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DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN

a) Etapa pre-científica
En la etapa pre-científica del estudio de la motivación, las metodologías buscaron dar explicación
al comportamiento humano y lo atribuyeron a espíritus que dominaban al hombre. Los griegos, por
otro lado, dieron explicaciones más racionales. Sócrates trató de encontrar el porqué de la
búsqueda de felicidad en el hombre por lo que habló del dualismo de la naturaleza humana
(Mankeliunas, 1987). Platón propuso que la motivación fluía desde un alma tripartita,
jerárquicamente constituida: en un nivel primitivo estaba el aspecto apetitivo del alma, que
contribuía a los apetitos y deseos corporales como el hambre y el sexo; en un segundo nivel se
ubicaba el elemento competitivo, que aportaba los roles socialmente especificados como los
sentimientos de honor y vergüenza; y en un nivel más alto se encontraba el aspecto calculador,
que era responsable de las capacidades de toma de decisiones del alma, como la razón y la
elección. De la misma manera, Aristóteles retoma el alma tripartita, organizada jerárquicamente,
pero con una terminología diferente: nutritiva, sensitiva y racional, las que se correspondían con las
de Platón (Reeve, 2003).
En la edad Media, Tomas de Aquino y otros distinguieron el deseo sensual de la voluntad racional.
Para los filósofos de la época post-renancentista, como Descartes, Hobbes y Spinoza, los impulsos
eran todavía una clase importante de variables psicológicas de importancia equiparable a la de los
procesos afectivos e intelectuales (Madsen, 1967).
Descartes añadió a su dualismo mente-cuerpo la distinción entre los aspectos pasivo y activo de la
motivación. El cuerpo constituía un agente mecánico y motivacionalmente pasivo, mientras que la
voluntad era un agente inmaterial y motivacionalmente activo. Como entidad física, el cuerpo
poseía necesidades nutricias y respondía al ambiente en formas mecánicas a través de sus
sentidos, reflejos y fisiología. La mente, sin embargo, era una entidad espiritual, inmaterial y
pensante que poseía una voluntad intencional. Para Descartes, la fuerza motivacional última era la
voluntad. Razonó que si podía comprender la voluntad, entonces sería capaz de comprender la
motivación. La voluntad iniciaba y dirigía la acción; elegía si actuaba y qué hacer cuando actuaba.
Las necesidades corporales, las pasiones, placeres y los dolores ciertamente creaban impulsos a
la acción, pero tales impulsos sólo excitaban la voluntad. La voluntad consistía en una facultad de
la mente que controlaba los apetitos y pasiones corporales en aras de la virtud y la salvación
mediante el ejercicio de sus poderes de elección y de lucha. Al asignar poderes de motivación
exclusivos a la voluntad, Descartes proporcionó la primera gran teoría de la motivación (Reeve,
2003).
Según esta teoría todo acto de voluntad es una actuación orientada. La acción volitiva del hombre
se desarrolla en el proceso del trabajo. Todas las actuaciones específicamente humanas son
volitivas en todo el sentido de la palabra, la actuación que se produce bajo las condiciones de
conflicto interno, de contradictorias tendencias es un acto de voluntad en el más estricto y
específico sentido de la palabra (Rubinstein, 1978).
Ya en el siglo XX la psicología trata de abordar el estudio experimental de la voluntad, pero dicho
estudio ofreció dificultades absolutamente comprensibles. Ach (1905; cit. por Rubinstein, 1978) y
posteriormente Michotte y Prom (1910; cit. por Rubinstein, 1978) y algunos otros más intentaron
estudiar experimentalmente el acto volitivo. Pero estos estudios resultaron completamente
insatisfactorios.
Los filósofos no descubrieron la naturaleza de la voluntad ni las leyes mediante las cuales operaba.
El problema se multiplicaba al intentar resolverlo. Al utilizar la voluntad debían de explicar no sólo
la motivación sino también al motivador: la voluntad. Así los teóricos de la motivación buscaron un
principio motivacional menos misterioso (Reeve, 2003).

b) Etapa científica
El siglo XIX se caracterizó por la gran preocupación por la investigación científica, y la observación
sistemática pasó al laboratorio. En 1859, Darwin publicó su obra clásica El origen de las especies,
que dio un marco teórico a la concepción del proceso motivacional (Mankeliunas, 1987). El
determinismo biológico de Darwin orientó a conceptos motivacionales mecánicos y genéticos. Para
Darwin, el comportamiento animal parecía ser principalmente no aprendido, automático y
mecanicista (Darwin, 1859, 1872, en Reeve, 2003). A partir de este momento se dio paso a
explicaciones de la motivación basados en los instintos como la primera teoría científica de la
motivación.

