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BlVqIy CUo;UY SALNVIOA SOTMLVId $07 30 VW9IN3 NVYD 13 Esta obra ofrece por vez primera una vision histérica del apasionanie enigma representado por los “objetos des cidas” que en todas las éposas, especialmente desde 1947, se han visto en el cielo. Tema sujeto a controversia, discutido, negado y que incluso ha dado origen a la aparicién de la iafisica, el problema de lo volantes” sigue ofreciendo una gra incégnita, que aun esta haberse despejado, En reunido tode cuanto sobre los misteriosas (ef feree (tg BPO cade Ue ies : AQ TRES CAMARADAS — Tae AM mA rO cy (novela) _ = 41 - LA TARNOWSKA ee arc ieMe rim Unc) CVS MME ai ES Sco 2 ee ae SOE ea (IW al). eee esate ue aie eee es Canara tee TRU ite gee | “a So | p bk ; = ; =< = = = Lad = , , presidida por el contralmirante Fahrney, como ré- plica a Ia disolucién de la Comisién del ATIC. Precisamente fue el contralmirante Fahrney quien afirmé que «naves desconocidas, dirigidas inteligentemente y a enorme velocidad, estdn netrando en nuestra atmdésfera procedentes de] es- pacio exterior». (Washington, 16 de enero de 1957.) Resulta sorprendente constatar la coincidencia que con las anteriores palabras tienen las de un distin- guido sabio soviético, el doctor Zonshain, de la Academia de Ciencias de Mosc, el cual afirmd, el 18 de octubre de 1957, es decir, catorce dias des- pués del lanzamiento del primer Sputnik, que «en la actualidad estdn cruzando el espacio celeste apa- ratos que, a primera vista, nada tienen de comun con los aviones que conocemos>. gQué pudieron haber descubierto los rusos para decidirse a hacer tan asombrosa declaracién? No es, precisamente, que hayan dicho nada nuevo; lo extrafio, diria in- cera, es que también ellos, primeros explora- ores del espacio y contumaces enemigos de todas las voces que de Occidente les yenfan sobre el pro- blema de los OVNI —a los que evidentemente se refiere la frase transcrita— admitan la real exis. 19 ‘aparicién de un «objeto yolante — sobre Moscui, la revista Sovietskaya Bie- | que las apariciones celestes inex- Nes son —admitiendo con esto polémica so- r | misteriosisima cuestién— fenémenos at- mosféricos o productos de la imaginacién. Se ‘arrincona, pues, la tipica atribucion a mianejos im- pertalistas para mantener la ‘guerra fri. Hasta en setiembre de 1956, el cambio es casi total: una academia cientifica de Mose solicita de la CIEO francesa informes sobre la cuestién y la sus- cripcién a la revista que publica la entidad. Esto demuestra un interés agudizado por el problema, que habia de culminar con Ja declaracién del emi- nente doctor Zonshain, Resumiendo: del escepti- cismo.se pasa a la polémica, y de ésta a la deman- da dé colaboracién: _ Con esto los portavoces de la ciencia oficial so- viética se ponen de acuerdo con destacadas perso- nalidades del campo occidental, que desde mucho ‘tiempo antes se habfan pronunciado en sentido afirmativo sobre este misterioso asunto, Asi, el ma- riscal del Aire inglés, Lord Dowding (que incues- tionablemente debid de tener acceso a fuentes de informacién secretisimas e importantes) y el con- tralmirante norteamericano D, Fahrney, el cual afirmé lo que el lector ya sabe. Mas atin: refirién- dose a un hecho concreto (la deteccién por radar de un objeto no identificado, asimismo detectado por varias estaciones de radar de la Defensa An- tiaérea dela costa oeste de Escocia, el 6 de abril de 1957), el coronel jefe de la base de West Freugh, Inglaterra, declaré a la Prensa que la RAF consi- deraba el suceso como extraordinariamente grave. Evidentemente, una entidad tan responsable como el Ministerio del Aire britdnico no va a considerar 20 | } st thal "parte de las voces: a ee y _ mds amplias que el descubrimiento de cogido aquf solamente una pequi uno de los oe restigio al afirmar la reali hechos mas asombrosos de nu por ejemplo. Pero esta introduccién se haria inter- minable si tratase de recoger todas las opiniones: autorizadas y las pruebas docuimentales y fehacien- tes, que constituyen uno de los mds apasionantes dossiers de nuestro tiempo. : 3 He aqui que, cuando tratamos de conguistar el espacio sideral, éste estaria ya conquistado; al lado de nuestra astrondutica rudimentaria, otra astro- ndutica perfeccionadisima surcaria el firmamento; cuando quisiésemos, orgullosos, plantar nuestra bandera en otros mundos, éstos estarian ya Crue: dos. Rudo golpe para nuestro orgullo de terricolas (mucho mas aun para nuestras-ridiculas rivalida- des nacionales) que no admite otra tecnologia su- perior a la nuestra... sin saber, quizi, que nuestros litiles son instrumentos de Ia Edad de Piedra al lado de otra tecnologia no terrestre dela que ape- nas tenemos algunos fugaces atisbos. Pero lo asombroso, lo alucinante, és que esta historia parece ser tan vieja como la propia Huma- nidad. O quizd mds. Desde la mds remota antigiie- dad existen tradiciones y leyendas mesopotamicas, hebreas, hindues, mayas, aztecas, incas, etcétera, & igualmente en el mundo romano y en el Medioevo occidental, relativas a apariciones celestes de obje- los semejantes a los actuales OVNI que fueron re- gistradas en casi todas Jas generaciones. Luego, con més o menos frecuencia, fueron también vis- tos durante todo el siglo x1x y hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Fue quiza durante ésta, y con toda seguridad inmediatamente des- pués de clla, cuando la : i | - ¥ 1 Mat A i es “AC be | la Luna habitada. 