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Estilo militar de gobierno y la administración virreinal rioplatense bajo los Borbones

Algunos comentarios en torno del reformismo borbónico

El reformismo borbónico viene de la época de la Ilustración, es un movimiento basado en


la razón, que llevo a unas formas de concebir el gobierno, donde la corona debía ser la
responsable de modernizar la sociedad. Esta sociedad era la sumatoria de individuos que
se vinculaban a la corona en una relación binaria. El reformismo se basó en organizar el
estado centralizado, unificar los reinos que mantenían sus tradiciones de derecho,
controlar la iglesia y la educación, además de formar una organización con miembros
nuevos, en su mayoría militares y capacitados para gobernar con criterios diferentes a los
tradicionales, queriendo lograr un imperio controlado por el ejército, para así obtener
resultados seguros. Así se quiso llegar a una modernización en el que no se contemplan
normas tan explicitas, y donde se pretendía imponer la voluntad regia absoluta, regulando
así también la vida de los vasallos. Los monarcas quisieron ampliar el ámbito de la gestión
publica.

La nueva monarquía, consiguió una resolución administrativa que le permitió incursionar


en materias que habían permanecido ajenas a su control, llevándose a cabo reformas
profundas en el manejo de gobierno. Las novedades de la administración central fue la
aparición de los secretarios del despacho, y funcionarios que dejaron de lado la vieja
organización polisinodial, que se basaba en los tradicionales concejos.

Se pretendía liberar a la monarquía de la tradición del ius commune, y sustituirla por las
normas de una corona que buscaba el asentamiento del derecho patrio y el orden natural.
Así con las inseguridades que acarreaba la gran cantidad de normas y sus diferentes
interpretaciones, se soñó con llegar a un mundo gobernado por la buena legislación del
rey. En el Consejo de Castilla, el 4 de diciembre de 1713, se estableció que en los
tribunales reales se debía dar más valor a las leyes civiles y canónicas que a las leyes,
pragmáticas y estatutos que estuvieran fuera de ellos. Esta renovación jurídica intento
potenciar la economía de España, movilizando a los individuos a que busquen su felicidad
y provechos personales. Esto llevo a dejar de lado los diferentes ordenamientos
hispánicos y suplantarlos por uno de síntesis, que fue el español con un factor dominante
castellano.

Desde el siglo 18, se vivió la implantación de una administración territorial fuertemente


militarizada asignada a las Fuerzas Armadas, con grandes responsabilidades gubernativas
sobre todo en los territorios estratégicos. Con la aplicación de técnicas bélicas en materias
de orden público, se notó la expansión de la jurisdicción militar sobre el ámbito civil. Así,
para finales del reinado de Carlos III los integrantes del ejercito y de la armada eran
titulares de toda la península, siendo los profesionales de las armas, parte de la influencia
social. En 1784 se dictó un decreto que estableció que los bandidos que fuesen
perseguidos por militares y se opusiesen a su detención, debían ser juzgados por consejos
de guerra, por resistencia a la autoridad. Así se quiso conseguir que además de actuar
frente a hechos extraños, los militares sirvieran para perseguir a los delincuentes, además
de que ayudasen a construir obras públicas. En el proceso de disciplinarizacion impulsado
por la monarquía, se hizo todo lo posible por establecer nuevos criterios para el
desempeño de la administración, además de la necesidad de contar con una sociedad
dócil en el cumplimiento de sus ordenes.

El ejército del siglo 18, caracterizado por la profesionalización, la aparición de los


uniformes, la institucionalización de una enseñanza militar inspirada en criterios bien
distintos a los universitarios, la consolidación del escalafón, y la construcción de cuarteles
para que hiciesen vida en común los soldados, surgió lo que bien se ha dado en denominar
“monarquía militar”, donde los déspotas ilustrados aspiraron a volcar al mundo civil el
orden, la jerarquía, la precisión y la uniformidad castrenses. Así se produjo un traspaso de
las prácticas castrenses al ámbito administrativas, donde muchos cargos civiles se le
adjudicaron a militares, lo cual trajo acarreado los reclamos en la corona, debido a sus
métodos directos y atropelladores. De este modo, el 24 de julio de 1798 la audiencia
catalana se dirigió al monarca, manifestándose en contra del despotismo del mando
político de los capitanes generales.

