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ÍNDICE

Prólogo PRIMERA PARTE


ECONOMÍA AUTÓNOMA
14
1. El hombre ¡lega al Perú
15
2. Salvajismo
21
3. Barbarie
30 Estadio inferior
39 Estadio medio
45
4. El incario
73 Fuentes históricas
73 Tipificación del incario
78 Condiciones materiales
84 Orígenes y expansión
88 Estructura económica .:■..
92 Producción de bienes
94 Agricultura
94 Ganadería
107 Caza y pesca
110 Minería
112 Artesanía
114 Prestación de servicios
120 Caminos ,.
120 Transportes
124 Comercio
127 E! Estado incaico
155 El ayüu como base del Estado
158 Organización política del Estado incaico 161
Redistribución y tributos
168 Lucha de castas en e! incario
172
SEGUNDA PARTE: FORMACIÓN ' FEUDAL-ESCLAVfSTA COLONIAL
179
Espansión del mundo antiguo 179
El auge material de España 180
Decadencia material de España 185
Inmovilismo de la estructura socia¡ - 197
Política rehabilitadora de los Borbones 200
150.000 hombres, 90.000 mujeres y más de 100.000 niños, muchos de
ellos de 5 a 6 años de edad.
Pero España parece inmune a las inquietudes capitalistas de su época. Su mentalidad
cerrilmente conservadora se opone a todo lo que sea innovación. Los espíritus apenas son
contagiados con la pasión reformadora de Carlos III, el más grande déspota ilustrado de
la época, eficazmente secundado por unos pocos ministros de pensamiento liberal, tales
como Floridablanca, y Aranda, . El pueblo permanece impasible ante las medidas de
promoción industrial. "A los españoles no les gusta el trabajo muy regular y realizado en
común,.prefieren los oficios modestos que, junto a ingresos modestos, dejan mucho
tiempo libre", escribe un crítico de la época.
Las respuestas a estas preguntas han dado motivo a la formulación de una variedad de
"teorías", que debemos considerar si queremos hacer una evaluación correcta del
desarrollo socio-económico del Perú entre 1543 a 1981, esto es, desde la fundación del
virreynato del Perú hasta la fecha.
No hay en los textos de Marx, una verdadera teoría de los modos de producción
coloniales. Para realizar esa obra que dejó a sus continuadores, será preciso tener presente
que no se puede definir un modo de producción simplemente partiendo de la presencia o
ausencia de una forma dada de explotación dei hombre por el hombre.
Sobre las ruinas del modo de producción asiático construido por los incas, los
conquistadores se esforzaron por levantar todo un nuevo sistema económico, aportando
para ello nuevas fuerzas productivas y nuevas relaciones de producción.
De Sanctis cita, aprobándolo, un pasaje de JC Mariátegui en que dice:... El régimen
medieval de la colonización conciliaba, en resumen, teórica y prácticamente, la propiedad
feudal y el sistema comunitario". Sobre el particular debemos observar que ante el incario
estamos frente a un modo de producción asiático, por las razones que dimos en su
oportunidad, mientras que España vivía un sistema mercantil en plena regresión feudal.
No creemos correcto hablar de "modos de producción coloniales" como lo hacen Santana
Cardoso, González Casanova, Jean—Lup Herbert y otros. No estamos frente a un nuevo
modo de producción fundado sobre nuevas relaciones de propiedad, sino de modos de
producción prexistentes forzados por la violencia del conquistador a amalgamarse y
proyectarse en el futuro hasta dar paso a un nuevo modo de producción que cobra
magnitudes universales: el capitalismo.
Las relaciones de dependencia creadas por la conquista y la dislocación casi integral del
incario no dan forma a un nuevo modo de producción, como la conquista inglesa de la
india no anulada todalmente el modo de producción asiático que imperaba en esa región
del mundo. El capita lismo inglés, pese a su enorme poder económico y financiero sólo
fue penetrando lentamente y deformando hasta lo que fue posible la economía hindú. Por
la dificultad que presenta el problema, nos reservamos el derecho de fundamentar nuestra
tipificación del Perú colonial en un párrafo posterior y en el lugar adecuado. (*)
de otros utilizando el método del roce y el de puquios. Veámoslos.
El sistema de andenes fue conocido en las Filipinas, China, Portugal, Cataluña e Italia,
pero sin alcanzar la difusión y perfección lograda entre los incas. Su finalidad acá era
crear tierra agrícola en las áridas y casi verticales faldas de los Andes y detener la acción
erosiva de las lluvias y del viento. Según L. Valcárcel el total de andenes construidos por
preincas e incas permitirían dar la vuelta al mundo y L. Bueno estima que cubren
perfectamente la cifra de veinte millones de hectáreas.
Con el fin de construir tales andenes, cortaron los cerros en forma de escalones
construyendo muros de contención, para evitar su desmoronamiento y acarreando desde
los valles interandinos tierra vegetal, utilizaron las plataformas para'el sembrío,
especialmente del maíz como si fueran macetas gigantes. A diferencia de los -"jardines
flotantes" de Babilonia o las "chinampas" de México antiguo , nuestras terrazas, andenes
o "sucres" fueron construidos con una finalidad social: ga- f nar tierra para la actividad
agrícola. <

Los puquios eran otros de los medios puestos en práctica para ganar tierra '"'
agrícolamente apta. Para ello procedían a excavar el suelo ahí donde eran nulas las lluvias
y escasa el agua de los ríos, hasta alcanzar un nivel apropiado de humedad, formando así
grandes hondonadas rectangulares en donde era posible sembrar. Según Garcilaso y
Reginaldo Lizárraga algunas de ellas alcanzaban a medir hasta cuatro fanegas españolas,
es decir, unas 2,5 hectáreas nuestras. En esas hondonadas se cultivaba especialmente
maíz.
El roce era utilizado en la vertiente oriental de los Andes, donde los valles son cálidos y
la atmósfera húmeda, lo que hace que la lluvia torrencial y casi permanente produzca
enorme cantidad de humus, que hace innecesario el empleo de la irrigación y el abono.
El desmonte efectuado por el sencillo sistema de prender fuego a la maleza reseca de la
región elegida, permitía obtener millares de hectáreas de tierras óptimas y que rendían
hasta dos cosechas de maíz o de coca al año.
Gracias a esas abras de ingeniería y a esos originales procedimientos de creación de
tierras, a lo que debemos sumar la construcción de reservónos y embalses, los incas
lograron atenuar, ya que no resolver el gravísimo problema de la escasez

de tierras y agua en las dos principales regiones geográficas del país. Era preciso asegurar
la disponibilidad de agua en la Costa, donde las lluvias son casi desconocidas y en donde
los ríos son de régimen irregular, a la vez que se necesitaba ganar tierras en la Sierra
donde, según James, sólo el 1.2 °/o de la tierra era susceptible de utilizarse para cultivos.
En la actualidad se intenta demostrar que la "fortaleza" de Sacsahuamán no era otra cosa
que un gigantesco reservorio, mientras en Nepeña nos encontramos con un diqlie de pie-
dra de 1.200 x 800 metros. Ambas son la respuesta de la tecnología y la organización del
trabajo incaicos al reto lanzado por la naturaleza.
Propiedad agraria: La propiedad colectiva de la tierra en el Perú, escribe Marx, es
manifiestamente una forma secundaria introducida y transmitida por tribus
conquistadoras, que conocieron ellas mismas la propiedad común y la producción
colectiva. Tal proceso se verifica entre nosotros a raíz de la expansión incaica que trajo
consigo la expropiación de las comunidades pobladoras, las que perdieron el derecho de
propiedad sobre la tierra. El Inca, personificación del Estado en germen, se convirtió en
el propietario de la tierra conquistada y los "ayllus" vencidos sólo retuvieron el derecho
a recibir por parte del Estado una parcela, tupu, con la cual debían atender a su
alimentación y a la de su familia.
Según Ondegardo, Cieza, Balboa y Cobos al incorporarse la tierra conquistada los
geómetras procedían, por medios de cuerdas y piedras, a medir y delimitar las tierras
cultivables; y los estadísticos recurrían a empadronar a los habitantes, los animales, las
viviendas, los bosques, las minas, las salinas, las fuentes, los lagos, los ríos y, en general,
todo lo que era susceptible de ser contado y anotado, procediendo a levantar un mapa de
la región. A continuación, según las mismas fuentes, se procedía a dividir las tierras de
cultivo en tres porciones destinadas a! culto, el Inca y la comunidad. Esto plantea una
seria cuestión acerca de la división tripartita de la tierra en el incario: ¿cuál es la extensión
relativa de las tierras del Inca, del Sol y de la Comunidad? ¿Significa esa división tripartita
un reparto en tercios iguales? Las respuestas son diversas entre cronistas e historiadores.
Así, Ondegardo afirma que la "porción del inca" era la mayor de las tres; mientras
Garcilaso y Cobo sostienen que la participación se hacía de manera que "el pueblo tuviese
bastantemente en qué sembrar, que antes le sobrase que le faltase". Garcilaso no vacila •
en sostener que cuando aumentaba-la población y no había tierras disponibles a repartir
entre los nuevos pobladores, se procedía a disponer de las tierras asignadas al Inca o al
Sol, sin afectar las parcelas que correspondían a los "ayllus".
Por otra parte, mientras Algarroti, Marmontel, Spencer, Markham creen que las partes
entregadas no eran iguales; Martens cree que son más o menos iguales y Halstein declara
que los cultivos y cosechas eran divididas en tres :: partes desiguales.
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Las tierras del Sol las divide Ondegar-do entre ei Sol —Ticsi Viracocha—, el Rayo y
otras divinidades menores. Por su parte, Gavilán y Calancha nos dicen que los acliahuasi
y templos de Copaca-bana y de las islas del lago disponían, además, de tierras asignadas
en las zonas
subtropicales, que les proveían de los productos propios de esa región, como camote,
yuca, maní, palta, papaya, etc. El producto de las tierras del culto se consumían en la
atención de las necesidades de sacerdotes y sacerdotisas, dejando una parte de ellas para
atender a las ofrendas y sacrificios en las festividades religiosas, como el yawar sanku,
pan de sangre, el Inti raymi y otras festividades en las que se consumían grandes
cantidades de maíz, quinua, cañi-hua, maní, carne, etc. En casos de calamidades públicas
—prolongadas sequías, heladas, terremotos, pestes, etc.— se procedía a coger los
alimentos necesarios de las reservas de los templos.
Las tierras del Inca se destinaban a la atención de las necesidades de la familia rea! y de
sus servidores —dos a tres mil personas— y de una numerosa y creciente burocracia.
Según Blas de Valera se atendía con esos productos a las necesidades de las guarniciones
militares. Ondegardo y otros afirman que las tropas en campaña eran igualmente
sostenidas con los productos de la tierra del Inca. Además en los casos de catástrofes
públicas eran los almacenes del Inca los primeros en proveer a las necesidades de los
damnificados, sin tocar la producción de las comunidades.
Las tierras de la Comunidad, eran sometidas a un régimen que recuerda al mir ruso, la
dessa javanesa, la comunidad marroquí.
El sistema de distribución de las tierras de la comunidad permaneció invariable desde la
época preincaica. La posesión de la tierra por la comunidad daba margen a la creación de
una marka, palabra que existía en quechua y aymara para designar la tierra poseída por
un ayllu. Una prueba de esto es la proliferación del término como sufijo en muchos
nombres de pueblos, tales como Chuncomarca, Yanamarca, Cajamarca, Urumarca,
Punumarca, Cuntur-marca. Por rara coincidencia esa misma palabra y con el mismo
significado se empleó en las comunidades germánicas primitivas.
Otorgada la tierra por concesión graciosa del Inca, la comunidad procedía a su
distribución aplicándose, en lírfeas generales, el siguiente procedimiento.
En primer término, se instalaba la población dentro de la marka, eligiendo para ello la
zona más favorable, dando preferencia a las tierras próximas a ríos, lagos u otras
corrientes de agua, pero generalmente en alturas no laborables a fin Oe no restar tierras a
la labor agrícola. Esa preocupación se hace evidente en la ubicación de Pachacamac y
Chincha en la Costa, establecidas en tierras fácilmente fecundadas por las aguas del río;
y de Cuzco y Ollantay en la Sierra, colocadas en declives rocosos no susceptibles de labor
agrícola.
9y
" * A continuación se procedía a fijar la heredad de cada comunero que comprendía la
vivienda y la huerta o muya, que era una porción de tierra que el comunero destinaba al
cultivo de algunos productos alimenticios —hortalizas, 'papas, quinua- y encierro de sus
animales. Era mirada como propiedad personal del hatunruna que la comunidad debía
respetar, pero que aquel no podía '! enajenar.
Luego se procedía a estimar dividida en dos porciones la tierra de la marka,
que en el Cuzco se designaba: una, que se destinaba al cultivo inmediato]
' llacta pacha, que se procedía a parcelarla entre los componentes del ayllu';
y otra, marka pacha, que se mantenía en barbecho hasta que las necesidades
políticas o económicas hicieran necesaria su utilización.
La llacta pacha se dividía en parcelas cuya medida común era un tupu. Se-, , gún
Garcilaso su extensión era de media fanegada, aunque en la actualidad se tiende a aceptar
que se trataba de una expresión genérica cuya extensión variaba de acuerdo con la región
geográfica, la calidad del suelo o la clase de
, producto a cultivar. Cuando el terreno era de naturaleza muy variada, el tupu se for-■"
maba mediante la entrega al beneficiario , de lotes separados, de modo que a cada uno de
los miembros del ayllu le tocara tierras de diferentes calidades. Según Fal-■é con, la
necesidad de mantener tierras en barbecho daba margen a la redistribu-: ción
anual de la tierra, pues, "el Inca no ■ retiraba de sus parcelas a los indios sin causa muy
grande y por convenir a la seguridad de la tierra y si le quitaba unas le

daba otras", es decir, que no se trataba de un despojo sino de un traslado, mi-. rando el
propio bien del adjudicatario o de la comunidad. En cuanto al plazo señalado para tal
redistribución existe disparidad de criterios. Cobo, que afir-t ma haber asistido a esos
repartos, escribe: "los caciques distribuían'cada año la tierra entre sus subditos". Con tal
opinión coinciden Acosta y Ondegardo, . así como Herrera y Garciiaso. Otros afirman
que tal reparto se hacía en plazos ,» variables. Según Cunow el reparto de las tierras se
hacía dentro de cada ayllu siguiendo las costumbres inmemoriales y de acuerdo con las
normas consuetudinarias en cada localidad, sin intervención directa del Inca o de sus
representantes. Tal reparto se hacía cada año en unos lugares o en diversos períodos y
según regias determinadas, en otros.
No podemos terminar este tema sin ocuparnos de dos problemas que han ^ dado y siguen
dando motivo a duras controversias y que por su importancia bien merecen este párrafo
aparte, ellos son: la cantidad de la tierra entregada ,. y el título a que se hacían esas
entregas.
¿A cuánto, expresados en unidades métricas modernas, corresponde esa j "mayor
porción"? Constituye un criterio uniforme entre cronistas e historiadores, que cada
hatunruna recibía un tupu por cada hijo varón y medio tupu
por cada hija. Sin embargo Ondegardo afirma que los curacas recibían una' porción mayor
de tierra de acuerdo con su rango. Cunow que comparte esa opinión hace ascender esa
porción entre 3-4 a 30-48 veces lo que recibía el común, según se tratara de un
pachacacamayoc o de un huarancacamayoc, es decir, de jefes de 100 a 1,000 familias. En
otros términos que recibían entre 0,96 a 12,8 hectáreas, ya que según Garcilaso el tupu
era de 0,32 hectárea. La porción recibida dehíá ser trabajada por el curaca y sus familiares.
Evidentemente, tal asignación no sólo rompe el concepto de distribución igualitaria de la
tierra, sino que considerando la crónica y comprometedora escasez de la misma pondría
en grave peligro la existencia misma del sistema. Estas consideraciones, a la que debe
sumarse la soledad de sus defensores, hace que rechacemos la idea de esas "mayores
porciones".
¿A qué título se entregaban esas mayores porciones en favor de una burocracia de nivel
medio a inferior? De acuerdo con lo sostenido por Acosta y Ondegardo, ratificado por
Herrera y Garcilaso, las entregas de tierras se hacían a título de usufructo y no de
propiedad, con el agregado de que "el comunero no podía, bajo ninguna circunstancia,
transformar en propiedad el derecho de usufructo que poseía". Disposición que concuerda
con el principio-de desconocimiento de la propiedad privada bajo el modo de producción
asiático, afirmado por Marx y que ratifica L. Valcárcel cuando afirma que "la propiedad
privada era desconocida por los indios de América". Sin embargo, .Betanzos no vacila en
escribir que "el territorio que rodeaba al Cuzco había sido distribuido entre la nobleza de
la capital". Esto permite a L. Lumbreras ■ sostener que "los incas del Cuzco poseían
derechos territoriales sobre determinadas zonas alrededor del Cuzco; no los Incas sino
cada Inca con su familia; así Pisak pertenecía a una familia y posiblemente Lucre a otra,
etc. La propiedad privada estaba en proceso de gestación".
Pese á tales afirmaciones, todo lo que hasta aquí se sabe acerca del régimen de propiedad
entre los incas nos permite afirmar que sobre la tierra se obser-
: van los siguientes derechos: el Inca poseía un derecho de propiedad eminente sobre toda
la tierra; la nobleza y el clero sólo gozaba del derecho a los frutos de la tierra asignada al
Inca y al Sol, respectivamente, al paso que el pueblo gozaba del'derecho de usufructo a la
tierra del ayllu. Y esto con toda preci-
' sión. Sobre el particular .es necesario anotar la observación que sobre el particular
escribe Prescott: "Es cosa muy singular que al paso que. se habla tanto del monarca Inca,
se diga tan poca cosa de la nobleza, de sus estados o del derecho, en virtud del cual los
poseían".
Técnica agrícola: El rápido incremento de la productividad del trabajo fue' una urgente
necesidad del ¡ncario, acicateado por un crecimiento realmente explosivo de su población.
Para lograr su'objetivo, la so-
f ciedad incaica acudió a una intensa promoción de su tecnología. Numerosas
'■ herramientas y métodos agrícolas ya conocidos fueron llevados a sus más dramáticos
índices de difusión. Hábiles mezclas de metales para sustituir los no conocidos y una
rigurosa sistematización del trabajo fueron puestas a contri-
jj bución con el objetiyo único de establecer un persistente equilibrio entre la
* producción y el consumo.
lül
La herramienta por sencilla que sea, tiene el significado de que, en manos del hombre,
multiplica su capacidad productiva y faciljta enormemente su actividad productora. Entre
las herramientas utilizadas por los incas podemos citar la chaquitaclla, el huini o huana,
la lampa o chucana, la lauca y la llachu, el soqui, el tumi, la mircha o misha y el ansho.
La chaquitaclla o azada peruana era la principal herramienta creada por el agricultor
peruano. Consiste en un palo de más o menos un metro de longitud terminado en una
punta. A 10.Ó 12 pulgadas de la punta va atravesado un palo dispuesto en forma
horizontal. Sobre éste pone el pie el labrador para presionar sobre el suelo. Más que de
un arado se trata de una barreta o pico, apropiado para remover la tierra cascajosa y dura
de las serranías.
El huini conocido en las serranías como huana, es una piedra redonda de diez a quince
centímetros de diámetro, horadada en el centro y encasquillada en un mango de madera.
Esta herramienta era blandida como un martillo y la
utilizaban para desmenuzar los grandes terrones arrancados por la taclla.
La lampa es, a juicio de Castro Pozo, cuya descripción de las herramientas incaicas
seguimos aquí, su mejor creación ) en la materia. Es una azada cuadrilonga formada de
una plancha de cobre o bronce encarrujada en uno de sus extremos de tal modo que
forman una garganta estrecha capaz de permitir el paso de una pértiga de un metro de
largo terminada en un mango apropiado. Esta herramienta liberó al trabajador de! suplico
de permanecer

.agachado largas horas, abriendo surcos o desyerbando, al mismo tiempo que dio fuerzas
a sus brazos para abrir acequias y grandes canales de riego. Ella ha sido imitada en otras
latitudes.
La lauca y ia üancbu son otras tantas variedades de azada. La primera se diferencia de la
lampa porque tiene forma trapezoidal y se utiliza para hacer huecos a flor de tierra en
busca de humedad. La segunda, es más pequeña, de filo redondeado y oreja encorvada en
la que se introduce un madero pequeño, que forma con la parte metálica los lados de un
ángulo casi recto.
El soqui es una pértiga puntiaguda con la que horadan el suelo humedecido, arrojando en
el huequecüio forma semillas y cubriéndolas con un poco de tierra, que arriman
diestramente con el pie, especialmente en los labrantíos de maíz.
La ichuma'es una espece de hoz de cobre o bronce utilizada en la Sierra y íjue empleaban
para cortar los blandos tallos de ía quinua o de la hierba usa-4a en la alimentación de sus
animales domésticos.
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■■■■- : - " -■
"^ La mircha o misha consiste en un badilejo muy angosto con uhrc^bo'l$,r,gp y
perpendicular que se usaba para desyerbar.
El ansho es una pequeña azada de unos 50 centímetros de mango por 15 a ,20 de pala,
fabricada de metal y con una oreja encordada y que en la Sierra recibe el nombre de kashu,
se utilizaba para aporcar las papas y otras raíces tuberosas.
Ese equipo instrumental fue complementado con el empleo de una serie de métodos
agrícolas que iban a permitirle al campesino imponerle a su trabajo una mayor
productividad e intensidad, o bien mantener o acrecentar la fertilidad de la tierra. Entre
esos métodos podemos citar el barbecho, el abono, el almacigo, la adecuación climática,
la selección genética y la meteorología. Expongamos su técnica.
El barbecho consiste en el descanso de la tierra agotada por años de trabajo intensivo,
permitiéndole recuperar su riqueza. Es indudable que los incas conocieron el sistema de
dos hojas (es uno) en el que la comunidad conserva bajo cultivo dos distintos pedazos de
tierra, sembrando uno todos los años y dejando el otro en barbecho. Este sistema es propio
de la agricultura en los países atrasados. Actualmente en la región del Titicaca las tierras
descansan 3, 4, 7 ó 10 años. Pero nada nos dicen los cronistas ni historiadores sobre la
presencia del sistema de tres hojas, tan característico de la agricultura en el feudalismo
avanzado de la Europa medioeval y consistente en emplear tres hojas y dos diferentes
cosechas simultáneamente, quedando la tercera hoja en barbecho una vez cada tres años,
como puede observarse en el siguiente esquema:
Primer año: Hoja A, maíz Hoja B, papas barbech
Segundo año: Hoja B, Hoja C, Hoja C, papas o
maíz Tercer año: Hoja C, Hoja A, Hoja A, papas barbech
maíz Roja B, o
barbech
o
Dado el alto progreso adquirido por la técnica agrícola en la sociedad incaica no sería de
admirar que se hubiera logrado dar con un régimen de cultivo que produce dos cosechas
por año, permite utilizar dos tercios de la tierra cultivable y reduce las labores. Pero nada
dicen sobre el particular cronistas ni historiadores.
Los fertilizantes son los compuestos orgánicos utilizados para devolver a las tierras
gastadas, kalpachacra, la fertilidad perdida, cuando no es aconsejable ni posible el
barbecho.
Los incas no ignoraron el uso de los abonos. Y con tal fin utilizaron los más variados
productos. De las grandes culturas serranas heredaron el conocimiento de las calidades
fertilizantes de los excrementos humanos y del estiércol del ganado, así como del humus;
pero la conquista de las culturas costeñas les proveyó de dos nuevos fertilizantes, a saber
el guano de las islas y el pescado. En protección del primero se procedió a una
redistribución del guano entre las diversas regiones costeñas a fin de evitar el monopolio
del guano en beneficio de una sola región; a la vez que se prohibía la caza y maltratos de
las aves marinas y hasta el molestarlos en la época de la postura. La contravención a tales
prohibiciones se condenaba hasta con la pena de muerte.
miento en el estadio medio de ¡a barbarie, escribe: "el continente occidental —América—
no tenía más mamíferos mansos que ei llama (y aún así, nada más que en la parte sur), y
uno.sólo de los cereales cultivables, pero el mejor, el maíz".
A esos productos de primera calidad se suman tubérculos y raíces como la . papa, la yuca,
el camote, el olluco, la oca y la mashua; entre las leguminosas figuran el fréjol, purutu, y
el pallar; entre las oleaginosas ei maní; como materias textiles el algodón y el maguey; y
como estimulante, el ají en múltiples variedades.
Entre toda la larga serie de productos agrícolas conocidos, los que alcanzaron mayor
importancia figuran el maíz y la papa entre los productos alimenticios y el algodón entre
los industriales.
t
La papa fue el más importante de los cultivos andinos, no sólo por la difusión que
alcahzará mundialmente en época posterior, sino por la trascendencia adquirida en la
alimentación popular. Su aclimatación zonal hizo posible su selección artificial,
lográndose variedades por centenares. A las variedades de gran altura, amargas y de lenta
maduración, se les destinaba para ser utilizadas en la producción del chuñu, sustancia que
se obtiene helando y luego exprimiendo y secando el tubérculo. Ofrece la ventaja de su
larga conserva-. ción, pues, mientras algunas variedades de papa pueden conservarse
entre siete, diez y hasta doce meses, el chuño puede durar mucho más. Cobo nos habla de
una conservación de "muchos años", al paso que Jones confirma una duración de más allá
de los quince años.
Ei maíz se considera procedente de México hacia los años 900-700 ane. Presenta una gran
variedad de especies que va desde el morado oscuro hasta el blanco. Se cultiva tanto en
las tierras altas serranas como en la Costa, pues, necesita bastante humedad y calor,
teniendo un período de crecimiento bastante largo, en contraste con la papa. El maíz era
un alimento codiciado y festivo. Con él se "alimentaba" a los dioses y a las momias de
los Incas difuntos. El ejército lo prefería a cualquier otro alimento y Garcilaso nos habla
de la preocupación militar por lograr una rápida y persistente ampliación de su cultivo.
Hay indicaciones de que los andenes tan laboriosamente construidos en las laderas
andinas, y consideradas como tierras del Inca, estaban destinadas a producir maíz.
En resumen su habilidad como horticultores les permitió a los incas convertir en plantas
utilizables el tarwi, la kañawa, el millni y otras; someter a intenso cultivo el tomate y la
cayhua; y cultivar en los yungas, valles cálidos andinos, la coca, la asipa, la achira, el
plátano, la guayaba, el pacae, la palta y o-tras. El zapallo conocido desde antiguo en sus
dos variedades, chumuxo y zambunba, fue confundido por los cronistas con la calabaza
y el melón, pese a que tienen diferente uso en la economía familiar indígena. Por otra
parte, al esplendor de esa flora de uso alimenticio contribuyó en gran medida la selva, -
siendo numerosas las plantas de origen selvático que se aclimataron en las zonas
semitempladas de la Sierra.
105
Trabajo agrícola: Los ¡ncas sistematizaron y ennoblecieron e! trabajo de la tierra. Ella era
una fiesta y no una condena, un placer y no una maldición. Garcilaso, confirmando lo
dicho por Ondegardd y Cobo, nos describe el inicio del trabajo agrario al que concurrían
todos los miembros de la comunidad, ostentando adornos de oro y plata, derrochando
música y canciones.
La roturación del campo la iniciaba el Inca y nadie podía, antes que él roturar un palmo
de tierra. Ei Inca iniciaba la faena sirviéndose de una tajlla de oro, labraba un pedazo de
la tierra de Qollqarnpata, en las afueras del Cuzco. Iniciaba con ese acto !a labranza en
todo el ¡ncario.
Las primeras tierras que se sembraban eran las destinadas al culto, porque "los dioses
merecían ser atendidos primero que los mortales". Terminada la labranza de esas tierras,
se pasaba a sembrar las del Inca según Cobo, o las de las comunidades, según Valera y
Garcilaso. La labranza de las tierras del pueblo se hacían siguiendo este orden: primero
se trabajaban las tierras de ios impedidos —huérfanos, viudas, ancianos, enfermos,
soldados— aportando cada uno de los miembros de la chunka {diez familias) sus propias
herramientas y alimentos para no gravar el patrimonio de los socorridos; enseguida se
procedía a roturar las tierras del resto de la comunidad, recurriendo para ello a la ayuda
mutua, ayni, acelerando en esa forma la ejecución de las tareas de la labranza. A
continuación se procedía a, labrar las tierras de los funcionarios. Esta orden era impuesta
rigurosamente. Garcilaso afirma que en un distrito de Chachapoyas fue ahorcado el
¡iactacamayoc —el que vigila el trabajo- por haber ordenado labrar las tierras del curaca
antes que las de una viuda. Finalmente, se labraban las tierras del Inca.
Todas estas labores se realizaban en medio de la alegría y canciones de los participantes.
Para labrar las tierras del Culto y la tierra del Inca los participantes recibían alimentos y
bebidas, así como herramientas, por cuenta de ellos.
El período de la siembra era muy largo, pues, abarcaba casi entera la segunda mí -tad del
año. Junto con el maíz se sem~ braba diversas variedades de calabaza, fréjoles, tomates,
etc., en el interior de los

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maizales; y quinua en los bordes. En las tierras de la puna junto a la papa sé sembraba
kañawa, tarwi, milmi, quinua, etc. * ''*
He aquí un cuadro del
AÑO AGRÍCOLA EN EL INCAR10
Tarea Papa Maíz
Siembra Jul-Set. Agst. Set.
Temprana Nov- Nov.
Principal Dic.
Semilla Ene-
Cosecha Dic-Feb. May-Jun
Temprana May-
Principal Jun,
La cosecha, aymuray, era motivo de nuevas alegrías y canciones que esta vez duraba
varios días y la forma de su ejecución seguía él mismo orden que
el indicado para la siembra. Los frutos recogidos de las tierras del Culto se al-
macenaban en trojes especiales construí-dos en las inmediaciones de los
templos, evitando mezclar los frutos de las tierras consagradas al servicio de
un dios con las de otro. Luego se llevaba a efecto la cosecha de las tierras comu-
nales, en el orden prefijado para la siembra y lo obtenido se almacenaba en
recintos especiales, pirwas. Finalmente se levantaba la cosecha de las tierras del Inca
que eran almacenadas en tres diferentes depósitos: uno, destinado a guardar las reservas
destinadas a socorrer a la población en casos de calamidades públicas; otro, que
contenía las existencias requeridas para las funciones del Estado; y un ten» cero conocido
como tampu o mesón-cuartel, construido a lo largo de los caminos, cada tres leguas según
Garcilaso o a jornada de distiancia, a juicio de Santillán.