5 ¢atadura en Ja Luna, que Cyrano no hu- tenido ningun inconveniente en reconocer, Luego, la fantasia de dibujantes y escritores se des- ye Orc rd; en 1926 el norteamericano Hugo Gernsback iniciéd Ia Science Fiction o Fantasia Cientifica "como género literario independente, y todo un uni- _ verso de fantasia se fue poblando poco a poco de _ monstruos, androides y humanoides galacticos y ex- _ tragaldcticos. Los marcianos-pulpo de Wells tuvie- - fon una abundante descendencia de monstruos in- ke Sapien mientras el ultimo descendiente de los _ bellos venusianos de Fontenelle se apeaba un dia bs a a th, res: perth Tevet a Ff ! ~ de un piatillo volante ante los estupefactos ojos de _ George Adamski,.. que fue lo suficientemente inge- _ huo como para hacer hermoso y atfactivo a su ve- nusiano. Entretanto, Edd Cartier seguia poblando Su universo particular de extrafias y alucinantes criaturas interplanetarias, labor en que le secunda- ban los pinceles de Frank Tinsley, mientras Ches- _ ley Bonestell creaba los adecuados paisajes donde sé move los futuros astronautas y conquista- dores del espacio. El mito salt6 de los libros a la pantalla y asi tuvimos una espeluznante Guerra de los Mundos, made in Hollywood; una visita de los benévolos tripulantes de los platillos, esta vez humanos, en Uitimdtum a la Tierra; mientras otra pelicula, El hombre del planeta X, nos ofrecia la versi6n de la «United Artists» del hombre extra- terrestre... bastante feo, por cierto, Entretanto, la aventura astrondutica y de con- quista inspiraba peliculas como Con destino a la Luna, dirigida por George Pal, mientras la «Para- mount» echaba su cuarto a espadas con Cuando los mundos chocan, sin olvidar Ja ya antigua reali- zacion germana de Fritz Lang La mujer en la Luna, clasica de este género de peliculas, hecha con el asesoramiento de Hermann Oberth. Pero todo esto es literatura, aunque se nos pre- sente en cine. Vamos a examinar el problema de la posible existencia de vida extraterrestre sometién- 24 n bombonas de cristal, que despe- o los efectos de los rayos solares. en 9 la Luna habitada, El astronomo ~ in Herschel afirmé haber visto a través de _ pio, en el afio 1835, unos seres alados de — dolo a Ja luz mas Pe : al : rae eh 2 ae lag -mensioneés, inmerso en Pa | re _— i tl I a hE i ‘ = ; 4 oh, = fee ' A eo eos ee 7 . ny he ee: ai 5 _ L E ia Ciencia... de la Ciencia actual, se entiende, y de Ia ciencia humana, que no reconoce otras for- mas de vida que las terres stres ni otro espacio su desenvolvimiento que el euclidiano de tres di- venir temporal. Al et E ™ i i / i a. = Posibilidades de vida fuera de nuestro sistema solar | | >a Pe i Premisa bdsica para la existencia de una vida tal como la conocemos o parecida a ella debe ser la existencia de un habitat o lugar donde esta vida _ pueda desarrollarse. Dicho en otras palabras: un mundo, un planeta. (Debemos prescindir de los eté reos pe habitantes del Sol concebidos por Cyrano, Flammarion y otros.) Para ello, par- tiendo del supuesto de que nuestro Sol no es mas que una vulgar estrella y no de primera magnitud, situada en los suburbios de la Galaxia, examine- mos las posibilidades de que existan otras estrellas con sistemas de planetas semejantes al nuestro. Hasta 1941, parecia que la batalla estaba perdida para los partidarios de la existencia de otros sis- temas planetarios ademas de] nuestro. Hasta esa fecha, tenia la primacia en el mundo cientifico la teoria bufoniana sobre la formacién de los plane- tas, mientras que la teoria de Kant-Laplace tenia muy pocos defensores. gEn qué consistian ambas teorfas? El famoso naturalista francés conde de Buffon, en uno de los cuarenta y cuatro volumenes de su Historia natural, describia la formacion del sistema planetario como el resultado de la colision violenta entre el Sol y un cuerpo celeste extranho que ¢] llamaba erréneamente un « trescientos afios. Por Io tanto, y siempre segiin Hoyle y Lyttle- ton, el ntiimero de astros que estallaron en la Via Ldctea desde su misteriosa formacién, hace unos cuatro mil millones de afios, asciende. a ocho mi- (1) Biography of Earth, Mentor Books, Nueva York, 1935. 28 a io no cons: , Sino que fue | raleza del Universo, opinan que son cien mil los sistemas foareade: la Via Lact contienen como minimo un planeta en el que nan condiciones fisicas y quimicas favorables desarrollo de la vida. Este mismo cdlculo puede hacerse extensivo a las restantes galaxias. = Pero el doctor Harold Urey, premio Nobel de Quimica, atin va mas alla que Hoyle y Lyttleton, — pues afirma: «E) numero mundos de nuestra Galaxia capaces de desarrollar algin tipo de vida — basada en el oxigeno es de cien mil millones, es _ decir, uno por cada dos soles o estrellas de nues- tro sistema galdctico.» gran periodista cientifico y primer divulga- dor de Ja Astrondutica entre nosotros, Mario. Lle- i escribe a propdsito de la existencia de posi- Jes planetas galdcticos: «El hecho cierto es abe existen astros invisibles alrededor de las estrellas mas cercanas, Girando en torno de Préxima y Alfa Centauri, o. alrededor de la 61 del Cisne, estos astros invisibles han sido revelados por calculos muy precisos, efectuados no hace muchos anos. Se trata, sin el menor ated de duda, de planetas correspondientes a respectivos sistemas aquellas estrellas. He aqui, grosso modo, cémo se lleg6 a semejante deduccién, una de las mas im- portantes de la astronomia moderna. »Sabemos que el Sol posee una masa enone, como unas 600 veces mayor que la de todos sus planetas juntos. Sabemos igualmente, cudl es la masa, el didmetro, la distancia y aun el movimien- to propio de Alfa y Proxima de] Centauro y de la estrella 61 del Cisne. Luego, el problema consistia en averiguar si, durante el desplazamiento de cada una de estas estrellas por la