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INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 3
CONCLUSIONES ......................................................................................................... 6
INTRODUCCIÓN
Las parábolas son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una
educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. No son
fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni
alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles, teniendo la mayoría de estos
elementos de la vida cotidiana. Las parábolas se encuentran contenidas en los evangelios
canónicos, aunque también se pueden encontrar en los evangelios, como el de Tomás y de
Santiago.
La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al
Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las
parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la
Parábola del fariseo y el publicano; los usaba dependiendo de la ocasión.
Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que
han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen "endurecidos sus corazones" y han
"cerrado sus ojos" no puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría
ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente
comprometido con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje. En el presente
tema, trataremos de la "Parábola del Buen Samaritano redactada en las Sagradas Escrituras, Lc.
10:25-37
La "parábola del buen samaritano" es una de las parábolas de Jesús más conocidas, relatada en
el Evangelio de Lucas. Se la considera una de las parábolas más realistas y reveladoras del
método didáctico empleado por Jesús de Nazaret, un ejemplo expresivo e incisivo de su mensaje
exigente.
MARCO TEÓRICO
Lc. 10:25-37
Parábola del buen samaritano
25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:
26 Jesús replicó:
―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda
tu mente”,[a] y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[b]
30 Jesús respondió:
Los sacerdotes tenían una posición de gran prestigio en la comunidad judía. Se supone que como
una persona religiosa y representante de Dios, se hubiese parado para hacer el bien. Pero, había
una regla que un sacerdote no podía tocar un cadáver porque era considerado un acto impuro
para él. Recuerden que los bandidos dejaron al judío casi muerto. Quizás el sacerdote prefirió
seguir las leyes terrenales y preservar su supuesta pureza.
Los levitas eran asistentes en el templo. Eran personas consideradas apartadas para el servicio
a Dios. Aparentemente el servir para este levita no incluía ayudar a los demás. Seguramente el
asistente del templo también tenía varias reglas que seguir y similar al sacerdote las puso por
encima de las necesidades de este hombre que era judío como él.
El samaritano: El conflicto entre los judíos y los samaritanos está bien documentado en los
evangelios. Los judíos se consideraban puros delante de Dios y su odio hacia los samaritanos se
basa en que este grupo, también judíos, se casaban y mezclaban con gentiles. Los judíos
consideraban abominable el estilo de vida de los samaritanos. Podemos aprender mucho con la
intención de Jesús en hacer héroe a un samaritano. Pero no solo creyeron también se
arrepintieron. La palabra arrepentimiento es una palabra muy importante de entender. Procede
del griego “metanoia” que a su vez se forma de dos vocablos griegos “meta”, cambio y “nous” o
“noia” que se traduce como mente.
Cuando el samaritano vio al judío, solo supo ver su humanidad. El vio a un hombre que estaba
en un estado crítico y en necesidad de ayuda. No había tiempo para contemplar las diferencias
entre ellos, las heridas que sus culturas se habían causados, y si sufriría consecuencias por
asociarse con alguien estaba supuesto a ser su enemigo. La compasión del samaritano sobre
pasó todas sus reservaciones. Su compasión tampoco fue artificial. Además de acercarse al judío,
que en si era algo significativo, usó sus propios recursos para asegurarse de su recuperación. La
responsabilidad que les correspondía al sacerdote y al levita como judíos, la asumió el
samaritano. La compasión, cuando tiene raíz en el amor de Dios, no hace cálculos y rompe con
los prejuicios.
Las apariencias engañan: El que aparenta ser justo a veces no lo es, y el que aparenta ser injusto
a veces si lo es. Solo Dios conoce el corazón de una persona.
Cada persona con quien haces contacto merece tu respeto, compasión y amor.