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Cosecha del maíz (abril)
Terminada la faena de la cosecha el pueblo entero se entregaba a la celebración de la
fiesta del aymuray, durante las cuales la chicha y la carne eran consumidas en
proporciones desorbitadas.
En su función productora los incas impusieron el trabajo como un deber
107
social, de ahí que en las actividades agrícolas, base de la economía social, participaban
los hombres de 25-50 años obligatoriamente, quedando exceptuados de esa obligación los
orejones, curacas y yanaconas.
La mujer tenía especial participación en la faena de la siembra corriendo a su cargo la
tarea de aparcar y desmenuzar las pellas, arrancar las raíces; mientras en la siembra se
encargaba de arrojar las semillas en los hoyos abiertos por los tajlleros. Por su parte, los
niños cubrían las semillas y espantaban los pájaros para impedir que se comieran las
semillas.
Ganadería incaica: Ba)0 la haÍ3'' dirección política del incario se hace más pronunciada
la separación de la agricultura y la ganadería. En algunas partes ésta última alcanzó una
elevada escala de desarrollo. Los "cronistas" hablan con frecuencia de las llamas a las que
designan como ovejas y carneros, pero sin alcanzar a establecer una diferencia entre
llamas y alpacas.
Según los datos prehistóricos con que se cuenta, la ganadería hizo una aparición tardía
con respecto al hemisferio occidental y sólo se hace viable la domesticación en el caso de
la llama y la alpaca, pues, la vicuña sólo vino a ser domesticada en 1830 y el huanaco aún
vive en estado salvaje. Por otra parte, como ya lo dijimos anteriormente, el "habitat" de
estos animales se encuentra en la meseta del Collao y lugares aledaños, en terrenos que
sobrepasan los 3,800 metros de altura, alimentándose casi exclusivamente de ichu. Sus
recuas eran entregadas al cuidado de pastores que mantenían a los rebaños alejados de los
campos sembrados, pastando en la puna o encerrados en corrales. Para los pastores se
edificaban abrigos y hasta casas según informaciones de Xerez y Sancho de la Hoz.
Aunque se observan numerosos ejemplares en la costa,tierras bajas y cálidas, Acosta no
vacila en afirmar que "la llama es ganado de temple frío y por eso se da en la sierra y
muere en los llanos con el calor".
Especies: El ganado auquénido se da en las altiplanicies serranas gracias a la presencia
de una combinación térmica única en el mundo, y comprende varias especies, a saber, la
llama, la alpaca, la vicuña, el huanaco, así como el cruce de los mismos que ha originado
la presencia de los híbridos como el huarizo, la paco -vicuña, hijo de alpaca y vicuña y el
paco-llama, hijo de alpaca y llama' que no tienen mayor significación ni por su número
ni por sus cualidades.
La llama es el animal domesticado de mayor alzada que se conoce en América y
constituye la fuente principal de alimento y lana, pudiendo decirse de él, que los incas
aprovechaban de él todo, menos la leche.
En efecto, la leche no tenía consumo humano, utilizándose en la alimentación de las crías.
Su carne deshidratada, charqui, se destinaba al consumo y servía de medio de trueque; su
lana se empleaba en la elaboración de tejidos de uso popular, frazadas y otros útiles; su ..
cuero se utilizaba en la fabricación de *

Recua de llamas
108
calzado, usuta; sus huesos servían para fabricar instrumentos musicales; y su grasa se
destinaba al abono de la tierra o se utilizaba como combustible en los hornos de fundición.
Como medio de transporte se utilizaba la llama macho llevando pesos no superiores a los
50 kilos, recorriendo distancias que no pasaban de 15-20 kilómetros diarios. Por ello debía
utilizarse en grandes recuas.
La vicuña es un animal de pequeña alzada y que jamás fue' domesticado por los incas,
quienes se limitaban a cazarlas, en los días señalados, esquilándolas y dejando en libertad
a las hembras para que se mantuviera la especie. La finura de su lana hizo que ella se
destinara a la fabricación de hilados usados en forma exclusiva por el Inca, en forma de
frazadas, vestidos y otros. Un animal de la misma familia era el huanaco.
Población auquénida: Los quechuas, en el Collao, criaban de preferencia la llama que por
su estatura y número era estimada como ganado mayor, designándosele con e! nombre de
wanakuilama, en tanto que la alpaca o ganado menor se distinguía como paqóilama.
La alpaca se daba con menos profusión en las tierras del altiplano y su lana se usaba en
la fabricación de tejidos de mayor calidad, cumpi, destinado a vestidos de la nobleza y
prohibido su uso al pueblo.
Los cronistas no mostraron interés por establecer la población de auqüé-nidos existentes
en los días de la conquista, ni anteriormente. L. Valcárcel se limita a decirnos que su total
debió arrojar varios millones. Corresponde a J. Lara haber intentado un cálculo tomando
en consideración la relación macho-hembra, así como los posibles sacrificios efectuados
con motivo de fiestas religiosas o populares. Según esas estimaciones puede darse el
siguiente cuadro, que comparamos con la población auquénida en 1967:
Tipo
Hacia 1500
1967
wanacullama pá'collama
Total
23.000.000
7.000.000
30,000.000
949.000 3.140.000 4.089.000
Las cifras señaladas por Lara pueden parecemos exageradas, pero no
resultan tanto cuando se piensa los cuidados que los incas otorgaron a la crianza de ese
ganado y ¡a importancia que los anímales tuvieron como * medio de transporte y su
debilidad como cargadores.
Propiedad ganadera: Los cronistas aceptaron la ficción legal según la cual después de la
conquista inca, el Estado tomó posesión de todos ios rebaños, pero según Falcón
y Ondegardo, que muestran cierto interés
I por esos temas económicos, gran parte de los animales poseídos por las ^comunidades
fueron dejados en manos de ellas, mientras Fernando de
; Santillán afirma que Túpac Yupanqui distribuyó los animales cogidos en
109
las regiones conquistadas en la siguiente forma: separó una parte para el Culto; otra la
repartió entre los jefes militares y dignatarios; y luego, entregó una pareja a cada vasallo
común; y el resto que sobró se lo asignó a sí mismo "y lo repartió por todas las provincias
en que había mejores pastos y aparejo para que se le guardase". En consecuencia, según
el testimonio de los "cronistas" la propiedad ganadera bajo el incario tomaba la forma
estatal, comunal o privada.
La propiedad estatal era sólo nominal y no pertenecían propiamente al Inca sino al
Estado,yaque de esa porción salían los animales destinados al avituallamiento del ejército
y se abastecía a las autoridades en los casos de banquetes familiares. A juicio de Baudin
"los del soberano son en realidad rebaños del Estado, asignados a las necesidades de la
población entera, son empresas nacionales de crianza". Dentro de este tipo de propiedad
debemos sumar los rebaños correspondientes al Sol -ellos se destinaban a atender a las
necesidades alimenticias de sacerdotes y sacerdotisas, o a los sacrificios durante las
ceremonias religiosas, si bien pastaban en sus propias, parcelas.
Los rebaños comunales derivaban su origen a las culturas preincaicas, cuando todas las
etnias collas controlaban sus hatos, asi como los pastizales de la puna, derivando de ello
disputas y hasta guerras intertribales por la posesión de estos recursos. Tales rebaños,
según Falcón y Ondegardo fueron dejados en manos de dichas comunidades origínales al
ser incorporadas al Incario. Hua-mán Poma, que traza el calendario de las actividades
agropecuarias bajo el incario, nos habla de ese ganado comunal.
Finalmente, existía la propiedad individual ganadera. Estaría representada por los
beneficiarios de esa división hecha por Túpac Yupanqui, •/ de la que hemos hablado antes.
A esto se suman las "donaciones" en favor de particulares que se atribuye a los Incas.
En cuanto al monto de esas propiedades existe divergencia entre los cronistas. Pedro
Pizarro, por ejemplo, oyó decir que los campesinos podían poseer hasta diez animales sin
licencia real. Cobo confirma esto. En cambio Falcón y Ondegardo limitan esa cantidad a
uno o tres que era concedida para uso personal, pero sin derecho a transmitirla a sus
herederos y sin que tal posesión lo privara de la cuota estatal de lana para la fabricación
de hilados. Huamán Poma sugiere en diversos pasajes de su obra, que algunos animales
eran de propiedad individual. Numerosos son los cronistas que admiten la versión según
la cual el Inca procedía a otorgar como favor especial una cantidad de animales para
recompensar servicios prestados. En tales casos se trataba de curacas, militares y
posiblemente funcionarios. Aludiendo a ese tema, Cabello de Valboa habla de los
obsequios de lotes de llama hechos por Huayna Cápac para apaciguar a subditos en abierta
rebeldía. Pero debemos dejar claramente esablecido que tal, división entre las familias de
hatunrunas no tuvo un carácter universal, pues, siendo los auquénidos animales propios
de un medio físico-climático único en el mundo se muestran incapaces de adaptarse a
climas que no son de altura. En consecuencia, su distribución entre las familias campesi-
nas sólo beneficiaba a los habitantes de valles y altiplanicies serranos, limitan-
110
dose los de la Costa y yungas a consumir su carne con ocasión de las fiestas religiosas y
los banquetes populares. Polo y Cobo confirman que las llamas otorgadas por el Estado
no podían ser enajenadas por el beneficiario ni dividida entre sus herederos. Al igual que
las dádivas de tierras, estos animales regalados se reintegraban en propiedad a la
comunidad a la muerte del beneficiario.
Pastores: Su situación social no es muy clara en el incario. Sobre el particular escribe L.E.
Valcárcekel pastoreo no fue una ocupación que imprimiese un carácter a un tipo de pastor,
como ocurre en otras culturas. No hay un tipo social de pastor en el imperio incaico. Lo
son a ratos los agricultores; por lo general, son niños quienes cuidan el rebaño. Sin
embargo, los cronistas mencionan dos nombres con los que los incas designan a los
pastores, a saber: llama rnichi, citado por Murúa y Garcilaso, que lo asocian claramente
a una baja condición social; y ilama^camayoc o cuidador de llamas o responsable de
hatos. Murra supone que michi se refiere a ¡os pastores de la comunidad y camayoc a los
pastores estatales.
Por su parte, Falcón, Murúa, Blas Valera y Huamán Poma afirman que los pastores de los
grandes rebaños del estado y de la iglesia eran especialistas a dedicación completa. Y
Cabello Valboa nos relata e! caso de un capacruna que huyendo de los horrores de la
guerra civil entre Huáscar y Atahualpa se refugió entre pastores, cuyos míseros caseríos
y la pobreza en que vivían les daba cierta inmunidad, pues se sustentaban con raciones de
papas, ollucos y algunas otras raíces y yerbas.
Lo positivo es que los pastores estatales respondían de los animales a su cargo.
Funcionarios especializados se ocupaban de su contabilidad y cuidado. Tratando el terr¡a
escribe Murúa: "a ios oficiales y ovejeros que no guardaban bien el ganado, le quitaban
las camisetas y le daban mucha cantidad de azotes públicamente".
Caza y pesca: Los incas que destacaron en tantos aspectos no se muestran como muy
hábiles domesticadores de los animales a su alcance. Exceptuando la llama, la alpaca y el
wari, híbrido de aquellos, no lograron domesticar a ninguna especie importante. El cuy,
el perro y una especie de pato debe sumarse a su reducida lista de animales domésticos.
Como en toda cultura que ha alcanzado cierto grado de desarrollo, en el incario la caza
había dejado de ser un rubro principal de aumentación de !a población y se había
convertido en una especie de deporte en manos de la casta dominante o en una ocupación
destinada a proveer de un poco de carne y de plumas a la gran masa del pueblo. En esta
actividad es dable distin-'„.. guir entre la caza mayor y la caza menor.
j La caza mayor estaba reservada para la nobleza. Sin embargo, estaba ■n permitida al
pueblo en determinadas ocasiones y fiestas. Tal medida era es-<M timada como un medio
de perservar a las especies de una destrucción masi-■ 'n va, como ocurre hoy en día. La
prohibición se levantaba en caso de tratar: •n se de bestias feroces cuyas depredaciones
pusieran en peligro la existencia misma de los moradores. En este caso se permitía
perseguirlas hasta darles
111
muerte, pero los cazadores eran obligados a hacer entrega de la presa cobrada a las
autoridades, a fin de que éstas procedieran a remitir a los almacenes oficiales la carne y
la piel del animal. Llegada la época de cacería el inca y la^ nobleza, acompañados de una
nube de ojeadores y auxiliares, a veces su número alcanzaba a 30.000 personas, se reunían
en los puntos señalados para el inicio de la caza. El método a emplearse en la operación
era designado como "chaco". Para ello las personas participantes procedían a colocarse
en círculo de 20 a 30 leguas de diámetro y dada la señal procedían a colocarse en círculo
de 20 a 30 leguas de diámetro y dada la señal procedían a estrechar el círculo dentro del
cual quedaba encerrada una multitud de animales. En esa forma cazaban pumas, osos,
perros salvajes, así como guanacos, vicuñas y venados. Las hembras eran puestas en
libertad una vez trasquiladas. En cuanto a los machos, los destinados a la reproducción
de la especie eran igualmente liberados, siendo sacrificado el resto. Esa carne se consumía
fresca o bien se deshidrataba, charqui, y se guardaba en los almacenes públicos para su
consumo ulterior. Dada la naturaleza masiva que adquiría la caza mediante el método de
chaco, ésta sólo se realizaba cada cuatro años, dando margen en esa forma a que las
especies afectadas por la cacería lograran su normal reproducción.
La Gaza menor era practicada casi libremente por niños y jóvenes. Niños entre los 9 a 12
años se entregaban a la captura de pájaros estimados nocivos a las actividades agrícolas
o que seducían por la maravilla de sus trinos, tales como el gorrión, el jilguero, la paloma
indígena, el colibrí, el mirlo. Para atraparlos se utilizaba la liga, la pupa y una especie de
arma conocida con el nombre de p'ijta. Por su parte los jóvenes entre 12 a 18 cazaban
aves de mayor tamaño, como la perdiz o el papagayo, haciendo uso para ello de lazos y
ligas. La carne de las piezas cobradas servían de complemento para la alimentación del
cazador, siendo su exceso convertido en charqui. Pero las plumas debían ser entregadas a
los funcionarios competentes, para utilizarse en la fabricación de vistosos vestuarios de
plu-

Pesca en la costa
mas para los jerarcas. Sobre el particular, escribe Pedro Sancho: "Hay casas donde se
conservan los tributos que traen los vasallos de los caciques y casas donde se guardan casi
cien mil pájaros secos, porque de sus plumas que son de muchos colores se hacen
vestiduras y hay muchas como éstas".
La PESCA fue' conocida por el hombre peruano desde sus primeras edades. Mar, ríos y
lagos fueron puestos a contribución en materia de obtención del alimento para el primitivo
peruano. En su rigurosa planificación económica con vistas a segurar la debida
alimentación del pueblo, los incas aprendieron a aprovechar todo el contenido material
del pescado. La carne era consumida
112

Pesca en el lago sagrado


en estado fresco. Las espinas se utilizaban en la fabricación de instrumentos de cirujía o
en objetos de uso doméstico y sus desperdicios se empleaban come abono, para fertilizar
la tierra extenuada por a-ños de explotación,
Entre los instrumentos utilizados en la pesca debemos citar los anzuelos que ¡os incas
fabricaban de cobre, !as redes tejidas de algodón y las canastas o atarrayas elaboradas de
mimbre tejido. Para ia pesca profunda construyeron balsas de piel de lobo marino o de
palo de balsa en la Costa y los famosos "caballitos de totora" en el Lago Titicaca.
Entre las especies marinas capturadas figuraban multitud de peces, tales como los
lenguados, corvinas y merluzas; y mariscos como las conchas, choros y pulpos en la
Costa. En los ríos se perseguía la pesca dei sichi, el colkillu y entre las especies
de! lago figuraban la wiía, el suche y el khis-pi.
El aporte incaico en este rubro de la actividad económica consistió en e!
perfeccionamiento de los instrumentos utilizados y en una rigurosa reglamentación de la
pesca.
Aunque Garcüaso se muestra poco comunicativo en cuanto a la pesca y a-firma que no se
le practica casi en ríos y lagos, y los cronistas pasan en silencio esta actividad, el idioma
quechua es excepcionalmente rico en términos que aluden al acto de pescar, el sitio donde
hay pesca, la pescadería, etc.; todo lo cual denota que la pesca fue ejercida en forma
activa, en grande o pequeña escala en toda la superficie del Incario.d).
MINERÍA'^' subsuelo incaico puso a disposición de la actividad econó-'mica de su
población multitud de materias primas, aplicables a los más diversos fines. Así fue como
contó con la arcilla y tierras colorantes para aplicaciones en las artes plásticas —escultura,
bajo relieves— y la edificación; con minerales preciosos que utilizó en su admirable
orfebrería; minerales metálicos —cobre, estaño— que le permitieron la fabricación de
armas y u-tensilios de evidente calidad; piedras preciosas que contribuyeron el auge de
su orfebrería y piedras finas utilizadas en el ornato. Sin embargo, no contó
(1) La abundancia de pesca en la costa hacía innecesaria toda previsión en favor de la
conservación de las especies. La pesca se hacía con anzuelo y red. Asimismo se conocía
la pesca con linterna que permitía su ejecución en la noche, horas en que se hace más
productiva; además utilizaban, según testimonio de Gutiérrez de Santa Clase, el sistema
del "chaco": los indios nadaban en línea recta hacia la tierra, metiendo gran alboroto y los
peces, espantados, se lanzaban a las redes dispuestas a lo largo del río.
113
con una materia prima de primer orden en la metalurgia: el hierro. Sin embargo, debemos
aclarar que si bien no existen evidencias del uso del hierro en estado metálico, en cambio
está arqueológicamente comprobado que conocieron el uso dei hierro oligisto de origen
meteórico que denominaron jiwaya, que emplearon en la confección de martillos; además
hay la evidencia del uso que hicieron de las piedras de hierro nativo, ma-ray, aplicado en
la trituración del mineral extraído sobre grandes piedras lisas (mortero). Esto los colocaba
en los albores de la metalurgia del hierro.

De las culturas que le antecedieron en la historia, los incas conocieron la extracción y


laboreo de seis metales, a saber: oro, plata, platino, mercurio, cobre y estaño. Dichos
metales eran extraídos de yacimientos mine- Molino de metales
ros y en el caso del oro de depósitos detríticos y/o lavaderos. Entre los yacimientos más
importantes en el incario figuran: los de oro de Chuquiapo, La Paz; Carabaya, Puno,
Marcapata, Cuzco, Curimarca, Cajamarca, Parinacochas, Ayacucho, Cochasayhuas,
Apurímac; y Marga-Marga, Chile.
Entre las minas de plata Porco, Chuguisaca, Bolivia. El oro solían obtenerlo, también del
lavado de las arenas auríferas de Curimayu, Cajamarca. Tanto el cobre como el estaño
procedían principalmente de la región dei Collao, figurando como primer productor de
estaño el yacimiento de Carabuco, Bolivia. El mercurio se extraía de las minas de
Huancavelica.
El cobre se fundía en crisoles de tierra cocida, wira, de un metro de aitura por 0,40 ctms.
de diámetro aproximadamente, más grandes en la boca que en la base. Estos hornos de
fundición eran ubicados frecuentemente en la cima de las colinas próximas a las minas.
Tenían numerosos agujeros para dejar pasar
el viento no debía avivar el fuego,' Estos agujeros estaban igualmente distribuidos en
todas las caras del horno y por debajo de cada orificio había un borde saliente donde se
colocaban brasas para calentar el aire antes de su entrada en el horno. Estas wairas se
cargaban por la boca. El combustible empleado debía ser de maderas especiales cuya
combustión produce gran calor, yareta o churqui, aún que podía ser también utilizado el
escremento de llama.

