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LFV 240

NUMEROS 31—33:49

Continuamos nuestro estudio en el libro de Números y llegamos hoy al


capítulo 31. En este capítulo, encontramos el juicio de Madián. Recuerde
que estamos tratando los temas que tienen que ver con una nueva
generación del pueblo israelita, una generación que ha caminado a través
del desierto. Cuando comenzaron la caminata de cuarenta años muchos
eran pequeños. Algunos ni aún habían nacido, cuando comenzaron el viaje
por el desierto. Dios había estado preparando a esta nueva generación para
su entrada en la tierra prometida. Y ahora, tienen este encuentro con el
pueblo madianita.

Recordemos que los madianitas se habían unido a los moabitas para


contratar a Balaam para que maldijese a Israel y luego, aquel sedujo al
pueblo para que se implicase en la idolatría y en una vida licenciosa.
Después de este episodio Dios había ordenado a Su pueblo lo siguiente, tal
como dice Números 25:17 y 18: «Atacad a los madianitas y heridlos, 18por
cuanto ellos os afligieron a vosotros engañándoos con sus ardides en lo
tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi, hija del príncipe de Madián,
hermana de ellos, la cual fue muerta el día de la mortandad que vino por
lo de Baal-peor».

Los madianitas eran los que vivían en el desierto. Y es interesante notar,


que aquí es adonde Moisés había llegado cuando huyó de Egipto. Y es un
hecho que Moisés se había casado con una madianita. Madián era un
enemigo, que representa, según creemos nosotros, al mundo. Y veremos
aquí, que Dios les iba a dar una victoria a los israelitas, frente a Madián.
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Este capítulo sirve para enseñarnos una buena lección, en cuanto a la


separación que debemos mantener del mundo. Hoy en día, la separación
del mundo significa una separación espiritual para el hijo de Dios.

Llegamos ahora a un párrafo titulado,

EL JUICIO CONTRA MADIAN

Estamos ahora viendo los últimos hechos públicos realizados por Moisés.
Cuando lleguemos al libro de Deuteronomio, veremos los últimos hechos
privados que Moisés llevaría a cabo antes de su muerte. Una de sus últimas
actuaciones públicas ocurre durante esta guerra contra los madianitas, y
aquí también veremos cómo Dios le dio una gran victoria a Israel. Leamos,
pues, los primeros tres versículos de este capítulo 31 de Números:

1
El Señor habló a Moisés y le dijo: 2«Ejecuta la venganza de los hijos
de Israel contra los madianitas; después irás a reunirte con tu pueblo».
3
Entonces Moisés dijo al pueblo:
«Armaos algunos de vosotros para la guerra contra Madián, y vayan a
ejecutar la venganza del Señor en Madián.

Madián ya había luchado contra el pueblo de Dios en el desierto. Ahora,


Dios mandaba a Moisés que saliese a luchar contra los madianitas.
Pasemos ahora el versículo 6:

6
Moisés los envió a la guerra; mil de cada tribu envió. Finees, hijo del
sacerdote Eleazar, fue a la guerra con los vasos del santuario y con las
trompetas en sus manos para tocar.

Moisés envió a doce mil hombres a la guerra. En el ejército había mil


hombres de cada tribu. Según las instrucciones recibidas, debían llevar los
vasos del santuario y los muebles del tabernáculo. Todo indica que esta era
una guerra espiritual. Continuemos con los versículos 7 y 8:
3

7
Pelearon contra Madián como el Señor lo mandó a Moisés, y mataron
a todos los hombres. 8Además de estas víctimas, mataron también a los
reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba: cinco reyes de
Madián. También mataron a espada a Balaam hijo de Beor.

