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1 Generalidades sobre la posesión.

La posesión es una de las instituciones más importantes de los Derechos Reales, porque
depende de ella en muchos casos la adquisición o pérdida de derechos, especialmente de
propiedad que es vital en esta materia y que las personas individuales o colectivas luchan
en el transcurso de sus vidas.

Posesión[1], en su primer entendimiento significa acto de poseer o tener una cosa corporal
con ánimo de conservarla para sí o para otro[2]; por tal razón, poseer es tener una cosa en
su poder, para usarla, gozarla y aprovecharla.

El legítimo propietario de un Derecho Real hace respetar inicialmente su derecho por


intermedio de la posesión, que es el elemento esencial de esta institución del Derecho Civil,
y en caso de perderla tiene derecho a su restitución con el objeto de hacer respetar su
derecho e interrumpir la posesión de la contraparte.

En forma resumida, poseer es tener una cosa mueble o inmueble en poder, para usarla,
gozarla, aprovecharla como mejor parezca a una persona; empero, debe quedar claro que
la posesión no requiere una permanente aprehensión física de la cosa, porque al mismo
tiempo se puede poseer varias cosas, como por ejemplo diversas casas o muebles de
hogar, aunque, uno esté ausente y posiblemente a varios kilómetros, como así se puede
estar en posesión de una cosa cuando se es representado por alguien en la misma, sucede
aquello cuando se alquila o presta la cosa a una tercera persona[3].

La posesión de una cosa hace presumir la posesión de las cosas accesorias a ella, por la
simple razón, que lo accesorio sigue a lo principal; por lo tanto, una persona que posee un
bien inmueble (casa) también se presume que todos los muebles son poseídos por la
misma.

2 Posesión.-

Posesión es tener una cosa corporal (bienes muebles o inmuebles) con ánimo de
conservarla para sí o para otro; por tender algún derecho real sobre el mismo que debe ser
respetado por todos.

Recordemos que la propiedad es el poder jurídico que el hombre adquiere sobre las cosas
de conformidad con la voluntad general que es la Ley. La posesión, por el contrario, es el
poder jurídico que el hombre establece sobre la cosa de conformidad a su voluntad
individual. Cuando ambos poderes se concentran en la misma persona, el hecho es
conforme al derecho; por eso la posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa
mediante actos que denotan la atención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro
derecho real.

Cuando una persona posee una cosa reconociendo el derecho de propiedad u otro derecho
real en otra persona, se llama tenencia; por lo tanto, éste último posee legítimamente en
nombre de otro.

Al respecto nuestra Legislación dispone: "I. La posesión es el poder de hecho ejercido sobre
una cosa mediante actos que denotan la atención de tener sobre ella el derecho de
propiedad u otro derecho real. II. Una persona posee por sí misma o por medio de otra que
tiene la detentación de la cosa"[4].
Sobre la posesión la Legislación de España señala que: "Posesión natural es la tenencia de
un cosa o el disfrute de un derecho por una persona. Posesión civil es esa misma tenencia
o disfrute unidos a la intención de haber la cosa o derecho como suyos".[5] En nuestra
Legislación no interesa la distinción entre posesión natural y posesión civil, porque no
determina ninguna consecuencia jurídica, ya que la protección de la acción interdicta
(retener o recobrar) es a favor todo poseedor quiera que sea civil o naturalmente, conforme
al Art. 607 del Código de Procedimiento Civil (1976).

Igualmente, la Legislación del Perú ordena que "la posesión es el ejercicio de hecho de uno
o más poderes inherentes a la propiedad"[6].

Por su parte la Legislación de Chile indica; "la posesión es la tenencia de una cosa
determinada con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la
cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en lugar y nombre de él. El poseedor es
reputado dueño, mientras otra persona no justifique serlo"[7]. Definición tanto de la posesión
como de la tenencia de las cosas.

La posesión es un verdadero derecho[8] y no simplemente un hecho. Es un derecho real


porque reúne todos los caracteres de tal: relación directa con la cosa, acción erga
omnes[9] y falta de sujeto pasivo determinado.

3 Elementos de la posesión.-

Siguiendo la escuela clásica del Derecho[10], no queda dudas que la posesión tiene los
siguientes elementos que dan vida a esta institución del Derecho Civil:

- El corpus. Es el elemento material de la posesión; es decir, tener la cosa, o es el poder de


hecho que se ejerce sobre una cosa determinada y concreta.

