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1.1 Aíslate.
Las actividades creativas son un buen medio para olvidar las preocupaciones cotidianas. Sin embargo,
para poder llevarlas a cabo satisfactoriamente es necesario aislarse de las preocupaciones cotidianas.
Para romper ese círculo vicioso deberás generar situaciones que permitan controlar esos estímulos
externos. Según el perfil de cada persona, la solución podría ir desde buscar un lugar aislado en un
monasterio a cambiar el entorno refugiándose en un café o, sencillamente, desconectar el móvil. Lo
importante es conseguir momentos de tranquilidad. Lo demás viene rodado.
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se mueven como pez en el agua en lugares caóticos. Ante la disyuntiva, lo mejor es que te
dejes de imposturas y hagas lo que mejor se adapte a tu personalidad. ¿Que Pollock era un
poco guarrete en el taller? Pues mejor para él. Si tú prefieres crear en un entorno tan aséptico
como un quirófano, adelante.
1.4 Divaga.
Pensar, soñar despierto, divagar no son formas de perder el tiempo. Son, sencillamente,
métodos para mantener tu mente activa. Por eso, aunque la gente te diga que estás en las
nubes, tú ni caso. Eso sí, si canalizas todo ese pensamiento en una tarea creativa, te será más
fácil demostrarles que están equivocados.
1.5 Copia.
Copia, imita, fíjate en cómo lo hacen aquellos artistas o creativos que admiras. De este modo
conocerás las técnicas que utilizan, las soluciones que dan a determinados problemas y, a
partir de ahí, podrás recorrer tu propio camino.
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1.9 Despiértate temprano
No todas las mentes creativas son personas mañaneras. Franz Kafka solía mantenerse
despierto escribiendo, y William Styron (autor de La decisión de Sophie, entre otros best
sellers) se despertaba al mediodía; su rutina mañanera consistía en quedarse otra hora en la
cama para pensar.