Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
(1998-2001)
(1998-2001)
iv
iii
Presentado por la MgSc. Luisa Leal Suárez, C.I.: 4.531.443 para optar al título de Dra.
En Ciencias Humanas, después de haber leído y estudiado detenidamente el trabajo y
evaluado la defensa del (a) autor (a), consideramos que el mismo se APRUEBA con
Mención Publicación.
JURADO
______________________ _______________________
Dr. Alexis Romero Salazar Dra. Nola Gómez
C.I.: 2.908.962 C.I.: 7.798.744
Coordinador Secretaria
________________________
Dra. Gladys Tinedo Fernández
C.I.: 1.659.633
Tutora
iv
________________________________________
Mgs. Luisa Leal Suárez.
C.I. 4.531.443
E- mail: lealluisa@msn.com
Dedicatoria
Agradecimiento
Al Consejo de Desarro
llo
Humanístico y Científico de La Universidad
Humanas.
vii
Leal, Luisa, EL MODELO DE EJECUCIÓN PENAL EN EL MARCO DE LA
REFORMA
LEGISLATIVA VENEZOLANA (1998-2001). Maracaibo. Venezuela. La Universidad
del
Zulia. Programa de Doctorado de La Facultad de Humanidades y Educación. Tesis
Doctoral presentada para optar al grado de Doctora en Ciencias Humanas. Mayo de
2004. pp. 190.
RESUMEN
ABSTRACT
The main purpose of this research paper is to establish the suitability degree of the
Venezuelan Penal Justice Model (installed from the constitutional and criminal process
reform) and relate it to the Guarantist Penal Law Model. From a criminological and
juridical perspective, the main aspects of the justification of the right to punish are
analysed, taking as a reference: law theories about the aims and functions of the
penalty; the conditions that the democracy requires and are in the Constitution in order
to legitimately support the monopoly of the violence and the material and ideological
conditions in the foundation of the Law System. The methodology comprise the
theoretical analyses of the primary an secondary resources, though the documentary
observation and the systematic interpretation method. Thus, the study is based on
descriptive data about the Criminal Policy and the role of the State (government) as a
regulator of the socio-economical relationships. The Human Rights were taken as
parameters that control the power of the government and determine the legitimacy of the
Penal Justice. The Penal Execution Model is also studied in this research paper,
specifically, a lot of emphasis was put on the relationship between the aims and
functions of the penalty and their real effects and on the effectiveness of the
constitutional statements in the inferior rules. Regarding this, it was necessary to study
the processal reforms related to the execution of the penalty and the conditions of the
penitentiary system. The arguments have to do with the questioning of the
resocialization and its and its inconsistency with the pacifying objective of the social
conflict. The Guarantism is seen as a valid theory which determines: the limits of the
Punishing Power before a regime of constitutional liberties; the contingency of the
justification of the penalty, whose rationality derives from the reduction of the violence
and a criterion of safety based on human dignity.
ÍNDICE GENERAL
Página
Veredicto iii Frontispicio iv Dedicatoria v Agradecimiento vi Resumen vii Abstract viii
Índice General ix Introducción 13
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
xi
CAPÍTULO III
xii
3.4.5.
Conclusiones. 171
Bibliografía. 182
INTRODUCCIÓN
Sin embargo, el contexto en el cual se han desarrol ado los procesos de reforma,
ha estado marcado por la crisis económica iniciada en la década de los años 1980,
cuyas repercusiones sociales significativas aún persisten, como la pobreza extrema, la
ineficacia de los servicios de asistencia social y un estado de violencia generalizada,
que de alguna manera han afectado la praxis jurídico - social.
El marco epistemológico del garantismo atiende a los niveles del deber ser y del
ser, mediante una serie de lineamientos políticos y axiológicos que puedan sustentar un
modelo normativo idóneo que garantice la minimización de la violencia penal y
permitan someter a cualquier modelo de derecho penal a su deslegitimación.
Entendiendo por modelo de derecho de penal al conjunto de normas y agencias
involucradas en la definición, individualización, juzgamiento y castigo de las conductas
delictivas.
En relación a los datos sobre violencia y actuación de las agencias del sistema
de justicia penal (policía, jueces y sistema penitenciario), fueron tomados de los
informes presentados por organizaciones no gubernamentales sobre derechos
humanos, estadísticas oficiales sobre hechos delictivos del Ministerio de Interior y
Justicia y por investigaciones empíricas relacionadas con el tema.
Las conclusiones a las que se ha l egado en este estudio muestran que, a pesar
del abundante discurso sobre derechos humanos del que se dispone actualmente, de
los trabajos de investigación empírica sobre la cárcel y del conocimiento sobre la
construcción social del problema criminal y su manipulación tanto política como
mediática, los avances jurídicos en la materia no han logrado superar las tendencias
ideológicas de la defensa social y sus consecuencias de máxima intervención punitiva
del control social.
CAPÍTULO I
CONSIDERACIONES TEÓRICO METODOLÓGICAS
23
CAPÍTULO I
CONSIDERACIONES TEÓRICO METODOLÓGICAS
1.1. Delimitación Conceptual de la Pena.
En este sentido, la sanción penal versa sobre tres bienes básicos para el
individuo: la vida, la libertad y la propiedad, cuyos correlatos son la pena de muerte, la
privación de un tiempo de libertad o la pérdida (temporal o permanente) de alguna
capacidad de obrar o de intercambio (inhabilitación civil o política, suspensión del
ejercicio de alguna profesión, etc.) y las penas patrimoniales.
24
25
marca), las corporales (mutilaciones, azotes, etc.) y la pena capital, generándose una
multiplicidad de castigos que correspondían a cada tipo de delito.
26
Al respecto, Zaffaroni (2000: 41-53) tras afirmar que la pena es una coerción que
priva de derechos o infiere un dolor, advierte sobre la imposibilidad de establecer un
concepto jurídico de pena en torno a los principios demo liberales del derecho penal, en
especial al principio de legalidad, en virtud de una limitación, tanto ideológica como
material, del alcance de las leyes penales como única fuente creadora de penas.
Las razones invocadas por este autor están dadas por la complejidad en la que
se desenvuelven los sistemas penales y que deriva en una participación caótica de las
distintas agencias penales y extra penales dentro de la sociedad en la que ejercen un
control punitivo cuyos límites e intenciones no son siempre los declarados por el orden
jurídico penal:
4 El estado de policía representa la voluntad del gobernante, es decir de cada agencia del
sistema penal, y el estado de derecho la legalidad del orden jurídico que regula la actuación de
estas agencias.
5 La referencia a los hitos de la instauración del Estado Moderno, su evolución, sus
incongruencias, las luchas sociales, los crímenes del poder y en general las constantes
intromisiones del poder político o económico en desmedro de los derechos humanos, ha sido
resaltado por la mayoría de los teóricos del derecho penal garantista, entre ellos Ferrajoli (1997),
Baratta (1998, 2000, 2001) y Zaffaroni (2000) quienes toman estos hechos como sustento para
resaltar el carácter limitante del Derecho Penal.
27
Así, la definición de la pena como núcleo central del modelo de justicia penal,
adoptada en cualquier orden legal positivo o por el discurso jurídico, sólo puede ser
efectiva en relación a los fines y funciones manifiestas de ese sistema que es
legitimado por un determinado discurso, pero que es insuficiente en relación a las
funciones latentes o reales del mismo.
28
sin control judicial o la detención preventiva ilegal, el uso abusivo de la fuerza por los
cuerpos de seguridad y el ejercicio subterráneo del poder punitivo (como
ajusticiamientos, desaparición forzada de personas, etc.) que no son consideradas
jurídicamente penas, pero que en razón de la sistematicidad con la que se originan,
forman parte de una política criminal “de hecho” lo cual es necesario considerar en la
construcción teórica sobre los límites del Derecho Penal.
Los límites difusos de la ley penal que dan cuenta de la realidad social y política
del ejercicio del poder punitivo, llevan a cuestionar tanto la legitimidad de los sistemas
penales como el discurso que los justifica y fundamenta, en cuanto éste se construye
sin tomar en cuenta los datos ónticos susceptibles de dotar, tanto al discurso teórico
como a la norma positiva, de dominio regulador del sistema de punición.
En este sentido, no es casual que el estudio sobre los sistemas penales esté
íntimamente ligado con el estudio del Estado. La evolución material de la pena
corresponde a modelos políticos determinados en el curso de la historia, de donde se
derivan formas de política criminal y tipos penales característicos y funcionales al
ejercicio del poder; que han tenido, de alguna manera, una sustentación teórica que
atiende primordialmente a una concepción defensiva del derecho penal, es decir, a la
justificación meta jurídica del derecho penal como una herramienta necesaria para la
protección de la sociedad de aquellas conductas y de aquellos individuos catalogados
como dañosos, bajo una perspectiva parcial de la realidad y del conflicto social, sin
considerar tampoco (o mínimamente en el mejor de los casos) el espectro jurídico que
como ser humano rodea a los posibles o concretos infractores de la norma penal.
