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Preguntas y respuestas hacia el

final del Gobierno de Ollanta


Humala

Rafael Rodriguez Campos Jueves 30 de Julio de 2015

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¿Te arrepientes de haber votado por Ollanta Humala (OH) en la segunda vuelta de
2011?
Es la pregunta que durante estos 4 años de Gobierno me han formulado familiares,
amigos, alumnos y gente en las redes sociales. Mi respuesta es la siguiente: No.
Creo, como siempre lo he señalado, que mi voto fue más anti-keiko que pro-Humala,
ya que para mí, como para la mayoría de los peruanos en la elección pasada, Keiko
Fujimori y su movimiento representaban una amenaza mucho mayor para la
democracia y el Estado de Derecho en el Perú.
¿Acaso OH no presentaba también un discurso populista anti-sistema peligroso para
la democracia y la economía en el Perú?
Sí, les respondo a mis interlocutores, pero era únicamente eso: un discurso. Creo
que quienes vaticinaban que OH seguiría la línea populista, estatizante y autoritaria
de Hugo Chávez y de los países bolivarianos se equivocaron rotundamente. Yo,
jamás creí en esa hipótesis, pues consideré que las condiciones estructurales del
Perú en 2011 no eran las que encontró Hugo Chávez en Venezuela (aguda crisis
económica, política, institucional y vacío de poder).
Además, ni OH ni su partido gozaban del respaldo político necesario para dirigir al
país rumbo al socialismo del siglo XXI. Para mí, la presión ejercida por los grupos de
interés (grandes conglomerados económicos, la prensa, la Iglesia y las Fuerzas
Armadas, entre otros) harían que el nuevo presidente, más temprano que tarde,
abandone, tal y como ocurrió, los planteamientos expuestos en su ya olvidada “Gran
Transformación”.
¿Entonces, crees que el Gobierno de OH ha sido bueno?
No, naturalmente no. Nadie que tenga un mínimo de formación política y tenga
acceso a información básica podría afirmar ello. El Gobierno de OH ha sido, como
señala Levitsky, más o menos lo que se esperaba, un Gobierno mediocre, sin
capacidad política, débil e impopular. Se trata de un Gobierno que nunca encontró
un rumbo político, que abandonó su posición de izquierda pero que no terminó
siendo de derecha, como equivocadamente afirman algunos “imparciales” analistas.
Como alguna vez dijo un partidario del PRI mexicano: este Gobierno no ha sido ni
de izquierda ni de derecha, sino todo lo contrario.
En todo caso, lo que sí ha ocurrido con este Gobierno (lo señalé hace dos años) es
que políticamente terminó quedándose absolutamente solo. Se trata de una soledad
que se inició con el alejamiento de Salomón Lerner luego del conflicto social
desatado en Conga (Cajamarca) y terminó privando al presidente del apoyo y
consejo de los asesores que lo habían acompañado durante la elección de 2011 -y
muchos desde la de 2006-. Eso, para un presidente con escasa experiencia, carente
de un partido que lo blinde políticamente y le ofrezca cuadros para asumir
responsabilidades al interior del Ejecutivo fue un grave error.
¿Pero otros presidentes como Alejandro Toledo no contaban al llegar al Gobierno
con un partido político sólido que los apoye?
Eso es cierto, pero la virtud de AT, al que ahora resulta impopular reconocerle algún
mérito, fue convocar a personalidades con mucho mayor peso y prestigio político
para integrarse a su Gobierno y ayudarlo a hacer política. En otras palabras, AT
entendió que si no construía –o al menos trataba- de forjar alianzas y coaliciones,
su régimen quizás se hubiese desplomado antes de acabar su mandato.
¿Es responsable el presidente OH de la soledad política en la que se encuentra?
Sí, absolutamente. El presidente jamás comprendió la complejidad de las funciones
de Gobierno ni la importancia del liderazgo a la hora de convocar aliados que le
permitieran avanzar con una agenda política mínima capaz de concretizar algunas –
todas es imposible- las reformas estructurales que el país necesitaba. El, estoy
seguro, sabía que no contaba al interior de su partido (el término partido en este
caso es una exageración del lenguaje) con voceros políticos de fuste que salieran a
los medios a defender las decisiones del Gobierno, impulsar las reformas (las que
tímidamente formularon) o blindarlo políticamente de los ataques de los rivales de
turno: el fujimorismo y el aprismo, básicamente.
Sin embargo, y a pesar de reconocer la debilidad de su partido, el presidente no hizo
otra cosa que ir alejando de su círculo inmediato a su mejor gente, para finalmente,
quedarse al lado de la única persona en quien confía: Nadine Heredia, su esposa. El
problema con este comportamiento es que para gobernar un país tan difícil como el
Perú no bastan los consejos de la persona con la que se comparte el lecho
matrimonial, se requiere de personalidades que perteneciendo a diversos sectores -
democráticos todos, claro está- le aseguren al Gobierno cierta tranquilidad y fuerza
para resistir el desgaste de 5 largos años de mandato. Pero para ello, el presidente
OH debía convocar a las mejores personas, algo que jamás hizo, o en el peor de los
casos, jamás le interesó hacer.
La mayor prueba de esta debilidad y soledad política ha sido lo ocurrido en el
Congreso el día 26JUL2015 con la elección de la Nueva Mesa Directiva para el
periodo 2015-2016. Para comenzar, el partido de Gobierno no tuvo la suficiente
capacidad como para presentar un candidato/ta propio que le permita asegurar la
conducción del Parlamento en este último tramo. Como lo ha señalado el propio ex
vicepresidente, Omar Chehade, el Gobierno perdió este partido por walk-over. Pero
lo más alarmante para el oficialismo, es que la lista ganadora de Luis Ibérico terminó
imponiéndose a la que apoyaba el presidente OH por una diferencia (15 votos) que
ni el más entusiasta de sus aliados hubiese imaginado. ¿Por qué ocurrió eso? Porque
varios de los que antes votaban con el Gobierno esta vez le dieron la espalda –
incluso parlamentarios del propio nacionalismo.
Finalmente, ¿Por qué era importante ganar la Mesa Directiva del Parlamento?
La respuesta es muy simple: quien controla la Mesa Directiva controla la agenda del
Congreso, y por ende, tiene la facultad de decidir qué temas se debaten y qué temas
no. Como bien lo ha señalado mi amigo y colega Heber Campos Bernal, en un año
electoral donde golpear y atacar al Gobierno se convertirá en el pan de cada día,
tener el control de la agenda del Parlamento significa tener la potestad de herir más
o menos al Gobierno. Pero al mismo tiempo, garantiza que las críticas y los golpes
que puedan recibir los líderes (candidatos en 2016) de la oposición sean mínimas.
Entonces, señores del Gobierno, comprenden ahora por qué era importante ganar
esta elección, por qué era importante controlar la Mesa Directiva como sí lo hizo el
APRA durante sus 5 años de Gobierno. ¿Por qué creen que en estas Fiestas Patrias
son los fujimoristas y los apristas los que más celebran?

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