisés, los que en parte fueron conclusión de esta primera parte (21, 43-
reservados a Eleazar (Núm. 27, 18-23; cf. Dt. 45); retorno de las tribus transjordánicas a
31, 14-23; 34, 9). Después de la muerte de sus propios territorios y erección del altar para
Moisés, Josué conquista la tierra prometida expresar que pertenecen al pueblo de Yavé
y la reparte entre las diferentes tribus (Núm. juntamente con las otras tribus (22).
34, 17). c) Apéndice. Aviso de Josué: la parte de
El libro que lleva el título de Josué se di­ la tierra que todavía no está ocupada, podrán
vide en dos partes, que contienen la narración someterla si los israelitas observan los precep­
de la misión que a él se confió: a) 1-12; tos de Dios. Josué hace un discurso en Siquem
b) 13-22; a las que sigue un apéndice (23-24, sobre la fidelidad a la ley divina y erige un
28) y el epílogo (24, 29-33). monumento (23-24, 28).
a) Conquista de la tierra de Canán (1-12). d) Conclusión. Descríbense los sepulcros de
Josué recibe el divino mandato y recuerda a Josué, de Eleazar y de José (24, 29-33).
las tribus que se habían establecido al otro Amor. La tradición judía (cf. Baba Batra 14)
323 JUAN

reconoce al mismo Josué por autor del libro, Valor histórico. Los recientes descubrimien­
pero Teodoreto (PG 80, 473) y otros más mo­ tos confirman todo lo que se narra en Jos.
dernos lo atribuyen a un desconocido que uti­ (cf. R. De Vaux, La Palestine et la Transjor-
lizó documentos escritos de índole diferente danie au 11.“ millénaire et ¡es origines israélites,
(Fernández, Josué, 8). en ZATW, 56 [1938] 225-61, esp. 257, 259).
Ha quedado desacreditada la teoría well- El autor prosigue en forma esquemática atri­
hauseniana (W. O. E. Oesterley-Th. M. Ro- buyendo a Josué toda la conquista de la ciu­
binson, An Inlroduction to the Books of the dad, mientras muchas noticias del mismo libro
Oíd Testamen t, London 1934, p. 49), que con­ (Jos. .1, 5; 6, 3; 16, 10; 17, 11, 12) demues­
sideraba a Jos. como último libro del Exatéu- tran claramente que la tierra se fué conquis­
tico, y por lo mismo quería hallar en él los tando poco a poco. La finalidad que se pro­
cuatro documentos (JEDP) utilizados por el pone es demostrar la fidelidad de Yavé en el
Pentateuco, Asimismo se han abandonado las cumplimiento de las promesas del pacto del
ulteriores modificaciones aportadas a la teoría Sinaí (v. Alianza). Ahora corresponde al pue­
(G. van Rad, Die Priesterschrift in Exateuch, blo el cumplir las condiciones que juró cum­
Stuttgart 1934: cinco fuentes; O. Eissfeldt, plir y los preceptos que libremente aceptó.
Exateuch-Synopse, Leipzig 1922: seis fuentes; La demostración se desprende de la tierra de
W. Rudolph, Der EIohist von Exodus bis Jo­ Canán (Jos. 11, 23; 21, 43-45). [B. N. W.]
sué, Berlín 1938 : primera fuente con añadidu­ BIBL. — A . S c i i u l z , Das Buch Josué, Bonn 1924;
ras), pues hoy se prefiere hablar de tradiciones A. F e r n á n d e z , Commentarius in librum Josué, París
orales más bien que de documentos históricos, 1938; J. G a r s t a n g , The Foundations of the Bible His-
tory, Joshua and Judges, London 1931; M. N o t h .
y después de un «xamen interno que viene en Das Buch Josué, Tiibingen 1938; 2.* ed., 1953; A G e -
l i n , Josué (La Ste Bible, Pirot, 3 ) . París 1949; B. J.
confirmación de la tradición judía. Jos. resulta A l f r i n k , Josué, Roermond-Maaseik 1952; D. B a l d i .
distinto del Pentateuco por el contenido v por Giosué (La S. Bibbia, S. Garó falo), Torino 1952.
la forma (cf. RB, 47 [1938] 462).
También los católicos admiten que el autor JOSUÉ, sumo sacerdote. — v. Zacarías.
se sirvió de fuentes. Así Fernández (op. cit.)
sostiene que el autor tuvo presentes los «ana­ JOTAM (Joatam). — v. Judá (Reino de).
les» de la victoria que serían escritos o en el
tiempo de la expedición o poco después. Pero JUAN (El Apóstol; IV Evangelio; Epístolas).
puede surgir la cuestión de si antes de la cons­ — En la historia de los Apóstoles tiene un
titución del reino también entre los israelitas puesto de primer rango inmediatamente después
existieron «anales», como entre los egipcios, de Pedro (Me. 3, 16-19), o después de Pedro
los babilonios y los jeteos. Según B. J. Alfrink y Andrés (Mt. 10, 2-4; Le. 6, 14-16). Herma­
(op. cit., pp. 6-13), el autor se sirvió de cinco no de Santiago el mayor, hijo de Zebedeo y
fuentes diferentes: a) relación de la expedi­ Salomé (Mt. 27, 56 con Me. 15, 40; 16, 1)¿
ción de Jericó, paso del Jordán y conquista de de familia en buena posición según Me. 1, 20;
Jericó; b) relación de la conquista de Hai, Le. 8, 3; tiene conocimientos personales en las
pacto con los gabaonitas, guerra contra las esferas sacerdotales, Jn. 18, 15 ss. Fué discípulo
coaliciones meridional y septentrional; c) dos de Juan Bautista, y con Andrés tuvo una entre­
citas poéticas; d) lista de los reyes de la Cis- vista particular con Jesús (1, 35-40) antes de
jordania; e) conquista de seis ciudades en la su llamamiento al apostolado, que tuvo lugar
región meridional. en las mismas circunstancias y en el mismo
En la segunda parte no se sirve más que de día en que fueron también llamados los dos
un documento que describe las doce tribus. hermanos Pedro y Andrés (Mt. 4, 18-22; Me.
Pero ese documento estaba ya compuesto de 1, 16-20). Es contado entre los íntimos de
otros dos. Jesús, a quien acompaña en las horas más so­
Dos sentencias distintas entre sí se propo­ lemnes de su vida (Me. 5, 37; 9, 2; 13, 3;
nen para establecer el tiempo en que fueron 14, 34; Le. 22, 8).
unidas las diferentes fuentes. Alfrink está en En la última cena reclinó la cabeza sobre el
que el libro fué compuesto en el tiempo en que pecho de Jesús (Jn. 13, 23), a quien sigue de
el rey David estaba en Hebrón, y tal vez por un cerca en el proceso (18, 15 ss.), y es el único
autor de las tribus de la Transjordania. Esto apóstol que asiste a su muerte (19, 25 ss.). De
lo deduce ae las noticias que el autor necesi­ naturaleza vigorosa y jovial; tal vez no sin
taba poseer para unir las fuentes y describir ironía dió Jesús (P. Braun) a los dos hijos del
las condiciones de su tiempo (p. ej. Jos. 16, Zebedeo el sobrenombre de «los hijos del true­
10; 17, 11. 12...). no» (Me. 3, 17 con Le. 9, 54). Gustaba de ver­
JUAN 324

se libre de todo compromiso (Me. 9, 38 ss.; [1936] 269-72: A. Merk, en Bíblica 27 [1936]
Le. 9, 49). Su madre Salomé era probable­ 99 ss.): y en el Papyrus Egerton 2 (de la pri­
mente hermana de María Santísima (Lagrange, mera parte del s. n desp. de J. C.) que con­
Bernard). Después de la resurrección le vemos tiene fragmentos de los cuatro Evangelios, y
siempre al lado de Pedro (Jn. 20, 2-8; 21, 7, del nuestro tiene 5, 39-45: 7, 30 (44?); 8, 59;
22). Esta íntima unión se pone en evidencia 9, 29; 10, 31 (39?). Esto prueba que hacia el
en Act. 3, 1 ss. 11 ; 4, 13. 19: 8, 14. Hacia el año 100 Jn era ya conocido en Egipto y vene­
año 50 figura entre las «columnas» de la Igle­ rado juntamente con ios Sinópticos.
sia (Gál. 2, 9). En Act. 4, 13 él y Pedro son También el examen interno viene en confir­
calificados ade plebeyos y sin instrucción», o mación de la tradición: la viva transcripción
sea que no habían asistido a la escuda de los de tantas escenas, la abundancia de detalles
rabinos. En el Apocalipsis se presenta como (cf. I, 35-51; 4; 9: l l), 35) y la misma di­
perseguido y relegado a vivir en la isla de vergencia con relación a los Sinópticos son in­
Patmos a causa de la «Palabra de Dios y del dicios suficientes para afirmar que se trata de
testimonio de Jesucristo»: 1, 9. un testigo ocular. Añádase a esto la conformi­
Según la tradición cristiana Juan estuvo en dad con las ideas hebreas y el mismo hecho de
Éfeso (Ireneo, Polícrates, Justino, Clemente Ale­ conocer aun las comunes (1, 46; 4, 9. 20. 27),
jandrino, Eusebio, PG 9, 643). Indirectamente así como las fiestas y las ceremonias (2, 6: 3,
lo confirman las excavaciones practicadas en 25; 11, 55; 19, 40), la geografía y toponimia
aquella ciudad (cf. H. Hormann, Bíblica, 13 palestinense (1, 28; 3, 23, 9, 7; 10, 23, etc.;
[1932] 121-24). Sufrió martirio durante el im­ M. J. Lagrange, Le réalisme historique de
perio de Diocleciano en una caldera de aceite VEv. selon St. Jean, en RB, 46 [1937] 321-41),
hirviendo, de la cual salió ileso (Tertuliano, PL, la lengua y el estilo que son de un semita (cf.
2, 59; Jerónimo, PL, 23, 259). Fué desterrado paralelismo, inclusión, parataxis, etc.), hasta el
a la isla de Patmos, donde escribió el Apoca­ punto de que hay quien aboga por el origen
lipsis (Ireneo, PG, 7, 1207; Clemente Alejan­ arameo del IV Evangelio. Mientras el apóstol
drino, PG, 9, 467), y habiéndole vuelto la li­ Juan es nombrado tres veces en Mt., siete en
bertad el emperador Nerva (96-98), volvió a Le. y nueve en Me., no se nombra nunca en
Éfeso (Clemente Alejandrino, ibid.). Observó el IV Evangelio, donde sólo una vez se habla
perpetua virginidad (Jerónimo, PL. 22, 1090; de los hijos del Zebedeo (21, 2), e idéntico si­
Agustín, PL, 35, 1976, etc.). Exhortaba incan­ lencio se observa respecto de toda la familia.
sablemente al amor fraterno (Jerónimo, PL, Una fórmula original oculta la identidad del
26, 462), y lleno de años y de méritos murió apóstol con el escritor: «el discípulo a quien
bajo el imperio de Trajano (98-17) en Éfeso, amaba Jesús», 13, 23; 19, 26; 20, 2-9: 21,
donde fué sepultado. Su ausencia de Jerusa- 7-20, que es el aparente desconocido de 1, 35.
lén data probablemente del 57 al 58, pues en 40; 18, 15; 19, 35; 21, 24; es un apóstol de
este período sólo se hallaba allí Santiago el primer rango, uno de los tres más íntimos
Menor (Act. 21, 18). de Jesús y compañero habitual de Pedro (cf.
arriba); no puede ser ni Santiago el Mayor
El apóstol San Juan escribió el IV Evange­ (muerto reinando Agripa en el 44, Act. 12, 2),
lio. La tradición, desde la edad subapostólica, ni Pedro, sino únicamente el apóstol Juan. «La
lo reconoce explícitamente, según dan fe de alusión es tan transparente que apenas puede
ello Papías (cf. Funk, Padres Apostólicos I, hablarse de anonimidad» (P. Braun), como se
373 s.), Ireneo (Adv. H. III, 1, 1), el Fragmen­ reconoce aun entre ios mismos críticos aca­
to Muratoriano (r. 9-30), Teófilo Antioqueno tólicos.
(PG, 6, 1033), Clemente Alejandrino (PG, 8, «Las recientes investigaciones tienden a des­
296: 9, 121), Tertuliano (PL, 2, 196. 203), Orí­ echar los obstáculos que la crítica puso de por
genes (PL. 14, 31), etc. Es testimonio unánime medio para la identificación del discípulo ama­
y antiquísimo de toda la Iglesia, expresa Euse­ do con el hijo del Zebedeo» (Menoud): y so­
bio: «Debe ser reconocido como auténtico su bre la leyenda prematura del martirio de Juan
Evangelio (el de San Juan), ya que así lo admi­ se ve cada vez con mayor claridad que tuvo
ten todas las iglesias que hay bajo el cielo» como origen un desesperado intento construido
(Hist. eccl. III, 24). sobre testimonios tardíos que no tienen funda­
La tradición se ve ahora clarísimamente con­ mento alguno serio.
firmada en el Papyrus Rylands 457 (fin del s. i Unidad del IV Evangelio. La unidad de len­
desp. de J. C.), en el que se contiene Jn. 18. guaje y de pensamiento salta inmediatamente
31-33. 37 s. (cf. M. J. Lagrangc, en RB, 45 a la vista del lector, pero no dejan de notarse
325 JUAN

suturas poco afortunadas (cf. cc. 5-6; 9-10), ni el día de su muerte, ni muchas particulari­
y faltas de claridad en la disposición (cf. 13, dades de la Pasión, etc. La misma cualidad de
36 y 16, 5 ; 14, 31 y 15-17; 20-30 s. y 21, 24 s.). testigo ocular asegura la veracidad del testimo­
Hay quienes juzgan que Juan no escribió todo nio. Entre los Padres nunca se dudó de la his­
seguido y que luego no le fué posible darle la toricidad del IV Evangelio, ni aun entre aque­
última mano. Los modernos sostienen común­ llos que hicieron especial hincapié en el sim­
mente que, por causas materiales desconoci­ bolismo de muchas de sus narraciones. La cui­
das, el orden primitivo sufrió cierto detrimen­ dadosa determinación del lugar (1, 28; 2, 1.
to, especialmente en torno a los cc. 5-6; 13- 12; 3, 23; 4, 5. 6. 46, etc.), del tiempo (2, 13.
17) (Lagrange y particularmente B. Brinkmann, 23; 3, 2. 24; 6, 4. 16; 13, 30; 18, 28, etc.),
en Gregorianum, 20 [1939] 55-82; 563-69; 22 del día (1, 29. 35. 43; 2, 1. 12; 6, 22; 20, 1.
[1941] 503 ss.). Siguiendo una técnica minu­ 19. 26, etc.), de la hora (1, 39; 4, 6. 52; 8,
ciosa y objetiva E. Schweizer (1939) y F. Rucks- 2; 19, 14) en que se realizan los acontecimien­
tuhl (1951) (v. Bibl.) han puesto en claro la tos narrados, indica suficientemente que el au­
existencia de idénticas características de estilo tor presenta acontecimientos históricos. El tes­
en todas sus partes, lo que prueba la unidad timonio se basa exclusivamente en la visión
así del autor como de la obra, y nada de eso personal de los hechos (cf 1, 14; 19, 35 s.).
puede ponerse en duda. Respecto del c. 21 cf. Plan. Después del prólogo 1, 1-18, que cons­
M. E. Boismard, en RB, 54 [1947] 473-501. tituye su preludio, la obra puede dividirse en
Lugar y fecha. Por lo que se refiere al lugar tres partes: I parte (1, 19-12, 50). — Jesús se
y fecha donde fué compuesto no existe verda­ revela al mundo y sobre todo en el ambiente
dera y propia tradición. La común sentencia de Jerusalén. Esta parte se divide a su vez en
se pronuncia por Éfeso basándose principal­ cuatro secciones: 1.* (1, 19-4, 54) la tendencia
mente en Ireneo: «Escribió (Juan) el evangelio general se muestra favorable a Jesús, cf. el
durante su estancia en Éfeso» (Adv. Haer. III» Bautista, Nicodemus, los Apóstoles, Natanael,
1, 1). Y respecto de la fecha, ni la tradición ni bodas de Caná, la Samaritana, el funcionario
el examen interno del libro nos proporciona real. El teatro de la acción de Jesús son Gali­
dato alguno. El término a quo nos lo da la lea, Jerusalén, Samaría. 2 A (5-6): se nos pre­
redacción del Apocalipsis (81-96) que general­ senta la primera crisis de la fe en Jesús. En
mente es considerado como anterior. El tér­ Jerusalén por el milagro de la piscina de Be-
mino ad qitem, o límite máximo a parte post, tesda, en Galilea después de la multiplicación
no debe andar lejos del año 100, como se de los panes; fórmanse tres grandes grupos:
deduce de la fecha aproximada de la muerte los Apóstoles fieles al Maestro, la jerarquía de
de Juan (98-117), de la gran longevidad del Jerusalén, que es enemiga, y la turba que se
apóstol (Jn. 21, 19 ss.) y de los testimonios de muestra incrédula o indiferente. Teatro: Jeru­
los papiros egipcios y, más concretamente, salén y Galilea. 3.“ (7-10): lucha entre Jesús
del año 90 al 100. y la jerarquía jerosolimitana que se muestra
Fin e historicidad. El fin está claramente cada vez más enemiga suya: los temas prin­
indicado por el mismo Juan (20, 30 s.): robus­ cipales son la mala voluntad, la soberbia y los
tecer la fe de los cristianos en la mesianidad titubeos de los judíos. Teatro: Jerusalén, el
y en la divinidad de Jesús, a fin de que los templo, y especialmente el período de la fiesta
lectores crean en Él y creyendo tengan la vida de los Tabernáculos (7, 2 ss.) y dé la Dedica­
eterna. No es intento del apóstol el narrar la ción (10, 22). 4 / (11-12): toma de posición
vida terrena de Jesús, de la cual selecciona definitiva. Resurrección de Lázaro: los jefes
exclusivamente lo que ilustra y prueba su in­ deciden la muerte de Jesús (11, 47-53), mien­
tento (cf. 21, 25). A este fin esencial se unie­ tras la turba, llena de entusiasmo, lo proclama
ron tal vez otros intentos secundarios relacio­ Mesías 12, 12-18. Jesús concluye: la incredu­
nados con la vida contemporánea de la Iglesia lidad de los judíos ha llegado al colmo, pero
del Asia, con los errores que comenzaban a también esto forma parte de los divinos de­
serpentear, con tendencias poco conformes con signios.
el espíritu cristiano, etc. (cf. Ireneo, Adv. Hae­ II parte (13, 1-17, 24). — La formación de
res. I, 26; PG, 7, 6S6). los Apóstoles. Sobre esta segunda parte los
Mas el fin doctrinal no debe ser causa de exegetas están cada vez más conformes en con­
que se pase por alto el aspecto histórico. El siderarla como una sistematización de las ense­
IV Evangelio se propone completar y com­ ñanzas de Jesús, aunque no pueda decirse de
pleta a los Sinópticos. Sin Juan no conocería­ ella que sea completamente ajena a lo que pre­
mos la duración de la vida pública de Jesús, cede. Su importancia, que ya el mismo hagió-*
JUAN 326

grafo se encarga de encomiar, fué advertida del Espíritu (Bautismo) es alimentada con su
por toda la tradición y por los comentadores cuerpo y con su sangre (Eucaristía), y se ma­
modernos: es la más valiosa joya del IV Evan­ nifiesta por medio del amor, del gozo y de la
gelio, fuente inagotable de vida cristiana, mo­ paz que desde ahora proyectan los regenerados
delo de la teología católica. en la eternidad bienaventurada de aquel que
III parte (18, 1-21, 25). — La Pasión, la es la luz y la vida, y también en la comunión
Muerte, la Resurrección. De la Pasión nos ha con el Padre, que tanto ama al mundo, y con
dejado un cuadro intencionadamente detallado el Espíritu Santo.
y preciso. Termina con el sugestivo cuadro del De la eclesiología Juan hace destacar algún
lago de Tiberíades: en adelante pertenece ya aspecto especialmente profundo: las ovejas (los
a los Apóstoles dar testimonio de Jesús y de la fieles) son de Jesús, que muere por ellas, y luego
fe que tienen en Él. También aquí es Pedro se las encomienda a Pedro (c. 21), su repre­
el primero; y en el incomparable y plástico sentante ; participan de la vida del Pastor, como
diálogo (21, 15-19) se encierra toda la fe de el sarmiento de la savia de la vid (c. 15). La
la Iglesia primitiva y de Juan sobre la Pri­ vida íntima de la Iglesia, sus distintivos carac­
macía. terísticos, los deberes y los privilegios de sus
El plan, en conjunto, revela indudablemente miembros, la indefectible asistencia del Espí­
la intención del hagiógrafo de seguir el curso ritu Santo, se exponen de un modo particular
de los acontecimientos; en líneas generales es en los cc. 13-17.
el mismo esquema de los Sinópticos, si bien El drama de la redención está encuadrado
con algunas características. Juan pasa por alto entre dos escenas mañanas: Caná y el Cal­
la infancia y el nacimiento de Jesús: el Verbo vario.
desciende desde el seno del Padre a la tierra Juan, que entró más que ningún otro en la
mediante la encarnación. intimidad del Maestro, que meditó por exten­
Mientras en los Sinópticos el auditorio de so — bajo el impulso del Espíritu — en la per­
N. S. es Ja turba, aquí en cambio se han reco­ sona, en las palabras, en la vida de Jesús, dió
gido los coloquios de Jesús con un limitado de el un testimonio incomparable.
grupo o con personas aisladas. Epístolas. La primera epístola, reconocida
Aspecto dramático: lucha atizada por con­ como canónica en los escritos de la época sub-
tinuos altercados que poco a poco va encau­ apostóüca, fué siempre atribuida unánimemen­
zándose hacia un fin muy preciso que ya está te a Juan. El examen interno (vocabulario, len­
previsto .Cf. 1, 5. 10 s. 27-35; 2, 15-20, etc.: guaje, estilo, doctrina) confirman los datos de
luz y tinieblas, fe e incredulidad, amor y odio, la tradición, por su evidente afinidad con el
muerte y vida. IV Evangelio. Así piensan todos los católicos
El drama.no es sólo el que se desarrolla en y gran parte de los acatólicos.
torno a Jesús, sino, y más, el que se mani­ La fecha de composición está íntimamente
fiesta en el corazón de los actores. Por eso enlazada con la del Evangelio: las estrechas
Juan transcribe tan frecuentemente los senti­ relaciones que median entre los dos escritos
mientos de éstos. El misterio de Cristo en la no permiten separarlos. Acerca de .la anterio­
tierra es la ilustración práctica de una lucha ridad del uno sobre el otro parece más proba­
que se perpetúa en su Iglesia. ble la del Evangelio, puesto que la epístola
Procedimiento circular. Juan no expone sus supone sus enseñanzas. Es probable que el
ideas metódicamente y de un modo completo, lugar de la composición sea Éfeso.
sino que desintegra los conceptos dando pri­ Los destinatarios son, con toda probabili­
meramente el esbozo de una idea, para pasar dad, los fieles de una iglesia particular o, cuan­
luego a otra e incluso a una tercera: después do más. un pequeño grupo de iglesias especial­
retrocede para explicar la que antes ha pre­ mente relacionadas con Juan apóstol.
sentado, y termina sacando de ello una con­ El fin no es polémico, sino que Juan in­
clusión clara. Cf. 5, 19-47; 6, 27-71; etc. tenta fortalecer, exhortar, alentar a sus «hijos»
Doctrina. Juan desarrolla en su Evangelio, previniéndoles contra los errores y desviacio­
esencialmente doctrinal, cuanto expone breve­ nes de aquel tiempo: revocar a la memoria
mente en el prólogo. El Verbo, al encarnarse, ciertas verdades fundamentales cuyo valor se
inicia la lucha contra las tinieblas: los que se negaba o se desconocía por parte de cierta
alistan con él, recibirán de él el don de ser corriente de dentro y de fuera de la Iglesia.
hijos de Dios, y con esa filiación divina su Todo cuanto ataca el autor tiene plena analo­
plenitud y su gloria mediante una regenera­ gía con doctrinas gnósticas y docetas. Las ideas
ción. Esa nueva vida, que proviene del agua y teológicas son las mismas del IV Evangelio.
327 JUAN Bautista

La epístola puede dividirse en dos partes. BI8L. — A. D u r a n d , Evangile selon St. Jeatt (Ver­
bum salíais), París 1 9 2 7 ; M. J. L a g r a n g e , Evangile sc-
Después del prólogo, 1, 1-4 viene la primera loit St. Jean. 7 . a c d . , i b í d . 1 9 4 8 ; F . - M . B r a u n . Evan­
parte (1, 5-2, 29): exhortación a vivir en la gile selon St. Jean (La Ste Bible, ed. Pirot), 3 . a ed.,
ibíd. 1 9 5 0 ; A. W i k e n h a u s e r , Das Evangelium naclt
luz; y la segunda (3, 1-5, 12): dignidad y de­ Johannes, Regensburg 1 9 4 8 ; E . R u c k s t u h l , Die ¡ite­
beres de la filiación divina; y finalmente el rari sebe Einheit des Johannesevangeliums, Friburgo.
Para las epístolas: J. B o n s i r v e n , Epítres de St. Jean
epílogo (5, 13-21). (Verbum salutis), París 1 9 3 5 : J. C i i a i n e , Les Epitres
La II epístola y la III forman parte de los Catholiques, París 1 9 3 9 ; P. D e A m d r o g g i , Le Epistole
escritos deuterocanónicos del N. T. Por su mis­ cattolicbe (La S. Bibbia, S. Garofalo), Tormo 1 9 4 7 ;
R. S c h n a c k e n b u r g , Die Johanncsbriefe (Herders theo-
ma brevedad se explica fácilmente por qué no log. Kommcntar z. N. T„ XIII, 3), Freiburg i. B.
1 9 5 3 ; * J u s t o C o l l a n t e s , La ntós antigua interpreta­
se hallan citadas en los primeros escritos cris­ ción de Jn., 4, 35, en EstE, CIV ( 1 9 5 3 ) , 2 7 ; M. Ba-
tianos. l a g u é , S. Juan en los Sinópticos, en CB XII ( 1 9 5 5 ) ,
1 3 8 s . ; L. M u r i l l o , San Juan, Estudio critico exegé-
No cabe dudar de que Ireneo cita la II. Cle­ tico sobre el IV Evangelio, Barcelona 1 9 0 8 ; J. de M a l -
mente Alejandrino conoce al menos dos epís­ donado, BAC, Madrid 1 9 5 4 ; M. del álamo, L o s
tolas de Juan apóstol, y lo mismo hay que de­ tres testificantes de la 1 ep. de Jn., v. 7 , en CB
( 1 9 4 7 ) , n.° 3 2 ; í d ., El «Comma Joanneo», en EstB
cir del canon Muratoriano y de Tertuliano. U 9 4 3 ) , pp. 7 5 - 1 0 5 .
El canon Clara montano (h. 400) conoce y ad­
mite las tres epístolas; Orígenes sabe que hay JUAN Bautista. — Precursor de Jesús median­
quien pone en duda la autenticidad de estas te la pública predicación de la próxima venida
dos epístolas, pero él las considera como au­ del reino mesiánico, acompañada de la admi­
ténticas (PG 20, 582 y PG 12, 857). El mismo nistración de un bautismo simbólico, de donde
criterio sigue Eusebio (PG 20, 262 s., 216 s.). le viene el nombre de 6 Bañncrrijs, «el bauti­
A partir del s. iv ya son admitidas unánime­ zados (Mt. 3, 1).
mente. Los Evangelios refieren su nacimiento acom­
Destinatarios: lo más corriente es que la pañado de circunstancias milagrosas (Le. 1, 5-
segunda epístola sea considerada como dirigida 24. 41-44. 57-79), su vida en el desierto (Le. 1,
a una iglesia particular que nos es desconoci­ 80), su predicación, íntimamente enlazada con
da, y no a una persona particular. Por consi­ los comienzos del ministerio de Jesús (Le. 3
guiente será una iglesia hermana de la Elegida, y paral.; Jn. 1, 3; Le. 7, 18-35) y su muerte
es decir, de la iglesia de Éfeso (como opinan, (Me. 6, 14-29 y paral.).
por ej., Bonsirven, Chaine, De Ambroggi). En Fué hijo de Zacarías e Isabel, ambos de es­
cambio la III epístola tiene un carácter parti­ tirpe sacerdotal. Según anuncia el ángel Ga­
cular, como la de San Pablo a Filemón. Aquí briel, es concedido por Dios a los dos cón­
el destinatario es Gayo, de quien sabemos que yuges que ya estaban en edad avanzada. Se lla­
había permanecido fiel al apóstol, oponiéndose mará Juan, Yehohanan, o sea «Yavé es pro­
a la ambición de un jefe local y ofreciendo picio». Su misión será «en el espíritu y en el
generosa hospitalidad a los misioneros ambu­ poder» (cf. I Re. 17-20), semejante a la de
lantes. No parece que Gayo estuviese consti­ Elias (v.), como estaba predicho en Mal. 3,
tuido en autoridad. 23 s. (cf. Le. 1, 17), para preparar un «pueblo
Finalidad: en ambas anuncia el apóstol su perfecto» a la aparición del Mesías. Con oca­
próxima visita; en la primera da la voz de sión de la «visitación» de María, madre de
alerta contra los seductores, da gracias por los Jesús, a su parienta Isabel, tres meses antes
consuelos recibidos de parte de los fieles, a del nacimiento de Juan Bautista, que tuvo
quienes exhorta al continuo ejercicio del amor lugar «en una ciudad de Judá» (en cuya iden­
cristiano; en la segunda exhorta a Gayo a que tificación no están de acuerdo los doctores,
continúe generosamente en su colaboración mi­ pero que tal vez sea cAin Kárim, un poco al
sionera y reprocha al obispo Diotrefes; es un oeste de Jerusalén), el que no había nacido
precioso documento para la historia del epis­ aún acusa su presencia «saltando» de gozo en
copado unitario. el seno materno.
El lugar donde fueron compuestas es desco­ Según cierta tradición, desconocida de los
nocido. Quizás sea Éfeso, como se cree que lo Evangelios, «teneris sub annis» (Himno Ut
fué también para la I epístola. Estas dos epís­ queant) comenzó a habitar «en los desiertos»
tolas (lo mismo que la primera) suponen que (Le. 1, 80) — en realidad Ja cronología de este
se conoce la teología de Juan y probablemente hecho es incierta —, llevando la austera vida
también la I epístola. Generalmente se admite de nazareo en el vestido y en la alimentación
que ambas fueron compuestas en el mismo pe­ (langostas y miel silvestre, aún hoy en uso entre
ríodo y que son posteriores a la primera. los beduinos). En el año 15.° del imperio de
[L. M.] Tiberio (27-28 de J. C.) comenzó su misión
JUBILEO 328

(Le. 3), en la que invitaba a preparar los ca­ testimonio de él (cf. la importancia de este
minos del Señor (de Is. 40» 3 ss.), a la «con­ concepto en el prólogo del IV Evangelio), dis­
versión» (^erávoia, cambio de las disposicio­ poniendo al pueblo para que le dispensara fa­
nes del alma, voüs) y a la espera de uno más vorable acogida. Llega el Mesías, y él se oculta
fuerte que él. y se extingue con la aureola de mártir ilumi­
Dirigióse a las diferentes clases sociales, ata­ nada con la palabra de elogio que poco antes
cando la hipocresía de los fariseos, negando había proferido Jesús: «El mayor entre los
que fuese suficiente ser hijo de Abraham para nacidos de mujer» (Mi. 11 ,12). [G. Rin.]
salvarse, sin «frutos correspondientes a la con­ BIBL. — D. Buzy, St. Jean Baptiste, París 1922;
versión», excitando al entusiasmo al pueblo E. Lohmeyer, Das Urchristentum. I. Johannes der
que acudía cada día más numeroso a escu­ Tauier, Gottinga 1932; H. Simón - G. Dorado, No­
vum Testamentum, 1, 6.® ed., Torino 1944, pp. 274-79.
charlo, en un clima de ansia creciente en es­ 294-307. 386-402 443-49. 356-65. 633 s. * F ernández
pera del Mesías. y F ernández. El heraldo del gran Rey. en CB (1946),
n.° 31; Id., El Bautista ante el Sanedrín, en CB
En un informe que se buscaron las autorida­ (1947). n.a 43; J. Enciso, Conocimiento mesiánico del
des por medio de una embajada de sacerdotes, Bautista, en Ecc. (1945), n.° 215.
levitas y fariseos, Juan Bautista negó que él
fuese el Mesías (Jn. 1, 19, 28), y afirmó en JUAN EL PRESBÍTERO. — v. Juan el Após­
cambio la superioridad de Jesús acordero de tol.
Dios» (v.) que quita el pecado del mundo. Su
bautismo era sólo «de agua», un puro signo JUAN HIRCANO. — v. Macabeos.
simbólico; el de Jesús sería «en el Espíritu
Santo», un signo operativo de santificación JUAN MACABEO, — v. Macabeos.
por gracia divina.
El mismo Jesús quiso participar del bautis­ JUAN MARCOS. — v. Marcos.
mo de Juan: la grandiosa manifestación tri­
nitaria de aquella circunstancia fué como una JUBILEO. Año Jubilar. — Es el que retorna
solemne investidura de Jesús para su próxima pasados siete sábados de años, o sea después
misión mesiánica, que entonces precisamente de los cuarenta y nueve años, y por tanto
conoció de un modo oficial Juan Bautista. cada cincuenta años.
Desde aquel momento Juan fué de día en día Así como para el hombre se prescribe un
desapareciendo de la escena (cf. Jn. 3, 22) se­ día de descanso cada semana, así también a
gún iba consolidándose el «más fuerte», a la tierra, sometida al trabajo incesante del agri­
quien se deciden a seguir algunos que antes cultor, se le concede un año de descanso entre
habían sido «discípulos» del Precursor: An­ siete (año sabático). El motivo de esta ley era
drés, Simón, Juan, Felipe, Natanael. múltiple: reconocer a Dios como dueño su­
Pero el espíritu de Elias no cesó de animar premo de la tierra; permitir al suelo la recu­
la encendida palabra del Bautista, que repro­ peración de las fuerzas exhaustas por la ex­
chó públicamente la incestuosa y adúltera unión plotación del hombre; socorrer a ios pobres
de Herodes Antipas con su sobrina y cuñada dejándoles los productos espontáneos de un
Herodías. Habiendo sido encarcelado por eso, año entero (Lev. 25, 1-7; cf. Ez. 23, 10 s.).
fué recluido en Maqueronte, en la vertiente «Durante seis años sembraréis..., podaréis...;
oriental del mar Muerto. Estando aquí solicitó el séptimo año será de completo descanso para
todavía de Jesús una pública declaración de la tierra ; no sembraréis, no podaréis, no ven­
su verdadera naturaleza, para confirmación dimiaréis : el producto espontáneo servirá de
de sus discípulos; y Jesús lo hizo, añadiendo alimento», para todos indistintamente.
un grandioso elogio de su Precursor (Le. 7, Otro tanto se practicaba en el año quincua­
18-23). gésimo (que seguía inmediatamente al séptimo
El gr-an Precursor de Cristo dió su vida por año sabático), llamado jubilar por razón del
su misión. En el curso de un banquete que se yobel, es decir, cuerno de carnero que se em­
celebraba en la corte de Maqueronte, la hija pleaba como trompeta para anunciar solemne­
de Herodías, que con sus bailes había excitado mente su comienzo.
el entusiasmo de Herodes, dictada por la ma­ Aparte las características comunes con el
dre pidió y obtuvo la cabeza del Bautista. año sabático, eran dos las principales institu­
En el plan del desarrollo histórico del Me- ciones propias del Jubileo, de grandísima im­
sianismo, la personalidad de Juan Bautista es portancia para la economía y para la vida so­
de las más excepcionales: es el último profeta cial del pueblo hebreo: se debía dar libertad
y el primer apóstol. Precede al Mesías y da a todos los esclavos israelitas; los bienes rús­
329 JUDÁ

ticos que de cualquier forma hubieren sido hi­ aquel a quien pertenece el reino y dominará
potecados o enajenados, volverán a ser pro­ sobre los pueblos (cf. Ez. 21, 32), es decir,
piedad del dueño primitivo {Lev. 25, 8-55; el Mesías.
sobre esto se observa cierta analogía con el De Judá procede la tribu de su nombre, que
Código de Hammurabí, arts. 36-37). es la más numerosa: 74.000 (Núm. 1, 26 s.) y
En la práctica se comprueban ciertas huellas 76.500 (Núm. 26, 19. 22). Las familias princi­
de tal institución en Israel antes del cautiverio pales están catalogadas en Núm. 26, 19 ss.:
(Jer. 34, 9; Ez. 46, 17; /s. 61, 1 s.); después I Par. 2. La tribu de Judá acampa al este del
del cautiverio no se ven huellas. En cambio tabernáculo (Núm. 2, 3. 9), y es la primera en
el año sabático se observa siempre hasta el las marchas (Núm. 10, 14), en la ofrenda de
año 70 desp. de J. C. los sacrificios (Núm. 7, 12-17), en la división
Si hay alguna época y condiciones sociales de la tierra prometida (Jos. 14, 6-15 ; 15, 1-63).
favorables al jubileo, son ciertamente las de Después de la muerte de Josué la tribu de Judá
los primeros tiempos de la entrada en Canán es elegida para dirigir el ataque contra los ca-
(Clamer). naneos (Jue. 1, 1-19) y contra la tribu de Ben­
Las tablillas de Nuzu (v.), s. xv a. de J. C., jamín (Jite. 20, 18); tiene que defenderse de
ofrecen probablemente un paralelo y una con­ las invasiones de los amonitas (Jue. 10, 9) y
firmación de la antigüedad del jubileo. Los dos de los filisteos (Jue. 15, 9; 1 Sam. 17, 1). A la
términos, südutu y anduráru, responderían, se­ muerte de Josué las tribus de Judá y de Simeón
gún H. Gordon, a algo así como año sabático están ya en el sur (Jue. 1) y se las pasa por
y jubileo (cf. el parentesco entre anduráru y el alto en el canto de Débora (Jue. 5, 14-18). En
hebreo derór = liberación, Lev. 25, 10). tal aislamiento nacen y se desarrollan los gér­
[F. S.] menes del futuro cisma. Cuando Saúl lucha
BIBL. — H . G o r d o n . en RB 44 (1935), 39 ss.; contra Amalee, Judá apresta 10.000 hombres
A . C lamer. Lévltique (La Ste Bible, ed. Pirot. 2 ) . Pa­ (I Sam. 15, 14): David, perseguido por Saúl,
rís 1943. pp. 1 8 1 - 9 2 : A . V a c c a r i , La S. Blbbia, I , F i -
renze 1943, pp. 333-34. reúne en las montañas de Judá a los descon­
tentos que serán el nudo de su poderío políti­
JUBILEOS (Libro de los). — v. Apócrifos. co; y se granjea la simpatía de los habitantes
de Judá mediante sus saqueos entre los ama-
JUDÁ. (Hebr. Yehüdáh). — Cuarto hijo de lecitas (I Sam. 27, 8-12); es proclamado rey
Jacob y de Lía (Gén. 29, 35; 49, 8). El nom­ en Hebrón por los hombres de Judá (II Sam.
bre recibe el significado de ódeh «daré gloria» 2, 1-4), mientras las tribus del norte eligen a
(Gén. 29, 35) y «tus hermanos te alabarán» lsbaal. Al cabo de siete años de reinado sobre
(Gén. 49, 8). Judá salvó, con Rubén, a José Judá (II Sam. 5, 1-5) los ancianos de Israeel
de la muerte (Gén. 37, 22.26 s.). De la cana- van a Hebrón a reconocer a David por rey.
nea Sue tiene tres hijos, Er, Onán y Sela. Al Con la toma de Jerusalén, el traslado del arca
primogénito le da Tamar por esposa, y des­ (II Sam. 6) y la construcción del templo, los
pués de la muerte de Er, Judá obliga a Onán, diferentes grupos del norte y del sur olvidan
en virtud de la ley del levirato (Dt. 25, 5-10), las rivalidades, que de vez en cuando irán
a asegurar una posteridad al hermano difun­ reapareciendo, como en la revuelta de Absa­
to ; mas, habiéndolo rechazado Onán manda lón (II Sam. 15, 6-13; 18, 6-15) y en la de
a Tamar volver a su casa. Tamar tiende un Seba, en la que resuena este grito: «¡ Israel, a
lazo al suegro (extensión del levirato entre el tus tiendas!» (II Sam. 20, 1; cf. I Re. 12, 16).
suegro y la nuera, atestiguada por la ley jetea, Reinando Salomón, Judá tiene un estatuto espe­
art. 79; cf. RB. 34 [1925] 524-46), y le da de cial (I Re. 4, 19 b) y se provee de altos fun­
un parto los dos hijos Fares y Zaraj (Gén.). cionarios, en tanto que Israel queda sometido
El primero es un antepasado de Jesucristo (Mi. a las aportaciones en especie (1 Re. 4, 7-19;
1, 3 ss.). Judá se encarga de la seguridad de 15, 7) y al trabajo forzado (I Re. 5, 27). La es­
Benjamín en el segundo viaje de los hijos de cisión es definitiva a la muerte de Salomón.
Jacob a Egipto (Gén. 43, 3-10). Al hallarse la El reino de Judá o del sur (hasta el 587 a. de
copa de José en el saco de Benjamín, Judá con­ J. C., cuando fué engullido por los caldeos)
vence y conmueve con su elocuencia (Gén. 44, realiza, en torno al templo, los designios de
14-34). Es enviado por Jacob a José (Gén. 46, Dios sobre el pueblo elegido. Su población es
28), y recibe un magnífico elogio del padre mo­ más homogénea y está más adherida a la di­
ribundo (Gén. 49, 8-13): la tribu de Judá con­ nastía de David. Por encima de todo, Jerusa-
servará la supremacía religiosa (emplazamiento lcn y su templo.
del Templo en Jerusalén) hasta la venida de Después de la ruina del reino, el recuerdo
JUDÁ (Reino de) 330

del templo mantiene la esperanza de los cauti­ Al morir Salomón le sucedió inmediata­
vos, y la comunidad que vuelve del destierro mente su hijo Roboam, de unos 41 años de
se reúne en torno al santuario reconstruido. edad (II Par. 12, 13). En Judá siguió siendo
Desde el cisma hasta la promulgación de la hereditaria la sucesión de la dinastía de David.
nueva ley, Judá es el depositario de la Reve­ Como había sido educado en la irreflexión del
lación que los más insignes profetas hebreos fausto, no fué capaz de penetrar el alcance
han transmitido antes y después del cautiverio. que tenían las negociaciones que las tribus sep­
Los límites de la tribu de Judá (Jos. 15) son: tentrionales quisieron entablar con él en Si-
por la frontera de Edom, desde el desierto de quem, antes de darle su adhesión; su necia res­
Sin hasta Cades; por el este el mar Muerto puesta, propia de un déspota, y el rasgo de
hasta la desembocadura del Jordán; por el enviarles el odiado Adoniram, prefecto de los
oeste el mar Mediterráneo, y por el norte una tributos en tiempos de Salomón, al que las
línea que va desde la desembocadura del Jor­ turbas dieron muerte, confirmaron la escisión
dán hasta el mar. El territorio encierra cuatro definitiva. Roboam hubo de regresar veloz­
partes: 1) el Negueb, término con el que se mente a Jerusalén (I Re. 12), y como su reino
significa el sur, compuesto de una zona mon­ quedó reducido a la tribu de Judá (práctica­
tañosa y de una llanura cruzada por un espa­ mente sólo desde un poco más allá del norte
cioso lecho de torrentes, que en unos sitios es de Jerusalén hasta el Negueb), trató de ensan­
cultivable y en otros es yermo; 2) la Shefélah char sus territorios a expensas de las tribus
(etimológicamente, el país bajo), que está for­ septentrionales. La hostilidad entre los dos rei­
mada por la zona de las colinas cretáceas; nos fué casi continua. En 925-24 sufrió la inva­
3) el desierto de Judá (midbar Yehfidah), nom­ sión de Sesac, rey de Egipto. En la lista de
bre con el que se significa la vertiente oriental 165 ciudades ocupadas por este rey, que se
de la sierra formada por los montes de Judá mandó grabar en el exterior del templo de
desde el-Asur hasta el sur del mar Muerto; Amón en Karnak (Tebas), unas cincuenta son
4) la montaña de Judá (har Yehüdah) que com­ de Judá e Israel. En ella figuran, por ejemplo,
prende la zona de las alturas que dominan a Gabaón y Betorón; pero falta Jerusalén.
Bersabé por el norte hasta los alrededores de En realidad (I Re. 14, 25-28; II Par. 12, 7)
Quiriat-Iearim. [F. V.] el faraón entró en Jerusalén, pero no exigió
BIBL. — F. M A bel , Géographie de la Palestine, más que la entrega de los tesoros del palacio
1. París 1933, pp.‘ 371 ss.. 414 ss., 418 ss.. 436 s.; y del templo. Poco después (924) murió Sesac
II, 1938, pp. 46 ss., 83 ss.; F. Spadafora, Ezechiele.
2. * ed., T orino 1951, pp. 7, 93 ss., 346 ss, y durante cerca de dos siglos la dominación
egipcia estuvo ausente de Palestina.
JUDÁ (Reino de). — Para la historia del pue­ A consecuencia de esto, Roboam fortificó
blo hebreo desde los comienzos hasta el fin las ciudades de la parte de Egipto, Betsur, La-
del período de los Jueces, v. Hebreos (Histo­ quis, Belén, etc.
ria), y sucesivamente Saúl, David, Salomón. Si no idólatra, al menos fué poco ferviente
A la muerte de Salomón (930 a. de J. C.) tuvo yaveísta (cf. I Re. 15, 12), ya que toleró el
lugar la escisión del reino en dos troncos: culto sincretista de las alturas (v.), al que fre­
las diez tribus septentrionales se separaron de cuentemente iba unida la prostitución sagrada,
la dinastía davídica, a la que se mantuvo fiel mencionada también en Judá en el reinado de
la tribu de Judá, la de Simeón y la parte me­ Asa y en el de Josafat (I Re. 15, 12; 22, 67);
ridional de Benjamín, que acabarán por ser y en tiempo de Josías se la menciona como re­
absorbidas por la primera. lacionada con el mismo Templo (II Re. 23, 7).
En consecuencia queda separada la historia La pendiente hacia la infidelidad respecto
del reino de Israel (930-721 a. de J. C.), o sep­ del monoteísmo, iniciada ya con Salomón, íba-
tentrional, o de Efraím (como tribu princi­ se acentuando con la infracción de la alianza
pal), o Samaria (futura capital, v. Israel); y del Sinaí.
la del reino de Judá desde 930 hasta 587, Los valerosos paréntesis inducidos por al­
o sea hasta la destrucción de Jerusalén por gunos reyes piadosos no servirán más que para
Nabucodonosor, fundador del gran imperio retardar por unos siglos el completo quebran­
neocaldeo (605-539 a. de J. C.). Respecto del to de la alianza (v.), con la consiguiente apli­
sincronismo de los dos reinos, v. Cronología cación de la sanción: destrucción del reino y
bíblica. cautividad.
Para la cautividad y el período de la res­ Después de 17 años de reinado, le sucedió
tauración subsiguiente hasta los macabeos, v. su hijo Abiam (912-10, tres años de reinado:
Judaismo. I Re. 15, 1-6; II Par. 13), que en sus luchas
331 JUDÁ (Reino de)

contra Jeroboam conquistó para Judá muchas fenicio, y contribuirá de intento a que se ex­
ciudades. La reina madre, Macá, nieta de Ab- tinga la dinastía de David. No obstante el
.salón, erigió un ídolo de la diosa Asera junto aviso del profeta Miqueas, hijo de Yemla, Jo­
al torrente Cedrón. safat se armó para ir con su aliado Ajab a la
Asa (910-870: I Re. 15, 9-15; II Par. 14- reconquista de Ramot Galad. Apenas logró
16), tuvo un espléndido comienzo, digno de volver con vida, y Ajab fué muerto (II Par.
un rey teocrático. Eliminó a los «consagrados 18-19, 3). Acompañó a Joram, hijo de Ajab,
a la prostitución», los ídolos; destituyó a la en la expedición contra Mesa (v.), rey de
abuela y quemó el ídolo que ella había erigi­ Moab, que se concluyó con una retirada (II
do; destruyó las alturas idolátricas, pero dejó Re. 3). En cambio venció él sólo a los amo­
las de Yavé, a las que tan aficionado era nitas, que juntamente con los árabes y los
el pueblo. En el 15.° año de su reinado renovó edomitas habían invadido a Judá (II Par. 20).
la alianza con Yavé (II Par. 15, 9-16) estando Fué sencillamente uno de los mejores reyes
presentes muchos del reino de Israel. Hizo de Judá. Su reino uno de los más prósperos
frente, con el auxilio del Señor, al cusita Ze- y felices. No obstante, obsérvese la distancia
rac (que conviene no confundir con Osorkón I, que lo separó de David, que no hacía nada sin
hijo de Sesac, el cual no era cusita), quien pro­ antes consultar con Yavé.
cediendo de Nubia o del noroeste de Arabia, Las tristes consecuencias del paso dado en
había penetrado hasta Hebrón. Asa lo derrotó falso por Josafat pronto se dejaron ver con
y al perseguirlo conquistó varias ciudades en Joram (849-842), que, dejándose dominar por
la región de Querar, y se llevó un gran botín. Atalía, atacó directamente al yaveísmo, favo­
En sus últimos años no se mantuvo Asa en la reció los cultos idolátricos y dió muerte a cuan­
piedad con que había comenzado. Requirió y tos se oponían a sus planes políticorreligiosos:
obtuvo contra Basa de Israel la ayuda de Be- hermanos, parientes y potentados del pueblo
nadad I, rey de Damasco, por lo que fué áspe­ (II Par. 21, 6-11). Entre tanto los edomitas
ramente reprendido por el profeta Jananí (II recobran su independencia (II Re. 8, 20 ss.);
Par. 16, 7 ss.). Luego cayó enfermo, y en los los filisteos y las tribus árabes invaden a Judá,
dos últimos años tomó a su hijo Josafat como saquean a Jerusalén y el mismo palacio, de
corregente. donde deportan miembros de la familia real
Si durante los sesenta primeros años se ha­ (II Par. 21, 16 ss.). Joram murió a los 40 años
bía mantenido cierto equilibrio entre Judá e tras una larga y repugnante enfermedad que
Israel, el paso dado por Asa acudiendo por le había sido predicha por Elias (v.), y fué
vez primera a la mediación de un extranjero sepultado lejos de los sepulcros reales (II Par.
equivale a una nueva orientación muy peli­ 21 , 12- 20) .
grosa que llevará a la ruina a los dos reinos. Su hijo Ocozías (842 a. de J. C.) subió al
Josafat (870-849: I Re. 22; II Re. 3; II Par. trono a los 22 años. Siguió en todo a Joram
17-20) fué uno de los reyes más piadosos, y mientras caciqueó Atalía (II Par. 22, 3: II Re.
muy poderoso, aunque no siempre afortunado. 8, 18-27). Tomó parte en el asedio de Ramot
Continuó reprimiendo las prácticas sincretistas Galad, con Joram, rey de Israel y tío suyo, y
e idolátricas, conforme a lo que se había dicho juntamente con él fué herido en Jezrael por
de Asa. Promovió además la instrucción reli­ Jehú, nuevo rey de Israel, que después le dió
giosa del pueblo, con cuyo fin recorrió todas muerte en Mageddo (II Re. 8, 28 ss.; 9, 29;
las ciudades de Judá con un colegio de cate­ en II Par. 22, 9 Samaria es una indicación ge­
quistas compuesto de dos sacerdotes, siete le­ nérica o error de copista).
vitas y cinco laicos (II Par. 17, 7 ss,). Se pre­ Entonces Atalía (842-836 a. de J. C.) mató
paró una flota para importar oro de Ofir y a todos los descendientes de la familia real
hacer que floreciera el comercio, pero en el (sus nietos) y durante seis años llenó a Jem-
primer viaje naufragó en Asiongaber (I Re. salén de aras e ídolos para el culto de Baal.
22, 49). Pactó un tratado de paz y amistad Sólo se salvó de la matanza el niño Joás, hijo
con Israel, el cual quedará sellado con el ma­ de Ocozías, al que libró Josaba, hermanastra
trimonio de su hijo Joram y de Atalía, hija de Ocozías y esposa del sumo sacerdote Joya-
de Ajab y de la fenicia Jezabel. Tal acto pu­ da, que lo escondió en el Templo, donde fué
diera calificarse de. política sagaz, pero en rea­ educado.
lidad fué un gran error sobremanera perjudi­ La profecía de Natán a David (II Sam. 7)
cial para Judá, que el profeta Jehú le reprochó sobre la perpetuidad de la dinastía, de la cual
(II Par. 19, 2); pues Atalía llevará a Jerusa- nacerá el Mesías se ve confirmada con las vi­
lén la nefasta influencia de Jezabel y del culto cisitudes históricas del reino de Judá, al mismo
JUDÁ (Reino de) 332

tiempo que permite discernir claramente los sus últimos años se dejó vencer de la soberbia
designios y la Providencia del Señor. y quiso usurpar funciones sacerdotales, por lo
Joás es proclamado solemnemente rey a los que de repente se vió afectado de lepra y hubo
siete años en eJ Templo por Joyada, auxiliado de aislarse, dejando el gobierno en manos de
por los guardias del cuerpo. Acude Atalía y su hijo Jotam a quien tuvo como socio en el
es arrastrada afuera y muerta (II Re. 11 ; II reino durante unos once o trece años. Por tan­
Par. 22-23). Joás reinó 39 años (836-797; II Re. to, él solo no debió reinar más que cinco o
12; II Par. 2) y se notó en él el benéfico in­ tres años.
flujo del piadoso Joyada. Se interesó perso­ Jotam fué celoso yaveísta. Construyó la
nalmente por la restauración del Templo, del «puerta superior del Templo»; edificó algunas
que Atalía se había despreocupado. Hacia el ciudades, torres y fortalezas, y durante el tiem­
fin de su vida, habiendo muerto Joyada, se po en que reinó con su padre derrotó a los
dejó influenciar por el partido sincretista; amonitas (II Par. 27). Con él se inician ya las
mandó matar a Zacarías, hijo o nieto de Jo­ hostilidades sirioisraelilas contra Judá, que se
yada, en el atrio del Templo, donde aquél desconectan durante el reinado de su hijo y su­
recriminaba al pueblo por haber renovado la cesor Ajaz. Son contemporáneos de Azadas los
infidelidad para con Yavé (II Par. 24, 15-22; profetas Amós U, 1) y Oseas (1, 1) en Israel;
Mt. 23, 35 ; Le. 11, 51). Al año siguiente (798) Isaías da comienzo a su ministerio en Judá en
fué humillado por JazaeJ, del que sólo pudo el mismo año de la muerte de Azadas (6, 1),
librarse mediante la entrega del tesoro del Tem­ y en los cc. 2-5 hace alusión a las condiciones
plo y del palacio. Inmediatamente después fué sociales en que se halla su reino; pero morirá
muerto por dos cortesanos. durante el reinado de Manasés. Precisamente
Su hijo Amasias comenzó bien (797-789; II en este tiempo es cuando comienza el gran mo­
Re. 14; II Par. 25). Castigó a los que dieron vimiento profético que preparará a Judá para
muerte a su padre, pero sin hacer extensiva la el gran castigo de la destrucción y del cautive­
pena a los parientes, como entonces solía ha­ rio, indicando cuán merecido lo tenía por la
cerse, ateniéndose en eso al precepto de la Ley continua infracción de lo pactado en la alian­
(Dt. 24, 16). za, y revelando al mismo tiempo el radiante
Reorganizó las tropas, sometió a los edomi­ porvenir que el Señor prepara para los super­
tas, cuya capital ocupó. Con este éxito se in­ vivientes purificados.
fatuó, y haciéndose sordo a las protestas de Ajaz (II Re. 16; II Par. 28), siguiendo la
un profeta, llevó a Jerusalén los ídolos de los táctica de su padre, negó la adhesión a la
vencidos; luego atacó a Joás, rey de Israel, alianza sirioefraimita contra Asiría. La con­
que lo derrotó en Betsames (Beth-semeS) y lo secuencia fué que se le echaron encima los
apresó. Devuelto inmediatamente después, vi­ aliados, que pronto Je forzaron a tomar un
vió sin gloria, hasta que lo mataron en Laquis, mal partido. Rasin, rey de Damasco y Pecaj,
donde se había refugiado. rey de Samaria, lo asedian en Jerusalén, dis­
El décimo rey, después del cisma, fué Aza- puestos a poner en aquel trono a un descono­
rías, llamado también Ozías (cuzzijjáh). Suce­ cido «hijo de Tabel», fácil juguete de sus pla­
dió a su padre cuando apenas tenía dieciséis nes. Trátase de la perennidad de la dinastía
años y reinó durante 30 (769-738 a. de J. C .; (II Sam. 7), e Isaías, sereno mientras todos se
II Re. 14, 21-15; II Par. 26). asustan (Is. 7, 2), hace cuanto puede por que
Reinado brillante y afortunado. Llevó a cabo Ajaz deposite su confianza únicamente en Yavé.
victoriosas campañas contra edomitas, filisteos, Pero Ajaz no tiene fe; implora el auxilio de
árabes, amonitas; mantuvo relaciones amisto­ Asiria, adonde envía el oro y la plata del Tem­
sas con Israel (Jeroboam II ); fortaleció a plo y del palacio; trata de tener propicios a
Jerusalén y otros centros; creó un poderoso los dioses de Damasco e inmola a Moloc su
ejército, promovió la agricultura y el pasto­ propio hijo.
reo, reactivó el comercio por el mar Rojo con Interviene Teglatfalasar III atacando a Da­
la reconquista del puerto de Elat, dando así a masco (732 a. de J. C.) y devastando a Sama­
Judá un alto nivel de florecimiento (cf. Is. 2, ría. Ajaz se convierte en vasallo suyo, y para
7 ss.). Esto fué el premio a su celo por el pagar el tributo le fué preciso despojar al Tem­
culto de Yavé en el que le había educado su plo de su ajuar precioso. Al mismo tiempo in­
piadosa madre Jecolía y un profeta llamado troducía el politeísmo, el culto asirio, incluso
Zacarías, consejero suyo durante muchos años en el Templo, teniendo la osadía de cerrar el
(II Par. 26, 3-5). Solamente permaneció el culto Templo erigiendo aras idolátricas «en todos los
de las alturas yaveístas (II Re. 15, 3 ss.). En rincones de Jerusalén» (II Par. 28, 24). El im­
333 JUDÁ (Reino de)

pío rey no fue sepultado en los sepulcros 21, 1-17; II Par. 33, 4-20), que empezó a rei­
reales. nar cuando sólo contaba doce años, fué co­
Ezequías, a los veinticinco años, sucedió a rrompido probablemente por tutores y conse­
su padre y reinó hasta el 693 a. de J. C. Siguió jeros durante su minoría, y llevó al máximo
las directrices de los círculos proféticos, y en el de decadencia al reino de Judá en el aspecto
interior las de Isaías principalmente. Realizó religioso y moral. Y para colmo de desdicha
una vasta reforma religiosa para borrar las im­ fué su reinado el más largo que registra la
pías iniciativas de Ajaz y llevar de nuevo al historia de Israel.
reino el puro yaveísmo. La purificación comen­ Restableció e intensificó las prácticas idolá­
zó por el Templo, donde destruyó incluso la tricas, «llegando a construir altares en el Tem­
serpiente de bronce que había levantado Moi­ plo del Señor a todos los astros del cielo», y
sés en el desierto, pues con el tiempo se había la Asera, sobre lo cual cf. Ez. 8, 5 (el ídolo
convertido en objeto de culto. Trató de que que provocó la divina indignación). Y no fué
volvieran al yaveísmo los supervivientes del ya capaz de poner remedio al mal producido y
reino septentrional; procuró la sistematización propagado a pesar de su conversión y enmien­
de los libros sagrados conservados por los da demasiado tardías, a su regreso del cauti­
sacerdotes que se habían salvado de la ruina verio de Babilonia; acontecimiento que proba­
de Samaria (Prov. 25, 1). Por todo esto es ala­ blemente hay que atribuir a Asurbanipal (II
bado y tenido por el más recto entre los des­ Par. 33, 11-20).
cendientes de David (II Re. 18, 3-5). Pero se El reinado de Amón (II Re. 21, 19-26), fué
dejó arrastrar del habitual concepto político brevísimo y sin gloria, y manchado con uná
que buscaba la seguridad y la salvación, no impiedad desbordante. De Amón se dice que
en la protección de Yavé (como predicaban los fué peor que su padre (II Re. 33, 23). Acabó
profetas), indefectible si se observaban los esta­ asesinado. El pueblo hizo una matanza entre
tutos de la alianza del Sinaí, sino en el juego los conjurados y puso en el trono a su hijo
puramente humano, y por lo mismo completa­ Josías (638-609), que sólo tenía ocho años (II
mente frágil, de los pactos con las naciones Re. 22-23; II Par. 34-35).
vecinas; juego peligroso para la fe monoteís­ Habiendo sido piadosamente educado, a los
ta, por las contaminaciones idolátricas a que veinte años emprendió con ardiente celo una
daba lugar. No obstante las protestas y la opo­ obra de reforma radical, purgando enérgica­
sición de Isaías, Ezequías siguió el partido egip- mente al país de toda forma sincretista e ido­
tófilo, ya que Egipto comenzaba a hacerse látrica. Purificó el Templo, y ante todo des­
poderoso, acabando por rebelarse contra Asi­ truyó en el país las alturas yaveístas, para lo
ría. En lenguaje de los profetas (Ez. 16. 23), la cual se fué personalmente al norte hasta Nef­
suerte trágica de Samaria (721) no había ense­ talí, logrando poner de actualidad por primera
ñado nada al reino de Judá. Después del acuer­ vez la unicidad del santuario. Derribó aras exe­
do militar con Merodacbaladán (704), disimula­ crándolas con huesos humanos, abatió simula­
do bajo la apariencia de una misión de cortesía cros, cipos, etc.; destruyó el santuario cismá­
por la curación milagrosa del rey de Judá (cf. tico de Bétel, exterminó a los magos, a los
Is. 38), éste trató con Etiopía (Is. 18, 1) y Egip­ adivinos, a los sacerdotes idólatras; destituyó,
to (Is. 30, 1 ss.): y en el 703 estalló la re­ llevándolos a Jerusalén, a los sacerdotes levitas
vuelta. Senaquerib (v.), al subir al trono (705), de las alturas yaveístas, a los cuales concedió
se ocupó primero de los rebeldes del este, y sustento a cuenta de las ofrendas hechas en el
no dirigió las armas contra la liga occidental Templo. Su acción, valerosamente apoyada por
hasta el 701. Judá fué atacado y por último el sumo sacerdote Helcías y por los profetas
devastado. Si Jerusalén se salvó y no desapa­ Jeremías, que comenzó su ministerio en el año
reció la dinastía de David, fué debido única­ de Josías, Nahum y Sofonías, se sintió alen­
mente a la milagrosa intervención de Yavé, tada con el hallazgo del «libro de la Ley», pro­
predicha y firmemente prometida por el inspi­ bablemente el Deuteronomio (y. Pentateuco) al
rado Isaías (II Re. 18-19; Is. 36-37). Ezequías realizarse los trabajos de restauración del Tem­
consagró los últimos años de su vida a mejorar plo (a. 622). El rey ordenó que se leyera pú­
el interior de Jerusalén y especialmente a ase­ blicamente, y, profundamente emocionado por
gurar el abastecimiento de aguas. las maldiciones (Dt. 23), consultó a la profetisa
Para ello construyó el conocido túnel que Jolda, quien confirmó la inminente realización
lleva el agua desde la llamada Fuente de la de las divinas amenazas: pero el rey no las
Virgen hasta la piscina de Siloó (v.). verá, en premio a su celo. Josías intensificó la
Su hijo y sucesor Manases (693-639; II Re. reforma, consiguiendo un general despertar de
JUDÁ (Reino de) 334

la fe y de la piedad: se renovó la alianza y se concedió, y especialmente de la pensión diaria


celebró una solemnísima Pascua. Tal vez pen­ que el rey le asignó, con el descubrimiento y la
sara Josías en reconstituir la unidad nacional publicación de las tablillas cuneiformes halla­
tal como estaba antes de la escisión, una vez das en Babilonia. Trátase de notas de archivo
que Asiria estaba agonizando. Por eso quiso donde se registran mes por mes las provisiones
oponerse al faraón Necao IX, que se había mo­ que deben pasarse por cuenta de la casa real
vilizado para acudir en auxilio de aquélla con­ a «Yaukinu, rey de la tierra de Judá», a sus
tra la coalición de los medos y de los babi­ cinco hijos, y a ocho judíos de su séquito. Se
lonios. Se enfrentó con él en la llanura de Ma- le reconocía, pues, como rey vasallo y se le
geddo, pero fué herido y murió poco después. trataba con las consideraciones debidas a tal
Su muerte fué una verdadera desgracia para la dignidad.
nación. Los que habían sido afectados por su Nabucodonosor puso por rey de Judá a Ju­
reforma, atribuyeron la muerte a la venganza das Matanías, tío de Joaquín, a quien puso
de las divinidades ofendidas y levantaron la por nombre Sedecías, como señal de su domi­
cabeza dando comienzo a un rápido movimien­ nio sobre la nación y sobre la dinastía. El par­
to hacia el abismo y la catástrofe definitiva. tido egiptófilo empujaba al último rey de
El pueblo colocó en el trono a Joacaz (lla­ Judá, bueno pero excesivamente débil, a pro­
mado también Salum: Jer. 22, 11) en vez del seguir en la estúpida conducta de Joaquim. En
primogénito Eliaquín. Pero intervino el pode­ vano hizo Jeremías oír su voz. Después de
roso Necao, y apenas transcurridos tres meses haber intentado una coalición en el 593 (Jer.
depuso a Joacaz, se lo llevó prisionero a Egip­ 51, 59-64), estalló la rebelión en el 588 favo­
to, donde murió, y colocó en el trono a Elia­ recida y apoyada por el nuevo faraón, Hofra.
quín, a quien él llamó Joaquim, hombre pre­ Nabucodonosor acudió rápidamente contra la
suntuoso, supersticioso y cruel, y necio servi­ liga formada por Egipto, Fenicia, Palestina y
dor de Egipto, que acarreó la ruina del país. Transjordania; puso el cuartel general en Ribla
Con la victoria de Carquemis (605 a. de J. C.) y atacó decididamente a Jerusalén, centro de
toda Siria y Palestina caían bajo el dominio la coalición (Ez. 21, 23-27). El asedio duró 18
del nuevo imperio babilónico, que pasaba a ocu­ meses, y sólo se interrumpió para rechazar a
par el puesto de Asiria, mientras Egipto, derro­ los egipcios que acudían en auxilio de la ciu­
tado, quedaba reducido a sus límites. Pero dad asediada. Hofra, derrotado, la abandonó
Joaquim, aun después de haber pasado a ser a su suerte (Ez. 30, 21 ss.; Jer. 37, 3-10).
vasallo y tributario del vencedor Nabucodono- La ciudad fué tomada del 28 al 29 de junio
sor, se mantuvo aferrado a su manía egip- del 587, abandonada al saqueo y despojada de
tófila y continuó persiguiendo a Jeremías (y.) toda su riqueza, fué entregada a las llamas
y matando a los fervorosos yaveístas. No bien (Jer. 52). Sedecías intentó huir (Ez. 12, 10-14),
habían pasado tres meses de aparente calma, pero fué capturado y llevado a Ribla. Allí
cuando el estüpido rey se negó a pagar el tri­ Nabucodonosor mandó degollar a sus hijos en
buto a los caldeos. Durante cerca de tres años su presencia y después le arrancó los ojos y lo
Nabucodonosor permitió que el rebelde fuese llevó prisionero a Babilonia, donde murió. Los
atacado por bandas de caldeos y elementos lo­ cabecillas que habían fomentado la rebelión
cales, y en el 598 intervino contra Jerusalén. fueron muertos y toda la población de Judá
Murió Joaquim, tal vez asesinado, y le sucede fué deportada, a excepción de la gente nece­
su hijo Joaquín (Jeconias), quien a los tres saria para las labores del campo.
meses se rindió a los caldeos, no bien hubo Al frente de los operarios y de la gente po­
comenzado el asedio. Nabucodonosor deportó bre que quedaron en Judea, los caldeos pusie­
a Babilonia al rey, a la reina madre y a la cor­ ron a Godolías que, con la ayuda de Jeremías,
te, más unos 7.000 de la nobleza, 1.000 opera­ inició en Misfa una tentativa de reconstruc­
rios especializados y un número indeterminado ción moral. Pero dos meses después un grupo
de otras personas. De esta deportación (597) de fanáticos de la política antibabilónica, que
formó parte Ezequiel (v.). El desdichado Joa­ andaban dispersos, dieron muerte a Godolías
quín permaneció sujeto con grillos durante 37 y arrastraron con ellos a Jeremías a Egipto,
años largos, hasta que el sucesor de Nabuco­ donde se refugiaron. De estos fugitivos no se
donosor, Evil Merodac, apenas ocupó el tro­ volvió a saber ya nada.
no (571 a. de J. C.), lo sacó de tal estado Así feneció el reino de Judá; pero queda­
y lo restituyó a su rango (II Re. 25, 27 ss.). Ha­ ban los cautivos, con quienes se continuará la
ce pocos años aún (1940), se logró una esplén­ historia del pueblo elegido. Preparados por
dida confirmación del buen tratamiento que le Ezequiel y purificados por la cautividad, for-
335 JUDAISMO

marán «el residuo» que retornará a la patria estaba de por medio su prestigio, su propia
a renovar la alianza con Yavé: será el nuevo existencia. Se habían asimilado la falsa men-
Israel, que será elevado y quedará absorbido . talidad de Ja religión popular (v.), según la
por el reino del Mesías. [F. S.] cual la religión se reduce a los actos del culto
BIBL. — A. Pohl, Historia populi Israel, inde a di­ externo.
visione 'regni usque ad exilium, Roma 1933; G. Ric- En consecuencia, la destrucción de Jerusa­
ciotti, Storia d'lsraele, I, 2.a ed., Torino 1934, pp. lén (587 a. de J. C.) podría haber acarreado la
375-496; A. V accari, La Sta. Bibbia, II, Firenze 1947,
pp. 361-479; III, ibid., 1948, pp. 108-174; S. G arofalo, ruina de toda esperanza, la muerte de su fe y
Jl libro dei Re (La S. Bibbia), Torino 1951, pp. 105-294. el tránsito a la idolatría.
Los profetas Isaías, Jeremías, y más directa­
JUDAÍSMO. —■Es el conjunto religioso y so­ mente Ezequiel (v.), fueron quienes trabajaron
cial del nuevo Israel formado después de la por la preservación de aquel «residuo».
cautividad en el territorio de la tribu de Judá, Desde el 593 hasta el 587, Ezequiel, el tími­
en torno a Jerusalén, que vuelve a ser, con el do sacerdote deportado, profeta de sus compa­
Templo, el centro propulsor de la pura fe ya- ñeros de cautiverio, reanuda y desarrolla enér­
veísta y de la más viva esperanza mesiánica. gica y sistemáticamente las enseñanzas de los
Los supervivientes del reino de Samaria (diez anteriores, comunicando la palabra del Eterno.
tribus septentrionales), que en el 722 a. de Yavé les ha salvado de la tempestad para con­
J. C. habían sido deportados a Asiria, queda­ vertirlos, pues son el objeto de sus divinos de­
ron absorbidos por las gentes, y estaban ya signios respecto del futuro. Yavé está en me­
fuera de la alianza del Sinaí. dio de ellos, allí en Babilonia. Tienen que des­
Los deportados del reino de Judá, en el 597 echar todas sus necias ilusiones de desquite:
a. de J. C., constituyen el núcleo central de es Dios mismo quien ha entregado Palestina
aquel «residuo» que el Señor se reservaba para a Nabucodonosor: Jerusalén y el Templo se­
la continuidad de su plan de salvación (Ez. 11, rán destruidos (4-12. 21 etc.; cf. Jer. 7, 12-15;
13-20; 37, 12; Jer. 24, 5; 29). 26, 4-9; Miq. 3, 12 s.), porque así lo exige la
Habiendo sido colocados, al menos la ma­ divina justicia ultrajada en su misma casa (Ez.
yoría, a los lados del gran canal (Nar-Kabari) 8; 22). Israel ha violado la alianza (v.), y por
entre Babel y Nipur, disfrutaban de cierta au­ ello se le sanciona con la destrucción del reino
tonomía. Fueron empleados en los trabajos del y el destierro (Ez. 14, 16. 20. 22 s.).
campo (cf. el nombre Tell-Abib, colina de la Pero el castigo es sólo medicinal (cf. Lev.
espiga, Ez. 3, 15; Tell-Harsa, colina del arado, 26; Dt. 28), encaminado a su conversión.
Esd. 2, 59, etc.) y formaban colonias en las De esta suerte, los acontecimientos del 587,
que los ancianos ejercían cierta autoridad (Ez. predichos en sus menores detalles, hacen que
8, 1; 14, 1; 20, 1). El consejo que les dio Je­ los deportados reconozcan en Ezequiel al ver­
remías (c. 29) dé construir casas y plantar dadero portavoz de Yavé, y así puede ahora
huertas, la prosperidad alcanzada por tales co­ él dedicarse eficazmente a levantar su moral
lonias en el momento de la repatriación, mues­ prediciendo con luminosos colores el porvenir
tra que cada uno podía mejorar de condición de Israel, que renacerá en las colinas de Pales­
e incluso llegar a convertirse en propietarios. tina (Ez. 33-48). Era una evocación de las pro­
Los caldeos se contentaban con la alta vigilan­ mesas de Isaías (cc. 40-66) y de Jeremías (cc.
cia que procuraban se hiciera notar lo menos 31-33).
posible (cf. Jer. 29 sobre la muerte de los fal­ Setenta años más tarde Yavé, en su miseri­
sos profetas hostiles a los caldeos). cordia, hará que vuelva a su patria el «residuo»
Las condiciones religiosas y morales estaban purificado (Jer. 25, 6; 29), con el que renovará
muy lejos de ser prometedoras, al menos al la alianza del Sinaí, la cual hallará en el Israel
principio. Por el contrario existía el grave pe­ renacido la fiel correspondencia que hasta aho­
ligro de un extravío definitivo, por lo expues­ ra ha faltado. Luego vendrá directamente el
tos que estaban a la fascinación de los gran­ reino del Mesías, término final del plan di­
diosos cultos que se tributaban a los dioses de vino.
los caldeos vencedores. En el destierro, el «residuo» será probado y
Los cautivos confiaban ciegamente en un re­ muchos serán descartados (Ez. 20, 33-38; 34,
greso triunfante: Yavé debía tomar el desqui­ 16 s.). Las mismas circunstancias favorecerán
te por ellos. Era imposible que Jerusalén fuera semejante purga.
destruida: el Templo con el culto a Yavé era Contribuyó asimismo en gran manera a tal
su centro vital; Dios podía permitir un castigo preparación la misión profética del longevo
momentáneo, pero no una destrucción, pues Daniel (v.).
JUDAISMO 336

La restauración. Esd., Neh., Ag., Zac. y había mostrado. Por otra parte las inclemen­
Mal. nos permiten reconstruir en sus líneas cen­ cias anejas a todo largo viaje, las incógnitas
trales cómo se llevó a cabo el renacimiento na­ que podía encerrar la Judea con los nuevos ha­
cional. bitantes después de los cuarenta años transcu­
La primera caravana de cautivos que des­ rridos, y las dificultades inherentes a toda re­
pués del edicto de Ciro (538 a. de J. C .; v.) construcción desarmaban fácilmente a los me­
volvía a la patria (537), iba capitaneada por nos fervientes, a los menos decididos. Sólo una
Zorobabel, príncipe de la casa de David y por ardiente fe era capaz de lanzar a los desterra­
el sumo sacerdote Josué (Esd. 2, l s .; 3, 2 etc.). dos a tomar parte personalmente en la em­
Eran en total unos 40.000 (Esd. lt 64), de presa.
las tribus de Judá y Benjamín (1, 5), y sacerdo­ Los otros se limitaron a ayudarla económi­
tes y levitas en gran número. Después Esdras camente. Estos fervientes yaveístas, al iniciar
se lleva otros 6.000 (Esd. 7-8; cf. Neh. 7; el largo camino del desierto para el regreso,
11-12). Estableciéronse en Jerusalén y comar­ por considerarse como el «residuo» o «germen
cas cercanas. Se trata únicamente del reino o sagrado» bendecido por Yavé (cf. Ag. 1, 12;
territorio de Judá. Son el «residuo» que se ha Zac. 8, 6), pensaban que en ellos se realizarían
reservado el Señor (Esd. 9, 8-13 ss.) y consti­ las promesas de prosperidad y de paz que lle­
tuyen el «pueblo de Yavé» (Esd. 2, 28). nan la segunda parte de Is. y especialmente
Su primer acto, como firme manifestación Ez. 34, 25-31 ; 35-37. Pero no hallaron nada
de la fe que los animaba, consistió en levantar de la felicidad con que soñaban (cf. Esd. 3-4;
el altar y comenzar la reconstrucción del Tem­ Neh.), por el contrario se encontraron con la
plo, a los siete meses de haber llegado, o sea vida ordinaria sobrecargada de mayor trabajo
cuando apenas habían tenido tiempo para en­ y que resultaba insegura y pesada por los peli­
trar en posesión de las propiedades mediante gros externos y por toda clase de asechanzas;
el rescate, etc. Así se cumplían las profecías y añádase a todo esto la odiosa usura de los
(cf. Ez. 11, 16; 40-46) según las cuales Yavé ricos, nada favorable a los pobres (cf. Neh. 5).
volvería a recibir en Jerusalén y en su Templo El paso de la ilusión a la dura realidad fué
el antiguo culto. brusco (cf. Sal. 126; 85: Vulg. 125; 84).
Se suspendió la construcción a causa de la Las profecías aseguraban la protección de
rabiosa hostilidad de los vecinos, con los Sama­ Yavé y hablaban de la restauración y del reino
ritanos a la cabeza, y se reanudó unos 16 años del Mesías al que la restauración iba enca­
después, en el 520, 2.° año de Darío 1, y una minada.
vez terminada se celebró la solemne inaugura­ Mas había que contar con la cooperación y
ción (Esd. 5-6). Altar y Templo, construcción con las molestias de los miembros del renaci­
material y comienzo del culto, fueron el primer miento (cf. Dan. 9). El Señor se sirve siempre
paso del renacimiento. de los hombres para la realización de sus admi­
Hacia el año 545-4 se emprende la recons­ rables designios, que lleva a efecto valiéndose
trucción de las murallas de Jerusalén, por ini­ de sus debilidades e insuficiencias.
ciativa de Nehemías (Neh. 3-6). Entre tanto se Era preciso no confundir las dos fases del
comenzó a poner en práctica la reforma civil renacimiento: la preparatoria y la definitiva.
y religiosa, es decir, la lucha contra la injus­ Muchas de las promesas proféticas se referían
ticia social y los matrimonios mixtos (Esd. 9- únicamente a esta última, o sea al reino me-
10), lucha que seguirá adelante y llegará a feliz siánico.
término con la solemne renovación de la alian­ La actividad de Esdras y Nehemías, el celo
za (Neh. 8-10). Ageo y Zacarías cooperan efi­ de Zorobabel y del sumo sacerdote, la inspi­
cazmente a la restauración del Templo y a la rada predicación de Ageo, Zacarías, Joel y
reanudación del culto. Malaquías contribuyó Malaquías llevaron a efecto la obra de recons­
mucho a la reforma religiosa, a la dignidad y trucción y aseguraron la vida al hogar nacio­
realce del culto y a la labor en contra de los nal recién encendido. El judaismo estaba fun­
matrimonios mixtos. Todos ellos elevaron los dado.
ánimos de los repatriados, abatidos bajo el «Con esto queda entendido que los hijos de
peso de las dificultades. Israel estaban reducidos a) solo reino de Judá.
El decreto de Ciro no imponía a los cauti­ Aislados en sus montañas, los judíos formaban
vos el regreso; sólo lo autorizaba a quienes lo un grupo bastante compacto, un verdadero ho­
desearan. Las riquezas adquiridas, los comer­ gar. Su influencia se extendía a todas las co­
cios abiertos, eran una invitación a quedarse munidades, dondequiera estuvieran dispersas,
en aquella tierra que tan hospitalaria se les que conservaran el recuerdo de la antigua alian­
337 JUDAISMO

za y la adhesión a la antigua religión (v. Diás- de la conquista de Gaza el gran macedonio se


pora)y> (Lagrange). dirigió a Jerusalén, donde fué acogido con
Notas esenciales del judaismo: ausencia ab­ grandes honores por el pueblo y el sumo sacer­
soluta de todo pecado de idolatría y de todo dote Jaddo; ofreció sacrificios en el Templo
sincretismo (v. Cantar de los Cantares), gobier­ y concedió grandes favores al pueblo. Se ad­
no sacerdotal. «Después de la restauración Yavé mite comúnmente que en realidad Alejandro
reinó solo. Se conservaba firme la alianza en­ demostró (según su norma habitual) una be­
tre los judíos y su Dios. névola tolerancia hacia la comunidad de Je­
«Ahora es cuando la ley mosaica se convierte rusalén, que gracias a ello no sufrió ningún
en verdadero código religioso y civil de la co­ daño. Todo lo demás es considerado como le­
munidad, que se esmera escrupulosamente en gendario.
cumplirla. Yavé es el verdadero principio de A la muerte de Alejandro (323 a. de J. C.)
Judá. Después de haber tolerado que Zoro- los altos soberanos de Palestina fueron los To-
babel fuese al frente de los emigrantes, la corte Iomeos de Egipto, quienes se contentaron con
persa dió un paso atrás: Ja autoridad fué con­ recaudar los tributos locales, y nunca pusieron
fiada al sátrapa de allende el río. Jerusalén obstáculos a los sentimientos yaveístas de la
tuvo su prefecto particular que podía ser judío, comunidad de Jerusalén. Por otra parte, el con­
como Nehemías. tinuo volcarse de la población palestina en
»E1 sumo sacerdote siguió siendo el verda­ Egipto, especialmente en Alejandría, su nueva
dero jefe de un pueblo que se distinguía de los capital, y los favores con que los Tolomeos
otros por un culto especial y exclusivo. Tratá­ promovieron esta inmigración (v. Diáspora),
base de un pequeño estado religioso. crearon entre Jerusalén y los Tolomeos una
»E1 judaismo fué una teocracia; el poder de corriente de simpatía que se mantuvo aún
Dios estaba asegurado por un sacerdocio here­ cuando la soberanía de Palestina pasó a los
ditario» (Lagrange). Seléucidas de Siria (h. 198 a. de J. C.) con la
En el nuevo Israel pueden también tomar batalla de Panión (la actual Banjas, llamada
parte los gentiles (Is. 56, 1-9), con tal que Cesárea de Filipo en el s. i de J. C.).
renuncien a la idolatría y abracen la fe de Is­ Desde este momento la comunidad judía su­
rael. Pero estos gentiles de fe yaveísta eran frirá grandes sacudidas que desembocarán en
casos aislados; sólo el reino del Mesías se ex­ la feroz persecución de Antíoco IV Epífanes
tenderá a todos los hombres. La mentalidad (v.): todo a causa de las intrigas de la familia
judaica después del cautiverio sintió fuerte­ amonita de los Tobíades, que tratará de inmis­
mente el orgullo del renacer nacional, a lo que cuirse en los asuntos internos de Jerusalén para
contribuyeron las contrariedades sufridas, y se asegurarse allí el predominio administrativo y
sintió empujada más bien a un exclusivismo civil, y también por la influencia que el hele­
intransigente (v. Jonás). El episodio de los Sa­ nismo había ejercido en algunos grupos sacer­
maritanos (Esd. 4, 2-5), cuya oferta de coope­ dotales degenerados.
ración a la reconstrucción fué rechazada de Antíoco quiso imponer por la fuerza las cos­
cuajo por Zorobabel y los jefes de los repa­ tumbres y la mentalidad derrocando la teo­
triados, muestra por una parte el celo por con­ cracia, la religión judía.
servar pura la fe en Yavé manteniéndose aleja­ El 15 de diciembre del 167 a. de J. C. se
dos de toda forma sincretista, pero al mismo erigió en el Templo la estatua de Júpiter Olím­
tiempo es una prueba de su mentalidad res­ pico y cesó el sacrificio cotidiano. Se impuso
pecto de las relaciones con los otros: el apar­ a todos el culto idolátrico bajo pena de muerte,
tamiento absoluto. y se conminó con idéntica pena a cuantos ob­
El período de la reconstrucción material se servaran los preceptos de la ley mosaica, co­
extiende desde el 537 hasta el 400 a. de J. C., menzando por la circuncisión de los niños.
y luego siguen dos siglos de tranquilidad. Antíoco Epífanes (175-173 a. de J. C.), aun
La vida de la comunidad judaica no se vió con todo su extraordinario poder, no logró su
turbada ni por el paso de la hegemonía griega. propósito, y continuaron la lucha sus suceso­
Después de la batalla de Iso (333 a. de J. C.) res hasta Demetrio II, cuando Simón Maca-
contra Darío III, último emperador persa, Ale­ beo (142-141 a. de J. C.) cosechó los heroicos
jandro Magno bajó para adueñarse de Siria y sacrificios de sus hermanos (v. Macabeos) que
Palestina. Tiro fué tomada después de siete murieron todos en la dirección de la .lucha épi­
meses de asedio (agosto del 332); Gaza, la ca sostenida en nombre de Dios y de su san­
antigua ciudad filistea, sólo resistió dos meses. ta Ley.
Según Flavio Josefo (Ant. XI, 8. 4 s.), después Muchos judíos, sacerdotes y sumos sacerdo-
22. — Spadafora. — Diccionario bíblico
JUDAS (Apóstol) 338

tes, usurpadores (Jasón, Menelao, Alcimo) se pectivas), y principalmente el concepto restrin­


alistaron en el ejército de Satanás, traicionando gido de un mesianismo nacionalista, excluyen­
al país y a la religión; uniéronse a los paganos do de la salvación a los gentiles, como fácil­
contra sus propios correligionarios, y muchas mente se puede comprobar leyendo la literatura
veces los superaban en Ja crueldad y en la vio­ apócrifa (v. Mesías), El puritanismo de los
lación de todo pacto jurado. Pero también bri­ fariseos, la bastarda y escéptica intransigencia
llaron los fieles y los mártires. La victoria se del sanedrín, se alzarán contra el divino Re­
decidió por el Señor y la teocracia sobrevivió, dentor, los Apóstoles y la naciente Iglesia.
purificada de tanta escoria, como habían pre­ La trágica desviación del judaismo tendrá su
dicho Ez. 38-39 ; Dan. 7-12; Ag. 2, 6-9. 20-23 ; fin y su castigo en la destrucción de Jerusalén
Jl. 4, 9-17. (7 desp. de J. C.) tras un tremendo asedio de
El asalto no había sido menos poderoso que tres años, predichos con tanta vivacidad y de­
el de Nabucodonosor, especialmente si se tie­ talles en Mt, 24; Me. 13 ; Le. 17, 20-18, 8 ; 21.
nen en cuenta las traiciones en el interior y la Con las ruinas del Templo se extinguió tam­
falta absoluta de preparación bélica de la co­ bién exteriormente aquel hogar que se había
munidad judía; pero entonces Judas Macabeo restablecido en Jerusalén en el 537 a. de J. C .:
violaba con su sincretismo la alianza del Si- había perdido ya todo su sentido y su valor
naí, mientras que la teocracia renacida había con la muerte de Cristo, al desgarrarse el velo
desterrado toda idolatría y observaba las con­ del Santísimo (Mt. 27, 51). [F. S.]
diciones del pacto. Y Yavé mostró a las claras BIBL. — M. J. L agranoe, Le Judalsme avant Jésus-
su omnipotente protección (v. Macabeos, li­ Christ, 3.a ed., París 1931 (cf. particularmente pp. 14-
bro I-1I). 21); G. Rtcciorn, Storia dlsraele, II. 2.* ed..
Torino 1935; F. Spadafora, Collettivismo e indivi­
Con Simón Macabeo termina el período de dualismo nel Vecchio Testamento, Rovigo 1953, pá­
Ja entusiasta insurrección, dirigida por los hijos ginas 266-96. * Morillo, La restauración de Israel en
los discursos de Isaías, 40-48, en EstB (1930), pp.
del sacerdote Matatías, y comienzan con Juan 169-178.
Hircano, hijo de Simón (134 a. de J. C.), las
vicisitudes habituales de una dinastía, la de JUDAS (Apóstol). — Hermano ( = primo) del
los asmoneos (v.). Señor y probablemente hermano ( = herma­
Las guerras son bastante más dinásticas que nastro) de Santiago (Jud. 1), como hijos que
yaveístas; y, lo que es peor, no son ya los re­ fueron de Cleofás y Alfeo, respectivamente.
presentantes de la mayor y mejor parte de una Dáda la prestancia de Santiago en la primi­
nación sublevada, sino que se convierten poco tiva Iglesia, Judas era llamado «hermano de
a poco en jefes de partido que se apoyan en Santiago» (cf. Act. 1, 13). Todos cuantos ad­
una fracción de sus antiguos seguidores y se miten la dignidad apostólica de Santiago sos­
hostilizan mutuamente (v. Fariseos y Sadu- tienen que también Judas debe identificarse
ceos); e incluso llegan a transacciones y aco­ con el apóstol homónimo, apellidado Tadeo o
modaciones con aquel mundo espiritual contra Labeo (Mt. 10, 13; Me. 3, 18), y perfectamen­
el que habían luchado los antiguos macabeos te distinto de Iscariote (Jn. 14, 22). Una tra­
hasta ganarse el trono regio. dición antigua, no del todo segura, lo presenta
Podemos, pues, decir que sus vicisitudes que­ misionando en Arabia, en Siria, en Mesopota­
dan al margen del judaismo, tal como lo hemos mia y en Persia, y fija su martirio en Arado
definido al principio. Tal vez por eso termina o en Beirut, en Siria. Hegesipo, citado por Eu-
siempre Daniel sus vaticinios con la épica lu­ sebio (Hisi. eccl. III, 20, 1-6), habla de dos
cha de los macabeos, con la muerte del perse­ sobrinos suyos durante la persecución de Do-
guidor, enlazando directamente la victoria de miciano.
la teocracia con la venida del Mesías. Epístola de Judas. — El breve escrito de 25
Los altercados de una dinastía que no era versículos es una severa amonestación contra
la de la casa de David, acarrearon con sus lu­ los falsos doctores y una apremiante invitación
chas intestinas la intervención de Roma (63 a los fieles a que conserven la pureza de la fe.
años a. de J. C.) y la ocupación del trono de Se desenmascaran los vicios de los herejes, es­
Judá por parte de un cruel idumeo, Hero­ pecialmente sus ansias de lucro (v. 11); y a
des (v-0, bajo la tutela de César. los mismos herejes, a quienes describe con
En estos dos siglos (del 175 a. de J. C. a la imágenes originales y bastante expresivas, se
venida de J. C.) se forman y se desarrollan las les recuerda los tremendos castigos infligidos
agrupaciones y las instituciones que hallamos en por Dios a los antiguos prevaricadores (al pue­
el tiempo de Nuestro Señor: fariseos, saduceos, blo que se queja en el desierto, a los ángeles,
esenios, sanedrín, sinagogas, etc. (v. voces res­ a los habitantes de Sodoma, etc.). No es un
339 JUDAS ISCARIOTE

escrito doctrinal, sino que se limita a condenar rino 1949. pp. 291*315; A. D ubarlg, Le péché des An­
ges dans l'Epítre de Jude, en Memorial J. Chaine,
a los herejes sin refutarlos; en sus breves alu­ Lyon 1950. pp. 145-48.
siones pueden notarse los jalones de la ense­
ñanza evangélica. Recuérdanse varias prerro­ JUDAS BARSABAS. — v. Barsabas.
gativas de Jesucristo, Hijo de Dios, aunque
sólo por unas simples alusiones (cf. vv. 1. 4. JUDAS ISCARIOTE. — El Apóstol traidor,
6. 15. 17. 21-24). Se nota la importancia del nombrado siempre en último lugar en la lista
Espíritu Santo en la vida de la Iglesia (vv. 19. de los Doce. Hijo de Simón, y llamado como
20) y se habla de los Ángeles (vv. 6-9). el padre (Jn. 6, 71) Iscariote, es decir, hombre
En la dedicación falta toda especificación (iS) de Qeriot, pequeña ciudad (Jos. 15, 25) de
acerca de los inmediatos destinatarios. Del exa­ la Judea meridional; es el único judío entre
men interno, especialmente del uso del Antiguo los Apóstoles. Fué elegido por Jesús junta­
Testamento y de las referencias a traducciones mente con los otros (Jn. 15, 16) inmediata­
judías, se deduce con la máxima verosimilitud mente antes del Sermón de la Montaña (Me. 3,
que se trataba de judíocristianos de la Diás- 13 ss. y pasos paral.). Jesús encomendó a Judas
pora o palestinenses, tan respetuosos para con la administración de la bolsa común (Jn. 12, 6).
su Obispo Santiago, de quien el autor se llama En Jn. 6, 69 ss. (Vulg. 6, 70 ss.), a una dis­
con complacencia «hermano» (v. 1). Mas los tancia de año y medio — estamos en la segun­
diferentes datos no son suficientes, pese a toda da pascua — hallamos en los labios de Jesús
la buena voluntad de algunos críticos moder­ respecto de Judas: «¿No he elegido yo a los
nos, para identificar a Jos herejes de Judas con Doce? Y uno de vosotros es un diablo». Amar­
alguna de las sectas gnósticas del s. n. ga comprobación, tal vez enjuiciadora del fu­
El escrito tiene una evidente relación con la turo, pronunciada como respuesta a la leal
II Pe. Resérvase generalmente la precedencia confesión de Pedro que, en nombre de los Doce.,
a la epístola de Judas, cuyo tema toma y am­ había exclamado: «Señor, ¿a quién iríamos (si
plía San Pedro (Jud. 1. 2. 3 = II Pe. 1, 1. 2. nos alejamos de ti)? Sólo Tú tienes palabras
5; 4 = 2, 1 .3 ; 5 = 2, 4; 7 = 2, 6; 8-10 = 2, de vida eterna, nosotros hemos creído y sabe­
10-12; 12 = 2, 13; 1 1 = 2 , 15; 13 = 2, 17; mos que tú eres el Cristo, el Santo de Dios».
16 = 2, 18; 17-18 = 3, 1-3; 24 = 3, 14; 25 = Jesús, en el discurso de Cafamaúm (Jn. 6}
3, 18). Este hecho, juntamente con la mención — inmediatamente después de la multiplica­
de Santiago, «hermano del Señor», limita con­ ción de Jos panes y del intento de nombrarlo
siderablemente los años de su composición. Si rey (Mesianismo nacionalista y temporal)—,
se admite que la II Pe. fué escrita en 66-67, había afirmado solemnemente la naturaleza so­
puede pensarse que la epístola de Judas lo fué brenatural de su misión: redimir al mundo me­
algunos años antes. Si se prefieren los años diante la inmolación cruenta de sí mismo (v.
63-64 para el escrito de Pedro, hay que conce­ EucaristíaJ, decididamente opuesta a las ambi­
der a Ja obra de Judas una fecha inmediata­ ciosas esperanzas judaicas de un Mesías glo­
mente posterior a la muerte de Santiago (63 rioso, triunfador, para sí y para los judíos, de
desp. de J. C.). Aun cuando no hay en ella todos los enemigos exteriores, obrador de toda
ninguna referencia a la guerra del 63-70 y a la prosperidad (v. Tentaciones de Jesús). Los
destrucción de Jerusalén, Chaine piensa en los Apóstoles mismos tenían también todas esas
años 70-80. ideas erróneas sobre la gloria del Mesías, sobre
El Concilio Tridentino define categóricamen­ su reino, hasta el punto de resistirse a dar fe y
te la inspiración del escrito. no poder entender los anuncios de su pasión
La cita (vv. 9. 14. 15) del libro de Enoc, que (Le. 18, 31-34, etc.), e incluso llegar a disputar
constituye el fundamento para que en los pri­ contenciosamente acerca de los mejores pues­
meros siglos se negase su canonicidad (v¿ Ca­ tos que quisieran acapararse (Le. 9, 46 ss.;
non), es rechazada por algunos, en tanto que 22, 24-27 y pas. paral.; Mt. 20, 20-28; Me.
otros ven empleados incluso otros apócrifos 10, 35-45).
(Asunción de Moisés). El autor se refiere al Con los jefes judíos la ruptura fué definiti­
escrito apócrifo, como lo hizo San Pablo ci­ va; muchos discípulos fallaron; para los mis­
tando poetas paganos, pero sin con ello auten­ mos Apóstoles, que a veces participaban de las
ticar, ni mucho menos, la profecía o atribuir ilusiones del pueblo, fué una sacudida, que fué
especial dignidad a la obra. [A. P.) vencida gracias al sincero apego a su Maestro.
En cambio para Judas aquella solemne decla­
BIBL. — J. C haine, Les epitres catholiques, 2.a ed., ración tan clara debió de ser como un empuje
París 1939. pp. 261-337; P. D e A mbroggi, Le epistole
cattoliche (La Sacra Bibbia, S. Garofalo), 2 « ed., To- decisivo para irse, con «sagacidad y pruden­
JUDAS ISCARIOTE 340

cia», en busca del modo de asegurarse su por­ puesto a sofocar con sangre cualquier tumulto,
venir, y tal vez mientras Pedro se adhería leal­ se alegraron sobremanera por la oferta ines­
mente a Cristo. Y debió de convertirse para perada de Judas: él se lo presentaría sin peli­
Judas en habitual el lamento de lo que había gro alguno. Se fijó el precio de la entrega en
dejado por seguir a Jesús, que en los últimos 30 sidos de plata (unas 128 pesetas oro), que
meses de su vida pública habla cada vez más probablemente le entregaron inmediatamente
claramente de su muerte, de las renuncias ne­ después de prender a Jesús.
cesarias para sus discípulos, de las persecucio­ Jesús descubre claramente la traición en la
nes que les esperan. tarde del jueves santo; trata de prevenir al
La víspera del Domingo de Ramos, hacia traidor sin descubrir su nombre, dejándole así
el atardecer, Jesús se halla en un banquete en como la última áncora de arrepentimiento y
casa de Simón, uno de los que han sido favo­ de salvación.
recidos por sus milagros, juntamente con Lá­ Durante el lavatorio de los pies a los Doce,
zaro y sus hermanas, en Betania. Mientras Mar­ lección de humildad, ejemplo perenne para su
ta se empleaba en el servicio de la mesa, María Iglesia, Jesús piensa en Judas cuando dice a
ungió los pies y la cabeza de Jesús con un per­ Pedro: «El que se ha bañado no necesita la­
fume de elevado precio. Judas, a quien el varse, está todo limpio; y vosotros estáis lim­
evangelista nos presenta como ladrón, que de pios, pero no todos». Judas estaba tan conta­
tiempo atrás venía preocupándose por sustraer minado, que no habría baño capaz de limpiar­
para sí y sisar cuanto podía («era ladrón, y, le el corazón (Jn. 13, 1-20).
llevando él la bolsa, hurtaba de lo que en ella Apenas se hubo sentado a la mesa, Jesús se
echaban», Jn. 12, 6), se sintió contrariado por sintió turbado y entristecido por la infidelidad
tanta prodigalidad, codiciando la cantidad (unos de Judas que, obstinado, iba corriendo hacia
trescientos denarios) que la venta del perfume su propia ruina. «Quizás un aviso final podría
le habría valido. Disimulando hipócritamente detenerle y, sin querer obstaculizar los designios
su bajeza moral, tiene la osadía de reprochar del Padre, como había venido para salvar a
el acto de exquisita delicadeza de María e, los hombres, quería salvar también a Judas, en
implícitamente, la conformidad de Jesús, con cualquier momento en que la voluntad de éste
la idea de socorrer a los pobres. se hubiera dado por vencida» (Lagrange).
«Jesús defendió a la pobre mujer contra el Y Jesús dice expresamente: «Uno de vos­
ataque hipócrita, ya que había ungido por an­ otros me entregará». Entre los otros también
ticipado el cuerpo del amado Maestro. «Pobres Judas pregunta: «¿Acaso seré yo?», y recibe,
los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no en voz bajísima, la respuesta afirmativa: «Tú
me tenéis siempre». Nunca había anunciado lo has dicho». Luego, para conmoverle, añade:
tan enérgicamente su muerte inminente. Estaba «El Hijo del hombre sigue su camino...; pero
ya viéndose extendido, embalsamado... ¡ay de aquel hombre por quien será entre­
»Judas, por su parte, dijo que ya no podía gado! Mejor le fuera no haber nacido» (Me.
contarse con aquello, y una vez que estaba 14, 18 ss.).
perdido, valía la pena de sacar de allí algún Jesús tenía a su derecha a Juan, junto al
provecho. Así entró en su corazón la idea de cual debía de estar Pedro; Judas tal vez a la
la traición, excitada con la afrenta que acababa izquierda de Jesús, y de todos modos próxi­
de recibir. Jesús le había reprendido suave­ mo a él. Pedro hace señas a Juan, y éste, que
mente, pero ¡ver pospuesto su propio juicio a no sabe nada, pregunta al Señor quién es el
la sensibilidad de una mujer! Su alma vil pon­ traidor. Jesús responde: «Aquel para quien yo
deraba todo con peso de o ro : había dejado de mojare y a quien diere este bocado». Y mo­
tener confianza en su jefe, a quien tal vez nun­ jando el pan en el haroset (v. Eucaristía), lo
ca había amado, primero alimentando quime­ introdujo en la boca de Judas, última muestra
ras, y ahora sintiendo el despecho. Se decide de íntima familiaridad. «Mas Judas se obstinó,
a ser el traidor» (Lagrange). y a consecuencia de este endurecimiento, se
Probablemente el miércoles santo se presen­ adueñó Satanás de su alma».
tó, ya de noche, ante los sanedritas reunidos Jesús, como si no pudiese soportar su pre­
para tratar de eliminar a Jesús (Mt. 26, 1. sencia, al acercarse el momento de instituir el
14 ss.; Le. 22, 1-6). Éstos, que no sabían cómo sacramento del amor, después de la consuma­
arreglárselas para apoderarse de él, ya que siem­ ción del cordero, lo alejó diciendo: «Lo que
pre se le veía rodeado de una multitud de de­ has de hacer, hazlo pronto». Mucho mejor era
votos admiradores, al paso que Poncio Pilato, acabar de una vez que seguir fingiendo. Nin­
el frío procurador romano, siempre estaba dis­ guno se hizo cargo del sentido de aquellas pa­
341 JUDEA

labras, fuera de Juan y Pedro, a quienes se querían seguir tratando con el traidor, le dije­
había indicado suficientemente quién era el ron secamente: «¿A nosotros qué? Allá te las
traidor. Los demás pensaron que Judas había hayas». Aquel dinero había sido demasiado
recibido un encargo de parte del Maestro. Ju­ bien empleado para tomarlo de nuevo, y aque­
das salió; era de noche, y el poder de las tinie­ llas conciencias escrupulosas no quisieron pri­
blas se había desencadenado (Jn. 21-30; Mt. var a Judas de su beneficio.
26, 21-25 ; Le. 22, 21 ss.). «Arrastrado por esta vergüenza, Judas, como
Entonces fué cuando se consumió el cordero si se despertase en él un vestigio de honor fren­
pascual, y luego se instituyó la Sagrada Euca­ te a tanta hipocresía, arrojó las treinta mone­
ristía (y.). das en el Templo, i Era, pues, a ellos a quie­
En saliendo del cenáculo, Judas debió de nes había vendido el Maestro! Su remordi­
dirigirse a los sanedritas, «los cuales le espe­ miento no lo llevó más allá. Para alcanzar mi­
raban; y entre tanto habían hecho los prepa­ sericordia debía haber pedido perdón, y Jesús
rativos: habían dado orden a sus sirvientes de se lo habría otorgado; mas Judas dudó de su
estar aprestados para una pequeña pero deli­ misericordia, alejóse de Dios, presa de una
cada expedición; y habían acudido al procu­ cruel desesperación, y fué a ahorcarse (Mt. 21,
rador o al tribuno, de quien fácilmente habían 3-10)» (Lagrange).
conseguido una escolta armada» (Ricciotti). Ju­ Se precipitó desde el árbol del que se había
das sabía que Jesús iría aquella noche a Getse- colgado, y se reventó (Act. 1, 16-19).
maní, y por lo mismo se acercó a aquella en­ Los sanedritas recogieron las monedas y
crucijada, seguido de la cuadrilla de los sirvien­ compraron con ellas el campo del alfarero,
tes y de los soldados, a quienes había dicho, muy conocido entonces, el que destinaron a
como señal de reconocimiento: «Aquel a quien cementerio de los peregrinos. Pronto se llamó
yo hubiere dado un beso, ése es: ¡prendedlo!» el lugar Haceldama, «campo de la sangre».
Todo se deslizó tal como estaba previsto. Ha­ M t . 27, 9 s. agrupando en uno solo los tex­
biendo entrado Judas el primero en el huerto, tos de Jer. 32, 6-11 y de Zac. 11, 12 s. atribui­
entre la claridad de la luna, inmediatamente dos los dos por él al más ilustre de esos pro­
advirtió la presencia de Jesús, que estaba ha­ fetas, los aplicó a este singular acontecimien­
blando con los Apóstoles. Acercóse a Él y lo to: «Tomaron las treinta piezas de plata, el
saludó: «¡Salve, Maestro!», y le dió un beso. precio en que fué tasado aquel a quien pusie­
Jesús, por última vez le dice: «Amigo», y con ron en precio los hijos de Israel, y las dieron
el corazón desgarrado añade: «¿Qué vienes a por el campo del alfarero, como el Señor me
hacer con esto?» Nueva invitación a la refle­ lo había ordenado.
xión, una llamada a ponderar la gravedad del »Aquel lugar estaba muy de acuerdo con el
acto. Judas no replicó; se retiró, y en tanto recuerdo de Judas, por su proximidad a la an­
se acercaron los esbirros para apoderarse del tigua Tofet, en esta Gehenna (v.) cuyo nombre
Maestro. servirá en adelante para significar la región de
La condenación a muerte, sancionada por el las penas eternas» (Lagrange). [G. T.]
Sanedrín, perturbó profundamente al alma de BIBL. — J. M. L agrange, L’evangelo di Gesü Cristo,
Judas. irad. it.( 2.a ed„ Brescia 1935, pp. 417 s., 4S3 ss.,
«Hay conciencias tenebrosas que no alcan­ 494-99. 525 s., 538 ss.; H. S imón - G. D orado. No­
vum Test., I, 6.a ed.. Turín 1944, pp. 504., 868 s.,
zan la gravedad de un delito antes de haberlo 884-87., 933 s., 947 ss. ; F. S padafora, G. e l’istitu-
consumado. zione della SS. Eucaristía, en Temí di esegesl, Rovigo
1953, pp. 383-91. * J. Enciso, L o s tres últimos días de
»Judas no podía desconocer la intención de Judas, en Ecci. 1947, p. 300.
los jefes de dar muerte a Jesús, y tuvo que
aceptar anticipadamente esta consecuencia de JUDAS MACABEO. — v. Macabeos.
su acto. Y se sintió horrorizado cuando en­
tendió que la muerte de Jesús era inevitable y JUDEA. (Gr. TovSaía con yrj o 0 en
que estaba a punto de convertirse en un hecho sentido absoluto). — Término geográfico del
consumado. El dinero de la entrega se le hizo reino de Judá (I Sam. 23, 3), que a veces indi­
excesivamente pesado, y sin más devolvió las ca toda la nación israelita (Sal. 114, 2) o sólo
treinta monedas de plata a aquellos que ha­ el territorio de la tribu de Judá, si traduce al
bían comerciado con él. Estaba próximo al hebr. Iehüdáh. Después de la cautividad desig­
arrepentimiento, hasta el punto de llegar a re­ na el territorio ocupado por los repatriados en
conocer el mal paso dado: «He pecado entre­ los contornos de Jerusalén (Nek. 3), y más ade­
gando una sangre inocente». Una vez que ha­ lante una de las tres provincias en que se di­
bía satisfecho su odio, los sanedritas, que no vide la Palestina cisjordánica en tiempo de
JUDIT 342

Jesucristo (8 veces en Mí., 4 en Me., tO en (198) permanece bajo el dominio de los lági-
Le., 5 en Jn., 12 en Act.). El término parece das, que ejercen una vigilancia militar, respetan
estar en uso desde el s. iv antes de J. C., y la constitución teocrática autorizada por los
aparece en I-II Mac., adoptado por los LXX. persas y establecida por Esdras, y la preservan
Para Tolomeo, Estrabón, Dion Casio, Flavio de los progresos del helenismo. En el 198 An-
Josefo, Eusebio, Jerónimo y los historiadores tíoco III arrebata la Celesiria a los Tolomeos
romanos, Judea significa toda Palestina. y ocupa a Jerusalén, con lo que Judea cae bajo
Judea, en cuanto provincia distinta de Ga­ el dominio de los seléucidas. Uno de éstos,
lilea y Samaria, no está ceñida al territorio de Antíoco IV Epífanes (175-164), después de un
la antigua tribu de Judá sino que se extiende periodo de resistencia pasiva (II Mac. 6, 18-7,
por la de Benjamín, Dan, Simeón y una parte 41), suscita la revuelta abierta de los macabeos.
de Efraím. Por la costa se remonta hasta el Car­ Judea se hace independiente. Los asmoneos
melo. Los límites exactos varían en la historia, protegen esta independencia en medio de las
y es difícil precisarlos en ciertas épocas. Desde luchas con los fariseos, hasta que Pompeyo
el punto de vista del suelo, Judea, como la tri­ (63 a. de J. C.) hace caer a Jerusalén y retiene
bu de Judá, comprende la parte montañosa bajo su inspección a Judea, Galilea y Perea.
(Har lehüdáh, entre los 700 y los 1.000 m. so­ A la llegada de César a Siria (47 a. de J. C.),
bre el nivel del mar), la llanura y las bajas co­ Antipater es nombrado procurador. Después
linas (Shefélah), el valle o el mediodía (da- de la muerte de César, Herodes se hace nom­
rom) y el desierto (midbar lehüdáh) con la de­ brar rey de Judea por el Senado romano y con­
presión del mar Muerto. Es un país cerrado, quista a Jerusalén (37 a. de J. C.). Bajo- el
con todas las ventajas de una península, desde reinado de Herodes nace el Salvador (Mt. 2,
el punto de vista estratégico difícil de ser to­ 1 ; Le. 1, 5). Muerto Herodes, se divide el reino
mado. entre sus hijos hasta que cae bajo la admi­
Judea es la parte principal de Palestina; nistración directa de los romanos mediante pro­
está muy poblada, y sus ciudades principales curadores (6 desp. de J. C.) que tenían plenos
son de las más conocidas del territorio. Tiene poderes. Los procuradores exasperan al pueblo
a Jerusalén por capital con el Templo de Dios, de Judea y preparan el alzamiento, que es so­
el sumo sacerdote y el Sanedrín (en tiempo focado por Vespasiano y por Tito con la caída
de N. S.), que tiene jurisdicción sobre los he­ de Jerusalén y el incendio del Templo (70 desp.
breos que habitan en las otras partes de Pa­ de J.C.). En el tiempo de Adriano (135 desp. de
lestina. Los habitantes de Judea se consideran J. C.) se da un nuevo conato de insurrección,
superiores a los sama rítanos, tratados de após­ capitaneado por Bar Koseba. [F. V.j
tatas, y a los galileos. Administrativamente
BTBL. — F. M. A bel, Géographie de la Palestine, I,
Judea está dividida en toparquías, que, según París 1933. pp. 104 s.. 281 ss.. 314 s s.; II. 1938,
Flavio. Josefo (Bell. III, 5) y Plinio (Hist. Naí. pp. 152 s.. 162 ss.; lo.. Histoire de la Palestine depuls
la conquéte d’Alexamlre jusqu’á I'invasión arabe, l-II.
V, 14) combinados, debieron de ser Jerusalén, íbíd. 1952; E. L evesque, Le mot Judée dans le N. T..
G.ofna, Acrabata, Tamna, Lida, Emaús, Bet- en RB, 1945, 104-111.
Ieptefa, Idumea, Engaddi, Herodium y Jericó.
La historia de Judea está ligada con la de JUDÍOS. — v. Judaismo.
la tribu de Judá. Casi todos los que regresaron
de la cautividad pertenecían a dicha tribu y JUDIT. — «Lo mismo que Rut y Ester, pero
ocuparon el territorio del antiguo reino de con más razón que ellas, la heroica y piadosa
Judá, que por lo mismo se llamó Judea, lla­ viuda Judit da su nombre al libro sagrado en
mándose ellos mismos judíos. Bajo los persas el que el relato de un memorable episodio de la
Judea forma una provincia (medináh) perte­ vida nacional se baila dominado por la persona
neciente a la quinta satrapía del imperio (He­ y por la valerosa empresa de la misma. Es
rodoto, III, 91) y administrada por un gober­ como un drama en tres actos». (A. Vaccari).
nador (péháh) que generalmente es un judío, 1. El asedio de Betulia. Nabucodonosor de­
asistido por un consejo de ancianos residente rrota a los medos y da a Holofernes la orden
en Jerusalén (Ag. 1, 1. 14; 2, 3-22; Neh. 5, de tomar venganza de los pueblos occidentales
14. 18 ; 12, 26). Después de la toma de Tiro y que se habían negado a socorrerle (1-2, 20).
de Gaza, Judea pasa a estar bajo el dominio de Los países son devastados: Fenicia y Filistea
Alejandro. Bajo los diadocos, desde la muerte se rinden; Holofernes llega a Esdrelón contra
de Alejandro (323 años a. de J. C.) hasta la de los judíos, que son los únicos en resistirse (2,
Antigono en Ipso (301) Judea cambió cinco 21-4, 15). En un consejo de guerra Aquior ex­
veces de soberano. Hasta la batalla de Paneion pone a Holofernes la razón de esa resistencia :
343 JUDIT

cuando Israel es fiel a su Dios, no tiene nada El texto parecía favorecerles a causa de la
que temer de nadie. Por tanto aconseja pru­ incongruencia de ciertos datos en él conteni­
dencia (5, 1-21). Holofernes, airado, manda que dos. Llámase a Nabucodonosor (605-562) rey
lo aten para que caiga en poder de los judíos. de Nínive (destruida en el 612), y resulta por
Asedia a Betulia y la reduce a la extrema an­ otra parte que nos hallamos después de la cau­
gustia cortándole el acceso a las fuentes (5, 21- tividad y de la reconstrucción del Templo (4,
7, 32). 3. 13 s .; 5, 18; 9, 1. 13; 16, 17 ss.; no hay
2. Intervención de Judit. En vista de la de­ señales de idolatría: 8, 18; está en vigor la
terminación de rendirse, impuesta a los diri­ exacta observancia de la Ley: 12, 2-9, etc.;
gentes por los asediados, Judit, llena de una Miller, pp. 7-13). Se supone a Nabucodonosor
fe ardiente, ora, se mortifica, promete la sal­ luchando contra Arfaxad (desconocido) rey de
vación y concibe un plan audaz (8-9). los medos, y atacando a Ecbátana, cuando en
Cuidadosamente adornada, sale con su es­ realidad ni combatió contra los medos ni ja­
clava a presentarse a los asirios: subyuga con más conquistó a Ecbátana. Finalmente, aparte
su belleza a Holofernes, de quien obtiene la algunas indicaciones geográficas, Betulia, el
gracia de perseverar libremente, y sin que na­ sumo sacerdote Joaquín y la misma Judit son
die la perturbe, en sus prácticas religiosas (10- desconocidos en todo el Antiguo Testamento.
12, 9). Invitada a un banquete y habiendo que­ Los antiguos han sostenido siempre su histo­
dado sola con Holofernes, mientras éste yacía, ricidad. Hoy se admite comúnmente entre los
ebrio del vino, en un sueño profundo, le corta exegetas católicos y algunos protestantes que
la cabeza y vuelve a Betulia con su trofeo (12, se trata de la narración libre de un hecho his­
10-13, 20). tórico con fines didácticoparenéticos (Miller,
3. Huida de los asirios y triunfo de los is­ Soubigou, Vaccari, etc.).
raelitas. Judit dispone todo para la victoria. Al En realidad las dificultades surgen de la elec­
tener los asirios noticia de la muerte de su ción que hace el autor de nombres para las
jefe, se dan a la desbandada, y los judíos los personas y para las localidades, elección que
persiguen (14-15, 7). Exaltación de Judit que va encaminada al fin principal doctrinal. Na­
prorrumpe en un canto de alabanza y de ac­ bucodonosor, destructor principal de Jerusalén,
ción de gracias a Dios (15, 8-16, 17). Vida vir­ como tipo de los enemigos del pueblo elegido;
tuosa y longeva; muerte de Judit (16, 18-25). Nínive, cuyo fin fué predicho por Nahum y tan
El original hebreo (L. Soubigou, p. 483-86) ruidosamente realizado, como éxpresión elo­
se ha perdido; hace sus veces la antigua ver­ cuente del poder de Yavé. «Todo induce a pen­
sión griega, en tres recensiones principales: sar que el autor sagrado, por alguna razón...
la común, representada en los más antiguos de simbolismo, quiso dar nombres fingidos a
ms. unciales (BAS; base del texto crítico, ed. los lugares y a las personas. A los contempo­
Rahlfs, J, Stuttgart 1935, pp. 951-73), la con­ ráneos debía de serles fácil, tanto como a
tenida en el códice 58 (de la antigua versión nosotros difícil, entender lo que se oculta bajo
latina y de la siríaca), y la de Luciano, cód. 19. el velo de aquellos nombres» (Vaccari). Para
108. Las dos últimas derivan de la primera (A. la identificación, que es básica, de Nabucodo­
Miller, 17 s.). nosor, se han propuesto unos veinte reyes, des­
La Vulgata, que es una elaboración apre­ de Adadnirari III (810-782) hasta Demetrio I
surada y más bien libre de San Jerónimo (PL Sotero (161-151). Algún intento llegó hasta
29, 39 s.) sobre un texto arameo, nos ofrece Trajano (G. Volkmar); pero el libro de Judit
un texto abreviado en una quinta parte con es ya citado por San Clemente de Roma (h. el
relación al griego, y tiene un puesto secunda­ 90 desp. de J. C.). La identificación, hoy ya
rio. Eñ la mayoría de los casos, los más graves, corriente, que mejor se armoniza con los dife­
concuerdan los textos, lo que es prueba de la rentes datos del texto, es la que ya propuso
lección auténtica y original (A. Vaccari). El Sulpicio Severo (f 420; PL 20, 137 s.): Nabu­
autor sagrado, que escribió en el s. m a. de codonosor = Artajerjes III Oco (358-337), y por
J. C., quiere mostrar cómo la fidelidad a Yavé consiguiente hacia el fin del imperio persa.
salva a Israel de todo peligro (8, 11-27; 16, La expresión «preparar la tierra y el agua»
1-7); el ejemplo de Judit, casta y piadosa (8, para indicar la ayuda que debe proporcionarse
4 ss.; 12, 2-9), que triunfa sobre el poderoso a las tropas (2, 7; Soubigou, p. 513) es propia
enemigo, es una prueba eficaz de ello. En pos de los persas (Herodoto II, 48 ss.). 'Holofernes
de Lutero muchos acatólicos han sostenido que y Vagao (Setenta; Bagoas: 2, 4 ; 12, 10, etc.)
el libro no es más que didáctico parenético, son expresamente nombrados por Diodoro de
destinado a inculcar la sobredicha doctrina. Sicilia (Biblioteca histórica, XVI, 47, 4; XVII,
JUECES 344

5, 3 ; XXXI, 19, 2 s.) participando como jefes título pasó a estar en uso entre los israelitas,
subalternos en la campaña contra Egipto y como se ve en Rut 1, 1; I Sam. 8, 1-2; II
contra los sátrapas rebeldes occidentales (353- Sam. 7, 11; II Re. 23, 22, etc. De los hechos
351 proximadamente). narrados se desprende que fueron así conside­
En este tiempo tiene lugar el episodio de rados los que en determinados tiempos reivin­
Judit (Soubigou, pp. 492. 512. 556). dicaron la libertad del pueblo y restablecieron
La identificación con Asurbanipal (668-626), el derecho (cf. M. A. Van den Oudenrijn, De
que se hizo corriente en el pasado, contrasta Rechters van Israel, en Studia Catholica, 5
con los datos ciertos de después de la cautivi­ (1928-29) 369-377; O. Grether, Die Bezeich-
dad que nos son proporcionados por el libro. nung «Richter» für die charismatischen Helden
Recientemente G. Brunner (Der Nabuchodo- der vorstaalichem Zeit, en ZatW., 57 (1939),
nosor des Buches Judith, Berlín 1940) lo iden­ 110-121). Pero el título no es exclusivamente is­
tificaba con Araca, que se rebeló contra Da­ raelita. Efectivamente, conócense también los
río I hacia el 520, y que efectivamente tomó jueces entre los cartagineses (Titus Livius, Hist.
el nombre de Nabucodonosor IV (inscripción 28, 37; etc.), y antes ya entre los fenicios;
de Behistum, lín. 49 s.). Con esta hipótesis se cf. Fl. Josefo (Contra Apionem 1, 21), que es­
explica mejor cómo no se molestó a los judíos cribe cómo entre los tirios en el siglo vi a. de
por la muerte de Holofernes, ya que habían J. C. los jueces (SiKao-rat) sucedían a Jos re­
seguido manteniéndose fieles a Darío; pero no yes. Por eso es posible que con este título de­
hay otra referencia a los datos que se hallan signase al jefe de la nación también en la tie­
en el libro (Miller, en Bíblica, 23 (1942) 95- rra de Canán. Pero la identidad del título no
100). La estratagema de Judit no se extralimita supone la identidad de oficio entre los otros
en lo que entonces era admitido como lícito en pueblos e Israel. Aníbal dispuso que entre los
una guerra contra el invasor. «Judit no bus­ cartagineses los jueces no estuviesen más de un
caba ni siquiera temía que sobreviniesen los año en su oficio (Titus Livius, Hist. 33, 46), y
impuros afectos que podían surgir en el cora­ entre los tirios parece ser que el cargo era vi­
zón de Holofernes, pues estaba elevada en talicio (Fl. Josefo, Contra Apionem 1, 21). En­
Dios (13, 16-19). Cortando la cabeza de Holo­ tre los otros pueblos era un cargo político,
fernes sin lesión de su honestidad, alcanzó un mientras que entre los israelitas era carismálico,
doble triunfo, juntamente moral y civil. Por eso que Dios en su libre voluntad encomendaba a
la piedad católica ve en Judit una figura de la alguno para libertar al pueblo, o a alguna
Inmaculada, que, sin ser afectada del impuro de las tribus, de la dominación extranjera.
aliento del tentador, aplasta la cabeza de la Y cuando sucedió que e! juez, constituido con
serpiente infernal» (Vaccari). carácter carismático, después de alcanzada la
El libro de Judit no figura en el canon he­ liberación seguía, en el cargo durante el resto
breo, desde fines del s. i desp. de J. C., por ar­ de su vida, eso era debido a que Dios no había
bitraria exclusión de los fariseos (v. Canon). suscitado aún quien pudiera sustituirlo. Al juez
Su origen divino está atestiguado por los Pa­ no sólo le incumbía la liberación del pueblo,
dres y sancionado por la Iglesia. [F. S.] sino también mostrar el camino de vida a se­
BIBL. — F. Spadafora, en Ene. Catt. It.; VI. guir (Jue. 2, 16-17). Por eso tal cargo pudo mu­
716 s s.; A. M iller, Das Bnch Judith, Bonn 1940; chas veces compaginarse con el profético, como
\ . V accari, La S. Blbbia, III, Fircnze 1943, pp. 303-
43; L. Soubigou (La Ste Bible, ed. Pirot, 4), París lo prueba el caso de Débora (Jue. 4, 4), y el de
1949, pp. 483-575. * J. Prado, Judit, Madrid 1944; Samuel (I Sam. 3, 20; 7, 15).
I d ., Judit, en EstB, 1950; A. C olunga, El género lite­
rario de Judit, en CT (1948), pp. 98-126. Compendio. Al cuerpo del libro precede un
cuadro sintético de las condiciones religiosas
JUECES. — Este libro toma nombre de los y políticas del tiempo de los jueces (1, 1-3, 6);
héroes que Dios suscitó para librar de sus después de la muerte de Josué, cada una de las
enemigos al pueblo, primero infiel y luego arre­ tribus comienza, a costa de muchas guerras, a
pentido. No es probable que el título de «juez» entrar en posesión del propio lote, que no es
se lo atribuyeran a sí los mismos libertadores, suficiente para dar cabida a todos los habi­
ya que en realidad nunca se aplica a ninguno tantes (c. 1). Se da incluso el caso de la con­
de ellos en el libro de los Jueces. Lo más fre­ quista fraccionaria: o sea que Israel no cum­
cuente es que se diga que tal o cual gobernó ple las condiciones de la alianza, por cuanto
(safat = juzgar) al pueblo durante X años (3, no destruye los altares de la región ocupada y
10; 10, 2.3, etc.), pero que hubiera sido su estipula concordatos con los indígenas (2, 1-5).
«juez» ( = sofet) sólo se dice en la introduc­ A la muerte de Josué y de sus coetáneos, se
ción (2, 16.18.19). Andando los tiempos, el aleja de Yavé y adora a dioses extraños. Como
345 JUECES

consecuencia sobrevienen calamidades. Dios en­ se construye un ídolo y encarga a un levita


vía sus jueces, pero mueren éstos y el pueblo que le sirva de sacerdote. Los danitas, que
vuelve a apartarse del recto camino. Mas Dios andaban en busca de nuevas residencias, llevan
no extermina a aquellos pueblos para probar consigo el ídolo y el sacerdote, y al llegar a
la fidelidad de Israel, el cual al ponerse en Lais-Dan se entregan a la idolatría (17-18);
contacto con ellos aprende el arte de la guerra b) para vengar el crimen de los habitantes de
(2, 6-3, 6). Gueba de Benjamín, todas las tribus declaran
La parte central del libro (3, 6-16) expone la guerra a la de Benjamín y la aniquilan casi
las vicisitudes por que pasaron los diferentes completamente. Para restaurarla se dieron a
jueces, con las cuales se prueba la tesis asen­ los supervivientes vírgenes de Jabes Galad,
tada en Ja introducción: que al arrepentimien­ pero como éstas no eran suficientes, los benja-
to sigue la liberación, lo mismo que al pecado minitas raptaron otras vírgenes de las que for­
la pena. Todo esto va en seis narraciones bas­ maban coreas en Silo (19-21).
tante extensas, interrumpidas por otras más Ambas narraciones se cierran así: «En aque­
breves. llos días no había rey en Israel» (18, 1. 31;
1. Otoniel derrota a Cusán, rey de Aram. 21, 25).
Sigue un período de paz de cuarenta años (3, La suma de las fechas que nos ofrece el libro
7-11). de los Jueces da el resultado de 410 años, nú­
2. ’Ehúd (Aod), ambidextro,- clavó un pu­ mero que difícilmente puede compaginarse con
ñal a Eglón, rey de Jos moabitas. Paz de ochen­ la cronología (v.) de Israel deducida de los
ta años (3, 12-30). Breve paréntesis sobre Sam- otros libros. Suele admitirse que Helí (I Sam.
gar, que derrotó a seiscientos filisteos (3, 31). 1-4) murió hacia el 1050 a. de J. C. Si suma­
3. Barac y Débora, profetisa, se levantan mos los 410 de Jue., comprendiendo en ellos
contra Sisara, general del ejército del rey Jabín el período en que Helí fué juez, los años pa­
de Jasor. Habiéndose dado la batalla junto al sados en la ocupación de la tierra de Canán
torrente Cisón, Sisara es derrotado, y en la bajo la guía de Josué y los del viaje por el de­
huida es muerto por Jael, mujer de Jeber, en sierto, llegamos al s. xvi para el cómputo del
cuya casa se había refugiado. Cántico de Dé­ tiempo en que salieron los israelitas de Egipto,
bora. Paz de cuarenta años (4-5). mientras que el éxodo ocurrió hacia el 1450.
4. Gedeón derrota con trescientos hombres Por lo tanto deben disminuirse los años de Jue.
a los madianitas, a cuyos generales, Oreb y Adviértase que ninguno de los jueces gobernó
Zeb, da muerte, y pasando el Jordán aplasta a todo Israel, sino unos a una tribu, otros a
a Zebaj y Salmana. Venganza sobre los ha­ otra, lo cual hace posible que al menos algunos
bitantes de Sucot y Fanuel que se habían ne­ de ellos pudieran ser contemporáneos (cf. Jue.
gado a prestarle ayuda. Con el botín .hace un 10, 7, donde se dice que los israelitas sometidos
Efod (v.): 6-8. Incluyese Ja historia de Abi- a los hijos de Amón fueron liberados por
melec, que, después de haber muerto a sus her­ Jefté, y los sometidos a los filisteos lo fueron
manos, usurpa el gobierno de Siquem. Pero por Sansón). Algunos números son fijos (Tola'
tres años más tarde se rebelan los siquemitas; = 23; Ia’ir = 22; Jefté = 6...; éste es proba­
Abimelec sofoca la rebelión, pero muere durante blemente un número exacto, mientras 40 y 80
el ataque a la torre de Tebes (9). Siguen bre­ son números indeterminados: una, dos gene­
vísimas noticias sobre Tola, que gobierna a raciones). Todo cuanto se relata en Jue., en el
Israel durante veintitrés años, y sobre Jair, que cuadro de la genealogía bíblica, tal como la
gobierna durante veintidós (10, 1-5). conocemos por otras fuentes, abarca un perío­
5. Historia de Jefté, precedida de la histo­ do de unos 200 años, cuando menos.
ria inicial en la introducción (10, 6-16): peca La verdad que el autor hace resaltar en los
el pueblo, y por ello es entregado en mano de acontecimientos relatados se desarrolla en cua­
los enemigos, amonitas y filisteos, que son los tro tiempos: A) Culpa: «Los israelitas hicie­
nuevos enemigos con quienes tendrán que lu­ ron lo que desagrada al Señor» (2, 11; 3, 7.
char Sansón, Samuel, Saúl y David. Jefié (v.) 12: 4, 1; 6, 1; 10, 6; 13, 1). B) Pena: «El
libra al pueblo de los amonitas y sacrifica a su Señor se enojó contra Israel (2, 14; 3 , 8; 10, 7)
hija. Reprime a los soberbios efraimitas (10, y los entregó en manos de bandoleros que los
17-12, 7). Breves noticias sobre Ibsán, Elón y saquearon» (2, 14; 3, 8; 4, 2; 6 , 1 ; 60, 7);
Abdón (12, 8-15). «así los israelitas estuvieron sujetos X años»
6. Historia de Sansón (Shimsón), que libra (3, 8. 14; 4, 3; 6, 1; 10, 8; 13, 1). D) Libe­
al pueblo de los filisteos (13-16). ración: esta fórmula no es tan uniforme: «El
Dos apéndices (17-21): a) Mikajehú o Mica Señor suscitó jueces (2, 6), el salvador (3, 9.
J U IC IO d e D io s 346

15). Éste juzgó a Israel (3, 10); «el enemigo» JUICIO de Dios. — Acto o expresión con que
fué humillado por disposición de Yavé de Is­ Dios manifiesta su voluntad respecto del hom­
rael (3, 10); la tierra estuvo en paz durante bre y lo «juzga» más precisamente con una
tantos años» (3, 11. 30). Así, pues, aparece clara sentencia general o particular.
la intención del autor de demostrar, a través a) En el A. T. llámanse a menudo «jui­
de la historia, la actuación de la alianza (v.) del cios», en el sentido más general de expresión
Sinaí con sus vicisitudes: fidelidad y protec­ de su voluntad, las «leyes» (Lev. 18, 4. 5. 26;
ción por parte de Yavé cuando Israel cumple 19, 37; Dt. 4, 1 ; en el Salmo 119 (118) «iudi-
fielmente los estatutos del pacto; castigos por cia tua», etc., las irreprensibles decisiones de
la violación de tales estatutos; castigos medi­ su justicia (Sal. 19, 10; Jer. 11, 20; Tob. 3,
cinales, expresión de la divina justicia y de la 2 etc.), que son favorables (Is. 59, 9. 14), o
misericordia a un mismo tiempo. vindicativas (Is. 53, 8; Jer. 1, 16; Ez. 38, 22),
Como la historia de Jue. abarca unos dos hasta tomar el sentido de «castigos», sobre
siglos, el autor tuvo que recurrir a fuentes para Egipto (Éx. 6, 6), sobre Moab (Ez. 25, 11),
su exposición. sobre los impíos (Prov. 19, 29), etc.
La escuela welhauseniana intentó extender Más restringidamente, la expresión tiene a
también a nuestro libro la manía de las cuatro veces un sentido forense. Dios juzga siempre
fuentes por ella inventada para el Pentateuco según el mérito (Gén. 18, 25; Is. 32, 22; Sal­
(v.). Tentativa de decenios, ya descartada. mos: 7, 12; 50, 6; 78, 5 etc.) a su pueblo
Schulz (pp. 4-12) sostiene que el libro consta (Is. 3, 13; Ez. 34, 17; Mal. 3, 5), a los otros
de una sola fuente, acrecentada con añadidu­ pueblos (Jl. 4, 12; Mi. 1, 2; Salmos: 96, 10.
ras sucesivas. En cambio Cazelles (col. 1408- 13; 98, 9) y a toda la humanidad al fin de los
1414) admite dos redacciones. Pero son ende­ días, y a los individuos inmediatamente des­
bles los argumentos aducidos para semejantes pués de su muerte.
reconstrucciones, basados en una crítica que Este segundo concepto sólo apareció explí­
no tiene en cuenta nada de lo que se ha pre­ citamente en textos más recientes (Sab. 1, 8-
cisado acerca de la alianza del Sinaí. 10; 6, 3-8; cf. Eclo. 38, 32 fVulg. 23]). En
No es preciso (e incluso es erróneo) crear Dan. 7, 9 ss. el Juez «antiguo de días», las si­
una segunda redacción y remitirla al período llas para la corte, los libros (de los que se bo­
profético, sólo porque en las partes de Jue. rran los nombres de los impíos: Dan. 12, 1,
atribuidas a ella se identifique la infidelidad al mientras que en ellos se escriben los de los
Señor con la inobservancia de sus mandamien­ buenos, que por ello deben alegrarse: Le. 10,
tos, y porque dicha infidelidad sea presentada 20) son elementos que sirven para la escenifi­
bajo el símil de la prostitución (2, 17; 8; 27. cación de un juicio de Dios, coincidiendo con
33), concepto que hallaremos en Oseas y en ciertas figuras poéticas de Egipto y de Persia,
los otros profetas. que se hicieron comunes en la cultura del an­
Mas tal concepto está ya implícitamente en tiguo Oriente, pero sin depender de éstas en
el mismo Decálogo (v.), esencia de la alianza la idea central de Dios Juez, que es entera­
(«Yo soy un Dios celoso...»), con el precepto mente propia de la tradición monoteísta he­
fundamental del monoteísmo y demás precep­ brea. En el paganismo la idea es incierta e in­
tos morales. completa, a causa de la insuficiencia de la teo­
Es, pues, inútil recurrir al autor deuterono- dicea. En cambio, en la revelación bíblica la
mista. Y tal vez se recurre a él con excesiva justicia es uno de los atributos que se conside­
facilidad (Spadafora, Collettivismo e Indivi­ ran siempre como esenciales de lo divino. Los
dualismo nel V. T„ Rovigo 1953). desarrollos representativos pueden verse lleva­
En confirmación del valor histórico del li­ dos a consecuencias extremadas en los apócri­
bro están los textos (Jue., 26; 3, 3) que supo­ fos, y especialmente en Enoc.
nen que el reino de los jeteos no ha llegado b) Hay otro concepto que pertenece igual­
aún a aquella decadencia que se realizó al co­ mente al fondo más antiguo de la fe israelita,
mienzo del s. x (cf. I. M. Abel, Géographie de la que es propio (fe, y por tanto conexión
de la Palestine, I, París 1933, p. 241 s.); 1, 21 con la revelación, no ya simplemente «tradi­
supone el tiempo que precede al séptimo año ción popular»). Ese concepto, bastante com­
del reino de David (II Sam. 5, 1-10). [N. B. W.] plicado, es el de una intervención personal de
BTBL. — A. Schulz. Das Buch der Richtcr und das
Dios en la historia de la humanidad, para ha­
Buch Ruth. Bonn 1926: J. G a r s t a n g , Joshua-Judges, cer justicia definitiva, con premios y castigos,
I.ondon 193 7 ; R. T amissier. Le livre des Juges (La en un día que es llamado «el día del Señor»
Ste Bible. cd. Pirot, 3). París 1949; H. C azelles.
luges, en DBs., IV. col. 1394-1414). por excelencia. La documentación más antigua
347 JURAMENTO

de este término no se remonta más allá de los criben sus modalidades con abundancia de de­
profetas (Am. 5, 11 ; Is. 13, 6. 9; Jer. 46, 10; talles (especialmente en Mt. c. 25; I Tes. 4,
Ez. 7, 19, etc.: en total 29 veces, sin contar las 13-17; I Cor. 15). Una vez que se haya reali­
variantes, como «aquel día, el día de la ira» zado la resurrección (v.) de los muertos, al re­
etc.), y se halla en otros escritos (Sal. 97, sonar la última trompeta (I Cor. 15, 52 ss.) y
8 etc.); mas los profetas se refieren con ello a después de oírse la voz de un Arcángel (I Tes.
una noción corriente y divulgada sobre la cual 4. 16), aparecerá Jesucristo como juez en lo
hacen recaer su crítica. El día del Señor — en­ alto del cielo sentado en un trono (Ap. 20,
señan — vendrá ciertamente; pero será la glo­ 11 s.), y los justos, resucitados todos a un tiem­
rificación del Señor y no la de Israel, tal como po (no unos antes y otros después: I Tes. 4,
es él. Dios será glorificado en el hecho de 15; cf. I Cor. 15, 51), saldrán a su encuentro.
premiar el bien, pero también en el de castigar De este juicio, que versará sobre todas las acti­
el mal de todos los pueblos (y ésta es una de vidades humanas, pensamientos (I Cor. 4, 5),
sus declaraciones monoteístas más concretas) e palabras (Mt. 12, 36), obras (Rom. 2, 6) y omi­
igualmente el de Israel (de donde proviene la siones (Sant. 4, 17), la humanidad resultará
expresión que los mismos profetas emplean en dividida entre buenos y malos, y respecto de
sentido teológicomoral exclusivamente, despo­ cada una de esas categorías se dará la senten­
jada de toda interpretación nacionalista y tem­ cia correspondiente (Mt. 25, 34-46). En cuanto
poral). A veces, en virtud del contexto, resulta al tiempo, nada se dice sino que antes del jui­
que la expresión se refiere al primer «juicio cio universal se convertirá Israel (en cuanto
mesiánico» (cf. la predicación de Juan Bautis­ colectividad) al cristianismo (Rom. 11, 25 ss.).
ta, Mt. 3, 7 etc.), cuyo resultado es la elec­ Otro tanto hay que decir del lugar. En Jl. 3,
ción de los «elegidos» para el reino mesiánico, 2, «valle de Josafat» no es más que un nombre
la Iglesia. simbólico, y la profecía se refiere al castigo de
c) En el Nuevo Testamento el juicio de los pueblos limítrofes, hostiles a Israel a su
Dios sigue siendo uno de los elementos funda­ vuelta de la cautividad. [G. R.]
mentales para la implantación escatológica pre­ BIBL. — B. L a v a u d , Le jugemeni dernier, en La vie
parada en el Antiguo Testamento, si bien reno­ spirituelle. 57 (1938), 113-19; G. R i n a l d i , Le lettere
vada por completo, aunque gradualmente. El ai Tcssalonicesi, Milano 1950, pp. 83-108; F. S p a d a -
pora, Jesit e la fine di Gerusalemme, Rovigo 1949
juicio de Dios aparece concebido según este * R. C e n t a , Juicio final, Montevideo 1952.
fondo antiguo y poco a poco precisado en los
Sinópticos (Mt. 7, 2-8; 13, 40; 25, 31 ss.), en JURAMENTO. — En sentido estricto, el ju­
San Pablo (Rom. 1, 18-3, 20) y en San Juan ramento es la invocación del nombre divino
(3, 17-19; 5, 24; cf. 12, 31; 16, 11). como testigo de la verdad de una afirmación
. Distínguese un juicio mesiánico final (sobre o como garantía de la realización de una pro­
el cual v. Juicio universal) y otro juicio mesiá­ mesa. En sentido más lato, llámase juramento
nico actual diferente y más inclinado a salvar también a una afirmación especialmente so­
que a condenar (Jn. 3, 17; 12, 47; 8, 15). lemne, cuya verdad absoluta se quiere poner
En el Nuevo Testamento se concede una ex­ más en claro. En este segundo sentido el ju­
cepcional importancia al juicio particular de ramento se atribuye al mismo Dios en la Bi­
cada hombre después de su muerte en los dis­ blia (Gén. 26, 3; Éx. 6, 8 ; 13, 5 ; 33, 1; Núm.
cursos de Jesús (Mt. 5, 25-26; 12, 36), en las 32, 11 etc.). También se habla a menudo en la
parábolas (Mt. 22, 11-14; 25, 30) y en San Biblia del juramento en el sentido estricto
Pablo (Rom. 2, 16; Heb. 9, 27; 10, 21. 27). (Gén. 21, 23; 31, 53; Gál. 1, 20; Heb. 6, 16),
[G. R.] y siempre en su genuina naturaleza de recurso
BIBL. — L. C erny. The Day of Yahweh and some más o menos explícito a la garantía de la di­
relevant Probleme, Praga 1948; P. H einisch , Teología vina veracidad.
del V. T., Torino 1950. pp. 329-44; G. R inaldi,
1 profeti minori, fase. I (Torino 1952), p. 49 ss. El nombre ’eleh (probablemente de la misma
raíz que Elohim) y Shebuah (probablemente
JUICIO universal, o final. — Manifestación de la misma que el sagrado número «siete»),
de la justicia divina en un acto judicial único que en el Antiguo Testamento significan el
Dara toda la humanidad reunida. La doctrina juramento con las circunstancias que solían
del «día del Señor» en el A. T. comprende acompañarlo, como, por ejemplo, levantar la
algunos aspectos aplicables al juicio universal mano hacia el cielo (Gén. 14, 22; Dt. 32, 40),
(Sal. 97, 8-9; Is. 13, 9; Sof. 1, 2; Jl. 2, 1). La revelan que el juramento era para los hebreos
revelación completa de este hecho escatológico un verdadero rito religioso, cuya eficacia estaba
se halla en el Nuevo Testamento, donde se des­ fundada en la veracidad y en la justicia di­
JUSTICIA divina 348

vina. De esta suerte el juramento llegó a con­ En un ambiente espiritual caracterizado por
vertirse asimismo en un criterio de ortodoxia: esta mentalidad, fácil es comprender el alcance
el jurar por el Dios de sus padres era una pro­ de la enseñanza de Jesús (Meí. 5, 33-38). Jesús
fesión de fe verdadera (Dt. 6, 13; js. 19, 18); no condena el juramento, como erróneamente
jurar por los dioses extranjeros era un acto pensaron wiclefistas, valdenses y anabaptistas.
de idolatría (3er. 5, 7; 12, 16; Am. 8, 4). Basta considerar la práctica de los mismos
Dada la naturaleza religiosa del juramento, la Apóstoles (Rom. 1, 9; II Cor. 1, 23; Gál.
Ley de Moisés reprobaba severamente su abu­ 1, 29). En plena armonía con todo el sermón
so (Lev. 19, 12; Núm. 30, 3; Di. 23, 21). de la montaña y con las enseñanzas de los
Mas la especulación rabínica alteró no poco Apóstoles (Sant. 5, 12), Jesús inculca como
su naturaleza creando una serie de juramentos ideal del cristiano el culto integral de la ver­
adaptados a las diversas circunstancias de la dad, culto que, en consecuencia, hará que todo
vida: juramentos de declaración, de falsedad, juramento sea superfluo, ya que su única razón
de testimonio, de depósito, etc. Una compli­ de ser estriba en la falsedad y en la probabi­
cada casuística que regulaba su práctica fue lidad del engaño. La perfección que propone
causa de que se atribuyera su eficacia a las como ideal la veracidad lleva consigo la su­
circunstancias formales, en tanto que su mul­ peración del juramento. Se trata de perfec­
tiplicación divulgó de tal forma el uso que de ción. [G. D.J
él se hacía, que llegó a crearse la convicción BIBL. — J. P e d e r s e n , Der Eid b. den Semiten.
Strassburg 1914; J. B o n s i r v e n , Le Judaisme Palestl-
popular de que la verdad sólo obligaba cuando nien, II. París 1935, pp. 239 s.
se interponía el juramento y no en la conver­
sación corriente. JUSTICIA divina. — v. Dios.
K
KIPPUR. — y. Expiación. manuscritos de ’Ain Fesha se emplea el vo­
cablo kittim refiriéndose probablemente a los
KITTIM. — En sentido estricto era el nombre romanos (como sucede en el apócrifo llamado
de los habitantes de Chipre (cf. Gén. 10, 4; Guerra de los hijos de la luz contra los hijos
Is. 23, 1.12; Ez. 27, 6; I Par. 1, 7), por la de las tinieblas y en el comentario al profeta
ciudad de Kition o Kittion, importante colonia Habacuc). La Vulgata, que en esto sigue al
fenicia junto a la costa meridional. Pero fre­ Targum (cf. Gén. 10, 4; I Par. 1, 7), lo tra­
cuentemente se usa este término en sentido duce por Italia (Núm. 24, 34) o también por
más amplio, significando con él los habitantes romanos (Dan. 11, 30). [A. P.]
de las costas del Mediterráneo (cf. 3er. 2, 10; BIBL. — F . S padafora, Ezechfele (La S. Bibbia,
Dan. 11, 30), como se ve en I Mac. 1, 1; S. G arofalo), 2.* ed., Torm o 1950, p. 2 10; G . V ermés,
8, 5, donde se habla de Alejandro Magno como Les manuscrits du désert de luda, Tournai 1953. pági­
nas 84-89; A . M ichel, Le Maltre de Justice, A vignon
procedente de la tierra de los kittim, y se 1954, pp. 125-162.
hace alusión a las victorias de los romanos
sobre aquéllos, refiriéndose a Grecia. En los KOINÉ. — v. Griego.
L
LABÁN. — v. Jacob. man parte de los cinco «rótulos» (meghillóth),
lo cual obedece al uso litúrgico, puesto que
LADRONES (Los dos). — Apelativo de los las Lamentaciones se leían el 9 de ’abh (julio),
dos que fueron crucificados con Jesús. Son conmemorativo de la primera destrucción de
llamados ladrones (Ajo-raí, Mí., 27, 38; Me. la capital.
15, 27) y malhechores (KaKoúpyoi, Le. 23, 33
C o n t e n id o :
y s.), y, dado el caso, también asesinos que
acudían a la violencia para sus robos. Proba­ / Lamentación. Descríbese el estado de de­
blemente fueron trabados, según la práctica solación de Jerusalén. La ciudad, personifica­
común, y se les aplicó la ley que ordenaba se da en una mujer, ha caído de la riqueza en
Ies rompiesen las piernas para acelerarles la una profundísima miseria a causa de sus muy
muerte. Mt. y Me., sirviéndose de un «plural graves culpas. Arrepentida implora la piedad
de categoría», atribuyen a los «ladrones» los divina.
insultos a Jesús, sin determinar los detalles del II Lamentación. Dios es el autor de este
hecho. Le., más cuidadoso y «scriba mansue­ castigo. Para castigar a Jerusalén ha obrado
tudinis Christi», se demora en los detalles y en contra ella como un enemigo. Ante esta con­
la conversión de uno de los ladrones, que sideración, el poeta manifiesta su dolor e im­
después de haber desaprobado al compañero plora de Dios el perdón, reconociendo que ha
por sus insultos, se encomienda a Jesús im­ obrado justamente con ella.
plorando de él la participación en el Reino III Lamentación. El poeta, hablando gene­
y alcanza una promesa superior a la que es­ ralmente en primera persona, después de haber
peraba. descrito la calamidad del pueblo, recuerda la
Los evangelios apócrifos nos proporcionan bondad de Dios e invita al mismo pueblo a
varias noticias sobre los dos ladrones y les volver a Él, seguro de que entonces hará jus­
atribuyen numerosos nombres, entre los cuales ticia de los enemigos.
los más populares son Gestas y Dimas. A este IV Lamentación. Nueva descripción de la
último se le atribuye el haber sido bienhechor desolación de Jerusalén a la que dieron motivo,
de la sagrada Familia en su huida a Egipto, sí, los pecados del pueblo, pero también los
por lo que obtuvo de Jesús la promesa de de sus profetas y sacerdotes.
una recompensa que era precisamente la con­ Éstos habían esperado en vano la ayuda hu­
versión. [S. R.l mana de Egipto, cuando sólo debieran haber
confiado en Yavé. Termina con una reprimen­
BIDL — F. Pasquero, II buon ladrone e la promessa
di Gesii, R om a 1947 (con bibliografía exhaustiva). da contra los hostiles edomitas.
V Lamentación. Es una fervorosa oración
LAMEC. — v. Patriarcas. en la que habla a todo el pueblo, que, después
de haber confesado las culpas y descrito sus
LAMENTACIONES. — Cinco elegías sobre la padecimientos, ruega ardientemente al Señor
destrucción de Jerusalén (587 a. de J. C.). Del que desista de su ira y se convierta en amigo.
griego Spijvoi (= Lamentaciones); el título he­ Por el contenido puede echarse de ver la
breo es: ’ekhah = «como nunca», principio de finalidad, que es la de incitar al pueblo a que
las Lamentaciones. deteste sus culpas y haga penitencia por ellas,
En los Setenta y en la Vulgata vienen des­ para que Dios se aplaque, lo perdone y le
pués de Jeremías; en la Biblia hebrea se en­ permita de nuevo regresar libremente a su
cuentran entre los kethübhim o escritos, y for­ amada Jerusalén.
LAQU1S 352

Los cantos son muy admirados por su be­ LAODICENSES (Epistola a los). — v. Apó­
lleza poética. Son verdaderas elegías compues­ crifos.
tas en el metro qinah (cinco versos con cesura
después del tercero). La estructura de las cuatro L AQUIS. — (Hebr. Lákis, acadio La-ki-si).
primeras es alfabética, o sea que cada una de Ciudad del suroeste de Palestina, a medio ca­
sus estrofas comienza por una de las 22 letras mino entre Jerusalén y Gaza, descubierta por
<iel alfabeto hebreo. La quinta no es alfabé­ las excavaciones dirigidas por J. L. Satckey
tica, pero tiene igualmente 22 estrofas. La (1931-1938) en el emplazamiento de Tell ed-
forma alfabética era un artificio estilístico de Duweir. El lugar estuvo ocupado antes de la
la poesía hebrea para facilitar la memoria. edad del bronce por una población de troglo­
En la II, en la III y en la IV se da inversión ditas. En el período de los hiksos aparece
de dos letras (Pe antes de ’ain), pero en la fortificada. En el bronce III se edifican suce­
primera se sigue el orden normal. Esta inver­ sivamente tres pequeños templos, semejantes
sión, cuyo motivo se desconoce, se halla igual­ a los de Beisán. Durante el imperio de Tut-
mente en Prov. 31. mosis JII, Laquis está en poder de los egipcios.
Hasta el s. xvm la tradición judía y la cris­ Las cartas de El-Amarna nos informan de que
tiana estuvieron conformes en atribuir las La­ durante los reinados de Amenofis III y IV
mentaciones a Jeremías, de quien sabemos por (s. xiv) Laquis estaba unas veces bajo la in­
Par. 35, 25, que, a Ja muerte del piadoso rey fluencia egipcia y otras se apoyaba en los ha-
Josías, compuso una elegía. En los tiempos biru para sacudir el yugo egipcio.
modernos, los acatólicos niegan a Jeremías las La destrucción de la ciudad debe relacio­
Lamentaciones (Driver, Sellin, Luzzi, etc.). Las narse probablemente con la incursión de los
dificultades alegadas, que son lingüísticas (al­ israelitas y con el ataque a la ciudad por Josué
gunos vocablos no aparecen en Jer.), históricas (Jos. 10, 32). El descubrimiento de un escara­
(Lam. 4, 17; pero el autor no hace más que bajo de Ramsés III junto a la ciudadela induce
referii las palabras de los asediados) y lógicas a retrasar la fecha de la caída. En el s. x .
(Lam. 2, 9: se trata de falsos profetas, como Laquis figura entre las ciudades fortificadas
en el v. 14), no tienen valor decisivo (cf. Ric- por Roboam (II Par. 5, 12) y en el s. vni
ciotti, Wiesmann, en Bíblica, 5 (1925) 146-61, es testigo del asesinato de Amasias de Judá
y Paffrath). Algunos autores católicos son más (II Re. 14, 19 s.; II Par. 25, 27 s.). Miqueas
reservados respecto del primero y segundo (1, 13) reprende a Laquis por ese mismo tiem­
cantos. po, tal vez por razón de prácticas idolátricas.
Fueron compuestas por Jeremías después de Otra destrucción, cuya fecha se señala ar­
la destrucción de Jerusalén (587 a. de J. C.). queológicamente por los alrededores del año
Una tradición judía señala al norte de Jeru­ 700, puede, según todas las probabilidades,
salén, fuera de la puerta de Damasco, una tener conexión con la expedición de Senaque-
gruta llamada «gruta de Jeremías», desde la rib, por más que II Par. 32, 9, sólo relate el
cual puede contemplarse toda la ciudad y don­ asedio de Laquis por parte del monarca -asirio,
de se dice que el profeta compuso estas elegías, aun cuando II Re. 18, 14, no hable más que
concretamente durante el gobierno de Godolías, de mensajeros enviados por Ezequías a Laquis;
inmediatamente después de la destrucción. e Is. 36, 2, recuerde exclusivamente que el rey
asirio envió un representante suyo de Laquis
Otros, en cambio, piensan que, teniendo en a Jerusalén. El asedio y la toma de la ciudad
cuenta que la forma alfabética hubo de re­ se conservan en el British Museum en un
querir un largo trabajo literario, debieron de bajorrelieve de Senaquerib.
ser compuestas en Egipto, adonde Jeremías fue En el tiempo de Nabucodonosor, Laquis
arrastrado, a pesar suyo, por los fugitivos des­ cae dos veces: la primera (579), de la que no
pués del asesinato de Godolías. se hace referencia directa en la Biblia, puede
Orígenes afirma que las escribió hallándose deducirse de II Re. 24, 2.7.10-17 y nos es re­
en Babilonia. velada por las excavaciones; la segunda (588-
En la Iglesia se leen las Lamentaciones casi 586) está mencionada en Jeremías 34, 7. Des­
íntegramente en el oficio de la Semana Santa pués de la cautividad los hebreos vuelven a
(= oficio de maitines del jueves, viernes y Laquis (Neh. 11, 30). Las excavaciones revelan
sábado). [F. S.] una villa de la época persa en la cumbre del
B]BL. — G. R i c c i o t t í , Le lamentazioni di Geremia. Tell (s. v-iv).
Torino 1954; A . P e n n a , Geremia, Torino 1952, pági­ Laquis es famosa sobre todo por las ins­
nas 369-421; P . B o c c a c c i o - G . B e r n a r d i , Lamenta­
zioni (texto hebreo y vcrs. it.). Fano Í952. cripciones en cascos (ostraka), que suelen lia-
353 LATINAS (Versiones)

marse cartas de Laquis, así como por las ins­ BIBL. — The Wellcome Ardí, Research Exp. to the
Near East: Lach.sh 1, Oxford 1938: L. II, 1940;
cripciones egipcias y cananeas en los sellos, L. III, 1953; A . V a c c a r i , Le leltere di L. in margine
cuyos nombres tienen casi todos sus paralelos al libro di Geremla. en Bíblica 20 (1939), 180-99;
R . D u s s a u d , Le prophéte Jéréirie et les lettres de L.
bíblicos, por los epígrafes en un alfabeto se­ en Syria 19 (1938), 256-71 ; R D e V a u x . Les ostraka
mejante al protosinaítico (s. - ), entre
x v ii x v i de L.. en RB, 48 (1939), 181-206; M . A . V a n d e n
O u d :: r n r i j n , Les fouilles de L. et l’étude de I'Anden
los cuales uno que se halla en la chapa de un Testament, Friburgo (Sv.) 1942; H. H. R o w l e y , L . In
puñal, no posterior, según Starckey, al 1600. the pre-exilic age, en The Expos'.tory T.mes, octu­
bre 1953, p. 10 s.
Las carias en cascos de arcilla son 21 y
pertenecen a los últimos tiempos que preceden LATINAS (Versiones). — Son las versiones
a la toma de la ciudad por los babilonios que se usaron en las comunidades cristianas
(588 a. de J. C,). Las dimensiones de los cascos de África y de la Europa occidental antes de
completos oscilan entre los 20 x 27 cm. y los la Vulgata (v.) jeronimiana, las cuales respon­
8,8 x 5,7. Los signos han sido trazados con den a la necesidad de una traducción de la
un estilete de madera o de junco (cf. Jer. 8, Biblia al latín, que comenzó a sentirse en los
8; Sal. 45, 2) y con una tinta cuya principal países latinos ya en los umbrales del cristia­
composición la forman el hierro y el carbón, nismo. La existencia de una versión latina,
en escritura hebrea derivada de la fenicia, muy total o al menos parcial, en el África del
semejante a la del ostrakon del Ofel. Los do­ Norte, hacia fines* del s. ii , está probada por
cumentos son contemporáneos al papiro de las actas de unos mártires sicilianos que hablan
Tell Saqqarah, en arameo, descubierto en Her- de un mártir plebeyo, desconocedor del griego
mópolis, en el oeste de Egipto. Según el exa­ y que tenía consigo «los libros y las epístolas
men de la cerámica, los ostraka II, VI, VII, de Pablo, hombre justo», evidentemente en la­
VIII, VXIII provendrían de una misma pieza tín. Otra documentación es el hecho de que
y serían contemporáneos. hubiesen utilizado un texto bíblico traducido ya
Las cartas de Laquis reñejan la critica situa­ al latín, probablemente por Tertuliano (muerto
ción del reino de Judá en el momento de la después del 222) y segurísimamente S. Cipria­
inminente catástrofe y confirman admirable­ no (muerto en 258). Respecto de la Iglesia
mente algunos pormenores del libro de Jere­ Romana, tenemos el testimonio de Novaciano,
mías. La importancia de ellas estriba en el también de fines del s. :i. Estas versiones, fieles
hecho de ser unos rarísimos testimonios del hasta el servilismo, fueron preparadas sobre la
hebreo antiguo, y muestran de qué manera recensión de los LXX anterior a las Hexaplas,
aparecieron algunos de los libros históricos, y respecto del Nuevo Testamento, sobre un
proféticos y sapienciales del Antiguo Testa­ texto de la recensión occidental (D). Mas,
mento, compuestos o transcritos en papiro o pronto sufrieron la infiltración de las otras
en pergamino, no en cascos, pero sí con el versiones griegas así del A. como del N. T.
mismo estilete y con el mismo sistema de es­ y se alteraron en la transmisión manuscrita y
critura. El lenguaje es enteramente el mismo con el recíproco influjo, de suerte que se origi­
de los libros anteriores a la cautividad, lo que naron variantes apreciables en los escritos pos­
demuestra que no existía diferencia entre el teriores y los códices manuscritos, y fueron
lenguaje hablado y la lengua literaria, y que, tan numerosas, que dieron a S. Jerónimo oca­
por otra parte, el conjunto de la Biblia repre­ sión de decir «tot esse exemplaria quot co­
senta al dialecto del territorio de Judá tal como dices» (Praef. in Jos., PL 28, 463; Praef. in
se hablaba en la época de la monarquía. El 4 Ev. ad D a m PL 29, 526).
vocabulario de los ostraka no contiene más No obstante, en medio de tanta variedad se
que una sola palabra desconocida de la Biblia, imponen dos textos, bastante distintos entre
algunas palabras raras, como mas’éth, «la in­ sí, como se ve cotejando los textos citados por
dicación luminosa», conocida de los benjami- Cipriano con los citados por Novaciano y me­
nitas de los textos de Mari y de Jer. 6, 1 ; diante el examen de varios manuscritos que
Jue. 20, 38. El nombre divino se escribe siem­ han llegado hasta nosotros: el texto africano
pre IHWH, como en la inscripción de Mesa. y el europeo. Aunque desconocemos la loca­
Las cartas de Laquis ofrecen excelentes mo­ lidad de origen de tales textos, se "piensa, no
delos de estilo epistolar, de lo que la Biblia obstante, que la primera versión nació en Áfri­
no conserva sino muy reducidos restos. El ca septentrional, fundándose en los provincia­
formulario se acerca más a la correspondencia lismos lingüísticos y en el uso que.de ella hi­
oficial asiría del s. vm que a las cartas babi­ cieron los escritores africanos. De la segunda
lónicas o de El-Amarna. [F. V.J versión, la «europea», se cree que tuvo su ori-
23. — Spadafora. — D i c c i o n a r io b íb lic o
LATINAS (Versiones) 354

gen en regiones latinas en las que el griego folio en Dublín) (s. v), con los cuatro Evan­
era poco conocido o absolutamente descono­ gelios mutilados, y en el cód. k, Bobiensis,
cido, como la Italia septentrional, Galia y Es­ del s. iy- v (actualmente en Turín), con Mt. 8,
paña, fundándose en el testimonio de Nova- 8, y Mt. 15, 36. Con los Actos de los Após­
ciano. Sólo para algún libro, como el Leví- toles, además del mencionado cód. d, tenemos
tico, pueden perfectamente identificarse cuatro el cód. e, Laudianus, bilingüe, del s. v, escrito
versiones (códs. Lugdunensis, Monacensis, Wir- en Cerdeña (actualmente en Oxford). El cód. d,
ceburgensis y el texto de que se sirvió S. Agus­ Bobiensis, palimpsesto (actualmente en la Bi­
tín en las Locutiones et quaestiones in Repta- blioteca Nacional de Nápoles), además de los
teucum). La afirmación de S. Agustín, según fragmentos de Actos, contiene notables frag­
la cual los traductores latinos de la Biblia mentos de la epístola de Santiago y de la II Pe.
fueron innumerables (De Doctrina christiana, Para las epístolas de S. Pablo, aparte los
II, 11, 16; PL 34, 43), parece referirse al nú­ pocos bilingües (d, Claromontanus; f, Augien-
mero de diferentes autores que pudieron haber sis; g, Boernerianus), pueden mencionarse los
traducido cada uno de los libros más bien fragmentos de Frisinga (r, Frisingensis), del
que a diferentes versiones parciales o totales. s. vi-vii (actualmente en Monaco).
La importancia del estudio de estas versiones El Heptateuco del A. T., en estado frag­
es filológica, crítica y exegética. Los traduc­ mentario, o en unión con algunos libros de la
tores, con ja tínica preocupación de atenerse Vulgata, aparece en el cód. Lugdunensis, del
a la lengua viva, reproducen formas grama­ s. vi- vii ; Wirceburgensis, del s. v-vi; Mona­
ticales y vocablos extraños a la lengua lite­ censis y Ottobianus (Bibl. Vaticana), del si­
raria y ofrecen así datos filológicos que per­ glo vii- viii. Los libros históricos del A. T .,
miten seguir la evolución del latín y su trán­ casi enteramente, en los cód. Vindobonensis
sito a nuestras lenguas neolatinas. Es grande (Bibl. Nac. de Nápoles), del s. v i; Complu-
el valor crítico para la parte del A. T., ya que tensis (actualmente en Madrid), del s. ix ; Va­
la fidelidad del texto prehexaplar de los LXX ticanus y Monacensis, del s. ix. El Salterio,
ofrece preciosos elementos para la reconstruc­ en varios cód., entre los cuales el Veronensis,
ción de tal recensión. De las versiones ante- del s. v ; el Sangermanensis, del s. vi; el Me­
jeronimianas fueron cinco los libros que se diolanensis, del s. ix, y el Psalterium Mozara-
incorporaron íntegramente a la Vulgata de San bicum. Los libros Sapienciales, no incluidos en
Jerónimo (Bar., Eclo., Sab., I y II Mac.). Mas la Vulgata, en los cód. Vindobonensis, del
el valor exegético es escaso, a causa de su s. vi-vii; Tolosanus, del s. vm -ix; Veronensis,
poca atención al sentido de los términos grie­ del s. vi-vii, y Monacensis. Los libros profé-
gos y al contexto. ticos, en los cód. Wirceburgensis, Constanti-
No existen manuscritos que contengan ín­ nianus-Weingartensis, del s. v-vi; Sangerma­
tegra la Biblia en las versiones latinas. El nensis, del s. v-vi; Gothicus Legionensis, del
códice iSessorianus (en Santa Cruz de Roma) s. x, y Veronensis, del s. vm.
comprende casi todo el N. T., pero sólo por La edición de las versiones latinas fué pu­
trozos fragmentarios. Son bastante numerosos blicada por P. Sabatier; Bibliorum Sacrorum
los códices evangélicos designados con las le­ lalinae versiones antiquae seu vetus Italica et
tras minúsculas del alfabeto latino. El texto ceterae quaecumque in codicibus mss. et anti­
«europeo» está representado en el cód. a, Ver­ quorum libris reperiri potuerunt, 3 voll., Reims
cellensis (s. iv), que contiene extensos frag­ 1739-43; 2.* ed., ibid. 1751. Bajo la dirección
mentos de los cuatro Evangelios; en el b, de los Benedictinos de Beuron se está prepa­
Veronensis (s. v), famoso por su belleza y que rando un «nuevo Sabatier» del que ha salido
contiene los cuatro Evangelios; en el d, Bezae el fascículo de introducción con un folio de
o Canlabrigensis (s. vi), constituido por la muestra: Die Reste der altlateinischen Bibel
parte latina del bilingüe D, cuyo contenido nach Petrus Sabatier neu gesammelt und he-
son los cuatro Evangelios y los Actos; en el f, rausgegeben von der Erzabtei Beuron. /, Ver-
Brixianus (s. vi), muy elegante, con los cuatro zeichniss der Sigel fiir Handschriften und Kir-
Evangelios; cód. ff2, Corbeiensis (s. v-vi), y chenschriftsteller, Friburgo de Br. 1949, y los
en los cód. gl, g2, ambos Sangermanenses tres primeros fascículos con el Génesis.
(actualmente en París) (s. ix-x), que en mu­ La Academia de Berlín ha publicado los
chos puntos reproducen la Vulgata de San Evangelios de Mateo (1938) y de Marcos (1940),
Jerónimo. a cargo de A. Jülicher. [A. R.]
El texto «africano» está representado en el BIBL. — J. M. L - S . T. L
a g hangh . Critique
y o n n et
cód. c, Palatinus (actualmente en Trento; un textuclie, 2. París 1935, pp. 240-81, 421-36.. 488-500.,
355 LEGADOS de Siria

598-612; A. V accari, Institutiones biblicae, I, 5.a ed., Jesús, relatada igualmente por los Sinópticos.
Roma 1937, pp. 289-97; G. M. P errella, Introduzione
generale (La S. Bibbia), 2.* cd., Torino 1952. pági­ No tenemos noticia alguna digna de tenerse
nas 203-18. en consideración acerca de la actividad de Lá­
zaro después de la resurrección. Por tanto, es
LÁZARO de Betania* — Judío de alta cate­ pura leyenda todo cuanto se dice acerca de su
goría, hermano de María y de María (v.), ministerio en Provenza y de su elevación al
íntimo amigo de Jesús y resucitado por él con cargo de obispo de Marsella. La Iglesia venera
un ruidoso milagro. a Lázaro como Santo, y el Martirologio Ro­
La narración de la resurrección de Lázaro mano hace mención de él el 17 de diciembre.
(Jn. 11, 1-44), que es una pequeña obra maes­ [B. P.l
tra, por la lozanía y el colorido, por la exac­
titud y la abundancia de detalles históricos, BIBL. — L. C. F i l l i o n , Vida de N. S. J. C.. trad.
csp., III, Madrid 1942; P. R e n a r d , Lazare de B., en
sicológicos, geográficos y folklóricos, permite DB, IV, C o l . 139-141; M. L e p i n , La valeur historique
echar de ver rápidamente y muy salientes los du IV Ev., 2 vol. París 1910; M.-J. L a g r a n g e , Ev. sel.
St. lean, París 1925. pp. CXXII-CXLII; L. D e G r a n d -
adjuntos de una muy sólida historicidad. Mas m a i s o n , Jesucristo, trad. esp., Madrid 1932, I. 175 ss.¿

tratándose de un milagro, y del más ruidoso I. H uby, Uévangile et les évangiles, París 1929, pági­
n a s 230-98. * J. M. B o v e r , La resurrección de Lázaro,
de todos cuantos obró Jesús durante su vida en EstE (1954), p. 28 ss.
pública, no hay que extrañarse de que la crí­
tica racionalista lo haya tomado en considera­ LEGADOS de Siria. — Siria, conquistada por
ción de un modo particular. Habiendo caído Pompeyo Magno en el año 64 a. de J. C., fué
en ridículo, como parto de la fantasía, la «ex­ una de las más importantes provincias roma­
plicación» de Renán, que hablaba de un «pia­ nas y estaba gobernada por legados que antes
doso fraude», o sea de un truco amañado entre habían sido cónsules.
Lázaro y sus hermanas, para tratar de acabar En la división de las provincias (v. Procura­
con la incredulidad de los habitantes de Jeru- dores romanos) que hizo Augusto el año 27 a.
salén acerca de la divinidad de Cristo, los crí­ de J. C., Siria, en calidad de provincia limí­
ticos de hoy tienen la ocurrencia de desem­ trofe, con un cuerpo de legiones, fué reservada
polvar una antigua teoría de Strauss para eli­ al emperador (provincia imperial) y la gober­
minar el milagro con la tesis de la alegoría. naba un legado de «Augusto protector». Desde
Según ellos, la resurrección de Lázaro carece el 6 hasta el 70 desp. de J. C,, aunque gober­
de todo fundamento histórico y no pasa de nada separadamente, estuvo subordinada a
ser una simple composición literaria, es decir, Judea.
un símbolo que desarrolla el conocido tema Antioquía era capital, sede del legado y de
favorito de Jesús en el IV Evangelio: Yo soy- sus legiones. El legado, además de tutelar la
la resurrección y la vida (Jn. 11, 25), y una provincia y defender los límites, se ocupaba
confirmación de todo esto nos la ofrece el de cobrar los tributos que se enviaban al
silencio de los tres Sinópticos. fisco imperial. Desde la ocupación romana
A la tesis adversaria, fundada en la idea hasta el 28 a. de J. C. la provincia tuvo no
preconcebida de la imposibilidad del milagro menos de 18 legados (v. Schürer, pp. 302-18).
(v.), oponemos lo siguiente: a) el silencio de En el 41-40 a. de J. C. Decidio Saxa fué
los Sinópticos no debe extrañarnos en manera muerto por los partos, que pusieron en Pa­
alguna, pues sabido es que esos evangelistas lestina a Antigono sobre el pueblo de Jeru-
pasaron en silencio el ministerio de Jesús en salén (v. Herodes el Grande); P. Ventidio
Judea (donde tuvo lugar nuestro milagro), a (39-38 a. de J. C.) los derrotó y alejó y re­
excepción de los acontecimientos de la Semana conquistó a Siria. C. Sosio (38-37 a. de J. C.)
Santa, y se limitaron al ministerio de Galilea; intervino contra Antigono al lado de Herodes,
además, no puede olvidarse el carácter «inte- a quien colocó victoriosamente en el trono de
grativo» del IV Evangelio; b) tampoco puede Judea, elegido por Antonio.
decirse que los Sinópticos tuviesen necesidad Probablemente en el 28 a. de J. C. fué le­
de este episodio para su «apologética», ya que gado de Siria M. T. Cicerón. Desde la división
conocen y relatan otras resurrecciones no me­ de las provincias hasta el 70 desp. de J. C.
nos sorprendentes (Mí. 9, 18-26; Le. 7, 11-15); fueron 22 los legados. Varrón (23 a. de J. C.)
c) si toda la razón de negar la historicidad sometió el territorio de Zenodoro, del que
del milagro se funda en el silencio de los Si­ partían frecuentes incursiones contra Damasco,
nópticos, estamos en nuestro derecho de pre­ y lo pasó a Herodes, como don de Augusto.
guntar a nuestros críticos por qué no admiten A M. Vipsanio Agripa (23-13 a. de J. C.),
como hecho histórico otra resurrección, la de yerno de Augusto, siguen, después de un in­
LEVIATÁN 356

tervalo de varios años, Titius (h. el 10 a. nos en la Antonia (6 de agosto - septiembre


de J. C.); Senecio Saturnino (9-6), a quien del 66), Cestio Galo se decidió a intervenir
Tertuliano adjudicó el censo durante el cual con el empleo de la XII legión romana y otras
nació el Señor (Adv. Maro. 4, 19: PL 2, tropas auxiliares integradas por unos 30.000
4057); Q. Varrón (6-4 a. de J. C.), el mismo soldados, y bajando por la costa, puso fuego
que dirigirá la desgraciada campaña de Ger­ a Zabulón, Jaffa y Lidda. Era la fiesta de los
mania, que reprimió las insurrecciones que se Tabernáculos, a la que había concurrido a
dieron en Judea a la muerte de Herodes, cru­ Jerusalén numeroso pueblo que, armado, im­
cificando a unos 2.000 revoltosos. Entre 3-2 a. provisó una salida e infligió un duro golpe
de J. C. se da un paréntesis en el sentido de a las tropas del legado. Éste quiso, con todo,
que no conocemos el nombre del legado en atacar a la ciudad, cuyo barrio septentrional
estos años y los 12-11 a. de J. C. llegó a ocupar; mas al acercarse ai Templo
Desde el 1 a. de J, C. hasta el 4 desp. fué rechazado decididamente. Pronto la retira­
de J. C., C. Julio, nieto de Octaviano, luego da entonces iniciada se transformó en derrota
P. Sulpicio Quirino (v.; probablemente por (cercanías de Betorón), y el inesperado triunfo
segunda vez: 6-8 desp. de J. C.). El empadro­ confirmó en los insurrectos las acariciadas ilu­
namiento que éste llevó a efecto provocó una siones de verse libertados de la dominación
sublevación capitaneada por Judas el Galileo romana, de lo que resultó más fuerte el pre­
(Ac/. 5, 37), que fué sofocada inmediatamente. dominio de los zelotes, e inevitable el desquite
En los asuntos de Judea tomó una parte muy de las legiones y el fin de Jerusalén. [F. S.J
considerable L. Vitelio (35-39 desp. de J. C.), BIBL. — M. S c h Ü r e r . Geschichte des Jüd'schen Vol­
padre del emperador Vitelio. Movido por re­ ites, I, 4.‘ ed., Leipzig 1901. pp. 302-37: M. i. La-
. Le Juda'isme avant Jésus-Christ, París 1931,
querimientos de samaritanos y judíos mandó grange
pp. 225-36; U. H o i . z m e i s t e r . Storia dei templ del
a Pilato a que se disculpase ante el emperador N. T„ Torino 1950, pp. 60-70.
Tiberio (36 desp. de J. C.); disminuyó los
impuestos de Jerusalén; ordenó que restitu­ LEVf. — Tercer hijo de Jacob, nacido de Lía,
yesen al Templo la indumentaria y los orna­ la que dedujo su nombre (Léwi) del verbo
mentos solemnes del sumo pontífice, que desde léwáh en el nifal «unirse, acompañarse» (Gén.
el tiempo de Herodes se guardaban habitual­ 29, 34). Por haber agredido a mansalva, junta­
mente en la torre Antonia; a petición del mente con su hermano mayor Simeón, a los
pueblo depuso al sumo pontífice Caifás; nom­ siquemitas, en quienes realizaron una horrible
bró pontífice a Jonatán, hijo del expontífice matanza para vengar el honor de su hermana
Anás, y luego a su hermano Teófilo. Hallán­ Dina, fué recriminado por el padre (Cén. 34,
dose indispuesto con Herodes Antipas, el ase­ 25-31 ; 49, 5-7). Nada se sabe de la vida de
sino del Bautista, demoró por largo tiempo Leví, fuera de este cruel episodio. De él tomó
el cumplimiento de la orden del emperador el nombre la tribu de Leví o los /evitas (v.).
de vengar a aquél de la derrota con que le Sus hijos fueron Gersón (Gersón), Caat (Qe-
humilló su suegro Areta IV y abandonó en­ haíh), Merari (Gén. 46, I I ; I Par. 6, 1).
teramente la empresa tan pronto como tuvo
noticia de la muerte de Tiberio (37 desp. de LEVIATAN. — Monstruo acuático de las lite­
Jesucristo). raturas ugarítica y babilónica, que también
Humidio Cuadrado (50-60 desp. de J. C.), aparece como ornamento literario en algunos
que intervino en Samaria en favor de los lo­ pasos poéticos de la Biblia. En los textos de
cales, mandando al emperador Claudio el pro­ Ras Shamra el Leviatán es presentado como
curador Cumano, el centurión Celero y algu­ un monstruo de siete cabezas, serpiente tor­
nos distinguidos judíos y samaritanos. El le­ tuosa y volandera, a la que dió muerte Anat,
gado de Siria había castigado a los judíos, y por ello se muestra ufano ante Gapn y ligar,
y en Roma el emperador, prevenido por Agri­ mensajeros de Baal. Aparece al servicio de
pa II, condenó a muerte a Celero y a los Mot, dios de los infiernos, en su lucha contra
samaritanos y desterró a Cumano. Baal. En una impresionante descripción de
Cestio Galo (63-36 desp. de J. C.), presente Job (40, 20 [25J-41) se da al cocodrilo el
en Jerusalén durante una Pascua, recibió uná­ nombre de Leviatán; en cambio, en otro lu­
nimemente protestas de los judíos contra Gesio gar el mismo autor (Job 3, 8) llama Leviatán
Floro, el peor de todos los procuradores ro­ (siempre como ornamento poético) al mons­
manos de Palestina. El legado dió vagas pro­ truo marino al que se atribuía la causa de los
mesas y no hizo nada. En vista de la abierta eclipses de sol por haber devorado a la luna,
rebelión armada y del asesinato de los roma­ y se lanzan imprecaciones contra los que se
357 LEVITAS

sienten capaces de luchar con aquel monstruo, de Rut (4, 7 s.), resalta menos lo que tiene de
augurando incluso para ellos la experiencia del reproche. No se habla de esputos, y el hombre
horror por la noche de su nacimiento... En el se quita por sí mismo el zapato; pero no cabe
Sal. 74 (73), 13 s., el prodigioso paso que abrió duda de que el hecho seguía siendo conside­
Dios a su pueblo a través del mar Rojo es rado como una renuncia poco honrosa. Por
presentado poéticamente bajo la imagen de el episodio de Onán (C é n . 38, 8 ss.) se ve
Dios, que hace añicos la cabeza del Leviatán, claro que el levirato estaba ya vigente en el
que puede ser símbolo así del mar dividido período patriarcal; y de los Evangelios (Mt.
como de la arrogante potencia egipcia. Le- 22, 23-27; Me. 12, 18-23; Le. 20, 27-31) re­
viatán como personificación cierta de Egipto sulta que todavía se conservaba en el tiempo
aparece en el Sal. 104 (103), 26; Ez. 29, 3; de Jesús. En la MiSnah existe un tratado
32, 2; mas en Is. 27, 1, es presentado como particular (lebh ám éth , de iaoham = cuñado a
figura de las potencias mesopotámicas. Así, quien incumbe el deber del levirato) sobre tal
pues, en todos estos pasajes el monstruo mí­ usanza. Posteriormente desapareció del judais­
tico, abatido por Dios, no es más que una mo, al menos en la práctica.
personificación poética de los poderes enemigos Entre los semitas no se conoce el uso del
del pueblo elegido, que son desbaratados por levirato en Babilonia. En cambio está docu­
Dios. Las expresiones «Leviatán, serpiente que mentado en la legislación jetea y asiria, en
se agita» y «Leviatán, serpiente tortuosa», con general, con obligaciones extendidas a mayor
las que se designan las dos grandes potencias número de personas. Como derecho, no como
mesopotámicas, aluden claramente a los ríos deber, el levirato existe también entre los mu-:
Tigris y Eufrates; el primero, que se agita por sulmanes. [A. P.]
sus cascadas, y el segundo, que se retuerce BIBL. — P. C r u v é i l h i e r , Le lévirat chez tes fié-
breux et chez les Asslrlens, en RB, 34 (1925), 524-46;
por los numerosos recodos de su curso. [G. D.] J. M i t t c l m a n n . Der a t '.srael t sche Levirat. Eine rectas-
hlstorische Studie, Leipzig 1934.
BIBL. — J. B. P ritchard. ANET. Ugartic Miths,
Ev’cs and Legends, Princeton 1950, p. 137; P. Hei-
nisch ,teología del Vecchio Testamento, Torino 1950, LEVITAS. — Nombre patronímico (lewijjim,
). 166 s. en el singular léwi, como el primer padre de
la tribu; arameo léwáj, plur. enf. léwáje’) de
LEVIR ATO (Ley del). — Del latín levir (= cu­ la tribu de los descendientes de Leví (v.), lla­
ñado), llámase así la usanza de tomar por es­ mados frecuentemente bené Léwi, «hijos de
posa a la viuda del hermano cuando éste ha Leví», la cual tuvo la vocación y la investidura
muerto sin sucesión. Esta costumbre, que se exclusiva del servicio del culto. Se distinguió
comprueba como existente en varios pueblos por su fidelidad a Yavé dando muerte, por
primitivos, tiene un particular interés en la orden de Moisés, a 3.000 adoradores del be­
legislación bíblica, solícita por evitar la extin­ cerro de oro {Ex. 32, 25-29), por lo que fueron
ción de una familia, lo que se consideraba muy alabados en la bendición de Moisés (Dt.
como un verdadero quebranto y grave castigo 33, 8 ss.; cf. Mal. 2 ss.). Yavé destinó la
(cf. II Sam. 14, 7). En casos semejantes cesaba tribu de Leví al servicio del santuario y del
la prohibición del matrimonio con una cuñada altar; se reservó para sí los levitas en lugar
(Lev. IB, 16; 20, 21) y se aseguraba una su­ de los primogénitos (Núm. 3, 12.41; 8, 16;
cesión directa haciendo que se casara el pa­ 18, 6), y a ellos reservó el ejercicio del culto.
riente más cercano con la viuda, cuyo primer Así, pues, el título de «levita» significó el
hijo varón tomaba el nombre del difunto y no oficio más que la tribu. Los tres hijos de Leví
el de su verdadero padre. El renunciar a tal dieron origen a tres ramas de levitas: los
derecho era considerado como falta de honor, gersonitas, los caatitas y los meraritas (Ex. 6,
y el deber moral pasaba al próximo hermano 16-19; Núm. 3, 17-37), a quienes se enco­
o pariente mediante cierto ceremonial de ac­ mendaron tres diversas categorías de mansio­
ciones simbólicas significativas. En presencia nes para el culto (Núm. 4, 1-49).
de los ancianos que presenciaban la renuncia, La familia de Arón, descendiente de Caat,
la cuñada rechazada se acercaba al pariente, proveyó de sacerdotes; los demás de la tribu
a quien quitaba un zapato y escupía en la eran ayudantes de los sacerdotes (Núm. 3, 6;
cara diciendo: Esto se hace con el hombre 18, 2). Muchos críticos han sacado' la errónea
que no sostiene la casa de su hermano. Y en conclusión de que todos los levitas podían
adelante se llamaba despectivamente a su casa ejercer el sacerdocio, basándose en la expre­
la casa del descalzado (Dt. 25, 5-10). Tal como sión «los sacerdotes levitas» (Dt. 17, 9; 18, 1)
aparece aplicada esta disposición en el libro y en las narraciones de Jue. 17-18.
LEVITAS 358

Los levitas subalternos del culto eran ini­ (FI. Josefo, Ant. III, 12, 4). Excluíase a los
ciados en su oficio sagrado mediante ciertos mutilados y deformes.
ritos de purificación y de presentación a Yavé, En la división de la tierra de Canán se des­
como ofrenda de la asamblea de Israel, ritos tinaron a los levitas las 48 ciudades llamadas
que sólo correspondían a los preparatorios de levíticas. Conforme había ordenado Moisés
la consagración de los sacerdotes (Núm. 8, (Núm. 35, 1-8), no recibieron, como las otras
5-22): segregación «de en medio de los hijos tribus, una parte del territorio, «porque su
de Israel», aspersión con agua lustral, rasura de porción era Dios» (Núm. 18, 20; Dt. 18, 2).
todo cabello del cutis, lavado de la ropa, ofren­ Pero se sustrajeron 48 ciudades de las otras
da de dos terneros presentados por los levitas, tribus (Jos. 21, 39; I Par. 6, 54-81) con los
uno en holocausto y otro en sacrificio por el correspondientes distritos (2.000 codos desde
pecado; y finalmente el rito de destinarlo al las murallas). De entre ellas destináronse trece
ministerio sagrado: delante del altar los israe­ para los sacerdotes en las tribus de Judá y de
litas (representados por los ancianos) imponen Simeón (Hebrón, Lobna, Jeter, Estemo, Ho-
las manos a los levitas en prueba de solidari­ Ión, Dabir, Ain, Jeta, Anatot, Almón). He­
dad que equivalía a sustitución. Los levitas brón y otras cinco ciudades levíticas eran,
iniciaban el servicio en el lugar sagrado a la además, ciudades de refugio. Después del cisma
edad de 30 años (Núm. 4, 3.23.30-35.39.43.47; del reino septentrional (928 a. de J. C.) muchos
I Par. 23, 3) o a los 25 (Núm. 8, 24); desde levitas del norte se trasladaron al reino de
el tiempo de David a los 20 años (I Par. 23, Judá, y principalmente a Jerusalén (II Par.
24.27; Esd. 3, 8), y se retiraban (así en todas 11, 13 ss.). Fueron relativamente pocos los que
las épocas) pasados los 50 años. volvieron de la cautividad de Babilonia (Esd.
David, siguiendo el consejo de los profetas 2, 40; 8, 15). Con la destrucción de Jerusalén
Gad y Natán (II Par. 29, 25), los dividió en (70 desp. de J. C.) los levitas desaparecen en
cuatro clases u órdenes (I Par. 15, 16-27; 23, cuanto casta dedicada al culto.
3 ss.; 25-26), a los que señaló las mansiones Según la imaginaria teoría que lanzó Well-
de cantores (I Par. 16, 4 s.), escribas y jueces, hausen hace unos 80 años, y que hoy es aco­
porteros o guardianes, vigilantes o tesoreros. gida por los católicos que «se ponen al día»,
Después de la cautividad Nehemías reorganizó la diferencia entre el personal superior y el
el servicio levítico (Neh. 13, 30). inferior del culto, o sea entre sacerdotes y le­
«Habiendo sido entregados enteramente a vitas, fué introducida con la reforma del rey
Arón y a sus hijos, de en medio de los hijos Josías en el año 622 a. de J. C., cuando forzó
de Israel, para que desempeñen el oficio de a los sacerdotes de los santuarios altos (ba-
los hijos de Israel en el tabernáculo de la moth) a trasladarse a Jerusalén, pero sin admi­
reunión» (Núm. 8, 19), su oficio consistía esen­ tirlos al servicio del Templo (II Re. 23, 8-9);
cialmente en prestar ayuda a los sacerdotes a Ezequiel se le atribuye el haberlos destinado,
en todo lo que se refería al ministerio sagrado. durante la cautividad, a ayudar al sacerdocio
Tenían cuidado del sagrado tabernáculo y de de Jerusalén (Ez. 44, 4-31), y esta nueva dis­
sus utensilios, lo custodiaban y lo preparaban posición sería la base del código penal» (Pries-
(Núm. 1, 50-53; 4, 1-49: 7, 5-9). Luego se les terkodex) en los cuatro primeros libros del
encomendó la custodia del Templo y los di­ Pentateuco, que el cronista introdujo en su
ferentes trabajos adjuntos, además del canto, historia del tiempo anterior a la cautividad:
las frituras y la cocción de los panes (v. de jamás existió una tribu de Leví, y si existió se
presentación) (I Par. 9, 14, 34); cantaban y extinguió rápidamente. Pero esto está en con­
tañían mientras los sacerdotes ofrecían los sa­ tradicción con el hecho de que incluso los
crificios (II Par. 29, 25-30). Juntamente con libros anteriores a la cautividad conocen a los
los sacerdotes instruían al pueblo en la ley levitas al lado de los sacerdotes. Pudo darse
(Neh. 8, 7) y tomaban parte en las funciones el caso, en los siglos más antiguos, de que
judiciales (I Par. 26, 29; II Par. 19, 8). Los algunas personas no pertenecientes a la tribu
textos sagrados no hablan de vestiduras espe­ de Leví estuviesen circunstancialmente encar­
ciales de los levitas; solamente dicen que usa­ gadas del servicio del culto, y que por lo
ban vestidos de lino. A ellos pertenecían los mismo fuesen consideradas como levitas. Tal
diezmos de todos los productos y de los reba­ fue el caso de Samuel (1 Sam, 2, 11) y tal vez
ños (Lev. 27, 30-33; Núm. 18, 21-32; Heb. el de Josué (Éx. 33, 11).
7, 5). Debía invitárseles a los banquetes sacri­ Refiriéndose al nombre sudarábigo JawVu
ficiales (Dt. 12, 12; 14, 27); estaban libres de («sacerdote»), femenino lawYat, hallado por
impuestos (Esd. 7, 24) y del servicio militar J. Euting entre las inscripciones descubiertas
359 LEVÍTICO

en las excavaciones de Ela, F. Hommel (1893), Moses tmd der Pentateuch, Münster 1924, pp. 187-246
y luego Mordtmann, Sayce y otros críticos y 335-43; H. G r i m m e , Der Siidarabische Levitismus
und sein Verhaltnis zum Levitismus in Israel, en Mu-
han afirmado que primitivamente ¡ewi desig­ Beon 1924, pp. 169-99; A. E b e r h a r t e r , Der Israelí-
naba el oficio sacerdotal y a un hombre con tische Levitismus in der Vorexilischen Zeit, en ZkTh,
1928, pp. 492-518; R. M o h l e n b r i n k , Die levitischen
su estirpe. Mas lewí en hebreo está muy lejos Ueberlieferungen des Alten Test, en ZatW, 1934, pá­
de significar «sacerdote», y nunca aparece la ginas 184-230; A. L e f é v r e , Note d’Exégése sur ¡es
généalogies des Qehatites, en RScR, 1950, pp. 287-92;'
expresión «el lewi de Yavé», mientras que en Í d ., Lévitique Organisation, en DBs, fase. 25 (1952),
las inscripciones aludidas se lee «el sacerdote col. 389-97; A. R o m e o , I leviti, en Enciclopedia del sa-
cerdozio (dir. G. Cacciatore), Firenze 1953, pp. 423-
(lawí'u) de Wadd». Por otra parte, en Israel 35. 438 s.
nunca se admitió personal femenino en el
culto. Mas como Levi significa etimológica­ LEVÍTICO. — Tercer libro del Pentateuco,
mente «unido, adherido» (el verbo Iwh en el que recibe su nombre del contenido: trata
nifal = «adherirse» a alguien; ls. 56, 3.6; principalmente de los sacerdotes (tribu de Leví)
Sal. 83, 9), tal nombre acabó por significar la y de sus deberes.
función: llámase a los levitas «asociados» Los hebreos lo denominaban con la palabra
(illawu) a Arón, sumo sacerdote (Núm. 18, 2). inicial wajjiqrá («y llamó»).
Pero es errónea la deducción que hacen mu­ Establecida la alianza, promulgadas las le­
chos críticos diciendo que Leví no fué primi­ yes, ejecutadas las disposiciones pertinentes a
tivamente nombre personal ni patronímico sino la erección del tabernáculo, del arca, de los
un calificativo que expresaba la función de dos altares, etc. (cf. Éxodo), el Levítico da
«agregado» a una institución cultual. W. Bau- leyes para la santificación de los individuos y
dissin, que traduce levijjim por «adjuntos a la de la nación, regula el culto, promulga las
escolta del arca» (Gesch. des alttest. Pñester- normas para la clase sacerdotal. Consta de
tums, Leipzig 1889, p. 72), apoyándose en cuatro partes principales y de un apéndice.
Núm. 18, 2.4, afirma que los levitas, desde el I. Leyes referentes a los sacrificios (1-7):
punto en que son «agregados» a los sacerdotes, éstos se hallan agrupados en cinco categorías,
no están destinados al culto por su nacimiento El holocausto, de ganado mayor, menor y de
(Ibid. p. 50), pero ese mismo texto bíblico lo aves (1, 3-17). Sacrificio incruento (minhah)
desmiente, puesto que Dios presenta los le­ (2, 1-16). Sacrificio pacífico, de ganado mayor,
vitas a Arón como «hermanos suyos», la tribu ovejas y cabras (3, 1-16); principio general
de Leví, la raza de Arón». Para P. de la sobre la grasa y sobre la sangre (3, 17). Sacri­
Garde (Orientalia, II, Gotha 1880, p. 20), a ficio de purificación o expiación, por el sumo
quien sigue E. Renán (Hisloire du peuple d'Is­ sacerdote, por todo el pueblo, por un jefe, por
rael, I, París 1887, p. 149), los levitas son los un ciudadano privado (4, 1-35), casos particu­
egipcios que «se unieron» a los israelitas que lares (5, 1-6) y sacrificios expiatorios por los
emigraban (Éx. 12, 38; Núm. 11, 4), pero esta pobres (5, 7-13). Sacrificio de reparación o de
hipótesis arbitraria desconoce la susceptibilidad enmienda (5, 14-26; Vulg. 5, 14 - 6, 7), Obli­
nacional de Israel, que jamás habría enco­ gaciones de los sacerdotes en los precedentes
mendado a extranjeros el alto ministerio del sacrificios y derechos sobre las ofrendas (6, 1 -
culto. Las «novedades» que hoy se están pro­ 7, 34; Vulg. 6, 8-7, 24). Conclusión general
pugnando en torno a la organización del culto de la primera parte (7, 35-38; Vulg. 7, 25-28).
en el Israel típico están todas contenidas en II. Consagración de los utensilios del san­
la vasta obra de W. Baudissin. tuario y de los sacerdotes (c. 8); principio del
Por las antiguas enumeraciones de las tribus, culto por parte de éstos (c. 9); Nadab y Abiu
por la bendición de Jacob (Gén. 49, 5-7), con­ castigados por haber usurpado un oficio sa­
firmada por la de Moisés (Dt. 33, 8-11), es grado (10, 1-7). Ulteriores especificaciones de
históricamente innegable que los levitas ya algunos deberes sacerdotales (10, 8-206).
antes de su consagración al servicio del culto III. Leyes respecto de la limpieza legal
constituían una tribu descendiente del tercer (11, 16): de los alimentos; animales (v.) puros
hijo de Jacob. [A. Rom.] e impuros (11). Purificación de la puérpera
(12); purificación de la lepra y otras enfer­
BIBL. — A. V o n H o o n a c k e r , Le Sacerdoce Lévitique medades de la piel: identificación del mal
dam la ¡oí et Vhistoire, Londres-Lovaina 1899; A. L e -
. Levi, en Dictionnaire de ¡a Bible, vol. IV, Pa­
o en d r e
(13, 1-59), rito de purificación del leproso
rís 1908, col. 199-213; F. X. K o r t l e i t o e r , Archaeologie (14, 1-32) y de su casa (14, 33-57). Impureza
bíblica, Innsbruck 1917, pp. 151-162., 165-173., 210-
216; I d . , Commentationes biblicae, vol. III, Innsbruck sexual y purificaciones correspondientes: para
1930. p. 94-98; Í d .. Formae cultus mosaici, 3.a ed.t el hombre (15, 1-18) y para la mujer (15, 19-33).
Fongcrloo 1933; F. X. K u g l e r , Von Moses bis Pau­
lus, Münster 1922, pp. 119-125 y 234-68; A. S a n d a , Rito para el gran día de la expiación o puri­
LEY hebrea 360

ficación general del santuario, de los sacerdotes (19, 17 s.; cf. Me. 12, 31), incluso para con
y del pueblo (16). el extranjero (Lev. 19, 32 s.).» (Spadafora.)
IV. 1) Leyes para la santidad (17-23). Serie Los modernos exegetas católicos sostienen
de disposiciones así llamadas por razón de la la autenticidad mosaica sustancial del Levítico,
frase tan repetida: «Sed santos, porque yo, sin excluir el que algunos preceptos hayan su­
Yavé, vuestro Dios, soy santo». Disposiciones frido añadiduras y modificaciones. «Moisés
generales para todos: muerte de animales, uni­ halló el uso de los sacrificios establecido y
dad del santuario, leyes de la sangre (17, 1-16); arraigado entre todos los pueblos. En las ta­
prohibiciones que regulan los actos sexuales blillas recientemente descubiertas en Ras Sham-
(c. 18); prescripciones varias: morales, reli­ ra (la antigua Ugarit), en la Fenicia septen­
giosas, sociales, cultuales (19, 1-37); castigos trional, unos siglos anteriores a Moisés, se
a los transgresores de las leyes del culto (20, mencionan las mismas especies de sacrificios,
1-7) y de las sexuales (20, 8-21); conclusión y hasta con los mismos nombres (por la afi­
general a los capítulos 17-20 (20, 22-27). nidad de las dos lenguas) que en el Penta­
Disposiciones particulares pertinentes a los teuco ; Moisés con sus leyes no hizo más que
sacerdotes por su especial santidad: todos regular y consagrar al culto del verdadero Dios
los sacerdotes (21, 1-9), el sumo sacerdote un ceremonial ya antes practicado» (A. Vac-
(21, 10-15); impedimentos para el sacerdocio cari; cf. R. Dussaud, Ras Shamra et VA. T.,
(21, 16-24); santidad de los sacerdotes en la París 1936, pp. 109-13), complemento del De­
consunción de las sagradas oblaciones (22, cálogo, sustancia de la alianza (v.) entre Dios
1-9) y exclusión de los laicos que no pertene­ y el pueblo. Entre los manuscritos del mar
cen a la familia sacerdotal (22, 17-33). Muerto descubiertos en 1947 hay cuatro frag­
2) Secciones diversas. Fiestas del año y ri­ mentos del Levítico: 19, 31-34; 20, 20-23;
tuales correspondientes: Sábado (23, 1-4), Pas­ 21, 14-22; 22, 4 s., escritos con la antigua
cua y ácimos (23, 5 ss.), ofrenda de la primera escritura de Laquis (s. vi a. de J. C.) y atri­
gavilla (23, 9-14), Pentecostés (23, 14-22), prin­ buidos al s. vi (A. Neher) o al iv a. de J. C.
cipio de año y gran día de la expiación (23, (R. De Vaux), con un texto exactamente igual
23-32), tabernáculos (23, 33-36.39-44). Prescrip­ al texto masorético.
ciones referentes a la llama perpetua en el Jesucristo Nuestro Señor abrogó las leyes
santuario (24, 1-4) y a los panes de presen­ ceremoniales del Antiguo Testamento. Los sa­
tación (24, 5-9); pena del blasfemo y leyes crificios prefiguran al sacrificio único y perfecto
del talión (24, 10-23). de la Cruz (Heb. 9, 9- 10, 10). [L. M. - F. S.]
Año sabático (25, 1-7) y año jubilar (25, BIBL. — A. V a c c a r i . La S. Bibbia, I, Firen~e 1943,
8-55). Conclusión final de la obra: bendiciones p p . 275-3¿0 *, A. C l a m a r , U Lév;tic (La Ste Bible,
E d . Pirot. 2 ), París 1946, p p . 7-207; F S padafora,
para quien observa las prescripciones (26, 1-13), en Ene. Catt. It., V III. col. 1235 ss.
maldiciones para los transgresores (26, 14-43),
triunfo de la divina bondad del Dios de la LEY hebrea. — Es el conjunto de los textos
alianza (26, 44 ss.). legislativos contenidos en el Pentateuco, y pre­
Apéndice: votos, tarifas y rescates para hom­ ferentemente denominados con el término ío-
bres (27, 1-8), animales (27, 9-13), cosas (27, rah o Ley de origen religioso, más bien que
14 s.), campos (27, 16-25), primogénitos (27, con otros términos de origen jurídico (dábhár
26 s.), votos cuya materia se halla en entre­ y miSpat) o moral (mizwah). Su contenido es
dicho (27, 28 s.), diezmos (27, 30-34). el siguiente: 1) el Decálogo (Éx. 20, 2-17;
«La santidad, incluso la ritual, insistente­ Dt. 5, 6-21), cuya finalidad es evidentemente
mente inculcada a los sacerdotes y al pueblo, religiosa y moral; 2) el Código de la Alianza
procede de un motivo altamente religioso (11, (Éx. 20, 22-23, 19), con carácter abiertamente
14; 22, 9.16); inspírase en la misma santidad jurídico, expresivo de las relaciones sociales
de Dios, al que toma por modelo (19, 2; cuya base es el pastoreo, poco organizadas aún,
20, 8.24, etc.). Leyes y prescripciones tienen pero en posesión de sólidas tradiciones reli­
por objeto la salvaguardia de una vida ver­ giosas; 3) el conjunto ritual (Éx. 34, 11-26)
daderamente religiosa (cf. 18, 21 ; 19, 4.26 ss., de prescripciones relativas a fiestas de carácter
31, etc.). Y las prescripciones completan y de­ agrícola y sacrificios; 4) el Código Deutero-
muestran tal elevación de sentimientos; cf. pro­ nómico (Dt. 12-26), que reproduce leyes pre­
hibiciones y graves sanciones por los pecados existentes con nuevas fórmulas y prescribe al­
contra la naturaleza (18); por las injusticias gunas otras suponiendo una sociedad centra­
contra el prójimo (19); deberes de caridad lizada, encaminada hacia el comercio y la
361 LEY hebrea

vida estabilizada; 5) la ley de Santidad (Lev. tras que el jefe visible de la nación es un simple
17*25), con predominio sacerdotal, ritual y representante y portador de la voluntad divina
moral, y con carácter jurídico; 6) textos legis- manifestada particularmente en la Revelación.
lativohistóricos, entremezclados con aconteci­ Á esta situación y concepto teológico se debe
mientos históricos y puntualizados bajo el as­ el hecho de atribuir al mismo Dios toda la
pecto religioso; 7) textos legislativos menores: ley, como revelada directamente a Moisés
ley de los sacrificios (Lev. 1-7); ley de la pu­ (cf. la fórmula aYavé dijo a Moisés»: é x . 20,
reza (Lev. 11-16), ley sobre las fiestas y ritos 22: 21, 1, etc.). Es éste un fenómeno carac­
de los sacrificios (Núm. 28-29), complementos terístico de los hebreos: las leyes asirías y
a las leyes relativas al santuario (Éx. 30), de­ jeteas no son presentadas como de origen di­
terminación de costumbres religiosas (Núm. vino; la ley de Hammurabí proviene del so­
5-6: 8-10: 19; 30). berano («mis palabras», amis valiosas pala­
Declaraciones explícitas esparcidas por toda bras»: 24, 81; 25, 12 ss.), a quien Dios ha
la ley y el mismo examen de los textos obligan comunicado la justicia, cualidad moral que
a admitir que el conjunto de dichas prescrip­ hace que las leyes sean buenas.
ciones es de la época mosaica, y no existe La ley hebrea es inferior a las colecciones
razón atendible para negárselas a Moisés, que orientales antiguas bajo el aspecto técnicojurí-
con la ayuda de los levitas las fijó especial­ dico, pero es superior a ellas bajo el aspecto
mente durante los 38 años aproximadamente religioso. Sus prescripciones religiosas preser­
que pasó en Cades, en el desierto, y las revisó varon a los israelitas del politeísmo; las mo­
(Dt.) en las llanuras de Moab inmediatamente rales impusieron al pueblo una norma moral
antes de la entrada de Israel en la tierra de superior: las del culto fueron favorables para
Canán. tributar a la Divinidad un digno culto de ho­
Ahí tenemos la autenticidad sustancial de nor, desde el punto en que representaban figu­
que habla la Pont. Com. Bíblica. Admítense rativamente al Nuevo Pacto que más tarde
revisiones y añadiduras sucesivas o adaptacio­ habría de establecer con la humanidad, y final­
nes a los cambios de condiciones locales y mente las penales confirmaron en los hebreos
sociales, inspiradas siempre en el espíritu del la conciencia del pecado y de la posibilidad
gran legislador. (Cf. carta al Card. Suhard, de del arrepentimiento.
la Pont. Com. Bíblica, 27 de marzo de 1948.) En el Nuevo Testamento, además de la ley
En la redacción de la ley hebrea concurrie­ mosaica y de los libros que la contienen (Le.
ron varios factores naturales: condiciones geo­ 24, 44), por ley se entiende también la eco­
gráficas, económicas, sociales y síquicas. El nomía del A. T., basada en la ley, por opo­
influjo de las condiciones históricas ofrece un sición a la cristiana, cuya vida le viene de la
interés especial; las relaciones raciales de los fe y de la gracia (Jn. 1, 17; Rom. 6, 14 ss.).
patriarcas hebreos con la civilización sumerio- Al lado de las prescripciones legales y cere­
acádica explican la coincidencia genérica entre moniales, que el cristianismo irá eliminando
la ley hebrea y la legislación sumerioacádica progresivamente con su penetración en el mun­
(Cód. de Lipi-Istar, Esnunna, Hammurabí, le­ do helénico (Jn. 4, 21-24; 2, 19-21; Me. 7,
yes asirias y neobabilónicas); por otra parte 15, 21-23; Act. 7, 42-53; 15, 1-31), la ley
las relaciones sociales de los mismos Patriar­ constituye el fundamento del patrimonio de la
cas con los jórreos en la Mesopotamia del verdadera religión, con su moral y sus vati­
norte y en Palestina aclaran las íntimas afini­ cinios mesiánicos, que Cristo no abrogará sino
dades. que se observan entre el derecho pa­ que realizará y perfeccionará, enseñándonos
triarcal y la legislación jorrea de Nuzu (R. De una observancia más espiritual y más perfecta
Vaux, RB, 56 11949] 17-30); otros inevitables de la misma (Mt. 5, 17-48).
cambios se dieron como resultado de los con­ También en San Pablo la ley equivale a
tactos con la civilización egipcia y de la fu­ veces al conjunto de la Revelación de los
nesta simbiosis con la civilización cananea. oráculos de Dios (Rom. 3, 2; I Cor. 14, 21;
Mas el principal factor en la promulgación Rom. 3, 19); entonces, de acuerdo con la en­
y en la redacción de estas leyes, el que asegura señanza de Cristo, enseña su continuidad y su
su unidad literaria, es el factor religioso. La perfecta realización en el Evangelio (Rom. 1,
religión no sólo interviene como freno que 2; 3, 21; 13, 8.10; I Cor. 9, 8.9; Gál. 5,
responde de la buena marcha de la vida pú­ 14, etc.).
blica, sino que la orienta a toda ella. En virtud Pero habitualmente se significa la ley he­
de la religión, Israel aparece como una teocra­ braica con sus preceptos (Ef. 2, 15; Rom. 7,
cia, pueblo al que el mismo Dios dirige, mien­ 8-13) y decretos (Ef. 2, 15, respecto de los
L IM O SN A 362

cuales los juicios de Dios son, según S. Pablo, Rom. 1-11). De ahí el derecho que asistía a
contradictorios a primera vista (J. Bonsirven los gentiles en cuanto habían sido injertados
[v. Bibli, p. 144 ss.). directamente en Cristo. Tal principio fué so­
Por una parte preséntase a la ley como da­ lemnemente sancionado en Jerusalén por el
dora de vida, santa y espiritual (Rom. 7, príncipe de los Apóstoles (Act. 15, 1-35), quien
10-14). Por haber sido dada por conducto de por revelación divina había ya admitido di­
ángeles y por mediación de Moisés (Gal. 3, rectamente con el bautismo en la Iglesia al
19; Heb. 2, 2), constituye el principal motivo primer gentil, el centurión Cornelio (Act.
para que Israel se sienta ufano (Rom. 9, 4), 10-11). [A. R.]
ya que es guiado por ella, como por un pe­
BIBL. — A. C l a m e r , La Ste Bible (cd. Pirot. 2),
dagogo, hacia Cristo (Gal. 3, 24). De los que París 1940, pp. 7-16. 214-27. 485-503; J. B. P ritchard,
la observan se declara que son justos (Rom. Ancient Near Eastern Texis relating to the Oíd Testa-
ment, Princeton 1950, pp. 159-223 (leyes orientales);
2, 13; 19, 5; Gál. 3, 12). Bs una sombra de H . C a z e l l e s . Eludes sur ie Code de TAlliancé, París
Cristo futuro (Gál. 2, 16), en quien ha hallado 1946; Id ., en DBs, V, col. 497 ss.; G. B o n s i r v e n ,
11 Vangelo di Paolo, trad. it„ Roma 1951, pp. 144-52.
su cumplimiento (Rom. 10, 4). * G arcía d e la F u e n t e , L o s contratos del Antiguo
Por otra parte acúsase a la ley de no haber Testamento comparados con el Egipto, Asiría y Babi­
lonia, en CB (1950), p. 48.
llegado a la perfección bajo ningún aspecto
(Heb. 7, 19), de provocar la ira de Dios (Rom. LÍA. — v. Jacob.
4, 15), porque multiplica las transgresiones
(Gál. 3, 19; Rom. 5, 20), despierta la con­ LIBERTAD. — v. Hombre.
ciencia moral (Rom. 3, 20) sin dar fuerzas para
luchar contra el pecado; ella es la letra que
LIMOSNA. — En su significado primitivo
mata (II Cor. 3, 6), causa de muerte y de con­
significa «compasión», «piedad» (hebr., liesed;
denación (II Cor. 3, 7 ss.; Rom. 7, 6). El que
vive bajo ella está bajo la esfera de la carne griego, eAeos), que se practica para con los
(Rom. 7, 5; Gál. 3, 3) y es objeto de la mal­ desgraciados y los débiles, y, concretando, con
dición divina (Gál. 3, 10). obras de beneficencia para alivio de los me­
Estas antilogías son debidas a diferentes nesterosos (cf. Job 1, 3; 4; 12, 18; Dan. 4,
puntos de yista desde los cuales se considera 24; Eclo. 7, 10, etc.). Es la caridad en acto.
al mundo judío. Para un pequeño residuo de Varias disposiciones de la Ley de Moisés están
hebreos guiados por la ley asociada a la Gra­ dictadas por este espíritu de benéfico socorro
cia, que fué obtenida mediante la fe en la a los menesterosos (cf. Éx. 23, 11; Lev. 19,
promesa divina, la ley fué un medio de sal­ 9 s.; 23, 22, etc.; Dt. 15, 7 s .; 24, 19 s.).
vación. S. Pablo podía dar pruebas de haber «Si hubiere entre vosotros un menesteroso, no
sido irreprensible según la ley (Flp. 3, 6; Act. se endurecerá tu corazón y cerrarás tu mano.»
22, 3), y asimismo había conocido en sí propio Los profetas son estrenuos defensores de los
y en los héroes del Antiguo Testamento seme­ pobres (Am. 5, 10; 6, 4). Is. 66, 2; 58, 6 ss.,
jante fidelidad (Rom. 3, 6-18; Heb. 11). Mas invita a los pudientes a que partan su pan con
para la masa de los hebreos, a causa de una el hambriento, a que vistan al desnudo. Bien
desviación farisaica imperante que se lison­ conocidas son las palabras del ángel a Tobías
jeaba de poder alcanzar la justicia sin nece­ y a su hijo: «Buena es la oración con el ayuno
sidad de la Gracia, la ley era un medio de y la limosna... Mejor es dar limosna que
perdición, un yugo insoportable con innumera­ acumular tesoros. La limosna libra de la muer­
bles y diminutas prescripciones (Act. 15, 10), te y limpia de todo pecado. Los que practican
un continuo tropiezo en la vida moral y reli­ la misericordia y la justicia serán colmados de
giosa que debía ser eliminado de la economía felicidad» (Tob. 12, 8 ss.).
cristiana. La enseñanza de Jesús puede muy bien con­
Contra los fariseos convertidos (= los ju­ siderarse como sintetizada en la formulación
daizantes) que pretendían que los gentiles no de la norma que como juez supremo ha de
fuesen bautizados sino después de haberlos seguir él al juzgarnos: «Tuve hambre y me
obligado a la circuncisión y a la observancia disteis de comer; tuve sed y me disteis de
de la ley hebraica, S. Pablo propugna enér­ beber; peregriné y me acogisteis... Cuantas
gicamente la abolición, la nulidad de tales veces hicisteis esto a uno de estos mis herma­
prescripciones para lo sucesivo y la relatividad nos menores, a mí me lo hicisteis». Igual nor­
de la ley mosaica que había sido dada para un ma se da para sentenciar a los malos (Mt. 25,
determinado período (v. Alianza), hasta Cris­ 31-46). Esta visión sobrenatural, y sólo ella
to, a quien servía de preparación (Gál.; cf. (el menesteroso, imagen de Dios, representa al
363 LOGOS

mismo Jesús), comunica a nuestra beneficencia (241 veces: debhar ’elohim o ’ádonai) es ex­
un valor merecedor de vida eterna. Tal es el presión de la revelación profética que dirige
fin que inculca Jesús, así como la delicadeza toda la historia de Israel: exhortación, con­
en la limosna (cf. Mt. 6, 1-4; 10, 41 s., etc.). minación y promesa, etc. Secundariamente sig­
Por tanto, la limosna ha de hacerse con nifica la Ley, sobre todo el Decálogo (Éx. 20,
amor y por amor (I Cor. 13, 3; cf. Sant. 1-2, 1; 34, 27-28; Jer. 6, 19; 7, 23, etc.), el Deu­
etcétera), y los que la practican se hacen hijos teronomio (30, 11-14; 32, 46) y la Sagrada
del Altísimo (Le. 6, 35). Escritura (Sal. 147, 19; Prov. 13, 13; 16, 20;
La primitiva comunidad cristiana de Jerusa- Jer. 36, 4.6.8.12). Por la palabra creó Dios el
lén dió respecto de esto un magnífico ejemplo universo (Gén. 1, 3 ss.; Sal. 33, 3-9; Sab. 9,
(Act. 4, 34; 9, 36). El apóstol de la caridad, 1; Is. 40, 26; Eclo. 42, 15, etc.) y lo conserva
S. Juan, sintetiza la enseñanza en estas pala­ (Sal. 119, 89 s.; Sab. 16, 26).
bras: «En esto , hemos conocido la caridad, en El oficio de la Palabra divina está igualmente
que Él dió su vida por nosotros; y nosotros representado por la Sabiduría (Sab. 9, 1-2;
debemos dar nuestra vida por nuestros herma­ cf. Prov. 3, 19 s.; 8, 22-31; Job 28; Eclo.
nos. El que tuviere bienes en este mundo, y 42, 15; 43, 33), pero la idea de la Sabiduría
viendo a su hermano pasar necesidad le cierra no está tan profundamente arraigada en la
sus entrañas, ¿cómo mora en él la caridad? tradición bíblica como la de la palabra.
Hijitos, no amemos de palabra... sino de obra La Biblia reconoce, por tanto, en la Palabra
y de verdad» (I Jn. 3, 16 ss.). [F. S.] de Dios un poder de Dios que se manifiesta
B1BL. — P. D e A mbrogoi. Le epistole cattoliche,
en la Creación, en el reinado de la Gracia
2.a ed.. Torino 1949, pp. 59 ss 251 s s .; G. P riero, y en la guía del pueblo elegido y del indivi­
Tobia, 1953, pp. 42 s. 126 s. duo: la Palabra de Dios es la demostración
de la continua presencia y de la acción divina,
LIRIO de los campos. — «Mirad a los lirios y sobre todo una revelación progresiva de sus
del campo; pues ni Salomón en toda su gloria designios, de sus atributos y de su misterioso
se vistió como uno de ellos. Si Dios así viste Ser. Esta palabra es a veces presentada como
a la hierba del campo, que hoy es y mañana operante por sí misma (cf. la fórmula «salió
es arrojada al fuego...» (M/. 6, 28 ss.; Le. 12, la palabra de Dios»); es comparada con el
27 s.). rayo que estalla (Is. 9, 7), con el fuego de-
Es el anthemis, de forma semejante a . la vorador (Jer. 5, 14; 23, 29); es omnipotente
margarita. Los beduinos del sur de Gaza la (Sab. 18, 14), eterna (Is. 40, 8); es el mensa­
llaman hanun abiad = flor blanca; el abib- jero que ejecuta las órdenes de Dios (Is. 9, 7;
labon del hebreo antiguo. En Palestina des­ 55, 10-11; Sal. 147, 15-18; Sab. 18, 14-16);
punta como una hierba; la flor no es ni roja es la portadora de salvación (Sal. 107, 20;
ni púrpura, pero tiene una delicada belleza Sab. 16, 12) y de vida (Sab. 16, 26); es la
que le da su particular encanto. Es gracioso exterminadora de los egipcios (Sab. 18, 14rl6)
en todas las horas del día y en cada uno de y de los impíos cananeos (Sab. 12, 9).
los períodos de su crecimiento, e incluso cuan­ No se trata aquí de hipostasis sino única­
do envejece y se marchita. El anthemis seco mente de enérgicas personificaciones poéticas
es recogido juntamente con las otras hierbas que intentan poner de relieve el poder y la
y es arrojado al homo. Tiene una corola que voluntad salvadora de Dios: ello también en
explica la alusión al rey Salomón. Sab. 18, 14 ss., donde además se atribuye
Antes se había pensado en el lilium candi­ poéticamente a la palabra divina lo que en
dum .(Fonk) y en la anémona coronaria, pero otras partes se atribuye al mismo Yavé (Éx.
no son hierbas ni son arrojados al horno. 11, 4; 12, 12.27.29) o al ángel exterminador
Solamente el anthemis responde a las carac­ (Éx. 12, 23).
terísticas expresadas por Jesús. [F. S.] Un sentido profundo de la trascendencia
BIBL. — E. H a-R eubéni, Le lis des champs, en RB, divina indujo a los rabinos palestinenses (en
54 (1947), 362 ss. el tiempo de N. S.) a reemplazar la mención
de Dios por la de varias de las manifesta­
LOGOS. — En el antiguo Oriente la palabra ciones divinas, y en particular por la de la
(Aóyo?) no es un simple sonido sino el prin­ palabra o Memrd. La interpretación de la
cipio de la acción; es la más clara expresión Memrñ rabínica oscila entre dos extremos:
de la voluntad, así de la de los hombres simple hecho de lenguaje o bien hipostasis.
como de la de Dios. Los intelectuales modernos (v. Hamp, D. Midd-
En el Antiguo Testamento la Palabra divina Ieton) prefieren interpretar la Memrá como
LUCAS 364

una personificación poética sobre la línea de a la Palabra creadora (Salmo 33, 6; Eclo. 42,
la palabra divina en la literatura sapiencial. 15; Sab. 9, 1); luego por su oficio de Reve­
La gnosis precristiana de Asia y de Egipto, lador de la naturaleza íntima del Padre a tra­
contaminada de sincretismo, agregó diversas vés de la Encarnación revestida de gloria tras­
nociones míticas a la palabra hipostatizada, cendente (Jn. 12, 44-46; 14, 9; II Cor. 4, 5;
inspirada en la filosofía platónica y estoica. Col. 1, 15; Heb. 1, 3), y en fin porque su­
En el Nuevo Testamento la Palabra o Logos planta a la ley mosaica con una nueva Pa­
designa ante todo la Sagrada Escritura en su labra, la Revelación Cristiana.
conjunto (Jn. 10, 35; Heb. 2, 2; probable­ Por consiguiente, la formulación del Logos
mente Me. 7, 13; Mt. 15, 6). en San Juan procede del Antiguo Testamento
En los Actos, el mensaje evangélico, que es y presenta de un modo perfecto al preexis­
designado no menos de doce veces como Pa­ tente Hijo de Dios, .tal como él mismo se reveló
labra divina por excelencia (Aóyo9 es fórmula a los hombres desde su Encarnación. |A. R.]
abreviada de Aóyo9 rov Qeov o Ki'píov', Act. PIBL. — O. P r o c k s c i i - G. K i t t e l , s . v„ en
4, 2 ss.), manifestada por medio de Cristo ThWjNT, IV. p p . 89-140: H . R in g g r e e n . Word and
(Act. 10, 36; cf. Heb. 1, 1; Jn. 3, 34), había V.ties W sdotn. Stud'es in the H y postad at'on of divne qtia-
and functions in the Ancient Near East. Lund
ya sido, en cuanto Palabra divina, el mensaje 1947; R. T o u r n a y - A. B a r u c h - A. R o b e r t - J. S t a r c -
de la antigua alianza (Act. 4, 4; 8, 4; 10, ky - C. M o n d í s e r t . s. v,, en DBs, V. col. 425-97 (con
bibi.). * B . C elada, Resonancias del Logos en todos
44, etc.). los tiempos, en CB (1944).
S. Pablo expresa habitualmente el mensaje
cristiano con el término eva yyéX , y tam­ io v LOGUIA. — v. Mateo.
bién con el Aóyo9> Aóy09 rov Oeoü y Aóy09
rov Kvpiov (I Tes. 1, 6.8; 2, 13; II Tes. 3, LOT. — v. Abraham.
1; Gál. 6, 6, etc.); cf. Sant. 1 , 21 ss. ; I Pe.
2, 8; 3, 1. LUCAS. — Es el autor del tercer Evangelio
En S. Juan el Logos indica las más de las y de los Actos (v.) de los Apóstoles. San Pablo
veces la palabra viva de Cristo (Jn. 5, 24; Jo distingue de los judíos (Col. 4, 10 ss.);
8, 43, etc.), llena de autoridad, como idéntica su propio nombre lo revela como gentil;
a la del Padre (14, 24; 17, 14-17, etc.). Par­ Aot)kcí9 = Aoi*Kav¿9 o Aov»cf09. Si es legítima
ticularmente en S. Juan, Logos es el mismo la transcripción del códice D en Act. 11, 28;
Cristo: implícitamente en la expresión «perma­ <Tvve(rrpa¡jLp.évu>v 8c f¡¡j.(i)v (cf. San Agustín, De
neced en la palabra» (Jn. 8, 31 ; I Jn. 2, 14), serm. Dom. in monte, 2, 17, 57), Lucas era
qué corresponde a la o tra : «permaneced en ya cristiano por los alrededores del año 41.
Jesús» (toda la I Jn.; Jn. 6, 56; 15, 4.7.9.10), No yíó a Jesús (cf. Le. 1, 2).
y explícitamente en tres pasajes: Ap. 19, 13; Era de Antioquía de Siria: cf. los Prólogos
I Jn. 1, 1 ; Jn. 1, 1.14. a los Evangelios, que lo llaman «discípulo de
cO Aoyo? rov Qeov (Ap. 19, 13). Según la los Apóstoles y de Pablo». Acompañó a éste
interpretación tradicional, describe la natura­ en el segundo viaje (49-53) desde Tróade hasta
leza íntima de Cristo. Revelador del Padre y Filipos (Act. 16, 10-37), donde es posible que
Juez supremo (cf. vv. 15.21). se quedase (Ibid. 16, 40) para volverse a juntar
cO Aóyos 779 2 ju > 7 9 (I Jn. 1 , 1). Es el Cristo con el Apóstol hacia el fin del tercer viaje
histórico, cuya Divinidad, conocida experimen­ (que duró desde el 53 hasta el 58), quedándose
talmente por los Apóstoles, es presentada a a su lado hasta Jerusalén (Ibid. 20, 5-21, 18).
los lectores para asegurar en ellos la comunión Permaneció con él en la prisión de Cesárea
eclesiástica y divina, participando de la vida (Act. 24, 23), en el complicado viaje de Ce­
divina que está en Él (Jn. 1, 4; 11, 25; 14, 6). sárea a Roma (Ibid. 27-28) y durante el primer
Esta definición sintética de Cristo se ilustra cautiverio romano (cf. Col. 4, 14; Fil. 1, 24).
con la luz del prólogo, síntesis temática del La manera cómo termina el libro de los
IV Evangelio. Actos hace suponer que Lucas no permaneció
Llámase Logos a Cristo con motivo de su de continuo al lado de Pablo. Con seguridad,
oficio antes de la creación, en cuanto Pensa­ no estuvo presente a la conclusión del proceso
miento del Padre (Jn. 3, 13; 6, 33-62; 8, y a la consiguiente liberación (II Tim. 4, 16).
23-58: 16, 28; 17, 5.24), en una sublimación Pero volvemos a verlo junto al amado maestro
y reemplazamiento de la Sabiduría del A. T. en el segundo encarcelamiento romano (II Tim.
(Eclo. 1, 4.9; 24, 3-6; Prov. 3, 22-26), y ade­ 4, 11), y es casi cierto que no lo abandonó
más por su oficio durante la creación (cf. hasta el lugar del suplicio (cf. los Actos de
I Cor. 7, 6; Col. 1, 16), que es una alusión Pablo del s, 11).
365 LUCAS

