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BLOQUE 1. EDUCACIÓN
FUNDAMENTOS DE LA EDUCACIÓN COMO
DESARROLLO DE COMPETENCIAS CON VALORES Y
EMOCIONES POSITIVAS
Septiembre de 2017
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BLOQUE 1. EDUCACIÓN
INDICE
1. La Educación como fenómeno humano ...................................................................................3
1.1. Educación para ser feliz...................................................................................................9
2. El concepto de educación ........................................................................................................... 62
2. 1. Algunos conceptos relacionados con la educación ................................................. 69
2.2. La educabilidad del ser humano ..................................................................................... 70
2.3. Dimensiones de la educación como desarrollo de competencias, valores y
emociones positivas ..................................................................................................................... 71
2.4. Mentalidades educativas .................................................................................................... 75
3. Educar por competencias con valores y emociones positivas .................................... 82
3.1. El marco pedagógico para educar por competencias con valores y emociones
positivas ............................................................................................................................................ 82
3.2. El cultivo positivo de las emociones .............................................................................. 83
3.3. La edificación eficiente de competencias .................................................................... 85
3.4. Habitar los valores y dejarse habitar por ellos ......................................................... 87
3.5. Hábitat como marco pedagógico para educar con las familias .......................... 88
3.6. Cubrir misiones educativas personalizadas y colaborativas en el propio
hábitat ................................................................................................................................................ 91
9. Bibliografía ....................................................................................................................................... 95
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Los fundamentos de la educación son el “suelo firme” que permiten construir una
enseñanza donde puedan habitar los estudiantes cultivando sus aprendizajes. Sin un
fundamento pedagógico sólido la acción formativa no se sostiene y será más difícil llegar
al objetivo final de una formación integral. Es decir, quizás se consiga hacer una acción
de instrucción (dar conocimientos) o una acción de adiestramiento (desarrollar
destrezas) pero no se podrá “educar con fundamento” (dar una formación humana en
todas sus dimensiones).
Incluso, sin intención de educar, sino sencillamente de instruir o adiestrar, el
conocimiento de los fundamentos permite sacar el máximo partido pedagógico a todos
los elementos y así, alcanzar mayores logros con menores esfuerzos y recursos. Por
otro lado, cuando no se tienen presentes los fundamentos, la educación pierde
autenticidad y creatividad, deja de tener identidad propia y se reduce a imitación de otros
sin saber por qué se hace lo que se hace, y, por tanto, sin vivir toda la intención educativa
que cada elemento contiene.
Además, cuando no se diseña sobre fundamentos sólidos, la práctica docente deja
de ser sostenible, se deteriora con rapidez y termina por perder su eficacia, su sentido
y su utilidad.
Los fundamentos de la educación no son una parte del proceso o una herramienta
interesante, pero de la que se puede prescindir, sino como dice el propio término; es lo
fundamental y se aplica en todas las partes, y en el todo de la acción educativa. La
manera de integrarlo en la docencia se hace teniéndolos presentes en todo momento y
así, pensar y optar por las mejores alternativas pedagógicas en cada caso, teniendo en
cuenta las posibilidades y limitaciones concretas, sin dejarse llevar por prejuicios
simplistas, tópicos o modas superficiales.
No todo fundamento es “suelo firme”, sino solo aquel que se hace pedagogía viva:
sólida, flexible y capaz de evolucionar, abierta a lo inmutable de la realidad y receptiva
a lo mutable de la vida.
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Realización: significa aquí acabamiento o completación en el sentido de la culminación de un
proceso en virtud del cual algo –en este caso el ser humano- llega a ser lo que efectivamente es.
Se realiza, se hace cosa, la cosa que es (Ortega y Gasset, 1983). Una vida bien realizada es la
que consigue hacer una pequeña obra de arte en cada uno de sus temas esenciales La tarea de
vivir se vuelve arte y oficio, entrega y aprendizaje. Nos realizamos mediante la repetición de
hábitos positivos que enmarcan una forma de ser que pone en juego lo mejor de uno mismo
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Autenticidad: Llama así Sartre a la vida que asume la libertad consustancial a nuestro ser,
vida de realización plena, consciente y sin concesiones del propio proyecto vital.
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Hombre: Ser animado racional, varón o mujer (RAE, 2013)
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Felicidad: En Aristóteles, es el Bien Supremo del hombre y el fin al que naturalmente todos
estamos inclinados. La define Kant como "el estado de un ser racional en el mundo, al cual, en
el conjunto de su existencia, le va todo según su deseo y voluntad"
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Fuente: principio, fundamento u origen de algo (RAE, 2013). “La autorrealización significa
haberse conectado conscientemente con la fuente del ser. Una vez establecida la conexión, nada
puede ir mal” (Paramananda, 2007)
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Realidad: Para Wittgenstein, la totalidad de hechos posibles y expresables mediante el
conjunto de proposiciones con sentido, tanto las verdaderas como las falsas.
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Libertad: Kant entiende la libertad como la capacidad de los seres racionales para determinarse
a obrar según leyes de otra índole que las naturales, esto es, según leyes que son dadas por su
propia razón; libertad equivale a autonomía de la voluntad. Para Sartre, la libertad es la categoría
antropológica fundamental, el rasgo más típicamente humano.
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En comparación con todas las especies animales, el patrimonio instintivo del hombre
es desproporcionadamente pequeño: no sabe casi nada y no puede hacer casi nada. Si
no ha sido expresamente educado, el hombre no sabe, por ejemplo, qué debe comer.
Si un niño pequeño (y también un adulto) se pierde en una selva, no sabe distinguir lo
que puede comer y lo que no; no sabe cómo cazar ni dónde tiene que buscar alimento
en la tierra. Por sí solo ni sabe ni aprende a encontrar alimentos, ni a prepararlos, ni a
defenderse, ni siquiera a andar: necesita la compañía y la enseñanza de otros seres
humanos adultos para aprender estas cosas tan elementales.
Además, necesita aprender lo que es propio del hombre: necesita aprender a hablar
y a escribir; a tratar a los demás y a comportarse en la convivencia; y mil cosas más. Si
no se le educa, no despliega sus capacidades. Si no hay un ambiente en que se hable,
no aprende a hablar; si no se le enseña a andar erguido, anda agachado; si no vive en
un medio culturalmente estimulante, no despliega ninguna vida cultural: ni gusto
artístico, ni sensibilidad musical, ni siquiera refinamiento gastronómico. Todo debe ser
transmitido y sólo puede hacerlo un ambiente humano suficientemente rico y
estimulante. Las capacidades del hombre vienen dadas con su naturaleza, pero el
despliegue de esas capacidades necesita educación.
Entre las capacidades humanas, la más importante y la más característica del
hombre es la libertad. Es la capacidad humana que hay que educar con mayor atención.
Educar a un hombre no es sólo enseñarle a caminar, comer, hablar; ni siquiera instruirle
y transmitirle conocimientos de las ciencias y de las artes. Educar a un hombre es,
sobre todo, enseñarle a administrar su propia libertad para el amor.
“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión.
La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les
puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su
contrario”. (Mandela, 2012)
El hombre no sabe por instinto cómo debe hacer uso de su libertad. Tiene cierta
tendencia natural a usarla bien como la tiene también para hablar y caminar, pero
necesita educación (Aristóteles, 370/1994). Tiene que aprender poco a poco lo que un
ser humano debe hacer para realizarse y lo que debe evitar.
Nuestra forma de ser es libre, queramos o no, aun cuando nos quitan toda posibilidad
de elegir, siempre dispondremos de la libertad interior para elegir la actitud con la que
vivir esa situación. Así lo explica Viktor Frankl, psiquiatra discípulo de Freud, que fue
prisionero en campos de concentración durante mucho tiempo:
“Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que
iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan
que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes
de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades
humanas (la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias) para
decidir su propio camino” (Frankl V. , 1991, p. 71)
Pero no sólo sucede bajo los efectos del maltrato, de forma habitual, la persona debe
confrontarse y tomar decisiones sobre temas y necesidades que no ha elegido
libremente, por ejemplo, el deseo8 de plenitud y felicidad, la necesidad de alimentos o
la pulsión sexual.
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Deseo: Spinoza (1966) define el deseo como “el apetito con conciencia de sí mismo es la
esencia misma del hombre en cuanto es concebida como determinada a hacer algo, en virtud de
una afección cualquiera”. Uno se ve arrastrado, pero no como el animal, que al estar dirigido por
los instintos es incapaz de negarse. El ser humano percibe ese tirón, esa fuerza motriz, pero es
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Ser culta es haber desarrollado esa segunda naturaleza, que no debe confundirse con
en el sentido de profesionalidad:
La persona culta que posee educación musical no tiene por qué ser un músico
profesional, alguien que se dedica profesionalmente a la música. Positivamente, la
educación en este sentido se caracteriza por el buen criterio y por la capacidad de juicio
acerca del asunto de que se trate: así, y siguiendo con nuestro ejemplo, el que tiene
cultura musical, aunque no sea un profesional de la música, es capaz de juzgar con
acierto acerca de la calidad de una pieza musical, o acerca de su ejecución por parte
de una orquesta o de un músico profesional.
A esta concepción profunda de la educación se refería Aristóteles con el concepto
de Paideia. En su sentido más general se refiere a la formación integral del ser humano
en todas sus dimensiones: en lo que se refiere al cuerpo (educación física), en lo que
se refiere al carácter (educación moral) y en lo que se refiere a los conocimientos
(educación intelectual).
En este sentido amplio y radical, la educación es un asunto de enorme trascendencia
que afecta, en primer lugar, a los individuos, y les afecta desde que nacen (más aún,
según Aristóteles y confirmado por últimos hallazgos científicos (Murphy Paul, 2010),
les afecta desde antes de su nacimiento ) hasta que se incorporan plenamente a la
vida ciudadana. (Aristóteles distingue tres ciclos educativos, cada uno de ellos de siete
años: desde el nacimiento hasta los siete, desde los siete hasta los catorce y desde los
catorce hasta los veintiún años). Pero la cuestión de la educación no afecta solamente
a los individuos: afecta a las familias y afecta, sobre todo, al Estado. En definitiva, para
Aristóteles la educación no es otra cosa que la formación integral del individuo humano
en el seno de una comunidad política. Así, para Aristóteles, la consecuencia de la
Educación como de la Política debe ser la misma: la consecución de la felicidad
(Eudemonía9), lo que Aristóteles denomina una “vida buena” (Aristóteles, 370/1994).
Hay que educar para que el individuo pueda ser feliz, ¿pero en qué consiste una
vida feliz? Sin determinar en qué consiste una vida feliz es imposible orientar la
educación.
Cuando hablamos de felicidad como consecuencia de la educación, nos referimos
al efecto habitual de la forma de vida, y no como resultado de una situación ocasional,
Una persona desgraciada, que carece de lo necesario, que odia a los demás, vive
frustrada por una vida sin sentido y abandonado de todos, la encontramos eufórica bajo
los efectos del alcohol. En ese momento, ¿se le podrá convencer de que no es feliz?
Ese acontecimiento puntual es posible que le otorgue un momentáneo bienestar
subjetivo pero su modo de vida no es feliz.
La felicidad consistirá, por tanto, en un modo de vida adecuado al ser humano, en
un modo de vivir digno y satisfactorio. Ayudar a vivir de esta forma valiosa (con valores)
será objeto primordial de la educación, pero ¿cuál es ese modo digno y satisfactorio de
vida? Y aun sabiendo cuál sería una forma valiosa, ¿cómo de invita a otro a que viva
así? No se pueden “enseñar” valores, lo que está en nuestra mano es “ayudar a
descubrirlos (López Quintás, 1987).
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Eudemonía: Hace referencia a la felicidad por vía de la virtud y contemplación (felicidad por
antonomasia según Aristóteles); no como impulso sino como atracción. La felicidad a la que toda
persona está llamada a pesar de lo difícil que puedan a llegar a ser sur circunstancias. Es la
felicidad de una “vida lograda”. En la idea de una vida lograda se presupone que la vida humana
puede ser algo así como un todo.
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De manera general podemos afirmar que el modo de vivir digno y satisfactorio del
ser humano es distinto del modo digno y satisfactorio del vivir de las plantas y los
animales.
El vivir humano cuenta con una dimensión vegetativa, presente también en las
plantas y los animales, que permite las actividades vitales más básicas como la
reproducción, el crecimiento y la nutrición. También nos desplegamos con una
dimensión sensitiva, que ya no encontramos en las plantas, pero sí está presente en
los animales y nos permite el conocimiento inferior o sensible (la percepción), el apetito
inferior (los deseos y apetitos que tienen que ver con el cuerpo como el deseo sexual o
las ganas de comer) y el movimiento local. Además, de estas dos dimensiones, el ser
humano cuenta con una tercera, la interioridad, que no se encuentra ni en las plantas ni
en los animales y le permite elegir y tomar sus propias decisiones mediante el ejercicio
de la voluntad o apetito superior y del intelecto o entendimiento (Yepes Stork, 1996).
La interioridad es la dimensión más íntima del ser humano; le diferencia del
resto de seres y le otorga una dignidad propia. Por la participación de la interioridad,
tendemos a una grandeza más allá de los límites de la material exterioridad de cada
cual. La interioridad crece, como también crece la exterioridad, pero, así como esta
queda limitada por su físico, la interioridad permanece abierta a un crecimiento ilimitado
con tendencia a lo sublime (Seneca, 65/1966).
Se debe señalar que esta distinción de dimensiones es sólo analítica, en la práctica
el ser humano es una totalidad unificada de sus dimensiones. La dependencia es
tan estrecha, que hasta la actividad humana más propia de la interioridad está de algún
modo impregnada de la condición vegetativa y sensitiva, así como la exterioridad
humana está gobernado y finalizado por su interioridad.
Una persona a la que le duele la muela. Una persona en el campo de concentración.
Así, el modo digno y satisfactorio de ser humano contempla el crecimiento armónico
de las tres dimensiones con la conjunción de sus correspondientes tendencias hacia un
único anhelo: ser feliz por entero.
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“La felicidad no puede ser perseguida, sino que más bien es algo con lo que uno se
encuentra. Cuanto más corremos tras ella, más nos esquiva” (Frankl, 1993, pág. 245).
La felicidad, la autorrealización dirá Maslow (2005), es consecuencia de la realización
de una misión en la vida. Quién aspira a la felicidad sin vivir su motivo, trata de cercarla
hasta atraparla, pero se escapa pues, separada de un motivo valioso no es posible
alcanzarla.
Si se aspira directamente a la felicidad sin un fundamento que la motive, la felicidad
nunca será tan plena como la que tiene fundamento. Nietzsche: "Quien tiene un porque
para, vivir, encontrará casi siempre el cómo". La Educación no desarrolla habilidades
para “inventar motivos” con los que ser feliz, sino ayuda a madurar la propia
personalidad para encontrarse con el Motivo que hace que todo sea motivo de felicidad
para mí, aun incluso cuando se trate de algo doloroso. Esto es lo que Seligman (2002)
denomina como “Felicidad Llena de Sentido” 10.
El deseo nos mueve a buscar lo que no se tiene con afán, incansablemente. Hay en
el hombre un deseo de plenitud que nunca parece apagarse: “El deseo mira siempre
hacia el porvenir, no sólo cuando se desea adquirir un bien que aún no se tiene o evitar
un mal que nos parece evidente, sino también cuando se desea, sin más, la
conservación de un bien o la ausencia de un mal, que es lo único a lo que puede aspirar
esta pasión” (Descartes).
Lo que colma ese deseo, total o parcialmente, es la felicidad, como posesión y gozo
de lo que se desea, haciéndose una misma cosa con ello. (Yepes Stork, 1996, pág.
190).
Imágenes de la falta de armonía en el querer lo encontramos representa en múltiples
personajes de Literatura y Cine. Por ejemplo, en El Señor de los Anillos, Frodo
manifiesta esa lucha interna que le lleva a desear ser fiel a la misión de destruir el anillo
que le ha sido encomendada y a la vez, desea llevar el proyecto de vida placentero
propio de la Tierra Media. Otro ejemplo lo encontramos en Spiderman, que consciente
de su don, ve que su proyecto de vida debe ser ayudar a la Humanidad, pero siente
también deseo de dejar todo eso y formar un proyecto sencillo con la chica que ama. En
definitiva, se ven en la tesitura de todo ser humano que debe elegir su camino y acertar
con el proyecto que les colme de mayor dicha, el que tenga más plenitud de sentido, el
que les haga realizarse más plenamente según el don recibido.
Este juego de deseos humanos no se activa de forma instintiva, requiere educación.
Desde esta óptica, la educación es ayuda para que la persona esté en las mejores
disposiciones de acertar con el proyecto de vida que le conduzca a una felicidad
más plena.
“La radical tendencia de bascular hacia el futuro pertenece a la propia condición
humana. Una mujer o un hombre no son una realidad hecha, un suceso cumplido.
Somos seres anhelantes, insatisfechos, inconclusos. En esto nos diferenciamos de las
cosas” (Llano A. , 2013, p. 15).
La piedra es piedra a fondo, hasta el final, no puede ser más piedra de lo que es. Lo
mismo se puede decir de un río o de una tormenta. Tendrán características propias,
10
Según los estudios de Seligman (2002) existen tres tipos de vida feliz, aunque cada una de
ellas tiene un nivel de felicidad distinto. En el nivel inferior se encuentra la Vida Placentera; en
el segundo está la Vida Buena, una vida en la que el sujeto está comprometido y de la que ha
hecho su filosofía de vida; en el nivel más elevado está la Vida Llena de Sentido. Los estudios
llevados a cabo por Seligman y colaboradores han demostrado que este tipo de vida es el que
más satisfacción le da a la persona y el más estable a largo plazo. Sin embargo, con honestidad
intelectual, Seligman reconoce que la ciencia experimental sólo puede dar soluciones empíricas
para acceder a la Vida Buena.
