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Recorrido poético

La poesía trabaja con las palabras de un modo


particular, ya que experimenta con el
lenguaje. En algunos poemas, especialmente
en los de las primeras vanguardias del siglo XX
(movimientos artísticos que buscaban romper
con la tradición), su contenido es menos
importante el efecto estético que intenta
producir en el lector, quien debe interpretar no
solo lo que se dice, sino también cómo se lo
expresa.
Los textos poéticos se caracterizan por su
musicalidad. La rima es uno de los recursos
para lograrla, y se produce cuando coinciden
los sonidos desde la última vocal acentuada en
cada verso. Puede ser consonante (si
concuerda todos los sonidos, las vocales y las
consonantes) o asonante (si lo hacen solo las
vocales). Cuando los versos no tienen rima, se
los denomina versos blancos; si tampoco
siguen una métrica (cantidad de sílabas
determinada), se los llama versos libres.
Eche veinte centavos en la ranura IV V
Cien lucecitas. Maravilla ¡Qué lindo es ir a ver la mujer
I de refrescos funambulescos. la mujer más gorda del mundo!
A pesar de la sala sucia y oscura ¡Aquí hay mujer y manzanilla! Entrar con un miedo profundo
de gentes y de lámparas luminosa, Aquí hay olvido, aquí hay refrescos. pensando en la giganta de
si quiere ver la vida color de rosa Pero sobre todo mujeres Baudelaire...
eche veinte centavos en la ranura. para los hombres de los puertos, Nos engañaremos, no hay duda,
Y no ponga los ojos en esa hermosa que prenden como alfileres si desnuda, nunca muy desnuda
que frunce de promesas la boca impura. sus ojos, en los ojos de los muertos. si barbuda, nunca muy barbuda
Eche veinte centavos en la ranura será la mujer.
si quiere ver la vida color de rosa. No debe tener esqueleto Pero ese miedo profundo...
El dolor mata, amigo, la vida es dura el enano del Sarrasani, ¡qué lindo es ir a ver la mujer
y ya que usted no tiene ni hogar ni esposa que bien parece un amuleto la mujer más gorda del mundo!
si quiere ver la vida color de rosa de la joyería Escasany.
eche veinte centavos en la ranura. ¡Salta la cuerda, sáltala IV
ojos de reta, cara de clown! Y no se inmute amigo, la vida es
II Y el trala-trala-trálala dura,
Lamparillas de la kermesse. ritma en tu viejo corazón. con la filosofía poco se goza.
Títeteres y titiriteros. ¡Si quiere ver la vida color de rosa
Volver a ser niño otra vez Estampas, luces, musiquillas, eche veinte centavos en la ranura!
y andar entre los marineros misterios de los reservados
de Liverpool o de Suez. donde entrarán a hurtadillas
los marinos alucinados. En: González Tuñón, Raúl, El violín
III Y fiiesta, fiesta casi idiota del diablo, Buenos Aires, 1926
Teatrillos de utilería. y tragicómica y grotesca.
Detrás de esos turbios cristales ¡Pero otra esperanza remota
hay una sala sombría. de vida miliunanochesca!...
Paraísos artificiales.
En tu jardín secreto hay mercenarias...
En tu jardín secreto hay mercenarias
dulzuras, ávidas proclamaciones,
crueldades con sutiles corazones,
hay ladrones, sirenas legendarias.
Hay bondades en tu aire, solitarias
multiplican arcanas perfecciones.
Se ahondan en angostos callejones,
tus árboles con ramas arbitrarias.
Alguna vez oí el chirrido frío
de un portón que al cerrarse me dejaba
prisionera, perdida, siempre esclava
de tu felicidad que junto a un río
bajaba entre las frondas a un abismo
de intermitente luz, con tu exorcismo.

Silvina Ocampo
Verso libre
“Asistimos ahora a un espectáculo verdaderamente
extraordinario, único, en la historia de la poesía: cada
poeta puede esconderse en su retiro para tocar con su
propia flauta las tonadillas que le gustan; por primera vez,
desde siempre, los poetas no cantan atados al atril. Hasta
ahora –estará usted de acuerdo- era preciso el
acompañamiento de los grandes órganos de la métrica
oficial. ¡Pues bien! Los hemos tocado en demasía, y nos
hemos cansado de ellos”.
Stéphane Mallarmé
Los delfines
Los delfines no juegan en las olas
como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua
despiertan bruscamente
y vuelen a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño
y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar
y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.
Silvina Ocampo
Mi lumía
Mi Lu demonoave dea rosa
mi lubidulia mi pez hada
mi golocidalove mi luvisita nimia
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma mi lubísnea
y descentratelura mi lu más lar
y venusafrodea más lampo
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes mi pulpa lu de vértigo de galaxias de
con sus melimeleos semen de misterio
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y mi lubella lusola
dermiferios limbos y mi total lu plevida
gormullos mi toda lu
mi lu lumía.
mi luar
mi mito En: Girondo Oliverio, En la masmédula,
Buenos Aires, 1954
Poesía Visual
Alguien
cae
en
su
primera caída.

En: Alejandra Pizarnik, Poesía completa, Lumen


El vocablo caligrama, como lo conocemos ahora, viene del francés calligramme y se suele
utilizar para calificar a poemas de carácter visual en los cuales las palabras utilizadas con la
finalidad de crear una imagen, cumplen una doble función:
- generar imágenes por medio de los sonidos y la cercanía de unas palabras con otras.
- disponer las palabras sobre el papel […] de manera que conformen o «dibujen» la forma a la
que se está haciendo alusión que puede ser un personaje, un animal, un paisaje, una
sensación de quien escribe o cualquier objeto o tema. Así, podemos hablar de caligramas o
poemas visuales que hablan y dibujan a un tiempo sobre el yo, algún animal, el viento, el
instante, la lluvia, la tristeza, etcétera.
Aunque fue el poeta vanguardista francés Guillaume Apollinaire (1880 Roma, Italia - 1918 París,
Francia) quien durante los primeros años del siglo XX dio un nuevo auge a este género cabe
recordar, no obstante, que los orígenes del caligrama se remontan a la Antigüedad, y se
conservan en forma escrita desde el periodo helenístico griego: se tiene noticia de textos
caligráficos de Teócrito y de Simias de Rodas, hacia el año 300 antes de Cristo. También en el
Antiguo Testamento y en algunos textos egipcios e hindúes como los mantras y los mandalas,
encontramos, desde tiempos ancestrales, esta bella forma de expresión.

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