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RAZONES
Quien pone En el marco de los primeros compases del ministerio de Jesús en el camino desde Galilea
a Jerusalén (9, 51-19, 27), el evangelista Lucas presenta a tres espontáneos anónimos que
la mano en el
muestran por su propia iniciativa su decisión de seguir al Maestro. Cada uno de ellos se en-
cuentra con una respuesta de Jesús inesperada que sitúa a los tres en un mayor anonimato
si cabe, fuera de la escena evangélica. Nos centraremos en el tercero, narrado por Lucas tal
arado como sigue: “61Otro le dijo: ‘Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi
casa’. 62Jesús le contestó: ‘Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el
(Lc 9, 61-62)
reino de Dios’” (9, 61-62).
esperan que vuelva (cfr. Mt 16, 14; 17, 10, etc.). Sin embargo, Jesús, aludiendo al Bautista, dice La exigencia de la llamada a colaborar con
que Elías ya ha vuelto (cfr. Mt 11, 14; 17, 12; etc.). Y con el regreso de Elías en la persona del Jesús por instaurar el Reino de Dios en el
Bautista, el Reino de Dios ha empezado (cfr. Mt 11, 12), y la exigencia de este reino es mayor: mundo es mayor que la llamada que Elías
“Jesús es más exigente que Elías, pues su tarea es el reino de Dios que ya ha comenzado y que hizo a Eliseo. Pero la respuesta de este fue
tiene carácter absoluto. Por eso rechaza la propuesta del espontáneo y exige dedicación plena ejemplar.
e interés total, sin ningún tipo de dilaciones, igual que el que ara, si quiere que los surcos sean
rectos y paralelos, debe estar pendiente de su tarea sin mirar atrás, distraído en otros asuntos” Jesús interpreta los pasajes del Antiguo
(Rodríguez Carmona). Testamento según el modo habitual de
los judíos de su tiempo: con gran libertad,
El que ara no puede mirar atrás aprovechando palabras iguales, situacio-
Sin embargo, parece que ahí se queda el paralelismo, pues el resto de elementos comunes son nes parecidas, para dar al texto antiguo
más bien contrastantes entre sí. Uno de los contrastes es el de la mirada atrás como señal de un sentido pleno, más radical.
distracción de lo que se está haciendo. En el caso de Eliseo, esa mirada atrás es vista como
positiva, pues es una respuesta inmediata a la llamada de Elías. Eliseo está ante la última yunta
o par de bueyes de un total de doce, según parece solo. Ha sido un trabajo muy duro y Eliseo
está casi a punto de terminarlo. Pero justo en ese momento, Elías le llama y Eliseo “dejó el
buey y corrió detrás de Elías” (1R 19, 20). Ciertamente la llamada a acompañar a Elías fue para
Eliseo un motivo suficientemente importante como para dejar lo que estaba haciendo. No
quería, sin embargo, dejar de saludar a sus padres (literalmente, según el Texto Masorético,
“besar”, ָׁשנ
ַ )קy Elías se lo concede, aunque con palabras no poco enigmáticas: “Le respondió:
‘Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?’” (1R 19, 20).
Sin embargo, en el texto evangélico el “mirar atrás” está considerado impropio de uno que
quiere dedicarse al Reino de Dios. De modo análogo a como uno que quiere arar bien tiene
que estar muy concentrado en su trabajo, pues si se distrae se arriesga a hacer mal los surcos:
tiene que hacerlos paralelos a los demás, por lo que no puede mirar atrás, ni siquiera al lado.
Son significativos algunos testimonios de la literatura antigua griega y latina que destacan
esta necesidad de la máxima atención en el oficio de arar; uno de ellos lo encontramos en
Hesíodo: “Que siga a los bueyes un hombre robusto de cuarenta años, que se haya comido un
pan de cuatro cortes y ocho porciones y que, atendiendo a su tarea, vaya derecho en su surco,
sin mirar de reojo a sus camaradas, con el corazón totalmente puesto en su faena” (otros tes-
timonios los tenemos en Plinio el Viejo o en Epicteto).