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intensidades, periodos, pero no están abiertas a dejar de ser lo que son por voluntad
propia.
Si los humanos dejamos de ayudar a los nuevos humanos a que desarrollen su
capacidad de despliegue vital, aunque se diga que es por no manipular 11, por no
imponerles una cultura o por “respeto a su intimidad” 12, les estaríamos tratando como
cosas. Aunque los nuevos humanos nazcan con sus tendencias e inquietudes de futuro,
si no reciben una adecuada educación:
• Se les deja a merced de lo primitivamente deseable en una “jungla de
deseos” y con los temores de quien se adentra sólo.
• Se les estaría privando de oportunidades de realización al ocultarles las
experiencias de felicidad que se han venido mostrando como más plenificantes.
• Estaríamos siendo cómplices de una especie de “estafa existencia”. No
mostrar los modelos que consideramos más valiosos, no significa que no se les
presenten referencias y modelos por otras vías. Si esos modelos espontáneos
no son valiosos estaremos siendo cómplices de ese timo.
• Soltar la iniciativa educativa, no es darla al niño, sino dejar que “otros” sean
los que eduquen.
• No transmitir experiencias, es dejándoles como única vía el “acierto y error”,
• lo peor es que se les estaría arrebatando humanidad al tratarles como cosas,
y ese aparente “respetar a la intimidad” en realidad es una especie de “maltrato
a la intimidad” que nos ha sido encomendada y negligencia culpable ante
posibles profanaciones de la intimidad que pudieran hacerles otros.
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Manipulación
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Respeto a la intimidad
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Seligman señala que alcanzamos el bienestar subjetivo cuando nos sentimos bien en
relación al pasado, al presente y al futuro, si funcionamos bien y estamos comprometidos con
nuestros objetivos y nuestra comunidad y/o si vivimos la vida de forma significativa haciendo que
nuestra felicidad se expanda hacia quienes nos rodean (Seligman, 2002).
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Virtudes: Se consideran cualidades positivas, y se oponen a los vicios. Las virtudes son las
cualidades buenas y sensitivas del ser humano. Las cuatro virtudes clásicas en Occidente son:
• Prudencia. Capacidad de ver objetivamente las realidades que conciernen a nuestras
acciones y hacerlas normativas para el obrar, según su índole e importancia. Saber
discernir para acertar. “Sabiduría de la vida”.
• Templanza. Capacidad para regular la atracción por los placeres, y procura el equilibrio
en el uso y disfrute de los bienes. Asegura el dominio de la racionalidad sobre los
instintos y mantiene los deseos en los límites de la solidaridad.
• Fortaleza. Capacidad para aspirar a un “bien arduo”
• Justicia. Capacidad para saber dar a cada uno lo suyo (Pieper, 2010).
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largo plazo. Se comprueba que la felicidad depende poco de elementos como el dinero,
el trabajo, la pareja o la juventud. Y ciertos rasgos de personalidad, las relaciones
íntimas del individuo y la fe religiosa, que implican apoyo social, sentido vital y
esperanza, son un mejor indicio (Lyubomirsky, 2008; Diener y Biswas-Diener, 2008).
Si se pretendiera orientar la vida a una felicidad llena de sentido prescindiendo de la
felicidad placentera o a la felicidad de la vida buena nos estaríamos encerrando en un
“sentido pleno” ya no tan pleno. En lugar de abrirse al sentido real nos podríamos estar
encerrando en un sentido espiritualista, puritano o gnóstico de la vida.
Así, las tres preguntas antes mencionadas, propias del deseo racional no son
incompatibles, sino que se orientan a la integración en el deseo de felicidad. La cuestión
estará en la ordenación, qué nos preguntamos primero.
Si la prioridad son los deseos placenteros, lo útil y beneficioso para la persona será
aquello que proporciona mayor placer y evita mayores dolores. Así mismo, algo tendrá
sentido si es placentero, si cuadra, como explica Jeremy Bentham, en la “aritmética de
los placeres” (Cortina, Orts, y Navarro, 2005).
Si lo primero son los deseos de beneficio, lo placentero no tiene por qué venir
acompañando, es más, lo frecuente será que venga después o incluso que no llegue
nunca. Así, sólo tendrá sentido si me beneficia, si me resulta útil, si me hace más
poderoso: “si es útil, entonces es bueno”.
El deseo de sentido no anula los deseos anteriores, sino que los eleva a su máxima
dignidad (Frankl, 1993). Quien reduce sus deseos al mero placer o beneficio difícilmente
gozará de paz en el interior. En lugar de ser dueño de los propios deseos, sus
deseos serán cada vez más dueños de él, entrando en un espiral de fragilidad.
La educación que capacita para ser feliz consiste en ayudar a crecer de tal forma,
que cada cual pueda sacar lo mejor de sí mismo para habitar en la felicidad en las
circunstancias que les han sido dadas, aceptándolas a la vez que trata de mejorarlas y
ayuda a cuantos le rodean para que también mejoren. (Lyubomirsky, S., Sheldon, K. M.,
& Schkade, D. 2005; McAdam, D. P., Diamond, A., de St. Aubin, E., & Mansfield, E.
1997; McCullough, M. E. 2000; Moneta, G. B., & Csikszentmihalyi, M. 1996; Nakamura,
J., & Csikszentmihalyi, M. 2002).
Numerosos estudios han señalado los patrones emocionales, de pensamiento y
comportamiento de las personas más felices (Diener y Biswas-Diener, 2008; Fernández-
Abascal, 2009; Lyubomirsky, 2008; Myers, 2010, Morris, 2009; Seligman 2002; Vázquez
y Hervás, 2009). A partir de estas investigaciones también se ha podido comprobar la
eficiencia de una serie de ejercicios y prácticas que se pueden aplicar a la educación
para aumentar la ratio de emociones positivas (Fredrickson, 2001), ser capaces de
disfrutar del momento presente, viviendo comprometidos con nuestros auténticos
objetivos, (Csikszentmihalyi, 1998), y seguir un propósito vital con el que contribuir a la
comunidad y que aporte sentido a la propia existencia (Seligman, 2002).
Pero las personas que no han gozado de una adecuada educación (ayuda para
crecer) o en uso de su libertad, se desvían hacia una búsqueda directa de la felicidad,
hacia un deseo de placer, quedan atrapadas en el bienestar subjetivo cortoplacista que
conduce a estados destructivos de la persona y su entorno.
Un primer obstáculo para habitar en la felicidad sin adecuada educación (sin
fundamento) está en la fragilidad de todo bienestar subjetivo. Este puede verse alterado
en cualquier momento por numerosos factores que escapan a nuestro control o que no
estamos en condiciones de controlar porque no hemos desarrollado las condiciones
personales adecuadas (actitudes y hábitos).
Un desengaño aniquila el acento positivo de un recuerdo. La preocupación por un
futuro incierto puede dificultar considerablemente la felicidad en el presente. El miedo a
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Deseducación: Es una especie de manipulación, no necesariamente malintencionada, con la
que uno aprende a ser como otros quieren que sea, llegando a pensar que uno es así porque
quiere ser así. Desde la deseducación “se enseña a no aprender” cómo ser quién quiero ser.
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Para poder superar una deseducación, lo primero que se debe ocurrir es caer en la cuenta
de que efectivamente es así. Festinger, explica que las personas tienden a mantener coherencia
y consistencia entre las acciones y los pensamientos. Cuando no es el caso, se experimenta un
estado de disonancia cognitiva que genera ansiedad (Festinger, 1957). Una forma de
sobreponerse a este malestar subjetivo consiste cambiar el pensamiento para salvar la
disonancia cognitiva: “realmente, no anhelo la felicidad llena de sentido, las cosas tienen el
sentido que yo les dé y punto”, “bueno, en verdad no estoy tan mal”, “ahora no, luego, más tarde,
después lo vuelvo a intentar”, “hay que ir poco a poco”, “ésta es mi plenitud, qué pasa”, “yo ya
estoy contento conmigo mismo”, “no necesito alcanzar la plenitud para sentirme bien”, “la plenitud
es algo relativo, cada cual tiene su idea de felicidad”…
Al negar el desafío y sus obstáculos, deja de resultar una presión y la sensación de liberación
genera alivio (bienestar subjetivo) pero requerirá de sucesivas negaciones y búsqueda de
compensaciones de forma constante para mantener el estado de bienestar que a la postre,
reclamará siempre nuevas complacencias.
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Sostenible: Dicho de un proceso: Que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, p. ej.,
un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes. (RAE, 2013).
“La sostenibilidad consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar
la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades” (Brundtland, 1987).
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fundamento del mismo... y no puede producirse ya el efecto deseado. Cuanto más busca
el placer, más se le sustrae (Frankl V. , 1984).
Es importante dejar claro que el deseo humano hacia la felicidad es un querer, no
un simple deseo desprovisto de racionalidad (Yepes Stork, 1996). Es una manera
también de entender que el deseo tiene sentido; es racional y razonable y el sentido es
motivo suficiente para secundarlo, aunque el gusto (el deseo sensible) no esté presente
(Llano A. , 2013).
Deseo ayudar a mi amigo y esta mañana me ha pedido ayuda; quiero ayudarle, pero
lo que me gustaría (el deseo sensible) es seguir durmiendo.
No se debe confundir el deseo y la posesión propias de la interioridad con el deseo
y posesión sensibles (Por ejemplo, comerse una hamburguesa). Al deseo propio de la
interioridad se le ha venido a llamar deseo racional18 y nos abre al crecimiento de la
propia interioridad. Este crecimiento nos capacita para albergar el amor y en la medida
en que el deseo racional dilate la interioridad de la persona, esta será capaz de más
amor y en consecuencia la felicidad será más plena. No es un mero consentimiento a la
llamada del deseo que se origina en la interioridad del sujeto; sobre todo es una
respuesta a la atracción por la dimensión de lo deseado.
El deseo no racional es posesivo, atrae y consume; gana adquiriendo y adquiere
recibiendo. El deseo racional es efusivo, se expande e incrementa; gana sin adquirir y
adquiere dando (Llano A. , 2013).
El deseo y la posesión sensible tienden al tener físico mientras que el deseo de la
interioridad pretende conocer lo amable, dialogar con lo amado, compartir con el amigo
y del compartir nace el deseo de seguir compartiendo, de no separarse, se desea
acompañar, permanecer juntos y convivir. Así, el deseo humano educado abre el yo
al tú para formar un nosotros. La unidad con lo amado es fundamento de la felicidad,
aunque también es fuente de sufrimiento. Entre otros y aunque resulte inesperado, fue
Freud quien lo destacó: “jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando
amamos; jamás somos tan infelices como cuando hemos perdido el objeto amado o su
amor. Pero no queda agotada con esto la técnica de la vida que se funda sobre la actitud
del amor para procurar felicidad” (Freud, 2009, p. 26)
Los animales irracionales no desean felicidad, simplemente siguen sus instintos y
no se equivocan en la respuesta a sus deseos. El instinto les hace desear lo que les
conviene a cada momento. El ser humano, sin embargo, encuentra en su interior
diversidad de tendencias y requieren de la educación.
Imagina que se aplican a un mono unas inyecciones dolorosas para introducirle
suero contra la poliomelitis. El mono ¿comprendería el porqué de ese sufrimiento? No
está capacitado por su medio ambiente para seguir el razonamiento del hombre que lo
utiliza en sus experimentos, pues el mundo humano, un mundo del sentido y de los
valores, le queda inaccesible. No puede acercarse a él, no puede alcanzar su dimensión.
Pero ¿acaso es distinta la situación del hombre? El mundo del hombre ¿es una estación
final, sin que exista nada más allá? ¿No debemos suponer más bien que el mundo
humano tiene sobre sí otro mundo inaccesible al hombre, cuyo sentido podría dar
sentido a su sufrimiento? (Frankl V. , 1984, p. 42)
El querer es como una “fuerza de gravedad”. No solo depende del cuerpo que cae
(el deseo). Sobre todo, depende de la dimensión del cuerpo que atrae (lo deseable). El
querer será como ese dejarse precipitar por la inmensidad atractiva del cuerpo deseado.
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Este deseo racional suele ser considerado como “querer” pero debemos señalar que querer
no es solo el deseo racional, también es un habitar en lo querido como servicio, aunque incluso
lo exista una correspondencia a esa efusividad del querer
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serán cada vez más dueños de él, entrando en un espiral de fragilidad. Unida a la
fragilidad, se encuentra el acostumbramiento que debilita e incluso extingue el bienestar
subjetivo que un determinado bien nos venía proporcionando. Martin Seligman (2002)
lo denomina “la rueda de molino hedonista”. Cuando poseemos lo deseado nos produce
una alegría inicial, pero pronto nos adaptamos a este nivel, lo consideramos normal y
necesitamos algo mejor para sentir otra oleada de felicidad. Lyubomirsky denomina esta
circunstancia como “adaptación hedónica” y explica que las personas más felices son
los que saben frustrar la “adaptación hedónica” para aspirar a expectativas más altas
(Lyubomirsky, 2008).
Estas expectativas más altas vienen a ser el deseo de sentido propuesto por Viktor
Frankl (1993) o la felicidad llena de sentido que plantea Seligman (2002). Así mismo, la
felicidad placentera es paralela al deseo de placer propuesto por Freud (Freud y
Numhauser Tognola, 2012) y la felicidad de la Vida buena se encuentra en la misma
esfera del deseo de poder planteado por Adler (Adler y Brett, 1999).
1.1.1. Educación del deseo de felicidad
19
En griego clásico, deseo se denomina órexis
17
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
quiero” pero para estar en disposición de hacer eso que quiero, primero debo sabe qué
es lo que quiere y contar con las disposiciones requeridas para hacerlo.
Por tanto, para vivir de forma racional, el ser humano necesita cultivar el
entendimiento con la que ejercitar la actividad intelectual y a la vez, debe aprender
acomodar los deseos a los dictados de la razón no tanto para “hacer lo que quiero”,
sino para querer lo que más me conviene y obrar en consecuencia
La acomodación del deseo al entendimiento es el querer, que pasaremos a explicar
en el siguiente epígrafe. Todos los animales desean, pero sólo los racionales quieren y
no pueden dejar de hacerlo. En este sentido, decir “Yo hago lo que quiero”; como tal, es
una manera de hablar completamente banal, pues cada uno hace lo que quiere. La
pregunta es: “¿por qué yo quiero algo?” (Spaemann, 2010).
El que obedece al médico que le prohíbe el placer de comer carne asada, lo hace
porque quiere curarse o porque quiere continuar sano. Quien entrega su cartera a un
asaltante, lo hace porque quiere salvar su vida o sus huesos. Quien arriesga su vida en
un incendio lo hace porque quiere salvar a otras personas.
La mayor parte de lo que queremos no lo queremos propiamente en sí ni por sí
mismo, sino que gracias a eso pretendemos lograr una cosa distinta; es lo que muestran
los ejemplos del atracador, del médico o del incendio. Tampoco podemos asegurar que
lo querido por el que obedece al médico sea curarse, el que es atracado quiera salvarse
o en acude al incendio quiera salvar a alguien, lo que si estamos en disposición de
afirmar es que todos ellos deseaban ser felices con lo que querían (Csikszentmihalyi,
1998).
Si supiésemos lo que queremos verdaderamente y en el fondo (pensaban los
griegos), entonces sabríamos lo que tenemos que hacer, y sabríamos en qué consiste
la auténtica vida. Lo que verdaderamente y en el fondo queremos, causa de cualquier
otro deseo y acción, lo denominaron los griegos “el Bien”. Así, la educación consistirá
en aprender a captar cual es ese “Bien” y saber “alargar la mano para cogerlo”, porque
al poseerlo uno encuentra la felicidad.
La educación consiste en la humanización del deseo; educarse consiste en
aprender a querer aquello que tiene como consecuencia la felicidad.
Atendiendo a lo expuesto y según Aristóteles, la educación como humanización del
deseo se realiza en dos áreas intrínsecamente relacionadas. La primera corresponde a
la educación intelectual que se lleva a cabo mediante la enseñanza y el razonamiento
y el segundo, corresponde la educación moral que se lleva a cabo mediante la
formación del carácter.
18
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
20
Alfabetización funcional: Trata de enseñar el dominio suficiente de las destrezas básicas
necesarias para desenvolverse de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida. En un
principio, estas destrezas básicas fueron la lectura, la escritura y el cálculo (Unesco, 1970) pero
hoy en día se habla también de alfabetización informacional, digital, emocional o financiera, y
ahora también lo hacemos de alfabetización del deseo.
19
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
coger lo más significativo”, esta será el fundamento (sentido) desde el que gobernar el
propio proyecto de vida (control) para dirigirse hacia su destino (efecto).
Sin educar el deseo, el hombre se conduciría al efecto deseado y en lugar de ser
dueño de sus deseos, los deseos se harían los dueños del hombre.
Aprender a captar el significado de lo que se desea, ayuda a la autoposesión y “saber
alargar la mano para coger lo más significativo” desarrolla el deseo de donación y
desprendimiento. "yo quiero un coche; lo que no quiero es que él me tenga a mí". Sólo
un querer auténtico es correctamente posesivo, y no se deja dominar por las cosas.
A priori, podría parecer que “saber alargar la mano para coger lo más significativo”
es un planteamiento “egoísta”, sin embargo, para el ser humano, coger lo más
significativo supone cogerlo todo y para poder coger todo uno debe soltar lo poco que
tiene.
Qué diríamos de una persona que, en diálogo con otra, al respecto de un texto
elemental escrito en el idioma que están hablando dijera: “eso para ti tendrá mucho
significado, pero para mí son trazos sin sentido”. Si se confirma que no estamos ante
un poeta vanguardista, diremos que se trata de un analfabeto un tanto arrogante.
