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Hasta el momento, aunque la obligación principal del médico consiste en tratar de hacer lo mejor

posible su trabajo (obligación de medio), ella no obsta a que algunos compromisos sean de
resultado, como ocurre con la entrega de cierta información al paciente, los materiales y
productos empleados en el servicio o la toma de exámenes13;

Siguiendo el punto de vista de la Corte Suprema en González, entonces, como la obligación que se
contrae en la medicina normalmente es una de medio, la carga de la prueba debería ser
compartida por ambas partes. De ese modo, mientras que la víctima intentará acreditar el
incumplimiento de la obligación, la demandada tratará de probar su cumplimiento (que su
diagnóstico extinguió su obligación, por ejemplo)114. ( 114 NN con Sanatorio Alemán S.A., C.A.
Concepción, 19 julio 2012, Rol Nº 456-2012, vLex: 395485462, cons. 5º (redacción del Ministro
Carlos Aldana).

así debido a que en las obligaciones de medio la pregunta por el cumplimiento (o incumplimiento)
del deudor “inevitablemente exige preguntarse” por la diligencia (o culpa) de ese deudor115.
Considero que esta regla práctica –imponer una carga de la prueba compartida– sirve mejor a los
juicios de responsabilidad médica que una distinción conceptual de carga de la prueba “por
etapas”, en donde la víctima prueba la obligación (primera etapa) para que luego el demandado
pruebe su cumplimiento (= diligencia, extinción de la obligación, pago) (segunda etapa)116

Ahora bien, si la obligación que contrajo el médico es de resultado, entonces sí existen razones
para que la carga de la prueba solo recaiga en él: (i) porque se trata de prestaciones de un valor
acotado (como las cirugías plásticas), en donde hay una clara desproporción entre el riesgo que
asume el paciente y los daños que puede padecer, (ii) porque “el deudor debe controlar de tal
modo el riesgo, que la experiencia enseña prima facie que el error se debe a la culpa del
deudor”119 y, (iii) por la regla probatoria de los hechos negativos, que autoriza decisiones como
ésta: “El paciente al afirmar haber sido víctima de una ‘mala praxis’, de una atención ‘defectuosa’
o una que califica como ‘no atención’, está aseverando un hecho negativo

Otra cosa :

La jurisprudencia en los últimos años ha catalogado de modo muy general, principalmente, dos
tipos de casos en los que puede configurarse la falta de servicio. Estos son los siguientes: I. Error
médico e incumplimiento de protocolos médicos estipulados para el tratamiento de una
determinada patología. II. Falta de recursos físicos o humanos

I. Error médico e incumplimiento de protocolos Este tipo de supuestos de falta de


servicio se debe, por regla general, a la infracción de la Lex artis1 o bien al
incumplimiento de protocolos médicos por parte de los funcionarios del
establecimiento hospitalario, ya sea médicos, enfermeras, anestesistas, o cualquier
auxiliar del servicio que preste funciones relacionadas directamente con la actividad
sanitaria. Se ha definido el concepto de Lex artis como -el conjunto de
procedimientos, técnicas y reglas generales de su profesión, acudiendo a los
exámenes y análisis para fines de diagnóstico y a los medios terapéuticos en uso-

II. 1. Incumplimiento de la Lex Artis Antes del análisis de cada uno de los supuestos de
falta de servicio derivados de un error médico generado por el incumplimiento de la
Lex artis es preciso aludir a algunos planteamientos, recogidos por la doctrina chilena,
respecto del “error” en esta materia. No todo error médico constituye falta de
servicio. Barros sostiene que el error excusable no debe ser confundido con la
negligencia. En este sentido el comportamiento culpable supone que el riesgo pueda
ser evitado con el debido cuidado, por eso no da lugar a responsabilidad el error que
se produce a pesar de haberse desplegado el cuidado y la destreza exigible a un buen
profesional.

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