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Edylberto Cabral
Universidad Autónoma de Santo Domingo
Santo Domingo, República Dominicana
RESUMEN
Las defunciones por tránsito están entre las tres primeras causas de muerte en
jóvenes y adultos masculinos en países del continente americano. Más del 90%
de las colisiones de tránsito son originadas por error humano, y pueden reducirse
con acciones preventivas. Se conocen los avances logrados en países que
incursionan en el tránsito desde el ámbito de la psicología. Se describen los
resultados del estudio exploratorio y descriptivo realizado en 2007 con la
aplicación de una encuesta en una muestra no probabilística de 124 sujetos: 30
psicólogos, 34 autoridades de tránsito y 60 usuarios del volante que solicitan por
primera vez y/o renuevan el permiso de conducir. Se indagó la importancia de la
evaluación psicológica a los conductores y otros aspectos de relevancia
preventiva. Se analiza la opinión de los encuestados en relación con los factores
sociodemográficos, cognitivos, actitudinales y experiencias vivenciales a través
de SPSS, y el uso de la prueba Chi-cuadrada. Las hipótesis planteadas fueron en
su mayoría confirmadas en la dirección propuesta, a excepción de las vinculadas
con la edad, el conocimiento de las reglas de tránsito y otros factores vivenciales,
como "tener un conocido o familiar muerto por tránsito", que no mostraron
relación estadística significativa con considerar importante o no la evaluación
psicológica a conductores. Se enfatizó la necesidad de integrar el psicólogo al
tránsito y seguridad vial, dada su capacidad para evaluar aptitudes de los
conductores, detectar riesgos y contribuir a la modificación de conductas
inadecuadas, hecho contemplado implícitamente en la Ley 241 vigente y marco
regulatorio del Tránsito Terrestre en la República Dominicana.
Para el desarrollo de la temática, se muestra la magnitud del daño que ocasionan las
colisiones de tránsito, mediante una panorámica estadística que toca nuestra región, y
de manera muy especial a República Dominicana.
Tabla 1
Estimación mundial de número de defunciones por tránsito en el mundo
Tal como se puede observar en la Tabla 1, la tasa de mortalidad mundial por
accidentes de tránsito en 2002 fue de 19.0 muertes por cada 100,000 habitantes, y
por cada muerte de tránsito surgen decenas de incapacitados temporales o
permanentes, siendo los países de ingresos bajos y medios los mayormente
afectados (el 90% de estos).
En ese mismo informe, la OMS describe que desde las décadas de 1960 y 1970 hay
una evidente tendencia descendente de la mortalidad en cifras absolutas y en tasas
en los países de altos ingresos, tales como Alemania, Australia, Canadá, Estados
Unidos, los Países Bajos, el Reino Unido y Suecia, mientras que en los países de
ingresos bajos y medios ha habido un aumento muy pronunciado. En América Latina y
del Caribe el aumento rápido de las defunciones causadas por el tránsito se produce
desde el año 1992.
Tabla 2
Tasas de mortalidad debida a traumatismos causados por el tránsito en el continente
americano (muertes por 100,000 habitantes para ambos sexos)
Fuente: Acero, H & Concha-Eastman, A. Seguridad vial. Un problema de salud
pública, OPS, 2004 (extraído del Informe mundial sobre prevención de los
traumatismos causados por el tránsito, OMS y Banco Mundial, 2004).
Tabla 3
Ordenamiento por rango de la población masculina de 32 países americanos según la
tasa de defunción por colisiones de tránsito en diferentes edades (rango: 10 primeras
causas de muerte)
Por este motivo, en el año 2004 se declaró la prevención de accidentes como un tema
prioritario para la salud mundial y se consideró la seguridad vial como un problema de
salud pública y de desarrollo (Informe Mundial sobre Prevención de los Traumatismos
Causados por el Tránsito, Organización Mundial de la Salud/Banco Mundial, 2004).
Es bastante alto el costo que representan para los países las colisiones de tránsito. El
costo anual de los traumatismos causados por estos sucesos supera el 1% del
Producto Nacional Bruto en los países de bajos ingresos, el 1,5% en los de medianos
ingresos y el 2% en los de altos ingresos. Los costos económicos directos de los
choques en la vía pública se estiman en US$ 518,000 millones anuales a nivel
mundial, según cálculos realizados por expertos de la OMS y el Banco Mundial
(2004). Por otro lado, son también muy considerados otros efectos de las colisiones
de tránsito debido no sólo a los trastornos sociales y psicológicos que ocasionan la
pérdida de vida de los seres queridos, sino por las discapacidades físicas y
emocionales dejadas como secuela.
