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El Ciclo «Espacios de escritura en el Pasaje» que comenzó en el año 2016,

contempla la difusión de autores y obras al público en general, con la intención


de impulsar la lectura de literatura, y la reflexión crítica a partir de ella. En este
caso, hemos decidido convocar a escritores expertos de reconocida trayectoria
en la traducción literaria, vinculados, desde diferentes perspectivas, a
desarrollos editoriales.

Dice Marina Tsvietaieva en una carta a Alexander Bajraj:

“Amigo mío, a propósito de las palabras. No conozco palabras que pudieran


perder.¿qué es una palabra para que pudiera destruir un sentimiento?Yo no le
adjudico una fuerza así. Para mí todas las palabras son pequeñas. Y la
inmensidad de mis palabras no es sino una sombra tenue de la inmensidad de
mis sentimientos.
Estrecho su mano”
(Marina Tsvietaieva, “Fragmentos de Cartas a a Alexander Bajraj”, en Una
dedicatoria, México D.F.: Universidad Iberoamericana/Artes de México, 1997)

Y nosotros desde el área de Letras estrechamos las manos a cada uno de


ustedes que hoy nos acompañan, como gesto de bienvenida y amistad, y, en
particular, a Natalia Litvinova, Anahí Mallol, Tom Maver y Eric Schierloh que
disertarán sobre esta cuestión: las palabras, la escritura, esas sombras tenues,
pequeñas e inmensas, dichas desde el lenguaje poético/literario a ser
traducidas para ser leidas por otros en otro idioma, con la intención de que algo
de esa multiplicidad de significaciones que fluía en la profundidad de la
corriente del texto pueda cruzar hacia la otra orilla en su viaje y reverbere en
nosotros.

Pensamos a la hora de organizar este encuentro en que debían plantearse


puntos de vista diversos sobre el tema que nos ocupa y que integren los
distintos procesos que intervienen desde el texto a la edición concreta: la
relación dialógica que se produce en el oficio de escribir y la traducción, que
desarrollará Anahí Mallol a partir de dos exquisitas poetas: Emily Dickinson
(Estados Unidos) y Steve Smith (Reino Unido); la relación compleja de las
traducciones y del espacio editorial sobre la cual se referirá Eric Schierloh y,
por último, Natalia Litvinova y Tom Maver presentarán traducciones de Marina
Tsvietáieva (Rusia), Westonia Murray (Australia), Hilde Domin (Alemania) y
Nika Turbiná (Rusia) que integran las recientes publicaciones de editorial
Llantén, libros que se presentan hoy.

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Traducción Literaria y su Edición

Cronograma

Leo presenta a Martín de Souza.

18.00 hs.

Breves palabras de Martín de Souza

18.09. Leo presenta a Anahí Mallol

18.10 hs.

“La traducción de la poesía y la poesía de la traducción”

Discusión a partir de poemas de Steve Smith y Emily Dickinson

Por Anahí Mallol (Villa Elisa)

18.39. Leo presenta a Eric Schierloh

18.40 hs.

“La traducción como estrategia de supervivencia de los pequeños sellos


editoriales".

Por Eric Schierloh (City Bell)

19.08. Leo presenta a Natalia Litvinova y Tom Maver

19.10 hs.

“Trasladadas: mujeres traducidas por la Editorial Llantén”: Marina


Tsvietáieva (Rusia), Westonia Murray (Australia), Hilde Domin (Alemania) y
Nika Turbiná (Rusia).
Por Natalia Litvinova (Buenos Aires) y Tom Maver (Buenos Aires)
Se mostrarán videos de las autoras y se leerán poemas en su idioma.

Se entregan diplomas y despedimos

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Breve reseña de los participantes

Anahí Mallol nació en La Plata, Argentina, en mayo del 68. Publicó siete libros
de poemas, Postdata (1998), Polaroid (2001), Óleo sobre lienzo (2004), Zoo
(2009), Querida Alicia (2012), Como un iceberg (2013), Una ciudad (2016)y los
libros de ensayo El poema y su doble (2003), y La poesía argentina entre dos
siglos: 1990-2010. Hacia una nueva lírica (2016). También ha publicado
poemas en diversas antologías del país y del extranjero. Poemas suyos han
sido traducidos al inglés, al alemán, al francés, al portugués y al italiano.
Colabora con revistas de poesía y de crítica literaria nacionales e
internacionales con poemas, artículos de crítica, traducciones. Forma parte del
consejo de redacción de la revista EXTRA. Revista de poesía y traducción.

Eric Schierloh nació en La Plata en 1981. Es escritor, traductor y editor.


