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El soldadito de Plomo

Había una vez 25 soldaditos de plomo y a uno le faltaba una pierna. El soldadito se enamoró de
una bailarina Un duende de una caja le dijo que si volvía a verle junto a la bailarina le sucedería
algo terrible

Al día siguiente el duende tiró al soldadito por la ventana; se lo encontraron dos niños que le
hicieron un barco y lo depositaron en un riachuelo . El soldadito llegó a una alcantarilla donde
había una rata . El soldadito tenía miedo. El barco se hundió y él cayó al mar, donde se lo comió un
pez . A las horas, el pez fue capturado y llevado a un mercado para venderlo.

Lo compró la dueña del soldadito , ella no lo sabía y cuando lo vio lo puso al lado de bailarina.

Al final el niño tiró al soldadito a la hoguera y una ráfaga de viento tiró a la bailarina

Había una vez una niña que soñaba con volar, pero no sabía como. A veces, se sentaba en el
tejado, cuando sus padres no estaban en casa, y miraba a las palomas volar de árbol en árbol, e
imaginaba como sería volar junto a ellas.
Ella vivía con su madre, su padre, su abuelo y su canario, Pérez. A veces, soltaba a Pérez en su
habitación, cerrando las ventanas y las puertas, e iba de un lado a otro junto a él, con los brazos
extendidos, como si Pérez fuera su compañero de vuelo.
Un día, al volver a casa de la escuela, Pérez no estaba. Su madre la intentó calmar, diciéndole que,
aunque se había escapado, seguro que ahora estaría con otros aves y que sería muy feliz, pero,
aún así, no pudo evitar el llanto de la pequeña.
La niña no supo asimilarlo, y pasó mucho tiempo en el tejado, llorando y añorando los buenos
ratos que pasó con Pérez.
Un día, cuando subía al tejado, se enganchó un cordón en el borde de una teja y resbaló,
precipitándose al vacío. Por suerte, una mano suya logró agarrarse al borde del tejado, y quedó
colgando.
Se puso a llorar y gritar por ayuda, pero nadie acudió. Intentó subir su otra mano, y lo consiguió.
Se quedó colgando durante media hora, hasta que su abuelo la escuchó y salió corriendo en su
ayuda.
Llamó a los bomberos, que acudieron de inmediato. La niña, al llegar sana y salva a tierra firme,
comprendió que volar no estaba hecho para las personas, ya que el cuerpo no esta hecho para
ello.
Aún así, la niña siguió con su gusto por volar, y fue una de las primeras mujeres piloto que hubo.
1. Romeo y Julieta, de William Shakespeare

Central Press / Getty Images

Dos adolescentes locamente enamorados. Un futuro truncado por la corrupción y la rivalidad


entre los adultos de sus respectivas familias. Podría ser el argumento de un telefilme o un ebook,
pero Shakespeare lo convirtió en una narración delicada, trepidante y rematadamente romántica.
La historia de un amor imposible que ni el paso del tiempo de la rutina podrán destruir.

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2. Desayuno en Tiffany's, de Truman Capote

Keystone Features / Getty Images

La prosa cristalina de Capote fluye como una brisa de verano a medida que el narrador sigue los
pasos de la frágil pero rompedora Holly Golightly, esa jovencita que buscaba consuelo en
Tifanny's, un lugar demasiado glamouroso para que pudiera sucederle algo malo, y que no quería
atarse a nadie, ni siquiera a un gato callejero.

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3. Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh


Michael Ward

Julia, Charles y Sebastian. Un triángulo que rebosa elegancia, delicadeza y melancolía. Un


escenario siempre fascinante, la Inglaterra de principios del siglo XX. Una mansión que esconde
pasiones, ansias y secretos. Una historia que hace suspirar.

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4. La edad de la inocencia, de Edith Wharton

Harald Sund / Getty Images

Descripción minuciosa y fascinante de la alta sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX. Un
mundo apolillado en el que irrumpe una condesa europea osada y diferente que revolucionará las
viejas costumbres de una familia con solera y en especial de un joven cuyo corazón está dividido. .

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5. Cumbres borrascosas, de Emily Brontë

Rischgitz/Getty Images

El amor prohibido entre los hermanastros Catherine y Heathcliff se desboca en los sombríos
páramos de Yorkshire, escenario de una de las novelas que con más certeza han narrado las
pasiones humanas. Pero lo más admirable de esta historia es la biografía de su autora, que al igual
que sus hermanas Charlotte y Anne creó un maravilloso mundo de ficción a pesar de que apenas
tuvo vida social y murió muy joven.

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6. Anna Karenina, de Leon Tolstoi

Hulton Archive / Getty Images

Una de esas grandes novelas decimonónicas que se atrevieron a indagar en el alma femenina y
escandalizar a la sociedad con una historia de adulterio que cuestionaba las instituciones que
hacían funcionar a la sociedad, pero ahogaban a las personas y en especial a las mujeres.