béveda celeste, se ob- servaba una perturbacién equivalente a la que los planetas son capaces de producir en Ja marcha del Sol a través de la Via Lactea. »Lo mas interesante de todo es que esta pertur- bacién existid en cada caso consultado. Cada estre- lla consultada dijo “s{” al hombre. "Si —respon- dieron las estrellas a los matematicos—. A nuestro 29 aici Centaurs Que posee planetas a su alrededor ( jqué fan- espectéculo el de un sol doble!) se halla a x afios-luz de distancia de nosotros, hemos dicho. ; distancias interestelares son aterradoras. js con un mdévil que viajase a la velocidad de la luz, 0 sea, a 300.000 kilémetros por segundo (y la a no admite esta posibilidad) Jos viajes inte- _Yestelares serian de una duracién extraordinaria. Sélo cabrian estas opciones, en el caso de que se tuviesen que realizar: 1+ La hibernacién; es decir, un tratamiento p2ra someter a los tripulantes de las astronaves a un estado ico de «animacién suspendida», con todas sus funciones vitales paralizadas, posi- blemente a muy baja temperatura, y que la ciencia moderna ya empieza a utilizar con éxito. ~2* La aplicacién del efecto anunciado por Eins- tein para un mévil que se aproximase a la veloci- dad de la luz, en el cual el tiempo transcurriria mas lentamente que en el punto de partida o de legada. Cuanto mas se aproximase Ja velocidad del movil a Ja de la luz, mds se detendria el tiempo para los tripulantes de la astronave. Esto es la 1 mada «contraccién de Fitzgerald. 32 El paso por el hiperespacio o el salto de un punto a otro del espacio de tres dimensiones apro- vechando los pliegues y soluciones de continuidad que pudieran existir en el continuo espacio-tiempo OQ) La Conquista del Aire del Espacio. Ed Hispa Europea, Barcelona, 1998, pég. ob. a 30 mano, ual Pero ino dejemos volar nucstia. iiiiterno de rected aoe bios de la Via , lejos de su centro resplinde- ae donde las pence estrellas blancas y azules s¢ apretujan en densos enjambres, ofrecien- do sin duds dapectaenioa Futilantes- a los ojos de los que desde al do axis Pane contemplan el cielo estreliadosSeahe Isaac Asi- mov, en las proximidades de nuestro sistema pla- netario existen ciento ochenta y ocho estrellas o sistemas estelares, binarios o multiples, en un ra- dio inferior a los diez de Ja Tierra (un parsec es igual a 3'26 afios-luz). Esto significa que, en promedio, hay cuatro estrellas y media —o sis- temas estelares— en cada cien parsecs ctibicos de espacio y que la distancia media entre estrellas €n nuestro rincén de la Galaxia es de unos 2'8 par- secs, 0 sea 9'2 afios-luz. En el centro de-la Galaxia o en un enjambre estelar, la distancia media entre estrellas es de un afio-luz. El mismo espacio ctibico de parsecs en esta regién contendria 3.500 estrellas, en lugar de 4'5, Dicho en otras palabras, el numero de estrellas visibles en el cielo cerca del centro de la Galaxia serfa mds de siete mil veces superior a las que ve- mos desde aqui. En una noche estrellada, vemos a simple vista unas 3.000 estrellas, numero que se elevaria a 25.000 teniendo en cuenta las estrellas 31 juz que irradiaria estrellado equivaldria fae tes ‘ _permiten jentes: © : roximadamente el noventa por clento de por consiguiente, admitiendo una ucién al azar, el noventa por ciento también s inteligencias evolucionadas, se hallarian en ado centro de Ja Galaxia. Una mayor proximidad de las estrellas fa- 4 enormemente el viaje interestelar. : El intercambio de culturas es un cataliza- cilita eae dor del progreso. ci De todo ello se deduce que, admitiendo que to- das las inteligencias tengan caracteristicas seme- jantes, existe una probabilidad nueve veces mayor de que las primeras en alcanzar el viaje intereste- lar sean las que habitan en el centro de la Galaxia, _ De lo que antecede a deducir la posibilidad de que se haya formado ya, tal vez desde hace mu- chos siglos, un Imperio Galdctico, no hay mds que un paso. ¢Y cual serfa nuestro papel en este Im- perio? Simplemente, el de unas lejanas y atrasadas tribus situadas cerca de la frontera de la Galaxia, que de vez en cuando serian visitadas por turistas curiosos procedentes del centro, xenobidlogos o di- versas clases de estudiosos de la vida primitiva, Asimov no descarta la posibilidad de que, sin dar- nos cuenta, vivamos en una especie dé «reserva india» en los confines de la Galaxia. jRudo golpe, en verdad, para nuestro orgullo de terricolas! Posibilidades de vida en nuestro sistema planeta- ria Antes de pasar al andlisis de las posibilidades de vida, tal como la entendemos, que presenta nues- 32 ante taba lr oe luna Mena. Asimov deducir los sce coats eh eae ae vida —caracterizado por la rep: da en la materia organica, si bie investigadores que opinan que las descubiertas «subbacterias» 2 los «viru fan increfblemente pequefios que impiden dio microscépico de su estructura, repr mas primitive tipo de organismo y constituy: 8 inanimada, Mencionaremos tinicamente como una simple curiosidad la teoria de los «cosmozoos» o esporas de vida, desarrollada por el fisico sueco Svante Arrhenius y defendida también por Richter en 1865. Seguin esta teorfa, la vida es eterna y és trans- portada de un sistema planetario a otro bajo la for- ma de diminutas esporas 6 cosmozoos. Cuando una de estas esporas alcanza un planeta donde existen condiciones fayorables, la vida empieza a multipli- carse. : Pero la Ciencia contemporanea se inclina por creer que la vida se originéd en un compuesto de carbohidrates en solucién en las aguas de los ma- res primitivos, cuando se conjugaron determinadas circunstancias favorables de temperatura, salini- dad, etcétera, Bl sabio ruso Oparin, que estudié cl problema del origen de la vida con mucho detalle, suponia que la aparicién de seres vivos verdaderos fue precedida por la formacién de varios y com- pei compuestos organicos de carbono. 