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2. Los Sofistas forman un estrato social que no sólo constituye una clase, sino que
está desligado de todas las clases. Este grupo social carecía de procedencia en
épocas anteriores. Son demócratas en sus opiniones; sus simpatías van hacia los
desamparados y oprimidos, pero trabajan para la juventud elegante y pudiente
que puede pagar por sus servicios no así la gente pobre.
Los sofistas se convierten en la “intelectualidad desarraigada”. La ideología de los
Sofistas se encuentra por primera vez la idea de una clase intelectual que ya no es
una casta profesional cerrada, como el sacerdocio de la protohistoria o como los
rapsodas de la Edad Homérica, sino un conjunto de hombres suficientemente
amplio para asegurar la formación de las nuevas generaciones llamadas a la
dirección de la política. Creen que la “virtud” puede ser enseñada. Tienen el
concepto de las cosas son producto del espíritu y la mano del hombre. Precursores
de todos los movimientos humanísticos que tienden hacia la ilustración y el
desvelamiento de los misterios. Esto influiría en el pensamiento y la visión del
mundo en poetas y artistas. En el siglo IV no hay ningún género artístico en que no
sea perceptible este influjo.
Todo esto entra en contraposición con la extraordinaria complejidad espiritual de
Platón tanto en el carácter progresista de su arte y en el modo de ser conservador
de su filosofía, como en el naturalismo de sus medios de expresión, que toma del
plebeyo, y en el idealismo de su doctrina que tiene sus raíces en el sentido
aristocrático de la vida. La elite intelectual a la cual él quería entregar las riendas
del Estado pertenece a la antigua aristocracia privilegiada. El pueblo, según el
filósofo, no tiene derecho a intervenir en el gobierno. La teoría platónica del siglo
IV la misma función social que cumple la filosofía del idealismo alemán en los
siglos XVIII y XIX.
Platón ataca toda la novedad en el arte, del mismo modo que se opone a todo lo
nuevo, y sospecha que la anarquía y la decadencia aparecen en todo lugar donde
se despierta la novedad. De ahí su preocupación por la regulación del arte. Esta es
la primera revolución iconoclasta de la historia. Es el temor de que el arte se
vuelva una mera sensación de estética.