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La institución: la visión económico-funcional

Refiere al concepto alienación: “la alienación se presenta primero como alienación


de la sociedad a sus instituciones, como ​autonomización de las instituciones con respecto a
la sociedad”.
Pone en cuestión la visión económico funcional “que puede explicar tanto la
existencia de la institución como sus características por la ​función que la institución cumple
en la sociedad y las circunstancias dadas, por su papel en la ​economía de conjunto de la vida
social.
“Lo que debe proporcionar el punto de partida de nuestra investigación, es la
manera de ser bajo la cual se da la institución -a saber, lo ​simbólico​”.

La institución y lo simbólico
“Todo lo que se presenta a nosotros, en el mundo socio-histórico, está
indisolublemente tejido a lo simbólico. No es que se agote en ello. Los actos reales,
individuales o colectivos, los innumerables productos materiales sin los cuales
ninguna sociedad podría vivir un instante, no son símbolos. Pero unos y otros son
imposibles fuera de una red simbólica”.
Toda visión funcionalista conoce y debe reconocer el papel del simbolismo en la vida social.
En esta visión, la forma está siempre al servicio del fondo, y el fondo es “real-relacional”.
Pero no es así en realidad, y esto arruina las pretensiones interpretativas del funcionalismo.
“Un símbolo, ni se impone con una necesidad natural, ni puede privarse en su temor
de ​toda referencia a lo real. Finalmente, nada permite determinar en este asunto las
fronteras​ de lo simbólico”.
“La idea de que el simbolismo es perfectamente ‘neutro’, o bien totalmente
‘adecuado’ al funcionamiento de los procesos reales, es inaceptable, y a decir verdad, no
tiene sentido. El simbolismo no puede ser ni neutro, ni totalmente adecuado, primero
porque no puede tomar sus signos en cualquier lugar, ni un signo cualquiera (...) La sociedad
constituye cada vez su orden simbólico, en un sentido totalmente otro del que el individuo
puede hacer. Pero esta constitución no es ‘libre’. Debe también tomar su materia en ‘lo que
ya se encuentra ahí’.
“Es imposible captar un ‘contenido’ de la vida social que sería primero y ‘se daría’
una expresión en las instituciones independientemente de éstas; este ‘contenido’ no puede
definirse más que en una estructura, y ésta comporta siempre la institución. Las ​relaciones
sociales reales de las que se trata son siempre ​instituidas​, no porque lleven un
revestimiento jurídico, sino porque fueron planteadas como maneras de hacer universales,
simbolizadas y sancionadas”.
“Tampoco puede decirse, evidentemente, que el simbolismo institucional
‘determine’ el contenido de la vida social. Hay aquí una relación específica, ​sui generis​, que
se desconoce y se deforma al querer captarla como pura causación o puro encadenamiento
de sentido, como libertad absoluta o determinación completa, como racionalidad
transparente o secuencia de hechos en bruto”.
“Hay un movimiento histórico-real en nuestro ciclo cultural greco-occidental, de
conquista progresiva del simbolismo, tanto en las relaciones con el lenguaje, como en las
relaciones con las instituciones”.

Lo simbólico y lo imaginario
Sentido corriente del término imaginario: “hablamos de imaginario cuando queremos hablar
de algo ‘inventado’ -ya se trate de un invento ‘absoluto’, o de un deslizamiento, de un
desplazamiento de sentido, en el que unos símbolos ya disponibles están investidos con
otras significaciones que las suyas ‘normales’ o canónicas”
“Lo ​imaginario ​debe utilizar lo ​simbólico​, no sólo para ‘expresarse’, lo cual es
evidente, sino para ‘existir’, para pasar de lo virtual a cualquier otra cosa más. El delirio más
elaborado, como el fantasma más secreto y más vago, están hechos de ‘imágenes’, pero
estas ‘imágenes’ están ahí como representante de otra cosa, tienen, pues, una función
simbólica. Pero también, inversamente, el simbolismo presupone la capacidad imaginaria,
ya que presupone la capacidad de ver en una cosa lo que no es, de verla otra de lo que es”