29
30
FINES
REPRESENTANT
Kant; Hegel; Binding; Carrara
ES
FINES
Teorías Relativas
Intimidación general
(prevención general)
31
UBICACIÓN
Siglo XVII y comienzos del XIX. Iluminismo.
HISTORICA
Discurso sobre la humanización de las penas y la necesidad
de asignarle un carácter utilitario.
La filosofía liberal sostiene la idea del ejemplo intimidador; la
pena debe intimidar a quienes no han realizado un hecho
punible para no llegar a hacerlo.
PRESUPUESTOS
La titularidad de la imposición y ejecución de las sanciones
TEÓRICOS
penales radicaría en el estado, el beneficiario e interesado en
que se castigue sería el cuerpo social. Esto tiene su base en
la idea del contrato social. Se establece el principio de
legalidad y de judicialidad, el delito es una acción producto del
libre albedrío del hombre; la pena es la defensa inmediata de
la sociedad, pero debe ser ejecutada en base a su necesidad
y como la menor de las aflicciones posibles; en este sentido,
se establecen los principios jurídicos garantistas que
configuran límites de la acción del estado frente al individuo.
FINES
Teorías relativas
Prevención especial
UBICACIÓN
Los planteamientos de la prevención especial son de muy
HISTORICA
antigua data (hay quienes le atribuyen a Platón su
introducción), y aparecen también entre los autores
iluministas.
Pero es importante destacar que su aparición dentro del
estado de derecho, como posición sistemática y con clara
influencia en la legislación, es posterior tanto al
retribucionismo como a la prevención general. La prevención
especial es característica de los modelos de estado social y de
bienestar.
32
PRESUPUESTOS
La pena se dirige directamente al individuo, e implica la
TEÓRICOS
defensa mediata de la sociedad. Esta teoría exige no solo la
existencia de la pena, sino también la de medidas de
seguridad. Tiene como idea central la rehabilitación personal
del reo, así, la sociedad protege al criminal en cuanto éste es
un individuo que amerita tratamiento y cura. La prevención
especial es extremada por el derecho penal peligrosista y
tiene consecuencias negativas en el principio de legalidad.
La pena protege a la sociedad, ya que separa al delincuente
en forma definitiva o temporal de acuerdo al nivel de su
enfermedad.
Esta teoría tiene dos vertientes: la prevención especial
positiva, que agrega a la idea de tratamiento la de integración;
y la prevención especial negativa, que tiene como objetivo la
neutralización del individuo en forma exclusiva.
Los aspectos analizados han motivado la elaboración de una teoría penal en la que se
privilegia el sentido garantista o limitador del derecho penal frente al ejercicio del poder penal
del Estado, reflexión jurídico – penal que gira en torno a un
replanteamiento de la teoría de la pena, como un acercamiento entre el discurso y la
realidad del poder penal. Este acercamiento se desarrolla fundamentalmente mediante
el análisis de la violencia institucional y sus consecuencias.
33
En este sentido, las tendencias teóricas del Derecho Penal Mínimo realizan un
esfuerzo por retomar los criterios del liberalismo penal clásico, con el objeto de adecuar
la potestad punitiva tanto a principios intra sistemáticos de racionalidad jurídica, como a
justificaciones externas que no impliquen la negación del ser humano, partiendo de un
concepto de la pena que reconozca su imposición como un “mal”, pero que al mismo
tiempo regule su inflexión en un sentido de oportunidad (frente a qué situaciones es
legítima la reacción penal), de certeza (la seguridad jurídica de establecer los márgenes
de libertad del individuo), de imparcialidad (la imposición del castigo como producto de
un proceso judicial contradictorio) y la igualdad (la garantía de igualdad de los
ciudadanos ante la ley que proscribe el uso de criterios peligrosistas basados en la
personalidad individual).
8 Las funciones reales de la pena privativa de libertad están avaladas por una amplísima
literatura e investigaciones sociológicas que coinciden en la indicación de los efectos de
marginación social que produce la cárcel y su incapacidad estructural para cumplir con las
funciones de reeducación y resocialización que le han sido asignadas. Para una visión general de
estos trabajos Cfr. S. Cohen.
(1988). Por otra parte, el nexo histórico entre cárcel y fábrica ha sido establecido por dos
trabajos clásicos: Rusche y Kirscheimer. (1939) Pena y Estructura Social; Melossi y Pavarini.
(1980) Cárcel y Fábrica.
34
acuerdos reparatorios entre los particulares, lo que significa abolir el derecho penal y el
sistema punitivo que se deriva de él.
35
36
37
-
La exclusión social: que se comporta como una constante de los
mecanismos de reacción ante el delincuente o quien es percibido como
peligroso.
38
-
La seguridad para los fuertes: la inseguridad es entendida como un riesgo
proveniente de los sectores mas débiles de la sociedad.
-
Políticas tecnocráticas y centralizadas: no existe participación en la toma
de decisiones, especialmente en lo que se refiere a los planes de represión
masivos, se minimiza el problema de la violencia social desde la perspectiva
de lo criminalizable sin atender a las necesidades de fondo.
-
Aceptación de la desigualdad y auto limitación del disfrute de los
espacios públicos por parte de la víctima potencial o del peligroso potencial.
39
Está representado por una serie de axiomas que constituyen condiciones del
arbitrio penal; principios que organizan la fundamentación del derecho a castigar y
corresponden a la construcción iusnaturalista como directrices políticas, morales o
naturales, para limitar el poder absoluto en los siglos XVII y XVIII y que posteriormente
han sido incorporados a las constituciones modernas y contemporáneas, en forma más
o menos exhaustiva, por la mayoría de los países occidentales. (Ferrajoli, Ob.cit.: 103)
Estos son:
-
nulla poena sine crimine (principio de retributividad o de la sucesividad de la
pena respecto del delito).
-
nullum crime sine lege (principio de legalidad en sentido lato y sentido
estricto).
-
nulla lex poenali sine necesitate (principio de necesidad o de economía del
Derecho Penal).
-
nulla necesitas sine inuiria (principio de lesividad del acto)
-
nulla inuira sine actione (principio de materialidad o exterioridad de la
acción)
-
nulla actio sine culpa (principio de culpabilidad o responsabilidad personal)
-
nulla culpa sine iudicio (principio de jurisdiccionalidad en sentido lato y
estricto)
-
nullum iudicium sine accutatine (principio acusatorio o de la separación
entre juez y acusación)
-
nulla accusatio sine probatione (principio de la carga de la prueba o de la
verificación)
-
nulla probatio sine defensione (principio del contradictorio o de la
defensa)
Según estos principios, el poder punitivo del Estado sólo será ejercido
legalmente en cuanto no admita ninguna imposición de pena sin que se produzca la
40
comisión de un delito y éste sea previsto en la ley como tal, exista la necesidad de su
prohibición y punición (principio de estricta legalidad), la conducta produzca efectos
lesivos para terceros, exista el carácter exterior y material de la acción criminosa, la
imputabilidad y culpabilidad de su autor y su prueba empírica mediante un juicio iniciado
por una acusación ante un juez imparcial en un proceso público y contradictorio,
mediante procedimientos previamente establecidos por la ley y con garantía de defensa
del reo. (Ibíd.: 104)
41
como la realidad jurídica, se orienten cada vez más a una separación o negación de las
nociones del Derecho Penal máximo, para lo cual es pertinente la adecuación de las
normas positivas y las prácticas institucionales a los criterios de validez y legitimidad
que de éste se derivan.
43
1.
La inclusión social. Implica la definición de estrategias basadas en
una interpretación adecuada del conflicto social, que relega la intervención
punitiva como la última opción de control social e intensifica las políticas sociales.
2.
La seguridad de todos los derechos de todas las personas. Implica
que las acciones públicas e iniciativas privadas para la garantía del disfrute de
bienes y derechos se rijan por una concepción constitucional que involucre a
todos los individuos que forman parte de un Estado para generar una
redistribución de la seguridad como bien colectivo y no exclusivo de los grupos
socialmente asegurados.
4.
Descentralización. Sustituir el centralismo en la toma de decisiones
en cuanto a los intereses y problemas de la comunidad por instancias de carácter
local en las que participe la ciudadanía.
44
5.
Reducción de la demanda de pena y las “campañas de ley y orden”.
