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Abordaje de la problemática del

alumno con TDAH en las clases de


informática
AUTOR:
LIC. MARIO RUBEN BRUN (mariobrun@yahoo.com)
VILLA LA ANGOSTURA – PROV. DEL NEUQUEN - ARGENTINA

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), se inicia


normalmente en la infancia y se caracteriza por 3 comportamientos
distintivos: dificultades para mantener la atención, hiperactividad e
impulsividad.
Según estudios realizados, afecta a entre un 3% y un 5% de los niños y
adolescentes en edad escolar; y dado que la escuela es -fuera del hogar- el
ámbito en donde más tiempo pasan, será el contexto en el que más
dificultades evidenciarán, teniendo en cuenta que las características
mencionadas de distracción, impulsividad e hiperactividad producen una
serie de problemas en la integración del alumno al contexto escolar que lo
conducirán al fracaso si no se adoptan estrategias específicas al respecto.
Existen técnicas simples que los docentes pueden utilizar para abordar
esta problemática y lograr sensibles mejoras en el rendimiento del alumno.
En el presente trabajo se las describe en forma genérica, y se detallan las
características específicas del alumno con TDAH en las clases de
informática y las técnicas que los docentes de las asignaturas de esta área
pueden aplicar en estos casos.

EL TDAH Y LA ENSEÑANZADE LA INFORMATICA


El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es un trastorno


que se inicia en la infancia y se caracteriza por comportamientos distintivos:
dificultades para mantener la atención (déficit atencional), hiperactividad (o
exceso de movimiento) e impulsividad (o dificultades en el control de los
impulsos).
La APA (Asociación Americana de Psiquiatría), ubica al TDAH en el grupo de
los trastornos pordéficit de atención y comportamiento perturbador (DSM-
IV). De acuerdo con ésta clasificación, se establecen 3 subtipos del TDAH,
según el/los síntoma/s predominante/s:

· Tipo con predominio del déficit de atención.


· Tipo con predominio de la impulsividad-hiperactividad.
· Tipo combinado, donde se aglutinan la falta de atención y la impulsividad-
hiperactividad.
La característica básica del TDAH consiste en un patrón persistente de
desatención y/o hiperactividad-impulsividad, más frecuente y grave que el
habitual en personas de un nivel de desarrollo similar. Algunos autores
destacan las dificultades de autocontrol como eje del trastorno.
NOTA: la sigla TDAH es la utilizada en español. En inglés, son usadas las siglas
ADHD y ADD.

¿Por qué es importante conocer al TDAH?


Según estudios realizados en este campo, este trastorno afecta a entre un 3%
y un 5% de los niños y adolescentes en edad escolar; y dado que la escuela es -
fuera del hogar- el ámbito en donde más tiempo pasan, será el contexto en el
que más dificultades evidenciarán –fundamentalmente debido a la estructura
de las instituciones educativas y a la falta de conocimiento de los docentes de
este trastorno-. El trío integrado por distracción, impulsividad e
hiperactividad produce una serie de problemas en la integración del alumno al
contexto escolar. El porcentaje dado precedentemente, no es un dato menor:
indica una altísima probabilidad de que un docente tenga al menos un alumno
con TDAH por aula.

Características generales del niño-adolescente con TDAH


· La falta de atención y concentración (déficit atencional)
Las dificultades de atención, pueden manifestarse en situaciones sociales,
académicas o laborales. Las mismas se traducen en:

· Problemas para establecer un orden en sus tareas o actividades.


· En relación a lo anterior, dificultades para seguir en orden una
secuencia de instrucciones o consignas.
Inconvenientes para "arrancar" sus actividades (vestirse, hacer los
deberes,...), ya que se distrae fácilmente con estímulos irrelevantes.
Limitaciones para mantener la atención hasta finalizar sus tareas, tendiendo a
dejar una actividad por otra al poco rato de haberla empezado, e incluso
dejando varias inconclusas.
Pérdida u olvido de cosas necesarias (abrigo, mochila, carpetas, documento,
etc.) u olvido de sus obligaciones cotidianas (cepillarse los dientes, ir a buscar
algo, etc.).
Apariencia de “no escuchar” cuando se le habla, dificultades para seguir la
conversación adecuadamente, así como para seguir las reglas o consignas de
un juego o actividad propuesta, o para obedecer -ya que no está atento
cuando se dan las indicaciones-.
Problemas para establecer prioridades.
Comisión de errores por descuido en las tareas escolares u otras actividades,
al no prestar suficiente atención a los detalles.
Inconvenientes para prestar atención a dos estímulos alternativos o
simultáneos (por ejemplo: escuchar al profesor y tomar notas al mismo
tiempo)
Evasión o resistencia ante tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido
y/o un grado de organización mayor que el habitual.
Algunos autores (Barkley, 1995) sostienen que estos chicos se aburren más
rápidamente de su labor y sienten mayor atracción por los aspectos más
gratificantes o divertidos de cualquier situación Por eso, se distraen
fácilmente interrumpiendo sus tareas para dedicarse a lo grato, sin terminar
lo importante.
Cabe inferir la existencia de un déficit atencional si el alumno –de manera
frecuente- no puede atender durante todo el tiempo requerido para realizar
una actividad, en relación a otros de su misma edad, capacidad y nivel de
escolarización. Podría decirse que su tiempo de atención es un lapso
relativamente breve. La capacidad atencional breve de una persona, implica
que su manera de volcar su atención hacia las actividades es variable y tal vez
no permanece atendiendo a una fuente de información el tiempo suficiente
como para procesarla. Por eso, puede llegar a no comprender temas que están
a su alcance, no seguir adecuadamente instrucciones, dejar incompletas sus
tareas y ofrecer resistencia a actividades que requieran atención constante.
En este sentido, se ha comprobado que el rendimiento de alumnos con TDAH
disminuye notoriamente ante tareas repetitivas o monótonas. Si la actividad
es innovadora, su rendimiento inicial es bueno, pero irá decreciendo a medida
que se le haga aburrida y aumentará la probabilidad de que abandone su
ejecución (Orjales, 1998). La atención del niño/adolescente con TDAH, suele
ser dispersa y modificarse en base a cualquier estímulo irrelevante: en las
condiciones normales de una clase, puede resultar bastante dificultoso que el
chico centre su atención en la tarea.
Sin embargo, muchos chicos con TDAH pueden permanecer atentos por mucho
tiempo, si el foco atencional es de su interés, por ejemplo, frente a una
película o un videojuego. Es en este contexto donde se tornan comprensibles
expresiones tales como "mi hijo puede estar horas mirando televisión" o "sólo
se distrae cuando algo no le interesa". Pocos niños/adolescentes con TDAH
realmente “se distraen”, sino que en vez de ello les gusta "prestar atención a
todo", en particular a lo novedoso. Su comportamiento es el de atender al
ambiente que lo rodea, yendo de un objeto a otro de manera incansable. Eso
sí, se cansa o abandona el objeto seleccionado a medida que lo conoce o se
aburre de él.