- El animus. Es la intención de actuar como dueño de la cosa o tener algún otro derecho
real.

"Para hablar de posesión, es menester la existencia de dos elementos constitutivos, uno


objetivo, el otro subjetivo: 1) El corpus possessionis, es decir el poder de hecho del sujeto
sobre la cosa, el elemento material de la posesión, y 2) El ánimus possidendi (elemento
espiritual) o intención de actuar por su propia cuenta o de alegar para sí un derecho real
sobre la cosa. Ambos elementos deben coexistir al mismo tiempo, cuando alguien tiene el
mero poder de hecho pero no está acompañado del ánimus o sea de la intención de
ejercitar una actividad correspondiente al ejercicio de un derecho real, se perfila un
fenómeno diverso de la posesión que se llama detentación"[11].

Con mucho criterio señala el profesor Borda que "las ideas de corpus y ánimus no han
hecho sino complicar innecesariamente el concepto de la posesión; se trata simplemente de
proteger ciertas situaciones de disfrute, ciertas conductas del hombre respecto de las cosas.
El presupuesto fáctico de la posesión no es por consiguiente la aprehensión de la cosa ni la
posibilidad de aprehenderla, sino un cierto señorío de hecho sobre ella. La ley determinará
qué debe entenderse por tal señorío o, para decirlo con mayor precisión, en qué casos la
conducta de una persona respecto de una cosa merece la protección posesoria"[12].

4 Funciones que cumple la posesión.-

Sin la posesión no sería posible el ejercicio pleno de las facultades que otorgan los
derechos reales a sus titulares.
La posesión protege precisamente al que tiene la posesión legítima de la cosa o la tenencia
de la cosa, sin importar quién es el propietario, siendo ésta un de las funciones que cumple
la misma, para mantener la paz social.

El profesor Valdez enseña que "en el conflicto entre quien alega la propiedad de una cosa y
quien se mantiene en la posesión de ella, que se podrá dirimir ante el órgano judicial, la
posesión tiene el efecto de, en primer lugar, determinar quién deberá asumir el rol de actor y
quién el de demandado y, en segundo lugar, incidiendo fundamentalmente sobre la
distribución de la carga de la prueba, será decisiva para determinar, en caso de insuficiencia
de ella, la victoria del poseedor sobre el pretendido propietario"[13].

Además el Art. 1453 protege al legítimo poseedor cuando dispone: "I. El propietario que ha
perdido la posesión de una cosa puede reivindicar de quien la posee o la detenta. (...)[14]

En materia de inmuebles, la posesión unida al tiempo, da lugar a la adquisición por


prescripción (usucapión), variando el plazo según que existan los requisitos de buena fe y
justo título.

En materia de muebles (no robadas o perdidas), unidas a la buena fe crea la presunción de


propiedad; por lo tanto, son muchas las funciones que cumple la posesión.

5 Qué derechos se ejercen por medio de la posesión.-

De acuerdo a nuestra legislación y varios estudiosos del Derecho[15], mediante la posesión


se pueden ejercer los siguientes derechos reales:

- Derecho de propiedad de bienes muebles e inmuebles.

- Derecho de usufructo.

- Derecho de uso.

- Derecho de habitación.

- En el contrato de la anticresis.

- Los acreedores prendarios.

- En las servidumbres activas.

6 Porqué se protege a la posesión.-

La posesión es protegida en forma independiente al Derecho de Propiedad, porque


básicamente nadie puede hacerse justicia por sus propias manos, ya que en muchos casos
cuando se pierde la posesión, las personas quieren restituirla por la fuerza, situación que no
es aconsejable por la paz social que debe reinar en nuestro Estado Plurinacional.

Distintos estudiosos del derecho[16] señalan varias razones del porqué debe protegerse a
la posesión, entre ella tenemos:

- Es necesario que el poseedor (propietario y tenedor) tenga una acción rápida y suficiente
contra un agresor de su derecho.
- Hay una razón elemental de orden jurídico: nadie puede hacer justicia por su mano propia;
por lo tanto, si alguien pretende tener derechos sobre un bien que otro tiene en su poder,
debe acudir a un proceso judicial para su restitución.

- La defensa posesoria se funda también en la protección de las cosas en sí mismas,


porque las mismas sirven para la satisfacción de necesidades humanas, por lo que hay un
interés social en la conservación y protección de las cosas.