Implica la contextualización de los conflictos sociales en sus dimensiones reales,
es decir, la no consideración de los conflictos dentro del marco penal que
conlleva a la ideologización del derecho penal y aumenta la selectividad
estructural del sistema. Lo que se pretende es desconstruir la demanda de pena
en la opinión publica y los procesos de construcción de estereotipos criminales
identificados con grupos sociales determinados y sustituir dicha demanda por la
exigencia de seguridad integral del ser humano.
6.
Identificar la política criminal como un elemento subsidiario de una
política integral de derechos. En oposición a la predisposición de las políticas de
seguridad únicamente como políticas criminales.
7.
Identificar la seguridad como un bien colectivo y no como un interés
de grupos. Implica considerar a las instancias de orden público como servicios
públicos: en lugar de convertirse los ciudadanos en policías lo que se busca es
convertir a los policías en ciudadanos.
8.
La búsqueda de mecanismos que propicien la igualdad de los
ciudadanos. En oposición a la aceptación de la desigualdad material y la auto
limitación del disfrute de ciertos espacios.
9.
Restricción del derecho penal a los principios impuestos por el
marco constitucional. Implica la prohibición de leyes penales o desarrollo de
sistemas paralelos (eficientismo penal) que menoscaben las garantías demo
liberales del derecho penal.
45
De modo que se llega a considerar la pena como un concepto político que deriva
de una actuación basada únicamente en el poder (y no en el derecho) y por tanto, no
tiene ninguna posibilidad de ser racionalizada mediante el discurso jurídico.
46
En este sentido, el discurso jurídico – penal debe optar por cumplir con la función
de deslegitimar los actos, sean abstractos o concretos, del sistema penal que se
encuentren fuera de los principios garantizadores; así como la de ofrecer a la agencia
judicial parámetros para establecer los límites máximos de la irracionalidad del sistema
penal:
“Es absurdo pretender que los sistemas penales respeten el
principio de legalidad, el de reserva, el de culpabilidad, el de
humanidad y, sobre todo, el de igualdad, cuando sabemos que
estructuralmente están armados para violarlos a todos. Lo que
puede lograrse (...) es que la agencia judicial ponga en juego todo
su poder en forma que haga descender (...) el número e intensidad
de esas violaciones (...) obteniendo de este modo una constante
elevación de los niveles de realización (...) de esos principios”
(ob.cit.: 192).
1. Principios Formales:
47
- Máxima
taxatividad.
- Irretroactividad.
- Representación
Popular.
Exige que la ley penal sea únicamente aquella que ha sido promulgada o
producida por las agencias legislativas constituidas legítimamente como
representación del voto popular.
48
Se activa frente a supuestos de pena en los que la lesión del bien jurídico es
mínima o despreciable (principio de insignificancia) o cuando no siendo
mínima la lesión, la pena es igualmente desproporcionada. Permite a la
agencia judicial, con base a criterios constitucionales, reducir la pena prevista
a su mínima determinación.
49
En este orden de principios se alude a los criterios establecidos por la teoria del
delito, que fundamentalmente plantean requisitos estrictos para la delimitacion de las
conductas delictivas y sus condiciones de punibilidad en relación a los principios de
tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad; como forma de limitar a su mínima expresión la
selectividad estructural del sistema penal.
50
De aquí, que la justificación del derecho penal y los fundamentos sobre los fines
de la pena en un Estado Democrático sólo puedan ser sostenidos bajo la
correspondencia axiológica con el garantismo jurídico, que permite delimitar
propiamente las facultades sancionadoras asignadas al Estado y al mismo tiempo
diseñar formas de intervención susceptibles de satisfacer las expectativas de igualdad y
libertad.
El Modelo Garantista de Derecho Penal está sustentado por dos criterios básicos
de los que se desprenden todos sus principios, y según los cuales se operacionaliza: el
Convencionalismo Penal y el Cognoscitivismo Procesal, sintetizados en dos máximas
elaboradas y difundidas por el pensamiento liberal del siglo XVIII.
52
53
54
Según el esquema ius positivista establecido por Kelsen, la validez de una norma
estaría referida a su " existencia jurídica", es decir, a la conformidad formal de dicha
norma con las reglas sobre su producción, sin tomar en cuenta valoraciones referidas a
su contenido. Este criterio, no obstante, parece insuficiente en el actual esquema
jurídico, ya que el sistema constitucional establece no sólo reglas de producción formal
de las leyes, sentencias y actos administrativos, sino también de producción sustancial;
de tal manera que las limitaciones al ejercicio del poder normativo dependen tanto del
aspecto formal como de la conformidad del contenido en referencia a la norma superior.
(Ferrajoli, Ob.cit.: 353 - 357)
55
Por otra parte, en cuanto a la eficacia, ésta se relaciona con los juicios de hecho
según la aplicación o no de una norma en las actividades de rango inferior a ésta; es
decir, en cómo se verifica la aplicación de una norma superior en actos administrativos,
judiciales e incluso legislativos, al contrario de la validez que determina la ilegitimidad o
legitimidad de una norma respecto de niveles jurídicos superiores. Así, una norma
puede ser inválida pero eficaz, en cuanto no se corresponde con principios jurídicos
superiores (por ejemplo que viole la igualdad formal) y viceversa, válida pero ineficaz,
en cuanto se ajusta a los niveles superiores pero no es aplicada por los actos inferiores a
ella (por ejemplo, un acto administrativo que viole el principio de inocencia). En los
casos de validez y eficacia, la vigencia constituye un presupuesto de análisis
independiente de ambos, ya que la vigencia denota la existencia de la norma como
56
14 Es lo que Ferrajoli llama el " deber ser en el derecho". Cfr. Ob. cit. pp. 358 -359.
57
58
La legitimación externa obedece a dos niveles del problema del por qué castigar:
el primero de ello es el nivel empírico - descriptivo de la realidad, en la que operan los
sistemas de control penal, es decir, el plano del ser, no ya del derecho que corresponde
a la legitimación interna, sino de la realidad histórica - material en la que es
comprobable empíricamente el fin justificador del derecho penal y de la pena en
59
particular, que es, la determinación de la adecuación de los medios a los fines que
permita aceptar o no como válidos aquellos proclamados por el discurso justificador de
la pena.
Es importante acotar que todo sistema penal se basa en criterios de justicia, que
precisamente por ser de índole predominantemente axiológico, inducen a confundir las
razones morales como fundamento para la justificación de los castigos, por lo que es
preciso delimitar que el punto de partida de cualquier sistema penal está constituido por
la conducta o los bienes que se valoran como delito; al respecto, la seguridad es el
criterio central para definir los ámbitos del derecho penal y de la pena.
60
Tal como advierte Baratta (2001), aunque por mucho tiempo se ha sostenido que
la seguridad es una necesidad humana y una función general del sistema jurídico, en
ambos sentidos ésta carece de contenido propio; en el primero, porque está sujeta a un
sistema de necesidades básicas o reales y en el segundo, porque está sometida a un
sistema de derechos, y como tal es accesoria.
La seguridad por lo tanto, depende de un concepto o referencia sustancial, que en el
marco del Estado de derecho remite a las condiciones de subsistencia y dignidad
consagradas como derechos humanos. Esto implica la posibilidad cierta de ver
61
satisfecha una necesidad, que no sería otra cosa que la " certeza del derecho",
interpretada de dos formas: desde un punto de vista externo, donde es tomada como un
hecho y lo que se discute es la eficacia y legitimidad del Derecho para lograr sus
contenidos, y desde un punto de vista jurídico interno, donde lo más importante es la
validez que resulta de una construcción normativa en torno a la certeza de los
derechos, en tanto la " norma que los protege es suficientemente clara, consistente con las
reglas y los principios de la Constitución y operacionalmente coherente con el
procedimiento legal en el que se debe asegurar su justiciabilidad". (Ibíd: 6)
62
Asimismo, los criterios de legitimidad están relacionados con los puntos de vista
teórico (filosófico) y criminológico (empírico), en cuanto es a partir de las
argumentaciones de la ciencia y la filosofía penal que se justifica la potestad punitiva, y
es en el nivel de la investigación criminológica en el que se verifica la realización o no de los
fines declarados del derecho y se evidencian sus funciones reales. En este
sentido, es pertinente establecer algunas consideraciones sobre las directrices
generales acerca del discurso penal y su interpretación por la Criminología:
1.7. El Discurso Jurídico – Penal. De la Defensa Social al Derecho Penal Mínimo. (El
punto de vista teórico).
63
Así, la idea del pacto social promueve nuevas concepciones acerca del ejercicio
del poder, estimulando el cambio de los postulados filosóficos al interior del derecho
penal y situando la pena en el centro de la discusión. El cuestionamiento del rigor
de los castigos y de la pena de muerte, el principio de legalidad, la proporcionalidad
de la sanción en relación a los delitos y los principios de necesidad y subsidiariedad,
son algunos de los aspectos desarrollados por el derecho penal clásico como límites
al derecho a castigar, que influyeron sobre las políticas criminales de los incipientes
estados liberales.