Indicadores de déficit atencional

· Tiempo de atención corto en las actividades


· Dificultad en completar las tareas.
· Aspecto exterior de “ensoñación” (actitud de “soñar despierto”)
· Fácilmente proclive a la distracción.
· Mucho despliegue en sus actividades, pero con resultados por debajo del
mismo.
· Gran entusiasmo inicial y pobres resultados finales, en la realización de sus
tareas.

Es de déficit de atención es el síntoma de más difícil detección, ya que no van


asociados a problemas de comportamiento. Este tipo de alumnos son
catalogados como “despistados” o “desordenados”, y si bien no molestan en
el aula, tampoco aprenden, ya que su rendimiento no resulta satisfactorio.
Lo IMPORTANTE: los chicos con TDAH se distraen por su imposibilidad o
dificultad de concentrarse, y no por desgano, pereza o desinterés
deliberado. Si no atienden “más o mejor”, es porque NO PUEDEN HACERLO
y no porque NO QUIERAN.

· La impulsividad (falta de control inhibitorio)

La impulsividad consiste en una falta de autocontrol o de capacidad para


inhibir una conducta. Estos casos presentan dificultades para inhibir-impedir
una respuesta o acción espontánea. Evidencian dificultades para controlar su
conducta, sus emociones y sus pensamientos. En síntesis, les resulta imposible
–o muy difícil- evitar su espontaneidad: expresan lo que sienten y piensan, sin
un freno consciente.
Clásicamente se asocian a este rasgo, tres conceptos básicos que interactúan
en la configuración del comportamiento impulsivo: el actuar sin pensar, la
velocidad excesiva en la respuesta y la impaciencia. Al analizar la unión de
estos elementos, debemos incorporar 2 factores más, que se vinculan
estrechamente con ellos: un bajo control de sus impulsos y poca tolerancia a
la frustración.
La interacción de estas cinco características concurrentes, hace que un chico
impulsivo, sin poder evitarlo, llame la atención de manera negativa. Puede
convertirse en el foco de los comentarios desfavorables del docente; sus
compañeros de clase comenzarán a evitarlo ya que no desearán sentarse junto
a él o realizar actividades con él -dentro o fuera de la escuela-.
La preponderancia de este síntoma se evidencia entonces en los siguientes
parámetros o indicadores:

· Problemas para pensar antes de actuar.


· Precipitación al hablar diciendo cosas en momentos inoportunos o
respondiendo a preguntas incluso antes de que se le hayan acabado de
formular.
· Falta de previsión y organización dado que no planifica, no se organiza (por
ej.: inicia las tareas sin tener el material necesario).
· Interrupción o incursión frecuente en las charlas, juegos o actividades de los
demás.
· Impaciencia, y dificultades para aplazar una gratificación inmediata.
· Baja tolerancia a la frustración.
· Excitabilidad
· Dificultades en situaciones grupales en las que se requiere paciencia para
actuar según turnos.

Debido a dichas características, estos chicos realizan comentarios fuera de


lugar, tocan o se apropian de cosas ajenas sin permiso, etc. Además tienen
reacciones impulsivas (no premeditadas) de ira ante pequeñas frustraciones o
situaciones que sienten como amenazantes. Tienen muchas dificultades para
esperar, guardar turno en los juegos, hacer una fila para recibir o hacer algo;
y evidencian su incomodidad al tener que esperar mediante quejas o
conductas inapropiadas. Si se les promete una actividad agradable es muy
probable que insistan, exigiendo su inicio antes de tiempo. Estos problemas
que se originan en la impulsividad hacen que el niño-adolescente con TDAH
parezca exigente y egoísta, lo cual le acarrea consecuencias negativas en su
adaptación social y escolar.
Respecto a su rendimiento escolar, debido a la impulsividad, empiezan las
tareas sin acabar de leer las instrucciones correctamente, deben controlar los
impulsos para no abandonar una tarea aburrida y para persistir en actividades
cuya recompensa se obtenga a largo plazo. Con frecuencia, cuando realizan
tareas aburridas, emplean el menor tiempo posible y parece que hacen un
esfuerzo mínimo.

· La hiperactividad

La hiperactividad consiste en la realización de acciones excesivas o


inadecuadas, ya sea motoras (movimientos con el cuerpo) o vocales (emisión
de ruidos con la boca, tarareos, silbidos, etc.). Estas expresiones corporales o
vocales se producen en momentos en los que no deberían ser realizadas (por
ejemplo, durante una clase) y por lo general son actividades motrices o
verbales que no se relacionan con la actividad que en ese momento debería
realizar el chico (por ejemplo, escribir su nombre o dar golpecitos en el
pizarrón con una tiza, mientras da una lección)
Las principales manifestaciones o indicadores de hiperactividad en un chico
con TDAH son:

· Movimientos frecuente de sus pies y manos (balanceo de pies o piernas,


golpeteo con el lápiz o los dedos, juegos con pequeños objetos, etc.).
· Movimiento frecuente o inquietud en su asiento (cambiando de postura,
balanceándose, parándose cuando debería permanecer sentado o
cambiándose de asiento).
· Con frecuencia va de un lugar a otro, corre o salta sin motivo aparente, o se
retira intempestivamente del aula ante un estímulo externo.
· Si -con esfuerzo- contiene su necesidad de moverse, exterioriza verbalmente
su inquietud.
· Exceso de charla en clase (no puede permanecer callado) o emisión de
ruidos con la boca.
· Inquietud o aparente ansiedad general.