Tabla 4
Pruebas médicas y psicológicas contempladas como requisitos en la Ley de Tránsito
de diferentes países de habla hispana
X*: Examen de la vista y tipificación sanguínea; *: Casos especiales de evaluación
Como se observa, son varios los países de América Latina y el Caribe que han
adoptado el procedimiento de evaluación psicológica o psicotécnica en los
conductores, reconociéndolo como parte importante de la solución a la problemática
vial.
El caso especial de la República
Dominicana
República Dominicana no escapa al riesgo del tránsito vehicular, siendo muy elevada
la mortalidad por colisiones de tránsito en comparación con los demás países del
continente. En la Tabla 2 se observa que la tasa dominicana para el período 2000-
2002 ocupó un lugar intermedio entre 30 países del continente americano. En el año
1998-1999 las muertes de tránsito ocuparon el primer lugar (43% y 45%
respectivamente) entre las muertes violentas en el país, aunque posteriormente este
lugar fue superado por los homicidios en los años 2000-2006 (Cabral, E y Brea, M.
1999 y 2003; Brea, M. y Cabral, E. 2006). En 2006 se registraron 1,602 muertes de
tránsito, lo que significó una tasa de 17.4 muertes por 100,000 habitantes, cifra
realmente preocupante. La situación habría que considerarla inquietante, si se
cumplen las estimaciones de otros investigadores (1) que proyectan unas 2,204
víctimas fatales para el año actual de mantenerse la tendencia observada durante los
primeros cinco meses. Esto supondría una tasa de 24 muertes por 100.000
habitantes. De ocurrir esto es muy probable que de nuevo las muertes por accidentes
de tránsito se conviertan en la primera causa de muerte violenta en la República
Dominicana.
Pueden describirse tres tendencias en los últimos 15 años, tal como se observa en la
Tabla 5 y en el gráfico 2. Una primera tendencia es ascendente y abarca el período
1992-1999. Una segunda tendencia, descendente, se presentó entre los años 2000-
2005, descenso no sólo en cuanto a la tasa sino también en términos absolutos. La
tercera tendencia es de nuevo ascendente, se inicia en el año 2006 y de acuerdo con
otros estudios el crecimiento en este año 2007 será todavía más fuerte.
Tabla 5
Muertes por colisiones de tránsito en el país, 1992 – 2006
Tabla 6
Panorámica de siniestros viales, vehículos de motor e índices calculados de 1999 a
2006
Fuente: Elaboración propia con base en datos de proyección de población del Banco
Central; cifras de la ONE, de la Policía Nacional 1999-2006 y de la Dirección General
de Impuestos Internos, 2007.
Al analizar las razones que con mayor frecuencia originan colisiones de tránsito en el
país, se muestra que el 93,3% de éstas se producen por error humano (culpa del
conductor), tal como puede apreciarse en la Tabla 7, y sólo 2,4% es ocasionado por
fallas mecánicas, y causadas por el peatón un 4,2%, este último también considerado
factor humano extraconductor. (Según los datos del Departamento de Seguridad y
Análisis de Accidentes de la Dirección de Tránsito Terrestre del 2005)
Tabla 7
Causas de Colisiones de Tránsito en República Dominicana en 2005
__________________________________________________________________
Tabla 8
Causas detalladas de las colisiones en 2005 en República Dominicana
Los tipos de errores de tipo humano que fueron cometidos en ese período estudiado
son resumidos en el siguiente gráfico.
Figura 5 . Fallas por error humano en las colisiones de tránsito de República
Dominicana en el año 2005.
Fuente: Reagrupación de datos según colisiones con base en datos de la Policía
Nacional y del Dpto. de Seguridad y Análisis de Accidentes de la Dirección de Tránsito
Terrestre del 2005.
Sin lugar a dudas, este abrumador panorama puede ser modificado con un poco de
voluntad política y una mayor comprensión y sensibilización ante la problemática de
parte de las autoridades dominicanas, ya que el error humano es predecible y
controlable.
Un estudio de campo
Esta ley considera inhabilitados para el manejo de vehículos de motor a los retrasados
o enajenados mentales o que hayan sufrido enfermedades psíquicas graves, al igual
que a los deformados físicamente, impedidos para manejar con seguridad en la vía
pública. También se considera en este grupo a los toxicómanos, los hiperemotivos o
hipoemotivos y a quienes tienen dificultades físicas, motoras, de percepción, etc. Aun
a pesar de que la Ley de Tránsito contiene restricciones tan específicas como las
anteriores, no existen los mecanismos estructurales y organizacionales que faciliten
su viabilidad, razón suficiente para llamar la atención ante dichas incongruencias.