El resto de la vida de Lucas está envuelta estilística de Lucas, así como la variedad y el
en la oscuridad. Unos lo hacen ir a Francia, grecismo de su vocabulario.
a Dalmacia, a Italia y a Macedonia (Epifanio); c) Además de esto, el escritor y médico se
otros a la provincia romana de Acaya (cf. los hace más sensible al empleo de términos más
citr. Prólogos) y a Beocia (Jerónimo); otros apropiados, tomados del arte de la medicina,
al Egipto superior (Simón Metafraste) o a cuando habla de enfermedades y de enfermos,
Bitinia (Isidoro, Bertario; Mart. Rom.). Es como lo han observado los más celebrados
asimismo desconocido el género de martirio, críticos modernos, tales como un Harnak
si es que fué mártir, conforme a la veneración (A. Vaccari).
qué le tributa la Iglesia el 18 de octubre. Son Lucas escribió su Evangelio antes que los
muchos los lugares que se glorían de poseer Actos, los cuales son como una continuación
su cuerpo, y lo más probable es que descanse de aquél (Act. 1, 1), y por tanto antes del
en la iglesia benedictina de Santa Justina de primer encarcelamiento del Apóstol (63 desp.
Padua. de J. C.), con el que termina aquel libro,
Es cierto que Lucas fué médico (Col. 4, 14); hacia el año 60.
los antiguos lo tuvieron por "pintor, sobre todo He aquí su esquema. Tres partes, después
de María (Teodoro el Lector, Simón Metafras­ de un breve prólogo: Infancia, Vida pública,
te). Es el primer historiador de la Iglesia na­ Pasión y Resurrección.
ciente. Los escritores antiguos están de acuer­ Prólogo (11-4): método seguido en la com­
do en atribuir a Lucas el tercer Evangelio, del posición del Evangelio.
que dicen que refleja la predicación de Pablo 1. Infancia (1, 5-52). — El arcángel Gabriel
(Prólogos, Ireneo, Tertuliano, Fragmento mu- anuncia a Zacarías el nacimiento del Precur­
rato riano, Orígenes, Eusebio). El examen in­ sor, y a María el del Mesías (1, 5-38). Ha­
terno confirma hasta cierto punto esta atri­ llándose Nuestra Señora en casa de Isabel,
bución. nace Juan y es circuncidado (1, 39-80). Nace
a) Es muy grande la semejanza entre el Jesús en Belén, es adorado por los pastores,
tercer Evangelio y el epistolario paulino para circuncidado, presentado en el Templo (2, 1-40).
que sea casual. En Lucas encontramos ampli­ A los doce años se demora en el Templo, pero
tud de miras y comprensión en orden a la vuelve inmediatamente a Nazaret (2, 41-52).
vocación universal a la fe y a la salvación, 2. Vida pública (cc. 3-21). — Predicación
que son una de las características del «evan­ del Bautista y bautismo de Jesús (3, 1-22).
gelio paulino». Junto a la cuna de Jesús anun­ Genealogía humana de Cristo por vía ascen­
cian los ángeles la paz «a los hombres de dente hasta Dios (3, 23-38). Victoria contra
buena voluntad» (2, 14); el anciano Simeón las tres tentacionse diabólicas que sucedieron
ve en el Niño divino un faro destinado a ilu­ al ayuno de los cuarenta días (4, 13). Después
minar a los gentiles (2, 32); el mismo con­ de ello inaugura su ministerio público.
cepto en Juan Bautista (3, 6). Idéntica ense­ a) En Galilea (4, 14 - 9, 50). — Jesús inicia
ñanza puede deducirse de la genealogía (3, la predicación y los milagros en Nazaret, y de
23-38). Desde la primera predicación en la si­ aquí pasa a Cafarnaúm (donde cura a la sue­
nagoga de Nazaret hasta las últimas palabras gra de Simón) y a toda Galilea. Después de
de Cristo, el Evangelio de Lucas insiste en la la pesca milagrosa llama a Simón, a Santiago
penitencia y en el perdón de los pecados para y a Juan a que le sigan; cura a un leproso
todas las gentes (cf. 4, 24^28 y 24, 64 ss.). (4, 14-5, 16). Pronto surge un conflicto con
Verdaderamente puede llamarse a este evan­ escribas y fariseos porque perdona los pecados
gelio el evangelio de los pecadores y de b s (al paralítico descolgado desde el techo), come
pobres desheredados, y a Lucas el escriba con los publicanos (almuerzo en casa de Levf),
«mansuetudinis Christi» (Dante, De Monar­ no obliga a ayunar a sus discípulos, permite
chia, 1, 16). que trabajen en día festivo (¡ recogen espi­
b) El hagiógrafo del tercer Evangelio apa­ gas!), él mismo viola el sábado obrando mi­
rece como una persona de gusto y de cultura. lagros (5, 17-6, 11). Ello no obstante, Jesús
Afloran a cada memento el artista y el litera­ no desiste del anuncio solemne del nuevo rei­
to. Aun cuando Lucas se sirve de la «koiné», no, y así, habiendo elegido a los doce Após­
se ve que la maneja con desenvoltura, y a toles (6, 12-16), pronuncia el famoso sermón
veces se permite incluso cierta elegancia bus­ (v.) de la Montaña (6, 17-49); se muestra como
cada, como en el Prólogo (1, 1-4). Si se com­ verdadero salvador de los humildes ante el
para bajo este aspecto el tercer Evangelio con . siervo del centurión, el hijo de la viuda, la
el segundo, salta a la vista la superioridad pecadora anónima (7-8, 3); expone dos para­
LUCAS 366

bolas y realiza cuatro milagros (8, 4-56). Res­ con el milagro; declara que el reino de Dios
pecto de los Apóstoles, los envía a una misión ya ha venido y predice a los discípulos las
de prueba, confirma su fe con milagros (mul­ persecuciones que les esperan por parte de la
tiplicación de los panes, transfiguración, cura­ sinagoga, y la destrucción de Jerusalén (17,
ción del lunático), provoca la confesión de 11-18, 8). En las cercanías de Jerusalén acoge
Pedro, y así los dispone a acoger las dos pro­ amablemente a los niños; denuncia los peli­
fecías de la próxima pasión y las amonesta­ gros de las riquezas (episodio del joven rico)
ciones sobre la humildad y la tolerancia y promete a los generosos una recompensa
(9, 1-50). incomparable; por tercera vez predice las cir­
b) Caminando hacia Jerusalén (9, 51-19, cunstancias de su pasión (18, 15-34). En Jeri-
28). — El verdadero espíritu de Cristo con­ c ó : a la entrada restituye la vista a un men­
siste en la mansedumbre (para con los Samari­ digo ciego; dentro ya, convierte al publicano
tanos que le niegan hospitalidad), en la plena Zaqueo, y estando ya afuera, relata la parábola
y pronta abnegación, en el celo desinteresado de las minas (18, 35 - 19, 28).
(misión de los 72 discípulos), en el amor al c) En Jerusalén (19, 29-21, 38). — Jesús
prójimo (parábola del buen samaritano), en hace su entrada triunfal en la ciudad santa
la vida contemplativa (María y Marta), en la a caballo sobre un pollino, entre los vítores
oración (Pater noster) confiada y perseverante de la turba entusiasta del Mesías. Poco antes
(9, 51-11, 13). Jesús extiende un apremiante había llorado por esta ciudad, previendo su
requerimiento contra los fariseos (11, 4-54). ruina a causa de su ceguera. Habiéndose diri­
Inculca las disposiciones necesarias para tomar gido al Templo, arroja de la «casa de oración»
parte en el reino de Dios: sinceridad (no la a los sacrilegos mercaderes (19, 29-46). Los
hipocresía), confianza plena (no miedo), huida adversarios de siempre toman ocasión de ahí
de la avaricia (parábola del rico necio), aban­ para provocar la última polémica: ante la
dono en la Providencia (dejando preocupacio­ sospecha de una usurpación, Jesús les impone
nes terrenas), vigilancia (parábolas del ladrón silencio mediante el dilema sobre el bautismo
y del mayordomo), espíritu batallador (señales de Juan, y, bajo el velo transparente de los
del «tiempo»), penitencia (parábola de la hi­ colonos perversos, los amenaza con la repro­
guera estéril), caridad comprensiva (curación bación ; también con motivo de la cuestión
de la mujer encorvada), perseverancia (pará­ sobre el tributo al César les hace . callar con
bola de la semilla y de la levadura): 12-13, 21. una respuesta perentoria; luego, a propósito
Después de haber declarado que el camino de la resurrección de los muertos, confunde
que lleva a la salvación es estrecho, Jesús se fácilmente a los materialistas saduceos con las
ríe de las amenazas de aquella «raposa» de Escrituras en la mano; finalmente arremete
Herodes, y se lamenta del endurecimiento de contra los escribas vanidosos y parásitos y
Jerusalén (13, 22-35). Habiendo sido invitado contrapone el ejemplo de la modesta y ge­
a comer por un fariseo de elevada posición, nerosa viuda (20-21, 4). Respondiendo a una
recomienda la humildad y la obediencia res­ pregunta referente al desmoronamiento del
pectivamente con las parábolas de los puestos Templo, Jesús exhorta en primer lugar a la
en la mesa del gran banquete; hallándose ya constancia en la fe, y de ahí toma pie para
afuera, explica cómo la imitación de sus ejem­ volver a hablar de la destrucción de Jerusalén,
plos está condicionada por el desprendimiento concluyendo con un llamamiento a la vigi­
completo y por la aceptación de la «cruz», lancia en espera del Hijo del hombre (21, 5-38).
confirmando esta doctrina con las parábolas 3. Pasión y Resurrección,
de la torre, de la guerra y de la sal (c. 14). a) Pasión y muerte (cc. 22-23). — Prelu­
Jesús revela la ternura de su corazón para con dio ; la muerte de Cristo es decretada por el
los pecadores mediante las tres «parábolas de sanedrín, de acuerdo con el apóstol traidor
la misericordia»: la oveja extraviada, la drac- (22, 1-6). Durante la ultima cena Jesús insti­
ma perdida, el hijo pródigo (c. 15). Siguen tuye la Eucaristía, recomienda una Yez más
varios avisos sobre el uso de la riqueza (pará­ la humildad a sus discípulos, garantiza la
bolas del administrador infiel y del rico Epu­ infalibilidad y la supremacía de Pedro (22,
lón), sobre la condenación del escándalo, sobre 7-38). En Getsemaní ora y suda sangre, hasta
el perdón fraterno, sobre el poder de la fe, que, abandonado de todos, cae en manos de
sobre la humildad práctica (16-17, 10). los esbirros guiados por Judas (22, 39-53).
Cuando curó a los diez leprosos, Jesús re­ Llévanlo ante el sumo pontífice Caifás, lo
comendó la gratitud hacia Dios, sumo bien­ niega Pedro tres veces, lo escarnece la solda­
hechor, tomando pie del décimo beneficiado desca durante la noche, y al amanecer lo con-
367 LU C IA N O

cieña a muerte el sanedrín. Es llevado a Pi­ llegadas a nosotros únicamente por conducto
lato, que lo reconoce inocente y lo manda a de él, que casi la mitad de su evangelio
Herodes, que se burla de él y se lo devuelve (514 v. entre “í'.l5i) no se halla en los otros:
a Pilato, el cual, cediendo ante el griterío del cerca de un tercio de los milagros y tres cuar­
populacho alborotado, ratifica la sentencia ca­ tos de las parábolas (18 entre 24) que relata
pital (23, 1-25). Jesús, cargado con el madero, son exclusivamente propias de él. Entre las
ayudado del Cireneo y llorado por unas pia­ fuentes escritas que utilizó figura ciertamente
dosas mujeres, llega al Gólgota, donde es cru­ S. Marcos, a quien siguió en tres largos rasgos
cificado en medio de dos ladrones y mucre de la vida pública del Señor: 4, 31-6, 19
perdonando a los verdugos deicidas. José de (Me. 1, 21-3, 19); 8, 4 -9 , 50 (Me. 4, 1-9,
Arimatea provee a su sepultura (23, 26-56). 40); 18, 15-21, 38 (Me. 10, 14-13, 37), y la
b) Resurrección (c. 24). — En la madru­ fidelidad con que refiere lo sustancial, aun
gada del domingo las piadosas mujeres hallan imprimiendo en ello su impronta personal en
vacío el sepulcro, reciben de los ángeles la cuanto a la elección, a la dicción y al orden,
noticia de la resurrección del Maestro y se la es para nosotros una garantía de su sinceridad
comunican a los discípulos, que se muestran en la utilización de las otras fuentes no es­
escépticos (24, 1-12). Jesús se aparece primera­ critas o perdidas. Mas si el evangelio de Lucas
mente en forma de peregrino a los discípulos no recibió de S. Pablo su primer empuje, re­
que iban a Emaús, y luego a todos los dis­ cibió de él al menos su característica: la uni­
cípulos reunidos en el cenáculo, a quienes en­ versalidad de la religión, la salvación abierta
comendó la misión de ser «testigos» suyos en a los paganos, la inagotable misericordia di­
el mundo (24, 13-49). Y yendo a las afueras, vina.» (A. Vaccari.)
sube hacia el cielo (24, 50-53). Lucas escribió para los gentiles convertidos
«El mismo Lucas nos dice (1, 3) que inves­ y dedicó su escrito a un valiente y noble cris­
tigó y tomó informaciones sobre los hechos tiano llamado Teófilo. [G. T.]
de Jesús entre los que habían estado presentes. BIBL. — J. M. L aorange, E v. selon St. Luc.. 3.a
cd., París 1927; L. M archal, en la Ste Bible (ed. Pi-
Entre estos informadores puede apreciarse, es­ rot, 10), París 1946, pp. 1-292; A. V accari. La 5.
pecialmente en los primeros capítulos, la suave Bibbia. VIII, Firenzc 1950, pp. 189-284. * J. M. Bo-
vf.r, Autenticidad de Le. 9, 54-56., ¿h EstE (1953),
voz de la misma Madre de Jesús (cf. 2, 19.51). p. 27 ss.
Con tales investigaciones y de tan puras fuen­
tes alcanzó Lucas tal abundancia de noticias LUCIANO. — v. Griegas (Versiones).
M
MACABEOS (I y II libro de los). — Por el poblaciones vecinas (5, 1-68) y contra Lisias
sobrenombre (Macabeo, explicado como equi­ (6, 18-63). Después de la muerte de Antíoco IV
valente a Martillo o también, y quizá más (6, 1-17), Judas, victorioso contra los ejércitos
acertadamente, a Designado o Designación de de Demetrio I (7, 1-50), se alía con los roma­
Yavé, suponiendo que hay en hebreo un maq- nos (8, 1-32) y muere poco después en el
qabhiahü, de náqabh) Macabeo, principal pro­ combate (9, 1-22).
motor de la revuelta antiseléucida, se llaman Sucédele al frente de la lucha su hermano
libros de los Macabeos los escritos canónicos Jonatán (9, 23 - 12, 54), que lucha con resul­
que relatan esa lucha o los hechos con ella tados favorables contra Báquides (9, 23-73),
enlazados. Por extensión empléase también el llega a negociaciones ventajosas con el preten­
término para todos los miembros de la fa­ diente Alejandro Bala (10, 1-66), se ofrece al
milia del sacerdote Matatías y para los otros nuevo pretendiente Demetrio II (10, 67-85) y
personajes que se destacan en el relato (cf. los ocupa a Ascalón (10, 86-89), mientras es de­
siete hermanos Macabeos). rrotado Alejandro por Demetrio (11, 1-19), que
La Iglesia sólo reconoce dos libros inspira­ se muestra generoso con Jonatán (11, 20-27).
dos, que forman parte de los deuterocanónicos Luego viene una breve relación de la actividad
porque faltan en el canon hebreo, y por lo diplomática. Jonatán reconoce al nuevo rey
mismo en casi todas las confesiones acató­ Antíoco VI, sostenido por Trifón (11, 38-74),
licas. Los dos libros no constituyen una obra y renueva la alianza contra los romanos y los
única, y es muy probable incluso que sean espartanos (12, 1-23). Después de otros éxitos
enteramente independientes entre sí. El primero contra Demetrio y contra las ciudades filisteas
comprende un período de cerca de 35 años, (12, 24-38) es hecho prisionero por Trifón
desde la expedición a Egipto de Antíoco IV (12, 39-53).
con una breve referencia a su sucesión en el Simón (13, 1-16, 24), que sucedió a su her­
reino, hasta el asesinato de Simón, hijo de mano, una vez rescatado de Trifón, que había
Matatías; el segundo abarca solamente unos muerto a Jonatán (13, 1-30), se pone en rela­
cinco años, desde la misión de Heliodoro hasta ción con Demetrio II (13, 31-40) con el intento
la victoria sobre Nicanor. de alcanzar la máxima independencia de la
El I Mac. se divide fácilmente según los di­ Judea (13, 41-14); renueva la alianza con los
ferentes protagonistas. En la introducción (1, romanos y con los espartanos (14, 16-24) y
1 - 2, 70) se alude a las causas de la insurrec­ gobierna de tal forma que se granjea Ja gra­
ción, presentando el propósito de Antíoco IV titud de sus súbditos (14, 25-49). El nuevo rey
de helenizar a los judíos (I, 11-64), y luego se Antíoco VII intenta reivindicar sus derechos
describen las primeras resistencias de algunos sobre Judea (15, 1-36), mas su expedición fra­
grupos judíos, especialmente de Matatías y sus casa (15, 37-16, 10). Después de narrarse el
cinco hijos (2, 1-70). Sigue el relato de la re­ asesinato de Simón, cometido por su yerno
vuelta dirigida por Judas Macabeo (3, 1-9, Tolomeo (16, 11-22), se alude al gobierno de
22), que derrota a Apolonio (3, 10-12) y a su hijo Juan Hircano (16, 23 s.).
Serón (3, 13-26), oficiales subalternos del reino Entre los libros históricos de la Biblia, el
seléucida. Su fama crece con la victoria de I Mac. es el que mejor corresponde al con­
Emaús (3, 38 - 4, 25) y de Betsur (4, 25-35), cepto de la moderna historiografía. Aunque
que permitieron la nueva consagración del no disimula su entusiasmo por la actividad de
Templo, anteriormente profanado por los pa­ los insurrectos y el fin religioso de la obra, el
ganos (4, 36-61). Siguen las batallas contra las autor se basa en excelentes fuentes históricas
24. — S padafora . — Diccionario bíblico
MACABEOS (I y II libro de los) 370

y en el conocimiento directo de muchos epi­ su origen, entre las cuales es notable la Vetus
sodios. Con un raro sentido histórico inserta latina, de que existen diferentes recensiones
importantes documentos oficiales transcribién­ con diferencias muy sensibles.
dolos fielmente (5, 10-13; 8, 23-32; 10, 18 ss. El 11 Mac. en el prefacio del autor (2, 19-32)
25-45; 11, 30-37; 12, 6-23; 13, 36-40; 14, se presenta como un extracto de los cinco
27-45; 15, 2-9.16-21). Su credibilidad está ga­ libros históricos de Jasón de Cirene, y antes
rantizada ; mas no debe olvidarse el particular de ello figura una colección de documentos
punto de vista que le induce a proferir juicios particulares (1, 1-2, 18).
incompletos y unilaterales sobre enemigos del El libro puede dividirse en dos grandes sec­
pueblo hebreo (cf. los perfiles de Alejandro ciones (3, 1-10, 9 y 10, 10-15, 37). En la
Magno y Antíoco IV). En cambio es muy primera están contenidos los acontecimientos
valiosa su precisión en los datos cronológicos anteriores a la purificación del Templo, o sea
y topográficos. la misión de Heliodoro (3, 1-40), las intrigas
Esta última característica, juntamente con la de los sumos sacerdotes de Jerusalén (4, 1-50),
viveza del relato, es indicio de que el autor es la persecución de Antíoco IV (5, 1-10), que
un palestino contemporáneo que gozaba de profana el Templo (5, 11-26) y se ensaña contra
una posición ventajosa en los ambientes jero- los que se mantienen fieles a la ley mosaica
solimitanos. Muchos exegetas lo creen un fa­ (6, 1 - 7, 42), la derrota de Nicanor (8, 1-36),
riseo o al ménos un asideo, mas no se impone la muerte de Antíoco (9, 1-29) y la purificación
tal deducción con el examen interno. Indu­ del Templo (10, 1-9). En la segunda sección
dablemente era favorable a los Macabeos y a se relatan las diferentes luchas de Judas con­
la dinastía asmonea, y estaba dotado de es­ tra los pueblos cercanos (10, 10-38) y contra
píritu profundamente religioso, aun cuando evi­ Antíoco V (11, 1-13, 26), y finalmente el
ta cualquier digresión parenética o religiosa. libro se extiende en la descripción de la mi­
Ello se infiere del modo que tiene de concebir sión de Nicanor (14, 1-14), su amistad con
la historia, cuyo primer autor se considera Judas (14, 15-25), su acción contra éste (14,
que es Dios, a quien nunca nombra, por un 26-38), y, tras el episodio del suicidio de Pa­
religioso respeto. Su nombre está reemplazado cías (14, 37-46), su muerte (15, 1-36). Los
por el pronombre personal, y más frecuente­ VY. 15, 37-39, constituyen un breve epílogo.
mente aún por el vocablo «cielo». Pese a las numerosas conjeturas, no se ha
Es imposible precisar la fecha de composi­ logrado saber nada en torno a Jasón de Ci­
ción del libro. Como límites máximos pueden rene, de quien no aparecen noticias dignas de
señalarse los años 135 y 63 a. de J. C. El mención, fuera de las pocas palabras del autor
primero, como terminus ante quem, es recla­ del II Mac. Por lo mismo no podemos for­
mado por la breve noticia sobre el gobierno marnos una idea exacta acerca de la relación
de Juan Hircano, que comenzó justamente en que media entre el escrito detallado del des­
ese año; la segunda fecha, como terminus post conocido escritor judíohelenista y nuestro libro.
quem, está sugerida, por no decir impuesta, El II Mac. difiere mucho del primero. En pri­
por la actitud de admiración y de estima hacia mer lugar el segundo fué escrito en griego y
los romanos (8, 1 ss.), ya que tal simpatía y en un estilo ampuloso y rebuscado, con evi­
la esperanza en su ayuda son inconcebibles en dentes señales de preocupación por el efecto.
un judío después de la ocupación de Jerusalén Se trasluce la retórica, que a veces hace di­
y de la profanación del Templo por parte de fícil y ardua la lectura y casi imposible la
Pompeyo Magno (63 a. de J. C.). Por otros traducción. Los vocablos raros, el énfasis, los
indicios (cf. 13, 30; 16, 2 ss.), y especialmente parangones audaces y bien estudiados, todo ello
por el hecho de presentarse el autor como tes­ delata las ansias constantes del autor por con­
tigo ocular, puede restringirse tal período a seguir una obra literaria. El amaneramiento es
los años 135-100, considerando como más pro­ evidente incluso en la disposición de la ma­
bables los primeros años del reinado de Juan teria. Aparte esas particularidades puramente
Hircano, o sea hacia el año 130 a. de J. C. estilísticas, nótanse otras que no menguan su
El libro fué escrito en hebreo, o por lo me­ credibilidad histórica, pero que hacen muy di­
nos en lengua semita, como se deja traslucir fícil su exégesis. El autor se deleita con re­
en el sentido. Orígenes (en Eusebio, Hist. ecc. latos milagrosos, se complace en los números
VI, 25, 2) trae incluso su título en hebreo. hiperbólicos y muestra una constante preocu­
Ahora sólo tenemos el texto griego, ordinaria­ pación teológica para explicar los padecimien­
mente bien conservado en los diferentes có­ tos del pueblo. Pasa por alto los datos geo­
dices y en las traducciones que de él tienen gráficos y cronográficos y reduce a su mínima
371 MACABEOS y Asmoneos (Historia)

expresión el uso directo de documentos ofi­ proveyó de tema a los dos libros del mismo
ciales (cf. 9, 19-27; 11, 17-38). Su pensamien­ nombre (v.), del primero de los cuales depende
to va dirigido a la santidad del Templo y de en gran parte Flavio Josefo.
la Ley. Así, mientras el I Mac. prefiere des­ Es poco lo que se sabe del sacerdote Ma­
cribir la historia militar y política, este otro tatías (I Mac. 2, 1-70), a quien se debe el co­
se demora en relatar la protección divina en mienzo de la insurrección. AI morir él enco­
favor del Templo (3, 24 ss.) y los actos de mendó la dirección militar a su hijo Judas
heroísmo individual en homenaje de las pres­ (Ibid. 3, 1 -9 , 22; H Mac. 8, 1 ss.), que llevó
cripciones legales (6, 18 - 7, 42). a cabo afortunadas empresas guerreras contra
No obstante, y pese a diferencias tan radi­ los diferentes contingentes de los seléucidas
cales, ambos libros coinciden en los elementos enviados a Palestina. Le fué dado purificar el
esenciales de la materia que les es común, Templo (v. Antíoco Epífanes), que los paganos
confirmándose mutuamente, pues no es com­ y los judíos helenizantes habían profanado, y
pletamente seguro que haya entre ellos depen­ formalizar una alianza con Roma, pero prác­
dencia literaria. De un modo especial el se­ ticamente, al morir en la batalla, dejó a Judea
gundo completa al primero con valiosas infor­ bajo el dominio seléucida y al Templo en
maciones acerca de los partidos de Jerusalén manos de sacerdotes helenizantes, mientras sus
y de la actividad, muy poco digna, de algunos partidarios se veían constreñidos a refugiarse
sumos sacerdotes. Por eso tiene una gran im­ en el desierto. Su hermano menor, Eleazar,
portancia, aun históricamente considerado, y le había precedido en la muerte (I Mac.
es riquísimo en enseñanzas teológicas. La crea­ 6, 43-46).
ción de la nada (7, 28) y la resurrección de los Simón, uno de los tres hermanos sobrevi­
cuerpos (7, 11 s .; 14, 46) están en él afirma­ vientes, siguió siendo el consejero moral y di­
das con una claridad que en vano se buscará rigente político, según la voluntad de su padre
en otros libros del Antiguo Testamento. Otras (lbid. 2, 65), mientras que Jonatán asumió la
verdades, como el sacrificio por los difuntos, herencia de Judas en la lucha contra la tiranía
la eficacia de la oración de los santos por los extranjera. Juan, al parecer, estaba encargado
y ív o s (cf. 12, 43 s .; 15, 12-16), constituyen de los servicios de alojamiento, pero fué muer­
preciosas novedades en la revelación. to de repente en una emboscada por una tribu
No se conoce el año en que fué compuesto naba tena (Ibid. 9, 35 ss.). Con el favor de las
el libro. Si Jasón recibió sus informes por vía continuas luchas intestinas del reino seléucida,
oral, no nos está permitido pensar en una después de la muerte de Antíoco IV, Jonatán
fecha muy posterior al 161-160 a. de J. C., (160-142 a. de J. C.), valiéndose de su astucia
o sea después de la muerte de Antíoco V. y mostrando grandes ánimos, no desechó las
Y más delicada aún es la cuestión de la época ocasiones que se le brindaron para establecer
del autor del epítome, sobre la cual parece alianzas diplomáticas, con lo que logró debi­
que debe excluirse la posibilidad de que fuera litar considerablemente el prestigio seléucida en
un año posterior al 63 a. de J. C., a causa de Judea. Consiguió numerosas concesiones y
la noticia que se da en 15, 37; y el terminus exenciones económicas; fué investido del sumo
post quem puede fijarse en el 124 a. de J. C. sacerdocio (Ibid. 10, 20) y en la práctica go­
(cf. 1, 9). Por consiguiente, la fecha más pro­ bernó en Judea. Con todo, no logró eliminar
bable debe de encajarse hacia el 160 a. de la guarnición siria en el Acra de Jerusalén.
Jesucristo. (A. P.] Fué capturado traidoramente por Trifón, a
BIBL. — F. M. A b e l . Les livres des Maccabées. Pa­ quien hizo frente inmediatamente Simón, que
rís 1949; A. P enna, I e II Maccabei, Torino 1952; resueltamente había sustituido a su hermano.
* J. P. d e U r b e l , Leyendo la Biblia, Libro de los Ma-
cabeos, en Cons. (1955), nov.-dic. Simón (142-135 a. de J. C.) llevó a término
la obra de Judas y de Jonatán. En primer
MACABEOS (III y IV libro de los). — v. Apó­ lugar trató de pactar con Trifón, quien lo des­
crifos. pachó con la promesa de poner en libertad
al prisionero, y luego se puso al lado de De­
MACABEOS y Asmoneos (Historia). — La metrio II, el cual se apresuró a otorgarle las
denominación de Macabeos proviene del hecho máximas concesiones. Ahora estaba ya casi en­
de haberse extendido a toda la familia el teramente desvanecida la soberanía seléucida.
sobrenombre de Judas, hijo tercero de Ma­ En 142-141 el pueblo se consideró como for­
tatías (165-160 a. de J. C.). La gesta de los malmente libre e independiente (I Mac. 13,
Macabeos halló un eco muy débil, y a veces 41 s.). El 23 del mes de Ijjar (mayo) del 141
falso, en los historiadores paganos. En cambio se rindió incluso la guarnición del Acra, que
MACABEOS y Asmoneos (Historia) 372

hacía largo tiempo estaba aislada. Esto era la de sumo sacerdote. Estuvo siempre en lucha
plena independencia reforzada con las rela­ con los fariseos, a quienes persiguió con te­
ciones diplomáticas (Ibid. 14, 16-24; 15, 15-24). nacidad. Éstos llegaron a implorar Ja ayuda
Una asamblea popular (Ibid. 14, 25-49) con­ extranjera, faltando a una de sus afirmaciones
firma las diferentes prerrogativas que se habían más tajantes. Demetrio III Éuquero derrotó a
acumulado en la familia de los Macabeos, las Alejandro Janneo en Soquen, pero el peligro
cuales se compendiaban en la suprema auto­ de una nueva sujeción a los seléucidas indujo
ridad civil (sin el título de rey) y religiosa. a los fariseos a abandonar a Demetrio, que se
Antíoco VII Sidetes trató de anular la nueva retiró disgustado.
situación que se había creado en Judea, mas El rey continuó en sus empresas y en sus
su intervención tuvo por resultado un fracaso venganzas, y murió asediando una fortaleza de
(Ibid. 15, 25-16, 10). Simón fué asesinado Transjordania (Fl. Josefo, XIII, 395-98).
por un yerno suyo, un tal Tolomeo, a quien Su perspicacia y el amor a la monarquía
se había encomendado la fortaleza de Doq le indujo a aconsejar a su mujer Alejandra
en el monte de la Cuarentena, junto a Jericó. Salomé una política de benévolo acercamiento
No obstante la larga y minuciosa preparación a los fariseos. La capitulación imprevista del
del delito, el asesino no logró tomar la direc­ rey desarmó a éstos, los cuales le dieron una
ción de Judea, ya que fué prevenido por Juan solemne sepultura e inmediatamente se dispu­
Hircano, a quien Simón, su padre, había en­ sieron a ponerse bajo el patrocinio de la reina
comendado un importante cargo militar (Ibid. (XIII, 409). Ésta reinó durante unos diez años
13, 53; 16, 3.21 s.). (75-66), y a su hijo Hircano, de índole pacífica
Con Juan Hircano (135-104) comienza la y ajeno a toda ambición, lo nombró sumo
dinastía que suele llamarse cismonea, del nom­ sacerdote, y trató de arrinconar a su otro hijo,
bre de un antepasado de los Macabeos (Fl. Jo- el emprendedor Aristóbulo. Si por una parte
sefo, Ant. XII, 265, única fuente por ahora la reina se mostró sagaz, por otra sembró las
y no siempre digna de crédito). En un prin­ múltiples discordias futuras con su injusta y
cipio el joven rey hubo de vencer no pocas miope preferencia por el débil Hircano y con
dificultades provenientes de Antíoco VII, a la plena libertad que dejó a los fariseos, y
quien había llamado el rebelde Tolomeo, e in­ efectivamente su muerte dió comienzo a la
tentaba reafirmar su dominio sobre Judea. guerra civil. Pronto Aristóbulo ganó la delan­
Unicamente la preocupación por las fronteras tera a su hermano, quien a los tres meses de
del norte, y tal vez también el miedo a Roma, reinado se vió forzado a retirarse a la vida
convencieron al rey seléucida de la convenien­ privada. Hircano, rechazado por el idumeo An­
cia de pactar con el príncipe asmoneo asediado tipatro, cortesano interesado, se refugió cabe
en Jerusalén. Su largo reinado vió prosperidad el rey Areta, que trató de retenerlo en el trono
y bienestar; la conquista y anexión definitiva con las armas, pero no logró conquistar a Je­
de Idumea y Transjordania, a las que se im­ rusalén. Antipatro se dió a negociar con los
puso la circuncisión y la religión judaica. En romanos y consiguió que Pompeyo (antes par­
el interior, Hircano se puso en declarada hos­ tidario de Aristóbulo, en el año 65) ahora se
tilidad con los fariseos, que hasta entonces inclinase por el débil Hircano. Pompeyo ocupó
habían sido los sostenedores de los Macabeos. a Jerusalén en el otoño del año 63 a. de J. C.
Los fariseos se oponían especialmente a la y puso a Hircano con el título de «etnarca»
unión de la dignidad sacerdotal con la civil, sobre Judea, Galilea y algunos distritos de
que se había consumado en la casa reinante. Transjordania e Idumea, pero bajo la vigilan­
. A Juan Hircano sucedió su primogénito cia de Scauro, gobernador de la nueva pro­
Aristóbulo I, que murió en breve (103-102) y vincia de Siria. Para adornar su triunfo lle­
sin hijos. Su esposa Alejandra puso en liber­ vóse consigo a Roma a Aristóbulo y a sus
tad a tres de sus cuñados que todavía vivían hijos Antigono y Alejandro. Éste consiguió
y adjudicó el sumo sacerdocio al mayor de huir durante el viaje, y hacia el año 58 se pre­
ellos, con quien probablemente se casó la rei­ sentó nuevamente en Palestina, donde reunió
na. Este hijo de Hircano se llamaba Jonatán el partido que favorecía a su padre. El inepto
(Jánneo, en abreviatura) y, en forma helenista, Hircano acudió al comandante romano Gabi­
Alejandro. Tomó el título de «rey» y reinó nio, que cada vez intervino más directamente
del 102 al 76. Fué un general capaz y despre- e incluso en las cuestiones internas. En el 56
ciador del cansancio, que alcanzó varios éxitos apareció otra vez en Judea el propio Aristó­
en las campañas de conquista; pero fué cruel bulo con su otro hijo Antigono, pero pronto
y tirano, y en manera alguna digno del cargo lo hicieron prisionero.
373 MAGNIFICAT

El idumeo Antipatro, ayudado de su astuto Shu’aib (nombre que frecuentemente se identi­


hijo Herodes, contribuyó más que otro alguno fica con Jetró). Además del episodio del sue­
a la extinción de la dinastía asmonea. Aris- gro de Moisés existen otros indicios de la an­
tóbulo murió el 63; Hircano II llegó, entre tigüedad de la instalación de los madianitas
muchas peripecias, hasta el año 30 a. de J. C. en el sur: la unión de los madianitas (para
A su nieto Antigono, destronado por Herodes Albright es identidad) con los cusitas o etío­
en el 37, lo anuló el triunviro Antonio. [A. P.] pes, provenientes del sur de Arabia y que figu­
BIBL. — J. M. L agranoe, Le Judáisme avant Jésus- ran en la genealogía de Seba y de Dedan
Christ. 3.a ed., París 1931, pp. 47-61. 91-108, 131-48; (Hab. 3, 7; Éx. 2, 16; Núm. 12, 1); el hecho
F. M. A b e l , Histoire de la Palestine, I, ibíd. 1952,
pp. 130-264, 287-96, 310-44. de que Efa descienda de Madián (Gén. 25, 4).
Si los madianitas no están expresamente men­
MADIÁN-MADIANITAS. — El nombre, qui­ cionados entre los pueblos que en 732 llevan
zá de origen jorreo, en hebreo es midhján, a Teglatfalasar III oro, plata, perfumes y ca­
griego MaSiáfi. Hijo de Abraham y de Quetura mellos como señal de sumisión, puede admi­
(Gen. 25, 2), primer padre de los madianitas, tirse que están sencillamente representados por
pueblo de nómadas, del interior del desierto los habitantes de la ciudad de Haiapa, que
sirioarábigo (Gén. 25, 6), de donde penetran aparecen después de los sabeos, y Haiapa co­
en el territorio de Moab. Aquí son derrotados rresponde a Efa, que Is. 60, 6, une a Madián
por Badad, cuarto rey de Edom (Gén. 36, 35). y a Saba. También aparece algún nombre de
Figuran como mercaderes en la historia de los otros hijos de Madián (Gén. 25, 4), como
José (Gén. 37, 28.36) y frecuentemente se les Efer, Janoc, Abida (Ibadidi de los textos asi­
confunde con los ismaelitas, con quienes se rios) y Elda en inscripciones sabeomíneas y en
unen para el saqueo y para formar caravanas la toponímica de la Arabia meridional. [F. V.]
comerciales.
Cuando Moisés iba huyendo de la corte de BIBL. — F. M. A b e l . Géographie de la Palestine, I,
P a r í s 1933. p . 285 s s . ; W . F . A l b r i g h t , e n BASOR,
Egipto, se refugió junto a Jetró (v.), no lejos 83 (1941), 84, n . 8; H. H. R o w l e y , From Joseph to
del Sinaí, entre Edom y Farán, junto al ca­ loshua, Londres 1950, p. 152 s.
mino de Egipto, y tomó por esposa a su hija
Séfora, de la que tuvo dos hijos, Gersón y MAGDALENA. — v. María (de Betania).
Eliezer (Éx. 2, 14 s.; 18, 1 ss.). La gente de
Madián conoce muy bien el camino del Sinaí MAGIA. — v. Religión popular.
hacia el norte (Éx. 18, 27; Núm. 10, 29 ss.).
Los madianitas aparecen de nuevo en ’Arbot MAGNIFICAT. — Es el cántico pronunciado
Moab, al nordeste del mar Muerto, donde por la Santísima Virgen cuando fué a visitar
son un escándalo para los israelitas. En una a su prima Isabel (Le. 1, 46-55). El título res­
lucha que tuvieron contra éstos perdieron cinco ponde a la primera palabra de la versión la­
jefes presentados como vasallos de Seón, rey tina. El tema lo había ofrecido la misma Isabel
de los amorreos (Núm. 22, 4.7; 25, 5-15; 31; al saludarla llamándola «Madre de Dios», ha­
Jos. 13, 21). En los comienzos de la historia biéndola iluminado el Espíritu Santo en el mo­
de los Jueces, los madianitas, unidos con Ama­ mento en que se presentó la Virgen (Le. 1,
lee y con los Bene Quedem (cf. Jue. 6, 3), 41 ss.).
organizan incursiones periódicas en el terri­ El Magnificat es un himno de alabanza al
torio de Canán, inundando de cameros y de Todopoderoso por el misterio de la Encarna­
caballos los campos cultivados. Gedeón los ción que de un modo silencioso se había rea­
pone en fuga y coge a los jefes madianitas lizado en el castísimo seno de la Virgen. Des­
Zebaj y Salmana en Carcor (Jue. 8, 1-21), arrolla estos conceptos: a) no obstante la pe-
Madián, como término geográfico (eres Ma- queñez (ra^eíva)cri9 = bajeza, miseria) de su
dian ; LXX, yr¡ MaSiá//.), es conocido de Fla­ sierva (8oúA»j = esclava), Dios ha obrado en
vio Josefo CtóAi? MttSupwj), que recuerda el Ella grandes prodigios (Concepción inmacu­
retiro de Moisés junto al mar Rojo (Ani. II, lada, Maternidad divina, Virginidad perpetua,
11, 1); de Tolomeo con el nombre de Ma- todos los cuales favores «exigían» como se­
diama (Geogr. 6, 7, 27); de Eusebio (Onom. cuela la asunción a los cielos), y por eso todas
124), de S. Jerónimo (In Is. 60, 6; ln Ez. 25) las generaciones la proclamarán «Bienaventu­
y del Corán, que indican una región y una rada» (46-48); b) las maravillas obradas- en
ciudad de Arabia junto a las costas del golfo María, como tantos otros favores concedidos
de Aqaba. Los árabes sitúan a Madián en por Dios en el decurso de los siglos a sus
Hawra, junto al oasis de el-Bed’ o Mogiayer fieles servidores (= los que le temen), ponen
MAGOS (Los) 374

de manifiesto sus tres atributos fundamentales: ciertos testimonios en contra quedan literal­
el poder, la santidad, la misericordia (49-50); mente pulverizados por el unánime testimonio
c) con pormenores tomados de la conducta de todos los códices griegos y por el de todas
ordinaria de la Providencia, pénese en eviden­ las versiones (coptas, siríacas, latinas). Es tam­
cia la constante intervención de Dios para pro­ bién digno de notarse que en el Magnificat se
teger a los humildes (= pobres) y confundir evita a propósito la alusión a la esterilidad
a los poderosos soberbios (51-53); d) el prin­ (I Sam. 2, 5), lo que ciertamente no habría
cipal beneficiario de tales favores ha sido Is­ omitido Isabel, ya que también ella era estéril
rael, con quien Dios ha mantenido todas las (Le. 1, 37). Y no digamos que en boca de
promesas hechas a Abraham (v.) y a su des­ Isabel no habrían tenido sentido alguno las
cendencia, especialmente la que daría origen palabras del v. 48: Todas las generaciones me
al Mesías (Gén. 12, 3; 22, 17-18; Gál. 3, 16) llamarán bienaventurada. Por eso el chismorreo
(54-55). de la crítica murió apenas nacido, a lo que
Las reminiscencias bíblicas en que abunda contribuyó poderosamente la Pontificia Comi­
el Magnificat, tomadas de los Salmos, y prin­ sión Bíblica con un decreto del 26 de junio
cipalmente del cántico de Ana, madre de Sa­ de 1912 (Denz.-U. 2158).
muel (I Sam. 2, 1-10), han dado ocasión a los En la liturgia latina se viene recitando el
críticos para poner en duda la historicidad del Magnificat desde tiempos inmemoriales en las
documento, que es definido como «un salmo Vísperas del Oficio Divino. Hay quienes pien­
judaico», o bien como «un mosaico de fórmu­ san que fué S. Benito quien lo introdujo, mas
las preexistentes, reunidas por el evangelista el aserto está lejos de ser cierto. (B. P.]
o por el autor de su fuente».
BIBL. — L. C. F illion . Vida de N. S. J. C .. trad.
Por lo que a las reminiscencias bíblicas ata­ csp.. I. Madrid 1942. pp. 208-211 373-377; M. i. La-
ñe, no es de extrañar que se piense que para ORANG2, Ev. se'on s. Luc., París 1927, pp. 44-54;
los piadosos israelitas era el único alimento F. ZORCLL. en VD. 2 (1922). 194-99; F. C adrol. Can-
•iques evaméVques, en DACL. II. col. 1997 s. * J. M.
del espíritu, de suerte que sus textos Ies afluían Bovfr. El Magiri'caí, su estructura y su significación
como instintivamente a los labios, siempre que mariológica, en EstE (1945), pp. 31-43.
a impulsos de una emoción religiosa se apres­
taban a expresar su agradecimiento, o a rogar MAGOS (Los). — Personajes que acudieron
a Dios como quiera que fuera. Mas por muy a Belén desde el Oriente, guiados por una
evidente que sea el que algunas expresiones estrella, para adorar al Rey de los Judíos
sean tomadas de escritos precedentes, el Mag­ (Mt. 2, 1-12).
nificat tiene un tono personalísimo, como se Después de los estudios del P. G. Messina
observará principalmente en el v. 48: ha mi­ es indudable el lazo que existe entre los Ma­
rado la humildad de su siervo, cuyas palabras gos y el reformador de la religión, iránica,
tienen perfecta correspondencia en la actitud Zaratustra. Magos es lo mismo que partici­
de la Virgen ante el ángel: he aquí la siervo pantes del don (en el Avesta: maga van, mo-
del Señor (Le. 1, 33). En otras palabras, sucedió ghu), y el don es la doctrina de Zaratustra ;
con el Magnificat lo que en los tiempos an­ o sea que eran partidarios o discípulos de
tiguos sucedió con los constructores cristianos Zaratustra. La tradición literaria que describe
que a veces tomaron los ladrillos e incluso a los Magos como astrólogos y adivinos per­
piezas de mármol de los templos paganos, mas tenece a época posterior, y debe su origen
la Basílica tenía otra alma, otro estilo, otro principalmente a Bolos de Mendes, fundador
aspecto. de la escuela neopitagórica de Alejandría, que
Al fin del siglo pasado, la influencia prin­ se dedicaba a estudiar las actividades mágicas
cipalmente de Loisy (Harnak es más suave) de las piedras y de las plantas. Desde entonces
contribuyó a que se intentara enturbiar las se confundió a los Magos con los caldeos de
aguas en torno a la autora del Magnificat, Babilonia y con los magos egipcios, y por lo
porque se había llegado a descubrir (lo cual mismo se los llegó a considerar como brujos
había ya advertido Wetstein en 1751) que al­ y hechiceros, concepto que tuvo un enorme
gunos códices de la antigua versión latina y crédito en el pueblo desde el s. ii a. de J. C.
otros, incluso latinos, de las obras de S. Jeró­ hasta la edad media avanzada. Para los tiem­
nimo y de Orígenes, ponían en el v. 46 «Ait pos del N. T. cf. Act. 13, 6 ss. (el mago
Elisabeth» en vez de «Ait Maria». Como muy Elimas-Bar-Jesús), y 8,9 (Simón el mago,
acertadamente se ha dicho, se trata de «una fiayevMv). Pero hubo serias protestas desde el
extrañeza inspirada por el amor de la nove­ siglo in a. de J. C. hasta el m desp. de J. C.
dad». Y efectivamente, los esporádicos e in­ por parte de escritores bien informados acerca
375 MALAQUIAS

de los Magos y su doctrina; distinguiéndolos (principalmente sirios), los cuales, sabiendo y


tajantemente de los caldeos (Dinón, Crisós- todo que Zaratustra no pertenecía al pueblo
tomo, Porfirio). La mayoría de los escritores judío, hacen de él un profeta precristiano y
cristianos, sobre todo orientales, y entre éstos mesiánico. La aproximación del Saushjant al
los sirios (que estaban en contacto más inme­ Mesías hebreo la habían iniciado escritores
diato con los Magos), nos los presentan como judíos que estaban en contacto con los persas
imitadores de Zaratustra, en oposición a los desde el tiempo de Ciro («Oráculos de Is-
caldeos y a los sacerdotes egipcios. taspe»).
Los testimonios históricos y literarios que «Fué principalmente la doctrina del «Auxi­
acabamos de exponer nos inducen a buscar la liador» la que formó un puente para unir a
patria de los Magos en Persia, a la que per­ los Magos con los judíos y con los cristia­
fectamente puede referirse el término genérico nos..., y la propaganda judía se sirvió de esta
«Oriente» (Mi. 2, 1 ; cf. Is. 41, 2). Algunos doctrina para atraer a los persas a que admi­
Padres pensaron en Arabia, porque interpre­ tiesen y esperasen lo que admitían y esperaban
taban ciertos textos del A. T. en conexión con ellos mismos... Por consiguiente, no había en
la vida dej Mesías (Sol. 72, 10.15; Is. 8, 4). el mundo gente mejor preparada que los Ma­
En Arabia piensan también algunos modernos gos para seguir el llamamiento de los astros
(Lagrange, Lebreton, Prat) como más fácil de hacia Belén» (Messina, p. 95). El texto nada
identificar geográficamente. Hoy es casi uná­ dice del número ni de los nombres, pero la
nime el sentir* de los exegetas en considerar tradición ha señalado el número, oscilando
la estrella como de carácter milagroso, como entre los 2 y los 12, si bien el más común es
un meteoro producido directamente por Dios. el de 3, deducido del número de los dones.
Las tentativas de Kepler, que veía en ella la Los nombres Gaspar, Melchor y Baltasar no
unión de Júpiter con Saturno (7 a. de J. C.), se remontan más allá del s. ix. Igual incerti­
o las de otros que han querido reconocer en dumbre reina en torno al tiempo de su lle­
ella el cometa de Halley (12 a. de J. C.), no gada, que la opinión más común pone des­
pueden adaptarse al texto. pués de la presentación en el Templo. La rea­
La idea que dispuso a estos Magos a ir en leza que se ha atribuido a los Magos desde
busca del Salvador y a reconocerlo, sería la S. Cesáreo de Arlés en adelante, carece de
idea del «auxiliador». En el Avesta (v. Persas) fundamento. Los dones son típicamente orien­
se da la idea de un auxiliador «Saushjant», tales. Alguien se sentirá inclinado a ver en el
tal vez varios, que en las Gathas es un perso­ primer don un aroma en armonía con el in­
naje histórico, presente y real, mientras que cienso y la mirra, y no precisamente el oro
en el Avesta posterior predomina con carácter (G. Ryckmans, en RB, 3 [1951] 372-76). [S. R.]
escatológico. En los escritos medopersas su BIBL. — G . M e s s i n a , 1 Magi a Betlemme e una pre-
actividad está encuadrada en el sistema crono­ dizione di Zoroastro, Roma 1933; H. S i m ó n - G . P ra ­
lógico de los cuatro trimilenios en que se di­ do, Prae'.ect'ones Biblicae, Turín 1947, pp. 381-38;
G . R i c c i o t t i , Vida de Jesucristo, trad. esp.. 3.a ed..
vide la edad del mundo. La finalidad de su Barcelona 1946. pp. 290 ss. * B. G i l , ¿Cuál fué la ruta
aparición es el triunfo definitivo del Bien, o de los Magos?, en C A T (1945), p. 37 ss. ; R. F u s t e r ,
¿Fué español el oro que ofrecieron los Reyes Magos
sea del reino de Ahura-Mazdah contra el de al Niño Dios?, en CB (1945).
Amra-Mainju. Su nombre es Astvaí-ereía. «ver­
dad encarnada». Los rasgos del Saushjant están MALAQUfAS. — Profeta, el último del ca­
recalcados sobre los de los héroes persas del non, «sello de los profetas». Profetizó después
mito; un rasgo mítico totalmente ausente de de la cautividad, durante la dominación persa,
las Gathas es su nacimiento de una doncella cuyo «Pehah», «gobernador», se menciona, y
que concibe en virtud del semen de Zaratustra, después del restablecimiento del culto en el
custodiado por los reinos en el lago Kajanseh, templo de Zorobabel (Mal. 1, 10, 2, 4 ss; 3,
adonde irá a bañarse la jovencita. Por la doc­ 1, 10). No consta si fué antes, durante o des­
trina cronológica medopersa se sabe que los pués del retorno de Esdras-Nehcmías a Pa­
auxiliadores aparecerán al fin de cada milenio lestina. Las hipótesis oscilan entre el 519 y
del cuarto período del mundo, y que el pri­ el 425 a. de J. C.
mero aparecerá 1.000 años después de Zara­ No es probable que el «Pehah» de Mal. 1, 8,
tustra, y si este último vivió, según la noticia sea Nehemías, que rechazó todo donativo (Neh.
más antigua de Xantos, hacia el 1082 a. de 5, 14-15, 18), y que las oblaciones desecha­
Jesucristo, el Saushjant debía ser esperado ha­ das (Mal. 1, 8, 13, 14) sean las facilitadas por
cia el principio de nuestra era. Tales creen­ el rey de Persia (Esd. 7, 20-26). Eso sería in­
cias eran conocidas incluso de los cristianos dicio del tiempo posterior a Nehemías y justi-
MANÁ 376

ficaria incluso el silencio sobre Malaquías en castigará cambiando las bendiciones de ellos
Esdras-Nehemías. en maldiciones. Establece la comparación en­
Los abusos de los matrimonios mixtos y de tre los antiguos levitas y los actuales, recor­
los divorcios pudieron haberse introducido nue­ dando el ideal del sacerdote. En 2, 10-16, re­
vamente aun después de la reforma de Esdras- prueba duramente los divorcios y los matri­
Nehemías. monios mixtos.
El ambiente histórico está caracterizado por 2) 2, 17-3, 22 (Vulg. 4, 3). Recrimina las
el relajamiento general de las costumbres: ma­ murmuraciones contra la Providencia divina.
trimonios mixtos, divorcios, avaricia, suspen­ Dios no es injusto, no prefiere los malos, pero
sión del pago de los diezmos y de los tributos, enviará su mensajero para preparar el camino,
pero de un modo especial el abatimiento pro­ e «inmediatamente el Dominador y el Ángel
ducido por la miseria, las injusticias sociales, de la Alianza» entrará en su Templo para puri­
la inferioridad económicopolílica en compara­ ficar el sacerdocio y el culto y para castigar
ción con los paganos, la desilusión por un a los malos. Exhorta a pagar los diezmos y los
ideal que se creía desvanecido, la falta de tributos para el Templo. Recrimina la mur­
confianza en la Providencia, en la bondad y muración : de nada aprovecha para servir a
en la justicia de Dios. Sobre todo eran tales Dios, antes bien favorecería a los impíos. Hay
los desórdenes de naturaleza religiosa, que se un libro que registra los nombres de los bue­
invocaba como remedio la abolición del culto nos, y en el día del Señor éste recompensará
y del sacerdocio. Pero estaba vivo el mesia- a cada uno según sus merecimientos.
nismo y se esperaba con impaciencia al «Do­ Epílogo: 3, 23-24 (Vulg. 4, 4-6). Acordarse
minador» para el triunfo de la justicia. Israel de la ley de Moisés, que Dios le dió en Horeb;
hacía alarde de sus créditos y caso omiso de misión de Elias para preservar a la tierra del
sus deberes para con Dios. anatema.
No se sabe casi nada de Malaquías. Su Malaquías está citado en Le. 1, 17; Mt.
nombre en hebr. es Marakhi = «nuncio de 11, 10, 14; 17, 12; Rom. 9, 13. La canoni-
Yavé» o «nuncio mío». Los Setenta traducen cidad y la autenticidad están fuera de litigio.
por *AyyeAos = «ángel». Los Padres han con­ • [B. M.]
servado muchas leyendas sobre Malaquías (cf.
BIBL. — B. M a r i a n i , De sacrificio a Mal,, 1, 10 s.
por ej. el Seudo Epifanio, De vitis Prophe­ praedicto, en Antonianum, 9 (1934), 193-242. 361-82.
tarum 22, PG 43, 412 ss.). 451-74; E. T odac. en DThC, IX. col. 1745-50; S. Au-
sfjo, De matrimoniis mixtis apud Mal., 2, 10-16. en
Malaquías está muy versado en las cosas VD, U931), 366-71. * A . R o j o d e l P o z o . Profecía
II
del Templo, del culto y de los sacerdotes. De de Malaquías, en IC (1944), pp. 7 7 0 s s . ; A . H e r r a n d ,
ahí el que no se pueda excluir el que tenga su El profeta Malaquías y el sacrificio de nuestros altares,
en EstB (1930), pp. 238, 337-389 (1931), pp. 67-73,
origen levítico. Su fiesta es el 14 de enero. 14-122.
El libro de Malaquías es una refutación de
varias murmuraciones del pueblo; predice la MAMMONA. — Término de época tardía
oblación de la «minháh» pura con el corres­ (Eclo. 31, 8; Talmud), proveniente del verbo
pondiente culto a Yavé por parte de los gen­ aman, «deponer», «encomendar» (mamón, con
tiles (profecía verificada en el sacrificio de la una sola m, cf. gr. por ma’mon, arm. mamo­
Santa Misa); la venida del «Dominador» y na; Dalman, Gram., p. 170; W. Gesenius
del «Ángel de la Alianza» al Templo; la mi­ proponía la raíz taman, «esconder», con do­
sión de Elias (v.); contiene exhortaciones va­ ble m); significa de un modo expresivo el
rias relativas a la indisolubilidad del matri­ dinero colocado codiciosamente. Es la riqueza
monio, a la confianza en la divina Providen­ (Mt. 6, 24; cf. Le. 16-13 s.), que Jesús perso­
cia, a la santidad del culto, etc. nifica como un dios, como un tirano, opo­
Puede dividirse en dos partes: niéndolo al verdadero Dios y Señor. El cora­
1) 1, 1-2, 16. Dios ha preferido a Israel so­ zón no puede estar dividido entre dos amos
bre Edom desde el principio. Por tanto, es irreconciliables, y es preciso elegir entre Dios
injusto el murmurar alegando que no lo ama. y Mammona (v. Avaricia). [F. S.]
En cambio, Él no es amado, honrado y ve­ BIBL. — D. Buzy , St. Matthieu (La Ste Bible,
nerado por los sacerdotes, que desprecian el ed. Pirot. 9), París 1946, p. 84.
altar de Dios y ofrecen oblaciones desecha-
bles, indignas incluso de un peháh y prove­ MANÁ. — (Hebr., m an; LXX, p v a ; la ex­
nientes de hurto. Por el contrario, el nombre plicación del Éxodo: «¿qué es esto?», es po­
de Yavé es honrado por las naciones con la pular ; no es fácil precisar su raíz.) Es el
oblación pura (minháh tehóráh). El Señor los alimento con que se sustenta el pueblo hebreo
377 MANASÉS

durante 40 años en el desierto (Éx. 16), que olvidar», acadio Menásc, Mi-in-si-a). Hijo ma­
cesó tan pronto como los hebreos probaron yor de José y Asenet (Gén. 41, 50 s.). Es
los frutos de la tierra de Canán (Jos. 5, 12; adoptado juntamente con Efraím por el abuelo
Jdt. 5, 15). «El maná era parecido a la se­ moribundo (Gén. 48, .1 ss.), y en la bendición
milla de cilantro y ofrecía el aspecto de la es­ pasa a ocupar el segundo puesto respecto del
carcha (LXX, Kpv<rraXXo<;). Esparcíase el pue­ hermano. Dt. 33.17 opone las miríadas de
blo para recogerlo, y lo molían en molinos Efraím a los millares de Manasés. De Manasés
o lo majaban en morteros, y cociéndolo en procede la tribu del mismo nombre, que fue
una caldera hacían de él tortas que tenían un constituida por la familia de Maquir, de su
sabor como de pasta amasada con aceite. hijo Galad y de los cinco hijos de éste (Núm.
Cuando de noche caía el rocío sobre el cam­ 26.28-34; Jos. 17, 1 s.; cf. I Par. 2, 22 s.;
po, caía también el maná» (Núm. 17, 7 ss.). Ha 7, 14-19. Los nombres están contenidos tam­
de ser recogido temprano, pues de otra suerte, bién en los cascos de Samaria). Las divergen­
al salir el sol y comenzar el calor, se derrite; cias existentes entre las varias listas dependen
si se conserva por más de un día se estropea. de la mutilación y de las lagunas de un texto
Por esa razón se recoge un gomor por persona tan antiguo, de la diversidad de las fuentes
(unos tres litros y medio) y doble cantidad la y de la preocupación de establecer relaciones
víspera del sábado para poder observar el entre las diferentes familias, principalmente en
descanso del día siguiente. Núm. y en Jos.
Núm. 21, 5, expone las náuseas que el maná En el censo del desierto, la tribu de Ma­
produjo en los hebreos, aun cuando no era su nasés se presenta con 32.200 miembros (Núm.
único alimento. Sab. 16, 20-29, llama al maná I, 34 s.) en el primero y con 52.700 (Núm. 26,
«alimento de los ángeles» (cf. IV Esd. 1, 19); 34) en el segundo. En la ocupación de Canán
el Salmo 78, 25, lo llama «pan de los fuertes», sostiene cierta carga (Núm. 34, 14 s.). Media
y el 105, 40, «pan del cielo» (man es-amé de tribu (Manasés oriental) se reparte con los
los árabes; cf. Neh. 9, 15.11; el v. 20 sólo
descendientes de Rubén y de Gad los reinos
alude al hecho). de Seón y de Og; a Maquir toca Galad
Jesús contrapone el maná (Jn. 6, 31) al ver­ (Núm. 32, 33-42; Di. 3, 13 ss.; Jos. 1, 12 ss.;
dadero pan que da Dios. El maná no preserva
18, 7). La otra media (Manasés occidental)
de la muerte, mas el pan vivo da la vida eter­
na (6, 49-59). Heb. 9, 4, menciona la urna de obtiene después de la conquista de la tierra
oro que contiene el maná en el Santísimo. prometida el centro de la región del oeste del
Ap. 2, 17, promete un maná secreto al que Jordán, con el Mediterráneo por límite (Jos.
17, 10b s.), en contacto con Aser por el norte
venza.
Es notable el esfuerzo por identificar el maná y con Isacar por el este, y se introduce en las
con uno de los productos de plantas o insec­ regiones de estas dos tribus con los poblados
tos. Pero siempre resulta difícil conciliar la de Betsan, Jeblam, Dor, Endor, Tanac y Me-
intervención divina y los diferentes caracteres giddo, hasta Sijor Levanat y el Carmelo (Jos.
descritos en la Biblia con los hongos o con 19, 26b). Hácese caso omiso de Manasés en el
las secreciones de los insectos. En la península cántico de Débora (Jos. 5, 14; probablemente
del Sinaí la trabutina mannipara y el nasa- faltó el Manasés occidental, y del oriental res­
coccus serpentinus depositan sus secreciones pondió al llamamiento de Débora y Barac la
en el árbol tamarix mannifera (tarfa* de los parentela de Maquir: L. Desnoyers, Hist. du
árabes) de mayo a julio, en cantidad limitada peuple hébr., I, 1922, p. 141); aparece en la
(se' habla de 300 kg. al año), sin peligro de historia de Gedeón (Jue. 6, 15) y de Jefté
corrupción. Las analogías con el maná bíblico (Ibid. 11, 29). Después de la muerte de Saúl,
son parciales, limitadas: es innegable el fenó­ Manasés occidental se une a David (I Par.
meno sobrenatural. [F. V.] 12, 19); Manasés oriental, con otras tribus,
BIBL. — H. Sm ion -J. Prado, Vetus Test., I,
combate a los agarenos (1 Par. 5, 18). Sus
6.‘ ed., Torino 1949, pp. 228-32; R. M eyer, en habitantes acaban siendo deportados a Siria
ThWNT. IV, pp. 466-70. por Teglatfalasar III (I Par. 5, 18-26). En el
tiempo de Salomón la tribu de Manasés repre­
MANAJEM. — v. Israel (Reino de). senta los distritos administrativos III, IV y V
(I Re. 4, 8-14). [F. V.]
MANASÉS. — (Hebr., Menasseh, probable re­
ducción de Mena3Seh-eI, que se explica con BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Palesíine,
II, París 1938, pp. 59 s. 71 s . ; A. C lamf.r (La Ste.
nassani de Gén. 41, 51, «Dios me ha hecho Dible, ed. Pirot. 2), 1940. pp. 413 ss. 452 s. 736.
MANUSCRITOS del mar Muerto 378

MANASÉS (Oración de). — v. Apócrifos. El edificio principal de Qumrán (30 x 37 m.),


con abundante cerámica, representa el conven­
MANASES (rey de Judá). — v. Judá (Rei­ to de una comunidad que tiene rasgos afines
no de). con la secta de los esenios. La necrópolis, con
1100 tumbas, al este del edificio, sería la se­
MANE, THECEL, PHARES. — v. Daniel. pultura de la comunidad.
Habiéndose ya ausentado la expedición ar­
MANUSCRITOS del mar Muerto — o más queológica, emprendieron nuevamente los be­
exactamente, del desierto de Judá junto al mar duinos sus actividades en las cercanías del Khir­
Muerto — son los documentos descubiertos bet Qumrán, y al sur de la sobredicha cueva
desde el 1947 hasta el 1953 en las grutas o hallaron otra donde había varios fragmentos,
ruinas de junto a Khirbet Qumrán y Wadi ofrecidos a YÉcole biblique, que los adquirió
Murabba’at. En el verano de 1947 un grupo para el Museo Palestinense. Una misión com­
de beduinos de la tribu de Ta’ámire, al rea­ puesta de representantes de YÉcole biblique y
lizar un transporte de mercancías procedentes del Servicio de las Antigüedades de Ammán,
del valle del Jordán se introdujo casualmente de la American School of Oriental Research,
en una pequeña cueva situada a 12 km. al sur acudió al lugar, y en cuatro semanas exploró
de Jericó, 2 km. al oeste del mar Muerto y 4 el precipicio de Hadjar el-Asba* de norte a
kilómetros de los manantiales de ’Ain el-Fesh- sur respecto de Ras Feshkha, y halló en 25
kha, y hallaron unos rollos de pergamino entre cuevas restos de cerámica del mismo tipo que
jarras, unas rotas, otras intactas. Por consejo los cascos de la primera cueva y del edificio de
de un anticuario musulmán se deciden a ven­ Qumrán. La misión descubrió una tercera cue­
der parte del precioso botín al metropolitano va con fragmentos de manuscritos y tres folios
sirio ortodoxo del convento de San Marcos del de bronce con inscripciones en hebreo cuadra­
barrio árabe de Jerusalén. Otra parte fué a do, dos de los cuales estaban enrollados jun­
parar a la universidad hebrea de Jerusalén. tamente. Entre los textos de la segunda y de
Los rollos contienen textos canónicos y apó­ la tercera cuevas figuran fragmentos de! Leví-
crifos hebreos y uno arameo. Están en poder tico en escritura arcaica, del Éxodo (dos ma­
de la universidad hebrea: 1) el rollo fragmen­ nuscritos), de Isaías, Jeremías, de los Salmos,
tario de Isaías, 2) un apócrifo llamado por de Rut (dos manuscritos) y de apócrifos he­
Skenik «Guerra de los hijos de la luz contra breos y árameos.
los hijos de las tinieblas», 3) una colección de Al retirarse la misión a Jerusalén, los bedui­
himnos o cantos de acción de gracias; 4) una nos, movidos de la esperanza de lucro, conti­
enorme cantidad de fragmentos, entre los cua­ nuaron sus exploraciones, en las que hallaron
les algunos trozos de Daniel. un fragmento del Documento sadoquita y,
En poder del convento de San Marcos y en junto a las ruinas de Qumrán, millares de
el estudio de la American School of Oriental fragmentos, entre los que se cuentan textos de
Research están: 1) el rollo completo de Isaías, Tobías en hebreo y en arameo — téngase en
2) el comentario a Habacuc, 3) el Manual de cuenta que este libro sólo entró en griego en el
Disciplina, 4) el libro de Lamec, todavía sin canon —, pasajes bíblicos en griego, apócrifos
desenrollar. hebreos, árameos, libros de la secta de Qum­
G. L. Harding y R. de Vaux, después de rán y filacterias. Vuelve al mismo lugar una
varias excavaciones clandestinas, practicaron un expedición arqueológica y recupera algunos
examen sistemático de la cueva (S de febrero- fragmentos (22-29 sept. de 1952).
5 de marzo de 1949) y hallaron los cascos de En la segunda mitad del 1951 los beduinos
cincuenta jarras de fondo achatado de la edad ofrecieron algunos fragmentos griegos y he­
helénica y romana, fragmentos de manuscritos breos. Se identifica el lugar de origen que re­
en piel, y en papiro de escritura cuadrada, a sulta ser Wadi Murabb'at, a 25 km. al sud­
excepción de Lev. 19-22. Considérase a la cue­ oeste de Jerusalén, 18 km. al sur de Qumrán
va más como un escondrijo que como depósito y a tres horas de camino del mar Muerto. La
de rollos usados, y ya fué violada dos veces (si­ expedición de Harding-de Vaux (21 de en. de
glos ni y vm). 1952) explora cuatro grandes cuevas y halla
A un kilómetro al sur de la cueva se hallan restos que datan del reino de Judá (s. vm-
antiguas ruinas, el Khirbet Qumrán (los ára­ vii a. de J. C.), fragmentos bíblicos del s. i-ii
bes pronuncian Gumrán = Gomorra), que se antes de J. C. (Génesis. Éxodo, Deuterono­
convirtió en objeto de una expedición de los mio, Isaías) y una filacteria completa; los tex­
mismos investigadores (4 nov.-12 dic. 1951). tos coinciden con la recensión y con la orto­
379 MANUSCRITOS del mar Muerto

grafía masoréticas, lo que no puede decirse de de la catástrofe nacional. Es evidente que ios
los textos bíblicos de Qumrán. Muchos do­ manuscritos escondidos no pueden ser anterio­
cumentos llevan fecha de los «años de la libe­ res a la primera mitad del s. i desp. de J. C.,
ración de Israel efectuada por Simón», el mas sí pueden remontarse a mucho más atrás,
famoso Bar Kosebah (como hasta ahora se hasta el s. n antes de J. C., como Isaías y el
decía), de la revuelta del tiempo de Adriano comentario a Habacuc; y hasta el s. iv antes
(132-135 derp. de J. C.). Un contrato arameo de J. C., como los fragmentos del Levítico de
data del año 6 de una era indeterminada. Hay escritura arcaica, llamada de Laquis, si es que
además fragmentos de cartas y contratos que no se les quiere referir, precisamente por razón
no han sido descifrados aún, dos contratos en de la escritura, a los años de la última dinas­
griego de carácter matrimonial, registros ad­ tía de Judá.
ministrativos en piel o pergamino, un docu­ Entre los documentos hallados merecen par­
mento fragmentario en latín del s. ti desp. de ticular atención el rollo completo de Isaías, el
Jesucristo. comentario a Habacuc y el Manual de Dis­
A estos textos hay que añadir otro lote de ciplina. El rollo de Isaías, de 7,25 m. de largo
documentos pertenecientes al revuelo de Bar por 26 cm. de ancho, está compuesto de 17
Kosebah, cuyo lugar de origen no es posible folios de pergamino o, mejor dicho, de cuero
precisar: fragmentos bíblicos (Génesis, Nlime­ hábilmente preparado, de una longitud que
ros, Salmos), una filacteria completa, impor­ oscila entre los 26 y los 63 cm., unidos entre
tantes fragmentos de una versión griega de sí por hilos de lino. El texto de Isaías desde
los Profetas menores, una carta dirigida a Si­ el c. 1 hasta el 66 está transcrito en 54 colum­
meón ben Kosebah y los contratos árameos nas, cada una de las cuales contiene por tér­
fechados el tercer año de la liberación de mino medio 29 renglones sometidos a una
Israel, y otros documentos griegos, árameos pauta, y ofrece deslices gráficos, omisiones de
y na bateos. letras, de palabras, huellas dactilares, inver­
Durante el verano de 1952 los beduinos lle­ siones de letras, añadiduras de palabras y de
varon a Jerusalén un nuevo lote de fragmen­ frases por el influjo del texto vecino. Resalta
tos provenientes, según ellos, de una cueva .de en él. el uso frecuente de te scriptio plena. Las
Wadi en-Nár, continuación del Cedrón. Son omisiones y los cambios de las guturales son
fragmentos de códices de la Sabiduría, de indicio de su desaparición fonética. Las par­
Marcos. de Juan, Actos de los Apóstoles (un ticularidades morfológicas no son constantes.
uncial del s. v-vm desp. de J. C .); de Lucas, De todos modos, el texto del rollo es sustan­
Actos de los Apóstoles y Colosenses en len­ cialmente idéntico al niasorético. Las coinci­
gua y escritura siriopalestinas, de obras no bí­ dencias con las versiones, especialmente con
blicas, documentos en cursiva y papiros sirios los Setenta y el Targum, no son suficiente
y árabes. prueba para suponer un mismo arquetipo. El
Una misión belga dirigida por De Langhe carácter específico del resto del rollo provie­
establece que estos últimos fragmentos pro­ ne, en general, de la tendencia de los trans-
vienen del Khirbet mird, el antiguo emplaza­ criptores a dar facilidades para la lectura del
miento de Hircania, y recoge fragmentos grie­ texto sagrado, con el fin de eliminar las inco­
gos unciales y cursivos, entre los cuales figu­ herencias u oscuridades gramaticales, semánti­
ra un texto de la Andrómaca de Euripides cas y estilísticas. No es raro que, según el
(s. vi desp. de J. C.), textos siriopalestinos y sistema del Targum, se insinúen conceptos
árabes. teológicos de la época en que se transcribió
Si se tiene en cuenta que, a excepción del el texto, con algunas alteraciones.
papiro de Nash, los documentos bíblicos co­ El comentario a Habacuc contiene un texto
nocidos se fundan en los manuscritos de Ben del libro que es idéntico al masorético, con
Asher (s. x). aparece con evidencia la impor­ algunas variantes. La ortografía es semejante a
tancia del descubrimiento de manuscritos bí­ la del rollo de Isaías. El interés del comen­
blicos que son tanto más antiguos. El cierre de tario está centrado en torno a la alusión al
los escondrijos de los rollos no se remonta Doctor de Justicia, que todavía no ha llegado
más allá del 130 desp. de J. C. Los objetos a ser identificado unánimemente por los in­
arqueológicos y los documentos de Murab- vestigadores, y también en torno al problema
ba’at datan de aquel tiempo. Los hallazgos de los kittim, que en Gén. 10, 4 significa la
de Mumbba’at ponen de manifiesto la anterio­ colonia fenicia de Chipre (cf. Is. 23. 1.12;
ridad de Qumrán, cuyos escondrijos fueron Jer, 2, 10; Ez. 27, 6), mientras que en Dan. 11,
cerrados hacia el 60 desp. de J. C. o sea antes 30 se refiere a los romanos de Popilio Loe-
MARCOS 380

nas. Parece ser que incluso en este lugar se re­ cubierto esqueletos femeninos es un hecho que
fiere kittim a los seléucidas, como en I Mac., no habla en favor de la existencia del celibato.
en el libro de los Jubileos y en la Guerra de La comunidad de bienes prohibe poseer en
los hijos de las tinieblas contra los hijos de privado: los haberes personales se convierten
la luz. en bienes de la comunidad, y el salario de
El Manual de disciplina tiene una impor­ los individuos se ingresa en una caja común,
tancia extraordinaria porque refleja las ideas poniéndose en manos del tesorero de los
de ciertos ambientes de la época del Nuevo «Grandes». Se impone un cuidado meticuloso
Testamento, así como por la afinidad que pue­ de los objetos de la comunidad.
de tener con los textos que describen a los La admisión de nuevos miembros está regu­
esenios, a los partidarios de la doctrina sado- lada por detalles que comienzan por un exa­
quita, a los asideos, etc. El texto representa, men preliminar del candidato y se concluyen
en efecto, la regla de una comunidad esta­ con una ceremonia de admisión: prescriben
blecida en Qumrán con las características de un período de postulantado y dos años de
una verdadera orden monástica. La comuni­ noviciado. Pasados favorablemente todos los
dad tiene como fin el buscar a Dios siguiendo exámenes que siguen a cada prueba, el can­
la ley de Moisés, la práctica de la virtud (la didato entra a formar parte de la comunidad
verdad, la humildad, la justicia y el derecho, y se convierte en uno de los «Grandes». La espi­
la caridad benévola y la modestia). ritualidad de la secta de Qumrán tiene un
Tiene una organización semejante, aunque fondo legal. La adhesión a la asamblea de los
en miniatura, a la del pueblo de Israel. Se elegidos se efectúa mediante un acto libre, no
divide en sacerdotes-levitas y en laicos, en «Arón por derecho de nacimiento (cf. Rom. 9, 7 ss.).
e Israel»; y cuenta con varias agrupaciones [F. V.]
de «decenas, cincuentenas, centenas y milla­ BIBL. — M. Burrows, J. C. T rever, W. H.
res». La organización está dirigida por la auto­ B rownlee. The Dead Sea Scrotis of St. Marks Mo-
ridad : la «decena» está bajo la dependencia nastery, I. The Isaiah Manuscript and the Habakkuk
Commentary, New Haven, 1950; II, Fase. 2: Plates
de un sacerdote. No falta un «inspector o vi­ and Transcription of the Manual of Discipline, ibíd.
gilante», que es el jefe de los «Grandes», o sea 1951; A. Bea, Nuova luce sui manoscritti ebraici recen-
temente scoperti, en Civ. Catt., 1952, IV. 128-42; J. T.-
de los de pleno derecho qué participan en la M ilik , Fragments d‘un midrash de Michée dans les ma-
dirección, en las deliberaciones, en los votos nuscrits de Qumrán, en RB, 59 (1952), 412-18; Id .,
Une lettre de Sintéon Bar Kosheba, en RB, 60 (1953),
para la admisión de nuevos miembros. La 276-94; E. L. Sukenik, Megillóth Genúzóth mittókh
secta tiene un consejo supremo compuesto de genlzah qedionah sennimse’ ah bemidbar Yedúdah,
I-II, lerusalén, 1948-1950; R. D e V aux, La groite des
doce laicos y tres sacerdotes, cuya función es manuscrlts hébreux, en RB, 56 (1949), 596-609; Id .,
más bien espiritual. La comunidad exige que Queiques textes hébreux de Murabba’at, en RB, 60
(1953), 268-75; bibliografía completa en G. V ermes,
los miembros se entreguen totalmente: «Lle­ Les manuscrits du désert de Juda, Toumai 1953; A. Mi-
varán consigo todo su saber, todas sus faculta­ chel, Le Maitre de Justice, Avignon 1954; P. Boccac­
cio - G. B erardi. Regula unionis seu Manuale Discipli­
des y todos sus bienes a la comunidad de nae, Fano 1953 (facsímil del manuscrito, transcripción
Dios para purificar su saber en la verdad de del texto hebreo y traducción latina); I d ., Interpre­
tatio Habacuc (como arriba), ibíd. 1955; Id., Bellum
los preceptos de Dios, regular sus facultades filiorum lucis contra filios tenebrarum (como arriba),
conforme a la perfección de los divinos cami­ ibfd. 1956; Id ., Bellum Supplemento, vers. it. de
nos y sus bienes conforme al designio de la G. Berardi, ibíd. 1956; R. D e V aux, Fouilles de Khir-
bet Qumrán, en RB, 63 (1956), 533-77. * G il U lecia.
divina justicia». La vida común comprende Los antiquísimos manuscritos hebreos descubiertos en
comunidad de doctrina, de prácticas y de bie­ el desierto de Judá, en CB (1949), agosto; A. D íez
M acho, Los manuscritos hebraicos en Ain Fasha (Mar
nes. Las prácticas son varias: mesa común Muerto), en R. F. (1952).
con bendición del pan y del mosto, la ora­
ción al levantarse y a la puesta del sol, aparte MAR de bronce. — v. Templo de Jerusalén.
la velada de los «Grandes» durante un ter­
cio de la noche, y el encargo a un miembro MARCOS. — Juan, por sobrenombre Marcos,
de la «decena» de escudriñar la ley. autor del segundo evangelio, nació en Jeru­
No es posible precisar qué relaciones pudo salén de una mujer llamada María, cuya casa
haber entre el culto de la secta y el del judais­ era un punto de cita y de reunión para los
mo oficial. Toda decisión pertinente a la vida Apóstoles y los fieles de Ja Iglesia naciente
del grupo se toma en las reuniones de la co­ (Act. 12, 12). En esta casa halló refugio San
munidad, para las cuales se fijan las prece­ Pedro al ser liberado milagrosamente de la
dencias de los puestos y de las discusiones, y cárcel, y probablemente fué el mismo após­
el comportamiento que se debe observar in­ tol quien bautizó a Marcos, a quien llama
cluso fuera de las reuniones. El haberse des­ su hijo (I Pe. 5, 13). Era primo de Bernabé,
381 MARCOS

uno de los exponentes de la Iglesia primitiva, 20, 300), dice expresamente, reproduciendo las
que le introdujo personalmente en la fervorosa afirmaciones del «presbítero» Juan (= el Após­
comunidad de Antioquía, compuesta principal­ tol) : «He aquí cuanto decía el presbítero:
mente de elementos convertidos del paganis­ Marcos, habiendo sido intérprete de Pedro,
mo y palpitante de fervor misionero. Anima­ escribe con exactitud, pero de un modo orde­
do de un ardor juvenil, salió con Pablo y nado, cuanto recordaba de lo que el Señor
Bernabé al primer viaje apostólico (hacia el había dicho u obrado. El primer eslabón de
año 45) al regresar de Chipre, y con ellos pasó la tradición es el mismo apóstol San Juan.
a Panfilia; mas al ver que los dos se alejaban Otros eslabones de esta tradición se encuen­
hacia el interior, atravesando un áspero camino, tran en los testimonios de Ireneo, de Justino,
él se retiró de la misión y se volvió a Jeru- de Clemente Alejandrino, de Tertuliano, de
salén (Act. 13, 13). Por esta razón no lo quiso Orígenes, etc., que nos conducen hasta el pen­
consigo S. Pablo en el segundo viaje apostó­ samiento auténtico de las diferentes iglesias de
lico (año 49-50; cf. Act. 15, 38). Marcos si­ los primeros siglos» (A. Vaccari).
guió a Bernabé que, separándose de Pablo, re­ Los argumentos internos confirman los da­
gresó a Chipre (Act. 15. 39 ss.). tos de la tradición. El hagiógrafo es un judío
Hallamos al joven Marcos en la órbita de que escribe en griego una catequesis de ori­
Pedro, de quien la tradición lo hace discípulo gen arameo para fieles convertidos de la gen­
e intérprete: de la mutua colaboración de los tilidad. La abundancia de latinismos nos en­
dos nacerá el segundo Evangelio. Poco antes camina hacia Roma, el lugar donde, según
de su martirio, escribiendo S. Pedro la prime­ Clemente Alejandrino, Eusebio, Efrén, etc., fué
ra epístola a las iglesias del Asia Menor, en escrito el Evangelio, el cual refleja exactamen­
los alredededores del año 63-64, manda tam­ te la catequesis de Pedro (cf. Act. 1, 21 s. con
bién saludos de Marcos, quien se mantiene Me. 1, 1-4 y 16, 19 s.; y Act. 10, 39). Ese
fielmente a su lado. Pero algún tiempo antes se pundonoroso silencio, sobre todo cuando es
había ya congraciado con Pablo, quien lo men­ laudativo para Pedro, y la humilde exposición
ciona entre sus auxiliares de confianza al es­ de la fragilidad del Apóstol revelan a éste
cribir. (en torno al 62) a ..Col...A, 10; Flm. 24; como principal informante de Marcos. Por otra
II Tim. 4, 11. En esta última epístola, del parte Pedro es, después de Cristo, la figura
añó 66, rogaba a Timoteo que se trasladase a que más se destaca en todo el Evangelio
Roma con Marcos, cuya utilidad reconocía (cf. Bíblica, 30 [1949] 91-108).
para el «ministerio» de la palabra. Me. es la narración más eminentemente viva
Muchos afirman que Marcos fué el primer de un testigo ocular.
obispo de Alejandría, mas Clemente y Oríge­ La divinidad de Jesús no se demuestra con
nes no saben nada de eso. Venecia se precia citas proféticas ni tampoco con profundas ele­
de poseer su cuerpo. Su fiesta del 25 de abril vaciones místicas o teológicas, sino de una
— como mártir — no es ciertamente muy manera concretísima, con prodigios ruidosísimos
antigua. y con el imperio absoluto sobre las fuerzas
«Marcos es el autor del segundo Evangelio, naturales y demoníacas.
y sobre este punto existe conformidad abso­ Me. es el más breve de los Evangelios, y
luta, sin nota alguna discordante. Tan claro y se halla casi enteramente en los otros Sinóp­
unánime es el sufragio de la tradición, que ticos, con sólo unos cincuenta versículos pro­
juntamente con los más autorizados testimo­ pios. No obstante, representa muy bien «lo
nios de todas las iglesias, se remonta a los úl­ que debía ser el tipo de enseñanza popular
timos años del s. i. que se daba con miras a la iniciación cristia­
»Según fué colaborador de Pedro en la pre­ na : la manera es sencilla y directa, la forma
dicación del evangelio, así fué también su in­ concisa y un tanto ruda, la narración pro­
térprete y portavoz autorizado en la propa­ gresiva y sin articulaciones bien marcadas»
gación del mismo, y por medio de su escrito (A. Tricot, en Iniciation biblique, París 1939,
se nos ha transmitido la catequesis del prín­ p. 194). Es la manera de expresarse el pueblo
cipe de los Apóstoles tal cual él la predicaba de todas las naciones y sobre todo los semi­
a los primeros cristianos, especialmente a los tas, que la emplean incluso en las obras lite­
de la iglesia de Roma. También sobre esto te­ rarias. A Me. no se le puede catalogar, por
nemos el testimonio claro y preciso de la tra­ cierto, entre éstas, si bien no carece de cierta
dición. Un fragmento de Papías, obispo de gracia ingenua y de un colorido vivaz y des­
Hierápolis, en Frigia, hacia el 100-130, con­ criptivo. Fácilmente se echa de ver que no es
servado por Eusebio (Hist. eccíe. III, 39: PG un griego quien escribe o habla, sino un ex­
MARCOS 382

tranjero, que, no obstante, ha adquirido cierto lén. Explica la santidad y la indisolubilidad


dominio de la lengua, debido al cotidiano in­ del matrimonio para ambos cónyuges, bendice
tercambio mantenido con artesanos y merca­ a los niños, denuncia los peligros de las ri­
deres por las plazas y encrucijadas. quezas (episodio del joven rico), promete un
Los 16 cc. de Me. ofrecen el esquema si­ premio incomparable a sus generosos imita­
guiente : dores (10, 1-31). Al llegar a dar vista a la Ciu­
1. Vida pública (cc. 1-13). — El Mesías, dad Santa, predice por tercera vez las circuns­
anunciado por Juan en el desierto y bautizado tancias de su fin, reprime las ambiciones de
por el mismo en el Jordán, comienza su mi­ los dos hijos de Zebedeo, cura al ciego Bar-
nisterio público, previo un retiro de 40 días en timeo (10, 32-52).
la soledad (1, 1-13). Jesús entra en Jerusalén (domingo) entre
a) En Galilea (1, 14-9, 50). — Encarcela­ los «hosanna» del pueblo (11, 1-11). Al día si­
do el Precursor, comienza Jesús a predicar el guiente (lunes) maldice a la higuera estéril y
«evangelio del reino de Dios»; entra en Ca- purifica el Templo de los mercaderes profana­
farnaúm con los cuatro primeros discípulos dores (11, 15-19). El martes por la mañana,
para enseñarlos y realizar ciertos prodigios (1, al pasar por junto a la higuera, que se había
14-15).. Pronto halla oposición por parte de los secado, enseña la eficacia de la oración; im­
escribas y fariseos, que lo acusan de blasfe­ pone silencio a los fariseos y confunde a los
mo (paralítico descolgado desde el techo), de saduceos proclamando la resurrección de los
pecador (comida en casa de Leví), de trans- muertos; lanza diatribas contra los fastuosos
gresor de la tradición (los discípulos no ayu­ y parásitos escribas (11, 20--12, 44).
nan) y del sábado (recogen espigas, él mismo Al salir dej Templo predice su destrucción;
realiza milagros), por lo cual es enemigo del precisa a los discípulos el tiempo y las señales
pueblo (2, 3, 6). Al contrario, la pobre gente que precederán; «no pasará esta generación»;
auténtica acude a Jesús, maestro y taumatur­ encomienda la vigilancia (c. 13).
go ; y entre esta turba elige para sí un grupo 2. Pasión y Resurrección (cc. 14-16).
de doce confidentes y apóstoles (3, 7-19). Los a) Pasión y muerte (14-15, 37). — El miér­
fariseos y los escribas lo consideran, como alia­ coles decide el "Sanedrín quitar de en medio a
do dé Bélcébú; mas Jesús demuestra que es Jesús, y se pone de acuerdo con Judas (14,
enemigo y vencedor de Satanás; proclama 1-11). El jueves, Jesús en la última cena de­
como parientes suyos a quienes cumplen la lata al traidor, instituye la Eucaristía y predice
voluntad de Dios (3, 20-35). la defección de todos, incluso la de Pedro; la
Con el fin de que no entiendan sino los que predicción se verifica en Getsemaní (14, 12-52).
están bien dispuestos, se expresa con parábo­ b) Resurrección (15, 38-16, 20). — El velo
las (4, 35 - 5, 43). Desacreditado por sus con­ del Templo se rasgó, el centurión reconoce a
ciudadanos, Jesús se dirige a otra parte, man­ Jesús como a verdadero Hijo de Dios; José
dando por delante a los Apóstoles en misión de Arimatea se ocupa de sepultar a Jesús en
experimental y alarmando no poco al sangui­ una tumba privada (15, 33-47). En el alba del
nario Herodes Antipa (.6, 1-29). Jesús alimen­ domingo se llegan las mujeres al sepulcro, que
ta la mente del pueblo, y remedia el hambre hallan vacío: un ángel anuncia la resurrección
de sus cuerpos multiplicando los panes, luego del Nazareno y su reaparición entre los vivos,
anda por encima de las aguas, cura en Gene- y efectivamente, se aparece glorioso, primero a
saret a varios enfermos, disputa con los fa­ Magdalena, luego a dos discípulos mientras
riseos, escucha la plegaria de la ingeniosa mu­ van a Emaús, y después a los Apóstoles en el
jer sirofenicia, sana a un sordomudo, multiplica cenáculo y en el monte de los Olivos, desde
el pan por segunda vez, devuelve la vista al donde emprende el vuelo hacia lo alto (c. 16).
ciego de Betsaida (6, 30 - 8, 26). Pedro, no «La composición de Me. debe ponerse, con
obstante haber reconocido a Jesús como a certeza, antes del 42 desp. de J. C., época en
Mesías, hace ciertas manifestaciones cuando que ya se había publicado el evangelio de Lu­
se le anuncia la Pasión, y por ello es recri­ cas. el cual depende de Marcos. La tradición
minado ; luego, en unión de los «hijos del atribuye a Mt. el primer puesto en el orden
trueno», asiste a la visión de Jesús transfigu­ del tiempo; luego escribió Marcos, probable­
rado en el monte (8, 27 - 9, 13). Después de mente entre el 50 y el 60, período en que de­
haber curado a un muchacho lunático, Jesús bía de hallarse en Roma al lado del apóstol
repite la profecía de la Pasión y dirige a los Pedro» (Vaccari).
Apóstoles varias exhortaciones (9, 14-50). La narración de Marcos, breve, precisa, rica
b) En Judea (cc. 10-13). — Hacia Jerusa- de detalles, llena más eficazmente el fin pro-
383 MARIA (de Betania...)

puesto de dar a conocer a Jesucristo como ver­ El panteón de Mari conoce muchas divini­
dadero Hijo de Dios. (G. T.] dades del mundo asiriobabilónico y da prue­
EIBL. — G. R íccjotti, Vida de Jesucristo, 2.a- ed. bas de sincretismo. La historia del arte se vió
esp., Barcelona 1946. pp. 135 ss. ; M. J. L aorangs. enriquecida con notables monumentos, como
E i\ se.un s. Mure. París 1947; L. P'mor. en la Sie Bi­ el palacio de Zimrilim, que ocupaba una ex­
ble, Pirot-Clamer. 9. ibíd. 1946. pp. 392-604; A. V ac-
cari. La S. Bibbia, VIH, Firenze 1950, pp. 135-88. tensión de unas tres hectáreas, tenía numero­
* J. M. Bovcr. Ei final de S. Marcos, en EstB (1944), sísimas cámaras, archivos y departamentos re­
n. 4; Id .. Critica textual de S. Marcos, 1, 14, en EstE
(1949). p. 23 ss. gios. La sala del trono estaba adornada con
representaciones murales de sacrificios de la
MARDOQUEO. — v. Ester. investidura del rey. |F. V.]
BIBL. — Los textos han sido publicados balo la
MARI (el actual Tell el-Hariri). — Ciudad de dirección de A. Parrot en Archives royales de M. y
Mesopotamia, que fué descubierta en ei medio traducidos con la colaboración de D ossin . JeaN, etc.;
A. Parror, M. une ville perdue, París 1948; lo.. Stu­
Eufrates, como resultado de las excavaciones dia Mariana, Ley den 1950; Id .. Les tablettes de M. et
francesas llevadas a cabo bajo la dirección de VAnden Testament, en RHPR. 30 (1950). 1-11 ; A.
J.ons. Une tablette inédlte de A/., intéressante pour
A. Parrot desde 1936 en adelante. Su histo­ l'hlstoire du prophétisme sémitique, en Studies ir¡ Oíd
ria tiene tres períodos diferentes: el primero Testament Prophecy, d. HH. Rowley. Edimburgo 1950,
pp. 103-110; Ch. F. Jean, Six campagnes de fouiües á
data de un tiempo posterior a Sargón de Acad Mari, en NRTh, 10 (1952), 493-517, 607-33; M. N oth.
(hacia el 2360 a. de J. C.); el segundo es con­ Mari und Israel, en Be.trüge zur Hisior.sellen Theolo-
gie, 16 (1953). pp. 127-52. Para la aportación de los
temporáneo, o poco menos, de la 111 dinastía textos de Mari a la cuestión literaria cíe! Pentateuco,
de Ur (hacia 2070-1960) y registra la des­ especialmente en favor de la alta antigüedad del Gé­
nesis, cf. F. Spadafora, en Rivista Bíblica, 2 (1954),
trucción de la ciudad por Hammurabí (hacia 127 ss. 149-52.
el 1695); el tercero corre por la segunda mitad
del s. xm a. de J. C. El segundo tiene una MARIA (de Betania; de Magdala; la peca­
importancia considerable para la historia del dora anónima). — De ésta habla Le. 7, 36-50;
antiguo Oriente, Efectivamente, se. han exhu­ de la segunda Le. 8, 2; los evangelistas en el
mado más de 20.000 tablillas en antiguo ba­ relato de la pasión (Mi. 27, 56-61 y pasos paral,
bilonio, y 15.000 de ellas son de contratos y de Me., Le. y Jn.) y de la resurrección (Mt. 28,
de textos divinatorios; las restantes repre­ 1 y paral, de Me., Le.; Jn. 20, 11-15); de la
sentan la correspondencia del rey de Mari y primera Le. 10, 39-42 en el conocido cuadro de
proporcionan preciosas noticias para la geo­ Marta-María; Jn. 11, 1-33; 12, 1-8.
grafía, la toponomía, la historia política, co­ La Iglesia latina celebra el 22 de julio la
mercial y religiosa de Mesopotamia del sur. El solemnidad de Santa María Magdalena, acu­
sincronismo entre Hammurabí y Shamsi Addu I, mulando en la liturgia los diversos textos aho­
y el fundamento de la cronología del déspota ra citados, con lo cual respeta la sentencia se­
babilónico son conclusiones resultantes del es­ guida entre los occidentales con S. Gregorio
tudio de estos documentos, en los cuales figu­ Magno, que en todas parles ve una sola mujer.
ran también los nombres de Jarán (Gén. 12), Mas los mismos Padres latinos anteriores ex­
Najor (Gén. 11) y de unos cuarenta reyes, presaron sentir diferentemente, y los Padres
desde el Elam hasta Alepo. En los mismos griegos admitieron tres mujeres distintas (U.
archivos está ya señalado el caballo como ani­ Holzmeister, en VD, 16 [1936] 193-8), como
mal doméstico; nómbrase a los habiru, pero sostienen comúnmente los exegetas modernos.
sin resolver la cuestión de los años; aparece Efectivamente, los textos evangélicos «en su
muy frecuentemente nombrada la parentela de sentido general son contrarios a la unidad»
los- benjaminitas, pero es un término genérico, (M. J. Lagrange, en RB, 21 [1912] 204 ss.;
y significa los habitantes del sur, sin relación S. Lúe., p. 236). Ya A. Calmet (s. xvm) afir­
alguna con la tribu israelita de Benjamín. Uno maba de sus contemporáneos que los doctos
de los jefes militares se llama dáwidüm: la descartaban la opinión de S. Gregorio; y aun
etimología del más grande de los reyes de identificando (cf. Belser, Murillo) a María de
Judá recibe una luz inesperada. En los textos Betania con María Magdalena, él distinguía a
de Mari se leen datos militares luminosos, ambas de la pecadora.
como el de una batalla entre los israelitas y la La pecadora anónima y María de Magdala.
tribu de Benjamín (Jue. 20, 38), y coinciden­ — Después de haber descrito la unción de la
cias entre Jer. 6, 1 y los cascos de Laquis (VI, primera (7, 36-50), Le. continúa de esta ma­
11-13). Las tablillas de Mari permiten barrun­ nera: «Yendo Jesús por ciudades y aldeas...
tar la existencia de un profetismo semítico an­ le acompañaban los doce, y algunas mujeres
tiguo. que habían sido curadas de espíritus malignos
MARÍA, hermana de Moisés... 384

y de enfermedades, María, llamada Magdalena, Los Evangelios no ofrecen razones acepta­


de la cual habían salido siete demonios, Jua­ bles para identificar a la anónima con María de
na etc., y otras varias que le servían con sus Betania.
bienes» (Le. 8, 1 ss.). María Magdalena es María de Magdala y María de Betania. — Es
presentada como nuevo personaje, sin relación imposible hacer de ellas una sola persona. Ma­
alguna con el relato precedente. Ésta figura en­ ría de Betania (aldea de las cercanías de Je-
tre las que habían sido objeto de un milagro rusalén) siempre es mencionada por Le. (10, 39-
y que se hallaban sanas, las cuales siguen al 42) y por Jn. (11, 1-3; 12, 3) como hermana
Señor agradecidas, pensando en su manteni­ de Marta, y en cambio, respecto de la otra,
miento y en el de sus discípulos; fué libe­ siempre especifican diciendo «la Magdalena» o
rada de una obsesión particularmente grave de Magdala (aldea situada en la orilla occiden­
(cf. Le. 11, 26); mas la obsesión no es con­ tal del lago de Genesaret), y nunca la ponen
siderada como indicio de vida culpable, en en relación con Marta. Conocida la índole
tanto que se la menciona como sintomática tranquila y contemplativa de la primera (Le. 10,
de ciertos trastornos de las facultades menta­ 39 ss.), no es posible ni imaginarla recorrien­
les, de las que no se ve señal alguna en la do toda Galilea siguiendo a Jesús y a los
pecadora anónima (Lagrange; cf. Vaccari, La Doce, ocupándose del mantenimiento de ellos,
S. Biblia, VIII, Firenze 1950, p. 223). según se dice de Magdalena (Le. 8, 2).
El texto separa tajantemente a las dos muje­ La unificación partió de Le. 8, 2; la posesa
res: una es desconocida, pecadora pública que María de Magdala fué considerada como pe­
con la contrición perfecta ha merecido el per­ cadora (cf. S. Jerónimo, PL 22, 588) y se la
dón de los pecados y manifiesta públicamente acercó a la anónima haciendo de las dos una
su amor de arrepentimiento hacia Jesús: la otra misma persona por confundir obsesión con
es muy conocida y sigue al Maestro a través vida pecaminosa. Todos los que sostuvieron la
de Galilea hasta el pie de la Cruz, en agra­ unidad de la unción (Le. 7; Jn. 12), fundán­
decimiento por haberla curado. Jesús premia dose en el inciso Jn. 11, 2, identificaron a
tan ardiente amor en el día de la Resurrección María de Betania con la pecadora anónima.
(Jn. 20, 11-15)..... ....... .........- Ya sólo faltaba identificar a María de Beta-
La pecadora anónima y María de Betania. nia con María de Magdala, lo que fué facili­
— No hay referencia alguna en todo el Evan­ tado por la identidad del nombre. La autori­
gelio a que esta hermana de Marta y de Lá­ dad de S. Gregorio para la Iglesia latina im­
zaro hubiera sido anteriormente una mujer de puso esta opinión hasta el s. xm. [F. S.]
costumbres depravadas. Le. 10, 39-42 nos la
presenta en actitud atenta y reposada a los BIBL. — F. Spadafora, Temí di esegesi, Rovigo
1953, pp. 353-58: H. S imón - G. D orado, Novum Tes­
pies de Jesús. Es Ja confiada contemplativa. tamentum. I, Turín 1944, pp. 569 ss. * J. A. Oñate.
Todo lo contrario de una conciencia o actitud María Magdalena, María de Betania y la pecadora, del
Evangelio ¿son una misma?, en CB (1944); J. L eal,
mortificada. María de Betania ungió a Jesús en Las apariciones a María Magdalena en la exégesis pos-
Betania, seis días antes de la pasión (Jn. 12, tridentina, en AGT (1946).
1-8), previendo su sepultura, dirá el Redentor
alabándola. Ninguna relación con la unción MARÍA. — 1. Hermana de Moisés. Estuvo
de la pecadora (Le. 7), realizada en Galilea, vigilándolo mientras permaneció expuesto so­
cerca de un año antes. Todas las circunstancias bre las aguas del Nilo, y cuando la hija de
son irreductiblemente diversas, si se exceptúa Faraón, enternecida ante la vista del niño, qui­
el nombre del huésped, Simón, tan común en­ so cuidarse de él, María, sin darse a conocer,
tre los judíos, por lo que no puede servir de logró que fuera elegida como nodriza su pro­
punto de apoyo para llegar a una identifi­ pia madre (Éx. 2, 4-10; 6, 20). Al pasar el
cación. mar Rojo, María tenía 90 años ('éx. 7, 7) y,
S. Juan, que escribe tantos años después, al cual profetisa inspirada, dirigió Jas danzas y
hacer la presentación de María de Betania (11, los cantos de júbilo en loa de Yavé (éx. 15,
2) dice anticipadamente de ella que era «Ja 20 s .; Miq. 6, 4). Hallándose en el desierto
que ungió al Señor», pero sin referirse a otra murmuró, juntamente con Arón, del poder de
unción que a la que está sin describir (c. 12); Moisés, movida de envidia por la influencia
lo mismo que un historiador al presentar a de la cuñada, Séfora, sobre el caudillo. Por
Wellington, antes de describir la célebre bata­ ello fué castigada con la lepra, y aunque cu­
lla puede hablar del «vencedor» o de «aquel rada por intercesión de Moisés, hubo de per­
que venció en Waterloo» (cf. uso análogo en manecer fuera del campamento durante siete
Mi. 10, 4; Ací. 1.16; 25.13). días (Núm. 12, 1-15). Murió en Cades poco
385 MARIA Santísima

después de la llegada de los hebreos (Núme­ cuando el esposo recibía al cabo de un año
ros 20, 1). en su casa (jrapaXappávby) a la esposa (cf. Mí.
2. Esposa de Cleofás (Jn. 19, 25), madre 25, 1.6.10) y empezaban a cohabitar (a-wép-
de Santiago el Menor y de José (Mí. 27, 55; Xecr3ai) Estos dos momentos (el desposorio y
Me. 15, 40.47), primos del Señor (Me. 6, 3). el matrimonio) aparecen perfectamente distin­
Hállase en el Calvario junto a la Cruz (Jn. 19, tos en Di. 20, 7: «¿Quién se ha desposado con
25) y permanece allí con nuestra Señora hasta una mujer y todavía no la ha tomado?»
que dan sepultura al Redentor (Mí. 27, 56.61 ; Eso mismo es lo que dice Mí. 1, 18.20.25:
Me. 15, 40.47). En la madrugada de la Resu­ «Estando María desposada (pvrjtrrevBeícrrjs)
rrección figura entre las piadosas mujeres que con José, se halló haber concebido antes de
van al sepulcro para ungir al Señor y, al re­ que conviviesen (cruveASelv). Y el ángel dijo
gresar, reciben como premio la visión del Re­ a José: No temas recibir en tu casa (-ap a-
sucitado (Mí. 28, 1.9; Me. 16, 1; Le. 24, 10). Aa/ifJávio) a María, tu esposa.
Es difícil establecer con exactitud el grado »Y José recibió en su casa (napéXapev) a su
de parentesco de María con Nuestra Señora: esposa.»
«hermana» (Jn. 19, 25) puede significar igual­ Mas el desposorio entre los hebreos no era
mente «cuñada», etc. Los modernos la consi­ sólo promesa de matrimonio, sino verdadero
deran como hermana de S. José (J. Vosté, y propio matrimonio jurídicamente, con todos
F. Prat, etc.) o como esposa de un hermano los derechos y deberes de los cónyuges: la des­
de S. José (P. Dausch, D. Buzy; v. Alfeo). posada infiel era considerada como adúltera,
3. Madre de S. Marcos, el evangelista, a sujeta a ser apedreada (Di. 22, 23 s.), igual que
cuya casa, en Jerusalén, se dirigió S. Pedro la esposa culpable; si perdía al desposado era
para dar la noticia de su milagrosa liberación considerada como viuda; lo mismo que la es­
de la cárcel (Act. 12, 12). posa, no podía ser despedida sino con el libe­
4. Cristiana de Roma, a quien S. Pablo sa­ lo de repudio; la prole habida durante este
luda y alaba por su ardiente actividad en fa­ tiempo era considerada como legítima.
vor de la comunidad (Rom. 16, 6). [F. S.] Según esto, María, desposada con José, era
su verdadera esposa (cf. Le. 2, 5).
D1BL. — J. M. L ácranos, EpUre aux Romains, Pa­ Son muchas las explicaciones etimológicas
rís 1931. p. 365; H Simón - G. Dorado. Novum Tes­
tamentum. I. Turín 1947, pp. 569 ss. 797 ss. que se han dado del nombre de María (en he­
breo marjám), que en la Biblia aparece por
MARÍA Santísima. — La Virgen Madre de primera vez aplicado a la hermana de Moisés.
Dios, nuestra excelsa Reina, íntimamente aso­ O. Bardenhewer cuenta hasta unas sesenta,
ciada a la obra redentora de su divino Hijo, mas la mayoría de ellas no tienen fundamento
Jesús, Nuestro Señor. alguno científico, ya que muestran un desco­
El evangelio de la infancia (Le. 1-2; Mí. 1-2) nocimiento absoluto de las más elementales re­
nos la presenta de este modo: «Al sexto mes glas del hebreo, referentes a la formación de
(del embarazo de Santa Isabel) fué enviado los nombres. Lo único que hacen es propor­
el ángel Gabriel de parle de Dios a la ciudad cionarnos un material excelente para la histo­
de Nazaret a una virgen (en el sentido riguroso ria del culto de María, en cuanto los santos
y pleno: cf. Le. 1, 34 s .: Mi. 1, 18-25) des­ Padres y escritores eclesiásticos (entre los que
posada... con José, de la casa de David; y descuella San Bernardo con su «estrella del
el nombre de la Virgen era María» (Le. 1, 26). mar»), han sabido sacar, cada uno del signi­
No hay dificultad alguna en que el inciso ficado que ha sido más de su agrado, piadosas
«de la casa de David» se refiera a María: e ingeniosas relaciones con la misión de la Vir­
Lucas propone, efectivamente, la casa de Isa­ gen en el reino de la gracia.
bel (1, 5), de la profetisa Ana (2, 36), la de Hoy todos están de acuerdo, con el P. La-
José en 2, 4; y, con todas las probabilidades, grange, en dejar a un lado la etimología pri­
en 3, 23-33 la genealogía (v.) de Nuestra Se­ mitiva y atenerse al sentido que daban al nom­
ñora. Y que María fuese de la descendencia bre los judíos en el tiempo de Nuestro Señor;
de David se colige de otros pasajes de la Escri­ o sea el de Señora, Princesa (Nuestra Señora,
tura (cf. Le. 1, 32; Rom. 1, 3) y está afirmado Madonna). Es decir, que lo consideraban como
unánimemente por una antiquísima tradición una forma afín y sinónima de Mana (feme­
(Ignacio, Ircnco, Justino, etc.). nino del arameo mará’ = señor).
María estaba desposada. La legislación judía La anunciación. «Ave, llena de gracia; el
distinguía claramente entre esponsales (nvr\rr- Señor es contigo.» El Ángel emplea el lenguaje
revoi; ^.vqcmj) y matrimonio. Éste se concluía de los profetas del Antiguo Testamento en sus
25. — SpadafORA. — D i c c i o n a r io b íb ü c o
MARÍA Santísima 386

profecías mesiánicas (Sof. 3, 14-17; Jl. 2, podrá ser esto, pues yo no conozco varón?»
21 s .; Zac. 9, 9); comienza invitando a la «Sus palabras son un indicio seguro de que
alegría, e inmediatamente pasa a dar noticia había decidido permanecer virgen, de que se
de la ayuda del ompinotente, que siempre se lo había prometido a Dios, y de que siendo
prometía en el Antiguo Testamento a los desposada, estaba plenamente de acuerdo con
hombres a quienes Dios elegía para alguna su esposo José sobre tal propósito» (A. Vac-
misión especial (cf. U. Holzmeister, en VD, 23 cari).
[1943] 260 s., 282 s.). Por aquí se puede también echar de ver la
En vez del nombre, el ángel emplea el parti­ gran santidad del jefe de la sagrada Familia y
cipio Kex^piToifxevrjy o sea en posesión de la patrono de la Iglesia universal.
gracia, favor de Dios (Ef. 1, 6); María es ob­ «Ese Dios que es omnipotente y ha creado
jeto de las divinas complacencias; el Señor el mundo y la vida de la nada, y que puede
está con ella, ha hallado gracia a los ojos del hacer que el árbol estéril dé fruto, como lo
Altísimo, será Virgen y Madre de Dios, según hizo con Isabel» (prima de María; Vaccari),
se expresa el mismo ángel. La Virgen posee ese obrará este milagro: María, sin dejar de ser
don (la gracia) de un modo ilimitado: el par­ virgen, dará a luz al Verbo Divino.
ticipio ocupa el puesto del nombre, como que­ Cuando María hubo dado el consentimien­
riendo indicar una dote característica, propia to, sucedió la encarnación del Verbo (Le. 1,
de Ella. La Vulgata traslada acertadamente el 26-38).
sentido con la expresión «gratia plena». Inmediatamente después, movida de un ar­
María reconoce en las palabras del ángel los diente impulso, María se dirigió desde Naza-
términos proféticos que sirven de preparación ret a Judca (Ain-Karim, al sudeste de Jeru-
a una revelación concerniente al Mesías. salén), donde vivía Zacarías, para dar el para­
«El saludo del ángel lo interpreta María bién a la prima y prestarle sus servicios. Ha­
como prólogo de una altísima misión» (La- biéndose agregado a alguna caravana, va me­
grange) relacionada con el Mesías. He aquí ditando en el misterio que el ángel le había
porque «se turba» ante tales palabras. revelado, y acuden a su alma aquellos senti­
Este sentimiento suyo no es un sentimiento mientos de humilde agradecimiento hacia la
de temor, sino que el trabajo del entendimien­ grandeza y la bondad de Dios, que espontá­
to, en la quietud perenne del alma fundada en neamente brotarán en el himno sublime Mag­
la humildad, y con el pensamiento continua­ níficat (v.). La presencia del Verbo encarnado
mente en Dios, busca una solución a una cues­ en María es, efectivamente, causa de gracia para
tión que hasta entonces nunca se había pro­ Isabel, quien por inspiración divina conoce
puesto aquella jovencita que siempre soñara los misterios que se han obrado en María, su
con vivir ignorada y confiadamente cobijada dignidad de Madre de Dios y su fe absoluta en
bajo las alas de la divina misericordia. la palabra divina; pero sobre todo es causa
El ángel le descubre inmediatamente el pues­ de gracia para el precursor, que es santificado
to que le está reservado en la nueva Econo­ por la gracia y salta de gozo en el seno ma­
mía : Dios la ha elegido para ser Madre de su terno (Le. 1, 29-55). Probablemente la Vir­
Hijo que viene a salvar al mundo (S. Lyonnet, gen permaneció al lado de su prima hasta
en Bíblica, 20 [1939], 131-41). después del nacimiento de Juan Bautista.
María no manifiesta duda alguna, sino que Al regresar a casa fué cuando se hizo patente
pregunta al ángel — y con esto nos descubre a José su estado de madre. Es el episodio que
una vez más la soberana quietud de su alma — se relata en M t. 1, 18-25, cuya finalidad es
qué será del ofrecimiento que Ella ha hecho confirmar la concepción virginal de Cristo me­
a Dios de su virginidad: ¿Cómo he de cum­ diante el testimonio del mismo esposo: «sin
plir esa voluntad de Dios? ¿Tendré tal vez llegar a conocerla, María dió a luz Jesús», con
que renunciar al ofrecimiento hecho anterior­ lo que se realizaba la célebre profecía de
mente? Is. 7, 14.
La perfección consiste enteramente en cum­ Se ha dramatizado hasta el exceso al ha­
plir la voluntad de Dios; «en su voluntad está blar del «trágico tormento», etc., de S. José.
nuestra paz», y por lo tanto no cabe duda de No se ha reparado en que el texto griego em­
la disposición de María respecto de la acepta­ plea en los verbos el aoristo: (ro.vra ¿v5-u-
ción incondicional de la misión que se le en­ ¡j:í¡~¿vtos = habiendo tenido este pensamiento;
comendaba : aceptación inmediata y generosa. ¡urj <popi]$r¡s - no empezar a..., etc.).
Ninguna prerrogativa de la Virgen es compa­ Todos admiten que en el ánimo de S. José
rable con la de ser Madre de Dios. «¿Cómo no asomó duda alguna acerca de la pureza
387 MARÍA Santísima

y santidad de María. Se desprende del texto. Jesús, que se queda en el Templo disputando
Con todas las probabilidades el pensamiento con los doctores cuando María y José ya esta­
que le sobrevino fué el de esconderse ante la ban en camino de regreso a Nazaret y no
grandeza de aquel misterio, inspirado por su advirtieron su falta hasta el fin de la primera
humildad. Y apenas concibe tal pensamiento, jornada del viaje. Pasada la noche con el
cuando interviene el ángel. Así que María no dolor consiguiente, se volvieron atrás en busca
había revelado el coloquio con el ángel ¡ni de Jesús, a quien hallaron al día siguiente,,
siquiera a su esposo! ¡Qué humildad de re­ que era el tercero desde su salida de Jerusalén,
serva, qué total abandono a la divina provi­ en las salas anexas al Templo, en las que los
dencia ! doctores de la ley daban sus enseñanzas por
José y María van de Nazaret a Belén con medio de preguntas y respuestas.
motivo del empadronamiento: «Y estando allí «Le hallaron en el templo, sentado en medio
se cumplieron los días de su parto y dió a luz de los doctores, oyéndolos y preguntándoles^
a su hijo primogénito, y le envolvió en paña­ »A1 verlo se maravillaron y su madre le dijo:
les y le acostó en un pesebre, por no haber Hijo, ¿por qué nos has hecho eso? Mira que
sitio para ellos en el mesón* (Le. 2, 1-7). María tu padre y yo apenados andábamos buscán­
había preparado con tierno cuidado los pañales dote.»
para el divino niño esperado; y el ángel da Para María y José quedaron envueltos en el
como señal a los pastores para que reconoz­ misterio, así el episodio como la respuesta de
can al salvador ese contraste entre los ricos Jesús, la cual pone en evidencia su origen divi­
pañales y el pesebre. no del Padre celestial y su plena independen­
Ante la extraordinaria adoración de los pas­ cia de los padres terrenos para el cumplimien­
tores (2, 8-20), lo mismo que cuando llegue to de la misión que Aquél le había confiado
la de los Magos (M t. 2, 1-12), María graba (Le. 2, 41-50).
en su corazón todo cuanto se refiere a su hijito, «Bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba
en lo cual «por corazón se entiende todo el sujeto, y su Madre conservaba todo esto en.su
conjunto, conforme al lenguaje hebraico bí­ corazón», vuelve a notar S. Lucas en su evan­
blico, de memoria, afecto, consideración» gelio (2,15 s.).
(Vaccari). Entre la cuna y el Calvario, María aparece
María cumple todas las prescripciones de la en el episodio de las bodas de Caná (Kefr-
ley; circuncisión de Jesús al octavo día con Kenne, 10 km. al noroeste de Nazaret). Jn.
la imposición del nombre que el ángel le había 2 , 1- 11.
comunicado a Ella (Le. 1, 31) y a José (Mt. 1, «Ya no tienen vino»; ejemplo admirable de
21); presentación en el Templo; rescate del oración: exponer afectuosamente al Señor
primogénito (así llamado aun cuando fuera propia necesidad, sin añadir otra cosa. Jesús:
unigénito) y purificación de la madre, con la entiende que María pide un milagro, y res­
ofrenda de un sacrificio (Éx. 13, 11-15; Lev. ponde que no puede acceder a la petición,
12). En el Templo recibe María del inspirado porque todavía no ha llegado el momento en
Simeón la predicción de los padecimientos de que deberá manifestar su poder divino inician­
Jesús y de su participación en tales padeci­ do su misión. «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti?
mientos (Le. 2, 21-35). No es aún llegada mi hora.» La primera frase
Estas palabras de Simeón son un paralelo es semítica, aun ahora en uso entre los árabes,
tácito del protoevangelio (y.) que asocia ínti­ y aparece frecuentemente en el Antiguo Tes­
mamente al Redentor y a la Madre, en la tamento (Jue. 11, 12; II Sam. 16, 10, etc.).
enemistad, en la lucha y, consecuentemente, Toma diferentes sentidos según el tono y las
en los sufrimientos que serán causa de la vic­ circunstancias, pero sin ese tono de dureza
toria decisiva (A. M. Dubarle, Les jondements que expresa al ser traducida servilmente a nues­
bibliques du titre marial de Nouvelle Eve, en tras lenguas.
Mélanges Lebreton, I, 1951, pp. 57-60). Podría traducirse así: «¿Por qué me pides
Después del regreso a Belén y de la adoración eso?» Mujer, es un modo de hablar que los
de los Magos (v.), María sigue obediente la orientales y los griegos empleaban para las-
orden divina comunicada a José de ir a refu­ personas de consideración: expresión de res­
giarse en Egipto (Mt. 2, 13-35), de donde re­ peto y de ternura (cf. Jn. 8, 10;- 19, 26; 20,
gresarán al morir Herodes, para establecerse en 13 ss.; Homero, Iliada, III, 204; Sófocles,
Nazaret (Mt. 2, 19-23). Edipo, 655), como quien dice «señora».
El místico reposo de la sagrada Familia no En la vida de Jesús todo se realiza conforme
es interrumpido más que por el episodio de al plan establecido por la divina Providencia:
MARÍA Santísima 388

incluso el tiempo y el modo de dar comienzo y la encomienda a su discípulo predilecto,


a su ministerio. dándoselo por hijo en su lugar; piensa también
Pero María, que conoce el corazón de su en el discípulo predilecto, y en su persona en
Hijo, da a los sirvientes una orden que com­ todos sus seguidores dándoles a María por
promete al mismo Jesús, y éste realiza el mi­ Madre. A los pies de la cruz ella es nuestra
lagro, no anticipando el comienzo solemne de corredentora juntamente con Jesús; es el ca­
su misión, que tendrá lugar en breve, en Je- nal por el cual llega a los hombres el fruto
rusalén, con el acto de echar fuera a los ven­ precioso del sacrificio del Calvario» (A. Vac-
dedores del Templo (Jn. 2, 13-22), sino ha­ cari; cf. A. M. Duberle, art. c., pp. 61-64).
ciendo una excepción. La última vez que se habla de María es en
Esto prueba la omnipotencia de María so­ Act. 1, 14. Hállase en medio de los Apóstoles,
bre el corazón de Jesús, querida por su divi­ orando en el cenáculo, en espera de la ve­
no Hijo, que se complace en honrar a su nida del Espíritu Santo; Reina de los Apósto­
madre: y prueba también su benignidad, que les, alma de la Iglesia naciente.
«socorre libremente antes de que la pidan». Con la concisión de los textos divinamente
«Éste fué el primer milagro que hizo Jesús; inspirados, que ofrecen estos preciosísimos ras­
y manifestó su gloria, y creyeron en él sus gos, contrasta la abundancia de detalles que
discípulos» (Jn. 2, 11). se leen en los apócrifos, entre los cuales es el
La Reina de los Apóstoles alcanza, pues, primero, incluso por su antigüedad (s. n), el
con este primer milagro la confirmación de Protoevangelio de Jacobo. A él debemos el
la vocación de los primeros discípulos. conocimiento de los nombres de los padres de
Hácese mención de María otras dos veces. María, Joaquín y Ana, los detalles del naci­
Su madre y sus primos aparecen en busca de miento; la fiesta de la presentación de María
Jesús en una ocasión en que estaba hablando en el Templo.
a las turbas. Y el divino Redentor aprovecha De entre las tradiciones consideradas por
la noticia para otra enseñanza: son verdade­ los Padres, aparte todo cuanto atañe a la
ros hermanos de Jesús los que, cumpliendo la Asunción a los cielos, nos pla.ee mencionar
voluntad de Dios, viven de su vida y están uni­ aquí el siguiente detalle: Pedro, inmediata­
dos con Dios mediante los vínculos de la ca­ mente después de haber negado a Jesús y Ho­
ridad. En consecuencia, Jesús ensalza a María rado su pecado, se refugió junto a la Virgen
Santísima, que ha cumplido la voluntad de Santísima, quien le consoló y le aseguró el
Dios mejor que ninguna otra creatura, y lo perdón total. Todos admiten como cierto que
ha amado en tanto grado, que ha merecido en la madrugada de Pascua Jesús se apareció
ser elegida para madre del Verbo encarnado inmediatamente después de resucitado, y antes
(Mi. 12, 46-50; Me. 3, 31-35: Le. 8, 19 ss.). que a nadie, a su Madre.
Una pobre mujer del pueblo bendice a Ma­ En el Ap. 12, 1-18 «la mujer envuelta en el
ría por tal Hijo (Le. 11, 27 s.): «Dichoso sol, con la luna debajo de sus pies y sobre
el seno que te llevó y los pechos que mamaste», su cabeza una corona de doce estrellas», re­
exclama dirigiéndose a Jesús, quien confirma presenta a la Iglesia, y muchos exegetas sos­
el elogio y lo completa diciendo: «Más bien tienen que se la describe con los colores de la
dichosos los que oyen la palabra de Dios y la imagen de la Santísima Virgen.
guardan»; y en esto María no tiene seme­ Los Padres y la enseñanza infalible de la
jante en el mundo. Ya Santa Isabel había Iglesia han desarrollado la misma conexión
proclamado de ella : «Dichosa la que ha creí­ entre Jesús y María que efectivamente se afir­
do» (Le. 1, 45). ma en la Sagrada Escritura (Is. 7, 14; Le. 1,
En el momento del último sacrificio, María 26-38; 2, 34 s .; Jn. 19, 25 ss.).
se encuentra con su Hijo: lo ofrece al Eterno «Desde el s. ii es presentada la Santísima
como víctima para nuestra Redención. «Estaban Virgen por los Padres como la nueva Eva,
junto a la cruz de Jesús su Madre y la her­ íntimamente unida al nuevo Adán (Rom. 5,
mana de su Madre. María la de Cleofás y 15-21 ; I Cor. 15, 45-49), aunque subordinada
María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre a él, en la lucha contra el enemigo infernal
y al discípulo n quien amaba, que estaba allí, (Justino, Ireneo, Tertuliano, etc.).
dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. «En eso consiste el principio llamado de re­
Luego dijo al discípulo: He ahí a tu Madre. capitulación, según el cual la salvación nos
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en viene de un modo semejante a como nos vino
su casa» (Jn. 19, 25 cs.). «Jesús, con un acto la ruina: por la virgen Eva nos vino la ruina,
supremo de afecto filia! piensa en su Madre, por la Virgen María la salvación; lo mismo
389 MAR MUERTO

que Eva colaboró con Adán en cometer el Por último, los Padres han aplicado a la
pecado, así María, la nueva Eva, colaboró Santísima Virgen tipos y figuras del Antiguo
con su Hijo, el nuevo Adán, para la repara­ Testamento, a veces con verdadera finura, como
ción del pecado. cuando aplican a María, sede de la Sabiduría,
«Cristo derrota a la serpiente, y con él toma lo que en los libros sapienciales se dice de la
parte en la lucha (cf. Le. 2, 34 s.) y en la Sabiduría, atributo de Dios. En Ez. 44 ss. «al­
victoria esta nueva Eva, como la primera Eva gunos gustan — escribe S. Jerónimo — de ver
tomó parte en pactar con el enemigo y en en aquella puerta cerrada, por la que sólo
la derrota» (A. Bea). pasa el Señor, a la Virgen María, que sigue
«¿No son acaso Jesús y María el nuevo siendo Virgen antes y después del parto».
Adán y la nueva Eva, a quienes el árbol de IF. S.l
la cruz une en el dolor y en el amor para
BIBL. — G. R oschini, La vita di Marta, Roma
reparar la culpa de nuestros progenitores del 1945; P. C. L anducci, María SS. nel Vangelo, Roma.
Edén?» (Pío XII). 1945: J. J. W eber. La Vterse Maríe dans le Nouveau
Testament. París-Colmar 1951; F. C euppens, De Ma-
A la luz de esta doctrina (afirmada, ya he­ r i oíosla Bíblica, 2.a ed., Turín 1951; A. Bea. La Sa­
mos dicho, en la Sagrada Escritura), con razón cra Ser (tura «ultimo fondamento» del domma delVAs-
suntone. en La Civiltá Cattolica, 2 dic. 1950, pp. 547-
se considera al Protoevangelio (v.) como pri­ fil: F. Spadafora, La S. Scríttura e l'Immacolata, en
mer anuncio del futuro Redentor, cabeza de Rivísta Bíblica, 2 (1954), 1-9; Id ., María alie nozze
di Caná, en R¡vista Bíblica, 2 (1954), 220-47. * S. A la­
toda la humanidad, y juntamente primer anun­ meda, La Virgen en la Biblia y en la primitiva Iglesia,
cio de María, Madre y cooperadora, íntima­ Barcelona 1939; J. L eal, La Virgen en el Evangelio,
mente unida a él en la lucha y en la victoria en CB (1952), pp. 99 ss.; T imoteo U rquiri, La inma­
culada concepción de María y la Sagrada Escritura*
decisiva. Y con razón también se alega Le. 1, en IC (1954). pp. 882 ss.; A C olunga, La madre del
28, «llena de gracia», para que se entienda que Mesías en el A. T., en CT (1950). p. 77 ss.
la enemistad entre María y Satanás es per­ MARÍA (Apocalipsis de la Virgen). — v. Apó­
fecta y completa, y que, por tanto, en la pre­ crifos.
dicción y en la salutación angélica se entiende
estar comprendida la Inmaculada Concepción
de María. MARÍA (Tránsito y dormición de). — v. Apó­
Otro tanto hay que decir respecto del triun­ crifos.
fo. La estrecha unión que existe entre Jesús y
María en la lucha y en la primera victoria MARIAMNE. — v. Hetodes.
exige que también María triunfe, como Jesús,
no sólo del pecado, sino también de la muerte, MAR MUERTO. — El mayor lago de Pales­
ya que estos dos enemigos del género humano tina, con la llanura de ez-Zór al norte, la de
son consecuencia del primer pecado, siempre es-Sebha al sur, los montes de Judea (50-350
íntimamente unidos en los escritos del Apóstol metros sobre el nivel del mar), que se echan
de las Gentes (Rom. 5-6; I Cor. 15, 21-26, en pronunciada pendiente sobre el mar, al
54-57). Y lo mismo que la lucha de Cristo se oeste, y las barrancosas montañas de Moab,
concluye con la glorificación de su santo cuer­ empinadas sobre el mar (800-1200) al este. Es
po en la resurrección, así también para María el residuo de un lago prehistórico más extenso.,
se concluye la lucha con la glorificación de su y forma parte de la cuenca siríaca. Actual­
cuerpo virginal. mente mide 76 km. de longitud (86 desp. de la
En el protoevangelio se predicen las comu­ inundación de la llanura es-Sebha), 15,70 km.
nes enemistades y la común victoria plena del de anchura, 395 m. de profundidad en la parte
Redentor y de su bendita Madre, a él unida septentrional, y de 1 a 6 en la meridional. El
con estrechísimo lazo, sobre el diablo seductor nivel de sus aguas está a 390 m. por debajo
y sobre las consecuencias de tal seducción. Y del nivel del Mediterráneo.
las consecuencias son el pecado (original y Lo alimentan el Jordán (en dos terceras
personal) y la muerte. partes) y los otros afluentes de la izquierda
«La plena victoria debe, pues, ser para la (’Ain Gidt que da origen al oasis llamado Ja-
Madre lo mismo que para el hijo, victoria so­ sasón Tamar — II Par. 20, 2 — o Engaddi
bre el pecado y sobre la muerte: sobre el pe­ — Jos. 15, 62 — y de la derecha (W. Zergá
cado en la Inmaculada Concepción, sobre la Ma’in, Seil el Mogib-Arnón con.los afluentes;
muerte en la Asunción corporal» (A. Bea). W. el Kerak, Seil en-Numéra, Seil el Kuráhi).
De este modo también el dogma de la Asun­ El mar Muerto conserva el equilibrio de las
ción tiene su «último fundamento» en la Sa­ aguas, que no tienen posible salida, gracias a
grada Escritura. la extraordinaria evaporación de nueve millones
MARTA de Betania 390

de metros cúbicos diarios. A esta elevada eva­ MARTA de Betania. — Hermana de Maria
poración, posible a causa del tórrido calor y de Lázaro, de Betania, aldea situada a unos
que se produce en esta depresión y por el 3 km. de Jerusalén. El nombre es simple
arrastre salino de los terrenos cretáceos de transcripción del arameo (mártác = señora) y
Moab y de Judá, de los grandes aluviones nunca aparece en el Antiguo Testamento, en
arrastrados por el Jordán, parece debe atribuirse tanto que es comunísimo en la literatura tal­
la densidad salina de sus aguas (25 % ; clo­ múdica y frecuente en las inscripciones fune­
ruro de magnesio, 9-15 % ; sal marina, 5-9 % ; rarias del cementerio de Betania.
cloruro de calcio, 2,3-2,7 % ; cloruro potásico, Marta aparece por primera vez en el Evan­
0,3-1,7 %, etc.),que les da un color verde gelio (Le. 10, 38-42) con ocasión de una visita
azul y un sabor desagradibilísimo al paladar; de Jesús a su casa. Nos es presentada como
y las hace mortíferas para los peces, que en ama de casa, enteramente preocupada por
ellas mueren a poco de haber entrado por el ofrecer digna acogida al huésped divino, mien­
Jordán y por los otros tributarios, así como tras María se queda sentada a los pies del
para toda clase de animales acuáticos y no Salvador para oír su palabra. Por esta razón,
acuáticos y para las plantas, que son escasísi­ muy ingenuamente Marta lanza una queja con­
mas en sus orillas. En la parte meridional tra la hermana, en la persuasión de que el
abundan los depósitos de asfalto que afluyen Señor piensa como ella. Mas el Señor le res­
intermitentemente del fondo, con motivo de ponde amablemente : «Marta, Marta, tú te
conmociones sísmicas, y producen exhalaciones inquietas y te turbas por muchas cosas; pero
desagradables. Es característica la masa de sal pocas son necesarias, o más bien una sola.
gema de Gebel Usdum, de 1 km. de longitud, María ha escogido la mejor parte que no le
6 de anchura y de 20 a 25 m. de espesor, con­ será arrebatadas» (Le. 10, 42, según el texto
siderada como producto de una precipitación griego). Desde muy remotos tiempos, muchos
marina antiquísima. Se piensa que la parte Padres (S. Basilio, PG 31, 1325; S. Agustín,
meridional tiene en su fondo el valle bíblico PL 38, 315-617; S. Gregorio M., PL 76, 953)
de Sidim (Gén. 14, 3.10) con sus pozos de be­ y escritores de ascética ven en Marta repre­
tún (Gén. 14, 10), donde estaban situadas sentado el tipo de la vida activa y en María
las ciudades de Ja Pentápolis (v.) ahora su­ el de la vida contemplativa. S. Agustín dice
mergidas. tajantemente, dirigiéndose a Marta: «Non tu
malam elegisti, sed illa meliorem».
Son varias las denominaciones de este lago:
«mar de sal» (hebr. iám ham-melah, por la Luego la hallamos presente en la resurrec­
ción de Lázaro (Jn. 11, 20,40); y en esta oca­
densidad salina: Núm. 34, 3-12; Jos. 15, 2.5;
sión, mientras pide implícitamente un milagro,
18, 19); «mar del desierto» (hebr. iám ha- hace en presencia de Jesús una estupenda pro­
cArabah) por su situación en la zona de la fesión triple de fe: en la omnipotencia supli­
estepa, después de la región desierta del bajo cante del Salvador (v. 22), en la resurrección
Jordán (Dt. 3, 17; Jos. 3, 16; 12, 3; II Re. de los muertos (v. 24), y en la divinidad de
14, 25) «mar oriental»: Hebr. iám had-qad- Jesús (v. 27; cf. Mt. 16, .16; Jn. 6, 69-70).
móni, por oposición al mar Mediterráneo (Ez. Menciónase a Marta por última vez a pro­
47, 18; Jl. 2, 20; Zc. 14, 8); «Lago Asfálti­ pósito del banquete en el que estaban pre­
co» : ff *A<t <Po.\ titls, por la presencia del as­ sentes Jesús y Lázaro, poco antes de resucita­
falto (Diodoro Siculo; Josefo); «Lago de do (Jn. 12, 1-8). También aquí aparece con­
Sodoma» por el emplazamiento de la Pentá­ forme a su inconfundible característica, com­
polis en la parte meridional del lago (Talmud, pletamente atareada en servir (v. 2), señal evi­
Josefo, IV Escl. 5, 7); «Mar Muerto»: 1) $¿- dente de que Jesús no había reprendido más
Xacraa r) veKpá por la ausencia de vida orgá­ que lo que había de excesivo y exclusivo en
nica ; denominación empleada por Justino (36, su actividad exterior.
3) y por Pausanias (V, 7, 5) y que ha llegado No tenemos noticia alguna acerca del fin
a ser la más común; «Mar de Lot» (árabe de Marta. Abundan, en cambio, las leyen­
Barh Lüt), que es la denominación de los das en torno a las dos hermanas. La Iglesia
actuales palestinos por la existencia de un venera a Marta con el título de santa y el
santuario de Lot al sudeste del mar Muerto. Martirologio Romano fija su fiesta el 29 de
[A. R.] julio. [B. P.]
• BTBL. — L. SzczepAnski, Geographia historica Pa­ BIBL. — L C. F illion. Vida de N. S. J.. trad.
laestinae antiquae, Roma 1926, pp. 59-63: F. M. Abel, esp., III, Madrid 1942; L. D uchesne, Fastes épisco-
Géographie de ia Palestine, I, Paris 1933, pp. 498-505. paux de Vancienne Gaule, I, Paris 1907, pp. 32Í-359.
391 M A SFA

MARTIRIO. — El término martirio paprv- reconocidos por Jesús en presencia del Padre
p io v , fjiapTvpia )
y derivados significan «testi­ (Mt. 10, 32). [L. V.]
monio», y en el Nuevo Testamento son em­ o i o i - . — jc,. rio cE D E Z , L*e con cepi d e m arlyr. en
pleados principalmente en ese sentido, al que N R T h . 55 (1928), 81-99. 198-208; E. B. A llo , U A p o ­
a veces va unido secundariamente el sentido calypse, 3." e d .. París 1933, p p. 62-5; J. B onsirven ,
T eo lo g ía del N. T ., Turín 1952, p . 118 s s . ; S trath-
de padecimiento (cruento o incruento) sufrido mann , en T h W N T , IV , 477-520.
con motivo del mismo testimonio.
Pueden distinguirse varios testimonios: MASFA. — (Hebr. Mispáh «atalaya».) Nom­
1) El del Padre, que en presencia de la bre de varias localidades de Palestina.
humanidad acredita al Hijo mediante una ac­ 1. Montón de piedras, al norte del río ez-
ción interna en cada individuo (o sea con el Zerqa (Jacob), erigido por Jacob para testimo­
don de la fe ; Jn. 5, 37 s .; 6, 44 ss.), y mediante nio de alianza con Labán, llamado respectiva­
las «obras» que Él realiza en el Hijo y por mente en arameo Iegar-ááhadütá3 amontón del
medio del Hijo (Jn. 5, 36; 14, 10, etc.); tam­ testimonio», y en hebreo Ga-Iéd «montón tes­
bién el Espíritu Santo, los Profetas y las Escri­ timonio» o Mispáh «atalaya» (Gén. 31, 44-54).
turas en general, particularmente el Bautista, 2. Aldea situada e n . el Calad jordánico
dan testimonio de la vida y de la doctrina de (Jue. 10, 17; 11, 11), probablemente identifi­
Jesús Un. 5, 33.39.45; 15, 26; Act. 10, 43); cado con Masfa de Galad (Jue. 11, 29) y con
2) el del mismo Jesús, «testigo fiel y veraz» Ramot Masfa (Jos. 13, 26), que fué residencia
(Ap. 3, 14), respecto del Padre y de su doc­ del juez Jefté (Jue. 11, 34), y aquí fué desti­
trina, que fué dado con la predicación y los nada a la muerte su hija, inconsciente del
milagros ante los Apóstoles, ante el pueblo y voto inconsiderado del padre (Jue. 11, 34-39).
ante las autoridades judías, ante el gobernador Queda incierta su localización, que algunos
romano (Jn. 18, 37; I Tim. 6, 13; aquí brilla fijan no lejos de W. Yabis de acuerdo con el
la idea de testimonio dado con la aceptación itinerario de Egeria, que vió la tumba de
consciente de la muerte violenta); Jefté en Tisbet. Otros la ponen en Hirbet
3) principalmente el de los Apóstoles, ex­ Gel’ad, más al sur .
presamente constituidos por Jesús para ser 3. Valle del lado del Hermón, llamado
testigos autorizados de su resurrección y, en también «tierra de Masfa» (Jos. 11, 3.8), donde
general, de sus enseñanzas, con la perspectiva se realizó el aniquilamiento de los reyes cana-
de las persecuciones llevadas hasta causarle la neos confederados contra Josué. Es incierta
muerte (Mt. 10, 17-31 ; Le. 24, 46 ss.; Jn. 15, esta identificación (Metullah o Qal’at es Su-
20 ss., 27; Act. 1, 8; 10, 41 ss., etc.). Ellos bejbeh).
se mostraron conscientes de este su deber y 4. Aldea de la Shefelat judía, adjudicada
lo cumplieron valerosamente (Jn. 19, 35; 21, a la tribu de Judá (Jos. 15, 38), que puede lo­
24; Act. 1, 21 s .; 2, 32; 5, 29-32; 10, 39-42; calizarse en H.es-Saíijjeh, a 10 km. al norte
I 7/i. 1, 1 ss„ etc.), dando al mismo tiempo a de Beit Gibrin, en cuyo territorio (Heleuteró-
Dios y a Cristo «testimonio» del mayor amor polis) el Onomasticón establece dos localidades,
que cabe (Jn. 15, 13). La afirmación de estos y S. Jerónimo una sola.
testimonios tiene evidentemente un grandísimo 5. Masfa de Moab, hipotéticamente loca­
valor histórico y apologético. lizada por Musil en Rugm el MeSrefé al oeste
En sentido algo más lato, son llamados de Médhaba, que fué el lugar donde David, fu­
«mártires» los personajes del A. T. que su­ gitivo y angustiado por la suerte de sus pa­
frieron padecimientos por mantener su fe en dres, se entrevistó con el rey de Moab.
las divinas promesas, dejando así un insigne 6. Ciudad de la tribu de Benjamín, no le­
ejemplo a los cristianos (Heb. 11, 1-12, 1); a jos de Rama (Jos. 18, 25-26), lugar de reunión
ellos pueden añadirse los héroes de la fideli­ de los hebreos en el tiempo de los Jueces,
dad a la ley divina, como Eleazar y los siete después del ignominioso escarnio de la mujer
hermanos Macabeos con su madre (II Mac. 6, del levita en Gueba (Jue. 20, 1-2) y en tiem­
18-31; 7, 1-41). pos de Samuel (I Sam. 7, 5-14; 10, 17). Fué
El «testimonio» deberá continuar en la Igle­ fortificada por el rey Asa contra Israel (I Re.
sia hasta su triunfo final por parte de los su­ 15, 22; II Par. 16, 6). Habiendo sido elegida
cesores de los Apóstoles y de los discípulos para residencia de Godolías, después de la
de Cristo, que deben transmitir fielmente la destrucción de Jerusalén (II Re. 25, 23-25), dió
doctrina de Jesús, aun a costa de la vida albergue a varios judíos y entre ellos a Jere­
(Ap. 6, 9 ss.; 11, 3-12; 17, 6; 20, 4). Es con­ mías (Jer. 40, 6-16; 41, 1-16), antes del asesi­
dición necesaria para ser «confesados», es decir, nato que indujo a los supervivientes a la huida
MATEO 392

a Egipto. Fué repoblada por los hebreos des­ Clemente de Alejandría), Mateo, después de la
pués de la cautividad y contribuyó a la res­ Ascensión de Jesús, permaneció por algunos
tauración de Jerusalén (Neh. 3, 7.15.19). En años en Palestina evangelizando a sus com­
cuanto a su localización, en vez de Nabi Sam- paisanos y edificándolos con el ejemplo de una
wil se prefiere la actual Tell en Nasbeh, junto vida bastante austera. Después salió de Tierra
al camino de Nazaret a Jerusalén, a 13 km. Santa y evangelizó a otros pueblos. Antiguas
de ésta. La exploración arqueológica (W. F. tradiciones, que están lejos de ir de acuerdo,
Bade: 1927-1932), de acuerdo con los textos hablan de los etíopes, de los persas o de los
bíblicos, acusa la existencia de una ciudad partos. Hay quien le traslada incluso a Mace­
importante con su gran muralla de cerco y donia y nada menos que a Irlanda. El Mar­
los correspondientes torreones, reforzada con tirologio Romano lo menciona como mártir el
un terraplén, habitada desde el período paleo­ 21 de septiembre. Salerno se gloria de poseer
lítico al del Bronce medio, y desde el Hie­ sus sagrados despojos.
rro I hasta el período helénico. Se han halla­ Una tradición antigua y constante atribuye
do nombres bíblicos (cAhazjáhu, Mattanjahu, a Mateo el primer Evangelio, que ya es cono­
Yacaziahu) en los sellos, como el destino le- cido y está esparcido por toda la Iglesia a
melekh o jh en los cuños de jarras reales. fines del s. i. Clemente Romano, Policarpo de
[A. RJ Esmirna, Ignacio de Anlioquía y la Didaqué
BIBL. — T?. M . A b e l . Géogravhie de la Palestina, citan fragmentos de Mateo. El primero que
II, París 1938. pp. 388-391; C . H . M a c - C o w n - I. C . habla explícitamente de una obra de Mateo es
W a m p l f r y o íro s, Tell en Nasbeh, I-II, N ew H aven
1947; D í r i n g e r , en BibArch. 12 (1949), 70-86. Papías, obispo de Hierápolis en la Frigia me­
nor, en otro tiempo compañero de Policarpo
MASHAL. — v. Prov. en la escuela del apóstol San Juan. Papías es­
cribió por los alrededores del año 110 una
MASORA. — v. Textos bíblicos. obra intitulada: Interpretación de los dichos
del Señor, de la que Eusebio (Hist. eccle. III,
MASSEBAH. — v. Altura. 39; MG 20, 296-300) conserva algún trozo y,
poniendo en relación a Me. con Mt., afirma
MATATÍAS. — v. Macabeos. que «Mateo — no así Marcos — dispuso orde­
nadamente en lengua hebrea los dichos (,\óyia)
MATEO. — Santo, apóstol y evangelista (en del Señor, que después cada uno interpretó
griego M arrajos, Madftalos del ara m e o ; como pudo» (en MG 20, 300). Trátase, evi­
Maththaj = Adeodato). He aquí cómo relata dentemente, del Evangelio íntegro, según el
él mismo su vocación apostólica: aVió Jesús testimonio unánime y preciso de toda la anti­
a un hombre sentado al telonio, de nombre güedad cristiana.
Mateo, y le dijo; Sígueme. Y él, levantándose, En realidad los discursos tienen en Mt. una
le siguió. Estando, pues, Jesús sentado a la parte preponderante, y es indiscutible el orden
mesa en la casa de aquél, vinieron muchos sistemático; agrupación lógica; discurso pro­
publicanos y pecadores a sentarse con Jesús gramático (5-7), milagros (8-9), parábolas (13),
y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos de­ etcétera.
cían a los discípulos: ¿Por qué vuestro Maes­ Mateo escribió en arameo, que era la lengua
tro come con publicanos y pecadores? Él, que que entonces hablaban los judíos de Palestina.
los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad En esto están concordes los antiguos. El ori­
de médico, sino los enfermos» (Mt. 9, 9-12). ginal semítico se extravió completamente, y
En los lugares paralelos Me. 2, 14-17 y Le. 5, quizás corrió la misma suerte que la perse­
27-32 se le llama Leví, hijo de Alfeo. Tenía, guida iglesia palestinense, la cual, después de
pues, dos nombres, cosa bastante común en la maravillosa primavera que refieren los Ac-
aquel tiempo en Palestina y en otras partes. tos, sufrió un estancamiento en su vitalidad,
Luego hallamos constantemente a Mateo en a lo que contribuyeron igualmente las vicisi­
el catálogo de los doce Apóstoles, así en el tudes políticas de la nación, con lo que se
Evangelio (Mt. 10, 3 y paral.) como en los llegó a una vida penosa y lánguida, a la que
Actos 1, 13. La condescendiente bondad del siguieron los estragos producidos por las he­
Señor quiso que figurase en el colegio de sus rejías. Hoy sólo poseemos el texto griego, que
más íntimos colaboradores un publicano, que ya se encuentra en la forma actual en la Di­
para los judíos de la época equivalía a un daqué, en la epístola del seudo Bernabé y en
pecador público. Ignacio mártir. La versión del arameo tal vez
Según la tradición (cf., por ej., Ireneo y fuese un hecho consumado ya antes del año 60
393 MATEO

después de J. C., cuando Lucas escribió su doctor y promulgador de la nueva Ley, agru­
evangelio. La Iglesia ha considerado siempre pando sus principales enseñanzas, luego como
tal versión como canónica, substancialmente taumaturgo obrador de prodigios, luego en las
auténtica y semejante al original arameo. diversas contingencias de la vida puesto en
El griego de Mt. es bastante puro, si bien contacto con los discípulos, con las turbas,
no tan literario como Le. o Heb., no tan per­ con los fariseos, y finalmente paciente en la
sonal como Pablo. No obstante, en él se des­ pasión y triunfante en la resurrección. No
cubre decididamente el original arameo, lo debe, pues, buscarse en Mt. el orden cronoló­
cual es un argumento en favor de la autentici­ gico, pues él tiene en cuenta sobre todo el
dad atestiguada por la tradición, sobre lo cual orden lógico, y por eso reúne frecuentemente
no faltan otros indicios, como el de que sola­ en uno discursos y hechos que pertenecen a
mente en este evangelio se llama «publicano» una misma clase, aunque acontecidos en tiem­
a Mateo, y solamente en él se comprueba pos diversos. En cuanto al número de hechos
como nota saliente el elemento «financiero» y dichos del Señor, es el Evangelio más denso
y la predilección del autor por las enumera­ de materia. De él ha recibido la Iglesia los
ciones. Es asimismo notable el colorido local fundamentos de la fe y de la vida cristiana,
y de ambiente: un cristiano palestinense podía como la fórmula trinitaria del bautismo (28,
comprender todo fácilmente; pero hay cosas 19), el sermón de la montaña (v.) (5-7), la ora­
que a cualquier otro le resultarían difíciles. El ción dominical o Pater noster (6, 9-13), la
estilo hierático e irénico, igual y acompasado, promesa de la primacía de S. Pedro (16, 18 s.)
sería fastidioso para un griego, pero está ente­ y de la indefectibilidad de la Iglesia (28, 20).
ramente en armonía con la mentalidad orien­ Por estas razones está bien el evangelio de
tal, y particularmente con la judía. Mateo en el primer puesto» (A. Vaccari).
El esquema del evangelio es el siguiente: Mateo escribió para los judíos palestinos, y
I parte. Infancia (y.) de Jesús (1-2); genea­ se propone un fin eminentemente doctrinal y
logía (v.), nacimiento virginal, adoración de didáctico : el de dar a conocer que Jesús es
los Magos (v.), huida a Egipto, regreso a el eminente Mesías, el realizador de todas las
Nazaret. profecías del A. T .; que fué preconizado a
II parte. Vida pública de Jesús (3-25). — los Padres y anunciado por los Profetas, y
1. Preparación (3-4, 11): predicación del Bau­ que, por no haber sido reconocido por la na­
tista, bautismo de Jesús, tentaciones (v.) en el ción, fué condenado a muerte. Pero resucitó,
desierto. — 2. Ministerio de Jesús en Galilea y el reino por él fundado (la Iglesia) contenía
(4, 12-18, 35): Jesús doctor promulgador de la misión de salvación en el mundo entre ju­
la nueva Ley (4, 12-7); obrador de milagros díos y gentiles hasta el día de su nueva ve­
(8-9); maestro de los Apóstoles (10); repro­ nida. Teniendo esto en cuenta se explica cómo
cha a los fariseos (11-12); expone en las pa­ Mateo aprovecha todas las ocasiones para sub­
rábolas la naturaleza del reino de Dios (13); rayar el hecho de haberse cumplido en Jesús
confirma la fe de los discípulos con nuevos las antiguas profecías mesiánicas.
milagros, y fustiga la envidia de los fariseos Tal vez no deba de excluirse la existencia
(14-16, 12); predice su pasión (16, 21-28) y da de una no pequeña preocupación nemotéc­
muchos avisos a los discípulos (17-18). — nica, si se piensa en el empleo del quiasmo, en
3. Ministerio en Judea (19-25): viaje a Jeru- las frases estereotipadas, en ciertos números
salén (19-20); entrada triunfal y purificación determinados (3/7/10) y en los incisos rítmi­
del Templo (21, 1-17); delata y reprende los cos. Todos estos recursos estaban en uso entre
vicios de los fariseos y de los saduceos (21, los rabinos para asegurar la exactitud en la
18-23, 39); predice la destrucción de Jerusa- transmisión de las máximas de los antiguos, y
lén (24-25; v. Escatología). resultaban fácilmente comprensibles en el am­
III parte. Pasión, muerte y resurrección (26- biente palestinense.
28): preparación para la pasión (26, 1-46); Es imposible establecer una fecha muy pre­
pasión y muerte (26, 47-27); resurrección, apa­ cisa para el primitivo trazado de Mt. Lo que
riciones, misión de los Apóstoles (28). los escritores antiguos tienen por cierto e in­
«Quien considere atentamente este esquema, discutible es que Mateo fué el primero de los
fácilmente podrá echar de ver el arte y la habi­ cuatro evangelios canónicos, y que Lucas es­
lidad de su autor para componer. Después de cribió el suyo antes del año 62, es decir, antes
haber presentado en los primeros capítulos los que los Actos, que alcanzaron justamente el
personajes, y primero a Jesús, que domina en año 63 desp. de J. C. En lo de determinar con
lodo el Evangelio, nos muestra a éste como mayor precisión no están de acuerdo ni aun
M A T R IM O N IO 394

dentro del campo católico. Tal vez escribiese presenta como polígamo a Lamec (Gén. 4,
Mateo su evangelio ya antes del afio 50 desp. 18), de Ja depravada estirpe de Caín. Fué una
de J. C., si no ya en el primer decenio que desviación de la pura institución de los orí­
siguió a la muerte de Cristo. [G. T.] genes.
BIB L . — H ó p e l - G u t - M e t z i n g e r , Introductio spe­ Dios se adapta benévolamente a las costum­
cialis iit N. T., 5.a> ed., Roma 1949, pp. 30-65; M . J. bres imperfectas de los hombres, y desde los
L a g r a n g e , E v . selon s. Matlhieu, 4.a e d ., París 1927;
D . B u z y , en la Ste Bible, Pirot, 9, París 1946, p p. 1- patriarcas en adelante vemos atestiguada la po­
387; A . V a c c a r i , La S. Bibbia, V III, Firenze 1950, ligamia y el divorcio. Prácticamente son cos­
op. 1-133. * J. M . B o y e r , El Evangelio de San Mateo , tumbres semitas en general, y particularmente
Barcelona 1946.
de los babilonios. El más célebre testimonio de
MATEO (Actos y Evangelios apócrifos). — ello es el código de Hammurabí (v.), en el
v. Apócrifos. que hay algunos artículos que se corresponden
perfectamente con la narración del Génesis (v.)
MATIAS. — v. Apóstoles. sobre Abraham, Sara y Agar; Jacob, Raquel,
Lía y sus esclavas; sobre las relaciones entre
MATRIMONIO. — El hebr. hatunnáh (Cant. Judá y Tamar (extensión del levirato entre el
3, 11) expresa la celebración del matrimonio, suegro y su nuera, explícitamente formulada
que en hebreo no tiene sustantivo correspon­ en la ley jetea), etc.
diente. En griego (Nuevo Testamento) se emplea Una vez que el matrimonio polígamo era
ya p o ? , y preferentemente el verbo yapeXv. legítimo, sólo se daba adulterio cuando el
El primer matrimonio se remonta a los pri­ esposo tenía relación con Ja mujer de otro,
meros orígenes de la humanidad (Gén. 2, mientras que el trato con una soltera era sólo
18 ss.). Eva fué entregada por Dios a Adán considerado como acto inmoral. En cambio,
como compañera inseparable y como com­ era considerado como adulterio el trato de una
plemento del hombre, consagrando el consorcio mujer casada con cualquier otro hombre.
conyugal y fundando la sociedad sobre la fa­ Por el adulterio estaba sentenciada la pena
milia (A .Vaccari). El haber sido formada la de muerte para el hombre como para la mu­
mujer sacándola del costado del hombre, ade­ jer, y en esto la desposada estaba asimilada
más de confirmar la unidad de la especie hu­ a la esposa (Gén. 38, 24; Lev. 18, 20; Dt. 22,
mana, enseña el deber del amor mutuo y la 22-27, etc.).
dependencia de la mujer respecto del hombre Se ensalza la fidelidad conyugal (Prov, 5,
(cf. I Cor. 1.1, 8). «Por eso dejará el hombre 15-19), y la honestidad de la mujer por enci­
a su padre y a su madre y se adherirá a su ma de cualquiera otra dote (Prov. 31, 30; Eclo.
mujer, y vendrán a ser los dos solos una sola 26, 23; Tob. 3, 11 ss.); cf. Dan. 13, 23; Job
carne» (Gén. 2, 24). Son palabras del autor 31, 9.11 s. Los libros sapienciales dan severa­
sagrado, o más bien de Dios que le inspiraba mente la voz de alerta contra toda infidelidad
(cf. Mt. 19, 6). Los cónyuges forman como (Prov. 2, 16 ss.; 5, 3 ss., etc.), que no puede
una sola persona, un solo cuerpo (cf. I Cor. 6, ocultarse a los ojos de Dios, aun cuando quede
16). De aquí sacó el mismo Jesús una prueba oculta a los hombres (Eclo. 23, 18 s.). La
de la primitiva unidad (monogamia) y de la adúltera comete un triple pecado: ofende a
indisolubilidad del matrimonio (Mt. 19, 4-8; la santidad de Dios, engaña al marido y pro­
A. Vaccari). crea un hijo extraño (Eclo. 23, 23).
Es el matrimonio un contrato divino «cuyo Los goces del matrimonio preservan al espo­
testigo es Dios» (Prov. 2, 17; Mal. 2, 14), por so de caminos perversos; y él corresponderá
lo cual ruega Tobías (8, 7): «No llevado de la con el deber conyugal para que la esposa no
pasión sensual, sino del amor de tu ley recibo corra peligro de hacerse infiel (Prov. 5, 13-19).
a esta mi hermana por mujer». Así pudieron Entre los grandes santos del Antiguo Testa­
los profetas apellidar la relación entre Yavé e mento, Moisés, Oseas, Isaías, Ezequiel, To­
Israel sirviéndose del símil del matrimonio bías, tuvieron una sola esposa, y también fué
(Os. 1, 2; Jer. 2, 2; Ez. 16, etc.; Cant.). monógamo el matrimonio de Judit. Con el
El Decálogo tiene este precepto; «No adul­ correr de los tiempos la monogamia se con­
terarás» (Ex. 20, 14). El adulterio es un peca­ virtió en matrimonio corriente.
do contra Dios (Gén. 20, 6; Prov. 2, 17), e Son evidentes el significado religioso del ma­
incluso sólo el mal deseo (Ex. 20, 17; cf. Gé­ trimonio y el alto nivel del Antiguo Testa­
nesis 39, 9). mento en las prescripciones que prohíben la
Al alejarse de Dios la humanidad, como unión entre consanguíneos y parientes por afi­
consecuencia del primer pecado, la Biblia nos nidad (Lev. 18, 6-18; 20, 10-21; Dt. 22, 13-30;
395 M A T R IM O N IO

27, 20-23; cf. en parte el código de Hammu- se hizo más sensible el perfeccionamiento y la
rabí, §§ 154-157). Sólo se reconoce una excep­ elevación que obró Cristo.
ción en virtud de la antiquísima ley del levi- Así leemos en el sermón de la montaña:
rato (v.). Y esto es más de admirar si se «Se ha dicho: El que repudiare a su mujer
consideran las costumbres de los egipcios, que déla el libelo de repudio (Dt. 24, 1-4). Pero
no juzgaban de inmorales ni siquiera la unión yo os digo que quien repudia a su mujer, ex­
del padre con la hija, y quizá también la de cepto el caso de concubinato, la expone al
la madre con sus propios hijos (cf. DBs, II, adulterio, y el que se casa con la repudiada
col. 850 s.), o las de los cananeos, más depra­ comete adulterio» (Mt. 5, 31 s.), y más com­
vadas aún (Lev. 18, 3 ; A. Clamer, La Síe. Bible pletamente en Mt. 19, 3-12.
[ed. Pirot, 2], París 1940, pp. 138-42; 154-57; A los fariseos que le proponen la cuestión
652-56). del divorcio responde Jesús restituyendo al
La ley sobre el divorcio está formulada en matrimonio la pureza de sus orígenes: Gén. 1,
Di. 24, 1-4. Los otros pasajes del Pentateuco 27; 2, 24, y estableciendo las dos cualidades
que hablan de él lo suponen ya de actualidad, esenciales puestas por Dios: la unidad (alo
establecido por la costumbre. La ley no hace que Dios unió no lo separe el hombre») y la
más que determinar las formalidades que han indisolubilidad absoluta.
de seguirse para darle legalidad, e impone Moisés no instituyó el divorcio, sino que
condiciones y restricciones aptas para limitar lo reglamentó: el divorcio no es una ley, sino
su uso. La legislación babilónica (código de una excepción tolerada («por la dureza de
Hammurabí, § 137) no se preocupa de esta­ vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a
blecer los motivos del repudio, y en el § 141 vuestras mujeres; pero al principio no fué así»).
enumera varias culpas de la esposa que lo Por tanto vuelve a proclamar (como en 5,31 s.)
permiten sin compensación alguna. «Si un la ley de la indisolubilidad (= Me. 10, 10 ss.;
hombre toma una mujer por esposa, y ésta Le. 16, 18; I Cor. 7, 10 s .; Rom. 7, 2 s.).
luego no le agrada, porque ha notado en ella El inciso: excepto el caso de concubinato,
algo de torpe (o de repugnante), le escribirá pr¡ enl TTopveia (ttopveía corresponde al rabí-
el libelo de repudio y poniéndoselo en la mano, nico zenut = matrimonio inválido, no verdade­
la mandará a su casa» (Dt. 24, 1). ro, «concubinato»), indica el caso de la unión
La frase hebrea «hallará en ella una desnu­ en que no existe el vínculo matrimonial, y el
dez, o vergüenza de algo», permite suponer desechar a la mujer no sólo es legítimo sino
que esa cosa vergonzosa o repugnante es de obligatorio (J. Bonsirven, A. Vaccari, C. Spicq).
orden físico, como una enfermedad o cual­ De ahí pasa a ensalzar el celibato virtuoso
quier deformidad. En el tiempo de Nuestro de quienes voluntariamente quieren entregarse
Señor los rabinos discutían así: shammai se por entero a Dios y a la difusión de su reino.
refería a desnudez de una culpa grave, en par­ La misma enseñanza se repite en S. Pablo:
ticular al adulterio; mas hillel autorizaba el el matrimonio, su legitimidad (es un don,
divorcio por un motivo cualquiera. Los fariseos X¿pio-pa), y sus derechos (I Cor. 7, 1-7); in­
que interrogan a Nuestro Señor (Mt. 19, 3, «si disolubilidad (vv. 8-16); parangón entre el
es lícito despedir a la mujer por un motivo matrimonio y la virginidad (vv. 25-38); viu­
cualquiera^ pertenecían a esta escuela. El dez (v. 39 s.). El matrimonio es necesario para
derecho del divorcio estaba reservado exclu­ el que no tiene el don más elevado de la vir­
sivamente al marido. Más adelante, y por vez ginidad ; los cónyuges se corresponderán mu­
primera en la colonia judía de Elefantina, apa­ tuamente con el deber conyugal: «la mujer no
rece la extensión de tal derecho a las mujeres es dueña de su propio cuerpo: es el marido;
(Clamer, op. cit., p. 662 ss.), por lo que se ve e igualmente el marido no es dueño de su pro­
que la ley trató de proteger a la mujer contra pio cuerpo: es la mujer. No os defraudéis uno
1¿ arbitrariedad del hombre. al otro, a no ser de común acuerdo, por algún
Al desechar a la esposa, el marido devolvía tiempo, para daros a la oración (fin sobrena­
la dote, don nupcial que él entregaba al pa­ tural); y de nuevo volved al mismo orden de
dre de la esposa (Éx. 22, 15). vida, a fin de que no os tiente Satanás de in­
Eclo. 7, 26 pone en guardia contra el divor­ continencia». La indisolubilidad es absoluta,
cio ; y no obstante, los judíos lo consideraban como ordenada por el Señor.
como una válvula de seguridad, sin la cual el «En cuanto a los que abrazan la fe estan­
matrimonio resultaría demasiado duro (cf. Mt. do ya casados, si el cónyuge infiel consiente
19, 10). en cohabitar con el convertido, que sigan uni­
El matrimonio es uno de los puntos en que dos; mas si quiere separarse, el otro cónyuge
M E D ID A S Y PESOS 396

queda libre (I Cor. 7, 12-15; éste es el lla­ MATUSALÉN. — v. Patriarcas.


mado privilegio paulino). La razón (o la pre­
cisa razón) por la que decía que el creyente MEDIDAS Y PESOS. — Contra lo que suce­
no debe romper el vínculo precedente, estaba dió en Mesopotamia, parece que en Palestina
en la esperanza de poder convertir a la fe al no fué posible la organización de los pesos y
otro cónyuge, la cual esperanza sería vana en de las medidas sino por la actuación de la
caso de una unión contumeliosa y agitada; monarquía. Encomendóse tal cuidado a los
y entonces la parte fiel no debería tener escrú­ levitas (I Par. 23, 29).
pulo en recobrar la libertad. Medidas lineales: las unidades de longitud
S. Pablo condena a quienes prohíben el ma­ deben sus nombres a las partes del cuerpo. El
trimonio (I Tim. 3, 4); excomulga al inces­ codo (hebr. ammah, nfjxv<z) se mide desde la
tuoso de Corinto (I Cor. 5, 1-5). El marido extremidad del cubito hasta la del medio;
debe amar a la esposa, como Cristo a la Igle­ la mano abierta (hebr. zereth) desde la extre­
sia (Ef. 5, 25; Col 3, 19; cf. I Pe. 3, 1 ss.); midad del pulgar hasta la del meñique. La
el matrimonio debe ser un medio de santifica­ Vulgata la confunde con el palmo (hebr. tófah),
ción (I Tim. 2, 15). que es la longitud de la mano comenzando
El divino Redentor, que honró con su pre­ por las falanges. El dedo (hebr. esba’) es la
sencia el matrimonio en las bodas de Caná más pequeña de las medidas longitudinales.
(Jn. 2, 1-11), lo elevó a sacramento, vinculan­ Los arquitectos y los geómetras emplean una
do con el contrato natural, entre bautizados, la caña de medir, cuya longitud se especifica
comunicación de la gracia. La enseñanza in­ siempre en codos (Ez. 40, 5). El gómed (Jue.
falible de la Iglesia promulga explícitamente 3, 16) es evaluado por los LXX como equi­
lo que está implícitamente contenido en los valente a un zereth. Las proporciones, a me­
Evangelios (Jn. 2, 1-11; Mt. 19, 3-12) y par­ nudo variables, son éstas: el codo = 20 de­
ticularmente en I Cor. 7 y en Ef. 5, 28-31. dos, 6 palmos, 2 manos abiertas. Parece que
Después de citar a Gén. 2, 23 s., tratando de Ezequiel (40, 5; cf. 43, 13) alude a un ajusta­
la unidad de los dos esposos y del consiguiente miento de las medidas. El codo - 7 palmos,
amor mutuo que de ella proviene, añade S. Pa­ 28 dedos; la caña de medir « 7 codos. El
profeta no introduce innovaciones, sino que
blo: «Gran misterio es éste, pero entendido
vuelve a poner en vigor un codo análogo al
de Cristo y de la Iglesia». La unión entre egipcio, que pudo haber servido de unidad de
el hombre y la mujer, manifestada en el Gé­ base para las construcciones de Salomón (cf.
nesis y querida por Dios, es un misterio im­ II Par. 3, 3). La evaluación según el sistema
portante y sublime, porque, aparte el signifi­ métrico decimal es aproximativa y se obtiene
cado inmediato de la entrega y de la acepta­ dividiendo la longitud del acueducto de Eze-
ción mutuas de los dos esposos, representa la quías (553,10 m.) entre los 1.200 codos indi­
unión de Cristo con la Iglesia. He ahí el pro­ cados en la inscripción de Siloé, lo que da
fundo significado (misterio) que se reconoce por resultado 444,25 milímetros.
en las palabras del Génesis. Esta relación se En el N. T. se mencionan el codo (.irrjxys;) =
da ya en el matrimonio o simple contrato un pie y medio = 462 mm. (Jn. 21, 8; Ap. 21,
natural como instituido por Dios; pero no es 17) y el brazo (¿pyvia) = 1,84 m. aproximada­
plena y adecuada sino con el matrimonio sa­ mente (Act. 27, 28).
cramento, por los efectos de la gracia que Las distancias están expresadas vagamente,
produce, lo mismo que la muerte redentora mediante el número de días que se emplean en
del Esposo celestial (Me. 2, 19 s .; cf. Jn. 3, recorrerlas (Gén. 30, 36; 31, 23; Éx. 3, 18;
29) convierte su unión con la Iglesia en fuente Jn. 3, 3) o con una «extensión comarcal»
de toda clase de bendiciones sobrenaturales (Gén. 35, 16; II Re. 5, 19). En la época helé­
(A. Médebielle, Epitre aux Ephésiens, la [Ste. nica se adopta el estadio (184,83 m.). La milla
Bible, ed. Pirot, 12], París 1938, p. 68 ss.). romana equivale a 8 estadios (unos 1.478 m.).
[F. S.] En Persia la milla equivale a media parasanga
BIBL. — E. B. A llo, Prem. Ep. aux Corinthlens.
(siete estadios y medio = 1.386 m.). El iter
2.a ed., París 1935, pp. 152-89; J. B o n s i r v e n , Le di- sabbati, caminata permitida durante el día de
vorce dans le N. T., ibíd. 1948 (cf. R ScR , 35 (1948), descanso (Act. 1, 12), equivale, según Flavio
442 s s . ; l o ., Teología del Nuovo Testamento, Torino
1952, pp. 109. 283 s . ; P. H e i n i s c h , Teología del Vec- Josefo, a seis estadios ( = 1.109 m.).
chio Testamento (trad. it.), ibíd. 1950, pp. 217-22; A. No existe una evaluación agraria: semed,
V a c c a r i . La S. Bibbia, V III, Fircnzc 1950, pp. 41 s .
90 s . ; F. S p a d a f o r a . Temí di esegesi, Rovigo 1953.
una yunta de bueyes, indica la extensión de
pp. 345-52; P. A. V a c c a r i , en C /v . Caí... terreno que puede ararse en un día (I Sam. 14,
397 M E D ID A S Y PESOS

14; Is. 5, 10). La cantidad de grano para (bath lammelek) del s. vn no puede determi­
sembrar un campo es la unidad de medida narse directamente. La jarra de Laquis es pro­
agraria (I Re. 18, 32, como en Mesopotamia). bablemente del mismo tipo que las dos gran­
Medidos de capacidad. Se emplean diferen­ des jarras halladas en la misma ciudad, cada
tes recipientes, lo cual explica la inestabilidad una de las cuales contiene, según Albright,
existente en las proporciones: hómer (la carga 45,98 litros, el doble que el bath lammelek.
de un asno) para los áridos, a lo que equivale Con eso tendríamos la escala siguiente: hó­
el kór, también para los áridos (I Re. 4, 22; mer-kór = 229,91 litros; letek = 114,95; éfah-
II Par. 27, 5) y para el aceite (Ez. 45, 5); leíek bath = 22,99; se’ah ^ 7,66; hin = 3,83;
(Os. 3, 2), equivalente, en la Vulgata, a medio ’ómer-’issárón = 2,29; qab = 1,27; /<5g=:0,31.
kór; éfah para el grano y la harina, que vale En el N. T. crárov, ¡copos, fiaros, son las
por un décimo de hómer, y lo mismo el báth transcripciones de se’ah, kór, báth. Esos tér­
para los líquidos; se’ah que debe identificarse minos se hallan frecuentemente con un con­
con el salis, o sea un tercio del éfah (Is. 40, texto en el que no tiene importancia el valor
12); hin para líquidos, equivalente a un sexto métrico. Asimismo, en vez de (Me. 7,
del báth; ’omer (Éx. 16) interpretado por los 4) y fiólos (Mt. 5, 15) Jn. 2, 6 emplea perpq-
LXX como equivalente a un décimo del éfah, rf¡s (1.30) y Ap. 6, 6 x °'vté O «08 litr.).
y lo mismo el ’issárón, pequeña medida de Pesas. La raíz verbal sql, común a todas
harina en el Pentateuco; el qab (II Re. 6, 25); las lenguas semíticas, expresa la acción de pe­
el lóg, la medida más pequeña para líquidos, sar y, por extensión, significa también «contar
que las versiones interpretan como equivalente el dinero, pagar», porque primitivamente las
a un cuarto de qab. piezas de metal se pesaban. Por eso sql, peso,
Éstas diversas medidas, independientes en significa, por excelencia, la unidad base del
su origen y tomadas de ambientes y de épo­ sistema de pesos y más tarde la moneda. Los
cas diferentes, se clasifican por series, según pesos son generalmente de piedra: Prov. 16,
organizaciones sucesivas. Las equivalencias for­ 11 hace alusión a las «piedras de bolsa» que
muladas por el libro de Ezequiel no implican se llevaban en un fardelillo para pesar los
el sistema que hubiese sido establecido en metales preciosos.
aquel tiempo, sino que se volvía a las pro­ El Antiguo Testamento menciona cinco pe­
porciones usadas en el ritual de los sacrificios. sos : el Kikkár. raAavrov, talentum, unidad
Las relaciones entre las diversas unidades de de cuenta como el quintal: máneh, pva, mina;
medida son inciertas y sólo son valederas para seqel, unidad de base para los metales pre­
una época avanzada, ya que han sido deduci­ ciosos, No hay que confundirlo con el sido
das por comparación con las medidas gre­ monetario. Los LXX emplean o-íkAo? para el
corromanas, tales como aparecen en los escri­ sido peso, hípftaxpov para el sido moneda.
tos de Flavio Josefo, S. Jerónimo y S. Epifa- Sheqel haqqódes, sido del santuario, es el peso
nio. El hómer-kór equivale a 720 lóg, 180 oficial para los pagos y las ofrendas en el
qab. 100 ’omer-'issárón; 60 hin, 10 éfah-bath, templo, en contraposición con los pesos de
2 letek. Los esfuerzos por dar un valor según bazar, que varían. II Sam. 14, 26 dice concre­
el sistema métrico decimal no dan resultados tamente que la cabellera de Absalón pesaba
enteramente satisfactorios. Los escritores hele­ 200 sidos, peso del rey. El peso regio babi­
nistas formulan estas equivalencias: bath = lónico es notablemente mes elevado que el
perperi)9; se'ah = un modio y medio; ló g - corriente en el comercio. Beqa’, equi­
£<?<rr)79, sextarius. Basándose en estas equiva­ valente a medio sido. Las traducciones bfioAó?,
lencias y adoptando para el sextarius el valor obolus, no formulan una equivalencia exacta,
de 0,457 litr.. se obtiene la escala siguiente: sino que expresan únicamente el hecho de que
hómer-kór = litr. 393,84; letek = 196,92; éfah- el óbolo es la unidad ínfima en la serie de pe­
bath = 39,38; se’ah - 12,12: hin = 6,56; sas helénicas. Los pesos comerciales están pro­
’ómer-’issárón = 3,93; qab = 2,18: lóg = 0,54. bablemente en desacuerdo con los del Tem­
La evidencia arqueológica no permite seguir plo. Ez. 38, 25-26 sugiere indirectamente la
sosteniendo las hipótesis formuladas por los idea de la existencia de la mina de 50 sidos
escritores antiguos. Nada se ha podido deducir que se menciona también en los textos de Ras
de los fragmentos de alabastro de Susa. La in­ Shamra y que la arqueología muestra con evi­
terpretación de las medidas sin epígrafe, que dencia. Así, en el comercio, el talento equival­
se hallan en San Pedro de Gallicantu, debe dría a 60 minas, 3.000 sidos, 6.000 medios si­
hacerse con cautela. La capacidad del ánfora dos y 72.000 granos.
de Beit-Mirsim (bath) y de un cuello de jarra Después del descubrimiento de los pesos de
M E L Q U IS E D E C 398

Bethsür, ’Ain Shemes, Mageddo, Laquis, Teli Cambises de Persia. La Media pasa a estar
Beit Mirsim, Teli en-Nasbeh, el talento en el bajo el control de Persia (550) y se convierte
comercio debería de pesar 34.272 g r.; la mina en primera satrapía. [F. V.]
571,2; el sido 11,424; el medio sido 5,712; BIBL. — E. D horme, Les peuples issus de Japhet, en
el grano 0,571. Según Ezequiel, el talento equi­ Recueils Ditorme, París 1951, p. 171-74; A. T. Olms-
t e a d , History of the Persian Empire, Londres-Nueva
valdría a 41.126 g r.: la mina a 685,44; el si­ Yorg 1948, pp. 16-38.
do a 11,424; el medio sido a 5,712; el grano
a 0,571. MEGHILLOT. — v. Canon.
El N. T. raras veces hace alusión a pesos.
En las parábolas de los talentos y de las mi­ MELQUISEDEC. — Rey de Salem, o sea de
nas estos términos se refieren a cantidades de Jerusalén (Sai. 76, 3; Cartas de Tell-el-Amarna)
dinero. Jn. 12,3; 19,39 transcribe por Aír pa y sacerdote del Dios altísimo, que vivió en el
el latino libra, que se refiere a la libra romana tiempo de Abraham (Gén. 14, 18 ss.). Su nom­
de unos 326 gramós. [F. V.] bre hebreo, malki-sedheq, suele interpretarse
BIBL. — A. G. B a r r o i s , La métrologie dans la Bi­
como equivalente a rey de justicia (Heb. 7, 2).
ble, en RB. 40 (1931), 185-213: 41 (1932), 50-76; A causa de Ileb. 7, 3, donde se llama a Mel-
I d ., Manuel d’archéologie biblique. II. París 1953, quisedec airánop (sin padre) a/xíjrwp (sin ma­
pp. 243-58; H . L ewy , Assyro-Babylonian and Israelite
Mensures of Capaciíy and Rafes of Seeding, en Jour­ dre), ayeveaXoyrjros (sin genealogía), muchas
nal of the American Oriental Society, 64 (1944), 65-73. tradiciones judíocristianas lo tuvieron por un
ángel o por la encarnación del Espíritu Santo,
MEDOS, MEDIA (hebr. Mádaj). — Los me­ etcétera.
dos figuran entre los descendientes de Jafet Según se lee en Gén. 14, 17-20, cuando Abra­
(Gén. 10, 2) y pertenecen a la raza indoeuro­ ham tornaba de una victoriosa incursión por
pea, como puede deducirse de su estrecha re­ libertar a su sobrino Lot, le salió al encuentro
lación étnica con los persas, de los testimonios Melquisedec, quien ofreció pan y vino y luego
de Herodoto (7, 62) y de Estrabón (16, 2, 8). lo bendijo, en tanto que Abraham ofreció a
Están asociados a los persas (v.) (Est. 1, 3.14; Melquisedec el diezmo del botín arrebatado a
Dan. 8, 20), e incluso hay ocasiones en que el los énemigos. No es seguro que el gesto de
término étnico medos parece significar más bien Melquisedec tuviera carácter sacrificial; a ello
la unión de los dos pueblos contra Babilonia se opone el verbo hebreo jasá* que en la forma
(Is. 13, 17; 21, 2; Jer. 51, 11.28). iphil significa únicamente extraer, sacar afuera,
La Media está situada al noroeste de la presentar, y nunca significa un sacrificio. Por
meseta iránica, entre el Araxes, el Caspio, los consiguiente la ofrenda no tendría otra finali­
límites de Persia y de Susiana (Elam) y los dad que la de fortalecer a Abraham y a sus
montes Zagros. El fondo del pueblo medo está 318 hombres armados. A esta conclusión suele
constituido por pastores. No faltan quienes lle­ oponerse la tradición judía y cristiana, la cual
van vida estable en ciudades como Ecbátana podría tener su fundamento en el contexto,
(cf. Est. 6, 2) y Rages, que se hallan en el que nos da a conocer la loable costumbre de
cruce de las grandes vías de las caravanas. Abraham de dar gracias a Dios después de cual­
El conocimiento de la historia de los medos quier fausto acontecimiento (Gén. 12, 1.8; 18),
está basado en fuentes con muchas lagunas; y en aquella circunstancia habría aprovechado
literatura del Avesta, relatos griegos, anales la presencia de un sacerdote.
asirios. La lengua sólo es conocida por los Según clara enseñanza de S. Pablo (Heb. 7,
nombres propios. La religión es monoteísta, al 1-3; Sal. 110, 4), Melquisedec es tipo o figura
menos en parte. de Jesús, a) Lo mismo que Melquisedec, Jesús
Los medos representan una amenaza perma­ es al mismo tiempo rey y sacerdote (Heb. 7,
nente para Asiria durante todo el período de 1.3; 5, 6.10); b) Melquisedec es rey de justi­
los sargónidas. La primera incursión asiria con­ cia y de paz (Heb. 1, 2), y ésas son también
tra los medos la relata Salmanasar III (836 a. las prerrogativas del reino mesiánico (Sal. 72;
de J. C.). Sargón II (h. 722) deporta a Media Is. 11, 4-9); c) En la Biblia no se cita ningún
los habitantes del reino de Israel (II Re. 17, 6; antepasado de Melquisedec, y por ello no debe
18, 11). En el tiempo de Chasar II los medos la dignidad sacerdotal a sus abuelos; de modo
están aliados con el imperio neobabilónico de semejante el sacerdocio de Cristo no está regla­
Nabopolasar y contribuyen a la ruina de Asi­ mentado, como lo estaba el levítico (Ex. 28, 1),
ria con la conquista de Nínive (612). Astiages por la ley de la descendencia y de los lazos de
es el último rey de los medos: el ejército se la sangre, sino que tiene un carácter extra­
rebela contra él para unirse a Ciro, hijo de temporal y, por lo mismo, eterno (Heb. 7, 3);
399 MESA

d) Así como Melquisedec al bendecir a Abra- treinta años bajo el yugo de Israel. Tal suje­
ham y recibir de él los diezmos demostró que ción es atribuida por la stela a la ira de Ca­
era superior al patriarca y al sacerdocio leví- mos, el dios nacional, contra su país. Recon­
tico que todavía estaba en sus entrañas (Heb. quistó a Madaba, que había estado sujeta a
7, 9), así también el sacerdocio de Cristo era Israel durante cuarenta años; fundó Balmeón
con mucho superior al de la antigua ley (Heb. y Cariatain, conquistó el país de Ararat, que
7, 4-28); e) Finalmente, según queda indicado, estaba habitado por la tribu de Gad (Núm. 32,
la tradición cristiana ve en la ofrenda del 34) y la ciudad del mismo nombre que los is­
pan y del vino por parte de Melquisedec el raelitas habían fundado; allí colocó los pue­
tipo o figura del sacrificio ofrecido por Jesús blos de Sarón y Majarat, y arrastró por de­
en la última cena, que todos los días se renue­ lante de Camos el altar de la ciudad. En la
va en el santo sacrificio de la Misa. Pero ad­ lucha por la posesión de la ciudad, Mesa lanzó
viértase que, aun negando el carácter sacrifi­ el anatema en honor de Astar-Camos contra
cial del gesto de Melquisedec, igualmente que­ 7.000 hombres y niños, mujeres, niñas y escla­
da intacto el tipo alegado en el Salmo 110, 4 vas, y llevó a los pies del dios moabita los
(Heb. 5, 6). Efectivamente, la razón por la vasos de Yavé.
cual se llama a Jesús Sacerdote según el orden Joram (852-41), sucesor de Ocozías, no pudo
(= la manera) de Melquisedec, no está preci­ atacar a Mesa por el norte porque temía que
samente en la ofrenda del pan y del vino (de a él lo atacasen por la espalda los sirios, con­
lo cual S. Pablo hace caso omiso), sino en la tra quienes estaba en guerra, y porque el Ar-
eternidad del sacerdocio de Jesús, de quien nón es una barrera casi insuperable. Por eso
Melquisedec era figura (en cuanto carece de se contentó con establecer una guarnición en
genealogía), en contraposición al sacerdocio Yahas, tal vez para que sirviera como cabeza
levítico. [B. P.] de puente en un eventual ataque, pero hubo
BIBL. — A . V a c c a r i , M. rex Salem proferetis panem de abandonarla ante la presión de los 200
et vinum, en VD, 18 (1938), 208-214; 235-43; G. P i a z - hombres elegidos de Mesa. Y como el ataque
zi, La figura di M. nelVEpistola agli Ebrei, en SC. 63
(1953), 325 ss. por el sur es más fácil, Joram se asoció con
el rey de Judá, Josafat (II Re. 3, 11.12.14), que
MENEFTÁ. — v. Éxodo. antes había rechazado ya una incursión de
moabitas aliados con los habitantes de Amón
MESA (Hebr. Me§a\ II Re. 3 y Stela). — Hijo y de Maón (II Par. 20, 11-30). El rey de Judá
de KamoS-(dan?), oriundo de Dibón y rey de cuenta con el apoyo de los edomitas, súbditos
Moab, famoso por la stela que narra sus em­ suyos. Después de una marcha en torno al
presas. La stela fué reconocida por el alemán mar Muerto, que duró siete días, se encuen­
F. A. Klein en agosto de 1868, luego la calcó tran sin agua los tres ejércitos acampados en
Ch. Clermont-Ganneau y la adquirió (1869) el valle superior del Wadi el-Hesa, el antiguo
dividida en los diferentes pedazos que entre torrente de Zared que marca los límites entre
tanto los beduinos, con la esperanza de sacar Edom y Moab. Entonces interviene Elíseo: se
mayor lucro, habían hecho de aquel precioso desencadena sobre la meseta una tempestad
documento de basalto. Actualmente está en el — fenómeno que los beduinos conocen con el
Louvre con el facsímil recalcado que permite nombre de seil — y las aguas corren a lo lar­
su reconstrucción y su lectura. Las dimensiones go de las ramificaciones del valle hasta llenar
de la stela son de 1 x 0,60 m. (inicialmente las fosas que ha mandado abrir el profeta.
de 1,13 x 0,70, según Klein), con un grosor Al amanecer, la luz roja del alba en el de­
de 0,301 La parte superior está redondeada. sierto o la coloración proveniente de las arenas
Fué compuesta, probablemente, después de la del Wadi el-Hesa, que aún llama la atención
extinción de la dinastía de Omri consumada de los viajeros, provoca un espejismo que qui­
por Jehú. Está escrita en lengua moabita, seme­ zás está en relación con el posible juego de
jante al hebreo, en escritura alfabética fenicia. palabras existente entre dam, «sangre», adom,
Mesa, dedicado a la cría de ganado, paga «rojo» y Edom, nombre del país en donde
como tributo a Israel 100.000 corderos y la se dió la acción. Los moabitas sospechan que
lana de otros tantos carneros (II Re. 3, 4). ha habido una matanza debida a la lucha en­
A la muerte de Ajab (853 a. de J. C.) se rebela tre los enemigos, no obstante las alianzas orien­
aprovechándose de la confusa situación del rei­ tales, y atacan sin orden con la esperanza de
nado de Ocozías (853-52 )(II Re. 3 ,5 ; 2, 1) y alcanzar fácilmente un buen resultado, pero
pone fin al vasallaje que había estado sopor­ son descuartizados. Los vencedores devastan el
tando su padre, el cual había reinado durante territorio, destruyen las ciudades, llenan de pie­
MESÍAS 400

dras los campos, obstruyen las fuentes y talan mer y Acad, y al norte Mesopotamia propia­
los árboles frutales. Luego ponen cerco a la mente dicha, a la que riegan los afluentes del
capital de Mesa, Qir Jareset (Is. 16, 7.11 ; Jer. Eufrates, Belih y Habur. Este último circuns­
48, 31.36), la actual Kerak, fortificada por su cribe, juntamente con el Tigris y el Eufrates,
elevada posición de unos 1.000 m. sobre el ni­ «una región que los árabes llaman Al-Giazirah,
vel del mar, y provista de agua por medio de o sea «la isla» o «la península». En ésta flo­
unos trabajos que recuerdan los preparativos recieron antiguamente las ciudades de Asur en
de Ezequías para la defensa de Jerusalén con­ la región de la actual Mosul, y Nínive en las
tra los asirios (II Par. 32, 2.5,30). Al no poder cercanías de la actual Qal’t Sherkat. Mesopo­
Mesa aceptar una batalla, intenta una salida, tamia, con su fértil llanura limitada por el de­
dirigiéndose hacia los siiios con 700 hombres. sierto y las montañas, aparece ya desde los
Al ser rechazado, recurre a un remedio extre­ principios de la historia siendo una tierra ávi­
mo : el de inmolar a su primogénito en el damente disputada. Como cuna de las antiguas
bastión, para que la sangre de la víctima lo civilizaciones sumérica, acádica, jorreo-mitán-
haga inviolable, y para que lo presencien así nica, aramea y persa, son numerosas las cir­
los moabitas como los enemigos. La cólera de cunstancias que ligan a Mesopotamia con los
Yavé o tal vez el desesperado contraataque de relatos bíblicos. Basta recordar los orígenes del
los asediados al presenciar el sacrificio del prín­ pueblo hebreo y la cautividad. Actualmente
cipe heredero son el efecto del gesto de Mesa, Mesopotamia forma parte casi toda entera
que obtiene la retirada de los israelitas. Así del Irak. [G. D.]
aquella campaña que había comenzado con
BIBL. — B. C elada, Progresos en historia mesopo-
feliz suceso, se concluye con el fracaso de Jo- támica especialmente en sus relaciones con ¡a Biblia,
ram y con la independencia de Moab hasta los en SEF (1942), 11, 2.
tiempos de Jeroboam II.
La stela de Mesa y II Re. 3 coinciden en MESIAS. — El elegido por Dios como rey y
la fase final del acontecimiento, si bien la Bi­ fundador de la nueva Alianza (Sal. 2, 2): Je­
blia se demora en relatar los pormenores de sús, Nuestro Señor. Es el hebr. masiah (= un­
los acontecimientos iniciales, que se callan, gido), que se aplicó a cuántos recibían, ordina­
como es natural, en el epígrafe de Mesa, que riamente mediante la sagrada unción, fueran
a su vez se hace interminable en las gestas de sacerdotes o reyes, la misión de guiar o gober­
la revuelta, omitiendo todos los aspectos me­ nar a Israel (Éx. 28, 41; I Sam. 2, 35, etc., y
nos gloriosos. [F, V.] en ese sentido todo instrumento de Dios era
un mesías: Sal. 115, 15; Is. 45, 1). Desde el
BIBL. — C h. C lermont-G anneau. La stéle de M..
raí de Moab, París 1870; M J. L agranoe, Vinscrip- s. ii a. de J. C., con la literatura apócrifa
tion-de M.. en RB, 10 (1901). 522-45; G. Ricciom . (Enoc 47, 10, etc.) se convirtió en apelativo
Storia det popolo d'lsraele, I, Torino 1934, p. 405- suyo exclusivo; el Mesías, el ungido por ex­
08; A, V a c c a r i . La S. Bibbia, II, Firenze 1947, pági­
na 405; La Ste Bible, ed. P¡rot-A. Clamer. III, París celencia, «el Cristo» — traducción griega del
1949, p. 704-09; G. Berardi, Inscripto Mesa regis:
facsímil (Materiale Dldattico), Fano 1952. participio pasivo hebreo —, que Jesús mismo
reivindica (M t. 16, 15 ss.; Me. 15, 61). En las
MESOPOTAMIA. — Nombre con que en diferentes profecías se encuentran otros nom­
los LXX se traduce el hebr. Aram Naharajim bres : «David mi siervo (= adorador)», Ez. 37,
(v. Jarán) para significar, en un sentido muy 25; «Yavé nuestra justicia», Jer. 23, 6; 33, 16;
lato, las regiones comprendidas entre los men­ «siervo de Yavé», Is. 52, 13; «Pastor», Ez. 34,
tes de Armenia, el Zagros, el golfo Pérsico, 23; «germen, brote», Is. 4, 2; 11, 1 ; Jer. 23, 5.
el desierto sirioarábigo y el Antilibano. Este El mesianismo es la doctrina sobre el Mesías
nombre, que está en uso desde los tiempos de y su reino (o nueva alianza), tesoro exclusivo
Alejandro Magno, alude, lo mismo que la ex­ del judaismo y del cristianismo, fruto incon­
presión hebrea, a los dos mayores ríos que fundible de la divina revelación, que constitu­
bañan a la región entera: Tigris y Eufrates. ye el punto central de convergencia (en las
Desde las montañas de Armenia, donde na­ profecías del Antiguo Testamento) y de oposi­
cen, estos dos ríos recorren toda la región y ción (en la realización; Nuevo Testamento)
se juntan a poco menos de 200 km. del golfo entre las dos religiones (A. Vaccari).
Pérsico, en el Zurnah. En la región de Bag­ Todo el Antiguo Testamento se hace exten­
dad es tanto lo que se aproximan el Tigris y sivo a Cristo y a su reino (v. Alianza). El pri­
Eufrates, que prácticamente dividen a la región mer anuncio mesiánico (protoevangeiio) fué di­
en dos grandes partes: al sur Babilonia, la rigido por Dios a los primeros padres inme­
región de las antiquísimas civilizaciones de Su- diatamente después de haber pecado (v. Adán).
401 MESÍAS