>si> :*
¿;.: 7Í>
Fundición de minerales > ■
En la región norandina -Colombia, Ecuador, costa peruana— se ejnpleaba
114
casi siempre cobre puro; mientras en la meseta del Titicaca y norte de Argentina la
aleación del cobre y del estaño era muy frecuente.
Para el laboreo de la plata se mezclaba el mineral cor plomo y la mezcla se colocaba en
e¡ horno. Para separar el plomo de la plata se hacían necesarias algunas faenas posteriores.
Baudín, siguiendo a Suárez, afirma que los indios de! surdei Ecuador conocieron y
aplicaron la fundición del platino, recurriendo al sistema de la compenetración, esto es,
mezclando el metal con oro mediante el calentamiento y martilleo. En esa forma es
presumible que lograron superar el obstáculo que al laboreo de ese metal opone la elevada
temperatura, 1.755°, que demanda tai operación, temperatura que con el equipo primitivo
de calefacción y el combustible utilizado era imposible alcanzar. *
Aleaciones: El desconocimiento del hierro hizo que la metalurgia incaica se orientara
decididamente en la búsqueda de aleaciones, susceptibles de reemplazar el valioso mi-
neral. Y fue así como lograron producir la tumbaga —cobre, oro, plata— de uso bastante
generalizado, el champí —cobre, estaño, oro— de reducida aplicación y el bronce —
cobre y estaño— una aleación de vasta aplicación y de significación histórica. Haciendo
uso de esas mezclas produjeron he-

Fundición de oro
rramientas de gran importancia en el proceso de la producción, tales como hachas, ayri;
cuchillos, tumi; puntas de lanza, chuqui y la cabeza de la clava, champí.
De los yacimientos de mercurio de Huancaveüca sólo utilizaron ei sulfuro o bermellón,
cinabrio, que las mujeres de la nobleza utilizaban para el maquillaje. Ese mismo producto
era usado con fines técnicos en el plateado y el dorado, así como en la extracción del oro
por el método de la amalgamación.
Propiedad: Las minas de toda clase eran consideradas como propiedad del Estado, pero,
como lo observa Blas Vaiera "el control que sobre ellas ejercían Sos incas no estaba
orientado a aplicar en su exclusivo provecho tales productos, sino que ellos se aplicaban
en beneficio de la comunidad". La estandardización de utensilios metálicos con fines
agrarios y militares con vista a promover el desarrollo económico o contribuir a la defensa
nacional, son una prueba de los verdaderos fines perseguidos por ese monopolio.
En cambio, según Cobo, la explotación del oro y la plata no eran objeto de la preocupación
de los gobernantes incaicos, que desconocieron su empleo como moneda. Garcilaso
confirma que la explotación del oro y la plata, así como de las piedras preciosas, nc
formaban parte de los tributos forzosos.
ARTESANÍA: El incario, al igual que cualquier modo de producción asiático
115
reposaba en la integración política de comunidades autosuficientes -combinación de
manufactura y agricultura las llamará Marx- que formaban el siste- -?" ma. En ellas, cada
individuo conocía y ejercía todos y cada uno de los oficios ; practicados por la
comunidad, logrando así una verdadera autosuficiencia.
Sin embargo, en la medida en que se iba reforzando la política incaica fundada en la
planificación económica y la centralización política, a cargo de una eficiente burocracia
conocedera efectiva de los recursos del país y los restos propios de cada región, se fue
rompiendo el tradicional colectivismo del trabajo, garantía de una efectiva igual
distributiva. Sobre la comunidad ■ y el individuo comenzó a pesar una doble obligación
impuestas en nombre de la subsistencia y autosuficiencia de la etnia. Ayllu y hatunruna
quedaron obligados a trabajar las tierras del Estado y de los Cultos y a confeccionar los
tejidos necesitados por nobleza y burocracia estatal. En razón de esta última tributación
comienza a aparecer en las comunidades, y aún en comunidades íntegras, la
especialización en el trabajo. Así será como se habla de Capachica como centro de
tejedores, de Jauja y Cajamarca como famoso por su producción de cumbí, tejidos finos;
de Cuchuito por su producción deahuasca-teji-dos ordinarios- y Pomatambo por sus
tapicerías; así como de los cumpicama-yoc y las aellas como especialistas "a dedicación
exclusiva".
Tecnología: La técnica utilizada por los incas en sus diversas manufacturas era conocida
desde siglos anteriores y nada hace presumir que ellos hubieran incorporado nuevos
oficios o empleado técnicas más avanzadas. Esto hace decir a Baudin que "el indio en
tiempo de los incas parece haber sido, a la vez, poco inventivo, pero muy hábil".
A esa falta de "inventiva" se le vino a sumar la ausencia del hierro para hacer más notable
la pobreza de medios técnicos que padecía la manufactura incaica. Según los cronistas,
los incas desconocieron la sierra, el berbiquí, el tornillo, el clavo, el barreno, la lima, el
cepillo, las tijeras, ei fuelle, el vidrio y la rueda. Los únicos útiles que emplearon fueron
el martillo de piedra, el cincel de bronce, ei hacha de cobre y el pincel de pluma. Tubos
de cobre hacían el oficio de fuelle, las cuerdas reemplazaban a ios clavos, las espinas de
madera le servían de agujas. Ni siquiera el martillo merecía tal nombre, pues, era una
piedra o masa de bronce con extremos redondeados. La ausencia del hierro y el acero fue
cubierta por la piedra que jugó un papel de excepcional importancia y por las aleaciones
del cobre con otros metales. Entre sus recursos tecnológicos figuran el conocimiento del
fuego, del plano inclinado -terraplén- del rodillo o falsa rueda y de la palanca.
Pese a tan humildes medios técnicos, los incas llevaron su habilidad arte-sanal a elevados
niveles de perfección y calidad jamás superados. "El trabajo, el tiempo y la paciencia
suplieron en los peruanos los útiles que le faltaban".
Oficios: Entre los numerosos oficios practicados por los peruanos y en los que utilizaron
todas las materias primas posibles, se pueden citar por su especial importancia: la lítica,
la metalurgia, la cerámica, el tejido y la construc-, ción; sin olvidar por ello la
orfebrería, la manufactura de la madera y el hueso, la peletería, la tintorería y la industria
de la cuerda.. ....-,.
,■•;•.",?,.!•;■••
La lítica alcanza una perfección asombrosa. El labrado y la talla de la piedra fue un arte
en el que los incas se mostraron diqnos continuadores de la
lítica tiahuanuquense. Ellos supieron utilizar con fines arquitectónicos y artísticos gigan-
tescas, moles de piedra, que dispusieron en forma de almohadillado colocándolos unos
sobre otros simplemente, o bie'n utilizaban una especie de argamasa que da la sensación
de que las piedras se unen sin necesidad deligamentoalguno.En ciertas ocasiones prac-
ticaban unas excavaduras en las piedras en las que encajaban las salientes de las piedras
vecinas, logrando así gigantescos monolitos aparentes. Para llevar a la práctica esos co-
losales proyectos arquitectónicos hicieron uso del piano inclinado, la palanca y la.cuña,
así como, de sus rudimentarias herramientas de cobre y sus aleacio-
nes. Con esos elementos construyeron fortalezas, palacios y templos que son la
admiración de especialistas y profanos. Citemos a título de ejemplo la gigantesca fortaleza
de Saccsahuamán, que hoy se pretende presentar, no sin fundamento, como un gigantesco
reservorio, a fin de hacer frente a las largas sequías que crónicamente azotan a la región.
La misteriosa ciudad-fortaleza de Machu-Picchu ubicado en un lugar de indiscutible valor
estratégico que la pone a resguardo de
golpes sorpresivos de cualquier enemigo. Y, finalmente, citemos los santuarios de
Pachacamac, Pacatnamu y Wari; y los templos de Vilcashuanán v
de Concancha que intentan hablarle al pueblo incaico de un mundo interior, jursu pacha,
organizado a semejanza del mundo exterior, janan pacha, visible para todos. Ya la religión
se ha convertido en un medio de asegurar ¡a opresión del pueblo en beneficio exclusivo
de unos cuantos privilegiados. Templos y santuarios sólo perseguían confundir, someter,
oprimir.
Acudiendo a la piedra, signo de eternidad para sus obras públicas y palacios y templos, y
reservando el adobe, signo de perennidad, para el pueblo, los incas lograron la represen-
tación monumental de sus dioses, pero sin alcanzar la perfección y dramatíci-dad del arte
azteca.
La metalurgia dio orígenes a una artesanía técnica y bélica. La producción de
herramientas metálicas respondió a la necesidad de proveer a la fuerza de
trabajo utilizada de medios de producción más numerosos y funcionales. El fin perseguido
era acrecentar la productividad del trabajo. Por su parte, la producción masiva de armas
metálicas estaba destinada a garantizar la seguridad y expansión del Incario, dotando a
sus ejércitos de un equipo militar superior al de sus enemigos.
Haciendo uso de diversos metales -oro, plata, platino, mercurio, cobre, estaño, plomo: y
sus aleaciones lograron ubicarse como máximos exponentes de
la metalurgia andina no sólo por sus conocimientos tecnológicos, sino también por haber
logrado una organización del trabajo y ( de la producción en servicio integral del es- ,
tado. En esa forma ellos se mostraron dignos sucesores tanto de la orfebrería del oro
chavínica como de la metalurgia del bronce tiahuanuquense.
La tecnología minera de los incas se hizo presente en la técnica del vaciado y en la con-
fección de moldes de piedra y arcilla, el laminado a martillo, la soldadura, el vaciado a
cera perdida, el dorado y otros. El método
más sencillo de sus orfebres consistía en el enchapado por martilleo. Asimismo,
conocieron el repujado de la plata y la amalgama recurriendo al mercurio, si bien la
explotación de éste mineral estaba prohibida a causa de los perjuicios ocasionados entre
los trabajadores ocupados de su laboreo.
Por otra parte, la actividad minero-metalúrgica fue severamente racionalizada mediante
la división del trabajo en tres operaciones distintas, a saber: la extracción del mineral de
los yacimientos, su fusión para extraer el metal contenido y el laboreo del metal con vistas
a obtener el objeto manufacturado. Cada una de estas operaciones requirió el concurso de
individuos especializados en ellas, a saber: mineros, fundidores y metalúrgicos u orfebres.
Tal especialización condujo al establecimiento de una dedicación a tiempo completo y un
prolongado aprendizaje, que garantizara el manejo apropiado de herramientas funcionales
de gran valor intrínseco -cinceles, buriles, etc.-. Para asegurarse la disponibilidad de tan
preciada mano de obra, los incas, según Blas Valera, dispusieron que "a los hijos se le
enseñara los oficios de los padres". Asimismo., y con objetivos similares, ordenaron el
traslado al Cuzco de numero-
sos orfebres y metalurgistas chimus, altamente apreciados por su absoluto dominio en la
técnica de sus oficios.
...' Gracias a esa racionalización y especialización gremial, los incas pudieron
establecer una verdadera "standardización" en varias líneas de productos me-

talúrgicos, como fue el caso de la producción de utensilios agrícola y armas.


Fuera de esos productos básicos de la metalurgia incaica, sus orfebres fueron destacados
productores de joyas "tipo chimú". Brazaletes, diademas, vasos, botones, aretes, pinzas
para depilarse, collares, cubiletes, alfileres, agujas, alfileres y cuchillos de oro y plata son
la mejor confirmación de esas afirmaciones. El uso apropiado de piedras preciosas como
complemento de esa labor artística llevaron a su más alto nivel la orfebrería incaica.
En general, podemos afirmar que la metalurgia incaica estaba notablemente avanzada,
por lo menos tanto como pudieron estarlo las de otras altas culturas americanas, afectadas
por una real inferioridad difícil de superar: el desconocimiento del hierro y de la rueda.
La cerámica se caracteriza por la asimilación por parte del artesano incaico de todos los
conocimientos de sus predecesores culturales, aunque sin lograr la maestría policromática
de la cerámica nazquense ni el perfeccionismo de los huacos retratos mochicas. Pero en
todo caso debe rechazarse el injustificado criterio de mirar esa cerámica como un arte
"decadente".
Para dar colorido a sus huacos utilizaron el negro, el amarillo, el rojo y el anaranjado,
pero dándoles a todos un predominante tono oscuro. Sus dibujos ántropo y zoomorfos son
finos y pequeños y domina en ellos la tendencia al equilibrio y la simetría. A estos
grabados se suman figuras de pájaros y flores estilizadas y más comunmente dibujos
geométricos -rombos, cruces, figuras ajedrezadas, círculos, puntos, triángulos- finos y
pequeños.
Sus mejores productos son los aríbalos, especie de cántaros que van desde la mi-
niatura hasta el metro cincuenta centímetros de altura. Otros productos muy comunes de
la cerámica incaica son los platos explayados que rematan en una cabeza de animal,
generalmente un ave. Un sugestivo implemento funerario es una especie de disco de 2-5
centímetros de diámetro con un agujero en el centro y que se usa en el huso, al que
imprime un movimiento rotatorio acelerado, permitiendo la fabricación del hilo de
algodón o de lana, y que en forma de réplica del instrumento artesanal figura entre los
objetos que acompañan a sus muertas.
Textiles: La importancia que cobró la actividad textil bajo el incario queda claramente
expuesta por la política tributaria aplicada. Según ella el individuo y el ayllu tenían dos
obligaciones económicas principales para con el estado: trabajar las tierras del Inca y del
Sol y confeccionar los tejidos para las nece-
sidades de esas dos instituciones básicas. La importancia del tejido era tal que "ningún
acontecimiento político, militar, social ni religioso estaba completo sin el ofrecimiento o
la cesión da tejidos para ser quemados, sacrificados o intercambiados".
Fibras: Las principales fibras que hilaban y tejían en el ¡ncario eran el algodón en la costa
y la lana de auquénido en la sierra. En la -costa se usaba también la ceiba, el pelo de
vizcacha, el vello de murciélago, así como plumas multicolores.
Las fibras de algodón, además de servir para el vestido, se utilizaban para la fabricación
de velas y colchones. Las fibras de cabuya se usaba en la fabricación de sogas, que a
menudo se trenzaba con lana de llama. Ei pe!o del murciélago se utilizaba en la
fabricación de tejidos y afelpados. Las plumas multicolores se incorporaban con fines
militares o ceremoniales.
Telares: Se conocían fundamentalmente dos clases de telares destinados a la fabricación
de dos clases de tejidos, a saber: un tipo de telar que se utilizaba en el tejido de telas
domésticas de baja calidad, ahuasca, de tipo horizontal; y otro, empleado en la fabricación
de telas finas, cumpi, tejidos por profesionales que usaban grandes telares verticales,
colgados de la pared.
Tejidos: Las telas ordinarias, generalmente utilizadas por el pueblo eran bastante toscas,
de colores múltiples y gruesos. Los cumpi eran asombrosamente suaves, teñidos de
colores vivos o adornados con plumas, cuentas de conchas o hebras de oro y plata. Su
trama era muy uniforme. Según L. ; Valcárcel "se tejieron telas tan finas que se podían
contar en ellas más de quinientos hilos por pulgada, es decir, doscientos hilos más de la
cantidad tope señalada para la industria textil de Paracas-Nazca.
Su dominio de la técnica les permitía lograr los más variados efectos desde e! punto de
vista de !a trama y el colorido.
Este último fue objeto de !a admiración de los más connotados especialistas europeos.
Los colores eran hermosos y firmes. De acuerdo con M. Valette, técnico de los afamados
Gobelinos, obtenían el rojo de la cochinilla, el azul del índigo, el pardo del cachune, el
amarillo de algunos vegetales desconocidos; el negro de la savia de un árbol no conocido.
En su arte, los tintoreros incaicos eran únicos en su género.

Trabajadores: Según Polo de Ondegardo concluido el trabajo de tejidos para la familia,


se iniciaba la tarea de elaborar los tejidos requeridos por el Estado y el Culto. Con tal
objeto se repartfa algodón y lana de los almacenes públicos. En esta tarea de servicio
público los artesanos ponían toda la habilidad y fantasía de su arte. La fabricación de las
finas telas destinadas al uso del inca y sus familiares requerían hilados de gran calidad y
perfección, quedando en manos de tejedores especializados, cuya tarea era supervigilada
por un funcionario.
En general, nadie era excusado de la prestación textil, ni aún tratándose de regiones en
donde era proverbial la habilidad en otras ocupaciones, tales como la fama de los lucanas
como cargadores de litera o de los chinchas como trabajadores en la madera.
La actividad textil se prestaba poco para la diferenciación sexual, al menos en la infancia.
Niños y niñas aprendían el arte del tejido desde temprana edad; y los ancianos y ancianas
volvían a él cuando su desgaste físico no le permitían faenas más fatigosas. Otro tanto
sucedía con los inválidos que ayudaban a la colectividad hilando, haciendo cuerdas,
tejiendo costales y telas burdas, según fueran sus fuerzas y destreza. En el arte textil, pues,
no es dable pensar en una diferenciación sexual o generacional del trabajo, sin embargo,
lo normal era que la tarea de fabricar la ropa para el Estado y el Culto corriera a cargo de
las mujeres del ayllu. Según Cieza de León cada mujer debía tributar una manta y una
camisa por año.
En términos generales, se solía distinguir los siguientes grupos de artesanos
especializados ocupados a dedicación exlusiva: lospachac compic camayoc encargados
de la fabricación de telas finas; los haba compic camayoc dedicados a la manufactura de
telas ordinarias; los paucar camayoc productores de camisas y mantas y los tanti camayoc
o especialistas en la mezcla de tintes.
Almacenes públicos: Los tejidos elaborados como tributo al estado eran acumulados en
los grandes depósitos que poseía el Estado distribuido por todo el incario. En cuanto ello
era necesario tales productos eran enviados a regiones tan lejanas como Quito o la
Araucanía, para hacer frente a calamidades públicas o necesidades temporales
extraordinarias.
PRESTACiOM DE La rápida expansión territorial y la explosión demográfi-
SERVICÜOS: planteó a la casta gobernante la solución del problema de
los servicios públicos. Felizmente el exiguo volumen logrado por el intercambio
comercial, afectado profundamente por la ausencia de la moneda, hizo posible que el
interés estatal se orientara hacia determinados servicios, tales como los caminos y las
comunicaciones.
Caminos: Los incas no conocieron el hierro, la rueda ni la fuerza animal como elementos
integrantes de su sistema de trasporte, por lo que las grandes distancias debieron ser
salvadas recurriendo a un maravilloso sistema de caminos peatonales y el transporte de
grandes cargas reposó en forma absoluta en una movilización gigantesca de llamas o
sobre los hombros del hombre incaico. Los caminos -dice un cronista- iban franqueando,
tan derecho como era po-
sible, los.obstáculos más bien que tratando de evitarlos, escalando las montañas con
grandes escalinatas: ¿para qué
ingeniarse para obtener declives cuando la rueda les era desconocida?
El trazado y construcción de caminos fue un arte en el que sobresalieron los incas,
señalando así la presencia de un numeroso y bien calificado equipo de ingenieros y
obreros especializados en ese arte. El cuidado meticuloso de los mismos fue obra de la
colectividad entera. "A buen seguro esta obra -la construcción de carreteras- fue la más
grande que el mundo haya visto jamás, porque sobrepasó, sin duda alguna, todas las obras
de los romanos" escribe Gutiérrez de Santa Clara. Y completando tan elogioso comen-
tario, agrega Morúa: "Las vías romanas no alcanzaban esta perfección y eran a menudo
bien estrechas". Cuatro grandes rutas partían desde el Cuzco, la capital de! incario, y se
dirigían hacia cada una de las cuatro regiones en que se dividió el incario. Además, existía
una gran vía troncal que iba de Quito a Chile siguiendo a lo largo de la costa. Por otra
parte, una multitud de caminos secundarios comunicaban entre sí estas vías principales.
Así -escribe Baudin- quedaba formada una vasta red caminera; tela de araña que
aprisionaba a las tribus más lejanas y cuyo centro era el Cuzco. Aquel era el lazo visible
que unía las partes tan diferentes del inmenso imperio: el arma más poderosa del jefe, el
instrumento más seguro de la unificación".
El camino de la Sierra cruzaba un terreno esencialmente accidentado: ásperas sierras
cubiertas de nieve, precipicios insondables, nos torrentosos, barrancos de pavorosas
profundidades. Todo lo venció el ingenio y el espíritu creador de los incas. Abrió galerías
sobre la roca viva, construyó puentes colgantes de fibras vegetales, trazó escalinatas
cortadas en la piedra a lo largo de dos a tres mil kilómetros, que se calculaba era la
distancia que separaba a Quito del Cuzco y que luego bajaba para dirigirse hasta el río
Maule, en Chile.
Construyeron esos caminos utilizando grandes lozas de piedra pegadas con una
mezcla betuminosa, que con el trascurso del tiempo le dio una dureza superior a la piedra
misma y capaz de resistir la obra de socavación de los torrentes y la lluvia. Velasco
refiriéndose a los restos que vio en el Ecuador, escribía: "Lo que yo admiraba, sobre todo,
era que los torrentes de agua que descienden de las cimas en la época de las lluvias habían
roído diferentes partes del terreno situado debajo de la vía, permaneciendo la calzada en
el aire, como un puente muy sólido de una piedra sola, tan grande era !a fuerza de la
mezcla".
El camino de !a Costa estaba construido de diferente manera, porque eran diferentes
también los terrenos que atravesaba. Un terraplén de madera sostenido a ambos lados por
paredes de adobe y en las porciones de terrenos
arenosos, en los que la superficie movediza e • inconsistente hacía imposible toda obra
procedió a clavar estacas de madera, que indicaban e¡ sendero a seguir.
A !o largo de ambos caminos, ahí donde la naturaleza de la tierra lo permitía habían
levantado verdaderas alamedas a uno y otro lado de ¡a trocha, brindando sombra y aire
puro a! caminante. La anchura de esos caminos jamás pasaba de los 6 metros y cada cierta
distancia se levantaban columnas de piedras, indicadores de la distancia.
Puentes: Aunque el trazado de los caminos tendía a ejecutarse, evifando en lo po-
sible el cruce de nos; sin embargo, cuando esto se hizo necesario supieron resolver con
alta eficiencia los problemas que tal hecho ¡es presentaba. Lo que habla mucho y bien de
su gran calidad y eficiencia técnica como ingenieros. Los puentes incaicos han merecido
la admiración de todos los que han tenido oportunidad de conocerlos. Y los contruyeron
de todo tipo y longitud: ordinarios, de pilares, flotantes, de balsas, colgantes, de hamaca
y de oroya.
Construyeron puentes de madera utilizando vigas y ramas atadas o simplemente, cuando
el lechó de ia corriente lo permitía, los hicieron de losas monolíticas colocadas sobre
pilares de albañilería. Conocieron los puentes flotantes utilizando flotadores de junco y
paja; de balsas compuestos por troncos fuertemente atados por cuerdas /tiradas por medio
de cuerdas desde la orilia opuesta. Los cronistas hablan de puentes formados por
calabazas reunidas sobre las que se colocaban mercancías y pasajeros, siendo tiradas por
cuerdas desde la otra orilla.

Pero son los puentes "colgantes" y las "oroyas" que provocan la admiración de todos. El
puente colgante lo construían con fibras de maguey entrelazadas y formando cables del
grosor de un hombre y tan firmes y resistentes como el mejor acero. Tales cables eran
atravesados por agujeros abiertos a través de grandes piedras y se sujetaban con enormes
rocas colocadas ¡ntencio-nalmente en las orillas. Esos cables eran cruzados
transversalmente por tablas que formaban un piso oscilante, pero firme, que permitía el
paso a peatones y animales. Su longitud alcanzaba a veces a 60 metros y demandaban una
constante vigilancia y una reposición anual. Garcilaso nos habla del que cruzaba el río
Apurímac; Cieza de León, del tendido sobre el río Vi leas y Calan-cha cita otro existente
sobre el río Panipe. Otro procedimiento, no menos original, era el puente tendido de
"oroyas", que describe Garcilaso: consistía en un cable tendido de una a otra orilla
sólidamente sujeto a grandes árboles o piedras colocadas en las orillas. De este cable
colgaba un canasto capaz de contener a 4 o 5 personas y de la cual tiraba un encargado
de tal faena ubicado en la orilla opuesta. Otro procedimiento era el conocido con el
nombre de tabarita en el que el viajero era colgado como si fuera un ave y tirado desde la
otra orilla o bien pasaba sólo ayudándose de pies y manos.
Tambos: Otro problema eficientemente encarado por los incas era el relativo al
abastecimiento y alojamiento de viajeros y bestias. Con tal objeto instalaron de trecho en
trecho y a lo largo de los caminos unos establecimientos llamados tampus. Consistían
en edificios formados de una gran pieza central
,i la nufi ríahan otras mucho más oeaueñas.
a ia i^uc uauíaii vjuao iiiu\/iiu 11 lao p^v-ju^i iaa,
sin duda reservadas para viajeros de categoría. En esos tambos, que contaban con grandes
corrales anexos para encerrar a las bestias, se almacenaban abundantes provisiones.
Refiriéndose a estos tambos, escribe Montaigne: "Al término de cada jornada hay bellos
palacios provistos de víveres, vestidos y armas, tanto para los viajeros como para los
ejércitos que van a asilarse allí. Era deber del encargado del tambo proveer de alimento,
bebida y cama a los funcionarios; para quienes viajaban en calidad de particulares, con la
debida autorización oficial, de ■■• bían portar sus propias provisiones.
La construcción y mantenimiento de los caminos y la atención del servicio
eran comisionados a las provincias por cuyos territorios pasaba el camino.
Estas procedían a la construcción de los tramos correspondientes, así como a
, tomar las providencias necesarias para la atención de viajeros y tropas, a fin
de que ellos, así como las bestias, no sufrieran incomodidades. Sarmiento
que hizo el viaje entre Quito y Cuzco escribe sobre él: "todo por sierras tan grandes que
. por algunas partes mirando abajo se quita ~ la vista. . . y con las subidas tan altas y
ás- -r peras que habían construido descansos anchos para el reposo de la gente". Y el
sabio Humboldt que nos visitara a comienzos del j¿ siglo XIX no vacila en rendir
público home- '? naje a la habilidad de los ingenieros incaicos, | cuando escribe: "una
de las obras más útiles y al mismo tiempo más gigantescas que los hombres hayan
ejecutado, son los caminos de los incas".
Transporte: El antiguo peruano no dispuso de animales de gran alzada que pudieran serle
como eficaces medios de transporte o de cabalgadura; asimismo, ignoro d uso de la rueda
que le hubiera permitido construir carros y carruajes para el transporte masivo de
productos y personas a largas distancias. Esas ausencias la compensó con el empleo de
grandes rebaños de llamas y una enorme multitud de hombres.
El transporte terrestre lo efectuó a lomo de llama, si bien lo hizo en forma
limitada a causa de las dificultades orográficas y a las limitaciones naturales
; de la llama. Este animal de reducida alzada y débil contextura no permite el
transporte de cargas superiores a los 40 o 50 kilómetros y recorre distancias
no mayores a los 20 kilómetros diarios. En contrapartida ofrece la gran ven-