La psicología, como ciencia del comportamiento, tiene plena capacidad para realizar
diagnósticos de las aptitudes y capacidades que son requeridas por ley a los
conductores. En ese tenor, los autores del presente estudio plantean reintroducir la
discusión sobre la necesidad de integrar al psicólogo al área de Tránsito y Seguridad
Vial, siendo parte de su atribución la realización de la experticia indispensable (con
pruebas y mediciones objetivas) que acredite adecuadamente a los solicitantes de
licencias de conducir.
Objetivos
General
Hipótesis
Para la discusión del primer objetivo del estudio se parte de las siguientes
presunciones, ya que los demás objetivos se han ido desarrollando en la primera
parte de este trabajo.
Diseño y método
Instrumento
- Variable dependiente:
- Variables independientes:
Tabla 10
Muestra según edad y grupos
El 65% de la muestra fue del sexo masculino y el 35%, femenino. Las edades
oscilaron entre 15 a 69 años; el 28% entre 15-25 años, 51 % entre los 26-40 años, y
21 % de 41 años y más.
Más del 31% siempre acostumbra oír noticias del tránsito por la radio, la televisión o
enterarse por periódicos y cerca del 60% lo hace ocasionalmente. 52 casos (42%) de
los encuestados se han visto involucrados en colisiones de tránsito versus 70 casos
(57%) que afirmaron no haber tenido ninguna colisión de tránsito. De los
accidentados, 12 personas (10%) sufrieron daño físico; 37 encuestados de los que
sufrieron accidentes (30%) culparon a otros de su colisión de tránsito; 9 sujetos (7%)
lo atribuyeron a los problemas de señalización; 8 (6.5%) reconocieron su “propio
error”; 8 (6,5%) aludieron otras razones, entre las que mencionaron: irregularidad de
la vía, falta de conciencia del conductor, desesperación en el semáforo, inexperiencia,
falta de luz del otro vehículo, entre otras más; 6 encuestados (5%) de los
accidentados se refirió a razones del vehículo en que viajaba. 75 personas (61%)
reportaron tener un conocido o familiar muerto por tránsito versus 48 (39%) que
dijeron no tenerlo.
A casi la totalidad de los encuestados, 123 sujetos (99,2%) les pareció positiva la idea
de efectuar una evaluación psicológica a los usuarios que solicitan licencia para
conducir, alegando para ello razones como las siguientes: ”conocer su capacidad,
estado y facultades”, “ver si constituye un peligro público”, “por mayor seguridad”,
“descartar su loquera”, “evitar accidentes”, “para saber su tolerancia”, “conciencia”,
etc.
Ante la idea de que “sólo la policía y el ejército pueden violar las leyes de tránsito”,
113 sujetos, (91%) respondieron que no, versus el 7.3% que afirmó lo contrario.
Acerca de “violar la ley al ingerir alcohol en una fiesta y manejar posteriormente”, el
88% de los encuestados dijo no estar de acuerdo, versus el 9% que sí lo estaba.
Se puso en evidencia que existe una percepción generalizada de que “hay muchos
locos y desaforados manejando en las calles”, ya que el 97 % así lo admitió versus el
1,6% que lo rechazó.
Sobre la severidad de la pena de implantar “la cadena perpetua” para erradicar las
muertes por colisiones de tránsito, el 59,7% dijo no estar de acuerdo, versus el 27%
que sí lo aprobó, en tanto que el 13,7% se mostró ambivalente ante este punto.
Acerca de “si el gobierno debería controlar las vías de tránsito para la seguridad de
los ciudadanos”, el 88% respondió afirmativamente versus el 10% que no estuvo de
acuerdo.
Sobre “el riesgo que implica para la población estar frente al volante”, el 56,5% lo
reconoció como un riesgo y el 38% no lo consideró como tal. La seguridad que
supuestamente proporciona portar un arma en un vehículo fue aprobado por la cuarta
parte de los encuestados, versus el 64,5% que lo rechazó. Ante la tranquilidad que
ocasiona el saber que el conductor que causó muerte de tránsito es apresado, el 90%
se mostró estar muy de acuerdo mientras que apenas el 6% que no lo estuvo.