En muchos casos, a medida que el niño crece, la hiperactividad motriz en el


aula se manifiesta por medio de excusas constantes para levantarse
(mostrarle la tarea al profesor, ir a buscar algo, ir al baño) y exceso de
actividad motriz fina (rascarse, cambiar la manera de estar sentado, jugar con
el lápiz) o vocal (hablar con el compañero, preguntarle cosas innecesarias al
docente, etc.).
En las niñas, el grado de hiperactividad suele ser más leve y se manifiesta por
actividad motriz fina, no obstante exagerada respecto a su sexo y edad.
Estudios realizados en este campo indican que la cantidad de casos de TDAH
del sexo femenino es mucho menor que en los varones (la proporción es de
1/4: una niña/adolescente por cada 4 varones con TDAH)
La hiperactividad es el síntoma más evidente y llamativo del trastorno y sus
consecuencias incomodan a la mayoría de los docentes, ya que es el que más
afecta negativamente al resto de la clase. Si la conducta hiperactiva es muy
exagerada, puede interferir ostensiblemente en el aprendizaje y la
adaptación escolar y/o social del chico con TDAH.

Lo IMPORTANTE: los chicos con TDAH se mueven o hablan por su


imposibilidad o dificultad para evitarlo y no por falta de respeto o por
disfrutarlo en forma deliberado. Si no se “quedan más quietos” o “no se
callan”, es porque NO PUEDEN HACERLO y no PORQUE QUIEREN

Problemas asociados

Además de lo expuesto precedentemente, cabe señalar que las


manifestaciones del TDAH van cambiando con la edad, reduciéndose
sensiblemente a medida que avanza la adolescencia y la adultez. Sin embargo
algunos autores (Barkley, 1995) afirman que más del 80% de los niños con
TDAH en edad escolar, seguirán presentando el trastorno en la adolescencia (y
un 30 a 65% lo hará también en la vida adulta).
En ocasiones se detectan conductas agresivas o desafiantes (mentiras,
pequeños robos, desafío a la autoridad, etc.), a medida que incursionan en la
adolescencia. Entre un 20 y un 60% de estos niños y adolescentes, presentan
asimismo conductas antisociales y pueden evidenciar baja autoestima,
tristeza y en algún caso, depresión.
Entre los demás factores asociados a las características del TDAH, podemos
citar:

Problemas de tipo emocional (labilidad emotiva, llanto fácil, baja autoestima,


inseguridad).
Problemas de rendimiento escolar (poca motivación, rendimiento variable,
fracaso escolar).
Problemas de adaptación escolar y/o social (baja tolerancia a la frustración,
dificultades para seguir las normas).
Problemas en las relaciones con los compañeros (comportamiento agresivo,
rechazo).
Dificultades en las relaciones familiares (desobediencia, dificultades para
adquirir hábitos, irritabilidad)
Mayor propensión a sufrir accidentes, debido a su impulsividad y a la falta de
atención.

Tratamiento del niño/adolescente con TDAH


No existe un tratamiento que cure el TDAH aunque este trastorno es tratable
mediante un abordaje multimodal y multidisciplinario (National Institute of
Health, 1994). El tratamiento debe ser multimodal, ya que requiere la
participación de profesionales clínicos, pero fundamentalmente debe contar
también con la participación activa de padres, docentes e incluso el mismo
afectado. Por ello se considera imprescindible para el abordaje del TDAH la
necesidad de una cooperación estrecha entre padres, pacientes, y escuela,
siendo el profesional clínico una especie de coordinador.
Dicho tratamiento multimodal incluye:

· Entrenamiento a padres.
· Intervención escolar.
· Tratamiento médico (psicológico y/o farmacológico)

Lo IMPORTANTE: a pesar de la incredulidad de algunos docentes, la


institución escolar y sus integrantes PUEDEN HACER MUCHO para contribuir
al tratamiento de un chico con TDAH. Muchas veces, con técnicas simples y
constancia en su aplicación, pueden lograrse resultados sorprendentes.

