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tica ante Julia Domna. Lo más que se puede decir es que no se han aducido
argumentos convincentes contra su autenticidad.
Al tercer Filóstrato, que nació en 190/91 y que alcanzó gran celebridad como
orador, sólo le podemos atribuir la Epístola a Aspasio de Ravena, secretario im-
perial y titular de la cátedra de retórica, que trata del estilo epistolar. La Díale-
xis, incluida por KAYSER entre sus obras y que trata de equilibrar la oposición
entre "nomos" y "physis", en nuestra opinión sigue siendo anónima. Al cuarto
Filóstrato pertenece una colección más reciente de Icones, en la que copia fatigo-
samente a su abuelo.
Los espectáculos admirados de rétores famosos, la interminable lucha entre
los reinos de los diádocos filósofos, la constante penetración de lo irracional en
forma de misticismo con su evasión del mundo o de banal superstición, todo esto
iba acompañado en la época de los Antoninos por la risa de un hombre que veía
el mundo a través de su escepticismo y cuyo oficio era la sátira. Samosata, donde
Luciano vino al mundo alrededor del 120, estaba situada en el Eufrates superior
y era capital de la Comagene; él mismo se llama sirio en ocasiones, y en su bio-
grafía es importante comprobar que llegó de fuera al mundo griego y que hubo
de aprender la lengua en la escuela (Bis accus. 27). Su iniciación en el aprendi-
zaje de la escultura en casa de su tío tuvo, como relata en el Somnium, un final
rápido y doloroso. Se encaminó luego a la escuela de retórica, pero allí aprendió
algo más que el hábil manejo de las reglas de retórica. Extensas lecturas le dieron
un sólido conocimiento de la prosa ática en su aspecto formal y le proporcionaron
un íntimo conocimiento de la poesía griega desde Homero hasta los alejandrinos.
No es que hubiese penetrado en la problemática de la gran poesía; lo que él
domina son los motivos y sus grandes líneas externas. Tiene siempre a la mano
buena cantidad de citas y, mejor aún, de alusiones. En el mundo de la Comedia
Nueva es donde se ha familiarizado mejor con el pasado. Se ha dicho con acierto
que junto al aticismo formal de Luciano existe un aticismo de fondo en el que
su tendencia anticuaria no excluye naturalmente la penetración de elementos con-
temporáneos m. En el aspecto lingüístico, su diligencia y gusto condujeron a este
escritor no griego a un sorprendente dominio del ático, que en la llana amabili-
dad de su estilo produce una cierta sensación de vida. Tenía el derecho de sati-
rizar en Lexiphanes y Pseudologista el exagerado hiperaticismo, pues ciertamente
en la moderación que él supo mantener se funda la eficacia de su estilo.
Luciano comenzó cultivando con gran éxito la oratoria de aparato a la ma-
nera de los sofistas. Largos viajes le llevaron por muchas partes de la ecúmene,
por Asia Menor, Grecia, Italia, y hasta la Galia, donde residió mucho tiempo.
Conservamos algunos testimonios de esta actividad oratoria: discursos de entre-
namiento (Abdicatus, Phalaris, Tyrannicida), descripciones artísticas (De domo,
con la écfrasis de una sala suntuosa; Hippias, con la de un baño), el elogio ge-
nuinamente sofístico de la mosca en el Muscae encomium y aquellas Prolaliai,
pequeños aperitivos retóricos, que precedían a una epídeixis de mayor exten-
sión los ; de éstas, De electro, Harmonides, Herodotus y Scytha pertenecen, proba-
104
Así lo muestra DELZ (V. pág. 877).
105
K. MRAS, "Die -itpoXccXiá bei den griech. Schriftstellern", Wien. Stud., 64, 1949,
71, que discute esta forma en Luciano, Apuleyo, Dión de Prusa, Himerio y Coricio, y
resalta las semejanzas formales entre los dos autores citados en primer término; cf. el
-872 Época imperial
mismo, "Apuleius' Florida im Rahmen ahnlicher Lit.", Anz. Ósterr. Akad. Phil.-hist. KL,
1949, 205.
104
AÜR. PERETTI, Luciano, un intellettuale greco contro Roma, Florencia, 1946, puso
este aspecto muy en primer plano. Allí, pág. 147, bibl. Además, CASTER, LUC. (V. pág. 877),
374. A. QUACQUARELLI, Lá retorica antica al bivio, Roma, 1956.
107
Espec. CASTER, Luc. (v. pág. 877).