64
Al respecto, las teorías sobre el fin de la pena como medio de defensa social
traídas por Bentham, Shopenhauer y Feuerbach, si bien inspiradas en la filosofía
liberal, han servido para legitimar modelos de derecho penal máximos.
65
En los mismos términos, la crisis del Estado asistencial y el fracaso del modelo
resocializador mediante el tratamiento penitenciario como estrategias para contener
la delincuencia, han permitido el incremento de posturas neo retribucionistas (de la
mano con la expansión del modelo económico neoliberal) en el marco de la
Criminología y el Derecho Penal, que argumentan una intervención más incisiva del
control penal en la sociedad, promoviendo la inflación de la legislación penal, el
aumento de las facultades discrecionales de las fuerzas policiales y la severidad de
las penas. (Pegoraro, 2001a)
Tal como afirma Baratta (1998), estas políticas significan estados de excepción
con respecto a los principios del derecho penal, que en América Latina han sido
legitimados bajo los criterios ideológicos de la "seguridad nacional".
En este sentido, los fines generales del derecho penal se transfieren a la función
de la pena de manera perversa, ya que mediante el discurso de la defensa social se
justifica cualquier tipo de acción presentada como necesaria para lograr combatir al
delito frente a la sociedad que, además de crear una naturalización del castigo,
diluye el sentido limitante del Derecho Penal.
66
67
Por otra parte, la advertencia sobre las funciones reales de la pena ha permitido
develar también la irracionalidad de los propios postulados sobre los fines de la
coerción penal. El análisis de la violencia institucional y sus consecuencias permitió
un acercamiento entre el poder penal y el discurso jurídico penal, a través de la
confrontación del ejercicio de los mecanismos de control social formal en el plano de
la realidad con los supuestos jurídicos constitucionales que consagran las garantías
individuales en el Estado de derecho, lo que ha permeado significativamente la
elaboración teórica en el ámbito jurídico - penal; tal es el caso del avance del Modelo
Integrado de Ciencia Penal en Alemania en las últimas décadas del siglo XX
(Hassemer, Roxin) y de la corriente filosófica - jurídica del derecho Penal Mínimo en
Italia, España y América Latina fundamentalmente.
68
CAPÍTULO II
EL MODELO DE EJECUCIÓN PENAL VENEZOLANO
70
CAPÍTULO II
EL MODELO DE EJECUCIÓN PENAL VENEZOLANO
En 1839 se encargó al Ejecutivo por decreto para que reuniese todos los datos
que fuesen posibles acerca del sistema de corrección conocido como régimen
penitenciario, de su posible aplicación en Venezuela y de los medios de hacer efectivo
su establecimiento.
71
Empieza así a promulgarse toda una legislación penal y penitenciaria que pone
de manifiesto una tendencia hacia una mayor severidad en la represión y a un aumento
constante y progresivo de la privación de libertad.
72
En 1873 se dictó un nuevo Código Penal luego del estudio de varios proyectos,
donde las penas se clasificaron en corporales y no corporales, se simplificaron y se
suprimieron ocho, entre ellas la pena de muerte y se redujeron a cinco las privativas de
libertad.
73
El todo social se expresaba como una redistribución del poder entre los diversos
núcleos provinciales de los estratos dominantes, preocupados cada uno por la
preservación de la estructura de poder interna en su propio teatro de acción social, en
función de grados de especificidad. La integración nacional fue concebida, cual esencia
del proyecto nacional, como la superación de las autonomías, insertándolas en un
complejo funcional que permitiese conservar la unidad de clase.
74
La autonomía provincial caracterizó al siglo XIX como un período de gran
turbulencia. La lucha entre los caudillos regionales generó múltiples intentos de
adueñarse del poder por parte de la provincia. De allí que desde 1830 la legislación
penal estuviera dirigida a establecer delitos de tipo político, como el de conspiración y el
de traición, para reprimir los brotes de insurgencia. Asimismo se enfatizaron los delitos
contra la propiedad. Estos eran frecuentemente efectuados por bandas rurales de
asaltantes conformados en buena parte por soldados y por ex - esclavos. Era tan grave
esta situación delictiva contra la propiedad, que se promulgaron dos leyes sobre hurtos
en 1836 y 1845, respectivamente .
75
La guerra terminó con la victoria federalista que no impidió que los terratenientes
continuaron ensanchando y consolidando sus posesiones y las clases dominadas
siguieran en las mismas condiciones de pobreza.
76
Con la instauración del Gobierno Federal se dictó un decreto que abolió la prisión
por deudas, la confinación y el destierro y se garantizó el derecho a la vida, quedando
en consecuencia abolida la pena de muerte y derogadas las leyes que la imponían.
Asimismo se garantizó la libertad personal y la seguridad individual, mediante la
consagración del principio de legalidad, según el cual nadie podría ser juzgado sino por
leyes preexistentes, ni preso o arrestado sino por autoridad competente, ni privado de
comunicación, ni continuar por mas tiempo arrestado después de destruidos los cargos.
Este decreto abrió paso a la nueva instrumentación constitucional en 1864.
77
por ello que se propone la modernización del Estado y de las estructuras del gobierno,
así como el desarrollo de las infraestructuras. La instrumentación del Proyecto Nacional
se expresó como la puesta en marcha de un conjunto de políticas específicamente
dirigidas a crear las condiciones para estimular el desarrollo bajo un esquema
capitalista.
78
La historia del Código Penal, aún vigente, responde a una evolución que data,
como dijimos anteriormente, de 1863 cuando se dictó el primer Código Penal de
inspiración española, el cual entró en vigencia en 1873. Posteriormente en 1897 se
79
dictó un nuevo Código Penal bajo la influencia del proyecto italiano de Zanardelli de
1889, lo que significa una ruptura con la tradición española conservada por los
precedentes. "Ciertas aportaciones del positivismo son introducidas por la vía italiana en
el Código de 1897, especialmente lo que se refiere a la imputabilidad en los casos
de enfermedad mental y embriaguez". (Linares,1977:25)
80
81
82
fallas que conducen a violaciones de los principios generales del derecho penal y de los
Convenios y Tratados Internacionales en materia de derechos humanos 16.
83
Bajo estas consideraciones puede afirmarse que actualmente, en los albores del
siglo XXI, continúa vigente el marco legislativo descrito, el cual se caracteriza por una
gran dispersión: un Código penal desmembrado con sus progresivas derogaciones sin
una reforma estructural y una variada y dispersa legislación penal recogida en
diferentes cuerpos legales que se conectan con el segmento penitenciario y que poseen
diferentes niveles jerárquicos entre los que se destacan Convenios y Tratados
Internacionales, Resoluciones Ministeriales, Códigos sustantivo y adjetivo y una
legislación especial referida al régimen penitenciario, internados judiciales, beneficios
en el proceso, redención de la pena, etc.
2.3.
Sistema de Garantías.
84
“Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los
derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo; los funcionarios públicos o
85
Dicha supremacía tiene que ver con los supuestos sustanciales que enmarcan la
actividad de los poderes públicos y la necesaria observación de ciertos requisitos
formales que facultan dicha actividad y en este sentido, el segundo supuesto a
considerar es el principio de legalidad.
86
“Nadie podrá ser castigado por un hecho que no estuviere expresamente previsto
como punible por la ley, ni con penas que ella no hubiere establecido previamente.”
“Nadie podrá ser condenado sin un juicio previo, oral y público, realizado sin
dilaciones indebidas, ante un juez o tribunal imparcial, conforme a las disposiciones de
este Código y con salvaguarda de todos los derechos y garantías del debido proceso,
87
“Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de justicia para hacer valer
sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los
mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.
88
Por otra parte, la igualdad procesal se encuentra recogida dentro del derecho a
la defensa consagrado en el ordinal 1º, artículo 49 ejusdem y en el artículo 12 del
Código Orgánico Procesal Penal en el que, análogamente, se consagran ambas
garantías como interdependientes, en tanto este supuesto implica la posibilidad de
actuación de cada una de las partes en igualdad de condiciones y consecuentemente la
posibilidad de responder o defenderse sobre cualquier hecho o argumento que en
contra de alguna de ellas se realice dentro de un proceso judicial.
89
2.3.2.1. Instrumentos
Internacionales.