SINTESIS DE LA PROBLEMATICA ESCOLAR DEL


ALUMNO CON TDAH

El conjunto integrado por características tales como falta de atención,


impulsividad e hiperactividad “no encaja” en una institución escolar
tradicional, estándar. Esta personalidad en un alumno, produce una serie de
desajustes en su desempeño escolar, que conducirá irremediablemente a su
fracaso, si se lo mide bajo los mismos parámetros que se utilizan con un
alumno promedio, es decir el alumno “común y corriente”.
A continuación se transcriben algunas opiniones de especialistas en el tema, a
través de las cuales puede conformase una síntesis expositiva respecto de los
principales inconvenientes que se generan en el aula cuando se cuenta en ella
con un alumno con TDAH:
"... estos niños tienen problemas para mantener la atención durante las tareas
que requieren un esfuerzo significativo y para completar sus trabajos de
manera independiente en el aula. Su rendimiento en clase puede verse
afectado por su falta de atención a las instrucciones que posibilitan la
ejecución de las actividades. Son otros posibles problemas asociados con la
distracción un desempeño pobre en las evaluaciones; deficientes habilidades
de estudio, cuadernos y trabajos escritos desorganizados y falta de atención a
la exposición del docente y/o discusiones grupales. Los alumnos con TDAH
frecuentemente perturban las actividades en el aula y pueden perjudicar el
aprendizaje de sus compañeros. Por ejemplo, su impulsividad puede exhibirse
de formas variadas, incluyendo frecuentes expresiones en voz alta y sin
permiso del docente, hablando a sus compañeros en momentos inapropiados,
enojándose cuando deben enfrentar reprimendas o tareas frustrantes. La
precisión en las tareas, tanto en el aula como en el hogar, también puede ser
una labor compleja para ellos, debido a su estilo impulsivo y descuidado de
abordarlas. Problemas relacionados con la hiperactividad pueden evidenciarse
cuando dejan sus asientos sin permiso, juegan con objetos inapropiados (por
ejemplo, materiales en el escritorio no relacionados con la tarea en ejecución
–útiles escolares, etc.-), golpeteo con manos o pies y movimientos o
bamboleos en el asiento" (G. DuPaul & G. Stoner, 1994)
"...la escuela comienza demasiado a menudo con un fracaso... y desde allí (el
niño con TDAH) continúa cuesta abajo" (R. Reeve, 1994)
El hecho es que durante la realización de las actividades escolares, los
alumnos con TDAH se revelan como desorganizados, impulsivos e ineficaces,
ya que las dificultades de atención, motivación, y de mantener el esfuerzo
mental ante tareas más repetitivas y monótonas, interfieren en su ejecución.
Por lo tanto su rendimiento escolar se ve afectado a pesar de que su
inteligencia sea normal o superior. A partir de la afirmación anterior, un chico
con TDAH tiene más posibilidades de fracasar en una escuela convencional
que otro de similar capacidad intelectual, ya que por lo general rinden
académicamente por debajo de sus posibilidades (G. Weiss y col., 1971 y R. A.
Barkley, 1998). La prevalencia de fracaso escolar entre la población con TDAH
es significativamente alta, ya que el bajo rendimiento escolar afecta al 40%
de los estudiantes con TDAH (Barkley, 1998).
Por otra parte, la incomprensión en las instituciones escolares de las
características de este trastorno, llega a provocar que un 15% de los alumnos
que lo padecen sean expulsados –al menos una vez- en algún momento de su
vida escolar (al creer que se trata de inconductas deliberadas).
Además se ha constatado que alrededor de un 30% de los niños con TDAH
tienen habitualmente dificultades en el aprendizaje de habilidades
relacionadas con la lectura, la escritura, la ortografía, el cálculo y la
resolución de problemas matemáticos (S. Zentall, 1993).
Aunque se acepta que el niño con TDAH tiene un déficit inhibitorio que le
dificulta adaptarse –en general- a los requerimientos de la escuela tradicional,
en cuanto a los niveles de atención, autocontrol y seguimiento de las reglas
que conducen al desarrollo de una capacidad creciente de trabajar en forma
organizada y autónoma, también es cierto que casi todos los especialistas
coinciden en aceptar que gran parte de las dificultades surgen por un
desajuste entre el chico y el contexto institucional (A. Pelligrini, A., & M.
Horvat. 1995), siendo este último quien –en virtud del profesionalismo y
compromiso de su plantel docente- debería abordar estrategias diferentes y
creativas para abordar la situación. En este contexto es sumamente deseable
que los docentes, además de conocer las características
neurocomportamentales del TDAH, identifiquen las causas y el modo en que el
alumno entra en conflicto con el sistema escolar.
ABORDAJE ESCOLAR DE LA SITUACION DEL ALUMNO CON TDAH

Teniendo en cuenta lo mencionado al final del apartado anterior, la


institución escolar PUEDE Y DEBE buscar en sí misma aquellas causas que
dificultan la integración del chico con TDAH, procurando dar solución a las
mismas.
Existen distintos factores que deben considerarse al iniciar una estrategia
institucional o docente activa y positiva, frente a un alumno con TDAH:

Lo primero y fundamental es CONOCER EL PROBLEMA: no puede iniciarse una


metodología de trabajo seria y efectiva, si se desconocen las características
de este trastorno y la forma en la que el mismo afecta el comportamiento y
rendimiento de quien lo padece. Téngase en cuenta que si se desconoce este
trastorno y los padres no lo informan al colegio expresamente, el docente NO
DETECTARA la situación por su cuenta, y la consecuencia inevitable de este
desconocimiento será el fracaso escolar del alumno.
A partir del punto anterior, cambiar el enfoque hacia el alumno involucrado,
abordando su situación desde una perspectiva profesional tendiente a un
equilibrio que evite los extremos perjudiciales: no considerarlo un “enfermo”
o alguien “diferente” (en un sentido peyorativo o discriminador), es decir,
alguien “anormal”; pero tampoco debe asumirse que al tener necesidades
distintas a las del resto, debe actuarse con él en forma permisiva o tolerante,
aceptando todo lo que haga o diga, por el sólo hecho de que “no puede
evitarlo”. En otras palabras, conociendo el trastorno, deben aceptarse las
dificultades que implica, pero con una actitud activa del docente, dirigida a
colaborar en el proceso de mejoramiento del rendimiento escolar del
alumno.
Por otra parte, es insuficiente que uno o dos profesores inicien una estrategia
pedagógica con el alumno, si no se suman los demás integrantes del plantel
docente: el chico tal vez actuará de una manera con ese o esos docentes (ya
sea porque le dedican más atención, disminuyen las situaciones de conflicto o
distracción, les permiten canalizar positivamente su hiperactividad, etc.) pero
no con el resto; lo cual sólo servirá para crear “islas” dentro de la
organización escolar, que probablemente incrementen la incomodidad o
rechazo –inconsciente o no- del alumno hacia las clases o asignaturas de
aquellos docentes que no implementen ninguna estrategia en relación a su
problemática. Por lo tanto, se requiere un abordaje colectivo e integrado de
los docentes del curso con el/los alumnos con TDAH, a fin de generar
estrategias de trabajo y de evaluación homogéneas que faciliten la labor en
clase y –en consecuencia- el mejor rendimiento del alumno.
Un aspecto realmente clave en toda estrategia institucional radica en llevar a
cabo una labor mancomunada con los padres del alumno. Sería deseable que
éstos ya se hubieran informado adecuadamente sobre la situación de su hijo
y/o iniciado un tratamiento terapéutico al respecto, pero en caso de no ser
así, se requiere un trabajo integrado y participativo entre padres y escuela
para obtener los mejores resultados posibles. En estos casos, la intervención
de algún profesional psicólogo y/o asesor pedagógico cumpliendo un rol de
coordinación puede resultar muy positiva para encaminar el proceso y evaluar
sus resultados.