Publicó 12 libros; los últimos son La mera tierra (novela, Bajo la luna),
Variaciones sobre cerrar los ojos (poesía, Editorial Municipal de Rosario) y Por
el camino de tierra (diario, La Bola editora, Mar del Plata). Tradujo a Herman
Melville, Henry David Thoreau, D.H. Lawrence, Richard Brautigan y William
Burroughs, entre otros. Desde 2011 dirige la editorial artesanal & hogareña
Barba de Abejas. Dicta regularmente el Taller de Edición Artesanal, que busca
fortalecer la bibliodiversidad a manos de proyectos editoriales independientes.
Vive en City Bell, provincia de Buenos Aires.

Natalia Litvinova (Gómel, 1986) es escritora argentina de origen bielorruso,


dedicada al campo de la poesía y de la traducción. Junto a Tom Maver dirige la
editorial Llantén. En 2017 ganó el Premio estímulo de la Fundación Argentina
para la Poesía. Publicó los libros de poemas: Esteparia (2010), Grieta (2012),
Todo ajeno (2013), Siguiente vitalidad (2015) y Cesto de trenzas (2018).

Tom Maver (Buenos Aires, 1985) es poeta y traductor de poesía


norteamericana. Publicó Yo, la incesante nieve (Ed. Huesos de jibia, 2009),
Marea solar (Alción editora, 2016). Tradujo al poeta chino-norteamericano Li-
Young Lee y a la poeta australiana Westonia Murray. Es editor de Llantén (web
de la editorial: http://llanteneditorial.wixsite.com/llanten).

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Barrios editoriales1
por Damián Tabarovsky (Perfil, Cultura/opinión 06/05/18)

En los años 90, Marc Augé propuso el concepto de “no lugares” como un modo de
pensar la posmodernidad. Por “no lugares” entendía a los shoppings, los aeropuertos,
las estaciones de servicios con cafetería y minishop incluidos, etc. Es decir, lugares sin
identidad, pero a la vez fácilmente reconocibles, sin historia, cómodos. Sin gracia pero
a la vez de fácil interpretación (nadie se pierde en una estación de servicio). Esos no
lugares se definen también por su carácter global: están en todas las ciudades,
idénticos a sí mismos. Los shoppings son iguales en Bombay y en Buenos Aires. Esos
“no lugares” borran las huellas de la densidad histórica de cada lugar, de su identidad,
de su tradición. Augé extraía la conclusión de que los “no lugares” son una buena
metáfora de la vida contemporánea, de la globalización.
Ahora bien, al mismo tiempo que esos “no lugares”, comenzó a darse un fenómeno
inverso, o tal vez complementario (saber si son fenómenos inversos o
complementarios es el dato crucial). Este fenómeno inverso o complementario es el
surgimiento en muchas ciudades –entre ellas Buenos Aires– de barrios o zonas que se
llaman a sí mismos “Soho”. Primero fue el Soho de Londres, luego el Soho de Nueva
York, luego en todo Estados Unidos, y en Europa, zonas parecidas. En el México DF
son La Condesa y la Colonia Roma, en Buenos Aires obviamente es Palermo, etc.
Estas zonas se presentan como lo contrario de los “no lugares”: en vez de ser fríos
son cálidos, en vez de ser impersonales son personalizados, en vez de ser estándares
se presentan como artesanales. Casi que podríamos decir que si las estaciones de
servicio son “no lugares”, los Soho son “sobrelugares”: lugares sobrecargados con un
exceso de personalidad, de subjetividad, de sensibilidad. Son lugares que se
presentan como una defensa del valor de lo único, de la singularidad, de lo artesanal,
contra lo estándar, lo mainstream y lo global. Pero a la vez que se exhiben como lo
opuesto a lo industrial y lo global, están en todas las ciudades y en todas las ciudades
son parecidos. El Soho porteño se parece mucho a la Condesa en el DF, que se
parece mucho a Chelsea en Nueva York, etc., etc. Todo ocurre como si hubiera, en
términos urbanos, un doble fenómeno: de un lado los “no lugares”, globales e
impersonales, y del otro, los “sobrelugares”, definidos por su sobreidentidad, pero al
mismo tiempo iguales en todos lados.
Pues: ¿qué son los “sobrelugares” en relación con los “no lugares”? ¿Son lo opuesto
o su complemento? ¿Los Soho son lo opuesto o el complemento ideal del shopping?
¿Son el escalón más alto de la cadena? (vender lo mainstream como único y
especial).
Pasemos ahora a lo nuestro, a la literatura y la edición. ¿Ocurre algo similar en el
ecosistema editorial? Al mismo tiempo que en los últimos años –o décadas– ocurrió un
tremendo y trágico proceso de concentración editorial, surgieron en casi todos lados,
por supuesto también en la Argentina, un gran número de pequeñas editoriales, de
editoriales independientes, quizás como nunca antes. ¿Son los grandes grupos
multinacionales los “no lugares” de la edición? ¿Y son las editoriales independientes
como el Soho? Esa es la pregunta que cualquiera a quien le interese la edición
independiente debería hacerse a diario. Es preferible quebrar a convertirse en Soho.

