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1.

La vida de Adler
Alfred Adler nació en Viena, el 7 de febrero de 1870. Fue el segundo de seis hermanos
de origen judío, se graduó en Medicina en 1895, donde comenzó a trabajar
de oftalmólogo en 1897. Más tarde hizo prácticas como internista. Su primer encuentro
con Freud se produce en 1899. Adler defendió las ideas de Freud en la Escuela vienesa
de Medicina, en los círculos médicos locales y en la prensa. En 1910, Adler era
presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y coeditor de la revista de esa
sociedad, sin embargo, empezó a criticar la teoría freudiana. No tardó en romper
definitivamente con los psicoanalistas y se dio a la tarea de formular su ropia perspectiva
de la personalidad.

2. Sentimientos de Inferioridad: La fuente del Esfuerzo Humano


Los sentimientos de inferioridad están siempre presentes como una fuerza motivadora
del comportamiento. Él decía que “ser humanos significa sentirse inferior”. Dado que
esta condición es común a todos los seres humanos, no representa una señal de
debilidad ni de anormalidad.
El crecimiento individual se obtiene por medio de la compensación, es decir, de los
intentos por superar las inferioridades reales o imaginadas. El proceso comienza en la
infancia. Los sentimientos de inferioridad son inevitables, pero, lo más importante es que
son necesarios porque proporcionan la motivación para esforzarse y crecer.
2.1. Complejo de Inferioridad
¿Qué sucede cuando un niño no logra compensar sus sentimientos de
inferioridad?. La imposibilidad de superarlos los intesifica y produce un complejo
de inferioridad. Las personas con ese complejo tienen una mala opinión de sí
mismas y se sienten incapaces de afrontar las exigencias de la vida. Este
complejo puede surgir de tres fuentes durante la niñez: La inferioridad orgánica,
los mimos excesivos y el descuido.

2.2. Complejo de Superioridad


Sea cual fuera el origen del complejo, algunas personas tienden a compensarlo
y a desarrollar lo que Adler llamara complejo de superioridad, el cual implica una
opinión exageradamente buena de las capacidades y los logros personales. La
persona tal vez sienta una enorme necesidad de esforzarse para obtener un
éxito rotundo. Los sujetos que tienen este complejo propenden a ser
jactanciosos, vanidosos, egocéntricos y a denigrar a otros.

3. La lucha por la superioridad o la perfección


Adler identificó la inferioridad con un sentimiento general de debilidad. El objetivo de la
compensación era un impulso o deseo de poder. Describió su concepto de la lucha de
la superioridad diciendo que era un hecho fundamental de la vida. Todos luchamos por
alcanzar la superioridad como meta última de nuestra existencia. La lucha por la
superioridad no es un intento por ser mejor que otros, una tendencia a ser arrogante o
dominante. Él sugiere que todos luchamos por alcanzar la superioridad con la intención
de perfeccionarnos, de alcanzar la plenitut personal.

