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Reglas y límites para educar a tu hijo

Reglas y límites para educar a tu hijo

Establecer reglas le ayuda al niño a tener confianza en sí mismo y a fortalecer su


autoestima. Saber que sus padres distinguen lo que está bien de lo que está mal,
constituye gran alivio para el pequeño.

Profra. Carmen Martin R.*

Quizá has probado todo tipo de estrategias y no consigues buenos resultados con
tus hijos. ¿Acaso tu día estuvo invadido de berrinches, conflictos a la hora de
comer, peleas entre hermanos, mentiras y demás melodramas? La solución no
está en el castigo que pongas, sino en las reglas y límites que impongas, ya que
los castigos pueden ser efectivos para lograr que los niños se porten bien, pero
son sólo una parte del proceso. Por su parte, la disciplina y los límites son
esenciales para que los niños tengan actitudes adecuadas. No hay que confundir
la disciplina con el castigo, se puede disciplinar sin necesidad de castigar.

Por ello, es importante que los padres acuerden y definan claramente desde un
inicio, bajo qué reglas y circunstancias desean educar a sus hijos para que éstos
no se confundan con uno y otro criterio. Estas reglas deben estar basadas en un
marco de valores sociales, civiles y morales como el respeto, honestidad,
tolerancia, paciencia, responsabilidad, prudencia y justicia. Las reglas son
estrictamente necesarias para lograr la integración de las personas a la sociedad.

¿Por qué fijar reglas y límites?

Existen dos razones principales por las cuales los padres deben fijar reglas. La
primera es para mantenerlos seguros. La segunda es para ayudar a los niños a
aprender a controlarse. Para lograr estos objetivos es preciso fijar reglas que:

 Sean claras, definidas y que estén al alcance de la comprensión y edad del


pequeño, al lugar donde se encuentre o con las personas con que conviva. Si se
necesita, se le pueden repetir una y otra vez hasta que recuerde y asimile.
 Que sean lógicas, prácticas y concretas por ejemplo: “No se juega con las
puertas”; siempre haciéndoles ver las consecuencias inmediatas si no se acata la
regla: “Te lastimarás los dedos gravemente”.
 El niño debe aprender que las reglas son importantes para su seguridad y que no
cambian de un día para otro.

Es importante definir “reglas” o formas de comportamiento para los diferentes


momentos y situaciones, es decir, hay reglas para momentos y lugares. Cuando
estás en casa por ejemplo: “En la cocina no se juega”, en la calle: “Debes ir
tomado de la mano de mamá”, en el parque: “Mantente cerca” o “Evita hablar con
extraños”.

Debes tomar en cuenta que una regla no debe herir su autoestima, por el
contrario, debes alentarlo y motivarlo para que pueda cumplirlo con facilidad y
felicitarlo cuando lo hace. Explícale también, de forma clara y sencilla, las
consecuencias que puede tener para su seguridad si ignora esas reglas. Tampoco
te enredes demasiado en explicaciones extensas.

Ahora bien, ¿qué se puede hacer para marcarles a los niños las normas y los
límites sin sentirse el ogro del cuento? Cuando el bebé empieza a tener conciencia
de que la respuesta a su llanto se concreta en atención y cariño, desde ese
momento aprende a manejar a sus padres a su antojo, pero ¿cómo es posible?
Desde pequeños los niños estudian y conocen bien sus gestos, actitudes y hasta
el tono de su voz; son capaces de predecir si están en un momento de debilidad o
si les va a costar más lágrimas salirse con la suya.

Por eso, es importante marcarles los límites, pero ¿cómo hacerlo desde que son
bebés? Siguiendo las actividades de rutina (desayuno, baño, paseo, siesta,
etcétera), así el niño se dará cuenta que las cosas son conducidas por sus padres,
que son ellos los que principalmente cubren todas sus necesidades y son la
autoridad que gobierna a la familia y, por razón natural, están bajo su cuidado y
protección. Al bebé las actividades de rutina le brindan seguridad y sabrá
perfectamente que seguirá después. Salirse de ellas constantemente afectará el
sentimiento de tranquilidad, seguridad y protección.

¿Cómo hacerlo?