taja de su proverbial sobriedad, pudiendo pa sar di'as sin beber agua y alimentándose del
ichu en mínimas cantidades. Además, la conformación de sus pezuñas terminadas en una
especie de garras, le permite aferrarse al terreno muy inclinado de la sierra peruana o a la
tierra, cubierta de nieves de la puna andina. Por otra parte, su lomo cubierto de espesa -
mata de lana hace posible acomodar sobre él la pequeña carga, sin necesidad de utilizar
cinchos ni aoareios. Por otra rwte su natu-
ral paciente y pacífico hace posible que un solo arriero puede cuidar de una piara de 100
a 500 animales. Todo esto hizo que la llama fuera el medio de carga ideal en el incario.
Para el transporte por vía terrestre del Inca o funcionario se utilizó la litera o silla de mano
cargado sobre las espaldas de fornidos y especializados cargadores. Un traspiés o una
caída podía costarle la vida al infeliz cargador.
En cuanto al transporte acuático se efectuaba por medio de los famosos caballitos de
totora en la navegación lacustre y grandes balsas de madera y totora que servían para
transportar mercancías y pasajeros por vía marítima hasta Mesoamérica, inclusive.
Comunicaciones: El desconocimiento de carruajes y del caballo dificultaba e-
normemente las comunicaciones entre las diversas regiones del incario. Los incas
vencieron estos obstáculos inventando un sistema de comunicaciones, que superó por su
largo alcance al del fuego o del tambor. Tal sistema fue el de los chasquis.
A distancias variables, según la naturaleza del terreno, instalaron chozas en donde se
instalaba dos pares de chasquis encargados de a-tender el servicio de comunicaciones en
cuatro diferentes direcciones. Iban vestido a la usanza de los encargados de su profesión
y estaban encargados de transmitir las noticias y las ordenanzas oficiales a los puntos más
alejados del territorio, portando tales noticias en forma verbal o escritas ideográficamente.
A menudo portaban quipus, hilos de diversos colores y anudados en forma condicional
que servían como sistema de estadística y qolcani o escritos en que utilizaban su escritura
ideográfica. Los correos o chasquis —escribe L. Baudin— eran alimentados,
desde su más tierna edad, con maíz tostado y entrenados para beber solamente una vez al
día; aseguraban un servicio continuo de un mes por turno; habitaban abrigos llamados por
los españoles chozas o igualmente tambos,dispuestos a lo largo de las carreteras, a
distancias variables unos de otros, según la topografía de los lugares; y estaban
construidos sobre alturas, de tal manera que desde cualquiera de ellos pudiesen verse los
alrededores inmediatos del abrigo precedente y del siguiente, si no estos abrigos mismos.
Los autores no están de acuerdo con la distancia existente entre puesto y puesto, así
mientras Anello Oliva y Cieza de León hablan de media legua; Garcilaso y Santillán se
refieren a un cuarto de legua; Montesinos a una-legua india y Santa Cruz y Herrera la
estiman en legua y media.
Según Montesinos los chasquis no limitaban su acción a la transmisión de noticias y
órdenes sino que, además, eran portadores de pequeñas cargas que contenían productos a
intercambiar entre diversas zonas del incario. •
Gracias a este sistema de comunicaciones el incario supo garantizar la integridad de su
territorio y lograr la recepción de algunos productos, el pescado por ejemplo, en un
mínimo de tiempo desde los más apartados lugares del incario; asimismo, aseguró una
rápida movilización del ejército y su rápido traslado a las regiones afectadas por
insurrecciones tribales, invasiones o puntos de iniciación de nuevas conquistas. L. Baudin
estima que el sistema de comunicaciones establecido por los incas, sólo admite compara-
ción con el sistema de postas vigente en Europa en el siglo XIII.
Moneda: Aunque existe el consenso general de que los incas ignoraron la moneda, no
faltan los cronistas e historiadores que nos hablan de su presencia, llegando a sostener
que los pueblos prehispanos conocían no sólo las moneda mercancía, sino que algunos de
ellos habían puesto en circulación moneda signo, tales como los discos de oro de los
chibchas, las hachas en forma de T y las conchas coloreadas de los maya-quichés y las
piedras raras -obsidiana, calcedonia y cristal de roca— en el Perú y Chile. No vacilando
en concluir que "los metales, las conchas y las plumas de ave entrecruzaban e! continente
americano".
Tan temerarias afirmaciones obedecen a la errónea tendencia de identificar las culturas
americanas con las vigentes en el hemisferio oriental, tales como Mesopotamia, Egipto,
India, en donde la división del trabajo condujo a la aparición de pueblos ganaderos y
agricultores, industriales y comerciantes según la actividad económica dominante entre
ellos. Esa división social del trabajo condujo a la aparición de la propiedad privada y
ésta al nacimiento de las clases sociales, entre las cuales destacarán los comerciantes.
Una crítica histórica científica de los documentos disponibles nos conducirá a la
afirmación de que los incas ignoraron la moneda al paso que el comercio y los
comerciantes tuvieron un desarrollo muy limitado.
L. Baudín apoyándose en Antonio Herrera y en Bernabé Cobo concluye admitiendo que
los incas conocieron la moneda, si bien niega la generalización del comercio interno.
Según Herrera los antiguos peruanos "trocaban unas cosas por otras y algunas que no les
hacía falta, como ¡a coca y el algodón, corrían en lugar del dinero". Y Bernabé Cobo es
más enfático, cuando escribe que "en la primera mitad del siglo XVII el maíz pasaba aún
como moneda".
Sin embargo, nada de lo conocido de la historia de los incas permite concluir que ellos
alcanzaron tan alto nivel en el desarrollo del intercambio.
Fundándose en el repetido hallazgo de ciertos productos muy lejos de sus centros de
producción, se ha lanzado la idea de su uso como moneda, tomando en cuenta su gran
valor nutritivo y larga durabilidad, como es el caso del maíz, la sal, el chuño, el charqui;
su importancia económica como el bronce; su rareza y gran atractivo como las plumas de
colores, las conchas marinas, los' metales preciosos y algunas piedras raras como la
obsidiana y el cristal dé roca; o bien por su función recreativa como los juguetes. Pero un
rápido examen de la naturaleza y aplicaciones de esos productos nos convence del error
que se comete cuando se les mira como moneda, esto es, como "equivalentes generales".
El maíz, la sal, el chuño, el charqui son productos adquiridos con vista a su consumo
inmediato por el propio adquirente. Los metales preciosos carecieron de función
monetaria en el incario, gozando de gran aprecio como objetos de ornato y de modelación
artística; por su parte las conchas marinas y el coral fueron estimados como objetos de
ofrenda, a sus divinidades; de esto nos habla Francisco de Avila cuando nos dice que de
las copiosas ofrendas • que Túpac Yupanqui ofreciera al dios Maqawisa, consistente en
"muchas vian-
y bebidas, éste sólo le aceptó conchas y corales". Por su parte Cristóbal de Molina, el
Cuzqueño, afirma que los antiguos peruanos "ofrecían a dichas huacas. . . conchas de mar
que llaman mullu, colorado y amarillo, hechas a manera de maíz". No tiene asidero, pues,
la idea de que los incas llegaron a descubrir la función de la moneda, como "equivalente
general" de los cambios, debiendo rechazarse las audaces afirmaciones de L. Choy,
cuando escribe: no hubo dinero en la forma más desarrollada, dinero acuñado como el
que inventaron en Lidia, pero si existía la moneda-mercancía que consistió en metales o
piedras preciosas, además de conchas, sal y otros artículos . . .La existencia de balanzas
y pesas para precisar la cantidad de oro y plata usadas comcí moneda-mercancía, que
sirvieran como medio para comprar diversas mercaderías, revela que existió no sólo el
mercado mudo o de trueque directo, sino la circulación monetaria en forma elemental.
Tan absurdo resulta hablar de moneda cuando se trata del incario como de mercancía.
Ello significa ignorar el escaso nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y las
relaciones de producción elementales que sobre ellas se levantaban.
C o m e r c i o: La ausencia de la propiedad privada, la insuficiencia de los medios de
transporte y comunicación y el desconocimiento de la moneda, unido al sistema social
imperante y la planificación en vigencia hicieron que
el comercio interno y externo tuvieran un desarrollo muy limitado. La única forma
compatible con esa estructura económico-social impuesta por los incas era el intercambio
fundado en el trueque, transporte y almacenamiento por cuenta del Estado. "Había
productos, no mercancías; había depósitos, no mercados". Esto pone especial énfasis a las
afirmaciones de Villar Córdova de que "en el Perú incaico no existía el comercio libre".
L. Baudín no le otorga importancia a lo que llama comercio en el inkario, porque estima
que siendo todo el mundo productor de las subsistencias requeridas no había necesidad
de negociar. Y en todo caso, esto sólo podría tener fundamento en las diferencias de clima
que existe entre una y otra latitud. En efecto el habitante de la puna bajaba en busca del
maíz de los valles y la fruta de los yungas, cargando consigo la papa o el chuño, el olluco
o la oca o el charqui.
El hombre de los valles bajaba a los yungas o subi'a a la puna en demanda de los productos
de la zona portando cargas de maíz o alqodón. Creándose
así una activa corriente de intercambios, que el Inca trató de regular, tal como se despren-
deré lo informado por Cabello Valboa, cuando habla de "medidas de protección de los
mercaderes, si bien estos jamás existieron como gremio o grupo social especializado.
Es posible que en un principio el intercambio se realizara dentro de la propia comunidad;
pero posteriormente se crearon ferias y mercados. Según Cabello de Valboa corresponde
al Inca Túpac Yupanqui él establecimiento de las ferias, a! paso que Blas de Va-lera
atribuye la apertura de los mercados al Inca Pachacutec. Sarmiento en sus "Relaciones",
Garciiaso en sus "Comentarios" y
Herrera en su "Historia General" nos dicen que para facilitar esos intercambios se había
establecido que "uno de cada nueve días sería dedicado al descanso, la feria y la fiesta".
Blas Vaíera atribuye a Pachacutec el haber ordenado que tales ferias se abrieran
diariamente.
Se trataba en realidad de verdaderas recobas establecidas en -a plaza o en la calle principal
de la ciudad o pueblo, conocida con e! nombre de qhatu. En ella se exponían los producios
destinados al trueque y los jawaruna, forasteros, eran admitidos al trueque. Para regular
la operación se hacía uso de ia aysana, balanza o del tüpu, medida de capacidad, o a falta
de ellos se estaba a lo decidido por el lugareño. La operación era un.intercambio de bienes
de uso y eran extraños a ella ei fraude y e! engaño.
En el comercio interno suele distinguirse el comercio horizontal del vertical. El primero
se efectuaba entre ios diversos valles interandinos o costeños, que intercambiaban maíz,
frutas y algodón en la costa; y lana, charqui o papas en ia sierra; el comercio vertical se
realiza entre las tres zonas geográficas peuanas, costa, sierra y selva, mediante ei envío
de tela, maíz y fibras de maguey de la Sierra a cambio de que se le retornara algodón,
frutas, pescado o conchas de la Costa y maderas, plumas o coca desde ia Selva. En esa
forma el comercio interno se nos presenta como una actividad destinada a complementar
los productos disponibles mediante el intercambio entre zonas agrícolas y ganaderas o
bien entre zonas tropicales, templadas o frías.
El comercio externo se efectuaba en las mismas condiciones que ei interno, pero en este
caso se hacía por cuenta exclusiva del Estado. La ausencia de fortunas particulares, el
riguroso control del movimiento de los pobladores y la ausencia de espíritu de lucro hacen
que el particular no participe en éi.
Según la relación de Juan de Sánamo, secretario de Carlos I y del Consejo de Indias en la
balsa capturada por Bartolomé Díaz, el piloto de la expedición
descubridora de Pizarro a la altura de Tumbes, se halló una veintena de indios quechuas
portando objetos de oro y plata, espejos de cobre, keros o vasos de madera y finos tejidos
de lana de auqué-nido, así como una balanza y cierta cantidad de conchas marinas; pero
sin que se lograra establecer los productos que se esperaba traer de esas regiones. De este
simple hecho se ha pretendido deducir toda una actividad comercial regular entre mayas
e incas. E. Mandel, anteriormente citado, especifica los productos intercambiados por
ambas cultu-
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ras; los incas enviaban metales y especialmente aleaciones, como la tumbaga y ul champí;
recibiendo en cambio piedras preciosas, de preferencia amatistas, esmeraldas — así como
armas, tintes, tejidos bordados, joyas, etc.
Además, de acuerdo con otras investigaciones y tradiciones orales existía otra ruta de
intercambio a base del trueque, que abarcaba no sólo la zona andina, sino que llegaba
hasta las orillas del río de la Plata hacia el sur y del Da-rien hacia el norte.
2. ORGANIZACIONES SOCIO-POLÍTICA DEL irMCARIG
El análisis que hasta aquí hemos hecho del desarrollo de las fuerzas productivas del
incario, debe ser complementado con el estudio de las relaciones de producción o de
propiedad surgidas de ese desarrollo, si en realidad de verdad queremos dar una visión
integral del modo de producción o anatomía social de la sociedad incaica.
Con tal objeto vamos a pasar al estudio de las organizaciones y organismos, que servían
de reguladores a esas relaciones sociales y políticas existen-que servían de regulaciones
a esas relaciones sociales y políticas existentes entre las agrupaciones sociales que
integraban el Incario, las mismas que pueden expresarse en el siguiente cuadro.
Organizaciones socio-poiíticas del incario
Naturales Sociales ■ Política
Familia: ": Gens Federaciones
Consanguínea '-"' Fratría Nacionalidades
Punalúa Tribu ' ■; FctaHn
Sindiásmica
La diferencia de niveles observadas en el cuadro indica e! momento en que se pasa de un
tipo de organización a otro.
FAMILIA Y PARENTESCO INCAICOS .- El orden social en que viven agrupados los
hombres de una época o de un país determinado está condicionado por el grado de
desarrollo del trabajo, de un lado, y por el nivel de evolución de la familia, de otro. Tal
hecho era ya observado por L. Morgan cuando escribía que la evolución de la familia se
opera sincronizada con la del resto de las instituciones sociales. Para él cuanto menos
desarrollado se encuentre el trabajo, tanto mayor será la Influencia de las relaciones de
parentesco sobre el régimen social.
En páginas anteriores nos hemos ocupado de la evolución de la familia peruana desde las
relaciones promiscuas hasta su integración en familias puna-lúas. Eso nos permite
confirmar que familia y sociedad evolucionan al unísono, al mismo tiempo que nos
demuestra que el desarrollo de la familia no consiste en la formación de círculos de
parenteso más amplios cada vez, sino, por el contrario, se marcha hacia una persistente
contracción de ellos. Gracias a esa ley de desarrollo la familia pasa del matrimonio por
grupo al matrimonio en parejas. Ya Engels al ocuparse de este tema, aprovecha para
caracterizar a nuestra América ■domo "la tierra clásica de la familia sindiásmica, no
existiendo dato alguno que nos permita suponer que superó esa etapa".
Por desgracia, los datos que nos suministran los "cronistas" sobre el particular son
bastante exiguos. Ellos se mostraron interesados por el estudio de las relaciones sexuales
imperantes en la sociedad incaica , despreocupándose por completo de la historia de la
familia y del sistema de parentesco, que dejaron para mejor oportunidad. Y todo ello, a
pesar de haberse ocupado de las relaciones sexuales desde los más diversos ángulos- Así,
Bartolomé ds las Casas se preocupó principalmente de las relaciones sexuales, en el caso
de las aellas enclaustradas en soberbios conventos. Garcilaso describe con lujo de detalles
el matrimonio entre la nobleza, ios capac runa. Morúa nos habla del rol que juega en el
matrimonio el derecho de elección. Bernabé Cobo se ocupó del matrimonio entre la gente
del pueblo, hatun runa; y Huamán Poma se enfrasca en el tema relativo al número de
mujeres que puede desposar el hombre incaico, tomando en cuenta su jerarquía social y
sus merecimientos personales. Pero ninguno de ellos profundizó acerca del sistema de
parentesco ni sobre la organización de la familia. La razón de ser de este olvido la explica
Engels, cuando escribe: "hasta 1860 ni siquiera se podía pensar en una historia de la
familia. Las ciencias históricas hallábanse aún, en este dominio, bajo la influencia de los
cinco libros de Moisés".
Convencidos de que al igual que en su España feudal la piedra angular de la sociedad
incaica era la familia, tal como ella era concebida en la Península, los cronistas no
vacilaron en ocuparse del interés del Estado en asegurar la estabilidad de la familia,
protegiendo para ello su unidad y dotándola de los medios de subsistencia necesarios.
Pero pasaron por alto todo lo relativo a su organización y a! sistema del parentesco, que
están tan intimamente unidos a esos temas.
Según Fernando de Santillán el hombre del pueblo estaba obligado a la monogamia pues,
"para el subdito común no podía hacer otra ni ella conocer a otro so pena de muerte". Sin
embargo , Huamán Poma asegura que el ha-
tunruna, así como el mitimae recibían dos mujeres, una de ellas como legítima. De las
diversas fuentes consultadas sobre el particular parece desprenderse que sobre esta
materia regía lo que constituye una regla general en las tribus latinoamericanas: el hombre
podía tener tantas mujeres, cuantas le era dado mantener. Y el mismo Huamán Poma al
tratar de la poligamia entre la nobleza afirma la existencia de un "ordenanza" dictada por
Tupac Yupanqui, según la cual los caciques y principales podían tener 50 mujeres para
"su servicio y aumento de la población"; el hunocuraca no más de 30, el
guaman¡ncuraca,2Q el huarangacuraca, 15 y así sucesivamente hasta llegar a 2 para el
hombre del pueblo.
Estos rasgos que hemos esbozado en la organización familiar del incario nos están
indicando que ya el patriarcado había sustituido al matriarcado y que la degradación social
de la mujer estaba alcanzando profundidades propias de la sociedad de castas.
En resumen, puede decirse que con la familia inca estamos frente a la familia sindiásmica,
caracterizada por la fragilidad del vínculo matrimonial. La monogamia era la regla
general aplicable a la masa popular, reservándose la poligamia para la nobleza. La mujer
debía integrarse al grupo gentilicio del marido y reconocer la autoridad de éste, cual si
fuera una propiedad personal de él. Una vez más la historia confirma la tesis materialista,
según la cual "la familia es un elemento activo, en permanente cambio, mientras el
sistema de parentesco es un elemento pasivo, que sólo tardíamente registra los progresos
realizados en la organización de la familia". Esto lo hallamos claramente expuesto por H.
Cunow que aplicando la tesis biológica de Cuvier logró explicar el sistema de parentesco
existente en el incario por el régimen de familia en uso, tal como puede observarse en este
cuadro tomado del mencionado autor sobre la linea de parentesco hasta el cuarto grado
por la linea masculina:
ESQUEMA DEL PARENTESCO INCAICO '• ■