0 entraremos en el estudio detallado de la evolucién de la vida en la Tierra; de esta vida que, Originada en las calidas aguas de los mares primi- tivos, se convirtié en anfibia antes de partir hacia la conquista de la tierra firme, hara de ello unos doscientos millones de afios. La vida en la Tierra, como es sabido, se basa en el ciclo del carbono, pero no hay que descartar la posibilidad de que en otros mundos se base en otro elemento, el silicio por ejemplo, como apunta Mario Lleget (1), o el Cl) La Conquista del Aire y del Espacio, pAg. 267. 33 3— 1. GRAN BNTOMA.., al tuyen el eslabon intermedio entre la materia animada yla oe A he es . Li fete = a 5 Fries oe : eee = Or Serres al | ee oy ee es i - ani: a r 7 Sa Hepa iy a Bt Tl Tar exam Bieeiiae er eos 2 gael, Led ‘a te iO -¢ S Ob fa we ae Pe ane en le is ea Le rN TDA, es de vida en los mundos que nos caer Men Mp oars igen rere Bae tor dit uit sh ate Sia er eta “ir. | n los 2 SUOs - is gta a a are | = i io fall fa Le 4. at es, 4 at Leg’ A a = vista puramente hurna- nuestro sistema plane- Leite : i cede a tS i —— i: = i T -_ | pi : a, i er a t = i - nal “7 ) nos detendremos siquiera en el estudio de Mercurio, el pequerio planeta, el mds proximo al _ Sol de todo el sistema, pues dista de é1 58 millones de k:l6metros. Con su diametro de 4.700 kiléme- as, ae ee s. gira en torno al Sol en ochenta y ocho dias, __Presentando siempre al astro rey la misma cara __ abrasada. La NASA piensa obtener para 1974 ima- genes detalladas de su superficie gracias a una son- da provista de tomavistas de televisidn. -- +» Verus _ Viene a continuacién Venus, el segundo de los planetas interiores, que ultimamente ha deparado muchas sorpresas a los astrénomos. Es el mas se- ‘Mejante a la Tierra 'y el que mas se aproxima a ella, pues en sus menores oposiciones llega a dis- ‘tar de nuestro planeta menos de 50 millones de kilémetros. Su diametro es de 12.300 kilometros y su superficie se halla oculta perpetuamente por una espesa capa de nubes. Hasta hace muy poco tiempo se creia que presemtaba siempre la misma cara al Sol, pero ultimamente se ha comprobado que este planeta se halla animado de un movimien- to de rotacién sensiblemente igual al de la Tierra. FE] astr6énomo Kuiper observé unas bandas nubosas A =a. rt _ Tes! ee SS ee ee eee eee = SS ee he ee ee | — im ae . anh tT, : A aC 6 a, € aa oH es, | iT ci ‘ ft i , c] Sees e: Pe i i 1 i ‘= ee i 5. H 5 i —_— PI a ~~ Fo = irres Harold Spence: adecuado forma de vida, incluida la vegetal. La r estriba en su atmésfera, pulverulenta ¢ im da de anhfdrido carbénico (1).2» -— Ross y Moore, desde un glo! de altura, identificaron oxigeno libre y vapor de agua en su atmdsfera, asestando un golpe mortal a la teoria clasica. Eso no quiere decir que no xis- ta el CO; en gran cantidad en la atmésfera de Ve- nus; este gas absorberia el fuerte calor solar, con — lo que la temperatura del ecuador podria oscilar entre los 100 y los 300° C. Sin embargo, en las zo- nas elevadas, mesetas, altiplanicies y regiones po- lares del planeta, podrian existir condiciones favo- rables para la vids Por ultimo, recuérdese que en este mundo tan parecido a la Tierra reina una vedad casi igual a la nuestra, apenas sensiblemen. te menor. | Entretanto, Venus oculta celosamente su secre- to bajo su espeso velo de nubes, que tal vez cubre extensos mares, zonas desérticas donde se desarru: llan gigantescos temporales de arena... o tal vez una civilizacion avanzadisima, que ni remotamente podemos conjeturar, Mientras e! hombre no rasgue este velo, Venus, el radiante lucero del alba, la 2s- trella vespertina que refleja intensamente los rayos solares y que los romanos consideraban dos astros distintos, a los que llamaron «Lucifers y «Vesper-. sepuira siendo el astro mas brillante de nuestro cielo y nos tentara con su misterio. Pese a las me- didas tomadas por las sondas soviéticas y ameri- Canas, que daban temperaturas elevadisimas, en hoviembre de 1973 dos cientificos holandeses, me- diante técnicas de ldser, hallaron —43° C. para la superficie de Venus. Estas bajas temperaturas se explicarfan por la proteccién que ofrece la densa (1) La wida en otros mundos, Espasa-Calpe, Argentina, Buenos Aires, 1944 35 Lh ee a eee ‘a 26.150 metros i Z . i . r ie F 4 i ! } — . sa. Los dos cientificos citados son T. de ‘H, van de Stadt, de la Universidad de Este es el mundo que mAs interrogantes ha lanteado, que ha stiscitado mds polémicas y que ha atraido mas las miradas de los que buscaban la vida fuera de nuestro murido, desde Flammarion a Sir Percival Lowell, sin olvidar a Schiaparelli, el __ eélebre descubridor de los canales marcianos, Para los astrénomos, Marte es un esferoide de 6.900 kildmetros de didmetro, dista del Sol 227.670.000 kilé6metros y su giro lo realiza en 687 dias, a 27 km/seg. Tiene, pues, un afio de 22 me- ses y medio. Su atmdésfera es m4s pobre que la uestra, pero tiene agua, y en sus dos polos exis- ten en determinadas épocas casquetes blancos que s¢ Suponen de nieve. Su color es rojizo, por Jas vastas extensiones de suelo estéril, comparadas a las zonas desérticas de la Tierra. En Marte, ciertas partes oscuras se tornan Ver- des eh verano y grises u opacas en invierno, lo que prueba que hay «vegetacién». Esto y sus perma- nentes y famosos canales son lo que mas ha hecho suponer que en é] existe vida. En torno a Marte giran dos pequefios satélites, «descubiertos» en 1877: