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1. Definición de pecado
El pecado del hombre no viene del exterior, sino que brota del interior de su
corazón. Muchos cristianos débiles afirman que es el resultado de una
formación deficiente en la infancia; o de las malas compañías y de los malos
ejemplos, El pecado del hombre es una enfermedad congénita familiar que
heredamos de nuestros primeros padres Adán y Eva
El nacimiento de un esperado bebe, hermoso y aparentemente inocente y que
pronto se convierte en la alegría del hogar, centro del cariño y atenciones de la
familia, no es, como se piensa, un “pequeño ángel inocente”, sino un “pequeño
pecador”, que ya lleva en su corazón las semillas de la iniquidad. Debemos
controlar muy de cerca mientras crece y se desarrolla su mente, y no permitir
que los brotes y del engaño, de un temperamento malo, del egoísmo, de la
voluntad propia, de la obstinación, de la avaricia, de la envidia, de los celos y
de las pasiones que, se desarrollen en él y enseñarle a tiempo más bien a
reprimirlas.
Aunque se puede afirmar que el pecado ya no domina, puesto que la vida del
creyente es una vida de victoria aunque tenga que luchar diariamente un
conflicto entre la carne y el espíritu, una lucha en contra del enorme poder y
vitalidad del pecado.
Pareciera ser que cuanta más luz se tiene, más se llega a ver los pecados del
corazón; por lo que cuanto más cerca esté el creyente del cielo más debe
revestirse de humildad.
Cada creyente debe confrontar el pecado con la ley, predicar los Diez
Mandamientos y sacudir las conciencias con la amplitud, profundidad y altura
de sus requerimientos, tal y como nos enseño el Señor Jesús en el Sermón del
Monte. La gente nunca acudirá verdaderamente, permanecerá o vivirá con
Jesús, a menos que sienta su gran necesidad y sepa por qué ha de acudir.
Quienes acuden verdaderamente a Jesús, son aquellos creyentes a los que el
Espíritu Santo ha dado convicción genuina de pecado, sin ella, tarde o
temprano retornan al mundo
Si un pecador ve y entiende su pecado lo único que desea ver es al Salvador.,
siente sobre sí los efectos de una enfermedad terrible, y comprende que sólo el
gran Médico puede curar sus dolencias. Tiene hambre y sed, y desea el agua
de vida y el pan de vida.
Aunque sea un tema delicado y doloroso, esta claro que la regla de vida diaria
ha ido descendiendo y va empobreciéndose cada vez más entre los que
profesan ser creyentes, pero el concepto bíblico del pecado viene a ser un
antídoto admirable contra el concepto tan pobre que hoy en día se tiene de la
santidad personal.