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cl

INTRODUCCIÓN A LA SEXUALIDAD EN LA SOCIEDAD


CONTEMPORÁNEA
UNIVERSIDAD DE CHILE
FACULTAD DE CIENCIAS
SOCIALES
DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA

Diseño del Curso

2
BIENVENIDA

¡Bienvenida/o al Curso “Introducción a la sexualidad en la sociedad contemporánea!

En este Curso usted tendrá la oportunidad de vivir una experiencia de aprendizaje a


cuyo término usted estará en condiciones realizar una mejor práctica pedagógica con sus
estudiantes. El Curso le permitirá disponer de mejores y nuevos recursos para que
fortalezca sus competencias pedagógicas para organizar actividades en que sus
estudiantes puedan, a su vez, fortalecer sus competencias resolutivas en las situaciones
propias de la sexualidad y la afectividad.

El Curso propone una aproximación a la sexualidad y la afectividad, entenderlas como


experiencias personales e históricas a la vez, en sus vinculaciones con las relaciones de
género y las ubicaciones socioeconómicas y religiosas; la intimidad, los vínculos y
relaciones socio-afectivas entre las personas, etc., de modo que usted comprenda más
acabadamente los procesos de desarrollo, las experiencias e interacciones, sus
dificultades y bienestar que conlleva.

Esta docente y el equipo de monitores del Curso les deseamos mucho éxito en este
nuevo desafío profesional. Estaremos muy atentos a su proceso de aprendizaje para
prestarle el apoyo que necesite. No obstante, la mayor parte de las dudas tendrá que
resolverlas por si misma o por si mismo aprovechando la conectividad que el Campus
Virtual le ofrece con múltiples otros colegas educadores y educadoras. La resolución de
dudas y problemas formará parte de su proceso de aprendizaje y tiene el propósito de
que usted potencie la reflexividad sobre su práctica como un eje articulador de la
profesionalización de su práctica pedagógica en el ámbito de la sexualidad y la
afectividad.

Irma Palma.1
1. OBJETIVOS
1
Doctora en Psicología. Especialista en Sexualidad y Afectividad. Académica e Investigadora del Departamento de
Psicología Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.

3
1.1. Objetivo general: Que al término del Curso, aumente su capacidad para que
usted comprenda más acabadamente los procesos de desarrollo, las experiencias e
interacciones, así como las dificultades y bienestar que la sexualidad y la afectividad
conllevan, entendiéndolas como experiencias personales e históricas a la vez, en sus
vinculaciones con las relaciones de género y las ubicaciones socioeconómicas y
religiosas; la intimidad, los vínculos y relaciones socio-afectivas entre las personas, etc.

1.2. Objetivos específicos: Que al término del curso, usted:

1. Acreciente sus competencias para comprender los cambios ocurridos en la


sexualidad, teniendo en cuenta los cambios ocurridos en la sociedad.

2. Acreciente sus competencias para comprender la relación entre sexualidad y cuerpo,


teniendo presente la historicidad y complejidad de esta relación.

3. Acreciente sus competencias para comprender la relación entre sexualidad y género


y construcción de identidad, teniendo presente que la sexualidad está
profundamente inserta en la cultura.

4. Acreciente sus competencias para comprender la relación entre la sexualidad, la


construcción de vínculos, la intimidad y la convivencia con la diversidad, teniendo
presente que la interrelación entre trayectorias personales e patrones culturales y
sociales.

2. DURACION DEL CURSO

El Curso tiene una duración de cinco semanas y supone una dedicación mínima estimada
de 12 horas en la semana para el desarrollo de cada uno de sus módulos, tiempo que
cada persona organiza del modo que mejor le acomode. Los módulos constituyen
unidades que a su término son evaluadas.

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3. ORGANIZACIÓN DEL CURSO

3.1. Carta de Navegación del Curso

El Curso está estructurado en cinco módulos temáticos que se abordan secuencialmente.


Los cuatro primeros abordan los siguientes ejes temáticos:

Módulo 1: Le permitirá acrecentar sus competencias para comprender los cambios


ocurridos en la sexualidad, teniendo en cuenta los cambios ocurridos en la sociedad.
Este módulo le permitirá a usted disponer de nuevas herramientas conceptuales para
fortalecer sus prácticas pedagógicas.

Módulo 2: Le permitirá acrecentar sus competencias para comprender la relación entre


sexualidad y cuerpo, teniendo presente la historicidad y complejidad de esta relación.

Módulo 3: Le permitirá acrecentar sus competencias para comprender situaciones en las


cuales esté comprometida la relación entre sexualidad, género y construcción de
identidad, teniendo presente que la sexualidad está profundamente inserta en la

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cultura. Esto es, teniendo presente que el género se presenta como una construcción
social y cultural que aprendemos desde muy temprano y que modela intensamente
nuestra comprensión, nuestras percepciones, nuestras emociones y sentimientos y
nuestros comportamientos en las relaciones entre hombres y mujeres. Uno de los
ámbitos en que la transformación de la sociedad y de la sexualidad resulta más visible e
inmediata refiere precisamente a las relaciones de género.

Módulo 4: Le permitirá acrecentar sus competencias para comprender las condiciones


en que se inscriben las relaciones sexuales (su organización respecto de la cotidianeidad,
ola intimidad y el erotismo) y los contextos de relaciones en que se producen, teniendo
presente la configuración cultural de nuestra sociedad en el campo de sexualidad y la
afectividad.

Módulo 5: Le permitirá reconocer sus aprendizajes como fruto del proceso vivido en los
cuatros módulos anteriores realizando una mirada retrospectiva con visión prospectiva
de su proceso aprendizaje en todos aquellos aspectos que a su juicio pueden fortalecer
su práctica pedagógica con sus estudiantes y/o padres, madres y apoderados.

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3.2. Metodología de Matriz Didáctica:

En cada uno de los módulos usted tendrá la oportunidad de vivir un proceso de


aprendizaje utilizando una matriz didáctica (Matriz PIA), que distingue tres momentos:
un Momento de PROBLEMATIZACION (apertura para que una persona –en este caso,
usted- adquiera un compromiso con su aprendizaje sobre la base de interrogarse y
ponerse en contacto con sus propias percepciones, subjetividad, conocimiento, marcos
de referencia); un Momento de INFORMACIÓN (apertura para adquirir nuevos saberes en
relación a sus interrogaciones); y un Momento de APLICACION (disposición para
cristalizar la renovación de sus saberes sobre la base de haber enriquecido y modificado
sus propias percepciones, subjetividad, conocimiento y marcos de referencia).

momentos de un mulo

PROBLEMATIZACIモN INFORMACIモN APLICACIモN

DESARROLLO DEL MOMENTO DE PROBLEMATIZACIモN

• Primer Momento: PROBLEMATIZACIÓN (apertura emocional, contacto con sus


propios saberes y marcos de referencia)
• Segundo Momento: INFORMACIÓN (apertura emocional y cognitiva a nuevos
saberes)
• Tercer Momento: APLICACIÓN (disposición emocional para cristalizar la renovación
de sus saberes)

SOBRE EL MOMENTO DE PROBLEMATIZACION

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El objetivo de este Momento es que usted tome contacto con sus saberes previos, de
modo de someterlos a la reflexión y enriquecimiento. Se trata de que usted se
interrogue sobre un PROBLEMA DE APRENDIZAJE. Cuando decimos problema de
aprendizaje nos referimos a una interrogación en una situación dada por las
posibilidades de cambio del sujeto a través de los cambios de aquellos marcos de
referencia que intervienen en su toma de decisión y/o toma de posición –o su carencia-
frente a una situación ligada a la sexualidad y la afectividad. El problema de aprendizaje
es susceptible de ser tratado y trabajado mediante un CASO DE APRENDIZAJE. El caso de
aprendizaje, por tanto, es un acotamiento del problema de aprendizaje a una situación
simulada, lo más próxima a la realidad, y tal como se muestra más abajo, se despliega
en 3 actos, de los cuales se presenta un Acto 1 (el punto de partida) y un acto 3 (un
punto de llegada), y un Acto 2, que la persona construye –usted- y es siempre
propiamente el proceso de aprendizaje que alguien hace.2

actos de un caso de aprendizaje

ACTO 1

ACTO 2

ACTO 3
ソ...?

En este Momento de Problematización se presenta un caso de aprendizaje en el cual


podrá apreciar que el o la protagonista ha experimentado un cambio en sus actuaciones
(y decisiones) entre los actos 1 y 3.

2
Como pudo apreciar en el Curso de Metodología de Educación en Sexualidad, un caso de aprendizaje también puede
desplegarse en 3 actos y 5 escenas, de las cuales están descritas las escenas 1 y 2 del acto 1 (el punto de partida) y el
acto 3 o escena 5, (el punto de llegada).

8
El acto 3 es una proposición formulada por el o la docente del Curso (un punto de
llegada posible para el caso). Cada actuación tiene más de una alternativa. El caso de
aprendizaje conduce a que la persona reconozca que puede dar otra respuesta a una
misma situación, que haga el proceso de construir una actuación y decisión alternativa a
la primera.

conexion
el a
y el acto 2
El caso de aprendizaje es un juego de simulación e implica ponernos la exigencia: de las
alternativas que planteamos para el Acto 3, la que se formule, cualquiera sea, ha de
tener una conexión tal con los otros actos que permita comprender el proceso de
aprendizaje implicado entre la primera actuación y la última.

La construcción del acto 2 se orienta al proceso que conduce al cambio en la


persona/protagonista implicada en el Caso de Aprendizaje.

En primer lugar, al iniciar el análisis con la lectura del Acto 1, se busca que usted llegue
a comprender la actuación (y decisión) de la persona que es protagonista:

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• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?

En segundo lugar, cuando lea el Acto 3, llegue a comprender la nueva actuación (y


decisión) de la persona que es protagonista:
• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?
• ¿En qué elementos su actuación, su decisión, en el Acto 3 es distinta a la que
tuvo en el Acto 1?

La pregunta que organiza la construcción de su respuesta es: ¿Cómo cambia el/la


protagonista?, es decir, ¿cómo pasa de una primera actuación (y la decisión implicada)
a una actuación (y una decisión) diferente en la misma situación?

La respuesta que elabore en el Acto 2 es enriquecida más adelante por usted mismo en
el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de aprendizaje
incorporando los aportes adquiridos en el Momento de INFORMACION.

SOBRE EL MOMENTO DE INFORMACION

Teniendo en mente el caso de aprendizaje presentado en el Momento de


problematización, usted dispondrá de más información teórica para revisar la solución al
problema de aprendizaje que usted ha construido mediante sus hipótesis y sobre el
cambio producido en el acto 2, a partir de los actos propuestos. Esto le va a permitir la
confrontación y auto-confrontación con sus propios marcos de referencia descubriendo
aspectos que lo potencian o que limitan para imaginar el acto 2 del caso de aprendizaje
analizado.

En cada módulo usted dispone de un texto que le entrega información específica sobre
el tema. Haga una lectura con toda calma del y responda las preguntas de la Evaluación
Formativa que se presentan.

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SOBRE EL MOMENTO DE APLICACIÓN

El objetivo de este Momento es que usted pueda apreciar si puede utilizar los
conocimientos para imaginar nuevas soluciones al acto 2, a la vez que pueda apreciar la
diferencia entre su solución en el Momento de problematización y su solución ahora.

En este Momento se le solicita que revise su primera respuesta elaborada en el Momento


de problematización, y la enriquezca o desarrolle nuevas respuestas, luego de haber
incorporado nueva información, teniendo en cuenta los insumos que ha recibido en el
Momento de Información. Culmina con la comparación que hace usted mismo entre su
primera respuesta y su última respuesta, manifestando si el módulo le permitió cambiar
o enriquecer su visión sobre el problema de aprendizaje, de las personas/protagonistas
en situaciones problemáticas que necesitan y pueden dar otras respuestas en las esferas
de la sexualidad y la afectividad.

4. EVALUACION DEL CURSO

Su auto-evaluación es fundamental, sobre la base que usted mismo o usted misma


reconoce sus aprendizajes en la comparación de sus respuestas en los momentos de
problematización y aplicación. Junto a esto, el Curso es evaluado por el equipo docente,
teniendo como referencia lo que usted ha escrito durante los tres momentos de cada
módulo, especialmente lo escrito en el Momento de Aplicación. Cada módulo tendrá una
calificación en una escala de 1 a 7.
Las calificaciones de los 4 primeros módulos, promediadas, producen una nota final. La
calificación es una exigencia administrativa que no se puede eludir para estar en
condiciones de certificar la aprobación del curso. No obstante, lo más importante son
sus propios juicios sobre el logro alcanzado en cuanto a la adquisición y fortalecimiento
de sus competencias pedagógicas en el tema específico del curso.
La modalidad virtual de aprendizaje requiere de su parte una gran autonomía. Sin
perjuicio de esto, usted se puede comunicar en todo momento por e-mail con el o la

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profesional que opera como tutor/a de su curso. Además, puede recurrir a sus colegas a
través de la conectividad que le ofrece el Campus Virtual.

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MODULO 1

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA SEXUALIDAD

13
1. Objetivo de este Módulo

Que usted acreciente sus competencias para comprender los cambios ocurridos en la
sexualidad, teniendo en cuenta los cambios ocurridos en la sociedad.

2. Análisis del Caso de Aprendizaje.

En el Caso de Aprendizaje que se presenta a continuación, usted podrá apreciar que se


presenta un guión estructurado en tres actos. Léalo cuidadosamente y complete el acto
2.

Lea primero el Acto 1 y comprenda la actuación de el/la protagonista:


• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?

Construya un Acto 2 donde el/la protagonista da otra respuesta a la situación planteada


en el Acto 1. Comprenda la nueva actuación del/a protagonista:
• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?
• ¿En qué elementos su actuación, decisión, en el Acto 3 es distinta a la que tuvo
en el Acto 1?

Construya el Acto 2. La pregunta que organiza la construcción de su respuesta es: ¿Cómo


cambia el/a protagonista?, es decir, ¿cómo pasa de una primera actuación (y la
decisión implicada) a una actuación (y una decisión) diferente en la misma situación?

La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.

Después haga una lectura con toda calma del Texto: “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA
SEXUALIDAD”, y luego responda las preguntas que se formulan más abajo, volviendo a

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los textos si lo estima necesario. Los documentos sugeridos en la bibliografía del texto se
encuentran en el componente RECURSOS DE LA COMUNIDAD DE APRENDIZAJE EN
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl)

Preguntas de Evaluación Formativa

• ¿Le parece va usted que el concepto de “individualización” resulta útil para


comprender la sexualidad en la sociedad contemporánea? Explique por qué.
• ¿Le parece a usted que las trayectorias biográficas de las personas están
cambiando? Explique su respuesta.
• ¿Cómo le parece a usted que se produce la conexión entre sexualidad y sociedad?
Explique por favor.

Finalmente, revise su primera respuesta para el acto 2 elaborado en el momento de


problematización, enriquézcala o desarrolle nuevas respuestas luego de haber
incorporado nueva información a través del momento de Información. Este momento
culmina con la comparación que hace usted mismo entre su primera respuesta y su
última respuesta, manifestando si el módulo le permitió cambiar o enriquecer su visión
sobre el tema.

Vuelva a analizar el caso resolviendo el Acto 2 incorporando la información aportada por


el equipo docente a través del texto “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA SEXUALIDAD”.

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Caso de aprendizaje

Sexualidades de dos generaciones en tensión: Ana Luisa, Edmundo y Marta

Acto 1

Están en el living de su casa, Marta y Edmundo. Miran un programa nocturno de


televisión abierta. Es un programa de debate entre un psicólogo, un médico, un
sacerdote católico y una socióloga feminista, que tiene por tema la sexualidad juvenil
en la actualidad en Chile. Sus perspectivas difieren y sus argumentos también.

Están en eso cuando llega Ana Luisa. Les saluda y les dice que viene con hambre y con
frío. Su madre, Marta, le pregunta de dónde viene tan tarde, si tuvo que quedarse más
tiempo en su oficina, y que si fue así, debió llamarla.

Ana Luisa le responde diciendo que fue a tomar un trago después de salir de la oficina
con dos amigas a las que no veía hacía tiempo; agrega que no pensó que debía llamarla,
que no se preocupe por ella, que sabe cuidarse. Va a la cocina y se prepara una
ensalada de frutas y vuelve al living y se sienta con ellos a ver el programa que están
mirando.

En un intermedio, Edmundo le dice a Ana Luisa, que la ve muy liberada, que debería ser
más cuidadosa, que siempre fue una muchacha tranquila mientras fue estudiante.
Agrega que está sorprendido y molesto con ella y que aprovecha este momento en que
están juntos para decirle que le pareció incomprensible que el último viernes se
quedara en la casa de Felipe -su pololo-, que proyecta una mala de ella ante la familia
de él y que les afecta su propia imagen entre los vecinos del pasaje.

Ana Luisa, sorprendida, le interrumpe y le dice que cree que él está pensando que ella
es –como diría alguien- “loca”, “suelta”, “promiscua”, o “perdida”. Agrega que le da
pena que su propio padre piense eso de ella, conociéndola tanto.

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Entra Marta en la conversación y tratando de calmar a Ana Luisa le dice que ninguno de
ellos piensa eso, pero que les preocupa que ella no cuide su imagen porque los hombres
a pesar de ser liberales, finalmente toman en consideración la historia anterior de la
mujer para tener una relación de pareja con una proyección a largo plazo.

Edmundo agrega que justamente en el programa que ven en la televisión, un panelista


que reflexiona sobre los valores, habla de las consecuencias que tiene para las mujeres
iniciarse sexualmente antes de ser adultas, que si se casan muy tarde lo más probable
es que se relacionen sexualmente con muchos muchachos, y que ellas tampoco deseen
formar una pareja y tener hijos; todo lo cual refleja el profundo egoísmo y hedonismo
actuales.

La Madre le cuenta que ella ha sido, como se dice: mujer de un solo hombre, que se
casó y después inició su vida sexual, que Edmundo la respetó en su virginidad y que
nadie tendrá nunca que decir de ella que perdió su reputación, cuestión que es muy
importante para una mujer.

Ana Luisa le responde diciendo que no hubiese querido esa vida para ella misma, que
pensar en vivir la experiencia de tener relaciones solo con una pareja en la vida le
parece impensable, que no encuentra ningún valor en ello.

El padre se enoja y le dice que si ella es tan liberal y autónoma en manera de vivir la
vida, por qué continúa viviendo con ellos como si fuese una escolar, cuando tiene
veintiséis años y ya es profesional y gana un buen sueldo.

Ana Luisa responde que decidió continuar viviendo con ellos porque pensaba que
tendría libertad para hacer lo que estimara adecuado para sí misma respecto de su vida
afectiva e íntima. Que decidió eso porque pensó que ellos tendrían a estas alturas una
mente más abierta, que se equivocó.

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Acto 2

A ser desarrollado por Usted

Acto 3

Están en el living de su casa, Marta y Edmundo. Miran un programa nocturno de


televisión abierta. Es un programa de debate entre un psicólogo, un médico, un
sacerdote católico y una socióloga feminista, que tiene por tema la sexualidad juvenil
en la actualidad en Chile. Sus perspectivas difieren y sus argumentos también.

Están en eso cuando llega Ana Luisa. Les saluda y les dice que viene con hambre y con
frío. Su madre, Marta, le pregunta de dónde viene tan tarde, si tuvo que quedarse más
tiempo en su oficina, y que si fue así, debió llamarla.

Ana Luisa le responde diciendo que fue a tomar un trago después de salir de la oficina
con dos amigas a las que no veía hacía tiempo; agrega que no pensó que debía llamarla,
que no se preocupe por ella, que sabe cuidarse. Va a la cocina y se prepara una
ensalada de frutas y vuelve al living y se sienta con ellos a ver el programa que están
mirando.

En un intermedio, Edmundo le dice a Ana Luisa, que la ve muy liberada, que debería ser
más cuidadosa, que siempre fue una muchacha tranquila mientras fue estudiante.
Agrega que está sorprendido y molesto con ella y que aprovecha este momento en que
están juntos para decirle que le pareció incomprensible que el último viernes se
quedara en la casa de Felipe -su pololo-, que proyecta una mala de ella ante la familia
de él y que les afecta su propia imagen entre los vecinos del pasaje.

Ana Luisa, sorprendida y sonriendo, le interrumpe y le dice que al oírle le parece estar
escuchando a su abuelo. Pero que comprende su susto.

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Entra Marta en la conversación y dirigiéndose a Ana Luisa le dice que ninguno de ellos
piensa eso, pero que les preocupa que ella no cuide su imagen porque los hombres a
pesar de ser liberales, finalmente toman en consideración la historia anterior de la
mujer para tener una relación de pareja con una proyección a largo plazo.