de ellos nos ocupamos ¢x- tensamente en el Apéndice V, pues ofrecen grandes enigmas. arte posee dos casquetes polares, blancos, que aumentan y disminuyen de tamafio de acuerdo con las estaciones. E] astrénomo Adouin Dollfus de- muestra que estos casquetes polares son de escar- cha, sublimada por los rigores térmicos. Slipher y Tikhov admiten la posibilidad de un mundo vege tal, pues es un hecho incuestionable la «ola verde» que a finales de primavera y principios del invierno marciano desciende hacia el ecuador; a consecuén- cia de Ja fusién de los casquetes polares. Sinton parece haber demostrado decfinitivamente la exis- tencia de vida vegetal en Marte, por su descubri- 36 miento de la molécula de carbohidratos (C—H) rea- lizada en las «zonas vegetales» del planeta. descubrimiento de William Sinton, de. confirma pues que «algo vive en Marte: | Para los astr nomos oficiales, ra mar- ciana contiene una cantidad de CO; doble que en la Tierra; la proporcién de nitrégeno es sensible mente igual, o sea un 78 por ciento, con vestigios — de hidrégeno libre y vapor de agua. La proporcién de gases nobles es alg mas elevada que en la Tie rra, mientras que la de niet E i i f oxfgeno es s6lo de un 5 por ciento de Ja terrestre, segun G. P. Kuiper. Si La temperatura maxima, en el ecuador del pla- | neta, es de unos 32° C, siendo la media en la mis- ma idn de 10° C y la minima, en los polos, de =—70° C. | | Estos datos nos dan la imagen de un mundo mas frio que la Tierra, de atmésfera muy tenue y rarificada, con una presién atmosférica un décimo: de la terrestre. Sin embargo, en este mundo existe vida, al menos vida vegetal pues sélo a ella cabe - atribuir los cambios de coloracién, del verde al pardo (color de la vegetacién seca) que se observa al compas de las estaciones. En cuanto a la famosa teorfa de los’ canales, que Lowell suponfa obra de seres inteligentes que cubrian su mundo de una fabulosa red de irriga- cién, hoy parece conocer un nuevo auge, cuando la fotografia ha demostrado que algunas alineacio- nes no son simples ilusiones Gpticas, como atfir maban los detractores de la teoria canalista. En 1956, aprovechando una favorable oposicién de Marte, pues a principios de setiembre él plane- ta rojo se hallé a poco mas de 56 millones de kilo- metros de la Tierra, se tomaron mas de cien mil fotografias de Marte, que se remitieron al Comité Internacional reunido en Flagstaff (Arizona), para el estudio de este planeta. Estas fotograflas proce- dian de observatorios situados en Estados Unidos, Africa del Sur, Francia, la India, el Japon, Argenti- na y Java. El 20 de junio de 1957, el Comite dio por terminados sus trabajos. Slipher, presidente del Comité, subrayé los siguientes puntos, que en ciertos aspectos vienen a revolucionar las ideas tradicionales sobre este planeta: 37 imiento qué a vecés presentan res del planeta. 4° Es posible una for- vida en Marte, que no puede compararse a la Tierra. 54 Periddicamente una mistertosa ‘azul ilumina ciertas partes del planeta. Esta luz se ve al mismo tiempo desde todos los lugares le observacién. El 9 de diciembre de 1949, sucedié en nuestro yecino del espacio un hecho que puso én conmo- cién al mundo cientifico. Alrededor de las seis de dicho dia (hora japonesa) el astrénomo Tsuneo ki, especialista en la observacién de Marte desdé 1933, observé una misteriosa explosién sobre Ja superficie de este’ planeta. : Segun el distinguido astrénomo nipén, esta ex- plosién causé un brillante resplandor, que subsis- tio durante algunos minutos, bajo la forma de un anc extremadamente brillante en la regién de ithonius Lacus, en el borde este del disco. La ex- plosién fue seguida de una nube luminosa grisama- rillenta de 65 kilémetros de altura y mas de 1.000 de didmetro. Tras descartar diversas explicaciones, “el astrénomo japonés, llegé a la conclusién de que lo que habia visto desde. su observatorio de Osaka era... jana explosién atémical Recientemente, e] astrénomo ruso Sklovski mencionéd la posibilidad de que Fobos y Deimos fuesen antiguos satélites artificiales construidos por una raza ya extinguida de marcianos. (Véase Apéndice V.) Fobos est4 demasiado cerca de Mar- te. Es el tinico satélite tan préximo al planeta en todo el sistema solar. Lo cierto es que el planeta rojo nos deparardé sin duda muchas sorpresas. Las fotos enviadas por las sondas Mariner permitieron descubrir un mundo muy erosionado, con gigantescos cafiones de origen acudtico y gran- des escudos de hielo en el Polo Sur. Para 1975, la NASA tiene previsto el envio de la sonda Vikuzg, 38 Los grandes planctas y sus satélites : Continuando el examten de los mundos qu man nuestro sistema planctario, traspue me abismo de 500 millones de kilom gira el cinturén de asteroides (tal vez res in planeta que se desintegré en época remota, segun la Ley de Titius-Bode) llegamos al gigante de nues- tro sistema: Jdpiter, con un didmetro de 146.500 kilémetros y un volumen 1.300 veces mayor que el — de la Tierra. (Sc Sey : : Pero Jupiter es un mundo colosal e inhabitable, pese a que dos técnicos de la NASA, Paul Deal yo Kenneth Souza, descubrieron en 1973 una bacteria capaz de vivir en las zonas menos alcalinas de la almésfera joviana. Asi, nada descarta la ‘existencia de una forma de vida primitiva en Jupiter, segiun- dichos cientificos. Lo que nos interesa de ¢l son sus nueve lunas, de 3.500 a 5.800 kilémetros de dia- metro cuatro de ellas. Las otras son mas pequerias. Si existe vida en e] sombrio y helado mundo de los . planetas exteriores, ésta habra que ouscarla_ pro- : bablemente en alguno de fos satélites de aquellos colosos. De los 32 saiélites