El disciplinamiento de la administración indiana

Queriendo implementar las técnicas de encuadrameito de la sociedad y la administración


en indias, pocos ámbitos permecieron ajenos a modifciaciones. Asi teniendo como marco
idelogico el pensamiento del virrey en el que los súbditos del monarca nacieron para callar
y obedecer, y no para opinar en los altos asuntos del Gobierno, en 1800 se puso censores
regios en las universidades, para evitar que se enseñasen doctrinas prohibidas o que
afectasen los decretos de la Corona. una de las preocupaciones fundamentales de la
Corona fue suprimir el poder de las estructuras corporativas existentes, siempre que no
sea necesario contar con su auxilio, asi paso con el ejército, comerciantes y propietarios
de minas, quienes previamente incrementaron sus privilegios. Así, en el siglo 18 se fue
dando la paulatina incorporación de los indios encomendados a la corona, en cuanto
fueran concluyendo los respectivos privilegios, también se produjo un significativo avance
de la administración regia.

Esta nueva política fue sobre todo aplicada en el ámbito religioso, queriendo reducir el
poder y la influencia de la iglesia en la vida social y económica americana. Así la corona
incorporo a los clérigos como miembros de una administración paralela a la civil,
reduciendo sus tareas y sacando provecho del papel la Iglesia al hacer que los sacerdotes
por medio de sus sermones, infundiesen en el pueblo que el amor y respeto a los
Soberanos y al Gobierno constituía una obligación. Con el sometimiento de la iglesia, se
pretendió que los eclesiásticos obedeciesen las cédulas expedidas por el rey en materias
del gobierno espiritual, así se logro un control de los concilios americanos, la reducción de
la competencia eclesiástica y la apropiación de bienes de la iglesia. Además estaa la idea
regalista según la cual los eclesiásticos eran unos súbditos de la monarquía, razón por la
cual también estaban sujetos a la autoridad regia. En 1770 se ordenó que los jueces
eclesiásticos no pudiesen intervenir en crímenes, ni en delitos en los que los hombres de
la Iglesia no estuviesen capacitados para aplicar las penas establecidas en las leyes civiles,
también se eliminó la competencia religiosa en lo atinente a los testamentos y se redujo la
institución eclesiástica a dos iglesias por población, además se declaro incompetente a los
eclesiásticos en el ámbito de restitución de dotes en causas matrimoniales de divorcios,
por ser área de magistrados laicos y se estableció que los eclesiásticos carecían de
privilegios en el caso de ser acusados de delitos.

Otras de las manifestaciones de las Corona en materia eclesiástica es la donación de los


bienes de hospitales, casas de misericordia y demás, fueran destinados a la Real Caja
Amortizadora de Vales Reales. Además, se dispuso una reforma de las órdenes religiosas
americanas, mediante el envío de visitadores controlados por la Corona, y con la
promulgación del denominado Tomo Regio, se estableció que en esas reuniones debían
asistir las autoridades civiles. Por otra parte, se ordenó a los obispos indianos que además
del juramento de obediencia hecho al Sumo Pontífice, debían prometer fidelidad al rey y
no perjudicar las ordenes de la corona ni las leyes del reino.

Todo el proceso tuvo como eje central el establecimiento de las intendencias, nuevo
régimen político que experimentado en Castilla desde 1718. En definitiva, América se
levantó sobre la base de una nueva y bien dotada administración pública, que pretendía
arribar al inmediato cumplimiento de las decisiones regias, evitando las interpretaciones
dilatorias. En cuanto al sistema de las intendencias en concreto, impuso una doble
uniformidad, se establecio en todas las regiones de América un solo y mismo tipo de
gobierno local, y sometiendo a todos a unas reglas jerárquicas que ascendían desde las
bases hasta los órganos más elevados de la península, cuyo dominio era absoluto e
irreversible, resultando en el creciente intervencionismo de la Corona en ámbitos hasta
entonces ajenos a su competencia.

