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Universidad tecnológica Indoamerica

Integrantes:
-Mishel Chicaiza
-aldair barrera
- verónica Hernández
-patricio Álvarez
-Luis Jiménez
-Erika pinto

Materia: realidad nacional

Tema: revolución de los chihuahuas


Revolución de los chihuahuas

La Revolución de los Chihuahuas La revolución contra Flores se inició en Guayaquil, el


24 de septiembre de 1833 dirigido por el coronel Pedro Mena, como una reacción a la
decisión del congreso de dar al presidente las facultades extraordinarias y por la prisión
y expulsión del país de Vicente Rocafuerte. Éste fue liberado y proclamado Jefe
Supremo. El 20 de octubre de 1833 Vicente Rocafuerte, se proclama Jefe Supremo de
Guayaquil. El favoritismo del general Juan José Flores por los granadinos y
venezolanos, era evidente; los mandos militares superiores eran confiados a oficiales
venezolanos en su mayoría, y algunos de ellos sin ningún mérito para obtener estas
jerarquías; era otra fuente de discordia en aquellos tiempos. En estas circunstancias, la
División de la Marina de Guerra fue completa, pues un buen número de oficiales
plegaron a la revolución. Se formó la Escuadra Libertadora al mando del general
Thomas Charles Wright; llamada así por Rocafuerte, y estaba compuesta por la fragata
Colombia como buque insignia y las goletas “Guayaquileña”, “Gracia de Guayas”,
“Diligencia”, “Juanita” y los bergantines “27 de Febrero” y “Ecuatoriano”. Las fuerzas del
gobierno de Flores al mando del general Juan Ignacio Pareja Mariscal, disponían de las
goletas “Valerosa” e “Itsmeña”, el bergantín “Atrevido” con un cañón giratorio de a 18 y
tres cañoneras con un cañón giratorio; pequeña Fuerza Naval muy débil para enfrentar
a la Escuadra Libertadora y específicamente a una nave tan poderosa como la fragata
“Colombia”. Es de anotar que las goletas “Valerosa” y “Juanita”, así como los
bergantines “Atrevido” y “Ecuatoriano”, eran naves mercantes improvisadas como
buques de guerra y por tanto no fueron parte de nuestra Armada en los albores de la
República. En un informe al Jefe del Estado Mayor General, el 12 de febrero de 1834
entre otras cosas refiriéndose a estos buques se dice: “… estaba aparejándose los dos
barquitos que unos particulares estaban construyendo y que la necesidad ha convertido
en buques de guerra con el titulo de bergantín goleta “Atrevida” y goleta “Valerosa”; pero
desde aquella fecha no solo se ha concluido su habilitación, sino que han arrojado a las
fuerzas sutiles enemigas muchos balazos, que las han contenido y causado daño…”46.
En 1834 Flores y Rocafuerte se reconcilian y firman un documento para poner fin a las
calamidades de una guerra civil y restablecer la paz de un modo sólido y permanente
en beneficio de la causa de la Nación.
La llamada “Revolución de los Chihuahuas” fue una de esas desventuradas hazañas
guerreras de los primeros años de nuestra vida republicana, y constituye uno de los
capítulos más importantes de la historia nacional.

Comenzó a gestarse cuando el Congreso de 1833, en sesión a la que no concurrió


Vicente Rocafuerte -entonces diputado por la Provincia de Guayaquil- concedió al Gral.
Juan José Flores, Presidente de la República, facultades extraordinarias para gobernar
al país.

Al conocer de esto, Rocafuerte dirigió una furibunda comunicación a los miembros del
Congreso que habían concedido dichas facultades al Gral. Flores, diciéndoles, entre
otras cosas: “…no puedo conformarme, ni me conformaré jamás, con esta
providencia inconstitucional, injusta e ilegal, dictada por la facción liberticida que
compone la mayoría del congreso y vendida al infame Ministerio que oprime, veja
y tiraniza al Ecuador”.

El Congreso -adepto a Flores- no pudiendo responder con entereza las acusaciones de


Rocafuerte, luego de privarlo de su calidad de legislador dispuso que sea desterrado al
Perú.

Poco tiempo después de haberse clausurado las sesiones del Congreso, Flores ordenó
también el destierro de 27 oficiales que habían colaborado con el Gral. Luis Urdaneta
en su intento revolucionario por derrocarlo; ante esta situación, los afectados se
confabularon y nombraron al Crnel. Pedro Mena –comandante de la guarnición de
Guayaquil- como jefe de la revolución que se inició el 12 de octubre de ese mismo año,
1833.

Como la revolución tenía origen militar, pero no tenía cabeza política, alguien insinuó
buscar a Rocafuerte, que por esos días marchaba desterrado al Perú. La idea fue
recibida con agrado por los revolucionarios que se movilizaron y le dieron alcance en
Naranjal, donde luego de liberarlo de sus captores fue puesto al frente de la revolución,
y de inmediato volvió a Guayaquil donde el 18 de octubre entró triunfalmente entre
aclamaciones.

La revolución adoptó entonces el nombre de “Chihuahuas”, puesto que este fue el


nombre que se le diera a los simpatizantes de Rocafuerte, en vista de que este había
servido durante algunos años a las causas libertarias en México.

Inmediatamente se reunió un Cabildo Abierto en la Municipalidad al que asistieron los


ciudadanos más respetables, quienes procedieron a nombrar a Rocafuerte con el título
de Jefe Supremo.