de la familia solar, tan sélo cuatro grandes lunas han demostrado poseer atmésferas apreciables. E] analisis espectrosc6pico ha revelado que estos satélites son fo y Ganime des; del cc tejo de lunas de Jupiter; Tita, cl sexto satélite de Saturno, y Tritén, satélite de Neptuno. Algunos de estos satélites son muy imteresantes. Ganimedes y Titan, por ejemplo, tienen yolamenes comparables a Mercurio y Marte. Sin embargo, pa- rece ser que las atmésferas de estos satélites estan compuestas: principalmente de gas metano y amo- niaco, irrespirables para nosotros. Otro tanto pue- de decirse de Saturno. Al adentrarnos en el estudio de las condiciones imperantes en estos lejanos satclites del sistema planetario, nos sobrecoge el animo la idea de que puedan hallarse habitados por extrafias razas de x9 snes parecidos, sino que en servan detalles fisicos que recuerdan mu- particular morfologia marciana y, para col- semejanza, ese satélite ofrece al observador. correspondientes casquetes de sus zonas pola- res. Ganimedes es, que sepamos, el tinico satélite pe tan notable Sean me olset _ Hasta qué punto ese parecido morfolégico pue- Ser real, es cosa que ignoramos. Pero todo indu- cea par que el clima de Ganimedes es mucho mis frio que el de Marte, ya que se halla a mucha mayor distancia del Sol. Acaso sea esta diferencia lo mas sobresaliente entre ambos astros, porque la comparacién de sus res’ ivos planisferios nos da, sobre el papel —el planisferio de Ganimedes alin es muy pobre en detalles, como sefiala acerta- damente io Lleget (1)—, unas caracteristicas ex- tremadamente semejantes, sobre todo ee de los trabajos de Audouin Dollfus en el Pic du Midi, empleando 900 aumentos. : ie atmdsfera de Ganimedes contiene amonfaco (NH), se nos revela el andlisis espectroscépico. En cambio, la atmdsfera de Titan, el sexto satélite de] anillado Saturno y el mayor del sistema solar, acusa la presencia del metano (CFI), Recordando que el metano es el gas llamado «de los pantanos», quizi quepa eonerar que en Titan se esta desa- rrollando una vida, cuyas caracteristicas escapan a nuesira comprensién, Téngase en cuenta que el CH, terrestre es un hidrocarburo gaseoso e incolo- ro, producto de la descomposiclén de las sustan- cias vegetales, desprendido del barro de algunos pantanos, de los pozos petroli{feros y depdésitos de carbén de piedra. ¢Procederd, pues el métano de la atmésfera de Titdn de los residuos vegetales que 0 ten €n su superficie? Misterio por ahora insoluble, (1) Op. cit., pags. 264-9, 40 tentes. Con relacién a la tan debatida cuestién de si hay oxigeno en abundancia en la atmésfera mar ciana, por ejemplo, o de si este precioso gas vital escasea én ella, tengamos en Cuenta, entre otras cosas, que las bandas de absorcion del oxfgeno se sobreponen ¢n el espectro a las bandas proporcio- nadas por el propio oxigeno atmosférico terrestre, Jo cual hace que sea muy dificil calcular con exac- titud la proporcién exacta. Todos los dias se rea- lizan nuevos y sorprendentes descubrimientos. No- sotros abrigamos Ja esperanza de que la Astronéu- tica —ya sea centripeta o centrifuga, extraterrestre © terrestre— nos aportara en un dia no lejano la solucién a estos fabulosos interrogantes que hoy nos asedian. ‘ ; Citaremos por ultimo tres hipétesis acerca del posible origen de los misteriosos viSsitantes del es- pacio. Estos podrian venir de un universo paralelo (admitiendo la pluralidad de los universos en di- versos complejos de espacio-tiempo, que coexisti- rian sin verse); de la antimateria 0 materia negati- va (un universo de signo contrario al nuestro); 0... jdel futuro! Estas extraordinarias hipétesis han- sido presentadas y defendidas por Jimmy Guieu, que a su calidad de jefe de los servicios de infor- macién de la CIEO, une su carécter de prolifico autor de Science-Fiction. En este caso, es de creer que quien habla por su boca es el novelista fantas- tico y no el investigador serio, pues de admitir la tercera hipdtesis, resultaria que nuestros visitantes son nada menos que... jnuestros propios tataranic- tos, que, por fin, han conseguido crear la maravi- Hosa amaéquina del tiempo» de Wells! Pero hay también quien niega toda posibilidad de vida inteligente fuera de nuestras fronteras f Sicas, condenando con ello al hombre a la mas irre. 4 evolu h binlogice en la Tierra bles y, en realidad, las y rcee idades i oe evolucién final eran mini- iO. Esta pe in es tipica entre los cientfficos como Slater. Los astronautas, en efecto, se mues- tran muy reacios a admitir la posibilidad de que len» pueda habérseles adclantado en la con- del espacio interplanctario. A una Astrondu- ue pone a la Tierra como punto de partida, le Tepugna tener que reconocer que puede existir otra Astronautica mucho mas perfecta que considera a esta misma Tierra como punto de llegada... y no de los mas importantes. _ Pero precisamente en el Congreso astrondutico del afio anterior, A. G. Haley presenté un esbozo de Jas leyes que podrian gobernar las relaciones _ humanas con seres pensantes de otros planetas, y Antonio Pzlegri, jurista barcelonés, presenté sen- das comunicaciones, en los Congresos de Astro- nautica celebrados en Varsovia (1964) y Atenas (1965), basandose cn el antiguo Derecho Maritimo Catalin (Consulat de Mar), para regular los futu- ros viajés por el espacio interplanctario. H. Strug- hold cité en Estocolmo unos cAlculos de Shapley, seégan los cuales la «vida altamente evolucionadas podia haberse desarrollado solamente en 100,000 planetas de todo e} Universo. Cifra pequefilsima en proporcién del numero fabuloso de astros existen- tes, y que los tiltimos descubrimientos de cuerpos lanetarios invisibles (por ejemplo, el companero invisible de la estrella 61 del Cisne, realizado por Strand) y los recientes cilculos de Hoyle, Lyttle- ton y Urey parecen desmentir. Haley advirtié a los futuros astronautas con es- tas solemnes palabras: ninguna astronave terrestre debera posarse en un mundo extrafio, a menos que (1) «The probability of Intelligent Life Evolving on a pln- nets, comunicacién presentada al VIII Congreso Internacional de Astrondutica, Barcelona, 1067. 