Algo así podría ocurrir a quien no sabe “leer ni escribir” los deseos y se considera
un “Cervantes del deseo”, concluyendo que cada cual tiene su punto de vista. Es cierto,
las perspectivas son diferentes, pero eso no significa que todas ellas sean igual de
satisfactorias.
En un teatro, por ejemplo, la perspectiva del que ve en primera fila no es igual a la
del que ve desde el hall del teatro por una rendija. Al final cada espectador tendrá su
propia impresión de la obra, pero quién la ha vivido de cerca entra una impresión más
nítida, con menos distractores, con una disposición más propicia y con posibilidad de
captar más detalles.
Como ocurre en la alfabetización funcional, con el deseo también hay grados; no es
igual, no identificar letras con sonidos, que “silabear”, que leer a gran velocidad, pero
sin comprender. Cuando mejor sea la alfabetización más competencia tendremos para
vivirlos de la manera más óptima.
La alfabetización desiderativa podría considerarse una nueva alfabetización, pero es
tan novedosa como lo pudo ser la educación física en su momento. Es decir, el ser
humano desde que es humano ha debido educarse físicamente, pero son unas nuevas
circunstancias culturales las que hacen conveniente una sistematización de algo tan
propio del ser humano. Del mismo modo, los deseos vienen acompañando a los
humanos desde siempre y su educación ha sido esencial para su crecimiento personal
pero estos tiempos en los que nos ha tocado vivir, enriquecidos por infinidad de
estímulos para el deseo requieren de un proceso de afinamiento del deseo que oriente
al ser humano hacia la apertura sin perderse en un laberinto de deseos.
El deseo animal es natural y no requiere alfabetización, pero como hemos
explicado anteriormente, en el caso de los humanos, además de natural es cultural
y la vida humana, dentro de una cultura requiere alfabetización. Cuanto mejor sea la
alfabetización, más rica y fructífera será esa vivencia.
Cuanto más sublime es un deseo, más necesidad tiene de la riqueza cultural
para satisfacerlo. Cuanto más básico es el deseo menos dependerá del potencial
cultural. La humanización del deseo es directamente proporcional a la riqueza de la
cultura en que se habita.
En todas las culturas se come, pero el deseo humano va más allá del deseo animal
de saciar el hambre. (No sólo se atiende a la dimensión biológica, sino también a la
psicológica y a la noológica). No sólo se busca saciar el apetito, sino que supone un
20
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
21
Amistad: Afecto recíproco desinteresado fundamentado en la autenticidad. Según Aristóteles,
la primera y verdadera amistad será la de los hombres virtuosos y buenos, que se aman en tanto
que son buenos y virtuosos. Según el mismo filósofo, existen tres clases de amistad: la verdadera
amistad mencionada, la amistad que se forma por placer (sujetos que comparten actividades
placenteras) y la que se contrae con miras de interés y utilidad (no se aman por sus personas
sino por el provecho de sus relaciones mutuas. Solo se busca en el fondo el bien personal.
21
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
cumplir su misión?” y ella contestó: “Todos los días veo a Jesucristo con todos sus
angustiosos disfraces”.
Aquí vemos que el sufrimiento adquiere otros matices diferentes al sadomasoquista.
Yo sufro, sí, pero no por mí, no deseo un bien para mí, pues más bien prefiero no
hacerlo, sino que sufro por el otro, porque deseo un bien para sí (dimensión ontológica),
pero paradójicamente ese buscar desinteresadamente un bien para sí se convierte en
un bien sublime para mí. A esto se le llama benevolencia (Spaemann, 1991) y la
experiencia nos muestra que las personas que a lo largo de la historia más han
destacado por sus indicadores de felicidad, la han practicado.
Con benevolencia es único modo de tener auténticos amigos, de querer de verdad
y aceptar el sufrimiento. Y al asumir la verdad de la negación que es el sufrimiento, la
vencemos. Pues no tomamos lo que de negativo tiene de manera positiva, para
gozarnos y tener placer por ello, con lo que estaríamos a su merced, sino que lo
asumimos en su negatividad, y así, nos molesta, pero no permitimos que nos venza, le
vencemos nosotros (Alvira R. , 2005). La felicidad es el sufrimiento superado con amor
y vuelta a empezar.
Quien confunde los deseos más sublimes con los más básicos tendrá serias
dificultades para armonizarlos y elegir lo más valioso. En lugar de ser dueño de los
propios deseos, sus deseos serán cada vez más dueños de él, entrando en la espiral
de fragilidad; “la rueda de molino hedonista”.
Por ejemplo quien reduce el amor de pareja al mero deseo sexual o al deseo de
interés del otro como un bien para mí, está desestimando una de las dimensiones más
inmensas de amor, que compatible con las dos anteriores, busca además y sobre todo
el bien para ti, y como decimos no sólo no es contrario al deseo del bien para mí, sino
que la satisfacción constructiva del deseo del bien para ti supone el mejor bien para mí:
no es un yo que devora un tú, ni un yo que se deja devorar por el bien del tú, sino un yo
y un tú que forman una unidad; un nosotros que resulta un bien mayor que los bienes
de sus partes.
La persona que no sabe descifrar el lenguaje del deseo, desea captar el sentido,
pero le falta sensibilidad y lo subordina al placer o al deseo de poder como hemos
explicado. Así, la persona ya no anhela lo que tiene sentido pleno, sino que la realidad
tendrá sentido para sí en la medida que satisface el deseo de placer o el deseo de poder.
Según sea considerado se considere la prioridad de un deseo sobre los otros (deseo
de placer, deseo de poder o deseo de sentido), así será la pedagogía que se aplique
como capacitadora para satisfacerlo de la mejor forma posible en orden a ese deseo:
La pedagogía del deseo de placer se orienta a la prevención y a la capacitación
para el Carpe Diem22; el goce todo lo posible de cada instante sin preguntarse el porqué
ni el porqué no sino el cómo; simplemente buscando la forma de satisfacer los deseos
de placer de forma saludable y tratando de no comprometer el propio goce futuro ni el
de los demás.
Desde esta óptica, el deseo de sentido se ordena a lo que sea más placentero, pues
eso será lo que tenga más sentido. Y el deseo de poder se entiende como “poder para
el goce”.
Esta pedagogía se transmite no tanto por la escuela y la familia sino
fundamentalmente por el entorno social: el cine, la publicidad, Internet, los famosos…
El ideal de vida está centrado en disfrutar sin restricciones, con deseo de pasarlo bien
22
Carpe diem: Locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha
el momento', en el sentido de no malgastarlo. Fue acuñada por el poeta romano Horacio.
22
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
a toda costa. La escuela toma muchas posturas, pero aquella que se enmarcan dentro
de esta pedagogía asume esta tendencia hedonista y orientan la enseñanza a consumir
y disfrutar de forma segura y sostenible.
La pedagogía del deseo de placer tiene como objeto principal los aspectos de placer
en el desarrollo del proyecto de vida, minimizando riesgos para la salud, evitando daños
a los demás y el entorno y evitando posibles consecuencias que pudieran ser contrarias
a los propios deseos (por ejemplo, un embaraza no deseado). Además de la educación
preventiva, se propone para los proyectos de vida de las nuevas generaciones la
búsqueda de experiencias gratificantes, bien a través del propio cuerpo o a través de
relaciones interpersonales centrándose en su aspecto lúdico. Esta concepción del
bienestar subjetivo estaría en la autorrealización personal y en el ejercicio de la libertad
rehusando referentes religiosos o morales.
Por otro lado, un principio elemental de la pedagogía del deseo de placer es que los
niños estén bien, estén a gustos y para eso deben adaptarse. Esta pedagogía es
fundamentalmente adaptativa para vivir placenteramente en lo establecido. Los
proyectos de vida se ajustan al modelo general de bienestar, es una pedagogía que
enseña a conformarse (“a tomar la forma de” la sociedad de bienestar). Uno aprende a
ser “lo que debe ser” para sentirse feliz.
Se enseña y se aprende que desear algo más allá no tiene sentido y lo inteligente
es cortar con deseos “fantasiosos” de realización personal y de sentido. Se aprende que
“así es la vida” que ése es el precio que hay que pagar por el bienestar.
Dentro de la pedagogía del deseo de poder se puede distinguir dos polos, aquella
que orienta el poder para la supresión del deseo y aquel otro polo que busca superar el
sentimiento de inferioridad 23 (Adler & Brett, 1999).o encontrar el reconocimiento24
Desde la pedagogía del deseo de poder uno aprende a pensar y a elegir, cosas que
la mayoría de las personas casi siempre se niegan a hacer porque no se ven capaces.
Esta pedagogía invita al ser humano a superarse a sí mismo para llegar a cotas de
plenitud más altas, atreviéndose a abandonar la forma de pensar placentera o
adaptativa y optar por el control personal de las circunstancias de su propia vida. La
forma del deseo de poder para el reconocimiento es la fórmula más débil pues el control
se deja en manos de quienes nos reconocen.
De una forma u otra, se orienta a liberar a la persona de su sentimiento de
inferioridad o de la angustia y trata de disponerla para que se haga feliz construyendo
una realidad superior (Dyer, 1998) dónde estar en paz consigo mismo y satisfecho. Todo
el proceso se inicia con la voluntad personal de vigilar los propios hábitos personales de
pensamiento. El control de la mente es un factor crucial.
23
Sentimiento de inferioridad: Sentimiento normal al considerar la falta de ciertas cualidades
con respecto a lo requerido para una sana adaptación. Este sentimiento puede actuar como
motivación para lograr objetivos. No confundir con el “complejo de interioridad”; un complejo es
un estado avanzado de desánimo y evasión de las dificultades producto de una imagen
distorsionada del yo que le lleva a considerarse una persona menos valiosa que las demás.
24
Reconocimiento: Es la fama, el buen nombre, el brillo. Gracia a él transmitimos algo y somos
conocidos y quizás apreciados. En el brillo nos sentimos en el medio de todas las relaciones.
Cuando se busca por sí mismo hace gozar y sufrir. Gozar, porque hay una ampliación del propio
ser, ya que se entra en los otros. Sufrir, porque los demás no entran en nosotros, por razón de
lo cual nos desconcertamos y nos sentimos extraños frente a ese “público” (Alvira, 2005). El
reconocimiento es lo que se alcanza cuando habitualmente se dice de alguien que tiene éxito,
pero es un éxito que está en las manos de quienes lo reconocen.
23
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
Control significa ser el amo del propio destino, ser uno mismo la única persona
que decide cómo vivir, a reaccionar y a sentir prácticamente en todas las situaciones
que la vida le presenta.
Existen formatos de la pedagogía del deseo de poder orientadas al “control total de
la mente” pero lo habitual es que se cuente con que el ser humano no está siempre en
disposición de control en todas las áreas de la vida. El mejor carpintero del mundo puede
ser un padre pésimo, mientras que "el mejor padre del mundo" puede hallarse
íntimamente en un estado de desesperación crónica respecto a su profesión, su
matrimonio o cualquier otra cosa. Pero nos hallamos mejor o peor, en lo que respecta a
nuestra capacidad para abordar con eficacia nuestros ámbitos de desarrollo o nuestro
problema concreto, según estemos mejor capacitados mentalmente para ello.
Con respecto al deseo de control, Maslow (2005) utilizó el término
"autoactualización", Carl Rogers (1996) hablaba de "individuos que funcionan
plenamente"; Eric Fromm (2007) hablaba del "individuo autónomo". David Riesman
(1981) hablaba del "hombre internamente dirigido" y Carl Jung (2004) de la "persona
individualizada". Desde el ámbito educativo, la pedagogía del deseo de control se
orienta a formar personas con autonomía personal.
En relación a la pedagogía del deseo de sentido la persona busca la felicidad en
la apertura hacia un bien que no se encuentra en él mismo, que no puede construir, pero
se siente atraído y desea habitarlo.
Si el deseo de control requiere de una pedagogía que forme personas con autonomía
personal, el deseo de apertura precisa de la pedagogía que forme personas con
responsabilidad social.
Para ello la persona debe aprender o re-aprender el gusto de las alegrías
significativas que se encuentran en todos los momentos de la vida. Es también un Carpe
Diem, pero no como un aprovechar la circunstancia placentera que me ofrece la
materialidad del instante presente, sino al descubrir el valor trascendente que trae
consigo cada momento por insustancial que parezca y gris que materialmente se pueda
presentar.
Es un conocimiento de la experiencia que no todas las satisfacciones producen en
la persona el mismo efecto: algunas dejan un rastro positivo, son capaces de pacificar
la interioridad, nos hacen más activos y generosos. Y otras satisfacciones, en cambio,
tras el goce inicial, parecen decepcionar las expectativas que habían suscitado y
entonces dejan a su paso amargura, insatisfacción o una sensación de vacío.
La respuesta desde esta perspectiva no es la de resignarse a estas consecuencias
negativas como precio de la satisfacción previa o buscar vías para prevenirlo o escapar
de ello, sino:
1.- educar desde la tierna edad para saborear las “alegrías verdaderas”, en todos
los ámbitos de la existencia: la familia, la amistad, la solidaridad con quien sufre, la
renuncia al propio yo para servir al otro, el amor por el conocimiento, por el arte y por
las bellezas de la naturaleza.
Esto implica ejercitar el gusto interior y producir anticuerpos eficaces contra la
banalización y el aplanamiento difundido por las pedagogías que desde aquí se
consideran planas, por no considerar esta tercera dimensión.
Esta pedagogía consiste en ayudar a superar el egocentrismo infantil: enseñar a
pensar en los demás; enseñar a descubrir a los demás y a tratar a cada persona y a
cada cosa con el respeto que merecen; llegar a situarse objetivamente en el mundo
como uno más entre los muchos seres que lo forman.
La pedagogía del deseo de sentido es un camino permanente de apertura; un salir
del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí. Se quiere el bien del
24
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
otro como camino también hacia el propio bien, y se dispone a la persona para que sepa
des-centrarse y ponerse a hasta renunciar a uno mismo. Desde esta perspectiva, la
respuesta a la cuestión sobre el sentido de la experiencia del amor pasa por lo tanto a
través de la purificación y la sanación de lo que quiero, requerida por el bien mismo que
se quiere para el otro. Se debe ejercitar, entrenar, también corregir, para que ese bien
verdaderamente se pueda querer (Spaemann, 1991).
Así, esta experiencia humana del amor abierto (benevolencia) tiene en sí un
dinamismo que remite más allá de uno mismo; es experiencia de un bien que lleva a
salir de sí y a encontrase ante el misterio que envuelve toda la existencia. Es frecuente
que esta experiencia de apertura lleve a muchos a encontrar una respuesta vital en la
fe en Dios y se interprete así que todo deseo humano es deseo de Dios. En este sentido,
se entiende la idea de Agustín de Hipona de que el corazón humano estará siempre
inquieto hasta que descanse en Dios. (Agustín de Hipona, 397/1983),
2.- No conformarse nunca con lo que se ha alcanzado. Se entiende que el deseo de
apertura se sacia sin saciar (no harta, uno no se siente colmado o saturado) y despierta
una sana inquietud que lleva a ser más exigentes.
La educación del deseo es imprescindible para la maduración de la
personalidad, pero es sólo el primer escalón de la pedagogía del deseo, una
disposición para vivirlos humanamente, aprender a desear en orden al sentido último de
la propia realidad, orientados a la satisfacción plena de los “deseos madurados”, deseos
de servicio creativo que llaman sin temor a la puerta del sufrimiento y les abre la
felicidad.
El deseo inmaduro va de puerta en puerta buscando la felicidad, pero el sufrimiento,
como el lobo de los cuentos, derriba una y otra vez esas casas de paja o de madera.
Una manifestación práctica, entre muchas otras, de esta búsqueda apremiante, se
observa en la proliferación de libros de autoayuda; cada vez más personas requieren
de esta literatura para encontrar lo que anhelan, y que la educación familiar y escolar
no les ha habido enseñar.
Quien no ha educado sus deseos no sabe afrontar el sufrimiento. Quizás ese
no “sabe leer ni escribir” el significado del dolor sea la manifestación más clara del
analfabetismo desiderativo. Así, quien trata de huir de él paradójicamente, sufre por
todo. Y quién sigue la vía del control, vive atenazado evitando una mayor felicidad con
tal de no sufrir, pero tarde o temprano se rompen las barreras y entonces la vida se
torna insoportable.
Nos guste o no, ya sea en primer plano o, en segundo término, el dolor siempre nos
acompaña. Convendrá hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento, pero no
podemos suprimirlo. La educación del deseo no es masoquismo, no enseña a desear el
sufrimiento sino capacita para afrontarlo con valentía, aprender a madurar en él y
descubrir su sentido. Tampoco insensibilizar para sufrir menos, pero al sensibilizar el
deseo de felicidad se es capaz de gozar más incluso dónde otros solo saben sufrir.
La educación del deseo nos permite encontrar felicidad dónde otros sólo encuentran
sufrimiento. Nos hace ver belleza donde otros sólo ven fealdad, nos permite descubrir
bondad donde otros sólo perciben maldad, nos hace nadar en la abundancia dónde
otros solo captan escasez, nos hace disfrutar con lo que para otros sólo es motivo de
aburrimiento (Dyer, 2005).
La educación que encierra en el egocentrismo para no dejar pasar el sufrimiento
observa consternada que cuando ha terminado de levantar el muro, el sufrimiento se
había quedado dentro.