Prosa 873
108
Menipo de Gádara (cf. pág. 720). En ella, el escéptico y satírico, el enemigo
de la tradición aceptada sin crítica, encontró el instrumento adecuado a su índole.
En el Bis acc. (33), el diálogo personificado habla de cómo los procedimientos
que con él empleó Luciano habían encontrado su perfección en Menipo. En los
diálogos de los años 161 a 165 se ven los progresos hechos por Luciano en
mordacidad y agilidad.
Su racionalismo dispara las más agudas flechas contra la religión. En el Ica-
romenipo vuela el cínico al cielo para escapar al caos de las opiniones; el fuppi-
ter confutatus (Zeüq ¿Xeyxó^evoq) nos presenta a la suma divinidad en una
posición difícil ante el destino; el fuppiter tragoedus (Zeüq xpccywSóc.) muestra
la agitación de una asamblea de dioses porque en una disputa epicúreo-estoica se
va a demostrar su inexistencia, y en el Deorum concilium (6ecov IKKXT]C¡[CC) se
queja Momo de la multiplicación de nuevos dioses. Mucho después prosiguió
Luciano los sarcasmos de esta índole en las Saturnalia. En todas estas obras re-
cibe Luciano influjos literarios, como se demuestra observando que sus ataques
no se dirigen tanto a fenómenos de su época (como astrología, creencia en los
démones o nuevo misticismo) cuanto a la imagen tradicional de la religión que
le ofrecía la poesía. 1
Esta literatura tiene un sello específicamente cínico cuando, en juego audaz
con el mito, contrapone la visión de la felicidad del que carece de necesidades
a la locura y corrupción de los ricos. Ésta es la suprema sabiduría que en el Me-
nipo (M. r¡ NEKuo^icxvTEÍa) aprende el personaje del título, elegido con toda in-
tención, en su descenso a los infiernos. Cataplus, Caronte, Diálogos de los muertos
(NEKpiKoi biáXoyoi) y el Gallo ("Ovsipoq f] dXgKTpocóv) son de la misma ín-
dole. En el Navigium (nXolov r\ só^aí)* ^ u e e s a ^ ° P oster i° r > s e T^Q Luciano
de la estupidez de los deseos humanos. El amargo sarcasmo con que las escenas
de ultratumba pintan el destino de los ricos y poderosos nos permite oir las voces
de los indigentes y oprimidos, que crearon el bienestar de una época sin parti-
cipar de él.
También la filosofía recibe su varapalo: así, en el repetidas veces menciona-
do Bis accusatus, en el Convivium (ZujJ-itóaiov r¡ AontíGcct), con su riña de filó-
sofos, en la Vitarum auctio (BCQV irpccoic;), con la subasta de las formas de vida
filosóficas. Su poquito de palinodia contiene el Piscator ('AXieuc, f] ávccpiouv-
en e
TSOJ l <lue Luciano se defiende en la Acrópolis ante la filosofía: sus ataques
van enderezados sólo contra los degenerados epígonos de los grandes filósofos.
En este sentido están escritos también los Fugitivos (ApaitÉrat). En el Philop-
seudes109, haciendo alarde de malicia, ha convertido a verdaderos filósofos en
narradores de las más extravagantes historias de aventuras (como la del aprendiz
de mago).
De los diálogos desprovistos de carácter menipeo citamos el Toxaris, porque,
al igual que el Philopseudes, presenta una cadena de historietas, ligadas en este
caso por el tema de la amistad. Algunos de estos diálogos introducen al autor
dándole el nombre helenizado de Licino. El más importante de ellos es Hermo-
timos, que sin profundidad científica, pero con mayor seriedad, refuta en nombre
110
Probablemente el de secretario a cognitionibus; cf. CASTER, LUC. (y. pág. 877),
369, ".
111
G. AVENAMOS, Lukians Schrift zur Geschichtschreibung, tesis doctoral, Franc-
fort, 1954, public. en Meisenheim a. Glan. 1956, con mucha bibl.
112
Cf. pág. 873, nota 109.
113
M. CASTER, Études sur Al. ou le faux prophete de L., París, 1938 (con texto y
traducción).
114
Sobre esto, DELZ, en la tesis abajo mencionada. '•: ¿ c
Prosa 875
perial, es difícil decidir si lo hace inconscientemente o ello es un deliberado juego
irónico. Incluso en la repetición de palabras y giros se manifiesta el rutinario
que vive de la tradición y sabe trabajar hábilmente con ella.