Del esquema se derivan algunas reglas, a saber :primero: el matrimonio pu- _ •nalúa, que
excluye a hermanos y primos de ambos sexos de todo comercio .. sexual es la base del
parentesco incaico. Esto confiere un carácter excepcional
corriente se usan sólo los términos machu, yaya, huaquey,etc. reservándose el agregado
del vocativo cuando se habla con terceras personas, con ei fin de indicar la diferencia de
edas y sexo de las personas aludidas; tercero, la mujer usaba términos distintos a los del
hombre para referirse a sus parientes, tales como paya, pana, caca para indicar a su abuela,
a su hermana, a su tía, etc; cuarto, el sistema de parentesco pumalúa permite a los incas
llamar hijos a los hijos e hijas de sus hermanos y primos, quienes lo llaman a él padre;
mientras a los hijos e hijas de sus hermanas y primas los designará como sobrinos y e-
llos lo llamarán a su vez tío. Esto nos ayuda a explicarnos los "quinientos hijos de Huayna
Capac" y los "treinta hermanos de Huáscar mandados asesinar por Atahualpa" de que nos
habla Cieza de León.
En cuanto a la edad de los contrayentes nó hay uniformidad entre los cronistas y las edades
van de los 20 según Las Casas a los 30 según Morúa. El matrimonio consanguíneo se
hallaba estrictamente prohibido hasta el cuarto grado'. La ley establecía como condición
indispensable la igualdad social de los contrayentes. Una jatunruna no podía aspirar, por
grandes que fueran sus merecimientos personales; al amor de una mujer de la nobleza. La
sangre real no podía mezclarse con ninguna otra, ni siquiera con la nobleza de privilegio.
Tal es el tema de la tragedia relatada "Ollantay" en el que el protagonista se enamora de
la princesa Kusi Coillur. Un problema que divide a los "cronistas" es el relacionado con
el derecho a la elección de pareja. Garcilaso se limita simplemente a decirnos que el Inca
o cualquiera otra autoridad hacía "juntar a las mozas y mozos para casarlos". Fernando
de Santillán afirma que "toda joven que no era destinada al acliahuasi, se casaba medíante
acuerdo con el hombre que la pretendía". Bernabé Cobo nos habla de un matrimonio que
se usaba entre la nobleza en que funcionaba la elección y el que se acostumbraba entre el
pueblo en ei que sólo intervenía la voluntad del Inca. Destacando la importancia de la
virginidad de la recién casada, Acosta y Cobo dicen que su calzado era de lana cuando la
novia era doncella y de ichu cuando no lo era.
GEiMS, FRATRÍAS Y TRIBUS EN EL ¡NCARIO.- Corresponde a la gens, la fratría y
a la tribu constituirse en las formas básicas de agrupación social en la etapa preclasista.
La Antropología, la Etnografía,y la Arqueología nos proveen suficientes pruebas que
permiten afirmar que la organización gentilicia es la forma que reemplazó a la
organización hórdica. Y será en la familia punalúa donde buscaremos el origen de las
gens.
La gens, conocida también con los nombres de mordu, suku, thum, phare, sept, geno,
cian, ayllu puede, pues, mirarse como la primera colectividad productiva, social y étnica
que haya conocido la sociedad preciasista. Y suele definirse como "una colectividad
humana que admite descender de un antepasado común y que posee asimismo, una
lengua, costumbres, creencias y condiciones de existencia y culturales comunes". Los
vínculos de consanguinidad y las relaciones comunitarias de producción juegan un
esencia! papel en la sociedad gentilicia. La base económica de la misma se funda en la
posesión de zonas de caza y de residencia comunes.
1 ■$
--:; El ayllu, pues, constituyó la organización gentilicia base, la célula social, del incario.
Para designar los ayllus propios de la casta gobernante se usó el término panaca. Según
Garcilaso los ayllus populares se atribuían como antepasados comunes algunos animales
-cóndor, puma, venado, serpiente- o fuerzas naturales -trueno, relámpago, lluvia-. Por el
contrario, las panacas se asignaban corno antepasados comunes divinidades, héroes y
ocupaciones. Así tenemos las comunidades gentilicias siguientes: sañu ayllu (alfarero),
marasasay-Ha ayllu (hormiga), chima panaca ayllu ( hembra), vicaquirao ayllu (rebaño),
capac ayllu (señor), etc.
Ayllu en quechua significa genealogía, linaje, parentela, casta, pero al mismo tiempo
indica una circunscripción territorial. Para Payne y Saavedra el ayllu concentrado en una
aldea, que recibe el nombre de marca sería la última fase del desarrollo de esa unidad
gentilicia. Tal evolución sería la resultante de la conexión que existe entre el
establecimiento permanente de un grupo humano y el cultivo metódico de la tierra.
Costumbres ancestrales regían la distribución de la tierra estableciendo que, quienes
pertenecían a la gens tenían derecho a un tupu. O sea , a la inversa de la comunidad
germánica con la cual quiere Cunow identificar a nuestro ayllu, se era propietario porque
se era miembro de la comunidad y no a la inversa, esto es que se era comunitario por que
se era propietario.
La fratría, o " parcialidad" corno la designaban los españoles, era el resultado del
desarrollo de los ayllus. Pues, en la medida en que crecía la población si; dividían y
subdividían, dando nacimiento a nuevos ayllus que se consideraban emparentados entre
sí. En esa forma todos los miembros de la parcialidad al igual que los del ayllu, se
consideraban descendientes de un antepasado común. Así, Molina nos dice que el Cuzco
estaba integrado por 17 ayllus, 8 en la parte alta, hanan, de la ciudad y 9 en la parte
baja,hurin, de la misma. Esta distribución de la ciudad-capital era reproducida
exactamente por todas las ciudades del incario.
La tribu es la forma superior de la organización fundada en la consanguinidad.
Generalmente era integrada pondos o más gens, cada una de las cuales conservaba su
rasgo de unidad demográfica y económica dentro de la tribu, pero dejando en manos de
ésta la facultad de adoptar nuevas formas de pro piedad y de reagrupación demográfica.
Recordemos sobre el particular la opinión emitida por Marx, para quien la propiedad
colectiva imperante en el incario debe ser considerada como una nueva forma impuesta
por las tribus conquistadoras, las mismas que en su oportunidad se habían regido por la
propiedad común y la producción colectiva.
Los incas al dominar a las tribus vecinas procedían a expropiarles una aprp-ciable parte
de sus tierras, procediendo a atribuírsela en propiedad eminente cil Inca y al Culto.
Asimismo, en determinadas ocasiones desplazaron a los sin-chis, jefes militares de las
tribus vencidas, y los reemplazaron por jefes políticos de absoluta confianza. A partir de
Pachacutec, además, procedieron a rea-grupar en forma decimal a la población de las
tribus. Cunow y Trimborn citan ■"-.' como ejemplo de esa nueva organización política lo
observado en las tribus
de los yauyos, huamanchucos, huancas, chumbívilcas, canchis, canas y otras,' ■ reunidas
en grupos de diez mil individuos.
Fuera de tales innovaciones, puede decirse que los incas respetaron en forma absoluta los
sistemas de organización y costumbres de las tribus vencidas. Garcilaso nos habla de 150
tribus incorporadas al incario, que hablaban 25 idiomas y dialectos. Lara cita las
siguientes tribus entre las más destacadas según las regiones: Tajmara, Curanpa, Sulla,
Huamanga, Cajamarca, Chachapoyas, Tumpis, Caranguis en el Chinchaisuyu; Pajiri,
Sipisipi, Pucona, Totora, Miski, Ampara, Tucumán, Copiapó, Coquimbo en el Collasuyo;
Pilcopata, Ju-huica, Tumu, Chunchu, Musu en el Antisuyo; y Allca, Taurisma, Pumatam-
pu, Ubina, Caraveh', Pijta, Huamanpalpa, Jayari, Colpa en el Contisuyu.
C. Markham hablando del número de tribus que integraban el ¡ncario, nos proporciona
una lista que hemos creído necesario ordenar por regiones y nacionalidades en la siguiente
forma:
..'^ TRIBUS INTEGRANTES DEL ¡¡SICARIO
Regiones Naciones M° tribus
Cuzco Inca 16
Caña 3
Quichua 6
,. r.,.^ ,., -. ,■ , ,, Chanca • 9
Huanca 8
■.■..•■• Lucana 4-46
,..■
Collao Colla 7
Chinchaisuyo Chincha 8
Quito Quiteñas 22
Yunca Yunga 8-45
Total 91
Resumiendo lo dicho podemos afirmar que la tríada de la organización social -gens,
fratría, tribu- está constituida por grupos relacionados por diversos grados de
consanguinidad, que si bien cada uno se mantiene encerrado en sí mismo, resolviendo
autónomamente sus asuntos, se miran como entidades complementarias. Con la tribu se
agota la posibilidad de organizaciones consanguíneas y se abre el ordenamiento político.
CASTAS Y CLASES EN EL SISTEMA SOCIAL INCA.- La tribu representa la
culminación de la agrupación humana fundada en el parentesco e inicia su a-grupación
sobre bases políticas. Confederación, nación, y Estado son otros tantos niveles de esa
evolución. Las castas y las clases sociales jugarán un papel protagónico en el paso de uno
a otro miembro de esa tríada.
Si el concepto de casta no ha sido objeto de mayores controversias, no puede decirse otro
tanto del relativo a clase. En este terreno la burguesía ha
jugado un doble papel. Primero será, con los economistas clásicos -Petty, , Smith,
Ricardo-, una acusiosa investigadora de los fundamentos económicos •. de la división
de la sociedad en clase; luego serán los historiadores políticos -Thierry,Mignet , Guizot-
sus adelantados en la investigación del papel jugado por la lucha de clases en las
revoluciones inglesa y francesa. Pero a partir de . mediados de la pasada centuria esa
burguesía se convierte en una persistente opositora al concepto de clase social. Primero,
intentará negar la existencia de las clases sociales y de sus luchas -Encíclicas papales,
Bertrand-Serret- más tarde, intentará sustituir el concepto de clase por otros más amplios
e indefinidos, como los de "grupo social", "estrato", "medio", "rango", "estatuto", etc.
Estos intentos se han hecho extensivos a sociólogos marxistas de derecha, reformistas o
revisionistas que se esfuerzan por defender el mito de la desaparición de las clases sociales
en los países capitalistas modernos.
Estas tendencias confusionistas se han filtrado igualmente entre los pensa-¡ dores
marxistas peruanos, especialmente cuando se trata del debatido tema de la tipificación
histórica del ¡ncario. Utilizando a su amaño eLconcepto de clase social han podido tocar
toda la gama de los modos de producción enunciados por Marx en su esquema de
periodización histórica, para decirnos que tipo de sociedad y de Estado era el Incario.
EL INCARiO, UNA SOCIEDAD DE CLASES.- E, Means en su Ensayo sobre las
instituciones sociales de las antiguas culturas andinas nos dice que "las clases sociales
hicieron su aparición en el Perú desde el instante mismo en que los jefes guerreros,
sinchis, nombrados como dirigentes temporales se transformaron en autoridades
permanentes ", Tal proceso tendría su razón de ser en la política expansionista de ias
marcas ante el incremento acelerado de su población. Una prueba de esa conversión de
los jefes guerreros en jefes civiles cree encontrarla Means en la presencia de los barrios o
"parcialidades" en que . se dividen las ciudades andinas: hanansaya, lado de arriba o de
los vencedores y hurinsaya lado de abajo o de los vencidos.
Esta tesis será tomada como base para sus exposiciones por los historiógrafos que se
ocupan de la ubicación histórica del incario. Sin considerar que ella es un argumento
extraído de la interpretación idealista de la historia, tan combatida en su oportunidad por
Marx y Engels. Las explicaciones idealistas de la división de la sociedad en clase por
razones de fortuna o en función de la violencia, por ejemplo, fueron rebatidas sin
compasión por los fundadores de! . marxismo. Para Marx "el contenido de ia cartera
constituye simplemente una diferencia cuantitativa, pero jamás puede convertirse en
razón suficiente para la definición de una clase"; Engels rechazando la función histórica
de la violencia, escribe: " la violencia no juega rol alguno en la división clasista de la
sociedad, pues, para que ésta'se produzca es necesario, previamente, que se , haya
instituido la propiedad privada".
.„. Sin embargo, olvidando tan claras objeciones, nuestros historiadores han
^'caracterizado al ¡ncario asimilándolo a todos los medios de producción cono- -■
cidos y por conocer.
ESCLAVÍSIMO INCAICO : E. Choy sorprende al II Congreso Nacional de His loria con
su tesis sobre la esclavitud en la sociedad incaica. En ella afirma en tre otras cosas, que
"los cambios económicos sufridos por el incario se facili taron con el golpe revolucionario
asestado a la clase sacerdotal, que hasta en tonces habi'a detentado la mayor parte de la
propiedad territorial y ganadera por la clase emergente, la poderosa clase de los orejones,
que lograban grande; botines siendo premiados con ganado, tierras y mujeres". No
contento cor clasificar como clase a nobles y sacerdotes, nos hablará más adelante de ur
"gigantesco esclavízamiento de los pueblos" e intentará una distinción entre las formas
de esclavitud conocidas en el incario, a saber: la esclavitud privada representada por las
aellas y los yanaconas. Estos últimos, observa "no tributan al inca, pero su plusvalía era
entregada al soberano o al curaca, según trabajara para uno o para otro"; y la esclavitud
colectica representada por los mitimaes. Tales despropósitos nos convencen que Choy
ignoró que según En-gels "siempre que se desarrolla la propiedad privada ocurre a
consecuencia de un cambio en la situación y en las relaciones de producción e
intercambio, es decir, causas económicas". Ahora bien, ninguna fuente histórica conocida
nos habla de que se produjeran tales cambios durante íncario.
Por su parte L. Lumbreras en su Orígenes del Estado en el Perú afirma que "la riqueza en
aquel tiempo -el ¡ncario- no estaba en la propiedad física de !a tierra, estaba en la
propiedad sobre la fuerza de trabajo"; pasando por alto la tesis de Engels para quien "un
esclavo no es útil para cualquiera. Para poder usarlo hay que disponer de dos cosas:
primero, de los instrumentos y del objeto necesario para el trabajo del esclavo; segundo,
de los medios necesarios a su miserable sustento". Esto es, que la esclavización de uno o
varios individuos sin hacerla preceder de la posesión o propiedad privada de la tierra y de
un excedente de producción, carece de sentido económico. Ello equivale a colocar los
bueyes detrás de la carreta.
Sobre el particular debemos recordar que los datos más precisos sobre una institución que
recuerda vagamente a la esclavitud los aportaron Sarmiento de Gamboa y Cabello Valboa,
para quienes en los años de gobierno del Inca Tu-pac Yupanqui se descubrió una
conspiración fraguada por el mismo hermano del inca. La represión que provocó esa
intentona condujo a la condena a muerte a 6.000 hombres de la región de Yanayacu. La
intervención de la coya Mama Ujllu hizo que esa pena fuera conmutada por la de
servidumbre perpe-en beneficio ae la nobleza solar. Esto sucedía entre 1471 a 1493, es
decir, unos treintaicinco años antes de la conquista española. Ni lo reducido de la masa
afectada con la pena, ni el escaso tiempo entre la dictación de la pena y la destrucción del
incario ni la ausencia de medios.capaces de efectivizar la violencia física sobre el
trabajador que caracteriza a la esclavitud, permite afirmar la presencia de ese modo de
producción en el incario. Debemos recordar, además, que cuando se habla del esclavísimo
en Europa, ese modo de producción está representado por sociedades como Esparta en
que se dan 8 esclavo:. tua en beneficio de la nobleza solar. Esto sucedía entre 1471 a
1493, es decir, por 1 hombre libre o Atenas con 10; 1, y en Roma con millones de hombres
condenados a la esclavitud; mientras que según las cifras especuladas sobre el incario se
tendría 1 esclavo por cada 2,000 hombres libres {!).
FEUDALISMO INCAICO: La visión de una sociedad incaica fundada sobre las bases de
un feudalismo incipiente corre por cuenta de aquellos historiógrafos para quienes "el
imperio incaico fue una sociedad de transición, que surge como consecuencia de la
paulatina desintegración del modo de producción esclavista y representa los inicios, aún
incipientes, de la organización del modo de producción feudal". Rechazando esta tesis
debemos recordar que según informaciones de Ondegardo y Garcilaso, no refrendados
por ningún otro "cronista", la distribución desigual de la tierra incaica en consideración a
la calidad del beneficiario oscila entre 30—48 tupus. Esto significaría, de aceptar la tesis
del feudalismo incaico que se caracterizaría un modo de producción poi la cantidad de
tierra expropiada y no por las relaciones de producción vigentes; además, en este caso
estaríamos frente a un sistema feudal representado por pequeños o a lo más, medianos
propietarios agrarios. Comparemos las 30 a 48 hectáreas de los "feudales" incaicos con
los 9 millones de hectáreas del general Terrazas en el Méjico colonial, con los 6.6
millones de los Meléndez de la Argentina actual y las 557.362 hectáreas de los
Gildemeister en el Perú pre-reformade 1969.
- ;
MERCANTILISMO INCAICO: J. Bonmarchand, citado sin observaciones por E.
Mandel, afirma en su Histoire du commerce que " La América precolombina había
llegado al umbral de la aparición del capital mercantil en el momento de la invasión
española. El comercio internacional embrionario que se había establecido entre los Incas
y los Aztecas tenía como objeto los metales y los productos de lujo". En respuesta a tan
delirante tipificación de la sociedad incaica, será preciso recalcar que para la economía
marxista el capital mercantil es una de las formas funcionales del capital industrial,
habiéndose previamente aclarado que "el capital no es un bien ni un servicio, sino una
relación social". Unajelación entre una clase social que posee otro medio de subsistencia
que la venta de su fuerza de trabajo, el proletariado. Y es sólo gracias a ese tipo de
relaciones que se hace posible la explotación de la fuerza de trabajo a-salariado, la
producción de plusvalía y la acumulación del capital. Por algo nos dice Lenin: " Las clases
son grupos humanos, uno de los cuales puede a-propiarse del trabajo-del otro, por ocupar
puestos diferentes en un régimen determinado de economía social".
SOCIALISMO DE ESTADO INCAICO: La ¡dea del incario como un Estado socialista
ha torturado la mente de historiógrafos como Lorente, Martens y Reclus, pero ha
merecido la repulsa airada de otros como Payne, Cunow, Lat-cham. Los primeros porque
centraron su atención en la propiedad colectiva de la tierra, objeto de trabajo y residencia
del hombre desde toda antigüedad; los segundos porque superestiman la función
conservadora de los Incas, que limitaron su acción a mantener ¡ntocadas las comunidades
agrarias autosufi-ciernes que constituyen las células de las sociedades primitivas. En un
esfuei-~¿~ j zo por compaginar tan antagónicas posiciones, L. Baudin en El imperio
socialista de los Incas intenta tipificar al incario como un "sistema planificado y
autoritario que anula la propiedad individual". Y ello porque estima que "ha habido en el
Perú, a la vez, colectivismo agrario y socialismo de Estado; el uno, resultado de una larga
evolución; el otro creación del género humano". Y tras estas peregrinas premisas
introduce en el esquema de periodización histórica un absurdo socialismo de Estado, que
va a permitirle al autor hablar de una "clase sojuzgadora", de su exitosa campaña por
eliminar "los peores sufrimientos materiales: el hambre y el frío, no dejando más que un
pequeño sitio a la ambición y la avaricia" y presentar al capitalismo monopolista como
un vulgar imitador del sistema previsor de los incas, de proceder a la "acumulación de
reservas en tiempo de abundancia y su reparto en tiempos de carestía". Política previsora
que le permitió convertir a la población incaica., según el autor en "una cáfila de hombres
felices". En esa forma el socialismo e-tapa superior de la dialéctica social se transforma
en "creación del genio hu-■ mano" para hacer felices a una masa de zombies".
EL INCARIO, " SOCIEDAD DE TRANSICIÓN " : La despótica decisión stalineana de
poner fin a las agrias polémicas sobre e! modo de producción asiático sostenidas entre los
años 1920-30, tuvo como resultado transformar lo que era un problema teórico en una
polémica política. En 1938 el Compendio de la historia del PC (b) ruso, incorporaba la
opinión de Stalin estableciendo como relaciones de producción fundamentales la
comunidad primitiva, esclavitud, feudalismo, capitalismo, socialismo. Toda opinión en
contrario será calificada en adelante de trotkismo. Y en aquellos años, como ahora, ser
calificado de "hereje" trotskista entrañaba la liquidación física inevitable, Moscú iocuta,
causa finita.
Tal vez estas consideraciones nos permitan explicarnos las contradicciones y evidentes
temores de Yu Zubritski en Los incas-quechuas, donde tras de un duro e injusto análisis
de la sociedad incaica en donde habla del incario como "una sociedad explotadora de
clases", de los comuneros como semiesclavos y de las aellas, mitimaes y yanaconas como
verdaderos esclavos, termina per afirmar que al incario "debemos, considerarlo como una
sociedad que atravie-za un período de transición de la sociedad primitiva a la esclavitud,
si bien no tenía conciencia de estar en condiciones de tránsito a otras formas de vida, a
otro régimen socio-económico".
EL "QUID" DEL CONFUSIONISMO : Ante tan dispares opiniones sobre la naturaleza
del incario y su ubicación dentro del esquema marxista de periodi-zación histórica es justo
preguntarse: ¿ A qué causas debe atribuirse esas apreciaciones antojadizas de la sociedad
incaica? ¿En qué principios e investigaciones se fundan los partidarios de la tipificación
del incario como una sociedad de clases?.
La respuesta surge casi instantáneamente: A una burocrática identificación con el
dogmatismo stalineano, primero, y a un falso concepto de lo que es una clase social,
después.
. La formación de una gigantesca burocracia internacional, puesta al servicio j-u de
los intereses de la burocracia nacional stalineana, hizo viable la sumisión de
grandes masas al despotismo ideológico de Moscú. Evidentemente es cierto que el
"contenido de la cartera" no es factor suficiente para dar origen a una clase, pero sí lo es
para lograr la sumisión incondicional de una burocracia, de una casta.
El segundo factor determinante de tales contradicciones estriba, ya lo hemos dicho, en un
falso concepto de lo que es una clase social. Sobre el particular es necesario recordar, que
Lenin elaboró una definición de lo que es u-na clase social, que en la actualidad se estima
como clásica en el pensamiento marxista.
Según el genial teórico soviético se trata de grandes grupos humanos que se diferencian
entre sí: en el campo económico, por el lugar que ocupan en el sistema de producción,
por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, así como por el modo
y proporción en que participan de los bienes y servicios producidos; y en el campo social
por las relaciones de propiedad en que se encuentran frente a los medios de producción
utilizados, relaciones que en gran parte quedan establecidas y formuladas en las leyes. De
todos esos rasgos propios que presentan las clases sociales, el fundamental es el
relacionado con las relaciones de producción o, jurídicamente hablando, relaciones de
propiedad. Ellas tienen una importancia fundamental en la historia de la humanidad.
Trasladando estos conceptos a la realidad social del incario observamos que en él se dan
tres tipos de propiedad, ligados estrechamente a los derechos sobre la tierra, fuente de la
riqueza social, a saber: propiedad comunal o estatal sobre tierras, pastos, selvas,
plantaciones de coca, grandes obras hidráulicas, edificios públicos; propiedad colectiva o
de los ayílus sobre las tierras cultivables, pastizales y bosques explotables que las
comunidades agrícolas "recibían" de manos del Inca, constituyéndose así en comunidades
de aldea g marca; y finalmente, la propiedad personal otorgada a cado hombre o mu ?r
sobre la tierra y animales, utensilios y objetos de uso doméstico. Sobre e te tema debemos
hacer notar que la Economía Política burguesa confunde, in-tencionalmente por cierto,
dos formas harto distintas de propiedad privada: una, que se basa en el trabajo personal
del beneficiario y que designamos como propiedad personal; y otra,que se funda en la
explotación del trabajo ajeno y que es la propiamente conocida como propiedad privada.
Esto nos permite rechazar las afirmaciones de L. Lumbreras cuando escribe: " los incas
del Cuzco, sus panacas, poseían derechos territoriales sobre determinadas zonas alrededor
del Cuzco... de modo que cuando llegaron los españoles estaban ciertamente dividido en
tierras de tal o cual panaca, de tal o cual inca: así Pisak pertenecía a una familia y Lucre
a otra". En relación a tan
peregrina afirmación de la propiedad privada de la tierra recordemos lo dicho por L.
Valcárcel: "la propiedad privada del suelo no existía entre los indios de América".
Recordemos asimismo, que Damián de la Bandera nos informa que "los terrenos que se
siembran para el inca eran reivindicados por las comunidades, que los consideraban y los
guardaban como suyos desde su creación".
Lo dicho confirma lo sostenido por Marx relativo a la tendencia a la estagnación y la
persistencia de la propiedad comunitaria como ley general de las comunidades agrarias
autosuficientes.
CONSECUENCIA DEL CONFUSIONISMO : Lo expuesto sobre ia tipificación del
incario pone en evidencia que el afán de nuestros sociólogos y e-conomistas por ignorar
el modo de producción asiático y pasar sin transiciones a una sociedad de clases, condena
al pensamiento marxista a dejar sin claras respuestas muchas preguntas, que surgen de lo
expuesto por Marx en su Formaciones económicas precapitalistas, tales como las formas
de transición en el esquema de periodicidad histórica, como es el caso del modo de
producción asiático y del socialismo actual; el desarrollo regresivo representado por el
desarrollo capitalista de América Latina; la coexistencia de diversos modos de
producción, como es el caso de México y Perú; los "saltos" históricos, co mo en el caso
de Mongolia Exterior, 1921—24, y África de hoy, y sociedades estancadas, como la India
actual. Estas y otras muchas preguntas podrán tener respuestas apropiadas si
restablecemos el esquema de la periodicidad de la historia mundial expuesta por Marx,
completándola con las experiencias de esa historia en el último medio siglo. He aquí un
posible esquema marxista:
ESQUEMA DE LA PERIOQIZAC1ON HISTORiCA
EL ÍNCARiO: SOCIEDAD DE CASTAS .- La condición básica para el nacimiento de
las clases sociales es el desarrollo de las fuerzas productivas, que conducirá a la aparición
de la división del trabajo, el plusproducto y al trueque, lo que hasta aquí hemos dicho de
las altas culturas peruanas en general, y del incario en particular, nos indica que el
deficiente desarrollo de tales fuerzas en nuestro medio van a modificar
decisivamente esa dinámica.
No sólo carecimos de fuerzas productivas esenciales como la fuerza anima! y la rueda,
sino que desconocimos la energía del animal, del agua y de! viento como fuerza motriz.
Todo esto contribuyó a impedir el surgimiento de las clases sociales y a nuestro
estancamiento en el estadio medio de la barbarie hasta la conquista española.
Las circunstancias anotadas permiten hablar de nuestras altas culturas como sociedades
divididas en castas. Tal afirmación la hayamos justificada en Marx cuando escribe en su
Miseria de la filosofía: la división del trabajo crea las castas, el régimen jerárquico y los
privilegios. En G.A. Melekechvill, cuando al tratar del modo de producción asiático, nos
dice : ia superioridad económica adquirida de este modo -obras públicas, campañas
militares, renta a-graria, impuestos- por la casta dirigente deviene, por consiguiente, un
factor complementario de ahondamiento de la explotación. Y en A. Metraux cuando en
Les incas le dedica todo un capítulo al tema: La .casta de los incas.
La lectura de los "cronistas" e "historiadores" de la época colonial ponen en evidencia su
ausencia de interés por los problemas relativos a la organización social y política del
incario. Sólo en la obra de Juan de Velasco: Historia del reino de Quito en América
meridional encontramos un intento de ptofun-dizar el tema. Su .esquema se basa en una
escala de cinco escalones que engloba capas sociales, gremiales y burocráticas.
1o plebe o gente común
2o Artesanos (fundidores, plateros, tejedores, canteros, etc). 3o Orejones (
individuos preeminentes que ocupan altos cargos de importancia y confianza.
4o Altos dignatarios ( curacas o gobernantes de los Estados sometidos en las
campañas de expansión)
5o Casta solar, formada por la numerosa descendencia inca. ,;¡
Mucho mayor es la confusión que se observa en R. Stavenhagen en Las clases sociales
en las sociedades agrarias al ocuparse de "La América precolombina: aztecas e incas",
escribe: Las categorías sociales (llamadas "clases" por diversos estudios) que se
encuentran en las sociedades aztecas o inca son las siguientes:
a. La Nobleza, con cuatro subdivisiones: 1.nobleza hereditaria
2.aristocracia "burocrática" 3.ar¡stocracia vencida ,'•!','•'■ ,
4.nobleza ciánica
b. El clero ''.'.,-',-,,
c. Comerciantes o artesanos "' '
d. Plebeyos
e. Guerreros
f. Esclavos. . .
Por nuestra parte, y sujetándonos en lo posible al concepto marxista de castas,
consideramos que el incario fue una sociedad de este tipo. Ella se regía por los principios
propios de este tipo de organización social. "Una casta social -escribe Bujarin- es un grupo
de personas unidas por idéntico "status" en el orden político y legal de la sociedad. Los
terratenientes son una clase; la nobleza es una casta. Los grandes terratenientes están
definidos por un tipo de producción común no así la nobleza, el noble tiene ciertos
derechos y privilegios debidos a su "noble estado". Sin llegar a la rigidez y jerarquización
del sistema dé castas hindú, la sociedad incaica nos presenta esa misma tendencia a crear
un sistema cerrado y de crecientes privilegios. En esa sociedad debemos distinguir las
castas privilegiadas, nobleza y clero y la casta explotada y expoliada, el pueblo.
CASTAS PRIVILEGIADAS : Gozan de grandes privilegios no de la propiedad privada
que desconoce sino de lo que ha dado en llamarse "peder de función". Nobleza y clero
integran este sector privilegiado de la sociedad incaica.
NOBLEZA : Colmada de privilegios y beneficios. En ella la sangre asumía extraordinaria
importancia. Su hegemonía social no radicaba en la propiedad privada de ingentes medios
de fortuna, sino en lo que se ha dado en llamar poder de función, esto es, en las actividades
económicas, sociales y militares que acumulan y centralizan en su exclusivo beneficio,
aunque respetando el cordón umbilical que une al hombre común con su comunidad.
Burócratas y sacerdotes se ennoblecen, perpetúan y transfieren ese poder de función.
En ella es posible distinguir tres sectores: la nobleza real o solar constituida por la
numerosa parentela de los Incas y que se reconocía descendiente por linea masculina
directa del legendario fundador del Incario, cuyo número tendía a crecer a la sombra de
la poligamia que practicaba y cuya pureza de sangre era celosamente guardada, aún a
costa de lo que hoy podremos calificar
de incesto. Con este fin Manco Capac fundó la panaka o linaje rea!. Cada monarca creaba
en el Cuzco su propia panaka. Todos ellos ocupaban los más altos cargos políticos,
militares y religiosos. El número de los nobles radicados en el Cuzco los hace subir
Garcilaso a unas seis mil personas. La nobleza de privilegio era formada por los
descendientes de aquellos jefes locales que se incorporaron sin resistencia al Incario y
que colaboraron con los incas en sus luchas contra las tribus vecinas, a quienes Manco
Cápac otorgó el privilegio de llamarse inca; Means hace ascender el número de incas a
cien mil. La nobleza por adopción estaba formada por las familias de los curacas, que por
lo general eran funcionarios provinciales, pero agraciados con muchas prerrogativas y
gran autoridad, respetándoles las formas de sucesión imperantes en sus antiguas
comunidades. De Rivero y Tschdi estiman en 8,000 ban la "Corte" cuzqueña.
Esos tres órdenes constituían el cuerpo político del incario. A ellas les estaban reservados
los más altos cargos públicos, que eran distribuidos en un orden jerárquico
escrupulosamente establecido y de acuerdo con las condiciones personales de cada uno.
Ellos se hallaban eximidos de las prestaciones señaladas en materia de labor agrícola,
pastoreo, tejidos y otros. Los hombres de la nobleza gozaban del derecho a poseer
concubinas hasta el número indicado por la ley. La juventud noble gozaba del beneficio
de la educación.
En sus filas se formaban, afirma Valera, los filósofos y dramaturgos, amantas, los
astrólogos y los quipucamayocs, los músicos,los pintores y los poetas, avaricus, etc.
EL SACERDOCIO : Representaba una casta dominante , que había visio disminuido su
poder en la medida que acrecentaba el suyo la nobleza militai-burocrática. La jerarquía
religiosa era bastante diferente a la civil, si cien, en la cúspide, ambas se confundían en
la persona del Inca. Su jefe era el Sumo Sacerdote, VYillac Urna, generalmente elegioo
entre los tíos o hermanos del Inca. Tenía bajo su mando a un gran número de sacerdotes.
Según Prescott su número ascendía a más cié 4,000, incluidos los funcionarios del orden
sacerdotal que sólo los que oficiaban en el Coricancha, templo del Sol. Muchos cronistas
hacen descender su número a cuarenta mil. Por debajo de los sacer-contraban los adivinos,
que permanecían en los vestíoulos de los templos, siempre dispuestos a ejercer su oficio,
ya que los incas eran tan aficionados a presagios y profecías como lo fueron los romanos.
Muy posible es que junto a sacerdotes y adivinos existieran, congregaciones religiosas y
eremitas, s¡ bien nada se sabe sobre el particular.
Para su reclutamiento se tomaba en cuenta algún rasgo particular de la persona, por
ejemplo, la epilepsia, o alguna circunstancia extraordinaria en su vida, como ser mellizo,
haber sido tocado por efrayo, en otras palabras se iba a la divinización de las anomalías.
En el caso de las sacerdotisas se miraba a su extracción social y a su belleza. Los deberes
de los sacerdotes se limitaban a oficiar en el templo. Su ciencia se reducía a saber las
épocas de los ayunos j los dias de festividades y ceremonias que a cada una de ellas le
correspondía,
así como leer en los animales sacrificados los augurios, los días y acontecimientos fastos
y nefastos.
Las sacerdotisas vírgenes del Sol o aellas se han presentado a duras polémicas. Según
OndegardoyGarcilaso eran elegidas por su linaje o bellezayencn-rradas en edificios
especiales, acüahuasi, donde durante tres años eran sometí-
' das a una severa educación religiosa y práctica -tejidos, costura, cocina- bajo la dirección
y vigilancia de las mamaconas, matronas encanecidas entre esas paredes. Al término de
su aprendizaje eran presentadas en una ceremonia espe-
1 cial al Inca y al Sumo Sacerdote, quienes decidían sobre su destino ulterior. Las
"elegidas" eran convertidas en concubinas del Inca o cedidas por éste a ai-gún noble. El
resto era destinado al servicio del cuito, donde pasaban su vida preparando los alimentos
y vestidos del Inca y de la nobleza solar, pero te gún noble. El resto era destinado al
servicio del culto, donde pasaban su vida preparando los alimentos y vestidos de¡ Inca y
de la nobleza solar, pero teniendo como principal misión cuidar del fuego sagrado
encendido en la fiesta
, del Raymi. Durante toda su vida debían guardar riguroso voto de castidad y
( su falta daba motivo a severas penas: ella era enterrada viva, su cómplice ahor-■cado y
el pueblo de donde procedía arrasado hasta sus cimientos y "sembrado de piedras". Yu
Zubritski dice sobre el particular: "es interesante anotar la presencia de una categoría
especial de esclavas: las aklakunas o elegidas. La mayor parte de las aklakunas eran
condenadas a un trabajo agotador desde
J que amanecía hasta el anochecer en calidad de hilanderas, tejedoras, tapiceras,
lavanderas, barredoras, etc."
Estos informes nos permiten concluir que la religión incaica estaba rigurosamente
organizada y puesta al servicio de la casta dominante. En ella la sacerdotisa ponía en
evidencia la creciente degradación de la mujer, la vigencia del patriarcado y la superación
de! matriarcado. La religión ha dejado de ser una expresión de la debilidad biológica del
hombre y de su ignorancia de las leyes naturales, para transformarse en un medio de
dominación de una casta social por otra.
Sin embargo, el sacerdocio incaico aún está en sus comienzos de organización y
diferenciación social. Según Garcilaso los sacerdotes, durante el tiempo que no ejercían
sus funciones, debían mantenerse de lo que producía su "tu-pu", que al igual que los
demás pobladores, debía trabajar.
EL PUEBLO: constituía la casta explotada económica y políticamente expoliada. No era
esa masa de semiesclavos de que nos hablan Valcárcel y Za-britski ni esa "cáfila de
hombres felices" que afirma Baudin, sino miembros de millares de comunidades agrarias
autosuficientes, que en forma voluntaria o forzada integraban el sistema político
organizado por los incas.
Ya hemos visto que el incario atravesaba, én el campo económico, la segunda división
social del trabajo. La artesanía se está separando de la agricul-
tura y de la ganadería, pero la ausencia de unas y el desconocimiento de otras fuerzas
productivas naturales contribuían a mantener ese desarrollo artesanal dentro de los limites
de la actividad domiciliaria. La autosuficiencia conspira contra la presencia de verdaderos
oficios. "Todo lo que han menester para pasar la vida —escribe Joseph de Acosta— lo
hacen ellos mismos sin necesidad de acudir a la ayuda de oficiales. Ellos hacen sus casas
y sus vestidos, su calzado y sus tocados, sin salir de su casa ni buscar quien se lo haga".
Únicamente la cerámica y la tejeduría, y en cierta medida la cerámica, comienza a consti-
tuirse en verdaderos oficios, que se ejecutan fuera del hogar, en lugares del terminados,
demandando dedicación a tiempo completo y talleres fuera del hogar. En manos del
pueblo, hatunruna, queda el ejercicio de tales oficios manuales, como lo eran las
actividades agrícolas y ganaderas.
Junto a esos comuneros entregados a su labor agrario-artesanal nos hayamos con dos
grandes grupos sociales ubicados dentro de las masas populares, a saber, los mitimaes y
los yanacunas.
Los mitimaes o mitmakunas eran grupos de hombres y mujeres a quienes los incas
enviaban, con fines culturizadores o a titulo de castigo, a poblar tierras lejanas. Cuando
se trataba de loprimero,verdadera política colonizadora, los incas —dice Sarmiento de
Gamboa— transmutaban de las tales provincias la cantidad de gente que les parecía
convenir saliese, a las cuales mandaba a poblar otra tierra del temple y manera de donde
salían: si fría, fría; si caliente, caliente "en donde les daban tierras y campos y casas, tanto
y más como dejaban".Cuandose tratabadecastigo por actividades conspirativas
teseveras.Pero sin justificarlasafirmaciones de O. Reyes, que en Los incas ticos novadla
en afirmarque "los paltas fueron llevados al sur, quince mil cañaris fueron trasladados a
las tierras del Tucumán; los purahes y los quitus fueron a parar al Alto Perú". Destierro o
colonización obedecían a un mismo criterio: no perder elementos de producción y de
tributación.
Cieza de León nos habla de artesanos transplantados a otras regiones debido a su
habilidad en el ejercicio de ciertas artes. Según él, en Jauja y Cuzco el Estado había
Instalado talleres donde trabajaban artesanos altamente calificados, para proveer a la corte
y a los "tambos" de productos de su arte. Y el mismo Cieza menciona la existencia de
guarniciones militares intensamente compuestas por mitimaes" en Chachapoyas, Quito,
Karanki y otras regiones. Abundando sobre el particular escribe Lara: "Una fortaleza de
ese carácter era conocida hoy con el nombre de Inkallajta, en las cercanías de Pocona,
construida para repeler a los chiriguanos, que irrumpían por Montepunku. Ruinas de otra
parecida, llamada hoy Inkawasi, se conserva en la frontera de Chuquisaca con Tanja. En
estas últimas no se encuentran indicio alguno de población civil".
Todos los documentos existentes sobre el tema, se pueden citar decenas de ellos, cofirman
que por mandato legal el mitimae, de cualquier género que fuera, debía ser enviado a una
provincia que poseyera las mismas condiciones climáticas que su tierra natal, así como se
le dejaba en libertad de elegir su
propia ocupación, Cieza afirma que: "de los mitmajkuna salían muchos para ovejeros y
rabadanes de los ganados del inca y del Sol. Y otros para plateros, y otros para canteros
y para labradores y para dibujar y esculpir y hacer bultos; en fin para lo que más le
mandaban y de ellos requerían servir".
En consecuencia de todo lo dicho, se desprende que carecen de fundamentos las
afirmaciones de O. Reyes sobre desplazamientos de las poblaciones a regiones de climas
contrarios al habitual y de Zubritski que al referirse a los mitimaes, afirma "-ese grupo de
emigrados se aproximaba más a la condición de esclavos".
Los yanacuna de los que ya nos hemos ocupado, han sido motivo de a-grias polémicas,
entre los que quieren ver en ellos una expresión des esclavis-mo incaico y quienes
sostienen darle su verdadera significación esto es, de individuos excluidos por razones
penales, de las actividades productivas, y obligados a servir a perpetuidad en labores
domésticas en beneficio de la casta solar. Su calidad de no productores los libera del pago
de todo tipo de tributo, inclusive el de servicio militar'en caso de guerra. Sus auténticas
funciones de porteros, mensajeros, administradores y consejeros le permiten una vida
relativamente holgada, y a menudo se transforman en hombres de confianza de sus amos,
sin que esta permita atribuirle e! papel jugado por los eunucos en los serrallos orientales.
Sus "amos" no podían forzarlos a realizar trabajos deprimentes ni a laborar la tierra, ni
mirarlos como "cosas" integrantes de su patrimonio ni disponer a su antojo de ellos.
En resumen, hatunrunas, mitimaes y yanacunas soportan todo el peso de la producción
material en ¡a economía incaica y sobre ellos pese cada vez más pesadamente la
desigualdad distributiva,propia de la sociedad comunitaria inferior, mientras se acentúa y
amplía un sistema fundado en la explotación del hombre por el hombre. Una breve visión
de las condiciones dei trabajo y de subsistencia existentes en el incario nos convence de
esto.
SiSTEMA DE TRABAJO: Para cubrir el enorme vacío dejado en el sistema económico
incaico por la ausencia de la energía animal y de otras fuentes energéticas naturales —
agua, aire—, los incas se vieron precisados a recurrir a un sistema formalizado de trabajo,
como ¡o llama Marx. Ley general, ocupaciones según la edad, unidades de trabajo, días
laborables, jubilación, etc. son temas claramente establecidos en el sistema laboral
incaico.
TRABAJO OBLIGATORIO Y UNIVERSAL: El trabajo fue elevado a un deber social
que afectaba por igual a todos los habitantes y estantes del incario. Nadie, podía
permanecer ocioso. Noble o plebeyo, hombre o mujer, niño, joven, adulto o anciano, hábil
o inhabilitado, todos tenían una tarea económi-cs oue cumplir dentro de su capacidad y
sus fuerzas.
En función de su situación privilegiada !a nobleza se hallaba eximida efe la >ébranza de
sus tierras, las que eran cultivadas por el pueblo, asimismo estaba
exenta del trabajo de las tierras del Inca y del Sol. No hacían prestación alguna en las
construcciones, en los telares, en las canteras ni en las fundaciones; menos aún en las
minas; pero estaban obligados a cumplir su tarea como administradores de la cosa pública,
oficiales del ejército o jerarcas del clero.
El pueblo cargaba con las tareas del productor directo en la tierra, las minas y los oficios.
Sobre sus hombros se cargaba todo é¡ peso del cultivo de la tierra. De su seno salían los
tejedores, los fundidores, los constructores. Sobre el pesaban todas las prestaciones
debidas al Estado y al Culto. A él le estaban vedados todos los altos cargos civiles,
militares y eclesiásticos. En la vida civil podía llegar a ser un experto operario en la
piedra-, la arcilla, el metal o el, telar; sus vasos, tejidos, pinturas y estatuas solían alcanzar
los niveles de verdaderas obras de arte, pero jamás pasará del rango de jefe de chunkao
de pis-cachunka en la vida civil; en la guerra lograba hacerse un experto en el manejo de
la honda o el arco, pero nunca sobrepasará el grado de jefe de un pelotóh de diez o de una
sección de cincuenta o la calidad de héroe anónimo de las batallas.
EDADES Y OCUPACIONES: Peroel incario no se limitó a legislar sobreladi visión'del
trabajo de acuerdo con la calidad social de individuo, sino que con vistas a la distribución
del trabajo y otros efectos organizó una estadística minuciosa y completa de la población.
Esta fue dividida rigurosamente por grupos de edades y ocupaciones. Aprovechando los
cuadros sobre el particular suministrados por Fernando de Santillán, Huamán Poma y
Cabeza de Vaca hemos elaborado el siguiente esquema:
■...,■■. ... e. ■'
...
■ ■ t'i ~¡
' • ■-■'.-, , ;
. ".-,....
/ GRUPOS DE EDADES Y OCUPACIONES '
HOMBRES MUJERES