«Pondré enemistad (dice Dios al diablo, bajo la abundancia de los bienes espirituales en el
especie de serpiente) en ti y la mujer (Eva), en­ reino del Mesías.
tre tu linaje y el suyo; este (linaje) te aplas­ En Núm. 25, 15-19 (A. Clamer, La Ste. Bible,
tará la cabeza, y tú le morderás a él en el II, 400 ss.) Balam predice la aplastante vic­
calcañar» (Gén. 3, 14 s.). El intento de Sata­ toria sobre Moab y otros pueblos vecinos que
nás de convertir al hombre en partidario suyo obtendrá un príncipe israelita (= una estrella
contra el Etemo es rebatido por Dios: desde de Jacob: David), la cual victoria es un tipo
aquel instante se empeña la lucha entre la hu­ de la del Mesías sobre todas las fuerzas del
manidad y los poderes infernales; y en esa mal (según sostienen la tradición judía y la
lucha, la humanidad reportará una victoria cristiana). En Dt. 18, 15-19 (Bea, 212-18) entre
completa y definitiva. La tradición judía y cris­ las filas de profetas que Dios anuncia ha de
tiana identificaron, y con razón, tal victoria enviar a su pueblo, está comprendido el pro­
con la obra redentora del Mesías, ya que vic­ feta por excelencia, el Mesías.
toria del «linaje de la mujer» equivale a victo­ En la alianza (y.) de Yavé con David
ria del género humano, y eminentemente de ( - vaticinio de Natán: II Sam. 7), las espe­
Cristo, a quien está íntimamente asociada la ranzas mesiánicas se renuevan y se condicio­
Inmaculada, nuestra Corredentora (Divus Tho- nan. La dinastía de David deberá colaborar en
mas, 55 [1952] 223-27). Tal equivalencia se la obra de Yavé aquí en la tierra: sus des­
manifestará con mayor precisión en las reve­ tinos están ligados para siempre (Desnoyers,
laciones sucesivas, y la prueba la tenemos en III, 229 ss., 307 ss.). El piadoso rey, tomando
la realización de la victoria sobre Satanás, que el hilo de las antiguas promesas, divinamente
será en beneficio de todos los hombres, y, por inspirado, celebra al misterioso libertador que
tanto, es una obra espiritual y universal. Dios se asocia a sí para la implantación de
Así, pues, las diferentes precisiones van si­ su reino: Salmos 2.22.72.110 (Vulg. 21.71.109).
guiéndose cada vez más detalladas. Dios no El Mesías es hijo (Sal. 2, 7 = Heb. 1, 5; aVoy
obrará por sí solo tal desquite del mal, sino a promulgar el divino decreto. Yavé me ha di­
que se servirá de la descendencia de Sem, de cho: Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado
cuyos bienes espirituales se harán partícipes las yo») e igual a Yavé (Sal, 110, 1: Yavé te in­
gentes (Jafet) con él y mediante él: «Bendito vita a sentarse a su diestra = Heb. 1, 13; M t.
Yavé, Dios de Sem» (Gén. 9, 25 ss.; Rom . 1, 22, 41-46); soberano de Israel y de las gentes
16; 11, 13-27). Entre los semitas es elegido (Salmos 2.6.8; 72, 8-11); sacerdote etemo
el linaje de Abraham, «fuente de bendición (Sal. 110, 4 = Heb. 5, 6; 7), modelo de jus­
para todas las naciones» (Gén. 12, 1-3; cf. 13, ticia (Sal. 72, 7), que implantará perfectamente
14-17; 1-9, etc.), con el que establece una el reino de Dios en la tierra. Lo mismo que
solemne alianza. su descendiente (II Sam. 7, 16), el Mesías es
En Gén. 26, 3 ss.; 27, 28 ss. confirma la un hombre y David describe sus padecimien­
universalidad de la salvación y la misión inter­ tos (Sal. 22) y su resurrección (Sal. 16 TI5]:
media del pueblo descendiente de Abraham, «No dejarás que tu santo experimente la ' co­
por la línea de Isac-Jacob. Esta misión incum­ rrupción»; Ací. 2, 25-32; 13, 35 ss.: A. Vac-
birá después sólo a la tribu de Judá (Gén. 49, cari, en La Redenzione, 165-90). Es cierto que
8-12), la cual retendrá la supremacía espiritual sus contemporáneos, y a veces el mismo profeta
(cetro, bastón de mando) hasta que haya fun­ (cf. Summa Theol. 22, q. 173, a. 4) no capta­
dado el nuevo reino el Mesías, «a quien per­ ban cómo habrían de realizarse tales y tales
tenece-(selloh: Ez. 21, 32 [Vulg. 27]) tal sobe­ aspectos del Mesías, ni siquiera comprendían el
ranía y a quien obedecerán todas las gentes» valor pleno de cada una de las predicciones
(v. 106). Esa supremacía espiritual de Judá es­ (Desnoyers, III, 310-28).
taba expresada de modo sensible en el Templo En los profetas escritores (desde el s. vm
de Jerusalén, cuya destrucción (70 desp. de en adelante) es donde el mesianismo está des­
J. C.) debía demostrar a los judíos que el Me­ arrollado. Éstos describen como íntimamente
sías había ya venido (A. Bea, pp. 203-12). En ligadas entre sí la vuelta de la cautividad, la
los vv. 11 s. sigue la predicación de una fide­ resurrección teocrática y la salvación mesiá-
lidad y prosperidad material extraordinaria, nica, de modo que la primera es preludio y
que se ve repetida en otras profecías. Trátase preparación inmediata de esta última. Así lo
muchas veces de bendición efectiva de Yavé a especifica Daniel, 9, diciendo sin ambages que
la nación en tanto se mantenga fiel a la mi­ la restauración comenzada con el decreto de
sión que se acaba de indicar; pero ordinaria­ Ciro sobre el retorno de los cautivos a Jeru­
mente es una descripción simbólica de la salén no se verá completamente realizada hasta
2 6 . — S p a d afora. — D i c c i o n a r i o b íb lic o
MESÍAS 402

la venida del Mesías, cuando «se haya dado pués de su muerte tendrá una posteridad espi­
fin al pecado y reine la justicia eterna» (v. 24). ritual, y será por un tiempo indefinido el ins­
Aclaran la alianza de Yavé con David como trumento de la salvación concedida por Yavé.
dirigida eternamente al Mesías, y por eso no La resurrección del Mesías se supone en la
puede perecer Judá; y también por eso los promesa de victoria significada en la forma
profetas pronuncian sus más bellos vaticinios antigua de una batalla vencida, de un botín
mesiánicos después de haber anunciado las de­ que se divide. No puede ponerse en tela de
vastaciones y la ruina del reino (Is. 4, 1 ss.; juicio la perfecta igualdad entre esta grandiosa
7, 14b.25; 8, 5-8, etc.). Es un enlace lógico. profecía, llamada el evangelio del Antiguo
El Mesías surgirá de la estirpe de David: Testamento, y su realización en Nuestro Señor
Is. 11,1; Jer. 23, 5 ; 33, 15 ; Ez. 17, 22; cf. Le, Jesucristo (M. J. Lagrange, Le Judáisme avant
1, 32; nacerá en Belén; Miq. 5, 1 = Mí. 2, 6; Jesus-Crist, París 1931, pp. 368-81).
de una virgen: Is. 7, 14b = M t. 1, 23; cf. Mi. Al Mesías le dará muerte el mismo Israel
5, 2; (la señal dada a Ajaz es el hijo de Isaís que le resiste y le desprecia (Is. 53, 8 s.), por
[7, 3.16: she’ár jásüb], como el otro hijo en 10 que expiará su crimen con un luto nacional
8,4; «antes de que el niño llegue a la edad de (Zac. 12, 8-13 = Mt. 24, 30; Jn. 19,37).
la discreción, esto es dentro de unos meses, El Mesías tendrá naturaleza divina: se lla­
los países de los dos reyes temidos serán de­ mará (y entre los semitas el nombre expresa
vastados». Los vv. 21 ss. anuncian la pros­ la naturaleza) «maravilloso consejero, Dios
peridad del tiempo mesiánico: van unidos a fuerte, padre sempiterno, Príncipe de la paz»
ios versículos 14b-15 y desplazados, después (Is. 8, 8; 9, 5); conocerá los pensamientos es­
de la descripción de la inmediata devastación, condidos: «no juzgará por vista de ojos, ni
o sea después del v. 25, según el esquema ha­ argüirá por oídas de oídos». Tendrá poder di­
bitual del profeta; A. Feuillet, en RScR, 30 vino : «herirá al tirano con los secretos de su
[1940] 129-51). boca, y con su aliento matará al impío» (Is.
El Mesías estará lleno del espíritu de Yavé: 11, 3 s.); vivirá eternamente (Ez. 37, 25); cf.
Is. 11, 1-5; 42, 1 (cf. 61, 1 s. = Le. 4, 18 s.), Mi. 5, 1, donde se emplean términos tan fuer­
fuerza divina que Dios otorga temporalmente tes que fácilmente permiten sacar la conclu­
a personas elegidas para alguna misión, y que sión de que se refiere a la preexistencia del
en el Mesías es un don permanente (P. van Mesías, si bien de suyo expresan un origen
Imschoot, en EthL, 16 j 1939] 357-67). muy remoto.
Será ael siervo (v.) de Yavé*, es decir su Su reino será universal, definitivo y espiri­
adorador por excelencia: Is. 42, 1; 49, 3.5; tu al: Is. 11, 10; 42, 1-7; Jer. 31, 31-34
52, 13; a quien dará plena gloria (49, 3), cum­ Heb. 8, 8-12; Dan. 7, 14-27; 9, 24); será
pliendo fielmente la misión espiritual a él en­ fuente de bendiciones para todas las gentes
comendada, cual es la de establecer la alianza (Ez. 34, 26 = Gén. 12, 2).
definitiva con Israel (42, 6 s .; 49, 5-8; 53, 8), Son características del reino del Mesías: el
que comprenderá todas las gentes (42, 1.3; 49, perdón de los pecados y la santidad: Is. 56,
6 s.: «Poco es para mí —dice Yavé al Me­ 6; 57, 13; Jer. 31, 23.34; Ez. 36, 25-38, etc.
sías — ser tú mi siervo, para restablecer las (cf. Le. 1, 77 ss.); la paz, el orden perfecto
tribus de Jacob y reconducir a los salvados de en las relaciones de cada uno con Dios y con
Israel. Yo te hago luz de las gentes, para lle­ el prójimo: Is. 9, 6; Mi. 5, 5, etc.; la abun­
var mi salvación hasta los confines de la tie­ dancia de bienes espirituales simbólicamente
rra»); anunciar la ley divina que es la norma expresada con las vivísimas imágenes de una
de tal salvación (42, 1, 3); redimir a la hu­ extraordinaria fertilidad: Is. 7, 21 s.; 9, 3,6;
manidad ofreciéndose él mismo a inauditas Ez. 47, 1-12, etc. = imagen de la suculenta
torturas morales y físicas (49, 4.7; 50, 6 s .; 52, mesa dispuesta: Mt. 22, 4; Le. 14, 15-24.
14; 53, 2 s. 5.7 s.), hasta el suplicio capital Finalmente, los profetas posteriores a la cau­
(53, 8 ss.). Las gentes aprenderán más larde, tividad animan a los repatriados con la espe­
maravillándose (53, 1), el sacrificio del «Siervo ranza mesiánica: el presente no es más que
de Yavé», su expiación vicaria y las admirables una sombra de la futura grandeza: la teocra­
consecuencias de ella provenientes; acudirán al cia restablecida es preparación y preludio del
elegido a quien Yavé ensalzará (49, 7; 52, 13-53, reino del Mesías (Ag. 2, 6-9; Zac. 6; Mal. 1,
12). La muerte del siervo de Yavé era un 11 ; Jl. 4). Y concretan más diciendo: el triunfo
sacrificio expiatorio aceptado por Dios como del Mesías, rey lleno de mansedumbre, que va
tal (53, 11 s.). El justo paciente a quien ma­ montado en una pollina y dominará pacífica­
taron ha merecido la justicia a los otros. Des­ mente en toda la tierra (Zac. 9, 9 s. = Mt.
403 MIDRASH

5); un sacrificio único y perfecto, inmaculado, redención por muchos (Mt. 20, 28). Y no obs­
ofrecido a Yavé en todo el mundo, ocupará el tante la paciente, insistencia del Redentor en
puesto de los sacrificios levíticos: Mal. 1, 11; rectificar y corregir sus falsas ideas precon­
un precursor, cuyo tipo es Elias, preparará in­ cebidas, los judíos permanecieron fatalmente
mediatamente al pueblo judío para la obra del fuera de la salvación (cf. Mt. 8, 11 s .; etc.;
Mesías: Mal. 3, 1 ss.; 4, 5 s. = Le. 1, 16 s .; J. B. Frey, en Bíblica, 14 [1933] 133-49.269-
Mi. 11, 10; 17, 10-13 = San Juan Bautista. 93). Incluso después de la resurrección hubo
Cf. Is. 42, 6; 49, 8; Ag. 2, 9. de tener que iluminar Jesús a sus discípulos;:
En la prolongada y sangrienta lucha contra «Y Jesús les dijo (a los dos que se dirigían a
los seléucidas (s. ii a. de J. C.)> los judíos se Emaús): ¡Oh hombres sin inteligencia y tar­
orientaron hacia una interpretación parcial y dos de corazón para creer todo Jo que vaticina­
restringida del mesianismo. La salvación me- ron los profetas! ¿No era preciso que el
siánica fué concebida en beneficio único y ex­ Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?
clusivo de Israel, y la entendieron como si se Y comenzando por Moisés y por todos los
tratase de su dominio político sobre todas las profetas les fué declarando cuanto a Él se re­
gentes. La literatura apócrifa (v. Apocalíptica) fería» (Le. 24, 25 ss.).
y rabínica pasó en silencio las ideas esenciales, La única fuente del mesianismo es la re­
encerrándose en el elemento accesorio de las velación divina. Él y su obra era el último fin
profecías mesiánicas, con una. exégesis literal intentado por Dios en la alianza con Abraham,
exagerada hasta el ridículo. Describieron con el objeto adecuado de las divinas promesas.
colores de fábula la prosperidad material del El admirable y multiforme desarrollo del me­
imperio judío que el Mesías había de impo­ sianismo, con su enriquecimiento y aclaraciones
ner en el mundo con su poder. Las profecías sucesivas, que fueron dándose con intermiten­
de Daniel (v.), publicadas y divulgadas en cias, pero convergiendo armoniosamente para
aquel tiempo, sirvieron probablemente de base formar un cuadro único, sin contrastes y sin
a tan enorme transformación. El reino del contradicciones, no obstante los diferentes as­
Mesías es presentado como un imperio (= el pectos antes mencionados, es inexplicable sin
reino de los Santos) que viene en sustitución de la existencia de este plan divino y sin la comu­
los precedentes. De esta simple sucesión cro­ nicación que de él hizo Dios a los hombres.
nológica se pasó a la analogía respecto de su Todos los intentos que ha de explicar de otro
naturaleza, asemejándolo a los diferentes im­ modo el mesianismo, ese fenómeno único en.
perios en cuanto a génesis, formación y actua­ la historia de las religiones, excluyendo la
ción (cf. Le. 17, 20 s .; F. Spadafora, Gesit e comunicación directa por parte de Dios, han
la fine di Gesusalemme, Rovigo 1950, pp. 61- resultado inútiles y vanos. La exacta correspon­
66). El Mesías fué considerado, de modo pre­ dencia entre las predicciones del Antiguo Tes­
ponderante si no ya exclusivo, como un rey beli­ tamento y su realización en Jesucristo N. S„
coso y conquistador (Jn. 6, 15; 18, 34 ss.). (v.) es, en último análisis, el sello de la inspira­
Desconociéronse en'absoluto el perdón de los ción divina (Is. 41, 22, s .; 44, 7; 46, 10 s.)
pecados y la redención, y se negaron tajante­ [F. S.]
mente los padecimientos del Mesías (cf. Mí. BIBL. — F. S padafora, en Ene. Catt. //., V II. con
16, 21 ss.; Me. 8, 31 ss.; 9, 31 ss.; Le. 18, rica bibliografía; L. D esnoyers, Histolre du peuple
hébreu, III, París 1930, pp. 296-328; M. J . L agranob,
34; 24, 21 ; Jn. 12, 34). Mientras en los apó­ Le Juddisme avan/ Jésus-Christ. id. 1931, pp. 33. 36-
crifos presenta el Mesías características so­ 69. 77 s. 127-30. 149-53. 161 s. 241 s. 332 336. 363-
87, 403-406, 418 s . ; A. Bea, De Pentatheuco, Rom a
brenaturales y divinas (J. Bonsirven, Le Ju- 1933, 198-218; F. C euppens, De prophetiis messiani-
daisme palest., I, París 1935, pp. 362, 370-74), cis in A. T., id. 1935; P. Hf.inisch, Teología del Vec-
chio Testamento, trad. it. (La S . Bibbia, S. G arofalo).
los rabinos lo asemejan a un puro hombre, Torino 1950. pp. 359-408; id ., Cristo Redentore nelt*
por más que se halle adornado del espíritu Antico Testamento, trad. it. de S. C ipriani. Brescia
de Yavé, pues no veían cómo podían salvar 1956; * A. C olunga, La primera promesa mesiánlca,
en CT, 1942; P. T ormes Ros , La santidad del Mesías
de otro modo el dogma del monoteísmo (San siervo de Yavé según Isalas, en EstB U946); i. A lon­
so , Descripción de los tiempos mesiánicos en la lite-
Justino, Dial. c. Tryph., 49-50). Admitíase sin 'atura profética como una vuelta al paraíso, en CB
discusión su origen de David (cf. Mt. 22, 41- '1950); B. S antos O liveira, El Deseado de las Gen­
46); aparecerá de improviso (cf. Jn. 7, 27), tes, en EstB. pp. 94-100; 179-183.
presentado y consagrado por Elias (cf. Mt. MICA (levita). — v. Jueces.
17, 10).
No podía la interpretación judía alejarse más MICOL. — v. David.
de la obra redentora del Mesías, que «no vino
a ser servido, sino a servir y dar su vida en MIDRASH. — v. David.
MIQUEAS 404

MIGUEL. — v. Angeles. un modo particular en los libros proféticos y


poéticos, entre los cuales se distinguen los
MILAGRO. — Del latino mirari, para signifi­ Salmos y Job.
car un hecho que excita admiración o espanto, En el Nuevo Testamento se hallan numero­
por ser fuera de lo ordinario. Suele definirse sos milagros realizados por Jesús y también
diciendo que es «un hecho sensible, obrado por los apóstoles. Jesús se refiere a ellos
por Dios por encima de todas las fuerzas y como a indicio seguro de haber llegado la
leyes de la naturaleza». En la Biblia, así en el era mesiánica (cf, M i. 11, 5). Son testimonio
Antiguo como en el Nuevo Testamento, se de su carácter de enviado de Dios. Es el valor
describen muchos milagros y no faltan refe­ apologético del milagro, que condena a cuan­
rencias a la causa (omnipotencia divina) y al tos se negaren a creer en las «obras» mara­
fin del milagro (mostrar tal atributo de Dios, villosas (cf. Jn. 14, 11). Para obrar los mila­
confirmar la misión de un enviado de Dios, et­ gros Jesús exige la fe; mas por otra parte se
cétera). sirve de tales prodigios precisamente para ex­
En el Antiguo Testamento suele hablarse del citar la fe (Jn. 2, 11; 9, 3; 11, 4.15.42) y para
milagro como de un hecho excepcional, mara­ dar testimonio de su misión (cf. Me. 2, 10; Mt.
villoso (hebr. pele’), o también como de una 12, 28 s.). Idénticos motivos pueden descu­
señal (hebr. ’óth) del poder y de la benevolen­ brirse en los milagros realizados por los dis­
cia de Dios. En la historia hebrea hay algunos cípulos. En los Actos de los apóstoles (cf.
períodos, como la salida de Egipto, la conquis­ 3, 6.16; 4, 10) se revela a menudo cómo los
ta de Palestina, los tiempos de Elias y de Eliseo, milagros comprueban el carácter divino de Je­
que aparecen extraordinariamente ricos de ta­ sucristo, a quien San Pedro define diciendo
les intervenciones de Dios (paso del mar Rojo, de Él: aHombre probado por Dios entre vos­
paso del Jordán, el Maná, etc.), mientras que otros con milagros, prodigios y señales que
en los profetas escritores sólo hallamos re­ Dios hizo por medio de Él.» (Act. 2, 22).
gistrado uno, cual es el de haber retrocedido la La triple denominación de los fenómenos
sombra del reloj solar del palacio de Ezequías maravillosos obrados contra las leyes de la
por orden de Isaías (cf. 7/ Re, 20. 9 ss.; Js. 38, naturaleza pone en claro sus diversos aspec­
4-8). A menudo, el autor inspirado advierte la tos. El milagro es concebido como algo es­
conexión que intercede entre los milagros, lla­ tupendo que excita la admiración (répas), o
mados también «acciones de poder» (hebreo como indicio de la omnipotencia divina
ghebhúróth; Di. 3, 24; Sal. 106, 2) y la divina ([8vvaiu$)> o también como señal que confir­
omnipotencia, para la que no hay nada impo­ ma la genuinidad del poder taumaturgo y,
sible (cf. Gén. 18, 14; Esi. 13, 9; Zac. 8, 6). por tanto, la doctrina predicada por quien
Es innegable —y por demás natural, teniendo obra un milagro. Sabido es cómo una de las
en cuenta el carácter de la historia del pueblo características de San Juan es precisamente
hebreo— que se dieron muchas veces reales in­ la de presentar el milagro como una señal
tervenciones divinas, especialmente en los pe­ que excita la fe del espectador en el que rea­
ríodos más críticos para el pueblo depositario liza el prodigio (cf. Jn 2, 11). [A. P.]
de las verdades reveladas y de las promesas BIBL. — W. G rundmann. A v v a p ig * en ThWNT,
mesiánicas. II, pp. 286-318; G. Bertram. Epyov* ibíd. II.
A veces es el estilo poético o enfático la pp. 631-40; A. O epke, ibíd. III, pp. 194-215; P. A.
causa de que aparezca un hecho como mila­ L iégé , en RScPhTh, 35 (1951), 249-54.
gro. Es un criterio fundado en el género li­
terario, que unas veces se aplica a ciertos fe­ MINA. — v. Medidas y pesos.
nómenos, como a la matanza de Senaquerib
(II Re. 19, 35 ss) y al milagro del sol atribuido MINHAH. — v. Sacrificio.
a Josué (cf. Jos. 10, 12-15). Otras veces el
milagro es aparente y no real, en cuanto, aun MIQUEAS. — (Mi-ka-jah = ¿quién como
no excediendo a las fuerzas ordinarias de la Yavé?). Uno de los profetas menores. En
naturaleza, es atribuido directamente a Dios Miq. 1, 1 se le apellida «Morastita», o sea
y no a las causas segundas que lo produje­ natural de Moreset-Gat (1, 14), localidad pró­
ron. Todas las obras de la naturaleza (la xima a Gat de los filisteos (en la judía She-
aurora, la luz, la lluvia, el movimiento de felah), colocada en el mapa de Madaba, en­
las estrellas, el orden cósmico, etc.), son des­ tre norte y nordeste de Eleuterópolis (Beit
critas muchas veces como milagros continuos Gibrim). Unos la identifican con Tell Gedeide
de la omnipotencia divina. Esto sucede de y otros con Tell Sandahanne (K.h. Maras).
405 MITANN1

No debe confundirse con Maresa (Kn. Maras) y de su poderío (4, 1 - 8); su dolorosa situai-
(cf. F. M. Abel, Géographie de la Palestine, II, ción actual, predicción de la cautividad de Ba­
París, 1938, pp. 29.392; y DBs, III, col. 352). bilonia y liberación (9-10); conspiración de
Debió padecer en la invasión de Senaquerib. las naciones contra Jerusalén; humillación de
Miqueas siente hondamente las injusticias de su rey (11 - 14); nacimiento del Dominador en
los capitalistas. Profetizó, siendo reyes Jo- Belén; parto de la Virgen (cf. Is. 7, 14); pe­
tam (738-736; 751), Ajaz (736-721) y Eze- ríodo de paz, liberación de los asirios (5,
quías (721-693), o sea durante un período de 1- 5); los restos de Jacob, fecundos y podero­
45 años. Fué contemporáneo de Isaías y de sos entre los pueblos (6 - 8); su purificación
Oseas. En el 609 los ancianos de Judá ape­ por parte de Dios (9-14).
laron a Miq. 3, 12, para salvar a Jeremías III Parte: 6 - 7: Contienda entre Dios y . el
(cf. Jer. 26, 17 ss.) de la ira popular moti­ pueblo; estimula a la gratitud mediante la
vada por un vaticinio contra el templo. Es práctica de la justicia, de la misericordia y de
probable que Miqueas tomara parte en la re­ la obediencia a Dios (6, 1-8). Contra los
forma promovida por Ezequías (II Par. 29 capitalistas deshonestos y fraudulentos y con­
ss;; I Re. 18, 3-7). Conviene distinguirlo de tra quienes siguen la línea de conductá de
Miqueas hijo de Yemla (I Re. 22, 8; II Par. Omri (9 -16). Corrupción general, castigo
18, 7). con guerras intestinas (7, 1 - 6); confianza en
Los críticos reconocen unánimemente la Dios; rehabilitación de Israel, humillación de
autenticidad de los cc. 1-3 que corresponden las naciones; misericordia de Dios para con
al ambiente de Ezequías, y según otros, al «los restos» de su pueblo; perdón de sus pe­
de Ajaz. Pero, en cambio, admiten trans­ cados.
posiciones, interpolaciones* cambios de opi­ El libro fué ultimado en tiempos de Eze­
nión o de puntos de vista en los cc. 4 - 5 y quías; muy conocido de los contemporáneos
los consideran como un mosaico de fragmen­ de Jeremías (cf. Jer. 26, 18). Con toda se­
tos, en su mayor parte posterior a la cautivi­ guridad antes de Ja destrucción de Samaría
dad y consideran los cc. 6 -7 como apén­ (722). Hablase del rey (2, 13; 4, 9) y de Asi­
dices no auténticos, (porque hablan de la ría (5, 4 s .; 7, 12). Todos alaban el estilo
restauración de Israel! y la vivacidad dramática de Miqueas. En la
Pero en todos los profetas, a las amenazas primera gruta de Qumran (junto al Mar Muertó>
por la impiedad del presente sigue siempre se ha hallado también un midraSh sobre Mi­
el vaticinio de la restauración de Judá, que queas (J.-T. Milik, Fragments d*un midrash
culminará en el reino dél Mesías. de Michée dans les manuscrits de Qumran, en
Todos los argumentos alegados contra la RB, 59 (1952) 412-418). Se cita en Mt. 10,
autenticidad de estos fragmentos no tienen 36 — Miq. 7, 6; Mt. 2, 6 — Miq. 5, 1 (cf.
valor ni fundamento (cf. J. Coppens, 30). Jn. 7, 42). Miq. 4, 1 -4 coincide con Is. 2,
El libro sigue un orden lógico: vaticinios 2 - 4. En Miq. 6, 1 - 8 se hallan los «imprope­
contra Judá e Israel; juicio divino y castigo ; rios» que se leen en Semana Santa.
restauración mesiánica. Miqueas inculca la santidad interior (6, 6 - 16;
I Parte: 1 -3 : Contra Samaría y Judá. In­ 3, 5 -8 , 11). [B. M.J
vitación a todas las criaturas a asistir al so­ BIBL. — J. A. Bewer, The book o1 the twelve
lemne juicio de Dios, provocado por la ido­ prophets, N u eva Y ork 1949; A. G eorge. Michée, So-
latría, que culmina en la destrucción de Sa­ phonie, Nahuni (La Bible de Jérus.), 1952. * A. G il
U l l e c i a , Imperio mesiúnico en la profecía de Miqueas?,
maria y se extiende a Judea, de donde se Zaragoza 1941.
nombran diez ciudades. Arenga contra las
injusticias de los capitalistas (2, 1-6). Inter­ MISERICORDIA (divina). — Dios.
vención de los falsos profetas y réplica de
Miqueas. Otra vez contra las injusticias socia­ MISHNAH. — v. Talmud.
les. Dios congrega al pueblo como un pastor
a su rebaño (2, 6 - 13). Jerusalén será destrui­ MISRAIM. — v. Egipto.
da con el Templo, con motivo de los sacer­
dotes y de los falsos profetas (3, 8-12). M1TANNI. — Gran imperio de la Mesopota­
II Parte: 4 - 5 : Restauración mesiánica. El mia septentrional que los asirios denominan
Templo y Jerusalén se convertirán en lugar de geográficamente con el nombre de Hanigalbat.
oración y en cátedra universal de la verdad Su historia, que se deslizó desde el siglo xvi
(cf. Is. 2, 2 - 4); período de paz bajo la al xiv a. de J. C., se ha dado a conocer re­
protección de Yavc; restauración de Israel cientemente por los descubrimientos de Bo-
M O A B -M O A B IT A S 406

ghazkóy, por inscripciones egipcias y por las I d .. Hourrites, en DBs, IV, coll. 128-38; S M osca-
t i, L'Oriente Antico, Milano 1952.
tablillas de El-Amarna.
La historia de Mitanni comienza con el rey MOAB-MOABITAS. — Hebr. mó’abh; stela
SauSsatar (h. 1450) que tiene unidas en un gran­ de Mesa m'b; acadio Ma’aba; egipcio Muaba
de estado unitario las poblaciones jorreas de sobre la estatua de Ramsés II en Luxor; es,
las regiones que gravitan en el alto Tigris. ante todo, una indicación étnica: la gens
Desde la capital, Wassukkani (que algunos lo­ que se remonta hasta el hijo de Lot, habido
calizan junto a la actual Rás-el-’Ain) el reino del incesto con su primogénita (Gén. 19, 37).
SauSsatar llega por el Oriente hasta Zagros La etimología mé'áb, «del padre», preparada
y por el Occidente hasta Siria (cf. descubri­ por la repetición intencionada en los vv. 33,
mientos de L. Wolley ad Alalah), y por el 34, 36 de me'abunt, «de nuestro padre», es
sur estuvo bajo el dominio de Mitanni la región popular. Los modernos proponen el heb. i’b,
de Arrafa (cf. documentos de Nuzu). El Mi­ «desear» o el árabe waaba «estar avergon­
tanni de los tiempos de Amenofis II (cf. ins­ zado o en cólera». Como término geográfico,
cripción de Karnak), fué aliado de Egipto para Moab indica: 1) la llanura transjordánica al
poder resistir a la creciente potencia jetea, y norte y al sur del Arnón (áedeh o áedé Moab;
la alianza se vió refrendada incluso con lazos térra, regio Moab; Moabitis); 2) el descenso
matrimoniales que se dieron entre las dos de la meseta hasta el mar Muerto y al Gor
cortes. Disensiones que surgieron entre los hijos Casedóth, radices montis Phasga); 3) la lla­
del tercer sucesor de SauSsatar, Shuttarna II nura situada entre el Jordán y las faldas de
(h. 1405), ofrecen a los jeteos, que entonces es­ los montes ‘Abarim de oeste a este, entre el
taban gobernados por el gran Shuppiluliuma, mar Muerto y W. Nimrím de sura norte
ocasión de una primera intervención. Nuevos (’arboth M ; campestria Moab). El país de
desórdenes internos, unidos a la presión asiria, Moab (eres Moab) entre Amón por el norte
amenazan al sucesor de Dusratta, Mattiwaza, y Edom por el sur, limita al este con el
que implora una nueva intervención jetea. In­ desierto sirioarábigo mediante una franja lla­
terviene Shuppiluliuma, y Mattiwaza se man­ mada «desierto de Moab», que recorrieron los
tiene en el trono, pero un tratado de alian­ hebreos (Dt. 2, 8.13; Núm. 21, 11; 33, 44;
za pone fin prácticamente a la independen­ Jue. 11, 17), cuando iban camino de Canán.
cia de Mitanni, que en muriendo Shuppiluliu­ El torrente Zared (W. el He^a) es límite del
ma, se convertirá en presa y en parte de la sudeste (Núm. 21, 12; 33, 43). Por el oeste
nueva Asiria. separan a Moab de Transjordania el mar
Étnicamente considerado, el imperio de Muerto y el curso inferior delJordán. Por
Mitanni fué jorreo en conjunto, pero apare­ el norte la frontera está sujeta a cambios: se
ce en medio de él una clase dirigente indo­ extiende hasta W. NS’flr al otro lado del He-
europea muy caracterizada, a la cual per­ sebón, y hasta el curso inferior de W. Nim-
tenece, incluso, una aristocracia militar, los rün y se acerca a Amón. El reino amorreo
Maryanos o «jóvenes guerreros», verdadera de Seón y la instalación de las tribus israeli­
guardia real del cuerpo. Por razón de su tas estrechan a Moab por el sur del Amón.
estructura social, Mitanni era un estado feu­ La stela de Mesa, las reivindicaciones de Jefté,
dal con todas las ventajas para la aristocracia. las alusiones de Isaías y de Jeremías demues­
Tienen gran importancia para el conocimiento tran que Moab recuperó los territorios del nor­
de los usos y costumbres de Mitanni los docu­ te del Amón (Núm. 21, 25-32; Jos. 13, 25;
mentos de Nuzu y el tratado de alianza entre Dt. 2, 24.36; Jue. 11, 18.22; Is. 15, 4; Jer.
Mattiwaza y los jéteos, en el que, además 48, 21).
de los tradicionales dioses jórreos, se invocan Los moabitas tomaron asiento en e^a re­
también las divinidades indoeuropeas de la gión a comienzos del s. xm juntándose a los
clase dirigente: Mitra, Indra, Varuna, los
refaím y a los enim (Di. 2, 10). Los moabi­
Nasatyas, etcétera. Semejantes huellas indo­ tas niegan el paso a los hebreos, tal vez por­
europeas aparecen también con toda evidencia que éstos tienen rebaños (Núm. 20, 19): son
en su abundante literatura. Baste recordar, por
ejemplo, el tratado sobre la cría de caballos sus enemigos en tiempo del rey Balac. célebre
atribuido a un tal Kikkuli, del siglo xiv a. por el episodio del adivino Balam (acadio Bil-
’ammu), Núm. 22-24: los oprimen durante
de J. C. ÍG. D.l
dieciocho años, por medio de Eglón, en tiem­
B IB L . — R . T . 0 * 0 \ li.aghan, Aram Naharahn. pos de los Jueces, en la llanura de JeHcó, y
R o m a 1 9 4 8 . p p . 51-74: G. Cont^nmj. La C:vii:sat>on
des Hittites eí des Hourrites du Mitanni, París 1949; son ahuyentados por Aod (Jue. 3, 11-30). En
407 M OISÉS

lo sucesivo son menos hostiles las relaciones, la nomenclatura moabita. Según S. Jerónimo
y muchos israelitas buscan refugio en Moab (PL, 24, 172), Camos equivale a Baal Fogor
(I Par. 4, 22; 8,4; Is. 16, 4; Jer. 40, 11 s.). (el texto masorético tiene Bacal Pecor Num.
Es célebre el caso de Elimelec y Noemi, cu­ 25, 3-5); Dt. 4, 3; 31, 16,29; 4, 46; 34, 6;
yos hijos se enlazan con dos mujeres de Moab, Jos. 22, 17; Os. 9, 10). Es innegable que Baal
una de las cuales es Rut (4, 13-22), que luego Fogor es venerado en ambiente moabita, mas
llega a ser esposa de Boz, uno de los antepa­ no hay ningún texto que permita identificarlo
sados de David. Saúl hace la guerra a los moa- con Camos, aun cuando se admite que en el
bitas (I Sam. 14, 47), quienes cogen en Masfa nombre de este dios sobrevive el mesopotámico
a los padres de David (22, 34) y más tarde Gammes o Games, «héroe de la fecundidad».
son duramente diezmados por el mismo David IF. V.]
(II Sam. 8, 2; I Par. 18, 2). Salomón tiene BIBL. — L. H eidet , Moab, en DB, col. 1138-78;
mujeres de Moab y permite que entre en Je- M. J. L agranqe, Uinscription de Mesa, en RB (1901),
rusalén el culto de Camos (I Re. 11, 1.7.33). 522-45; F. M. A bel, Géographle de la Palestine, I,
París 1933, pp. 278-81; F. S padafora, Ezechiele, 2 .•
Moab se mantiene independiente en tanto no edición, Torino 1951, pp. 200 s. 251. 265.
le fuerza Omri a pagar un tributo anual de
100.000 corderos y otros tantos carneros para MOISÉS. — Hermano de Arón y de María,
lana (stela de Mesa. 11.4.6; II Re. 1, 1). Mesa, de la tribu de Leví (Éx. 6, 11), que nació du­
rey de Moab (s. ix), enumera los éxitos con­ rante el período de la opresión egipcia, y por
tra Joram (853-48), rey de Israel, y recobra la eso fué expuesto por la madre en los juncales
independencia (Il.Jfc. 3). Jehú recupera algunas del Nilo en una cesta de mimbres calafateada
ciudades perdidas hasta que Jazael de Da­ con betún y pez. Lo salvó y adoptó una hija
masco ocupa todo el territorio de Moab (II Re. del faraón (2, 5-10). Mostróse tenaz en pro­
10, 33 s.). Bajo Jeroboam II (783-43) Moab pugnar la concordia y la libertad de sus her­
vuelve a ser tributario de Israel (II Re. 14, 25). manos, llegando hasta a matar a un egipcio a
Aparecen muchos nombres de reyes moabitas quien había sorprendido maltratando a un he­
en las listas de los tributarios asirios: Salamanu breo, A consecuencia de ello huye voluntaria­
bajo Teglatfalasar III (731), Kamusunadbi bajo mente a la tierra de Madián (2, 11-15), donde
Senaquerib (701), Masuri bajo Asaradón y en cierta ocasión en que se hallaba cuidando
Asurbanipal. Después de la rebelión de Joa­ el rebaño de Jetró, su suegro, tuvo la divina
quina (h. 601 a. de J. C.) atacan a Judá escua­ visión, la revelación del nombre «Yavé» y la
drillas de moabitas, amonitas y edomitas, jun­ vocación para salvar a su pueblo llevándolo
tamente con los babilonios (II Re. 24, 2; cf. a la tierra prometida (2, 23; 4, 23). Desde
Jer. 12, 7-17). En el 594 Moab, Amón, Edom, este momento su persona está indisolublemen­
Tiro y Sidón invitan a Judá a la rebelión con­ te unida con la historia del pueblo hebreo,
tra Nabucodonosor (Jer. 27, 1-11) y en el 588 del que fué libertador, caudillo y supremo
se sublevan. Refiere Flavio Josefo (Ant. X, 9, legislador hasta llegar a la vertiente del Jor­
7) que cinco años después de la destrucción de dán (cf. Éx., Núm., Dt.). Su persona, tal como
Jerusalén Nabucodonosor hace la guerra a aparece a través de la narración bíblica, se en­
Amón y a Moab (cf. Ez. 21, 28-32). Desde el cuadra perfectamente en el ambiente y en el pe­
período persa, Moab queda absorbido por los ríodo histórico.
árabes (Ez. 25, 10) y por los natabeos (Ant. Nombre. Los egiptólogos rechazan ordina­
XIV, 1, 4; v. 2), a quienes los asmoneos riamente la etimología que proponen Flavio
disputan la posesión por razón de los antiguos Josefo y Filón, o sea mó = agua, jses ~ salva­
derechos de Gad y de Rubén. Herodes ane­ do (cf. Ant. 2, 9, 6; De Vita Mosis, 1, 4),
xiona a Galad el territorio del norte del Ar- pero sostienen como posibles las dos etimolo­
nón y forma la Perea. Moab está incluido en gías siguientes: 1) Mw = agua, y, en sentido
. el territorio de Aretas antes de formar parte traslaticio, semilla, hijo; se - lago, y, en
de la provincia romana de Arabia. sentido traslaticio, Nilo; por lo tanto, es lo
Moab es apostrofado por Isaías (15, 16), Je­ mismo que decir ahijó del Nilo» ; 2) Msw -
remías (48), Ezequiel (25, 8-11) y Amós (2, 1). hijo, término generalmente unido a un nom­
El dios de Moab es Camos (acad. Kammu- bre divino (cf. Ahmoses, Ptamosis, Tuthmo-
su), según se desprende de muchos pasajes sis); hubo no obstante egipcios que se lla­
(I Re. 11, 7-33; II Re. 23, 13; Núm. 21, 29; maron simplemente Msw (cf. Papyrus Anasta­
Jer. 48, 46), de ia stela de Mesa, de una ins­ si 1, 18, 2; Pap. Salí. 124, 2, 17); por tanto:
cripción recientemente descubierta en Dhibon, Moisés = hijo. Con la historia de Moisés va
capital de Moab (en BASOR, 1952, p. 22) y de frecuentemente unido el fabuloso origen de
MOISÉS 408

Sargón I (Sharrukin, h. 2358), gran rey de de oro: Éx. 32, 19 ss.; apela a la espada para
Acad y fundador de la soberanía acádica so­ castigar a los más obstinados (Núm. 25, 5). Su
bre los súmeros y los elamitas. Habiendo na­ consuelo y su refugio era la oración (Éx. 5, 22;
cido éste de una pobre vestal y de padre des­ 8, 4.24; 10, 17; 14, 15; 15, 25; 27, 4; Núm.
conocido, ocultóse su nacimiento y fué colo­ 11, 11, etc.). «Un rasgo de la grandeza de su
cado secretamente en la superficie de un río vida es el hecho de que, aun hallándose casi
en una cesta de cañas cubierta con pez: lo en continua oposición con su pueblo, lo ama­
tomó y adoptó Akki, con quien desempeñó se en tanto grado y quisiera sacrificarse por
el oficio de hortelano, y la diosa Istar, de cuya él. El pueblo no fué capaz de elevarse hasta
predilección fué objeto, lo colocó en el trono vibrar con su carácter religioso, y él se vió
de Acad. Las divergencias entre ambos relatos solo en su grandeza lo mismo que murió en
hablan de por sí. la soledad» (Heinisch, 95).
El hombre de Dios elegido para salvar a su El nuevo nombre de Dios, «Yavé», domina
pueblo no tenía «facilidad de palabra», sino su vida por completo. No lo encontró Moisés
que se le trababa la lengua (Éx. 4, 10, 6, 12). en su raza, ni en Egipto, sino en la pobreza,
Fué humilde (3, 11), no obstante los grandes en el desierto, en el marco del pueblo madia-
privilegios que Dios le había otorgado, y siem­ nita: Yavé no tiene lazos de sangre con Is­
pre consciente de la obra de la gracia, e in­ rael, no está ligado con el espacio ni con el
cluso habría visto con gusto que todos tuvie­ tiempo, sino que su manifestación es efecto de
sen espíritu profético (Núm. 11, 29; 12, 1-13). una libre y gratuita elección. El punto cen­
Opuso resistencia al llamamiento divino por tral para Moisés está en que él ha hallado a
juzgarse indigno de una tarea tan sublime, mas su Dios en la soledad del Sinaí, no vinculado
una vez tomada la determinación, no cejó ante con lugar alguno de culto, sino en la plena
dificultad alguna, asumió la responsabilidad libertad divina que usa de gracia y de mise­
de todo el pueblo y, en los momentos más difí­ ricordia con quien quiere y cuando quiere.
ciles y dramáticos, su única confianza era Dios Yavé no es un Dios nuevo: es el de los Pa­
(Éx. 14, 11-14), convencido de que la divina dres. La fe de Moisés es la misma fe de Abra-
presencia era el verdadero factor decisivo (Éx. ham, de Isac, de Jacob. Es un conocimiento
33, 12-17; 34, 9). Perdona a sus hermanos decisivo para Moisés y punto crucial para
que le amargaban la existencia (Núm. 12); todo el pueblo. Yavé, Dios del presente, que
ruega por el pueblo siempre que éste se queja se revela a Moisés, es también el Dios del
contra él; cuando se siente hastiado del ca­ pasado que obró en la época de los Patriar­
mino del desierto, asustado por los peligros; cas, y será además el Dios del futuro: Él
en los caprichos y antojos materiales de una eligió a Israel para ser colaborador suyo en
turba de hombres que están en una lucha espi­ la historia de la humanidad, para preparar la
ritual gigantesca, en la que continuamente van salvación mesiánica, realización de sus desig­
sintiéndose incapaces de superarse, Moisés es nios de misericordia. Moisés entendió esto y
siempre el mediador, la fortaleza, el guía (Éx. por eso su fe no sólo es ilimitada, sino inclu­
14, 11 ss.; 15, 22-26; 32, 33; Núm. 11; 14; so «cargada de dinamita que destruye toda
16; 20; 21). Y en uno de los momentos más oposición y libra de las cadenas de la servi­
trágicos de su misión se ofrece él mismo a dumbre» .
Dios para salvar al pueblo (Éx. 32, 31 s.). Moisés fué el mayor de los profetas del
Cuando Dios, cansado de los pecados de Is­ A. T .: Dios hablaba con él «cara a caray» (Éx.
rael, manifiesta la intención de destruirlo y 33, 11; Núm. 12, 6 ss.); contempló su gloria
de constituir a Moisés en tronco de un nuevo y penetró en los misterios de la divinidad, en
pueblo, Moisés lo rehúsa: su vida es para cuanto es posible a un mortal (Éx 33, 18-23;
aquel pueblo que desciende de los Patriarcas 3, 5-10). Como resultado de su largo contacto
(Éx. 32, 10 ss.; Núm. 14, 12 ss.). Pero se dará con Dios en el Monte santo, se mostró su
el caso de que él mismo se sienta descorazonado íntima sublimación en el rostro, que apareció
ante la continua falta de confianza en Dios por «radiante» (no «cornuta... facies», como tra­
parte del pueblo, y quisiera morir, ya que, al duce la Vulgata: (Éx. 34, 29). «No ha vuelto
fin de cuentas, no era él el padre de aquella a surgir projeta semejante a Moisés, con quien
multitud de dura cerviz (Núm. 11-15). cara a cara tratase Yavé»: P t. 34, 10.
Su indulgencia no fué nunca lo equivalente Sólo faltó una vez, y no por amor propio,
a debilidad. Su modo de obrar está caracteri­ o por falta de espíritu de sacrificio, sino por­
zado por acciones de extraordinaria energía: que pensó (y probablemente se da en el texto
hace añicos las tablas de la Ley y el becerro más de una reticencia) que la misericordia de
409 MUERTE

Dios podía cansarse de perdonar; por ello no de los amonitas, es el mismo Milk con el fenó­
se le concedió pasar el Jordán (Núm. .20, 2-13): meno corriente de la m final.
su dolor fué verdaderamente profundo, mas su En el Antiguo Testamento los masoretas vo­
primer pensamiento se encamina hacia el pue­ calizaron el semita Melek puntualizando Mo-
blo, para el cual pide a Dios un nuevo caudillo lekh, o sea con las vocales del término boseth
(Núm. 27, 15-23). La misión de Moisés estaba = ignominia, objeto infame. La versión grie­
terminada (Núm. 20, 12; 27, 13; Dt. 32, 52). ga (de los Setenta) al traducirlo por ó MoAó^
Al morir tenía 120 años, mas «no se habían en Ií Re. 23, 10.23 introdujo la pronunciación
debilitado sus ojos ni se había mustiado su Moloc, que nunca había existido en el lenguaje
vigor» (Dt. 34, 1-7). Yavé le concede contem­ vivo, y que debería ser corregida cambiándola,
plar la tierra prometida desde el monte Nebo en Melek o Milk.
y muere una vez que la ha visto (Dt. 34, 1-5). El Antiguo Testamento siempre une a Moloc
Fué sepultado en el valle, pero su sepulcro los sacrificios humanos y especialmente de ni­
quedó oculto; no era conveniente que se man­ ños (Lev. 18, 21; 20, 2-5; I Re. 11, 7; Jer.
chase su memoria con culto idolátrico (Dt. 34, 32, 35, etc.). Tales víctimas eran degolladas
6; respecto de las leyendas judías cf. E. Schti- (Ez. 16, 21) y luego puestas a quemar en una
rer, Geschichte des jiidischen Volkes, III, parrilla (= tófeth). A eso se refiere la expre­
301 ss., y Jue. 9). sión hebrea: «hacer pasar por Moloc», «hacer
Había libertado de Egipto al pueblo, unifi­ pasar por el fuego» (Jer. 7, 31; 19, 5; 32, 35;
cado y guiado en el período más decisivo de Ez. 16, 21; 20, 26, 31, etc.).
su historia; había sido el medianero de la En estos pasajes Jeremías y Ezequiel se des­
• alianza del Sinaí, había dado a conocer e pachan contra semejante exceso de la religión
inculcado la veneración debida al ünico Dios (v.) popular o sincretismo idolátrico que la ley
de la alianza; había hecho de las doce tribus prohibía severamente (Lev. 18, 21; 20, 2;
un pueblo con leyes políticas, sociales, religio­ Dt. 12, 31; .18, 10).
sas y rituales, ligando indisolublemente a Is­ El P. A. Bea ha refutado ampliamente el
rael con Yavé, de suerte que ambos, nombres reciente intento de O. Eissfeldt, quien, fundán­
permanecerán íntimamente unidos por siempre. dose en tres o cuatro inscripciones púnicas
El primer altar que erigió Moisés llamándolo del s. m después de J. C. (I), tuvo la ocurren­
«Yavé nissí = Yavé es mi bandera», es el em­ cia de considerar la palabra Moloc como
blema de su vida (Éx. 17, 15). nombre común de una «especie de sacrificio»
Erigióle un monumento perenne el elogio y no como representativo de una divinidad,
de Jesús hijo de Sirac (Eclo. 44, 23b-45, 5), intento insostenible y en abierta oposición con
pero fué mucho más sublime el reconocimiento todas las fuentes bíblicas y extrabíblicas.
de su personalidad en el N. T., que considera [F. S.)
a Moisés como tipo del nuevo Legislador, BIBL. — M. L agrange, Etudes sur les religions séml-
Sacerdote, Profeta, Mediador de la Alianza üques, 2.* ed.. París 1905. pp. 99-109; H. V incent,
Canaan d’aprés Vexploration récente, ib. 1907, pp. 188-
(Heb. 3, 3-6; M t. 17, 3; cf. Jn. 5, 45 ss.; 200; A. L emonnyer, en RScPhTh, 7 (1913), 432-66;
I Cor. 10, 2; Heb. 11, 23 s.). [L. M.] L. D esnoyers, Ristoire du peuple hébreu, I, París
1922, pp. 243 s. 342-45; O. E issfeldt , Molk ais Op-
BIBL. — P. H eiw sch , Geschichte des Alten Testa- ferbegriff ecc., Halle 1935; refutado por R. de V aux.
metits, Bonn 1951, pp. 76-94; W. F. A ldright, From en RB (1936), 278-82; y A. B ea, en Bíblica. 18 (1937).
the Stone Age to Christianity, Baltimore 1946, pági­ 95-107; F. S padafora. Ezechiele, 2.a cd., Torino 1951,
nas 189-207; O. P rocksch, Theologie des Alten Tes- pp. 129 s. 164 ss. 189.
tamenls, Güterslob 1950, pp. 69-103.
MUERTE. — Consecuencia y pena de pecado
. MOISÉS (Asunción de). — v. Apócrifos. (v. Adán): Gétt. 2, 27; 3, 3. Así considerada,
implica separación del alma y del cuerpo con
MOLOC. — Es la divinidad cananea Milk, la desintegración de éste, «eres polvo y al pol­
de la que nos hablan los nombres teofóricos vo volverás» (Gén. 3, 19), o sea muerte física,
de las cartas de El-Amarna. Ofrecíanle sacri­ y separación de Dios con el descenso del alma
ficios, según lo prueban los recientes descubri­ al tenebroso Se’ól (v.) o infiernos .
mientos arqueológicos, especialmente en Gazer. La primera es de suyo una deuda de nues­
Parece que es la misma divinidad Melkart tra naturaleza. El que Dios hubiese concedido
(«Melek de la ciudad») de Tiro, y Baal-Kam- al hombre, destinado a llevar una vida feliz,
món de los fenicios y de los cartagineses, los en íntima familiaridad con él, que se renova­
cuales les inmolaban víctimas humanas, espe­ sen sus energías y no muriese, fué un don
cialmente niños, según informan los escritores particular. El elemento formal, la esencia de
clásicos. Finalmente, Milkom, dios nacional la severa condenación, «ciertamente morirás»,
MUERTE 410

es la pérdida de la familiaridad con Dios: es con la pena de muerte por la violación de


estado de completa separación de Él, a lo que algunos preceptos.
sigue inmediatamente la muerte física. «Dios Con el descenso de Jesús a los infiernos se
creó al hombre para la inmortalidad, mas por cumplió la esperanza de los justos del Antiguo
envidia del diablo entró la muerte en el mundo Testamento, que tomaron parte ya entonces
(cf. Eclo. 25, 23; la alusión de Nuestro Señor: en los frutos adquiridos por el Mesías con su
Satanás fué homicida desde el principio, Jn. muerte redentora (I Pe. 3, 18 ss.; 4, 5 s.).
8, 44; Rom. 5, 12), y la experimentan los Jesús puso fin al reino del pecado y de la
que le pertenecen» (Sab. 2, 23 s .; cf. 1, 13 s.). muerte (Rom. 5, 1-21); destruyó la muerte
Incluso para los justos la muerte lleva con­ (II Tim. 1, 10; Heb. 2, 14 s., etc.), en cuanto
sigo el fin de toda relación con Dios. Mien­ a lo que tiene de más tétrico y condenatorio:
tras duraba la vida era posible amar, alabar a la separación de Dios, puesto que, en virtud
Dios, verlo en sus obras, comunicarse con Él de la Redención, la muerte física hace que el
en la oración, en el culto; era posible alcan­ alma del justo se una inmediatamente con
zar de Él alguna intervención sensible. Una Dios, y pone fin a nuestro «vivir lejos del Se­
vez en el se’ól cesaba toda esperanza en ese ñor» (II Cor. 5, 6-8); nos introduce en la
aspecto. «Ya no veré más a Yavé» dice Eze- verdadera vida; «para mí la vida es Cristo, y
quías gimiendo (Is. 38, 11); y el salmista: «¿Te la muerte ganancia; tengo por mucho mejor
alabará el polvo, cantará tus misericordias?» morir para estar con Cristo» (Flp. 1, 21.23 s.).
(Sal. 30 [29], 10). De los muertos que moran Ya durante esta vida está el justo en unión con
en el se’ól «tú ya no te acuerdas... ¿Se levan­ Cristo (Jn. 14, 15; Gál, 2, 20; templo del
tarán los muertos para alabarte? ¿Cantará na­ espíritu viviente II Cor. 6, 16); la vida de la
die en el sepulcro tus piedades?» (Sal. 88 [87], gracia es la misma vida de la gloria; sólo
6, 11 ss.). difieren en el modo y en el grado de perfec­
Por eso el justo considera la vida larga como ción (Jn. 17, 3; Rom. 6, 23). Una vez bauti­
una bendición, un premio de Yavé. A la ve­ zado, y por el bautismo injertado en Cristo, el
nida del Mesías cesará para los justos este esta­ cristiano está definitivamente libre de la es­
do de condenación, al paso que se convertirá clavitud del pecado y de la muerte (Rom. 6,
en inmutable y eterno para los pecadores, para 1-11). Mas la Redención extiende su virtud
los partidarios de Satanás, los cuales siguen hasta el mismo cuerpo, si bien tal efecto no
siendo las verdaderas víctimas de la muerte. es inmediato, ya que no se realizará hasta que
«Entonces se salvará tu pueblo... La muche­ cese la vida humana en la tierra, o sea al final
dumbre de los que duermen en el polvo (= que de la fase terrestre del reino de Dios, con la
se hallan en estado de inactividad en el Se’ól) resurrección de ios cuerpos (Rom. 8; I Cor.
se despertarán, unos para la vida eterna, otros 15; I Tes. 4, 13-17). Por consiguiente, la sepa­
para la eterna vergüenza y confusión.» Daniel ración del alma y del cuerpo es sólo temporal,
participará del gozo de los primeros (Dan. 12, por lo que el Nuevo Testamento la nombra
2.13 ; F. Spadafora, Gesii e la fine di Gerusa- con la metáfora del sueño (I Tes. 4, 13 ; I Cor.
lemme, Rovigo 1950, p. 35 s.). 7, 39; 15, 20, etc.). La muerte sólo sanciona
El salmista dirige a veces el pensamiento ha­ de un modo definitivo su actual separación de
cia esta esperanza futura, lejana, y también Dios para quienes rechazan el don de la Re­
bastante indeterminada (Sal. 11, 7; 16, 11; 17, dención o recaen en el pecado. A este estado
15 ; 73, 23-26 [Vulg. 10.15.16.72]; Sab. 2-5), a de eterna condenación se le llama con frecuen­
la que se refieren implícitamente los siguien­ cia en el Nuevo Testamento sencillamente muer­
tes pasajes; Prov. 10, 2; 11, 4; 14, 27; Tob. te (Jn. 6, 50; 11, 25 s .; Rom. 7, 24; passim
12, 9, etc., «la justicia libra de la muerte»; en el c. 6; etc.) o segunda muerte (Ap. 2, 11 ;
en cambio el pecado lleva a la muerte: Prov. 20, 6.24; 21, 8).
11, 19; 14, 12, etc.; Eclo. 41, 12 ss., y fre­ Según esto, la muerte física constituye un
cuentemente en los profetas (cf. Ez. 18 ; el justo punto determinante respecto de la suerte defi­
vivirá, el pecador morirá). Este pensamiento nitiva, inmutable para cada uno (IJeb. 10, 27).
resuelve el escándalo proveniente del bienestar Por eso el Señor, que conoce nuestra fragilidad,
de los pecadores en esta vida (Sal. 89 [88], nos recuerda tantas veces en sus enseñanzas
48 s., etc.; Eclo. 9, 20), y separa definitiva­ ascéticas este paso decisivo (Le. 12, 20 s., 35-48;
mente del mundo (Eclo. 41, 1, etc.). 13, 4 s., 6-9, etc.; Mt. 24, 37-25, 13), que para
La muerte física es a veces castigo de una nosotros equivale al fin del mundo, fin impre­
transgresión positiva (Gen. 7, 21 ; Núm. 16, 32; visto y que frecuentemente llega de improviso.
II Sam. 6, 6 s., etc), y en la Ley se conminaba Eso mismo hacen los Apóstoles (I Cor. 7,
411 MÚSICA

29 ss. «pasa veloz la apariencia de este mun­ «Santos» viven en el mundo, pero como quie­
do», al exponer la doctrina evangélica sobre nes no disfrutan de él (I Cor. 7, 31), pues su
el matrimonio y la virginidad; Rom. 13, 11 s .; vida ya no es «vida en el mundo» (Col. 2, 20),
Heb. 13, 14 etc.). ya que se han crucificado para el mundo jun­
Tal vez no haya otro concepto y otra reali­ tamente con la cruz de Cristo (Gál. 6, 14).
dad que subraye y nos demuestre tan gráfica­ El concepto de mundo como poder adver­
mente el valor de la obra de Cristo y, por lo sario de Dios ocupa el centro del pensamiento
mismo, la infinita superioridad de la nueva eco­ teológico de San Juan, con un dramatismo su­
nomía sobre la antigua. [F. S.] perior y con una terminología más tajante aún.
B1BL. — R. B ultmann, en ThWNT, III. pp. 13-21; El mundo, como contraventor de Cristo en la
P, H einisch , Teología del Vecchio Testamento (trad. historia de la salvación, toma el aspecto de
it.; La S. Bibbia), Torino 1950, pp. 287 ss., 311-25; una personalidad colectiva poseída del «Ma­
J. B onsjkyen, Teología del Nuovo Testamento (trad.
.jt.; ibíd.), 1952, pp. 209-15. 248. ligno» y subyugada por el «Príncipe de este
mundo». El juicio contra este último iniciado
MUNDO. — El sentido primitivo, que ha pa­ con la muerte de Cristo (Jn. 12, 31; 16, 11;
sado a ser clásico, de *¿07109 es «belleza», «or­ 14, 30), es al mismo tiempo victoria contra el
den», y tal es el que habitualmente se le da mundo (16, 33). Los «fieles» no son del mun­
en los LXX y en 1 Pe. 3, 3. La evolución se­ do, sino elegidos de entre el mundo (15, 19;
mántica presenta diversos aspectos. 17, 14), y viven en el mundo (17, 11; I Jn. 4,
1. Universo, conjunto de creaturas visibles. 17); «han nacido de Dios» (Jn. 1, 12), en ellos
Este sentido desconocido de los LXX, que con habita «el Espíritu de verdad, que el mundo
el hebreo traducen por «cielo y tierra» o «el no puede recibir», porque «quien pertenece ál
todo», es frecuente en Sab., 19 veces; II Mac., mundo no tiene en sí el amor de Dios» (I Jn.
19 veces, en Filón y en el judaismo helénico. 2, 15); cf. Sant. 4, 4.
En el N. T. está siempre en relación con el Hay que estar alerta contra el mundo y sus
acto creador o soberanía de Dios (Act. 17, 24; concupiscencias (I Jn. 2, 16), porque «el mun­
Rom. 1, 20; Ef. 1, 4). do y sus concupiscencias pasan, pero el que
2. Tierra, en cuanto morada de los. hom­ cumple la voluntad de Dios permanece eter­
bres, o más generalmente el ambiente en que namente» (I Jn. 2, 17). Aquí no habla la
obra el género humano. Este sentido, desco­ negación ni el desprecio del mundo, sino la fe
nocido o poco menos en el griego clásico, es que ha vencido al mundo (I Jn. 5, 4).
corriente en el N. T. (I Tim. 6, 7; I Cor. 5, [S. R-]
10, etc.).
3. Género humano, los habitantes de la tie­ B1BL. — G. K ittel . /<¿07*09, en ThW N T , III,
coll. 868-96; F. Z orell, JV. T. Lexicón Graecum, Pa­
rra (Rom. 3, 6; 3, 19; I Cor. 4, 13, etc.). rís 1931, col. 729 ss.; J. Bonsirven, II Vangelo di
4. Humanidad en cuanto se opone a Dios Paolo, Roma 1951, p. 86 s.
y a la redención de Cristo. Así entendido reci­
be un sentido peyorativo de orden religioso- MURATORIANO (Canon). — v. Canon.
moral, principalmente en San Pablo y en San
Juan. MÚSICA. — No poseemos textos musicales ni
En San Pablo, el espíritu del mundo y el obras teóricas sobre la música hebrea del pe­
espíritu de Dios se oponen contradictoria­ ríodo bíblico. Pero la S. Escritura nos ofrece
mente (I Cor. 2, 12; II Cor. 7, 10). Tan pro­ no pocas indicaciones sobre este respecto.
fundo contraste se debe a la entrada del pe­ Entre los hebreos, lo mismo que entre los
cado en el mundo (Rom. 5, 12 ss.). Y como egipcios y los asirios, la música, instrumental
todos son pecadores, toda la humanidad es y vocal, acompañaba casi todos los actos de
culpable ante Dios (Ibid. 3, 19) y está some­ la vida, tanto profana como religiosa. Así en
tida a juicio (íbid. 3, 6; I Cor. 6, 2). La recon­ el desierto se daban señales con trompetas de
ciliación realizada por Cristo (Col. 1, 16 ss.) plata (Núm. 10, 2 ss.); al sonar las trompetas
compone la disensión entre el mundo y Dios. se desmoronaron las murallas de Jericó (Jos.
Según esto, el mundo es el conjunto de la 6, 4-20); con cantos, sonidos y danzas se cele­
creación perturbada por el pecado, sujeta al bró el triunfo de David sobre el gigante Go­
juicio y redimida por Cristo. En cuanto redi­ liat (I Sam. 18, 6 s.); con la cítara aplacaba
mido, el mundo ya no es mundo (koct/z09), David la ira de Saúl (I Sam. 16, 23); con la
ni «presente siglo» (aM»v oíros), sino «reino trompeta y otros instrumentos se anunciaba la
de Dios» y «siglo futuro» (a7¿>v ¿p\ó''evoe). Por declaración de guerra (Is. 18, 3) y se celebraba
eso la «Iglesia» no pertenece al mundo; los la victoria (II Par. 20, 28). La música ale-
M Ü SIC A 412

graba los banquetes (Is. 5, 12; 24, 8; Eclo. I Par. 13, 8; 15, 28; Is. 5, 12; 16, 11, etc.).
32, 7; 49, 2, etc.) y las bodas (I Mac. 9, 39), Instrumentos afines a éstos eran la sabhka y
la vendimia y la siega Une. 9, 27; Is. 9, 3; 16, el pesanterin (o-ap/Hú/oj, i¿a/W/piov Dan. 3.5.7.
10; 25, 6; &i/. 4, 8), el duelo y el llanto (II 10.15). Entre los instrumentos de viento de
Par. 35, 25; II Re. 1, 17; Jer. 9, 17; Mí. 9, importancia estaban el sóphár, hecho de cuer­
23), etc. no de cabrito o de carnero (por lo que se lla­
Tampoco faltaba nunca la música en las maba qeren, Jos. 6, 4.5), y servirá para con­
ceremonias religiosas. Así, después del paso del vocar al pueblo para la guerra, para las fies­
mar Rojo, cantará Moisés un himno acom­ tas religiosas o profanas (Jue. 7, 18; I Sam.
pañado con el tímpano por su hermana María 13, 3; II Sam. 15, 10; Éx. 19, 13.16; Lev. 23,
(Ex. 15, 1.20): los sacerdotes darán con la 24, 4, etc.), así como para indicar el jubileo (Lev.
trompeta la señal para Jas fiestas, para las ca­ 25, 9: por eso se le llamaba también ióbhél);
lendas, para los jubileos, para los sacrificios, el úghábh, o pequeña flauta (Gén. 4, 21 ; Sal.
etcétera (Núm. 10, 2-11); en las escuelas de 150, 4, etc.), el halil o gran flauta (I Sam. 10,
los profetas se empleaba la música (I Sam. 10, 5; Is. 5, 12; 29, 30, etc.) y la hasoserah
5; 19, 20); las diferentes traslaciones del Arca o-á\-Ly£ (Núm. 10, 3.10; 31, 6; Sal. 98, 6, et­
se efectuaron con acompañamiento de cantos cétera). De los instrumentos de percusión men­
y sonidos bajo la dirección del mismo David cionemos el tóph o tambor (I Sam. 10, 5; Is.
(II Sam. 6, 5.12-15; I Par. 13, 8; 15, 16), a 30, 32, etc.), que las más de las veces tocaban
quien cabe también el mérito de haber orga­ las mujeres (Ex. 15, 20; Sal. 68, 26), los seise-
nizado un excelente servicio musical para el lint o címbalos (I Sam. 6, 5), los mesiltaim o
culto litúrgico, haciendo construir numerosos címbalos dobles (I Par. 13, 8), los mena'án’im
instrumentos para los levitas (I Par. 23, 5) para o sistros (II Sam. 6, 5) y los sálisim (I Sam.
acompañar los salmos que él mismo había 18, 6). Los instrumentos de percusión se em­
compuesto (II Par. 7, 6; 29, 26 s.); organizó pleaban principalmente en las fiestas, religiosas
varias clases de cantores (¡4.000 levitas! I Par. o profanas, y en las danzas.
23, 5) y de instrumentistas (I Par. 15, 22; .16, Después de la destrucción de Jerusalén (70
5.6; 25, 1-7; 23, 31; Eclo. 47, 11 s.). Tam­ desp. de J. C.) cayó en desuso el arte instru­
bién Salomón dispuso que se construyeran ins­ mental, mientras que el vocal se trasladó a las
trumentos musicales (II Par. 19, 10-11). Al re­ sinagogas. Muchos acentos del texto masoré-
gresar de la cautividad, cantores (Esdr. 2, 70; tico no son otra cosa que signos musicales,
Neh. 7, 1; 12, 45) y sacerdotes (Esdr. 3, 10) aun cuando no correspondan exactamente a
reanudaron el servicio en el templo, y lo mismo nuestras notas. Llámanse te’ámim o neghinót
ocurrió con los Macabeos (I Mac. 4, 54). (anotas», «tonos»). La música hebrea era me­
Instrumentos musicales. Atribúyese su in­ lódica solamente: la armonía y la polifonía
vención a Jubal, hijo de Lamec (Gén. 4, 21, eran enteramente desconocidas. La escala no
cf. 31, 27). Podemos distinguir tres categorías: era cromática o armónica, sino diatónica: en
instrumentos de cuerda, de viento y de percu­ una octava podían darse hasta 24 grados! Es
sión. Entre los primeros, todos de la familia del innegable cierto influjo de la música hebrea so­
arpa, mencionaremos el nebhel o grande arpa bre el canto gregoriano. [S. C.]
(I Sam. 6, 5; Sal. 57, 9; Is. 5, 12, etc.; há-
cese mención también de un nebheVasor, es BIBL. — A. G astoué , Les origines du chant romain,
París 1907, c. I; F. X K ortleitner, .Archaeologia
decir, de diez cuerdas: Sal. 33, 2; 144, 9), y Bíblica, Innsbruck 1917, pp. 635-41; H. B erl, Das
el kinnór, inferior en el tamaño y con pocas Judentm in der Musik, Berlín-Leipzig 1926; A. Z.
I delshon . Jewish music in its historical development,
cuerdas (Gén. 4, 21; 31; 27; I Sam. 10, 12 ; Nueva York 1929 (clásico).

i
N
NABATEOS. — Pueblo árabe que alcanzó su de hubo de retirarse por orden de los roma­
máximo desarrollo político y cultural en los nos, los cuales después atacaron a los naba­
últimos siglos de la era precristiana y princi­ teos con Pompeyo, que no llevó a cabo la
pios de la era cristiana. La zona ocupada por empresa. Poco después Herodes atacó a los
los nabateos comprendía la región que estaba nabateos, y el 24 a. de J. C. los invadieron
al sur de Edom, que, por tener como centro la los romanos con Elio Galio. Mas no se les
ciudad de Petra, se llamó Arabia Pétrea. Pe­ quitó la independencia hasta que bajo Tra­
tra estuvo siendo por largo tiempo un centro jano se creó la provincia romana de Arabia
comercial de primer orden. Como era paso Pétrea. La potencia nabatea tuvo un gran des­
obligado para lo s. caminos por donde circu­ arrollo con Areta IV, durante cuyo reinado
laba el gran comercio entre el mar Rojo y ocurrió el episodio que se refiere en II Cor.
Mesopotamia, entre Siria-Palestina y la Ara­ 11, 32.
bia meridional y la India, con la imposición de El arte y la cultura nabateas dejaron hue­
derechos de aduanas y de tributos dé tránsito, llas en monumentos sepulcrales y en peque­
alcanzó tanta riqueza y poderío, que logró ex­ ños templos abiertos en la viva roca, espe­
tender su dominio hasta Damasco y Celesiria, cialmente en la región de Petra. También se
llegando por el sur a tocar con la región de han conservado numerosas inscripciones en
Al Hijr (Modá’in-Sálih). lengua aramea con abundancia de arabismos.
Los nabateos, que primitivamente fueron un La religión de los nabateos se basa en los
pueblo nómada y cuya relación con el epónimo grandes principios de la fertilidad: el dios na­
Nebayoí (Gén. 25, 13 ; 38, 9; 36, 2; I Par. 1, cional era Dhu-al-Sara (Dunares), acompaña­
29), todavía es. discutible, y los Nabata de las do de la diosa Allat; y no faltan representacio­
inscripciones asirias, aparecen organizados con nes de otras divinidades como Hadad y Atar-
vida estable hacia fines del s. iv a. de J. C. re­ gatis. [G. D.l
sistiendo a invasiones del diadoco Antigono.
BIBL. — G. C ontenau, Le Nabatéen, París 1932;
Por la época de la cautividad se registran in­ N. G lueck, The other side oí the Jordán, New Ha-
terferencias de los nabateos en la historia de ven 1940.
los hebreos, y parece que a continuación de
la deportación de los hebreos se infiltraron NABONID. — El último rey de la dinastía
nabateos por el sur del territorio de Judá. Tal neobabilónica caldea, hijo de Nabü-balát-su-
vez fuese nabateo aquel Gesen que se pre­ iqbi, noble babilónico, y de una sacerdotisa
senta en los tiempos de Nehemías (Neh. 2.19; del templo de Sin en Sarán. Reinó durante
6, 1 s.). En la época de los Macabeos son co­ unos .18 años, desde el asiento de LabaSi-
nocidas las relaciones de los nabateos con Jo- Marduk (556 a. de J. C.), hasta la conquista
natán. En el tiempo de los asmoneos, en una de Babilonia por Ciro (539). Después de una
guerra entre nabateos y Antíoco XII parece expedición militar a Palestina, Nabonid gustó
ser que Alejandro Janneo se hace partidario de de dedicarse personalmente a una gran refor­
los nabateos, lo cual le salió mal, pues ha­ ma religiosa encauzada a reanimar el deca­
biendo derrotado a Antíoco, los nabateos in­ dente imperio con el espíritu de un pasado
vadieron también a Judea, siendo rey de ellos glorioso. En la dirección de la política Nabo­
Arelas III (85-60 a. de J. C.) El mismo Are­ nid tomó como socio a su hijo Baltasar (Bél-
las III aparece en óptimas relaciones con An­ sar-usur), ya en el tercer año de su reinado.
tíoco el idumeo, enemigo de Aristóbulo, con Según el cilindro grande de Sippar, habiendo
quien llega a poner asedio a Jerusalén, de don­ caído Astiages, Nabonid se adueñó de Jarán
NABUCODONOSOR 414

en el mismo año tercero de reinado, e inme­ puso en marcha con un ejército para socorrer
diatamente reconstruyó el templo de Sin, pro­ a los últimos restos de la armada asiria que,
curando que se buscasen los documentos de al caer Nínive, se empeñaban en una resistencia
fundación. Se interesó asimismo grandemente desesperada en la región de Jarán. Josías, rey
por el templo de la misma divinidad en Ur, de Judá, que en su gozo por el declinar de la
donde dejó como sacerdotisa a su hija Bél-Salti- potencia asiria había tratado de impedir en
nannar. Mas la devoción a Sin desairó consi­ Mageddo el paso de Necao, perdió allí la vida,
derablemente a los sacerdotes babilónicos de y el faraón logró ponerse en contacto con los
Marduk; y, además, el hecho de haber co­ sobrevivientes asirios. Tras varios intentos por
leccionado Nabonid en Babilonia muchas es­ ambas partes, se dió la batalla decisiva entre
tatuas de divinidades tutelares de las diferen­ egipcios y babilonios en Carquemis, en el 605
tes regiones del imperio, dejando a estas po­ a. de J. C. (II Re. 24, 7; Jer. 46, 2). La
blaciones sin protección divina, fomentó, in­ victoria fué de Nabucodonosor, que no pudo
cluso en el pueblo bajo, un verdadero odio disfrutar de ella completamente. Al verse obli­
contra él, lo que fué favorecido por el fer­ gado a volver a la patria a causa de la
mento de las diferentes poblaciones que muerte de su padre, encomendó a sus genera­
habían sido deportadas. les la persecución del faraón, que volvió a
Entre tanto, al ser vencidos los medos, Egipto y no osó volver a molestar a los babi­
Ciro se disponía a atacar a Babilonia. Nabo­ lonios. Al subir Nabucodonosor al trono pa­
nid no parecía consciente de la situación, y terno puso todo su empeño en consolidarlo. En
desde el año séptimo al décimoprimero de su Judá, donde Nabucodonosor se había presen­
reinado estuvo ausente de Babilonia, encomen­ tado poco después de lo de Carquemis, impo­
dada enteramente a su hijo. niendo tributo y saqueando el templo (Dan.
Al ser vencido Creso de Lidia el 546 por 1, 1 s .; II Par. 36, 6 s.), el soberbio Joaquim
Ciro, Nabonid pensó en volver a Babilonia, se negó a pagar el tributo confiando en Egipto.
donde efectivamente lo hallamos en el año 17 Nabucodonosor, que primero había lanzado
de su reinado; pero la situación era entonces contra Judá a. los pueblos vecinos (II Re. 24,
ya desesperada. Ciro atacó al ejército babilóni­ 1 - 2), intervino entonces personalmente (597
co en Opis, junto al Tigris, y lo derrotó, a. de J. C.). Joaquín que entretanto había
adueñándose de Sippar. Dos días después Gu- sucedido a Joaquim, se dispuso para la resis­
baru, general de Ciro, ayudado tal vez por al­ tencia y Judá hubo de sufrir la primera depor­
guna traición, entró en Babilonia, sorprendida tación (II Re. 24.16). El rey fué sustituido
durante la celebración de una fiesta, y Balta­ por el hijo de Josías (II Par. 36, 6-10).
sar fué muerto (Dan. 5, 30). A los diecisiete Cuando el faraón Hofra parecía hallarse dis­
días entraba Ciro, acogido por el pueblo como puesto a acudir en auxilio de los antibabilonios,
vencedor. Nabonid fué capturado en su huida volvió a rebelarse Judá con otros vecinos alia­
hacia Borsippa y lo tratan con magnanimidad, dos. Nabucodonosor, que se hallaba en Ri-
enviándolo a Carmania, en Ia Persia meridional. bla, junto al Orontes, cortó radicalmente toda
La grandeza de la Babilonia imperial había veleidad. Atacando primeramente a Judá, ase­
pasado para siempre. [G. D.] dia a Jerusalén (588); rechaza una tentativa
B IB L . — G . R i c c i o r n , S t o r i a d ’I s r a e ie , I I . T o ­
egipcia, y al cabo de 18 meses toma y destruye
rm o 1947, p p . 1 2 -2 0 ; E . D h o r m e , L a M ir e ' d e N a - a Jerusalén cuyos habitantes deporta. También
b o n id e , e n R A s s . 4 1 ( 1 9 4 7 ) , 1 -2 1 ( R e c u e i l E . D h o r m e . Tiro cedió después de un prolongado asedio. A
P a r ís 1 9 5 1 , p p . 3 2 5 - 3 5 0 ) ; S . M oscati, L ‘O r ie n te A n ­
tic o , M i l a n o 1 9 5 2 , p . 9 2 s s . la deportación del 586 seguía otra en el 582
(Jer. 52, 30) que eliminaba algunos grupos de
NABOPOLASAR. — v. Nabucodonosor. criminales supervivientes.
La suerte de los hebreos deportados fué
NABUCODONOSOR. — Es hijo de Nabopo- particularmente dura en los comienzos, pero,
lasar y el mayor representante de la dinastía con el tiempo, fué mejorando. Habiendo sido
caldea neobabilónica. Después de haberse ini­ empleados en las construcciones de viviendas
ciado en la carrera militar bajo la depen­ o en granjas agrícolas, pronto pudieron con­
dencia de su padre en la lucha victoriosa seguir para sí cierta holgura de vida (v. £z<?-
contra Asiria, sostenida en unión de los quiel).
Umman-Manda de Chasar, Nabucodonosor se De la arqueología se desprende cuán grande
distinguió principalmente en la lucha contra fué la actividad edil de Nabucodonosor: su
los egipcios. Al subir ai trono de Egipto Ne- palacio, los templos, las murallas de la ciudad
cao II, en el 609, como amigo de Asiria, se fueron dignos monumentos de una metrópoli
415 NAZAREATO

mundial. También el comercio fué elevado por (cf. J. Touzard, en RB, 26 (1917) 57- 61);
Nabucodonosor al máximo desarrollo. Nahum es el profeta de la soberana justicia
Poco o nada se ha conocido a través de de Dios para todas las gentes.
documentos profanos sobre la vida privada de BIBL. — F. Spadafora, en Ene. Catt. Jt., VIII,
Nabucodonosor. [G. D.] col. 1602; M. Florit, en Bíblica. 13 (1932), 409-17;
M. Schumpp. Das Buch der zwolf Propheten, Fribur-
BIBL. — G. F urlani, B a b i lo n i a e A s s ir ia , en E n e . so i. B. 1950.
I ta l ., V. pp. 734-741 ; G. Ricciorn, S to r ia d 'ls r a e le .
Tormo 1947; S. M oscati, L ’O r ie n te A n t ic o , Mi­
lano 1952. NAMAN. — v. Elíseo.
NAHUM. — El séptimo de los profetas me­ N APLUSA. — v. Samaría.
nores en el canon bíblico del Antiguo Tes­
tamento. Fué natural de Elcos (1, 1), con to­ NASH, — v. Papiros.
das las probabilidades en Judea (la actual Bir
el Qaws junto a Bejt Gibrin). NATÁN. — v. Navid.
Este brevísimo oráculo anuncia a Judá la
ruina de su más terrible enemigo, Asiria. En NATANAEL. — v. Apóstoles.
el c. 1 Nahum celebra el poder de Yavé, justo
y supremo vengador que salva a su pueblo y NATIVIDAD de MARÍA (Evangelio de la).—
hiere a sus enemigos. Luego (cc. 2-3 ) de un v. Apócrifos.
modo verdaderamente pintoresco describe la
inminente caída de Nínive y evoca como NAZAREATO, — Institución antiquísima, co­
ejemplo la ya realizada caída de Tebas (Nó’- dificada en Núm. 6. Es una forma especial de
’Amón, 3, 8 ss.; cf. Ez. 30, 14 ss.; que voto, al que podían obligarse hombres y mu­
erróneamente traduce San Jerónimo por Ale- jeres (de éstas nos ofrece un ejemplo la
xandría populorum). madre de Sansón, Jue. 13, 4 - 7). El término
Era un consuelo para Judá (nahum equivale nazir (de la raíz nazar, nifal —entregarse a
a consolador en hebreo). alguno [cf. la afinidad con nadar «hacer un
Las dos indicaciones sobre Nínive y Tebas voto»] absteniéndose de alguna cosa) significa
permiten colocar la profecía de Nahum entre «consagrado, donado».
el 663 a. de J. C., fecha de la terrible des­ El nazareato en su forma oficial llevaba
trucción de Tebas por obra de Asurbanipal, consigo una triple obligación: abstenerse de
y el 612 a. de J. C., cuando Nínive cayó todo lo que procede de la vid y de toda bebida
ante los ataques de los medos y de los caldeos; que puede embriagar (sékár, sidra); dejar cre­
pero mucho más próxima (cf. Nah., 3, 18) al cer la cabellera; evitar el contacto con los ca­
segundo término (625-615 aproximadamente). dáveres (Núm. 6, 1 - S). Según el tratado ra-
Es, pues, Nahum contemporáneo de Sofo- bínico Nazir, el voto debe durar treinta días
nías y de Jeremías. «Su poesía es exquisita; en­ cuando menos. Samuel (1 Sam. 1, 11: Eclo.
tre todos los profetas es el que en nobleza 46, 13 hebr.) y Sansón (Jue. 13, 4 - 14) fueron
y vigor más se aproxima a Isaías. Sus des­ nazareos por toda la vida. En la sumisión
cripciones son pintorescas y vivaces; su pen­ voluntaria a las dos primeras condiciones en­
samiento se expresa de un modo escultórico» traba la intención de conservar los usos de
(S. R. Driver). Estas alabanzas se aplican es­ los padres nómadas y fieles yaveístas: la de
pecialmente a los cc. 2 - 3 ; el c. 1, cuya protestar contra la civilización y costumbres
índole es teórica y abstracta, ha sido compa­ cananeas, impregnadas de politeísmo. Idéntico
rado —si bien indebidamente— con los salmos motivo explica la manera de ser de los recabi-
alfabéticos. La diversidad del tema, que en tas (y.), de costumbres semejantes (Jer. 35).
el c. 1 es genérico, y en el 2-3 específico, histó­ Terminado el período del voto, el nazareo
rico, y diría que palpable, explica esa diferen­ se llegará al Santuario y ofrecerá un cordero
cia de forma. Se ha querido ver oposición en­ de aquel año como holocausto, una cordera de
tre Nahum y los otros profetas, afirmando que aquel año como sacrificio expiatorio y un
falta en él todo pensamiento, toda preocupa­ carnero como sacrificio saludable: el primer
ción en orden a la vida moral, y que no apa­ sacrificio y el tercero irán acompañados de
rece allí más que la venganza y la reivindica­ las respectivas oblaciones y libaciones (cf.
ción nacional. Mas, ¿cómo es posible aventurar Núm. 15), además de las cuales se ofrecerá un
semejante juicio, cuando no tenemos a nuestra canasto de panes ácimos bañados en aceite y
disposición más que este brevísimo oráculo tortas ácimas mojadas en aceite. Luego se ra­
de entre toda la actividad profética de Nahum? surará la cabeza y echará los cabellos al
NAZARET 416

fuego del altar. Estas prescripciones represen­ 37 Km. al este de Caifás y a 33 al oeste de
tan Jo menos que debía hacerse: todo naza­ Tiberíades. Es desconocida en el A. T. y en
reo añadía dones voluntarios, según los pro­ Fl. Josefo, y tiene poca importancia en los
pios medios y según el alcance del voto emi­ tiempos de Jesucristo (Jn. 1, 46), pero es el
tido. Así terminaban las obligaciones impuestas lugar elegido para la Anunciación y la mila­
(Núm. 6, 13-31). grosa Encarnación del Verbo (Le. 1, 26; 2,
En caso de contaminación por un cadáver, 4). En Nazaret se estableció definitivamente
el nazareo debía rasurarse la cabeza, pasada la la Sagrada Familia al regresar de Egipto
semana prescrita para la purificación habi­ (Mt. 2, 23; v. Infancia), y allí permaneció
tual; luego había de ofrecer una tórtola para Cristo hasta que dió comienzo a su actividad
un sacrificio expiatorio, otra en holocausto, un misionera hacia los 30 años. (Le. 2, 51 ss.;
cordero de aquel año como sacrificio de repa­ cf. Mt. 21, 11; Le. 4, 16; ln. 1, 46; Act.
ración y comenzar de nuevo su voto; pues 10, 38).
los días precedentes quedaban anulados (Núm. El origen y la estancia de Jesús en Naza-
6, 9.12). Los nazareos, «hombres de Dios», ret daban cumplido (Mt. 2, 23) a las predic­
fueron juntamente con los levitas y los pro­ ciones proféticas por el apelativo de «Naza­
fetas el alma de la resistencia del puro yaveís- reno» que se le aplicara. Trátase de Is. 11, 1,
mo contra la influencia cananea. Su abstinen­ donde se llama al Mesías néser «retoño» (cf.
cia era una protesta viviente contra la idola­ Jer. 23, 5 ; 33, 15 en cuanto a la idea), ya que
tría y el desorden moral, y una afirmación de en Nazaret es idéntica la raíz (cf. el árabe en-
su fidelidad al culto del único Dios verdadero. Nasira, las versiones siríacas Nasrah) e idénti­
Además de las prácticas exteriores, tal con­ co el significado de «florecer», «flor».
sagración a Yavé llevaba consigo una vida A Nazaret volvió Jesús después del bautis­
moral y religiosa más elevada que la de los mo, pero para trasladarse definitivamente a
otros israelitas. Cafamaúm, más a propósito para su actividad
En el s. viii, Amos (2, 11 s.), en el reino misionera (Mt. 4, 13-16). En una visita pa­
de Samaría, considera como una manifestación sajera Cristo comentó allí a Is. 61, 1 -2 en la
de la benevolencia divina la institución de los asamblea sabatina de la sinagoga, afirmando
profetas y de los nazareos en Israel. que estaban cumpliéndose aquellas palabras en
El nazareato estaba muy en honor en el su misión; pero la admiración con que sus
judaismo (s. I a. de J. C.); recurríase a él conciudadanos comenzaron se transformó en
para alcanzar gracias y para purificarse. A desprecio, y llegó a tal punto su exasperación,
veces se ha contado a San Juan Bautista entre que intentaron matarlo precipitándolo por un
los nazareos, fundándose en Le. 1, 15: «no barranco (Mt. 13, 53-58; Me. 6, 1-6; Le. 4,
beberá vino ni licores». Mas las palabras del 16-30). Nazaret dió el epíteto a Cristo
ángel no hacen más que pronosticar la vida (Na£ü>p<uos; Mt. 2, 23; 26, 59.71; Le. 18,
mortificada del precursor. Lo mismo que el 37; Ju. 18, 5. 7; 19, 19; Na^aprjvó^ Me. 1,
voto de San Pablo (Act. 18, 18) de rasurarse 24; 10, 47; 14, 67; 16, 6; Le. 4, 34; 24, 39)
la cabeza no era propiamente el del nazareato y a los cristianos (Act. 24, 5). En el lugar de
que imponía que se dejasen crecer los cabellos, la Anunciación se construyó una iglesia, que
al menos durante un mes, y luego cortarlos en probablemente fué obra de Constantino, de
Jerusalén, en el Templo. la cual no se hace mención hasta el año 570.
En Act. 21, 23, San Pablo abona los gastos Fué destruida por las árabes, reconstruida por
(sacrificios y oblaciones) por cuatro judíos los Cruzados; y en 1730 el protoevangelio
cristianos que acababan su voto de nazareato. de Jacobo coloca la salutación angélica jun­
IF. S.] to al camino de Tiberíades, al lado de la ac­
B IB L — L. D esnoyers, H is to r ie d\i p e u p lc Ité b r e u . tual fuente de la Virgen. Dos kilómetros al
I, P a r ís ' 1 9 2 2 . p p . 1 9 5 s s . 3 1 1 - 1 4 ; A . C lamer. L a S te
D ib le ( c d . P i r o t . 2 ) . 1 9 4 0 , p p . 2 6 9 - 7 5 .
sur, al Gebel-eFZafze, que domina con sus
300 m. la llanura de Esdrelón, los peregrinos
NAZARENOS (Evangelio de los). — v. Apó­ lo consideraron como representante del «pre­
crifos. cipicio» antes mencionado, por lo que fué lla­
mado el «sallo del Señor» ; pero lo más pro­
NAZARET. — (Griego 2 \n ( a p e 0 [—p e r , — bable es que el tal lugar sea un desnivel de
p<J}]\ sirio Nasrath; árabe, en Násisa). Linda unos diez metros que está situado junto a Ja
localidad de Galilea, coronada por los mon­ actual iglesia de los Griegos Católicos.
tes decrecientes en la llanura de Esdrelón, a [A. R.l
417 NICODEMUS

BIBL. — P. V iaud, N a z a r e th e t s e s d e u x é g lis e s, Zabulón, con quienes aparece en relaciones


París 1910; M. Brillant, L e v illa g e d e ta V ir g e , N a ­
z a r e th , París 1931; U. H olzmeister, a M o n s s a ltu s » , muy estrechas. En su zona había tres ciuda­
en VD, 17 (1937), 50-57; I d ., a Q u o n ia m N a z a r e u s v o ­ des levíticas para los gersonitas (Jos. 21, 6.32).
c a b itu r » , en VD, 17 (1937), 21-26; H. Simón -J. D o­
rado, N o v u m T e s ta m e n tu m , 7.a ed., Torino 1951. En Jne. 1, 33 se alude a las dificultades con
343 ss. que tropezaron por parte de las poblaciones
locales. Neftalita era Barac, que bajo la di­
NEBO. — (LXX rb opo? i\aj8av, cf. Nabü, rección espiritual de la profetisa Débora lu­
dios de la escritura, hijo de Marduk en el
chó contra Jabín y Sisara (Jue. 4, 6 ss.) en los
mundo mesopotámico). Es el monte (Gebel alrededores del monte Tabor. La gesta quedó
en-Neba) de la sierra de Abarim, al este del eternizada de un modo exquisitamente poético
mar Muerto, desde el cual contempló Moisés en el cántico de Débora (Ibid. 5, 2-31), donde
el país prometido a los israelitas y en el cual se condena la indiferencia de varias tribus y
murió (Dt. 32, 48 ss.; 34, 1). Mide 835 m. se ensalza la actitud tomada por Neftalí, Zabu­
de altura y dista de 3 a 4 kilómetros de lón e Isacar (Ibid. 5, 15-18). En los libros
Ras es-Liaga, en el que con razón se reconoce
posteriores se registra aún el eco de esta vic­
al Pasga (Di. 3, 27; 4, 49; Jos. 12, 3; 13, 20).
toria (Sal. 68, 28; Is. 8, 23). Los neftalitas
Neba y Liaga forman los dos yugos del mis­
mo lomo que se perfila al oeste de los dos tomaron parte también en la empresa de Ge-
deón contra los madianitas (Jue. 6, 35 ; 7, 23).
precipicios; Wadi’Ayun Músa al norte, Wa-
En lo sucesivo la tribu participó en la suer­
di el-Gedeir al sur. te que tocó al reino de Israel, siendo objeto
La ciudad de Neba, hoy comúnmente iden­
de no pocas invasiones extranjeras (cf. I Ré.
tificada con Mehaijet, está mencionada en
15, 20) hasta la completa sumisión a los asi­
Núm. 32, 3; 33, 47, en la estela de Mesa rios (722 a. de J. C.), que deportaron parte
(nbh), en Is. 15, 2; Jer. 48, 1; I Mac. 9, 37,
de su población a Mesopotamia. Entre los
en el Onomasticon y en la vida de Pedro Ibé­
neftalitas deportados a Nínive estuvo Tobías
rico (s. V) y no debía de estar lejos del mon­ (Tob. 1, 1).
te. Nebo. El lugar es rico de pavimentos de
En el Nuevo Testamento se trae a la memo­
mosaico (s. vil), ejecutados por la escuela ria el oráculo de Isaías (8, 23; 9, 1), haciendo
de Madaba, según se desprende de las exca­ alusión al hecho de que Cafarnaúm se hallaba
vaciones emprendidas por la Custodia de Tie­ junto a los límites entre Neftalí y Zabulón.
rra Santa (1931-1938). [F. V.]
IA. PJ
BIBL. — F. M. A bel, G é o g r a p h ie d e la P a le stin e ,
I, París 1933, pp 379-84; II. 1938, p. 397 s.; S. Sa- BIBL. — L. Szczepanski, Geogr. historica Palaesti­
ller - B. G agatti, T h e T o w n o í N . ( K h ir b e t e l-M e - nae antiquae, Roma 1926, pp. 67, 140-44, 152, 159, 202.
k a a y y a t ) , Jerusalén 1949; H. Schneidfr, T h e M e m o ­
r ia l o f M o s e s o n M o u n t N e b o , ibíd. 1950.
NEHEMÍAS. — v. Esdras y Nehernias.
NECAO. — v. Judá (Reino de).
NICODEMUS. — Noble judío perteneciente
NEFILIM (N ephilim ). — v. Gigantes. al Sanedrín. Es célebre su entrevista nocturna
con Jesús. La hora elegida revela el miedo
NEFTALÍ. — Hijo de Jacob y de Bala, es­ que tenía a los judíos, y las palabras que
clava de Raquel, y. primer padre de la tribu pronuncia manifiestan la profunda impresión
de su nombre. Este nombre se explica por la que Jesús le produjo. Nicodemus demuestra
raíz pl (forma ttifal) con el significado de ser un fariseo observante, recto, ajeno a la
«contienda, lucha» (cf. Gén. 30, 8). Sólo se mentalidad mezquina de muchos fariseos con­
le nombra en las listas genealógicas (Ibid. temporáneos suyos, pero influenciado por el
35, 25; 46, 24; I .Par. 2, 2). Incluso la tri­ concepto corriente de un Mesías nacionalista.
bu tuvo una parte relativamente secundaria El Divino Redentor refuta en aquel coloquio
en la historia hebrea (Núm. 1, 42; 13, 14; los puntos de tal concepto erróneo. La natu­
34, 28; Dt. 27, 13). A los neftalitas, «cierva raleza del reino de Dios es espiritual, y, por
en libertad, que gusta de los buenos pas­ tanto, para entrar en él se requiere un nuevo
tos» (Gén. 49, 21), se les adjudicó la región nacimiento espiritual; no es un privilegio de
que limita con el lago de Tiberíades (Dt. 33, la raza judía; el Mesías cumplirá su misión
23). Dedúcese de la descripción de Jos. 19, sufriendo y muriendo crucificado.
32-39 que la tribu se extendía hasta el sur A Nicodemus se le da el título de «prín­
del Tabor, y tenía al occidente la tribu de cipe» o «jefe» (qpx<ov) de los judíos, sin du­
Aser, al norte Fenicia, al este la Transjorda- da en el significado de noble o de persona
nia, y por el sur limitaba con Isacar y respetable.
Spadafora. — Diccionario bíblico
NOÉ 418

Como miembro de la aristocracia, formaba Ello no obstante, el diácono Nicolás llevó


parte del Sanedrín (Ju. 7, 50). Era asimismo una vida ejemplar, al menos según Clemente
conocido por su doctrina; era «maestro en Alejandrino (a quien contradice en esto San
Israel» (Ibíd. 3, .10). Se mantuvo como simpa­ Epifanio). Otros niegan que hubiese nada de
tizante, pero no se atrevió a hacerse abierta­ común entre él y los nicolaítas, y sería cues­
mente discípulo de Jesús. No obstante, cuando tión de un desconocido Nicolás (Casiano), o
más adelante se llegue a discutir entre fari­ de la simple traducción griega (NiKoAao?,
seos y sacerdotes sobre el modo y la posibili- «vencedor del pueblo»), del hebreo Balam
lidad de eliminar a Jesús, Nicodemus tendrá («dominador del pueblo»), nombre del profeta
el valor de pronunciar una tímida defensa: que indujo al pueblo de Dios a prevaricar
«¿Acaso nuestra ley condena a un hombre an­ (Núm. 31, 16), como hacían los nicolaítas
tes de oírle y sin averiguar lo que dice?» Eso (Ap. 2, 14); así J. C. Eichhorn, R. H. Char­
bastó para avergonzar a sus colegas, los cua­ les, etcétera.
les replicaron: «¿Acaso también tú eres de Los nicolaítas están nombrados expresa­
Galilea? Investiga y verás que de Galilea no mente en Ap. 2, 6.14 s.; cf. alusión a v. 20.
ha salido profeta alguno.» (Jn. 7, 50 s.) Des­ Actuaban en Éfeso, donde los cristianos los
pués de la muerte de Jesús, Nicodemus ayudó contrarrestaban valerosamente, como no lo ha­
a José de Arimatea a sepultar el cadáver, y cían los de Pérgamo y de Tiatira. San Juan
contribuyó con 100 libras (= 32 Kgs. apro­ caracteriza su doctrina como que tenía reper­
ximadamente) de mirra y de áloe (Ibíd. 19, cusiones en la vida práctica («doctrina» y
39 s.). aobras» de los nicolaítas), y la asemeja a la
Es cierto todo cuanto se lee en los apó­ del profeta Balam y de Jezabel (pecado de ido­
crifos. Hay incluso un Evangelio de Nicode­ latría).
mus o Actos de Pilatos y Descendimiento de Parece ser, según esto, que aquella secta
Cristo a los infiernos (cf. C. Tischendorf, enseñaba una excesiva libertad en el uso de
Evangelio apocrypha, 2 / ed., Leipzig, 1876, los idolotitos y de los cultos paganos en ge­
pp. 333-432). Según una tradición, Nicode­ neral, y probablemente en la doctrina moral.
mus se convirtió al cristianismo. Su nombre Tal vez sean sus engañosos argumentos y
sé lee en el Martirologio Romano (3 de agos­ embustes a lo que se llama «profundidades de
to), porque se dice que su cuerpo fué hallado Satanás» (Ap. 2, 24), enlazadas con las doc­
juntamente con el de San Esteban (cf. Epis­ trinas gnósticas de aquel tiempo.
tola Luciani ad omnem Ecclessiam: Pl. 41, La secta tuvo una corta duración, y hacia
807- 15). [A. P.] fines del s. n se fusionó con otras sectas
BIBL. — I. M. V osté, Studia loannea, Roma 1930. gnósticas. En la edad media se llamó nicolaítas
pp. 101-128; U. H olzmeister. en Zeitschrift fiir ka- a los que se oponían al celibato eclesiástico.
tito!. Theologie. 45 (1921), 527-48.
IL. V.]
NICODEMUS (Evangelio de). — v. Apócri­ BIBL — H. LESÉiRé, en DB, IV, coll. 1616-19;
fos. E. A maÑn, en DThC, XI, eoll. 499-506; E. B. A llo,
L‘Apocalypse. 3.« ed.. París 1933, p. 57 ss.
NICOLAÍTAS. — Secta o facción de la igle­ NINIVE. — v. Asirios.
sia primitiva de carácter libertino gnóstico.
Clemente Alejandrino (PG. 8, 1061.1129-32), NISÁN. — v. Calendario hebreo.
confirmado, en parte, por otros Padres (Ire-
neo, Hipólito, etc.), la relaciona con el diá­ NO AMÓN. — v. Tebas.
cono Nicolás, último de los siete primeros diá­
conos (Act. 6, 5), el cual, habiendo sido NOÉ. — (Hebr. Nóah, LXX Nwe, acad. Nu-
acusado de celos respecto de su propia mujer, hija). Hijo de Lamec (Gén. 5, 28). El nombre
declaró, para disculparse, que permitía que se explica por la raíz uhm «consolar», aun­
se casara con ella quien quisiera, pues «es que la consolación sólo provenga del vino que
preciso» Trapa^pijo-Sai ty¡ crapKÍ> «mortificar Noé probó por vez primera (Jer. 16, 7; Prov.
la carne», las malas tendencias de la natura­ 31, 6). Fué padre, a los 500 años, de Sem,
leza humana, «abandonar la carne», no darle Cam y Jafet (Gén. 5, 32; 6, 10; 10, 1): hom­
importancia, abusar del propio cuerpo. Con bre justo (cf. Ez. 14, 14.20) entre sus contem­
estas palabras algunos cristianos, que después poráneos, y anduvo con Dios (Gén. 6, 9), como
fueron llamados nicolaítas, justificaron toda Enoc (Gén. 5, 22). Es el héroe del diluvio (v.)
clase de desórdenes morales, incluso el adul­ bíblico. Recibe de Dios la orden de construir
terio. el arca según medidas detalladas. Noé ejecuta
419 NOMBRES TEÓFOROS

el mandato, y tras el aviso de Dios entra en el NOMBRES TEÓFOROS. — Nombres propios


arca, a la edad de 600 años, y con él su familia, compuestos del nombre de la divinidad y de
para librarse de las aguas del diluvio. Al cum­ un término de parentesco. Más que expresio­
plirse un año solar desde la entrada en el nes dogmáticas tales nombres son confiadas
arca (Gén. 8, 14: cf. 8. 13b), sale, por orden invocaciones a la divinidad, tanto más emo­
de Dios, construye un altar, ofrece holocaustos tivas cuanto más íntimos son los apelativos:
y recibe con la humanidad la bendición (cf. padre, hermano, etc. Al imponer los padres1
Is. 54, 9) de Dios, que estipula un pacto con esos nombres a sus hijos, manifiestan sus
él. La señal de la alianza es el arco iris que creencias religiosas y su confianza en la di­
para los asiriobabilonios simboliza el favor o vinidad.
la oposición de los dioses, según la posición del Los nombres teóforos se hallan entre todos
arco. Noé cultiva la vid. Hallándose embria­ los pueblos semitas; entre los babilonios:
gado se desnuda en la tienda y se expone a Marduk-abi = Marduk es mi padre; IStar-
la mofa de Cam, padre de Canán. Sem y Ja- ummi = Istar es mi madre, etc.; entre los
fet lo respetan y ponen en su conocimineto árameos, Ba-ah-Li-AN = Dios es mi señor y
lo ocurrido. En consecuencia, maldice a Cam Zi-im-ri-AN = Dios es mi protección, etc.;
y bendice a los otros dos. entre los cananeos, los fenicios, los árabes.
Noé murió a la edad de 955 años. Elogiase Abundan sobre todo los nombres teóforos com­
su esperanza en el mundo por su confianza puestos de ’el y un sustantivo o un verbo, ya-
en Dios (Sab. 14, 16); es modelo de fe (Heb. que El es el nombre primitivo y más extendido
11, 17), heraldo de la justicia divina (II Pe. 11, del Ser Supremo entre los semitas.
5). En la tradición judía Noé es el predicador Tales nombres expresan la relación directa
que intenta en vano convertir a sus contem­ de la divinidad con su adorador: por un lado
la divinidad eminentemente buena, benéfica;
poráneos (Flavio Josefo, Ani. I, 3, 1 ; Orácu­ por otro el fiel, lleno de confianza y de afecto
los Sibilinos I, 129.159- 198; etc.). hacia ella, y por eso multiplica de grado los
Como héroe del diluvio, Noé ofrece afini­ apelativos de parentesco para expresar lo más
dad (afinidad literaria, v. Génesis) con el pro­ intensamente que pueden éstos sus sentimientos.
tagonista del diluvio mesopotámico, que tiene Por consiguiente, nada hay tan cierto y de­
diversos nombres en las diferentes recensio­ mostrado como la existencia de esa costum-r
nes: en la tabla XI del poema de GilgameS, bre entre los semitas de considerar a Dios
Utapistim (indagación o dueño de la vida) como un pariente, e incluso como un padre,
o Umnapistim ruqu (dia lejano de la vida) protector, para cada uno de los miembros de
equivalente a ZiudSudra, el héroe de la recen­ ia familia, de la nación.
sión de Nippur, o Ziudsudra, cuya lectura Idéntico fenómeno encontramos, natural­
más aproximada sería ^icrovSpos ^urorSpo?. mente, en Israel. El uso de dar al niño el nom­
3 Lcrihpo9, etc., de la versión de Beroso (según bre del padre fué, por decirlo así, descono­
Alejandro Polistero y los fragmentos de Abi- cido por largo tiempo, y los padres gustaban
deno recogidos en la crónica de Eusebio), y más bien de imponer a sus hijos nombres cu­
Atrahasis (sapientísimo) de la recensión de Ni­ yos significados fuesen como una prenda de
nive, que es uno de Jos títulos de UtnapiStim fortuna y de felicidad. Así se observa entre
(DT, 42, lín. 11). los semitas que el nombre no es ya un sim-1
Noé figura en el décimo lugar en la lista pie apelativo, sino que indica alguna caracte­
de los patriarcas antediluvianos (Gén. 5, 28). rística especial, a veces la misión, la misma
como Ziudsuddu en las tablas de Larsa (WB, naturaleza de quien lo lleva: el nombre re­
62) y ^ío-ouSpoc en Beroso (según Sincello). presenta la misma personalidad. Por tanto,
Noé mucre, en tanto que el héroe mesopotá­ no nos sorprende el que se encuentren nume­
mico alcanza la inmortalidad. [F. V.] rosos nombres teóforos. No se trata sólo de
B IB L . — R . H . Mottram. Noah, Londres 1 9 3 7 ;
nombres como Abijjah - Yavé es mi padre,
G. Contenau, Le Déluge Babylonien, P a r ís 1 9 4 1 ; Ahijjah = Yavé es hermano (o mi herma­
E D horme, Le déluge babylonien (Recueil Dhorme), no), etc., sino también de nombres en los
P a r ís 1 9 5 1 , p p . 5 6 1 - 8 4 ; í d ., L'aurore de Vhistoire ba-
bylonienne, i b í d . , p p . 3 - 7 9 ; A . P arrOt , Déluge el que los términos significativos de padre y de
Archa de Noé. N euchaiel 1952. hermano ocupan el puesto divino, como una
especie de sinónimos usuales que todos en­
NOEMí. — v. Rut. tienden : los mismos verbos usados indican
también una acción divina más bien que hu­
NOESTÁN. — v. Serpiente de bronce. mana (Eliezer = Dios es mi socorro; Eli-
NÚMEROS 420

seo = Dios es mi salvación; etc.). Entre los cuidado del tabernáculo (1, 47 - 54); orden con
más antiguos (Núm. 1) figuran: Amminadab que las tribus deben colocarse al acampar, que
= mi tío (es decir, Dios) ha dado; Ahiesser = será el mismo que habrán de observar en las
mi hermano es socorro; EJiab = mi Dios es marchas (2, 1-34). Cometido y número de
p.adre; Ammisaddai (=immiSaddaj) = Saddai = los levitas en el culto, en el transporte del
(nombre de Dios) está conmigo; cf. Eliu = él tabernáculo y objetos sagrados, distribuidos
es mi Dios (I Sam. 1, 1), etc. entre las tres grandes familias levíticas: Caat
• Estos nombres expresan, como para todos (4, 1-20), Gersón (4, 21 -28), Merari (4, 29-
los otros semitas, Ja creencia en la paternal 33) ; el servicio de los levitas comienza a los
providencia de Yavé para cada uno de los treinta años y termina a los cincuenta (4, 34 -
fieles en particular y el amor de cada israelita 39). Sección legal: contaminados e impuros
a su Dios. Exhalan un perfume de piedad y de (5, 1 - 4). Sacrificios de reparación (5, 5 - 10),
devoción hacia el Dios de Israel. prueba de la «celotipia» (5, 11-31), el naza-
Es notable el hecho de que se hallen idén­ reato (6, 1-21), fórmula de la bendición li­
ticos nombres teóforos en los papiros de Ele­ túrgica sobre el pueblo (6, 22 - 27); ofertas
fantina. Los judíos sincretistas de aquella co­ de los jefes de tribus para el culto (7, 1 - 88);
lonia reflejan la religión (v.) popular, basada Dios habla a Moisés de los querubines del
en el ritualismo, que estaba vigente incluso en arca (7, 1 - 89); reglas para la disposición de
la Judea, en la región de Bétel, antes de las lámparas sobre candelabros de oro (8, 1 -
Josías. Incluso en aquella desviación de la 4); la instalación de los levitas (8, 5-22)
religión legítima y del puro yaveísmo se sen­ y duración del servicio (8, 22 - 26). La cele­
tía el alma de cada uno de los fieles en re­ bración de la Pascua antes de partir (9, 1 - 5);
lación inmediata con la divinidad. providencias para quien no puede celebrarla
En los nombres teóforos se expresa o bien como los otros (9, 15 - 23); las dos trompe­
la alabanza a Dios, o bien la confianza en tas de plata para la convocación y el comien­
Él, o el agradecimiento o el deseo y la ora­ zo de la marcha (10, 1 - 10).
ción, todo ello síntesis de la piedad individual. 11 Parte. — Peregrinación por el desierto.
ÍF. S.] De este largo período no hay más que una
narración episódica y limitada al primero y al
B I B L . — F . S p a d a f o r a , Collettivlsmo e individualis ­
mo nei Vecchio Testamento, R o v i g o 1 9 5 3 , p p . 3 2 2 -2 8 . último año. Marcha ordenada con el madianita
3 3 7 -4 0 ; con e x a c ta s re fe re n c ia s y ric a b ib lio g ra fía . Jobab, pariente de Moisés, como guía (10, 11-
34) ; el «cántico del arca» (10, 35 s.). El pue­
NÚMEROS. — Cuarto libro del Pentateuco. blo se hastía de comer el maná (11, 11, 1 - 23);
El título es la traducción del griego OA/xS/xoí). las codornices y los muertos por glotonería (11,
que en el caso presente no equivale a «núme­ 31-35); mal comportamiento de Arón y de
ros», sino a «censos». En hebr. el libro es co­ María para con Moisés (12, 1-16). La acción
nocido por la primera palabra wajedabbér = y exploradora de la tierra de Canán es causa
habló) o por la cuarta (bemidbar ~ en el de­ de nuevos tumultos (13, 1-14, 25): recom­
sierto). De un modo general el de los Núme­ pensa a los conformadizos (Caleb y Josué) y
ros marca la historia de los israelitas, desde castigo a los derrotistas y al pueblo: entrarán
los últimos días pasados en el Sinaí (cf. Éxo­ en la «tierra prometida» (14, 26 - 38); des­
do), hasta poco antes de la entrada en Pales­ obediencia a Moisés y derrota en Jorma en la
tina. En la obra se van entremezclando pe- lucha contra los amalecitas y los cananeos
rícopes legislativas de varios géneros y llevan (14, 39-45), Sección legislativa: Oblaciones
un orden cronológico y geográfico. En rela­ y sacrificios (15, 1-16), primicias (15, 17-21),
ción con los lugares y los tiempos en que se expiaciones (15, 22-31); el violador del sá­
desarrollaron los acontecimientos, Números bado (15, 32 - 36); los flecos del manto y el
puede dividirse en tres partes; en el Sinaí 1-10, cordón azul (15, 37-41). Sedición de Coré,
10; en el desierto, 10, 11-22, 1; en la re­ Datan y Abirón contra Moisés y Arón por el
gión de Moab, 22, 2 - 36, 13; según Ja cro­ privilegio de la autoridad y del sacerdocio:
nología, los hechos del primer período abar­ primera prueba y castigo divino (16, 1-17, 5);
can veinte días, los del segundo treinta y ocho segunda prueba: sólo florece la vara de Arón
años, los del tercero cinco meses. (17, 6-27). Sacerdotes y levitas: sus deberes
I Parte. — Disposiciones para la marcha. y derechos (18, 1-32). F.l agua lustral: cómo
Revista de los hombres aptos para las armas se prepara y uso que de ella se hace (19, 1 - 32).
entre todas las tribus (1, 1-46); exención de En Cades: muerte de María, murmuraciones
los levitas, a quienes está encomendado el por la falta de agua, el agua de la roca (Me-
421 NUNC dimittis

ribá = querella; 20, 1-13). Los edomitas nie­ el orden que les corresponde, en el centro de
gan el paso por su territorio (20, 14- 21); par­ la narración figuran dos sediciones: la de los
ten de Cades y muere Arón en el monte Or exploradores (14) y la de Meribá (20, 1 ss.).
(20, 22 - 29); victoria sobre el rey cananeo de Uno y otro hecho dejaron profundas huellas
Arad en Jorma (21, 1 ss.); nuevas murmura­ en la literatura hebrea. Entre las secciones le­
ciones, el castigo de las serpientes, la serpien­ gales (cf. Levítico) hay varias disposiciones pro­
te de bronce (21, 4 - 9 ) ; viaje a Transjordania: pias de Números (nazareato, la prueba de la
el «canto del pozo», victoria sobre Sean, rey «celotipia», la bendición litúrgica, relaciones
de los amorreos, el «cántico de la ciuaaa de entre sacerdotes y levitas, agua lustral, votos
Hesebón», victoria sobre Og, rey de Basán; de las mujeres, ciudades levíticas y refugio, et­
acampan en la llanura de Moab, frente al cétera).
Jordán (21, 10-22, 1). El libro de los Números presenta los carac­
III Parle. — La conclusión de la peregrina- teres de una narración histórica: las vicisitudes
ción. Balac, rey de Moab, trata de desconju­ del desierto no son epopeyas de un pueblo
rar el peligro de la invasión israelita mandan­ vencedor. En ellas aparece Israel tal como era
do llamar al adivino Balam: componendas de de prever: como un pueblo de medrosos, des­
Balam y percances en su camino (22, 2 - 35); animados ante cualquier dificultad, fáciles para
encuentro con Balac, vaticinios y bendiciones los revuelos, dispuestos a renunciar a la pa­
para Israel (22, 36 - 24, 25). Desórdenes de tria ya casi conquistada para volver a la es­
Israel en el culto de Baal Fogor y castigo di­ clavitud ; más inclinados al culto materialista
vino (25, 1 - 18). Segundo censo de los israeli­ y grosero que al religiosamente profundo y
tas aptos para tomar las armas [disminución moralmente elevante del único Dios de la reve­
en 1820 respecto del primero] (26, 1-56); censo lación. Pero aún así los acontecimientos his­
de los levitas [aumento en 1000 respecto del tóricos son considerados y narrados, como
primero], para los cuales no habrá propiedad siempre, desde un punto de vista y con una
alguna territorial (26, 57-62); excluidos los finalidad en que la religión ocupa el primer
levitas, en el nuevo censo no aparece yá ninguno plano, lo cual no disminuye su valor histó­
de los que fueron empadronados en el prime­ rico, sino que insinúa al lector el motivo
ro, fuera de Caleb y Josué (26, 63 ss.). Un por el que fueron elegidos y propuestos, y el
caso de herencia femenina discutida (27, 17 - aspecto que debe considerarse como primario.
23); Moisés contempla la tierra prometida, mas . Los documentos extrabíblicos y la arqueología
no le será dado entrar en ella (27, 12 ss.); no proyectan luz alguna directa sobre los
elección de Josué y su investidura (27, 15-23). hechos de los Números, pero facilitan su com­
Parte legislativa: sacrificios y fiestas (28, 1 - prensión y avaloran (indirectamente) la veraci­
30); leyes sobre los votos de las mujeres ca­ dad (cf. los reinos de la Transjordania). Yavé
sadas (30, 4-17). Guerra contra los madia- domina realmente en toda la narración, y es
nitas y reparto del botín (31, 1-54); división significativo el hecho de que las deficiencias
de los territorios ocupados entre las tribus de más graves son tildadas de falta de confianza
Gad, Rubén y mitad de Manasés (32, 1-42); en Él (14, 20). Los hechos aquí narrados .son
resumen general de las etapas del viaje por el continuamente objeto de reflexión y de ponde­
desierto [que en total son cuarenta] (33, 1 - 49). ración en el Antiguo Testamento (cf. Os. 2,
Órdenes sobre los futuros enemigos, determi­ 17; 11, 1; 13, 5; 3er. 1, 3; Sab. 10, 15-12,
nación de las fronteras entre las tribus, institu­ 27; 16-19, etc.). Respecto del N. T. cf. Ju.
ción de una comisión a propósito para dividir 3, 14 s.; I Cor. 10, 1-11; Heb. 3, 12r4,
la tierra (33, 50 - 34, 29). Ciudades levíticas 13, etcétera. [L. M.]
y ciudades de refugio (35, 1 - 34). La herencia BIBL. — P. Heinisch, Das Buch Numeri, Bonn
• de una mujer que se casa fuera de su tribu 1936; A. V accari. La Sacra Bibbia, I, Firenze 1943.
(36, 1-12). pp. 341-433 ; A. C lamer, Les Nombres (La Ste. B'.ble,
cd. Pirot. 2). París 1946, I. pp. 221-418; A. B ea. La
Carácter y Doctrina. Cada una de las tres palestina preisraelit'ca. en Bíblica, 24 (1943), 231-60.:
partes consta de un grupo de leyes y de un R. D e V aux, La préhisto're de ia Syrie et de la Pa~
icsline d’aprcs Íes recherches récenles, en RB, 53 (1946),
cuerpo histórico de episodios. Los pocos he­ pp. 99-124.
chos narrados son verdaderamente notables
por su significado religioso (cf. censos, la mar­ NUNC DIMITTIS. — Es el cántico que Si”
cha por agrupaciones, la función del arca, los meón (v.) pronunció cuando la Sma. Virgen,
vaticinios de Balam, las murmuraciones y se­ para cumplir con los ritos prescritos (Lev. 12,
diciones, la división de la tierra prometida, los 1 -8 ; Ex. 2, 12.15; Núm. 18, 15), a los cua­
privilegios de la tribu de Leví, etc,). Siguiendo renta días del alumbramiento fué al Templo
NUZU 422

para la purificación y la presentación del Ni­ torno a Ja ciudad jorrea de Nuzu, a la que se
ño Jesús (Le. 2, 29-32). El Nunc dimittis pue­ realza en los dos primeros sedimentos supe­
de dividirse en dos estrofas: a) en la primera riores, en los cuales al lado de templos y casas
el santo anciano, estrechando entre sus brazos bien construidas se hallaban unos millares de
al Mesías, expresa su humilde agradecimiento tablillas del s. xv aproximadamente, documen­
a Dios: ahora puede ya morir en paz, porque tos de grandes archivos familiares, escritas en
según una promesa que se le había hecho acadio. Mas la incorrección con que es tratada
(Le. 2, 25 - 26), ha contemplado con sus pro­ esa lengua revela que era extraña para el es­
pios, ojos a Aquél a quien tantos reyes y pro­ critor. El análisis de los nombres propios y
fetas habían deseado ver (M t. 13, 36; Le. 10, de la fonología muestran a las claras que la
24), es decir, al Salvador (29 - 30); en la se­ lengua propia de los habitantes de Nuzu en
gunda, mirando a lo lejos, afirma que la obra este período tenía que ser del grupo jorreomi-
redentora del Mesías no quedaría circunscrita tanno. Los escritos acusan que había estrechas
en las fronteras de Israel, sino que se exten­ relaciones entre Nuzu y Mitanni.
dería a los paganos igualmente, de suerte que El valor de las tablillas para el estudio del
para éstos, sumergidos como estaban en Jas Antiguo Testamento se impone cada vez más.
tinieblas de la idolatría, Cristo será «luz», C. Gordon en RB. 44 (1935) 34-41, nos ofre­
.en cuanto les hará conocer la verdadera doc­ ce alguna muestra de ello. En una tablilla
trina dogmática y moral, mientras que para (1.19) se lee: «Si Gilimninu no concibe, Gi-
los judíos, que ya tenían la ley mosaica, será limninu deberá tomar una mujer del país de
principalmente «gloria», o sea ornato: honor Nuzu. — Lullu, como esposa de Shcnnima y
.nacional (31 - 32), puesto que, efectivamente, Gilimninu no tendrá derecho a echar fuera
.de los judíos nació Cristo según la carne (Rom. al hijo (de esta mujer)». Cf. Gén. 16, 1 ss.;
9, 5) o sea que, de los judíos viene (al mun­ 21, 10 (Abraham, Sara y Agar); 30, 3 Jacob,
ido) la salvación (Jn. 4, 22). Raquel y Bala.
En la segunda parte es digna de especial aten- Otros ejemplos: Labán y sus hijas, en cuanto
.ción la perspectiva universalista de la obra me- a la expresión de Gén. 31, 15 que ahora se
siánica por lo que contrasta con las ideas do- traduce así: «Porque nos ha vendido (en ma­
;minantes ¿ri el fariseísmo de la época. trimonio, dicen las hijas) y se ha aprovechado
El texto no dice expresamente que Simeón del usufructo de nuestra dote» (la antigua tra­
fuese anciano, pero puede, sin esfuerzo, de­ ducción = «y se ha comido nuestro precio»).
ducirse del conjunto. Por la evidente analogía El caso de las hijas de Zelofehad (Núm, 27,
.que existe entre el fin de la vida que Simeón 3 - 6), con el art.: «Si ella (Gilimninu) no tiene
.esperaba y el fin de cada día, ya desde tiempos un hijo, entonces la hija Gilimninu debe tener
.muy remotos está colocado en la liturgia para parte en la propiedad.»
.-integrar las preces vespertinas, y principalmen­ Respecto del año sabático y del jubileo (Lev.
te en Completas, última de las «horas» del 25, 10), tendríamos un paralelismo en los tér­
oficio divino. [B. P.) minos de las tablillas de Nuzu.
: BIBL. — L. C. F illton, Vita di N.S.G.C., irad. Y el autor citado concluye: «La documen­
I*r»\ 1, Tor‘no-Roma 1934, pp. 271 s. 486 ss.:
M.-J. L aoranoe, Ev. sel. 57. Luc, París 1927, pp. 86 tación condensada en este artículo demuestra
s s.; F. C abrol, Cantiques évangéliques, en DACL. hasta qué punto resultaría erróneo nuestro co­
II; col. 1996.
nocimiento sobre el Antiguo Testamento de no
NUZU. — Centro de civilización jorrea, si­ tener en cuenta hasta cierto punto las cosas
tuado a 13 kilómetros al suroeste de Kerkuk. del antiguo Oriente; y, asimismo, nos advier­
'Excavaciones iniciadas en 1925 y completadas te de lo muy cautos que hemos de ser al
en 1931 han revelado, en doce sedimentos, la señalar fechas del Antiguo Testamento.»
existencia de elementos de gran importancia [G. D.]
•histórica. La ciudad existía con el nombre de BIBL. — H. L ewy, The Nuzian Feudal System, en
Gasur ya en el tercer milenio, y centenares Orientalia, 11 (1942). 1-40. 209-250. 297-349; G. CoN-
de tablillas se remontan, con certeza, a los ttnau, Hourrites, en DBs, IV, coll. 218-38; R. T.
tiempos de la dinastía de Asad (2360-2180 apro­ O’Collacjhan. Aram Naharaim, Roma 1948. pp. 37-
92; S.. Moscati, L’Oriente Antico, Milano 1952, pá­
ximadamente). El mayor interés se cierne en tina 59 s.
o
OBEDIENCIA. — (Hebr. jeqáháh, Semo'a; ss), a la autoridad civil (Tit. 3, 1); estigmatí­
griego: eíraK/oóacn.9, v7ro.Kor¡). La virtud mo­ zase la desobediencia de los paganos a sus
ral que inclina a la ejecución de las órdenes propios padres (Rom. 1, 30; II Tim. 3, 2) y
recibidas de la autoridad divina o humana. alábase la de los fieles a la autoridad religiosa
1) Obediencia a Dios. Es premiada en (II Cor. 2, 9; 7, 15; 10, 6; II Tes. 3, 14, etc.).
Abraham con la promesa de una numerosa [A. R.]
descendencia (Gén. 22, 18; 26, 5; Heb. 11, BIBL. — H . L es Étre , en DB, IV, coll. 1720 s.
8); prefiérela Dios a los sacrificios (I. Sam.
15, 22; Ecl. 4, 17); constituye el principio OCOZIAS, rey de Israel. — v. Israel (Reino
esencial de la religión del espíritu (Os. 6, 6; de).
Am. 5, 21-24; Is. 1, 10-20; Mi. 6, 6-8; Jer.
7, 3-26; Mí. 12, 2-7; Me. 12, 29-34), ya que OCOZIAS) rey de Judá. — v. Judá (Reino de).
supone la observancia de la ley divina (Ex. 15,
26; Lv. 26, 18; Dt. 11, 13.27; etc.). Se debe ODAS DE SALOMÓN. — v. Apócrifos.
obedecer a Dios antes que a los hombres
(I Mac. 2, 20; II Mac. 7, 30; Act. 5, 29). La OFEL. — v. Jerusalén.
obediencia a Dios será premiada (Dt. 30, 2.20),
la desobediencia, no infrecuente en el pueblo OFNI. — v. Samuel.
hebreo (I Sam. 28, 18; Jer. 37, 2; Act. 7,
39, etc.),será severamente castigada (Jer. 43, OLIVOS (Monte de los). — (Hebr. har haz-
7). Cristo, a quien se predijo la obediencia zéthim; hoy Gebel el Zeitun). Monte situa­
de los pueblos (Gén. 49, 10), a quien durante do al oriente de Jerusalén (Zac. 14, 4; Ez>
su vida terrestre obedecen los elementos y los 11, 23), separado de la ciudad por el valle Ce­
demonios (Mt. 8, 27; Me. 1, 27; 4, 40; Le. drón (II Sam. 15, 23; Jn. 18, 1) a la distancia
8, 25), pone como condición para salvarse la de un camino de sábado (cerca de un k m .;
absoluta obediencia a su palabra (Rom. 1 , 5 ; Act. 1, 12). Presenta tres puntos culminantes:
6, 17; 10, 16; 15, 18; II Cor. 9, 13, etc.), y al norte el actual Kam el-Sajad, «viña del
por eso él mismo mostró en su obediencia a cazador» (818 m.), al que los antiguos pere­
los decretos del Padre celestial (Flp. 2, 8; grinos llamaban «mons viri Galilaei» en recuer­
Heb. 5, 8) la causa primera de la redención, do de las palabras de los ángeles (Act. 1, 11);
en perfecta antítesis con el rebelde Adán (Rom. en el centro el actual Gebel et-Tur (812 m .);
.5, 19). al sur el actual Gebel Bátn el Hawa (734 m.),
2) Obediencia a los hombres. En el Anti­ al que los antiguos peregrinos llamaban
guo Testamento se pone como deber para con «mons offensionis», «mons scandali», que es
los sacerdotes y los jueces (Dt. 17, 12), y para el nombre de que se sirve la Vulgata para
con los padres (Dt. 21, 18; Prov. 30, 17), y designar la localidad idolátrica de Salomón
se pondera la de Jacob a sus padres (Gén. 28, (II Re. 23, 13). El monte estuvo poblado de
7), la de los egipcios a José (Gén. 41, 40), la olivos, que en parte subsisten aún: y está mi­
de los israelitas a Moisés (Di. 34, 9; Jos. 1, nado con cavernas, cisternas y grutas, ligadas
17), la de los recabitas a su antepasado Jo- con recuerdos bíblicos y tradicionales, y han
nadab (Jer. 35, 8-18). sido utilizadas para sepulturas; En los tiem­
En el Nuevo Testamento se inculca la obe­ pos de David había un lugar destinado al
diencia de los cristianos a los padres, a los culto instalado en su cumbre (II Sam. 15, 32).
amos (Ef. 6, 1-5; Col. 3, 20.22; I Pe. 2, 13 A él subió David llorando, con la cabeza vela­
ON1AS 424

da y descalzo cuando iba huyendo del rebelde ONÉSIMO. — v. Filemón.


Absalón (II. Sam. 15, 30). En su cumbre
meridional, que domina al valle de Siloé, Salo­ ONÍAS. — Nombre de algunos sumos sacer­
món erigió un lugar de culto a las divinidades dotes hebreos en la época de los Lágidas y de
idolátricas de las concubinas extranjeras, el los Seléucidas.
cual fué destruido por el reformador Josías Onías I, hijo de Jadua, fué sumo sacerdote
(II Re. 23, 13). Ezequiel vió en la cima del desde el 320, aproximadamente, hasta el 300
monte a Yavé, que abandonaba el templo de de a. de J. C. Durante su pontificado Pales­
Jerusalén, al que por una ilusión se consideraba tina se vió afligida por la guerra entre los Se­
como intangible, para trasladarse y estar entre léucidas y los Lágidas, y entonces numerosos
los hebreos de Babilonia (Ez. 11, 23): en su judíos se dispersaron por Egipto, Cirenaica y
cumbre se asentará Yavé, el gran victorioso, Libia. La posición privilegiada que los judíos
que producirá una gran hendidura en la mis­ habían alcanzado en Alejandría de Egipto fué
ma montaña (Zac. 14, 4). lo que provocó la alianza entre Ario (Areus),
El monte de los Olivos está especialmente rey de Esparta (309-265), y Onías I, solicitada
ligado con Cristo, que lo cruzó en sus idas y confirmada por medio de cartas y mensaje­
y venidas desde Jericó (Mí. 21, 1 ; Me. 11,1; ros (l. Mac. 12, 7-8.20-23).
Le. 19, 29) y desde Betania, situada en la ver­ Onías II, nieto del anterior e hijo de Simón .1
tiente oriental. En su base está el Cedrón (v.) el Justo, contemporáneo de Tolomeo III Ever-
y Getsemani (v.) con su gruta: hacia la getes (246-221 a. de J. C.), sólo es mencionado
cumbre hay otra gruta que recuerda las últi­ por FI. Josefo (Ant. XII, 4, 2 ss.). Movido de
mas enseñanzas de Cristo, entre las cuales la avaricia rehusó dar el tributo a Tolomeo III
el Pater noster (Le. 22, 39; 21, 37; Mt. 24, y quedó privado de toda ingerencia en los
3; 26, 30; Le. 11, 1-4); en la plataforma oc­ asuntos políticos y administrativos.
cidental se conserva el recuerdo de la Ascen­ Onías III, hijo de Simón II, contemporáneo
sión (Act. 1, 12; Le. 24, 50 ss.), y, finalmente, de Jesús, hijo de Sírac (Eclo. 50, 1 ss.), y nieto
en la vertiente oriental, el del llanto de Cristo de Onías II. Fué contemporáneo de. Tolomeo
sobre Jerusalén (Le. 19, 41-44) y de la ovación IV Filopator (187-175 a. de J. C.), y de Antio-
con que lo aclamaron los discípulos y los sim­ co IV Epífanes (175-163). Como ferviente ya-
patizantes izando ramos de olivo y palmas (Mt. veísta se opuso a la rapiña del tesoro del
21, 1-11 y par.). En torno a los tres grandes Templo, que intentó Heliodoro, ministro de
santuarios eregidos en el s. tv en el monte de Hacienda de Seleuco IV. Con el corazón, des­
los Olivos (Ascensión, Getsemani y Eleona, garrado, lo mismo que los fieles, por la profa­
de ’E/Wuu*) se intensificó la piedad cristiana en nación anunciada, imploró de Dios castigo del
la edad bizantina y medieval, y hoy es más sacrilego, que fué fustigado por unos seres
viva que nunca. [A. R.] misteriosos y sólo salió con vi*a gracias a la
BIBL. — F. M. A bel, Géographie de ¡a Pa'esVne. intercesión del piadoso sumo sacerdote (77 Mac.
I. París 1933, pp. 64. 372 ss. ; L. P irot, en DBs. I. 3, 1-40).
coll. 628-43.
Habiéndole acusado Simón, inspector del
OMRI. — v. Israel (Reino de). Templo y enemigo suyo por motivos adminis­
trativos, fué a disculparse a Antioquía (77
ONÁN. — Hijo de Judá y de Sue (Gén. 38, Mac. 4, 1-6), y al ser suplantado en el sumo
4). A la muerte de su hermano primogénito sacerdocio por su hermano Jasón, helenófilo,
Er, le obligó el padre (Gén. 38, 6-10), confor­ se acogió al derecho de asilo en el santuario
me a la ley del levirato, que también estaba de Apolo en Dafnes, suburbio de Antioquía;
vigente entre los jéteos y los asirios, a tomar mas habiendo salido de allí con falsas pro­
por esposa a Tamar su cuñada, viuda y sin mesas de incolumidad, fué muerto por Andró-
hijos, para asegurar la continuación del nom­ nico, instigado por Menelao, otro usurpador
bre del hermano muerto (Dt. 25, 5-10). Onán, del sumo sacerdocio (77 Mac. 4, 23 ss.). Se
ante el pensamiento de que el primogénito del apareció en sueños a Judas Macabeo, el crea­
matrimonio levirático es reconocido como hi­ dor de la independencia nacional (II Mac. 15
jo y heredero del hermano difunto (Dt. 25, 5 12 ss.), en aptitud de gran intercesor en fa­
s.) frustra los fines de sus relaciones conyugales vor de la nación, juntamente con el profeta
con Tamar, y Dios lo castiga con la muerte Jeremías. Onías III es el «Ungido» asesinado
por el atentado contra la familia (v. Levirato). de quien habla Daniel (v.) en la profecía de
|F. V.] las setenta semanas (Dan. 9, 26). [A. R.]
425 ORACIÓN

BIBL. — H. L esétre. en DB, IV, coll 1815: pueblos primitivos, y más pura en el culto
G. R icciotti, Storia d'Israele, II, Torino 1933. pá­
ginas 249-67. del Ser Supremo y en el vivo sentimiento de
la propia fragilidad e impotencia; y tam­
ONKELOS. — v. Targam. bién en todas las otras religiones.
La primera oración, que se nos ha conser­
ORACIÓN. — En sentido riguroso, orar es vado en el Génesis, es la expresión de con­
pedir un bien a Dios. En sentido más general, fianza y de humilde agradecimiento de Eva
orar es dirigirse a Dios con fe y con amor, ya por el nacimiento del primer hijo, inmediata­
sea con un acto externo, por ejemplo, un rito, mente después del castigo (Gén. 4, 1). Las pri­
ya con la palabra, ya en lo secreto del cora­ meras relaciones, tan familiares, de nuestros
zón, para así rendirle homenaje. La oración primeros padres inocentes con Dios, eran una
es un comercio efectivo del hombre con Dios. oración perenne.
El culpable se halla ante la mirada de su Se­ Israel creía en la omnipresencia y en la
ñor, el hijo ante la presencia de su padre. Nues­ omniscencia de Dios, que podía escuchar las
tra condición de creaturas nos obliga a impreg­ oraciones de sus fieles siempre y en todas
nar de humildad y de respeto nuestra oración, partes, como lo prueba la oración de Eliezer
mas lo que el cristiano ha de tener presente ante en Mesopotamia (Gén. 24, 12), la de Moisés
todo en su oración es el aspecto de la filiación en Egipto (Ex. 8, 12), la de Sansón en medio
divina por la gracia de Cristo. «Así habéis de de los filisteos (Jue. 16, 28). No obstante, fue­
orar vosotros: Padre nuestro, que estás en ron elegidos los lugares sagrados para las apa­
los cielos» (Mt. 6, 9). riciones de Yavé (Bétel, etc.), y principalmente
En el Antiguo Testamento la oración aparece el Templo, morada de Dios (cf. /. Re. 8, 29;
por doquier en sus múltiples aspectos de Is. 56, 7, etc.). Después de la cautividad, la
simple petición (tefilhah), de súplica (Jer. sinagoga es esencialmente el lugar de la ora­
3, 21), para granjearse la benevolencia ción, de donde tomó su nombre Gr/oocrevx1?)'
Se elegía la habitación más alta (Dan. 6, 10;
divina, de «grito» del corazón (Salmos 31, Tob. 3, 10) o de cualquier modo alejada de
23; 39, 13, etc.), de gemido, suspiro de
todo bullicio (Jdi. 8, 5; 9, 1; cf. Mt. 6, 8).
uno que padece, de un afligido (Salmos 6, La oración acompañó siempre al culto. Des­
7; 31, 11: Lam. .1, 22, etc.); de alabanza; pués de la cautividad, el israelita piadoso
tehillah (cf. la fórmula litúrgica: hallelújah, tomaba parte en la oración ritual establecida
Sal. 104, 35 y muy frecuentemente) y de acción para la mañana y para las tres de la tarde
de gracias por el nombre ( = majestad) de (según nuestro cómputo actual), o sea agregada
Dios: Sal. 113, 1, etc., por sus beneficios al sacrificio (holocausto perpetuo) de la ma­
a la nación y al individuo, por sus diferentes ñana y tarde (cf. FI. Josefo, Ant. IV, 8, 13;
atributos; oración de júbilo (rinnáh): Is. 52, Dan. 6, 10.13 ; cf. Act. 3, 1 ; 10, 3), concretán­
9; Sal. 98, 4, etc.; oración de culto y priva­ dose así la oración oficial, el sema* israel, que
da ; en prosa o en verso, cf. la lírica de los se lee en Dt. 6, 4-9; 11, 13-21; Núm. 15, 37-41.
Salmos; himnos y cánticos (Sir) (Éx. 15, 1.21, No estaba prescrito un modo especial q ce­
cántico de María (Jue. 5 el de Débora). remonial para la oración. Orábase ordinaria­
Oración y alabanza son los dos términos que mente en actitud propia del esclavo ante el
expresan por completo la gran colección de los Señor (cf. Sal. 1, 9 s. 26; Jer. 18, 20; cf. Le.
Salmos, que por su abundancia y variedad, 18, 11). Las más de las veces en pie, con los
ofrecen modelos de oraciones para todas las brazos extendidos, abiertos hacia el cielo (cf.
circunstancias de la vida humana. Éx. 9, 29; 17, 11, etc.); en voz baja (cf. Sal.
Así, pues, la oración aparece como expre­ 1, 13) o alta.
sión de toda la vida religiosa y de las ideas Eran objeto de la oración las grandes obras
sobre Dios y sobre sus diferentes atributos, so­ de Dios en la creación ; oración de alabanza
bre las relaciones entre Dios y la nación, en­ (Salmos 8; 18; 103; 107, etc.; Job. 26,
tre Dios y cada uno de los fieles. Por consi­ 5-14; 35; 36-37, etc.); las admirables obras
guiente, una monografía sobre la oración realizadas en favor del pueblo elegido (Salmos
equivale a una teología del Antiguo Testa­ 67; 92; 104; 110); la exaltación de sus
mento. atributos (Salmos 113; 138, etc.). Son nu­
La oración va dirigida únicamente a Dios: merosísimas las oraciones de acción de gra­
es un hecho natural ligado con el mismo ser, cias por la elección de Israel, por la alianza
que fluye de nuestra naturaleza. Por lo mis­ (v.) con él establecida (Salmos 99, 135, etc.),
mo la hallamos, por todas partes, entre los por la liberación de Jerusalén (Sal. 47),
ORACIÓN 426

Acciones de gracias personales por toda clase ciones personales, y de intercesión por la sal­
de beneficios espirituales y corporales (Sal. vación de Israel.
64, etc.), por la liberación de toda clase de En el Nuevo Testamento se inculca insistente­
peligros (Salmos 114; 115; 123); invoca­ mente la oración, dándonos ejemplo el mis­
ción y agradecimiento por otros casos particu­ mo Jesús, cuya vida se manifiesta como una
lares (Gén. 32, 10 ss.; Jdt. 13, 6, etc.). oración continuada. Ora en el bautismo (Le.
La oración está siempre fundada en la om­ 3, 21); antes de la elección de los apóstoles (Le.
nipotencia de Dios (Salmos 68; 20; 141, 6; 6, 12); en la Transfiguración (Le. 9, 28; Heb.
Est. 13, 9 ss., etc.), en su fidelidad, en su 5, 7); antes de resucitar a Lázaro (Jn. 11, 41
bondad y misericordia (Salmos 24, 6 s .; 39, s.); por la fe de Pedro (Le. 22, 32); etc. Des­
12; 50, 3, etc.); y, por otra parte, en la pués de la Cena eleva su oración sacerdotal
conciencia de la propia indigencia y de la com­ (Jn. 17); en el huerto de los Olivos dirige
pleta dependencia de Dios (Est. 14, 3; Salmos nuevamente al Padre una insistente plegaria
70, 6; 108, 21 s., etc.). (Mt. 26, 38 ss,), y finalmente en la Cruz ora
La práctica de la justicia es condición in­ por sus verdugos (Le. 23, 34).
dispensable para que la oración sea meritoria Dió a sus discípulos la fórmula más per­
y aceptable; Dios no escucha la oración del fecta de oración en el aPadre nuestro» (v. Pa­
impío (Sal. 33, 16.18; Prov. 1, 28; 15, 8; ter noster) (Mt. 6, 9-13; Le. 11, 1-4), insis­
Is. 1, 15, etc.). tiendo en la plena confianza que debe ani­
Toda la historia del A. T. está entretejida marnos al dirigirnos a Dios, como a nuestro
con oraciones. Abraham implora la misericor­ Padre, con la seguridad de que nuestras ora­
dia divina en favor de Sodoma (Gén. 32, 10- ciones serán bien acogidas (Le. 11, 5-13; Mt.
13) ; Moisés es el mediador por excelencia y 6, 5-8; 7, 7-11). Jesús les dió repetidas veces
obtiene el perdón de las infidelidades de Is­ directivas prácticas, exhaustivas, no meras
rael (Ex. 32, 11-14.31 s.; 34, 8 s. y Núm. 14, teorías. Son varias las parábolas que insisten
13-19). En el libro de los Jueces: las oraciones en la humildad necesaria para la oración; es­
de Gedeón (6, 36-40), de los padres de San­ pecialmente Le. 18, 9-14, la parábola del fa­
són (13, 8), de Sansón (15, 18; 16, 28). riseo y del publicano; en la insistencia en la
La estéril Ana, oprimida por la humillación oración, para vencer las tentaciones (cf. Mt.
y la tristeza, se refugia solitariamente ante el 26, 41; Me. 14, 38; Le. 22,46); para perse­
santuario, y se explaya silenciosamente en la verar (cf. Le. 21, 36; «Velad, pues, en todo
oración, dirigiéndose a Yavé (I Sam. 1, 10 ss.). tiempo y orad, para que podáis comparecer
La oración de David, inmediatamente después ante el Hijo del hombre»).
de la profecía de Natán, es una de las más be­ No hay, pues, que extrañarse de que los
llas del A. T. (11 Sam. 7, 18-29), prescindiendo Apóstoles, además de ofrecernos su ejemplo
de los Salmos que él compuso. (Act. 1, 14, 24; 2, 42.46 s.; 3, 1; 4, 24-31;
Salomón eleva en Gabaón una oración verda­ 6, 4, etc.), insistan tanto en inculcar las en­
deramente regia, en la que pide la sabiduría señanzas de Cristo sobre la oración (cf. 1 Tes.
(í Re. 3, 6-9); y nos ha sido transmitida otra 5, 17; Rom. 12, 12; Col. 4, 2 «orad sin ce­
oración suya para la consagración del Tem­ sar»). Pablo encabeza todas sus epístolas con
plo (1. Re. 8, 23-53). ardientes plegarias: alabanza, agradecimiento
En la historia de Elias se destaca su ora­ a Dios por el bien espiritual de los fieles a
ción en el Carmelo (I Re. 18, 36 s.), y en Par. quienes escribe: invocación al Padre y a Je­
se nos han conservado las oraciones de los sús pidiendo toda suerte de gracias y la paz
piadosos reyes Asa, Josafat y del mismo Ma- para ellos. Santiago inculcará la confianza de
nasés después de su conversión (II Par. 14, que .debemos estar animados en la oración
10; 20, 6-12; 33, 22 s.); en Esdr. (9) y Neh. (Sani. 1, 5-8) por medio de vivas imágenes;
(9) las de Esdras y Nehemías. Entre los pro­ cf. / Jn. 5, 14 s.; Flp. 4, 6s.
fetas es notable el puesto que corresponde a Como es natural, los cristianos, además de
las oraciones de Jeremías en favor del pue­ dirigir la oración al padre celestial, la dirigen
blo (Jer. 10, 23 ss.; 14, 7-22; cf. 7, 16; 11, a Jesús. (Act. 7, 59 s .; Esteban, moribundo,
14) ; con motivo de persecuciones de que per­ implora el perdón para los que le están ape­
sonalmente era objeto (11, 20; 12, 1 ss.; 15, dreando: Rom. 10, 12 nos exhorta a dirigirnos
18) se dirige con inmensa confianza a Yavé a Jesús «que es rico para todos los que le in­
(17, 12-18; 18, 19-23; 20, 7-13). Finalmente, vocan»; cf. 1 Cor. 1, 2; II Cor. 12, 8; I Tim.
los libros de Tob., Jdt., Est., /-// Mac. nos 1, 12). Según esto, la eficacia de nuestra ora­
ofrecen ejemplos notables y continuos de ora­ ción depende enteramente de nuestra unión con
427 OSEAS

Cristo (7/i. 14, 13 s .; 15, 7.16; 16, 23 s., pésima la religiosa y moral: santuarios paga­
26 s.), y de la presencia del Espíritu Santo nos y bamoth por todas partes; inmoralidad,
en nosotros (Rom. 8, 26 s.). La vida del cris­ cultos impuros, taurolatría, injusticias socia­
tiano debe ser una oración continua: oración les, codicias, violencias, etc.; política de alian­
de acción de gracias y de alabanza, en toda za con Asiría y Egipto. La ley de Yavé era
acción: «Todo cuanto hacéis de palabra o de considerada cual si fuera de un extraño.
obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Oseas recibió de Dios la orden «de tomar
Jesús, dando gracias a Dios Padre por él». por mujer una mujer de fornicación (prosti­
Col. 3, 17; Ef. 5, 20. Si toda nuestra ac­ tuta) ; los hijos que de ella tendrá el profeta
tividad tuviese por término la unión con Dios son llamados «hijos de fornicación», por razón
de un modo consciente (c£. Col. 3, 3), toda de la procedencia materna. Tomó por esposa a
nuestra vida sería unaoración continua. La Gomer (consumada, perfecta), hija de Diblaim
oración es el único bien que permanece por (sarta de higos pasos), de la que tuvo dos
toda la eternidad. [F. S.] hijos: Jezreel ( = Dios siembra) y Lo-Ammi
( = no más mi pueblo) y una hija, Lo-Rujama
BIBL. — J. H errmann H. G reeven, en ThWNT,
II» PP. 782-806; J. Bonsirven, 11 Vangelo di Pao- ( = no más misericordia). El profeta repre­
lo, Roma 1951, pp. 309-312; I d ., Teología del N. T., sentaba la causa de Dios, y la prostituta la
(trad. it.) Torino 1950, pp. 257-66. J. F ernández y
F ernández, El suplicante en el antiguo Israel. EstB. parte de Israel por su idolatría y por la vio­
(1929-1930) 68-82 y 212-223. (1932) 202-217. lación de la alianza del Sinaí.
Los nombres impuestos a los hijos anuncian
ORÁCULOS SIBILINOS. — v. Apócrifos. la reprobación y el castigo. Jezreel prefiguraba
la destrucción de la dinastía de Jehú por la
OSEAS. — Hebr. hóSea’ = imperativo «Sal­ sangre derramada en Jezreel (I Re. 21; II Re.
va», o también «Salvador». El primero de los 9); Lo-Rujama representaba el castigo irre­
profetas del canon hebreo, hijo de Beri (Os. vocable de Israel; Lo-Ammi su reprobación
1, 1), oriundo del reino septentrional, cuya si­ "(Os. 1, 2-9). Más adelante recibió la orden de
tuación religiosa con sus santuarios conocía amar a otra mujer (3, 1-3), a una adúltera, y la
a fondo (1, 7; 4, 15; 5, 5, 10 s., etc.), compró por quince sidos de plata, un /orner
y lo mismo la topografía (Bétel, Betavén, 10, de cebada y un letec de vino, e impuso a la
5; 12, 4, etc.; Gueba, 5, 8, etc.; Galad, 6, nueva esposa la obligación de abstenerse de
8; 12, 11; Guilgal, 9, 15; 12, 11; Samaria, 7, toda relación ilegítima. Yavé ama aún a su
1; Siquem, 6, 9; Masfa, Tabor, 5, 1), etc. pueblo, no obstante las pasadas infidelidades,
Nunca nombra a Jerusalén. Su «rey» (7, 5), e Israel se abstendrá de toda idolatría en lo
etcétera, su tierra son el reino de Israel (1, 2; futuro (Buzy, pp. 89-93).
4, 1, 3, etc.). Mas no se olvida de los reyes Oseas es un profeta teocrático, y por eso
teocráticos de Judá (1, 1). no puede prescindir de Judá, ni desligarlo de
Profetizó durante los reinados de Ozías (789- Israel, especialmente en la restauración me-
738), Jotam (751, 738-736, Ajaz (736-721) y siánica. Los vaticinios sobre Judá encajan bien
Ezequías (721-693), y, por tanto, durante cerca en el contexto y son numerosos; 1, 1.7.11;
de noventa años. Por eso y porque de Israel 4, 15: 5, 5.10.12.14; 6, 4.11; 8, 14; 10, 11;
sólo nombra a Joroboam II (784-743), se duda 12 1.3.
de la autenticidad de los nombres de Ajaz En el libro se distinguen claramente dos
y Ezequías en Os. 1, 1. Mas pudo profetizar partes:
hasta 723-722, pues no conoce la caída de Sa­ I (cc. 1-3): Matrimonio de Oseas. Israel,
maria (722-21). No nombra a los sucesores de que ahora es Lo-Ammi y Lo-Rujama en sus re­
Jeroboam II, tal vez por superfluos y efímeros. laciones con Dios, en el lejano horizonte me-
Zacarías fué muerto seis meses después de siánico será Ammi (pueblo mío) y Rujama
Selum, quien a su vez fué asesinado un mes (misericordia), y numeroso como la arena del
después de Manajem (743-732), que pagó tri­ mar.
buto a Teglatfalasar (II Re. 15, 19). Sucedióle La dinastía de Jehú será castigada, pues
Pecajya, muerto por Pecaj (comienza la guerra Israel ha hecho traición a su esposo Yavé ado­
sirioefraimita), a quien sucedió el rey Oseas, rando a los Baalim, atribuyéndoles lá produc­
durante cuyo reinado fué Samaria asediada ción de los frutos de la tierra: mas Dios se
por Salmanasar (725-722), tomada por asalto hará sentir con sus castigos, los que le harán
por Sargón (722-21) y destruida. volver a juicio, lo admitirá a su eterno despo­
Oseas supone una situación económica flo­ sorio y lo colmará de bienes.
reciente (2, 10 ss.; 10, 1, 11 ; 12, 9, etc.), pero II (cc. 4-14); Oseas arremete contra la
OSTRACA 428

apostasia y Jos desórdenes morales, políticos corrupción del texto, por la profundidad de
y sociales de Israel con las correspondientes los conceptos y la concisión de las expresiones
amenazas de castigos, y mostrando un lejano (semejantes a San Pablo). Abundan en él
horizonte de restauración, a la que asocia tam­ las imágenes y las figuras retóricas.
bién a Judá. Una desvergonzada corrupción Según San Jerónimo, «commaticus est et
se extiende desde el rey hasta la corte y a quasi per sententias Ioquensr> (Praef. in 12
los profetas, a los sacerdotes, a los magna­ Proph.; PL 28, 1015). [B. M.]
tes e incluso al pueblo de Judá; ya no existe BIBL. — D. Buzy, Les simboles de VA. T. Paris
verdad, misericordia (hesed) ni conocimiento 1923, pp. 33*93; J. C oppens, Uhlstoire matrimoniale
de Dios. Idolatría por doquier, incluso con la d’Osée, en Alttestamentliche Studien, pp. 38-45;
E. O sty , en Cahiers Sioniens. 5 (1951) 309-20.
prostitución sagrada, bamoth: alianzas anti­
teocráticas con Asiria y Egipto, luchas intesti­ OSEAS, rey de Israel. — v. Israel (Reino de).
nas, conspiraciones políticas. Oseas, con una
peroración angustiosa, estimula a Israel a vol­ OSTRACA. — Palabra griega con la que se
ver a Yavé, su primer amor, desde Egipto, significan los cascos de ánforas o vasos de
mostrándole la inminente catástrofe. Dios es­ barro cocido, empleados para escribir en su
tá dispuesto a recibir nuevamente a la infiel, superficie. Tal material significa ya de por sí
pero ella no da prueba alguna de arrepenti­ dos cosas: 1) que los textos no podían ser
miento. Dios quiere la misericordia (hesed), muy largos; 2) que la importancia de tales
no el sacrificio. Su mal está en haber apostata­ textos era limitada (al menos en época en
do de su Dios. Por eso llegará la pena, la que estaba en uso otro material de escritorio).
deportación a Asiría y a Egipto con la dis­ En Palestina son célebres los antiguos os-
persión y la esterilidad. Samaría quedará ani­ traca que se remontan a los tiempos de los
quilada, los santuarios ilegítimos desvergon­ primeros escritos con caracteres alfabéticos:
zados se verán desolados. Pero la indignación los de Gazer, Siquen, Tell-el Hesy y Laquis
de Dios cederá ante su amor: no la aniqui­ (s. XVII-XIII a. de J. C.). Luego vienen
lará. Que vuelva al Dios de Jacob, de los pro­ los famosos ostraca de Samaría. Estos escritos
fetas, que recuerde los azares del Éxodo. El contienen breves frases comprobantes de ha­
profeta les pone la oración en los labios: Dios berse hecho entrega de víveres al fisco. Hoy
escucha a Israel y lo restaura. Epílogo 14, 9.
se atribuyen al reinado de Joacaz, que subió
A Oseas se le cita frecuentemente en el al trono de Samaría en el 814 y murió en el
Nuevo Testamento; Mi. 2, 15 = Os. 11, 1;
Mí. 9, 13 (cf. 12, 7) = Os. 6, 6; Le. 23, 30 798. Como tales ostraca mencionan el año nono
y los siguientes hasta el decimoséptimo de ese-
= Os. 10, 8; Rom. 9, 25 s. = Os. 2, 24;
1, 10; I Cor. 15, 55. = Os. 13, 14; I Pe. reinado, parece que se debe pensar en el
período en que al recobrar la libertad después
2, 10 = Os. 1, 6.9; 2, 3.25.
de haber sido prisionero del rey de Damasco*
Oseas conoce la historia del pecado de Adán
(6, 7), de Sodoma — Scboím (11, 8; cf Gén. Jazael, y recobrada la libertad, merced a
19; Dt. 29, 23), de Moisés, del Éxodo (12, 14), Adadnirari III (806-805), le fué posible or­
de los días de Gueba (9, 9; 10, 9; cf. Jue. 19), ganizar los impuestos en su reino, precisamente
de Salmana (10, 14), de la petición del régimen después del 805.
monárquico (3, 10). Otros importantísimos ostraca son los de
Tiene un elevado concepto del profetismo Laquis, que se remontan al tiempo que pre­
(el hombre del espíritu 9, 7; 12, 11). cede inmediatamente a la caída de Jerusalén
Supone una alianza de tipo conyugal entre (587 a. de J. C.). Contienen textos más largos
Dios e Israel, y, por tanto, el pacto sinaítico extrabíblicos de época antigua. Son cartas que
del Éxodo (11, 1; 9, 10: 13, 5) y la ley cultual fueron enviadas a un tal Ya’os, capitán de la
y moral. Nombra muchas especies de sacri­ guarnición de Laquis, informándole de los
ficios. acontecimientos trágicos dol día.
Las relaciones entre Dios y el pueblo son Están escritos con unos bellísimos caracte­
íntimas como las que median entre los espo­ res cursivos fenicios, que eran los que esta­
sos (1-3; 11, 4; cf. Cantar de los Cantares). ban en uso antes de la cautividad. La lengua
Habla a menudo de la ley de Dios (4, 6; 8; 7, tiene una admirable conformidad con la bí­
1, 12); insiste en la santidad interior y en el blica de los tiempos de Jeremías. [P. B.]
conocimiento de Dios (4, 6; 6, 6; 10, 12; BIBL. — A. V accari, O. di Lachis, en Bíblica 20
13, 16). (1939) 180-91; A. DurONT-SoMMER, en RHR 128
(1944). 28-39; Id ., en RAss. 40 (1945) 143-47; Id .,
El estilo es apasionado pero oscuro por la en Syr. 24 (1945) 24-61.
429 OZÍAS

OTONIEL. — v. Jueces. 1898, la colección de los Oxyrhyncus Papyri


(I, 1), y el segundo, descubierto en 1903
OXIRRINCOS. — Antigua ciudad egipcia (la (Ibici. V, 654). Pueden añadirse (V, 665) el
actual Bahnasá), en el límite del desierto de dicho que parafrasea a Mí. 6, 25-28 y evoca
Libia, 180 km. al sur de El Cairo, famosa el diálogo entre Jesús y Salomé en el Evan­
por las excavaciones efectuadas en el invierno gelio según los egipcios, y eJ dicho (V, 840),
de 1897-98, por B. P. Grenfell y A. S. Hunt, que presenta a un fariseo, sumo sacerdote lla­
en las que se dieron a conocer millares de do­ mado Leví, que reprocha a Jesús el haber en­
cumentos de la época romana y bizantina y trado en el Templo sin purificarse, y la res­
bellísimos fragmentos literarios, restos de una puesta de Jesús que evoca Mt. 23, 19.25.
rica biblioteca. Los papiros de Oxirrinco, apar­ En la euforia del descubrimiento, se les
te la aportación filológica para la evaluación identificó con los escritos (Le. 1, .1) que ha­
del griego bíblico y la aportación histórica ar­ brían precedido al tercer Evangelio, o con los
queológica, han ofrecido varios fragmentos del Aóyia de Papías. Trátase de manifestaciones de
Antiguo y del Nuevo Testamento, más antiguos carácter gnóstico, que se hicieron en el s. n
que los códices hasta ahora conocidos, y frag­ desp. de J. C. sobre los Evangelios canónicos.
mentos de textos apócrifos, gnósticos, litúrgi­ [A. R.]
cos y patrísticos. BIBL. — B. P. G renfell-A. S. H unt, The Oxy-
Han suscitado especial interés ciertos dichos rhynchos Papyri, I-XVII, Oxford 1898-1927; E. Lo-
BFL-C. H. R oberts-E. P. W eoener, Oxyrhinchos Pa­
atribuidos a Jesús, que, en parte, están cor­ pyri, XVIII, Londres ,1941.
tados sobre los Evangelios canónicos (v. Agrá-
pha), el primero de los cuales inauguró, en OZÍAS (Azarías). — v. Judá (Reino de)
p

PABLO apóstol. — Nació en Tarso, capital perseguidos constituían su verdadera Iglesia,


de Cilicia, en los primeros años (1-6) de la estando místicamente unidos a Él como un
era vulgar, y sufrió el martirio en Roma el solo cuerpo.
año 67. Desde su nacimiento tuvo dos nom­ Habiendo entrado en Damasco, para recibir
bres, según costumbre de entonces: uno, judío, la comunicación de lo que debía hacer (Act.
Saulo, y otro, romano, Pablo. Las fuentes para 9, 6), Pablo fué recibido por Ananías, pro­
su biografía son los Actos y sus Epístolas. bablemente el jefe de la pequeña comunidad
Sus padres, celantes y ortodoxos (Act. 23, 6; local. Fué bautizado y recibió (9, 19) de aque­
Fil. 3, 5), dedicados al comercio de toscos te­ llos fieles las primeras instrucciones sobre el
jidos, característicos de Cilicia, para la con­ cristianismo. En el acto del bautismo recuperó
fección de tiendas y cobertores, etc., (cf. Act. la vista que había perdido en el momento de
18, 3), tenían en Tarso, famosa por Ja cultura la visión. Al poco tiempo se retiró a Arabia
y el comercio, su ciudadanía romana (Act. (Gál. 1, 17), es decir, a la zona desierta del
.21, 39), codiciado privilegio al que más de una sur de Damasco. Allí se entregó a un intenso
vez recurrió Pablo para defenderse contra los trabajo interior para profundizar en las nue­
abusos de los judíos y de varias autoridades vas verdades que habían brillado en su mente
(Ibid. 16, 37; 22, 25; 25, 11). Su primera y para prepararse para la futura misión. Luego
educación cultural y religiosa, en la sinagoga volvió a Damasco, donde inició una intensa
local, fué rigurosamente hebraica y orientada actividad misionera entre los judíos, quienes
según el rígido legalismo farisaico (Gál. 1, se enfurecieron contra él por considerarlo co­
14). Luego la completó en Jerusalén bajo la mo apóstata; y trataron de apoderarse de él
dirección de Gamaliel el Anciano (Act. 22, 3), para hacerle desaparecer, contando con la
cuya religiosidad y rectitud morales son bien ayuda del representante del rey Aretas. Pablo
conocidas (Ibid. 5, 34 s.). La conducta de se vió forzado a abandonar la ciudad durante
Pablo fué irreprensible según la ley (FIp. 3, 6), la noche, consiguiendo que lo descolgaran, me­
y toda su actitud, incluso cuando actuó como tido en una espuerta, desde la ventana de la
perseguidor, fué consecuencia de la errónea va­ muralla (II Cor. 11, 32 s.).
loración del mesianismo (v.) entre los judíos; De aquí se dirigió a Jerusalén, para ponerse
él estaba en la creencia de que servía a la en contacto con Pedro (Gal. 1, 18) y con la
gloria de Dios (I Tim. 1, 13). El rabino Pablo comunidad cristiana, cuyo perseguidor era
incitó a que se apedrease a Esteban, pero no cuando se ausentara. Habían entre tanto pa­
tomó parte activa en aquella ejecución ile­ sado unos tres años, pero, en tanto no salió
gítima, por no comprometerse (Act. 7, 58), pues por él Bernabé (Act. 9, 26 s.), presentándolo
la pena capital era de incumbencia del Procu­ a los Apóstoles, todos se mostraron desconfia­
rador Romano. Siempre se le ve en contra de dos respecto del convertido, que quisiera repa­
los cristianos (Ibid. 8, 60; 22, 4), e incluso rar ahora con un intenso apostolado la culpa
dirige expediciones punitivas (Ibid. 9, 2; 22, 5). de su actividad perseguidora de unos años
La conversión. En el año 31 o en el 32, atrás. En Jerusalén, los judíos helenistas, ordina­
después de J. C., al dirigirse con tal finalidad riamente menos intransigentes que los palesti-
a Damasco, con cartas del Sanedrín, se le apa­ nenses, se le mostraron hostiles, e incluso se
reció Jesús resucitado (Act. 9, 3-16; 22, 12- dieron intentos de violencia contra él. En vista
18), con Jo cual se le ponía de manifiesto que de lo cual, los cristianos le aconsejaron que
el Mesías muerto había ciertamente resucitado, se ausentase (Ibid. 9, 29 s.), y avisado, en una
que era verdaderamente Dios y que sus fieles visión en el Templo, de que ésa era la voluntad
PABLO apóstol 432

de Dios, Pablo se retiró a Tarso con Ja espe­ la sierra del Tauro y llegar a Antioquía Pi­
ranza de un fructuoso apostolado entre los sidia, capital de la región. Marcos tuvo mie­
gentiles (Ibíd. 22, 17.21). do ante estas dificultades y regresó a Jerusa­
Desarrolló su actividad misionera en la ciu­ lén (Act. 13, 13). Pablo y Bernabé se pre­
dad natal y alrededores, y con ello intensificó sentaron en Antioquía, como de costumbre,
la preparación interior para la misión a la en la sinagoga el sábado, y Pablo expuso, en
que Dios le destinaba. Hacia el año 43 se fué un magnífico discurso, su catcquesis (Ibíd.
Bernabé en busca suya para tenerlo como 13, 16-41). El efecto fué impresionante: aca­
precioso colaborador en la evangelización de baron por invitar a Pablo a que continuara
Antioquía, donde resultaba imponente la con­ su enseñanza el próximo sábado, lo que hizo
versión de los gentiles al cristianismo (Áct. con gran éxito, especialmente entre los nu­
11, 26). En Antioquía Pablo es el cooperador merosos prosélitos. Los judíos se resintieron por
inseparable y fiel de Bernabé; ambos fueron ello, y, mediante unas mujeres influyentes, ob­
elegidos, como oficialmente encargados, para tuvieron de las autoridades que expulsaran a
llevar a Jerusalén los socorros colectados entre los dos misioneros (Ibíd. 13, 44-52).
la comunidad, previendo una terrible carestía Éstos pasaron a Licaonia, donde desplega­
(Ibíd. 11, 30). La cuna del cristianismo atra­ ron una actividad algo prolongada en Iconio,
vesaba por unos días tristes a, causa de la su capital, hasta que fueron arrojados de allí
persecución del rey Herodes Agripa. Bernabé (Act. 14, 1-6). En Listra se repite la misma
y Saulo se entrevistaron con los «Ancianos»; escena de un buen éxito inicial y de un epí­
los Apóstoles se habían ausentado, tal vez para logo doloroso (Ibíd. 14, 6-20), que esta vez
evitar el caer en manos del rey. Volvieron los-9* 'obedeció al intento de apoteosis de los dos
dos con el joven Marcos, primo de Bernabé y misioneros, a quienes querían ofrecer un sa­
autor del segundo Evangelio (Ibíd. 12, 25). crificio de toros por considerarlos como dos
Primer viaje apostólico. En el otoño del 45 divinidades a causa del milagro obrado por
después de J. C., o en la primavera del si­ Pablo en favor de un tullido. Al desilusionarse
guiente, durante una reunión litúrgica, mani­ el pueblo cambió en aversión el primer entu­
festó el Espíritu Santo la voluntad de que siasmó, y Pablo fué apedreado y dejado por
Bernabé y Pablo se fuesen como misioneros de muerto fuera de la ciudad. Habiéndolo reco­
la Buena Nueva (Act. 13, 2). Entonces se dió gido algunos fieles durante la noche, lo curaron
una especie de investidura oficial por parte de y al día siguiente lo encaminaron con Berna­
los dirigentes de la Iglesia que «después de bé hacia Derbe, ciudad distante de Listra unos
orar y ayunar les impusieron las manos y los cuarenta kilómetros al sudeste. Aquí ejerció
despidieron». A los dos se agregó el joven un apostolado tranquilo y eficaz hasta que de­
Marcos. En Chipre, primera meta, que proba­ cidieron volver a Antioquía de Siria, pasando
blemente fué elegida por el chipriota Bernabé, de nuevo por las diferentes comunidades que
que figura en primera línea, la predicación co­ habían fundado en el Asia Menor, para ocu­
menzó por la ciudad de Salamina, y en primer parse de la organización interna de las mis­
lugar se dirige a los judíos de las sinagogas mas (Ibíd. 14, 22 s.).
(Ibíd. 13, 5). En Pafos, el procónsul Sergio Segundo viaje apostólico. En Antioquía al­
Pablo se interesó mucho por la actividad de gunos cristianos convertidos del judaismo afir­
los dos misioneros, con quienes gustaba de maban que la fe de Jesucristo no dispensaba
conversar. Un mago judío, Barjesús, intentaba de la observancia de la Ley mosaica. Era éste
apartarlo de aquella afición. Pablo —ésta es la el gran problema de las relaciones entre la
primera vez que Lucas emplea este segundo Nueva Economía y la Antigua, problema que
nombre— lo apostrofó anunciándole como cas­ se agudizó después del audaz apostolado de
tigo una ceguera, que sobrevino instantánea­ Pablo y de Bernabé en Chipre y en el Asia
mente. Tal milagro desvaneció todas las di­ Menor. Los ancianos se preocupaban, y con
ficultades de la mente de Sergio Pablo, el razón, por hallar una solución autorizada y de­
cual creyó en la doctrina de Jesús (Ibíd. 13, finitiva, por lo cual enviaron a los dos mi­
7-12). sioneros a Jerusalén a entrevistarse con los
Desde la isla de Chipre, Pablo, que ha­ Apóstoles. En la asamblea de Jerusalén (v.
bía tomado la iniciativa, se dirigió a la pró­ Concilio de los Apóstoles) (49-50), Pedro san­
xima Asia Menor. La primera etapa fué has­ cionó la plena autonomía de los gentiles con­
ta Perge, en Panfilia, y desde aquí el valero­ vertidos respecto de la antigua Ley. San Pa­
so Apóstol quiso avanzar hacia el interior, blo se negó de un modo enérgico a someter a
atravesando zonas pantanosas, para saltar por Tito, gentil convertido que tenía consigo, al
433 PABLO apóstol

rito de la circuncisión (Gal. 2, 3). A conse­ munidad de fieles muy numerosa, a la que
cuencia de esto, San Pedro se fué a Antio- poco después dirigió dos epístolas desde Co-
quía, y para demostrar prácticamente la abo­ rinto.
lición de las antiguas prescripciones judaicas, Tras una breve estancia en Berea (Ibíd. 17,
cuando le invitaban los gentiles convertidos, 10-14), Pablo se separó de Silas y de Timoteo
comía con ellos. Pero al observar el desconten­ y se fué a Atenas. Lleno de preocupación por
to de los exjudíos, pensó en dar marcha atrás la suerte de los fieles, a quienes en tantas
no aceptando todas las invitaciones de aque­ partes se veía obligado a abandonar, Pablo
llos fervorosos convertidos, por evitar cho­ experimentó en Atenas la tristeza de la so­
ques, y en la creencia de que así contentaría ledad y la angustia por las diferentes comu­
a aquellos indiscretos sin disgustar a los otros. nidades. Intentó evangelizar a la ciudad, pero
Pero esa conducta, dictada por la prudencia con resultado pobrísimo. El famoso discurso
(e imitada incluso por Bernabé), mortificó a que pronunció en el Areópago (Ibíd. 17, 22-31)
los gentiles convertidos. Así se lo advierte Pa­ es una pequeña obra maestra, pero su resulta­
blo al príncipe de los Apóstoles con la fran­ do fué una desilusión. Fué mucho más eficaz
queza que le dicta su celo, e impone silencio la predicación en la ciudad comercial dé Co-
públicamente a aquellos obstinados judaizan­ rinto, donde Pablo moró un par de años,
tes (Ibíd. 2, 11-14). cuando menos, y obtuvo diversas conversiones,
Partiendo de Antioquía, muy probablemen­ especialmente entre el pueblo bajo, compuesto
te en el año 50, Pablo emprende su segundo de esclavos y de humildes operarios del puer­
viaje apostólico. Bernabé quería llevarse de to. Como siempre, Pablo se atrajo la odiosidad
nuevo a Marcos, pero San Pablo no lo quiso, de los judíos, que en vano intentaron fuese
y prefirió separarse de Bernabé, quien volvió condenado por el gobernador romano Junio
a Chipre con Marcos, en tanto que Pablo se Galión (Ibíd. 18, 12-17). Por las dos epístolas
fué con Silas (Act. 15, 36-40) a visitar las co­ que el Apóstol envió a la comunidad de Co-
munidades de Licaonia. En Listra tomó con­ rintp échase de ver cuán grande fué la preocu­
sigo también al joven Timoteo, hijo de la he­ pación que esta comunidad causó a Pablo, que
brea Eunice y de un pagano (II Tim. 1, 5), a tanto la amaba.
quien circuncidó para evitar los reproches de Tercer viaje apostólico. Desde Corinto, ha­
los judíos a quienes intentaba ganar. ciendo una brevísima parada en Éfeso, Pablo
Desde Licaonia se dirigieron los tres hacia se fué a Jerusalén, y de aquí inmediatamente
el norte, pasando tal vez por Pesinunte y Do- a Antioquía (Ibíd. 18, 19 s.), donde inició en
rileo. Pablo se proponía bajar al oeste hacia el 53 o tal vez en el 54, el tercer viaje de gran
el Mediterráneo, pero una comunicación del radio. El itinerario hasta Galacia, y proba­
Espíritu se opuso a tal propósito, lo mismo blemente hasta Dorileo, coincidió de arriba
que al otro de dirigirse al norte hacia Bitinia abajo con el del segundo viaje. Luego Pablo se
y el Ponto (Act. 16, 6 s.). Se llegaron al puer­ dirigió a Éfeso, donde constituyó el centro de
to de Alejandría Tróade, donde se unió a ellos su actividad durante más de dos años (Ibíd.
el historiador y médico carísimo (Col. 4, 14) 19, 8.10; 20, 31), ya que no se limitó a evan­
Lucas. El Señor indicó a Pablo en una visión gelizar a la gran metrópoli, sino que, directa*
que pasara a Europa. La primera etapa mi­ o indirectamente, se preocupó de todas las ciu­
sionera fué hasta Filipos, de la colonia roma­ dades próximas, y de un modo especial de las
na de Macedonia (Ibíd. 16, 12-40). La conver­ del valle del Lico. Habla de una gran puerta
sión de una rica traficante de púrpura marcó el que se le había abierto para el Evangelio (I
comienzo de un notable acontecimiento apostó­ Cor. 16, 9). El incidente provocado por el
lico, interrumpido por el episodio de la joven gremio de los plateros, que veían perecer su
obsesa milagrosamente libertada por Pablo, comercio de estatuas idolátricas y de exvotos
con el correspondiente encarcelamiento de Pa­ es una prueba de la eficacia de la predica­
blo y Silas. Los magistrados que les habían ción de Pablo y de sus colaboradores (Act. 19,
mandado flagelar, apenas supieron que eran 23-40). Es muy probable que fuese en Éfeso
ciudadanos romanos, tuvieron miedo a causa donde el Apóstol escribió la epístola a los
de su arbitrariedad y dieron orden de devol­ Gálaias (v.) y la I a los Corintios (y.).
verles la libertad. Los dos abandonaron la De Éfeso Pablo pasó a Macedonia donde
ciudad, dejando allí a Timoteo y a Lucas, y vió de nuevo las diferentes comunidades, pero
predicaron con mucho fruto en Tesalónica. Los no logró librarse de la angustia por los acon­
judíos obligaron a Pablo a alejarse (cf. Te~ tecimientos de Corinto, donde muy probable­
salonicenses), y se fué dejando allí una co- mente poco antes había estado en breve vi­
28. — S padafora. — Diccionario bíblico
PABLO apóstol 434

sita señalada por un triste recuerdo. La llega­ inocencia del acusado, pero lo mantuvo durante
da de Tito con noticias un tanto halagüeñas dos años bajo vigilancia militar con la es­
(II Cor. 7, 6 s.) lo consoló y fué causa ael peranza de que los enemigos del Apóstol le
envío de la II a los Coriníios. Según los Actos darían dinero (Ibíd. 24, 1-27). Al suceder a
(20, 3), Pablo pasó «tres meses» en Grecia, Félix el procurador Porcio Festo, se volvió a
es decir, en su mayor parte en Corinto, donde examinar el caso del prisionero, y para con­
compuso la grandiosa epístola a los Romanos, graciarse con los judíos el nuevo representante
y de donde partió, tal vez en la primavera de Roma propuso que se llevase nuevamente a
del 50, para Jerusalén, con el fin de llevar la Pablo a Jerusalén para juzgarlo ante el Sa­
ofrenda recogida en favor de aquella iglesia nedrín, y el Apóstol, usando de su derecho
pobre (Rom. 15, 30 s.). El viaje, que en su de ciudadano romano, apeló al tribunal del
mayor parte fué por tierra, fué rico de en­ César (Ibíd. 25, 1-12).
trevistas conmovedoras con las diferentes co­ Es muy probable que fuera en otoño del 60
munidades de Macedonia y de la costa de Asia, cuando enviaron a Pablo a Roma. La tra­
y rico también en prevenciones del Espíritu vesía está minuciosamente descrita por Lu­
Santo, que intentaba disponer al Apóstol para cas con una rara precisión de terminología
todo cuanto le esperaba en Jerusalén (Act. 20, náutica (Ibíd. 27, 1-28, 13). En el naufragio
3-21, 16). ocurrido junto a la isla de Malta, perdióse
Pablo prisionero. En Jerusalén fué acogido la nave con su cargamento, pero no sufrieron
con deferencia el Apóstol por la iglesia, y detrimento sus muchos pasajeros, según lo ha­
de un modo especial por Santiago y las otias bía predicho Pablo. El Apóstol, que durante
autoridades. Pero pronto se manifestó contra el borrascoso viaje había revelado todo su
él el viejo rencor. Los judíos le odiaban como extraordinario carácter, en la primavera del 61
a un renegado, mientras que los judíocristianos llegó a Roma, meta de sus aspiraciones desde
desconfiaban de él por su apostolado entre los hacía mucho tiempo (cf. Act. 19, 21; 23, 11;
gentiles y por su oposición a las teorías ju­ 27, 24; Rom. 1, 11, 15, 23). Allí se le permi­
daizantes. Con la esperanza de desvanecer tal tió alojarse en una casa tomada en arriendo
prevención, siguiendo el consejo de Santiago, (Act. 28, 16), que no nos es dado localizar.
se sometió a cargar con los gastos de varios En tales condiciones permaneció durante dos
sacrificios que cuatro nazareos tenían que ofre­ años completos, continuando, en cuanto le
cer por haber expirado su voto (Act. 21, 20- era posible, la obra de evangelizador, según
26). Los judíos, y particularmente algunos lle­ se ve por la última noticia de los Actos (28,
gados de Asia como peregrinos con motivo de 30 s.), y por las epístolas de la cautividad
la fiesta de Pentecostés, aprovecharon la oca­ (Ef., Col., FU., Filem.)
sión de tales funciones litúrgicas para acusarle Los últimos años. El martirio. En el año 63
de haber profanado el Templo introduciendo se terminó con la liberación el primer encarce­
en él al cristiano Trofimo, que no era de raza lamiento de Pablo. En cuanto al martirio rei­
judía (Ibíd. 21, 27-29). Inmediatamente se na cierta uniformidad entre los historiadores,
suscitó un tumulto, y Pablo corrió peligro de que siguiendo a Eusebio de Cesárea (Chronicon,
muerte, de la cual sólo se libró gracias al Olimpiada 211), lo fijan en el año 67. Es muy
tribuno de guardia de la Antonia, que acudió verosímil que el viaje a España se realizara
por creer que se trataba de un perturbador inmediatamente después de la liberación (63-
del orden. Con el permiso del tribuno Pablo 64), a la que siguió una breve estancia en
explicó a la turba, desde la escalinata, su yida Italia. Por los años 64-66 hizo Pablo un largo
y su inocencia. Habiéndose enardecido más viaje por Oriente, llegando hasta Éfeso y Mi­
y más el tumulto, el tribuno Lisias, que temía leto (II Tim. 4, 20). Estuvo en Tróade (Ibíd.
complicaciones, porque el perseguido tenía de­ 4, 13) y en la isla de Creta (Tit. 1, 5). Parece
recho de ciudadanía romana, trató de que se que fué detenido nuevamente en Nicopolis, en
le interrogara en presencia del Sanedrín (Ibíd. el Epiro (cf. Tit. 3, 12). Llevado a Roma,
22, 30-23, 10), pero todo fué en vano; y al soportó allí un breve encarcelamiento muy
tener conocimiento de una conspiración que duro, al que se hace referencia en II Tim. Con
se tramaba contra él, lo envió a Cesárea, en­ toda verosimilitud, fué martirizado en Tres Ta­
tregándolo al procurador Antonio Félix (Ibíd. bernas, según afirma una tradición antiquísi­
23, 16-35), que mandó custodiarlo en el preto­ ma, y sepultado en la Basílica que lleva su
rio de Herodes. Tras un debate en que los ju­ nombre en la Via Ostiense.
díos defendieron sus acusaciones por medio Pablo no se entrega enteramente a la acción
del abogado Tertulio, Félix se persuadió de la hasta el punto de descuidar la propia ascesis
435 PABLO apóstol

interior. En primer lugar él es un gran místico, de Cristo considera principalmente la relación


no sólo por los carismas excepcionales que de Éste con el Padre, como único Mediador
acompañan a su ministerio (cf. Act. 13, 10 y Redentor. Hállase una clara fórmula trini­
s .; etc.; I Cor. 14, 18; II Cor. 12, 1-6, etc.), taria en la terminación de la II Cor. (13, 13);
sino porque su vida es un continuo ejercicio pero también en otros lugares (cf. Rom. 8, 9-
ascético (1 Cor. 9, 26 s.) en el desprendimiento 11; 14-17; 15, .15 s.; T Cor. 6, 11; 12, 4-6;
absoluto de las cosas terrenas (cf. A ct. 20, 33- II Cor. 3, 3; Gál. 4, 6; Ef. 1, 3-4; TU. 3,
35; I Tes. 2, 6-8; II Cor. 12, 14) para repro­ 4-6), reaparece frecuentemente este elemento
ducir cada vez mejor el modelo divino (I Cor. verdaderamente nuevo respecto del Antiguo
11, 1; Gál. 2, 20; 6, 14), del que se sintió Testamento. Al describir la actividad del Hi­
como agarrado en el camino de Damasco (Fil. jo de Dios insiste Pablo de un modo especial
3, 12). en su obra redentora, haciendo resaltar su ca­
En su apostolado, que él consideró como rácter universalista respecto de hebreos y gen­
inexcusable colaboración a la obra de Dios tiles (cf. Ef. 3, 8 s.).
(I Cor. 3, 6.9; 4, 1-2; 9, .16), Pablo obró El principio fundamental de la doctrina de
con un gran sentido realista. Se propuso ha­ Pablo es la idea de «Cristo Redentor», que vive
cerse todo para todos (7bíd. 9, 22); supo aco­ en la persona de los creyentes. Para él la no­
modar con habilidad sus enseñanzas a la vedad del cristianismo es el misterio de Dios,
mentalidad y a las necesidades de los oyentes Cristo, en quien están escondidos todos Jos
y de los lectores, y esto lo hizo siempre con tesoros de la sabiduría y de la ciencia (Col. 2,
ardor y con una profunda convicción, de 2 s.). Cristo, que ya fué principio de todas las
suerte que a un lector superficial podrá pa- cosas en la creación (Ibíd. 1, 16), centra y reca­
recerle estar siempre tropezándose con el ele­ pitula todo en sí mismo, como principio de la
mento fundamental de la doctrina paulina; por elevación a un orden sobrenatural (Ef. 1, 10);
eso conviene no olvidar nunca el ardor ora­ como Redentor paga con creces el mal causa­
torio del Apóstol y el motivo concreto que le do por el pecado de Adán, ofreciéndonos la
impulsaba a insistir más en un argumentó que vida de la Gracia (Rom. 5, 12-21), haciendo
en otro. Ante un auditorio compuesto de ju­ que en el reino del pecado y de la ley mo­
díos, Pablo predicará a Cristo fundándose en saica se compenetrase el dominio de la Gra­
citas y referencias escriturísticas (cf. Act. 13, cia mediante la realidad inefable del Cuerpo
16-41; 17, 10 s.; 24, 14; 28, 17-29), mientras Místico. Y el centro de todo es Cristo, único
que en asambleas paganas recurrirá a argumen­ y eterno sacerdote y único Mediador entre
tos de un género totalmente diferente (Ibíd. Dios y los hombres (cf. Heb. 2, 17; 4, 14; 5,
14, 15-18; 17, 22-31). Eso mismo notamos en 5, etc., I Tim. 2, 5).
las epístolas. Siempre revela una originalidad Para convertirse en miembro activo de ese
de expresión, en el modo de concatenar los ar­ maravilloso organismo es un elemento indis­
gumentos, en la manera tajante de afirmar una pensable la fe, entendida como adhesión to­
cosa, etc.; pero no hay que confundir tales tal, de todo el hombre, a Cristo y a su doc­
características personales de forma con una trina (Rom.; Gál.). El bautismo es presenta­
supuesta particularidad doctrinal. Es induda­ do como rito de iniciación. La Eucaristía, que
ble que ninguno de los escritores del Nuevo alimenta y da crecimiento a la vida sobrenatu­
Testamento desarrolla con la profundidad y ral, es considerada por Pablo como un sacra­
competencia de San Pablo ciertos temas, como mento que une íntimamente con Cristo víctima
el de la actitud del cristiano frente a la ley (I Cor. 11, *26). El concepto de esta íntima
mosaica, el de la justificación, el del pecado unión figura constantemente a manera de es­
original, el de la íntima unión entre Cristo tribillo en las epístolas paulinas. Recuérdese su
y los fieles, el de la Iglesia, etc.; pero si se fórmula favorita «m Christo» y en las acroba­
examinan los diferentes elementos no es difí­ cias a que somete Ja flexibilidad de la lengua
cil notar su perfecta coincidencia con alusiones griega para recalcar la intimidad de la unión.
y afirmaciones, a veces brevísimas, de los cua­ La vida en la gloria la concibe San Pablo
tro Evangelios. como simple manifestación e intensificación de
Con toda exactitud puede decirse de San la vida escondida con Cristo en Dios (Col.
Pablo que es el repetidor y comentador de las 3, 3).
enseñanzas de Jesús. Como alma vivificante de esta unión es pre­
La catcquesis paulina es eminentemente cris- sentado frecuentemente el Espíritu Santo (cf.
tológica, como la de San Juan; pero no care­ 7 Cor. 6, 19; Rom. 8, 2.11; II Tim. 1, 14). A
ce de elementos trinitarios, pues su evangelio Él se atribuyen la revelación de los misterios
‘PADRE 436

divinos (I Cor. 2, 10) y los carismas (Ibíd. 12 PACTO (beritli). — v. Alianza.