Guayaquil se convertía entonces en el primer bastión nacional en la lucha contra de la


dominación extranjera; y esto era natural, “El Odio que había engendrado en las
poblaciones del litoral la violenta incorporación a Colombia en 1822, precedida y
seguida en las intrigas y excesos que ya se han iniciado, no se había extinguido,
por el contrario, se había avivado en cuantas ocasiones se presentaban los
medios para sacudir un yugo extranjero que se creía, y no sin razón
insoportable”(Francisco X. Aguirre Abad.- Bosquejo Histórico de la República del
Ecuador, p. 276).

Para entonces el día 20 habían aparecido en Quito –colgados de los faroles- los cuerpos
desnudos de Albán, Echanique, Hall, y otros miembros de “El Quiteño Libre”, que
respaldaban la revolución en contra de Flores.

Luego de que el Gral. Otamendi se tomara Babahoyo en donde destrozó a las fuerzas
revolucionarias, Flores marchó sobre Guayaquil que el 24 de septiembre cayó sin
ofrecer mayor resistencia. Mena buscó entonces seguridad en la fragata “Colombia”,
anclada en el río Guayas, mientras Rocafuerte se asilaba en la fragata de guerra
norteamericana “Fairfield”, cuyo capitán negó la petición de extradición que le hiciera el
propio Flores.

Acosados por Flores, Rocafuerte y Mena se refugiaron en la isla Puná donde


establecieron su cuartel general, contando con la poderosa fragata “Colombia”,
fuertemente artillada, 5 goletas bien armadas y 600 hombres debidamente
apertrechados.

Entonces y en su condición de Jefe Supremo, Rocafuerte decretó el bloqueo de


Guayaquil, que fracasó, y en enero de 1834 viajó al Perú en busca de respaldo
económico y militar, habiendo logrado un empréstito para la campaña y alguna ayuda
militar.

Sin la dirección inteligente de Rocafuerte, las tropas revolucionarias se desparramaron


en guerrillas por las provincias de Guayas y Manabí cometiendo toda clase de abusos
y fechorías, por lo que el pueblo se resintió contra ellas. El río Guayas, con sus afluentes
el Daule y el Babahoyo, fueron escenarios de varias escaramuzas y serios combates
navales librados entre la “Colombia” y sus fuerzas sutiles, contra las naves gobiernistas.
Las pérdidas de vidas humanas, de una y otra parte, fueron enormes en relación al
número de combatientes; pues como sucede en estos casos, se tomaron muy pocos
prisioneros.

En tierra también se libraron sangrientos enfrentamientos, como el que protagonizaron


las fuerzas “chihuaguas” del Crnel. Agustín Franco, que en febrero de 1834
sorprendieron al comandante Cifuentes y destrozaron una columna gobiernista en las
cercanías de Yaguachi.

Ya para entonces –y haciéndole eco a Guayaquil- la revolución había empezado a


extenderse por todo el resto del país; fue por eso que el 12 de junio Quito desconoció
al gobierno de Flores y proclamó la Jefatura Suprema del Dr. José Félix Valdivieso.

Las cosas se habían puesto muy difíciles a Flores cuando el Crnel. Mena, que veía con
recelo y envidiaba el talento de Rocafuerte, traicionó la revolución y brindó al Gral.
Otamendi –mano derecha de Flores- todas las facilidades para que invada la isla Puná
y lo pueda tomar preso con sus principales colaboradores.

El 18 de junio de 1834, Rocafuerte y sus asistentes ya estaban en poder de Flores, y la


Revolución de los Chihuahuas llegaba a su fin.
De acuerdo con el sistema político y militar establecido en esos primeros años de la
República, Flores pudo haber ordenado el fusilamiento de Rocafuerte acusándolo de
intentar derrocar al gobierno; pero reconociendo en él a un ecuatoriano de la más alta
valía, prefirió una reconciliación con su enemigo, a quien dio toda clase de garantías y
respaldo, y el 1 de septiembre declinó el Poder y entregó a Rocafuerte el mando civil y
militar de Guayaquil, con el encargo de ejercer dichas funciones hasta que se instale
una nueva Asamblea representada por los tres distritos, esto es, Guayaquil, Quito y
Cuenca.

“Al retirarse Flores de la presidencia, la República del Ecuador, nacida bajo sus
auspicios, quedó abocada a una de las peores crisis de toda su historia, pues dos
voluntades de poder quedaron frente a frente: la de los viejos autonomistas
quiteños, con Valdivieso a la cabeza; y la de los guayaquileños, con Rocafuerte…
Ambos grupos eran caudillistas; se habían apoyado en fuerzas extranjeras, o
consideradas como tales; no ofrecían nada y lo pedían todo… el país quedó
fraccionado, al borde mismo de una nueva guerra civil” (Jorge Salvador Lara.- Los
Comienzos de la República (1830.1845) Historia del Ecuador, Salvat; tomo 6 p. 22).

Para entonces, casi todo el país estaba en manos de los “restauradores” y Rocafuerte
era apenas Jefe Supremo de Guayaquil; pero Flores, acostumbrado a convertir derrotas
en fulminantes triunfos, reorganizó su ejército que estaba casi desarticulado invitando a
la juventud guayaquileña a formar parte de él, y al mando del llamado “Ejército
Convencional”, marcho hacia el interior para enfrentar al ejército de Quito que -al mando
del Gral. Isidoro Barriga- avanzaba hacia la costa para someter al último bastión que se
mantenía autónomo: Guayaquil.

Poco a poco, durante seis meses, Flores obligó a los “restauradores” a replegarse hacia
la sierra, hasta que el 19 de enero de 1835, en los campos de Miñarica, cerca de
Ambato, los ejércitos de los generales Flores y Barriga libraron la batalla que definió el
destino del país.

Ese día, Flores triunfó, y Rocafuerte fue confirmado como Jefe Supremo de la
República.

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