Cuidados maternos Cuidados matemos


0—5
Mandados caseros Ayuda en la labor
5—10 doméstica.
caza de pájaros Recolectoras y pastoras
11—15
Caza con liga y lazo Labores domésticas
16—20
Pastor. Auxiliar de guerra Matrimonio. Vida de
21-25 hogar
Servicio militar. Tribu- Acompaña al marido al
26—30
tario integral. Servicio campo y a la guerra. La
31—40
de ayni, minga y mita bores domésticas en la
41—50 paz
Jubilación. Almacenero, Tejedoras, porteras, des
51—60
vigilante, consejero. penseras, cuidadoras,
61—70
Auxiliar doméstico Auxiliares domésticas
70— 80
Comer y dormir -4- Comer y dormir
+-80 ,v-
De acuerdo con los grupos indicados había una edad para el trabajo activo; Varones y
mujeres entre los 25 — 50 años constituían el grupo de máxima actividad laboral y sobre
ese grupo recaía todo el peso de la vida económica. Los mayores de 25 eran ocupados en
actividades secundarias, pero que contribuían a su formación. Los mayores de 50 años
eran excluidos de la chunka y pasaban a auxiliares de la misma. Los inválidos y los
enfermods eran encargados de tareas complementarias de acuerdo con su capacidad física
y habilidad. Se aplicaba, pues sin distinciones el principio general: "Nadie debe per-
manecer ocioso".
EL "MILAGRO" DE LA OCUPACIÓN PLENA: En el ¡ncario el trabajo no había llegado
a ser una maldición y conservaba aún su carácter de necesidad física y de deber social. El
hatunruna, el pueblo, vivía consagrado el trabajo físico. El laboreo de la tierra, la
extracción de mineral, el pastoreo de sus au-quénidos, los oficios artesanales eran tareas
que demandaban todo su tiempo. En los tiempos libres que le dejaban las tareas agrícolas
se ocupaba de producir los utensilios de trabajo y domésticos que necesitaba. El
capacruna, el señorío, estaba ocupado por el trabajo intelectual y la dirección de las
labores
Gracias a esa ley general del trabajo y a una sabia política laboral le fue posible al incario
superar la ausencia de calificadas fuerzas productivas y al- ' canzar el "milagro" de la
ocupación plena. Su PEA supera con creces todas las cifras porcentuales alcanzadas en la
actualidad, tal como podemos observarlo en el siguiente cuadro:

Establecido el total de la población en condiciones de trabajar y sus posibles ocupaciones,


los incas procedieron a crear la unidad de trabajo colectivo, la chunka. comunidad de
adultos, 25—50 años, destinada al trabajo, su-pervigilada por un jefe, el chuncacamayoc,
que además de trabajar con ellos, les enseñaba y vigilaba su conducta y la de sus
familiares.
Pero en su política de formalizar el trabajo, los incas fueron más allá. Fijaron los dias
laborables. Se atribuye al Inca Pachacutec haber establecido la "semana de nueve días".
Según Blas Valera ese Inca dispuso que cada nueve días hubiese uno de descanso que
fuera al mismo tiempo de feria y de fiesta "para que los aldeanos y trabajadores del campo,
habiendo cada cual gastado ocho días en sus oficios, viniesen a la ciudad, al mercado, y
entonces viesen y oyesen las cosas que el Inca o su Consejo hubiesen ordenado".
Considerando el año de 365'dias establecido por el calendario incaico, se tiene un total de
40 dias feriados, a los que Ondegardo suma otros 207 para darnos un total de 158 dias
feriados, "destinados a reuniones populares acompañadas de baile, música y cantos". El
consumo de chicha estaba severamente reglamentado.
PRODUCTO Y PLUSPRODUCTO: La religión entre ambos términos permite establecer
el grado de explotación, a que era sometido el pueblo incaico en provecho exclusivo de
las castas dominantes, que se apropiaban el excedente producido por ese plustrabajo, sin
otra fundamentación que su "poder de fun- ,;.;* ción". Con visitas a representar
gráficamente esa explotación vamos a considerar la duración y división de la jornada de
trabajo en el incario.
Según Ondegardo "la comunidad estaba siempre ocupada en diversas tareas, excepto el
tiempo que se le concedía para cultivar su propia tierra y para tejer sus ropas", poniendo
en cuestión sus propias palabras acerca de los dias de descanso establecidos. Por su parte,
eso pone en discusión lo informado por Sarmiento de Gamboa, cuando escribe: "sólo tres
meses les eran concedidos a los indios y todo el resto del tiempo lo empleaban trabajando
para el sol, los santuarios y el inca. De esos tres meses dedicados a sí mismos, uno era
ocupado en barbechar o sembrar, uno para cosechar y un tercero, en el verano, para las
festividades y para que hilaran y tejieran para sí".
Pese a las objeciones que tales afirmaciones puedan merecer, vamos a considerar como
correctas esa distribución del tiempo, con el objeto de poder estimar la duración y
distribución de la jornada diaria de trabajo. Según lo anteriormente dicho el productor
incaico destinaba un tercio a la atención de sus propias necesidades y dos tercios a trabajar
para el Sol y el Inca. Por otra parte, considerando que la jornada de trabajo estaba indicada
por las horas de labor en los campos, "de sol a sol", esto es, de 5 de la mañana a 5 de la
tarde, tendríamos una jornada diaria de 12 horas de trabajo, no interrumpida, pues, el
pueblo incaico no conocía sino dos comidas diarias, una en la mañana y otra en la tarde.
La explotación de la fuerza de trabajo en el sistema económi-
co-social incaico resalía a la simple vista. En efecto, las horas que el comunero y sus
familiares trabajan en el laboreo de sus tupus, pastoreo de su ganado o producción de sus
herramientas, utensilios domésticos o vestidos podemos considerarlo como tiempo
necesario de trabajo porque durante él, el comunero ha producido sus bienes de
subsistencia producto, aunque vayan a acumularse en los fondos del ayllu, para su
distribución posterior; por el contrario, el tiempo que los comuneros y sus familiares
destinan al laboreo de las tierras del Sol y del Inca, pastoreo de su ganado o producción
de armas, herramientas y vestuario es tiempo suplementario de trabajo, ya que lo
producido va a parar a través de los aparatos del Estado, a manos de las castas dominantes
plusproducto, y solo en mínima porción retorna a manos de sus productores en la forma
de asistencia social y servicios.
Si intentáramos reproducir gráficamente esto podemos hacer un cuadro como el adjunto:

En verdad el gráfico exagera la explotación del hatunruna, ya que no se considera: 1o la


gran cantidad de feriados y ¡a semana de nueve dias impuesto por el régimen laboral; 2°
que gran parte del plusproducto volvía al productor directo en forma de obras públicas y
por el sistema de seguridad, so^ cial: individual, organizado por el gobierno incaico.
Accidentes y Conflictos cronistas e historiadores han denunciado la sobre-explotación a
que los incas condenaron a la fuerza de trabajo de que disponían, pero debemos recordar
que ellos carecían de toda otra fuente de energía fuera de la humana y que su instrumental
y tecnología eran aún muy rudimentarios.
Según Montesinos en la reconstrucción del Cuzco planeada por Pachacu-tec se
movilizaron cincuenta mil indios por espacio de veinte años, lo que nos da un índice de
la magnitud de las obras emprendidas. El Cuzco conocido por españoles los hizo
enmudecer de asombro por la grandiosidad de sus obras y la fabulosa riqueza acumulada,
sin considerar el oro y la plata acumulada en obras de arte y adornos. -—
En la construcción de Sacsahuamán se estima, asimismo, que se ocuparon veinte mil
indios por turno y el;trabajo de construcción demandó cincuenta años de labor
ininterrumpida, lo que coloca a esa obra por debajo del personal, aunque muy lejos del
tiempo empleado en la construcción de la pirámide de Keops. Según Heródoto en esta
labor se emplearon 300.000 hombres por año y la pirámide se construyó en treinta años;
pero recordemos que Sacsahuamán fue una fortaleza —¿ o un gigantesco reservorio?—
construido para defender a la ciudad capital de futuras invasiones. Los Incas jamás pu-
dieron olvidar las horas de pavor colectivo que le hicieran vivir la invasión de los "feroces
Chancas". Ambas culturas sin conocer la grúa, ni ningún otro aparato utilizable para alzar
grandes pesos, movilizaron grandes monolitos de varias toneladas de peso a lo largo de
centenares de kilómetros.
Esa labor dio motivo a renuncios y desgracias. Así aún perdura el recuerdo de las "piedras
cansadas", verdaderos gigantes monolíticos de varias toneladas de peso, que debieron ser
abandonadas en una cuesta cualquiera, ante la imposibilidad de subirla a la cumbre
deseada. Igualmente se habla de la "piedra que llora sangre", que según Garcilaso debe
su origen á la brusca rodada de una gigantesca piedra trasladada por veinte mil indios,
destinada a la fortaleza de Sacsahuamán. Al caer la piedra aplastó a unos dos a tres mil
indios.
Finalmente, el propio Garcilaso nos relata que a causa de ese tipo de accidentes se produjo
lo que podríamos llamar el primer conflicto de trabajo de nuestra historia. Según el
cronista mestizo, a consecuencia de la caída de grandes bloques de piedra se produjo
multitud de muertes —accidentes de trabajo— como el que acabamos de relatar. En cierta
oportunidad los indios que trabajan en esos arrastres se insurreccionaron, dando muerte a
Urco, hijo del Inca Viracocha, que había ordenado el transporte de esos monolitos.
Resumiendo lo dicho sobre el sistema formalizado de trabajo empleado por los incas,
podemos decir que la sociedad incaica se fundó sobre la explotación del hombre por el
hombre y que esa explotación tendía a agudizarse en la medida en que crecía el afán de
comodidad y lujo de las castas dominantes. No había plusvalía como pretende Choy, pero
sí plusproducto. No olvidemos que no se producía para el mercado ni se utilizaba trabajo
asalariado.
DESIGUALDAD DISTRIBUTIVA: Otro factor que pone en evidencia la división en
castas de la sociedad incaica nos la da la creciente desigualdad en la distribución de los
bienes y servicios producidos.
Resulta ura verdad evidente la afirmación del Amauta que el Incarlo desconoció la ley de
Malthus, pues, en la medida en que crecía la población aumentaba la producción haciendo
posible que nadie careciera de alimento, vestido, salud y vivienda, y pocos educación.
Pero resulta no menos evidente
que esa satisfacción de las cinco grandes necesidades del hombre tendía a ha- -cerse
cada dfa más desigual.
_.
ALIMENTOS: La alimentación era sobre todo vegetariana. Garcilaso al hablar de la
alimentación incaica nos da una lista empresionante de los alimentos que faltan en la dieta
popular. Morúa afirma que comía poca carne, afirmación que confirma Ondegardo al
decir que "rara vez comían carne". Y si bien en la costa el océano es rico en pesca gracias
a la corriente fría de Hur.iboidt, en la sierra casi no se conocía su consumo.
Sin embargo, la alimentación variaba de una casta a otra. La nobleza, cuando residía en
el Cuzco participaba err las comidas del Inca o recibía los alimentos de parte de éste. El
pescado, la carne y la coca eran alimentos de cor- . sumo exclusivo de nobies y sacerdotes.
La alimentación popular era poco variada y su menú estaba rigurosamente reglamentado.
Era muy rudimentario y se le prohibía variarlo. Se componía de preferencia de vegetales,
tales como la papa en sus más variadas formas culinarias, deshidratada recibía el nombre
de chuño; la quinua y sus variedades: la yuca, el olluco, la oca, la mashua, los pallares,
los camotes, la caigua, la calabaza y gran variedad de frutas; el ají y la ya desaparecida
ajipa; animales: llama, charqui, pescado (chalaz, suche), camarones, cuy, perdiz; y
minerales: sal (cach¡¡ greda (chako) y cal "llipta); corno condimento utilizaban el ají
(uchú), el rocoto, el wakatay y la chigchi-pa, el paico, las algas marinas (ckochayuyo), la
raíz de totora (chullu) y la menta silvestre (minta); a los que debemos agregar otros
productos, tales como la miel de abeja y el tabaco completaban su menú diario. La chica
era consumida, pero su uso estaba rigurosamente reglamentada para evitar la embriaguez.
Tenían dos comidas diarias: en la mañana y al atardecer. Preparaban sus alimentos en
pequeños hornos de arcilla provistos de uno o dos agujeros, en los que colocaban sus ollas
de arcilla. El fuego lo obtenían por frotación de dos palos y como combustible utilizaban
el sebo de llama, los excrementos de su ganado y la llareta.
VESTIDOS: En el vestuario se hacía más evidente la diferencia en la categoría social. El
vestuario popular era sencillo y pobre. El material utilizado en su fabricación era el
algodón en la costa y la lana en la sierra. Generalmente usaban dos mudas que usaban
hasta el desgaste total. Desconocían la ropa interior.
Corría por cuenta de la mujer la confección del vestuario para toda la familia. Era ella
la que debía hilar el algodón en la costa y la lana en los valles y tierras altas. El hilado
demandaba mucho tiempo y era por eso que la mujer, escribe Garcilaso, no abandonaba
su tarea ni en los caminos ni en el campo ni en las visitas. La lana que se utilizaba procedía
del ganado familiar, de la esquila del chaco y del ganado comunal, y en caso de necesidad,
de las reservas ■ i. del Estado. En la costa cada familia cultivaba en su tupu la
cantidad necesaria k de algodón para el vestuario. ■
£1 hombre se encargaba en la casa de la fabricación del calzado, fcsía prenda se hacía
indispensable en los valles serranos y en ia puna a causa de lo áspero dei suelo y la frigidez
del cuma. Se llamaba llanki y para su fabricación se usaba cuero de cuello de llama o
guanaco. En la costa y en los yungas se solía tejerlos de fibras de maguey.
Como vestimenta diaria se utilizaba la cusma, una especie de camisa sin
mangas, soore ena se ponía ¡a vacoua que le servía de capa. Las mujeres usaban ei anaco,
túnica que le llegaba hasta ios tobillos y que sujetaban con un alfiler de cabeza. Y la ludia
o cha! que llevaba puesta sobre los hombros. A veces usaban una faja alrededor del
vientre, el chumpl Sintetizando la tradicional probidad del indio, escribe Morúa: "el sol
Se calienta, ei río le quita la sed, la tierra ie siVve de lecho".
La nobleza vestía con cierta ostentación. Los tejidos utilizados en sus vestimentas eran
muy finos, cumpi, hecho de lana de alpaca para el noble y de vicuña
para el Inca. Su calzado llamado usuta era hecho de cuero de esos mismos animales. Los
adornos constituían un motivo importante de diferenciación social. La nobleza usaba con
tal objeto los metales preciosos y las plumas multicolores. El pueblo recurría al uso del
cobre y las plumas de colores oscuros. Mientras la nobleza usaba la plata y el oro para la
fabricación de sus pendientes, el pueblo usaba la madera, e! junco o la lana para su
fabricación. El vestido, que caracterizaba la diferencia de castas'estaba sometido a una
rigurosa reglamentación. La gente del pueblo llevaba toda el mismo vestido, diferen-
ciándose únicamente por el sombrero que variaba de provincia a provincia. Nadie podía
usar uno de otra provincia.
VIVIENDA: La cooperación constituye una regla social tan antigua que se. confunde con
el mito y la leyenda. Al igual que el trabajo de la tierra, la edificación de la vivienda no
quedaba en manos de la iniciativa y esfuerzo individua! sino que era establecida por la
ley y construida por la colectividad.
La vivienda era construida por lo general antes de! matrimonio por la chunka del novio y
previa señalización del lugar por e! Ifajtacamayoc, ei que señala, asimismo, el día para
iniciar sus labores. Una regla general era que la vivienda debía construirse en lugares que
no afectara al tupu de labrantío. En caso de tatarse un noble, la vivienda era construíde
por toda la comunidad. Los poblados se formaban casi siempre junto o cerca de alguna
aguada. Los primeros enseres del nuevo hogar eran proporcionados por los parientes y
amigos en forma de presente de bodas. Luego, los cónyuges iban produ-ciendo por cuenta
propia los demás .enseres, aprovechando los días en que se detenía en el campo las labores
agrícolas.