Respuesta de Eric Schierloh

En una nota publicada el domingo pasado en el diario Perfil (“Barrios


editoriales”, http://www.perfil.com/…/columnist…/barrios-editoriales.phtml), Damián
Tabarovsky, escritor y editor que admiro mucho, advierte, con inteligencia habitual,

1
http://www.perfil.com/noticias/columnistas/barrios-editoriales.phtml

4
que cierta topografía del mundo moderno (del mundo moderno urbano) puede
aplicarse al “campo” editorial. Así, hay grupos editoriales multinacionales (o grupos
concentrados de la publicación de libros, como yo los llamo) que funcionarían como
los no lugares propuestos en su momento por Marc Augé (los shoppings, los
aeropuertos, las estaciones de servicio con café y minishop, y yo agregaría las ferias
internacionales del libro: lugares sin identidad pero a la vez fácilmente reconocibles,
sin historia, confortables y de carácter global, metáforas casi puras de la
globalización), y pequeñas editoriales independientes que vendrían a ser los Sohos, o
zonas dentro de la urbanización de la edición, “sobrelugares” por oposición.

Ahora bien, se trata de fenómenos complementarios o inversos, se pregunta Damián,


y le reconoce cierta crucialidad a la pregunta. ¿Los no lugares produjeron las zonas de
las editoriales independientes, o las editoriales independientes se complementan con
(lo cual haría suponer que necesitan de) los grupos concentrados de la publicación de
libros? Para poder responder puntualmente a esto haría falta que Damián hubiera
hecho al menos la mitad de algo que no hace (preguntarse por qué no lo hace también
es importante para “cualquiera a quien le interese la edición independiente”). Porque
convengamos que identificar los no lugares editoriales es tarea bastante fácil: se
llaman Penguin Random House y Grupo Planeta, básicamente. Pero, ¿cuáles son
esas pequeñas editoriales independientes? ¿No hay, Damián, una interzona
sumamente difusa de bordes irregulares entre los no lugares y los supuestos
sobrelugares, entre los grupos concentrados de la publicación de libros y todo lo
demás, incluido lo que está más a la izquierda o la derecha o el centro de lo que sea
que está en el otro extremo? ¿No hay en el burroughsiano espacio que separa a
PRH/GP (básicamente) de las más pequeñas y recientes editoriales (algunas de ellas
artesanales, es decir, de libros hechos a mano, uno por uno) la posibilidad de una
diversidad amplia y vital? ¿Caja Negra, Blatt & Ríos, Club Hem, La Bestia Equilátera,
Godot, Rosa Iceberg, Fiordo, Beatriz Viterbo, Malisia, Adriana Hidalgo, Bajo la luna,
Las Cuarenta, Pixel, Gog & Magog, La Cebra, Sigilo, Entropía, Viajera, Gourmet
Musical, Ampersand, Madreselva, Letra Sudaca, Alto Pogo, Santos Locos, Mansalva,
Odelia, Iván Rosado, Eterna Cadencia, Caleta Olivia, La Bola editora, Marciana, Dobra
Robota, El Cuenco de Plata, Walden, son todos Sohos idénticos y equiparables? ¿Y
casagrande, VOX, LUX, Libros Drama, 27 pulqui, Ediciones Danke, Büchwald, Ínsula,
Fadel & Fadel (Chapita, Lomo), Höfn, La carretilla roja, Funesiana, Nulú Bonsai,
Tenemos las máquinas, Neutrinos, Tammy Metzler, Sirga, son todos Sohos más
pequeños aún, idénticos y equiparables entre sí, y a su vez a los anteriores? ¿Qué
hacemos con :e(m)r;, Eudeba, Eduvim, Eduner, Edulp, La comuna, Libros UNA,
Ediciones UNL, Unqui, Eduntref, BN? ¿No son estas listas, poco exhaustivas y hechas
de memoria repasando apenas el circuito e itinerario de ferias no internacionales, lo
bastante coloridas y elocuentes, Damián?

Y por cierto: ¿cuál es el barrio (porque como bien decís Soho también puede
entenderse como barrio, y ya con eso le quitamos el 99% de su tonto glamour) de
Mardulce, Damián?

