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1. La reforma protestante y la enumeración de sus principales corrientes.

1.1. Los principios dogmáticos de la reforma


La Confesión de Ausburgo (1530), primera formulación de la fe protestante, afirma
que dos principios son la base de la Reforma. La sola Escritura afirma la supremacía de la
palabra de Dios (el Evangelio) sobre la organización jerárquica de la Iglesia1; el principio
de fe sola significa la redención gratuita del hombre por la Cruz de su Salvador, sin atribuir
a sus propios méritos la liberación del pecado2. Las demás cuestiones, especialmente la
noción de sacerdocio universal y la estructura de la Iglesia, son consecuencia y desarrollo
de estos dos principios primeros.

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En las controversias de fines de la Edad Media era frecuente afirmar la supremacía del poder eclesiástico
sobre el civil. Frente a esta pretendía supremacía de la Iglesia institucional reacciona OCKHAM que afirma
que toda autoridad proviene de la escritura y de la Iglesia universal, y no del romano pontífice. MARSILIO
DE PADUA concibe una Iglesia universal ecuménica y democrática, basada en la supremacía de la escritura
como fuente de autoridad, y en la que la escritura sólo debe ser interpretada por los concilios en los casos
oscuros. Estas mismas ideas radicalizadas, y ya en franca oposición a la Iglesia, se reiteran en el siglo XIV
con WICLIF y HUS. Si la escritura es la única fuente de verdad —dicen—- y hay un abismo entre la verdad
sentada en la escritura y la verdad predicada por la Iglesia, la razón es que la Iglesia tiene aprisionada y
cautiva a la verdad: la Iglesia católica es la Babilonia del pueblo de Dios: la simonía y la ignorancia han
desviado el espíritu de la Iglesia. (TAVARD, Ecriture ou Eglise, París, 1963, en especial Págs. 10 y 133, 53 y
sigs.). Según SKINNER (The foundations of modern political thought, Cambridge, 1978, II, pág. 11),
LUTERO repite la idea de los herejes del medioevo (Valdenses, Wiclifitas) que identificaban al papado con el
anticristo; por eso la época presente es, según LUTERO, la del conflicto radical entre la palabra de Dios y el
poder eclesiástico desviado, que ha confundido el régimen mundano con el espiritual y ha instaurado el reino
del anticristo. Desde otra perspectiva se subraya que la Reforma en su origen fue un ensayo de vuelta al
agustinismo imperante en la Alta Edad Media, frente a un nuevo racionalismo triunfante por obra de la
escolástica, en el contexto del cisma de Avignon, y la corrupción de algunos Papas romanos. «LUTERO —
dice NIETZSCHE— se indignó contra el renacimiento de Roma, en vez de entender, Con el más profundo
agradecimiento, el extraordinario acontecimiento ocurrido: la derrota del cristianismo en su propia sede... »
(El anticristo. trad. esp., Madrid, 1982, Pág. 119). Sin embargo, como veremos después, NIETZSCHE,
considera también en LUTERO la protesta de un alemán palurdo, que no entiende el refinamiento de la
Iglesia romana.
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El nominalismo, con su radical voluntarismo, había llegado a la noción de un Dios caprichoso, que salva
por motivos desconocidos. Esta visión de Dios hace temblar a LUTERO. Y es que el nominalismo era una
corriente de pensamiento turbadora; mostraba un Dios tiránico, déspota, alejado y distante. La superación de
la vía moderna explica la necesidad de buscar la relación directa con Dios. Por ello desarrolla LUTERO su
noción de fe como certeza de la salud, como consuelo del creyente, como promesa de salvación: MATEO
SECO, Martín Lutero: sobre la libertad esclava, Madrid 1978, Pág. 11. LUTERO es presentado como
tributario en este punto de la mística medieval. Sobre la teología de la Cruz: GARCIA VILLOSLADA Martín
Lutero, Madrid, 1973, 1, Pág. 363; GHERARDINI Theologia crucis l`heredita de Lutero nell’evolutione
teologica della Riforma, Roma, 1978, Pág. 399. El protestantismo, como fenómeno religioso, se asienta en
una antropología pesimista, basada en la noción de pecado, como radical corrupción de la naturaleza humana.
Para el protestantismo, por el pecado el hombre se encuentra radicalmente alejado de su Dios (Deus
absconditus) y engañado por su razón. Según LUTERO, todo cuanto hace la voluntad humana corrompida por
el pecado original es pecado. La concupiscencia invencible se identifica con el pecado original (GARCÍA
VILLOSLADA, Pág. 361). Identifica LUTERO pecado original y concupiscencia, y considera que la
sexualidad es pecado aun dentro del matrimonio (aunque Dios no lo impute). Desde la perspectiva católica, el
Concilio de Trento distingue entre concupiscencia y pecado original.
Los principios de la sola escritura y fe sola plantean un difícil dilema: ¿Cómo saber
cuál es la Escritura, la verdadera palabra? ¿Cuál es el contenido de la fe? Se responde, que
estas preguntas está mal formuladas: la autoridad no define la palabra, sino que la palabra
genera la autoridad; no se salva el hombre por su fe, sino que la fe salva al hombre; no es la
Iglesia la llamada a dar testimonio de la verdad, sino la verdad la que da testimonio de la
Iglesia3.