Teoría del instinto


Los instintos surgen de una sustancia física a partir de una herencia genética. Los instintos están
en los genes y por tanto existen como una tendencia innata para actuar en una forma específica.
Dada la presencia de los estímulos apropiados, los instintos se expresan a sí mismos a través de
reflejos corporales innatos que surgen en forma biológica y genéticamente heredada (Reeve,
2003). Según James citado por Bolles (1990) el hombre tiene más instintos diferentes entre sí que
los demás animales, pero éstos suelen quedar opacados por el funcionamiento del aparato mental
superior. Define al instinto como la facultad de actuar de manera que se produzcan determinados
fines sin preverlos y sin que haya una educación anterior acerca de su ejecución.
La psicología del instinto, fue iniciada por McDougall, quien explica el proceso motivacional de la
siguiente manera: todos los procesos vitales, así como la conducta, representan una tendencia
finalista del organismo para preservar su existencia y la de la especie. Este esfuerzo es común en
todas las especies, inclusive en el hombre, pero en éste se diferencian algunas variables
motivacionales, innatas pero modificables, que se denominan instintos. La satisfacción de las
necesidades primarias se basa en los instintos, y la de las secundarias, en las disposiciones que
persiguen metas determinadas. El proceso de socialización enseña cómo alcanzar estas
satisfacciones (Mankeliunas, 1987). McDougall propuso una teoría del instinto que presentaba
instintos de exploración, pelea, maternidad, etcétera. Por lo tanto, los instintos, y sus emociones
asociadas explicaban sin mucha dificultad aparente la cualidad dirigida a la meta en el
comportamiento humano. Sin instintos los seres humanos no iniciarían ninguna acción. Toda la
motivación humana debe su origen a una colección de instintos heredados en forma genética
(Reeve, 2003).
Entre los principales problemas que enfrentó esta primera teoría estaba el tratar de explicar la
enorme diversidad de conductas humanas con un número reducido de instintos. McDougall,
elaboró varias listas de instintos, llegando a un número que oscilaba entre 7 y 12, incluso hubo
autores que llegaron a citar más de 100 instintos (Garrido, 1996). Pero el principal problema fue
que su lógica subyacente era circular. La única evidencia de que la gente posee un instinto de
pelea es que se comporta de forma agresiva. La causa explica el comportamiento, pero el
comportamiento resulta una evidencia para su causa. Lo que hacía falta era alguna forma
independiente de determinar si el instinto en verdad existe (Reeve, 2003).

Teoría de la pulsión
Una segunda teoría científica de la motivación es la que se basa en la pulsión como motivador. La
pulsión como concepto motivacional emergió a partir de una biología funcional que entendía que la
función del comportamiento era satisfacer las necesidades corporales. Conforme ocurren los
desequilibrios biológicos, como la falta de alimento y agua, los animales experimentan de manera
psicológica dichos déficit de necesidad como pulsiones. La pulsión motivaba cualquier
comportamiento que fuese instrumental para servir a las necesidades corporales. Las dos teorías
de las pulsiones con mayor aceptación son las de Freud y Hull (Reeve, 2003).
Teoría psicoanalítica de la pulsión. Freud creyó que todo el comportamiento era motivado, y que el
propósito de éste era el servir a la satisfacción de las necesidades (Reeve, 2003). La reflexión
freudiana sobre la sexualidad libidinal humana lleva a teorizar el concepto motivacional de pulsión.
La sexualidad entendida como pulsión se inicia prácticamente desde el nacimiento y está vinculada
a una necesidad de tipo orgánico: hambre, defecación, micción, etc. Pero, la pulsión se
independiza pronto de lo biológico, distinguiéndose del instinto tanto en la finalidad como en el
objeto. Así, la búsqueda del placer y no la reproducción de la especie se convierte en la meta
pulsional, no existiendo para satisfacer esa finalidad tan poco biológica ningún objeto específico o
normal (Garrido, 1996). El comportamiento continuaba hasta que la pulsión o urgencia que la
motivó se satisfacía. El comportamiento servía al sistema nervioso y la pulsión actuaba como una
especie de mediador para asegurar que el comportamiento satisficiera las necesidades corporales.
Freud (1915; cit por Reeve, 2003) resumió su teoría de las pulsiones mediante cuatro
componentes: fuente, perentoriedad, fin y objeto. La fuente de la pulsión era el déficit corporal. La
pulsión tenía una perentoriedad o fuerza que se dirigía al fin de la satisfacción, que es la remoción
a través de la satisfacción del déficit corporal subyacente. Para realizar tal fin, se motivaba a la
conducta a buscar un objeto capaz de eliminar el déficit corporal.
Teoría conductista de la pulsión. La orientación conductista se da a partir de la teoría del
aprendizaje asociativo. Los motivos también podían aprenderse, tal y como había demostrado
Watson por medio del condicionamiento. Tolman defendió el aprendizaje de técnicas sociales, den-
tro del paradigma del condicionamiento instrumental. Pero la teoría de Hull ha sido la que aporta el
modelo explicativo de la conducta humana dominante en psicología hasta finales de la década de
los cincuenta. Dicho modelo explica el comportamiento a partir de dos conceptos motivacionales
activadores: el impulso y el incentivo; y uno de aprendizaje asociativo: el hábito, el cual marcará la
dirección de la conducta (Garrido, 1996). Una vez que surge la pulsión, ésta energiza al
comportamiento. Aunque la pulsión energice el comportamiento, no lo dirige. El hábito, es el que
dirige el comportamiento (Reeve, 2003). Hull (1943, 1952; cit. por Reeve, 2003) afirma que la
pulsión consistía en una fuente de energía compuesta por todas las perturbaciones corporales
actuales, las necesidades se suman para constituir una necesidad corporal total. Para Hull, la
motivación, es decir la pulsión, tiene una base puramente fisiológica, así que la necesidad corporal
era la base fundamental de la motivación. Por necesidad, entiende la alteración del equilibrio
interno del organismo, que da fuerza al impulso para que se presenten comportamientos cuyo
objetivo es satisfacer la necesidad para que el organismo vuelva a su estado primitivo
(Mankeliunas, 1987). La teoría de las pulsiones de Hull poseía una característica destacable: la
motivación podía predecirse a partir de condiciones antecedentes en el ambiente (Reeve, 2003).
La teoría de la pulsión, en las versiones de Freud y Hull, se basan en tres suposiciones
fundamentales: a) la pulsión emergía de necesidades corporales; b) la reducción de la pulsión
reforzaba y provocaba el aprendizaje; y c) la pulsión energizaba el comportamiento (Reeve, 2003).
Conductismo y psicoanálisis en lo concerniente a la motivación humana comparten en común el
carácter determinista de la psique y la visión deficitaria de los procesos motivacionales (Garrido,
1996).

