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Naturales: Las obligaciones naturales son una categoría intermediaria entre las
obligaciones civiles (o jurídicas) y las obligaciones morales.
Aunque es difícil encontrarlas en los códigos civiles, ésta se contempla en juegos de azar,
en casos de equivocación sin conocimiento y de pagos realizados después de la
prescripción de la deuda.
Puras: Una obligación es pura cuando no está sometida a ninguna modalidad, ya sea
condición, plazo o modo (cargo). Estas modalidades son estipulaciones accesorias que
quitan certeza a la obligación principal, o la difieren en el tiempo, o le agregan una obligación
accesoria.
Obligaciones de dar: La obligación de dar, es la que tiene por objeto la entrega de una
cosa, mueble o inmueble, con el fin de constituir sobre ella derechos reales, o de transferir
solamente el uso o la tenencia, o de restituirla a su dueño.
Las obligaciones de dar llevan consigo la obligación de conservar la cosa, de modo que es
de cargo y responsabilidad del deudor la conservación de la cosa hasta su entrega, lo que
no sólo implica mantener materialmente la cosa, sino además hacerse responsable por la
suerte que corra la cosa hasta su entrega, como los deterioros que sufra, los gastos de
mantención o incluso responder hasta del caso fortuito de que padezca la cosa si el deudor
estaba constituido en mora.
La obligación de dar, es la que tiene por objeto la entrega de una cosa, mueble o inmueble,
con el fin de constituir sobre ella derechos reales, o de transferir solamente el uso o la
tenencia, o de restituirla a su dueño.
De sujeto múltiple: Son obligaciones de sujeto plural las que corresponden a varios
acreedores o pesan sobre varios deudores, con respecto a una sola prestación debida, y
en razón de una causa única.
1- Sobre el acreedor (art. 730 CCC), en una serie de mecanismos y dispositivos que
facultan al acreedor a emplear diversos medios legales para lograr el cumplimiento ya sí
ver satisfecho su interés; y
2- Sobre el deudor (art. 731 y 732 CCC), quien carga con el derecho- deber de cumplir la
prestación comprometida. Se trata de un deber, ya que el deudor que no cumple
voluntariamente puede ser coaccionado al cumplimiento; pero, a la vez, se trata de un
derecho, ya que el deudor que no cumple voluntariamente puede ser coaccionado al
cumplimiento; pero a la vez, se trata de un derecho, ya que el deudor tiene el derecho de
liberarse del yugo obligacional.
Las obligaciones pueden presentar efectos inmediatos o diferidos, según que ellos operen
desde su propio nacimiento o desde una fecha posterior.
Esta última categoría admite, a su vez, una sub clasificación: a) Efectos continuados,
supuesto en que no hay solución de continuidad en la prestación; y b) Efectos periódicos,
fluyentes o de tracto sucesivo, en los que existen episodios prefijados de ejecución, la que
se distribuye y reitera a lo largo del tiempo preestablecido o determinable, pero no
indefinido. Las obligaciones fluyentes son aquellas que generan créditos de vencimiento
periódico, que nacen cada cierto tiempo y son susceptibles de renacer por largos períodos;
suelen ser obligaciones cualitativamente muy importantes y cuantitativamente nada
desdeñables. Tales obligaciones tienen una perdurabilidad en el tiempo y su cumplimiento
no se produce por un acto único, sino por una sumatoria de cumplimientos o pagos cada
cierto tiempo.
Para ello, el ordenamiento le asigna al acreedor una serie de poderes y facultades, que son
derivaciones o consecuencias de la relación obligatoria de la cual es sujeto activo,
enderezadas a lograr la satisfacción de su interés, que integraba el plan prestacional de la
obligación.
Ante el incumplimiento del deudor de sus obligaciones, entra en juego el art. 730 CCC, cuya
fuente es el art. 505 CC, que establece que la obligación da derecho al acreedor:
a) a emplear los medios legales para que el deudor le procure aquello a que se ha obligado.
B) a hacérselo procurar por otro a costa del deudor; a obtener del deudor las
indemnizaciones correspondientes. Los efectos enumerados en los diversos incisos de la
norma transcripta persiguen obtener que el acreedor satisfaga su interés in natura, esto es,
en primer término obteniendo exactamente el objeto debido de la manera comprometida;
de no ser ello factible, la norma busca el cumplimiento por equivalente, es decir, que el
deudor reciba a cambio de lo originalmente previsto una cosa o una prestación de valor
equivalente a ella. A estos dos efectos se los llama principales. También existen efectos
complementarios o auxiliares, ya que coadyuvan o apoyan la virtualidad de los efectos
principales y tienden a proteger o asegurar la integridad del patrimonio del deudor, dado
que su insolvencia tornaría ilusorio al cumplimiento que se persigue forzar o sustituir por un
equivalente.