7 Importancia de la presunción de la posesión.-

En el Derecho y especialmente en los Reales que es objeto de la presente obra, es


importante tomar en cuenta las presunciones en materia de la posesión y la tenencia de las
cosas, porque la continuidad, el tiempo y el momento de la posesión son importantes para
adquirir o perder derechos reales; razón por la cual, es importante en muchos casos
determinar desde cuándo se ejerce la posesión, cómo ha comenzado la misma, cómo ha
transcurrido, si ha cambiado el título de la posesión por el de tenencia o viceversa, etc., que
a continuación analizaremos.

Las presunciones son medios de prueba que disponen las partes en el procesó judicial y
que debe ser valorada por el juzgador al momento de fallar y decidir sobre los hechos
controvertidos.

8 Presunciones de la posesión,-

La norma en estudio regula varias presunciones con relación a la posesión con el fin de
establecer la continuidad de la misma y otros aspectos que son importantes a la hora de
adquirir o perder derechos reales por efectos de la posesión.

La primera se refiere a que se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder


sobre la cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador;
por consiguiente, si la persona ha ingresado a tener la cosa como simple detentador (por
ejemplo como inquilino) no puede considerarse o presumirse que el mismo es poseedor
sino simplemente detentador de la cosa y mientras no demuestre que ha cambiado su título
no se rompe esta presunción[17].

La segunda presunción se refiere a que si el poseedor actual prueba haber poseído


antiguamente, se presume haber poseído en el tiempo intermedio, excepto si se justifica
otra cosa por un medio probatorio contundente; es decir, si alguien prueba por un medio
idóneo haber poseído anteriormente y posee actualmente, se presume la posesión en el
tiempo intermedio.

Sobre este punto el profesor Tafur señala que "establecida su causa o punto de partida,
será necesario demostrar la relación material con el bien en los intervalos posteriores y el
extremo final con la prueba directa de su existencia en cuanto posesión y tiempo, o su
defecto, mediante las presunciones legales de la naturaleza de la posesión (a nombre
propio) de la relación material subsiguiente y de la continuidad de la misma entre la
posesión anterior y la actual sin que haya prueba en contrario"[18].

Sobre las presunciones de la posesión nuestra Legislación (1976) dispone "I. Se presume la
posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la cosa, siempre que no se pruebe
que comenzó a ejercerlo como simple detentador. II. El poseedor actual que prueba haber
poseído antiguamente, se presume haber poseído en el tiempo intermedio, excepto si se
justifica otra cosa. III. La posesión actual no hace presumir la posesión; pero si hay título
que fundamenta la posesión, se presume que se ha poseído en forma continua desde la
fecha del título, salva la prueba contraria"[19].

Sobre esta presunción la Legislación de España sentencia que "Se presume que la
posesión se sigue disfrutando en el mismo concepto en que se adquirió, mientras no se
pruebe lo contrario".[20] Presunción coincidente con la prevista en nuestra Legislación.

La última presunción se refiere a que la posesión actual no hace presumir la posesión; pero
si hay título que fundamenta la posesión, se presume que se ha poseído en forma continua
desde la fecha del título, salva la prueba contraria, es decir, en este caso el título que
acredite la posesión inicial es fundamental, porque quién demuestra con título que
inicialmente ha comenzado a poseer se presume que siempre ha estado en posesión y que
la misma es continua.

Sobre esta presunción la Legislación del Perú decreta que "si el poseedor actual prueba
haber poseído anteriormente, se presume que poseyó en el tiempo intermedio, salvo prueba
en contrario"[21].

Sobre la precisión de la posesión la Corte Suprema tiene la siguiente jurisprudencia: Quien


está en poder de la cosa o terreno tiene a su favor la "presunción de no precariedad"
prevista en el parágrafo. I del Art. 88 del Código Civil máxime si no se ha demostrado que el
poseedor haya ingresado a título de precarista (inquilino, tolerado o simple tenenciero).
(Auto Supremo N° 3, de 3 de enero de 2001. Sala Civil II. Ministro Relator Dr. Guillermo
Arancibia López).

9 Sujetos de la posesión.-

En primer lugar por excelencia son sujetos de la posesión las personas individuales o
físicas, sin descartar a las colectivas.