Para definirles a los niños algunos de los límites y reglas que regularán su
conducta, los padres también tienen que cumplir con ciertas obligaciones que
dependerán directamente de la organización familiar, así como la edad del
pequeño. Asimismo, aunque ser padres da autoridad frente a los hijos, ésta
autoridad no se adquiere de la noche a la mañana, se alcanza con las
experiencias y es necesario desarrollarla y madurarla de manera continua.
Algunas recomendaciones son:

 Realizar un esfuerzo para separar de forma consciente el corazón y la razón. No


olvidar que la autoridad la tiene el adulto y no el niño.
 La autoridad para marcar los límites y las reglas debe estar basada en el amor y
bienestar para los hijos y no en una imposición irracional.
 Recordar que las amenazas emocionales o el abuso de la fuerza física sólo
lograrán sentimientos de inseguridad y baja autoestima en los niños. La aplicación
frecuente de la fuerza física sólo aumentará la rebeldía, agresividad, frustración y
enojo del niño.
 Hacer acopio de paciencia, tolerancia, firmeza, inteligencia y ecuanimidad para no
convertirse en el villano que domina con la fuerza, humilla o maltrata a sus propios
hijos abusando de su autoridad.
 Reprender o castigar de forma moderada o fuerte según la circunstancia, siempre
y cuando se haga reflexionar al niño sobre sus acciones.
 Tener cuidado de no caer en una educación autoritaria o totalmente permisiva. No
es lo mismo consentir que malcriar.
 El equilibrio entre el amor, la firmeza y la paciencia rendirán logros para que los
niños se integren de forma armónica a la sociedad.

Consejos para establecer reglas y límites

Da razones: trata de decirles los motivos por los cuales les pides que hagan algo
o que dejen de hacerlo. No te ahorres la explicación, aunque esto sea más
sencillo, porque a la larga no da resultado. Si le dices a tu hijo: “No tomes mis
tijeras del costurero”, puede pensar que eres egoísta. Si en cambio le dices: “Mis
tijeras tienen mucho filo y te puedes cortar”, entenderá mejor tu respuesta porque
es razonable. Sólo en caso de que tengas una emergencia o cuando estés
completamente segura de que conoce las reglas dile: “Sabes que no debes
hacerlo, obedece”.

Establece normas reales: antes de fijar reglas debes tomar en cuenta si tu hijo
las puede llevar a cabo. Si, por ejemplo, le dices que no juegue con sus
videojuegos cuando llegue de la escuela, pero tú llegas a casa a las siete, es difícil
que pueda cumplir esta regla.

Fija las reglas de antemano: existen ciertos límites que se vuelven reglas
familiares y no son negociables; de hecho, se deben memorizar: “Puedes comer
un dulce cuando hayas terminado de comer”. Estas normas ya están establecidas
y no necesitas dar explicaciones. Hay otras normas que surgen por necesidad y
ameritan explicación: “No puedes soltar mi mano en el centro comercial porque
hay mucha gente y te puedes perder”. En este caso, seguramente tendrás que
repetir la regla varias veces porque es nueva y tiene que adaptarse a
ella. Después quedará sobreentendida.

Sé coherente: depende de los padres que los niños cumplan las reglas. Si tú y tu
pareja no se ponen de acuerdo en las normas que les imponen y en la manera en
que van a hacerlas cumplir, los niños seguirán desobedeciendo. Es muy común
ver que cada uno establece diferentes reglas o boicotea las del otro, lo que trae
como consecuencia que los hijos crezcan en un ambiente confuso. Una manera
para estar de acuerdo es que cada uno haga una lista con los límites que
considere pertinentes y la manera de implantarlos. Discutan esos puntos juntos,
ninguno de éstos será coherente a menos que los dos estén totalmente
convencidos.

Sé claro: es importante que manejes un lenguaje concreto y definido con tus


hijos. Cuando les des instrucciones escribe hasta los detalles más pequeños. Haz
la prueba de sustituir los límites vagos por los específicos. Un límite vago
sería: “Tienes que ser ordenado; uno específico: guarda tus útiles escolares en tu
mochila antes de irte a dormir porque cuando te levantes se perderá tiempo y
llegarás tarde a la escuela”.

No siempre digas no: las reglas de disciplina casi siempre están acompañadas
de una negativa: “No le pegues a tu hermano, no digas malas palabras, no me
contestes, no…” Aunque muchas veces es necesario decirlo, trata de reducir el
uso de este monosílabo, pues si lo haces con frecuencia puedes confundir al
pequeño porque no sabe lo que se espera de él. Acostúmbrate a decir haz en
lugar de no hagas, es mejor plantear la disciplina en términos positivos. En lugar
de decir: “No saltes en el sillón”, puedes decir: “Si quieres estar en el sillón, tienes
que estar sentado”.

