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Las máquinas y técnicas por si solas no hacen a la revolución industrial. Surgieron nuevas
mejoras en la productividad y un desplazamiento de la importancia relativa del factor de
producción del trabajo en favor del capital. Surgió el llamado sistema fabril que supuso un
cambio de medios de producción y la transformación de su organización; y también se dio
el agrupamiento de grandes masas de obreros en un mismo lugar para que realizasen las
tareas bajo supervisión y disciplina. El desarrollo de las máquinas y nuevas tecnologías fue
lo que permitió que se pudiera llevar a cabo este sistema. Un ejemplo de esto fue la
máquina de vapor que se fue desarrollando y paso de utilizarse en el desagüe de las minas
de carbón a usarse en la industria de metalurgia pesada, en la industria textil y otras
diversas actividades.
Un descubrimiento de vital importancia en esta etapa fue el de la ley de conservación de
la energía que permitió que se relacionaran muchas disciplinas que estaban separadas. La
energía se convirtió en el punto de relación entre la academia y la tecnología.
El rol del estado en este proceso fue el de promocionar el desarrollo tecnológico.
Promocionaba orientación y asistencia técnica; concedía subvenciones a los inversores y a
los empresarios inmigrantes; y repartía regalos en forma de maquinaria y concedía rebajas
y exenciones de impuestos sobre las importaciones de equipo industrial.