Nuestra Legislación guarda silencio sobre los sujetos de la posesión; sin embargo, por un
principio general, son incapaces de adquirir la posesión por sí mismos, los que no tienen un
uso completo de su razón, como los interdictos declarados judicialmente y los menores de
edad, pero no queda ninguna duda que pueden adquirir y conservar la posesión por
intermedio de sus tutores o progenitores respectivamente.

Algunos autores no argumentan ningún impedimento para que las personas incapaces, por
razón de salud mental o edad, ejerzan la posesión sobre determinados bienes y en forma
plena.

Las personas jurídicas o colectivas sólo pueden adquirir y tener la posesión por intermedio
de sus representantes legales; por lo tanto, no existe ningún impedimento para que las
mismas adquieran derechos posesorios y reales.

10 Cosas que pueden ser objeto de la posesión.-

Inicialmente podemos señalar son ser objeto de la posesión las cosas materiales o
inmateriales que pueden ser objeto de derechos y susceptibles de tener un valor
económico, como así que esté en el comercio; por lo tanto, los bienes públicos del Estado
Plurinacional de Bolivia, no son susceptibles de posesión.

10.1Bienes del Estado.


Recordemos que el Art. 191 de la nueva Constitución Política del Estado los bienes del
Estado, de los municipios, de las universidades y otras entidades públicas, se determinan y
regulan por la Constitución y las leyes especiales que les conciernen.

Los bienes de propiedad pública del Estado no son susceptibles de apropiación privada y
corresponde al Estado su distribución y administración; por lo tanto, no son susceptibles de
posesión y en su caso debe refutarse la misma como ilegítima. Estos bienes son
inalienables, inembargables e imprescriptibles. Estas son las características que los
diferencian de los demás bienes como el de los bienes de dominio privado del Estado y
bienes de las personas individuales o colectivas.

Por ejemplo, son bienes de propiedad del Estado, los ríos, sus cauces, los lagos y toda
agua que tenga la aptitud de satisfacer usos de interés colectivo, las riberas internas de los
ríos, entendiéndose por tales por tales la extensión de tierra que las aguas desocupan
durante las crecidas, los lagos navegables y sus lechos, las islas que se forman en toda
clase de río o en los lagos, cuando ellas no pertenezcan a personas particulares, las calles,
plazas, caminos, canales, puentes, los documentos oficiales de los Poderes del Estado; las
ruinas y yacimientos arqueológicos[22] y paleontológicos de interés científico y otros bienes
que expresamente señalen las leyes especiales.

Nuestra Constitución dispone que "son de dominio originario del Estado, además de los
bienes a los que la Ley les da esa calidad, el suelo y el subsuelo con todas sus riquezas
naturales, las aguas lacustres, fluviales y medicinales, así como los elementos y fuerzas
físicas susceptibles de aprovechamiento (...). Los bienes del patrimonio de la Nación
constituyen propiedad pública, inviolable (...). Los yacimientos de hidrocarburos, cualquiera
que sea el estado en que se encuentren o la forma en que se presenten, son de dominio
directo, inalienable e imprescriptible del estado. Ninguna concesión o contrato podrá conferir
la propiedad de los yacimientos de hidrocarburos (...)".[23]

10.2Cosas determinadas.

El profesor Romero expone que "la posesión exige actos concretos con relación a las
cosas; por lo tanto, no puede ejercerse sobre cosas indeterminadas"[24].

Solo puede ejercerse la posesión de cosas determinadas o fácilmente determinables, que


estén plenamente individualizadas; por lo que no se puede poseer la parte incierta de una
cosa.

Varios estudiosos del derecho[25] señalan que el objeto de la posesión es siempre la cosa.
Los bienes que no son cosas pueden ser objeto de la posesión.

En conclusión, se requiere que la cosa sea perfectamente individualizada y separada para


que la posesión sea legalmente adquirida; por ejemplo, cuando se trata de un animal que se
encuentra en un rebaño.

10.3Cosas futuras.

No es posible poseer legalmente cosas futuras; por lo tanto, mientras la cosa futura no se
separe (cría de una vaca, por ejemplo) no se la puede poseer legalmente, pero existen
derechos exceptaticios.

