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PROGRAMA DE
FORMACIÓN GENERAL
CULTURA AMBIENTAL
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ONTAMINACIÓN
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Y un sector bastante complicado ha sido el de las autoridades, porque como siempre hay un
enfoque cortoplacista, se busca atender los problemas más urgentes. Por eso, el Minam está
desarrollando un programa, con el Banco Mundial, para dotar de redes de monitoreo continuo
de calidad del aire a seis ciudades del país: Chiclayo, Piura, Trujillo, Iquitos, Huancayo y Cusco.
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En Lima y en otras ciudades del país, se ha logrado detener y revertir la tendencia creciente de
la contaminación. En los últimos quince años, la tendencia era que la contaminación seguiría
creciendo, porque también crecía el parque automotor no regulado, no había un programa de
modernización de las refinerías, no había un programa de respiro de vehículos antiguos, no
teníamos masificado el gas. Creemos que, como estamos trabajando, en un plazo de tres a cinco
años podremos conseguir que la mayor cantidad de ciudades tenga controlado el problema de la
contaminación y puedan alcanzar finalmente los Estándares de Calidad Ambiental.
¿Cuáles son los principales logros y retos, del programa a lo largo de este tiempo?
El principal logro es que tenemos unos planes que sirven justamente para que las
autoridades tengan una hoja de ruta y tomen acción. Otro logro importante es que con las
autoridades nacionales, Ministerio de Transporte y el de Energía y Minas, hemos podido
conseguir que más de 50% del país tenga acceso a un combustible diésel limpio. También hemos
conseguido ir avanzando en la implementación de diversos instrumentos de regulación, por
ejemplo, el índice de nocividad, que es un instrumento que ayuda a poder establecer un impuesto
selectivo al consumo basado en que el combustible más contaminante debe pagar más impuesto.
Así, el menos contaminante debe pagar menos impuestos. Eso fue recogido por el Ministerio de
Economía en su momento y ha venido siendo aplicado de manera que desincentive el uso de
diésel contaminante o gasolina muy contaminante.
Otro logro también es el haber promovido la Ley de Aire Limpio; hemos presentado esa ley
al Consejo de Viceministros. Esperemos que sea aprobada y pase al Congreso, o en todo
caso que siga el trámite que tiene que seguir.
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Durante la semana, despertamos con la noticia de que la Carretera Central había sido bloqueada
por los trabajadores de la minera Doe Run, ubicada en la Oroya. ¿El saldo? Un muerto y decenas
de heridos hasta la fecha. Y es que el sindicato de trabajadores de la minera ha presentado un
pliego de reclamos al Gobierno, dentro de los cuales el punto más importante es la solicitud de
una legislación ambiental más flexible para que así haya mayores postores para la licitación de
los activos de la minera y, de tal modo, se evite la liquidación de los activos y se pueda evitar que
2400 personas que laboran en Doe Run pierdan sus puestos de trabajo. Dicha situación nos
permite evidenciar que no nos encontramos ante un pueblo que proteste contra la minería, sino
que, por el contrario, nos encontramos ante un pueblo que apoya la actividad minera, pese a las
graves consecuencias que Doe Run ha generado al medio ambiente y, por ende, a su salud. Y es
que la Oroya es la quinta ciudad más contaminada del mundo, de acuerdo a un estudio del
Instituto de Blacksmith[1]. Asimismo, se ha registrado que el 99,1%[2] de los niños que habitan
en la Oroya sobrepasan el nivel promedio de plomo en la sangre- 10 ug/dl – teniendo 33,6 ug/dl;
es decir, triplican el nivel de plomo permitido.
¿Y cómo es posible que un pueblo entero apoye y luche para que la legislación ambiental sea
menos rígida, si respiran plomo a diario y su sangre se encuentre llena de este metal? A Prima
facie, parecería algo ilógico y casi suicida, sin embargo, debemos tener en cuenta que el habitante
oroíno se encuentra en una gran encrucijada: ¿morir de hambre o morir por la contaminación?
Y es que, valgan verdades, 2400 puestos de trabajo se encuentra en juego y, ante un Estado
fantasma, es el único medio de subsistencia que el oroíno tiene. Resulta realmente alarmante que
esta situación, en la que uno deba sacrificar su saludy la de su familia, haya sido consentida por
nuestro Estado. Sí, consentida, porque este dilema por el que pasan los habitantes de la Oroya
no data de ayer o del mes pasado, sino de hace más de 20 años. No cabe duda que es una
situación bastante compleja, por lo que en el presente artículo trataremos de explicar los orígenes
de este conflicto así como el rol cómplice del Estado a través de estos años lo cual generó el
estallido en la Oroya.