Los reyes de Madián fueron muertos, y observamos aquí, la muerte de


Balaam el profeta. Dios le da a Israel una gran victoria contra los
madianitas. Hay aquí un juicio sobre las naciones no judías, antes de que
los israelitas entren en la tierra prometida. Esto mismo es lo que
consumará esta época antes que venga Cristo en Su segunda venida. Israel
estará en su tierra, y tendrá paz cuando entre en ella. Pero ahora surge un
problema. Leamos los versículos 9 al 16:

9
Los hijos de Israel se llevaron cautivas a las mujeres de los
madianitas con sus niños, y les arrebataron todas sus bestias, todos sus
ganados y bienes. 10Incendiaron todas sus ciudades, aldeas y
habitaciones. 11Tomaron todo el despojo y todo el botín, tanto de
hombres como de bestias, 12y llevaron los cautivos, el botín y los
despojos ante Moisés, ante el sacerdote Eleazar y ante la congregación
de los hijos de Israel, al campamento en los llanos de Moab, que están
junto al Jordán, frente a Jericó.
13
Salieron Moisés y el sacerdote Eleazar, y todos los príncipes de la
congregación, a recibirlos fuera del campamento. 14Pero Moisés se
enojó contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de
centenas que volvían de la guerra. 15Les dijo Moisés:
« ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? 16Ellas, por
consejo de Balaam, fueron causa de que los hijos de Israel pecaran
contra el Señor en lo tocante a Baal-peor, y por eso hubo mortandad
en la congregación del Señor.

Hubo un gran problema con los israelitas. Dios les había sacado de Egipto
en una sola noche. Pero pasaron cuarenta años, antes de que Dios sacara a
Egipto de su mente. Y aún ahora, después de haber sido engañados hasta el
extremo de llegar a la idolatría, por el consejo que Balaam había dado a los
madianitas, todavía insisten en traer al campo a las mujeres madianitas. Y
este es el problema con la mundanalidad. No es malo que estemos en el
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mundo. Después de todo, aquí fue donde Dios nos ha colocado. No se


trata de a dónde vamos, ni tampoco de lo que hacemos, aunque estas cosas
son indicativas de lo que hay en nuestro interior. El problema surge, si el
mundo está dentro de nosotros, en nuestros corazones y en nuestras vidas.

La lección importante de este capítulo, es que se requiere del creyente en


Cristo, una separación espiritual del mundo. ¿Por dónde está usted
caminando, estimado oyente? ¿Transita por senderos iluminados por la luz?
¿Está usted leyendo la Palabra de Dios? ¿Tiene usted una relación de
compañerismo con Cristo? Eso es lo importante para el hijo de Dios.

Llegamos ahora a

NUMEROS 32

Este capítulo 32, nos cuenta de las tribus indiferentes. Rubén, Gad, y la
mitad de la tribu de Manasés, que pidieron la tierra de la zona oriental del
Jordán, que era la zona que no debían haber pedido.

Este incidente tiene una gran aplicación espiritual para nosotros, al


considerar el río Jordán como una figura de la muerte y resurrección de
Cristo. Estas dos tribus y media, pues, no cruzaron el Jordán.

Leamos, pues, los primeros 5 versículos de este capítulo 32 de Números:

1
Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una inmensa cantidad
de ganado. Vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país
un lugar apropiado para el ganado. 2Fueron, pues, los hijos de Gad y
los hijos de Rubén, y dijeron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los
príncipes de la congregación:
3
—Atarot, Dibón, Jazer, Nimra, Hesbón, Eleale, Sebam, Nebo y Beón,
4
la tierra que el Señor hirió delante de la congregación de Israel, es
tierra de ganado, y tus siervos tienen ganado. 5Por tanto—dijeron—si
hallamos gracia a tus ojos, dese esta tierra a tus siervos en heredad y
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no nos hagas pasar el Jordán.

Moisés quedó turbado con esta petición. Leamos el versículo 7:

7
¿Por qué desanimáis a los hijos de Israel para que no pasen a la tierra
que les ha dado el Señor?

Moisés lo consideraba como una negativa a seguir en pos del Señor.