Edmundo agrega que justamente en el programa que ven en la televisión, un panelista


que reflexiona sobre los valores, habla de las consecuencias que tiene para las mujeres
iniciarse sexualmente antes de ser adultas, que si se casan muy tarde lo más probable
es que se relacionen sexualmente con muchos muchachos, y que ellas tampoco deseen
formar una pareja y tener hijos; todo lo cual refleja el profundo egoísmo y hedonismo
actuales.

La Madre le cuenta que ella ha sido, como se dice: mujer de un solo hombre, que se
casó y después inició su vida sexual, que Edmundo la respetó en su virginidad y que
nadie tendrá nunca que decir de ella que perdió su reputación, cuestión que es muy
importante para una mujer.

La hija le dice que le explicará cómo se ve a sí misma en el plano de la sexualidad,


cómo concibe el amor, qué piensa acerca de casarse y formar una familia propia.
Agrega que para comprenderla, necesitará situarse en los cambios que ha
experimentado la sociedad, en particular la sociedad chilena -que parece muy
conservadora en el discurso, pero que es muy desinhibida en las prácticas-, las
instituciones, las vidas de las personas y las relaciones entre éstas.

Ana Luisa, retomando lo que ha dicho su madre, le responde diciendo que entiende que
esa fue su vida personal, que la sitúa como una mujer mayor en su tiempo de joven y
que así la puede comprender. Agrega que no desea discutir el contexto en que su madre
vivió su juventud, sobre las relaciones de género que prevalecían, la autoridad paterna
estricta que podía llegar a la violencia, el control de algunas iglesias sobre las vidas
íntimas de sus fieles, etc. Les pide que comprendan que ella no desea esa vida para sí
misma.

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Finalmente, les dice que ellos tienen toda la razón al poner en la conversación el
problema de las formas de vida que uno desea para sí y el hecho de continuar en el
hogar de la familia de origen, que el problema no es sólo sus diferencias en la forma de
concebir y vivir la sexualidad, sino también el hecho que un reclamo de libertad en el
plano de la sexualidad a su edad debe acompañarse de la autonomía personal en el
conjunto de la vida. Les dice que va a reflexionar acerca de lo que los expertos llaman
“la edad de abandono de la familia de origen” y que si decide ir a vivir sola, lo hará sin
nada de malestar con ellos, que les quiere por sobre todas las cosas.

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA SEXUALIDAD

1. La construcción social de la sexualidad

Como tal, el término sexualidad surge en el siglo XIX en Europa y no designa una esfera
constituida propiamente tal, sino una construcción sociocultural e histórica, que
estructura una relación entre unas prácticas físicas, unas emociones, unos significados,
unas representaciones, unas interacciones y relaciones específicas entre las personas
que tienen base en el cuerpo y el sexo.

Refiere a una construcción específica entre deseo, sexo y género, que organiza las
formas del erotismo y sitúa la reproducción, y conecta con el cuerpo, la intimidad, las
identidades, los vínculos socio-afectivos. Presenta una conexión histórica específica con
la reproducción: una vez introducida la tecnología anticonceptiva médica, la sexualidad
emerge como una esfera separada.3 Se sitúa tanto en el nivel de los individuos como de
las relaciones entre éstos, y de las relaciones de éstos con las instituciones. Constituye a
la vez una experiencia personal e histórica, y su construcción y su transformación se
realizan en el proceso mismo en que se construye y se transforma la realidad social. Se
ubica en relaciones sociales específicas de poder, entre las cuales las más importantes
son las de género, las económicas y socioculturales, y las étnicas Por ello, tal como se
observa frecuentemente, en la actualidad se ha transformado en un fenómeno de
debate público; en muchos sentidos, la sexualidad se ha constituido en una zona
conflictiva, en un campo de batalla moral y política y sus sentidos, lenguajes y
definiciones, como también las normas e instituciones vinculadas a la sexualidad, se
encuentran permanentemente tensionados.4

3
En este nuevo carácter de la sexualidad (no reproductivo) se encuentran la sexualidad heterosexual con las no
heterosexuales, que lo tuvieron desde siempre.
4
Históricamente, la reproducción estuvo inscrita en el orden social y en el orden del mundo de una forma tal que no
podía ser percibida como un dominio separado, obediente a leyes particulares. En la actualidad, la concepción puede ser
artificialmente producida e inhibida. Aun cuando ello no se logre plenamente, como sucede preferentemente en las
sociedades en desarrollo, aún allí, los sentidos comunes representan la separación como disponible tecnológicamente.

21
Puede sostenerse que la sexualidad y la actividad sexual son constituidas o construidas
socialmente y se presentan como un producto altamente específico de nuestras
relaciones sociales, mucho más que una consecuencia universal de nuestra biología
común. Weeks señala que “las posibilidades eróticas del animal humano, su capacidad
de ternura, intimidad y placer nunca pueden ser expresadas ‘espontáneamente’, sin
transformaciones muy complejas: se organizan en una intrincada red de creencias,
conceptos y actividades sociales, en una historia compleja y cambiante" (Weeks, 1985,
p.21). Aunque la programación biológica continúa siendo predominante en la sexualidad
animal, la sexualidad humana se ha desnaturalizado y culturizado, de modo que el
comportamiento sexual constituye propiamente un comportamiento social.

En este sentido, en la perspectiva de las ciencias sociales respecto de la sexualidad se


requiere operar con el postulado de que los comportamientos humanos no pueden ser
analizados como hechos instintivos, programados por la naturaleza (Gagnon y Simon,
1973). Desde esta perspectiva, a diferencia de algunos enfoques teóricos y
metodológicos presentes a veces en las ciencias biomédicas -la epidemiología, la salud
pública, la psiquiatría-, según los cuales los comportamientos resultarían de un conflicto
inevitable entre la pulsión sexual y la sociedad, que funcionaría como ley y como
principio represivo canalizando el instinto bajo una forma socialmente aceptable,
sostenemos que la sociedad como el principio de producción de las conductas sexuales y
de las significaciones asociadas a ella, en lugar de la determinación o la coerción.

Los hechos sexuales, que comprenden actos, relaciones y significaciones, deben ser
tratados como hechos sociales en relación a otros, para elucidar y especificar lo que
produce y construye lo sexual. En este sentido, el desarrollo de una teoría social de la
sexualidad debería explicar los orígenes y los modos de funcionamiento en el marco de
una teoría de la acción y de la interacción; de este modo, los lazos entre lo no sexual y
lo sexual pasan a ser objeto central de la investigación. Desde esta perspectiva, la
sexualidad es menos el principio original que explica las otras conductas, sino una
conducta que tiene su fuente y que puede ser explicada a partir de otros aspectos de la
vida social. Por ello, puede argumentarse que “es lo no-sexual lo que confiere
significado a lo sexual, nunca de modo inverso.”(Bozon, 2002, p. 6), a la vez que asumir

22
que es “posible examinar el comportamiento sexual en su capacidad de expresar y servir
fines no sexuales” (Gagnon y Simon, 1973, p. 17).

A esta aproximación se le denomina “construcción social de la sexualidad” y refiere al


hecho de que si bien es cierto el sexo tiene un fundamento biológico, la forma en que se
realizan las prácticas, cómo se significa, cómo se elabora y representa socialmente la
sexualidad es un hecho cultural y social. La noción de construcción social de la
sexualidad alude también a su carácter histórico, es decir, que se transforma junto con
las transformaciones que ocurren en la sociedad; por ejemplo, la sexualidad de nuestros
hijos e hijas es manifiestamente distinta de la sexualidad de nuestros padres o abuelos
o, si se prefiere, de la nuestra.

Por ello, nuestra mirada a la sexualidad es también una mirada a las transformaciones
ocurridas en la sociedad y a los modos en que tales transformaciones involucran a la
sexualidad de las personas. Esta percepción de cambios en la sexualidad se expresa
tanto en los sentidos comunes (en las imágenes sociales y en los juicios que solemos
hacer respecto de cómo eran las cosas antes y cómo son ahora), como también en los
diversos estudios especializados.

De fondo, lo que cambia y ha cambiado en la sexualidad es el modo cómo es elaborada


la experiencia de la sexualidad, cómo es vivida, cómo es comunicada y cómo es
significada. A su vez, ello tiene que ver con los modos cómo se elabora o, más
precisamente, cómo se construye la experiencia social y la sexualidad como parte de esa
experiencia.

23
2. Estructuras e instituciones sociales e individualización.

Una forma de observar las transformaciones ocurridas en la sociedad es el de


individualización. Observemos la figura 1.

Es tructuras e Individuo
ins tituciones Individualización

hom ogeneidad sociedad


sociedad heterogeneidad

Tradición y Trayectorias
norm atividad biográficas

Modernización-m odernidad

Al observar las transformaciones en la sociedad y en la sexualidad, ponemos particular


atención en un concepto central: el concepto de cambio o de transformación.
Observamos que el cambio en la sociedad presenta una orientación general que puede
ser enunciada como un movimiento desde una visión homogénea de la sociedad a una
visión heterogénea de la misma (figura 1). El trasfondo de este cambio está sugerido por
los conceptos de modernización y de modernidad. Entenderemos la modernización como
la racionalización y complejización creciente de la sociedad (de los procesos
productivos, de las organizaciones y de las funciones que permiten la sustentabilidad del
orden social). Entenderemos por modernidad al conjunto de ideas, de representaciones
y de imágenes que fundan y animan la cultura en las sociedades modernas y que remiten
a la preeminencia de la razón en los asuntos humanos (el dominio de las leyes de la
naturaleza, el dominio de la ley en el orden social, el dominio de la voluntad humana).
En las últimas décadas, la idea de modernidad ha incorporado también la noción de
cambio como parte de su propia definición; la modernidad actual asume que el cambio

24
es parte integral de la experiencia social y, con ello, que la propia modernidad está
siempre en cambio.

El sentido amplio del cambio puede ser comprendido utilizando los conceptos de
homogeneidad y heterogeneidad. El primer concepto alude a una visión de la sociedad
en la cual opera una idea de que el movimiento de la sociedad tiende a hacerla cada vez
más homogénea, es decir, que tanto las estructuras y las instituciones sociales como las
prácticas y la cultura tienden a ser iguales para todas las personas y en todos los lugares;
tras esta forma de comprender la sociedad yace una idea de progreso, de desarrollo
continuo en el tiempo. De este modo, se esperaba que la educación, que el desarrollo
económico y que el avance científico y tecnológico finalmente permitiera alcanzar una
sociedad desarrollada y homogénea para todos los individuos. En esta visión, muchas de
las orientaciones normativas son percibidas como universales e iguales para todas las
personas, en todos los lugares; por ejemplo, se piensa que la moral debe ser única e
igual para todas las personas y, con ello, que es posible declarar que muchas conductas,
juicios y proposiciones son “inmorales” o desviantes. A esta homogeneidad normativa se
corresponde también la homogeneidad de las instituciones normativas, en que todas
ellas operan sobre fundamentos comunes y sobre imágenes de lo que debe ser la
sociedad y el comportamiento de las personas.

El concepto de heterogeneidad apunta en el sentido opuesto: la sociedad muestra más


bien una tendencia hacia la diferenciación y la diversificación de las estructuras y las
instituciones sociales, de las prácticas y de las orientaciones culturales; no opera un
modelo único de sociedad ni tampoco ésta tiende a ser homogénea sino plural, diversa,
variada. Del mismo modo, no opera una moral única y universal sino, más bien,
actuaciones y decisiones morales de los individuos, los cuales tienen que hacerse cargo
de sus circunstancias, de las situaciones concretas en que realizan sus vidas; las personas
operan moralmente en situación, es decir, están confrontadas a decidir haciéndose
cargo de las consecuencias de sus decisiones. La creciente globalización financiera,
tecnológica y comunicacional acelera este proceso de diferenciación interna de las
sociedades al poner en contacto formas de organización del tiempo y del espacio (por
ejemplo, los malls y los hipermercados) que surgieron en contextos distintos a aquellos

25
en los cuales se instalan y que reestructuran las formas de vida locales. También la
globalización supone que productos y respuestas culturales generadas en otros contextos
se instalan en las sociedades y comunidades locales, resignificándolas, transformándolas.

La heterogeneidad creciente de la sociedad abre paso al surgimiento de la


diferenciación individual o individualización (que no es lo mismo que “individualismo”),
lo que supone que el individuo tiene la responsabilidad y la oportunidad de hacerse
cargo de sí mismo, de auto-construirse en el curso de sus propias trayectorias
biográficas. Los sujetos no sólo tienen que hacerse cargo de sus trayectorias biográficas
sino que están también confrontados a construir sus identidades individuales o auto-
identidades y orientarse de acuerdo a ellas. En palabras de Beck (2001, p. 235), vivimos
en un mundo en que “los individuos se transforman en actores, constructores,
malabaristas, directores de sus propias biografías e identidades y también de sus
vínculos y redes sociales. [...] Hoy en día las oportunidades, los peligros y las
incertidumbres biográficas que antes estaban de algún modo predefinidas dentro de
ciertas instituciones y mandatos, deben ahora percibirse, decidirse y procesarse por los
propios individuos”.

En la actualidad, los sujetos han de desarrollar mayores capacidades para interrogar y


reflexionar sobre las condiciones de su existencia (reflexividad), lo que amplía las
posibilidades de cuestionar y problematizar las fuentes tradicionales de sentido (Beck
2001). Al mismo tiempo, la sociedad se vuelve más compleja y diferenciada, se
multiplican los sistemas de creencias y valores, diversificándose las opciones en relación
a las cuales los individuos han de construir y hacer significativa su experiencia (Lechner
2002). En un contexto de ‘des-tradicionalización’, cada individuo debe tomar decisiones
cotidianamente, evaluar opciones y cursos de acción posibles. Las identidades
personales se abren, así, a una multiplicidad de oportunidades, riesgos y ambigüedades
que cada individuo debe gestionar reflexivamente en un horizonte donde las normas y
las reglas de acción son cada vez más inciertas. El proceso de individualización no
significa la ausencia de tradiciones u orientaciones sociales para la acción, sino más bien
que éstas son cambiantes, muchas veces contradictorias y, fundamentalmente, asumidas
por las personas como posibilidades u opciones más que como obligaciones. Así, el valor

26
normativo que adquieren las tradiciones hoy en día proviene, en gran medida, más que
de sí mismas, de la decisión reflexiva del individuo de adscribirse a ellas (PNUD, 2002).

De manera general, en la sociedad en que prevalecían imágenes de homogeneidad


operaba un conjunto de imágenes sociales acerca de lo que una persona debía ser y
hacer en su vida; aunque no fuese un modelo explícito, sí operaba una cierta idea de
trayectoria biográfica. De este modo, por ejemplo, se esperaba que el hijo de un
profesional también lo fuera, o que un hijo de un obrero fuese obrero. Si el hijo de un
obrero llegaba a ser profesional, entonces era observado como movilidad social, es
decir, como su paso a un estatus social superior, adquirido en base a sus méritos. En
ambos casos, la imagen de una ‘buena’ vida estaba asociada a la idea de cumplir un rol
social entre los roles sociales validados por la sociedad. En este sentido, los proyectos de
vida posibles estaban institucionalizados, es decir, estaban reconocidos y validados por
la cultura, por los usos, por los valores, por las creencias de las personas. También
estaban institucionalizados los roles sociales y los atributos asociados a dichos roles.

2. Procesos de individualización y desigualdades sociales, de género y


generaciones.

La individualización pone en el seno de las relaciones familiares, de género y de


generaciones la cuestión de la autonomía de los sujetos. Sin embargo, el proceso de
individualización no representa necesariamente una ruptura con un orden jerárquico de
relaciones sociales y puede coexistir con múltiples jerarquías en las relaciones de
sujetos y grupos; en tal sentido, puede coexistir con las matrices iniciales y generales a
partir de las cuales fue posible el desarrollo de la individualización como proceso
individual e histórico. A este respecto, Michel Bozon (2004) señala que “al contrario de
lo que el optimismo democrático podría indicar, se trata de un proceso complejo y
ambiguo, que no hace tabla rasa de las herencias jerárquicas, ni conlleva
necesariamente una igualdad entre los sujetos” (p.3). Tampoco asegura los soportes
básicos en relación con las condiciones de vida, que se constituyan en los recursos
institucionales que puedan configurarse alternativas y permitir hacer opciones por parte
de los individuos.

27
Cada individuo, desde su particular posición en el desigual orden social, es compelido a
construir su propia biografía, a elegir permanentemente sus cursos de acción en un
entorno cambiante e inestable que no ofrece ya, con la claridad de antaño, marcos
colectivos de referencia y arraigamiento, y donde se han disuelto gran parte de los lazos
tradicionales de solidaridad (comunidad, familia extendida, organizaciones sociales,
religiosas y políticas), a través de los cuales se accedía a bienes y servicios públicos, al
ingreso, al trabajo, etc. Más bien, lo disponible son trabajos estacionales, migratorios,
temporales, ocasionales, mal pagados y en relaciones laborales informales. En este
contexto, la individualización aparece traspasada por la diferenciación social y cultural.
La presión sobre el sujeto a hacerse cargo de sí mismo se realiza en condiciones tales
que éste no dispone de las posibilidades y oportunidades de elección en aspectos
fundamentales de sus trayectorias biográficas. En estas condiciones de alta
vulnerabilidad el individuo no sólo está confrontado a evaluar los efectos futuros de sus
acciones y, por tanto, el riesgo asociado a ellas, sino que, además, tiene escasas o nulas
posibilidades u oportunidades de elección y, por tanto, tiene escaso control sobre su
trayectoria de vida (Flores et. al, 2000). Puede pensarse, por ejemplo, en una
adolescente que se embaraza y es madre tempranamente. Si antes podía permanecer en
su familia de origen al modo de una madre soltera que ha quedado fuera del mercado
matrimonial, hoy se encuentra apremiada a ser una jefa de hogar de una familiar
nuclear monoparental. Es decir, mientras antes podía realizar trabajo doméstico en una
familia extendida, hoy deberá abandonar su familia de origen y generar una nueva
familia cualesquiera sean sus condiciones de vida.

Ello ocurre en un contexto de relaciones intergeneracionales en que existen brechas en


materia de oportunidades educacionales (y la centralidad que ésta adquiere en la
proyectividad de los individuos) entre padres, madres e hijos. Ello expresa al mismo
tiempo nuevas oportunidades (para los últimos) y distanciamiento (comunicacional). Por
un lado, la educación se ha constituido en uno de los recursos fundamentales para la
construcción oportunidades en la configuración de nuevos proyectos de vida para los
individuos. Quedar fuera constituye más que antes una exclusión radical de las
oportunidades. Por otro lado, a menudo entre padres e hijos se plantea una asimetría
notable en términos de acceso al conocimiento y de familiaridad con las instituciones

28
públicas, etc. Con frecuencia la escolaridad de los hijos e hijas supera a la escolaridad
de los padres.5 Por ello, puede señalarse que las generaciones jóvenes están
confrontadas a construir sus propios proyectos de vida y a disponer sus propias
trayectorias biográficas para realizarlos, con creciente autonomía de sus padres o de sus
mayores, utilizando para ello la educación como un recurso estratégico.

Por otra parte, las relaciones entre hombres y mujeres pueden ser comprendidas en una
tensión entre autonomización y jerarquización. Asistimos en la actualidad a una co-
existencia compleja de autonomías y asimetrías. Desde la perspectiva de las mujeres, la
individualización conlleva apremios por su autonomización. Sin embargo, tales procesos
han implicado nuevas subordinaciones. Ello expresa un proceso de reconfiguración y
recomposición complejo de las relaciones de poder, de las autonomías y asimetrías.

En este sentido, diversos fenómenos de ocurrencia cotidiana en la sociedad chilena son


expresivos de una co-existencia compleja de autonomías y asimetrías en la experiencia
de la sexualidad. La sexualidad no constituye una esfera de la vida personal y social que
pueda por sí sola producir desigualdades, o su anverso, equivalencias entre los sujetos.
Ella expresa lo que ocurre en general en las relaciones sociales; entre ellas, las de
género. Por ejemplo, puede decirse que los procesos de divorcio expresan, por una
parte, un ejercicio de autonomía por parte de las mujeres al tomar tal decisión; pero,
por otra, una sujeción posterior a una división sexual del trabajo postmarital (quedan a
su cuidado los hijos), que puede dejarlas fuera de un mercado matrimonial que
privilegia a las mujeres jóvenes y les inhibe todavía de acceder a hombres más jóvenes.
La tarea de prevención de embarazo no deseado continúa siendo tarea femenina. Las
opciones más radicales de prevención, la esterilización, es ejecutada en la sociedad
chilena fundamentalmente por las mujeres (27% contra 0,1%, en Chile). Parte de los
hombres y parejas que usan condón al comienzo de una relación después se deriva a una
tecnología de uso femenino. El comercio sexual continúa siendo un recurso sexual
destinado a los hombres. En las nuevas generaciones, de igual modo que en las antiguas,

5
En la sociedad chilena, los datos del censo del año 2002 muestran que en los últimos 10 años se duplicó la población con
estudios universitarios, en curso o terminados; también indican que sobre el 70 por ciento de dicha población
correspondía a una primera generación, es decir, sus padres no habían iniciado o concluido estudios superiores. Datos
recientes del MINEDUC indican que aproximadamente el 70 por ciento de la población que está terminando estudios de
enseñanza media también son primera generación, es decir, sus padres no habían iniciado o completado estudios
secundarios. Presentación de Sra. Pilar Romaguera, Subsecretaria de Educación. Fundación Chile XXI, 26 de Julio de 2007.

