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En la casa, por ejemplo “la configuración del mobiliario es una imagen fiel de las
estructuras familiares y sociales de una época” (Baudrillard 2007, 13); en la medida
en que estas estructuras se diferencian también lo hacen los sistemas. No es lo
mismo el sistema de la familia burguesa que el del proletariado; por ejemplo la
diacronía familiar a partir de los retratos a lo largo de los pasillos nos muestran la
relación de generaciones pasadas sobre las nuevas.
El caso del automóvil, por otro lado, se da el caso de una representación simbólica
como falo pasivo masculino que genera fascinación y cuidado como tal. Esta
relación se genera a partir de la publicidad, pero es también por ésta que “todos los
objetos, y por consiguiente también el automóvil, se hacen mujer para ser
comprados. Pero es el efecto de un sistema cultural” (Baudrillard 2007, 73). El
proceso de desarrollo por parte de los objetos tiende a la miniaturización para
volverse prácticos como el reloj de pulsera ya que nos ayuda a “devorar el tiempo
con mayor precisión” (Baudrillard 2007, 108).
Hoy los objetos dentro del museo readquieren la relación cultural ya que su fin
comercial ha sido inhibido por el hecho de presentarse ante un público sin llegar a
su consumo, sólo se admira, ve, se satisface la necesidad histórico-cultural y eso
es suficiente. Lo que se comercializa es la opción de verlos. La concentración de
los elementos de diferentes sistemas nos lleva a una propuesta de reconfiguración
del espacio (que ya no juega una función con los objetos) y del tiempo (que retoma
el papel retrospectivo de las estructuras en que los objetos se desarrollaban).
Finalmente, los símbolos dentro de los elementos se configuran en una relación
cultural dentro del museo y a la vez una minimización del espacio conlleva a un
conglomerado de estructuras anacrónicas que permean en un nuevo sistema: el
escatológico.
Bibliografía
Baudrillard, Jean. El sistema de los objetos. México: Siglo XXI, 2007.