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El Colegio del Estado de Hidalgo

Taller de Redacción
Araceli Barragán Coronel
¿POR QUÉ TENDRÍAMOS QUE PENSAR EN LA PENA DE MUERTE?
La pena de muerte ha sido objeto de interminables discusiones: algunos la han justificado bajo la
premisa de que esta ha sido un castigo que ha acompañado al hombre a través de la historia, la
defensa de la sociedad contra los elementos dañinos; otros la han rechazado por tratarse de
personas con las que se debe actuar de manera moral y éticamente “correcta”. Ambos argumentos
pueden ser los más cuestionados, pues se está tratando con opiniones completamente contrarias
en donde todo se reduce a: ¿eres o no eres pro-vida?

Sin embargo, seguir contemplando a la pena de muerte desde la misma perspectiva, casi
indudablemente, nos lleva al mismo sitio en el que se comenzó. Antes tendríamos que preguntarnos
por qué es que tendríamos que considerar la pena de muerte, como castigo máximo, para aquellos
que de lo contrario se privaría de su libertad por el resto de su vida.

En México, la pena de muerte formó parte de los castigos establecidos en la Constitución hasta el 9
de diciembre del 2005, aunque no pasó a formar parte del catálogo de penas del sistema judicial.
No obstante, han surgido iniciativas para volver a incluirla y, esta vez, hacer uso de ella.

Según una encuesta, aplicada por Defoe en el 2012, el 56 por ciento de la población mexicana está
a favor de legalizar la pena de muerte; mientras el 19 por ciento está en desacuerdo, al igual que
aquellos que mantienen una posición neutral, y del 6 por ciento restante no se sabe. Los argumentos
más comunes a favor de la pena de muerte, están relacionados a la rentabilidad económica; pues
consideran que de esta manera se evitarían grandes gastos en el mantenimiento de las cárceles
destinadas a quienes cometieron delitos graves y que al mismo tiempo esto podría hacer que los
delincuentes reconsideraran participar en actividades delictivas.1

Habría que conocer a ciencia cierta cuánto es lo que se invierte, en el mantenimiento de estas
cárceles; y saber si es una cantidad representativa respecto a aquellas donde se encuentran quienes
cometen delitos menores. Lo anterior, hace evidente que el problema se sale de la idea original y se
relaciona con la percepción de la población sobre la carga económica que los presos le representan,
pues no es posible obligarlos a trabajar… cuando el resto de la población “libre” tiene que hacerlo
para sobrevivir.

Más allá del conocimiento de que la pena de muerte no ayuda a solucionar los problemas de
violencia e inseguridad (de la misma manera que los encarcelamientos), o de que se trata de la
privación del derecho a la vida, es necesario cuestionarse la razón por la que tendríamos que tomar
la medida, ¿Estamos pensando de manera clara? O la percepción hacia los elementos “inútiles para
la sociedad” nos está haciendo querer suprimirlos, ¿Quiénes serán los próximos?... ¿Acaso no existe
otra solución?

1
Yamil Nares Feria. “Los mexicanos, a favor de la pena de muerte (encuesta)”, [en línea], México
animalpolitico.com; publicado el 4 de febrero del 2014, consultado el 12 de febrero del 2015 en
http://www.animalpolitico.com/blogueros-el-caleidoscopio/2014/02/04/los-mexicanos-favor-de-la-pena-
de-muerte-encuesta/

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