42 con el honibre, estaban muy lejos 7 mos una lista de extrafias observaciones lunares, que no son precisamente de ayer. Y noes Luna séa un mundo vivo © apto para la vida tal como la entendemos; pero si es una maravillosa, — una colosal base natural del espacio, que gravita én torno a la Tierra como un perfecto observato- rio sideral, a mas de 300,000 kilémetros de distan- cia de nosotros. cena: “Tenga en cuenta el lector que estas palabras se escribieron antes de que el hombre posase su plan: ta (no conguistase) en la Luna. Dije recientemente, en una conferencia, que «el programa Apolo sélo — habia servido para poner tenientes coroneles en la © lunas. Solamente en la Wltima misién lunar ~ (Apolo XVII) participé un cientifico —un gedlo- go— que no era militar. Hecho muy a tener en cuenta... __ Mas volviendo a los c4lculos de Shapley antes citados, diremos que puede tachdrseles de extraor- dinariamente prudentes y conservadores, pues se basan en he de que sélo hay 10” estrellas en todo el Universo, de las cuales s6lo una entre un millén posee planetas; ademas, que sélo un sis- tema planetario entre mil reune condiciones para el desarrollo de la vida, y que sélo en uno entre mil de estos planetas aptos, puede existir vida in- teligente. C4lculos prudentisimos, si se los compara con las cifras enunciadas por el doctor Faust y las que ya hemos citado, ofrecidas por Hoyle y Lyttleton, ue dan también la cifra 100.000..., jpero limitan- ola inicamente a nuestra Galaxial Probablemente, in medium est veritas, Ast po- demos casi afirmar que el hombre no esta solo en el Cosmos, y que otras inteligencias superiores nos & , 2). Apasionante : logos es el de discernir si en tenido lugar la Revelacién original y la Cafida, o si son to- paradisiacos. No entraremos en el wr escaparse al obje- - cuestiones EL autor ingles C.S. Lewis, en su c -profunda titulada Malacandra, ; a los astronautas terrestres a Venus en él nto en que en este mundo tiene lugar el _ drama del Paraiso, con un Addn y una Eva venu- sianos y una serpiente... terrestre. es _ El hombre no esta solo en el Cosmos. Sentimos _ posados sobre nosotros unos ojos inteligentes, ani- ‘mados al parecer de benévolas intenciones. Tal vez en un dia no lejano, el fabuloso encuentro se reali- zara, y ante nuestros ojos aténitos aparecerdn es- tos misteriosos hermanos siderales, en lo que tal vez sea nuestro fin de la infancia, y primer acceso a unas verdades amplisimas que hoy sdlo confusa- mente entrevemos. CAPITULO II LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ¥ LOS FOO-FIGHTERS O CAZAS DE FUEGO © Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), tanto los pilotos aliados como los aviadores del Eje observaron unos extrafios fenémenos lumino- SOS que en general describieron como «bolas de fuego», que al parecer se dedicaban a perseguir y a acompafiar a los aviones tanto en el teatro eu- ropeo de la guerra como en el Extremo Oriente. Estas misteriosas «bolas de fuego», que, por lo general, no sobrepasaban nunca los cincuenta cen- timetros de didmetro, parecfan ser de naturaleza inmaterial, pero se mostraban animadas de movi- mientos hasta cierto punto inteligentemente diri- gidos, pues persegufan a los aviones, los esquiva- ban, descendian vertiginosamente en picado cuando los cazas realizaban esta maniobra, y en general, Se comportaban como si tras sus movimientos existiese una inteligencia rectora e :nvestigadora, Al principio, los aviadores de las potencias be- ligerantes creyeron que se trataba de un arma se- creta del enemigo, Algunos pilotes comunicaron haber visto volar a estas bolas luminosas en per- fecta formacién. La tripulacién de un bombardero britanico comunicé que una veintena de estas mis- 45 con n c iy -secretas de los americanos pilotos norteamericanos, por su snte desconcertados y en ocasiones oe jeron que se trataba de un in- de los japoneses o de los’ nazis. en conocer a las {gneas bolas por fighters. Este nombre, contraria- e han escrito os comentaris- 3 ica «combatientes locos» ni «comba- '_tientes fantasmas», sino, simplemente, «cazas de _ fuegos. Es un nombre compuesto de la palabra hier, $e en inglés significa _. Para el historiador, que trabaja en la paz y el silencio de los archivos; desempolvando viejos ma- nuscritos e interpretando antiguos cronicones, es tarea relativamente Facil formarse poco a poco la visién de un pasado muerto. No puede decirse io mismo del historiador de hechos actuales y con- temporineos, y ademas tan complejos, insdlitos y a veces alucinantes, que escapan a toda pauta o norma precedente. Asi sucede con el complejo asunto que, para simplificar, hemos denominado problema de los objetos no identificados. En é] nos “novemos atin casi a tientas, pese a tener algunas i cios ae nos permiten ir elaborando una teoria que, ser Ilevada a sus Ultimas consecuencias, casi nos aterra por su abrumadora trascendencia. Nuestra labor se puede comparar a la de un de tective que se entretiene en montar pacientemente el rompecabezas de un caso complicadisimo. Y no es que falten las pruebas, al contrario. Las pruebas existen y en abundancia; lo que resulta