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Elsa Punset, la escritora española que encontró en la filosofía las

claves de la felicidad: "Las emociones negativas nos hacen menos


inteligentes"
La licenciada en Filosofía y Letras, y escritora de best sellers, se consagró como
autora de referencia en el área de inteligencia emocional y social en el mundo de
habla hispana. A través del análisis de los legados de los más notables antiguos
filósofos griegos y chinos, la gurú de la felicidad seleccionó las mejores
herramientas para alcanzar el tan ansiado estado de bienestar
Por Belen Filgueira 11 de mayo de 2018
Nacida en la ciudad de Londres, pero criada en Haití, Estados Unidos y
Madrid, quizás la vida algo nómada de Elsa Punset le haya otorgado un carácter
que le permite poner distancia al contexto, y desdramatizar la vida.

Hoy es considerada una gurú de la felicidad, título que se desprende de su


inquieta carrera y trayectoria, y cuyas claves encontró luego de una minuciosa
búsqueda por los pensamientos de antiguos y contemporáneos filósofos de todo el
mundo.

Elsa Punset es hoy considerada como la gurú de la felicidad (Martín Rosenzveig)

Es hija del famoso escritor, economista y divulgador científico español Eduard


Punset. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Oxford y tiene
un máster en Humanidades, Periodismo y Educación Secundaria. También
dirige el Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional , desde el que
impulsa talleres y proyectos relacionados con la inteligencia emocional para
adultos y niños.

Los libros de su autoría incluyen Inocencia radical, Brújula para navegantes


emocionales y Una mochila para el universo. Este último se convirtió en un best
seller con más de 150.000 ejemplares y 14 ediciones en Japón, México, Italia,
Turquía y Grecia entre otros.
Sus ámbitos de interés se centran en la aplicación de la inteligencia emocional,
la toma de decisiones y los procesos de aprendizaje en adultos y niños. Desde
el año 2015, inició la publicación de una colección de cuentos
ilustrados, dirigidos a un público infantil que ayuda a los niños a entender y
controlar sus emociones a través de sus aventuras.

Un legado de antiguos filósofos griegos y chinos

En su último libro “Felices”, invita a los lectores a mejorar esa nota que le ponen a su felicidad a
través de una serie de consejos prácticos y completos (Alex García)

A través de un legado de antiguos filósofos griegos y chinos, poetas y


científicos, la escritora acerca en sus libros herramientas con altas dosis de
pragmatismo, rutinas, gestos, intuiciones y pistas para acercarse día a día al ideal
de felicidad.

"Los filósofos entendieron la filosofía como una forma de vida y querían encontrar
herramientas para que las personas pudiesen practicar a diario la autoayuda, no
solo para sí mismas, sino también para relacionarse y convivir con los
demás", cuenta en su libro Felices.

De la sabiduría de los estoicos rescata la habilidad de mantener la calma y


ser razonablemente felices en situaciones difíciles y explica que una buena parte
del sufrimiento humano se debe a que intenta ejercer control sobre
los elementos que no puede controlar como el trabajo, la economía y el futuro.

"La felicidad no es un lujo biológico, ni un egoísmo, ni un capricho como se ha


pensado, sino que tiene un impacto directo no solo sobre el bienestar emocional
y la salud mental pero sobre la salud física, la memoria, la longevidad, la
creatividad y el cociente intelectual", explicó en diálogo con Infobae la
escritora.

Una generación de múltiples retos


Los antiguos griegos realizaban un viaje cósmico para alejarse de la “realidad”. Eran muy
conscientes acerca de cómo cuando uno mira las cosas muy de cerca acaba distorsionándolas
(Getty Images)

Para Punset, al ser humano se le presentan hoy múltiples oportunidades, pero la


velocidad en la que vive es un arma de doble filo: si bien permite acceder a la
información como nunca antes, las vidas de los seres humanos son más
inestables que nunca. El ser humano se encuentra en una guerra
cotidiana entre abrirse al mundo de la información y no hacerlo para protegerse
de la invasión de información.

"El trabajo, la pareja, el lugar donde vivimos, todo eso es inconstante y el


cerebro humano odia la incertidumbre. Por eso, es un momento
muy apasionante para vivir, pero que provoca mucho estrés", afirmó Punset.

Según la gurú de felicidad, se ha observado desde hace décadas que


la velocidad con la que aumenta el bienestar o la capacidad para ser feliz, no
es equivalente a la velocidad con la que lo hacen las facilidades materiales que
ofrece el consumismo.

A su vez, si hablamos de redes sociales, un medio de gran impacto en la


sociedad que ha logrado transformar las formas de comunicación, este fenómeno
en el cual el ser humano se encuentra inmerso tiene su lado positivo y negativo.
"Uno nunca se aleja de nada, todo se encuentra tan cerca que cuesta mucho
tomar distancia y no agobiarse", advirtió.