Utiliza reglas simples: el vocabulario que uses con tus hijos al momento de
establecer reglas o de dar explicaciones es fundamental. Si el mensaje es
demasiado largo es probable que tu hijo no lo entienda y haga lo que le venga en
gana. Usa frases cortas y la menor cantidad posible de palabras. Pídele a tu hijo
que repita lo que le dijiste, es la única manera de saber si realmente procesó el
mensaje. Si hay un error en lo que dice u omite información, con esta técnica
tendrá oportunidad de corregirlo antes de que sea tarde.

Para tomar en cuenta


Los límites le ayudan al niño a aprender a autorregularse, es decir, la forma
segura de comportarse. El proceso del aprendizaje de la autorregulación y el
dominio de sí mismo empieza en la infancia, cuando los bebés empiezan a
desarrollar un sentido del ser. Desde esta etapa hay que poner límites claros y
brindar explicaciones simples, por ejemplo: “No muerdas, a mami le duele”. A
medida que el bebé crezca, tratar de ser coherente cuando se expresen
expectativas y establezcan reglas o consecuencias. El objetivo es guiar a los niños
y poner límites para que se sientan apoyados y apreciados, no juzgados ni
rechazados.

Las normas también les fomentan tolerancia hacia la frustración, es decir, los
niños deben entender que no siempre pueden hacer lo que deseen, aunque
lloren. Si desde pequeños se acostumbran a seguir las reglas de conducta que
sus padres les impusieron, será más fácil seguir en la misma línea de educación.

Recuerda que los niños podrán opinar en algunas cosas, pero no pueden ni deben
decidir o imponer sus propias reglas porque aún no tienen la madurez y capacidad
para preveer y cuidar su salud e integridad como la tiene el adulto.

a) ¿Por qué es necesario poner LÍMITES y establecer REGLAS?