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y empezó a operar tanto en Cobriza como en la Oroya. Sin embargo, de acuerdo a un informe
del Instituto de Defensa Legal (IDL)[3], deja en evidencia un constante aplazamiento e
incumplimiento de distintas responsabilidades y compromisos como Empresa que se dedica al
sector extractivo, tales como cumplir el Programa de Adecuación y Manejo de cumplimiento
Ambiental- en adelante PAMA-. Pero, ¿por qué tanto escándalo por no cumplir con el PAMA?
Para entender la importancia del constante aplazamiento y, por ende, incumplimiento del mismo,
debemos explicar su significado brevemente. El PAMA[4] es un programa que tiene como
principal objetivo otorgar las mayores facilidades para una correcta adecuación gradual que
permita el cumplimiento de nuevas exigencias ambientales, así como también cumplir con el
diseño de las acciones ambientales a tomar para que se pueda respetar los principios de
responsabilidad Ambiental. Es así que, dentro de tales acciones, deben estar incluidas todas
las acciones e inversiones necesarias para que se pueda reducir o eliminar emisiones y/o
vertimientos para que se puedan cumplir con los Límites Máximo Permisibles-en adelante LMP-
. Dicho esto, se evidencia la vital importancia del cumplimiento del PAMA puesto que en
principio, la actividad extractiva en La Oroya no inició precisamente con Doe Run, sino que,
existían desde tiempo atrás cuando el complejo metalúrgico empezó a funcionar con la empresa
Cerro de Pasco en 1922 y, posteriormente, con Centromin Perú en la década de los 70’s. La
diferencia radica en que la normativa ambiental resulta bastante “joven” por decirlo así, prueba
de ello es que recién en 1990 se dio la promulgación del Código del Medio Ambiente, por lo
que, el cumplimiento del PAMA resultaba necesario al inicio de sus operaciones, en 1997.
Asimismo, el cumplimiento del PAMA resulta indispensable ya que contiene las acciones
dirigidas para las reducciones de emisiones o vertimientos para cumplir con los LMP, como ya
se mencionó en líneas anteriores. Por ende, Doe Run debía haber trazado tales acciones y
aplicarlas al estar, indiscriminadamente, sobrepasando los LMP, un claro ejemplo es los niveles
de plomo en la sangre de los habitantes de la Oroya, que triplican el LMP que es de 10 ug/dl.
Pese a ello, los dos gobiernos que sucedieron al de Alberto Fujimori, el de Alejandro Toledo y
Alan García, permitieron que Doe Run siga operando con normalidad. Así pues, en el 2006, el
gobierno de Alejandro Toledo le permitió a Doe Run la ampliación del PAMA hasta el año
2009[5].
En el mismo año, el gobierno Alan García cuestionó la continuación de las operaciones de la
Empresa. Cabe resaltar que, para ese entonces, Doe Run había solicitado un salvataje
económico que superaba los $150 millones así como la continuación de la licencia para seguir
con las operaciones. Sin embargo, el gobierno desestimó tales pedidos y sometió Doe Run a
un proceso concursal. Es preciso resaltar que, de acuerdo al informe de Ideele, la negativa del
gobierno de Alan García fue con el único fin de favorecer a la empresa Cormin, quien estaba
interesada en ganar dicho proceso.
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Tiempo después y ante la decisión del gobierno de Alan García, se generó una ola de protestas
mediante las cuales se exigía una solución por parte del Estado.
El 7 de abril de 2011 Doe Run Perú junto a la firma Renco Group Inc. Iniciaron un proceso de
arbitraje contra El Estado Peruano[6] y solicitó como indemnización el pago de US$800 millones
por el cierre de las operaciones en la Oroya.
En septiembre de 2014, Profit es declarado como nuevo administrador de la empresa y se
compromete a garantizar los derechos laborales de todos los trabajadores en planilla.
EL PROCESO CONCURSAL
En mayo del presente año se suspendió el proceso de venta de los activos de la empresa que
debía culminar en el mes de junio la administradora de Profit debido a que los estudios del
Instrumento de Gestión Ambiental Correctivos –en adelante IGAC-de la empresa Doe Run
Perú que debería emitir el Ministerio de Energía Minas no fueron aprobados. Ello resulta
alarmante debido a que los IGAC[7] tienen como fin constituir medios operativos diseñados,
normados y aplicados con carácter funcional o complementario, para efectivizar el cumplimiento
de la política ambiental y las normas ambientales. Es decir, ayuda a aterrizar las políticas y
normas. Así por ejemplo, hay de control, destinados a verificar el cumplimiento de las
obligaciones; de restauración, destinado a revertir el daño ambiental; económica, permite generar
condiciones para facilitar el cumplimiento de obligaciones, entre otros. Es así que, al ser
desaprobado, comprueba una clara desatención a tales medidas por parte de Doe Run.