Quien no educa sus deseos irá aprendiendo por acierto y error, los deseos
importantes quedarán ocultos por la maraña de deseos urgentes y en consecuencia no
25
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
será creativo, el artista de su propia vida, sino se hará reactivo, a merced de los
acontecimientos, “dejando de ser el amo de su destino y el capitán de su alma”
En definitiva, la educación del deseo consiste en armonizar los deseos de placer,
poder y sentido al servicio del propósito vital. Esta alfabetización se orienta al diseño del
propio proyecto de vida, un proyecto abierto a la felicidad llena de sentido.
1.1.2. El querer como deseo humano inspirador del proyecto de vida.
25
Reduccionismo: enfoque filosófico según el cual la reducción es necesaria y suficiente para
resolver diversos problemas de conocimiento. (Bunge, 2001).
Algunos ejemplos de reduccionismos en el ámbito de la educación:
• Reduccionismos científicos (empirismo, racionalismo, contextualismo, filosofismo,
dogmatismo, etc.), como reduccionismos antropológicos (biologicismo, culturalismo,
materialismo, psicologismo, espiritualismo, etc).
• Reduccionismos ideológicos y/o sociológicos (utilitarismo, pragmatismo,
consensualismo, socialismo, individualismo, liberalismo, etc), como reduccionismos
gnoseológicos o epistemológicos (constructivismo, relativismo, objetivismo,
subjetivismo) o como reduccionismos didácticos y metodológicos: el conductismo-
trasmisionisma (sólo interés en la conducta observable), el cognocitivismos (solo
interesado por lo cognitivo), eclecticismo cognitivo-conductual (sólo interesado en la
vinculación conducta-cognición), el paradigma socio-cultural (sólo interesado por el
triángulo que representa el sujeto, el objeto de conocimiento y los artefactos o
instrumentos socioculturales).
26
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
26
Aprehender: Llegar a conocer. Concebir las especies de las cosas sin hacer juicio de ellas o
sin afirmar ni negar. (RAE, 2013)
27
Intelectivo: 1.- Que tiene virtud de entender. 2.- Facultad de entender. (RAE, 2013)
28
Comprender: 1.- Abrazar, ceñir, rodear por todas partes algo. 3.- Entender, alcanzar, penetrar.
29
Entre los paradigmas que han considerado negativas otras dimensiones a la hora de
plantearse el proyecto de vida, destacamos las siguientes:
• El Psicoanálisis: Para Freud el proyecto de vida queda limitado y atenazado entre estas
dos posibilidades únicas: o el placer sensual o la destrucción. Así se entiende que todo
lo que no responsa a la máxima satisfacción del “instinto de placer” es represión. Para
Freud, la dimensión noológica (espiritual) es considerada una neusosis. (Freud &
Numhauser Tognola, 2012)
• El Materialismo: Para Feuerbach y Marx es imprescindible que el hombre no salga
“fuera de sí”. Consideran que la dimensión noológica no es más que enajenación, como
perdida del propio ser cuando se entrega a otro diverso de sí (Mondolfo, 2006). Dentro
27
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
28
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
30
Dimensión Biológica: Es el plano material o corpóreo que regula las funciones orgánicas del
ser humano. Se expresa en lo concreto y en lo material, mediante la somatización. Desde la
tradición aristotélica se llama "alma vegetativa" y está presente en las plantas, los animales y los
hombres, y les permite las actividades vitales más básicas como la reproducción, el crecimiento
y la nutrición.
31
Dimensión Psicológica: Es el plano de la persona que regula los procesos mentales:
atención, percepción, memoria, pensamiento, lenguaje y aprendizaje. La filosofía aristotélica se
refería a esta dimensión como “alma sensitiva” para referirse al alma presente en los animales y
los hombres, y con la cual estos seres vivos disponían de conocimiento inferior o sensible (la
percepción), apetito inferior (los deseos y apetitos que tienen que ver con el cuerpo como el
deseo sexual o las ganas de comer) y movimiento local.
32
Dimensión Noológica: Es el ámbito de apertura del ser humano. Popularmente nos referimos
a él como dimensión espiritual. Este plano no se define adecuadamente por las facetas que tiene
por sí, sino que necesita conquistar otras que actualmente no tiene para habitar en ellas; es una
forma de realidad que no se define sólo por el sistema de dones recibidos, sino que están dados
de tal manera, que exigen realizarse mediante un sistema abierto de posibilidades. Desde la
tradición aristotélica sería equivalente a la parte más elevada del alma humana. Principio por el
cual el hombre puede realizar los distintos tipos de actividades vitales. Las facultades que tiene
como propias son el entendimiento y la voluntad, pero como decimos, este plano no queda
circunscrita por estas facultades, sino que permanece abierta más allá de sí mismo sin dejar de
ser sí mismo.
29
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
Tomemos por caso los estudios de la Física. Es habitual en los problemas de física
partir de la consideración de que no hay rozamiento o que los cuerpos precipitados son
esféricos para avanzar en el estudio, pero el científico sabe que, en la realidad, no todos
los cuerpos son esferas perfectas ni hay ausencia de rozamiento.
Aplicar un reduccionismo en el ámbito teórico-científico-pedagógico es
perfectamente legítimo y es propio de la ciencia prescindir a nivel heurístico 33 de la
dimensionalidad total de un fenómeno y partir de la ficción de una realidad
unidimensional. El problema está si el reduccionismo se aplica a la realidad en sí; al
ámbito práctico-artesano-educativo, porque la realidad fluye más allá de lo que podamos
llegar a controlar. Es decir, el reduccionismo nos puede ayudar a penetrar en ciertas
dimensiones de la realidad de manera experimental, pero si el reduccionismo no es sólo
en teoría sino también se aplica en la práctica, prescindiendo, o negando incluso, lo que
no se ha podido demostrar con las herramientas científicas disponibles, se deja de
considerar partes de la realidad humana con el consiguiente daño o perjuicio en la
educación.
Consideremos un grupo de científicos que se propone estudiar la realidad del “Amor”
y para llegar a unos resultados objetivos y cuantificables, reducen esta realidad a los
impulsos biológicos que lo caracterizan, ¿se puede concluir con esto que el amor son
esos impulsos biológicos y por tanto, educar para el amor consistirá en enseñar la
gestión de esos impulsos? Educar para el amor requerirá de la gestión inteligente de
tales impulsos, pero no sólo se limita a eso; los seres humanos no son mecanismos ni
organismos sin libertad y toda la realidad humana va más allá de lo que entra en un
tubo de ensayo o una tabla de Excel.
Estudiar de la realidad únicamente aquellas dimensiones que se pueden divisar
desde un método particular pueden llevar a creernos que esas son las únicas
dimensiones de la realidad. La educación es una realidad abierta y requiere de
apertura en la metodología científica con la que tratar de conocerla y mejorarla.
Muchos teóricos de la educación se interesan por ser muy científicos, y a veces por
esta razón no utilizan métodos que podrían ser los más apropiados para investigar esta
realidad tan profunda, reduciéndola a ciertas manifestaciones cuantificables (Ardila,
2002).
Imaginemos un ictiólogo34 que se dispone a estudiar la vida en el océano y que para
esto comienza por echar la red al mar. Obtiene así una redada. Al observarla y tratar de
sistematizar sus observaciones procede de un modo análogo al del hombre de ciencia,
y entre sus conclusiones está la siguiente: la longitud de todos los animales del mar es
de más de cinco centímetros. Esta conclusión es verdadera respecto de su redada, y es
casi seguro que llegue a la misma conclusión cada vez que obtenga una redada con la
misma red. Lo que ha olvidado el ictiólogo es que su red no puede atrapar animales
marinos que midan menos de cinco centímetros de longitud. La conclusión del ictiólogo
equivale a decir: lo que mi red no puede atrapar no forma parte del mundo de los peces
(Eddington, 1956, pp. 30-31).
Cada paradigma educativo ve una parte de la realidad, mostrando así verdades
parciales como en el cuento de “los ciegos y el elefante” 35. Este cuento es
33
Heurística: arte, técnica o procedimiento práctico o informal, para resolver problemas
mediante la creatividad y el pensamiento lateral o pensamiento divergente.
34
La ictiología es una rama de la zoología dedicada al estudio de los peces.
35
“Los ciegos y el elefante”
Un rey del norte de la India reunió un día a un buen número de ciegos que no sabían qué es un
elefante. A unos ciegos les hicieron tocar la cabeza, y les dijeron: “esto es un elefante”. Lo mismo
30
BLOQUE 1. EDUCACIÓN
particularmente útil para ilustrar la idea de los reduccionismos. Cada teoría que se
sustenta en un reduccionismo es como uno de los ciegos, que corre el peligro de
confeccionar principios universales absolutizando un conocimiento parcial e
inadecuado, inconsciente de la propia limitación para dar explicación a la realidad en su
totalidad36.
El método cuantitativo en psicopedagogía reduce lo complejo a lo simple y la
totalidad a sus partes. Al tratar de ser “empíricos” se reduce la realidad humana a
lo cuantificable. A esto se le conoce como materialismo científico, porque reducen
la intangibilidad (inmaterialidad) de la interioridad humana a nada más que lo tangible
(materializable).
Del materialismo científico sólo se podrán derivar soluciones para las dimensiones
materiales de la persona y la sociedad, que sin duda pueden ser eficientes, pero
requerirán de complementos formativos para una correcta educación de las variables
humanas no materiales.
No podemos medir empíricamente la dureza de un diamante rallándolo con un
cuchillo de metal. El método de medición es de categoría inferior a lo que pretendemos
medir: un diamante sólo se ralla con otro diamante. Nuestros métodos científicos deben
abrirse al todo, porque sólo educaremos el todo si lo rallamos con el todo.
¿Y es posible conocer la realidad humana aplicando los métodos científicos que se
aplican al mundo de la materia? En este sentido, es de sumo interés la crítica que
plantea Husserl 37 a la aplicación de los métodos científicos del mundo material
extrapolados 38 al mundo de la interioridad humana como si fueran realidades de
idénticas cualidades, cuando es obvio que son diferentes.
El método científico funciona muy bien en el ámbito de las Ciencias Naturales
(Física, Química, Biología, etc), debido a su rigurosidad, pero su aplicación a las
Ciencias Sociales, es considerado deshumanizador (Husserl, 2006; Frankl, 1984)
porque no considera la participación de factores esenciales en la forma de ser humana
como pueden ser la libertad o la responsabilidad personal.
Las primeras aplicaciones del método científico se sucedieron en la psicología, y de
allí nace el conductismo (los experimentos de Pavlov y Skinner) y fue el descubrimiento
de que la conducta del hombre era también manipulable, encerrada en el estímulo-
respuesta.
La crítica de Husserl nace precisamente aquí, él nos dice que no se puede aplicar el
método científico a las Ciencias Sociales, debido a la rigurosidad que este exige, y nada
dijeron a los otros, mientras les hacían tocar la trompa, o las orejas, o las patas, o los pelos del
final de la cola del elefante. Luego el rey preguntó a los ciegos qué es un elefante, y cada uno
dio explicaciones diversas según la parte del elefante que le habían permitido tocar. Los ciegos
comenzaron a discutir, y la discusión se fue haciendo violenta, hasta terminar en una pelea a
puñetazos entre los ciegos, que constituyó el entretenimiento que el rey deseaba.
36
Teniendo en cuenta la dificultad para expresar por medio del lenguaje analítico-sintético las
realidades más profundas y misteriosas del mundo y del ser humano, es razonable que los
humanos de todos los tiempos hayan acudido al lenguaje figurado para tratar de expresarlas:
metáforas, alegorías, parábolas, simbolismos, pintura, música, danza…
37
Husserl acusa a la "positivización de las Ciencias Sociales", como la principal causa de la crisis
de la modernidad y en respuesta de esto, surge la fenomenología, constituida a partir de las
funciones de la subjetividad humana: Vivencias, experiencias, o sea, participantes de hechos
sociales, y ve la salida de la crisis, la solución, en una "renovación del sentido moral de la
sociedad con base en la educación".
38
Extrapolar: Aplicar conclusiones obtenidas en un campo a otro (RAE, 2013)
31
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en el ámbito de estas ciencias, ocurre exactamente y de forma repetitiva cada vez, cosa
contraria a los fenómenos de las Ciencias Naturales. El método científico en las Ciencias
Sociales, cosifica39 al hombre, y esta cosificación viola la interioridad humana, su
subjetividad.
Sea cual sea el procedimiento aplicado para acceder al conocimiento, por la propia
forma de conocer del ser humano, se debe aceptar que reducimos y precisamente, esta
aceptación y reconocimiento es imprescindible para evitar quedar encerrado en el
reduccionismo. La estrategia que busca la manera de superar los reduccionismos
tratando de abordar la realidad como un todo se conoce como holística 40. Si el holismo
no acepta que en cierto modo reduce, deja de ser holista para formar parte de la lista
de reduccionismo, como un reducir la realidad a su totalidad.
Para no caer en un reduccionismo es crucial aceptar que siempre reducimos
al tratar de aprehender la realidad y aún más al tratar de expresar lo aprehendido.
Para abordar el querer desde una visión completa no sólo se deben tener en cuenta
todos los planos, sino la relación que se da entre ellos. Cómo ya explicaba Aristóteles
en su Metafísica, “el todo es más que la suma de sus partes”.
Una visión integral y abierta a la vez de aproximarse a la realidad, requiere de
nuestro empeño por ser cada vez más receptivos41 y permanecer abiertos a todas sus
dimensiones.
Frankl (1984) propone las siguientes analogías para reconocer las dimensiones del
querer humano:
1. Una misma cosa, proyectada desde su dimensión a diversas dimensiones
inferiores, se disocia en figuras que se contradicen entre sí.
Por ejemplo, si se proyecta un vaso abierto en dos planos en cada uno de ellos se
ven figuras cerradas y diferentes entre sí como vemos en la siguiente figura:
39
Cosificar: Reducir a la condición de cosa aquello que no lo es (RAE, 2013)
40
Holístico: Del griego holos, totalidad, y se refiere a una forma de comprensión de la realidad
en función de totalidades en procesos integrados, cuyas propiedades no pueden ser reducidas
a unidades de referencia menores. La conciencia holística concibe a la persona como un
organismo, una unidad de desarrollo, algo diferente y mucho mayor que la suma de sus partes.
41
Receptividad: Forma de habitar la realidad que implica el deseo de comprender todo y a todos.
Supone una disposición a permanecer abiertos a todos y a todo para captar el sentido más
completo posible de la realidad. Siendo acogedor, evitando prejuicios. Es un concepto afín
a la epoché anteriormente descrita como fundamento metodológico de la fenomenología.
Sólo se necesita estar dispuestos a reconocer y recibir, pero esto no significa tener una actitud
pasiva, pues ciertos ámbitos de la realidad sólo los recibimos cuando nos damos. La actitud
receptiva no es tanto buscar un método para recibir la realidad, como el permanecer abiertos
para recibirla; no consiste en decir cómo sino en decir sí, es decir, no es “tengo un método para
poseer el sentido de la realidad”, sino “Sí, estoy dispuesto a dejarme poseer por el sentido de la
realidad”. No ser receptivo significa negarse a uno mismo el acceso al sentido de la
realidad.
32
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En el caso del ser humano, el plano biológico por un lado y el psicológico por otro
mostrarían figuras cerradas y diferentes entre sí frente a la auténtica realidad mucho
más amplia y completa.
Desde el espacio tridimensional a los planos bidimensionales de la planta
seccionada y del alzado lateral, resulta en un caso un círculo y en el otro un rectángulo.
La proyección genera, además, una contradicción porque hay en cada caso una figura
cerrada, mientras que el vaso es un recipiente abierto.
Sirva de ejemplo también el cuento de “Los ciegos y el elefante”. Como paralelismo
se podría señalar que un ciego está palpando el plano biológico otro el plano psicológico
y otro el noológico, generando visiones contradicen entre sí. Pero a la luz de la unidad
entre las aproximaciones al elefante, estas contradicciones no se oponen a la unidad
del elefante, sino que se complementan y aportan una visión más completa.
Desde la óptica educativa, esta analogía nos lleva a considerar que la educación no
puede permanecer encerrada en sus modelos o paradigmas, sino que debemos
apostar por una educación abierta.
2. Diversas cosas (no una misma), proyectadas desde su dimensión (no en
diversas dimensiones, sino) a una misma dimensión inferior, dan lugar a figuras
(no contradictorias entre sí, sino) que son polivalentes.
Por ejemplo, el estudio de los genes de diferentes especies puede mostrar que el
hombre y otros animales son casi iguales, pero si se consideran todas las dimensiones
se observarán diferencias significativas.
33
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Las tesis del reduccionismo intentan convertir todo fenómeno en epifenómeno desde
el que progresar científicamente pero el epifenómeno analizado desde la esfera
meramente biológica o psicológica no es suficiente para la educación de todas las
dimensiones con vistas a vivir un proyecto de vida abierto a una felicidad lleva de
sentido.
Pongamos por caso la explicación conductista que reduce el fenómeno del obrar
humano a estímulo-respuesta en torno a una “caja negra”. Este epifenómeno puede
resultar muy interesante para el desarrollo de múltiples procedimientos de modificación
de conducta, pero con vistas a disponer a la persona para que sea capaz de acertar con
su proyecto de vida, se requiere abordar el fenómeno completo: abrir “la caja negra”.
42
Hedónico: Aspiración a la felicidad por medio de una vida agradable, procurando el goce
tantos placeres como sea posible y contar con los conocimientos necesarios para amplificar los
placeres. Hedónico no equivale a "hedonista".
43
Autárquico: Autosuficiencia de la persona que se basta a sí mismo para ser feliz, pues no
necesita para ello otra cosa que el ejercicio de la virtud.
44
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35
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Mediante el desarrollo de este proyecto se aspira a una vida placentera que consiste
en tener tantos placeres como sea posible.