ESTRATEGIAS DE ABORDAJE

A continuación, se sugieren distintos aspectos a considerar para abordar la


problemática escolar del alumno con TDAH. El listado siguiente no es taxativo
sino orientativo, y podrá ser ampliado en base a la experiencia y conocimiento
de cada docente, y las características específicas de cada alumno:

Lo primero y fundamental... ¿se tiene la certeza de estar ante un caso de


TDAH? No debe caerse en el error –e irresponsabilidad profesional- de creer
que, ante el menor indicio de distracción, hiperactividad o inconducta de un
alumno, se está ante un caso de TDAH. Al detectar en clase alguno/s de los
síntomas típicos de este trastorno, el docente deberá reunirse con los padres
del alumno a fin de que éstos –si aún no lo han hecho- efectúen la consulta
médica pertinente que determine si se está ante un cuadro de TDAH o no. A
partir de ese diagnóstico, se elaborarán las estrategias correspondientes.
El alumno necesita mayor estructura y organización de las clases que los
demás chicos. Asimismo, se requiere mayor supervisión del docente, más
fragmentación de las tareas, más estrategias positivas (tendientes a valorar
sus logros y acciones favorables) y un manejo adecuado –firme, pero no
represivo- de las situaciones negativas, a fin de mantener su conducta dentro
de los parámetros deseados. Por eso, un aspecto muy importante es poner
más énfasis en valorar y resaltar las conductas positivas que en reprender las
negativas.
A fin de tener un desempeño profesional adecuado, es sumamente deseable
que los docentes se entrenen en las técnicas de manejo de situaciones de los
alumnos con TDAH (tanto las positivas como las negativas). Al efecto, puede
recurrirse a instancias formales de capacitación (que lamentablemente no son
tan abundantes), o bien a la autocapacitación mediante bibliografía o
material específico sobre la problemática y –fundamentalmente-
intercambiando opiniones y experiencias con otros docentes y profesionales
médicos, psicólogos y asistentes pedagógicos.
El contexto positivo y favorable que pueda crear en el aula el docente, es
fundamental, especialmente en lo atinente a las relaciones sociales entre el
chico con TDAH y los demás alumnos. Desde el momento en que aquel tiene
dificultades en el control de su conducta y sus emociones, la condición sine
qua non para un control interno de las mismas, es la existencia de un control
externo de su situación y esta dependerá del uso adecuado de las estrategias
educativas que los docentes apliquen con coherencia y cotidianeidad. Con el
correr del tiempo este control externo se va tornando un factor habitual que
el niño/adolescente interioriza adquiriendo mayor autocontrol, ya que le
aporta mayores beneficios en relación a su adaptación familiar, social y
escolar (el chico descubre y valora las ventajas de este control, al recibir
aprobación social, aumentar su sensación de autoeficacia –a través, por
ejemplo, de un mejor rendimiento académico- y una elevación de su
autoestima: todo ello lo motiva para ejercer un autocontrol autónomo.
Varias técnicas de abordaje pedagógico de esta problemática incluyen el
refuerzo y potenciación de las habilidades sociales del chico (a fin de mejorar
su autoestima y favorecer la integración), y otras incorporan el fomento del
uso de las técnicas de resolución de problemas (a fin de reforzar el
pensamiento reflexivo). En este último aspecto, la informática proporciona
poderosas (y novedosas) herramientas instrumentales
TECNICAS E INSTRUMENTOS APLICABLES
Algunos de los factores que contribuyen a la construcción de un ámbito más
favorable en el aula para el alumno con TDAH son:
Confeccionar listados con las reglas básicas de trabajo en clase, a la vista del
alumno.
Reducir al mínimo posible el nivel de distractores y/o estímulos presentes en
el aula.
Sentar al alumno en una posición cercana al docente y tener frecuente
contacto visual con él.
Seleccionar compañeros de trabajo y/o asiento que sean calmos y solidarios.
Organizar los horarios de modo previsible y ponerlos en un lugar visible del
aula.
La calidad de las relaciones con los compañeros es de gran importancia para
la autoestima del niño/adolescente, por ende, si se producen problemas de
rechazo por parte de sus compañeros, dedicar una charla tranquila y breve,
explicándole qué sentimientos pueden tener los otros frente a su
comportamiento y planteando las posibles solucione
Entre los aspectos que contribuyen a una mejor relación entre el alumno y el
docente, y a un mejor rendimiento escolar de aquel, se cuentan:
Asegurarse de que el alumno sabe cuáles son sus problemas y explicarle cómo
se lo ayudará.
Proporcionarle instrucciones breves, simples y claras, repitiéndolas –de ser
necesario-.
Captar su atención al inicio y durante el desarrollo de los temas de clase.
Fomentar el mayor contacto visual posible de parte del alumno hacia el
docente.
Proporcionarle suficiente información audio-visual para mejorar su
rendimiento al analizar instrucciones escritas (pero cuidando su diseño para
que no distraerlo).
Acortar los períodos de clase y/o fraccionar la hora de trabajo en dos o tres
bloques.
Verificar frecuentemente su desempeño, informándole -en cada ocasión- su
opinión sobre el mismo. Generalmente el alumno con TDAH necesita una
respuesta inmediata al motivo de su preocupación (saber “cómo está
trabajando hoy”), y si no es satisfecha, se convierte automáticamente en un
motivo de distracción en su pensamiento que lo afecta negativamente.
No penalizar sus errores, sino alentar la autocorrección de los mismos.
Efectuar evaluaciones más breves y frecuentes.
Fraccionar sus tareas y/o proyectos, o permitirle entregas parciales.
Evaluarlo no sólo en forma escrita, sino también orales.
Asesorarlo en la planificación y organización de sus actividades y material de
estudio, enseñándole –asimismo- a tomar apuntes. Supervisar el uso de
cuadernos, carpetas, apuntes, etc.