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7. Madame Bovary, de Gustave Flaubert

Grant Faint / Getty Images

Al igual que la anterior, esta es la historia de una mujer, Emma Bovary, en lucha contra la losa de
un matrimonio infeliz y unos sueños que chocan con la realidad, en unos tiempos en que no se
suponía que las mujeres tuvieran que ser felices. El escritor Mario Vargas Llosa afirmó que se trata
de una inigualable combinación de “cuatro grandes ríos”: rebeldía, violencia, melodrama y sexo.

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8. Drácula, de Bram Stoker

Hulton Archive / Getty Images


Ha pasado a la posteridad como una novella de terror… pero ah, incuestionablemente la más
erótica historia de terror. Romántica, oscura, morbosa, su protagonista es un alma torturada, un
vampiro sediento de amor y de vida.

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9. Los puentes de Madison, de Robert James Waller

Getty Images

A veces, el amor más bello es el que nunca se consuma. Así ocurre cuando se encuentran un ama
de casa y un fotógrafo de edad madura, a quienes toma por sorpresa la intensidad de la atracción
que brota entre ellos. Pero, a veces, no puede ser...

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10. El Gran Gatsby, de Francis Scott Fitzgerald

General Photographic Agency

Un misterioso millonario, una bella mujer, una mansión a las afueras de Nueva York. Belleza,
juventud, dinero, despreocupación. Y de fondo, una tristeza que fluye como un río subterráneo,
desembocando en el fin de un sueño.
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EL LEÓN Y LA
LIEBRE Share on facebookShare on twitterShare on google_plusone_shareShare on
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Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de
devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre
y se encontró con que también había buscado su camino a salvo. Entonces se dijo el león:
- Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la
esperanza de obtener una mayor.

Moraleja: Más vale pájaro en mano que cien volando.

Autor del cuento: Esopo

La Fábula de la gallina de los huevos de oro con moraleja, fábulas cortas infantiles de Esopo. Un
día un granjero caminaba por el bosque, cuando de pronto encontró a una gallina perdida al lado
del camino, la cual llevó a su casa para mostrárselo a su esposa. Luego de unos días el granjero y
su esposa se dieron con la sorpresa que la gallina había puesto un huevo de oro. Ambos se
frotaron los ojos, sin creer lo que veían.

- Es cierto, es cierto! - dijeron ambos muy contentos.

- Tenemos una gallina que pone huevos de oro ¡Imagínate lo ricos que seríamos si pone un
huevo todos los días! Debemos cuidar y alimentar muy bien a la gallina!

Al día siguiente, sucedió lo mismo, la gallina puso de nuevo un huevo de oro y el granjero y su
esposa lo pusieron de inmediato en una cesta para llevarlos a la ciudad y venderlos por un alto
precio.

Sin embargo, la avaricia se apoderó de los dos y les hizo creer que dentro del estómago de la
gallina habría mucho oro para hacerse muy rico rápidamente.

- ¿Por qué esperar cada día, para que la gallina ponga un huevo de oro? - dijo el granjero.

- Mejor la mato y descubriremos la mina de oro que lleva dentro”.

Y así lo hizo, pero se sorprendió al ver que en el interior de la gallina no encontró ninguna mina de
oro.

- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos - Finalizó diciendo
el granjero con mucha tristeza a su esposa.

A causa de la avaricia, de querer ser más ricos de una sola vez abriendo a la gallina, perdieron los
huevos de oro que día a día la gallina ponía.

Moraleja de la fábula de la gallina de los huevos de oro:

Nunca debemos dejarnos llevar por la codicia y la ambición, destruyendo tontamente lo que la
fortuna nos brindó. La avaricia solemente lleva a que uno en sus afán de conseguir grandezas ó
dinero, logre poner en peligro no sólo nuestro trabajo sino también nuestra libertad.

Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y la lentitud al caminar de una tortuga. Pero
ésta, riéndose, le replicó: «Puede que seas veloz como el viento, pero en una competición yo te
ganaría». La liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron
a la zorra que señalara el camino y la meta.

Llegado el día de la carrera, emprendieron ambas la marcha al mismo tiempo. La tortuga en


ningún momento dejó de caminar y, a su paso lento pero constante, avanzaba tranquila hacia la
meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado
tranquilamente al final y obtenido la victoria.

Con constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.

Parábola del fariseo y el republicano es una de las que más me gusta:

"Y refiréndose a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús dijo también
esta parábola: «Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El
fariseo, de pie, oraba en voz baja: "Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás
hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces
por semana y pago la décima parte de todas mis entradas". En cambio el publicano,
manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!". Les aseguro que
éste último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será
humillado y el que se humilla será ensalzado».
Lucas 18, 9-14.

Muestra la importancia que posee la humildad y el arrepentimiento en contraste con la soberbia.


El fariseo y el publicano"

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