29
se ha incrementado la presencia de hombres en la prestación de servicios, mas ello sirve
muy mayoritariamente a una clientela no constituida por mujeres. En el fenómeno de la
violencia de género, uno de los aspectos más duros de la convivencia entre mujeres y
hombres, la inmensa mayoría corresponde a una agresión de los últimos contra las
primeras.

3. Modernidad, sexualidad y sujetos.

Los procesos de individualización inciden en las transformaciones en la sexualidad al


modificar las relaciones y los vínculos en los cuales ésta se realiza, así como también las
posiciones desde las cuales cada miembro de la pareja participa en la relación. Los
individuos disponen de espacios mayores para negociar las relaciones establecidas para
la sexualidad, a la vez que otorgan a ésta un lugar central en la constitución de sus
propias identidades individuales. A ello contribuye de manera decisiva el desarrollo de
las tecnologías anticonceptivas modernas que han separado la sexualidad de la
reproducción y han permitido que el acto sexual asuma un carácter más focalizado y de
menor efecto biográfico de lo que solía tener antes de la contracepción. De este modo,
se constituye una sexualidad de individuos, es decir, una sexualidad que se ordena
menos desde las instituciones y menos desde la biología para ubicarse en el dominio de
decisiones, elecciones y acciones de cada individuo.

A lo largo de las últimas décadas las relaciones sexuales entre las personas no está ya
subordinada a la existencia previa de pareja ni inserta en la institución matrimonial
(Bozon, 1998). Se trata de “la irrupción de una suerte de ‘individualismo sexual’, o de
una sexualidad de individuos, en el sentido en que la existencia de relaciones sexuales
entre individuos no está más subordinada a la existencia previa de la relación de pareja”
(Bozon, 1991b, p. 86). Así puede interpretarse fenómenos tales como una creciente
temprana sexualización de las relaciones a partir de los encuentros, en que ésta
adquiere un rol fundador de la relación (aunque no necesariamente, de la pareja); o en
la mayor frecuencia de las prácticas auto-eróticas y el uso de pornografía, entre otras
prácticas. Una autonomización de los sujetos tiene efectos sobre las relaciones, en
tanto, no sólo ni fundamentalmente ha promovido la multiplicación de parejas sexuales,

30
sino una disposición por parte de las mujeres a demandar más a los hombres en el marco
de las relaciones de parejas, o el surgimiento de la norma del orgasmo simultáneo en los
hombres y, sobre todo, en las mujeres, que indica el reconocimiento de una
especificidad y de autonomía del placer femenino.

Una autonomización creciente de los sujetos introduce, como contrapartida, una nueva
reciprocidad de los intercambios sexuales. Por cierto, los procesos de autonomía
requieren de lógicas de reciprocidad o de equivalencia de los intercambios; la
reciprocidad adquiere valor en un contexto donde, en razón de la autonomía creciente
de uno y de otro, la ‘lealtad’ duradera de cada sujeto en relación a la pareja no está en
plenamente garantizada. En este contexto, la esfera de la sexualidad puede ser
observada como un plano de las relaciones de pareja en el cual se realice un
intercambio igualitario, aspiración de las relaciones conyugales (Giddens, 1995). Ello se
inscribe plenamente en el movimiento más general que, desde los años 1970, aspira, en
el plano normativo, a la igualdad, la comunicación y el compartir entre los cónyuges,
incluso aunque en la práctica las tareas permanecen generalmente muy especializadas
según el sexo (Glaude y De Singly, 1986; Kaufmann, 1992).

Los procesos de autonomización conectan también con el desarrollo en la cultura de un


conjunto de recursos reflexivos: consultas ginecológicas, terapias psicológicas y
manuales de auto-ayuda de todos tipos, programas de televisión y artículos de revista.
Tales recursos conceptuales proporcionan elementos para que los sujetos creen una
narrativa reflexivamente ordenada de sí mismos y definan modos de orientarse respecto
de las prácticas. Ciertamente, tanto en relación con la sexualidad, como la identidad o
el cuerpo, las teorías, términos e ideas destinadas a su comprensión, han permeado la
vida social y han contribuido a reorganizarla. Este fenómeno propio de las sociedades
modernas ha sido denominado por Anthony Giddens (1995) como “reflexividad
institucional”, porque introduce los términos para describir la vida social, entrar en su
rutina y transformarla, no como un proceso mecánico ni necesariamente de forma
controlada, sino porque forma parte de los marcos de acción que adoptan los individuos
y los grupos.

31
4. Sexualidad, individuos y trayectorias.

“Recorrido”, “hitos”, ‘curso de vida’ son términos que refieren al concepto de


trayectoria, cuya contribución reside en su posibilidad de producir una concatenación
entre las dimensiones interiores y exteriores a los sujetos (Heilborn et al., 2006). Tuirán
sugiere un uso del concepto de trayectoria en relación a la experiencia vital que
transcurre en un doble vínculo entre procesos estructurales e historias personales y
familiares. Según Pierre Bourdieu (1988), toda trayectoria social debe ser comprendida
como una manera singular de recorrer el espacio social. Sin embargo, cada posición
tomada en el campo es una exclusión de otras posiciones, por lo que a medida que se
recorre el espacio social, se da un envejecimiento social, una imposibilidad de volver
atrás, de variar. Los actores recorren a lo largo de sus vidas un continuo de experiencias
que van trazando itinerarios –a veces más previsibles, a veces más aleatorios- que se
construyen simultánea y pluralmente en múltiples dimensiones: familiar, social, laboral,
política, religiosa, cultural.

El concepto de trayectoria se refiere a una línea de vida o carrera, a un camino a lo


largo de toda la vida, que puede variar y cambiar en dirección, grado y proporción”
(Elder, 1991, citado por Tuirán, s/f). La trayectoria no supone ninguna secuencia en
particular ni determinada velocidad en el proceso del propio tránsito (Blanco, 2001,
citado por Tuirán, s/f).

Tuirán releva las rupturas y continuidades: surgen ‘hitos’ o momentos significativos en


los que se entrecruzan múltiples dimensiones. Las trayectorias pueden desarrollarse sin
presentar rupturas profundas, lo que le da un marco de continuidad a lo largo del
tiempo. Del mismo modo, las trayectorias pueden ser desbordadas por otras
dimensiones. Godard respecto de este entrelazamiento de distintos dominios afirma:
“Un individuo no es una historia. Se constituye como tal a partir de varias historias. Cada
unidad de observación, cada individuo es por lo menos cuatro historias: historia
residencial, historia familiar, historia de formación e historia profesional.”

32
Una aproximación a la noción de trayectoria en los estudios de movilidad social las
concibe como el paso sucesivo entre diferentes estados que determinan la existencia o
no de movilidad; lógica de curso ascendente y descendente generalmente vinculada a la
consideración casi exclusiva de la dimensión económica (Montero, 1998, en: Graffigna,
2005). Uhlenberg (1974), Young (1982) y Goldani (1989) indagan sobre la existencia de
trayectorias familiares socialmente prescritas entre las mujeres, y sus transformaciones
durante el último siglo en EEUU, Australia y Brasil. Sus hallazgos identifican cambios
significativos en la distribución de sucesivos grupos de generaciones según sus
trayectorias de vida (en Tuirán, s/f).

En esta perspectiva, puede sugerirse que el fenómeno de la entrada a la sexualidad


activa constituye propiamente un “marco constituyente” de la sexualidad de los sujetos.
Los actos que señalan la entrada en la sexualidad están relacionados entre sí como
momentos de una misma biografía. El modo en que ello ocurra -las gestiones,
continuidades y discontinuidades que caracterizan la entrada en este universo-
constituyen una forma específica de interpretar y experimentar la sexualidad: los
hábitos no están todavía adquiridos, los pliegues no están marcados y dentro de los
titubeos de las primeras veces, un modo más permanente se bosqueja. Más
ampliamente, como sostiene Michel Bozon (1993, 1998), allí se prefigura una actitud
duradera en relación con la sexualidad, y más ampliamente en relación a la pareja,
incluso respecto de la vida familiar.6 Puede sostenerse que la entrada a la sexualidad
activa no es, propiamente, una simple transición o un pasaje hacia una sexualidad
“madura”, estabilizada, bajo una lógica de modelos de sexualidad propios del ciclo vital.
Se trata más propiamente, a nuestro entender, de una entrada a un universo sexual
diverso. En efecto, los procesos de entrada de los/as jóvenes en la sexualidad activa ya
no constituye un rito de paso iniciático (en el comercio sexual, en el caso de los

6
Los más precoces sexualmente tienen más parejas sexuales a lo largo de sus vidas, en su adolescencia primero, y luego
durante los periodos en que están en pareja; experimentan más separaciones y tienen un repertorio sexual más variado.
Inversamente, aquellos cuya iniciación ha sido tardía tienen comportamientos más “tradicionales”: mucho menos parejas
en la adolescencia, y pocas parejas extra-conyugales; tienden a permanecer con la misma pareja y conocen un repertorio
sexual más restringido. Así, la primacía que algunos dan a sus relaciones conyugales y afectivas los obligan a no poner en
primer plano de su vida la actividad sexual, y a no reconocerle sino una importancia indirecta por su rol simbólico en la
relación de pareja. En las personas más precoces, por el contrario, la actividad sexual estaría dotada de una cierta
autonomía en relación con los lazos afectivos: renovación de parejas y placer sexual pueden ser, entonces, valorizados en
tanto que tales y la necesidad de protegerse es más fácil de visualizar. Es sobre todo en los hombres que aparecen
personalidades sexuales bien distintas, en función de la mayor o menor precocidad de los individuos; la oposición es, por
el contrario, mucho menos extrema en las mujeres, que tienden siempre, muy sistemáticamente, a asociar sexualidad y
pareja.

33
hombres, o en la noche de bodas, en el caso de las mujeres), sino corresponde más bien
a un proceso de familiarización y un aprendizaje progresivo –y recursivo- respecto del
cuerpo, las prácticas, las reacciones y los sentimientos.7

Del mismo modo, los procesos de cesación de la sexualidad activa no se organizan en la


actualidad en una vinculación simple con los fenómenos corporales de climaterio y
envejecimiento, y tampoco, linealmente con los cambios en la situación de pareja de los
sujetos. Hoy se observa un retardo en la interrupción de la sexualidad activa, y ello
implica un alargamiento de la sexualidad en etapa post-reproductiva. Del mismo modo
que los umbrales de entrada a la vida sexual activa se adelantan, los umbrales de salida
retroceden. En Francia, en las décadas de 1970 y 1980 la vida sexual también se
modificó en sus fases tardías, prolongándose por más tiempo después de los 50 años, en
ambos sexos, sin embargo más significativamente en las mujeres (Bozon, 1998). Esta
prolongación de la vida sexual se produciría, incluso, entre las mujeres en “desventaja”
por su longevidad, que tienen más dificultades para reencontrar un compañero, cuando
su pareja ya no está (Delbès y Gaymu, 1997).

En la actualidad, el divorcio ha implicado una reorganización de la vida postmarital en


términos de las relaciones de pareja y de la sexualidad. Ha surgido una sexualidad
postmarital entre los hombres y las mujeres, especialmente importante respecto de las
últimas, que hasta hace algunas décadas un ordenamiento normativo tradicional
prescribía su abstinencia en tal situación. Entre las mujeres divorciadas que viven solas
o con niños, tener una vida sexual no inscrita en el marco de una pareja se vuelve
crecientemente frecuente y aceptado.

5. Tradición, normatividad y trayectorias biográficas y sexuales

La toma de decisiones de un individuo, particularmente en el ámbito de la sexualidad y


afectividad, ocurre también como un diálogo con el orden y la normatividad social, que

7
Se trata de un conjunto de etapas sucesivas desde el beso profundo a las caricias sobre el cuerpo y los genitales, las
relaciones sexuales sin penetración (outercourse), la penetración genital, y más aún, a explorar otras formas de realizar
los acoplamientos corporales. Dicho proceso involucra, generalmente, una sucesión de compañeros/as. Se trata de una
serie de contactos que pueden operarse en sucesivos encuentros con sujetos, con los cuales se desarrolla algún tipo de
relación de naturaleza diversa, más estable o más ocasional, más afectiva o más recreativa, etc. Implica, asimismo, una
progresión en la intimidad, es decir, al establecimiento de una proximidad de orden emocional.

34
se realiza desde su propia trayectoria biográfica y sexual. En este campo, la
individualización tiende a modificar el sentido y el lugar de las instituciones normativas,
reduciendo la importancia de la tradición y asignando mayor importancia a las
trayectorias biográficas y sexuales de los individuos.

En el ámbito de las relaciones entre sujetos e instituciones, se produce crecientemente


una profunda transformación normativa. En general, la homogeneidad estructural,
institucional y normativa da paso a la heterogeneidad. A diferencia de lo que un cierto
sentido común predominante, las normas en materia de sexualidad más que a
desaparecer tienden a proliferar. De fondo, se modifica el sistema institucional que
soporta dichas normas. Existe una marcada proliferación de normas y de instituciones y
agentes con capacidad para operar en el ámbito de los discursos públicos y en los
sistemas de controles públicos y privados. En otras palabras, el sistema institucional y
normativo de la sexualidad se ha diversificado y se ha vuelto heterogéneo y en muchos
sentidos contradictorio. Con frecuencia, las propuestas normativas de una institución
aparecen crecientemente contestadas por las propuestas de otras instituciones,
construidas en referencia a otras fuentes de legitimación y autoridad: la religión, la
ética, las ciencias biomédicas, las ciencias sociales, el auto conocimiento o la
reflexividad social e institucional.

Por ello, resulta cada vez menos posible representarse la socialización de la sexualidad
como la imposición unilateral de un conjunto de normas institucionales a los individuos.
Puede sugerirse que las instituciones clásicas de la socialización, la familia, la escuela,
la iglesia y la ley, han reducido su capacidad de modelar y controlar directamente los
comportamientos sexuales de los individuos.

Podría sugerirse que estamos asistiendo a un desplazamiento de las exigencias y de los


controles sociales y disciplinas “externas”, macro-sociales, a una “interiorización” o
“psicologización” de las regulaciones y disciplinas “internas”, individuales y de
comunidades. Los individuos están crecientemente obligados a establecer ellos mismos
-a pesar de la referencia externa- la coherencia de sus experiencias íntimas. En este
sentido, la normatividad en el campo de la sexualidad se presenta no sólo como la

35
resultante de regulaciones macro sociales, sino también como fruto de la elaboración y
de la invención de los individuos y de éstos en relaciones entre sí. Por ello, distancias
entre comportamientos de los individuos y normas institucionales hoy no podrían ser
comprendidas enteramente como transgresiones al orden. Puede sugerirse que cuando
una mujer usa una tecnología preventiva –la píldora, p. e.-, al hacerlo puede contravenir
una norma religiosa de la iglesia a la que pertenece, que indicaría el uso de un método
natural, y sigue la norma médica que indica el uso de formas eficientes y que reduzcan
riesgos para la salud, sin embargo, ella construye una coherencia interna que, incluso no
le conduce a sentirse fuera de su iglesia.

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39
MODULO 2

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CUERPO:


LA CORPORALIDAD Y LA SEXUALIDAD

40
1. Objetivo de este Módulo

Este módulo tiene por objetivo que usted acreciente sus competencias para comprender
la relación entre sexualidad y cuerpo, teniendo presente la historicidad y complejidad
de ésta. Para ello exploraremos esta relación en varios sentidos. Una noción básica que
propondremos será la de ‘construcción social del cuerpo’, indicando con ello que sobre
la existencia biológica de los cuerpos humanos, y sus múltiples diferenciaciones (de
sexo, de maduración, de razas, de (dis)capacidades, de biotipos, etc.), la sociedad
construye interpretaciones, significaciones, relaciones, prácticas y usos que van
conformando modos establecidos de representar, actuar y experimentar el cuerpo.

2. Análisis del Caso de Aprendizaje.

En el Caso de Aprendizaje que se presenta a continuación, usted podrá apreciar que se


presenta un guión estructurado en tres actos. Léalo cuidadosamente y complete el acto
2.

Lea primero el Acto 1 y comprenda la actuación de el/la protagonista:


• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?

Construya un Acto 2 donde la protagonista da otra respuesta a la situación planteada en


el Acto 1. Comprenda la nueva actuación del/a protagonista:
• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?
• ¿En qué elementos su actuación, decisión, en el Acto 3 es distinta a la que tuvo
en el Acto 1?

Construya el Acto 2. La pregunta que organiza la construcción de su respuesta es: ¿Cómo


cambia el/a protagonista?, es decir, ¿cómo pasa de una primera actuación (y la
decisión implicada) a una actuación (y una decisión) diferente en la misma situación?

41
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.

La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.

Después haga una lectura con toda calma del Texto: “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL
CUERPO: LA CORPORALIDAD Y SEXUALIDAD” y, luego, responda las preguntas que se
formulan más abajo, volviendo al texto si lo estima necesario. Los documentos sugeridos
en la bibliografía del texto se encuentran en el componente RECURSOS DE LA
COMUNIDAD DE APRENDIZAJE EN SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl).

Preguntas de Evaluación Formativa


 ¿Cómo entiende usted la relación entre cuerpo y corporalidad?
 ¿Cómo caracterizaría la perspectiva de “construcción social del cuerpo”?
 Comente y profundice el análisis sobre los/as niños/as, el cuerpo y la sexualidad.

Finalmente, revise su primera respuesta para el acto 2 elaborado en el momento de


problematización, enriquézcala o desarrolle nuevas respuestas luego de haber
incorporado nueva información a través del momento de Información. Este momento
culmina con la comparación que hace usted mismo entre su primera respuesta y su
última respuesta, manifestando si el módulo le permitió cambiar o enriquecer su visión
sobre el tema.

Vuelva a analizar el caso resolviendo el Acto 2 incorporando la información aportada por


el equipo docente a través del texto “LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CUERPO: LA
CORPORALIDAD Y SEXUALIDAD”.

42
CASO DE APRENDIZAJE
“Felipe, de problema a oportunidad”

ACTO 1
Luisa es llamada de la escuela por Felipe, profesor de su hija Mariana de seis años.
Felipe le expresa su gran preocupación porque ha visto a Mariana implicada en juegos
con lo que él estima con contenidos eróticos, que implican tocar los cuerpos de sus
compañeros, mirarse y tocarse al cambiarse ropas después de la clase de educación
física; también considera que las ropas que lleva Mariana cuando hacen actividades de
convivencia o extraescolares corresponden más bien a niñas adolescentes. Felipe estima
que ella es una niña muy erotizada, que correría riesgo de ser abusada o que pudiera
estar expresando una erotización excesiva en la familia, o, lo que sería muy grave, un
abuso sexual vivido por ella. Felipe recomienda a Luisa llevar a Mariana a un
especialista pues está en riesgo de que cuando grande sea una mujer libertina.

ACTO 2
A desarrollar por usted.

ACTO 3
Felipe llama a la escuela a Luisa para informarle sobre la situación escolar de Mariana,
hija de Luisa. En una conversación distendida, Felipe le comenta a Luisa que Mariana
está en una etapa de su desarrollo en la cual está descubriendo su cuerpo y
descubriendo el cuerpo de sus compañeros de clase, que él está encantado de que eso
esté ocurriendo pues también representa una gran disposición a aprender, a cambiar y
a sentir que ella es una persona singular. Felipe le comenta también a Luisa que ella
puede apoyar mucho este proceso permitiéndole a Mariana encontrar muchos motivos
de aprendizaje, de cambio y de crecimiento personal. Felipe y Luisa deciden que van a
tener una comunicación fluida entre ellos y se proponen apoyar juntos a Mariana en
este importante momento de su vida.

43
LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL CUERPO:
LA CORPORALIDAD Y LA SEXUALIDAD

Una observación frecuente que hacen muchas personas -estudiantes, padres, madres,
comunicadores, etc.- es que las clases que tienen por objeto la sexualidad les parecen
más bien clases de biología o, expresado de otro modo, que la visión allí comunicada de
la sexualidad se limita a lo que sería su biología. A menudo también surgen en la
sociedad voces que indican que para resolver esta tensión, a la biología se le ha de
agregar una reflexión valórica, alcanzándose entonces una combinación de biología y
valores. Esa perspectiva se presenta como un modo de inhibir un potencial
reduccionismo biologicista respecto de la sexualidad y su tratamiento pedagógico. En
esta visión, lo propiamente humano de la biología quedaría fuera de su propio ámbito,
quedaría más bien en el plano de la ética. Sin perjuicio de la importancia de los valores
en el comportamiento humano, incluido el sexual, proponemos, más bien, una
aproximación a la biología en su abordaje de la sexualidad que re-sitúe el cuerpo. Las
morfologías y fisiologías, fenómenos y comportamientos reproductivos y sexuales (y con
frecuencia los últimos reducidos a los primeros) de los cuales se ocupa la biología,
refieren de conjunto al cuerpo. Por ello, son al mismo tiempo que biología, cultura,
historia o psicología; Pero, al mismo tiempo, los cuerpos remiten a individuos, a
personas con prácticas corporales, significados y representaciones; con interacciones y
relaciones entre los individuos y entre éstos y las instituciones.