 Los niños necesitan ser guiados por los adultos para que aprendan cómo realizar lo
que desean de la manera más adecuada.
 Es fundamental establecer reglas para fortalecer conductas y lograr su crecimiento
personal.
 Los límites deben basarse en las necesidades de los niños.
 Lo que se LIMITA es la CONDUCTA, no los sentimientos que la acompañan. A un
niño se le puede solicitar que no haga alguna cosa, pero nunca se le puede pedir
que no sienta algo o impedirle una emoción o sentimiento.
 Los LÍMITES deben fijarse de manera que no afecten el respeto y la autoestima del
niño. Se trata de poner límites sin que el niño se sienta humillado, ridiculizado o
ignorado.
 Señale la situación problemática empleando pocas palabras. Los sermones son
poco efectivos y alteran a las personas.
 Evite calificar al niño, solamente señale el problema.
 Sea firme, pero tranquilo.
b) ¿Qué podemos hacer?
 Dedique el tiempo suficiente... Si uno está mal para enfrentar el día, si no se lleva
bien con otros miembros, si se siente presionado o si tiene temor por el día que
se avecina, los niños sentirán esta tensión.
 Cuando no se respetan los LÍMITES, debe traer consecuencias. Las cuales deben ser
proporcionales, directas y, en la medida de loposible inmediatas a
la situación que las provoca. Las consecuencias deben ser adecuadas a la
situación. Esto es, que guarden unarelación natural o lógica con la conducta en
cuestión.
 Las REGLAS deben establecerse de común acuerdo entre padres e hijos, deben ser
el producto de la discusión y el entendimiento.
 Es más fácil establecer DISCIPLINA cuando la persona responsable de los niños
realmente se siente satisfecha de estar a cargo del niño,cuando disfruta
al compartir con ellos y cuando es capaz de respetar
la necesidad de seguridad de ellos. La disciplina da buenos resultados cuando los
adultos son firmes, observadores y afectuosos, nunca si estos se muestran
superficiales. La disciplina debe ser firme pero nunca grosera, respetuosa y no
hiriente, o sea debe controlar pero nunca lastimar al niño.
 NO queremos que los niños crean que porque deseamos ser sus amigos, ellos
podrán hacer lo que deseen. No queremos tampoco que nos tengan miedo. El
mundo necesita gente que tenga coraje y que sea original, no gente TIMIDA.
 La DISCIPLINA depende en gran parte de las habilidades y de las conductas de los
adultos, como también de la capacidad para combinarel afecto y el control. Esto
es difícil, pues exige mucho de nosotros mismos. La buena disciplina no es
solamente castigar o lograrque las reglas se cumplan, implica también que nos
gusten los niños y que ellos se sientan aceptados y queridos por nosotros. El
proveerles de reglas claras y apropiadas es sólo para su protección.
 Nuestra conducta y actitudes afectan la conducta de nuestros hijos. Es posible que
los niños se sientan bien, pero empiezan a portarse mal si se les dirige
masivamente, o se les grita, en lugar de tratarlos como seres humanos. Los
niños imitan la conducta de los adultos y si el adulto es grosero, estos también lo
serán.
 La DISCIPLINA no es sólo una palabra, una técnica o un conjunto de reglas. Se
requiere combinar el afecto con el control; además elplanear y el organizar muy
bien el espacio, como también distribuir el tiempo disponible. El manejo de los
niños debe ser gentil pero con autoridad, ofreciéndoles siempre dirección y
conductas apropiadas para imitar. Los niños necesitan adultos que
tenganautocontrol y en quienes ellos puedan confiar.
 Además, debemos recordar que el tono de voz, el uso de las manos, los gestos y las
acciones pueden contribuir a controlar problemas. Las palabras del adulto
también pueden ayudar al niño a comprender sus sentimientos y los de otros.
“Recuerde el que su hijo (a) estudie o NO lo haga, es una cuestión de REGLAS y de
límites, que los padres debemos aprender a manejar”.
c) Poner límites claros y adecuados a la capacidad del niño:
El grado de autocontrol que tienen los niños depende, en gran medida, de la actitud de
los padres. El autocontrol como la tolerancia al dolor se educa. Todos hemos oído
casos de niño que a muy corta edad han sido operados en tantas
ocasiones que cuando sus padres les dicen que van al hospital cogen su osito y no
muestran mayor rechazo. Con la capacidad para tolerar frustraciones y para auto
controlar las expresiones de agrado o desagrado sucede lo mismo. Un niño puede
haber aprendido que cuando papá dice que no, esa decisión es inamovible,
pero también puede saber que se le permitirá gritar, protestar y tirarse al suelo
para mostrar frustración sin que nadie le pare los pies. El grado de autocontrol y
de tolerancia a la frustración está muy relacionado con la capacidad de la familia para
hacer respetar su autoridad. La familia tiene más razones para saber que debe poner
límites claros y que sean adecuados a lo que el niño puede ofrecer.
d) Principios básicos para madres y madres que desean educar bien:
1. Nosotros somos los educadores, la escuela o colegio sólo complementan.
2. Educar bien es enseñar a: conocer las propias
posibilidades, desear crecer, aceptar nuestras limitaciones y nuestras virtudes de
forma sana, es enseñar a vivir.
3. Educar bien es enseñar a adaptarse a todas las situaciones: buenas o malas.
4. Educar no es proporcionar experiencias buenas y asilarle de las malas. Es
ayudarle a aprender de ellas.
5. Para educar bien no existen recetas, se aprende de experiencias concretas y luego
se generaliza.
6. Educar es una toma de decisiones constante.
7. Nuestras decisiones están muy influidas por cómo hemos sido educados.
8. Ser conscientes de ello ayuda a educar más sensatamente.
9. Educar bien a mi hijo (a), no es compensarle por loo que nosotros no hemos