En tal labor intervenía también la división sexual del trabajo. A la mujer le tocaba la
confección de! vestuario. El hombre se encargaba de la fabricación del calzado.
La vivienda se hallaba por lo general desprovista de mobiliario. En la habitación principal
se hallaba una baja tarima de barro, con unos cueros de llama que servi'a de colchón y
una pieza fabricada de algodón o lana, chusi, que oficiaba de sábana. Encima dos o tres
pieles que servían de cobertores, phuilus. En un rincón, dos o más pirwas, depósitos
rectangulares de adobe en donde se guardaban los productos de la cosecha: maíz, papa,
oca, olluco, camote, calabazas. Dos o más vasijas de barro de ancha boca, kulluma, que
contenía productos accesorios, tales como quinua, frijoles, tarwi, pescado seco, charqui,
etc. No faltaba el puyñu, cántaro grande de boca angosta y el puytu, especie de ánfora en
la que se guardaba la chicha, aqha. Vasos y jarrones de fina arcilla o de madera finamente
decorados o representando animales estaban colocados en hornacinas practicadas en las
paredes. Algunas banquetas muy bajas, con asiento y patas de una pieza servían de
mobiliario. En la cocina un fogón de barro adosado a la pared, ollas y piatos de igual
material y cucharas de madera, junto con fuentes para potajes y cazuelas con menudos
agujeros ¿ para tostar maíz o fréjoles, constituían todo el ajuar doméstico.
La vivienda de la nobleza se hallaba, asimismo, mejor provista. En eí lecho iban
colchones de algodón; el oro y la plata reemplazaba al barro y la madeía en !a fabricación
de los utensilios y la vicuña o la alpaca al algodón o lana en los cobertores.
Todo Sapac Inca procedi'a a construir su propio palacio, demandando para ello la
contribución de la comunidad y de los más prestigiosos alarifes y ar tistas del reino.
SALUD: Era, igualmente, preocupación de los gobernantes velar poa la buena salud del
pueblo. El Hactacamayoc era una especie de inspector encargado de visitar las viviendas
de sus subordinados "para ver el cuidado y dilegencia que así el varón como la mujer
tenían acerca de sus casas y su familia" y, al mismo tiempo se ocupaba de organizar y
dirigir el trabajo en las heredades de las viudas, huérfanos, soldados en servicio, inválidos,
etc., así como de la construcción de viviendas para los nuevos hogares creados.
EDUCACIÓN: Como en toda sociedad de castas existía una clara política de impedir el
ascenso intelectual de las castas explotadas. La juventud de la nobleza contaba con el
beneficio exclusivo de la educación, pues solamente para ella se abrían las puertas del
yachaywasi, casa del saber, existente en el Cuzco y otras ciuddes. La educación había
perdido su carácter colectivo, homogéneo e integral y se había convertido en una
actividad organizada y sistemática. Los jóvenes asistentes al yachaywasi aprendían una
serie de disciplinas científicas y administrativas —poesía, música, filosofía y astrología—
, a la ;. vez que se adiestraban en la lucha y ciencia miiitar. Partiendo del principio se-
"' gún el cual la cultura surge, se genera, se expande y se desarrolla en y desde la
comunidad, "dinámica de grupo" de la pedagogía moderna. Para ello se formaba un
círculo alrededor del maestro, satushuasi, por estimar que en esa forma era como mejor
podía transmitirse el conocimiento. Ahí se educaba a los jóvenes de la nobleza. Sobre este
tema escribe Blas Valera "para que alcanzasen el don de gobernar y se hiciesen más
urbanos y fuesen de mayor industria para el arte militar; para conocer los tiempos y los
años y saber por los ñudos las historias y dar cuenta de ello". Al término de su preparación
debían rendir una prueba de su habilidad en los ejercicios físicos, el arte militar y la
cultura incaica. La norma general era que el elemento noble debía distinguirse del común,
tanto por su desarrollo físico como por su resistencia al dolor y su amplio desarrollo
intelectual. El candidato que tenía éxito en la prueba, wara-chicu, recibía las insignias de
la virilidad, el chullu u orejeras, la huara o trusa y las usutas o sandalias. El que era
reprobado merecía el menosprecio de los asistentes y el olvido.
;
En oposición a esa esmerada e integral preparación de la nobleza, nos encontramos con
el adiestramiento de la gente del pueblo. Una enseñanza esencialmente práctica y
tradicional eran sus rasgos esenciales. Se le enseñaba la eficiente ejecución de las labores
agrícolas, los oficios y el hábil manejo de la honda y el arco. Ser un verdadero maestro
en el oficio heredado de su padre, ejercer el mando de un chunca o de una piskichunca en
la vida civil o de un sección en la actividad militar era el único horizonte en la vida del
plebeyo.
A. Ponce en su Educación y lucha de ciases repite las frases que muchos historiadores
ponen en labios de Tupac Yupanqui, relativas al sistema educacional en el incario: "No
es lícito que se enseñe a los hijos de los plebeyos las ciencias que pertenecen a los nobles.
Básteles que aprendan los oficios de sus padres, que el mandar y gobernar no es de
plebeyos y es hacer agravio a la república encomendárseles a gente común". Tal vez jamás
haya el Inca pronunciado tan doctas palabras, pero es muy posible que dado el caso no
habría vacilado en pronunciarlas, ya que ellas resumen la opinión del "señorío" sobre los
fines y contenido de la educación en una sociedad de castas.
EL ESTADO INCAICO COMO "GERMEN" DE ESTADO: El Estado incaico no fue en
realidad de verdad un poder impuesto desde fuera de la sociedad, tampoco surgió cual
nueva Minera que naciera armada del cerebro de su padre, Júpiter,si su nacimiento, fue
la resultante de un largo proceso de composición y descomposición de las fuerzas
sociales. La aglutinación de 150 nacionalidades, que se expresaban en 25 idiomas y
dialectos y que vivían en diversos estrado de progreso material creó una tupida red de
intereses y antagonismos, que hacían necesario la instalación de un poder político capaz
de impe- ■ dir que la sociedad se devorara a sí misma. Esa institución, ese poder, fue
el : Estado incaico.
, Sólo forzando las cosas podemos identificar ese Estado con la "terrible, envejecida y
horrenda tiranía ejercida sobre gente pusilánime" de que nos hablan los cronistas
"toledanos" cuando hablan del incario, ni con el "gobierno paternalista de una cáfila de
hombres felices" como lo quiere L. Baudin. En verdad en el caso del incario estamos ante
un Estado en vías de formación, en plena organización. Estamos ante un gobierno de tipo
asiático, esto es, ante una "combinación" de la actividad productiva de las comunidades
agrá-. rias autosuficientes y de la intervención económica de una autoridad estatal, que
las explota al mismo tiempo que las dirige",según la oportuna caracterización de
Chesneaux. En otras palabras, se trata de un organismo que debemos mirar como un
producto y una manifestación de los intereses no siempre antagónicos e irreconciliables
propios a un sistema de clases.
En un Estado de tal tipo es preciso distinguir: de un lado, las comunidades que se
aglutinan, los ayllus; de otro, aquel instrumento de poder, esa comunidad superior
aglutinante que fue el Estado incaico; y finalmente, las relaciones que seentretejen entre
ambos organismos.
EL AYLLU, COMO BASE DEL ESTAPO INCAICO: El ayllu fue esencial mente un
organismo social integrado por individuos ligados por vínculos consanguíneos y por una
economía autosuficiente, que los capacitaba para atender a todas sus necesidades sin
necesidad de acudir a !a ayuda externa, pero por ello mismo condenados a perpetua
estagnación.
Sobre las actividades de ese microorganismo social surgen algunas preguntas que no
podemos soslayar, por ejemplo:¿Cuál fue el sistema utilizado en él.' para la distribución
de la tierra?, ¿Qué autoridad era la encargada de esa distribución? ¿A qué título se
adjudicaban los tupus a los comuneros campesi nos? , ¿Cuáles eran las relaciones
concretas entre agricultura y la artesanía?
¿Hasta dónde llegaba la autarquía en las aldeas, autarquía que Marx consideraba "la clave
de ¡a inmutabilidad de las sociedades asiáticas? ¿Qué tipo de relaciones ligaban a la
comunidad aldeana con la comunidad superior? Algunas de estas preguntas ya han sido
contestadas, otras lo serán en el curso de nuestra exposición,
A continuación pasamos a ocuparnos de las relaciones que se establecieron entre ayllu e
Inca, personificación del Estado. Aunque esas relaciones son el producto de un largo y
penoso esfuerzo de desarrollo de las fuerzas productivas disponibles en nuestro medio
físico y
social existe la tendencia, muy propia de la historiografía idealista, a identificarla con las
empresa hazañosa de un individuo. En nuestro caso con la figura admirable, y admirada,
de Pachacutec.
Reglamentó el uso, número, calidad y forma de los vestidos a usar por las diversas castas
y en las diversas regiones del incario. Para nuestros incas la casta residía en el vestido. Y
el regionalismo en el sombrero, agregamos nosotros. Esa reglamentación tendía a
mantener la desigualdad de las castas, hecho que se observa, igualmente, en multitud de
disposiciones de la época colonial.
Impuso el quechua, runa-simi, como idioma oficial y obligatorio acelerando así el proceso
de unificación de las diversas regiones del país. Pachacutec, según informa Garcilaso,
aumentó el número de profesores y maestros y ordenó que todos los señores y vasallos,
los capitanes y sus hijos y, en general todos los habitantes del incario, de cualquier oficio
que fuesen, usasen la lengua del Cuzco. No vacilando en recomendar que "no se diese
gobierno, dignidad ni señorío sino al que lo supiese muy bien".
Reglamentó el servicio del trabajo con vistas a las prestaciones en favor del Estado: la
minga para la construcción de obras públicas y caminos; la mita en el laboreo de las tierras
del Inca' y del Sol, así como en las minas, aunque finalmente se empleó el término para
distinguir el trabajo minero; y el ayni para las prestaciones en beneficio de viudas,
huérfanos e inválidos.
Reglamentó el servicio militar estableciendo que debía prestarse entre los 25 a 50 años,
lo que permitía ir creando una fuerza pública que comenzaría a difesenciarse del pueblo.
En la medida que se expandía territorialmente el incario, las campañas militares d«
conquista o represión solían alargarse hasta durar varios años. El número de los
movilizados creció rápidamente, llegando a comprender expediciones integradas por casi
250.000 hombres. Sin embargo, debemos aclarar que "el arte guerrero era enseñado en
todos los pueblos y no era patrimonio de una élite". Esto es que aún se conservaban
vestigios del sistema de "el pueblo en armas" propio de la organización gentilicia.
Llevó a la práctica un vasto programa de construcciones de canales, andenes y ciudades
que iban a permitir un eficiente desarrollo de la economía incaica y la explotación de
tierras de calidad inferior, o bien crear tierras en las inaccesibles faldas de la cordillera
andina.
Organizó una amplia red de graneros y almacenes que permitiría un abastecimiento
normal del ejército en sus días de campaña y la atención de las necesidades de los
damnificados en casos de catástrofe nacional. Esto lo observa ' J.C. Mariátegui, cuando
escribe: "los productos del suelo no son atesorables" y, en consecuencia, la presencia de
tales almacenes permiten pensar que "estuviesen destinados a constituir los depósitos del
Estado y que representasen, en suma, un acto de providencia social".
Pero entre las reformas más trascendentes atribuidas a Pachacutec, aunque en justicia
debemos cargarla a cuenta del interés reformista de todos sus antecesores, figuran la
organización del Estado incaico, la sistematización de una política fiscal y el
ordenamiento de la seguridad social. Veamos esos importantes temas. .
_ .-.-..•. ..,--■
ORGANIZACIÓN POLÍTICA DEL INCARSG: En esta materia de organiza , ción
política del Estado puede decirse, razonablemente, que los incas no tuvieron nada que
inventar. Tomando como base los ayüus y respetando sus características fundamentales
—propiedad común del suelo, régimen gentilicio y cooperación en el trabajo- y sus
autoridades tradicionales —curaca, consejo . de ancianos- y eliminando a los sinchis,
autoridades transitorias y circunscri- .!. tas a las operaciones de guerra, los incas crearon
un poder político más amplio ' y eficiente, a cuya cabeza colocaron al Inca.
' ,,
Desconociendo la propiedad privada como medio de explotación del hombre y la moneda
como medida de valores, los incas no pudieron tomar como , unidad de su clasificación
social la propiedad rústica o la renta agraria, como en su tiempo lo hicieron Solón o Servio
Tulio. Ellos tomaron como base de ia organización política del incario la geografía y la
demografía.
El primer término, tomando como '" punto de referencia los puntos cardi- "■' nales y
como centro del incario al Cuzco, capital del imperio y "ombli- -5 go de! mundo",
procedieron a dividir el extenso incarlo en cuatro regiones o suyos. De ahí el nombre de
Tahuan- '■' tinsuyo, cuatro regiones, con que se conociera al incario. Esas regiones se .
denominaron así: Chinchaysuyo al.:.---.;, NO del Cuzco; que comprendía la re-
,,. gión de la costa, la sierra central y sep- .+. tentrional, así como parte del Ecuador "n en
Colombia; Antisuyo, al NE de la capital, y que se irradiaba hacia la selva
amazónica;Contisuyo a! SO del Cuzco, que alcanzaba la costa del Pacífico y se extendía
por toda la costa peruana desde lea y la totalidad de los departamentos de Arequipa,
Moquegua, Tacna y Apurímac; y Collasuyo ai SE de la capital, comprendiendo la
inmensa zona de la meseta del CoNao hasta ia provincia del Tucumán, Argentina, y todo
el territorio chileno hasta el río Maule, y según muchos tratadistas chilenos, hasta e¡ río
Bío Bío.
Es muy posible que tales denominaciones representen los nombres primitivos de los
puntos cardinales en el idioma quechua o en aymara, ya que ¡a toponimia ofrece multitud
de ejemplos similares.
Cada una de estas regiones estaba a
cargo de un alto funcionario, el Capac Apo, elegido entre los jerarcas de la nobleza solar.
La reunión de los cuatro gobernadores de los suyos conformaba el Consejo de Estado,
encargado de asesorar al Inca en ia difícil tarea de administrar el extenso imperio.
Al lado del Inca, y aún encima del Consejo, existía un alto dignatario, el Inca-rantin,
suplente del Inca, cuya función consistía en reemplazarlo en los casos de ausencia, ya sea
por hacerse presente en las campañas militares o por la realización de su viaje de
inspección de todo el imperio. Este dignatario era elegido entre los hermanos del Inca o
entre los jerarcas de mayor rango o confianza.
Entre el Consejo Imperial y las autoridades locales estaba ubicado el tu-kuyricuy, "el que
debe verlo todo", que realizaba una labor de vigilancia y control, haciéndose responsable
del debido cumplimiento y observancia de las leyes y ordenanzas emanadas del Cuzco.
Estaba entre sus facultades enmendar errores, reparar injusticias y sancionar infracciones.
Además de éstos funcionarios, Huamán Poma agrega otros, tales como el Incaj siminta
wataj o el que inscribe y transmite los mensajes del Inca; el Chajr naycamayoc o ejecutor
de la justicia incaica; el Suyuyuj o-administrador de graneros y almacenes; el Saywa
ch'ijta o deslindador de territorios y terrenos; y el Ñanwamanin o inspector y conservador
de caminos.