1.2. Lutero y la reforma cristiana.


LUTERO4, religioso profeso agustino, con toda su vida centrada en la presencia
de Dios, nos cuenta su “experiencia de la torre”, que le lleva a proclamar el principio de la
sola fe. Sentía la desesperación ante la justicia de Dios, intentó evitarlo por medio del
ayuno y la plegaria, pero fracasó; volvió a la lectura de San Agustín, pero ésta le confirmó
en su impotencia; dudaba del estado de su alma y temblaba por la predestinación. Después
de años de profunda angustia, mientras trabajaba en la torre del monasterio de Wittemberg,
fue repentinamente iluminado por el Salmo 30: in iustitia tua liberame; la justicia de Dios
perdió entonces su sentido disciplinario y tomó un sentido consolador. Su alma se ilumina.
El temor ante la justicia de Dios no significa el castigo, sino la gracia que salva y justifica;
no es el pecador el que se salva a sí mismo, sino la fe de Dios salva; el hombre no puede
pretender la soberbia de presentar sus méritos ante Dios5.

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A pesar de la brillante respuesta, que parece ser originaria de MELANCHTON, el problema de la identidad
de la escritura no ha dejado de ser polémico y central en el desarrollo del Protestantismo. Luteranos y
calvinistas, ante el problema de la autenticidad de la escritura, parecen evolucionar hacia el reconocimiento de
la tradición y de la sacramentalidad de la Iglesia, para justificar también el canon del Antiguo y Nuevo
Testamento, y procurando evitar la ruptura tajante con la Iglesia del pasado. La fe salvadora no es entonces
para LUTERO una simple adhesión personal, sino mas bien el signo de participación en una comunidad
cristiana, redimida por la sangre de Cristo y fundada en la gracia. Los protestantes en general no aceptan la
canonicidad de aquellos libros del Antiguo Testamento que no esta en la Biblia judía, con lo que existe en este
punto un efectivo acercamiento de protestantes, especialmente calvinistas, al judaísmo.
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Las principales obras de Lutero se encuentran publicadas on line en inglés:
http://www.iclnet.org/pub/resources/text/wittenberg/wittenberg-luther.html. También pueden encontrarse en
http://onlinebooks.library.upenn.edu/. En castellano algunas obras de Lutero en
http://www.angelfire.com/wi3/dhaeuser/.
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El relato es tomado al pie de la letra por GARCÍA VILLOSLADA, Martín Lutero, Madrid, 1973, 1, pág.
294 y sigs, que parece creer el propio testimonio de LUTERO de 1545. LUTERO, partiendo del dogma de la
sola escritura, descubre de la lectura de San Pablo, especialmente Romanos 1,17, el principio de la salvación
por la sola fe, y hace de este principio de la fe sola justificante (sin imputación de las obras del hombre) la
ontología de la catolicidad de la Iglesia evangélica. Existe una traducción de los escritos de Lutero realizada
por T. EGIDO, Salamanca, 1977. El tema en concreto de la experiencia de la torre puede leerse en la Pág.
370. Recuérdese que San Agustín se opone en sus escritos a la herejía pelagiana que afirma que el hombre se
salva sus obras. La acusación de pelagianismo se ha utilizado siempre por los protestantes frente a los
católicos, y adquiere especial virulencia en vísperas de la revolución francesa en el jansenismo. Sin embargo
frente a esta tesis de la “conversión” o “iluminación” luterana, la dogmática mas moderna parece presentar la
maduración teológica de Lutero como un proceso debido a sus estudios bíblicos, que podría haberse iniciado
en 1511 o 1513, y que solo incidentalmente estaría también generado por fuertes criticas a las riquezas y
corrupción de la Iglesia, o por los escrúpulos de un monje torturado por la muerte, la predestinación y la
castidad imposible; otros autores discrepan de esta génesis tan temprana y para fechar la secesión luterana se
mantiene otra posterior a 1518, lo que parece estar en relación con la polémica sobre si la definitiva ruptura de
LUTERO fue anterior a su condena por la Iglesia o si por el contrario fue la presión dogmática y la escalada
de los debates la que le forzó a asumir posturas a las que nunca hubiera querido llegar, siendo la condena de la
Iglesia la que en definitiva provocó la ruptura. En todo caso la credibilidad de la teatral confesión luterana
sobre su conversión entiendo que puede ponerse en duda, pues justificaría solo el dogma de la sola fe, que en
todo caso tiene importantes raíces en la teología medieval, y no el de la sola escritura, que es anterior y
preeminente. Sobre el debate de cual fue el conflicto interno o idea motriz que le pudo llevar a desarrollar su
sistema teológico de salvación por la sola fe (ver B. LOHSE, Martin Luther´s Theology, trad. ing.
Minneapolis, 1999, en particular Pág., 87 y sigs).

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