Finalmente, en último caso, cuando tampoco esto fuera posible, el ordenamiento otorga al
acreedor el último recurso:
Resolver la obligación, mutándose la obligación original en una obligación resarcitoria: el
deudor debe al acreedor la indemnización de los daños causados por su incumplimiento.
Cuando fracasa el cumplimiento específico de la obligación, previa constitución en mora del
deudor, con o sin interpelación del acreedor, procede la satisfacción de la expectativa de
éste por vía de sucedáneo, mediante la reparación de los daños y perjuicios causados por
la inejecución. En definitiva como bien dice Saleilles, todos los efectos de las obligaciones
se resumen en una sola palabra: cumplimiento.
Efectos entre las partes: El nuevo código civil y comercial se ocupa de los efectos de las
obligaciones con relación al deudor en los artículos 731 y 732 CCC, que disponen lo
siguiente:
1- Art. 731:” El cumplimiento exacto de la obligación confiere al deudor el derecho a obtener
la liberación y el de rechazar las acciones del acreedor”.
Aunque el nuevo código no lo diga en este segmento, las obligaciones también alcanzan a
los sucesores de los sujetos obligacionales. Si se establece el principio respecto de los
contratos en el art. 1024 CCC, que dispone:” Sucesores universales. Los efectos del
contrato se extienden, activa y pasivamente, a los sucesores universales, a no ser que las
obligaciones que del nacen sean inherentes a la persona, o que la transmisión sea
incompatible con la naturaleza de la obligación, o esté prohibida por una cláusula del
contrato o la ley.”
Efectos con relación a terceros: Principio General: Las obligaciones son, en principio,
invocables por aquellos que han participado en su génesis, como las partes contratantes
en los contratos, el declarante en la declaración unilateral de voluntad, etc.
Son partes u otorgantes del contrato los que intervienen en su celebración por sí o a través
de un representante. Las partes son titulares de los intereses reglados en el contrato; ellas
adquieren los derechos y contraen las obligaciones establecidas en la contratación. Su
representante actúa por cuenta, en representación y en nombre de las partes;
consecuencia, no adquiere derechos ni contrae obligaciones derivadas del contrato.
El principio general de que los contratos no pueden perjudicar a terceros, no pueden
oponerse a ellos, ni invocarse por ellos (salvo algunas excepciones).
Efectos con respecto a los terceros: Los efectos de las obligaciones no alcanzan a los
terceros, a mérito del principio establecido en los art. 1195 y 1199 del CC. Respecto de los
terceros, las convenciones entre partes constituyen un convenio que les es inoponible (res
inter alios acta). La excepción está dada por el art. 1027 CCC, que prevé la figura conocida
como estipulación a favor de tercero.
Esta norma recepta un instituto sui generis que se denomina “estipulación a favor de
tercero”. En virtud de ella, un tercero, ajeno al vínculo obligacional, en caso de ser
beneficiario, se incorpora a la obligación ya nacida. Allí, los efectos sí lo alcanzan.
Clasificación de los efectos entre las partes: Los efectos de las obligaciones entre el
acreedor y el deudor pueden ser clasificados conforme se refieran al cumplimiento de la
prestación, o a la falta de cumplimiento y sus consecuencias, y a las medidas o acciones
que se confieran al acreedor para la tutela del crédito. 1- Efectos normales o cumplimiento
directo de la prestación. El efecto esencial de las obligaciones es el deber de cumplir la
prestación prometida en la forma, lugar y tiempo estipulados o que la ley prescribe. A este
efecto se lo denomina cumplimiento directo o específico de la prestación. 2- En la hipótesis
de que el deudor no cumpla voluntariamente con la prestación, el derecho prevé medios
para compelerlo al cumplimiento forzado; si ello no es posible, ni tampoco el hacerla
ejecutar por terceros, el acreedor tiene el derecho de “obtener las indemnizaciones
correspondientes” del deudor, para lo cual le basta con acreditar la existencia del contrato
sin tener que acreditar que de no recibirlo le seguirán daños. Puede reclamar además la
reparación de los daños derivados del incumplimiento, pero en este caso debe probar
debidamente el menoscabo patrimonial y, además la reparación de los daños derivados del
incumplimiento, pero en este caso debe probar debidamente el menoscabo patrimonial y,
además, que tal menoscabo resulta una consecuencia del obrar antijurídico que se le
atribuye a un sujeto mediando entre este acto y el daño una relación de causalidad
adecuada.