Entre otros aspectos del régimen borbónico, también se recortaron las atribuciones de las
audiencias y de los virreyes, lo cual llevo a que el engrandecimiento del poder real fuera
tan absoluto, que derivó en la declinación de las figuras intermedias. El cese del poder
virreinal no sólo se debió a la implementación del nuevo mecanismo de las intendencias,
sino que afecto además el envío de visitadores, la implementación del sistema de regentes
en las audiencias, la exhumación del juicio de residencia, y principalmente, el control
ejercido desde la Corte por los Secretarios del Despacho.

Durante el siglo 18 la corona española adoptó importantes medidas en la administración


territorial indiana, transformación que tenía objeto en superar los desafíos en materia de
defensa. En cuanto a la creación del virreinato del Río de la Plata, se dice que fue creado
casi exclusivamente por consideraciones estratégicas, con anterioridad a su instauración
se habían establecido en el área, tres gobiernos subordinados: el de Montevideo,
subordinado al de Buenos; el de Malvinas, encargado siempre a la dirección de oficiales de
la armada; y el de las Misiones. En cuanto a la serie de reformas aplicadas en el ámbito
militar en América de fines del siglo 18, transformaron al Ejército de América en una
institución que además de la defensa exterior de las posesiones de la corona, tuvo que
asumir la representación de la autoridad real en el Nuevo Mundo, y respaldar la ejecución
de las reformas administrativas. Así se introdujo en la América borbónica un estilo militar
de gobierno dirigido al mantenimiento del orden público interno.

La militarización de la administración indiana logro arreglar desordenes virreinales. En


cuanto a lo dispuesto en la Recopilación de Leyes de Indias, en caso de resultar muerto o
impedido de ejercer su cargo un virrey tradicionalmente éste era substituido por la
audiencia, y avanzado el siglo 18, lo era por el regente, pero luego se le fue dando cada
vez más valor a la sucesión militar. La situación para el siglo 19 dio un cambio radical ya
que a través de una orden real se estableció que en todos los virreinatos en los que el
mando político, el militar, y presidencia recaiga en la Audiencia en casos de muerte, ahora
pase al Coronel del Ejército, y de no haber, recaiga en el regente u oidor decano. Esto fue
algo así como el acta de defunción del régimen virreino-senatorial indiano.

En la militarización de la administración indiana del siglo 18 abarco desde los niveles más
altos del gobierno hispanoamericano hasta sus escalones inferiores. En cuanto a los
niveles superiores, la militarización de los virreinatos llego a una reforma de intendentes
quienes quedaron subordinados a los virreyes, y éstos a las autoridades peninsulares.
En cuanto a las manifestaciones indianas de la monarquía militar borbónica en la que la
carrera de las armas se identificó como una admirada profesión puesta al servicio de Su
Majestad. De este modo:

1° la importancia que tuvo la sustitución del viejo mecanismo indiano de defensa, basado
en el papel asumido por los vecinos, y dirigidos por un funcionario político que actuaba
como capitán general, por una organización castrense (militar) integrada por tropas, bajo
las órdenes de las autoridades residentes en Indias pero directamente subordinadas a
Madrid, y que gozaba de cierta autonomía respecto del resto de los funcionarios indianos.

2°. en Indias la "militarización" de la monarquía vino con la idea de superar los eventuales
desbordes de la población americana, que además de ser la defensa de las Indias, la tropa
veterana debía velar por la quietud de nuestras Indias y demás colonias distantes.

3°. el encuadramiento de la población civil local, debido a la vigencia de los reglamentos


de milicias indianos.

4°. La extensión del fuero militar frente a la administración de justicia.

5°. La militarización de la ciencia.

6°. La dimensión “pobladora” de las Fuerzas Armadas hispanoindianas de finales del siglo
18, donde se hicieron repetidas incursiones en tierras indígenas. Además, los militares
fueron responsables de una activa política poblacional, tanto en lo relativo a la ocupación
del espacio como a la mejora de las condiciones de vida de los habitantes. Así la nutrida
presencia de tropa veterana trajo como consecuencia el desarrollo de actividades
comerciales y de talleres y de ciertas industrias dispuestas para atender a las necesidades
de los contingentes armados.