1. Del cuerpo a la corporalidad

Para comprender la noción de construcción social del cuerpo, es necesario hacer una
distinción entre cuerpo y corporalidad, tal como se muestra en la figura siguiente.

44
cue
cuerpo
rpo Individuo corpor
corporalidad
alidad
Individuo

F isiolo gía Prácticas


Mo r fo l o gía in d ivid u ales/ so ciales

F ilog en ia Au to-i m ag en co r po ral


O n to g en i a
Esp ecie d e m atr iz ab ier ta
Exp er ien cia cor p or al
Mad u ración
d esarr o llo Sím b o lo so cio cu ltural

Señalemos que ‘cuerpo’ designa cualquier cosa que tiene una extensión limitada. El
cuerpo humano tiene una extensión limitada y es, por lo tanto, un cuerpo físico; en
tanto cuerpo físico, a su vez, el cuerpo humano es morfología y es función. La figura es
la morfología superficial del cuerpo susceptible de ser captada por la mirada y contiene
una multiplicidad de elementos, de los cuales destacan el rostro y la silueta. Las
funciones y mecanismos corporales proporcionan al individuo las sensaciones de poseer
un cuerpo, de habitar un cuerpo, de ser un cuerpo.

Por otro lado, señalemos que corporalidad alude propiamente a una construcción social
del cuerpo. Consideramos dos aspectos primarios de esta construcción social: la
representación personal, es decir, la noción que cada individuo tiene de su propio
cuerpo y que puede ser expresada como imagen corporal, experiencia y significados, y el
cuerpo como símbolo sociocultural, es decir, la noción de cuerpo que predomina en la
sociedad y en la cultura en un momento determinado. En este sentido, la corporalidad
se presenta como un campo de elaboración de un individuo: su propia corporalidad se
inscribe en la noción de corporalidad que predomina en la sociedad en su propia época y
su propia comunidad.

La corporalidad es un cuerpo organizado: diferencia funciones, órganos y sistemas;


nombra y jerarquiza. Por ello, hay zonas que no se tocan o que no se muestran. La

45
corporalidad es un cuerpo “mapeado”: ha establecido conexiones emocionales entre
tales elementos; ha interactuado con otros cuerpos, se ha sometido a sus estímulos y
respondido a éstos, ha experimentado la intimidad o la violencia, etc. Por ello, una
caricia nueva en una zona puede traer la vivencia de una antigua agresión.

2. Cuerpo, biología y construcción social de la sexualidad

El cuerpo es también una producción social y cultural. Examinemos esto. Aunque la


programación biológica es predominante en la sexualidad animal, la sexualidad humana
se ha desnaturalizado y culturizado, de modo que el comportamiento sexual constituye
propiamente un comportamiento social (Bozon, 2002; Gagnon y Simon, 1973). En esta
perspectiva, la sexualidad y la actividad sexual son constituidas o construidas
socialmente y se presentan como un producto altamente específico de nuestras
relaciones sociales, mucho más que una consecuencia universal de nuestra biología
común. Weeks señala que “las posibilidades eróticas del animal humano, su capacidad
de ternura, intimidad y placer nunca pueden ser expresadas ‘espontáneamente’, sin
transformaciones muy complejas: se organizan en una intrincada red de creencias,
conceptos y actividades sociales, en una historia compleja y cambiante" (Weeks, 1985,
p.21).

El cuerpo se construye socio-culturalmente teniendo en consideración la diferencia


biológica entre machos y hembras humanos. Tal diferencia puede ser interpretada en
unas sociedades como muy intensa y decisiva en lo que hombres y mujeres sienten,
hacen, interactúan, interpretan, etc., y comprendidas como fruto de una programación
biológica de los sexos -y de una sexualidad animal- que continúa siendo predominante en
los cuerpos humanos, a pesar de la vida en sociedad.8 En esta perspectiva, pueden ser
interpretadas (como importantes diferencias en tamaño corporal, tamaño de cerebros,
fuerza física, reproducción biológica, etc.) las cuales, a su vez, darían lugar a
8
Aunque la programación biológica continúa siendo predominante en la sexualidad animal, la sexualidad humana se ha
desnaturalizado y culturizado, de modo que el comportamiento sexual constituye propiamente un comportamiento social
(Bozon, 2002; Gagnon y Simon, 1973). En esta perspectiva, la sexualidad y la actividad sexual son constituidas o
construidas socialmente y se presentan como un producto altamente específico de nuestras relaciones sociales, mucho
más que una consecuencia universal de nuestra biología común. Weeks señala que “las posibilidades eróticas del animal
humano, su capacidad de ternura, intimidad y placer nunca pueden ser expresadas ‘espontáneamente’, sin
transformaciones muy complejas: se organizan en una intrincada red de creencias, conceptos y actividades sociales, en
una historia compleja y cambiante" (Weeks, 1985, p.21).

46
diferencias psicológicas y sociales (“hombres de Marte y mujeres de Venus”; maternidad
y crianza, trabajo, violencia, etc.).

En esta perspectiva, tales sociedades pueden también construir representaciones de los


comportamientos y sus significados como si derivasen directa y linealmente de los
cuerpos y su biología. Así, por ejemplo, el hecho morfológico de que las mujeres tienen
unos genitales “hacia adentro” que, por una parte, en las interacciones sexuales
heterosexuales se introduce un pene, no al revés; y que, por otra parte, se sitúan en la
zona genital de una forma en que no pueden ser vistos sino sólo si se abren las piernas -y
ello no es posible en culturas en que los éstos nunca se exhiben en público, incluso en
sociedades en que las mujeres no los cubran con ropas u otros elementos-, no pueden
por sí sólo dar lugar a una determinada y particular sexualidad. Unas formas corporales
de sus órganos, “sexo oculto” al observador, no pueden producir una “sexualidad
secreta”. Ello constituye una esencialización de los cuerpos y la sexualidad. En este
caso, las formas de la naturaleza (sexo), producirían, a su vez, unas particulares formas
en las prácticas y significados (sexualidades). Con ello se construyen las elaboraciones
sociales y los escenarios culturales en que las mujeres desde su niñez aprenden un modo
histórico y social específico de organización de las prácticas, sensaciones, significados e
interacciones sexuales.

En sentido contrario, en otras sociedades puede interpretárselas como diferencia


existente en cuanto unos límites y posibilidades de los cuerpos; nunca como fundamento
de los comportamientos humanos. Las sociedades construyen múltiples diferenciaciones
(de sexo, de maduración, de razas, de (dis)capacidades, etc.) sobre la existencia
biológica de los cuerpos humanos, aún cuando no sean propiamente tales (piénsese en
cómo la discusión sobre las diferencias raciales (atribuidas a la biología) han pasado a
ser diferencias étnicas (de culturas). Una sociedad elabora representaciones, organiza
prácticas e interacciones, configura subjetividades; produce saberes, discursos y
sistemas de control y usos que van conformando modos establecidos de pensar, sentir y
actuar el cuerpo. Para distintas sociedades, y en distintas épocas en una misma sociedad
las fuentes de producción de saberes (religiosos en el pasado, científicos, más
recientemente), discursos y controles sobre el cuerpo difieren notablemente. A modo de

47
ejemplo, la comprensión del cuerpo que predominaba en tiempos de la esclavitud era
múltiple: estaba el del amo y el del esclavo, del hombre y de la mujer, del niño y del
viejo, etc. El elemento que organizaba tales cuerpos y sus interacciones estaba dado por
unas relaciones sociales de dominación. En el contexto de dominio de un grupo racial
sobre otro, el cuerpo del esclavo era representado, significado y controlado en cuanto su
resistencia para el trabajo (su fuerza), su agresividad (y auto-control), su alimentación
(orientada a la sobrevivencia física), su reproducción biológica (ajustada a los fines de
los amos). Más cerca de nosotros, en la sociedad chilena hasta hace poco tiempo,
golpear el cuerpo de un/a niño(a si era hijo/a o alumno/a era legítimo bajo una
construcción social de la socialización que disponía de discurso, saberes y sistemas de
control. Se decía “castigo” (educativo) a eso que hoy nombramos como “violencia”, y
que podría volverse sobre ella para llamarla “violencia educativa”.

3. Cuerpos y su construcción social.

La noción de construcción social del cuerpo puede explorarse en diversos ámbitos: sexo-
género, edad-etapa, estrato social, capacidad-discapacidad, comunidades-cultura, raza-
etnia, etc. (Figura siguiente).

Sexualidad-reproducción Sexo-género

Raza-etnia Edad-etapa

Cuerpo estratificado Primitivo-civilización

Naturaleza-intervención cuerpo
cuerpo Publico-privado

Salud-enfermedad Capacidad-discapacidad

Belleza-fealdad Normalidad-anormalidad
cultura

Legalidad-ilegalidad/legitimidad-ilegitimidad

48
Si conectamos las perspectivas de la estratificación social, el sexo/género y la etnia, por
ejemplo, puede sugerirse que los intercambios corporales pueden ser complejos y
desiguales. Por ejemplo, cuando una mujer rusa emigra a Chile con el propósito de
establecer una relación de pareja con un hombre chileno, ello ocurre en el marco de una
transformación del mercado matrimonial en su país y de un nuevo recurso para
establecer vínculos entre las personas, y ella ingresará más propiamente a una
estructura de uniones en Chile; en cambio, cuando una mujer tailandesa emigra a
Holanda, es más probable que ingrese a un mercado sexual comercial y que tenga nulas
oportunidades para ingresar al mercado matrimonial en ese país. Las etnias pueden
jugar de un modo desigual con ambas mujeres. Del mismo modo, un muchacho no
vidente puede quedar excluido del mercado de parejas pues los padres de una muchacha
vidente pueden no favorecer que se constituyan en pareja y eventualmente en
matrimonio.

De manera más general puede sugerirse, por ejemplo, que un cuerpo adulto mayor sería
un cuerpo feo, un cuerpo débil, un cuerpo impotente; los cuerpos de los niños y niñas
impúberes, así como los de los adultos mayores estarían desprovistos de atributos
sexuales; la belleza sería un atributo de la juventud; o los pobres serían sexualmente
promiscuos, primitivos e indecentes en sus prácticas sexuales y descontrolados en su
fertilidad; o que los hombres occidentales tendrían cuerpos genitalmente más
desarrollados, en tanto los asiáticos serían, por el contrario, menos desarrollados
biológicamente; o que las culturas juveniles son todas iguales entre sí y el único sentido
que tienen es el sexo.

Por ello, es necesario observar que tales representaciones respecto de los cuerpos
suelen presentar dos problemas básicos: por un lado, constituyen generalizaciones
aplicables a todos los individuos que entran en la clasificación, lo cual resulta
empíricamente insostenible; por otro lado, constituyen una forma de elaborar la
diferencia adjudicando al otro el carácter de ‘extraño’ o negativamente distinto. Los
estudios e investigaciones académicas, recientes y de larga data, muestran
concluyentemente que no hay fundamentos para muchos de los juicios que formulamos o
los prejuicios que sostenemos.

49
4. Intervenciones sobre el cuerpo.

Desde antiguo las culturas y las sociedades han intervenido los cuerpos en los planos
estéticos y morales. La circuncisión femenina en países africanos (en especial, en Costa
de Marfil) expresa una aproximación moral al cuerpo de las mujeres, que resulta en
discriminación y muerte. La intervención mediante tatuajes que expresan las
producciones identitarias y de singularización de las sociedades y de los individuos. En
occidente, en la actualidad, los cuerpos son sometidos a cirugías plásticas, dietas,
tatuajes, maquillajes. Giddens sostiene que el cuerpo se sitúa en la actualidad dentro de
procesos de plasticidad identitaria. Por ello, las intervenciones hacen a unas auto-
imágenes, auto-reconocimientos. En esta perspectiva, puede sugerirse que algunas
culturas juveniles intervienen los cuerpos en una lógica que se orienta a la exploración
de las fronteras del género.

5. La construcción social del cuerpo en las relaciones entre hombres y mujeres

Cuerpo de hombre y cuerpo de mujer han sido construidos históricamente en muchas


sociedades bajo una lógica de oposiciones, especializaciones y jerarquizaciones.

oposición jerarquización especialización

+ - hombre
hombre
mujer hombre
hombre
mujer
mujer
mujer hombre
hombre

- + hombre
mujer
mujer hombre
Mientras más masculino, mujer
mujer
menos femenino

Mientras más femenina,


menos masculina Funciones no intercambiables
Asimetría, dominio

50
Esto remite a una construcción social histórica y social específica de las relaciones de
género. En sociedades como la nuestra por ello conectan con prácticas, sistemas de
control, discursos y configuración de subjetividades. En sociedades como la nuestra
atributos, roles y funciones sociales se organizaron el dominio masculino con
implicancias profundas para la sexualidad. Así por ejemplo, el cuerpo del hombre era
mostrable mientras el cuerpo de la mujer tenía que ser ocultado; el cuerpo del hombre
era un cuerpo deseante, erotizado, mientras el cuerpo de la mujer era un cuerpo
deseable y afectivizado; el cuerpo del hombre estaba asociado a la agresión y la
violación, el cuerpo de la mujer a la pasividad y el recato. Ello también se ha modificado
notablemente. En la sociedad contemporánea, el cuerpo de hombres y de mujeres
tiende a ser mostrable, deseante, erotizado, pro-activo y también afectivizado.

Activo pasivo Pasivo Activo

Fuerte Débil Débil fuerte

erotizado afectivizado Afectivizado erotizado

Hombre
Hombre Mujer
Mujer
cuerpo
cuerpo

trabajo hogar hogar trabajo

público privado privado público


cultura
Independiente dependiente dependiente independiente

agresivo pasivo pasivo agresivo

De este modo, por ejemplo, desde muy antiguo predominó la representación de que el
cuerpo del hombre estaba provisto para la caza, para la defensa; mientras el cuerpo de
la mujer estaba dado para la recolección, la agricultura doméstica y la crianza. Así, el
cuerpo del hombre era visto como fuerte y dotado para el trabajo fuera del hogar,

51
mientras el cuerpo de la mujer era visto como frágil y dotado para las labores
hogareñas. No obstante, la transformación de las sociedades, particularmente el cambio
en la economía y la tecnología, ha modificado sustancialmente esta visión, de modo tal
que en la actualidad la diferenciación funcional entre hombre y mujer en las actividades
productivas o generadoras de bienes y servicios ha tendido a desaparecer en muchos
ámbitos. Así, hombres y mujeres acceden al mundo del trabajo en ocupaciones en las
cuales los atributos tradicionalmente asociados al cuerpo de cada uno han tendido a
debilitar tal significación alguna o sólo la tienen marginalmente.

La transformación en la visión del cuerpo también se expresa en el ámbito de la


reproducción; el desarrollo de tecnologías anticonceptivas, el acceso de la mujer a la
educación y al trabajo y la generación de ingresos, así como también el cambio en la
sexualidad y en la socialización de hombres y mujeres, tiende a modificar la experiencia
de la maternidad en el sentido de, por un lado, hacerla compatible con el trabajo fuera
del hogar y, por otro lado, el hombre asume responsabilidades mayores en la crianza de
los hijos e hijas. Como se observa en la figura anterior, las visiones tradicionales que
clasificaban fuertemente al cuerpo del hombre y el cuerpo de la mujer se han
modificado sustancialmente a medida que la propia sociedad se ha transformado. Se
entiende así que un atributo tradicionalmente asociado a la biología (por ejemplo, la
fuerza) ha llegado a ser indiferente en la sociedad contemporánea (aún asumiendo que
todos los hombres fueran fuertes y todas las mujeres débiles).

Más próximamente a las mujeres, dos o tres generaciones más antiguas –de las abuelas y
bisabuelas, incluso de las madres- las elaboraciones sociales acerca de la sexualidad
femenina decían que eran poco interesadas en el sexo, des-erotizadas, motivadas por los
afectos, orientadas al sexo en el matrimonio, disponibles para la demanda sexual del
esposo, orientadas a la intimidad, selectivas en sus elecciones, fieles y nunca
promiscuas, lentas en su respuesta sexual, pasivas, pudorosas, inhibidas en su
expresividad, etc. Del mismo modo, las prescripciones prevalentes indicaban que debían
evitar, en general, las interacciones privadas y las relaciones sociales. Las
proscripciones, por su parte, indicaban sanciones a transgresiones sexuales. Cualquier
mujer sabe hoy que aún manteniéndose varias de las representaciones, prescripciones y

52
prohibiciones anteriores, en el plano de las prácticas sexuales, por el contrario, se
espera que alcance un alto rendimiento y satisfacción: que tenga orgasmo y pro-
actividad. Cuando una mujer confidencia a otra que no tiene orgasmo, la última pensará
o dirá que es lamentable, que una parte de su sexualidad no ha sido desarrollada, que
pierde oportunidad de gozarla plenamente, que no está completa. Lo puede decir
porque lo que se reivindicó como un derecho en las décadas pasadas devino exigencia.

5. Cuerpos y aprendizajes de la sexualidad.

Los cuerpos aprenden, incluyo aquello que no pensamos habitualmente como


aprendizaje. Las prácticas y significados sexuales proceden de un proceso en el cual se
adquiere una capacidad para reconocer lo que constituye y no constituye una situación
sexual, una capacidad de percibir estados del cuerpo (tanto el deseo, la excitación o el
orgasmo, como el asco, la ansiedad, el temor o la vergüenza) y reconocer situaciones de
potencial erotismo e intimidad; saber operar los movimientos y posiciones, los ritmos y
coordinaciones en la interacción sexual, lo que se debe hacer con tal o cual persona (por
ejemplo, como en el pasado, diferenciar estrictamente lo que se hacía con una
trabajadora sexual de lo que se hacía con la esposa), en tal o cual circunstancia o en tal
o cual momento; precisa los sentimientos y motivaciones que le son apropiados; y aporta
elementos que unen la vida erótica a la vida social en general (Gagnon y Simon, 1987).
Ello, a su vez opera en el plano subjetivo de la vida mental, en el plano de la
organización de las interacciones, en el plano de las prescripciones culturales más
generales.

Aspectos más complejos y que se encuentran fuertemente asociados no sólo a las


prácticas, sino también a las experiencias y significados. Piénsese, por ejemplo, en la
experiencia de la vergüenza. La experiencia de sentirse avergonzado en una situación
específica es del orden de las emociones y significados (uno/a se “siente”) y de ser
reconocida esta experiencia por otra persona es del orden de la observación del cuerpo
(uno/a “ve” el enrojecimiento de las mejillas). La experiencia de la vergüenza así
analizada permite entender el grado en que una experiencia –en este caso, moral- puede
incardinarse en el cuerpo de un individuo, al punto de ser directamente expresada y

53
verificada allí. Lo mismo sucede con el asco y el temor que puede experimentarse en la
esfera de la sexualidad.

6. La preocupación contemporánea por los cuerpos, el desarrollo sexual y los


daños tempranos.

En las sociedades contemporáneas niños y niñas son objeto en la actualidad de una


fuerte preocupación en relación con sus cuerpos sexuados. Una perspectiva de desarrollo
(sano), de riesgo (daño) y de derecho se entrecruzan en esta preocupación. Lo anterior
se vincula con una creciente valoración de los/as niños/ como sujetos de derecho.
También vincula con una reconfiguración de los riesgos en torno a la sexualidad que
pone a la violencia como un elemento central a ser excluido, con transformaciones de
las relaciones intergeneracionales en las familias, según las cuales éstos/as tienen
derecho a la integridad, a la intimidad, a la autonomía, etc.