A los efectos de este análisis se han seleccionado cuatro de los más destacados
documentos de carácter internacional (Declaración Universal, Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, Declaración Americana, Convención Americana) en los
que se reconoce y regula el régimen de garantías como derechos inherentes al ser
humano y en particular aquellas que tienen que ver con la imposición y ejecución de las
90
•
El Derecho a la Vida. En estos instrumentos internacionales el derecho a
la vida está consagrado en un doble sentido: en relación a las garantías que se
refieren a la pena de muerte y en relación a la privación arbitraria de la vida. Por
cuanto en el contexto jurídico venezolano la pena de muerte fue prohibida, se
hará referencia únicamente al precepto general:
•
Declaración Universal, artículo 3:
Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona.
•
Pacto Internacional, artículo 6
El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará
protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente.
•
Declaración Americana, artículo 1:
Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su
persona.
•
Convención Americana, artículo 4
Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará
protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie
puede ser privado de la vida arbitrariamente.
No se reestablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido.
•
Derecho a la integridad personal y al trato humano.
•
Declaración Universal, artículo 3:
91
•
Pacto Internacional, artículo 7:
Artículo 10: Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con
el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.
• Declaración
Americana,
92
Artículo 25: 3.Todo individuo que haya sido privado de su libertad tiene derecho
a que el juez verifique sin demora la legalidad de la medida y a ser juzgado sin
dilación injustificada o, de lo contrario, a ser puesto en libertad. Tiene derecho
también a un tratamiento humano durante la privación de libertad.
Artículo 26: 2. Toda persona acusada de delito tiene derecho a ser oída en
forma imparcial y pública, a ser juzgada por tribunales anteriormente
establecidos, de acuerdo con leyes pre-existentes y a que no se le imponga
penas crueles, infamantes o inusitadas.
• Convención
Americana,
•
Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos.
93
94
95
Asimismo, para garantizar la salud del penado los centros de reclusión deben
prestar atención médica-sanitaria para la población reclusa que lo requiera; sin embargo,
cuando por razones de gravedad el penado amerite atención que no pueda brindarse en
el establecimiento penitenciario será trasladado al centro hospitalario. Tanto el artículo 14
de la Ley de Régimen Penitenciario como el artículo 487 del Código Orgánico Procesal
Penal dictaminan que el recluso debe ser trasladado a un centro hospitalario, previa
autorización del director del penal y con notificación al Juez de Ejecución quién deberá
visitar al recluso durante su permanencia en ese hospital.
96
Por otro lado, una vez recibida la sentencia firme, de acuerdo al artículo 4 de Ley
de Régimen Penitenciario, el Tribunal de Ejecución debe enviar al Ministerio del Interior
y Justicia (y a quien más corresponda) copia de la sentencia; luego de esto, según el
artículo 479 del Código, el Juez de Ejecución debe velar por todo lo relacionado con la
libertad del penado y con los beneficios que puedan otorgárseles.
97
Las que hubiera lugar cuando el recluso infringiera las normas del
establecimiento penal, la Ley de Régimen, en su artículo 49, dictamina que éstas deben
aplicarse mediante un proceso que garantice su derecho a ser informado de su falta y
ser oído en su defensa. En el artículo 47 del mismo texto legal se señala: “El juez de
ejecución controlará el cumplimiento de las sanciones previstas en los literales c) y d)
del artículo anterior. Estas sólo podrán ser aplicadas bajo la diaria y estricta vigilancia del
médico del establecimiento, quién deberá proponer el caso modificación de la
medida antes de su término, cuando la salud del reo así lo aconseje”.
98
2.4.
99
que rigen en materia punitiva). Así, los tipos de pena están previstos dentro de un
esquema taxativo en el que se clasifican las penas como corporales y no corporales, de
acuerdo a lo previsto en su artículo 8, divididas, según lo dispuesto en el artículo 9 del
mismo texto legal, de la siguiente forma:
1º Presidio
2º Prisión
3º Arresto
4º Relegación a una colonia penal
5º Confinamiento
6º Expulsión del espacio geográfico de la Republica.”
101
del tiempo que corresponde a la pena, y constituye una causal de divorcio según
lo establecido en el Código civil venezolano (Art. 185, Código Civil)
- Prisión. Para la pena de prisión también está establecido un establecimiento
especifico (cárceles nacionales). Este tipo de pena comporta la inhabilitación
política durante el tiempo que dure la condena y la sujeción a la autoridad por
una quinta parte del tiempo de la pena establecida, después de su cumplimiento,
pero no implica la inhabilitación civil.
102
103
- La pérdida de los instrumentos o armas con las que se cometió el hecho punible.
Se trata de una pena por naturaleza accesoria e implica el decomiso o
confiscación de las armas, objetos o instrumentos que sirvieron de medio de
comisión o que son parte del cuerpo del delito.
104
del individuo condenado, tales como la edad (se establece un máximo de condena a
pena corporal de cuatro años para quienes alcancen los 70 años), las condiciones
económicas (conversión de multa en prisión o arresto con posibilidad de reversión),
enfermedad física o mental, la condición de embarazo de la mujer condenada y la
buena conducta del condenado durante el cumplimiento de pena.
Con respecto al sistema de acumulación de penas que pueda tener lugar en los
casos de concurrencia real o ideal, el código penal venezolano establece como regla
general, la acumulación jurídica de las penas, según la cual se aplica la pena
correspondiente al delito mas grave con un aumento de una cuota parte de la pena
correspondiente a los otros delitos cometidos. (Arteaga, Ob.Cit) Cuando se trate de
concurrencia de delitos que acarreen penas pecuniarias, el sistema establecido es el de
la acumulación matemática, es decir la suma de todas las penas hasta un máximo de
veinte mil bolívares21.
21 Según la actualización monetaria prevista en el Código Orgánico Procesal Penal,
dicho máximo deberá ser calculado de acuerdo a lo que arrogue la conversión de cada fracción
de 100 bolívares o menos, convertidas en unidades tributarias.
105
106
Asimismo, se han establecido lo que la doctrina denomina Medidas Sustitutivas a
la privación de libertad, que se contemplan para delitos que impliquen penas cortas de
privación de libertad, cuya característica fundamental está dada porque a pesar de
estar contemplada la privación de libertad, ésta es sustituida bajo ciertas condiciones
por formas de programas de tipo comunitario o no, en medio no institucional.
107
El artículo 493 del citado texto legal establece las limitaciones para la
procedencia de cualquiera de estos denominados beneficios:
108
Por su parte, en los artículos 495 al 499, se regulan lo relacionado con las
condiciones a ser impuestas, las funciones y designación de los funcionarios que
gestionan el cumplimiento de la medida, denominados delegados de prueba y la
decisión y apelación de la medida.
Además, para cada uno de los casos anteriormente señalados, deben concurrir las
circunstancias siguientes:
109
Asimismo, en los artículos 502 y 503 ejusdem, se consagran las excepciones para
decretar la medida sin considerar los anteriores requisitos para los penados mayores de
sesenta años y como medida humanitaria para el penado que padezca de alguna
enfermedad grave o en fase terminal.
Por otra parte, el artículo 508, establece la forma en la que se debe computar el
tiempo para redimir la pena mediante la figura de Redención Judicial de la Pena por el
trabajo y el estudio:
“A los fines de la redención de que trata la ley de redención judicial de la pena por el
trabajo y el estudio, el tiempo redimido se computará a partir del momento en que el
penado hubiere cumplido, efectivamente, la mitad de la pena impuesta privado de su
libertad.”
Igualmente, en el artículo 509 se estipula lo que debe considerarse como
Redención Efectiva, en cuanto sólo será tomado en cuenta el trabajo y el estudio
realizados alternativa o conjuntamente dentro del establecimiento, y el régimen de
supervisión al que están sometidos.
110
112
CAPÍTULO III
ADECUACIÓN DEL MODELO DE EJECUCIÓN PENAL VENEZOLANO AL
MODELO DE JUSTICIA PENAL GARANTISTA
3.1. La Reforma de la Justicia Penal Venezolana (1998 – 2001)
113
para lograr, en el interior de estos procesos de modernización del Estado, una real
profundización de su forma social y democrática.
Las reformas legislativas en estudio han atravesado por una serie de etapas que
responden a dos procesos políticos diferentes:
Según afirma Binder (1993), el Poder Judicial debería ser por definición, un
poder antiburocrático, alejado de las reglas de la representatividad política y del
principio burocrático que informa al poder ejecutivo, en cuanto la independencia judicial
es, sustancialmente, la garantía de que una persona que ha sido investida del poder
para solucionar ciertos casos individuales, sólo esté sujeta a la Constitución y a la ley.
114
115
Otro de los puntos que revela el análisis de ese proceso de reforma fue su
vinculación con diversos aspectos coyunturales, principalmente los siguientes:
116
117
de los poderes públicos, para lo cual se instaló por referéndum una Asamblea Nacional
Constituyente que en 1999 promulga una nueva Constitución.