Al preguntarles si percibía “mucha seguridad en las vías de tránsito” del país, sólo el
8% de los entrevistados respondió afirmativamente, contra el 92% que sostuvo que no
existía o que medianamente existía seguridad en el tránsito. Por otro lado, el 98%
aseveró que la seguridad vial debería mejorarse. Entre los aspectos sugeridos para
mejorarla se encuentran: hacer cumplir las leyes de tránsito; más educación vial y del
conductor; mejorar las condiciones de tránsito; mejorar la señalización y la
sincronización de semáforos; aumentar la cantidad de policías; implantar un sistema
de multas acumulativas; iniciar prevención en las escuelas; comenzar la aplicación de
la ley por los funcionarios y militares; el usar cinturón de seguridad y no conducir
ingiriendo alcohol; retirar la licencia a conductores reincidentes y no ofrecer licencias a
los “no capacitados”; evitar la circulación de vehículos inapropiados, etc.
Tabla 11
Pregunta P038: Frecuencia de respuestas a importante evaluación médico-psicológica
en solicitantes por primera vez
Tabla 12
Pregunta P039: Frecuencia de respuestas a importante evaluación psicológica para
renovar licencia
Entre los aspectos psicológicos deseables para ser evaluados en los conductores, se
mencionaron los siguientes:
Las instituciones del Estado que gozan de mayor confianza entre los encuestados
fueron: Las Fuerzas Armadas (42%), la Autoridad Metropolitana (AMET) (36%), la
Dirección de Tránsito Terrestre (30%); la Secretaría de Estado de Interior y Policía y la
Dirección Nacional de Drogas que fueron situadas como confiables en igual
proporción, en un 26% en la población estudiada. Entre las instituciones que merecen
menor confianza se encuentran: el Sistema Carcelario y la Policía Nacional, las que
situaron en un 45% y 35 % respectivamente como nada confiables.
Como se puede observar, las instituciones de mayor credibilidad para los solicitantes
de licencia de conducir fueron la Secretaría de Estado de Obras Públicas-Dirección de
Tránsito Terrestre y las Fuerzas Armadas, ya que alrededor del 50% así lo reconoció.
El 74% de las autoridades de tránsito que fueron encuestadas dijo confiar plenamente
en la autoridad metropolitana (siendo parte de ellos mismos).
Acciones preventivas
Las acciones preventivas más elegidas, ordenadas por rango de prioridad, fueron las
siguientes:
Tabla 13
Respuestas de acciones preventivas
1. Primera hipótesis
Tabla 14
Respuestas de grupos de encuestados sobre la importancia de la evaluación
psicológica a los conductores
El 99% de los encuestados afirmó estar de acuerdo con que la evaluación psicológica
es una idea positiva y necesaria; el 94% de la población estudiada piensa que se
controlaría mejor el tránsito con este procedimiento; por igual, y en esa misma
proporción, considera que es imprescindible e importante tanto para los que solicitan
permisos de conducir por primera vez como para renovar dichos permisos. Además,
el 93.5% cree que con la evaluación psicológica se evitarían muchos accidentes de
tránsito.
2. Segunda hipótesis
Propone que tener una opinión favorable a la evaluación psicológica para los
conductores de vehículos de motor está relacionada a las variables
sociodemográficas (edad, sexo, nivel educativo) y al haber tenido licencia anterior.
3. Tercera hipótesis
4. Cuarta hipótesis
Tabla 15
Tabla de contingencia de importante evaluación médico-psicológica y sentir seguridad
Es débil la confianza de los entrevistados en las instituciones estatales encargadas de
velar por la seguridad vial, ya que menos de un 13 a 37% dijo confiar en las
autoridades; alrededor del 51-60% posee “sólo un poco” de confianza y de un 10 a
36% expresó desconfiar rotundamente, lo que podría suponerse la existencia del
grado de descrédito de la autoridad, incluso entre el mismo grupo de autoridades
encuestados, el 26% dijo desconfiar en ellas, tal como se observa en la Tabla 16.
Tabla 16
Confianza de los entrevistados en las instituciones estatales
Conclusiones y recomendaciones
Las hipótesis, en su gran mayoría, fueron confirmadas en la dirección propuesta, a
excepción de las variables edad, conocimiento de las reglas de tránsito y en lo
referente a los factores vivenciales (tener un conocido o familiar muerto por accidente
de tránsito y padecer colisión de tránsito) donde no se encontró la relación buscada.