11 Exclusividad de la posesión.-
El profesor Borda con mucha solvencia precisa que "dos posesiones iguales y de la misma
naturaleza no pueden concurrir sobre la misma cosa. Lo que quiere significar es que no se
concibe que dos personas puedan ejercer la posesión de una cosa simultáneamente,
pretendiendo al mismo tiempo, que es exclusiva. De donde surgen estas consecuencias. 1)
que si una posesión anterior continúa, la nueva no puede nacer; 2) que si una nueva
posesión comienza, la anterior necesariamente debe haber cesado"[26].

La exclusividad de la posesión representa una nota característica de la misma, conforme


con su naturaleza, que guarda paralelismo con la propiedad de las cosas; es decir, como al
mismo tiempo no puede haber dos propietarios de una cosa, tampoco pueden estar
poseyendo en tal situación.

Cuando dos personas aleguen la existencia de una posesión de la misma naturaleza y


sobre la misma cosa, por motivos diferentes y además con título o causa distinta, el
juzgador no podría legalmente declarar la coexistencia de ambas posesiones, sin violar el
principio de exclusividad de la posesión.

Es necesario tomar en cuenta que no es posible que dos personas distintas al mismo
tiempo estén poseyendo un mismo bien, pero no existe ningún óbice legal a la existencia de
la coposesión; es decir que dos personas ejerzan simultáneamente sobre la misma cosa,
empero, reconociendo el derecho de todos[27].

Sobre este punto la Legislación del Paraguay no deja dudas sobre la exclusividad de la
posesión y reconoce la coposesión cuando indica: "Si dos o más personas poseyesen en
común una cosa indivisa, podrá cada uno ejercer sobre ella actos posesorios, con tal que no
excluya los de los otros coposeedores"[28].

Sobre este punto la Legislación de España tiene la siguiente solución. "La posesión, como
hecho, no puede reconocerse en dos personalidades distintas, fuera de los casos de
indivisión. Si surgiere contienda sobre el hecho de la posesión, será preferido el poseedor
actual; si resultaren dos poseedores, el más antiguo; si las fechas de la posesión fueren las
mismas, el que presente título; y, si todas están condiciones fuesen iguales, se constituirá
en depósito o guarda judicial la cosa, mientras se decida sobre su posesión o propiedad por
los trámites correspondientes"[29].

12 La posesión no puede reconocerse a dos personas distintas.-

Concordante con el anterior punto (exclusividad de la posesión) en Derechos Reales y en la


posesión se tiene igualmente el principio de que la posesión no puede reconocer al mismo
tiempo a dos personas distintas.

En Derechos Reales pesa el principio de que dos posesiones iguales y de la misma


naturaleza, no pueden concurrir sobre la misma cosa; por lo tanto, debe existir exclusividad
de la posesión; por consiguiente, no se concibe que dos personas puedan ejercer la
posesión de una cosa simultáneamente, pretendiendo al mismo tiempo, que es exclusiva,
para esto veamos los siguientes principios:

- Si una posesión anterior continúa, la nueva no puede existir.

- Si una nueva posesión comienza, la anterior necesariamente debe haber terminado.

- La posesión no puede ser ostentada simultáneamente por dos personas.


Sobre este punto la Legislación de España tiene la siguiente solución. "La posesión, como
hecho, no puede reconocerse en dos personalidades distintas, fuera de los casos de
indivisión. Si surgiere contienda sobre el hecho de la posesión, será preferido el poseedor
actual; si resultaren dos poseedores, el más antiguo; si las fechas de la posesión fueren las
mismas, el que presente título; y, si todas están condiciones fuesen iguales, se constituirá
en depósito o guarda judicial la cosa, mientras se decida sobre su posesión o propiedad por
los trámites correspondientes"[30].

13 Coposesión.-

Como indicamos en el punto anterior no puede existir que varias personas estén poseyendo
al mismo tiempo un misma cosa; pero es posible la coposesión de cosas indivisas o
divisibles.

El contenido del derecho real del condominio o copropiedad, tiene su reflejo directo en la
coposesión, en la que los sujetos se reconocen recíprocamente estar poseyendo una cosa
que les pertenece a todos.

El profesor Musto señala que "sin embargo, el tema no está exento de dificultades, porque
quien tenga asignada una parte idealmente determinada sobre una cosa, no puede
poseerla en abstracto. Su relación deberá recaer entonces sobre la totalidad de la cosa, con
las limitaciones en cuanto a su uso o disfrute que son consecuencia de la propia situación
de coposesión"[31].