Así, se han incorporado unas disciplinas del cuerpo que intensifican su atención en sus
contactos corporales de los/as niños/as con adultos (orientadas a evitar las diversas
formas del abuso sexual) y con otros/as niños/as (a fin de evitar su erotización).
También se ha activado la reflexividad social respecto de los mismos riesgos y daños; los
medios de comunicación han sido importantes en su sensibilización, y activos
elaboradores de concepciones en torno al fenómeno que resultan preocupantes (en la
medida, por ejemplo, en que argumentan que se trata de experiencias que “dejan
huellas irreparables, indelebles, imborrables” en quienes las han vivido. Se han
construido recursos profesionales, legales –institucionales- para su detección y
tratamiento de las víctimas, y sanciones a los culpables. Se ha introducido una
pedagogía destinada a prevenirlo. Sobre esto último habría que inventar el modo en que
esto pueda hacerse sin producir un miedo tal a los contactos corporales conectados a la
intimidad y el afecto entre las personas, en este caso entre niño/as y adultos, que les
conduzca en la adultez a generar una ansiedad tal que les inhiba en su intimidad sexual.
Poner atención a los niños y niñas a fin de evitarles esa experiencia y favorecer
aprendizajes de autocuidado es muy importante, pero al mismo tiempo hay que atender
a los adultos, a la cultura de la violencia sexual, el maltrato y la desigualdad entre

54
adultos y niño/as y entre hombres y mujeres. Quienes abusan sexualmente son personas
que tienen acceso a las relaciones sexuales con otros adultos; quienes tienen deseo
exclusivo por los niños o niñas son muchos menos.

7. Los gestos y conductas: cuerpos y género en la niñez.

Otra preocupación acerca de los niños y niñas se relaciona con la adecuación de sus
gestos y conductas, a su tipificación de conductas de sexo/género (más precisamente
sexo/género/deseo). Preocupa su atipicidad. Se les socializa de modo de evitar o reducir
su atipicidad (sobre todo, para ser francos, una eventual homosexualidad en la adultez).

Hay niños y niñas que no ajustan a las características de lo que se denomina “conductas
e intereses de sexo tipo”. Son niños y niñas con intereses y actividades inter-géneros
durante la infancia, es decir tienen preferencias por atributos o conductas de sexo tipo
del otro sexo. Si son niños mostrarán conductas atribuidas a las mujeres; si son niñas
mostrarán conductas atribuidas a los hombres. Son niños y niñas con mixturas Son niños
y niñas psico-sexualmente atípicos. Los niños inter-género aparecen más similares a las
niñas de su misma edad, distintos a los niños de su edad. También las niñas inter-género
aparecen similares a los niños de su misma edad, distintas a las niñas de su edad.

Los niños más pequeños están más inclinados a expresar directamente sus deseos de ser
del otro sexo, en tanto, los niños mayores han aprendido que no es posible cambiar de
sexo y que una frase en ese sentido va a ser desaprobada. El deseo de los niños mayores
de ser del otro sexo está interferido por su preferencia de la actividad inter-género,
particularmente por los roles tomados en los juegos de fantasía.

Cuando se le da la oportunidad de jugar con juegos del tipo niño o del tipo niña, los
niños inter-género y las niñas normales de una misma edad hacen selecciones similares,
distintas de los niños normales de la misma edad. Los juguetes que aparecen más
discriminadores en los distintos grupos fueron las muñecas que se visten y desvisten, y
un camión. Las niñas cuyas conductas son “tomboys” u hombrunas, aunque no podrían
ser diagnosticadas como habiendo tenido en su infancia una identidad de género

55
alterada, eran más susceptibles de involucrarse en actividades deportivas o en juegos
rudos, tener un grupo de pares masculino, jugar mucho menos con muñecas, jugar
mucho más con camiones y expresar su deseo de llegar a ser como su padre en vez que
como su madre.

Existe una mayor flexibilidad cultural hacia la conducta de las niñas en relación al sexo
tipo. Las niñas -llamadas en el idioma inglés “Tomboys”- o niñas hombrunas no
experimentan un estigma comparable a los “Sissies” o niños afeminados. Las niñas
“Tomboy” no son observadas por sus padres, madres, hermanos/as, profesores y otros
niños como inadecuadas, debido a que se espera en la actualidad que las mujeres se
incorporen al campo laboral, a la política, que fueron campos tradicionalmente
masculinos y que requerirían de atributos (liderazgo, entre otros) que fueron
considerados masculinos. Por ello, son menos rechazadas y pueden ser percibidas
favorablemente como una buena mezcla.

Al ser estigmatizados por la sociedad, muy especialmente por sus pares, por los niños y
niñas, los niños y niñas atípicos pierden, de ese modo, oportunidades para aprender el
repertorio conductual de sexo tipo. Así, cuando son excluidos/as de las actividades
consideradas masculinas (en el caso de los niños hombres) o femeninas (en el caso de las
niñas mujeres) se les impide conocer y aprender a comportarse de esa manera. Del
mismo modo, cuando son forzados/as a comportarse de un modo masculino (en el caso
de los niños hombres) o femenino (en el caso de las niñas mujeres) muy típico o
exageradamente típico (como cuando el padre lleva al niño a jugar fútbol o a aprender
box; cuando se fuerza a la niña a usar ropa extremadamente femenina) a ellos/as les
resulta inconfortable, no saben cómo actuar, se sienten exigidos, no pueden gozar con
hacerlo de esa manera y, sobre todo, sufren por no responder a las expectativas
familiares y temen a la agresión, ofensa y rechazo de sus pares, los otros niños.

Respecto de la existencia de estos niños y niñas, hay posiciones distintas entre


investigadores/as y teóricos/as de las ciencias sociales, la psicología, las ciencias
biomédicas, la filosofía y las humanidades. Hay quienes sostienen la importancia del
reconocimiento de mixturas entre los género femenino y masculino pues consideran que

56
las aproximaciones binarias -o se es sólo masculino o se es sólo femenino- excluyen el
hecho evidente de que existen en todas las sociedades tales mixturas –los estados inter-
sexuales, inter-género o la atipicidad. Afirman que esa clasificación binaria aporta
elementos para el asombro, el temor, la estigmatización, la exclusión y la
discriminación. También hay quienes sostienen que esto constituye un desorden en la
identidad de género y que debe intentarse corregirlo completamente. Hay otros más que
buscan producir un ajuste en elementos que estiman que serían muy extremos y
problemáticos en las adscripciones genéricas tales como el vestir ropas del otro sexo o
sentir que se pertenece enteramente al otro sexo.

8. De la pregunta por la masturbación a la pregunta por nuestra pregunta por la


masturbación.

En la actualidad, a algunos padres, madres o docentes les preocupa la práctica


masturbatoria de los niños y niñas. Examinemos esto. Se preguntan por la normalidad de
ésta en relación con su desarrollo sexual. Tal pregunta se extiende hasta las prácticas
masturbatorias de los adultos, especialmente de las mujeres.

Por su parte, los y las profesionales -médicos, psicólogos, psiquiatras- pueden responder
a tal pregunta como si fuese propiamente una pregunta que hace al desarrollo psico-
sexual; no primeramente una pregunta moral como lo antes de la modernidad, cuando
podía ser elaboraba socialmente como un vicio, no como enfermedad. Esta pregunta
puede responderse por los profesionales afirmando que es normal o que es anormal.
Pueden decirse que es dañina para el desarrollo o que lo enriquece: puede así
considerárselo como un elemento conducente a la configuración del erotismo, necesario
o, por el contrario, que les vuelve viciosos del sexo, que les conduce a no tener
intimidad sexual con otras personas. Por otra parte, puede decirse que un nivel
adecuado de excitación es normal, que uno más elevado sería expresivo de una
alteración del desarrollo psico-sexual; o que es normal en condiciones de privacidad y de
soledad. También pueden comprender la masturbación como una conducta primitiva en
el desarrollo (a la manera del “niño salvaje” que aún no sería un “ser social”), que ya
crecerá y la abandonará.

57
Acá vamos a interrogarnos por nuestras razones para preocuparnos o interesarnos.
Sugerimos que la masturbación constituye un lugar preferente que cristaliza una de las
ansiedades sociales acerca de la sexualidad. Por una parte, y que es la que aquí
interesa, es acerca de la sexualidad en los niños. Si no tienen sexo todavía, qué
significado tendrían estas prácticas, deseos y experiencia placentera; qué efectos
tendría sobre su desarrollo?, o qué efecto tendría sobre la auto-regulación de los
placeres. Refiere también a una sexualidad no reproductiva, a la sexualidad que
prescinde de las interacciones con otro. Por ello, aparece amenazante. Las personas
podrían renunciar enteramente a los vínculos. Podría ser una práctica viciosa.Por tanto
es una cuestión más moral que científica.

Samuel Augusto Tissot en 1760 publicó el primer texto científico, “L’Onanisme”. La


ciencia, a partir del siglo XVIII, en el marco de un proceso de observación de la
sexualidad ha desarrollado los aparatos conceptuales que permitieron entenderla, al
mismo tiempo que construirla, de modo que la investigación estudia el comportamiento
sexual que ella misma contribuye a fijar o a redefinir. Por ello, puede afirmarse que las
disciplinas que estudian la sexualidad son ellas mismas productos culturales e históricos
que contribuyen a modificar los contextos culturales de la sexualidad y hacer que se
configuren los fenómenos que describen. De ese modo, la investigación estudia el
comportamiento sexual que ella contribuye a fijar o a redefinir. (Gagnon, 1991).

Bibliografía.

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del cuerpo. H.A. Historiadores Asociados *

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Stimpson, Catharine (Comps.) Sexualidad Género y Roles Sexuales. Fondo de Cultura
Económica. Buenos Aires.

60
MODULO 3

SEXUALIDAD Y GÉNERO, GÉNERO Y SEXUALIDAD

61
1. Objetivo del Módulo

El objetivo de este módulo es que usted acreciente sus competencias para comprender
situaciones en las cuales esté comprometida la relación entre sexualidad, género y
construcción de identidad, teniendo presente que la sexualidad está profundamente
inserta en la cultura. Esto es, teniendo presente que el género se presenta como una
construcción social y cultural que aprendemos desde muy temprano y que modela
intensamente nuestra comprensión, nuestras percepciones, nuestras emociones y
sentimientos y nuestros comportamientos en las relaciones entre hombres y mujeres.
Uno de los ámbitos en que la transformación de la sociedad y de la sexualidad resulta
más visible e inmediata refiere precisamente a las relaciones de género.

3. Análisis del Caso de Aprendizaje.

En el Caso de Aprendizaje que se presenta a continuación, usted podrá apreciar que se


presenta un guión estructurado en tres actos. Léalo cuidadosamente y complete el acto
2.

Lea primero el Acto 1 y comprenda la actuación de el/la protagonista:


• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?

Construya un Acto 2 donde la protagonista da otra respuesta a la situación planteada en


el Acto 1. Comprenda la nueva actuación del/a protagonista:
• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?
• ¿En qué elementos su actuación, decisión, en el Acto 3 es distinta a la que tuvo
en el Acto 1?

Construya el Acto 2. La pregunta que organiza la construcción de su respuesta es: ¿Cómo


cambia el/a protagonista?, es decir, ¿cómo pasa de una primera actuación (y la
decisión implicada) a una actuación (y una decisión) diferente en la misma situación?

62
La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.

La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.

Después haga una lectura con toda calma del Texto: “SEXUALIDAD Y GÉNERO, GÉNERO
Y SEXUALIDAD”, y luego responda las preguntas que se formulan más abajo, volviendo
al texto si lo estima necesario. Los documentos sugeridos en la bibliografía del texto se
encuentran en el componente RECURSOS DE LA COMUNIDAD DE APRENDIZAJE EN
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl).

Preguntas para la EVALUACION FORMATIVA

1. El concepto de género ha sido definido como:


a. Un rasgo de personalidad de hombres y mujeres
b. Una diferencia esencial entre hombres y mujeres
c. Un complejo de determinaciones culturales, relativas a ser mujer u hombre, o ser
cualquier otra categoría genérica (travestista, homosexual).
d. Un atributo dado por la naturaleza que determina diferencias intrínsecas entre
hombres y mujeres.

2. Joan Scott identifica las siguientes dimensiones en que se expresa el género:


a. Un nivel simbólico, que está constituido por los símbolos culturales que evocan
representaciones múltiples incluidos los mitos.
b. Un nivel de nociones instintivas que determinan las formas que en que se realizan
las prácticas sexuales.
c. Un nivel de conceptos normativos que constituyen las interpretaciones de los
significados de los símbolos: doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y
políticas.

63
d. Un nivel de nociones políticas y referencias a las instituciones y organizaciones
sociales de las relaciones de género.
e. Un nivel vinculado a la identidad subjetiva e identidad genérica en grupos.
f. Un nivel de nociones biológicas que determinan cómo ser mujer u hombre.
g. Sólo a y b
h. Sólo a, c, d y e
i. Todas las anteriores

3. Puede decirse respecto de la categoría de género que:


a. Concepto relacional
b. Es idéntico al concepto de sexo
c. Aparece en forma pura
d. Es una construcción histórico-social
e. ayd
f. Ninguna de las anteriores

4. Es una construcción histórico-social que:


a. Es un sistema estático en el tiempo
b. Es determinado, entre otros, por los diversos medios a través de los que se
transmite.
c. Es variable en las definiciones de hombres y mujeres dependiendo de la cultura.
d. Es un sistema histórico y en transformación
e. Sólo b, c y d
e. Sólo a, b y c
f. Ninguna de las anteriores.

5. Respecto de la relación entre naturaleza y cultura, la categoría de género


implica que:
a. Existen conexiones universales entre la naturaleza y los patrones de los procesos
de aculturación de los individuos.
b. No existen conexiones naturales ni esenciales entre la naturaleza y los patrones
de los procesos de aculturación de los individuos.

64
c. Hay conexiones fijas entre la naturaleza y la aculturación de los individuos.
d. Existen conexiones históricas entre la cultura y la naturaleza.
e. Sólo a y c.
f. Sólo b y d.

Finalmente, revise su primera respuesta para el acto 2 elaborado en el momento de


problematización, enriquézcala o desarrolle nuevas respuestas luego de haber
incorporado nueva información a través del momento de Información. Este momento
culmina con la comparación que hace usted mismo entre su primera respuesta y su
última respuesta, manifestando si el módulo le permitió cambiar o enriquecer su visión
sobre el tema.

Vuelva a analizar el caso resolviendo el Acto 2 incorporando la información aportada por


el equipo docente a través del texto “SEXUALIDAD Y GÉNERO,GÉNERO Y SEXUALIDAD”.

65
CASO DE APRENDIZAJE

“Juan y Laura se Amaban…”

ACTO 1

Juan y Laura se han conocido el último verano a través de amigos comunes. Pasaron
juntos todas las vacaciones y de regreso a Antofagasta continúan encontrándose y
saliendo juntos. Después de los primeros encuentros, programan un viaje a San Pedro
de Atacama. En San Pedro tienen sexo por primera vez. Sin conversarlo previamente,
Juan aportó el condón y tuvieron sexo protegido durante esos días. Conversaron
largamente sobre sí mismos, como suelen hacer las personas que buscan establecer
intimidad entre sí. El último día, hablando de sí misma, Laura le contó a Juan que la
persona con la que tuvo su primera relación sexual fue un amigo, Martín, con el que
fueron compañeros de colegio y que en un paseo de curso en cuarto medio, en un
carrete nocturno se les pasó a todos la mano con el trago, que se fue a una cama a
recuperase para regresar al grupo y que estando ahí llegó él a ver cómo se sentía y se
quedó a su lado, la abrazó y tuvieron sexo. Agrega que ella no imaginó que podría
iniciarse de ese modo, que se asustó porque no se protegieron, que sintió que había
sido una experiencia casi con un desconocido, que nunca más habló con él de lo
ocurrido. Juan le pide que le cuente cómo fue, qué sintió. Ella le dice que no, que no
desea tener esto como secreto hacia él, pero que no hablará de la situación misma con
él, que eso es morboso.

Juan se enoja muchísimo y le dice que necesita saber todo lo que pasó. Le dice que no
imaginaba que fuese tan loca, que él lo ha hecho algunas veces, pero que no imagina
que una pareja suya lo haga. Ella le dice que en ese tiempo no era su pareja, que
tampoco tenía pareja, que estando en pareja no imagina que lo haría. Juan continúa
enojado y le dice:”no quiero conocer a ese tipo con el cual te acostaste por primera
vez, además, he perdido la confianza en ti al saber que te acuestas con cualquiera a
pesar que tengas un aspecto de ser tan tranquila. Es mejor que terminemos”. Laura le
responde que la ha ofendido, que será mejor no verse más.

66
ACTO 2

A desarrollar por usted

ACTO 3

Juan invita a Laura a salir a un pub diciéndole que tiene algo importante que decirle.
Laura le acepta salir pero le advierte que está muy dolida y que parte de la base que la
historia de amor entre ellos está terminada. Juan insiste, que por favor le permita una
conversación. Juan la pasa a buscar, conversan de cosas generales que cada uno ha
vivido. Luego de un rato en el pub, Laura le pregunta para qué quería que se juntaran
a conversar. Juan muy nervioso le dice: quiero que continuemos nuestra historia de
amor, he cambiado, te pido perdón por lo que te dije. Me doy cuenta que no he
querido dejar de amarte y quiero proyectarme contigo”: Laura, mirándole a los ojos le
dice: “¿Y a qué se debe ese cambio de percepción de cómo soy yo con mi cuerpo y mi
sexualidad, de que ya no podías tener confianza en mí?” Juan le cuenta su largo
proceso que lo ha llevado a cambiar la percepción que tenía sobre ella al saber que
había tenido relaciones sexuales con su amigo Martín.

67
SEXUALIDAD Y GÉNERO, GENERO Y SEXUALIDAD

1. Introducción

Nuestra exploración de las relaciones de género y la sexualidad la realizaremos teniendo


en mente el caso de aprendizaje que hemos formulado. No obstante, también tendremos
en mente que las reflexiones que haremos nos permitirán analizar muchas situaciones
similares a la presentada en el caso de aprendizaje.

2. De los estudios de la mujer a los estudios de género

Primero fueron los estudios de la mujer. Respondieron básicamente a una preocupación


por la invisibilidad en que permanecía la mujer en los diversos ámbitos del saber
(Montecino y Rebolledo, 1996) y, según Burin y Meler (1998), buscaron responder a las
preguntas respecto de cómo entender la diferencia entre hombres y mujeres, sus
orígenes e implicaciones sociales; acerca de si las teorías vigentes en el ámbito social y
psicológico, permitían comprender dichas diferencias, o simplemente reproducían los
prejuicios y los estereotipos culturales. Posteriormente, un grupo particular de mujeres
-mujeres negras norteamericanas- cuestionan la universalidad de la categoría de ‘la
mujer’. Aparece entonces la diversidad de experiencias de ser mujer y la imposibilidad
de englobar en una misma categoría a personas con historias, vivencias y posiciones
diferentes, en relación a la pertenencia étnica. Se hablará entonces de ‘mujeres’,
indicando con ello la diversidad, pluralidad y variedad de experiencias de ser mujer. Ello
pone en cuestión también las inconsistencias de los juicios y los análisis a-históricos y
esencialistas9. La categoría mujer es una construcción histórica y, por tanto, puede ser
de-construida y reconstruida. Ser hombre o ser mujer es un hecho social, cultural e
histórico. Ello permite criticar y superar la perspectiva universalizadora y la
marginalidad de los estudios de la mujer y abrir paso a lo que luego sería formulado
como estudios de género.
3. El concepto de género.
9
La noción de esencialismo refiere a la idea que existiría un principio que explica el funcionamiento del conjunto, o de
un rasgo particular que organiza todo..

68
Un conjunto amplio y diverso de investigaciones en las ciencias sociales y desarrollos
teóricos feministas afirman que no existen conexiones universales, necesarias,
naturales, fijas ni esenciales entre sexo y género, entre la naturaleza y los patrones de
los procesos de aculturación de los individuos. Por ello, el concepto de género refiere al
conjunto de disposiciones por las que una sociedad transforma la sexualidad biológica en
producto de la actividad humana, y en el cual se satisfacen esas necesidades humanas
transformadas.

En la década en los sesenta, cuando surgen, los estudios que dan origen a la categoría de
género se orientaron a una crítica sistemática de las nociones convencionales acerca de
lo masculino y lo femenino que circulan no sólo en los discursos de sentido común, sino
también en aquellos que se designan como científicos y que, de una u otra forma, han
proporcionado las explicaciones que asumimos como "legítimas" y/o "verdaderas" acerca
de las diferencias sexuales y sociales entre varones y mujeres. Se han ocupado de
develar y cuestionar las premisas biologistas, esencialistas y universalistas con las que se
han concebido estas diferencias, así como la lógica binaria y jerárquica en las que se
apoyan, y han avanzado en la creación de nuevas categorías teóricas e instrumentos
metodológicos en su intento de explicar cómo se han constituido, a lo largo de la
historia y en las diversas culturas, diferencias jerárquicas entre varones y mujeres, y
cómo se reproducen y transforman. En ese contexto se inscribe la formulación de la
categoría de género. 10

Originalmente, el género fue definido en contraposición a sexo, en el marco de una


posición binaria (sexo y género), aludiendo la segunda a los aspectos psico-
socioculturales asignados a varones y mujeres por su medio social y restringiendo el sexo

10
Desde la perspectiva de género, la sexualidad se organiza, en su configuración de deseos, prácticas y significaciones
vinculadas a los cuerpos, en conexión con ordenamientos de género existentes en una sociedad dada. Los cuerpos, que en
enfoques biomédicos y sexológicos clásicos podrían ser concebidos como aparatos cuyo funcionamiento deriva del
funcionamiento neuroendocrino, de pautas de respuestas fijas o instintivas, o de pulsiones derivadas de una psicología
profunda, en virtud del surgimiento de la categoría de género, son observados como puestos en marcha por maneras
particulares de socialización, las cuales siguen prescripciones sociales, entre otras la de género (Heilborn et al, 2006). El
surgimiento del concepto de género permitió destacar la dimensión de atribución cultural y modelación de los cuerpos
sexuados. Existe un lazo dialéctico entre género y sexualidad. En su formulación, el uno remite a la otra, y ésta, a su vez,
en su organización remite al otro; en su evolución, el primero no cambia sin la última, y recíprocamente.