Tolerar los movimientos ociosos que no perturben el trabajo propio o ajeno.
Facilitar el despliegue físico y salidas del aula como forma habitual de
"descompresión" (por ejemplo, para ir al baño); pero tratar de habituarlo a
reducir la frecuencia y cantidad de estas acciones. Lo esencial es no reprimir
las necesidades del alumno en cuanto a las características de su trastorno:
estando atento a la forma en que exterioriza su tensión, stress, excitación y/o
aburrimiento, podrá actuarse preventivamente, canalizando positivamente
tales necesidades
Ayudarlo a enfrentar su impulsividad cognitiva, exigiéndole que revise sus
trabajos.
Como ya se ha expresado, el rol de la familia es fundamental dado que
mediante acuerdos entre sus integrantes y la institución escolar, se podrán
instrumentar procesos sumamente positivos para el niño/adolescente con
TDAH:
Explicitar claramente a los padres cuál es el plan de trabajo escolar y cuales
son las características de las estrategias que se implementarán, a fin que
comprendan los objetivos de esta planificación y puedan contribuir a su
concreción.
Consensuar con los padres las acciones que ellos pueden llevar adelante en su
hogar para proporcionar un ambiente favorable y tranquilo cuando el alumno
deba abordar sus tareas.
Acordar con ellos rutinas en común para que el chico realice tanto en su hogar
y como en el colegio, fomentando en ambos ámbitos hábitos en común de
orden, organización y conducta.
Existen algunas técnicas específicas para abordar esta problemática en el
ámbito escolar, cuya finalidad es concretar procesos simples de acomodación
vinculados al accionar en el aula y el comportamiento del alumno e involucran
estrategias probadamente eficaces. Las más frecuentes son:
Contratos comportamentales: son documentos análogos a cualquier otro tipo
de contrato, ya que establecen una relación entre dos partes: el alumno y el
docente. El primero se compromete a realizar -o no- determinados
comportamientos o acciones; y el docente, si esto se cumple, responderá de
una forma específica (por ejemplo, informándole su desempeño). Suelen ser
escritos, abarcar no más de tres ítems, de aplicación sencilla con una
frecuencia diaria o semanal.
Economía de fichas: es una forma de contrato más compleja. Consiste en un
listado de comportamientos –más extenso que en el caso anterior- que pueden
ser premiados con una "ficha". Luego el alumno puede cambiarla por premios
o privilegios, debiendo aprender a comportarse de cierta manera y a
desarrollar una estrategia apropiada para obtener la cantidad de fichas
necesaria para cada premio (implica mayor nivel de organización que en el
caso anterior)
Programas de administración de contingencias:están destinados a integrar el
accionar del chico dentro de la escuela con el hogar. En estos casos es posible
que el docente llene una planilla o tarjeta en función del comportamiento y/o
rendimiento del alumno y la entregue a sus padres para su conocimiento y la
continuación de actividades o refuerzo de hábitos en su casa. Sería un sistema
en el cual obtiene "fichas" tanto en la escuela como en el hogar y se deposita
en sus padres la administración de los premios o privilegios que se
intercambiarán por las fichas.
Automonitoreo: el niño/adolescente está acostumbrado a que otros lo
supervisen, y por ello a veces delega en otros el control de sus actividades,
desentendiéndose de sus obligaciones (ya que alguien se las recordará).
Entonces, se busca enseñarle conductas de autoevaluación y autocontrol sobre
su comportamiento. Estas técnicas son útiles para conseguir una mejoría en el
rendimiento académico y en el perfil atencional.
Entrenamiento para la resolución de problemas: se ha comprobado que la
organización escolar de "talleres" para la resolución de problemas es una
técnica muy eficaz en mejorar el comportamiento y el desempeño social del
niño. En los mismos, se lo entrena utilizando distintas técnicas para enfrentar
situaciones problemáticas siguiendo un método determinado.
Enseñanza a cargo de un compañero: un par, bajo la supervisión directa del
docente, colabora en la instrucción del alumno con TDAH. Los objetivos de
esta “sociedad” pueden ser tanto académicos como sociales.
Tenga en cuenta que un alumno con TDAH, necesita un docente que...:
sea equilibrado, justo y ejecutivo en la resolución de problemas.
esté claramente a cargo del aula, pero siendo un líder democrático que
promueva procesos de aprendizaje activos y participativos.
genere un ambiente agradable, seguro y motivador, con un nivel de estímulos
controlado.
le preste atención positiva y le brinde respeto y confianza.
fije objetivos y reglas claras y explícitas, y sea previsible, coherente y
consistente en su accionar.
no lo prejuzgue, calificándolo de vago, desinteresado o “inquieto”, o
interprete –erróneamente- que sus inconductas son actos deliberados de
desobediencia, rebeldía y o desafío.
no lo subestime y lo aliente a rendir acorde a su capacidad
no se concentre en sus aspectos negativos, ni lo ridiculice frente a sus
compañeros.
forme un equipo de trabajo con sus padres, en lugar de aislarse de ellos.
comprenda que las formas “tradicionales” de resolver inconvenientes en el
aula son –por lo general- de poca utilidad en los casos de TDAH.
valore y fomente sus aspectos positivos: pensamiento rápido, originalidad,
sentido del humor, intuición, sinceridad, creatividad y gran expresividad
afectiva, entre otros.
no crea que problema es del alumno y su familia: la escuela también es parte
del problema.
tenga el amor y vocación por su profesión, que le proporcionen la tenacidad,
la voluntad y el compromiso necesarios para llevar a cabo estrategias de
mediano a largo plazo en los casos de TDAH, y cuyos resultados no son
inmediatos y –muchas veces- pueden llegar a ser desalentadores, pese a lo
cual se sobreponga a ellos y no abandone el camino iniciado.
se de cuenta que el alumno y su familia lo necesitan, y que él puede hacer
mucho por ellos.