Teoría humanista
El iniciador de las hipótesis humanísticas fue Allport, quién parte de dos axiomas: a) los
experimentos realizados con animales acerca de las necesidades primarias, no pueden tomarse
como base para explicar la motivación del hombre, y b) las tesis freudianas en torno a la estructura
de la personalidad y su motivación, parten de datos recopilados en pruebas con sujetos anormales,
pero la estructura de la personalidad, y especialmente la motivación de la persona madura y
normal, es diferente. El hombre es funcionalmente autónomo y está influenciado por factores
socioculturales, que cada individuo los incorpora de distinta manera, por lo que existen variadas
diferencias individuales en cuanto a la persecución de metas trazadas personalmente
(Mankeliunas, 1987). Por otro lado, Maslow (1967; cit. por Mankeliunas, 1987) basa sus hipótesis
en el estudio del proceso motivacional de los grandes hombres; estos individuos trazaron sus
metas, tuvieron motivos muy personales y los persiguieron. A la misma corriente se incorpora la
psicóloga austriacoamericana Buhler (Mankeliunas, 1987). Para Maslow la base de la comprensión
de la motivación está en la idea de que las personas poseen impulsos o necesidades básicas a
nivel organísmico, que son fuerzas modeladoras de la motivación humana que actúan de forma
discreta pero segura (Garrido, 1996).
A nivel general, el objetivo de la psicología humanista consiste en la superación de una imagen
determinista y mecanicista del ser humano, así como la atención de la actividad investigadora
hacia la persona en su vida cotidiana. El acontecer psíquico está dotado de sentido y lleno de
significado, siendo la principal característica de la motivación humana, el hecho de proponerse
metas que la trascienden: la búsqueda de sentido y plenitud más allá de la propia existencia. Al
acentuar la importancia de la meta y el sentido de la vida, la psicología humanista se propone
liberar al pensamiento psicológico de un enfoque exclusivamente mecanicista y determinista (Auer,
1990). La búsqueda por parte del hombre de sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no
una racionalización secundaria de sus impulsos instintivos (Frankl, 2003).
A su vez la perspectiva humanista pone el énfasis en la noción del self y en sus esfuerzos de
realización. Estas nociones constituyen las fuerzas holísticas que hacen del individuo un sistema
motivacional unificado. Para los humanistas, los esfuerzos del self, o tendencia de autorrealización
son nucleares y representan un sistema motivacional supraordenado, que organiza y unifica los
demás motivos. El motivo nuclear, que organiza y ordena a los demás es: el ser quien uno es
verdaderamente. Este motivo abarca todos los esfuerzos del organismo hacia el crecimiento y el
desarrollo (Garrido, 1996). La autorrealización es un proceso de cambio en el que el yo pasa de la
simplicidad a la complejidad, de la dependencia a la autonomía y de la rigidez de pensamiento a la
expresión libre. Se enfatiza el desarrollo creativo o crecimiento del individuo. El enfoque rogeriano
centrado en la persona considera que las personas poseen una tendencia realizadora intrínseca, lo
que significa que luchan para crecer y realizar todas sus capacidades (Nicolson y Ayets, 2002).
Para Maslow (1987) la autorrealización se refiere al deseo de la persona por la autosatisfacción, a
saber, la tendencia a hacer realidad lo que es en potencia. El deseo de la propia realización, del
florecimiento completo de las capacidades y potencialidades de las personas, o la tendencia a
actualizarse como el deseo de llegar a ser todo lo que uno es capaz de ser (Buss, 1987).
Las principales características distintivas del enfoque humanista se derivan de su compromiso con
el valor del crecimiento personal (Cloninger, 2003):
La perspectiva humanista se centra en los aspectos superiores más avanzados y sanos de la
experiencia humana t su desarrollo. Entre ellos se encuentran la creatividad y la tolerancia
La perspectiva humanista valora la experiencia subjetiva del individuo, incluida la experiencia
emocional esto se denomina en ocasiones enfoque fenomenológico.
Los psicólogos humanistas ponen más énfasis en el presente que en el pasado o futuro.
Los humanistas recalcan que cada individuo es responsable de los resultados de su vida. No hay
condiciones pasadas que predeterminen el presente. La capacidad de una persona para la
autorreflexión mejora la elección sana.
la perspectiva humanista pretende aplicar sus descubrimientos al mejoramiento de la condición
humana modificando el ambiente en que se desarrolla la gente. Supone que, dadas las
condiciones apropiadas los individuos se desarrollan en una dirección deseable.En todo ser
humano, gran parte de la conducta se resuelve a través de elecciones y toda persona tiene un
sistema de valores que ejerce notoria influencia en su conducta. El hombre es un agente
consciente, él es quien experimenta, decide y actúa. En la corriente humanista desde un primer
momento cobro particular significación el problema de las metas y de los fines, aspecto en el cual
se ha centrado de un modo importante.