69
a las características anátomo-fisiológicas que distinguen al macho y la hembra de la
especie humana. En esta perspectiva, la noción de sexo designó una caracterización
anátomo-fisiológica de los seres humanos; el concepto de género, en tanto, aspiraba a
distinguir entre el hecho del dimorfismo sexual de la especie humana y la
caracterización de lo masculino y lo femenino que acompañan en las culturas a la
presencia de los dos sexos en la naturaleza.

Sin embargo, esa formulación en la actualidad se encuentra sometida a análisis porque


supone un binarismo. Tal como señala Gloria Bonder, recogiendo a Judith Butler: “el
binarismo sexo/género que sirvió para diferenciar lo supuestamente natural e
inmodificable: el sexo, de lo cultural y por lo tanto modificable: el género.” y agrega,
“Al respecto, Butler afirma que este binarismo es expresión de un imaginario masculino,
devenido en discurso científico, en el que la naturaleza ha sido representada como un
espacio vacío, inerte, ¨femenino¨, dispuesto a ser penetrado por la inscripción cultural
¨masculina¨. Este tratamiento sería parte de una práctica regulatoria que produce los
cuerpos de varones y mujeres como diferentes y complementarios, que asume la
heterosexualidad como la norma. En este sentido el sexo lejos de ser algo dado o pre-
simbólico es, en su opinión, una categoría política. "El sexo no es lo que uno es sino en lo
que uno se convierte". Por lo demás, este dualismo de lo biológico y lo cultural, no sería
más que otra expresión de una lógica binaria que funda y legitima ordenamientos
jerárquicos al oponer hombre y mujer, cuerpo y espíritu o psique, razón y emoción,
etc.” (Gloria Bonder, s/f). Puede sugerirse, en esta perspectiva, por otra parte, que la
noción de sexo así tratada opera con un sobredimensionamiento o extremamiento del
dimorfismo sexual en la especie.11

La categoría de género no refiere sólo a un ordenamiento de las relaciones entre


hombres y mujeres en los diversos planos de la vida personal y social. Refiere también a

11
Sin atender incluso a los planteamientos de los biólogos y zoólogos que observan al
sexo como un “continuum” entre dos polos, o que recogen los llamados “estados
intersexuales”, o los que proponen la existencia de una variabilidad biológica que
fundaría la diversidad en este ámbito.

70
las relaciones entre hombres y entre mujeres. Se trata de la organización del deseo. Por
ello, se trata más bien de un ordenamiento de los siguientes elementos: sexo,
género/deseo.

Las relaciones de género presentan un carácter jerárquico y su construcción se produce


sobre una distinción binaria que opone lo masculino y lo femenino, y las asociaciones
simbólicas relativas al género remiten a contraposiciones: el individualismo se
contrapone a las relaciones mutuas; lo instrumental o artificial a lo naturalmente
procreativo; la razón a la intuición; la ciencia a la naturaleza; la creación de nuevos
bienes a la prestación de servicios; la explotación a la conservación; lo clásico a lo
romántico; las características humanas universales a la especificidad biológica; lo
político a lo doméstico; lo público a lo privado.

Asimismo, su construcción se produce sobre una distinción binaria que complementa a


hombres y mujeres, lo masculino y lo femenino, y las asociaciones simbólicas relativas al
género remiten a complementariedades: protección y dependencia, trabajo productivo y
trabajo reproductivo, ley paterna y afecto materno, etc. Lo anterior supone que lo
femenino y masculino nunca aparece de manera aislada, sino que siempre también,
como puede observarse más arriba, respecto de las relaciones que entre ellos se dan.
Oposiciones y complementariedades constituyen una organización de unas diferencias en
las relaciones de poder entre hombres y mujeres, las que podrían ser elaboradas
socialmente como “equivalencia” entre unos atributos contrapuestos en los
intercambios, o como puro dominio de quien fuese más fuerte. Por ello, el género debe
ser ubicado en el conjunto de relaciones sociales, específicamente en las relaciones de
poder o relaciones de dominación social.

En esta perspectiva, estas oposiciones oscurecen “los procesos sociales y culturales


mucho más complejos, en los que las diferencias entre mujeres y hombres no son ni
aparentes ni están claramente definidas. En ello reside, su poder y su significado. Al
estudiar los sistemas de género aprendemos que no representan la asignación funcional
de papeles biológicamente prescritos sino un medio de conceptualización cultural y de
organización social. ( Conway, Bourque y Scout, 1996)

71
Así observado, el sistema de género aparece tanto como un elemento constitutivo de las
relaciones sociales basadas en las diferencias sexuales, cuanto como una forma primaria
de relaciones significantes de poder. Joan Scott (1996) identifica cuatro dimensiones en
que se expresa el género:

• un nivel simbólico, que está constituido por los símbolos culturales que evocan
representaciones múltiples incluidos los mitos;
• un nivel de conceptos normativos que constituyen las interpretaciones de los
significados de los símbolos: doctrinas religiosas, educativas, científicas, legales y
políticas;
• un nivel de nociones políticas y referencias a las instituciones y organizaciones
sociales de las relaciones de género; y por último,
• un nivel vinculado a la identidad subjetiva e identidad genérica en grupos.

4. Género y sexualidad: oposiciones y complementariedades

En la esfera de la sexualidad, un ordenamiento binario de los géneros produce un


ordenamiento también binario –que evoca el sexo entre machos y hembras primates
superiores- mediante la producción de las nociones de sexualidad propia de los sexos:
sexualidad masculina (propia de los hombres), y sexualidad femenina (propia de las
mujeres): activa la primera, pasiva la última; exteriorizada la primera, interiorizada la
última; práctica la una, psicologizada la otra; penetrativa la masculina, receptiva la
femenina; proactiva la primera, selectiva la última; polígama la una, monógama la otra;
corporal la del hombre, emocional la de la mujer; basada en el deseo la una, amorosa la
otra; riesgosa la masculina y cuidadosa la femenina; a-moralizada la de uno, hiper-
moralizada la de otra; honor masculino y reputación femenina; etc.

72
Aunque opuestas las sexualidades de hombres y mujeres en esta construcción binaria,
una y otra han de acoplarse. Si no fuese así no habría posibilidad de interactuar y
relacionarse entre sí. Se acoplarían en esta construcción social por ser justamente
complementarios. Las diferencias, entonces, les separarían (serían opuestos) y al mismo

Masculino
tiempo les unirían. El concepto de complementariedad permite operar la conexión. Así

Masculino
p. e. a un hombre centrado en el acoplamiento de los cuerpos le descentraría y volvería
integral la ternura provista por una mujer. Sin embargo tal complementariedad no
deviene una activación en el otro de aquello que no sería atributo de su género. Así p. e.
si se concibe a las mujeres como carentes de deseo sexual, la disposición de la
complementariedad se abocaría a activarlo. Más bien, operaría bajo una doble lógica
que distingue mujeres decentes e indecentes: las últimas tendrían el atributo del cual
carecerían las primeras.

+
5. Género, relaciones de poder y sexualidad.

Como se ha señalado más arriba, las relaciones jerárquicas o de poder pueden ser
observadas como relaciones de subordinación y de coordinación que suponen modos de

73
legitimación, de organización y de gestión de la diferenciación y la asimetría social. En
este sentido, las relaciones de género como las relaciones entre generaciones –y las
relaciones entre unas y otras dimensiones de la experiencia social, tales como la etnia,
religión, clase social, etc.-, constituyen sistemas complejos que están sujetos a sus
propias tensiones; la subordinación requiere de la coordinación como condición para su
auto organización o auto-reproducción como sistema de manejo de la diferenciación
social. A la vez que una imposición, el orden social es también conflicto y negociación.
Cada actor que participa en el sistema de relaciones dispone de alguna capacidad para
influir en ella; no obstante, ello tiene una estrecha relación con el contexto de la
relación o de la interacción o el ambiente social y cultural en que se realiza. Se ha
utilizado el concepto de posicionamiento para dar cuenta tanto del contexto en el que
se dan las relaciones intergenéricas12, como de las diversas posiciones que hombres y
mujeres ocupan. (Montecino y Rebolledo, 1996).13

A la vez, los procesos de individualización e individuación alteran, fragmentan o


modifican las relaciones entre ambientes socioculturales, de modo que para muchas
personas su experiencia social conlleva la participación simultánea de los individuos en
múltiples sistemas de relaciones de poder y, por tanto, en múltiples esquemas de
subordinación y coordinación, cada uno de los cuales presenta su propia especificidad
(Bourdieu, 1994). Las personas participan en sistemas diversificados de relaciones de
poder y, por tanto, aprenden también reflexivamente a negociar sus ubicaciones y sus
posiciones en ellos, al mismo tiempo que aprenden a generalizar sus aprendizajes en
diversos ámbitos de relaciones. En lo anterior radica su carácter de construcción social
y en ello radica también su posibilidad de transformación (Luhmann, 1995).

Una doble autonomía se ha ido instalando en diversas sociedades contemporáneas, entre


ellas la nuestra, en las últimas décadas. Demanda por libertad (expresado como

12
Con intergenéricas, se hace referencia a las relaciones que se dan entre los géneros masculino y femenino; mientras
que con lo intragenérico, se denomina aquellas relaciones que se dan dentro de un género, sea este el femenino o el
masculino.
13
Puede sugerirse a modo de ejemplo, el siguiente caso: “una mujer de algún país latinoamericano, profesional de clase
media, casada, atravesará por distintas posiciones en un mismo día: puede estar en una relación de subordinación con sus
esposo; pero de superioridad frente a su empleada doméstica; luego en el trabajo está en una posición superior a la del
estafeta y el secretario; en igualdad con sus pares y en subordinación con su jefe, etc.” (Montecino y Rebolledo, 1996).

74
derecho14 y demanda de simetría y reciprocidad) y exigencia de individualización
(competencia para “hacerse cargo de sí”) expresan y activan una transformación de las
relaciones de género en la perspectiva de la igualdad. Al mismo tiempo que se instala la
autonomía, persiste la jerarquización y el dominio. Asistimos, entonces a una
recomposición de las jerarquías en las relaciones entre hombres y mujeres. Puede
sugerirse que las relaciones que tienen a la sexualidad como objeto, en este sentido,
experimenta las mismas tensiones de las relaciones de género. Las unas no se
transforman si no lo hacen también las otras.

Observemos lo que más arriba hemos llamado la recomposición de las relaciones de


género en la esfera nos ocupa, la sexualidad, que no es una esfera de la vida personal y
social que pueda por sí sola producir desigualdades, o su anverso, equivalencias entre las
personas; ella expresa lo que ocurre en general en las relaciones sociales y entre ellas,
las de género.

Recuérdese que a fines de la década de 1960 y comienzos de la siguiente se puso en


nuestras sociedades la cuestión del erotismo como una reivindicación de las mujeres, y
se invocó el “derecho al orgasmo”. Derecho legítimo una experiencia erótica por parte
de las mujeres, devino no obstante, exigencia. La centralidad que adquirió la actividad
sexual en la pareja –“motor” y renovación- constituyó a la respuesta sexual de las
mujeres en necesaria; por ello, rendimiento. Puede sugerirse, p. e., que cuando dos
mujeres se hacen confidencias entre sí, y una relata a la otra lo que llama una
“anorgasmia”, la otra muy probablemente le responderá que procure someterse a
terapia, que no sólo estaría perdiéndose una experiencia vital (reivindicación), sino
también poniendo en riesgo su relación de pareja.

14
Crecientemente, en el campo de la política pública nacional e internacional, la sexualidad se ha ido constituyendo en
su objeto en cuanto una zona de riesgo de una reproducción no deseada -y que ha considerado en el plano de la
intervención principal o exclusivamente a las mujeres- respecto de lo cual se incorpora a los hombres. Las dimensiones
relativas a la calidad (cualidad) de las prácticas, la experiencia erótica y la intimidad no han sido clásicamente asistidas,
sino a través de una normativización o tabuización autoritarias; y, más recientemente, ha sido reconocida en sus
potencialidades de ser dañada más allá de los aspectos precedentemente señalados: como zona de insatisfacción y como
expuesta a violencia. Más recientemente aún, también la sexualidad está siendo incorporada como una esfera de la vida
de las personas a ser constituida en ámbito de derechos.

75
La libertad sexual alcanzada por las mujeres respecto de su entrada no marital en la
sexualidad activa no le deja fuera de los juicios críticos sobre la cantidad de parejas
sexuales; pueden ampliar el numero de pareja respecto de las generaciones de sus
madres y abuelas, pero al mismo tiempo han de cuidar una imagen social de selectividad
personal y, con ello, de reputación familiar.

Las mujeres pertenecientes a las generaciones jóvenes se inician sexualmente sin estar
casadas y lo hacen más tempranamente que sus madres y abuelas; tendrán más parejas
sexuales que éstas en virtud de la postergación de la edad de las uniones, de la ruptura
marital, de la ampliación de los contextos en los que se tiene sexo, etc. Sin embargo, ya
en ese momento de sus trayectorias los hombres de su misma generación habrán tenido
más parejas sexuales que ellas (a los 22 años ellas habrán tenido dos y ellos, cuatro).

Como hemos señalado en otros textos, los procesos de divorcio que viven hoy las
mujeres expresan, por una parte, un ejercicio de su autonomía, al tomar tal decisión
pero, por otra, una sujeción posterior a una división sexual del trabajo postmarital
(queda al cuidado de los hijos), que puede dejarlas fuera de un mercado matrimonial
que privilegia a las mujeres jóvenes y les inhibe todavía de acceder a hombres más
jóvenes.

Del mismo modo, la tarea de prevención de embarazo no deseado continúa siendo tarea
femenina; las opciones más radicales de prevención, como la esterilización, es
ejecutada en la sociedad chilena fundamentalmente por las mujeres (27% contra 0,1%).
Parte de los hombres y parejas que usan condón al comienzo de una relación después se
deriva a una tecnología de uso femenino.

Existe una diferencia muy significativa en los niveles de uso de tecnología preventiva en
hombres y mujeres en los sectores populares. El Ministerio de Salud consigna un bajo
nivel de usuarios en sus servicios entre los y las adolescentes, sin embargo
significativamente más bajo en los hombres (3.546 versus 111.705, en 2003).

76
El comercio sexual continúa siendo un recurso sexual destinado a los hombres. En las
nuevas generaciones, de igual modo que en las antiguas, se ha incrementado la
presencia de hombres en la prestación de servicios, mas ello sirve muy
mayoritariamente a una clientela no constituida por mujeres. En el fenómeno de la
violencia de género, uno de los aspectos más duros de la convivencia entre mujeres y
hombres, la inmensa mayoría corresponde a una agresión de los últimos contra las
primeras.

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79
MODULO 4

SEXUALIDAD, INTIMIDAD Y PRACTICA AMOROSA

80
1. Objetivo del Módulo

Le permitirá acrecentar sus competencias para comprender las condiciones en que se


inscriben las relaciones sexuales (su organización respecto de la cotidianeidad, ola
intimidad y el erotismo) y los contextos de relaciones en que se producen, teniendo
presente la configuración cultural de la sociedad en el campo de sexualidad y la
afectividad.

2. Análisis del Caso de Aprendizaje.

En el Caso de Aprendizaje que se presenta a continuación, usted podrá apreciar que se


presenta un guión estructurado en tres actos. Léalo cuidadosamente y complete el acto
2.

Lea primero el Acto 1 y comprenda la actuación de el/la protagonista:


• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?

Construya un Acto 2 donde la protagonista da otra respuesta a la situación planteada en


el Acto 1. Comprenda la nueva actuación del/a protagonista:
• ¿Cómo actúa: qué hace, qué decisión está haciendo?
• ¿Por qué actúa de la manera en que lo hace?
• ¿En qué elementos su actuación, decisión, en el Acto 3 es distinta a la que tuvo
en el Acto 1?

Construya el Acto 2. La pregunta que organiza la construcción de su respuesta es: ¿Cómo


cambia el/a protagonista?, es decir, ¿cómo pasa de una primera actuación (y la
decisión implicada) a una actuación (y una decisión) diferente en la misma situación?

La respuesta que usted elabore en el Acto 2 será enriquecida más adelante por usted
mismo en el Momento de APLICACION, cuando vuelva a analizar el mismo caso de
aprendizaje incorporando los aportes adquiridos en el momento de INFORMACION.

81
Después haga una lectura con toda calma del Texto: “SEXUALIDAD, INTIMIDAD Y
PRACTICA AMOROSA”, y luego responda las preguntas que se formulan más abajo,
volviendo a los textos si lo estima necesario. Los documentos sugeridos en la bibliografía
del texto se encuentran en el componente RECURSOS DE LA COMUNIDAD DE
APRENDIZAJE EN SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD (www.pasa.cl)

Preguntas de Evaluación Formativa

 ¿Cómo entiende usted el concepto de intimidad? Explique su respuesta.


 ¿Cómo entiende usted la noción de ‘contexto de relacionamiento sexual’?
 ¿Cómo entiende usted la conexión entre cotidianeidad y prácticas sexuales)

Finalmente, revise su primera respuesta para el acto 2 elaborado en el momento de


problematización, enriquézcala o desarrolle nuevas respuestas luego de haber
incorporado nueva información a través del momento de Información. Este momento
culmina con la comparación que hace usted mismo entre su primera respuesta y su
última respuesta, manifestando si el módulo le permitió cambiar o enriquecer su visión
sobre el tema.

Vuelva a analizar el caso resolviendo el Acto 2 incorporando la información aportada por


el equipo docente a través del texto ““SEXUALIDAD, INTIMIDAD Y PRÁCTICA
AMOROSA”.

82
CASO DE APRENDIZAJE

Angélica no se deja invitar por Andrés

Acto 1

Andrés invita a Angélica, con quien pololea hace poco tiempo, a ir de paseo un
sábado al Cajón del Maipo a hacer una caminata a alguno de los cerros, que llevan
picnic y que se detendrían a descansar cuando estén cansados y que conoce un
arroyo en el que se baña siempre que va. Le cuenta que lo ha hecho muchas veces
antes de conocerla, que le encanta y le gustaría mucho hacerlo una vez con ella a
ver si le empieza a gustar. Agrega que si no llega a gustarle, al menos conocerá
parte de su mundo, de las cosas con las goza en la vida. Ella le contesta que no le
gusta nada andar como las cabras por los cerros, que no hace nunca deportes y que
sus piernas no llegarían a ninguna parte. Termina diciéndole que si él va todos los
fines de semana va a ser aburrido esperarlo y verlo llegar cansado sin energías para
salir a carretear.

Andrés se sorprende mucho con su respuesta. Le dice que no imaginó que ella no se
conectara con su deseo, que podría hacer probado hacer algo nuevo con él. Que no
insistirá por ahora. Retomando su buen humor, le propone ir por la noche al
Liguria15, lugar donde se encontraron por primera vez.

Por la noche en el Pub, él le pregunta por qué reaccionó del modo en que lo hizo,
que hubiese esperado que ella se conectara con su deseo de ir de paseo. Ella le dice
que no sabe muy bien, pero que no está acostumbrada a seguir el deseo de otra
persona, que si no le gusta alguna invitación, no va no más. Andrés insiste. Le
pregunta si eso le ha provocado problemas antes con un pololo, que a veces uno
aprende en la relación de pareja. Le dice en broma: “Dime, ¿cómo lo hacían para
llevarte al cerro San cristóbal? Ella le dice que mejor no se meta en ese tema. El

15
Restaurant-Pub al que gusta de ir la juventud santiaguina.

83
insiste y ella le dice: Mira la escuela que yo tuve. Siempre cuando mi mamá invita a
mi papá, más que invitarlo, le reclama. Remeda a su mamá: “Puchas, hace súper
harto tiempo que no vamos al cine. Vamos, hace tiempo que no salimos. ¡Estás más
fomes!” Dice que casi siempre su papá le responde que no manera de invitar a
nadie, que parece más una obligación, que así no le despierta ningún deseo de salir
con ella.