LA PROBLEMÁTICA ESPECIFICA EN LAS CLASES DE


INFORMATICA
La Sala de Computación de un establecimiento escolar, es un ámbito
educativo muy específico, que lo convierten en un espacio único y diferente al
resto de los espacios institucionales. En este contexto, la presencia de un
alumno con TDAH en él, produce una serie de situaciones que el docente debe
controlar y manejar para atender las necesidades de dicho alumno, sin
desatender las del resto de los estudiantes.
En principio, cada uno de los 3 aspectos característicos del trastorno, se
evidencian de manera distinta en este ámbito, e influyen de distinta manera
en el rendimiento del alumno en función de las peculiaridades de las
asignaturas que en él se dictan:

Falta de atención: en general, este síntoma se manifiesta a través de las


dificultades en la lectura e interpretación de las consignas de los trabajos
(especialmente en aquellos que requieran un nivel más profundo de análisis,
como las fórmulas en una hoja de cálculo), también le resulta complejo
generalmente seguir el orden de dichas consignas y respetarlas si éstas
implican algún grado de “imitación” respecto de un modelo dado (aplicar
determinados formatos para que responda a un ejemplo dado como modelo).
En ocasiones, alguna pregunta de un compañero es motivo suficiente para
dispersar su concentración (por ejemplo, si alguien hace una pregunta sobre
un punto al cual aún no llegó, se puede disparar su desatención “¿ya vas por
ahí?” “¡Qué rápido!”), y en otros casos, una operación que observe en el
monitor del compañero de al lado, si es diferente a la propia, generará
probablemente preguntas e inquietudes, haciendo que desatienda su propio
trabajo).
Hiperactividad: si el docente no lo limita en tal sentido, el alumno con TDAH
irá hasta la PC de un compañero para “preguntarle algo”, luego se trasladará
a otro equipo “para ayudar a Juan”, y así sucesivamente, para satisfacer su
necesidad de moverse. Una represión de tal comportamiento generará en él
otras acciones de descompresión: pedirá permiso para ir al baño o a buscar
algo fuera de la Sala y –de no ser satisfecho- expresará su hiperactividad
verbalmente.
Impulsividad: las consecuencias evidentes de este síntoma se manifiestan, por
ejemplo, cuando sale de un programa sin haber grabado su archivo,
simplemente por “apurarse”, o a veces, sin darse cuenta, apaga la PC desde
la llave eléctrica sin haber cerrado los programas que estaba utilizando. En
otras ocasiones, al comenzar la clase, accede al mismo programa que el
utilizado en la clase anterior, sin esperar a que el docente indique la tarea del
día, y en otras, “inventará consignas”, creyendo que había que hacerlas (sólo
porque en alguna clase precedente se realizó una similar).
En función de lo expuesto anteriormente, sus mayores problemas giran en
base a los siguientes aspectos:

Una clase demasiado estructurada y monótona, lo aburrirá rápidamente, pero


una demasiado estimulante, lo distraerá. La cantidad e impacto de elementos
distractores debe ser muy atendida.
Demanda permanente de retroalimentación del docente (pedidos de
explicación u observación del cuaderno de apuntes, solicitud de corrección de
un ejercicio, y aún comentarios irrelevantes para captar la atención del
profesor, preferentemente con el fin de obtener comentarios favorables)
Dificultades para cumplir consignas escritas y enumeradas: salteará algunas
por olvido o creyendo que ya las cumplió, o cambiará su orden de realización.
Su impaciencia lo llevará a terminar su trabajo lo más rápidamente posible
para que el profesor le diga “cómo le fue”, sin revisarlo o corregirlo en forma
autónoma.
Su impulsividad lo llevará a no leer detenidamente o analizar una consigna,
esperando que el docente se la explique (él necesita “saber ya mismo” cómo
se hace determinada operación), pero no anotará la explicación si no se le
indica expresamente.
Ese mismo carácter impulsivo lo llevará en ocasiones a la pérdida de
información, borrado o no guardado de archivos, etc., por no detenerse a
reflexionar sobre la acción que lleva a cabo.
La presencia de un alumno con TDAH en la clase de informática tendrá –en
cuanto a sus características y efectos- la impronta del docente a cargo, quien
deberá implementar las estrategias que juzgue más adecuadas para
aprovechar los aspectos comportamentales e intelectuales positivos de dicho
alumno, a la vez de restringir o limitar sus manifestaciones negativas
(fundamentalmente la hiperactividad e impulsividad) en especial cuando
afecte al resto de los alumnos.