Las emociones se contagian como un virus


Según la escritora, para mejorar la capacidad de ser feliz es fundamental rodearse de gente
que inspire o que refleje características admirables (Martín Rosenzveig)

Para la experta, las redes sociales rompen la capacidad de vinculación física


con el otro. "El anonimato y la lejanía les permiten a las personas agredir y no
sentirse afectadas por la reacción del otro. Estamos dotados de empatía y
sentimos físicamente las emociones, a menos que seamos psicópatas", aseguró.
La mayoría de las personas cree que cambiando de trabajo, de país o de
entornovan a huir de las personas tóxicas o negativas. El problema
para Punset, es que a donde vayan se las reencontrarán porque así funciona la
humanidad, que es un gran ecosistema emocional y hay "de todo en todas
partes".

“Es más inteligente aprender a gestionar a quienes te hacen daño, poner límites,
aprender a decir no, no cargar con los problemas de los demás, que huir”, afirmó.
En su libro, propone un pequeño protocolo para enfrentarse a la ira del otro,
aprender a gestionar y a expresar las emociones negativas de las que estamos
rodeados inevitablemente.

El secuestro emocional de la ira

La ira es, después del miedo, una de las emociones principales de un cerebro
programado para sobrevivir. Si bien tiene muy mala fama, no es ni negativa ni
positiva. Como el resto de las emociones, es útil o perjudicial al momento de
defender algo importante; es "el germen de la justicia social". "La ira provoca
una reacción emocional muy fuerte en el cerebro humano de querer agredir o
huir, las emociones negativas nos hacen menos inteligentes y menos creativos",
explicó.

Los humanos somos una especie de volcán químico y eléctrico, que


necesita expresar las emociones y no reprimirlas. "Si se quieren dar el lujo de vivir
las emociones al cien por cien tienen la responsabilidad de aprender a
gestionarlas", sostuvo.
Un cerebro programado para sobrevivir: teflón para lo positivo, velcro para
lo negativo

El cerebro humano está programado para sobrevivir con una tendencia a destacar, agrandar y
memorizar lo negativo (Getty Images)

El cerebro humano está programado para buscar el placer para la


supervivencia, no el placer por sí mismo, y, sobre todo, disfruta de la comida y
del sexo.
Aprender a renunciar a algo temporalmente aunque no haga falta hacerlo, es la
clave para comprobar que no se necesita tanto como se cree y para luchar
contra el proceso de habituación del cerebro humano, que se acostumbra a
cosas agradables y al final deja de disfrutarlas como al principio.

“El ser humano nace con un cerebro particularmente poco desarrollado que no está programado
para sobrevivir y no tiene todavía desarrollada la corteza cerebral que le permite prever y recordar”
(Getty Images)

Los estoicos eran partidarios de desacostumbrarse de los pequeños


placeres para luego volver a centrar la atención en lo positivo y disfrutarlo más:
vivir en el presente, no vivir en el cerebro alocado que está siempre en el pasado y
en el futuro.
"Los niños -explicó- tienen un cerebro mucho más preparado para disfrutar el
presente porque fisiológicamente no está desarrollado. Sonríen una media
de cientos de veces al día y los adultos una media de entre 17 a 20 veces al
día".

Pequeñas revoluciones en el mundo en búsqueda de la felicidad


En la sociedad aborigen australiana, “walkabout” es un rito de iniciación mediante el cual los
hombres realizan un viaje durante la adolescencia, y viven en el desierto por un período de hasta
seis meses para hacer la transición espiritual y tradicional a la edad adulta (Getty Images)

En Australia, la tradición aborigen del walkabout se trata de un viaje de


descubrimiento. Cuando llega la adolescencia, los aborígenes
australianos deben atravesar un rito de paso duro y esencial que les exige vivir
solos en el desiertodurante unos seis meses. El tiempo en soledad les permite
encontrarse a sí mismos.

En los Estados Unidos, festejar el Día de Acción de Gracias cada cuarto jueves
de noviembre es una tradición que se remota hacia el año 1620. Cultivar una
actitud agradecida ante la vida tiene múltiples beneficios: mayor felicidad, mayor
autoestima y mejores relaciones sociales. Celebrar y entrenar la capacidad
para la gratitud expresa aprecio por lo que se tiene, en vez de poner énfasis
sobre lo que no.

En Tailandia, el festival Loy Krathong enseña a dejar ir las emociones


negativas, a través de un ritual donde miles de linternas de papel suben hacia
el cielosimbolizando una invitación a dejar ir las preocupaciones, la renuncia y
superación de todos los rencores, malos humores y puntos débiles de cada uno, a
fin de comenzar una nueva vida sin ellos.

"Cuando hablo de felicidad no digo que la vida sea fácil, entre las enormes
pérdidasa las que se enfrenta el ser humano, la primera es el temor a su propia
vida que se termina. Perdemos seres queridos, oportunidades y trabajos y lo
que más nos ayuda a superarlo es el afecto de los demás y aún así no podemos
evitar pasar duelos largos y llevar heridas", advirtió Punset.

Muy a menudo el ser humano enfrenta grandes pérdidas y sin embargo lo que
realmente le causa infelicidad de forma sostenida es su manera de gestionar las
pequeñas emociones negativas. "Las grandes desgracias no las podemos
evitar, son incontrolables y una vez que llegan tenemos un sistema inmunológico
psicológico muy potente para enfrentarlas", concluyó.

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