4). El fiel debe considerarse como templo del
Espíritu Santo (Ibíd. 6, 19). Alguna vez se PADRE. — El término significa generador,
atribuyen a Cristo las mismas prerrogativas, lo conservador, educador amoroso y firme, en­
cual se explica en cuanto Cristo está en dispo­ tregado de lleno al verdadero bien de su pro­
sición de comunicar la plenitud del Espíritu le. Por lo mismo forma parte de la termino­
Santo (Ibíd. 15, 14). Prácticamente la santifi­ logía religiosa de todos los tiempos y de todos
cación es atribuida al Espíritu Santo, enviado los países (Egipto, Asiria-Babilonia, pueblos
por el Hijo de Dios. primitivos).
La Iglesia (cf. especialmente Ef. y Heb.) es I. Antiguo Testamento. En la antigua econo­
presentada como esposa de Cristo, como mía, el pacto de Dios se estableció en primer
cuerpo constantemente alimentado en su vida lugar con la nación, y sólo de un modo se­
sobrenatural por la Cabeza, que es Cristo. cundario con los individuos en particular...
La idea cristocéntrica de su teología sigue 1. De Israel en cuanto nación, Dios mismo se
dominando incluso en la ética fragmentaria de proclama Padre: «Mi hijo, mi primogénito es
Pablo, que gusta de hablar de «muerte» y de Israel» (£.v. 4, 22): «Cuando Israel era niño,
«resurrección» (Rom. 6, 4.6.11; Col. 2, 20-3, lo amé tanto, que llamé desde Egipto a mi
8), .de la necesidad de «despojarse» de la an­ hijo... Yo soy quien enseñé a Efraím a andar,
tigua personalidad (= Adán) para «revestirse» lo tomé en mis brazos... Lo acerqué a mis me­
de la nueva ( = Cristo; cf. Rom. 13, 14; Ef. jillas como se hace con una criatura, me in­
4, 20-24; Col. 3, 9-11) y de repudiar las obras diné para darle de comer» (Os. 11, 1-4). Dios
de la carne para seguir los impulsos del Espí­ engendró a Israel (Dt. 32, 6), lo sostuvo como
ritu, que habita en el corazón de los fieles (Gal. a un hijo pequeñito, durante el éxodo (Ibid.
5; 16-26; Rom. 8, 4-10). Con un gran sentido 1, 31), pero no omitió el darle la necesaria
práctico desciende también a casos concretos, corrección (Ibíd. 8, 5). Por eso Israel se di­
como a las relaciones entre miembros de una rige frecuentemente a Dios como a su Pa­
misma familia o de una comunidad cristiana, dre. «¡Tú eres nuestro Padre! Abraham no
•y a las relaciones con las autoridades paga­ sabe quiénes somos, Israel no nos reconoce,
nas. Sus consejos llevan siempre la impronta del pero tú, Señor, eres Nuestro Padre... Nosotros
respeto por la autoridad, de la que tiene un somos barro, tú el que nos formas, y nosotros
elevadísimo concepto, considerándola como todos obra de tus manos» (Is. 63, 16; 64, 8 ;
participación de la divina soberanía (Rom. 13, cf. Jer. 3, 4.19; Sab. 2, 16; Eclo. 23, 1).
1-7: l Tim. 2, 2; 777. 3, 1). 2. Que el israelita personalmente llame a Dios
La misma doctrina escatológica está domina­ su Padre es cosa bastante menos frecuente.
da por la idea de la íntima unión entre los Recuérdese, no obstante, el uso frecuente, in­
fieles y Cristo; cf. la estrecha relación entre cluso en épocas muy remotas, de nombres teo-
la resurrección final de los justos y la de Cris­ fóricos con el componente «Padre», como Abí-
to, ya realizada (Rom. 4, 25; I Cor. 15, 12 su («mi Padre [= Dios] es salvación»), Absa-
s.); en ella predomina siempre la figura de lóm («el Padre es paz»), Abijjah («mi Padre es
Cristo, que termina su obra entregando el Yavé»), Eliab («mi Dios es Padre»), etc. Pero
reino a Dios Padre (Ibíd. 15, 24-28). las expresiones más explícitas son de los úl­
[A. PJ timos siglos precristianos ¡«Señor, tú eres mi
* BIBL. — J. H olzner. S. Pablo, Heraldo de Cris­ Padre» (Eclo. 51, 10); los impíos dicen del
to, tr. esp. Barcelona 1956; G .R icciotti, S. Pablo justo que «se jacta de tener a Dios por Padre»
Apóstol, biografía, tr. esp., Madrid 1950; A. P enna,
5. Paolo, 2 ed., Alba 1951; F. P rat, La teología de (Sab. 2, 16 s. cf. 5, 5). Se dice incluso, por
San Pablo, 2 vols., tr. esp. México 1947; J. M. Bo- otra parte que Dios prometió hacer de padre
ver, Teología de S. Pablo, Madrid 1946; L. T onde-
lli , 11 pensiero di S. Paolo, 2 cd., Torino 1948; de un modo muy especial para con los des­
J. Bonsirven, 11 vangelo di Paolo, trad. it., Roma cendientes de la línea davídica (II Sam. 7,
1951; L. C erfaux. Le Christ dans la tbéologie de 14; Salmo 89, 27).
Saint Paul, París 1951. * J. G onzález R uiz , Cartas de
la cautividad, Roma-Madrid 1956; G. P alomero D íaz, II. Nuevo Testamento. 1. Es única la pa­
Los viajes apostólicos de S. Pablo, en EstB (1934), ternidad de Dios respecto de Jesús, Verbo de
pp. 195-213; J. M. Bover, Las crisis espirituales en
S. Pablo, en EstB (1950). número 3; R. R ábanos, La Dios encarnado: la Persona del Verbo, que
vocación misionera de S. Pablo, en CB (1944), nú­ toma en el tiempo la humana naturaleza na­
mero 2).
ciendo de mujer, fué engendrada ab aeterno
PABLO (Actos de). — y. Apócrifos. por el Padre. Nunca dice Jesús «Padre nues­
tro», sino «Padre mío» (Jn. 5, 17 s .: Mt. 26,
PABLO (Apocalipsis de). — v. Apócrifos. 29.39, etc.); y en los escritos apostólicos hay
437 PALESTINA

una larga serie de textos en los que se habla diterráneo. Su longitud máxima es de 300 ki­
de Dios como de «Padre de nuestro Señor Je­ lómetros, por 90 de latitud máxima, y su su¿
sucristo» (Rom. 15, 6; II Cor. 1, 3; / Pe. perfide total 25.124 kilómetros (tiene Sicilia
1, 3, etc.), y otra serie en la que la palabra 25.738 kilómetros y Cerdeña 24.090). Son múl­
Padre es término trinitario correlativo de Hi­ tiples las denominaciones con que se ha co­
jo (I Jn. 1, 3.23 s.; I Pe. 1, 2, etc.; cf. tam­ nocido: las egipcias H’rw (por los habitantes
bién Mi. 28, 19). 2. «Padre nuestro que estás jórreos), Retnw hjrt y D ahi; la egipcia acá-
en los cielos» aparece en el judaismo de la dica y hebrea «tierra de Canán» ; la acádico-
época de Cristo (refiriéndose exclusivamente bíblica «tierra de Amurru»; las bíblicas «tie­
a Israel), pero Jesús hizo de este concepto el rra de Israel», «tierra de los hebreos», «la
centro de su doctrina, extendiéndolo a toda Tierra», la «Tierra Santa» ; las posbíblicas «Si­
la humanidad (Mt. 5, 45). Era la inmediata ria-Palestina», «Judea». La que ha prevalecido;
consecuencia de la encarnación y de la reden­ «Palestina», fué transmitida por los griegos y
ción : si cada uno de los redimidos forma con procede de los filisteos, que se instalaron en
Cristo una unidad real mística, como la que la zona cosiera en el siglo xn.
se da entre la cabeza y los miembros (Ef. 1, I. Geografía física. A) Morfología. Pales­
22 s.), entre la vid y los sarmientos (Jn. 15, tina en la era paleozoica estaba unida a Siria,
1-8), todos los redimidos, cualquiera que sea Arabia y África, y en la mesozoica (período
la raza a que pertenezcan, se convierten en cretáceo), quedó cubierta por el mar, a lo
hijos adoptivos de Dios (Rom. 8, 15 ss.), «par­ cual se deben los sedimentos calcáreos cenó-
tícipes de la divina naturaleza» (II Pe, 1, 3 mano, turonense y senonense, constitutivos de
s.). Con eso, el que es de Cristo no tiene ya las superficies palestinotransjordánica. La gran
por que afanarse por la comida y el vestido, meseta que se extendía desde el África septen­
teniendo como tiene un Padre en el cielo trional hasta el desierto sirioarábigo, y que se
(Mt. 6, 26-34); podrá pedirlo con confianza formó al retirarse el mar cretáceo, y nueva­
a un tal Padre (Mt. 7, 11), seguro de que el mente fué en parte invadida por el mar eocéni-
Padre le ama (Jn. 16, 26 s.), ya que ejerce su co (cf. los sedimentos eocénicos de Galilea
providencia incluso sobre cada uno de los y Samaría), sufrió en la era cenozoica profun­
cabellos de su cabeza (Mt. 10, 29 s.). Con la das transformaciones que determinaron sinuo­
misma frecuencia se inculca esta doctrina en sidades terrestres en dirección suroeste a nor­
los escritos apostólicos (I Tes. I, 3; 3, 11.13; deste o sursureste o norte-nordeste (1.* fase
II Cor. 1, 2; Gál. 1, 3.4; 4.5 s .; Rom. 1, 7; . orogenética), fracturas en dirección sur a norte
8, 15 s.; I Pe. 1, 17, etc.). Por aquí ha apren­ (2.“ fase) y en dirección sudeste a noroeste, con
dido el cristiano a hablar de Dios como del la formación de la llanura de Esdrelón (3/ fa­
«Padre» sin otra determinación (Sani. 1, 27; se). Las modificaciones más importantes se
3, 9: / Jn. 2, 15 s.; 3, 1.: II Jn. 4: Jue. 1, efectuaron en el principio de la era neozoica o
etcétera). 3. De esta realidad fluyen múltiples cuaternaria: la formación de la cuenca del
deberes para los «hijos del Padre celestial»: Jordán, que se extendía desde el monte Amano
cumplir su voluntad (Mt. 7, 21), celar su ho­ hasta el África oriental, por los valles del
nor y cooperar a la realización de sus de­ Orontes, Nahr Litani, Jordán, el Araba, golfo
signios sobre la tierra, amar y perdonar a los Elanítico y mar Rojo; y el hundimiento en el
hermanos, porque también ellos son hijos del mar Mediterráneo de la parte occidental de
mismo Padre (Mt. 6, 9-12). [G. B.] la meseta. Estos dos fenómenos redujeron la
BIBL. — J. M. Lagrange. La paterníté de Dieu
meseta a núcleo montañoso constituido por el
dans l’Á. T., en RB, 1908, p. 481-99; I d.. Le Ju- Líbano, los montes de Galilea, de Samaria
dáisnie avant Jésus-Christ, París 1931, pp. 459-63; y de Judea. La zona costera se ha debido al
P. H f.iniscii, Teología del V. T., Torino 1950, pp. creciente retroceso del mar, a la elevación de
103-107; J. Bonsirven, Teología del N. 7.. ibid.
1952, pp. 33-35. 95-103. 166-95. la tierra y a los aluviones fluviales y marinos.
La gran meseta conservó su fisonomía en la
PALABRA DE DIOS. — v. Logos. Palestina transjordánica, cuyas modificaciones,
se redujeron a las que fueron causadas por.
PALESTINA. — Región asiática que limita las erupciones volcánicas con el epicentro en
al norte con el Nahr ei-Kasimijje y con las el Jolán y en el Haurán, a los cuales se deben
faldas del monte Hermón; al este con el de­ los sedimentos de lava y de basalto de la-
sierto sirioarábigo; al sur con el río Arnón, región este del lago de Genesaret y las fuentes
la orilla meridional del mar Muerto, Cades termales ricas en tales minerales y de azufre
y Wadi el ’Aris, y al oeste con el mar Me­ por toda la cuenca del Jordán.
PALESTINA 438

B). Clima. Estando situada Palestina en calidades con el componente «granado»); el


zona subtropical, no hay en ella más que dos sicómoro (I Par. 27, 28; Am. 7, 14; Le. 19,
estaciones: la del invierno, lluviosa (nov.- 4); la palmera (Jericó, «ciudad de las palmas»;
abril) y la del verano, seca (mayo-oct.) (Gén. Dt. 34, 3; Jue. 1, 16; 3, 13; II Par. 28, 15;
8, 22; Salmo 74, 17; Zac. 14, 8). En cuanto Cant. 7, 8; Jn. 12, 13). Entre los mamíferos
a la temperatura, como ésta depende de la po­ domésticos, el asno está muy extendido y es
sición geográfica, de la proximidad al mar y de uso habitual; el mulo es el animal de
al desierto y de la altura, se dan en ella carga de la montaña; el camello lo emplean
tres zonas: la costera (38,5°; 3,5°), la región sobre todo los beduinos del sur y del este,
montañosa (36,4°; 1,7°); Gor del Jordán (43,6°, El camero y la cabra son criados en todo el
3,6o). La diferencia media entre el día y país. Los mamíferos silvestres están repre­
la noche es de 10-12 grados (Gén. 31, 40; sentados en el jabalí (hanslr). El ciervo y el
Jer. 36, 40). En el verano predominan los león han desaparecido (Jue. 14, 5; I Sam. 17,
vientos secos del noroeste; en invierno, los 34; // Sam. 23, 20). Abundan las hienas y los
lluviosos del oeste (I Re. 18, 44 s.; Le. 12, chacales; el oso se halla en el Antilibano y
54). En el período de transición, los vientos está llamado a desaparecer del Hermón. La
del este, provenientes del desierto, secos y riqueza de las aves, casi todas emigrantes, se
tormentosos (ruah qádim) Ez. 17, 10; Jn. 4, explica por el hecho de que Palestina está
8; Jer. 18, 17; Job. 1, 19; Gén. 41, 6 ; Éx. situada en el paso de las emigraciones y ofrece
14, 21; Jer. 4, 11; 13, 24; Ez. 19, 12; Os. una estancia confortable a las aves del norte
13, 15). Son raros los vientos invernales del durante el verano y a las del sur durante
norte, portadores de frío y de hielo (Eclo. 43, el invierno.
20; Job. 37, 9; Prov. 25, 23) y los vientos III. Geografía histórica. A) Zona costera.
cálidos y desecantes del sur (Le. 12, 55; Job. El litoral desde Beirut hasta el Carmelo está
37, 17). Las lluvias se concentran en la esta­ recortado con puertos naturales protegidos por
ción de invierno con carácter regional y con promontorios («ráS»). En cambio, desde el
densidad decrescente de norte a sur y de oeste Carmelo es uniforme y está sembrado de es­
a este. Aparecen distribuidas en tres períodos; collos peligrosos para la navegación: los puer­
lluvia precoz (ióreh o móreh) en los meses de tos son artificiales. La llanura del litoral, es­
octubre y noviembre, en la sementera; lluvia trecha (3 kms.), en la parte fenicia, a causa
estacional (geSámin) en los meses de diciem­ de los montes que avanzan’hasta el mar (Rá§
bre, enero y febrero; y en fin, la lluvia tardía el-Abjad y Rá$ en Naqera = Escalera de Ti­
(malqós) en los meses de marzo y abril, tiem­ r o : 1 Mac. 11, 59), se ensancha hasta unirse
po de la madurez de las mieses (Dt. 11, 14; con la llanura de Esdrelón, y después del Car­
Sant. 5, 7; Lev. 26, 3 ss.; Dt. 28, 12; Jl. 2 melo alcanza una anchura de 20 km., for­
23; Sal. 84, 7; Esd. 10, 9.13; Am. 4, 7). Es mando primero la llanura de Sarón (Is. 35,
rara e irregular la nieve, precisamente en el 2; 65, 10; 33, 9) y luego la de los filisteos.
mes de enero (II Sam. 23, 20; 1 Mac. 13, 22; Los ríos, sólo en el último tramo perennes,
Prov. 31, 21; Is. 55, 10). Lo que es más fre­ son el Narh el Kásimijje, que forma el límite
cuente es el granizo (Is. 28, 2; 30, 30; 32, 19; septentrional de Palestina; el Narh el Mukatta
Ag. 2, 17; Sal. 18, 13, 78, 47.48; Job. 38, 22). (el Cisón bíblico), que vierte en el mar las
Es un verdadero beneficio el rocío sobre los aguas de la llanura de Esdrelón (Jue. 5, 21;
montes, durante el verano y, sobre todo, en I Re. 18, 40); el Nahr ez-Zerka, que desemboca
el mes de octubre («rocío del cielo»: Gén. 27, en el mar, al norte de Cesárea; el Nahr
28; Dt. 33, 13.28 ; Zac. 8, 12). Iskanderune, que nace en Nabulus; Nahr el
II. Flora y fauna. Son fértilísimos: el li­ Augia ; Nahr Rubin; Nahr Sukret; Wadi Gaz-
gero sedimento de humus de la zona montaño­ ze; Wadi el’Aris, «Torrente de Egipto» (Núm.
sa, protegida con terrazas contra los arrastres 34, 5; Jos. 15, 4; I Re. 8, 65). Las prin­
fluviales y regada artificialmente: la tierra de cipales ciudades, aparte las fenicias Beirut,
aluvión de la zona marítima y la volcánica Saida (Sidón), Súr (Tiro), Acre (Akko), son
del este del Tabor en el Basan y en el Haurán. Tell el Burg (Dor.: I Mac. 15, 11), Qaisarije
Entre los frutos de Palestina (Dt. 8 ,8; Jl. 1, (Cesárea marítima), RáS el ’Ain (Antípatris:
10, s.), abundan el trigo y la cebada; la oliva, Act. 23, 31), Ludd (Lida; Act. 9, 32-38),
la higuera y la vid (Jue. 9, 8-13; Me. 4, 4; Jaffa (Joppe. II Par. 2, 15: Esd. 3, 7; Jon.
I Re. 5, 5: Zac. 3, 10); el granado (Núm. 1, 3; Act. 9, 36: 10, 5; 11, 12) Jebna (Jam-
13, 23; 20, 5; Jl. 1, 17; Ag. 2, 20; Cant. 6, nia, Jabneel: I Mac. 5, 28: 10, 69; 15, 40).
I I ; 7, 13; 8, 2; diecisiete nombres de lo­ La Pentapolis filistea comprende: Ghazzeh
439 PALESTINA

(Gaza; Jue. 15-16; Act. 8, 26), Khirbet ’As- otro trazado se encuentran Nebi Samwil (I
qalán (Ascalón; Am. 1, 8; Sof. 2, 4; Zae. Re. 3, 4), El Qubeibe, Khirbet Kefflreh (Ca-
9, 5), Esdüd (Asdod; I Sam. 5; Neh. 4, 1; firá: Jos. 9, 17), Gabaón. El trazado moderno
13, 24; Azoto; Act. 8, 40), Tell ’Araq el para el Wadi Hanina y el Wadi ’Alí cruza por
MenSije (Gat, Get: 7 Sam. 17, 4.23; 77 Sam. Lifta (Neftoá: Jos. 15, 9; 18, 15), deja a la
15, 18; 18, 2), ’Agir (Acarón, Ekron: II Re. izquierda Ain Karim (lugar que la tradición
1, 1-16). señala como el del nacimiento de San Juan
B) Zona montañosa central. Es una ver­ Bautista), Abü Go§ (Quiriat-Jearim: Jos. 9,
dadera divisoria de aguas que se precipita des­ 17; / Sam. 6 ss.) Saris (Sores: Jos. 15, 59
de una altura media de 900 m. en una ex­ LXX), el Hatrún (aldea del buen ladrón!),
tensión de 25 kilómetros por la vertiente Amwás (v. Emaús).
oriental, y está surcada por valles barranco­ C) Se/ela (de Safal: estar bajo). Es la re­
sos, profundos y pelados que constituyen el gión de las colinas (200-300 m.), interpuesta
desierto de Judá. En cambio, en la vertiente entre los montes de Judea y la llanura del li­
occidental va descendiendo gradualmente y está toral, entrecortada por valles, las más de las
surcada por numerosos valles que en la zona veces estrechos, ricos de olivares y de trigo,
costera confluyen en los ríos. Tuvo una po­ de muy grande importancia estratégica e his­
blación más densa en la antigüedad, y los tórica por ser camino de acceso a Judea.
actuales centros habitados se hallan disemi­ El valle de Gabaón es famoso por la victo­
nados junto a las numerosas vías de comuni­ ria de Josué (Jos. 10) y la invasión de los fi­
cación que entrecortan la región. listeos (l Sam. 13 ss.; I. Par. 14, 16) y está
Al lado del camino central de la montaña bajo el dominio de la ciudad de Guezer, siem­
(Hcbrón - Beisán) se hallan, comenzando por pre muy disputada (Cartas de El Amama 292,
el sur: Rámet el Halil (Mambre: Gén. 13-14; 300; Jos. 12, 12; 11 Sam. 5, 25; / Re. 9, 17,
18), Khirbet et Tubeka (Beth Sür: II Par. 15, 27). El Wadi es-Sarár (valle de Sorec: Jue.
11, 7; I Mac. 4, 6Ó), Belén (v.), Jerusalén (v.), 16, 4) es el acceso más rápido a Jerusalén des­
monte Scopus (Nob: I Sam. 21 ss.; Is. 10, de las ciudades filisteas Ecron y Asdod, y está
32), a la izquierda Sa’af (Gebim: Is. 10, 31), dominado por la ciudad de Tell er Rumeileh
a la derecha Tell el Fül (Gueba de Benjamín (Bet Semes), Sora, Eswa (Estad) y Khirbet
o de Saúl: Jue. 19-20; / Sam. 13, 14; 7 Re. Tibna (Timna: Jue. 13, 16). El Wadi es-Sant
15, 22), Er Rám (Rama: I Re. 15, 17-22; Is. (valle de Elah: I Sam. 17, 19) está formado
10, 29), Tell el Nasbe (Masfa: I Sam. 7; I Re. por la confluencia de los Wadi el Gindi y
15, 17-22 o Atarot), Beilin (Bétel: Gén. 12-13; Wadi es-Sur con Kh. Suweike (Soco: 7 Sam.
28; Jue. 1, 22, etc.), Tell (Hai: Jos. 7-8); Ain 17, 1-3), Teller Zakarija (Azeca: I Sam. 17,
Sinja (?) al este de Seilün (Silo: v.) el Lubban 1-13; en el Wadi eá-Sur se hallan Khirbet
(Lebona: Jue. 21, 19). *Idlel-Ma (Odulam: 7 Sam. 22, 1) y H. Qila
Junto al camino de Jerusalén a Jericó (cf. (Queila: 11 Sam. 23, 1-8.10.13). El Wadi
Le. 10, 30-37), se halla Kefr et-Tür (Betfage; Afrang, camino directo de Ascalón y Asdod
Me. 11, 1), el Azarijje (Betania: Jn. 11, 1-18; por Hebrón, está protegido por Tell Sandahan-
Le. 10, 38; 19, 29; 24, 50; 12, !). Por el na (MareSa) y Beit Gibrin (Eleuterópolis). El
camino de Jerusalén a Engaddi se tropieza, valle paralelo al sur está dominado por Tell
desviándose a Belén, con Gebel Furédis (He­ ed-Duweir (Laquis), y finalmente el Wadi el-
rodium ; Fl. Josefo; Ant. XVII, 8, 3; Bell. Hesi comprende Tell el Hesi (Eglón).
I, 33, 9), Khirbet Tekü’á (Tecua, patria del D) Samaría. Está naturalmente separada
profeta Am ós; II Sam. 14, 2; II Par. 11, 6), de Judea por una línea que pasa por Nahr el
’Ain Gidi (Engaddi: I Sam. 24, 1; Cant. 1, ’Augia, W. Dér, Ballút, W. Nimr, Tell el
14; 4, 13; Ez. 47, 10; Eclo. 24, 13 ss.). ’Asur, W. Samije, llanura de Esdrelón, mon­
En el camino de Jerusalén a Efraím se en­ tes de Gélboe y Carmelo.
cuentra Anata (Anatot: Jer. 1 ,1 ; 11, 21 ; 36, El sistema de montañas de Judea se orien­
2-15), Geba’ (Gueba de Benjamín), paso del ta hacia el nordeste desde Tell el ’Asur (1011
W. Sumwenit (Roca de Boses y Sene: I Sam. metros), hasta Tuwanik (868); luego se dirige
14), Mijmas (I Sam. 13 ss.; Is. 10, 28 ss.) el- hacia el oeste hasta Garizim (868), y de aquí
Tcijibe (Efraím: Jn. 11, 5; Ofra, Jos. 18, 23). al nordeste a través de Ebal (938), R᧠Ibzig
En el camino de Jerusalén a Lida, en el (733), y al final se bifurca hacia el nordeste
trazado antiguo que se ramifica hacia Tell el con los montes Gélboe y hacia el noroeste con
Füll, se hallan Bét ’Ur el Fóqa (Betorón infe­ el monte Carmelo. Otros dos sistemas meno­
rior, 400 ms.), Yalo (Gabaón); y si se sigue res se extienden el uno por el nordeste y el
PALESTINA 440

otro paralelamente al Jordán. Estos montes, Sal. 42, 7; 515 m.), con los dos lagos de
que van decreciendo lentamente en la llanura Hule y de Genesaret (v.).
occidental, están separados por profundos va­ Las localidades de la Galilea inferior son:
lles, ricos en agua y que en los más de los en Nasira (Nazaret: v.). Saffürije (Seforis),
casos confluyen en los ríos de la región (Nahr Khirbet Gefat (Iotapata), Khirbet Irbid (Ar­
el ’Augia, Nahr Iskandernne, Nahr el Mufgir, bela), Khirbet Qáná. Junto al lago de Gene­
Nahr ez-Zerqa, Wadi el Maghara). Hállanse saret se hallan: Mejdel (Taiquea, Magdala),
varias llanuras: Sahel Arrabe (10 x 3 km.), el Hñmman (Jamat Jos. 19, 35; Ammathus),
Merg el Garad ( 4 x 2 km.), el Malina ( 9 x 2 Tabarijja (Tiberíades), Tell Hüm (Cafarnaúm:
kilómetros). v.), Khirbet Kerázeh (Corazain). En la Galilea
Por el camino central de la montaña, siguien­ superior: Meirón (Meron: Jos. 11, 5, 7), el
do de Judea, se encuentran: Teli Balata (57- Gis (Guiscala), Tell Waqqas (Jasor: Jos. 11,
quem; v.), Sebastije (Samaría: v.), Tell Do­ 1 ; 10 ss.).
tan (Dolain: Gen. 37, 14-17; II Re. 6, 13 G) Cuenca del Jordán (v. Jordán y mar
ss.). Otro camino procedente de Beisan pa­ Muerto).
saba por Khirbet Ibzig (Bezec: I Sam. 11, H) El ’Arabah. Es la continuación de la
8); de Teli Balata (Siquem), pasando por Wa­ cuenca del Jordán desde el mar Muerto hasta
di Nabulus, iba a Cesárea de Palestina: otro, el golfo Elanítico, con 180 m. de longitud
pasando por Wadi Qana iba a Jaffa (Joppe); por 9-20 de latitud y que va elevándose gra­
y un tercero, pasando por Khirbet Fasá’il iba dualmente hasta 250 m. Es una gran lla­
a Jericó. El «camino del mar», procedente de nura calcárea y arenosa, sin agua ni vegeta­
Tell el Mutesselin y pasando por Wadi ’Ara, ción, rodeada de altos montes al oeste y al
Tell el Asawir y Tell er-RaS el Ain hasta llegar este (Gebel sera’, 1.600 m.). Tuvo una gran
a Jaffa. importancia histórica, porque fué el camino
E) Llanura de Esdrelón. Es centro y cu­ de tránsito del comercio de la Palestina al
na del comercio y de la estrategia oriental, golfo Elanítico y a Ofir (I Re. 9, 26 ; 10, 11;
rica en aguas y fértil en su terreno de origen 22, 49) y centro minero principalmente en Fé-
volcánico. Al lado del Carmelo tiene las lo­ nán (Punon: Gén. 36, 41; Núm. 33, 42) y en
calidades de Haritije (Jaroset Goim: Jue. 4, es-Shóbak en el Wadi el Mene’ijje. El centro
2.13.16), Tell Qaimüm (Jacucam: Jos. 12, 11: de la región, ocupada por los edomitas y lue­
catálogo de Tutmosis III), Tell Mutesselim go por los árabes nabateos, era Petra (ha-se-
(Maggeddo), Tell Ta’annek (Tanae; I Re. 4, la’ ; II Re. 14, 17). En el golfo Elanítico se
12; catálogo de Tutmosis III), Genín (’Engan- encuentra Tell el Heléfeh (EIat y Asiongaber,
nim). Al este se hallan: Zer'in (Jezrael: I Sam. puertos construidos por reyes israelitas).
29, 1; I Re. 9-10). Tell el Hosn (Betsan, Es- I) Región transjordánica. Alta llanura sur­
citópolis), Solem (Sunam: Cant. 7, 1; I Re. cada por profundos valles de los ríos Sher’at y
1, 3; II Re. 4, 8-36; Caí. de Tutmosis III; El Menádire (Yarmuc) y Nahr ez-Zerca (Yaboc),
Amarna 1, 250), Neim (Naím: Le. 7, 11), En- que limita al este con el desierto sirioarábigo, al
dor (Sal. 83, 10; 1 Sam. 28, 7). Entre Naza- norte con las estribaciones del Hermón hasta
ret y el Haritije se encuentran: Béth Lahm Damasco, al sur con el Wadi el Hesa y al
(Belén de Galilea: Jos. 19, 15; Jue. 12, 8), oeste con el Jordán y con el mar Muerto. Es
Seih Abreik (Beth She’arim: Besara). divisible en tres partes:
F) Galilea ( . ) . Tiene por límite al norte
y 1) La región septentrional, desde el Her­
el Nahr el Kasimijje, al sur la llanura de Es­ món hasta el Yarmuc, comprende: el Jo-
drelón y al este el Jordán. Es rica en cami­ lán (Gaulanítide), el Basan (Batanea), el Hu-
nos y en aguas. Orográficamente está unida con rán (Auranítide) hacia el oeste, la región vol­
el Líbano. En su parle superior tiene montes cánica Gebel ed Druz (antiguo Selmón: Sal.
que alcanzan la altura de 1.200 m. (G. Ger- 68, 15), el Legiá (Traconítide) y la fértil lla­
mak) y van decreciendo lentamente hacia el nura occidental En Nukra. Las pocas localida­
Mediterráneo; en cambio, en la parte infe­ des que permanecieron después de la invasión
rior era antiguamente una llanura elevada a arábiga (636 desp. de J. C.) y el terremoto
unos 40 m. con muchas depresiones lacus­ (746 desp. de J. C.) son: junto a las fuentes
tres: Sahl el Batióf (14 x 3 km.), Sahl Tu­ del Jordán, Banjas (Cesárea de Filipo; v.),
ran, Genesaret ( 5 x 2 km.). Los montes prin­ Tell el Kadi (Dan - Lais: Jue. 18, 27-31:
cipales son: Gebel Turan (541 m.), Gebel el- I Re. 13, 29; 15, 20); en el Jolán et-Tell
Sih (nordeste de Nazaret, 560 mts.), Gebel el- (Betsaida o Julia: v.), Kursi (Gergesa: Mt. 8,
Tór (Tabor), Gebel Dahi (Hernión menor: 28), Kal’at el Hosn (Hippos), Kcfar Semah
441 PALMJRA

(Samáh), el Hammi (Einmatha, fuentes ter­ minster Historical Atlas to the Bible. Londres 1945,
males), Fiq (Afee: I Re. 20, 26-30; II Re. pp. i 07-112; * V i l l u e n d a s Polo. Ilustraciones evan­
gélicas y documentales de los Santos Lugares, CB,
13, 17), Hisfin (Casfor: / Mac. 5, 26); en el 1953.
Basan, Tell ’Astarah (Astarot: Jos. 9, 10; 12,
4, etcétera. Catál. de Tutmosis III); en el PALM1RA. — Centro de caravanas situado
Haurán, Busra-Eski Shám (Bostra, Bozrah), el en el desierto sirioarábigo a medio camino,
Quanawat (Cantha). aproximadamente, entre el Mediterráneo y el
2) El Galad (hoy Aglun el Bolqa), entre el Eufrates. Se le exploró arqueológicamente y
Yarmuc y el Wadi Hesban, es una meseta se obtuvo una abundante cosecha de hallazgos
que se eleva hacia el Jordán, con una serie arqueológicos: cientos de inscripciones palmi-
de montañas que se dirige hacia el sur-sur- renses útilísimas desde el punto de vista filo­
oeste y que alcanza la altura de 1261 metros lógico e histórico, una calle con unas 135 co­
(Umm y Dereg) y es interrumpida por el lumnas, tetrapilos, arcos erigidos en las inscrip­
profundísimo valle del Jaboc: sigue hacia el ciones de las calles transversales y un templo
sur hasta Nebí Osa junto a es Salt (795 me­ dedicado en el 39 desp. de J. C. al dios Bel.
tros), y de aquí se dirige por el este-sudeste Hácese mención de ella con el nombre de Tad-
hacia ’Ammán (Gebel ’Ammán, 1052 m.). mar en una inscripción de Teglatfalasar I
Abundan sobremanera las fuentes y los to­ (1114-1076) en la que se alude a una yictoria
rrentes, está poblada de espesos bosques (II sobre los árameos (Ahlamu), (J. Pritchard,
Sam. 18, 6) y cuenta con abundantes pastos Anet p. 275). La Biblia la recuerda entre las
para los rebaños (Cant. 4, .1; Núm. 32, 1); construcciones y fortificaciones de Salomón
en los valles abundan los olivares y las vi­ con el nombre de Tadmor (II Par. 8, 4 ; en
ñas; en los campos el trigo. Eran célebres los I Re. 8, 18 se lee en el texto Tamor, pero en
bálsamos y los ungüentos (Gén. 37, 25; Jer. el margen Tadmor).
8, 22; 46; 11). Principales localidades: Umm Después de haber llevado una vida lánguida
Qeis (Gadara), Tell Abil (Abila), Tell Ramith durante la edad helenista, y después de haber
(Ramot Galad: 1 Re. 4, 13; II Re. 8, 28-9, entrado en la esfera de la influencia de los
16), Khirbet el Fahil (Pella), Tell Abu Kharaz partos, sin perder su fundamental indepen­
(Jabes Galad: I Sam. 11, 1-10; 31, 11.13), dencia, Palmira se aprovechó de la paz que
Khirbet el Istib (Tisbe: I Re. 17, 1), H. Mah- reinó en Oriente en los siglos i-ii para estable­
neh (Majanaím: // Sam. 2, 8, Geras (Gerasa), cer e incrementar las relaciones comerciales
'Ammán (Rabbat 'Ammán: II Sam. 11-12: en todo el Oriente e incluso en Roma, en Pa-
Filadelfia). nonia, en Galia y en España. Siendo colonia ro­
3) Moab. Meseta ondulada, entre el Wa­ mana en tiempo de Septimio Severo, fué elegida
di Hesban y el Wadi Hesa, árida a causa de para centro de operaciones en la guerra contra.
la escasez de fuentes y porque sus numerosos los partos. Habiéndose rebelado contra Ro­
ríos corren por valles profundos y barrancosos. ma y separado de ella, fué derrotada por el
La altura media del Moab. septentrional es de emperador Aureliano. Así comenzó el declinar
700-800 m .; la del Moab meridional de de su prosperidad hasta el saqueo y destruc­
1000 metros. La sierra de los Abarim tiene ción total a mediados del siglo vm después
su más alta cumbre en el pico de Neba (Nebo: de J. C.
Núm. 27, 12; Dt. 3, 27; 34, 1) y RáS Siága La población fija de Palmira, de origen
(Fisga, Fasga, Núm. 21, 20; 23, 14-25; Dt. árabe, ofrece elementos árameos en la len­
3, 27). Moab, hoy nómada, en la antigüedad gua y en la religión, y también elementos
tenía numerosas ciudades: en el valle del Jor­ griegos introducidos por los seléucidas en la
dán, Kh. Kefrin (Abel ha-Sittim: Núm. 25, organización social y política. La lengua, que
1 ; 34-36; Jos. 2, 1), Teléilat Chassul, Tell el ha sido conocida por las inscripciones, tiene
'Azeimeh (Bet Jesimot: Núm. 33, 49; Jos. notable semejanza en los caracteres con la
12, 3 : 13, 20); en el camino Ammon-Armón, lengua cuadrada hebrea, y estructura aramea,
Hesban (Hesebón: Núm. 21, 25-30; Cant. 7, no obstante la presencia de términos griegos,
5; Is. 15, 4; 16, 8), Mádába (Mádebá), Má’in más afín al grupo occidental que al orien­
(Balmeón: Núm. 32, 28; stela de Mesa), Di- tal. La religión palmirense, conocida igualmen­
bán (Dibón; Is. 15, 2: stela de Mesa). te a través de las inscripciones, es sincretista;
[A. R.] el dios supremo semítico Baal, denominado
Bel o Bal en Babilonia, cuyo templo ha sido
B1BL . — F . M . A b e l . Géografie de la Palestine, descubierto, tiene como divinidades asociadas
1-11, París 1933-1938; L . S z c z e p a n s k i , Geographia his­
torica Palaestinae antiquae, Roma 1926; The West- Agübol, Irakhibol y Malakbel; el dios del
PAPIROS 442

cielo, Baalsamen, siriofenicio; la diosa madre importante, cual es la continencia en las re­
siria Atar’áte; la diosa árabe Allat y el dios laciones sexuales (Lev. 22, 2-7; 15-6). David
árabe A rhü; el dios de la fortuna con la do­ responde que sobre ese punto están en regla,
ble denominación de Semeías y Gad. [A. R.] porque así acostumbraban en las expediciones
BIBL. — G. L. D ella V ida, en Ene. Ital. militares, conformándose a la Ley (Dt. 23, 10
XXVI, coll. 144 ss.; J. Starcky, Pahnyre (L’Oríent ss.; cf. Desnoyers, Hist. II, París 1930, p. 98
anden illu s tr é , 7) París 1952. ss.). El divino Redentor cita este ejemplo para
demostrar a los obstinados fariseos que toda
PANES de presentación. — La más importante ley positiva (y en aquel caso la ley del des­
de las ofrendas de pan era la de los lehem canso del sábado) puede dejar de obligar si
happánin, griego $pro/ rov 7rpocr<oírov, «panes está en pugna con la ley natural en caso de
de la paz» o de presentación (en cuanto eran necesidad (Mt. 12, 3 s .; Me. 2, 23-28; Le.
presentados o estaban destinados a permane­ 6, 1-5).
cer en la presencia de Yavé). La Vulgata = Los mismos términos de la Ley que atribuyen
«panes propositionis», de donde proviene Ja a los sacerdotes los panes de la presentación
expresión impropia «panes de proposición». tomados de la mesa, para que ellos los coman,
Son también llamados «panes sagrados», «pan hacen caso omiso de aquel imperfecto concep­
perpetuo» (I Sam. 21, 5 s . ; Núm. 4, 7) y to primitivo que aparece a veces entre los se­
posteriormente «panes dispuestos en serie y mitas, y según el cual el pan, lo mismo que
sobrepuestos» (lehem ma’areketh: / Par. 9, cualquier otro sacrificio, era considerado como
32; 23, 29; Neh. 10, 34). Los doce panes verdadero alimento de que se nutría la divini­
( = las doce tribus de Israel), hechos de dad. Aquí, como en otras cuestiones afines, es
flor de harina (siete litros aproximadamente conveniente no aferrarse a las analogías exter­
cada uno = dos décimas de efa: Lev. 24, 5) nas, que no dicen nada. La ofrenda del pan,
por los caatitas (Núm. 9, 31), eran colocados por ejemplo, se encuentra por todas partes,
en dos filas (tal vez los unos sobre los otros; pues es el medio más necesario y más común
I Par. 9, 32) sobre la mesa de acacia (primera­ para el sustento; pero hay que tener presénte
mente en el tabernáculo o tienda) o de cedro la idea que se tiene sobre la divinidad y el
(en el templo), cubierta de oro, de un metro de concepto religioso que inspira e informa toda
longitud por medio metro de latitud, aproxi­ ceremonia externa. En el Antiguo Testamento,
madamente (Ex. 25, 23-30; la reproducción en el ofrecimiento del pan es una oblación de
el arco de Constantino), puesta en el Santo propiciación y de acción de gracias a Yavé,
frente al candelabro de oro, y precisamente el Ser Supremo, el de absoluta trascendencia,
a la izquierda (= al norte) del altar de los que no puede ser representado por imagen
perfumes. Renovábanse todos los sábados, y alguna, y de cuya inefable presencia el arca
los panes retirados pertenecían a Arón y a invisible y vacía no es más que una figura.
sus hijos (y, por tanto, a los sacerdotes), que [F. S.]
habían de comerlos en el lugar santo, por ser BIBL. — A. C lamer. Lévitique (la Ste. Bible, ed.,
cosa santa ofrecida antes a Yavé. Pirot, 2) París 1940, p. 177; A. M édebielle , Rois
La oblación renovada semanalmente era (ibld., 3), 1949, p. 434; A. V accari, La S. Bibbia, II.
Firenze 1947, p. 219 s.; VIII, 1950 pp. 64 s. 144.
símbolo de la renovación de la alianza de
Israel con Dios (Lev. 24, 5-9). Este rito de los PANIóN, PANIAS. — v. Cesárea de Filipo.
panes de presentación se estuvo observando
siempre hasta la destrucción del Templo (cf. PAPIROS. — El papiro estuvo en uso como
/ Mac. 4, 51; II Mac. 1 J ; 10, 3 ; Heb. 9, 2). material para escribir ya en tiempos muy re­
Hácese mención de ellos en I Sam. 21, 1-6, motos. La invención y el proceso de fabricación
cuando David, perseguido por Saúl y fugitivo, deben atribuirse a los egipcios. El papiro más
pasa por Nob, donde estaba entonces la Tienda antiguo que conservamos se remonta a la Quinta
sagrada, y obtiene del sumo sacerdote Ajime- Dinastía (hacia 2750-2625). De Egipto había pa­
lec para comer los panes de la presentación, sado a otras regiones ya en el siglo xi, según
tomados de la mesa del santuario, por no dis­ atestigua la narración de Wen-Amon, quien
poner de otra cosa. describiendo su viaje por Fenicia nos informa
Ajimelec se muestra razonable en pensar que que se transportaron de Egipto a aquella
la necesidad justificaba semejante concesión, región quinientos papiros. El papiro fué usado
y solamente pide que David y sus hombres ya en muy remotos tiempos para la transcrip­
observen las condiciones de pureza que se exi­ ción de textos sagrados. De esto nos habla el
gen a los mismos sacerdotes, al meiios la más II hi., 12.
443 PARÁBOLA

No se Ye bastante claro si en ciertos luga­ 1938. — Papiri del N. T. del sec. II: J. M. L a-
grance, en RB, 44 (1935) 327-43; C. H. R oberts,
res de la Biblia se habla de membranas o de An Unpubllshed Frasment of the Fourth Gospel in
papiros. Jeremías (36, 2) pide que le den el ro­ the John Rylahds Library, Manchester 1935; P. Be-
noit, en RB, 46 (1937) 58-82; Kirshop and Silva
llo del libro, que después manda el rey hacer Lake , en RB. 48 (1939) 497-505; G. Manfeld,
pedazos con el cuchillo. Y si para cortarlo New Testament Manuscript Studies, Chicago 1942.-
Papiri profani: A . D eismann, Licht von Osten, 4 ed.f
se emplea el cuchillo o cortaplumas parece más Tubinga 1923; J. H. M oulton-G. M illioan, The vo-
acertado pensar en una membrana, ya que al cabulary of the Greek Testament illustrated from the
papiro se aplica preferentemente la combus­ 1929; W. other
Papyr and non Literary So urces, Londres, 1914-
D eronaux, en NRTh, 62 (1935) 810-43.
tión. T. A yuso , El texto Cesarícnse el Papiro de Chester
Beatty en el evangelio de S. Marcos, en EstB, 1934
El único papiro hebreo existente (v. Manus­ 268-281.
critos del Mar Muerto) es el conocido con el
nombre de su propietario: Nash. Éste con­ PARÁBOLA. — Hapa/?oA?j (de rapa/3áAAeiv,
tiene el Decálogo (Ex. 20, 2-17; Dt. 5, 6-26) y «poner junto a», «confrontar»), es un paran­
el comienzo de la perícope Shema’. Albrigth lo gón. Toda parábola puede reducirse a la si­
atribuye a los años 165-136 a. de J. C. guiente form a: «Así como el anciano padre
De la versión griega tenemos dos papiros recogió conmovido al hijo pródigo, así el Pa­
que se remontan al s. n a. de J. C. El primero dre celestial acoge al pecador que a Él retor­
contiene los fragmentos: Dt. 23, 24-24, 3; 25, na». (cf. Le. 15, 11-32).
1-3; 26, 12.17-19; 28, 31-33; y el segundo: Los términos de la comparación son: a) un
Dt. 31, 28-32, 7. relato completo tomado del curso normal de
Se conservan fragmentos de los profetas me­ la vida humana: el sembrador; el caminante
nores, de Ez. y Gén. 1-35, que pueden adju­ agredido por los ladrones en el camino de Je-
dicarse a los siglos II-IV a. de J. C. Los pa­ ricó, etc. b) una verdad (sobrenatural en las
piros de Chester Beatty, que contienen frag­ parábolas evangélicas),.que se trata de inculcar;
mentos del Pentateuco, de los Profetas, de Est., en el precepto de la caridad, el prójimo es to­
del Eclo., son adjudicables a los siglos i i - iv do hombre que necesita de nosotros, aunque
desp. de J. C. sea enemigo, etc.
Respecto del Nuevo Testamento conserva­ La exposición del relato (primer término
mos muchos papiros, entre los que hay dos de la comparación) ha de entenderse y expli­
más importantes. El primero, publicado por carse en su sentido literal. No así la alegoría
H. Idris Bell-T. G. Skeat, se remonta al si­ que no es más que una metáfora continuada, en
glo ii y nos ofrece muchas citas de los Sinóp­ la que la verdad que se propone se entiende
ticos y del IV Evangelio; el segundo, editado directamente en los términos metafóricos que
por C. H. Roberts, contiene fragmentos del la expresan.
IV Evangelio (Jn. 12, 31-33; 37.38) y se re­ La parábola no es desconocida entre los
monta a la primera mitad del s, ii . Estos des­ clásicos (Aristóteles, Rethoricorum lib. II, 20;
cubrimientos confirman la tesis tradicional de Cicerón, De inventione 1, 30; Epist. ad Lucil,
que el Evangelio de Juan es del fin del s. i. 59, 6), y también los rabinos la usaron; pero
Además de estos papiros, bien está mencio­ Cristo la empleó de un modo insuperable en
nar el papiro 46 de 86 folios, del s. m, sus enseñanzas evangélicas, desarrollando el
que contienen las Epístolas de San Pablo casi simple maSal hebreo, una especie de proverbio
íntegramente, aunque con un orden del todo o dicho nómico, usado en los libros sapien­
particular (Rom,, Heb., / Cor...). ciales para inculcar una máxima moral.
Al lado de este hallazgo de papiros sagrados, Cuando se emplea la parábola en su estado
importantes, sobre todo en orden a la crítica puro, lo cual raras veces sucede en los Evan­
textual, hay que recordar el de los papiros pro­ gelios, porque con frecuencia toma elementos
fanos que, en este caso, aparte su valor abso­ alegóricos, entonces sólo debe aplicarse al
luto, tienen el de que mediante su lectura campo moral o ideal la idea central del relato,
podemos entender mejor la lengua del Nuevo pasando por alto los diferentes elementos ac­
Testamento. [B. N. W.] cesorios, que sólo se emplean para redondear
el relato. Esa idea fundamental debe ser in­
BIBL. — Papiro di Nash: S. A. Cooke, en RB. dividuada mediante el examen del fin propuesto,
n. s.. 1 (1904) 242-50; W. F. A lbright. en JbL.
56 (1937); Paprí biblici del II sec.: C. H. Roberts, que se manifiesta en la introducción o en la
Two Biblical Papyri in the John Rylands Library, aplicación de la misma parábola o en las cir­
Manchester 1936, pp. 9-46; A. V accari, en Bíblica,
17 (1936) 501-504; F r. K enyon. The Chester Beatty cunstancias históricas del contexto.
Biblical Papyri, fase. IV-VII. Londres 1934-37; A. Las parábolas evangélicas pueden clasificarse
'C. Johnson-H. S. G ehman-E. H. K ase, The John
N. Scheide Papyr-Biblical Papyri Ezeikel, Princeton entre dogmáticas, morales y proféticas. Las
PARÁCLITO 444

dogmáticas ilustran la naturaleza y las leyes mente de los oyentes. Al citar a Is. 6, 9 ss., sólo
del Reino de Dios, fundado por Cristo: su dice que entonces se realiza una situación idén­
fundación (el sembrador: Mt. 13, 3-9.18.23 tica a la que se dió entre Isaías y sus contem­
paral.), su desarrollo (la semilla que por sí mis­ poráneos: y así como los judíos opusieron a
ma se multiplica: Me. 4, 26-29; el grano de Isaías su endurecimiento, así también los con­
mostaza: M t. 13, 31-32 paral.; el fermento; temporáneos de Jesús se resistían a prestar
Mt. 13, 33 paral.), su elevado valor (tesoro y acogida a sus enseñanzas: se endurecerán; es
perla: Mt. 13, 44-46), los elementos que lo la amarga conclusión de un médico que se ve
componen (semilla y cizaña: Mt. 13, 24-43; imposibilitado para curar a un enfermo reacio
red : Mt. 13, 47-50). Las morales insisten en contra todo intento de curación. Sólo inciden­
el comportamiento para con Dios (los deudo­ talmente Ja alusión por parte de Cristo a
res: Le. 7, 39-47; el amigo importuno: Le. nuevas verdades, y frecuentemente sobrena­
11, 5-8; la higuera estéril: Le. 13, 6-9; el juez turales, requería alguna explicación, que Cristo
inicuo: Le. 18, 1-8; el fariseo y el publicano: daba de buen grado a los espíritus dóciles y
Le. 18, 9-14), para con el prójimo (el siervo deseosos de aprender (cf. Mt. 13, 36 ss., Me.
despiadado: Mt. 18, 23-35; el samaritano 4, 10 ss.); pero que siempre negó a los que
compasivo: Le. 10, 25-37; la oveja extraviada: estaban mal dispuestos, lo cual provocaba en
Mt. 18, 12-14; Le. 15, 4-7; la dracma perdida: ellos una obcecación intelectual culpable.
Le. 15, 8-10; el hijo pródigo: Le. 15, 11-32; [A. R.]
el puesto en el banquete nupcial: Le. 14, 7- BIBL. — L. FoNCKr Le parabole del Signore nel
11), y en fin, para con las cosas de este mun­ Vangelo, trad. it., Roma 1925; J. M. V osté,
do (el mayordomo infiel: Le. 16, 1-13; el rico Parabolee selectae Domini nostri Jesu Christi, 2 vol.,
Roma-París 1933; J. P irot, Allégories et paraboles
necio; Le. 12, 16-21 ; el rico Epulón y el men­ dans la vie et l'enseignement de Jésus-Crist, Marse­
digo Lázaro: Le. 16, 19-31 ; el constructor de lla 1943; M. H ermaniuk, La parabole évangélique.
Enquéte exégétique el critique, Lovaina 1947; J. P i­
la torre y el rey: Le. 14, 28-36). Las parábolas rot, Paraboles et allégories évangéliques. La Pensée
proféticas describen el futuro destino de Is­ de Jésus et les commentaires patrisiiques, París 1949.
* A. C olunga, Las parábolas evangélicas, CB, 1956;
rael (los niños en el juego: Mt. 11, 16-19 y Le. L oque, Las parábolas de Jesucristo, CB, 1947; A.
7, 31-35; los operarios de la viña: Mt. 20, ri­ H erranz, La¿ parábolas. Un problema y una solución,
CB, 1955; T. A ntolín, El problema de las concha
ló ; los dos hijos en la viña: Mt. 21, 33-46 siones finales aparentes en las parábolas evangélicas,
paral.; la gran cena; Le. 14, 15-24; el ban­ EstQ, vol II, 1943; J. M. B over, Las parábolas del
quete nupcial: Mt. 22, 1-14; la puerta cerra­ Evangelio, EstB, vol. III, 1944; F ernández Gutié­
rrez, El libro de las parábolas, ESC, Madrid; J. R a­
da: Le. 13, 23-30) o también el destino final mos G arcía, Las parábolas evangélicas, IC, 1951;
del hombre (los siervos vigilantes: Le. 12, 35- J. E nciso, La parábola del reino, Ecc., 1946; S. Pá­
ramo, El fin de las parábolas de Cristo en el sal­
38; el ladrón durante la noche: Mt. 24, 42-55 mo 77, MCOM, 1953.
y Le. 12, 39; el siervo fiel y el infiel: Mt.
24, 45-51; Le. 1*2, 41-48; las diez vírgenes: PARÁCLITO. — El griego írapáxAi;ros sig­
Mt. 25, 1-13; las minas y los talentos: Le. nifica «el que es llamado en auxilio» ([rjapa-
19, 11-27 y Mt. 25, 14-30). k'aAeco = llamo cerca), principalmente en jui­
La diferente valoración del fin intentado cio : de ahí el llamarlo abogado, defensor, pa­
por Cristo en el abundante uso de las parábo­ trocinador ; en sentido derivado = «consolador»
las está fundada en la diferente interpretación (los adjetivos verbales en ro? pueden ser tam­
de un texto (Mt. 13, 11-15; Me. 4, 10-12; Le. bién activos), y en tal sentido traducen las
8, 9 ss.). Algunos (Maldonado, Knabenbauer, versiones siriopalestinas, armenia, georgiana y
Durand, Fonk, etc.), ven en él la voluntad de eslava, en tanto que la siríaca, la copta, la etío­
Cristo (iva final en Me. y Le.) de castigar con pe y la gótica transcriben simplemente el
una ceguera moral e intelectual la incredulidad término griego, y la antigua latina lo traduce
culpable de los oyentes hebreos, según el sen­ por «advocatus».
tido que ellos daban a Is. 6, 9 ss. aquí citado. El significado preciso parece ser el más
Pero el carácter intrínseco de la parábola, que general, resultante de todas las diferentes acep­
se encamina a simplificar y aclarar un con­ ciones. Al prometer y preanunciar Jesús la
cepto, y la benévola intención de Cristo de ilu­ misión del Espíritu Santo, lo llama varias ve­
minar y convertir, connatural a su misión sal­ ces Paráclito, no obstante el atribuirse a sí
vadora, nos inducen a preferir sin vacilar la mismo también ese título: «Rogaré al Padre
exégesis de aquellos (Lagrange, ^ Prats, Huby, y os dará otro Paráclito para que permanezca
Vosté, Holzmeister, Pirot, etc.) que ven en la con vosotros para siempre, el Espíritu de ver­
parábola un medio dictado por la bondad dad» (7/2. 14, 16). El Paráclito tendrá el co­
y por la intuición síquica para iluminar la metido de evocar a la mente de los Apóstoles
445 PARAÍSO terrenal

todo cuanto Jesús les haya enseñado (14, 16), los tiempos mesiánicos (Is. 31, 3; 51, 3; Ez.
el de dar testimonio de Cristo (15, 26), y el 47, 12; Zac. 14, 8).
de convencer al mundo de pecado (16, 8-14), Localización del paraíso terrenal. Es difícil,
después de que Jesús se haya ido (16, 7). por no decir imposible, resolver tal problema,
San Juan llama también a Jesús Paráclito porque los datos geográficos que nos propor­
(I Jn. 2, 1), que la Vulgata traduce por «ad­ ciona Moisés son vagos y en parte equívocos
vocatus», y parece acertado, pues, efectiva­ (por ejemplo, respecto de la región de Cus,
mente, él es el patrocinador respecto de nues­ con cuyo nombre hay una en Asia y otra en
tros pecados. [S. C.l África; Gén. 11, 7.8.29), y no siempre identi-
BIBL. — F. Zorell, Lexicón Greecum N. T., Pa­ ficables, al menos para los que vivimos en los
rís 1931, col. 991 ss. tiempos modernos. Así no hay que extrañarse
de que existan cerca de ochenta opiniones
PARAÍSO terrenal. — Jardín ameno plantado sobre ello. Hoy hay la tendencia a ver en la
por Dios y entregado por Él a nuestros pri­ descripción de Moisés (dado el que el hom­
meros padres para que fuera su feliz morada bre fué creado al menos 100.000 años a. de
(Gén. 2, 8-3, 24). En el texto hebreo se em­ J. C.), la idealización de un lugar que real­
plea, para designarlo, el término súmero gan, mente existió, con un cuadro geográfico en­
que significa «vergel», terreno rico de aguas y tonces conocido (A. Bea, P. Heinisch, J. Cop-
de vegetación. Los Setenta, pensando en los pens, F. Ceuppens, J. Chaine, etc.). Sería, pues,
bellos parques de los señores persas, lo tradu­ trabajo duro y poco útil el empleado en se­
jeron por wapáSeKTos (Gén. 2, 8, etc.), y des­ ñalar con exactitud el emplazamiento del pa­
pués de ellos las antiguas^ versiones latinas y raíso terrenal basándose en elementos del texto,
San Jerónimo .«paradisus», de donde ha pa­ el cual nos autoriza a pensar en la región me-
sado, como nombre propio, a nuestras lenguas. sopotámica: o la septentrional (E. Kalt, A.
Esa palabra procede de la persa «pairi daezav, Sánda, H. Gressmann, etc.) en la región de
que significa recinto, y ,. por tanto, «huerto los lagos Wan y Urmia, donde nacen el Tigris
con muro de cerca». En la -‘literatura hebrea y el Éufrates; y en tal caso él Pisón podría
no aparece hasta bastante 't$rde él término ser el Fasis o el Tsoroch en la Cólquida; el
«pardés» = jardín (Neh. 2, Can i. 4, 13; Guijón sería el Araxes, y el Cus la acadia
Eclo, 2, 5). Kas; o bien la centromeridional, y entonces
La Biblia nos dice que Dios había plantado los dos ríos desconocidos serían dos canales
«al oriente» (de Palestina), en una región lla­ (Fr. Delitzsch, J. Theis, K. Jensen, A. DeimeJ).
mada «Edhem (del acadio edinu = campo Hay quien piensa en Arabia (I. Feldmann), y
abierto, que a su vez procede del súmero edin hasta en Germania, etcétera.
- campo fértil y de regadío), rica de espléndida Historicidad. Por más que se admita en la
vegetación, en medio ele la cual estaban los narración Ja presencia de innegables elemen-
dos árboles de la vida (por el efecto de sus *tos literarios, no puede menos de admitirse
frutos) y de la ciencia del bien y del mal (por como histórico, es decir, real, el hecho de la
el efecto que siguió al pecado), y refrescada primitiva felicidad de los primeros padres ele­
por abundancia de aguas (Gén. 2, 8-14; 3, 5. vados al estado sobrenatural (representado
22). Estas aguas, al salir del paraíso terrenal, en la familiaridad con Dios) y dotados de do­
se dividían en tres cauces o ríos cuyos nombres nes preternaturales (inmortalidad, inmunidad
eran Phison (Pisón), que recorre la tierra de de error, de concupiscencia y de dolor); y
Evila, rica de oro; Gedhon (Guijón), que siendo como eran de carne, tuvieron que ha­
cruza el país de Cus; Tigris (Jidequel) y Eu­ bitar en algún lugar afortunado de esta tierra,
frates (Perat). Después del pecado (v.), Adán al que llamamos paraíso terrenal. El texto y
y Eva fueron arrojados del paraíso terrenal, el contexto (creación, caída, etc.), y la Biblia
en cuya puerta puso Dios querubines con es­ entera (Sab. 2, 23-24; Prov. 3, 18; 11, 30;
pada desenvainada para impedir la entrada en Rom. 5, 12.14, etc.), nos obligan a pensar de
él (Gén. 3, 22-24). El recuerdo de este deli­ este modo. Las explicaciones simbólicas (Filón,
cioso jardín, en el que Dios se comunicaba fa­ Clemente Al., Orígenes, ÍC. Barth, etc.), o
miliarmente con nuestros primeros padres (Gén. expresamente míticas (Kant, Schiller, B. Marr,
3, 8), aparece muchas veces en Ja Biblia co­ etcétera), no pasan de ser un parto de la fan­
mo término de comparación para significar la tasía. [S- C.]
gran felicidad y abundancia (Gén. 13, 10;
Cant. 4, 13; Eclo. 24, 41; 40, 17.28; Ez. 28, BIBL. — J. Feldmann, Parodies und Siindenfall.
Münsicr 1913; A. D etmel, en Orientalia, 15 (1925)
13; 31, 8; 36, 35; Jl. 2, 3) que sobrevendrá en 44-54; A. B ea, De Pentateucho. 2 ed.. Roma 1933.
PARASCEVE 446

pp. 149-52; B. Brodmann, en Antonianum, 12 de los reyes de Judá y de Israel, y otra la his­
(1937) 125-64. 213-36. 327-56; F. C euppens, Quaes­
tiones... ex historia primaeva, 2 ed., Torino 1948, pp. toria de los otros profetas desde Samuel hasta
100 ss. 111-17. 175-79. 228-31; J. Chaine. Le Isaías, citadas bajo diferentes formas. Otros
tivre de ¡a Genése, París 1948, pp. 33-38; P. Hei- reducen las fuentes a una sola que comprendía
nisch , Problemi di storia primordiale bíblica (trad.
it.), Brescia 1950. pp. 67-77. 91-95. * J. Pérez de juntamente la historia de los profetas y de los
U rbel, Leyendo la Biblia, El paraíso terrenal. Cons. reyes. Aparte de estas fuentes explícitamente
1953; Id ., Leyendo la Biblia. De los árboles del
paraíso, Cons. 1953. citadas, el autor se sirve de otras sin nombrar­
las (Gén.-Jos.). Pero no sabemos si directa­
PARALELISMO. — v. Poesía. mente o de reproducciones. Otro tanto hay que
decir de los libros de Sam. y Re. (cf. H. Van
PARALIPÓMENOS. (I-II). — Primitivamente Den Bussche, Le texte de ¡a prophétie de Na-
sólo constaba de un libro (cf. Baba Bathra, than sur la dynastie davidique, en EthL, 24
fol. 14 a ; Orígenes, en Eusebio, Hist. eccl. [1948] 354-394).
VI, 25; Jerónimo, Prol. Galeat J, que en he­ Actualmente hasta los mismos críticos re­
breo se denominaba «dibbré hajjamin» (San conocen el valor histórico de los hechos narra­
Jerónimo, Liber Verborum dierum) en el sen­ dos en I-II Par. (cf. Bea, art. cit.). Es cierto
tido de «anales» (cf. Est. 2, 23; 6, 1 ; Neh. que muchas veces refiere el cronista ciertos
12, 23). En los LXX y en las versiones latinas acontecimientos de un modo diferente de como
se llama arrapaAetTrouévto-u (jSí/íAos)»» «Parali­ lo tratan los otros autores. Pero eso depende
pomena», en cuanto representa elementos omi­ del hecho de que él trata de poner de relieve
tidos en Sam. y Re. Actualmente se prefiere que el asunto religioso es esencial y perse­
llamarlo «Crónicas» (cf. Prol. Galeat, de San verante, de donde proviene que, si no prescinde
Jerónimo). La división en dos libros figura ya de los acontecimientos, los considera, no obs­
en los códices A y B y ha sido adoptada por tante, bajo el aspecto religioso, o sea que la
todas las ediciones. historia teocrática de Israel no comenzó en las
Contiene las genealogías (I, 1-9) de las tri­ faldas del Sinaí, sino con el pacto de Abraham;
bus que tuvieron relaciones muy estrechas con que en el reino de Israel no es el sumo sacer­
David y con el Templo; la historia de David, dote quien ocupa el primer puesto, sino el
y particularmente su diligencia en restablecer rey, que se sienta sobre el trono de Yavé
y fomentar el culto; los casos particulares de (7 Par. 28, 5); que entre todos los reyes so­
individuos que se mostraron muy solícitos res­ bresale con mucho David; y como sus suce­
pecto del culto y del Templo (Salomón, Asa, sores, con pocas excepciones, no siguieron sus
Josafat, Ezequías, Josías; cf. / Par. 10; 11, ejemplos ni pudieron fundar el gobierno teocrá­
36, 21). El epílogo contiene el decreto de Ciro tico, no queda otro recurso que el de esperar
referente a la reedificación del Templo (II Par. la venida del David ideal, el Mesías (cf. A.
36, 22.23). Noordtzy, art. cit.). [B. N. W.]
Del examen interno resulta que hay que BIBL. — J. Goettsbergsr, Die Bücher der Chro-
poner su composición, con mucha probabili­ tvk oder Paralipomenon, Bonn 1939; A. Bea, Neuere
Arbeiten zum Problem der Chronikbiicher, en Bíbli­
dad, por los años 300-250. En / Par. 29, 7 se ca, 22 (1941) 46-58; A. N oordtzy, Les intentiom du
habla de la moneda de oro (’ádárkonim) que Chroniste, en RB, 49 (1940) 161-68; W. R udolph,
introdujo Darío (521-486). Por consiguiente, ya Chronikbiicher (Handb. z. A. T., 21), Tübingen 1955;
cf. Rivista Bíblica, 4 (1956) 185-191.
tenía que haber comenzado el dominio de ese
rey. Cuando se habla del reino persa (II Par. PARASCEVE. — Día de preparación para el
36, 20) hay que entenderlo de un reino ya fe­ sábado (del griego n a p a < ri< evi], «preparación»,
necido al que ya había sucedido otro, el grie­ que la Vulgata transcribe sin traducir). Según
go. Si además se admite que también los li­ Éx. 16, 15 en él había que preparar cuanto
bros de Esdras y Nehemías pertenecían primi­ pudiera necesitarse para el sábado, recogiendo
tivamente a los paralipómenos, hay que aña­ doble ración de maná (16, 22). Igual significado
dir, según testimonio de Flavio Josefo (Ant. tiene en los Evangelios. José de Arimatea pide
XI, 8.7) que el sumo sacerdote Jaddüa’ fué con­ a Pilato el cuerpo de Cristo Crucificado en
temporáneo de Alejandro Magno. Es cierto P a r a s c e v e , o sea prosábado (jrporrá^arov), día
que el libro es anterior al Eclo. (cf. 47, 11; que precede al sábado (Me. 15, 42; cf. Jdt. 8,
7 Par. 16, 4; 23, 30-32; 25, 1-7). 6; FI. Josefo, Ant. XVI, 6, 2).
El autor cita muchas fuentes. Podechard (cf. Le. 23, 54 dice que «era el día de Parasceve
RB, núm. 8, 12 (1915) 236-47) enumera vein­ y comenzaba el sábado», teniendo en cuenta
titrés. Pero hay quien piensa que sólo se trata que para los hebreos la puesta del sol era el
de dos fuentes, una que contiene la historia comienzo del nuevo día. Mi. 27, 62; «en el
447 PARUSIA

día después de la parasceve (en el sábado), se Rovigo 1950, pp. 24-28); es el mismo sentido
presentaron los príncipes de los sacerdotes y que tiene la expresión «día del Señor» tantas
los fariseos ante Pilato». veces empleada por los profetas cuando se
En Jn. 19, 14: «era la parasceve de la Pas­ trata de la intervención del Señor para castigar
cua», víspera de la solemnidad pascual, que e incluso para premiar (cf. Le. 17, 22: «de­
en aquel año caía en sábado (19, 31; 19, 42). searéis ver un solo día de los del Hijo del
[A. R.] hombre» ; Spadafora, op. cit., pp. 62-63).
Idéntico significado tiene en I Tes. 5, 23;
PARUSÍA* — Es el griego napovería. Grap-wv II Tes. 2, 1.8 (v. T esalonicenses, y en Rivista
= presente), apresencia», como en I Cor. 2, 12. Bíblica, I [1953] 5-24), y probablemente igual
En la acepción popular helenista (s. m a. de en I Tes. 3, 13; II Pe. 3, 4.12 (v. Regene­
J. C. - s. ii desp. de J. C.) se emplea como ración).
nombre de acción «el presentarse» (del verbo En I Tes. 2, 19, parusía del Señor expresa
7Tapo.ye\,écr$o.i)y «venida» o «visita» solemne de el juicio particular, a la muerte de cada uno
un rey o de un emperador (cf. II Cor. 7, 6 ss.). (v. Escatología); «el juez a las puertas», «viene
Así Corinto y Palrás acuñaron monedas en re­ continuamente» o «se acerca», según se expresa
cuerdo de la visita (= parusía) de Nerón, con Santiago (5, 7 ss., donde emplea la palabra
la inscripción: «Adventus (= parusía) Augus­ parusía en tal sentido). Así también con igual
ti». Y por derivación equivale a «retorno» (cf. claridad en I Jn. 2, 28 (v. Muerte).
)] 7raAiv a. y FU. \ y 26). La misma. Encarnación «La parusía es, pues, la teofanía renovadora
0 primera venida de Cristo, es llamada parusía que llena el «día del Señor», que es. el «día
en II Pe. 1, 16. de Yavé» de los profetas (Is. 2, 12; 13, 6.10,
Así, pues, en el Nuevo Testamento aparece etcétera).»
el término con todos estos significados, y lo Es la intervención de Dios en la historia, en
confirma el uso notable y aclarativo de las la vida de cada uno: intervención que se va
siguientes expresiones equivalentes al mismo: perpetuando.
«día del Señor» (17 veces en San Pablo; Act. «También a la Encarnación se la llamaba
2, 20; I Pe. 3, 10.12; Ap. 16, 14); «manifes­ parusía (S. Ignacio, ad Philad. 9, 2). La paru­
tación» (e~i<páv€iay 5 veces en las epístolas pas­ sía de Cristo es el comienzo y el epílogo, la
torales: II Jim. 1, 10, de la primera venida inauguración y Ja conclusión, la fe y la bien­
de Cristo, etc.); «revelación» Qni:oK*kv\¡/\<$: aventurada esperanza (Tit. 2, 11 ; Col. 3, 1-4);
1 Cor. 1, 7; II Tes. 1, 7; I Pe. 1, 7.13; 4, 13); no se limita al episodio final del drama huma­
0 simplemente «visita» (eirurKom): Le. 19, 44; no; por eso «esperar la parusía» (I Cor. 1, 7 ;
1 Pe. 2, 12), según la expresión profética pe-
quddah: Is. 10, 3; Os. 9, 7; Núm. 16, 29 = la Fil. 3, 20; Rom. 8, 19-25) no equivale a es­
muerte que a todos espera. perar el fin del mundo» (A. Romeo).
Por desconocer tan evidentes significados, Diariamente rogamos: «venga a nosotros tu
durante el predominio del escatologismo se reino»; diariamente ansiamos esta intervención
llegó a considerar el término parusía como de Dios en la historia, en la sociedad, para
técnico y privativo de la venida y retorno físico establecer «su reino». Y en el mismo sentido
de Jesús al fin del mundo. empleaban los primeros cristianos las exclama­
En la II Tes. 2, 9, la parusía del anticris­ ciones «Maranatha» (I Cor. 16, 22; Ap. 22,.
to (v.) es la manifestación o explosión violenta 20; Didaqué 10, 6), «ven oh Señor Jesús»,
del odio o de la ferocidad de los zelotes. muestra tu poder y tu gloria en favor de tu
En los otros textos (como en unos veinte) Iglesia; ven a unirnos a ti en tu gloria (cf.
se habla de la parusía del Señor. Un cuidadoso Flp. 1, 23; 3, 20).
examen nos da como resultado que sólo dos La parusía final, la última venida o manifes­
veces equivale con certeza a la venida física de tación, cuando Cristo selle su. triunfo incluso
Cristo, al fin de los tiempos (I Tes. 4, 15: sobre la muerte, resucitando a los muertos y
I Cor. 15, 23: «Todos resucitaremos: los que presentando los elegidos al Padre, clausurará
pertenecen a Cristo, en su parusía»). la fase terrestre del reino de Dios (I Tes. 4,
En Mt. 24, 3.27.37.39, parusía del Señor es 14-17; I Cor. 15, 22-28.50-57); eso será la
la intervención de Jesús para castigar a Jeru- solemne confirmación y epílogo de todas sus
salén, es la manifestación del poder y de la parusías precedentes, como juez a la muerte de
suprema justicia del Mesías contra el judaismo cada uno, como vengador y protector de su
deicida ; v. Escatología (cf. Mt. 10, 23 ; 26, 6*; Iglesia y de la justicia en el mundo a través
Spadafora, Gesii e la fine di Gerusaiemme, de todos los tiempos. [F. S.l
P A SC U A 448

BIBL. — A. R omeo, en Ene. Catt. lt., IX. col. del mismo mes (Ex. 12, 3). En el mes de abib
Gest< Cristo, Torino 1 9 3 6 . p p .
8 7 5 -8 2 ; L . T o n d e l l i,
* L . M ukillo. La Pamsia en el
3 0 9 - 1 3 .3 2 8 - 3 9 . 3 5 0 - 4 0 2 . fue precisamente cuando se dió el Éxodo (Ex.
apóstol S. Pablo, EstB ( 1 9 3 6 ) , ( 2 6 4 - 2 8 2 ) . 13, 4; 23; 15; 34, 18). El cordero (o ca­
brito: £.v. 12, 5) debía estar sin defecto; ha­
PASCUA. — La primera de las tres fiestas bía de ser de aquel año, y debían asarlo al
anuales de los hebreos (Ex. 23, 14 ss.); v. Pen­ fuego íntegramente, e inmediatamente consu­
tecostés y Fiesta de los Tabernáculos. Es la mirlo : la cabeza, patas, visceras; todo de una
fiesta nacional por excelencia, conmemoración vez; uno para cada casa, de donde nacía la
de la liberación de la esclavitud egipcia. La necesidad de agruparse, dado el caso de que
Pascua propiamente dicha, según se desprende una familia fuese poco numerosa. Debían
de la etimología «paso», está constituida por comerlo con ácimos y yerbas amargas, endi-
la inmolación y consunción de un cordero, con bia o achicoria (Ex. 12, 8), para recordar las
cuya sangre se rociaban los postes y las fa­ marguras de la esclavitud en Egipto. No
chadas de todas las casas, con lo que se con­ debía rompérsele ni un solo hueso (£.v. 12,
memoraba el «paso» del cordero de Yavé en 46; cf. Jn. 19, 36: el cordero pascual, tipo de
la noche aquella famosa que presenció la ma­ Jesús, nuestra víctima pascual: I Cor. 5, 7).
tanza de los primogénitos egipcios, mientras Si sobraba algo, debía quemarse inmediata­
que las viviendas de los israelitas, cuyas fa­ mente. Los comensales debían estar en pie,
chadas estaban rociadas con la sangre de un ceñidos los lomos, calzados los pies, y el
cordero, eran respetadas. La Pascua fué cele­ báculo en la mano y comiendo de prisa.
brada por vez primera en la misma noche en El padre de familia debía explicar el signifi­
que la última plaga doblegó definitivamente al cado de la cena, cuya celebración queda fijada
faraón, de suerte que ya entonces fué posible para siempre (Ex. 12, 11-14). Deberán cele­
a los hebreos emprender la marcha, bajo la brarla todos los israelitas de un modo estable,
dirección de Moisés, hacia la península del con tal que estén circuncidados: los demás son
Sinaí, hacia la libertad y la independencia excluidos (Ex. 12, 43-49). Se amenaza con pe­
(Ex. 12, 1-14.21-28.43-49). na de muerte al que durante la fiesta de los
Ya desde el principio se unió a tal celebra­ ácimos coma pan fermentado (Ex. 12, 19).
ción la fiesta de los ácimos, «massóth». En En el año segundo después del Éxodo, por
aquella cena pascual se prohibía toda clase de no haber podido algunos celebrar la Pascua
pan fermentado. en la fecha ordinaria, a causa de una impu­
La inmolación del cordero debía efectuarse reza contraída, estableció Moisés una Pascua
«entre las dos tardes», es decir, entre la puesta suplementaria, que había de celebrarse con las
del sol y el anochecer, o entre el declinar del mismas formalidades en la tarde del día 14
sol y su ocaso; la cena, en cambio, tenía del segundo mes (Núm. 9, 1-14, donde se men­
lugar dentro de la misma noche; y como el cionan las tres principales prescripciones de la
día se completaba de ocaso a ocaso, simultá­ Pascua: obligación de comer el cordero con
neamente con la cena se daba comienzo a la panes ácimos y yerbas amargas, sin dejar nada
fiesta de los ácimos que duraba siete días; el del cordero para el día siguiente; de asar ín­
15 y el 21 eran días festivos, en los cuales se tegramente el cordero sin romperle ningún hue­
prohibía todo trabajo manual (Ex. 12, 15-20. so). Y aquí añade la pena de que se haría acree­
34; 13, 3-10; 23, 4 s .; 34, 18). dor quien omitiere la celebración de la Pas­
En la noche de la liberación, el pueblo he­ cua : es una especie de excomunión («será
breo «tomó la masa antes de que fermentara, borrado de su pueblo» Núm. 9, 13).
y envolviendo en sus mantos las artesas que En Núm. 28, 16-25 se prescriben determina­
la contenían, se las echaron al hombro...»; «y dos sacrificios que han de ofrecerse durante
cogieron la masa... de la que hicieron panes los siete días de los ácimos. Para la tarde del
ácimos» (Ex. 12, 34.39). La fiesta de los áci­ 14 sólo se prescribe la inmolación del cordero
mos se refería, por tanto, a la misma libera­ pascual. El día 15 (primero de la semana de
ción, a la salida de Egipto (Ex. 13, 3.8 s.). los ácimos) hay reunión en el santuario y es
En Ex. 12 al ordenarse la institución de día festivo, con abstención de todo trabajo ma­
las dos fiestas y darse explicación del signifi­ nual. Lo mismo se establece para el día último,
cado de las mismas, se exponen asimismo las el 21. Para cada uno de los días de la sema­
particularidades fundamentales. Para el atar­ na se prescribe la ofrenda en holocausto de
decer del día 14 del primer mes, llamado más dos toros nuevos, un carnero y siete corderos de
tarde nisán (término babilónico), se establecía un año, y la inmolación de un macho cabrío
la inmolación del cordero, elegido ya el 10 en sacrificio de expiación ; a todo esto acom­
449 PA ST O R

pañaban las correspondientes oblaciones de En el tiempo de Nuestro Señor se celebraba


flor de harina, etcétera. así la cena pascual: el padre de familia, des­
El Lev. 23, 9-14 añade la ofrenda de la pués de haber pronunciado la bendición so­
primera gavilla de espigas de cebada (cuya sie­ bre el vino, lo probaba y lo pasaba a los
ga en Palestina y en el sur venía en el mes otros: luego lo bebían todos a un tiempo. A
de abril, mientras que el trigo venía unas continuación se distribuía el pan ácimo y to­
semanas más tarde). Esta ofrenda tenía lugar mándolo con los dedos cada uno empapaba su
el día siguiente al sábado que venía dentro de pedazo en un plato común que contenía un mo­
la semana de los ácimos, y en ese día debía je llamado haroset: cocción de miel, a veces
comenzarse el cómputo de los 49 días para la con añadidura de almendras, canela y un
fiesta de Pentecostés. poco de vino: su color recuerda los ladrillos
La expresión «cuando hayáis entrado en el que los hebreos fabricaban durante la escla­
país», etc. (Lev. 13, 10) no permite afirmar vitud de Egipto. Éste era el haroset en que
que tal ofrenda se comenzase cuando entra­ Jesús mojó el pan que dió al traidor para se­
ron los hebreos en Palestina, ya que la ha­ ñalarle como tal (7/i. 13, 26). Luego se pasaba
llamos asimismo en Ex. 13, 5 para la fiesta una segunda copa.
de Jos ácimos, celebrada indudablemente todos Después del discurso de edificación que pro­
los años desde el Exodo (cf. Núm. 9, 1-14). La nunciaba el padre de familia sobre los benefi­
sobredicha frase puede calificarse de lapida­ cios de Dios y en el que se hacía mención de
ria, y se propone inculcar la obligación per­ la liberación de Egipto, se servía el cordero
manente de tales instituciones mosaicas, que el pascual que comían con el pan ácimo y las
pueblo no deberá olvidar nunca en el futuro, yerbas amargas. Con esto se terminaba la
cuando haya recibido de Dios la tierra pro­ cena propiamente dicha (cf. Le. 22, 20: «des­
metida. pués de la cena»). El padre tomaba un poco
Por último, Dt. 16, 1-8 determina la obliga­ de pan ácimo, lo partía (he aquí el pan que
ción de celebrar en el único Santuario las tres Jesús transformó en su cuerpo: Le. 22, 19 s.)
grandes fiestas anuales, obligación que ya figura y lo distribuía. Luego se servía la tercera copa
en el código de la alianza (Ex. 23, 14-17 ; cf. de vino (la copa cuyo vino consagró Jesús
34, 23 s.) cuando se prescribe a los israelitas transformándolo en su sangre).
que se presenten tres veces durante el año «ante La reunión podía prolongarse hasta una ho­
Yavé». En el Dt. se hace extensivo el nombre ra avanzada, y se concluía con la recitación
de Pascua incluso a la fiesta de los ácimos; del Hallel.
símbolo de la liberación, es decir, del «paso» El divino Redentor celebró la cena pascual
de la esclavitud a la libertad (cf. Dt. 16, 1): con sus apóstoles la víspera de su muerte.
Pascua; mientras que en los versículos siguien­ Después de haber despedido al traidor (cf.
tes (2 ss. 6) se habla de los ácimos, y sólo en 7/i. 13, 26-30), instituyó la Sagrada Eucaristía,
el v. 5 se habla del cordero pascual que debe y con su institución la Pascua judía quedó
inmolarse y consumirse en el único Santuario. reemplazada por la Pascua cristiana que hace
Por eso a continuación se dirá simplemente que esté presente la víctima inmolada en el
Pascua y semana pascual refiriéndose a las dos Calvario, y permite a los fieles alimentarse
fiestas, cf. Le. 22, 1: «la fiesta de los ácimos, con ella para participar de los frutos del gran
llamada Pascua, estaba próxima». sacrificio (v. Eucaristía). «Cristo, nuestra víc­
En estas múltiples prescripciones tenemos un tima pascual, ha sido inmolado» (7 Cor. 5, 7).
ejemplo del desarrollo, de puntualización y [F. S.]
adaptación a las circunstancias del ambiente, BIBL. — L. P irot . en DBs, 1, col. 153-59: F.
naturales en toda legislación y tenidas en N otschcr , Biblische Altertumskunde, Bonn 1940, pá­
cuenta en la mosaica. Estos elementos esen­ ginas 355-58; A. C lamer, La Ste. Bible (cd. L. Pi-
rot), París 1940, pp. 167-71. 287-90. 426 s. 615-19;
ciales, del tiempo de Moisés, permanecerán H. C azelles, Etudes sur le Code de VAlliance. Ibíd.
intactos, pero se agregarán a ellos otros secun­ 1954, p. 97 ss.; P. H einisch , Teología del Vecchio
Testamento (trad. iO , Tormo 1950, p. 253 s .;
darios. Así, por ejemplo, a la vuelta de la A. R omeo, 11 Giudaismo (en N . T urchi, Le religioni
cautividad se introducirá el canto del gran nel mondo), Roma 1946. p. 372 s. * J._ M aría G ra­
nero, Ñovum vascha, EstE, 1954; M uñoz I olesias ,
Hallel: antes de Ja cena los Salmos 113-114 Una opinión de Fr. Luis de León sobre la cronología
(112-113), y después de la cena los Salmos de Pascua, EstB, 1944.
115-118 (114-117); cf. Mt. 26, 30; y así se
llegó hasta la sistematización minuciosa de los PASTOR* — (Hebr. ro’eh = gr. ttoi/ ai/ v).
detalles que se hizo en el tratado de los Pesa- Aplícase a una persona elevada a dignidad con
him del Talmud. el cometido específico de gobernar a una mui-
29. — S padafora. — Diccionario bíblico
P A TER N O ST E R 450

titud y de dirigirla a determinados fines. In­ que Mt., conforme a su manera de ordenar los
cluso en el mundo extrabíblico es bastante hechos y los discursos de Cristo, la trasladase
común esta acepción en sentido metafórico. al sermón de la montaña, a lo cual se prestaba
Homero (II. I, 263, etc.) llama a reyes y cau­ el hecho de que ya en él se hablaba de la
dillos «pastores de pueblos»; igualmente Jeno­ oración (6, 5-8).
fonte compara a Ciro con un valiente pastor Es tradicional distinguit siete peticiones se­
(Cir. I, 1, 2-3). gún el texto de Mi., que es el que entró en la
En el A. T. Dios es el verdadero Pastor liturgia ya en los primeros tiempos (cf. Dida-
del pueblo de Israel, no sólo en su conjunto ché, 8, 2 con una doxología añadida, no evan­
(Neh. 9, 21 ; Is. 40, 10), sino también respecto gélica, pero admitida incluso en algunos có­
de cada israelita en particular (Gen. 48, 16; dices del Evangelio). En realidad la sexta y
Salmo 23, 1). Moisés, los Jueces, los Reyes y la séptima podrían reducirse a una sola. Pero
los Profetas son ministros y cooperadores de Le. omite la tercera y la séptima, según el
Yavé, que por medio de ellos dirige a su pue­ texto crítico, pues en algunos códices se dan
blo a la tierra prometida y lo alimenta con fácilmente los saltos de un evangelista a otro.
la justicia, la verdad y la paz. La expresión Le. nos ha conservado mejor la circunstan­
más elevada del concepto y del oficio de pas­ cia histórica (después del episodio de Betania)
tor está en Ez. 34, 2-31. y pone por delante la petición de los discípu­
En el N. T. Dios realiza por medio de su los (11, 1), que deseaban tener una enseñanza
Hijo todo cuanto había prometido en Ez. 34, respecto de la oración, a semejanza de la
15: «Yo mismo apacentaré mis ovejas»; el que había dado Juan Bautista.
Mesías-Pastor, «Princeps Pastorum» (I Pe. 5, Las tres primeras peticiones tienen por ob­
4) proclama un nuevo Código pastoral para jeto más directo la gloria de Dios; las cuatro
sus colaboradores (Jn. 10, 1-18.26-29), y se últimas se refieren a las necesidades del hom­
propone a sí mismo como modelo de ellos. La bre. En las tres primeras, de carácter más
dulce figura del Buen Pastor que vuelve con abiertamente hebreo y evangélico, se pide el
la oveja extraviada en sus espaldas (Le. 15, reino de Dios (tema central de la predicación
4 ss.), siempre dispuesto a dar la vida por su sinóptica) bajo tres diferentes formas, que
grey, domina todo el N. T. y ejerce una in­ vienen a ser una expresión del deseo de propa­
fluencia preponderante en el arte de la iglesia gación del reino de Dios, con tres fórmulas
primitiva. [N. C.] casi equivalentes.
BIBL. — E. Spadafora. Ezechiele, 2 ed., Tormo En la triple invocación reconocemos a Dios
1951, pp. 254-61; N. C avatassi, en VD, 29 (1951) como Padre, Rey y Señor supremo de la hu­
215-27. 275-85. * J. M aría Bover, El símil del Buen manidad, y al mismo tiempo queremos cola­
Pastor, EstB, 1955.
borar para que se convierta en realidad esa
PASTORALES (Epístolas). — Son /-// Tim. triple prerrogativa.
y Til. (v.), así llamadas, porque en ellas da «Santificado sea tu nombre», es decir, que
San Pablo instrucciones prácticas acerca del sea bendecido, estimado como santo por to­
gobierno de la Iglesia a sus dos jóvenes susti­ das partes; y diciendo «nombre» por «per­
tutos, colocados por él para dirigir, respectiva­ sona», según el uso semita, rogamos que Dios
mente, las iglesias de Éfeso y Creta. sea conocido y amado de todos.
La misma crítica interna Yiene actualmente En la segunda petición, «venga a nosotros
a consolidar la tesis en favor de su autentici­ tu reino», deseamos que la soberanía de Dios
dad. [N. C.] se extienda por todas partes con la verdadera
unión de los hombres en la justicia y en la
BIBL. — C. .Spicq. Les Epitres pastorales, París paz. En la tercera, «hágase tu voluntad», que­
1 9 4 7 ; P . A mbroggi. Le epistole pastorali di S. Pao',o
a Timoteo e a Tito, T o r i n o 1 9 5 3 . remos para los hombres la misma prontitud
con que en el cielo ejecutan los ángeles el
PATER NOSTER. — (Mi. 6, 9-13; Le. 11, 2- beneplácito divino.
4); la oración que enseñó Jesús a sus discí­ Las cuatro últimas están erizadas de difi­
pulos. cultades exegéticas. En la cuarta pedimos el
Las recensiones de Mí. y Le. no sólo ofre­ pan HTttovcnov, cue la Vulgata ha traducido
cen diferencias parciales, sino que incluso pa­ en Lucas por «quotidianum» y en Mateo por
recen haber sido enseñadas por Cristo en di­ «.iuipersnbslancialem» —que quizá sería mejor
ferentes circunstancias históricas. Mi. la po­ traducir por «necesario para subsistir»—, en
ne en el sermón de la montaña, Le. más tarde tamo que otros han traducido por «del día si­
y fuera de este discurso. Parece más probable guiente», y otros han pensado en el «supersubs-
451 PA T R IA R C A S

tantialem» de San Jerónimo como alusión a la progresiva cultura neolítica contrastante con
Eucaristía. un acentuado retroceso moral (poligamia y
La quinta invocación reclama de Cristo un precoz preponderancia de Lamec). Los patriar-
comentario más amplio, que se nos ha conser­ cas posdiluvianos, semitas por la línea de Ar-
vado en Mt. (v. 14-15) después de la misma facsad (Gén. 11, 10-26; cf. 10, 21), traídos con
fórmula. las mismas fórmulas que los setitas, fuera
Las peticiones sexta y séptima, íntimamente de la indicación de la edad del conjunto y de
relacionadas entre sí, tienen la expresión am­ la muerte de cada uno, en el texto hebreo ma-
bigua q.7tó rov -ovypoí), que si se entiende en sotérico son nueve, en los LXX y en Le. 3,
género neutro pide la liberación de todos los 36 son diez por la añadidura de Cainán (cf.
males (cf« Didaché 10, 5), y si en masculino I Par. 1, 24-27).
el vernos libres del diablo o del maligno (cf. La primera dificultad contra la objetividad
Mt. 13, 19.38; I Jn. 5, 18-19). de estas listas es la discordancia cronológica
El Amén del texto latino (que falta en el entre los textos masotérico (TM), Samaritano
griego) es una añadidura introducida en la (Sam.) y griego (LXX) desde Adán hasta el di­
Vulgata por el uso litúrgico. luvio; TM 1656 años, Sam. 1307, LXX 2262;
Así entendida la oración dominical, es un desde el diluvio hasta Abraham: TM 390 años,
«compendio de celestial doctrina» (San Ci­ Sam. 1040, LXX 2262; y, sobre todo, la enor­
priano, De orat. dominica: PL 4, 535-562) y me desproporción entre los datos de la Biblia
una síntesis o «breviario de todo el Evangelio» y los de la ciencia paleontológica (desde 50.000
(Tertuliano, De orat.; PL 1, 1255); oración hasta 200.000 años) relativos a la edad del gé­
por excelencia del cristianismo, modelo de toda nero humano.
oración. [F. P.] Una segunda dificultad es la longevidad de
BIBL. — S. A gustín , Sernt. de monte II 15-17; los patriarcas, que alcanza un máximo de 969
•V. N. D el G iudíce , 11 P. .V. commentato da¡ SS. años con Matusalén para disminuir sin regu­
Podrí..., Roma 1934; ). B. F rey, Le Pater est-il juif
on chrétien? en RB, 1915, 556-563; A. H arnack, Die laridad al acercarse a la edad histórica, y que
Ursprungl. Gestalt des Vaterunsers, en Sitzungber. der es notablemente inferior á la propuesta en
konigl. preuss. Akádemie der Wiss. Berlín 1904, p.
202-208; J. P. V an K asteren, Was Jesús predigte. las listas de los reyes súmeros antediluvianos
Eine Erkldrutig des Vaterunsers, Friburgo, en Br. y posdiluvianos, los cuales no tienen relación
1920; J. H ensler, Das Vaterunser, text-und literarkrí- con las listas bíblicas, ni por su carácter, ni
tische Untersuchungen, en Nent. Abhandl. IV, 5,
Miinster 1914; H. L eclerq. Oraison dominicale-DACL, por sus nombres, ni tampoco por el número
XII col. 2244-2255; G. D almann. Die Worte Jesu, de años.
2 ed., Leipzig 1930, p. 283 ss.
La solución de estas dificultades debe bus­
PATMOS. — v. Apocalipsis. carse en el género literario de la genealogía,
que no se propone un fin rigurosamente histó­
PATRIARCAS. — Descendientes de Adán has­ rico o cronológico sino más bien religioso y
ta Noé (patriarcas antediluvianos) y de Sem jurídico: la genealogía bíblica intenta docu­
hasta Teraj (patriarcas posdiluvianos). Llámase mentar la pertenencia de un individuo a un
también patriarcas a Abraham, Isaac. Jacob. determinado grupo, lo que es necesario de un
José (v. cada una de las voces). modo especial en una sociedad patriarcal, en
Los patriarcas antediluvianos son presenta­ la que el individuo no tiene determinados sus
dos en dos listas genealógicas: Gén. 4, 17-24 derechos sino en cuanto es descendiente de
(línea de Caín) y Gén. 5. 3-32 (línea de Set). un tronco genealógico determinado. En estas
La semejanza entre los nombres de ambas lis­ genealogías los términos engendrar -e hijo to­
tas (Enoc, Lamec, Jared, Matusalén) inclina man un significado amplio y significan un lazo
a algunos escritores a pronunciarse por una sola genealógico que puede ser incluso bastante
genealogía representada por dos tradiciones di­ lejano (como, por ejemplo, el Mesías es llama­
ferentes: la sacerdotal (Gén. 5. 3-32) y la ya- do hijo de David). Otro de los fines de la
veísta (Gén. 4, 17 ss.) (cf. R. de Vaux. op. cit). genealogía es el de recapitular un período
La genealogía de los seti tas (Gén. 5, 3-32) histórico sin pretensiones cronológicas (cf. las
anota para cada uno de los diez patriarcas la genealogías de I-II Par.). Además, con el
edad en que engendró a su sucesor, los suce­ fin de facilitar la transmisión oral de estas
sivos años de su vida, la suma total de los genealogías se recurre a menudo a una ejem-
años, la procreación de otros hijos e hijas y plificación sistemática (cf. Mi. 1, 17), omitien­
la muerte, a excepción de la de Enoc. La do eslabones intermedios (cf. Mt. 1, 8 y II Re.
genealogía de los cainitas (Gén. 4, 17-24) pre­ 9, 16; 11, 2-21 ; 14, 1).
senta a los patriarcas como iniciadores de una Las genealogías de los patriarcas llenan los
PAZ 452

intervalos de tiempo que median entre la crea­ PAZ. — El sentido fundamental del hebreo
ción y el diluvio y entre el diluvio y Abraham, Sáióm, que suele traducirse por paz, es el de
con lo cual nos confirman cómo es legítima la «bienestar», con diferentes matices: sanidad
•creencia de que Israel desciende de Adán por («Visitarás a tus hermanos para informarte
rama de Set-Noé-Sem-Teraj-Abraham, y cómo acerca de su sáióm», I Sam. 17, 18; cf. Is. 38,
es legítimo su derecho a las promesas divinas 17), seguridad («Rogar la sáióm de Jerusalén:
que se les fueron comunicando progresiva­ vivan en seguridad los que te aman»; Sal. 122,
mente. 6 ss.; Jer. 29, 7), incolumidad («despedir a un
La historicidad de algunos nombres de la enemigo en sálónn, II Sam. 3, 21.23), pros­
genealogía de los semitas (Sarug, Teraj) está peridad («La sáióm sea contigo, con tu casa y
comprobada con la aparición de tales nom­ con cuanto tienes», I Sam. 25, 6), buen éxito
bres en la Mesopotamia del norte, cuna de los («La sáióm de la guerra», II Sam. 11, 7; cf. 18,
antepasados^ de Abraham _(R. De _Vaux, . art.. 28). ,Por._ eso. se . comienzan-las cartas conHa
cit. : Ñ. Schneider, art .cit. expresión de «A él la sáióm en su totalidad»
La cultura patriarcal (Gén. 1-11), bajo el (Esdr. 5, 7), o también: «Que vuestra sáióm
aspecto intelectual y religioso, está de acuerdo se multiplique» (Dan. 3, 31 ; cf. Cartas de La-
con la que se nos da a conocer a través de la quis y de Elefantina). La fórmula de saludo
etnología respecto de los pueblos nómadas de­ es asálóm a ti» (Jae. 19, 20), y la de despedida
dicados a la cría de ganados (entre los cuales «Vete en sáióm» (I Sam. 1, 17). Lo contrario
los semitas), en cuanto se caracterizan por su de la sáióm es, pues, el mal en general (Is. 45,
elevado grado intelectual y moral (monoteís­ 7), y sólo secundariamente la guerra y las con­
mo, monogamia, ausencia de sacrificios de víc­ tiendas en especial (Eclo. 3, 8), ya que la idea
timas humanas, concepto de Providencia). Pero de bienestar las excluye; si dos personas o
hay desacuerdo entre ellas en el aspecto técni­ dos pueblos están concordes, «hay iálóm entre
co: mientras que la cultura conocida por la ellos» (Jue. 4, 17; I Sam. 7, 14); uno de quien
ciencia presenta alternativas y variaciones en no hay nada que temer es «el hombre de mi
el tiempo y en el espacio (paleolítico, mesolí- sáióm» (Sal. 41, 10). Esta sáióm es un don de
tico y neolítico con sus subdivisiones), donde Dios '(Is: 45, 7 ; Job. 25, 2; Sal. 147, 14); lo
aparecen y desaparecen por completo numero­ merece el justo (Is. 32, 17; Sal. 119, 165;
sos tipos y razas, la cultura patriarcal se pre­ Prov. 3, 2); el pecado es el enemigo de la
senta muy simplificada y unitaria, y casi toda Sáióm (Is. 48, 18); ya que no hay sáióm para
ella reducible al ambiente neolítico (agricultu­ los impíos (Is. 48, 22).
ra; Adán y Caín, Gén. 2, 15; 3, 17-18; cría Mediante la actuación del Mesías se dará un
de ganados; Abel, Gén. 9, 20), en el marco geo­ restablecimiento de la sáióm en toda la huma­
gráfico de Mesopotamia y Palestina con una nidad, que se perdió por el pecado (Is. 53, 5 ;
duración del género humano increíblemente 57, 19): el pacto mesiánico será esencialmente
breve (v. Génesis). «un pacto de salóme (Is. 54, 10), de Sáióm
El aspecto neolítico de la prehistoria bíblica abundante (Sal. 72, 3.7, sin fin (Is. 9, 7), y él
es interpretado como una proyección de la Mesías será «principe de sáióm» (Is. 9, 6), y
cultura neolítica contenida en las fuentes más hasta la misma Sáióm (Mi. 5, 5); y Dios «ha­
antiguas utilizadas por el autor (P. Heinisch, blará de sáióm» incluso a los gentiles (Zac.
op. cit.; G. Castellino, op. cit.). La noticia de 9, 19).
la elaboración metalúrgica de los cainitas (Gén. En el Nuevo Testamento se emplea el tér­
4, 22) parece ser una añadidura del autor o mino elp})vT]y que para los griegos equivalía a
de un glosador (A. Bea, art. cit.). [A. R.] tranquilidad pública, inmune de reyertas, con­
cordia entre las naciones por la ausencia de
BIBL. — J. P ritchard, Audent Near Eastern guerras (así también en Mt. 10, 34; Act. 12,
Texta reiating to the O. T., Princeton 1950. p. 265 s .:
lisias súmeras regias; J. de F raine, en VD, 25 (1947) 40; Ap. 6, 4). Pero habitualmente se traduce
43-53; P. Heinisch, Problemi di storia primordiale por eipijv»; el conjunto de significados de sáióm
bíblica, trad, it. Brescia 1950, pp. 119-32; 177-96;
E. G aldiah-G. Piazza, Pagine difficili del V. T., (respecto del bienestar en general cf. las fór­
Génova 1951, pp. 163-68; B. C ouroyer, en RB, 58 mulas de despedida: Act. 15, 33; 16, 36;
(1951) 75-91; R. D e V aux, La Génese (La Bible de
Jérusalcm), París 1951; Id., Les Patriarches hébreux I Cor. 16, 11), con absoluta preponderancia
et les découvertes modernes, en RB, 53 (1946) 321- del sentido mesiánico, entendido de ese bien
368; 55 (1948) 321-368; 56 (1949) 5-36; N. Schneider. de orden sobrenatural que el Mesías Jesús ha
en Bíblica, 33 (1952) 516-22; A. Bea, Praehistoria et
exegesis libri Genesis, en VD, 17 (1937) 344-47. 360- realizado en la tierra y en el cielo (Le. 2, 14;
6; 18 (1938) 14-20; G. C astellino, en Questioni bi- 19, 38), quitando para siempre toda enemistad
blichc alia luce ríell’enc. «Divino afflante Spiritu»,
Roma 1949, pp. 31-61. entre Dios y los hombres («Justificados, pues,
453 PECADO

por la fe, tengamos paz con Dios», Rom. 5, 1), giosa, Yavé castigó con no menos rigor las
entre los israelitas y los gentiles (Ef. 2, 14), me­ culpas morales de sus fieles, sin distinguir las
reciéndonos toda clase de bienes celestiales que le atañen personalmente de las que supo­
(Ef. 1, 3-14). Esta «paz», que Jesús dejó a sus nen algún daño al prójimo. Basta recordar el
Apóstoles (Jn. 14, 27), éstos la anuncian a to­ castigo del pecado de David (II Sam. 11-13.
dos (Mt. 10, 12 s.), la desean al comenzar cada 16.18).
una de sus epístolas, juntamente con la «gra­ En los Salmos, principalmente en los más
cia» de Dios (1 Tes. 1, 1 ; Rom. 1, 7; I Pe. 1, antiguos, se canta frecuentemente la suprema
2, etc.), pues en ella consiste todo el «evange­ justicia de Yavé, como vengador de las culpas
lio» (Ef. 6 , 15). La paz «reina en los corazo­ morales (cf. Sal. 4, 3.5.6), que son presentadas
nes» de todos los cristianos (Col. 3, 15), y es así, por ejemplo, en el Sal. 7, 4 s. «Si hay cri­
una. dulce, certeza-de salvación, fuente de gozo men en mis manos, si pagué con mal a quien
interior que puede ir continuamente en aumen­ estaba en paz conmigo, si aun al enemigo le
to (Rom. 15, 13). [G. B.] despojé sin razón, que persiga el enemigo mi
alma... etc.» Los Salmos se pronuncian fre­
BIBL. — G. von R ad-F oester, en ThWNT, II,
pp. 398-418; L. C erfaux, Le Christ dans la théologie cuentemente contra la soberbia del impío, con­
de s. Paul, París 1951, p. 110 s .; J. Bonsirven-, II tra las asechanzas puestas al justo y al afligi­
Vangelo di Paolo, Roma 1951; p. 308; * J. Prado, do, contra la desvergonzada injusticia del ini­
La paz del reino mesiánico, CB, 1951; M. Balagué,
¿Dónde está la paz de Cristo? CB, 1952; S. del Pá­ cuo, contra la boca de la que brota la maldi­
ramo, La paz de Cristo en el N. T., EslE, 1953. ción y el engaño. «Júzgame, Señor... Tú con­
firmas al justo, Tú que eres justo y escudriña­
PECADO. — Ya los babilonios consideraban dor del corazón y de los riñones... Justo Juez»
al pecado como algo que aes más que una (Sal. 7, 7-12; Sal. 10, etc.).
simple impureza ritual: es una infracción de En el Sal. 51 tenemos una prueba indiscuti­
esa ley moral que debería regular las relaciones ble de una vida interior elevadísima: «Crea
entre los hombres y los dioses, y entre lo’s en mí ¡oh Dios! un corazón puro, renueva
hombres y sus hermanos» (Dhorme). dentro de mí un espíritu recto; dame un espí­
Para los egipcios, véase en el c. 125 del Libro ritu nuevo que.sea estable.» El salmista ruega;
de los muertos, la llamada «confesión nega­ a Dios que le purifique de sus culpas y, ante-
tiva», como índice elocuentísimo de su senti­ el temor de la recaída, le suplica que obre en
miento moral (L. Speleers), que corresponde a él una transformación radical, que equivale a
cuanto nos muestra la etnografía sobre el ele­ una creación (Van Imschoot).
vado concepto de moral entre los pueblos pri­ Pero no tenemos más que recordar la misma
mitivos (Cathrein, Schmidt). carta constitucional del yaveísmo, el Decálo­
En el Antiguo Testamento sobresale la supe­ go (v.), cuyo valor religioso y moral todos tie­
rioridad incomparable de la doctrina moral del nen que reconocer. Todos los escritos proféticos
yaveísmo por encima de la de todas las otras y didácticos tienen constantes referencias al
religiones del Antiguo Oriente. primer precepto del monoteísmo y a los otros
Si extendemos el concepto de culpa, tanto si nueve preceptos morales.
se trata de las relaciones de la colectividad El pecado debe ser expiado; lo exige la jus­
con Yavé, como si nos referimos a las del ticia de Dios, tanto por parte de la nación
israelita como individuo, el pecado es siempre como por cada individuo; y la pena, aun
una transgresión de un dato positivo de la ley cuando se manifiesta aquí abajo, trasciende a
religiosa. El concepto de pecado y de castigo la vida presente. «Muerte (v.) y vida, según
es adecuado al purísimo concepto de la justicia puede comprobarse especialmente en Ez. 18,
absoluta de Yavé; infracción moral con plena están en relación con la conducta moral de
responsabilidad del culpable. cada uno. Mas la misericordia de Dios espera :
Los mismos términos empleados para signi­ «No quiero la muerte del pecador, sino que
ficar el pecado parecen suponer y confirmar se convierta y viva»; y el hombre puede pasar
tal noción; háta3, más genérico = «pecado», del pecado a la justicia, lo mismo que de la
«culpa», es cualquier acción que se sale del justicia a la iniquidad; Dios ajusta su sanción
recto camino, que no es según la regla del a la conducta del hombre.
bien; es errar en el propósito, no dar en el El pecado es, pues, fuente de todo dolor,
blanco; pesa3 = «infracción», deshacer, rom­ de desgracias: sólo la justicia o sabiduría
per una barrera; 3awón = «delito», «viola­ (práctica de los preceptos morales o de la reli­
ción», obrar torcidamente (Bonsirven). gión) es fuente de nuestra alegría y de todo
Además’ de las transgresiones de la ley reli­ bien, como inculcan con frecuencia los libros
PECADO original 454

sapienciales (desde los Salmos a los Prov. 10, 6; 15, 24; Le. 19, 9.10; Jn. 10, 9; 12,
Ecl., Sab.). 47, etc.). Es cordero que quita el pecado del
Entre las múltiples distinciones del pecado, mundo (Jn. 1, 19.33).
de pensamiento, de palabra, de obra, de acción No hay página en que tan profunda y ade­
y de omisión (cf. el pecado de Helí, 1 Sam. cuadamente como en la parábola del hijo pró­
3, 13), el A. T. pone también la de los pecados digo (Le. 15, 11-32) se presente, por una parte
cometidos por error e involuntariamente con­ la sicología del pecador, los caminos y los
tra alguno de los preceptos de Yavé, haciendo efectos del pecado en nosotros, y por otra el
alguna cosa prohibida, y pecados cometidos acceso a la vuelta, al arrepentimiento, la ac­
acón mano altiva» (cf. Núm. 15, 30 s.), es de­ ción, la respuesta de Dios. «Será en el cielo
cir, pecados audaces y escandalosos que ata­ mayor la alegría por un pecador que haga
can directamente a la autoridad divina. El pe­ penitencia que por noventa y nueve justos que
cado por error, involuntario, comprende el no necesitan penitencia» (Le. 15.^7,L_________
vasto^campo- de- las culpas más o menos gra- La primera condición para alcanzar el per­
ves, más o menos voluntarias, que tienen su dón es el reconocimiento de la propia mise­
fuente en la humana flaqueza. Por ellos se ria (Le. 18, 13 s.), la propia indignidad; el
ofrecía el sacrificio de expiación (Vulg. «pro deseo de una nueva vida, el amor (Le. 7, 42.47-
pecato»): Lev. 4, 1-5, 13; mas por los ante­ 50). Jesús ha encomendado y comunicado a
riores estaba establecida lax pena de muerte los Apóstoles, a la Iglesia, su sentido de mi­
(Dt. 13, 6; 22, 21-24 etc.). sericordia y el poder de perdonar los pecados
Cuatro pecados «claman venganza en pre­ (Jn. 20, 22 s.). Incluso en el bautizado queda
sencia de Dios»: el homicidio (Gén. 4, 10; el estímulo al pecado en la concupiscencia, en
Éx. 20, 10); el pecado de sodomía (Gén. 18, los malos instintos de nuestra carne que nos
20; Lev. 18, 22); la opresión de los pobres, llevan a la muerte eterna. De ahí la necesidad
de las viudas, de los huérfanos (Éx. 22, 21 ss. de la mortificación, de la oración (Rom. 7;
25); el defraudar el justo salario (Di. 24, 14; Gá¡. 5, 16-6, 10; I Cor. 9-10; Le. 13, 5;
Lev. 19, 13; cf. Sant. 5, 4). I Cor. 9, 27 «castigo mi cuerpo y lo esclavizo,
En el Nuevo Testamento se emplea el rico no sea que, habiendo sido heraldo para los
vocabulario de la versión griega del A. T. para otros, resulte yo descalificado» ; Mt. 26, 41;
significar el pecado: violación de la ley, impu­ Le. 21, 36; I Tes. 5, 17 «orad sin cesar»).
reza, impiedad, error, desobediencia, transgre­ [F. S.]
sión, frustrar el fin (diez términos, avopia, BIBL. — V. ¿ uaprt'a. en ThWNT, I. pp. 267-336;
áo-épeia, itapápacn^ ápapría, etc.). Este últi­ Ibid., III, pp. 302-311 ; P. H hinisch, Teología del
mo término es el más frecuente, cf. el hebr. Vecchío Testamento (trad. ii.), Torino 1950. pp. 273-
94: J. Guillet, Thcmes Bibli ques, París 1951, pp. 94-
hátá: en el plural indica los pecados perso­ 129. 141-49. 151-58; L. C erfaux. Le Christ dans la
nales ; en el singular expresa frecuenlísimamente théologie de s. Paul, ibid, 1951, pp. 105-117; J. Bon-
sirven. Teología del N. T. (trad. it.), Torino 1952.
ora el poder del pecado, ora la noción genérica pp. 54-59; Id .. 11 Vangelo di Paolo, Roma 1951,
del mismo. pp. 113 ss. 121-28; F. Spadafora, Collettivismo e
De estos términos se deduce la definición del individualismo nel V. T., Rovigo 1953, pp. 331 s.
347-50. 94 s. 222-30. * F. A sensio, El primer pecado
pecado: falta contra Dios (contra su voluntad), en el relato del Génesis, EstB, 1950; J. PÉREZ de
U rdel, Leyendo la Biblia. El pecado dé nuestros pri­
que produce una deuda y provoca la ira divi­ meros padres, Cons, 1953.
na. Jesús precisa diciendo que eá pecado pro­
cede del corazón, es decir, de la facultad espi­ PECADO original. — Es la privación de la
ritual del hombre, sede de sus pensamientos, gracia o la carencia de la amistad de Dios
de sus deseos, fuente de sus decisiones cons­ en todo hombre al nacer, como consecuen­
cientes (Mt. 15, 10-20; Me. 7, 14-23). Pero cia del pecado de nuestros primeros padres.
advierte que es Satanás el autor del pecado Lo mismo que un capitán, desheredado por
(Jn. 8, 41.44: Me. 1, 13; 8, 33). rebelión contra su rey, perdería el título y
La liberación del pecado es obra exclusiva la dignidad para sí y para su posteridad, de
del Redentor; sólo él puede hacerlo (v. Ro­ igual modo Adán al pecar perdió todos los
manos, epístola a los) y lo hizo (Rom. 6, etc.), dones sobrenaturales y preternaturales que ha­
rescatándonos con su muerte (Mt. 20, 28; «El bía recibido. Desde entonces transmitirá a sus
Hijo del hombre no ha venido a ser servido, hijos, a toda la humanidad, la vida física ín­
sino a servir y dar su vida para rescate de to­ tegra, naturalmente perfecta, pero sin la gra­
dos» ; cf. Flp. 2, 5-1: I Cor. 6, 20; 7, 23; cia y los demás dones, y, por encima de esto,
Rom. 3, 24 s., etc.). Vino a traer la salvación con las malas inclinaciones que irán en au­
a todos cuantos se habían perdido (Mi. 9, 13; mento con los pecados (v. Adán).
455 PECTORAL

El Antiguo Testamento es explícito al pre­ Ley divina se efectuó con Moisés, pues la Ley
sentar la muerte (v.) como la pena más ex­ natural, grabada en los corazones, no estaba
presiva del pecado original (Eclo. 25, 23; Sab. suficientemente clara y determinada en cuanto
2, 23 s .: Dios creó al hombre para la inmor­ a sus prescripciones y sanciones. Además, ha­
talidad... ; por la envidia del diablo entró en bían muerto igualmente muchos hombres que
el mundo la muerte, como lo experimentan los no eran culpables de pecados personales. Por
de su partido). No se trata de la muerte física consiguiente, su muerte, que llevaba consigo
como tal, sino y principalmente como separa­ la separación de Dios, no puede explicarse sino
ción completa de Dios, con la bajada del alma por la solidaridad con Adán en la pena e inclu­
al se’ól, lejos de Él, separación que sólo será so en la culpa que habían heredado. Así lo
definitiva para los malos. El Antiguo Testa­ dice expresamente el v. 19: «Por la desobe­
mento afirma la idea general de un cambio diencia de uno se hicieron todos los otros pe-
sufrido por la humanidad_en_sus_xelacion.es- _cadores,_y_así_también—por—la—obediencia - de
con Dios; la expulsión del Paraíso decide la Cristo todos serán hechos justos.»
muerte del género humano. Habla de penas Todos, pues, pecaron en Adán, por más que
hereditarias: padecimientos, concupiscencia no se halle tal expresión en el texto. El de la
(v.). Sal. 51 (50), 7; 56 (53); Job. 13, 25 s .; Vulgata: in quo omnes pecaverunt, puede in­
14, 4 suponen un estado de corrupción original, terpretarse «porque todos pecaron»; y, efecti­
de miseria moral congénita. Pero no se halla vamente, el griego </>0’w es solamente causal
en todo el Antiguo Testamento ni en la lite­ (II Cor. 5, 4, etc.). San Pablo no dice cómo
ratura judaica la afirmación, siquiera implícita, se realizó esta infección: sólo pone el princi­
de que todo hombre nace en estado de ene­ pio; y en realidad no es el pecado original el
mistad con Dios. Tal doctrina es enseñada ex­ objeto directo de su argumentación. Ni tam­
plícitamente por San Pablo (Rom. 5, 12-21). poco habla de él en otra parte; en Ef. 2, 3
Para demostrar la universalidad y la eficacia éramos por natura (<pvcrei), igual que los otros,
. de la redención de Cristo, única fuente de vida, sujetos a la ira», se trata de los pecados actua­
establece el Apóstol un paralelismo entre la les, inherentes al hombre privado de la gra­
obra de Adán pecador, cabeza e iniciador de cia (oj-uo-ei).
la humanidad decaída (Gén., Eclo., Sab.), y la La Redención destruye el pecado, comunica
obra de Cristo, el antitipo, cabeza y fundador fuerza para vencer la concupiscencia que per­
de la humanidad rescatada. Se contraponen dos manece (Rom. 7), y triunfará definitivamente
relaciones de solidaridad eficaz: Adán y todos sobre la muerte con la resurrección final de los
los hombres; Cristo y todos los hombres. La cuerpos (Rom. 8). [F. S.]
primera establece el reino del pecado y de la BIBL. — F. Spadafora, en Ene. Catt. It.; J. M.
muerte; la segunda el de la gracia y de la L agranoe, Epítre aux Romalns, París 1931, pp. 104-
18; J. Bonsiryen, Jl Vangelo di Paolo, Roma 1951,
vida. «Así por un sólo hombre entró el pecado pp. 113-28; T h. M aertens, La mort a régné depuis
en el mundo, y por el pecado la muerte, y así Adam (Gén. 2. 4-3, 24), Bruges 1951; S. L yonnet.
la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto Le péché orígifiel et l'exégése de Rom. 5, 12-14, en
RScR, 44 (1956) 63-84.
todos habían pecado». El pecado queda pers<\
niñeado: es una potencia maléfica que tiene PECAJ. — v. Israel (Reino de) .
esclavo al hombre contra Dios (cf. Rom. 6-7).
Entra en el mundo ( = en las conciencias) por PECA!YA. — v. Israel (Reino de).
la rebelión de Adán, y por el pecado la muerte,
y no ya sólo muerte física, sino completa PECTORAL. — Probablemente de origen egip­
separación de Dios (Sab. 2, 23 s.), con todas cio, por el nombre y por el uso (hebr. ho§en;
las consecuencias físicas y morales. San Pablo LXX: Aóytovj AoyeTov, que significa oráculo
pasa a Eva por alto, porque la cabeza de la o lo que forma parte de é l; Vulgata: rationale
humanidad es Adán y quiere oponerlo a o rationale iudicii, según la forma plena hebrea
Cristo. hósen [rationale] ham-mispat [iudicii]), porque
La muerte reina porque todos han pecado. lo llevaba el Sumo Sacerdote pendiente sobre el
No se aplica una pena sino después de que pecho cuando entraba en el santuario y cuan­
se ha amenazado con ella, explica San Pa­ do tenía que decidir sobre asuntos de gran
blo en los versículos 13 ss. Por lo mismo, monta. Era un tejido finamente bordado, cua­
si no es de Adán, no puede decirse que la dranglar (de arriba abajo como las bolsas de
muerte sea impuesta por los pecados perso­ nuestros cálices, con el engarce simétrico de
nales, ya que no existe orden divina sobre doce piedras preciosas de colores diferentes y
el caso. La promulgación auténtica de la dispuestas del modo siguiente: primera fila:
PEDRO apóstol 456

esmeralda, topacio, rojo claro; segunda fila: con Santiago y con Juan entre los predilectos
agua marina, zafiro, carbúnculo; tercera fila: de Jesús, como testigo de hechos extraordina­
amatista, ágata, jacinto; última: diaspro, ala­ rios (Me. 5, 37; 9, 2; 14, 33). Incluso en ese
bastro, crisólito. Cada una llevaba grabado uno reducido grupo es tratado Pedro con especial
de los nombres de las doce tribus (Ex. 28, atención por Jesús, que gustaba de ser su hués­
15 ss.). ped en Cafarnaúm (Me. 1, 29; 2, 1; 3, 20;
Había de ser del mismo tejido que el super- 9, 32 ss.), de servirse de su barca para instruir
humeral (cf. efod; Ex. 28, 15; 39, 8-21; Lev. a las turbas (Le. 5, 3). Tales señales de distin­
8, 8). Cada una de sus cuatro esquinas debía ción se multiplican hacia el fin de la vida de
estar provista de un anillo con la correspon­ Jesús (Mt, 17, 24-27; Le. 22, 8-13; Jn. 13, 6-
diente cadenilla, y cuando se le colocaba so­ 10) e inmediatamente después de la resurrec­
bre el pecho a manera de bolsa, las cadenillas ción (1 Cor. 15, 5; Me. 16, 7). Pero de un mo­
se ensartaban por la parte superior en las he­ do especial se muestra la preeminencia de Pe­
billas del efod; la parte inferior se aseguraba dro por voluntad expresa de Jesús que le en­
con cintas de jacinto. En el centro, en la parte comienda un cometido fundamental en la di­
interior y doblada se colocaban los Tummim y rección de su iglesia (M t. 16, 17-19), y tal
los Urim (Ex. 28, 30), que tal vez fuesen otras promesa es confirmada y explicada después de
dos piedras preciosas, por donde, al parecer, la resurrección (Jn. 21, 15-19), para que no que­
se obtenían las divinas respuestas, lo cual ex­ dara duda alguna sobre las posibles conse­
plicaría la traducción de los L X X ; Aoyelov cuencias que pudieran surgir en contra con mo­
= oráculo, respuesta. tivo de la triple negación en el atrio del Sumo
El Sumo Sacerdote no podía entrar en el Sacerdote (Me. 14, 66-72).
santuario sino después de haber puesto así Inmediatamente después de la ascensión Pe­
sobre el corazón los nombres de las doce tri­ dro ocupa sin discusión el primer puesto entre
bus de Israel (Ex. 28, 15; 39, 8-21; Lev. 8, los Apóstoles. Preside la elección, de Matías
8) para mostrar que Dios era el soberano Señor (Act. 1, 15-26) y habla en nombre de todos
a quien todo el pueblo se consagraba y de así ante el pueblo en el día de Pentecostés
quien esperaba los divinos oráculos. [A.. R.] (Jbíd. 2, 14-40) como ante el Sanedrín (3, 1-4,
BIBL. — F. X. K ortleitner. Archaetogia Bíblica. 12-26; 4, 8-12; 5, 29-32); él es quien condena
Innsbruck 1917, p. 197 s.; D r. G abriel, Untersuchun- a Ananías y a su mujer Safira (5, 1-11) y a
gen iiber altiestamentUche Hohepríestertum, Viena 1933,
pp. 71-90. Simón Mago (8, 20-24), quien interviene en
la nueva misión de Samaria (8, 14), y quien
PEDRO apóstol. — Uno de los que prime­ acoge oficialmente a Cornelio en la Iglesia
ro siguieron a Jesús, y jefe del colegio apos­ (10, .1 ss.). Su posición preeminente aparece
tólico. El nombre de Pedro le fué impuesto por más claramente aún en el propósito de He­
Jesús (Jn. 42), en vez del de Simón o Simeón rodes Agripa, que con la eliminación de Pedro
con que se había llamado al nacer. En el fa­ entiende infligir un golpe mortal a la Iglesia
moso texto de Mt. 16, 17 se le llama hijo de que estaba preocupada por el riesgo del pri­
Jonás (cf. Jn. 1, 42; 21, 15-17). Era oriundo mero de los Apóstoles (12, 5). En la asamblea
de Betsaida Julia, al nordeste del lago de Ge- de Jerusalén aparece Pedro en la misma pre­
nesaret. Consta que Pedro era casado (cf. Mt. eminencia (15, 7-11), que en manera alguna se
8, 14), mas como no se habla nunca de su mu­ niega, antes bien se confirma con el conocido
jer en las fuentes auténticas, puede pensarse incidente de Antioquía con Pablo (Gal. 2,
que ya había muerto antes de la primera en­ 11-14).
trevista de Pedro con Jesús. En los Evangelios La precedencia que se da a los hechos que
brillan la adhesión de Pedro a Jesús, su ge­ atañen a Pedro en los Actos desaparece de im­
nerosidad, su prontitud para intervenir y su proviso en Act. 12, 17 —estamos hacia los
impetuosidad, pero resallan igualmente sus de­ años 42-43—, porque Lucas abandona a su per­
fectos. Hay que excluir de el toda preparación sonaje principal para sustituirlo por Pablo, el
intelectual (cf. Áct. 4, 13). apóstol de los gentiles, y sólo mencionará a
Habiendo sido antes discípulo de Juan Bau­ Pedro en la breve perícope sobre el Concilio
tista, según grandes probabilidades, Pedro tuvo de los Apóstoles.
saludables contactos con Jesús (Jn. 1, 40 ss.; Por los otros escritos neotestamentarios
3, 2-12), hasta que, terminada la pesca mila­ consta evidentemente la presencia —pasajera,
grosa, lo abandonó todo para seguir con su sin duda— de Pedro en Antioquía (Gál. 2,
hermano Andrés al Maestro (Le. 5, 11; Me. 11-14); no con tanta claridad se puede dedu­
1, 18; M t. 4, 22). Aparece de repente junto cir de la I Pe. (5, 13) la presencia del Apóstol
457 PEDRO apóstol

en Roma = Babilonia. Tampoco es apodictica taron en Corinto, de donde fueron llevados a


la prueba deducida de I Cor. I, 12; 3, 22 en Roma y sufrieron juntos el martirio. Tal con­
favor de un ministerio de Pedro en Corinto, temporaneidad, excluida ya por Prudencio (Pe-
si bien no puede negarse con seguridad. ristephanum XII, 5-6), que habla de un inter­
La venida de Pedro a Roma en los primeros valo de un año, es negada por muchos mo­
años del imperio de Claudio (41-54 desp. de dernos. Generalmente, hay la tendencia a po­
J. C.) no está respaldada por una verdadera ner el martirio de Pedro el 64, tiempo de la
tradición, si bien se aducen algunos nombres feroz persecución neroniana después del incen­
más recientes que, a semejanza de Jerónimo y dio de Roma, y a dejar para el año 67 el
Orosio, se hacen eco de la determinación de martirio de Pablo.
Eusebio que en la Crónica habla del segundo El sepulcro en el Vaticano está refrendado
año de Claudio, pero en otra parte (Hist. eccl. por una tradición antiquísima, así. literaria como
II, 14, 6; 17, 1) se expresa de un modo muy arqueológica. Entre todos los testimonios es de
genérico, y en la misma Crónica, en la traduc­ primerísimo orden el del presbítero Gayo del
ción armenia, ofrece una fecha muy diferente s. ii (Eusebio, Op. cit. 25, 7) que habla de un
(tercer año de Caligula, o sea 39-40 desp. de trofeo erigido sobre la tumba del Apóstol, iden­
J. C.). El mismo famoso fragmento de Suetonio tificado, seguramente, en las excavaciones de
(Divus Claudius 25, 4), sobre Claudio, que pro­ 1940-1950 bajo la confesión de la Basílica Va­
mulgó un edicto contra los judíos, al parecer en ticana.
el año 49, porque estaban continuamente en La tradición nos ha trasmitido dos epístolas
tumultos polémicos con los cristianos, tampo­ con el nombre del príncipe de los Apóstoles.
co puede arrogarse un valor apodictico sobre I Pedro. No se ve clara su división lógica,
si Pedro se hallaba entonces en Roma o no. dado su carácter eminentemente parenético, en
Puede considerarse como necesaria la pre­ razón del cual a menudo se suceden los dife­
sencia de Pedro en Roma antes de la composi­ rentes pensamientos sin trabazón, a lo que se
ción de la epístola a los Romanos (57), si se añade la repetición de ideas básicas. Además
tiene en cuenta el desarrollo del cristianismo de un exordio (1, .1-12) y un epílogo (5, 12-14),
del que informa Rom. 1, 15, poco explicable pueden señalarse tres secciones en las cuales
sin la actividad de algún misionero de primer predominan, respectivamente, consejos y ex­
orden, excluido San Pablo (Ibíd. 15, 20-24). hortaciones de carácter general (1, 13-2, 10),
Con todo, es poco probable la presencia del apremiantes avisos con referencias constantes
Apóstol durante la composición de la epís­ a la situación de los destinatarios (12, 11-4, 6),
tola, por razón de la omisión de los saludos pa­ y normas pertinentes de un modo especial a la
ra él en la larga lista de las personas a quie­ vida social y a la organización eclesiástica
nes quería saludar. Parece que también debe (4, 7-5, 11).
.excluirse su presencia en Roma, durante el en­ Este escrito pretende ante todo exhortar y
carcelamiento (61-63) de Pablo, pues de otra testificar (5, 12), es decir, consolar a los lec­
suerte no sería explicable un silencio tan ab­ tores que se encuentran entre graves dificulta­
soluto en el relato de los Actos y en las epís­ des, recordando cuando la ocasión se presenta,
tolas de la cautividad. pero a menudo, los principios doctrinales de or­
Aun admitiendo como segurísimo —según lo den sobrenatural que justifican y exigen la
reconocen en número siempre creciente incluso línea de conducta propuesta. Adviértense refe­
escritores acatólicos— el que Pedro viniese a rencias trinitarias (1, 1-3 ; 4, 14) y cristológi-
Roma y aquí muriese, hay que reconocer que cas (1, 2.18-21; 2, 3.13.22; etc.). Se insiste
los documentos de que disponemos no nos particularmente en la doctrina de la salvación.
permiten suponer una estancia continuada du­ Nótanse elementos eclesiológicos (3, 20 s.) y
rante un largo período. Pero es posible que escatológicos (1, 4.13.17; 2, 11; 4, 5.7; 5, 6.8).
aquí estuviese en breves estancias, separadas Entre las partes doctrinales es digna de notarse
por intervalos más o menos largos, debidos a la descripción del profetismo (1, 11 s.), consi­
exigencias misioneras. Lo único cierto es que derado como cansina del Espíritu Santo.
el Apóstol vió cumplirse en Roma la profecía Los destinatarios de la epístola son los fieles
que le había hecho Jesús (Jn. 21, 18-19). del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia
En torno al año de la muerte reina la misma (Ibíd. 1, 1), los más de ellos procedentes del
incertidumbre, aun estando fuera de duda que paganismo (cf. 1, 14; 3, 6; 4, 3), evangelizados
Pedro cayó víctima de la persecución neronia­ en parte por San Pablo y sus colaboradores
na. Según San Dionisio de Corinto (cf. Euse­ (Asia y Galacia), y en parte por judíos o pro­
bio, Hist. eccl. II, 25, 8), Pedro y Pablo se jun­ sélitos convertidos el día de Pentecostés (Act.
PEDRO apóstol 458

2, 9) o también por misioneros más calificados, lee una exhortación un tanto genérica a la san­
sin que nos haya sido dado conocer el mo­ tidad de vida (1,3-21). Insiste en la perseve­
do. El tono del escrito parece excluir la evan- rancia en la fe recordando la dignidad del
gelización directa de Pedro. Las múltiples alu­ cristiano, llamado a un perfecto conocimiento
siones a padecimientos y pruebas de todo gé­ de Dios y a la participación de la naturaleza
nero sufridas por los destinatarios: calumnias divina (1, 3 s.). Y a manera de corolario, el
(2, 12-15), insultos (4, 4), ha inducido a creer­ venerable anciano, que presiente como inmi­
los víctimas de Ja persecución neroniana; pero nente su fin (1, 12-15), recomienda la práctica
el examen hace pensar en las vejaciones y abu­ de la virtud (1,5-11) y recuerda las bases de sus
sos locales que no es más fácil identificar ac­ enseñanzas (1, 16-21). A continuación viene el
tualmente a causa de lo fragmentaria de la aviso de que se esté alerta contra los falsos
documentación que poseemos. doctores (2, 1-3), cuyos vicios se delatan
Ya los antiguos exegelas consideraron el es­ al par que se predice el tremendo castigo que
crito como compuesto en Roma fundándose en les espera (2, 1-22). Que los fieles conserven
la expresión metafórica de 5, .13 (Babilonia). las genuinas enseñanzas de los profetas y de
La fecha de la composición puede fijarse en los apóstoles respecto de la parusía (3, 1-13),
los años 63-64 con una notable verosimilitud. esperando con paciencia que se realicen los di­
El escrito no ofrece alusiones seguras a la gran vinos designios y preparándose conveniente­
persecución que se desencadenó después de mente para el juicio de Dios, sin dejarse sedu­
julio del 64. Por otra parte, la evangelización cir por doctrinas de falsos doctores. Ciérrase
de aquellas lejanas regiones presupone al me­ el escrito con una nueva exhortación a .la san­
nos la misión de Pablo en Éfeso (54-57). La tidad, recordando las epístolas paulinas, y una
mención de la presencia de Marcos (5, 13) breve doxología (3, 14-17).
favorece la hipótesis de que la epístola fué es­ No se trata de una obra dogmática. No
crita inmediatamente después de la libera­ obstante, hay en ella maravillosos temas doc­
ción de Pablo (cf. Col. 4, 10; Flm. 24). Una trinales. Baste recordar el que se refiere a
fecha anterior no parece posible, desde el mo­ la participación de la naturaleza divina (1, 4)
mento en que se descarta como improbable la y aquel otro sobre la inspiración de las Escri­
presencia de Pedro en Roma durante el pri­ turas (1, 19-21).
mer encarcelamiento de Pablo en Roma (61- No se nombran destinatarios, pero parece
63). lógico deducir del nombre del Apóstol y de la
La epístola fué escrita por medio de Silvano referencia de 3, 1 que se trata de los mismos
(5, 12), que aparece como compañero de Pa­ individuos que habían recibido ya la primera
blo con el nombre de Silas (cf. Act. 15, 22). La epístola de Pedro. El tema desarrollado pre­
forma literaria es digna, pero se mantiene siem­ supone un fondo algún tanto diferente pero
pre en el ámbito del lenguaje y del estilo del no contradictorio: se insiste en el peligro que
Nuevo Testamento. Se han notado múltiples y corren de naufragar en la fe a causa de la obra
considerables coincidencias con los discursos socavona de falsos doctores aureolados con
de Pablo que se exponen en los Actos. epítetos retumbantes. Desde este punto de vis­
La autenticidad de la epístola tiene la ga­ ta, el escrito viene a completar el cuadro, más
rantía de una tradición constante y antiquísima. bien pesimista, que pudiera reconstruirse con
No figura en el fragmento Muratoriano, pero las epístolas pastorales de Pablo, con el Apoca­
se debe muy probablemente a una corrupción lipsis, y de un modo especial con la epístola
del texto del catálogo. El examen intrínseco de Judas. Las numerosas alusiones a la activi­
no sólo la atribuye explícitamente a Pedro dad de los falsos doctores no justifican en ma­
Apóstol (1, 1), sino que contiene varias refe­ nera alguna la identificación de éstos con nin­
rencias biográficas de tal personaje (cf. 2, 6-8; guno de los diferentes sistemas de gnosticismo
3, 14; 5, 1.13). No puede esgrimirse el ar­ que aparecen en el s. n.
gumento de la elegancia lingüística contra la Han surgido graves dificultades acerca de la
autenticidad, porque tal elegancia es relativa y autenticidad de esta epístola, que niegan la ma­
no es posible discernir con seguridad lo que yoría de los exegetas acatólicos c incluso algún
puede atribuirse en este sentido a San Pedro católico. La tradición antigua se muestra inne­
de lo que sería efecto de la cultura de Silvano, gablemente insegura, lo mismo que respecto de
compañero de apostolado de Pablo y ciuda­ alguna de las otras epístolas católicas (v. Ca­
dano romano (Act. 16, 37). non). Mas el examen interno exige la autenti­
II Pedro. Tras un brevísimo exordio, que cidad en favor de Pedro (cf. 1, 1.13-18; 3,
contiene la dirección y los saludos (1, 1 s.), se 1.9.15), a no ser que se demuestre que se trata
459 PENTATEUCO

de una ficción o de un artificio literario. Son de debía hallarse el valle Sidim (Gén. 14, 3.
también muy de tenerse en cuenta las seme­ 8 . 10).
janzas estilísticas y lingüísticas con la I Pe. y Su emplazamiento en la parte septentrional,
con los discursos de la primera parte de los en Telleilat Ghassul, hoy queda excluido desde
Actos. el momento en que se atribuyen estas ruinas a
Es evidente la profunda semejanza que tiene la fase calculística (4000-3200 a. de J. C.), que
con la epístola de Judas (v.) — probablemente abunda en Palestina, y no al tiempo de Abra-
anterior —, con la cual coincide a menudo ham (1900 a. de J. C.).
hasta en la expresión verbal. Contra los reyes de la Pentápolis se coliga
Admitida la autenticidad en favor de San la fuerte cuadrilla de los cuatro reyes septen­
Pedro, se cree que el escrito fué compuesto en trionales (Gén. 14), que se proponía asegurar
Roma después que la I Pe. Los que ponen la el control de la gran vía comercial entre Siria
muerte del Apóstol en el año 64, piensan en el y Arabia y que probablemente causó la brusca
comienzo de este año, pero los que sostienen interrupción de la cultura en Transjordania
que su martirio fué en el 67 tienen la posibili­ hacia el 1900 a. de J. C. que ha sido hallada
dad de una fecha más elástica y más verosímil en la exploración de N. Glueck.
de suyo (hacia el 67). [A. P.] Cuatro ciudades de la Pentápolis (Dt. 29,
BIBL. — G. M. Z ampini, S. Pietro, Milano 1922;
23; Gén. 19, 28) fueron destruidas hasta el
P . de A mbroggi, 5. Pietro Apostolo, Milano 1944; aniquilamiento por la intervención divina con
U. Holzmeister, Epistula prima Petri, P a r ís 1937; el concurso de elementos naturales del lu­
J. C haine, Les épitres catholiques - La seconde építre
de Saint Pierre, Íes építres de Saint Jean, ¡'építre de gar (betún, exhalaciones sulfurosas), como cas­
Saint Jude, 2 ed., P a r í s 1939, pp. 1-96; P. de A mbrog­ tigo de su perversión sexual, que amenazó ofen­
gi. Le epistole cattoliche di Giacomo, Pietro; Giovan-
ni e Gittda (La Sacra Bibhia, S. Garofalo), 2 ed. To- der la rectitud de los patriarcas hebreos (Gén.
rino 1949, p p . 87-121. * J. V illar, La Cristologia de 18, 16-19, 29). Solamente fué respetada Bela8
S. Pedro, EstB (1932), 27-42. 119-132;. J. M aría Bo-
v e r , El nombre de Simón Pedro, CB, 1950; T. A yu-
(Segor), por ser refugio de Lot, que había huido
SO, Tu es Petrus, CB, 1944; M. Balagüé, Las. nega­ de Sodoma bajo la divina protección (Gén. 19,
ciones de Pedro, CB, 1951; J. M aría Bover, Ef catá­
logo de las virtudes en la segunda epístola de S. Pe­ 15-29). [A. R.]
dro 1, 5-7. (Maur. 1945, marzo); Bogil y Bogil. Al­ BIBL. — F. M. A bel, en RB, 40 (1931) 388 ss.;
gunas escenas de la vida de S. Pedro y de la Iglesia P. D horme, ibid., p. 503 ss.; J. M. L aOrange, en RB.
primitiva reseñadas con los actos de los Apóstoles, 41 (1932) 489-514; L. H. V incent, en RB. 44 (1953)
Cristiandad (1944); G. C heyrot, Simón Pedro, Ma­ 69-104, 212-44; R. D e V aux, en RB. 55 (1948) 326 s.
drid 1956.
PENTATEUCO. — (»j n'evráreu^os, sobreen­
PEDRO (Actos de). — v. Apócrifos.
tendido j3ifi\o$’> de yrévre «cinco» y r€vx°S
«estuche», para la conservación de un «ro­
PEDRO (Apocalipsis). — v. Apócrifos. llo».
El conjunto de los cinco primeros libros de
PEDRO (Evangelio de). — v. Apócrifos. la Biblia que contiene elementos históricos y
legislativos, por lo que los hebreos lo llama­
PEDRO (Predicación de). — v. Apócrifos. ron ya desde la edad bíblica «La Ley» (hat-
tórah), el «Libro de la Ley», etc. (Núm. 8,
PEDRO Y PABLO (Actos de). — v. Apócrifos. 1-3; Le. 10, 26). Los cinco libros son llama­
dos corrientemente Génesis, Éxodo, Levítico,
PENITENCIA. — v. Confesión. Números, Deuteronomio (v. cada una de las
voces).
PENITENCIALES. — v. Salmos. Contenido. El trazado de la obra está for­
mado por la parte narrativa, en la que se ha­
PENTAPOLIS. — Región y confederación de llan inscritas las partes legislativas. Por consi­
cinco ciudades (Sab. 10, 6): Sodoma (Scdóm), guiente, la disposición es cronológica. El ar­
Gomorra (cAmóráh; Tóuoppa), Adama (Ad- gumento general es la teocracia del Antiguo
mah), Seboím (Sebóim), Segor (Belac). Los da­ Testamento, de la que en el Génesis se ex­
tos bíblicos (Gén. 14, 3; 13, 10-12), las condi­ pone el origen, en el Éxodo la fundación y la
ciones del ambiente (depósito de sal, de azufre legislación fundamental, y en los otros libros
y asfalto, vestigios de terremoto) y la explora­ la legislación complementaria y la recapitula­
ción arqueológica realizada por los americanos ción. La idea central del Génesis, que es el
en Bab y Draca localizan la Pentapolis en la par­ origen del pueblo elegido, presenta un criterio
te meridional del mar Muerto, entre la penín­ de elección entre los diferentes hechos que se
sula El Lisan y Gebel Usdam (Sodoma), don­ narran sobre la historia primordial de la hu­
PENTATEUCO 460

manidad y de la vida de los patriarcas (y.); etapas de la marcha hasta Transjordania (Núm.
en los otros libros van insertándose entre la 33, 2), «escribió» y «entregó a los levitas» una
historia de Israel, desde la salida de Egipto «Ley» que, según el contexto, parece ser el
hasta la entrada en Canán, que se sigue Deuteronomio (Dt. 31, 9.24), «escribió» el
paso a paso, las diferentes leyes que el legis­ «cántico» que lleva su nombre (Ibíd. 31, 22).
lador Moisés iba promulgando. Así resultan La mencionada denominación del libro como
varios bloques, entre los que se distinguen el obra de Moisés, con variedad de formas, es de
«Código de la Alianza» con el Decálogo (Ex. toda la tradición bíblica (cf. Jos. 8, 31, etc.;
20-23), la «Ley del Santuario» (el pequeño tem­ II Re. 14, 6; Esd. 6, 18, etc.).
plo móvil para el culto: Ex, 25-31), las «Leyes Idéntica situación se refleja en el Nuevo Tes­
de santidad» (Lev. 17, 23) y todo el Deutero­ tamento: Jesús habla del «Libro de Moisés»,
nomio, de carácter legal y parenético.. (Me. 12, 26), de la «Ley de Moisés», etc.;
Las mismas historias examinadas de cerca se refiere a las prescripciones del Pentateuco
revelan pasajes de contornos diferentes y de como preceptos de Moisés (Me. 8, 4; 19, 8);
carácter de documentos incorporados, pero con declara que Moisés «escribió de él», pero que
una fisonomía literaria propia, como la obra los judíos no creen en Él, porque tampoco creen
de los seis días de la creación (Gén. 1, 1-2, 4) en los «escritos» de Moisés (Jn. 5, 46 s.). A
y, en otro sentido, las tablas genealógicas, como prescripciones del Pentateuco como de Moi­
las de los descendientes de Adán (Gén. 5), de sés se refieren también los contemporáneos de
Noé (Ibíd. 10; la «Tabla de los pueblos»), Cristo (Mt. 19, 7; Jn. 8, 5; Mt. 22, 24, etc.),
etcétera. así como los Apóstoles y los primeros fieles
Del análisis del contenido resulta que, des­ (Act. 3, 22; 7, 37; etc.).
de el punto de vista histórico y doctrinal reli­ En la tradición patrística no hay ni som­
gioso, ningún libro es comparable con el bra de duda acerca de la atribución tradicio­
Pentateuco, que dentro de la misma Biblia está nal del Pentateuco a Moisés, lo mismo que
a la altura de los Evangelios, a los que ofrece en las actas eclesiásticas, en las que se habla
un fundamento histórico y teológico con la idea de «Libros de Moisés» en el sentido que se
central de la elección del hombre, la promesa había venido dando anteriormente a la ex­
de la restauración (Gén. 3) y otras profecías me- presión (Clemente de Roma, I Cor. 43, 1;
siánicas (Gén. 3, 15; 12, 2 s .; 49, 10; Núm. Orígenes, In Gen. hom. .13, 2; Jerónimo,
24, 17 s.; Dt. 18, 15-18; Cf. Rom. 9, 43), a Praef. in Jos., etc.; Inocencio I, Ep. ad Ex-
las que el mismo Jesús se refiere (Jn. 5, sup.; Eugenio IV, Bula «Cantate Domino-a,
39.46). etcétera.
Origen. Pasaron siglos sin que el origen del El conjunto de estos testimonios tiene prin­
libro constituyese un «problema». Entiéndase cipalmente un valor históricocrítico, en cuan­
de una cuestión que ordinariamente no fuera to sirven de prueba de la continuidad de una
resultante de datos de fe, sino de suyo in­ tradición que se remonta hasta el tiempo al
dependiente de la que atañe al carácter inspi­ que se atribuye el libro que los contiene, por
rado del libro, por muy ligada que estuviera lo que se les debe una seria consideración,
con él, y que, por tanto, tuviera que resol­ incluso en el terreno de la metodología histó­
verse con la ayuda de criterios teológicos, de rica. Es de notar el carácter categórico y pací­
suerte que se considerase cuando menos teme­ fico de la convicción común, exenta de titu­
raria una opinión contraria a la que es co­ beos y sin afirmaciones en contra * por más que
mún en la Iglesia. se supiese que algunas pequeñas partes, y
La denominación del Pentateuco como «el especialmente el fin del Deuteronomio en don­
Libro» o «La Ley de Moisés», empleada ya en de se relata la muerte del mismo Moisés, tie­
la Biblia y acogida en las declaraciones patrís­ nen que ser de otro autor inspirado.
ticas y de los concilios, expresó siempre una Respecto de aquellos lugares en los que se
opinión pacífica. expresa directamente la convicción de que
En el libro mismo aparece de vez en cuan­ ciertos pasos del Pentateuco fueron escritos
do explícitamente atribuida a Moisés alguna por Moisés (como Éx. 17, 14; 24, 4; Núm.
parte. Después de la victoria sobre los ama- 33, 2, etc.), no parece que pueda decirse que
lecitas recibió Moisés de Dios la orden de se trata únicamente de adaptación del escritor
«poner eso por escrito para recuerdo» (Ex. sagrado a modos corrientes de decir: el valor
17, 14). Más tarde «escribió» (Ibíd. 24, 4) las dogmático de la afirmación en tales casos pa­
leyes del «código del pacto» y las «condicio­ rece innegable. Por lo demás no existen razo­
nes del pacto» (Ibíd. 34, 27), «registró» las nes para negar valor incluso al sentido que
461 PENTATEUCO

se desprende lógicamente de todo el conjunto el 850 ó el 770 a. de J. C .; el Deuteronomio


de la proposición: «El Pentateuco es obra de escrito a fines del s. vn, pero promulgado co­
Moisés». Tal proposición es susceptible, como mo «descubierto» en el año 620 (cf. II Re.
veremos, de precisiones y aclaraciones, que, 22, 3-23, 24), y el Código sacerdotal, con re­
en parte, son atenuantes del sentido material de latos y leyes de carácter cultual, escrito en la
la expresión, pero en todo caso implicará la época de la cautividad.
atribución de la composición del Pentateuco Los cuatro documentos se habían ido fu­
a Moisés. sionando sucesivamente: la terminación del
Desde el primer momento en que surgieron trabajo, de donde nació la «Ley», el actual
las teorías críticas se mostró su contraste con Pentateuco, no fué anterior a la reforma de
la tesis «católica», expresada en conformidad Nehemías, hacia el 445 a. de J. C.
con el sentido que ordinariamente se atribuía Nadie profesa hoy este sistema en tal for­
a los testimonios mencionados; pero este con­ ma, ni siquiera en el campo acatólico, ya que
flicto se mostró patente y grave principalmen­ se le han dado muchísimos retoques, incluso de
te al aparecer los libros de J. Wellhausen importancia sustancial. Pero se ha retenido el
(muerto en 1918), en los que se ampliaban y fraccionamiento del Pentateuco en trozos de
se sistematizaban los estudios precedentes. origen y carácter diferentes, cuya unión para
El fondo ideológico de estos estudios, de formar el libro se busca en parte por un pro­
carácter críticotextualhistórico, procedía del cedimiento de documentos que coinciden con
hegelianismo, enseñado entonces como cosa los de Wellhausen, y en parte por otros pro­
verdadera en todas las cátedras de Alemania: cedimientos. Han influido especialmente el
Israel, como todos los otros pueblos, en vir­ progreso de la arqueología, y en general los
tud del principio del evolucionismo cultural y estudios sobre el antiguo Oriente y los méto­
religioso, aceptado como dogma indiscutible, dos exegéticos llamados de la «historia de las
«ciertamente» (o bien «naturalmente», pero formas», más sensibles —lo contrario al frío
siempre en sentido aseverativo), según pasó de wéllhausenismo— á los factores espirituales de
la fase nómada a la agrícola, etc., así también, la historia.
por lo que atañe a la religión, pasó de un Nuevos sistemas hoy cultivados, principal­
conjunto de prácticas animistas y fetichistas al mente en países nórdicos, han escogido nuevos
politeísmo, luego a una verdadera monolatría conceptos, y especialmente indagaciones so­
que más tarde aún fué reducida a teoría en bre los cultos, sobre las tradiciones orales,
el verdadero y propio monoteísmo. creencias o usanzas populares.
Esta representación del antiguo Israel, en­ A la postre, también resultaron ventajas de
teramente contraria a la tradicional, se ex­ todos estos influjos. Es sintomático el hecho
tendió al campo literario y cultural en gene­ de que, abandonando muchas ideas wellhau-
ral. No era posible que Moisés, figura semi­ sianas, aun sin retornar a la tradición pura y
legendaria, hubiese escrito el Pentateuco, en simple, nadie haya propuesto una nueva recons­
el que hay ideas —se decía— que no pueden trucción orgánica del desarrollo histórico de
remontarse más allá de la era de los profetas la religión y de la literatura de Israel. Se re­
(a partir del s. ix a. de J. C.). conoce la delicadeza del problema y se quie­
Por medio del análisis de los textos en que re dar cabida en la visión de ese desarrollo a
se revelaban diferencias en el empleo de los elementos que la tradición afirma enérgicamente.
nombres divinos, en el lenguaje y en varios La obra de W. F. Albright sobre el monoteís­
hechos literarios, especialmente las «repeticio- mo desde la edad de la piedra hasta el cris­
. nes», Wellhausen, al Pentateuco (más bien al tianismo (1940) es indicio de una revolución
Exateuco, pues envolvía al libro de Josué tam­ profunda que se ha obrado en la conciencia
bién en la misma suerte), lo dividía en otras de muchos sabios.
tantas secciones, unas pequeñas, otras grandes, Se ha abierto un amplio camino respecto
que decía haber sido tomadas de otros escri­ de las leyes, sobre las cuales se admite que son
tos primero independientes y en sí mismos el resultado de una elaboración de escritos fun­
orgánicos, y luego entretejidos para formar el damentales antiguos, y muchas prescripciones
Pentateuco actual. se hacen eco de un «código» o de «códigos»
Estos escritos o «documentos» eran espe­ reconocidos como anteriores al mismo Moisés,
cialmente cuatro: el Yaveístci, el Elohista, así aunque no estuviesen escritos, lo cual no tie­
llamados por el nombre de Yavé o Elohim ne importancia. En cambio, respecto de las
que en ellos se empleaba para nombrar a partes narrativas se continúa generalmente la
Dios, escritos por autores desconocidos hacia hipótesis de varios hilos paralelos que serian
PENTATEUCO 462

los más a propósito para dar cuenta de ia dios sobre los procedimientos literarios anti­
estructura del Pentateuco. guos «lograrán confirmar la gran parte que
El juicio sobre todo este trabajo lo van dan­ cupo a Moisés y su profunda influencia como
do los mismos estudios en curso, según se va autor y legislador».
examinando de nuevo la materia y se van Principios católicos. Sobre la base de estos
precisando o refutando las conclusiones: el re­ sapientísimos principios, que han librado a los
sultado general ha sido un acercamiento a las investigadores católicos de ciertos vaivenes que
tesis opuestas, tradicionalista y liberalista. Los se han dado en el campo acatólico, pueden ha­
criterios wellhausianos sobre la distinción de cerse las siguientes reflexiones:
las fuentes, han sido en parte abandonados y a) La crítica interna es un instrumento va­
en parte precisados en la documentación y es­ lioso y útil para el exegeta, con una sola con­
pecialmente interpretados en otros sentidos. dición : que se la utilice con seriedad y sin
Así van reconociendo cada vez más los crí­ arbitrariedad. Muchas veces los detalles, los
ticos independientes el puesto sustancial de testigos particulares, al ser reconstruidos en re­
Moisés como autor del Pentateuco; y aplican­ lación con sus propias circunstancias histórico-
do con competencia la crítica literaria los exe- sociales, se comprenden adecuadamente vol­
getas católicos disciernen, especialmente en la viéndose vivos y de actualidad. La Iglesia exige
legislación, las partes no estrictamente mosai­ que el exegeta establezca, el sentido literal uti­
cas. Algunos de ellos admiten la existencia lizando todos los medios que nos ofrece el
de alguna fuente cuando menos, si bien en actual progreso de las ciencias auxiliares, entre
esto no se sale nunca del campo de las meras las cuales están en primer lugar la filología y
posibilidades. Al mismo tiempo demuestran la arqueología.
científicamente la falsedad, la falacia de toda b) Los estudios arqueológicos y etnográfi­
evolución natural y de las supuestas oposicio­ cos han desmentido plenamente la tesis, expre­
nes entre las diferentes prescripciones, incluso sada o sobreentendida en los escritos críticos,
de las que atañen al mismo rito, etc. del evolucionismo históricorreligioso de Israel
Disposiciones de la Iglesia. La interpreta­ desde una fase primordial, animista y polide-
ción de la Iglesia en la cuestión, tomando úna monistá hasta la forma legalistocultural. No es
postura oficial, se dió cuando la participación verdadero que en el punto de partida se dé
de los católicos en el estudio del problema al­ siempre una forma religiosa atrasada, antes
canzó tales proporciones que requerían una bien es verdadero lo contrario, o sea que todas
guía. Entonces vinieron el decreto de la Pon­ las culturas religiosas muestran en el principio
tificia Comisión Bíblica de 1906 y la Carta más o menos claramente la idea de un Dios
de la misma Comisión al Card. Suhard en 1948. supremo. Por lo demás, los hebreos en sus orí­
El decreto de 1906 contiene cuatro puntos genes históricos no eran primitivos, pues pro­
que pueden resumirse en dos: venían del tronco semítico, y en asunto de
1) afirmación de la autoridad mosaica del religión eran incomparablemente superiores a
Pentateuco, y negación de que esté demostrada las condiciones de su ambiente. Así lo confie­
la tesis crítica según la cual el libro, en su san hoy hasta los investigadores «indepen­
conjunto, sería una unificación de escritos pos­ dientes» y concluyen remitiendo con toda re­
teriores a Moisés; serva a Éx. 3, 14 s. y 19, 5-22. Así, por ejem­
2) aclaración del concepto de autenticidad plo, nadie podría, después de los trabajos de
mosaica, diciendo de ella que no implica el H. Gunkel sobre los profetas, atribuir al pro-
desarrollo personal y directo de todas sus par­ felismo la «invención» del monoteísmo hebreo.
tes por parte del autor, no excluye el empleo En conclusión, el mejor partido que se pue­
de fuentes de información escritas y orales, de tomar, incluso sobre el terreno de la crítica,
ni modificaciones posteriores ni siquiera aña­ es el de aceptar plenamente el concepto del
diduras. desarrollo interno de la historia religiosa israe­
En la carta de 1943, la Pontificia Comisión lita dentro del marco de la historia antigua tal
Bíblica repite más explícitamente que está fue­ como está descrita en la Biblia.
ra de duda la existencia en la obra mosaica, c) El exegeta católico reconoce la existen­
sea de fuentes de que se sirvió Moisés, sea de cia de fuentes empleadas por Moisés y consi­
un acrecentamiento de las leyes «debido a dera como extravagantes las atribuidas a redac­
condiciones sociales y religiosas de tiempos tores y a tiempos posteriores (cf. por ej. el
posteriores, que no dejan de tener su eco en comentario de A. Clamer, en la Ste. Bible de
los relatos históricos» ; pero al mismo tiempo Pirot, 2, a Lev., Núm., Di.
manifiesta su confianza en que ulteriores estu­ d) En la parte legislativa no hay dificultad
463 PENTECOSTÉS

en reconocer el origen posterior a Moisés de blema del Pentateuco y los últimos documentos pon­
tificios, EstB (1951) 313-331; J. Pérez de U rdel, La
algunos elementos; pero cuanto más progresa intervención de Moisés en el Pentateuco. Deficiencias
el conocimiento de la antigüedad, mayor es la del método analítico, Cons. 1952.
antigüedad que se comprueba en las disposi­
ciones que se hallan codificadas en el Penta­ PENTATEUCO SAMARITANO,—v. Samaría.
teuco y que ya venían observándose desde fe­
cha muy remota como comprendidas en un PENTECOSTÉS. — Transcurridas siete sema­
conjunto jurídico que cada día se nos muestra nas desde el día en que al celebrar la Pascua
más claramente haber sido producto congénilo había sido ofrecida la primera gavilla (Lev. 23,
de aquellas razas de las que tuvieron los hebreos 15; Dt. 16, 9), se festejaba la llegada del quin­
su origen, y de las que recibieron elementos de cuagésimo d ía: f¡ TrevreKocrTi] (Tob. 2, 1; II
civilización, y que durante unos milenios fue­ Mac. 12, 32; Act. 2, 1; r¡ 7revreKocrT)] ijy.épa).
ron diseminando la sabiduría legislativa de Esta fecha se define en el Antiguo Testamen­
códigos como los de Hammurabí y los anterio­ to con las expresiones de «solemnidad de las
res, por no decir que principales, de Lipit- semanas» (hag Sñbhu’ó t: Éx. 34, 22; Dt. 16,
Istar y Bilalama. 10; II Par. 8, 13), porque era celebrada como
é) Para la parte histórica la documentación conclusión de las semanas; «solemnidad de la
comparativa ofrece menor cantidad de para­ mies» (hag haqqásir: Éx. 23, 16) porque se
lelos. La fuerza del tradicionalismo, con pro­ celebraba como acción de gracias por la reco­
longado ejercicio de transmisión por la memo­ lección ; «día de las primicias» (jóm habbikkü-
ria, muestra cierta tendencia al aislamiento des­ rim : Núm. 28, 26; cf. Éx. 23, 16; kopn}
confiado y altivo del que nace un celoso cuida­ ~pii37oy€in>rj¡uL¿.7o>v‘, Filón, De Viet. V, 44), por­
do por Ja conservación de lo que es de casa o que en aquel día se ofrecían al Señor, como
de la tribu, hechos de los que consta ser muy primicias, dos panes de dos décimas partes de
propios de los semitas, ofrecen un seguro apoyo flor de harina fermentados, corno símbolo del
a la integridad de transmisión oral hasta Moisés, pan con que solían alimentarse los israelitas
el cual, especialmente durante los 38 años, apro­ (Lev. 23, 16 ss.). Estos panes son llamados
ximadamente, que pasó en Cades, la recogió y «minhah. hadásháh», es decir, «oblación nue­
la fijó por escrito (v. Génesis), añadiendo la va» (Lev. 23, 16); «leliem habbikkurim», o sea
historia en la que él tomó tanta parte (espe­ «pan de las primicias» (Lev. 23, 20). La Pen­
cialmente Éx. ...), y redactando juntamente tecostés, como fiesta de la terminación de la
para los levitas la esencia de las partes legis­ recolección, está en conexión con Pascua, fies­
lativas y cultuales. Ciertos hechos que se apos­ ta del comienzo de la siega y de ahí por qué
trofaban en el Pentateuco como indicio de los judíos posteriores la llamaban «conclusión
apostillas procedentes de redactores, se van de la Pascua»: ^aséret Selpesah (cf. Strack
ahora observando en textos orientales, respecto Billerbeck, II, 598).
de los cuales es, cuando menos, incierto hablar Además de estos panes, se ofrecían tres cla­
de «redacción». ses de sacrificios: a) holocausto: siete corde­
El católico que lee el Pentateuco siguiendo ros de un año, un ternero, la oblación (minhah)
las directivas de la Iglesia puede buscar en las y las libaciones; b) sacrificio expiatorio: un
venerandas páginas la más antigua palabra de macho cabrío; c) sacrificio pacífico: dos cor­
verdad que ha llegado hasta nosotros escrita, deros de un año (Lev. 23, 18 s.). Los panes y
que contiene los antecedentes históricos de la las víctimas pacíficas eran agitadas delante el
revelación cristiana, y que Dios entregó al fun­ Señor por el sacerdote, por lo que se les llamó
dador de la teocracia hebrea, intermediario del «leliem ténúfah», panes de la agitación (Lev.
pacto entre Dios y la humanidad, que se per­ 23, ‘1).
feccionó y se hizo eterno con la venida del Había, además, el sacrificio festivo que se
cristianismo. [G. R.] realizaba ofreciendo en holocausto dos terne­
ros, un carnero y siete corderos de un año, la
BIBL. — Decreto de Ja P.C.B. de 1906, en Eli, correspondiente oblación (minhah) y la ma­
nn. 181-84; E. M angenot, L’uuthenticité mosdique
du Pentateuque, París 1907; A. Bea, De Pentateucho tanza expiatoria de un macho cabrío. En el
(en Inst. bibi., II, 1), Roma 1933; U. C assuto, La mismo sacrificio cotidiano no debía faltar
questione detia Genesi, Firenze 1934; M. J. L agrange,
Uauthenticité mosdique de la Genése el la théorie des nunca la ofrenda de la oblación (minhah; cf.
documents, en RB, 47 (1938) 162-83 ; J. C oppens, His- Núm. 28, 27-31). Las oblaciones voluntarias
toire critique des livres de VAnc. Test., Lovaina 1942;
Carta de la P.C.B. al Card. Suhard de 1948, en EB. se hacían en relación con las propias posibili­
nn. 577-581, referencia a ella en Humani generis, ibíd., dades. La jornada se deslizaba entre alegres
n. 618; y discusión, F. S padafora, en Rivista Bíblica,
2 (1954) 10-42. 119-54. * A. Colunga O. P.. El pro­ banquetes sagrados en los que tomaba parte la
PÉRGAMO 464

comitiva completa de padres, hijos, siervos, amonitas, nabateos, árameos, idumeos. Los
huéspedes (D t. 16, .10 ss.) y libre de todo tra- judíos penetraron en ella en gran numero des­
bajo servil (Lev. 23, 21; Núm. 28, 26). Si bien pués de las guerras de Alejandro Janneo (103-76
era anual, con la obligación para los varones antes de J. C.) y se impusieron a los otros ele­
de comparecer ante el Señor (Di. 16, 16; cf. mentos hasta el punto de ser mayoría en el
Éx. 23, 17; 34, 23), esta fiesta nunca se cele­ tiempo de Jesucristo. La religión judaica y la
bró durante ocho días seguidos. lengua aramaicopalestinense amalgamaron de­
La legislación mosaica establecía la Pente­ finitivamente los elementos racialmente dispares.
costés para dar gracias a Dios por la buena En una de las ciudades de Perea, Betania Trans­
cosecha. Hasta la época de los rabinos no tuvo jordánica, todavía no identificada definitiva­
acogida esa otra explicación, que no fué acep­ mente, Juan Bautista dio testimonio de la me-
tada por todos (por ej. Abarbanel, Com. cid. sianicidad de Cristo a los sanedritas (Jn. 1,
Leg. fol. 262: «Está fuera de duda que la ley 35 ss.) y a las turbas (Jn. 1, 29-34) y Cristo
fué dada en el día de la fiesta de las semanas, llamó provisionalmente a los primeros apóstoles
pero también es cierto que no fué instituida ni (Jn. 1, 35 ss.). En la fortaleza de Maqueronte
siquiera como recuerdo suyo»), ni siquiera por fué encarcelado Juan Bautista (Mt. 14, 3-12 y
los Santos Padres, a excepción, según parece, paral.; Fl. Josefo, Ant. XVIII, 5, 2). Perea de­
de San Jerónimo. Según tal opinión, la Pente­ bió de ser teatro de varios de los milagros, ins­
costés fué instituida para recordar el día de la trucciones y parábolas que San Lucas cuenta
entrega de la ley a Moisés en el Sinaí. Si eso como ocurridos durante su «viaje a Jerusalén»
fuese cierto, en vista de que en el día quin­ (9, 51-18, J4), según testimonios de los otros
cuagésimo después de la resurrección de Cris­ evangelistas (Mt. 19, 1; Me. 10, 1; Jn. 10,
to se dio a los hombres aquella ley que no está 40 ss.). [A. R.J
escrita en las tablas de piedra, sino en el mis­ B I B L . — L . S z c z e p a n s k y , Geographia historica Pa­

mo corazón de los hombres (cf. II Cor. 3, 3), laestinae antiquae, Roma 1928, pp. 208-211, 219 s .;
H . S im o n - G . D orado, Novum Testamentum, T o r i n o
más bien deberíamos ver en la Pentecostés la 1951, p. 189 s.
imagen de todos aquellos beneficios espirituales
que se esparcieron por el mundo con el naci­ PÉRGAMO. Antigua ciudad de Misia, a
miento de la iglesia cristiana y la venida del 120 estadios del mar, sobre una colina de for­
Espíritu Santo (la Pentecostés cristiana) y que ma cónica, alta y barrancosa (350 metros so­
Jos Apóstoles comunicaron a todas las nacio­ bre el nivel del mar, y 300 sobre la llanura que
nes como primicias de la iglesia (A ct. 2, 1-42). la rodea). Pérgamo en un principio sólo ocupó
[B. N. W.] la cima de la colina; en la edad de los Atáli-
das se extendió por las faldas de la misma,
BIBL. — F. X. K ortleitner, Archaelogia Bíblica, y en la edad romana llegó hasta la llanura. En
Innsbruck 1917, pp. 267-70; Strack-Billerbeck. II,
597-692; U. Holzmeister, en VD, 20 (1940) 129-38. los comienzos del s. ni a, de J. C. Pérgamo
alcanzó una gran celebridad en el Asia Menor,
PEREA. — Parte de la región transjordánica, debida a Filetero, fundador de los Atálidas, y
separada políticamente de Judea y Samaría en a sus sucesores (principalmente a Atalo I y
tiempo de Herodes Antipas (4 desp. de J. C.). Eumeno I) que la convirtieron en centro comer­
FI. Josefo (Bell. III, 33) la nombra con el tér­ cial y artístico, y la aseguraron un territorio
mino técnico (irepéa): mas el Nuevo Testa­ muy extenso que arrebataron a Antíoco de
mento siempre se refiere a ella con el término Siria y a los gálatas invasores. Las ambiciones
genérico que abarca toda la región transjordá­ artísticas de los Atálidas fueron encaminadas
nica (Mt. 4, 15; Me. 3, 8; Jn. 1, 28; 10, 40, hacia la acrópolis, explorada arqueológicamen­
etcétera: la región del lado de allá del Jordán, te por los alemanes comenzando en el año 1879,
que es traducción del hebreo ceber hajjardén). sobre la cual dominaba un gigantesco altar en
Los límites están indicados por Fl. Josefo (loe. honor de Júpiter y de Atenea, con un poyo
cit.) sin mucho precisar, sobre todo por el este (37,70 x 34,60 m.) decorado con un alto friso
y por el norte: al sur la fortaleza de Maque- historiado, una escalinata de 20 m. de longitud
ronte, al norte las cercanías de Pella, tal vez y el altar coronado con una doble serie de co­
hasta el Wadi el Iabis; al oeste el Jordán y el lumnas jónicas.
mar Muerto; al este los territorios de la decá- El reino de Pérgamo, que, al morir sin suce­
polis de Cesárea y Filadelfia. sión en el .133 a. de J. C., dejó Atalo III en
Aunque más extensa que Galilea, es más sil­ herencia a los romanos, fué incorporado a la
vestre y está menos poblada. Sus habitantes provincia romana del Asia.
ofrecen una variedad grandísima: moabitas, Pérgamo, iniciada en el cristianismo ya en
465 PERSAS

el s. i, sufrió «inmediatamente la infiltración construcción del Templo, interrumpida duran­


de los nicolaíicis (v.) (Ap. 2, 12 ss.), laxistas te cerca de dieciséis años, toma por su cuenta
teoricoprácticos, hostiles al decreto de los Após­ los gastos para las obras y para la ofrenda
toles y a las prohibiciones relativas a los ido- del sacrificio cotidiano (Esd. 6, 1-12; Ag. 1;
lotitos y a los matrimonios vedados por la ley y hace lo mismo en Egipto para el templo de
judaica (Act. 15, 28-29). En Pérgamo se halla­ Amón).
ba el trono de Satanás (Act. 2, 13), constituido Artajerjes I (Longimano, 461-424) da a Ne-
probablemente por un altar de Júpiter que do­ hemías los poderes para reconstruir las mura­
minaba sobre la acrópolis (Deismann, Alio); llas de Jerusalén (Neh. 2, 1-9).
o por el culto al emperador (templo de Augus­ Las intrigas tramadas por los samaritanos,
to) (Ramsay, Gelin); o por la colina de la amonitas, etc., para impedir la reconstrucción
acrópolis, que en virtud de su configuración na­ del Templo, y por consiguiente la de las mu­
tural, es un trono en el que habitan los ciuda­ rallas, coinciden con todo lo que sabemos por
danos infieles (Satanás) (R. North). [A. R.] Herodoto (VI-IX) acerca de la corte persa.
BIBL. — G. B endinelli-C. C ardinali, en Ene. Jt.,
Sobre Jerjes I (485-466), el Asuero de la Bi­
XXVI, col. 732-39; R. N orth, Tronus Satanae Persa- blia, v. Ester.
mus, en VD, 28 (1950) 65-76. Algunos críticos (W. Bousset - H. Gress-
man) han intentado probar la existencia de
PERSAS. — Los persas (hebr. paras; en Ez. una influencia de la religión persa sobre Israel,
27, 10; 38, 5 se trata de los perorsos o faru- asentando que de la mescolanza con los concep­
sios, población del norte de África: F. Spa- tos iránicos y caldaicos que se dieron en el mo­
dafora, Ezechiele, 2 ed., Torino 1951, p. 210 s.) mento de la conquista, resultó el judaismo cuyo
juntamente con los medos constituyen el gru­ centro de tradición era Babel. Según ellos, los
po iránico, los más orientales de los indoeu­ persas tomaron la idea del juicio general al fin
ropeos, que en el 2 / milenio a. de J. C. se del mundo; la resurrección de los cuerpos; el
estableció en la meseta que lleva su nombre, dualismo entre Satanás y Dios; el nuevo con­
Se Ies nombra por primera vez por el asirio cepto escatológico y espiritual del Mesías.
Salmanasar III con ocasión de una expedición Pero en realidad, el Avesta, colección hete­
(837 a. de J. C.): los Parsua, en los montes de rogénea de los escritos religiosos persas, es de
Kurdistán, distintos de los amadaos (= medos) formación muy reciente. Son cinco los libros
establecidos en la llanura. Éstos constituyeron en que actualmente está dividida toda la colec­
un reino (705-550) que venció a Asiria (614- ción : ¡asna «oración», con himnos y oraciones
610) y ejerció la supremacía sobre los persas. del ceremonial oficial; vispered, apéndice del
En el s. vi Ciro recobró la independencia y precedente; vendidad «ley contra los demo­
con brillantes conquistas sucesivas funda el im­ nios», el único que ha llegado entero hasta
perio persa (558-330), que se extiende desde el nosotros, de contenido jurídicolegal, con pres­
Indo hasta el Mediterráneo, y desde las este­ cripciones ceremoniales, ritos de expiación, etc.;
pas de Siberia hasta Egipto, y sucumbirá ante jasht «adoración, sacrificio», himnos en honor
el imperio de Alejandró Magno (cf. Dan. 8, de determinadas divinidades; khorda Avesta «la
3-7.20; 11, 2 ss.). pequeña Avesta», manual de oraciones para los
Con este período persa está enlazada la res­ laicos. El primero, que es el más importante,
tauración del nuevo Israel: regreso de la cau­ contiene diecisiete himnos que constituyen el
tividad, sistematización en Jerusalén y cerca­ núcleo más antiguo (h. el s, vi a. de J. C.)
nías, construcción del Templo y de las mu­ de toda la colección las Gáthá. Lo restante
rallas. es mucho más reciente, hasta el s. iv-v desp.
Los dominadores persas fueron siempre be­ de J. C. La doctrina de las Gatha, frecuente­
névolos para los judíos, por razón — prescin­ mente en contraste con las otras partes del
diendo de todo lo demás — del puesto delicado Avesta, tiene por autor a Zaratustra, «el hom­
de su país, fronterizo con Egipto, el tradicional bre de los viejos camellos», en griego Zoroas-
enemigo de quienquiera que ocupase Siria y tro, reformador religioso de gran energía, que
Palestina. Ciro (v.) dió el decreto (538) relativo luchó contra la antigua y primitiva religión
al regreso y reconstrucción del Templo. El duro persa, basada en la observación de los astros,
Cambises (529-522) devasta templos en Egipto y contra el antiguo culto politeísta, una y otro
y da muerte a sacerdotes, pero favorece a los estrechamente enlazados con fenómenos físicos,
judíos de Elefantina. perfectamente descritos por Herodoto (l, 132
Darío I (521-486) en el decreto (520) en que ss.). Zaratustra no admite más que una sola
autoriza la reanudación y terminación de la divinidad: Mazda, «el sabio» o Ahura «Señor»,
30. — Spadafora. — Diccionario bíblico
PERSAS 466

o Mazda Ahura, «el sabio Señor». En las ins­ las cosas en un mundo mejor; no se da el
cripciones de Darío I en Behistún (s. vi a. de contraste ni la lucha entre los dos principios
J. C.) se encuentra la forma de Ahuramazda opuestos, lo que es incompatible con la idea de
que después quedó fija. Este dios es creador, un Dios único (como en el dualismo iránico),
legislador, juez y vengador de las acciones hu­ sino lucha, en la tierra, contra el reino de Dios,
manas; infunde en el hombre dotes de bene­ por parte de Satanás y sus satélites incluso
volencia, rectitud, docilidad. Junto a él apa­ humanos, todos los cuales están dominados de
rece aka mainjush, «el espíritu destructor», un modo absoluto por el único Dios omni­
principio eterno y malo, al que más adelante potente.
se llamó Ahrimán, que promueve el mal entre Por otra parte, la angelología, Satanás y los
los hombres. De ahí proviene el que haya dos demonios son mencionados en Israel desde su
ejércitos en lucha hasta el fin del mundo, cuan­ más remota antigüedad. El mesianismo es un
do el bien triunfará sobre el mal en el encuen­ fenómeno único, típicamente israelita, que llega
tro decisivo. a su cumbre con los profetas de los siglos vm-
Zaratustra combate enérgicamente el culto; ix a. de J. C. (v. Mesías). El propio nombre
el matar, el sólo maltratar al buey es cosa dia­ de demonio Asmodeo, elemento del matiz lo­
bólica. El mismo culto del fuego, que luego cal del libro de Tobías (3, 8), a duras penas pue­
había de convertirse en un elemento caracte­ de aproximarse al persa Ae§ma-dáeva, en cuan­
rístico de la religión mazdea, sólo es mencio­ to no es fácil hacer derivar al hebr. da} del
nado una vez como de escapada. Cualquier persa aeva.
otro rito es considerado como práctica perversa Como quiera que se resuelva el problema
y es condenado explícitamente. Esta doctrina de la antigüedad del zoroastrismo, las Gatha
de Zaratustra es más que una religión. Fué representan un movimiento limitado, no influ­
conservada por los magos (= maguS, de maga yente, que aun considerado en sí mismo, no
«don» = la doctrina que acabamos de expo­ puede inspirar al judaismo ninguno de los te­
ner, significa «participante del don», es decir, mas examinados. Los textos posteriores (hasta
partidario de la doctrina de Zaratustra) y no el BundahiSn, s. rx desp. de J. C.) no pueden
pasó a ser religión oficial hasta la dinastía ser tomados en consideración.
sasánida (s. in a. de J. C.). Antes de esto, Los judíos, con justo título ufanos por su
aunque precedió a los aqueménides, no ejer­ monoteísmo, tuvieron que considerar la reli­
ció influencia alguna en el pueblo, ni tuvo mu­ gión de los persas como una religión de poli­
chos partidarios, dada su naturaleza. teístas, de adoradores de demonios, de supers­
Ciro, Darío I y Jerjes I son politeístas, y ticiosos, y mantenerse alejados de todo com­
añaden a Ahuramazda otras divinidades: Tis- promiso extraño, como hicieron con los sarna-
tria, Mitra (dios de la guerra), las aguas, el rítanos apenas llegados de vuelta de la cautivi­
fuego, cuyo culto estaba floreciente, como lo dad. El único hogar de la religión judaica fué
prueban las escrituras de los sepulcros de los Jerusalén y el Templo (J-II Par.; Esd.; Neh.).
aqueménides. En las escrituras más antiguas El original sistema de R. Reitzenstein (que
no se hace mención de espíritus malignos; sólo habla de influencia persa sobre el Nuevo Tes­
en una inscripción de Jerjes I, recientemente tamento) gira en torno al misterio de la Re­
publicada, hace su aparición con el nombre de dención por obra del Hijo del hombre. Este
daeva, como en el Avesta. hombre, en la manera de concebir de los per­
Por consiguiente, en el paralelismo con las sas, sería el renovador del mundo, el deposita­
fuentes bíblicas hay que limitarse a las Gatha. rio del mensaje y del poder de Dios, el salva­
Pero resulta que el examen crítico demuestra dor, pero al mismo tiempo salvado, que debe
que los cuatro puntos adoptados como prueba, subir al cielo como primera cabeza luminosa,
o no son característicos del Irán, como la idea etcétera. Tal sería el concepto que, según di­
del fin del mundo y la de la retribución — idea cho sistema, habría dado origen, pasando a
corriente en el s. vi a. de J. C. — o no figuran través del Asia Menor y del helenismo, a la
en absoluto en las Gatha. como la resurrección formulación del misterio cristiano, especialmen­
de los cuerpos y el concepto de un Mesías; o te por parte de San Pablo en sus epístolas.
no tienen más que una semejanza meramente El sistema carece de .todo fundamento, y
externa mientras que substancialmente difieren no pasa de ser una paradójica mistificación.
de los datos bíblicos, como sucede con la idea Se basa en textos mándeos y maniqueos, todos
de juicio, que en el Irán es algo puramente ellos posteriores al cristianismo. Por otra par­
mecánico. En el judaismo no se habla de fin te, los investigadores competentes no hallan en
del mundo físico, sino de transformación de él nada que sea específicamente iránico. Otra
467 PLAGAS de Egipto

base en que estriba es el postulado de que el motivadas por sueños inquietantes (cf. Mt. XL
cristianismo procede del helenismo; postulado 19). IA. PJ
incompatible con la crítica histórica y literaria. BIBL. — U . H , Storia dei tentpi dei Nae­
o l z m e is t e r
[F. S.] vo Testamento (trad. it., La S. Blbbia), 1 orino 1950.
pp. 82-86.
BIDL. — P. D horme, en RB, 21 (1912) 22-49: M.
J. L agrange. Le Juddisme avant Jésus-Christ, 3 ed.,
París 1931. pp. 3CS-409; R. D e V aux, en RB. 44 PILATO (Apócrifos de). — v. Apócrifos.
<193/) 29-57; P. M asson-D ursel, Les relig'ons de
Viran (Hlsto’re généra.e des Religions, M. G orce-R.
M ortier). París 1945. pp. 31-44, 439-42; G. M essina, PINÁCULO dei Templo. — v. Templo de Je-
Le religioni delVlran (Le reV.g.oni del mondo, N. Tur- rusalén.
chi), Roma 1946, pp. 141-68.

PESSITA. — v. Siríacas (versiones). PLAGAS de Egipto. — Así se llama a los cas­


tigos que cayeron sobre Egipto tras la repetida
PILATO (Poncio). — Procurador romano de negativa del faraón a Moisés que en nombre
la Judea desde el 26 hasta el 36 desp. de J. C., de Dios pedía la libertad para su pueblo (Éx.
conocido por el proceso y la condenación de 5, 1-8; 10, 24 ss.). Cuando Dios mandó salir
Jesús. De él hablan brevemente Tácito (Anna­ de la presencia del faraón a Moisés, anunció
les XV, 44), los Evangelios, Filón y Fl. Josefo, a éste que el monarca no se decidiría sino des­
Escritores rabínicos y escritos apócrifos mues­ pués de que hubiera «señales* y «prodigios>
tran una gran viveza ensartando episodios a (7, 3 ss.). El faraón replicó a Moisés y Arón:
cuenta de él. Filón lo acusa de inflexibilidad «¿Quién es Yavé, para que yo le obedezca,
de carácter, de crueldad y vanagloria (Legatio dejando ir a Israel? No conozco a Yavé, y no
ad Gaium 33, 301 s.). Casi igualmente severo dejaré ir a Israel» (5, 2); y Yavé se dió a
es el juicio de Fl. Josefo (Ant. XVIII, 55-89). conocer.
Pilato provocó por dos veces el resentimiento Las plagas de Egipto son diez, y las expone
popular. Expuso al público insignias militares el Éxodo bastante por extenso.
con la efigie del Emperador, cosa contraria a X* El agua del Nilo cambiada en sangre (7,
los usos judaicos (Fl. Josefo, Ant. XVIII, 55-59; 14-25); mortífera para los peces. El hecho es
Bell. II, 169-74); otra vez mandó colgar en el imitado en cierto modo por los magos de la
palacio de Herodes escudos de oro guarnecidos corte.
con el nombre del Emperador (Filón, Legatio IP Las ranas (7, 26-8, 11) que saliendo de
ad Gaium, 38, 299-305). La primera vez el los canales y de los estanques invaden el país:
mismo Pilato se conmovió por la protesta el hecho es imitado por los magos de la corte.
muda de numerosos judíos que declaraban pre­ III a Los cínifes (o insectos del mismo géne­
ferir la muerte a tal profanación; en la se­ ro) (8, 12-15) se esparcen por todo Egipto:
gunda hubo una denuncia al emperador Tibe­ los magos no logran imitar esta señal.
rio, que obligó al procurador a trasladar los IVa Las moscas (o insectos del mismo gé­
escudos al templo de Augusto en Cesárea. Otra nero) (8, 16-28) invaden a las personas y las
fuente de descontento fué la decisión de poner­ casas.
se a construir un acueducto con el tesoro del Va La peste (9, 1-7) epizoótica que acaba
Templo, que era considerado como intangible. con los ganados: «pereció todo el ganado de
Esta vez Pilato recurrió abiertamente a la vio­ los egipcios».
lencia contra los judíos, que protestaban, y VIa Las pústulas ulcerosas (9, 8-12) ataca»
mandó dar muerte a un considerable número a los animales y a los hombres.
de ellos (Ant. XXVIII, 60-62). Un nuevo acto VIP El granizo (9, 13-35), con truenos y
de violencia contra los samaritanos, que se ha­ lluvia, destruye cuanto halla en los campos:
bían mantenido fieles súbditos al Imperio, pro­ hombres, animales, mieses, hortalizas, lino.
vocó su deposición por parte del legado Vite- VIIIa Las langostas (10, 1-20) en número
üo (ibíd. XVIII, 85-89). tal, que llenarán de oscuridad la superficie <te
En el proceso de Jesús se transparenta el sen­ la tierra: en los campos no quedó nada de
tido del derecho casi innato en todo romano, verde.
y más aún la debilidad de Pilato en ceder ante IX a Las tinieblas (10, 21-29) cubren toda
los odiados judíos. Es digno de notarse su escep­ la tierra de Egipto durante tres días.
ticismo (cf. Jn. 18, 38). Las diferentes leyendas Xa La muerte de los primogénitos (amenaza
cristianas fantasearon también en torno al dato 11, 1-10; ejecución 12, 29-36): a eso de la
evangélico relativo a la postura aconsejada medianoche, Dios hiere de muerte a todos los
por la esposa de Pilato, víctima de angustias primogénitos de las familias egipcias, desde eJ
POBREZA Y RIQUEZA 468

primogénito de Faraón hasta el del último la de todos los hebreos, pero no la de sus reba­
esclavo. ños, y finalmente a la décima él mismo los
Al fiq, el faraón suplica a los hebreos que llama y los invita a irse (hombres, mujeres, ni­
se-vayan, y los egipcios los colman de regalos ños, rebaños): el mismo clima ascendente se
para que salgan pronto nota igualmente en los requerimientos de Moi­
Las plagas no van dirigidas únicamente con­ sés al faraón.
tra el faraón, sino contra todo Egipto (pro­ Entre los varios textos bíblicos que hacen
bablemente contra la región del Delta donde alusión a las plagas, tienen particular impor­
estaban así el faraón como los hebreos). El tancia por el desarrollo doctrinal: Sal. 78 (77),
faraón debía reconocer el extraordinario poder 43-53; 105 (104), 28-38; Sab. 11, 6-20; 16,
del Dios de Moisés y mortificar su propia alta­ 1-19; 17-18. [L. M.]
nería ; los egipcios debían ser castigados por BIBL. — A. Mallon, L es H éb reu x en É g y p te , Roma
las vejaciones de que habían hecho objeto a los 1921. 1 3 8 -4 7 .
hebreos protegidos ahora por Dios (6, 1 ss.;
10, 2) ; y los hebreos (eximidos de las plagas) POBREZA Y RIQUEZA. — En el Antiguo
debían corroborar su fe en Yavé y en la di­ Testamento, respecto de la retribución colec­
vina misión de Moisés. tiva de la nación, en cuanto tal, la prosperidad
Las plagas se hacen eco de una caracterís­ temporal era considerada como bendición de
tica, natural de Egipto (al menos respecto de Dios y premio de la observancia de los divinos
la 'región del Delia), en cuanto casi todos los preceptos: cf. Lev. 26; Dt. 28, y en diferentes
años, entre los meses de julio y abril, a causa lugares de los libros proféticos.
principalmente de las inundaciones del Nilo, Trátase de una sanción proporcionada al su­
sé renuevan esos mismos fenómenos — con jeto. Así, de un modo análogo, para cada
intensidad .y extensión varias — incluso el de individuo en particular se consideraba la ri­
las tinieblas (los vientos llamados .«khamsin»). queza como bendición y premio de Dios, la
CJqn todo, las plagas no son fenómenos pura­ pobreza como castigo. La razón está en que
mente naturales, como lo prueba el que son los hebreos, como los antiguos semitas, tenían
pjédichas por Moisés, sobrevienen tras una una idea elevadísima de la justicia divina, y
señal que él hace, terminan cuando él quiere, querían comprobar, tocar con la mano las co­
y ..su intensidad excede a toda otra experiencia, rrespondientes sanciones, entre las cuales la mi­
y la décima, plaga se halla fuera de todo fenó­ seria para el pecador o sus descendientes, la
meno natural. La conexión de los fenómenos riqueza para el justo (cf. Sal. 109 1108]).
de las plagas con los que más o menos se Pero era notoria la prosperidad del impío,
realizan todos los años hace resaltar más y por lo que a la retribución personal de aquí
más su carácter sobrenatural—quad modum— abajo la literatura sagrada de los hebreos
ppr el hecho de que se las encuadra en la — único ejemplo entre los semitas — añade la
normalidad de las vicisitudes de las estaciones retribución de ultratumba, que compensa y
égipdasl También el modo de obrar de Moisés subsana todo desequilibrio (cf. Sal. 49; 73
y Arón, al desencadenarse las plagas, aparece (48; 72); en Rivista Bíblica 1 [1953] 207-215).
rhodulado conforme al modo de obrar de los El problema general se trata en Job (v.)
mágós y adivinos, muy en honor en Egipto. con la tajante afirmación de que los padeci­
El aspecto literario de la narración de las mientos (y por lo mismo también la pobreza)
jjlágás: demuestra unidad, cierto artificio esti­ pueden afectar al justo, para probarlo, para
lístico y un clima ascendente: las dos prime­ purificarlo. Y en los Salmos, en los libros Sa­
ras sóñ imitadas por los magos, quienes a la pienciales, se alaba al pobre que se mantiene
tercera reconocen el poder divino, y a la sexta fiel a Dios, en oposición con el rico necio:
son heridos con las pústulas ulcerosas; de cin­ cf. Prov. 19, 1.22; 28, 6; Ecl. 4, 13; 6.8;
co plagas se dice expresamente que fueron 9, 15, etc. Muchas veces en los Salmos el pobre
exentos los israelitas o la tierra de Gosen (don­ perseguido no es otro que el justo que sufre
de ellos se hallaban): ante la primera plaga el por permanecer fiel al Señor, en cuya protec­
faraón permanece insensible; pide a Moisés ción y Providencia confía.
efúe haga cesar la segunda, y a la cuarta le da En la nueva Economía, en el reino espiritual
su consentimiento para que los hebreos vayan del amor fundado en el Redentor, los valores
a sacrificar — pero sin pasar el desierto inme­ humanos ceden resueltamente el puesto al úni­
diato— ; a la séptima reconoce que ha fal­ co valor inmutable y real, el del alma ador­
tado-; autoriza la salida únicamente a los hom­ nada de la gracia, hija de Dios, heredera del
bres1después de la octava, y a la nona permite cielo. En las Bienaventuranzas (v.), preludio
469 POESIA (hebrea)

de la carta magna del Reino, Jesús fijó con podéis servir a Dios y a las riquezas», es.-pr??
acentos sublimes este trastrueque: «Bienaven­ ciso elegir; la justicia y la práctica de Iá.cari-
turados los pobres.» «Ay de los que anhelan dad (Mt. 6, 24; cf. Col. 3, 5), y la o tra: «Si
las riquezas, de los que ponen en ellas su quieres ser perfecto, vete, vende cuanto tienes
consuelo.» Los desfavorecidos de la fortuna, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro, en ej
los «hambrientos y sedientos», que aceptan tal cielo, y ven, y sígueme llevando la cruz»
estado como venido de manos del Señor, están (Me. 10, 21). [F. S>]
en situación ventajosa para acoger su invita­ BIBL. — F. S padafora, T e m í d ’e s e g e s i, Róvi-
ción : «El que quiera venir en pos de mí, tonie Eo .1953, p p . 320-44; A. G ít l in , L e s p a u v r e s . dp
su cruz asiduamente y sígame» (Mt. 16, 26; Y a t iv é (Testimonios de Dios, 14), París 1953.
Le. 9, 23). Y Jesús precisa su enseñanza
(Mt. 5; 6). POESÍA (hebrea). — Contenido. Aun sin que'-
Lejos de ser un estado privilegiado, las ri­ rer atenerse a ninguna definición filosófica
quezas constituyen un peligro. No hay obliga­ cualquiera de la poesía, es cierto que la litera­
ción alguna de deshacerse de ellas, pero sí el tura bíblica contiene numerosos fragmentos, de
deber de emplearlas bien, subordinándolas al altísima poesía. Efectivamente, puede asegu­
precepto fundamental y único, el del amor de rarse que toda la creación física (tal comó en*-
Dios y del prójimo (cf. Me. 10, 17-25). En tonces era conocida) y espiritual ha sido objetó
efecto, si la riqueza es un peligro, una tenta­ de la estática contemplación del poeta hebr'eó
ción, hay otra cosa que es más fuerte, más po­ que todo lo ha ponderado con la luz del Ser
derosa, qüe ayuda al hombre, siempre que éste Supremo, tal como era conocido no sólo"coto
lo quiera, a vencer incluso ese obstáculo: esa la razón, sino y sobre todo, por la revelacióq.
cosa es la gracia (v.) de Dios. La poesía es, por tanto, esencialmente religiosa.
La limosna (v.) es el medio que se nos ofre­ Las poesías hebreas están contenidas principaf-
ce para la reparación, cuando se trate de ri­ mente en el libro de los Salmos, en muchísimos
quezas mal adquiridas. «Vosotros limpiáis la trozos de los profetas, y en los libros sapien­
copa y el plato por de fuera, pero vuestro in­ ciales, llamados también poéticos. Es imposible
terior está lleno de rapiña y de maldad. Dad catalogar estos cantos, que van desde la subli­
el contenido en limosnas, y todo será limpio me contemplación de los atributos de Dios
para vosotros» (Le. 11, 39.41). (por ejemplo Sal. 103 (102) las alabanzas d'e
La parábola del pobre Lázaro y del rico, la misericordia divina: Sal. 139 (138) la cifiirii-
cuyo corazón estaba cerrado a la caridad y potencia y la omnisciencia de Dios) y de sus
era insensible para los bienes del espíritu (Le. obras (por ejemplo, Sal. 104 (103) grandioso
16, 19-31), confirma y sintetiza los diferentes canto de la creación), hasta la expresión de
elementos ahora expuestos. los gemidos de quien, sintiéndose afligido pór
En I Tim. 6, 5-17, San Pablo se hace eco males físicos o morales o por el arrepenti­
de las enseñanzas de Jesús: «En cuanto a miento de los pecados, se vuelve confiadamente
aquellos que quieren enriquecerse... y por la a Dios para implorar su auxilio.
intensidad de su deseo muestran cuán apega­ Otras veces se cantan las alegrías y las glo­
dos están a las riquezas, caen en tentaciones, rias (por ejemplo: el cántico de Moisés.des­
en lazos y en muchas codicias locas y perni­ pués del paso del mar Rojo; el cántico de
ciosas que hunden a los hombres en la perdi­ Débora después de la victoria sobre Sisara) o
ción y en la ruina, porque la raíz de todos las calamidades de todo el pueblo (cf. las Ld-
los .males es la avaricia, y muchos, por dejarse mentaciones de Jeremías); e incluso la historia
llevar de ella, se extravían en la fe..., y a los del pueblo, que se desarrolla bajo la vigilancia
ricos encárgales que no sean altivos ni pon­ de la Providencia divina (por ejemplo, el gran­
gan su confianza en la incertidumbre de las dioso cántico de Moisés antes de morir, Dj1.
riquezas, sino en Dios, que abundantemente 32). Los enemigos de la nación son muchas
nos provee de todo, para que lo disfrutemos, veces objeto de vibrante poesía con la descrip­
practicando el bien, enriqueciéndonos de bue­ ción de su confiada situación del momento, del
nas obras, siendo liberales y dadivosos y ate­ triunfo y la predicción detallada de su ruina.
sorando para lo futuro con qué alcanzar la En la teología hebraica toda la historia del
vida eterna». pueblo giraba en torno a la idea de la venida
En la graduación que va desde lo estricta­ del Mesías, a quien los vates poetas describen
mente necesario para la eterna salvación hasta con los más encantadores colores y deternij-
el más alto grado de la perfección cristiana nan con los más poéticos nombres. También
hallamos estas dos máximas evangélicas : «No la época mesiánica se presta a las brillantes
PREDESTINACIÓN 470

descripciones que dan origen a célebres trozos c) La forma más simple y primitiva de
poéticos. todo inciso es aquella en Ja que se da un
Cuando la poesía se ocupa de instruir, en­ sujeto y un predicado, o sea dos palabras sig­
tonces corre tranquila y serena, y emplea con nificativas y por tanto tónicas. Pasando luego
un gusto especial el paralelismo, tan a propósito del sentido al sonido, se dan dos palabras con
para grabar profundamente en el alma las ver­ acento fuerte, o sea dos acentos principales.
dades enseñadas. Partiendo de esta sencillísima expresión se des­
Expresión. Lo mismo que en todas las lite­ arrollan los otros ritmos más largos. Parece que
raturas, la expresión es audaz y rebuscada. ningún inciso tiene más de cuatro acentos prin­
El vocabulario es más selecto y variado. Se cipales.
ha observado el interesante detalle que, cuan­ d) Según esto, la métrica hebrea no conoce
do en hebreo están en uso dos sinónimos, el un ritmo cuantitativo (la sucesión de las síla­
..empleado—en—la poesía puede hallarse a me­ bas breves y largas), como afirmaron Flavio
nudo en cualquier dialecto arameo. De ahí Josefo, Eusebio de Cesárea y San Jerónimo,
han deducido algunos la nota de aramaísmo; que aplicaron a la poesía hebrea los esquemas
pero observa muy acertadamente R. Driver que clásicos.
muchas de estas palabras pueden no ser típica­ é) Pero en realidad sólo tiene un ritmo ba­
mente arameas, sino comunes al antiguo semi­ sado en el acento, que no está ligado a un nú­
ta, usadas por los poetas tal vez sólo por el mero determinado de sílabas, sino de acentos
gusto de tener un vocabulario más «abundan­ tónicos. La determinación de estos acentos tó­
te y recóndito» (G. R. Driver, Hebrew poetic nicos es a menudo bastante difícil, pues puede
Diction, en Congress Volume 1953 Supplements darse el caso de que un grupo de palabras
io Vetus Testamentum I, pp. 6-39). tenga un solo acento tónico principal (como en
Morfología. La tendencia al arcaísmo indu­ las construcciones de genitivos), o bien que una
ce a elegir a menudo formas más raras, por palabra importante y larga posea en realidad
ejemplo las preposiciones *el, cal, cad, que se dos acentos tónicos.
hallan en sus formas alargadas : 3ela(j), cala(j), f) Los versos pueden ser agrupados en es­
cada(j). Se conserva el llamado yod y waw com­ trofas según se ve claramente en los textos en
paginis, la forma mo en vez de m en el pro­ que hay un estribillo. [P. Bo.}
nombre sufijo de la 3 p. pl. m. etc.
BIBL. — A. V a c c a r i . De Ubris d'dacVcls. R om ac
Sintaxis. Existe la máxima libertad en el uso 1929. pp. 5-12; T. P u m . I carmi a ’fabet’c? delta
de los tiempos y de las formas invertidas, uso B ub'a cU!a"e delta metr'ca ebraica?, en Bíblica. 31
(1950) 281-315. 427-58: H. R o b t n ^ o n . Hebrea poe -
que probablemente es eco de una fase más t'c. Form; the Eng-'sh T’ad't'on, en Congress Vo­
antigua del valor de las formas verbales. Se lume, Copenhague 1953, pp. 128-49 (*iupo'em*rtts to
nota un uso más raro del artículo, del pro­ V^tus Testamentum, I ) . * P . R o m u a l d o G a l d ó s ,
Las c‘en mejores poesías de la Biblia, M adrid, ed.
nombre relativo, etc. Luz y Vida 1942.
Forma. Aquí es donde tropezamos con las
más graves incertidumbres. No obstante, hoy POLIGLOTA. — v. Biblia.
se aceptan algunos puntos.
a) La ley del paralelismo: dos incisos están PORCIO FESTO. — v. Procuradores romanos.
de tal modo conformes, que el concepto del
primero es repetido con palabras semejantes PREDESTINACIÓN. — La parte que pone
en el segundo (paralelismo sinónimo), o es Dios en la salvación eterna de los hombres. La
ilustrado con la exposición de su contrario (pa­ expresa formalmente San Pablo en Rom. 8,
ralelismo antitético). El paralelismo progresivo 28 ss. «Sabemos que Dios hace concurrir todas
(= el segundo inciso añade algo: la definición, las cosas pa^a el bien de los que le aman, de
ía causa, la consecuencia, etc., de lo que se los que según sus designios son llamados.
afirma en el primero) es más bien un sendo «Porque los que antes eligió con amor («prae-
paralelismo. dilecti»; conocer con providencial cuidado),
b) Síguese de ahí que hay un ritmo del sen­ a ésos Jos predestinó también para ser con­
tido, en cuanto el enunciado del primer inciso, formes con la imagen de su Hijo, para que
normalmente acabado ya en cuanto al sentido, éste sea el primogénito entre muchos herma­
es repetido en el segundo como un motivo ló­ nos : y a los que predestinó, a ésos también
gico que debe quedar firmemente impreso en llamó, y a los oue llamó, a ésos los justificó;
ía mente. Es, pues, natu-al la existencia de una y a los que justificó, a ésos también ios glori­
pausa o cesura entre dos incisos, que produce ficó.»
en cierto modo la espera del segundo inciso. Los que aman a Dios no forman una cate­
471 PREDESTINACIÓN

goría especial entre los cristianos. Todos los humana. San Pablo vuelve con mucha frecuen­
cristianos de Roma, a quienes escribe San Pa­ cia sobre esto, aquí (Rom.) en la parte moral
blo, están, por derecho, en Cristo. Eso mismo (cc. 12-15), y ya antes en el c. 6, y en las otras
hay que decir de «los que son llamados según epístolas (cf, I Cor. 9-10; Gál. 5, 16-6, 10, etc.).
sus designios» (de Dios; 7-p6$e<rt<z, cf. Ef. 1, Asimismo, el término elegidos, empleado a
11; 3, 11). No intenta San Pablo significar menudo en el Nuevo Testamento (Rom. 8, 33;
una categoría aparte en la comunidad cristiana, Col. 3, 12, etc.); I Pe. 1, 1; 2, 4.6.9, etc., se
sino recordar a los fieles, a todos los fieles, refiere a todos los bautizados y nunca expresa
que su vocación a la fe ha tenido como prin­ una clase aparte entre los fieles. Los Apóstoles
cipio el designio divino de comunicarles este llaman elegidos a todos los fieles a quienes
beneficio sobrenatural. En el punto de partida escriben; son los hombres que han recibido
de su conversión al cristianismo hubo por par­ la gracia de la fe.
te de Dios una libre iniciativa de gracia. De los mismos elegidos se dice que son «lla­
La distinción entre dos clases de llamados mados» ; se les reprende; pueden decaer del
al cristianismo, los unos predestinados a. la estado de gracia (I Cor. 9-10; Rom. 11, 20-
gloria y los otros' no, admitida por San Agus­ 23); deben asegurar su elección con las bue­
tín, no tiene fundamento alguno en el texto, nas obras (II Pe. 1, 10). Jesús exhorta a todos
y es contraria a todo el contexto (todos los sus discípulos a que oren sin cesar y a que no
exegetas modernos); y además no se la ve vuelvan atrás (Le. 18, 1-7).
por ninguna parte en el Nuevo Testamento. Los únicos pasajes que pudieran parecer fa­
Para San Pablo, el llamado és todo bautizado, vorables para servir de fundamento a la dis­
todo fiel que ha abrazado el cristianismo. Y en tinción entre llamados y elegidos, e identificar
una exhortación en la que el Apóstol se pro­ a éstos con una clase especial de fieles, «los
pone demostrar que es seguro el último efecto predestinados infaliblemente a la salvación»,
de la Redención (glorificación de nuestro cuer­ serían Mt. 22, 14; 24, 22. «Muchos son los
po, mediante la resurrección), ¿vendría al caso llamados, pero pocos los escogidos». En reali­
el animarlos diciendo: tened todos confianza, dad, los elegidos son los que efectivamente to­
porque algunos de entre vosotros están pre­ man parte en el banquete; llamados, aquellos
destinados? Sería de veras imposible hallar que Dios quisiera que hubiesen tomado parte
otro argumento más desprovisto de lógica. en el banquete, aquellos para quienes estaba
Los vv. 29 s. explican el precedente, y nos preparada la comida, es decir, el pueblo ele­
muestran la concatenación de los actos divinos gido, todos los israelitas.
que deben llevar a la comunidad de los cris­ La expresión no debe ser desligada del con-
tianos a la vida gloriosa, mediante la confor­ texto. Jesús dice que «ha invitado a todos los
midad con Cristo resucitado. judíos, pero que pocos han respondido a su
No se trata de simple presciencia, «quos palabra»; tal es la situación histórica que se
praescivit», sino de «conocimiento amoroso», creó frente a la misión del Salvador (Brunec).
benévolo y bienhechor. La finalidad del plan Igualmente es erróneo alegar, Rom. 9-11. En
divino es que también los bautizados tengan estos capítulos San Pablo demuestra cómo el
el cuerpo glorioso, como el de Jesús resuci­ hecho de que Israel haya quedado fuera de
tado. Ésta es la imagen del Hijo, de la que la salvación no supone una defección, ni si­
habla aquí San Pablo. Cristo tomó nuestro quiera parcial, del designio divino expresado
cuerpo para que nosotros podamos participar en la alianza con Abraham.
de la gloria del suyo resucitado, de suerte que Se trata de que Dios nunca ha vinculado la
él sea como el primogénito (cf. Col. 1, 15) de salvación con una cuestión racial, con toda
una muchedumbre de hermanos. la descendencia según la carne. Y demuestra
Por consiguiente, conformes con el cuerpo esto citando únicamente los casos de Isac,
glorioso de Cristo. preelegido como heredero de la promesa, con
Está dispuesta una cadena de gracias que se la exclusión de los otros hijos de Abraham.
extiende desde el llamamiento hasta la justifi­ Dios elegía libremente a Isac, y luego a
cación e incluso hasta la glorificación de nues­ Jacob, etc.; pero así Jacob como Esaú no son
tro cuerpo. Por parte de Dios todo está dis­ considerados como personas tanto como cabe­
puesto ; la forma verbal, pasado remoto, es zas y símbolos de dos pueblos, israelita y edo­
una anticipación de seguridad. mita : Israel debía sus privilegios únicamente
En mano del hombre está el no interrumpir a la libre y misericordiosa elección de Yavé,
tal cadena con el pecado; pero aquí faltaba Así quedaba excluido el hecho racial. La cues­
en el contexto el argumento de la cooperación tión de la salvación personal no aparece aquí
PRESBÍTEROS 472

para nada: se trata de la participación en el pa) entre el poder supremo y el pueblo. Apare­
evangelio; que es como si se nos propusiera cen en la Iglesia de Éfeso (Act. 20, 28; I Tim.
la pregunta de cómo Dios puede permitir que 3, 1-7), en la de Filipos (Flp. 1, 1), en la de
todavía no se haya predicado el evangelio en Creta (Tit. 1, 5-9) en la de Asia (I Pe. 5, 2),
algunos pueblos de la tierra, mientras que en la de Corinto (Clemente Romano: I Cor.
otros, tal vez más lejanos, etc., tienen ya sus XLII, 4; XLIV, 4.6) y en la de Palestina o
misioneros. Siria (Didaqué, XV, 1 ss.).
En conclusión: se afirman dos conceptos: Los presbíteros son elegidos por los Apósto­
el designio divino de salvación es fruto exclu­ les o por sus delegados, después de su dispér-
sivo de su misericordia; Dios nos previene con sión fuera de Palestina (cf. Act. 11, 30) con
su gracia siempre, desde el comienzo hasta el ayunos y oraciones (Act. 14, 23), bajo la di­
perfeccionamiento glorioso de nuestra vida es­ rección del Espíritu Santo (Act. 20, 28; cf.
piritual. Esto responde al carácter universal de Act. 14, 23; I Tim. 3, _l_ss.; 5^22 ;__m J ,_5_;__
la Redención (Mí. 28, 19^y^_l^div[na_yolun=_-__CIemente Romano, T Co/\ XLIV, 1-3), y si son
-tad -claramente ^rnañifesTáda por San Pablo : elegidos por la comunidad, los Apóstoles los
«Dios quiere que todos los hombres se salven confirman (Didaqué, XV). El rito de institu­
y lleguen al conocimiento de la verdad» (I ción consiste en la imposición de las manos
Tim. 2, 4). [F. S.] (Act. 14, 23; I Tim. 5, 22). No tienen la ple­
BIBL. — M. J. L agrange, ¿pitre aux Romains. nitud del sacerdocio porque están imposibili­
París 1931. pp. 213-18. 224-48; J. Huby, La vie tados para comunicar a otros el sacerdocio con
dans VEsprit (Rom.) en RScR, 30 (1940) 32-35; la imposición de manos (I Tim. 4, 14 aclarado
M. Brunec, Multi vocati, pauci electi, en VD. 26
(1948) 88-97. 129-43. 277-90. por II Tim. 1, 6) y hay varios en cada comu­
nidad (Act. 14, 23; 20, 17.28; Fil. 1, 1; Tit.
PRESBÍTEROS. — Colaboradores subordina­ 1, 5; I Pe. 5, 1; Sant. 5, 14; I Tim ..4, 14;
dos de los Apóstoles en el gobierno de las co­ Didaqué XV, 1), que no cabe duda están su­
munidades cristianas primitivas, que correspon­ bordinados a los Apóstoles como ayudantes de
den al actual grado segundo (sacerdocio) de la ellos (Act. 15, 2.4.6.22.23; 16, 4; 21, 18).
jerarquía del Orden. Se los denomina con los Los presbíteros son los pastores (Act. 20, 28 ;
dos términos n p e c r f t v T e p o i y e n í & K o n o i , que cf. Jn. 21, 6; I Pe. 5, 2); directores administra­
son sinónimos, como se deduce del uso inter­ tivos y espirituales de la comunidad con una
vertible (Act. 20, 17.28; I Tim. 3, 2 y 5, 7; sabia administración (Tit. 1, 6-9; I Tim. 3, 1-7),
Tit. 1, 5.7; I Pe. 5, 1.5), de la identidad de con la enseñanza (Act. 20, 28-32; 21, 25; I
oficio (Act. 20, 17.28; Fil. 1, 1; I Tim. 3, 5.7; Tim. 5, 17: Tit. 1, 9; I Tim. 3, 2; Didaqué
5, 17) y del hecho de que no se usan simul­ XV, 1-2), con el ejercicio de una perfección
táneamente. moral (Til. 1, 6-9; I Tim. 3, 1-7) y la posición
Los npeo-pvrepoi, «ancianos», que ya figu­ de determinados ritos litúrgicos (Sant. 5, 14:
ran entre los judíos siendo las personas más extrema Unción; Clemente Romano, I Cor.
insignes de cada una de las ciudades (I Mac. XLIV, 6: XeiTovpyía; XLIV, 4: presentación
11, 23; 12, 35; Le. 7, 3; cf. Dt. 19, 12; del sacrificio eucarístico: r¿ Súpa; Didaqué
Jos. 20, 4; Rut. 4, 2, etc.) y especialmente XV, 1: XeiTovpyía). Los presbíteros son los
como miembros del Sanedrín de Jerusalén superintendentes de Dios (I Tim. 3, 5; Tit. 1, 7).
(Mt. 16, 21; 27, 41; Me. 8, 31, etc.), existen Las dotes sacerdotales son expuestas sucin­
en la iglesia de Jerusalén (Act. 11, 30), en las tamente por San Pablo en dos listas, con algu­
comunidades judíocristianas (Sant. 5, 14), en nas variantes que no carecen de interés (I Tim.
las fundadas por San Pablo (Act. 14, 23; Tit. 3, 1-7; Tit. 1, 6-9): tres dotes son propias de
1, 5; Act. 20, 17; I Tim. 5, 17.19; 4, 14), en la primera lista: digno en su porte externo,
las de Asia Menor (I Pe. 5, 1.5; II y III Jn. no neófito, en buena reputación ante los pa­
v. 1) en las iglesias de Corinto y de Filipos ganos ; otras tres son propias de la segunda :
(Clemente Romano: I Cor. 1, 3; III, 3; XXJ, amigo del bien, justo, piadoso; las otras doce
6; etc.) y por analogía también en el Cielo son comunes a las dos listas, pero siete de ellas
(Ap. 4, 4.10; 5, 5-14, etc.). están expresadas con sinónimos; casado una
Los é n í o - K o n o i . (de e n í - c r K o n e l v y que en los sola vez, prudente, hospitalario, no dado al
LXX traduce al hebreo páqad con idea domi­ vino, no violento, no arrogante, no litigioso,
nante de vigilancia ejercida por hombres, o no avaro, sobrio, irreprensible, capaz de ins­
de poder supremo ejercido directamente por truir y de bien gobernar su propia casa. Las
Dios) figuraban ya entre los griegos como in­ condiciones principales son tres: aptitud para
termediarios (vigilante, gobernador, jefe de tro­ la enseñanza, buena administración y morali-
473 PRIMOGÉNITOS

dad de su casa, y fidelidad al primer vínculo del trigo y de los dos panes en Pentecostés
matrimonial; las disposiciones internas están (Ex. 34, 22; Lev. 23, 17), llamada también por
resumidas en una palabra: irreprensibilidad, eso «Fiesta de los primicias» (Éx. 23, 16). El
que excluye los vicios groseros que serían la uso de la ofrenda de las primicias es conocido
ruina de su autoridad — avaricia, ira, arro­ entre los egipcios, entre los babilonios y entre
gancia, brutalidad, embriaguez — e incluye la los griegos (¡liada, 10, 529; Aristófanes, Ra­
posesión de las virtudes conservadoras de la nas 1272, etc.) y entre los latinos (Ovidio,
autoridad: sobriedad, prudencia, modestia, es­ Metam. 8, 273, 10, 431, etc.). [F. V.]
píritu de hospitalidad, justicia, pureza de cos­ BIBL. — E. D horme, L a religión des H ébreux no­
tumbres. m ades, B ru x elles 1937, p . 3 4 ; H . C azelles, Eludes
La necesidad de esta sublime perfección, que sur le code de Valliance, P arís 1946, p p . 8 2 .9 8 s.
101; A, G. Barrois, M anuel djarchéologie—biblique,—
Jiace semejante _a_Qlisto__(LPe...2,-25)-e-impone----- Il7-Ibídrl953rpT“410'sr
~el máximo respeto (I Tim. 5, 17), exige cir­
cunspección y prudencia en la ordenación de PRIMOGÉNITOS. — (Hebr. bekór; ugarítico,
los presbíteros (I Tim. 5, 22). [A. R.] b kr; I Krt, 144 «nacer primero»; o bien peter
rehem «apertura del seno» o peter.) Primogé­
BIBL. — L. M aréchal, Evéques, en DBs, II,
Col., 1297-1318; F. Prat. La teología de San Pa­ nito es el primero que nace en una familia.
blo, México 1947; J. C olson, L'Evéque dans Ies El término se aplica también a los animales.
contnnmautés primitives. Tradition paulinienne et tra-
dition iohannique de VEpiscopat, des origines á S. El primogénito humano goza de ciertos de­
Irénée, París 1951. rechos (cf. Esaú y Jacob); a él pertenecen dos
porciones de la herencia paterna (Dt. 21, 15-17),
PRIMICIAS. — En prueba de agradecimiento costumbre de la que se halla constancia in­
y de sumisión, los hebreos deben ofrecer a cluso en Mesopotamia a través de los textos
Dios los primeros frutos, sean naturales, como de Nippur, de dos trozos de la serie ana ittiSu,
de las mieses, de la vendimia, etc. (bikkurim, de los contratos de Nuzu y de las leyes asirías
ré’slth bikkure há’ádámáh, LXX arrabal tüv 0 . 8. 1) .
srpa>7oyevr¡KaTtí>v tí}$ rrjs) sean artificiales (te- El primogénito es objeto de una atención
rumáh, de donde procede el tratado Terumóth especial por ser el continuador de la familia.
de la Mi§na, LXX á<paípepa, ¿irap^y) como el Israel es llamado primogénito de Dios (Éx 4,
pan, harina, aceite, esquileo de las ovejas. El 22 s .: Ecl. 36, 14). Al que muere sin primo­
tema del desarrollo legislativo aparece por pri­ génito se le debe facilitar mediante la ley del
mera vez en Éx. 22, 28 que los LXX traducen: levirato. El más grave castigo es la privación
«No dilatarás el ofrecerme el diezmo de tu de la primogenitura (Éx. 11, 5; 12, 29 s.; 13,
era y de tu lagar». Más explícitamente en Éx. 15; Sal. 88, 51; etc.).
23, 19 (= Éx. 34, 26): «Llevarás a la casa de Los primogénitos están consagrados a Dios
.Yavé, tu Dios, las primicias de los frutos de (Éx. 22, 28 s.); por lo mismo se impone su
tu suelo», donde ré’sith (acádico reStu) puede rescate (Éx 34, 19 s.). El motivo de la consa­
tener significado cronológico (primero en el gración y del rescate es la preservación de los
tiempo) y calificativo (primero por su calidad). primogénitos hebreos de la muerte cuando pe­
Textos como I Sam. 2, 29; 15, 21; Am. 6, recieron los de los egipcios (Éx 13, 22-26). Los
1.6 inducen a adoptar el sentido calificativo, detalles del rescate están enumerados en Núm.
quedando siempre en pie el otro significado, 18, 15-18.
puesto que para los israelitas lo primero es En cuanto a la inmolación cruenta de los
lo mejor. Así ocurre con los primogénitos. primogénitos, aun en lo tocante a los mismos
Dt. 26, 1-5, 10 s. fija las modalidades de la cananeos, el descubrimiento de sepulturas de
presentación de las primicias, cuyos detalles se niños sin carácter sacrificial aconseja prudencia
irán determinando mejor con el tiempo. La en admitirla. Los dos hijos de Jiel (I Re. 16,
cantidad de las primicias no está determinada. 34) sirven de víctimas por una fundación. Las
Ez. 45, 13 s. supone la proporción de 1/60 para inmolaciones de los hijos de Mesa (II Re. 3,
el trigo y la cebada, 1/100 para el aceite. Ge­ 27), de Ajaz (II Re. 16, 3), de Manasés (21, 6),
neralmente se apunta al 1/50, y los menos ge­ y tal vez de otros (23, 10; cf. Jer. 7, 31; 19,
nerosos al 1/60. Los discípulos de Hillel se in­ 5; 32, 35) son severamente condenadas a título
clinan por el 1/40, los de Sammai por el 1/30. de rito pagano (Dt. 12, 31; 18, 10 ss.; Lev.
Hay dos ofrendas de primicias especialmen­ 18, 21 ; 20, 2 s .; cf. Mi. 6, 7). Los relatos de
te solemnes: la de la cebada en Pascua (Lev. la edad patriarcal (Yavé impide el sacrificio de
23, 10 s .: ofrecimiento de la primera gavilla Isac), el reducido número de sacrificios com­
de cebada, según FI. Josefo y la Misna), y la probados por la arqueología, la ausencia de
PROCURADORES romanos 474

datos literarios sobre la práctica de estos sacri­ soberano, sólo que bajo la dependencia del
ficios, la poca frecuencia de los sacrificios hu­ emperador. Como no tenía legiones a su dis­
manos en general (el infanticidio es descono­ posición, necesariamente tenía que recurrir en
cido de los beduinos) y de las víctimas de la casos difíciles al procónsul más cercano, que
tribu confirman la antigüedad del uso del res­ en este caso era el de Siria. Éste podía inter­
cate, ya desde los mismos orígenes de Israel. venir cuando lo juzgaba oportuno, tomándolo
IF. V.] todo por su cuenta, pero no tenía el derecho
de deponer al procurador, a no ser que media­
BIBL. — O. E issfeldt, M olk ais O pferbegrlff im
Pun.schen un H eb ra sc h e n ..., Halle 1935. pp. 46-65; ra autorización especial del príncipe.
cf. RB, 1936, pp. 278-82; Syrla 1935, p. 407 ss.; Puede, pues, decirse que en cierto modo
H. C azeu .es, ¿lurtes sur le corte de ValUance. Pa­ Judea estaba ligada, unida con Siria. El pro­
rís 1946, p. 83 s .; A. G sorge, L e sacrifice d 'A brah am ,
Lyón 1948. p. 104 s .; A. G. Barrois, M anuel rt'ar- curador, revestido del imperium, tenía poder
chéo'.ogie biblique, II, París 1953, pp. 18 s. 336.410. legisla tivo__y.. .judicial,- hasta-la-misma-pena-de
muerte (FI. Josefo, Bell. II, c. 8, 1), y el mando
PROBATICA (puerta y piscina). — v. Befesda. de las fuerzas armadas, que estaban constitui­
das por cinco cohortes de infantería y un ala
PROCURADORES romanos. — Al ser de­ de caballería, por tropas auxiliares reclutadas
puesto Arquelao (6 desp. de J. C .; v. Herodes, entre los samaritanos y los habitantes de Ce­
familia), el territorio que él gobernaba pasó a sárea, como consecuencia de la exención de los
estar bajo la inmediata dependencia de Roma. judíos en orden al reclutamiento militar (Fl. Jo­
En el año 27 a. de J. C. había dividido Augus­ sefo, Amiq., XIV, 10, 1). La cohorte (<rireípa),
to las provincias del imperio en provincias cuya lo mismo que el ala, estaba integrada por unos
superintendencia pertenecía al Senado (provin­ 500 hombres, mandados por un tribuno o qui-
cias senatoriales: las del interior, tranquilas y liarca. Una cohorte tenía su estancia en la
seguras, ligeramente guarnecidas) cuyo gober­ Antonia, para responder del orden público en
nador era un procónsul y no tenía legiones el Templo y en Jerusalén. De ella se hace
(de ciudadanos romanos) a su disposición, sino mención en el Nuevo Testamento con ocasión
solamente tropas auxiliares; y provincias re­ de la detención de N. Señor y de San Pablo
servadas al emperador (imperiales: las fronte­ (Jn. 13, 12; Me. 15, 44 s.; Mt. 27, 2; Act. 21,
rizas y poco seguras, fuertemente guarnecidas), 31). El procurador residía en Cesárea, ciudad
cuyo gobernador, legado de Augusto propretor, ampliamente pagana, y se desplazaba a Jeru­
tenía a sus órdenes varias legiones. salén (donde se instalaba en el palacio de He­
En casos especiales el emperador se reserva­ rodes y en la Antonia) cuando llegaban las
ba la administración de alguna región, no como grandes fiestas para responder del orden pú­
procónsul, sino como príncipe. En ella nom­ blico. Entre los soldados había unos denomi­
braba un prefecto (eíra/r^o?: título que se con­ nados speculatores que ejecutaban las senten­
virtió en oficial y se perpetuó en Egipto) o un cias de muerte pronunciadas por el procura­
procurador CWrpo-o9: nombre que prevaleció dor, y a ellos se adjudicaba la posesión de la
para todos los otros casos) del rango de los ropa y otros enseres personales del condenado
caballeros. El término yyeuubv (= praeses) en (Mi. 27, 27.35; Jn. 19, 23 s.). El procurador
el Nuevo Testamento es una indicación vaga, debía respetar los privilegios concedidos a los
como la de gobernador. judíos por los emperadores, y demás derechos
Así las cosas, no pareció oportuno anexionar reconocidos, y especialmente no ofender la
Judea a Siria, provincia imperial. Entre los dos susceptibilidad de los judíos en materia religio­
países estaba Galilea (tetrarquía de Antipas), sa. De acuerdo con ello, para las causas ordi­
y en Roma no se desconocía la muy delicada narias actuaban los diferentes tribunales judíos,
situación creada por la religión y las costum­ y en primer lugar el Sanedrín (v.), que podía
bres judías. Los judíos eran únicos en el impe­ condenar a la pena de flagelación, pero no a
rio en cuanto a su repugnancia a toda transac­ la de muerte, y mandar ejecutar la sentencia.
ción ; bien los había conocido ya César, y el El tus gladii era derecho reservado al procu­
mismo Augusto, quienes les concedieron mu­ rador (Jn. 18, 31). Lo único que podía hacer el
chos privilegios, y entre otros el de la exención Sanedrín era manifestar su parecer al procura­
del servicio militar y del culto al emperador, dor pidiendo la sentencia capital para un reo.
la prohibición a los militares de entrar en Pa­ En el año 62 desp. de J. C. el sumo sacerdote
lestina con las insignias desplegadas. Anas, aprovechando la demora en la llegada
En las pequeñas provincias se tenía como del nuevo procurador Albino, reunió al Sane­
norma el que el procurador ostentase el poder drín para condenar a muerte a Santiago de
475 PROCURADORES romanos

