EXAMEN
ABRAHAM, EL PADRE DE LA FE.
¿Con que edad, habló Dios con Abraham por primera LECCIÓN 3 DE LA GUÍA “HOMBRES DE FE”
vez y cuantos años esperó para ver nacer el hijo de la 26 DE JULIO DEL 2015
promesa?
TEXTO ÁUREO
“Bendeciré a los que te bendije-
¿Para que Dios probó a Abraham pidiendo que sacri- ren, y a los que te maldijeren
ficar a su hijo prometido? maldeciré; y serán benditas en
ti todas las familias de la tie-
rra.” Génesis 12.3
¿Podemos vivir con misma fe de Abraham en los días
modernos? Lectura Bíblica en Clase
Génesis 12:1-3 / 15:1-7
12.1. Pero Jehová había dicho a
Abram: Vete de tu tierra y de tu
parentela, y de la casa de tu padre,
a la tierra que te mostraré.
2. Y haré de ti una nación gran-
de, y te bendeciré, y engrande-
ceré tu nombre, y serás bendi-
ción.
3. Bendeciré a los que te bendije-
ren, y a los que te maldijeren mal-
deciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra.
15.1. Después de estas cosas
vino la palabra de Jehová a
VERDAD PRACTICA
“Una vida de fe implica auto-
máticamente en una vida de
renuncia y santidad de la cuál
no hay marcha atrás”
Abram en visión, diciendo: No
temas, Abram; yo soy tu escudo,
y tu galardón será sobremanera
grande.
2. Y respondió Abram: Señor
Jehová, ¿qué me darás, siendo así
que ando sin hijo, y el mayordo-
mo de mi casa es ese damasceno
Eliezer?
3. Dijo también Abram: Mira
que no me has dado prole, y he
aquí que será mi heredero un
esclavo nacido en mi casa.
4. Luego vino a él palabra de
Jehová, diciendo: No te heredará
éste, sino un hijo tuyo será el que
te heredará.
5. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mi-
ra ahora los cielos, y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Y
le dijo: Así será tu descenden-
cia.
6. Y creyó a Jehová, y le fue con-
tado por justicia.
7. Y le dijo: Yo soy Jehová, que
te saqué de Ur de los caldeos,
para darte a heredar esta tierra.
LECTURA BÍBLICA DIARIA
Lunes - Ro. 3.3 Jueves - Stg. 2.26
Martes - Stg. 1.6 Viernes - 1 P. 1.5
Miércoles - Stg. Sábado - 1 Jn.
2.20 5.4
ABRAHAM, SU VIDA
Y SU HISTORIA.
1. Abram de Ur de los cal-
deos. Abr aham er a or iundo
de Ur, ciudad caldea situada
donde está el actual país de
Irak. En su ciudad natal cono-
ce a su esposa, Sarai, que era
estéril. De allí, se fue a Harán
(Gn. 11.31), donde el siervo
de Dios pierde a su Padre
(Taré), que lo había acompa-
ñado , y luego, junto a su so-
brino Lot, sigue para Canaán
(11.32; 12.5-9). De Canaán,
donde hubo una fuerte ham-
bruna, Abraham desciende a
Egipto, conoce al Faraón que
lo saca de la tierra a causa de
su esposa y entonces vuelve al
Neguev.
3. Un hombre atípico. El
más reciente embate de Dios
en la humanidad había sido a
causa de la torre de Babel
(Gn. 11), contexto en el cual
nasce Abraham, descendiente
de Sem, uno de los hijos de
Noé. Abraham fue visitado
por el Señor el cuál le sacó de
su tierra en base a su esperan-
za, su fe. Este hombre se vol-
vió el padre de todos los ára-
bes (descendientes de su pri-
mer hijo: Ismael) e padre de
hebreos o judíos (Hijos de
Isaac). Pero el mayor legado
para la humanidad fue la fe y
que todas las naciones de la
tierra fueran bendecidas por el
más noble de sus descendientes:
Jesús.
ABRAHAM Y SU LLA-
MADO.
