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Como vimos en entradas anteriores, la potencialidad y la capacidad del límite del punto en
matemáticas[2], puede emparentarse con los elementos esenciales rítmicos del verso (sílabas,
acentos, pies métricos…), si es que estos son precisamente límites eufónico expresivos que
poseen lo ilimitado, ya que lo mismo que el punto en geométrica para la matemática
verdadera, estos elementos rítmicos han de hallarse de manera necesaria en la verdadera
poesía.
Quizá por lo anteriormente expuesto sea por lo que el análisis, la observación aséptica del
poema y su interpretación exacta resulta del todo imposible. El tejido vivo del poema ha de ser
–valga la redundancia- vivido para ser entendido (más allá del escarpelo del juicio razonable y,
por tanto, viciado por esta o aquella convención de conocimiento previo), y donde la
conciencia –poética- es el fundamento de toda realidad.
La poesía, concretada en el poema muy bien puede ser considerada un ingenio orgánico
singular, cuya característica más genuina será la de realizar incontables e indefinidos
procedimientos (medibles, por ejemplo, métricamente) en un intervalo discreto, finito y
medible que, no obstante, aspira a la plenitud que paradójicamente está inmersa en lo
infinito. El fingere de nihilo[4] en poesía no es aceptable porque el proceso creativo (poiesis)
está siempre más allá del discurso netamente intelectivo, racional y abstracto que aspira a
cercar formalmente lo inconmensurable. El aspecto irracional de la poesía está anclado a los
puntos primitivos, primarios (simbólicos) que son anteriores a cualquier proceso de
conceptualización y, por tanto, de formación estructural, pues nos habla de que más allá de la
actualidad creativa del poema no hay nada.
La realidad de las cosas en poesía están en esos sustratos creativos primarios y que acaso son
posibles potencialmente en todas partes. Los límites –métricos, gramaticales, lingüísticos,
retóricos…- son los que marcan los objetos poéticos que están signados con la plenitud
simbólica de lo infinito.
Proseguiremos en nuevas entradas este relato tan particular y fascinante de la naturaleza del
acto creativo poético.
Francisco Acuyo
[1] Plotino: Enéadas VI, Gredos, Madrid, 1982.