La primera hipótesis que plantea una opinión favorable e importante para los tres
grupos estudiados de la necesidad de evaluar psicológicamente a los conductores se
pudo confirmar (más de un 90% así lo consideró), coincidiendo con los resultados de
las investigaciones realizadas en Brasil por Lamounier y colaboradores en el 2005. Al
parecer, los menos susceptibles para considerar la relevancia de un diagnóstico
psicológico como requisito indispensable para transitar por las vías públicas, son los
propios conductores usuarios del volante, quienes asistían en el momento de la
encuesta a la Dirección General de Tránsito Terrestre para obtener o renovar su
permiso de conducir, y catalogaron la evaluación psicológica (el 90% de ellos) como:
importante para: 1) evitar accidentes, 2) controlar mejor el tránsito y 3) necesario para
la obtención de la primera licencia o renovar el permiso de conducir, versus el grupo
de profesionales de la conducta y de autoridades del tránsito, que en un 97-100% lo
consideró importante en todos los renglones. Las causas que pudiesen explicar
dichas diferencias intergrupales podrían ser atribuidas a las implicaciones que
acarrearía para éstos la aplicación de dichas medidas y sus consecuencias (nuevas
cargas impositivas, una mayor selectividad y demás complicaciones de un nuevo
procedimiento).
La tercera hipótesis fue comprobada con los resultados del presente estudio, en
cuanto propone que la opinión favorable a la evaluación psicológica de los
conductores guarda relación con las variables cognitivas, pero más específicamente
con el conocimiento que se tiene del riesgo que implica estar frente a un volante,
considerado así por el 57% de los encuestados, basado en una creencia generalizada
(97%) de que “hay muchos locos y desaforados manejando en las calles“, percepción
construida con base en las propias vivencias en el diario transitar por las vías
públicas. En una investigación reciente realizada sobre armas de fuego, se había
señalado la estrecha relación encontrada entre la percepción de riesgo y la búsqueda
de una acción preventiva ante la inseguridad percibida, funcionando esto como un
mecanismo que bien podría llamarse de subsistencia (Brea y Cabral, 2007). A la
misma conclusión se arribó en otros estudios CCAP sobre el VIH/SIDA efectuados
con jóvenes y adultos y que fuera señalado por Brea y De Moya (1986) y De Moya &
Brea (1986) en cuanto al esquema conductual prevaleciente entre la acción preventiva
e inseguridad percibida de los entrevistados.
Otro aspecto que reportó los datos del estudio se refiere a la debilidad del sistema que
ha operado en el tránsito terrestre dominicano por largas décadas, reflejando los
mecanismos corruptos que han sido predominantes y de acciones irregulares que, por
suerte, muchas de ellas han quedado ya sepultadas en un pasado reciente; en este
aspecto el 66% de los encuestados consideró como “fácil” el procedimiento para
obtener licencia de conducir y el 40% señaló tener algún conocido que obtuvo
“ilegalmente” el permiso de conductor.
Los mal llamados “accidentes de tránsito”, hoy reconocidos como “colisiones” son, sin
temor a equivocarnos, una forma de violencia que aqueja a nuestra sociedad
contemporánea. El riesgo de morir o sufrir lesiones por esta condición es una forma
violenta de vivir la cotidianeidad que generamos y asumimos como algo natural o
como un designio de lo imperativamente impuesto. Y es aquí donde se inserta el
punto, tal vez neurálgico, al cual debe prestársele mayor atención.
Sugerimos, además, como autores del presente estudio, que se destinen mayores
recursos a la investigación del tránsito en diferentes áreas, donde los psicólogos, en
un equipo multidisciplinario y como especialistas del comportamiento humano, se
involucren y participen más ampliamente en la prevención de las colisiones, donde se
reconozca no sólo el alto costo económico y social que está generando sino lo más
preciado, las vidas de jóvenes y adultos que se pierden diariamente como
consecuencia de éstas y la falta de una previsión adecuada del 90% de ese “error
humano “responsable.
Creemos firmemente que este triste panorama podría ser modificado poniendo la
psicología al servicio de la humanidad en la búsqueda de solución de los problemas
sociales y elevando la calidad de vida de nuestros pobladores. El camino es difícil,
pero hay que recorrerlo para avanzar.
Referencias
Alchieri, João Carlos; Vieira de Cristo e Silva, Fábio Henrique; Lóbrega, Joseane
Maria; Gomes, Carlos. (2006). Estágio curricular como desenvolvimento e atualização
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Editora Búho.
Brea, Mayra; De Moya, Antonio. (1986). Psicología Social del SIDA en Jóvenes y
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Tanaka, Rodrigo Tagamori; Marques, Susi Lippi. (2001). Estudo psicofísico sobre a
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implantação do novo código brasileiro de trânsito-1998. Arq. Bras. Psicol, 53(3):138-
152, jul.-set.