.Jerusalén. El juicio fué considerado como ile­ go de Tiberio (f 16 de marzo del 37 desp. de
gal, y Anas fué depuesto. J. C.) suspendió a Pilato y lo envió a Roma
El procurador, según significa su propio nom­ a comparecer ante el emperador; luego nombró
bre, velaba por la recaudación de los impues­ procurador a Marcelo (36-37) que fué confir­
tos, que en las provincias imperiales iban a mado por Caligula. A Marcelo sucedió Má-
parar a la caja del emperador. Todo ciudada­ rulo (37-41), si es que no se trata de un solo
no pagaba el impuesto personal o directo, y procurador. Después del paréntesis del rey
además otros impuestos indirectos, por ejem­ Agripa I (41-44; v. Herodes, familia) que re­
plo los derechos de aduanas. La recaudación unió bajo su mando toda Palestina, como la
de estas últimas estaba concedida a publicanos, había tenido Herodes el Grande, el emperador
a quienes se retribuía con una cantidad fijada. Claudio (j 13 de octubre del_54 desp. de J. C.)
—Los-puestos-de aduanas-estaban- colocados-en" nombró"Wócüradórdé ”JúdéáT^jen el sentido ro­
los límites de los estados, por ejemplo entre mano equivalía a Palestina), a Cuspio Fado
la tetrarquía de Antipas y Judea (Le. 13, 12 s.; (44-46). Funcionario digno: justo y enérgico.
19, 1-10). A los judíos competía el derecho de Reprimió el libertinaje, que sobre todo se ha­
exigir el impuesto sagrado del didracma para bía extendido por Idumea. Claudio había esta­
el Templo (Mt. 17, 24), y también tenían, por blecido que los paramentos solemnes del sumo
privilegio excepcional, el derecho de matar al sacerdote, encomendados al Templo por Vite­
gentil que hubiese traspasado la barrera sa­ lio, se guardasen nuevamente en la Antonia.,
grada, penetrando en el interior del Templo y Fado permitió que se llegase a Roma una
(FI. Josefo, Bell., VI, 2, 4; Clermont-Ganneau comisión judía para obtener la revocación de
ha hallado una de las tablillas de mármol con el la orden. Finalmente, dispersó una tentativa
aviso sobredicho). Esto no obstante, fueron per­ de inspiración mesiánica capitaneada por un
petuos los equívocos entre gobernantes y go­ tal Teudas, que había prometido a muchos se­
bernados, porque los judíos gobernados por cuaces hacerles pasar el Jordán después de ha­
los fariseos, ponían mucho empeño en ciertos ber dividido milagrosamente las aguas. La
puntos cuya importancia no llegaban a com­ caballería mató a unos e hizo prisioneros a
prender los magistrados. Era, pues, imposible los restantes secuaces del seudoprofeta, a quien
a los judíos entrar en aquel movimiento cre­ fué cortada la cabeza (Fl. Josefo, A ni. XX,
ciente de simpatía, de mutuas relaciones pací­ 5, 1).
ficas y de buena inteligencia que ligó a los Con ocasión del segundo encarcelamiento de
otros pueblos con el amor a Roma. Pedro y de otros Apóstoles algunos meses
Los procuradores elegidos por Augusto. Co­ (31 desp. de J. C.) después de la muerte del
ponio (6-9 desp. de J. C.), con P. Sulpicio Qui­ Redentor, Gamaliel habló de una sedición fo­
rino, legado de Siria (6-11 después de J. C.), mentada por Teudas, después de cuya muerte
llevó a efecto el empadronamiento de Judea sus partidarios «se disolvieron y quedaron re­
(v. Quirino), distinto del que hizo cuando na­ ducidos a nada» (Act. 5, 36). Es evidente que
ció Jesús. Entonces Judas Galileo empujó a se trata de dos sediciones distintas y distantes
la resistencia y a la revuelta contra Roma, pero en el tiempo, cuyos cabecillas sólo tienen de
fué muerto, y sus secuaces se dispersaron (Fl. común el nombre, que estaba bastante exten­
Josefo XVII, 10, 5; XVHI, 1, 1-6; cf. Act. 5, dido por Palestina (J. Renié, Actes. La S te. Bi­
37): éstos fueron los zelotes que tanta parte ble (ed. Pirot, 11), París 1949, p. 97 ss.).
tomaron posteriormente en la insurrección del Tiberio Alejandro (46-48), de familia judía,
66. Siguen: Marco Ambivio (9-12) y Annio nieto de Filón, pero apóstata de la religión de
Rufo (12-15). sus padres. En su tiempo se dió la g:*an ca­
El emperador Tiberio quiso dejarles en el restía que había predicho el profeta cristiano
cargo por más tiempo, con el intento de per­ Agabo, y a consecuencia de la cual la comu­
mitir respirar a las poblaciones que eran ávi­ nidad cristiana de Antioquía socorrió a la de
damente exprimidas por cada nuevo funciona­ Jerusalén.
rio. Nombró a Valerio Grato (12-15, aproxi­ Hizo crucificar a Jacobo y a Simón, hijos de
madamente, desp. de J. C.), quien depuso Judas el Galileo, ajusticiado por Coponio.
al sumo sacerdote Anás y a sus tres sucesores, Durante el mando de Vendidio Cumano (48-52)
separados entre sí por el breve intervalo de un se dieron varios motines y una guerra civil
año, aproximadamente. El cuarto que él eligió entre samaritanos y judíos. Ummidio Cuadrado,
fué Josefo, llamado Caifas (Le. 3, 2; Jn. 18, legado de Siria, mandó al procurador y repre­
13, etc.). sentante de ambos bandos a Roma, donde,
Poncio Pilato (26-36: v.). Vitelio, por encar­ por intervención de Agripa II (v. Herodes, ja-
PROFETA. Profetismo 476

milia) ante Agripina, esposa de Claudio, los Fué sustituido por Gesio Floro, sin duda el
legados samaritanos fueron ajusticiados, Cu- peor de todos los procuradores romanos en
mano desterrado (Tácito, An. 12-54), el tribuno Judea, que lo fué desde el 64 hasta que estalló .
Célere, favorable a los samaritanos, devuelto la rebelión judía (a mediados del 66), que él
a Palestina y muerto. deseó y con varias ruindades y barbaridades
El último procurador nombrado por Claudio aceleró, provocando los ánimos a resarcirse de
fué A. Félix (52-60). Era liberto de Antonia, las injusticias y rapiñas de todo género que
madre del emperador, y en los honores de que había perpetrado. Llegó hasta conceder inmuni­
su condición de origen servil deberían excluir­ dad a los ladrones, con la condición de compar­
lo conservó el ánimo de un esclavo, mucho tir con él el botín (FI. Josefo, Bell. II, 14, 2-3).
más que su hermano Palante, el omnipotente Después de la destrucción de Jerusalén y del
favorito de Nerón (Tácito, Hist. 5, 9; An. asalto a Masada, Judea se convirtió en pro-
12, 54). Apoyado en la protección de éste, se vincia_Jmperiaj_ ^teramente -independiente, - al
-creía- que todo-le-estaba_"permitidory' sü bru­ frente de ía cual había un legado de la insti­
talidad fué una de las causas remotas de la tución de los senadores, que tenía a su dispo­
insurrección judía. Se hizo famoso por sus sición la restaurada X legión «Fretensis», siem­
exacciones, por su venalidad y por la licencia pre con su sede en Cesárea. [F. S.]
de sus costumbres. Una de sus tres mujeres era
BIBL. — M. J. L acrange, Le Judaisme avant Jésits-
nieta de Marco Antonio y de Cleopatra, y otra Christ. 3 ed., París 1931, pp. 215-24; G. R icciotti,
fué la joven de diecinueve años Drusila, hija Storia d ’ Israele, II, 2 ed.. Torino 1935, pp. 431-72;
de Herodes Agripa I, esposa de Aziz, rey de U. H olzmeister, Storia dei tempi del Nuovo Testa­
mento (trad. ¡t., La 5. Bibbia) , Torino 1950, pp. 60-89,
Emesa. Félix se entrevistó con San Pablo, de­ 105-22; F. M. A bel, Histoire de la Palestine, I, Pa­
tenido en Jerusalén hacia el 57 y enviado rís 1925, pp. 424-90.
con una escolta a Cesárea. El tribuno infor­
maba al procurador en su relato acerca de PROFETA. Profetismo. — Profeta es el que
las acusaciones y de Jas insidias del Sane­ por divina misión transmite, a aquellos a quie­
drín, y como sólo era cuestión de litigios doc­ nes es enviado, las órdenes, las revelaciones
trinales, nada pesaba sobre el acusado que que Dios le ha comunicado mediante una
mereciese la pena de muerte o el encarcela­ acción sobrenatural (Dt. 18, 18 s .; II Re. 3, 9,
miento. A idéntica conclusión llegó Félix des­ etcétera; cf. Éx. 7, 1 s.).
pués de haber escuchado a los judíos y la de­ El comienzo y el elemento esencial de la
fensa de Pablo. Y aun así, en vez de ponerle misión profética es la vocación por parte de
en libertad, dilató la causa bajo el pretexto de Dios; libre elección, imprevista e improvisada,
un suplemento de información. Esperaba que que inspira un nuevo rumbo a la existencia del
San Pablo le compraría la libertad a un precio llamado (Éx. 3-4, 18: Am. 7, 12-15: As. 6;
elevado. El Apóstol habló a Félix y a Drusila Jer. 1, 4-9; 20, 7-18, etc.).
de la fe en Jesús, de la justicia y del juicio El término hebreo más usado, nábhi, pro­
futuro, pero en vano. Al ser llamado por Ne­ cede del verbo acádico nabü, «llamar», en el
rón, Félix dejó a Pablo en la cárcel por com­ participio pasivo «llamado», que ha recibido
placer a los judíos (Act. 23-24). de Dios una misión especial (cf. Código Ham-
Su sucesor Porcio Festo fué un excelente murabí, Prói. 1, 52; 1, 49; Epíl. 24, R. 40;
funcionario, pero estuvo muy poco tiempo W. F. Albrigth, Von Steinzeit zum Christen-
(t 62) para que su rectitud y su habilidad lo­ tum, trad. alem., Berna 1949, p. 301 s.), y del
grasen resultados duraderos. Efectuó una fuerte nombre propio nabi-ilisu, «el llamado por su
expedición contra un exaltado que se llevaba Dios». Está en la forma pasiva, como nazir,
las turbas al desierto con la acostumbrada ilu­ «consagrado», masiah, «ungido», como pasivas
sión de la insurrección mesiánica. A San Pa­ son también las formas verbales que de él se
blo, que seguía siendo requerido por el Sane­ derivan, nifal e ithpael, «obrar como nádhi».
drín, le propuso la reanudación del juicio en El griego xpo(pr}7i-¡s> «el que habla en nombre
su presencia, pero en Jerusalén, por dar con­ de Dios», expresa bien la idea (de ;rpo, «de­
tento a los judíos. Entonces el Apóstol apeló lante», y <7>ávat, «hablar»: Esquilo, Eum. 19;
al César, y el procurador lo envió a Roma, Platón, Republ. 366, etc.). El sentido de «pre­
pero antes de redactar su relación quiso oír decir lo futuro» es sólo secundario, en cuanto
también el parecer de Agripa II (Act. 24-26). el profeta anuncia también lo futuro; pero la
La actuación del venal Albino (62-64) echó etimología de S. Isidoro de Sevilla (n-po, «de­
por tierra todo lo bueno que Festo había lo­ lante». y toaívtv, «aparecer»; Santo Tomás,
grado hacer, y resultó un verdadero desastre. 2a 2ac. q. 171, a. I) es errónea.
477 PROFETA. Profetismo

Otros términos usados: róch, «vidente» (que acontecimientos que de ahí provienen, van si­
se dice de Samuel, I Sam. 9; I Par. 9. 22; guiéndose sin interrupción ios profetas como
26, 28; de Hanani, II Par. 16, 7-10, y en un ministerio constante (I Sam. 3, 1 ; en el
Is. 30, 10), y el equivalente hozeh, «el que mismo sentido Act. 3, 24; Hebr. II, 32). Du­
contempla», las más de las veces en la poesía, rante el reinado de David, Gad (I Sam. 22,
expresan el medio o el modo de las comunica­ 5, etc.) y Natán (II Sam. 7, 2, etc.); durante
ciones divinas, que por otra parte se expresa el de Salomón, Ajías (I Re. 11, 29, etc.); du­
frecuentemente con el verbo rá'áh, «ver». Ya rante el de Roboam, Semeyas (Ibid. 12, 22,
en Am. 7, 1-15, aparecen como enteramente etcétera), Ido (II Par. 12, 25); durante el de
sinónimos del antiguo termino nábhi, que en Jeroboam, un «hombre de Dios» (I Re. 13);
tiempo de Samuel prevaleció sobre los otros durante el de Basa, Jehú (Ibid. 16, 1): durante
(I Sam. 9, 9). el de Asa, Jananí (II Par. 19, 2 : 20, 14; 37),
_Ebhecl_ .Yavé,.__«adorador»_.(sier.vo)_de—'Tavé, -F to - ^O^ Miqueas hijo-de -Yemla-(I 22),-
*i§ ’elohim, «hombre de Dios», consideran a Eliseo (v.); durante el de Jeroboam IL Jonás
los profetas en sus relaciones con Dios, dedi­ (II Re. 14, 25). Siguen los profetas cuyos es­
cados a su servicio, asertores y celosos cus­ critos poseemos (profetas escritores, por con­
todios de sus soberanos derechos. En orden al traposición con los precedentes-, llamados pro­
pueblo son llamados roceh, «pastor»: §ómer, fetas de acción), cuyo orden cronológico es
«custodios»; ’ófeh, «escolta vigilante», etc., este: Amos, Oseas, Isaías, Miqueas, Nahum,
subrayando los diferentes aspectos de su mi­ Sofonías, Habacuc, Jeremías, Baruc (además
sión (cf. Ez. 33, 1-9; Bíblica, 6 [19251 294-311. de la profetisa Jolda durante el reinado de
406-17). Josías: II Re. 22, 14-20); durante la cauti­
Institución. Los semitas, con un sentido vi­ vidad de Babilonia: Ezequiel, Daniel; después
vísimo de lo sobrenatural, en todos los acon­ del retomo de la cautividad: Ageo, Zacarías,
tecimientos veían la acción divina ; por eso era Abdías, Joel, Malaquías.
angustioso en ellos el deseo de conocer la vo­ A Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel se les
luntad del Señor, y naturalmente acudían a su llama profetas mayores, por la .magnitud de
intérprete para toda circunstancia o contingen­ sus respectivos libros; a los otros se les llama
cia que escapaba a su percepción o capacidad menores.
inmediata. En consecuencia, acudían a la adi­ No hay noticia de otros profetas (cf. I Mac.
vinación y a la magia, que tan difundidas es­ 14, 41) hasta Juan Bautista (Mt. 11, 9 s. ;
taban, y para mantener a Israel alejado de Le. 7, 26 s.), precursor del profeta por exce­
tales prácticas supersticiosas, ya desde los co­ lencia, Jesús, el Mesías (Act. 3, 20 ss. = Dt.
mienzos de la nación instituyó Yavé los pro­ 18, 15-19; Jn. 1, 21.45, etc.). En la Iglesia
fetas como únicos portavoces e intérpretes primitiva, entre los dones especiales otorgados
suyos (Dt. 18, 9-22; Núm. 23, 23: lo afirman por el Espíritu Santo (v. Carismas), los pro­
Am. 2, 10 s.; Jer. 7, 25; Zac. 7, 12; Neh. fetas tienen el puesto de honor, inmediatamen­
9, 30), dándoles como señal inconfundible para te después de los Apóstoles (I Cor. 12, 28 s .:
que los reconocieran, aparte el valor moral 14; Ef. 2, 20, etc.), y varias veces aparecen
(fidelidad a Yavé, a sus preceptos), el carisma en el Nuevo Testamento estos intérpretes de
de predecir lo futuro (Dt. 18, 22; Is. 41, 22 s .; Dios con predicciones, leyendo los secretos de
44, 7 s.) y a veces el de obrar otros milagros. los corazones (Act. 11, 27; 19, 6; 21, 9 ss.);
Sólo por extensión del término llama el edifican, exhortan, alientan (cf. Didaqué 11,
Salmo 105 (104), 15, profetas a los Patriarcas, 7.12; Hermas, Mand. 11; San Justino, Dial.
como depositarios de la revelación divina. 39, 2).
Historia. Las fuentes bíblicas mencionan, des­ Semejante don no ha dejado de darse nunca
pués de Moisés, el gran profeta (Os. 12, 14 en la Iglesia, con misiones particulares (por
fVulg. 12, 13]; Núm. 11, 25; 12, 6, etc.), a ejemplo, Santa Catalina de Siena, Santa Mar­
María su hermana (Éx. 15, 20; Núm. 12, 2), garita Alacoque), pero si prescindimos de la
a Josué (Eclo. 46, 1), y en el período de los literatura monástica de los siglos iv-v que lo
Jueces, a Débora (Jue. 4, 4), a un nabhi’ anó­ extendió mucho, el término profeta estuvo re­
nimo (Ibid. 6, 8), a un «hombre de Dios» que servado ya desde la antigüedad a los hombres
pronostica a Helí el desmoronamiento de su del Antiguo Testamento, como transmisores de
familia (I Sam. 2, 27), a Samuel (Ibid. 3, 20, la revelación formal pública.
etcétera). Después de Samuel, dados los graves Las fuentes bíblicas emplean el término ná-
peligros que amenazan la existencia misma de bhi* y las formas verbales derivadas al pre­
la religión monoteísta, y a causa de los tristes sentar las manifestaciones muy especiales de
PROFETA. Profetismo ' 478

éxtasis colectivos en Israel, otras de los pueblos tenerse fiel a Yavé. Así eran aprovechadas para
limítrofes, especialmente las de los siriofenicios, el bien estas manifestaciones entonces difun­
y las de los falsos profetas que se presentan didas y que tanto impresionaban al pueblo.
como enviados de Dios. Muchos de ellos perecieron en la persecución
Los ancianos elegidos por Moisés para ayu­ de Jezabel (I Re. 18, 23). Los grandes profetas
darle en el gobierno del pueblo recibieron el los emplean también para cumplimentar ciertas
Espíritu de Yavé, como señal de aprobación misiones recibidas de Dios (I Re. 20, 35-43;
y confirmación, y se «pusieron a profetizar». II Re. 9, 1.4-11); están a veces presentes en
Éstos no anuncian nada, sino que se agitan de sus manifestaciones extáticas, pero nunca to­
un modo característico, y tal fenómeno no se man parte en ellas profetizando como ellos
repitió. Moisés lo consideró como un don di­ (cf. I Sam. 19, 20).
vino : «Ojalá que todo el pueblo participase Hállanse testimonios de fenómenos afines de
de semejante don» (Núm. 11, 25-29). En tiem­ éxtasis en las religiones antiguas, en el mundo
po de Samuel (s. xr de J. C v o lv ió a_apa- gix.cqrrpm.ano_e_incJuso--en- nuestros—tiempos-
Tecer""uñ^ análogo profetismo colectivo extático (cuáqueros, pentecostales, por ejemplo). La Bi­
(I Sam. 10, .5 s., 9-12; .19, 18-24) que llega a blia describe los falsos profetas de Baal (pro­
su punto culminante en los de Elias y Elíseo fetismo siriofenicio) en el célebre desafío de
(s. ix) y se extingue casi inmediatamente des­ Elias en el monte Carmelo (I Re. 18, 26-29),
pués. En el s. xí se reúnen catervas de israe­ y con ella coinciden las fuentes profanas: el
litas para tomar parte en el culto, van an­ relato del egipcio Wenamon (h 1100 a. de
dando juntamente y se sirven del canto y de J. C .; papiro de Golénischeff) y el escritor
la música para preparar y secundar sus mani­ Heliodoro, de origen sirio (Aethiopica IV, 17).
festaciones extáticas. Y es verosímil que ma­ En la atmósfera ardiente y provocativa del
nifestasen su vivo sentimiento por la religión culto cananeo se adueñaba de algunos un ex­
de su único Dios, transportados por el entu­ traño frenesí, y principalmente de estos nábhi*
siasmo religioso, dominados por una excitación profesionales, que pronto se comunicaba a
incontenible, con los ojos ardientes, con el otros. aAl son de las cítaras danzaban, ora
rostro encendido, con movimientos alternos más levantándose en saltos ligeros, ora doblando
o menos rítmicos de todo el cuerpo, con gestos repetidas veces las rodillas hasta el suelo y
desordenados, tal vez con expresiones infla­ girando luego sobre sí mismos como poseídos
madas. de un espíritu» (Heliodoro). Heríanse con es­
La exaltación se comunicaba a veces a los padas o cuchillos en los brazos, en el pecho,
circunstantes, por predisposición o por una en las mejillas, y al mismo tiempo emitían,
particular intervención divina (cf. I Sam. 19, por momentos, ciertos sonidos apenas articu­
20-24). Probablemente no hay que excluir en lados, en los cuales los fieles atraídos por el
estas manifestaciones todo carácter sobrena­ espectáculo reconocían las palabras de Dios.
tural. La excitación iba en aumento hasta convertirse
En tiempos de Elias y Elíseo (I Re. 17 ss.; en furibunda; formábase como una cargada
II Re. 1 ss.), estos profetas («hijos de los pro­ atmósfera de locura y de opresión, y algunos
fetas» = miembros de tales asociaciones: I Re. llegaban a perder por completo el dominio
20, 35; I Re. 2, 3, etc.) forman colonias en sobre sí mismos. Producíanse mutilaciones en
diferentes localidades (Gálgala, Bétel, Jericó), honor de Baal, dios de la fecundidad, y con­
donde llevan vida común con cierta modera­ sagrábanse temporalmente mujeres jóvenes a la
ción (II Re. 2; 4, 38 ss.; 6, 1-5). Es un prostitución sagrada (L. Desnoyers, I, p. 246 s.).
profetismo de profesión, al que falta toda vo­ Hacia el fin del s. vu atestigua Jeremías
cación sobrenatural. Ante el influjo demoledor (27, 3.9) que había de estos nábhi’ en Edom,
del culto idolátrico y licencioso de Canán, que en Moab, en Ammón y en Fenicia, y a ellos
amenazaba incluso a la existencia del mono­ acudían los reyes para sus consultas. Virgilio
teísmo revelado, y ante la invasión oficial, es­ (Aen. VI. 45-51.77-80), Lucano (Phars. V,
pecialmente en el reino de Samaria, del baa- 161 ss.) y otros describen tales exhibiciones
lismo fenicio abiertamente favorecido e im­ extáticas, extendidas por el mundo grecolatino
puesto por la fenicia Jezabel, esposa del rey al surgir el cristianismo (Bíblica, 32 1.1951]
Ajab, estas piadosas asociaciones, bajo la guía 237-62).
y la dirección de los grandes inspirados, Sa­ Finalmente hallamos en Israel, en oposición
muel (que probablemente fué su fundador), y en lucha con los auténticos profetas, a aque­
Elias y Elíseo, figuraron entre las fuerzas vivas llos que se presentaban con el título de en­
del yaveísmo, que incitaron al pueblo a man­ viados de Yavé, adaptándose a los deseos de
479 PROFETA. Profetismo

Jos reyes a quienes adulaban y secundando las de contacto, implícitos ya en el motivo de em­
ilusiones de la turba, en busca de dinero y de plear para el culto del verdadero Dios aquellas
popularidad (I Re, 22, 6-28; Mi. 2, 7-11; 3, manifestaciones que tanto impresionaban a las
5 ss.; Jer. 23.23.29; Ez. 13). «Aparentan ser masas. Falta en él, por ejemplo, la caracterís­
ná’ohi’ en Israel (se presentan como llamados tica de las incisiones (en I Re. 20, 35-43, el
por Dios) estos profetas que andan en su miembro de la asociación profética que sale
propio capricho, o sea que todo lo amañan al encuentro de Ajab hace que le hieran en el
por su cuenta. Dan adivinaciones mentirosas rostro para presentarse como un soldado que
y dicen: Oráculo del Señor, cuando el Señor ha tomado parte en la batalla apenas termi­
no ha hablado. Engañan al pueblo diciendo: nada); se desconoce toda señal de orgías y de
Todo va bien, cuando todo va mal, dispuestos prácticas lascivas.
a confirmar toda esperanza imaginaria». Y de Pero, cualquiera que sea el juicio formulado
las «profetisas del propio capricho» se lamenta p^r_ei_hLs_toriador_sabre-el_particular,-no-puede
“Yayé de este modo: «Por unos puñados de afectar al profetismo como institución divina.
cebada y unos pedazos de pan me deshonráis Las fuentes distinguen indiscutiblemente, de un
ante mi pueblo» (Ez. 13). Pronto desmentirán modo claro y Lajante, entre manifestaciones del
los hechos sus pretendidos vaticinios, y el pue­ profetismo extáLico colectivo profesional y.pro­
blo verá el castigo ejemplar que sobre ellos se fetas allamados por Dios», desde Moisés hasta
cernirá (cf. I Re. 22; Jer. 28). Malaquías. Ninguno de éstos salió de las aso­
Valoración. Es corriente que entre los racio­ ciaciones dichas ni perteneció a ellas. Éstas,
nalistas (desde A. Kuenen hasta R. Kittel, por otra parte, constituyeron un fenómeno
A. Causse) se fusionen y se confundan estos muy circunscrito en el tiempo. En cambio, no
diferentes elementos bíblicos, para negar la ca­ puede ponerse en duda la existencia de los
racterística de institución divina al profetismo profetas desde los orígenes del yaveísmo (Am,
único y exclusivo del Antiguo y Nuevo Tes­ 2, 10 s .; Os. 12, 14; Jer. 7, 25, y todas las
tamento. fuentes anteriores a Samuel).
Según esos críticos, en el tiempo de Samuel El profetismo extático y voluntario tuvo de­
solamente habría surgido el profetismo extá­ rivaciones malsanas: muchos «hijos de los pro­
tico, y luego a través de la acostumbrada evo­ fetas», después de haber estado esperando en
lución, condicionada por el ambiente, tendría­ vano el llamamiento divino, se convertían en
mos con Amós el comienzo de los profetas falsos profetas; rastrera falsificación de los
aislados, pensadores y escritores; a los extáti­ profetas inspirados que la combaten enérgica­
cos y visionarios sucederían los intelectuales y mente y son inconfundibles con ella.
realistas. Dios no entraría para nada en tales Amasias, el sacerdote de Bétel, incondicio­
fenómenos, y tendríamos un fenómeno idén­ nal de la dinastía de Jehú, dice a Amós: «Vi­
tico al que nos ofrecen las otras religiones. dente, ve y escapa a la tierra de Judá, y come
Pero, ¿cómo explicar entonces la predicción allí tu pan haciendo el profeta». Y Amós le
exacta y detallada que hacen los verdaderos replica: «Yo no soy nábhF ni hijo de profeta;
profetas de acontecimientos distanciados de soy cosechero y cortador de sicómoros. Y Yavé
ellos por años y siglos? Son múltiples las ten­ me tomó detrás del rebaño y me dijo: Ve y
tativas que se han hecho, y son una prueba sé nábhi’ (o profeta) para mi pueblo Israel
de su vanidad. Dos de esas explicaciones son (Am. 7, 14). No hay aquí disposición o pre­
aún repetidas por los modernos; la primera, paración natural; ninguna confusión y ningún
sicológica: el subconsciente elaboraría lenta­ punto de contacto con Jos nábhi* profesiona­
mente las impresiones y las ideas, que en un les — y dígase otro tanto de todos los otros
momento dado irrumpirían en la conciencia profetas — ; se trata de una inesperada acción
del profeta que las enunciaría convencido; la de Dios sobre este acomodado propietario y
segunda lo reduce todo a la intuición de esos criador de ganados, que es «tomado» por Yavé,
perspicaces sujetos y su profundo conocimiento arrancado de sus ocupaciones normales de
del corazón humano (A. Causse). su Judea, para ser enviado como portavoz
En todo esto no tenemos una valoración de de la divina justicia al reino de Israel, al mis­
los datos que nos ofrecen las fuentes bíblicas, mo santuario «real» de Bétel, servido por un
sino una reconstrucción imaginaria, en abierta sacerdote partidario de la dinastía. Amós,
oposición con ellos. El mismo profetismo co­ como todos los otros protetas, e? siempre
lectivo extático de Israel (ss. xj - ix ) ofrece di­ consciente de sí, incluso cuando se siente bajo
ferencias notables con los fenómenos afines la acción de Dios. Queda una identidad, y es
cananeofenicios al lado de puntos innegables la del término; por lo que Amós puede afir­
PROFETA. Profetismo 480

mar que no es un nábhí\ e inmediatamente e inconfundible de la acción divina sobre su


después proferir el aserto categórico de que portavoz (E. Kónig, Theoiogie des A . T., 3-4 ed.
lo es. Es fácil comprender la extensión del Stuttgart, 1923, pp. 55-62).
antiguo término (cf. Gén. 20, 7; D i. 13,2, etc.) Cualquier explicación natural contrasta ru­
a casos que, al menos en apariencia, parecían damente con los datos bíblicos. La acción de
suponer cierta vocación y la misión por parte Dios es improvisada e inesperada; se repite
de Yavé (Núm. 11, 25 ss.; Di. 18, 15, etc.). para cada comunicación profética: no hay lu­
«Tú me sedujiste, oh Yavé, y yo me dejé gar para una lenta elaboración sicológica.
seducir — dice Jeremías al Señor—, tú eres Natán aprueba, alienta a David en su proyecto
el más fuerte, y fui vencido. Siempre que les de construir el Templo, y a la mañana si­
hablo tengo que proclamar la opresión y la guiente se le comunica una orden contraria
ruina, y todo el día la palabra de Yavé es de parte de Yavé (II Sam. 7). Isaías anuncia
oprobio y vergüenza para mí. f Y aunque _me_ __a_Ezequías-la-muerte -inminente;_e_ inmediata--
-dije':- -N ó^énsaré--^s~"én ello, no volveré a mente después vuelve a comunicarle de parte
hablar en su nombre, es dentro de mí como de Yavé su curación (II Re. 20, 1-5). El genio,
fuego abrasador, que siento dentro de mis la intuición, el profundo conocimiento del co­
huesos. Pongo empeño en contenerlo y no lo razón humano, se encuentran un poco en to­
logro» (Jer. 20, 7 ss.). Es la acción poderosa, das partes en la historia de la humanidad;
sobrenatural, de \av é (Am. 3, 8: «Rugiendo pero el profetismo es siempre un fenómeno úni­
el león ¿quién no temerá? Hablando el Señor, co. Los profetas no son ordinariamente ni si­
Yavé, ¿quién no profetizará?»), que repetidas quiera eruditos. Eliseo es un rico labrador,
veces expresa Ezequiel («Fué sobre mí la mano Amos un pastor, Jeremías y Ezequiel tímidos
del Señor, y me fué devuelta su palabra»: 1, sacerdotes. Pronostican acontecimientos impre­
3; 3, 22, etc.); ser tomado, agarrado por visibles que contrastan con todas las perspec­
Dios, que habla a la mente del profeta. El niño tivas histórico-políticas. Amos, por ejemplo,
Samuel duerme al lado del arca en el Templo predice la ruina del reino de Samaria cuando
de Silo, y en otra estancia se halla el anciano éste se hallaba en el culmen del poder y de
Helí; durante la noche lo llama una voz. «Co­ la prosperidad en tiempo de Jeroboam II. Eze­
rrió a Helí: Aquí estoy; me has llamado. quiel, en Babilonia, predice con sus detalles el
Helí contestó: No te he llamado, vuelve a principio y el fin del asedio de Jerusalén
acostarte.» Por segunda vez se renueva la lla­ (21.24); y después de la ruina, describe el re­
mada y la prontitud del niño en acudir. El greso de los desterrados, la restauración del
texto hace notar: «Samuel no conocía todavía nuevo Israel (37) y la victoria que éste alcan­
a *Yavé, pues todavía no se le había revelado zará sobre el asalto de los gentiles (Antíoco
la palabra de Yavé». A la tercera vez Helí Epífanes, cc. 38-39). No es cuestión de medi­
comprendió que se trataba de Dios, y dijo al taciones o intuiciones geniales, sino de revela­
joven: «Anda, acuéstate, y si vuelve a lla­ ciones de Dios, que el profeta recibe y comu­
marte, d i: Habla, Señor, que tu siervo escu­ nica a los demás como sagrado depósito que
cha». Vuelve Samuel a dormir, y a la llamada no le pertenece.
que se renueva, repite las palabras que se le Naturaleza de la acción divina. Las comuni­
habían sugerido y recibe la primera comunica­ caciones divinas se efectúan por visión: 1) pu­
ción profética, que tenía por objeto el castigo ramente intelectual, sin la ayuda de ninguna
a la casa de Helí (I Sam. 3). imagen sensible, y es la más frecuente; «fué
Nada, pues, tiene que ver el profetismo sobre mí la palabra de Dios y me dijo» (Ez.
extático y profesional con el gran profetismo, passim); 2) sensible; mientras habla al enten­
fenómeno único en la historia de las religio­ dimiento, Dios obra sobre la fantasía, sobre
nes. Y efectivamente, no es posible hallar afi­ los sentidos internos en general, con imágenes
nidad alguna en Egipto, donde las supuestas sensibles (Is. 6, 1; Jer. 1, 1; Ez. 1-3, etc.);
profecías de Ipuwer no son más que descrip­ rara vez sobre los sentidos externos (cf. Ex.
ciones del pasado (A. H. Gardiner, A. Wiede- 3, 4).
mann), ni en Babilonia, ya que el acádico Mientras los sentidos externos no perciben
bárCi es un astrólogo, un adivino solamente; nada de lo que está en torno de ellos, las
ni en otra parte, con la actividad y la misión facultades mentales y los sentidos internos si­
de Moisés, Elias, Amos, hasta Malaquías. La guen extraordinariamente activos bajo la acción
profecía, predicción exacta de los aconteci­ del Señor. Tal estado (Ez. 8, 1 ; coment. F. Spa-
mientos futuros, interpretación del pensamien­ dafora, pp. 27.75 s. 271) constituye el éxtasis
to de Dios en la historia, es el efecto inimitable profélico, que no tiene nada de común, fuera
481 PROFETA. Profetismo

del término, con la excitación morbosa y cori- días la respuesta de Yavé; Elíseo II Re. 4, 27).
bántica, voluntariamente procurada con me­ Si Am. 3, 8; II Re. 1, 21 parecen hacer pen­
dios externos. A veces se vale Dios del sueño sar en cierta falta de libertad, Is. 6, 5-8, 11 ;
para sus comunicaciones (por ej. San José, Jer. 20, 9 con 1,6; Ez. 1, 3; 3, 22 con 3, 17-
Mt, 1, 20; 3, 13). En todo caso Dios se adap­ 21, etc., atestiguan claramente la plena concien­
ta a la mentalidad del profeta, de cuyas facul­ cia, la vital correspondencia, y diría incluso la
tades se sirve aplicándolas y elevándolas, nunca autonomía de la mente y de la voluntad del
mudándolas, y mucho menos destruyéndolas, profeta bajo la acción divina ( . Inspiración;
y

eligiendo imágenes que le son familiares. Las Synave-Benoit, pp. 286-93; A. Bea, en Studia
sugestiones divinas se asocian a las ideas y a Anselmiana, 27-28, Roma 1951, pp. 47-65).
los sentimientos propios de cada uno de los Actividad de los profetas. Los profetas am-
profetas, y tales sentimientos varían^ natural- plíaji_^jnisiórLjLe_diferentes. modos.-Principal---
-menter según_los_iñdividüós7 éFtiémpo, el am­ mente mediante la palabra viva: los profetas
biente, de suerte que cada profeta conserva su son ante todo predicadores. Muy a menudo,
carácter e impronta personal. con el fin de hacer más vivo, más eficaz y
Finalmente, el Señor deja al profeta una cer­ comprensivo el mensaje que transmitían, reali­
teza indiscutible, más fuerte que cualquier evi­ zaban acciones simbólicas. Ya Ajías de Silo,
dencia, sobre la naturaleza divina de la comu­ para vaticinar la escisión del reino de Salo­
nicación recibida, e infunde en él un impulso món, dividió su manto nuevo en doce partes,
irresistible (Jer. 20, 9) para transmitirla a los de las que dió diez a Jeroboam (I Re. 11,
destinatarios. Los Padres, y especialmente los 29 ss.). En Jeremías, Ezequiel (cuatro visiones
primeros apologetas, partiendo de las imáge­ en once acciones simbólicas) y Zacarías, son
nes usadas por la Sagrada Escritura, descri­ frecuentes tales gestos, verdaderamente paran­
bieron la acción de Dios sobre el profeta con gones en acto, adaptados al genio oriental, al
la terminología que Platón y Lucano emplean carácter realista y grosero de los israelitas.
refiriéndose al fenómeno del éxtasis; el pro­ Los discursos de los profetas, al menos par­
feta es instrumento, órgano de Dios. Pero con­ te de ellos, los ponían inmediatamente después
tra los montañistas, quienes, además de la por escrito, o bien los mismos profetas o sus
coincidencia en los términos con los paganos, discípulos, y a veces (Jer. 36; Is. 30, 8) por
sostenían igualmente la completa inconsciencia orden formal de Yavé. Algunas profecías no
en el inspirado, precisaban diciendo que los comunicadas de palabra a los contemporáneos
profetas son absolutamente conscientes y libres. sólo se transmitían por escrito, con destino a
Santo Tomás (2a 2ae, q. 171-174) ordenó sis­ generaciones posteriores y con miras a deter­
temáticamente los elementos bíblicos y patrió­ minadas situaciones futuras. Así Is. 40-46 y
ticos, ilustrando la naturaleza de esta acción Dan. 2.7.12, según referencia explícita de Dan.
divina, que es esencialmente una iluminación 8, 26; 12, 9.
sobrenatural de la inteligencia: luz que forta­ Los libros proféticos, las más de las veces
lece al entendimiento y se convierte para el en forma poética, son ricos de imágenes, a ve­
profeta en un principio activo de conocimiento. ces audaces, de metáforas y de símbolos. Es
Trátese de visión o de comunicación puramen­ un estilo, un género literario aparte. A menu­
te intelectual; de imágenes infusas ilustradas do el anuncio de la salvación relativamente in­
con la luz divina, o de la sola luz divina dada minente de los enemigos, de la opresión polí­
para juzgar de los conocimientos naturales, el tica, parece confundirse con el anuncio de la
profeta reacciona vitalmente con el juicio que salvación mesiánica, o cuando menos prece­
formula, y a veces también con la elaboración derle. Se ha pensado en una simple falta de
previa de las especies inteligibles. De tal suerte precisión cronológica. En realidad el profeta
el conocimiento profético, fruto de la luz que intenta muchas veces expresar el nexo de causa
Dios le comunica, está juntamente proporcio­ y efecto que media entre la segunda y la pri­
nado en medida congruente con el espíritu del mera : la salvación temporal se da en vista de
profeta. Esa luz se le da de un modo transi­ la mesiánica y por causa de ella (Is. 7-9). La
torio ; no es una dote o habitual disposición misión profética es esencialmente religiosa:
del profeta, el cual, por consiguiente, recibe hacer volver a Israel a los lazos de la alianza
una nueva luz cada vez que Dios le comunica (v.), libremente contraída en el Sinaí; to, lo que
alguna cosa. Así resulta que su visión es frag­ es lo mismo, defender los soberanos derechos
mentaria, intermitente; cesa cuando cesa la luz de Yavé. Y como la alianza abarca toda la
de lo alto (cf. los ejemplos de Natán, Isaías; vida de la nación, los profetas intervienen en
Jeremías [47, 10] está esperando durante diez ella comunicando el pensamiento de Dios.
31. — S padavoka . — Diccionario bíblico
PROFETA. Profelismo 482

El período culminante de su actividad, des­ zas con otros pueblos, las cuales llevan consigo
de el s. viii al vi, es un período de transición, el reconocimiento, cuando menos oficialmente,
en el que se opera el atormentado paso del de las divinidades del país con quien se enta­
antiguo yaveísmo al Israel renovado después blaba amistad, y esas divinidades eran frecuen­
de la cautividad. La infidelidad del pueblo ele­ temente asociadas al culto. Había en ello un
gido, su apartamiento de las obligaciones de peligro inmediato de contagio, de sincretismo
la alianza, llega al propio apogeo (v. Religión e idolatría contra el puro monoteísmo revela­
popular) en el reino del norte y luego en Judá. do : violación de Ja alianza con Yavé y falla
Dios aplica la grave sanción del pacto (Éx. 20, de confianza en Él, que se había compro­
5): el reino de Judá es destruido (586) des­ metido a dar a los hebreos la tierra de Canán
pués del de Samaría (722), y los supervivientes y a conservarlos en la posesión de la misma
desterrados. Por tanto, nada debe temer la nación, ni debe
Los profetas se levantan contra el sincrelis- j}mieT^su_cprLfianza_en_ potencias-extranjeras-
mo-idólatra7-contra-las ■injusticias_sóciálésr‘cóñ-’ sino únicamente poner cuidado en cumplir las
tra los desórdenes morales, y en el terreno de condiciones del pacto. Es una condición pri­
lo positivo ilustran la esencia de la alianza, vilegiada y única: el reino de Israel no puede
las verdades constitutivas del antiguo yaveísmo. ser teocrático. He ahí por qué se levantan
Era preciso dar a entender a los israelitas que los profetas contra aquellos reyes que, aunque
la destrucción inminente era debida a su infi­ bien dotados y expertos, como Omri, por
delidad y que era impuesta por Yavé como ejemplo, cimientan sobre criterios naturales su
exigencia de su justicia. La alianza debida a política meramente humana, o, lo que es peor,
la iniciativa y a la libre elección de Yavé era sacrifican en aras de su política la fidelidad a
fruto exclusivamente de su misericordia infini­ los preceptos de la alianza (como sucedió con
ta. Israel la ha violado, y en consecuencia su­ Roboam y en general con los reyes de Sama­
frirá el tremendo castigo. Yavé lo aniquila ría: cf. Os. 7, 3-7: 8, 10.16, etc.).
porque su existencia es absolutamente indepen­ Respecto de la vida social, los profetas no
diente de la existencia de la nación y del culto tienen programas revolucionarios; no atacan
material que ella puede ofrecerle. Pero tal cas­ a la cultura. Os. 2, 23 s. enumera los frutos
tigo no constituye de suyo un fin; trátase de principales de la agricultura palestinense entre
una pena vindicativa y, al mismo tiempo, me­ los bienes que Dios concederá a Israel cuando
dicinal ; porque la alianza es eterna, y Dios haya vuelto a serle fie!. Elogian los cuarenta
con su omnipotencia la restablecerá con el años pasados en el desierto, después de la sa­
nuevo Israel purificado, en consideración al lida de Egipto, como el período más bello de
Mesías y su reino, que constituye la última la nación, entonces fiel a Yavé y a los com­
meta de la alianza, el designio divino de sal­ promisos de la alianza. Pero se trata de pureza
vación anunciado ya en Gén. 3, 15; designio de yaveísmo y no de cuestión social; es una
descrito por los profetas que lo ponen como invitación a considerar la pureza de la vida
nota culminante de sus escritos (cf. Os. 2; es­ religiosa inicial (Jer. 2, 2 s .; Ez. 16, 6-9.43).
pecialmente Ez. 11.14.16.20.24.34.36.37.40-48, el Fustigan el lujo, la riqueza y el orden social
profeta teólogo, sistemático y detallista). Los (cf. Amos), por ser fruto de injusticias, obte­
profetas posteriores a la cautividad ilustran nido a cuenta de los oprimidos, y fuente de
especialmente la relación que media entre el vida licenciosa e inmoral. Y en fin, en orden
Israel renacido y el reino mesiánico. al culto, los profetas condenan la religión que
Según esto, los profetas ponen especial inte­ se para en lo externo del rito, y la supersti­
rés en que sobresalgan los atributos de Yavé, ciosa confianza que depositan en tales prác­
Ser Supremo y único Dios, sus exigencias mo­ ticas, sin preocupación alguna de los preceptos
rales que determinan la naturaleza de sus rela­ morales: condenan toda clase de contagio sin-
ciones con la nación. El profetismo es el ele­ cretista e idólatra.
mento más elevado de la religión del Antiguo El elemento esencial fv. Decálogo) de la re­
Testamento y uno de los más grandes movi­ ligión mosaica está en la piedad del fondo, en
mientos de la humanidad entera. Sin exagera­ la obediencia a la voz de Dios, en los precep­
ción se ha podido decir que todos los filósofos, tos morales (Os. 6, 6: I Sam. 15, 22; Mi. 6,
todos los legisladores, todos los fundadores 6 ss.). El culto externo tiene su valor supuesta
de religiones de la antigüedad, sumados, no la piedad y si se funda en ella (Is. 1, 10-17;
emitieron tantas ideas elevadas y sublimes como Jer. 7, 16-1). No hay oposición alguna entre
los pocos profetas de Israel (L. Dennefeld). profetismo y sacerdocio: pero se condena
En política, los profetas combaten las alian­ (Am. 7) el sacerdocio señorial, atento única-
483 PROSÉLITO

mente a las ganancias materiales. Los profetas nicará Dios a Moisés las órdenes que Israel
son los continuadores del levitismo respecto de deberá ejecutar. En Lev. 16, 14 s. se dice que
la pureza y de la conservación de la religión al ofrecer el ternero se harán siete aspersiones
revelada (A. Ncher). El profetismo, con la pre­ con su sangre delante del Propiciatorio. Tales
dicción exacta del castigo nacional, con la vi­ aspersiones se hacían encima y delante del
sión del futuro renacimiento, descubriendo los Propiciatorio, o sea en la cubierta del Arca.
planes divinos sobre Israel, en orden a la sal­ El significado del nombre hebreo Propicia­
vación mesiánica, impidió la desaparición del torio, Kapporeth, puede explicarse a través del
pueblo elegido, preparó su retorno a Dios, su árabe como equivalente a «cubrir», o sea «cu­
renacimiento y su continuidad después de la bierta», y a través del babilonio (Kuppuru)
cautividad. como equivalente_^<canceiar»__(eI___pecado).
__Lps_prpfeta$_fueron—los órganos-por-exce-- " Esta- última explicación está apoyada en Lev.
lencia de la divina revelación, los teólogos, 16, 13 ss. Trátase, pues, no ya de una simple
los pastores diligentes de Israel, que claman cubierta, sino más bien de un mueble sagrado
por la continuación de la obra del gran Moisés, de excepcional importancia y de suyo indepen­
sin innovar nada, aclarándolo' todo y devol­ diente. En I Par. 28, 11 se define al Santísimo
viendo a todo su justo valor. Es la misma voz como «Casa del Propiciatorio». [E. Z.]
de Dios, lo cual explica por qué aún hoy BIBL. — A. C lamer, Lévitlque (La Ste. Bible, ed.
sus acentos conmueven y subyugan al inculcar Pirot, 2), París 1940, p. 51.
el santo temor a la suprema justicia y el in­
menso agradecimiento a la infinita misericordia PROPOSICIÓN. — v. Panes de presentación.
del Eterno. [F. S.]
BIBL. — F. S pvdafora, en Ene. C a li. I t., X, col. PROSÉLITO. — Prosélito era el pagano que
92-101; A. C ondamin, en DFC, IV, col. 386-425; abrazaba el judaismo CírpocnJAuro? = sobre­
L. D esnoyers, H istoire du pettple hébreu, I. París añadido, adjunto). Distínguense dos clases de
1922, p. 346 s.; II, 1930, pp. 165-83; L. D ennefeld,
L es gran ds P rophétes (La Ste. Bible, ed. Pirot, 7) adjuntos. Los verdaderos prosélitos eran los
ibíd. 1947, pp. 7-12; P. S ynave-P. Benoit, L a p ro - que aceptando la circuncisión y la Torah en­
p h étie (S. T homas, Som m e Théologique), París-Roma
1947, pp. 269-378; A. N hher, A m o s, C on tribu tion á traban en la comunidad de la alianza y se ha­
V étudc du prophétisnie, París 1950; Id ., L ’essence cían judíos de nación y de religión. «Los timo­
du proph étisn ie (colección, Epim éthée), ibíd. 1955;
G. Q uell, W ahre und falsche Propheten, Gütersloh ratos» tjtofiovfxevcu') o «devotos de Dios» (<re-
1952; G. R inaldt, I Profeti M inori, I Torino 1953, pó'Uevoi), que, sintiendo repugnancia por el
pp. 1-120; H. J. K raus, Prophetie und P olitik, Munich
1952. * P. Enciso, El m undo de la inspiración p ro fé tic a rito de la circuncisión, no pasaban de meros
según el testim on io de los profetas, EstB, 1950; Obre, simpatizantes y se obligaban al monoteísmo,
La excelencia de los profetas según Orígenes, EstB,
1950; R. C riado, ¿Tienen una eficacia real las accio­ a la observancia del sábado, a contribuir con
nes sim bólicas de los profetas?, EstB. 1948; T. A yu- algo al sostenimiento del Templo y a frecuen­
so, L o s elem en tos extrabíblicos de los p rofetas, EstB, tar las sinagogas. Un judío no podía sentarse
1948; R. C riado, El m odo de ¡as com unicaciones en
los pro fe ta s, EstB, 1945; A. Colunga, La justifica­ a la mesa con ellos sin contraer impureza
ción en los profetas, EstB, 1945; M uñoz I glesias, (Act. 10). Eran, no obstante, la clase más nu­
L o s p ro fe ta s d e l N u evo Testam ento com p a ra d o s con
los d e l A n tiguo, EstB, 1947; M. Ollers, El estilo merosa, y constituían como la fuerza de cho­
p ro fé tic o , CB, 1947; J. P érez de U rbel, C arácter del que de que se servía el judaismo de Palestina
p ro fe ta . L os profetas, Consigna, 1956; F. Planas, El
plan d e los p rofetas, CB, 1955. y de la diáspora en su incesante obra de pro-
selitismo (Mt. 23, 15). San Pablo encuentra
PROFETAS menores. — v. Profeta. prosélitos y «devotos» casi por todas partes a
la sombra de la diáspora judía, generalmente
PRÓJIMO. — v. Caridad. siempre bien dispuestos a acoger el Evangelio.
Mucho más tarde, a los verdaderos prosé­
PROPICIATORIO. — Éx. 25, 17-22 contiene litos los rabinos los llamaron «prosélitos de
Ja orden que Dios comunicó a Moisés para justicia». Eran distintos de ellos los «proséli­
que hiciese un Propiciatorio, que consistía en tos de la puerta o de vivienda», término geo­
una placa rectangular de oro puro, de dos gráfico que abarca a aquellos que vivían den­
codos y medio de longitud. En cada uno de tro de las puertas, o sea en el territorio de
los dos extremos del Propiciatorio habían Israel, en lo que vuelve a aparecer el sentido
de ponerse dos querubines labrados con el mar­ primitivo del hebreo gherim (/lérotKoi) = ex­
tillo. Los querubines debían estar colocados tranjero-huésped. No debe confundírseles con
en actitud de cubrir el Propiciatorio con sus los «devotos». [S. R.]
alas extendidas. El Propiciatorio está colocado BIBL. — G. R ic c io t t i, Storia d’Israele, II, 4.ft c d . ,
sobre e] Arca del testimonio, y desde él comu­ Torino 1934, pp. 231-47; J. Bonsirven, Le Judais-
PR O TO EV A N G E LIO 484

me Palestinien au iemps de J.-C., I al II, Paris, Redentor en el primer anuncio, lo mismo que
años 1934-1935.
después en la profecía de Is. 7, 14 y en su
PROTOCANÓNICOS. — v. Canon. realización (Le. 1, 26-38 y junto a la Cruz).
El Redentor y María Santísima están igual­
PROTOEVANGELIO. — La primera noticia mente incluidos en el «linaje de Eva», confor­
de la salvación mesiánica, que Dios comunicó me al sentido literal eminente entendido con
a nuestros primeros padres inmediatamente la luz de la revelación sucesiva.
después de la culpa. El demonio había inten­ Así como la traducción griega de Gén. 3, 15
tado hacer del hombre un seguidor suyo en al poner avtós (= esta descendencia: cnn/p.ua
la lucha contra Dios. Pero su intento quedó neutro) en vez del neutro ofrece una prueba
frustrado. Dios establece desde aquel momen­ evidente de que se trata de una interpretación
to una lucha sin tregua, no ya una simple ene­ mesiánica (= él, es decir, el M^sías, Je^aplas-
mistad. entre Satanás—y_el—fiénero—humano,- --tara- la_i:abezá) Yéfiriéñdóse—al «linaje de la
Éste (la descendencia de la mujer) alcanzará mujer», de igual modo la lección de la Vul­
una victoria completa y decisiva, mediante el gata «ipsa» en vez del «ipsum» reclamado por
futuro Redentor, con quien estará íntimamen­ el contexto, es un testimonio de la presencia
te unida la Inmaculada, nuestra Corredentora de Nuestra Señora en la tradición al lado del
(Gén. 3, 15). «Pongo perpetua enemistad (dice Redentor, incluidas en el mismo «linaje de
Dios a la mujer) entre tu linaje y el suyo. Éste la mujen).
te aplastará la cabeza, y pondrás asechanzas a Nos hallamos en presencia de la primera
su calcañal.» profecía, que es sumamente genérica. Las espe­
«La descendencia de la mujer vencerá al de­ cificaciones irán viniendo lentamente y mucho
monio del mismo modo que el hombre aplasta más adelante. Aquella victoria del género hu­
la cabeza de una serpiente. El linaje de la mu­ mano solemnemente pronosticada, abarcaba
jer es todo el género humano, pero principal­
mente el Salvador, Jesucristo, la cabeza de toda la historia de la humanidad desde los
toda la humanidad (Col. 1, 15-18), quien batió albores hasta lo que será su ocaso.
al demonio por su propia virtud, mientras los Pero en la menté divina estaba presente de
otros lo hicieron en virtud de él. Este versículo un modo muy especial el Redentor, centro
contiene, por consiguiente, la primera noticia efectivo de la creación, Cabeza de toda la
del futuro Redentor. humanidad, al que está sometida toda creatu­
»Ai triunfo del Redentor va asociada su ra, y también aquella creatura soberana, ex­
Madre, la gran Mujer, contrapuesta por él a celsa, que habrá de ser su Madre y Coope­
Eva» (A. Vaccari). radora.
Los mismos argumentos que nos permiten La tradición patrística, que hizo suya y des­
ver aquí tan palpablemente preanunciado al arrolló la idea de la íntima unión de María
divino Redentor, evocan la presencia de Aque­ Santísima con el Redentor y su efectiva coope­
lla que actuará en íntima y directa unión con ración a la obra redentora del Mesías (explíci­
Él para derrotar a Satanás: de Aquella que tamente afirmadas en el Evangelio), poniendo
por singular privilegio tendrá la perfecta ene­ en evidencia la relación que media entre la
mistad juntamente con el divino Redentor. Ta­ realización y el primer anuncio, está particu­
les argumentos aparecerán cada vez más claros larmente representada en Justino, Dial 1Ú0;
en la revelación sucesiva y en su realización Ireneo, Adv. haer. III, 22, 4 ; Tertuliano, De
en todo el Nuevo Testamento, según la unáni­ carne Christi, 17 ; Efrén, Hymni, 4, 1 ; Agustín,
me tradición judía y cristiana. Y la enemistad De Agone chr., 22, 24 (cf. Ench. Pair. nn. 141.
apenas iniciada entonces entre los poderes del 224.358.715.1578). Es la misma doctrina cató­
infierno y nuestros primeros padres (en el tex­ lica en las dos bulas: Ineffabilis de Pío IX
to : entre Satán y Eva, la madre de todos los y Munificentissimus Deus (1 nov. 1950) de
vivientes), seguirá perpetuándose, mientras luz­ Pío XII. [F. S.]
ca el sol sobre las desgracias humanas; y la BIBL. — A. B ea, De Pentateucho, 2.a ed., Ro­
última enemiga, la muerte (fruto del pecado), ma 1933, pp. 199-203; íd ., La S. Scrittura «ultimo
será derrotada cuando Ja Redención de Cristo fundamentos del domma delVAssunzione, en La Ci­
vi¡tu Cattolica, 2 dic. 1950, pp. 547-61 ; F. C euppens,
haya extendido sus efectos incluso a nuestro Quaestiones selectae tr.v historia primaeva. 2.* ed.,
cuerpo, mediante la resurrección final (Rom. Torino 1948, pp. 85-223; íd ., De Mariologia Bíblica,
2.a ed., íbíd. 1951, pp. 1-17; F. S padafoka. Ancora
8 ; I Cor. 15, 26). sul Protevangelo, en Divas Thomas. 55 (1952) 223-
En virtud de esta especialísima e indivisible 27; ÍD., La S. Scrittura e VInnnacolata. en Rivista
asociación, María Santísima aparece al lado del Bíblica, 2 (1954), 1-9; A. V accari, La S. Bibbia. I.
Firetue 1943, p. 69 s.
485 P R O V ER BIO S

PROTOEVANGELIO de Jacobo. — v. Apó­ la sabiduría de Dios y la medianía del hom­


crifos. bre. Se expresa por medio de sentencias de
cuatro incisos cada una.
PROVERBIOS. — (Hebr. misle.) Es una colee En la séptima (30, 10-33), anónima, preva­
ción de dichos sapienciales (ma§al) que hasta lecen las sentencias morales expresadas con
el s. xvi se vino atribuyendo a Salomón, fun­ paralelismo sinónimo y sintético.
dándose en el título (1, 1). La octava (31, 1-9) es una exhortación a los
Aparte la introducción (1, 1-7) en la que se príncipes, en forma tétrica. Su autor es La-
expone el fin del libro (1, 2-6) y un compen­ muel.
dio del mismo (el principio de la sabiduría es La nona (31, 10-31) elogia las dotes de la
el temor de Dios: 1, 7), pueden distinguirse mujer fuerte en forma acróstica.
nueve secciones, por razón de autqr, matej;ia „ _No __es,._pues,._todo- el—libro - d e- Salomón. -
y estTüctura- prácticaT Prov. 25, 1 dice que las sentencias de la quinta
En la primera (10, 1-9), anónima, la sabidu­ sección fueron coleccionadas durante el reina­
ría bajo forma de instrucción paterna (cf. 1, do de Ezequías (700 a. de J. C.). Las parábo­
8.10; 2, 1, etc.) reprueba-a los pecadores (1, las, al menos las más de ellas, son de Salo-,
10-19) y exhorta a que se atienda a sus conse­ món (cf. I Re 5, 9-14; Vaccari). Fueron co­
jos (1, 20-33). Indícanse los frutos de quienes leccionadas por otros y transmitidas a la pos­
la escuchan: entenderán en qué consiste el teridad, según se desprende del hecho de que
temor de Dios, evitarán los malos caminos, ele­ muy a menudo se repiten versos enteros con
girán los buenos y se alejarán de las mujeres las mismas o semejantes palabras (10, 1-15, 20;
ajenas (2). La sabiduría acarrea toda clase de 10, 2-11.4; 13, 14-14, 27; 14, 12-16, 25), y de
bienes y aleja los males Es más estimable que la manera que tienen de hablar de los reyes
todas las riquezas. Los que la acatan serán (14, 28.35; 16, 10.15...), donde es evidente que
glorificados y llegarán a la vida (3.4). He aquí se alude a los reyes de Israel.
otros consejos de la sabiduría: evitar la inti­ No se sabe quiénes son los sabios de las
midad con las adúlteras (5, 1-23; 6, 20-35; secciones tercera y cuarta. Se los viene nom­
7, 1-27), los matrimonios improvisados, la pe­ brando ya desde los tiempos de Salomón (I Re.
reza, el engaño y otros pecados (6, 1-19). La 5, 11). Existieron en los tiempos de Isaías
gloria de la sabiduría consiste en haber estado (Is. 29, 14), y de Jeremías (Jev. 8, 8.9; 18,
presente en el acto de la creación del mundo. 18...). Así pudo aparecer la literatura sapiencial
Invita a los hombres a su banquete. Pero tam­ ya en los orígenes de la monarquía. Es nota­
bién la necedad tiene su banquete al que trata ble la sabiduría de Amen-en-ope (Amenofis)
de arrastrar a todos los hombres (8-9). que tiene mucha semejanza con la tercera sec­
La doctrina se propone en estrofas de unos ción (cf. A. Mallon), y que debe ser conside­
diez versos (1, 8-19; 3, 1-10; 3, 11-20.21-35; rada como de la dinastía egipcia 22 (945-745
4, 1-9.10-19...). antes de J. C.) o a la 26 (663-525). Pero queda
En la segunda (10, 1-22, 16), atribuida a excluida toda posibilidad de que la composi­
Salomón (10, 1) se cuentan varios aforismos ción de los Proverbios dependa de la egipcia
sobre la vida y sus costumbres. Está escrita (cf. H. Duesberg, pp. 459-468). Dígase otro
en dísticos; en los capítulos 10-15 en forma tanto de las secciones sexta y nona.
antitética, y desde los capítulos 16-22, 16 en De Lamuel sabemos que tal vez nació en
adelante, en paralelismo sinónimo. Masá (31, 1), a cuya tribu es probable que
La tercera (22, 17-24, 23), atribuida a los perteneciera Agur (30, 1) Si se identifica con
sabios- (22, 17), contiene varios consejos. Su el Masá (Gén. 25, 14) que fué de los descen­
forma literaria es casi siempre de cuatro inci­ dientes de Israel, habrá que situar la localidad
sos (22, 22.23 ; 22, 24.25; 22, 26.27). al lado de allá del Jordán, en el desierto de Ara­
La cuarta (24, 23-34), atribuida igualmente a bia (F. M. Abel, Géographie de la Palestine,
los sabios, desarrolla el argumento precedente I, París 1933, p. 296).
y se presenta bajo la misma forma literaria. Esas secciones estuvieron separadas en su
La quinta (25-29), atribuida a Salomón, ex­ origen, como lo prueba el hecho de que la
pone el mismo argumento que la segunda, y misma sentencia se repite en diferentes seccio­
literariamente se desarrolla casi con la misma nes (13, 24 (II) - 23, 13 (III); 15, 1 (II). - 26, 15
forma. Hay en ella más parangones y antí­ (V); 15, 28 (II) - 26, 21 (V); etc.), y el que el
tesis, que generalmente se presentan con dís­ texto de los LXX es distinto del T. M. (LXX:
ticos. 1, II, III, VI, IV, VII, VIII, V, IX. En cuanto
La sexta (30, 1-10), debida a Agur, describe al tiempo y al modo de la composición, puede
P U B L IC A N O S 486

con gran probabilidad establecerse lo si­ zón. La sabiduría de los sabios fué adquirida
guiente. mediante la investigación, pero siempre reclama
Muchos de los proverbios ya se habían co­ a Dios como su último fin y su autor. En rea­
leccionado en el s. ix (segunda sección). A esta lidad es Yavé quien da la sabiduría, y la cien­
breve sección se agregó la de los sabios (ter­ cia y la inteligencia proceden únicamente de
cera). La segunda serie de los proverbios fué su boca (2,6). Dícese a menudo de la sabidu­
coleccionada en tiempo de Ezequías. En el ría que es el atributo de Dios creador (8, 22-
s. vi a. de J. C. existía ya el libro entero. 30), autor y vengador del orden moral (15, 3 ;
Hácese mención de él en Eclo. 47, 57 (hacia 16, 1-9 ; 22, 2; 24, 12). A veces se presenta por
200 a. de J. C.). sí misma y distinta de Dios (8, 1-9, 6). Procede
Los consejos contenidos en Prov, tienen a ve­ de Dios, es esencialmente su sabiduría, intrín­
ces por objeto la prudencia ordinaria sin nin­ seca a Él, y al mismo tiempo distinta. En esta
gún sentido ético (6. 1-5; 6. 6-11: 10. 4.9). ^Qctrjna_.pued.e_yerse_Qculta_la_distinción_de_
pero en la mayoría de los casos son de índole las Personas en Dios, que Cristo nos reveló
ética y comprenden todas las virtudes morales. (cf. Vaccari, Libri didattici, p. 44). [B. N. W.]
El temor de Dios, es decir, la religión, es el BIBL. — A. M allon , en Bíblica, 8 (1927) 3-30;
fundamento de todas las virtudes (1, 7; 9, 10; A. V accari, Salomon, Proverbiorum auctor, en VD,
15, 33). A la adquisición de la virtud todos 8 (1928) 111-16; A. R obert, Les attaches litteraires
bibliques cle Prov. MX. en RB. 43 (1934) 42-68.
pueden llegar mediante la instrucción y la dis­ 172-204; 44 (1935) 344-65; A. V accari, De libris
ciplina (1, 8; 2, 1 ; 3, 15; 8, 33; 12, 1...). didacticis, 2.' ed., Roma 1936, 42-54; H. D uesberg ,
Les Scribes inspirés. I, Le livre des Proverbes, París
La sabiduría puede ser especulativa y práctica. 1938; H. R enard , Le livre des Proverbes (La Ste.
La primera tiene por objeto el conocimiento Bible, cd. Pirot, 6). ibíd.. 1946; F. S padafora, Collet-
tivismo e individualismo nel V. T,, Rovigo 1953, pp.,
de los principios morales (1, 3-5; 2, 1-6...) y 298-305.
se basa en la experiencia de los hombres (1 ,8 ;
2, 1; 4, 1-4). El objeto de la segunda es el PROVIDENCIA. — v. Dios.
hábito del bien vivir (11, 1 ; 16, 11 ; 20, 10.14),
y así deben practicarse en la sociedad la justicia PROVIDENTISSIMUS. — v. Documentos pon­
y la fidelidad ; deben evitarse los crímenes (6, tificios,
17), la arrogancia, la soberbia y los caminos
perversos (8, 13). Recomiéndase la bondad para PUBLICANOS. — Eran los que en el imperio
con los hombres (3, 3), para con los animales romano recibían del Estado la contrata de los
(12, 10), y particularmente la compasión para impuestos públicos, que ellos recaudaban por
con los pobres (22, 22). Prohíbese la vengan­ medio de empleados subalternos llamados
za, incluso sobre los enemigos (24, 17). Se ala­ «exactores» o «portitores». Los publicanos eran
ba la actividad y se reprueba la pereza (6, de los más adinerados, y entre los romanos
6-11...). Se aconseja la templanza en el beber pertenecían al rango de caballeros. Con el fin
y el comer (19, 21; 23, 29-35). Se supone de poder hacer frente a las ingentes cantidades
la monogamia. La esposa es la mujer de la que tenían que entregar al Estado, se federaron
adolescencia (5, 17-19; cf. 30, 11-31). Hay durante la república formando sociedades de
que abstenerse del trato ilícito con la mujer accionistas («societates publicanorum»), las cua­
extraña (5, 1-23; 6-7, 27). Hablase de la mu­ les perdieron importancia durante el imperio,
jer en cuanto gobierna la casa. Ella edifica y de suerte que la contrata quedó limitada a lo
ella arruina la casa (14, 1; 18, 22; 19, 13; relacionado con sólo los impuestos indirectos
30, 11-31): debe educar a los hijos (1, 8; 10, (arbitrios, aduanas, alquileres de lugares públi­
1 ; 15, 20) y debe ser honrada como el padre cos, etc.), mientras que los directos se recau­
(19, 26: 23. 22: 28, 24: 30, 11). l.os hijos de­ daban por cuenta del erario o del fisco. Tal
ben ser educados para ei bien (22, 6-15), no sistema se prestaba fácilmente para cometer
sea que lleguen a convertirse en la vergüenza abusos, como vejaciones, rapiñas, fraudes, por
de sus padres (10, 1 ; 15, 20). En una palabra lo que entre los griegos corría este proverbio:
las máximas tienden a conseguir la felicidad «los publicanos, todos ladrones». En el Evan­
de la vida familiar, la privada y Ja social. Aun gelio se considera a los publícanos como agen­
cuando la sabiduría se basa en la religión (1, tes subalternos («exactores»), que solían ser
7 ; 2, 5 : 5, 12), tiene por fin el culto de Dios judíos bajo la dependencia de contratistas, las
(3, 9: 15, 8; 21. 3.27) y conoce los preceptos más de las veces extranjeros. Sus compaisanos
de la ley de Moisés (en Prov. 30, 6 se hace los odiaban'como a renegados puestos al servi­
alusión a Dt. 4, 2: 13, 1), funda también sus cio del opresor y como a ladrones, y los equi­
preceptos en la sabiduría universal y en la ra­ paraban a los «pecadores» y a las rameras,
487 P U R E Z A lega!

por lo que se huía de establecer contacto con con las exigencias higiénicas de aquellos países,
ellos, como impuros. Aunque Jesús empleó a y de paso condenaban ciertos usos idolátricos.
veces el mismo lenguaje duro (Mt. 5, 46: 18, Eran causas de impureza:
17), los acogió con una misericordia sin lími­ 1. El comer ciertos animales, tocar sus ca­
tes, lo que dió origen a que Je llamasen amigo dáveres y tocar cualquier cadáver que fuera
de los publicanos (M t. 9, 11 ; 11, 19). Los con­ (Lev. 11; v. Animales puros e impuros).
trapuso a los fariseos en aquella célebre pará­ 2. Los actos fisiológicos (no culpables): ex­
bola (Le. 18, 9-14; cf. Mt. 21, 31 s.). Eligió pulsión del semen, polución, menstruación, he­
para el apostolado a uno de ellos, a Mateo, morragia patológica (cf. la hemorroísa del
cuando éste se hallaba sentado en el telonio de Evangelio: Mt. 9, 20; Le. 8, 43) y puerperio.
la aduana de Cafarnaúm (Mt. 9), y tuvo una Así, para poder comer David los panes de la
especial deferencia para con Zaqueo, que ac­ presentación hubo de asegurar a Ajimelec que
tuaba-corno—jefe-de- publicanos_en—Jericó~im^“ tanto-él-como-sus-hombres—«habían guardado-
pórtantísimo centro de tránsito (Le. 19, 2-10). continencia respecto del trato con la mujer»,
Ya el mismo Precursor les había dirigido pa­ I Sam. 21, 5 ss.
labras de salvación: «No exijáis más de lo que La mujer que daba a luz era considerada
os está mandado» (Le. 3, 13). [S. R.] como impura durante siete días si lo que había
BIBL. — U . H olzmeister , Storia dei tempi del
nacido era un varón, y durante catorce días
N T., Torino 1950, p. 66; G. Canfora, 1 pubblicani. si era una niña, pero no se la admitía en el
en Rivista Bíblica, 3 (1955) 145-164. Templo hasta pasados cuarenta días en el pri­
mer caso, y ochenta en el segundo. Pasados
PUREZA legal. — En virtud de la alianza (y.) esos días, tenía que ofrecer en el Templo para
con Yavé, Israel se convirtió en «su regia se­ su purificación una paloma o una tórtola como
lección entre todos los pueblos; en reino de sacrificio de expiación, y un cordero de aquel
sacerdotes — es decir, consagrado al culto ex­ año, que los pobres reemplazaban por dos.
clusivo de Yavé — ; en una gente santa — obli­ palomas (Le. 2, 24: purificación de la Santí­
gada a la santidad» (Éx. 19, 5 s.). Esta última sima Virgen) como holocausto (Lev. 12, 15).
obligación se inculca con mucha frecuencia: Las contaminaciones más sencillas y corrien­
«Siendo yo el Señor vuestro Dios, debéis santi­ tes, que sólo duraban hasta la tarde, se repa­
ficaros para ser santos como yo soy santo» raban lavando los vestidos y el cuerpo.
(Lev. 11, 14). 3. La lepra humana en sus diferentes for­
Para proteger e inculcar tal santidad y la mas (Lev. 13, 1-46); la de los vestidos: man­
reverencia debida a todo lo que es sagrado y chas, moho, hongos (13, 47-59); la de las
exclusivamente reservado para Dios en el culto casas: parásitos vegetales (14, 33-53).
(cf. Lev. 15, 31), para fijar bien los límites Mediante una serie de complicados ritos de
entre lo sagrado y lo profano, el legislador in­ purificación (14, 1-32) quedaba el leproso reha­
trodujo en la colección de las leyes levíticas bilitado para la comunidad social, y una se­
ese grupo (Lev. 11-15) de tradiciones antiquí­ mana después para la religiosa. El uso fari­
simas preisraelitas que se refieren a actos o saico de lavarse las manos antes de cualquier
circunstancias que de suyo hacen a uno im­ comida (Mt. 15, 1 ss.; Me. 7, 1-15) no tiene
puro, es decir, que impiden la participación en fundamento en la ley.
el culto, bajo pena y culpa graves, interrum­ Los profetas y los sabios enseñaron que
piendo así la comunión externa con Dios. Por estas prescripciones y otras análogas no tenían
lo mismo, estableció los correspondientes ritos nada más que un valor accesorio respecto de
de purificación. Por tanto, no se da confusión las leyes verdaderas y propiamente dichas, que
alguna entre santidad (moral) y pureza legal: eran las morales. En cambio, los fariseos del
el fin principal del legislador era la primera, tiempo de Nuestro Señor hacían consistir la
simbolizada y puesta de relieve en la segunda. esencia de la vida religiosa en su observancia
En todos los otros pueblos semitas, entre los material (cf. Mt. 15 ; Me. 7).
egipcios, entre los persas y entre los grecorro­ Con la nueva economía universal, basada en
manos se daban conceptos y prácticas afines la caridad, dirigida hacia la íntima unión con
(cf., por ejemplo, Plinio, Hist. nat. VH, 13, Dios (Jn. 4, 19-24), estas prescripciones de
acerca del flujo menstruo), e incluso entre los pureza externa y material perdieron todo su
árabes (M. J. Lagrange, Études sur ¡es Reli- valor. [F. S.]
gions sémitiques, 2.‘ ed., París 1905, pp. 142-47). BIBL. — A. C lamer, La Ste. Bible (ed. Pirot. 2),
Moisés Ies dió cabida para la educación civil París 1940. pp. 63 s. 89-121. 345. 677; A. V accari.
La S. Bibbia, I, Fircnze J943, pp. 296-309; E. K alt,
y moral del pueblo, ya que estaban conformes Archaetogia Bíblica, 2.a cd., Torino 1944. p. 149 ss.
P U R IM 488

PURGATORIO. — Estado intermedio entre pero el otro «sufrirá detrimento». No se trata


la bienaventuranza y la pena eterna, que es de pecado grave, ya que «será salvo», tendrá
temporal, «durante el cual el espíritu humano la vida eterna, sino de culpas veniales, que.
se purifica (de los restos de las culpas) y se aunque leves deberán ser expiadas: «será sal­
hace digno de subir al cielo». S. Pablo, en vo, pero como quien pasa por entre las lla­
I Cor. 3, 11-15, desarrolla la imagen de un mas». Por tanto, esté fuego es algo temporal
edificio en construcción que representa la Igle­ que le permite expiar sus deudas.
sia. Los predicadores del Evangelio son los En esta categoría entran las tribulaciones de
operarios que continúan el trabajo edificando esta vida, pero no siempre nos es dado el
sobre el fundamento asentado primero en Co- tiempo suficiente para expiarlo todo aquí en la
rinto por S. Pablo. La obra de los tales puede tierra, no siempre nos aprovechamos de estas
salir sin defectos, profundamente cimentada, tribulaciones. El predicador del Evangelio (y
como construida con oro, plata y piedras pre- _todo—cristiano-en—general)-no~ es- arrojado-ál
ciosasT-o'"bien “puede _ir^t7em ézcláda de va­ infierno a consecuencia de sus culpas veniales:
nagloria, del propio interés u otros defectos, «será salvo». Pero tampoco puede ser admitido
como cuando se construye con madera, paja, en el cielo, donde ya no hay posibilidad de
hierba. Cada obra será enjuiciada según su expiar. Dedúcese, pues, claramente de las pa­
merecido en la hora de la prueba, que S. Pablo labras de S. Pablo la existencia del purgatorio,
llama «el día de Cristo», «el día del fuego», estado intermedio y temporal de expiación; y
añadiendo que la prueba no tardará en llegar. ese carácter expiatorio se expresa mediante la
Por fuego se entienden todas las actividades metáfora del fuego.
destructivas, cuyo asalto sufrirá, por divina dis­
En Le. 12, 48, sólo dice Jesús que en el
posición, el edificio espiritual de Corinto. El
fuego discernirá la obra de cada uno: los que juicio habrá una graduación respecto de los
han trabajado debidamente, comprobarán que premios y de las penas, en proporción con la
su edificio resiste ante el vendaval, pero los responsabilidad. No se alude al purgatorio.
otros verán derribarse su obra. Según esto, «si [F .S .]
queda en pie la obra que uno ha construido, BIBL. — E.-B. A llo, Premiére ¿pitre aux Coritt-
él será recompensado; si su obra se quema, él thiens, 2.a ed., París 1935, pp. 59 ss. 66 s .; V. Ja-
cono, Le epistole di S. Paolo, Rom., 1-11 Cor., Gal.,
no sufrirá detrimento, sino que será salvo, pero Tormo 1951, p. 285 s.
como quien pasa por entre las llamas».
El buen predicador recibirá su recompensa, PURIM. — v. Ester.
Q
QUERUBÍN. — (Hebr. kerubim, pl. de kerub). Jesucristo) ha hecho pensar en una identifica­
Es un ministro visible de Dios, cuya presencia ción con los querubines, que Albright da por
manifiesta y cuya acción simboliza. Su nombre acertada. ......................
no tiene más que un equivalente en el acádico No podían faltar los querubines en el tem­
káribu, «el que ruega, intercede», participio plo de Salomón. Hay dos de madera de olivo
presente de karábu, que en el panteón asirio- revestida de oro, de diez codos (= unos 5 m.)
babilónico es un dios, aunque secundario (cuyo de altura, con alas de la misma medida que
nombre va precedido del ideograma determi­ llegan a las paredes opuestas y se tocan entre
nativo «ilu = dios»), lo mismo que el sedu y sí por la parte de dentro (I Re. 6. 23-28;
el lamasu, genios tutelares, y, como ellos, está II Par. 3, 10-13; cf. I Re. 7, 6; II Par. 6,
representado en las puertas del templo (cf. tam­ 7 s.). Están bordados en la cortina que oculta
bién el cilindro de Asaradón recientemente el sancta sanctorum (II Par. 3, 14) y esculpidos
descubierto en Nimrud, lín. 10 s. en Iraq, 14 entre las guirnaldas y las palmeras de las pa­
[1952] 54-60). No se conserva en los rituales redes del templo (I Re. 6, 29; Ez. 41, 18.20.25)
una descripción técnica, ni hay figura alguna y sobre las diez bases (I Re. 7, 29.36), que,
de genios titulares que lleve el nombre de según Albright, son arqueológicamente para­
káribu. Los querubines bíblicos tienen de co­ lelas a los altares para el incienso, descubier­
mún con el káribu el nombre, el antropomor­ tos en Jamat y Mageddo. En Ez. (1, 5 s .; 9, 3;
fismo y Jas funciones, pero no el carácter 10, 1 s .; 41, 18 s.) los querubines aparecen
divino. ligados con la gloria de Yavé (cf. Eclo. 49, 8;
En Gén. 3, 24 (Ez. 28, 14-16) se coloca a los griego; e;rí aptiaro^ yepo-oftíp)* y están repre­
querubines delante del Edén con una espada sentados por seres no especificados, compues­
de fuego, imagen del rayo y símbolo del ana­ tos con variedad de formas, que ofrecen cuatro
tema divino, para guardar el camino que lleva aspectos: cabeza, y tal vez también pecho, de
al árbol de la vida. Dhorme y Vincent los hombre; alas de águila; cuerpo de león por
describen con alas y formas humanas; Wright un lado, y de toro por otro. Todos estos sím­
se los imagina como cuadrúpedos provistos de bolos, y por lo mismo todas esas fuerzas,
alas y con rostro humano. En el tabernáculo erróneamente divinizadas por los babilonios,
los querubines ocupan un puesto considerable. sirven de escabel al trono del único Dios ver­
Están bordados en las cortinas del interior dadero.
(Éx. 26, 1.31; 36, 8.35) y aparecen en las ex­ El N. T. no ofrece muchas explicaciones:
tremidades del propiciatorio (Éx. 25, 17-22; Heb. 9, 5, es una clara alusión a Ez. 25, 17 ss.
37, 6-9), desde donde Dios habla a Moisés por También los cuatro animales de Ap. 4, 6, son
entre dos querubines (Núm. 7, 89). Dícese de reproducción de los querubines de Ezequiel,
Dios que es «el que está sentado sobre los aunque no los nombra. [F. V.]
querubines» (I Sam. 4, 4; II Sam. 6, 2; II Re.
19, 15; Is. 37, 16; Sal. 80, 2; 99, 1; Dan. BIBL. — P. D horme-H . V incent , Les Chérubins,
en RB, 35 (1926) 328 ss. 481 ss.; W. F. A lbright ,
griego 3, 55), o «el que camina sobre los que­ What were the Cherubin. en The Biblical Archaelogist,
rubines y vuela sobre las alas del viento» I. (1938) 1 ss. ; T rinquet J., Kerub. Kerubin. en
DBs.; F. S padafora, Ezechiele, 2.* ed., Torino 1951,
(II Sam. 22, 11; Sal. 18, 11; cf. Ez. 10, 19 s.). pp. 27-37. 85-90.
La imagen del rey sentado en el trono que
está sostenido por esfinges o leones con alas QUINEOS. — Tribus nómadas, probablemen­
y cabeza humana, hallada en las excavaciones te de origen edomita. Aparecen por primera
de Biblos, Jamat y Mageddo (1200-800 a. de vez en la península del Sinaí. Los quíneos
Q U IR IN O 490

(hebr. qéni, de donde viene el llamarles tam­ más larde, ha .hablar en el Sanedrín cuando se
bién quenitas) acabaron por agregarse a otras opuso a la condenación de los Apóstoles
tribus, por grupos separados. En el Sinaí se (Acu 5, 37).
les ve con los madianitas, parientes de Moi­ San Lucas en el Evangelio (2, 1 s.) habla
sés, y por eso no se oponen al paso de los así del tiempo del nacimiento de Jesús: «En
hebreos (Jue. 1, 16; Núm. 10, 29-32); con aquellos días salió un edicto de César Augusto
los amalecitas en el Negueb (I Sam. 15, 6); para que se hiciese el censo de todo el orbe.
con los judíos en el Negueb (íbid. 27, 10; Éste es el primer censo que se hizo siendo
30, 29; Jue. 1, 16) y junto a Belén (I Par. 2, Quirino gobernador de Siria». Que en el tiem­
55); con los cananeos y los israelitas en la po de Augusto se hiciese el empadronamiento
llanura de Izreel (Jue. 4, 11.17; 5, 24). Esta dis­ de todo el imperio, además de otros empadro­
persión explica por qué Gén. 15, 19, los nom­ namientos parciales, se deduce del unánime in-
bra entre los habitantes de la tierra prometida. forme que de ello se lee_en-TácitO-Mnn. L-l-l),-
- El-juego de _palabras' aplicñdó_a _lá-_viviéñda eri Dión Casio (LIV, 35, 1), en Suetonio
de los quíneos, aun nido construido sobre ro­ (August., 101) y en el monumento de Ancira,
cas» (qeni y qén = nido, Núm. 24, 21 s.), ca­ en el cual afirma Augusto que ha realizado
racteriza perfectamente la región montañosa tres empadronamientos, uno en el 28, otro en
donde habitaban los quineos en el Negueb y el 8 a. de J. C. y un tercero en el 14 desp.
en la península del Sinaí. Abel sitúa Ja región de J. C. Asimismo, papiros recientemente des­
de los quineos, en su última evolución, por las cubiertos atestiguan que en Egipto se hacía
vertientes del mar Muerto. La profecía de un empadronamiento cada 14 años, y que,
Balam (Núm. 24, 21 s.) sobre los quineos de­ respetando los usos y la mentalidad local, el
portados por los asirios parece se refiere a la empadronamiento no se hacía en Oriente según
deportación que se realizó en la expedición el domicilio actual, sino en el lugar de origen.
de Teglatfalasar III contra Israel (II Re. 15, Pero en las fuentes profanas no hay noticia
29), cuando, entre otros, deportó a los habi­ directa de que Quirino, además de haber ac­
tantes de Kedes (Galilea), descendientes de los tuado en el empadronamiento del año 6 desp.
antiguos quineos (Jue. 4, 11). [F. S.] de J. C., hubiera también tomado parte en el
BIBL. — L. D esnoyers , Hist. du peupie hébreu,
en que nació Jesús (6-5 a. de J. C.).
I, París 1928, p. 72 s .; F. M. A bel . Géographie de En la lista de los legados, gobernadores de
1a. Palestine, I, ibíd., 1933, pp. 237-329; A . C lamer, Siria, hay algún vacío; por ejemplo, antes
Nombres (La Ste. Bible, ed. Pirot, 2), ibíd., 1940,
p. 402 s. de C. Sanzio Saturnino (8-6 a. de J. C.). Al­
gunos escritores ponen aquí (entre el 11 y el
QUIRINO. — El senador P. Sulpicio Quirino, 8 a. de J. C.) una primera legación de Quirino,
que no tiene nada que ver con ja noble fa­ la cual deducen de la noticia que da Tácito
milia Sulpicia, nació en Lanuvio, cerca de acerca de la campaña victoriosa dirigida por
Túsculo. Por su inteligente laboriosidad subió Quirino en Cilicia, poco después de alcanzar
a altos cargos del Imperio. Gobernó en Creta el consulado, ya que semejante campaña sólo
y en Cirene, y en el año 12 a. de J. C. obtuvo podía haber sido dirigida por el legado de
el consulado. Después de haber derrotado a Siria.
los homónadas en Cilicia, alcanzó el triunfo, La inscripción de Tívoli (descubierta en
y luego le nombraron consejero del joven Cayo 1754), actualmente en el Vaticano, después de
César, nieto de Augusto, gobernador de Ar­ mencionar dicha campaña, dice que el vencedor
menia (1 a. d. J. C .; Tácito, Ann. III, 48). (y se admite que es Quirino) «alcanzó por se­
Lo hallamos, finalmente, entre los legados gunda vez Siria y Fenicia». Finalmente, la
(v.) de Siria (6-7 desp. de J. C.). Como go­ inscripción descubierta en Antioquía de Pisidia
bernador de esta provincia imperial, de la que y atribuida al 10-7 a. de J. C., atestigua que
dependía Palestina, Quirino intervino en Ju- en aquel tiempo Quirino era duumviro (como
dea, apenas depuesto Arquelao, para poner en legado de Siria) de la nueva colonia de An­
ejecución el empadronamiento (6 d. de J. C.) tioquía.
que se hizo célebre por la rebelión de un tal De esta suerte pudo Quirino ordenar el em­
Judas de Gamala, llamado el Galileo, que, padronamiento que llevó su nombre y que fué
habiéndose unido con un fariseo llamado Sad- llevado a término por su sucesor Saturnino
due, «indujo a los campesinos a rebelarse (a quien lo atribuye Tertuliano, Adv. Marc.
afeándoles de que tolerasen señores mortales» 4, 19; PL 2, 405).
(FI. Josefo, Bell. II, 118). Quirino sofocó la re­ Como puede advertirse fácilmente, todavía
belión, a Ja que hacía alusión Gamalicl 25 años no tenemos una noticia clara y terminante pro-
491 QUIRINO

cedente de las fuentes profanas. Otras solu­ en sentido comparativo (cf. Jn. 1, 15.30; 15,
ciones que se han propuesto no ofrecen más 18, etc.), y que tiene sus paralelos en cuanto a
claridad. Pero con toda probabilidad el texto la misma concisión en la comparación (cf. M t.
sagrado no tiene el sentido que suelen atribuirle 5, 20; Jn. 5, 36, y especialmente Jer. 36, 2,
las versiones. en la versión griega de los LXX), tiene exce­
Lucas no intentó otra cosa que distinguir lentes sostenedores, comenzando por el gran
entre el empadronamiento del tiempo en que M. J. Lagrange. [F. S.]
nació Jesús y el tan célebre en Judea (Act. 5, BIBL. — M. J. L agrange, en RB, 1911, 60-84;
37) que se efectuó el 6 desp. de J. C. siendo Id ., E v . selon S. Luc., 4.a ed., París 1927, pp. 65-
Quirino gobernador. «Este empadronamiento 70; L. M archal, S. L uc. (La Ste. B:ble, ed. Pirot.
10). ibíd., 1946, p. 41 s . ; H. H ópfl -A . M etzingsr ,
se efectuó antes que aquel (que se efectuó) Introd. spec. in Novum Testamentum, 5.a ed., Ro­
cuando era Quirino gobernador de Siria». Esta ma 1949, p. 130-139; U . H olzmeister . Storia dei
-tem pi-del-N uovo-T estamento-(tradv it.)r-Torino—1950;
versión”' bien”fúhdáda_gi^a"ü"c"aÍm^eñté:~"rrp¿ro9^ pp. 28-32.
R
RABBÍ. —■ Título honorífico que entre los que hoy se significa el ministro principal de
judíos se daba a los doctores de la Ley, y pos­ la sinagoga. [B. P.]
teriormente también a cualquiera que reuniese BIBL. — L. F illion , Rabbi, en DB, V, co l. 918-
un grupo de discípulos para instruirlos. En el 919; U. C assuto , Rabbi, en Ene. Ital., XXVIII, p.
Nuevo Testamento Jesús recibe con frecuencia 653; S track-B illerberck , Kommentar z. N. T. aus
Talmud u. Midrasch, I, Mónaco 1922, p. 916 ss.
el título de Rabbí, así por parte de sus fami­
liares (M t. 26, 25.49; Me. 9, 5; Vulgata 11, RACA. — Término arameo (reqá’ o también
21; Jn. 1, 38; 9, 2, etc.) como por parte de réqáh). Como epíteto ofensivo (Mt. 5, 22) equi­
los extraños (Jn. 3, 2; 6, 25). El mismo Juan vale, poco más o menos, a «cabeza huera, es­
Bautista es llamado rabbí por sus discípulos túpido, cretino, etc.», que el griego y el latín
(Jn. 3, 26). se contentan con transcribir: raca.
Rabbí es palabra hebrea, compuesta del ad­ En escritos talmúdicos se lee con frecuencia
jetivo sustantivo rab (= amo, señor, maestro) incluso en plural (H. Strack-P. Billerbeck,
y del sufijo pronominal de primera persona i Kommentar zum N . T. aus Talmud und Mi­
(= mío). Tomado, pues, literalmente, rabbí sig­ drasch, I, Mónaco 1922, p. 278). Para mostrar
nifica señor mío, etc. (lo mismo que nuestro cuánto debía perfeccionarse el antiguo precep­
monseñor). Con el tiempo, el sufijo i ha per­ to: No matarás, Jesús afirma, entre otras co­
dido todo su valor, especialmente cuando el sas, que en la nueva Ley el que haya llamado
título precede a un nombre propio, como rabbí <traca» a su hermano merecerá ser presentado
Simeón. Usado en el vocativo, tiene siempre ante el. Sanedrín, lo cual es un modo de pon­
como sinónimos: eírurrara, Kvpiet StScuxKaAe. derar el concepto de que aún la más mínima
Al lado de rabbí en el Nuevo Testamento apare­ injuria que se haga al prójimo será objeto de
ce también páppúwí-eí (alguna vez pápf3u>v0» condenación. [A. P.]
que también está formado de rabbon (= señor)
y el sufijo pronominal i: el. Me. 10, 51; RACIONAL. — v. Pectoral.
Jn. 20, 16.
Rabban, que no aparece nunca en el Nuevo RAQUEL. (Hebr. Ráhel, «oveja madre»). —
Testamento, era el título que se daba al que Hija de Labán (Gén. 29, 6.9 s.), menor que su
entre los doctores presidía la academia hebrea. hermana Lía (29, 16.18.26), esposa de Jacob
Parece que su verdadero significado era el de (29, 28), madre de José (30, 22 ss.) y de Ben­
maestro, según Cassuto. Otros, menos acertada­ jamín (35, 16 ss.). Hallándose guardando los
mente, lo traducen por maestro nuestro. rebaños de su padre, recibió el beso de sa­
No se sabe en qué época tomó la palabra ludo de Jacob, cuyo amor encendió (29, 16).
rabbí el actual significado de maestro. Parece Por causa de Raquel se compromete Jacob a
que puede señalarse el s. ii o el i a. de J. C., trabajar durante siete años en sustitución de
pues ya aparece en el MiSnah (Abot. 1, 6). En la cantidad que tenía que pagar al suegro. Ja­
los tiempos de Jesús era muy ambicionado por cob se encuentra con Lía por esposa, error
vanidad el título de rabbí, y era frecuente que que tal vez fuera debido a la costumbre de
lo ostentase quien no tenía derecho a ello. Eso velar a la mujer hasta la noche de las bodas,
explica la dura admonición del Divino Maestro y tiene que comprometerse a otros siete años
(Mt. 23, 27 s.). de servicio por Raquel. Aunque el matrimonio
De rabbí procede el neohebreo rabino (que con dos hermanas está prohibido por Lev. 18,
no aparece en el Nuevo Testamento), con el 18, de él dan testimonio contratos anteriores
R A S S H A M R A (T extos de) 494

a Hammurabí, y los profetas lo reprochan para M. Burrows, The complaint o1 Laban s Daughters.
en AOS, 57 (1947), 239 ss.; R. D e Vaux, en RB.
figurar con él las relaciones de Yavé con Is­ 56 (1949), 32-35.
rael y Judá (Jer. 3, 6 ss.; Ez. 23).
Sintiéndose estéril Raquel y deseando te­ RAS SHAMRA (Textos de). — Gracias al ara­
ner iiijos, ofrece a Jacob su esclava Bala co­ do de un aluita (1928), le fué dado a C. Scheaf-
mo concubina. Es Jo mismo que había he­ fer (1929-1939; 1949 hasta hoy), el descubrir
cho Sara (Gén. 16, 12), conforme al derecho una antigua ciudad egipcia llamada Ugarit, si­
vigente. La esclava debe dar a luz sobre las tuada a unos doce kilómetros al norte de Lat­
rodillas de su ama, para significar con este ía quia junto a Minet el-Beida, «el puerto
gesto la adopción. Bala engendra dos hijos que blanco».
son considerados como de Raquel, quien les Las excavaciones muestran que la ciudad es­
impone los nombres de Dan y Neftalí, según taba habitada hacia el 2.000 por una pobla­
el privilegio reservado a la madre. Raquel, lo ción semita que _guardaba_ relaciones.__con—el—
niismoL_que__Lía,_r.ecurre-a-las-mandr¿gorasr~a~— MedioÉufrates^ “según se desprende de los tex­
las que atribuían propiedades afrodisíacas los tos de Mari, y también con Egipto. En el si­
hebreos (cf. Cant. 7, 14), los árabes y los glo xv sufre la influencia de los jórreos; uno
griegos (Dioscórides 4, 76; Teofrasto, tiist. de sus reyes lleva el nombre de Nigmad, que
Plani. 9, 9), con la esperanza de tener hijos. pertenece a la onomástica jorrea. Se vió arro­
Independientemente de la lucha entre Jas dos llada en la lucha entre los egipcios y los jeteos
mujeres, Dios abre y cierra el seno (Gén. 30, y fué destruida por éstos hacia el año 1360.
22 ss.) y hace a Raquel madre de José. No faltan en Ras Shamra los testimonios de
Cuando Jacob decide irse, Raquel y Lía los contactos de los fenicios con los pueblos
se quejan de su padre (Gén. 31, 15) diciendo: de la civilización cretense, con quienes Ugarit
«¿Tenemos acaso alguna parte o herencia en mantiene intercambio de géneros de púrpura,
la casa de nuestro padre? ¿No nos ha consi­ de madera de los montes Caspios y de las
derado como extrañas y nos vendió y se co­ riquezas de las caravanas del Asia Anterior.
mió nuestro precio?» ('ákól keseph-akálu kas- Hacia el siglo xm la invasión de los pueblos
pa de los textos de Nuzu..en los cuales kaspu del mar acarrea la ruina al comerció de Ugarit
no sólo significa dinero, sino el fruto de la y la ciudad queda abandonada. En su suelo
dote). Según los usos, una parte de la tlrhatu crece el hinojo silvestre (en árabe samrah), por
había de entregarse a la esposa. Labán había lo que el nombre de Ugarit se cambia en el
vendido la hija y consumido su importe. Ra­ de Ras Samrah, «capital del hinojo silvestre».
quel se desquitó con el hurto de los terafim, Las excavaciones han dado a conocer nu­
títulos de sucesión, huye con Jacob, y tinge merosas tablillas de las cuales se deducen las
hallarse padeciendo el flujo menstruo (estado diversas lenguas que se hablaban o eran cono­
de impureza, cf. Lev. 15, 19 ss.) para impe­ cidas en Ugarit; la súmera en los templos
dir que se buscasen los ídolos bajo los apare­ judíos, la acádica en las relaciones diplomá­
jos de un camello, en el cual estaba sentada. ticas e internacionales, la egipcia, y, sobre to­
Labán teme contaminarse y, no sospechando do, la antigua fenicia escrita en un alfabeto cu­
que Raquel ponga a los dioses en contacto con neiforme que difiere dei cuneiforme ideográ­
una cosa impura, desiste del registro y deja en fico o fonético de los mesopotamios. Es el
poder de su hija los títulos de la herencia. alfabeto más antiguo de los hasta ahora cono­
En el momento del encuentro de Jacob con cidos, y consta de 29 signes si se incluyen los
Esaú, Raquel es colocada en un puesto más tres alef. La lengua de Ugarit pertenece al
seguro como esposa preferida (Gén. 36, 1 ss.). grupo occidental de las lenguas semíticas y
Al llegar a Efrata tiene un segundo hijo, al precisamente a la rama cananea, según se ad­
que en la angustia de la muerte impone el mite generalmente, aunque no falta quien pien­
nombre de «Ben-’óni = hijo de mi dolor», cam­ sa de otro modo.
biado por el padre en Ben-jamin = hijo de la Como hasta ahora no se ha descubierto do­
diestra, del buen presagio» (según ios textos de cumento alguno bilingüe que permita una cla­
Mari significa «habitante del Sur»). Es sepul­ ve segura para la interpretación de los textos
tada en Efrata. I Sam. 10, 2 emplaza la tumba de las tablillas de Ugarit, su interpretación tiene
de Raquel en el territorio de Benjamín. Cf. que apoyarse en el cotejo lingüístico con las
Jer. 31, 15; Mt. 2, 18. [F. V.] lenguas semitas hermanas. Añádase a esto la
falta de luces acerca de la naturaleza de los tex­
BIBL. — C. H. Go rdon , en RB. 44 (1935) 35 s .;
tos, y tendremos explicada la razón de la in­
ÍD., The story of Jacob and Laban in íhe light oj
lite Ntizi íablets, en BASOR, 66 (1937), 25 ss.: certidumbre y de la diversidad que reina en la
495 R A S S H A M R A (T extos de)

interpretación. Ignórase asimismo si los poemas que es el que se cuida de secar, moler y es­
expuestos en la lengua ugarítica son rituales, parcir por la tierra la semilla de la nueva
liturgias, dramas culturales, cantos rituales o cosecha. Es preferible contemplar la acción
textos con leyendas o mitologías. Además de anual proveniente de la alternativa de las dos
esto, el reciente hallazgo de un inmenso lote estaciones en Oriente. La escuela escandinava
de tablillas demuestra que las conclusiones insiste de un modo peregrino en poner al
actuales sobre los estudios de Ras Shamra son mito agrario de Baal en relación con el siervo
incompletos y deben recibirse con gran caute­ de Yavé. Todo lo más que puede admitirse
la. No obstante, lo que hasta el presente se es cierta afinidad literaria y genérica, por ra­
conoce parece confirmar y completar las no­ zón de la terminología.
ticias que de los fenicios tenemos por Luciano La leyenda de Keret habla de un rey que
(s. II dep. de J. C.), Damasco (s. V-VI desp. teme quedarse sin hijos y se dirige al dios
-de-j-G-)-y-Filón--de -Biblos-e n la -HistoriaFé^ El, el cual aleja a Kefet de^u müjér y re ob­
nicia de Sanchuniaton, según se desprende de tiene ocho hijos, el último de los cuales es una
los fragmentos de Porfirio y de Eusebio de hija llamada Octo (Octavia), quien tomará
Cesárea. el puesto del primogénito.
Los poemas más conocidos son los que se El mito de Aqhat es interesante por la fi­
refieren a Baal y a Anat, la leyenda de Keret gura del padre del héroe Danel, a quien la
y el mito de Aghat. No existe prueba alguna mayoría de los investigadores quieren acercar
que nos autorice a afirmar que el llamado al Daniel del que se hace mención en Ez.
ciclo de Baal esté concebido formando una 14, 14.30; pero v. Daniel.
unidad. No obstante, queda la posibilidad, aun­ Los textos de Ugarit, que probablemente
que sin desterrar del iodo la incertidumbre, se remontan al siglo xv, tienen una importan­
de reconstruir los poemas, de agruparlos en cia extraordinaria por las numerosas afinidades
torno de estas figuras centrales, teniendo en que presentan con el Antiguo Testamento.
cuenta las repeticiones, y colocarlos con cierto Cierto número de palabras raras o únicas en
orden, que a veces es probable, y cuando me­ la Biblia se hallan en los textos de Ras Sham­
nos loable, y, finalmente, intentar su interpre­ ra, y tienen aquí su explicación. Sal. 68, 5 dice
tación. de Dios que cabalga sobre las nubes, y ese título
Parece, pues, que en un principio, cierto se da también a Baal en la literatura ugarítica.
personaje llamado «el príncipe del mar» es­ Se emplean las mismas figuras metafóricas y se
taba en posesión de un palacio divino, disfru­ da grande afinidad de estilo y de ritmo. Algu­
taba de privilegios de soberanía y exigía le nas alusiones bíblicas a ritos antiguos quedan
fuese entregado B aal; pero éste no se somete y ahora perfectamente explicadas con los textos
probablemente se lanza al dominio sobre el de Ras Shamra. Así, por ejemplo, la prohi­
príncipe del mar y da muerte al dios. Luego bición de cocer el cabrito en la leche de su
viene una serie de temas que aparecen en madre (Ex. 23, 19; 34, 26; Di. 14, 21) se
casi todas Jas literaturas: Luchas de divini­ refiere a un rito cananeo antiguo. La escena
dades, predominios, funciones de las aguas, de Anat que mata a Mót recuerda la ofrenda
analogías con el mito de Nergal y Ereskigal. hebrea de la primera gavilla (Lev. 23, 10; Di.
Lá virgen Anat lucha con su hermano Baal, 16, 9). El monstruo Leviatán (Is. 27, 1; Job. 26,
el cual, al hacerse soberano tras la muerte del 13; Sal. 74, 14) figura también en Ras Sham­
príncipe del mar, quiere conseguir un palacio ra. Los textos de Ugarit aluden a los terafim y
y disfrutar de todos los privilegios de la so­ al efod. Los sueños, lo mismo entre los israe­
beranía. Con el permiso de la divinidad supre- litas que entre los fenicios, son considerados
. ma, El, el dios artista y artesano Ktr w Hss como un medio de comunicarse los hombres
construye el palacio, cuya descripción e inau­ con la divinidad. Ugarit y la Biblia coinci­
guración induce a algunos a pensar en la cons­ den también en el concepto de la ultratumba ;
trucción del templo de Salomón. pero v. Retribución.
Después de esto interviene un pretendiente El panteón de la religión de Ugarit tiene fi­
a la soberanía, el dios Mót («la muerte», se­ guras que también aparecen en la Biblia, la
gún la mayoría de los investigadores, el «va­ cual prohibe sobre todo el culto de Baal y de
ronil», según R. Dussaud), el amo del mundo Aserah. El, identificado en la Biblia con Yavé,
subterráneo o la fuerza del calor, del ve­ se halla en el vértice del panteón. ■
rano. Baal desciende al reino de Mót y se El ejército aparece en los documentos ad­
le quita la vida. Su hermana Anat lo entierra ministrativos. Los jefes del ejército y del sa­
y toma venganza dando muerte al adversario, cerdocio son elegidos entre las clases domi-
REDENCIÓN 496

nantes, sin excluir la familia del rey, el cual Para librarle después de la venganza de Esaú,
puede así controlar por medio de sus parien­ lo envió a Jarán, junto a los suyos, proponien­
te» estas dos ramas tan importantes, directivas do al mismo tiempo que se casara allá (Gén.
de la sociedad. Los impuestos, el reclutamien­ 27). Es verosímil que no presenciara ya su re­
to militar y demás funciones de gobierno se greso (Gén. 35, 27). Al morir fué sepultada
ejercen mediante la tribu, el domicilio y la pro­ en el sepulcro de familia, en Hebrón, en la
fesión. La familia tiene al frente un hombre cueva de Macpela (Gén. 49, 31). [F. S.]
con una o más mujeres. Los hijos tienen sus BIBL. — A . V , La S. Bibbia, I, F i r e n z e
accari
deberes para con los padres, y en compensa­ 1943. pp. 106-21; J. C , Le livre de la Genése,
h a in e

ción de tales deberes pueden arrogarse los de­ París 1948, pp. 276. 284 ss. 302.
rechos de herencia. Existe un derecho de pri­ RECABITAS. — En su origen pertenecían a los
mogenitum o de preferencia en favor del hijo quineos o cineos, seminómadas del_sur_de_Par__
mayor de la esposa preferida. No faltan los es- --lestina--(7---Pflr:--2r-55)r-qüé—se expansionaban
clayos.__La ...educación -es-complicada;- porqué' hacia el norte (cf. Jue. 4, 5).
Ügarit es una ciudad cosmopolita donde se ha­ Jonadab, hijo de Recab, de quien toma el
blar» o se conocen al menos cinco idiomas. nombre la estirpe, a quien hallamos al lado
Para lo referente a la importante aportación de Jehú (h. 842 a. de J. C.) en la destrucción
de los textos de Ras Shamra a la cuestión del del culto de Baal en Samaria (II Re. 10, 45),
Pentateuco, a la antigüedad de los sacrificios fué el verdadero legislador del grupo, que im­
(Lev.), contra las maquinaciones welhausenia- puso costumbres de nómadas, en eso de abste­
nas sobre las fuentes, cf. F. Spadafora, Ri- nerse de la cultura y de beber vino, reaccio­
vista Bíblica 2 (1954) 138-49; reseña Sobre el nando contra el sincretismo e influencias de los
Pentateuco, 10-42 (fase. I) y 119-54 (fase. II). cananeos. Los recabitas figuran, pues, entre
IF. V.] las fuerzas vivas del puro yaveísmo.
BIBL. — C. H. G , Ugaritic Handbook, Ro-
o rd o n Jeremías (35, 2-11) apostrofa el ejemplo de su
:ma 1947; Id ., Ugaritic Literature, ¡bíd. 1949; Id.,
Introduction to Oíd Testament Times, Nueva York fidelidad a los preceptos de sus antepasados para
1953, pp. 81-88; C. V , Légendes de Baby­
ir o l l e a u d condenar y destruir la infidelidad de Judá a la
lone et de Canaan, París 1949; R. A. D f. L .
alianza con Yavé.
a n ch e
Les textes de R. S. Ugarit et leurs rapports avec le
ntilieu biblique de VAnden Testament, París 1945; Después de la cautividad tomaron parte en
, Les textes de R. S. et VAnden Tes­
R . De Va u x
tament, en RB. 46 C1927) 526-55; R. D , Les
la reconstrucción de las murallas de Jerusa-
u ssa u d
découvertes de R. S. (Ugarit) et ¡'Anden Testament, lén [Neh. 3, 14). [F. S.]
París 1937; íd .,Les relig'ons des Phéniciens et des
Syriens (Mana, ID. París 1945; B. M a r i a n i , Danel. BIBL. — A . N e h e r , Amos. Contribution d l'étude
II patriarca sapiente nella Bibbta, nella tradizione, du prophétisme, París 1950, pp. 169 ss. 173-86; A.
netla leggenda, Roma 1945; O . E i s s f e l d t , El im P e n n a , Geremia, Tormo 1952, pp. 256-60.
ugaritischen Pantheon, Berlín 1951; A. S. K a p e l r u d ,
Baal in the R. S. texis, Copenhagen 1952. * J. En- REDENCIÓN. — Liberación de la esclavitud
•c i s o V i a n a , Ras Shamra y el origen de las doce tribus,
Ecc. 1947, 27 dic. del pecado y comunicación de la vida sobrena­
tural. El término latino corresponde al hebreo
RAZON, rey de Damasco. — v. Arameos. ghe’ullah = rescate, liberación. Es corriente en
la teología, y sería inútil tratar de sustituirlo
REBECA. — Hija de Batuel y nieta de Najor por otros. En su sentido etimológico, indica y
hermano de Abraham (Gén. 22, 23). Esposa acentúa un factor más bien negativo; el rescate
de Isac (Gén. 24, 10-67). Como respondiendo del pecado es un elemento fundamental, pero
a oración del fiel siervo de Abraham, Eliezer, hay otro positivo de excepcional importancia.
que había llegado hasta Jarán con la misión No tanto se trata de un rescate, como de un
de llevar para Isac una joven esposa de su cúmulo de beneficios gratuitos otorgados a
propia parentela, Rebeca, que había salido a la humanidad.
proveerse de agua, le ofreció de beber cortés- En el Antiguo Testamento se habla de res­
mente, abrevó a los camellos, y lo invitó a cate de los primogénitos (Ex. 13, 13), de ob­
hospedarse en su casa. jetos que por derecho pertenecían a Dios
Avínose ella de buen grado al requerimiento CIbíd. 13, 12); pero se tenía a Dios de un
de Eliezer y se fué hacia Canán para casarse modo especial como a gó'él o redentor del pue­
con Isac (v.). Al cabo de veinte años de este­ blo porque lo había librado de la esclavitud de
rilidad dió a luz dos gemelos: Esaú y Jacob Egipto (Ibíd. 6, 6; 15, 13) y se había compro­
(Gén. 25, 19-26; cf. Rom. 9, 10). Rebeca su­ metido a defenderlo o vengarlo contra even­
girió la idea de ganar en favor de su predilecto tuales enemigos políticos (Sal. 107, 2). Pero
Jacob la bendición de Isac. Y lo consiguió. tampoco es ajeno al Antiguo Testamento el
497 REDENCIÓN

concepto positivo de toda una larga serie de vado en la cruz (Col. 2, 13 ss.), a consecuen­
privilegios otorgados a Israel, que es procla­ cia de la muerte redentora de Cristo. Con eso
mado como pueblo propiedad de Dios (cf. Ex. el cristiano, de esclavo del pecado, se ha con­
19, 5; Is. 43, 21); en los profetas, y especial­ vertido en «esclavo de Jesucristo» (cf. I Cor.
mente en los cánticos del Siervo (v.) de Yavé, 7, 22 s.; Gal. 1, 10; Col. 4, 12; Fil. 1, 1). No
se predice la redención espiritual, obra de Cris­ se trata de una simple liberación o de una filia­
to por excelencia y fin de su encarnación, como ción adoptiva de carácter jurídico, sino de una
se ve claramente en todo el Nuevo Testamento. verdadera adquisición por parte de Dios. El
El programa del Verbo Encarnado puede vis­ pecado pasado ha quedado anulado. La mística
lumbrarse como sintetizado en esta afirmación: crucifixión con Cristo (Gál. 2, 19) da derecho
«El hijo del Hombre no ha venido para ser al cristiano a participar de todas las gruías
_servido,-antes-bien-para-servir-y-dar_su vida que Cristo reciheT:omo cábeza del Cuerpo Mís­
para redención de muchos» (Me. 10, 45; cf. tico. Se da una reconciliación completa con
Mt. 20, 28). En la primera parte tenemos la Dios y el renacer a una vida sobrenatural; una
realización del programa de abatimiento y justicia verdadera, positiva, o sea participación
abnegación (cf. Fil. 2, '7); en la segunda se en la justicia de Cristo (cf. Col. 1, 13 s .; 2,
presenta la propia muerte como un sacrificio 13; 3, 13; Ef. 4, 32; Gál. 1, 4; Tit. 2, 14,
en favor de la humanidad. Es la satisfacción etcétera). Queda aún el poder del pecado sobre
vicaria predicha por Isaías (53, 4). El término los hombres, pero en adelante ya podrán ellos
griego Avrpov de suyo significa «desligamiento, vencerlo con la gracia de Cristo (Rom. 7, 25;
liberación, rescate». Ordinariamente tal acción 8, 3 s.). La posibilidad y la realidad de la
incluye o presupone un pago o una compensa­ lucha con tal poder se convierte así en una
ción, como quiera que sea, o una persona que fuente de méritos, en cuanto queda en el hom­
retiene el derecho sobre el que quiere ser pues­ bre la libertad de rendirse o de hacer frente
to en libertad. La Redención fué realizada por con todos los medios sobrenaturales que tiene
Cristo. mediante un acto oneroso (la muerte), a su disposición. El cristiano es liberado hasta
pero esto no debe ser considerado en manera de la muerte, primera consecuencia del pecado,
alguna como un precio entregado a alguien por cuanto en virtud del Espíritu de Cristo
que retuviera esclava a la humanidad. tiene derecho a la victoria final, a la resurrec­
La Redención fué realizada por Cristo en ción (cf. Rom. 8, 10 s .; 5, 17.21). La Resu­
cuanto se ofreció como «víctima» por los pe­ rrección completa se realizará en el futuro;
cados de los hombres. Refiriéndose al texto de pero ya desde ahora se poseen los gérmenes
Isaías (53, 7), se le llama cordero de Dios con seguridad. La liberación que ha quedado ya
que quila el pecado del mundo (Jn. 1, 29). Los enteramente realizada es la de la esclavitud de
requisitos que según la ley mosaica (cf. Ex. la Ley mosaica (cf. Rom. 6, 14; 7, 4 ss.;
12, 5; Lev. 14, 10; 22, 19) debía llenar la víc­ Gál. 3, 25; 5, 18; Ef. 2, 14 s.).
tima, concurrían en Jesucristo de una manera Todos los que realizando un acto de fe y
excelente :«No habéis sido rescatados de vues­ recibiendo el bautismo responden al llamamien­
tra vana conducta con oro o con plata, sino to divino adquieren los derechos que dimanan
con la preciosa sangre de Cristo, cordero inma­ de la Redención y constituyen «una raza ele­
culado e incontaminado» (7 Pe. 1, 18). gida» (cf. Is. 43, 21), «un pueblo propiedad de
Ejecutando un eterno decreto del Padre Dios» (populus acquisitionis; cf. Éx. 19, 5;
(Rom. 3, 25; 4, 25; 8, 32), Jesús expía los pe­ Is. 43, 21), «una gente santa», «un reino de
cados de los hombres (Jn. 1, 29) a quienes libra sacerdotes» (cf. Éx. 19, 6). Tal es la enseñanza
de toda iniquidad (Ti/. 2, 14). Jesús mismo alu­ de San Pedro, que de esta suerte proclama ha­
día a su obra de redentor cuando recalcaba el ber sido traspasados a los cristianos todos los
valor de sacrificio que tendría su muerte (Jn. derechos del pueblo hebreo. Con su adhesión e
3, 14 s .; .12, 32); y puso en claro expresamen­ incorporación a Cristo los fieles han pasado
te el carácter expiatorio de su pasión (cf. Mt. de un mundo de tinieblas a otro de luz admi­
26, 28 ; Me. 14, 24; Le. 22, 20). rable (I Pe. 2, 9), verificándose en ellos el dicho
La expiación afecta al pecado y a sus con­ de Oseas (1, 9; 2, 1.25): el que no era pueblo
secuencias. La humanidad había en cierto mo­ de Dios se ha convertido en pueblo propiedad
do firmado un terrible documento de conde­ de Dios (I Pe. 2, 10).
nación con sus culpas, y no sólo con la de Considerada la Redención en concreto, en
origen cometida por Adán. Es lo que San los que de ella se benefician, puede definirse
Pablo llama quirógrafo, cuando con una frase — con terminología de San Pedro — diciendo
audaz lo presenta como hecho pedazos y cla- que es una regeneración en la esperanza. Es
32. — S p a d a io r a . — Diccionario bíblico
REGENERACIÓN 498

un renacer, o sea nacimiento a un mundo nue­ 3, 24), de rescate (avrtAurpov; I Tim. 2, 6),
vo en el reino de lo sobrenatural y de la gra­ del propiciatorio (ÍAqo"Tr¡piov; Rom. 3, 25), de
cia (cf. Jn. 1, 13; II Cor. 5, 17; Gál. 6, 15; la ofrenda y de la víctima (irpo(r<popa i<al Av­
Ef. 4, 22 ss.; 77/. 3, 5). Jesús se complacía en ería ; Ef. 5, 2) inmolada al Padre para la re­
hablar de una regeneración de lo alto (Jn. 3, conciliación de la humanidad. Cada uno de
3 ss.; cf. I Jn. 3, 14). Es el aspecto positivo de estos términos representa un aspecto del mis­
la Redención, cuya meta, en último análisis, es terio, y no sólo se completan recíprocamente,
la glorificación de los fieles, lo mismo que la sino también con muchas otras afirmaciones,
muerte de Cristo tuvo como consecuencia su a través de las cuales se transparenta mejor el
solemne glorificación. Jesucristo amó a ia hu­ carácter positivo de la Redención. [A. P.]
manidad y se entregó por ella como ofrenda BIBL. — A. Médebielle, Expzation, en DBs, III,
y sacrificio de olor suavísimo para Dios. «Amó col. 1-262; J. RfvitRE, Le dogme de la Rédemptlom
a su Iglesia y se entregójDor^lla»'_(Ef±£,_2,25)— £tude_théolog¡que,--2.±--zá.—?&tte-\9X4r'PVrr\5~-l 1"; ÍD.,
Le dogme de la Rédemption. Études critiques et do-
tr á ta s e - de- uña- entrega completa, no limitada cuments. Lo vaina 1931, pp. 3-58; R. B andas, The
necesariamente al momento de la pasión y de masteridea oí St. Paul’s epzstles on the Redemption,
Brujas 1925; A. K irschgassner, Erlósung und Siinde
la muerte (cf. Gál. 2, 20; í, 4; Tit. 2, 13 s .; int N. T., Friburgo 1950. * A. R ivera, La redención
I Tim. 2, 6). en las epístolas y en el Apocalipsis de S. Juan, Ro­
ma 1939; J. PcROZ, La redención en el N. T., CB.
Es innegable el valor esencial de la muerte 1954.
de Jesucristo para la Redención (cf. I Cor. 11,
25), como también es exacto el concepto de REFUGIO (Ciudades de). — De las 48 ciuda­
satisfacción vicaria. Pero tales ideas no agotan des levíticas fueron destinadas seis a servir de
el misterio de la Redención. Toda la vida de refugio a los homicidas involuntarios (N úm . 35,
Cristo iba encaminada a tal fin, y mereció li­ 1-6; Jos. 21). Tal institución tenía como fin el
bertar al género humano de la esclavitud del librar al homicida de la ley sagrada de la ven­
pecado. Tal es la idea de expiación que tan ganza (Ex. 21, 13; Núm. 35, 9-28 el concepto
profundas paíces tiene así en el Antiguo como más completo; Dt. 4, 41 s .; 19, 1-13). Tres
en el Nuevo Testamento. Todas estas defini­ estaban en Transjordania (Dt. 4, 41-43; Jos.
ciones, lo mismo que las correspondientes teo­ 20, 8): Beser (Busr el Hariri); Ramot en Ga-
rías del rescate o de la expiación penal o de lad (Tell Rámith); Golán en Basán (Sahem
la sustitución, pueden aclarar teológicamente el Golán); y tres en Cisjordania, señaladas por
el concepto de Redención, pero no hacen más Josué después de la conquista (Jos. 20, 7):
que acentuar un carácter o un aspecto del Cades en Galilea (Tell Qade§); Siquem en las
problema. Por eso se muestra mucho más atrac­ montañas de Efraím; Hebrón en las montañas
tivo y más conforme con las enseñanzas pau­ de Judá. Una vez que exponían las circuns­
linas la teoría de la solidaridad. La segunda tancias del homicidio a los ancianos de la ciu­
persona de la Trinidad se hizo solidaria con dad, que eran levitas, los homicidas quedaban
nosotros tomando nuestra carne de pecado. Pa­ protegidos allí. Luego tenían que comparecer
blo llega hasta emplear frases aparentemente ante el tribunal de los ancianos de su ciudad
blasfemas; «El Hijo de Dios se hizo pecado natal (Dt. 19, 12; cf. Núm. 35, 25) y, si el
y se convirtió en maldición por nosotros» (II homicidio era juzgado como involuntario, el
Cor. 5, 21; Gál. 3, 13). Son modos enfáticos homicida continuaba confinado en la ciudad
de decir, que sólo se proponen ponderar hasta de refugio a que se había acogido, de la cual
qué extremo ha llegado la solidaridad del Hijo no podía salir sin peligro de muerte, hasta
de Dios, asemejándose a la humanidad hasta tanto no se le concediese la amnistía con la
los ínfimos límites. Esta solidaridad se propo­ muerte del Sumo Sacerdote en funciones. Pero
nía unir a los hombres para la vida sobrena­ si se comprobaba que era culpable, lo entre­
tural. La misión de Cristo consiste en ser «me­ gaban a! vengador de la sangre para la aplica­
diador» (I Tim. 2, 5) único para la reconcilia­ ción de la ley del Talión. [A. R.]
ción del hombre con Dios. Los Evangelios pon­ BIBL. — A . C l a m e r . Nombres ( L a Ste. Bible, ed.
deran la importancia de la muerte y de la Pirot. 2), París 1940, pp. 473-79. 546. 635-38.
pasión en orden a la consecución de tal fin,
pero reconocen también expresamente el carác­ REGENERACIÓN. — IlaAiyyevea-La «nuevo
ter soteriológico de toda Ja vida de Jesús ba­ nacimiento», regeneración, aparece en Mt. 19,
sándose en un texto de Isaías (61, 2). San Pa­ 28 significando la renovación, el establecimien­
blo desarrolló esta doctrina sirviéndose de una to de la Iglesia, y en Tit. 3, 5 el renacimiento
terminología propia de los ritos del sacrificio, individual.
y habla de Redención (aíroA vrpw cris ; Rom. «Vosotros, que me habéis seguido, cuando
499 REINO DE DIOS

en la regeneración se haya sentado el Hijo del nuevo nacer que se requiere para tomar parte
hombre en su trono glorioso, también os en el reino de Dios (Jn. 3, 4.7). El primer efecto
sentaréis en doce tronos para juzgar (Kpívovres benéfico de la Redención consiste en que el
expresa aquí el ejercicio de un poder estable) Verbo ha otorgado a todos los que a Ll se
a las doce tribus de Israel.» adhieren por la fe el gran don de convertirse
El mismo pensamiento se expresa en Le. 22, en «hijos de Dios» (Jn. 1, 12 s.). La regene­
29 s. «Vosotros habéis permanecido conmigo ración se recibe por medio del bautismo (Jn.
en las pruebas, y yo preparo para vosotros un 3, 7; Tit. 3, 5 «baño de regeneración») Cristo
reino, como el Padre lo ha preparado para es causa eficiente mediante su muerte y resu­
mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en rrección (I Pe. 1, 4), y al mismo tiempo su
mi reino, y os sentéis en doce trqnqs__para__ causaejem plar;—y p recisam en teelb au tisrñ ó
-juzgar-(=-gobernaT)_a"lás'dóce tribus de Israel» por inmersión representa la muerte y la nueva
(es decir, el Israel de Dios: Rom. 9, 6 s .; vida del bautizado (Rom. 6, 4; Col. 2, 12 s.),
Gal. 4, 28 s .; 6, 16, etc.; los bautizados, que se convierte en una «nueva creatura», en
miembros del «nuevo reino»). Lo que se pro­ un «hombre nuevo» (II Cor. 5, 17; Gál. 6, 17)v
mete a los Apóstoles como recompensa a su en verdadero hijo de Dios. También en el bau­
generosidad, no es la participación en el acto fu­ tismo tiene que darse la destrucción del mundo•
gaz del juicio en el fin del mundo, sino una precedente: el hombre viejo, el hombre del
supremacía permanente de orden espiritual. Es pecado del que debe despojarse por completo'
indiscutible que Jesús previo una restauración para que pueda ir continuamente en aumento»
espiritual de Israel, puesto que la fe en su de la gracia divina (II Cor., 4, 16; Ef. 4,
persona convertía a los mismos gentiles en 22 ss.; Col. 3, 9 s.) mediante el ejercicio de
hijos espirituales de Abraham (M t. 8, 10 s .; las virtudes, principalmente el de la caridad
Le. 13, 22-30). Esta restauración supone la espe­ Jn. 15, 12-17; I Cor. 13; Col. 3, 14, etc.).
ranza en una nueva tierra prometida (Mt. 5, 4) En esta regeneración tomará parte incluso el
que no es sino el reino de Dios, cuyo here­ cuerpo de los justos, que será gloriosamente
dero natural es Jesús (Mt. 21, 38), y los discí­ transformado en la resurrección, a semejanza
pulos sus coherederos (Rom. 7, 7) al convertirse del de Cristo glorioso (I Cor. 15; Rom. 8, 14-
en hijos de Dios (Mt. 5, 9). La palingénesis o 39 todos los bautizados son hijos de Dios, he­
regeneración expresa, por consiguiente, una rederos de Dios y coherederos de Cristo). Toda
revolución espiritual sin precedentes, que es la creación espera esta glorificación del cuerpo
consecuencia de la Resurrección y de Pentecos­ humano (vv. 18-22) «la redención de nuestro
tés. «M t. pensaba en un nuevo orden. Nosotros cuerpo» (v. 23), que para todos los bautizados
no penetramos lo suficiente en la visión de San tiene Dios preparada desde la eternidad (como
Pablo que consideraba el tiempo de la reden­ todas las demás gracias, desde el bautismo has­
ción como una nueva creación (II Cor. 5, .17; ta la gloria eterna), para que «los justos repro­
Gál. 6, 15). La Paligénesis de Tit. 3, 5 es per­ duzcan la imagen de Cristo resucitado, el cual
sonal y uno de los frutos del bautismo, pero se convierte así en el primogénito de una mu­
el hecho personal está incluido en el general chedumbre de hermanos» (v. 29); pero siempre
de la regeneración del mundo. Es la instalación tendrán que padecer con Él para ser glorifica­
del reino de Dios que coincide con la funda­ dos con Él. [F. S.]
ción de la Iglesia» (Lagrange). B1BL. — J. M. L agrange, E v . seion S. Mt.. 4.* ed..
La regeneración o transformación espiritual París 1927, p. 380 ss.; íd .( Ep. aux Romains, ibfd.
' había sido predicha por /s. 65, 17; 66, 22 con 1931, pp. 142-59, 189-233; J. Huby , en RScR. 30
(1940) 5-40; A. F euillet. Le triomphe eschatolo-
las imágenes de «cielos nuevos y tierra nueva», giejue de Jésus, en NRTh. 81 (1949) 715-22.
idea e imágenes que repitió San Pedro (Act. 3,
20 s. a-oKaT¿(TTaari.$ = restauración de todas REINO DE DIOS. — En sentido muy gene­
las cosas, de la que Dios ha hablado por me­ ral, Reino de Dios es el universo, ya que
dio de sus profetas; II Pe. 3, 10-13: antes que Dios es su creador y, por tanto, su dueño
la regeneración se describe con imágenes opues­ absoluto. Tal concepto se tiene presente o se
tas la disolución del mundo espiritual prece­ presupone en todas las páginas de la Biblia,
dente), y también el Ap. 21, 1. Nada se dice empezando por el relato de la creación; donde
de transformaciones cósmicas o de fin del Dios concede al hombre amplios poderes sobre
mundo físico (A. Feuillet; F. Spadafora, Gesu la creación (Gén. 1, 26; 9 ss.; Sal. 8, 7 ss.),
e la fine di Gemsalemme, Rovigo 1930, pp. 29 en tanto que el hombre debe a su vez estar so­
s. 43 ss.). metido a su soberana voluntad (Gén. 2, 16 s.)t
La regeneración espiritual (Tii. 3, 5) es el de la cual depende la misma existencia de
REINO DE DIOS 500

todo lo creado (Gén. 6, 5; Sal. 24 (23), 7 s .; concreta en la Iglesia, diciendo aquellas co­
47 (46), 3-8, etc.). En la Sagrada Escritura, nocidas palabras: Haced penitencia, porque el
Reino de Dios tiene, además, otro significado Reino de los cielos está cerca. Esta expresión
preciso, concreto, que se desarrolla y se rea­ es perfectamente equivalente a la de Reino de
liza en tres tiempos, aunque conservando una Dios, y es preferida por Mió. porque escribe
perspectiva unitaria hasta el extremo: la pers­ para los hebreos, por lo que se abstiene de nom­
pectiva mesiánica, que constituye su fulcro, su brar con frecuencia el nombre de Dios. Hablan­
base y su cumbre. do con Nicodemus sobre la necesidad de tomar
1.—El Reino de Dios en su fase preparato­ parte en la nueva sociedad, Jesús presenta el
ria. Comienza con la elección del pueblo hebreo doble aspecto —interno y externo— de su Rei­
(Di. 7, 6-14) destinado a ser el depositario de n o : En verdad, en verdad te digo, que quien
la divina revelación precristiana, y como el no renazca del agua-y—del-Esplr-itu-Santor-no~~
_canal_de-oro- por-el-cual-se-hará-ilega'fá'tódós^ podrá entrar en el Reino de Dios (Jn. 3,# 6).
la Redención (Rom. 3, 2; 9, 5). Y, efectiva­ Esa identidad se supone también claramente
mente, Dios será siempre el verdadero sobe­ en la promesa de la primacía que se hace a
rano del pueblo elegido, aunque haya deter­ Pedro (Mt. 16, 18 s .: fundamento visible de
minadas personas que estén llamadas a repre­ la Iglesia— administrador de los tesoros del Rei­
sentarlo (I Sam. 8, 7; 12, 12). Es, pues, exac­ no de los cielos), especialmente si se considera
tísima aquella expresión de I Par. 29, 23; 28, con la luz de Jn. 21, 15 ss., donde se comunica
5): Salomón se sentó en el trono del Señor. al mismo Pedro el gobierno universal del Reino
En este sentido muy acertadamente definió Fl. de Dios por medio de la conocida metáfora
Josefo (C. Apion. 11, 16), el régimen del pue­ del rebaño, frecuentísima tanto en boca de Je­
blo hebreo llamándolo ateocrático». En este sús (Jn. 10, 11-16; Mi- 18, 12; Le. 15, 4), como
pequeño gran reino, en este ambiente, Dios en la pluma de los profetas (Mi. 2, 13; 4, 6 s .;
iba disponiendo con una asistencia excepcional­ Jer. 23, 3; 31, 10; Is. 41, 11; Ez. 34, 7-24;
mente diligente, cautelosa, las personas, los 37, 23-35); y, sobre todo, es visible en las
acontecimientos y . las cosas, centrándolo todo, «Parábolas del Reino», en las que Jesús se
encauzándolo todo para pronosticar, prefigu­ propone precisamente esclarecer el «misterio»
rar y preparar un reino más excelente, más es­ del Reino (Mt. 13, 11; Le. 8, 10). Dichas pa­
piritual: el reino universal del Mesías, o sea rábolas son: la del sembrador (Mt. 13, 3-9)
la Iglesia, en el cual no sólo los judíos (pueblo y la de la cizaña (Mt. 13, 24-30), que muestran
elegido), que serán privados del privilegio teo­ cuáles son los obstáculos externos e internos
crático, sino los gentiles también serán los para la extensión del Reino de Dios, ya en acto
actores y los beneficiarios más insignes (Mt. aquí en la tierra; la de la semilla de mostaza
21, 33-46; Me. 12, 1-12; Le. 20, 9-16). (Mt. 13, 31-32) y la de la levadura (Mt. 13,
2 —El reino de Dios en su actuación (fase 33), que ponen en evidencia la eficacia y la
terrestre), no es otra cosa que la Iglesia fun­ fuerza de expansión de la Iglesia; la del tesoro
dada por Jesús. escondido (Mt. 13, 44) y la de la perla que
, Los profetas preanuncian el Reino de Dios vuelve a aparecer (Mt. 13, 45-46) que explican
futuro, que será universal, espiritual, interno; su alto valor; y finalmente la de la red que
pero, sobre todo, insisten en su carácter exte­ igualmente coge los peces buenos que los ma­
rior o social: cf. Is. 2, 2 ss.; II, 9; 42, 1-6; los (Mt. 13, 47-50), que nos proporciona la
49, 6; 53, 10; Sal. 2, 8: 22 (21), 28 s.; 72 clave para resolver el problema de la presencia
(71), 7-11; Dan. 2, 31-45; 7, 8-18; Jer. 31, del mal, incluso entre los que han sido «santi­
31-37. Esos textos, especialmente si se miran con ficados» en Cristo Jesús.
la luz del Nuevo Testamento, al cual se refe­ Es imposible entender estos textos si se los
rían, suponen necesariamente: a) un verda­ aplica a un reino que no sea visible y exterior-
dero poder real; b) personas concretas sobre mente organizado; e igualmente sería difícil
las cuales pueda ejercerse la autoridad; c) un explicarlos como pertinentes a un reino tras­
ámbito circunscriptivo del ejercicio de la mis- cendente, que excluyese en absoluto toda mez­
ma. cla de buenos y malos y toda idea de descu­
Tales son precisamente las características brimiento, conquista, expansión y repoblación
que concurren en la Iglesia. Así, lo mismo Juan ulteriores.
Bautista (Mt. 3, 2) que Jesús (Mt. 4 ,17; Me. San Pablo, que gastará toda su vida en pre­
1, 15), anuncian sin preámbulos o explicacio­ dicar, organizar, propagar la Iglesia de Dios,
nes de ningún género la inauguración de la columna y fundamento de la verdad (I Tim.
nueva economía que sucede a la antigua y se 3, 15), emplea indiferentemente las dos expre­
501 RELIGIÓN popular

siones: Reino de Dios e Iglesia: cf. Col 1, nían lugar en las alturas (v.) o bamóth, los
13; 4, 11; Act. 19, 8; 20, 25; 28, 23-31; I sacrificios humanos, la supersticiosa confianza
Cor. 15, 28; Rom. 14, 17. Loisy (Les Evangi- depositada en el simple culto externo y en el
les Synopiiques I, Ceffonds 1907, 136 s.) re­ Templo: prácticas todas ellas condenadas por
conoce que «para el redactor del primer Evan­ la Ley (cf. Lev. 20, 6.27; Dt. 18, 10 ss.; etc.),
gelio, la Iglesia es el Reino, de los cielos ya desviaciones religiosas reprochadas enérgica­
realizado». mente por los profetas (Os. 2, 3; Jer. 2, 7 y
3.—El Reino de Dios en la consumación (fase passim; Ex. 20, 3 ss.; 23, etc.; I Re. 12, 28
celestial). A Ja fase terrestre, concretada en ss.; 13, 34, etc.).
la Iglesia, fundada sobre Pedro (Mt. 16, 18 Es cierto que en la religión popular Yavé
s.), corresponde una fase celestial, que ya_está_ s ig u e s ie n d o e lD io s n a c io n a l;p e ro n ó e s e l
-en-acto- desderel momento- de la Ascensión (v.) Dios supremo, único del puro yaveísmo de
de Jesús. Esta segunda fase, que pudiera lla­ Moisés, de David, de Jos profetas; su talla
marse de «recompensa» (Mt. 25, 34-40), no es queda menguada, y se le rebaja al nivel de
otra cosa que el .perfeccionamiento y la consu­ los Baal.
mación de la primera, lo mismo que la gloria «El mismo rey Ajaz, cuando se veía en
no es más que la consumación de la gracia mayor estrechez, seguía cometiendo como nun­
(Rom. 8, 18.23 ss.). Tal Reino «bienaventura­ ca infidelidades contra Yavé. Ofreció sacrificios
do», no obstante ser esencialmente un don de a los dioses de Damasco que le habían derro­
Dios, supone siempre la cooperación humana. tado y dijo: «Puesto que los dioses de los
Para tomar parte en él es indispensable haber reyes de Siria prestan ayuda a esos reyes, voy
observado fielmente la ley de Dios, y así se a ofrecerles sacrificios para que también me
explica cómo pueden ser excluidos del «pre­ ayuden a mi.» Pero, por el contrario, fueron
mio» los que se hacen indignos con su vida su ruina y la de todo Israel (II Par. 28, 22-
(Mt. 25, 41-46; I Cor. 6, 9 s .; Gál. 5, 19 ss.); 25).
V. Muerte. Estos sentimientos del rey Ajaz caracterizan
La fase terrestre cesará cuando haya cesado la esencia de la religión popular. Ya no se
la vida humana en la tierra y se haya dado juzga suficiente la protección de Yavé; los
la resurrección de Jos cuerpos (I Cor. 15; pueblos idólatras alcanzaban victorias y pros­
A p . 22). Entonces Jesús hará entrega del Reino peraban ofreciendo ricos sacrificios. Tal era
(los elegidos) a Dios Padre, una vez que haya la mentalidad semita. El relato es constante
hecho que se desvanezcan todas las fuerzas ad­ en afirmar que al culto espléndido tienen que
versarias; incluso el mismo Hijo se someterá responder bendiciones por parte de Dios (cf.
al Padre, para que Dios lo sea todo en todos idénticas ideas en la stela de Mesa). Para nada
(I Cor. 15, 24-28) durante toda la eternidad. se piensa en Jas leyes morales.
IB. PJ Jerusalén, donde estaba el Templo de Yavé,
BIBL. — A. M é d e b i e l l e , Égllse, en DBs, II, col. no podía caer en manos de los enemigos, no
491-503; M . J . L a o r a n o e , Le Royanme de Dien dans obstante las amenazas de los profetas, pues en
VA. T.. en RB 17 (1908) 36-61; J. B. F rey, Royanme ello estaba comprometida la existencia del mis­
de Dien, en DB, V /1, col. 1237-57; F. M. B r a u n ,
Nnovi aspetti del problema delta Chiesa, Brescia mo Yavé, dada la unión esencial que se supo­
1943, passim; H. D i e c k m a n n , De Écclesia, I, Fribur- nía entre el culto y la religión (v. Ezequiel,
go 1926, nn. 108-128; A. L e m o n n y e r , La Théologie
dn N . T„ París 1928, 21 ss. Amós).
La religión popular echa raíces en el período
RELIGIÓN popular. — Conjunto religioso que de los Jueces y continúa desarrollándose hasta
abarcá todas las. desviaciones y corrupciones llegar a su mayor vigor en el s. vm a. de J. C.,
opuestas al monoteísmo y a las prescripciones primero en el reino de Israel (v.) y luego en el
mosaicas. Así como la religión legítima puede de Judá. Esto era la violación de la alianza
sintetizarse en el monoteísmo y en los precep­ (v.), que indujo a la destrucción de ambos
tos morales (v. Alianza, Decálogo), así también reinos. Tal castigo, la consiguiente cautividad,
la popular puede en su culmen sintetizarse en más la ingente labor de los profetas, arrancó de
la idolatría, con todas las desviaciones que cuajo estos errores de la mente de los supervi­
la preparan y la acompañan, con todas las vientes ; y en el nuevo Israel que resurge
prácticas que de ella se derivan. Kortlcitner en Jerusalén después del regreso y la restau­
(p. 17) enumera: la adivinación, la magia, el ración del Templo, no se ven ya huellas de
culto a divinidades extranjeras, el culto a Yavé idolatría.
simbolizado en el becerro de oro, las prácticas El período de oro del yaveísmo es el que
inmorales (prostitución sagrada, etc.), que te­ transcurrió durante el paso de los hebreos
RESURRECCIÓN de Jesús 502

por el desierto (con Cades por centro de refe­ reino del norte (I Re. 16, 29-33; 18, 4.18 s .;
rencia) bajo la dirección de Moisés (Ós. 2; 19, 2.14); la de su hija Atalía en el reino de
Jer. 2; Ez. 16, etc.). Judá (II Re., 11, 1-4) y la de los impíos Ajaz
La cultura cananea, superior y refinada, em­ (736-721), Manasés y Amón (II Re. 16, 10-20;
pezó a ejercer sobre ellos poderoso atractivo 21). En la lucha por la pureza del yaveísmo con­
apenas se establecieron en Canán. tra ja religión popular surgieron en el norte,
Al entrar en posesión del territorio, con el Elias, Amos y Oseas; en Judá, Isaías, Miqueas
nuevo género de vida que imponía su explota­ y Jeremías principalmente; y entre los cautivos
ción, el invasor comenzó a venerar a Yavé en del 597 Ezequiel (y. cada una de esas palabras).
la forma más rica y atractiva que era propia [F. S.]
.de los cananeos. BIBL. — F. X. K , De religione popu­
o r t l e it n e r
Los hebreos se incautaron de los lugares lari lsraelitarum, Insbruck 1927; L . D , His-
esn o y er s

de culto e imitaron los ritos y las fiestas lo­ íoire du peuple hébreu, I, París 1922, pp. 268-94. 318
ss. 345; F._S?XDXFOKK,_C.ollettivismo-e—Individualismo
cales. Era inevitable que con la forma__pren^- -nel—Vccchio Testamento, Rovigo 1953, pp. 105 s.
-dieram las ideas y su contenido en un lugar o 231-39, 244-49.
en otro. La contaminación sobrevino lentamente,
y casi insensiblemente se efectuó la desvia­ RESURRECCIÓN de Jesús, — Es la verdad
ción. Por ejemplo, las alturas (v.) sagradas fundamental del cristianismo. Jesús resucitó
fueron empleadas, tal como estaban, para el del sepulcro con su mismo cuerpo y por su
culto de Yavé (cf. I Sam. 9, 22: 10, 5; 22, propia virtud. El alma, unida siempre a la
6: cf. 1 Re. 3, 4). La inclinación hacia el divinidad, había descendido a los infiernos al
sincretismo, prácticas idolátricas, etc., comenzó morir, y en la mañana del domingo volvió a
a desarrollarse cuando a) cesar la lucha entre unirse con el cuerpo para darle vida nueva­
hebreos y cananeos se establecieron relaciones mente.
amistosas que empezaron por el comercio y Jesús había predicho repetidas veces su resu­
los mutuos intereses y se extendieron a las rrección. Para presentar a los fariseos una se­
costumbres y a la religión. ñal o milagro demostrativo de su autoridad
Eso ocurrió principalmente después de Salo­ divina, les dice: «Destruid este templo, y yo
món, a consecuencia de la funesta escisión de lo reedificaré en tres días» (Jn. 2, 18). Los dis­
las tribus del Norte, que en breve perdieron el cípulos entendieron el sentido exacto de la
contacto con el Templo de Jerusalén. Desde ese frase después de la resurrección (Jn. 2, 20 s.).
momento las alturas sagradas se convirtieron Los fariseos se sirvieron de ella para acusarlo
en verdaderos hogares del culto sincretista, de ante el Sanedrín (Me. 14, 57 ss.) y para escar­
la religión popular con todas las aberracio­ necerlo al lado de la Cruz (Me. 15, 29 s. ;
nes del culto cananeo. Mt. 27, 40), entendiéndola del templo material.
La transformación del puro yaveísmo en Pero Jesús había sido explícito con ellos cuan­
religión popular no se efectuaba por todas do insistían pidiendo un prodigio extraordina­
partes ni de un modo uniforme. Unas veces rio y les dijo a continuación: «Una generación
era rápida, otras lenta; unas pasajera e inme­ perversa y adúltera pide un prodigio, y no se
diatamente desterrada, otras profunda y pron­ le dará otro que el del profeta Jonás. Porque
to definitiva. El caso es que necesitó varios si­ así como Jonás estuvo durante tres días y tres
glos para contaminar todo el país de Israel. noches en el vientre del pez, así el Elijo del
Al terminar el periodo.de los Jueces (después hombre estará tres días y tres noches en el
de mediado el s. xr) la hallaremos más que corazón de la tierra» (Mt. 12, 39 s .; Le. 11,
bosquejada; pero a su detestable perfección 29 ss.).
en el reino de Israel no debió de llegar hasta Los fariseos lo entendieron y lo recordaron
el s. viii, perfectamente el día siguiente a la crucifixión,
Salomón contribuyó a su desarrollo con la para conseguir de Pilato que pusiera un cuerpo
erección de santuarios en Jerusalén para el cul­ de guardia armada junto al sepulcro, al que
to de sus mujeres extranjeras (1 Re. 11); pero protegen poniendo sus sellos en la piedra que
principalmente Jeroboam en el momento de la cerraba su entrada. «Hemos recordado que
escisión de las diez tribus septentrionales con aquel impostor dijo, cuando estaba en vida:
la erección de los dos becerros en Bétel y Al cabo de tres días resucitaré. Manda, pues,
en Dan y con todas las otras medidas que vigilar el sepulcro» (Mt. 27, 62-66).
tomó para alejar a sus súbditos del Templo de A los discípulos, después de anunciarles sus
Jerusalén (I Re. 12-13). Añádase a esto la padecimientos y su muerte, les dijo tajante­
nefasta influencia de la fenicia Jezabel en el mente : «Es necesario que el Hijo del hombre
503 RESURRECCIÓN de Jesús

sea entregado a Ja muerte y que resucite tres Cristo (Mt. 27, 45-56; Me. 15, 33-41.45 s., don­
días después» (M t. 16, 21; Me. 8, 31 s .; de Pilato recibe del centurión responsable de
Le. 9, 22). la ejecución la declaración auténtica de la
Lo mismo Ies repite segunda (Mt. 17, 22 s .; muerte de Jesús; Le. 23, 44-49; Jn. 19, 28 ss.,
Me. 9, 30 s.; Le. 9, 44) y tercera vez (Mt. 20, uno de los soldados se aseguró con la lanza de
17; Me. 10, 32 ss.; Le.' 18, 31-34). que Jesús ya estaba muerto; Flp. 2, 2 s., etc.);
Los discípulos, que no quieren admitir los la realidad de su sepultura (Mt. 27, 57-66; Me.
padecimientos y la muerte del Mesías, se pre­ 15, 42-47; Le. 23, 50-56; Jn. 19, 38-42; etc.);
guntan qué querrá decir eso de «resucitar de el hallazgo del sepulcro vacío y las apariciones
entre los muertos» (Me. 9, 10); y los evange­ del Señor (Mt. 28; Me. 16; Le. 24; Jn. 20).
listas recalcan esa incomprensión (Me. 9, 30 El cuerpo del Redentor es depuesto de la
s.; Le. 9, 45). ___ cruz, y desp_ués_de_haberlo-lavado-se-procede-
---- Después de la transfiguracióñ7 Jésús intima a su sepelio empleando los procedimientos que
a los tres predilectos: Pedro, Santiago y Juan, se acostumbraba entre los judíos, según atesti­
a que «no digan a nadie lo que han presen­ guan San Juan y precisan los Sinópticos. José
ciado. hasta que el Hijo del hombre haya re­ de Arimatea había pedido la correspondiente
sucitado de entre los muertos» (Me. 9, 9; Mt. autorización a Pilato, y juntamente con Nico-
17, 9). Cf. también Jn. 12, 33 s .; 8, 28. demus había hecho todos los preparativos con
Es, pues, el mismo Jesús quien ha presenta­ el fin de que todo estuviese terminado antes
do su resurrección como punto de apoyo, como de la puesta del sol, cuando comenzaba el des­
el prodigio más conveniente para dar prueba canso del sábado (Jn. 19, 38-42; M. Braun,
de la divina autoridad de su misión y de su La sépulture de Jésus, París 1939; cf. RB,
misma naturaleza divina. 1936).
También San Pablo lo afirma escribiendo a Los acontecimientos (sepulcro vacío, apari­
los corintios hacia el año 55 desp. de J. C .: ciones) de la mañana de Pascua y apariciones
«Porque desde el principio yo os enseñé lo sucesivas siguen el orden siguiente:
mismo que había aprendido: que Cristo murió 1. Después de la Pasión, los Apóstoles se
por nuestros pecados según las Escrituras; y habían escondido en Jerusalén, pues no les era
que fué sepultado, y que resucitó al tercer día, fácil huir a Galilea, dado el descanso festivo
según las Escrituras; y que se apareció a de aquellos días solemnes. Vencidos por el des­
Pedro y después a los once. Después fué visto corazonamiento, ninguno de ellos pensaba en
por más de quinientos hermanos estando juntos reavivar su fe.
(de los cuales aún hoy en día viven muchos, y 2. Muy de mañana el domingo se produjo
otros ya se han muerto); después se apareció un terremoto; un ángel abrió la puerta del se­
a Santiago, y luego a todos los Apóstoles. Y pulcro y se sentó encima de la gran piedra que
el postrero de todos como un abortivo se me había sido removida.
apareció a mí también. 3., Los soldados se dispersan atemorizados,
»Porque yo soy el menor de los Apóstoles, y van a anunciar a los sacerdotes el hecho que
indigno de ser llamado apóstol, porque perseguí les ha aterrorizado. Cristo ha resucitado; el
la Iglesia de Dios... Porque sea yo, o sean ellos; ángel abre el sepulcro para que pueda com­
así predicamos, y así habéis creído. probarse. Habiendo sido sepultado el viernes,
»Y si se predica que Cristo resucitó de entre antes de que con la puesta del sol comenzase
los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre el nuevo día, el sábado, había permanecido en
vosotros que no hay resurrección de muertos? el sepulcro el sábado íntegro — de tarde a
Pues si no hay resurrección de muertos tam­ tarde—, y luego hasta el alba del día siguiente
poco Cristo resucitó. (comienzo de la semana), que los cristianos
»Y si Cristo no resucitó, luego vana es nues­ llamaron Domingo (día del Señor). Las pocas
tra predicación, y también es vana vuestra horas del viernes son contadas por un día en­
fe... Y si Cristo no resucitó, vana es vuestra tero, según la costumbre hebrea; y lo mismo
f e ; aún estáis en vuestros pecados. Y, por la noche después del sábado, de suerte que se
consiguiente, los que durmieron en Cristo han habla en forma global de tres días enteros, o
perecido... Pero no; Cristo resucitó de entre bien de tres días y tres noches.
los muertos...» (I Cor. 15, 3-20). 3. El grupo de las piadosas mujeres, que
Es indiscutible que en los sagrados textos del obedeciendo a un impulso providencial se diri­
Nuevo Testamento se afirman cuatro verdades ge hacia el sepulcro con aromas preciosos sin
que no permiten en modo alguno dudar del pensar en las dificultades prácticas, llega al se­
magno prodigio: la realidad de la muerte de pulcro hacia las seis de la mañana sin la menor
RESURRECCIÓN de Jesús 504

sospecha; y se encuentra con la puerta abierta ellos durante cuarenta días (Le. 24, 50 ss.;
y el lugar desierto. Act. 1, 9 ss.; Me. 16, 19).
4. Nada más mirar, se cercioran de que En el relato del sepelio los evangelistas coin­
ya no está allí el cuerpo, y María Magdalena ciden en todos sus detalles con los datos arqueo­
abandona a la comitiva y se va corriendo a lógicos hoy mejor comprobados. La concesión
anunciárselo a los Apóstoles (Jn. 20, 2). Se ve del cadáver a quien lo pedía está de acuerdo
que separándose de las otras, tras una simple con la práctica judía, de que hay constancia
mirada, se dirigió corriendo hacia los Após­ desde los tiempos del emperador Augusto. Ade­
toles. más de esto, la iniciativa de José conforme con
Las mujeres ven al ángel apenas entran en el espíritu de la ley judaica que prohibía dejar
el sepulcro (Mt. 28, 5 ss.; Me. 16, 5). Tanto abandonado, pasado el crepúsculo, al cuerpo
Me. 16, 8 como Le. 24, 4 hablan de su cons­ del ajusticiado colgado del palo o de la cruz.
ternación ; «estaban fuera de sí» (Le.). El ángel La descripción del sep_ulcro_^^abierto-en-roca-
-Ies-manda-llevar_a_ íos—dls'cípülós'la noticiá”~dé y cerrado con una gran piedra — concuerda
la resurrección de Cristo. rigurosamente con un tipo de sepulcro judío
5. Pedro (Le. 24, 12) acude al sepulcro que estaba en uso en el campo de Palestina en
acompañado de Juan (Jn. 20, 3-10; cf. Le. 24, los tiempos de Jesús, de lo cual son prueba,
4); lo examina todo atentamente, y juntamente entre otras muchas, la tumba de Elena de Adia­
con Juan posee la prueba física de la resurrec­ bena, al norte de la puerta de Damasco en
ción de Cristo, según veremos. Jerusalén y la de los Herodes en Nikefurich.
6. Jesús se aparece a la Magdalena, que Todo el relato evoca el recuerdo de institu­
ha vuelto al sepulcro (Jn. 20, 11-18; Me. 16, ciones romanas que aún hoy podemos com­
9 ss.; cf. Mt. 28, 9 s., que emplea el plural, probar con precisión (F. M. Braun).
atribuyendo a las mujeres — de cuyo grupo San Pablo (I Cor. 15, 3 s .; y también en
era María y de las cuales había sido la primera el discurso de Antioquía de Pisidia, Act. 13,
en separarse — todo cuanto atañe a sólo 28 s.) confirma la comprobación del sepulcro
esta última usando un procedimiento literario hallado vacío. Sabido es que el Sanedrín di­
que en él hallamos en otros lugares). vulgó la mentirá del rapto del cuerpo por parte
7. Se aparece a Pedro (Le. 24, 34; I Cor. de los discípulos (Mt. 28, 11-14), mientras los
15, 5); a Santiago el Menor (I Cor. 15, 7); soldados de la guardia estaban durmiendo.
y hacia la puesta del sol a los discípulos que «¡Estúpida astucia! Alegas testigos que esta­
se dirigían a Emaús (Le. 24, 13-35; Me. 16, ban dormidos», exclama San Agustín.
2 s.); por Ja tarde a los discípulos, reunidos, La decidida afirmación de los Apóstoles des­
en Jerusalén (Le. 24, 36-49; Me. 16, 14-18; barataba esta increíble mentira judaica, como
luego Jn. 20, 19-33 ; cf. I Cor. 15, 7). Ocho advierte el mismo O. Cu Imán (Les premieres
días después, a los discípulos, hallándose pre­ professions de foi chrétiennes, París 1943).
sente ya Tomás (Jn. 20, 24-29). Sobre este punto tiene excepcional importan­
Entonces fué, sin duda, cuando los Apósto­ cia la visita de Pedro y de Juan al sepulcro
les, fortalecidos ya y reunidos por el Pastor (Jn. 20, 3-106).
resucitado, fueron de nuevo llevados a Galilea El punto central de este relato evangélico,
(cf. Mt. 26, 32; Me. 14, 28: el rebaño se dis­ tan vivo, tan cuidadoso y minucioso, está en
persa en la Pasión, «pero después que yo haya la trabazón que existe entre todo lo que los dos
resucitado, os volveré a llevar a Galilea» ; Mt. Apóstoles hallaron, vieron y observaron en el
28, 7). sepulcro; y en la fe en la resurrección de
Jesús se aparece a las orillas del lago de Cristo aquí explícitamente formulada por pri­
Genesaret y allí confiere a Pedro la investidura mera vez, antes de todas las apariciones: «En­
de Cabeza de la Iglesia, en presencia de seis tonces entró también el otro discípulo, que
discípulos (Jn. 21). había llegado antes al sepulcro, y vió y ere-
Después de esto se manifiesta a todos reuni­ vóm (v. 8).
dos y comunica a los Apóstoles la misión de Nadie entre los Apóstoles pensaba en la
convertir al mundo (Mt. 28, 16-20; I Cor. 15, resurrección; aun después de las primeras apa­
6 la aparición a más de 500 hermanos). riciones, no piensan en ella los dos de Emaús
Más adelante regresan a Jerusalén por man­ (Le. 24, 21-24), ni creerá Tomás (Jn. 20, 24 s.)
dato de Cristo y, tras un coloquio de despedida hasta que lo haya invitado Jesús, diciéndole:
con los suyos, Jesús entra definitivamente en «Pon aquí tu dedo y mira mis manos, etc.»
su gloria con la Ascensión (v.) sensible, que (Jn. 20, 27). La hipótesis que saltó a la mente
clausura el período de sus apariciones entre de las piadosas mujeres y de la Magdalena tan
505 RESURRECCIÓN de Jesús

pronto como advirtieron que «la piedra había cisar y expresar su propio sentimiento, omi­
sido removida» (Le. 24, 2) y comprobaron la tiendo lo que pudo brotar del ánimo de Pedro,
falta del cadáver fué ésta: «Han robado el de quien dice San Lucas que se retiró «admi­
cuerpo de Jesús». Y así enfocó María el infor­ rando jo que había sucedido» (24, 12); £ttvuá£o>
me a Pedro y a Juan: «Han llevado del sepul­ en San Lucas no excluye la fe, la convicción;
cro el cuerpo del Señor, y no sabemos dónde expresa un sentido de desvarío ante una mani­
lo han puesto» (Jn. 20, 2). festación extraordinaria de lo sobrenatural. San
Pedro y Juan observaron atentamente: el Pedro comprobaba este hecho admirable que
sudario estaba arrollado, tal como lo habían entonces se verificaba por primera vez; el
arrollado (évrervAiy/íévov, participio perfecto cuerpo del Señor que ya no está entre aquellos
= había sido y permanecía envuelto; el verbo lienzos con que había sido envuelto y atado;
evruAí(roño sólo tiene este significado: cf. M t. que ha salido de entre ellos sin resolver nada,
27, 59; Le. 23, 53), el viernes por la tarde dejando todo intacto, lo mismo que había
envolviendo la cabeza del Redentor. Asimismo, salido del sepulcro dejando intacta la gran pie­
las fajas (r¿ o3óvca = venda o sábana) que dra que cerraba su entrada con los sellos que
habían sido atadas (7/?„ 19, 40, tal como se en ella había puesto el Sanedrín (Mt. 27, 66).
acostumbraba entre los hebreos: cf. resurrec­ Sería suficiente con que Pedro diese testimo­
ción de Lázaro Jn. 11, 44, de suerte que ceñían nio de esto, que saliese responsable de esta
las vendas en torno al cuerpo desde los pies comprobación, aun cuando no le fuera posible
hasta las espaldas), estaban allí, tal como las dar explicación alguna del acontecimiento.
habían visto envolver el cuerpo en el momento Cuando el Resucitado se haya aparecido, en­
del sepelio. trando a veces con las puertas cerradas, des­
Pero ahora ya no tenían nada que oprimir: plazándose tan veloz como el pensamiento, en­
yacían (jceí/teva) vendas y sudario, como si el tonces se comprenderá cómo salió también de
cuerpo de Cristo se hubiese volatilizado. entre el envoltorio de los lienzos sin deshacerlo
Cuando no se empleaba una parte de la sá­ y cómo salió del sepulcro dejando sellada- la
bana para cubrir el rostro dél difunto, el su­ puerta, Él que no sólo era espíritu, sino tam­
dario que se usaba para envolver la cabeza se bién cuerpo real.
sujetaba con una venda alrededor del cuello. Son las dotes del cuerpo glorioso, de las
Y San Juan pone en claro que el sudario no cuales hablará San Pablo (I Cor. 15, 42-52). La
estaba con los lienzos, sino «aparte» (^wpis), reserva del Príncipe de los Apóstoles, de la que
o sea que en todo se observaba la misma dis­ se hace eco Le. 24, 12, es también un detalle
posición que en el momento del sepelio: el vivo y preciso, digno del historiador objetiva­
sudario en su puesto (en el mismo puesto que mente más exigente (F. Spadafora, en Rivista
antes, h s evo. Aó-ov), y la sábana ceñida al Bíblica, 1 [1953] 99-123).
cuerpo con las vendas. Por consiguiente, la resurrección constituye la
La descripción desciende a precisar cada cosa parte central de la catcquesis apostólica (Act.
con rigurosa exactitud (Seupeí) y hace resaltar 2, 22-36; entre otros puntos está el de que la
el hecho maravilloso, nuevo, importantísimo, resurrección da cumplimiento a las profecías
comprobado por los apóstoles y que fué causa del Antiguo Testamento: Sal. 110, 1; Mt. 22,
del acto de fe en la resurrección. 44); cf. también 3, 14 ss. 18.26, cumplimiento
Era imposible humanamente explicar de otro de las profecías del Antiguo Testamento (vv. 21-
modo la ausencia del cuerpo de Cristo; era 26); 4, 10 ss., San Pedro ante el Sanedrín; y
físicamente imposible que nadie lo hubiese sa­ también 5, 29-32; 10, 37-43. Más aún: Apóstol
cado y ni siquiera tocado sin desatar las ven­ es sinónimo de «testigo de la resurrección de
das y desenvolverlas, sin desenvolver el sudario. Jesús» (Act. 1, 22; 3, 15); y San Lucas sin­
El evangelista tiene una prueba física de la re­ tetiza la predicación de los mismos en esc tes­
surrección de Jesús. Tanto para él como para timonio (Act. 4, 33: con gran poder daban
Pedro, la fe en la resurrección tiene por funda­ testimonio de la resurrección de Jesús).
mento y origen, no las profecías de los libros El diácono Felipe demuestra que se ha rea­
sagrados (como expresamente recuerda San Juan lizado en Cristo la profecía de Isaías (53, 7 s .;
en el v. 9), sino esta experiencia, esta compro­ muerte y resurrección; v. Siervo de Yavé). Los
bación ; es el hecho histórico por ellos com­ Actos dan cuenta hasta tres veces de haberse
probado, y nada más. aparecido el Resucitado a Saulo-Pablo (9, 1-9,
Tenemos, pues, en este trozo <nm testimonio 22, 6-10; 26, 19; cf. I Cor. 15, 8), y el perse­
directo del hecho mismo de la resurrección». La guidor se convierte en apóstol, es decir, se
exactitud del historiador sólo alcanza a pre­ suma a los testigos de la resurrección de Jesús
RESURRECCIÓN de los cuerpos 506

(cf. I Cor. 9, 1; Gál 1, 12.16), reflejando fiel­ BIBL. — L. Dn G r a n d m a i s o n , Jésus-Christ, II.


mente la catcquesis primitiva (Act. 13, 23.39; 3.a ed., París 1928, pp. 369-446, 464-532; J. B o n -
, 11 Vangelo di Paolo, Roma 1951, pp. 171 ss.;
s ir v e n
con el mismo argumento del Sal. 16, 10); cf. I d ., Les enseignements de Jésus-Christ, 8.a ed., Pa­
Act. 17, 31; 26, 22 ss. rís 1950, pp. 215-34; Id ., Teología del N. T. Orad,
it.), Torino 1952, pp. 136-39, 183 ss., 229; F. M. B r a u n ,
La resurrección restablece a Jesús «en el po­ Storia e critica (trad. it.), Firenze 1950, pp. 177-299.
der que le corresponde como Hijo de Dios» * J. M aría Bover, La aparición del Señor resucitado
(Rom. 1, 4; Flp. 2, 9 ss.); la resurrección es, a las piadosas mujeres, EsiB, 1945; Enciso V iana.
El sepulcro vacío, Eco. 1948, 24 abr.; Íd ., Nuestra
juntamente con la muerte, causa de nuestra fe en la Redención, Eco. 1948, 3 abr.; A. Briva, El
justificación (Rom. 4, 25; II Cor. 5, 14); el problema teológico de la Santa Resurrección de
Jesucristo, AS. 1953.
bautismo nos incorpora al Señor para hacer
que viva en nosotros su muerte y su resurrec­ RESURRECCIÓN de los cuerpos. — Es el re­
ción (Rom. 6, 4; Col. 2, 12; cf. Ef. 1, 20 ss.; torno de los cuerpos convertidos en ceniza a
2 5 s.); «el poder de la resurrección» es el -la-vida,-para-par ticipar-con-el-alma-del^premio-
“sostén_de_tódá_Ia^vida_cristiana (FlpT3~TYO~s.JY
o del castigo eternos. Es la victoria sobre la
la resurrección de Jesús es causa eficiente y muerte, último efecto de la Redención, al fin
ejemplar de nuestra resurrección corporal (I de los tiempos.
Tes. 4, 14-17 ; I Cor. 15; Rom. 8, 12-39). La
resurrección de Cristo es a Ja vez demostra­ Entre los textos del Antiguo Testamento es
ción y efecto de su naturaleza divina (Jn. 1, considerado Dan. 12, 2.13 como predicción de
1-14; Hebr. 1). la resurrección de los cuerpos. «Muchos de los
«Si la muerte y la resurrección pudieran se­ que duermen en la región del polvo se desper­
pararse, habría que decir que el acontecimiento tarán; los unos para la vida eterna, los otros
central en San Pablo es la resurrección de para escarnio y eterna ignominia.»
Cristo, o sea — dicho en términos más sicoló­ Pero el texto sugiere que se trata del fin de
gicos — la certeza adquirida en Damasco de la estancia en el 5e3ol, a lo que seguirá la bien­
que Cristo está vivo. Con esto se ilumina la aventuranza para los justos, y la eterna conde­
cruz; sin el viviente Ja cruz sería un escándalo ; nación para los impíos, que se realizaron con
pero en virtud del hecho de que Cristo ha el descendimiento de Jesús resucitado a los in­
resucitado, la cruz se yergue cual aurora lumi­ fiernos. En el mismo sentido se interpretan Is.
nosa de la transfiguración» (Düsmann, W. T. 26, 29 en oposición con 26, 14; y Sal. 16, 8-
Hann). 11; 17, 15; 49; 73. v. Retribución.
El testimonio de San Pablo, furibundo per­ La versión más autorizada de Job. 19, 25 s.
seguidor transformado en fervoroso apóstol de no habla de la resurrección, ni de ultratumba.
la poderosa aparición de Cristo resucitado, «¡Ay! Bien sé: mi vengador está vivo y al fin
tiene idéntico valor al de los hechos evangéli­ se levantará sobre este polvo, y a través de mi
cos. Es inútil y pueril cualquier tergiversación piel y en mi carne veré a Dios.» Así el texto
para disminuirlo. No es posible oponerle resis­ masorético, en parte confirmado por la versión
tencia (cf. Act. 9, 5). siríaca y por la griega de Teododón. Siempre
«Más vale — escribe lealmente M. Goguel es cuestión de la misma esperanza en que el
(Introd. N. T., IV, 1925, p. 207) — confesar Señor intervendrá para declarar la justicia de
nuestra ignorancia (cuando se intenta negar Job antes de que éste muera.
lo sobrenatural) que tratar de disminuirla con La versión griega de los LXX inserta el con­
construcciones arbitrarias. La conversión fué cepto de la resurrección de los cuerpos omi­
para Pablo una revelación del hijo de D ios: tiendo el «a través de» (v. 26) y anteponiendo
vió a Cristo vivo y glorioso; he ahí lo esencial el «se levantará» : «Sé que es eterno el que
de su experiencia. Cristo se le apareció en tales me ha de libertar, sobre la tierra surgirá mi
condiciones que le aseguraron de que él estaba piel...» Este concepto es admitido por algunos
vivo y glorificado.» Padres griegos, pero lo rechaza San Juan Cri-
Respecto de las epístolas católicas, cf. I Pe. sóstomo (PG 53, 565 ; 57, 396); y San Agustín
1, 3.21 ; 3, 21 s.; 4, 5 s .; II Pe. 1, 1.16.19; la (por ej. PL 41, 793) lo divulgó en la Iglesia
resurrección de Jesús se supone sobre todo en latina apoyándose en la Vulgata.
Sant. I-II-III Jn.; Jud. (cf. De Ambroggi, Le No se hace alusión alguna a la resurrección
episiole cattoliche, 2* ed., 1949, pp. 21.94 s. de los cuerpos en Sab. Pero está expresamente
217.297). afirmada en II Mac. 7, 11; «He recibido de
Todo el Apocalipsis ( . ) describe la victoria
y Dios estos miembros... espero recuperarlos de
perenne de Cristo resucitado en la Iglesia mili­ Él», dice el tercero de los hermanos mártires.
tante y triunfante. [F. S.] Esta frase proyecta luz sobre las otras (7, 9.
507 RESURRECCIÓN de los cuerpos

14.23) que de suyo sólo se refieren directa­ sombrío. Pero es indiscutible que el texto cita­
mente a la bienaventuranza eterna. do (Ex. 3, 6), según el cual Dios está para
La visión simbólica de Ez. 37, 1-14 afirma siempre unido con sus adoradores, dejaba pre­
la certidumbre de la restauración de Israel, en­ ver que el dador de la vida («para Él todos
tonces en la cautividad. Según puede Yavé rea­ están vivos») nunca los abandonaría y que lle­
lizar el prodigio de devolver la vida a aquellos garía un día en que los llamaría de nuevo a
innumerables huesos diseminados desde hace la vida (cf. Sal. 16, 10 s., etc.; v. Retribución),
largo tiempo por aquel valle, cosa que parece dándoles la vida verdadera y completa, que los
humanamente imposible, así restablecerá a Is­ judíos no podían concebir, sino como partici­
rael, lo que a los cautivos parecía irrealizable. pada por la persona completa: alma y cuerpo.
Por tanto, no hay en este vacitinio referencia He aquí por qué no replican los saduceos, mien­
alguna a la resurrección de los cuerpos (F. Spa- tras los fariseos y la turba quedan admirados.
dafora, Comm., pp. 270-73). Al reivindicar su calidad de enviado pleni-
En el tiempo de nuestro Señor, lós_fáriseos 7)oTenciario—del^Padrer'Jesús-precisa-sus-carac----
admitían la resurrección de los cuerpos. La ne­ terísticas mostrándose como dador de la vida
gaban los saduceos (Mt. 22, 23-33; Act. 23, (Jn. 5, 21: natural y sobrenatural cf. Jn. I, 3.
6-10; 26, 5-8); pero incluso los primeros no 42) ; único juez supremo de los hombres (vv. 22.
tenían ideas claras, y los argumentos alegados 27); autor de una doble resurrección: a) el
están lejos de ser eficaces (J. Bonsirven, Le tránsito (ya en acto) del pecado a la vida sobre­
Juddisme palestinien, 2 / ed., 1934, pp. 468-85). natural, obrado por la Gracia (vv. 24 s.). para
De los citados textos (Dan., Jfs., etc.) que los vivos contemporáneos suyos; b) para los
afirman el fin de la estancia en el §e*ol con la difuntos, desde Adán hasta el día de la resu­
venida de Cristo; del concepto de muerte (v.), rrección de Jesús, y para los justos el próximo
como separación temporal de Dios para el jus­ tránsito a la eterna bienaventuranza, para los
to ; del concepto de la unidad de la persona impíos el comienzo de la pena eterna (5, 28 s.
humana, los judíos habían de deducir la espe­ cf. Dan. 12, 2).
ranza en que los mismos cuerpos habían de San Pablo afirma frecuentemente la resurrec­
participar de Ja bienaventuranza traída por el ción de los cuerpos (I Cor. 6, 14; II Cor. I,
Mesías. 9; 4, 14; 13, 4; Rom. 4, 17; 6, 5.13; Col. 2,
Jesús enseña claramente la resurrección de 12 s .; 3, 1; etc.); trata de ella metódicamente
los cuerpos, y San Pablo la ilustra de un modo en I Tes. 4, 13-17 (v. Tesalonicenses); Rom. 8,
especial (I Cor. 15). principalmente en I Cor. 15.
En el discurso de Cafarnaúm (Jn. 6, 39 s .; Por la resurrección de Jesús (I Cor. 15, 1-11 ;
44 s.), con ocasión de la resurrección de Lá­ Tes. 4, 14; Rom. 8, 11) prueba la de los fieles,
zaro (Jn. 11, 24 s.); cf. Le. 14, 14. La resurrec­ que forman con Él un solo clierpo.
ción se supone en Mt. 13, 39-43. Se afirma di­ Efectivamente, la resurrección de Jesús, ade­
rectamente contra los saduceos (Mt. 22, 23-33; más de servir dé fundamento indiscutible para
Me. 12, 18-27; Le. 20, 27-40). Objetaban éstos la verdad de este misterio, es causa eficiente y
con la grotesca propuesta de una mujer que ejemplar de nuestra resurrección. Jesucristo re­
había tenido por maridos a siete hermanos uno sucitó como «primicia de los muertos», «pri­
tras otro (ley del levirato), ¿de quién será mogénito de entre los muertos» (Col. 1, 18); él
esposa? «Vosotros erráis, responde Jesús, por­ fué el primero, y en el plan divino entra el
que desconocéis el poder de.Dios... Los resuci­ que le sirva de escolta una nutrida fila de resu­
tados no pueden morir (cesa el fin del matri­ citados con sus cuerpos glorificados (Rom. 8,
monio), y viven como ángeles de Dios en el 29). Así como las primicias, y lo mismo las
cielo», es decir, en condiciones enteramente raíces, carecen de sentido sin la masa de la
nuevas, adecuadas a la vida de eterna bienaven­ que han sido extraídas, así también la resurrec­
turanza. ción de Jesús sin la resurrección de los miem­
«Y que los muertos han de resucitar ya lo bros. En el plan divino de la Redención entra
indicó el mismo Moisés cuando, al exponer el el propósito de devolver a la humanidad la
episodio de la zarza, llama al Señor Dios de pureza de sus orígenes, lo cual no queda com­
Abraham, Dios de Isac y Dios de Jacob. No pleto, sino con la «redención de nuestro cuerpo»
es Dios de los muertos, sino de los vivos, por­ (Rom. 8, 23); entonces toda la creación, some­
que para él todos están vivos.» tida por Dios al hombre «se verá libre de la
La supervivencia de algo del difunto en el servidumbre de la corrupción» y será asociada
se3ol era un dato común, pero tal superviven­ a la glorificación de nuestro cuerpo (Rom. 8,
cia no era una Yida, sino un sueño, algo inerte, 21). Este último efecto de la Redención es cer­
RESURRECCIÓN de los cuerpos 508

tísimo; de él es una prueba la oración del El paralelismo entre Adán, cabeza y trans­
Espíritu Santo en nosotros, y también el gemido misor del cuerpo «de muerte» (Rom. 7, 24)
de las creaturas, pero principalmente el amor que se desmorona, y Cristo, cabeza de la nueva
indefectible de Dios, que. se nos muestra en humanidad, renacida con el bautismo y parti­
Cristo Redentor; todo está dispuesto desde la cipante de la nueva naturaleza divina, y causa
eternidad: toda una serie de gracias que corre eficiente y ejemplar del cuerpo «espiritual», con­
desde el bautismo hasta la glorificación (Rom. firma este admirable misterio de la transforma­
8, 19-29). ción de los cuerpos (1 Cor. 15, 45-49).
Había fieles en Corinto que llegaban a dudar Por otra parte, trátase de una necesidad; la
de esta gran verdad. ¿Cómo se realizaría? (I vida de la gracia tiene como término la vida
Cor. 15, 35). de la gloria de Dios.
San Pablo apela a la omnipotencia divina, y Es evidente que en la morada de Dios, en el
propone el ejemplo del grano de trigo que se _d_QminLO_deJa_incorrupción-no-puede-entrar-la-
consume en el surco para dar con ello vida corrupción; no puede lo humano (carne y san­
a la espiga. gre) defectible habitar juntamente con lo divi­
El cuerpo resucitado y el cuerpo enterrado no (reino de Dios): y por lo mismo es nece­
son un mismo sujeto, pero existe entre ellos saria una transfiguración esencial que lo eleve
una enorme diferencia: la misma que entre el a la categoría del Espíritu, de lo divino (vv. 50-
grano de trigo y la espiga. El poder de Dios 53). Por eso el «espíritu que habita en nosotros
no está resumido en un solo tipo de creación: (el alma con la gracia sobrenatural) es la pren­
basta considerar la variedad indefinida de los da de la redención (II Cor. 5, 5 ; Rom. 8, 9 ss.).
seres creados. Por tanto, nada tiene de extraño La resurrección de los cuerpos se realizará
el que al cuerpo mortal, que se ha desmoro­ al fin de los tiempos (fin del reino de Dios
nado en el sepulcro, Dios haga seguir en la en la tierra, I Cor. 15, 23-28). Tras una indi­
resurrección un cuerpo glorioso. Es el comen­ cación del Altísimo se levantarán todos los
tario a aquellas palabras de Jesús: hombres de sus sepulcros. Los elegidos se ele­
«Vosotros erráis... porque desconocéis el po­ varán con sus cuerpos gloriosos hacia Cristo,
der de Dios» (Mt. 22, 29). Y San Pablo se de­ que aparecerá escoltado de los Ángeles; esto
tiene a describir las dotes del cuerpo glorioso será el triunfo del Mesías que pondrá el reino
(«Los resucitados serán como ángeles de Dios», en manos de Dios.
Mt. 22, 30), aquellas dotes que los Apóstoles Las repetidas y claras afirmaciones del Após­
comprobaron en Jesús resucitado. tol acerca de la universalidad de la muerte y
Incorruptibilidad, esplendor, o participación de la resurrección (A. Romeo, en VD, 14
de la gloria divina, poder, espiritualidad, en [1934] 328-36) debe servir de guía para la exé-
oposición con la corrupción, con la opacidad, gesis de I Tes. 4, 15 (v. Tesalonicenses) y de
con la debilidad del cuerpo natural que ha sido I Cor. 15, 51: «Todos resucitaremos (según
formado de tierra (I Cor. 15, 42 ss.). La resu­ la acertada traducción latina: ov kol^ ^ o-ó-
rrección de nuestro cuerpo se asemeja en todo txeSa) y todos seremos transformados». La ne­
a la de Cristo, que sale de entre los lienzos sin gación sólo se refiere al verbo, y sería contra
desenvolverlos, sale del sepulcro dejando in­ la sintaxis el referirla al xávre9 como si fuese
tactos los sellos grabados en la piedra que ce­ una limitación («no todos resucitaremos»).
rraba su entrada; se desplaza veloz como el En estos pasajes San Pablo habla directa­
pensamiento, se hace invisible, entra con las mente de la resurrección de los justos; el con­
puertas cerradas. texto prueba este enfoque particular (en I Tes.,
Esto es el cuerpo «espiritual», o sea provisto I Cor y Rom.) que considera el aspecto lumi­
de estas dotes sobrenaturales que Dios le co­ noso de la resurrección en relación con el triun­
munica ; en oposición con el cuerpo que por fo de Cristo. Pero enseña claramente la univer­
vía natural — después del pecado — ( ^ x 1? salidad ’de la resurrección de los cuerpos, in­
= principio de la vida natural, sin la gracia), cluso los de los impíos (cf. Act. 15 y todos los
nos es transmitido desde Adán en adelante. pasajes en que habla del Juicio universal [v.]
Así volvemos a los orígenes, a los dones so­ que habrá de seguir inmediatamente a la re­
brenaturales que adornaron al hombre antes surrección).
del pecado; y también en esto, lo mismo que El Apocalipsis (v.) distingue en el c. 20 entre
en lo tocante a los efectos de la gracia en el resurrección primera, o tránsito, mediante el
alma (Rom. 5, 12-21), el efecto de la Reden­ bautismo, de la muerte a la vida espiritual, y
ción se extiende a todos los hombres, con que resurrección de los cuerpos que se realizará al
no se opongan a ello. fin : los justos irán al cielo con Cristo, en tanto
509 RETRIBUCIÓN

que los malos descenderán al fuego eterno con anunciando sanciones colectivas, porque es su
el cuerpo recuperado (Ap. 20, 11-21, 4). misión reducir a Israel a los límites de la
[F. SJ alianza. En armonía con esta mentalidad soli­
BIBL. — A. R o m e o , en VD, 9 (1929) 307-12. 339-47. daria, presentan el futuro reino mesiánico como
360-64; I d ., Omnes quidem resurgemus, en VD, 14 una edad de oro, con toda clase de prosperi­
(1934) 142-48, 250-55. 265-75, 313-20, 328-36, 375-83; dad, fertilidad del campo, etc. (cf. Os. 2; Is. 7,
J. B o n s i r v e n , Teología del Nuovo Testamento, To-
rino 1952, pp. 123 ss. 290 ss. 324 s.; M. J. L a - 15.21 s .; Ez. 34, etc.). Aun quitando lo que
grange, Epítre aux Romains, París 1931, pp. 189- hay de hiperbólico, queda en pie el hecho de
223; F. S p a d a f o r a , Dan. 12 2.13 e la resurrezione.
cu Rivista Bíblica, 1 (1953) 193-215. que a la observancia del monoteísmo y de los
preceptos morales por parte de Israel, como
RETRIBUCIÓN. — A la idea de pecado y de nación, Dios promete premios que se ajustan a
acción moral en relación con la soberana justi- la colectividad como tal.
cia de Dios siempre responde la de una sancióñr APláTlónáé- la^étribución colectiva~hallamos -
que o bien queda limitada a la vida terrestre, igualmente afirmada la personal para cada uno
considerando como premio y castigo los bienes de los israelitas aquí en la tierra, si bien ésta
y las desgracias de Ja existencia (retribución no tan repetidas veces.
terrena), o bien se extiende al más allá de la Aparte los relatos del Génesis, en la misma
muerte. La primera retribución puede referirse Ley la docilidad a las órdenes divinas tendrá
ü la comunidad (retribución colectiva), o sólo su recompensa, incluso para el individuo, en
al individuo (retribución individual); pero la una larga vida, en el bienestar y en la paz,
retribución de ultratumba es sólo personal. en tanto que al malo le aquejará la miseria
Los semitas, que tenían una vivísima con­ y la muerte prematura (cf. Éx. 20, 12; 23,
ciencia de la acción de la Providencia sobre 20-23; Di. 4, 25-40). «El que peque... será
todos los acontecimientos, incluso secundarios, borrado del libro de Yavé» (Éx. 32, 33; cf. 12,
fácilmente acusaban en éstos Ja manifestación 15.19; Lev. 7, 20 s.; Núm. 19, 13. 20, etc.) o
del premio divino o de su castigo. Para ellos «será exterminado de en medio de su pueblo».
la retribución tenía que manifestarse en este Son numerosos los ejemplos de retribución
mundo como prueba de la justicia divina. Y personal en los libros históricos (cf. Lóhr,
como, por otra parte, era muy viva entre ellos p. 18 ss.). La frase: «Que el Señor me haga
la mentalidad solidaria, la retribución era ante tan mal y aun peor» (= si no es así que el Se­
todo colectiva, aun cuando es indiscutible que ñor me mande los más terribles castigos; Rut
se tenía en cuenta la retribución personal. Des­ 1, 17; I Sam. 3, 17 y muchas otras veces) ex­
pués de la muerte, les esperaba «la gran tierra» presa exactamente el concepto de retribución
a Ja que todos descienden y en la que llevan personal.
una vida lánguida, achicada, pero real y dura­ La misma ejecución de Semeí que David en­
dera, todos mezclados, buenos y malos, sin dis­ comendó a Salomón (I Re. 2, 36-46) tiene su
tinción alguna, para siempre, inmutablemente. explicación en el concepto que entonces se te­
No había para los hebreos ninguna cosa tan nía de la necesidad de una retribución terres­
clara como la retribución. Su fe en Dios, es tre, palpable, y diría que tanto para el malo
una fe en Dios infinita e infaliblemente justo como para el bueno. Como base de tal con­
y remunera dor. cepto está un vivísimo sentimiento de la jus­
La retribución es ante todo terrestre y colec­ ticia absoluta (L. Desnoyers, Hist. III, p. 11).
tiva. La esencia de la religión de Moisés está En fin, el principio de la retribución perso­
en la alianza entre Dios y la nación como tal nal está enunciado formalmente en I Sam. 26,
(v. Alianza). La nación se compromete con 23: «Yavé retribuirá a cada uno según su rec­
Dios, con deberes colectivos, a los cuales co­ titud y su fidelidad»; II Sam. 3, 39; 16, 8.
rresponden sanciones adecuadas (Éx. 20, 5 s.; Es natural que abunden más esos textos en
Lev. 26; Dt. 27-28). Si la nación cumple fiel­ la literatura didácticosapiencial, pues tal género
mente los estatutos del pacto (= Decálogo), literario pone en primer plano las relaciones del
Dios la protegerá contra los enemigos exterio­ individuo con el Eterno y. por lo tanto, la retri­
res, les dará cosechas abundantes, etc.; de otra bución personal (cf. especialmente en Sal., Prov.
suerte sucumbirá, y los sobrevivientes irán a la Sab.).
cautividad, etc. Hasta aquí es indiscutible el paralelismo que
Así la Ley, con el origen y el estatuto de la se observa entre Israel y los demás semitas, y
alianza; los libros históricos q.ue relatan la en particular los conceptos babilónicos (cf.
actuación de la misma durante toda la vida de P. Dhorme, La reí. ass.-bab.), lo cual confirma
Israel; los mismos profetas hablan a la nación la antigüedad y la exactitud histórica del Anti­
RETRIBUCIÓN 510

guo Testamento, incluso respecto de la retri­ para los pecadores. Así el se’ol no es más que
bución personal. un lugar de espera, y en esto difiere el con­
Si exceptuamos los mitos y las divinidades, cepto de los babilonios y de los semitas en
todas las ideas y todas las expresiones que en­ general.
contramos entre los babilonios para indicar la «En aquel tiempo (= al fin de los años, es
«gran morada» (Kigallu: en hebr. se’ol», «agre­ decir, al fin del Antiguo Testamento, cuando
garse a su pueblo», «volver a los padres» (Gén. haya sido entregado el reino a los Santos, o
15, 15: 25, 8.17, etc.; Núm. 20, 24.26; 27, 13, sea en la venida del Mesías), se salvará tu pue­
etc.; Dt. 31, 16, etc.) suponen evidentemente blo. Y muchos de los que están durmiendo en
que hay algo que queda y sobrevive al disol­ la región del polvo se despertarán: los unos
verse el cuerpo. Cf. Gén. 37, 35: «bajaré al para la vida eterna, y los otros para el escar­
se’ol llorando hasta José», dice Jacob, cuando nio, para una eterna ignominia» (Dan. .12, 2).
da por seguro que José ha sido devorado por Los que están durmiendo (cf. Sal. 44, 24; 121,
una fiera. Núm. 16, 30; se abre la tierra y se 4) son los que llevan vida «sombría» e inactiva
traga a los culpables que «descienden vivos en el §e’oI, llamado aquí «región del polvo»
al se’ol». (o simplemente «polvo», afar, como en Job. 17,
Las almas, consideradas como la parte más 16). Ésos «se despertarán» (cf. Sal. 17, 15);
vital del hombre, como algo que sobrevivía al trátase del fin de la espera en los infiernos.
desmoronamiento del cuerpo, como una espe­ Para Jos justos la conclusión de esta espera
cie de reducción del ser humano, pero que (que era común para ellos y para los malos)
conservaba íntegra su propia personalidad (cf. será el gozo, la participación de los frutos de
I Sam. 28, 8-20, el difunto Samuel, llamado la redención, la eterna bienaventuranza; para
por Saúl, aparece alterado en su carácter rígi­ los malos la eterna condenación, y éstos, por
do y severo), esas almas descienden todas al consiguiente, son las verdaderas víctimas de
Se’ol, donde no se determinaba su suerte por la muerte (cf. Sab. 2, 23 s.).
juicio alguno (M. J. Lagrange, p. 345). Esto fué lo que se realizó con el descendi­
El Antiguo Testamento es muy sobrio respec­ miento (v.) de Jesús a los infiernos (I. Pe. 3,
to de esto, debido principalmente al peligro del 18 ss.). Los justos de la antigua Ley alcanzaron
politeísmo; cf. la prohibición de ciertos ritos tal bienaventuranza, formalmente prometida a
fúnebres (Lev. 30, 27 s .; Dt. 14, 1) y de la ne- Daniel (12, 13), en el día de la resurrección y
cromancia (Dt. 18, 1 ; 26, 14). La vida de ultra­ glorificación de Cristo (Hebr. 11, 38 s.). Así,
tumba se describe allí muy fugazmente, inclu­ pues, la doctrina habitual del Antiguo Testa­
so respecto de la realidad de las condiciones mento, según la cual los difuntos justos viven
que entonces se daban, como la de estar ce­ en el se’ol juntamente con los malos sin nin­
rrado el cielo. Así, pues, el Se’ol era un estado guna distinción, en una especie de letargo, no
de espera, común a los buenos y a los malos. es una revelación imperfecta, sino la expresión
Así se explica la vida inerte (Eclo. 9, 5 s., 10), auténtica de lo que fué realidad hasta la resu­
semejante al sueño (Job. 10, 20 ss.; 17, 16, etc.), rrección de Jesús.
en las tinieblas (Sant. 49, 20 ; 88, 7.13; etc.), Esa misma retribución se expresa en Sa. 17,
que se atribuía a las almas, y su nombre de 15: «Yo veré tu rostro, gracias a la justicia;
rephá’im (lánguidos, débiles). me saciaré, al despertarme, con tu contempla­
Incluso para ios justos, en el Antiguo Tes­ ción»; Sal. 16, 8-11: «No abandonarás a mi
tamento la muerte implicaba el fin de toda re­ alma en el reino de los muertos»; Sal. 49, que
lación con Dios. «Ya no veré a Yavé», dice establece la diferencia entre Ja suerte del impío
Ezequías gimiendo (Is. 38, 11; cf. Sal. 30, 1; y la del justo: los dos mueren y descienden
88, 6.11 ss.). Por eso el justo considera la al se’ol (v. 12 s.); pero mientras los malos per­
larga vida como una bendición y un premio manecerán allí «bajo la vara de la muerte» (cf.
de Yavé. Pero, a diferencia de los babilonios Sab. 2, 23 s.) y «para siempre» (vv. 14 s. 20),
y de todos los otros semitas, el israelita tiene del justo se dice: «Sí, Dios rescatará a mi alma
por revelación divina una luz especial sobre la del poder del infierno, llevándome consigo»
retribución que le espera allende la muerte. (v. 16). Y también en el Sal. 73: lo contrario
Desde un principio, la pena con que fueron que los malos (v. 18 ss.), el justo «estará siem­
caucionados nuestros primeros padres es consi­ pre con Dios», «me guiarás con tu consejo y
derada como una separación de Dios, de que luego me acogerás en tu gloria» (v. 24).
la muerte era el sello y el comienzo propia La misma doctrina se halla en Is. 26, 29 en
mente dicho (v. Muerte). Esta separación ten­ oposición con 26, 14: «Los opresores de Israel
drá termino para los justos; pero será definitiva han muerto y ya no resucitarán ; son sombras
511 REYES (Libro de los)

y ya no vivirán»; «Oh Yavé. Que tus muertos (Gal. 6, 7 s.). De esa retribución participará
revivan. Que resuciten tus cadáveres. Desper­ el cuerpo, después de la resurrección (v.) al fin
tarán y se regocijarán los que están reducidos de los tiempos. [F. S.]
a polvo». Lo mismo que en Dan. 12, 2.13. BIBL. — M. J. L , Le Judaisme avant Jé-
agrange
El libro de la Sab. habla sin ambages de la sus-ChrisU París 1931, pp. 343-63; P. H , Teo­
e in is c h

bienaventuranza que espera a los justos y de logía del Vecchio Testamento (trad. it.), Torino 1950,
pp. 282-89. 307-27; J. B , Teología del Nuovo
o n s ir v e n
la «muerle definitiva» (2, 23 s.); suerte final de Testamento (trad. it.), ibíd., 1952, pp. 122-31. 287-
los pecadores, especialmente en los cc. 3.5. Si 305. 324-28; F . S , Dan. 12, 2.13 e la risurre-
pa d a fo ra

Sab. habla con tal insistencia y claridad de zione, en Rivista Bíblica, 1 (1953) 193-215.
semejante bienaventuranza es porque el Mesías
está ya a las puertas. También Is. y Dan. ha­ REYES (Libros de los). — Fué primitivamente
blan de ella refiriéndose al Mesías. un solo libro que dividió en dos la versión de
Hay que añadir a todo esto las alusiones de los LXX, a la que siguieron la Vulgata y todas
los antiguos libros históricos: Gén. 5, 24, las otras ediciones, incluso las hebreas desde
muerte del justo Enoc; II Re. 2, 3 ss., muerte el año 1517. Los LXX y la Vulgata los llama­
de Elias (v.);. con el empleo del v. lagah («to­ ron III y IV Re. por haber incluido entre ellos
mar» con Dios por sujeto), lo mismo que en a Sam. (I y II. Re.). Pero la Biblia hebrea los
Sal. 49, 16, para expresar la intervención par­ llama I y II Re.
ticular del Señor en el fin sereno del justo. Cuentan la historia de Israel desde la entro­
Y, finalmente, el pleno concepto de «vida», nización de Salomón (h. 970 a. de J. C.) en
siempre para los justos, que hallamos espe­ adelante: un espacio de unos cuatro siglos. Rei­
cialmente en el libro de los Proverbios (2, nado de Salomón y escisión de las tribus sep­
18 s .; 8, 35 s .; 15, 24; 16, 21; Lagrange, tentrionales. Historia del reino del Norte hasta
p. 347 s.) y en los libros proféticos: Ez. 3, 18; la destrucción de Samaria (v. Israel, historia)
9, 4; 18, 9.13, etc. (cf. Spadafora, Ezechiele, y del reino de Judá (v. Judá, historia) hasta
pp. 44.83.148 s.). la destrucción de Jerusalén (587 a. de J. C.).
«Va el hombre cuerpo hacia arriba por el Apéndice sobre la liberación de Joaquín (565
camino de la vida, soslayando así el Abismo a. de J. C.), por obra de Evil Merodac, rey
de debajo» (Prov. 15, 24). Es la consabida má­ de Babilonia. El autor sigue un esquema inva­
xima sobre que la virtud lleva a la vida y el riable, trabando sincrónicamente los aconteci­
vicio a la muerte, pero expresada con miras a mientos de un reino con los del o tro; luego
apuntar claramente a un mundo superior, a otra enjuicia el gobierno del rey bajo el aspecto
vida (A. Vaccari). religioso; y finalmente, después de haber remi­
El descendimiento de Jesús a los infiernos tido a las fuentes para quien quiera más noti­
inició la nueva era, incluso para la retribución cias, describe la muerte, la sepultura del rey y,
de ultratumba, que es la única en el Nuevo cuando el caso Jo requiere, la transmisión del
Testamento, aunque sin excluir cierta relación, poder y Ja toma de posesión del reino por
durante esta vida, con la enfermedad, desgra­ parte de su hijo.
cias individuales, desastres colectivos (Mt. 24; Dentro de este esquema general se insertan
fin de Jerusalén) y violación de las leyes mo­ algunos otros detalles.
rales: cf. I Cor. 11, 30 ss.; y ya N. Señor (cf. 1. Los últimos días de David (I Re. 1-2, 11).
Mt. 9, 2; Jn. 5, 14, etc.); pero estas penas tem­ 2. La extensa historia de Salomón, entre la
porales siempre se infligen en orden a la retri­ introducción (I Re. 2, 12) y la conclusión (I Re.
bución definitiva, la salvación del alma des­ 11, 41-43), su sabiduría, la magnificencia de
pués de la muerte, y su eterna condenación los edificios por él construidos, especialmente
(ef. Me. 13, 37; Mt. 24, 43 s.; Le. 12, 39 s., el Templo, sus ingentes riquezas, su desdichado
etcétera). Tal retribución se recibe en el juicio fin y la idolatría que fué la causa.
particular: «todos tenemos que comparecer 3. La historia de Ajab (I Re. 16, 30; II
ante el tribunal de Cristo para que cada uno Re. 1), entremezclada con los casos particula­
reciba el salario correspondiente a lo que baya res de Ja vida de Elias (y.).
realizado» (II Cor. 5, 10; Flp. 1, 23; 3, 13; 4. Las gestas de Elíseo (v.) (II Re. 2; 4;
II Tim. 4, 7 s., etc.), según la caridad que se 5; 6; 8); su participación en la guerra con
haya practicado durante la vida, en los pen­ los moabitas (3) y con los árameos (6, 8-7, 20);
samientos (Mt. 7, 1 s .; Le. 6, 37), en las obras la usurpación del trono de Damasco por Jazael
(Le. 12, 13 s.; 16, .1 s .; 19 s .; 21.34; Mt. 25, (8, 7-16) y la promesa de ayuda a Joas, rey
31-36, etc.). El juicio es una recolección, don­ de Israel (13, 14-21).
de se cosechará Jo que se haya sembrado 5. Entre los fastos de Elíseo están incluidas
ROMANOS (Epístola a los) 512

las historias de Jehú (II Re. 9-10) y de Ata- cias a episodios de gran importancia política,
lía en el reino de Judá (11). como, por ejemplo, la batalla que se dió junto
6. En la historia de Ezequías (II Re. 18-20) a Carear; los famosos reyes de Israel Omri y
van incluidos algunos hechos que atañen a Jeroooam y el rey de Judá Ozías son mencio­
Isaías (Is. 36-39). nados de corrida. Lo que se propuso fué hacer
7. En el esquema del reinado de Josías se resaltar el aspecto religioso en todo el decurso
halla la narración del hallazgo del libro de la de la historia, y por eso se detiene en la des­
Ley y de la reforma religiosa (II Re. 22-23). cripción del Templo, de su construcción y
8. El fragmento II Re. 24, 18-25 sirve de dedicación, de los latrocinios y saqueos de que
conclusión también en el libro de Jeremías fué objeto (cf. la expedición de Sesac [= el
(Jer. 52). egipcio Shosenq] contra Jerusalén durante el
De todo lo dicho se deduce claramente que reinado de Roboam: I Re. 14, 25-26), de las
la composición del libró tuvo qué realizarse én 'modificaciones que" introdujo- Ajáb (II R<?. 16,
varias etapas. La forma primitiva debía estar 10-18), de Ja profanación por parte de Mana-
constituida por los esquemas de las historias sés (II Re. 2í, 2-9), y de la restauración de
de los reyes que el autor había tomado del que fué autor .Josías (II Re. 22-23). Además,
«Libro de los anales de Salomón» (I Re. 11, es considerado el Templo como único lugar en
41), y del de los reyes de Israel (I Re. 14, 19, que se podía venerar legítimamente a Dios,
etc.). Estos documentos eran públicos, accesi­ conforme a lo que estaba prescrito en Di. 12,
bles a todos, a diferencia de los que se conser­ 1-28. El autor intenta probar que llena de bie­
vaban en el archivo del rey. nes a los pueblos que guardan sus leyes, y
Y como a los reyes se les juzga según su castiga a los profanadores y desobedientes.
comportamiento respecto a las «alturas sagra­ Juzga a los reyes en proporción con su con­
das» (por ejemplo I Re. 15, 14; 22, 44), parece ducta religiosa, y sólo alaba a dos descendien­
ser que el autor compuso el libro después de tes de David (Ezequías y Josías), mientras que
que Josías verificó su reforma (621), y proba­ de los otros (Asa, Josafat, Joás, Amasias, Ozías,
blemente después de la muerte del rey. Según Jotam) dice que se portaron bien, pero que no
esta hipótesis el II Re. 23, 25, a excepción de destruyeron las «alturas sagradas». Por el con­
las últimas palabras, constituiría la conclusión trario, se condena a Jos reyes de Israel, a causa
de la obra. de los pecados de Jeroboam. «El valor histó­
Los datos siguientes muestran que la obra rico de este libro de los Reyes es indiscutible;
fué compuesta antes de la cautividad. El Tem­ está garantizado por la divina inspiración y
plo existe todavía y el Arca está visible (I Re. confirmado por los documentos paralelos de
8, 8); Edom está desligado del gobierno de la historia profana, muy especialmente de la
Judá «hasta el día de hoy» (II Re. 8, 20 ss.), asiriobabilónica, que se presentan aquí en ma­
lo cual supone que Judá era todavía indepen­ yor abundancia que para ningún otro libro del
diente; la descripción de la reforma de Josías Antiguo Testamento» (A. Vaccari, La S. Bib-
está hecha con mucho fervor, lo cual no ten­ bia, II, Firenze 1947, p. 316 s.). [B. N. W.]
dría explicación si el reino estuviera ya des­ B IB L . — A . M é d e b i e l l u , Les lirres des Rois (La
truido. Sainte Bible, ed., Pirot, 3), París 1949. pp. 564-800;
Esta hipótesis acerca del tiempo de la primera R. De V a u x , Les livres des Rois (Bible de Jérusaletn),
París 1949; S. G a r o f a l o . 11 libro del Re (La S. Bibbia,
redacción del libro está confirmada por el he­ S. Garofalo), Torino 1951.
cho de que las vicisitudes de los profetas (Elias,
Elíseo, Isaías) aparecen como insertas por otro RIQUEZAS. — v. Pobreza y riqueza.
redactor, ya que la reforma esquemática primi­
tiva no admitía semejantes digresiones. Parece ROMANOS (Epístola a los). — Es la más di­
que el segundo redactor compuso su obra antes dáctica de las epístolas de San Pablo, entre las
del reinado de Joaquín (609-598), puesto que cuales ocupa indiscutiblemente el primer puesto.
no se hace alusión alguna al profeta Jeremías. La caracterizan la profundidad y Ja sublimidad
La última mano que recibió el libro fue des­ de la doctrina, y la belleza de estilo.
pués del 562 (durante la cautividad: II Re. 25, Es la síntesis más completa de la esencia del
22-30). Una vez que la cautividad había demos­ cristianismo, en sí mismo y en sus relaciones
trado la infidelidad de Judá.. el último redactor con la antigua alianza, y hasta con el plan sal­
podía probar claramente la intervención de la vador de Dios desde el comienzo de la huma­
justicia divina. nidad.
No se propuso el autor escribir una historia En la epístola a los Galafas (v.) ya se habían
completa. Así se explica que no haga referen­ tratado estas relaciones con el Antiguo Testa-
513 ROMANOS (Epístola a los)

mento en fuerte polémica contra los judaizan­ puesto en 1, 16-17: «Jesús ejecuta los desig­
tes, unas veces con alusiones y otras por me­ nios de la divina misericordia sobre la humani­
dio de argumentos adecuadamente desarrolla­ dad». En el evangelio se manifiesta la justicia
dos, pero siempre en una forma agitada. de Dios, o sea ese divino atributo con tanta
En cambio en Rom. la exposición se ha frecuencia alabado en el Antiguo Testamento,
vuelto vivísima por la forma literaria, que es por el que se significa ante todo la misericor­
de una diatriba cínicoestoica en la que el autor diosa voluntad de Dios en mantenerse fiel en
interpela a un contrincante ideal, cual si estu­ cumplir sus promesas de salvación. De ahí que
viese presente, con el que entabla una especie sea frecuente la oposición de los dos términos
de diálogo poniendo en boca suya las obje­ «justicia» y «salvación» (cf. Is. 46, 13; 51, 6,
ciones, a las que siguen agudas respuestas. Pero etcétera); y en segundo lugar, la actividad de
es únicamente didáctica,, expositiva, y es la Dios en cuanto juez que castiga las infrac­
epístola que más se parece a un tratado teo­ ciones de la alianza.
lógico. Como si dijéramos que el evangelio, o sea la
Escribióla San Pablo durante el invierno del nueva alianza, realiza la antigua y, por tanto,
57-58, en los tres meses que pasó en Corinto, es una prueba de la fidelidad de Dios a las
hacia el final de su tercer viaje apostólico, promesas formuladas en aquélla, a las cuales
antes de echarse a la vela para Siria con las se había comprometido, ligándose como parte
colectas destinadas a los pobres de la comuni­ contrayente; y todo eso, a pesar, de las viola­
dad de Jerusalén (Act. 20, 2 s .; Rom. 15, 25 s.). ciones por parte de Israel, el contrayente hu­
Ya en los primeros momentos de su estancia mano.
en Éfeso (h. el 53) tenía el Apóstol la inten­ Recuérdase todo lo que se ha precisado en
ción y el deseo de ir a la capital del Imperio la voz Afianza.
(Act. 19, 21) ,para seguir después el viaje hasta El desarrollo del tema sigue hasta el c. 11,
España (Rom. 15, 23 s.). Ahora, por fin, ha razón por la cual se llama a estos capítulos
llegado el tiempo de realizar ese intento en «la parte dogmática». En los cc. 12-16 se sacan
vano procurado hasta entonces (Rom. 1, 11 ss.), las conclusiones prácticas, siempre encamina­
y quiere preparar su entrevista con la comuni­ das a las necesidades reales de los fieles a
dad cristiana de Roma, a la que, por razón quienes va dirigida la epístola.
de la importancia que el Apóstol le atribuye, El Dios de la revelación, queriendo manifes­
expone la posición que corresponde a la nueva tar al mundo su bondad, se ha servido de Cris­
religión frente a la israelita y en orden a la to para sacar bien del mal. Y efectivamente,
humanidad entera. Cristo crucificado, única salvación del mundo
Estando compuesta en su mayor parte para pecador, es la expresión más elocuente que
la comunidad de Roma de gentiles converti­ cabe imaginar del amor que Dios nos tiene.
dos, y dado el ambiente cultural variado y Con razón se ha advertido que la antítesis
abierto del centro del imperio, era ésta la que es el alma de la dialéctica paulina. Para hacer
mejor dispuesta se hallaba para una precisión resaltar toda la fuerza de este tema positivo,
teológica de tal importancia. San Pablo lo pondrá en oposición con el tema
Ya en el exordio, envuelta entre los acos­ negativo de la miseria del hombre sin Jesús:
tumbrados y fervorosos saludos, la propia pre­ la de todo hombre: del gentil y también del
sentación y el motivo del escrito, hallamos hebreo. No se trata aquí de argumentos meta-
concisamente expuesta una cristología perfecta físicos, sino de una ojeada sobre la historia,
en una síntesis de todo lo que va a desarrollar sobre la realidad humana.
en la epístola. 1, 18-3, 20. Todos los hombres están en pe­
Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, cado ; todos necesitan la salvación. En otros
redentor, muerto y resucitado, es el objeto del términos: el designio salvador de Dios, que no
evangelio (es decir, de la nueva doctrina), o sea puede fallar ni ser falaz, no puede considerarse
el cristianismo; de ese evangelio que es la como encaminado a ser realizado entre los gen­
realización de cuanto Dios había predicho y tiles en cuanto tales — escribe San Pablo —,
preparado en el Antiguo Testamento, o en otros como tampoco dentro del recinto del pueblo
términos, realización del plan salvador formu­ de Israel, por más que éste haya sido tan pri­
lado por Dios, en beneficio de todos los hom­ vilegiado.
bres, a quienes bastará acatar tal doctrina, «la Los paganos están alejados del camino de
fe», es decir, la completa adesión de cada uno la salvación al encontrarse sumergidos en gra­
a los preceptos de Jesús, a su palabra (1, 1-15). vísimos pecados, incluso de los que son contra
El tema de la epístola está formalmente pro­ la naturaleza, por haber sido abandonados por
33. — S padapora . — Diccionario bíblico
ROMANOS (Epístola a los) 514