7°. De acuerdo con el rango militar indiano resultaba posible el ascenso en la vida
castrense prestando alternativamente servicios en funciones "civiles" y "militares".

Influidos por un marcado sentido de obediencia, una legión de militares alcanzó a ejercer
destacadísimas funciones en la administración indiana, sobre todo a partir de mediados
del siglo 18.

Los militares indianos alcanzaron destacados puestos en la administración civil. Por el


contrario, bajo los reinados de Carlos III y de Carlos IV los máximos magistrados indianos
fueron virreyes devaluados, generalmente perdedores en sus enfrentamientos con los
secretarios del despacho peninsulares o con enérgicos visitadores. Durante el siglo 18 los
que eran parte de un virreinato podían acceder al ejercicio de su función tras exhibir una
hoja de servicios poblada de antecedentes. Además, el cargo de virrey, no significaba, que
no siga ejerciendo sus anteriores servicios, ya que muchas veces resultaba el escalón
previo a desempeñar funciones más destacadas.

En cuanto al nivel inferior del gobierno regio, en las Indias se integró un entramado militar
de la administración territorial. De este modo, con algunos tímidos esfuerzos con ideas de
restringir la participación militar en el gobierno civil, la corona recurrió en numerosas
ocasiones a los hombres del ejército y de la armada para que desempeñasen funciones
políticas.

Con la importancia que tomaron los militares en la conducción política de los territorios
indianos, una real orden del rey dispuso, que, para evitar confusiones en las clases de los
comisarios de guerra, estos vestirían uniformes propios y privativos de Ministros de Real
Hacienda de Indias.

Expresiones rioplatenses del disciplinamiento borbónico


En 1776 se aplicó en el Río de la Plata una política dirigida a someter a la voluntad regia a
todos los status de la sociedad y de la administración local. Para lo cual se incito a los
intendentes a llamar a sus tenientes subdelegados, alcaldes ordinarios y demás jueces
subalternos y a funcionarios del monarca para advertirles su obligación y persuadirlos a
que cumplan con ella. De esta manera se fue asumiendo como una obligación su
sometimiento a las leyes del rey.

Los cabildos, se convirtieron en uno de los blancos de discursos los marcaban como
autores de irrespetuosos, insultantes y ajenas al preciso honor de los jefes y recia
obediencia a los superiores. Por esto, los funcionarios de la Corona intervinieron en las
decisiones concejiles para exigir la designación de asesores letrados capitulares, controlar
la gestión de los recursos económicos de los cuerpos, a restringir la competencia
territorial de los alcaldes en materia judicial y a controlar la elección de los miembros del
capítulo. Juan José de Vértiz, siendo ya virrey, dispuso en aplicar lo que decía en la
Recopilación de Leyes de Indias, que en ningún cabildo rioplatense se concediese a nadie
la posesión de oficios concejiles, sin que antes la elección de los nombrados no hubiese
sido confirmada por el virrey o por la autoridad virreinal. Asi en los cabildos se fueron
adquiriendo aspectos de la militarización borbónica y el virrey Vértiz declaró que los
oficiales de las milicias, que tengan empleo político, o Ayuntamientos, sean admitidos a
todos los actos, y funciones de su estatuto, correspondientes a sus respectivos encargos,
con el uniforme propio de su clase.
En el Río de la Plata, con la implementación de la política borbónica se aplicaron cánones
de calidad técnica en el manejo de los papeles administrativos y forenses usando de
referencia la ley regia, que era tomado como el norte en todo tipo de actuaciones
administrativas, al tiempo que se concebía como infinitamente superior a una costumbre.
De esta manera, se fue imponiendo la idea de que los jueces administraban justicia por las
leyes, y que, por lo tanto, no debían pretender actuar más que como “meros ejecutores
de la ley”.

La Corona pensaba que los demandantes depondrían sus caprichos y serían más
obedientes a la autoridad en la medida en que los abogados ceñidos a las leyes no
firmasen instancias indebidas. Por otra parte, mediante una cédula se determinó que los
tribunales debían atenerse a las leyes en la formación de los procesos criminales, pero se
fue imponiendo la práctica del asesoramiento letrado obligatorio de los alcaldes porteños
para evitar el desarreglo, con la exigencia de la firma letrada en los escritos judiciales.

