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Universidad Central del Ecuador

Escuela de Sociología y Ciencias Políticas


Economía III
Nombre: Carlos Andrés Sarango Reyes
Curso: Política 3.
Continuidades, Rupturas y Giros en la constancia de la Economía Neoclásica
respecto a la Economía clásica.

Si algo debe quedar claro, antes que nada, es que tanto la economía clásica como la
neoclásica se construyen comúnmente a partir de una noción hedonista, que busca esta
llamada felicidad, en función de la satisfacción de necesidades, de la utilidad que brinda
el consumo de uno u otro bien o servicio, tal como lo exponía en clase de Economía III
Cesar Carranza, se trata de “una felicidad vía mercado”.

En el transcurso de este ensayo y con finalidades metodológicas se tomará a dos referentes


de la Economía neoclásica en busca de analizar la relación de éstos con la economía
clásica y para con ello también lograr hilar un contraste a partir de la comparación entre
ellos. El orden en el que se propone el análisis de cada uno de estos autores responde tanto
a una temporalidad como a la necesidad de disponerlos adecuadamente para un debido
contraste, evitando con ello caer en anacronismo extensos. El primero es Alfred Marshall
es especial atención a su aporte del “Equilibrio parcial”, seguido de Arthur Pigou y
Vilfredo Pareto con su desarrollo en el campo de la “Economía de Bienestar”.

Al respecto de Marshall, es sin duda alguna uno de los iniciadores de esta economía
neoclásica, su aporte de la “teoría del equilibrio” no solamente se constituye como el pilar
sobre el que girará los posteriores análisis, deducciones y formas de: entender a la
economía y practica la economía, por otro lado el aporte de Marshall transciende a
profundidades epistemológicas, que entre otras cosas hace uso determinante de la
Matemática, logrando inaugurar la “Economía” como tal, con carácter estructural sólido
y notoriamente desvinculado con la “Economía Política” que hasta ese momento se
manejaba.

Para poner en contexto la realidad e influencia a la que Marshall se debe, resulta


pertinente acudir a los escritos de su alumno, Keynes, quien en “Alfred Marshall” escribe:

El estudio concienzudo de la economía por Marshall comenzó en 1867. Fijémonos


en las fechas: en 1848 apareció la Economía Política de Mill; en 1871 se publicó
la séptima edición, la última corregida por el propio Mill, que murió en 1873. El
Capital de Marx vio la luz en 1868; la Teoría de la Economía Política de Jevons,
en 1871; también el libro de Menger, Grundsätze der Volkswirschaftslehre
apareció en 1871, y los Leading Principles de Cairnes en 1874.
Así pues, cuando comenzó Marshall todavía reinaban, supremos y sin rivales,
Ricardo y Mill. (Keynes, 1949, p. XXIX - XXX).

Este breve recorrido por la contemporaneidad de Marshall nos permite comprender la


influencia que tiene, así como el momento histórico en el que se está desenvolviendo, no
cabe duda que Marshall está atento a todo esto, no es simple casualidad que el aporte de
Marshall sobre la teoría de la ventaja comparativa complementando al trabajo de Jevons
quien a su vez se fortalece las nociones trabajadas por Ricardo. Este hecho no solo ratifica
la continuidad de los pensamientos económicos que vienen desde Smith, sino que
encuentran en Marshall la continuación a los mismos dentro de esta economía neoclásica.
Apropósito de este razonamiento, Keynes dirá:

“Los ejercicios diagramáticos y matemáticos de Marshall en la teoría económica


fueron de tal alcance, comprensión y precisión científica y llegaron tanto más allá
de las “brillantes ideas” de sus predecesores, que en justicia podemos considerarle
como el fundador de la economía diagramática moderna: ese apartado elegante,
que todos nosotros utilizamos como estímulo y como freno de nuestras
instituciones” (Keynes, 1949, p. XXXV).

Por otro lado, y con la severa necesidad de denotar la importancia de Marshall en la


comprensión de la Economía en su individualidad y por tanto dejando ya de ser Economía
Política, me permito citar a Marshall en “Principios de la Economía”, aunque debe
comprenderse que esto no engloba la real noción que se debe hacer al explicar lo que en
realidad significa Economía.

