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Número 7. enero de 2017.

Responsable de edición:
Fabiola Quiroga
Revisión:
Marco Marín y Cecilia De Marchi
Diseño y Diagramación:
Valeria Antezana
Colaboran en este número:
Marco Antonio Marín, Javier Romero, Marcelo
Guardia, Daniel Cotillas, Laboratorio de Periodismo
Cultural, Mijail Miranda, Ariel Guarayo, Jorge
Gemetto, Fabiola Quiroga, Estefanía Rodero, Mabel
Franco y Dino Garzoni.
TELARTES: Culturas conectadas en movimiento
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4.0 Internacional

Este número cuenta con el apoyo del Fondo


Internacional de la Diversidad Cultural de la UNESCO
presentación

Iniciamos el año retomando nuestros boletines, continuando con la apuesta


por el trabajo conjunto que permite construir este material desde miradas
diversas, contribuyendo a visibilizar diferentes temáticas del ámbito
cultural.

Este Grito Cultural llega con 12 textos: el pronunciamiento sobre el estado


de situación de la construcción participativa de la Ley Marco de Culturas:
norma lo ya existente o desafía al futuro; el artículo de Marco Marín sobre
el vaciamiento de la ley de culturas; Javier Romero hace una reflexión sobre
las culturas en disputa; Marcelo Guardia expone en su artículo “Glup” sobre
el concepto de descolonización contemplado en la ley de culturas.

Daniel Cotillas, en su artículo “Tecnologías Libres en TELARTES. No


es el código, es la comunidad”, expone el proceso de construcción de la
comunicación desde el común. El Laboratorio de Periodismo y Crítica
Cultural nos comparte “Nada debe ser imposible de cambiar: experiencias
de un laboratorio de periodismo cultural”. El periodista cultural Mijail
Miranda nos comparte “Ser el enemigo , o cómo tentar a la crítica teatral”.
Para conocer acerca de las Festividad de Todos Santos, compartimos el
artículo de Ariel Guarayo Morales, “Vida y muerte: una mirada desde la
cosmovisión andina”. Desde Uruguay el Centro Cultural Ártica hace “Un
repaso a la Cobertura Colaborativa del Congreso Online #GCultural2016”.
Desde TELARTES compartimos el artículo sobre la V Bienal de Escultura
en Piedra desarrollada en Tarata, Cochabamba. Desde España, Estefanía
Rodero Sanz hace una reflexión en su artículo “Soberanías culturales del
Sur y democracias”.

En este número quisimos hacer un homenaje a la actriz María Elena Alcoreza


compartiendo el artículo de la periodista Mabel Franco.
[ índice ]

Pronunciamiento sobre el estado de situación de la


construcción participativa de la Ley Marco de Culturas:
Norma lo ya existente o desafía al futuro 05

Vaciamiento de la Ley de Culturas 08


Marco Antonio Marín G.

CULTURAS EN DISPUTA 09
Javier Reynaldo Romero Flores

“Glup” 13
Marcelo Guardia

Tecnologías Libres en Telartes. No es el código, es la


comunidad 15
Daniel Cotillas

NADA DEBE SER IMPOSIBLE CAMBIAR: Experiencias de un


laboratorio de periodismo cultural 17
Laboratorio de Periodismo y crítica Cultural

SER EL ENEMIGO, O CÓMO TENTAR LA CRÍTICA TEATRAL 20


Mijail Miranda Zapata

VIDA Y MUERTE: Una mirada desde la cosmovisión andina 24


Ariel C. Guarayo Morales

Un repaso a la cobertura colaborativa del Congreso online


#GCultural2016 28
Jorge Gemetto

V Bienal de Escultura en Piedra 32


Fabiola Quiroga Conti

SOBERANÍAS CULTURALES DEL SUR Y DEMOCRACIA 36


Estefanía Rodero Sanz

María Elena Alcoreza: “Nunca le temí al fracaso” 40


Mabel Franco Ortega

circula lectura 45
CULTURAS EN DISPUTA
Javier Reynaldo Romero Flores | Investigador orureño | Conoce más artículos del autor: warikato.blogspot.com |
warikato@gmail.com

La posibilidad de acceder a un “Anteproyecto de ley marco de culturas”, socializado en todo el país a


través de la gestión de/con “redes culturales” realizada por TELARTES, posibilita la crítica y la reflexión
sobre el tema, pero, debería también producir la posibilidad de construcción conjunta. Es decir,
más allá de encontrar aciertos, coherencias o falencias, vacíos y equívocos en aquel anteproyecto,
sin descartarlos para la reflexión, deberíamos centrarnos en la posibilidad de que los contenidos
de aquel documento jurídico puedan lograr aperturas e iniciar procesos de transformación de
nuestra realidad colonial y colonizada por el actual patrón global de poder dominante en el planeta.
Pensamos que aquellas aperturas y sus procesos deberían ser la finalidad de la “Ley de Culturas” en
el contexto de una “Revolución Democrática Cultural”.