Motivación & Emoción

Introducción:

En este trabajo les presentare una síntesis de lo mas relevante en las teorías de
grandes pensadores que nos dejan un conocimiento acerca de cómo el ser humano
puede actuar de determinada forma en circunstancias diferentes.

Conoceremos quienes fueron sus más grandes autores y cuáles fueron sus
aportaciones, dándolas a entender de una forma breve y entendible, tiene como
objetivo hacer mayor razonamiento de cada una de sus teorías y de quedar claro
todo lo que está escrito en ellas.

Desarrollo

Teoría de la voluntad:
Para Descartes la fuerza motivacional última era la voluntad. Razonó que si
podías comprender la voluntad, entonces serías capaz de comprender la
motivación.

DESCARTES

• La fuerza motivacional máxima era la voluntad: inicia y dirige la acción. Si se


comprende la voluntad, se comprende la motivación.

• Las necesidades corporales, las pasiones, los placeres y los dolores creaban
impulsos a la acción, pero estos sólo excitaban a la voluntad.

• Al asignarle poderes exclusivos de motivación a la voluntad, Descartes le dio su


primera gran teoría a la motivación.

• Gran teoría: teoría global que busca explicar el rango completo de la acción
motivada

Teoría de los Instintos:

Para Darwin, el comportamiento animal parecía ser principalmente no


aprendido, automático y mecanicista. Para explicar el comportamiento adaptativo
preestablecido, Darwin propuso el instinto.

El logro de Darwin consistió en que su concepto motivacional explicaba lo que


la voluntad de los filósofos no podía hacer, en primer lugar, de dónde viene la
fuerza motivacional. Los instintos surgen de una sustancia física, a partir de una
herencia genética también los instintos están en los genes y por lo tanto existen
como una tendencia innata para actuar en una forma específica.

D A R W I N “La supervivencia de los más aptos”

Los hombres y animales son especies progresivas, no aislada.

Teoría de la Pulsión

Es la que se basa en la pulsión como motivador. La pulsión como concepto


motivacional emergió a partir de una biología funcional que entendía que la
función del comportamiento era satisfacer las necesidades corporales. Conforme
ocurren los desequilibrios biológicos, como la falta de alimento y agua, los animales
experimentan de manera psicológica dichos déficit de necesidad como pulsiones.
La pulsión motivaba cual¬quier comportamiento que fuese instrumental para
servir a las necesidades corporales.

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