1. Dios habla con Abraham.
A sus 75 años, Dios le prome-
tió a Abraham, hacerle una
grande nación, engrandecerle
su nombre y hacerle de él una
bendición. Pero también reci-
bió la promesa que nos alcan-
zaría: “Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te mal-
dijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las fami-
lias de la tierra.” (Gn. 12.3).
¡Que maravillosa promesa!
Pero dos exigencias fueron
hechas a Abraham: Salir de su
tierra y de su parentela y no
saber para donde iba. El autor
a los hebreos nos revela qué
Abraham tenía en mente cuan-
do se marchó: “porque espe-
raba la ciudad que tiene fun-
damentos, cuyo arquitecto y
constructor es Dios.” (He.
11.10). La trasmisión oral so-
bre la salida del hombre del
jardín de Dios alimentaba en
Abraham la esperanza de vol-
ver, esa esperanza fue com-
partida con todos que antes y
después de él vivieron por fe
(He. 11.14-16).
2. Dios le da un hijo a
Abraham. Par ecía imposi-
ble, se había pasado 25 años
desde que Dios le hiciera la
promesa. Sara, esposa de
Abraham estaba encinta a los
90 años (Gn. 17.18), contra
todos los pronósticos le nació
Isaac (Gn. 21.1-7). En el tras-
curso de la espera, Dios, reite-
radas veces, le había prometi-
do a sus siervos un hijo (Gn.
12.7; 15.5; 17.7). Además les
cambió sus nombres (Gn.
17.5, 17). Por un momento
Abraham y Sara fueron domi-
nados por la duda y a raíz de
ello nació Ismael (Gn. 16).
3. Dios prueba a Abraham.
Dios ordenara que Abraham
ofreciera su hijo como un sa-
crificio, lo que obedeció sin
reticencias ni peros. Pero en
todo momento este siervo te-
nía la certeza que Dios no fa-
llaría con su palabra (Gn.
22.5), lea con atención qué
pensaba Abraham: “pensando
que Dios es poderoso para
levantar aun de entre los
muertos, de donde, en sentido
figurado, también le volvió a
recibir.” (He. 11.19). Su fe
más una vez le conduce a la
victoria, porque Dios impidió
que Abraham sacrificara su
hijo (Gn. 22.11). Además pro-
veyó para su siervo un corde-
ro (Gn. 22.8,14). Tal como
Abraham creyó, Dios le hizo
Él es fiel. No nos olvidemos
que para nosotros, también el
Señor proveyó Cordero.
SOMOS HIJOS DE-
ABRAHAM.
1. Vivimos por fe (Gá. 3.7).
Nosotros alcanzamos la salva-
ción por la fe (Ef. 2.8) que
nos nació cuando escuchamos
el evangelio de Jesucristo
(Ro. 10.17). Ya no andamos
por vista (2 Co. 5.7) y sabe-
mos que no podemos retroce-
der de nuestra convicción
(Hab. 2.4; He. 10.38). Co-
mo está escrito: “Porque en
el evangelio la justicia de
Dios se revela por fe y pa-
ra fe, como está escrito: Mas
el justo por la fe vivirá.” (Ro.
1.17). Ejemplos de fe como
el de Abraham nos fueron de-
jados para que fuéramos per-
feccionados (He. 11.40) en
Cristo, autor y consumador de
la Fe (He. 12,1,2).
2. La certeza y la convic-
ción. “Es, pues, la fe la certe-
za de lo que se espera, la con-
vicción de lo que no se
ve.” (He. 11.1). Certeza signi-
fica el conocimiento seguro y
claro de algo, mientras que
convicción significa aquella
idea a que estamos fuertemen-
te adheridos. Siendo así, no
podemos dejar nuestra espe-
ranza pues tiene un grande
galardón (He. 10.35) y ade-
más es la única forma de
agradar a nuestro Dios (He.
11.6). Que en nuestras vidas
sea hecho así y se nos dé con-
forme nuestra fe (Mat. 9.29) y
jamás permitamos que la in-
credulidad more en nuestro
corazón (He. 3.12, 19).