Además de los cuatro gobiernos militares, desempeñados por oficiales del ejército, estos
tenían el conocimiento de cinco causas: justicia, policía, hacienda, guerra y mando militar.
La militarización de la administración rioplatense no se redujo a las más altas dignidades
virreinales. Los militares colaboraron en ministerios diferentes a los puramente relativos a
la milicia, tanto fue así, que uno de los pocos elementos que permitía distinguir qué
funciones eran propias del gobierno civil y qué del militar, surgía de analizar si el
beneficiario del cargo en cuestión debía o no abonar el derecho de media renta. Así, Su
Majestad se sirvió declarar que los empleados puramente militares, sin mezcla de político,
ni Administración de Real Hacienda se los eximiese del pago del referido impuesto. Por
otra parte, en la militarización de la administración rioplatense, derivó una constante
aprobación de la habilidad y de los grados militares de los candidatos a la hora de
adjudicar o no ciertos puestos.

Enfocado el formato castrense al diseño y control de la entera sociedad, el componente


militar de la administración virreinal se tornó omnipresente en todas las actividades de
una población, donde posibilidad de mantener el orden en la campaña se vinculaba
estrechamente con la posibilidad de contar o no con los medios militares suficientes. Sin
embargo, este temperamento no impidió que las máximas autoridades locales admitiesen
la necesidad del auxilio letrado.

Ahora bien, que en el Río de la Plata se admitiese la poderosa influencia de lo castrense no


significa que no se produjesen conflictos entre los militares y los integrantes de unas
estructuras políticas civiles que desempeñaban de forma diferente sus funciones
gubernativas. Por esto, los funcionarios civiles no perdieron oportunidad para
despacharse contra las faltas de respeto que decían sufrir por parte de algunos oficiales.

Dicho de otra manera, la cotidianeidad del trato entre los elementos civiles y castrenses, y
la dependencia de aquéllos respecto de los auxilios de éstos, introdujo en la
administracion virreinal un “estilo militar” de gobierno que, además de llegar, a ser
desaprobado por los mismísimos virreyes, generó una cierta inestabilidad permanente en
las relaciones entabladas entre civiles y hombres de armas.

Consideraciones finales
En las Indias, se sufrieron inéditos criterios de sujeción y subordinación administrativa
durante el período borbónico. Ahora bien, en cuanto a la monarquía tardocolonial,
vinculada al deseo de lograr un mejor control de los territorios americanos, se instaló la
concepción burocrático-administrativa de inspiración castrense, que se pretendía que
gozase de un éxito duradero.

La militarización de la monarquía borbónica no significó conformar un reino dedicado al


ejercicio primordial de la guerra. Se trató, en cambio, de adoptar dispositivos que
acomodaran la sociedad bajo parámetros de clases.

Ahora bien, en una América borbónica la militarización generó, tanto el rechazo de los
sectores sociales bajos, como el profundo desagrado de no pocos integrantes de los
grupos superiores, que vieron enormemente disminuida la autonomía de la que gozaban
frente a los dictados de los funcionarios de la Corona. Simultáneamente, se notaba el
deseo vanidoso de los criollos por incorporarse a las milicias indianas patrocinadas por la
Corte, quienes tenían la convicción de que el ingreso al ámbito castrense aseguraba, o al
menos favorecía, el ascenso y la feliz culminación del agraciado en el real servicio.

el importante papel que la Corona le asignó a los militares en la Administración indiana


fueron:

1°) la formación militar, constituía suficiente escuela para desempeñar cargos civiles.

2°) los cargos desempeñados por los militares como gobernantes constituían "actos de
servicio", propios de la carrera castrense.

3°) el ejercicio del gobierno americano no exigía una previa experiencia en las cosas
indianas, ya que las facultades castrenses proveían destrezas aplicables en cualquier tipo
de situación.

4°) los destinos americanos no eran la culminación de una carrera administrativa, sino que
era como una etapa previa a la obtención de mayores reconocimientos en la metrópoli.

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