Recordaba vívidamente el desánimo total del pueblo en aquel día lejano,
cuando la gente escuchó el informe de los hombres que habían sido
enviados a espiar la tierra, hacía ya cuarenta años. Moisés estaba hablando
a una nueva generación de personas que eran demasiado jóvenes para
recordar aquella trágica experiencia. Como nos relatan los versículos 10 al
13, Moisés les recordó lo que entonces sucedió, porque temía que esta
joven generación repitiese el fracaso de sus padres. Veamos ahora el
versículo 15, donde les habla de Dios:

15
Si os apartáis de él, él volverá otra vez a dejaros en el desierto, y
destruiréis a todo este pueblo.

Debemos entender a Moisés, después de haber soportado graves problemas


y el desánimo durante aquellos 40 años de vida en el desierto, consideró
demasiado arriesgado exponerse a un nuevo fracaso en el intento de entrar
a la tierra prometida. Sin embargo, ellos aseguraron a Moisés que enviarían
a sus hombres al otro lado del Jordán, para ayudar a las otras tribus en su
lucha por la conquista de la tierra. Y Moisés, entonces, aceptó esta
promesa.

Pero Moisés les dirigió una advertencia. Leamos el versículo 23

23
Pero si así no lo hacéis, entonces habréis pecado ante el Señor, y
sabed que vuestro pecado os alcanzará.

La manera en que generalmente se interpreta estas palabras es que un


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pecado cometido se descubrirá”. En otras palabras, uno no puede pecar sin


ser visto. Será descubierto, tarde o temprano. Pero, esto no es lo que dice
este versículo. Hay muchas personas que pecan sin ser vistas; es decir, que
sus pecados nunca son descubiertos por otros.

Este versículo le dice que su pecado le alcanzará, amigo oyente. Quizá no


sea inmediatamente después del hecho, pero, es seguro que lo hará. El
apóstol Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice en el capítulo 6 de esta carta,
en el versículo 7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará”. No importa quién sea
usted, ni dónde se encuentre, ni cómo esté, ni cuando esté; es seguro que
sus pecados le alcanzarán. De la misma manera en que usted peca, así le
alcanzarán algún día. Ese es el sentido de la declaración: “. . . y sabed que
vuestro pecado os alcanzará.” La Biblia de Jerusalén la traduce de la
manera siguiente: “Y sabed que vuestro pecado os saldrá al encuentro.”

Pasemos ahora al versículo 33:

33
Así Moisés dio a los hijos de Gad, a los hijos de Rubén y a la media
tribu de Manasés hijo de José, el reino de Sehón, rey amorreo, y el
reino de Og, rey de Basán, la tierra con sus ciudades y sus territorios, o
sea, las ciudades de los alrededores.

Estas tribus, como indicamos anteriormente, escogieron el lado equivocado


del Jordán y no tuvieron la oportunidad de cruzar el río Jordán.

Algunos creen que el río Jordán representa la muerte, y la tierra de Canaán,


representa el cielo. Pero, no creemos que sea así. Al estudiar el libro de
Josué, encontraremos que nos explica cómo pasar a Canaán. Hoy en día,
hay dos lugares o situaciones donde los hijos de Dios pueden vivir. En
primer lugar, uno puede vivir como mendigo en el desierto del mundo. Y
hay muchos mendigos espirituales en el mundo. O también, uno puede
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entrar en el lugar de bendiciones espirituales, representado por Canaan,


porque Dios nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo. Y esta es la tierra de Canaán espiritual para nosotros
en la actualidad. ¿Y cómo podemos cruzar el Jordán para entrar al lugar de
esas bendiciones espirituales?

Cuando estudiemos acerca de los israelitas, en su cruce del río Jordán,


encontraremos allí dos grandes lecciones. Primero, notaremos que
colocaron piedras en el Jordán, que simbolizan la muerte de Cristo. Luego,
tomaron otras piedras del Jordán y con ellas levantaron un altar en la tierra;
estas piedras nos hablan de la resurrección de Cristo. Ud. y yo recibimos
nuestras bendiciones espirituales de la muerte y resurrección de Cristo.
Porque nos hemos unido a El, identificándonos con Su muerte y
resurrección. Y usted y yo, amigo oyente, recibimos las bendiciones
espirituales hoy en día, de la misma manera. Debemos entregarnos a El en
base a esa realidad. Esa es la manera en que usted y yo podemos
apropiarnos hoy en día, de las bendiciones espirituales que son nuestras.