14 Posesión a título universal.-

Previamente recordemos que conforme al Art. 102 del Código Civil (1976), la herencia se
difiere por la ley o por voluntad del de cujus manifestada en testamento. En el primer caso el
sucesor es legal; en el segundo, testamentario.

Entre los herederos legales unos son forzosos, llamados a la sucesión por el solo ministerio
de la ley; los otros son simplemente legales, que tienen derecho a la sucesión a falta de
herederos forzosos y testamentarios.

Recordemos que la muerte abre la sucesión; por consiguiente, a partir de ese momento el
sucesor a título universal (una parte o alícuota parte de la sucesión) continúa la posesión de
su causante desde que se abre la sucesión, a menos que renuncie a la herencia en forma
expresa o tácita.

"Nuestro ordenamiento jurídico muestra claramente, dos clases de sucesores mortis causa:
los herederos y los legatarios. Llámese heredero al que sucede a título universal, y legatario
al que sucede a título particular. El heredero es un sucesor universal al que se le difiere la
totalidad del patrimonio o una parte proporcional de ella (alícuota parte). El heredero es
llamado a recibir la sucesión continuando la persona del causante, por lo que tiene vocación
al todo, por consiguiente, puede responder por las obligaciones del causante".[32]

La norma en estudio contempla el fenómeno de la transmisión mortis causa de la posesión.


El heredero sucede en la posición jurídica del causante; por lo tanto, en la misma posesión
que éste ostentaba. Hay una verdadera y propia sucesión que actúa de manera forzosa, en
cuanto que al procedente poseedor (causante) le sustituye otra persona que ocupa su lugar
(heredero), produciéndose los efectos de la trasmisión desde la aceptación que se retrotrae
al momento de la muerte; es decir, que se la adquiere por ministerio de la ley y que tiene
lugar en el momento de la muerte del de cujus sin necesidad de la aprehensión material de
la cosa.

Con mucho criterio señala el profesor Zeballos "para que la posesión de los bienes
hereditarios se entienda transmitida a los herederos sin interrupción y desde la muerte del
causante, se precisa que llegue a aceptar la herencia, lo que no puede producirse mientras
no se releve de un acto jurídico testamentario o, en su defecto, legal, que confiera la
cualidad de heredero".[33]

Al respecto nuestra Legislación indica: "I. El sucesor a título universal continúa la posesión
de su causante desde que se abre la sucesión, a menos que renuncie a la herencia. II. El
sucesor a título particular puede agregar a su propia posesión la de su causante o
causantes.

Sobre este punto la Legislación de España señala que "la posesión de los bienes
hereditarios se entiende transmitida al heredero sin interrupción y desde el momento de la
muerte del causante, en el caso de que llegue a adirse la herencia. El que válidamente
repudia. El que válidamente repudia una herencia se entiende que no la ha poseído en
ningún momento".[34]

Igualmente, sobre este punto la Legislación de Chile dispone: "sea que se sucede a título
universal o singular, la posesión del sucesor, principia en él; a menos que quiera añadir la
de su antecesor a la suya; pero en tal caso se la apropia con sus calidades y vicios. Podrá
agregarse en los mismos términos a la posesión propia la de una serie no interrumpida de
antecedentes"[35].

15 La posesión a título particular.-

El legatario sucede un bien determinado o específico, por consiguiente, es un sucesor


singular que no va a continuar la persona del causante, ni va a confundir su patrimonio con
el de aquél, porque simplemente va a recibir un objeto determinado y cuya responsabilidad
habrá de extenderse únicamente al valor de la cosa legada.

La nota distintiva de heredero y legatario, analizada a la luz de la más nutrida doctrina[36],


inspirada en el criterio objetivo de la herencia, no importa la voluntad del testador
manifestada en las palabras con que hace el llamamiento a su herencia, sino que surge del
propio contenido de la disposición testamentaria, según atribuya a los sucesores el
patrimonio en su totalidad o parte proporcional (herencia), o en alguno de sus elementos
individualizados o grupo de ellos concretamente determinado (legado).

Situación similar ocurre con el sucesor a título particular (con la universal) o conocido
técnica y jurídicamente como legatario; por lo tanto, el sucesor a título particular puede
agregar a su propia posesión la de su causante o causantes desde el momento de la
muerte del causante y por supuesto si éste ha aceptado la sucesión a título particular en su
favor.

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