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Ciudades

“Será muy difícil para los que pertenecen a nuestra fe, permanecer en las
ciudades debido a las condiciones que están surgiendo en ellas. Por lo tanto será
un gran error invertir dinero en establecimientos comerciales en las ciudades...
Las ciudades se volverán cada vez peor. Habrá combates, derramamiento
de sangre y finalmente terremotos. Los edificios serán derribados y
consumidos con fuego del cielo...
Se debe trabajar en las ciudades. Debemos advertir a los que viven en
ellas lo que sucederá. Utilícese el tiempo y los medios sabiamente. Vea si usted
puede hacer algo en las carreteras y caminos apartados de las ciudades para
proclamar el mensaje de la verdad presente. Pero no coloque a su familia en las
ciudades y no establezca centros lucrativos allí. Si lo hace, en el futuro usted
tendrá que guardar los feriados establecidos. Se colocarán guardianes para
buscar motivos de queja en contra del pueblo que guarda los mandamientos de
Dios. Satanás ejercerá su poder y enemistad y el resultado será la opresión.
Cuanto más grande sea la ciudad, mayor será la opresión...
Aunque vienen tiempos turbulentos, todavía debe hacerse una gran obra
misionera en las ciudades... Pero esto no requiere que se establezcan grandes
empresas comerciales en ellas.” — Manuscrito 76, Junio 29 1905 (Vea
también CN, pp. 66-67; VC, pp. 12-13, 29; PM, pp. 185-186; 2MS, pp.
407, 408)

“Muchos de estos juicios vinieron sobre Jerusalén. Pero


Cristo no habló sólo de Jerusalén. Él miraba a lo largo de las edades,
más allá de la destrucción de Jerusalén, al tiempo cuando al fin de la
historia de este mundo se verá la gran y última visitación divina de la
ira de Dios.
El capítulo 24 de Mateo nos presenta un resumen de lo que ha de
sobrevenir al mundo. Vivimos en medio de los peligros de los últimos días.
Aquellos que están pereciendo en el pecado deben ser advertidos. El Señor invita
a todos aquellos a quienes les ha confiado medios financieros, a fin de que sean
su mano ayudadora invirtiendo su dinero para el progreso de su obra. Nuestro
dinero es un tesoro que el Señor nos ha prestado, y debe ser invertido en la tarea
de dar al mundo el último mensaje de misericordia… Recuerde que los que
gastan el dinero para su gratificación egoísta, cuando debieron haberlo usado
para abrir las puertas para el avance del evangelio, sufrirán una pérdida eterna…
El que hace de las cosas terrenales su mayor objetivo, el que pasa su vida
esforzándose para obtener riquezas mundanales, de hecho está haciendo una
mala inversión. Demasiado tarde verá que las cosas en las cuales ha confiado se
derrumbarán en el polvo.” — Carta 90, Mayo 23 de 1902 (Vea también
CDCD, pp. 152)

“Los hombres continuarán levantando costosos edificios que valen


millones. Se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la firmeza y
solidez con que son construidos, pero el Señor me ha hecho saber que a pesar de
su insólita firmeza y su costosa imponencia, esos edificios correrán la misma
suerte del templo de Jerusalén. Esta magnífica construcción cayó, Dios envió a
sus ángeles para hacer la obra de destrucción, de modo que no quedó piedra
sobre piedra que no fuese derribada…
Se me pide que declare el mensaje de que las ciudades, llenas de transgresión y
pecaminosas en extremo, serán destruidas por terremotos, incendios e
inundaciones. Todo el mundo será advertido de que existe un Dios que hará
notoria su autoridad como Dios. Sus agentes invisibles causarán destrucción,
devastación y muerte. Todas las riquezas acumuladas serán como la nada. A
pesar de los cuidados de la ciencia con que los hombres salvaguardan los edificios
de la destrucción, un toque del gran y justo Gobernante traerá a la nada las
posesiones idólatras que se han almacenado en un magnífico y vistoso
despliegue. Los inventos de los hombres se harán polvo.” — Manuscrito 35,
Abril 27 de 1906 (Vea también 7ACB, pp. 20, 33, 219; Ev. pp. 24, 25)

“El mensaje que se me ha encomendado para nuestro pueblo en este


momento es: “Trabajen en las ciudades sin demora, porque el tiempo es corto.” El
Señor nos ha presentado esta obra durante los últimos 20 años o más. En algunos
lugares se ha hecho poco, pero se debería hacer mucho más. De día y de noche
siento una gran responsabilidad, porque se hace tan poco para amonestar a los
habitantes de las grandes ciudades, acerca de los juicios que caerán sobre los
transgresores de la ley de Dios…
El enemigo se regocijaría al ver que la gran verdad salvadora para este
tiempo está limitada a unos pocos lugares. Él no está inactivo. Está inculcando
sus teorías engañosas en la mente de los hombres para cegar los ojos y confundir
su entendimiento para que la verdad salvadora no pueda llegar a su
conocimiento. Pronto se impondrán las leyes dominicales y los hombres que
ocupan puestos de confianza se enfurecerán contra el pequeño grupo que guarda
los mandamientos de Dios.
Parecería que a Satanás se le ha permitido ganar muchas ventajas. Pero
el Señor traerá a los hombres de entendimiento de varias iglesias,
para que luchen contra la imposición de una ley que honre el primer
día de la semana, como un día en el que no se pueda realizar ninguna
transacción comercial.” — Carta 168, Diciembre 1 de 1909 (Vea
también Ev, pp. 28-29, 34, 56-58, 276, 277, 284-285; MM, pp. 300,
308-310)

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