Incluimos aquí como aticista de estilo propio a Artemidoro de Daldis en Li-
dia, del que poseemos un Libro de sueños~{'OveipoKpiTiKÓv, 5 l.)115. Este es-
critor era probablemente estoico, y, como a tal, se le podía permitir reducir a
sistema la creencia en los sueños y acreditarla con ejemplos.
El laborioso ejercicio de la epídeixis y, más aún, el aprendizaje retórico obli-
gado para conseguir una alta posición no son imaginables sin una abundante lite-
ratura retórica, de cuya profundidad nos dan testimonio las noticias y los libros
conservados 116. Al principio de este apartado se habló del antagonismo entre Apo-
lodoro de Pérgamo y Teodoro de Gádara, así como de la pervivencia de aquél
en los discípulos de ambos. Allí hicimos también un esbozo de los ejercicios es-
colares de retórica. La más antigua colección que poseemos de estos Progymnas-
mata es la de Elio Teón de Alejandría117, que vivió con toda probabilidad a fina-
les del siglo 1 d. de C. Ejerció dilatada influencia en la época bizantina.
El autor más importante en el terreno de la teoría retórica fue, en la época
imperial, Hermógenes de Tarso u s . Nacido en el año 160, descolló primero como
niño prodigio por sus dotes de orador, pero, ya hombre, se apartó del ejercicio
en boga para acreditarse como teórico de talento y gusto. También él escribió
Progymnasmata. Pero sus realizaciones principales son el replanteamiento de la
teoría del Estado de Hermágoras (cf. pág. 821) en la obra rispl oráoeav y el
tratamiento sistemático de las formas y procedimientos del discurso en los dos
tomos de su Teoría del estilo (Uepi ÍSscov). Ésta se fundamenta enteramente en
el análisis de los modelos clásicos, sobre todo de Demóstenes, de manera que
podría hablarse de un aticismo retórico. Que Hermógenes utiliza los trabajos de
sus predecesores se colige de las coincidencias con la Techne retórica (cf. pági-
na 869) U9, atribuida falsamente a Aristides, de la que se sirve, pero que no fue
su única fuente. En el número de estos escritos hay que incluir Sobre la invención
de argumentos (Jlepl ebpéasac,, 4 TÓ^OI) y Sobre los medios del estilo fuerte
(riept U.E965OU 6£IVÓTT]TOC;). Hermógenes impuso lentamente sus principios,
115
R. HERCHER, Leipzig, 1864; preparada la reimpresión en Olms/Hildesheim.
114
R. VOLKMANN, Die Rhetorik der Griechen und Romer, 2.a ed., Leipzig, 1885 (3.a
edición, 1901), todavía no ha sido superado. Más en pág. 861, nota 64; cf. también pá-
gina 615, nota 693. Además, G. A. KENNEDY, "The Earliest Rhetorical Handbooks", Am.
Journ. Phil., 8o, I9S9> 169- En KROLL, RE, S 7, 1940, 1132, 42, un instructivo cómputo
de las ocasiones para la epídeixis retórica.
117
L. SPENGEL, Rhet. gr., 2, Leipzig, 1854, 59. Los Progymnasmata de Teón fueron
leídos en armenio en la baja Edad Media. Edición de una traducción armenia con el
original griego, JA. A. MANANDJAN, Erivan, 1938. Comunicaciones sobre los manuscritos
en Wjestnik Matenadaranti, 3, Erivan, Acad. de Ciencias de la RSS de Armenia, 1956,
451. ÍTALO LANA, I "Progimnasmi" di Elio Teone, 1, La storia del testo, Turín, 1959.
Un segundo tomo deberá estar consagrado a la traducción armenia, que ofrece todos los
Progymnasmata que faltan en la trasmisión griega, excepto el último.
118
H. RABE, Rhet. gr., 6, Leipzig, 1913; cf. KROLL (véase la nota 116), 1127,
1135. W. MADYDA, "Über die Voraussetzungen der Hermogenischen Stillehre", Aus d. ál-
tertumswiss. Arbeit Volkspolens. D. Ak. d. Wiss. Berlín. Sekt. f. Altertumswiss., 13,
1959, 44-
"' W. SCHMID, Rhet. gr., 5, Leipzig, 1926.