Estas dos tribus y media no cruzaron el Jordán. Y ante esto, uno quizá se
pregunte: Bueno, ¿y qué había de malo entonces, en vivir al oriente del río
Jordán? ¿Fue una desventaja para ellos? Veamos solo un incidente
bastante revelador. Cuando el Señor Jesucristo estaba en la tierra, en una
ocasión quiso apartarse de la multitud. Dice Marcos 5:1: Vinieron al otro
lado del mar, a la región de los gadarenos. ¿Quiénes eran los gadarenos?
Eran los de la tribu de Gad, que vivían en la parte equivocada del Jordán.
Cuando Jesús vino a ellos les encontró trabajando en el negocio de los
cerdos. Y cuando liberó a un hombre poseído por el demonio, los
gadarenos le pidieron a Jesús que se fuese de su país. Realmente, habían
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llegado a una condición triste. Es lo que le sucede al hijo de Dios cuando,


figurativamente hablando, fracasa al no cruzar el río Jordán y no entrar en
la tierra prometida.

Y terminamos así, el estudio del capítulo 32 de Números. Llegamos ahora


a

NUMEROS 33

En este capítulo tenemos el diario de las jornadas del pueblo de Israel. Ya


hemos dicho que no tenemos ninguna narración completa sobre los sucesos
que acaecieron durante los 40 años de extravío en el desierto.

Solo tenemos algunos incidentes aislados, y aquí llegamos ahora a un


registro de los lugares en que acamparon, es decir, al documento que se
identifica como

EL DIARIO DE LAS JORNADAS

Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 33 de Números:

1
Estas son las jornadas de los hijos de Israel que salieron de la tierra de
Egipto, según el orden de sus ejércitos, bajo el mando de Moisés y
Aarón.

Y pasando ahora a los versículos 27 y 28, dice:

27
Salieron de Tahat y acamparon en Tara.
28
Salieron de Tara y acamparon en Mitca.

Bueno, simplemente hemos leído estos pocos versículos, para mostrarle


que sería monótono leer el resto del capítulo. El hecho es que la lectura
podría resultar bastante monótona. Nos gustaría saber lo que pasó allí,
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durante todos esos años en que vagaron por el desierto, pero nada se dice
aquí en cuanto a esos sucesos.

Sin embargo, como cada porción de las Escrituras tiene una gran lección
espiritual, así este capítulo también tiene una gran lección espiritual para
nosotros. Este capítulo 33 de Números, es como un mapa de carreteras.
De por sí, no tiene nada interesante. Entonces, ¿por qué lo relató Dios?
Porque El registró cada paso que tomó este pueblo. Cada paso del camino
fue observado y anotado por Dios. El estaba con ellos durante todo el
camino. Estuvo con ellos en su marcha a través de toda su travesía por el
desierto.

Tenemos pues aquí, el diario de las jornadas del pueblo de Israel. A


dondequiera que fueran, en dondequiera que acamparan, en todo lugar,
Dios estaba con ellos. Francamente, ellos no le estaban siguiendo a El. Se
alejaron de El muchas veces, pero, El nunca les desamparó a ellos. Nunca
les dejó librados a su suerte.

Y esta es una de las grandes verdades de la Palabra de Dios, expresada en


la frase de Hebreos 13:5, “No te desampararé, ni te dejaré.” Jesús dijo lo
mismo en Su discurso en el aposento alto, en el capítulo 14 del evangelio
según San Juan, versículo 18. El dijo: “No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros. Promete venir a cada creyente. ¿Cómo? Enviando al Espíritu
Santo. El Espíritu Santo mora en cada creyente. Si usted, estimado oyente,
es hijo de Dios, no es posible que usted se aparte de El. No le dejaría irse.
El va con usted dondequiera que vaya. Podemos tropezar, tambalearnos y
fallar. Muchas veces caemos y no le seguimos fielmente, pero gracias a
Dios que, a lo largo del camino, El nunca nos desampara ni nos deja.

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