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Si algo debe quedar claro, antes que nada, es que tanto la economía clásica como la
neoclásica se construyen comúnmente a partir de una noción hedonista, que busca esta
llamada felicidad, en función de la satisfacción de necesidades, de la utilidad que brinda
el consumo de uno u otro bien o servicio, tal como lo exponía en clase de Economía III
Cesar Carranza, se trata de “una felicidad vía mercado”.
Al respecto de Marshall, es sin duda alguna uno de los iniciadores de esta economía
neoclásica, su aporte de la “teoría del equilibrio” no solamente se constituye como el pilar
sobre el que girará los posteriores análisis, deducciones y formas de: entender a la
economía y practica la economía, por otro lado el aporte de Marshall transciende a
profundidades epistemológicas, que entre otras cosas hace uso determinante de la
Matemática, logrando inaugurar la “Economía” como tal, con carácter estructural sólido
y notoriamente desvinculado con la “Economía Política” que hasta ese momento se
manejaba.
La Economía es, por una parte, una ciencia de la riqueza, y por otra, aquella parte
de las ciencias sociales que estudia la acción del hombre en la sociedad, que trata
de los esfuerzos de éste para satisfacer sus necesidades, en cuanto éstas y aquéllos
pueden ser medidos en términos de riqueza o de su elemento representativo
general, es decir, en dinero. (Marshall, 1957, p.43)
Como segunda parte de este ensayo se ha plantea a Arthur Pigou en atención a su obra
sobre “Economía de Bienestar”. Por su parte Pigou influido evidentemente por los
clásicos de la economía política, y a su vez en miras a Marshall, se preocupó
principalmente por estudiar las interacciones económicas en función del bienestar. Barbé
y Durán explican: “Pigou se propuso aplicar los esquemas marshalianos a una comunidad
real, de manera que se pudiese aconsejar a los políticos sobre cómo evaluar acciones que
afectasen a los diferentes aspectos de la economía” (Barbé, 1996, p. 444). Para resolver
estos innumerables retos que aparecerían, Pigou inicio su desarrollo sobre cuestiones
teóricas relacionadas al método.
El objetivo perseguido es hacer más fáciles las medidas prácticas para proveer el
bienestar – medidas prácticas que los estadistas pueden edificar sobre el trabajo
del economista -, a semejanza de como Marconi, el inventor, edificó sobre los
descubrimientos de Hertz. El bienestar es, sin embargo, una cosa de alcance muy
amplio. No es preciso entrar aquí en una discusión general sobre su contenido.
Bastará con establecer, más o menos dogmáticamente, dos proposiciones:
primera, que los elementos del bienestar son estados de concienciación y, tal vez,
sus relaciones; segunda, que el bienestar puede ser considerado según las
categorías de mayor a menor. (Pigou, 1947, p. 10).
En este punto Pigou, estable dos parámetros importantes. El primero es que concibe una
mayor participación del Estado, algo que a carácter general contradice lo dispuesto por
un clásico, Smith, por otro lado, denota la participación de la esfera económica bajo dos
aspectos, el primero es que debe comprenderse la independencia de la economía, que, si
bien ya está independizada, a la vez su práctica pertenece o depende de la ejecución
política, esto en alas de procurar el “bienestar”. El segundo parámetro es que contiene
este llamado bienestar en dos proposiciones, el primero establece la “concienciación”
como generador de bienestar, que proviene tanto del interior como del entorno exterior.
En este espacio en especial concentra parte de responsabilidad al individuo y su
interacción con el exterior. La segunda proposición tan solo establece una noción ordinal
del bienestar, que puede ir de mayor a menor, en medida que el mismo estado provea de
estas instancias de bienestar siempre haciendo uso de la economía.
Bibliografía:
Barbé, L. (1996). El curso de la economía: Grandes escuelas autores y temas del discurso
económico. España, Barcelona: Ariel Economía.