Volvamos: ¿llegar a más y más lectores está por encima de cómo llego a esos lectores
(condiciones), con qué llego a esos lectores (¿dá lo mismo cualquier libro y cualquier
tipo de libro?), dónde llego a esos lectores (cadenas, grandes superficies, librerías
independientes, ferias, eventos, venta directa) y cuánto resigno de mi propia ideología

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y estrategia editoriales para llegar a esos lectores, Damián? ¿Es lo mismo lectores que
lecturas? ¿Por qué y de dónde el ansia (y no me refiero al ansia que encubre
vagamente el afán de beneficios de un grupo inversionista)? ¿El crecimiento puede ser
exponencial “siempre”? ¿Estamos solos? ¿Y el Estado? ¿El Estado no debería
garantizar y coadyuvar con la diversidad de agentes, la circulación de la suma de
pequeñas tiradas no necesariamente impresas en el mismo lugar físico (coedición
estratégica en el país de los casi 3 millones de km cuadrados), las traducciones
nacionales, los circuitos alternativos de difusión y distribución, por no hablar de discutir
y reescribir leyes vigentes desde la última dictadura, o resucitar e insuflar vida a los
tristemente fantasmáticos proyectos de un Instituto del Libro o de una ley nacional de
protección de la traducción autoral y los traductores, o de quitar el IVA a las materias
primas del libro, algo que quizás muy a nuestro pesar nos obliga a reconocer que no
hemos tenido hasta ahora un solo gobierno donde alguna de estas cosas haya sido
prioridad? ¿Cambia lo que estaría bien como política de Estado si lo impulsan, incluso
sui generis, personas o grupos de personas interrelacionadas en un campo, o en la
zona de un campo, a pesar de las tensiones propias internas? ¿Por qué pedirle a todo
que se vuelva una empresa en el primer sentido que nos viene a la mente cuando la
edición debería (poder) ser también y antes que ninguna otra cosa, quizás, una
empresa en el sentido de una aventura?

Damián, trato de no entender del todo el final de tu nota, cuando decís eso de que es
preferible quebrar a convertirse en Soho. Hago el esfuerzo y trato de no entender lo
errado que es eso desde un punto de vista estratégico. ¿Por qué no decir lo contrario,
algo así como que es preferible volver o ir al barrio antes que quebrar (donde quebrar
es claramente un fracaso, un estándar propio de la dinámica de los grupos
concentrados de la publicación de libros)? No necesitamos menos editoriales, de la
misma forma que tampoco necesitamos editoriales cada vez más grandes,
monstruosas, acaparadoras, competitivas; lo que necesitamos, creo, son cada vez
más editoriales del tamaño y la dinámica propios y que puedan y quieran tener,
diversas, interrelacionadas y solidarias. Y creo también que en el fondo hay muchas
editoriales, muchas pequeñas editoriales independientes, Damián, que quizás dirían
conmigo que justamente lo preferible es quedarse pequeño con cierto dominio del
timón del proyecto (como si no sobraran ejemplos de los contrario en la historia de la
edición, y particularmente en la nuestra), microscópico incluso pero con conocimiento
de la zona propia y con una marca distintiva (catálogo incluido, aún si crece a un ritmo
de 1 título por cada estación del año); eso, antes que devenir algo que tiene un no
adelante que te define.

Porque ya hay suficiente empresa donde publicar por publicar es la norma (y esto,
llamativamente, vale tanto para PRH/GP como para Dunken y el resto de imprentas
disfrazadas de editoriales), donde los libros tienen una vida útil prefijada y se saldan
cuando no directamente se destruyen y se juega y especula perversamente con su
desaparición, donde no hay (tiempo para la) relación personal con los autores, donde
el dinero tienta como adelanto pero a largo plazo se descubre improductivo y hasta
con un ribete de engaño o estafa (de exclusividad, de cantidad, de plazo, de relación
recursos/honorarios, etc). En lugar de un no que te define, Damián, un gesto
propositivo: mantenerse pequeño o acorde a la estructura posible y necesaria (y hasta
deseable, ¿por qué no? ¿O acaso este tipo de deseo puede ser cuestionado? ¿Desde

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qué lugar?), continuar editando por gusto (y también por negocio, vamos, pero como
complemento de lo anterior, siempre a la sombra de), forjar relaciones personales
fuertes, hacer libros diferentes en todos los sentidos (diversidad textual pero también
objetual), capaces de esperar a los lectores que siempre llegan “tarde”, y, sobre todo,
alimentar algo que excede a cada proyecto editorial individual: porque hay
independencia pero esa independencia es siempre una interdependencia con pares.

En los barrios también se forman lectores, Damián, y no son pocos. Es un trabajo lento
pero seguro, y sostenido, que bien vale el esfuerzo.

En todo caso, hablo por mí.

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