recibido en nuestra niñez. “Los hijos no nacen con tus carencias ni necesidades,
no se las crees”.
10. Debo ser consciente de lo que me transmitieron cuando me educaron.
11. Debo educar en el presente con perspectiva de futuro.
12. Una mala actuación ahora se paga con creces en el futuro.
13. No debo angustiarme. Si no puedo, busco ayuda.
14. Para educar bien es necesario tener sentido común.
15. Muchas veces necesitamos una visión objetiva desde fuera.
16. No dudes en pedir orientación educativa aunque el problema parezca pequeño.
17. No existen los superpadres, todo el que te comente que su relación con su hijo es
perfecta, puede ser que necesite aparentar o que no quiere ver los problemas.
18. Nada es lo mismo para un hijo que para otro.
19. Educar bien no es buscar las mismas condiciones para todos, sino es dar a cada
hijo lo que necesita. Hacerlo así no es ser injusto, ayuda a los hijos a crecer
aceptando la individualidad de cada uno.
20. Educando voy a cometer errores.
21. No hay error que no se enmiende.
22. Puedo rectificar sin perder la autoridad.
23. No importa lo que sucedió en el pasado, si hay problemas hay que “tomar
la situación de inmediato”.
24. Sé positivo. Dile a tu hijo lo que degusta y pon un límite a lo que no te gusta.
25. Un niño (a) es una antena parabólica constante. Se entera de todo, lo imita
todo. El niño aprende más de lo que ve, que de lo que decimos.
26. El mayor deseo del niño es controlar el entorno.
27. En el entorno también estamos nosotros. Controlar nuestras reacciones le
fascinará, incluso aunque sea a costa de que nos enfademos con él o ella.
28. El niño necesita libertad conducida.
29. Si nosotros no ponemos límites a su conducta, lo hará él.
30. Nunca debo mentirle. Si le enfrento a aquellas cosas que no le gustan pero que
debe aceptar, le preparo para asumir la realidad.
31. Si le miento lo haré un inmaduro (necesitará que le disfracemos las cosas para
aceptarlas) y un inseguro (si no puedo confiar en mis padres ¿en quién puedo
confiar?
32. Debo explicarle las cosas (casi siempre) y de forma breve.
33. A veces los niños necesitan un “Porque yo lo digo”.
34. Levantar castigos o encubrir los errores sólo es sobreprotección. Las personas
sólo aprendemos de nuestros errores si vivimos las consecuencias de los
mismos. Formamos hijos inmaduros incapaces de enfrentarse a la frustración.
35. El mayor deseo de un niño es que papá y mamá estén pendientes de él.
36. La atención que le prestamos es nuestra mejor arma. Quién sabe cómo
y cuándo prestar atención a su hijo(a) sabe educar.
Todos estos principios se pueden resumir en el siguiente pensamiento:
 Sé que puedes.
 Por eso te enseño y te exijo.
 Y como sé que te cuesta esfuerzo, te lo reconozco.
e) ¿Cómo aumentar las conductas positivas y eliminar las negativas?
 Tenga en cuenta que igual que usted como padre – madre
puedes modificar la conducta de tus hijos, éstos modifican de forma intuitiva tu
propia conducta.
 Las normas deben ser claras, esta bien definidas, y se adecuadas para cada niño
según la edad.
 Es importante establecer diferencias entre los hermanos. De otro modo los mayores
tienen la sensación de que crecer sólo trae consigo obligaciones y no tardarán
en aparecer conductas regresivas (comportamiento infantil) y, por su parte, lo
pequeños no desearán crecer, ¿para qué perder privilegios?
 No es injusto que un pequeño se quede, por ejemplo, sin ir a una actividad o no
pueda recibir una bicicleta hasta tener 3 años más. De este modo
deseará crecer y hacerse mayor como su hermano. Hacerse mayor será
deseable porque ser pequeño no trae consigo todos los privilegios.
 No pida cosas que el niño o la niña no puede hacer.
 Cuando exija al niño, no actúe de forma contradictoria.
 Sea coherente en la aplicación de las normas.
 Cuando se produzcan desacuerdos entre los padres sobre la forma de educar a los
niños, nunca se deben discutir delante de ellos.
 Evite centrar la autoridad en un solo padre – madre.
 No delegar la autoridad en otro.
 No se desautorice nunca.
 No modifique los castigos (consecuencias) una vez anunciadas.
 No castigue con algo que no pueda cumplir.
 Acostúmbralo a pedir permiso.
 Cuando tengas que poner un castigo: no te alteres, por nada del mundo.
f) Finalmente recuerde:
Los adultos que conviven con el niño tienen que estar de acuerdo acerca de los límites
que debe tener: qué se le permite y qué se le prohíbe. Hay que ser cuidadoso con el
castigo, porque si éste no se lleva a cabo adecuadamente, el niño no aprenderá lo que
es bueno y malo, no fortalecerá su moral. Tal vez deje de hacer lo que se
le censura por temor, pero no por convicción. Lo importante es que el adulto ejerza
su autoridad de manera que le dé la oportunidad al niño de aprender algo de la
experiencia. Ante un berrinche, por ejemplo, se lo puede
ignorar, excluir al pequeño del grupo hasta que se calme, y explicarle que esas son las
consecuencias de su acción. Aprenderá a tener más cuidado la próxima vez. Se le
puede invitar a que participe en la reposición del daño causado, remendando el libro
destruido, el juguete quebrado, el dedo maltratado del hermano y, por último, es
importante afirmar que la censura mediante palabras o gestos es
a menudo insuficiente para que el niño se dé cuenta de que con su acción ha roto
el vínculo de confianza mutua y de solidaridad al hacer algo desagradable a los otros,
si existe una fuerte relación familiar.
“Educar a un niño es como sostener en la mano un jabón. Si aprietas mucho
sale disparado, si lo sujetas con indecisión se te escurre entre los dedos, una
presión suave pero firme lo mantiene sujeto”.

Elaboración: Máster Natalia Calde

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