En los siglos XVIII y XIX, los filósofos británicos Jeremy Bentham, James Mill y John
Stuart Mill hicieron la propuesta de una doctrina universal más conocida como
utilitarismo. Según esta teoría, el comportamiento humano debe tener como criterio final
el bien social. Hay que guiarse moralmente buscando todo aquello que proporciona y
favorece el bienestar de un mayor número de personas. De este modo el utilitarismo
recomienda actuar de modos que produzcan la mayor suma de felicidad posible en
conjunto en el mundo. Sería una especie de “aritmética de los placeres”, teoría que
expuso Jeremy Bentham (Aguinis, 2011). Se consideraban los siguientes principios:
• Todos los seres humanos nacen con la posibilidad de experimentar placer.
• El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.
• Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde llega.
• Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en
vicio.
• El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual.
• Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o contratiempos,
como la popularidad o la fama.
• El mayor placer para la especie humana debe girar en torno al servicio a los
demás.
• Si se aprende a distinguir verdaderamente lo que es placer, se vivirán muchos
momentos de felicidad.
• El individuo ha de ser libre para hacer cuanto desee mientras no dañe al prójimo
(Mill, 2013).
Muchas son las críticas que se realizan a este planteamiento de vida, destacamos
algunas que nos resultan representativas:
• La vida hedónica es considerada por muchas religiones una actitud carente de
moral, no porque aprecie algún placer, sino porque lo antepone a las exigencias del
amor a Dios y al prójimo. Para las religiones monoteístas, es una actitud egocéntrica
que incapacita al sujeto para ver a Dios y relacionarse con otros a menos que sea
para explotarlos y satisfacer su afán de placer.
36
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37
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Esta forma del querer está movida de manera prioritaria por las tendencias del yo
individual, ya sea la de conservación y posesión, deseo de poder, necesidad de
estimación por los demás o deseo de autoestima o el deseo de una vida de paz mental
y plenitud autárquica.
38
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El Leviatán de Hobbes, junto con los tratados sobre el gobierno civil, de John Locke,
y El Contrato Social, de Rousseau, es una de las primeras obras de entidad que abordan
el origen de la sociedad dónde surge el sistema educativo moderno.
El control y el poder son garantía de una situación de paz propiciada por el
sometimiento de todo aquello que lo amenaza, a esto nos referimos como “Paz
romana”45.
Otra forma de entender la autarquía personal en el plano social era propuesta por
Aristóteles que entendía la autarquía como la grandeza en todas las virtudes. Esta
grandeza la llamó magnanimidad; como el ornamento de todas las virtudes. La idea de
honor, tan profundamente arraigada en el ethos griego, juega un papel decisivo en la
descripción aristotélica de esta virtud: el magnánimo “es y se cree digno de grandes
cosas, sobre todo de las más excelentes, y tendrá relación especialmente con una
cosa… y es el premio que se otorga a las acciones gloriosas: tal es el honor”. La
secuencia aristotélica de la grandeza autárquica se dirige a que sea reconocida ser-
obrar-merecer honor.
Como veremos en el querer lleno de sentido, Séneca plantea un concepto de
grandeza humana que va más allá al prescindir del reconocimiento exterior en toda su
teoría sobre la virtud. Para él la virtud consiste en un estado interior de la voluntad, que
no depende de los resultados, de las circunstancias exteriores, y por tanto del juicio
aprobativo de los demás. La secuencia de Séneca sería ser-obrar-dignidad.
Hasta aquí la autarquía en el plano material. En el ámbito del espíritu, más que de
autarquía se habla de ataraxia en Occidente y de Nirvana en Oriente.
La ataraxia es la disposición del ánimo propuesta por los epicúreos, estoicos y
escépticos gracias a la cual alcanzamos el equilibrio emocional mediante la disminución
de la intensidad de nuestras pasiones y deseos, y a la fortaleza del alma frente a la
adversidad. Tranquilidad espiritual, paz interior. Epicuro compara el estado espiritual
de la ataraxia con el total reposo del mar cuando ningún viento mueve su superficie.
Este estado de autosuficiencia interior otorga libertad frente a las pasiones, afectos y
apetitos, libertad ante la coacción de otras personas, libertad ante las cosas y
circunstancias que se oponen a nuestros proyectos.
El Nirvana es el estado de liberación tanto del sufrimiento (dukkha) como del ciclo
de renacimientos. En el contexto religioso, este término pasa a aplicarse en las
religiones surgidas en India como el hinduismo, budismo, jainismo, para así indicar un
estado de cese de la actividad mental corriente y que significará una liberación espiritual,
el estado de felicidad supremo. Dependiendo de cada contexto religioso, el nirvana tiene
diferentes implicaciones.
Para alcanzar el Nirvana, es necesario seguir el camino o método enseñado por
Buda. Este método se halla compuesto de cuatro partes:
1. Tener el corazón lleno de fe.
2. Libertarse de deseos impuros y de sentimientos bastardos.
3. Tener el alma virgen de malos deseos, de ignorancia, de duda, de herejía, de
maldad, de envidia; y
4. Practicar la caridad; pero la caridad según la comprendía el Buda, ilimitada; no
dar al necesitado lo superfluo, lo que no es capital para la vida, sino privarse de
45
Paz romana: (en latín, pax romana), llamada también Pax augusta, constituye un largo periodo
de paz impuesto por el Imperio romano a los pueblos por él sometidos. La expresión proviene
del hecho de que la administración y el sistema legal romanos pacificaron las regiones que
anteriormente habían sufrido disputas entre jefes, tribus, reyes o ciudades rivales (por ejemplo,
los interminables conflictos entre las ciudades-Estado griegas o tribus galas).
39
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lo necesario, del pedazo de pan que ha de calmar el hambre, del vestido que ha
de cubrir la desnudez de las carnes.
40
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41
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46
El compromiso con vida diaria sería equivalente a la idea de fluyo (Csikszentmihalyi, 1998)
descrita anteriormente. De hecho, Csikszentmihalyi habla de su tendencia al flujo como
Psicología del Compromiso con la Vida Diaria. Este compromiso con la acción es la tendencia a
hacer las cosas porque sí, en lugar de hacerlas para conseguir algún objetivo externo.
47
Cuando uno pierde algo querido da pena. Decir “vale la pena”, significa que damos algo que
queremos con la esperanza de alcanzar algo de más valor, sin embargo, esta pena se siente en
el plano biológico y psicológico, pero en el plano noológico, no hay pena al dar, pues realmente
no dejamos de tenerlo, no lo perdemos sino lo ganamos con incrementos.
48
“La verdadera humildad hay que percatarse de que no sólo no es contraria a la magnanimidad,
sino que es su hermana gemela y compañera; ambas están a mitad de camino, igualmente
distantes de la soberbia y de la pusilanimidad” (Pieper, 2010)
42
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49
Si el deseo de benevolencia fuera instintivo, entonces la ayuda sería un fin directo y supondría
que para el ser humano es posible una felicidad puramente animal, es decir, sin libertad.
43
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bondad y belleza se le conoce como contemplación. Cuando esta admiración del valor
ajeno se hace desde el egocéntrico, se manifiesta como envidia.
Tras explicar que son los reduccionismos y describir los tres tipos de proyectos,
vamos a definir los reduccionismos éticos y gnoseológicos más significativos que
podemos encontrar.
Desde el punto de vista ético, el proyecto de vida hedónico puede reducirse al
emotivismo, el autárquico al pragmatismo y el trascendente al fundamentalismo:
44
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45
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50
Según sea el carácter predominante, (el conjunto de características o patrón de sentimientos,
emociones y pensamientos ligados al comportamiento) existen personas más emotivas
46
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(prevalencia de los sentimientos), otras más activas (prevalencia de las acciones) y otras más
introvertidas (prevalencia de los pensamientos) (Quintana, 1989).
51
Es importante tener en cuenta que estas fuerzas no son ni buenas ni malas, sencillamente se
presentan y en relación a nosotros, nos pueden dañar o hacer crecer. Nos puedes debilitar o
fortalecer.
47
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52
Es importante remarcar que “impulsar hacia” no significa “determinar hacia”, lo primero es una
tendencia y lo segundo sería un instinto. Que el ser humano cuente con una fuerza interior que
le lleva a interesarse por su realización personal no quiere decir que esté determinada por ella y
es precisamente en esta indeterminación dónde la debilidad se nos presenta: “el deseo de hacer
el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que
no quiero” Pablo de Tarso. Si se tratase de un instinto, el hombre sólo cumpliría su realización
para responder al estímulo del instinto y dejaría de ser un comportamiento libre.
53
Sinergia: (Cooperación) Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los
efectos individuales. (RAE, 2013). La idea de “tensión sinergética” es semejante al concepto
de "noodinámica" de Viktor Frankl, que es “la dinámica espiritual dentro de un campo de tensión
bipolar en el cual un polo viene representado por el significado que debe cumplirse y el otro polo
por el hombre que debe cumplirlo” (Frankl, 1991, pág. 107). También coincide con la tendencia
hacia el “estado de flujo” descrito por Csikszentmihalyi (1998). “Las emociones centran la
atención movilizando todo el organismo en actitudes de aproximación o de evitación. Las metas
lo hacen proporcionando imágenes de los resultados deseados. Los pensamientos ordenan la
atención produciendo secuencias de imágenes que se relacionan entre sí de algún modo
significativo”. “Rara vez sentimos la serenidad que se produce cuando el corazón, la voluntad y
la mente están en armonía. Cuando estos elementos están en armonía entre sí, es cuando
aparecen los llamados estados de fluidez”. “El fluir tiende a suceder cuando una persona tiene
por delante una serie de metas que exigen respuestas apropiadas”. “Las actividades de flujo
permiten que una persona se concentre en objetivos que son claros y compatibles entre sí”.
“Estas actividades proporcionan una retroalimentación inmediata”. “El estado de fluidez tiende a
producirse cuando las capacidades de una persona están plenamente involucradas en superar
un reto que es posible afrontar”. Así pues, una persona que fluye tiene unas metas claras, cuenta
con una retroalimentación inmediata y los desafíos y capacidades se hallan en equilibrio. “Una
persona que fluye está completamente centrada debido a la demanda total de energía psíquica”.
“Es esta plena implicación en el flujo, más que la felicidad, lo que hace que una vida sea plena”.
Pero, “no se puede ser feliz sin las experiencias de flujo”. “La felicidad que se produce después
de un estado de fluidez sólo nos pertenece a nosotros y conduce a una complejidad y a un
crecimiento creciente de la conciencia”. El problema está en que “lograr experiencias óptimas
exige energía y, con demasiada frecuencia, no podemos, o no queremos, hacer el esfuerzo
inicial”. (Csikszentmihalyi, 1998, págs. 21-33)
54
Freud y los Psicodinámicos no lo entienden así, consideran que el ser humano no se aspira a
la sinergia sino a la homeostasia: una lucha constante por dominar y aplacar los estímulos y las
excitaciones procedentes de fuera y de dentro para la reducción de tensiones y el mantenimiento
del equilibrio (Freud, 2009). Al respecto Allport considera que la fórmula de Freud deja de lado
la naturaleza de la verdadera tendencia humana, que se caracteriza por su resistencia al
equilibrio, es decir la tensión se mantiene y no se reduce (Allport, 1955). En el mismo sentido,
Maslow (1991) ha dicho: “Homeostasia, equilibrio, adaptación, autoconservación y defensa son
conceptos meramente negativos y deben completarse con el aspecto positivo” (Maslow, 1991,
pág. 265). “Considero un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar por supuesto que
lo que el hombre necesita ante todo es equilibrio o, como se denomina en biología "homeostasis";
es decir, un estado sin tensiones. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa, sino
sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla”.
48
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55
Crisis: Momentos de decisión entre avance y retroceso, integración o rechazo (Erikson, 2000).
49
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una autoimagen creada con las debilidades, pero la diferencia es que desde la sencillez
son aceptadas y en la medida de lo posible, con humildad y esperanza, muchas
debilidades se debilitan, las fortalezas se fortaleces y se disfruta del progreso del
proyecto con deportividad, serenidad y alegría. De esta forma, paradójicamente, las
debilidades aceptadas pasan a formar parte de las fortalezas personales como:
autenticidad, integridad, honestidad, sinceridad, humildad, confianza en sí mismo,
tendencia a pensar bien en los demás, saberse dar y saber dar nueva oportunidades
para cambiar, saber cortar con lo que nos hace daño, afán de superación, apertura de
la mente y del corazón, actitud de agradecimiento, capacidad para pedir perdón y
perdonar, disposición para comprender a los demás y paz interior con la que “dormir a
pierna suelta”. Todos los ingredientes habituales de las personas más felices (Seligman,
2002). El engaño, la complicación, las compensaciones y las apariencias son
debilidades manifestadas ante la fuerza que supondría afrontar el proyecto de vida por
el “camino sencillo”.
Imaginemos un hombre que se está quedando calvo y se pone peluca como forma
de dar buena imagen. Esta imagen falsa de sí mismo, le llevará a ser esclavo de su
peluca, en la playa, un día de viento… y aquella buena imagen de la que deseaba gozar
se torna en lo contrario. Esa peluca no es una fortaleza de su imagen sino una debilidad
de su identidad.
Las debilidades en la presión interior pueden hacer que la persona no alcance su
“velocidad de crucero” (su tensión sinergética) o imprima una velocidad excesiva que
le “haga descarrilar”. La descoordinación de las tensiones se sufre en el interior y la
persona necesita recuperar la sinergia o crear un sucedáneo 56 Dyer (2005) identifica
una serie de sucedáneos que mantienen a la persona en la debilidad sin sufrir sus
consecuencias, pero sin avanzar hacia la plenitud del proyecto de vida.
La persona debe aprender a gestionar estas fuerzas, y una adecuada educación le
dispone para que lo haga de forma intencional 57, para tender hacia la plenitud del propio
proyecto de vida, plenitud que conlleva la apertura a los demás. Esto significa que un
proyecto de vida para ser plenamente humano, debe desarrollarse, desarrollando el
proyecto de vida de los demás. Una persona se hace grande con su proyecto de vida
cuando ayuda a los demás a ser grandes con sus respectivos proyectos de vida.
Pasarse la vida exigiéndose puede parecer incómodo o cansado, pero se trata de
un modo de vivir recomendado por las civilizaciones más prósperas de todos los tiempos
y en todas las partes del mundo (Peterson & Seligman, 2004). Puede parecer incómodo
en un primer momento, pero los datos indican que esta forma de vida es la que procuran
seguir las personas que gozan de mayor índice de felicidad (Diener y Biswas-Diener,
2008). En realidad, es el único estilo de vida coherente con el propio proyecto de vida,
que es siempre superación, esfuerzo por mantenerse y progresar. Sin esa lucha
deportiva con uno mismo, no hay libertad. Dijo Séneca: “Para ser feliz hay que vivir en
guerra con las propias pasiones y en paz con las de los demás”.
Este esfuerzo de superación no lleva simplemente a resistir y mantenerse, sino que
nos fortalece la interioridad para ser capaces de descubrir y amar los bienes más altos.
Como son tan hermosos, en la medida en que se descubren, enamoran y habitamos en
ellos y así el proyecto de vida no es un cansado construir sino también un alegre habitar.
Si se permite que “las debilidades se hagan fuertes” el proyecto puede vivirse con
inmadurez, con dobles, con perversión o con debilitamiento. Estas formas en que se
56
Sucedáneo: Dicho de una sustancia: Que, por tener propiedades parecidas a las de otra,
puede reemplazarla. (RAE, 2013)
57
Intención: Determinación de la voluntad en orden a un fin. (RAE, 2013)
50
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51
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2) El proyecto de vida engañoso. Es aquel que aparenta ser de una forma, pero
en realidad es de otra y no tiende a ser lo que trata de aparentar, sino de otro modo,
pero guardando las apariencias.
3) La perversión del proyecto de vida. Se empieza de una forma, pero se desvía
por la seducción y se perdiendo el sentido del proyecto de vida.
Pongamos por caso, la persona que desea ayudar a los demás, organiza una
ONG y con los avatares de la vida termina desviando el dinero a las islas Caimán.
4) Debilitamiento. Se enfría, se ahoga por el ritmo frenético, y las distintas presiones
n coordinadas.
Atendiendo a la debilidad humana y con vistas a la integridad del proyecto de vida,
la educación es el fortalecimiento de la interioridad que permite gozar de unidad
de vida en un continuo comenzar y recomenzar.
1.1.3. Ayudar a crecer hacia la madurez del querer
De cada una de estas concepciones vitales que se desarrollan mediante proyectos
hedónicos, autárquicos y trascendentes respectivamente, se derivan teorías de la
educación orientadas a la respuesta del querer desde cada una de las tres perspectivas
del proyecto, disponiendo a la persona para que sea capaz de aspirar a la felicidad
correspondiente de la forma más óptima para su persona y el resto de la sociedad. A
esta respuesta de querer abierta a bien común se conoce como responsabilidad.
Desde esta perspectiva, educar consiste en capacitar para la libertad responsable.
Podría decirse que el ejercicio de la libertad responsable es la manifestación más propia
de la madurez del querer.
Sólo se puede llegar a ser libre y responsable si se quiere y la educación por tanto
no puede sustituir al querer de la persona, sino acompañar en su desarrollo, a esto nos
referimos con la expresión “ayudar a crecer”.
Así como una planta crece por sí misma si se le dan las condiciones, el ser humano
se desarrolla si se le da la oportunidad.
Somos humanos y nos hacemos a nosotros mismos, pero necesitamos ayuda para
crecer, para desarrollarnos en el más hondo sentido de esta palabra, que se refiere no
ya sólo a su aspecto biológico (el crecimiento físico), sino también psicológicos y
noológicos. El hombre es un ser vivo a quien hay que ayudarle a crecer, porque en otro
caso su crecimiento será mucho menor del que sería susceptible si se le ofrece esa
ayuda (Polo, 2006). Como dijo Kant “el hombre necesita del hombre para llegar a ser
hombre”.