Dios a sus propias pasiones, como castigo por par de este don que tan bondadosamente nos
su culpable e insensata idolatría, ya que por el da Dios. La salvación se comunica mediante
conocimiento de las creaturas podían y debían tal adhesión, según el mandato del mismo
haberse remontado hasta el Creador, Ser Su­ Jesús. Por consiguiente, toda pretensión judía
premo y, en cambio, se envilecieron atribu­ de convertir la salvación en un monopolio de
yendo la divinidad a simples creaturas, aho­ raza, o de condicionarla a la observancia
gando la voz de la creación y de la propia de las prescripciones legales, se condena por sí
conciencia (o sea la ley natural escrita en nues­ misma y, por otra parte, da pruebas de que
tros corazones; 1, 18-32). los judíos se alejaron sobremanera del plan
Y en cuanto a los judíos, que soliviantán­ salvador del Señor.
dose forman juicios inexorables contra los gen­ A pesar de todo, el tal plan había sido ya
tiles, son más culpables que ellos, pues a pesar anunciado por Dios desde un principio (c. 4).
de los múltiples privilegios de que Dios -los ha La alianza con-Abraham se debe a una
hecho objeto, también ellos se han alejado del iniciativa enteramente gratuita y misericordiosa
camino de la salvación (c. 2). Nadie se libra de Dios, que atribuye a mérito de su elegido
del juicio de Dios, en el que a cada uno se el acto de la plena adhesión a la divina pro­
le trata según su propia conducta: al gentil mesa ; y la circuncisión sólo viene después como
conforme a la norma de la conciencia; al judío expresión del pacto establecido. Por lo mismo
conforme a la norma de la Ley positiva que era evidente que la salvación era independiente
Dios ha dado a Israel. Por eso la posesión de de las obras legales, comenzando por la pro­
la Ley de Moisés es un privilegio que, lejos pia circuncisión; que la salvación y justifica­
de librar a los judíos del juicio, hace que para ción era un don enteramente gratuito de Dios,
ellos sea mayor la responsabilidad y, por tanto, destinado a todos los hombres. Trátase de una
la pena. Más que tener la Ley, lo que importa bendición que de Abraham se extenderá a to­
es cumplirla. La realidad de la situación de dos los pueblos de la tierra.
los judíos (situación histórica que se nos pone La Ley dada en el Sinaí era uña adaptación
de manifiesto en los Evangelios), es que al pre­ parcial y temporal de la antigua alianza a una
tender ellos ser guía de Jos demás hombres, nueva condición históriccsocial, cual era la for­
más bien los alejan de la verdad con su frené­ mación de la nación israelita. La Ley, que
tica intolerancia y su rebelión a la luz. prescinde de la fe, multiplica las transgresiones
La circuncisión no tiene otro valor que el con la multiplicación de los preceptos: hace
de ser una señal de entera sumisión a la vo­ que sea más pesado el clima espiritual. La Ley
luntad de Dios, a sus preceptos. Por tanto, el no podía sustituir al régimen de la adhesión
gentil que observe el dictamen de la ley natu­ interna (= fe) o al régimen de la gracia, lo
ral condena al judío violador de tales precep­ mismo que una adaptación secundaria y tem­
tos, con lo que se ha hecho peor que un poral no reemplaza a la norma perfecta y
pagano. eterna.
Tal culpabilidad de los judíos, no obstante Cristo realiza perfectamente la alianza de
los privilegios recibidos, está confirmada por Dios con Abraham, es decir, el plan salvador
la Sagrada Escritura (3, 1-20). al que iba dirigida toda la historia y toda la
Dios ofrece la salvación a todos los hom­ revelación; y con su realización anula aquella
bres, mediante la adhesión integral a Cristo adaptación temporal, aquellas leyes que cerca­
(3, 21-31). En Jesús se revela de un modo defi­ ban a Israel para impedir que se contagiase
nitivo la justicia de Dios, es decir, esa su acti­ del pecado de idolatría al ponerse en contacto
vidad principalmente misericordiosa: Jesús rea­ con las otras gentes.
liza el plan salvador divino, cumple las prome­ 5, 1-11. Gracias al Redentor, la humanidad
sas contenidas en la alianza establecida con está ahora en paz con Dios: es objeto de su
Abraham. beneplácito, según cantaron los ángeles cuando
La única condición es la plena adhesión a nació Jesús (Le. 2, 14), y ya no es objeto de
Jesús; y por tanto, quedan excluidas las pres­ ira (Ef. 2, 3). El disfrute de este don proviene
cripciones de la alianza del Sinaí, alianza tran­ al cristiano de la posesión de las virtudes teo­
sitoria destinada a regular la vida del pueblo logales : la fe ; la esperanza, que comunica un
elegido enfocándola hacia el Mesías futuro gozo seguro que va fortaleciéndose con la
(v. Gálatas). Esa condición es suficiente y ne­ paciencia y con la fidelidad que vence todas
cesaria para que todo hombre, cualquiera que las tribulaciones; la caridad. Y entonces, el
sea la raza a que pertenezca, pueda apropiarse amor que está en Dios se derrama en el cora­
los beneficios reales de la redención y partici­ zón del cristiano por la virtud del Espíritu
515 ROMANOS (Epístola a los)

Santo que habita en nosotros. Pues si Dios nos cosa todo agente externo que ejerce una pre­
amó ya cuando éramos pecadores y nos envió sión. Cualquiera que sea la prohibición, por
su Hijo, estemos seguros de que ahora, ha­ buena y santa que sea, provoca en la voluntad
biendo sido reconciliados con él por nuestro un sentimiento de reacción, acompañado de
Mediador Cristo Jesús, nos dará todos los bie­ la curiosidad de tener experiencia del mal. Un
nes y la vida eterna. ejemplo de ello tenemos en la desobediencia
En realidad (5, 12-21), la Redención ha res­ del primer hombre, que era inocente y perfec­
taurado en la humanidad el estado de hijos to ; y habiendo recibido la orden de Dios, cae
de Dios, librándola de la esclavitud del peca­ miserablemente. El mal, siniestro poder perso­
do, aboliendo el reino de la muerte (v.). El nificado, toma ocasión del precepto divino y
pecado y la muerte son universales por la mata la vida, la amistad con Dios. Esta mala
desobediencia de Adán; la gracia y la vida disposición permanece en el hombre aun des­
son también universales, o sea se ofrecen a to­ pués del bautismo; la concupiscencia es conna­
dos y para todos son posibles, con tal que tural con nuestro ser mortal, y a menudo se
nosotros queramos, por la obediencia reden­ experimenta la lucha entre ella y el santo dic­
tora de Cristo. El pecado y la muerte prove­ tamen de la razón, entre el instinto del mal y
nían de la solidaridad natural de todos los los dictámenes de la conciencia. Pero ahora ya
hombres con su primer padre; la gracia y la se ha ofrecido la victoria a la humanidad,
vida son efecto de nuestra voluntaria solidari­ mediante Jesús redentor que ha inaugurado el
dad con la nueva cabeza. de la humanidad régimen de la gracia, y en Él todo lo podemos.
renovada. Pero la eficacia de la redención es C. 8. Él nos ha librado del viejo sistema de
infinitamente superior al primer pecado (v. Pe­ la Ley y nos ha comunicado esa fuerza íntima
cado original. aSi por el pecado de uno solo que no podía dar la Ley.
reinó Ja muerte en todos, mucho más reinarán Pero la Redención no limita sus efectos apli­
en la vida por solo Jesucristo los que reciben cándolos a sólo el alma, sino que obra incluso
la abundancia de la gracia y del don de la la transformación del mismo cuerpo, restitu­
salvación.» «Donde abundó el pecado sobre­ yendo a la humanidad decaída la gloria primi­
abundó la gracia.» tiva, aquel estado a que Dios la había elevado
C. 6. La vida cristiana tiene, pues, su prin­ y del cual cayó con el pecado. Restitución
cipio y su único sostén en la unión íntima con integral y, verdaderamente, una «nueva crea-
Jesús (cf. Jn. 15, 1-11: «Yo soy la vid, y vos­ ció«».
otros los sarmientos»). La inserción en Cristo Esta glorificación de nuestro cuerpo se efec­
se realiza en el bautismo, semejanza de la tuará al fin con la resurrección universal, pero
muerte y de la resurrección de Jesús, que es, es segurísima. Los cristianos tienen esa certeza
por lo tanto, causa eficiente y ejemplar de por la presencia del Espíritu Santo en cada
nuestra salvación. Así como Cristo murió y uno de ellos, por su calidad de hijos y herede­
resucitó, asi todo hombre que quiera recibir ros de Dios y de coherederos de Cristo, con
la vida ha de morir y resucitar; morir al peca­ quien sufren para ser glorificados con él. Es
do, a la mentalidad del pasado; resucitar a también una prueba de la gloria futura la uná­
una nueva vida sobrenatural que Jesús nos nime aspiración de las creaturas, que por vo­
ha traído (fe, esperanza, caridad). La inmersión luntad de Dios fueron sometidas al hombre
en el agua representa místicamente esta muer­ que debía representarlas ante Dios recogiendo
te, y la salida del agua, después de realizado y formulando sus voces inarticuladas de ala­
el acto bautismal, representa el comienzo de banza al Eterno; y después de la rebelión
esta nueva vida que el sacramento ya recibido ellas gimen a causa de esta situación anormal,
le ha comunicado. Debe, pues, hacer el cris­ pues su representante está en oposición con
tiano que sea perenne esta pascua, este trán­ la disposición divina, y suspiran por que llegue
sito de la muerte a la vida, a semejanza de el momento de ver adecuadamente restablecido
la gloria del Resucitado, que es una y perenne. el orden primitivo, la maravillosa armonía del
Habiendo sido injertado en Cristo, forman con universo, con la glorificación de todo el hombre,
Él un solo cuerpo, y deben, por consiguiente, Pero sobre todo está seguro el hombre de
ser miembros santos; el pecado no debe reinar la futura glorificación de su cuerpo en virtud
jamás sobre ellos. de la grandeza y de la inmutabilidad del plan
C. 7. La Redención, no sólo nos ha librado de Dios, que quiere que Jesús Resucitado esté
del pecado, sino también de la Ley, la cual, escoltado de una inmensa fila de fieles con
como tal, es una lista de prohibiciones y de cuerpo glorioso como el Suyo. Con tal fin,
condenaciones condicionadas: eso es y no otra para cada uno de los cristianos está dispuesta
ROMANOS (Epístola a los) 516

desde toda Ja eternidad una cadena de gracias Cristo se convertían en «descendencia» del fiel
que se extiende desde el llamamiento (median­ Abraham, injertados en el olivo secular, mien­
te el bautismo) hasta la justificación y la glori­ tras que el Israel, según la carne, se excluía
ficación. Y, finalmente, está la prueba de la del plan divino con su rebelión.
inmutable caridad de Dios, que se nos mani­ Por consiguiente, los judíos se encuentran
festó en la muerte redentora de Cristo, y de la fuera por su propia culpa (9, 30-11), pues han
cual nadie es capaz de separarnos, con que desconocido la naturaleza del plan divino y la
nosotros no queramos. conducta de Dios, fundando sus pretensiones
Ce. 9-11. San Pablo ha agotado el tema: en un factor racial, en las observancias lega­
la nueva economía es el cumplimiento de la les, las cuales sólo respondían al carácter tem­
antigua Alianza. Pero se da un hecho que poral y preparatorio del pacto del Sinaí, y no
parece estar en oposición con tal conclusión: podían justificar. Pero ellos se imaginaban
los judíos, el Israel de las promesas, el con­ que bastaba ser judíos de raza y observar tales
trayente del pacto, permanece, como grupo, prescripciones para tener pleno derecho a la
fuera de la salvación. ¿Cómo, pues, realiza la salvación.
redención el plan divino de salvación, si queda Ante la alternativa que puso Jesús entre el
excluido de ella el mismo Israel al que iban concepto espiritual del reino de Dios con una
dirigidas las promesas? (9, 1-5). justicia interna, y el concepto temporal racial
El plan divino (9, 6-29) no ha sido modifi­ y una justicia según la Ley, los judíos se
cado. En realidad, el Israel destinado a ser el quedaron tenazmente con la segunda en con­
beneficiario de las promesas, el «germen», no tra de Jesús (10, 5-13), y rehusaron creer al
es toda la descendencia carnal de Abraham- Evangelio (10, 14-21).
Jacob. La salvación no podía ser un privilegio Dios ha cumplido con la antigua Alianza,
consistente en un simple factor racial: muchas no obstante las continuas infidelidades de Is­
veces vuelve Jesús sobre este punto en sus en­ rael, las que sólo sirvieron para poner más en
señanzas (cf. 7/i. 3, 3; v. Sermón de la Mon­ evidencia su infinita longánimidad y. miseri­
taña; las parábolas del lago, etc.), y también cordia. Ahora la resistencia, la oposición de
el Precursor (cf. Mt. 3, 9). Es un don gratuito los judíos a la obra redentora favorece la
que haremos sea nuestro si correspondemos. conversión de los gentiles, y, por tanto, tam­
Baste recordar que entre los hijos de Abraham bién esa oposición, aun conservando toda su
sólo Isac es heredero de Jos dones divinos, por culpable maldad, entra en los designios divi­
una libre elección del Eterno. La única causa nos. Pero tal oposición es temporal: también
de ello es la benevolencia divina. Otra prueba Israel, en cuanto conjunto étnico, se conver­
más decisiva aún es el ejemplo de Esaú y Ja­ tirá y entrará en el único aprisco, fuera del
cob, que, para más, eran gemelos. Considére­ cual no hay salvación (c. II). Así, la historia
seles, no como individuos, sino como cabezas del mundo, que ha sido traspasada de un ex­
y representantes de dos pueblos: Edoni e Is­ tremo al otro por el pecado del hombre que
rael; y se echará de ver que sólo en virtud de se aleja de su Dios, será igualmente traspasada
la libre elección divina pasa Jacob-Israel a ser de un extremo al otro por la acción de la mi­
heredero de las promesas. sericordia divina, que va a buscar hasta el
Trátase de «pueblos», uno de los cuales es fondo de la desdicha moral a los individuos y
elegido para una misión, con preferencia sobre colectividades para llevarlos de nuevo a él por
el otro (cf. Mal. 1, 2 s.) — y siempre para el camino de la vida y de la felicidad.
demostrar que el factor racial no entra como La segunda parte: el divino plan salvador y
determinante en la acción de Dios — sin alu­ la vida de los cristianos en comunidad (12-15,
sión alguna a la salvación eterna. Es un deplo­ 13). Principios generales sobre las relaciones
rable abuso el introducir aquí Ja cuestión de de los fieles entre sí; en cuatro miembros del
tal problema, y peor aún aplicar las palabras cuerpo místico, cada uno según la función
a la suerte eterna del individuo. La vocación que en él tiene asignada; y en particular me­
al cristianismo depende, pues, de la libre elec­ diante la práctica de la caridad fraterna, que
ción divina, y ya en sus orígenes era univer­ es el precepto de los preceptos, el precepto
sal el plan divino en cuanto al destino, sobre del Señor (12, 1-16).
lo cual cita San Pablo en ese sentido las dos Relaciones de los cristianos con el mundo
profecías de Os. 2, 23 s.; 10. 22 s.t que pre­ pagano; también aquí la primera virtud es la
dicen la conversión de los gentiles. Dios exten­ caridad para con todos y en todo tiempo (12,
día su misericordia, su espléndido don a todas 16-21; 13, 8-14); obediencia al poder civil
las gentes que obedeciendo a la palabra de (13, 1-7; cf. el mandato de Jesús, Mt. 22, 21).
517 RUT

En el epílogo habla Pablo de los motivos pasto, pero con la obligación de cooperar con
que le han inducido a escribir, y de sus pro­ los otros en la conquista de Palestina (Ibíd.
yectos para el futuro; se encomienda a las 32, 1-38; Dt. 3, 12; 4, 43). Los límites de la
oraciones de Jos fieles, a quienes saluda, y for­ tribu no están precisados con exactitud. Se
mula las últimas recomendaciones. Cierra la desprende de varias referencias (Núm. 32, 37
epístola elevando a Dios ud. himno de acción s .; Jos. 13; 15-23) que se extendía por el
de gracias por el plan salvador que tiene for­ norte desde el Arnón hasta Hesebón, o sea
mulado desde los comienzos de Ja humanidad, que, de un modo general, ocupaba la mitad
que fué preanunciado en el Antiguo Testa­ de la costa septentrional del mar Muerto y se
mento, y ha sido revelado y realizado por Nues­ extendía hacia el oriente hasta el desierto si-
tro divino Redentor, Cristo Jesús (15, 12- rioarábigo. Por el norte limitaba con la tribu
16, 27). [F. S.] de Gad, y por el sur con los moabitas.
BIBL. — M . J . L a g r a n g e , EpUre aux Romains, P a ­
Antes de emprender la conquista de la Cis-
rís 1931; L. C e k f a u x , Une lecture de I’EpUre aux R ., jordania, Josué reclama de los rubenitas. el
ib íd ., 1947; I d . , Le Christ clans la théologle de s. Paul. cumplimiento de su compromiso (Jos. 1, 12-
i b í d . 1951, c f . especialmente pp. 153-273; v . v ó / ¿ o s *
15); y respondieron (Jos. 15, 6; 22, 9 s.).
BiKáiocrvvyy SiaSijicty en ThWNT; S. L y o n n e t , De Su aislamiento les indujo a erigir —de acuerdo
iustitia Dei in epistula ad Romanos, en VD, 25 (1947)
y, aparte, Roma 1947; A. F e u i l l e t , Le plan salvi- con los ga ditas y la media, tribu de Manasés—
fique de Dieu d’aprés d’Epítre aux Romains, en RB, una stela en honor de Yavé, cuyo significado
57 (1950) 336-87. 489-529; V. I a c o n o , Le Ep. di s. Pao- explicaron satisfactoriamente, y era el de ex­
lo, Torino 1951, pp. 75, 251. * P. C .: El neo-paganismo
. anticristiano segíin la Epístola a los Romanos, EstB presar su pertenencia al resto de Israel, per­
(1932), pp. 218-239. 291-316; 3. M a r í a B o v e r , La maneciendo todos ligados a la alianza del Si- :
Justificación en Rom. 5, 16-19, EstE, 1945; S. D el
P A r a m o , Rationale obsequium vestrum en Rom. 12, 1, naí (Ibíd. 22, 10 ss.). En el cántico de Débora
en ST, 1944. se ridiculiza la indiferencia y el abandono de
la tribu que se siente pagada de sus pastos
RUBÉN. — Primogénito de Jacob y de Lía, (Jue. 5, 15 s.). Más adelante se menciona una
primer padre de Ja tribu de su nombre. El lucha de ella contra los agarenos (I Par. 5,
hebr. Re’übhen se interpreta —con etimolo­ 19). No tardaron los rubenitas en fusionarse
gía popular —como equivalente a «(El Señor) con los gaditas y en desaparecer, prácticamen­
ha visto mi aflicción» (Gén. 29, 32). Menció­ te, como grupo étnico independiente, y los
nase a Rubén en el episodio de las mandrago­ sobrevivientes hubieron de resignarse a llevar
ras (Ibíd. 30, 14). Posteriormente fué privado una vida errante de beduinos. Ya en el tiempo
del derecho de primogenitura (Ibíd. 49, 3 s .; I de Saúl y de David (I Sam. 13, 7; II Sam.
Par. 5, 1), por haber tenido la osadía de co­ 24, 5) ha dejado de figurar el distrito de los ru­
meter un incesto (Gén. 35, 22) con Bala, es­ benitas en Transjordania. En la misma stela
clava de Raquel, la cual había dado a Jacob de Mesa sólo se habla de Gad ocupando el
algunos hijos. En la historia de José aparece territorio que está al norte del Arnón.
aún como primogénito. Aunque compartía con Los pocos recuerdos personales que de todo
sus hermanos la aversión al perseguido, hace el grupo conservó la tradición hebrea son los
cuanto puede por impedir el fratricidio (Ibíd. que se refieren al progenitor y a Datán y Abi-
37, 1 s.). Intentaba incluso impedir la venta rón, promotores de la rebelión contra Moisés
que se realizó sin él saberlo y contra la cual y Arón, juntamente con el levita Coré (Núm.
expresó repetidas protestas (Ibíd. 37, 29; 42, 16, 1 ss.). ]A. P.I
22). José Je devolvió la cortesía reteniendo co­ BIBL. — A. C l a m e r , Nombres (La Ste. Bible, ed.
mo rehén a Simeón (Ibíd. 42, 24), mientras Pirot, 2), París 1940. p. 445 ss.; F. S p a d a f o r a . Col-
que a él le señaló el primer puesto en la me­ lettivismo e Individualismo nel Vecchio Testamento.
Rovigo 1953, pp. 206-210.
sa (Ibíd. 43, 33). Bajó con sus cuatro hijos a
Egipto (Ibíd. 46, 9), donde murió (I Par. 5,' RUT. — El libro es la historia de una fami­
3-10). . lia del tiempo de los jueces. Según su conteni­
La tribu de Rubén tuvo una parte muy se­ do, Elimelec emigra en tiempos de una carestía
cundaria en la historia hebrea. Se hace men­ con su mujer Noemí y sus dos hijos al país
ción expresa del reducido número de sus hi­ de Moab. Los hijos se casan con dos jóvenes
jos (Dt. 33, 6), y al mismo tiempo se afirma del país. Al morir los tres hombres cesa la
que se dedicaba al pastoreo (Núm. 32, 1 ; I carestía, y Noemí regresa a Judea, acompaña­
Par. 5, 9). A los rubenitas y a la tribu de Gad da de Rut. En Belén esta última es conocida
se les concede, a petición de ellos mismos, la de Boz, un rico pariente de su suegro, el
Transjordania como más a propósito para el cual la toma por esposa, a título de pariente,
RYLAND 518

y de esta unión nació Obed, abuelo de David. rriente entre los judíos en el s. vi a. de J. C.
Así que la virtuosa Rut resultó ser bisabuela (cf. Is. 36, 11 = II Re. .18, 26), y que, en ge­
del gran rey. Precisamente el fin del libro es neral, su influencia se había difundido antes
la genealogía de la dinastía davídica. Como de la cautividad, según se desprende de las
el relato nos traslada al período de los Jue­ inscripciones de Zaquir y Zindjirli y de los do­
ces, tanto Ja versión griega como Ia Vulgata cumentos asirios.
colocan al libro de Rut a continuación del de El libro contiene valiosas noticias arqueoló­
los Jueces. En cambio, el canon hebreo lo po­ gicas : la siega, el rito del matrimonio por ra­
ne entre los hagiógrafos. La prueba de ello está zón del levirato, el rito de cesión de una pro­
en la lengua, próxima al hebreo clásico de la piedad.
mejor época. Las particularidades morfológi­ El hecho de que la moabita Rut figure en
cas que. descubre Joüon (p. 12) son verdade­ la genealogía de Cristo al lado de otras tres
ros arcaísmos, indicio de una época remota. mujeres extranjeras sirve para ilustrar la uni­
El tono sereno de la narración y el aire de versalidad de la salvación, o sea la venida de
gozo esparcido por todo este idilio son difí­ Cristo para salvar a todos los hombres, he­
cilmente conciliables con épocas posteriores, breos y gentiles. [E. Z.]
particularmente con las circunstancias penosas BIBL. — HóPFL-MrLLER-METZiNGER, Introductio spe­
por las que atravesó la cautividad, hasta el cialis in Vet. Testamentum, 5.* ed., Roma 1946, pp.
triunfo de los esfuerzos de Esdras y Nehe- 146 ss.; A. V incent, Juges-Ruth, París 1952, P. Joüon,
Ruth, Roma 1953. * J. Pérez de Urdel, Leyendo la
mías. Y por lo que atañe a los pocos ara- Biblia. Rut, Consig. 1954.
meísmos que se encuentran en nuestro libro,
baste recordar que la lengua aramea era co­ RYLAND. — v. Papiros.
s
SABA (Sabeos). — Región árabe del Yemen, Ba'dán, del cual se ha descubierto incluso un
mencionada en Ja Biblia, que clasifica a su templo. Hasta Etiopía y en otras regiones de
pueblo representado por el epónimo Seba o colonización sabea se han hallado huellas de su
Sheba entre los descendientes de Cam pasando religión. [G. D.]
por Cus (Gén. 10, 7), o también entre los des­ BIBL. — C. A. N a l in o ,. al-Yemen, en Ene. Ital.,
cendientes de Sem pasando por Joctán (Gén. XXXV. pp. 836-841.
77, 2; 25, 3). Hasta hace poco tiempo no
había sido posible la reconstrucción histórica SÁBANA. — v. Resurrección de Jesús.
del reino de Saba, y se ha conseguido por ha­
berse llegado a descifrar unas inscripciones sa- SÁBADO. — Del hebr. sábbáth, para indi­
beas, trabajo iniciado hace cerca de un siglo car el último día de la semana, dedicado al
por Gesenius y E. Rodiger. Pero sus orígenes Señor con ritos especiales.
siguen aún envueltos en el misterio. Aparte las Aunque no sin oposición de los judaizantes
ya mencionadas alusiones bíblicas, los docu­ (Col. 2, 16), ese carácter del sábado pasó en el
mentos ciertos más antiguos son inscripciones cristianismo al domingo, que también fué consi­
asirías del s. vm y las fuentes bíblicas del libro derado como último día de la semana. No hay
de los Reyes y de los Profetas. Tales fuentes paralelo alguno en los textos babilónicos: en
presentan a los sabeos como un pueblo muy un texto del segundo milenio, el séptimo día es
rico, dedicado principalmente al comercio de considerado como consagrado al planeta Sa­
oro, perfumes y piedras preciosas (I Re. 10, turno (= Sakküth); pero de otras fuentes se
1; Is. 60, 6; Ez. 27, 22, etc.). Con estos desprende que se trata de un día nefasto (ümü
datos coinciden perfectamente las inscripciones limmú), durante el cual se ofrecían sacrificios
sabeas. expiatorios a los dioses.
Las ciudades Siraáh, Marib, Marjamah y La institución del sábado como día de des­
Zagár fueron sucesivamente centros de la ci­ canso y día sagrado es exclusiva de la religión
vilización y de la cultura sabeas, que en sus hebrea; así que tal institución era signo, es
orígenes debió de coexistir, al menos durante decir, indicio y manifestación de las relaciones
algún tiempo, con la civilización minea. Las particulares entre Dios y su pueblo, del cual
principales vicisitudes de su historia se refieren era característica exclusiva (Ez. 20, 20); F. Spa-
a luchas contra los asirios, a la invasión ro­ dafora, Ezechiele, 2.a ed., Torino 1951; p.
mana por obra de Elio Galo (23 a. de J. C.), 162 s.).
y en los siglos después de J. C. a su antago­ Con el fin de inculcar la observancia de tal
nismo con Abisinia, la cual, después de haber institución antigua, Moisés dispuso artística­
sufrido invasiones, acabará para siempre con mente la creación distribuyéndola en seis días
el reino sabeo en el s. vr después de J. C. (Gén. 2, 3; Ex. 20, 11; 31, 17).
con la invasión del Yemen. La ley del sábado está compendiada en el
La religión lleva los caracteres propios de tercer precepto del Decálogo, con la obligación
las religiones arábigas meridionales. La divi­ genérica del descanso. Entre las particularida­
nidad principal fué Athtar, el tipo masculino des: en Ex. 34, 21, se vedan el arar y el segar;
de lá Astarté semita. También anduvo muy (Ibíd. 35, 2 s.), encender el fuego: en Jer. 17,
divulgado el culto de la divinidad lunar llamada 21-27; Am. 8, 5: Neh. 15, 15-22 se supone
Almaqah, a la que estaba consagrado un tem­ la prohibición de frecuentar el mercado.
plo en Marib. Tenía asimismo su culto el sol Después de la cautividad la observancia del
con el nombre de Dhat-Hmjan o también Daíh- sábado se muestra severa; cf. Esd.~Neh.; I
S A B ID U R ÍA (Libro de la) 520

Mac. 2, 32-41 ; II Mac. 8, 26. Los fariseos (cf. la sabiduría (hebr. hoknwh) como de una
en la MlSnah el tratado sobre el sabbáth) la cualidad humana, no en sentido especulativo,
convierten en obsesión en virtud de una ca­ sino práctico. Por ella está el hombre en ap­
suística de leguleyos (M í . 12, 1 ss.); Le. 13, titud para llevar una conducta irreprensible.
10 ss.; 14, 1-6; Jn. 5, 8 ss., etc.). Contra ellos En los libros proféticos aparece también como
apela Jesús al verdadero sentido de la ley, atributo divino, que se manifiesta de un modo
que se da para utilidad de los hombres y no especial en la creación y en el gobierno del
para atormentarlos (Me. 3, 28). mundo. En los libros didácticos aumenta la
Núm. 28, 9 establece para el sábado un sa­ glorificación de la sabiduría divina como algo
crificio de dos corderos de aquel año que no inaccesible a los mortales.
tengan mancha. En Ez. 46, 4, en la reconstruc­ Hay cinco textos en los cuales se la presenta
ción alegórica del futuro, la ofrenda es de seis personificada. En Job. (28, 20-27) la sabiduría,
..corderos y . un . carnero. En la diáspora, al me­ inaccesible y en íntima unión con Dios, suele
nos en períodos posteriores, se celebraban re­ ser considerada como un atributo en la crea­
uniones en las sinagogas en las que se tenían ción. Esa misma personificación se halla en
oraciones especiales (cf. Act. 13, 14 s.; 15, 21: Bar. 3, 9-4, 4, donde la Ley equivale a la ma­
16, 13). En realidad, ya desde el principio pre­ nifestación más evidente de la sabiduría que
domina siempre en el sábado el concepto reli­ puede darse para los hombres (Bar. 3, 37). En
gioso. El descanso del sábado es una especie Prov. 8, 22-36 y en Lelo. 24, 1, 47 (cf. 4,
de ofrenda que el pueblo hace a Dios (Ex. 16, 11-22) es presentada como algo distinto, como
23; 20, 10; Lev. 23, 3; Dt. 5, 14). con una personalidad propia. Pero adviértase
[A. P. - F. S.] que en otros lugares de Prov. se halla la mis­
BIBL. — J. H ehn, Siebcnzahí und Sabbat bei den ma personificación de la sabiduría, en la que
Babytoníern und im A. T., Leipzig 1907; Í d ., Der podría entenderse de una simple sabiduría abs­
israelí 1:sclie Sabbat. Münstcr 1909; F. N o t s c h e r , B i -
blische Altertumskumle, Bonn 1940, p . 350 s s .: B. C e ­ tracta (9, 1-6) y que también respecto de la
lada, en Scíarad. 10 (1950) 3-25; 12 (1952) 31-58. insensatez (stultitia) se recurre a una prosopo­
peya semejante (9, 13-18). La más sublime per­
SABÁTICO (Año), — A semejanza de los días, sonificación la hallamos en Sab. 7, 22-8, 1;
también los años estaban divididos en ciclos de este último texto, rico en adjetivos muy ex­
siete años entre los hebreos. Cada séptimo año presivos difícilmente aplicables a una cualidad
se llamaba sabático. En él estaba prescrito el humana, ha sido uno de los más aprovechados
descanso del campo; los productos espontá­ por los apologistas y por los teólogos para
neos se dejaban para los pobres y para el probar la existencia eterna del hijo de Dios.
ganado (Ex. 23, 10). En Lev. 25, 3-7, se con­ Los escritores modernos (Vaccari, Lebreton,
cede ese derecho también al dueño y al foras­ Heinisch, Ceuppens, Van Imschoot, etc.), están
tero. La remisión de las deudas y el perdón de acuerdo en ver en estos fragmentos sola­
general sólo se lee en Dt. 15, 1 ss., que limita mente una personificación poética (prosopope­
su participación en favor exclusivo de los is­ ya) de un atributo divino.
raelitas. No obstante, en sentido pleno se admite
La ley atendía a que se recordase el domi­ en ellos una alusión a la segunda persona de
nio de Dios sobre el suelo, que debía descan­ la Santísima Trinidad, alusión intentada por
sar en su honor, y la perfecta igualdad que Dios y revelada en los escritos inspirados del
existe entre los hombres, que en ese año te­ N. T., como, por ej., cuando San Pablo aplica
nían igual derecho a los medios necesarios para al Verbo encarnado los mismos términos em­
la subsistencia. Es evidente el carácter idealista pleados en el A. T. para la sabiduría; cf.
de tal disposición, que había de producir no Heb. .1, 2 s.; Col. 1, 15 s., etc. [A. P.]
pocos inconvenientes prácticos, que se ponen
B IB L . — A . Vaccari, II concet/o delía Sapíenza
en evidencia en las diferentes ocasiones en que nell'A. T.. en Gregoriamnn, 1 (1 9 2 0 ) 2 1 8 -5 1 ; P. H ei­
se menciona su aplicación (cf. I Mac. 6, 49-53 ; nisch. Teología ciel Vecchio Testamento, tracl. ital.,
T o r in o 1950, pp. 1 1 4 -2 0 ; R . V an I.mscmoott, Sagesse et
FI. Josefo, Ant. XI, 343; XV, 7). Parece espnt dans VA. T.. en R B , 47 (1 9 3 8 ) 2 3 - 4 9 ; H . R e­
que esta ley no se observó durante el tiempo nard, Le Hvre des Provcrbes (La Ste. Bible, ed . P i-
que precedió a la cautividad (II Par. 36, 21 : rot V I ), París 1946, p. 79.

Neh. 10, 32). [A. P.] SABIDURÍA (Libro de la). — Libro didácti-
BIBL. — A. C l a .m e r , La Ste. Bible (ed. Piren 2). copoético del Antiguo Testamento, llamado en
París 1940, pp. 182 s. 610 ss.
la Biblia griega ^or/ua ^aAo//cí>vos, y en las la­
SABIDURÍA. — En los libros históricos y tinas Liber Sapientiae o Sapientia. Distínguense
proféticos del Antiguo Testamento se habla de en él tres partes.
521 SA C E R D O C IO (A . T .)

I. (Ecc. 1*5). Exhortación a practicar la jus­ filosofía griega; pero en vano. Sab. 3, 20 no
ticia o la religión; motivos para hacerlo; opo­ habla de preexistencia de las almas, sino que
sición entre la suerte final de los buenos y de afirma tajantemente la superioridad del alma
los malos, premio de los justos y castigo de sobre el cuerpo; en Sab. 11, 17 la materia
los malos en la vida futura. amorfa (apopaos v\tj) no es la materia eterna,
II. (ce. 6-9). Naturaleza de la sabiduría y sino la creada (Gén. 1, 1) preexistente en la
bienes que la siguen. El autor explica qué es la intervención ordenadora de Dios (Gén. 1, 2).
sabiduría hablando en nombre de Salomón, el El libro fué compuesto para los hebreos que
sabio por excelencia. vivían en Egipto: las múltiples alusiones, sólo
III. (cc. .10-19). Conozcamos la sabiduría comprensibles de los hebreos, a la historia del
y su acción en las almas: su cometido en la Éxodo de Egipto, la destrucción de la idola­
historia de Israel, a la que se contrapone la de tría (pensemos en la Zoolatría: Sab. 12, 24;
los. cananeos y la de Jos egipcios,...severamente, .15, 18), el continuo comparar la suerte de los
castigados por Dios (11-12). Luego viene un israelitas con ía de los egipcios, es un indicio
largo estudio sobre el politeísmo; descríbese la claro de que el libro iba dirigido a la diás-
idolatría en sus orígenes y en sus manifesta­ pora hebrea del valle del Nilo. Las diferentes
ciones: Animismo (13, 1-9); fetichismo (13, alusiones (Sab.. 2, 1-20; 15, 14) de un grave
10-14, 11); apoteosis de hombres ilustres (14, peligro de persecución de los hebreos obliga a
12-21); corrupción que va con la idolatría poner la composición del libro en el tiempo
(14, 22-31), y superioridad del monoteísmo he­ de Tolomeo Alejandro (106-8 a. de J. C.) y de
breo (15, 1-19). El libro se cierra (16, 1-19, Tolomeo Dionisio (80-52 a. de J. C.), o sea
22) con un nuevo parangón entre los israelitas entre el 88 y el 50.
y los egipcios, recapitulando todo cuanto está El autor no es Filón (20 a. de J. C. - 40 desp.
expuesto en el Éxodo acerca de Ja salida de de J. C .; cf. Jerónimo, Ph 28, 1307-08 y algún
Egipto de los primeros y de su vida en el moderno; Fr. Pérez, B. Motzo); las doctrinas,
desierto. y el estilo son notablemente diferentes de las
Las tres partes se distinguen también por de Filón: y no se puede decir que los roma­
los diferentes aspectos bajo los cuales se con­ nos hubiesen obrado «tiránicamente con el
sidera y se desarrolla el concepto de la sabidu­ pueblo de Dios» (Sab. 15, 14) antes de Ves­
ría. En la primera predomina la sabiduría como pasiano.
virtud moral, casi identificada con la justicia «Es muy verídico que en los cc. 7-9 el autor
(cf. 1, 1-15; 3, 1 ; 5, 6); en la segunda parte, habla y escribe como si fuese Salomón, rey de
además de ser la madre de todas las virtudes Israel..., pero se trata de un inofensivo arti­
(8, 7.9.10; 9, 9-18), está personificada como ficio literario empleado en las antiguas litera­
atributo divino (7, 22-27); en la tercera parte turas, una especie de prosopopeya para comu­
se insiste en el carácter objetivo de Ja sabidu­ nicar al discurso mayor atractivo y eficacia»
ría como fuente de inmensos bienes para los (A. Vaccari).
hombres. «No cabe dudar de que el libro fué escrito
Son importantísimas algunas prescripciones primitivamente en lengua griega, la lengua que
doctrinales que se enseñan aquí explícitamente. usaban los judíos en Egipto, especialmente en
San Pablo para describir el divino Verbo en­ Alejandría. Nótase en él. no sólo el colorido-
carnado se sirve de expresiones y de concep­ enteramente griego del lenguaje y del estilo,
tos que emplea el autor de nuestro libro para sino además el reflejo d¿ las escuelas (filosófi­
la sabiduría como atributo de Dios (Heb. 1, 6; cas y de las costumbres de la docta Grecia
I Cor. 2, 7-16 y Sab. 9, 11-19); otro tanto su­ pagana» (A. Vaccari). [A. P.-F. S.]
cede en la descripción de la vida eterna de los B IB L . — A . V accari, J libri p o e tic i , R o m a 1 9 2 5 ;
justos, también en el N. T. (Mt. 13, 43 y Sab. pp. 2 9 7 -3 2 6 ; G. G irotti, I Sapienziall (L a Sacra Bib-
.3, 7; Rom. 8, 18 y Sab. 3, 5; I Cor. 6, 2 y de bia, 6), T o r m o 1938, p p . 2 4 5 -3 4 4 ; J. WEBER> Le livf f
la Sagesse (L a S te . Bible, e d . P ir o t-C la m e r , 6),
Sab. 3, 8; Mt. 24, 29 s .; 25, 34 y Sab. 5, París 194 6 , p p . 365-528.
15-23); en la descripción de lá posibilidad de
llegar al conocimiento de Dios a través de las SACERDOCIO (A. T.). — Lo mismo que en
criaturas (Sab. 13, 4-9 y Rom. 1, 20), de la todas las religiones (a excepción de algunas que
providencia divina (Sab. 12, 12-15; 15, 7 y toman actitud de reacción reformista, como el
Rom. 9, 19-23), de la corrupción del paganismo budismo frente al brahamanismo, el islamismo
(14, 22-27 y Rom. 1, 22-32). frente al politeísmo, el protestantismo tradicio­
Algunos protestantes han intentado hallar en nal), en la religión revelada de la Biblia, pri­
c] errores provenientes de la influencia de la meramente limitada a Israel , con la «alianza»
SACERDOCIO (A. T.) 522

mosaica, luego espiritualizada y universalizada dote por excelencia o sumo sacerdote, y tam­
por Jesucristo, está en sumo honor el sacer­ bién a sus hijos; pero a éstos sólo mediante
dote, que es mediador entre Dios y la huma­ la aspersión (Éx 30, 31; Lev. 7, 35; 10, 7) y
nidad, reconocido por la comunidad de los el sacrificio de investidura (Millu'im: Lev. 7,
■creyentes como promotor y guía de las creen­ 37; 8, 22.28.31): constituir sacerdote se decía
cias y de las prácticas religiosas, encargado de millé'¡ád «llenar la mano» (Éx. 28, 41 ; 29, 9;
enseñar la fe y de ejercer oficialmente el culto. Lev. 8, 33; 16, 32; Núm. 3, 3, etc.). Esta
Siendo el sacerdote algo que está esencialmen­ consagración debía valer para todos los des­
te relacionado con el sacrificio, no puede haber cendientes (Éx. 40, 13 [15]); y en realidad no
sacerdocio propiamente dicho en las religiones se vuelve a hablar de nueva unción para los
que desconocen o rechazan el sacrificio. En úl­ sacerdotes posteriores. El sumo sacerdocio se
timo análisis, el sacerdocio lleva consigo un transmitió al primogénito de la familia, mien­
poder de santificación -(consagrar,- bendecir, sa­ tras los otros aronitas permanecían como sim­
crificar o realizar equivalentes ritos propicia­ ples sacerdotes; y los demás miembros de la
torios), o sea de asegurar el contacto o las re­ tribu de Leví permanecían adjuntos al culto
laciones con el poder divino. como ayudantes de los sacerdotes (v. Levitas).
En Israel, el sacerdote (Kóhén, forma de La escuela de Wellhausen vió en la unifica­
participio, probablemente «el que está en pie» ción del sacerdocio en Arón y en sus descen­
o «el que asiste»: cf. Dt. 10, 8 y 18, 7) aparece dientes una ficción posterior a la cautividad
en tiempo de Moisés. Lo que el Pentateuco (Ez. 44, 5-31) proyectada sobre los orígenes de
refiere en torno al sacerdocio premosaico se la historia de Israel; dicen que tal iegitimismo
inserta en la historia general de las religiones: hereditario está desmentido por los sacrificios
en los tiempos más remotos era cualquiera que que fueron ofrecidos por hombres no descen­
ofrecía sacrificios privados (Gén. 4, 3 ss.); lue­ dientes de Arón (Núm. 3, 10; 18, 7; Jos. 17,
go sacrificaba el representante de la colectivi­ 5. 12; I Sam. 2, 28; I Re. 12, 31; 13, 34;
dad : el cabeza de familia o de la tribu (Abra- II Par. 13, 9; 26, 18). Pero tales sacrificios,
ham: Gén. 12, 8; 15, 8-17; 18, 23; Isac: fuera del santuario único, prescindiendo de los
<3én. 26, 25; Jacob: Gén. 33, 20; Job. 1, 5), que representan un culto puramente privado,
el rey (Melquisedec: Gén. 14, 18). Aparecen son debidos a la necesidad (I Sam. 13, 12) y
huellas de un sacerdocio profesional premo­ al mandato extraordinario de Dios (Jue. 6, 24-
saico (Éx. 19, 22 ss.; cf. Éx. 3, 1: Jetró el 27; I Re. 18, 30-39) o se celebran con la inter­
madianita: de ahí la teoría de B. Stade, Storia vención de sacerdotes (I Re. 8, 62-64). Es igual­
del popolo d'Israel, trad. it. 1897, p. 168, sobre mente arbitraria la afirmación de que la gra­
que Moisés tomó el sacerdocio de los quíneos duación jerárquica de los ministros del culto se
árabes). Pero poco o nada se sabe sobre el introdujo en Israel durante la cautividad de Ba­
origen de tal sacerdocio (¿Egipto? cf. Gén. bilonia o después de ella.
41, 15), sobre los titulares del mismo (F. Hum- Los requisitos esenciales para el sacerdocio
melauer, In Exodum et Leviticum, 1897, p. 6, eran: la descendencia de Arón, que podía de­
hizo sus conjeturas, apoyándose en Éx. 32, mostrarse mediante las tablas genealógicas (Éx.
Núm. 27 y 36, en favor de la tribu de Mana- 2, 12.63; Neh. 8, 63.65), la exención de muti­
sés), sobre su cometido y sus ritos (¿tienda? laciones o defectos corporales (Lev. 21, 16-23),
¿Sacrificios y culto ante el becerro de oro?). la pureza ritual (Lev. 22, 1-9), una conducta
Después de establecerse la alianza teocrá­ irreprensible y una vida familiar sin tacha y
tica, Moisés unifica las funciones del culto en deshonra (Lev. 21, 7-9; Ez. 44, 13-22). Los
su tribu de Leví, y el sacerdocio en la familia tannaítas del s. i elevaron a 142 las «irregu­
de su hermano Alón. Moisés, después de haber laridades» que excluyen de las funciones sacer­
celebrado los ritos y los sacrificios de la alian­ dotales (Bekhoróth, VIII). Según el Talmud
za (Éx 24, 4-8) y de haber consagrado el sa­ babilónico (Huitín, 24 b) el servicio sacerdotal
grado tabernáculo y ofrecido en su atrio los se inicia a los 20 años, después de una prepa­
primeros holocaustos (Éx 40, 15-37) por orden ración adecuada ; pero en la Biblia no se de­
divina confirió el sacerdocio a Arón y sus des­ termina edad, ni siquiera para el sumo sacer­
cendientes, llamados directamente por Dios (Éx. dote. Puede admitirse que se aplicase a todos la
27, 21; 28, 1). En el aniversario del Éxodo de edad Ievítica (30, 25 y al fin 20 años). Durante
Egipto, Moisés consagró (literalmente «santifi­ el período del servicio activo los sacerdotes de­
có» quiddes: Éx. 29, 1 ; 40, 13) a Arón ungién­ bían abstenerse de las demostraciones externas
dole la cabeza (Éx. 29, 7; Lev. 8, 12; como de luto, del vino, del uso del matrimonio
a los reyes: I Sam. 10, 1 ; 16, 13), como sacer­ (Lev. 10, 8-11 ; I Sam. 21, 5). Durante el ser­
523 SACERDOCIO (N. T.)

vicio en la ofrenda de sacrificios debían ves­ 14; Núm. 18, 15-24) y de los votos (Núm. 18,
tirse con indumentaria especial (Éx. 28, 40 ss.; 14), por el dinero del rescate de los votos (Lev.
29, 8 s.); calzones de lino, una túnica blanca 27, 2-25), por los donativos de los fieles (Núm.
más un cinturón de color con el que podían 5, 10), por la participación en el botín de gue­
darse varias vueltas alrededor del talle, y un rra (Núm. 31, 28-54). Estaban totalmente exen­
turbante de lino blanco (FI. Josefo, Ant. VII, tos de los impuestos y del servicio militar
2 s.). Para salir al atrio exterior debían mu­ (Esd. 7, 24).
darse de ropa «para no santificar al pueblo con Los sacerdotes de Israel fueron frecuente­
sus vestiduras» (Éx. 44, 19). mente indignos, infieles (ya en los comienzos,
El servicio de los sacerdotes consistía en los dos hijos de Arón, Nadab y Abiu: Lev.
«andar por delante y por detrás en la presen­ 10, 1-5) y corrompidos (los hijos de Helí: I
cia de Yavé» (I Sam. 2, 30), ofreciendo los sa­ Sam. 2, 12-25; después de la cautividad: Esd.
crificios cruentos y los incruentos (Lev. 1-7), 9, 1; T í MácVA, 14).' Los profetas recrimina- -
atendiendo al altar de los aromas (Éx. 30, 7; ron muchas veces la desidia y los vicios de
II Par. 26, 18; Le. 1, 9), cuidando del cande­ los sacerdotes (Is. 28, 7; Mi. 3, 11; Jer. 23,
labro de siete brazos (Éx. 27, 21; 30 ; 7; Lev. 11,33; Mal. 1, . 6-10.; 2, 7 ss.) e incluso los
24, 4), la tabla de los panes de presentación reyes (II Re. 16, 10; 21, 4). Pero también se
(Lev. 24, 8) y las restauraciones del Templo consignan nobles ejemplos de virtud y de celo
(II Re. 12, 9). Los sacerdotes debían, además, (II Pan 26, 16-20; 29, 3-36 (reformas de Eze-
purificar a las mujeres después del parto, a los quías]; 34, 29-33 [reforma de Josías]; Neh. 9,
leprosos curados (Lev. 12, 6 s .; 14, 2-53). Uno 38-10, 39), y sacerdotes eran los grandes refor­
de sus cometidos más graves era el instruir y madores Jeremías, Ezequiel, Esdras. En el tiem­
guiar al pueblo en la Ley (Lev. 10, 11; II Par. po de los asmoneos las altas jerarquías sacer­
17, 7 ss.; Os. 4, 6; Mal. 2, 6 s.), esclarecer y dotales seguían a los saduceos (Act. 5, 17); los
aplicar sus prescripciones. Administraban la jus­ demás fueron quedando poco a poco absorbi­
ticia con poderes coercitivos (Di. 17, 8-13; dos o aventajados por los escribas.
21, 5; Is. 28, 7; II Par. 19, 8-11). Impartían Con el cese de la economía mosaica y la
la bendición sacerdotal (Lev. 9, 22; Núm. 6, destrucción del Templo único (año 70), el
22-27). Podían conmutar y anular los votos sacerdote israelita perdió toda su razón de ser
(Núm. 10-20; cf. Ecl. 5, 4). Eran los únicos (Is. 66, 22; Jer. 31, 14-18). En realidad el
que podían tocar el arca de la alianza y los judaismo ya no tuvo sacerdotes desde enton­
vasos sagrados (Núm. 4, 15). En la guerra ces, sino sólo rabinos (rabbi «maestro mío»),
acompañaban y arengaban al ejército (Dt. 20, que son los que en las sinagogas dirigen el
2 ss.). culto (oraciones y lecturas sagradas), ahora
Con el fin de asegurar la continuidad de su desprovisto de sacrificios. Si bien se perdie­
servicio a los dos altares (holocaustos e incien­ ron las tablas genealógicas, siguen perpetuán­
so), David los dividió en 24 turnos o clases dose, merced a la tradición, los kokanim,
(mahleqóth, eQijfxepíai), 16 de la estirpe de «sacerdotes» que gozan de ciertos privilegios
Eleazar y 8 de la de Itamar (I Par. 24, 2-19), religiosos. Solamente la secta de Falasha, en
las cuales iban turnando en el servicio del Etiopía, tiene actualmente sacerdotes, los cua­
templo de sábado a sábado (II Re. 11, 9; II les ofrecen sacrificios (en los que siempre se
Par. 23, 4; Le. 1, 58 s.). Cada turno estaba reserva para ellos una parte del animal inmo­
presidido por un jefe que muy posteriormente lado), reciben el diezmo de los cereales y el
fué llamado también sumo, sacerdote (I Par. primogénito de los animales. [A. Rom.]
24, 5 ;. II Par. 36, 14; tal vez Mt. 2,. 4). Des­ BIBL. — F. yon H ummelauer, Das vormosaische
pués de la cautividad se restablecieron las 24 Priestertum in Israel, Friburgo Br. 1899; O. Kluge.
clases sacerdotales con los antiguos nombres Die Idee des Priestertums in Israel-Juda und im Ur
christentum, Leipzig 1906; F. X. K ortleitner, Archae-
(Esd. 2, 36-39; Neh. 7, 39-42). Siempre hubo logia biblica, Innsbruck 1917, pp. 150-214; A. C.
oposición entre las dos estirpes sacerdotales de W elch, Prophet and Príest in Oíd Israel, Londres
1934; J. H oechander, The Priests and Prophets, Nue­
Eleazar y de Itamar. va York 1938; A. R omeo, II Sacerdozio di Israele. en
Los sacerdotes habían sido excluidos de la Enciclopedia del Sacerdozio. Firenze 1953, pp. 393-498.
posesión hereditaria del territorio que se repar­
tió entre las tribus (Núm. 18, 20), pero podían SACERDOCIO (N. T.). — El sacerdocio cris­
comprar propiedades privadas (I Re. 2, 26; tiano, fundado por el Redentor, Dios y hom­
Jer. 32, 7). Su sostenimiento estaba asegurado bre, es Ja meta y el coronamiento de las as­
principalmente por la parle que sustraían de piraciones y manifestaciones sacerdotales que
iodos los sacrificios (Éx 29, 26-33; Lev. 7, 6- se hallan en la base de casi todas las religio-
SACERDOCIO (N. T.) 524

nes; el punto de llegada y de superación de siones con el sacerdocio judío o pagano: llá­
la organización sacerdotal unitaria del Antiguo maseles episcopi y presbyteri. El título de
Testamento. El Hijo de Dios se convierte al en­ xpecrfivrepos «anciano» (lat. presbyter, de don­
camarse en mediador único, en sacerdote su­ de proviene «preste», término que se ha hecho
premo y definitivo, entre Dios y la humani­ exclusivo en muchas lenguas modernas: pré-
dad. Todo el culto y todo el sacerdocio del tre, priest, priester), muchas veces es equiva­
Antiguo Testamento se sublima en Él, lo mis­ lente a g- lctkottos («vigilante»). Los presbíteros
mo que el tabernáculo o Templo de Israel se eran «segregados» (Ací. 13, 2), como los Após­
sublima en el Cielo, Santuario en el que Jesús, toles (Rom. 1, 1; Gál. 1, 15), como los sacer­
después de su victoria sobre el pecado y sobre dotes de Israel.
la muerte, eterniza el culto místico de su sa­ Cuando menos en el año 100, «en cada ciu­
crificio..redentor, queúnico,_.por.que„es. com­ dad»/!'//.. 1,_.5) .se.colocaba a un solo obispo
pleto, perfecto, y su valor infinito y eterno, al frente de todas las iglesias locales (Ap. 2-
como infinita y eterna es su eficacia (Hebr. 5- 3; epistolario de S. Ignacio); a ellos se les
10). Hebr. y Ap. explican cómo Jesús, cruci­ comunicó en su plenitud la autoridad apostó­
ficado y resucitado, es el supremo sacerdote, lica (Clemente Romano, Ad Cor., 40-42), y
y que es único, porque es eterno, divino y juntamente con ellos al colegio de los «presbí­
eterno; su muerte es el sacrificio, es el cielo teros» (en el N. T. y en los Padres apostóli­
en donde está sentado con gloria, es el templo cos aparecen en plural) que los rodea y ayuda.
que se yergue sobre la .tierra. Pero este sacer­ El obispo, juntamente con los presbíteros, for­
docio espiritual no excluye el culto externo y maba en toda iglesia local el grupo (Ací. 20,
social, antes lo requiere. Jesús (asacerdos suae 18-28 = presbíteros — obispos de Éfeso) de
victimae, victima sui sacerdotii», San Paulino los «prebostes» (jrpolcrrápevoi: I Tes. 5, 12;
de Ñola) transmitió a sus «doce» Apóstoles Rom. 12, 8; cf. I Tim. 5, 17) o «superiores»
su misión sobrenatural de salvación, que jun­ (ijyovp.evoi' Heb. 13, 7-17.24). Más adelante
tamente con el poder de gobierno y de magis­ se inculcará la distinción precisa entre el sa­
terio llevaba consigo el oficio sacerdotal de cerdocio pleno del obispo y el de los simples
mediación y de propiciación (Jn. 20, 21). Es­ presbíteros (Con. Trid., Sess. 23; Denzinger-
pecialmente Ies comunicó, a ellos y a sus su­ Umberg, nn. 957-968).
cesores, «hasta la consumación de los siglos» El poder sacerdotal se comunica mediante
(Mí. 28, 20) el poder de renovar el sacrificio el sacramento del Orden (imposición de las
eucarístico (Le. 22, 19; I Cor. 11, 24 s.), de manos), que imprime indeleblemente en el
bautizar (Mí. 28, 19 s.), de perdonar los pe­ alma el carácter o «sello» del sacerdocio de
cados (Jn. 20, 22 s.; Mt. 18, 18), funciones Jesús, ya que Jesús es el único sacerdote del
que son el ejercicio del sacerdocio de Jesús que, Nuevo Testamento, y los Apóstoles, los obis­
inmolándose a sí mismo, «quita el pecado del pos y los presbíteros no son sacerdotes por
mundo» (Jn. 1, 29) y perpetúa tal sacrificio y título propio, sino únicamente en cuanto son
lo aplica mediante los sacramentos. Entre los los continuadores y como embajadores de
cristianos se perpetúa «el misterio de la recon­ Jesucristo (II Cor. 5, 17-21; cf. I Cor. 4, 1).
ciliación», idéntico al de Cristo (II Cor. 5, Así como todo Israel estaba ya investido de
17-21): el ministerio de los Apóstoles y de una misión sacerdotal entre los pueblos (Ex.
sus sucesores es, juntamente con el de Cristo 19, 6), así todos los cristianos constituyen el
sacerdote, uno de los dos aspectos de la re­ «regio sacerdocio» (I Pe. 2, 5 ; Ap. 1, 6; 5, 10)
dención del mundo. mediante su participación de Cristo, sellada
Los Apóstoles, «ministros (v-epérai) de con el carácter bautismal y del santo crisma;
Cristo y distribuidores (<nxovó//o<) de los mis­ son mediadores entre Dios y la humanidad in­
terios de Dios» (I Cor. 4, 1), transmitieron su fiel, dirigiendo hacia Dios toda su vida y su
autoridad, prolongación de la de Cristo en el acción, y ofreciendo el sacrificio eucarístico
tiempo y en el espacio, a fieles anteriormente mediante el sacerdote consagrado y en unión
elegidos mediante la imposición de las manos con é l; pero tal sacerdocio ha de entenderse en
(Ací. 13, 3; 14, 22; I Tim. 4, 14; 5, 22; II sentido lato e indirecto, pues los simples fieles
Tim. 1, 6). Pero el título explícito de lepevs no son «distribuidores de los sacramentos de
del N. T. queda reservado para Cristo, que es Dios». Los protestantes, al propugnar la igual­
el único sacerdote. Hasta la segunda mitad del dad democrática entre todos los cristianos, nie­
s. ii jamás se da el título de lepeíx; a los su­ gan las prerrogativas del apostolado y todo
cesores de los Apóstoles, participantes del sacerdocio propiamente dicho en el seno del
sacerdocio de Cristo, incluso por evitar confu­ cristianismo (Lulero, De captivitate babylonica,
525 SACRIFICIO

en Opera omnia, ed. Weimar, t. VI pp. 561- resplandece en la gloria celestial (Ap. 5), único
566). Después de Lutero se reivindica la base sacerdocio que ofrece un sacrificio perfecto y
del poder y de la autoridad religiosa en fa­ salvador (Heb. 9-10); y de él participa para
vor de Ja comunidad, con exclusión de todo ejercerlo entre los fieles. Es inmensamente su­
mediador y todo superior de derecho divino: perior al mosaico (II Cor. 3, 7 ss.), pues con­
todo bautizado y creyente es sujeto y fuente tinúa y aplica la redención de Cristo (II Cor.
exclusiva del sacerdocio, supuesto que la re­ 5, 17-21), e irradia su verdad, su vida (Jn. 1,
ligión es un «asunto privado» que se explica 6 ss.; 17, 7; Flp. 2, 17), su amor (Jn. 21, 15 ss.).
cumplidamente en la vida religiosomoral del La misión sacerdotal es ensalzada en el N. T.
individuo. Entre los protestantes, el párroco o como luz, conservación de la vida, legación y
ministro del culto, que se reduce a la predica­ función divina, continuación necesaria de la
ción- y al -símbolo - bautismal, -llega- a ser tal., por obra salvadora de. Jesús (Mt. 5, 13 ss.; 9, 38;
encargo o elección de la colectividad, que lo I Pe. 5, 2; I Tim. 5, 12-17; II Tim. 2, 3 s.,
elige de entre los más aptos por su cultura. etcétera). De tan sublime dignidad provienen
En el tiempo de los Apóstoles, la consagra­ deberes de santidad y de abnegación, que se
ción sacerdotal del nuevo presbítero era con­ inculcan especialmente en las epístolas pastora­
ferida por el colegio de los presbíteros durante les: conservar la gracia de la vocación y co­
una solemne asamblea litúrgica mediante la im­ rresponder a ella (II Cor. 4, 6; II Tim. 1, 6-
posición de manos y la oración (Act. 13, 3 ; 14), llevar una vida irreprensible (I Tim. 4, 12
c. 6, 6; I Tim. 4, 14; 5, 22; II Tim. 1, 6). ss.; 6, 11 ss.; II Cor. 6, 3 s.), prudencia (II
En el s. ii ya se había desarrollado el rito, Tim. 2, 1 ss.), humildad y abnegación (I Cor.
especialmente en la liturgia romana. El más 3, 7; Gál. 1, 10), amor a Cristo y confianza en
antiguo formulario que se conoce está en la Dios (II Cor. 4, 7 ss.); paciencia y amor al
Traditio Apostólica (año 200) de San Hipólito prójimo (II Tim. 2, 22 ss.). [A. Rom.]
de Roma: imposición de las manos del obispo
BIBL. — A. H arnack, Entstehung und entwick-'
consagrante y de- los presbíteros presentes liing der Kirchenverfassung und des Kirchenrechtes in
sobre la cabeza del elegido, con una oración den zwei ersten Jahrhunderten, Leipzig 1910; E. R uf-
fin i , La Gerarchia delia chiesa negli Atti degll Apos­
de consagración elevada por el obispo a Dios toli e nelle lettere di s. Paolo, Roma 1921; H. D iech-
Padre. Este rito se propagó considerablemente. mann, Die Verfassung der Urkirclie, Berlín 1923;
En el 350 el Sacramentario de Serapión (n. 27) A. M édemelle , en DBs, II, col. 607-13. 653-60. 688-
73; A. E hrhard . Urkirche und Frühkatholizismus,
presenta una breve oración análoga para ser Bonn 1935; F. B üchsel , Die Verfassung der Kirche in
pronunciada sobre los ordenados durante la der Apostelzeit, en Allgcm. ev.-lutiter. Kirchenzeitung,
68 (1935) 122-27. 147-53; K. L. S chmidt , Le ministére
imposición de Jas manos: y también es análogo et les ministéres datts ¡‘Eglise du N. T., en RHPhR, 17
el rito que figura en Constit. Apóstol. VIII, .16, (1937) 313-36; A. R omeo, Jl Sacerdozio Cristiano. en
Enclclop. d. Sacerdozio, Firenze 1953, pp. 499-579. Res­
año 400 (ed. F. X. Funk, 1905, I, pp. 250 ss.; pecto de la cuestión de la identidad obispos-presbíteros:
II, PP- 188 ss.), y más adelante, año 420,. F. Puzo, Los obispos presbíteros nel N. T., en EstB. 5
(1946) 41-71; C. S picq , Les Epitres Pastorales, París
en el Testamentum Domini (ed. J. E. Rahma- 1947, pp. 84-97. * C. S picq, El sacerdocio de Cristo en
ni, 1899, pp. 68 s.). El Seudo Dionisio (h. 500) la epístola a los Hebreos, en CB (1955), pp. 146-151.
en una interpretación mística del rito hace men­
ción de la lectura de los nombres y del beso SACRIFICIO. — Como todas las religiones, la
final de paz (Eccl. Hier, en PG 3, 509.516). hebrea tenía también sus sacrificios, o sea ofren­
El rito romano antiguo se halla descrito en das que se hacían a Dios, incluyesen o no
el Sacramentarium Leonianum (s. vi), en el incluyesen el concepto de inmolación.
Sacramentarium Gregorianum (s. vm), y en los Era costumbre de ofrecer sacrificio a la di­
Ordines Romani (siglos vm y ix). La unción vinidad como señal perfectísima de adoración,
de las manos proviene del rito galicano (Statuta y aparece ya en los orígenes del hebraísmo.
Ecclesiae antiqua de San Cesáreo de Arlés, en Los conceptos fundamentales que acompañan
PL 56, 879 ss.). En el siglo ix aparecen fusio­ a Ja ofrenda son, al parecer, la adoración de
nados los elementos romanos y los galicanos Dios, la comunión con Dios y la expiación de
en el rito milanés, que practica la vestición de culpas.
la casulla, llevado a Roma en el s. x, junta­ No pocas veces se habla del sacrificio en
mente con la entrega de los instrumentos (cá­ la Biblia (Gén. 8, 21; Lev. 3, 11.16; 21, 8.17,
liz y patena). 21 ss.; 22, 25, etc.), como de un alimento de
Habiendo sido constituido por vocación di­ Dios. Trátase de un antropomorfismo que ex­
vina (II Tim. 1, 9-10; Hebr. 5, 4), el sacerdote presa la complacencia de Dios, en cuanto acep­
del N. T. participa del sacerdocio de Cristo, ta la ofrenda del fiel, que en honor suyo se
único y eterno (Heb. 7, 24 s .; 8, 1, ss.), que priva de una cosa de su propiedad.
SACRIFICIO 526

El sacrificio es esencialmente un «don» El rito llevaba consigo la «confesión» del pe­


(Hebr. minháh) o una • «ofrenda» (Hebr. qor- cado y suponía la reparación del daño. La
ban) que se hace a Dios de los propios bienes ofrenda cancelaba la impureza levítica (Lev.
como prueba de reconocimiento y agradeci­ 12, 6; 15, 14.20) y las diferentes transgresiones
miento. Los diferentes sacrificios cruentos en morales debidas a debilidad o error -(Núm.
los que se mataban animales se clasificaban en 15, 27 ss.), no las que eran fruto de una ma­
tres especies: holocaustos, sacrificios pacíficos licia deliberada. El oferente imponía las ma­
y expiatorios. nos sobre la cabeza del animal para simbo­
El holocausto (griego bXoKavrujxa o también lizar la transferencia de la culpa, y luego se
oAofca-urtocrL?: Vul. holocaustum, holocauto­ prácticaba un rito que se regulaba según nor­
m a . hebr, ’ólñh, .estaba constituídq, .según in­ mas.más categóricas que _.de__.costumbre,las.
dica su nombre griego, por la destrucción com­ cuales variaban según la calidad del oferente
pleta del animal en honor de Dios; es la (Lev. 4, 1-6, 7; 7, 1-10; Núm. 15, 22 ss.). Pa­
ofrenda integral (Hebr. kalil), con la que el ra el día kippür o expiación (v.) estaban pres­
hombre intentaba su completa entrega a Dios critos solemnes sacrificios expiatorios para to­
(Lev. 1, 3). Salvo la piel, todo se consumía: da la colectividad y además se inmolaba un
la carne se quemaba y la sangre se esparcía macho cabrio en todos los novilunios, en Pas­
alrededor del altar. Este sacrificio era ofrecido cua, en Pentecostés y durante la fiesta de los
por personas privadas y también por la co­ Tabernáculos. En II Mac. se hace mención de
lectividad. Todas las mañanas y todas las otro sacrificio expiatorio por los difuntos.
tardes se ofrecía un cordero en holocausto por Con el sacrificio propiamente dicho se unía
todo el pueblo .(Ex, 29, 38-42). El rito se des­ la ofrenda de manjares y de bebidas (hebr.
cribe minuciosamente en Lev. 1, 1-17; 6, 8- minháh y nesek), y también la de incienso y
13; Núm. 15, 3-9; tenía en él una parte nota­ otras sustancias aromáticas. Gustábase de ver
bilísima el esparcimiento de la sangre (Lev. 1, en el humo que suFgía del altar del incienso el
11; cf. Lev. 17, 14; Dt. 12, 23). símbolo de la oración que se eleva hacia Dios
El sacrificio pacífico o salvador (hebr. zebah (cf. Sal. 141, 2; Le. 1, 10); y las ofrendas de
Selámin, o sólo Selámin) es el que ofrecían comestibles, claramente determinados por la
personas ya reconciliadas con Dios, en acción ley (Núm. 5, 15; Lev. 2, 1 ss.), y la de las be­
de gracias o para alcanzar alguna gracia. Se bidas, eran muy a propósito para expresar el
hace resaltar en él la comunión y la amistad agradecimiento por el pan cotidiano y la co­
entre Dios y el oferente, que consumía una munión con la divinidad. En algunos casos es­
parte de la víctima en un banquete familiar. pecíficos estas ofrendas constituían de por sí
La grasa se quemaba en honor de Dios; y de un sacrificio incruento. Los sacrificios incruen­
lo que sobraba, una parte (el pecho y la pier­ tos no son menos antiguos que los cruentos (cf.
na) pertenecía por derecho al sacerdote, y lo Gén. 4, 3; 14, 18).
demás era la carne que después de quedar Leemos de un modo especial en el Levítica
consagrada era consumida por los oferentes, normas minuciosísimas acerca de varios actos
con tal que se hallasen en estado de pureza le­ o ceremonias que acompañaban al rito, y
gal (Lev. 7, 19 ss.). Al banquete podían ser acerca de las cualidades que habían de reunir
invitados los parientes y también otras perso­ las víctimas que estaban prescritas para cada
nas, particularmente los pobres (Dt. 12, 12. caso. Es difícil precisar el desenvolvimiento de
18; 16, 11 ss.). tales ceremoniales.
Con el sacrificio de expiación (hebr. kippür) La religión legítima de Israel condena toda
iba unida de un modo especial la idea de una clase de sacrificios humanos (Lev. 18, 21; 20,
reconciliación entre Dios y el pecador (Lev. 4, 2-5; Dt. 12, 31; 18, 9 ss.; y muchas veces
20; 5, .13; 9, 7). La Biblia distingue entre en los profetas); son una impiedad de los
sacrificio por el pecado (hebr. hatá’áh) indi­ cananeos y están severamente prohibidos. Prac­
cado para los pecados de comisión que no ticáronse en la religión popular (v.), como con­
menoscababan los derechos del prójimo; y secuencia de la contaminación sufrida por la
sacrificio por el delito (hebr. ’ásám), para ex­ influencia cananea (cf. I Re. 16, 34; II Re.
piar los daños causados al prójimo por omi­ 16, 3; 21, 6). El sacrificio de la hija de Jefté
sión o por comisión injustas (sacrificio de la (v.) es efecto de un voto inconsiderado y obra
enmienda). En éstos una parte de la víctima se de un nido guerrero (Jue. 11, 30 ss.). Son se­
quemaba sobre al altar, otra cedía en favor veras las condenaciones, frecuentemente repe­
del sacerdote y lo restante debía quemarse en tidas por los profetas (Mi 6, 7; Jer. 7, 31 ; 19,
despoblado. 5; 32; 35; Ez. 16, 20 ss.), las cuales son una
527 SADUCEOS

prueba documental de que tales ritos abomina­ 18, 16; 24, 6)) nombró, probablemente, como
bles se dieron entre los adoradores de Yavé, sacerdote a Sadoc o al padre de éste, Ajitob
y de lo ajenos que eran al verdadero espíritu (II Sam. 8, 17; I Par. 18, 16). David permitió
de la religión hebrea. que tanto Abiatar como Sadoc ejercieran la alta
Las expresiones de los profetas (Is. 1, 11- función, tal vez con tareas algún tanto distin­
15; Jo*. 7, 21-23; Os. 6, 6; Am. 4, 4 ss.; tas (cf. I Par. 15, 11; 16, 39 s.). Al menos
5, 21-25; Mi. 6, 6-8, etc.), que parecen una durante los primeros años del reinado no apa­
condenación de toda forma de culto externo y, rece antagonismo alguno entre ellos; ambos
por tanto, de los sacrificios, van dirigidas con­ asisten al rey durante el revuelo de Absalón
tra la errónea mentalidad que reducía toda la (II Sam. 15, 24-29; 17, 15-22; 19, 12). Abia­
--religión—al -simple- culto externo,- y también tar se sumó a los partidarios de Adonias,-y
contra las pésimas disposiciones internas (v. Sadoc se declaró por Salomón (I Re. 1, 7 s.),
Religión popular). Eran una llamada necesaria El intento del golpe de estado de Adonias in­
hacia la esencia de la religión, o sea a una ver­ dujo a la repentina elevación de Salomón al
dadera santidad moral contra las posibles de­ trono, y Sadoc lo consagró (I Re. 1, 39). Muer­
generaciones supersticiosas. Precisamente en al­ to David, el nuevo rey depuso a Abiatar, ha­
gunos libros proféticos de los que más du­ ciendo así que el sacerdocio fuese a parar a
ramente arremeten contra cierta confianza ili­ su única rama legítima (Ibíd. 2, 35). Este
mitada en la exterioridad del rito, hallamos cambio se recuerda muchas veces en el len­
afirmada la legitimidad de los sacrificios (Jer. guaje que emplean los sumos sacerdotes di­
17, 26; 31, 14; 33, 11-18; Mal. 1, 8-14). ciéndose descendientes de Sadoc (cf. II Par.
En el Nuevo Testamento, Jesucristo se lamen­ 31, 10; Ez. 40, 46, etc.). [A. P.]‘
tó, lo mismo que los profetas, de la falsifica­ BIBL. — L. D e s n o y e r s , Histoire du peuple hébreu,.
ción del concepto de sacrificio (Mt. 9, 13 ; 12, II passim; III, París 1930, pp. 211-23.
7). También él se somete a la legislación de
Moisés (Le. 2, 22 ss.; 22, 8 ss.). El mismo San SADOQUITA. — v. Documento.
Pablo, el gran Apóstol de la libertad evangé­
lica, acepta el tomar parte en los sacrificios SADUCEOS. — Una d-j las principales sectas
prescritos para los que habían emitido el voto o «grupos» en que aparece dividido el ju­
del nazareato (Act. 21, 23-26), y desarrolla co­ daismo al principio de nuestra era. Eran ene­
mo ningún otro la teología del sacrificio expia­ migos natos de los fariseos. Hay quien rela­
torio único de Cristo en el Calvario (Rom. ciona su nombre con el adjetivo saddiq (= jus­
3, 25; 5, 6 ss.; Gál. 3, 13; 4, 4, etc.). Es el to), mas parece ser que procede del patroní­
concepto de víctima y de sacerdote aplicado a mico Sadoc, sumo sacerdote en el tiempo de
Cristo de un modo especial en la epístola a los Salomón (1 Re. 2, 35). A veces se les llama
Hebreos (9, 23-10, 18), donde se insiste sobre también Boelusei en los escritos rabínicos, por
la eficacia única y definitiva del sacrificio de la razón del cabeza de familia de la principal ca­
cruz poniéndolo precisamente en relación con sa de los sumos sacerdotes.
las características de los sacrificios de la an­ En la historia se habla por primera vez de
tigua Ley. El rito eucarístico no es más que los saduceos en el tiempo de Juan Hircano
una repetición mística, incruenta, de este úni­ (cf. El. Josefo Ant. XIII, 296 ss.), de quien
co sacrificio (v. Eucaristía). Todos los sacri­ se dice que pasó a su partido abandonando el
ficios de la antigua ley eran tipo, figura y pre­ fariseísmo. Su posición ejerció mucha influen­
paración de este único sacrificio. [A. P.] cia en el tiempo de Alejandro Hircano, acérri­
BTBL. — M . J . I . a g r a n o e , Etudes sur les religiotis mo enemigo de los fariseos, pero su autoridad,
sérni tiques, 2.a ed., París 1905. pp. 247-74; G. B. en cuanto poseedores del sumo sacerdocio, flo­
G r a Y . Sacrifice in the Oíd TestametU, O x f o r d 1925;
A . M é d e b i e l l e , L'expiation dans VA. et le N. T.,
reció de un modo particular durante la ocu­
Roma 1932; I d ., Expiation en DBs, III, col. 1-262; pación romana. Herodes el Grande los per­
P. H e i n i s c h , Teología del Vecchio Testamento, T o ­ siguió por el apoyo que prestaban a Aristóbu-
rm o 1950, pp. 241-51.
lo II. Los saduceos, que tenían sus principales
SADOC. — Sumo sacerdote en los tiempos de partidarios entre la aristocracia y en el alto
David y de Salomón; descendiente de Eleazar clero, desaparecieron con la catástrofe del 70,
(I Par. 5, 34), primer sucesor de Arón en el mientras que los fariseos, que eran bien vistos
pontificado (Núm. 20, 28). Saúl, enojado contra del pueblo, se aseguraron el monopolio en la
Ajimelec (I Sam. 22, 14 $.), padre de Abiatar, dirección espiritual del judaismo posterior.
a quien había pasado la dignidad pontifical Los saduceos se distinguían por ser más to­
(I Sam. 22, 20; 30, 7; II Sam. 8, 17; I Par. lerantes respecto del helenismo y de la cultura
SALMANASAR 528

extranjera en general, e incluso en que mostra­ (Ibíd. 23, 15 s.). Se sabe, no obstante, quo
ban menos aversión a la dominación romana. para evitar inconvenientes prácticos los sadu­
De los textos de Flavio Josefo, que gusta de ceos procuraban fraudulentamente que el 16 de
relacionar las diferentes corrientes judías con Nisán, diera comienzo a la semana, especial­
las filosóficas griegas, puede deducirse que los mente cuando lo podían conseguir con el des­
saduceos eran equiparados a los epicúreos. En plazamiento de un solo día del calendario. Otras
nuestro lenguaje moderno podrían llamarse con pequeñas divergencias se señalan respecto del
cierta elasticidad «modernistas». Creían, sin du­ ritual de la fiesta de los Tabernáculos y del
da, en la existencia de Dios, pero no admi­ día de la Expiación (Kippñr). En caso de coin­
tían la de los ángeles ni la de otros seres es­ cidencia de la Pascua con el sábado, los sa­
pirituales (Act. 23, 8), y, además, negaban la duceos sostenían este principio: «La Pascua
resurrección (cf. Mí. 22, 23; Me. 12, 18; Le. ño anula' al sábado»’, y" prohibían la ejecución
20, 27) y la inmortalidad del alma. La negación de los ritos preparatorios desde el momento
de esta última verdad no está tan abiertamente en que comenzaba el descanso sabático a la
documentada en las fuentes, pero se deduce puesta del sol del viernes. [A. P.]
con seguridad de varias afirmaciones de Fla­ BIBL. —■ J. M. V osté, De sectis Iudaeorum tem­
vio Josefo (Bell. II, 165 ; Ant. XVIII, 16), de pore Christi, Roma 1929, p p . 11-28; M . J. L a g r a n g e .
los Padres (Hegesipo, Tertuliano, Filastrio, Je­ Le Juda'isme avant Jésus-Christ, 3.* ed., París 1931,
pp. 56. 159. 268 ss. 301-306. 333-353 s. 419.
rónimo) y de algunos textos rabínicos. Por lo
demás, semejante postura doctrinal parece que SAFIRA. — v. Amulas y Safira.
debe suponerse ante el razonamiento de Je­
sucristo contra los saduceos cuando prueba la SALEM. — v. Jerusálén.
resurrección (Mí- 22, 29-33).
Según Flavio Josefo (Bell. II, 164; Cf. Ant. SALMANASAR. — Nombre de algunos mo­
XIII, 173), los saduceos tenían un concepto narcas asirios. El primero, sucesor de Adad-
puramente materialista de la historia, de la que Nirari I y padre de Tuculti-Ninurta I, reinó
excluían la intervención divina: «Niegan ro­ desde 1272 hasta 1243 a. de J. C. Consi­
tundamente el destino y niegan que Dios envíe dérasele como primer organizador del milita­
algún mal o proteja contra el mal», sostenien­ rismo asirio. Las gestas de este monarca se
do que todo depende de la voluntad humana. dirigieron ante todo a sofocar rebeliones en
El hecho de que rechazasen en bloque las el septentrión (Urartu), y luego a bloquear la
tradiciones orales era fuente de frecuentes di­ presión jorrea con la conquista de Mitanni.
sensiones con los fariseos lAnt. XIII, 297). Pe­ Hay una inscripción que recuerda su victoria
ro no está demostrado que los saduceos no re­ sobre una coalición de jórreos, jeteos y ára­
conociesen más que el Pentateuco como libro meos (Ahlahmu). Entre sus principales obras
inspirado, como se lee en algunos Padres (Hi­ se menciona la fundación de Calah.
pólito Romano, Philisophumena IX, 29; Orí­ De Salmanasar II (1028-1017) hácese men­
genes, Contra Celsum I, 49; Jerónimo, In Mat­ ción en una inscripción como conquistador de
thaeum 22, 31). las ciudades de Si-na-bu y Ti-i-du en la región
... En la interpretación y en la aplicación de de Nairu, al noroeste de Mesopotamia, ciuda­
las leyes, los saduceos tenían fama de ser más des que después pasaron a estar en posesión
severos que los fariseos. Incluso por eso eran de los árameos.
impopulares. Entre las divergencias litúrgicas De Salmanasar III (858-824), hijo de Asur-
es digna de notarse la que se refiere a la ofren­ banipal, tenemos la célebre inscripción del
da de la primera gavilla de las primicias, que «obelisco negro». Éste es el primer monarca
no pocos exegetas invocan para resolver las asirio que se vió en conflicto con los israeli­
dificultades que sobre la fecha de la Pascua tas. Ya desde su primer año de reinado fué
provienen de los textos de los Evangelios si­ extendiéndose por el otro lado del Eufrates
nópticos y de los de S Juan. Los saduceos hasta Siria, y para ponerle coto se formó la
afirmaban que la ofrenda había de hacerse el gran liga entre Damasco, Jamat y otros reyes
día siguiente al «sábado» (cf. Lev. 23, 11) y no de la región de la costa. También se hallaron
necesariamente el 16 de Nisán, como querían presentes las tropas de Ajab en la gran batalla
los fariseos que identificaban el sábado con el que se dió en Carear (854) entre esta liga y
día de Pascua (15 Nisán). La divergencia re­ Salmanasar. La resistencia de los aliados fué
caía, naturalmente, sobre la fecha de Pente­ tenaz, y el rey asirio hubo de regresar a Me­
costés que tenía que ser el quincuagésimo día sopotamia. Tras repetidos ataques, Salmanasar
después de la ofrenda de la primera gavilla logró en su décimooctavo año de reinado
529 SALMOS

derrotar a Damasco, gobernado entonces por las cánticos de los hijos de Coré (levitas) se
Jazael, y conseguir tributo de los reyes de Tiro desarrollan en torno al culto, al templo, a la
y Sidón, y de Jehú, rey de Israel. También luchó ciudad santa. Los de Asaf son cantos naciona­
no poco en Babilonia de donde logró alejar a les o didácticos; celebran los triunfos o lloran
los caldeos. las derrotas de todo el pueblo, o enseñan
Es poquísimo lo que sabemos de Salmana- verdades morales. La colección anónima con­
sar IV, pero mucho de Salmanasar V (727- tiene, principalmente, himnos de alabanza o
722), sucesor de Teglatfalasar III, incluso por de acción de gracias a Dios. Destácase una
los textos sagradas. Sus principales empre­ colección especial de salmos llamados graduales
sas militares fueron dirigidas contra los re­ (120-134), de índole levítica y nacional.
beldes occidentales. Después de haber conse­ Puede, pues, advertirse que Ja actual colec­
guido la- sumisión de casi todas las ciudades ción de los salmos, fué formándose poco a poco
fenicias, sufrió una derrota naval luchando desde los tiempos de David (h. el 1.000 a. de J.
contra Tiro, que más adelante hubo de rendir­ C.) hasta después de los de Nehemías (h. el 400
se tras un asedio de cinco años. La prin­ a. de J. C.). Durante aquel largo período casi
cipal empresa de Salmanasar V, de la cual en todas las generaciones hubo piadosos poetas
hace mención la Biblia, es el asedio de Sa­ que, inspirados por Dios, derramaron en esos
maria, seguido de la conquista y destrucción himnos sus santos afectos, sus fervientes plega­
de la misma ciudad por obra de Sargón II: rias, los arranques de su alma profundamente
la causa de ello fué Ja postura tomada por religiosa. Al recoger así el salterio el eco de
Oseas, rey de Israel, tributario de Salma­ todo un pueblo y durante tantos siglos, por su
nasar desde que hizo su aparición en Fe­ misma naturaleza estaba compuesto para con­
nicia. Se había creído Oseas, fiado de la ayuda vertirse, como en realidad se convirtió, en libro
egipcia, que llegaría un momento en que po­ de oraciones, en manual de devoción, primero
dría suspender el tributo, pero le resultó de para la sinagoga israelita y luego para toda la
graves consecuencias la aventura, que costó la Iglesia Cristiana.
prisión del mismo Oseas y el fin del reino de Tanto la Biblia hebrea como la cristiana
Israel (II Re. 17, .16; 18, 9 s.). [G. D.] (LXX y Vulgata) cuentan con igual número
BIBL. — G. R i c c í o t t i , Storia d'Israele, I, Torlno
de 150 salmos, pero no coinciden en el modo
1947, 8, 17 ss. 435. 445 s. 464; S. M o s c a t i , VOriente de llegar a tal número. El salmo que en la
Antico, Milano 1952. cristiana es el 9, en el texto hebreo tradi­
cional forma los dos salmos 9 y 10. Asimis­
SALMOS. — Siguiendo un uso inspirado en mo, el 113 de la Vulgata corresponde al 114
la Biblia griega y latina, son así llamados los y 115 del hebreo; y viceversa, el hebreo reúne
sagrados cánticos a los que con más propiedad en uno (116) los 114 y 115 de la Vulgata,
los hebreos dan el título de himnos. Son poe­ e igualmente reúne en uno (147) los 146 y 147
sías religiosas de temas variados, que en su de la Vulgata. En general puede decirse que la
mayoría son plegarias o alabanzas á Dios. Su numeración de Ia Vulgata desde el Sal. 10
colección, llamada Salterio por analogía, en las al 146 es inferior a la del hebreo en una
biblias hebreas está divida en cinco libros, se­ unidad.
parados entre sí por la doxología o aclamación La mayoría de los salmos lleva como enca­
(«Bendito el Señor», etc.), que se lee al fin de bezamiento un título o portada que puede
los Salmos 41.72.89.106. Pero es una división variar mucho por la extensión y por el con­
relativamente reciente (h. s. III a. de J. C.). tenido. Presenta una o varias de las siguien­
En tiempos más remotos estuvo compuesta de tes noticias: l.° el autor, 2.° el género poé­
tres grandes colecciones, que se distinguían por tico, 3.° el aire o acompañamiento musical,
el empleo de los diferentes nombres con que 4.° el uso litúrgico, 5 / la ocasión histórica.
se invocaba a la divinidad. La primera (Sal. 1- Tales títulos son ciertamente antiquísimos y
41) y la tercera (90-150) emplean el de Yavé; fueron colocados en su lugar al menos por
la segunda (49-89) el de Elohim (Dios). una tradición autorizada. El atento lector ha­
En la primera casi todos los salmos (a ex­ llará en muchos indicios intrínsecos una con­
cepción de 1.2.33) llevan por título: A David, firmación de tal autoridad, especialmente por
a Asaf; en la tercera casi todos son anónimos. lo que atañe a los autores. Pero e s . evidente
Lo mismo que los nombres, varía también el que no gozan de la misma autoridad del texto
contenido general del argumento. La mayor inspirado.
parte de los salmos atribuidos a David son pe­ Por unánime consentimiento de códices y
ticiones de socorro en toda clase de aflicciones; de versiones antiguas atribuyénse a David unos
34. — S padafora . — Diccionario bíblico
SALMOS 530

70 salmos, o sea casi la mitad de toda la cuentemente la nación), asaltada por males y
colección. Consta, en efecto, por los libros aflicciones de todo género, recurre a Dios para
históricos, que David estaba dotado de no­ verse libertada; con su abundancia y varie­
table talento poético v musical (1 S a m . 16, dad los salmos ofrecen modelos para todas las
14-23; 18, 10; H S a m . 1, 18-27, etc.), que contingencias de la vida humana.
llegó incluso a ser proverbial (Am. 6, 5). Sá­ El otro género, el de alabanza o himnos a
bese también que puso gran cuidado en el cul­ Dios, estaba indicado de un modo especial
to divino íntimamente ligado con el canto y para el culto público en el servicio religioso
la música (II S a n i . 6, 2-22; 24, 16-25; 1 P a r . del Templo y se halla concentrado principal­
16, 4-7; 23-29: cf. Ecío. 47, 8 ss.), por lo mente en los libros 4,° y 5.°. Son menos
que era de esperar que fuese él también el au­ numerosos los salmos didácticos o sapienciales
tor principal de los salmos, y que muchas veces y morales, llenos de diferentes instrucciones pa­
se presentase con su nombre la colección en­ ra la vida, y los salmos históricos que recuer­
tera, todo el salterio hebreo. Pero no fué él su dan los grandes hechos de la vida nacional
único compositor; una docena de salmos (42- para ensalzar a Dios y darle gracias o para
49. 84-35. 87-83) pertenecen a una familia de aleccionar a la posteridad. Y, en fin, nos que­
corehitas (cf. Núm. 26, 10 s.), según testimo­ dan salmos que no encajan en ninguna cate­
nio del título; familia que hasta el tiempo goría. Tal es la variedad de esta nobilísima
de la cautividad estuvo formando una clase antología de poesía religiosa.
de cantores adjuntos al Templo. (I Par. 6, 16- En el salterio (dice San Atanasio en su
23; U P a r . 20-19). Otros doce salmos llevan carta a Marcelino sobre la inteligencia de los
por título el nombre de Asaf, con el que se salmos) se encuentra reunido todo lo útil y sa­
designa una familia de cantores. (I P a r . 26, 1- ludable que se halla esparcido por los otros
6; II P a r . 5, 12; 35, 15), que sobrevivió a la libros del Antiguo Testamento. «El libro de
cautividad (Esd. 2, 41; 3, 10). La pertenencia los salmos es como un huerto que contiene los
a David afirmada en los títulos podrá enten frutos de todos los otros, a los cuales comuni­
derse también por analogía en el sentido de ca el exquisito sabor de la poesía, y además
que dichos salmos estaban insertos en una co añade a ellos otros que le son propios» (PG
lección o cancionero de cantos sagrados, de los 27.12). Efectivamente, el salterio tiene de co­
cuales no era el rey poeta el único autor, pero mún con los libros legislativos una ferventísima
sí el principal. Es oscuro el significado de la adhesión a la ley divina (1; 19, 7-14; 119);
atribución de un salmo a cada uno de los tres con los históricos las narraciones de las épo­
insignes varones Moisés (90), Salomón (72) y cas gloriosas del pueblo elegido (68.78.105-107.
Etán Ezrajita (89). El resto de los salmos, 114.136); con los didácticos las enseñanzas
exactamente un tercio, es anónimo. morales (15.37.82.94.100.112.133) y las refle­
De entre los términos que se leen en loa xiones sobre los destinos humanos (39.49.73.90
títulos para indicar el género poético, el más 139); con los proféticos el espíritu ardiente-,
corriente (57 veces) es mizmor, que los LXX el culto interior (15.40.50.51), el celo por la
traducen por «psalmos», del que procede nues­ justicia y por la protección de los débiles (10.
tro término salmo, que, en virtud del uso, in­ 12.58.82.94), la visión de los tiempos y de los
dica una poesía de motivo religioso, y así con hechos mesiánicos (2.16.22.45.72.89.96-100,
acierto se hizo extensivo a todos los cantos 110). Así Ja materia que constituye este mag­
de la colección. Es menos frecuente el tér­ nífico y delicioso jardín es tan abundante co­
mino Sír = canto que se aplica igualmente a mo variada.
la poesía profana (Is. 23, 16; Am. 6, 5); há­ Y no es menos variada y bella la forma poé­
llase en trece salmos acoplado a miznwr, y él tica de que se reviste el pensamiento, desde la
sólo en el Sal. 46, en los graduales y en el más suave e idílica (23.42.65.104.128.131), has­
45, «canto de amor». Son más importantes en ta la más emocionante y sublime (29.46.68.75.
orden al asunto, y responden mejor a núes, 76).
tros conceptos, dos términos que rara vez apa­ Para saborear toda su belleza y sentir su efi­
recen en los títulos, pero muy a menudo en e) cacia, el lector deberá aplicarse a penetrar en
mismo texto de los salmos: tefillah = oración los sentimientos y en los afectos que se ex­
y tehillah = alabanza. Así se designa a los presan en el sagrado texto. Si algún pasaje,
dos géneros más frecuentes de los salmos. En como sucede en los salmos llamados impreca­
el primer género, el de oración, que por sí torios (58.69.83.109), llegase a parecer duro
solo comprende más de una tercera parte de a almas modeladas en la mansedumbre evan­
todo el salterio, una persona (y menos fre­ gélica (cf. Mí. 5, 43), pensemos en el duro celo
531 SALOMÓN

de la justicia y del honor a Dios que anima­ sabea de Arabia a hacer una visita a Jerusa-
ba a los sagrados autores (cf. 5, 11; 69, 10; lén (I Re. 10, 1-10).
139, 21), y lograremos sentir contra el pecado El comercio de Salomón, que se transfor­
lodo el rigor de la antigua ley, al paso que re­ mó en monopolio del estado, a imitación de
servaremos para el pecador toda la caridad y todos los reinos orientales, fué ante todo de
misericordia de la nueva. [A. V.] tránsito: los caballos de Cilicia son transpor­
BIBL. — P. S y n a b e , en DThC, XIII, col. 1093-1149;
tados a Egipto, de donde vienen los carros mi­
H . H ó p e l , A. M i l l e r , A. M e t z i n g f . r , Intr. spec. in litares destinados para Siria ; y luego también
V. T., 5." ed., Roma 1946, p p . 291-314; A. V a c c a r i , comercio de intercambio: el trigo y el aceite
en DAFC, IV, col. 474-95: I d . , De libris didacticis,
2.a ed.. Roma 1935, p p . 8-28; I d . . La S. Bibbia, IV, de Palestina se cambian por maderas del Lí­
Firenze 1949, p p . 101-344; I d . , I Salmi, con la nueva bano (I Re. 5, 24-25); los metales de Arabah
versión latina del Pont. Inst. Bíbl., 2. a ed.. Turín por productos raros de la península arábiga.
1953; Liber Psalmorum..., nueva versión Proíess.
Pont. Ist. Biblici edita, Roma 1945; P. G a l e t t o , Los méta les "del Arábah eran elaborados antes
7 Salmi... texto latino de la nueva versión del P. I. B., de su exportación: en Tell el Kheleifeh (Asion-
con traduc, italiana, ibtd., 1949 (ed. Paoline), 1954;
G . C a S t e l l i n o , S. D . B . , Libro dei Salmi (La S. Bib­
gaber) descubrió N. Glueck en 1938-39 poten­
bia, S. G a r o f a l o ) , Tormo 1955. * J. E n c i s o , L os títu­ tes refinerías construidas por Salomón para el
los de los salmos y la historia de la formación del hierro y el cobre que se extraía de las minas
salterio, EstB, 1954; R á b a n o s , Los salmos, CB (1946-
51); L u q u e , La poesía de los salmos, CB (1951); próximas (en BASOR, 71 (1938) 3-18; 72
S, M uñoz I g l e s i a s , Género literaria de los salmos, (1938) 9-13; 75 (1939) 8-22). El comercio, que
EstB (1954); R. G a l d ó s , La estrófica de los salmos se desarrollaba por medio de caravanas (I Re.
y su utilidad en la crítica textual y en ¡a exégesis,
EstB (1934); P. A r c o n a d a , Las citas textuales de los 10, 15), recibió un gran incremento con la
salmos, EstB (1934), pp. 221-243. creación de una flota de gran fondaje («na­
ves de Tarsis») que llevó a efecto Salomón en
SALOMÓN. — Hijo de David y Betsabé; su­ sociedad con Hiram y sirviéndose de personal
cesor en el reino (h. 965-926 a. de J. C.). Con fenicio. Tenía como base el puerto de Asionga-
el apoyo del profeta Natán, del sacerdocio je- ber-Helath (Tell el Kheleifeh), construido ex­
rosolimitano y de la guardia real, se posesionó presamente en el golfo de Aqabah (I Re. 9,
del trono paterno, ambicionado por su herma­ 26 ss.; II Par. 9, 21).
no Adonias, quien a su vez estaba sostenido Las grandes construcciones fueron posibles
por los representantes de la tradición de He- gracias a la riqueza acumulada con la activi­
brón, Joab, Abiatar y los funcionarios judíos, dad comercial y fiscal: la grandeza de la na­
y eliminó a sus contrincantes (I Re. 1-2). El ción se mostraba palpablemente en la del Tem­
reinado de Salomón fué pacífico, en completo plo y del palacio. Con el concurso de obreros
contraste con lo dinámico del de David. No fenicios especializados y, sobre todo, con ma­
obstante, conservó en toda su integridad lo terial fenicio (cedros y cipreses del Líbano), que
que su padre le había entregado, protegido por en zateras hacían llegar hasta Gaza para lle­
un cinturón de plazas fuertes, custodiadas por varlo de allí en convoyes a Jerusalén, construyó
nuevas guarniciones, provistas de carros de el Templo y el palacio, organizando la distri­
guerra (I Re. 9, 15-19; 10, 26). Pero no logró bución del personal de modo que fuesen de
impedir la reconquista de Edom por parte del acuerdo las actividades constructivas con las
príncipe moabita Adad, que se había refugiado del servicio práctico. La actividad construc­
en Egipto (I Re. 11, 21), ahora que sí consiguió tiva que se inició en el cuarto año de su
asegurar el dominio sobre la región metalúrgica reinado (I Re. 6, 1), se prolongó durante veinte
y sobre el camino del mar Rojo, en Edom. años (I Re. 9, 10): siete para el grupo del
Perdió asimismo la Siria, que fué reconquistada Templo. (I Re. 6, 38) y trece para el grupo del
por Razón, fundador de la dinastía damascena, palacio (I Re. 7, 1). El grupo del palacio (I Re.
y cedió veinte ciudades de Galilea a Hiram de 7, 1-12), construido después y al sureste del
Tiro (I Re. 9, 10). Templo (v.) estaba integrado por varios edifi­
La actividad política fué llevada con diplo­ cios que ocupaban la explanada del actual
macia y no con las armas. La alianza con Haram es-Sherif, y eran los siguientes: La
Egipto, deseoso de recobrar el dominio sobre «casa del Bosque del Líbano», probablemente
Palestina, quedó sellada con el matrimonio de destinada a ceremonias solemnes; era de gran­
Salomón con la hija del faraón Susennes I des dimensiones (ms. 55-25, 50-16); estaba di­
de la dinastía XXI, la cual llevaba como dote vidida en cinco naves de cuatro filas de co­
la ciudad Guezer (I Re. 3, 1 ; 9, 16 s.); y los lumnas de cedros del Líbano (de ahí su nom­
intereses comerciales más el prestigio de Salo­ bre), y la iluminaban tres órdenes de venta­
món determinaron a la reina de una colonia nas cuadranglares dispuestas simétricamente
SAMARIA 532

a lo largo de los dos lados mayores; en un Manajim, correspondiente al Galad Meridio­


palco superior había tres filas de habitaciones nal ; 8. la prefectura de Neftalí en perfecta
El «vestíbulo de las columnas» (27*5 x 16’5 m.), correspondencia con la antigua tribu; 9. la de
adornado de columnas (de las que recibió el Aser y Zabulón; 10. la de Isacar, que tam­
nombre) con una especie de pronaos de colum­ bién correspondía a la antigua tribu; 11. re­
nas» cubierto con un pequeño techo. El «vestís gión de Benjamín (cf. Jos. 18, 41-28); 12. la de
bulo del trono» de dimensiones iguales a las Gad (LXX; Galad). El territorio de la tribu
anteriores, si bien no se han llegado a pre­ de Judá no fué incluido entre las prefecturas,
cisar, revestido con tablas de cedro, con un porque se regía por una administración espe­
magnífico trono destinado a la administración cial. En el nuevo sistema administrativo israe­
de justicia. Por último, el palacio real propia­ litas y cananeos quedaron en un plano de igual­
mente dicho, al oeste del grupo precedente y dad absoluta respecto de derechos y deberes.
al sur del Templo, dividido en dos partes, La figura de Salomón pasó a la posteridad
una de las cuales, al sur, estaba destinada para con una luminosidad indiscutible: no le falta
el harén real y la otra para la hija del fa­ ni la fama de una sabiduría extraordinaria y
raón, su esposa. Salomón reconstruyó las de­ universal (I Re. 3, 16-28; 5, 9-14; 10, 1-10),
fensas de algunas ciudades cananeas, aptas, ni las señales de una auténtica religiosidad
por su posición, para ser convertidas en pla­ (I Re. 3, 4-15; 8, 1-66). Pero tiene también
zas fuertes (I Re. 9, 15-19); Jasor en Galilea sus sombras igualmente notables: el debilita­
(= Tell Waqqüs); Mageddo (Tell Mutesselim), miento del espíritu guerrero que se mostró
donde se hallaron los restos de las caballerizas desde el mismo comienzo de la monarquía; las
de Salomón (I Re. 5, 6); Guezer (Tell Ge- excesivas preocupaciones mundanas; la sabi­
zer); Bet Jorón inferior (Beit’Ur el Tahata Tad- duría profana en demasía: su sentimiento reli­
mor (v. Palmira). En Jerusalén, después de la gioso menos arraigado que en David (I Re.
organización del palacio (I Re. 9, 24), cons­ 11, 4); y, lo que es peor, que siendo ya viejo
truyó el Milo, un terraplén (de Ia raiz mille’ ; condescendió con la idolatría (Ibid. 11, 1-8) y
llenar) que debía cegar la brecha que en la fué condenado por el profeta Ajías (Ibíd. 11,
colina de la ciudad de David (I Re. 2, 10) se 31). En la política interna, lejos de atenuar
había abierto con la desviación del valle del aquel dualismo de los del sur, presente siempre
Tyropeion, al norte del ángulo suroeste del ac­ en toda la historia hebrea, lo agudizó más al
tual Haram e$-Sherif (I Re. 9, 15-24). poner a Judea en situación privilegiada en vir­
Administrativamente dividióse el territorio, tud de su administración especial y por los mu­
rin comprender en ello a Judá, en doce pre­ chos de sus ciudadanos que ocupaban altos
fecturas, cuyas prestaciones en especie se des­ cargos del estado (I Re. 4, 1-6), mientras gra­
tinaban a llenar las necesidades de la corte, vaba a Israel con impuestos en especie y pres­
de los funcionarios y del ejército (1 Re. 4, taciones de mano de obra (Ibíd. 4, 7-19; 5, 7;
7-19; 5, 2-3; 7-8). La reforma de Salomón, 5, 37). Por eso de Israel provino el primer co­
que sustituía los ancianos por prefectos, que nato de revuelo, que fué sofocado, es cierto,
él mismo nombraba directamente, se proponía pero que fué el preludio de la escisión que se
acabar con las tradicionales rivalidades existen­ verificaría después de la muerte de Salomón.
tes entre las tribus y formar un estado bien [A. R.l
organizado. Las doce prefecturas, que conser­ BIBL. — L. D e s n o y e r s , Histoire du Den pie hé-
vaban parcialmente la distribución por tribus, breu, III, París 1930; G. R i c c i o t t i , Storia d’Israele,
aunque con segmentaciones de las tribus de I. Torino 1932, pp. 349-71 ; F. M. A b e l , Géographie
de la Palestine, II, París 1938, pp. 79-83; R. d e
Efraím y de Manasés, eran éstas: 1. «monta­ V a ux . en DBs. IV, col. 745 ss.; F. T h i e b e r g e r , King
ña de Efraím», que abarcaba las tribus de Salomon, Londres 1948: J. H o r n e l l , en Antonianum.
21 <1947) 66-73: S. G arofalo . 11 libro dei Re, Torino
Efraím y el mediodía de Manasés, cuya capital 1951. pp. 28-105.
era, probablemente, Siquem (Jos. 20, 7); 2. el
antiguo territorio de Dan, con algunas partes SALOMÓN (Odas de). — v. Apócrifos.
de las tribus de Judá y de Benjamín; 3, la
llanura de Sarón entre el Nahr el Angia y el SALOMÓN (Salmos de). — v. Apócrifos.
Nahr cz-Zerga; 4. la región de Nafat Dor,
desde el Nahr ez-Zerga hasta el Carmelo; 5. la SALOMÓN (Testamento de). — v. Apócrifos.
parte occidental de la llanura de Esdrelón y
la septentrional del valle del Jordán; 6. la SAMARIA, Samaritanos, Samaritano (Penta­
región correspondiente a casi todo el territorio teuco). — 1. Samaría (hebr. Shómerón, acad*
de Manasés transjordánico; 7. la región de Samerina) indica la capital del reino de Js-
533 SAMARIA, Samaritanos

rae! (v.). Es la actual Sebastijeh, 10 km. al lilea a Samaría, a la que por otra parte son
noroeste de Naplusa. Fué construida por Omri sustraídos tres territorios que Demetrio II
(880 a. de J. C.) sobre el monte (443 m. sobre agrega a Judea (I Mac. 10, 30: pero cf. II,
el mar), que adquirió Scmer por dos talentos 34). La importancia de la provincia de Sa­
(I Re. 16, 24). Desde el tiempo de Sargón (721) maría consiste en que para Antíoco III repre­
indica la región central de la Cisjordania. Sa­ senta a todo el resto de Palestina. Flavio Jo­
maria está en el centro del reino septentrional, sefa presenta en el 167 a Apolonio como es­
con buenas vías de comunicación hacia el tratega de Samaría, y allí alterna con Nica­
norte y el oeste, y en posición estratégicamen­ nor, agente encargado de los negocios reales,
te invulnerable. Las excavaciones arqueológicas mientras Andronico organiza el culto de Zeus
(1908-10 y 1931-35) han dado a conocer las vi­ Xenios en el monte Garizim (I Mac. 3, 10;
cisitudes de la ciudad desde su fundación hasta A nt.-X II, 7, 1; 5, 5). Juan Hircano (108) se
el tiempo de Herodes, y han descubierto 75 apodera de Siquem, del Garizim y del país
ostraka en hebreo antiguo, marcas de las ja­ de los Culeos (Samaritanos) y destruye la ciu­
rras de aceite y de vino de los almacenes dad de Samaría tras el asedio de un año, sin
reales, y recuerdan 22 nombres de poblaciones aniquilarla. Una bella torre redonda, nume­
del territorio de Manasés. rosos fragmentos de jarras, monedas e inscrip­
El hallarse en posesión de Galilea, su influen­ ciones dan fe del renacimiento de la ciudad.
cia en Transjordania y su predominio comer­ Pompeyo (63) une Samaría al gobierno de Si­
cial favorecido por la alianza con los fenicios, ria; Gabinio (57-55) da el nombre de gabi-
dan a Samaria una gran riqueza de la que dan nianos a los habitantes de Samaría. En tiem­
testimonio el hallazgo de 200 piezas de marfil pos de Herodes, en la parte en que toca a
(cf. Am. 3, 15: 5, 11: Is. 28, 1 ; I Re. 22, 39). Galilea y a Judea, comienza por Genin y ter­
Ajab es derrotado por Salmanasar III en Car­ mina hacia la toparquía de Acrabáctenes; por
ear, sobre el Orontes. En el ángulo noroeste de el nordeste limita con el territorio de la ciu­
la ciudadela se ha descubierto un amplio estan­ dad de Escitópolis, y por el noroeste con el
que (10 x 5 m.), en parte abierto en Ja roca, extremo de Fenicia. En el año 27 es completa­
que tal vez sea el estanque de Samaría (I Re. mente transformada por Herodes y se la llama
22, 38) en que lavaron el carro de Ajab des­ Sebastes, en honor del emperador Augusto.
pués de la batalla. Salmanasar V aprisionó al En el N. T. Le. 17, 11; Jn. 4, 4.5.7; Act.
rey Oseas y asedió la ciudad, que cayó al cabo 1, 8; 8, 1; 9, 31; 15, 3 indican sin duda
de tres años (722-721) en manos de Sargón esta misma región.
(II Re. 17, 5 s.). Los habitantes fueron depor­ 2. Los samaritanos son el resultado de la
tados a las ciudades de Asiría y Media y vi­ fusión de los sobrevivientes samaritanos, des­
nieron colonos asirios a Samaría. pués de la conquista de Sargón, con los co­
Samaría se convirtió bajo los asirios en la lonos procedentes de Jamat y Sefarvaím (720),
provincia de Samerina, a la cual se unió una de Tamud y de Madián (715), de Babilonia y
parte de las conquistas de Teglatfalasar (733) de Cuta (709) (II Re. 17, 24-41). Flavio Jo­
que provisionalmente estaban subordinadas a sefa los llama también cúteos, tal vez por la
Mageddo. Dan fe de la administración mesopo- preponderancia de los habitantes de Cuta, la
támica una carta escrita en neobabilonio di­ actual Tell Ibráhím (Ant. IX, 14, 3; XIII, 9,
rigida a Abi-Ahi y muchos cascos atribuidos 1). Los samaritanos profesan una religión que
a la época asiriobabilónica. es fundamentalmente hebrea, pero con influen­
Durante la dominación persa Samaría está cias de divinidades asirias, como Nergal, el
administrada por uno de los pahawoth de dios del mundo subterráneo, y tal vez también
Abarnahara, enapot x é p a v t o v irorapov, que Hadad, el dios de la lluvia, no obstante haber
«comen sal de la corle», es decir, que viven de destruido sus imágenes (II Par. 36, 6.7). Van
las rentas del estado (psd. 8, 36; 4, 14; Neh. en peregrinación al Templo de Jerusalén (Jer.
2, 7), y tiene entre sus gobernadores a Sam- 41, 4). Después del retorno de los hebreos de
balat, conocido por su intromisión en los asun­ la cautividad no se permite a los samaritanos
tos de los hebreos, a quien sucede su hijo tomar parte en Ja restauración del Templo
Delaia, mencionado en un papiro de Elefan­ (Esd. 4, 2). Se agudiza la rivalidad qntre sa­
tina (Neh. 4, 1 ; 6, 2). maritanos y judíos, lo cual viene a ser la con­
En el 331 Samaría primeramente se somete tinuación del antagonismo de antes entre el
a Alejandro, y luego, al tratar de rebelarse, es norte y el sur, que estaba aún latente antes de
demolida y entregada a una colonia de 6.000 la unidad alcanzada por David y que se ma­
macedonios. En el 145 tal vez es sometida Ga­ nifestó con la división en dos reinos después
SAMARIA, Samaritanos 534

de Ia muerte de Salomon. Sambalat intenta para el experimento de apostolado (Mt. 10, 5).
una conciliación mediante el matrimonio de No responde a la acusación de que era un Sa­
su hija con Manasés, descendiente del sumo maritano (Jn. 8. 48 ss.). Los samaritanos re­
sacerdote, pero Nehemias (13, 28), destierra presentan una espléndida figura en la parábola
al yerno del gobernador, quien, según la cró­ del buen samaritano (Le. 10, 30-37) y en la
nica samaritana, se convirtió en sumo sacerdo­ curación de los diez leprosos.
te del culto nacional de los samaritanos e ini­ 3. El Pentateuco samaritano es el texto
ciador del cisma. Indignado Sambalat procla­ hebreo del Pentateuco que, tal vez desde el
ma la independencia de los samaritanos y cons­ año 400 a. de J. C., vienen usando los sama­
truye en el monte Garizim el templo yaveísta ritanos, que sólo reconocen estos cinco libros
que domina sobre la ciudad de Siquem, y lla­ de las Sagradas Escrituras. Pedro della Valle
ma para oficiar en él a miembros de la fa­ (1616), descubrió en Damasco el Pentateuco
milia de Arón, que también habían sido ex­ samaritano completo. Posteriormente se han
pulsados de Jerusalén. La critica tiende a atri­ descubierto otros manuscritos que han sido
buir al templo del Garizim un origen helenista traídos a Europa. Pero ninguno de éstos es
y a explicar el cisma mediante una evolución anterior ai s. X. El más antiguo es el que
lenta. La iniciativa de la construcción debió de se conserva en Naplusa, que consta de veinti­
ser idea de los sacerdotes huidos de Jerusalén, una piezas apergaminadas, con seis columnas
despechados por el rigor de Nehemias, y re­ en cada piel por 60-70 líneas en cada colum­
fugiados junto a los samaritanos, donde se su­ na. Sólo es legible como una mitad del mismo.
pone que consiguieron permiso de los seléuci- Los samaritanos hacen remontar su origen has­
das para construir el templo. ta Abisad, hijo de Fines, en el año 13 de la
Los samaritanos no sufren persecuciones ni toma de Canán. Los manuscritos del Pentateuco
de Pompeyo ni de Herodes, pero muchos de samaritano están escritos en caracteres hebreos
ellos son muertos (36 desp. de J. C.) por antiguos y no tienen puntos de vocales ni acen­
orden de Pilato, en una reunión convocada por tos. El texto está dividido en 966 secciones o
un impostor en el monte Garizim (Fl. Jose- qasin.
fo, Ant. XVIII, 4, 2). Toman parte en la re­ El Pentateuco samaritano tiene unas seis
belión general de Palestina contra los roma­ mil variantes respecto del texto masorético, y
nos, y Cereal, jefe de la V legión macedónica, mil novecientas de ellas tienen la conformidad
los asedia en el monte Garizim y mata a más de los LXX: no es posible establecer una re­
de 11.000 de ellos el 15 de julio del 67. (Fl. gla mecánica de preferencia. Adviértense va­
Josefo Bell. XXXVIII, 2, 3). Viven aún en cor­ riantes gramaticales con añadiduras de letras
to número en Naplusa. quiescentes, cambio de formas raras o poé­
La tirantez existente entre los samaritanos ticas, supresión de las letras paragógicas. Esto
y los judíos se halla expresamente menciona­ podría depender de un deseo de poner al día
da en el Ecl. 50, 27 s .: Jn. 4, 9, manifiesta la la escritura como en el primer rollo de Isaías
desavenencia entre los pueblos de las dos re­ de Khirbet Qumrán. No faltan adiciones de
giones. Por el Evangelio de S. Juan, además glosas e interpretaciones del texto, añadidu­
del episodio de la samaritana en el pozo (Jn. ras tomadas de pasajes paralelos, correcciones
4, 9-42), conocemos algunos pormenores de de pasajes cosmológicos, especialmente de la
los samaritanos: se consideran como descen­ edad de los patriarcas lo mismo que en al­
dientes de Jacob y esperan un Mesías a quien gunos apócrifos, como el Enoc etíope y el li­
llaman Ta’eb, «el que vuelve», y a quien con­ bro de los Jubileos. Citas de Filón de Alejan­
sideran como un segundo Moisés, aunque in­ dría y alusiones del Nuevo Testamento (Act.
ferior al antiguo legislador, como un gran pro­ 7, 4.32.35 : Hebr. 9, 3), que sólo hallan su co­
feta, y, al mismo tiempo, como un principe rrespondencia en el Pentateuco samaritano, in­
temporal y conquistador: se mantienen fieles ducen a admitir como probable la existencia,
al culto de Dios en el monte Garizim al que en los ambientes judíos, de un tipo de texto
llaman montaña bendita y santa, sosteniendo próximo al samaritano diferente del que pudo
que es el lugar de los sacrificios de Set y de servir de fundamento para el texto masorético
Adán, el de la ciudad de Melquisedec, del sa­ y para el de los Setenta. Existen variantes con­
crificio de Abraham. etc. formes con las creencias y el culto de los sa­
Jesucristo es acogido por los samaritanos maritanos. Han sido eliminados los antropo­
durante dos días, pese a que no es recibido en morfismos : pónese el monte Garizim en vez
una ciudad del norte de Samaría (Le. 9, 51- del monte Hebal (Dt. 27, 4). Son notables las
56) y a que no envía a los discípulos a Samaría añadiduras a Ex. 20, 17 y a Dt. 5, 21. Los
535 SAMUEL (Libros de)

cambios comprobados en el Pentateuco Sama­ 5-14) y después en su misma persona (I Sam.


ritano son sistemáticos y carecen de verda­ 15, 11-23). Por orden de Yavé ungió por rey
dera autoridad, y sigue siendo preferible el a David (I Sam. 16, 1-13). En lo sucesivo ya
texto masorético. [F. V.] no consta que haya intervenido públicamente;
BIB L. — G. A . R e is m e r , C l . S. F is c h e r . D. G. lo único que parece que hizo fué presidir la
L Harvard excavatiom at S. (1908-1910), 2 vol.,
y o n , reunión de los llamados «hijos de los profetas»
Cam bridge (M ass.), 1924 ; i. W -G . M. C r o w f o o t ,
Early ivories írom S., Londres 1938: F. M. A b e l , (1 Sam. 19, 20-24), y debió de morir en Rama
Géographie de la Patestine, 1, París 1933. p . 140 ss. su patria (I Sam. 25, 1), llorado por su pueblo.
362-70; II, 1938, p p . 120. 124. 134. 443; D . D i r i n -
g er. Le iscrizioni antico-ebraiche, Firenze 1934. p . 21-
Muchos Padres han dudado de la realidad de
73; S. M o s c a t i , L'epigrafía ebralca antica. Roma 1951, su evocación después de muerto, por iniciativa
pp. 106-110; 27-39; J. A . M o n t g o m e r y . The Satna-
ritans, Londres 1925; Id., The samaritan oral law de Saúl. [B. N. W.)
and anclent Traditfon, Londres 1932; A. v o n G a l l ,
Der hebrdische Pentateuch der Samaritaner, Giessen BIBL. — L. D e s n o y e r s . Histoire du peuple hébreu,
1914-1918; P . K a h l e , Vntersuchungen zar GeschicJite l, París 1922, pp. 208-28; II, 1930, pp. 33-45, 66 ss.
76 s. 128-31.
des Pentateuchtextes, en Theologische Studien und Kri-
tiken, 88 (1915), p p . 399-439: B. J. R o b e r t s , The Oíd
Testament, text and versions, Cardiff. 1951, p p . 188- SAMUEL (Libros de). — No obstante haber
96 ; S. S a l m ó n , The Samaritan Pentateuch, en Journal
of Jewish Studies, 2 0 9 5 1 ). p p . 144-50: A . P a r r o t , prevalecido la denominación de Libros de los
Samarle capitale dti royaume d’Israel (Cahlers d'Arch. Reyes, de la que ya se halla hecha mención en
Blib., 7), N euchátel 1955.
el Decreto Gelasiano, hoy los escritores ha­
SAMBALAT, — v. Esdras. blan generalemente de Libros de Samuel, divi­
didos en dos desde la Biblia Bombergiana (Vé-
SAMGAR. — v. Jueces. necia 1517). Así que el de Samuel, uno en su
origen (cf. Orígenes en Eusebio, Hist. eccle.
SAMUEL. — El profeta Samuel (semu’é l; in­ VI, 25; San Jerónimo, prólogo Galeato), fué
terpretado en I Sam. 1, 20, según una etimolo­ divido por los griegos y por los latinos en dos
gía popular «Yavé lo llamó Sá’al»; tiene mucha libros que, unidos con los dos de los Reyes,
afinidad con sumu-ilu, nombre divino acádico formaron los dos primeros de los cuatro libros
ya del tiempo de Hammurabí: cf. E. Dhorme, de los Reyes (/WiAeiwv, Regum o Malachim,
Les livres de Samuel, París 1910, p. 23), nació y mejor aún Regnorum o Malachot, según el
en Ramataim (probablemente la actual Rent; prólogo Galeato de San Jerónimo).
cf. E. M. Abel, Géographie de la Palestine, II Este libro relata la historia de la fundación
París 1938, p. 428 s.), de una de las esposas de del reino y de la consolidación de un trono
Elcana, llamada Ana, que había sido estéril eterno en la familia de David, y está dividido
hasta el nacimiento de Samuel, y había pro­ en tres partes.
metido que, si llegara a nacerle un hijo lo con­ I. Historia de Samuel, último juez (I Sam.
sagraría a Dios (I Sam. 1, 11). A consecuencia 1-12). Nacimiento y adolescencia. Samuel anun­
de esto, Samuel es puesto a disposición del su­ cia al sumo sacerdote Helí la venganza divina
mo sacerdote Helí (I Sam. 1, 24-28). Le fué por su debilidad respecto de las malas costum­
revelada la extinción de la familia de éste (I bres de sus hijos Ofni y Fines; es elegido por
Sam. 3) y luego fué declarado profeta del Se­ Yavé y reconocido como profeta (I Sam. 1-3).
ñor (I Sam. 3, 19 ss.). Sólo tuvo dos hijos, Desgracias de los israelitas; cae el arca en po­
Joel y Abías, los cuales no siguieron los ejem­ der de los filisteos (I Sam. 4). Estancia del
plos de su padre. No pudiendo ya defender a arca entre los filisteos y devolución de la mis­
Israel de los enemigos, a causa de su vejez ma (a causa de las calamidades de que les hace
(cf. I Sam. 9, 16; 10, 5; 13, 3) y no siendo objeto), que es transportada a Quiriat-Jearim
recomendables sus hijos (I Sam. 1, 8-5), a pe­ (I Sam. 5-7, 1). Samuel asume el cargo de
tición del pueblo consagró por rey a Saúl (I juez y libra a los israelitas del yugo de los fi­
Sam. 9, 1-10, 26). Después de la victoria de listeos (I Sam. 7, 2-17); unge a Saúl por rey
éste sobre los amonitas (I Sam. 11, 1-11), inau­ (I Sam. 8, 10), el cual inaugura el reino de
guró el reino de Gálgala (I Sam. 11, 12-15) Gálgala, después de haber libertado a la ciu­
y se retiró del oficio de juez. Pero siguió ac­ dad de Jabes de Galad (I Sam. 11). Samuel ab­
tuando como profeta, y como tal comunicó al dica cl oficio de juez (I Sam. 12).
rey los divinos designios. Encomendó a Saúl, II. Historia de Saúl, primer rey, a quien Dios
en nombre de Yavé, que aniquilase a los amale- desecha (I Sam. 13-31). Saúl peca en Gálgala
citas (1 Sam. 15, 1 ss.), y luego comunicó al ofreciendo sacrificios antes de la llegada de
rey desobediente que había sido abandonado Samuel. Son excluidos del reino sus descen­
por Dios, primero en su dinastía (I Sam. 13, dientes (I Sam. 13). Vence a los filisteos gra-
SANEDRIN 536

cías al acto heroico de Jonatán (I Sam. 14). paralelas y continuas (cf. Leimbach, Samuel,
Recibe la orden de exterminar a los amaleci- 4-16).
tas, y por no haber obedecido es castigado él Historicidad. Todos admiten, aun los que
mismo y repudiado por Dios (I Sam. 15). Es presuponen fuentes, que aunque estas narra­
ungido David por rey (I Sam. 16, 1-13) y pasa ciones no son contemporáneas de los aconteci­
a la corte real para desempeñar el oficio de mientos, sin embargo conservaron fielmente
tañedor de arpa y escudero del rey (I Sam. la tradición de los hechos, y revelan, tras un
16, 14-23). David mata a Goliat (I Sam. 17, severo examen crítico, una completa exacti­
1-54) y se hace célebre entre el pueblo, lo cual tud histórica. El autor se propone hacer notar
suscita la envidia de Saúl (I Sam. 17, 55-18, que el reino de David es una institución divina
9), que le persigue frecuentemente, pero siem­ que durará eternamente, en cuanto que de los
pre en vano (I Sam. 18, 10-28, 2). Antes de descendientes de David nacerá el Mesías (II
decidirse a la guerra contra los filisteos, Saúl Sam. 7). ]B. N. W.[
consulta a Samuel ya difunto por medio de una BIBL. — L. D h o r m e , Les livres de Samuel, París
pitonisa (I Sam. 28, 3-25). David, despedido 1910; L. D e s n o y f .R S , Histoire du peuple hébreu, I,
tbíd., 1922, pp. 209-28, 403-06; II, 1930. pp. 1-141;
por los filisteos, vence a los amalecitas (I Sam. K. A. L e i m b a c h , Dle Biicher Samuel, Bonn 1936;
29-30). Saúl sucumbe en la lucha en los mon­ A M é d e b i e l l e (Le Sle. Bible, ed. Pirot, 3). París
tes de Gélboe con su hijo Jonatán (I Sam. 31). 1949, pp. 329-561; G . B r e s s a n , Samuele (La S. Bib-
bia, S. G a r o f a l o ) , Torino 1954.
III. Historia de David rey (II Sam. 1-24.
v. David). Composición. Es probable que el SANCTA SANCTORUM = Santísimo. — v.
libro fuera redactado definitivamente cuando Templo.
en el reino de Judá dominaban varios reyes,
o sea en un período más o menos alejado de SANEDRIN. — (Griego <rw¿8piov = asam­
la división del reino. Se lee en I Sam. 27 que blea). Junta Suprema de los judíos para la ad­
la ciudad de Siceleg había permanecido bajo ministración de la justicia y tomar decisiones
los reyes de Judá hasta los tiempos del autor. de carácter religiosopolítico. Se la menciona
El nombrar a los reyes de Judá supone un rei­ con el nombre de Guerusia en los documentos
no ya dividido (cf. I Sam. 17, 52; 18, 16; II de Antíoco III (223-187; Fl. Josefo, Ant.
Sam. 7, 9; 3, 10). Las hijas del rey David van XII, 138) y frecuentemente en los libros de los
vestidas .de un modo distinto de como visten Macabeos (cf. I Mac. 11, 23; 12, 6; 13, 36;
las hijas del rey de su tiempo (II Sam. 13, 18). 14, 20.28; II Mac. 1, 10; 4, 44; 11, 27), y
Es cierto que el autor se sirvió de fuentes. más tarde es cuando aparece con la denomi­
Para verlo basta pensar en qué tiempos vivió nación griega de Sanedrín (cf. Fl. Josefo,
y cotejar el libro con I-II Par. los cuales obli­ Op. cit. XIV. 167 ss.), frecuentemente trans­
gan a suponer una fuente común, ya que se crita en los textos hebreos (sanhédrin), los
relatan también hechos comunes (cf. por ejem­ cuales emplean también la circunlocución Bétli
plo, II Sam. 6 con I Par. 13, 15). Nótase in­ din, que propiamente significa «Casa del jui­
cluso que muchas veces los Par. han conserva­ cio», atribunal». Aunque con oscilaciones va­
do el texto en forma más correcta (cf. H. Van rias respecto del ámbito de su poder y de su
den Bussche, Le texte de la prophetie de Na- importancia, el Sanedrín siguió viviendo hasta
than sur la dynastie davidique, en EThL, 24 el año 70 desp. de J. C. En general su activi­
(1948) 354-94). Se dan además repeticiones de dad fué mucho mayor durante la ocupación
hechos, por ejemplo, que David es presentado extranjera (seléucida y romana) que bajo las
dos veces a Saúl (cf. I Sam. 16, 14-23; y 17, dinastías locales (asmonea y herodiana). Cuan­
55-58). Pero es muy difícil averiguar cuáles do de más amplia libertad disfrutó fué en los
hayan sido las fuentes. Algunos investigadores, tiempos de los romanos, pues éstos no gusta­
como Budde, a quien sigue Dhorme en parte, ban de entrometerse en los delicados problemas
admite dos fuentes que él llama J y E, a de aquel pueblo singular, e incluso en cues­
semejanza de las fuentes del Pentateuco. Otros, tiones secundarias políticoadministrativas; y
como Smend, Eissfeldt, y en cierto modo Steuer- fué en tiempo del déspota Herodes el Grande
nagel, admiten tres fuentes, J, E y L (= Lalen- cuando sufrió más graves limitaciones.
quelle = fuente laica). Pero el fruto que esta La competencia del Sanedrín era eminente­
teoría puede dar, aplicada a Sam., tiene que mente religiosa; pero también administraba
ser muy menguado. Gressmann y Gaspari pro­ justicia, con exclusión de la pena de muerte,
ponen una teoría complementaria. Es, pues, un para los problemas en que no se veía direc­
hecho el que el autor se sirvió de fuentes, pero tamente implicado el poder extranjero ocupan­
no puede probarse si existieron narraciones te, y en general ejercía un gran influjo en los
537 SANSÓN

diferentes sectores de la vida cotidiana. Los vo de Ja prohibición: «Esta sangre os la he


mismos hebreos de la diáspora, que tenían sus dado para que hagáis sobre el altar el rito de
sanedrines locales, reconocían cierta suprema­ expiación por vuestras vidas, pues es la sangre
cía, al menos moral (cf. Act. 9, 2), en el or­ la que sirve de expiación por una vida» (cf.
ganismo central de Jerusalén. Las reuniones se Hebr. 9, 7.21 ss.). En otros textos se insinúa
celebraban generalmente en la «Estancia de las el peligro de idolatría (Lev. 19, 26).
piedras cuadradas» (hebr. Liskath haggázith), En el Nuevo Testamento, la expresión «la
que muy probablemente estaba situada en el carne y Ja sangre» indica el concepto de hom­
ángulo suroeste del Templo. bre, el de naturaleza humana, y muchas veces
El Sanedrín constaba de 70 miembros, ade­ en cuanto se manifiesta contra Dios (Mt. 16,
más del sumo sacerdote, que estaban agrupa­ 17; Gál. 1, 16; I Cor. 15, 50, etc.). La misma
dos en tres categorías, designadas— con algunas locución es corriente en el Talmud , para sig­
variantes en las fuentes— con los nombres de nificar el hombre mortal, e incluso es cono­
sumos sacerdotes, escribas y ancianos (cf. Mt. cida del escritor griego Polieno (Strateg. 3,
27, 41 ; Me. 11, 27; 14, 4 3 .5 3 ; 15, 1 ; Le. 20, 2, 1).
1, etc.). En el primer término estaban com­ La sangre está empleada 12 veces refiriéndose
prendidos el sumo sacerdote en el cargo, los a los sacrificios de animales, y las restantes a la
que eventualmente habían sido depuestos y de Cristo, de la que San Pablo subraya la fun­
también miembros de aquellas familias sobre ción de rescate (Ef. 1, 7), de justificación (Rom.
las cuales solía recaer la elección para el su­ 5, 9), de pacificación (Col. 1, 20 ss.) y de recon­
premo cargo religioso (cf. Jn. 18, 1 9 ; Act. 4, ciliación (Ef. 2, 16). [F. V.j
6 ; 19, 14). Los ancianos (oí irpetrfivTepoi) BIBL. — P. D h o r m e , Uemplol métapltorique des
representaban la aristocracia laica (cf. FI. Jo- parties du corps en hébreti et en akkadien, París
sefo, Vita, 9), los escribas (oí y palpareis) 1923, p. 8 s . ; F. R ü s c h e , Blut, Leben und Seele,
1930, pp. 308-63; B e h m , al ua, en T h W N T , I, p.
procedían de clases sociales dispares y eran lla­ 171 ss. 1
mados a tomar parte en el Sanedrín por ser
guías espirituales del pueblo mediante su cien­ SANSÓN. — (Hebr. Shamsón = «solar»; cf.
cia judíorreligiosa. [A. P.] el nombre de la localidad cananea Bet-Seme§t
BIBL. — U . H o l z m e i s t e r , en Bíblica, 19 (1938) 43-
«casa del [dios] sol»). Uno de los «jueces» de
58. 151-74; I d . , Storla del tentpi del Nuovo Testa­ Israel, célebre por su extraordinaria fuerza (h.
mento, trad. ital., T orino 1950, pp. 160-71. * R o d r í ­ 1070-1050 a. de J. C.), del cual habla Jue.
g u ezM a r t í n e z , El odio del Sanedrín ante la nueva
ley, REEP, 1947, abr. 13-16.
Dan, la tribu de Sansón, estaba entonces
SANGRE. — (Hebr. dám, empleado 360 veces; dominada por los filisteos, y Dios proveyó mi­
acád. dámn; Ugarit dm; griego alúa. En el lagrosamente a su nacimiento (13, 2-24) con
Nuevo Testamento 98 veces). En el Antiguo el fin de que «comenzase a librar a Israel» del
Testamento la sangre indica, las más de las ve­ enemigo (13, 5). La obra de Sansón no fué
ces, la muerte violenta. Pero se reconoce una más que un «indicio»; él fué esencialmente
íntima relación entre la vida y la sangre, que un luchador aislado, a quien los suyos estaban
es considerada como alimento y condición de muy lejos de seguir, aun cuando lo admiraban,
la vida y como sede del principio vital (nefe§). y a los filisteos les acarreó mayor daño con
Establécese casi la identidad entre la vida y su ejemplo de resistencia que con sus afortu­
la sangre (Gén. 9, 4; Di. 12, 2 3 ): «la sangre nados golpes de mano, algunos de los cuales
es la vida».. La sangre se reserva al dueño de la relata el texto sagrado como ocasionados por
vida,- a Dios, mediante numerosas prohibicio­ el proyecto de matrimonio de Sansón con una
nes a los israelitas (Gén. 9, 4; Lev. 3, 17; 7, filistea (14, 1-11). Una adivinanza que Sansón
26 s .; etc.), para que no la coman. David propuso a los filisteos durante el banquete de
renuncia a beber el agua que le habían lleva­ bodas, y que éstos solucionaron con la com­
do sus heroicos soldados que por él habían plicidad de la esposa (14, 12-18) indujo a
arriesgado su vida (II Sam. 23, 17). Yavé pide Sansón a matar a 30 filisteos para pagar la
cuenta de la sangre de cada uno, del alma del apuesta (14, 19). Cuando después volvió para
hombre (Gén. 9, 5). El empleo paralelo de tomar la esposa y se halló con que se la ha­
«sangre» y «vida» aparece en Sal. 72, 14. bían entregado a otro, lanzó p o r, entre las
Esa prohibición siguen manteniéndola los mieses 300 chacales que llevaban teas encen­
Apóstoles para con los convertidos del paga­ didas atadas a la cola. Consintió en que los
nismo (Act. 15, 29), y aún hoy está vigente en­ de Ja tribu de Judá lo entregasen atado a los
tre los árabes. Lev. 17, 10 s. explica el moti­ filisteos, y rompiendo las cuerdas mató a mil de
SANTIAGO ei menor 538

sus enemigos con la quijada de un asno. Des­ a San Pablo cuando regresa del tercer viaje
pués de esto apagó su sed en una fuente que apostólico (21, 18). Pablo a su vez lo cuenta
brotó milagrosamente 05, 9-20). entre las columnas de la Iglesia (Gál. 1, 19)
Con el excesivo arriesgarse a jugar con el y lo menciona como favorecido por una visión
peligro (16, 1 ss.), acabó por perderle el amor de Cristo resucitado (I Cor. 15, 7).
de Dálila, tal vez una hebrea que, habiendo Eusebio (Hist. ecl. II, 23, 4-8) refiriéndose
sido sobornada con dinero por los filisteos, tras a Hegesipo, informa de que Santiago, llamado
repetidas instancias arrancó a Sansón (16, 4- el Justo, vivió como asceta y fué el primer
14) el secreto de su fuerza, o sea el de su obispo de Jerusalén. Según Flavio Josefo (Ant.
nazareato (16, 15.18), y habiéndole cortado los X, 9, 1) Santiago fué martirizado por el Sumo
cabellos mientras dormía, desamparado ya del Sacerdote Anano el Joven en el interregno .
auxilio divino, lo entregó a sus enemigos, quie­ que hubo (62 desp. de J. C.) entre Ja muerte
nes le arrancaron los ojos y lo condenaron a del Procurador Festo y el advenimiento de su
hacer dar vueltas a una rueda de molino (16, sucesor Albino.
19-22). Logró vengarse durante una fiesta de Epístola de Santiago. Es la primera de las
los filisteos, pues, habiéndose arrepentido al­ siete epístolas católicas. Es erróneo el sentir
canzó de Dios la recuperación de su antigua de cierto autor español (San Isidoro de Sevi­
fuerza, e hizo que se derrumbase el edificio lla: PL 83, 151, 85, 540) que se la atribuye a
sobre sí y sobre sus enemigos, que perecieron Santiago el Mayor, como el de algunos racio­
en número de 3000 (16, 23-31). nalistas (A. Mesen 1930) que se la atribuyen a
Según se desprende claramente del texto, la un hebreo no convertido del s. I desp. de J; C.
fuerza de Sansón era un don (tal vez ni fuese que se dirige en nombre de Santiago a las doce
siquiera habitual), que no iba vinculado con tribus de Israel, Jo que es absolutamente in­
la cabellera en sí misma, sino con la fidelidad compatible con la presencia del nombre de Je­
a su vocación de nazareo, cuyo signo externo sús (1, I ; 2, 1) y con el espíritu del sermón
era la cabellera. Perdió la fuerza cuando a de la montaña, del que se halla toda impreg­
su voto antepuso el amor a la mujer, y la nada.
recuperó con el arrepentimiento y la oración. No es posible señalar un tema central des­
[G. BJ arrollado conforme a una división lógica. Las
BIBL. — H. C a z e l l e s , en DBs, IV col. 1405 ss.; ideas principales se suceden en este orden:
L. D esnoyers, Histoire du deuple hébreu, I, París C. 1: después del título propone el gozo que
1922, pp. 191-208; R. T a m i s i e r , Le livre des Juges
(La Ste. Bible, ed. Pirot, 3), ibfd., 1949, pp. 246-67. se halla en el dolor; hay que pedir a Dios
esta sabiduría; la tentación no proviene de
SANTIAGO. — v. Apóstoles. Dios, sino de las pasiones; la palabra de Dios
debe ser oída y practicada. C. 2: evítense los
SANTIAGO el menor. — Con toda probabli- favoritismos para con los ricos; la fe sin las
dad es el apóstol Santiago de Alfeo, primo del obras es muerta. C. 3: la lengua debe ser fre­
Señor, distinto de Santiago de Zebedeo en las nada; la verdadera sabiduría es caritativa. C.
listas de los Apóstoles (Mt. 10, 2-4; Me. 3, 4: las pasiones son la causa de las guerras;
16-19; Le. 6, 14-16; ^4c/. 1, 13). Es identifica­ hay que dominarlas con la caridad y con la
do con Santiago, primo del Señor (Mt. 13, 55; paciencia; evítense la maledicencia y los jui­
I Cor. 15, 7; Gál. 1, 19; 2, 9.12; Act. 12, 17; cios temerarios. C. 5: a los ricos soberbios
15, 13; 21, 18, etc.), que tiene por hermano a e injustos está reservada la maldición, a los
Judas (de Santiago; Le. 6, 16; Act. 1, 13; oprimidos se les aconseja la paciencia a imita­
Jud. 1) o Tadeo. ción del agricultor, de los profetas y de Jo b ;
Los Evangelios no le atribuyen nunca un no se debe jurar en vano; órese en el tiempo de
papel importante: limítanse a hacer mención la tribulación; adminístrese la Extremaunción
de su parentesco (hermano = primo) con Cris­ a los enfermos; se recomiendan encarecidamen­
to (Mt. 6, 3 s.), de la presencia de su madre te la confesión de los pecados, Jas oraciones
en el Calvario (Me. 15, 40), la cual probable­ de los justos y la conversión de los peca­
mente era esposa de Cleofás y hermana de dores.
nuestra Señora (7/7. 19, 25), y de sus hermanos La cuestión bastante debatida de las rela­
José, Judas y Simeón (Me. 6, 3 ss.). ciones de esta epístola con San Pablo con­
En los Actos ocupa un puesto de primer pla­ diciona la de ja fecha, de los destinatarios y del
no : goza de gran autoridad en la Iglesia de fin de la misma. Ante todo es evidente que las
Jerusalén (12, 17); en el Concilio de Jerusa- contradicciones entre Santiago y San Pablo
lén propone una solución (15, 13-19), acoge («La fe sin obras es muerta» Sant. 2, 21 ;
539 SANTO (santidad)

«Por las obras y no por la fe solamente se BIBL. — J. C h a i n e , L‘EpUre de Jacques. París


1927; J. B o n s i r y e n , en D B s. IV , col. 783-95; P. d e
justifica el hombre»: Sant. 2, 24; «Sabemos A m b r o g g i, Le epistole cattoliche di Giacomo, Gio-
que no se justifica el hombre por las obras de vanni e Giuda, 2 .a ed., Torino 1949, pp. 11-85;
P. T e o p h i l u s G a r c í a A b O r b i s o , O. M. C ap., Epis­
la Ley, sino por Ja fe»: Gal. 2, 16; Rom. 3, tola s. Jacobi (Lateranum, N . S. X X , 1-4), R om a 1954.
2 ss.) no son más que aparentes, porque los
mismos términos (obras, fe y justificación), SANTO (santidad). — La palabra santo (del
son tomados según significados diferentes. Del latín sancire: establecer, fijar como cosa sagra­
contexto se deduce que Santiago intenta ha­ da o consagrada a Dios) en los LXX y en el
blar de las obras buenas, recomendadas a los Nuevo Testamento traduce la griega ayio? (que
cristianos en el sermón de Ja montaña, de la entre los escritores profanos era empleada para
fe como de simple adhesión intelectual a la designar las cosas que infunden un terror reli­
verdad; y del aumento de gracia (justificación gioso), y la hebrea hados, cuya etimología pa­
segunda); mientras que San Pablo, intentan­ rece derivarse de kadab (separar de la impureza
do oponerse a los judaizantes, que exigían la o del uso profano). Así en latín como en griego
observancia de las obras de la Ley de Moisés y en hebreo existen palabras a cuyo significado
como condición para alcanzar la justificación, se aproxima, como sagrado, lepo?, ayvós, tahor
habla de las obras de la Ley de Moisés, de (= puro), y de las cuales se aparta para tomar
primera justificación y de fe viva activada por en los libros sagrados un sentido bien definido
la caridad (Gál 5, 6). (cf. ThWNT, I, 87-116; III, 221-248).
No es tan segura la determinación de la A) En el Antiguo Testamento se llama (Éx.
prioridad entre San Pablo y Santiago, atenién­ 15, 1.1) y se proclama (Is. 6, 3) santo por exce­
dose a la fecha de la celebración del Concilio lencia a Dios, en virtud de su majestad e inac­
de Jerusalén, cuando todavía no había surgido cesibilidad. El mismo Dios se atribuye muchas
la cuestión judaizante (45-49 desp. de J. C.). veces a sí mismo esta propiedad (Lev. 11, 14;
Los destinatarios son judíocristianos de la 19, 2; 20, 6...), y es justamente Él quien santi­
Diáspora, convertidos bastante pronto y dis­ fica a los demás (sobre Moisés: Éx. 19, 10.14;
persos por Siria, Fenicia, Cilicia y Chipre. sobre Samuel: II Sam. 16, 15; sobre todo el
El fin es eminentemente moral, análogo al pueblo: Éx. 20, 12). Pero éstos, comparados
del sermón de la montaña. Carece de funda­ con la santidad de Dios, siempre son impuros
mento la polémica antipaulina supuesta por (Job 4, 17; 25, 4-6), y nadie puede presentarse
M. Lutero, que calificaba a este escrito llamán­ como justo ante el Señor (Sal. 142, 2), ni si­
dole «epístola de paja», porque 2, 24 contra­ quiera acercarse a Él (cf. Éx. 19 ss., donde el
dice a su teoría sobre la fe como única que Señor exige repetidas veces que el pueblo no
salva. suba al monte Sinaí, santificado por la pre­
Ofrece especial interés dogmático el pasa­ sencia de Dios, bajo la pena de muerte).
je que trata de la Extremaunción (5, 14-15), Los profetas (como ya Moisés antes que
interpretado auténticamente por el Concilio de ellos: Éx. 3, 5) sintieron vivamente su indigen­
Trento (Denz. 907-910; 926-929). El. rito prac­ cia e impureza en presencia del Señor (Am. 2,
ticado sobre un enfermo dotado aún de cono­ 7; Is. 6, 3-7) y del «Santo de Israel» (29 veces
cimiento, en el nombre, es decir, por autori­ en Isaías).
dad del Señor Jesucristo, que es su institutor, Dios exige de los hombres la santidad, incluso
mientras que el apóstol no hace más que pro­ con terribles castigos (I Sam. 6, 20; Is. 5, 16)
mulgarlo, es un signo sacramental con su ma­ y repite con insistencia que el motivo y el mo­
teria remota (óleo) y su materia próxima (la delo de la santidad del hombre debe ser la
unción), su forma (la oración de la fe), el mi­ santidad misma de Dios: «Sed santos, porque
nistro (los presbíteros sacerdotes); y. aparte santo soy yo» (Lev. 19, 3; 20, 26...). La exige
los efectos materiales (curación o al menos ali­ más aún de su pueblo (Éx. 19, 6: «vosotros
vio material o moral del enfermo), se indi­ seréis para mí el reino de sacerdotes y una
can suficientemente los efectos espirituales: la nación santa») en virtud del pacto establecido,
salvación espiritual y el perdón de los peca­ por el que Israel debe ser santo así colectiva
dos juntamente con la comunicación o el au­ como individualmente.
mento de la gracia santificante. La consagración al Señor puede tener una
Esta epístola, conocida ya de Clemente de expresión más viva en los individuos en par­
Roma, Hermas, Justino, Teófilo de Antioquía, ticular cuando se trata de la vida de los na-
San Ireneo, figura entre los llamados deutero- zareos (Núm. 6; cf. v. Nazareato) y de la san­
canónicos del Nuevo Testamento (v. Canon). tidad que se exige de los que se consagran al
[A. R.] culto divino (Lev. 21; cf. v. Sacerdocio).
S A R G Ó N (Sharru-kin) 540

No se trata solamente de limpieza legal, la remisión de los pecados mediante el Bautismo


cual está asimismo preceptuada por el Señor (Ef. 5, 26) y son santificados por el Espíritu
con numerosos mandatos, sino de una adora­ Santo (Rom. 15, 16), que llevará a un término
ción interna y de una vida moral pura que su­ glorioso toda la vida del cristiano hasta la re­
pone el cumplimiento de las leyes morales y surrección de los cuerpos, que asimismo se
concretamente del Decálogo (Éx. 20; Dt. 5). debe a la acción del Espíritu (Rom. 8, 11,
Incluso los objetos pueden ser santos en sus 8ia irveV'Uaros ; en Vulg., propter corresponde
relaciones con el culto divino (tabernáculo: más bien al Si a con el acusativo). No se trata
Éx. 28, 43; sacrificio: Éx. 28, 38; vestiduras solamente de una impureza que hay que evitar,
sacerdotales: 28, 2.4; incienso, aceite, ...) y sino de un principio nuevo de vida que nos
con la presencia de Dios (tierra de Canán: transforma in Christo (típica expresión paulina).
Zac. 2, 17; ciudad de Jerusalén: Is. 48, 2; Acerca de los términos con que se designa
zarza ardiendo: Éx. 35). esta santidad, á y ia cu ó g -, a y lónjs, áy n u cn m /,
B) En el Nuevo Testamento afírmase tam­ K a5ap«r//Ó 5, etc., cf. ThWNT, 1, 87-116;
bién que Dios es santo, si bien no tan a me­ F. Prat, La Théologie ele S. Paul, II, 301-302.
nudo como en el A.T. Ap. 4, 8, nos ha conser­ ÍF. P.]
vado un eco de Is. 6, 3, y el mismo Cristo en BIBL. — U. Bunzel. D er B e g rff de HeiUgkelt
su oración sacerdotal invoca al Señor llamán­ ¡m A T . Breslau 1914; ThW N T. 1, 87-116; III. 221-
248; W . E ichrodt , Theoiogie des A .T . , Leipzig 1933.
dolo «Padre santo» (Jn. 17, 11). I, 139-46; P. van I mschoot, La sainteté de Dleu dans
Pónese más bien de relieve la santidad de V A .T ., en L a vie spirituelle, 1946. n. 309, pp. 30-44;
P. R emv. L e seas du m ot sainteté, en Études francis-
Cristo (le. 1, 35; Act. 3, 14; 4.27.30; Jn. 6, caines, 49 (1937). pp. 464-474; J. D illensberctr.
69, griego 5 ayios t o v 0eov, Vulg. «Christus D as H eilige ¡m N .T ., Kuísein 1926; E. I ssel , D e r
Filius Dei»), a quien el Ap. 3, 7, designa como Begriff d er H eilig k eit i ni N .T ., Leiden 1887; A . Mo-
raldi. D io é a m ore, Roma 1954, pp. 133-144; F. P rat,
«santo y verdadero» (aAi/3ivó? es un término L a Théologie d e S. Paul, P arís 1925, II. pp. 301-304;
del agrado de Juan). A . J. F estugií-re , La sainteté, París 1942.

Si en el A.T. la santidad del fiel tiene un


motivo en la santidad divina (Lev. 11, 44; SAPIENCIALES (Libros). — Llámanse así
19, 2), en el Nuevo puede presentarse a Cristo, Prov., EcL, Cant., Sab., Eclo., porque en ellos
en virtud de la encarnación, como modelo más se habla con mucha frecuencia de la Sabidu­
próximo que debe imitarse (I Pe. 1, 15-16), ría en cuanto atributo divino y en cuanto se
bien sea directamente en persona o bien in­ comunica a los hombres. Muchas veces se in­
directamente (I Cor. 4, 16; 11, 1; I Tes. 1, 6), cluye también a Job y Salmos. Todos estos
y es un modelo sin tacha (I Pe. 2, 22; 3, 18; libros constituyen un grupo aparte, que tam­
I Jn. 3, 5) que posee la plenitud del Espíritu bién es llamado el de los libros proféticos (por
santificador (Le. 4, 14.21). El Espíritu santificó la forma), o didácticos, por su carácter doc­
la encarnación (Le. 1, 35), el bautismo (3, trinal y pedagógico. [F. S.]
21-22), el ayuno y las tentaciones (4, 1), toda BIBL. — * J. A yuso . L o s elem entos extrabíblicos de
los Sapienciales, EstB (1941); G onzález álvarez,
la actividad apostólica (4, 14-21) dirigida (4, 1) Principio d e la ped a g o g ía d e los libros Sapienciales.
por el Espíritu. CB (1955); G arcía C ordero, Intuiciones y retribución
sobre el m á s allá en ¡a literatura sapiencial, en CT,
Llámase repetidas veces santos a todos los 1955.
cristianos en el Apocalipsis (5, 8; 8, 3.4; 13,
10; 14, 12; 16, 6; 18, 24; 19, 8; 20, 8), si SARA. — v. Abraham.
bien tal apelativo ha sido ya antes aplicado
treinta veces por San Pablo (Rom. 1, 7; I Cor. SARGÓN (Sharru-kin). — I. Fundador de la
1, 4; II Cor. 13, 12; Flp. 4, 22; Ef. 3, 8; dinastía semítica de Acad (h. el 2360-2180),
I Tim. 5, 10...). cuyas gestas se mencionan en varias inscrip­
La santidad adquiere en el N.T. un carácter ciones y crónicas y se cantan en el poema épi­
particular en cuanto unión íntima con Cristo co Shar Tamhari (él rey de la batalla), que
(Gál. 2, 19-20; Rom. .15, 12) que transforma fué descubierto en 1913 en El-Amarna en la
nuestra naturaleza hasta convertirla en una forma acádicobabilónica. También se halla­
Kan-»} iwío-19 (Gál. 6, 15), y no tiene aquellos ron fragmentos del poema en las lenguas jetea
límites y caracteres nacionales que en el A.T. y asiria en Jati y en Asur, respectivamente. A
distinguen lo «peculiar de Dios» : judíos y gen­ este personaje se atribuye la fundación del
tiles entran con idénticos derechos en este primer imperio propiamente dicho que conoce
nuevo pueblo de Dios. la historia. Toda Mesopotamia, comprendidas
Todos cuantos creen (Act. 21, 18) pertenecen las regiones septentrionales (Subartu), Elam y
a esta sociedad de santos; todos alcanzan la Siria, las reunió Sargón bajo un sólo cetro.
541 SAÚL

Realizáronse expediciones militares al Asia Me­ SAÚL. — (Hebr. Shaúl, «pedido» [a Dios]).
nor, tal vez respondiendo a invitaciones de Primer rey de Israel (h. 1030) [1020?] — 1004
mercaderes acádicos establecidos en aquellas a. de J. C. Los textos bíblicos que hablan de
regiones. Todo este imperio, bien organizado, él (especialmente I Sam. 9-31; II Sam. 1 ; I
incluso en la parte administrativa, fué consoli­ Par. 10.12), provenientes de fuentes diversas,
dándose durante los reinados de los descen­ sólo nos ofrecen una selección de episodios
dientes de Sargón, entre los cuales se dis­ subordinados a la elevación del rey David, su­
tinguió especialmente su nieto Naram-Sin. Su cesor suyo, al poder; casi lo imprescindible
decadencia empezó a sentirse dos siglos des­ para mostrarnos cómo Saúl fracasó en la em­
pués al irse consolidándose la supremacía de presa después de unos comienzos prometedo­
los Gufium (h. 2190-2065). res. Era un benjaminita de Gueba (hoy Tell-
II. (721-705). Sucesor, tal vez por usurpa­ el-Ful), tristemente famosa por el monstruoso
ción, de Salmanasar V en el trono asirio. Una hecho ocurrido en ella en el tiempo de los
de las primeras empresas militares de este mo­ Jueces (cf. Jue. 19-21). La presión filistea,
narca, del que hace mención expresa Isaías que en el s. XI realizaba los máximos esfuer­
(Is. 20, 1), fué la conquista y destrucción de zos por contener la expansión israelita, deter­
Samaría, unos meses antes asediada por Sal­ minó el tránsito de los Jueces al de la mo­
manasar (cf. II Re. 18, 9-10). Siguieron duras narquía. El elegido fué *Saúl, que habiéndose
luchas contra el caldeo Merodac Baladán (Mar- ido en busca de unas pollinas que se habían
duk-apal-id-dina), que se había emboscado en extraviado, fué a dar a Rama, residencia de
Babilonia con el asentimiento y el apoyo de Samuel, entonces ya anciano. Apenas hubo visto
KhumbanigaS, rey de Elam. Los menguados- el profeta a Saúl, reconoció en él al hombre que
éxitos de esta campaña fomentaron revuelos el día anterior le había indicado el Señor (9,
antiasirios en todo el imperio; pero Sargón 1-21). Invitóle a cenar consigo, y al amanecer
logró imponerse. En .el 720 sofocó la rebelión del día siguiente, antes de despedirlo lo ungió
de los sobrevivientes de Samaría, que se habían por rey de Israel (9, 22-10, 13). Pero esta
aliado con Jamat y Damasco, y poco después designación no era más que un gesto profé-
quedaban derrotados los ejércitos unidos de tico: la elección se hizo en Masía, en pre­
Hánnünu (Hannon), rey de Gaza, y Sib’e de sencia de Jos representantes de las doce tribus,
Egipto con la batalla de Rapihu (Rafis). Más mediante un sorteo que fué favorable al mismo
adelante Sargón conquistaría a Carquemis y Saúl (10, 17-27). Un mes más tarde alcanzó
llevaría sus armas a Armenia y a Media. En Saúl la primera victoria librando a Jabes Ga-
el 711, con el fin de desvanecer las tramas an- lad de los amonitas (11). La guerra de libe­
tiasirias que con la complicidad y las instiga­ ración contra los filisteos comenzó, al pare­
ciones de Merodac Baladán seguían mante­ cer, unos años más tarde (1015, ó 1019), y
niendo en efervescencia al occidente, Sargón se prosiguió ininterrumpidamente durante todo
intervino en Filistea contra la ciudad de Asdad. el reinado de Saúl (14, 52) con varias alterna­
En sus crónicas de aquellos tiempos el asirio tivas. Gracias a una decisión arriesgada de su
menciona entre sus enemigos incluso a Ezequías, hijo Jonatán, Saúl alcanzó un primer éxito
rey de Judá, pese a que éste tratase de ocultar en Macmas (13-14); pero ya en aquella oca­
su verdadera actitud enviando un tributo. Ter­ sión delinquió gravemente (13, 5-14) frente a
minada la campaña en Filistea, Sargón regre­ una prueba a que Dios le había sometido en
só a Mesopotamia, donde atacó a Merodac Ba­ el día de su unción (10, 8); perdió además
ladán y ocupó a Babilonia tomando el título completamente los beneficios de la victoria y
de gobernador (sakkanakku). Entre las grandes estuvo a punto de ser parricida por ligereza y
construcciones de Sargón figuran la ciudad de ún celo indiscreto (14, 21-46). Otra magnífica
Dur-Sharrukin con el palacio real que él cons­ victoria sobre los amalecitas resultó funesta a
truyó al nordeste de Nínive en el emplaza­ causa de una grave desobediencia de Saúl, que
miento de la actual Khorsabad. [G. D,] no cumplió con exactitud el anatema (v.; voto
de completa aniquilación de los vencidos); y en
BIBL. — Para Sargón I: E. D horme, L ’aurore de
V H istolrc Babylon'a m e , en Recite.I E. D horm e, Pa- tal ocasión hubo de escuchar a Samuel anun­
tís 1951, pp. 4-79: Para Sargón II: G. R ic c io m , ciándole que ante Dios había dejado ya de
S to r.a d ’lsra ele . Torino 1947. pp. 1-28. 423 ss. 450 s s.;
S. M oscati, L 'O rlen te anílco, Milano 1952. ser rey (15). Del segundo éxito contra los fi­
listeos, en el valle del Terebinto, fué forjador
SASABASAR. — v. Zorobabel. un joven de Belén, David, que derribó a
Goliat (17). Aquel joven había sido ungido se­
SATANÁS. — v. Diablo. cretamente por Samuel para ocupar el puesto
SELÉUCIDAS 542

de Saúl (16, 1-13). Cayó en gracia a Saúl el nificante (Dan. 11, 20), que no se mostró per­
joven en la primera entrevista, y hasta llegó a sonalmente como hostil a los judíos (cf. Ibíd.
ser yerno del rey (18, 17-30), pero luego la 3, 3). Sucedióle su hermano Antíoco IV (v.),
celotipia de éste lo llevó a odiarlo a muerte y que adoptó la política perseguidora.
perseguirlo sin tregua (19-26) hasta que se re­ Antíoco V, hijo de Antíoco IV, que recibió
fugió entre los filisteos (27). Poco después de el sobrenombre de Eupator (= «de padre no­
un año atacaron los filisteos a Saúl, que, al ver­ ble»), heredó el trono siendo niño aún, y
se derrotado en Gélboe, se mató a sí mismo por ejerció su tutela Filipo, que después fué su­
no caer en poder del enemigo (h. 1004 a. de plantado por Lisias, el vigilante del príncipe,
J. C.). Los cadáveres de Saúl y de sus hijos el cual ocupó inmediatamente a Antioquía (I
fueron suspendidos por escarnio en las mura­ Mac. 6, 14-17.55-63). Antíoco V (163-162),
llas de Bet-Shán, y unos hombres audaces los que fué un simple instrumento en manos de
llevaron a Jabes, donde recibieron sepultura Lisias, fué muerto por Demetrio I, que se
(28-31). Tal fin fué castigo de los muchos pe­ proclamó rey. Había huido de Roma.
cados de Saúl (I Par. 10, 13 s.); graves desobe­ Demetrio I (162-150), por sobrenombre So­
diencias, envidia y odio a muerte, sacrilega tero, hijo de Seleuco IV. Huyó de Roma, donde
cueldad (I Sam. 22, 6-19), consulta necromán- estaba desde el año 175 como rehén por su
tica (28). Incluso como rey Saúl fué un fra­ hermano Antíoco, y habiendo desembarcado
casado : fué elevado para ser libertador y en Trípoli (I Mac. 7, 1-50; 9, 1-73). obró rá­
dejó a Israel en mayor ruina. No obstante, pidamente contra Lisias, y luego inició una
dió a la causa de Israel, además de la entre­ afortunada lucha contra el sátrapa Timarco
ga de sí mismo, momentos de gloria y pros­ de Babilonia. Promovió varias expediciones
peridad, y, lo que es más, la demostración de contra Jonatán Macabeo, enviando tropas e
que el porvenir de las tribus radicaba en la imponiendo a Alcimo como sumo sacerdote (I
unión: fué un pionero valeroso que señaló el Mac. 7, 1-50; 9, 1-73). Contra Demetrio se
difícil camino que después corrió David feliz­ alzó Alejandro Bala, que se hizo pasar por hi­
mente. [G. B.] jo de Antíoco IV, y a éste se asoció Jonatán,
B IB L . — L. D esnoyers, H istoire du p etiple hébreu, no obstante las reiteradas promesas de privi­
II, París 1930. p p . 2 9 -1 4 1 ; G . B ressan, Sam uele legios de orden económico y político que De­
(S. Bibbía), T orm o 1953.
metrio le había hecho. Demetrio fué vencido
5CHEIDE. — v. Papiros. y muerto (I Mac. 10, 48-50) y le sucedió Ale­
jandro Bala (150-145), a quien recuerdan con
SEBASTIJEH. — v. Samaría. simpatía los hebreos por la amistad que le
unió con Jonatán, a quien concedió, entre
SEDECÍAS (Matanías). — v. Judá (Reino de). otras cosas, el sumo sacerdocio. (I Mac. 10,
20).
SEIR. — v. Edom. A Alejandro Bala, vencido y muerto, le su­
cedió Demetrio II Nicator, que reinó dos ve­
SELÉUCIDAS. — Dinastía reinante en Asia ces (145-138; 130-125). Confirmó el sumo sa­
Menor del 312 al 6 a. de J. C. con Siria por cerdocio y otros privilegios a Jonatán (I Mac.
centro y Antioquía por capital, que fué así 11, 30-37), quien a su vez se había mostrado
denominada por razón de su primer tronco de decidido en apoyar a Alejandro, a quien des­
origen, Seleuco Monoftálmico Nicanor (312- pués abandonó con motivo de su traición du­
280). En Mac. hácese mención de los siguien­ rante la revuelta de Trifón (Ibíd. 11, 47-56).
tes soberanos; Seleuco IV, Antíoco IV, Antío- También Simón Macabeo se hizo aliado de
co V, Antíoco VI, Antíoco VII, Demetrio I Demetrio, de quien obtuvo la plena autonomía
y Demetrio II, además de los dos usurpadores de Judea (Jbíd. 13, 34-42). En el 138 Demetrio
Alejandro Bala y Trifón. fué hecho prisionero de los partos, que lo
Seleuco IV Filopator (187-175) sucedió a su trataron humanamente (Ibíd. 14, 1-3). Al mo­
padre Antíoco III, heredando de él la humi­ rir su hermano Antíoco VII, que continuaba
llante condición de derrotado por Roma a con­ la lucha contra Trifón, en el 130-129 volvió
secuencia de la batalla de Magnesia. Tras una Demetrio a ser rey hasta que fué asesinado en
denuncia de Simón, y ante la necesidad de re­ el 125 por el usurpador Alejandro Zabina.
unir dinero para pagar a los romanos las ele­ Antíoco VI Dionisio (145-141), hijo de Ale­
vadas anualidades, envió a Heliodoro con el jandro Bala, fué trasladado de Arabia cuando
encargo de saquear el Templo de Jerusalén (II era aún niño y proclamado rey por Trifón, ge­
Mac. 3, 7 ss.; Dan. 11, 20). Fué un rey insig­ neral de su padre, que en nombre del niño
543 SEMITAS

inició la revuelta contra Demetrio II (I Mac. árabes (Gén. 10, 22) son colocados en otra par­
11, 39 s., 54-56). Jonatán, que obtuvo de Tri- te entre la descendencia de Sem. También en
fón las acostumbradas concesiones, puso su Gén. 9, 18-27, en la maldición de Cam, apa­
empeño en sostenerlo contra Demetrio, que se­ rece Canán ligado a la suerte de los camitas y
guía ejerciendo el control sobre las regiones tendrá que soportar la supremacía de Sem y
septentrionales. En el 151 Trifón mató al niño de Jafet. De todos modos, la bendición de
Antíoco y se arrogó directamente el título de Sem parece reflejar la situación histórica del
rey, pero antes había capturado en Tolemai- II milenio a. de J. C., cuando un nuevo alu­
da a Jonatán, presunto defensor de Antíoco vión de semitas, tal vez el de los amorreos,
(Ibíd. 12, 39 s.); luego rescató a Simón, pi­ que pudo ser el que empujó también a Abra-
diéndole la entrega de los dos hijos de Jo­ ham, invadió el territorio de Canán, coincidien­
natán como rehenes y .100 talentos de plata a do con otra inmigración no tan nutrida de
cambio de la promesa de la liberación del pri­ elementos oriundos del Asia Menor, que tal
sionero, que no fué cumplida con regularidad. vez fuesen los jeteos, cuyas leyes se respetan
Al frustrarse el intento de consolidar en Judea en el contrato de la caverna de Macpela. Gén.
la autoridad seléucida, mató a Jonatán (Ibíd. 10, 11 ss. enlaza con Sem y con el diluvio
13, 12-32). al tronco de origen del pueblo hebreo, citan­
Habiendo reanudado la lucha contra él An­ do nombres que también aparecen, sobre todo
tíoco VII, hermano de Demetrio II, Trifón fué los últimos, en los textos de Mari.
derrotado en Siria, en el 138 (Ibíd. 15, 37-39). La clasificación de los semitas se basa en
Antíoco VII (138-130), llamado Sidetes (de motivos complicados, pues los criterios étnicos
la ciudad de Sidé, en Panfilia, donde se había tienen un valor relativo, ya que no se puede
criado) y Evergetes (= Bienhechor), se procla­ demostrar la pureza de la raza de los semitas. La
mó rey en Trípoli y casó con Cleopatra Tea única base que ofrece cierta seguridad se fun­
su cuñada. Empezó por buscar el apoyo de da en las lenguas semitas (nombre que apa­
Judas Macabeo (I Mac. 15, 2-9), pero, cuando rece por primera vez en 1781 en una obra de
tuvo asegurada la situación, se mostró hostil A. L. Schlózer), que se distinguen de las len­
a los judíos (Ibíd. .15, 36-10, 10) interviniendo guas de los demás grupos en numerosas par­
en contra de Juan Hircano. [A. P.] ticularidades: 1) La firmeza del cuadro de con­
BIBL. — G. R icciotti, Storia d 'lsra ele, II, 3.° ed., sonantes en oposición a la incertidumbre de
Torino 1938, pp. 53-67. 283-329: E. B ickerMAN, h isti- las vocales. Probablemente ésta fué la razón
tu tion s d es Séleucides, París 1938; S tahelin , Seleukos, por la cual los antiguos fenicios inventaron el
en P auly-W issowa , Realenc. der ciass. AU ertum swis-
sen.. serie II, vol. II, col. 1208-64. alfabeto, que sólo representaba las consonan­
tes por considerarlas como la parte principal
SELUM (Joacaz). — v. Judá (Reino de). del conjunto consonantevocal. El armazón con­
sonante de las palabras expresa la idea gene­
SEM. — v. Semitas. ral, en tanto que las vocales expresan las di­
versas modalidades que determinan esta idea.
SEMEI. — v. David. 2) La existencia de ciertas consonantes gutura­
les y de consonantes enfáticas. 3) Las raíces
SEMITAS. — Son los descendientes de Sem son en su mayoría consonantes y constan de
(Gén. 10, 21b), hermano mayor de Jafet, que tres letras.
siempre figura como el primero entre los hijos Las afinidades de las lenguas semitas supo­
de Noé (Gén. 5, 32; 6, 10, etc.). Las tablas nen la realidad de una común descendencia,
genealógicas de Gén. 10 y de Par. clasifican a y, por consiguiente, unidad primitiva de origen
los pueblos por grupos atendiendo más a sus que se rompió por la diferenciación de los dia­
relaciones históricas y geográficas que a los lectos. Esta lengua primitiva, tronco común
caracteres étnicos. Pero aparecen los cananeos de todas ellas, se llama semita común o pro-
clasificados entre los hijos de Cam, cuando lo tosemita, en alemán tirsemitisch, como en or­
son de Sem. Tal vez se deba esto a una inten­ den a las lenguas indoeuropeas se supone una
ción de mencionar la dominación egipcia so­ misma hipótesis de una lengua común que se
bre la costa fenicia o de expresar el parentes­ hablaba cuando los semitas o indoeuropeos
co que une a las razas camitosemitas (Gén. vivían en su cuna de origen, antes de la se­
10, 6). Idéntica a ésta es la clasificación en que paración que los empujó a buscarse otros
se presenta a los árabes con los etíopes (Ibíd.), puntos de residencia. Ni del protosemita ni
a los babilonios con los asirios (Gén. 10, 8-12), del protoindoeuropeo se posee tan siquiera un
todos ellos de raza semita. No obstante, los renglón ni documento alguno. Todas las afir­
SEMITAS 544

maciones que se hacen son fruto del esfuerzo arábigo. Posteriormente se compenetran con
de la gramática comparada que, mediante el los asiriobabilonios, así como también con los
parangón de la fonética, de la morfología y cananeos y con ios árabes. Los sirios y las co­
de la sintaxis de las diferentes lenguas semitas munidades sirioarameas o caldeas pertenecen
logra reconstruir, al menos en parte, el tipo, al grupo arameo.
los caracteres esenciales del protosemita; y pre­ Otros semitas son los cananeos, que forman
cisamente las lenguas semitas se prestan para la la más interna de las tres agrupaciones que gra­
comparación mucho mejor que las indoeuropeas, vitan por la parte de los dos ríos que dan
a pesar de que la glotología semita está menos hacia el Mediterráneo —las dos primeras es­
desarrollada que la indoeuropea. tán constituidas por los asiriobabilonios—• y
El admitir una lengua primitiva común a los ocupan la tira formada por el Líbano y el An­
pueblos semitas equivale a aceptar un lugar tilibano, por la meseta israelitajudaica (Siria
común en que se habló el protosemita y, por y Palestina) y por la depresión que se halla en­
lo mismo, el lugar de origen de los semitas. Se tre el mar Rojo y el golfo de Akab, así como
ha pensado en la frontera armenia del Kur- por los territorios que están al oeste y al este
distán, en Mesopotamia, en el norte de Siria, de esta tira hasta el Mediterráneo por una
en África, en Arabia. La opinión hoy más se­ parte, y hasta el desierto asirioarábigo por otra.
guida y la más probable pone los orígenes de Del grupo de los cananeos forman parte los
los semitas en el desierto sirioarábigo, por más fenicios, un grupo de los cuales se trasplanta a
que S. N. Kramer sostenga que los semitas las costas de África del Norte y da origen
proceden de Jos súmeros, con Mesopotamia al pueblo púnico o cartaginés; los hebreos,
por cuna. Partiendo del desierto sirioarábigo los amonitas, los moabitas (sobre el origen se­
en diferentes riadas y en diferentes direcciones, mita de estos dos pueblos cf. Gen. 19, 30-38),
y a veces sobreponiéndose a otros semitas que los idumeos (su común origen con los hebreos
han salido antes, van dispersándose los di­ está afirmado en el relato de Esaú = Edom y Ja­
ferentes pueblos que entran en el grupo racial cob = Israel).
de los semitas. Su enumeración sigue de norte Finalmente, son también semitas los ára­
a sur la distribución geográfica correspondien­ bes y los etíopes, los primeros de los cuales
te al comienzo de su respectiva evolución his­ ocupan el vastísimo territorio que está al sur
tórica, sin consideración alguna a su proceden­ de los tres grupos precedentes, o sea la penín­
cia de sedes más remotas. sula arábiga y el desierto sirioarábigo, que
Son pueblos semitas los acadios. que son pone a la Arabia en contacto con el Asia An­
los primeros en aparecer en Mesopotamia en terior. La historia de Agar y de Ismael en el
el tiempo de los súmeros: los amorreos { - oc­ Génesis es una prueba del parentesco de los
cidentales) que toman asiento en la región a hebreos con las tribus árabes del Norte (safaí-
la que antes habían llegado los acadios y de tas, lihinianitas, tamudeos). De la rama meri­
los cuales salen los príncipes de los asirios dional de los árabes, a quienes pertenecen los
y de los babilonios, términos de creación mo­ mineos, los sabeos, los cabatinos y los hadra-
derna y mediante los cuales se intenta desig­ mutos, proceden los etíopes o abisinios, como
nar con más o menos precisión las diferentes resultado de una migración que los lleva al
razas unificadas por el lenguaje y la civiliza­ territorio de la actual Etiopía.
ción, que en diferentes tiempos se estable- Todos los pueblos semitas van apareciendo
ceiron en el valle del Tigris y del Eufrates des­ con su característica figura histórica, notable­
de el extremo septentrional hasta la desembo­ mente diferenciados, no desde el punto de vis­
cadura en el golfo Pérsico. Estas razas, em­ ta lingüístico, sino por razón de su composi­
piezan a estar sobremanera entrelazadas con ción étnica, por su constitución social, políti­
elementos varios, ya desde el primer momento ca y religiosa, por sus vicisitudes históricas.
en que ocupan sus sedes históricas, donde su­ Pero es de notarse que en los árabes nómadas
fren influencias de los pueblos autóctonos y de (beduinos), entre los cuales sobrevive inaltera­
los de otras razas a consecuencia de la su­ da la antiquísima sociedad semítica, puede
premacía militar de éstos. Son semitas los reconocerse algún que otro elemento más re­
árameos, cuya aparición debe de remontarse presentativo del semitismo, que o se ha extin­
a los comienzos del segundo milenio, aunque guido por completo o se ha mantenido bajo
mucho después que la de los acadios. Su sede formas latentes o alteradas en otros pueblos
histórica tiene sus límites septentrionales hacia más progresistas o más expuestos a las influen­
las laderas del Amama y por el golfo de Ale- cias extranjeras. Pero en la organización so­
jandreta, los meridionales en el desierto sirio- cial no presentan los semitas caracteres abso-
545 SENAQUERIB

lutamente originales, ni los que pueden consi­ briéndose en Bogazkóy tiene origen cananeo
derarse como primitivos se conservaron des­ y que los fenicios son los portadores de la
pués a través del desarrollo histórico de cada cultura mesopotámica al sector de Creta. Los
uno de los pueblos. Dado el origen nómada áremeos se hacen especialmente fuertes hacia
de los semitas, es natural que entre ellos se fines del II milenio e imponen su lengua du­
encuentren formas sociales características del rante casi un milenio.
llamado ciclo pastoril: sistema patriarcal y Con la caída del imperio persa (s. IV a.
constitución por tribus. La transformación de de J. C.), el movimiento migratorio de los
Ja constitución política con la consolidación de árabes acelera su ritmo, y sobre las ruinas de
la monarquía aparece en todos los pueblos se­ los antiguos estados se forman agregados po­
mitas como fenómeno derivado del cese del no­ líticos árabes que a veces alcanzan categoría
madismo. La organización sacerdotal es un fe­ de verdaderas y propias dinastías, como la de
nómeno secundario y, en parte, de importación Osroén y de la Comagena, o en verdaderos
extranjera. estados nacionales árabes como el de los naba-
La religión de los semitas se basa principal­ teos cuyos monumentos se conservan en el
mente en el concepto de la fecundación de desierto de Petra. Durante el imperio romano
la tierra de pasto mediante el cielo, que da la los semitas de Palmira crean una potencia.
lluvia. Las manifestaciones del culto consisten Desde el s. vil desp. de J. C. absorben, a to­
en sacrificios, oblaciones de primicias vegeta­ dos los pueblos y todas las lenguas del Asia
les y animales. Los lugares de los sacrificios Anterior y son el único pueblo que sobrevive
son los de las manifestaciones del dios. Tie­ formando una masa inmensa, mientras los
nen un desarrollo especial las prohibiciones de neohebreos, los etíopes, algunas reliquias de
ciertos alimentos, la circuncisión (que no se caldeos quedan como una insignificante repre­
observa entre los asiriobabilonios). La divinidad sentación de los antiguos semitas. [F. S.]
tiene un carácter local y universal: la raíz El BIBL. — G. L evi D ella V ida , Seiuiti, en Ene. I t.,
aparece en muchas lenguas semitas, y también X X X I , p p . 3 5 1 -5 5 ; I d .. Les Sém ites, P a rís 193 8 ;
la raíz baal es de uso frecuente. P . D horme, Langu es e t écritures sém itiq u es , París
19 3 0 ; S . M oscati, S toria e civiitá dei S., B arí 194 9 ;
Los semitas han desempeñado una función R T . O’C allaohan, A ra m N ah araim , R o m a 1948.
importante en la historia del Asia Anterior
y en la cultura del mundo. Las primeras apa­ SENAAR. — v. Babilonios.
riciones se dan por parte de los acadios de
Mesopotamia durante el segundo milenio: la SENAQUERIB. — Hijo de Sargón II y suce­
civilización mesopotámica se desplaza de las sor suyo en el trono asirio (705-681). Aunque
desembocaduras del Tigris y del Éufrates para muy inferior a su padre, Senaquerib logró do­
extenderse por las orillas de ambos ríos. Hacia minar la difícil situación en que se vió su vasto
los comienzos del segundo milenio se consoli­ imperio. Al morir Sargón, se rebela Merodac
dan los amorreos, que dejan huellas profundas Baladán en Babilonia con ayuda del Elam.
en el medio Éufrates, y el recuerdo de hombres Interviene Senaquerib y sustituye al rebelde,
notables como Shamsi-Addu I de Asiría, cuya Bél-ibni. Luego se moviliza rápidamente con­
influencia hacia el Asia Menor está atestigua­ tra el occidente, en cuya trama antiasiria está
da en las tablas de Kultepe y Hammurabí, de complicado también Ezequías, que ya era alia­
la primera dinastía de los babilonios, el prime­ do de Merodac Baladán. Ataca a Fenicia, don­
ro en formar un poderoso imperio que llega de somete al rebelde Lulí de Sidón con sus
desde el golfo Pérsico hasta Nínive y Mari. aliados; luego se dirige hacia Filistea, que
Babilonios y asirios, no obstante los inter­ queda totalmente conquistada, y el ejército egip­
medios jeteos, jórreos y egipcios, son dueños cio enviado por el faraón Shabaka para soco­
del Asia Anterior hasta el siglo VI a. de J. rrer a los de la liga antiasiria es desbaratado
C. Los cananeos ocupan desde el III milenio en Elteqeh (a 700). Habiendo asediado a La-
la costa mediterránea y mantienen contactos con quis, Senaquerib manda legados a Jerusalén
el mundo egipcio, con el mesopotámico y con para pedir la rendición total de la ciudad, pero
el mediterráneo; durante muchos siglos son el rey Ezequías lo rechaza (II Re. 18, 13-19,
dueños de las costas con Biblos, Ugarit, Tiro 14). Senaquerib insiste con cartas, pero el pro­
y vSidón, y durante 150 años (tres dinastías) feta Isaías promete al rey de Judá .el auxilio
incluso de Egipto, si es que se acepta el ori­ divino, y, efectivamente, el general asirio, de
gen cananeo de los hicsos. Su influencia cul­ manera imprevista, a causa de una terrible pes­
tural debe ser inmensa si se tiene en cuenta tilencia, se vió forzado a regresar a Nínive
que una parte de los mitos que van descu­ (II Re. 19, 35).
35, — S pa d m -'Ora . — D i c c i o n a r io b íb lic o
SENTIDOS bíblicos 546

El relato bíblico se encuentra confirmado en se como adecuada. El sentido literal es el sen­


Herodoto (II, 141) en lo que se refiere a los tido que, como cuando se trata de cualquier
egipcios, que también son parte directamente libro, está expresado en sus mismos términos:
interesada, y por otra parte completa lo que así es como los hombres comunican a los de­
el mismo Senaquerib escribe en el célebre «Ci­ más su propio pensamiento cuando escriben.
lindro de Taylor» acerca de sus campañas en Y como Dios ha querido comunicarnos su pen­
Palestina. El monarca, después de haber narra­ samiento por mediación del hagiógrafo, ins­
do con ostentación sus victorias, pasa en silen­ trumento suyo, aplicando las facultades de
cio el resultado de su acción contra Ezequías, éste, no transformándolas, adaptándose en to­
diciendo únicamente que lo había asediado y do a la mentalidad humana, excepto en el
que había saqueado su estado. error, no podemos remontarnos al pensamien­
Tampoco era más risueña para Senaquerib to divino, sino a través de las palabras, de las
la situación en Mesopotamia. Al trono de Bél- formas estilísticas del hombre, su instrumento.
ibní, incapaz de resistir a Merodac Baladán, He ahí porque los Sumos Pontífices han san­
había subido el hijo de Senaquerib, ASur-nadin- cionado la regla de oro, formulada ya de an­
shuin, pero la situación seguía siendo precaria, tiguo por los Padres y por los Doctores de
a causa del Elam, enemigo declarado de Asi­ la Iglesia; que el primero y principal cuidado
ria. Senaquerib decidió organizar una expedi­ del exegeta sea la investigación del sentido li­
ción por mar, y los elamitas reaccionan inva­ teral (tal como se desprende del texto y del
diendo a Babilonia. Senaquerib se retira deci­ contexto, de los lugares paralelos y de la
dido a atacar al Elam por tierra, y se riñe ayuda de todas las ciencias auxiliares: filología,
una terrible batalla entre Senaquerib y el arqueología, historia, geografía, etc. León XIII,
Elam, en Halul, hacia el año 690. Dos años Ene. Providentissimus, en EB, n. 107; Benedic­
después (639), Senaquerib logra asediar a Ba­ to XV, Spiritus Paraclitus, en EB, n. 485;
bilonia, la derrota y la destruye totalmente y Pío XII, Divino Aflante Spiritu, en AAS [1950],
toma para sí el título de «Rey de Súmer y 568 ss.).
de Acad». En cambio, el sentido típico es exclusivo
Si fué grande el odio de Senaquerib a Ba­ de los libros sagrados, y responde a su carac­
bilonia, no menos grande fué su pasión en fa­ terística de libros, cuyo autor principal es
vor de Nínive, a la que trató por todos los me­ Dios (Santo Tomás, Ouodl. 7, a. 16), que se
dios de embellecer. En Nínive se recuerdan los propone preparar y presentar veladamente en
grandes edificios a él debidos, entre los cuales el Antiguo Testamento el Nuevo, de suerte que
su palacio, la organización de los jardines pú­ los muchos hechos y personajes del primero ex­
blicos y construcciones hidráulicas. A los ocho presan, preanuncian objetos y verdades del
años de haber ocupado Babilonia, pasados en segundo; así el maná está dispuesto por Dios
relativa calma, Senaquerib fué asesinado por para expresar la Eucaristía (Jn. 6, 31.49), y el
dos hijos suyos (II Re. 19, 37; II Par. 32, 21). cordero pascual es tipo de Jesús Redentor.
[G. D.] Al sentido literal pertenecen todas las fi­
BIBL. t G. R jcciotti, Storia d ’lsra ele, I, Torino guras de estilo empleadas para componer: me­
1 9 4 7 . n n . 9-11, 4 8 9 -9 8 ; S . .Moscati, L 'Oriente A n tico , táfora, alegoría, parábola, símbolo, etc. (Santo
Milán 1 9 5 2 ; A . P arrot, N inive et V A n d en Testam ent Tomás, Com. ad Gal. 4, 7).
(C ahiers d ‘archéologie biblique, 3), N e u c h á te l 1953,
p p . 3 6 -4 6 . En la metáfora («Yo soy el camino» Jn. .14.
6) las palabras no se entienden en sentido pro­
SÉNECA (Epístolas de, a S. Pablo). — v. pio (el hombre ríe), sino en sentido trasladado
A pócrifos. o figurado (= el prado ríe; Jesús es el cordero
de Dios, etc.; y lo mismo debería decirse de
SENTIDOS bíblicos. — Es una importante los antropomorfismos). La alegoría no es más
tarea de la hermenéutica (v.) el definir con que una metáfora continuada; y por lo tanto,
exactitud los diferentes aspectos del sentido aquí se toman los términos en sentido trasla­
literal, la existencia y la naturaleza del sen­ dado; cf. el canto de la viña (Is. 5, 1-6 = pue­
tido típico y del adecuado y pleno, para de­ blo de Israel, v. 7). En la alegoría mixta (Jn.
terminar las normas que debe seguir el exegeta 15, .1-6; Sal. 80 [79], 9-19) se insertan términos
en su trabajo. En realidad en la Sagrada Escri­ en sentido propio. La parábola (v.) es esencial­
tura se dan dos sentidos que corresponden a mente un parangón; así como el padre acogió
su doble característica de libro humano y di­ con regocijo de fiesta al hijo pródigo, de igual
vino : el sentido literal y el típico. Entendida modo el Padre celestial acoge con amor al pe­
debidamente, esta distinción puede considerar­ cador arrepentido; como el pastor deja en el
547 SENTIDOS bíblicos

redil las noventa y nueve ovejas y se va en (carne = hombre) por parte del Verbo eterno;
busca de la que se ha extraviado, y cuidado­ e implícitamente el Verbo encamado es el al­
samente la lleva consigo y la acaricia, así tam­ ma, la inteligencia, la voluntad, el cuerpo real,
bién obra Dios con el pecador (Le. 15). El etcétera, en una palabra, todo lo que consti­
término de la comparación se toma de la vida tuye la naturaleza humana. El examen del texto
ordinaria (a diferencia de lo que sucede en y del contexto será el que permitirá establecer
la fábula, donde se crea un escenario imagi­ con seguridad la existencia de tal sentido im­
nario en el que hablan los animales, las plan­ plícito, que es revelado virtualmente, y es ver­
tas, etc.) en un relato perfecto en sí mismo y dadero sentido bíblico, intentado por Dios y
completo, en el cual los términos son emplea­ por el hagiógrafo.
dos en sentido propio; y a veces hasta cabe Mas cuando de una frase de la Sagrada
preguntarse si no se tratará de un hecho real­ Escritura se saca una conclusión por vía de
mente acontecido: el buen Samaritano, por una proposición de orden puramente racional,
ejemplo, Le. 10, 25-37, etc. entonces tenemos una simple deducción escri-
Mientras que en la alegoría pura cualquier turística que los manuales llaman sentido con­
detalle está puesto únicamente con miras a la siguiente. Tal deducción no pasa de ser mera­
enseñanza que se quiere inculcar, sin que deba mente humana, y no puede llamarse sentido bí­
ocuparnos el que responda o no responda a blico, a no ser que sea N. S. Jesucristo quien
la realidad, en la parábola los detalles sólo la formula (Mt. 22, 31 s .; del texto: Yo soy
sirven para embellecer y completar el relato; el Dios de Abraham, de Isac, etc. [Éx. 3, 6],
por lo que sería superfluo y erróneo el querer Jesús prueba la inmortalidad del alma diciendo
hallar siempre su correspondiente aplicación que no es el Dios de los muertos, sino de
en el orden sobrenatural. El exegeta debe ate­ los víyos, y, por tanto, los Patriarcas viven:
nerse a la idea central, razón del parangón, que v. Resurrección de Jos cuerpos); o tal vez el
frecuentemente es formulado explícitamente mismo hagiógrafo (S. Pablo, I Cor. 9, 7 ss.,
por Nuestro Señor. Es inútil, pues, buscar qué etcétera).
puede significar el traje nuevo, el anillo, el cal­ Lo que nunca puede llamarse sentido bíblico
zado, el becerro cebado y todos los demás y, por tanto, tampoco puede alegarse como
detalles de la parábola del hijo pródigo (Le. argumento para demostrar ninguna verdad, es
15). En un relato tan pintoresco tales detalles lo que impropiamente se tiene como sentido
son un reflejo de las costumbres del tiempo: acomodaticio, ya que en realidad no se trata
al hijo que vuelve se Je viste según era de más que de una adaptación de las proposiciones
usanza entonces. En cambio en la parábola del del texto sagrado a personas o a hechos en­
Samaritano (Mt. 13, 18-23), Nuestro Señor teramente ajenos a la intención de Dios y del
mismo hace la aplicación de los diferentes por­ hagiógrafo.
menores. Pero ocurre a veces que la parábola Esta adaptación puede darse por simple ex­
envuelve en sí elementos alegóricos (parábola tensión, respetando el sentido del sagrado tex­
alegorizante); y en tal caso es el contexto el to, como cuando la Iglesia aplica a los santos
que debe guiar al exegeta en la inclusión de en la liturgia las alabanzas que Eclo. 44, 17.
tales elementos en el parangón. 20 tributa a Noé, a Abraham: «Noé fué ha­
También el símbolo está incluido en este gé­ llado enteramente justo, y en tiempo de la có­
nero de parangón, sólo que en vez de un re­ lera fué ministro de la reconciliación», «Abra­
lato es una acción o una cosa lo que se em­ ham... guardó la Ley del Altísimo y en la prue­
plea como representación y signo de algo con lo ba fué hallado fiel...» o cuando aplica a la
cual guarda cierta analogía o semejanza. Isaías Sma. Virgen, sede de la Sabiduría, lo que
va desnudo y descalzo para significar que el Eclo. 24 dice de la Sabiduría Increada, atributo
rey de Asur se llevará los prisioneros desde divino, comunicada de un modo estable a los
Egipto y desde Etiopía igualmente desnudos hombres.
y descalzos (Is. 20, 2 ss.). Los padres y la liturgia abundan en tales
Todas estas formas literarias están regular­ adaptaciones, muchas veces particularmente fe­
mente comprendidas en el sentido literal. A lices y delicadas (cf. Ez. 44, 2: «Esta puerta (la
veces del sentido explícito, expresado directa­ oriental en el tiempo ideal que allí se describe)
mente, se deduce alguna otra verdad conteni­ ha de estar cerrada, no entrará por ella hombre
da implícitamente en el texto (sentido implíci­ alguno, porque ha entrado por ella Yavé, Dios
to). Así la solemne afirmación de S. Juan: de Israel» ; y San Jerónimo, PL 25, 430 : «Algu­
El Verbo se hizo carne (1, 14), afirma explíci­ nos gustan de ver en esta puerta cerrada por la
tamente la asunción de la humana naturaleza que sólo pasa el Señor... a la Sma. Virgen Ma­
SENTIDOS bíblicos 548

ría, que sigue siendo Virgen antes y después los que lo crucificaban rompieron las piernas
del parto»). Pero es censurable la aplicación de los dos ladrones para acelerar su muerte,
que se hace fundándose en una simple alusión pero «al acercarse a Jesús... no le rompieron
que no ofrece más que la analogía externa de las piernas, sino que uno de los soldados le
los términos (por ej. Sal. 68 167], 36: Admi­ traspasó el costado con una lanza...» Así se
rable Dios in sanctis suis, aplicado a los santos, realizó la Escritura (Ex. 12, 46) y Zac. 12, 10
cuando en realidad se trata del «santuario», del (por lo que atañe a la lanzada). Así que Dios
templo), y más aun si se desfigura enteramente mismo nos revela en el Nuevo Testamento este
el sentido (por ejemplo: Sal. 64 [63], 7 s .: «Ac­ sentido típico, que sólo Él intentó en el An­
cedet homo ad cor altum et exaltabitur», apli­ tiguo, y que está basado en el sentido literal,
cado al Sagrado Corazón: el hombre que se en sí completo y suficiente y que se propusie­
acerca a este Corazón será ensalzado, cuando ron Dios y el hagiógrafo.
el texto sagrado habla de enemigos, cuya men- I Cor. 5, 7: «Cristo nuestra víctima (o cor­
te y cuyo corazón son oscuros, y tienden la­ dero) pascual ha sido inmolado». Asimismo
zos contra el justo; pero Dios dispara contra Mal. 3, 1 profetiza la venida del Precursor del
ellos una flecha, interviene para castigarlos). Mesías tomando a Elias (v.) por tipo: «An­
También en esto abundan los ejemplos de ca­ tes que venga el día del Señor mandaré el pro­
sos aprovechados por predicadores poco avi­ feta Elias. Él convertirá el corazón de los pa­
sados. Hállase una lista casi completa de es­ dres a los hijos..» (Heb. 4, 5 s.). Lo mismo
tos contrasentidos bíblicos en J. V. Bainyel, el Ángel (Le. 1, 17) que Nuestro Señor (Mt.
Les contresens bibliques, 2.* ed., París 1906. 11, 10; 17, 10-13) explican que Elias no era
Cf. también R icciotti, Bibbia e non Bibbia, sino un tipo, figura de Juan Bautista, ora por
4 / ed., Brescia 1947. la vida penitente (cf. incluso el vestido: Mt.
La misma dignidad de la Sagrada Escritura 3, 4; Me. 1 ,6 = II Re. 1, 7 s.), ora por el
excluye esos dobles sentidos que los hombres celo impertérrito (= «carácter fuerte de Elias» :
emplean sólo para bromear o engañar. Ocurre Le. 1, 17) de Elias contra Ajab y de Juan Bau­
que a veces se dan diversos significados o ex­ tista contra Herodes Antipas.
plicaciones, que en realidad no son sino tenta­ La serpiente de bronce colocada sobre un
tivas de los exegetas por llegar a entender y asta en el desierto, a la que recurrían los he­
definir el único sentido que Dios y el hagió- breos a quienes habían mordido los reptiles ve­
grafo se han propuesto expresar, como, por nenosos, y se curaban, era un tipo de Cristo
ejemplo, las diferentes explicaciones que ha­ que mediante la inmolación en la Cruz obrará
llamos en los comentadores respecto de algu­ la salvación del género humano (Núm. 21,
nos tercetos de la Divina Comedia. 8 s.). «A la manera que Moisés levantó la ser­
Es verdad que Dios ha previsto todas las di­ piente en el desierto, así es preciso que sea
ferentes interpretaciones; pero se trata de es­ levantado (término técnico para la crucifixión)
tablecer lo que efectivamente ha intentado, y el Hijo del hombre para que todo el que cree
lo que ha querido comunicarnos. En torno al en Él tenga la vida eterna (Jn. 3, 14 s .; cf.
pensamiento de San Agustín y de Santo To­ Sab. 16, 6 s. 10). Melquisedec y su sacerdocio,
más cf. G. Perrella, en Bíblica, 26 (1945) 277- tipo del socerdocio de Jesús (Heb. 7). De
302, con una selecta bibliografía. tal suerte los mismos acontecimientos anuncian
Sentido típico. La práctica de Nuestro Se­ de antemano al Mesías y su Redención. Pero
ñor y de los Apóstoles nos enseña que en al­ nosotros no podemos saberlo sino cuando el
gunos episodios del Antiguo Testamento anun­ mismo Dios nos lo revela, o en el Nuevo Tes­
ció y figuró Dios diferentes aspectos del Me­ tamento (como en los ejemplos alegados), o en
sías y de su Reino. Es, pues, una verdad de la tradición auténtica, es decir, mediante el
fe la existencia del sentido típico. magisterio infalible de la Iglesia, del que son
En el Ex. 12, 46 entre las prescripciones testigos los Santos Padres respecto de los pri­
que se dan para la cena del cordero pascual meros siglos, en las circunstancias y con las
figuraba la de que había que comerlo sin rom­ modalidades fijadas ya en la (v.) Hermenéutica,
perle los huesos: «ni quebrantaréis ninguno de En el mismo Nuevo Testamento hay que
sus huesos». Ni el autor inspirado ni los de­ notar una interpretación típica que se des­
más podían imaginar que con esta prescripción prende de un principio un tanto diverso del
intentaba Dios predecir un pormenor de la que se había venido formulando hasta ahora.
muerte del Divino Redentor en la Cruz. Con Así S. Pablo, para resolver conforme a las
esto el cordero se convierte en tipo, figura deJ miras divinas las relaciones entre la Iglesia
Mesías, y aquel pormenor se realizó cuando y la Sinagoga, apela al ejemplo de Sara y Agar
549 SENTIDOS bíblicos

(Gal. 4, 21-30). Abraham tuvo dos hijos, Is­ cuya alma dejó el se’ol (o limbo) juntamente
mael, de la esclava (Agar), e lsac, de la libre con la de los otros justos cuando resucitó Je­
(Sara), y lo mismo que entonces el primero sús, para gozar eternamente con Dios y de
vejaba al segundo, así hacen ahora los ju­ Dios, en tanto que su cuerpo se descompuso
díos de la Sinagoga con los hijos de la Igle­ realmente y permaneció en el sepulcro. Y con
sia. ¿Cómo resolvió Dios entonces aquella las mismas palabras, tomadas en su sentido
situación? Ordenando que fueran despedidos adecuado, o sea tomadas según todo su alcan­
Ismael y Agar, y eso mismo es lo que ahora ce, el autor principal, el mismo Dios, intentaba
hace disponiendo la reprobación de la Sina­ profetizar la resurrección de Cristo, según lo*
goga con sus secuaces, puesto que siendo Dios revela explícitamente San Pedro (Act. 2, 29'
inmutable obra de idéntico modo siempre que ss.). Tampoco en esto iba David más allá aí
se presentan las mismas situaciones que se expresar' su firme esperanza. Ningún exegeta
han dado en otras ocasiones de las cuales he­ habría pensado en semejante predicción, y aun
mos sido informados por la Sagrada Escritura. cuando hubiera pensado, nunca habría podido
Este principio se aplica más tajantemente aún alegar pruebas de que fuera ésa la intención
en I Cor. 10, 1-11 respecto de los aconteci­ de Dios. Aun en nuestros tiempos no todos
mientos que se dieron con los hebreos en oca­ admiten ese sentido literal pleno (plenior) o
sión del éxodo de Egipto. adecuado, que reduce al simple sentido típico:
Fuera de este campo, que es muy limitado G. Courtade, en RScR, 37 (1950) 481-99; C.
y sumamente restringido, se correría peligro de Spicq, en Bulletin Thomiste, 8 (1947-52) 210-
caer en un subjetivismo absolutamente irrespon­ 21; cf. BThL, 27 (1951): EstB 10 (1951) 456-
sable, recurriendo a interpretaciones tipológicas, 49.467 ss., 471 ss.
o espirituales, como gustan de calificarlas, de El sentido típico sólo puede utilizarse para
las cuales se han dado recientes ejemplos la­ la demostración de una verdad dogmática
mentables. cuando ha sido indiscutiblemente demostrado
No se trata ya aquí de exégesis católica, de (por revelación). Dígase otro tanto respecto del
sentido bíblico, sino de divagaciones imagina­ sentido pleno. Por otra parte es más lógico re­
rias, de acomodaciones arbitrarias e incluso currir directamente al sentido literal de los
irreverentes. pasos explícitos del Nuevo Testamento (cf..
«El sentido espiritual o típico debe fundarse Santo Tomás, Summa Th„ I, q. 1, a. 10 ad 1;
en el literal, y además ha de estar aprobado Quodl. 7, a. 14 ad 4).
por el uso de Nuestro Señor, por el de los Al inculcar la encíclica Humani Generis
Apóstoles o de los escritos inspirados, o por (AAS [1950] 568 ss.) la doctrina bíblica sobre
el de la tradición de los Santos Padres o de los sentidos bíblicos, que ya se había asentado-
la Iglesia» (Carta PCB, 20 agosto 1941). claramente en las encíclicas precedentes (Pro-
En realidad hay que distinguir bien en los videntissimus, Spiritus Paraclitus, Divino A f­
Padres y en el uso litúrgico entre el sentido flante Spiritu), condena explícitamente la exé­
típico y Ja simple acomodación, ya que esta gesis espiritual de algunos modernos a quienes
última se ha extendido muchísimo, y teniendo se ha aludido anteriormente (A. Bea, en La
también cuenta que los Padres siguen el alego- Civ. Can., 18 nov. 1950, 401-406; G. Lambert,
rismo alejandrino como método de su exégesis en NRTh, 83 [1951] 225-28). Tal doctrina había
privada, en tanto que su autoridad sólo tiene sido defendida principalmente por los PP. Da-
valor cuando exponen una explicación como niélou y De Lubac: un retorno, pero no sin
testigos de la fe católica. innovación, a la tipología de Orígenes; sólo el
Asimismo el sentido literal adecuado o pie- que lee tipológicamente el Antiguo Testamento
nior, según suele llamarse, no puede llegar a puede sacar la miel de la edificación espiritual.
nuestro conocimiento, sino mediante la reve­ Y no ya sólo este o aquel fragmento, sino
lación. Cuando David quiere expresar en el lodo el Antiguo Testamento había de ser inter­
Sal. 16 (15), 9 s., que la suerte feliz de poseer pretado con la luz de este horizonte crisfoló-
a Dios no acabará con la muerte, sino que se gico que comprende al Cristo histórico, místico
perpetuará en una vida bienaventurada (A. y escatológico, es decir todo el contenido de la
Vaccari), escribe así: Todo mi ser goza seguro, doctrina cristiana. Todo es tipo: el sentido li­
«porque no abandonarás nunca a mi alma en teral queda simplemente reemplazado; pero
el reino de los muertos, ni consentirás que tu donde todo es tipo, todo es sombra, e incluso
sanio vea la corrupción». Pero resulta que la misma realidad, aparte de no tener impor­
estas palabras sólo parcialmente, y diría que tancia, apenas si puede llegar a entreverse. De
cr. sentido restringido, se realizaron en David, esta suerte se nos ofrecen meditaciones, ex-
SERMÓN DE LA MONTAÑA 550

horta dones, que a veces son edificantes, pero fariseos hipócritas: sentimientos y prácticas de
que no tienen fundamento alguno en el sentido los discípulos. Y finalmente una breve perora­
literal. Será filosofía de la historia o conside­ ción que estimula a la acción» (Lagrange.)
raciones más o menos profundas, pero fruto El sermón está reproducido por Mt. y por
exclusivo de nuestra inteligencia, si no de la Le. (c. 6), pero en pioporciones diferentes,
fantasía, que nada tiene que ver con la pala­ pues Le. expone en otros lugares (por ej. en
bra de Dios transmitida a nosotros por el au­ los cc. 11; 12; 22-34, etc.), algunas partes
tor inspirado, ni con el sentido típico inten­ por dejarlas en sus contextos primitivos, mien­
tado por Dios y que Él mismo nos ha revelado tras que Mi., siguiendo su criterio lógico lite­
ca el Nuevo Testamento. Ver en el arca la fi­ rario, ha reunido aquí cuanto dijo Jesús sobre
gura de la Santísima Trinidad, hacer de Saúl, el mismo argumento en otras circunstancias
que se quita la vida, una figura de Jesús que (por ej. Mt. 6, 7-15.19-34; 7, 7-11). Efectiva­
se entrega voluntariamente a la muerte (Dahin mente es fácil reconocer que Mt. y Le. (c. 6)
Cohenel) es una arbitrariedad y una ofensa al refieren el mismo discurso, y que Le. como
sentido histórico y a la piedad cristiana. Ver escribía para los gentiles convertidos, se atuvo
en Rahab una figura de la Iglesia, y en el a lo que se refería a la perfección nueva, la
cordón de púrpura un tipo de la sangre re­ ley de la caridad, en tanto que Mí. conservó
dentora (Daniélou) es colgar al texto de Jos. lo que daba a la locución su carácter histórico,
2, 18, ideas que no sólo son ajenas a su letra, la oposición entre las dos doctrinas y el lazo
sino incluso al espíritu (cf. RB, 57 [1950] que las unía, la caridad, que aventaja a la le­
633). galidad y. no obstante, procede de la revela­
En realidad lo que hay es sobra de osadía ción antigua como el fruto que colma las pro­
por parte del intérprete que se arriesga a envi­ mesas de las flores. Por tanto, para saborear
lecer la Sagrada Escritura por dar rienda suel­ la fisonomía primitiva de la composición, es
ta a su imaginación (J. Coppens, Vom christ- preciso recurrir a Mt., donde nos parece oír
¡ichen Verstandnis des Alten Testamenta París- las palabras, el tono y el mismo acento de
Friburgo. B. 1952, pp. 9-24; F. Spadafora, en Jesús (Lagrange).
Rivisía Bíblica, 1 (1953) 71-76). [F. S.] Con toda probabilidad fué en junio del 28 de
BIBL. — Institu tiones Blblicae, I, 6.* cd., Roma nuestra era, después de cinco meses de predi­
1951, pp. 341-59 CA. Fernández); A. V accari, L o cación en Judea y Galilea, cuando Jesús su­
studio della S. Scrittura, Roma 1943. pp. 132-46; G.
P errella, / n trodu zzion e G enerale, 2 .• ed.. Torm o 1952, bió a «un monte» (Mt. 5, 1 ss.) para orar, y
pp. 249-83 (Col. La S. B ibbia), con abundante biblio­ eligió los doce apóstoles de entre los fieles
grafía. Acerca de Jos varios prob'em as sobre el sen­ que le seguían. «La efervescencia había sido
tido plen ior cf. X II Sem ana Bíblica Española, Ma­
drid 1952, pp. 221-498; A. F ernández. E. F. S ut- tan general, que no fué Galilea la única en
cliffe , P. T ernant, en B :bllca, 34 (1935) 229-326. conmoverse: había llegado gente hasta de
333-34. 135-58. 354-83. * M artínez H fras, El sensus
plenior de la Sagrada Escritura, EstB (1956, en.-m ar.): Idumea, al sur, y del extremo septentrional de
A. C olunoa, ¿Existe pluralidad d e sentidos literales la tierra prometida (Tiro y Sidón)». Hasta
en la S . Escritura?, EstB (1943-4); S. del P áramo,
Reflexiones sobre los géneros de la Escritura. EstE allí lo ha seguido lá turba: y Jesús, una vez
(1948); A usejo , E l sensus plen ior d e la S. Escritura. elegidos los Apóstoles, descendió a una expla­
EstB (1955).
nada (Le. 6, 12 ss.), donde todos podían co­
SERAFIN. — v. Angeles. locarse cómodamente, e inicia su discurso (La­
grange). Los modernos identifican este monte
SERGIO PABLO. — v. Pablo Apóstol. con la colina (de unos 250 m.) de ’Ain et-
Tabhiga (o et-Tabgah) a unos 3 Km. al sur de
SERMÓN DE LA MONTAÑA. — Es como la Cafarnaúm.
carta programa del Nuevo Reino. Tras un su­ 1. Primer punto del sermón: relación en­
blime proemio, cual son las llamadas Biena­ tre la Ley (economía) antigua y la Ley (eco­
venturanzas (v.), que proponen cua'les han nomía) nueva (Mt. 5, 17-48; Le. 6, 27-36; cf.
de ser las condiciones del ánimo más a propó­ Me. 9, 43.37: 10, 11 s.).
sito para la aceptación de su mensaje, Jesús El principio general (Mt. 5, 17-20) es ilus­
afirma solemnemente la superioridad en la pu­ trado prácticamente con ejemplos que siguen
reza de su doctrina sobre la del Antiguo Tes­ (vv. 21-48), con la luz de los cuales quedan bien
tamento (Mt. 5, 17-48; 7) y la manera de entendidos.
practicarla (Mt. 6). «El cuerpo del sermón cons­ La antigua alianza (v.). en su triple fase o
ta de dos puntos; relaciones de la doctrina de determinación: con Abraham, en el Sinaí y
Jesús con la Ley y con los Profetas, y espíritu con David, no era más que preparatoria, y su
de la misma comparado con el espíritu de los término es Cristo.
551 SERMÓN DE LA MONTAÑA