En segundo lugar, para la organización política del incario, los gobernantes agruparon a
la población censada en diversos grupos,de acuerdo con el sistema decimal, a cuya cabeza
colocaron la autoridad correspondiente, pero respetando en todo momento las ancestrales
autoridades de los ayllus y, posiblemente de las tribus y confederaciones que se allanaron
sin lucha a la dominación de los incas.
De acuerdo con esos principios se tiene el siguiente cuadro jerárquico,;
Población Autoridades Equivalente
40.000 Wamanin Apu Suyo Tribu
10.000 1.000 Hunucuraca Fratria
100 10 Huarancacuraca Gens
Pachacacamayoc
Chunkacamayoc
* Según Cunow y Trimborn
El recurso del sistema demográfico para ir a la agrupación política de la población
responde, guardando las diferencias del caso, a las medidas de Solón y Servio Tuiio
cuando organizan políticamente las gens atenienses y ronranas en el Estado
correspondiente. El empleo del sistema decimal impulsó la necesidad de agregar o restar
unidades para completar la decena, centena o millar que faltaba o sobraban, haciendo que
en los ayllus se quebrara el sistema gentilicio que le había dado origen y constituían uno
de los factores de su permanencia. La quiebra del sistema gentilicio y el apogeo del
régimen de castas abría las puertas a una diferenciación clasista a corto plazo.
Con Pachacutec nace el Estado peruano que aún no alcanza la cohesión y solidez
organizativa que le atribuyen historiadores de la altura de W. Prescott, R. Karsten, L.
Capitán, R. d'Harcourt, pero que ya queda lejos del Estado rudimentario que menciona H.
Cunow, desconociendo, como lo observa R. Kar-ten las confirmaciones de la arqueología
moderna y confundiéndose con "el rasgo tendencioso y poco veraz" de los cronistas
toledanos. Estamos en presencia de un Estado de tipo asiático, con todas las
consecuencias que tales rasgos significan.
En resumen, el Estado peruano ha culminado así dos períodos de su desarrollo enmarcado
entre los años 1026 en que se presume se crea el ¡ncario como una simple confederación
tribal y 1471 en que al morir el insigne Inca ha consolidado la organización del Estado
incaico como un Estado tipo asiático, pero sin la mácula de la esclavitud egipcia ni la
brutal ferocidad asiría.
OBJETIVOS Y MEDIOS DEL ESTADO INCAICO: Como expresión política :.. de las
castas dominantes —nobleza y sacerdocio- el Estado incaico se asigna fines, objetivos,
de acuerdo con los intereses de ellas. La anexión, por la ra-
zón o por la fuerza, de territorios o poblaciones cada vez más numerosos, dirección y
explotación cada día más intensiva de las castas dominadas de ¡os antiguos y nuevos
territorios, contribuía a agudizar y complicar las contradicciones y antagonismos
existentes entre las diversas castas, regiones y naciones integrantes del incario.
Encarando esa situación el poder central trató de consolidar por todos los medios a su
alcance la unidad territorial y disminuir la influencia desfavorable del medio físico, que
le negaba fuerzas productivas de imponderable valor en la dinámica social. Con tal objeto
tomó a cargo ineludibles tareas. En lo económico la integración de más de cien
organizaciones tribales en diverso estadio del desarrollo socio-económico; en lo social
debió atender a una solución al conflicto planteado por una población que crecía
rápidamente y una producción que se resentía por la falta de medios de producción
(naturales) y medios de trabajo (tecnológicos) de urgente necesidad; finalmente, en el
campo político debió encarar el problema de la unificación y centralización
Estos diversos problemas nüsflevaná ocuparnos dé la planificación económica, ei
ordenamiento de la hacienda pública y el sistema de seguridad social
entre los incas.
PLANIFICACIÓN ECONÓMICA: Un sistema social como el incario en donde todo
resultaba inferior, menos el hombre, debió realizar un esfuerzo gigantesco para evitar que
en él se hiciera efectiva la "ley de Malthus". Para asegurar el bienestar permanente de su
población no bastaba con organizar un racional programa de aprovechamiento de la
fuerza de trabajo ni alcanzar un común nivel de desarrollo de las diversas regiones del
país. Era preciso hacer menos abismal la desigualdad distributiva. Porque el hombre era
la única fuerza motriz con que se contaba y era preciso cuidarla y promocionarla a
cualquier precio. El humanismo era una necesidad estatal y no un pasatiempo de "dés-
potas ¡lustrados".
Por ello carecen de razón quienes niegan la virtud pianificadora del gobernante incaico,
pues, eso significa negar la propia historia. Carecen de fundamento quienes sostienen que
carecen de razón creer que en el Tahuantisuyo . existiera en mayor grado que en otros
Estado antiguo despóticos interés por planificar el desarrollo económico, pues, a todos
ellos les es inherente un alto grado de centralización, un exacto sistema de dirección
administrativa, un sistema tributario escrupulosamente perfeccionado. Pero tales hechos
no autorizan a hablar de planificación.-
Pero los cronistas e historiadores preocupados de estudiar el incario convienen en que
"uno de los primeros y más importantes pasos ordenados por los .„ incas una vez
asegurada la conquista era "el censo de la población, tierras, re-*™ baños y producción
del año". ¿Con qué objeto se daban este esfuerzo, sólo con fines tributarios? En tal caso
no se darían el trabajo de enviar agremenso-
, res, técnicos y maestros hábiles en todos aquellos oficios que tenían un bajo nivel en la
zona conquistada. Contra esa negación de ¡a mente pianificadora de los incas se yergue
su asombrosa obra civilizadora y unificadora. Hoy resulta innegable que el Estado incaico
tomó bajo su responsabilidad la inmensa labor de planificar, dirigir y ejecutar gigantescas
obras públicas de interés general y que permitieran la unificación del vasto imperio.
Monumentales fortalezas como la de Sacsayhuamán, de muros monolíticos perfectamente
ensamblados, asombrosos templos como el Concancha en donde derrocharon arte y
trabajo, la construcción de más de 15.000 kilómetros de caminos embaldosados que
cruzaban desiertos, subían y bajaban serranías de alturas que producen vértigo, unidos
por puentes colgantes sobre precipicios que dan escalofríos, kilómetros de kilómetros de
canales de riego prolongados por túneles perforados en la roca con el fin de superar el
problema de la divisoria de ¡as aguas. Tales son las obras realizadas por los incas "no para
asombro y pasmo de las generaciones venideras", sino para responder a los problemas
que le planteaban la acelerada expansión de su territorio y el incremento natural y político
de su población . Sus conquistas no estaban dictadas por un desmedido afán de más
tributos, sino por la necesidad de un creciente poderío eco-nórnico-social, por una
intuitiva razón geopolítica. Ma! se hace cuando se intenta identificar la política expansiva
de los Incas con el esciavismo faraónico o el terror guerrero asirio. Pach'acútec no puede
ser homologado con un Ram-sés I i o un Asurbanipa! I.
Pese a su falsa visión del Incario como un socialismo de Estado, le asiste gran razón a L.
Baudin cuando habla de las medidas de planificación decretadas y a! rechazar la tendencia
a atribuirle a Pachacútec todo ei mérito de esa colosal obra, pues, "el plan habría sido
elaborado e impuesto poco a poco. Esto es, menos espectacular, pero la visión de la
organización final será la misma".
En esta labor planificadora jugó un gran rol en la preparación y ejecución el empleo de
las estadísticas y su instrumento: el quipu, verdadero memento de cifras, que, debemos
aclarar, no es exclusivo del Perú, ya que lo conocieron los colombianos de Popayán, los
caribes de Orinoco, los mexicanos antes dei uso de los códices, ciertas tribus de América
del Norte, los chinos, ios habitantes de las islas Marquesas. En cambio, naciones muy
próximas, como los caías, no lo ignoraban". Gracias al uso de los quipus y de la
planificación le fue' posible a la ingeniería inca llevar a cabo asombrosas obras como: el
puente colgante sobre el Apurímac, las obras gigantescar de Machu Picchu, el
Ollantaitambo, la fortaleza de Sacsahuamán, sus incomparables sistemas de regadío y
15,000 kilómetros de caminos enlozados.
SEGURIDAD SOCIAL: Anticipándose en siglos a los planificadores sociales de nuestra
época, los incas, no creían en las virtudes del simple desarro-iíisrno, en el desarrollo por
el desarrollo o del desarrollo para beneficio exclusivo de la casta dominante, sino que se
preocuparon por lograr que ese progreso beneficiara al pueblo, asegurándole un efectivo
y permanente bienestar. Y en esta política debía jugar un papel principal la seguridad
social, un ■;> programa que colocara a la fuerza de trabajo al margen de los riesgos que
suelen amenazarla: que pueden ser naturales -maternidad, enfermedad.
vejez, muerte— o bien riesgos laborales —accidentes, enfermedades profesionales—. Sin
poseer los conocimientos matemáticos y técnicos que usaron .., Beveridge, Marsh o
Murray para elaborar sus celebrados planes de seguri-, dad social contemporánea ,
nuestros incas impusieron un plan de este tipo ...; que asombra por su sencillez y
efectividad. Ellos establecieron una clara .; diferenciación entre la seguridad social
colectiva y la seguridad social indivi--, dual.
i La seguridad social colectiva podemos considerarla ligada a los riesgos de catástrofes
públicas, tal-es como sequías, heladas, inundaciones, sismos, etc., tan comunes en nuestro
pai's. Las pestes o plagas eran otros males que asolaban a la población, especialmente en
la sierra, verdadera columna vertebral del incario. Para hacer frente a esos riesgos los
incas acumularon grandes cantidades de subsistencias é implementos en graneros y
almacenes. Sin negar lo afirmado por testigos oculares como Jerez, Estete, Trujillo, P.
Piza-rro y compiladores como Cobo que afirman el carácter militar y estatal de tales
depósitos, estimamos que ellos tuvieron además un fin de previsión. De ahí' que en
algunos se guardaran alimentos, armas en otros y adornos, herramientas y otros bienes en
no pocos.
Sobre el volumen de esos depósitos tenemos numerosos testimonios. Jerez nos informa
de casas llenas de ropa liada en fardos que llegaban hasta el techo. En la capital era
increíble el número de depósitos repletos de lana, cuerdas, telas finas y ordinarias, trajes
de las más diversas clases y tipos, plu-;-: mas, sandalias, etc. Cieza de León aclara que en
Vilcas había no menos de 700 í de esos almacenes o cólicas repletos de maíz y armas. En
Sacsahuamán se i; encontró un gigantesco depósito de armas: lanzas, flechas, dardos,
macanas, : etc. Jerez habla de los depósitos de Coaque donde 175 conquistadores ha-
■i liaron tejidos y alimentos, capaces de mantener a esa tropa por tres o cuatro - años. En
1547, Polo de Ondegardo pudo obtener provisiones para alimentar ■ a 2.000 hombres
durante seis semanas, estimando su contenido en poco más •.: de mil toneladas, pese a los
años de pillaje y desarticulación del sistema. Y los acompañantes de Pizarro en su entrada
al Cuzco quedaron estupefactos ante las dimensiones y contenido de esos depósitos: "cosa
de espanto y que a todos parecía imposible de acabar".
' En cuanto a lo que hemos llamado seguridad social individual ella corría a cargo de los
ayllus, mediante el bien organizado sistema de ayuda mutua: ayni. La comunidad se hacía
responsable de los ancianos, viudas, huérfanos, enfermos y lisiados. Su condición de.tales
no les impedía percibir su correspondiente tupu, pero como no estaban en condiciones de
trabajarlos personalmente, la comunidad lo hacía por ellos. Un funcionario local, un
llactaca-mayoc, supervigilaba la labor en esas tierras. Blas Valera afirma que visitaba las
casas para vigilar la diligencia de los adultos en el cumplimiento de esa tarea.
Este asombroso sistema de seguridad social causaba la admiración de los españoles,
aunque lo interpretaban a su manera. Polo de Ondegardo escribe sobre el particular: "Son
una verdadera invención de Satanás estas disposi-
ciones de las leyes incaicas, en virtud de las cuales los ancianos, los enfermos y los pobres
quedaban en cierto modo independientes de sus hijos y de sus parientes cercanos, en
quienes habrían descansado naturalmente, a no ser por esta invención. No hay mejor
medio de endurecer.el corazón que el separarlo así de las simpatías de la humanidad.
Además, ninguna circunstancia ha sido tan poderosa como ésta para poner obstáculos al
desarrollo del cristianismo entre los naturales".
Gracias a este insuperable régimen de seguridad social, el hambre, la prostitución, la
infancia y la ancianidad desvalidas fueron totalmente erradicadas del ¡ncario.
INTEGRACIÓN Y UNIFICACIÓN: Según Yu Zubritski "los últimos Sapan Incas eran
verdaderos déspotas, poseedores de ilimitados poderes legislativo, ejecutivo y jurídico.
El sistema de vigilancia permanente de inspectores manifiestos y secretos, el de las
inspecciones privadas (incluidas las del propio Sapan inca), el sumamente eficiente
servicio de información, el detallado y escrupuloso censo, todo esto privó a los
gobernantes locales de su independencia e hizo que el poder supremo del Inca fuese
mucho más eficaz y multilateral, pese a su gran extensión en todo el Tahuantinsuyo".
Sin que admitamos como justos todos esos cargos, es correcto que nos preguntemos
¿cómo pudo llegar a ese grado de despotismo una confederación tribal de profunda raíz
democrática?
Si no aceptamos la formación del Estado incaico como obra de una fuerza externa a la
sociedad, debemos admitir que es la resultante de un proceso orgánico, dialéctico. La
lucha por la conquista y conservación de la tierra propia de la comunidad primitiva se
convirtió bien pronto en la ruda pugna por la hegemonía tribal y el poder personal.
"Cuando el primitivo sinchi, primer jefe temporal, se hizo permanente, escribe Baudin,
encontró hombres dispuestos a aceptar su ley. Rompiendo los marcos geográficos sometió
a los pueblos vecinos, de grado o fuerza, y arrancó a la tierra una fracción de sus propios
subditos para hacer de ellos el primer núcleo de la casta que iba a ser su sostén".
Ya en páginas anteriores nos hemos referido a la expansión incaica y al. itinerario que
siguen sus conquistas. Y la historiografía del incario nos muestra que a partir del segundo
gobernante, Sinchi Roca, desaparece este apelativo para ser reemplazado por el de Inca.
La confederación tribal está en vías de convertirse en el Estado incaico.
En la medida en que el conquistador quechua va incorporando a tribus y confederaciones
tribales, hasta sumar más de ciento cincuenta naciones de idioma y dialectos, usos y
costumbres diferentes, se va dejando sentir la nece-; sidad de reunir todo ese
complejo de nacionalidades y etnias en un solo Estado, que garantice su integridad
económica y su unificación política. ■ *
INTEGRACIÓN ECOMOÍVÜCA: En los momentos en que esas tribus y con-
federaciones son integradas, de grado o fuerza, a la unidad política incaica se encontraban
atravesando por diferentes niveles de desarrollo. Unas estaban aún en la etapa de la horda,
sobreviviendo gracias a la caza o la pesca complementadas con la recolección de frutos,
como era el caso de las tribus de las regiones de Huancapampa, Huanaco, Urcollaco;
otras, estaban ya organizadas en comunidades agrarias autosuficientes, jefaturadas por
sus curacas y sinchis, como sucedía con los indios de Huamanga, Ampara, Tucumán,
Atacama, etc.; finalmente no faltaban quienes habían-alcanzado los niveles de las altas
culturas y se habían organizado en Estados de tipo asiático, tal es el caso de los chimúes,
quiteños y chinchas.
Apenas conquistada la región invadida, los incas se apresuraban a levantar ¡o que hoy
llamaríamos un censo demográfico-económico, para tener un conocimiento cabal de los
recursos naturales, riqueza social acumulada y población de las tierras conquistadas. A
continuación, de acuerdo con los resultados de ese censo, procedían a enviar especialistas
en e! cultivo de los campos, en la construcción de canales, caminos, puentes y graneros.
A la vez que se apresuraban a asimilar algunos de los aportes técnicos alcanzados por las
poblaciones invadidas. "Por ejemplo, de los calchaquíes los incas tomaron el cultivo del
algodón; de los colla-aymará, la práctica de la ganadería; de los pueblos costeños, el arte
de la momificación, etc.". En esa forma se iba gestando una sólida unidad económica,
mediante la integración de economías en diverso grado de desarrollo. En esa forma se
lograba una verdadera integración y nivelación en el desarrollo económico.
UNIFICACIÓN POLITíCA: La unificación de las dispersas y variadas piezas del extenso
incario fue uno de los problemas, que demandó más urgente solución. El trazado de una
vasta red de caminos, el desplazamiento de grandes masas de población y la imposición
del quechua como idioma oficial en todo el imperio fueron las medidas puestas en práctica
para el logro de ese anhelado objetivo: .la unidad política del incario.
Con ei mar muy lejos de su centro político, el Cuzco, con corrientes fluviales que
marchaban de oeste a este para irse a perder en la selva inhóspita y plagada de peligros,
los incas tuvieron que ver -en el camino terrestre la vía indispensable para su unificación
política. Y se lanzaron con la decisión que le era característica, a trazar una red de caminos
que es hoy el asombro de especialistas y profanos.
La red de caminos es una telaraña con una extensión no menor de 15.000 kilómetros de
longitud. La trazaron salvando todos los obstáculos que puede plantear al hombre la "¡oca
geografía andina", pero a la postre aseguraron su anhelada unidad política. Tras su
aparente complejidad esa red responde a un pian en dondela seguridad y la rapidez del
desplazamiento juegan un rol esencial. Si nos despreocupamos de ciertas ramas
transversales de relativa importancia, vemos que la red descansa sobre dos grandes vías
troncales: una que corría a lo largo de las faldas andinas; otra que seguía las sinuosidades
de la -: árida costa. Según Baudin el gráfico elaborado por Gutiérrez de Santa Cruz
-1 U /
sobre dicha red, consistente en dos rectas que corren paralelas una al mar y la otra a las
cumbres andinas, difícilmente pueden representar el verdadero recorrido de esos caminos.
Y, a su-vez nos dá la siguiente descripción de su tra-
yectoria: uno, desciende de Pasto por Quito y Tomabam-ba, desviándose hacia Aya-baca,
pasando luego por Ca-jamarca, Huamachuco, Huá-nuco y Jauja, llegando al Cuzco;
atravesaba el nudo de Vilcanota y bordeando la orilla occidental del lago Titicaca,
terminaba cerca de Chuquisaca; el segundo, venía de Tumbes, ponía eri contacto las
ciudades de la costa, Chimú, Pachacámac y Nazca, ganaba el Cuzco por Vilcas, volvía a
descender a orillas del Pacífico, pasando por Arequipa, Arica, Tara-pacá y se perdía por
el desierto de Atacama.
Multitud de vías secundarias transversales y longitudinales comunicaban entre sí esas
arterias principales. El camino acercaba el más lejano punto del territorio incaico al
Cuzco, el "ombligo del mundo"
Otro procedimiento no. menos eficaz para lograr la unidad política del incario fue el
desplazamiento de poblaciones enteras. El sistema de mitimaes, al que ya nos hemos
referido, jugó un rol esencial en esa unificación: de un lado, contribuía a debilitar
bélicamente a las comunidades aún rebeldes, al eliminar de su seno elementos de
descontento y rebeldía, en el caso de los
-m¡íl¡maes*de castigo; de otro, contribuía a difundir los elementos culturales ¡n-. caicos
entre las tribus vencidas, tal era el caso de los mitimaes-colonos.
ion
Mención aparte en esa lucha por la unidad política del incario debe hacerse de las
guarniciones militares, que no sólo resguardaban las fronteras de invasiones, sino que
constituían verdaderos núcleos de difusión cultura!. "
Redistribución y Tributos.— Para hacer frente a esa multitud de tareas en el campo
económico, social y político, los Incas tuvieron que aplicar una política fiscal adecuada.
El desconocimiento de ¡a propiedad privada y de la moneda y la práctica dei trabajo
colectivo obligaron a imponer un sistema de pagos y prestaciones, que ha hecho que
algunos hablen del incario como de un "modo de producción tributario".
Debido a la carencia de moneda, los ingresos y los gastos del Estado tuvieron que tomar
formas especiales. Los pagos del Estado se hacían en especies, los tributos se pagaban en
jornadas de trabajo. Un bien montado servicio de contabilidad social a base de quipus,
permitía a las autoridades tener en cualquier momento un cuadro completo y rea! del
estado de la hacienda pública, una visión circunstanciada de ios ingresos y egresos
públicos, a la vez que una racional red de graneros y depósitos permitía su
almacenamiento.
Egresos Fiscales .— Los gastos fiscales estaban representados por diversos rubros. En
primer término por una numerosa y privilegiada burocracia, que permite afirmar a I.
Valcácrel que en el incario "en un conjunto de 50,000 familias —número promedio de la
población tribal— no menos de 13.333 personas eran funcionarios, io que indica la
extensión que alcanzó el ejercicio de la autoridad". Sin embargo, debemos recordar que
sólo los curacas que ejercían autoridad sobre diez chunkas eran eximidos del pago de
tributos. Polo y Huamán Poma hacen ascender a una huaranca, mil, esa cifra;
Otra fuente de gastos estaba representada por el costo de las campañas militares. Una
enorme masa, que muchos estiman en 200.000 individuos, eran movilizadas en las
operaciones de conquista o represión incaicas. Pero esos gastos militares se limitan a las
actividades bélicas, ya que en tiempos de paz no existía e¡ servicio militar, tal como lo
hemos visto. Por otra parte, Gar-cilaso nos informa que "el ejército no tenía nunca nada
que pedir a los habitantes. Todo lo que necesitaban lo encontraban en ios almacenes
estatales: alimentos, vestidos, armas".
Otro rubro no menos importante de gastos era el representado por las gigantescas obras
públicas de interés general. Ellas obedecían a un plan severamente trazado. Sobre el
particular nos dice L. Valcárcei que "era una creación racional que reunía todos los
requisitos de viabilidad. No eran utópicos sus proyectos, tampoco inconexos, sino, por el
contrario, perfectamente coordinados, sincrónicos, estructurales".
Finalmente, otro rubro de fuertes gastos estaba constituido por los gastos de seguridad
social, en su doble aspecto individual y colectivo. Si es verdad ■ que en el incario ningún
hombre podía hacerse rico, no es menos cierto que
16i)
gracias a la "política providencia" del Estado, todos podían disponer hasta el fin de sus
días de todo lo necesario para su bien pasar.
Toda esa enorme masa de fuerza de trabajo alejada del trabajo productivo —burócratas,
soldados, jubilados—, era mantenida por cuenta del Estado o de la comunidad, según el
caso. A ello se destinaba gran parte del plusproducto logrado del hatun-runa. En esa forma
el pueblo aprovechaba de la redistribución de bienes y servicios por cuenta del Estado.
Política tributaria incaica .— Como único propietario de los recursos naturales y ejecutor
de obras públicas de interés, genera!, el Estado incaico se apropiaba la totalidad del
plusproducto logrado de la explotación de los productores directos. La ausencia de
moneda y, en consecuencia de ur mecanismo de precios, impuso que el Estado hiciera
efectivos sus ingresos, no en dinero o en bienes, sino en trabajo, en prestaciones
personales. Los contribuyentes no ponían "más que el trabajo personal", afirma Garcilaso.
"Ninguno contribuía de la cosa propia ni de lo que cogía, sino del trabajo de su persona",
confirma Polo de Ondegardo.
Una parte del plusproducto era exigido por el Estado como propietario eminente de los
recursos naturales —agrícolas, ganaderos, mineros), y otra, como contrapartida de sus
tareas promotoras en el campo económico y social. De ahí que el tributo se confunda a
menudo con la renta.
Principios . — Sin poseer un conocimiento profundo de los principios tributarios que
exigen que "toda imposición sea justa, equitativa y económica", defendida por los
hacendísticos modernos, pero sin que puedan explicarse qué debemos entender por esos
principios, nuestros Incas elaboraron un admirable sistema tributario, que aunque injusto,
tuvo la virtud de ser racionalmente equitativo y económico. Ello, debido a que obedecía
a claros principios de técnica impositiva.
Con el fin de asegurar el cumplimiento de los tributos, evitando evasiones y derramas, el
Estado incaico procedió a la realización de un censo demográfico y económico, como
diríamos hoy en día, a fin de tener una lista exacta y circunstanciada de la población del
Incario y de los recursos naturales de que disponía. Con el objeto de mantener al día esa
estadística impuso que en cada comarca, en cada pueblo, en cada aldea se contara con un
estadígrafo especializado, quipucamayoc, que fuera anotando en su quipus los nacimien-
tos v defunciones ocurridos en la localidad. Anualmente debía informar de los resultados
de esa estadística vital al Cuzco. En segundo término, procedió, a dividir la población con
vistas tributarias en grupos por edades. Así llegó a la formación del grupo de
contribuyentes responsables. Estaba integrado por los varones físicamente aptos, de 25 a
50 años de edad, jefes de unidades domésticas y que debían prestar sus servicios
personales al Incario en la forma y por el tiempo señalado por la ley. Pero tal obligación
no era mirada como una tarea personal, individual. En realidad la cuota de trabajo era
asignada al aylíu el que la redistribuía entre las unidades domésticas existentes en su
circuns- ; cripción. La mujer no estaba obligada directamente a las prestaciones exigi-
das, pero compartía con su marido la ejecución de la cuota señalada a su unidad
doméstica. Otro tanto sjjcedía con los hijos menores'de 25 años. Cada uno participaba en
la ejecución de la tarea tributaria de acuerdo con sus futi-zas y capacidad.
Dentro del marco de la tributación indicada se consideraba algunos casos de excepción.
Así quedaban eximidos de prestaciones personales los enfermos crónicos, los inválidos y
los incapaces, a quienes se les asignaba obligaciones similares a las señaladas a los
ancianos, tales como el cuidado y la supervisión de los almacenes, tareas de
mantenimiento, labores de contables. Muchos de ellos se dedicaban a hilar y tejer. Otro
grupo específicamente exceptuado de obligaciones personales eran los "orejones",
cualquiera que fuera su origen. Una nota curiosa en esa política tributaria era la dada por
los sacerdotes, pues, ellos aparecen rara vez en la lista de los exentos de tributo, pese a
que gran número de ellos integraban la nobleza, ya de sangre o de privilegio. Asimismc,
eran eximidos de toda prestación personal las aellas y la yanacu-nas, pues, ellos habían
sido separados de sus comunidades y realizaban tareas productivas o servicios "a tiempo
completo" fuera de las indicadas a su ayllu, evitándose así la injusticia de la "doble
tributación".
La oportunidad, duración y naturaleza de la prestación estaba igualmente establecida por
las leyes incaicas. Las prestaciones se efectuaban una vez por año y durante un lapso
limitado, excepto el trabajo de las tierras del Inca y del Sol por la naturaleza misma de las
labores agrícolas. Ninguna prestación exigida podía hallarse por encima de la capacidad
y aptitudes del contribuu-yente. Nadie podía ser obligado a trabajar en otro oficio que no
fuera el suyo. Según Santillán "cada uno tributaba conforme al oficio que tenía, así los'
labradores como los oficiales de otros oficios". El llamamiento para las prestaciones se
hacía en atención a las necesidades y conveniencias del Estado, pero sin comprometer a
la totalidad de la población ni entorpecer el trabajo necesario de los contribuyentes.
La ¡dea central en materia de tributos era que el Estado no podía recabar, ni directa ni
indirectamente, parte de los frutos de la heredad familiar u otro bien de propiedad
personal. Obedeciendo a este principio en los servicios personales todos los materiales,
herramientas y alimentos necesarios eran aportados por el Estado o la Iglesia. El tributario
sólo concurría con el aporte de su trabajo. Esto lo confirma Blas Valera cuando nos
informe que "las herramientas y los instrumentos y el comer y el vestir y cualquiera otra
cosa que hubiere menester, se las p'roveía largamente de la hacienda del rey" (el Inca
quiere decir).
TIPO DE PRESTACIONES: Entre las prestaciones personales exigidas a título de tributo,
podemos distinguir unas de carácter general —labrantío de las tierras estatales y
eclesiásticas, esquileo del ganado de los mismos y la contribución de sangre en la guerra.
Y otras que se demandaba a los contribuyentes considerando sus aptitudes y
especialidades —fabricación de vestidos y armas, edificaciones, labor minera. Las
primeras afectaban por igual a todos los jatunrunas; las segundas, sólo a sectores
determinados de la población contribuyente.
171
5n líneas generales puede decirse que la prestación agrícola a favor del tstado era el
principal deber de la unidad doméstica en su conjunto y la entrega de tejidos -frazadas y
camisas— el de las mujeres, mientras la obligación tributaria principal del hombre era el
servicio militar. Sin embargo, la acelerada expansión territorial y poblacional de Incario
hace que la lista de contribuciones se alargue persistentemente. Tanto que ha podido
decirse que el subdito incaico estaba obligado a prestaciones personales de por vida:
primero, en tareas fáciles, domésticas; luego, el cuidado de los rebaños y la caza de
pájaros; más tarde, acarreando cargas para el Estado o el Ejército. Después del
matrimonio y en su plenitud productiva, quedaba sometido a ¡as prestaciones
fundamentales: la producción de los ingresos estatales y el servicio militar. En la edad
avanzada volvía a desempeñar tareas auxiliares, que requerían menos esfuerzo pero más
criterio.
Las prestaciones que requerían las tareas del cultivo de la tierra del Sol era considerada
como las de mayor prioridad y gozaba de preeminencia sobre las demás. Las primeras
siembras se hacían para los dioses y los monasterios. El hombre incaico, supersticioso en
grado sumo, deseaba ante todo quedar bien con la divinidad y sus portavoces en este
mundo, los sacerdotes.
Como segundo tributo se miraba el cultivo de las heredades del Estado, ya que el Inca era
considerado "hijo del Sol". Además, el bienestar estatal aseguraba la ejecución de grandes
obras, que significaba un retorno de parte del plusproducto expropiado a manos de los
expropiados.
El tercer tributo consistía en la fabricación de vestuario, calzado y armas para el ejército.
Las mujeres debían confeccionar una frazada y dos vestidos para el ejército y el hombre
calzados con el mismo fin. El material a usaren esas labores era entregado por el Estado,
conforme al principio de que el tributario sólo aportaba su trabajo. La producción de
armas obedecía a un criterio regional. Así el arco, pijta, se fabricaba en los yungas; la
honda se tejía en la puna y los valles costeños; las hachas, airi; y las lanzas, chuki, se
fabricaban en establecimientos especializados en la metalurgia del cobre y el bronce.
Como cuarta prestación personal se consideraba el trabajo en la edificación de templos,
monasterios, palacios, puentes y caminos, participando en esa labor individuos
especializados en ingeniería, arquitectura, cantería, al-bañilería, aparte de multitud de
peones. Templos como el Concancha y el Kishwarcancha; monasterios como el Acllawasi
del Cuzco y el Mamacona de Lurín; los Yachaywasi o casas del saber; fortalezas como
Saccsahuamán y ciudades como Ollantaytambo, Machu Picchu y el Kosko, sólo fueron
posibles mediante el trabajo colectivo sistematizado y el sabio sistema tributario impuesto
por los incas.
En quinto lugar, las prestaciones personales en las minas y fundiciones no tenían el
carácter inhumano ni intensivo que posteriormente adquirirán en manos del conquistador
español. El oro y la plata no eran productos de .,: interés económico, sirviendo sólo para
la fabricación de adornos y destina-
-i. # ¿J
dos al culto. A causa dé esto no existían cateadores de oficio, dejándose al azar el
descubrimiento de placeres auríferos y minas de plata. A la minería se destinaba un escaso
número de trabajadores, los mismos que permanecían en esa labor no más de dos meses,
reintegrándose después a las labores agrícolas de su comunidad. En algunos casos se
prohibía ese tipo de labor por ser altamente peligrosas, como en el caso de las esmeraldas
y las perlas. Según Ondegardo, el oro se explotaba en aquellas provincias donde la
casualidad denunciaba la existencia de placeres y minas. Blas Valera nos dice que el inca
concedía a jerarcas, parientes, curacas y vasallos que tomasen de ellas lo que tuvieran a
bien para adorno y regalos. En el Incario el oro, la plata y las piedras preciosas no se
miraban con interés económico ni tributario, ya que no eran cosas necesarias para la
guerra ni para la paz.
En cambio, las minas de cobre y de estaño eran explotadas mediante procedimientos
regulares e intensivos, ya que eran materias utilizables en la fabricación de armas,
herramientas y utensilios de uso variado. El cobre puro o en aleación con oro y plata —
champí, tumbaga— o con el estaño —bronce-era un producto a cuya producción se
prestaba especial atención.
Otras prestaciones personales de menor trascendencia, aunque no menos importantes,
eran el servicio de correos, chasqui, para el que se seleccionaban hombres de gran
resistencia y agilidad y cuya prestación no pasaba de dos meses; el servicio de graneros
y almacenes, corpawasi, y la atención de los tambos, tampu, puestos en manos de
personas de edad madura y criterio; la esquila del ganado del inca y del Sol a realizarse
en determinadas épocas del año y la reparación de caminos, renovación de puentes y
limpiado de acueductos y acequias de riego eran otros dos servicios personales en que se
utilizaba la mano de obra disponible.
Esta enumeración nos da la impresión de una población sometida a una auténtica fatiga
tributaria. Y este es el criterio expuesto por Francisco de Aviles, que cincuenta años
después de la conquista no vacilaba en. afirmar que "los indios sufrían gravísimo trabajo
pastoreando el ganado del Inca, hilando para tejer ropa fina, cultivando sus chácaras,
llevando maíz y papas al Cuzco sobre sus hombros desde largas distancias y esto sin
ninguna pagadura del inca ni de sus mayordomos".
Sin embargo, la suma de todas sus obligaciones tributarias por la forma y plazos en que
se prestaban, difícilmente, según los cronistas" alcanzaba a cuatro centavos, muy por
debajo del cobrado por el régimen colonial español.
En cuanto a la percepción del tributo, ella estaba asegurada en un elevado porcentaje. La
evasión así como la malversación y el peculado estaban prácticamente imposibilitados.
La ley sancionaba duramente cualquier falta en perjuicio del erario incaico. Quien no
cumplía con la prestación personal era culpable de delito contra el inca, capac ucha.
LAS LUCHAS SOCIALES DURANTE EL INCARIO: Está muy lejos dé nuestro ánimo
presentar al ¡ncario como una copia feliz del Edén o como una
réplica terrestre del infierno del Dante. El Incario fue, ni más ni menos, una sociedad
dividida en castas y en donde, en consecuencia las castas y etnias sometidas y explotadas
no perdían oportunidad de luchar por lograr su liberación, sin deseos ni poder para llevar
a la sociedad a nuevos y más altas formas económico-sociales.
Murra en La organización económica del Estado Inca nos dice que "las prestaciones
regulares y otras imposiciones del Cuzco provocaban a veces la rebelión. Con mayor
frecuencia, eran los pueblos recientemente conquistados los que volvían a alzarse en
armas, una vez que se percataban claramente de la amplitud de la contribución que se les
exigía. El señor "natural" de la isla de La Puna ahogó y mató a un grupo de "orejones",
cansado de alimentar al ejército de ocupación. Poblaciones de la montaña húmeda, a las
que se les exigía la entrega de astas de chonta, una madera dura, se rebelaron contra lo
que consideraron una cuota desmesurada. Se dice que el inca Urcon, un oscuro personaje
de la tradición dinástica, fue asesinado por campesinos obligados a arrastrar piedras
gigantescas.
Es indiscutible que el Incario no fue esa "cáfila de hombres felices, que trabajaba con
agrado para un amo a quien tenía por divino", que se empeña en presentarnos L. Baudin
en su empeño por desacreditar al socialismo científico. Aunque las "crónicas" y la historia
se guardan mucho de hablamos de insurrecciones campesinas, como las protagonizadas
por araucanos, chachapo-yinos y quiteños, es indudable que con ellas estamos ante
auténticas insurrecciones campesinas, muy similares a las revueltas de los "cejas rojas" y
los "turbantes amarillos" que conmovieron China en los años 18 y 184 dne. La derrota de
las sublevaciones campesinas anti-incaicas no les resta nada a su auténtico sentido
revolucionario ni a sus limitaciones de casta.
Durante cinco siglos, entre 1026-1532, los incas persiguieron el sueño generoso de lograr
la unificación económica y política de un subcontinente, al que una orografía invertebrada
y un sistema hidrográfico condenaba a la atomización social. Para lograr la integración
económica enviaron a las zonas de mayor retraso económico un numeroso equipo de
tecnócratas —topógrafos, estadígrafos, expertos agrícolas, técnicos metalúrgicos, etc.—
con el objeto de aplicar lo que hoy llamaríamos un plan de desarrollo. Por otra parte, para
alcanzar la unidad política procedieron a trazar una vasta y complicada red de 15.000
kilómetros de caminos, procedieron a desplazamientos masivos de población e
impusieron el runi-simi como único idioma oficial. Todo esto sin grandes violencias y
respetando, hasta donde era aconsejable, la organización económica, autoridades y usos
y costumbres de las etnias conquistadas.
Con Pachacútec ese programa de integración económica y política alcanzó un máximo de
realizaciones. Su muerte significó la desaparición de esa "diplomacia acorazada", como
la calificaríamos hoy, que ocultaba todo lo que de violencia tenía el expansionismo
incaico. Muy pronto el paternalismo se transformó en despotismo asiático. El Estado
gendarme reemplazó al Estado providencia. "Los últimos Sapa Incas -escribe Zubritski,
eran verdaderos déspotas, poseedores de ilimitados poderes". Esto trajo como con-
secuencia una auténtica crisis revolucionaria. El sistema tan laboriosamente
ru, querido por el pueblo, a quien la nobleza solar se negó a reconocer como heredero.
Aliado con el pueblo y apoyado por el ejército obligó a esa soberbia nobleza a admitir su
derecho a la mascaipacha.
Este acontecimiento nos enseña cómo los intereses encontrados de sus integrantes estaba
corroyendo la unidad de la nobleza solar. La desintegración de la nobleza solar que se
hace presente con el "golpe palaciego" que puso el poder en manos de los Hanancuzco
representados por Inca Roca, la decisión que descalifica a Urcos que había huido
cobardemente ante los invasores huancas y el enfrentamiento armado de Pirhua Amaru,
culminó con la sangrienta guerra civil entre Huáscar y Atahualpa.
La peste de viruela azotó el norte del incario en 1532. Ese mal traído por los invasores
blancos había ocasionado miles de muertes. E! inca se encierra en su palacio, esperando
que el mal no atraviese el sagrado edificio, pero la muerte de su coya y de su primogénito.
Minan Cuyuchi, le prueban lo contrario. Esto lo decide a señalar como herederos a dos
de sus hijos, Huáscar nacido en el Cuzco y Atahualpa, en Quito. Como Diocleciano al
dividir el imperio romano, el Inca cree absurdamente que con ello asegura la paz en el
incario, en creciente efervescencia. La peste hace presa en él y muere en 1525. La división
del incario pareció justificar la visión del fallecido monarca. Pero no habían transcurrido
cinco años de ello, cuando se encendió ía guerra civil entre l<5s hermanos, mientras todo
el imperio se conmovía ante las noticias sobre el arribo de los blancos en la costa de
Tumbes. Profecías y prodigios preanuncian la ruina del incario. Los "viracochas", dioses
blancos, aprovechan el error místico de loas indios y su división política. Muy pronto se
asignarán el rol de arbitros en la contienda fratricida.
La guerra civil estalló con una ferocidad que admira a los propios españoles. La mayoría
de los grandes generales que combatieron bajo las órdenes de Mayta Cápac toman partido
por el hijo quiteño. Entre ellos están Challco Chima, Apu Quizquiz, Yurac Hualla, Turna
Rimay, quienes le ciñen la mascaipacha, la borla real, a Atahualpa, desconociendo así los
derechos de Huáscar, el hijo cuzqueño, a quien respaldan generales no menos prestigiosos
como Atoe, Huanca Auqui, Raupa Yupanqui, Mayta Yupanqui. A ellos se suman el alto
clero y la nobleza solar cuzqueña. Las dos casas dinásticas se en-.contrarán nuevamente
frente a frente: los Hurincuzco con Atahualpa y los Hurincuzco con Huáscar.
La lucha se inicia con algunos triunfos parciales de Atoe, el general huas-"carista enviado
al norte para aplastar la rebelión secesionista. Pero muy pronto se impone la calidad de
los generales quiteños al mando de las mejores y más brillantes tropas del ejército incaico.
La campaña de Cusipampa con las batallas de Ambato, Tumipampa, Muyutuyrir
constituyen otras tantas victorias de los quiteños y pone en manos de Atahualpa toda la
zona norte del incario. La ferocidad desplegada en la lucha hace que las víctimas sumen
decenas de miliares. Esto obliga a los contrincantes a pactar una tregua, que aprovecharán
para reagrupar sus fuerzas y sumar refuerzos.
levantado comenzó a sufrir una acelerada desintegración. Las tensiones, contradicciones
y antagonismos sociales latentes estallaron cada vez con mayor violencia. Las
insurrecciones campesinas, verdaderos prolegómenos de los grandes cambios sociales,
comenzaron a generalizarse, como puede observarse en el siguiente cuadro:
LUCHAS SOCIALES EN EL PERIODO HISTÓRICO *
Insurrecciones Gobernantes Períodos

Chancas Ollantay Yahuar Huaca i ? 1438-71


Tumbes La Puna, Pachacútec 1471-93
Carangues, Tupac Yupanqui 1493-25
Tucumán, Huayna Cápac
Araucanos.
* Fechas y gobernantes se prestan a grandes disparidades entre los comentaristas;
nosotros damos las más aceptadas.
Los pretextos que conducen a esas explosiones pueden ser diversos, pero la causa es una:
la insoportable tensión ocasionada por las contradicciones y antagonismos existentes
entre las castas y dentro de la misma casta dirigente.
En la medida en que ascendía la ola insurreccional se hacía más brutal la respuesta
represiva de los incas, conscientes de su inevitable decadencia. La • desatinada violencia
incaica acrecienta el furor y la violencia de los explotados. Confederaciones, tribus y
ayllus se alinean tras de sus jefes natos —sin-chis y curacas— invocando serios o fútiles
pretextos, pero demandando una sola cosa: su autonomía política. Ellos ya no creen en la
bondad del gobierno de los "Hijos del Sol", si es que alguna vez creyeron,. Los indómitos
chancas oponen tozuda resistencia a la conquista incaica; y al ser varias veces derrotados
en su intento de liberarse, optan finalmente por hundirse en el silencio y el misterio de la
selva amazónica, capitaneados por su heroico sinchi, Anco Huallo. Los collas respaldarán
la demanda de su resentido Apu-Ollantay, que recibe una desdeñosa negativa a su
solicitud de emparentar con la nobleza solar casándose con su adorada Coyllur. La lucha
se mantiene indoblegable durante diez años, hasta que un ardid de guerra permite el
aprisionamiento y ejecución de Olianta. En Tumbes el motivo de la rebelión fue originada
por la resistencia de las tribus vencidas a la hegemonía incaica; otro tanto pasó en la isla
de Puna, en donde el curaca se negó a seguir manteniendo al ejército de ocupación
incaico. Una razón similar provoca la rebelión de los indios karangue del Ecuador. En
todos esos casos la represión fue simplemente bestial. Miles de insurrectos fueron
arrojados al mar amarrados a grandes piedras, desollados, ahorcados, descuartizados,
después de haberse dispuesto dar muerte a uno de cada diez.de los vencidos. En el caso
de los araucanos, se afirma que la causa de su rebelión fue su resistencia a explotar el oro
de la mina Marga-Marga para enviarlo como tributo al inca. En todas esas luchas
murieron decenas de miles de hombres.
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Pero muy pronto el descontento de la población periférica ganó a la njp""""' bleza
dominante. Fernando de Montesinos habla del Inti Capac Pirhua Ama-

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