52
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Como hemos ido explicando, el ser humano lleva en sí un proyecto al nacer, precisa
auxilio, ayuda, con el fin de hacer realidad ese proyecto y lograr que alcance su plenitud,
la mayor perfección posible dentro de su condición humana. Esa plenitud tiene como
consecuencia el mayor grado de felicidad al que puede aspirar.
Ayudar a crecer no significa “ponerle”, sino ayudar a “sacar de sí mismo” ese
proyecto de vida que lleva dentro.
Independientemente de la perspectiva de proyecto de vida que se considere,
múltiples estudios muestran que las personas más felicidad (Carr, 2007;
Csikszentmihalyi, 1998; Diener & Biswas-Diener, 2008; Lyubomirsky, 2008; Myers,
2010; Peterson & Seligman, 2004; Park & Peterson, 2009; Seligman, Ernst, Gillham,
Reivich, & Linkins, 2009; Seligman, 2002) se caracterizan por una educación que le lleva
a desarrollar una serie de fortalezas y a gestionar de manera inteligente las debilidades.
La forma de ayudar a crecer:
Entrenarse para vencer y resistir en pequeños retos cotidianos. Para ser capaz de
lo más, hay que educarse en lo menos. No se trata de negarse todo, sino de gobernar
las tendencias y que no sean las tendencias quienes nos gobiernen a nosotros.
Como necesita entrenarse el deportista para correr un maratón. El maratón es una
prueba dura y larga; donde es preciso aprender a dominar el dolor y las ganas de
abandonar. El proyecto de vida también es, en algún sentido, largo y también es
necesaria entereza de ánimo para llevarla con garbo.
Es el mismo planteamiento del que quiere estar en forma y no engordar: necesita
cuidarse; habitualmente, debe comer un poco menos que lo que le apetece; y apretarse
más después de que, en alguna ocasión, se ha pasado comiendo. Lo mismo sucede
con el proyecto de vida; necesita ese cuidado para no llenarse de grasa y mantenerse
en forma; es decir, libre. La costumbre de imponerse medidas justas y de apretarse para
recuperar lo que se ha cedido, educa los sentimientos y protege la libertad.
• Rodearse de las mejores condiciones posibles para progresar con sosiego en los
objetivos propuestos. Esto implica evitar aquellas circunstancias que nos puedan
alejar de nuestra meta o incluso imposibilitarnos el alcanzarlas.
53
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La educación encerrada ayuda a diseñar un proyecto saludable para una vida que
se ve arrastrada por lo placentero y lo gratificante, poniendo las expectativas de felicidad
en el éxito profesional, en el disfrute de los placeres sensibles, en la aceptación social
de una cuidada imagen externa e incluso con el altruismo como fuente de bienestar
subjetivo.
La educación abierta, invita a un proyecto que no arrastra, sino que capacita a la
persona para tomar la iniciativa hacia los valores que atraen y así, construir un proyecto
54
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58
Inmanente: Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia,
aunque racionalmente pueda distinguirse de ella. (RAE, 2013). El hombre es un ser abierto, no
cerrado a lo ya dado, lleno de posibilidades, capaz de acogida, y que sólo en la acogida
encuentra su auténtico ser. El ser humano no es cerrado y autosuficiente pero su necesidad de
trascendencia, de ayuda y vínculos es propia de su inmanencia. El ser humano es inmanente en
lo incomunicable; en lo que es y no puede dejar de ser, en lo que es y no puede comunicar ni
prescindir de ello sin dejar de ser sí mismo. La inmanencia es aquello que nos permite afirmar
“yo soy yo; existo” y existo de tal forma que no puedo comunicar mi existencia: “no puedo
darme de tal forma que otro sea yo”. Soy alguien concreto, singular e irrepetible, pero esta
inmanencia (de ser “alguien” y no ser “algo”) sólo puede ser vivida como trascendencia; el
hombre necesita salir de su propia yoidad para poder entrar en su pleno yo. Esta conjugación de
inmanencia y trascendencia queda bien recogida en la siguiente frase: “El hombre no puede
encontrarse plenamente a sí mismo sino en la entrega sincera de sí mismo” Karol Wojtyła
(Wojtyla, 2000, pág. 237).
59
Trascendente: Que está más allá de los límites de cualquier conocimiento posible. (RAE,
2013). El ser humano apunta siempre a algo que él no es, a algo o a alguien: a un sentido que
debe adquirir, o a otro ser humano al que encontramos en el amor. El hombre se logra a sí mismo
sirviendo a una causa o amando a una persona. Cuanto más se pierde en su tarea, cuanto más
se entrega a aquello con lo que se relaciona, tanto más hombre se hace, tanto más llega a ser
él mismo. Sólo puede realizarse en la medida en que se olvida de sí mismo, no se mira a sí
mismo. ¿No sucede igual que con los ojos, cuya capacidad de ver depende de que no se vean
a sí mismos? (Frankl V. , 1993)
55
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Figura 12. El querer como deseo humano inspirador del proyecto de vida
57
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c) las tendencias transitivas, que son la tendencia a estar con los otros (sociabilidad)
y la de ser para los otros, las tendencias creativas (creatividad), el deseo de saber,
la tendencia amatoria, las tendencias normativas y las tendencias trascendentes
(Dimensión Noológica)
60
Fenomenología: El método fenomenológico fue ideado por Husserl (2006) como superación
del Psicologismo y del Naturalismo. Lo esencial en el método fenomenológico es la epoché,
vocablo griego tomado de los escépticos, que denotaban con el estado de duda y la suspensión
del juicio. El método fenomenológico no admite como científicas las creaciones fantásticas de la
mente humana, sino aquéllas que son compartidas y consensuadas por 10s que piensan; ésa
es su legitimación.
58
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años. Existen, sin embargo, importantes diferencias individuales: desde las personas
hiperactivas o inquietas a las sedentarias o pasivas, para las que cualquier cambio
produce ansiedad y sufrimiento interior.
La forma más elemental de la tendencia al goce es el impulso hacia el placer,
presente desde la primera infancia. A lo largo de la vida el tema de esta tendencia sufre
diversos cambios, entrando en relación con los temas de otras tendencias (junto al
placer de comer o de beber, aparece el gozo vinculado a las funciones superiores:
conocimiento, humorismo, autoafirmación, etc.). Esta tendencia adquiere un acento
particular en la actitud hedonista, para la que el goce es el fin último de la vida.
La tendencia sexual es una forma básica del impulso vital y junto al goce se presenta
imprescindible para la procreación y conservación de la especio. La relación genética
que tiene esta tendencia al goce hace posible que una persona transfiera su dinamismo
del ámbito de la procreación al del placer sexual exclusivamente, y entonces la
búsqueda del goce se hace autónoma. Desde una cosmovisión educativa para la
independencia sexual61, este comportamiento desligado de la procreación es
considerado constructivo para el ser humano. Desde la cosmovisión educativa para el
compromiso sexual 62, se considera que esto tiene consecuencias negativas sobre las
posibilidades de actualizar con madurez algunas tendencias transitivas.
La meta del impulso vivencial es advertir la propia vitalidad, viviendo y “reviviendo”
interiormente los fenómenos del fondo endotímico, cualesquiera que sean. Esta
tendencia se pone de manifiesto especialmente en la pubertad, coincidiendo con la
madurez sexual. Su intensidad en muy variable de persona a persona; en algunos casos
puede manifestarse como una búsqueda de experiencias cada vez más fuertes y
excitantes.
Tendencias del yo individual. La tendencia a la conservación individual es, en su
forma evolutiva más básica, el instinto de conservación de la existencia
biológicocorporal del individuo, que tiene como objetivo la alimentación, la defensa y la
fuga del peligro. Pero, por lo general, va más allá: estimula a desarrollar y producir
herramientas, recursos, y en general todas las cosas útiles para la vida que
consideramos parte de la cultura humana.
La tendencia a la posesión está relacionada con la anterior, pero se diferencia de
ella en que se manifiesta ante el peligro o la rivalidad ocasionados por otras personas,
y no por elementos naturales. Por otra parte, mientras que el instinto de conservación
se limita a mantener la vida, la tendencia a la posesión se encamina hacia una vida
61
Cosmovisión educativa para la independencia sexual (UNESCO, 2009): Tiene como objeto
principal los aspectos de placer en el ejercicio del sexo, minimizando riesgos de embarazo o de
adquisición de enfermedades transmisibles por vía genital, enfatizando el conocimiento de las
medidas de anticoncepción y la búsqueda de experiencias gratificantes, bien a través del propio
cuerpo o a través de relaciones interpersonales que no tienen por qué ser necesariamente
monógamas, ni heterosexuales, centrándose en sus aspectos lúdicos y sin referencia a
compromisos implícitos ni explícitos. El énfasis en esta concepción del sexo estaría en la
autorrealización personal y en el ejercicio de la libertad rehusando referentes religiosos o morales
(Profesionales por la Ética, 2011, pág. 5).
62
Cosmovisión del compromiso sexual (American Medical Association, 2013): Enfatiza la
prioridad del amor y los compromisos como sentimiento y voluntad que debe guiar la relación
interpersonal. Esta vivencia, que marca intrínsecamente multitud de decisiones personales, va
unida a la transmisión de valores muy concretos: búsqueda del ideal, autodominio, fidelidad,
comprensión, lealtad, apertura a la transmisión de la vida volcando la propia afectividad en los
hijos y asumiendo nuevos compromisos. Este tipo de educación, al ir unida a la edificación del
carácter, es más propia de ser transmitida en la relación personal de confianza entre padres e
hijos. (Profesionales por la Ética, 2011, pág. 5)
59
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económico, social (razón instrumental). Más tarde, este deseo se muestra en toda su
pureza y profundidad como autónoma búsqueda de sentido.
La tendencia a amar y a ser amado representa el interés más radical del hombre. Su
temática coincide, en parte, con la de la tendencia a ser para los otros. Incluye las
distintas formas de amistad, benevolencia y amor, así como sus opuestos: enemistad,
malquerencia y odio. Esta tendencia ejerce un notable influjo en el desarrollo moral de
la persona.
Las tendencias normativas se dirigen hacia valores abstractos: verdad, justicia,
solidaridad, etc., y representan la capacidad y la necesidad de empeñarse en la
promoción de esos valores, considerados como algo cuyo fundamento está más allá del
hombre. Si se interpretan rectamente, estas tendencias expresan una auténtica
autotrascendencia.
Las tendencias trascendentes buscan en el mundo una esfera del ser que supere a
la relatividad y fugacidad del yo individual. Son tendencias al absoluto. Comprenden el
impulso artístico, la aspiración metafísica y la búsqueda religiosa 63.
Las tendencias transitivas tienen una particular importancia en el proyecto de vida,
ya que llevan al hombre a trascenderse. Tienden a la participación en el mundo, no con
afán de posesión, sino haciendo hincapié en la dependencia y la dedicación del
individuo a las personas y los valores. La persona se siente atraída por algo que está
más allá del yo. En particular, la existencia de una inclinación a estar con los otros y ser
para los otros ilumina el fundamento antropológico de la justicia y la solidaridad y, más
en general, de la ética social y política: presuponen el radical reconocimiento de los
otros como iguales a sí mismo. El hombre es capaz de reconocer a sus semejantes
como iguales, y por tanto de promover su bien en cuanto tal, y no solo porque ello
redunde en el propio bien. La capacidad de autotrascendencia permite superar el inútil
rompecabezas de querer fundamentar la ética social exclusivamente en el self-interest.
La autonomía de las tendencias transitivas respecto a las tendencias del yo
individual muestra la importancia autónoma del ejercicio de la inteligencia encaminado
a la captación del sentido del mundo y de la vida, así como de la búsqueda del Absoluto.
Este ejercicio de la inteligencia, que podríamos llamar sapiencial, no puede quedar
reducido ni suplantado por la razón instrumental, es decir, por el ejercicio de la
inteligencia, ciertamente necesario, dirigido a dominar y a explotar la naturaleza en
orden a la seguridad y expansión del yo y de sus necesidades individuales (afán de
poseer, de seguridad, de autoafirmación, etc.). El deseo de conocer la verdad no
representa, desde el punto de vista antropológico, una tendencia menos importante y
necesaria de las que se refieren a la subsistencia biológica.
La coordinación e integración de las diversas tendencias no es algo ya dado de
manera inmodificable. Está condicionado por las diferencias caracterológicas
individuales y por las concepciones de la vida que se afirman en las diversas sociedades
y culturas. Cada temperamento individual y cada cultura representan un punto de
partida, parcialmente diverso, para lograr el equilibrio y la integración requeridos por un
género de vida adecuado al bien de la persona.
Estas tendencias gobernadas por la interioridad humana, se hacen un querer libre
que no se ve determinado por el arrastre de las tendencias (impulsos64) sino que éstas,
63
Conviene distinguir entre el deseo de que Dios exista y la existencia del deseo de Dios.
64
Impulsos: Arrancan del fondo endotímico, que es un nivel psíquico no directamente
controlable por la conciencia del yo, y tienden de por sí a empujar el yo hacia un fin determinado,
anticipando y sugiriendo una línea de acción. Tienen un carácter pathico (del griego pâschein,
padecer). El querer, sin embargo, no es pasivo sino centro activo, consciente y unitario, no
61
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son ordenas para orientar la propia vida hacia valores que atraen (motivos con sentido
para mi vida).
El querer es un movimiento libre que se manifiesta como autodominio65 y
autodeterminación 66 con lo que podemos aceptar y elegir el bien más valioso y dirigirse
hacia él. La persona acepta o rechaza, favorece, elabora, modifica o reprime, y se centra
en la realización de la meta elegida, mostrándose como una fuerza capaz de tomar
nuevamente posición frente a las resistencias internas o externas, e incluso de
superarlas.
Como el capitán de un barco que dirige su nave a su destino, sin dejarse arrastrar a
la deriva por las corrientes. Rectificando el rumbo cuando detecta que se ha desviado,
aprovechado los vientos favorables, afrontando las tormentas y sabiendo ir
contracorriente.
Así, el querer entendido como proyecto de vida consiste en la opción
fundamental decidida por la persona, explícita o implícitamente, como dirección
global de la propia vida; eligiendo que tipo de ser humano desea ser.
“Querer” como “proyecto de vida” no es solo “decidirse a la acción por razón de
motivos”. El proyecto de vida no es un simple, querer-hacer; no se orienta sólo a algo
que todavía ha de ser “producido” y que, por tanto, no es aún algo real. Pertenece
también al proyecto de vida un “querer lo que ya es”; esto es amar. Amar significa decir
con hechos: “¡Es maravilloso que existas!” (Pieper, 2010).
En este sentido querer no es una mera “tensión de futuro”, puro deseo de algo que
no se tiene, sino también, supone estar ya en lo que se quiere: habitar en lo que nos
mueve, en los valores que nos atraen: vivir los valores. Contribuir a completar, a
perfeccionar el ser de quien se ama.
Desde esta perspectiva, la educación, entendida como enseñar y aprender a
querer, consiste en disponer al ser humano para gobernar sus tendencias y
ordenarlas hacia lo que tiene más valor. Es una invitación al amor de lo valioso. En
definitiva, educar es capacitar para el amor.
2. El concepto de educación
Detrás de cada concepto de educación hay un concepto de ser humano. A lo largo
de la historia se han venido combinando infinitud de concepciones para entender al ser
humano y el sentido de su existencia. En nuestros días podemos diferenciar tres
grandes posturas: la individualista, la colectivista y la personalista.
En las civilizaciones primitivas, las explicaciones del ser humano eran de carácter
mitológico: El hombre está en el mundo para cumplir el destino que los dioses le hayan
previsto (Homero, La Odisea, La Iliada). Son los dioses, que aparecen en los poemas
homéricos como superhombres, lo que encarnan el modelo perfecto que se trata de
imitar.
La pedagogía arcaica busca la realización de un determinado ideal de perfección
humana que abarca una vigorosa salud y nobleza de alma. Este concepto se representa
62
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por el vocablo Areté. La máxima aspiración del ser humano está en ser un héroe y
hacia esto se debe conducir la educación.
Durante el periodo pre-socrático, Tales, Anaxágoras, Anaxímedes, Parménides…
el concepto de ser humano es naturalistas: se ve al hombre y la mujer como elementos
de la naturaleza (Physis). Insertos en el mundo, responden, a manera de microcosmos,
a las mismas condiciones en que se encuentra el gran cosmos o mundo externo.
De las filosofías pre-socráticas se derivan los principios que se retomarán en los 90
dentro del movimiento de educación holística, como respuesta a la educación
mecanicista basada en el materialismo, el reduccionismo y la fragmentación. Esta
propuesta educativa se basa en un profundo sentido espiritual de la vida en el cosmos,
no se reduce a ser un método educativo, ni se limita al ámbito escolar formal, es un
modelo que define a la educación como un proceso de evolución de la conciencia,
redefiniendo la totalidad del campo educativo (Gallegos, 2008).
Los pensadores de la Grecia clásica se cuestionan el “qué”, o lo que real y
constitutivamente es el ser humano, frente a la apariencia. Surge el concepto de
“persona”, correspondiente a la voz griega “prósopon” que significa máscara. Podemos
decir que históricamente, la civilización occidental surge con un planteamiento
personalista basado en la antropología de Platón y Aristóteles que considera al ser
humano como una unidad dual de cuerpo y alma, siendo el alma el verdadero ser
humano y el cuerpo pura exterioridad de la que hay que liberarse para alcanzar la verdad
(Aristóteles, Fedón).
Esparta concibe al ser humano como guerrero y lo primero es la Polis. La educación
se encaminará a la formación de seres humanos entregados a su pueblo.