UN CASO TESTIGO

A través de un caso concreto y real, se detallará una estrategia implementada


exitosamente, para abordar el trabajo en clase de informática con un alumno
con TDAH. Como nombre ficticio, lo llamaremos Leonardo (ya que según
investigaciones realizadas, Leonardo da Vinci padeció de TDAH).
Leonardo cursó durante el ciclo lectivo 2001 su 1º año de nivel secundario en
un colegio público de la provincia del Neuquén y el 2º año del ciclo en otro
establecimiento de la misma localidad, en el 2002. Durante su 1º año, tuvo un
rendimiento irregular, con picos positivos y negativos, destacándose sus rasgos
de hiperactividad y déficit de atención, en razón de los cuales el equipo
docente –que desconocía mayormente las características del TDAH, a pesar de
saber que Leonardo lo padecía- estaba preocupado en que su comportamiento
afectara lo menos posible al resto del curso. A fin de año, y gracias al apoyo
de sus padres, logró recuperar las asignaturas en las que tenía dificultades, y
pasó al año posterior.
Ya en el nuevo colegio, encontró mayor comprensión y su desempeño mejoró
respecto del año anterior Pese a ello, había una asignatura en la cual
Leonardo no encajaba: el Taller de Computación. Durante los 2 primeros
bimestres reprobó el mismo, dado que su desempeño no alcanzaba a las metas
mínimas establecidas por el docente. Pero el gran error de éste fue aplicar –
involuntariamente- a Leonardo criterios de evaluación similares a los del resto
de los alumnos, y si bien detectaba que su capacidad intelectual era
satisfactoria, creía que su comportamiento en clase y sus distracciones
permanentes eran los elementos perjudiciales que le impedían aprobar las
evaluaciones. Al preparar los informes de mitad de año, el docente se dio
cuenta que salvo comprender que el comportamiento de Leonardo era fruto
del trastorno que padecía y –por ende- no era intencional, no había hecho otra
cosa por él, esto es, salvo “comprenderlo” no había implementado ninguna
estrategia pedagógica para intentar alguna mejora en su rendimiento. En su
autocrítica, el profesor comprendió que esa inacción era fruto de su
desconocimiento de dicho trastorno, y en virtud de ello –durante el receso
invernal- comenzó a buscar bibliografía, consultó en Internet e interrogó a
profesionales, descubriendo una “nueva lupa” con la cual ver la realidad de
Leonardo: todos los síntomas del TDAH que detallaban las fuentes
consultadas, describían casi a la perfección su comportamiento en clase.
El docente decidió hacer algo al respecto: investigó posibles estrategias,
habló con la directora del establecimiento y luego con los padres de
Leonardo, para formularles un plan de acción. Si bien sabía que éstos últimos,
fundamentalmente su madre –también docente- habían trabajado muchísimo
para apoyar a Leonardo y contribuir a mejorar su rendimiento escolar, se
sorprendió de su actitud: estaban visiblemente emocionados –así lo
expresaron- de que un docente se interesara por el TDAH y quisiera aportar su
esfuerzo para ayudar a Leonardo. No sólo se mostraron de acuerdo con el plan
propuesto, sino que lo apoyaron con entusiasmo, hecho esencial ya que el
mismo incluía su activa participación.
El mismo consistió, sencillamente, en un contrato comportamental firmado el
01/08/02 entre Leonardo y el docente (sin la presencia de sus padres –pero
con la anuencia de éstos- a fin de comenzar a fomentar la responsabilidad de
Leonardo -quien “delegaba” habitualmente sus obligaciones en su madre,
sabiendo que ésta se ocupaba de recordárselas-). En este contrato, se
comprometía a realizar sus trabajos completos –y corregirlos en forma
autónoma, sin que el docente se lo dijera-, a no charlar con sus compañeros
hasta que concluyera su labor y se lo autorizara, y a tomar apunte de las
explicaciones del profesor, cuando éste se lo indicara. A su vez, el éste
asumía el compromiso contractual de atender los requerimientos de Leonardo
indicándole sus aciertos y errores durante la realización de los trabajos y a
entregarle un informe semanal de su rendimiento (el mismo incluía el detalle
del cumplimiento por parte de Leonardo de cada una de las cláusulas durante
esa semana, los aspectos positivos y los problemas detectados en ese período
y un resumen u opinión general. Sorprendió al docente la seriedad con la que
Leonardo se tomó este tema: guardó una copia del contrato y a la primer
semana parecía otra persona: parecía haber revertido todos los aspectos
negativos de su comportamiento.
La familia recibía el informe y contribuía –en el hogar- apoyando a Leonardo
en el repaso de los temas allí indicados o en la realización de los trabajos
exigidos. A la segunda semana, todo pareció derrumbarse: Leonardo volvió a
ser el de siempre. Pero una charla con él y su familia, y la demostración de
que el contrato “seguía en pie” e “iba en serio”, fueron suficientes para que
retornara gradual y firmemente por el sendero de la recuperación. Semana a
semana Leonardo fue cumpliendo con los compromisos asumidos y el docente
también, y poco a poco, las conductas que Leonardo parecía ir reprimiendo –
por su cuenta- en un comienzo (no hablar, no pedir permiso para ir al baño,
no distraerse y completar sus trabajos) se fueron haciendo cada vez más
naturales. Su comportamiento se revirtió notoriamente y su desempeño
comenzó a ser muy satisfactorio. Comenzó a controlar su impulsividad,
sabiendo que debía aguardar a los días viernes para recibir su informe
semanal, alegrándose cuando éste reflejaba su buen desempeño de esa
semana.
Sólo quedaba por solucionar el tema de las consignas: para ello, el docente
comenzó a exigir a Leonardo que luego de cumplir cada consigna, la fuera
tachando en la lista de enunciados (y pidió a sus padres que en el trabajo
hogareño hicieran lo mismo, para ir creando el hábito). Luego de alrededor de
un mes y medio de labor tenaz, Leonardo ya cumple con la totalidad de las
consignas e incluso ha aplicado el sistema en otras asignaturas, mejorando su
rendimiento en ellas.
Como consecuencia del trabajo realizado, Leonardo ha aprobado –
merecidamente- el 3º bimestre y la aplicación del contrato continúa vigente.
Este éxito se ha logrado gracias al apoyo de los padres, a la voluntad de
Leonardo y a la actitud del docente quien –partiendo de admitir su ignorancia
en un tema específico como el TDAH- comprendió que de los nuevos
aprendizajes y de la vocación docente pueden surgir propuestas que cambien
positivamente la realidad escolar de un alumno. Precisamente, la satisfacción
de ese docente por los resultados logrados, ha generado en él la necesidad de
compartirlo con sus colegas redactando este artículo.

CONCLUSION
El presente trabajo tiene la humilde intención de compendiar con un espíritu
informativo las principales características del TDAH, poniéndolo a disposición
de todos los interesados en conocer este trastorno, poco divulgado, pero cuya
existencia en chicos en edad escolar es más que importante (3 a 5%). Además,
se relata un caso real, llevado a cabo con éxito durante este año, con un
alumno que lo padece.

Si bien hay que ser optimista, no siempre cabe esperar resultados tan rápidos
o satisfactorios: una vez iniciado este proceso, se lo debe continuar con un
horizonte de mediano a largo plazo, apoyando al niño/joven hasta lograr los
mejores resultados posibles. En este contexto, es fundamental el respaldo de
su familia y de la institución escolar.

Como cierre, rescato el valor de esta experiencia profesional y personal:


muchas veces, los docentes no somos plenamente conscientes del papel
fundamental que podemos cumplir en el desarrollo evolutivo de un chico, y
las consecuencias positivas que pueden producir en su formación el diseño e
implementación de estrategias pedagógicas, a veces simples, pero efectivas,
si a la capacidad y experiencia profesional le sumamos la vocación por la
docencia y el amor a nuestra labor.

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