118
119
-
Las perspectivas de desarrollo socioeconómico y de las condiciones de
vida del venezolano se han visto opacadas por el proceso globalizador. Los efectos
del libre mercado en una formación económica insuficientemente desarrollada y
socialmente heterogénea como la venezolana, tienden a concentrar la riqueza y el
ingreso en los estratos de la población tradicionalmente más favorecidos y al
mismo tiempo, que no promueven la equidad social, profundizan la pobreza. Se
120
-
Se percibe que en el aspecto macroeconómico ha habido una mezcla de
la visión neoliberal y neoestructural:
121
Así, los resultados en los dos primeros años del actual gobierno evidencian
estas contradicciones: en lo económico, control de la inflación y crecimiento
moderado de la economía, mientras en lo social, la pobreza se ubicó para 1999, en
35% de pobreza relativa y 42% de pobreza crítica; y para el 2000, la pobreza
extrema se ubicó en 20.7%, tres puntos por encima de los 17.7% registrados en
1999 y 44.1% de pobreza absoluta,0.1% mayor que el 44% registrado en 1999.
(OCEI. 2001)
122
123
Pero también nos encontramos con una violencia institucional que alcanza la
estructura y funcionamiento del poder judicial, de los organismos policiales y del
sistema penitenciario en su conjunto:
124
125
126
127
por la seguridad e integridad de los reclusos y siguen los atropellos y violaciones por
parte de la Guardia Nacional, no solo a los reclusos sino también a los familiares. En
este último aspecto, esta situación revela lo que hasta ahora se ha impuesto a los
reclusos en forma soterrada pero sistemática: la agresión física como forma de
disciplina y castigo.
128
Sin embargo, pese a estar sentadas las bases desde el punto de vista normativo
sobre la judicialización de las penas, tal y como veremos más adelante, podremos
identificar algunos obstáculos y limitaciones que se relacionan con la intervención
judicial y la participación que presta la administración penitenciaria.
129
El examen precedente en relación a las funciones reguladoras del Estado en sus
distintos niveles pareciera indicar que al momento de evaluar las reformas legislativas
debemos considerar que los factores asociados al problema de la criminalidad se
encuentran mas ligados a “la existencia de relaciones sociales atrapadas por la lógica
del mercado y de la violencia institucional que a las tradicionales formas del delito”.
(Pegoraro, 2001a: 366)
3.3. La
Contrarreforma.
130
Es por ello que uno de los problemas mas graves que percibe el venezolano hoy
en día es el de la inseguridad con sus múltiples manifestaciones basado en la
percepción cualitativa y cuantitativa de la violencia delictiva (Leal, 1999; Romero
Salazar, 2001)
131
132
En este sentido, la respuesta del Estado fue la de “actuar con dureza contra el
crimen” por lo que se realizaron las reformas legislativas que incrementaron la
penalidad para cierto tipo de delitos, se disminuyeron las opciones de libertad durante el
proceso y se acentuó la tendencia de encarcelamiento, relegándose la función
rehabilitadora, lo que se traduce en una apariencia de fuerza del Estado frente a la
criminalidad que en realidad no resuelve la conflictividad ni la violencia social.
133
134
De esta forma, se viene a sustituir la noción de defensa social, acorde con los
actuales movimientos internacionales de derechos humanos que anteponen la idea de
seguridad ciudadana a la de orden público, basados en que en una sociedad
democrática no es posible sostener un criterio de orden que resulte de una voluntad
colectiva interpretada por las normas, circunscrito únicamente a la prevención y
persecución del delito, sino orientado a promover la salvaguarda de todos los derechos
humanos. (PROVEA. 2001)
Es preciso aclarar que los adjetivos con los que se acompaña el término
“seguridad”, han sido fuertemente cuestionados en cuanto configuran un encubrimiento
ideológico de legitimación de las desigualdades sociales en las que se reproducen
políticas de corte represivo, implementadas sobre una determinada concepción de
aquélla:
“La seguridad asume siempre, en este uso, connotaciones
colectivas: no se trata propiamente de la seguridad de los
derechos de las personas, independientemente del grupo social al
cual pertenezcan, sino de la seguridad de la nación, de la
comunidad estatal, de la ciudad”. (Baratta, 1998:6)
Igualmente, han surgido críticas a la forma tangencial en la que se asume en la
Constitución el criterio de seguridad antes indicado. Dichas críticas se sustentan a partir
de la interpretación de esta noción en concordancia con el artículo 20 del mismo texto
constitucional, en el que se establecen las limitaciones al libre desenvolvimiento de la
persona derivadas del orden público y social, según lo cual se infiere que el
constituyente antepone la noción de orden público al criterio de progresividad de los
derechos humanos. (PROVEA, Ob. cit)
135
el centro de las razones del derecho penal, para lo cual el concepto de seguridad
ciudadana recogido por la Constitución juega un papel primordial, no ya como “una
ideología teñida por una retórica moralista que trata de imponer, mediante estrategias
de legitimación doctrinarias, una parcial concepción del orden social” (Pegoraro. 2001b:
147) sino como una condición de la convivencia social sujeta al Estado de Derecho, es
decir, a la igualdad de los ciudadanos y a la garantía de sus derechos fundamentales.
23 En 1764 Beccaria escribiría en su obra “De los delitos y las penas” que la única
justificación para establecer el castigo público estaba en la necesidad de ceder una mínima cuota
de libertad que garantizara una vida pacífica, de aquí que cualquier norma que excediera de esta
necesidad era fuerza y no derecho. Este es el fundamento filosófico que esgrimiera dicho autor
para negar la legitimidad de la autoridad para aplicar la pena de muerte u otras penas crueles.
136
137
individuo se le aísla para ser resocializado, aun cuando no se puede educar para la
libertad estando en prisión. Por otro lado, es al interior del penal donde aumentan los
grados de violencia, ya que las prisiones son los gérmenes de procesos criminógenos.
Por su parte, Baratta (1986b:194) señala que “los centros de detención ejercen
efectos contrarios a la reeducación y a la reinserción del condenado, y desfavorables a
un cambio integral en la población criminal”
De alguna manera estos autores coinciden en que resulta imposible educar para
la libertad, quitando la libertad; y demuestran a su vez los efectos negativos de la vida
en prisión, de los procesos de estigmatización y prisionización y del desarrollo de las
culturas criminales, que tienen un efecto remarginalizante en los sujetos que dificulta
aun más sus condiciones de reinserción social.
138
legislaciones penales, incorporándose las llamadas medidas de seguridad, que
servirían: por una parte, (y aplicados independientemente de los supuestos de
culpabilidad, imputabilidad y proporcionalidad del derecho penal clásico) para prevenir
que individuos catalogados como peligrosos, de acuerdo a ciertas características de su
personalidad o condiciones de vida, cometieran delitos y, por otra parte, aplicadas
conjuntamente con la pena impuesta, para rehabilitar al delincuente y evitar nuevos
delitos después de cumplida su condena.
Es importante también destacar que por cuanto en las teorías sobre la función
resocializadora de la pena no se cuestionan los procesos de criminalización, (primarios
y secundarios) en ellas se admite una racionalidad del castigo que reproduce las
desigualdades del sistema social.
139
Cabe pensar que las fundadas críticas sobre los efectos perjudiciales y los
costos sociales consiguientes a la pena privativa de libertad, así como el análisis crítico al
que las ideas de resocialización, rehabilitación o reinserción social han sido
sometidas, lleven a incrementar el rigor lógico a la hora de indagar sobre la pertinencia
de haber incluido esta función de la pena en la Constitución Nacional.
Sin embargo, este principio de humanidad está recogido en el Cáp. III de los
derechos civiles en el siguiente articulado de la Constitución de República Bolivariana
de Venezuela:
140
Artículo 43:
El derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá establecer la
pena de muerte, ni autoridad alguna aplicarla, El Estado protegerá
la vida de las personas que se encuentran privadas de libertad (...)
Artículo 44, literales 1, 2, 3:
Ninguna persona puede ser arrestada o detenida sino en virtud de
una orden judicial, a menos que sea sorprendida infraganti.
Toda persona detenida tiene derecho a comunicarse de inmediato
con sus familiares, abogado o abogada o persona de su confianza
(...)
La pena no puede trascender de la persona condenada. No habrá
condenas a penas perpetuas o infamantes (...)
Artículo 46:
Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,
psicológica y moral y en consecuencia:
Ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos
crueles, inhumanos o degradantes (...)
Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto
debido a la dignidad inherente al ser humano.
Ninguna persona será sometida sin su consentimiento a
experimentos científicos o a exámenes de laboratorio (...)
141
Por otra parte, se encuentran otras dificultades dentro del propio sistema
penitenciario que son prácticamente insalvables, ya que en muchos casos la
reeducación y reinserción social, quedan necesariamente supeditadas a finalidades
puramente de custodia o de seguridad.
