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POESÍA: LOS LÍMITES DEL INFINITO

La naturaleza de la infinitud en poesía se delimita singularmente en el constructo métrico del


verso y del poema. Plotino expresa la delimitación de la infinitud –en matemáticas a través del
punto, nosotros en las unidades métricas: acentos, pies métricos…- precisamente en su
relación armónica entre dos infinidades de dichas unidades, que son en realidad límites que no
hacen sino reconocer la naturaleza de su infinitud, y es que, lo que en realidad tratamos de
delimitar con el límite es precisamente el infinito, por lo que no podemos sino reconocer que
no hay algo entre lo finito e infinito que pueda acoger la naturaleza del límite.[1]

Como vimos en entradas anteriores, la potencialidad y la capacidad del límite del punto en
matemáticas[2], puede emparentarse con los elementos esenciales rítmicos del verso (sílabas,
acentos, pies métricos…), si es que estos son precisamente límites eufónico expresivos que
poseen lo ilimitado, ya que lo mismo que el punto en geométrica para la matemática
verdadera, estos elementos rítmicos han de hallarse de manera necesaria en la verdadera
poesía.

La magia y la fascinación de la poesía proviene acaso de la aplicación aritmética de su


estructura rítmica que es, además, temporal. Los límites del tiempo son susceptibles de
subdividirse ad infinitum en la conciencia, con la peculiaridad de que esa sucesión infinita es
imposible de limitar en un período determinado de tiempo. Extraordinaria paradoja. Sí, esta es
la más genuina paradoja de la poesía en tanto que se vierte con una exactitud matemática en
su estructura (la poesía, como ciencia de la paradoja) para dirigirse creativamente a los
inmarcesibles reductos del infinito de los que bebe como genuino poder creativo[3]. Por eso
en poesía el tiempo es conciencia y se vierte como una suerte de corriente quieta entre esos
intervalos de aquella sucesión infinita, por eso (también lo advertíamos en otras ocasiones) el
tiempo en poesía se manifiesta como un eterno presente,
pues en el poema extraemos la unidad de aquellos
intervalos métricos (rítmicos, eufónicos…) supuestamente
temporales y que no son sino el acto de contemplación
poética que en realidad no puede sujetarse a ningún
límite aritmético mínimo.

A partir de aquí, es donde nosotros ponemos en serias


duda al carácter de ficción de la poesía. Al fin al cabo ella
no hace sino ponernos continuamente de forma
manifiesta la ilusión de los límites, trascendiendo la
representabilidad de la ficción para exponernos al hecho
incontrovertible del acto creativo, que se sitúa más allá
del tiempo (convencional) y que, paradójicamente,
siempre en marcha, muestra el ser de las cosas. El acto
creativo que, para ser en verdad creativo, ha de ser
nuevo, aparece como surgido de la nada en plenitud para
la contemplación e integración en el mundo.

Quizá por lo anteriormente expuesto sea por lo que el análisis, la observación aséptica del
poema y su interpretación exacta resulta del todo imposible. El tejido vivo del poema ha de ser
–valga la redundancia- vivido para ser entendido (más allá del escarpelo del juicio razonable y,
por tanto, viciado por esta o aquella convención de conocimiento previo), y donde la
conciencia –poética- es el fundamento de toda realidad.

La poesía, concretada en el poema muy bien puede ser considerada un ingenio orgánico
singular, cuya característica más genuina será la de realizar incontables e indefinidos
procedimientos (medibles, por ejemplo, métricamente) en un intervalo discreto, finito y
medible que, no obstante, aspira a la plenitud que paradójicamente está inmersa en lo
infinito. El fingere de nihilo[4] en poesía no es aceptable porque el proceso creativo (poiesis)
está siempre más allá del discurso netamente intelectivo, racional y abstracto que aspira a
cercar formalmente lo inconmensurable. El aspecto irracional de la poesía está anclado a los
puntos primitivos, primarios (simbólicos) que son anteriores a cualquier proceso de
conceptualización y, por tanto, de formación estructural, pues nos habla de que más allá de la
actualidad creativa del poema no hay nada.

La realidad de las cosas en poesía están en esos sustratos creativos primarios y que acaso son
posibles potencialmente en todas partes. Los límites –métricos, gramaticales, lingüísticos,
retóricos…- son los que marcan los objetos poéticos que están signados con la plenitud
simbólica de lo infinito.

Proseguiremos en nuevas entradas este relato tan particular y fascinante de la naturaleza del
acto creativo poético.

Francisco Acuyo
[1] Plotino: Enéadas VI, Gredos, Madrid, 1982.

[2] Acuyo, F.: Ancile, La cardinalidad del verso, la corriente


infinita: https://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/07/cardinalidad-del-verso-la-
corriente.htmly El continuo poético o la imposibilidad mecánica de la
poesía.: https://franciscoacuyo.blogspot.com.es/2017/07/el-continuo-poetico-o-la-
imposibilidad.html

[3] Acuyo, F.: Fisiología de un espejismo, Artecitta ediciones (Fundación Internacional


Artecitta), Granada, 2010, pp, 140. Elogio de la decepción (y otras aproximaciones a los
fenómenos del dolor y la belleza), Jizo ediciones, colección El círculo del límite: Granada, 2013,
pp, 112.

[4] Como pura ficción.

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