En Oriente (Vázquez, 1998), el concepto de ser humano siguió otros
planteamientos, que en nuestro mundo globalizado tienden a convivir con los enfoques
occidentales. En China, destaca la figura de Confucio (s. V a. C.), quien considera a los
humanos como seres eminentemente sociales.
El ideal de todo ser humano, según Confucio, es ser sabio, y este ser sabio consiste
en guardar el equilibrio, por eso recomienda el conocimiento y el amor a los demás y al
mundo, pero sin apegarse a ellos. Dice que para ordenar el Imperio y hacerlo apto para
el progreso ha de ordenarse primero a los individuos, luego a las familias y después las
ciudades.
Otro autor representativo es Lao-tse, padre del taoísmo. Creía que el hombre debía
volver a su estado primitivo y consagrarse a las fuerzas de la naturaleza. Así pues, el
verdadero taoísta se convierte en ermitaño. En otro sentido considera el Tao como
camino en el cual el hombre encuentra su realización. Al igual que Confucio, tiene en su
ética, ciertas semejanzas con la ética cristiana.
Buda por su parte plantea una educación individual basada en el autocontrol del
deseo para llegar así al estado de Nirvana, de ausencia de sufrimiento.
Además de la tradición filosófica, la educación occidental ha sido heredera de una
concepción humana de raigambre religiosa procedente del judaísmo y posteriormente
matizada por el cristianismo. Se lee en el Talmud: "Bienaventurado es el hombre que
fue creado a imagen divina" o también: “Aquel que salva a un hombre, es como si
hubiera salvado el universo entero”. Aquí se recoge la alta dignidad ontológica que se
le atribuye a cada ser humano en particular, por lo que nunca podrá ser tratado como
un medio, sino siempre como un fin en sí mismo. El ser humano deja de ser una parte
del cosmos, un “qué” para ser tratado como un “quién”. Cada ser humano es alguien
singular e irrepetible, con nombre propio.
Desde el judaísmo no se divide al ser humano en cuerpo y alma como plantean los
socráticos, es un todo y así se plantea la educación. Desde el punto de vista educativo
63
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valor del amor de amistad y las relaciones queden teñidas por los intereses individuales.
Desde el individualismo no se entiende la entrega del yo al tú (se interpreta como
perdida de la individualidad, en vez de considerar la relación como un enriquecimiento,
“un hacerme grande saliendo de mi”. Esto es conocido como Autotrascendencia (Yepes
Stork, 1996)
Sin embargo, la descalificación de individualismo, según muchos autores
(Aristóteles, Hegel, Sandel, MacIntyre), no debería hacernos olvidar, como hemos
señalado, que es una consecuencia de las reinvindicaciones de la modernidad que
sitúan al individuo en el centro del saber. En este sentido, no debe confundirse egoísmo
e individualismo, pues son conceptos que responden a dos esferas diversas: el egoísmo
es un problema moral y el individualismo es más bien una cuestión existencial.
Desde la concepción colectivista se piensa, en términos generales, que el
individuo sólo puede realizar su naturaleza, de un modo pleno, en el seno de la
comunidad y a partir de las diferentes tradiciones culturales en las que se encuentre
inscrito. La dimensión individual del sujeto queda desparramada en la colectividad.
Podemos considerar como positivo del colectivismo la reacción contra la opresión,
el egoísmo, la injusticia y la desigualdad. Se favorece la cooperación frente a la
competitividad y la sociabilidad frente a la autosuficiencia individualista y el interés
propio.
La educación colectivista aspira a preparar a cada individuo para el desempeño de
su papel social de la manera que exige el sistema. El fin de la educación no se plantea
la plenitud de la persona sino el mantenimiento del sistema colectivista. Desde la
vertiente más colectivista se postula que el individuo no elige el modo en que va a servir
a la sociedad, es el Estado quien decide por él (Marx, Engel).
Desde el individualismo se considera que el ser humano se autorrealiza en la medida
que se goza de alta autoestima e independencia para desplegarse a sí mismo. La
educación individualista trata de hacer al ser humano más poderoso frente a los demás
(Nietzche, Adler). Esto no quiere decir que se eduque a tiranos, eso ya sería una
consecuencia ética del uso que cada individuo haga del poder adquirido.
Desde el individualismo se acentúa que la educación debe ser individual. Esto
protegerá al niño de los efectos nocivos de la sociedad (Rogers). La educación es
entendida como proceso de "crecimiento" que permita al individuo sentirse bien, a gusto
consigo mismo. Los problemas de los demás, son problemas de los demás, que ellos
deben resolver. Lo importante es que el individuo se sienta bien, que tenga éxito en sus
empresas. Quizás, para sentirme bien necesite ayudar a los demás, pero no se les
ayuda por ellos, sino por mi; para sentirme bien. A esto se le viene a denominar
altruismo.
Si el ser humano es un ser que se realiza a sí mismo, todo lo que no sea yo, son
instrumentos para mi autorrealización (Maquiavelo). Desde el personalismo mantiene
que sólo saliendo fuera es posible realizarse, sólo cuando no instrumentalizo mi entorno,
me realizo a mí mismo, mediante el servicio desinteresado (Maritain).
Detrás de estos modos de concebir el ser humano hay una distinta idea de libertad.
Una premisa es compartida: el conocimiento y las competencias me facilitan la libertad
porque me hace saber cómo actuar y puedo obrar como quiero obrar. La formación me
comporta un crecimiento de libertad, y a eso aspiramos todos. Individualistas y
personalistas –podríamos decir- quieren libertad. Pero hasta aquí llega la unidad.
Ambas posturas, en efecto, entienden la libertad de modo radicalmente diferente.
La tesis individualista mantiene que soy libre no sólo cuando conozco más, sino
cuando uso todo lo que conozco en mi favor. El individualismo entiende la libertad como
independencia: “soy más libre en cuando dependo menos de los demás”.
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Estamos ante la concepción de la libertad como mera autonomía. “Yo soy la ley
para mí mismo”. La forma inversa de entender la libertad es la que plantea el
personalismo: “Encauzo la ley de mi yo a la ley universal, y sólo cuando armonizo mi ley
con la Ley, soy realmente libre y no “esclavo de mi ley”. Este concepto de libertad en
el personalismo es paradójico: la libertad como capacidad de donación y pérdida
de la independencia.
La educación individualista se fundamenta en la razón. Especialmente, desde el
periodo de la Ilustración del siglo XVIII, la civilización occidental tuvo un especial impulso
científico y técnico. En muchos ámbitos se comenzó a creer en la Razón como fuente
del auténtico desarrollo del ser humano. Se creía en el progreso material ilimitado; la
humanidad progresaría infinitamente y sería más feliz. Con el paso de los siglos, los
avances de la ciencia han sido sorprendentes, pero con todo, seguimos conviviendo con
miserias no deseadas (guerras, injusticia social, aumento de enfermedades
psiquiátricas, desesperación, nuevas enfermedades, tragedias naturales incontrolables,
y para muchos, a pesar del bienestar, la comodidad y la diversión, aburrimiento,
frustración y vacío…).
Del planteamiento individualista surge la versión mecanicista de la sociedad. Cada
individuo es un sujeto que vela por sus intereses y no podemos obligarle con una
educación engañosa que le haga solidario. Partiendo de que cada individuo es egoísta,
lo que hay que hacer no es transformarle para que sea generoso, sino aprovechar el
equilibrio de egoísmos para progresar. Las relaciones sociales se fundamentarían en la
teoría de fuerzas contrapuestas. Hobbes se refería a esta relación indicando que “el
hombre es un lobo para el hombre”
Ante esta situación, la aspiración de la educación debería ser el alcanzar el Pacto
Social (Rousseau). La educación se limitaría a la espera pública y en el ámbito privado
que cada cual haga lo que quiera, siempre que no afecte al bien común.
Ante este modelo mecanicista nos encontramos con la realidad histórica de
desequilibrios que se ha venido repitiendo con frecuencia, minorías que sometían a la
mayoría. Este desequilibrio de poder fue el caldo de cultivo idóneo para la concepción
colectivista, en la que prima el Estado y en la que todos los sujetos deben ser iguales,
igualitarismo: "el igualitarismo quiere que todos los ciudadanos sean tratados
imparcialmente, sin que se tenga en cuenta su nacimiento, sus relaciones o su fortuna.
En otras palabras, no reconoce ningún privilegio como natural." (Popper). Para los no
colectivistas, el igualitarismo es un atentado a la libertad, dificultando el desarrollo
autónomo, abierto y singular del propio proyecto de vida. Reduce a cada sujeto a
elemento dentro del conjunto nivelación por el factor común más pequeño que califican
de mediocracia (Schar, 1967).
Para Hobbes los actos del hombre no se encaminan hacia una perfección de este.
Por esta razón, la educación no pretende potenciar la perfección de la persona; la
educación, la sociedad y el Estado no son más que útiles instrumentalizaciones del
natural comportamiento humano. La sociedad es pues artificial (Cruz Prados, 1987 ).
Por tanto, el orden social no depende de la calidad de las personas, sino de los
medios que utilicemos en su construcción. De este modo, el orden social será producto
de un cálculo acertado. El ideal político hobessiano es el de un sistema mecánico que
funciona con seguridad, y este sólo podía ser concebido fundándolo en la idea de
hombre como mecanismo psicofísico. Como individuo no como persona.
De la filosofía hobbesiana se deriva la realidad que hoy vivimos, que la finalidad del
Estado (y por tanto, de la educación pública) es la de protección del hombre frente a
otros hombres, y no su perfeccionamiento (Spaemman, 1980)
67
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Una educación así hace que la vida humana se limite entre sus estrechos márgenes
a la existencia fáctica, encerrando al hombre en su mera individualidad. La vida social
es cálculo racional hecho sobre intereses egoístas.
Aunque se hable de derechos humanos, es patente la desaparición del amor en
todos estos planteamientos. Individualismo y amor son incompatibles. Queda
sentenciada de ese modo la persona. El amor humano se reduce a un conformismo
necesario para el mantenimiento de la paz social. Se considera al otro como merecedor
de todos los derechos... pero esto no significa que me tenga que esforzar para que
realmente los tenga.
Hobbes parte de la idea que el hombre actúa por egoísmo. El interés de la educación
hobbesiana no es rectificar este interés (lo que es imposible según él) sino sólo
compatibilizarlo. Formar personas que no aspiren a ser mejor (lo que se interpreta como
radical y peligroso), sino individuos moderados que se conformen con vivir en paz en
situación de consenso.
Desde la concepción personalista, se invita a dar un salto hacia la trascendencia,
salir del propio yo para encontrarnos en el Tú. Desde el personalismo se habla de la
civilización del amor que comienza en el seno de la familia. El individualismo da primacía
al sujeto individual, el colectivismo ve en el Estado toda referencia y el personalismo
otorga especial relieve a la familia.
La familia es una sociedad en miniatura. Si la sociedad es un cuerpo, las familias
son las células de esa sociedad. Desde el personalismo, se considera a los padres como
primeros educadores. En el individualismo y el colectivismo, la primacía la tiene el
estado.
Desde la teoría personalista, es en la familia dónde se aprende a compartir, a
ayudarse los unos a los otros. Se agradecen los servicios, se quiere a los demás como
son. Se les respeta, se aprende a tolerar, a perdonar. Se aprende a arreglar situaciones.
A progresar y conservar, a la vez. Se busca el bien común, se aprende a vivir la justicia,
a ser honestos…, todo lo que, a la postre, será necesario para contar con una sociedad
madura y desarrollada.
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67
Número de definiciones estudiadas en las que aparece el término.
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Creatividad
imitación
ejercicio
nutrición
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favor, somos capacez de no hacer lo que no se quiere y hacer lo que no se quiere. Por
ejemplo, comer cuando se quiere adelgazar, fumar cuando se desea dejarlo, no estudiar
cuando quisiera hacerlo, dejar plantado a alguien por no desconectar de Internet…
En uno de los ejemplos anteriores, no se pone uno a estudiar porque desee
suspender, sino por deleitarse con un bien inmediato como puede ser chatear, estar con
el móvil o jugar a la play… Si la persona se esfuerza por aspirar al Bien mayor, poco a
poco, a fuerza de repetir actos adquiere un hábito que le lleva a que seo que antes le
costaba tanto, cada vez le resulte más sencillo: se acostumbra. Uno adquiere virtud y le
permite obrar como quiere porque es capaz de vencerse a sí mismo más fácilmente.
Al contrario, quien renuncia por debilidad a su Bien mayor por un bien menor pero
inmediato, la persona queda a merced de su debilidad. Al no contar con carácter para
afrontar lo que quiero porque cuesta, lleva a la persona a reducir sus expectativas, se
hace pequeña y quien estaba llamado a beber de las fuentes cristalinas se conforma
con saciar su sed en la primera charca que se encuentra por el camino. Tanto la virtud
como el vicio son hábitos, pero el primero es constructivo y el segundo destructivo.
71
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72
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Valores
Emociones positivas Competencias
Figura 17. Educar es enseñar a enfocar la vida en todas sus dimensiones (elaboración
propia)
Advertir a la vez, la complejidad y unidad del ser humano es relevante a la hora
de educar (Medina Rubio, García Aretio y Ruiz Corbella, 2008, pp.65-66), porque
atender al desarrollo personal implicará “tener en cuenta y trabajar todas las
dimensiones de la persona, tratando de que estas se desarrollen armónicamente”.
Tomando la explicación de Frankl (1991) al respecto de las dimensiones de los
cuerpos y sus planos, se aprecia de forma ilustrativa el papel primordial de considerar
la apertura como dimensión imprescindible que permite apreciar la unidad a pesar de la
variedad de planos.
En la figura 1.4. consideremos al ser humano como el cilindro, a los mamíferos como
el cono y el resto de animales como el círculo. Si nos fijamos sólo en la proyección del
plano inferior podría parecer que el ser humano y el resto de animales son prácticamente
iguales. Si la comparación la realizamos en el plano mental ya se aprecia la diferencia,
sin embargo, el ser humano no es solo ese plano mental evolucionado; un rectángulo
que incluso parece contradictorio con el plano del cuerpo. Para poder comprender al ser
humano y proporcionarle una educación integral adecuada, será imprescindible
considerarle desde la apertura con lo que se capta tal y como es, en realidad. La
apertura humana es trascendencia, esto es, capacidad de salir de sí mismo y su mundo
circundante (Uexküll, 1942) y proyectarse tanto hacia otras cosas del mundo como hacia
un “tú, más allá del “yo”.
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Figura 18. Figuras diversas vistas desde todos los planos (adaptación de Frankl, 1991,
p. 139).
Así, por ejemplo, la consideración el ser humano exclusivamente desde los datos de
la Biología, la Neurociencia, la Psicología o la Filosofía será insuficiente porque nos
permite verlo solo desde una de las perspectivas que admite.
Aplicada al terreno educativo, esta explicación nos permite apreciar que, si se saca
al ser humano de su contexto, mirándolo desde un punto de vista que solo tenga en
cuenta dimensiones parciales, pero no su totalidad (por ejemplo, atendiendo solo a sus
sentimientos, o a su inteligencia, o a su capacidad social), se puede extraer una idea
equivocada del ser persona y confundirse a la hora de desarrollar la tarea educativa. La
educación requiere tener en cuenta todas las dimensiones de todos los humanos,
buscando desarrollo integral de cada persona y el desarrollo sostenible de la sociedad.
Además de atender a todas las dimensiones humanas, conviene que la tarea
educativa se dirija al crecimiento armónico de las mismas. Haciendo una comparación
algo burda, se puede pensar en la persona como una banqueta de tres patas. Una
banqueta de tres patas no cojea y tal vez por eso no llame la atención, pero si
ostensiblemente vamos dejando una pata más corta que las demás, iremos
deslizándonos hacia el lado de la para más larga casi sin darnos cuentas y como una
pendiente resbaladiza acabar en el suelo. Pero si logramos que estén más o menos a
la misma altura, la banqueta se sostiene firme. De igual forma conviene a la persona
que su crecimiento sea armónico: si alguien destaca en sus valores, pero no es
competente, no podrá servir como desearía y su es competente pero no tiene buenos
valores, con esas competencias se puede hacer mucho daño al mundo. O si se es
competente y con valores, pero no tiene emociones positivas, los valores y las
competencias se irán deteriorando.
Siguiendo la clasificación de Lersch (1966), que se adecúa a la propuesta
tridimensional que hemos venido exponiendo, podemos considerar tres grupos de
tendencias que deben ser armonizadas con la educación de forma que la persona
crezca en unidad hacia su realización plena en el “nosotros maduro”:
las tendencias de la vitalidad, que son el impulso a la actividad, la inclinación al goce,
la tendencia sexual y el impulso vivencial. Más directamente vinculadas al cuerpo como
dimensión biológica, en la que se requiere aprender a gestionar las sensaciones y
emociones de forma positiva.
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La mentalidad educativa está configurada por la “actitud educativa” del sujeto que
tiene la mentalidad y la “imagen de mundo educativo” que es el objeto del que tiene la
mentalidad el sujeto.
La actitud educativa del docente se manifiesta de forma afectiva, comprensiva y
activa sobre el fenómeno educativo en la manera en que enseña, transmite, hace
pensar, hace hacer, corrige errores, acompaña, orienta... La imagen de mundo
educativo es la “envoltura” en el que el sujeto, profesor y alumno, desde su actitud, vive
la educación con sus experiencias, métodos e ideas para enseñar y aprender.
Asimismo, esta vida educativa se traduce en modelos explicativos conocidos de
diversos modos: teorías, enfoques, corrientes, paradigmas, etc.
