¿Enemigos o adversarios? Por: César Rodríguez Garavito (8 de Marzo, 2018).

[El Espectador]
En la columna se pueden apreciar fácilmente dos orientaciones muy fuertes, ya sea por la manera en
que lo redacta el columnista o la información por la cual está compuesto el texto. César Garavito
habla sobre una respuesta que habría dado el actual senador Uribe Vélez hacia el periodista Daniel
Coronell nombrándolo como 'enemigo': "calumniador profesional, que se declara como mi enemigo" -
dice Uribe. Pero esto es sólo la parte con la que se comienza la columna, que trata de explicar una
serie de definiciones alardes a la violencia dentro de la sociedad colombiana.
Garavito cita concertadamente al político Michael Ignatieff, "Los políticos deben respetar la
diferencia entre enemigo y adversario. Un adversario es alguien a quien se quiere vencer, un enemigo
es alguien a quien hay que destruir". Así pues, notamos cómo queda reflejada la primera orientación
(semántica), argumentando la magnitud de la declaración del senador y su modus pensanti, ya que
este señor ha estado en la política por muchos años y sabe perfectamente cuáles son las repercusiones
de sus palabras, mucho más teniendo en cuenta la potencia y autoridad que representa actualmente.
Pero no me valgo para hacer esta proposición de sólo esta respuesta; a través de los años en los cuales
el actual senador ha ostentado cargos públicos de gran importancia, ha usado un categórico modus
operandi que consta en, ya sea acusar verbalmente a sus oponentes o 'victimizarse'; con lo cual hay
una relación clara, entre lo que dice, cómo lo dice y qué logros o beneficios obtiene con decirlo.
Pero este análisis no se trata sólo sobre el comportamiento de Uribe Vélez, se trata sobre el peligro de
que una persona con el status como el que el senador ostenta, representa hacia la política del país,
pues al gozar de tan sublime legitimidad autoritaria por parte de sus "filas militantes" del Centro
Democrático, y usar expresiones de violencia, lo que genera es una gran polarización dentro de la
sociedad colombiana; este es un peligro para cada colombiano ya que dentro de la polarización se
escogen bandos, y la historia nos ha mostrado que no existe cabida para la política y lo que representa
la palabra 'política' dentro de un marco de violencia. Garavito hace alarde de una "guerra verbal"
existente entre la élite política que, a su vez, se ve reflejada en las candidaturas a la presidencia y por
ello, el riesgo de polarización social.
"El problema es que entre enemigos, no es posible tener confianza. Los enemigos no siguen las reglas
y, cuando ganan, intentan reescribirlas para no volver a ser derrotados jamás" -Dijo Ignatieff.
La segunda orientación que se ve claramente en el texto es la normativa, pues Garavito propone en su
texto que la palabra "enemigo" hace referencia al deseo de querer destruir a la otra persona, mientras
que propone también, que la política es el medio por el cual se llega a un acuerdo o pacto que sirve
como opuesto al deseo de destrucción de la persona contraria. Léase como malo y bueno
semánticamente, respectivamente.
Me gustaría agregar que existe, al menos en la forma de escritura del columnista, una orientación
política que nos da la idea de qué camino se quiere tomar en los debates presidenciales (2018-2022),
César nos advierte que hay un desprecio hacia las reglas por parte de “las élites políticas”
colombianas, el cual se convierte en un terreno en el que se concibe la política como una guerra, y
como dije antes, se polariza la sociedad colombiana, escogiendo bandos. En esta orientación, se puede
instruir al lector de lo que realmente está pasando con el círculo social que hace parte de la toma de
decisiones administrativas en el país y el camino que NO debería tomar fuerza, pues sumándole el
camino que ha tomado Colombia con el “post-conflicto”, lo que se busca es una unificación del ente
político para llevar al país a una democratización donde haya cabida justicia y progreso.
-Francisco Javier Martínez Valencia.