142
144
145
Por tanto, podemos decir que los jueces de Ejecución son aquellas autoridades
judiciales a quienes por designación del Poder Judicial se les confiere la función
jurisdiccional penal especial de hacer cumplir las penas privativas de libertad, aparte de
lo cual se les atribuye la salvaguarda de los derechos constitucionales fundamentales
de los internos que no se hallen privados en la sentencia, así como de los derechos que
les son otorgados por dichas disposiciones penitenciarias, corrigiendo los abusos y
desviaciones que puedan producirse en la aplicación del régimen carcelario.
146
147
148
manera uno de los peligros que ha arrastrado la prevención especial que no es otro que
la aplicación de los beneficios de complemento de pena exclusivamente por la
administración penitenciaria, en virtud de evitar abusos, retrasos y violaciones de los
derechos de los penados, como en realidad hasta ahora se venía realizando.
Sin embargo, tal y como veremos mas adelante, la actual y difícil delimitación de
las atribuciones y competencias relacionadas con la intervención jurisdiccional sobre la
pena a cumplir y la participación que presta la Administración penitenciaria (Art. 1 de la
Ley de Reforma de la Ley de Régimen Penitenciario) presentará algunos obstáculos
que superar.
a. - En cuanto a ser garante del buen funcionamiento del recinto penitenciario: Según el
artículo 479-3 del Código Orgánico Procesal Penal (Control) el Tribunal de Ejecución
controlará el cumplimiento adecuado del régimen penitenciario. Entre otras medidas,
dispondrá las inspecciones del establecimiento penitenciario que sean necesarias... y
de acuerdo al artículo 483 (facultades) el Juez que realice las visitas a los
establecimientos penales dictará los pronunciamientos que juzgue conveniente para
corregir y prevenir las faltas que observe... En tal sentido notamos una constante en los
informes de avances sobre la precariedad en que se encuentra la Cárcel Nacional de
Maracaibo tales como: a.- escasez de recursos humanos, materiales y presupuestarios;
b.- falta de espacio físico para la práctica de censos judiciales; c.- retardo en las
reconstrucciones de las edificaciones a los sitios destinados al cumplimiento del
beneficio de Destacamento de Trabajo; d.- inexistencia de procedimientos de
clasificación de los reclusos (penados y procesados); e.- inexistencia de condiciones e
149
Pese a ello se observó que el recurso del Juez queda reducido a la simple
exhortación a la autoridad competente “para corregir y prevenir las faltas que se
observen para que en el mismo sentido expida las resoluciones necesarias”
(COPP.1998 Art.483). Es decir, la facultad jurisdiccional queda limitada a la formulación
de la correspondiente exhortación al Ejecutivo, lo que en muchas ocasiones conducirá a
la inefectividad de la solicitud por cuanto la superación de las condiciones carcelarias
dependerían de otros factores, entre ellos, de la política penitenciaria que estime el
Estado, quedando en tela de juicio la eficacia del resguardo y protección de los
Derechos Humanos del condenado.
150
Pese a estar sentadas las bases desde el punto de vista normativo sobre la
judicialización de las penas, en los informes de avances encontramos algunos conflictos
en aquellas materias en las que la competencia de la Administración y la jurisdicción
presentan deficiencias en su regulación.
Se trata de una problemática que incide en las áreas en las que la frontera entre
las competencias administrativas y judiciales plantea algunas contradicciones: aún
subyace el recelo a causa de la legislación anterior en la que el Ejecutivo era el único
responsable del período del cumplimiento de penas y en la que se veía el control
jurisdiccional como una injerencia de personas e instituciones externas a la dinámica de
la prisión.
151
152
153
Por otra parte, estos requisitos resultan de muy difícil cumplimiento por cuanto es
un contrasentido pedir “una conducta ejemplar” en un establecimiento carcelario que se
caracteriza por una violencia extrema, por las condiciones infrahumanas, por las
instalaciones deplorables y por lo que representa para el recluso el aniquilamiento de su
propia dignidad. Todos estos condicionantes son los que Córdova (1.999) ha
denominado “Drama Carcelario” caracterizado por la falta de clasificación de los
reclusos, la pereza de la justicia criminal, la falta de proporción de las penas, la
secularización de los penales, la corrupción de los funcionarios, la desnaturalización de
las instituciones llamadas a la reinserción, los diferentes vicios tales como el pago de
peaje, el sistema de corrupción que se teje a su alrededor, la proliferación de ventorrillos,
los peligros de las instalaciones de gas y electricidad artesanales, los problemas del
154
Si bien es cierto que las relaciones del régimen penitenciario vienen reguladas en
el Capitulo VIII de la Ley de Reforma Parcial de la Ley de Régimen Penitenciario y que
el
fin principal del régimen es lograr en los establecimientos el ambiente adecuado para el
éxito del Tratamiento, en la práctica de la actividad penitenciaria esta relación no siempre
es de subordinación respecto del sistema de individualización.
155
reúna los requisitos exigidos por la ley, es decir, “cuando los penados cuyas conductas
lo merezcan, cuando su favorable evolución lo permita y cuando no haya riesgo de
quebrantamiento de la condena”. Vemos aquí, igualmente, como lo contemplado para el
otorgamiento de los beneficios de complemento de pena, que en estos requisitos se
pone al penado frente a su comportamiento regimental, con las desviaciones que esto
supone en orden a su correcto tratamiento y no se coloca al penado frente al delito
cometido, contraviniendo el derecho penal de acto.
156
157
158
159
delitos de análoga entidad o bien jurídico tutelado como la estafa, quedan fuera del
catálogo sancionado por el artículo 493 del COPP.
Esto conlleva una flagrante violación al principio de igualdad formal, que además
contribuye a consolidar el estereotipo del delincuente y la selectividad del sistema
penal, por cuanto abre mayor posibilidad de encarcelar a los sujetos de más bajo
estrato socioeconómico tomando en cuenta que la comisión de este tipo de delito
normalmente está asociado a ese sector de la población.
161
este sentido, las críticas apuntan de la misma forma a la conculcación del principio de
igualdad y con mucha más incisión a la consideración de criterios peligrosistas de
derecho penal de autor.
•
Las condiciones de agresividad y violencia desarrolladas en el
submundo carcelario, que generalmente se asocian a estrategias de sobrevivencia de
los internos;
•
La incongruencia que subsiste entre el régimen disciplinario y el
derecho a tratamiento que consagra la Constitución Nacional y la Ley de Régimen
Penitenciario, desde el punto vista jurídico - garantista y desde el punto de vista
lógico-material, ya que no existe en ningún establecimiento penitenciario del país un
sistema de tratamiento aplicado de acuerdo a criterios científicos, ni se establecen las
condiciones mínimas de subsistencia que garanticen a los internos un
desenvolvimiento digno de su vida cotidiana. Por estas razones, la previsión de estos
requisitos vulnera gravemente el principio de humanidad de las penas y el respeto al
principio de la dignidad del hombre.
162
•
El hecho de supeditar su otorgamiento a características de la
personalidad del penado comporta una negación del principio de culpabilidad y de la
retributividad de la pena como consecuencia de un hecho delictivo, determinado y
juzgado; ya que ello implica una aflicción adicional a la pena impuesta, que se supone
está sometida a un régimen progresivo de acuerdo al tiempo cumplido en reclusión.
Lo que redunda en una vulneración del principio de legalidad, ya que no se respeta la
certeza de la condena sino que ésta se somete, en cuanto a su cualidad, a una serie
de eventos que condicionan el acceso a los distintos "beneficios".
163
Por otra parte, resultan cuestionables los criterios que motivaron los cambios
relativos a esta institución en cuanto parecen responder únicamente a una concepción
retributiva de la pena, considerando que lo que trata de lograr el legislador es asegurar
que el condenado por un delito que merezca una pena mayor de 8 años (delitos que en
general se consideran graves) cumpla un tiempo considerable en reclusión
satisfaciendo la idea de la retribución del mal ocasionado, lo que entra en contradicción
con los funciones de la pena declaradas por el constituyente en la Ley de Régimen
Penitenciario.
164
Sobre estas dos razones, se interpreta entonces el origen del derecho penal
como un instrumento minimizador de la violencia en la sociedad, que tiende a prevenir
las penas arbitrarias y desproporcionadas propias de la venganza privada.
165
Bajo estas consideraciones, el derecho penal garantista equivale a la ley del mas
débil. La doble finalidad atribuida a la pena desde esta perspectiva, supera el
paradigma de la mera defensa social al considerar en forma no exclusiva la protección
de la mayoría. Así, su justificación estaría dada por la contención de la violencia de los
delitos mediante la parte prohibitiva, momento en el cual el débil jurídico de la relación es la
eventual parte ofendida; y por la protección de la minoría desviada, mediante la
parte punitiva, cuando el ofensor se constituye en el débil de la relación, sobre el cual
está latente la violencia desproporcionada de la venganza privada u otras reacciones
informales.