La alienación y lo imaginario
“La institución es una red simbólica, socialmente sancionada, en la que se combinan, en
proporción y relación variables, un componente funcional y un componente imaginario. La
alienación, es la autonomización y el predominio del momento imaginario en la institución,
que implica la autonomización y el predominio de la institución relativamente a la sociedad.
Esta autonomización de la institución se expresa y se encarna en la materialidad de la vida
social, pero siempre supone también que la sociedad vive sus relaciones con sus
instituciones a la manera de lo imaginario, dicho de otra forma, no reconoce en el
imaginario de las instituciones su propio producto”. p20 pdf
En el plano social, que es aquí nuestro interés central, la emergencia de nuevas
instituciones y de nuevas maneras de vivir, tampoco es un “descubrimiento”, es una
constitución activa.

Las significaciones imaginarias sociales


“Lo que llamamos ‘supervivencia’ tiene un contenido completamente diferente según la
sociedad que se considere; y, más allá de este aspecto, las instituciones son ‘funcionales’ en
relación a unos fines que no se desprenden ni de la funcionalidad, ni de su contrario. (...) no
pueden ser descritas, ni comprendidas ​en su funcionalidad misma, sino en relación a puntos
de vista, orientaciones, cadenas de significaciones que no solamente escapan a la
funcionalidad, sino a las que la funcionalidad se encuentra en buena parte sometida”.
“Considerar el sentido como simple ‘resultado’ de la diferencia de los signos, es transformar
las condiciones necesarias de la ​lectura de la historia en condiciones suficientes de su
existencia​. Y, ciertamente, estas condiciones de lectura son ya intrínsecamente condiciones
de existencia, puesto que no hay historia sino del hecho de que los hombres comunican y
cooperan en un medio simbólico. Pero este simbolismo es él mismo ​creado​: La historia no
existe sino en y por el “lenguaje”, pero este lenguaje se lo da, lo constituye, lo transforma.
Ignorar esta vertiente de la cuestión es plantear para siempre la multiplicidad de los
sistemas simbólicos y su sucesión como hechos brutos a propósito de los cuales no habría
nada que decir, es eliminar la cuestión histórica por excelencia: la génesis del sentido, la
producción de nuevos sistemas de significados y de significantes.”
¿Cómo mantener la realidad última de un imaginario? “No se da, de cierta manera, como las
‘cosas en sí’, más que a partir de sus consecuencias, de sus resultados, de sus derivados.
¿Cómo captar a Dios, en tanto que significación imaginaria, de otro modo que a partir de las
sombras proyectadas sobre la actuación social efectiva de los pueblos -pero, al mismo
tiempo, ¿cómo no ver que, al igual que la cosa percibida, es condición de posibilidad de una
serie inagotable de estas sombras, pero que, contrariamente a la cosa percibida, jamás se da
‘en persona’? p29 pdf

¿Por qué, de todas las tribus pastorales que erraron en el segundo milenio antes de
nuestra era en el desierto entre Tebas y Babilonia, una sola eligió expedir al Cielo a un
Padre innombrable, severo y vindicativo, hacer de él el único creador y el fundamento
de la Ley e introducir así el monoteísmo en la historia? ¿Y por qué, de todos los pueblos
que fundaron ciudades en la cuenca mediterránea, una sola decidió que hay una ley
impersonal que se impone incluso a los dioses, la estableció como consubstancial al
discurso coherente y quiso fundar sobre este ​logos las relaciones entre los hombres,
inventando así y a la vez Filosofía y Democracia? ¿Cómo puede ser que, tres mil años
después, suframos aún las consecuencias de lo que pudieron soñar los judíos y los
griegos? ¿Por qué y cómo este imaginario, una vez planteado, implica unas
consecuencias propias, que van más allá de sus “motivos” funcionales e incluso los
contrarían, que sobreviven mucho tiempo después de las circunstancias que lo han
hecho nacer -que finalmente muestran en lo imaginario un factor autonomizado de la
vida social?

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