3.1. Finalismo Ficticio


Adler aplicó el término finalismo a la idea de que todos tenemos una meta última,
un estado final, y la necesidad de avanzar hacia ella. Sin embargo, las metas
que buscamos alcanzar son potenciales, pero no realidades, luchamos por
ideales subjetivos que existen en nuestro interior. Estas creencias influyen en
nuestra forma de percibir a los demás y de interactuar con ellos. Llamó finalismo
ficticio al concepto de que las ideas ficticias rigen nuestra conducta cuando
luchamos por alcanzar el estado completo del ser. La lucha de la superioridad
da origen a otras dos cuestiones: Aumentar la tensión en lugar de atenuarla y
que la superioridad se manifiesta tato en el individuo como en la sociedad.
3.2. El estilo de vida
La meta última de todos nosotros es la superioridad, pero, tratamos de
alcanzarla por medio de diferentes patrones de conducta. Cada quien expresa
esta lucha de manera distinta, desarrollamos un patrón único de características,
conductas y hábitos que Adler llamó estilo de vida. Nuestro estilo de vida es
singular y define y moldea todo lo que hacemos. Determina cuáles aspectos del
ambiente observamos o ignoramos, y qué actitudes adoptamos.
3.3. La fuerza creativa del yo
Pensaba que el individuo crea el estilo de vida. Creamos nuestro yo, nuestra
personalidad y nuestro carácter. Argumentaba que la existencia del libre albedrío
es lo que permite que cada uno cree un estilo de vida adecuado con base en las
capacidades y las experiencias que derivamos de nuestro acervo genético y de
nuestro ambiente social. Una vez forjado nuestro estilo de vida, permanece
constante a lo largo de la vida.
3.3.1. Estilos dominante, inclinado a recibir, evasivo y socialmente útil.
El primer tipo de persona muestra una actitud dominante con poca
conciencia social, se comporta sin la menor consideración por los demás. El
tipo inclinado a recibir, espera recibir satisfacción de otras personas, y, por
lo tanto, se vuelve dependiente de ellas.
El tipo evasivo no hace el menor intento por encarar los problemas de la
vida, evita toda posibilidad de fracasar. El tipo socialmente útil, coopera con
otros y actúa de acuerdo con las necesidades ajenas.
3.3.1.1. El interés social
Adler pensaba que la primera tarea que encontramos en la vida, es
llevarnos bien con otro. El siguiente nivel del ajuste social, que forma
parte de nuestro estilo de vida, influye en nuestra forma de abordar
todos los problemas de la existencia. Propusó el concepto de interés
social, definiendolo como la capacidad innata para cooperar con
otros a efecto de alcanzar las metas personales y las sociales.

4. Orden de Nacimiento
Una de las aportaciones más duraderas de Adler es la idea de que el orden de
nacimiento es una influencia social importante en la niñez a partir de la cual construimos
nuestro estilo de vida. Ser mayor o menor que otros hermanos y estar expuestos a otras
actitudes de los padres crea condiciones diferentes en la niñez que contribuyen a
determinar la personalidad.
4.1. El primogénito
Los padres están felices por el nacimiento de su primer hijo y le dedican mucho
tiempo y atención. Normalmente obtienen la atención inmediata y exclusiva de
sus padres, por lo tanto, tienen unaexistencia feliz y segura, hasta que nace el
segundo hijo. De repente dejan de ser el centro de atención y de recibir cuidados
y afectos constantes. Ahora deber compartir el afecto.
4.2. El segundo hijo
Los que perturbaron la vida del primogénito, jamás experimentan la posición de
poder que alguna vez ocuparon sus predecesores. Aunque nazca otro niño, los
segundos no saldrán afectados. Ellos tiene el punto de referencia del
primogénito, siempre tendrán el ejemplo de la conducta del mayor como modelo,
amenaza o fuente de competencia. Esto puede motivar al segundo hijo, quien
luchará para alcanzar y superar al mayor.
4.3. El hijo menor
Nunca sufren el choque de que otro los destrone y, con frecuencia, son los
consentidos de la familida. Movidos por la necesidad de superar a los hermanos
mayores, los menores se desarrollan a gran velocidad, con frecuenncia son
triunfadores.
4.4. El hijo único
Nunca pierden la posición de primacía y de poder que tienen en la familia, nunca
dejan de ser el centro de atención, como pasan más tiempo con adultos,
maduran pronto y manifiestan conductas de un adulto. Sufren problemas cuando
no son el centro de atención y es problable que se sientan decepcionados con
eso.
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

PSICOANÁLISIS SEGÚN ADLER

INTEGRANTES:
 André Huillca Flores
 José Soldevilla Soto
 Diana Zeballos Rondón

CURSO: Psicoterapia

DOCENTE: Ps. Edith Vilca

CICLO: VII SECCIÓN: “B”

MOQUEGUA – PERÚ
2018
5. Referencias Bibliográficas

 J. Brennan. (1999). Historias y Sistemas de la Psicologia, 263.


 D. Schultz & S. Schultz (2002). Teorias de la Personalidad, 156; 159.

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