Acto 2

A ser desarrollado por Usted

Acto 3

Andrés invita a su polola Angélica, con quien pololea hace poco tiempo, a ir de
paseo un sábado al Cajón del Maipo a hacer una caminata a alguno de los cerros,
que llevan picnic y que se detendrían a descansar cuando estén cansados y que
conoce un arroyo en el que se baña siempre que va. Le cuenta que lo ha hecho
muchas veces antes de conocerla, que le encanta y le gustaría mucho hacerlo una
vez con ella a ver si le empieza a gustar. Agrega que si no llega a gustarle, al
menos conocerá parte de su mundo, de las cosas con las goza en la vida. Ella le
contesta que le gustaría mucho, que nunca antes lo hizo, que a lo mejor
terminarían haciéndolo juntos además como deporte. Pero le dice que no puede
acompañarlo, que tiene que estudiar para una prueba que tiene el lunes. Lo anima
a que vaya solo y que por la noche vayan al cine. Dice: Me encantaría ir al cine.
¡Vamos! Lo pasaríamos tan bien. Es una película que por lo que he escuchado, nos
gustaría. Y, después si te animas, nos vamos al Liguria16. Le responde él que aunque
está un poco cansada, salir con ella le encanta, y que ir al cine la relajará y
descansará.

16
Restaurant-Pub al que gusta de ir parte de la juventud santiaguina.

84
SEXUALIDAD, INTIMIDAD Y PRACTICA AMOROSA

1. Heterogeneidad, trayectorias e intimidad.

Como vimos en el primer módulo, el concepto de homogeneidad sirve para observar la


situación en la cual las personas de manera general operan con una visión en que todo
les parece conocido, predecible, adivinable; cada persona puede suponer que otra
persona es similar a sí misma y, con ello, inferir al otro u otra a partir de sí misma (de
ahí el aforismo “conócete a ti mismo y conocerás el mundo”). Del mismo modo, cada
persona puede identificar a quienes no son como ella, clasificándoles como parte de otra
comunidad o de otro grupo humano; esto es, clasificándole como parte de otra
homogeneidad (por ejemplo, puede pensar que todos los ‘extranjeros’ son iguales entre
sí).

A su vez, el concepto de heterogeneidad expresa la idea de una situación en la cual las


personas se perciben como distintas entre sí, al mismo tiempo que se reconocen como
parte de una misma comunidad o un mismo grupo, en un sentido lato. En dicha
situación, para que las personas resulten conocidas o predecibles entre sí es necesario
que conozcan acerca de la diversidad de formas de vida, de códigos de comunicación, de
relaciones y de prácticas que tienen lugar en dicha comunidad o grupo humano (de ahí
el aforismo “conoce el mundo para conocerte a ti mismo”). Requieren, por tanto, de
aprendizajes de la diversidad que les permitan orientarse y operar desarrollando y
construyendo formas de relación, de comunicación y de colaboración que, a su vez,
permitan que la comunidad o el grupo funcione lo mejor posible para cada uno de sus
miembros. Desde este punto de vista, la experiencia de vivir en una sociedad
heterogénea en el ámbito sociocultural conlleva también la experiencia de
reconocimiento del otro u otra como distinto, único y singular; esto es, el
reconocimiento de la singularidad y la diversidad. La diversidad deviene en
característica de la experiencia social contemporánea, en múltiples ámbitos de la vida
individual y social.

85
Esta diversidad está implicada en el reconocimiento del otro u otra como una persona
que ha ‘llegado a ser’ como resultado de sus propios caminos y recorridos biográficos y
sexuales. Una persona difícilmente puede dar cuenta de su vida, de sus decisiones y de
sus acciones sino como el resultado de procesos de vida más o menos complejos. Por ello
mismo, con frecuencia no podemos entender o comprender al otro u otra sino como
alguien complejo, a quien sólo podemos acceder a través de la comprensión de sus
trayectorias de vida. Lo mismo podemos decir de nuestros propios caminos biográficos y
sexuales.

Una visión homogénea de la sociedad se presenta asociada también a una visión de la


sociedad, de la sexualidad y de las personas que es caracterizada por la simplicidad.
Esta supone que todas las personas tienen trayectorias o cursos de vida similares entre sí
y, por tanto, son predecibles, con atributos similares e integrables entre sí de manera
simple. Por el contrario, la situación de heterogeneidad aparece ahora asociada a la
noción de complejidad, en el sentido de que en dicha situación no es posible suponer
que todas las personas tienen trayectorias o cursos biográficos similares y, por tanto,
resultan impredecibles, no adivinables, y cada una de ella es portadora de atributos
singulares, únicos y específicos de esa persona; con ello, la integración entre las
personas resulta compleja. Lo anterior hace comprensible el hecho de que para
comprender y operar la sexualidad en la sociedad contemporánea tengamos que poner
nuestra atención en las trayectorias biográficas y sexuales de las personas. De este
modo, por ejemplo, para la construcción de la intimidad con otra persona no podemos
presumir que dicha persona no ha sufrido violencia de género o sexual, no ha
experimentado prácticas sexuales distintas a las propias o con personas del mismo sexo,
no ha tenido más de una pareja sexual, no ha experimentado riesgos reproductivos, etc.

Ello implica que el establecimiento de vínculos, las relaciones, las comunicaciones y los
intercambios en el plano de la sexualidad son también complejos, requieren de una
construcción reflexiva y de un aprendizaje permanente. Esto es, la construcción de
vínculos amorosos, de pareja y de intimidad requiere de que los individuos modifiquen
sus marcos de referencia o sus mapas mentales, de modo de poder estar en condiciones

86
de vivenciar la complejidad de un modo que les permita crecer, desarrollarse y llevar
una vida lo más plena y satisfactoria posible para sí mismos y para su entorno.

2. Las relaciones amorosas y las relaciones de género

a. El amor como sentimiento humano.

De manera general, el amor es un sentimiento humano. Al mismo tiempo, constituye una


filosofía y una construcción social histórica y específica en las sociedades. Del mismo
modo, aún cuando menos observado de este modo, el amor constituye una práctica (una
práctica de lo amoroso) situadas en el marco del conjunto de las relaciones sociales,
entre éstas las de poder.

En cuanto sentimiento, el amor dice relación con los afectos, y por ello, es una
experiencia común a los seres humanos, cualesquiera sean las condiciones históricas y
sociales. Puede sugerirse que surgen estos últimos de un proceso propiamente específico
de conexión entre una cría y una progenitora humanas. En el primer tiempo de vida,
entre un ser humano y su progenitora se establece por una parte una relación de
dependencia biológica –no se sobrevive sin ella en la naturaleza, su lactancia y cuidado-
y por otra, un lazo basado en unas posibilidades corporales derivadas de la evolución
biológica de los cuerpos que hacen que lo anterior se produzca en una proximidad
corporal (los cuerpos se encuentran en un abrazo que la madre provee, más allá de la
cercanía de las glándulas mamarias y la boca) y en un contacto visual (uno/a y otro/a se
observan y responden mutuamente). Entre dependencia biológica y contacto intenso de
los cuerpos emergería el lazo emocional. La expectativa del/a hijo/a sobre la
proximidad del cuerpo materno que le alimenta y abraza fundaría la emergencia del lazo
afectivo, que implica primero a los cuerpos y las emociones recíprocas, y más tarde al
lenguaje y las representaciones y significaciones mutuas. El elemento más primario del
lazo afectivo consistiría en el apego, que provee seguridad y confianza. Más tarde en la
vida, el lazo afectivo se extendería a la sociedad humana, cuando ya es posible transitar
de la dependencia respecto de la madre a la dependencia del grupo, y más adelante, a
las relaciones afectivas entre individuos.

87
b. Filosofía y construcción social del amor y las relaciones amorosas.

Al mismo tiempo, el amor se ubica en el campo de la filosofía. Nuestras propias


referencias filosóficas conectan con el amor romántico (Paz, 1996), que constituye el
modelo propiamente de la modernidad en occidente17, tiene como un elemento
fundamental lo que podría denominarse como la libertad de los amantes. Se sostiene
sobre una idea de aleatoriedad de los encuentros que conducen primero a la experiencia
amorosa (que acontece a los sujetos) y luego a la relación amorosa. La noción de
libertad que se introduce mediante la filosofía del amor romántico transforma
históricamente el modo predominante en que se organizan socialmente las uniones. Es el
sentimiento y no la economía familiar, los sujetos y no sus familias lo que organizarían
las uniones. El matrimonio arreglado devino matrimonio por amor. Más recientemente,
el matrimonio devino pareja.18

El proceso de entrada del afecto en las relaciones conyugales y familiares hizo surgir el
ideal y la práctica del matrimonio por amor19 (de Singly, 1987), que se vuelven
dominantes en el siglo veinte (Luhmann, 1985; de Singly, 1987): el matrimonio por amor
implica, de un lado, que el casamiento no depende ya de las negociaciones entre

17
Según De Rougemont (1938) no procede del romanticismo europeo (siglo XIX) sino en torno a la literatura medieval a
fines de la edad media, y sustituye al amor cortés más propiamente de la edad media.
18
En la actualidad, el proceso conducente al establecimiento de relaciones de pareja se realiza en un contexto de
transformación de la institución matrimonial. Por cierto, el matrimonio fue, tradicionalmente, un contrato que unía a dos
familias y conducía a una forma de organización que aseguraba la procreación, la distribución y conservación del
patrimonio; conllevaba exigencias en la esfera de la sexualidad, sin embargo, no suponía una unión emocional profunda
entre los cónyuges. Aun cuando persiste el matrimonio como un lazo legal, su concepción en la actualidad remite cada
vez más a la noción de pareja, en cuanto una unión emocional de sus integrantes.
19
Por otro lado, y en una perspectiva que analiza el vínculo de la relación amorosa con la sexualidad, Octavio Paz
(1993), propone una diferenciación entre la sexualidad, el amor y el erotismo. En cuanto a las relaciones
intersubjetivas, la sexualidad sería el primer escalón del desarrollo de la especie y el amor el último. Aunque la
frontera entre amor y erotismo a veces es sutil y se diluye, la diferenciación fundamental radicaría, sin embargo, en
que en el primer caso, existe atracción hacia una persona única, mientras que en el segundo, no se da esta relación
de exclusividad entre dos personas. Para Paz, la idea de amor, es relativamente reciente, la sitúa en el siglo XII, con
el nacimiento del amor cortés en el sur de Francia. Este amor aunque existía en forma difusa como sentimiento, no
es sino hasta la Edad Media que se constituye en modelo de relación.

88
familias, sino de una elección personal de los cónyuges y, de otro, que la única razón de
la elección es el sentimiento amoroso (Bozon, 1991a; Bozon, 1991b). Más recientemente,
en las últimas décadas, el ideal del matrimonio por amor se disuelve progresivamente
en el de la pareja por amor. La noción de pareja se ha instalado y desplazado a la
noción de matrimonio en los discursos sociales, -el matrimonio ha devenido un tipo
particular de pareja: la pareja conyugal- la sustituye y la incluye. La noción misma de
pareja parece estar en constante transformación. Para aproximarse a una re-
conceptualización de la relación de pareja, Bozon usa la expresión “pareja subjetiva
contemporánea,” queriendo dar cuenta con este término de la transformación en la
conyugalidad en las sociedades occidentales, indicando que el elemento constitutivo de la
pareja habría pasado de una definición institucional del casamiento a una definición
interna y ampliamente subjetiva de ella (Bozon, 2002, p. 47).

La pareja contemporánea se caracteriza tanto por la referencia al sentimiento amoroso,


cuanto por la importancia creciente que asumen, por un lado, los dominios, autonomías
relativas e intereses individuales de los sujetos en el contexto de las relaciones de
pareja y, por otro, el papel de sexualidad en la constitución y mantención de las
relaciones. Respecto de lo último, Michel Bozon (1991b; 1998) sostiene que se ha
producido una inversión en la relación entre sexualidad e institución matrimonial: antes
la última otorgaba el derecho a la actividad sexual; en la actualidad, la primera devino
motor interno de la conyugalidad. Una de las consecuencias de la difusión del ideal del
matrimonio por amor, y luego de la pareja por amor, es que la relación de dependencia
que liga tradicionalmente la sexualidad al matrimonio se ha vuelto completamente
inversa. El intercambio sexual, se apoya sobre el lazo amoroso, deviniendo en un motor
interno de la conyugalidad moderna (Bozon, 1991b; Bozon, 1998).

Lo anterior expresa bien el carácter histórico de las construcciones sociales específicas


del amor que se producen en una sociedad cualquiera, y cómo, por tanto, también se
transforman con el tiempo. Constituyen es decir representaciones, imágenes e ideas
acerca de las relaciones amorosas (p. e. amores ideales, legítimos, indecentes o
prohibidos) subjetividades en torno al sentimiento y las relaciones y contextos en que se
produce (p. e. enamorarse de una persona de otra pertenencia social, religiosa, nacional

89
o política, etc.), normatividades legales (regulaciones monogámicas de las uniones,
prohibición de uniones homosexuales, infidelidades, crímenes pasionales, etc.) y
consuetudinarias (p. e. la homogamia –es decir, relacionarse afectivamente y unirse con
personas pertenecientes a una misma condición, p. e. es más frecuente casarse con
personas del mismo nivel socioeconómico; lo otro sucede en las teleseries y su carácter
excepcional interesa a las personas- o los grados de parentesco en que está prohibido el
matrimonio en un grupo particular –p. e. cuándo pueden casarse entre primos.)

c. El amor como práctica: el desigual trabajo amoroso.

Aún cuando menos observado de este modo, el amor constituye una práctica (una
práctica de lo amoroso), más propiamente un sistema organizado de prácticas, que
estructuran los afectos de los sujetos. En esta perspectiva, una relación amorosa puede
ser considerada como un conjunto de entregas de sí mismo que cada uno de sus
miembros hace. Son mutuas entregas de sí. Sin embargo, éstas no pueden a priori ser
definidas como idénticas o equivalentes. Es en este plano donde son estructurantes las
relaciones de género de las relaciones afectivas: ¿cómo participan las partes, hombres y
mujeres, en estas disposiciones activas hacia el otro u otra en las relaciones amorosas en
la vida cotidiana?

Cada uno remite no solamente a lo que puede disponer, en función de la naturaleza de


sus capitales, sino igualmente de lo que puede invertir en la relación, en función de una
división sexual del trabajo afectivo. Los sujetos, hombres y mujeres, pueden decir que
se entregan enteramente uno/a al/la otro/a, pero ello no necesariamente resulta ser así
desde la perspectiva de lo que hacen.

En los sentimientos amorosos de los hombres y de las mujeres puede constatarse todavía
hoy la existencia de una asimetría, basada en una dependencia afectiva de las últimas
respecto de los primeros, que no es consecuencia de su dependencia económica, sino
producto de la ideología del amor romántico, de una elaboración de la identidad

90
personal y femenina como incompleta mientras no se “encuentre” al hombre ideal y
único que le complementará y le confirmará (Sonia Dayan-Herzbrun, 1982). Por ello, en
sus prácticas las diferencias en el tiempo disponible para el otro u otra varían (las
mujeres suelen buscar obtener tiempo del otro y los hombres suelen concederlo), en la
activación y continuidad de la conversación en la relación (de responsabilidad de las
mujeres), en el cuidado (asignado a las mujeres respecto de todo el grupo familiar), en
la expresión física del afecto (más emocional en ellas y más corporalmente erotizado en
ellos), en la creación de condiciones para la intimidad (se dice que ellas serían por
naturaleza más proclives a la intimidad y a la auto-revelación).

d. Amor, violencia y muerte: del crimen pasional al femicidio.

« L’amour est-il une exception, la seule, mais de première grandeur,


à la loi de la domination masculine, une mise en suspens de la violence symbolique,
ou la forme suprême, parce que la plus subtile, la plus invisible, de cette violence ?»
(Pierre Bourdieu)20

Las relaciones amorosas se ubican también en un campo de tensiones, conflictos y


relaciones de poder. En el plano de las ideas e imágenes sociales acerca del amor, es
decir, del amor ideal, pareciera como si las relaciones amorosas estuvieran liberadas de
dominación y violencia, libre de la dominación masculina; no obstante, también el amor
podría constituir o encubrir una forma más sutil e invisible de violencia simbólica
(Bourdieu, 1995, citado en Bozon, 2003).

Por ello, esta distinción entre la idea del amor como amor ideal, con frecuencia
imaginado como liberado de dominación y violencia, y las prácticas amorosas,
traspasadas por las circunstancias de la vida real, requiere de atención. Con frecuencia,
la dominación y la violencia son legitimadas en referencia al amor, sobre el argumento
20
La Domination Masculine, Paris, Editions du Seuil, 1998.

91
de que tales comportamientos son demostrativos de la significación del otro, es decir,
de lo importante que es el otro u otra para un individuo (la violencia como significante
del vínculo).

Un 68% de los homicidios de mujeres que se producen al año en todo el mundo son a
manos de hombres con los cuales mantenían o habían mantenido una relación afectiva.
(Lorente, 2005). Asimismo, la violencia entre los miembros de la pareja presenta una
clara direccionalidad: se trata de la violencia del hombre hacia –contra- la mujer, según
lo señalan múltiples investigaciones (Cantera, 2004; Corporación la Morada, 2004;
Maturana, Maura y Rojas, 2004; de Miguel, 2005; Lorente, 2005; Jalmert, 2006, entre
muchos otros).

El sentido común usa unas expresiones que asocian el sentimiento amoroso a la muerte y
a la violencia: “morir por amor”, “amores que matan” o “matar por amor”. La ley dio un
estatuto especial a lo llamó “crimen pasional”. Quien asesina a otro/a en nombre del
amor, presa de una locura de amor u obnubilación del juicio debido a la pasión que le
une a éste/a. Este "estado alterado de conciencia", como lo nombra a menudo la
justicia, suele ser elaborado socialmente como la respuesta a una ofensa que merece ser
“vengada” (Jimeno, 2002). Podría preguntarse si el asesinato es fruto de una pasión
basada en una ofensa al sentimiento amoroso, ¿por qué se mata a mujeres?, por qué no
asesinan ellas por las mismas razones y en las mismas situaciones? El sentimiento
amoroso se presenta marcado por la dominación masculina. La traición femenina
constituiría una ofensa a la masculinidad.

El asesinato de una mujer por parte de su pareja o expareja constituye un femicidio.


Cuando la pasión conduce a un asesinato, el acto criminal se nos aparece como un acto
sorpresivo e imprevisible, sin embargo, es con mucha frecuencia un desenlace de una
prolongada historia de violencia de género. El asesinato vinculado a las relaciones
afectivas no es el efecto de un conflicto en el campo de la pasión, el erotismo o la
sexualidad, sino que es fruto del sexismo, es decir, expresa el intento de un hombre de
doblegar, someter o capitular a una mujer en cuanto tal para mantener la posición de
dominio respecto de ella

92
3. Intimidad o el orden emocional de las relaciones.

Cuando un muchacho cuyos padres están divorciados, dice respecto de su padre con el
cual no vive cotidianamente y a quien visita, que es un padre lejano probablemente no
está diciendo que lo sea físicamente o que no le provea de recursos materiales, sino que
lo está en el plano de la intimidad. Ello refiere a una transformación reciente en la
relación entre padre e hijos, que abandona progresivamente la posición superior del
primero -una función de autoridad a la manera de una ley y una distancia emocional
vinculada al control sobre el último- para construirse sobre una intensa comunicación
emocional21, que al menos imaginariamente suspende dicha superioridad.

AA
uto
uto-revelaci
-revelación
ón reciprocidad
reciprocidad

simpatía
simpatía selectividad
selectividad
gozo
gozo
empatía
empatía mutualidad
mutualidad

diferenciaci ón y porosidad equivalencia

sujeto
sujeto sujeto
sujeto

seguridad
seguridad confianza
confianza

Lo anterior refiere a una versión moderna de la intimidad. La intimidad22 puede ser


observada como un “orden emocional” en las relaciones entre las personas en la esfera
privada, sobre la base de la equivalencia o igual valor entre los individuos implicados.
Desde una perspectiva sociológica, la intimidad se constituye en un nuevo dominio en
desarrollo en las relaciones familiares, de pareja, parentales. En esos casos, sea entre
los hombres y sus hijos o entre los miembros de una pareja, la intimidad es posible si los
sujetos implicados tienen equivalencia entre sí en la relación
21
Basada primariamente en la seguridad y la confianza y que se extiende al gozo, etc.
22
La palabra intimidad procede del latín intimus, que significa "lo de más adentro", "lo más profundo".

93
Más próximos a la psicología, puede afirmarse que la intimidad supone en un mismo
proceso –en los niveles personal y relacional-, diferenciación y porosidad. Requiere de un
hábito psicológico de consistencia similar a la de las membranas porosas de que hablan
los biólogos: unir manteniendo la separación. Sujetos no diferenciados entre sí
establecen vínculos no individualizados; sujetos sin límites personales no realizan
intercambios afectivos propiamente tales. Es posible recordar aquí una idea próxima a la
noción del amor romántico: la aspiración a la fusión imaginaria de quienes se aman. Esa
idea además vincula con una antigua concepción que sostiene al principio existió un solo
cuerpo humano, un solo ser humano, una unidad. Esta unidad fue separada en dos,
discontinuas de ahí en adelante.23 Los vínculos amorosos y sexuales se situarían
imaginariamente entre discontinuidad y continuidad constantes.