Jesús le da cumplimiento en todo su com­ enseña a sus discípulos, con tres casos para-
plejo. Da cumplimiento a la Ley moral in­ dojales, que no hay que tomar a la letra, cómo
culcando su observancia en toda su pureza e no deben responder al mal con mal, sino ven­
integridad; a la Ley ceremonial transformando cer al mal con el bien (cf. Rom. 12, 21). «Je­
sus figuras en realidad; a los Profetas dando sús alza el grito al cielo por obtener un poco
actualidad a sus ideales y verificando en sí de tolerancia. El nuevo idéal consistirá en no
las predicciones (A. Vaccari). «No he venido a oponerse al mal mientras sólo haya de por me­
abrogar, sino a cumplir» (v. 17), es decir, «a dio intereses individuales» (Vaccari; Lagran­
traer la perfección» (reAecóa)). ge).
Así la antigua revelación no pierde ni una La enseñanza de la Ley (Lev. 19, 18), de
jota ni una tilde de sus elementos constituti­ los Profetas y de los Salmos insistía en el
vos. «Lo mismo que un escriba vela con su amor al prójimo; y por el prójimo se entendía
curiosa meticulosidad para no dejar pasar nin­ significar todo buen israelita; pero se creía le­
gún elemento de los que él considera esencia­ gítimo odiar y maldecir a los malos y a todos
les para una buena lectura, así Dios tiene cui­ los enemigos de Israel que eran considerados
dado de todos los gérmenes que él ha deposi­ también como enemigos de Dios.
tado en )a revelación. Jesucristo aporta un Jesús encomienda que se extienda la cari­
desarrollo esencial y definitivo de Ja misma dad a todos, amigos y enemigos, siguiendo el
(Lagrange). ejemplo del Padre celestial que hace salir el
De esta suerte todas las prescripciones, aun sol lo mismo para los buenos que para los
las más diminutas, de la Ley, perfeccionada en malos. «Sed perfectos como vuestro Padre
el Evangelio, tendrán su pleno cumplimiento en celestial es perfecto» (Mt. 5, 43-48).
la Iglesia cristiana hásta el fin del mundo (cf. 2. Espíritu con que debe practicarse la
Le. 16, 17; A. Vaccari). nueva ley (Mt. 6).
Asentado el principio, Jesús saca algunas «A la insuficiencia de la ley antigua, a una
aplicaciones. La ley prohibía el homicidio interpretación que la desfigura (como en el úl­
(Ex. 20, 13; Dt. 5, 17 = quinto precepto del timo ejemplo), Jesús opone la perfección que
Decálogo): Jesús quiere que ni siquiera sur­ él vino a enseñar y desciende a concretar prác­
ja la ira ; no sólo las palabras ofensivas e in­ ticas que, siendo buenas en sí, no son gratas a
juriosas, sino incluso muchos movimientos con­ Dios, si no es con la condición de que sean
trarios a la caridad pueden constituir una gra­ hechas por él» (Lagrange).
ve ofensa a la virtud y ser dignos de una pe­ La obra externa no tiene de suyo valor al­
na proporcionada (Mt. 5, 23-26). guno: su valor proviene de la intención y de
Ya la ley antigua prohibía el simple deseo la disposición de ánimo con que se practique.
malo (cf. Ex. 20, 17); mas los judíos, en lo su­ Tal es el espíritu evangélico, eco y potenciali­
cesivo, llegaron o no a considerar como culpa­ dad de las cálidas exhortaciones proféticas, en
ble más que el acto externo. oposición a la hipocresía, a la ostentación, a
Jesús devuelve al precepto su pureza pri­ la engañosa soberbia de los fariseos, verdade­
mitiva, y avisa que es preciso guardar aten­ ros sepulcros blanqueados.» De entre las bue­
tamente los sentidos, subordinando cualquier nas obras Jesús enumera, a modo de ejem­
otra consideración a los valores eternos (Mí. plo, la limosna, Ja oración, el ayuno (Mt. 6,
5, 27-30). 1-8.14-18).
La ley de Moisés permitía el divorcio (cf. Otra disposición necesaria es el desprendi­
Dt. 24, 1, ss.); Jesús devuelve al matrimonio miento del alma respecto de las riquezas y de
la indisolubilidad primitiva (cf. Mí. 19, 3-8). los bienes que de ellas provienen; con eso
Las palabras anisi fornicationis causa» se tra­ quedan precisadas Jas tres bienaventuranzas
ducen por aexcepto el caso de concubinato», que se refieren a tal idea.
o unión ilegítima, pues entonces no existe el Jesús demuestra la necesidad y la lógica de
vínculo conyugal. ese desprendimiento. En efecto; las riquezas:
La ley prohibe el perjurio (Ex. 20, 7; Lev. a) son fugaces (Mt. 6, 19 ss.). «No alleguéis
19, 12), y el verdadero discípulo evitará el tesoros en la tierra donde la polilla y el orín
juramento y se limitará a decir sí o no (Mt. los corroen y donde los ladrones horadan y
5, 33-37). roban.
Está en vigor la ley del talión (v.): Ex. 21, «Atesorad tesoros en el cielo, donde no co­
23 ss.; Lev. 24, 19 s .; Dt. 19, 18-21. Jesús la rren peligro y os harán eterna y verdadera­
abroga y reprueba el espíritu de venganza y de mente ricos. Porque donde está vuestro teso­
represalia, contrario a la caridad evangélica, y ro allí estará vuestro pensamiento» (Le. 12, 32
SERPIENTE de bronce 552

ss.). b) Entenebrecen la inteligencia (Mt. 6, por obra»); casa cimentada sobre arena, que
22 s.); c) alejan de Dios (v. 24). al primer embiste se desmorona («el que es­
El ojo es como Ja luz, faro de nuestro cuer­ cucha y no pone por obra»). No basta creer,
po, pues él dirige nuestros pasos. Por tanto si hace falta también obrar para llegar a la me­
el ojo es puro todo el cuerpo tiene luz sufi­ ta (Mt. 7, 24-29; Le. 6, 47 ss.; 7, 1).
ciente para dirigirse convenientemente; mas «El sermón de la montaña, programa fun­
si está viciado, •como quiera que sea, toda la damental de la vida cristiana y quintaesencia
actividad del hombre se verá impedida. Así del espíritu evangélico, es algo más que un có­
también nuestra mente dirige toda la conduc­ digo de moral, por muy sublime que se la
ta del hom bre; si la mente es pura se marcha suponga, pues contiene preceptos comunes a to­
por el camino recto poniendo cada cosa en dos, y consejos de alta perfección, reservada
su puesto. para las almas más generosas. Jesús no nos
Mas el hombre que codicia los bienes mate­ habla como simple maestro, sino como legis­
riales y se apega a ellos con el afecto, no tiene lador supremo, a quien todo el mundo está
la mente pura, y no es capaz de discernir el obligado a obedecer sin excepciones ni reser­
puesto que corresponde a los intereses del es­ vas («se ha dicho...», pero yo digo...)», (A.
píritu sobre todos Jos otros objetos en la es­ Vaccari). [F. S.]
cala de los valores. Es una ceguera cuya gra­ B IB L . — M . J. L agrange, E l e v a n g e lio d e J e su ­
vedad sube de punto por cuanto es voluntaria c r is to (trad. e s p .), B a r c e lo n a 1 9 3 3 ; S imún-D orado,
N o v . T e s t., I. 6 e d ., T o r in o 1944, p p . 50 5 -5 5 2 , c o n
y resulta verdaderamente mortal para la vida am p lia b ib lio g r a fía ; A . V accari, L a S . B ib b ia , V I I I ,
eterna. F iren ze 1950, p p . 38-4 9 . * F . H errera, L o s s e r m o n e s
d e J e sú s , M ad rid 1 9 4 7 ; P alomero, E l s e r m ó n d e l
Es, pues, necesario elegir entre Jesüs o las M o n te , C B 0 9 4 6 ) .
riquezas (ídolo al que se ofrecen sacrificios).
El Divino Redentor asegura la asistencia de SERPIENTE de bronce. — Al dirigirse el pue­
la divina Providencia a quienes se aplican con blo desde Cades hacia Moab después de haber
todo esmero, a poner en práctica los preceptos pasado unos 38 años en el desierto, cuando los
evangélicos (Mt. 6, 25-32), asegurando solem­ hebreos hubieron de encaminarse hacia el gol­
nemente: «Buscad ante todo y sobre todo el fo elanítico, a causa de la negativa de los edo­
reino de Dios, los bienes espirituales que lo mitas, para retroceder luego desde el este ha­
caracterizan, y su justicia —la perfección mo­ cia el norte, «el pueblo, impaciente, murmura­
ral que él nos ha revelado— y el Padre celestial ba por el camino contra Dios y contra Moi­
os dará con creces lo restante, todo lo que es sés», y entonces mandó el Señor serpientes que,
necesario para vuestra vida». en castigo, causaran la muerte a un gran nú­
3. Avisos y exhortaciones. La caridad para mero de hebreos. Los rebeldes, aterrorizados,
con Dios, causa y principio del amor al próji­ reconocen su culpa y suplican a Moisés que
mo. «La caridad para con el prójimo consti­ interceda ante Yavé, que le dió orden de ha­
tuye toda la Ley, y puede uno estar seguro de cer una serpiente de bronce y colocarla so­
practicarla convenientemente ateniéndose a bre un asta, para que los que habían sido
esta sencillísima regla: Cuanto quisiereis que mordidos pudiesen mirarla y recibir Ja cura­
os hagan a vosotros los hombres, hacédselo ción (Núm. 21, 4-9).
vosotros a ellos, pues en eso consiste la Ley Los israelitas llevaron consigo a Jerusalén
y los Profetas» (Mt. 7, 12) (Lagrange). esta serpiente de bronce que se conservó en el
También aquí se da un aviso que sirve de Templo; pero habiéndose convertido con el
ejemplo: huir de juzgar al prójimo (Mt. 7, tiempo en objeto de culto idolátrico, el pia­
1-5; Le. 6, 37-42). Vienen luego tres exhorta­ doso rey Ezequías mandó hacerla pedazos y
ciones: dirigirse con perseverante confianza a quemarla (II Re. 18, 4).
Dios en la oración. (Mt. 7, 7-11); lanzarse va­ Según advierte Sab. 16, 16 s., la serpiente de
lerosamente a seguir a Jesús, venciendo todos bronce no era más que una prenda y un
los obstáculos (v. .13 s.); guardarse de los símbolo de salvación. «Efectivamente, el que
falsos profetas y no juzgar de la vida cristiana se volvía hacia aquel signo se salvaba, pero
por las palabras y por Jas promesas, sino por no en virtud de lo que veía, sino por Ti que
las buenas obras, por la conducta (vv. 15-23 ; eres el Salvador de todos» (A. Vaccari). Era
cf. Le. 6, 43 s. 46). una mirada suplicante que imploraba de Yavé
4. Epílogo. Concluye Jesús con una antí­ el perdón, reconociendo que la mordedura re­
tesis expresiva: casa cimentada sobre roca, cibida era un castigo merecido por la propia
dispuesta a desafiar a cualquier vendaval («el culpa. No tienen, pues, fundamento alguno las
que escucha las palabras de Jesús y las pone semejanzas buscadas (para Núm.) con los con-
553 SICLO

ceptos religiosos de otros pueblos (Egipto, Ba­ = lugar sin vista. Cf., no obstante, AJSL, 1919,
bilonia, excavaciones de Gazer y Susa) acerca p. 191). También i8?js significa «sin vista»:
de Ja divinización de la serpiente y del poder a privativo y la raíz <piS (ver) cf. Sófocles
mágico a ella atribuido (Thereau-Dangin, en Ayax, 394 ss. El She’ol es una casa y tiene
Revue d’histoire et de litter. religieuse, .1 [1896] puertas (Is. 37, 10; Sab. 16, .13, etc.) y porte­
151-58): tales analogías sólo atañen a algunos ros (irvXiopoí de los LXX de Job. 38, 17).
elementos externos. El culto idolátrico a la El She’ol tiene lazos (Sal. 18, 6; 116, 3),
serpiente de bronce en el Templo forma parte como Ja red para los asiriobabilonios, que pre­
de aquel sincretismo que era el elemento esen­ cipita en el infierno.
cial de Ja religión (v.) popular desarrollada El She’ol es lugar de polvo: el hombre, he­
únicamente a partir de la escisión de los dos cho de arcilla, acaba en polvo y en lugar de
reinos, primero en Israel y luego en Judá. polvo (Is. 26, 19; Job. 7, 21; 17, 26; 20, etc.;
N. S. Jesucristo (Jn. 3-14 s.) expone el sig­ Dan. 12, 2). Enkidu, en el poema de GilgameS,
nificado simbólico del episodio: la serpiente llama a la ultratumba «casa de polvo», y en
de Moisés era una figura simbólica de Cristo el descendimiento de IStar se habla «de mo­
Crucificado: «A la manera que Moisés levan­ rada... donde el polvo es la comida y el fango
tó la serpiente..., así es preciso que sea levan­ el alimento».
tado (Ú0ócü: término técnico para la crucifi­ Al She’ol se desciende desnudo (Job. 1, 21;
xión) el Hijo del hombre (cf. Jn, 12, 32), para Edo. 5, 14; cf. I Tim. 6, 7) y se palpa la com­
que todo el que creyere en Él tenga la vida pañía de los gusanos (Job. 17, 13; 21, 26).
eterna». [F. S.] Todos los hombres son habitantes del She’ol
(Job. 30, 23): los Refaim ( l a s sombras: rp*
B 1B L . — A . C lamer, N o m b re s (L a Ste. Bible, e d .
P ir o t 2), P a rís 1 940, p p . 3 6 9 -7 2 ; F . M . B raun, S. Juan «ser flaco» cf. ugarítico rpum: Is. .14, 9; 26,
(ib íd . 10), 1 9 4 6 , p p . 33 5 s . ; A . V accari, L a S . B ib b ia , 9; Sal. 88, 13; Prov. 19 s.; 9, 18; a lo cual
I, F ir en ze 1943, p . 39 5 s . ; V I I I , ib íd ., 1950, p . 301.
se asemejan los etimmu asiriobabilónicos), los
SET. — v. Patriarcas. circuncidados, los héroes, los guerreros (Ez* 32,
21 s.). El She’ol es insaciable (Is. 15, 14;
Prov. 1, 12; 27, 20).
SETENTA (versión de los). — v. Griegas (ver­
siones). Pero el She’ol no tiene un panteón ni tie­
ne por jueces a la reina Ereskigal o Perséfona,
ni a Plutón o Nergal o Mot, ni al escriba de
SHE’OL. — (LXX a8r¡s 3¿varo?, Vulg. Infer­ la tierra o a los Anunnaki. El soberano allí
nus). Es la ultratumba para los hebreos. La es Yavé (Sal. 139, 7 ss.), cuya justicia es cono­
etimología es incierta. El She’ol es una tierra cida en el She’ol (Sal. 138, 13), por más que en
(I Sam. 28, 13, etc.), lo mismo que la ultra­ él nadie alabe a Dios (Sal. 6, 6; 30, 10; 88,
tumba de los súmeros es KI,KIGAL (de donde 13; 115, 17; Is. 38, 11), que según el Sal.
proviene She’ol, según G. Dossin). Cf. kigallu 88, 6, se olvida de los muertos, los cuales no
de los asiriobabilonios y todas las otras expre­ lo oirán nunca (Is. 38, 11); v. Muerte y Re­
siones : irsitu rabltu (tierra grande), irsitu ra- tribución.
paStu (tierra, espaciosa), irsitu rúqtu (súmero Los textos bíblicos excluyen todo culto a las
KUR-SUD, KI-SUS (tierra lejana), irsit mi- sombras. Eclo. 30, 18 ridiculiza el uso de los
tüti (tierra de los muertos), irsit tamhi (tie­ gentiles de ofrecer alimentos a los muertos.
rra del lamento). Ars en Ugarit y en El máximo castigo para los babilonios (cf.
Grecia significan Ja tierra y. el mundo infer­ Código de Hammurabí R. 27, 37-40) es la
nal. Tierra de la que no es posible el regreso privación de un náq me, «el que derrama el
(Job, 7, 9 s.; 10, 21), como KUR-NU-GI-A, agua» para refrescar. Cf. Le. 16, 24. [F. S.]
súmero, o irsit-mátu-asar la tari (tierra, país,
B IB L . — P . D h o r m e , L e s é jo u r d e s m o r t s c h e z les
lugar sin regreso). El She’ol se halla bajo el B a b y l o n ie n s e t le s H é b r e u x , e n R B , 16 (1 9 0 7 ) 5 9 - 6 7 ;
suelo (Is. 14, 9; Dt. 32, 22, etc.), como en los I d . , L ’i d é e d e l-au-del¿¡ d a n s la r e lig ió n h e b r a iq u e ,
e n R H R , 123 (1 9 4 1 ) 1 1 3 -4 2 ; C . J. M e . N a s p y , S h e o l
textos asirios. Bór (Prov. J, 12) y el acadio in t h e O í d T e s ta m e n t, e n T h e C a th o lic B ib lic a l Q u a r -
bérfitu (profundidad) expresan Ja ultratumba. i e r l y , 6 (1 9 4 4 ) 3 26-33.
«Bajaré al She’ol» (Gén. 37, 35; 42, 38;
44, 29.31) y expresiones afines (Ex. 32, 19.29. SHEFELAH. — v. Palestina.
30) significan «morir». El She’ol es la casa de
las tinieblas (Job. 10, 21 s .; 17, 3; cf. Mt. 8, SIBILINOS (oráculos). — v. Apócrifos.
.12; 22, 13; 25, 30; II Pe. 4, 18), bit ikliti (ca­
sa de tinieblas): Arali, ArallO (asar la amari SICLO. — v. Dinero.
SIERVO de Yavé 554

SIERVO de Yavé. — Es el asunto de cuatro los suyos. Trabajó en vano: lo asegura Yavé.
cánticos de Isaías (42, 1-7; 48, 1-8; 50, 4-9; Su misión era más elevada que la de convertir
52, 13-53, 12) que describen con claridad y pre­ únicamente a Israel; la salvación se extenderá
cisión extraordinarias la misión redentora del hasta los extremos del mundo. Pero el Siervo,
Mesías compendiando las principales caracte­ despreciado y vejado, acabará por recibir el
rísticas del Salvador, pronosticadas en otras homenaje de los reyes. Es, pues, perfectamen­
partes del Antiguo Testamento y en el mismo te claro que el pueblo de Israel, al que había
libro de Isaías. La profecía se reviste aquí de sido enviado el Siervo para convertirlo, le co­
la luz y de la precisión de la descripción, por rrespondió con el desprecio y la aversión.
la que ya San Jerónimo (Praefatio in Isaiam) En el tercer canto (50, 4-9), la situación del
llamaba «evangelista» a Isaías. Estos cánticos Siervo ha llegado a ser más crítica. Aquellos
son parte de un solo drama, cuyo tema es la a quienes quería convertir se alzan contra Él
redención del hombre por obra del Mesías, y y le llenan de ultrajes, a pesar de que no
cuyos protagonistas son Yavé y su «adorador Ies habla más que lo que Dios le ha ins­
por excelencia» (= su «siervo»), que también pirado (v. 4); a sus instrucciones responden
es Dios y hombre que muere y resucita, ofrece con escarnios y esputos. Pide valerosamente
su vida a una muerte crudelísima y alcanza que se le caree con sus adversarios, que le
un triunfo absoluto. En este drama toman par­ llaman a juicio, y confía en el socorro divi­
te los judíos y toda la humanidad. no. «¿Quién me argüirá de pecado?» (= Jn.
En el primer canto Yavé presenta solemne­ 8 , 66).
mente a su elegido, objeto de sus complacen­ Los que acusan al Siervo son aquellos mis­
cias (la misma expresión que repite el Padre ce­ mos a quienes quería reformar, sus compatrio­
lestial sobre Jesús en el bautismo y en la tas.
transfiguración: M/. 3, 17; 17, 5), cuyo ca­ El drama tiene en el último canto (52, 13-
rácter traza y cuya alta misión especifica. Su 53, 12) un sublime epílogo. Los gentiles apren­
siervo es un profeta, un maestro lleno de pa­ derán lo ocurrido al cabo de cierto tiempo:
ciencia y de benignidad para con los débiles sentirán primero asombro y desdén a la vista
(42, 2); está lleno de los dones (v.) del Es­ del estado lastimoso del Siervo; luego se ad­
píritu de Yavé (cf. 11, 2); propagará el cono­ mirarán al conocer cómo son los hechos antes
cimiento de Dios y de su Ley entre las nacio­ desconocidos y sus admirables consecuencias.
nes. Yavé lo ha elegido para ser «la alianza Los hechos son los padecimientos inefables del
del pueblo», o sea para renovar la alianza con Siervo de Yavé, que era una víctima, pero
su pueblo (42, 6), e incluso para predicar a las víctima inocente: expiaba los pecados de su
islas (42, 1.5), es decir, a las naciones más pueblo. Por eso el Siervo de Yavé fué entre­
remotas, el derecho divino, o sea el estatuto que gado a la muerte y sepultado como un cri­
intenta darles. minal. Esta muerte era un sacrificio expiato­
De esta nueva alianza profetizará Jer. 31, rio, aceptado como tal por Yavé (53, 11 s.).
31-34; es el reino del Mesías (Hebr. 8, 7-13), y «¿Quién creerá lo que hemos oído? ¿A
por lo tanto el derecho divino es la doctrina quién fué revelado el brazo de Yavé?» (53, 1)
evangélica. «No hay en él belleza ni gracia... despreciado,
Mediante una imagen que es habitual en varón de dolores, conocedor de todos los que­
Isaías, la obra del Mesías se presenta como una brantos... Pero fué él quien tomó sobre sí
iluminación (cf. 9, 2; M t. 4, 14 ss.). Las ti­ nuestras enfermedades y cargó con nuestros do­
nieblas del error se disipan y los hombres que lores... Fué traspasado por nuestras iniquida­
estaban en la esclavitud de Satanás recibirán des ...El castigo de nuestra reconciliación pesó
la plena libertad de los hijos de Dios (42, sobre él... Yavé cargó sobre él la iniquidad de
6). El v. 4 alude ya a las dificultades que el todos nosotros. Maltratado se resignaba... Fué
siervo de Yavé encontrará en su misión. arrebatado por un juicio inicuo, y ¿quién re­
A la presentación de Yavé responde el mis­ flexiona sobre (quién evalúa o puede evaluar
mo Siervo (2.° canto), manifestando la oposi­ la crueldad de) sus contemporáneos? Fué arran­
ción, las persecuciones que tendrá que sufrir cado de la tierra de los vivientes, y muerto
por parte de aquellos a quienes es enviado, su por las iniquidades de mi pueblo...»
completa unión con Dios, fuente de su fortaleza «Y el fin queda logrado. El justo paciente,
y de su triunfo (49, 1-8). No todos incluyen muerto, ha merecido, ha alcanzado la justicia
los vv. 7-8 en el cántico. para los otros. Después de su muerte tendrá
El Siervo, elegido para la alianza del pueblo, una descendencia espiritual que por tiempo
se entregó a su dura tarea de predicador entre indefinido será el instrumento de la salvación
555 SILOÉ

concedida por Yavé. La resurrección se pre­ Asia, a las que va dirigida la epístola. En el
supone en Ja victoria, expresada a la manera martirologio romano se consigna su fiesta el
antigua con el símil de una batalla victoriosa, 13 de julio y se afirma que murió en Mace­
de un botín que se reparte» (Lagrange). donia después de un eficaz ministerio. .
Es imposible poner en tela de juicio la co­ [A. P.]
rrespondencia entre la profecía y su realiza­ BIBL. — A . S t e g m a n n , Silvanus ais Missionar und
ción en N. S. Jesucristo. Los exegetas, aun Hagiograph, Rottenburg 1917.
incrédulos, se sienten sobrecogidos de emo­
ción ante este cántico, cumbre de las profecías SILO. — Pequeña ciudad de la tribu de Efraím,
de Isaías sobre el Siervo de Yavé cuya semejan­ en el lugar de la actual Seilum, 15 km. al norte
za con el Sal. 2 (22) salta inmediatamente a la de Bétel (Beitin), 2 km. al este del gran ca­
vista. Los Apóstoles citan varios fragmentos de mino de Jerusalén a Nabulus. La exploración
este cuadro incomparable para demostrar su arqueológica (H. Kjaer: 1926 - 1929; A.
realización en Jesucristo (cf. Mt. 8, 17; Me. 9, Schmidt: 1932) atestigua su existencia ya en
11; 15, .18; Le. 22, 31; Jn. 12, 38; Act. 8, el s. XX, su florecimiento en los siglos XII-X
32; Rom. 10, 16; .15, 21; I Cor. 15, 3, etc.). (época de los Jueces), y, su abandono o al me­
La tradición católica (y Nort, entre los mismos nos su decadencia del 1000 al 300 a. de J. C.,
acatólicos), es unánime en aplicarlo todo a perfectamente en consonancia con los datos
Cristo paciente. [F. S.] bíblicos.
BIBL. — M. J. L agrange, Le Judalsme avant Jé-
Fué centro religioso, meta de peregrinacio­
sus-Christ, París 1931, pp. 368-81; A. V accari, I nes anuales (Jue. 21, 19; I Sam. 1-4) y con el
carmi del Servo di Jaltweh, en Miscellanea Bíblica, arca de la alianza asentada dentro del templo
II, Roma 1934, pp. 216-44; J. S. Van D el P loeg,
Les chants du Serviteur de Jahvé, París 1939; Ch. R. estable (Jue. 18-31) que sustituyó al primitivo
N orth, The suffering Servant, en Dentero-Isaiah, pabellón móvil o tabernáculo, en el tiempo de
Londres 1948; F. Spadafora, Temí di esegesi, Rovigo
1953, pp. 204-217. Josué (Jos. 18, 8 ss.; 19, 51; 21, 1; 22, 9-12)
y de Jos Jueces (Jue. 18, 31) hasta que en el
SIETE hermanos mártires. — v. Macabeos. tiempo de Helí (I Sam. 1, 3.9,24; 2, 14; 4,
3.4.12) fué repudiado por Dios (Sa. 78, 6 ss.;
S1LAS (Silvano). — Compañero de San Pablo Jer. 7, 12-14; 26, 6.9) y destruido por los fi­
en el segundo viaje apostólico. En los Actos listeos, quienes respetaron el arca. Samuel na­
(15, 22.27, etc.), se llama siempre Sila, mien­ ció de la estéril Ana, después de una ferviente
tras que en las Epístolas de San Pablo (I Tes. plegaria por ella elevada en el templo de Silo,
1, 11; II Tes. 1, 1; II Cor. 1, 19) y de San donde luego fué consagrado al Señor y tuvo re­
Pedro (I, 5, 12) se emplea el nombre de Sil- velaciones divinas (I Sam. 1-3). Después de la
vanus. Lo mismo que Pablo, tenía dos nom­ destrucción, el sacerdote Ajías (Ajimelec), se
bres y el privilegio de la ciudadanía roma­ trasladó a Nob junto a Saúl (I Sam. 14, 3;
na (Act. 16, 37). 21, 2). De Silo era el profeta Ajías del tiempo
Silas acompañó a Pablo y a Bernabé, junta­ de Salomón y Jeroboam (I Re. 11, 29; 12, 15;
mente con Judas Barsabas, a Jerusalén al re­ 14, 2.4; 15; 29; II Par. 9, 29; 10, 15). En el
greso de su misión. En el segundo viaje apostó­ 587 fueron asesinados en Misfa unos habitan­
lico sustituyó a Bernabé y compartió con Pa­ tes de Silo fieles a Yavé, mientras subían a
blo todas las fatigas y las penas, incluso el en­ Jerusalén (Jer. 41, 5). Estuvo habitada hasta
carcelamiento en Filipos. Pablo lo toma tam­ los tiempos bizantinos y ahora se ve reducida
bién como socio al escribir. las dos epístolas a a un montón de ruinas. [A. R.]
los tesalonicenses. • BIBL. — F. M. A bel, Géographie de la Palesíine\
Anunciase (Act. 18, 5) su llegada a Corinto II, París 1938, p. 462 s.
en unión de Timoteo. Silas llegaba procedente
de Macedonia, adonde tal vez había sido en­ SILOÉ. — (Hebr. Shiloah). Es la piscina a la
viado para una misión especial desde Atenas que van a dar las aguas de la fuente de Gui-
(cf. I Tes. 3, 1 s.). jón (I Re. 1, 33), llamada hoy ’Ain Sitti Mar-
Desconocemos las ulteriores actividades de jam (Fuente de la Virgen María), al este de
Silas. Aceptada su identificación con Silvano, Jerusalén, en las faldas del Haram eS-Sherif,
que redactó la primera epístola de Pedro, hay por el lado occidental del valle del Cedrón.
que admitir que pasó, como Marcos, del sé­ La fuente estaba fuera de la ciudad. Ezequías
quito de Pablo al del Príncipe de los Apósto­ (II Re. 20, 20; II Par. 32, 30 cf. Eclo. 48, 17)
les, y así resulta muy verosímil que ejerciera encauzó las aguas de la fuente con un acue­
una autoridad misionera en las provincias del ducto en forma de túnel abierto en la roca
SIMÓN (Mago) 556

por debajo de la colina del Ofel hasta la pis­ moabitas hayan contribuido a disminuir numé­
cina. De la fuente de Siloé sólo hablan el Tar- ricamente la tribu de Simeón (Núm. 25). En el
gum y Flavio Josefo (Bell. II, 340; V, .140, acto de la conquista del país, Simeón se une
145, etc.). Is. 8, 6 menciona las aguas de Siloé a la tribu de Judá en las empresas bélicas con­
en contraste con las impetuosas del Eufrates, tra las poblaciones autóctonas (Jue. 1, 3 y 17).
como símbolo del poder divino. Nelt. 3, 15, se­ Las localidades adjudicadas en Jos. 19, 1 ss. a
gún una probable restauración del texto, habla Simeón son consideradas en Jos. 15, 21 ss. co­
del muro de la piscina de Siloé, dejando entre­ mo pertenecientes en su mayoría a la tribu
ver que sus aguas servirían para regar los de Judá, lo cual induce a creer que la tribu de
jardines de los reyes de Judá. Jn. 9, 7.11 hace Judá fué absorbiendo lentamente una parte
mención de Ja piscina y (v. 7) deduce de la considerable de la de Simeón. La bendición de
raíz de Siloé el nombre simbólico de «enviado» Moisés (Dt. 33) no hace mención de Simeón,
(cf. Ez. 31, 4). Le. 13, 4 habla de la torre de como tampoco lo menciona el cántico de Dé-
Siloé. Las excavaciones de R. Weill sacaron bora (Jue. 5) considerado por todos los crí­
a la luz en 1914 ciertos restos que pudieron ticos como muy antiguo, en tanto que loa las
ser de una torre que estaba construida junto heroicas gestas de otras tribus israelitas. I Par.
al canal. Del barrio o del nombre de Siloé 4, 20 ss. considera a Simeón, aun en el tiempo
pudiera proceder la actual aldea en-Silwán, de David (h. 1000), como una tribu indepen­
mencionada por vez primera en 1697 y que pa­ diente. [F. Z.I
rece de origen árabe. BIBL. — F. M. A b e l , Géographie de la Palestine.
Con el nombre de Siloé es conocida la ins­ II. París 1938, p. 50 ss.
cripción descubierta en junio de 1880, en al­
fabeto hebreo antiguo (comienzos del s. VII). SIMÓN Cananeo. — v. Apóstoles.
En ella se teje la historia de la perforación de
la roca y se leen las dimensiones del canal: SIMÓN de Cirene. — y. Macabeos, libros.
1200 codos de longitud y 100 codos de espe­
sor de roca sobre la cabeza de los excavado­ SIMÓN Pedro. — v. Pedro (Apóstol).
res. [F. V.]
SIMÓN II. — v. Eclesiástico.
BIBL. — R. W eill, L a c i t é de David. I, París 1920,
pp. 44-70: II. 1947, pp. 56-96; H. V incent. F. M.
A bel, Jérusalem, II, ibíd., 1926, pp. 860-64; D. Di- SIMÓN (Mago). — Predicador de un sistema
ringer, Le iscrizioni antiche ebraiche, Fircnzc 1934,
p. 81 s s . ; S. M oscati, L ' e p i g r a f í a e b r a i c a a n t i c a . religioso basado en las ideas que caracterizan
Roma 1951. pp. 40-43. al posterior gnosticismo, y obrador de singu­
lares portentos mágicos de los que le viene el
SÍMACO. — v. Griegas (versiones). sobrenombre. Actuaba con gran éxito en Sa­
maria cuando Felipe el «evangelista» llegó a
SÍMBOLO (acción simbólica). — v. Sentidos evangelizar esa región (Act. 8, 9-24). Dio su
bíblicos. nombre al cristianismo haciéndose bautizar, y
al presentarse los apóstoles Pedro y Juan in­
SIMEÓN. — Nombre de persona (Gén. 29, tentó comprar la facultad de hacer bajar el Es­
39); segundo hijo de Jacob y de Lía. En unión píritu Santo sobre todos aquellos a quienes hu­
de su hermano Leví se vengó de la ofensa de biere impuesto las manos imitando el gesto de
que fué objeto su hermana Dina por parte de los Apóstoles. Pedro desechó la oferta lleno de
los siquemitas. Este episodio forma parte de indignación, amenazándole con graves castigos
los recuerdos históricos de las luchas sosteni­ y reprochándole la falta de rectitud. A causa
das por las tribus israelitas y sus jefes contra de semejante episodio Simón proporcionó el
la población autóctona de las montañas centra­ término (simonía) con el que se expresa la
les de Canán. La tradición rabínica considera a compra de un don o cosa espiritual o de un
Simeón como autor del proyecto de matar a beneficio al que van inherentes cargos de ca­
José, que después se cambió por el de venderle rácter espiritual.
(Gén. 37, 18). Abundan las noticias fundadas en la ima­
Primer tronco de la tribu de su nombre. ginación acerca de Simón en los apócrifos:
La estadística llevada a efecto en el desierto Actos de Pedro, las Homilías (II, 22-40; III,
atribuye a esta tribu 59.300 hombres (Núm. 1-58; IV, 2 y Recogniciones (1, 72-III, 75)
1, 23), pero en un episodio posterior sólo son clementinas. La afirmación de Justino (Apolo­
22.200 (íbid. 26, 12 ss.). Es siempre posible gía, 1, 26; 56, Dialogus cum Tryphone Ju­
que las guerras contra los madianitas y los daeo 120) de que hubiese en Roma una estatua
557 SINAGOGA

dedicada a Simón como a un dios, está fun­ a, de J. C. El texto más antiguo que hace al
dada en un malentendido. Pero coincide con caso es del reinado de Tolomeo Evergetes (246-
los Actos (8, 10) todo cuanto afirma acerca 221 a. de J. C.). El tiempo de N. Señor cada
de la extraña doctrina de Simón, y resulta muy centro habitado en Palestina, por insignificante
verosímil lo que dice en torno a su compañe­ que fuera, y cada comunidad judaica de cual­
ra Elena. Según Justino, los samaritanos ado­ quier parte del imperio tenía cuando menos
raban en Simón al primer Dios y en Elena la una sinagoga.
idea primordial procedente de Él. Según San La sinagoga era el pronaos del Templo, para
Ireneo (Adv. Haereses I, 23, 1-3; 27, 4; PG instruirse en Ja Ley, para reunirse para la ora­
7. 670-73.689), que presenta un sistema bas­ ción y protegerse contra la corrupción del me­
tante orgánico, tal vez más relacionado con las dio ambiente idolátrico. Los fieles que vivían
ideas de los Simonianos contemporáneos suyos en las lejanías raras veces podían visitar el
que con las personales de Simón, éste es la Templo y experimentar la eficacia espiritual de
Virtud sublimísima, el Padre Supremo, el cual este hogar del judaismo, para cuya vitalidad
creó los ángeles a través de Enodia, que de él era necesario suplir .tal deficiencia con el fin
procede (= Elena). Aquellos retienen prisione­ de que aquella eficacia se continuase y se ex­
ra a Enodia por envidia, y ella se ve forzada tendiese. Tal fué el cometido de la sinagoga en­
a transmigrar a varios cuerpos hasta que logra tre los judíos de Palestina y de la diáspora.
unirse al de una prostituta de Tiro, o sea Elena, El edificio, en sustancia, consistía en un sala
Entonces interviene Simón para librarla y pre­ rectangular —tipo basilical— con tres naves;
dicar con ella la nueva doctrina, recurriendo estaba dispuesta de modo que los fieles es­
de grado a encantamientos, sortilegios y necro- tuviesen en ella vueltos hacia Jerusalén. A
mancias. Aquí tenemos en embrión la doctrina veces la sala iba precedida de un atrio con
de la gnosis acerca de la complicada serie de una pila en medio para las abluciones, y a
.eones, que sirven de lazo entre el Dios inac­ los lados terna contiguas unas estancias des­
cesible y el mundo material, así como el con­ tinadas a escuelas para niños y albergue de
cepto dualístico entre el elemento divino y la peregrinos. La sala podía estar decorada con
materia, que logra tener prisionero al primero pinturas y mosaicos. El mueble principal era
hasta que sea libertado. Hipólito (Philosophia el armario o arca en que se guardaban los ro­
mena VI, 7-20) atribuye a Simón una obra llos de los libros sagrados: luego un pulpito,
con el título de Grande declaración. [A. P.] movible o fijo, para el servicio del lector de la
BIBL. — E. Amann, en DThC, XIV, 2, coJ. 2130-40. Sagrada Escritura y del orador. A lo largo
de las paredes estaban dispuestos unos asientos
SINAGOGA. — Es esencialmente el lugar de de piedra, cuyos «primeros puestos», objeto de
oración y de la instrucción religiosa para los ambición y de gloria para los fariseos (Mt. 23,
judíos en Palestina y en todas partes. El tér­ 6), estaban junto a la pared hacia Ja cual mira­
mino (de o-wáyo>, hebreo moderno kenéseth, ban los que estaban orando; la «cátedra de
arameo keniStá*) equivale a «reunión», «asam­ Moisés» (Mt. 23, 2) era el asiento especial­
blea» (especialmente religiosa, cf. Act. 13, 43; mente adornado que en algunas sinagogas es­
Sant. 2, 2); de ahí pasó a significar la «colec­ taba destinado para el jefe de la comunidad.
tividad», «comunidad» (Act. 9, 2; Ap. 2, 9) y Entre los utensilios litúrgicos figuraban las
las más de las veces «el edificio», el lugar donde trompetas, las lámparas y las alfombras.
se reúne la comunidad (tottos cruvayoyjjs, La decoración de las sinagogas ha sido va­
béth. kemista, Mt. 4, 23; Me. 1, 21-23, etc.). riada, y bajo este aspecto la más famosa es la
•Entre los judíos helenistas y los paganos, así de Dura-Europos, cuyas tres paredes —en ésta
como en las inscripciones judías descubiertas se había prescindido de Ja entrada— llevaban
en las diferentes partes del imperio romano, se cada una tres estupendas zonas de frescos que
significa la comunidad, en tanto que al edifi­ en conjunto ocupan una superficie de unos
cio o lugar de Ja reunión se le llama -poo-e-u^?; 100 m3 con personajes aislados (por ejemplo
(oración, lugar de oración, oratorio), cf. Act. Moisés) y episodios bíblicos (el éxodo y el
16, 13.16; Juvenal, Sátiras III, 296; J. B. Frev. paso del mar R ojo; las historias de David, Sa­
Corpus Inscr. iud., I, Roma 1936 p. LXX; lomón y Ester; la visión de Ez. . sobre los
1952, n. 1440-1444, etc. huesos a los que se devuelve la vida).
Es unánime el admitir que el principio de la Al jefe de la sinagoga (= archisinagogus, cf.
organización de la sinagoga debe retrasarse Mt. 9, 18; Le. 13, .14; Act. .13, 15, etc.) le ayu­
hasta después de la cautividad, y probable­ daba el «ministro» (hazzan; Le. 4, 40), que
mente hasta el período de la diáspora, s. III esíaba encargado de velar por el orden, y espe-
SINAI 558

cialmente indicar con Ia trompeta Ia llegada de nes han seguido los historiadores modernos del
los sábados y de las solemnidades y de eje­ judaismo, a una especie de gran institución de
cutar las sentencias de flagelación (M t. 23, 24). la que habla el Talmud.
La liturgia de la sinagoga se manifestaba en Se le atribuían diversos cometidos, princi­
la oración y en la instrucción de los fieles, palmente de orden doctrinal, y entre otros, la
quienes debían intervenir en los sábados y en composición de varios libros del Antiguo Testa­
las fiestas, y podían hacerlo libremente los de­ mento y la formación del Canon (v.) hebreo.
más días, principalmente los lunes y los jueves, Otros (A. Kuenen), negaban su existencia re­
días destinados al ayuno. El servicio litúrgico chazando como producto de la fantasía todas
comenzaba recitando en común la oración Se­ las alusiones del Talmud. El examen de las
ma’ (= escucha, Israel, etc.), compuesta de fuentes talmúdicas revela que la Gran Sinago­
fragmentos de D/. 6, 9-4; 11, .13-21; Núm. ga es una pura y simple invención de los co­
15, 37-41. Luego seguía la súplica Semone ’esre mentadores. El Talmud habla de «hombres de
= dieciocho bendiciones, así llamada por el la gran reunión» o «de la gran asamblea»
número de oraciones que la componían: em­ (anse keneset ha-gcdolah). Pero esos términos
pezó a usarse en tiempo de N. Señor. A con­ no indican una institución sino toda una gene­
tinuación se leía la Biblia. Los libros sagrados ración. Así se llama precisamente (cf. por ej.
estaban divididos de modo que tanto la Ley Midras Genesis, XXXV, 2 (90 desp. de J. C.)
(Torah) con sus 154 secciones (peraSóth) su­ a los antiguos cautivos que volvieron á Pales­
ficientes para tres años, como Jos Profetas (des­ tina. En realidad se trata de una terminología
de Jos. hasta los profetas menores) con sus tomada de los profetas. Cf. Ez. 34, 13; 36, 24:
subdivisiones proporcionasen para todos los «Os reuniré de todas las gentes y os conduciré
sábados «la lectura de ja Ley y de los Profe­ a vuestra tierra»; cf. 3er. 31, 8. Pero especial­
tas» (Ac/. 13, 15). mente Ez. 39, 27 s. «Los reuniré en su tierra»;
A la lectura del original hebreo seguía la y Sal. 147 (146), donde se emplea el mismo ver­
traducción (targüm) aramea, y luego un ser­ bo kánas «congregar». Los deportados que ha­
món parenético (Act. 13, 15) que, por invita­ bían regresado a Jerusalén con Zorobabel y con
ción del archisinagogo, podía pronunciar inclu­ Esdras recibieron el nombre de «hombres de
so un huésped (Jesús en Ja sinagoga de Na- la gran reunión», vaticinada por Isaías; Jere­
zaret: Le. 4, .15; 6, 6; en la de Cafarnaúm mías y Ezequiel. [F. S.]
Jn. 6, 59, etc.; y San Pablo en la de Antioquía BIBL. — E. B ickerman, Viri Magnae Congregatio­
de Pisidia: Act. .13, 14 ss.). nis, en RB, 55 (1948) 397-402.
Terminada la alocución seguía otra oración
y, por último, la bendición (Núm. 6, 24 ss.), SINAI. — Dilatada península de forma trian­
que era recitada por un sacerdote. gular situada entre Asia y África, de unos
Las sinagogas difundieron por entre los pa­ 400 km. de longitud por 210 de latitud, limi­
ganos el conocimiento del monoteísmo, y con­ tada al norte por el Mediterráneo, al suroeste
tribuyeron por todas partes a la primera pre­ por el golfo de Suez, al sureste por el golfo
dicación de los Apóstoles (Act. 9, 20; 14, 1; de ’Aqabah. Recibe su nombre del conjunto
16, 13; 17, 1 s., etc.), los cuales podían ini­ de montañas que se elevan en su parte me­
ciar la divulgación del evangelio sin tener que ridional (hebr. Sínai; griego ^ iv a ; árabe Tür
recurrir a pedir las autorizaciones que nece­ Síná). Tiene su origen en hundimientos del
sitaban para una religión que todavía no había suelo, de donde provino la depresión del mar
sido reconocida como lícita. Muerto, el golfo de ’Aqabah y el mar Rojo,
Destruido el Templo, el judaismo se refugió que está dotada de un sistema hidrográfico muy
íntegramente en Jas sinagogas, y así ha podido complicado, tributario del mar Mediterráneo
conservarse hasta ahora (Holzmeister). (Wadi el ’Arísh) o del golfo de Suez (Ba’ba’
[F. S.] ah, Mukattab) o del golfo de ’Aqabah (Wadi
BIBL. — E . S c h ü r e r , Geschichte des jiidischen Vol­ en Nabs, el Keid) con un clima templado o
tees..., I, 4.a ed., Leipzig 1901, pp. 306-400; S t r a c k - cálido-árido, bastante saludable, y lluvias in­
B i l l e r b e c k , Kommentar zunt N. T. aus Talmud und
Midrasch, IV. Mónaco 1928, pp. 115-152. 253-88;
vernales. Por todo eso el Sinaí ofrece en la me­
J. M. L a g r a n g u , Le Judaisme avant J.-C., París 1931, seta interior y calcárea, con excepción de los
pp. 285-91; J. B o n s i r v e n , Le judaisme palestinien..., grandes oasis de Feiran y Nakhl, una estepa
II, ibíd., 1935, pp. 136-41; U. H o l z m e i s t e r , Storia
dei tempi del N. T. (trad. it.), Torino 1950, pp. 204-215. árida, suficiente para un reducido pasto. En el
macizo cristalino del Sinaí, provisto de ricos
SINAGOGA (La Gran). — Así llamaron los manantiales perennes, tiene una vegetación lu­
comentaristas judíos de la edad media, a quie­ juriante. Ya en la más remota antigüedad es-
559 SINAÍTICAS (Inscripciones)

tuvo habitada por razas semíticas dedicadas al está representada por textos escritos (Flavio
pastoreo y a una agricultura rudimentaria, Josefo, Peregrinatio Egeriae), por monumentos
que nunca llegaron a tener una civilización se­ locales (memorias de Moisés y Elias en el
dentaria. actual monasterio de Santa Catalina y en los
La penetración egipcia en el Sinaí, que se montes de los alrededores), y por la . transmi­
registra como ocurrida ya durante la III di­ sión toponímica (Gebel Musa «monte de Moi­
nastía, tuvo como única finalidad la presión sés»), y ha sido confirmada por la identifica­
y Ja explotación de las minas de cobre y de ción del itinerario del éxodo (Núm. 33), en el
turquesas que se hallaban en varias localida­ que se identifica el Horeb-Sinaí bíblico con el
des de la península, y especialmente en el actual Gebel Músa (ms. 2244) y la meseta en la
Wadi al-Maghárah («wadi de la caverna», a que estaban acampados los hebreos con ar-
causa de las galerías de las minas aun hoy exis­ Rahah.
tentes). En este wadi, y en particular en la lo­ Una tradición local menos autorizada iden­
calidad montañosa llamada Sarábíth el Khá- tifica el Sinaí con la cumbre meridional (Ge-
dim, «conejos del esclavo», descubriéronse hue­ bel Musa) y el Horeb con la septentrional
llas evidentes de antiguos trabajos mineros, un (Ras Es-Safsaf, ms. 1214) [A. R.]
santuario de una diosa egipcia con numerosas
BIBL. — J. M. L a g r a n g e , Uitineraire des Israelí-
inscripciones jeroglíficas que son una prueba del tes..., en RB. 9 0900) 63-86. 273-87. 443-49; Id ..
culto a la diosa desde la XII dinastía en ade­ Le S. biblique, en RB, 8 (1899) 378-92; P . V i n c e n t ,
Un nouveau S. bibl.'que, en RB, 39 (1930) 73-83;
lante. F. M. Adel, Géographie de la Palestine, I, París
Ofrecen un interés particular las 25 inscrip­ 1933, pp. 391-96. Inscripciones prosi naiticas: H. G.
M a y , en Bib. Arch., 8 (1945) 93-99; W. F. A l b r i g h t ,
ciones «sinaíticasy) (v.) que allí estudiaron A. H. en BASOR, 109 (1948) 5-20; I d ., en BASOR, 110
Gardiner en 1917, y W. F. Albright en 1948. (1948) 6-22; e ibíd., 118 (1950) 12-14; * B. U b a c h .
El Sinaí, Barcelona 1955.
Hanse descubierto también en varias localida­
des, y particularmente en Wadi Feiran, nume­ SINAÍTICAS (Inscripciones). — Las encontra­
rosas inscripciones nabateas, debidas principal­
ron Flinders Petrie en 1905 y otras misiones
mente a los peregrinos nabateos que frecuen­
arqueológicas que siguieron en Serabit el Khá­
taban los antiguos santuarios del Sinaí entre el
s. I y el II desp. de J. C. dim, en la península del Sinaí. Trátase de 14
Esta península fué teatro del éxodo hebreo inscripciones esculpidas en las antiguas minas
(Ex. .15 ss.; Núm. 33), dirigido hacia el Sinaí de turquesas y en las ruinas del templo de la
siguiendo una antigua pista de caravanas que diosa egipcia Hathor.
bordeaba el golfo de Suez y por Ja cual ya La interpretación fué muy difícil e insegura
antes los egipcios se dirigían a Sarábíth el en un principio. Pronto se pensó en un sistema
Khádim y a las próximas minas de turquesas. alfabético en vista de la repetición de signos
En el monte Sinaí, que es el mismo al que la ¡guales, y en 1915 Gardiner dió un paso deci­
Biblia llama siempre Horeb en Dt. (a excep­ sivo hacia la interpretación, leyendo las letras
ción de 33, 2 (cf. Ex. 3, 1-11 con ¿4c/. 7, 30 lb’lt (= a Ba’alat) que responden al nombre de
ss.; Ex. .19, 18 con Dt. 4, 10.15; 5, 2, etc.), tuvo la conocida diosa fenicia, que en Egipto tenía
lugar la visión de Moisés de la zarza ardiendo el nombre de Hathor, a la cual estaba dedicado,
con la orden divina de volver allí a adorar a sin duda, el templo de aquella localidad.
Dios después de la salida de Egipto (Ex. 3, 2- Otra de las tentativas de lectura y de inter­
12); la reunión del pueblo hebreo con la pretación de que se hace mención, a causa de
grandiosa teofanía y la alianza sinaíiica (Ex. los rumores a que dió ocasión, es la que, lle­
19, 18 ss.; Dt. 4, 10.15; 5, 2; 18, 16); la en­ vado de la imaginación, propuso Grimme (¿4/-
trega de las tablas de la ley y la colocación theebraische Jnschriften vom Sinai, 1923), quien
dé las mismas en el arca allí construida (Dt. vió en dichas inscripciones el nombre de Yavé,
9, 8 ss.; I Re. 8, 9; II Par. 5, 10); la promul­ el de Moisés y el de Manasés. Hoy se rechazan
gación de la ley (Mal. 3, 22); la adoración del tales aproximaciones con la historia de Israel,
becerro de oro (Sal. 106, 19; Dt. 9, 8 ss.); la y Ja importancia de estas inscripciones se valora
prolongada estancia, de más de un año, de los desde otro punto de vista, es decir, en sentido
hebreos salidos de Egipto (Dt. 1, 2.19). filológico y arqueológico. Por consiguiente, de
También en el Sinaí se refugió el profeta estas inscripciones podemos sacar las siguientes
Elias perseguido por la impía Jezabel (I Re. conclusiones:
19, 8). 1) Que fueron escritas por prisioneros se­
La tradición zanja las diferentes tentativas mitas del norte y del occidente, procedentes
para identificarlo con otros montes, ya que de Egipto y bajo la dependencia de Egipto,
SINÓPTICOS 560

en la época de Tutmosis III y de Hatshepsut, vamente; Le. 0’5 y 34; b) en el modo de re­
su esposa, s. XV a. de J. C. producir las palabras de Jesús, etc.: Mt. coin­
2) Hay en ellos una escritura pictográfica cide con los otros en 15 y difiere en 60; Me.
alfabética cananea, que se corresponde con en 13 y 37, respectivamente; Le. en 9, 50 y 56.
otras tentativas de escritura alfabética (Laquis, ¿Cómo se explica este singular fenómeno?
Gazer, Siquem). La cuestión sinóptica trata de averiguar sus
3) Su lengua es el cananeo vulgar que, fue­ causas. Es ésta una cuestión esencialmente li­
ra de algunas particularidades dialectales, pue­ teraria, más bien única que rara, que hasta el
de compararse con los cananeísmos de las cartas presente no ha sido solucionada de un modo
de Amarna y con ja lengua de Ugarit. adecuado y satisfactorio, dados los múltiples
4) En cuanto a las relaciones con los he­ aspectos que presenta, a menudo opuestos en­
breos que entonces (como unos dos siglos an­ tre sí.
tes de Moisés) vivían en Egipto, es más fácil Es preciso fijar bien los puntos firmes, his­
imaginarlas que probarlas. De todos modos ad­ tóricamente fundados, acerca del origen, com­
viértase que en una de estas inscripciones se posición y autor de cada uno de los tres si­
halla el nombre del mes Abib, al que más tarde nópticos. Tales son;
se llamó Nisan. Este es el único testimonio ex­ 1. Autores de los respectivos evangelios son,
trabíblico del antiguo nombre de este mes (en por su orden, Mateo, Marcos y Lucas.
BASOR, 110, 21). En la Sagrada Escritura no 2. Mateo escribió conforme a la catcquesis
se encuentra más que en el Pentateuco. que estaba en uso en Palestina, en sus relacio­
[P. BO.] nes particulares con los judíos; Marcos se
BI6L. — I .B . S c h a u m b e r g e r , De mosaicis quae pu­
hace eco directo de la predicación de San Pe­
tabantur, inscriptionibus Sinaiticis, en V D , 9 (1929) dro en un ambiente más variado, como era el
90-96 ss. 124-28. 153; D . D i r i n g e r , Valfabeto nella del imperio, y más exactamente el de la capital;
storia (¡ella clviltd, Firenze 1937, p. 245 ss.; G. R.
D r iv e r , Semitic Writing, Londres 1948, p. 94 ss.; y, en fin, Lucas escribe siguiendo la predica­
W. F. A l d r i g h t , The early alphabetlc inscríptions ción del Apóstol de los Gentiles y para los
front Sinai and their deciphrement, en BASOR 110,
6- 22 . gentiles. Estos datos nos los ofrecen ya los
Actos y las epístolas de San Pablo (v. Catc­
SINAÍTICO (códice). — v. Textos Bíblicos. quesis apostólica) con el esquema de la única
catequesis.
SINÓPTICOS. — Son los tres primeros evan­ 3. Mateo escribió en arameo, pero muy
gelios, Mt., Me., Le., así llamados porque, si pronto fué traducido el evangelio al griego,
se les dispone por columnas paralelas, su con­ cuyo texto es lo único que nos ha quedado;
tenido, que por lo común es idéntico, puede Mí.-arameo, según suele sintetizarse, es sustan­
comprobarse con un solo vistazo. Parece ser que cialmente idéntico a Mt.-arameo, por no decir
fué J. J. Griesbach el primero en emplear el que lo reproduce fiel y exactamente.
término sinopsis para significar una disposición 4. Este es, pues, el orden cronológico: Mt.-
de este tipo de los tres primeros evangelios y arameo, Me. y Le.; quedamos sin saber cuál
que él mismo compuso (1774). En realidad es sea el puesto correspondiente a M t-griego.
sorprendente la semejanza que existe en el Desde G. E. en adelante (1779) se han pro­
esquema, en el contenido, y hasta en la forma puesto varias soluciones. Los acatólicos abusa­
literaria (a veces en jos mismos términos menos ron de la cuestión sinóptica para desvirtuar la
frecuentes) de los tres sinópticos, y más sor­ autenticidad y el valor histórico de los Evan­
prendente aún es la desemejanza hallada asi­ gelios, y sus soluciones no se fundaron más
mismo en el contenido y en la forma. que en argumentos de crítica interna, movidos
Para comprobarlo basta abrir una sinopsis por un subjetivismo arbitrario y dominados por
y leer, por ej. Mt. 9, 2-6; Me. 2, 5-11; Le. 4, teorías apriorísticas, como la imposibilidad de
30-24. Y como caso típico de desemejanza en lo sobrenatural, la colectividad creadora, etc.
la disposición y en la forma, tenemos la na­ De entre las soluciones avanzadas ja Iglesia
rración de la institución de la Sagrada Eu­ ha condenado la de las dos fuentes; Q (A.óyio.)
caristía (Mt. 26, 17-30; Me. 14, 12-25; Le. 22, y Ur-Markus (o Marcos primitivo), que niega
7-30). Se ha llegado a recopilar estadísticas mi­ a Mateo y a Marcos su respectivo Evangelio.
nuciosas y variadas (cf. Fonseca). Actualmente la solución más corriente con­
Si se divide cada uno de los Evangelios en sidera a la catequesis apostólica como causa
cien partes, obtenemos los siguientes resultados: casi adecuada de los fenómenos literarios antes
a) en las narraciones; Mt. tiene 2 de común con apuntados, sea en su fundamental unidad, sea
los otros, y difiere en 23 ; Me. 3 y 47, respecti­ en sus pormenores. Para explicar las afinidades
561 SIRIA

se recurre a la hipótesis de Ja mutua depen­ a efecto por sus dos hijos Simeón y Leví para
dencia, al menos la de M t.-griego de Me., y vengar el honor de su hermana (Gén. 34).
la de Le. de Me. y tal vez de M t.-griego. En las cercanías de Siquem fué donde Jos
En realidad la catcquesis apostólica es la hijos de Jacob, que habían llegado allí desde
única causa establecida con argumentos histó­ Hebrón apacentando los rebaños, vendieron a
ricos. Todas las otras hipótesis, incluso ésta de su hermano José a unos mercaderes árabes is­
la mutua dependencia, que tanto priva entre maelitas (Gén. 37, 12 ss.). Por estar situada
los católicos (como concausa con la preceden­ en los límites septentrionales de la tribu de
te) no pasan del campo de la pura crítica in­ Efraím fué concedida a los levitas y destinada
terna. Y hay que reconocer que en este campo a ciudad de refugio. Aquí fué donde Josué, al
todo es conjetura. aproximarse a la muerte, congregó al pueblo pa­
Un estudio recentísimo (L. Vaganay, Le pro- ra darle las últimas recomendaciones (Jos. 24,
bléme synoptique, París 1954, pp. XXIV-474) 1-25). Al morir el juez Gedeón, Siquem reco­
niega de cuajo esta mutua dependencia y busca noció la soberanía del cruel Abimelec, pero al
la explicación de la cuestión sinóptica en la cabo de tres anos, aunque duramente diezmada,
dependencia directa de los tres evangelios Mi.- renegó del tirano, a quien dió muerte por me­
griego, Me. y Le. de un prototipo común, un dio de un pedazo de rueda de molino que fué
Mateo arcaico de una transcripción griega. Por arrojada por una mujer desde lo alto de una
tanto el Mf.-arameo de la tradición adquiere torre asediada (Jos. 9). Probablemente era la
aquí una importancai decisiva. [F. S.] sede del superintendente de la montaña de
Efraím durante el reinado de Salomón (l Re-
BIBL. — A. D a F o n s e c a , Quaestio synoptica, 3.a 4, 8), por lo que al sobrevenir la escisión fué
ed., Roma 1952; la mejor sinopsis: M. J. L a o r a n q e ,
Sinossi dei (juattro evangdi. 2.a ed.. Brescla 1948; elegido en ella por rey Jeroboam, el cual la
L. C e r f a u x . Le probleme syn. A propos d'un livre fortificó y la eligió para residencia suya (I Re.
recent, en NRTh, 76 (1954) 494-505; J. L e v i e . L'év.
araméen de s. Mt. est-il la source de Me.?, en NRTh, 12.1.25; II Par. 10, 1).
76 (1954) 689-715. 812-43. * J . E n c i s o . El tema de Fué poblada de samaritanos durante el cau­
los Evangelios sinópticos, en Eccl. (1947), p. 288.
tiverio, y en tiempo de Juan Hircano quedó re­
SIÓN. — v. Jeritsalén. ducida a un pobre villorrio en el 128 a. de
J. C. Los judíos talmudistas y San Jerónimo
SIQUEM. — (Hebr. Shechem «nuca»). — Ciu­ la localizaron erróneamente en la actual Na-
plusa (Flavia Neapolis).
dad sita en la montaña de Efraím, entre los
De Balatah-Siquem, llamada Sicar en tiempo
montes Garizim y Ebal, mencionada en los de Jesucristo, era oriunda la samaritana con
textos de proscripción de la XII dinastía egip­ la que Cristo mantuvo aquel coloquio (Jn. 4,
cia (Skmimi) y en la carta 289 de El Amarna 4-42). |A. R.]
de la XVIII dinastía (Shakmi). Corresponde a
la actual Tell Balátah en la que la exploración BIBL. — F. M. A bel, Geographie de la Paiestlne.
II. París 1938, pp. 458 ss.: A. G. Barrois. Manuel
arqueológica de E. Selin (1913-1926), la dé d ’archeologie bibli(¡ue, I. París 1939. pp. 183-88;
G. Welter (1928) y Ia de H. Steckeweh (1934) W. F. A lbright, The Archaelogy of Palestine. Har-
mondsworht 1949, pp. 86-90.
revelaron un muro ciclópeo de piedra y ladrillo
que puede remontarse al 2000 a. de J. C. y un S1RAC. — v. Eclesiástico.
muro en declive (B), probable base de la acró­
polis (Bet Milo de Jue. 9, 6-20?) con templo SIRIA. — Término preferentemente político
(Baal Berit de Jue. 9, 4), que es contemporá­ (LXX 3!iy>ía, abreviatura de *k<rcr"pla'. hebr.
nea del.muro con terraplén (glacis), y con puer­ Aram) que significa el conjunto de los países so­
ta de tres hojas, del s. XVII. metidos a los asirios. Los griegos (Herodoto VII,
Fué la primera etapa de la peregrinación de 63) llaman «Sirios» a los pueblos a quienes los
Abraham, quien la consagró erigiendo un altar bárbaros llaman «Asirios». Cuando comprueban
en el lugar donde se le apareció Yavé, en la que el término «asirio» se aplica al pueblo que
cima de Moreh (Gén. 12, 6 s.). Habitó en ella se halla establecido en las vertientes del Tigris,
Jacob quien consagró un campo (Gén. 33, 18 reservan el de Siria y sirios a la parte occiden­
ss.) que transmitió como heredad a sus des­ tal del imperio de Asur, de suerte que Siria
cendientes, y allí realizó la total purificación de se convierte en nombre oficial equivalente a
su familia, enterrando idolillos y anillos mági­ ’Aha'-naha-a («allende el río»). A! desapare­
cos (Gén. 35, 2 ss.); pero hubo de abandonar­ cer el término «asirio» del uso griego, Siria
la luego a causa de la dolosa y feroz matanza abarca el territorio comprendido entre el Me­
de los siquemitas recién circundados, llevada diterráneo y las montañas de Persia, en el
36. — S pa d a fo ra . — D iccionario bíblico
SIRÍACAS (Versiones) 562

cual se distinguen diversas partes. La alta Si­ mente) es la primera y más importante crea­
ria es la región entre el Posidión y Babilonia; ción de Ja literatura siríaca, obra de las comu­
Celesiria (?j ^oihjt «excavada»), la comarca sur­ nidades cristianas que se formaron en los co­
cada por los valles del oeste del Eufrates y mienzos del cristianismo y que se mantuvieron
del sur de la cuenca inferior del Orontes hasta íntimamente unidas hasta que al producirse la
Jerusalén y Ascalón. Antes de restringirlo a crisis nestoriana y monofisita se dividieron en
Beqá’ (entre el Líbano y el Antilibano), el tres grupos independientes incluso jerárqui­
término Celesiria designaría el país de entre el camente (nestorianos, monofisitas jacobitas y
golfo de Alejandreta y el Sinaí por una parte, católicos imperialistas o melquitas).
y el Mediterráneo y el desierto sirioarábigo por La traducción del Antiguo Testamento, co­
otra. A más de esto, Mesopotamia, habitada menzada en el s. ii desp. de J. C., fué obra de
por los árameos del norte, tiene el nombre varios traductores, de los que no se sabe si
de Siria entre los ríos C^vpía ^orapQv, eran judíos o cristianos, y se efectuó en épocas
MccroTTorapía; hebr. Aram Naharaim). La uni­ diferentes.
dad de Siria salta a la vista de los griegos li­ Con el texto hebreo como base fueron tra­
mítrofes: Posidión, probablemente hacia la ducidos primeramente casi todos los protoca-
desembocadura del Orontes, y el curso inferior nónicos, a los que luego se añadieron Par.,
de este río, tal vez formen parte del límite, que Esd., Neh., y Est., y por último los restantes
se prolonga hasta el recodo del Eufrates en deuterocanónicos. La Pesitta, que es fiel, pero
Tapsaco. El desierto del este ofrece una fron­ no servil, vierte el original hebreo con agudeza
tera incierta. Por el sur el monte Casio, sobre (principalmente el Pentateuco) a lo cual favore­
el lago Sirbonis (Sebhat el-Bardawil), sirve de ce la gran afinidad que media entre la lengua
límite entre Siria y Egipto. Herodoto (I, 105), siríaca y la hebrea.
Filón, las monedas de Naplusa (s. ii -iii), las A consecuencia de la penetración de la cultu­
de Tiberíades (templo de Cómodo, 188-189) y ra griega, la Pesitta fué retocada según los LXX,
varias inscripciones de dignatarios de la misma y así llegó a convertirse en la Biblia oficial de
época hablan de Siria - Palestina (?) ?raAaurrív)] la iglesia siria, que, después de la escisión, la
'Zvpujy cuyos habitantes son llamados siriopa- transmitió según dos tradiciones: la jacobita
lestinos o sirios de Palestina. Es la zona meri­ occidental y la nestoriana. Ejerció incluso un
dional de Siria, a la que pertenecen Gaza y grandísimo influjo sobre la lengua siríaca, per­
todos los circuncisos del interior; toca al mar, teneciente al arameo oriental, y que ofrece dos
a Egipto y al país árabe, y Fenicia le sirve de variedades basadas principalmente en la va­
litoral. Tal expresión manifiesta que Palestina riedad de vocales, la oriental (en uso entre
es un tronco de la gran Siria. los nestorianos) y la occidental (en uso en­
II Sam. 8, 5 habla de Siria de Damasco (hebr. tre los monofisitas y melquitas).
Aram Dammeséq, LXX ^ v p í a Aa p a a - K o v ) Otras versiones del Antiguo Testamento. El
que se consolida en el período de los reyes de obispo monofisita Filoseno, encomendó en el
Judá e Israel. La expresión ^vpía luovpá (hebr. 508 a su corepíscopo Policarpo la preparación
Aram Soba1) se aplica a un estado arameo si­ de una versión del Antiguo Testamento sobre el
tuado al sur del territorio de Jamat y próximo texto de los LXX según la recensión de Lu­
al de Damasco (II Sam. 8, 3 ss.). Según I Par. ciano.
19, 6 s, 3 vpLa Moox<¿, Max¿ (hebr. Aram Por los años 615-617, el obispo monofisita
Ma’achah) es un país arameo que contribuye Pablo de Tela (junto a Edesa) tradujo, por en­
a formar el cuerpo sirio a costa de los amo­ cargo del patriarca antioqueno Anastasio, todo
nitas. [F. V.] el Antiguo Testamento sobre el texto de los
LXX, según la versión de las Hexaplas de
BIBL. — P. D horme, Abraliam dans le cadre de
l’histoire, en RB (i 928), 507 s .; F. M. A bel, Géo- Orígenes. La fidelidad servil de esta versión si­
graphie de la Palestine, I, París 1933, pp. 244 ss. ria sobre las Hexaplas, la diferente transcripción
310 ss.; R. F edder, Syria. An Historical Apprecia-
tion, Londres 1947; H. Th. Bossert, Altsyrien, Tu- de los signos diacríticos origenistas (v. Griegas,
binga 1951; P. K. H im , History oí Syria including versiones) y la inclusión de las variantes toma­
Lebanon and Paiestinc, Londres 1951. * E. Ejarque. das de las otras columnas del mismo Orígenes,
Por tierras de Siria, EstB, (1930) 224-236 y 313-328;
(1931) 74-78. tienen un incalculable valor, no obstante su
conservación fragmentaria, para la reconstruc­
SIRÍACAS (Versiones). — La versión llamada ción de las Hexaplas de Orígenes y en par­
Pesitta, «vulgata», «usual» o también «simple» ticular de la recensión de los LXX según Orí­
(que comprende Antiguo y Huevo Testamento, genes.
aunque este último filé traducido muy posterior­ La primera versión del Nuevo Testamento
563 SIRÍACAS (Versiones)

fué el Diatessaron de Taciano o evangelio uni­ unos meses; condensación de la actividad de


ficado, que es una armonía evangélica resultante Cristo hacia el fin de su vida; lavatorio de los
de la fusión del texto de los cuatro evangelios pies antes de Ja cena pascual y abandono deJ
(de donde viene el título de 8m recro-ápojv, «a Cenáculo por Judas antes de la institución de
través de los cuatro»), concluida hacia el año la Eucaristía.
172. Se ha perdido la obra, pero de ella posee­ Al herético Diatessaron de Taciano se con­
mos un fragmento griego hallado en Dura Eu- trapuso la versión de los evangelios separados,
ropos junto al Eufrates en 1933; el comentario llamada evangelio «de ios (textos) separados»
al Diatessaron de San Efrén que nos ha sido (da-mepharre§é), en oposición al Diatessaron
transmitido en una versión armenia; los frag­ que los sirios llaman evangelio «de los (textos)
mentos que aparecen en citas de escritores si­ mezclados» (da-mehallcté). Esta versión de los
rios (Afraates y Efrén); una versión árabe «separados», impropiamente llamada vetus sy~
completa del sirio del s. x r ; una reconstruc­ riaca, ha llegado a nosotros en los códices del
ción completa del cód. Fuldense de la Vulgata, s. v: el sinaítico, palimpsesto descubierto en
del que descienden o con el que son colaterales 1892 en el monasterio de Santa Catalina, en el
varias armonías evangélicas medievales en latín, Sinaí, y el curetoniano, descubierto por W. Cu-
alemán, holandés e inglés; y, en fin, el Dia­ reton en 1842 en Egipto.
tessaron persa de la Biblioteca Laurentina de Sostuvieron una lucha a fondo contra el Dia­
Florencia, recientemente estudiado por G. Mes- tessaron, tan difundido por la iglesia siria, los
sina S. J., que es una copia realizada en 1547 obispos Teodoreto Cirense y Rabbula de Ede-
sobre un original persa del s. xm por el pres­ sa (412-435).
bítero jacobita lbrahim ben Shamas, el cual a A Rabbula se debe la traducción del Nuevo
su vez se había servido de un modelo siríaco Testamento que forma parte de la Pesitta, pre­
notablemente retocado, pero acomodándose a parada sobre el texto griego en sentido riguroso,
la armonía de Taciano. al que faltaban las cuatro epístolas católicas
La historia del Diatessaron es muy oscura. menores y el Apocalipsis. Habiéndose conver­
Probablemente fué compuesto en Roma en len­ tido en la Biblia común a todos los sirios, la
gua siríaca (J. M. Lagrange: en griego) so­ Pesitta quedó definitivamente cristalizada en un
bre los evangelios canónicos y apócrifos insu­ aparato gramatical crítico, a semejanza de la
ficientemente definidos (G. Peters: Evangelio de Biblia hebrea, por lo que los modernos lo lla­
los hebreos; G. Messina: Protoevangelio de maron la «masera siríaca».
Jacobo), y pronto fué traducido al latín vulgar, En el 508 el obispo monofisita Filoseno dis­
determinando en lo sucesivo el carácter armo- puso que a la versión del Antiguo Testamento
nizador y siríaco de la Vetus Latina. Lo llevó se añadiese la del Nuevo, que parece ser una
a Siria el mismo Taciano y estuvo siendo allí revisión del texto de la Pesitta, incluidos en
por mucho tiempo Ja única versión siríaca de ella los deuterocanónicos que antes faltaban.
los Evangelios hasta que se llegaron a incluir En el 614 Tomás de Harquel (Heraclea) lle­
en él las posteriores versiones siríacas de los vó a cabo una revisión de la versión de Filo-
Evangelios separados (c. Peters). Con el texto seno del Nuevo Testamento sobre diversos có­
del Diatessaron ya resulta difícilmente recons- dices griegos provistos de signos diacríticos en
truible, ya que la versión árabe representa un el texto y en el margen.
texto siríaco confirmado ya en la Pesitta, y por La revisión siriopalestina, que data de los
otra parte Víctor de Capua reemplazó en el siglos v-vr, fué obra de Melquitas, los indepen­
cód. Fuldense por la Vulgata de San Jerónimo dientes en Jas herejías nestoriana y eutiquiana,
la primitiva versión latina. El texto de Ta­ en el dialecto arameogalileo, muy afín al usa­
ciano se conservó mejor en el comentario frag­ do en Palestina en el tiempo de Jesucristo y de
mentario de San Efrén y en las escasas citas los Apóstoles. Aunque contenía toda la Bi­
de los escritores sirios. La distribución primi­ blia, sólo se conservaron las secciones evangé­
tiva de todos los episodios evangélicos parece licas que eran utilizadas para las lecturas litúr­
mejor representada igualmente en el comenta­ gicas, las cuales revelan la dependencia de la
rio incompleto de San Efrén, al cual sigue de recensión de las Hexaplas y ciertas formas hí­
cerca la versión árabe, mientras que las dima­ bridas en el Nuevo Testamento. • [A. R.]
naciones orientales se alejan considerablemen­
te. En cambio, aparece unánimemente atestigua­ B1BL. — C ó d ices y ediciones. La mejor edición de
la Pesita se la debemos a los Padres Dominicos de
do el orden característico de Taciano: inver­ Mosul (1887-1891). Respecto de la siriohexaplar cí. A.
sión de los capítulos 5.° y 6.° de Jn. ; reduc­ C eriani, en M o num enta sacra et p ro la n a , vol. 7,
Milán 1874; D e L a o a r d e , Bibliothecae syriacae auae
ción de la vida pública de Cristo a un año y ad philologiam sacram pertinent, Gottinga 1892. Los
SOFONÍAS 564

fragmentos de la versión de Filoscno los editó A. Teología dei Nuovo Testamento, ibíd., 3952, pp. 99
C h r ia n i. en M onum enta sacra e t p ro la n a , 5, fase. I, s. 116 s.
y J. G w y .v n , (189/-1909). La recensión de Heraclea
fue editada por J. WnHE, Oxlord 1)98-1803. y por
B i :N s l y , Camüritige 1889. La siriopalesnnense está SODOMA. — v. Pentapolis.
representada por varieuad de códices y de fragmen*
tos: cód. Va:, sir. 19. c,ue contiene un Evangeliario.
G. M a n i s c a l c m i E r i z z o (Verona 1164) y De L a g a r d e . SOFONÍAS. — (Sefanja = aquel a quien Yavé
(Gottinga 1891.); cuatro eóuiees s.naiLLos que co u.c- esconde). Uno de los profetas menores, hijo
nen evangeliarios, editados por A. S mjth L cwis (Cam­
bridge I89/-I9a9); Jos palimpsestos de la G eniza de de C usí, hijo de Amarías, hijo de Ezequías (Sof.
El Cairo, que se conservan en Oxford y en Cam­ 1, 1), a quien erróneamente muchos críticos
bridge. editados por A. Lrwis - M. G í b s o n (Lon­
dres 1900); los de Damasco, editados por F. S c h u l - identifican con el rey Ezequías —que coincide
Titt'ss (Berlín 1905). y los fragmentos ce las bibliote­ con la cuarta generación de Sofonías (639-
cas de Lonores y Petrogrado. editados por J. L a n d
y G.’ M a r o o l i o u t h (Lonores 189/). Sobre el D latessa- 629)—, porque al Ezequías de Sofonías no se
ron : E. jC a n k e , C oilcx F utden sis..., Marburgo 1868; le llama rey, y varios miembros genealógicos
A. C i a s c a , Tatlan. E sangeuorum hartnon ae. Roma enumeran también a Baruc y a Zacarías. Pro­
J 8 8 8 (texto árabe y versión latina); A. S . M a r m a d i j .
D . de Tutéen, Beirut 1935 (texto árabe, traducción fetizó durante el reinado de Josías (Sof. 1, 1).
francesa y variantes); C. H. K r a e l s n g . A G reek No se le menciona en el hallazgo del Deute­
jragm ent o} Tat.an's from D ura, Londres 1935; V .
T u d e s c o - A. V a c c a r i - M. V A r T A S S O . II D . in col­ ronomio ni en la reforma del rey en II Par.
gare italian o..., Ciudad del Vaticano 1938; G. P e t c r s , 34, 8-35, 19; II Re. 22, 3-23, 34. De su libro
D as D. T atiam , Roma 1939; S t . L y o n n e t . Les ori­
gines de la versión a m énlenne et le D .. t.oma 1950; no se desprende si profetizó antes o después
G . M e s s i n a , II D latessaron persian o, Roma 1951. de tales acontecimientos. A juzgar por 1, 4 s .;
3, 45, donde de Baal sólo se nombran los res­
SISARA. — v. Débora. tos, tendría que haber sido después. Pero otros
textos nos muestran una situación religiosa muy
SOBERBIA. — Pecado y vicio detestable que turbia: apostasia (3, 2), cultos a los astros (de
.consiste en una exagerada estima de sí mismo Baal y Malcom), sincretismo religioso, supers­
y en adoptar una actitud de altanería y de des­ tición (1, 4 s. 9), perfidia de profetas y sacer­
precio de los demás (en hebr. ga’ó n ; griego dotes (3, 4), desconfianza del poder de Yavé
VíTepeiftav!a, ¿Aa¿oveia). (1, 12), por todo lo cual se les amenaza con el
La Sagrada Escritura la estigmatiza como castigo de exterminio (1, 2 s. 14-18). Son gra­
principio de todos los demás pecados (Eclo. ves los desórdenes morales (1, 1.9.11.13,13; 2,
.10, 9-12), «odiosa al Señor y a los hombres», 1 ; 3, 3, etc.). La moda extranjera había sido
porque aleja al hombre «de su Hacedor», cegán­ acogida en la corte real (1, 8). Diríase, pues,
dole hasta el extremo de soliviantarle contra que se trata de antes de la reforma. Muchos
.Él, por olvidarse de la propia nada: «¿De qué ven en 1, 15-18; 2, 1-15 una descripción de
puede ensoberbecerse quien es polvo y ceniza, la invasión de los escitas (cf. Herodoto I, 103-
.quien ya en vida tiene las entrañas llenas de 106) del 632-622. Pero resulta que tal inva­
podredumbre?». Por eso a la soberbia se la
sión quedó limitada a la costa del Mediterrá­
llama estulticia (II Cor. 11, 17-21). neo (Ascaión) y que en ella se respetó a Egipto
Son varios los matices que ofrece la sober­
bia : jactancia (Sant. 4, 16), ampulosidad (I en atención al tributo de Psammético (664-
609). Ahora que sí pudo inspirarle las atroces
Jn. 2, 16), insolencia (Jdt. 5, 15), arrogancia
(Prov. 8, 13), presunción (Is. 16, 6), irreligión imágenes del juicio. Grandes catástrofes polí­
ticas permitían presagiar la decadencia de Asi­
.(Sal.l, 1). ria con la muerte de Asurbanipal (626) y el re­
La soberbia acarrea tos castigos divinos que
normalmente siguen a la transgresión (Eclo. surgir de la potencia caldea con Nabopolasar y
;i0, 14-17 = Le. 1, 52). Nabucodonosor.
En el Nuevo Testamento se analiza la so­ Sofonías es el profeta de los horrores del
berbia hasta sus últimos fundamentos: las juicio de Dios.
drásticas diatribas lanzadas contra la soberbia C. 1. Dios amenaza con el exterminio total
hipócrita i M t . 23, 13 ss.), la inversión de los de cuanto hay sobre la haz de la tierra y de los
valores y valoraciones humanas (Le. 18, 10-14), idólatras de Judá. Horrores del día de Yavé,
el reducir a estricto deber y a don gratuito que es semejante a un sacrificio. Castigo de la
cualquier merecimiento (Le. 17, 10; Flp. 2, casa real, de tos supersticiosos, de los ricos
13), el enfrentar al hombre con los misterios mercaderes y de los que se mofan del poder de
de la gracia, de la acción de Dios (Rom. 8.9) Yavé. El uDies irae».
esquiva toda veleidad de soberbia. [N. C.] C. 2. Exhortación a Judá y a los humildes
RIBL. — P. Híüniscm. Tco'ogia del Verchio Tes­
Exterminio de Filisiea (Gaza, Ascaión, Astad.
tamento, Torino 1950. p. 207 ss.; J. Bonsirvgn. Ekron, Kcrctci) que pasará a ser posesión del
565 SUMERIOS

resto de Judá; de Moab, Ammón (que se había SOPHERIM. — v. Escribas.


ensañado contra Judá, cuyo «resto» le saquea­
rá); de todos los dioses (las islas adorarán a SPIRITUS PARACLITUS. — v. Documentos
Yavé); de Etiopía y de Asiria (Nínive) (cf. 3, Pontificios.
6 .8).
C. 3: Amenazas contra Jerusalén, que se SUDOR de Sangre. — v. Agonía de Jesús.
obstina frente a la presencia de Yavé y a su
luz y ante el exterminio de los pueblos. Dios la SUERTE. — Puede indicar tanto el destino de
espera en el día del juicio de las gentes. Mu­ una cosa como el procedimiento para obtener
dará sus labios y las llamará a su culto. De una decisión que no puede dejarse a la libre
Jerusalén quedará un residuo, un pueblo hu­ elección. Frecuentemente se dan interferencias
milde y pobre que confiará en Yavé. Canto de entre ambos conceptos. Aquí se considera ese
gozo por haber sido revocado el decreto de procedimiento en cuanto adivinatorio para co­
castigo contra Jerusalén, cuya defensa y pastor nocer la voluntad de Dios mediante el sorteo
será Dios, que hará volver a sus hijos disper­ (cleromancia). Tal vez sea la única forma de
sos por la cautividad. adivinación permitida en el mundo hebreo. En
Hay críticos que niegan Ja autenticidad de Prov. .16, 33 se nos da el motivo: «Échanse
los textos que aluden a la cautividad y a la las suertes en el seno, pero es Yavé quien da
transformación del día de Yavé en juicio final, la decisión». Los nombres górál (hebr.), «AT/pos,
y la de los vaticinios contra Moab y contra sors, garal (árabe) indican la piedrecita, la bo­
Ammón (1, 3; 2, 7.8-11.15; 3, 8-20; 9, 10.11- lita de madera, que se emplean en el sorteo.
13.14-20). El juicio de 1, 2 s. 14 ss. sólo puede En cambio púr procede de una raíz pr\ «di­
referirse, según ellos, al juicio final; 1, 15 se­ vidir» «cortar», como polpa y mors de pep
ría una hipérbole. Reconocen muchas glosas, «dividir», y como el dios Meni de Is. 65, 11
por ej. 2, 8-11,15; 3, 9.10, 14-20. Y 3, 14-20 de maná. Para la fiesta de Purim, v. Ester. El
sería muy posterior a la cautividad. Alguno re­ sorteo está en uso entre todos los pueblos.
chaza 2-3 en bloque. Pero puede replicarse que Ez. 21, 26 s. atribuye a Nabucodonosor la be-
Moab y Ammón podían atacar a Judá incluso lomancia o sorteo mediante las flechas. En la
en tiempos de Manasés, y las referencias a la Biblia se emplea la suerte:
cautividad son predicciones y descripciones 1) En las divisiones: para la tierra de Pa­
«post eventum». La inserción de vaticinios de lestina entre las tribus (Núm. 26, 55; Dt. 1, 38,
consuelos es común a todos los profetas. El etc.), para las ciudades levíticas (Jos. 21, 4,
juicio de 1, 2 s, 14 ss. puede corresponderse etc.), para los habitantes de Jerusalén (Neh. 11,
con 3, 8. El residuo humilde que permaneció 1), para el botín (Hab. 11; Sal. 22, 19; Mt.
en Jerusalén supone el haber sido diezmado el 27, 35, etc.), para las tierras conquistadas (I
pueblo y, por lo tanto, un castigo precedente. El Mac. 3, 36), para los prisioneros (Nah. 3, 10),
juicio de 1, 15-18 puede también limitarse a pará las partes de la herencia (Eclo. 14, 15).
los horrores de una guerra. Pero el v. 17 tiene La suerte elimina la discusión (Prov. 18, 18).
una repercusión universal. Según Rowley sólo 2) En la designación de los guerreros (Jue.
no serían de Sofonías 2, 15 y 3, 14-20. Pero 20, 9 s.), del rey (I Sam. 10, 21), de las cere­
2, 15 es un complemento de 2, 14 y de 3, 14-20 monias sagradas (I Par. 24, 5.31, etc.; después
que se refieren al tiempo mesiánico. A Sofonías de la cautividad Neh. 10, 34; Le. 1, 9). Para
nunca se le cita; en cambio él tiene muchas la sucesión a Judas Iscariote (Act. 1, 26).
alusiones a profetas anteriores: cf. Hab. 2, 20; 3) En la pesquisa del culpable (Jos. 7, 16
Is. 3, 3 = Sof. 1, 7; Am. 5, 15 = Sof. 1, 13; ss.); Saúl sortea para averiguar quién es el
Miq. 4, 5 = Sof. 3, 19. responsable (I Sam. 14, 38); cf. Ion. 1, 7; en
El estilo de Sofonías es sobrio y vigoroso, la fiesta de la expiación se sortea el macho ca­
pero no brillante como el de Isaías y el de Na- brío que ha de ser inmolado y el que ha de
hum. Es, no obstante, vivo y .eficaz en la des­ ser arrojado al desierto (Lev. 16, 9 s.).
cripción de los horrores del juicio de Dios. ÍF. V.]
Resulta muy interesante la descripción de la BIBL. — W . F o e r s t e r . «rAi/poc- eu T h W N T . 111,
sociedad judaica antes de la reforma de Josías. pp. 757-63 ; A . B e a . D e origine vocis Púr, en B b lic a ,
Considérasele como el profeta de la escato- 21 (1940) 198 s . ; G. C o n t i i n a u . La divination chez
les A ssyrien s e t les B abyloniens, París 1940. p.
logía. [B. B.] 179 s.
BIBL. — G. G erlf.Man , Zephanya, Textkritisch und
literarisch untersucht, L u n d 1 9 4 2 ; H . O . K ülher , SUMERIOS. — El pueblo más antiguo de los
Zephania, Z ü r ic h 1 9 4 3 ; A . G eorge, Micltce, Sophonic,
Nahum (Bible de Jérus.). 1 9 5 2 . conocidos hasta ahora. Desde la mitad del IV
SUMO SACERDOCIO 566

milenio a. de J. C. aparece viviendo en la Me­ súmera desaparece absorbida por los semitas.
sopotamia del sur, en torno a las bocas del Ti­ La lengua quedó eliminada del uso corriente y
gris y del Eufrates, que hasta la muerte de Ale­ se conservó en la liturgia y entre los sabios has­
jandro Magno desembocaban separadamente en ta el tiempo de Jesucristo. La escritura cunei­
el golfo Pérsico. Hasta hace poco se le consi­ forme fué adoptada por los semitas de Asiria
deraba como pueblo autóctono, pero actual­ y Babilonia, por los elamitas, por los jórreos
mente se piensa en la existencia de presúmenos y por los ugaritas. El último documento cu­
o protosumerios, ya que la civilización de los neiforme se remonta al año 6 a. de J. C.
sumerios aparece en el IV milenio muy desarro­ La religión se funda en un concepto de
llada y no primitiva. Desconócese su origen y abundancia y se acerca más a la cananea que
es imposible clasificar su raza, que ni es semita la asiriobabilónica. No obstante, el panteón
ni indoeuropea. La lengua está catalogada entre sumerio pasa en herencia a los semitas meso-
las aglutinantes, como el turco y el ugrofinés. potamios, lo mismo que el arte y Ja literatura.
Ya hacia el 3200 emplean los sumerios una El derecho ofrece precursores a Hammurabí
escritura pictográfica lineal que primeramente y particularidades que el monarca babilónico
sigue los principios visuales, en cuanto un signo desconoce: el código de Ur-Nammu (III di­
expresa un concepto, y más adelante los foné­ nastía de Ur, 2050 aproximadamente) que si­
ticos, puesto que un ideograma indica un so­ gue la composición legal y no la ley del talión:
nido o fonema. Tal es la escritura cuneiforme las leyes de Lipit-Istar (dinastía de Isin, .1910
que hacia el 3100 debió de influir incluso en la aproximadamente). Son anteriores a Hammura­
jeroglífica. bí en 350 y 185 años, respectivamente.
La situación económica induce a los súmeros La Biblia desconoce el nombre de los su­
a formar pequeñas ciudades-estados indepen­ merios, a no ser que se pretenda sostener con
dientes entre sí que a menudo están en pugna G. Dossin que Shine’ar (Gén. 10, 10; 11, 2;
las unas' contra las otras como las íróAts* El 14, 1.9; Jos. 7, 2.1; Is. 11, 11; Zac. 5, 11;
Tigris y el Éufrates ven expertos canalizadores Dan. .1, 2) es la corrupción de Sumer. Pero.ha­
y explotadores capaces. Hasta la mitad del bla de Ur de los caldeos (Gén. 11, 31, etc.), de
III milenio los sumerios viven en tranquila paz Larsa (Elasar de Gén. 14, 1), de Uruk (Ereq
hasta que llegan los semitas procedentes del de Gén. 10, 10). Los primeros capítulos del
desierto sirioarábigo. Sargón de Acade lucha Génesis tienen semejanza, según el género lite­
contra Lugalzaggiso de Uruk, vence y desplaza rario, con el contenido de los himnos del
el centro cultural mesopotámico hacia el nor­ culto de los sumerios. Asimismo la creación,, la
te. En Mesopotamia surge el reino de Acad organización de la civilización, los patriarcas,
(h. 2360-2180) al lado del de los súmeros. Pero el diluvio y otras tradiciones, presentan afini­
el poder de los semitas está menguado por la dades en cuanto a la forma en la literatura
influencia de los gutos (h. 2180-2065 aproxi­ bíblica y en la súmera. [F. V.]
madamente), hordas indisciplinadas proceden­ BIBL. — A . D e i m e l , Sumerlsche Granwiaíik, R o ­
tes de los montes septentrionales de Mesopota­ ma 1939; I d ., Sumcrisches Lexicón, ibíd., 1928;
1947; J. B. P r i t c h a r d . Anclent Near Eastern Texis
mia, y que no dejan huellas duraderas, pero relating to the Oíd Test ament, Princcton 1950, pp.
permiten a los sumerios levantar cabeza. Gudea 37-59; 159-61, e tc .; A . F a l k e n s t e i n - W . v o n S o d e n ,
Sumerische und akkadusche Hymmen und Gébete,
de Lagás, de quien se conservan numerosas Zurich, 1 9 5 3 ; A . P a r r o t , Uarcheologie mesopota-
inscripciones en cilindros y en estatuas, es el nv.enne, París 1953; C . F . J e a n , La religglon sume-
rienne, ibíd.. 1 9 3 1 ; S . N . K r a m e r - A . F a l k e n s t e i n ,
gobernador más célebre del período llamado Ur-Nammu Law Code, en Orientalia, 23 (1954) 40-51.
«neosumerio», durante el cual las diferentes
ciudades vuelven a la rivalidad y a la indepen­ SUMO SACERDOCIO. — En la cumbre de la
dencia : surgen Ur (2070-1960 aproximadamen­ jerarquía sacerdotal se hallaba el sumo sacer­
te), Isin y Larsa (2070-1860 aproximadamente). dote o jefe (hak-kohén hak-gadól o hatos;
Pero la división sirve de apoyo a los semi­ Vulgata sacerdos magnus) único de los sacer­
tas por el norte, a los elamitas por el sur. Estos dotes, llamado también «el sacerdote ungido»
dan el golpe de gracia al dominio político de (hak-kohén ham-másiah) por ser el único a
los sumerios con la conquista de Ur. Sobrevi­ quien se ungía con el óleo sagrado (Ex. 29,
ven Larsa, que será conquistada por Kudur- 29; Lev. 8, 12), y «el sacerdote» (hak-kohen)
Mabuk, c Isin sobre la cual ejercerá su domi­ por antonomasia. Distinguíase de los simples
nio Rim-Sin. Hacia 1770 SamSi primero, y sacerdotes por la indumentaria especial (Ex.
Hammurabí después, árameos de origen uno 28 y 29) que llevaba en los ritos solemnes por
y otro, harán que las ciudades de los sumerios encima de los otros vestidos sacerdotales:
pasen a ser tributarias de su imperio. La raza 1) sobretúnica (me'íl) azul oscuro hasta la ro-
567 SUSA

dilla, adornada por el borde inferior con cam­ entonces Herodes ya había elevado al simple
panillas y granadas de o ro ; 2) un rico «esca­ sacerdote Ananel (Flavio Josefo, Ibíd., XV,
pulario» llamado ’ephód (setenta: en-oo/n?. 2, 4). También Jos romanos nombraron y de­
Vulgata: superhumerale), con una suntuosa pusieron a los sumos sacerdotes a su antojo,
cinta (abhn'et, eséb); 3) bolsa cuadrada aplica­ sirviéndose las más de las veces de familias
da a la parte anterior del efod, llamada óhien influyentes, como la de Anás (Le. 2, 3) o
(antigua latina: pectorale; Vulgata: rationale, Hanán O’Avavo?), a quien sucedieron cinco
traducción errónea de Xorelov «oráculo»), ase­ hijos y su yerno Caifás (18-36 desp. de J. C.).
gurada con cadenillas de oro en los enganches [A. Rom.]
de las hombreras y en los dos anillos del efod BIBL, — H. S t r u n k , Die hohepriesterliche Theorie
con unas cintas de azul jacinto, y, en su inte­ in A. T., Halle 1906; I d .. Das Alttestamentliche
rior guardaban los *ürim y los tummím (v. Vul­ Oberpriestertum. en Studien und Krititeen, 1908, pp.
1-26; J. F e l t e n , Storia dei tempi del N. T., Trad.
gata : Doctrina et Veritas) que daban «juicio it., Torino 1913, pp. 19-52; J. G a b r i e l , Untersuchun-
de perfecta iluminación» contando con la guía gen iiber das alttestam. Hohepriestertnm, Viena 1933;
A. R o m e o , Jl Soturno Sacerdote, en Enciclopedia del
y revelación divina (Núm, 27, 21), y al exte­ Sacerdozio, Firenze 1953, pp. 484-97.
rior 12 piedras preciosas en las cuales .estaban
grabados los nombres de las doce tribus de SUSA, — La antiquísima ShuSan (= «azuce­
Israel; 4) un precioso turbante (misnepheth) na» o «blancura»), al lado de la actual Luris-
con una lámina de oro en la frente que lleva­ tán, que hacia los últimos tiempos de la III
ba la instrucción Qódes le Yavé, «santo para dinastía de Ur (s. xxi a. de J. C.) tenía ya
Yavé». En la liturgia penitencial del día de varios reyes. Fué la capital del glorioso impe­
la expiación en el que ofrecía los sacrificios por rio elamita (v. Elam ; cf. Gén. 10, 22; 14, 1)
sus pecados y por los de la comunidad (Lev. y luego del posterior reino neoelamita.
4, 5), el sumo sacerdote no llevaba estas ves­ Asurbanipal saqueó a Susa (640-639 a. de
tiduras preciosas. Estaba obligado a mayor J. C.), incendió los bosques sagrados, destruyó
perfección que los otros sacerdotes (Lev. 22, los santuarios, se llevó unas 32 estatuas de oro
10-15). Llevaba la alta dirección del personal y de plata, violó los sepulcros de los reyes,
y del culto del Templo. Con el pectoral-oráculo dispersó a los habitantes de Susa y del Elam
(que desapareció en la destrucción del Templo, por el imperio asirio y envió a Susa colonos
587 a. de J. C.) consultaba a Yavé en las de otras razas. En Esd. 4, 9 figuran también
circunstancias en que estaba interesada la suer­ los deportados de Susa entre los samari taños
te de la nación. Aparte la dirección suprema que escriben a Artajerjes contra los judíos.
del culto, la más importante función especial Susa recobra su antiguo esplendor con los
del pontífice era la expiación anual o kippur persas. Sus reyes pasaban de grado la prima­
(Lev. 16, 3-34), en el «santísimo» llevando las vera en Persépolis, el verano en Ecbátana y el
investiduras sacerdotales ordinarias. invierno en Susa. Éstas eran las tres capitales
Al morir Arón, el sumo sacerdocio se trans­ o residencias reales del imperio persa. Darío I
mitió por la línea de su hijo Eleazar; pero con comenzó hacia el año 500 en Susa la construc­
Helí (I Sam. 4, 18) pasó a la línea de Itamar, ción del grandioso palacio en el que había más
probablemente contra la voluntad de la mayor de cien escaleras (cf. Est. 1, 5). Durante el rei­
parte de los sacerdotes. Cf. Flavio Josefo, Ant. nado de Artajerjes I (445-42) fué devastada
V, 11, 5. Sücedióle su nieto Ajitob (I Sam. por un gran incendio la Apadana, un gran sa­
14, 3; 22, 9), y a éste su hijo Ajimelec (I lón sostenido por numerosas columnas, que se
Sam. 22, 9.18), cuyo hijo Abiatar presidió empleaba para asambleas de gobierno (cf. JSst.
durante el reinado de David el traslado del arca 1, 3). La restauró Artajerjes II (404-359).
al monte Sión. Pero al mismo tiempo era sumo En Susa fué donde se desarrollaron los acon­
sacerdote del santuario de Gabaón Sadoc, de la tecimientos narrados en Est.
línea de Eleazar, cuyo descendiente Abiatar K. Loflus descubrió en .1851 la localidad de
fué depuesto por Salomón (973 a. de J. C.) por la antigua Susa junto a la actual aldea de Sus.
alta traición (I Re. 2, 25 s .; 2, 22.26 s.). En Inició las excavaciones M. Dieulafoi (1884-
el s. i i a. de J. C. los reyes sirios entregaron 1886), que prosiguieron luego J. Morgan (1889)
la alta dignidad al que más ofrecía. En el 252 y la «Mission archéologique en Perse», dirigi­
Jonatán Macabeo la recibió a título de he­ da por él.
rencia de Alejandro Bala (I Mac. 10, 20); en El conjunto está compuesto de cuatro mon­
el 141 su hermano Simón tuvo también el tículos o tell. Al nordeste de los otros está la
principado por herencia. El último asmoneo, ciudad de los artesanos o ciudad baja, de es­
Hircano II, murió el año 30 a. de J. C., pero caso interés. Los otros tres tell, rodeados de
SUSANA 568

murallas, constituyen la verdadera ciudad. A la En la ciudadela (Neh. 1, 1) recibe Nehemías


izquierda del río Kerkha, el antiguo Coaspe, de un pariente suyo las tristes noticias sobre
está la acrópolis o ciudadela, resultando dos Jerusalén. [F. S.]
tell ocupados por el conjunto de las construc­ BIBL. — A u t o r e s v a r i o s , Mémoires de la Dé-
ciones reales. A la izquierda (este) se halla el légation en Perse, 13 vol.. París 1903-12. continua­
ción de las Mémoires de la Misslon archéologique de
inmenso tell de la ciudad habitada por el pue­ Susiane, vol. XIV-XXIX, ibíd., 1913-1943; L. Sou-
blo. Aquí tenemos dos partes que se distin­ ir.cou, Esther (La Ste, Bible, L. Pirot. 4), ibíd..
1949. p p . 327 ss. 607 ss. 611 ss.; R. G h i r s h m a n ,
guen perfectamente en el libro de Est. 3, 15; Cinq campagnes de fouiiles á Suse (1946-1951), en
RA. 46 (1952) 1-8.
9, 6.11 etc.: biráh (= arameo «fortaleza» y,
por extensión, «acrópolis») e 'ir. SUSANA. — v. Daniel,
T
TABEEL. — v. Judá (Reino de). tres lados construidos con tablas de acacia
engarzadas entre sí en número de 48 (20 por
TABERNÁCULO. — Santuario portátil de los cada uno de los lados de norte sur, y 8 para
hebreos, construido y utilizado durante la pe­ el del oeste), revestidas de oro poT dentro y
regrinación del desierto y primeros tiempos clavadas con puntas de plata. Estaba dividido
de estancia en Palestina hasta que se cons­ en dos partes por un velo bordado con figuras
truyó el templo de Salomón. La forma, las de querubines; la parte más interna (10 x
medidas y el menaje están descritos en Ex. 25- 10 codos), llamada «santo.de los santos» o «san­
31 y 35-40; y lo mismo consta por la tradi­ tísimo», servía para tener en ella el arca de la
ción judía, dependiente de la Biblia y repre­ alianza, que era una caja portátil rectangular
sentada en Flavio Josefo (Ant. 11, 6), en Filón en la que se guardaban las tablas de la ley
(De vita Mosis III, 145 ss.) y en el Talmud y, según muchos (Hebr. 9, 4), el vaso de maná
(Middóth). La denominación hebrea más fre­ y la vara de Arón, y sobre cuya cubierta (lla­
cuente es ’óhel (crjqvtj), «tienda», a la que mada propiciatorio, por razón del rito que se
frecuentemente se añaden otras especificacio­ describe en Lev. 16, 14-15), protegida por dos
nes, como ’óhel mó’édh, «tienda de la reunión), querubines (v.), se localizaba la presencia di­
o ’óhel ha’edüth, «tienda del testimonio». Hay vina. La parte anterior (20 x 10 x 10 codos)1
otras denominaciones, como miSkan «morada», llamada el «santo», contenía la mesa portátil de
qodeá «santo», miqd᧠«santuario», béth Yavé los panes (v.) de presentación o proposición,
«casa de Yavé» y algunas otras, a veces aco­ presentados a Dios en oblación permanente y
pladas entre sí. renovados todas Jas semanas; el altar de los
El conjunto del Tabernáculo constaba de dos perfumes y el candelabro (v.) de oro con los
partes: un recinto sagrado o atrio y una tien­ seis brazos provistos de lámparas de aceite. Este
da sagrada dentro del recinto. Al recinto, que armazón de Ja tienda estaba enteramente cu­
estaba descubierto y era rectangular (52,50 x bierto con dos amplios tejidos, el interno, de
26*25 m.), lo cercaban unas columnas de ma­ material más fino y trabajo más delicado, y el
dera (20 en el lado más largo y 10 en el más superior, de pieles de cabra entrelazadas; por
corto) aseguradas en Ja parte inferior por zó­ encima había otras dos coberturas formadas-
calos de bronce y sostenidas mediante unas cuer­ con pieles de animales.
das de las que pendía una cortina de cinco El Tabernáculo era Ja tienda en que habitaba
codos de altura y la longitud del lado corres­ Yavé, nómada entre los nómadas hebreos,
pondiente, salvo en el lado oriental, donde es­ que también habitaban en tiendas (Ex. 28, 5;
taba la entrada de 20 codos, provista de una 11 Sam. 5, 6; I Par. 17, 5). Pero la trascenden­
cortina que podía ser levantada. Dentro del cia divina se conservaba en el hecho de que
recinto, en el espacio de entre la entrada y la sólo el Sumo Sacerdote y una sola vez al año
tienda sagrada, se hallaban el altar de los holo­ entraba en el «santísimo», donde estaba pre­
caustos, en el cual se quemaban las carnes de sente Yavé, sentado sobre el trono constituido
los animales inmolados y, algo hacia el lado, por la cubierta del arca, velado por una nube
una gran pila de bronce con el agua para las luminosa, reveladora de la divina presencia, y
abluciones. asistido de los querubines. Secundariamente, y
La tienda sagrada, la verdadera morada como único lugar de cita entre Yavé y el
de Yavé, era un lugar cubierto, rectangular pueblo hebreo (Ex. 30, 6) (de donde viene el
(16’75 x 5’25 x 5’25), con la entrada por el llamarle «tienda de alianza»), era el centro so­
oriente, protegida por una cortina, y con otros cial y religioso de todo el pueblo y poderoso
T A B E R N Á C U L O S (Fiesta de los) 570

lazo de unión entre las doce tribus. La con­ estabilidad asegurada con la posesión de Ca-
servación de las tablas de la ley divina en el nán, don de Yavé (Lev. 23, 39-43). Este signifi­
arca santa era un reclamo de la alianza divina cado histórico pasa a primer plano y se afian­
y de los compromisos a ella inherentes. De za mucho más y más en la tradición rabínica
ahí el nombre «del testimonio». (Misna, tratado Sukkah). Para el l.° y 8.° días
Fué construido por orden de Moisés duran­ (éste se añade como clausura en todas las fies­
te la estancia en el Sinaí, con elementos fácil­ tas del año) se prescribe una asamblea sagrada
mente transportables y que fácilmente podían y el abstenerse de todo trabajo servil.
hallarse en la localidad. Su inauguración tuvo Di. 16, 14, admite a la fiesta incluso a los
lugar en el día primero del segundo año des­ extranjeros; en Lev. 23, 42 —donde se habla
pués de ja salida de Egipto (Ex. 40, 1 ss.): únicamente del israelita— el término ghér (ex­
acompañó siempre a los hebreos en su peregri­ tranjero) probablemente ha desaparecido en la
nar por el desierto, ocupando siempre el pri­ transcripción del texto. Núm. 29, 12-38 des­
mer puesto central en las marchas como en Jas cribe minuciosamente el ritual de la fiesta en
paradas. Después de establecerse los hebreos el santuario. En el día l.° el holocausto cons­
en Palestina estuvo emplazado en varias locali­ tará de 13 becerros, 2 carneros, 14 corderos de
dades: en Gálgala, en Silo, en Nobe y en Ga- un año con Jas correspondientes oblaciones;
baón. Una vez construido el Templo de Sa­ ofrécese un macho cabrío como sacrificio de
lomón, el arca de Ja alianza pasó al Templo, y corrección. Estas víctimas se añaden a las del
el resto del Tabernáculo quedó allí deposita­ sacrificio cotidiano, para los días sucesivos el
do como objeto sagrado fuera de uso. número de los becerros disminuye en una uni­
[A. R.] dad por día, en tanto que permanece sin va­
riar el número de Jas otras víctimas. En el 8."
BIBL. — H. L e s é t r e , en DB. V, col. 1952-61; día («el más solemne de la fiesta», Jn. 7, 37),
W . J . P h y t h i a n - A d a m s , The Pcople and the Pre-
sence, Oxford 1942; J . M o r g e n s t e r n , The ark, the se inmolaba un toro, un carnero y siete cor­
ephod and the reni of meeting, Cincinnati 1945; deros. La naturaleza misma de la fiesta (acción
F, M. C r o s s , The Tabernacle, en Bibl. Arch., 10
(1947) 45-68. de gracias por la recolección, evocación de la
liberación de Ja esclavitud egipcia) explica la
TABERNÁCULOS (Fiesta de los). — Es la abundancia de Jas víctimas y el gozo que cons­
traducción del hebr. hag hassuk kóth (= tien­ tituía Ja característica de la solemnidad (Dt. 16,
das de follaje). El nombre tradicional «fiesta de 14; Lev. 23, 40), la más alegre, la más santa
los tabernáculos» procede de la Vulgata; en el y la más grande (FI. Josefo, Ant. VIII, 4, 1) y
griego eopri) ctk^vwv } o-i<rjvorrr¡y¿a (cf, Jn. 7, también la más observada.
2) = fiesta de las tiendas. Es la tercera de las Hay que notar que la primitiva institución
grandes fiestas anuales hebreas: Pascua y Pen­ mosaica ha recibido en el curso de los años
tecostés. Su primitivo significado (fiesta agrí­ ciertas modificaciones y añadiduras que ponen
cola) está indicado en el código de la alianza en evidencia su carácter histórico y precisan
(Éx. 23, 16) y 'en Éx. 34, 22, «fiesta de la re­ su sentido religioso. Lev. 23, 40 nombra los
colección al fin del año». En acabando la re­ árboles (naranjo, palmera, mirto, sauce) de los
colección de los frutos del campo, los israeli­ que debían tomar los ramos para la construc­
tas se presentan ante el Señor para ofrecerle ción de las tiendas, tal como lo entiende Neh.
las primicias, darle gracias e implorar el be­ 8, 15. La tradición posterior (cf. II Mac. 10,
neficio de la lluvia para Ja próxima estación. 6 s .; Fl. Josefo, Ant. III, 10, 4), prescribía que
El Deuteronomio (16, 13 ss.) es más explí­ los hombres asistiesen a Ja ofrenda de la maña­
cito : «Celebrad durante 7 días la fiesta de las na teniendo en la mano un manojo (lulab) de
tiendas, una vez recogidos los frutos..., en los sobredichos ramos en señal de alegría, y
honor de Yavé, para que te bendiga en todos tus cantasen el gran AUei. Un sacerdote iba a to­
trabajos». La legislación levítica precisa la fe­ mar agua aparatosamente en la fuente de Siloé;
cha y los ritos de Ja fiesta (Lev. 23, 33-36): «el en un recipiente de oro, para derramarla sobre
15 del séptimo mes» (tisri = sept.-oct.), insis­ el altar de los holocaustos con el fin de im­
tiendo en su carácter religioso e histórico. Du­ plorar las lluvias otoñales. Estos ritos iban
rante los 7 días de Ja fiesta (15-2.1 de tisri) acompañados de procesiones. Durante la noche
los israelitas habitarán en tiendas de follaje, del l.° al 2.° estaba brillantemente iluminado
para evocar el recuerdo de la estancia de Is­ el atrio de las mujeres: encendiéndose en él
rael habitando en tiendas de nómadas en el 4 candelabros de oro de unos 50 codos de al­
desierto, después de la salida de Egipto, ha­ tura (unos 25 m.), en recuerdo de la nube
llándose en una situación muy distinta a la luminosa que había servido de guía a Israel
571 T A L IÓ N (Ley del)

poi el desierto; se ejecutaban danzas con ha­ I Cor. 15, 6). Sobre las ruinas del Santuario
chas mientras los sacerdotes cantaban los Sal­ formado con tres basílicas en recuerdo de las
mos graduales. A estos dos ritos (libaciones tres tiendas mencionadas en los Evangelios,
con agua e iluminación) se refiere Nuestro Se­ los franciscanos erigieron en 1924 una bonita
ñor en Jn. 7, 37 s ,; 8, 12. Finalmente se ha­ basílica diseñada y ejecutada por A. Barluzzi.
bían dado normas precisas para la construc­ [A. R.]
ción de las tiendas. Ya en tiempo de Nehemías BIBL. — P. B. M eistermann, Le Moni Thabor,
(8, 6) se erigían una especie de cabañas sobre París 1900; F. M. A bel, Géographie de la Pales-
las terrazas y en los patios de las casas, en los tine, I, ibíd.. 1933. pp. 353-57; E. D abrowski, La
transfiguraron de Jésus, Roma 1939.
atrios del Templo y en algunas plazas, y aun
ahora en nuestros días pueden verse en Pa­ TADEO. — v. Judas (Apóstol).
lestina, durante la fiesta, en los balcones de
las casas. El carácter solemne de esta fiesta TADMOR. — v. Palmita.
debía de ser muy antiguo (cf. Jue. 21, 19 ss.),
pues la eligió Salomón para la inauguración del TALENTO. — v. Medidas.
Templo (I Re. 8, 2.65), y Nehemías (cf.. ya Esd.
3, 4) para la gran inauguración de la restau­ TALIÓN (Ley del). — La Ley de Moisés con­
ración social (Neh. 8, 13-18). Hácese mención tiene la dura ley del talión, común a casi todas
de ella en Os. 12, 10. No tiene corresponden­ las antiguas legislaciones semíticas; Ex. 21,
cia entre las solemnidades cristianas como la 23 ss.; Lev. 24, 17-20; Di. 19, 21; «Ojo por
tienen las de Pascua y Pentecostés. [F. S.] ojo, diente por diente, mano por mano, pie
B I B L . — H . L . S t r a c k - P. B i l l e r b e c k , Kommen-
por pie, quemadura por quemadura, herida por
tar zum N. T. aus Talmud und Mldrasch, II. Mo­ herida, cardenal por cardenal».
naco 1924, pp. 774-812; £. K a l t , Archaelogia Bí­ Más que formularla, como lo hace Ex., el
blica, 2* ed.. Torino 1944, p. 167 s .; A. C l a m e r ,
(La Ste. Bible, ed. Pirot 2), París 1940, pp. 173-76. código de Hammurabí (art. 196.197.200, etc.),
429-32. 619 s.; F . M . B r a u n (ibíd., 10), 1946 pp. la aplica, y a veces de un modo ciertamente
370. 376. 381; A. C o l u n g a , en EstB, 10 (1951)
328 ss. odioso, pues no respondía a la estructura social
de aquel reino, ya que tal ley es el primer paso
TABOR. — (Hebr. Tábór; griego Bvp; de una sociedad primitiva y poco caracterizada,
to T ra/3úpiov: Os. 5, 1; Flavio Josefo, Po- para limitar el derecho de venganza extendida,
libio, San Jerónimo; el Gebel-et-Tór de hoy). sin límites, a todo el grupo del ofensor o del
Monte cónico y aislado, de unos 600 m. de culpable, en favor del grupo familiar o de la
altura, que domina la llanura de Esdrelón. Su tribu del ofendido o del muerto.
bella forma redondeada le da un aspecto dul­ La ley del talión es el primer tanteo de pena
ce y majestuoso. Sirvió de límite entre las tri­ individual, y este carácter peculiar, con ten­
bus septentrionales (Jos. 19, 22). En la bendi­ dencia a una aplicación más racional y huma­
ción de Moisés (Di. 33, 19) Zabulón y Neftalí na de ella, todos la reconocen en la legisla­
ofrecen «sobre el monte» sacrificios de jus­ ción mosaica. Es el influjo de la religión ya-
ticia ; tal vez se trate del Tabor; cf. Os. veísta.
5, 1, donde parece que se reprueba tal costum­ Dt. 24, 16 aplica tal principio a la conde­
bre. En la cumbre del Tabor fué donde la nación a la pena capital a un israelita que ha
profetisa Débora convocó el ejército de Barac, merecido la muerte. El caso de Amasias (797
y de allí partió con ímpetu contra Sisara y los a. de J. C.), que da muerte únicamente a los
cananeos, siguiendo el valle del Cisón (Jue. asesinos de su padre, sin extender la pena a sus
4, 6.12.14). En Jer. 46, 10 se compara a Na- parientes, según se hacía habitualmente (II Re.
bucodonbsor con el Tabor que se yergue por 14, 6), representa la extensión del antiguo prin­
encima de toda la región que le rodea. Una cipio a casos más graves que hasta entonces se
tradición de Ja que da testimonio en primer habían exceptuado, como en este caso es la
lugar San Cirilo de Jerusalén (Cal. 12, 16; PG muerte de un rey, excepción que se tenía
3, 744) y luego por San Epifanio y San Jeróni­ en cuenta, por ej., en el antiguo código jeteo
mo (Epist. 46, 12 y 108, 13; PL 22, 491 y 889), (art. 173). La sublimidad del yaveísmo perfec­
fija en el Tabor el monte anónimo de la Trans­ cionó las costumbres y las leyes heredadas de
figuración de Jesús (Mt. 17, 1-13; Me. 9, 2- Mesopotamia.
14; Le. 9, 28-36). Otra tradición, poco fun­ Esta ley del talión no es tanto un princi­
dada, localiza en el Tabor el otro monte anóni­ pio jurídico cuanto una mentalidad que halla­
mo en el que son convocados los Apóstoles pa­ mos en el Antiguo Testamento, sea contra los
ra la misión definitiva y universal (Mt. 28, 16; enemigos de Israel, sea contra el mismo Israel,
TALM UD 572

contra los impíos y contra los injustos (cf. Sal. finitiva autoridad preceptiva en materia religio­
137, 9; te. 13, 16; 14, 22, etc.; Ez. 16, 23, sa y civil. Y con el fin de eliminar las coleccio­
etcétera; Sal. 109, etc.). Incluso el piadoso Je­ nes no auténticas, incluyó los cánones de la
remías, aun cuando intercede por Judá implora lev y no sólo los confirmó con su autoridad, sino
de Yavé la aplicación del talión contra sus que a menudo añadió incluso a la letra las
enemigos para que venga sobre ellos todo cuan­ sentencias de otros doctores con la auténtica
to maquinaban contra él (Jer. 11, 20; 15, 15; del nombre del autor.
17, 18; 18, 21). Un indicio de su piedad está Después de Judá, la MiSna sufrió añadidu­
en el hecho de encomendarlo a Dios, cuando ras. La lengua, comparada con la de la Bi­
el mismo justo procura tomar venganza por sí blia, aparece acrecentada con locuciones ex­
mismo (Sal. 41, 11). tranjeras (arameas, griegas, latinas), sobre un
Jesús declara abolida la ley del talión en el sedimento neohebreo.
sermón de la Montaña, reprueba el espíritu La MiSna se divide en «órdenes» (sedarim);
de venganza y de represalia y establece la ley y éstos se subdividen en «tratados» (massekheth,
de oro de la caridad, y por medio de tres ca­ pl. massekthóth); los tratados, a su vez, en
sos paradójicos, que no hay que tomar a la le­ «capítulos» (pereq, pl. peraqim); los capítulos
tra, enseña a sus discípulos a no devolver mal en «párrafos» (miSnah, pl. miSnijoth), o, según
por mal, sino a vencer al mal con el bien el Talmud palestinense, en asentencias» (halá-
(Mr. 5, 38-42; Rom. 12, 21, etc.). khah, pl. halákoth).
[F . S.j Los «órdenes »son seis: 1) sera’im (simien­
BIBL. — H. C azelles, Études sur le code de VAl- tes): reglas pertinentes a la agricultura; 2)
liance, París 1946 p. 151 s . ; D. B uzy , S. Mathieu mó’ed (fiesta) o de las fiestas; 3) nááim (mu­
(La Ste. Bible, ed., Pirot 9). ibíd., 1946, pp. 68-71;
P. H einisch , Teología del Vecchio Testamento. To­ jeres) o del derecho matrimonial o familiar;
rmo 1950. p. 232 s . : F. S padafora, Collettivismo e 4) neziqim (perjuicios) o del derecho civil y
individualismo nel Vecchio Testamento, Rovizo 1953.
pp. 155. 327. 359 s. penal; 5) qodaSim (cosas sagradas) o de las
cosas sagradas y de los sacrificios ; 6) tehá-
TALMUD. — Es el «corpus» de la doctrina róth (pureza) o de las purificaciones.
judía posbíblica, principalmente jurídica, y Los órdenes contienen 63 tratados y 523 (525)
consta de la MiSna, que es el texto fundamental, capítulos.
y de la Gemara, que es su comentario. Los argumentos se van siguiendo por aso­
Ya en los tiempos de Esdras empezó a sos­ ciación de ideas más que por orden lógico. A
tenerse que la Ley era algo fijo e inmutable, y los doctores se Jes llama «Tanna’im».
sólo guiándose por ella se resolvían los ca­ Las discusiones y las disputas sobre la mi§na
sos que se iban presentando. Pero los israeli­ que se suscitaron en las escuelas palestinenses
tas atacaban también, además de la Biblia, la y babilónicas, fueron recogidas en la Gemara,
autoridad de los ancianos, cuya tradición (cf. que es una especie de protocolo de las senten­
por ej. Mí. 7, 3), transmitida primero oralmen­ cias que los doctores pronunciaban como con­
te, fué recogida por Rabí Judá Ha-Nasi (h. el clusión de las discusiones.
200 desp. de J. C.) en forma casi definitiva y El actual Talmud palestinense se remonta, en
transmitida legalmente (Miána). su parte fundamental, a R. Jocanán b. Vappa-
La interpretación de los doctores que vi­ ca (f 279); en las añadiduras, a otros docto­
vían en Palestina y la de los que permane­ res. La forma actual tal vez se remonte al 425
cieron en Babilonia dieron lugar a un doble desp. de J. C. aproximadamente. Está escrito
Talmud: el Palestino o Jerosolimitano y el en lengua aramea. [B. N. W.]
Babilonio. BIBL. — Ediciones de la Misna: G. S urknhusius,
La colección y la divulgación de la Misna Mischna sive totius Haebreorum juris, rituum, antiqui­
de R. Judá Ha-Nasi* no excluyen la preexisten­ tatum ac legum oralium systema cum clarissimis Rab-
binorum Maimonides et Bartenorae commentariis in­
cia de otros «tratados». tegris... latinitate donavit ac notis illustravit Guiliel-
Las primeras colecciones tal vez se remon­ mus Surenhusius, 6 vol. (cada uno de los cuales co­
tan a los tiempos de Hillel y Shammai (contem­ rresponde a un «orden»), Amstcyclam 1698-1703; Beer-
O. Holtzmann. Giessen 1912. — Ediciones del Talmud
poráneos de Jesucristo), y más probablemente a Palestinense: Bl. Ugouni, Thesaurus antiquitatum sa­
R. Akaba (t 135), el cual había hecho una co­ crarum, Yols. 17, 18.20.25.30, Venecia 1755-1765;
M. S c h w a b . Le Talmud de Jéntsalem traduit pour la
lección de las decisiones de los doctores, se­ premidre fois, 11 vo!s., París 1878-1889 (t. 1890). —
mejante a la de Judá Ha-Nasi\ Este último Ediciones del Talmud Babilónico: cf. Jiidisches. Lexi­
cón V. Ta'mud. col. 837-38 (sólo el esquema); el Tal­
quiso hacer una colección definitiva para pro­ mud de Babilonia contiene particularmente la Gemara
teger la uniformidad de Ja doctrina, y al efec­ de R. Aschi (í 427) y fué redactado por Rabina II
(499); mas la forma tal vez no se remonte más allá
to constituyó un «corpus» oficial, última y de­ del sizlo y i . — Versiones con el- texto arameo y tra­
573 TEBAS

ducción: L a z . G o l d s c h m i d t , Der Babylonische Tar­ camente en fragmentos. Algunos trozos han


sum, 9 vols., 1897-1935: vols. 1, 2. 3, 7 (Berlín),-
4, 5. 6, 8 (Leipzig), 9 (Den Haag); sólo con la sido conservados por la Políglota Londinense:
versión: M. L. R o d k i n s o n , New Edition of the Baby- cf. P. JCahle, Das Palaestinis Targum, in Ma-
lonian Talmud, vol. 20, Boston 1918; I. E p s t e i n . The
Babylon.an Talmud íranstated in to Engiish..., vol. 30, sorete des ¡Vestens, //. Stuttgart 1930.
Londres 1935-1948; A. R o m e o , II Giudaismo, Fonti, El Targum para los Profetas, atribuido a
e n N . T u r c h i , Le religioni nel mondo, Roma 1946.
pp. 329 s. 381 ss. (abundante bibl.). Jonatán, pero, al parecer, compilado en Ba­
bilonia el s. iv, es una paráfrasis y una especie
TAMMUZ. — v. Adonis. de interpretación de los Profetas, escrita en ara-
meo oriental babilónico.
TANNAÍTAS. — v. Talmud. Textos y versión están en los vol. II y III
de la Políglota Londinense y en los vol. II-IV
TANNIN. — v. Dragón. de la de Amberes; sólo el texto en P. de La-
garde, Prophetae Caldaici, Leipzig 1372 ; sólo
TARGUM. — Término (= versión) que sirvió Isaías con la versión inglesa en S. H. Stennung,
desde los tiempos del Talmud para indicar las The Targum of Isaiah, Oxford 1949.
traducciones de la Biblia al arameo, convertido Los Targumin (escritos) fueron compuestos
en lengua oficial en las escuelas y en las sinago­ muy tarde y en lugares y tiempos muy diver­
gas al caer el hebreo en desuso. En los primeros sos. El Targum para los Salmos, en su parte
tiempos cualquiera leía la Torah, pero después principal, parece haber sido compuesto antes
ya sólo la leía el que recibía el encargo y era del 476, en tanto que el .Targum para Est. (para
capaz de traducirla al arameo. También era el que hay tres), o sea el Targum de Sheni.
muy frecuente que el encargado, además de parece que se remonta al 1200. El vol II
dar una traducción fiel de ella, se entretuviese de la Políglota Londinense contiene el Tar­
en comentarla e interpretarla. Y cuando se su­ gum para Est., el vol III para Job, Prov., Sal.,
primió la misma lengua aramea ya no se em­ Eclo., Cant.\ el vol IV de la Políglota de Am­
pleó ni siquiera la versión oral en las sinago­ beres contiene todos. Para el Targum con la
gas, sino que se aseguraron por escrito los versión para los Par., cf. M. F. Beckins, Para­
Targumin (versiones). phrasis chaldaica Libri Chronicorum, Augustae
Los Targumin se distinguen por la índole, Vind., 2 vol. 168-83; para el texto solo cf. P.
por el autor y por los tiempos talmúdicos. de Lagarde, Hagiographa Chaldaica, Leipzig
Tenemos Targumin: a) para la Ley; b) para 1873.
los Profetas; c) para los Ketubim (o escritos), También los samaritanos tuvieron su Tar­
correspondientes a las tres partes de la Bi­ gum para el Pentateuco: cf. Petermann, Pen-
blia hebrea. tateucus Samaritanus, 5 vol. Berolini 1872-91.
Los Targumin para la Ley son: a) Targum IB. N. W.j
de Onkelos; b) el del Seudo Jonatán; c) el de BIBL. — E Schürer , Geschichte des Jüd'schen Vol-
YeruSalmi. kes im Zeitalter Christi, I, Leipzig 1901, pp. 14"7 55 ;
A. V accari, en Institutiones B'blicae, 6.* ed., Roma
El Targum de Onkelos fué compuesto en 1951, p. 293 ss. * A. D íhz M acho. Un nuevo targum
Babilonia en lengua aramea oriental, no an­ a los profetas, EstB, (1956); J. R. D : ez , Ediciones del
Targum samaritano, CB, (1956); Id ., EstB (1956 en.-
tes del s. in. No se sabe si Onkelos es el nom­ marz.).
bre del autor o más bien un reclamo de Aquila,
autor de una versión griega, no menos fiel. Tuvo TARSO. — v. Pablo (Apóstol).
muchísima importancia entre los judíos. Texto
y versión se hallan en la Políglota Londinense, TEBAS. — La gran metrópoli del alto Egipto
vol. I, Londres 1613. En cambio, el vol. I de (el hebreo Patrós, griego P-to-res = sur, en
la Políglota de Amberes sólo contiene el tex­ oposición a Misraím, todo Egipto; cf. ls. 11,
to: cf. A. Berliner, Targum Onkelos, Berlín 11: Ez. 29, 14; considerada como región de
1884. origen de los egipcios, Ez. 30, 14; Jer. 44, 1-
Los otros dos Targumin son más bien pará­ 15; Herodoto II, 4, 15). En hebreo se llama
frasis en lengua aramea occidental: al prime­ No’ (Ez. 30, 14 ss.; cf. el acadio Ni’u; y el
ro, erróneamente atribuido a Jonatán b. Usiel, egipcio tardío Né*): la dióspolis Magna de los
se le llama también de YeruSalmi I y alcanzó griegos y de los latinos; A jó<t;toAí9 se,aproxima
su forma definitiva en la época de los árabes: al nombre completo que es Nó’-’amon «la ciu­
cf. texto y versión en la Políglota Londinense, dad o el dominio del Dios Amon» {Jer. 46, 25;
vol. IV; el texto solo en M. Ginsburger, Psea- Nah.. 3, 8), la actual Luxor, que se yergue fren­
do-Jonathan, Berlín 1903. te a la antigua Tebas. San Jerónimo la traduce
El último o Yerusalmi II nos ha llegado úni­ erróneamente por Alexandria populorum
T E M PL O de Jerusalén 574

(Vulg.). Fué centro del Medio y Nuevo Impe­ los cinco primeros años de reinado se hicieron
rio, como Menfis lo había sido del Antiguo. El vasallos suyos 42 príncipes.
primero tiene el comienzo con la gloriosa res­ Asiria, que domina ya sobre la región de
tauración, obra de la XII dinastía, con sede Hamigalbat, se empeña en una lucha a fondo
en Tcbas (2000-1800 a. de J. C.); el Nuevo contra los árameos. Un texto descubierto en
Imperio comienza hacia el 1580 (XVIII dinas­ QaFt Sherkat revela cómo Teglatfalasar I pa­
tía.) con la expulsión de los hebreos. só nada menos que 28 veces el Eufrates para
Después del paréntesis poco feliz de Ame- luchar contra aquellos nómadas, llegando en
nofis IV (con el nombre de Aknaton, 1370- el curso de estas operaciones hasta el mismo país
1352), que trasladó la capital a Aket-Aton de Amurru, que conquista. Al sur ocupó Babi­
(horizontes de Aton = el sol naciente), la cé­ lonia.
lebre actual El-Amarna, 400 kilómetros al norte. Teglatfalasar fué también un sabio organi­
Tebas, consagrada al dios Amón, llegó a la zador de la vida civil del imperio.
cumbre de la prosperidad y del esplendor bajo Durante el reinado de Teglatfalasar II (965-
la XVIII dinastía y la XIX (1350-1200 a. de 933), continuó la actividad de los árameos.
J. C. aproximadamente). Pero fué mucho más importante la figura de
En ella convergía el mercado mundial, y to­ Teglatfalasar III (745-727), fiamado Pulu. Ha­
dos los pueblos se encontraban allí para ser biendo usurpado el trono, empezó por asegu­
testigos de las ceremonias incomparables que rarse la posesión de la Mesopotamia meridional
se desarrollaban en sus grandiosos templos, y y septentrional, y luego dirigió las armas con­
de la grandiosidad de las enormes salas surca­ tra los enemigos de Occidente. Una coalición
das de columnas. La riqueza de los monumen­ antiasiria que se formó en el 739 hubo de ce­
tos devueltos a la luz por las excavaciones per­ der inmediatamente, e incluso Menajem (II Re.
mite reconstruir esta época de la historia egip­ 15, 19 ss.) de Israel pagó entonces tributo. Po­
cia mejor que otra cualquiera. El célebre «valle co después solicitaba una intervención asiria
de los Reyes», en la vertiente occidental, frente Ajaz de Judea al verse amenazado por Israel
a Karnak y a Luxor, forma parte de la vasta y Damasco por no querer acceder a su liga
campiña, ahora desierta, que en otro tiempo antiasiria (II Re. 16; Is. 7-9).
tenía en sí la necrópolis de Tebas, con los Damasco, Filistea y las ciudades fenicias ca­
sepulcros de los difuntos más dignos, como los yeron totalmente bajo el poder de Asiria al
reyes, y con los templos que acompañaban a mismo tiempo en que fueron deportados mu­
los sepulcros de estos últimos. chos habitantes del reino de Israel (II Re. 15,
Sigue la decadencia, y la XXI dinastía tiene 19; I Par. 28, 18). El mismo Ajaz, que no pudo
su sede en Tanis. menos de llegarse hasta Damasco a rendir ho­
Pero el fin de Tebas data del 663 a. de J. C., nores al conquistador (II Re. 16, 10), quedó re­
cuando el emperador asirio Asurbanipal la ducido a la condición de humilde tributario, y
conquistó y la entregó al saqueo. se vió despojado de los tesoros del templo y
En la profecía de Nahum (3, 8) contra Nínive del palacio. (II Re. 16, 17 s.). [G. D.]
se siente aún el eco de la profunda impresión BIBL. — G. R icciotti, Historia de Israel, I,
que produjo entre las gentes el saqueo de Te­ Barcelona, 1945; S. M oscati, VOriente Antico, Mi­
lano 1952.
bas, la metrópoli de las cien puertas a ambas
orillas del Nilo. [F. S.] TELL-EL-AMARNA. — v. Amarna.
BJBL. — F. S padafora, Ezechieie, 2.* ed., Torino
1951, pp. 227-31; G. Buyschaert. Israel ei te Judais- TELL-HUM. — v. Cafarnaúm.
me dam I'Anden Oricnt, Bruges 1953, pp. 27. 33-39,
42-45; C apart, Thébes, Vromant 1925.
TEMOR DE DIOS. — v. Dones del Espíritu
TEGLATFALASAR. — Nombre de algunos Sanio.
monarcas asirios; el primero (h. 1114-1078 a.
de J. C.) aventajó a todos sus antecesores en TEMPLO de Jerusalén. — Ünico lugar desti­
habilidad y poderío. Su actividad militar, diri­ nado al culto oficial de Yavé, desde los tiem­
gida en un principio contra los pueblos sep­ pos de Salomón, conforme a la ley bíblica de
tentrionales, y en particular contra los muscos la centralización del culto. La construcción (I
y gasgas, que poco antes habían dado el golpe Re. 6-8; II Crón. 3-4; 3er. 52; Ez. 40-42). Ha­
de gracia al imperio jeteo, pronto se volvió ha­ bíalo proyectado ya David, pero fué Salomón
cia el oriente, llegando a ultrapasar el Zap y quien lo realizó, al cabo de siete años de tra­
hacia el noroeste ultrapasando el Eufrates en bajo, juntamente con el palacio real, median­
la región llamada Nairu, de suerte que sólo en te la colaboración de Hiram de Tiro, que aportó
575 TEM PLO de Jerusalén

material y operarios especializados. El lugar mente oscuro y particularmente sagrado, sola­


elegido fué la prolongación septentrional del mente entraba el sumo sacerdote en el día de
montículo Ofel, donde estaba emplazada la la expiación.
antigua Jerusalén, y que ya había sido con­ A ambos lados del vestíbulo se erguían dos
sagrada por tradiciones sagradas, ya que en él columnas de bronce, libres de peso, huecas en
estaba la era de Orna, el jebuseo, donde se todo su interior, de 9’90 m. de altura, con la
había realizado una teofanía y donde David circunferencia de 6’60 m., el diámetro de unos 2
había erigido un altar (II Sam. 24, 16-25; II metros, y el espesor del bronce de 10 cm .; es­
Par. 3 ,1). taban coronadas con un capitel de bronce de
Comenzando por la entrada colocada en el 2*75 m. de alto, en forma de taza, con deco-
este, el templo (de 33 m. de longitud por 11 ción de flor de loto y de granadas; se les dió
de latitud y 16*60 de altura) presentaba los tres los nombres simbólicos de Jaquín (Jakin «es
recintos siguientes: el «vestíbulo» (hebr. ’ülám: estable» y Boaz (Be’oz «en fuerza»). El espa­
5’50 m. por 11 por 16*50); el «aula» (hebr. cio descubierto que mediaba entre la «casa» y la
kékál; cf. súmero E-GAL «casa grande», y cerca mural colocada en derredor por tres la­
el acadio ékallu «palacio»), llamado también dos, constituía el atrió (hebr. hasér) interior
«santo» (22 m. por 11. por 16*50); finalmente del Templo, distinto del exterior, más bajo y
la «celia» (hebr. debir), llamada también «san­ más amplio, que incluso comprendía dentro
dísimo» (hebr. qodes qodasim, superlativo; ser­ de sí el palacio real y el altar de los holo­
vilmente = santo de los santos), de forma per­ caustos (Ez. 43, 13-17), el mar de bronce, que
fectamente cúbica (11 m. de lado). A lps lados era un enorme pilón hemisférico con capacidad
noroeste y sur de este edificio había adjunta para 787 Hl., apoyado sobre 12 bueyes de
otra construcción en tres plantas, cada una bronce, agrupados de tres en tres, que conte­
de las cuales medía 2*75 m. de altura y con­ nía el agua para las abluciones, transportada
tenía 30 cámaras, pero su anchura iba en au­ mediante 10 grandes conchas montadas en unos
mento de abajo arriba, de suerte que Ja pared carritos con ruedas.
de Ja «casa», que sostenía por el interior las Como los templos súmeroacadios en cuya
tres plantas, ascendía con entrantes forman­ idea se inspira (L. H. Vincent, De la Tour de
do tres gradas. En la parte superior del ter­ Babel au Temple, en RB. 1946 403-40), el Tem­
cer plano, en el muro de la «casa», se abrían plo de Salomón es la morada exclusiva e invio­
algunas ventanas para iluminar el vestíbulo y lable de Dios en medio de su pueblo, y su
el «santo». Solamente el «santísimo» estaba construcción está regulada por una especial re­
desprovisto de ventanas y quedaba totalmen­ velación divina (cf. Cilindro A. de Judea: en
te oscuro. Los tres recintos del interior, que RB, 55 1948 403-37). Pero arquitectónicamente
se iban elevando gradualmente, probablemen­ es una derivación fenicia, ya que ofrece gran­
te por medio de unas gradas colocadas en la dísima afinidad con el templo fenicio de Tell
entrada del segundo recinto y del tercero, es­ Tainat, descubierto en 1936. Aparte el genéri­
taban separados por dos paredes de madera co simbolismo cósmico, en lo que es una re­
de cedro, provistas de una puerta cuadran­ producción en pequeño del templo celestial (cf.
g la r entre el vestíbulo y el «santo», y de Sab. 9.8; Ex. 25, 9.40; Heb. 8, .1-5; 9, 23.24;
puerta pentagonal entre el «santo» y el «san­ 12; 22), y, a su vez, modelo, con sus tres
tísimo», y estaban revestidos de madera de ce­ partes, de Jas tres partes de que se compone
dro, menos el pavimento, que era de madera el cosmos: («santísimo»), tierra («santo») y
de ciprés. En sus paredes iban tallados que­ mundo subterráneo («mar de bronce»; acadio
rubines, flores y palmeras, y decoraciones en apsü) (FI. Josefo, Ant. III, 6, 4; 7, 7; Filón,
oro.. De vita Mosis, III, 4 ss.) para significar la
En el «santo» el altar de oro para los per­ dominación cósmica de Yavé, se atribuyen sig­
fumes, la mesa de cedro cubierta de oro para nificados simbólicos particulares a varios ele­
los panes de la presentación o proposición y mentos, pero cuyo valor es muy discutible y
10 candelabros de oro. En el «santísimo» es­ en todo caso indemostrable.
taba solamente el arca, que había sido allí Templo de Zorobabel (I Esd. 3-6; Ag. 2, 2.
trasladada desde el tabernáculo (v.) que le pre­ 10). La reconstrucción del Templo de Jerusa­
cedió, y a los dos lados del arca dos queru­ lén, completamente destruido en el 586 a. de
bines (v.), esculpidos en madera de olivo sil­ J. C. por Nabucodonosor, fué una de las más
vestre cubierto de oro, de 5’50 m. de alto, vivas preocupaciones de los hebreos repatria­
con dos alas extendidas, de 2’75 m. de lon­ dos de la cautividad. El nuevo Templo, lleva­
gitud cada una. En el «santísimo», misteriosa­ do a término en el 516 a. de J. C., tras opo­
T E N T A C IÓ N 576

siciones y serias dificultades, y al que la sub­ ticos. El oriental, que daba al valle del Cedrón,
siguiente tradición judía llamó el asegundo y que era llamado impropiamente «pórtico de
Templo», reproducía las líneas principales y Salomón», fué frecuentado por Jesucristo y los
la disposición del templo de Salomón (Esd. 6, apostóles {Jn. 10, 23; Act. 3, 11; 5, 12). El
3 ss.), pero era evidentemente inferior a éste en meridional, que iba del valle del Cedrón al
plan de suntuosidad y riqueza de materiales, del Tiropeón, y se llamaba «pórtico real», os­
como consecuencia de Ja escasez de medios. Al tentaba una suntuosidad regia en sus 162 co­
faltar el arca de la alianza, que había sido lumnas, en cuádruple fila, coronadas con ele­
destruida en 586 (en Ii Mac. 2, 1 ss. se rela­ gantes capiteles corintios. Más avanzado y ele­
ta la leyenda popular sobre el ocultamiento del vado aparecía el «atrio interior», cercado de
arca en el monte Nebo por orden del profeta fuertes paredones y sólo accesible a los ju­
Jeremías) el «santísimo» quedó vacío (cf. Mis- díos: tenía las dos divisiones de «atrio de las
nah, Yomá V, 2; Fl. Josefo, Bell. V, 5, 5), y mujeres» y «atrio de los israelitas». Más avan­
vacío lo halló Pompeyo Magno cuando entró zado aún estaba el «atrio de los sacerdotes»,
allí como conquistador en el año 63 a. de J. C. donde se hallaba el altar de los holocaustos ,y
(Tácito, tíist. V, 9). En el «santo» estaban el por último, el Templo con sus tres tradiciona­
altar de Jos panes de la presentación y un les recintos. En el ángulo noroeste, en el lu­
candelabro de oro con siete brazos en vez de gar donde antes se hallaba el Arca (biráh, fia-
los diez candelabros precedentes (1 Mac. 1, pis) se construyó Ja inexpugnable fortaleza An­
21 ; 4, 49, 51; Fl. Josefo, Contra Apionem, 1, tonia (Act. 21, 32-40), en cuyo patio, llama­
22). Fué despojado y profanado por Antíoco, do en griego Lithostrotos, a causa del empe­
y luego restaurado por los macabeos. drado, y en arameo Gabbatha (Jn. 19, 13) por
Templo de Herodes el Grande (Fl. Josefo, razón de su nivel más elevado, fué donde se
Ant. XV, 2; Bell V, 5). El mezquino Templo erigió el tribunal móvil (fíypa) para el proceso
segundo fué renovado por Herodes, quien con civil de Jesucristo ante Pilato (Mat. 27, 2 ss.).
ello quiso granjearse la simpatía de los judíos Muy poco tiempo después de acabarse la cons­
de paso que hacía ostentación del gusto helé­ trucción, el 10 del mes de Loos (6 ó 29-30 de
nico por las construcciones ediles. Después agosto) del año 70 desp. de J. C. fué incen-
de haber eludido la desconfianza de los fariseos ciado el Templo de Herodes, que ya no volvió
y acumulado una enorme cantidad de materia­ a ser reconstruido, pues la probable tentativa
les, fué llevada a feliz término, en nueve años de reconstrucción que se dió durante la insu­
y medio, la construcción iniciada en el 19 a. rrección de Simón Bar Kozeba, en los años
de J. C., si bien los trabajos de detalle se pro­ 132-135, se vió interrumpida por intervención
longaron hasta el 62 desp. de J. C. (cf. Jn. 2, de los romanos. [A. R.]
20). En la tradición judía el templo de Hero­ BIBL. — G. Ricciorn. Storia d'Jsraele, I. Torino
des fué siempre considerado como «el segundo 1932, pp. 354-64; II. ibíd., 1937, pp. 108-20. 397-
Templo», ya que figuraba como embelleci­ 402; L. H. V incent, en RB. 42 (1933) 83-43; 46
(1937) 563-70 (UAntoine et le Pretoire); G. E. W riOHT,
miento del reconstruido en el 516 a. de J. C. Salomon’s temple resunected, en Bibl. Archeol., 4
y nunca se había interrumpido el servicio li­ (1941) 18-31; W. F. A lbright, en BASOR, 85 (1942).
18-17; Íd .. The Archaeology and the Religión of Israel,
túrgico. Conservóse el organismo de Salomón; Baltimore 1946, pp. 142-55; F. S padafora, Ezechiele,
pero las construcciones de los alrededores re­ 2.* ed., Torino 1951, pp. 295-317; A. Parrot. Le
temple du Jérusalem (Cahiers d'Archéologie Biblique.
cibieron mayor elevación y notables modifica­ 5), Neucbátel 1954.
ciones. La explanada que rodeaba a la «casa»
se dobló en lo ancho por medio de construc­ TENTACIÓN. — En la acepción más gené­
ciones inferiores practicadas en las faldas del rica (hebr. massóh; gr. Tteipacrpbs) equivale a
montículo, y en esta explanada se edificaron exploración, experimento, poner a prueba {Gén.
otros tres atrios ascendentes desde la periferia 22, 1 ; I Re. 10, 1 ; II Cor. 13, 5). Puede ser
hacia el Templo. El atrio más exterior, accesi­ activa, cuando se pone a prueba a otros; pa­
ble a todos y por eso llamado «de los genti­ siva, cuando uno es objeto de prueba (Ibíd.
les», se extendía hasta una bajada de piedra 44, 20). Según la división clásica de San Agus­
que señalaba el límite hasta donde se permitía tín (PL 34, 1113), la tentación puede ser de
el acceso a los paganos, y llevaba letreros en prueba o de seducción y ambas coinciden a ve­
griego y en latín amenazando y conminando ces (Job. 1, 9 ss.). La primera corresponde casi
con pena de muerte al pagano que osara tras­ al sentido genérico del término, y puede pro­
pasarlos. Uno de esos letreros se halló en 1871. ceder de disposiciones benévolas (Sab. 3, 5; Jn.
Los dos Jados exteriores, oriental y occiden­ 6, 6), o también malévolas (Mt. 19, 3 ; Jn. 8, 6;
tal, estaban constituidos por dos suntuosos pór­ Ap. 2, 10). A veces se da mediante tribulacio­
577 T E N T A C IO N E S de Jesús

nes que ponen a dura prueba la fidelidad, la do en atribuir un sentido mesiánico a las ten­
paciencia, etc. (Dt. 8, 2; Jdt. 8, 24; Act. 20, taciones.
19; I Re. 1, 16). «Habiendo ayunado... Jesús tuvo hambre. Y
La otra clase de tentación es una sugestión acercándose el tentador (en forma humana),
hacia el mal, que induce al peligro próximo de le dijo: «Si eres hijo de Dios, di que estas
■caer en el pecado. Puede provenir de Satanás piedras se conviertan en pan.» Pero Él res­
= ó 7reip á fw v , el tentador por excelencia (I pondió diciendo: «Está escrito: No de sólo
Tes. 3, 5; I Cor. 7, 5; Ac/. 5, 3), de los hom­ pan vive el hombre, sino de toda palabra que
bres entre sí (Gén. 39, 7) o también, aunque sale de Ja boca de Dios.» (Dt. 8, 3). En el
impropiamente, de las propias pasiones (Sant. plan divino estaba definido que Cristo padecie­
1, 14). Dios no tienta nunca de este modo se, muriese y así entrase en la gloria (cf. Le.
{Sant, 1, 14) ni permite nunca que el hombre 24, 26). El demonio, que nos hace ver que co­
sea tentado más de lo que pueden sus fuerzas noce quién es Jesús (Me. 1, 24.34 ; 3, 10 s .;
(I Cor. 10, 13). Le. 4, 4) si analizamos un poco su manera de
Se dice que se tienta a Dios cuando por des­ decir aparentemente inocente, le propone: usa
confianza o por presunción quiere el hombre en tu favor el poder extraordinario que tienes.
alguna prueba de Dios o de alguno de sus Es evidente que si Nuestro Señor hubiese em­
atributos. No obstante que Dios se declara pleado su poder siempre que se le hubiese ofre­
irritado por tales provocaciones (Núm. 14, 22), cido cualquier padecimiento y en el momento
son frecuentes los casos que de.ellas se dan: de la pasión, no se habría realizado el plan es­
(el más famoso se relata en Ex. 17, 2-7). tablecido por Dios respecto de la Redención.
[N. C.) Jesús responde con palabras del Dt. 8, 3 que
BIBL. — E. Z orell, Lexicón Hebr. et Arm. V. T., para él hay una comida superior (cf. Jn. 4,
Romae 1947, pp. 451. 519; Íd., Lexicón Gr. N. T. 31 s.); y como para él, así para todos los hom­
<París 1931), col. 1025 s .; R. Brouillard, en DThC, bres debiera consistir en cumplir la voluntad
XV, col. 116-27.
de Dios. Hay un plan divino al que debe ate­
TENTACIONES de Jesús. — Lo mismo que nerse.
los grandes personajes del Antiguo Testamen­ El demonio formula su tentación como si
to, Moisés, Elias y Juan Bautista, inmediata­ se tratase de la fama de Jesús, como si no tra­
mente después del Bautismo en el Jordán y tase más que de invitarle a obrar aquel prodigio
de las manifestaciones del Padre celestial, Je­ aislado. Obsérvese cómo se insinúa y emprende
sús se dirige a un lugar desierto con el fin de el fatal coloquio con Eva (Gén. 3, 1 s.) aun co­
prepararse para su misión. La tradición iden­ nociendo el alcance del precepto y el fin que
tifica el lugar con una región inculta y silves­ Dios se propone; intenta socavar el plan di­
tre de junto a Jericó, donde se halla un monte vino y convertir al hombre en un seguidor
al que se ha llamado de la Cuarentena en me­ suyo permanente (Gén 3, 15). Pero Jesús le
moria de los cuarenta días que allí pasó Je­ responde que él nunca se apartará del plan
sús. Es el Gebel Qarantal, a 4 km. al noroeste divino, el de salvar al mundo mediante el su­
de la actual Jericó. frimiento.
El Espíritu que reposó sobre Jesús en el Bau­ «Si eres hijo de Dios», dice el tentador.
tismo lo guía en sus enseñanzas y en su mi­ Como veremos, en la tercera habla abierta­
nisterio; cada acto del Redentor responde a mente: sabe quién es Jesús. Lo mismo que en
un designio divino (Mt. 4, 1). La tentación fué Jn. 7, 4. «Si haces tales cosas, muéstrate al
real y exterior, según se desprende de los tér­ mundo», equivale a decir: «Ya que obras tan­
minos empleados y de la misma naturaleza de tos prodigios», etc.
Cristo: la incitación interna al mal era impo­ «Entonces lo llevó consigo ( ir a p a \a /j.J 3 á v tjí,
sible en él, dado su carácter de verdadero hijo como en Mt. 17, 1, «Jesús tomó consigo a Pe­
de Dios (A. Vaccari). dro, a Santiago y a Juan»; Le. 18, 31 ; de la
Él permitió tales tentaciones para hacerse Vulgata «assumpsit» procedió la errónea ima­
semejante a nosotros y darnos ejemplo de in­ ginación de un traslado de Jesús por el aire
vencible resistencia (Heb. 4, 15; 12, 3 s.). Las por obra de Satanás) a la ciudad santa, y po­
tentaciones son tres y por este orden con que niéndole sobre el pináculo del Templo le di­
se exponen en Mt. 4, 1-11: en el desierto, en el jo : «Si eres hijo de Dios, échate de aquí abajo,
Templo y en un monte muy alto. Le. 4, 1-13 pues escrito está: A sus ángeles encargará que
cambia la tercera para el segundo lugar. Me. te tomen en sus manos para que no tropiece
1, 12 s. hace una alusión de conjunto. tu pie contra una piedra (Sal. 91, 11 s .; que
Todos los modernos exegetas están de acuer­ promete la protección especial de Dios a quien
37. — S padafora. — Diccionario bíblico
T E R A F IM 578

le guarda fidelidad). Díjole Jesús: «También dará por satisfecho—, el demonio se manifiesta
está escrito: No tentarás al Señor tu Dios dispuesto a favorecer al Mesías.
(Ex. .17, 1-7)», exigiendo sin razón una inter­ La respuesta de Jesús está igualmente toma­
vención extraordinaria. da del D t . 4, 13; 10, 20; es el gran principio
La segunda tentación sugiere un milagro rui­ del monoteísmo: en el mundo no hay más que
doso. La turba, que normalmente se hallaba ba­ un solo Señor, a quien hay que servir y ado­
jo los pórticos del atrio exterior, habría visto rar. «Retírate, Satanás.» «Y llegaron los án­
a Jesús cayendo desde lo alto e ir a dar al pre­ geles y le servían.»
cipicio de unos centenares de metros de pro­ Los apóstoles tuvieron conocimiento de las
fundidad sin hacerse daño alguno. Tal es la tentaciones únicamente por la narración direc­
manifestación improvisada y solemne a que ta del divino Maestro. En contra de la menta­
Satanás induce al Señor. A esto responde aque­ lidad judaica de un mesías glorioso e impasi­
lla errónea mentalidad de los judíos: «Nos­ ble, ellas explican el plan de Satanás (cf. Mí.
otros sabemos de dónde viene éste (Nuestro 16, 21 ss.). También los apóstoles participaron
Señor Jesucristo); más cuando venga el Me­ de tal mentalidad (cf. Le. 9, 46 ss.; 18, 31-34;
sías nadie sabrá de dónde viene» (Jn. 7, 27). 22, 24-27, etc.), por lo que nada había tan a
Pero el plan divino establecía que Jesús diese propósito para iluminar sus inteligencias y
a conocer insensiblemente la venida del Me­ darles a entender la verdadera misión dél Me­
sías y el comienzo del nuevo reino corrigien­ sías, como el relato de las tentaciones, el cual
do los falsos conceptos de sus contemporáneos es como la síntesis, el anuncio y la explicación
(cf. Le. 17. 20 s.). de cuanto se verificará en la vida de Jesús;
El reino de Dios, dirá Jesús, ya ha comen­ los judíos siguen y quieren el plan de Satanás
zado ; ha entrado inadvertidamente en el mun­ (cf. Jn. 8, 44), y en su ceguera, al crucificar al
do, sin bullicio ni ostentación y sin alarde de Redentor, cooperan materialmente a la realiza­
fuerza; se desarrollará poco a poco...; obra­ ción del plan divino. Las tres tentaciones son,
rá como la levadura que lenta e insensiblemente en cierto sentido, el motivo guía de la narra­
transforma toda la masa (Le. 13, 18-21; Mí. ción evangélica: enseñan la naturaleza de la
13, 31 s.). misión de Jesús; explican la incredulidad y la
«De nuevo lo llevó el diablo a un monte muy hostilidad de los judíos.
alto, y mostrándole todos los reinos del mundo Dios ha querido salvar al mundo con la nece­
y la gloria de ellos (al oeste el imperio ro­ dad de la Cruz, pero lo que es necedad para
mano, al este los antiguos imperios desde el ba­ los hombres, es sabiduría y fortaleza para
bilónico en adelante; mediante una representa­ Dios (I Cor. 1, 18-25).
ción fantasmagórica le muestra Satanás el Semejante oposición entre los dos planes, di­
fausto presente y el pasado de esos imperios vino y humano-diabólico, se pone especialmen­
mundiales), le dijo: «Todo esto te daré si te en evidencia en todo el IV Evangelio.
postrándote me adorares». [F. S.]
El reino del rey mesías debía ser universal-; BIBL. — H. S tmon-G. D orado, Novum Testamen­
tum. 1, Torino 1944, pp. 404-11 :D. Buzy, St. Mt.
Satanás se llama a sí mismo dueño del mun­ (La Ste. Bible,, eü. Pirot 9). París 1946, p p . 36-44:
do, y en realidad Jo domina (cf. Jn. 12, 31; L. Marchal. St. Luc. (ibld.. 10), p p . 62-66; F. Spa-
dafora, Temi di ese&esi, Rovigo 1953, p p . 285-319.
14, 30; 16, 11; Ef. 2, 2); y puede delegar su
poder. TEOOOCIÓN. — Y. Griegas (versiones).
Satanás está dispuesto a hacerle entrega de
él; la condición que pone es que Jesús le re­ TEOFóRICOS. — v. Nombres.
conozca por señor. En sustancia, Ja tentación
se presenta como las otras: no hay por qué es­ TERAFIM. — Pese a su forma plural, este
perar con pérdida de tiempo. Has venido para término puede significar un solo objeto (cf. I
conquistar el dominio del universo, y yo te Sam. 19, 13 ss.), lo mismo que ios nombres
lo entrego; inmediatamente te pondré en pose­ urim y tummin, que significan las dos suertes
sión del mismo, pues a ti se te debe. El pro­ sagradas. El terafim aparece como una especie
cedimiento elegido por Dios (lentamente y me­ de ídolo doméstico en Gén. 31, 19-35, de don­
diante el padecimiento), lo sustituye Satanás de parece desprenderse que pertenecía, junta­
por el suyo, más cómodo, más fácil, de reali­ mente con otros objetos (Gén. 35, 2 ss.) a la
zación inmediata, con tal que se cumpla aquella religión aramea; e indudablemente tiene tal
condición —y al fin y al cabo se trata de un carácter en 1 Sam. 19, 13 ss., no obstante el
simple reconocimiento por el que Satanás se poco respeto con que lo trata Micol al servir­
579 TESALONICENSES (Epístolas I y II a los)

se de él para engañar a los esbirros enviados sol no tomaban alimentación, la cual estaba
por Saúl, colocándolo en el lecho para fingir muy determinada por la regla, que excluía las
que se trataba de David indispuesto. carnes. Los terapeutas tenían muchas afinida­
En los demás pasajes en que aparece, parece des con los esenios. Las principales eran: el re­
que se trata de un objeto empleado para la nunciar a la propiedad privada, el celibato, el
adivinación, ya que se le asocia a las flechas propósito de tender a la perfección, el abomi­
utilizadas para los sorteos (I Sam. 15, 23; Ez. nar la esclavitud, la vida de oración que por
21, 26; Nabucodonosor en la marcha contra la mañana practicaban volviendo el rostro, al
Jerusalén consulta a los terafim y recurre a la sol. Con todo, nc pueden identificarse estos
hepatoscopia; Zac. 10, 2), al efod (receptácu­ dos grupos. Los esenios excluían de sus co­
lo de las suertes sagradas, Jue. 17, 5; 18, 14. munidades a las mujeres, llevaban una vida
17; Os. 3. 4), o a los espíritus (II Re. 23, 24). menos contemplativa y vivían a las orillas del
Estos últimos ejemplos hacen poco verosímil mar Muerto, mientras Jos terapeutas admitían
la opinión que quiere ver en los terafim los mujeres y, según parece, nunca salieron de la
dioses penates o los antepasados divinizados; región del lago Moeris. Por lo demás, Filón,
más bien debían ser un objeto propio del cul­ que conocía también a los esenios, distingue
to, como el efod, las flechas, las suertes, al bien a ambos grupos (cf. De vita contemplati­
servicio de los oráculos, ya fuesen privados va, 1). Los terapeutas ejercieron un influjo li­
(texto de Gén., I Sam. 19), ya públicos. Este mitadísimo en el judaismo (donde no debieron
carácter de los terafim está en consonancia con figurar más que como una prueba pasajera),
la explicación rabínica (cf. Buxtorf, Lexicón y ninguno en el monaquismo cristiano. Care­
Chaldaicum, Talmudicum et Rabbinicum, col. ce de fundamento la afirmación de algunos Pa­
2661). dres (cf. Eusebio, Hist. eccl. II 16, 2-17, 24;
El hecho de que Raquel escondiese los te­ Epifanio, Haereses 29, 5; PG 41, 397; Jeróni­
rafim de su padre debajo de los aparejos del mo, De viris ///, 8, 11; PL 23, 654.659, etc.)
camello y que ella se sentase encima, supone sobre que Filón cambió un grupo de ascetas
que el terafim (o los terafim) de Labán no cristianos por hebreos. [A. P.]
era tan voluminoso; en cambio el de Micol BIBL. — U. H o l z m e i s t e r , Storla dei tempi del
debía ser mucho más. Nuovo Testamento, trad. ital., Torino 1950, pp.
La etimología propuesta para explicar te­ 200 s.
rafim por refa’im, «los que han bajado a los
infiernos», aparte de ser discutible, a causa de TESALONICENSES (Epístolas I y II a los).—
la pérdida del alef, parece sobre todo inspi­ Las dos primeras epístolas que S. Pablo es­
rada en el deseo de acercar el uso de los te­ cribió, desde Corinto (h. 50-51 desp. de J. C.),
rafim al culto de los manes; la cual explica­ con un intervalo de pocos meses entre ellas, a
ción no cuenta, ciertamente, con el apoyo de los fieles de Tesalónica (= moderna Salóni­
los textos. ca) importante capital de Macedonia, lugar de
Tratábase sencillamente de un objeto su­ tránsito y de mucho tráfico entre Tracia, Aca-
persticioso que Micol conservaba sin saberlo dia y el mar, en la vía Egnada, donde concu­
David, como antes Raquel sin saberlo Jacob. rrían funcionarios de gobierno, autoridades
[F. S.l militares, mercaderes; entremezcla de razas y
de religiones; además de importante colonia de
BIBL. — L. D e s n o y e r s , Histoire du peuple hébreu, judíos
I, París 1922, p. 292; R. T a m i s i e r , Le livre des
Juges (La Ste. Bibie, cd. Pirot, 3), ibíd., 1949, pp. 270. Allí llegó el Apóstol, procedente de Filipos,
274: A. M é d e b i e l l e , Les Uvres des Rois, (ibíd.), después de haber tocado en Anfípolis y Apolo-
pp. 413. 428.
nia, en el principio de su segundo viaje apos­
TERAJ. ■
— v. Abraham. tólico; en tres sábados expuso en la sinagoga
local la catcquesis apostólica: Jesús verdade­
TERAPEUTAS. — Secta judía del s. i desp. ro Mesías, en quien se realizaron las profe­
de J .C., conocida por el libro De vita contem­ cías del Antiguo Testamento; su muerte y su
plativa de Filón. resurrección. Solamente algunos judíos acepta­
Los terapeutas llevaban una vida enteramen­ ron el Evangelio, pero fué grande el número de
te contemplativa en celdas con dos huecos, «prosélitos y de griegos» que se hicieron cris­
que se hallaban al lado del lago Moeris, en tianos, así como «no pocas mujeres de Jas prin­
Egipto. Reuníanse el sábado para tener lec­ cipales familias» (Act. 16, 25-17, 4).
turas en común, a las que seguía un discurso A impulso de su fanatismo, los judíos asala­
parenético, y hasta después de la puesta del riaron a los parásitos del mercado y de las
TESALONICENSES (Epístolas I y II a los) 580

plazas y promovieron un motín para quitar colaboradores mediante el trabajo de su manos


de delante a Pablo y a Silas. Cercaron la casa ejerciendo su oficio de fabricante de lonas (2,
en que se hospedaban, y al no hallarlos arras­ 7). Tampoco se mostró desconfiado para con
traron a Jasón y a algunos de los hermanos y sus amados los tesalonicenses, con quienes se
los llevaron ante los politarcas. «Todos éstos portó como una nodriza, como un padre (2,
son unos rebeldes que desechan los mandatos 8-11), siempre por motivos sobrenaturales (cf.
del César, y propalan que hay otro rey, Jesús». I Cor. 9, 7-18: expiación y amor). Su afecto
Es la misma acusación de los fariseos a Pi­ persevera firme; no es cierto que haya huido
lato contra Jesús. Por la hospitalidad concedi­ pensando en sí, sin cuidarse de ellos (2, 13; 3,
da a unos hombres que andaban fuera de la ley 1-13); por dos veces intentó volver a ellos y
(según la acusación), a Jasón se le sancionó con no pudo lograrlo; y entonces envió a su ama­
una multa. Pablo y Silas se fueron de Tesa- do Timoteo, que tanto le ha consolado con
lónica durante la noche. Después de haber in­ sus buenas noticias (3, 8). Da gracias a Dios
tentado detenerse en la cercana ciudad de Be- y alaba a los fieles, para quienes formula los
rea, el Apóstol hubo de dirigirse a Atenas, votos de su tierno corazón.
forzado a ello por los furiosos judíos que allí Siguen a esto (cc. 4-5), sin la unidad de la
se habían llegado. Sentíase angustiado por no parte precedente (que es Ja principal), unas
poder atender a los tesalonicenses, un campo recomendaciones prácticas, distintas entre sí,
que tan fértil se habla presentado para su y a veces brevísimas.
predicación, y para ello dejó allí a sus colabo­ Que se conserven puros (4, 1-8); progresen
radores (Act. 17, 1-15). Entre tanto se ensa­ en la caridad (4, 9-12); moderen el luto exte­
ñaba la persecución sin tregua contra los re­ rior (4, 13-18); esperen fervorosamente el
cién convertidos tesalonicenses (I Tes. 1, 6; 2, tiempo de Ja Iglesia (5, 1-12); respeten a los
14 ss.). fieles de la comunidad; reprendan a los ocio­
Pablo intenta volver a alentarlos, pero tro­ sos; perseveren en Ja oración; estén atentos
pieza con obstáculos y les manda a Timoteo a los dones dej Espíritu Santo (5, 16-22). Im­
(I Tes. 3, 2-8). Este vuelve directamente a Co- plora al Señor toda clase de gracias para Jos
rinto, por donde él había pasado, y su informe fieles y los saluda (5, 23-28).
es consolador, ya que aquellos neófitos, a quie­ La tercera exhortación (4, 13-18) se expre­
nes S. Pablo no había podido acabar de ins­ sa en estos términos: «No queremos que ig­
truir en las verdades del cristianismo (I Tes. noréis (= queremos que estéis bien instruidos),
3, 10), perseveran en la fe, a pesar de las vio­ hermanos, lo tocante a la suerte de los difun­
lencias de todo género que Ies provenían de tos (= aquellos que se adormecen o que se van
los judíos perseguidores; son ejemplares en la adormeciendo), para que no os aflijáis como
práctica de la caridad; y, pese a todas las ca­ los demás (los paganos) que carecen de espe­
lumnias que se han hecho circular para envi­ ranza (en la bienaventuranza celestial o en la
lecer la figura del Apóstol, se mantienen fir­ resurrección de los cuerpos). Pues si creemos
memente adheridos a él. Este informe fué la que Jesús murió y resucitó, así también debe­
causa inmediata de la I epístola. mos creer que Dios tomará con Jesús (resu­
Contenido. Con energía y audacia defiende rrección) a los que mueren en Él (bienaventu­
en ella San Pablo la dignidad y santidad de su ranza inmediata de Jas almas de los justos, in­
ministerio (como lo hará en Gal. y II Cor.), mediatamente después de la muerte)».
entremezclando grandes alabanzas a los neófitos Luego S. Pablo se detiene en la resurrección.
por mantenerse fieles al Evangelio y al Após­ «Esto os decimos como palabra del Señor: que
tol. Contra quienes quisieron hacer ver en él nosotros, los vivos (nosotros que actualmente
un Yago anunciador de fútiles novedades, mo­ estamos aún en vida, en comparación con los
vido por intereses personales, recuerda los mi­ que habían muerto y con los que estaban pró­
lagros (testimonio de Dios) que habían acom­ ximos a morir), no seremos separados de nues­
pañado a la predicación y los resultados al­ tros difuntos cuando venga el Señor («en la
canzados (1, 5-9); él ha obrado siempre con segunda parusia del Señor»), pues el mismo
rectísima intención, cumpliendo la voluntad del Señor, a una orden, a la voz del arcángel, des­
Señor, en medio de padecimientos y humillacio­ cenderá del cielo ; y entretanto los muertos en
nes continuas (2, 1-6); su desprendimiento es Cristo resucitarán (todos) primero; después
evidente a los tesalonicenses, pues renuncian­ nosotros, los vivos, los que quedamos, junto
do al derecho que compete a todo misionero de con ellos (= los queridos difuntos a quienes
ser sustentado por los fieles, se proporcionó lloramos) seremos arrebatados en las nubes, al
por sí mismo lo necesario para él y para sus encuentro del Señor en los aires; y así estare­
581 TESALONICENSES (Epístolas I y.II a los)

mos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mu­ mente a la resurrección final de los cuerpos
tuamente con estas palabras». y al triunfo de los justos con el Redentor (cf.
Esta traducción sólidamente fundada por A. I Cor. 15). Y, efectivamente, se halla en el
Romeo en Ja filología y en la sintaxis en VD tercer puesto, en medio de una serie de exhor­
1929, es aceptada por K. Staab en su reciente taciones prácticas.
comentario (1950) como única exacta y que res­ Respecto del contexto remoto.: no se ha­
ponde al texto, al contexto y a toda la ense­ llan restos en S. Pablo ni en el Nuevo Testa­
ñanza de S. Pablo. mento de esas pretendidas ventajas o desventa­
Repetidas veces enseña S. Pablo explícita jas a propósito de la venida de Cristo relati­
y categóricamente la universalidad de la muer­ vamente a aquellos a quienes la imaginación
te, sin excepciones (Rom. 5, 12-21; Heb. 9, mantiene todavía en vida en el momento de
27, etc.); tiene la certeza de que ha de morir, la resurrección final. No puede por menos de
y lo desea para estar con Cristo (II Cor. 5, considerarse como arbitraria la explicación
6 ss.; Flp. 1, 21 ss.; II Tim. 4, 6 ss.; etc. que se ha dado de la naturalísima recomenda­
cf. A. Romeo, Parusía en Ene. Catt. It., IX, col. ción de Pablo contra los ociosos (I Tes. 5, 14),
875-82). apelando a la espera, que no existe, del fin del
No es admisible el recurso a una evolución mundo. Otra vez en E f■ 4, 28 (ya en Ja cauti­
en el pensamiento de S. Pablo, pues está en vidad) y más adelante aún en la I Tim. 5, 13
oposición con los textos citados. «Nosotros escrita después de la precedente) repetirá San
afirmamos Ja continuidad y la unidad del pen­ Pablo la misma exhortación.
samiento de S. Pablo» (Bonsirven, Uévangile Debía de haber en Tesalónica, gran ciudad
de Paul, 1948, p. 339 ss.). marítima, una considerable cantidad de hol­
Si hubiese alguna dificultad en I Tes. 4, .15, gazanes (cf. Act. 17, 15), y entre los converti­
quedaría resuelta con los clarísimos textos que dos hubo también algunos que huían del tra­
acabamos de citar, los cuales excluyen toda bajo, prefiriendo disfrutar de la caridad de
ilusión acerca del inminente fin del mundo. los demás fieles. Contra éstos volverá a pro­
Por otra parte, la suposición de esta ilu­ nunciarse S Pablo en II Tes. 3, 6-12.
sión fué siempre motivada por la interpretación La cuarta recomendación (5, 1-11) es un
del llamado discurso escatológico de Jesús: nuevo tema, en el que se trata del «día del Se­
Mt. 24, en el que se decía que Jesús había ñor», y con un eco exacto de Mt. 24; Le. 17,
hablado de Ja destrucción de Jerusalén a la vez 22-18, 8 que se refiere al gran castigo que cae­
que del fin del mundo, dejando a los discípu­ rá sobre Jos judíos perseguidores: exhortacio­
los en la persuasión de que éste estaba enla­ nes a estar vigilando. En vez de fomentar la
zado con aquélla. Ahora esta base ha caído por curiosidad acerca del tiempo y de las circuns­
tierra: Jesús habló únicamente del fin de Je­ tancias, que son un secreto de Dios (= M t. 24,
rusalén, y los discípulos no estuvieron nunca 36, 42; Act. 1, 6 ss.), los fieles se aplicaron a
en la persuasión errónea que se les ha atribui­ ser confiados y perseverantes. Es la gran pro­
do (v. Escatología \ F. Spadafora, Gesü e la fecía de perseverancia para la Iglesia naciente
fine di Gerusalemme, Rovigo 1950). perseguida (v. Escatología), que Pablo había
Y en cuanto al texto: el v. TrepiXeiropai comunicado a los fieles de Tesalónica, donde se
(ser sobreviviente) nunca se construye con et? había producido una situación idéntica a la
y acusativo, por Jo que es erróneo el traducir de la Iglesia de Palestina, según dice expresa­
«nosotros dejados para la parusía»; en cam­ mente S. Pablo en I Tes. 2, 14 ss. «Al perse­
bio ^3¿vw (Grimm, Zorell en sus diccionarios guir de ese modo los judíos a Ja Iglesia, colman
del griego bíblico: nequaquam ante illos aut cada vez más la medida de sus pecados. Mas
sine illis ad gloriam perveniemus»), en S. Pa­ la ira viene sobre ellos y está para descargar
blo- (como en los autores griegos de su tiempo) hasta el colmo» (2, 15 s. = Mt. 23, 32.34.36.38).
se construye siempre con ets y acusativo, colo­
cados antes del verbo (= Rom. 9, 31; Flp. La II epístola a los tesalonicenses, escrita unos
3, 16). meses más tarde, es una prolongación natu­
Respecto del contexto inmediato: la finalidad ral de Ja primera y contiene una rectificación.
de la recomendación está explícita: «para que San Pablo anima a los fieles a que perseveren
no os aflijáis como los demás que carecen de firmes, no obstante las vejaciones de‘ los ju­
esperanza»; «para que se consuelen». Aviso díos, con la certeza del triunfo del reino de
exclusivamente práctico; y también secundario, Dios y del grave castigo de los perseguidores
aun cuando, tomándolo como punto de parti­ (II Tes. 1, 1-10). Se toma de nuevo el mismo
da, hable de él S. Pablo refiriéndose abierta­ tema de I Tes. 5, 1-11. Cf. II Tes. 1, 7.10 =
Tex to s BÍBLICOS (Códices y manuscritos) 582

Mt. 24, 30 s. La rectificación se refiere al Jerusalén. Hoy todos reconocen (Plummer,


tiempo. Antes de todo deben realizarse las se­ Orchard, en Bíblica, 19 (1938), 24-31 ; Buzy ;
ñales que nos dió Nuestro Señor, principal­ Rinaldi, etc.), su dependencia literaria de aqué­
mente la señal inconfundible de la profanación lla, ya que sus frases son idénticas a las de
del Templo. Por ahora el poder de Roma tie- Le. 17 y Mt. 24, basta sacar las consecuen­
né a raya a la sinagoga: se dará la explosión cias. [F. S.]
después de la rebelión contra el imperio (ró fca- B1BL. — A. R o m e o , en VD, 9 (1929) 307-12, 339-
réyov) y de la derrota de su representante 47; F . S p a d a f o r a , /-// Thess., en Rivista Bíblica,
1 (1953) pp. 5-23; K- S t a a b - J . F r e u n d o r f e r , Die
local (ó KarÉxi»1'). Esto lo escribe S. Pablo de Thess.-Briefe die Gefangenschaftsbriefe, Regensburg
una manera velada, pero remitiendo a las ex­ 1950, pp. 9-49; G. R i n a l d i , Le lettere al Tessaloni-
cesi, Milano 1950; E. C o t h e n e t , La II Tess. et VA-
plicaciones que había dado de viva voz (según pocalypsi synoptique, en RScR, 42 (1954) 5-39. * J.
queda expuesto en la voz Anticristo). Viene L eal, La dirección espiritual de S. Pablo en la
luego una amonestación genérica, que es al mis­ primera carta a los Tesalonicenses, (Manr. 1951
oct.-dic.).
mo tiempo un deseo de S. Pablo (II Tes, 3,
1¿5), una nueva y enérgica represión a los ocio­ TESBITA. — v. Elias.
sos (3, 6-15), los deseos de prosperidad y el
saludo final (3, 16 ss.). TESTAMENTO Antiguo y Nuevo. — Alianza ;
Por la catcquesis apostólica y por Mt. (24) Biblia.
sabía S. Pablo que Ja destrucción de Jerusalén
ocurriría antes de que se extinguiese la gene­ TESTAMENTO de los XII Patriarcas. — v.
ración contemporánea al Redentor {Mt. 24, Apócrifos.
34), pero desconocía Ja fecha fija, que Nues­
tro Señor había callado (Mt. 24, 36). Habían TEXTOS BIBLICOS (Códices y manuscritos).
pasado unos 20 años (desde el 30 desp. de J. Dado el carácter excepcional de los libros sa­
C. hasta el 51 aproximadamente) y Pablo la grados, constituye una angustia continua el
considera ya como próxima (I Tes. 1, 10; 2, deseo de poder discernir entre la auténtica pa­
16; cf. 5, 1-11). Nada, pues, tiene de extraño labra de Dios y las posibles infiltraciones de
él que los fieles la esperasen y la creyesen más términos o conceptos humanos. De ahí la gran
inminente aún ante el peso de las persecucio­ importancia que tiene la parte de la introduc­
nes; y eso no implica ningún error, y menos ción bíblica que estudia las condiciones y el
aún una doctrina nueva. Pero S. Pablo ya les valor crítico de cada uno de los textos. Para
había comunicado las señales que la anuncia­ conseguir un juicio completo no basta indagar
rían de antemano, incluso la señal inmediata la fidelidad y Ja bondad de los numerosos ma­
e inconfundible de la rebelión de los judíos nuscritos, sino que además han de examinarse
contra Roma y la profanación del Templo. Por diligentemente las antiguas versiones, y toda
consiguiente, no debían forjarse ilusiones que clase de testimonios extrínsecos.
podrían ser peligrosas para su fe y para su El Antiguo Testamento se presenta en tres
perseverancia. Así se explica por qué San Pa­ lenguas. La mayor parte está en hebreo; una
blo no vuelva a tocar este argumento en las pequeña parte en arameo: Gén. 31, 47 (dos. pa­
otras epístolas (Gál., Cor., Rom,, etc.), pues labras); Jer. 10, 11; Dan. 2, 4-7, 28; Esd. 4,
ha sido una cuestión suscitada por circunstan­ 8-6, 18; 7, 12-26; en griego los dos libros es­
cias del ambiente. Volverá sobre ella, en cam­ critos directamente en esta lengua (II Mac. y
bio, con alusiones bastante claras, en Heb. Tam­ Sab.) y todos los otros textos deuterocanóni-
poco se ve aquí alusión alguna al fin del mun­ cos, a excepción del Eclo., cuyo original hebreo
do. Acerca del paralelismo que recientemente ha sido recuperado en unas cuatro quintas
se ha querido ver entre II Tes. 2, 1-10 y Ap. partes.
11, 3-13, v. Apocalipsis; la perícope de los dos En el estudio del texto hebreo suelen dis­
testimonios actualmente se explica satisfacto­ tinguirse cuatro periodos. El primero se extien­
riamente refiriéndola al martirio de Pedro y Pa­ de desde la composición de cada uno de los
blo en Roma; al parecer triunfa Satanás en libros hasta el s. i desp. de J. C. Fueron nu­
sus satélites; pero los verdaderos vencedores merosas las causas que influyeron en que de
son los que han sufrido la muerte; pereció la transcripción de estos antiquísimos libros re­
Nerón, y Ja persecución pasó, pero la Iglesia sultara una considerable variedad, y entre ellas
permanece y se desarrolla cada vez más puri­ hay que reconocer el estado todavía fluctuante
ficada. de las mismas obras, sobre las cuales tal vez
Las epístolas a los tesalonicenses son el eco volviese el autor varias veces (cf. Jer. 36, 2-
de la solemne profecía de Jesús sobre el fin de 4.32), Ja carencia de normas precisas para co­
583 TEXTOS BÍBLICOS (Códices y manuscritos)

piarlas en códices completos, las situaciones diados ya por Kennicott y Juan Bernardo de
históricas, muchas veces angustiosas, como la Rossi, presentan una antigüedad muy relativa.
cautividad y la persecución de Antíoco IV, etc. Si se exceptúan el papiro de Nash (s. I a. de
Puede comprobarse tal fenómeno comparando J. C.) y los manuscritos del mar Muerto (s. II-
las numerosas desdoblaciones insertadas en los I a. de J. C.), los códices de alguna importan­
diferentes libros (Sab. 14, y 53; Sal. 18 y II cia no se remontan a más allá del s. IX desp.
Sam. 22; Is. 36-39 y II Re. 18, 13-20, 19; de J. C. Ahora se buscan con diligencia frag­
3er. 52 y II Re. 24, 18-24, 30; Sam.-Re. y I-II mentos más antiguos (Khale) y se intenta dis­
Par), el Pentateuco Samaritano, la versión de tribuir los diferentes manuscritos, en general
los Setenta y algunos manuscritos hebreos, co­ conformes y concordes, clasificándolos por fa­
mo el papiro de Nash y los textos descubiertos milias.
en 1947 en la caverna de ’Ain Fesha (Isaías; Del Nuevo Testamento (todo en griego) se
Hab. .1-2; fragmentos del Levítico y de otros hallan manuscritos que se remontan hasta el
libros). s. II, o sea cuando habían transcurrido unos
Las mayores diferencias las constituyen trans­ decenios desde la composición original, lo cual
cripciones, breves omisiones o añadiduras, sus­ constituye un hecho que no se repite con nin­
tituciones de términos particulares, etc. gún escrito clásico o religioso de la antigüedad.
En el segundo período (ss. I-IV desp. de J. Por otra parte, entre códices, leccionarios y
C.), el texto aparece ya bien determinado y papiros, se llega a la impresionante cifra de
uniforme en los diferentes manuscritos, como lo más de 4.000 manuscritos, a lo cual hay que
prueba su confrontación con las versiones rea­ añadir las citas de los escritores eclesiásticos
lizadas en dichos siglos, con textos talmúdicos griegos y numerosas traducciones.
y con citas patrísticas. Son numerosos los es­ La flexibilidad propia de la lengua griega en
cribas qut trabajan sobre el texto sagrado y la fonética («yotismo») y una atención más
que fijan con precisión las más insignificantes débil —respecto de la de los masoretas— en
particularidades, dando origen a la massora, de la transcripción del texto, etc., fueron causa
todo lo cual resulta un texto concorde y uni­ de que en un número tan grande de copias se
forme. notase una ingente abundancia de variantes.
En el tercer período (ss. VI-X), con la intro­ Muchas de ellas, no obstante, se refieren a la
ducción de los signos de las vocales y con la in­ manera de escribir un mismo vocablo o a ele-
tensificación de la actividad de los masoretas mentos menospreciables, como la inversión de
(de massórah = tradición) se consigue un tex­ dos palabras, la añadidura u omisión de una
to uniforme y además respaldado con tales pre­ conjunción, etc. Según cierto cálculo, resulta
cauciones, que, prácticamente, lo hacen inmuta­ que son siete octavas partes del texto las que
ble, en virtud de la valla constituida por las están aseguradas, incluso en los detalles, si
notas masoréticas, que solían escribirse en las bien hay que tener en cuenta la dificultad que
márgenes o en el fondo de cada uno de los hay de poder hacer una limpieza entre las
libros. múltiples variantes. Pueden subsistir dudas
Semejante hecho se halla ampliamente ates­ acerca de 200 casos que influyen incluso en
tiguado por los numerosos manuscritos hebreos el sentido, aunque levemente, y sólo sobre unos
pertenecientes al cuarto período (del s. X en quince acerca de textos de importancia dogmá*
adelante) y por las ediciones impresas. Las tica o histórica (Me. 1, 1; Le. 22, 19 s.; 3n. 5,
diferencias son mínimas y no alteran el sen­ 3 s .; Rom. 5, 14; I Cor. 15, 51; I Tim. 3, 16,
tido. Por eso todos los críticos modernos re­ etcétera). De todos modos, entre ellos no se da
conocen una grande autoridad en el texto ninguna verdad dogmática o teológica que fal­
hebreo, aun cuando admiten que a veces pre­ te en otros textos claros.
senta lecciones incomprensibles ó inferiores, en El estudio y catalogación de tantos manus­
cuanto a ser aceptadas, a las que pueden to­ critos requiere un trabajo de mucha paciencia.
marse de antiguas versiones, sobre las cuales Para individualizar cada uno de los manus­
ocupa un puesto privilegiado la griega de los critos suele emplearse el sistema creado por
Setenta. En cuanto a cada uno de los libros, Wettestein, según el cual los códices mayúscu­
aparecen bien conservados los cinco del Pen­ los se indican con una letra mayúscula (latina
tateuco, en tanto que otros ofrecen alguna que o griega) y los minúsculos con los núméros pro­
otra dificultad. Las divergencias más graves gresivos árabes. Dado el reducido número de le­
se notan en Sam., Ez., 3er., Prov., y en algún tras de los dos alfabetos, para las restantes
profeta menor. mayúsculas se adaptaron los números precedi­
Los numerosos manuscritos hebreos, estu­ dos de un cero. Para los papiros se emplea
TIENDA 584

una P con el número progresivo como exponen­ TIBERIO Claudio Nerón. — El emperador du­
te. Von Soden presentó un sistema propio para rante cuyo reinado se efectuó la Redención;
poner inmediatamente ante la vista el conteni­ sólo se nombra una vez en Le. 31. Nació en
do y Ja época aproximad va de varios manuscri­ Fondi el 42 a. de J. C., en el 23 fué hecho
tos ; pero tuvo muy menguado éxito por lo cuestor y en el 13 cónsul. En el año 7 a. de
complicado que resultaba. Algunos códices tie­ Jesucristo mereció el triunfo tras las afortuna­
nen un nombre propio en relación con la lo­ das expediciones a Panonia, Dalmacia y Ger­
calidad en que fueron descubiertos o con su mania. Cuando nació el Mesías en Belén, Ti­
propietario. Entre éstos son conocidísimos el berio estaba retirado en Roma. El año 4 desp.
Vaticano (B), tal vez del s. IV, de origen egip­ de J. C. fué llamado a Roma por Augusto, a
cio y conservado en la Biblioteca Vaticana ; el quien, al morir, sucedió en el imperio, del 14
Sinaítico (S, actualmente la mayor parte de él al 37. Cuando Jesucristo fué condenado a mo­
en el British Museum de Londres), descubierto rir en la cruz en Jerusalén en nombre de Ti­
en 1844 por Tischendorf en el Sinaí, en el Mo­ berio hacia el 18 de su gobierno, hacía ya algún
nasterio de Santa Catalina, que pertenece asi­ tiempo que estaba retirado en Capri, desde
mismo al s. IV-V; el Alejandrino, ahora en donde gobernó el imperio durante no menos de
Londres, del s. V ; el Cantabrigense o de Beza 11 años. Sus principios fueron más bien demo­
(D) del s. VI, bilingüe (grecolatino), que con­ cráticos y restituyó al Senado la máxima auto­
tiene el famoso texto aoccidental» de los Actos ridad. Administró con sano criterio la hacienda
de los Apóstoles, etc. y se preocupó del ejército. Tuvo un espíritu
Von Soden agrupó los manuscritos más in­ moderado y caritativo, tanto que mereció que
munes de tendencias conciliadoras y de inter­ Tertuliano, y otros a su imitación, lo calificaran
polaciones en la familia H (= Hesychius, obis­ de anima naturaliter christiana (cf. Apologeti­
po egipcio del s. III), y en la familia J (= Je- cum V, 2; XXI, 24). Tuvo también sus defec­
rusalén) los caracterizados por sus paráfrasis, tos y cometió errores, en muchos de los cuales
ampliaciones, omisiones, tales como aparecen en incurrió instigado por L. E. Seiano, que al fin
el llamado texto occidental. En la tercera fami­ fué también depurado. Su figura es duramente
lia, indicada con Ja sigla K (= Koiné, común) tratada por los primeros historiadores (Tácito,
se agrupan los manuscritos que reproducen la Ann. I-VI; Suetonio, Vita Tib.; Dion Casio,
Hist. Romana, 57-53). [N. C.j
recensión de Luciano o el texto de la iglesia
antioquena, que se contradistingue por su tex­ B IB L . — E . C iaceri, Tiberio successore di Augusto,
R om a 1944.
to, más castigado desde el punto de vista lin­
güístico, y por su tendencia a la amplificación. TIENDA. — Es la clásica vivienda del nómada
El códice Alejandrino (A) es considerado como (hebr. sukkah; griego o-tapn}), forzado a des­
su mejor representante. plazarse en el desierto en busca de nuevos pas­
Otros autores gustan de hablar de la fa­ tos. Vivían en tiendas los patriarcas, los he­
milia del códice B Vaticano, considerándola co­ breos del desierto y posteriormente los reca-
mo la más pura, de representantes del Texto bitas, así como siguen viviendo en ellas por
occidental, del grupo cesarense con el códice millares los beduinos en el próximo Oriente.
de Koridethi (O) a la cabeza; y de los depen­ La tienda constaba de un cobertizo formado
dientes del códice Alejandrino. Esto para los con pieles de animales o tejida con pieles de
Evangelios. En los otros libros no figura la fa­ cabra o de camello, de color oscuro [Cant, 1,
milia cesarense y se advierten ligeros despla­ 14), que se extendía sobre unos palos clavados
zamientos en Ja agrupación de cada uno de los en tierra o se mantenía tensa mediante unas
códices. [A. P.] cordezuelas atadas en fuertes estacas clavadas
B I B L . — M . J. LAGRANGE, Jntrocluction á Vétude en el suelo: cf. Is. 54, 2. Su forma era redonda
<iu N. T., I I : Critique Textuetle, P a r ís 1 9 3 5 ; S . M . o rectangular y su tamaño proporcionado a las
Z arb , Ii testo bíblico, R o m a 1 9 3 9 ; J. C o p p e n s , La
critique du texte hébreu de VAncient Testament, 2.“ necesidades: estaba dividida en el interior en
c d . , L o v a i n a 1 9 5 0 ; A . V a c c a r i , De textu, e n Institu­ varios departamentos, mediante unas tiendeci-
tiones biblicae, v o l . I , 6 . a e d . , R o m a 1 9 5 1 . d p . 2 3 3 - llas para separación entre hombres, mujeres y
3 6 2 . * D . L. T u r r a d o , L os judíos y la conservación
del Antiguo Testamento ( C T , 1 9 4 4 ) ; A . C o l u n g a , siervos, y a veces para los animales. Los más
La armonía del Antiguo y Nuevo Testamento según acomodados reservaban tiendas expresamente
S. Agustín, e n E s t B , ( 1 9 3 0 ) p p . 1 8 4 -1 9 9 y 2 4 9 - 2 6 3 ;
S. D el P áramo, Un problema de exégesis evangé­ destinadas para Jas mujeres (Gén. 24, 67; 31,
lica, E s t B ( 1 9 4 7 ) . 33: Jdt. 12, 1.5; 13, 3). Alrededor de la tienda
había una cerca, formada con piedras (hásér
TIBERÍADES (lago de). — v. Genesaret. o lirah: Gén. 25, 16; Núm. 31, 10), dentro de
585 TIMOTEO (Epístolas a)

la cual se custodiaba el ganado durante la compárase la sabiduría de Dios (Eclo. 24, 35).
noche. Varias tiendas levantadas unas junto En su orilla capturó el misterioso acompañante
a otras formaban un campamento (mahane: del joven Tobías aquel pez que había de ser
Núm. 2, 3-31, etc.). utilizado para restituir la vista al padre ciego
En virtud del acto de desplegarla y por su (Tob. 6, .1-9). Finalmente, es mencionado como
esencial movilidad, la tienda se prestó para el límite geográfico (Jue. 1, 6). [A. R.]
símbolo. La bóveda celeste es una tienda que BIBL. — H. L e s É t r e , en DB. V. col. 2211-15; G.
Dios ha extendido por encima de la tierra C en Ene. 7taL, XXXIII, p . 841 s .
a r a c c i,

(Sal. 103, 2; /.?. 40, 22, etc.). A la vida huma­


na, y más concretamente a nuestro cuerpo mor­ TIMOTEO (Epístolas a). — Timoteo, nacido
tal («síquico»), se le compara con una tienda en Listra, fué educado en el amor a las Sa­
(Is. 38, 12), ya que el cuerpo es una morada gradas Letras (II Tim. 3, 15) por su abuela
provisional destinada a ser destruida, en con­ Loida y su madre Eunice. Cuando los Actos
traposición a la construcción permanente y só­ (16, 1) hacen de él la primera mención en el
lida que es el cuerpo glorificado («neumáti­ segundo viaje de Pablo, era ya su discípulo,
co»): II Cor. 5, 1-4. La metáfora reaparece en convertido por el mismo apóstol durante su
II Pe. 1, 13 s., armonizada con la de la vida estancia en Listra en el primer viaje (hacia el
asemejada a una peregrinación. [S. R.] 45 ; Act. 14, 6-9). Pablo, que lo llama su hijo
BIBL. — F. X. Kortleitner, Archaelogla bíblica, carísimo (I Tim. 1, 2), quiso que fuera compa­
1917, p. 445 s.; E. Kalt, Archaelogia bíblica, 2.* ed., ñero suyo de viaje en el apostolado en lugar
Torino 1943, p . 28 s. de Juan Marcos (Act. 15, 38 s.) en el otoño
V* del 50, durante el segundo viaje, y lo circuncidó
TIENDA de la Alianza. — v. Tabernáculo. para que no hallase obstáculo ante los judíos
(Act. 16, 3).
TIENDAS (Fiesta de las). — v. Tabernáculos. Es casi cierto que Timoteo acompañó a Pa­
blo en Filipos y Tesalónica; no cabe duda de
TIGLAT-PILESER. — v. Teglatfalosar. que no se halla con él en Berea, donde se queda
después de la partida del apóstol, de quien
TIGRIS. — (Sum. I-DI-IG-NA: acadio J-di- después recibe la orden de seguirlo a Atenas
ik-lat; aram. Diglat; hebr. Hiddeqel; griego (Act. 17, 14 s.). Allí se junta con él, pero pron­
Tíypi?, del iranio Tigra). Uno de los mayores to es enviado de nuevo a Tesalónica para afian­
ríos de Asia, que tiene sus fuentes en el Tauro zar a aquellos fieles e informar después al após­
armenio, como el Eufrates. En su curso hacia tol (I Tes. 3, 1-2.5), a quien encuentra en Co-
el golfo Pérsico, comenzado en Mosul, su rinto y anuncia la fe y la caridad de los fieles,
lecho se ensancha formando amplios recodos, y se asocia a él en la epístola que les escribe
y a menudo discurre libremente por entre sus (Act. 18, 5; I Tes. 3, 6; 1, 1) (año 51-52). Es
propios depósitos, alejándose cada vez más de fácil que acompañase a Pablo al ir a Jerusalén
las montañas, que aumentan su caudal con los (fin del segundo viaje apostólico) y al principio
diferentes afluentes, abundantísimos en prima­ del tercer viaje (año 53). Menciónase explícita­
vera. En Kut-el-cAmarna divídese en dos: el mente su presencia en Éfeso y la misión que allí
Shatt (Tigris propiamente dicho, el verdadero recibió de ir a Macedonia (Act. 19, 22).
Tigris), que se dirige hacia el oeste acercándose Fué enviado de Éfeso a Corinto (I Cor. 4,
nuevamente a las montañas que lo alimentan, 17; .16, 10; Act. 19, 22) y volvió a juntarse
y el Shatt el-Hayy, que se dirige hacia el Eufra­ con Pablo en Macedonia (II Cor. 1, 1), para
tes, pero sin unirse a él si no es en los tiempos volver con él (después del invierno del 57-58)
dé crecidas. La unión real entre el Tigris y el hacia Siria (Rom. 16, 21 ; Act. 20, 4). Hállase
Eufrates se da en Basora, donde forman el en Roma durante la cautividad de Pablo (años
Shatt el-cArab. Es más corto que el Eufrates, 61-63) y aparece como socio del apóstol en la
pero tiene mayor importancia como vía de co­ dirección de las epístolas a los filipenses (1, .1),
municación entre el Asia y Mesopotamia, a a los colosenses y a Filemón.
causa de su mayor consistencia y mayor regu­ En los años sucesivos (entre el 63 y el 66),
laridad de su lecho. En sus orillas se desarro­ cuando recibe la primera epístola que Pablo
llan grandes centros habitados en la antigüe­ le envía, es jefe de la Iglesia de Éfeso. Le co­
dad (Nínive y Asur) y actualmente están Mosul locó allí el apóstol cuando volvió al Oriente
y Bagdad. después de la cautividad romana y después de
En la Biblia el Tigris es un río del Paraíso haber estado en España.
terrenal (Gén. 2, 14). Con sus abundantes aguas En cierta ocasión, Timoteo fué libertado (tal
TITO (Epístola a) 586

vez de un encarcelamiento) y esperado en Italia y los llama (II, 4, 8-11). Aprovechando aquella
(Hebr. 13, 23). Durante la segunda cautividad ocasión dirige a Timoteo algunas instrucciones
de Pablo en Roma, que se acabó con el mar­ relacionadas con las necesidades todavía urgen­
tirio (año 67), Timoteo recibió de él una se­ tes del ministerio en Éfeso.
gunda epístola y la invitación a trasladarse Después del exordio, en el que saluda a Ti­
pronto junto a él antes del invierno (II Tim. moteo y le muestra su amor y ]a angustia que
4, 9.21). Por lo mismo es verosímil que haya siente por él (1, 1-5), el apóstol amonesta al
asistido a la muerte del maestro. Lo restante discípulo a predicar valerosamente la fe (1,
de la vida de Timoteo debió de desenvolverse 6-18), a sufrir y luchar por Cristo (2, 1-13), a
en Éfeso. Según cierta tradición ya tardía, refutar con prudencia a los maestros del error,
murió mártir el año 97. Hace pocos años se presentes (2, 14-26) y futuros (3, 1-9). Que re­
descubrieron sus reliquias en Termoli (cf. A. cuerde el ejemplo de Pablo y la educación que
Ferrua, Le reliquie di S. Timoteo, en C/v. Catt. se 1c ha dado, y las enseñanzas de las Sagradas
1947, III, 328-36). Escrituras que Timoteo ha aprendido desde la
La primera epístola. — En su última visita, infancia; enseñanzas que son Utilísimas para
Pablo se encontró en Éfeso con una situación su ministerio (3, 10-17), que él mismo ha ejer­
peligrosa creada por algunos falsos maestros, cido con gran tesón, acordándose del premio
e igual situación encontró en Creta, adonde al que ahora Pablo se encuentra ya muy próxi­
fué de visita haciendo una escapada desde Éfe­ mo (4, 1-8).
so. Deja a Tito en Creta (Tit. 1, 5) y a Timoteo Los hechos aludidos en I-II Tim. (y en Tit.)
en Éfeso (I Tim. 1, 3). Luego pasó a Mace­ se compaginan perfectamente con cuanto rela­
donia, desde donde completó con dos epístolas tan los Act. y las otras epístolas paulinas. La
(I Tim., Tit.) las instrucciones sumarias que de organización de la jerarquía, manifestada en
palabra había dejado a los dos discípulos. estas epístolas pastorales, es un desarrollo de la
Contenido y división de la 1 Tim. — Después situación precedente y una preparación para la
de un brevísimo exordio de saludo (1, 1-2), organización más completa de que dan testi­
Pablo da a Timoteo los consejos necesarios monio las epístolas de San Ignacio.
para defender la verdadera doctrina contra los El estilo muestra tal cual es al viejo após­
falsos maestros (1, 3-20), organizar la vida de tol, que recuerda sus propias experiencias y
la comunidad en las reuniones para la oración condensa en breves períodos amplios desarro­
(2, 1-7), especialmente acerca del vestido y de llos doctrinales de ' las epístolas precedentes.
la sumisión de las mujeres (2, 8-15), y las cua­ Además, en la II Tim. se revela la sicología de
lidades de los que habían de ser elegidos para un prisionero, en la triste soledad, en la hu­
ministros (3, 1-13); vuelve sobre la guerra que millación de las cadenas, en el recuerdo del
debe hacer a los falsos doctores (3, 14-4, 16), pasado, etc.
enseña al joven discípulo cómo debe compor­ Estas epístolas, importantísimas para el ré­
tarse y qué es lo que debe enseñar a las dife­ gimen de Ja Iglesia primitiva, contienen la afir­
rentes clases de personas, ancianos, jóvenes, mación (II Tim. 3, 15) tajante y explícita de la
doncellas, viudas, presbíteros, esclavos (5, 1 - inspiración de los Libros Sagrados del Antiguo
6, 2). Acaba con varias exhortaciones, entre Testamento y del juicio particular con la inme­
las cuales descuellan las que se encaminan a diata retribución, con la certeza de la muerte
que se evite la avaricia y a indicar Jo que de­ inmediata (II Tim. 4, 6 ss.), sin rastro alguno
berá decir a los ricos (6, 3-21). de aquella espera del próximo fin del mundo
Ocasión de la 11 Tim. — Transcurrido el que tan insistentemente se ha querido atribuir
otoño del 65, Pablo pasa el invierno en Nico­ a Pablo y a los primeros cristianos.
polis (Tit. 3, 12); luego vuelve a Éfeso (cf. [S. Z. - F. S.]
II Tim. 1, 4; 4, 14); en su paso por Tróade BIBL. — A. B o u d o u . Les Epitres Pastorales (Ver­
deja allí el capote y los libros; al llegar a bum salutis), París 1940; C . S p i c q , Les Epitres Pas­
torales, ibíd., 1947; P. d e A m b r o g g i , Le Epistole
Roma lo meten en la cárcel, desde donde es­ Pastorali di s. Paolo a Timoteo e a Tito. Tori-
cribe a Timoteo rogándole que vaya junto a él no 1953.
antes del invierno y que le lleve los objetos TIPO y ANTITIPO. — v. Sentidos bíblicos.
que había dejado en Tróade (II Tim. 4, 13.21).
Nos hallamos, por tanto, en el otoño del 66. TISHRI. — v. Calendario hebreo.
Pablo se encuentra casi solo: Demas lo ha
abandonado ; Tito se ha ido a Dalmacia; que­ TITO (Epístola a). — Parece ser que Tito fué
da con él Lucas. Siente la necesidad del aliento bautizado por el mismo Pablo, que le llama
de sus queridos discípulos Timoteo y Marcos, hijo suyo (Tit. 1, 4). Acompañó al apóstol y a
587 TOBÍAS