En ese sentido, esta reflexión orienta la posibilidad de una apertura surgida de la práctica festiva en
todo el país, que nos proyecta más allá de “la cultura”, para pensar los problemas de la dinámica
intercultural y su relación con el campo jurídico. Decimos que es apertura, justamente, porque
nuestra intención es mostrar la transición de una idea de “cultura” hacia otra, la interculturalidad
y su dinámica. La primera, arraigada y enraizada en nuestras representaciones a lo largo de varios
siglos, pluralizada en los últimos años como “culturas” y sin ninguna intención de transformación
real de las representaciones que ha producido hasta ahora; la segunda, produciéndose en la realidad
pero sin formalización en los espacios académicos nos aparece todavía como algo por construir.
Se trata de una reflexión que orienta el vivir y el pensar de la dinámica intercultural desde sus
contradicciones y conflictos, para lograr la transformación de las actuales representaciones que
actúan como “camisas de fuerza” en nuestro pensamiento. Al decir nuestro pensamiento me refiero
al de todos nosotros, intelectuales, “artistas”, gestores culturales, pero sobre todo funcionarios de
gobierno.

Aquella transformación requiere comprender la complejidad de las relaciones interculturales desde


el presente complejo, en el que la política global y el mercado transnacional actúan delimitando
y definiendo los escenarios en los que la idea de “cultura”, en este caso la que ha impuesto el
patrón colonial de poder, se sigue reproduciendo como representación universal; para que, una
vez detectados sus mecanismos y dispositivos de reproducción, se pueda generar la producción de
procesos alternativos distintos.

Pensamos que, para que se entiendan las posibilidades de esta transformación es necesario hacer
ciertas aclaraciones de partida. En el primer caso la “cultura”, en singular, ha sido comprendida como
una entidad eminentemente humana, construida a partir de procesos psico-biológicos, que sirve
para el relacionamiento entre humanos y de éstos con la naturaleza y lo sobrenatural. Aquello que
también produce la construcción de formas de organización entre humanos, definiendo sistemas de
creencias, modos de sensibilización desde y con el entorno y lógicas de pensamiento y racionalidad;

[9]
cultras en disputa - javier Reynaldo Romero Flores

que sirven, además, para establecer estructuras de relaciones y sistemas de representación


aprehendidos y compartidos socialmente.

Este uso singular de la “cultura” ha recaído en una construcción desde un interés político-hegemónico
específico, en una idea universal de la misma; im-poniendo los procesos particulares de una región y
una época determinada por encima del resto de grupos humanos que también han pasado por estos
procesos. Esto, directamente relacionado con la imposición de un patrón de poder específico, en
este caso eurocéntrico, ha servido para posicionar como referente de “cultura universal” los modos
de relacionamiento construidos por determinadas culturas dominantes, es decir, aquellas que en
determinados momentos históricos, inicialmente regionales, posteriormente globales, instalaron
aquel patrón de poder dominante. En estos casos, pero sobre todo a partir del siglo XVI con la
globalización de la dominación colonial, se esencializó la cultura desde el poder como dominación y
se impuso como referente de vida en las poblaciones dominadas.

Posteriormente, en las últimas décadas del siglo XX, se introdujo la comprensión de la cultura en
plural, como “culturas”, pero no se introdujo ninguna transformación fundamental, al contrario,
fue nada más un modo de manipulación de la posibilidad de existencia de la diferencia cultural. Fue
solamente un intento de visibilización de las otras culturas, aquellas que no tienen el privilegio de
detentar el poder político; en este caso podría pensarse que el hecho de nombrar a las culturas en
plural es ya una apertura importante, precisamente porque pluraliza y rompe con la homogenización
cultural.

Sin embargo, en este caso, se trata de una concepción eminentemente culturalista que mantiene
los contenidos universales de “cultura” y desde estos se desplaza hacia otras culturas consolidando
su inferiorización. En este caso estas otras culturas subsumen sus prácticas a decisiones políticas
liberales y, con sus variantes en todo el mundo, a la lógica instrumental de la racionalidad económica
capitalista. Y, además de subsumir sus prácticas, sufren el vaciamiento epistémico de sus contenidos
y con esto la transformación de sus representaciones culturales para que sean reemplazadas por
las de la cultura dominante. De este modo la racionalidad moderna manipula residuos de prácticas
culturales no modernas, se apropia de ellas, las descontextualiza, las exotiza para que puedan ser
vendidas en el mercado capitalista de mercancías. En ambos casos, en singular o en plural, se trata
de la subsunción a una forma de vida, es decir a una cultura, impuesta por el patrón global de poder
dominante desde un proyecto civilizatorio hegemónico. La diferencia es que en el modo singular
se invisibiliza a las otras culturas y en el modo plural se las hace visibles pero se las instrumentaliza.