Otra forma de expresar la noción de intimidad, esta vez por negación, es la de la línea
férrea, en cuyos largos tramos, hay dos rieles sostenidos en durmientes, siempre
próximos, no obstante permanecen siempre a igual distancia y, por ello nunca podrían
intersectarse, encontrarse.

La intimidad supone condiciones para la disponibilidad espacial y/o temporal de las


personas. En la tercera parte de la película El Chacotero Sentimental24 puede verse la
importancia que puede el espacio privado –cuando se carece del mismo- en relación con
la construcción de intimidad, emergencia del erotismo y lugar para el sexo. Por ello,
conlleva diversos elementos concurrentes: factores facilitadores y bloqueadores,
componentes específicos, requerimientos y disposiciones personales. (Calderone, 1972):

23
Recuérdese en la tradición judeo-cristiana de la creación al hombre y a la mujer creados a partir de un solo cuerpo.

24
Tercera historia TODO ES CANCHA, de la película EL CHACOTERO SENTIMENTAL, dirigida por Cristián Galaz y actuada
por Tamara Acosta, Pablo Macaya, Alejandro Trejo. CEBRA Producciones, DVD Video, Video Chile.

94
Disposiciones personales:
Disposici ón acompartir
Autor revelaci ón Facilitadores:
Respeto, auto-respeto Sensibilidades similares,
Reconocimientomutuo Conocimiento del otro
Emotividad Bloqueadores:
Sentidodel humor Dominio, violencia
Hostilidad, ira, enojo
Componentes delaintimidad: Miedo, temor al rechazo
Selección Sentimientos deculpabilidad
Mutualidad Papel pasivo, rol deespectador
Reciprocidad
Confianza Requerimientos b ásicos:
Gozo Tiempo, Privacidad

En la actualidad, la construcción de intimidad implica cada vez más la construcción de


relaciones, comunicaciones, interacciones e intercambios entre personas cuyas
trayectorias biográficas y sexuales no son lineales ni simples. Por ello, la construcción de
vínculos amorosos no está asegurada de antemano sino que se presenta propiamente
como una construcción que, a su vez, requiere que las personas modifiquen
constantemente sus marcos de referencia para el encuentro con otra persona. En este
sentido, la construcción de vínculo amoroso se presenta como una construcción de una
situación de encuentro, proximidad e intimidad entre personas que tienen trayectorias
biográficas y sexuales distintas. Por ello, la construcción de vínculos de intimidad se
presenta también en un registro de complejidad, es decir, de baja predictibilidad del
otro. Esto opera en dos sentidos: por un lado, en el sentido de que difícilmente se puede
predecir las trayectorias del otro u otra; por otro lado, en el sentido de que difícilmente
puede afirmarse a priori algo respecto de lo que atrae, prefiere o gusta el otro u otra
persona. En este sentido, la intimidad es un mutuo reconocimiento, mutua exploración y
mutuo-revelación.

4. Sexualidad, condiciones de la vida cotidiana y parejas.

Existe en la actualidad una fuerte conexión entre intimidad y prácticas sexuales.


Presentan dos tipos de conexiones según el contexto de relaciones entre los sujetos.
Intimidad es condición en las parejas y en quienes tienen sexo en contexto de amistad.

95
La intimidad antecede a la situación erótica y le provee de la condición emocional.
Recuérdese un reclamo que a veces hacen las mujeres a sus parejas masculinas en el
sentido que carecerían de ternura o atención emocional previa (el dicho “Dos
cucharadas y a la papa” expresa bien este juicio).

Cuando las parejas viven todo o un alto nivel de tiempo unidas (casadas o conviviendo).
En estas parejas una condición muy propia es la cotidianeidad. Vivir juntos supone
compartir la vida en su dimensión de cotidianeidad, la intimidad, el erotismo y las
prácticas sexuales.

El siguiente esquema sugiere un modo de aproximarse a las conexiones que organizan la


conexión entre la sexualidad y otras de las dimensiones de la vida de las parejas en que
sus integrantes viven juntos:

cotidiane
cotidianeidad
idad intim
intimidad
idad eerotism
rotismoo prácticas
prácticasssexuales
exuales

público-privado
privado/ frontera privado-deseo privado-cuerpos
domicilio-trabajo

orden funcional orden emocional coordinación corporal

rutina extraordinario

parentalidad pareja amantes amantes

suje to
sujeto ssujeto
uje to

Pare ja de
Pareja dehabita
habitaunida
unida

Según el filósofo Humberto Giannini la cotidianeidad puede ser concebida como un m


ovimiento reflexivo del sujeto (regresa constantemente a un mismo punto de partida),
que se reitera silenciosamente y día a día. Es lo que ocurre todos los días. Lo que pasa
cuando no pasa nada (nuevo), y que produce una invisibilidad de lo familiar / próximo.
Es rutina: Proviene de ruta. La ruta que regresa a su punto de origen. Regreso a lo

96
consabido. Se trata de un tiempo que vuelve a traer lo mismo: los hábitos (la
habitación). Nos mantiene, gracias a los imprevistos evitados, en una identidad no
cuestionada. Hace que lo imprevisible se ponga fuera de nuestro alcance (normas
tácitas). Esta ruta tiene en el domicilio y el trabajo (escuela) sus coordenadas
principales. El primero conecta con lo que llama el recogimiento cotidiano de espacio,
tiempo y cosas familiares que están disponibles. Sería un orden rutinario a disposición
del ser en sí. Puede sugerirse que las conversaciones cotidianas, aquellas que se
producen cuando las personas regresan a casa, sencillas, recurrentes, banales expresen
bien el sentido de lo anterior.

Con alguna frecuencia se afirma que la rutina reduce o inhibe a las parejas las
oportunidades materiales y disposiciones psicológicas para situaciones de intimidad.
Puede sugerirse que por el contrario una cotidianeidad organizada, en que las rutinas
ese encuentren establecidas y los comportamientos se ajusten a ellas, provee de
mejores condiciones para la intimidad. Un ejemplo que indica un elemento –el de las
oportunidades materiales- es el de automaticidad de una conducta que necesita ser
realizada constantemente: el cepillado de dientes, mientras más impensadamente
(menos reflexivamente) se haga, menos debemos ocuparnos en planear, decidir, etc.; su
gracia es que se vuelva justamente rutina. Lo mismo puede decirse de la compra en el
supermercado, el lavado de ropas, etc. Una práctica cuyo automatismo afecta
intensamente las condiciones para la intimidad –más importante, a nuestro juicio, que la
ubicación del televisor en el dormitorio- es la disponibilidad espacio-temporal estricta
para los miembros de una pareja en el hogar. En ello una práctica fundamental es la
relacionada con el horario en que se duermen los hijos e hijas en la niñez. Tiempo de
sueño de los últimos es tiempo abierto a la intimidad para los primeros.

Cuando en las parejas sus miembros viven juntos y por ello el erotismo opera
fuertemente sobre la cotidianeidad (se tiene sexo con una cierta recurrencia en unos
días, unos horarios, unos lugares por lo general rutinarios, predecibles), sin embargo se
presenta a los sujetos como extraordinario. La intimidad se da sobre una cotidianeidad
organizada (según unos hábitos que tienen condiciones espaciales y temporales que
dejan a los miembros de una pareja disponibles para la misma)); se articulan entre sí. A

97
su vez la intimidad puede devenir en situación erótica (según el modo en que se activa,
despliega y acopla el deseo). De allí en adelante se transita a la interacción sexual.

deseo
deseo

cotidiane
cotidianeidad
idad intim
intimidad
idad eerotism
rotism oo prácticas
prácticasssexuales
exuales

articulación transformación tránsito

Intencionalidad
I ntencionalidad

suje to
sujeto ssujeto
uje to

pareja
pareja

La intimidad se presenta allí como clima emocional, pero al mismo tiempo como
contactos emocionales singularizados. En ese marco, en las parejas cuyos integrantes
viven juntos en medio de la intimidad emerge el erotismo, que quiebra la continuidad de
una cotidianeidad y abre a la construcción de un camino posible que entremezcle el
deseo propio con el deseo del otro, a partir de contenidos eróticos incipientes: imágenes
y fantasías, evocaciones y vivencias; olores, sudores, caricias, abrazos, texturas y
colores; decires, susurros y gemidos.

El erotismo, dice Octavio Paz, es una sexualidad transformada. Puede sugerirse que el
erotismo es una sofisticación. Ello es posible por versatilidad de los cuerpos humanos (su
gran movilidad, la plasticidad en sus posiciones, la capacidad de abrazarse, de mirarse),
y por la la integración de las funciones hipotalámicas asociadas a la función sexual con
centros de la corteza cerebral.25 También es posible porque las sociedades humanas

25
Las prácticas sexuales se aprenden. Respecto de las respuestas funcionales, a diferencia de una elaboración social muy
común que sostiene que serían puro resultado de la naturaleza biológica y que cree que serían muy diferentes en formas e
intensidades, éstas han de ser aprendidas aún en los actos elementales del coito (Harlow y Harlow, 1965). Las pautas de

98
construyen social y culturalmente formas estéticas y morales (sus prescripciones y
trasgresiones), saberes y lenguajes, subjetividades y prácticas que organizan las
actuaciones de los cuerpos y de los sujetos, los deseos, los estímulos y las respuestas, los
imaginarios y fantasías, los lugares y los tiempos del sexo.

A diferencia del pasado en que era un deber en la pareja (el débito conyugal), las
prácticas sexuales hoy se ubican más bien en una lógica de derecho. Por ello se orientan
al placer y se vuelven más plásticas. 26
No obstante, contradictoriamente, si en la
década de 1960 el orgasmo fue demanda femenina, devino en la actualidad un deber. Se
ha introducido una intervención médica sobre las prácticas sexuales (terapias, Viagra,
etc.), que buscaría volverlas placenteras, pero al mismo tiempo les asocia una norma de
rendimiento sexual.

Por ello, cada época, cada sociedad produce una organización específica de las
prácticas. Por ejemplo, tradicionalmente la práctica de sexo anal estaba altamente
especializada: estuvo exclusivamente asociada a las prácticas comercializadas, sólo
esperables con la prostituta, nunca con la esposa. Lo mismo puede sostenerse respecto
de quién hace el despliegue del deseo (lo que llamaban la iniciativa, ubicada hasta hace
poco exclusivamente en los hombres. Lo anterior indica también el hecho que dicha
organización es resultado, nunca el origen, de las relaciones sociales de género. El
estado de estas últimas relaciones se expresará en la organización de las prácticas de
hombres y mujeres.

conducta copulatoria están mucho menos diferenciadas sexualmente en los seres humanos que en los animales. Los
sistemas neuronales que producen las pautas motoras humanas menos diferenciadas son, a su vez, menos diferenciados.
Aunque se observan algunas diferencias fundamentales entre las respuestas masculinas y femeninas a los estímulos
sexuales, existen probablemente menos diferencia entre los sexos que la variación individual ente personas de un mismo
sexo (Kronhausen y Kronhausen, 1965).
26
El surgimiento de la tecnología reproductiva conlleva una autonomización de un dominio propiamente sexual. En la
actualidad, lo propio de la sexualidad es ser infecunda (Bozon, 2002). En las representaciones sociales de la sexualidad,
los actos sexuales destinados a la procreación se constituyen progresivamente en situaciones específicas que interrumpen
una sexualidad no reproductiva y una práctica contraceptiva. Aun cuando ello no se logre plenamente, como sucede
preferentemente en las sociedades en desarrollo, aún allí, los sentidos comunes se representan la separación como
disponible tecnológicamente. Las tecnologías reproductivas han logrado producir una ruptura más o menos radical entre
sexualidad y reproducción.

99
5. Sobre la interacción y el deseo: activación, despliegue, acoplamiento y
complementariedad.

El deseo erótico, a diferencia de una expectativa común, no necesariamente emerge


como fruto de una compartida y simultánea activación entre quienes están disponibles
para un encuentro sexual. De diversos modos el deseo suele activarse en una de las
personas, quien lo sitúa respecto de sí misma y del otro como intencionalidad. Desde esa
intencionalidad lo despliega hacia la otra persona. Tal despliegue puede activar una
respuesta erótica o no. Esta última por ello a su vez en puede abrirse y disponerse a
acoplar un propio deseo emergente con la otra persona. En tal situación los deseos son
deseos mutuos, complementarios.

prácticas
prácticassexuales
sexuales

complementariedad deseo

sujeto
sujeto acoplamiento deseo sujeto
sujeto
despliegue deseo
activaci ón deseo

situaci
situaci ón
óner
erótica
ótica

intimidad
intimidad

Tales disposiciones expresan la existencia de lo que se ha llamado de un “script” o


“guión” sexual27. Los guiones existen en tres planos: en el plano subjetivo de la vida
mental, en el plano de la organización de las interacciones sociales, en el plano de las
prescripciones culturales más generales. El primero, llamado guión sexual intra-psíquico,
es persona. El sujeto en su biografía ha ido construyendo en el plano psicológico una
erótica propia: imágenes, fantasías, etc. En el plano del cuerpo ha ido mapeándolo con
sensaciones, respuestas fisiológicas, etc. Allí el sujeto es un “dramaturgo” que produce
27
Script es un término que ha sido traducido como “guión” y están presentes diversos contenidos semánticos: aprendido,
codificado, inscrito en la consciencia, estructurado, construido como un escenario o un relato.

100
un guión, que en general es fragmentario, plástico. El segundo, el guión interpersonal,
hace a las coordinaciones que se establecen entre las personas, que van a determinar y
conducir o no a conductas a ejecutar en ese contexto. Allí el sujeto es actor. El tercero,
llamado escenario, define lo que se debe hacer con tal o cual persona, en tal o cual
circunstancia o en tal o cual momento; precisa los sentimientos y motivaciones que le
son apropiados; informa sobre lo que constituye y no constituye una situación sexual y
aporta elementos que conectan la vida erótica a la vida social en general. Allí el sujeto
se encuentra en posición de espectador (conoce lo anterior), puede ubicarlo en relación
a los guiones anteriores y corregirlo para sí y en sus interacciones.

NIVELES
NIVELESDE
DEGUIONES
GUIONESSEXUALES:
SEXUALES:SUJETO,
SUJETO,INTERACCION,
INTERACCION,CONTEXTO
CONTEXTO

gui ón intraps íquico dramaturgo


dramaturgo
sujeto
sujeto

gui ón interpersonal interacci actor


interacci ón
ón actor

espectador
espectador
escenario cultural contexto
contexto cr ítico
crítico
corrector
corrector

6. Sexualidad y contextos de relaciones entre las personas.

Tradicionalmente a las prácticas sexuales se las situaba en dos contextos: el de la pareja


y el de la ocasionalidad; los que se fundan dicotómicamente respecto del amor y del
deseo: el primero vinculado al amor, y el segundo al deseo.

A las prácticas sexuales puede llegarse a partir de un fuerte vínculo amoroso y ser
experimentadas como expresión y renovación del mismo. También puede arribarse a
través de la intimidad y confianza de una amistad. También puede llegarse mediante el
encuentro con un/a recién conocido/a. A su vez tales fundamentos refieren a los
vínculos entre las personas implicadas –como pareja o como recién conocido, aventura,
desconocido, amigo casual, encuentro casual, etc.; y definen las condiciones en que se

101
desenvuelven en términos de espacialidades y temporalidades también distintas:
permanente versus episódico, estable versus inestable, público versus privado.

Esta aproximación deja fuera de observación e interpretación las interacciones


sexuales que no conectan ni con los vínculos anteriores -basados en lo
permanente o lo episódico- y que no se fundan estrictamente en el sentimiento
amoroso ni sólo en el deseo sexual.
Contexto
Contextorelacional
relacional

pareja sexual:
pareja socio-afectiva

am
amor
ores
esfundante
fundante pololo/a
pololo/a esposo/a
esposo/acohabitante
cohabitante sexualidad
sexualidadconstante
constante

Contexto
Contextosociabilidad
sociabilidad

pareja sexual:
am igo/a expareja socio-afectiva

intim
intimidad
idades
escondición
condición am
amigo/a,
igo/a,expareja
expareja sexualidad
sexualidadrecursiva
recursiva

Contexto
Contextoocasionalidad
ocasionalidad

pareja sexual:
recién conocido/a

deseo
deseoes
esfundante
fundante incluye
incluyetrabajador/a
trabajador/asexual
sexual sexualidad
sexualidadepisódica
episódica

El contexto de ocasionalidad se presenta como una situación en la cual las partes


deciden tener sexo sin que exista vínculo previo, con apertura a la posibilidad de que el
acto sexual constituya el punto de partida de una relación estable y proyectiva. Se trata
de una modalidad de construcción de vínculo de intimidad que en la sociedad
contemporánea tiende a ser practicado por hombres y mujeres, particularmente en las
generaciones jóvenes, a pesar de que tradicionalmente sólo era atribuido a los hombres.
Ello expresa una transformación importante en la sexualidad; esto es, que ésta ya no
constituye un punto de llegada o de avance o consolidación de los vínculos sino más bien
su punto de partida.

102
No obstante, la ocasionalidad supone también la extrañeza del otro u otra, es decir, una
imposibilidad radical de disponer de alguna imagen del otro u otra que permita
predecirla, de algún modo, más allá de la disposición mutua para el encuentro sexual.
En este sentido, la ocasionalidad representa también una alta posibilidad de
deslegitimación del otro u otra en el mismo acto en que se realiza la construcción de
vínculo (por ejemplo, sobre la percepción del otro u otra como una persona que tiene
sexo con cualquier extraño o extraña). Por ello, la ocasionalidad se presenta también
como una modalidad de construcción de vínculo de intimidad frecuentemente no
proyectiva o de escasa proyección al futuro. Ello hace que la ocasionalidad, por
ejemplo, requiera de una alta capacidad de los individuos para el autocuidado y la
prevención de riesgos sexuales y emocionales.

El contexto de pareja se presenta como una situación en la cual las partes deciden
otorgar a la construcción de intimidad una proyectividad conjunta, como pareja, y con
frecuencia implica la construcción de vínculos intra e interfamiliares, es decir, la pareja
construye vínculos con la familia de una o ambas partes, integrando a la proyectividad
de la pareja en la red más amplia de proyectividades que constituye a los vínculos
familiares y socio-familiares. Por ello, el emparejamiento confronta a los individuos con
su propia capacidad de autonomía y con la necesidad de construir vínculos que permitan
articular dicha autonomía con la pertenencia a un grupo humano fundado en lazos
afectivos fuertes.

En la actualidad se constituye un contexto de relacionamiento que puede ser definido


como ‘sociabilidad sexual’, es decir, como construcción de un vínculo de proximidad
emocional entre dos personas que puede dar lugar a la sexualidad de manera recursiva,
no constante pero tampoco episódica. Ya no se trata de la figura tradicional del o de la
amante sino de una figura nueva en que la intimidad opera como una condición para la
relación, es decir, como un orden emocional de las relaciones en que habría simpatía,
confianza y equivalencia en los sujetos. En los materiales analizados, este contexto se
presenta principalmente en dos situaciones: amigos y ex-parejas. En ambos casos, no se
configuran propiamente los contextos ni de pareja ni de ocasionalidad; en el primero

103
porque la relación no se orienta hacia su reiteración exclusiva en una unidad de tiempo
mutuamente acordada (pues entonces se constituiría en pareja), en el segundo caso
porque a diferencia de la ocasionalidad masculina, sí se construye sobre un vínculo
afectivo no amoroso, pero sobre todo, se basa en proximidad emocional.

Por ello, el ‘contexto de sociabilidad sexual’ representa una construcción social


emergente de la sexualidad en la sociedad chilena, que se va instalando a medida que
los procesos de individualización de las trayectorias sexuales de las mujeres les permiten
pero también les presionan a resolver respecto de su sexualidad en la situación de no
disponer de una pareja. Esta es una característica creciente de la sexualidad femenina
en la sociedad chilena, particularmente de las generaciones más jóvenes.

BIBLIOGRAFIA

Bozon, Michel. 2003. Supplément à un post-scriptum de Pierre Bourdieu sur l’amour


ou peut-on faire une théorie de l’amour comme pratique ?

Bozon, Michel. 1988. “Amour, Désir, Durée. Cycle de la sexualité conjugale et rapports
entre hommes et femme“ in Bajos N., Bozon M., Ferrand A., Giami A., Spira A..La
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Giannini, H. 1987. La Reflexión Cotidiana: hacia una arqueología de la experiencia. Ed.


Universitaria. Santiago.

Giddens, Anthony. 1995. La Transformación de la Intimidad. Sexualidad, Amor y Erotismo


en las Sociedades Modernas. Ediciones Catedra. Madrid.

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