Bernabé cuando fueron a Jerusalén con motivo TITO Fia vio Vespasiano. — Hijo y sucesor de
de la controversia de Antioquía (a. 49 después Vespasiano, como emperador (79-81 désp. de
de J. C.), y Pablo se opuso a que fuera cir­ Jesucristo). Su nombre está ligado con el asedio
cuncidado, ya que era griego y sus padres eran y la destrucción de Jerusalén, que se realizó
paganos y, por lo tanto, no existía para él conforme a la profecía detallada del Redentor
ninguno de los motivos que indujeron a circun­ (Mt. 24 y paral.). Nació en el 39 desp. de J. C.,
cidar a Timoteo (cf. Gál. 2, 1 ss.; Act. 16, 1 ss.). y cuando Vespasiano fué elegido como empe­
Durante el tercer viaje Tito se fué a Éfeso rador por Jas legiones de Oriente (69), en me­
al volver de Corinto, siendo portador de una dio de los revuelos que siguieron a la muerte
epístola de Pablo (la «epístola de las lágrimas») de Nerón (68 desp. de J. C.), ocupó el puesto
y con el encargo de restablecer la concordia del padre en el mando de las tropas roma­
entre la comunidad de Corinto y el apóstol. nas del asedio de Jerusalén, que se disponía
Tito se reunió con éste en Macedonia y le ya a su trágico epílogo.
informó sobre el buen resultado de la misión, El 17 de julio del 70 cesó para siempre el
con lo que le proporcionó un consuelo (cf. II sacrificio cotidiano en el Templo (Fl. Josefo,
Cor. 2, 4.12; 7, 5-16). Bell VI, 2, 1), y el 6 de agosto, mientras los
En vista de ello, recibe una nueva misión de legionarios se lanzaban y Tito trataba de do­
confianza, la de organizar en Corinto la colecta blegar, incluso a bastonazos, la desdeñosa fe­
en favor de los pobres de Jerusalén (II Cor. rocidad, para inducirles a salvar cuanto fuera
8, 6.17). Volvemos a ver a Tito unos años más posible de los utensilios, etc., y para conservar
tarde cuando Pablo, al salir de la prisión ro­ intacto el edificio, un incendio improvisado lo
mana y regresar al Oriente, lo deja en Creta destruyó todo inexorablemente. Templo y ciu­
para organizar allí la comunidad (Tií. 1, 5). dad quedaron convertidos en un montón de
Poco después le envía Pablo la epístola, en la humeantes ruinas.
El asedio final había durado 5 meses. En
cual le da. las instrucciones más completas y Roma se erigió en honor de Tito el célebre
juntamente la orden de juntarse con él en Ni­ arco de triunfo en cuyos bajorrelieves pueden
copolis, donde piensa pasar el invierno, pero verse perfectamente dibujados el candelabro (v.)
deberá esperar a que hayan llegado a Creta de oro de siete brazos y la mesa de los panes
Artemas y Tíquico (3, 12). Tito se une después (v.) de presentación, que fueron de los pocos
a Pablo en Roma, y de aquí se dirige a Dal- objetos que se salvaron. [N. C.]
macia (II Tim . 4, 10).
Contenido. — Después del exordio (1, 1-4), BIBL. — G. R i c c i o t t i , S to ría d 'lsra e le , II, 2 .» e d .,
Torino 1935. pp. 471-521.
en el que afirma solemnemente su autoridad
de apóstol, Pablo instruye a Tito ante todo TOBÍAS. — Libro del Antiguo Testamento,
acerca de cómo deberá proceder en la elección así llamado por el nombre (al menos según la
de los presbíteros (1, 5-9), que tendrán que Vulgata, Tobías) de los dos protagonistas, pa­
ser valientes, principalmente a causa de la con­ dre e hijo, a quienes los Setenta llaman, según
dición de la comunidad de Creta, cuyas difi­ parece, sólo para distinguirlos, Tw/Seír (A y B)
cultades se exponen: provienen de los maestros o T(o/?e¿S (S) al padre y Tobías al hijo. El
del error (1, 10-16). Las ulteriores instrucciones nombre es una forma abreviada del hebreo
atañen a la cura de almas: deberes de los tobhijjáhu = Dios es bueno (cf. II Par. 17, 8).
cristianos según los diferentes estados y eda­ El relato puede dividirse en tres partes. En
des, en el estado de esclavitud, en las relacio­ la primera (cc. 1, 3 -3 , 17) se cuenta cómo
nes con las autoridades civiles; y Pablo indica Tobías, de la tribu de Neftalí, hallándose aún
que Ja razón de los deberes de los cristianos en la cautividad de Nínive, se mantenía fiel
está en la bondad de Dios, manifestada en la a la Ley y se ejercitaba principalmente en obras
Encarnación, y en el estado de vida renovada de caridad para con los hermanos de raza, se­
y regenerada (palingénesis o regeneración (v.): pultando sus cadáveres, etc. Pruébalo primero
2, 1 -3, 7). Pablo termina con algunos avisos Dios con una persecución, y luego con la po­
acerca de Ja enseñanza doctrinal, con unas breza y con una grave desgracia: la ceguera.
recomendaciones particulares y los saludos (3, Al mismo tiempo, también Sara, hija de un
8-15). [S. Z.] primo de Tobías, Ragüel, que vivía en Ecba­
tana, está pasando por trances tristes. Los
BIBL. — C. S pico. Les EpUres Pastorales. París
1947; P. i>e A mbroogi, Le Epistole Pastorali. Torino dos pobrecillos confían su suerte a las manos
1953. * D. L. T urrado, Carácter general de Tito. de Dios.
Silas, Timoteo y otros compañeros de S. Pablo, EstE
<1946). La segunda parte (4, 1 - .12, 22) constituye el
TOBIAS 583

verdadero fin del relato. Obligado por la mi­ Vetter, Priero, etc.). La antigua versión Latina
seria, Tobías decide mandar su hijo a Ragúes, depende del cód. S, en tanto que Ia Vulgata
en la Media, para cobrar una considerable de San Jerónimo fué preparada, según él mis­
cantidad (10 talentos), que de mucho tiempo mo confiesa, sobre un códice arameo, si bien
atrás tenía depositada en poder de un pariente teniendo siempre a la vista la citada versión
suyo llamado Gabael. El buen joven tiene por Antiqua Latina.
compañero de viaje al arcángel Rafael, el cual Los códices hebreos que poseemos (cuatro)
libra, durante el camino, al joven Tobías de son amaños tardíos (del s. v al xm) dependien­
un pez que amenazaba devorarlo, le induce tes del griego o de la Vulgata. Dígase otro
a que tome a Sara por esposa y va personal­ tanto de un manuscrito arameo descubierto y
mente a cobrar el dinero de Gabael; luego editado en 1878 por A. Neubauer y que, según
vuelve a guiar al joven Tobías juntamente con parece, no es más que una versión del griego
su esposa de vuelta junto a sus ancianos pa­ (s. vii-viii ?).
dres, que estaban esperando ya angustiados su Todo. induce a pensar que el autor quiere
regreso. Al llegar el joven, sirviéndose de un relatar un hecho realmente acaecido;., expone
medicamento que el ángel le había sugerido, la genealogía de sus personajes, precisa hasta
restituyó la vista a su padre, y al fin el ángel los más mínimos detalles en el marco de la
descubre su naturaleza y desaparece. geografía y de la cronología histórica. Mas no
Con esto el libro llega al epílogo (13, 1 - puede menos de reconocerse en el texto la exis­
14, 15). El anciano Tobías prorrumpe en un tencia de ciertos anacronismos y deslices en la
maravilloso himno de acción de gracias; antes toponimia, así como no deja de llamar la aten­
de morir da unos sabios consejos a su hijo, ción el notable desarrollo que da al género
quien después emigra a la Media, junto a su exhortativo.
suegro, donde acaba sus días en tranquila y «Desde este punto de vista no se pueden pa­
avanzada vejez, con el consuelo de haberse en­ sar por alto las múltiples relaciones que exis­
terado de la caída de Nínive, ten entre Tob. y la historia de Ajikar, muy
El fin de este libro, enteramente impregnado extendida en otro tiempo por el Oriente (entre
de un arte ingenuo y de una intimidad de los papiros de Elefantina, s. v) y mucho más
afectos verdaderamente conmovedores, es el ce­ antigua que Tob. He aquí una síntesis de ella.
lebrar la especial providencia de Dios para con Ajikar gozaba de mucho prestigio, por su sa­
sus fieles adoradores, especialmente si son cari­ biduría, ante el rey de Asiría Senaquerib y
tativos para con el prójimo. Asaradón. Viéndose anciano y sin hijos, se
Los hebreos y los protestantes excluyen con retira y pone en su lugar a Nadán, su nieto, a
fútiles pretextos el libro de Tobías del canon quien adoptó por hijo, dándole abundantes
(v.) de los libros sagrados, contra la unánime consejos e instrucciones. Pero Nadán, hastiado,
e infalible afirmación de la Iglesia. Es de no­ levanta una negra calumnia acusando a Ajikar
tarse su contenido dogmático (providencia y de traición y hace que lo condenen a muerte.
misericordia de Dios, angelología y demonio- El ejecutor de la sentencia lo salva escondién­
logia) y moral (eficacia de la oración, excelen­ dolo en un sepulcro, y poco después el rey de
cia de la limosna, santidad del matrimonio, Egipto dirige al de Asiría una esquela intere­
etcétera). sándose por ciertos problemas para cuya solu­
Hase perdido el texto original semítico, ción se juzga necesaria la sabiduría de Ajikar.
arameo o, más probablemente, hebreo. Ocupa El rey se alegra de saber que Ajikar vive to­
sus veces la versión de los Setenta, la que ha davía, y vuelve a elevarlo a altos honores,
llegado a nosotros en tres recensiones distintas mientras que a Nadán lo condena a escuchar
representadas: a) por los códices B (Vaticano), diariamente los cuentecillos morales que para
A (Alejandrino), muchos códices minúsculos y oprobio suyo le contaba Ajikar, y el malacon­
el papiro de Oxirrincos; b) por el códice S (Si- sejado acaba por morir de vergüenza y abu­
naítico), más extenso en el relato, de estilo más rrimiento.
vulgar y colorido más semitizante; c) por po­ A estos hechos alude claramente Tob. (14,
cos códices minúsculos, 44, 106, 107, 610, y 10 s.), que nos presenta a Ajikar como pariente
por el papiro 1076 de Oxirrincos. Esta última de Tobías (1, 21; cf. 2, 10; 11, 19) y escribe
recensión es incompleta; contiene de 6, 9 a Nadab en vez de Nadán, en lo que cabe fácil­
13, 18. La segunda es tenida como principal mente una confusión de letras. En ambos libros
(A. Miller, Hópfl-Metzinger, A. Clamer, A. échase de ver una mezcolanza del elemento
Vaccari), por más que la primera tenga tam­ narrativo con el didáctico, de los cuales pre­
bién su importancia y sus defensores (Nóldeke, valece el primero en Tob. y el segundo en
589 TRANSFIGURACIÓN

Ajikai. Esto induciría a colocar a los dos libros TOMÁS (Actos de). — v. Apócrifos.
en el mismo género literario, la novela moral
de fondo histórico» (A. Vaccari, p. 233). TOMÁS (Apocalipsis de). — v. Apócrifos.
Así piensan también los otros escritores ca­
tólicos más recientes (N. Peters, A. Miller, TOMÁS (Evangelio de). — v. Apócrifos.
Hópfl-Metzinger, A. Clamer, Priero, etc.), con­
siderando ai libro como reconstrucción de un TOMÁS Dídimo. — v. Apóstoles.
hecho histórico con un fin didáctico. Tal exé-
gesis explica el fundamento histórico y las TORAH. — v. Pentateuco.
libertades literarias que se ha tomado el autor,
y resuelve con facilidad cualquier objeción que TRANSFIGURACIÓN. — «Seis días después
se proponga. (ocho dice Le., computando el día del punto
Hay que tener siempre presente que «para de partida y el de llegada; después de la so­
poder emitir un juicio absoluto y definitivo lemne confesión de Pedro y de la primera
(acerca de las diferentes cuestiones exegéticas predicción de la pasión, Mt. 16), Jesús tomó
y literarias) necesitaríamos la base indiscutible consigo a Pedro,-a Santiago y a Juan... y los
del texto original de Tob., de que carecemos» llevó a un monte alto y apartado. Y se trans­
(A. Vaccari, ibid.). figuró delante de ellos, de suerte que su rostro
Desconocemos el nombre del autor del libro, resplandeció como el sol, y sus vestiduras se
que ciertamente hubo de ser un judío; pero pusieron brillantes como Ja luz» (Mt. 17, 1-13;
debe rechazarse el que sea uno de los dos pro­ Me. 9, 2-13; Le. 9, 28-36).
tagonistas, pese al mandato que da el padre «En vez de las cualidades del cuerpo mortal
de poner por escrito lo acontecido (12, 20, en y sujeto a pasiones, que había tomado para
el griego) y no obstante el empleo de la pri­ hacerse semejante a nosotros en todo y sufrir
mera persona del singular (1-3). A ellos puede por nosotros, Jesús se revistió de las dotes del
remontarse la tradición oral, o tal vez el mo­ cuerpo glorioso que era la natural consecuencia
tivo central por escrito. de la visión beatífica de que disfrutaba su alma
Asimismo desconocemos el lugar en que fué en virtud de la unión hipostática con el Verbo
compuesto el libro: puede pensarse en Babi­ divino. Tal consecuencia, que para todo el
lonia o en Persia, pero mejor en Palestina por resto de su vida mortal estaba suspendida por
razón del conocimiento exacto de los luga­ un gran milagro de amor y de sacrificio, surtió
res (1, 2). su pleno efecto en la cima del Tabor» (A. Vac­
Incluso para determinar el tiempo carecemos cari). La transfiguración tiene su antítesis en
de pruebas apodicticas. Hay que excluir la la agonía del huerto de Getsemaní: en ambos
época en que vivieron los protagonistas, ya que casos tomó Jesús consigo los mismos testigos:
el libro describe la destrucción de Nínive (612 Pedro, como cabeza de la Iglesia; Santiago,
antes de J. C.) y supone ya la cautividad de que será el primer mártir; Juan, el predilecto
Babilonia (13-14); alúdese además a usos reli­ entre los discípulos; Ja luz deslumbrante debía
giosos como el del triple diezmo (para los preservarlos a todos contra el escándalo de la
sacerdotes, para la ciudad de Jerusalén y para agonía.
los pobres: 1, 8), de los que sólo hallamos La tradición se ha fijado en el Tabor: la
testimonios posteriores en la MiSna, en el Libro subida es penosa, pero Jesús elige aquella cum­
de los Jubileos, apócrifo, y en Flavio Josefo. bre aislada, desde la que se domina la llanura
Por otra parte, no parece que pueda vislum­ de en torno, situada en el corazón de Galilea,
brarse- en el libro una época de persecuciones para invitar a sus discípulos a la oración. Como
o de facciones religiosas (fariseos, saduceos), estaban cansados por la caminata —nótese que
como el tiempo de Tos Macabeos, por lo que estaban aún en pleno verano, entre Pentecostés
hay que considerarlo como compuesto anterior­ y la fiesta de los Tabernáculos del segundo año
mente. Lo más corriente es pensar en los años de vida pública, el 29 de J. C., y en el período
250-150 a. de J. C. [S. C .-F . S.] dedicado de un modo especial a la formación
BIBL. — B. G a l d o s , Comm. in T., París 1930 de los Apóstoles—, los tres preferidos se de­
(Cursus S. S.); A. M i l l e r , Das Buch T., Bonn 1940; jaron vencer del sueño mientras Jesús estaba
A. V a c c a r i , La S. Bibbia, III, Firenze 1948, p. 231-
67; A. C l a m e r , Tobie (La Stc. Bible ed. Pirot. 4), en oración. Cuando ellos despertaron, al des­
París 1949, pp. 386-480; H. B ü c k e r s , Die Bücher puntar el alba, lo vieron transfigurado, conver­
Esd., Neh., Tobías, Jud. und Esther (Herders Bibel-
kommentar, IV, 2), Freiburg i. Br. 1953, pp. 179-247; sando con Moisés y con Ellas acerca de la
G. P r i e r o , Tobia (La S. Bibbia), Torino 1953. * G. muerte que habría de sufrir en Jerusalén para
P r a d o , Tobías, EstB (1950); J . P é r e z d e U r b f . l , Le­
yendo la Biblia, Tobías (Consig. 1955). cumplir los designios divinos.
TRANSJORDANIA 590

Lleno de entusiasmo, Pedro quisiera perpe­ sión, hasta que el Hijo del hombre haya resu­
tuar, prolongar aquella escena admirable —ésta citado de entre los muertos», Jesús sintetizaba
sí que era digna de Cristo—, lo mismo que la enseñanza de la transfiguración: muerte y
inmediatamente después de la solemne confe­ resurrección, o sea, la gloria de Cristo pasando
sión había protestado enérgicamente contra la por los padecimientos y la muerte. [F. S.]
predicción de la pasión y de la muerte reden­ BIBL. — M. J. L a g r a k g e , L'evangelo di Gesü Cristo
tora. Propone erigir tres tiendas de ramas para (trad. it.), 2." ed., Brcscia 1935, pp. 253-57; J. H ó l l e r .
Jesús y para los dos eminentes representantes Die Verklarum Jesu, Friburgo i. Br. 1937; E. Da-
b r o w s k i, La transfisuration de Jésus, Roma 1939;
de la Antigua Alianza. La respuesta viene de A. V a c c a r i , La S. Bibbia, VIII, Firenze 1950, p. 84 s.
lo alto: una nube envuelve a éstos, mientras
que los discípulos caen por tierra sobrecogidos TRANSJORDANIA. — Región palestinense del
de espanto, y se oye una voz que dice: «Éste lado de allá del Jordán, situada entre el Jordán
es mi Hijo muy amado: escuchadlo». al oeste, el desierto sirioarábigo al este, el
Cuando los discípulos miraron en tomo suyo, monte Hermón, hasta Damasco, al norte y el
se hallaron solos con Jesús. Wadi el Hesa (Zered) al sur. Es una meseta
La transfiguración es la confirmación autori­ que por el oeste ofrece un precipicio con una
zada de la confesión de Pedro; Ja gloria que empinada y áspera cresta por el valle del Jor­
irradiaba de Jesús era prenda e indicio de la dán, y está entrecortada por valles profunda­
gloria de la resurrección; el tema del coloquio mente encajonados, de los cuales los tres ma­
con Moisés y con Elias, la plena confirmación yores son el del Jarmuk, el del Yaboc y el del
de la pasión y de la muerte anteriormente pre­ Arnón. Geográfica e históricamente puede di­
dichas; tales eran las partes esenciales de aquel vidirse en tres partes: la septentrional (Basán),
plan divino que los judíos rechazaban, opo­ entre el monte Hermón y el río Jarmuk, toda
niendo a él su plan nacionalista, altamente llena de montes y colinas de forma cónica;
poderoso y terreno (v. Tentaciones de Jesús), Galad, calcáreo y montuoso, entre el Jarmuk
y en el que los mismos discípulos estaban em­ y el Wadi Hesbán; y el amplio Moab, entre el
bebidos. Wadi Hesbán y el Wadi el Hesa. Después de
Los afortunados testigos comprendieron al haber estado ocupada intensamente por una po­
fin que no podía dudarse en absoluto acerca blación de vida estable entre el 2300 y el 1900
de la identidad entre Jesús-Mesías y verdadero (cf. Gén. 14), la exploración arqueológica, de
hijo de Dios. Por lo mismo no sabían expli­ acuerdo con la Biblia (Dt. 3; Jos. 12), da a co­
carse cómo Elias no había hecho nada, siendo nocer que hubo una segunda población entre
así que los rabinos enseñaban sobre él que el 1300 y el 700, constituida por los reinos de
aparecería como precursor del Mesías, a quien Moab, Seón, Amón y Og. Habiéndose efectuado
entronizaría como rey, en tanto que el Mesías el establecimiento de las tribus hebreas de Ru­
ya había llegado. Piden, pues, a Jesús la ex­ bén, Gad y de la mitad de Manasés en los rei­
plicación correspondiente, y Jesús les explica nos destruidos de Seón, Amón y parte del de
que el Elias pronosticado por los profetas ha­ Og (Jos. 13), el territorio de Rubén acabó sien­
bía ya venido en la persona de Juan Bautista do absorbido por el reino de Moab, todavía
(v. Elias), y hace una alusión al martirio que existente en el s. ix, y el de Gad y Manasés
éste sufrió. El precursor había sido eso, no fué duramente unido a los árameos de Damasco
sólo con las palabras, sino incluso con la suerte y a los amonitas.
que le tocó arrostrar; y de igual modo el El programa expansionista de David (1024-
Mesías cumplirá plenamente el vaticinio de 965 a. de J. C.) y de Salomón (965-926 a. de
Is. 53 sobre el hijo del hombre que tendrá que Jesucristo) culminó en el completo dominio de
sufrir mucho y ser despreciado. Según fuere Transjordania: Moab (II Sam., 8, 2; I Par.
el Mesías así tiene que ser su precursor. Por 18, 2); Ammón (II Sam. 11, 1 ; 12, 26-31). Al
eso también, partiendo de la muerte del Bau­ dividirse la monarquía, Transjordania se liberó
tista y de la naturaleza de la misión por él del control israelita, a excepción de Moab, que
realizada, muestra Jesús a los discípulos cuál siguió bajo el dominio de Samaria hasta que
ha de ser la misión vaticinada por el Antiguo logró emanciparse en el 840 por obra del rey
Testamento, conforme al plan divino, y que Mesa (II Re. 3, 4 ss.; 8, 20 ss.).
será la que él realizará aquí abajo por la sal­ Posteriormente Transjordania fué provincia
vación del género humano. de los imperios asiriobabilónico, persa y seléu-
Por otra parte, al darles aquel mandato in­ cidatolomaico. La parte más occidental llegó a
mediatamente después de las palabras del Pa­ su tiempo a estar bajo el control de los Ma-
dre, diciéndoles: «A nadie hablaréis de la vi­ cabeos (168-63 a. de J. C.) y de Herodes el
591 TRINIDAD

Grande (40 a. de J. C.) y descendientes. La Me. 1, 10; Le. 3, 21 s.). Y más explícito aún
Decápolis (v.) fué independiente, y la parte es el relato del cuarto Evangelio (Jn. 1, 32 ss.),
más oriental con la meridional, durante el do­ en el que también resalta más la personalidad
minio de los nabateos, quedó absorbida por del Espíritu. Para hallar una mención del todo
el vasto imperio romano, que la incorporó a las clara de las tres divinas personas en la unidad
provincias siríaca y arábiga (Moab). de la naturaleza es preciso llegar al último
En Transjordania se desarrolló una conside­ capítulo del Evangelio de Mateo (28, 19), donde
rable parte de la historia de las tribus israe­ Jesús prescribe la fórmula para la administra­
litas : Balam bendice a Israel desde el monte ción del Bautismo «en el nombre del Padre,
Fasga (Núm. 23, 14), muere Moisés en la cima del Hijo y del Espíritu Santo». Las tres per­
del Nebo (Di. 32, 49). Incluso episodios neo- sonas constituyen un solo Dios (en el nombre),
testamentarios se realizan en Transjordania: concurren al milagro de la transformación mo­
el bautismo del Bautista en Betania transjor- ral en el alma del bautizado, que es admitido
dánica (Jn. 1, 28); el encarcelamiento y mar­ a participar de la vida sobrenatural (cf. Jn. 3,
tirio del Bautista en la fortaleza de Maqueron- 3; Ef. 5, 26; TU. 3, 5; II Pe. 1, 4).
te ; el viaje de Cristo por Perca (v.); el refugio Entre los numerosos testimonios de S. Pa­
de la primitiva cristiandad en Pella a causa de blo, vamos a mencionar los más seguros. Al
la destrucción de Jerusalén (70 desp. de J. C.), tratar de los carismas concreta ciertas apropia­
y finalmente la intensa vida cristiana (iglesias ciones a cada una de las personas: «Ahora
de Gerasa y de Madeba). [A. R.] —dice a los corintios (I, 12, 4 ss.)— hay diver­
BIBL. — L. S z c z e p a n s k i , Geographia historica Pa­ sidad de carismas, mas el Espíritu es uno mis­
laestinae antiquae, Roma 1926, pp. 74-79; N. Glueck, mo ; hay diversidad de ministerios, mas el
The other side of the Jordán, New Haven 1940. Señor es uno mismo; hay diversidad de ope­
raciones, mas el mismo Dios es quien obra
TRENOS, — v. Lamentaciones. todas las cosas en todos». Y es más explícita
aún e indiscutible en su valor doctrinal la ben­
TRINIDAD. — Misterio fundamental según el dición final de la segunda epístola a los co­
cual existen en Dios tres personas iguales y rintios (13, 13): «La gracia de Nuestro Señor
distintas en la unidad de la naturaleza. Jesucristo y la caridad de Dios y la participa­
Suelen citarse varios textos del Antiguo Tes­ ción del Espíritu Santo sea con todos vosotros».
tamento que parecen enseñar o al menos pre­ Otros testimonios trinitarios sobre cuyo valor
parar la revelación del misterio trinitario me­ se ha discutido alguna vez, aunque sin serios
diante una forma plural o con la repetida men­ motivos, se leen en Ef. 4, 4 ss.; Gál, 4, 4 ss.;
ción del Espíritu (v.) de Dios y con la afirma­ Rom. 8, 14-17; 15, 15 s.; II Cor. 1, 21 s .;
ción de que el Mesías será hijo de Dios. Hoy Til. 3, 4 ss.
todos están conformes en explicar tales expre­ Según muchos exegetas hay una descripción
siones apelando a razones estilísticas o consi­ de la Trinidad en la expresión del Apocalipsis
derándolas como simples personificaciones de (1, 4 s.): «Gracia y paz a vosotros, de parte
atributos divinos. La revelación del misterio es de aquel que es, y que era, y que ha de venir ;
la gran novedad del Nuevo Testamento, según y de parte de los siete Espíritus que asisten
ya reconocían escritores antiguos: «¿Qué di­ ante su trono; y“de parte de Jesucristo, el cual
ferencia hay entre nosotros y ellos (= los he­ es testigo fiel, primogénito entre los muertos
breos) fuera de ésta? ¿Cuál es la finalidad del y soberano de los reyes de Ja tierra». La difi­
Nuevo Testamento... sino el Padre, el Hijo y cultad está en las palabras «siete Espíritus»,
el Espíritu Santo?» (Tertuliano, Adversus Pra- en las que algunos creen que se trata de los
xeam 31; cf. S. Hilario, De Trinitate V, 27; ángeles, mientras que otros ven en ellas una
PL 10, 147; S. Basilio, Adversus Eunomium perífrasis del Espíritu septiforme con alusión
II, 22; PG 29, 620). a. sus dones (cf. Js. 11, 2) Hoy son muy pocos
La primera mención explícita de las tres per­ los exegetas que admiten la autenticidad del
sonas se halla en el relato del bautismo de famoso comma de San Juan (I Jn, 5, 7 s.),
Jesús. En él figura el testamento del Padre, que que es la expresión más precisa del misterio
señala a Jesucristo con las palabras: «Éste es trinitario: «Tres son los que dan testimonio
mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas en el cielo: Padre, Verbo y Espíritu Santo;
mis complacencias», y acusa la presencia del y estos tres son una misma cosa». Como quiera
Espíritu Santo, que descendió sobre el bautizado que sea, si esta interpolación es antigua no
bajo una forma sensible para que se dieran tiene valor escriturístico, es un precioso testi­
cuenta de ello los circunstantes (Mt. 3, 16 s .; monio de la tradición, que de un modo tan
TUTMOSIS III Y IV 592

exacto supo formular la trinidad de las per­ santificación de la humanidad, para hacer par­
sonas y Ja unidad de la naturaleza. tícipes de su bienaventuranza a los hombres,
Son en cambio numerosos los textos trini­ pobres peregrinos, a quienes S. Pedro se diri­
tarios en el Evangelio de S. Juan, donde lee­ gía con el saludo siguiente: «Pedro, apóstol de
mos incluso perspicaces referencias a la vida Jesucristo, a los elegidos... según la previsión
íntima de la Trinidad. La segunda persona es de Dios Padre, mediante la santificación del
el Hijo Unigénito (1, 18) engendrado por el Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser ro­
Padre. Llámasele también Verbo (1, 1), deno­ ciados con su sangre» (I Pe. 1, 1 s.). [A. P.]
minación que es un anticipo de la célebre in­ BIBL. — J. L e b r e t o n , Hisíoire eiu dogme de la
terpretación teológica acerca del modo de esa Trinité des orígenes au Concite de Nicée, I, 6.a ed„
París 1924; I d ., La Révélation du mystére de la Sainte
generación eterna. En otros lugares se precisa Trinité, en La Vie Spirifuelle, 74 (1946) 764-76; F.
el modo de proceder el Espíritu Santo del Pa­ C e u p p e n s , Theologia bíblica, II, De Sanctissima Tri­
nitate, Roma 1938. * F e r n a n d e z y F e r n á n d e z , Un
dre y del Hijo (14, 26; 15, 26; 16, 13 ss.; solo Dios en tres personas, CB (1948).
cf. Gal. 4, 4 ss.; Rom. 8, 14-17).
Las tres personas divinas viven una vida eter­ TUMMIM. — y . Urim.
na en sí mismas, infinitamente bienaventura­
das, pero las tres han querido cooperar en la TUTMOSIS III Y IV. — v. Egipto.
u
UGARIT. — v. Ras Shamra. La pregunta (cf. I Sam. 14, 41 s., especial­
mente en la versión griega) se formulaba de
GR. — v. Abraham. modo que la respuesta podía darse por un
simple sí o no.
GRIM y TGMMIM. — Con estos términos se Moisés estaba en relación directa con Dios,
significa el medio oficial para consultar a Yavé pero Josué solía dirigirse al sumo sacerdote,
con la intervención del sumo sacerdote. Según que «consultará por él la decisión del Urim
la opinión más aceptable, parece que eran dos en presencia del Señor» (Núm. 27, 21).
piedras de diferente color o forma. Si nos ate­
Esta manera de consultar, frecuente en el
nemos al hebreo, ambos términos (Vulgata:
reinado de Saúl y al principio del de David
doctrina et veritas) significan luz e integridad.
Pero si proceden del asirio, hay que tener en (I Sam. 10, 14; 23; 30; II Sam. 2, 1 ; 5 etc.;
cuenta que uré se emplea para designar a cf. Jos. 9, .14; Jue. 1, 2; 20, 18), no aparece
Nebo, dios de las escrituras y de los oráculos, ya en el de Salomón y en lo sucesivo. Dios se
llamándole «señor de los uré»; y que tummu sirve de la inspiración profética para comuni­
es una forma que procede de tamú, «pronun­ car su voluntad. Ello no obstante, el Urim y
ciar una fórmula mágica». Trátase de una ins­ el Tummim permanecerán, con el pectoral,
titución meramente mosaica (Éx. 28, 29 s.); como parte de la indumentaria del sumo sacer­
el sumo sacerdote en sus funciones llevaba en dote. IF. So.]
el pecho el pectoral (o bolsa) en que se con­ BIBL. — L. D e s n o y e R S , Histoire du peuple hé-
tenía el Urim y el Tummim. Por eso al pecto­ breu, 1, París 1922, p. 335 s .; A. C l a m e r , Nombre
(La Ste. Bible, ed., Pirot, 2), Ibíd., 1940, d . 422:
ral se le llamó «pectoral del juicio». A. M é d e b i e l l e (ibíd., 3), 1949, p. 407.

38. — S padafora. D i c c i o n a r io b íb lic o


V
VALLE DE HINNON. — v. Gehenna. comunicada por Cristo a los hombres y pro­
mulgada por los Apóstoles (Jn. 18, 37; I Jn.
VATICANO (códice). — v. Textos bíblicos. 2, 21; I Tim. 2, 4; II Pe. 2, 2; Rom. 1, 18;
I Cor. .13, 6; II Tes. 2, 12, etc.) para que la
VENGANZA. — v. Talión. acojan los hombres mediante la fe y se con­
vierta en norma de su obrar cotidiano (Jn. 3,
VERDAD. — (Hebr. ’emeth; griego a\i)0eia). 21; I Jn. 1, 6; II Cor. 13, 8, etc.). « [A. R.]
En el Antiguo Testamento es un atributo de BIBL. — G. Q uell, en ThWNT, I. pp. 237 ss.;
Dios, y como el significado fundamental del F A s s e n s i o , El Hesed y *Emeth Divinos: s u influjo
término hebreo es el de «estabilidad», con él religioso-social en la historia de Israel, Roma 1949.;
I. D e la P otterie , De sensu vocis emeth in V. T
se expresa la divina fidelidad a las promesas en VD. (1949) 336-54; 28 (1950) 29-42.
(Éx. 34, 5 ss.; Sal. 89; 132, 11; hesed we
’emeth: bondad y fidelidad: Gén. 24, 27; Éx. VINA-VID. — La vid, llamada ghefen en he­
34, 6; II Sam. 2, 6; Sal. 38, 18; 30, 10 etc.) breo (¿oréq = vid preciosa) y ayirekos en grie­
y, por tanto, la protección divina (Sal. 91; go, es mencionada por primera vez en Gén. 9,
54, 7). La verdad es, además, un atributo de 20, a propósito de Ja actividad agrícola de Noé.
la palabra divina y de su ley, y designa la Según había predicho Jacob (Gén. 49, 11), Pa­
conformidad de éstas con toda norma de jus­ lestina fué la tierra en que la vid recibió un
ticia y de santidad (Sal. 19, 111, 7 s .: 119, 142. cultivo muy intenso (Dt. 6, 11; 8, 8; 33, 28,
151.160). etcétera), lo cual explica lo mucho que se em­
Como atributo de los hombres, conserva su plean la viña y la vid en parangones, parábolas
significado de fidelidad (Éx. 18, 21; Neh. 7, 2) y alegorías, así en el Antiguo como en el Nuevo
en el ámbito social religioso (Os. 4, 1 s .; II Re. Testamento.
20, 3; Zac. 8, 3); andar en la verdad-fideli­ Sin pretender agotar todos los textos, puede*
dad: I Re. 2, 4; 3, 6; II Re. 20, 3; Is. 38, 3 ; en general, advertirse lo siguiente:
hacer la verdad: II Par. 31, 20; Ez. .18, 9); a) En el Antiguo Testamento la viña es la
bondad y fidelidad (Gén. 24, 29; Jos. 2, 14; imagen del pueblo elegido (Is. 5, 7); esta vid
Prov. 3, 3; 14, 22, etc.), y se conforma con las ha sido transportada por Dios de Egipto y la
normas del derecho en el ámbito jurídico ha plantado en una tierra fértil después de
(Prov. 29, 14; Ez. 18, 8; Zac. 7, 9). Verdad haber arrojado de allí a siete naciones, y la
en cuanto se opone a mentira (I Re. 10, 6; ha prodigado afectuosísimos cuidados (Sal. 80,
22, 16; Is. 43, 9; Jer. 9, 4, etc.). Principal­ 9-11); ella, en cambio, en vez de producir una
mente después de la cautividad aparece el signi­ uva aromática produjo abrojos (Is. 5, 1-7) y
ficado de verdad religiosa, y designa la reve­ se convirtió en sarmiento degenerado (Jer. 2,
lación divina y Ja misma religión hebrea (Sal. 21) o quedó reducida a leña seca, que no puede
25, 5; 26, 3; 86, 11; M al 2, 6-7; Prov. 8, servir más que para el fuego (Ez. 15, 2-7);
7-11, etc.; Dan. 8, 12.26; 9, 13, etc.). por eso permitió el Señor que de su viña se
En el Nuevo Testamento, aparte el sentido cortasen incluso los racimos de rebusco que,
de adecuación de la idea y de la palabra con según Lev. 19, 10, debían respetarse y reser­
la realidad (Act. 26, 25; Rom. 2, 20; Me. 5, varse para los pobres (Jer. 6, 9), e incluso que
33; Jn. 5, 33, etc.) toma ante todo un signifi­ se viera devastada por langostas (Jl. 1, 6-12),
cado religioso: es Ja verdad religiosa, propia de y por bestias feroces y abandonada al ludibrio
los cristianos, que viene de Dios (Jn. 14, 17 ; de las gentes (Sal. 80, 13 s.). Tanto se usaba
15, 26; Jn. 4, 6; Jn. 1, 14; 14, 6: Rom. 15, 8), esta alegoría, que, según testimonio de Flavio
VIRGINIDAD 596

Josefo (Bell. V, 5, 4; Ant. VX, 11, 3), en el exclaman los discípulos: «Si tal es la condi­
vestíbulo del Templo de Jerusalén se veían sus­ ción del hombre respecto a su mujer, no tiene
pendidos, como motivo de ornamentación, cuenta el casarse». Y Jesús les respondió: «No
gruesas vides de oro con racimos colosales. todos entienden esta razón, sino aquellos a
b) En el Nuevo Testamento, si prescindimos quienes es concedido. Hay eunucos que nacie­
del hecho de que en la parábola de los ope­ ron tales del vientre de sus madres; hay eunu­
rarios (Mt. 20, 1-16) la viña es siempre imagen cos que se convirtieron en tales por imposición
del pueblo elegido, incluso en cuanto es figura de los hombres; y hay eunucos que se han
(tipo) del nuevo pueblo (la Iglesia), la alegoría hecho tales por propia cuenta, por amor del
se ve un tanto retocada. Así, en la parábola reino de los cielos. Quien se sienta capaz de
(según otros, alegoría) de los pérfidos viñadores hacerlo, que lo haga».
(Mt- 21, 33-45), la vid se presenta como figura No todos son capaces de renunciar al matri­
del reino de Dios (en el Antiguo Testamento monio ; quienes lo hacen renuncian a todo lo
concretado en la teocracia hebrea), o sea de que él puede ofrecer en asunto de goces mate­
los beneficios mesiánicos con que el Señor riales y morales, para consagrarse enteramente
quería llevar a los hombres a la salvación: be­ al amor, al servicio de Dios y del prójimo.
neficios de que se verán privados los judíos y S. Pablo reproduce y comenta claramente
que se traspasarán a los paganos que se hallan esta enseñanza en I Cor. 7. «Excelente cosa es
mejor dispuestos para apreciarlos y sacarles el en el hombre el conservar la virginidad; mas
jugo (Orígenes, Fonck, Plummer, Vosté). Igual­ por evitar la fornicación, abrace cada cual el
mente en la bellísima alegoría (según otros, matrimonio. Me alegraría de que fueseis todos
parábola) de Jtt. 15, 1-9 (que es fundamento como yo mismo (en la perfecta castidad); pero
teológico de la doctrina del Cuerpo místico), cada uno ha recibido de Dios su propio don
ya no figura la vid, ni el pueblo elegido, ni sus de gracia».
privilegios mesiánicos, sino el Mesías y sus dis­ Hallámonos frente a una doble vocación: la
cípulos (el tronco y los sarmientos; Jn. 15, 5: primera común, más general, más conforme
Yo soy la verdadera vid, vosotros los sarmien­ con la humana flaqueza, la vocación al matri­
tos) en el sentido de que, así como el sarmien­ monio, que también es «don de Dios»; la se­
to que no está unido a la vid no puede pro­ gunda, más elevada, no de todos, la vocación
a la castidad:
ducir fruto, así también, quien no está unido a «Digo a los no casados y a las viudas: ex­
Jesús por medio de la gracia, no puede pro­ celente cosa es para ellos si así permanecen,
ducir frutos de vida eterna; y el que perma­ como yo también permanezco; pero si no son
nece desgajado del tronco (Cristo) es echado capaces de la continencia, que se casen, pues
afuera, lo mismo que el sarmiento seco es re­ más vale casarse que abrasarse.» Una vez casa­
cogido y echado al fuego (ruina eterna). dos, está para ellos, por parte del Señor, el
La alegoría de Ja vid aparece con frecuencia precepto absoluto de la indisolubilidad del
en las pinturas de las catacumbas representando matrimonio.
unas veces al Redentor, otras la Eucaristía. Y tratando después (vv. 25-35) directamente
Según Marucchi, tal vez sea ésta la alegoría de la virginidad, expone el motivo de la exce­
más antigua, que no había impresionado a la lencia de tal estado sobre el matrimonio con
imaginación de los primeros cristianos menos la única razón de ser en que se funda.
que la parábola del buen Pastor. Hállase la «Juzgo, pues, que es cosa excelente para
vid incluso en las pinturas sepulcrales paga­ una persona el permanecer virgen a causa de
nas, pero con significado funerario, ya que la necesidad (aflicción) presente. Si uno se casa
la vendimia era figura del fin de la vida. no peca; y si una doncella se casa tampoco
[B. P.] peca; pero esos tales sufrirán en su carne
BIBL. — E. Levesque, Vigne, en DB, V. col. 2422- aflicciones que yo quisiera evitaros.» «Necesi­
32; J.-M. V o s t é , Parabolae selectae D. N. J. C., I, dad presente», «aflicciones de la carne», son,
Roma-París 1933, pp. 339-372; II, ibíd., pp. 818-38;
O. M a r u c c h i , M an. d ’archeol . crist., Roma 1933. como explica en los vv. 32 ss., las ocupaciones
pp. 281 s. ordinarias de este mundo y las peculiares del
estado conyugal. Hay que evitar el apegar el
VIRGINIDAD. — El principio de esta virtud, propio corazón a las cosas terrenas; S. Pablo
con la razón sobrenatural que la explica y la ha hablado de la santidad del matrimonio (v. 7)
determina, lo asienta Jesús: M t. 19, 10 ss. Al y de su legitimidad (v. 28), pero recuerdo a los
oír formular resueltamente y sin excepciones fieles cómo deben elevar sus aspiraciones a Dios
la ley de la indisolubilidad del matrimonio, y no dejarse vencer de los sentimientos, de
597 VOTO

la rutina, de las preocupaciones naturales. Pien­ 28, 20 ss.). Ejemplos posteriores; Jefté (fue,
sen que todo es transitorio, que «la escena 11, 30; v.); Ana, madre de Samuel (I Sam.
de este mundo pasa veloz» (vv. 29 ss.). «Ahora 1, 11 ss.); el justo en el peligro (Sal. 116, 18;
bien: yo quisiera que vivieseis sin cuidados ni 22, 26; cf. Jon. 1, 16; etc.). Equipárase a un
inquietudes. El que no tiene mujer anda solí­ voto el propósito de virginidad que hizo Nues­
cito en las cosas del Señor, y de lo que ha tra Señora (Le. 1, 34); y el voto de nazareato
de hacer para agradar al Señor; mas el que que hizo S. Pablo (Act. 18, 18; 21, 22).
tiene mujer anda afanado en las cosas del mun­ Todo el que podía disponer libremente de
do y en cómo ha de agradar a la mujer, y se sí mismo (hombre, viuda, mujer repudiada)
halla dividido. estaba capacitado para hacer un voto (Núm.
»Y la mujer no casada y la virgen anda solí­ 30, 3-10); mas el voto de una doncella o de
cita en las cosas del Señor para ser santa en una mujer desposada sólo valía mediando la
cuerpo y alma; mas la casada anda solícita aprobación del padre o del marido, cuyo con­
de las cosas del mundo y de cómo ha de agra­ sentimiento se presumía si no se oponían en
dar al marido. el espacio de un día (Núm. 30, 11-16); el pa­
»Digo esto para provecho vuestro, para ex­ dre podía, pues, anular el voto de los hijos
hortaros a lo que es más excelente y a lo que que todavía estaban bajo su autoridad (Núm.
puede asentaros de un modo estable cerca del 30, 4.6).
Señor (para que podáis consagraros al Señor) Podía ofrecerse a Dios todo: su propia per­
sin distracciones.» sona, los hijos, animales puros e impuros, ca­
Declara, pues, el Apóstol ser más favorable, sas, campos, etc. Sólo se excluía lo que ya
. en sí para la vida espiritual el estado de quie­ por derecho pertenecía a Dios (primogénitos,
nes renuncian al matrimonio, para consagrarse diezmos: Lev. 27, 26), los animales defectuo­
directa y exclusivamente al servicio del Señor; sos (Mal. 1, 14) y el precio de la prostitución
para obtener más fácilmente la salud del cuerpo (Dt. 23, 18). El voto podía ser conmutado:
y del espíritu. La grandeza de la virginidad y así las personas que se habían ofrecido a Dios
del celibato es enteramente sobrenatural, y no por sí mismas o por otras podían ser rescata­
es de tal grandeza sino cuando se abraza ese das previo el desembolso de Ja correspondiente
estado por sobreabundancia del amor de Dios, compensación, que variaba según la edad y el
que lleva conhigo el amor del prójimo: y el sexo (Lev. 27, 1-8). También era posible el res­
que se siente llamado teme no dejar un campo cate para las cosas y los campos (Lev. 27, 14-
bastante libre y amplio a ese amor y a ese 25). Para el voto especial llamado herem, v.
servicio si coarta su afecto y su libertad con Anatema.
ciertos lazos, por muy legítimos y por muy ne­ No había obligación de hacer voto alguno
cesarios que sean para todos los demás hom­ (Dt. 23, 22), pero una vez hecho había que
bres.' cumplirlo en tiempo oportuno, pues, «si lo de­
Ningún otro propósito bastaría para justifi­ moras, te será imputado como pecado» (Ibíd.
car el repudio de las obligaciones ordinarias. 23, 21; cf. Eclo. 5, 4). No han de hacerse
Nos encontramos con el gran principio de la votos inconsiderados (Prov. 20, 25), como hizo
«libertad de los miembros de Cristo», que no Jefté (fue. 11, 30). Para que un voto tuviese
es más que el medio de tender más segura­ valor jurídico, era preciso enunciarlo clara y
mente al fin, «la caridad». [F. S.] formalmente (Núm. 3, 7.13 ; Dt. 23, 23).
B1BL. — E . B. A l l o , Premiére építre aux Corin- Jesús recrimina a los fariseos (que dedicaron
thiens, París 1934, p. 182 s .; F. S p a d a f o r a , Temí al voto una minuciosa casuística: cf. el tra­
d'eségesi (I Cor. 7, 32-28 e U celibato eccl.) Rovigo
1953, pp. 450*71. tado del Talmud: «Nedarim») el haber desna­
turalizado en provecho propio esta santa insti­
VISIÓN. — v. Profeta. tución, sirviéndose de ella contra la ley divina.
Según ellos, era suficiente con hacer el voto
VOTO. — Libre promesa hecha a Dios de de ofrecer al Templo un objeto, para que éste
ofrecerle alguna cosa o de abstenerse de ella; quedara consagrado y se hiciera enajenable;
en hebreo se conocen dos voces distintas: ne- y aprobaban, por ej., a quienes se dispensaban
der (evyi]) para el voto-oferta y 'issá o *esar de socorrer a sus padres menesterosos ■(cf. el
para el otro (cf. por ej. el nazareato). La idea precepto del Decálogo) en virtud de haber pro­
del voto nace de la idea natural de conseguir la nunciado sobre sus bienes la palabra «corban*
benevolencia divina, especialmente en momen­ = «ofrenda sagrada», con lo que se decía que
tos difíciles; hallárnoslo en uso entre los anti­ habían quedado destinados al Templo. Luego
guos semitas y antes de la ley mosaica (cf. Gén. se buscaba un pretexto o compromiso para
VÜLGATA 598

'librarse también de tal promesa (Mí. 15, 1-9; distinguirla de la primera, que estaba en uso
Me. 7, 11 ss.). (S. C.-F. S.] en Roma (Salterio romano).
BIBL. — F. X. K o r t l e i t n e r , Archeologia bíblica, En la revisión del Nuevo Testamento S. Je­
Innsbruck 1917, pp. 382-92; P. H e i n i s c h , Teología rónimo se propuso únicamente corregir los erro­
del Vecchio Testamento (trad. it.), Torino 1950, pp. res más salientes, recurriendo al mismo tiempo
266-69; A. V a c c a r í , La S. Bibbia, VIII, Firenze
1950, p. 78. a cierta elegancia del lenguaje, abandonada casi
por completo en Jas versiones precedentes. De
VULGATA. — Es la versión latina de la Bi­ la traducción del Antiguo Testamento puede
blia, efectuada en gran parte por S. Jerónimo, decirse que es de las mejores entre todas las
y a la cual Erasmo de Rotterdam y G. Lefebvre antiguas versiones en su conjunto, por razón
d’Eiaples, a causa de lo mucho que se difun­ de la fidelidad al mejor original hebreo (muy
dió, llamaron «vulgata», «usual», «común», de­ afín al texto masorético) que tuvo a su dispo­
nominación que antes se había aplicado a la sición. A veces quiso poner más preceptibles
versión griega de los LXX. ciertos textos mesiánicos o tenidos por tales
En el s. ív (cf. S.. Agustín, De doctrina chris- (cf. Is. 11, 10; 12, 3; 16, 1; 51, 5), no apar­
tiana II, 11, 16; PL 34, 43; y las múltiples tarse mucho de la expresión de los Setenta y
referencias de S. Jerónimo) existía una gran dar un colorido más latino al frasco simple y
variedad de lecciones en manuscritos latinos, práctico de los semitas. No faltan casos en que
con notables diferencias respecto de los textos Jerónimo sobreentendió el texto (cf. Gén. 49,
originales, lo cual movió al papa Dámaso a 10; Jer. 31, 15.22, etc.); pero, en realidad,
invitar a S. Jerónimo a que hiciera una cuida­ son mucho menos de lo que se pudiera espe­
dosa revisión del texto bíblico. Esa labor, que rar. Esas diferentes interpretaciones, muy exa­
fué comenzada en Roma en el 383-384, y luego geradas por algunos escritores acatólicos en el
ampliada y perfeccionada por propia iniciativa, pasado, no pueden disminuir la admiración a
se prolongó hasta el 405-406, que fué cuando que es acreedora la empresa, bastante más ar­
se acabó en Belén. dua entonces que ahora, después del gran pro­
El Nuevo Testamento no fué traducido por greso de la filología y de la crítica.
S. Jerónimo, quien no hizo más que revisarlo En varias epístolas (empezando ya en la 27
durante los años 383-85 en sus puntos princi­ a Marcela, escrita tal vez en el 384) y en casi
pales en un texto latino preexistente, con el in­ todos los prefacios que hizo preceder a los
tento de eliminar los defectos debidos a ama­ diferentes libros según iba publicándolos, se
nuenses distraídos o a arbitrarias correcciones defiende S. Jerónimo — y a menudo con la
de supuestos especialistas, utilizando para ello violencia que le era habitual — de mil criticas
de un modo especial el original griego; cf. la que se hacían contra su obra, dictadas por una
carta con que Jerónimo dedicaba al Papa la re­ mala intención, o bien por una natural reac­
visión de los cuatro evangelios (PL 29, 557-62), ción de ciertos espíritus que veían alterada la
para los cuales debió de tener a la vista un antigua latina o disminuida la versión de los
manuscrito griego de la familia del códice B Setenta, considerada por algunos como inspi­
(Vaticano). rada. El mismo S. Agustín no se mostró más
El Antiguo Testamento fué traducido en su comprensivo, sino lentamente, pero alabó abier­
mayor parte directamente del hebreo entre los tamente la iniciativa (cf. De doctrina christiana
años 391-406. De los deuterocanónicos sólo IV, 15 ; PL 34, 96) aun cuando se mantuvo
tradujo Jdt. y T o b del arameo. Los otros siempre fiel a la versión antigua.
(Bar., Eclo., S a b Í-II Mac., parte de Est.) A consecuencia de tal oposición, la difusión
reproducen aún el texto de la antigua latina. de la obra fué lenta y contrastada. Su triunfo
Del Salterio hizo Jerónimo dos revisiones (una sobre las antiguas versiones se debió sobre todo
en Roma, en 384, en la que siguió los mismos a Gregorio Magno, a Casiodoro, a S. Isidoro
criterios adoptados para el Nuevo Testamento, y de Sevilla y a S. Beda el Venerable. Entre tan­
otra en Belén, hacia el 389, sobre el texto hexa- to la transmisión de las diferentes versiones
plar) y una traducción directa del hebreo. Dada ocasionó recíprocos contagios, penetrando ex­
la gran difusión del libro y la repugnancia ge­ presiones de la jeronimiana en la antigua la­
neral que se siente respecto de cualquier nove­ tina y viceversa.
dad absoluta, no se incorporó a la Vulgata el Ese hecho, unido a la natural alteración de
texto traducido del original, sino la segunda re­ un libro copiado una infinidad de veces, deter­
visión, llamada Salterio galicano, ya fuera por minó la formación de particulares «tipos» del
haberse difundido primeramente en Galia, o por texto, que suele llamarse «italiano», «español»,
599 VULGATA

«insular» o «irlandés», por razón de los dife­ Padres conciliares eran tan conscientes de cier­
rentes grupos que lo representan. tas imperfecciones de la Vulgata, que recomen­
El mejor, por razón del limitadísimo número daron fervientemente una edición correcta de
de interpolaciones que hay en él, es el grupo la misma. Las recientes Encíclicas (cf. Divino
italiano, que proviene de la revisión de Casio- Afflante Spiritu) inculcan más y más el recurso
doro (s. vi) y de la recensión que llevó a efecto al texto original para las demostraciones teo­
Alcuino por iniciativa de Carlomagno. Los có­ lógicas.
dices españoles se distinguen por el orden par­ Códices. Como la Vulgata es el libro del que
ticular (= canon hebreo) que siguen en la dis­ más copias se han hecho, es extraordinario el
posición de los libros, en tanto que su texto número de manuscritos que hay de ella. Te­
acusa la influencia de la revisión de Teodulfo, niendo en cuenta los leccionarios litúrgicos y
obispo de Orleans (821). Son menos ingeniosas los fragmentos, i ascienden a 30.000! Pero mu­
las particularidades de los manuscritos insulares chos de ellos son de fechas recientes y repro­
o irlandeses, que representan un texto muy es­ ducen el tan divulgado texto parisino, que ca­
parcido incluso por Francia y en el que se rece de todo valor crítico. Aquí basta señalar
nota a las claras el influjo de la recensión de las principales representantes.
Alcuino. Entre los manuscritos «italianos» sobresale
Dada la grandísima importancia de la Univer­ por la bondad del texto y por su veneranda
sidad de París en el s. xm, allí se formó en­ antigüedad el Amiatino (A), así llamado por
tonces un tipo de texto sumamente difundido el monte Amiata, donde se conservó durante
que suele llamarse Biblia parisiensis, fundado largo tiempo, en la biblioteca de los Cistercien-
en la recensión de Alcuino, pero que práctica­ ses. Hállase ahora en la taurenziana de Flo­
mente resultó una mescolanza de expresiones rencia. El texto procede del que se hizo bajo
provenientes de diferentes corrientes, hasta tal la dirección de Casiodoro en el monasterio de
punto, que hubo de recurrirse a los famosos Vivario, pero fué copiado en Inglaterra en un
correctores bíblicos (v.). monasterio próximo a Yarnow, el año 700, de
Autenticidad de la Vulgata. El Concilio de un manuscrito que llevó a Roma el abad Ceol-
Trento (IV ses., 8 de abr. de 1546), «conside­ frido o su predecesor. El códice fué enviado
rando que sería una fuente de grande utilidad como regalo a S. Pedro por Ceolfrido, pero
para la Iglesia de Dios el que constase cuál habiendo fallecido el portador durante el viaje,
de las diferentes versiones latinas que circulan fué a parar al monte Amiata. La Comisión
ha de considerarse como «auténtica», establece constituida por Pío IV se ocupó de su colec­
y declara que en las lecturas públicas, en las ción y ha sido frecuentemente objeto de estu­
disputas, en las predicaciones, se tenga por dio, especialmente por parte de Tischendorf.
auténtica, sin que nadie bajo ningún pretexto Y es precisamente uno de los códices más coti­
se atreva o presuma rechazarla, esta misma zados por los monjes benedictinos, quienes en
versión antigua y divulgada (= vulgata), que ha su edición sólo en casos excepcionales le atri­
sido aprobada en la Iglesia con su uso multi- buyen valor secundario.
secular» (EB, 46). El códice Fuldensis (F) se debe a la iniciativa
El decreto sólo tiene valor «disciplinar», no de Víctor, obispo de Capua (541). Llevólo S. Bo­
«dogmático». Prescinde de los textos originales nifacio a Fulda, donde se conserva actualmente.
y de las otras versiones antiguas, para precisar Contiene el Nuevo Testamento con los Evan­
que la Vulgata era la única versión auténtica gelios unificados a modo de Diatessaron.
respecto de las múltiples versiones latinas nue­ El Paulinas (P) se remonta al s. ix y es uno
vas (entre Jas cuales se han contado no menos de los manuscritos más elegantes de la biblio­
de 160 sólo por los años de 1450 a 1522) y teca de S. Pablo en Roma. Se Je considera
para el uso «público» en la Iglesia. EL término como excelente representante de la recensión
auténtica está tomado en sentido jurídico e in­ de Alcuino. Del mismo tipo es el códice Valli-
dica un documento digno de fe, que constituye cellianus (V) del s. ix, conservado en la biblio-
texto. La Vulgata podía ser empleada con ple­ teca Vallicelliana de Roma.
na seguridad para la demostración de las ver­ Constituyen una familia especial los manus­
dades dogmáticas y morales. El Concilio indica critos Mediolanensis (M), el Foroiuliensis (I),
qué la prueba de esto se halla en el uso multi- en gran parte en Cividale del Friuli, y algunos
secular que de él ha hecho la Iglesia, que es de sus folios en Praga y en Veneciaí el Anconi-
indefectible en las cuestiones de fe y de moral. tanus y el Sangallensis, todos ellos escritos en
Tratándose de una versión, basta una «confor­ los ss. v i - v ii en la alta Italia.
midad» sustancial con el texto original. Los Entre los códices «españoles» ocupa el primer
VULGATA 600

puesto el Cavensis (C) del s. vm-ix, que se dosamente los textos originales; la tercera, obra
conserva en la Abadía de Cava dei Tirreni. En de Sixto V (1586), sirviéndose de los trabajos
él se comprueban no pocas expresiones deri­ de las precedentes y basándose en el texto pu­
vadas de versiones prejeronimianas. blicado en Lo vaina en 1583, preparó en breve
El Turonensis (G), del s. vi-vn, ahora en la un texto que dejaba muy poco que desear:
Biblioteca Nacional de París, contiene casi todo tal es el famoso Codex Carafianus (del carde­
el Pentateuco (Gén.-Num). Los editores bene­ nal Carafa, presidente). Pero el Papa no lo
dictinos le han atribuido un gran valor, consi­ aprobó, y con Ja ayuda de Francisco de To­
derándolo como arquetipo de los códices espa­ ledo y de Ángel Rocca rechazó muchas correc­
ñoles. ciones propuestas y, volviendo frecuentemente
Entre los códices «insulares» o «irlandeses» al texto de Lovaina, lleno de evidentes inter­
figuran: el Dublinensis (D), llamado también polaciones, publicó la famosa edición del 1590,
Armachanus o Book of Armagh, del 812, que que hizo preceder de la Bula Aeternus Ille
contiene el Nuevo Testamento, y el Kenanensis (1 de marzo de 1590: la conocida con el títu­
(Q) o Book of Kells, del s. vii-vm, que con­ lo de edición Sixtina).
tiene los cuatro Evangelios lo mismo que el Resentidos por semejante modo de proceder,
Egertonensis (E), del s. ix. Los benedictinos apresurado y muy poco científico, los expertos
consideran como representante típico de la fa­ componentes de la Comisión y otros doctos
milia para el Heptateuco (porque contienen so­ reclamaron la prohibición de la edición después
lamente esos libros) al Ottobonianus (O) del de la muerte del Papa (27 de agosto de 1590),
s. vh - viii, que procede probablemente de Bob- mas por consejo de Belarmino se evitó que se
bio. Trae no pocas expresiones peculiares o diera abiertamente tal condenación. De ahí que
también de )a vetus ¡atina. en 1591 instituyera Gregorio XIV una cuarta
Ediciones. La Vulgata fué el primer libro Comisión (7 cardenales y 11 consultores) y es­
que imprimió en Maguncia el mismo Gutem- tableciera las normas prácticas encaminadas a
berg, tal vez en J452, tomando como base el un retorno al Codex Carafianus. La Comisión
texto parisino, y las ediciones fueron multipli­ entregó al poco tiempo el texto al Papa, cuya
cándose rápidamente, al principio sin ninguna muerte repentina (15 de octubre) ocasionó una
pretensión crítica. Se cuenta un centenar de nueva interrupción de los trabajos, que se pro­
ellas entre el 1452 y el 1500. longó a causa del brevísimo pontificado de
Posteriormente, comenzaron a anotarse en el Inocencio IX. En 1592 Clemente VIII encar­
margen, principalmente por obra de Alberto gaba de la obra a Francisco Toledo, quien con
Castellano (Venecia 1911), las variantes que se la ayuda de Ángel Rocca y de otros preparó
hallaban en los comentarios patrísticos, en otros una nueva edición exteriormente idéntica a la
manuscritos, en la vetus latina, etc. En la Polí­ de Sixto V. Se la expurgó de no pocas inter­
glota Complutense (o de Alcalá) se utilizan ma­ polaciones, si bien quedaron aún en número
nuscritos mucho más antiguos y también en la considerable, y se procedió a cambios secun­
Biblia llamada Hittorpiana por el nombre del darios en el menor número posible. Salió la
librero que fué su promotor (Colonia 1530) y edición el 9 de noviembre de 1592 con el solo
en las tres ediciones de Roberto Etienne (París nombre de Sixto V (Sixti quinti Pont. Max.
1528; 1532; 1540). Más adelante se procedió iussu recognita atque edita) e inmediatamente
a verdaderas correcciones y a cambios que se se procedió a retirar las copias de 1590, que
distinguían mediante caracteres diferentes fueron destruidas. En 1604 se añadió en Lyon
(Osiander; Nuremberg 1522) consistentes en la el nombre de Clemente VIII, de donde procede
sustitución del texto de la Vulgata por uno la denominación oficial de sixtoclementina.
nuevo (Isidoro Clario, Venecia 1542). No obstante los innegables méritos dé un
Los Padres del Concilio de Trento, conscien­ trabajo tan compulsado, que no pretendía ser
tes de tal incertidumbre y confusión, expresa­ perfecto, no dejaron de sugerir posteriormente
ron el voto de que se preparase una edición los doctos enmiendas sustanciales en virtud de
que fuera lo más correcta posible (quam emen­ una crítica textual más desarrollada.
datissime) de Ia Vulgata y dejaron el come­ T. Heyse y C. Tischendorf pusieron al lado
tido de la iniciativa al romano Pontífice. Con del texto sixtoclementino las variantes del có­
tal fin trabajaron tres comisiones de cardenales: dice Amiatino (Leipzig 1873), y G. Wordsworth
la primera, constituida por Pío IV (1561), inició con E. White prepararon una edición crítica
la confrontación de importantes manuscritos; mucho más importante del Nuevo Testamento,
la segunda, creada por Pío V (1569), amplió la cuyo primer fascículo salió en 1889, y el último
consulta de Jos manuscritos y examinó cuida­ en .1949, que contiene las epístolas católicas.
601 YAVÉ

Todavía falta (1952) el Apocalipsis, pero en blicó el undécimo fascículo, que llega hasta el
1911 preparó White una edición manual com­ Cantar de Jos Cantares. [A. P.]
pleta. BIBL. — J. M. V o s t é , De latina versione quae di­
En 1907 pío X encomendó a la Orden Be­ citur «Vulgata», Roma 1928; J. O . S m i t , De Vulgat,
nedictina la tarea de preparar una edición crí­ Boermond en Maascik 1948. * J. M a r í a B o v e r , La
Vulgata en España, EstB (1941). nn. 1, 2; Avuso
tica de toda la Vulgata con el intento de pre­ M ara zu ela , El texto de la Vulgata y Los elementos
sentar el texto semejante, en cuanto sea posi­ extrabíblicos de la Vulgata, EstB (1943), nn. 1, 2;
M u ñ o z I g l e s i a s , El decreto tridentlno sobre la Vul­
ble, al autógrafo de S. Jerónimo y al texto más gata e interpretación por los teólogos del s. XVI,
antiguo que circuló de los libros que no tradujo EstB (1946).
el gran biblista. Aun cuando no todos los prin­
cipios establecidos por los ilustres editores han
alcanzado una aprobación incondicionada, la Y
obra ha sido acogida con grande estima, in­
cluso en el campo acatólico. En 1957 se pu­ YAVÉ. — v. Dios.
z
ZABULÓN. — Hebr. zebülün, décimo hijo de Zabulón no tuvo en la historia cometidos
Jacob (tenido de Lidia) y primer tronco de la importantes. Sus guerreros, juntamente con los
tribu del mismo nombre (Gén. 30, 20; 35, 23 de la tribu de Neftalí, se distinguieron en la
[24]). El significado etimológico nos es comple­ guerra de Débora-Barac contra Sisara (Jue. 4,
tamente desconocido, y han resultado estériles 6-10; 5, 14-18), y de Gedeón contra los ma-
las tentativas de los doctos por deducir alguna dianitas (Jue. 6, 35). La tribu de Zabulón dió
conclusión de Gén. 30, 20, que pone el nombre uno de los doce jueces (v.), Elón (Vulgata Ahia-
en relación con los verbos zábad (— dar) y Ion), que estuvo en ¿I cargo durante diez años
zabal (= habitar ?). Tuvo tres hijos (Sared, (Jue. 12, 11 s.).
Elon, Jajleel), cabezas de otros tantos grupos Por su infidelidad al Señor, vióse esta tribu
ancestrales (Gén. 46, 14; Ex. 26, 26 s.). muy humillada, pero Dios, en su misericordia,
En la división de Palestina, la tribu de Za­ la hizo gloriosa, por haber sido teatro de la
bulón (Jos. 19, 10-16), al norte de la Palestina actividad del Hombre-Dios en la restauración
cisjordánica, limitaba: por el oeste con la tribu mesiánica: cf. Is. 8, 23-9, 1; Mí. 4, 13 ss.
de Aser, que tocaba el Mediterráneo; por el IB. P.]
este con la de Neftalí, que se extendía hasta BIBL. — F. M. A , Geogr. de la Patestine, II,
b e l

el lago de Genesaret; por el norte con las tri­ París1952.


1938, passim; D. Baldi, Gfosué, Torino-Roma
bus de Aser y Neftalí, y por el sur con la tribu
de Isacar. FI. Josefo (Ant. V, 1, 22), Eusebio, ZACARÍAS. — (Zekarjáh = Yavé recuerda).
S. Jerónimo, a quienes siguen F. de Humme- Profeta, penúltimo del canon del Antiguo Tes­
lauer y M. Hagen, piensan que Zabulón llegaba tamento. Hijo de Baraquías, hijo de Ido (1, 1);
por el este al lago de Genesaret. Entre las ciu­ distinto del Zacarías nombrado por Is. 8, 2,
dades que se citan, hoy sólo es identificable que no es profeta ni hijo de Ido, y también
con certeza Bethlehem (diferente de la en que distinto del Zacarías (y.) de quien se trata en
nació Jesús, en la tribu de Judá), a unos 10 km. II Par. 24, 20 ss. Según Neh. 12, 1.4.12, Ido
al noroeste de Nazaret. También pertenece a era una familia sacerdotal con un Zacarías por
Zabulón Nazaret, que tuvo el ansiado privilegio cabeza, pero no es presentado como profeta,
de hospedar a Jesús durante 30 años (Le. 2, como tampoco Zacarías se llama sacerdote,.
51-52), pero es ya sabido que nunca se la nom­ como, por ej., Jer. 1, 1, y Ez. 1, 3. Fué lla­
bra en el Antiguo Testamento, ni en Fl. Josefo mado al ministerio profético en el mismo año
ni en el Talmud. Algunos, como Fernández, en que lo fué Ageo, en el 520, 2.# de Darío,
Gelin, Baldi, identifican también a Sirid (Jos. pero dos meses después (mes 8.°), según algu­
19, 1Ó) con la actual Tell-Sadüd, a 10 km. al nos (cf. Zac. 2, 4, y el estilo literario), en edad
suroeste de Nazaret. juvenil. Profetizaba aún en el año 4.° después
Aun cuando la tribu de Zabulón no se ex­ de Darío, y tal vez vivió hasta que se ultimó
tendiese hasta el Mediterráneo, sus miembros, la construcción del Templo (Zac. 7, 1; Esd.
no obstante, según había predicho Jacob en el 6, 14 s.).
lecho de muerte (Gén. 49, 13) y luego Moisés Los críticos admiten comúnmente la auten­
(Dt. 33, 18-19), exportaban los productos hacia ticidad de Zac. 1-8, en tanto que niegan 9-14.
las ciudades marítimas, llegando así práctica­ Aun cuando están de acuerdo en cuanto a esta
mente a tomar asiento en algún puerto del negación, difieren en cuanto a lo demás y se
litoral. Por lo demás, los límites entre las doce dividen en múltiples hipótesis, pero más opues­
tribus, lo mismo que hoy entre las naciones, tas entre sí, lo que es señal palpable de lo
presentaron siempre caracteres de inestabilidad. infundado de sus argumentos, e indicio no me­
ZACARÍAS 604

nospreciable del poco valor de su postura ne­ o bien de Grecia, pero refiriéndose al futuro.
gativa respecto a los cc. 9-14. Bastará apuntar No es justo exagerar la diferencia de estilo.
que son muchos los que lo remiten a antes de Divídese, pues, el libro en tres partes:
la cautividad. Muchos lo atribuyen a un solo I) 1-6; II) 7-8; III) 9-14.
autor, algunos a varios, a dos e incluso a cua­ 1-6: Título: invitación a la penitencia; no
tro. No están tampoco de acuerdo en la clasi­ imitar la obstinación de los padres.
ficación del género literario: hay quien habla Los repatriados son objeto de la «celotipia
de apocalíptica reciente (llevado de una manía de Yavé»; llámaseles «la hija de Sión» (1, 14);
en boga). «el pueblo de Yavé» (8, 8.12); son el «residuo»
La negación de la autenticidad de los cc. 9-14 de Israel (8, 6.11), objeto de las bendiciones
supone como demostrado que esta parte del divinas. Yavé se asienta en medio de ellos,
libro es anónima y que por una casualidad ha pone su morada una vez más en Jerusalén
sido unida y atribuida a Zacarías. Pero esto es (2, 9.14; Vulg. 2, 5.10).
una mera hipótesis que choca contra la prác­ En la primera visión (1, 7-17) se afirma for­
tica de los profetas y no explica cómo ha sido malmente el rencor de Ja nación y el castigo
recibida en el canon, no obstante las graves de los pueblos paganos. «Mientras los vecinos
dificultades de orden exegético que contiene y están tranquilos y prosperan, Israel se encuen­
la fecha reciente que se le atribuye. Las obje­ tra en medio de privaciones y de graves difi­
ciones son todas de crítica interna y, como cultades.» ¿Dónde estaba el cumplimiento de
puede echarse de ver con una simple mirada las profecías sobre el próspero renacimiento
superficial, opuestas entre sí y, por lo mismo, de! nuevo Israel en las colinas de Palestina,
de escaso valor. Por el contrario, la caracterís­ y sobre el castigo de Edom y de los otros
tica de las visiones que predomina en la I Par­ pueblos que se alegran por la ruina de Judá
te no se desmiente, antes bien se desarrolla en despreciando así al Señor? (cf. Ez. 35 ; 36, 1-5 ;
la III Parte, dando prueba de que se trata de 33-36, etc.).
una misma personalidad. En el c. 14, que es el A eso responde Yavé: «Siento grande amor
que peor trato ha recibido, se completa la hacia Jerusalén y hacia Sión, y estoy muy aira­
obra. do contra las naciones que ahora están tran­
La misma disposición de los vaticinios 1-6, quilas, porque yo estaba un poco airado, pero
7-8, 9-14, supone un plan perfectamente de­ ellas agravaron su desgracia».
terminado y no casual, y, por tanto, unidad de Y en llegando la hora de la benevolencia en
autor. favor de Judá, he aquí que se levantará el nue­
Las dificultades se resuelven satisfactoriamen­ vo Israel, asegura el Señor; el Templo corre
te entre los autores católicos (cf. Knabenbauer). hacia la reconstrucción y van a ser reconstrui­
Nos hallamos en el género profético: todo el das Jerusalén y las demás ciudades de Judá.
libro ilustra el futuro del Israel renacido: fu­ «Yavé consolará de nuevo a Sión, y volverá
turo próximo y futuro mesiánico, ya que el a hacer de Jerusalén su ciudad predilecta.» En
renacido Israel, heredero de las promesas divi­ cambio, el castigo de los otros pueblos será un
nas hechas a Abraham, heredero del pacto si- hecho (2, 1-4: Vulg. 1, 18-21).
naítico (v. Alianza), es la preparación inme­ Israel tendrá en Yavé su defensor y conten­
diata del reino del Mesías, por el que será drá una multitud sin medida (cf. £z. 36, 10 s. :
absorbido y elevado. Egipto-Asiria, Damasco- 37). Por eso Zacarías invita a los cautivos, que
filisteos son los clásicos tipos de los imperios todavía están en Babilonia, a que vuelvan a su
hostiles a Yavé (por lo demás, Zac. 14, 21, patria para participar de la gloria extraordi­
habla también de los cananeos, y en 5, 5-18; naria de la nueva comunidad, que «compren­
2, 7, de Babilonia). Por eso se señalan sus re­ derá muchas naciones» y tendrá al Señor en
giones (cf. Esd. 6, 22; Jer. 49, 23). Idolatría, su centro (2, 5-17; Vulg. 2, 1-13).
adivinos, seudoprofetismo (sin excluir el pe­ La alusión a la multitud sin medida, a la
ríodo de después de la cautividad: Neh. 6, 14) conversión de las gentes (cf. Is. 2, 3 s .; Mi-
desaparecerán con el triunfo de Yavé; 13-14 4, 2), evoca el reino del Mesías, término último
indican dos aspectos diversos del mismo apego y definitivo del Israel resucitado. El sacer­
a Jerusalén; Zorobabel y Josué son figuras docio y el príncipe de la casa de Israel son los
imperfectas del Mesías. instrumentos de Yavé y los elementos de la
El horizonte de la III Parte sólo es local nación que resurge.
parcialmente; es sobre todo universal. El re­ El sacerdocio judaico (c. 3), que en adelante
torno de los desterrados se entiende en sentido estará purificado, mirará por todo lo que se
mesiánico. Javán puede entenderse de los jonios refiere al culto (v. 7): Josué y sus sacerdotes
605 ZACARÍAS

son señal y prenda de la reconstrucción del viéndome, he pensado hacer bien a Jerusalén
Templo y de la restauración del culto (v. 8), y a la casa de Judá en estos días; no temáis».
parte esencial del Israel resucitado. Con Josué En retorno Yavé exige el culto (3, 1-8) y ade­
viene unido Zorobabel (v. 8 b); los dos juntos más la práctica de la justicia (8, 16 s.).
completarán la obra comenzada, cuya última Los mismos temas vuelven en la tercera par­
mano se reserva el Señor el darla (v. 9). te, con desarrollo preponderante de las profe­
Zorobabel (c. 4) puesto al frente de la edi­ cías mesiánicas.
ficación material del Templo, Josué al frente 9, 1-7: Oráculo contra Jadrac, Jamat, Tiro,
del culto; principalmente el primero debe es­ Sidón y Fifistea, que se convertirá.
tribar únicamente en la acción de Dios y no 9, 8-12: Entrada del rey en Jerusalén mon­
en medios humanos. Yavé vencerá todas las tado en un asno y con el dominio universal y
dificultades que humanamente parecen insupe­ pacífico; liberación de Israel, que saldrá de
rables. la fosa.
En el c. 5 se pone en evidencia la índole 9, 13-17: Judá-Efraím, arma de Dios contra
espiritual del Israel renacido, que es purificado, Javán; prosperidad.
pues su elemento esencial es la santidad. Así 10, 1-12: Yavé castiga a los malos pastores
como el efa es trasladado a Babilonia, así y visita a su rebaño (Judá-Efraím), al que for­
también la iniquidad está a punto, de ser arro­ talece y reconduce a la patria; castigo de Asiria
jada para siempre de la joven comunidad de y Egipto.
los repatriados. Así como para la reconstruc­ 11, 1-3: Gran calamidad.
ción material se van venciendo con paciencia 11, 4-17: Acción simbólica: Zacarías debe
las dificultades, y seguirán venciéndose median­ apacentar el rebaño (de Dios) destinado al ma­
te la acción del Señor, así también para la tadero. Toma los cayados con nombres sim­
perfección espiritual procede Yavé gradualmen­ bólicos: «Favor», «Vínculos». Extermina a tres
te, obrando mediante los profetas y sus otros pastores en un mes. Rompe el cayado «Favor»,
representantes la progresiva santidad de Israel. pero desligándose del contrario le pesan el sa­
La acción divina alcanzará su intento: la ple­ lario, que es de 30 monedas de plata (precio
nitud no se alcanzará sino en el reino del de un esclavo, Éx. 2.1, 32), que él desprecia
Mesías. y tira en el templo. Luego rompe el otro
Prosigue en el c. 6 la exaltación de Josué báculo, «Vínculos» (división entre Judá e Is­
(v. 9 ss.) y la de Zorobabel (vv. 12-15). Éste rael). Finalmente simboliza al pastor insensato,
realiza la esperanza mesiánica en cuanto que que a su vez es castigado.
él es la raíz de la que nacerá el Mesías (Buzy, 12: Vaticinios escatológicos. Jerusalén-Judá
pp. 392-405 ; Ceuppens, pp. 456-465). Sale tam­ se convierten en «copa de vértigo», «piedra de
bién a relucir el lazo que existe entre el nuevo escándalo» para las naciones que la rodean:
Israel que se eleva y el reino del Mesías que protección de Judá-Jerusalén. Exaltación de la
le sucederá; el primero es transitorio y pre­ casa de David. Efusión de espíritu de gracia
paratorio. Pónese asimismo en evidencia la fina­ y de oración, retorno a Yavé, grandísimo llan­
lidad de la alianza del Sinaí, ahora limitada to y congoja (casa de David, Natán, Leví,
ya a la sola tribu de Judá: alianza que se con­ Semei).
creta en la promesa hecha a David (o alianza 13, 1-6: Fuente purificadora para Jerusalén
de Yavé con David) y que reanuda su curso y para la casa de David. Exterminio de los
en Jerusalén y allí precisamente con los re­ ídolos y del oficio del profeta.
patriados. 13, 7-9: Percusión del pastor, dispersión del
Este renacimiento de la alianza, esta obra pueblo; purificación del «Residuo».
admirable (la nueva teocracia), es fruto exclu­ 14: Ataque de las naciones contra Jerusalén.
sivo del amor de Dios (8, 6 ss.). Con él se Saqueo, cautividad de la mitad de los habi­
realiza Ja esencia del pacto: «Yo salvaré a mi tantes. Intervención de Dios, que era el camino
pueblo de la tierra de levante y de la tierra del para el refugio; el día del Señor; fuente que
poniente, y los traeré y habitarán en Jerusalén, mana de Jerusalén, que será elevada, poblada
y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en y segura: Dios rey de toda la tierra; castigo
verdad y en justicia» (8, 7 s.). de las gentes y de sus ganados (consunción,
Por tanto, que se animen los repatriados, guerras intestinas); sus sobrevivientes celebra­
pues son objeto de especialísimas bendiciones rán la fiesta de los Tabernáculos en Jerusalén.
por parte de Yavé (8, 14 s.): «Como pensé en No caerá la lluvia sobre los recalcitrantes (Gen-
haceros mal cuando vuestros padres me pro­ tes-Egipto); todo será santo (cascabeles de los
vocaron a ira... y no me arrepentí, así, vol­ caballos, ollas) en Jerusalén.
ZOROBABEL 606

El libro de Zacarías está citado en Mt. 21, los dos nombres más famosos, el profeta a
4 s .; Jn. 12, 15 = Zac. 9, 9 (entrada de Jesús quien se dió muerte y su antepasado Yoyada,
en Jerusalén montado en un borrico el día de protector y apreciable consejero del rey Joás
las Palmas); Mt. 26, 31 = Zac. 13, 7 (muerte (II Par. 23, 1 ss.). [A. P.]
del Pastor, dispersión de los Apóstoles); Jn.
19, 37 (cf. Ap. 1, 7) = Zac. 12, 10 («mirarán ZACARIAS, padre del Bautista. — v. Infancia
al que traspasaron*); Mt. 27, 9 (Zac. 11, 12; (Evangelio de la).
Jesús vendido por 30 sidos de plata) nombra
a Jeremías porque recuerda también la compra ZAMRI. — v. Israel (Reino de).
del campo del alfarero, que es de Jeremías.
Zacarías alude a las profecías anteriores, por ZAMZUMMIN. — v. Gigantes.
ejemplo; Zac. 9, 2 s. = Ez. 28, 4 s .; Zac. 9,
5 = Sof. 2, 4; Zac. 9, 10 = Mi. 5, 9; Zac. ZELOTES. — (Gr. yjAwrjjs celante o ce­
9, 12 = Is. 40, 2; Zac. 10, 3 = Ez. 34, 17; loso). Este término comenzó a aplicarse a los
Zac. 11. 4 = Ez. 34, 4; Zac. 13, 8 s. = Ez. 5, fervientes observantes de la Ley y enemigos de
12; Zac. 13, 9 = Os. 2, 25 ; Zac. 14, 8 = Ez. la dominación extranjera (I Mac. 2, 50), pero
47, 1-12; Zac. 14, 10 s. = Jer. 31, 38-40; posteriormente se significó con él únicamente
Zac. 14, 16-19 = Is. 60, 12 s., etc. a los enemigos de tal dominación. Como par­
Conocida es la oscuridad de Zacarías, mo­ tido político, los zelotes seguían a Judas Ga-
tivada por las visiones y símbolos: cf. S. Jeró­ Iileo, que acaudilló un revuelo antirromano en
nimo, PL 25, 1525. |B. M .-F . S.] el tiempo del procurador Quintilio Varrón
BIBL. — D. Bu/.y , Les symboles de VA. T.. París (cf. Act. 5, 37). También en el tiempo del pro­
1923. pp. 323-405; J. K nabenbaufr -M. A gen . Cornm. curador Tiberio Alejandro, que mandó matar
in prophetas minores. II, ibíd., 1923; F. C euppens , a Jacobo y a Simón, hijos de Judas, parece
De prophetiis messianicis in A. T„ Roma 1935. pp.
449-78: H. H opfl - A. M i l l e r . /ntr. specialis in que los zelotes desplegaron gran actividad. To­
V. T . . Roma 1946, pp. 258-62; cf. Bibl. pp. 497-502; maron parte importantísima en la revuelta del
M. D elcor. en RB. 58 (1951) 189-99; Id ., en RB,
59 (1952) 385-411. 66-70 bajo la dirección de Eleazar, quien des­
pués de la valerosa y cruel defensa del Tem­
ZACARÍAS (hijo de Baraquías). — En los plo (cf. Fl. Josefo, Bell. V, 5-7) dominó sobre
descargos que depuso Jesús contra los escribas la fortaleza de Masada hasta la primavera
y los fariseos (Mt. 23, 35) se echa en cara a del 73. Flavio Josefo llama frecuentemente a
los judíos el haber dado muerte a Zacarías, los zelotes sicarios, por razón de la pequeña
hijo de Baraquías, perpetrada entre el Templo sicca (= puñal) con que efectuaban sus ven­
y el altar, y desde la antigüedad ha sido objeto ganzas contra soldados romanos aislados y con­
de varias hipótesis la identificación del tal Za­ tra hebreos romanófilos.
carías (cf. S. Jerónimo, In Mt. 23, 35; PL 26, No pocos exegetas consideran al apóstol Si­
180). Algunos veían en él al profeta escritor món como exzelote; y efectivamente se le
Zacarías (v.), precisamente hijo de Baraquías. llama 6 £qAujnfc (Le. 6, 15; Act. 1, 13) y tam­
Está desprovista de todo fundamento y en con­ bién o Ktu'ovaíos (Mt. 10, 4; Me. 3, 18), con­
traste con la fecha de composición de Mt. la servando la transcripción del arameo qan’áná,
identificación de este Zacarías, propuesta por que significa precisamente «celante». Pero en
algún escritor moderno, con el hijo de Baris, tal caso el adjetivo sería tomado en su propio
a quien dieron muerte los zelotes en el Templo sentido de diligente observante de la Ley (cf.
durante el asedio romano (cf. FI. Josefo, Bell. Act. 21, 20; 22, 3; Gál. 1, 14). [A. P.J
IV, 335-344).
Trátase del profeta Zacarías, a quien dió BIBL. — G. R icciotti, Storia d’lsraelc, II. 3.* edi­
ción. Torino 1938. p. 437 ss.; A. Stum pff , £r?Aó(i>-
muerte el rey Joás (799-784) en el atrio del £>/Aiorr¡s en ThWNT, II, pp. 884-90. qi
Templo (II Par. 24, 20-22) por sus ásperas re­
prensiones contra la idolatría. En II Par. llá­ ZOROBABEL. — Descendiente de la estirpe
mase a Zacarías hijo de Yoyada, por lo que de David; hijo de Sealtiel, según Esd. 3, 2
las palabras hijo de Baraquías que se leen (cf. 5, 2; Ag, 1, 1.12.14) y de Pedaya según
en Mt. son consideradas como una glosa (que I Par. 3, 19. Si los textos alegados no están
falta en el lugar paralelo de Le. 11, 51) su­ alterados, como piensan algunos, tal vez fuera
gerida por el recuerdo del profeta escritor, a Zorobabel hijo legal del primero, en virtud de
no ser que el tal Baraquías fuese un personaje la ley del leviratp, e hijo natural del segundo.
de insignificante valor pasado por alto en la Él es quien al lado del sumo sacerdote Josué,
genealogía de Par., donde unirían directamente hijo de Jeosadac, dirige al pueblo elegido a su
607 ZUZIM

regreso de Ja cautividad y anima la restaura­ mismo que al de Zorobabel, el título de Pehah


ción civil y religiosa de Palestina. El hecho (Ag. 1, 1) y el de Tirsaiha (Esd. 2, 63; Ñeh.
más importante a que va unido el nombre de 7, 65-70), títulos que con toda probabilidad se
Zorobabel es la reconstrucción del Templo: refieren al mismo Zorobabel.
inmediatamente después de la llegada de los Esd. 4, 6 s., parece trasladar Ja acción de
repatriados, él es quien secunda los grandes Zorobabel a los tiempos de Artajerjes Longi­
fervores de reconstrucción poniendo los pri­ mano: en realidad el autor no se refiere a la
meros fundamentos. Habiéndose interrumpido reconstrucción del Templo sino a la de las mu­
los trabajos por dificultades internas y por la rallas en los tiempos de Nehemías. La alusión a
oposición de los pueblos cercanos, especial­ Artajerjes en Esd. 6, 14, es una interpolación
mente de los samaritanos, vuelve a ser Zoro­ posterior, o en todo caso una prolepsis que se
babel quien reanuda los trabajos en los tiem­ propone poner en evidencia los motivos que
pos de Darío I (521-486), tras apremiantes in­ acreditan en Artajerjes el título de benemérito
vitaciones de los profetas Ageo y Zacarías en orden al Templo, aj que el monarca otorgó
(Esd. 5, 11), y los lleva a término en el breve ricos dones (Esd. 7).
espacio de cuatro años (515 a. de C.). Una vez Zacarías (Zac. 3, 6-10-14) considera a Zoro­
efectuada la reconstrucción del Templo, se babel como figura y tipo del Mesías. [G. D.]
eclipsa la figura de Zorobabel. Hay una tra­ B IfiL . — G. R icciotti, Storia d’Israele, Torino 1947,
dición que supone que murió en Babilonia. II , pp. 99-120; A . M édedielle, Esdras-Neh (La Ste.
Bible, ed. Pirot, 4). París 1949, pp. 278, 285 s., 289,
En el libro de Esdras (1, 8-11; 5, .14-16) 294, 298, 307-
aparece con funciones análogas a Zorobabel
un tal Sesbasar, a cuyo nombre va unido, lo ZUZIM. — v. Gigantes.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL

Quien tenga interés en ello, puede penetrar en el acervo de materiales con que los católicos
han contribuido a los estudios bíblicos en el presente siglo, mediante la lectura de los volúmenes
de la colección Études Bibliques, editados desde 1903 en adelante por la École Biblique de los
PP. Dominicos de Jerusalén. La tal colección consta de grandes comentarios exegéticos a los libros
del Antiguo y del Nuevo Testamento, y todos ellos van precedidos de introducciones exhaustivas:
contiene tratados de introducción general (Canon, Texto, Crítica, etc.) y alusivos al ambiente
histórico y religioso de la Biblia.
Por lo que se refiere a los comentarios exegéticos, y especialmente a los que atañen al Antiguo
Testamento, no es completa.

Antiguo Testamento:
M. J. L agrange, Jue.
P. D horme, /-// Sam.
P. D horme, Job.
E. PODECHARD, Sal.
E. PODECHARD, Eci.
G. P ouget, Cant.
J. C haine, Introduetion ii la lecture des prophetes.
A. C O N D A M I N , Js.
A. C ondamin, Jer.
A. van H oonacker, Les douze petits prophétes.
F. M. A bel, /-// Mac.

Nuevo Testamento:
M. J. L agrange, Mt.; Me.; Le.; Jn.
E. J acquier, Act.
M. J. L agrange, Gál.; Rotn.
E. B. A llo, I-II Cor.
(Los cuatro últimos volúmenes ofrecen el mejor cuadro de la vida y del pensamiento de
S. Pablo. Asimismo El Evangelio de Jesucristo [vers. esp. por E. G. Fierro, Barcelona, 1933] de
J. M. Lagrange y la Sinopsis hecha por el mismo autor, ofrecen la mejor síntesis acerca de la
vida y enseñanzas de Jesús.)
C . S P IC Q , Les épitres pastorales (I-II Tim. Til.).
C. Spicq, Heb. (un vol. de introducción y otro de coment.),
J. C haine, Les épitres catholiques.
E. B. A llo, Ap. (que sigue siendo el mejor coment, al Ap.).

Entre los numerosos volúmenes auxiliares:


M. J. L agrange, Études sur les reiigions sémitiques (1905).
M. J. L a g r a n g e , Le Judaisme avant Jésus-Christ (1931).
M. J. L agrange, Vorphisme (1935).
30. — S pa dafoka. — D i c c i o n a r io b íb lic o
B IB L IO G R A F ÍA GENERAL 610

F. M. A bel, Géographie de 1a Palestine (2 vol., 1933-1938).


F. M. A bel, Histoire de la Palestine (desde Alejandro Magno hasta la invasión árabe; 2 vol., 1952),.
Las grandes obras de A.-J. F estugiére sobre el mundo helénico; los escritos de arqueología
palestinense de los PP. H. V incent - F . M. A bel, etc.
Son especialmente útiles, por la facilidad que ofrecen para la consulta, las colecciones me­
nores de comentarios en francés y en italiano.
Colección exclusivamente exegética, con introducciones particulares a cada uno de los libros,
es la Sainte Bible, bajo la dirección de L. P ir o t - A . C lamer, París, de .1935 en adelante, en
12 volúmenes. Sólo falta el comentario al libro de los Profetas menores.
La misma École Biblique ha preparado en pequeños volúmenes una traducción crítica de los
originales de toda Ja Biblia, con brevísimas notas e introducciones sintéticas: es La Sainte Bible
llamada «de Jerusalén», que hoy está completa, en edición manual y tamaño de bolsillo (1956).
Colección «La Sacra Bibbiar> (bajo la dirección de Mons. S. G arofalo), Turín, de 1947 en
adelante: en curso de publicación. A los grandes comentarios exegéticos (Antiguo y Nuevo Tes­
tamento), acompañados de excelentes introducciones particulares, forman cortejo algunos volú­
menes auxiliares:
G. P errella, Introd. Generale. (^Traducida al español por J. P rado, Madrid 1954).
P. H einisch , Teología del Vecchio Testamento.
J. Bonsirven , Teología del N. T.
U. H olzmeister , Storia dei tempi del N. T.
J. Bonsirven , II giudaismo palestinese al tempo di Gesú.
F. C arrozzini, Grammatica Ebraica.
G. R inaldi, Le Litigue semitiche.

Antiguo Testamento:
D. B aldi, J o s .
G. B ressan , 1-11 Sam.
S. G arofalo, l-II Re.
B. P elaia , Esd.-Neh.
G. P riero , Tob.
A. P enna, 1-11 Mac.
G. C astellino , Sal.
A. P enna, 3er.
A. P enna, Lam.
A. P enna, Bar.
F. Spadafora, Ez .
G. R inaldi, Dan.
G. R inaldi, Arnés, con introducción general al profetismo.

Nuevo Testamento:
V. I acono, Rom. - Gál. - I-Il Cor., con una introducción sobre la vida de S. Pablo, sus misiones,
su pensamiento.
P. T eodorico da C astel S. P ietro , Heb.
P. D e A mbroggi, Epistole cattolicke.
Esta colección ha sido acogida por todas partes con expresiones de estima y de aplauso,
y alguno de sus comentarios ha sido colocado entre los mejores de la literatura católica.
Colección La Sacra Bibbia (bajo la dirección del Pontificio Instituto Bíblico), Florencia,
desde 1943 .en adelante. Falta el t. IX y último (Act.-Ap.). Es comentario sucinto, con breves
pero jugosas introducciones; y más interesante aún es la versión, que ya es de suyo una exégesis.

Entre los Manuales:


Hopfl - M lller - M etzinger,I. Introd. Generalis; II. Introd. specialis in V. T.; III. Introd.
specialis in N. T Roma 1946-1949.
A. W ikenhauser, Einleitung in das Neue Testament, Freiburg, en B., 1953.
611 B IB L IO G R A F IA G ENERAL

Además de la introducción presentan la exégesis de fragmentos escogidos:


H. S imón - J. P rado, en latín, 4 volúmenes, entre los cuales merece especial mención el destinado
a los evangelios en su última edición H. S imón - G. D orado (1950).
* Este Manual (Praelectiones biblicae), y lo mismo su Compendium, del que se han hecho
numerosas ediciones en Turín y en Madrid, e igualmente en latín, también en 4 volúmenes,
ofrece una bibliografía exhaustiva, en la que figura cuanto se ha escrito en lengua española en
todos los tiempos en materia de estudios bíblicos.
* Y no puede omitirse en este lugar Ja mención de la obra de Introducción y Comentarios,
Verbum Dei, escrita en inglés con la colaboración de varios doctores y recientemente publicada
en español por la Editorial Herder de Barcelona (1956-1959), que constituye la más valiosa apor­
tación a los estudios bíblicos en nuestra lengua en su género. Consta de 4 vols.
J. Renié (en francés), 6 volúmenes, 2 / ed., Lyon 1935.
H. L usseau -C ollomb (en francés), 5 volúmenes, 7.a ed., París 1945-1948.

Para la Historia de Israel: ....


G. R icciotti, 2 vol., vers. esp. por X. Zubiri, Barcelona 1945-1947 (desde Abraham hasta el s. n
después de J. C.).
L. D esnoyers, 3 vol., París 1922-1930: período de los Jueces (I), Saúl-Salomón (II-III).
E. Schürer, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi, 3 vol., 4.a ed., Leipzig
1909-1911. Estudio completo desde el s. n a. de J. C. hasta el i i desp. de J. C.
* J. S chuster - I . B. H olzammer, Historia Bíblica, trad. al esp. por J. de Riezu; I : Ant. Test.,
2.“ ed., Barcelona 1944; II: Nuevo Test., 1934.

Para la doctrina del Judaismo:


J. B onsirven, Le Judáisme pálestinien au temps de Jésus-Christ, 2 vol., París 1935.
H. L. Strack - P . B illerbeck , Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch,
4 vol., Mónaco 1922-1928.
J. Bonsirven, Textes rabbiniques des deux premiers siécles chrétiens pour servir á Vintelligence
du N. T., Roma 1955.

Arqueología, el Antiguo Oriente y la Biblia:


A. P arrot, Découverte des mondes ensevelis, Neuchátel 1952; historia y síntesis de la arqueología
del antiguo Oriente.
G. Barrois, Manuel d’archéologie biblique, 2 vol., París 1939-1953.
* R. F ernandez V albuena, Egipto y Asiria resucitados, 4 vol., Toledo 1895-1901.
* I d., La arqueología grecólatina ilustrando el Evangelio, Ibid. 1909.
* L. A rnaldich , El origen del mundo y del hombre según la Biblia, Madrid 1957.
* P. Bosch G impera, Historia de Oriente, Barcelona 1927.
* J. P rado, La prehistoria bíblica (Biblia y Predicación, 5), Madrid 1952.
* M. P érez y R odríguez , Cuádruple versión del Génesis. Obra inédita del Maestro Pedro Ciruelo,
Madrid 1914.
* L. M urillo , El Génesis, Roma 1914.
* B. Ü bach, El Genesi, Montserrat 1926.
* J. E nciso , Problemas del Génesis, Vitoria 1936.
* J. M ir, La creación, Madrid 1890..
* J ohn M arco A llegro , L os manuscritos del Mar Muerto. Traduc, del inglés por Manuel Fuentes
Beno.t, Madrid 1957.
* F. J avier C aubet I turre , Los maravillosos manuscritos de Qumran junto al Mar Muerto, julio-
octubre 1958 (número extraordinario de CB).

Para los textos:


J. B. P ritchard , Ancient Near Eastern Texts relating to the Oíd Testament, princeton 1950;
2.“ ed., 1955.
A. D eissmann , Licht von Osten, Tübingen 1923 ; sólo para el Nuevo Testamento.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL 612

Estudios comparadvos:
A. P arro t , Cahiers d’archéologie biblique, Neuchatel. Hasta ahora han salido 1-8, 1952-1957:
Déluge et Arche de Noé; La Tour de Babel; Ninive e( VA. T.; Les *ñutes de Paul
(H. M et zg er ) ; Le temple de Jéntsalem; Sumarie et VA. T.; Le Golgota; Babylone et VA. T.
G. B u y s s c h a e r t , Israel et le Juda'isme dans VAnden Orient. Bruges 1953.
S . M o s c a t i , Storia e Civiltd dei Semiti, B ari 1949.
S. M o s c a t i , VOriente Antico, Milano 1952.
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Madrid 1884.
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* L. V il l u e n d a s , Por tierras bíblicas, Madrid 1933.
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* R. C r ia d o , La Sagrada Pasión en los Profetas, Madrid - Buenos Aires-Cádiz 1935.

Teología Bíblica y Filosofía:


Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testament, Stuttgart, desde 1935 en adelante, bajo la
dirección de G. K it t e l - G. F r ie d r ic h . Se h an publicado 5 volúmenes.
* F. P rat, La teología de San Pablo, vers. esp. por S. Abascal, 2 vol., México 1947.
* J. M. Bover, San Pablo, Maestro de la vida espiritual, o La Ascética de San Pablo, Barce­
lona 1940.
* I d., Teología de San Pablo. Madrid 1946.
* J. B u ja d a , El origen del hombre y la teología católica, Madrid 1956.

Introducción a la lectura de la Biblia:


N. P e t e r s - J . D ec a r r ea u x , Notre Bible, source de vie, Bruges 1950.
J. S c h il d e n b e r g e r , Vom Geheimnis des Gotteswortes, Heidelberg 1950.
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G. E. C l o s e n , Inconiro con il libro sacro, Brescia 1943.
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drid 1913.
* I d ., El estudio de la Sagrada Escritura según los Santos Padres, Madrid 1921.
* I. G omA, La Biblia y la Predicación, Barcelona 1927.
* C. d e V il l a p a d ie r n a , El Mensaje de la Biblia, Madrid 1957.

Alguna otra obra sobre diferentes temas:


* B. M artín , Introducción General a la Sagrada Escritura, Zamora 1957.
* J. S t r a u v in g e r , La Iglesia y la Biblia, Buenos Aires 1944.
* I d ., Espiritualidad bíblica, Id . 1950.
* C. M o n t s e r r a t , El Cantar de los Cantares de Salomón, seguido del libro de Rut, Barce­
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* NA car - F u s t e r , Cantar de los Cantares, Madrid 1948.
* R. G a l d ó s , Las cien mejores poesías de la Biblia. Madrid 1942.
* A. G. U le c ia , Imperio mesiánico en la profecía de Miqueas. Zaragoza 1941.
* SAn c h e z C aballero , La profecía de las 70 semanas de Daniel y los destinos del pueblo judío,
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6 0 BIBLIOGRAFIA GENERAL

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* J. L lamas, La Cronología de Jesús, Turín-Roma 1935.

* La Políglota Matritense
Mediante la colaboración de los principales investigadores españoles, el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, en unión con la Biblioteca de Autores Cristianos (B.A.C.), ha empren­
dido la publicación de una edición crítica de la Biblia bajo el título de Políglota Matritense, que
constará de las diez series siguientes:
I. Antiguo Testamento hebreo.
II. Nuevo Testamento griego.
III. Antiguo Testamento griego.
IV. Antiguo Testamento arameo: A) Targum palestinense.
V. Antiguo Testamento arameo: B) Targum Onqelos y Yonatán.
VI. Antiguo y Nuevo Testamento siríaco.
VII. Vetus Latina.
VIII. Vulgata Hispana.
IX. Nuevo Testamento copio.
X. Versión castellana.
La publicación se ha iniciado con la aparición del Psalterium visigoticiim-mozarabicum (1958),
preparado por T. Ayuso M arazuela.
INDICE BIBLICO

En el presente índice se presenta la lista de los fragmentos o versículos cuya exégesis se desarro­
lla en el Diccionario. Hanse omitido las simples referencias.
Con el fin de facilitar su busca, además de la página se indica la columna de este modo:
A = primera; B = segunda. Si la voz abarca toda la página, solamente se indica el número de
la misma, y, mediante una indicación como ésta: 578 A-B, se especifica que la voz de que se trata
comienza hacia el medio o hacia el fin de la primera columna y continúa hacia el medio de
la segunda; el guión (-) entre una cifra y la siguiente indica que la voz abarca todo el espacio
intermedio, en tanto que las cifras que se suceden separadas por el punto y coma indican distintas
páginas en las que aparece varias veces la exégesis de un fragmento.

ANTI GUO T E S T A ME N T O
G énesis
1-2, 3 el hexamerón, 264 B. 5, 24 muerte del justo Enoc, 511 A.
1, 1 creó, 125 B. 6-9 el diluvio, 154 B-155 A.
1, 2 el espíritu de Dios estaba incubando sobre 6, 2 los matrimonios de los «hijos de Dios»,
las aguas, 194 B. 155 A.
2, 7 (6, 3) néfes-rüah-nésámáh, 267 B-268 A. 6, 4 los nefilim, 236 B.
2, 7 afar-polvo, 267 A. 9, 4 «la sangre es la vida», 537 A.
2, 7.18.21-24 formación de Eva, 8 B-9 A. 9, 25 s. profecía mesiánica de Noé, 401 A.
2, 8 jardín ameno (paraíso) al oriente (en edén), 11, 1-9 la torre de Babel, 67 B-68 B.
445 A-B. 14 la Pentápolis, 459 A-B.
2, 14 el Tigris, 583 A. 14, 1 Codorlaomor, 3 B ; 181 B.
2, 17 el árbol de la ciencia del bien y del mal, 14, 17 la ofrenda de Melquisedec, 3 B ; 398 B-
10 A. 399 A.
2, 18-24 Es entregada Eva a Adán por Dios 14, 24 la cuadrilla de los Orientales, Abraham
como esposa, 394 A. libra a Lot, 3 B.
2, 21 carne-basar, 267 A. 15 el fuego celestial consume las víctimas di­
2, 25 «estaban ambos desnudos», 10 A. vididas en dos, 3 B.
3, 1-19 pecado y castigo de los primeros pa­ 15, 1 «yo soy tu escudo; tu recompensa será
dres, 10 B-ll B .. muy grande», 3 B.
3- , 8 oyeron a Dios «al fresco del día», 10 B. 15, 15 «reunirse con los padres» = morir,
3, 14 el protoevangelio (11 A); 400 B-4Ó1 A; 510 A.
484 A-B. 16 Sara hace entrega de Agar a Abraham,
3, 19 «polvo eres y al polvo volverás», 10 B- 3 B; 288 B.
11 A. 16, 3-7 paralelos con el código de Ilammurabí,
3, 20 madre de todos los vivientes, 8 B. 232 B-233 B ; 494 B.
4, 1 «he alcanzado de Yavé un hombre», 16-17 Ismael e Isac, 422 B; 547 B ; 293 A-B.
425 B. 17, 10-14 la circuncisión sello de la alianza,
4, 1-16 Caín y Abel, 1 B-2 A ; 92 A-B. 112 A.
4, 10 el homicidio clama venganza en presen­ 18, 20 el pecado de sodomía clama venganza,
cia de Dios, 454 A. 454 A.
4- 5 las genealogías de los Patriarcas, 451 A-B. 19, 26 muerte de la mujer de Lot, 4 A.
ÍNDICE BÍBLICO 616

19, 34-37 etimología y origen de Moab, 406 B. 21, 23 ss. ojo por ojo..., 571 B.
20, 12 matrimonio entre consanguíneos, 232 B. 22, 21 s. 26 la opresión de los pobres clama
21, 1-21 Abraham despide a Agar e Ismael, 4 venganza, 454 A.
A ; 422 B. 23, 16 Pentecostés, fiesta de las primicias, 473
21, 8-19 contraste Agar-Sara, 293 A-B: 547 B. A-B ; solemnidad de las mieses, 463 B-464 A.
21, 10-21 el desierto de Farán, 211 A-B. 23, 19 no cocer el cabrito en la leche de su
25, 12-15 los descendientes de Ismael, 293 B- madre, 33 B.
294 A. 23, 19 ofrecerás al Señor las primicias de tu
27 Isac bendice a Jacob, 289 A ; 299 A. suelo, 473 A-B.
28, 12 la escalera ...y los ángeles que suben y 24, 1-11 ratificación de la alianza del Sinaí.
bajan, 299 A. 20 B-21 A.
29, 6.9 s. Raquel, 493 B- 494 A. 24, 4-8 Ja aspersión con la sangre de las vícti­
29, 32 Rubén, «Yavé ha mirado mi aflicción», mas, 199 A.
517 A. 25-31 el Tabernáculo o Santuario portátil, 569
31, 15 «ha disfrutado el usufructo de nuestra A-B.
dote», 422 B ; 494 A. 25, 10-22 (35, 10 ss.) arca de la alianza, 56 B.
31, 19-35 los terafim, 578 B-579 A. 25, 17-22 el propiciatorio, 483 A-B.
31, 44-54 pacto entre Labán y Jacob, 19 A; 25, 23-30 tabla para los panes de presentación,
493 B; 299 B. 442 A.
31, 49 Masía, 391 B. 28-29 vestiduras del Sumo Sacerdote, 566 B-
32, 27 ss. significado del nombre «Israel», 567 A.
294 A ; 299 A. 28, 15 ss. pectoral (el «rationale» de la Vul­
35, 16-20 ben’oni-Benjamín, 77 A ; 494 A. gata), 455 B-456 A.
37, 35 bajaré a mi hijo al sepulcro, 510 A; 28, 29 s. urim y tummim, 593 A-B.
553 A. 28, 41 llenar la mano = consagrar, 522 B.
38 la extensión del levirato y ley jetea, 357 30, 6 la tienda de la Alianza, 569 B-570 A.
A-B 32 el becerro de oro, 75 A-76 A.
38, 6-10 Onán, 424 A : 357 B. 33, 19 «tengo misericordia de quien la tengo»,
49, 1 in novissimis diebus, 187 B. 75 B.
49, 8-12 profecía mesiánica de Jacob, 299 B ; 34, 29 el rostro «radiante» de Moisés, 408 B.
401 A.
49, 14 s. Isacar, 289 B.
49, 22-26 «lozano retoño es José», 320 B. L evítico
1 el holocausto, 526 A.
£ xodo 2 oblaciones incruentas, 526 B.
3 sacrificio pacífico o saludable, 526 A.
2, 10 el nombre «Moisés», 407 B. 4 sacrificio de expiación, 526 A-B.
3, 1-11 Horeb-Sinaí, 559 A. 10, 1 ss. muerte de Nadab y Abiú, 58 A.
3, 14 «Yo soy el que soy», 158 A. 11 animales puros e impuros, 33 B.
4, 25 Séfora, esposa de Moisés, circuncida a 11, 14 obligación a la santidad, 487 A.
su hijo, 112 A. 11-15 leyes de santidad ritual, 487 A.
7-12 las plagas de Egipto, 467 A-468 B. 16, 8 ss. Azazel, .150 B-151 A; 205 A.
12 Pascua y fiesta de los ácimos, 448 A-B. 17, 10 s. la sangre expía por una vida, 537 B.
12, 40 los Israelitas permanecieron en Egipto 18, 21 condenación de los sacrificios humanos,
430 años, 131 A. 526 B.
12, 46 cordero pascual y crucifixión de Cristo, 19, 16 ss. amarás a tu prójimo, 104 B-105 A.
548 A-B. 23 la Pentecostés, 463 B-464 A.
19 1-8 formulación de la alianza del Sinaí, 23, 1 «panes de la agitación», 463 B.
20 A-B. 23, 9-14 ofrenda de la primera gavilla de espi­
19, 5-6 mi especial propiedad, reino de sacer­ gas en la Pascua, 449 A.
dotes, 272 A; 20 B . 23, 11-16 día de Ja ofrenda de la primera ga­
20, 1-17 el Decálogo, 147 A-148 A. villa, 528 A-B.
20, 2-6 sanción de la alianza, 20 B-21 A. 23, 33-36 fiesta de los tabernáculos, 570 A.
20, 5 ss. retribución terrena y colectiva, 509 A-B. 24, 5-9 panes de presentación, 442 A-B.
21-22 paralelos con el código de Hammurabí, 25 año jubilar, 328 B.
247 A-B. 27, 1-8 conmutación del voto, 597 B.
617 ÍNDICE BIBLICO

N úmeros 13, 27 penuel, 211 A.


22, 10 ss. la estela erigida por los rubenitas,
1 Aminadab, Amisadai, 420 A.
8, 19 los levitas, 358 A. 517 B.
9, 1-14 pascua suplementaria, 448 B.
J UECES
11, 7 ss. el maná, 376 B-377 A.
11, 25-29 los 70 ancianos comenzaron a profe­ 4, 11 Jobab en vez de Jetró, 314 A.
tizar, 478 A. 4, 14 es el día de Yavé, 146 B.
12, 1-15 castigo de María hermana de Moisés, 4, 17-22 Jael da muerte a Sisara, 146 B.
384 B. 5, 6 ss. 12 los canancos contra la penetración
15, 30 s. pecados cometidos con mano alzada, pacífica de los israelitas, 146 A.
454 A. 6, 32 leruba’al, 67 A.
18, 2 los levitas «asociados» a Arón, 357 B- 10, 17 (11, 11) Mispah, 391 B.
358 A. 11, 30 ss. sacrificio de la hija de Jefté, 526 B.
20, 7 ss. falta de fe en Moisés y Arón, 58 A. 13, 25 (14.6.19) el espíritu de Yavé sobre San­
21, 4-9 serpiente de bronce, 552 B. són, 195 A.
21, 8 s. la serpiente de bronce, tipo de Cristo, 16 la fuerza de Sansón en relación con su fide­
553 A. lidad a Dios, 538 A.
22-24 Balam, el adivino, 71 B-72 B. 19-20 aniquilamiento y restauración de la tribu
22, 22-25 la burra de Balam, 72 A. de Benjamín, 78 A.
24, 15-19 profecía de Balam, 401 B. 19, 20 «sea contigo la paz», 452 B.
24, 21 s. los Quíneos en la profecía de Balam,
490 A. R ut
27, 8 parte de propiedad fijada para la hija,
422 B. 1, 17 que el Señor me haga tal mal y aún peor,
28, 16-25 los sacrificios para los 7 días de los 509 B.
ácimos, 448 B. 4, 7 s. renuncia al leviralo, 357 A.
30 disciplina del voto, 597 B.
S amuel
35 ciudades de refugio, 498 B.
1-4 Helí, 255 A-B.
D euteronomio 2, 30 andar delante y detrás en la presencia de
Yavé, 523 A.
2, 8-13 desierto de Moab, 406 B. 3, vocación profética de Samuel, 480 A.
3, 11 el lecho de Og, 237 A. 3, 17 «que el Señor me haga tal mal y aún
5, 6-22 el Decálogo, 147 A-148 A. peor», 509 B.
6, 4-9 amarás a Yavé, 104 A-B. 9, 9 profeta y vidente, 477 A.
6, 4 «oye, Israel: Yavé es el único Dios», 159 A. 10, 5 s. 9-12 asociaciones proféticas, 478 A-B.
10, 8 sacerdote kóhén, el que está en pie, 522 A. 11, 6 el espíritu de Yavé irrumpe en Saúl, 195 A.
13, 14 hijo de Belial, 76 B. 14, 41 ss. el efod oráculo, 175 A.
14, 21 no cocer el cabrito en la leche de su 15, 23 los terafim, 579 A.
madre, 33 B. 19, 18-24 asociaciones proféticas, 478 A-B.
16, 1-8 las grandes fiestas en el único San­ 21, 1-6 los panes de presentación, que comió
tuario, 449 A. David, 442 A.
17, 9 (18, 1) los sacerdotes-levitas, 357 B. 26, 23 retribución individual, 509 B.
18, 9-22 institución del profetismo, 477 A. 28, 8-20 aparece Samuel difunto, 510 A.
20, 7 esponsales y cohabitación, 385 A-B.
24, 1-4 ley sobre el divorcio, 395 A-B.
24¿ 14 s. el defraudar en el justo salario clama II de S amuel
venganza,' 454 A. 7 (Sal. 89) la alianza con David, 22 A; 401 B
24, 16 limitación del castigo a sólo el culpa­ 8. 5 Siria de Damasco, 562 A.
ble, 332 A: 571 A. 15, 25 s. David devuelve el arca, pone su con­
25, 5-10 renuncia al levirato, 357 A. fianza en el Señor, 144 B.
26, 1-6 s. ofrenda de las primicias, 473 A. 24 el censo, 145 A.

Jo sué I de los R eyes


8, 30-35 (c. 24) aceptación de los compromisos 2, 36-46 ejecución de Semei recomendada por
de la alianza, 21 A-B. David, 509 B.
INDICE BIBLICO 618

4, 7-19 las \2 prefecturas de Salomón, 532 A-B. 1, 8-11 (3, 2) Zorobabel-Sesbasar, 603 B-604 A.
6, 8 construcción del Templo, 574 B-575 A. 2, 28 (9, 8, 13 ss.) los repatriados son el «resto»
6, 1 fecha del éxodo de Egipto, 130 B-131 A. vaticinado, 336 A.
7, 1-12 construcciones de Salomón: el grupo 2, 61 adopción de la estirpe, 229 A.
de palacio, 531 B-532 A. 3-6 reconstrucción del Templo, bajo el caudi­
9, 24 el mil-lo, 532 A. llaje de Zorobabel, 575 B-576 A.
12-13 los dos becerros en Betel y Dan, 75 B. 4, 2-5 los samaritanos excluidos de la recons­
14 el cisma de Jeroboam, 294 B-295 A. trucción del Templo, 337 A.
14, 25-28 ShoSenq en Jerusalén, 330 B. 8, 27 «adarkónim», 156 A.
17-18 Elias en el Carmelo, 183 A. 8, 36 «comen sal de la corte», 533 A.
17-19 «los hijos de los profetas», 478 A-B.
18, 26-29 los profetas de Baal, 478 B.
T obías
19 Elias en el Horeb, 183 B.
8, 9 recta intención en el matrimonio, 394 A.
II de los R eyes 12, 8 ss. la limosna purifica de todo pecado,
362 B.
2 muerte de Elias, 183 B; 511 A. 12, 9 la justicia libra de la muerte, 410 A.
3 campaña de Joram contra Mesa, 399 B-400 A.
3, 4 s. tributo de Mesa a Israel, 399 A.
15, .19 el rey de Asiria, Ful, 64 A. JU D IT

17- 18 asedio y destrucción de Samaría, 64 B. 1 Nabucodonosor-Artajerjes III Oco, 343 B.


17, 24-41 origen de Jos Samaritanos, 297 B. 2, 7 «preparar la tierra y el agua», 343 B.
18- 19 la campaña de Senaquerib, 333 A ; 545 B.
22-23 la reforma de Josías, 333 B-334 A.
23, 8 s. los sacerdotes apartados de las alturas, E ster
358 B.
23, 10-23 Moloc, 409 B. 1, 1 en el tiempo de Asuero, 65 A.
24 revuelo y fin de Joaquim, encarcelamiento 1, 2 Jerjes I, en Susa, 197 B.
de Joaquín, 69 B. 1, 3-5 el palacio de Susa, 567 B.
25, 27 ss. el encarcelamiento de Joaquín y su 2 la campaña de Jerjes en Grecia : Ester, la
liberación, 334 A-B. favorita, 197 B.
3, 16 (9, 6.11) Susa: la acrópolis o parte forti­
ficada y la ciudad, 197 B ; 568 A.
I DE LOS PARALIPÓMENOS 9, 16 matanza de los persas, 197 B.
2, 34 s. adopción de la estirpe, 229 A. 10, 13 (Vulgata) la redacción griega de Lisíma-
23, 21 s. adopción de la estirpe, 256 B. co, 197 A.
24, 2-19 clases sacerdotales, 523 A.
28, 22-25 esencia de la religión popular, 501 B. I DE LOS M ac ABEOS
29, 23 Salomón ase sentó sobre el trono del
Señor», 500 A. I- 2 persecución de Antíoco IV Epífanes, 36 A.
1, 15 judíos apóstatas ocultan las señales de la
II DE LOS PARALIPÓMENOS circuncisión, 112 B.
4, 36-59 (II Mac. 10, 1-8) purificación y dedi­
3-4 construcción del Templo, 574 B-575 A. cación del Templo, 148 B-149 A.
16, 7 ss. Asa es reprendido por el profeta Ja- 7-10 Demetrio I y Jonatán Macabeo, 542 B.
naní, 331 A. II- 13 Jonatán y Trifón, 542 B.
17, 7 ss. Josafat y la instrucción religiosa del 31, 23 Guerusia-sanedrín, 536 B.
pueblo, 331 A. 12, 9 los Libros Sagrados, 80 B.
33, 11-20 Manasés, 333 B.
II DE LOS M ACABEOS
E sdras
3, Onías III y Heliodoro, 424 B.
1, 1-4 decreto de Ciro en orden al retorno de 4, 23 s. muerte de Onías III, 424 B.
los cautivos, 113 B. 5-7 persecución de Antíoco IV Epífanes, 35 B-
1, 5-64 repatriación de los cautivos de Babilo­ 36 A.
nia, 336 A. 7, 11 resurrección de los cuerpos, 506 B.
619 ÍNDICE BÍBLICO

J ob C antar de los C antares


3, 8 el leviatán, 356 B-357 A. 1-8 contenido e interpretación, 102 A-103 B.
19, 25 s. «mi redentor, vive», 506 B.
28, 20-27 la sabiduría, atributo divino, 520 B. S abiduría
40, 20-41 el leviatán, 356 B.
2, 23 s. «por envidia del diablo entró la muerte
Salmos en el mundo», 410 A ; 455 A.
3, 5 bienaventuranza que espera a los justos,
2, 2 masiah, mesías, ungido, 400 B. 511 A.
2, 7 «tú eres mi hijo, hoy te he engendrado», 7, 22-8, 1 Ja sabiduría, atributo divino, 521 A.
401 B. 8, 20 superioridad del alma sobre el cuerpo,
7, 4-12 pecados implorados por el salmista, 521 B.
453 B. 11, 17 creó «de una materia informe», 126 B.
16, 9 s. «no dejarás que tu santo experimente 16, .16 s. la serpiente de bronce, 551 B; 548 B.
la corrupción», 549 A. 18, 14 ss. personificación profética de la Pa­
17, 15 pero yo veré tu rostro, 510 B labra, 363 B.
30, 10 «¿puede alabarte el polvo?», 410 A.
33, 6 una palabra del Señor creó los cielos, Eclesiástico
194 B.
41, 10 el hombre de mi paz, 452 B. 10, 9-12 la soberbia, fuente de todo pecado,
49, 16 «Dios me rescatará tomándome con­ 564 A.
sigo», 510 B. 23, 23 la adúltera comete un triple pecado,
51, 12 «crea en mí un corazón puro», 453 B. 394 B.
51, 12 ss. el espíritu de Yavé, fuente de reno­ 24 la sabiduría «personificada», 520 B.
vación moral, 195 A. 44, 17-20 alabanza de Noé y de Abraham,
64, 7 s. «accedet homo ad cor altum», 548 A. 547 B.
68, 36 «mirabilis Deus in sanctis suis», 548 A. 50, 1 s. Onías III, sumo sacerdote, 424 B.
73, 24 «me acogerás en gloria», 510 B. 51, 14 «Señor, tú eres mi padre», 436 B.
74, 13 s. el leviatán 357 A.
83, 13 agarenos, 293 B-294 A. I saías
85 situación de los repatriados, 336 B.
88, .11 «medici» en la Vulg., 237 A. 1, 11-15 culto externo y verdadera piedad,
88, 6-11 s. de los difuntos «ya no te acuerdas», 527 A.
410 A. 1, 27 «Sión será redimida con un justo casti­
104, 26 el leviatán personifica a Egipto, 357 A. go», 290 B.
105, 15 los patriarcas son llamados profetas, 2, 2 «in novissimis diebus», 187 B.
477 A. 5, 1-7 la vid = el pueblo de Dios, 595 B.
110, .1 «siéntate a mi diestra», 401 B 6, 1 muerte de Azarías, 332 B.
118, 26 «Hosanna», 269 B, 6, 9 ss. «para que mirando no vean», 444 A-B.
126 situación de los repatriados, 336 B. 7-12 las profecías del Emmanuel, 290 B.
7, 2 Isaías y Ajaz, 332 B.
7, 14 el Mesías nacerá de una Virgen; la señal
P roverbios ofrecida a Ajaz, 402 A.
2, .17 el matrimonio «pacto divino», .394 A. 7, 21 s. todo bien en el reino del Mesías, 402 B ;
8, 22-36 la sabiduría de Dios, personificada, 509 B.
• 160 B; 520 B. 8, 14 «piedra de tropiezo», 187 A.
10, 2 (11, 4) la justicia libra de la muerte, 9, 5 naturaleza divina del Mesías, 402 B.
410 A. 9, 6 «príncipe de la paz», 402 B.
15, 24 «el inteligente va hacia arriba por el 11, 1 ss. los dones del Espíritu Santo, 165 A-B.
camino de la vida», 511 A. 11, 1-5 el Mesías estará lleno del Espíritu de
16, 23 «en el seno se echan las suertes», 565 B. Yavé, 402 A ; 195 A.
25, 1 reforma de Ezequías, 333 A. 11, 3 poder divino del Mesías, 402 B.
13, 10 (24-34) «el sol se oscurecerá...», 189 A.
E clesiastés 17, 8 los altares del sol, 24 B-25 A.
17, 10 los jardines de Na’aman, 12 B.
3, 18-21 «quién sabe si el alma sube arriba», 20, 2 ss. Isaías camina «desnudo y descalzo»,
169 A. 547 A.
INDICE BIBLICO 620

26, 29 «iOh Yavé! Revivirán lus muertos», 8, 14 el culto de Tammuz, 12 B.


510 B-511 A. 12, 10-14 prendimiento y deportación de Se-
27, 1 el leviatán personifica las potencias mc- decías, 334 B.
sopotámicas, 357 A. 13 falsos profetas, seudoprofetisas, 479 A.
36-37 campaña de Senaquerib, 333 A 14, 14.20 (28, 3) Dañe!, justo y sabio, 138 A-B.
38, 11 «ya no veré más a Yavé», 410 A ; 510 A. 16, 3 «tu madre una jetea» 313 B.
38, 12 la tienda, figura de la vida humana, 16, 21 los sacrificios humanos a Moloc, 409 B.
585 A. 18 el justo vivirá, el pecador morirá, 410 A.
42, 1-7; 49, 1-8; 50, 4-9; 52, 13-53, 12 «el 18, 23 «no quiero la muerte del pecador»,
siervo de Yavé», 554 A-555 A. 453 B.
49, 3 «Israel» se dice del Mesías, 294 A. 20, 20 el sábado, característica de Israel, 519 B.
49, 6 la misión universal del Mesías, 402 A. 20, 33-38 el regreso del «residuo», 335 B.
53, 11 s. sacrificio expiatorio del siervo de 21, 23-27 Nabucodonosor ataca a Jerusalén,
Yavé, 402 A-B. 334 B.
56, 1-9 también los gentiles en el nuevo Israel, 21, 26 los terafim, 579 A.
337 A. 30, 14 ss. No’, Tebas-, 573 B.
63, 16 «Oh Dios, tú eres nuestro padre», 436 B. 30, 21 ss. derrota del faraón Hofra, 334 B.
65, 12 el dios Meni, 565 B. 32, 7 s. «el sol se oscurecerá, etc.», 189 A.
65, 17 (66, 22) «cielos nuevos y tierra nueva», 34, 16 s. el regreso del «residuo», 335 B.
187 B; 499 A. 36, 26 s. «pondré en vosotros un espíritu nue­
vo», 195 A.
J eremías 37, 1-14 visión de los huesos secos, 507 A.
37, 25 «David, mi siervo», 400 B.
7, 31 los sacrificios humanos a Moloc, 409 B. 38-39 lucha por Yavé contra Antíoco, 338 A.
15, 19 «si tú vuelves, yo te volveré», 121 A. 39, 11 «valle de Amon-Góg», 319 A-B
17, 14 «Sáname, oh Yavé, y seré sano», 121 A. 44, 2 «haec porta clausa erit», 389 B ; 547 B.
20, 7 ss. la acción de Dios sobre el profeta, 46, 4 el sacrificio que ha de ofrecerse el sá­
480 A. bado, 520 A.
25, 1-4 (29, 1-14) los 70 años de destierro, 47, 1-12 todo bien en el reino del Mesías, 402 B.
113 A.
29 epístola a los cautivos, 335 A-B.
31, 18 «conviérteme, oh Señor», 121 A. D aniel
35, 1-11 los recabitas, 496 B. 5, 25-28 «mené, mené...», 139 A.
37, 3-10 derrota del faraón Hofra, 334 B. 5, 30 es muerto Baltasar, 414 A.
46, 25 No’-’amon, Tebas, 573 B. 7-12 lucha por Yavé contra los seléucidas,
338 A.
L amentaciones 7 «el reino de los santos», 139 A-B.
7, 9 ss. el Antiguo de Jos días y el Juicio,
5, 21 conviértenos a ti, oh Señor, 121 A. 346 B.
7, 13 s. venida del Hijo del hombre, 189 B.
Baruc
7, 13 s. «como un Hijo del hombre», 266 B.
8 la visión del carnero, 139 B.
1-5 contenido, 72 B-73 B. 9 las setenta semanas, 139 B.
6 Epístola de Jeremías, 304 A. 9, 17 «abominatio desolationis», 34 B ; 36 A.
9, 26 el ungido a quien dan muerte es Onías III,
E zequiel 424 B.
12, 2.13 «los que duermen en el polvo se des­
1, 3 «fué sobre mí la mano de Yavé», 480 B. pertarán, 140 A ; 410 A; 506 B; 510 B.
1, 12 el espíritu de Dios dirige a los queru­ 12, 2 lugar de polvo, 553 B.
bines, 195 A.
2, i «hijo del hombre», 266 B.
O seas
2, 2 el espíritu de Yavé mueve a Ezequiel,
195 A. 1, 2-9 esposa e hijos «de fornicación», 427 B.
3, 15 Tell-Abib, 335 A. 2, 23 s. los bienes del reino mesiánico, 482 B ;
4-12 ideas desarrolladas, 335 B. 497 B.
8, 1 éxtasis profético, 480 B. 3 nuevo matrimonio, 427 B.
8, 5 el ídolo de la envidia, 333 B. 6, 6 culto externo y verdadera religión, 482 B.
62 1 ÍNDICE BIBLICO

11, 1-4 Dios, padre, 436 B. H abacuc


12, 4 s. «Israel» : etimología, 294 A.
1, 13 s. el problema del mal, 245 A.
JOEL [S ofon Ías]
2, 10 (3, 15) «el sol se oscurecerá...», 189 A. A geo
3 (hebr. 4), 2.12 «valle de Josafat», 110 B.
4, 9-17 la intervención de Dios contra los per­ 1, 12 los repatriados son «el residuo» vatici­
seguidores, 338 A. nado, 336 B.
2, 1-9 la bendición de Dios para la reconstruc­
ción del Templo, 14 B.
A mós 2, 6-9.20-23 dependencia de Ez., 38-39, 338 A.
3, 1 s. «os elegí con amor», 30 B.
3, 8 la acción de Dios sobre el profeta y la Z acarías
libertad de éste, 277 A.
4, 4 ss. culto externo y verdadera piedad, 527 A. 1- 8 las visiones, 603 B-604 B.
5, 11 «el día del Señor», 347 A. 4, 2-12 el candelabro, 98 A.
7, 14 «no soy profeta, ni hijo de profetas», 8-6 los repatriados son «el residuo» vaticinado,
479 B. 336 B.
9, 9 s. el Mesías, rey manso, 402 B.
[A bdías-J onás] 12, 8-13 Israel llorará al Mesías a quien dan
muerte, 402 B.
M iqueas
5, 1 preexistencia del Mesías, 402 B, M alaquías
6, 6 ss. culto externo y verdadera religión,
482 B. 1, lj el único sacrificio del tiempo mesiánico,
403 A.
N ahum
2- 3 el Dominador, el Ángel del pacto, 376 B.
3, 1 (hebr. 4, 5 s.) será enviado el profeta Elias,
3, 8 la destrucción de Tebas, 574 A. 548 B.

NUEVO TESTAMENTO
S an M ateo
1-2 Evangelio de la infancia, 273 A-B. 5, 17 «no he venido a abrogar sino a consumar
1, 1-17 (Le. 3, 23-38) Genealogía de Jesús, la ley», 550 B-551 A.
228 B-229 B. 5, 17-48 el Evangelio, realización de la ley,
1, 18-24 la duda de José, 321 A. 361 B.
1, 18.20.25 desposada y esposa, 385 A-B; 5, 21-30 está escrito que no se matará, que no
386 B. se codiciará, pero yo os digo..., 551 A.
1, 18-25 nacimiento virginal de Jesús. 386 B. 5, 22 quien llama a su hermano vaca, 493 B.
2, 1-12 los magos, 375 A. 5, 31 (19, 3-12) fuera del caso de concubinato,
2, 1 de oriente, 375 A. 551 A ; 395 B.
2, 16 ss. matanza .de los inocentes, 274 B. 5, 33-38 «no jurar», 348 B.
•3, 7 el primer juicio mesiánico, 347 A. 5, 38-42 abolición de la ley del talión, 572 A.
3, 11 el bautismo de Juan, 74 A-B. 5, 38-48 no devolver la ofensa, 551 A-B.
3, 16 «éste es mi Hijo amado», 58.1 A. 6 el espíritu que debe animar a los seguidores
4, 1-11 las tentaciones de Jesús, 577 A-578 B. del Evangelio, 551 B.
4, 15 la Perea, 464 A. 6, 1-4 delicadeza de la limosna, 363 A.
4, 17 el reino de los cielos está cerca, 500 A-B. 6, 9-13 Pater Noster, 450 A-45.1 A.
5, 3-10 las bienaventuranzas, 88 A-89 A. 6, 13 «ne nos inducas in tentationem», 451 A.
5, 3 bienaventurados los pobres de espíritu, 6, 24 Mammona, 376 B.
88 A. 6, 28 «mirad a los lirios del campo»,2•363 A.
5, 3 bienaventurados los pobres, 469 A. 9, 1 {Me. 2, 1) la ciudad de Jesús, 91 A-B.
5, 6 bienaventurados los que tienen hambre de 9, 9-12 vocación de Mateo, 392 A.
justicia, 88 B-89 A. 10, 23 venida de Cristo, 188 B.
INDICE BÍBLICO 622

10, 23 el Hijo del hombre, 266 B. 23, 7 gustan de llamarse rabbí, 191 A.
11, 28 s. «venid a mí todos los que estáis fa­ 23, 35 (II Par. 24, 15-22; Le. 11, 51) asesinato
tigados», 88 B. de Zacarías, hijo de Baraquías, 606 A-B.
12, 3 Ajimelec da a David los panes de la pre­ 24 (Me. 13) sermón escatológico, 189 A.
sentación, 16 B; .142 A. 24, 3 la parusía o venida de Cristo, 258 A ;
12, 3 s. (Me. 2, 23-28; Le. 6, 1-5) panes de 188 B.
presentación, 442 B. 24, 15 (Me. 13, 14) «abominatio desolationis»,
12, 22-32 «ni en este siglo ni en el futuro», 89 B. 34 B.
12, 39 s. el prodigio de Joñas, 502 B 24, 29 (Me. 13, 24 s.) se oscurece el sol, caen
12, 46 s. los hermanos de Jesús, 256 A-B. las estrellas..., 189 A ; 257 B.
12, 46-50 (Me. 3, 31-35; Le. 8, 19 ss.) finalidad 24, 37-51 como un ladrón nocturno, 188 A.
de las parábolas: «para que mirando no 25, 31-46 la limosna, 362 B-363 A.
vean», 444 A. 26, 1-14 ss. (Le. 22, 1-6) traición de Judas,
13, 47-50 lo arrojarán al horno de fuego, 274 A. 340 A-B.
13, 55 S. José «faber», 321 A. 26, 26-29 la Eucaristía, 198 B-202 B.
11, 6 «bienaventurado aquel que no se escan­ 26, 64 aparición de Cristo sobre las nubes,
dalizare en mí», 90 B. 188 B.
15, 1-9 (Me. 7, 11 ss.) corban, ofrenda sagra­ 27, 3 treinta monedas de plata, 340 A-B.
da, 597 B-598 A. 27, 3-10 Judas restituye las treinta monedas,
15, 10-20 el pecado brota del corazón, 454 A. 341 A-B.
15, 13 planta no plantada por el Padre, 191 A. 27, 7 (Act. 1, 19) campo de la sangre, 341 B.
16, 16 Cristo, el Hijo del Dios vivo, 111 A. 27, 9 (Zac. 11, 12) Jesús vendido por 30 sidos
16, 17 Pedro, hijo de Jonás, 456 A. de plata, 606 A ; 340 B.
16, JL8 Pedro, fundamento visible de la Iglesia, 27, 9 s. cita de Jeremías-Zacarías, 341 B ; 606 A.
501 A. 27, 27-35 a los ejecutores pertenecen las vesti­
16, 24 (Me. 8, 34-37; Le. 9, 23 s.) renuncia duras del condenado, 474 B.
de sí mismo, 2 B. 27, 41 el sanedrín, 536 B-537 A.
16, 27 s. venida del Hijo del hombre, 188 B- 27, 46 (Me. 15, 34) «Dios mío, ¿por qué me
189 A. has abandonado?», 1 A.
17, 1-13 (Me. 9, 2-13; Le. 9, 28-36) la trans­ 27, 51 el velo del Santo se rasgó, 338 B.
figuración, 589 B-590 B. 27, 56 María, hermana de la madre de Jesús,
17, 21 esta especie de demonios, 66 B 385 A.
17, 14-20 efectos de la obsesión, 185 B. 27, 62 «el día siguiente a la Parasceve», 447 A.
19, 4-8 unidad e indisolubilidad del matrimo­ 27, 63-66 «aquel impostor dijo: Después de
nio, 394 A-396 A. tres días resucitaré», 502 B.
19, 10 s. la virginidad para consagrarse al 28 (Me. 16; Le. 24) hallazgo de la tumba
servicio.de Dios, 596 B-597 A. vacía, apariciones del Señor, 503 B; 504 A.'
19, 28 palingénesis, 187 B. 28, 11-14 la mentira del rapto del cuerpo de
20, 1-16 Ja viña: el pueblo elegido, 596 A. Jesús, 504 B.
20, 16 (22, 14) muchos los llamados, pocos los 28, 19 «en el nombre del Padre y del Hijo y
escogidos, 471 B. del Espíritu Santo», 591 A.
20, 28 (Me. 10, 45) Cristo redentor, 497 A.
21, 9 Hosanna al hijo de David, 269 B. S an M arcos
21, 33-45 los pérfidos viñadores, 596 A.
22, 23-33 (Me. 12, 18-27; Le. 20, 27-40) el 1, 24-34 (3, 10 ss.; Le. 4, 4) el demonio sabe
Dios de Abraham es Dios de los vivientes, quién es Cristo, 185 B-186 A.
507 A. 4, 10-12 finalidad de las parábolas, 444 A-B.
22, 31 prueba de la inmortalidad del alma, 6, 20-29 Herodes Antipas y San Juan Bautista,
547 B. 262 B-263 A.
22, 43 Dios es autor de la Sagrada Escritura, 6, 31 (Le. 9, 10) el lugar desierto, 298 B.
275 A. 6, 45-53 única Betsaida: la oriental, 80 B.
23, 2 sobre la cátedra de Moisés se han sentado 7, 7 tradiciones de los fariseos, 212 B.
los escribas, 557 B. 7, 14-23 el pecado brota del corazón, 454 A.
23, 3 (Le. 11, 42) el diezmo, 154 A-B. 9, .10 los discípulos no entienden qué significa
23, 6 los primeros puestos en la Sinagoga, eso de «resucitar de entre los muertos»,
557 B. 503 A.
623 ÍNDICE BÍBLICO

9, 29 esta especie de demonios, 66 B. 3, 1 año 15.° de Tiberio, 132 A-B.


9, 38 echan los demonios en nombre de Jesús, 3, 9-17 será arrojado al fuego, 274 A.
186 A. 4, 1-13 las tentaciones de Jesús, 577 A-578 B.
9, 47 s. suplicio eterno, 274 A. 5, 17 maestro de la ley, 190 B.
9, 47 el gusano no muere ni el fuego se apaga, 6, 15 Simón el Celóte, 606 B.
228 B ; 274 A. 7, 36-50 la pecadora anónima, 383 B-384 A.
10, 21 si quieres ser perfecto... vende cuanto 8, 2 había arrojado siete demonios, 185 B.
tienes, 469 B. 8, 2 María de Magdala, 383 B-384 B.
10, 45 Cristo redentor, 497 A. 9, 10 (Me. 8, 22) Betsaida Julia, 262 B.
12, .18-27 el Dios de Abraham es Dios de los 9, 26 s. venida del reino de Dios, 188 B ; 501 A.
vivientes, 507 A. 10, 20 el nombre de los justos en el libro de
12, 18-34 (Mt. 22, 34-40) el primer mandamien­ Dios, 346 B.
to, 105 A. 10, 39-42 Marta y María, hermanas de Lázaro,
14, 17-25 la Eucaristía, 198 B-202 B. 383 B-384 A.
14, 20 s. j ay del que entregará al Hijo del 10, 42 Marta y M aría: «porro unum est necessa­
Hombre!, 340 B-341 B. rium», 390 B.
15, 40 (16, 1) María, hermana de la madre de 11, 2-4 Pater noster, 450 A-451 A.
Jesús, 385 A. 11, 24-28 la liberación de los posesos, señal de
15, 31-41.46 s. testimonio auténtico de la muer­ la venida del reino de Dios (Mt. 12, 22-37;
te de Cristo, 503 B. Me. 3, 22-30), 185 B.
11, 27 s. «dichoso el seno que te llevó», 388 A.
S an L ucas . 11, 41 «dad el contenido en limosnas», 469 A.
12, 10 (Mt. 12, 27-32; Me. 3, 22-30) blasfemia
1-2 Evangelio de la infancia, 273 B-274 A. contra el Espíritu Santo, 89 B-9Q B.
1, 3 las investigaciones efectuadas por Lucas, 13, 31 s. Herodes Antipas y San Juan Bautista,
367 A. 262 B-263 A.
1, 15 «no beberá vino ni licores», 416 A. 15 la parábola del hijo pródigo, 444 A ; 366 A.
1, 17 Elias tipo de Juan Bautista, 183 B-184 A ; 16, 13 mammona, 376 B.
547 B. 17, 20-18, 8 venida del Señor, 188 B-189 A.
1, 17 «con el carácter fuerte de Elias», 547 B. 17, 22 yer uno solo de los días del Hijo del
1, 27 «de la casa de David», 385 A. Hombre, 447 B; 188 B.
.1, 27 «desposada con José», 385 A-B. 21 fin de Jerusalén, 188 B-189 A.
1, 27 el nombre de la Virgen, María, 385 A. 22, 1 «la fiesta de los ácimos estaba próxima»,
1, 28 «Ave, llena de gracia», 385 A-386 B. 449 A.
1, 28 «llena de gracia», por la inmaculada con­ 22, 14-20 institución de la Eucaristía, 198 B-
cepción, 389 A. 201 B.
1, 29-35 la visita a Isabel, 386 B. 22, 15 «desiderio desideravi», 119 A.
1, 35 el Espíritu Santo potencia divina, 89 B. 22, 19 «tomó pan», 449 B.
1, 37 «omne verbum», 256 A. 22, 20 «después de la cena», 200 B; 449 B.
1, 46-55 el Magníficat, 373 B-374 B. 22, 21 ss. Judas no está presente en la Cena,
1, 68-79 el Benedictus, 77 A-B. 199 B; 449 B.
1, 78 «per viscera misericordiae», 269 A. 22, 29 «os sentaréis para juzgar a las 12 tribus
2, 1 s. «este empadronamiento se efectuó antes de Israel», 499 A.
que...», 490 B-491 A. 22, 43 s. sudor de sangre de Jesús, 15 A-B.
2, 1 s. Quirino gobernador de Siria, 490 A-491 B. 22, 69 venida de Cristo en su reino, 188 B-
2, 4 «en Belén de Judá», 76 A-B; 405 B. 189 A.
2, 7 nacimiento de Jesús, 387 A. 23, 6-12 Jesús ante Herodes Antipas, 263 A.
2, 14 «paz a los hombres, objeto del beneplácito 23, 54 «era el día de Parasceve», 446 B-447 A.
divino», 452 B. 24, 12 admiración de Pedro en la visita al se­
2, 21-35 presentación en el Templo, 387 A. pulcro, 505 B.
2, 24 purificación de la parturienta, 487 B. ■24, 13 Emaús a 60 estadios, 185 A.
2, 29-32 el cántico de Simeón, «nunc dimittis», 24, 18 uno de los discípulos de Emaús: Cleo-
421 B-422 A. fás, 114 B.
2, 34 s. María asociada a Cristo, 389 A 24, 25 «oh tardos para creer todo 1$ que vati­
2, 36 ss. la anciana Ana, 31 A. cinaron los profetas», 403 B.
2, 41-52 el Niño perdido y hallado en el Tem­ 24, 44-47 autoridad divina de la Escritura,
plo, 387 B. 275 A.
ÍNDICE BIBLICO 624

S an J uan 17, 3 (Rom. 6, 23) la vida de la gracia es la


misma vida de la gloria, 410 B.
1, 1 el logos, 220 B-221 A: 364 A-B. 18 Sumo sacerdote Anas, 31 B.
I, 3 «en el principio era el Verbo», 126 B. 18, 12 cohorte de guarnió:, n en Jerusalén,
I, 12 los fieles, hijos de Dios, 13 A. 474 B.
1, 14 el Verbo se hizo carne, 547 A-B. 18, 31 los judíos no podían condenar a muerte,
I, 28 Betania, al otro lado del Jordán, 78 B- 474 B.
79 A. 19, 5 «ecce homo», 167 B.
1, 28 la región del lado de allá del Jordán, 19, 13 el litóstrotos, 168 A; 307 A; 576 B.
464 A. 19, 14 era Ja parasceve de la Pascua, 447 A.
1, 29-36 «he aquí el cordero de Dios», 122 A. 19, 25 ss. las mujeres al pie de la Cruz, 388 A.
1, 38 rabbí, 493 A. 19, 25 María de Cleofás, hermana de Nuestra
I , 51 subir y bajar de los ángeles, 299 A. Señora, 385 A.
2, 1-11 las bodas de Cana, 95 A; 397 B-398 A. 19, 26 «he ahí a tu hijo», 388 A.
2, 18 s. «destruid este templo y en tre* días lo 19, 38-42 sepultura definitiva de Jesús, 503 B.
levantaré», 502 B. 20, 3-10 prueba física de Ja resurrección de
2, 20 la restauración del templo, 261 B. Jesús, 505 A.
2, 20 las restauraciones del templo llevaban ya 20, 16 «rabboni», 493 A.
46 años, 132 B. 20, 17 «deja ya de tenerme asido», 257 B.
3, 5 «quien no naciere del agua y del Espíritu», 20, 19-23 a quienes perdonareis los pecados,
74 B. 120 B.
3, 14 la serpiente de bronce, figura profélica 21, 15 s. «apacienta mi rebaño», 500 B.
de Cristo, 548 B ; 552 B-553 A.
4, 9-42 los samaritanos, 533 B-535 A
A ctos de los A póstoles
4, 14 agua viva que desciende del cielo y salta
hasta el cielo, 195 A. 1, 12 contenido, 6 B-7 B.
5, 2 «probatica piscina», 79 B. 1, 14 María con los Apóstoles, 388 A-B.
5, 21-29 las prerrogativas de Cristo, enviado 1, 22 apóstol, testigo de la resurrección de
del Padre, 507 B. Jesús, 505 B.
6 discurso de Cafarnaúm, 339 B ; 201 B-202 B. 1, 23 José Barsabas, 72 B.
6, 31-49 el maná, tipo de la eucaristía-sacri­ 1, 1-12 Ja Ascensión visible, 62 B-63 A.
ficio, 546 B. 2, 29 ss. prueba de la resurrección de Jesús en
6, 53 «quien no come mi carne no tendrá la el Sal. 16, 9 s., 549 A-B.
vida», 199 A. 2, 38 bautismo en el nombre de Jesús, 74 B.
6, 69 ss. (Vulg. 6, 70) «uno de vosotros es un 2, 42-46 «fracción del pan», 201 A.
diablo», 339 B. 4, 2 ss. la palabra de Dios, 364 A.
7, 2 fiesta de los tabernáculos, 570 A. 4, 25 Dios es autor de la Sagrada Escritura,
7, 27 «cuando Cristo venga, nadie sabrá de 275 A.
dónde viene», 578 A. 6, 36 la sedición de Teudas, 475 B.
7, 37 s. (8, 12) «Yo soy agua viva, luz del 5, 37 el revuelo de Judas Galileo, 475 A.
mundo», 571 A. 6, 1-6 «los diáconos», 152 A.
7, 50 Nicodemus defiende a Jesús, 418 A. 8, 9-24 Simón Mago, 556 B.
8, 31 permanecer en la palabra, 364 A. 9, 26 ss. Bernabé sale responsable por Pablo,
8, 46 «¿Quién me argüirá de pecado?», 554 B. 431 B.
10, 22 encenia, 148 B. 10-11 conversión de Cornelio, 7 A.
10, 23 el pórtico de Salomón, 576 B 12, 12 la casa de Marcos, 380 B.
I I , 2 «la que ungió al Señor», 384 A. 12, 19-23 muerte de Herodes Agripa I, 263 B.
12, 1-8 la unción de Jesús en Betania, 384 A. 12, 26 «cristianos», 127 A.
12, 6 «era ladrón y hurtaba de la bolsa», 340 A. 13-14 primer viaje apostólico de Pablo, 432 A-B.
13, 1-30 «vosotros estáis limpios, pero no to­ 13, 3 «les impusieron las manos y los despi­
dos», 340 A. dieron», 432 A.
13, 26 el pan, mojado en el Jiaroset, 199 B. 13, 3 consagración sacerdotal, 525 A
13, 34 os doy un precepto nuevo, 105 B. 13, 7-12 Pablo y el mago judío en Pafos, 432 A.
14, 16 el Paráclito, 196 A ; 444 B. 13-21 viajes apostólicos de Pablo, 7 A-B ; 432 A-
15, .1-9 Yo soy la vid verdadera, vosotros los 434 A.
sarmientos, 596 A. 15 los gentiles injertados directamente en Cris­
17, 3 «ésta es la vida eterna», 188 A. to, 362 B.
625 ÍNDICE BÍBLICO

15, 20 que se abstengan de la fornicación, 5, 7 Cristo, nuestra víctima pascual, 449 B ;


118 A. 548 B; 199 A ; 201 A.
15, 28 abstenerse de las carnes inmoladas a los 7 el matrimonio indisoluble, uso, 395 B.
ídolos, 118 A ; 271 A. 7 el matrimonio en sus características, 395 B.
15, 36-18, 17 segundo viaje apostólico de Pa­ 7, 29 pasa veloz la escena de este mundo,
blo, 7 A-B; 432 B-433 B. 411 A ; 597 A.
16, 16 ss. Pablo libra a una joven posesa, 186 A. 7, 34-38 estado de virginidad, 596 B-597 A.
16, 25-17 Pablo en Filipos y en Tesalónica, 8, .1-13 (10, 14-23.25) la cuestión de ios idolo-
579 B-580 A. titos, 271 A.
18, 18 - 21, 6 tercer viaje apostólico de Pablo, 9, 27 «castigo a mi cuerpo», 454 B.
7 B ; 433 B-434 A. 10, 11 «en el fin de los siglos» vino Cristo,
19, 18 confiesa los propios actos, 120 A. 187 B.
20, 18-2 Presbíteros-obispos, 524 B. 10, 14-22 la Eucaristía, sacrificio, 201 A.
20, 28 «posuit episcopos», 472 B. 11, 23-34 presencia real de Cristo en la Euca­
20, 35 Mejor es dar que recibir, 15 B. ristía, 200 A-201 A.
21, 8-12 las hijas del diácono Felipe, 214 B. 12, 4 la Trinidad, 591 B.
22- 28 encarcelamiento de Pablo en Cesárea y 12, 9 la fe de los milagros, 107 B.
en Roma, 434 A-B. 12, .10 discernimiento de los espíritus, 107 B.
23, 8 fe de los fariseos en la resurrección, 212 B.12, 28 los carismas: apóstoles y profetas, 108 A.
23- 24 el procurador Félix, 476 A. 13 el himno de ja caridad, 106 A-B.
24, 25 Porcio Festo, 476 A. 13, 7 la caridad todo jo espera, todo lo sopor­
25, 13 ss. Pablo y Agripa II, 264 A. ta, 194 B.
13, 13 la Trinidad, 59.1 B.
E pístola a los R omanos 14 glossolalia, 107 B-108 A.
1, 1-15 Cristología perfecta, 513 A. 14, 34 disposiciones sobre la cena, 201 A-B.
1, 16-17 argumento de la epístola a los roma­ 15, 3-20 la resurrección de Jesús, 503 A.
nos: la justicia de Dios, 513 B. 15 (I Tes. 4, 13-17) resurrección y juicio final,
c. 1, .18 - c. 11 exposición del contenido, 513 A- 347 A-B; 507 B-508 B.
515 A. 15, 23 la par usía final, 447 A.
3, 24 Cristo, nuestra redención, 498 A 15, 29 bautismo «por los difuntos», 75 A.
5, 1 justificados, tengamos paz con Dios, 452 B- 15, 33 cita de la Taida, 114 A.
453 A. 15, 51 «todos resucitaremos», 508 B.
5, 12-21 pecado original, 455 A. 16, 17 parusía es presencia, 447 A.
6, 3-11 el bautismo, muerte mística del cris­ 16, 22 Maranatha; ven, oh Señor, 447 B.
tiano, 75 A.
7, 25 la concupiscencia vencida por la gracia, II a los C orintios
497 B.
8, 7 herederos de Dios, 13 B. 3, 7 ss ja ley, causa de muerte, 362 B.
8, 23 (v. 14-39) la redención de nuestro cuerpo, 5, 1-4 la imagen de la tienda, 585 A.
499 B ; 507 B. 5, 6-8 vivir es peregrinar lejos del Señor, 410 B.
8, 28 ss. predestinados, 470 B-472 A. 5, 10 todos deberemos comparecer ante el tri­
8, 29 imagen de Cristo resucitado, 507 B-508 A. bunal de Cristo, 511 A.
9, 6-9 elección de Isac, 289 A. 5, 14 Ja caridad de Cristo nos constriñe, 105 B-
9, 11 libre elección de Dios, 471 B. 106 A.
9, 23 piedra de tropiezo, 186 B. 5, 21 Cristo se hizo pecado por nosotros, 498 A.
11i 25 futura conversión de Israel, 188 B; 11, 32 s. Pablo huye de Damasco, 431 B.
347 B.
12, 7-8 los carismas, 106 B-108 A. G álatas
13, 8 ss. «no estéis en deuda con nadie, sino 1-2 Pablo defiende su carácter de Apóstol, 52 B.
amaos los unos a los otros», 105 B. 1, 17 Pablo se retira al desierto, 431 B.
15, 6 Padre de Nuestro Señor Jesucristo, 437 A. 2, 11-14 el episodio de Pedro y de Pablo en
Antioquía, 433 A.
I a los C orintios 2, 19 s. «estoy crucificado con Cristo», 2 B.
3, 1-15 existencia del purgatorio, 488 A-B. 2, 21 s. Agar y Sinaí, 293 B.
4, 1 «ministros de Cristo, dispensadores de los 3 la ley, pedagogo hacia Cristo, 23 A.
misterios de Dios», 524 A. 3, 1-5 manifestación del Espíritu Santo, 225 A.
40. — S padapora. — Diccionario bíblico
INDICIS BÍBLICO 626

3, 15 Cristo se hizo maldición por nosotros, 5, 1-11 el día del Señor, 581 B.
498 A. 5, 14 (II Tes. 3, 8-12) los ociosos en Tesalónica,
3, 15-29 la ley, pedagogo hacia Cristo, 225 B. 581 B.
3, 19 (Rom. 5, 20) la ley multiplica las trans­
gresiones, 362 A. II a los T esalonicenses
4, 21-31 Agar y Sara, 225 B-226 A . 288 B; 2, 1-10 el anticristo, el impedimento u obstácu­
289 A ; 548 B-549 A. lo, 35 A-B.
4, 4 «en la plenitud de los tiempos», 187 B.
5, 16-25 «carne y espíritu», 119 A. I a T imoteo
6, 16 «Israel Dei», 294 A.
2, 4 Dios quiere que todos se salven, 472 A.
E fesios 2, 5-6 Cristo, nuestro mediador y rescate, 498
A-B.
2, 3 «éramos por naturaleza sujetos a la ira», 3, 1-7 las dotes del sacerdote, 472 B-473 A.
455 B. 3, 15 la Iglesia, «columna y fundamento de la
3, 1-21 «el misterio oculto desde los siglos en verdad», 500 B.
Dios», 174 A. 5, 18 cita de Le. 10, 7, 275 B.
4, 11 evangelistas, pastores, .108 A. 6, 5-17 aviso a los ricos y a los pobres, 469 A.
5, 2 Cristo, ofrenda y víctima por la humani­ 6, 10 la avaricia raíz de todos los males, 65 A.
dad, 498 B.
2, 2-25 Cristo se entregó por la Iglesia, 498 A. II a T imoteo
5, 28-31 el matrimonio, sacramento, 396 A. 3, 16 la Sagrada Escritura, inspirada por Dios,
275 A.
F ilipensbs
1, 1 esclavo de Jesucristo, 497 B. T ito
1, 23 ]a vida es Cristo, la muerte una ganan­ 1, 6-9 la dote del sacerdote, 472 B-473 A.
cia, 410 B, 3, 5 palingénesis o regeneración, 499 A-B;
2, 5-11 Cristo encarnado: verdadero Dios y ver­ 187 B.
dadero hombre, 134 A-B.
2, 5-11 encarnación y redención, 217 B. H ebreos

C olosenses
5-10 el sacerdocio de Cristo, 524 A.
6, 4-6 «imposible renovarse a penitencia», 120 A.
1, 15-20 el primado de Cristo: Dios y Re­ 7, 2-3 Melquisedec tipo de Cristo, 398 B-399 A.
dentor, 115 B; 127 A. 9 el sacrificio, 205 B.
1, 16 ss. rectificación en la desavenencia entre 9, 23-10, 18 Cristo, víctima sacerdotal, 527 A.
Dios y el mundo, 411 A. 9, 26 en la plenitud de los siglos, 187 B.
1, 18 Cristo cabeza, plenitud de la divinidad, 10, 27 la muerte, punto determinante de la eter­
115 B. nidad, 410 B.
1, 24 sufrir por nuestros hermanos, 135 B. 11, 37 fueron aserrados, 290 A.
1, 24-2, 5 regocijo por los padecimientos... adim­ 11, 4; 12, 24 «después de muerto sigue ha­
pleo ea quae desunt, 115 B. blando», 2 A.
2, 13 ss. el acta de condenación, 497 A-B.
3, 14 la caridad «es el vínculo de Ja perfección», S antiago
106 A. 2, 21-24 la fe sin las obras es estéril, 538 B-
3, 15 la paz domina en los corazones, 453 A. 539 A.
3, 17 «haced todo en el nombre del Señor», 5, 4 defraudar el justo salario clama venganza,
427 A. 454 A.
5, 12 no juréis, 348 B.
I A LOS T esalonicenses 5, 14-15 la unción de los enfermos, 539 A.
1, 3 la paciencia perseverante, 194 B. 5, 16 «confesaos vuestras faltas», 120 A.
1,6-8 la palabra del Señor, 364 A.
2, 19 la parusía final, 447 B. I de J uan
4, 13-18 «nosotros, los vivos, los que queda­ 1, 1 el logos de la vida, 364 A.
mos, no nos anticiparemos...», 580 B. 2, 15-17 el que pertenece al mundo no tiene en
4, 15 la parusía final, 447 B. sí el amor de Dios, 411 B.
627 ÍNDICE BÍBLICO

2, 18-22 «es la última hora», 35 A. 3, 13 «cielos nuevos y tierra nueva», 187 B.


3, 16 debemos sacrificarnos por nuestros her­ 3, 76 la epístola de Pablo, «como las otras es­
manos», 363 A. crituras», 275 B.
4, 7-21 el amor del prójimo condición y expre­
sión del amor de Dios, 105 B-106 A.
A pocalipsis
5,7 s. comma de Juan, 115 B-116 A.
1, 4 «Con vosotros sean la gracia y la paz, de
I de P edro parte del que es, de los siete espíritus, y de
Jesús», 591 B.
1,1 s la Trinidad, 591 B. 1, 18 «Cristo tiene las llaves de la muerte y del
1, 18 s. el rescate obrado por Cristo, 497 A. infierno», 274 A.
2, 5 sacerdocio regio, 524 B. 2, 6-14 s. 24 Nicolaítas, 418 B.
2, 9 los cristianos, regio sacerdocio, nación san­ 2, 13 el trono de Satanás en Pérgamo, 465 A.
ta, 272 A ; 497 B. 3, 14 Jesús testimonio fiel y veraz, 391 A.
3, 3 cosmos: belleza, orden, 411 A. 11, 3-13 los dos testimonios, 582 A.
3, 18 ss. (4, 5 s.) descendimiento de Jesús a los 12, 1-17 «una mujer, envuelta en el sol», 39 A.
infiernos, .149 A. 12, 9 la serpiente antigua, 166 B.
19, 13 el logos, 364 A.
II de P edro 20 el milenio, 39 B.
1, 4 «partícipes de la divina naturaleza», 13 A. 20 la resurrección de los cuerpos, 508 B-509 A.
1, 16 parusía, la encarnación del Verbo, 447 A. 20 los mil años, 188 B.
1, 20 los autores sagrados movidos por Dios, 20, 11 resurrección y juicio final, 347 B.
275 A. 22, 20 Maranatha: ven, Señor, 447 B.
INDICE DE MATERIAS

Las voces de que se trata directamente van indicadas con caracteres negros; las otras citas se
refieren a los lugares en que el nombre o el asunto se halla efectivamente ilustrado.
Respecto de las indicaciones A, B, cfr. las explicaciones que preceden al Indice Bíblico.

A Agrapha, 15 B-16 B.
Agripa I, 262 B-263B.
Ab (v. Calendario), 93 A. Agripa II, 264 A-B.
Abaddon (v. Demonio), 245 A-B. Agustín (San), 284 A.
Abandono de Jesús en la Cruz, 1 A. Ahalamu, 55 A.
Abdías, 1 A-B. Ahikar (historia de), 586 B-587 A.
Abdón (v. Jueces), 345 A. Ahriman, 466 A.
Abel, 1 B-2 A. Ahuramazda, 466 A.
Abgar (carta de), 49 B-50 A. Ajab, rey de Israel, 296 A.
Abías, rey de Judá, 330 B-331 A. Ajaz, rey de Judá, 297 A ; 322 B.
Abiatar, 142 A ; 143 B. Ajías, 16 B.
Abib (v. Calendario hebraico), 93 A. Ajimelec, 16 B.
Abimelec, 2 A. Ajjalon (valle de) (v. Gabaón), 439 A-B.
Abnegación, 2 B. Akhetaton, 26 A.
Abner, 142 B. Albino (procurador), 476 A.
Abominado desolationis, 34 B ; 36 A. Alcimo, 17 A.
Abraham, 2 B - 5 A ; 131 A. Alegoría, 17 A ; 283 A-B.
Abraham (Apocalipsis d e ; Testamento de), Alejandra (reina), 372 A-B.
46 B. Alejandrina (escuela), 17 A ; 283 A-B.
Absalón, 144 A-145 A. Alejandrino (códice), 17 A ; 584 A.
Acomodación (sentido acomodaticio), 546 B. Alfa y Omega, 17 A.
Actos de los Apóstoles, 5 A-8 B. Alfabeto, 17 A-18 B.
Adán, 8 B -ll B. Alfeo, 18 B.
Adán-Cristo, 11 B. Alianza, 18 B-23 B.
Adivinación, 71 B; 501 A. Alma, 267 A-B.
Adón, 12 A. Altar, 24 A-B.
Adonai (Dios), 158 A. Altar del incienso, 24 B.
Ádonías, 531 A. Altura, 24 A-26 A.
Adonias (las), 12 A-B. Allel, 23 B-24 A.
Adonis (jardines de), 12 A. Amalecitas, 26 A.
Adonis (Tammuz), 12 A-B. Amarna, 26 A-27 B.
Adopción, 12 B-13 B; 229 A. Amasias, rey de Judá, 332 A.
Adoración, 13 B-14 B. Ambrosiaster, 283 B-284 A.
Adulterio, 395 A-B. Amenofis III-IV, 27 A-28 A.
Afka (Nahr Ibrahim), 12 A. Amenenop’é (sabiduría de), 180 A.
Ágape (v. Eucaristía), 201 B. Amiatino (códice), 599 B.
Agar, 3 B. Amón, rey de Judá, 333 B.
Ageo, 14 B-15 A. Amonitas, 28 A.
Agonía de Jesús, 15 A-B. Amorrcos, 28 B-30 B.
INDICE DE MATERIAS 630

Amós, 29 B-30 B. As (v. Dinero), 156 A.


Amrafel, 2 B ; 246 A ; 131 A. Asa, rey de Judá, 331 A.
Amri (hebr. Omri), rey de Israel, 295 B. Asaf, 62 A-B.
Amurru, 26 B; 28 B. Ascensión, 62 B-63 A.
Ana, la anciana del Templo, 31 A. Aser, 63 A-B.
Ana, Madre de Samuel, 30 B. ASerah, 34 B ; 96 B.
Ana, Madre de la Virgen, 31 A. Asirlos, 63 B-64 B.
Analogía de la fe, 260 A. Asmodeo, 150 B.
Ananías, Safira, 31 A-B. Asmoneos, 372 A.
Anás, sumo sacerdote, 31 B. Assur Uballit, 64 A.
Anat (v. Ras Shamrá), 495 A-B, Astarte, 96 B.
Anatema, 31 B-32 A. Asuero, 65 A.
Andrés, 51 A. Asunción de María Santísima, 388 B-389 A.
Anémone, 12 A. Asurbanipal, 64 A-B.
Ángel (el) de Yavé, 32 B. Alalia (reina), 331 A-332 A.
Ángeles, 32 A-33 A. Atributos divinos, 158 B-161 B.
Animales puros e impuros, 33 A. Avaricia, 65 A.
Anticristo, 33 A-35 B. Avesta, 465 B-466 A.
Antilogía (v. Hermenéutica). Azarías (Ozías), rey de Judá, 332 A-B.
Antíoco IV Epífanes, 35 A-36 B ; 337 B-338 A. Azazel, 151 A ; 205 A.
Antioquena (escuela), 283 A-B. Ayuno, 65 A-66 B.
Antropomorfismos, 36 B.
Año (v. Calendario), 92 B.
Aod (v. Jueces), 345 A. B
Apocalipsis, 36 B-41 B ; 35 A.
Baal, 67 A-B.
Apocalfptica (literatura), 41 B-43 B.
Apócrifos, 43 B-51 A. Babel (Torre de), 67 A-68 A.
Apolo (v. Corintios), 122 B. Babilonios, 68 A-71 B.
Balam, 71 A-72 B.
Apóstoles, 51 A-52 B. Baldad (v. Job)> 314 B.
Aprias, 70 A.
Baltasar (Bel-Sarra-usur), 138 B-139 A.
Aquila (versión de), 242 A. Bámát-Bamóth, 24 A ; 24 B.
Aquior, 242 B-243 A. Barac (v. Débord)%146 A-B.
Aquis (rey de Gat), 142 A-B. Barsaba, 72 B.
Arabah, 440 B. Bartolomé, 51 B.
Árabes, 52 B-53 A. Bartolomé (Evangelio de), 51 A.
Aram-Naharajim, 55 A. Baruc, 72 B-73 B.
Arameo (idioma), 53 B-55 A. Baruc (Apocalipsis de), 46 A.
Arameos, 55 A-56 B ; 3 A ; 233 A. Basa, rey de Israel (v.), 295 A-B.
Árbol de la ciencia, 445 A ; 10 A-B. Basán-Batanea, 73 B-74 A.
Árbol de la vida, 445 A ; 10 A-B. Bato (v. Medidas\ 397 A.
Arca de la alianza, 56 B-57 A ; 255 A-B. Bautismo, 74 A-75 A.
Arca de Noé, 155 A-B. Becerro de oro, 75 A-76 A.
Arioc, 3 B. Belén, 76 A-B.
Aristea (carta de), 46 A. Belial, 76 B.
Aristóbulo II, 372 B. Belzebul (v. Baal), 67 A.
Armenia (versión), 57 A-B. Benedictus, 77 A-B.
Arón, 57 B-58 B. Benjamín, 77 B-7S A.
Arquelao, 262 B. Berenice, 264 A.
Arqueología, 58 B-62 A. Berit (alianza), 18 B; 80 B.
Arqueología de Egipto, 61 A-62 A. Bernabé, 78 B.
Arqueología de Fenicia, 60 B. Betania, 78 B-79 A.
Arqueología de Mesopotamia, 59 B-60 B. Bétel, 79 A-B.
Arqueología de Palestina, 58 A-59 B. Betesda, 79 B-80 A.
Arqueología del Asia Menor y Alta Siria, 60 Bethabara, 79 A.
B-61 A. Betsaida (de Galilea), 80 A.
Artajerjes III Oco, 343 B. Beza (códice de), 8 A ; 584 A.
631 INDICE DE MATERIAS

Biblia, 80 B-87 A. Comunión (v. Eucaristía), 202 A-B.


Biblia, división en capítulos y versículos, 81 A-B. Concilio de los Apóstoles, 118 A-B.
Biblos, 87 B-88 A. Concordancias bíblicas, 118 B -ll9 A.
Bienaventuranzas, 88 A-89 B. Concupiscencia, 119 A.
Blasfemia contra el Espíritu Santo, 89 B-90 B. Confesión, 119 A-120 B.
Boahírica (versión), 127 B. Contexto gramatical, 258 A.
Contexto lógico, 258 A.
Contrasentidos bíblicos, 548 A.
C Conversión, 120 B-121 B.
Coponio, 475 A.
Cadenas exegéticas, 284 B. Coptas (Versiones), 121 B-122 A.
Cadesbarne, 91 A. Cordero de Dios, 122 A.
Cafarnaúm, 91 A-B. Cordero pascual, 448 A-449 B.
Caifas, 91 B-92 A. Coré, 420 B.
Caín, 92 A-B. Coreítas, 530 A.
Caldea (v. Babilonia), 68 B-70 B. Corintios (Epístola a los), 122 A-125 A.
Calendario hebraico, 92 B-94 A. Cornelio centurión, 6 B-7 A.
Calvario, 94 A-B. Correctores bíblicos, 125 A-B.
Cam, 94 B-95 A. Cosmogonía bíblica (Hexamerón), 264 B-266 B.
. Caná, 95 A. Creación, 125 B-127 A.
Canán, 95 B-97 A. Cristiano, 127 A.
Candelabro de siete brazos, 97 A-98 A. Cristo (Mesías), 400 B-403 B.
Canon bíblico, 98 A-102 A. Crítica bíblica, 127 B-128 A.
Canon de Esdras, 100 A. Crítica literaria, 129 B-130 A.
Canon de Orígenes, 100 B. Crítica textual, 128 B-129 B.
Canon de San Jerónimo, 101 A. Crónicas (Libro de las), 446 A-B.
Canónigos de San Víctor, 284 B. Cronología bíblica, 130 A-133 A.
Cantar de los Cantares, 102 A-104 A. Cruz - Crucifixión, 133 A-134 B.
Carafianus (códice), 600 B. Cuadrante (v. Dinero), 156 A.
Caridad, 104 A-106 B. Cuernos del altar, 24 A-B.
Carismas, 106 B-108 A. Cuerpo místico, 135 A-136 B.
Carmelo, 108 A-B. Cuestión bíblica, 280 B-281 A.
Carne y espíritu, i 19 A. Cumano Ventidio (procurador), 475 B.
Casleu, Kisleu (v. Calendario), 93 A. Cusaí arquita, 144 B-145 A.
Caspios, 69 A.
Castigo de Adán, 10 B-ll A.
Categorías angélicas, 33 A. CH
Catequesfs apostólica, 108 A-109 B.
Católicas (Epístolas), 109 B-110 A. Cherem (v. Anatema), 31 B.
Cautividad (Epístolas de la), 110 A-B. Chester Beatty (Papiros), 140 A ; 443 A.
Cavensis (códice), 599 B-600 A.
Cedrón, 110 B.
Cesárea (Marítima), 111 A-B. D
Cesárea de Filipo, 111 A. Daeva, 466 A.
Cetim (v. Kittim), 350 A-B. Dagón, 219 A.
Cetura, 4 B. Dálila, 538 A.
Cíñeos, v. Quineos, 4S9 B-490 A. Damasceno (v. Documento sadoquita)t 162 A-B.
Circuncisión, 111 B-113 A. Dan, 137 A-B.
Ciro el Grande, 113 A-B. Daniel, 138 A-141 B.
Citas implícitas, 113 B-114 B. Daniélou, 549 B.
Cleofás, 114 B. David, 141 B-145 B.
Codo (v. Medidas), 396 B. Débora, 146 A-147 A.
Codorlaomer, 3 B; 181 B. Decálogo» 147 A-148 A.
Colonia (Concilio de), 9 A. Decápolis, 148 A-B. #
Colosenses (Epístola a los), 114 B-115 B. Decidio Saxa, 355 B.
Comisión Bíblica, 116 A-118 A. Dedicación del Templo, 148 B-149 A.
Comma de San Juan, 115 B-116 A. De Lubac, 549 B.
INDICE DE MATERIAS 632

Demencia zooantrópica, 138 B. Efrem (Códice de), 584 B.


Demoníacos (v. Endemoniados), Egerton (papiro de), 324 B.
Demonio (v. Diablo), Egipto, 176 A-181 A.
Deportados (los) de Judá, 69 B ; 70 A ; 206 A ; Eglón (Jueces), 345 A.
334 A-B; 335 A-B. Ehud (Jueces), 345 A.
Descendimiento de Jesús a los infiernos, 149 Ekhnaton, 27 B.
A-B. Ela, rey de Israel, 295 B.
Deuterocanónicos, 97 B-101 B. Elam, 181 A-182 A.
Deutero-Isaías, 291 B. El-Amarna (v. Amarna).
Deuteronomio, 149 B-150 B. Elcana (v. Samuel).
Diablo, 150 B-151 B. Eleazar (v. Macabeos),
Diáconos, 151 A-152 B. Elefantina (Papiros de), 44 A ; 54 A.
Diáspora, 152 B-154 A. Elegidos, 182 A-B.
Diatessaron, 563 A. Elias, 182 B-184 A.
Didracma, 156 A. Elias tipo de Juan Bautista, 183 B.
Diezmo, 154 A-B. Eliezer, 4 A-B.
Difuntos, 553 A-B. Elifaz, 314 B-315 B.
Diluvio, 154 B-155 B. Eliseo, 184 A-B.
Dinero, 156 A-B. Eljon, 157 A.
Dios, 156 B-161 B. Elohe haSSamaim, 158 B.
Dios creador, 159 B. EIohim, 157 B.
Discípulos de Jesús (y. Apóstoles), El Shaddai, 157 B.
Discreción de los espíritus, 107 B. Emaus, 184 B-185 A.
Discursos de sabiduría y de ciencia, 107 B. Emmanuel (v. Mesías).
Divinidades babilónicas, 71 A-B. Empadronamiento de David, 145 A-B.
Divinidades egipcias, 179 B. Empadronamiento de Quirino, 475 A.
Divino Afflante Spiritu, 163 A-B; 230 B-231 B. Enacim, 237 A.
Doctor de la justicia (Manuscritos del Mar Encenias, 148 B.
Muerto), 379 B. Encíclicas sobre Ja Sagrada Escritura, 162 B-
Documento Sadoquita, 162 A-B. 164 A.
Documentos Pontificios, 162 B-164 A. Endemoniados, 185 A-186 A.
Dolor, 164 A-165 A. Enoc, 451 A.
Dones del Espíritu Santo, 165 A-B. Enoc (Libro de), 44 A-B.
Dones sobrenaturales de Adán, 10 A. Enuma Elish, 70 B; 226 A.
Dracma, 156 A. Era mesiánica, 22 B; 187 B.
Dragón, 165 A-166 B. Eras, 94 A.
Drehem, 3 A. Esaú, 186 A-B.
Dublinensis (códice de la Vulgata), 600 A. Escándalo, 186 B-187 A.
Dudas acerca de los deuterocanónicos del N. T., Escatología, 187 A-189 B.
100 B-1Ó2 A. Esclavitud, 190 A-B.
Escribas, 90 B-91 A.
Escritura fenicia, 17 B.
E Escritura pictográfica, 17 A-B.
Escritura Sagrada, 80 B.
Ebionitas, 167 A-B. Escritura silábica, 17 A-B.
Ecce Homo, 167 B-168 A. Esdras (Libro III y IV), 45 B-46 A:
Eclesiastés, 168 A-169 B. Esdras-Nehemías, 191 A-193 A.
Eclesiástico, 170 A-172 A. Esdrelón, 193 A-B.
École biblique, 172 A-B. Esenios, 193 B-194 A.
Edén (v. Paraíso terrenal), Esperanza, 194 A-B.
Ediciones del texto original, 81 B-82 A. Espíritu de Yavé, 194 B-195 B.
Edom, 172 B-173 A. Espíritu Santo, 195 B-196 A.
Efa, 397 A-B. Espiritualidad de Dios, 159 B.
Efesios (Epistola a los), 173 A-174 B. Esteban (San), 6 B; 426 B.
Efod, 175 A-B. Ester, 196 B-198 A.
Efraím, 175 B-176 A. Estrella (v. Magos),
Efrata, 76 A-B. Etanim (v. Calendario),
633 INDICE DE MATERIAS

Eternidad (v. Dios), Gazofilacio, 227 A-B.


Etíope (Versión), 198 A-B. Gedeón, 227 B-228 A.
Eucaristía, 198 B-202 B. Gehenna, 228 A-B.
Éufrates, 202 B-203A. Genealogía de Jesús, 228 B-229 B.
Eva, 8 B-.ll B; 234 B-235 A. Géneros literarios, 229 B-232 A.
Eva-María, 238-B-239 A. Genesaret, 235 A-B.
Evangelio, 203 A-B. Génesis, 232 A-235 A.
Evangelio según los Egipcios, 47 A-B. Génesis menor o Jubileos, 44 B-45 A.
Evangelio según los Hebreos, 47 A. Georgiana (Versión), 235 B-236 A.
Evolucionismo antropológico, 9 A-10 A. Getsemaní, 236 A-B.
Exégesis Bíblica (v. Hermenéutica) (historia de Gigantes, 236 B-237 B.
la) (v. Interpretación de la Biblia). Gilgames, 71 A ; 155 B.
Éxodo (Libro del), 203 B-204 B. Glosa, 237 B-238 A.
Éxodo de Egipto, 130 B-131 A ; 250 B-251 A. Glosa ordinaria, 284 B.
Expiación (Día de la), 205 A-B. Glossolalia, 107 B-108 A.
Ezequías, rey de Judá, 333 A. Gobrias (Gubaru), 70 B; 113 A.
Ezeqniel, 205 A-209 B. Godolías, 238 A.
Gog y Magog, 39 B.
Gólgota (v. Calvario),
F Goliat, 141 B-142 A.
Gomor (taomer), 397 A-B.
Fado Cuspio, 475 B. Gomorra (v. Pentapolis),
Fanuel, 211 A. Gosen (= Gessen), 250 B ; 320 B.
Farán, 211 A-B. Gótica (Versión), 238 A-B.
Fariseos, 211 B-213 A. Gracia, 238 B-240 A.
Fe, 213 A-214 A. Graduales (Salmos), 529 B.
Felipe Apóstol, 51 A. Griegas (Versiones), 240 B-242 B.
Felipe Diácono, 214 B. Griego (bíblico), 242 B-243 B.
Félix (procurador), 476 A. Guejazi (Giezi), 184 A-B.
Fenicios-Fenicia, 214 B-216 A.
Filemón (Epístola a), 216 A-B.
Filipcnses (Epístola a los), 216 B-218 A. H
Filipo, tetrárca de Iturea, 262 B.
Filisteos, 218 A-219 B. Habacuc, 245 A-B.
Filón, 219 B-221 B. • Habacuc (comentario en los manuscritos del
Formas (Historia de las), 221 B-222 B. Mar Muerto), 379 B.
Fracción del pan (Eucaristía), 201 A-B. Habiros (v. Hebreos).
Fuldense (Códice), 599 B. Haceldama, 245 B-246 A.
HaUel (v. AUel).
Hammanim, 25 A ; 67 B.
G Hammurabí, 246 A-247 B.
Heber (v. Hebreos),
Gabael (Gabelo), 588 A. Hebrea (lengua), 247 B-249 A.
Gabaón, 439 A-B. Hebreos, 249 A-251 A.
Gabriel (Ángel),. 32. B. Hebreos (Epístola a los), 251 A-253 A.
Gad, 223 A-B. Hebrón, 253 A-B.
Gadd (Crónica de), 223 B-224 A, Helenismo, 253 B-255 A.
Galad, 441 Á. ‘ Helí, 255 A-256 A.
Gálatas (Epístola a los), 224 A-226 A. . Heliodoro, 370 B ; 424 B.
Galilea, 226 A-B. Herederos de Dios, .13 B.
Galión (procónsul), 132 B 433 B. Herem (v. Anatema).
Galo Cestio, 356 A-B. Hermanos de Jesús, 256 A-B.
Gamaliel, 6 B : 431 A ; 475 B. Hermenéutica, 256 B-260 B.
Garizín (v. Samaria), 439 B ; 534 A. Herodes (el Grande), 260 B-262 A. '
Gatha (las), 466 A. Herodes (Familia de), 262 A-264 B.
Gaulanítide (v. Palestina), 440 B. Herodes Agripa I, 263 B.
Gazcr, 227 A. Herodes Agripa II, 264 A-B.
ÍNDICE DE MATERIAS 634

Herodes Antipas, 262 B-263 B. Jazael, 296 A-297 A.


Herodes Filipo, 262 B. Jeconías (Joaquín), 334 A-B.
Hexamerón, 264 B-266 B. Jefté, 300 B-301 A.
Hexaplas, 241 B-242 A. Jehú, rey de Israel, 296 B.
Hijo del Hombre, 266 B-267 A. Jeremías, 301 A-304 A.
Hiksos, 177 B-178 A. Jeremías (Epístola de), 304 A.
Historia de las formas, 221 B-222 B. Jericó, 304 A-305 B.
Holocausto, 526 A. Jerjes, 65 A.
Holofernes, 342 B-344 A. Jeroboam I, rey de Israel, 294 B-295 A.
Hombre, 267 A-269 A. Jeroboam II, rey de Israel, 297 A.
Horeb, 559 A. Jerusalén, 305 A-307 B.
Hosanna, 269 B. Jesé, 141 B.
Humidio Cuadrado, 356 A. Jesucristo, 307 B-311 A; (muerte de), 134 A;
Humildad, 269 B-270 B. 410 B.
Hurritas, Horitas, Hórreos (v. Jórreos). Jesús ben Sirac (v. Eclesiástico), 170 A.
Jeteos, 311 B-313 B.
Jetró, 314 A.
I Jezabel, 295 B; 331 A; 216 A.
Joab (v. David), 144 B; 145 A.
Ideogramas, 17 A. Joajaz, rey de Judá, 334 A.
Idolotito, 271 A. Joajaz, rey de Israel, 296 B.
Idumea, 172 B-173 A. Joaquim, rey de Judá, 334 A.
Iglesia, 271 B-273 A. Joaquín, rey de Judá, 334 A-B.
Imprecatorios (Salmos), 530 A-B. Joás, rey.de Judá, 332.
Inerrancia bíblica, 280 B. Joatam (Jotam), rey de Judá, 332 B.
Infancia (Evangelio de la), 273 A-274 B. Job, 314 A-315 B.
Infierno, 274 B. Joel, 316 A-B.
Inmaculada concepción, 389 A. Jonás, 316 B-317 B.
Inmortalidad, 510 A ; 507 A-B. Joram, rey de Judá, 331 A-B.
Inocentes (Matanza de los), 274 B. Jordán, 318 A-B.
Inspiración, 275 A-282 A. Jórreos, 318 B-319 A ; 63 B.
Instituto bfblico, 282 A-283 A. Josafat, rey de Judá, 331 A-B.
Interpretación de la Biblia (Historia de la), Josafat (Valle de), 319 A-B.
283 A-287 A. José, hijo de Jacob, 319 B-320 B.
Interpretación de las lenguas, 107 B. José (San), 320 B-321 B.
Introducción bíblica, 287 B-288 A. José Barsabas (v. Barsaba).
Isabel, 273 B ; 327 B ; 386 B. José el Carpintero (Historia de), 48 A.
Isac, 288 A-289 A. José, pariente de Jesús (v. Hermanos de Jesús),
Isacar, 289 B. 256 A-B.
Isaías, 289 B-293 A. Josías, rey de Judá, 333 B-334 A.
Isbaal (KboSet), 142 B. Josué, 322 A-323 B.
Ismael, Ismaelitas, 293 A-294 A. Jotam (Joatam), rey de Judá, 332 B.
Israel (Jacob), 294 A. Juan Apóstol (IV Evangelio; Epístolas), 323 B-
Israel (Reino de), 294 B-297 B. 327 A.
Itala, 297 B. Juan Bautista, 327 B-328 B.
Iturea, 298 A-B. Juan Hircano, 369 B ; 370 A ; 372 A.
Juan Macabeo, 371 B.
J Juan Marcos (v. Marcos), 380 B.
Juan el Presbítero (v. Juan Apóstol).
Jacob, 299 A-300 A. Jubileo, Año Jubilar, 328 B-329 A.
Jacobo (Protoevangelio de), 47 B. Jubileos (Libro de los), 44 B-45 A.
Jael (v. Débora), 146 B; 345 A. Judá ,hijo de Jacob, 329 A-330 A.
Jafet, 300 A. Judá (reino de), 330 A-335 A.
Jair (v. Jueces), 345 A. Judaismo, 335 A-338 B.
Jarán, 300 A-B. Judas Apóstol, 338 B-339 A.
Jasón (hermano de Onías III), 35 B. Judas Barsabas (v. Barsaba).
Jasón de Cirene (v. Macabeos), 370 B-371 A. Judas Iscariote, 339 B-341 B.
635 ÍNDICE DE MATERIAS

Judas Macabeo, 371 B. Macabeos y Asmoneos (Historia), 371 A-373 A.


Judea, 341 B-342 B. Macpela (cueva de), 4 A.
Judíos (v. Judaismo), 337 B. Macho cabrío, 205 A.
Judit, 342 B-344 A. Madián-Madianitas, 373 A-B.
Jueces, 344 A-346 A. Magdalena, 383B-384 B.
Juicio de Dios, 346 B-347 A. Magia (v. Religión popular).
Juicio universal, o final, 347 A-B. Magisterio de la Iglesia, 259 A-260 A
Juramento, 347 B-348 B. Magnificat, 373 B-374 B.
Justicia divina, 160 B. Magos (Los), 374 B-375 B.
Malaquías, 375 B-376 B.
Mambre, 3 B ; 439 A.
K Mammona, 376 B.
Maná, 376 B-377 A.
Kare^ov, 34 B ; Manajem, rey de Israel, 297 A.
Kedorlaomer, 181 B. Manasés, 377 A-B.
Keret (leyenda de), 495 B. Manasés, rey de Judá, 333 A-B.
Kippur, 526 A. Manasés (Oración de), 46 B.
Kittim, 349 A-B. Mane, Thecel, Phares, 139 A.
Koiné, 242 B. Manual de disciplina, 380 A-B.
Manuscritos del Mar Muerto, 378 A-380 B.
L Maran Atha, 447 B.
Marcos, 380 B-382 B.
Labán, 299 A. Mar de bronce (Templo de Jerusalén), 575 B.
Ladrones (Los dos), 351 A. Mar de Galilea, 226 A-B; 235 A-B.
Lamec (v. Patriarcas). Mardoqueo, 196 B-198 A.
Lamentaciones, 351 A-352 A. Mari (Tell el-Hariri), 383 A-B.
Laodicenses (Epístola a los), 50 A. Maria (Apocalipsis de la Virgen), 50 B-51 A.
Laquis, 352 B-353 A. María (de Betania), 383 B-384 B.
Larsa (EHasar), 3 B. María (Tránsito y dormición de), 48 B.
Latinas (Versiones), 353 B-354 B. María, hermana de Moisés, 384 B-385 A.
Lázaro de Betania, 355 A-B. María Santísima, 385 A-389 B.
Legados de Siria, 355 B-356 B. Marianne (v. Herodes), 260 B-261 A.
Levi, 356 B. Mar Muerto, 389 B-390 A.
Leviatán, 356 B-357 A. Marta de Betania, 390 B.
Levirato (Ley del), 357 A-B. Martí'(Ramón), 285 A.
Levitas, 357 B-359 A. Martirio, 391 A-B.
Levítico, 359 B-360 B. Masía, 391 B-392 A.
Ley hebraica, 360 B-362 B. Mashal (v. Proverbios).
Ley, Profetas y Escritos, 99 A-B. Masora, 583 A.
Libertad (v. Hombre). Massebah (v. Altura), 24 B.
Libro de los muertos (Egipto), 179 B-180 A ; Matatías, 369 A ; 371 A-B.
453 A. Mateo, 392 A-394 A.
Libros Sagrados (catálogo), 81 A. Mateo (Evangelio apócrifo de), 47 B.
Limosna, 362 B-363 A. Matías (Apóstol), 52 A.
Lirio de los campos, 363 A. Matrimonio, 394 A-396 A.
Logos* 363 A-364 B. Matusalén, 451 A-B.
Loguia (v. Mateo). Medidas y Pesos, 396 B-398 A.
Lot (v. Abra ham). Medos, Media, 398 A-B.
Lucas, 364 B-367 B. Melek, 67 B.
Luciano (recensión de), 242 B. Melquisedec, 398 B-399 A.
Luz (Betel), 79 A. Merneftá,. 204 B.
Merodac Baladán II, 64 B; 69 A.
Mesa, 399 A-400 A.
M Meses cananeos, 93 A.
Meses helénicos, 93 B-94 A.
Macabeos (I y II Libro de los), 369 A-371 A. Meses de Nippur, 93 A-B.
Macabeos (III y IV Libro de los), 46 A. Mesías, 400 B-403 B.
ÍNDICE DE MATERIAS 636

Mesopotamia, 400 A-B. Nicodemus (Evangelio de), 48 A-B.


Mica (levita), 345 A-B. Nicolaítas, 418 A-B.
Micol (v. David). Nicolás de Lira, 285 A.
Midrash (v. Géneros literarios). Nínive, 64 A.
Miguel (v. Angeles). Nisan, 93 A.
Milagro, 404 A-B. Noc-cAmon ('Lebas), 573 B.
Mina (v. Medida y Pesos). Noé, 418 B-419 A.
Minhah (y. Sacrificio). Noemí, 517 B.
Miqueas, 404 B-405 B. Nombres teofóricos, 419 B-420 A.
Misericordia (v. Dios). Nombres de Dios, 157 A-159 A.
Mishnah (v. Talmud). Números, 420 A-421 B.
Misraím (v Egipto). Nunc dimittis, 421 B-422 A.
Mitanni, 405 B-406 A. Nuzu, 422 A-B.
Mitos cananeos, 96 B-97 A.
Mitra, 466 A. O
Mizmor, 530 A.
Moab-moabitas, 406 B-407 B. Obediencia, 423 A-B.
Móhél, 112 B. Ocozías, rey de Judá (Ozías), 331 B.
Moisés, 407 B-409 A. Ocozías, rey de Israel, 182 B; 183 B; 296 A-B.
Moisés (Asunción de), 45 B. Odas de Salomón, 45 B.
Moloc, 409 A-B. Ofel, 305 B.
Monogenismo, 10 A. Ofni, 535 B.
Mót (v. Ras Shamra), 495 A. * Olivos (Monte de los), 423 B-424 A.
Muerte, 409 B-411 A. Omnipresencia de Dios, 160 A.
Mujer (la) amicta solis, 388 B. Omnisciencia, 160 A-B.
Mundo, 411 A-B. Omri, rey de Israel (Amri), 296 B.
Muratoriano (Canon), v. Canon. Onán, 424 A.
Música, 411 B-412 B. Onésimo, 216 A.
Onías, 424 B.
Onkelos (Targum), 573 A.
N Oración, 425 A-427 A.
Oráculos Sibilinos, 46 B.
Nacaman (Jardines de), 12 B. OrientaIística, 286 A.
Nabateos, 413 A-B. Orígenes, 241 B-242 A; 283 A-B.
Nabhi, 476 B. Oseas, 427 A-428 B.
Nabonid, 413 B-414 A. Oseas, rey de Israel, 297 A-B.
Nabopolasar, 414 A. Ostraca, 428 B.
Nabucodonosor, 414 A-415 A. Otoniel (v. Jueces), 345 A.
Nadab, rey de Israel, 295 A. Oxirrincos, 429 A-B.
Nahum, 415 A-B. Ozías (Azarías, rey de Judá), 332 A-B.
Namán (v. Elíseo).
Naplusa (v. Samaria).
Nash (Papiro de), 443 A. P
Natanael (v. Apóstoles), 51 B.
Natán, 143 B-145 B. Pablo apóstol, 431 A-336 A.
Natividad de María (Evangelio de la), 47 B. Pablo y el helenismo, 431 B.
Nazareato, 415 B-416 A. Pablo, primer viaje apostólico, 432 A-B.
Nazarenos (Evangelio de los), 47 A. Pablo, segundo viaje, 432 B-433 B.
Nazaret, 416 A-B. Pablo, tercer viaje, Pablo, 433 B-434 A.
Neanderthal (Hombre de), 9 B. Pablo, detención y. encarcelamiento, 434 A-B.
Nebo, 417 A. Pablo, viaje a Roma, 434 B.
Necao II de Egipto, 334 A ; 414 A-B. Pablo (Actos de), 49 A.
Nefilim (Nephilim, Gigantes), 236 B. Pablo (Apocalipsis de), 50 B.
Neftalí, 417 A-B. Pacto (berit), 18 B.
Nehemías (v. Esdras-Nehemías). Padre, 436 B-437 A.
Nerón, 39 A. Palabra de Dios (Logos), 363 A-364 B.
Nicodemus, 417 B-418 A. Palestina, 437 A-441 A.
637 ÍNDICE d e m a t e r ia s

Palingénesis, 498 A. Procuradores romanos, 474 A-476 B.


Palmira, 441 B-442 A. Profeta, Profetismo, 476 B-483 A.
Panes de Presentación, 442 A-B. Prójimo (v. Caridad).
Panion, Panias (v. Cesárea de Filipo), 111 A. Propiciatorio, 483 A-B.
Papiros, 442 B-443 B. Proposición (v. Panes de).
Parábola, 443 B-444 B. Prosélito, 483 B.
Paráclito, 444 B-445 A. Pro tocan ónicos, 98 B.
Paraíso terrenal, 445 A-B. Protoevangelio, 484 A-B.
Paralelismo (v. Poesía). Protoevangelio de Jacobo, 47 B.
Paralipómcnos (I-II), 446 A-B. Proverbios, 485 A-486 B.
Parasceve, 446 B-447 A.
Providentissimus Deus, 162 B.
Parusía, 447 A-B.
Pascua, 448 A-449 B. Provincias imperiales, 474 A.
Pastor, 449 B-450 A. Provincias senatoriales, 474 A.
Pastorales (Epístolas), 450 A. Pseudoepígrafos (Libros), v. Canon.
Pater noster, 450 A-451 A. Pseudoprofetas, 478 B-479 B.
Patmos, 40 B. Publícanos, 486 B-487 B.
Patriarcas, 451 A-452 A. Pul o Ful, 64 A ; 69 A.
Paulinus (códice de la Vulgata), 599 B. Pureza legal, 487 A-B.
Paz, 452 B-453 A. Purgatorio, 488 A-B.
Pecado, 453 A-454 B. Purim (fiesta de los), 196 B; 198 A.
Pecado original, 454 B-455 B.
Pecaj (Facee), rey de Israel, 297 A.
Pecajya (Faceya), rey de Israel, 297 A. Q
Pectoral, 455 B-456 A.
Pedro (Apóstol), 456 A-459 A. QuedoS Israel, 158 B.
Pedro (Actos de), 48 B. Querubín, 33 A ; 489 A-B.
Pedro (Apocalipsis de), 50 A-B. Quíneos, 489 B-490 A.
Pedro (Evangelio de), 48 A. Quirino, 490 A-491 B.
Pedro (Predicación de), 49 A.
Pedro y Pablo (Actos de), 49 A-B.
Penitencia (v. Confesión). R
Penitenciales (v. Salmos).
Pentápolis, 459 A-B. Rabbí, 493 A-B.
Pentateuco, 459 B-463 A. Raca, 493 B.
Pentateuco Samaritano, 534 B-535 A. Racional, 455 B-456 A.
Pentecostés, 463 B-464 A. Rahab, 166 A ; 322 B.
Perea, 464 A-B. Ramsés II, 27 A ; 96 A.
Perfección de Dios, 160 B-161 A. Raquel, 493 B-494 A.
Pérgamo, 464 B-465 A. Ras Shamra (Textos de), 494 B-496 A.
Persas, 465 A-467 A. Razón (Rasin), rey de Damasco, 55 B.
Pesitta (versión siríaca), 562 A. Rebeca, 496 A-B.
Pilato (Pondo), 467 A-B. Recabitas, 496 B.
Pilato (Apócrifos de), 48 A. Redención, 496 B-498 B.
Pináculo del Templo, 577 B. Refaim, 237 A.
Piscina «probática», 79 A-80 A. Refaim (valle de los), 237 A.
Plagas de Egipto, 467 B-468 B: Refugio (Ciudades de), 498 B.
Pobreza y Riqueza, 468 B-469 B. Regeneración, 498 B-499 B.
Poesía (hebrea), 469 B-470 B. Reino de Dios, 499 B-501 A.
Políglotas, 82 B-83 B. Religión popular, 501 A-502 B.
Porcio Festo, 476 A. Remisibilidad de los pecados, 120 A.
Predestinación, 470 B-472 A. «Residuo» o «Resto» de Israel, 22 A-B; 30 A.
Presbíteros, 472 A-473 A. Resurrección de Jesús, 502 B-506 A.*
Primicias, 473 A-B. Resurrección de los cuerpos, 506 B-509 A.
Primogénitos, 473 B-474 A. Resurrección primera, 39 B.
Probática (puerta y piscina), 79 A-80 A. Retorno del «r e s i d u o 336 A-B.
INDICE DE MATERIAS 638

Retribución, 509 A-511 B. Sebaot, 158 B.


Revelación e inspiración, 279 B-280 B. Sebaslije (v. Samaría).
Reyes (Libros de los), 511 B-512 B. Sedecías (Matañías), 334 B.
Riqueza (v. Pobreza y r.). Seír (v. Eciom).
Roboam, rey de Judá, 330 B. Seléucidas, 542 A-543 A.
Romanos (Epístola a los), 512 B-517 A. Sellum (Joajaz), rey de Judá, 334 A.
Rubén, 517 A-B. Sem, 543 A-B.
Rut, 517 B-518 B. Semei (v. Davicf), 145 A.
Ryland (Papiros), 324 A. Semitas, 543 A-545 B.
Séneca (Cartas de... a San Pablo), 50 A.
Senaar, 68 A.
Senaquerib, 545 B-546 A.
S Sentidos bíblicos, 546 A-550 A.
Serafín (v. Angeles).
Saba (Sabeos), 519 A-B. Sergio Pablo, 432 A.
Sábado, 519 B-520 A. Sermón de la Montaña, 550 A-552 B.
Sábana (v. Resurrección de Jesús). Serpiente de bronce, 552 B-553 A.
Sabático (Año), 520 A. Set (v. Patriarcas), 451 A-452 A.
Sabiduría, 520 A-B. Setenta (Versión de los), 240 B-241 A.
Sabiduría (Libro de la), 520 B-521 B. Setenta (las) Semanas, 139 B.
Sacerdocio (A. T.), 521 B-523 B. Sham§i-Addu I, 63 B.
Sacerdocio (N. T.), 523 B-525 B. Shefelah (Sefelá, Palestina), 439 B-440 A.
Sacrificio, 525 B-527 A. She’ol, 553 A-B.
Sadoc, 527 A-B. Sibilinos (Oráculos), 46 B.
Sadoquita (v. Documentos). Sido (v. Dinero), 156 A-B.
Saduceos, 527 B-528 B. Siervo de Yavé, 554 A-555 A ; 292 B ; 477 A.
Safira (v. Anemias). Silas (Silvano), 555 A-B.
Sahídica (versión) (v. Coptas). Silo, 555 B.
Salem (Jerusalén), 305 A. Siloé, 555 B-556 A.
Salmanasar, 528 B-529 A. Símaco, 241 B. .
Salmos, 529 A-531 A. Símbolo (acción simbólica), 547 A.
Salomón, 531 A-532 B. Simeón, 556 A-B.
Salomón (Odas de), 45 B.
Salterio, 529 A. Simón Cananeo, 51 B-52 A.
Samaría, samaritanos, 532 B-535 A. Simón Macabeo, 369 B.
Sambalat, 192 A-B. Simón Mago, 556 B-557 A.
Samgar (v. Jueces), 345 A. Simón Pedro (v. Pedro).
Samuel, 535 A-B. Simón Richard, 285 B.
Samuel (Libros de), 535 B-536 B. Simón II, 171 A.
Sancta Sanctorum, 575 A-576 A. Sinagoga, 557 A-558 A.
Sanedrín, 536 B-537 A. Sinagoga (La Gran), 558 A-B.
Sangre, 537 A-B. Sinai, 558 B-559 B.
Sansón, 537 B-538 A. Sinaítícas (Versiones), 559 B-560 B.
Santiago (apóstol, 5.1 B. Sinaítico (Códice), 584 A.
Santiago (Epístola de), 538 B-539 A. Sinópticos, 560 A-561 A.
Santiago el menor, 51 B; 538 A-B. Sión, (Ciudad de David), 306 A.
Santidad de Dios, 159 B-160 A. Siquem, 561 A-B.
Santo y santidad, 539 B-540 B. Sirac, Sirácides (Eclesiástico), 170 A.
Sapienciales, 540 B. Siria, 561 B-562 A.
Sara, 3 A-4 A. Siríacas (Versiones), 562 A-563 B.
Sargón, 540 B-541 A. Sisara (v. Débora), 146 B.
Sasabasar (v. Zorobabel). Sixto de Siena, 285 A-B.
Satanás (v. Diablo). Soberbia, 564 A.
Saturnino Sencio, 356 A. Sodoma, 459 A.
Saúl, 541 B-542 A. Sofonías, 564 B-565 A.
Seba, 145 A. Sopherim (v. Escribas).
639 INDICE DE MATERIAS

Sosío (Legado de Siria), 355 B. Timoteo (Epístolas a), 585 B-586 B.


Spiritus Paraclitus, 162 B-163 A. Tipo y Antitipo, 548 A-549 B.
Sudor de Sangre (v. Agonía de Jesús). Tisri (v. Calendario).
Suerte, 565 B. Tito (Epístola a), 586 B-587 A.
Sumerios, 565 B-566 B. Tito Flavio Vespasiano, 587 B.
Sumo Sacerdocio, 566 B-567 B. Tobías, 587 B-589 A.
Susa, 567 B-568 B. Tofet, 228 A.
Susana, 138 A. Tomás Dídimo (Apóstol), 51 B.
Tomás (Actos de), 49 B.
T Tomás (Evangelio de), 48 A.
Tomás (Santo), 284 B.
Torah (v. Pentateuco).
Tabeel, v. Judá (Reino de), 332 B. Transfiguración, 589 B-590 B.
Tabernáculo, 569 A-570 A. Tránsito (o Dormición de María), 48 B.
Tabernáculos (Fiesta de los), 570 A-571 A. Transjordania, 590 B-591 A.
Tabor, 571 A-B. Trenos (Lamentaciones), 351 A-352 A
Tadeo (Judas, Apóstol), 51 B. Trinidad, 591 A-592 B.
Tadmor (Palmira), 441 B. Tukulti-Nimurta I, 64 A.
Talento (v. Medidas). Tummin (v. Urim).
Tallón (Ley del), 571 B-572 A. Turonensis (códice de la Vulgata), 600 A.
Talmud, 572 A-B. Tutmosis III y IV, reyes de Egipto, 178 A.
Tammuz (y. Adonis).
Tannaítas, 572 B.
Tannin, 165 B.
U
Targum, 573 A-B.
Tarso de Cilicia, 431 A.
Tebas, 573 B-574 A. Udmu (Adán), 8 B.
Tefillah, 530 A. Ugarit (v. Ras Shamra).
Teglatfalasar, 574 A-B. Ugolini, 286 A.
Tell-El-Amarna (v. Amamá). Unidad de Dios, 158 B-159 A.
Tell-Hum (v. Cafarnaúm). Ur (v. Abraham).
Temor de Dios, 165 A-B. Urim y Tummim, 593 A-B.
Templo de Jerusalén, 574 B-576 B. UtnapiStim, 155 B.
Tentación, 576 B-577 A.
Tentaciones de Jesús, 577 A-578 B.
Teocracia (la nueva), 102 A. V
Teodoción, v. Griegas (Versiones), 241 A-B.
Teofóricos (v. Nombres). Valerio Grato, 475 A.
Terafim, 578 B-579 A. Valle de Hinnon (v. Gehenna).
Terapeutas, 579 A-B. Varrón, 355 B.
Tesalonicenses (Epístolas I y II a los), 579 B- Vaticano (Códice), 584 A.
582 B. Venganza (v. Talión).
Tesbita (v. Elias). Ventidio, 355 B.
Testamento Antiguo y Nuevo, 80 B. Verdad, 595 A-B.
Testamentos de los XII Patriarcas, 45 A. Versiones alemanas de la Biblia, 86 B-87 A.
Testimonios (los dos del Apoc.), 38 B-39 A. Versiones españolas, 86 A.
Testos bíblicos (Códices y manuscritos), 582 B- Versiones francesas, 85 A-86 A.
■ 584 A. Versiones inglesas, 86 B.
Tiberíades (Lago de), 235 A-B. Versiones italianas, 83 B-85 A.
Tiberio (año 15.° de), 132 A. Versiones portuguesas, 86 A-B.
Tiberio Alejandro, 475 B. Vida eterna, 510 A-511 A.
Tiberio Claudio Nerón, 584 B. Viña-Vid, 595 B-596 A.
Tidaal, 3 B. Virginidad, 596 A-597 A.
Tienda, 584 B-585 A. Visión (v. Profeta), 477 A ; 480 B-481 A.
Tienda de la Alianza (v. Tabernáculo). Vitelio, 356 A.
Tiglat-Pileser (v. Teglatfalasar). Voto, 597 A-598 A.
Tigris, 585 A-B. Vulgata, 598 A-601 B.
INDICE DE MATERIAS 640

Y Zacarías, padre del Bautista, 273 B ; 327 B.


Zacarías, rey de Israel, 297 A.
Yavé (v. Dios), 157 B-158 B. Zamri, v. Israel (Reino de), 295 B.
Zamzummim (v. Gigantes).
Zaratustra, 465 B-466 A.
Z Zarza ardiendo (v. Moisés).
Zelotes, 606 B.
Zabulón, 603 A-B. Ziw, 93 A.
Zacarías, 603 B-606 A. Zorobabel, 606 B-607 B.
Zacarías (hijo de Baraquías), 606 A-B. Zuzim (v. Gigantes).

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