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La pregunta inicial es si es necesario que los funcionarios policiales necesiten de indicios que den
cuenta de un delito para así afectar DDFF.
El proyecto más problemático de regulación de control de identidad preventivo es el de agenda
corta anti-delincuencia (Gobierno de Bachelet)
Propuesta de RAMOS: cuando se sospecha que un imputado ha realizado un delito se genera una
hipótesis en la que se debiera autorizar a realizar un control de identidad como medio para la
detención, lo cual implicará una afectación de derechos fundamental, pero sería bajo una finalidad
represiva, lo cual se justifica completamente. En cambio, la realización de un control de identidad
preventivo como medio para la detención no autoriza la afectación de DDFF, puesto que la
seguridad pública no constituye fundamento suficiente para la afectación de garantías
constitucionales.
Para Ramos el control de identidad preventivo es inconstitucional por cuanto restringe la libertad
ambulatoria sin justificación suficiente (ART. 19 N°7 letra a y b).
Tesis de RAMOS: se debe acotar la interpretación del ART. 12, se debe definir qué significa “en
cumplimiento de las funciones de resguardo del orden y la seguridad pública”.
Si entendemos que este artículo se debe aplicar restrictivamente, será constitucional. Lo relevante
aquí es determinar si los controles de identidad implican una restricción a los derechos de los
individuos que justifique la seguridad ciudadana. Es decir, si es algo realmente relevante la
restricción a mi libertad ambulatoria. Para el profesor Ramos sí lo es.
Para Aristegui la aplicación del ART. 12 implica mucho más que una violación al derecho a la
libertad ambulatoria, pues es una práctica usual que individuos eviten pasar por ciertos lugares
para “ahorrarse el control de identidad, y estar en eso por máximo 1 hora”. Así, el control de
identidad pasa a hacer cambiar los planes de vida de las personas, es decir, su realización
individual.
Este artículo (186) no debe entenderse como un derecho de la víctima a accionar, a saber, a
tener la facultad de obligar a que el fiscal formalice porque:
(1) El tenor literal del ART. 186 (“cualquier persona”) no permite interpretarlo así: si hubiese
querido que la víctima obligara a formalizar hubiese utilizado “los intervinientes”.
(2) Es peligroso para ciertos delitos (especialmente la estafa), pues un acreedor puede obligar
a que un deudor se vea envuelto en un delito de acción penal pública, es decir, crea un riesgo
de que se utilice la justicia penal para fines privados.