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El Mosaico nació en Bogotá en el año de 1858, como resultado de una tertulia literaria.
Buscaba, según Andrés Gordillo, llenar dos vacíos; el primero, la ausencia de instituciones
orientadas a promover las artes y la cultura en el país; el segundo, los pocos espacios sociales
de la elite cultural del país, que veían resumida su vida social a algunas “fiestas cívicas” o
ceremonias religiosas, bodas y entierros. El Mosaico, a su vez, será una herramienta de estos
sectores de la sociedad, para demostrar la existencia de la nación colombiana en el siglo XIX;
sin embargo, dicho proceso se verá en muchos momentos truncado por la inestabilidad
política y la lucha ideológica. Lo que buscará el autor en este articulo es aportar a la historia
de la prensa y la intelectualidad en Colombia, para esto, ahondará en los significados del
nacionalismo en el siglo XIX, la participación de la elite en su conformación y las
contradicciones que se fueron sucediendo, la historia de las tertulias literarias y los intentos
por promover las artes y la literatura en el país y el contexto histórico en que El Mosaico pasa
de un espacio social a uno político.
Lo primero que hay que decir, es que el nacionalismo, o el concepto de “nación”, es una
creación realmente reciente, mediante la cual se busca crear un lazo artificial entre el pueblo
y la tierra que ocupan, mediante el uso del Estado, recurriendo a personalidades que pueden
unificar a la sociedad, y de esta manera homogenizarla. Es por eso, que no debe parecer raro
que el nacionalismo tenga su auge durante todo el siglo XIX, con el proceso de la
conformación del Estado-Nación, para esto las artes y la literatura fueron las herramientas
predilectas, por su flexibilidad al momento de representar las características primordiales de
lo que era la nación, como la raza o el lenguaje. Esto, en el caso de Europa, era hasta cierto
punto más sencillo, por el pasado común que compartían los pueblos de cada país; pero sin
embargo, en el caso hispanoamericano, esto era más complejo, por la gran diversidad de
étnicas y lenguajes.
El sector urbano, caracterizado por el “buen gusto” y la “alta cultura” de los estándares
europeos, era el modelo perfecto en el cual basar la imagen que iba a llevarse al exterior. Lo
que buscó la elite bogotana con los cuadros de costumbres, fue la creación de la nación
colombiana blanca y perteneciente a las zonas frías del país. Los pocos intentos por
mencionar los tipos populares de la llamada “tierra caliente” estaban llenos de mensajes
moralizadores, dejando clara la posición de la clase alta sobre esas costumbres a sus pares
europeos. El Mosaico sirvió entonces para reflejar una nación inexistente, o al menos
reducida, puesto que no reflejaba realmente a todos quienes conformaban el país, sino
solamente a ciertos sectores seguidores del canon europeo, con el fin de llevar al exterior una
imagen diferente de lo que era la Nueva Granada.