El cumplimiento de la obligación:
También se ha dicho que “la existencia de la obligación llama a su realización en tanto está
vuelta hacia su fin (pago), hacia el cumplimiento que es su muerte. La obligación es un ser
para la muerte y se extingue, pues de un modo natural cuando se la paga
espontáneamente, se cierra, de tal modo, su ciclo natural, vital. Esta elemental descripción
pone de relieve el modo normal, propio- auténtico, de ser- obligación.
Por ende- y como establece el art. 865 CCC- el cumplimiento exacto de la obligación le
confiere al deudor el derecho de obtener la liberación correspondiente, o el derecho de
repeler las acciones del acreedor, si la obligación se hallase extinguida o modificada por
una causa legal. Ese es el principio general.
De otro modo, debiera pensarse que sólo el cumplimiento exacto de la obligación libera al
deudor, lo que no es cierto, incluso a tenor de reiterados fallos de la Corte Suprema, donde
apelará al esfuerzo compartido y donde liberarse a deudores con deudas pesificadas, lo
que lejos estaba de configurar el cumplimiento “exacto” de la prestación. Como pauta
general, el derecho sólo protege intereses serios, razonables, sustentables y no cobija
nimiedades, caprichos o tonterías. Por ende, la exactitud del cumplimiento a que alude el
art. 865 CCC-y su fuente, art. 725, primera parte, CC- no constituye una circunstancia
enteramente objetiva, habida cuenta de que la falta de correspondencia entre lo debido y
lo pagado no obsta necesariamente a la exoneración del deudor, como ha resuelto
atinadamente alguna jurisprudencia.
La extinción de la obligación: A diferencia del código de Vélez, que tenía una norma (el
art.724 CC) que disponía que las obligaciones se extinguen por el pago, la novación, la
compensación, la transacción, la confusión, la renuncia de los derechos del acreedor, la
remisión de la deuda y la imposibilidad del pago, estableciendo un catálogo no taxativo, el
nuevo ordenamiento sancionado por ley 26.994 no contiene una norma tal, sino que a partir
del art. 865 y hasta el 920 se ocupa del pago, desde el 921 en adelante va desgranando
diversos medios de extinción obligacional.
Así, la compensación (art. 9211 a 930 CCC), la confusión (art. 931 y 932), la novación (art.
933 a 941 CCC), la dación en pago (art. 942 y 943 CCC), la renuncia y la remisión (art. 955
y 956 son los medios extintivos que se ubican en ese segmento del nuevo código.
El pago disuelve la relación contractual que existe entre las partes, realiza la obligación y,
al realizarla, la líquida; con el pago, por tanto, el vínculo alcanza su plenitud y, a partir de
entonces, deja de surtir efectos, salvo la subsistencia de la responsabilidad por evicción y
vicios ocultos, o la posibilidad de la ulterior invalidación del pago que hace renacer la
obligación.
Los créditos no nacen para su mera contemplación sino que lo hacen para ejecutarse; la
obligación tiene una vida corta, determinada en el tiempo, que afecta el patrimonio del
deudor.
La palabra “pago” se emplea, sin embargo, en un sentido más restringido, ya sea: 1) para
designar el cumplimiento de una obligación de dar cantidades de cosas, o 2) en el lenguaje
vulgar, para significar la entrega de sumas de dinero. Este último es el pago por
antonomasia.-
Pago y legitimación: Legitimados para el pago:
Solvens: Dos normas del Nuevo Código establecen quienes se hallan legitimados para el
pago: Art. 879 CCC: “Legitimación activa. El deudor tiene el derecho de pagar. Si hay varios
deudores, el derecho de pagar de cada uno de ellos se rige por las disposiciones
correspondientes a la categoría de su obligación”.-
Art. 881 CCC: “Ejecución de la prestación por un tercero. La prestación también puede ser
ejecutada por un tercero, excepto que se hayan tenido en cuenta las condiciones especiales
del deudor, o hubiere oposición conjunta del acreedor y del deudor.
Legitimación pasiva para el pago: Accipiens: Este como principio general, debe aceptar
el pago de quien se lo realice, sea el deudor, un representante de éste, un tercero
interesado o aún un tercero en contra de la voluntad del deudor; ello salvo que se dé alguna
de las dos situaciones de excepción que contempla el art. 881.
El art. 883 CCC, consagra una legitimación descendente: el primer legitimado, sin duda, es
el acreedor, su cesionario o subrogante, lo que es lógico, dado que el acreedor es el primer
legitimado para recibir pagos, siendo un pago hecho a éste, en condiciones normales,
inatacable, extintivo y de efectos definitivos e incuestionables. Lo demás ya son situaciones
de excepción, que deberán analizarse en cada caso puntual. Si el acreedor ha cedido el
crédito o los derechos sobre la cosa ha dejado de estar legitimado para recibir válidamente
el pago, por lo que el pago deberá hacerse al cesionario en ese caso, conforme los art.
1614 a 1631 CCC.