Desde este punto de vista, el garantismo penal admite la justificación del Estado
en los mismos términos en que lo hacen las teorías iusnaturalistas clásicas bajo la
166
ficción del “contrato social”, sin considerar las relaciones de poder que subyacen en la
formación histórica del ente público.
167
168
Por otra parte, en cuanto la deslegitimación del sistema penal supone tanto la
incongruencia de los fines declarados con sus funciones y la perversión de sus
mecanismos, como el cuestionamiento de los criterios de “normalidad” que definen las
desviaciones; es de considerar que su abolición estaría condicionada a la
transformación de la sociedad hacia estadios de igualdad en los que emerja una
normalidad alternativa y, consecuentemente, a la extinción del Estado, lo cual se
enmarca en una utopía considerada por las teorías críticas sobre la sociedad y el
Estado, que sin dejar de ser valiosas para la comprensión y la explicación de los
conflictos sociales, resultan inciertas, especialmente si son impulsadas únicamente en
función del cuestionamiento del control social formal y de la construcción de modelos
alternativos de justicia penal.
169
170
171
CONCLUSIONES
Sobre los Fundamentos de la Racionalidad de la Pena.
- Desde su introducción por los filósofos penales del Iluminismo hasta su extremo
desarrollo por la escuela positivista italiana, el énfasis puesto en la defensa
social por las teorías utilitaristas sobre los fines y funciones de la pena, ha
desvirtuado el principio político de mínima intervención penal o necesidad de la
aflicción, por cuanto, desde este único supuesto, los espacios de punición llegan
a ser ilimitados en la medida en que suponen la garantía de seguridad de la
sociedad.
- Por otra parte, si bien la doctrina liberal del derecho penal se basa en los ideales
de libertad e igualdad y se acompaña del discurso humanizador de las penas, las
sustentaciones sobre la misma se formulan en forma distanciada de una
ponderación real del ejercicio del poder penal del Estado, sin tomar en cuenta las
consecuencias sociales que produce el criterio de máxima utilidad. En este
sentido, tales teorías resultan objetables en base a argumentos humanistas, los
costos sociales y materiales de la pena privativa de libertad y su fracaso como
instrumento de intimidación.
172
173
174
175
176
a quienes les compete dictar el informe para su procedibilidad. En este sentido,
el principio de retributividad de la pena no encuentra cabida en las
consideraciones sobre la personalidad del recluso que se realizan a tal efecto, en
cuanto éstas responden a lineamientos en los que se mensuran los síntomas de
peligrosidad del individuo de acuerdo con su personalidad y en detrimento de la
responsabilidad penal derivada del delito imputado y juzgado, lo que en definitiva
conculca los principios de legalidad y de culpabilidad. Igualmente, el principio de
judicialidad se encuentra comprometido en tanto las decisiones sobre la libertad
anticipada, si bien son dictadas por el juez de ejecución, se fundamentan en un
acto de tipo administrativo.
177
178
179
- Según los datos consultados (1999-2001) los intentos del Estado por mejorar
las condiciones de vida de la población mediante los programas de carácter
social inmediatos, a tres años de gobierno, aún no habían tenido ninguna
repercusión positiva en los indicadores sobre desempleo o pobreza. De tal
manera, que para el momento de la puesta en vigencia de la Constitución
Nacional, el Código Orgánico Procesal Penal y la reforma parcial de la Ley de
Régimen Penitenciario, prevalece la precariedad social y económica, cuyas
repercusiones en la integración social y la credibilidad de las instituciones no
han favorecido el fortalecimiento de los principios garantistas implícitos en las
referidas reformas legales. Al respecto se resalta:
180
•
La revisión de la pena en función de sus verdaderos efectos
sociales y/o preventivos, tomando en cuenta las evidencias
empíricas acerca de las medidas distintas a la cárcel o disminución
del término de las penas que si han tenido algún efecto reintegrador
del condenado.
•
La revisión del Código Penal en relación a los criterios de
predeterminación de las penas y de los delitos que carecen de los
elementos mínimos dictados por el derecho penal liberal y la
dogmática garantista.
•
La aplicación estricta de las garantías procesales, tanto en lo
atinente a la sustanciación de los procesos de imputación de
181
delitos, como a lo correspondiente a las decisiones sobre las
modificaciones de la pena en sede de ejecución.
•
La privatización de ciertos delitos, como los de naturaleza
patrimonial, que a través de procesos de mediación y
compensaciones a la víctima, logren resolver racionalmente los
conflictos producidos por dichas conductas.
•
182
BIBLIOGRAFÍA
183
BECCARIA, Cessare. (1982). De los Delitos y las Penas. Primera Edición, 4ta.
Reimpresión. Editorial Aguilar. Edición Española. Madrid. España.
BERTONI, Eduardo Andrés. (1998). La Reforma del Proceso Penal en América Latina.
Nuevo Proceso Penal Venezolano. Barquisimeto. Venezuela.
BINDER, Alberto. (1993). Justicia Penal y Estado de Derecho. Ediciones Ad. Hoc.
Buenos Aires. Argentina.
BRICEÑO LEÓN, Roberto. Citado por Pérez Perdomo Rogelio (1998). En el Código
Orgánico Procesal Penal Y el Funcionamiento de la Administración de Justicia. Revista
Capitulo Criminológico. Volumen 26. No. 1. Ediciones Astrodata. L.U.Z. Maracaibo.
Venezuela. 19-44.
COHEN, Stanley. (1988). Visiones de Control Social. Barcelona España. pp. 406.
CÓRDOBA RODA, Juan. (1980). “La pena y sus fines en la Constitución Española de
1978”. En PAPERS. Revista de Sociología “Sociedad y Delito”. Ediciones Península.
Barcelona. España. pp. 130-154.
CÓRDOVA, Tito. (1999). Sabaneta. La Casa donde crecen las Sombras. Ediluz.
Maracaibo. Venezuela.
FERRAJOLI, Luigi. (1997). Derecho y Razón. Teoría del Garantismo Penal. Editorial
Trotta. Madrid.
185
JIMENEZ, María Angélica. (1.994). “La Cárcel latinoamericana en las tres últimas
décadas” . Revista Capítulo Criminológico Vol. 22. Ediciones Astro Data. Maracaibo.
Venezuela. pp. 63-80.
LEAL, Luisa. (1993). “La Criminalización de las Drogas desde la Perspectiva de los
Derechos Humanos”. Revista Capítulo Criminológico No. 21. Instituto de Criminología.
Ediciones Astro Data. Maracaibo. Venezuela. pp.93-112.
LEAL, Luisa; AÑEZ, Edilia y MORIN, Thaís. (1999). “La Inseguridad Ciudadana.
Opiniones y Demandas para Combatirla”. Revista Capítulo Criminológico No. 27 Vol. 1.
Ediciones Astro Data. Instituto de Criminología Dra. Lolita Aniyar de Castro, LUZ.
Maracaibo. Venezuela. pp. 29-44.
MANZANARES, Citado por Niño Luis. (1998). “El Juez de Ejecución”. El Nuevo
Proceso Penal Venezolano. XXII Jornadas. J.M. Domínguez Escobar. Instituto Jurídico
del Estado Lara. Anzoategui. Venezuela.
MELOSSI, Dario y PAVARINI, Massimo. (1980). Cárcel y Fábrica. Los Orígenes del
Sistema Penitenciario. (S. XVI – XIX). México. Siglo XXI. Editores.
186
PEREZ PERDOMO, Rogelio. (2002) Contar los cuerpos, lamer las heridas: La Tarea
de Cuantificar la Violencia Delictiva. Morir en Caracas. Roberto Briceño León.
Compilador. U.C.V. Caracas.
REYES ECHANDIA, Alfonso. (1989). Derecho Penal. Parte General. Editorial Temis.
Colombia.
187
ZAFFARONI, Eugenio Raúl. (2000). Derecho Penal. Parte General. Editorial Ediar.
Buenos Aires. Argentina.
188
INSTRUMENTOS LEGALES
0.E.A (1.969) Convención Americana Sobre Derechos Humanos. Pacto de San José.
O.E.A (1977). Declaración Americana.
DOCUMENTOS OFICIALES
189
DOCUMENTOS HEMEROGRÁFICOS
El Universal. 13-02-01.
El Universal. 23-02-00.
El Universal. 28-01-00.
El Universal. 09-11-99.
El Nacional. 13-02-01. Oficina Central de Estadísticas de Informática.
Últimas Noticias. 05-06-01.
Tal Cual. 07-07-01.