Por otro lado, los acreedores interesados no presentaron ninguna oferta alegando la rigidez en
materia medioambiental. De tal manera, Profit –el nuevo administrador de Doe Run- declaró el
concurso como desierto. Asimismo, alegó que ello se debe a que los estándares que exige el
Estado peruano son demasiado altos, por lo cual el cumplirlos resultaría desventajoso para la
empresa y en vez de generar activos para los mismos, generaría pérdidas. [8]
Ante ello, al no haber postores, el destino de Doe Run sería su liquidación y, por ende, despediría
a un promedio de 2400 trabajadores.
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Así pues, los trabajadores de Doe Run han elaborado un pliego de reclamos[9] mediante el cual
exigen- nombraremos los puntos más importantes- al Estado peruano una mayor flexibilización
de la legislación ambiental. Así también, exigen que el Profit deje de ser el administrador de la
empresa. Además, rechaza la multa impuesta por la OEFA a la empresa por S/. 7 millones.
Finalmente, exigen que el Estado declare en Estado de emergencia a La Oroya y a su vez, se
interese en la reactivación del complejo metalúrgico. Cabe precisar que el pedido de los
trabajadores sigue la misma línea del pedido de los acreedores, por no decir que son idénticos
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pobladores oroínos frente al medio ambiente y su salvaguarda. Sin embargo, nuevamente, pese
a la complejidad del conflicto, este pudo ser evitado y volvemos a caer en el síndrome de la
crónica de una muerte anunciada. Ello debido a que es un conflicto que se ha ido gestando desde
hace décadas, solo que ha estallado ante las nuevas exigencias de la legislación ambiental que
antes no existían. Así pues, nuestro Estado en vez de haber estado concediendo constantes
modificaciones y ampliaciones de plazos que terminaban en incumplimientos de pautas claves
que nuestra normativa establecía para Doe Run, debió buscar salidas alternas al conflicto. Quizás
esta solución resulte ingenua o digna de traer a colación la frase “el papel aguanta todo”- en este
caso el Word aguanta todo- pero lo cierto es que hubo demasiado tiempo para que el Estado
actuara.
En ningún momento se ofreció alguna otra alternativa para solucionar el conflicto, sino que, por
el contrario, se tapó el sol con un dedo y se siguió estando esperanzado en que una empresa
minera decida de una buena vez cumplir con la normativa del país en el cual opera. Peor aún, no
se interesó en crear otras fuentes de trabajo para el poblado. Los oroínos tienen como única
fuente de ingreso los puestos de trabajo que crea Doe Run así como la fuente de ingresos que
genera de manera indirecta en otros sectores como comida, transporte, etc. Es decir, la empresa
minera es lo que mantiene la economía en la Oroya, por lo cual afecta de manera generalizada a
todo el poblado.
Entonces, ¿por qué esperar a que el conflicto estalle?, ¿Por qué esperar a que haya una muerte
producto del conflicto? Somos un país en el cual los conflictos socioambientales son una
tendencia respecto a otros conflictos tales como laborales, políticos o de Gobiernos Regionales.
Así, el último reporte de la Defensoría del pueblo[13] ha registrado que tan solo en el mes de
Junio ha habido 210, de los cuales 141 son socioambientales; lo cual evidencia la recurrencia de
estos últimos. Ejemplos como los de Tía María o Conga nos permiten cuestionar qué medidas
el Estado tiene para enfrentar esta clase de conflictos tan delicados y reiterados. Somos un país
con conflictos socioambientales latentes, por lo cual resulta negligente que el Estado empiece a
actuar una vez que éstos han llegado a su punto más grave: el reclamo de atención de demandas
por parte de los habitantes hacia el Estado mediante el uso de medidas violentas. No cabe duda
que este conflicto hubiera podido ser evitado si el Estado hubiera actuado a tiempo y no una vez
desatada la violencia
BIBLIOGRAFIA
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Clima de Cambios de la Pontificia Universidad Católica del Perú. ”La principal causa de la contaminación del
aire en el Perú es el parque automotor.
http://www.pucp.edu.pe/climadecambios/index.php?tmpl=articulo&id=2001. Recuperado el 26/04/2016
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