La clasificación de mentalidades educativas esenciales no es una clasificación de
modelos, teorías, enfoques, corrientes o paradigmas de la educación, sino de los tipos
de cosmovisiones con las que se pueden afrontar esos modelos y tantos otros como
puedan surgir.
Las mentalidades educativas esenciales se pueden encontrar en todas las culturas
y a lo largo de todos los periodos históricos. En este sentido, no servirán para nuestra
clasificación, nociones como, por ejemplo, “mentalidad educativa ilustrada”, “medieval”,
“oriental”, “romántica”, “aristocrática”, etc., porque hacen referencia a momentos, roles
y culturas específicas.
Todos los elementos de la realidad educativa concreta pueden ser afrontados desde
una única mentalidad, aunque sólo sea para desestimarlos o no tenerlos en
consideración. Es decir, cada mentalidad educativa es omnicomprensiva.
En función de la relación sujeto-objeto en la actitud educativa e imagen de mundo
educativo que configura la mentalidad educativa, apreciamos las mentalidades
educativas esenciales: la adquisicionista, la constructivista, la integracionista y la
habitacionista. Como puntos esenciales se puede decir que:
• Para la mentalidad educativa adquisicionista la intención del docente será
lograr que el estudiante adquiera la plenitud.
• Para la mentalidad educativa constructivista la intención del docente será
lograr que el estudiante construya la plenitud.
• Para la mentalidad educativa integracionista la intención del docente será
lograr que el estudiante se integre en la plenitud.
• Para la mentalidad educativa habitacionista la intención del docente será
lograr que el estudiante habite en la plenitud y a su vez, se disponga para
que la plenitud habite en este.
Una prueba de la esencialidad de estas mentalidades es que todas permiten el
empleo de todos los medios disponibles: recursos, espacios, personas, estrategias,
procedimientos, métodos, técnicas educativas… No puede decirse que de una
mentalidad concreta se deriven, necesariamente, una serie de modelos explicativos. No
obstante, cada mentalidad tenderá a usar las formas de educar que se adecúen mejor
a su manera de entender la educación, a sus prioridades, sus principios, etc.
Por ejemplo, desde cualquier mentalidad se puede hablar de metodologías activas,
pero unos estarán viéndolo como una forma de adquirir mejor, otros de construir con
más autonomía, otros para integrarse de forma más plena y otros para favorecer el
verdadero encuentro del yo con lo otro.
En las últimas décadas los sistemas educativos se han concebido desde la
mentalidad constructivista, orientada a que el estudiante sea protagonista y construya
su propio aprendizaje, dando más espacio al subjetivismo y, por otro lado, se ha
mantenido la mentalidad adquisicionista dirigida a que el estudiante adquiera las
competencias que de forma consensuada se han establecido como estándares para
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para mí” como construcción intencional del estudiante. Por otra parte, las construcciones
no son definitivas, sino más bien forman parte de un proceso de transformación y/o
elaboración esencialmente dinámico, sistémico y cambiante.
Desde la mentalidad educativa constructivista el objeto que se aprende no es lo
prioritario, sino que es el sujeto que aprende quien tiene la primacía en el hecho
educativo, entendiéndose que el ser humano no sólo se relaciona consigo mismo, sino
que forma su sí-mismo. Hegel lo explica refiriéndose a que somos como una naturaleza
plástica, como un gran bloque de mármol en el que cada cual puede sacar su escultura
de una pieza sin tener que hacerse copia de un patrón dado, sino siguiendo un principio
subjetivo, para llegar a ser lo que uno quiera ser (Martínez Domínguez, 2015)
Desde la mentalidad constructivista no existen unos principios universales
preexistentes al pensar y el obrar humano, sino que los principios son resultado de la
actividad humana. La imagen de mundo no se concibe como un ordenamiento en
función de unas leyes que se encuentran en la naturaleza, sino que son convenciones
del conocer humano y el acuerdo intersubjetivo (Habermas, 1981, citado en Martínez
Domínguez, 2015).
Desde la mentalidad educativa constructivista, para la construcción de significados,
el estudiante debe emplear una actitud activa que, de tomar forma de contemplación,
habría que considerarla desde el pensamiento crítico que cuestiona la realidad dada.
Que la mentalidad constructivista requiera exclusivamente de modelos activos y críticos
para desplegarse no quiere decir, que la metodología activa y el pensamiento crítico
sean patrimonio exclusivo de esta mentalidad.
En general, es aceptado desde todas las mentalidades que el estudiante tenga una
actitud activa y participativa y mejor es aprender con agrado que su contrario. Nadie
puede negar la mayor eficacia de una enseñanza que sea capaz de implicar activamente
al estudiante, que comprenda y parta de sus propios esquemas conceptuales, de sus
inquietudes y preocupaciones; de su contexto. Tampoco se puede negar el mayor
interés de un aprendizaje destinado a comprender y no sólo a memorizar
maquinalmente. Ahora bien, estos aspectos no son exclusivos de la mentalidad
constructivista. Pensadores de todas las mentalidades podrían sostener estos mismos
planteamientos. Autores tan dispares como Sócrates, Tomás de Aquino, Montaigne,
Dewey, Freire, García Hoz, Peters, Hirst, Scheffler, nada sospechosos de ser
constructivistas, respaldan estos modos de proceder en la educación (Barrio, 2000,
citado en Martínez Domínguez, 2015).
2.4.3. La mentalidad educativa integracionista
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fundamentales del vivir humano. Cada emoción tiene sus propias características: en la
esfera fisiológico, en la expresión, en la experiencia subjetiva, en el pensamiento, la
conducta, etc. Tienen en común que son intensas pero breves en el tiempo y que surgen
ante la evaluación de algún acontecimiento antecedente (Ekman,1992).
La investigación sobre emociones, desde múltiples disciplinas y contando con los
avances de la tecnología, se ha incrementado significativamente en las últimas décadas,
pero a la vez, la falta de rigor, ha llevado a que, en ocasiones, se haga referencia a las
“emociones positivas” cuando en realidad se están describiendo valores o sentimientos.
No es objeto de este manual entrar en aclaraciones terminológicas, más allá de los
conceptos que vamos a utilizar, pero es bueno alertar al lector de que es posible que en
sus revisiones encuentre bastante ambigüedad bibliográfica en este tema.
Entre las posibles alternativas, dentro del marco pedagógico que proponemos para
el asesoramiento educativo familiar, elegimos la propuesta de Ekman (1992), porque
proporciona unos conceptos consolidados en la comunidad científica y que, a la vez,
resultan operativos en la práctica educativa, con la posibilidad de establecer objetivos
observables, medibles y evaluables desde una perspectiva de crecimiento personal,
dentro del contexto cotidiano, escolar, familiar y social.
El autor plantea, como conclusión de sus estudios, seis emociones básicas que son:
rabia, miedo, alegría, tristeza, asco y sorpresa (cuadro 5.1). Asco y sorpresa son las
más discutidas, pues la reacción de sorpresa se asemeja a la de miedo y el asco, hay
quien lo ve más bien como una manifestación fisiológica más que como una emoción.
Con todo, esta síntesis de emociones tiene para nuestra propuesta de marco
pedagógico, un especial interés, pues si bien, hoy son más populares enfoques como
el de Bárbara Fredrickson (1998), la clasificación de Ekman tiene la ventaja de que no
se solapa con nuestra propuesta de competencias y valores, mientras que la propuesta
de Fredrickson, por el contrario, sí se solapa con los valores que proponemos en línea
con la Psicología Positiva (Peterson y Seligman, 2004).
Cuando hacemos referencia al “cultivo positivo de las emociones”, lo hacemos con
toda la intención, pues se trata de aprender a gestionar de forma adecuada, tanto las
emociones positivas como las negativas para que traigan consecuencias positivas a la
persona, su comunidad y su entorno.
Adaptativa Patológica
Emoción básica
positiva negativa
Figura 19. Gestión negativa o positiva de las emociones básicas. Fuente: elaboración
propia
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CINE 2: Educación
Completa la educación obligatoria.
secundaria inferior
Figura 20. Los siete niveles educativos de la CINE Fuente: elaboración propia
Lo que se busca desde esta óptica es que el sistema educativo prepare a los
estudiantes para integrarse en la vida mediante el desarrollo de un conjunto de
competencias clave que van creciendo en complejidad y especialización en la medida
en que se alcanzan mayores niveles de educación tal como se muestra en el cuadro
5.2.
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el marco pedagógico debe albergar estos valores que fomenten estas consecuencias
señaladas y respeten la libertad de los padres en materia educativa
En este sentido, nos resulta interesante la clasificación de valores que Peterson y
Seligman (2004) establecen a partir de estudios empíricos, en los que distinguen 6
grandes valores en dónde se da una convergencia de las tradiciones religiosas,
filosóficas y culturales más representativas de la historia y del mundo (Cuadro 5.3).
Como ocurre con las emociones positivas y las competencias, estos valores son muy
generales y abstractos, de modo que, con el fin de hacerlos operativos, los desglosaron
en una serie de fortalezas personales que son la forma observable y medible de apreciar
los valores en acción (Linley, Willars y Biswas-Diener, 2010).
Autores, que en su conjunto son reconocidos como autores de la Psicología Positiva,
muestran que los niños y jóvenes que poseen estas fortalezas son más felices, rinden
mejor en la escuela, son más populares entre sus iguales y tienen menos problemas
psicológicos y de conducta (Peterson y Seligman, 2004).
3.5. Hábitat como marco pedagógico para educar con las familias
Al identificar Hábitat con marco pedagógico, no estamos proponiendo un enfoque
metodológico único, sino que más bien, se trata de un espacio de aprendizaje abierto y
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Figura 22. Circulo virtuoso que facilita el marco para educar por competencias con
valores y emociones positivas: Hábitat (elaboración propia)
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marco. Así, por ejemplo, el micro desafío puede ser “dar las gracias al recibir un
servicio”, pues bien, esto podría considerarse desde diferentes leguajes pedagógicos
“competencia social y cívica”, “inteligencia inter-personal”, “virtud trascendente –
agradecimiento”, “buenas maneras”, “modales”, “comportamiento”, “educación moral”,
“educación emocional”, “re-forzamiento positivo”, “contenido actitudinal” ..., pero, en
definitiva, en la vida educativa estamos refiriéndonos a la misma evidencia.
Para trabajar independientemente de la terminología pedagógica técnica que se
decida emplear, hacemos una propuesta de terminología didáctica que resulta más
amigable, desde nuestro punto de vista para el día a día:
- Hábitat. Equivale a marco pedagógico: conjunto de indicadores que sirve de
referencia para el desarrollo de las competencias clave con las que vivir con
bienestar subjetivo en un contexto democrático.
- Desafíos. Equivale a objetivos: referentes específicos de aprendizaje que el
estudiante, los padres, el profesor o los sujetos que se los propongan, deben
lograr, tanto en competencias como en valores como en emociones positivas.
- competencias clave: Conjunto de conocimientos, habilidades y
actitudes básicas necesarias para el aprendizaje de las personas a lo
largo de la vida.
- valores: realidades vivenciadas y valoradas por sí mismas y no porque
se consiga algo a través de ellas, que habitarlos no perjudica a las
personas del entorno, sino que incluso, quien está presente suele
sentirse elevado e inspirado.
- emociones positivas: gestión adaptativa (lo contrario es la gestión
patológica) de las reacciones psicofisiológicas a ciertos estímulos del
ser humano cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso, o
recuerdo importante.
- Microdesafíos. Equivale a estándares (Indicadores) de aprendizaje evaluables
son especificaciones de los criterios de evaluación que permiten definir los
resultados de aprendizaje, y que concretan lo que el estudiante debe saber,
comprender y saber hacer en cada materia; deben ser observables, medibles y
evaluables y permitir graduar el rendimiento o logro alcanzado. Su diseño debe
contribuir y facilitar el diseño de pruebas estandarizadas y comparables.
- Planes de pequeños pasos posibles personalizados (P5). Subrayando la idea
de trabajar sobre lo posible, hace referencia a planes de acción: procedimiento
educativo personalizado con el que acometer tareas de forma autónoma y con
alta expectativa de éxito, en los que se procura la coordinación de padres,
profesores y orientadores, de manera consciente y reflexiva, con la finalidad de
posibilitar el aprendizaje del estudiante singular mediante el logro de indicadores
de aprendizaje organizados de forma sistemática.
- Misión. Hace referencia a proyecto de aprendizaje: conjunto de tareas, que a su
vez se desglosan en un conjunto de actividades median-te las cuales, el
estudiante debe ejercitar sus competencias, valores y gestión de emociones.
Estos proyectos pueden ser ejecutados de forma autónoma, colaborativa y/o
dirigidos por el docente.
- Marca personal. Se refiere al perfil competencial acumulado, orientado a la
excelencia personal que expresa los avances del estudiante y cuenta con
visibilidad auténtica, significativa y perdurable a lo largo del tiempo.
Tras estas consideraciones, podemos concretar cuatro condiciones básicas para
trabajar desde esta cosmovisión metodológica abierta:
- Partir del propio hábitat como fundamento necesario, pues una consideración
reduccionista de la educación, de la sociedad y de la persona derivaría
irremediablemente al reduccionismo metodológico.
- Partir de una perspectiva de cooperación entre agentes educativos, que atienda
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todas las dimensionales del sujeto y sus relaciones, más allá de los micro
desafíos puntuales que puedan estar abordándose bajo la supervisión de un
determinado agente educativo, como puede ser el profesor, los padres o un
orientador de apoyo.
- Integrar estas acciones educativas dentro del sistema educativo, del hogar y de
los entornos digitales y de tiempo libre. Los micro desafíos no son añadidos a lo
ordinario, sino que deben ser lo ordinario, al servicio de los objetivos del
currículo, de los requerimientos del hogar y de las posibilidades del tiempo libre
y mundo digital.
- Apoyarse en un sistema de valores ético y hacerlo explícito. Consideramos
imprescindible que las metodologías estén respaldadas por un sistema de
valores concreta y completo. Nuestra propuesta no responde a un determinado
credo, pero toda aquella persona que trabaja con él parte de sus creencias y es
clave que sea consecuente con las mismas. Sólo desde la autenticidad del
educador, podremos aspirar a la formación de ciudadanos competentes y
auténticos.
Con el elenco de misiones, tal y como se muestra en la figura 5.3, no se pretende otra
cosa que mostrar un abanico realista de posibles misiones para adolescentes, con el fin
de ilustrar, abrir horizontes y ayudar a concretar las misiones más adecuadas para el
hábitat educativo de los propios estudiantes y sus familias.
91
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Por medio de estas misiones que se llevan a cabo en todos los entornos, fa-miliar,
escolar y de ocio, los estudiantes desarrollas las competencias, valores y emociones
positivas que hemos descrito en los apartados anteriores y que suponen el desafío, y
como decimos, deberán concretarse en micro desafíos.
El ejemplo de misión que proponemos supone el desarrollo de competencias con
valores y emociones positivas que permite al estudiante tomar decisiones desde la
propia visión, con autonomía personal y responsabilidad social en todos los ámbitos de
la vida. Así, las evidencias pueden ser observadas tanto por los docentes, como por los
compañeros y amigos, y la propia familia.
Puede resultar útil plantear algún tipo de registro observacional como en que
planteamos para dialogar sobre las diferencias y semejanzas entre las auto-
evaluaciones, la evaluación del hogar (en cada caso, madre y/o padre, o tutor) y las
evaluaciones de los docentes, los cambios y el progreso con el transcurso del tiempo, o
las variaciones en las calificaciones obtenidas en diferentes ambientes, situaciones o
entornos de clases. Después de trabajar un aspecto, el siguiente paso apropiado sería
establecer un P5 (plan de pequeños pasos posibles personalizados). Es importante
tener en cuenta que esta herramienta no debe utilizarse para diagnosticar o comparar
estudiantes, ni tampoco para comparar centros educativos o programas. Utiliza esta
herramienta para ayudar a los estudiantes a centrarse en su propio crecimiento y
desarrollo en estas áreas, así como también para iniciar conversaciones positivas.
Aplicamos el siguiente registro observacional que bien podría estar recogida en una
tabla de Excel o similar, donde los docentes y padres puede realizar una valoración de
cada uno de los indicadores, por ejemplo, dentro de una escala de 1 a 7, pudiendo el
propio estudiante hacer una autoevaluación y conocer cómo se percibe desde fuera.
La misión que tomamos como ejemplo es la siguiente: Acertar en la vida
Debemos contar con los datos básicos que identifiquen al estudiante para hacer la
valoración: nombre del estudiante, grado, periodo en el que se realiza la evaluación y
número de evaluación, pues de una misma misión es posible evaluar varias veces en el
curso para ver las mejoras.
Ofrecemos algunos indicadores de las competencias, valores y emociones positivas que
se ponen en juego en la vivencia:
- Competencias
o Analiza la información con precisión y amplitud. Tiene en cuenta todos los
elementos. Procura conocer los detalles.
o Sintetiza sus observaciones con claridad y rigor. Dispone de vocabulario
adecuado
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Microdesafío L M X J V S D
✓ ✓ ✓
Me levanto a la primera
✓ ✓ ✓
Leo 15 min.
✓
Ordeno la habitación
antes de salir
✓ ✓ ✓
Actualizo mis redes
sociales
✓
Me limpio los zapatos
✓ ✓
Estudio más de 1 hora
✓ ✓ ✓
Salgo a correr
Autoevaluación quincena (valorar cada día según una escala, por ejemplo, de 1 a 4)
1 mal / 2 regular / 3 bien / 4 muy bien
Microdesafíos
Cumplo mi horario 3 1 4
Registro de anécdotas: (¿cómo ha ido? ¿qué podemos hacer para que vaya mejor
en otra ocasión?)
94
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Montar un partido de pádel con mis amigos. Proponerlo, quedar con ellos, fijar día,
lugar, hora, reservar la pista…
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