La Economía es, por una parte, una ciencia de la riqueza, y por otra, aquella parte
de las ciencias sociales que estudia la acción del hombre en la sociedad, que trata
de los esfuerzos de éste para satisfacer sus necesidades, en cuanto éstas y aquéllos
pueden ser medidos en términos de riqueza o de su elemento representativo
general, es decir, en dinero. (Marshall, 1957, p.43)

Como segunda parte de este ensayo se ha plantea a Arthur Pigou en atención a su obra
sobre “Economía de Bienestar”. Por su parte Pigou influido evidentemente por los
clásicos de la economía política, y a su vez en miras a Marshall, se preocupó
principalmente por estudiar las interacciones económicas en función del bienestar. Barbé
y Durán explican: “Pigou se propuso aplicar los esquemas marshalianos a una comunidad
real, de manera que se pudiese aconsejar a los políticos sobre cómo evaluar acciones que
afectasen a los diferentes aspectos de la economía” (Barbé, 1996, p. 444). Para resolver
estos innumerables retos que aparecerían, Pigou inicio su desarrollo sobre cuestiones
teóricas relacionadas al método.

Todas estas apreciaciones se confluirán y tomarán fuerza en su libro “Economía de


bienestar” donde las principales preocupaciones son el uso de una economía de bienestar
orientada al utilitarismo, así como los principios de compensación (Barbé 1996, p. 444).
Algo paradójico es que Pigou nunca brinda una definición específica de lo que define
como “bienestar”, si bien se ha planteado su preocupación por el método, descuida un
poco este concepto y sin querer lo abstrae a la lógica de consumo explicada al inicio de
este ensayo, así hará un acercamiento al decir que:

El objetivo perseguido es hacer más fáciles las medidas prácticas para proveer el
bienestar – medidas prácticas que los estadistas pueden edificar sobre el trabajo
del economista -, a semejanza de como Marconi, el inventor, edificó sobre los
descubrimientos de Hertz. El bienestar es, sin embargo, una cosa de alcance muy
amplio. No es preciso entrar aquí en una discusión general sobre su contenido.
Bastará con establecer, más o menos dogmáticamente, dos proposiciones:
primera, que los elementos del bienestar son estados de concienciación y, tal vez,
sus relaciones; segunda, que el bienestar puede ser considerado según las
categorías de mayor a menor. (Pigou, 1947, p. 10).

En este punto Pigou, estable dos parámetros importantes. El primero es que concibe una
mayor participación del Estado, algo que a carácter general contradice lo dispuesto por
un clásico, Smith, por otro lado, denota la participación de la esfera económica bajo dos
aspectos, el primero es que debe comprenderse la independencia de la economía, que, si
bien ya está independizada, a la vez su práctica pertenece o depende de la ejecución
política, esto en alas de procurar el “bienestar”. El segundo parámetro es que contiene
este llamado bienestar en dos proposiciones, el primero establece la “concienciación”
como generador de bienestar, que proviene tanto del interior como del entorno exterior.
En este espacio en especial concentra parte de responsabilidad al individuo y su
interacción con el exterior. La segunda proposición tan solo establece una noción ordinal
del bienestar, que puede ir de mayor a menor, en medida que el mismo estado provea de
estas instancias de bienestar siempre haciendo uso de la economía.

Finalmente, y fortaleciendo este argumente sobre la “abstracción a un bienestar basado


en el consumo” el mismo Pigou dira: “El alcance de nuestra investigación se restringe a
aquella parte del bienestar social que puede ser directa e indirectamente considerada en
relación con la vara medidora de la moneda. Esta parte del bienestar se puede denominar
bienestar económico” (Pigou, 1947, p.11).

En conclusión, la economía neoclásica, no puede dejar de estar relacionada con la


economía clásica, ya sea por una cuestión de continuidad en aspectos elementales tal
como se explicó en Marshall, así como tampoco deja de estar ligada cuando se establece
una ligera ruptura, como en el tema de la función del estado en Pigou, esto dado que la
“ligera ruptura” ha sido provocada en base a la misma existencia de nociones anteriores;
a propósito del tema de la ruptura, existen autores que denominan al mismo Keynes como
producto de ésta economía neoclásica, pero esa es otra discusión.

Bibliografía:

Pigou, A. (1947). Economía de Bienestar. España, Madrid: Editorial Aguilar.

Keynes, J. (1949). “Alfred Marshall”, en Alfred Marshall, Obras Escogidas. México:


Fondo de Cultura Económica.

Marshall, A. (1957). Principios de Economía. España, Madrid: Editorial Aguilar.

Barbé, L. (1996). El curso de la economía: Grandes escuelas autores y temas del discurso
económico. España, Barcelona: Ariel Economía.

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