En ambos casos es el proyecto civilizatorio de la modernidad occidental capitalista el que está


orientando estos procesos complejos, en los que intervienen las academias en la producción teórica,
los gobiernos en la factibilidad de legislaciones y ejecución de políticas y el mercado capitalista en
la transformación de prácticas culturales en mercancías. Éste es el actual estado de realidad en
relación a lo que se conoce como “cultura”, en nuestro país, en nuestro continente y en nuestro
planeta. En este contexto, la insurgencia festiva (por ejemplo el conflicto Anata vs. Carnaval en
Oruro), como práctica cultural, nos está proporcionando posibilidades de comprensión distinta

[ 10 ]
cultras en disputa - javier Reynaldo Romero Flores

del campo cultural y esto está sucediendo mientras la “ingenuidad” de algún ministro se empeña
en transformar lo festivo en mercancía. Es decir, la dinámica festiva y los conflictos producidos al
interior de esta dinámica nos han ubicando en un lugar epistémico a partir del cual hemos podido
detectar aquellas posibilidades distintas de comprensión de “la cultura”, en este caso como dinámica
intercultural.

La posibilidad de comprender la dinámica intercultural de un modo distinto, es decir, no como


culturas en plural y tampoco como “la cultura”, en singular; sino más bien como culturas en conflicto,
al mismo tiempo de ser una posibilidad de apertura, requiere el despliegue de varios procesos
complementarios. La construcción de estos procesos es parte de la apertura sugerida y con esto
se abre también la posibilidad de trascender hacia otra concepción, en este caso ya no de cultura o
culturas, más bien como dinámicas de interculturalidad, en las que el conflicto y las contradicciones
son parte vital para su despliegue y para las nuevas construcciones. Es decir, se trata de transitar
de los conceptos abstractos de cultura que no delimitan ningún conflicto, hacia la comprensión
de la realidad desde los conflictos interculturales. Esto significa comprender los movimientos de
las culturas del modo más aproximado posible a cómo se presentan en la realidad, o sea, como
resultado de posicionamientos e intenciones políticas y centrándonos en los movimientos que
se generan. Tarea nada fácil, pero muy necesaria, que ninguna estructura de poder que se diga
revolucionaria debería desestimar.

Los procesos humanos siempre han estado sujetos a encuentros, influencias externas y
transformaciones. Actualmente esto se da con mucho más énfasis, las creencias y los valores, los
territorios y las lenguas, las cosmovisiones y las formas de familia, entre otros elementos culturales,
se manifiestan en continuo conflicto y contradicción y están sometidos a influencias e imposiciones
de orden político. Es por ello que nos parece fundamental orientar los esfuerzos a la comprensión
de la dinámica intercultural y no así de “la cultura”, que se queda flotando en la teoría, detenida,
mientras la realidad continúa en su dinámica de conflictos y contradicciones. Pensamos que a partir
de este primer paso se puede ir construyendo la posibilidad de comprensión de estos procesos de
conflicto y dinámica intercultural.

Esta comprensión de las culturas, en conflicto intercultural, ayuda a “dibujar” un mapa mucho más
cercano a lo que está pasando en Bolivia y en otros países también. Si bien este tipo de comprensión
es un problema de partida de aquel anteproyecto, es obvio que los técnicos del Ministerio de
Culturas, absortos por la gestión urgente, no están preocupados por la producción categorial y
el análisis teórico-epistémico. Esto por una parte; por otra, es bastante obvio que existen muy
pocos espacios y personas en las instancias de gobierno que conciben la descolonización como un
proceso de de-construcción de la analítica de la modernidad eurocéntrica. Es decir, que piensen
que la transformación de las categorías de análisis que utilizamos para nombrar nuestra realidad y
relacionarnos con ella es parte de la superación del problema colonial.

Por lo anterior nos inclinamos a pensar que estas son las razones por las que aquellos técnicos, que
desarrollan la gestión política, siguen pensando que la cultura se preserva y se conserva. Porque sólo

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cultras en disputa - javier Reynaldo Romero Flores

desde esta lógica instrumentalizada hacia el mercado de consumo, se puede orientar las prácticas
culturales para su mercantilización, para que sean vendidas como mercancías en el mercado global
del turismo, dispositivo creado en el siglo XIX en Europa para comercializar la cultura. Además la
folklorización y la patrimonialización, logros de la gestión estatal actual, se suman como dispositivos
de fetichización de las prácticas culturales a estos procesos que, actualmente, siguen siendo
respaldados por las legislaciones en América Latina.

En Bolivia el actual “Anteproyecto de ley marco de culturas”, a pesar de esfuerzos de colectivos


grupos y organizaciones que despliegan prácticas artísticas y reproducen representaciones
culturales, articulados a partir de TELARTES, que agotaron intentos de varios años por abrir
algunos boquetes a la gestión cultural tradicional, liderada por el Estado y cooptada por el mercado
capitalista de consumo de prácticas culturales, tampoco marcará la diferencia. Porque, como dijimos
en líneas anteriores, la construcción de procesos de transformación tiene que ver con aperturas
y con posibilidades de trascender hacia otras concepciones, por ejemplo transitar del uso de la
categoría “cultura” y tener la osadía de proponer una “ley de interculturalidades”, que tenga como
fundamento la noción de dinámicas de interculturalidad. Pero para ello es fundamental que la gente
que hace gestión política en el país habite la realidad de este siglo XXI.

Mesa de trabajo durante el II Congreso “Culturas en Movimiento” | Fotografía: Issa Montano

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