diffcil es interpretarlas. Seria pedir demasiado de un salva- je que ignora lo que es un avién, que estableciese 62 istas ¢ indi- } Vicente Juan Ballester Olmos. ~ Disponemos también de los importantes vos particulares y oficiales de numerosas nes de Encuesta, donde se registran millar observaciones. Entre el ctimulo de fotografias ama- ~~ fiadas y trucadas, algunas docenas de clichés au- ténticos nos ofrecen la faz del enigma. Entre el alud de literatura platillista, algunas obras con- tienen un examen objetivo y sereno de la situa ~ cién. aes Todo ello nos ite intuir algo fenomenal: — que la Tierra siendo visitada, por lo menos una forma asidua y metédica a partir de 1946. —sin que ello quicra decir que antes no se la ob- servase— por unos misteriosos seres intelli 5, externos a nuestro mundo, y que han désarrollado sistemas de viaje interplanetario al lado de los cuales nuestra rudimentaria astrondutica ¢3 un simple balbuceo, Intuimos una tecnologia muy sa- penor a la nuestra, aunque no infinitamente supe- rior. Gracias a las investigaciones de los cientifi- cos canadienses del «Proyecto Magnet» y del capi tan René Plantier, a adivinar cudl puede ser el método de propulsién empleado por los discos interplanetarios (1). Jacques Vallée ha propuesto un método de clasificacién para las o> servaciones, dividiéndolas en cuatro tipos. Todo esto son ya datos y méiodos cientfficos. Sobre todo después de Michel y del sensacional descubrimiento de la ortotenia, el problema no puede ser soslayado por ningtin investi; serio y desapasionado, ni se le é liquidar con un encogimiento de hombros o una sonrisa tiva. «Algo» inteligente existe detras de todos es tos hechos ordenados con cierto ritmo; un propish (1) Véase. a exto respecto, la interesante obra Maca ung Hisiea de! OVNI, do F. Aréjula, Ed. Cedel, Barcetona, 1979. by 3 vil norteamericano Kenneth Arnold astante disettible de haber bhautl- los misteriosos sefiores del spaci Arnold, en efecto, quien cred el tun ichado nombre de epiatile volantes, que en estra opinion ha contribuido en gran parte a Ia cién. de algo que nada tiene de vulgar o. _ (aunque en este caso, y con don Miguel de Una- muno, preferirlamos Re avulgaramiento en lugar de vulgart aye m su congénito cretinis- mo, el hombre-masa de nuestros dias ha conver- tido en materia de chistes fdciles y chabacanos lo que es sin duda el or misterio de nuestra épo- “ca. Los «platilios volantese y su tripulacién de «marcianos» grotestos se han convertido en asunto ' de centenares de chistes graficos y han aparecido reiteradamente en las paginas de los semanarios infantiles que constituyen Ja lectura predilecta de millares de adultos con cerebro embrionario. Todo ello es triste y lamentable. Dicese que los dioses ciegan a aquellos qué quieren perder. Sig- no distintivo de todas las decadencias es el afan desenfrenado de placeres, la frivolidad entroniza- da, el desinterés por todo lo serio, verdadero ¢ inguietante. El] hombre moderno —y Kenneth Ar- nold no fue una excepcién— reduce a su vulgari- dad todo cuanto le rodea, por maravilloso e insé- lito que esto pueda ser. Asi, cuando se traté de hallar un término de comparacién para lo que ha- bia visto, a Arnold no se le ocurrié m4s que con pararlo con unos «platillos volantes». Pero vaya- mos a los hechos. -El martes, 24 de fans de 1947, a las dos de la tarde, Kenneth Armold, un hombre de negocios de Boise (Idaho), volaba en su avioneta particular de Chehalis a Yakima, en el Estado de Washing- ton. Dicho Estado de la Unién se halla situado al noroeste de los Estados Unidos, y no tiene nada 4 nay le ver con ta capital fe Src colle aude Na ake recta, ‘ber se entretuyo ar uit avion de transporte de In desiparecido, J que se sup ladera sudoccidental del monte Cuando se hallaba a una altur tros, Arnold, que volaba en una at y (ransparente, vio una sucesién de di el norte del monte Rainier, ) CON a a su izquierda, vio a una hilera de nueve objeto brillantes y al parecer metilicos, que eVvoluciona- ban a Ja altura de los picos cublertos de nieve, Tenfan forma discoidal y parecian estar unidos ~ entre ellos por un vinculo invisible, pues cada dos o tres segundos oscilaban ligeramente y cambia- ban de rumbo de una manera simmulténea (par ticularidad observada después en muchos casos si- milares, y relacionada con el sistema de propulsién ~ electromagnético de los discos, segiin yeremos), Los objetos parecian ir en una direccién de- terminada y se aproximaban rapidamente al monte Rainier. De momento, Arnold los tomé aviones. — a reaccién de un nuevo tipo. Los reflefoe ‘deste. Nos que llamaron su atencién se pri char cada vez que los nueve aparatos oscilal simultanga mente. A los pocos momentos los nueve objetos ze destacaron claramente sobre las nieves brillantes del monte Rainier, y entonces pudo Arnold obser- var que no tenian cola. Sin embargo, atin siguid creyendo que podia tratarse de un nuevo tipo de reactor. Entonces, tomando dos puntos de refe- rencia sobre los montes Rainier y Adams, respec tivamente, Arnold calculé su velocidad yla distan- cla a que se encontraban. Calculé que su avioneta S¢ encontraba a unos 40 kilémetros de distancia de Jas extrafias mdquinas, y que la velocidad de las mismas era casi de 2,000 kilémetros por hora. Asimismo, le parecié que eran de enorme tamafio y les atribuyé las dimensiones aproximadas de un «C-54», cuatrimotor de una talla respetable. Observé su forma discoidal, y al deseribirlos mas tarde, dijo que parecian dos platillos juntos Por su parte céncava. Comprobé también que los S—m cman moc. 65

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